Ashtanga Yoga Las Ocho Ramas de La Práctica Del Yoga
Ashtanga Yoga Las Ocho Ramas de La Práctica Del Yoga
Ashtanga Yoga Las Ocho Ramas de La Práctica Del Yoga
Yamas y niyamas
Tal como establece Hernández (1997), los “códigos de yama y niyama
están diseñados para disolver el conflicto o fricción entre las acciones
externas y las actitudes internas. Yama y niyama armonizan todo el ámbito
de la actividad humana” (p. 30) y, de este modo, son la preparación
fundamental para la práctica de las restantes ramas del ashtanga-yoga. Es
decir, este entrenamiento ético tiene objetivos específicos que, una vez
alcanzados, facilitan el logro de y optimizan los efectos que los otros
miembros del yoga pueden producir. En Occidente, lamentablemente, la
enseñanza y la aplicación de los yamas y niyamas tiende a ser ignorada o
considerada de menor relevancia, lo que muchas veces puede dificultar el
desarrollo fluido, en la experiencia de los practicantes occidentales, de los
procesos de transformación interior que el yoga activa (Brown & Engler,
1986).
Asana: La postura
La tercera rama del yoga clásico de Patánjali es asana o postura, que
guarda relación con la eliminación de toda perturbación o distracción que
pudiese desviar la atención del practicante durante su sadhana; es, por así
decirlo, una concentración (ekagrata) en el nivel físico. No obstante,
asana no sólo involucra una determinada postura corporal, sino también
una actitud mental de estabilidad y firmeza frente a las posturas físicas
mismas.
Patánjali declara que la postura ideal “debiera ser estable y
confortable” (II. 46) y agrega que la postura “se torna firme y relajada a
través del control de las tendencias naturales del cuerpo y a través de la
meditación en el Infinito” (II.47). Vyasa explica estos aforismos aduciendo
que la
postura se vuelve perfecta cuando desaparece el esfuerzo por realizarla, de
manera que no haya más movimientos en el cuerpo. Igualmente, su
perfección se cumple cuando la mente se transforma en infinito, es decir,
cuando hace de la idea del infinito su propio contenido. (II.47)
Pratyahara: La interiorización
El quinto miembro del yoga es pratyahara (lit. retracción) o interiorización y
se refiere, siguiendo a Patánjali, a “la imitación de la naturaleza de la
mente, por parte de los sentidos, por medio de la no-conexión con sus
objetos” (II. 54). Dicho de otro modo, tal como afirma el comentario del
Rey Bhoja, los sentidos, en vez de dirigirse hacia el objeto, “permanecen en
sí mismos”. En este estado, la mente sigue produciendo representaciones
internas y es capaz de conocer los objetos sin la mediación de la actividad
sensorial. Así, según el comentario de Vyasa, “la sabiduría (prajna) del
yogui conoce todas las cosas, tal como son” (II.45).
En todos los aspectos previos de la práctica del yoga pueden
detectarse elementos de pratyahara en el sentido de una retracción
temporal de la actividad de los sentidos y la consiguiente interiorización; no
obstante, cuando el proceso de desarrollo del practicante ha alcanzado
este estadio, éste ya no se verá perturbado por la actividad de los sentidos.
Le es posible adentrarse, sin distracciones y con un cierto grado de
estabilidad, en su interior. Sin embargo, allí se verá inicialmente “asediado
por un sinfin de impresiones o procesos mentales, procedentes de
vivencias, experiencias, que deberá afrontar y trascender” (Morata, 2002,
p. 299). Las técnicas yóguicas de pratyahara están, en este sentido,
también diseñadas para clarificar los aspectos más caóticos del mundo
interno del yogui o la yogini. Su aplicación contribuye a generar un estado
mental sereno, atento y transparente. La importancia atribuida a
pratyahara queda graficada en el Vishnu-Purana (redactada en alguno
de los primeros siglos del primer milenio d. C.), en el cual se declara que
“ningún yogi puede lograr el Yoga sin controlar sus sentidos” (VI.7.44), y en
el Yoga-Shastra (escrito entre los siglos XVII y XVIII d. C.):
Todo lo que perciba con sus ojos, debe considerarlo existente en su interior.
De ese modo, cada día el yogui debe, durante un yama [tres horas], con
diligencia, esforzarse en abandonar los numerosos objetos de los sentidos
cognitivos. (188-193)
Bahir-angas y antar-angas
Tradicionalmente, el ashtanga-yoga de Patánjali es dividido en dos
conjuntos de técnicas: bahir-angas o miembros exteriores y antar-angas o
miembros interiores. Yama, niyama, asana, pranayama y pratyahara
constituyen los cinco elementos de la práctica yóguica que corresponden
a los miembros exteriores. Las próximas tres ramas del yoga conforman sus
antar-angas, en el sentido de que, en ellas, las perturbaciones
provenientes de la actividad habitual de los sentidos han cesado. En
ocasiones, estas últimas tres ramas del yoga también se denominan
samyama aunque, para Patánjali, este término tiene un significado más
específico: “los tres practicados juntos, sobre el mismo objeto, son lo que se
conoce como samyama” (III.4).
Mientras que los ´miembros externos´ son, en sentido estricto, sólo ejercicios
preliminares, los ´miembros interiores´ forman el verdadero camino de
transformación, a través del cual la mente, poderosamente, ´se inclina hacia
la liberación´ (kaivalya-pragbhara). Porque por mucho que el yogui se
dedique a la observación de los preceptos éticos, a la práctica de la
postura, al control de la energía vital y a la retracción de los sentidos, si
desea alcanzar la realización del Sí-mismo debe, no obstante, alcanzar la
maestría completa sobre su mente, el gran arquitecto del propio sufrimiento
y de la propia gloria. (Feuerstein, 1998b, p. 30, cursiva del original)
Dhyana: La meditación
“Al prolongar doce veces esa concentración en un solo objeto, se obtiene
la ´meditación yóguica´, el dhyana” (Eliade, 1972, p. 64, cursiva del
original), la séptima rama de la práctica del yoga. Patánjali dice de
dhyana que consiste en “un flujo ininterrumpido de pensamiento hacia el
objeto de concentración” (III.2). Su práctica unifica, de manera progresiva,
la consciencia; el sujeto, el objeto y el proceso de la concentración se
fusionan, formando una unidad inseparable.
El practicante logra penetrar en la esencia de su objeto de
meditación y aprehenderla una vez que es capaz de franquear las
diferentes dificultades que, de acuerdo al Yoga-Sutra, emergen durante la
práctica de dhyana:
La enfermedad, la languidez, la duda, la desatención, la pereza, la
disipación, la falsa visión, el no alcanzar los estadios del yoga y la
inestabilidad en estos estadios son las distracciones de la consciencia; éstos
son los obstáculos. (I.30)
Samadhi: El éxtasis
Finalmente, el último miembro del yoga es conocido como samadhi,
absorción o éxtasis. De acuerdo a Patánjali, cuando, “en la meditación, la
verdadera naturaleza del objeto aparece, sin estar distorsionada por la
mente de quien percibe, eso es samadhi” (III.3). Recordemos que Vyasa,
en su comentario al Yoga-Sutra, define el mismo yoga como samadhi. El
Hatha-Ratna-Avali (redactado en el siglo XVII d. C.) ofrece otra definición
adicional: así “como la sal se disuelve en el agua, de igual modo, para el
conocedor del yoga, la mente y el Yo [purusha o atman] se vuelven
idénticos: esto se describe como éxtasis (samadhi)” (V.1), a lo que agrega
que el “estado en el que el yo individual y el Yo trascendental están en
equilibrio (samatva) y en el cual se trascienden todos los conceptos se
describe como éxtasis” (V.2). El Hatha-Yoga-Pradipika, por otro lado, afirma
que:
El raja yoga, el samadhi, unmani, manomani, la inmortalidad, la disolución, el
vacío-pero-no-vacío, el estado más elevado, la pasividad del intelecto, el
no-dualismo, lo sin comienzo, la pureza, la liberación en vida, el estado
primordial y turiya (el Cuarto Estado), todos estos son sinónimos. [...] La mente
se disuelve en la respiración y la respiración cesa. Ambas se hacen uno en
samadhi. (IV.3-5)
Comentario final
Por último, mencionaremos las siguientes palabras del Gheranda-Samhita:
El éxtasis es el supremo yoga; se alcanza mediante una gran fortuna, la
compasión y bendición del maestro, y la devoción hacia él.
Referencias
Bresnan, P. (2003). Awakening: An Introduction to the History of Eastern
Thought. New Jersey: Prentice Hall.
Brown, D. & Engler, J. (1986). The stages of mindfulness meditation: A
validation study. Part I: Study and results. En K. Wilber, J. Engler & D.
Brown (Eds.), Transformations of Consciuosness: Conventional and
Contemplative Perspectives on Development (pp. 161-191). Boston:
Shambhala.
Eliade, M. (1948). Técnicas del yoga. Barcelona: Kairós.
Eliade, M. (1962). Patánjali y el yoga. México: Paidós.
Eliade, M. (1972). El yoga: Inmortalidad y libertad. México: Fondo de
Cultura Económica.
Feuerstein, G. (Ed.) (1997). Las enseñanzas del yoga. Barcelona: Oniro.
Feuerstein, G. (1998a). Tantra: The Path of Ecstasy. Boston: Shambhala.
Feuerstein, G. (1998b). The essence of yoga. En G. Feuerstein & J. Miller, The
Essence of yoga (pp. 1-47). Vermont: Inner Traditions International.
Feuerstein, G. (2001). The Yoga Tradition: Its History, Literature, Philosophy,
and Practice. Arizona: Hohm Press.
Hernández, D. (1997). Claves del yoga: Teoría y práctica. Barcelona: La
Liebre de Marzo.
Morata, M. (2002). Yoga: Teoría, práctica y metodología aplicada.
Zaragoza: Autor.
Patánjali (1953). How to Know God: The Yoga Aphorisms of Patanjali (Eds.
S. Prabhavananda & C. Isherwood). Hollywood: Vedanta Press.
Patánjali (1987). Yoga-Sutra de Patánjali (Ed. T. Desikachar). Madrid: Edaf.
Ramacharaka, Y. (1967). Bhagavad Guita: El mensaje del maestro. Buenos
Aires: Kier.
Svatmarama, S. (1971). The Yoga of Light: Hatha Yoga Pradipika (Ed. Hans-
Ulrich Rieker). California: The Dawn Horse Press.