Roberto Lavagna
Roberto Lavagna
Roberto Lavagna
Incluye la convivencia de dos sistemas de Trabajo: el actual y uno nuevo que contemple los
cambios ocurridos en el presente siglo. Apunta también a liberar fuerzas productivas y creatividad
social en el caso de la inversión.
Algunos hablarán de “rebote”, pero no es así. En economía no existe el “rebote” automático; así lo
demuestran los 10 años de estancamiento argentino, incluida la recesión de los últimos tres. Lejos
de rebotar, caímos. ¿Cómo llamarían a eso, “rebote hacia abajo”? Si se quieren ejemplos
internacionales más o menos recientes, ahí están los 15 años de estancamiento de Japón y los 10
de Grecia.
Si hay recuperación, es porque cambia una “circunstancia” (pandemia) y del cierre y parálisis se pasa
a la reapertura.
• EL SISTEMA QUE HOY EMPLEA, en blanco y con normas propias de la economía del bienestar
de la II post guerra mundial, al 49,5 % de los asalariados privados. Este Sistema debe ser
respetado integralmente por el principio de los derechos adquiridos.
• UN NUEVO SISTEMA, en blanco y con normas precisas, que responda a los cambios
educativos, tecnológicos y productivos del siglo actual. Lo más importante es que permita
que el otro 50%, el de los trabajadores que actualmente están desempleados, sub-
empleados, pseudo empleados (parte importante de monotributistas), etc., puedan
trabajar dignamente. Ellos son los “descartables” de hoy, como lo ha dicho el Papa
Francisco refiriéndose a quienes están sin empleo, con empleos en negro, changas, etc. y
no tienen protección alguna.
No basta que el sistema actual proteja al 49,5%, los incluidos; hace falta también uno nuevo, que
incluya a los que hoy sufren la exclusión absoluta.
Hay un método rápido para avanzar: el sistema que rige en la industria de la Construcción (Libreta
de Trabajo, que supone aportes a un fondo de desempleo). Luego se puede perfeccionar. Pero por
aquello de que lo perfecto es enemigo de lo bueno, hay que actuar rápido. Ya llevan demasiados
años excluidos.
IMPULSAR INVERSIONES privadas, a su vez, requiere bajar el enorme costo impositivo que recae
sobre la inversión. Ya hemos promovido a inicios del siglo XXI ideas como “cero impuesto a las
ganancias reinvertidas de las PYMES”, o usado la amortización acelerada, la devolución del IVA a la
inversión, créditos a tasas civilizadas, etc... Ello, combinado con reglas no solo más simples sino más
estables.
Estos instrumentos junto a la capacidad de compra gradualmente en aumento, tipo de cambio real
que empuje a las exportaciones y proteja sin burocracia al mercado local (ej. restricciones a
importar); en definitiva con un sabio equilibrio entre la protección al trabajo y la necesaria
competencia, son los pilares de un programa de CRECIMIENTO CON INCLUSION.