Trabajo de Socrates

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 15

Sofistas y Socrates, crisis de ideas y valores

Alexis Barroso, Ana Vásquez, Karban Martínez, Kelen Nieto, Stephanie Lebron.

Resumen

De manera muy sintética se puede decir que los filósofos socráticos tienen un interés Moral
más allá del conocimiento teórico, por lo cual se enfocaban en la búsqueda del
conocimiento de una naturaleza humana universal e inmutable, es decir, una idea.
Establecen además que el ser humano se constituye como ser humano distinto de todos los
demás seres del Cosmos; sus propiedades, características, sus leyes y principios son únicos.
En cambio, los Sofistas separaron el campo de la filosofía a los problemas antropológicos,
es decir, la filosofía se desplazó de la physis al nomos, del cosmos a la polis y a un
escepticismo y relativismo. El propósito de esta investigación es comprender los
fundamentos que conllevo a una crisis de pensamientos entre sofistas y Sócrates
evidenciando las diferencias existentes en ambas corrientes del pensamiento basados
principalmente en el problema ético.
Palabras claves: Crisis, Filosofía, Ser Humano, Sofistas, Sócrates

Abstract
In a very synthetic way, it can be said that Socratic philosophers have a Moral interest
beyond theoretical knowledge, so they focused on the search for knowledge of a universal
and immutable human nature, that is, an idea. They also establish that the human being is
constituted as a human being different from all other beings of the Cosmos; Its properties,
characteristics, its laws and principles are unique. Instead, the Sophists separated the field
of philosophy from anthropological problems, that is, philosophy shifted from physis to
nomos, from the cosmos to the polis, to skepticism and relativism. The purpose of this
research is to understand the foundations that lead to a crisis of thoughts between Sophists
and Socrates evidencing the differences in both currents of thought based mainly on the
ethical problem.
Keywords: Crisis, philosophy, human being, Sophists, Socratics.
Introducción

La filosofía sólo llegó a Atenas un siglo largo después de sus comienzos, y esto ocurrió cuando

Anaxágoras, en el siglo V a.C., viajó hasta allí, emigrando de su ciudad natal, Clazomene, que

está en la Jonia. Un discípulo suyo, Arquelao, fue con el tiempo maestro de Sócrates, el cual lo

fue de Platón, como éste lo fue luego de Aristóteles. Pero, aunque con la llegada de Anaxágoras

empezaba una espléndida tradición filosófica, lo cierto es que Atenas recibió muy mal al primer

filósofo que llegó allí: los gobernantes de Atenas lo acusaron de impiedad, porque, en vez de

reconocer los dioses locales, afirmaba que existía una Mente ordenadora del universo, y

estuvieron a punto de matarlo. Por fortuna, el filósofo escapó a la ciudad de Lámpsaco y salvó la

vida.

Sin embargo, repetimos que a Atenas le esperaba un brillante futuro filosófico. Una vez vencidos

los persas y dominados los piratas que asolaban el Mediterráneo, se había convertido en sede de

la cultura, viendo florecer en ella las letras y las artes, y fue también, a partir de mediados del

siglo V a. C., la patria de la filosofía. Contribuyó mucho a ello el hecho de que, atraídos por ese

esplendor cultural, fueran llegando a Atenas unos pensadores, los sofistas, que, aunque se

desinteresaron de los temas de la filosofía anterior, centrada en el estudio del principio o

naturaleza de todas las cosas, plantearon otros temas más directamente relacionados con el ser

humano, como son el conocimiento y la moral. Sócrates se enfrentará a ellos, pero discutiendo de

los mismos temas, de modo que los sofistas dieron lugar, indirectamente y por reacción, a la

profunda filosofía de aquel pensador. Así, a una etapa de la filosofía que cabría llamar

cosmológica, la de los filósofos arcaicos, le sucedió otra más bien antropológica, la de los

sofistas y Sócrates. De la filosofía de este último habían de surgir luego los grandes sistemas de

Platón y de Aristóteles, los dos pilares del pensamiento occidental.


Sofistas

El término sofista no se utilizaba para distinguir ninguna escuela filosófica en especial, sino que

tenía el significado de ‘sabio’ (sophós), persona que destacaba en cualquier saber, fuese práctico

o teórico. Se aplicaba en un sentido genérico.

Ahora tiene un sentido específico, maestros del saber (sophistés) que se dedican a enseñar

cobrando como quien ejerce cualquier otro oficio. La labor de estos pensadores está dirigida a

satisfacer la demanda de los ciudadanos atenienses, muy interesados en participar en la vida

política de la Ciudad-Estado. Por lo tanto, las aspiraciones de los sofistas eran universales, y por

esa razón constituían un blanco continuo para las críticas y las crueles ironías de Sócrates y

Platón.

Según Koyré (1966) “Su finalidad común era formar hombres de primer orden, sabios y hábiles a

la vez, y sobre todo dirigentes de masas, hombres de estado, la élite de cada ciudad, en definitiva.

Afirmaban que se puede enseñar la areté”.

Ahora bien, la areté, la virtud de los latinos, no es esencialmente la virtud moral, es el conjunto

de cualidades que forman al hombre eminente y lo hacen útil e ilustre.

Ahora bien, según Martínez (2001) hablándolo etimológicamente el término “sofista”

significa “el más sabio”, y originariamente se utilizaba en Grecia para designar a los que

sobresalían en cualquier actividad teorética o práctica, sin ningún significado filosófico concreto

ni referencia a escuela alguna. Pero para nosotros esta palabra tiene un carácter peyorativo, y
llamamos “sofista” al que aparenta saber todo y que, con falsos argumentos, pretende engañar a

los demás (embaucador). Sin embargo, los sofistas más antiguos consiguieron tal respeto y

estimación que no era raro que les escogiera como “embajadores” de sus respectivas polis

(ciudades-estado), cosa difícilmente compatible con que fuesen o se les tuviese por meros

charlatanes. Esta valoración negativa arranca de la opinión desfavorable que los grandes

filósofos griegos, como Sócrates, Platón y Aristóteles, tuvieron de un grupo de pensadores de los

siglos V y IV a.C., que hacían ostentación de su sabiduría y la enseñaban a cambio de una

remuneración. Las principales razones del viraje que los sofistas dieron a la filosofía fueron las

siguientes.

Los primeros filósofos griegos habían intentado desentrañar el principio último

(fundamento) de todas las cosas: arché. Las sucesivas hipótesis que propusieron se oponían e

incluso excluían unas a las otras, por lo que acabaron por producir desconfianza y un cierto

escepticismo respecto a la posibilidad de lograr un conocimiento seguro de la naturaleza última

de todo lo real. Este escepticismo respecto de la primera filosofía griega, contribuyó a que la

atención se dirigiera hacia el hombre, y con una finalidad práctica distinta a la finalidad

especulativa propia de la filosofía anterior: la educación. El tener un grupo de discípulos era cosa

más o menos accidental para los filósofos presocráticos entregados por completo a su afán por

descubrir la verdad, sin embargo, a los sofistas sí que les fue esencial rodearse de discípulos,

puesto que trataron sobre todo de enseñar[ CITATION Mar01 \l 1033 ].

1. Otro factor que contribuyó a dirigir la atención hacia el sujeto fue la creciente reflexión

sobre el fenómeno de la civilización, la cultura, las normas, las costumbres, propiciada en


gran medida por las amplias relaciones que los griegos mantenían con otros pueblos. No

sólo habían entrado en contacto con las civilizaciones de Persia, Babilonia y Egipto, sino

también con pueblos que se hallaban en fases más primitivas, como escitas y los tracios.

Es normal que este contacto continuado con otras maneras de vivir, estimulara a los

griegos a plantearse cuestiones relacionadas con el hombre, su civilización y sus

costumbres[ CITATION Mar01 \l 1033 ].

2. Fue la nueva situación política ateniense, la democracia, el factor más importante que

desencadenó el mencionado cambio de intereses. En Grecia, después de las guerras

contra los persas (Guerras médicas) se intensificó la vida política. Y esto ocurrió más que

en ningún otro sitio en Atenas, donde se instauró la democracia, en la cual, el ciudadano

libre podía siempre tener alguna participación en los asuntos de las polis; y si quería

desenvolverse en ella de un modo provechoso, era necesario prepararse, poseer una cierta

cultura, porque para ser elegido cargo público ya no basta el linaje, sino que es necesario

convencer a los conciudadanos. Los sofistas acudieron a cubrir tal necesidad: de ahí su

interés por la educación y su enorme popularidad, sobre todo entre las familias pudientes [

CITATION Mar01 \l 1033 ].

Los sofistas eran profesores itinerantes que iban de ciudad en ciudad, con lo que reunían

un valioso caudal de noticias y experiencias. Son los primeros profesionales de la

enseñanza y cobran sumas considerables, pues atribuyen a la educación una finalidad

utilitaria o práctica: conseguir el éxito político. Se trataba de una especie de “inversión”

que el estudiante hacía para sacarle más adelante un provecho personal. Su programa de

enseñanzas era bastante variado: incluía un conjunto de disciplinas humanísticas tales


como gramática, interpretación de los poetas, filosofía de los mitos y la religión, moral,

derecho. Pero sobre todo profesaban la enseñanza del saber hablar o arte retórica,

absolutamente imprescindible para la vida política de la época. Un político necesitaba,

indudablemente, ser un buen orador; en Atenas era imposible abrirse camino como

hombre público si no se sabía hablar con elocuencia. Necesitaba, además, poseer ciertas

ideas acerca de las leyes, de la justicia, de lo conveniente, de la administración y del

Estado contenidos que, como decíamos más arriba, constituían prácticamente el programa

de enseñanzas que ofertaban los sofistas[ CITATION Mar01 \l 1033 ].

La práctica de exigir una remuneración, un salario, por las enseñanzas que impartían, aunque

legítima de suyo, difería de la que distinguió a los filósofos antiguos y desentonaba de la opinión

griega respecto a “lo conveniente”. A Platón le parecía abominable, y Jenófanes sostiene que

“los sofistas no hablan ni escriben sino para engañar, por enriquecerse, y no son útiles para

nadie”. Junto a lo anterior, también contribuyó a dar a los sofistas mala reputación la

consecuencia de que el arte de la retórica podría emplearse para poner en circulación un

concepto de política que fuese perjudicial para la ciudad, ya que estaría forjado tan sólo para

favorecer en su carrera al político. Esto era lo que sucedía especialmente con su enseñanza de la

erística o arte de la disputa. Si alguien quería enriquecerse bajo el régimen de la democracia

griega, tenía que hacerlo principalmente por medio de litigios judiciales, y los sofistas se

dedicaban a enseñar el mejor modo de ganarlos. En la práctica era fácil que la erística

equivaliese al “arte de enseñar a los hombres cómo conseguir que la causa injusta pareciese

justa”. Es fácil comprender, en este sentido, el trato intelectual que recibieron los sofistas por

parte de Platón[ CITATION KAN61 \l 1033 ].


Los sofistas se diferenciaron de los filósofos precedentes no solamente por el objeto del que se

ocupan (el ser humano) sino también por el método. Aunque el método de la vieja filosofía no

excluyó en modo alguno la observación empírica, sin embargo, era característicamente

deductivo: una vez que el filósofo había establecido su principio constitutivo del mundo (arché)

se dedicaba a explicar conforme a aquella teoría los fenómenos concretos. En cambio, los

sofistas procuraban reunir primero un gran acervo de observaciones sobre hechos particulares;

luego, de aquellos datos que habían acumulado, sacaban conclusiones, en parte teóricas y en

parte prácticas. Es decir, el método de los sofistas fue, por lo tanto “empírico inductivo”. Este

método, junto con el “espectáculo” de la filosofía presocrática, condujo a estos filósofos a

actitudes intelectuales relativistas y escépticas, así como a una doctrina convencionalista acerca

del origen y fundamento de las normas y leyes políticas y morales.

El Relativismo: El relativismo es una tesis filosófica que mantiene que existen tantas verdades

como opiniones o maneras de ver las cosas. No es relativismo aceptar que existen muchas

opiniones acerca de las mismas cosas; esto es obvio y nadie lo niega. El relativismo aparece

cuando a continuación decimos que todas las opiniones son igualmente verdaderas. Es decir, el

relativismo mantiene que como la verdad depende de la persona o grupo que la formula, existen

tantas verdades acerca de las mismas cosas como personas o grupos haya [ CITATION Bue72 \l

1033 ].

La expresión más célebre del relativismo es la frase de Protágoras6 (485-411 a.C.):


“El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no

son en cuanto que no son”.

La interpretación de la frase de Protágoras ha ocasionado algunas controversias:

1. Cuando Protágoras escribe “hombre”, ¿se refiere al individuo o a la especie humana?

2. ¿Qué debemos entender por “las cosas”: solamente los objetos sensibles, o se incluyen

también los valores?

La discusión no parece haber tenido una respuesta unánime. En cualquier caso, lo que sí está

claro es que la tesis es relativista, y como tal, Protágoras mantiene que no existe La Verdad, La

Realidad, La Justicia independientemente del hombre, sea como individuo, sea como

especie[ CITATION Bue72 \l 1033 ].

El Escepticismo: El escepticismo, del término griego sképsis (duda), es una doctrina filosófica

que niega toda posibilidad de conocer la verdad, de todo cabe plantear alguna duda.

Gorgias (490-390 a.C.) fue llevado al escepticismo por la dialéctica de Zenón. El sofista

reaccionó contra la dialéctica de los eléatas de un modo algo distinto al de Protágoras: pues

mientras puede decirse que Parménides mantenía que “todo es verdad”, Gorgias sostuvo

precisamente todo lo contrario. Su escepticismo lo expresa crudamente en sus famosas tres tesis,

instituyendo el nihilismo filosófico:

1. “nada hay o es;

2. si lo hubiera, no podría ser conocido para el hombre;


3. si fuera conocido, no podría ser comunicado su conocimiento a los demás por medio

del lenguaje”.

Para Gorgias las palabras responden a la experiencia que de la realidad tiene el que las

pronuncia. Ahora bien, la realidad experimentada por el que habla no es la misma que la realidad

experimentada por el que escucha. Luego el que habla no comunica la realidad al que escucha,

puesto que no la comparte con él. Es decir, la realidad es la realidad experimentada por cada cual

y, por tanto, el hecho de que las palabras sean las mismas no supone ni garantiza que la realidad

sea la misma para los distintos hablantes[ CITATION Bue72 \l 1033 ].

El escepticismo de Gorgias muestra una ruptura radical con la filosofía griega anterior. Para la

filosofía precedente y, luego, para Platón y Aristóteles, la realidad es racional; por lo tanto, el

pensamiento y el lenguaje se acomodan a ella, son capaces de expresarla adecuadamente. La

desvinculación del lenguaje con respecto a la realidad constituye un pilar importante de la

interpretación sofística del ser humano y de la realidad. Si se renuncia al lenguaje como

expresión manifestadora de lo real, el lenguaje termina por convertirse en un instrumento de

manipulación, en un arma para convencer e impresionar a las masas, en un medio para

imponerse a los demás, si se dominan las técnicas adecuadas. De ahí la importancia de la

enseñanza de la retórica. Según Gorgias:

“La palabra es un poderoso tirano, capaz de realizar las obras más divinas, a pesar de

ser el más pequeño e invisible de los cuerpos. En efecto, es capaz de apaciguar el miedo y

eliminar el dolor, de producir la alegría y excitar la compasión”


Sócrates

El problema Sócrates es el de fijar con exactitud cuáles fueron sus enseñanzas filosóficas, ya que

Sócrates no dejó nada escrito porque pensaba que la palabra escrita era palabra muerta. Sobre

Sócrates encontramos las siguientes fuentes:

Aristófanes: En su comedia Las nubes presenta a un Sócrates totalmente ridiculizado. En esta

obra, Sócrates es un sofista más, maestro en el arte de la erística, que cree en otras

divinidades[ CITATION AKO66 \l 1033 ].

Jenofonte: Según este historiógrafo, a Sócrates le interesaba sobre todo formar hombres de bien

y buenos ciudadanos, pero no le importaban las cuestiones lógicas ni metafísicas; se trataría de

un moralista popular[ CITATION AKO66 \l 1033 ].

Platón: Sócrates aparece como interlocutor principal, en la mayoría de sus diálogos, pero no se

puede saber con exactitud si las ideas defendidas por el personaje Sócrates se corresponden con

el Sócrates histórico. Muchos especialistas afirman que los diálogos de juventud representan las

ideas de su maestro. Se basan en que muchos de las personas que conocieron directamente a

Sócrates todavía vivían, por lo tanto, Platón no hubiera podido utilizar a su maestro como

portavoz suyo. La imagen que se presenta en los diálogos de Platón es la de un Sócrates

idealizado[ CITATION AKO66 \l 1033 ].


Aristóteles: Para Aristóteles, a pesar de que Sócrates no dejó de interesarse por cuestiones

teóricas, la doctrina de las Formas no es defendida por él sino por su discípulo Platón. Es una

fuente indirecta, pues nunca conoció a Sócrates[ CITATION AKO66 \l 1033 ].

Tabla 1 Diferencia entre Sócrates y Sofistas

Nota: Información tomada del autor Koyré, A. En su libro introduccion a la lectura de Platon.

DIFERENCIAS ENTRE: SOFISTAS SÓCRATES

FORMA DE PRACTICAR LA Cobraban por sus enseñanzas No cobraba por enseñar

FILOSOFÍA
Impartían conocimientos No impartía conocimientos, sino

(organizaban cursos que invitaba a sus oyentes a

Pronunciaban largos discursos Cultivaba


completos). reflexionar,el diálogoplanteándoles
directo con

y conferencias eruditas. cualquiera que quisiera entablar

conversación con él sobre

cualquier tema.
ACTITUD HACIA LA VIDA Para los sofistas la sociedad y A la búsqueda del éxito, Sócrates

POLÍTICA Y LOS VALORES el Estado son escenarios opone el cuidado de sí mismo.

RELATIVOS A LA VIDA donde los ciudadanos Ahora bien, ¿qué significa cuidar

HUMANA compiten por el éxito y el de sí mismo? Puesto que, para

poder, y lograrlos constituye Sócrates, la esencia del hombre es

el objetivo último de la vida. su alma (es lo que nos distingue

La tarea del educador, como específicamente de otros seres),

vimos, por tanto, consistirá en cuidar de sí mismo no puede ser

dar a sus alumnos los afanarse por el éxito o el placer, ni

instrumentos necesarios para por los bienes materiales, ni

que consigan tal objetivo. siquiera por el propio cuerpo, sino

preocuparse cuidar de la propia

((psiqué, de traducción compleja y

diferente a lo que se suele

denominar “alma” en la tradición

judeo-cristiana). Ésta es la tarea

suprema del educador: enseñar a

los hombres el cuidado de su

propia alma. De ahí la importancia

del llamamiento a la interioridad:

«conócete a ti mismo», porque en

nosotros está la fuente de la

verdad y conducta moral.


Conclusión
felicidad.
Como conclusión, es muy importante resaltar que para Sócrates salvar la moral del relativismo y

escepticismo a los que la habían relegado los sofistas, era una cuestión de "salud pública". Si

nadie se interesa por conocer lo que es bueno o malo, justo o injusto, entonces reinará el caos

personal y social. La vida moral y política necesitan de criterios claros sobre estos valores para

poder desarrollarse adecuadamente. La posición de Sócrates en lo referente a la moral suele ser

calificada como un intelectualismo moral. Según dicha teoría, nadie obra mal a sabiendas. Quien

conoce el bien, actuará correctamente. El saber es así idéntico a la virtud. Desde el punto de vista

del intelectualismo moral, no existe la culpa, sino la ignorancia, que consiste en valorar

falsamente las cosas. La virtud no es algo externo, social, sino fruto de una indagación interior.

La virtud es, esencialmente, conocimiento. Para saber si una persona es virtuosa es preciso

primero definir qué sea la virtud, el bien, la justicia, para evitar el particularismo y la casuística

que es ignorancia. Todo lo particular es relativo y Sócrates pretende un conocimiento universal,

útil para todo el mundo, válido para todas las situaciones, propio, exclusivamente, de la Razón.

Sócrates "sólo sabe que nada sabe", porque aún no ha llegado al conocimiento definitivo de la

verdad. Y por este reconocimiento de su ignorancia se convierte en el más sabio de los hombres.

Referencias Bibliográficas
 KOYRÉ, A. (1966). Introducción a la lectura de Platón. En A. KOYRÉ. Madrid.

 Bueno, G. (1972). Ensayos Materialistas. En G. Bueno. Madrid.

 KANT. (1961). Critica de la Razón práctica. Buenos Aires.

 Martinez, J. L. (2001). Aristoteles. Etica a Nicomaco . En J. L. Martinez. Madrid:


Alianza.

También podría gustarte