Pedro Fernández Barbadilloooo

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Pedro Fernández Barbadillo

Andrés de Urdaneta, del


convento al mar
Por posibilitar la comunicación entre Asia, América y Europa a través del Pacífico, Urdaneta es
primordial en la historia de la humanidad.
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2020-08-05

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Andrés de
Urdaneta | Archivo
Alcanzar las islas de las especias, las Molucas, fue uno de los motivos que
impulsaron las navegaciones portuguesas al sur del Atlántico y el plan
de Cristóbal Colón de atravesar este océano con rumbo a poniente.
Cuando Núñez de Balboa descubrió el Pacífico (1513), quedó claro que las
Indias eran un continente nuevo y que China, la India y las Molucas
estaban al otro lado del nuevo océano.
Fernando de Magallanes propuso al rey Carlos I atravesar el Mar del Sur y
llegar al Moluco, cuya situación, dentro del área asignada por el papa a los
españoles o los portugueses, no estaba clara. Cinco naves zarparon de
Sanlúcar de Barrameda en septiembre de 1519. La travesía del Pacífico les
costó más de cien días.
Después de la muerte de Magallanes, quedaron sólo dos naos, la Victoria y
la Trinidad. Los españoles se repartieron el viaje. En 1522, Elcano, al
mando de la Victoria, se arriesgó a volver a España por la ruta portuguesa y
Gonzalo Gómez de Espinosa, nuevo capitán de la Trinidad, trató de
regresar a América por el Pacífico. El primero lo logró, pero el segundo no
pudo vencer a los vientos y las corrientes contrarias, y al final se entregó a
los portugueses. Gómez de Espinosa y cuatro supervivientes más
completaron la vuelta al mundo en 1525.
Elcano muere y Urdaneta sobrevive
Como los españoles y los portugueses no se ponían de acuerdo en qué parte
del mundo caían las valiosísimas Molucas, la corte española decidió
organizar otra expedición. En abril de 1525, Carlos V nombró capitán
general de la armada y gobernador de las Molucas a fray García Jofre de
Loaysa, comendador de la Orden de San Juan y descendiente del
conquistador de Jerusalén Godofredo de Bouillón.

Formaban parte de la expedición Elcano, como piloto mayor, y otro vasco,


el joven Andrés Urdaneta, nacido en Villafranca de Ordicia en 1507, hijo
de Juan de Ochoa de Urdaneta, alcalde la villa, y de Gracia de Cerain. La
expedición, formada por siete naves y 450 tripulantes, zarpó de La Coruña,
convertida por privilegio real en sede la Casa de Contratación de la
Especiería.
El desastre fue mayor que en la anterior. Fallecieron Laoysa y Elcano, y
sólo una nave, la Santa María de la Victoria alcanzó las Molucas. Los
portugueses combatieron contra los españoles y éstos al final se rindieron
en 1533. Entre el puñado de supervivientes, se encontraba Andrés de
Urdaneta.
El 22 de abril de 1529, Carlos V y Juan III aprobaron el Tratado de
Zaragoza, por el que el Emperador vendía sus derechos al rey luso por
350.000 ducados de oro de 375 maravedíes cada uno, con la salvedad de
que él o cualquiera de sus sucesores podría revertir esa operación mediante
el reintegro de la misma cantidad. Mientras el pacto estuviese vigente, el
soberano español se comprometía a prohibir a sus súbditos viajar al Maluco
y a confiscar los cargamentos de especias que no se trajesen en naves
portuguesas.

Aunque el archipiélago de las Filipinas, entonces desconocido por las


potencias ibéricas, quedaba en la zona portuguesa, en los años siguientes
fue descubierto y colonizado por los españoles y colocado bajo la
dependencia del virreinato de la Nueva España.
Los supervivientes de la expedición de Loaysa conocieron la existencia del
tratado cuando eran prisioneros de los portugueses en Goa. Se les liberó y
regresaron a la Península Ibérica doblando el cabo de Buena Esperanza.
Urdaneta aprovechó su prisión para viajar por la inmensa región, conocer
las costumbres de los pueblos y tratar de aprender algo de sus idiomas.

En Lisboa, los portugueses le robaron todos sus documentos, diarios y


mapas. El vasco escapó a España y denunció el despojo al Consejo de
Indias, al que presentó un informe. La segunda vuelta al mundo, concluida
en 1536, tardó once largos años, más por las enemistades entre los hombres
que por la inmensidad de la naturaleza.

El Rey le pide que salga del convento


El conquistador Pedro de Alvarado, capitán de Hernán Cortés, le contrató
para otra expedición al Mar del Sur como piloto. La muerte de Alvarado en
1541 desbarató el proyecto, pero una de sus consecuencias fue que
Urdaneta se quedó a vivir en México. Allí, desempeñó diversos cargos y
misiones por orden del gran virrey Antonio de Mendoza.

En 1553, en una conducta más frecuente entonces que ahora, Andrés de


Urdaneta ingresó en la Orden de los Agustinos.

El segundo virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, quiso explorar el


Pacífico. Pidió permiso a Felipe II, que le puso la condición de no acercarse
a las Molucas. También pidió al rey que convenciese a Urdaneta, el
navegante español mejor conocedor del Pacífico, que abandonase el
convento para cumplir esta misión. En 1559, Felipe II escribió desde
Valladolid una carta al agustino que concluí así:
Yo vos ruego y encargo que vais en dichos navíos y hagáis lo que por el
dicho Virrey os fuere ordenado, que además del servicio que hareis a
Nuestro Señor yo seré muy servido, y mandaré tener cuenta con ello para
que recibáis merced en hobiere lugar.

En noviembre de 1564, una expedición de cinco buques y unos 350


hombres, al mando de Miguel López de Legazpi y con Urdaneta como
piloto, zarpó de Barra de Navidad. Después de atravesar el Pacífico (en lo
que tardaron más de tres meses) y recalar en Guam, los españoles llegaron
a las Filipinas.

El 1 de junio de 1565, Urdaneta y el nieto de Legazpi zarparon en la


nao San Pedro de la isla de Cebú. Singlaron al norte, hasta encontrar la
corriente cálida de Kuroshio, que les condujo hasta el norte del Japón.
Luego, empujados por vientos del oeste aproaron hacia Norteamérica.
Avistaron la costa de California (la isla de Santa Rosa) el 18 de septiembre.
Costeando al sur alcanzaron el puerto de Acapulco, ya territorio civilizado
y español, el 1 de octubre. Tardaron 122 jornadas, recorrieron más de 7.600
millas náuticas y en el viaje murieron dieciséis hombres.
La ruta Manila-Acapulco
Urdaneta no acabó ahí sus viajes. Volvió a España para dar cuenta del
tornaviaje a la corte y la Casa de Contratación de Sevilla y, una vez
cumplido este deber, regresó a su convento, donde falleció el 3 de junio de
1568.

En 1571, López de Legazpi fundó la ciudad de Manila, futuro principal


puerto del Imperio español en Asia. Y en 1572 se abrió la ceca de la Villa
Imperial de Potosí, que se dedicó a acuñar moneda, sobre todo los célebres
reales de plata, junto con la ceca de México, fundada en 1535. Con los dos
puertos establecidos, Manila y Acapulco, comenzó la más larga ruta
transoceánica, que duró hasta 1815.

Por hacer posible el comercio y la comunicación entre Asia y América y


Europa a través del Pacífico, el historiador hispano-británico considera a
Urdaneta, "una figura primordial en la historia de la humanidad".
(Páginas extraídas del libro Eso no estaba en mi libro de historia del
Imperio español.)

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