Temas Técnicas de Comunicación
Temas Técnicas de Comunicación
Temas Técnicas de Comunicación
COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
CONSIDERACIONES GENERALES
El lenguaje se manifiesta exteriormente al hablar o al escribir. El lenguaje es esencial para producir un texto
escrito u oral de calidad, porque se le utiliza para comunicar el pensamiento y nuestros sentimientos, transmitir
información, exponer las ideas y persuadir. García Villegas expresa: "El lenguaje no es simplemente un instrumento
de comunicación, es sobre todo un medio de acción, de persuasión".
El hombre es un ser de naturaleza social, racional y libre. Esta naturaleza conforma una sociedad de seres en
interacción que de manera innata y necesaria se comunican con sus semejantes por medio del lenguaje y de
signos. El instrumento natural de comunicación es el lenguaje hablado, cuyas señales son sonoras. También se
usa la expresión no verbal, que se manifiesta con el cuerpo.
La comunicación es fundamental en la convivencia, tanto que muchos de los conflictos sociales surgen porque no
se produce adecuadamente la comunicación entre quienes están inmersos en una diferencia. Por esto, que los
interlocutores tengan la habilidad de hablar de manera idónea bajo el respeto de ciertos valores es presupuesto
básico para que haya consenso. Las relaciones verticales, de dominación, sin intercambio de ideas, sin
contradicción, dificultan encontrar soluciones pacíficas. En cambio, la continuidad de las relaciones democráticas,
horizontales, de diálogo entre iguales, son más fructíferas para lograr de manera sucesiva consensos, hallar
soluciones y la misma paz.
La comunicación se ha definido como un proceso, esto es, como un conjunto de fases con principio y fin, mediante
el cual emisores y receptores, usando el lenguaje, interactúan en un contexto social específico. Establecen un
contacto interpersonal, porque la comunicación no es de una sola vía: del emisor al receptor; por el contrario, el
emisor habla y el receptor escucha, pero éste pasa inmediatamente a convenirse en receptor; luego el ciclo
continúa y las personas que conversan son a la vez emisores y receptores, en un proceso dinámico.
El lenguaje, como medio de comunicación entre quienes intervienen en un conflicto o en un proceso, es una
competencia esencial, pues por medio de él se racionalizan y trasmiten las ideas.
En cualquier profesión se necesita del significado preciso de las palabras que se usan. El emisor debe saber qué
dice, porqué lo dice y cuándo lo dice.
De acuerdo con las ideas expuestas, se puede concluir que la redacción de un texto y la exposición oral de las
ideas piden unos conocimientos mínimos del lenguaje. Redactar es poner por escrito cosas sucedidas o pensadas
con anterioridad y para ello, como sucede con todo trabajo, es necesario conocer las reglas de ese oficio.
Las reglas del oficio son muchas. Escribir y hablar exige, entre otras disciplinas de la ortografía (estudio de la
escritura correcta), de la sintaxis (estudio de la oración), de la semántica, de la pragmática y de la ciencia del texto.
Mediante la palabra se dictan las leyes, se manifiesta la voluntad del Estado, se aplica e interpreta lo manuales,
se narran y describen los hechos, se formulan las peticiones, se demuestra y argumenta, se emiten los juicios, las
afirmaciones y negaciones, se expiden órdenes, se conciertan contratos y se levantan actas,
Todo esto se explica en el hecho de que el lenguaje no sólo sirve para decir lo que es. Con las palabras, como
dice Austin, se hacen cosas. Se hace pensar, se hace creer, se hace soñar. La palabra es dinámica y sirve para
construir el mundo que vemos, es el motor de la interacción social.
En el ámbito educativo y profesional, es fundamental que haya buena comunicación interpersonal, por cuanto de
ello depende buena parte del éxito profesional. El principio de oralidad obliga a hablar ante grupos humanos, y al
hacerlo podemos encontrar dificultades, por lo cual estas deben ser identificadas, porque una vez reconocidas, con
la práctica se puede aprender a hablar y a escribir de manera eficaz y persuasiva. Un buen consejo siempre será
útil para no incurrir en errores y de ello nos iremos ocupando más adelante.
En los distintos círculos de interacción social, la comunicación es interpersonal cuando nos dirigimos
a una o más personas. Es intrapersonal cuando nos movemos en el círculo del yo y el diálogo es con
nosotros mismos. A partir del diálogo interior definimos nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y
acciones, podemos saber quiénes somos, cómo vivimos y convivimos, qué tanta armonía hay en nuestro
ser. Esta introspección es indispensable porque la paz interior es indispensable para la paz con los otros.
Esto guarda relación con las nuevas visiones que se han ofrecido acerca de las inteligencias
múltiples que comprenden, entre otras, la inteligencia interpersonal que tiene que ver con la capacidad para
relacionarse y entender a las otras personas. La inteligencia intrapersonal se refiere al ingreso sincero
dentro de mi yo para saber quién soy, qué pienso, qué siento: "es la capacidad de formarse un modelo
ajustado, verídico, de uno mismo y de ser capaz de usar este modelo para desenvolverse eficazmente
en la vida".
La comunicación interpersonal ejerce su influencia sobre los círculos sociales que nos rodean, sobre
las demás personas, ya sea de manera positiva o negativa. Hay personas que defienden sus ideas con
serenidad y seguridad. Y contribuyen a tejer las relaciones. Otras son irascibles y rompen los hilos que
fortalecen la red de las relaciones. Otras por temor, por falta de confianza en sí mismas no defienden sus
ideas, establecen círculos débiles.
En este contexto, todo emisor se encuentra enfrentado a escenarios que le exigen comunicarse,
de ahí que quien se compromete a conversar o a debatir ante un auditorio debe hacerlo con inteligencia,
confianza y seguridad.
En todo proceso comunicativo, no basta con tener razones y argumentos que sustenten nuestra
posición, hay que saberlos comunicar. Calamandrei nos recuerda un antiguo proverbio veneciano que
enumeraba el conjunto de requisitos necesarios para vencer en juicio y que nos muestra con sabiduría
que no es suficiente tener razón y saber exponer esa razón: "tener razón, saberla exponer, encontrar quién
la entienda y quién la quiera dar".
Saber exponer hace alusión a la habilidad comunicativa, que tiene que ver con la capacidad para hablar
y para escuchar, actividades principales de la comunicación. La audiencia está reglada de tal manera
que alguien hable para que otros escuchen. Precisamente, la palabra audiencia viene del acto de oír lo
que otros exponen o solicitan.
Se ha sostenido que la comunicación es un arte que tiene sus componentes, técnicas y principios
que pueden ser aprendidos para mejorar la capacidad comunicativa, por eso, vamos a ofrecer algunas
nociones básicas acerca del tema y recomendaciones concretas para que nuestra tarea persuasiva
pueda llegar a ser más eficaz
I. COMPONENTES DE LA COMUNICACIÓN
La comunicación es una actividad compleja que comprende varias partes íntimamente relacionadas:
un escritor o un orador (emisor) que pronuncia un discurso o transmite un mensaje, ante un público,
usando un canal, en un contexto determinado, en el cual hay retroalimentación y, además, pueden
presentarse ruidos internos y externos que afecten la comunicación.
MENSAJE
CANAL CANAL
EMISOR CONTEXTO RECEPTOR
RETROALIMENTACION
1. EL EMISOR
El emisor, orador o escritor, es la persona que habla o escribe, que pronuncia el discurso. El emisor de
la comunicación es la fuente o el creador del mensaje en la comunicación. El orador que posee cierta
sabiduría, una personalidad carismática y creíble tiene más posibilidades de lograr sus objetivos de
persuasión. Credibilidad, entusiasmo y serenidad, son características de un buen orador.
a. Credibilidad
La credibilidad es primordial para el éxito de la comunicación, y ella se logra creando en el público la
percepción de que se poseen los conocimientos y las habilidades que el caso requiere. Para crear en
el público la percepción de que se posee el conocimiento y la pericia es indispensable preparar y
practicar la pronunciación del discurso. El auditorio pierde el respeto al orador que no se ha
preparado con esmero.
Hoy se dice que los discursos deben ser ágiles, breves y muy fundamentados en la ciencia y la técnica,
sin incurrir en estilos exagerados o demasiado histriónicos. Esto es correcto, sin embargo, no deja de ser
interesante leer las audiencias célebres para detectar los estilos y las estructuras de los alegatos, hallar
las diferentes maneras de persuadir, el uso del lenguaje y las diferentes figuras literarias que se han usado.
Así podremos pronunciar un discurso adaptado a la época, pero conociendo los antecedentes de la
oratoria.
b. Entusiasmo y naturalidad
elocuente es aquel que delante de los jueces, del pueblo o del Senado sabe probar, agradar y
conmover. Fénelon reitera que el orador debe, para lograr su objeto, probar, pintar y mover los afectos.
c. Serenidad y carisma
Al escribir y al hablar en un debate oral, por su naturaleza adversarial, se involucra la emoción propia
del ser humano, y el orador y el escritor siempre han de conservar la calma lo cual no siempre es fácil.
Antes de una intervención hay ansiedad y cuando el orador ya se para a hablar hay cambios
psicológicos y fisiológicos. Puede aparecer el nerviosismo, el miedo y la ira, que si no son controlados
pueden afectar la calidad de la exposición. Veamos la siguiente cita que de manera patética describe
lo que se puede llegar a sentir:
"...La garganta se reseca, el pecho siente opresión, la vejiga molesta con estímulos repetidos.
Revolución desagradable y profunda es esta que todavía crece cuando se acerca el momento supremo,
porque la conciencia advierte, con verdadero espanto, al repasar el estado en que se hallan las
facultades discursivas, que en ellas todo es confusión y anarquía; hay incapacidad de pensar; las ideas,
que antes parecían muy seguras y disciplinadas, se van como las cuentas de un collar cuando se
desgranan y pierden porque se rompe la sarta; y en la oscuridad y naufragio de la mente que entonces
sobreviene, apenas sí tomamos ya jirones de un discurso que creíamos ser tan nuestro; la memoria
aparece como el más traidor y rebelde de nuestros auxiliares; la inervación afloja; el miedo ejerce su
acción ...".
Para que nada de esto suceda al hablar, es importante adquirir serenidad, confianza y dominio de sí
mismo. Para hacer frente al nerviosismo y lograr un estado sosegado, sin turbación física o moral, es
importante tener en cuenta que sentir cierto miedo es normal, incluso hay quienes sostienen que puede
ser bueno porque se necesita la adrenalina que da energía.
La clave está en aprender a afrontar el nerviosismo, las siguientes recomendaciones ayudan a
reducirlo:
➢ A pesar del nerviosismo usted puede lograr terminar su discurso.
➢ Contrariamente a lo que podría suponer, los oyentes no se percatan del miedo que usted siente.
➢ Cuanto mejor preparado esté, mejores serán las posibilidades de afrontar el nerviosismo. El
miedo se reduce cuando se ha estudiado a fondo el tema porque el conocimiento otorga
seguridad. Por eso es aconsejable, cuando ello es posible, escribir el discurso antes del ensayo,
pues un miedo muy común es pensar que se olvide lo que se va a decir.
➢ Entre más experiencia obtenga en el discurso hablado, mejores serán sus posibilidades de
afrontar el nerviosismo.
➢ Los oradores experimentados aprenden a canalizar su nerviosismo.
➢ Visualice que hace una excelente presentación.
➢ Practique ser consciente de su cuerpo. Los actores han desarrollado el control de su cuerpo
mediante lo que se denomina estar presente en la escena, evitando estar en el pasado o el
futuro. Cuando se está en el presente se está alerta, dándose cuenta de cada movimiento, de
cada paso, de cada palabra, del ritmo, de las pausas.
Para terminar este acápite sobre las cualidades del orador, es primordial tener en cuenta que éste
asiste a un debate en el cual las partes batallan con igualdad de armas por sus teorías, por las
posiciones que defienden. Por esto en el desarrollo del debate oral pueden resultar dificultades, climas
tensos y situaciones problemáticas, que piden del orador autodominio y capacidad para improvisar de
una manera creativa y lúcida.
2. EL RECEPTOR
El auditorio es el receptor o destinatario del mensaje. La palabra auditorio viene del latín auditorium. Audi:
elemento prefijo del latín audire, oír. El mismo prefijo está en la palabra audiencia, lo cual resalta la
importancia que tiene la capacidad de escuchar para que el debate sea un auténtico diálogo. La actitud
para oír es central, porque de nada sirve crear un buen discurso si no hay interés por escuchar.
El auditorio entonces se define como el conjunto de oyentes, particularmente de asistentes a un concierto,
conferencia o a una audiencia pública. Son las personas que escuchan el discurso, son los receptores del
mensaje que asisten para oír. El emisor debe identificar y principalmente percibir a su auditorio, tal como
se explica a continuación.
a. Identifique a su auditorio
Antes de crear el discurso es preciso tener información acerca del receptor o del público del discurso.
Un emisor se preocupará por conocer el perfil del receptor y demás intervinientes. Si es posible
averiguará sobre la capacidad intelectual y los conocimientos que estos poseen sobre los temas que
son objeto del discurso, incluso es importante saber qué actitud tienen hacia el orador porque esto
permite pronosticar si vamos a ser entendidos, incluso sirve para replantear estrategias y objetivos.
b. Perciba a su auditorio
El orador que quiere ser eficaz logra olvidarse de sí mismo, se preocupa por su auditorio, centra su
atención y capacidad perceptiva en todas las expresiones de este, con el objetivo de recibir
retroalimentación y así lograr comunicar las ideas y los sentimientos. Es fundamental aprender a leer
su lenguaje corporal de una manera consciente, para comprender las reacciones y cualquier cambio
de opinión. Majada dice:"Es erróneo atribuir carácter de pasividad al auditorio, porque en realidad es
activo referido a sus relaciones espirituales con el orador, ya que recibe su influencia y condiciona en
cierto modo su actividad, imponiendo normas de conducta y de ordenación del discurso".
Las normas del receptor son las comunes para un buen oyente, esto es :
A) si el mensaje es oral, saber escuchar, o sea, no interrumpir al emisor.
B) Un buen receptor no debe tener prejuicios o ideas preconcebidas acerca del emisor o de su mensaje
C) Tampoco debe adelantarse, suponiendo que ya sabe lo que el otro está por decir.
D) No distraerse con otras actividades, como mirar la televisión, mientras un familiar nos cuenta algo.
Como se ve, todo podría resumirse en la palabra “respeto”. En todo acto de comunicación, la regla número
uno es respetar al semejante.
3. EL MENSAJE
El mensaje es el conjunto de señales, signos o símbolos que son objeto de una comunicación. Es el
contenido de la comunicación, las ideas y los sentimientos que se expresan por medio de códigos distintos
que pueden ser el lenguaje, la expresión corporal y la mímica.
Para comunicarse de manera eficaz es fundamental que el código que se use lo conozcan las dos partes.
En la comunicación hay un mensaje de doble vía, por un lado la codificación, es decir, el mensaje emitido
por el emisor usando un código o lenguaje. Código que es interpretado por el receptor (descodificación).
Por esto hay que elegir con cuidado las palabras, los gestos, ademanes y actitudes que se van a seguir.
Así, si un concepto puede llegar a no ser comprendido debe ofrecerse una definición, si una actitud es
inapropiada no se debe usar.
4. EL CANAL
El canal es la vía por la cual se transmite el mensaje. En la comunicación oral, el canal son los sonidos de
la voz, también nos podemos comunicar usando los sentidos. En la comunicación escrita, la escritura.
5. EL CONTEXTO
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El contexto o entorno está constituido por el conjunto de circunstancias que rodean el caso objeto de
debate. Esas circunstancias que puedan llegar a afectar la comunicación y que ejercen presión sobre la
manera de resolver un caso, pueden ser de diversa índole: sociales, políticas, económicas, culturales y
periodísticas, etc.
El contexto físico, de importancia en la comunicación, está constituido por el escenario, la hora, la luz, la
temperatura, ubicación de los expositores y el público.
El contexto o clima psicológico puede ser amable o tenso por las circunstancias particulares del caso o
por la manera como se percibe a cada uno de los intervinientes.
6. LA RETROALIMENTACIÓN
Cuando un orador habla, el auditorio responde de manera verbal o no verbal a los mensajes que recibe.
Estas respuestas, denominadas retroalimentación (feedback), le permiten al orador guiar su discurso, por
cuanto le ayudan a evaluar si el público está prestando atención o comprende lo que se está diciendo.
Lo mismo ocurre cuando se sostiene una conversación, necesitamos de una realimentación verbal y no
verbal. Una mirada o murmullos de asentimiento, un cabeceo de rechazo, un movimiento corporal de
interrupción, nos orientan en la dinámica conversacional.
En la comunicación oral, a diferencia de la escrita, es más amplía la conexión entre el orador y su auditorio,
pues se establecen nexos no sólo intelectuales sino también emocionales y físicos que un buen orador
debe atender, escuchando a su audiencia. Sí, el orador habla y simultáneamente debe escuchar a su
auditorio. Explica Nick Morgan que el secreto para crear un fuerte vínculo con la gente de la audiencia
consiste en escucharla con todo el cuerpo desde el principio, es lo que él denomina conexión quinésica.
En consecuencia, es valioso que el orador tenga en cuenta las reacciones del receptor, porque ello le
permite ir ajustando el discurso. El orador debe ser entonces muy perceptivo para captar las imágenes,
las impresiones o sensaciones externas, porque si las respuestas o reacciones verbales o no verbales
indican que el mensaje no fue recibido o es rechazado, o que fue recibido o interpretado erróneamente,
existe la opción de recrear o enviar el mensaje de nuevo, quizá de diferente manera. Es decir, que de
acuerdo con la reacción del auditorio, podemos aclarar, ampliar o seguir tranquilamente desarrollando las
ideas.
Las reacciones no verbales (lenguaje gestual o mímico), son entre otras gesticular, arquear las cejas,
fruncir el ceño, afirmar o negar con la cabeza, mirada atenta, actitud displicente, bostezar. Estas
respuestas del auditorio son importantes, porque le permite al orador controlar el discurso para que este
sea eficaz. El receptor devuelve información hacia el emisor para que este regule su discurso {feedback).
Esto responde al enfoque interaccional de la comunicación que destaca ese carácter circular de ésta, en
el cual se reconoce que esta no termina en el receptor sino que continúa con las respuestas de éste. La
comunicación constituye de esa manera un proceso circular y sistémico en el cual hay interacción o
relación entre los que intervienen en una conversación o en un debate.
El Enfoque Interaccional se orienta, entre otros, en la teoría general de sistemas y sostiene que la
interacción humana puede ser descrita como un sistema que tiene las características de los sistemas
generales. "Un sistema es "un conjunto de objetos así como de relaciones entre los objetos y entre sus
atributos". En el caso de los sistemas interaccionales, los objetos son personas que se comunican con otras
personas y sus atributos son sus comportamientos comunicacionales".
En suma, una comunicación es sistémica en cuanto a que las personas que intervienen están relacionadas,
de tal manera que la acción de cada parte provoca reacciones, aspecto que no puede desconocer un
orador que quiera ser eficaz. Bien dice Verderver que los comunicadores diestros están atentos a la
comunicación verbal y no verbal y adaptan sus palabras y su comportamiento no verbal hasta asegurarse
de que sus oyentes hayan recibido los significados que ellos se proponen compartir.
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CLASES DE COMUNICACIÓN
b. Recíproca.
Cuando el emisor y el receptor cambian sus papeles. Ejemplo: una discusión amigable
con un compañero de estudios.
Unilateral.
Cuando no hay Intercambio de papeles. Una parte continuamente emite y la otra
continuamente percibe. Ejemplo: escuchar una información por la radio.
c. Privada.
Si se dirige a un número limitado y definido de personas. Ejemplo: conversación entre
los socios de un club.
Pública.
Si los receptores no están delimitados y la intención es que el mensaje llegue a
cualquiera. Ejemplo: un debate por la televisión entre dos candidatos a la Presidencia
de la República.
Los medios no interactivos son aquellos en los que el mensaje no puede ser respondido
por el receptor, como los libros, la radio, la televisión, los diarios, etcétera. En ellos hay que
extremar la claridad del mensaje, ya que no podremos darnos cuenta de si se ha comprendido.
Debe prevalecer la coherencia, adecuarse al tipo presunto de receptor (no emplear
lenguaje científico para todo público, por ejemplo), y conviene elaborar un plan que contemple
el orden de la exposición.
Claridad:
Si el emisor no se expresa con claridad, la comunicación es mala. Por ejemplo, si leemos este
aviso: “Julián Gómez alquila una casa grande”, podemos entender:
a) que ofrece una casa grande;
b) que busca una casa grande para alquilarla.
Esto se conoce en lingüística como anfibología.
También es faltar a la claridad el mezclar varias ideas en una misma oración , como si no se
continuara con el comienzo iniciado porque otra idea nos vino a la mente. Ejemplo:
Aquel de buenos amigos amado por virtuoso de la gente,
el maestro don Rodrigo de Manrique,
tan famoso y tan valiente,
sus grandes hechos y claros
no cumple que los alabe.
(Jorge Manrique, Oda la muerte de su padre)
En este ejemplo puede entenderse que la emoción embargó tanto al poeta que en lugar de decir
que, estaba de más alabar a su padre, que tenía buenos amigos , era virtuoso y valiente, “ perdió
el hilo y con él la claridad.
Olvidos
Voz inaudible
Si hablamos como susurrando, en voz muy baja, habrá fallas en la comunicación. El hablar
con un volumen muy bajo revela a una persona muy tímida o poco segura de lo que esta
diciendo. Si estamos en una reunión y le susurramos algo al oído de nuestro vecino, esto será
interpretado como una falta de educación por parte de los demás.
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Incoherencia
Canal Inapropiado
El canal es el medio por el cual se transmiten los mensajes. Pueden ser el aire cuando
hablamos, un papel si escribimos, una radio, un teléfono, etcétera. Si deseamos confiarle algo a
alguien de manera verbal, no podremos emitir bien el mensaje si elegimos como lugar para hacerlo
una confitería con música a todo volumen.
Acá la falla estará en el canal. Si debe establecer una comunicación importante por el teléfono,
procure que el aparato esté ubicado en un lugar sin ruidos ambientales fuertes, como suele
ser una calle muy transitada: el ruido de los vehículos le dificultará la recepción, no escuchará
bien, y el mensaje no se “retroalimentará” , es decir, usted emitirá, pero no podrá saber la
respuesta de quien lo reciba o si lo ha comprendido.
Para muchas personas, hablar en público provoca ansiedad y hasta miedo. Uno percibe que
por un tiempo será el centro de atención y se siente inseguro. Algunas personas padecen
de insomnio antes de una exposición oral, o presentan otros malestares físicos. Sin embargo,
hay algunos métodos para sentirse bien y lograr el éxito.
Aun para los más avezados hablar en público impone respeto. Todos, de alguna manera,
deseamos ser aceptados y valorados, y tenemos temores de no ser comprendidos, incluso de
pasar el ridículo.
Poder hablar bien en público es una habilidad a la vez congénita y adquirida. Reparemos en
esto: todos nos comunicamos, todos podemos mantener una conversación con alguien, con
nuestros familiares y amigos, con vendedores, cuando hacemos un trámite, etcétera. La
persona más tímida puede realizar esas comunicaciones sin traumas. Vale decir, la capacidad
de comunicarse verbalmente es innata.
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Pero también podemos adquirir ciertas habilidades para poder afrontar y mejorar una
comunicación con público desconocido, o para dar un examen oral, o asistir a una entrevista
en la que puede decidirse nuestro futuro trabajo, o realizar una exposición en un congreso, un
informe verbal en el trabajo, etcétera. Veamos algunas estrategias:
Hay que sentirse bien
Si usted debe ejercitar una comunicación que le provoca algún temor, lo primero es que se
sienta cómodo con su aspecto. Vístase de manera confortable, ni demasiado “de fiesta” ni muy
“opaco”. Nada de ropas que dificulten sus movimientos, ni zapatos de tacones muy altos o de
hormas estrechas. Use accesorios que no molesten: no a las pulseras que hacen ruido si
movemos las manos, no a las gargantillas que presionan el cuello. La corbata no debe estar
muy ajustada. Una minifalda puede estar de moda y quedarle muy bien, si se va a torturar
cuando se sienta y debe pasársela estirándola hacia abajo... no se ponga minifalda para esa
ocasión. Péinese de manera elegante pero sencilla: un peinado muy artificial lo hará sentirse
raro, y usted debe sentirse, más que nunca, que es usted mismo.
Cuando el problema es la timidez
La timidez es un sentimiento universal, pero no todas las personas son tímidas en los mismos
aspectos. Alguien puede ser muy desinhibido para bailar, pero se aterra si debe presentarse
en público. Otros sólo se sienten cómodos si se comunican con personas conocidas, etcétera.
Al que es muy tímido le sudan las manos, se le ofusca la mente, puede manifestar torpeza
en sus movimientos, tartamudear, o sentir que sus mejillas “son un fuego”
Algunos estudiosos opinan que lo que aterroriza al verdadero tímido no es el otro, sino la
propia imagen de derrota emocional. El tímido no cesa de observarse a sí mismo, de ver sus
reacciones, porque teme no estar a la altura de la imagen que quiere dar de él mismo.
Si usted es muy tímido, recuerde que todos tenemos defectos, que “errar” es humano. Aprenda
a perdonarse esos defectos, que seguramente no serán tantos no tan graves como usted los
siente. No se juzgue con severidad. Para usted, habría que invertir el precepto bíblico: “ámese
a sí mismo como ama a los demás”; o mejor: “júzguese a sí mismo como juzga a los demás”
A muchas personas les da muy buen resultado visualizar la Situación que van a vivir, pero
poniéndola en positivo. Usted puede probarlo; para ello, haga lo siguiente:
1. Asegúrese que no le interrumpirán. Si es preciso, desconecte el teléfono. Si vive con otras
personas, escoja el momento en que no le darán conversación ni no le solicitarán nada.
2. Siéntese en un sillón o silla cómoda. Si lo desea, puede poner un poco de música muy
suave y no cantada, pues la voz puede distraerlo.
3. Si esto lo ayuda, ponga un sahumerio con su fragancia favorita.
4. Cierre los ojos y respire lentamente.
5. Imagine que tiene frente a usted una pantalla un poco más pequeña que la de un
cinematógrafo; en ella va a “proyectar” un filme imaginado por usted.
6. Véase así mismo hablando en público; véase muy relajado.
7. Vea cómo el público lo escucha con interés, observe sus expresiones: ellos lo miran con
simpatía y a la vez concentración.
8. Agregue detalles: el lugar, el mobiliario, su vestimenta, los colores y olores que percibe.
9. Véase finalizado la exposición y cómo lo aplauden y lo felicitan.
10. Vea a ahora cómo usted agradece a ese público y se despide con la sensación de haber
logrado el éxito.
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Verdad es que no todas las personas poseen el mismo caudal lingüístico, pero no cabe
duda –dice el autor citado– que las ventajas estarán de parte de aquellas en que ese caudal
sea más preciso. Todo el mundo sabe que el que consigue hacerse entender mejor, el que se
expresa con mayor claridad y precisión, es dueño de recursos poderosos para abrirse camino
en el trato con sus semejantes. El arte de hablar o de escribir es el arte de persuadir”.
“En realidad –sigue diciendo el mismo autor– los pensamientos y los estados de ánimo
son siempre algo vago e inconcretos si no se traducen en palabras, sino se hablan
mentalmente. La mayoría de lo que pensamos es ánimo monólogo, y al pensar, más que
manejar ideas, manejamos las etiquetas de esas ideas que son las palabras…”
Así se ha llegado a decir. “No se explica la invención del lenguaje sin el lenguaje “. Y
tan patente es la utilidad del lenguaje, que los psicólogos lo consideran en sus “tests” como
uno de los índices más seguros para determinar la capacidad del desarrollo mental de un
individuo.
Pero el uso del lenguaje –del que todos tenemos un conocimiento práctico- es un
fenómeno complejo; no es tan fácil como se cree el hablar o escribir con corrección.
Considérese el ejemplo de una simple carta. ¿Habrá nada más fácil que escribir una
carta a unos familiares? Y sin embargo, ¡cuánto trabajo, cuantos sudores, exige el arte epistolar
a una persona inculta! ¡Cuánto titubeo en la expresión! ¡Cuántas repeticiones innecesarias, y,
sobre todo, cuántas faltas!
Todos nos hemos encontrado alguna vez en nuestra vida con el gran problema de
descifrar una carta escrita por quien ignora lo más elemental del arte de escribir. Y no por lo
que allí se dice, sino por el cómo se dice. Son tantas veces las faltas de ortografía y, sobre
todo, de sintaxis, que el pensamiento más sencillo resulta a veces ininteligible.