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• Ideas fundamentales de Eugenio Coseriu (Capítulo 7)

SS1 La estructuración semántica del léxico


En 1964 Coseriu presentó en una reunión científica su “Introducción al estudio
estructural del léxico”, publicada dos años más tarde, y en ese mismo año 64 publicó
en los mismo TraLiLi mencionados el extenso escrito “Para una semántica diacrónica
estructural”: estos y otros textos convergentes han dado lugar al importante volumen
de su autor Principios de Semántica estructural.
En el primero de los escritos que vamos a considerar –“Introducción al estudio…”-
nuestro autor considera que el programa que ya conocemos de B. Pottier “Hacia una
semántica moderna”, supone “una caracterización -muy sucinta, pero a nuestro
entender perfectamente pertinente- de algunos métodos de análisis léxico”, y remite
por igual a la Semántica (1962) de Stephen Ullmann.
Define Coseriu que por <<estructura léxica>> se entiende y debe entenderse “la
configuración semántica del léxico, o sea, de las palabras lexemáticas”, y llama la
atención por su estudio.
“Se puede sin más admitir -expone el autor- que las determinaciones
<<semántica>> en el dominio léxico son a primera vista de una multiplicidad y
de una heterogeneidad que asustan: estilos y estratos de lengua, variedades
dialectales, lenguas especiales y terminologías técnicas, expresiones
estereotipadas, ideas y creencias a propósito de las cosas designadas,
conocimiento o desconocimiento de estas mismas cosas, relaciones
etimológicas y de derivación, relaciones puramente materiales entre los
significantes, etc., todo se mezcla en el dominio léxico y todo puede ser
importante en tal o cual contexto o en talo cual situación”.
Cada uno de estos aspectos de lo léxico posee en efecto su realidad, y sobre cada
uno existen análisis y bibliografía clásica en cada caso que enseguida se vienen a la
memoria; ante tanta dificultad, lo que postula el lingüista rumano es que como labor
fundamental se trata de establecer “la base y el marco de la descripción del léxico en
cuanto dominio de la lengua”.
Llega pronto un momento en la presente exposición en que su autor reclama que se
formulen y se hagan explícitas diferentes distinciones previas al examen de las
estructuras léxicas; estamos ante siete distinciones conceptuales que recogemos, aun
con la advertencia de que se trata de formulaciones que desbordan la lexicología y
que deben tenerse presentes en el análisis de todo aspecto de la lengua.
1. “Cosas” y lenguaje. Algo fundamental es que “hay que guardarse de reducir la
estructuración lingüística a la estructuración <<objetiva>> de lo real”;
ciertamente lo lingüístico no siempre es una estructuración intuitiva y
propiamente idiomática de lo real, sino que responde en las terminologías a
una delimitación previa de las cosas, y tenemos entonces una designación que
no es propiamente del idioma. Ocurre en esto -en parte- como con la literatura:
lo literario es una realidad intuicional construida por el autor, y que no se
corresponde con lo real estrictamente, es una connotación de sentidos que no
refleja tal cual lo real: la literatura no “refleja” de manera inmediata y directa lo
real, y no entiende ningún texto literario quien lo identifica sin más con las
cosas y sucesos del mundo.
Vemos que se planea así el problema de las terminologías, que Coseriu va
exponiendo según los siguientes enunciados:
- Las terminologías son “simples <<nomenclaturas>> enumerativas que
corresponden a delimitaciones en los objetos, […] son clasificaciones
objetivas, no estructuraciones semánticas. Para las ciencias y las
técnicas, las palabras son efectivamente <<subtítulos>> de las
<<cosas>>, es dice, que desde su punto de vista, la <<significación>>
coincide con la <<designación>>. […] Las delimitaciones científicas y
técnicas son delimitaciones en la realidad objetiva como tal (o aspiran
serlo), y no delimitaciones en la intuición de la realidad, como las
estructuraciones lingüísticas. Por esta razón las determinaciones
terminológicas son precisas en relación con la realidad designada”.
En las terminologías no hay estrictamente hablando significaciones sino
designaciones, y resultan por tanto objetivamente exactas: la realidad
puede tener límites borrosos, pero el término técnico responde a límites
nítidos de la realidad. Por ejemplo, en lo real es borrosa la pena que
corresponde a un delito, pero el Código Penal puede establecer que a tal
delito corresponde una pena de dos años de cárcel; algún verbo puede
tener usos transitivos y asimismo intransitivos en la realidad del uso, pero
es el gramático el que decide llamarlo en la teoría gramatical “intransitivo”
porque lo es en la mayoría de los casos.
- Las oposiciones terminológicas -ilustras asimismo E. Coseriu- son
<<exclusivas>> [‘cada término es distinto en todos los demás’],
mientras que “las oposiciones lingüísticas son muy frecuentemente
<<inclusivas>>, es decir, que el término <<negativo>> (o no
<<marcado>>) de una oposición puede englobar el término
<<positivo>> (o <<marcado>>); así <<día>> puede funcionar como el
contrario de <<noche>>, pero puede también incluir el término
<<noche>>, significando <<día>> + <<noche>>”. En general en el
lenguaje los términos marcados valen específicamente para designar
nada más que lo que ellos mismos designan, mientras los no marcados
pueden designar lo que ellos designan más lo que designan los
marcados: es el conocido caso de <<mujer>>, que designo sólo
‘hembra’, y <<hombre>>, que designa ‘hombre y mujer’ (“el hombre es
un animal racional”); a este respecto ilustra también Coseriu que
ciertamente el masculino incluye el femenino: “<<el novio>> + <<la
novia>> = <<los novios>>, mientras que en gramática <<masculino>> y
<<femenino>> son naturalmente términos exclusivos”:
- La terminología, los términos de una ciencia -y esto los caracteriza- se
reestructuran con el progreso de la misma ciencia, no en virtud del
cambio lingüístico; además las terminologías desde el punto de vista de
su <<significado>> son, en un sentido, <<subidiomáticas>> (pertenecen
a ámbitos limitados dentro de cada comunidad idiomática), y en otro
sentido, son <<interidiomáticas>> (o virtualmente interidiomáticas):
pertenecen al mismo tipo de ámbito en varias comunidades idiomáticas,
Las terminologías ciertamente nada más que son conocidas -es conocida
cada una- por una parte de la comunidad lingüística, por una más bien
pequeña subcomunidad de hablantes, pero por el contrario son
interidiomáticas, se conocen en distintas comunidades lingüísticas que se
valen de ellas mediante una “sustitución de los significantes”; los
“significados” de los <<términos>> se conocen si se conoce la respectiva
ciencia o técnica: el saber terminológico es un saber propiamente científico.
De manera que en conclusión, Coseriu proclama cómo hay un léxico
estructurado, lingüístico y un léxico terminológico.
Un diccionario de lingüística como el dirigido por Jean Dubois indica que en
efecto toda ciencia precisa de un conjunto de términos rigurosamente
definidos con los que referirse a las nociones con las que opera “no hay
ciencia sin terminología”.
2. <<Lenguaje primario>> y <<metalenguaje>>. Esta es la segunda de las
distinciones que recuerda Coseriu, la de que el lenguaje se usa para describir
una lengua, para hacer referencia a ella; el DRAE define cómo metalenguaje
es ‘lenguaje que se usa para hablar del lenguaje’ y de manera análoga se
expresa el DEA. Nuestro autor expone que “todo elemento significante del
lenguaje primario […] puede convertirse en nombre de sí mismo -y por
consiguiente en <<sustantivo>>- en el plano del metalenguaje (<<verde>> es
un adjetivo), pero que más importa es que los metalenguajes son
nomenclaturas: la lexicología debe distinguir lenguaje primario o propiamente
tal y metalenguaje, “sobre todo para excluir de su objeto propio los lexemas del
metalenguaje del discurso. […] Por su misma naturaleza estos lexemas quedan
fuera de toda estructuración semántica: constituyen nomenclaturas”:
3. Sincronía y diacronía o descripción e historia. Si tenemos que ocuparnos de la
estructura del léxico, no tiene sentido describir una mezcla de lengua actual y
la de hace unos siglos, ya que entonces estamos describiendo “una lengua
irreal” que no se ha usado nunca; por tanto “la descripción de cada estructura
ha de ser, pues, estrictamente sincrónica”, aunque, “la descripción del estado
de una lengua (<<simultaneidad de las estructuras funcionales>>) deberá en
todo caso registrar la pluralidad de las <<sincronías>> en él implicadas, es
decir, las diferencias diacrónicas conocidas y utilizadas (o utilizables) por los
hablantes. Una descripción adecuada y completa implica, a este respecto,
describir una <<sincronía>> elegida como fundamental y consignar
paralelamente las otras <<sincronías>>, es decir, las diferencias diacrónicas
coexistentes en el mismo estado de la lengua”.
Se trata de un hecho cierto y sobre el que nosotros mismos hemos insistido
varias veces: un estado de lengua comprehende varias sincronías en
coexistencia -piénsese, por ejemplo, en las formas de tratamiento en todo el
ámbito de la lengua española-; algunas estructuraciones del léxico pueden
coexistir aunque su cronología resulte diversa según grupos de hablantes o
distribuciones geográficas diversas de un mismo idioma. No se olvide cómo
Salvador Ramírez ya habló de la lengua en tanto “una pluralidad de sistemas
que coexisten”.
4. <<Técnicas del discurso>> y <<discurso repetido>>. Las lenguas son técnicas
instrumentales para hablar, “técnicas históricas del discurso” que nos permiten
construirlo, pero además las tradiciones idiomáticas contienen acuñaciones ya
hechas, “<<lenguaje ya hablado>>, trozos de discurso ya hecho y que se
pueden emplear de nuevo. […] Las unidades del <<discurso repetido>> son,
como las citas explícitas, trozos de discurso ya hecho introducidos como tales
en nuevos discursos”; no obstante este discurso repetido no constituye el
objeto de nuestro estudio de las estructuras léxicas: “aun en los casos en que
los elementos del <<discurso repetido>> parecen perfectamente identificables
con elementos de la <<técnica del discurso, la gramática y la lexicología
estructurales no pueden tomarlos en cuenta a causa de su conmutabilidad””.
El hablar se hace posible porque existe una técnica del hablar en un idioma en
concreto y en un momento dado, pero hablamos también repitiendo clichés
establecidos en la tradición y que conocemos: se trata de expresiones fijas o
locuciones: “son en realidad <<textos>> que en el fondo constituyen
documentos literarios: una forma de la <<literatura>> (en sentido amplio, es
decir, también ideológica, moral, etc.) engloba en la tradición lingüística y
transmitida por la misma”. Tal literatura de discursos repetidos constituye
exactamente un género o subgénero literario, y como todo género es una
literatura de repeticiones.
Estamos ante unidades “que no tienen nada de <<léxico>>”, y a las que
podemos denominar genéricamente como locuciones: no son lexemas, sino
ciertamente locuciones, literatura.
5. <<Arquitectura>> y <<estructura>> de la lengua, E. Coseriu escribe al respecto
de la presente distinción que de acuerdo con L. Flydal, “llamamos arquitectura
de la lengua al conjunto de relaciones que implica la multiplicidad de las
<<técnicas del discurso>> coexistentes en una lengua histórica (es decir, al
conjunto de las relaciones entre los <<dialectos>>, los <<niveles>> y los
<<estilos de la lengua>> que constituyen la lengua histórica). La arquitectura
de la lengua no debe confundirse con la estructura de la lengua, que
corresponde exclusivamente a los términos de una técnica del discurso
determinada (<<lengua funciona>>). Entre los términos <<diferentes>> desde
el punto de vista de la estructura de la lengua hay oposición; entre los términos
<<diferentes>> desde el punto de vista de la arquitectura hay diversidad”.

Ya queda sugerido cómo la lengua histórica amalgama diferentes tradiciones,


amalgama diferenciaciones dialectales interiores, pluralidades de sistemas o de
subsistemas: esto es la arquitectura de la lengua, en la que coexiste más de
una estructura. Y en los estudios estructurales del léxico, “el objetivo ideal […]
debería ser la <<lengua funcional>>. […] La descripción debe hacerse tantas
veces como estructuras diferentes se hayan registrado”.
6. <<Sistema>> y <<norma>> de la lengua. Coseriu recoge esta distinción
estudiada antes por él, ya que no resulta ociosa en lexicología; en abreviatura
se trata de que “la norma abarca todo lo que, en la <<técnica del discurso>>,
sin ser necesariamente funcional (distintivo), está tradicionalmente
(socialmente) fijado y constituye uso común de la comunidad lingüística. El
sistema por el contrario abarca todo lo que, dentro de lo tradicional, es al
mismo tiempo objetivamente funcional (distintivo)”. El autor señala luego
sucesivos aspectos de la norma que importan -según decimos- en lexicología,
e. gr., el que “la existencia o inexistencia <<real>> de una unidad léxica posible
desde el punto de vista del sistema, es […] un hecho de norma”; o el que la
norma selecciona entre sinónimos una forma preferida; etc.

De acuerdo con Coseriu, Dubois y sus colaboradores sintetizan que se puede


reservar “el término sistema o lengua para los elementos sistemáticos
funcionales, empleando norma para los rasgos no pertienentes pero constantes
y normales, más usuales. La norma está formada por los elementos sociales
ajenos al sistema, aunque generales”; justamente la sociolingüística identifica y
describe muchas veces rasgos idiomáticos que no son pertinentes en un
hablar, mas sí frecuentes.
7. Relaciones de <<significación>> y relaciones de <<designación>> -
correspondencias que se aclaran con las propias voces <<significación>> y
<<designación>>-, a saber: “Las relaciones de <<significación>> son las
relaciones entre los significados de los signos lingüísticos; las relaciones de
<<designación>> son relaciones entre los signos lingüísticos y los <<objetos>>;
las primeras son estructurables; las segundas no. Lo interno al sistema es
estructural, es una tensión de valores que se oponen. El diccionario de
lingüística de Dubois aclara: “Se llama designación al hecho de que un signo
remita a un objeto, a un proceso, a una cualidad, etc., de la realidad
extralingüística tal como está estructurada por las formaciones ideológicas
(cultura, experiencia) de un grupo humano dado. […] La existencia de una
relación de designación no implica en absoluto la existencia de la cosa o
referente [‘referido’]. Así el signo centauro está en relación de designación con
un animal inexistente”.
Luego de estas distinciones previas aplicables al estudio del léxico, E. Coseriu hace
una propuesta primera de lexicología estructural, y delimita cinco clases de estructuras
lexemáticas, que son:
a) Los campos léxicos. En traza análoga a la de Pottier y tras hacer estudiado a
este autor se entiende bien, nuestro autor mantiene asimismo:
“Un campo léxico es un conjunto de lexemas unido por un valor léxico
común (valor del campo), que esos lexemas subdividen en valores más
determinados, oponiéndose entre sí por diferencias mínimas de
contenido léxico (<<rasgos distintivos lexemáticos>> o semas). […] Un
campo está representado muchas veces por una <<palabra
archilexemática>> correspondiente a su valor unitario, pero esto no es
necesario para que el campo exista como tal. […] Los valores de orden
muy general, que funcionan en series de campos (por ejemplo,
<<animado>>, <<inanimado>>, <<persona>>, <<animal>>), pueden
llamarse clasemas.
b) Las modificaciones. “La modificación (o <<derivación homogénea>>) es una
determinación complementaria de un lexema entero”, y así <<lexema A>> →
<<lexema A + determinación>>: <<casa>> -- <<casita>>.
c) Los desarrollos. “El desarrollo es la relación entre lexemas idénticos
expresados por categorías verbales diferentes”: <<lexema A + adverbio>>,
<<lexema A + verbo>>, etc. (<<blancamente>> -- <<blanquear>>).
d) La derivación. Esta <<derivación heterogénea>> “es una combinación de dos
lexemas (pertenecientes normalmente a dos campos diferentes), de los que
uno (el que se presenta en el significante) determina al otro (que está
representado en el significante por el sufijo derivativo o por cero)”, y así
<<lexema A → lexema B + lexema A>>: <<vender – vendedor>> (el lexema B
es el archilexema ‘agente’); <<leche>> -- <<lechero>> (el lexema B es
archilexema ‘vendedor’).
e) La solidaridad. “La solidaridad es la relación entre dos lexemas (pertenecientes
a campos diferentes) de los que el uno está comprendido, en parte o en
totalidad, en el otro, como rasgo distintivo (sema) que limita su compatibilidad”.
Se distinguen tres clases de <<solidaridad>>: afinidad, selección e implicación.
1. En la afinidad “el clasema del primer lexema funciona como rasgo
distintivo en el segundo”: lat. <<miles>> -- <<senex>>; el clasema
‘persona’ de <<miles>> opera como rasgo distintivo en <<senex>>. El
español <<pata>> se dice de los animales. Etc.
2. En la selección “es el archilexema del primer lexema el que funciona
como rasgo distintivo en el segundo”; adaptando al esp. un ejemplo de
nuestro autor tenemos que el archilexema ‘vehículo’ de <<autobús>>,
opera en tanto rasgo distintivo en <<viajar ‘trasladarse en un
vehículo’>>.
3. En la implicación “es todo el primer lexema el que funciona como rasgo
distintivo del segundo”: <<caballo>> opera como rasgo distintivo en
<<bayo>>, <<ruano>>, <<tordo>>,…
Ss2 Lexemática Diacrónica
Publicado ya en el mismo año en que Coseriu presentaba en público el escrito que
hemos visto, el estudio “Para una semántica diacrónica estructural” se propuso
examinar el sentido de un análisis diacrónico estructural del plano de contenido, esto
es, de la <<forma>> y la <<sustancia>> semánticas a la vez, o mejor dicho, la
<<sustancia>> semántica como sustancia lingüísticamente <<formada>>”. Nuestro
autor viene a decirlo muy bien: la sustancia solo es lingüística en cuanto sustancia
conformada idiomáticamente; la sustancia del contenido por sí misma es el mundo, es
extralingüística, pues no consiste sino en las cosas del mundo, las cosas reales o las
cosas imaginadas; según hemos apuntado ya, la lingüística cognitiva completará -
matizándola- esta perspectiva.
Estas páginas contienen -y a veces ocurre en los escritos del autor- afirmaciones
doctrinales que se encuentran además en otros trabajos suyos; prescindimos de lo
que ya nos haya aparecido, y de lo que no afecte directamente a nuestro objeto. E.
Coseriu trata ahora “de la posibilidad de una lexemática diacrónica”; “estructura” la
entiende en tanto ‘delimitación y organización de una sustancia por medio de unidades
funcionales que son diferentes en lenguas diferentes’.
El lingüista rumano consideraba que esta semántica diacrónica estructural se
encuentra completamente justificada por dos razones que realmente dan en una sola:
la de la búsqueda de adecuación empírica; se encuentra justificada -efectivamente-
“por su objeto (existencia de estructuras léxicas del contenido) y frente a la semántica
tradicional (imposibilidad por parte de ésta de ocuparse de las estructuras del
contenido como tales)”.
A) El autor delimita en qué consiste lo que es en propiedad el cambio semántico
en un párrafo esencial:
“La distinción fundamental de la semántica diacrónica estructural […] es
la distinción entre cambio léxico no funcional (desde el punto de vista de
la estructura del contenido) y cambio léxico funcional (desde el mismo
punto de vista), fenómenos a los que proponemos llamar,
respectivamente, sustitución (cambio semasiológico u onomasiológico)
y modificación (cambio semántico propiamente dicho). […] Una
<<sustitución>> no afecta más que al significante (o al vínculo
significante-significado); una <<modificación>> afecta por el contrario al
significado como tal. En el caso de una <<sustitución>> no se produce,
en principio, nada en las relaciones entre los contenidos léxicos; en el
caso de una <<modificación>> son precisamente estas relaciones las
que cambian”.
Ejemplo de sustitución: fr. Cheval / ive ‘caballo / hembra del caballo’ →
cheval / jument ‘caballo / hembra del caballo’; ejemplo de modificación: “El
hecho de que fr. Chef haya sido eliminado por tête de toda una serie de
empleos constituye una <<modificación>>, puesto que aquí han cambiado las
relaciones de contenido: una única zona semántica (<<chef>>) ha sido dividida
en dos zonas diferentes que se oponen una a otra (<<chef>> y <<tête>>)”. En
este segundo caso, la modificación o cambio semántico consiste en que dentro
del contenido ha surgido una nueva oposición: de <<chef>> se ha llegado a
<<chef>> / <<tête>>”.
B) Un cambio semántico funcional interpreta bien Coseriu que reside en la
aparición o desaparición de un rasgo de contenido: a) Lo que se llama
<<restricción del sentido>> no es ‘sino aparición de un rasgo distintivo, y en
consecuencia, de una oposición, dentro de una unidad de significado
anteriormente única”, y así lat. avis → ave / pájaro: pájaro tiene el rasgo
distintivo nuevo ‘pequeño’; b) Lo que se llama <<extensión del sentido>>
consiste en “la desaparición de un rasgo distintivo (o de varios rasgos
distintivos), y por lo mismo de la oposición o de las oposiciones respectivas: lat.
<<ater>> / <<niger>> → esp. <<negro>>, por desaparición del rasgo ‘brillante’,
de manera que dos unidades funcionales se reducen a una.
C) En cuanto a la regularidad del cambio semántico, encontramos regularidades y
sistematicidades: a) El cambio es regular en cuanto vale en principio para todo
empleo de la palabra afectada; b) “Por lo menos ciertos cambios semánticos
son <<semánticos>>, puesto que afectan a cambios enteros, y no solamente a
oposiciones aisladas. Así el paso del latín al romance la distinción entre <<no
brillante>>/ <<brillante>> desaparece […] en todo el sistema de los nombres de
colores”. Resulta en conclusión que el cambio semántico puede ser sistemático
y con frecuencia lo es, pero no es una necesidad de la lengua, de acuerdo con
la libertad creadora de los hablantes, que rehacen sin cesar el idioma.
Ss3 Semántica y gramática
Por vez primera en 1978 y en Madrid, Eugeni Coseriu reunió varios escritos en el
volumen Gramática, semántica, universales. Estudios de lingüística funcional; este
volumen que ahora nos importa lleva una nota preliminar en la que se subrayan cosas
sabidas pero oportunamente traídas a cuento:
- Coseriu teoriza y ejemplifica con casos en particular de la lengua
española, y dice acerca de lo teórico y los hechos idiomáticos concretos
que la teoría “es aprehensión de lo universal en lo concreto, en los
<<hechos>> mismos. No hay por consiguiente ni distancia ni conflicto
entre <<hechos>> (o investigación <<empírica>>) y teoría, sino que la
investigación empírica y la teoría son dos formas complementarias de la
misma actividad.
Una presentación e interpretación racional de un hecho es al mismo
tiempo una contribución a la teoría; y una teoría auténtica es al mismo
tiempo interpretación racional de <<hechos>>”. Efectivamente cada
teoría lograda ha de resultar adecuada empíricamente, ha de responder
a la consistencia o mismidad de los hechos tal como son y a su
explicación; a su vez esos hechos tal como son y tal como se explican
contribuyen a configurar la buena teoría.
- “El término <<funcional>> en el subtítulo de este libro (advierte el autor)
es en rigor tautológico, puesto que -siendo el lenguaje esencialmente
función y no pudiendo ser considerado como lenguaje fuera e
independientemente de su funcionalidad-, una lingüística consciente de
su índole y de su cometido no puede ser otro modo que funcional”. El
idioma es “función” porque es ‘acción de cara a un fin’, y de acuerdo
con la adecuación que ha de poseer la teoría, tal teoría habrá de
resultar funcional.
A lo largo de este incisivo volumen vamos encontrando propuestas y doctrinas acerca
de lo semántico algunas de las cuales son:
1. Las llamadas partes de la oración o categorías verbales se corresponden con
modos de ser las palabras, por lo que “hay que introducir” la distinción entre
<<significado léxico>> y <<significado categorial>>:
“El significado léxico se refiere a lo organizado por el lenguaje; el
categorial, al modo de organizarlo: el significado léxico corresponde a
qué significa una palabra; el categorial, al cómo de la significación. […
El hecho de que el] significado léxico ‘verde’ pueda ser intuido o
expresado como <<cualidad>> o como <<sustancia>>, pertenece al
ámbito del significado categorial”.
Estamos por tanto ante el qué léxico y al cómo categorial de la significación; el
significado categorial -expresará asimismo el autor- se corresponde con “diferencias
<<en el modo de aprehender>>”.
2. La significación categorial consiste así en una manera de conformación de la
realidad extralingüística, en su forma de estructuración. Si se tiene presente
esto, deben delimitarse tres tipos de palabras:
“1) palabras lexemáticas, que estructuran y representan la realidad
extralingüística, como por ejemplo hombre, bosque, blanco, correr, etc.; 2)
palabras categoremáticas (<<pronombres>>), que presentan solo la forma de
estructuración de lo extralingüístico (que funcionan, por tanto, como
sustantivos, adjetivos, etc.) pero que no representan ninguna materia
extralingüística determinada, como por ejemplo yo, éste, aquí, ahora; 3)
palabras morfemáticas (o <<instrumentales>> ) que no funcionan de modo
inmediato como configuradoras del <<mundo>>, sino sólo, en relación con
otras palabras, en la estructuración del hablar, como por ejemplo y, o, sobre,
en, sí, no, etc.”.
Y añade el autor cómo nada más que las voces lexemáticas pertenecen
propiamente al léxico y de esta manera a la lexicología. Los vocablos lexemáticos
estructuran la realidad extralingüística semántico-léxica, y los categoremáticos
suponen la forma de estructuración de esa realidad.
3. Coseriu delimita en parte de nuevo en un marco de observación y análisis más
amplio:
1) El significado léxico, que corresponde al qué de la aprehensión del
mundo extralingüístico. […]
2) El significado categorial, que corresponde al cómo de la aprehensión
del mundo extralingüístico […]: sustantivo, verbo, adjetivo y adverbio.
[…]
3) El significado instrumental, es decir, el significado de los morfemas, y
ello independientemente de si son palabras o no [el, -s …].
4) El significado estructural (o significado sintáctico en sentido estrcto), es
decir, el significado que es propio de las combinaciones de unidades
lexemáticas o categoremáticas con morfemas dentro de la oración
[<<plural>>, <<pasivo>>…].
5) El significado óntico, es decir, el valor existencial que se asigna al
estado de cosas designado en una oración: […] <<negativo>>,
<<interrogativo>>”.
El significado sintáctico se corresponde -creemos que puede decirse así-
con la armazón gramatical interna combinatoria.
4. Otra observación de nuestro autor está referida al hecho de que los
significados en el idioma se encuentran en sucesivas ocasiones en oposición
<<neutralizable>>: sucede cuando un término “A está caracterizado como tal,
mientras que el término no-A está caracterizado sólo negativamente respecto
del término A, en cuanto <<lo que está determinado como A>>, de suerte que
puede ser el contrario propiamente dicho de A, pero puede también englobar a
este término”; es el conocido caso -expresado en palabras sencillas- de
<<mujer>> que en tanto término marcado designa ‘mujer’ y <<hombre>>,
término no marcado, que tiene como significado bien ‘hombre’, bien ‘hombre +
mujer’. Otro caso análogo es el término marcado del idioma: para algunos
hablantes <<castellano>> es el término marcado que denota ‘lengua
castellana’, mientras que <<español>> es el término no marcado, pero no
estiman que signifique ‘castellano + español’.

Se observa -dice por igual J. Dubois- que una pareja antonímica del tipo noche
vs día es susceptible de una descripción utilizando los conceptos de no
marcado vs marcado, pues la neutralización que muestran algunos conceptos
(ese día, a las doce de la noche) permite definir noche como el caso marcado
de la oposición”.
5. Nuestro autor dedica un capítulo amplio del presente libro a trazar lo que llama
un “compendio de lexemática”. A partir de ahora damos una idea de esas
páginas en lo que creamos relevante.
Lexemática es la investigación del significado léxico, más referido a un idioma
concreto: “el significado es el contenido dado en cada caso por una lengua
determinada; […] sólo hay significado en las lenguas”; cada hablar en efecto
posee un todo de formas del contenido semántico-léxicas. Cosa distinta del
significado ya sabemos que son la designación y el sentido.
6. Los significados léxicos deben comprobarse “en el <<sistema>> de una
<<lengua funcional>> en cuanto <<técnica del discurso>>. […] Las unidades
funcionales deben precisamente comprobarse ante todo en el lenguaje primario
-no en el metalenguaje-, en la sincronía -no en la diacronía-, en la técnica libre
del discurso -no en el discurso repetido (expresiones fijas, modismos, citas).
[…] Una lengua funcional es una lengua delimitada dentro de una lengua
histórica y homogénea […]: es una lengua sintópica, sintrática, y sinfásica, o
sea, un dialecto determinado, en un determinado nivel y en un determinado
estilo de lengua. Se la llama <<funcional>> justamente porque es la lengua que
funciona de manera inmediata al hablar”. Personalmente diríamos acaso mejor
que la lengua denominada <<funcional>> es cada una de las lenguas que
funcionan de manera inmediata, ya que pueden funcionar varias distintas si
cambia la situación del hablante, o cambia el hablante, etc.
Cada lengua funcional estima Coseriu que resulta reconocida por la conciencia
idiomática de los hablantes.
7. Es unidad funcional “sólo aquello que en la lengua misma se presenta como
delimitado por la solidaridad entre esos dos planos: existen unidades de
expresión si corresponden también a unidades de contenido, y viceversa”.
8. “Una unidad existe como tal en una lengua si en la misma lengua hay al menos
otra unidad con la que la primera tiene algo en común y de la que ésta se
distingue por un rasgo diferente o por la ausencia o la presencia adicional de
un rasgo. […] En un sistema lingüístico las mismas diferencias se presentan
comúnmente o a menudo de manera <<sistemática>> (es decir, varias veces
en diferentes unidades)”.
9. “El campo léxico es una estructura paradigmática constituida por unidades
léxicas (<<lexemas>>) que se reparten entre sí una zona de significación
común y que se hallan en oposición inmediata las unas con las otras”.
10. “La clase léxica es una clase de lexemas que independientemente de las
estructuras de campo, se relacionan entre sí por un <<clasema>>, es decir, por
un rasgo distintivo común […]. Así por ejemplo dentro de la categoría verbal
‘sustantivo’, las distinciones <<animado>> -<<no animado>>, <<humano>> -
<<no humano>>. […] <<Clasemáticamente determinantes>> son los lexemas
que exigen ciertas combinaciones; <<clasemáticamente determinados>> son
los lexemas que se presentan sólo en combinación (explícita o implícita) con
tales o cuales clases”.
11. La modificación, el desarrollo y la composición son “estructuras
<<secundarias>> en el sentido […] de que se trata de estructuras que
corresponden a una <<gramaticalización>> del léxico”: respectivamente
caballo → caballito; bello → belleza; rojo + pelo → pelirrojo.
12. Repite en fin Coseriu cómo “las denominadas solidaridades léxicas “son
combinaciones léxicas determinadas por la lengua y son de tres tipos (afinidad,
selección, implicación), según que el elemento que exige la combinación sea
un clasema, un archilexema o un lexema”.

Ss4 Los saberes elocutivo, idiomático y expresivo


En un momento de sus cursos sobre “Competencia lingüística” que están publicados,
Eugenio Coseriu establece las diferencias pertinentes que se dan entre significado
(que es lo que ahora nos importa), designación y sentido. Define de esta manera:
“La designación que ha de ser situada en el plano lingüístico general [‘en el
hablar en general’], es la referencia a objetos extralingüísticos o a la <<realidad>>
extralingüística, sean éstos los estados de cosas mismos o los correspondientes
contenidos mentales.
El significado, que corresponde al plano lingüístico particular [‘a las lenguas
particulares’], es el contenido dado lingüísticamente en una lengua particular, i.e., la
especial configuración de la designación en una lengua determinada.
El sentido, que se transmite en el plano del discurso, es lo <<dicho>> con el
decir, i.e., el especial contenido lingüístico que se expresa mediante la designación y
el significado, pero que en un discurso individual va más allá de ambos, y que
corresponde a las actitudes, intenciones o suposiciones del hablante”.
El autor traza un cuadro de conjunto acerca respectivamente del aspecto del lenguaje
que consideremos, del enjuiciamiento idiomático que le corresponde, del contenido o
sustancia conformada, y del saber del hablante que asimismo corresponde en cada
caso:
- Hablar en general: congruente/incongruente; designación o referencia;
saber elocutivo.
- Lengua particular: correcto/incorrecto; significado; saber idiomático.
- Discurso: adecuado//inadecuado; sentido; saber expresivo.

Ss5 Una crítica de la semántica cognitiva


Aunque luego volveremos a verlo, adelantamos ahora cómo Eugenio Coseriu ha
mostrado su disidencia teórica respecto de la Semántica de los prototipos, y ha vuelto
a subrayar la pertinencia teórico-metodológica del análisis semántico componencial al
que se opone de modo expreso tal lingüística de los prototipos. Nuestro autor escribe
en unas líneas expresivas en relación a la semántica de Katz y Fodor, por ejemplo,
que es:
“Una semántica que como la semántica de los prototipos, no considera las
palabras en sus <<relaciones de significación>> con otras palabras en una lengua
determinada, sino sólo y exclusivamente en sus <<relaciones de significación>>, con
respecto a las <<cosas>> nombradas, […] que se identifica -o no distingue- significado
y designación (distinción básica de toda semántica propiamente tal), y que por tanto,
también como la semántica de los prototipos, en realidad no define ni analiza
significados, contenidos de lengua, sino conceptos y clases de cosas”.
La ciencia semántica “propiamente tal” es la de las lenguas particulares, la de cada
sistema idiomático, la de un sistema paradigmático y sintagmático de rasgos de
contenido pertinentes que funcionan.

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