Semántica 4

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Grado en Lengua y Literatura Españolas DEPARTAMENTO DE LENGUA ESPAÑOLA

Y LINGÜÍSTICA GENERAL

SEMÁNTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA


2019-2020
Profesores José Ramón Carriazo Ruiz y Carolina Julià Luna
Tutorías: martes, miércoles y jueves de 10:00 a 14:00; despacho 703.
Teléfono (+34) 913988344Correo-e: carriazo@flog.uned.es

En el capítulo cuarto del manual Presentación de la semántica se resumen las


aportaciones de dos autores, el Padre Félix Restrepo (Diseño de la Semántica General
1917) y Stephen Ullmann (Introducción a la semántica francesa, 1952). En este tema,
además, se observa la importancia que tuvo el estudio del cambio semántico en los
inicios de la disciplina y se describen algunos de los procedimientos que explican los
cambios de significado. En esta cuarta unidad para saber más del curso 2019/2020 de
Semántica de la lengua española hemos optado por presentar las primeras aportaciones
en las que el estudio del significado se entiende como parte del estudio lingüístico
moderno para ayudar a la comprensión del capítulo del libro y adentrar a los estudiantes
en las corrientes preestructuralistas antes de comenzar el repaso de las teorías
contemporáneas a partir de las próximas unidades.

1. PRESENTACIÓN HISTORIOGRÁFICA

En el marco de las investigaciones historicistas del siglo XIX ―divididas en dos


modelos de estudio (el germánico y el francés)―, el primer autor en reivindicar los
estudios semánticos como parte de la lingüística fue el alemán Karl Reisig, quien, en
una obra publicada en 1839, «justifica por vez primera la autonomía de la semántica
léxica» (Llamas 2005: 17). El propósito de Reisig ―que se refería al estudio del
significado con el término semasiología (cfr. Para saber más del Tema 2)― era
estudiar y explicar la motivación de los cambios de significado. Posteriormente, se
publican otros trabajos semánticos de carácter histórico entre los que destacan, por
ejemplo, los de Arsène Darmesteter (1885) en el modelo germánico; o Michel Bréal
(Les lois intellectuelles du langage. Fragment sémantique 1883; Essai de
semantique1897) dentro del modelo francés. Por ello, aunque Michel Bréal es
considerado el fundador de la semántica, porque fue quien implantó el término
semántica para referirse a la disciplina, debe tenerse en cuenta que mucho antes ya se
había iniciado con Reisig.
Según Fernández Jaén (2007: 348-349), estas son las características de esta
primera semántica científica de carácter historicista:
a) Es una semántica de naturaleza histórica porque su interés se centra en la
evolución y la etimología de las palabras.
b) Es una semántica de naturaleza psicológica porque considera que el
significado léxico es la expresión de ideas y pensamientos.

1
c) Trata de determinar las necesidades comunicativas de los hablantes
subyacentes al significado lingüístico.
d) Para el estudio, parte de textos antiguos y etapas pasadas del idioma.

Los primeros trabajos destinados a la investigación semántica son de


carácter etimológico e histórico porque tenían como objetivo el estudio del
cambio de significado de las palabras y el establecimiento de las leyes que
permitieran describir de forma más o menos regular los cambios
semánticos (Fernández Jaén 2017-2018). Por ello, la primera etapa de la
El objetivo disciplina se conoce como semántica histórica (cfr. figura 1). Para
principal de la que entender, desde un punto de vista historiográfico, las primeras fases del
se ha denominado estudio científico de la semántica lingüística, tomamos la división que
establece Casas Gómez (2009: 17):
semántica histórica
(Casas Gómez
1998: 162) fue
averiguar las causas
del cambio; por
ello, se propusieron
clasificaciones de
cambios y leyes con
las que se pretendía
seguir el modelo de
las leyes fonéticas
neogramáticas
(Llamas 2005: 19),
aunque, según
Figura 1. Etapas de la historia de la semántica lingüística (Casas
Ullmann (1980 Gómez 2009: 16)
[1962]: 221), «la
búsqueda de leyes alcanzó un éxito muy limitado».
En las siguientes etapas de la semántica (estructural, funcional, generativa)
disminuye notablemente el interés por el cambio de significado y, por ende, por el
estudio histórico del mismo, y los investigadores focalizan sus estudios en problemas
sincrónicos descriptivos y estructurales (Ullmann 1980 [1962]: 221). Entre las pocas
aportaciones al estudio del cambio semántico que surgen, destacan los trabajos de
Antoine Meillet, que «afina los tipos y causas del cambio» (Espinosa 2009: 159) a
principios del siglo XX, y Stephen Ullmann, quien destina un extenso capítulo en su
monografía titulada Semántica. Introducción a la ciencia del significado (1980 [1962])
al cambio semántico con un «planteamiento general de los aspectos fundamentales»
(Espinosa 2009: 159). En su Semántica (1962), Ullmann trató de describir las causas, la
naturaleza, las condiciones y los efectos de los cambios de significado. Esta aportación
será esencial en la semántica posterior, pues la mayor parte de los estudios previos al
cognitivismo parten de Ullmann para referirse al cambio de significado en las lenguas
(cfr. p. ej. Penny 20083).

2. EL CAMBIO LINGÜÍSTICO: CARACTERIZACIÓN GENERAL

En el marco de los estudios historicistas (Edward Sapir, Antoine Meillet), se conciben


las lenguas como entidades que están en constante cambio y evolución y se entiende la
variación como el origen del cambio. En función del subsistema lingüístico al que
afectan, se distinguen tres tipos de cambios: el cambio fónico, el cambio gramatical
(morfológico y sintáctico) y el cambio léxico-semántico (Penny 20083). El cambio

2
semántico se entiende, de forma general, como la modificación del significado de las
palabras o unidades pluriverbales de una lengua. En los estudios sobre el cambio
lingüístico se considera que el semántico es uno de los constituyentes más mutables del
signo, pues «se puede afirmar que el significado es el menos resistente al cambio de
entre todos los elementos que […] conforman [la lengua]» (Penny 20083: 327).

2.1. ALGUNAS CAUSAS DEL CAMBIO SEMÁNTICO

Los cambios de significado se producen por causas o motivaciones diversas que se han
clasificado (Ullmann 1980 [1962], Blank 1999, Espinosa 2009) en estos tres grandes
grupos:

a) Socio-históricas. Estas se pueden clasificar, a su vez, según el motivo que ha


generado la modificación:

• La necesidad de referirse a una nueva realidad o concepto producen


modificaciones semánticas en las palabras.
Ejemplos: virus (medicina) > virus (informática).
• Los cambios en la sociedad y la cultura provocan que algunas palabras
amplíen o restrinjan su significado.
Ejemplos: matrimonio antes y después de 2004 en España.
• La influencia de sociedades que hablan otros idiomas genera situaciones de
bilingüismo o diglosia que provocan cambios por contacto de lenguas.
Ejemplos: pretender en español incrementa su significado en una acepción o
sentido nuevos por influjo del inglés to pretend ‘fingir’.

b) Psicológicas. Las causas psicológicas suelen clasificarse en dos grandes grupos:

• El tabú. Cuando los hablantes no quieren emplear un término porque con él


se transmite una idea desagradable, prohibida o malsonante, se emplean otras
palabras y estas adquieren el significado de las voces que no se quieren
mencionar. Suele tratarse de cuestiones de carácter cultural, no obstante,
parece que existen «constantes universales» (Penny 20083: 331). En estos
casos, se emplea un eufemismo, es decir, una voz que alude a un término
que es tabú (morir > pasar a mejor vida). Según Penny (2008), el uso
generalizado de un eufemismo puede llegar a impedir o restringir el
significado inicial del término eufemístico. Ullmann (1980 [1962]) se refiere
a diferentes tipos de tabú:
• Tabú del miedo: voces que significaban ‘izquierda’ tenían que ser evitadas por
su asociación con el diablo. Por ello, las formas latinas (LAEVUS, SCAEVUS,
SINISTER) no se han mantenido en español y se ha tomado una forma del vasco
(izquierda).
• Tabú de la delicadeza: surge del deseo de evitar expresiones que se refieran a
conceptos considerados desagradables. Ejemplo: *MATTĀRE ‘dejar pasmado’
> ‘matar’
• Tabú de la decencia: el cambio semántico se produce, principalmente, para
evitar mencionar partes del cuerpo o voces referidas al sexo. Ejemplo:
comparación de frutas con los pechos de las mujeres.

3
Los casos en que el significado reflejo se introduce por la pura fuerza de la
sugerencia emotiva pueden ejemplificarse de una manera sorprendentemente clara por
las palabras que tienen un significado tabú; debido a su popularización con los sentidos
relacionados con la fisiología del sexo, resulta extremadamente difícil emplear términos
como cópula, eyaculación y erección en sus sentidos «inocentes» sin evocar sus
asociaciones sexuales. Este proceso de contaminación por el tabú puede explicar la
extinción, en tiempos pasados, del sentido de una palabra sin matices prohibitivos:
Bloomfield ha explicado la sustitución de cock [gallo, macho de ave], en el sentido de
ave de corral, por rooster [gallo] debido a la influencia del uso tabú de la primera.

Geoffrey Leech (1985 [1981]): Semántica, página 37.

• La ironía. El hablante puede contravenir alguna de las máximas


conversatorias y emplear un término con intención irónica alterando su
significado para expresar lo contrario o algo muy distinto de lo que el
significante transmite en un contexto no irónico. Muchos refranes y juegos
de palabras se basan en este tipo de cambios semánticos, provocados por
equívocos, vaguedades, ambigüedades, polisemia u homonimia. En general,
la ironía supone la contravención de alguna de las máximas conversatorias,
por lo que se encuentra convencionalmente en los diálogos y en tipos de
textos que presuponen un emisor y un receptor conocidos o reales, como son
por ejemplo las cartas. Veamos un ejemplo literario: la carta enviada por el
licenciado Eugenio de Salazar a su amigo Miranda de Ron. En la epístola, el
licenciado le cuenta a su amigo la travesía desde Tenerife a Santo Domingo
en 1573 e introduce la siguiente anécdota, donde las unidades léxicas del
lenguaje marinero
Y no es de maravillar que yo sepa algo en esta lengua,
no significan de
porque me he procurado ejercitar mucho en ella, tanto que en
manera apropiada o todo lo que hablo se me va allá la mía, y así para pedir la
convencional de taza muchas veces digo: «Largá la escota»; cuando pido
acuerdo con su uso alguna caja de alguna conserva, digo: «Sacá la cebadera»; si
especilizado, sino pido una servilleta, digo: «Daca el pañol»; si llego al fogón,
que el emisor digo: «Bien hierven los ollaos»; si quiero comer o cenar en
expresa significados forma, digo: «Pon la mesana»; cuando algún marinero
basados en las trastorna mucho el jarro, le digo: «¡Oh, cómo achicáis!»;
connotaciones de las cuando otro tira un cuesco, que pasa muchas veces, digo:
palabras; es decir, «¡Ah de popa!». Así que ya no es en mi mano dejar de hablar
emplea la ironía esta lengua.
para dotar al texto
de cohesión y Eugenio de Salazar: Carta escrita al licenciado Miranda de
coherencia: Ron, particular amigo del autor, en que se pinta un navío y
la vida y ejercicios de los oficiales y marineros de él, y cómo
la pasan los que hacen viajes por la mar.

c) Lingüísticas. Una de las causas más frecuentes del cambio son las asociaciones de
palabras (Ullmann 1980 [1962]: 223), porque:

entre las voces que acostumbran a concurrir juntas en un mismo contexto, puede suceder que
el significado de una se transfiera (en parte) a la otra; y ello hasta el punto de que el nuevo
sentido llega a permanecer en la palabra “receptora”, aun cuando el término “donante” se
encuentre ausente (Penny 20083: 328).

4
Ejemplo: la frase latina HOMINE NĀTU significaba literalmente ‘hombre nacido’,
pasó a significar ‘cualquiera’ y, posteriormente, con el adverbio negativo NŌN, se
usaba con el sentido de ‘nadie’. Así, con el significado de ‘nadie’ llega al español.
El cambio se podría resumir del siguiente modo:

lat. HOMINE NĀTU ‘hombre nacido’ > esp. med. omne nado ‘nadie’ > esp. nado
‘nadie’ (por elipsis) > esp. nadie

Entre las diferentes causas lingüísticas se hallan las siguientes:

• La vaguedad
• La ambigüedad
• La polisemia
• La homonimia
• La motivación y la desmotivación
• El contacto de lenguas

La coincidencia de varios significados en el mismo significante (homonimia y


polisemia) provoca equívocos, vaguedades y ambigüedades, que también pueden
darse en estructuras sintácticas: El perro de Juan > ‘Juan tiene un perro’ ‘Juan
es/parece/se comporta como un perro’). En algunos casos, la confluencia de dos
significantes en una misma imagen acústica por cambios en el sistema fonológico
hace que uno de los homónimos sea sustituido en la lengua común por otro
sinónimo con significante más reconocible; así, por ejemplo, la pronunciación
[kosér], en la mayor parte del mundo hispanohablante, de cocer provoca una mayor
preferencia por el sinónimo cocinar, para evitar la homonimia con coser, que en las
variedades que distinguen la sorda dental y la alveolar no se produce. Este tipo de
homonimias provocan asimismo abundantes dudas gráficas, además de posibles
equívocos y ambigüedades: es el caso de pares mínimos como rallar/rayar,
rallo/rayo, pollo/poyo, halla/haya (y aya) en los hablantes de variedades yeístas.
Estas dudas provocan empleos inestables y equívocos que el sistema trata de evitar
introduciendo cambios semánticos en la estructura de la lengua, perceptibles por las
modificaciones en los usos de los hablantes.

2.2. MECANISMOS1 DEL CAMBIO SEMÁNTICO

§ LA METÁFORA

El origen del concepto de ‘metáfora’ está vinculado a la retórica clásica y a las obras e
ideas de Aristóteles, quien sostenía que nuestra mente y la realidad están estrechamente
unidas por nuestra percepción de esta a través de nuestros sentidos y afirmaba que el
lenguaje es el medio a través del que se expresa el pensamiento. La esencia aristotélica
del concepto («la metáfora es la translación del nombre de una cosa a otra») se ha
mantenido a lo largo de los siglos en el ámbito literario (Martínez-Dueñas 1993: 31-48),
donde la metáfora se entiende como uno de los recursos estilísticos comparativo-
analógicos «más apreciados por poetas y retóricos, pues, al buscar las palabras más

1
Ullmann (1980 [1962]: 238) se refiere a los mecanismos como la naturaleza del cambio semántico y
Penny (20083: 336) como tipos de cambios semánticos.

5
adecuadas para los oyentes, la metáfora proporciona, por un lado, provechosa enseñanza
y, por otro, dignidad en la elocución» (Gambra 1990: 70).
De igual modo, la idea aristotélica de ‘metáfora’ también fue uno de los
principales legados de la retórica clásica a la semántica tradicional2 para el estudio del
cambio de significado (Llamas 2005: 17-42). El concepto aristotélico de ‘metáfora’,
aunque fue modificándose a medida que surgían nuevas corrientes semánticas
interesadas en el estudio del cambio de significado, debe considerarse el origen de la
noción de ‘metáfora’ de cualquier teoría semántica. Ullmann (1980 [1962]: 234-246),
representante de la semántica preestructural (Muñoz Núñez 1999: 26-27, nota 5),
categoriza la metáfora ―en el apartado dedicado a la naturaleza del cambio
semántico― como un proceso de transformación basado en la semejanza de sentidos.
Por tanto, se hace referencia a la metáfora en términos no literarios y, aunque la base
conceptual proceda de la propuesta de Aristóteles, parece concebirse como un
mecanismo estrechamente vinculado al significado.
La importancia que otorga Ullmann a la metáfora se evidencia en el número de
ejemplos que aporta y en la clasificación que proporciona según las diferentes
características de estos:

(a) Metáforas antropomórficas. Ullmann explica que se trata de uno de los tipos
de metáforas más frecuentes en todas las lenguas y civilizaciones del mundo y
que suelen dividirse en dos subgrupos que se corresponderían con procesos de
transferencia de significados en los que el cuerpo se comporta o bien como
dominio fuente (ceja de una colina, costillas de una bóveda, boca de un río,
pulmones de una ciudad, corazón del asunto, nervio de una guerra, manecillas
de un reloj, etc.) o bien como dominio meta (músculo, pólipo, nuez de la
garganta, manzana de Adán, globo del ojo, tímpano del oído, etc.). El
semantista advierte que las primeras suelen ser más recurrentes que aquellas en
las que el cuerpo es la meta de la metáfora. En este apartado, se refiere a la
importancia histórica de este tipo de metáforas recordando la Scienza Nuova de
Giambattista Vico.
(b) Metáforas animales. Este grupo es, según el autor, «otra fuente perenne de
imágenes» que se puede dividir, a su vez, en dos grupos. Uno en el que los
animales son dominio fuente para dar lugar a nombres de plantas y objetos
(barba de cabra, pata de gallo, cola de caballo, etc.); y otro en el que los
animales son dominio fuente para denominar a personas de forma irónica,
peyorativa, humorística o grotesca (perro, burro, rata, ganso, león, lechuzo,
papagayear, etc.).
(c) De lo concreto a lo abstracto. El autor cree que este tipo de metáforas genera
un importante número de designaciones en cualquier lengua y que seguirá
siendo muy recurrente con el paso de los años porque se producen con asiduidad
ejemplos de este tipo (high-light ‘luces altas’ en el sentido de ‘un momento o
detalle de vivo interés’). En la mayoría metáforas de este tipo, la transferencia de
significados es transparente pero en otros casos es imprescindible indagar en la
etimología para comprobar cuál es su origen.

2
Ullmann (1980 [1962]: 239, nota 2) cita un número nada desdeñable de referencias bibliográficas
publicadas con anterioridad a su monografía (la mayoría pertenecen a la primera mitad del siglo XX) en
las que el tema principal de estudio es la metáfora en la lengua y, en especial, en la semántica. Asimismo,
para una revisión de los estudios que se han ocupado de la metáfora a lo largo de la historia de la
semántica, véase Llamas (2005: 19-139).

6
(d) Metáforas sinestésicas. Este conjunto de metáforas está «basado en la
transposición de un sentido a otro» (voz cálida o fría, sonidos penetrantes,
colores chillones, etc.) y es uno de los más repetidos en literatura.

La clasificación de Ullmann muestra el valor que se otorgó a la metáfora como motor


del cambio semántico3 y que empieza a vislumbrarse la noción cognitiva de metáfora.

§ LA METONIMIA

Desde la retórica, la metonimia fue un fenómeno menos atractivo que la


metáfora (Taylor 1989: 122), quizá debido a que se basa en proyecciones que afectan a
un mismo dominio conceptual. No obstante, la metonimia es, junto a la metáfora, y
desde el punto de vista retórico, una de las grandes categorías de tropos (Le Guern 1976
[1973]: 13).
En semántica, la metonimia también cobra especial interés para los
investigadores del significado, aunque de modo mucho menos intenso que la metáfora,
probablemente porque, en palabras de Ullmann (1980 [1962]: 246), «es intrínsecamente
menos interesante que la metáfora, puesto no descubre relaciones nuevas, sino que surge
entre palabras ya relacionadas entre sí». El mismo semantista (1980 [1962]: 246-249)
incluye la metonimia en el grupo de elementos que caracterizan la naturaleza del
cambio semántico y la clasifica en distintos tipos según las transferencias del
significado:

(a) Metonimias espaciales: se trata de casos en los que una voz que designa un
elemento pasa a hacer referencia a otro con el que permanece en contacto. Para
ilustrar este tipo de metonimias, el autor se refiere al cambio de significado del
nombre de una parte del cuerpo. Explica que, en latín, coxa significaba
‘cadera’ y que en francés significa ‘muslo’; por tanto, del paso del latín al
francés se ha producido un cambio de significado entre «dos partes contiguas
de nuestro cuerpo, sin fronteras definidas4 entre sí» (Ullmann 1980 [1962]:
247).
(b) Metonimias temporales: se trata de aquellos casos en los que el nombre de una
acción o un acontecimiento se transfiere a algo que le sigue inmediatamente o
que le precede en el tiempo. Ejemplifica el caso con el sustantivo misa que, en
su origen, formaba parte de la fórmula rutinaria que se pronunciaba al final
cualquier oficio religioso católico (Ite, missa est (contio)) y que, finalmente,
acabó por designar todo el culto.
(c) Parte por el todo: es una de las asociaciones metonímicas más importantes y
consiste en denominar un elemento, objeto, animal o persona mediante una
designación que se refiere a un rasgo y no a todo el sujeto. Uno de los ejemplos
que aporta Ullmann es el nombre redbreast ‘petirrojo’, designación que recibe
el pájaro al destacarse su característica más notable.
(d) Las invenciones y descubrimientos por los inventores y descubridores:
habitualmente, los inventos o descubrimientos reciben el nombre de su
inventor o descubridor (amperio, voltio, ohmio, etc.).

3 Para otros ejemplos en los que la metáfora se considera el motor del cambio léxico, véase Brown (1979).
4 Ullmann (1980 [1962]: 141) considera que una de las posibles causas de la vaguedad del lenguaje procede
la falta de fronteras bien delimitadas en el mundo lingüístico. Elige el cuerpo humano como una de las áreas
conceptuales prototípicas para explicar este fenómeno.

7
(e) Alimentos y bebidas por el lugar de origen: ejemplifica estos casos con los
nombres franceses gruyère y champagne.
(f) Contenido por continente: se refiere a los casos en los que los hablantes
pronuncian oraciones como me he bebido un vaso/una botella de vino en las
que no podría entenderse el sentido si no se entendiera el líquido por el
continente.

La clasificación de los distintos tipos de metonimia deja entrever que se trata de


un fenómeno importante en los cambios de significado.
La investigación sobre este fenómeno recibirá mayor atención a partir del
surgimiento de la lingüística cognitiva ―aunque no tanta como la metáfora5― además
de cambiar de modo importante el concepto que hasta el momento se tenía sobre este
proceso (Koch 2001). Igual que sucedió con la metáfora, la metonimia pasó de ser
únicamente un procedimiento lingüístico a convertirse en un hecho cognitivo cuya
máxima representación es la evidencia lingüística. En Lakoff y Johnson (1986 [1980]:
73-78), se dedica un pequeño capítulo a la metonimia en el que se distingue la metáfora
de la metonimia como procesos cognitivos diferentes puesto que la metonimia tiene
«primariamente una función referencial, es decir, no permite utilizar una entidad por
otra [... y] también desempeña la función de proporcionarnos comprensión». En
palabras de Barcelona (2000: 4):

Metonymy is a conceptual projection whereby one experiential domain (the target) is partially
understood in terms of another experiential domain (the source) included in the same common
experiential domain.

LECTURAS COMENTADAS EN ESTE CAPÍTULO


Barcelona Sánchez, Antonio (2000): «Introduction. The Cognitive Theory
of Metaphor and Metonymy» en Antonio Barcelona Sánchez (ed.): Metaphor
and Metonymy at the Crossroads. A Cognitive Perspective, Berlin/New York:
Mouton de Gruyter, pp. 1-28.
Blank, Andreas (1999): «Why do new meanings occur? A cognitive
tipology of the motivations for lexical semantic change», en Andreas Blank y
Peter Koch (eds.): Historical Semantics and Cognition, Berlin/New York:
Mouton de Gruyter, pp. 61-89.
Casas Gómez, Miguel (1998): «Del historicismo al preestructuralismo
semánticos», en Feliciano Delgado León et al. (eds.): Estudios de lingüística
general. Actas del II Simposio de Historiografía Lingüística, Córdoba:
Universidad de Córdoba, pp. 154-185.
Casas Gómez, Miguel (2009): «Contenido y tendencias en la semántica
tradicional como etapa historiográfica», en Teresa Bastardín Candón y Manuel
Rivas Zancarrón (eds.): Estudios de Historiografía Lingüística, Cádiz:
Universidad de Cádiz, pp. 113-150.
Espinosa Elorza, Rosa M.ª (2009): «El cambio semántico»», en Elena de
Miguel (ed.): Panorama de la lexicología. Barcelona: Ariel, páginas 159-188.
Fernández Jaén, Jorge (2007): «Breve historia de la semántica histórica»,
Interlingüística, 17, pp. 345-354.

5 Barcelona (2000: 4) cree que la menor atención que la lingüística cognitiva ha dedicado a la metonimia

con respecto a la metáfora se debe muy probablemente a que la metonimia es «even more basic to language
and cognition».

8
Fernández Jaén, Jorge (2017-2018): «Las leyes del cambio semántico:
una reflexión espistemológica» Prospettive della semantica / perspectives on
semantics, ed. by F. Benozzo [Special issue of «Quaderni di Semantica», 3-4],
pp. 87-124.
Gambra Gutiérrez, José Miguel (1990): «La metáfora en Aristóteles»,
Anuario de estudios filosóficos, 23/2, pp. 51-68.
Koch, Peter (2001): «Metonymy», Journal of Historical Pragmatics, 2/2,
pp. 201-244.
Lakoff, G. y M. Johnson (1986, 19953 [1980]): Metáforas de la vida
cotidiana, Madrid: Cátedra [Traducción de Metaphors We Live By, Chicago: The
University of Chicago Press].
Le Guern, Michel (1976 [1973]): La metáfora y la metonimia, Madrid:
Cátedra [Traducción de Sémantique de la métaphore et de la métonymie, Paris:
Librairie Larousse].
Leech, Geoffrey (19852 [19812]): Semántica. Madrid: Alianza Editorial
[Traducción de Semantics. 2nd edition, Harmondsworth: Penguin Books].
Llamas Saíz, Carmen (2005): Metáfora y creación léxica, Pamplona:
Eunsa (Ediciones de la Universidad de Navarra).
Martínez-Dueñas, José Luis (1993): La metáfora, Barcelona: Ediciones
Octaedro.
Penny, Ralph (2008): «Semántica», Gramática histórica del español,
Barcelona: Ariel, 3.ª reimpresión, pp. 327-342.
Santos Domínguez, Luis Antonio y Rosa M.ª Espinosa Elorza (1996):
Manual de Semántica Histórica, Madrid: Síntesis.
Taylor, John (1989): Linguistic Categorization. Prototypes in Linguistic
Theory, Oxford: Clarendon Press.
Ullmann, Stephen (1980 [1962]): Semántica. Introducción a la ciencia
del significado, Madrid: Aguilar.

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