La Automatización Del Ser Humano
La Automatización Del Ser Humano
La Automatización Del Ser Humano
“El mundo era para mí un secreto que deseaba descubrir” declaró Víctor
Frankenstein, protagonista de la historia, el cual se encontraba obsesionado con la
ciencia y como consecuencia crea un ser. Acción de la que luego se arrepiente
porque esto solo produjo desgracia a su vida. Quería parecerse a Dios, sin
embargo, no quería las satisfacer las necesidades de su “creación, por lo que el
monstruo cobra venganza.
Desde muy temprana edad Frankenstein estaba interesado en estos temas, pero
cuando comenzó a estudiar en la Universidad, mostraba desprecio hacia las
teorías modernas, argumentando que esta se preocupaba de “realidades de poco
valor” y no de las grandes cuestiones de la vida, como la inmortalidad o el poder.
Luego de asistir a una clase del profesor Waldman sobre química logra entender
los grandes progresos que se han conseguido en los últimos siglos sobre estas
teorías, lo cual hace revivir en él sus ambiciones infantiles de descubrir nuevos
misterios de la creación. En el libro explica su sentir:
“Contemplé como la belleza corporal del hombre iba perdiéndose poco a poco,
Mary Shelley, autora del libro, pretendía con su narración criticar el pensamiento
ilustrado, que buscaba racionalizar todos los misterios humanos. Defiende el ideal
de que es mejor renunciar al conocimiento racional de ciertas parcelas que no son
competencia humana.
El monstruo por su lado no era malo, se formaron esos deseos en él, luego de ser
menospreciado. Solo buscaba aceptación y cariño, pero debido a su aspecto no
era querido. Era un monstruo por fuera, pero no era un monstruo en su interior.
Mary Shelley, la autora comparte Rousseau exponía, este decía “el ser humano es
bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe”. Se puede argumentar pues
que el monstruo no es el único culpable. Aunque fue el autor de muchos
asesinatos, es el trato de la sociedad la que hace que llegue a poseer alta sed de
venganza y odio. Víctor tiene parte de la culpa también, ya que abandonó su
creación:
“Lo había deseado con fervor que sobrepasaba con mucho la
moderación; pero ahora que la había conseguido, la hermosura del sueño se
desvanecía y la repugnancia y el horror me embargaban. Incapaz de soportar
la visión del ser que había creado, salí precipitadamente de la estancia”.