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Culturas Primitivas y Primeras Civilizaciones

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Culturas primitivas y primeras civilizaciones[editar]

Los sistemas teocráticos más antiguos serían las sociedades tribales primitivas donde, en


muchos casos, el chamán se sobreponía a las jefaturas o bien ejercía un doble rol como
líder espiritual y jefe tribal él mismo. Un sistema similar, ya con casta
sacerdotal (los levitas) es el que aparece descrito en el Pentateuco (los libros bíblicos
atribuidos a Moisés por inspiración divina que contienen las leyes dictadas por Yahvé y
reflejan la civilización del Antiguo Israel), donde los reyes de Israel aparecen como una
institución posterior.
La dualidad del poder político y religioso aparece indisociablemente unida al nacimiento
del Estado en las primeras civilizaciones. En las ciudades sumerias se expresaba en
distintos edificios, instituciones y funciones de templo y palacio (en, ensi, patesi, lugal,
etc.), que se desarrollaron por las civilizaciones mesopotámicas.9 El faraón en el antiguo
Egipto era, a la vez, sacerdote y representante de los dioses o dios él mismo; pero la
teocracia de los sacerdotes egipcios se impuso en determinados momentos de la
prolongada historia de esta civilización (por ejemplo, en el periodo amarniense).10
La religión griega antigua era ajena a la existencia de un dogma o de un clero
diferenciado,11 y los cargos políticos mantenían funciones religiosas (particularmente el
de basileus); la anfictionía permitía la unidad de las antiguas polis griegas en torno a unos
santuarios comunes. La conquista del Próximo Oriente por el imperio de
Alejandro incorporó los usos sacrales de las monarquías persa y egipcia (como
la proskinesis), no sin escándalo. El emperador romano, entre cuyos cargos estaban los
sacerdotales como Pontifex Maximus, terminó por asimilarse a la tradición divinizadora de
la monarquía helenística.

Cesaropapismo e hierocracia en el cristianismo[editar]


El cesaropapismo, inaugurado en Oriente por los emperadores bizantinos, se dio en
Occidente por la práctica política de Carlomagno continuada por los Carolingios,
los Otónidas y los Hohenstaufen, aunque tuvo que ceder definitivamente ante el peso que
la hierocracia alcanzó con los teóricos de las máximas formulaciones del poder
universal de los sucesores de Pedro (los obispos de Roma o papas): Gregorio VII (1073-
1085 -reforma gregoriana-), los canonistas del siglo XII y los decretalistas del XIII,
o Bonifacio VIII (1294-1303).12
Incluso en el Imperio bizantino se dio un espacio, el monte Athos, cuyo gobierno se ejercía
directamente por los monjes, sin interferencias del poder político (república monástica). 13 A
los territorios donde el monacato (tanto el oriental como el occidental) tuvo una especial
importancia por su influencia social y política (que llegaba a veces a una independencia de
hecho) se les denominaba genéricamente «tebaidas», por simitud con la Tebaida
egipcia habitada por los «Padres del Desierto» (véase, por ejemplo, la Tebaida
berciana en la Hispania tardorromana y visigoda desde el siglo IV, Montecassino -San
Benito, desde 529-, el Monte Sinaí -siglo VI-, el monasterio de Vivarium -fundado
por Casiodoro a mediados del siglo VI-, los monasterios irlandeses -siglos VI a
VIII-, Cluny -909-, Chartreuse, San Bruno, 1084-, Citeaux -1098-, etc.) La existencia de
comunidades monásticas aisladas en territorios alejados, o con los que se había perdido
contacto, dio origen a los mitos del Preste Juan o de San Borondón, que, siglos más tarde,
se creía seguían rigiendo teocráticamente extensos reinos africanos o asiáticos o islas
atlánticas.
El establecimiento de una sociedad estamental en el feudalismo otorgaba al clero unas
destacadas funciones económicas, sociales, políticas e ideológicas. Desde el siglo XII
las órdenes militares (instituciones que se rigen mediante reglas religiosas y cuyos
miembros tienen la consideración de «mitad monjes mitad soldados») gobernaron por sí
mismas algunos territorios en Próximo Oriente (Estados cruzados), Europa Oriental (Orden
Teutónica) y algunas islas del Mediterráneo (Soberana Orden militar y hospitalaria de San
Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, que incluso tras perder su último territorio
mantuvo su consideración de Estado extaterritorial reconocido internacionalmente).
El monje Savonarola estableció un régimen teocrático en Florencia, desplazando a
los Médici, entre 1494 y 1498.
La Reforma Protestante estableció gobiernos teocráticos en algunos lugares, alcanzando
gran radicalismo durante el gobierno anabaptista de Münster (1535), y una mucho mayor
extensión temporal en Ginebra, donde se llevaron a la práctica las doctrinas de Juan
Calvino (desde 1541).
La administración por parte de órdenes religiosas de algunos territorios de la América
española fue vista por sus detractores como una verdadera teocracia, independiente en la
práctica de la Monarquía Hispánica, especialmente las reducciones jesuíticas del
Paraguay (en territorio de las actuales Argentina, Paraguay y Brasil, hasta su expulsión a
mediados del siglo XVIII). En el caso de la colonización inglesa de América se ha visto en
la de Nueva Inglaterra por parte de grupos puritanos («padres peregrinos», desde
el Mayflower, 1620);14 aunque la organización político-social de unos y otros y su relación
con la población indígena fueran completamente diferentes. En distintos lugares se han
asentado comunidades que pretenden mantenerse «puras» a través del aislamiento del
resto del mundo y del gobierno interno mediante estrictos criterios religiosos:
los mormones en Utah a mediados del siglo XIX (Guerra de Utah), los menonitas o amish y
muchas otras denominaciones habitualmente calificadas como sectas.
Hierocracia (de las raíces griegas hieros -«sagrado», como en jerarquía o jeroglífico,
véase también la etimología de Jerusalén-) y kratos -«poder», «gobierno», como
en democracia, aristocracia o plutocracia-), término que no recoge el DRAE, es una
«expresión utilizada por el sociólogo Weber para designar el estado en el que toda la vida
social se explica por el factor religioso». 15
El racionalismo de la hierocracia había surgido a partir de la actividad profesional en el culto y
los mitos y, en grado superior, en la cura de almas (confesión y consejo a pecadores). Éste siempre
buscaba monopolizar la concesión del bien de la salvación. Se trataba de convertirlo en
«gracia sacramental» o «gracia insitucional», a la que el individuo no podía llegar por sí solo, sino
que requería los ritos de la hierocracia. Es más, se consideraba altamente sospechoso que el
individuo o la comunidad libre buscasen la salvación por sí solos, mediante la contemplación,
la orgía o el ascetismo. Evidentemente, ahí estaba en juego el poder de la propia hierocracia, que
había de reglamentar los ritos y controlarlos de forma hierocrática. 16
André Lalande, en su clásico Vocabulaire Technique et Critique de la Philosophie, definió
«teocracia» como el «gobierno ejercido por una casta sacerdotal»; y, en apoyo de tan restrictiva
definición, llamó a colación tan sólamente el texto del Catéchisme Positiviste de A. Comte: «La
teocracia... reposa sobre dos instituciones conexas, la heredabilidad de las profesiones,
cualesquiera que sean, y la universal preponderancia de la casta sacerdotal». En el mismo sentido
seguirán N. Abbagnano y, ya en menor escala, The Oxford English Dictionary y Dizionario
Ecclesiastico de A. Mercati y A. Pelzer (Turín, 1958)... Dizionario de Politica de N. Bobbio (Turín,
1983): «se designa con el término de teocracia un ordenamiento político en el que el poder es
ejercido, en nombre de una autoridad divina, por hombres que se dicen sus representantes en la
tierra si no directamente su encarnación. Carácter recurrente del sistema teocrático es la
preeminencia recurrente en él de la jerarquía sacerdotal... La teocracia se traduce así en
hierocracia». Entre otros Mc Grade, G. Pilot y sobre todo Ullmann consagran definitivamente la
palabra hierocracia como un término técnico con un significado preciso. W. Ullmann en una de sus
obras insiste con frecuencia y rigor en la distinción entre hierocracia y teocracia, mientras que en
otro libro suyo igualmente clásico, el término teocracia se ausenta significativamente del texto. Por lo
contrario, M. Damiata... entiende que hierocracia es una palabra a excomulgar porque tiene un tono
áulico y especialista... Desgraciadamente, incluso por parte de algunos autores normalmente
cuidadosos en el empleo de las expresiones técnicas, las dos palabras aquí confrontadas
[hierocracia y teocracia] son utilizadas indistintamente. 17

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