Pedagogía de La Ternura
Pedagogía de La Ternura
Pedagogía de La Ternura
JOSÉ MARTÍ
Confiar en el niño, en el joven, amarlos, esta idea es precisamente la piedra angular de nuestro
enfoque. Ella nos estimula a creer en las amplias potencialidades actuales y futuras del educando,
en su desarrollo sentimental, emocional e intelectual, no sólo para su proceso de aprendizaje en la
escuela.
La vida emocional del niño y del joven es tan importante que cuando no marchan dialécticamente
unido lo emocional, lo racional y lo volitivo se limita la eficiencia del desarrollo y el éxito en la vida.
Hay algo fundamental, en el pensamiento martiano, él sitúa al ser humano en el contexto histórico-
social en que vive, su felicidad no se completa sino dentro de la sociedad.
Desde los primeros momentos después del nacimiento, el niño se relaciona con los demás y se
comunica, comienza a sentir y a expresar por diferentes lenguajes su complacencia, su disgusto,
su amor, su repulsión, su alegría, su tristeza. Es un ser que siente, aprende, piensa, actúa y que
necesita mucho del afecto de todos los que le rodean.
Deseamos destacar también que en los casos observados en nuestro trabajo hay niños que
quieren saber más de lo que les corresponden por los planes de estudio. Algunos niños de primaria
quieren saber aspectos que se tratan en la enseñanza secundaria, algunos de secundaria tienen
inquietudes, que se analizan en el preuniversitario. Hay quienes en preuniversitario quieren saber
lo que se explica en las universidades, y los universitarios anhelan conocer lo que recientemente
se descubre en los centros de investigaciones. Pensemos todos, en nuestra actividad pedagógica
diaria, en la necesidad que tienen nuestros niños y jóvenes de que el proceso de aprendizaje
responda a estas interrogantes. No dejemos que pase la edad de los porqués, dejémosle
experimentar el entusiasmo de incorporarse a la búsqueda de lo nuevo desde los primeros años de
vida escolar. Esa aspiración inherente al ser humano debemos tomarla en consideración maestros
y padres en nuestra labor cotidiana para avivar el afán y el amor por saber y no aplastarlos o
cercenarlos como hacemos en ocasiones. La pregunta del alumno nos indica qué piensa, qué
necesita, qué siente, cuánto ha avanzado y cuánto le queda por avanzar en el camino de
adquisición de lo nuevo.
... No se sabe bien sino lo que se descubre
El conocimiento del aval de experiencia y saber del alumno y sus intereses y motivaciones, coloca
al educador en mejores condiciones de diseñar la estrategia del aprendizaje de nuevos contenidos.
Puede eliminar aspectos, reordenar otros, incluir las propuestas esenciales y comunes de los
alumnos y abrir diferentes vías para que ellos se apropien de lo nuevo. Las formas a utilizar
pueden ser muy variadas, desde el trabajo frontal, el trabajo en grupos, el trabajo en dúo, o el
trabajo individual, pero con un objetivo común que es buscar, investigar, recolectar, analizar, en fin,
descubrir los nuevos nexos para un aspecto desconocido del conocimiento.
Es necesario la variedad y que realmente esa forma de organización sea la de mayor utilidad. Los
alumnos deben conocer qué exigencias deben cumplir, cuáles son esas reglas de organización del
proceso y de disciplina. El éxito depende de la organización, de la forma de distribuir, enfocar y
organizar las tareas de manera que el resultado sea esperado, en un estado de expectación,
alegría y apasionamiento por el encuentro de la verdad.
El doctor José María Valero García, en su libro La escuela que yo quiero, expresa los alumnos
suelen retener: el 10 % de lo que leen, el 20 % de lo que escuchan, el 30 % de lo que ven, el 50 %
de lo que ven y escuchan, el 70 % de lo que discuten, el 90 % de lo que hacen.
Que los niños no vean, no toquen, no piensen nada que no sepan expresar
Los buenos maestros prestan mucha atención a que sus alumnos digan lo que piensan, sienten y
les comuniquen sus inquietudes personales y las que surgen en la práctica pedagógica. Se trazan
como objetivos precisos que los niños sepan explicar lo que hacen, ya sea un problema
matemático, un dibujo o un bello poema. Les enseñan a "investigar", a argumentar, narrar un
hecho y a defender sus puntos de vista.
En el proceso educativo, en ningún momento podemos olvidar que el lenguaje es una etapa
necesaria para la interiorización de conceptos y el desarrollo de habilidades. Urge la necesidad de
que nuestros alumnos sepan explicar causas, consecuencias, lo esencial, lo que distingue, las
diferencias, los aspectos positivos, negativos y hasta lo que les resulta interesante o peculiar de un
concepto, hecho o fenómeno.
La mente es como las ruedas de los carros, y como la palabra: se enciende con el ejercicio
En nuestra experiencia pedagógica hemos observado clases donde la ejercitación se limita a que
los alumnos copien un listado de actividades de la pizarra o del libro a la libreta. No muy avanzada
la clase, los niños empiezan a sentirse intranquilos, bostezan, conversan con el amiguito de al lado
y uno piensa: ¡Qué pena! Ya los venció la fatiga y el aburrimiento. Falló la motivación, no se
sienten implicados en la tarea. La mente no está corriendo ligera.