Bandas en Colombia
Bandas en Colombia
Bandas en Colombia
Antioquia
ISSN: 0120-2510
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Universidad de Antioquia
Colombia
Resumen. Niños y jóvenes colombianos son formados a través de programas distritales con la
finalidad de cambiar la mentalidad y reducir la violencia. Con esto, se les invita a promover las artes,
y en específico a cultivar la música. No es casual que se hayan elegido las bandas de viento para lo-
grar este propósito, pues éstas son una organización instrumental colectiva que conlleva el trabajo en
equipo, la unidad, la disciplina y la constancia. Las bandas de viento colombianas han sido definidas
como “Música por la paz de Colombia”, y se han convertido también en uno de los ejes de las políticas
culturales del Estado colombiano.
Palabras clave: Colombia, Estado, invención, tradición, bandas de viento.
Introducción
La primera vez que entre en contacto con Colombia, fue a los ocho años de edad,
debido a una telenovela cafetalera. Desde las primeras imágenes, llamó mi atención
la manera de hablar de las colombianas; ellas son tan dulces y hermosas. Luego el
bombardeo cultural vino con el cine, la Copa Libertadores y el vallenato. No re-
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cuerdo con exactitud cuándo fue, pero por ahí de los quince años de edad comencé
a cultivar la ilusión de vivir en Colombia, no tenía claro en qué ciudad, ni en qué
región. Fue hasta agosto de 2009 que llegué a Bogotá, que comencé a entender las
diferencias culturales al interior de Colombia. Hoy tengo amigas y amigos en Ma-
nizales, Medellín, Bogotá y Santander.
En 2008 inicié con los estudios de una maestría en Historia, en la Universidad
Autónoma de Sinaloa, en México, desde luego. Los meses iniciales del posgrado
fueron importantes en la consolidación de mis argumentos académicos para emigrar
a Colombia por seis meses. El contacto fue hecho con Mauricio Pardo Rojas y con
la Universidad del Rosario. Luego de un trámite desgastante, pude tener una carta de
aceptación emitida por la institución educativa colombiana, documento indispensable
para solicitar la estancia ante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Conacyt.
En Colombia realicé investigaciones sobre mariachis, música norteña, corridos
y bandas de viento. De dicha estancia se desprende el presente trabajo. El Colegio de
Jalisco ha publicado parte de los resultados obtenidos sobre mariachis en Colombia; el
18 de diciembre del año en curso, El Colegio de la Frontera Norte de Tijuana presentará
la obra colectiva “Músicas Migrantes”, en la que se incluye un apartado intitulado “Mú-
sicas mexicanas en Bogotá. De la región a la internacionalización”, de un servidor. Los
resultados de la investigación sobre los corridos prohibidos colombianos los presentaré
en el último capítulo de mi tesis doctoral, el cual llevará por nombre “La transnacionaliza-
ción de la música norteña”. Para redondear el capítulo referido, realizaré una estancia de
investigación en Argentina y Chile; además de regresar por algunas semanas a Colombia.
Un asunto que hemos discutido, acompañados de unas cervezas y los acordes
de un bajo sexto y el acordeón, numerosos intelectuales mexicanos como Gabriel
Medrano de Luna, Marco Aurelio Díaz Güemes, Jorge Amós Martínez Ayala y Juan
Antonio Fernández Velázquez, es la importancia histórica que tiene México en Lati-
noamérica. Las nuevas generaciones de intelectuales mexicanos queremos recuperar el
liderazgo de México en Latinoamérica. Esa es la razón más importante que explica
el porqué los académicos mexicanos estemos concentrados en el sur del continente.
Hemos entendido que nuestro papel está en Latinoamérica. Colaborar en la escritura
de la historia de pueblos hermanos como el colombiano, es una manera de contribuir
en dicha tarea. No es ningún secreto que el imperialismo cultural mexicano tiene en
las músicas, en el cine y en su literatura, los argumentos más sólidos de su expansión
en el continente americano. Hoy ese imperialismo cultural también se materializa con la
presencia de trasnacionales como Bimbo, Telmex, Del Monte, Comcel, Del Valle,
Televisa, Del Fuerte, TV Azteca y Del Monte.
siglo xix. Tal afirmación cobra más relevancia si consideramos la acotación que Eric
Hobsbawn hace cuando refiere que desde la revolución industrial, las sociedades
occidentales han inventado, instituido y desarrollado nuevas redes de convenciones
o rutinas de un modo más frecuente que las sociedades anteriores. Según el mismo
teórico inglés, “las sociedades industriales funcionan mejor con hábitos culturales
institucionalizados” (Hobsbawm, 2002: 9).
El primer problema metodológico que se nos presenta es la definición de una
banda de viento, qué elementos hacen a una banda de viento. Si bien desde 1600 antes
de Cristo, los egipcios marchaban con bandas militares y los turcos incorporaron
el uso de platillos a la estructura de las mismas, solo por mencionar unos ejemplos,
la banda de viento como la conocemos actualmente, nace en Gales e Inglaterra a
finales de la década de 1820 (Tuckerman, 2009: 64).
El desarrollo de las bandas de viento dependerá de la incursión del pistón a
partir de 1808 y del proceso de industrialización-proletarización al que hace referencia
Hobsbawn. Las transformaciones en los usos sociales de las bandas de viento no se
pueden entender sin el estudio de los obreros como actores centrales en el proceso
de industrialización, esto durante la segunda mitad del siglo xix (Miller, 2009: 64).
En ese sentido, los ingleses no solo son el origen de prácticas culturales como el
fútbol soccer, sino también de las bandas de viento.
Desde la llegada de los primeros contingentes españoles a América, los ins-
trumentos de viento y membrana conformaron las fanfarrias que participaron en
los cuerpos de infantería y caballería. La llegada de los primeros instrumentistas a los
actuales territorios de México, Colombia y Ecuador, procedentes de la península
ibérica, se debió a la “obligatoriedad de incorporar músicas de rigor a toda fuerza
militar que zarpara desde Sevilla” (García, 1980: 3).
Las fanfarrias del ejército español estaban compuestas por trompeta natural (sin
pistones), timbales o octabales, pífanos o pito, caja, un tambor de dos membranas y
los cascabeles o chinescos. Las reformas de la segunda época borbónica, en la década
de 1760, modificaron los antiguos usos de la música militar española codificando
los toques e incorporando instrumentos nuevos como el clarinete, el corno o trompa
y el oboe, este último utilizado con cierta discreción debido a su sonoridad; hoy el
oboe no forma parte de las bandas (Zambrano, 2008: 22).
La invención del pistón en Alemania (1808) y el auge de los ferrocarriles,
significaron un detonante que masificó el fenómeno de las bandas de viento más
allá de Inglaterra (Miller, 2009: 67). Las bandas de viento significaron la posibilidad
de “educar” a la clase obrera, musicalmente hablando, gracias a la apropiación y
difusión de repertorio llamado “clásico”. Las bandas de metales se erigieron como
uno de los símbolos obreros en la Inglaterra del siglo xix, se convirtieron en la música
de las clases populares hacinadas en las urbes. Actualmente, las brass-band más
reconocidas en Inglaterra siguen llevando el nombre de las minas que las fundaron
en el siglo xix como Black Dyke Mills Band, Brighouse and Rastrick Band y Gri-
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methorpe Band (Vuyst, 2007: 19). La banda de metales representó una revolución en
las músicas populares occidentales del siglo xix, sobre todo por el involucramiento
de la colectividad.
Antes de la llegada del pistón en 1808, las trompetas tenían que tocarse en
grupos de diferentes tamaños para armonizar los altos, los medios y los bajos. Con
el pistón cada instrumento pudo hacerlo solo con mover las llaves. La invención del
pistón trajo consigo la fabricación de instrumentos en serie. Las trompetas, clarines
y demás aerófonos dejaron de ser fundidos por campaneros en talleres artesanales
donde cada instrumento era único. Fabricantes especializados en la creación de
instrumentos artesanalmente dejaron de tener la misma importancia, entonces el
obrero cumplió con esa función. Ambos sentidos les dan un carácter moderno a los
instrumentos de pistón: son creados bajo las reglamentaciones productivas de una
lógica capitalista de mercado y con base en ella evolucionan (Martínez, 2009: 1).
En 1845 tuvo lugar una “guerra de bandas” en Burton, Inglaterra. Participaron
cinco bandas integradas por 12 músicos cada una de ellas. El repertorio audicionado
fue de Weber, Rossini y Mozart (Miller, 2009: 65). En 1851 tuvo lugar el primer
British Open Brass Band Championships en el Belle Vue de Manchester. En ese
evento participaron bandas locales, con fechas de fundación distintas. Por ejemplo,
La Banda St. Hildas en South Shields nació en 1869 después de que un sindicato
de trabajadores mineros de carbón se unió, aun cuando ninguno de ellos sabía leer
música. Las bandas de latón en York fueron estimuladas por las tradiciones musicales
relacionadas con la celebración de elecciones locales. Las bandas surgieron en todos
los pueblos y estaban asociadas a gremios, a barrios y a los obreros (Smith, 1997: 502).
Las bandas de música se hicieron populares en los Estados Unidos casi tan
pronto como en Gran Bretaña. Una de las primeras bandas en ser fundadas fue la
Banda de Nueva York, cuyo primer director fue Alan Dodworth, en 1834. Los con-
ciertos de banda de música pronto se hicieron parte del modo de vivir norteameri-
cano. Era música para la gente, y los kioscos se multiplicaron en las ciudades. Por
ejemplo, el kiosco del Central Park de Nueva York, fue financiado por una empresa
de ferrocarril. Los conciertos, a finales del siglo xix, llegaron a tener hasta 10.000 asis-
tentes (Miller, 2009: 64).
Las bandas en los diferentes países de Europa varían, no solo en calidad, sino
también en plantilla o formato y en origen, desde luego. Por ejemplo, las bandas en
Bélgica, Holanda y Francia tienen la misma antigüedad. Durante la época de Na-
poleón Bonaparte hubo gran auge de bandas de viento, particularmente de carácter
militar en el ejército francés, mismas que estimularon la aparición de bandas civiles
en Holanda, España y Bélgica. Ésta última era, a principios del siglo xix, una de las
naciones estratégicas en la revolución industrial; proceso histórico que trajo consigo
el nacimiento de fábricas ávidas de obreros.
Los propietarios de estas fábricas eran los políticos de la época, quienes ne-
cesitaron de las bandas en la realización de sus campañas políticas. Los políticos
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ingleses se apoyaron en las brass band para aglutinar gente entorno a ellos. El asunto
era generar el ruido suficiente que incentivara a las personas a salir de sus hogares,
la cuestión estética quedaba en segundo término. Participar de la banda significaba
para el obrero la oportunidad de ser empleado en alguna de las fábricas. “En pleno
siglo xxi, muchas bandas belgas siguen teniendo filiación y cultura política, aunque
no tanta calidad” (Vuyst, 2007: 19).
En Holanda el origen de las bandas ha sido distinto. Siendo un país protestante, a
diferencia de Bélgica que es católico, el canto y los corales tenían un sitio importante
en sus liturgias. Cada parroquia poseía su propio coro para cantar durante las misas.
Aquí, el fin sí era, ante todo, estético y ceremonial eclesiástico. Todavía se nota esa
diferencia histórica en el virtuosismo de los músicos holandeses en relación con
los belgas; incluso, “la mayoría de las bandas en Holanda establecen que el ensayo
inicia obligatoriamente con un coral” (Vuyst, 2007: 19).
Hacia 1900 el movimiento de bandas de viento alcanzó su cenit en Inglaterra y
País de Gales, con aproximadamente 20.000 bandas de alientos. Esa cifra disminuyó
después de la Segunda Guerra Mundial. Hacia 1960 hubo un renovado interés en las
bandas de metales, tanto que en los Países Bajos, Suecia, Suiza, Noruega. Australia,
Nueva Zelanda y Holanda, el Estado promovió la aparición y financiamiento de
bandas de viento “estilo británico” (Miller, 2009: 64).
Partiendo de la composición orgánica de una banda de viento: metales, maderas
y percusiones, podemos plantear que antes de la industrialización occidental, las
bandas de viento se componían de chirimías, trompetas naturales, bajones, sacabu-
ches o trombones, cornetas de madera y serpentones. A principios del siglo xix la
trompeta, el cornetín, el bugle, el corno y el clarinete, cambian sus mecanismos a
pistones y sistema de llaves.1 En el mismo siglo se inventan alientos como la tuba,
saxofones y helicón. Tiene auge la música impresa, lo que benefició el incremento
y circulación de repertorio europeo (García, 1980: 5). Las bandas de viento posi-
bilitaron el desarrollo de una actividad musical al aire libre, y por su naturaleza de
sonido fuerte, sus notas melódicas se apropiaron de las plazas, de los jardines, de los
portales y de todo aquel espacio urbano habilitado para el paseo y el esparcimiento
(Mercado, 2009: 38).
Las bandas de latón se convirtieron en la música de la comunidad en la Gran
Bretaña de la posguerra, a partir de su atractivo popular para movilizar el sentimiento
local y fomentar la identidad comunitaria. Su presencia actuó como catalizador para
otros servicios sociales, culturales y actividades económicas como aglutinar multitu-
des y dar a miles de personas de la clase obrera una nueva experiencia de la llamada
“música seria”. No es obra de la casualidad que durante la Inglaterra victoriana, las
bandas de metales representarán a la izquierda y fueran un elemento de cohesión
1 La banda de viento evolucionó a partir de la invención del pistón (1818 Alemania) y su aplicación
a la trompeta, el saxofón, la tuba, el barítono o trombón (Mercado, 2009: 60).
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social. “El sonido de bronce fue importante para definir y revitalizar la identidad local
y nacional” (Herbert, 1991: 36). Los liberales se apropiaron de las bandas de viento y
se valieron de ellas en la construcción del Estado-nación, usándolas en ceremonias
públicas, en la veneración de héroes, en la composición y difusión de himnos.
Las bandas tradicionales inglesas obedecen a la formación brass band, conjunto
que solamente incluye instrumentos de metal con número fijo de 28 ejecutantes.
Las minas de carbón eran muy importantes en el siglo xix inglés, eran tan grandes y
productivas que no solo daban trabajo, sino que brindaban prestaciones a los obreros
como salas para deportes, escuelas y bandas de música. Las razones que justifican la
determinación de los capitalistas, en relación con la conformación orgánica de las brass
band fueron el tamaño de los dedos de los obreros, consecuencia de las faenas con
las que cumplían, difícil que pudieran ejecutar un clarinete o un flautín con dedos
tan gordos. Otra razón es que la diversidad de instrumentos en las bandas represen-
taba la contratación de formadores especializados en diferentes instrumentos; eran
instrumentos no tan caros y resistentes a la lluvia, algo fundamental para Inglaterra,
un país donde llueve casi a diario. Por lo anterior, todos los instrumentos que cons-
tituyen a las brass band son de metal-tres pistones.2
Un aspecto relevante en la construcción histórica de las bandas de viento son
las aportaciones turcas. Los turcos incorporaron el uso de platillos, los cuales llega-
ron a Europa a través de Austria. La reorganización del ejército prusiano, gracias a
Federico el Grande, en 1763, trajo consigo ajustes en la instrumentación. Elementos
turcos como tambores, címbalos y el triángulo se incorporaron a la banda militar
austriaca en 1806 (Simonett, 2004: 41). El dato no es menor pues Federico El Grande,
Rey de Prusia, se asumió protector de las músicas, compositor e intérprete, fundó
su conjunto de viento del Estado prusiano (Ángelo, 1998: 11).
La influencia turca en las bandas europeas tiene lugar desde el siglo xviii. Esta
queda en evidencia a través de la apropiación de marchas turcas o janissary, y en
la incorporación de oboes, pífanos, tambores, timbales, platillos, triángulos, media
luna turca y el tambor de bajo en la instrumentación de las bandas de viento militares
europeas. De tal manera que, en la segunda mitad del siglo xviii regimientos polacos,
rusos y prusianos integraron legiones completas de músicos turcos como parte de
sus ejércitos (Tuckerman, 2009: 68). Resultará interesante para el lector saber que
en 1826, el Sultán de Turquía encomendó a Giuseppe Donizetti la reorganización
de las bandas turcas tomando como modelo las nuevas bandas europeas (Martínez,
2009: 3). Recordemos que en 1808 tiene lugar la invención del pistón. Eso significa
2 Una característica de las brass-band, es que todos los instrumentos leen en clave de sol, incluidos
los trombones, los barítonos y los bajos; solamente el trombón bajo y los timbales leen en clave de
fa, que se añadieron durante el siglo xx a las brass-band. Actualmente, el material para trombones
y tubas editado en Europa, está codificado en fa y sol, considerando que los músicos ingleses de
las brass-band no ejecutan en clave de fa. (Vuyst, 2007: 19).
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que hubo una influencia, antes de la invención del pistón, de las bandas turcas hacia
las bandas europeas; en un segundo momento histórico son las bandas europeas,
principalmente las inglesas, las que influyen marcadamente en el desarrollo histórico
de las bandas de viento turcas.
La banda de viento es una agrupación moderna producida por instrumentos
fabricados en talleres industriales y para mercados internacionales, a diferencia de
los instrumentos de cuerda y madera creados por artesanos; por tanto responde al
mercado capitalista internacional. La comercialización de repertorio en partituras
promovió una homogeneización musical;3 aunque con variantes regionales y con
la interpretación propia de cada ejecutante o músico. Después, con la llegada del
disco y la radio, la música se transformó, ahora el consumo es directo pues no hay
intermediarios (músicos).
De acuerdo con Susan Smith, las bandas de música forman parte de la “explo-
sión del entretenimiento popular” que acompañó al aumento de los salarios, además
del acrecentamiento del tiempo libre en un periodo de expansión económica. Las
bandas de viento florecieron en relación con la producción en masa de los instrumen-
tos musicales. Las bandas de latón son un producto cultural de la industrialización
de la segunda mitad del siglo xix. No es casual que desde su nacimiento, la banda de
viento este ligada a la clase trabajadora, a los campesinos, a los obreros. Las bandas
de viento se convirtieron en la organización instrumentista identificada con la clase
trabajadora, al menos en Inglaterra.4
El antecedente de las bandas de viento son las fanfarrias. La banda de viento
moderna nace en la primera mitad del siglo xix, al perfeccionarse los instrumentos
de viento como el clarinete y con la aparición del pistón, fundamental en el desa-
rrollo de los instrumentos de boquilla. Sin este desarrollo técnico no se entiende la
existencia de la banda moderna. “La expansión de las bandas de viento solo puede
entenderse en la perfección de instrumentos con el mejoramiento de las válvulas”
(Pardo, 1993: 8). Desde entonces, una banda bien constituida debe contar con todas
las familias de viento, tanto cobres como maderas, para equilibrar entre sí los dis-
tintos cuartetos o familias y para separar el timbre de los instrumentos de pistones.
Si a estos se agregan los contrabajos, el efecto es más estilizado, siempre que las
maderas sigan constituyendo la base melódica de la organización instrumentista.
3 La partitura impresa facilitó la ejecución al aficionado y permitió que más músicos se dedicaran a
la transcripción de obras, con lo cual pudieron interpretarse melodías originalmente compuestas
para otros instrumentos que quizás eran difícilmente asequibles (Sanromán, 2007: 164).
4 Algunos científicos sociales han visto el movimiento de la banda de cobre como uno de los más
notables logros culturales de la clase trabajadora. Ven a la banda de viento como una forma de
resistencia cultural y un facilitador en la educación de los obreros, desde finales del siglo xix, al
menos en Inglaterra (Smith, 1997: 529).
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Jas Reuter afirma que si la banda de metales es típica de las pequeñas ciuda-
des y pueblos, es indudable que las hay también en Europa, Estados Unidos y en
toda América Latina. Esta coincidencia general de ciertos instrumentos no implica
que la música sea la misma en todas partes donde estos se conjuntan. Aunque muy
poco, todavía existen algunas regiones donde los instrumentos se siguen haciendo
de manera artesanal; también hay que considerar el uso de los materiales, tamaños,
formas, afinaciones y timbres, pues son diferentes de nación en nación. El repertorio
es diferente en cuanto a melodías, armonías y ritmos (Reuter, 1981: 6).
Bandas en Colombia
5 El porro forma parte de la cultura africana en América, sus antecedentes están en ritmos vinculados
con la santería. Existe un porro mestizo que resulta de la introducción de gaitas indígenas en
los grupos de percusión de cultura negra. Si hablamos de porros clásicos, “María Varilla” de
Alejandro Ramírez es de los referentes más importantes, una historia inspirada en una bailadora
de fandangos (Lotero, 1989: 39).
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civiles con la participación de músicos adultos, los cuales obtienen sustento económico de
su actividad musical en los espacios festivos de la región. Reconocer este ambiente de práctica
musical de las bandas pelayeras es sumamente importante para aproximarse a sus reperto-
rios y estilos, por lo que este tipo de ejercicios analíticos, sobre el papel, corren riesgo de
omitir el sentido y espíritu de la música en contexto. Por este motivo, no podemos menos
que recomendarle al lector una buena colección de música pelayera; una buena adquisición
sería los ocho compactos de la Antología de porros y fandangos de la Banda 19 de Marzo
de Laguneta. Ayudaría también observar videos de corralejas en Sincelejo, en Carrillo y
armar en la casa un fandango o baile con velas alrededor de la música desplazándose en
sentido contrario a las manecillas del reloj (Valencia, 2007: 10).
6 Luis Eduardo Bermúdez Acosta (1912-1994), fue clarinetista, director de orquesta y uno de los
compositores colombianos más importantes del siglo xx (Pagano, 2010: 8).
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7 También existe el Festival de Música Andina Colombiana Mono Núñez que se realiza anualmente
en el mes de junio en un poblado del Valle del Cauca llamado Ginebra. De ahí era Benigno Mono
Núñez, que hace 37 años le dio vida a ese concurso. La especialidad de este evento es la música
de la región andina colombiana. Su concurso gemelo es el Paipa, con la misma antigüedad. El
primero es un festival de cuerdas y voces, mientras que el segundo se concentra en la promoción
de las bandas de viento (Morantes, 2009: 2).
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ser moldeados entorno a una tradición de reciente invención, fenómeno que tiene sus
aristas positivas como veremos adelante. Así, “el Festival de Paipa es un premio para
las bandas más destacadas de cada región, que amen de haberse desarrollado musi-
calmente, también fueron las agrupaciones con mayor gestión y con mejor dotación
instrumental” (Marulanda, 2009: 3). Al Festival de Paipa asisten 35 bandas de toda
Colombia, arreglistas, compositores y directores con formación de conservatorio.
Año tras año, el Concurso de Paipa involucra a 1.800 músicos participantes y a 540
músicos asesores que se encargan de la profesionalización (Serrano, 2009: 3).
Otra parte importante en la construcción de una tradición bandística colom-
biana, está en la creación de nuevo repertorio que se aleje de la tradición pelayera
y fomentar la composición en formato sinfónico. El Estado colombiano construye
una tradición culta destruyendo otra de esencia campesina. Esta invención se insti-
tucionaliza sobre la negación de lo indígena, en el sometimiento de lo africano, en
el desprecio por lo viejo y en la supremacía de lo europeo.8
No obstante, tiene lugar una resistencia cultural por parte de las nuevas ge-
neraciones de músicos pelayeros; la invención de la tradición no se desarrolla de
manera homogénea. Una forma de resistencia que han encontrado los músicos saba-
neros consiste en adoptar el formato de bandas pelayeras durante los concursos de
Paipa. Son bandas de niños y jóvenes pertenecientes a los departamentos de Sucre,
Córdoba y parte de Bolívar, formados bajo el amparo del Estado y pertenecientes
a bandas de colegios e instituciones educativas públicas. Dicha resistencia cultural
se materializa en la vestimenta, en el uso del sombrero vuelteao y en la inclusión
de porros y fandangos durante las presentaciones de las bandas, sobre todo en la
categoría de bandas fiesteras.
Los festivales de Sincelejo y San Pelayo, epicentro de las bandas pelayeras,
no reciben financiamiento económico ni acompañamiento técnico por parte del
Estado colombiano. Los recursos estatales, en materia bandística, se concentran
en el Festival de Paipa, considerado el gran evento nacional, donde confluyen
bandas de toda Colombia. Como es entendible, en la construcción de esta tradición
inventada entorno a las bandas sinfónicas, el Estado colombiano ha invertido un
presupuesto importante que atiende la formación de niños y jóvenes, la adquisición
de instrumentos y la capacitación de directores.
Para Carlos Javier Morantes Niño, presentador desde hace años del Festival
de Paipa, “lo mejor es que la generación de músicos viejos colombianos muera para
que sus espacios sean ocupados por niños y jóvenes. Gracias a las bandas de viento,
los jóvenes ocupan su tiempo en cuestiones productivas: la música se convirtió en
su estilo de vida” (Morantes, 2009: 5).
8 Aunque es claro que existe una contracultura emanada del pueblo, la cual al menos en parte, está
relacionada con México y sus representaciones.
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Este mismo autor recuerda que en 2003, se lanzó por primera vez la convoca-
toria para conformar bandas de viento sinfónicas en Duitama, Paipa y Sogamoso.
Los niños y jóvenes seleccionados debían ser pobres pensando en forjarles un oficio.
A la primera convocatoria respondieron más de 600 niños y jóvenes; luego de 12 meses
nació la Banda Juvenil de Duitama que posteriormente se transformó en la Banda
Sinfónica Juvenil del mismo departamento (Morantes, 2009: 5).
Cientos de niños quedaron fuera, entonces se formó un programa nacional que
decretó la existencia de una primera etapa formativa llamada prebanda, iniciación
para quienes no tenían ningún sentido musical; luego vino la banda infantil y la ju-
venil. El fuerte en cada departamento es la banda juvenil porque es la que participa
en concursos regionales y nacionales como el de Tocancipá celebrado en septiembre
y el de Paipa en octubre.
Para llegar a Paipa las bandas van pasando eliminatorias. El movimiento
bandístico inicia con la conformación de una banda municipal, que muchas veces
proviene de colegios. Luego se convoca a concursos departamentales que son elimi-
natorias para llegar al nacional. En el mes de abril, en Boyacá se hace la eliminatoria
a través del concurso departamental; las bandas participantes vienen de encuentros
zonales. Boyacá está dividida en once provincias, en cada provincia se reúnen los
municipios, se hace la eliminatoria y se escoge una banda por provincia y para cada
categoría. Las ganadoras representan a sus regiones en el Festival de Paipa (Boyacá),
movimiento bandístico más importante, detrás de él vienen los concursos de Villeta,
Tocancipá y La Mesa, en el departamento de Cundinamarca.
Lo anterior nos lleva al siguiente punto: explicar la invención de esta tradición
bandística todavía en construcción, concibiéndola como parte de una propuesta
emanada de círculos intelectuales colombianos, misma que tiene que ver con los
usos del arte en los procesos de paz. Ana María Ochoa Gautier nos da luces sobre la
problemática. Para ella, la construcción de la paz tiene una dimensión cultural, ante
todo. De lo que se trata es de construir la paz desde la cultura y no desde la promo-
ción de la violencia. Para la teórica colombiana, las artes conducen a las sociedades
a niveles cívicos de convivencia (Ochoa, 2003: 143).
Sin embargo, Carlos Miñana Blasco, asumiendo una postura crítica replantea la
discusión y evidencia las contradicciones de los usos de las artes en los procesos de paz:
En artes existe el Plan de música para la convivencia. Esta idea hermosa presupone que
el arte posee una fuerza o capacidad casi mágica para producir determinados efectos per-
sonales y sociales en quienes de alguna manera lo practicamos, disfrutamos o sufrimos.
Sin embargo, hay también evidencias de que el arte se ha usado históricamente y se usa
hoy con la intención de producir comportamientos que no siempre son aceptados o vistos
como deseables por todos. Niños y jóvenes guerrilleros y paramilitares abrazan sus gui-
tarras en el descanso de la batalla. Mientras unos usan el arte en forma terapéutica, más
de un artista ha tenido que ir a terapia. Si el arte realmente garantizara mejores personas,
los mejores artistas y educadores artísticos serían también los mejores en sus sociedades
(Miñana, 2006: 165).
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Conclusión
Eric Hobsbawm afirma que muchas tradiciones que parecen o reclaman ser antiguas
son recientes en su origen, y a veces inventadas. Numerosas tradiciones inventadas son
difíciles de ubicar porque emergen y se establecen con rapidez (Hobsbawm, 2002: 7).
Es el caso de nuestro objeto, las bandas de viento se convirtieron en una tradición
inventada por el Estado colombiano. La invención de esta tradición bandística co-
9 Música por la paz de Colombia Vol. I, Selección de bandas ganadoras en el concurso nacional
de Paipa, Bogotá, Ministerio de Cultura, 1997.
10 Idem.
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lombiana tiene que ver con la construcción de una identidad. La banda de viento
es la agrupación instrumentista ideal para promover la identidad colombiana, de
acuerdo con el Estado colombiano, fundamentalmente por la promoción y sustento
que estas organizaciones instrumentistas dan a la colectividad. Las bandas de viento,
en Colombia, son un interesante caso de invención contemporánea de una tradición
anclada a la música y sus representaciones.
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