Concepción Del Sujeto
Concepción Del Sujeto
Concepción Del Sujeto
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Cuando venimos al mundo, somos apenas seres, individuos, no sujetos y mucho
menos personas. Esto significa que la subjetividad se construye. El concepto que
acabamos de enunciar es central tanto para la Psicología Social como para el
Psicoanálisis.
LOS ORÍGENES
Para rastrear los orígenes del sujeto es preciso imaginar el contexto en que habrá
de construirse. Ese contexto lo constituyen ante todo mamá y papá, lo que
llamamos grupo primario, ampliado luego a otros integrantes -hermanos, abuelos,
tíos-. Cuando el futuro individuo está en gestación, tal vez antes, ya tiene un
nombre elegido por la familia, con frecuencia hasta una profesión. Hay toda una
trama de palabras y de afectos que lo esperan.
En el momento del nacimiento, el bebé no es más que un organismo, un ser
natural (palabra que proviene de nato, nacido), un cuerpo. A partir de allí se inicia
una construcción donde cuerpo y palabra empiezan a conformar una unidad
dinámica.
Nacemos biológicamente inmaduros -el canal de parto no admite el paso de un
cráneo con un cerebro desarrollado- por lo que en algún sentido podría
considerársenos fetos hasta años después. Salido de la placenta, el bebé ingresa a
otra instancia llamada placenta psicológica tendida por mamá.
La mayoría de los animales pueden valerse por ellos mismos luego de nacidos,
porque a la madurez corporal se agrega lo instintual. El humano, en cambio, debe
construir sus habilidades para sobrevivir y para procrearse; y aun así no hay
garantía de éxito porque no se trata de mecanismos unívocos.
SUJETO Y APRENDIZAJE
Todo el sistema perceptivo del bebé es excitado tanto desde el exterior como
desde el interior de su propio cuerpo. Esta excitación se plasma en necesidades:
de alimento, de alivio a diversos malestares, y también de cuidados amorosos, de
contacto, de sonidos y olores conocidos. Serán la mamá, dijimos, y luego la
pareja de los padres, quienes llevarán a cabo las tareas precisas destinadas a
satisfacer esas necesidades.
Esta experiencia concreta, la experiencia de vivir la satisfacción de las
necesidades propias por mano de otro, configura su primer gran aprendizaje.
El modo en que tales necesidades sean satisfechas será determinante en el futuro
del sujeto en formación. En efecto, el aprendizaje del que hablamos depende tanto
de las acciones de mamá y papá como de la manera en que esas acciones son
ejecutadas.
A medida que pasa el tiempo, ese ser que llegó al mundo como puro organismo
se va desarrollando corporal y psíquicamente para ir adoptando el perfil de un
sujeto. Lo hace, dijimos, con otros, en una trama de vínculos. Se trata de un
tránsito de creciente sujeción, sus ataduras son cada vez mayores y más firmes.
¿A qué se va atando? A esos otros que lo acompañan en su formación, pero
fundamentalmente a los valores sociales vigentes, a la cultura de la que mamá y
papá son representantes. Más tarde, en la escuela, comenzará para el niño un
proceso de otra calidad donde su condición de sujeto se irá completando con otras
pautas, otros ejes. Allí se encontrará con otro tipo de vínculos, con seres
diferentes a los que conoció en el ámbito familiar, con otra clase de aprendizaje.
Los objetos de conocimiento, el modo de aprehenderlos, las reglas del juego
vigentes en la escuela difieren sustancialmente de lo que es propio del ámbito
familiar.
Hemos dicho que hay un desarrollo corporal y psíquico en el marco de una red de
afectos, palabras y gestos. Esta discriminación entre lo corporal y lo psíquico es
en realidad un resabio de viejas épocas, cuando el furor clasificatorio propio de la
Ciencia nos llevó a separar cuerpo de alma. Debemos hoy reconocer que poco
sabemos acerca de tal separación, de los límites entre uno y otra.
Sin embargo, también es cierto que el psicoanálisis, la psicología, la psicología
social, son disciplinas que estudian los fenómenos psíquicos, por lo que, al menos
por razones investigativas y didácticas, es preciso hacer una distinción.
Dijimos que, para definir al sujeto, debemos remitirnos a un cuerpo que desea,
piensa y trabaja. En Psicología Social concebimos al sujeto como un ser bio-
psico-social, es decir, alguien que desde un sustrato biológico y dotado de
psiquismo se relaciona. Hemos discriminado las columnas del deseo, el
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pensamiento y el trabajo o, lo que es lo mismo, de la familia, la escuela y la
sociedad, de las que hablan disciplinas como el psicoanálisis, la psicología
genética y la sociología.
Debemos decir ahora que la ciencia que se ocupa del sujeto en estas tres
vertientes es la Psicología Social. El pensamiento psicológico-social, que se nutre
del psicoanálisis, de la antropología, del surrealismo y otros movimientos, enfoca
al sujeto en sus condiciones concretas de existencia. En otras palabras, toma al
sujeto en su contexto, en su grupo familiar, en su ámbito de trabajo. Pichon, al
postular que la psiquis funciona como un grupo, rescata una frase muy
significativa de Freud: “Toda psicología es en el fondo social”. Es que el
psiquismo se constituye socialmente -es decir con otros- mediante el pasaje de
objetos desde el mundo externo al interno. Entendemos por objeto a todo aquello
que esté en el mundo real, sea parcial o total, animado o inanimado. El pasaje del
que hablamos es una operación psíquica por la cual el sujeto construye imágenes
de los objetos reales. Esas imágenes se denominan representaciones y sin ellas
nos sería imposible movernos en la realidad.
Vale decir que nuestra interioridad intenta imponerse sobre el mundo real. Pero
también es cierto que constantemente el sujeto se modifica en su contacto con la
realidad. Hay un intercambio dinámico entre mundo externo y mundo interno,
ya que permanentemente estamos incorporando objetos del afuera y construyendo
imágenes interiores.
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Pasemos ahora a analizar el concepto de “hombre en situación”. Alrededor de
1948 era objeto de debate el modo cómo debía ser abordado el objeto de
conocimiento de la psicología; se había entablado una polémica entre quienes
sostenían que la psicología era individual y trataban en el campo psicológico al
hombre abstracto, y los que sostenían este concepto sartreano del «hombre en
situación», entendiendo que el sujeto debía ser abordado en su relación dialéctica
con el medio.
Por otra parte afirma: «la vieja oposición entre individuo y sociedad se resuelve
entonces en este nuevo campo de la psicología social, en el que sólo existe el
hombre en situación ; esto significa que el hombre debe ser abordado en su
relación dialéctica con el medio», debe ser tomado como emergente de la
estructura social que lo condiciona, y es éste el concepto que permite sostener
como premisa fundamental para comprender el comportamiento, las conductas de
todo ser humano, que los procesos psíquicos son la resultante de la interacción
entre el sujeto y la estructura social (sujeto-medio), y eso a su vez es determinante
del mundo interno del sujeto a partir de las condiciones en que se desarrolla y se
resuelve ese par contradictorio y dinámico necesidad- satisfacción.
En síntesis, el planteo de Pichón consiste en que hay una sola forma de abordar a
ese sujeto-objeto de reflexión de la Psicología Social: a través del vínculo y del
análisis de la propia estructura de relaciones, es decir abarcando las relaciones
entre los hombres, la naturaleza y la sociedad ; empresa en que la dialéctica
resulta un instrumento pertinente, porque el sujeto es naturaleza pero se
construye histórica y socialmente en una praxis, en una actividad
transformadora del medio para producir su propia vida.
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Bibliografía: