Mario Gutiérrez J. - de Los Valores Cristianos

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Presentación

Vivimos en una sociedad de contrastes, que va perdiendo los sólidos valores cristianos.
Estos han constituido su mayor tesoro y su más preciado patrimonio: valores de respeto a
la vida, al hombre; de generosidad y solidaridad; de capacidad de diálogo y búsqueda del
bien común.

¿Ante este hecho patente, debemos permanecer inactivos e indiferentes? Se impone


reavivar, rescatar y tutelar en favor de todos, especialmente de las generaciones jóvenes,
los criterios vitales del cristianismo.

A nadie debe extrañar, entonces, el que volvamos a insistir con ahínco en la necesidad de
una educación cristiana, de una pedagogía de lafe, adaptada a los momentos actuales.
Esta debe realizarse sin temores ante el secularismo y la indiferencia, presentes en este
final del siglo XX. En acción coordinada lalglesia, lafamilia, la escuela y la sociedad han
de aunar esfuerzos para acompañar ese desarrollo pedagógico de lafe. Este requiere un
ambiente; no se improvisa de modo espontáneo.

Ciertamente la pedagogía de lafe constituye uno de los cometidos esenciales de lalglesia,


quien ha comprendido desde sus albores que le iba en ello sufuturo. Esta tarea entraña
también la dificultad de encontrarse con bautizados, que no han recibido una suficiente
evangelización.

Es significativa la evolución que ha experimentado en este siglo el quehacer de la


pedagogía de lafe, en acercamiento progresivo a la experiencia humana, en un tiempo y
en un lugar particulares. En efecto, ha sido muy visible el paso de un modelo doctrinal a
uno experiencial, antropológico.

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A partir del Concilio de Trento se inició un largo período caracterizado por la buena
enseñanza del catecismo, como compendio de la doctrina cristiana, elaborado con
precisión en laforma de resumen de los tratados teológicos. Se colocaba el énfasis eflla
transmisión íntegra de los contenidos del mensaje cristiano, aun cuando fuese en unas
fórmulas no muy comprensibles, que insistían en los principios del dogma (credo) y en los
de la moral (mandamientos) y con una conexión sumamente pobre con los problemas del
hombre y del mundo ambiente. El niño era considerado como el destinatario principal de
esta enseñanza doctrinal. Este modelo se impuso en la Iglesia durante tres siglos.

El despertar de renovación pedagógica definales del siglo XIX influyó en el surgimiento


de la preocupación por encontrar una nueva praxis pastoral, que dejara la insistencia en
lo doctrinal (nocional) e integrara nuevos elementos metodológicos y contenidos renovados.
El educando no será, entonces, un mero receptor pasivo, sino que se implicará en un método
activo, que lo lleve a la asimilación de una pedagogía de lafe con implicaciones en su vida
concreta.

En esta línea influyó un nuevo estilo de catequesis, que hizo eco a la orientación
kerigmática de la Teología yen consecuencia se centró en el anuncio del mensaje nuclear
del Evangelio: "En Cristo Dios nos ha salvado" . Se revaloriza la Escritura, como Palabra
de Dios, y el esfuerzo defidelidad al mensaje revelado en escucha, ahdesión y conversión.
Ahora bien, en esta nueva orientación pedagógica se echa de menos una conexión entre el
mensaje y la problemática real de la vida humana.

Una reacción en contra de la insistencia unilateral en la fidelidad a Dios llevó a la


acentuación de la fidelidad al hombre, como consecuencia del giro antropológico de la
Teología, a partir de los años sesenta. De este modo surgió una pedagogía de lafe de
orientación antropológica, que tomó en serio al hombre y su particular contextualización
experiencial.

Esta dirección antropológica de la pedagogía de lafe ha contribuido a que la buena noticia


de salvación dé sentido a toda la vida; ilumine e interprete las situaciones concretas de la
persona humana; suscite la conciencia de que el principal quehacer pastoral de la Iglesia
es no sólo preocuparse de despertar y hacer crecer lafe, sino trabajar en la configuración
de esafe en los tiempos presentes, no considerando lo religioso como un sector aparte, sino
como una dimensión profunda de la realidad. Responderá, de esta manera, a la clara
advertencia del Concilio Vaticano II: "El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos
debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época" (Gaudium el
Spes43,1).

Dentro de esta misma orientación de fidelidad al hombre, se comprende el enfoque


latonoamericano. En Medellín (1968) se proclamó abiertamente una catequesis situacional,
de talante liberador, y entendida como un proceso comunitario de crecimiento en la fe (cf
Catequesis 6 y 7). En Puebla (1979) se afirmó con claridad e insistencia que toda

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preocupación catequética que quiera ser fiel al actual contexto latinoamericano debe
convertirse en evangelización profética y liberadora, y seformularon criterios de renovación
que hablan de comunión, participación y fidelidad (a Dios, a la Iglesia y al hombre
latinoamericano) (cfPuebla 992-997).

La educación en la fe, pues, se renueva al tomar conciencia del sentido antropológico que
tiene el anuncio mesiánico de laPalabradeDiosyel hecho de que la misma, al encarnarse,
ha asumido radicalmente lo humano. Con esa lucidez apela a la creatividad del individuo,
quien en un proceso abierto y dinámico no se reduce a una pasividad repetidora, sino que
reinterpreta y reexpresa el mensaje, según los diferentes contextos vitales. Esta pedagogía
de la creatividad es pedagogía de la liberación, que mira a que lafe cristiana sea profética
y haga operante la liberación de Cristo para todo el hombre y para todos los hombres.

Dentro de estas líneas de renovación la pedagogía de lafe contribuirá a la creación de la


auténtica comunidad cristiana, en la que se reaviven los valores que hoy echamos de menos.
Esta recuperación axiológica será el mejor estímulo para la vivencia de una esperanza
constructora de un mundo mejor, más justo y más humano.

En la presente entrega Theologica Xaveriana pretende ofrecer algunos elementos de


reflexión y diálogo sobre este aspecto tan rico de la educación en lafe.

En su colaboración, Isabel Corpas de Posada se propone presentar la novedad original de


la pedagogía de lafe, en el retorno a lasfuentes que ha efectuado el Concilio Vaticano JI.
Su originalidad se inspira en la originalidad de la pedagogía de Dios. Su contenido es la
buena noticia del amor de Dios, que tiene como centro a Jesucristo y que la Iglesia debe
anunciar, para llevar a la conversión de los corazones y de las estructuras. Es una
inclinación a una experiencia, a un lenguaje ya un estilo de vida diferentes.

Sergio Trujillo indica tresformas de educación moral: por autoridad impositiva; a través
del ejemplo; y dejando obrar y ser a la persona. Realiza una ubicación histórica de estos
modelos pedagógicos y analiza los tipos de moralidad que forma en las personas cada uno
de los modelos descritos. Desarrolla finalmente el tercer modelo, el de la autonomía
moral, a la luz de la psicología, para cuestionar directamente el sentido de laformación
moral que se ofrece en lafamilia y en los establecimientos educativos.

En la reflexión sobre Pareja y Religión, el P. Alberto Múnera desarrolla una aproximación


fenomenológica a la pareja en nuestro medio, en aspectos referentes al amor humano, a la
sexualidad, a la institución matrimonial, a la institucionalización religiosa y a los
diferentes factores que condicionan el comportamiento de la pareja en nuestro medio. En
una segunda parte intenta una interpretación teológica renovada de estos aspectos.

Finalmente el P. Carlos Ignacio González, con ocasión del cruel asesinato de los jesuítas
y de sus colaboradoras enEI Salvador, ofrece una meditación sobre el martirio, a la luz de

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la teología de SanAtanasio, testigo de primera mano, cuya existencia estuvo entretejida de
martirio. Lo presenta en su aspecto de ministerio eclesial, necesario para la existencia de
la comunidad cristiana; una vocación envuelta en el misterio, sólo valorable en función de
la grandeza de salvación para la humanidad.

Mario Gutiérrez J., S. J.


Decano Académico

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