Conservacion in Situ

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CONSERVACIÓN IN SITU DE LOS RECURSOS FITOGENÉTICOS (*)

Mercedes Rivas (1)


e-mail: [email protected]
(*)en: "Estrategia en recursos fitogenéticos para los países delCono Sur". PROCISUR, 2001.
Introducción

La conservación in situ de la diversidad biológica se realiza en las áreas en que ésta


ocurre naturalmente, procurando mantener la diversidad de los organismos vivos,
sus hábitats y las interrelaciones entre los organismos y su ambiente (Spellerberg
and Hardes, 1992).

La conservación in situ de los ecosistemas, comunidades vegetales o áreas


agrícolas es imprescindible para la conservación de los recursos fitogenéticos. Sin
embargo, la primera no necesariamente garantiza la segunda. (Frankel et al.,1995).
La conservación de los recursos fitogenéticos tiene por objetivo conservar la
variación genética entre y dentro de poblaciones de especies particulares. Las
estrategias de conservación in situ, comprenden la del ambiente y la de los recursos
fitogenéticos, las cuales son complementarias, no idénticas y requieren de
abordajes metodológicos diferentes. La conservación de ejemplares de una especie
es diferente de la conservación de la diversidad de esa especie, sin embargo ambos
objetivos requieren que se conserve el ambiente. También son necesarios planes de
monitoreo y de manejo específicos, que permitan el mantenimiento de la diversidad
genética a través del tiempo, obviamente en el marco de la conservación del
ambiente físico, biótico y cultural que le ha dado lugar.

El concepto de conservación in situ es equivalente al de conservación dinámica,


dado que la evolución de las especies vegetales, incluyendo los pooles génicos
secundarios y terciarios, continúa en el ambiente en que se han desarrollado.
También es parte integral de este concepto de conservación dinámica, la
continuidad de los procesos de coevolución (planta – herbívoro, planta – patógeno,
planta – plaga, planta – microorganismo, etc.).

La Conservación in situ de la biodiversidad y de los recursos fitogenéticos son parte


fundamental de una estrategia destinada a mantener y mejorar la calidad de vida en
el planeta. Desde el punto de vista del desarrollo de la agricultura, la conservación in
situ es un pilar fundamental en que se basa cualquier propuesta de desarrollo
sostenible, cobrando aún mayor relevancia ante la perspectiva del Cambio Climático
Global, en que se requerirán nuevas adaptaciones de las plantas (Parry, 1992;
Prance, 1997). La preocupación e implementación de programas o proyectos de
conservación in situ de los recursos fitogenéticos en el mundo es relativamente
reciente, básicamente a partir de los años 90; acompasando los cambios de
paradigmas impulsados desde los ámbitos dedicados a la Conservación y
Utilización Sostenible de la Diversidad Biológica. El Convenio sobre Diversidad
Biológica (1992) plantea claramente el papel estratégico de la Conservación in situ,
estableciendo que las medidas de Conservación ex situ, deberán adoptarse a los
efectos de complementar las medidas in situ.

(1) Ing. Agr. MsC. Prof. Adj. Recursos Fitogenéticos. Facultad de Agronomía.
Universidad de la República Oriental del Uruguay.
En el Informe sobre el Estado de los Recursos Fitogenéticos en el Mundo (FAO,
1996a), se señala la necesidad de establecer:
- medidas específicas de conservación para las plantas silvestres afines de las
cultivadas y productoras de alimentos en sus ambientes naturales,
- el ordenamiento sostenible de pastizales, bosques y otras zonas sometidas a la
explotación de recursos,
- y la conservación de variedades locales en fincas y huertos domésticos.

Concomitantemente, el Plan de Acción Mundial de FAO (1996b) recoge las nuevas


propuestas y desafíos para la Conservación y la Utilización Sostenible de los
Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, estableciendo como
una de sus cuatro grandes prioridades, la Conservación y Mejoramiento in situ. Las
cuatro áreas de interés son las siguientes:
- Estudio e Inventario de los Recursos Fitogenéticos para la alimentación y la
agricultura.
- Apoyo a la ordenación y mejoramiento en fincas de los Recursos Fitogenéticos.
- Asistencia a los agricultores en casos de catástrofe para restablecer los sistemas
agrícolas.
- Promoción de la conservación in situ de las especies silvestres afines de las
cultivadas y las plantas silvestres para la producción de alimentos.

El ámbito de las actividades de conservación in situ de recursos fitogenéticos es el


de la conservación de variedades locales o criollas en el caso de las especies
cultivadas y de la conservación de especies silvestres que se consideren recursos
fitogenéticos. La Utilización Sostenible es un componente importante de los
programas de conservación dinámica, pudiendo integrarse en la mayoría de los
casos usos agrícolas, de ecoturismo, de desarrollo de nuevos productos, etc. El
desarrollo de estrategias que apuesten a la Conservación – Utilización de los
Recursos Fitogenéticos es un objetivo mayor propuesto desde los ámbitos de FAO,
del Convenio sobre Diversidad Biológica y la Agenda 21.

Antecedentes

En la década del 60, las actividades mundiales en recursos fitogenéticos se iniciaron


en torno a la ocurrencia de fenómenos importantes de erosión genética de las
principales especies alimenticias, dadas principalmente por la sustitución de
variedades locales por cultivares modernos. Esta etapa, surgida como consecuencia
de la llamada Revolución Verde en la agricultura, tenía como premisa la necesidad
de colectar y conservar ex situ los recursos fitogenéticos que inevitablemente se
iban a perder y que debían conservarse para las generaciones venideras. Es bajo
esta concepción que se constituyeron las grandes colecciones de germoplasma de
los Centros Internacionales y que se crea el IBPGR.

Desde el punto de vista de la conservación, es indudable que la conservación de los


recursos fitogenéticos en el lugar en que éstos han evolucionado y/o han sido
seleccionados por generaciones de agricultores, es el mecanismo que permite que
la evolución de las plantas continúe y que favorece la diversidad de ecosistemas,
especies, poblaciones y genes en la naturaleza. En cambio, la conservación ex situ,
sea mediante la conservación de semillas, in vitro o en jardínes de introducción,
“congela” la diversidad genética y la retira de su ambiente natural. Sin embargo, la
óptica de la conservación in situ no es antagónica, sino complementaria a la de la
conservación ex situ. La conservación ex situ cumple un papel indiscutible en el
mejoramiento genético tradicional y la investigación en biología vegetal, dado que es
imprescindible que los científicos dispongan de las colecciones de recursos
fitogenéticos para su trabajo. El nuevo enfoque acentúa el hecho de que la
conservación ex situ debe considerarse prioritaria para aquellos casos en que no
existen posibilidades de mantener efectivamente los recursos fitogenéticos en la
naturaleza.

En el pasado reciente, los fitomejoradores no estaban interesados en la


conservación de los ecosistemas, las especies y las poblaciones. Paralelamente, los
ambientalistas no tenían ningún interés en los recursos fitogenéticos. Esta situación
ha cambiado, existiendo en los últimos años una concientización creciente en torno
a que ambos aspectos son interdependientes y forman un todo (Lleras, 1991).

Si bien los seis países del Cono Sur cuentan con Sistemas Nacionales de Áreas
Protegidas, éstas mayoritariamente no están destinadas específicamente a la
conservación de los recursos fitogenéticos (PROCISUR, 1999). Muchas de las áreas
protegidas son elegidas por criterios paisajísticos y ecológicos, no incluyendo
necesariamente las especies que son recursos fitogenéticos ni utilizando criterios
genéticos de las especies. A modo de ejemplo alcanza con ver que determinados
ecosistemas, como el de la pradera natural – de gran importancia ecológica y con
valiosos recursos fitogenéticos forrajeros en la región, no suelen estar incluidos en
las áreas protegidas de nuestros países. Esta problemática ha sido detectada
específicamente en el “Workshop Bases para Conservacao da Biodiversidade do
Estado de Sao Paulo”, en que se planteó la necesidad de realizar un relevamiento
del grado de representatividad ecológica de las unidades de conservación (Wey De
Brito et al., 1999). Por otra parte, en aquellos casos en que la especie de interés
está en un área protegida, no se cumple necesariamente que sean las poblaciones
que demográfica y genéticamente presenten mayor interés para su conservación, ni
se llevan adelante planes de manejo específicos para la conservación de la
diversidad genética.

Acorde a Maxted et al (1997 a), se distinguen tres tipos de conservación in situ de


los recursos fitogenéticos:

La conservación en granjas o fincas (On – farm conservation), dirigida al


mantenimiento de las variedades locales o criollas en los sistemas agrícolas
tradicionales. Esta técnica de conservación, sólo recientemente reconocida por
los científicos, ha sido obviamente practicada por los agricultores por milenios. La
misma permite también la conservación de especies ruderales y de malezas
asociadas a los cultivos.

La conservación en quintas (home garden) también propone la conservación in


situ en zonas agrícolas, pero se refiere a áreas menores, involucrando la
conservación de ornamentales, frutales, medicinales, aromáticas, que
típicamente se plantan para el uso doméstico y que es llevada adelante
mayoritariamente por mujeres.
La conservación de especies silvestres en sitio/s representativos de la diversidad
genética, sea en bosques, praderas, etc. Las especies silvestres que se
consideran para la conservación in situ son básicamente las arbóreas, las
forrajeras, las medicinales, las emparentadas a las cultivadas, las especies en
peligro y aquellas “keystone” o emblemáticas para los ecosistemas (Frankel et
al., 1995).

El término Reservas Genéticas se reserva normalmente para las áreas de


conservación in situ de especies silvestres, aunque también el término es utilizado
como nombre común para designar cualquier método de conservación in situ de
recursos fitogenéticos. Las GRMU: Genetic Resources Management Units
(Unidades de conservación de recursos genéticos), término desarrollado
especialmente para la designación y descripción de las unidades espaciales en que
se conservan recursos fitogenéticos forestales (Williams, 1997), también es
actualmente utilizado como sinónimo de reservas genéticas.

Las Reservas, ya sean de especies silvestres o cultivadas, y como categoría


específica de área protegida para la conservación de los recursos fitogenéticos, no
han sido básicamente planificadas ni puestas en funcionamiento en la región. Los
vínculos entre la conservación del ambiente, comúnmente a cargo de los ministerios
del ambiente, y la conservación de los recursos fitogenéticos, a cargo de los
ministerios de agricultura u otro tipo de instituciones agrícolas, no están aun
claramente establecidos. Esta situación ha llevado a que algunos autores planteen
la necesidad de contar con un sistema independiente de conservación para los
recursos fitogenéticos (Frankel et al., 1995); mientras que otros plantean
enfáticamente que sería un absurdo, especialmente financiero, sostener dos
sistemas independientes (Lleras, 1991). El camino más lógico parece ser el de
incluir a las Reservas Genéticas como categoría específica de Área Protegida,
como se ha logrado establecer en Brasil mediante un acuerdo entre EMBRAPA y el
IBAMA, con financiación del GEF.

Las Reservas Genéticas, dependiendo de los recursos fitogenéticos a conservar,


podrían establecerse en áreas protegidas ya existentes o en áreas nuevas
establecidas para tales fines. Esta última opción se plantea especialmente para las
áreas de diversidad agrícola, las cuales en general no están representadas en las
áreas protegidas actuales. Sin embargo, debe destacarse que en las zonas buffer y
de transición de las Reservas de Biosfera, comúnmente se encuentran sectores
agrícolas. Ello permitiría conjugar las estrategias de conservación del ambiente y de
los recursos fitogenéticos, favoreciendo la promoción de prácticas de desarrollo
agrícola sostenible (Bridgewater, 1992).

Reservas genéticas de especies silvestres

La planificación y puesta en funcionamiento de las Reservas Genéticas de especies


silvestres implica la definición de las especies a conservar, la localización, tamaño,
forma, corredores y manejo de la o las áreas a establecer. El desarrollo de la
Biología de la Conservación, como disciplina de síntesis que aplica principios de
ecología, biogeografía, genética de poblaciones, economía, sociología, antropología
y otras disciplinas, es la respuesta de la comunidad científica ante la crisis de la
biodiversidad desde la década del 80 (Meffe et al, 1997). El enfoque de la Biología
de la Conservación cumple con el abordaje interdisciplinario necesario para resolver
adecuadamente el tema, aspecto señalado como prioritario por Hawkes et al., 1997.

Dependiendo de que la especie tenga una distribución geográfica amplia o


restringida, de la fragmentación de hábitats, de la densidad de individuos por unidad
de superficie, de la heterogeneidad ambiental en que la especie se desarrolla y de la
diversidad genética de la especie, se podrán plantear una o varias reservas con
mayor o menor tamaño. La prioridad es capturar la variabilidad “core” de la especie a
conservar, dependiendo el número de estas “cores” de los patrones regionales de
variación y de la dinámica de metapoblaciones. Para definir el emplazamiento de las
Reservas también es muy importante la información sobre la salud de la comunidad
o ecosistema que permitan la conservación, siendo indicadores de la misma la
presencia de polinizadores, dispersores de semillas, micorrizas, etc.

La unidad de conservación es la mínima población viable, definida como la población


de menor tamaño que permite su sobrevivencia por 100 años con un 99% de
probabilidad (Shaffer, 1981). El tamaño efectivo de una población que asegura la
conservación de la diversidad genética por un período indefinido de tiempo puede
estimarse entre 500 y 5000 individuos (Hawkes et al., 1997). Dicho tamaño permitiría
enfrentar un riesgo mínimo de extinción o extirpación por fluctuaciones
demográficas, variaciones ambientales y catástrofes potenciales. Este concepto fue
tomado en el artículo 8(d) del Convenio sobre Diversidad Biológica, planteando que
las Partes promoverán la protección de ecosistemas y hábitats naturales y el
mantenimiento de poblaciones viables de especies en entornos naturales.

La conservación in situ incluye las actividades de reintroducción. Cuando la


viabilidad de las poblaciones está en riesgo, la propagación artificial de plantas
contemplando la diversidad genética y su posterior reintroducción en los ambientes
naturales, ha sido planteada (artículo 8(f) del CDB), existiendo experiencias
incipientes en ese sentido. También la restauración del ambiente puede ser
necesaria en algunas situaciones, como por ejemplo la reintroducción de insectos
polinizadores y dispersores de frutos y semillas.

Es indudable que el desarrollo de una estrategia de conservación in situ requiere de


un impulso fuerte a la generación de conocimientos. En el Informe de FAO sobre el
Estado de los Recursos Fitogenéticos en el Mundo se plantean como prioridad los
estudios e inventarios de especies, distribución geográfica y ecológica y monitoreo
del estado de conservación, siendo áreas básicas en que se debe apoyar cualquier
propuesta. Otras tres áreas temáticas fundamentales a incluir son la Ecología de
ecosistemas, la Biología de poblaciones y el funcionamiento y manejo de las
Reservas Genéticas. En el “Encontro sobre Pesquisa em Unidades de
Conservacao”, realizado en San Pablo en 1997, se concluyó sobre la importancia de
definir prioridades de investigación científica que permitan obtener información en el
corto plazo para apoyar el manejo de las unidades (Wey De Brito et al., 1999),
debiendo ser éste uno de los aspectos centrales de los programas de investigación,
la resolución de los aspectos prácticos de la conservación in situ.

Desde la óptica de la gestión de las reservas también son necesarias la generación


de conocimientos y formación de recursos humanos en las ciencias sociales y el
manejo integrado de las áreas, dado que indudablemente ninguna reserva puede
funcionar ajena al entorno socio-económico-productivo en que se encuentre,
considerando especialmente el hecho que la tenencia de la tierra es mayormente
privada. La búsqueda de alternativas productivas que se deriven de la utilización de
los recursos fitogenéticos de especies silvestres es un camino promisorio para lograr
la conservación y desarrollo sostenible.

Los Planes de Manejo de las Reservas Genéticas podrán incluir, entre otros, los
siguientes aspectos: niveles de exclusión de gente, quema o protección contra el
fuego, exclusión o inclusión de herbívoros, remoción de especies exóticas,
propagación asistida, reintroducciones, etc. (Maxted et al., 1997b).

Lleras (1991) distingue cuatro categorías de manejo para las Reservas Genéticas:
- poco o ningún manejo: para especies silvestres con escasa utilización humana.
- manejo moderado: para especies silvestres usadas por las comunidades con un
mínimo de disturbio (reservas extractivistas)
- manejo intermedio: por ejemplo para pasturas
- manejo intensivo: para especies domesticadas

Existen algunos ejemplos internacionales de conservación in situ de recursos


fitogenéticos, mencionándose la conservación de árboles frutales silvestres en
Alemania, Sri Lanka y la Comunidad de Estados Independientes. También Israel
viene desarrollando un proyecto para la conservación del trigo silvestre y Turquía
recientemente inició un proyecto en plantas silvestres afines a trigo, cebada y otras
especies de interés agrícola (FAO, 1996). Por otra parte, acuerdos como el surgido
del proceso de Montreal (1995) sobre criterios e indicadores para la conservación y
manejo sustentable de los bosques templados y boreales, han permitido en Canadá
y otros países el desarrollo de programas, que basados en criterios demográficos,
genéticos y de dinámica de metapoblaciones, permiten la explotación de los
bosques manteniendo poblaciones viables.

En la región, Brasil ha iniciado varios proyectos destinados a la conservación in situ


(Clement, 1997; dos Reis et al., 1997; Gomes et al., 1999; Scariot, 1999; Ferreira y
Udry, 1999), principalmente de árboles frutales, palmeras, ornamentales, etc. En
Uruguay existen dos proyectos propuestos, el de Conservación Dinámica del
Ecosistema Pastoril (Millot, 1987) y el de Conservación in situ de la diversidad
genética de Butia capitata y Butia yatay (Rivas, 1997).

Conservación in situ de especies cultivadas

En la conservación de especies cultivadas, la unidad de conservación es la granja o


quinta, la comunidad local o una región agrícola. Se considera al agroecosistema en
su totalidad, siendo el agricultor una parte vital del mismo y sin el cual es imposible
la realización de cualquier propuesta de conservación in situ, dado que es el
responsable de generar y mantener la diversidad agrícola (Qualset et al., 1997). El
papel de la mujer en la selección y conservación de las variedades locales y de los
huertos ha sido y es relevante en las comunidades indígenas y campesinas de la
región, convirtiéndose también en un elemento importante a tomar en cuenta en
cualquier proyecto de esta naturaleza. Dadas estas particularidades, el desarrollo de
propuestas debe estar basado en un fuerte componente socio – económico que
permita su viabilidad.
Las principales justificaciones para la creación de unidades de conservación son la
diversidad alimentaria, la optimización del uso de los recursos, la generación y
mantenimiento del trabajo rural y para evitar la migración hacia las ciudades.

El emplazamiento de las áreas de conservación depende de la localización de los


cultivos de interés a conservar, de la distribución y diversidad de variedades locales
y de factores socio-culturales que permitan la implementación de las unidades de
conservación. Para una adecuada planificación de dichas unidades se requiere de
dos factores básicos:
- conocer que se quiere conservar, su localización, abundancia y distribución de la
diversidad genética. La investigación en la biología y ecología de las variedades
locales es un requisito para el éxito de las estrategias de conservación,
conjuntamente con la investigación en aspectos económicos, socio – culturales y
políticos.
- establecer un compromiso entre la conservación ideal y las demandas de los
agricultores. Los proyectos que se elaboren, para que puedan ser llevados
adelante, deben ser aceptados por las comunidades locales y deben ser fáciles
de implementar para el agricultor. El control debe estar mayoritariamente en
manos de la comunidad y los agricultores y no en manos del gobierno o de las
instituciones. Jana (1993) plantea que “Debemos olvidarnos que la conservación
in situ de las variedades locales es para salvaguardar los materiales genéticos,
debe practicarse para el beneficio del agricultor, para mejorar la calidad de vida y
asegurar la continuidad de los agroecosistemas”.

Desde el punto de vista genético, la mayoría de las consideraciones son comunes a


las planteadas para las especies silvestres, debiéndose considerar particularmente
los siguientes elementos en la toma de decisiones: el peligro de empobrecimiento
genético de las variedades locales por constituir pequeñas islas en áreas agrícolas
sembradas con cultivares modernos, el flujo de intercambio de variedades y el
tamaño de las poblaciones (mínima población viable). También es posible la
realización de reintroducciones de variedades locales, utilizando los materiales
conservados ex situ. Los programas de esta naturaleza pueden redundar en
beneficios a los agricultores, que por diferentes causas perdieron sus materiales.

La valorización de las variedades locales es uno de los caminos más interesantes


para dar sustentabilidad a la conservación en granjas, pudiendo desarrollarse
paralelamente bancos genéticos comunitarios, proyectos de mejoramiento genético
in situ y un apoyo fuerte a las actividades de marketing de los productos de la
biodiversidad. También la convivencia de sistemas agrícolas tradicionales y
modernos, que permiten la conservación de las variedades locales, ha sido
investigada y propuesta como alternativa por Brush (1995).

La conservación de las variedades locales en las granjas es un tema polémico, dado


que no se le puede exigir al agricultor que se haga responsable de ello para
beneficio de la humanidad sin obtener compensaciones económicas para sí. Esta
situación ha llevado a plantear la necesidad de que estos agricultores sean
subsidiados u obtengan algún otro tipo de beneficios por prestar ese servicio a la
comunidad. Este concepto se relaciona directamente con los “Derechos del
Agricultor”, figura reconocida pero no implementada internacionalmente. El
desarrollo de programas de conservación in situ de la agrobiodiversidad puede ser
utilizado como base para poner justamente en práctica los Derechos del Agricultor
(Brush, 1994).

Un aspecto a revisar en el marco de una política global de conservación de la


biodiversidad y de desarrollo sustentable, es la existencia de incentivos, que los
gobiernos muchas veces promueven y que atentan contra la agrobiodiversidad,
como por ejemplo dar crédito sólo a aquellos agricultores que siembren cultivares
modernos Por otra parte, la creación de incentivos directos o indirectos a los
agricultores debe formar parte de una estrategia para establecer áreas de
conservación de variedades locales. El establecimiento de programas de
mejoramiento con la participación de las comunidades locales es un incentivo
indirecto que permite que los agricultores se beneficien rápidamente con los
materiales genéticos producto del programa. La selección que realiza normalmente
el agricultor es estabilizadora, con un muy escaso progreso genético. Los programas
de fitomejoramiento pueden proponer nuevos criterios de selección y técnicas de
selección, crear poblaciones segregantes o producir mezclas de variedades locales,
mejorando los materiales y manteniendo la diversidad genética y la adaptación.

La conservación en quintas y huertos, que involucra a especies hortícolas, frutales,


medicinales, condimentos, etc., presenta en términos generales las mismas
características biológicas y sociales que la conservación en granjas o fincas; sin
embargo en esta área no existe prácticamente experiencia generada.

En el nivel internacional existen programas importantes en Perú para papa, en


Méjico para maíz , en Tailandia para arroz y en Italia para Triticum monococcum y T.
dicoccum. Los antecedentes de conservación “on farm” en la región son escasos,
destacándose el caso de Bolivia que ha realizado experiencia en cuatro proyectos
con la participación de las comunidades locales (FAO, 1996). En Brasil existen
algunas experiencias con la participación de EMBRAPA, comunidades indígenas y
ONGs. En Argentina recientemente se comenzó un proyecto que complementa la
conservación in situ con conservación ex situ de variedades locales de papa del
noroeste argentino, del que participan el INTA, Universidades y varias cooperativas
que nuclean a las comunidades locales de agricultores.

ESTRATEGIA PROPUESTA

En primer término, se proponen puntos estratégicos globales para el desarrollo e


implementación de la conservación in situ en los países de la región y en segundo
término puntos particulares para especies cultivadas y silvestres.

Incluir y promover en los programas nacionales de recursos fitogenéticos a la


conservación in situ como un elemento estratégico clave para la conservación y
la utilización sostenible.
Fomentar la comunicación y las interacciones entre los actores de la
conservación del medio ambiente y la conservación de los recursos fitogenéticos.
Establecer contactos formales con las autoridades de los Sistemas Nacionales
de Áreas Protegidas para que las Reservas Genéticas sean incluidas como una
categoría específica dentro del Sistema Nacional, proponiendo la revisión de la
representatividad de ecosistemas y comunidades vegetales de las Áreas
Protegidas existentes, y estableciendo indicadores de diversidad genética.
Proponer la inclusión de áreas de conservación in situ de recursos fitogenéticos
en el marco de las Reservas de Biosfera.
Promover y realizar actividades educativas conjuntas con los actores de las
áreas protegidas, en particular sobre la conservación de los recursos
fitogenéticos y los riesgos de erosión genética.
Establecer vínculos con las oficinas y técnicos responsables del ordenamiento
territorial y la planificación agropecuaria en el país y los departamentos,
provincias, etc.; de modo que las áreas de conservación se integren en los
planes respectivos.
Trabajar en la formulación de incentivos y propuestas de desarrollo de la
agricultura, que permitan la realización de acuerdos con empresarios privados
que poseen las tierras en que se encuentran los recursos fitogenéticos que se
planea conservar in situ.
Analizar y proponer la derogación de incentivos que atenten contra la
conservación de la diversidad genética.
Estudiar y promover incentivos directos e indirectos para la conservación in situ
de los recursos fitogenéticos, como forma de implementar los Derechos del
Agricultor.
Incluir en las evaluaciones de impacto ambiental de los proyectos de
investigación y desarrollo, los efectos de las pérdidas de la diversidad genética
de especies cultivadas y silvestres.
Realizar estudios sobre la biología y ecología de las variedades locales y
recursos fitogenéticos de especies silvestres, los conocimientos locales o
tradicionales (etnobotánica) y la contribución de la diversidad a la seguridad
alimentaria y conservación del medio ambiente.
Dar especial importancia a la capacitación científico – técnica en Biología de la
Conservación, Valoración de los Recursos Fitogenéticos y Manejo de las
Reservas Genéticas.

Conservación en granjas o fincas de variedades locales y conservación en huertas:

- Realizar y actualizar inventarios que permitan identificar las variedades locales,


distribución geográfica, diversidad genética, riesgos de erosión, sistema
productivo y situación económica, social y cultural de la región o comunidad en
que éstas se encuentran.
- Definir prioridades para el establecimiento de áreas de conservación in situ, de
modo que en el corto plazo los países cuenten con alguna/s experiencias piloto.
- Desarrollar programas de conservación in situ que en su planificación, puesta en
marcha y gestión, integren a los distintos actores académicos, sociales y
gubernamentales; con un particular énfasis en la participación de los agricultores.
- Los proyectos deben tener una fuerte componente destinada a la valoración de
las variedades locales, como el desarrollo y marketing de mercados específicos,
el apoyo a la producción de semillas y la creación de programas de mejoramiento
in situ que faciliten la conservación y permitan mejorar la calidad de vida de los
agricultores.
- Desarrollar estrategias complementarias de conservación, que faciliten la
reintroducción de variedades locales.
- Promover la realización de programas de conservación en huertos o quintas,
conjuntamente a alternativas productivas familiares o locales.

Conservación de especies silvestres:

- Definir las especies silvestres en las cuáles es necesario establecer reservas


genéticas, acorde a criterios de diversidad genética, distribución, riesgos de
erosión, valor real y potencial de las mismas y utilización por comunidades y
población en general.
- Colaborar con los organismos responsables en la elaboración de listas rojas, que
permitan un mejor conocimiento del estado de conservación de las especies
silvestres, facilitando la toma de decisiones.
- Establecer prioridades para implementar en el corto plazo algunas reservas
genéticas, de ser posible en diferentes tipos de especies (ej: frutales, forrajeras,
medicinales, especies emparentadas a las cultivadas), de forma de iniciar la
generación de conocimientos y experiencias en el diseño y manejo de las
mismas.
- Integrar desde el inicio de la planificación y puesta en marcha de las reservas
genéticas, a los sectores productivos y a los sectores sociales en general.
- Desarrollar programas integrales que incluyan estudios de Biología de la
Conservación, Manejo de las Reservas, Valoración y Utilización sostenible.
- Atender las necesidades de conservación y utilización de los recursos
fitogenéticos, enfatizando el desarrollo paralelo de programas de valoración que
puede incluir el desarrollo de mercados de la biodiversidad, el desarrollo de
nuevos productos, la domesticación y mejoramiento genético, el ecoturismo, etc.
- Analizar y proponer si fuera necesario la realización de proyectos de
reintroducción de recursos fitogenéticos y de restauración/rehabilitación de
hábitats de las especies.

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