Biografía de Pichon

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 7

VIDA Y OBRA DE PICHON-RIVIÈRE

LOS ORÍGENES

Abordaremos la vida y la obra de Enrique Pichon-Rivière intentando relacionar


su historia con las ideas que estructuró a propósito del hombre y su contexto.
Su nacimiento tiene lugar en la ciudad de Ginebra, Suiza, el 25 de junio de
1907, en el seno de una familia europea socialmente acomodada. Nace, pues,
cuando Freud irrumpe en el pensamiento moderno con la fundación del
psicoanálisis. Y, desde otro ángulo, en los prolegómenos de la Revolución
Rusa.
Sus padres son franceses. Uno, abraza la carrera militar pero es rápidamente
expulsado debido a sus ideas socialistas. Más tarde estudia en Manchester,
Inglaterra, los secretos de la industria textil; pergeña entonces la idea de criar
gusanos de seda con vistas a la fabricación de telas. Su madre se destaca por
sus inquietudes culturales, que luego desplegará en la Argentina.
Por razones que se ignoran, la familia abandona Europa y se radica en nuestro
país.
Llegan a Buenos Aires en 1910, en pleno festejo del Centenario. Al poco
tiempo se establecen en el chaco santafesino, donde el padre obtiene tierras
fiscales para labranza; siembra allí algodón retomando su vieja idea de fundar
una industria textil. El proyecto fracasa. Se trasladan entonces a la provincia
del Chaco, donde intentan por espacio de cuatro años sobrevivir en una zona
totalmente despoblada.
Finalmente recalan en Goya, Corrientes, donde reinciden con el algodón y
prueban con las plantaciones de tabaco. Como todos los emprendimientos de
proyección económica, también éste resulta fallido.
Durante esta primera infancia se suceden hechos que luego tendrán una
particular incidencia en la vida y el pensamiento de Pichon. Centrémonos por
un momento en su familia: su padre, viudo y con cinco hijos, se casa con su
cuñada y de esa unión nace Enrique.
He aquí el primer gran secreto familiar que recién devela a los siete años.
Se trata de una familia sumamente unida y laboriosa, dueños de un fuerte
empuje y la determinación de transformar la realidad. Afincados en un contexto
hostil, viven bajo la amenaza de distintos peligros: los frecuentes malones, los
incendios de campos, las plagas, las inundaciones.
Una simple anécdota pinta la personalidad de un padre alucinado por grandes
proyectos: una manga de langostas -plaga de constante presencia- termina en
minutos con el techo de paja de la vivienda; sin inmutarse, el padre comenta
“¡Qué azul es este cielo!”.
Los indios que habitaban la región -tanto chaqueña como correntina- eran
guaraníes.
Pichon los conoce de cerca, íntima con ellos, al punto de aprender su idioma –
sabiendo sólo hablar francés- antes de apropiarse del castellano.

Este contacto con el indio le permite sus primeras observaciones acerca de lo


que más tarde será el concepto de rol: descubre que agrupados en malones
son agresivos y devastadores, pero que individualmente son seres
trabajadores, sencillos y afectuosos.
El malón, hecho cotidiano y atemorizante, supone una amenaza de ataque y
pérdida en la medida en que cuando llega, los indios destruyen propiedades,
raptan niños y violan mujeres. Si bien la familia nunca sufrió uno de estos
hechos, el clima es de tensa espera y preparación para la defensa.
Por aquellos años el padre emprendía largos viajes a la ciudad con fines
comerciales.
La familia quedaba sumida en la angustia y con las armas cargadas.
Una anécdota infantil nos acerca a su sentido de los roles frente a los grandes
peligros: habiéndose perdido en la selva chaqueña, de pronto se encuentra
frente a un puma. Se queda inmóvil, sin siquiera parpadear; el animal se
acerca, lo husmea y se aleja sin hacerle
el menor daño. Si hubiera corrido, otro hubiese sido el final de la escena.
SU PREOCUPACIÓN POR LO SOCIAL
Pichon tiene en ese contexto la oportunidad de vivenciar y reflexionar acerca
de un fenómeno frecuente: la inundación. Distingue el momento del impacto,
cuando los hechos se desencadenan, del momento de pánico, donde la
estampida de la gente provoca más tragedias que el propio evento.
Partícipe de las tareas de salvataje, evacuación y reubicación de los
damnificados, Pichon asume sus primeros liderazgos en la organización de las
acciones y en la búsqueda de una tarea para la gente. La práctica del fútbol se
convierte así en protagonista obligada.
Puede allí codearse con la paranoia colectiva y la resistencia al cambio: las
víctimas prefieren sufrir los daños de la inundación en carne propia antes que
abandonar sus bienes. Cuando se instala la catástrofe la violencia se difunde
como por contagio: hay en el tumulto y la huida ciega saqueos, violaciones,
asesinatos. La pérdida del control y de la orientación, determinan la ruptura de
las barreras sociales y el principio de realidad es cancelado.
Fuera de este marco, en Florencia (chaco santafesino) Pichon y su padre
acostumbran a cazar y pescar en silencio. Se divierten azuzando a los yacarés:
esperan a que lancen la dentellada para introducirles una rama en sus fauces,
dejándoles las mandíbulas abiertas. Lo hacen en lagunas y esteros, altamente
peligrosos debido a las ciénagas y las alimañas. Se trata de un lugar al que
todos los años la gente llega en contingentes pero donde siempre hay que
lamentar alguna muerte.
Instalados en Goya en 1914, el padre oficia de verdulero mientras enseña
privadamente matemáticas. Pichon lo ayuda en las tareas rurales y en el carro,
en el reparto de verduras. La madre enseña francés y canto en el coro de la
Iglesia local; funda luego el colegio secundario donde Pichon estudiará su
bachillerato.
El contexto inmediato es de violencia política. Autonomistas y liberales -hoy
aliados en un pacto histórico- se mataban en las calles. Más lejos, se iniciaba la

Primera Guerra Mundial. Vivían en el temor permanente de ver morir al padre


por sus ideas socialistas.
En la práctica de diversos deportes Pichon descubre el carácter operativo de
los sistemas grupales. Juega principalmente al fútbol pero también practica
tenis, natación, boxeo y ciclismo, disciplina donde se corona campeón.
SU ACCESO A FREUD Y LA ELECCIÓN DE SU PROFESIÓN
Una de las instituciones marginales que tendrá para su vida una importancia
central es el prostíbulo. Aparece entonces un personaje -Canoi, su portero y
responsable del cuidado de las chicas- que curiosamente acercará a Pichon a
la obra freudiana. En efecto, conocedor de sus inquietudes intelectuales, le
ofrece una colección de revistas -Caras y Caretas- donde se publican artículos
de Freud. Accede, por esa vía, a los fundamentos del psicoanálisis antes de
ser médico psiquiatra.
La madre organiza en su casa reuniones de mujeres. Pichon espía los
encuentros a través de un orificio en la pared. Más tarde dirá “Esa fue mi
primera experiencia como observador no participante”.
En 1925, a los 18 años, deja Goya para radicarse en Rosario. Allí inicia sus
estudios de medicina en la especialidad Psiquiatría para “penetrar el misterio
de la tristeza”. Insertado nuevamente en el mundo de la noche, enseña francés
y buenos modales a las chicas del prostíbulo local.
Alterna sus estudios y su docencia con investigaciones antropológicas: realiza
excavaciones en forma privada buscando restos de combates. Localiza
finalmente un cementerio con tumbas de combatientes en la guerra contra el
Paraguay.
En 1930 se instala en Buenos Aires y trabaja como periodista en Crítica.
Escribe allí sobre arte, deporte y humor. Conoce a Roberto Arlt. Un año
después es despedido por sus posturas antioligárquicas, reflejadas en sus
notas. Pasa a desempeñarse como médico -sin haberse aún recibido- en un
sanatorio de la Capital.
Durante 1933, de regreso en Rosario, se suma al Comité de Ayuda a la España
Republicana.
Mediante una colecta entre colectiveros logra recaudar fondos para comprar
una ambulancia y enviarla a España.

EL PRIMER ENCUENTRO CON LA ENFERMEDAD MENTAL


Finalmente, se recibe de médico en 1936. Su primera práctica psiquiátrica tiene
lugar en el Asilo de Torres, Luján. Allí verifica que de 3500 internados, 1500
tienen lesiones orgánicas, y que 2000 sufren retardos de origen afectivo. Llama
a éstos “oligotímicos”: son por lo general bellos y carecen de los estigmas
propios de los verdaderos débiles mentales, los oligofrénicos.
Organiza partidos de fútbol entre los internos y equipos locales amateurs y
hasta profesionales.
La estrategia para ganar es simple: pequeños grupos de enfermos rodean a
los goleadores, que entran en pánico; mientras, él hace los goles.

En su experiencia en el Asilo de Torres observa que a los internos no se los


trata, se los aísla. Sus familias los depositan y los abandonan.
Tras este tránsito, ingresa al Hospicio de Las Mercedes -actual Hospital José T.
Borda través de un concurso. Asume como Jefe de la Sala de Admisión, lo que
le permite un contacto directo no sólo con el enfermo sino con su grupo familiar
más cercano. Luego nos detendremos en esta experiencia.
Funda en 1940 la Asociación Psicoanalítica Argentina -la mítica APA- junto a
Rascovsky, Cárcano y Garman. Se trata de la institución local que representa
el movimiento psicoanalítico internacional, donde se postula la necesidad de
formar un psicoanalista psicoanalizado. Su sesgo ideológico es netamente
kleiniano.
En 1946 publica “Psicoanálisis de la melancolía”, donde postula que la tristeza
se cimenta sobre una pérdida afectiva y que su resolución se viabiliza a través
de la recreación progresiva del objeto interno dañado.
Hacia 1951 publica “Análisis de pacientes esquizofrénicos”. Se casa con
Arminda Aberastury -por esa época estudiante de medicina- y emprende con
ella una gira por Europa que incluye un encuentro de supervisión con Melanie
Klein.
Establece luego su consultorio en Santa Fe y Coronel Díaz, donde Arminda se
inicia en la atención de niños: inicialmente los entretiene mientras sus madres
están en sesión, pero más tarde abre su propio consultorio de psicoanálisis de
niños.
La pareja se separa en 1956. Arminda Aberastury se suicidará en 1972. La
tragedia es una constante en la vida de Pichon: quedará luego viudo de un
segundo matrimonio, cuando su esposa, una concertista de piano, muere en un
accidente automovilístico.
Hombre de la noche, pronto Pichon conoce a Discepolín -a quien caracteriza
como un portavoz de la comunidad y un cronista de su época- y se convierte en
su médico personal.
Escribe para esa época ensayos sobre el noctámbulo, la incidencia del tango,
el carácter terrorífico de la noche, los comportamientos sociales de las barras.
PICHON Y LA PSICOLOGÍA SOCIAL
No tarda en posicionarse como crítico de la agrupación que fundara años atrás:
hace públicas sus diatribas contra la práctica elitista del psicoanálisis, los
costos del tratamiento y su duración exagerada. Su giro hacia lo social deriva
en la idea inicial de los tratamientos grupales como forma de “democratizar el
psicoanálisis”.
Su veta instituyente lo lleva a fundar la Escuela de Psiquiatría Social, donde
implementa cursos destinados a capacitar operadores en el campo social. Con
el tiempo el término Psiquiatría es reemplazado por Psicología. Los operadores
-también llamados “agentes correctores” y “copensores”- serán los futuros -y
primeros- psicólogos sociales del país.
Es en ese marco donde escribe su texto fundamental “Del psicoanálisis a la
Psicología Social”.

Pero fueron aquellos 15 años en el Borda los que marcan a fuego su


pensamiento y los que reconocemos como los cimientos de su praxis en
Psicología Social.
Así como Le Bon en Francia analiza los fenómenos de masas con el objeto de
neutralizar sus peligrosas potencialidades, y luego Elton Mayo y Kurt Lewin en
los Estados Unidos y Wilfred Bion en Inglaterra, inician el estudio de los grupos
con el objetivo de aprovechar las fuerzas sociales puestas en juego en favor de
las instituciones, las empresas y el propio Estado, es Pichon-Rivière quien,
trabajando con grupos pequeños llamados “operativos” pone en evidencia esas
fuerzas, las cataloga como genuinas y propias del grupo, y descubre su
carácter instituyente, su potencial modificador, su capacidad
de crítica sobre la vida cotidiana.
Desde los grupos operativos todo puede ser puesto en cuestión. Se trata de
permitir la aparición de la diferencia, de lo que sorprende; en los grupos
operativos vamos al encuentro de un objeto -que puede ser la temática cuando
estudiamos Psicología Social pero también nos encontramos con el otro y
sobre todo con nosotros mismos.
Fue en el Borda donde Pichon descubre la técnica operativa.
Al hacerse cargo de la Sala de Admisión, observa que de los 4500 internados,
2700 están aislados: han sido abandonados por sus propios familiares. Como
tarea inmediata organiza grupos de enfermeros sabiendo que es un personal
de gran experiencia, que carecen de elementos conceptuales y que, por ser
profundamente autoritarios, son el principal instrumento de maltrato. Nace allí
el germen del Grupo Operativo.
EL GRUPO OPERATIVO
Tanto por sus ideas políticas como por las actividades que organiza y la
novedad de sus propuestas, Pichon comienza a ser resistido por la propia
institución. En determinado momento es, por esa causa, privado de la dotación
de enfermeros. Organiza entonces grupos con los pacientes más lúcidos, a
quienes imparte un curso rápido de enfermería.
La novedad de sentirse útiles genera notables mejorías en los integrantes de
esta segunda camada de grupos operativos. Nace el concepto de “adaptación
activa”.
Detecta, paralelamente, que los internos adultos están mezclados con los
jóvenes, lo que redunda en graves perjuicios para éstos. Crea entonces un
servicio para adolescentes al que llama “Edad Juvenil”, tan resistido como sus
grupos operativos. Muchos de los conceptos que hoy estudiamos en Psicología
Social nacen a partir de hipótesis aventuradas en la experiencia concreta del
hospicio. Los roles ocupan en tal proceso un lugar de privilegio: el Director del
Borda es sentenciado a muerte por los internos; la conspiración es silenciosa y
abarcativa, hay acuerdo unánime y es elegido quien será el brazo ejecutor.
Entre todos afilan durante días una cuchara y el portavoz de la acción
degüella a su víctima. Pichon se enfrenta al criminal sin más arma que su
mirada y su palabra, y aquél deja caer la cuchara.

Esta escena, junto a la del niño frente al puma, puede asociarse por su
estructura a otra: en ocasión de un encuentro político que una fracción
anarquista celebraba en un teatro, irrumpe la policía. Todos corren, reciben una
paliza memorable y son detenidos.
En el medio de la hecatombe Pichon permanece inmóvil en su butaca con la
mirada fija en el escenario, como ausente. Ningún policía se atrevió a tocarlo.
La anécdota nos conecta con el par rol-contrarrol: los represores sólo
esperaban para atacar actitudes de violencia o de huida, pero no de pasividad
absoluta.
En el Borda, desde el Pabellón de Practicantes, los médicos le ofrecen una
guerra total.
En 1952 se ve obligado a renunciar. Han transcurrido 15 años de experiencia y
teorización.

EL ARTE Y LA LOCURA
En el interin, estudia a los poetas “malditos” (Arlt, Lautreamont, Artaud y
Rimbaud).
Analiza, tanto desde esos escritos como desde la pintura del psicótico, los
mecanismos de creación del arte patológico o “imaginería del alienado”.
Postula el concepto de “reconstrucción del objeto interno roto” a través de tales
medios expresivos.
El “loco” pinta compulsivamente como un autómata, sin buscar la aprobación
de público alguno. En sus imágenes pictóricas falta movimiento, predominan la
mirada vacía y los perfiles. Sin unidad ni ley, se manifiesta el caos y la
ausencia de ideología o conciencia crítica. Prevalece un mensaje cifrado,
cerrado en sí mismo donde se mezcla el dibujo con el texto, donde abundan los
elementos apiñados.
La pintura del psicótico muestra claramente el daño del grupo interno.
En contraposición, el arte normal muestra un proceso de creación y una dosis
de resistencia, angustia y muerte. El artista puede finalizar su obra, es decir,
decidir en qué punto el mensaje se ha completado. Hay en el proceso creador
normal un afianzamiento de la propia identidad y es por ello que se ha dicho
“todo arte es autobiográfico”.
Para Pichon el paradigma de la obra del creador normal es el filme “Tiempos
Modernos”, de Chaplin. Vemos allí no solamente la fuerza expresiva de un
artista, sino la inclusión del entorno y su análisis crítico. Vemos aquí un ejemplo
de su definición de sujeto: intersección entre fantasía inconsciente y estructura
social.

PSICOANÁLISIS Y PAR SALUD-ENFERMEDAD


Al igual que su mentora Melanie Klein, Pichon intenta la aplicación del
psicoanálisis al psicótico. Freud había renunciado a ello por dos motivos: la
ruptura de la estructura discursiva -la vía del tratamiento es la palabra- y la
imposibilidad de toda transferencia, piedra basal del proceso terapéutico.

Pichon sostiene la existencia de una parte conservada en el psiquismo del


psicótico y la viabilidad del tratamiento partiendo de esa parte. Asimismo,
vislumbra la posibilidad de una cierta transferencia sobre la cual trabajar.
Caracteriza a nuestra sociedad -intermediada por la familia- como morbígena
(generadora de enfermedad) y fundada bajo el signo de la fragmentación. El
psicótico es para Pichon inicialmente un portavoz y luego un chivo emisario.
Hay en el brote un intento fallido de resolución del conflicto, mientras que el
emergente de esa falla es la enfermedad definida como una crisis de los
vínculos internos del sujeto en el marco de una comunicación deteriorada.
Define a la conducta sana como una adaptación activa a la realidad, y a la
enferma como una adaptación pasiva.
Basándose en la redefinición del par salud/enfermedad en términos de
aprendizaje/ estereotipia, define el aprendizaje como una apropiación
instrumental de la realidad cuyo resultado no es otro que la transformación de
ésta y del propio sujeto.
Esta disposición hacia el aprendizaje o hacia la estereotipia se da para Pichon
en el marco de otro par dialéctico: necesidad/satisfacción. La necesidad es el
impulso motor del sujeto y sólo se satisface socialmente, es decir, a través de
un otro.
La conducta desviada es, desde esta óptica, un estancamiento en el
aprendizaje. El proceso corrector es el conocimiento de sí y del otro, vinculados
a través de una tarea.
El Grupo Operativo es el campo operacional donde se indaga el interjuego
entre grupo interno y grupo externo, mediante la observación de los
mecanismos de asunción y adjudicación de roles. El agente corrector interroga
y opera desde un ECRO, andamiaje
teórico-técnico que desde una praxis -experiencia, teorización, experiencia-
transita procesos de ratificación y rectificación en una espiral de creciente
objetivación.
Un dato curioso: Pichon introduce el electroshock en la Argentina, importando
la primera máquina y utilizándola rutinariamente en el Borda para el tratamiento
de las depresiones involutivas. Su aplicación supone una descarga eléctrica de
gran voltaje entre ambas sienes, lo que provoca fuertes convulsiones, una
vivencia de castigo, y luego un estado de aplacamiento de la culpa emanada
del núcleo melancólico. Pichon llama a esto “muerte pequeña”; su ocasional
derivación en muertes reales le acarrea una úlcera.
Enfermo de cáncer de garganta en 1965, Pichon deja de producir teoría pero
continúa con su tarea en la formación de psicólogos sociales. Poco antes de
morir, en un teatro donde quienes lo conocen le ofrecen un homenaje con
motivo de su cumpleaños número 70, se le escucha gritar “¡Viva la tristeza!”.
Debemos entender esta exclamación como un alegato de quien, buscando los
orígenes de la locura, encontró un camino de alivio para los males del individuo
y un sentido a su propia vida.

También podría gustarte