Apunte de Cátedra IV
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Los Apuntes de Cátedra son de lectura complementaria a la de la Bibliografía obligatoria, no
pretenden reemplazar o resumir los contenidos de los autores incluidos en cada Unidad.
El objeto audiovisual (OAV) como articulación de las percepciones espacio-temporales
en los medios audiovisuales. (Extracto del Proyecto de Investigación 2010-2012)
“….la habilidad para libremente reasociar imagen y sonido en diferentes contextos y combinaciones (….)
debería estirar la relación entre el sonido y la imagen cuando y cuanto sea posible. Debería luchar por crear
una determinada y fructífera tensión entre lo que está en la pantalla y lo que está encendido en la mente de
la audiencia.”
Walter Murch, Estirando el sonido para ayudar a liberar la mente
Michel Chion ha ejercido una vasta influencia en el despliegue de nuevas teorías sobre
las relaciones entre imagen y sonido. Sus textos, en particular La audiovisión – aparecido por
primera vez en Francia en 1990–, han constituido un importante aporte a la reflexión de los
vínculos entre imagen y sonido, y tienen el mérito adicional de haber sido el primer avance
teórico sobre una práctica que llevaba ya decenios. Sin embargo, no es aventurado afirmar
que sus reflexiones se sitúan más en la perspectiva de la producción de un mensaje
audiovisual que en la de la recepción o la percepción de dicho mensaje. Así, por ejemplo, el
concepto de “valor añadido” (capítulo 1) bucea en los efectos que el sonido genera sobre la
imagen: el sonido se “añade”, se “agrega” a lo básico, primario o central que es la imagen.
Todavía en este texto, que podría llamarse fundacional, no hay un autónomo “pensamiento
audiovisual”.
Según la concepción de Fritjof Capra: “Esta fragmentación interna del hombre refleja
su conciencia del mundo «exterior» visto como una multitud de objetos y acontecimientos
separados. [...] Como contraste al concepto mecánico occidental, el concepto oriental del
mundo es «orgánico»” (1992: 30).
El OAV es producido entonces por un complejo estímulo audiovisual (o si se quiere
por los objetos físicos sonoros y visuales), tiene unas cualidades materiales de luz y sonido
que causan impresiones, y que se manifiestan en un determinado tiempo y espacio. La
percepción de este objeto produce unas vivencias que se revelan a nuestra conciencia y
determinan posibles significados que podemos asociar a otros objetos, a otras vivencias y a
otros significados a través de la evocación de mi memoria en percepciones posteriores.
Al ser alcanzados por los efectos que suscitan las “vibraciones en el alma” ¿somos
capaces de discernir cuáles propiedades de los objetos generan tal o cual “consonancia”? Es
más, podríamos dudar genuinamente si esto es de algún interés para un espectador, en el
instante mismo de la experiencia estética, que reclama una adhesión intuitiva y no racional.
Kandinsky avanza sobre los efectos estéticos de tales vivencias: “La armonía de los
colores debe basarse únicamente en el principio del contacto adecuado con el alma humana”;
esto es lo que denomina “base principio de la necesidad interior” (1986: 59).
En La estructura ausente Umberto Eco señala que el mensaje estético es “un mensaje
que pone en duda el código porque nos muestra una manera imprevista de combinar las
señales” y que “la ambigüedad productiva es la que despierta la atención y exige un esfuerzo
de interpretación” (1981: 152) (en este caso, ambigüedad se opone a redundancia). El
mensaje estético actúa como una violación de la norma: “el mensaje ambiguo predispone
para un número elevado de selecciones interpretativas” (1981: 161).
El OAV como medio de una comunicación estética se vale de las tensiones entre
sus componentes y es el resultado de su combinación y no sólo de su superposición. No
se establece una descomposición de la percepción, lo que se da en la percepción del
objeto estético es una multiplicación de los sentidos posibles, convirtiéndolo en un objeto
polisémico. El vínculo que se establece entre los signos que configuran estas redes de
signos y mensajes, nos afecta, nos conmueve impulsándonos a seleccionar y a
interpretar sus posibles asociaciones, nos somete a una multitud de interpretaciones
posibles. Ya no importa la distinción entre los componentes de las redes, lo que nos
hechiza es la red misma.
Al parecer todos sabemos qué queremos decir con “espacio y tiempo”. Sin embargo,
resulta necesario establecer un marco, un contexto dentro de los amplios estudios y
reflexiones sobre tiempo, espacio y ritmo.
1- El Espacio
La física moderna ha confirmado del modo más dramático una de las ideas básicas del misticismo
oriental; que todos los conceptos que empleamos para describir la naturaleza son limitados, que no
son rasgos de la realidad, como se tiende a creer, sino creaciones de la mente; partes del mapa, no
del territorio. Siempre que expansionamos el reino de nuestra experiencia, las limitaciones de nuestra
mente racional se hacen evidentes y tenemos que modificar, o incluso abandonar, algunos de nuestros
conceptos. Fritjof Capra, El Tao de la física (1992: 183)
Scott (1951: 37 y ss) nos recuerda que el espacio en que vivimos y nuestros campos visuales
poseen estructura. Las direcciones vertical y horizontal en nuestro campo espacial dependen
de nuestros órganos de equilibrio. Estamos sometidos a la gravedad y debemos conservar el
equilibrio para movernos; cuando fracasamos, nos caemos. Los órganos visuales y los
órganos del oído interno constituyen la base orgánica del equilibrio, como niveladores. Pero
el espacio también posee profundidad. Estas tres direcciones (vertical, horizontal y
profundidad) existen como fuerzas polares.
Observa Arnheim que existen reglas definidas según las cuales los factores
perceptuales determinan la ubicación en profundidad de planos frontalmente orientados en el
espacio pictórico:
“Los artistas las aplican intuitiva o conscientemente para hacer visibles las relaciones de
profundidad. Al contemplar fotografías o pinturas figurativas, el observador puede ayudarse
un tanto de lo que sabe del espacio físico a partir de su propia experiencia. Sabe que una
figura humana de gran tamaño se supone más próxima que una casa pequeña. El artista, sin
embargo, no puede apoyarse mucho en el mero conocimiento. Si quiere que una figura se
destaque sobre el fondo, habrá de emplear el efecto visual directo de factores perceptuales
como los que acabamos de examinar.” (1974: 263).
De todos modos la focalización puede ser redundante o no, o sea que podemos hacer
que el punto de vista y el punto de audición sean convergentes o divergentes. En palabras de
Scott: “El espacio y el volumen son prácticamente inseparables. Toda forma plástica depende
básicamente de la presencia de indicaciones de espacio” (1951: 131).
Vemos este juego como una modulación espacio-temporal entre los elementos
visuales y los sonoros. Este juego no está exento de conflictos y es a la vez inducido por el
contexto. Las formas danzan y se adaptan unas a otras. En forma análoga actúan en la
intelección de los datos volumétricos de los objetos y de los ámbitos.
2- Espacio y realización AV
Todo cuanto hace y es el hombre, está relacionado con la experiencia del espacio. El sentido del
espacio es en el hombre una síntesis de la entrada de datos sensoriales de muchos tipos: visual,
auditivo, olfativo, térmico. Cada uno de ellos es modelado y configurado por la cultura.
¿De qué hablamos cuando hablamos de la representación del espacio? Pensar el problema de
la representación del espacio supone un concepto previo sobre el espacio. Consideramos que
el espacio existe antes de nosotros, que es materia más allá de nosotros. Existe antes de que
nos hagamos la idea de su presencia. Tenemos conciencia del espacio a partir de nuestra
percepción. Éste acto lo realizamos con todo nuestro ser: con nuestro cuerpo y nuestra
psiquis. Nuestro cuerpo actúa entonces como medio de comunicación entre nosotros y el
mundo. Como decíamos, la percepción no es pasiva. Percibimos desde nuestra experiencia.
Dicha experiencia (como toda experiencia humana) está teñida de emociones y sensaciones
que condicionan nuestra percepción y la decodificación de la información, en este caso la
información espacial, induciendo una reacción afectiva.
Nuestra relación con el espacio es única e irrepetible. “La observación está ligada a la
posición del observador y es inseparable de su situación, rechazando así la idea de observador
absoluto” (Merlau-Ponty 2002: 22).
Por otra parte nuestra experiencia del mundo es una experiencia social. Estamos
condicionados por una cultura que nos impone un espacio a experimentar y que define,
modifica, interfiere, acompaña nuestro acto perceptivo. En la realización, el espacio que se
construye está en relación con el espacio interno de quien lo construye y del espacio interno
de quien lo percibe. Nos encontramos con un espacio tamizado por nuestra sensitividad y
nuestro mundo emocional. El espacio, por lo tanto, es una multiplicidad. Al percibir el
espacio con nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestros sentidos, al decodificar ciertas
informaciones, comprobamos que el espacio no es sólo lo que vemos. El espacio es olor, es
sonido, es ritmo, es temperatura.
3- El Tiempo
Del mismo modo que un escultor adivina en su interior los contornos de su futura escultura sacando
más tarde todo el bloque de mármol, de acuerdo con ese modelo, también el artista cinematográfico
aparta del enorme e informe complejo de los hechos visuales todo lo innecesario, conservando sólo lo
que será un elemento de su futura película, un momento imprescindible de la imagen artística, la imagen
total. Andrei Tarkovski, Esculpir en el tiempo. (2000: 84).
Cuando abordamos el tema del ritmo audiovisual, nos enfrentamos a un tema mucho
más amplio que es el del tiempo, del cual el ritmo es una de sus expresiones. Siendo el tiempo
un concepto que influye y baña toda nuestra percepción, es necesario realizar una breve
reseña. San Agustín anota:
“¿Qué es, pues, el tiempo? Sé bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero
explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. (...) Sólo cuando está pasando, el tiempo puede
sentirse y medirse. Una vez pasado, ya no puede, porque ya no existe.” (Confesiones, libro
XI, 14, 16; 327, 330)
Para Merleau-Ponty, no hay acontecimientos sin un alguien al que ocurran y cuya perspectiva
finita funde la individualidad de los mismos. El tiempo supone una visión, un punto de vista
sobre el tiempo, pues los acontecimientos son fraccionados por un observador finito en la
totalidad espacio-temporal del mundo objetivo: “El tiempo no es, luego un proceso real, una
sucesión efectiva que yo me limitaría a registrar. Nace de mi relación con las cosas” (1974:
148 y ss).
La percepción del OAV desencadena entonces el proceso de una vivencia del tiempo,
lo induce, lo incita. Los medios audiovisuales, como expresiones artísticas esencialmente
temporales, se manifiestan también como una reflexión acerca del tiempo y de su
organización u orden, o sea el ritmo. Esto presupone una concepción del tiempo.
No intentaremos aquí abordar el tema del tiempo en toda su complejidad, sino más
bien observar de qué manera ubicamos al problema de la percepción del OAV, que estamos
abordando, en relación al manejo de los elementos rítmicos audiovisuales.
Para Tarkovski, “la imagen fílmica está completamente dominada por el ritmo, que
reproduce el flujo del tiempo dentro de una toma” (2000: 138). Por ello, el hecho de que el
flujo del tiempo también se observe en el comportamiento de los personajes, en las formas
de representación y en el sonido, no es tan solo un fenómeno concomitante que podría faltar
sin que con ello se viera afectada la obra audiovisual. “Se puede uno imaginar, en efecto, una
película sin actores, sin música y sin construcciones, incluso sin montaje. Pero es imposible
una película en la que en sus planos no se advierta el flujo del tiempo” (2000: 139).
El flujo temporal es, entonces, inherente a los lenguajes audiovisuales; de hecho, eso
es lo que indica el propio nombre de cinematografía (cinemática = movimiento). Los
lenguajes audiovisuales son deudores de esta concepción cinematográfica. La dimensión
temporal es común a la evolución del movimiento en imagen y en sonido y se configura como
el nivel más natural, más orgánico, de su interrelación y de su vida en común. Sus
manifestaciones rítmicas más estudiadas, son:
1. En el campo visual:
la composición plástica
2. En el campo sonoro:
la palabra y los sonidos vocales
la música
el sonido ambiente
las sonorizaciones.
Percibimos como objetos separables a aquellos que están limitados por claros cortes,
acentos o cambios. Es interesante comprobar de qué manera la regularidad o la organización
rítmica de los campos perceptivos (visual y sonoro) genera la sensación de una resultante
rítmica AV, que es muy distinta a la simple “suma” de organizaciones rítmicas. Dicho de
otro modo: la resultante rítmica audiovisual se genera a partir de la conjunción de los
campos y no de la adición de los campos aislados, provocando a la vez, otra forma de
segmentación audiovisual (conjunta).
“¿Qué veo de lo que escucho? ¿Qué escucho de lo que veo?” nos hemos preguntado junto a
Michel Chion. Podríamos añadir: veo mejor lo que escucho, escucho mejor lo que veo.
La delimitación del OAV es compleja. ¿Es posible establecer sus límites, su comienzo y su
final? ¿Dónde comienza? ¿Dónde termina? ¿Qué sucede cuando manejamos o percibimos
unidades mayores o en las cuales los cambios no se dan en forma sincrónica?
Rodriguez (1998: cap 5) advierte sobre las propiedades de los objetos sonoros que
permiten a nuestra percepción diferenciar si la fuente sonora es única o si se debe a varias
fuentes sonoras sincrónicas. Las propiedades de estos fenómenos físicos se puede establecer
a partir de su coherencia y estabilidad espectral, su estabilidad, su regularidad, su sincronía o
asincronía y por su envolvente dinámica (o sea la evolución de la intensidad en el tiempo)
creando formas estacionarias o dinámicas que responden a la ley de la inercia.
Estas categorías básicas, sólo permiten una primera aproximación a una relación
estructural entre la percepción de imágenes y sonidos simultáneos. En la actualidad no se
puede soslayar en el análisis cuestiones que impliquen otros niveles del diseño audiovisual:
Sinestesia
1. f. Biol. Sensación secundaria o asociada que se produce en una parte
del cuerpo a consecuencia de un estímulo aplicado en otra parte de él.
Sinergia
1. f. Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de
los efectos individuales.
2. f. Biol. Concurso activo y concertado de varios órganos para
realizar una función.
Ya Robert Scott en su clásico estudio sobre el diseño había señalado que la textura
visual se vincula tradicionalmente, por un lado, con las cualidades táctiles: áspero, suave,
duro, blando, etc. y, por otro, con las netamente visuales: apagado brillante, opaco,
transparente, metálico, iridiscente. El contraste entre las texturas ayuda a percibir la forma,
generando campos no homogéneos, condición básica para la percepción de la forma y de las
relaciones entre la figura y el fondo (1951: 14-15).
¿Qué sucede cuando un movimiento hace que direccionemos nuestra atención hacia
un objeto que hasta ese momento pasaba desapercibido? ¿Cómo explicar la atracción que
genera una representación visual cuando logramos un acoplamiento audiovisual? ¿Cómo
evocar la plasticidad de este universo en un diseño genuinamente audiovisual?
6- La influencia de los sincronismos en la percepción del OAV
Sincronismo es la coincidencia temporal entre dos o más estímulos. Estos estímulos pueden
ser visuales y sonoros, y esta coincidencia puede darse entre imagen y sonido, entre imágenes
o entre sonidos. Un objeto sonoro se acopla más naturalmente a un objeto visual si puede
mantener una relación sincrónica con el mismo. Ya hemos dicho que el sincronismo induce
a la fusión, al acoplamiento audiovisual, por la tendencia natural del receptor a la coherencia
perceptiva. En La audiovisión Chion llama “punto de sincronismo” (PDS) a “un momento
relevante de encuentro síncrono entre un instante sonoro y un instante visual” (1993: 61),
dándole una cierta jerarquía o diferenciación, mientras que para Rodríguez el sincronismo
puede tener un efecto de unificación, un efecto estético o un efecto casual (1998: 253).
Armando Bulcao (2002) establece que el sincronismo “induce la atención selectiva”, a una
“diferenciación selectiva en la exploración visual activa” y que es capaz de “captar y
mantener la atención” del perceptor. Este caso de sincronismo puntual no es el único posible,
también nos referimos a sincronismo cuando definimos la pertenencia de imagen y sonido a
un mismo tiempo (o espacio-tiempo). Este tipo de sincronismo es más bien global y establece
relaciones formales entre imagen y sonido. Existe un gran campo limitado por un lado en los
sincronismos puntuales muy breves y los formales globales por otro.
e. Sincronismos globales
Llamamos sincronismo global a aquella coincidencia temporal que no se da en un
instante preciso (y breve), sino que por la naturaleza del sonido o de las imágenes se da en
forma imprecisa. Según Rodríguez, “el receptor percibe los fenómenos como provenientes
de fuentes distintas que buscan armonizar su evolución en el tiempo”, de este modo se
“produce un fuerte efecto de fascinación” (1998: 253).
Con respecto a esta percepción sincrónica, que colaboran entre sí en experiencias sincréticas,
sinérgicas y sinestésicas entendemos junto a Merleau-Ponty (1984):
“...en cuanto que mi cuerpo es, no una suma de órganos yuxtapuestos, sino un sistema
sinérgico cuyas funciones todas se recogen y vinculan en el movimiento general del ser en el
mundo, en cuanto que es la figura estable la existencia. ...o el sonido y el color, por su propia
disposición, dibujan un objeto... o en el otro extremo de la experiencia, el sonido y el color
se reciben en mi cuerpo y resulta difícil limitar mi experiencia a un único registro sensorial:
ésta desborda espontáneamente hacia todas las demás. ... A este nivel, la ambigüedad de la
experiencia es tal que un ritmo acústico hace fusionar las imágenes cinematográficas y da
lugar a una percepción del movimiento... Los sonidos modifican las imágenes consecutivas
de los colores: un sonido más intenso las intensifica, la interrupción del sonido las hace
vacilar, un sonido grave vuelve el azul más oscuro o más profundo... “
Nuestro material de estudio serán las asociaciones que se establezcan entre lo visual y lo
sonoro, su interacción, su interdependencia, su interinfluencia por así llamarlo y creemos con
Burch “que la esencia de la dicotomía sonido-imagen reside no en una oposición sino en una
identidad” (1998:104).
Cassetti, Francesco; Federico Di Chio. Cómo analizar un film. Barcelona: Paidós, 1990.
Deleuze, Gilles. La imagen movimiento. Estudios sobre cine 1. Barcelona: Paidós, 1984.
Murch, Walter, “Estirando el sonido para liberar la mente”. Film Journal Projections, 1995.
Disponible en la web: http://filmsound.org/murch/estirando.htm. Acceso: diciembre
de 2012.
Saítta, Carmelo. El diseño de la banda sonora. Buenos Aires: Saitta publicaciones musicales,
2002.
Scott, Robert. Fundamentos del diseño. Buenos Aires: Víctor Lerú, 1951.