Procedencia excepcional/VIA DE HECHO-Alcance: Sentencia T-452/98 Accion de Tutela Contra Providencias Judiciales

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Sentencia T-452/98

ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-


Procedencia excepcional/VIA DE HECHO-Alcance

Es criterio permanentemente reiterado por esta Corporación, según el cual,


la acción de tutela procede contra las providencias judiciales definitivas, en
forma estrictamente excepcional, cuando aquellas configuren una vía de
hecho, de manera que, "se verifica como abusiva y claramente lesiva del
ordenamiento jurídico y de los derechos fundamentales de quien la denuncia,
y contra la cual no existen o ya se encuentran agotados los medios judiciales
de defensa apropiados, que hacen procedente las órdenes definitivas de
protección mediante el trámite de la acción de tutela o de manera temporal
para contrarrestar un perjuicio irremediable que acecha en forma inminente
contra los mismos y que tornan en urgente la adopción de medidas
correctivas para su salvaguarda y preservación." y siempre y cuando se
evidencien los requisitos mínimos de procedibilidad de dicho amparo
constitucional, en los términos consagrados en el artículo 86 de la Carta
Política y del Decreto 2591 de 1991. La procedencia de la tutela frente a
providencias judiciales por vía excepcional que amerita el pronunciamiento
de la jurisdicción constitucional, debe estructurarse con base en claros
presupuestos que evidencian en forma diáfana la presencia de defectos de
orden sustantivo, fáctico, orgánico y procedimental.

PRINCIPIO DE AUTONOMIA FUNCIONAL DEL JUEZ-


Interpretación y aplicación del derecho

La revisión de una decisión judicial en sede de tutela, frente a la existencia de


una vía de hecho, está limitada por la vigencia misma de los principios que
garantizan la autonomía e independencia de los funcionarios judiciales, así
como el respeto a la efectividad de las jurisdicciones ordinarias y especiales,
pues de otra forma, la acción de tutela, en lugar de constituirse en un
mecanismo subsidiario encaminado a la protección eficaz de los derechos
constitucionales, se convertiría en un instrumento a través del cual se
podrían afectar la seguridad jurídica y la cosa juzgada. De ahí que, las
providencias que versan sobre la interpretación y aplicación del derecho, no
pueden ser objeto de control constitucional, por la vía del amparo, si en las
mismas no se configura uno de los defectos ya mencionados, como resultado
de una actuación abiertamente caprichosa y contradictoria del orden
jurídico, que genere la violación de derechos fundamentales de las personas.
De esta manera, la interpretación judicial de la norma aplicable al caso
concreto, constituye una atribución propia de los jueces del conocimiento,
derivada de la naturaleza misma de su actividad, la cual goza de una
discrecionalidad que debe ser ejercida con base en una fundamentación
jurídica objetiva y razonable, haciendo improcedente su enjuiciamiento por
la vía de la acción de tutela.
PRINCIPIO DE AUTONOMIA FUNCIONAL DEL JUEZ-Validez,
aptitud, pertinencia y conducencia de la prueba/VIA DE HECHO-
Valoración de pruebas

En relación con la valoración que hacen los jueces de la pruebas dentro de


un proceso, la posible configuración de una vía de hecho en la misma
requiere de un comportamiento del funcionario que la adelanta, claramente
irregular, en donde se impone su voluntad, en contravía de lo que puede
arrojar objetivamente el cuaderno de pruebas allegado o solicitado para su
práctica, como lo expresó esta Corporación. Así las cosas, concierne al
ámbito de competencia exclusiva de la respectiva autoridad judicial, la
determinación acerca de la validez, aptitud, pertinencia y conducencia de las
pruebas a partir de las cuales formará su convencimiento y sustentará la
decisión final del litigio; de ahí que, pueda incurrir en una "negación o
valoración arbitraria, irracional y caprichosa de la prueba, que se presenta
cuando el juez simplemente ignora la prueba u omite su valoración o sin
razón valedera alguna no da por probado el hecho o la circunstancia que de
la misma emerge clara y objetivamente (...).". En consecuencia, la negativa a
ordenar la práctica de determinadas pruebas "sólo puede obedecer a la
circunstancia de que ellas no conduzcan a establecer la verdad sobre los
hechos materia del proceso o que estén legalmente prohibidas o sean
ineficaces o versen sobre hechos notoriamente impertinentes o se las
considere manifiestamente superfluas (...)."

SALA DISCIPLINARIA DEL CONSEJO SUPERIOR DE LA


JUDICATURA-Sanción por falta a la honradez del abogado

Referencia: Expediente T-165.310.

Peticionario: Carlos Patiño Ospina.

Demandado:
Consejo Superior de la Judicatura,
Sala Jurisdiccional Disciplinaria.

Magistrado Ponente :
Dr. HERNANDO HERRERA
VERGARA.

Santafé de Bogotá, D. C., veintiseis (26) de agosto de mil novecientos


noventa y ocho (1998).

En desarrollo de sus atribuciones constitucionales y legales, la Sala Sexta


de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, integrada por los
magistrados Hernando Herrera Vergara, Alejandro Martínez Caballero y
Fabio Morón Díaz, procede a revisar las sentencias proferidas en el
proceso de la referencia.
I. ANTECEDENTES.

1. La solicitud.

El señor Carlos Patiño Ospina formuló acción de tutela contra la Sala


Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, al
estimar vulnerados sus derechos fundamentales al debido proceso, la
honra, el buen nombre y al trabajo, con la decisión proferida dentro del
proceso disciplinario adelantado en su contra, y que, a su modo de ver,
configuró una vía de hecho judicial, la cual solicita sea declarada, con la
correspondiente protección de los derechos invocados.

2. Hechos.

Los hechos que sustentan la anterior petición se sintetizan a continuación:

1. El abogado Carlos Patiño Ospina, en virtud del poder otorgado por


las señoras María del Pilar y Margarita Rodríguez Zuluaga, entre otros
poderdantes, demandó a AVIANCA, ante el Juzgado 6o. Civil del Circuito
de Santafé de Bogotá, en un proceso de responsabilidad civil
extracontractual, por la muerte de “su cosanguínea Liliana Rodríguez
Zuluaga”.

2. En razón a dicha gestión profesional, dichas señoras lo denunciaron


ante la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Seccional de la
Judicatura de Cundinamarca, formulando las siguientes acusaciones: 1.)
no haberles avisado, oportunamente, acerca de la celebración de una
audiencia de conciliación en el juzgado del conocimiento, lo cual, según
lo afirmaron ellas, impidió su asistencia y determinó una sanción de
multa; 2.) haber realizado una transacción con la empresa demandada sin
tener facultad para ello; y 3.) haber dilatado la entrega del dinero recibido
por la transacción durante casi ocho (8) meses, sin avisarles.

3. El proceso disciplinario fue adelantado, en primera instancia, por la


citada Sala, la cual, mediante sentencia del trece (13) de junio de 1.997, lo
suspendió por el término de dos (2) meses, por encontrarlo responsable de
la comisión de una falta a la honradez del abogado, consagrada en el
artículo 54-3 del Decreto 196 de 1.971 (Estatuto de la Abogacía), sobre
retención de dineros recibidos por cuenta del cliente y demora
injustificada de la comunicación de ese recibo, ya que, habiéndolos
recibido de AVIANCA el 28 de agosto de 1.991, al 24 de marzo
de 1.992 aún no los había entregado a pesar de las reiteradas solicitudes
de sus poderdantes (Fl.122).

4. El investigado apeló de la anterior decisión y cuestionó que se


hubiera atenido exclusivamente a lo señalado por las querellantes, no
obstante haber solicitado pruebas testimoniales que permitían justificar la
demora en la entrega del dinero proveniente de la transacción, las cuales no
fueron practicadas. De esta impugnación conoció la Sala Jurisdiccional
Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, quien luego de analizar
algunos temas relacionados con la inexistencia de la prescripción de la
acción disciplinaria y la nulidad del proceso, por la no práctica de las
mencionadas pruebas, invocadas por el apelante como fundamento del
recurso, entre otros aspectos, resolvió confirmar el fallo del a quo,
mediante providencia del 22 de enero de 1.998 (Fl.41).

De la anterior decisión se apartaron tres Magistrados quienes formularon


salvamento de voto; dos de ellos señalaron que, de acuerdo con el artículo
17 de la Ley 20 de 1.9721 el cual subrogó el inciso primero del artículo 88
del Decreto 196 de 1.9712, había transcurrido el término de prescripción
para el ejercicio de la acción disciplinaria contra el señor Carlos Patiño
Ospina, por lo que debió declararse la cesación de todo procedimiento en
favor del mismo y el otro magistrado disidente consideró que el apelante
planteó unas nulidades como argumento de su defensa que debieron
resolverse previamente a la resolución de fondo, por lo que la decisión fue
adoptada en forma “antiprocesal”.

5. Inconforme con la providencia mencionada, el sancionado Carlos


Patiño Ospina presentó acción de tutela para obtener la protección de sus
derechos al debido proceso, honra, buen nombre y trabajo, estimados
quebrantados con la decisión disciplinaria adoptada en su contra, la que
según él, configura una vía de hecho, pidiendo que se ordenara el amparo
constitucional de dichos derechos y

la práctica de las pruebas no realizadas en el proceso disciplinario, así


como la declaratoria de “la nulidad absoluta de todo lo actuado en el
proceso 5287 por la Justicia Disciplinaria, por clara violación de las
garantías constitucionales fundamentales, declarando que queda sin efectos
la condena allí producida.”.

Las razones que adujo para sustentar su petición fueron las siguientes: 1.)
consideró que los jueces disciplinarios al definir sobre la prescripción de
la acción disciplinaria ejercitada en su contra, aplicaron una norma
derogada, el artículo 88 del Decreto 196 de 1.971, en lugar del artículo 17
de la Ley 20 de 1.972; 2.) estimó que la negativa de tales jueces a decretar
la práctica de los testimonios solicitados para su defensa, aún cuando no
señaló el objeto de la misma, constituía una causal de nulidad que debió
declararse; y 3.) cuestionó la credibilidad absoluta de los jueces en las
declaraciones de las querellantes, para sustentar la sanción que le
impusieron, a pesar de haberse comprobado que mentían cuando,
precisamente, una de sus afirmaciones fue desvirtuada por el respectivo
juez del conocimiento, ya que la celebración de la conciliación por la que

1
“Por la cual se determinan la composición y el funcionamiento del Tribunal Disciplinario.”.
2
“Por el cual se dicta el estatuto del ejercicio de la abogacía.”.
ellas lo acusaron, la falta de información sobre su realización y la multa
por no haber asistido a la misma, no era cierto.

El actor, para demostrar que no incurrió en la falta endilgada, insistió en


señalar que la comunicación siempre existió con los progenitores de las
querellantes poderdantes Carlos Rodríguez (ya fallecido) y Ruby Zuluaga
de Rodríguez y no con ellas; que la transacción la llevó a cabo autorizado
por esa señora Ruby y por el poder inicialmente conferido; que una vez
efectuada la transacción y recibido el dinero por dicha diligencia, se lo
comunicó a la misma señora Ruby, la cual se negó a recibirlo, siguiendo el
consejo del doctor Javier Villegas, para no inhabilitarse “como
reclamantes ante el Estado de una indemnización en proceso
administrativo, por el mismo accidente”; que además de las querellantes y
su progenitora habían otros poderdantes, unos hermanos, y él, como
mandatario de todos, debía entregar a cada uno su cuota parte y no toda la
suma a las quejosas, lo que originó el disgusto de éstas y la denuncia; que
así pasaron ocho (8) meses y un día ellas reclamaron nuevamente la parte
que les correspondía y la de la madre, enviadas por ésta, así como la de
los hermanos, para lo cual, el abogado solicitó la debida autorización y, en
el caso del que había fallecido, señaló que era mejor consignar la parte a
favor de la sucesión o entregársela a los herederos; que al no cumplir las
querellantes con esos requisitos optó por consignar el dinero, el 16 de
junio de 1.992 (Fl.120), descontando sus honorarios, en la cuenta judicial
del Juzgado 6o. Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, “presentando el
título de consignación y además rindiendo cuentas espontáneamente, sin
que me hubieran sido exigidas, las cuales nunca fueron objetadas.”.

Por último, a todo lo anterior agregó que, la solicitud para que se


practicaran los testimonios de los señores Ruby Zuluaga de Rodríguez y el
doctor Javier Villegas, con el fin de que “depongan cuanto les conste o no
sobre mis descargos”, no fue entendida por la Sala Disciplinaria del
Consejo Superior de la Judicatura como una “enunciación sucinta del
objeto de la prueba como lo exige el Art. 219 del CPC.”, lo que la llevó a
confirmar la sanción disciplinaria, ya que “no demostró cómo se afectaron
sus derechos o garantías”, a pesar de que él pretendía demostrar la
veracidad de sus descargos con esos testimonios.

Agrega que sus descargos no fueron oídos, sino archivados, que no se


presumió su inocencia, por el contrario, su culpabilidad, que no se
apreciaron las pruebas en conjunto, ni se desestimó el dicho del testigo
sospechoso, como tampoco se sopesaron las pruebas según la sana crítica,
que no se tuvieron en cuenta los razonamientos legales planteados por la
defensa, ni el planteamiento de estas irregularidades, careciendo por
entero de la garantía del derecho de defensa, además de encontrarse
prescrita la acción disciplinaria, pues habían transcurrido más de cinco (5)
años desde la comisión de la presunta falta por la cual se le investigó y
sancionó, todo lo cual desconoció la legalidad procesal penal vigente
(C.P.P., arts. 2, 187, 217, 254, 294, 304, entre otros y la Ley 20 de 1.972,
art. 17).

II. ETAPA PROCESAL.

1. Las decisiones judiciales que se revisan.

1.1. Primera Instancia - Tribunal Superior del Distrito Judicial de


Santafé de Bogotá, Sala de Decisión Civil.

Mediante Sentencia del 4 de marzo de 1.998, el Tribunal Superior del


Distrito Judicial de Santafé de Bogotá denegó la tutela, por no encontrar
probada la vía de hecho denunciada contra la decisión de la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, del día
22 de enero de 1.998, con base en la siguiente fundamentación:

En primer término, hizo referencia a la doctrina constitucional sobre las


vías de hecho judiciales, para manifestar que en el caso sub examine no se
observa un “exceso, desvío o desmesura en el desarrollo de la función
judicial”, que permita declararla, ya que en el proceso disciplinario
analizado, los respectivos jueces ejercieron sus facultades dentro de la
órbita de su competencia y de modo razonable, observándose en las
decisiones una debida motivación.

Posteriormente, aclaró que, respecto a la aplicación del artículo 88 del


Decreto 196 de 1.971, derogado por el artículo 17 de la Ley 20 de 1.972,
en lo relativo a la prescripción de la acción disciplinaria, no se observó
desmesura ni exceso, ya que su vigencia concuerda con la Jurisprudencia
de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura y, en cuanto
a la omisión en la práctica de las pruebas que hubieran podido demostrar
su inocencia, consideró que aparecía como una hipótesis no verificable,
que igualmente pudo haber llevado al sentenciador a adoptar igual
decisión.

Finalmente, concluyó que la negativa del amparo solicitado se fundó tanto


en la imposibilidad de revisar las determinaciones judiciales sometidas al
efecto de la cosa juzgada, como en la necesidad de proteger la seguridad
jurídica, así como en el hecho de que el control sobre la valoración
probatoria y la selección razonable de un marco normativo para satisfacer
la decisión, es una facultad soberana del juez competente, “que no puede
ser arrebatada por el Juez Constitucional para introducir una mejor
interpretación o para incorporar una valoración probatoria diferente”.

2. 2. La impugnación.

El demandante impugnó la anterior providencia reiterando que la omisión


del a quo en el proceso disciplinario, en practicar las pruebas
testimoniales solicitadas para destruir el dicho de las querellantes, violó
sus derechos de defensa, debido proceso, presunción de inocencia y el
artículo 333 del C.P.P.; además, que la sentencia sancionatoria estaba
estructurada sobre denuncias mentirosas lo cual contradijo la
normatividad procesal penal vigente en numerosas disposiciones y que
cuando se produjo la condena de primera instancia el juez ya no tenía
competencia para proferirla, ya que había prescrito la acción disciplinaria
de acuerdo con los artículos 36 del C.P.P., el 27 del C.C. y el 17 de la Ley
20 de 1.972. Por último, reiteró la práctica de pruebas solicitadas.

2.3. Segunda Instancia - Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación


Civil y Agraria.

Mediante sentencia del 20 de abril de 1.998, la Sala de Casación Civil y


Agraria, de la Corte Suprema de Justicia, confirmó la decisión proferida
por el a quo.

Para llegar a esa decisión, en primer lugar, presentó algunas


consideraciones sobre la procedibilidad extraordinaria y subsidiaria de la
acción de tutela y de la violación del derecho fundamental al debido
proceso, por las vías de hecho, en actuaciones abusivas, caprichosas o
arbitrarias de las autoridades.

Luego, frente a los argumentos en que se fundamentó el accionante para la


solicitud de la tutela impetrada, señaló lo siguiente: 1.) en cuanto a la
inaplicación del artículo 17 de la Ley 20 de 1.972, en materia de
prescripción de la acción disciplinaria, el caso no se adecua a los
requisitos de la norma invocada por el actor, Decreto 196 de 1.971, art.
88, ya que dicha figura opera a los cinco (5) años de perpetrado el último
acto constitutivo de la falta, lo que en el presente caso ocurrió en el año de
1.992, con apertura de la investigación en 1.994; 2.) respecto de la nulidad
por la omisión en la práctica de los testimonios solicitados por el actor en
su defensa, alegada en la apelación de la decisión disciplinaria, el Consejo
Superior de la Judicatura la rechazó por falta de demostración de la
vulneración de la garantía procesal contenida en el artículo 308-2 del
Código de Procedimiento Penal; y 3,) en relación con la plena credibilidad
dada, según el actor, a lo dicho por las querellantes, el mismo Consejo
Superior de la Judicatura indicó que “objetivamente se encuentra
demostrado que el dinero estuvo en poder del accionante y por
consiguiente no es cierto que la retención se haya deducido de los
testimonios de las denunciantes y que el dicho de éstas haya sido el
fundamento de la condena”. Así las cosas, al referirse la sentencia
disciplinaria impugnada de manera objetiva y razonable a todos los temas
propuestos por el apelante, el juez de tutela no encontró probada la
configuración de una vía de hecho, con desconocimiento de los derechos
invocados por el actor.

Por último, señaló que en lo atinente a la solicitud del accionante de


practicar algunas pruebas, según el artículo 22 del Decreto 2591 de 1.991,
el juez de tutela tan pronto llegue al convencimiento de la verdad, frente a
la situación litigiosa, puede proferir el fallo sin necesidad de practicarlas.

III CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.

1. Competencia.

La Corte Constitucional es competente para revisar las anteriores


providencias de los jueces de tutela, dentro del proceso de la referencia,
en desarrollo de las facultades conferidas en los artículos 86 y 241,
numeral 9o. de la Constitución Política, en concordancia con los artículos
33 al 36 del Decreto 2591 de 1.991, y en cumplimiento del Auto de fecha
8 de junio de 1.998, expedido por la Sala Sexta de Selección de esta
Corporación.

2. La materia a examinar.

En el asunto sometido a estudio de esta Corporación, se cuestiona la


decisión proferida por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo
Superior de la Judicatura, durante la investigación disciplinaria adelantada
contra el señor Carlos Patiño Ospina, demandante en la presente acción de
tutela, por actuaciones realizadas en ejercicio de la profesión de abogado,
al estimar que se ha configurado una vía de hecho judicial que vulnera los
derechos fundamentales al debido proceso, honra, buen nombre y trabajo
de aquel, ya que no se practicaron algunas pruebas solicitadas en su
defensa, ni se declaró la nulidad solicitada del proceso en virtud de eso
hecho, se sancionó con base en las declaraciones de las quejosas, y se
decidió de fondo a pesar de la prescripción de la respectiva acción
disciplinaria.

De manera que, la revisión de los fallos de tutela que se propone realizar


esta Sala, debe producirse de conformidad con los criterios
jurisprudenciales vigentes sobre la procedibilidad de dicho amparo
constitucional, respecto de las providencias judiciales, cuando su
cuestionamiento versa sobre la discrecionalidad en la interpretación
judicial de la normatividad procesal y sustantiva aplicable al caso
concreto y en la práctica y valoración de las pruebas que fundamentaron
la decisión judicial finalmente adoptada.

3. Procedibilidad excepcional de la acción de tutela contra


providencias judiciales cuando configuran vías de hecho, en lo
atinente a la interpretación de la normatividad vigente por la
autoridad judicial respectiva y la práctica de pruebas solicitadas en el
proceso.

Es criterio permanentemente reiterado por esta Corporación, según el


cual, la acción de tutela procede contra las providencias judiciales
definitivas, en forma estrictamente excepcional, cuando aquellas
configuren una vía de hecho, de manera que, “ se verifica como abusiva y
claramente lesiva del ordenamiento jurídico y de los derechos
fundamentales de quien la denuncia, y contra la cual no existen o ya se
encuentran agotados los medios judiciales de defensa apropiados, que
hacen procedente las órdenes definitivas de protección mediante el trámite
de la acción de tutela o de manera temporal para contrarrestar un perjuicio
irremediable que acecha en forma inminente contra los mismos y que
tornan en urgente la adopción de medidas correctivas para su salvaguarda
y preservación.”3 y siempre y cuando se evidencien los requisitos mínimos
de procedibilidad de dicho amparo constitucional, en los términos
consagrados en el artículo 86 de la Carta Política y del Decreto 2591 de
1.991.

La procedencia de la tutela frente a providencias judiciales por vía


excepcional que amerita el pronunciamiento de la jurisdicción
constitucional, debe estructurarse con base en claros presupuestos que
evidencian en forma diáfana la presencia de defectos de orden sustantivo,
fáctico, orgánico y procedimental, con las características que se indican a
continuación:

“(...) (1) la decisión impugnada se funda en una norma


evidentemente inaplicable (defecto sustantivo); (2) resulta
incuestionable que el juez carece del apoyo probatorio que
permita la aplicación del supuesto legal en el que se sustenta la
decisión (defecto fáctico); (3) el funcionario judicial que
profirió la decisión carece, en forma absoluta, de competencia
para hacerlo (defecto orgánico); y, (4) el juez actuó
completamente por fuera del procedimiento establecido
(defecto procedimental). En criterio de la Corte “esta sustancial
carencia de poder o de desviación del otorgado por la ley, como
reveladores de una manifiesta desconexión entre la voluntad del
ordenamiento y la del funcionario judicial, aparejará su
descalificación como acto judicial”.4 Revisadas las decisiones
pertinentes, parece claro que, implícita o expresamente, cada
vez que esta Corporación confiere un amparo constitucional
contra una sentencia judicial, lo hace fundada en uno de estos
cuatro posibles defectos.”. (Sentencia T-008 de 1.998, M.P. Dr.
Eduardo Cifuentes Muñoz.).

Cabe señalar aquí, que la revisión de una decisión judicial en sede de


tutela, frente a la existencia de una vía de hecho, está limitada por la
vigencia misma de los principios que garantizan la autonomía e
independencia de los funcionarios judiciales (C.P., art. 228), así como el
respeto a la efectividad de las jurisdicciones ordinarias y especiales, pues
de otra forma, la acción de tutela, en lugar de constituirse en un
mecanismo subsidiario encaminado a la protección eficaz de los derechos
constitucionales, se convertiría en un instrumento a través del cual se

3
Sentencia T-204 de 1.998, M.P. Dr. Hernando Herrera Vergara.
Ver entre otras, las Sentencias T-198/93, T-055/94, T-204/98,
4
ST-231/94 (MP. Eduardo Cifuentes Muñoz.)
podrían afectar la seguridad jurídica y la cosa juzgada. De ahí que, las
providencias que versan sobre la interpretación y aplicación del derecho,
no pueden ser objeto de control constitucional, por la vía del amparo, si en
las mismas no se configura uno de los defectos ya mencionados, como
resultado de una actuación abiertamente caprichosa y contradictoria del
orden jurídico, que genere la violación de derechos fundamentales de las
personas.

De esta manera, la interpretación judicial de la norma aplicable al caso


concreto, constituye una atribución propia de los jueces del conocimiento,
derivada de la naturaleza misma de su actividad, la cual goza de una
discrecionalidad que debe ser ejercida con base en una fundamentación
jurídica objetiva y razonable, haciendo improcedente su enjuiciamiento
por la vía de la acción de tutela, como recientemente la Corte lo
estableció, en la Sentencia T-100 de 1.9985:

“ Así, sólo las actuaciones judiciales que realmente contengan una


decisión arbitraria, con evidente, directa e importante repercusión en
el proceso, en perjuicio de los derechos fundamentales, pueden ser
susceptibles de ataque en sede constitucional. No así las decisiones
que estén sustentadas en un determinado criterio jurídico, que pueda
ser admisible a la luz del ordenamiento, o interpretación de las
normas aplicables, pues de lo contrario se estaría atentando contra el
principio de la autonomía judicial. Debe tenerse en consideración
que el juez, al aplicar la ley, ha de fijar el alcance de la misma, es
decir, darle un sentido frente al caso. La tarea interpretativa es, por
ello, elemento propio de la actividad judicial requerida siempre, a
menos que la disposición tenga un único y exclusivo entendimiento,
lo cual no solo es infrecuente sino extraordinario.”.

Así mismo, en relación con la valoración que hacen los jueces de la


pruebas dentro de un proceso, la posible configuración de una vía de
hecho en la misma requiere de un comportamiento del funcionario que la
adelanta, claramente irregular, en donde se impone su voluntad, en
contravía de lo que puede arrojar objetivamente el cuaderno de pruebas
allegado o solicitado para su práctica, como lo expresó la sentencia
aludida, de esta Corporación con los siguientes razonamientos:

“ De allí resulta, sin duda, que los defectos del análisis probatorio, o
la ausencia total del mismo, no menos que la falta de relación entre
lo probado y lo decidido, vulneran de manera ostensible el debido
proceso y constituyen irregularidades de tal magnitud que
representan vías de hecho. Tal expresión encaja en los indicados
supuestos como ninguna otra, ya que el fallador que se aparta del
material probatorio, que no lo evalúa en su integridad, o que lo
ignora, plasma en su sentencia su propia voluntad y no la de la
justicia ni la de la ley. Decide de facto y quebranta, en consecuencia,
los fundamentos esenciales del orden jurídico.”.
5
M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo.
Así las cosas, concierne al ámbito de competencia exclusiva de la
respectiva autoridad judicial, la determinación acerca de la validez,
aptitud, pertinencia y conducencia de las pruebas a partir de las cuales
formará su convencimiento y sustentará la decisión final del litigio; de ahí
que, pueda incurrir en una “negación o valoración arbitraria, irracional y
caprichosa de la prueba, que se presenta cuando el juez simplemente
ignora la prueba u omite su valoración o sin razón valedera alguna no da
por probado el hecho o la circunstancia que de la misma emerge clara y
objetivamente (...).”.6 En consecuencia, la negativa a ordenar la práctica
de determinadas pruebas “ sólo puede obedecer a la circunstancia de que
ellas no conduzcan a establecer la verdad sobre los hechos materia del
proceso o que estén legalmente prohibidas o sean ineficaces o versen
sobre hechos notoriamente impertinentes o se las considere
manifiestamente superfluas (…).”7

Como lo ha advertido esta Corporación, las decisiones emitidas por la


Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura, en
ejercicio de la función jurisdiccional disciplinaria que ejerce (C.P., art.
254), no escapan al control constitucional por la vía de la tutela, cuando
en ellas se observe una vía de hecho; aunque solo por vía excepcional,
toda vez que las mismas constituyen “ verdaderas sentencias que no están
sujetas al posterior estudio y pronunciamiento de otra jurisdicción” 8, salvo
que se configure en forma fehaciente, la presencia del fenómeno
mencionado.

Los anteriores criterios, servirán a la Sala de sustento para analizar el


asunto sub examine, como se establece en seguida.

4. Análisis del caso concreto.

Conforme a lo relatado en los hechos, el abogado Carlos Patiño Ospina


recibió poder de María del Pilar y Margarita Rodríguez Zuluaga, entre
otros poderdantes, para representarlas en un proceso de responsabilidad
extracontractual contra AVIANCA, por la muerte de una pariente. Con
ocasión a las gestiones profesionales realizadas por el abogado, dichas
señoras lo denunciaron disciplinariamente, por cuanto no les informó
sobre la realización de una audiencia de conciliación efectuada, hecho
que, según ellas, condujo a sancionarlas con multa por el juez de la causa;
porque efectuó una transacción sin contar con el debido poder y por no
haberles restituido oportunamente el dinero obtenido de la transacción
finalmente realizada.

Por su parte, el abogado Carlos Patiño Ospina manifestó que el problema


se originó en la negativa a entregar a esas señoras todo el dinero recibido

6
Sentencia T-422 de 1.994, M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell.
7
Sentencia T-393 de 1.994, M.P. Dr. Antonio Barrera Carbonell.
8
Sentencia C-417 de 1.993, M.P. Dr. José Gregorio Hernández Galindo, antes citada.
de la transacción, desconociendo a los demás beneficiarios, ya que el
ofreció consignar la suma a la madre de todos ellos, la señora Ruby
Zuluaga de Rodríguez, quien a su vez se negó a recibirla por
recomendación del abogado Javier Villegas, para no inhabilitarse frente a
una posible demanda contra el Estado. De esta forma, alega en su defensa:
-que la acción disciplinaria estaba prescrita; -que la decisión no se hubiera
adoptado en ese sentido si se hubieran practicado en el proceso
disciplinario los testimonios solicitados, de la señora Ruby Zuluaga de
Rodríguez y del abogado Javier Villegas, y -que no debió haberse dado
credibilidad absoluta a lo dicho por las querellantes, ya que se había
comprobado que mintieron acerca de la realización de una audiencia de
conciliación que les produjo una sanción por inasistencia a la misma.

De otro lado, el proceso disciplinario seguido contra el abogado Carlos


Patiño Ospina culminó en primera instancia, ante la Sala Jurisdiccional
Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura de Cundinamarca,
con la imposición de la sanción de suspensión por dos (2) meses en el
ejercicio de la profesión de abogado, al encontrarlo responsable de la
retención de dineros recibidos por cuenta de sus poderdantes y demora
injustificada de la comunicación de ese recibo, la cual constituye una falta
a la honradez del abogado (Decreto 196 de 1.971, art. 54-3), en la medida
en que el acuerdo de transacción fue celebrada el 22 de julio de 1.991, el
28 de agosto de 1.991 recibió de AVIANCA la respectiva suma de dinero
y al 24 de marzo de 1.992 aún no lo había entregado a sus poderdantes, no
obstante haber sido requerido para hacerlo. Esa decisión fue confirmada
por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la
Judicatura y acusada en la presente acción de tutela. Sobre las
consideraciones que allí se expusieron para adoptar tal decisión se hará
una referencia más adelante.

Ahora bien, en cuanto a las decisiones proferidas en el ámbito de la


jurisdicción constitucional de tutela, el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá D.C., en la primera instancia, negó la
existencia de una vía de hecho judicial en la decisión disciplinaria
cuestionada, declarando la imposibilidad de revisarla por estar sujeta al
efecto de la cosa juzgada, por provenir del ejercicio de la competencia
asignada como jueces disciplinarios, y por estar debidamente motivada la
decisión adoptada mediante una interpretación legal y una valoración
probatoria que encontró ajustada al marco normativo vigente.

A su turno, la Sala de Casación Civil y Agraria de la Corte Suprema de


Justicia, confirmó el fallo del mencionado Tribunal, precisando que la
decisión cuestionada se profirió de conformidad con la jurisprudencia de
la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura,
en lo referente a la prescripción de la acción disciplinaria y que la nulidad
invocada por el disciplinado al no realizarse los testimonios por él
solicitados, como lo afirmó dicha Sala, debía estar debidamente fundada,
así como la petición y pertinencia de dichas pruebas. Además, encontró
debidamente probada la falta adjudicada al querellado, lo que desvirtuaba
su afirmación en cuanto a la plena credibilidad de lo afirmado por las
querellantes como único fundamento de la condena, por lo que tampoco
encontró configurada la vía de hecho alegada, dada la motivación objetiva
y razonable observada en la decisión, sobre los temas propuestos por el
apelante. Así las cosas, precisó que era viable omitir la práctica de pruebas
solicitadas, en la medida en que el juez de la causa ya había llegado al
convencimiento de la verdad en la situación litigiosa.

Hecha las anteriores precisiones y frente al caso en estudio, la Sala estima


oportuno manifestar, en primer lugar, que desde el punto de vista de la
competencia de esa Sala Jurisdiccional Disciplinaria como investigador
del actor, así como en lo relativo a la sujeción del trámite del proceso a las
normas procedimentales que lo rigen, se observa que la decisión
disciplinaria proferida es resultante del ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales (C.P., art. 256-3 y Ley 270 de 1.996, art. 112-4),
según las cuales puede conocer de las apelaciones interpuestas contra las
decisiones de las Salas Jurisdiccionales Disciplinarias de los Consejos
Seccionales de la Judicatura, en los procesos disciplinarios en los que,
como en este caso, se busque examinar la conducta y sancionar las faltas
de los abogados en el ejercicio de su profesión; además, la resolución de
sanción aplicada fue obtenida dentro de un procedimiento disciplinario
adelantado según las reglas vigentes para la vigilancia del desempeño de
esos profesionales del derecho, en la forma consagrada en el Decreto 196
de 1971 (Estatuto de la Abogacía, arts. 69 y s.s.); de manera pues que, por
los aspectos orgánico y procedimental, la resolución de esa Sala no
presenta ningún reparo constitucional, del cual pudiera derivarse la
configuración de una vía de hecho.

Ahora bien, la queja del actor se dirige hacia la interpretación que la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura dio a la
legislación que rige la prescripción de la acción en materia disciplinaria,
así como en lo referente a la valoración del material probatorio allegado y
solicitado en el proceso y que constituye el fundamento de la referida
decisión.

En cuanto al primer aspecto mencionado, el accionante alega la


constitución de una vía de hecho por no haberse decretado la prescripción
de la acción disciplinaria ejercitada en su contra, toda vez que la “Justicia
Disciplinaria violó por no aplicación el artículo 17 de la Ley 20 de 1972
para aplicar en su lugar una norma ya derogada, el artículo 88 del Decreto
196 o Estatuto del Abogado. La ley en mención señaló en 5 años la
prescripción de la acción, tajantemente sin condicionamientos, mientras el
decreto mencionado ampliaba el término con perjuicio del querellado.
Ante la clara contradicción entre estas dos normas, estima que la entidad
autora de la condena no tuvo en cuenta que la ley posterior prima sobre la
anterior, y que la permisiva o favorable prima contra la restrictiva u
odiosa. Y que si abrigaba alguna duda al respecto, debía resolverla a favor
de la defensa.”.
A ese cuestionamiento la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo
Superior de la Judicatura expuso en su fallo controvertido, los siguientes
argumentos para desvirtuarlo:

“ Sobre la prescripción se ha dicho que, de conformidad con el


artículo 88 del decreto 196 de 1.991 (sic) y el artículo 17 de la Ley
20 de 1.9729, se produce en el término de cinco años, contados ”
desde el día en que se perpetró el último acto constitutivo de la
falta”, es decir, que en las faltas de resultado instantáneo corre dicho
plazo legal desde ese momento y en los de conducta permanente se
inicia desde la realización del último acto. Se interrumpe con “La
iniciación del proceso disciplinario...” ( inc. 1o. del artículo 88 del
decreto 196 de 1.971), norma de sentido claro y expreso cuyo tenor
literal no admite interpretaciones contrarias. Dicha interrupción se da
a partir de la ejecutoria del auto de apertura de investigación y por el
término de cinco (5) años.
(...)
Siguiendo los parámetros de nuestra jurisprudencia, es evidente que
el fenómeno jurídico de la prescripción disciplinaria no ha ocurrido
dentro del proceso que ahora ocupa la atención de la Sala, porque el
auto de apertura de investigación, por hechos ocurridos en marzo de
1.992, se dictó en junio 10 de 1.994 y en agosto 10 de 1.994 se
notificó al procesado y quedó ejecutoriado en agosto 15 de 1.994,
fecha desde la cual corre la prescripción ...”.

Como se ha expresado, la función de fijar los alcances de una ley, forma


parte de la facultad de interpretación de la cual gozan las autoridades
judiciales, quienes la ejercen con autonomía al momento de resolver sobre
el asunto litigioso puesto bajo su conocimiento; de manera que, si la
interpretación judicial de un precepto legal se encuentra fundamentada en
un criterio jurídico consecuente con el ordenamiento jurídico vigente, no
es posible atacarla por la vía de la tutela. En el presente caso, es claro que
existió una fundamentación jurídicamente sustentada y, además, adoptada
por vía jurisprudencial, lo que conduce a concluir que la decisión no fue
arbitraria ni caprichosa, por el contrario consecuente con una posición
jurisprudencial reiterada.

Por otro lado, en cuanto a la inconformidad del actor frente a la falta de


práctica de las pruebas por él solicitadas, que en su criterio hubieran
servido para demostrar su inocencia, al igual que de la respectiva
declaratoria de nulidad pedida en virtud de esa omisión, la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura estimó
en su pronunciamiento lo siguiente:

9
La Corte Constitucional estima conveniente citar el texto de las disposiciones mencionadas:
-Ley 20 de 1.972, art. 17. “Las acciones por faltas disciplinarias y por faltas contra la ética y los deberes
profesionales del abogado prescriben en cinco (5) años.”, -Decreto 196/71, art. 88. “La acción disciplinaria
prescribe en dos años, que se contarán desde el día en que se perpetró el último acto constitutivo de la falta.
La iniciación del proceso disciplinario interrumpe la prescripción. (...)”.
“ Si bien las pruebas se decretaron y no se practicaron, el apelante no
demostró cómo se le afectaron sus derechos o garantías ( num. 2o,
artículo 308 del C. de P.P., en concordancia con el artículo 21 del C.
de P.P. y el 90 del decreto 196 de 1971), dado que le correspondía
alegar y demostrar la vulneración o conculcación del derecho
invocado, obligación que también nace del artículo 307 del C. de P.P.
( en concordancia con el artículo 21 del C. de P.P. y el 90 del decreto
196 de 1971), en cuanto que el sujeto procesal que alegue nulidad
deberá determinar, entre otros motivos, “las razones en que se
funda”, entonces, hubo de exponer cómo aquellas pruebas irían a
probar lo contrario a lo que había en el proceso, así como que al no
practicarse se violaron sus derechos y garantías. Aquí no se trata
simplemente de señalar la falta de la práctica de las pruebas y
formalmente indicar las normas presuntamente dejadas de aplicar o
las aplicadas indebidamente para solicitar la nulidad, porque es
necesario demostrar (no un simple decir con palabras) que por esa
omisión se vulneró la ley. Es deber del apelante señalar qué hecho
específico y existente en el mundo jurídico del proceso se
demostraba con los testimonios de las personas arriba nombradas, de
manera tal que no quedaren dudas que el decir de aquellas
modificaría sustancialmente la certeza sobre los hechos en que se
sustentó la condena.
(...)
Siendo evidente que con la no práctica de los testimonios en cita no
se configura irregularidad que haya afectado sustancialmente sus
derechos, se abstendrá la Sala de decretar la nulidad propuesta por el
apelante. “(Subraya la Sala).

Adicionalmente, comoquiera que pertenece al resorte de los jueces de la


causa la valoración del material probatorio puesto para su conocimiento, a
fin de determinar sobre su validez, aptitud, pertinencia y conducencia
respecto de la comprobación de la veracidad de los hechos, se observa que
la sustentación otorgada por la Sala Jurisdiccional Disciplinaria del
Consejo Superior de la Judicatura, para justificar la no práctica de los
testimonios solicitados por el disciplinado y, en consecuencia, para no
declarar la nulidad invocada por el mismo en la apelación, no hay lugar a
colegir una negación arbitraria y caprichosa de tales medios probatorios,
lesiva de los derechos e intereses del disciplinado, por el contrario se
observa sustentada en razones y criterios objetivos con fundamento en el
ordenamiento jurídico vigente.

De otro lado, cabe destacar que, la Sala Jurisdiccional Disciplinaria


encontró probada igualmente, por otros medios probatorios la conducta
del abogado Carlos Patiño Osorio como constitutiva de la causal de falta a
la honradez del abogado, contenida en el Decreto 196 de 1.971, art. 54-3,
al señalar que:

“ Objetivamente está demostrado que el dinero estuvo en poder del


abogado condenado, por lo que no es cierto que la retención, como
dice el apelante, la deduzca el a quo de los testimonios de las
denunciantes y que el dicho de éstas sea el sostén de la condena.
(...)
El abogado retuvo el dinero y nunca trató de rendir cuentas, por lo
que no es de argumento de defensa que el no cobrarle el dinero lo
exonera de responsabilidad y por el contrario difiere la misma a sus
clientes por esa mora, por que bien sabemos que el abogado honrado
rinde cuentas sobre su gestión y manejo de bienes y, en lo que atañe a
este proceso, no retiene peregrinamente el dinero recibido con el
pretexto de que no se lo han cobrado.”.

Como puede deducirse, entonces, la decisión disciplinaria emitida por la


mencionada Sala Jurisdiccional Disciplinaria se encuentra sustentada en
una disposición vigente, que regula la situación fáctica allí estudiada, y
respecto de la cual resulta perfectamente aplicable la sanción, en cuanto
conforma una falta a la honradez del abogado, establecida en el estatuto
que rige el ejercicio de la profesión de abogado. De manera que, tampoco
se demuestra la configuración de una vía de hecho, por carecer de apoyo
probatorio para la aplicación de la preceptiva legal sancionatoria en
materia disciplinaria (aspecto fáctico).

Debe resaltarse que la actuación de todo profesional debe ser diligente en


relación con los fines esperados a partir de su desempeño. Por ello, en este
litigio se hubiere podido evitar la acusación del abogado, si éste hubiese
demostrado una actuación prudente consignando la suma recibida en la
cuenta judicial del juzgado del conocimiento, deducidos sus honorarios, e
informando inmediatamente del hecho a sus poderdantes, lo que habría
demostrado voluntad de cumplir con sus deberes profesionales “con
absoluta lealtad y honradez en sus relaciones con los clientes” y un
propósito de “atender con celosa diligencia sus encargos profesionales”
(Decreto 196 de 1.971, art. 47-4 y 6).

En consecuencia, la Sala comparte el criterio adoptado por la Sala Civil


del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá y la Sala
Civil y Agraria de la Corte Suprema de Justicia, acerca de la inexistencia
de una vía de hecho en la decisión de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria
del Consejo Superior de la Judicatura, en el proceso adelantado al
abogado Carlos Patiño Ospina, así como respecto de la negativa a
conceder el amparo solicitado a los derechos al debido proceso, buen
nombre, honra y trabajo, ya que no se encontró configurada tampoco su
violación, razón por a cual las confirmará en la parte resolutiva de esta
providencia.

IV. DECISION

En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte


Constitucional administrando justicia en nombre del pueblo y por
mandato de la Constitución,
RESUELVE:

Primero.- CONFIRMAR los fallos proferidos por la Sala de Decisión


Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial, del 4 de marzo de
1.998, y por la Sala de Casación Civil y Agraria de la Corte Suprema
de Justicia, del 20 de abril del mismo año, los cuales denegaron el
amparo de tutela solicitado por el demandante.

Segundo.- LIBRESE por Secretaría la comunicación de que trata el


artículo 36 del Decreto 2591 de 1.991, para los fines allí establecidos.

Cópiese, notifíquese, comuníquese, insértese en la Gaceta de la Corte


Constitucional y cúmplase.

HERNANDO HERRERA VERGARA


Magistrado Ponente

ALEJANDRO MARTINEZ FABIO MORON DIAZ


CABALLERO Magistrado
Magistrado

MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO


Secretaria General

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