Discipulado Nivel I
Discipulado Nivel I
A mor V iviente
Tema 1
EL SEÑORÍO DE CRISTO
I. Introducción
En cierta ocasión, Jesucristo viajaba con sus discípulos y, en el transcurso del viaje, les hizo la siguiente
pregunta: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” (Mateo 16:13). Ante la interrogante, los
discípulos comenzaron a contestar de acuerdo a lo que habían escuchado en los diferentes lugares que habían
visitado: para algunos hombres, Jesús era Juan el Bautista, para otros era Elías, Jeremías o algún otro de los
profetas. En fin, todo mundo tenía su opinión de Jesús, fuera ésta correcta o errada.
Ahora bien, si ponemos atención a la pregunta, notaremos que las respuestas que requiere son meramente
informativas; los discípulos solamente repitieron lo que otros pensaban. Las respuestas no tenían nada que ver
con sus propios pensamientos. Lo que ellos reportaban era un asunto de otros, no de ellos; no tenía ninguna
trascendencia para sus propias vidas. Sin embargo, la historia no concluye allí. En ese preciso instante, Jesús
confronta a sus discípulos con otra pregunta, la cual es, con toda certeza, una de las interrogantes de mayor
trascendencia en la vida de los seguidores de Cristo: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15).
¡Esta sí que es una pregunta directa, la cual impactó tremendamente sobre los discípulos! Todos conocemos
como respondió Pedro, y cuál fue la reacción de Jesús ante esa respuesta. Es importante también notar que esta
respuesta afectó para siempre la vida del apóstol. El día de hoy, la situación es exactamente la misma. Muchos
hombres dan su opinión acerca de Jesús. Algunos no conocen a Cristo en forma personal, lo consideran un gran
maestro, un líder político, o bien un Dios inferior. Algunos osados aún se atreven a decir que ¡El era un
extraterrestre! Obviamente, las respuestas anteriores son dadas por personas ajenas a la familia de Dios.
Ahora bien, hay también opiniones cristianas acerca de Jesús. Para muchos, aun cuando consideran a Jesús
como Dios, Él no es más que un Salvador; el amigo o el proveedor de sus necesidades; un Dios bondadoso y
dadivoso que ofrece vida eterna sin esperar nada a cambio. Estas son opiniones variadas y, probablemente, no
tienen mayor trascendencia para nuestras vidas; eso es lo que piensan otros acerca de Jesús. Lo trascendente es,
más bien, cuando cada uno de nosotros es confrontado con una pregunta personal y directa, tal y como sucedió
con los discípulos: ¿Quién piensas tú que es Jesús?. Ningún creyente puede evadir esta confrontación. ¡Se
hace necesario que respondamos a esto en una forma personal!
La Biblia nos enseña que Jesucristo es Dios, es Salvador, es proveedor de todo. Sin embargo, hay un punto que
no podemos dejar a un lado y que es altamente importante: ¡Jesucristo es también EL SEÑOR de nuestras
vidas!
Ayudarnos a adquirir una profunda convicción en cuanto al Señorío de Cristo, en lo que respecta a
nuestras vidas.
Ayudarnos a responder a Dios en base a esa convicción.
Estimularnos a buscar formas prácticas y de acción que nos lleven a lograr que esa convicción sea una
realidad en nuestras vidas.
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Para comprender el significado real del Señorío de Cristo, debemos entender primero la diferencia que existe
entre el significado actual de “Señor” y el de los tiempos del Nuevo Testamento. Para dejar completo nuestro
estudio, en algunas partes de esta sección estudiaremos también el significado de la palabra “Siervo”.
Ese es precisamente el impacto de las palabras en el Nuevo Testamento: ¡Sí!, el “señor” era dueño de
aquellos que eran sus “siervos”. Ellos eran literalmente sus “esclavos”, si es que hemos de ser fieles al
lenguaje en que se escribieron originalmente los libros del Nuevo Testamento. Para completar más esta
idea, estudiaremos aquí las dos palabras griegas que se traducen “Señor” y “Siervo” en el Nuevo
Testamento. Estas palabras son Kurios y Doulos respectivamente.
Es una palabra muy usada en el Nuevo Testamento y generalmente se traduce con la palabra “Señor”.
La palabra incluye los siguientes significados:
Dueño, Amo: El señor es aquel que posee derechos de propiedad sobre bienes, y aun sobre
personas que son, en este caso, sus siervos.
Autoridad Máxima: El señor es aquel que manda, da órdenes e instrucciones que deben ser
obedecidas. Ejemplo en este sentido lo constituyen el padre con sus hijos o un oficial del ejército
con sus subalternos. En cierto sentido, ellos son señores sobre otros.
Dios: El señor en algunos casos es aquel que está considerado como divinidad. Tal es el caso de
Jesucristo (Dios para los cristianos) y del Emperador Romano (Dios para los Romanos).
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Resumiendo, podemos decir que cuando una persona era llamada señor, implicaba la aceptación de
ella como su dueño, amo, autoridad máxima y, en algunos casos, su Dios.
Esta segunda palabra (traducida normalmente “siervo” en la Biblia) contrasta radicalmente con la
palabra Kurios. En el griego significaba lo siguiente:
Resumiendo, podemos decir que el ser un “siervo”, implicaba aceptar la autoridad, aceptar la
dependencia de ella y el servirle en una forma incondicional sin reservar ningún derecho. Es en este
sentido que Jesús es el Señor y, como podemos ver, es algo que no puede pasar desapercibido en la
vida cristiana.
¿Por qué es Jesucristo el Señor del Universo?, ¿Por qué es el Señor de nuestras vidas?. En esta sección
veremos algunas razones.
A. Jesucristo es el Señor porque Dios Padre le concedió esa posición como resultado de su
obediencia
Debemos entender que en la eternidad, el Hijo poseía el título de Dios a causa de su naturaleza divina. Sin
embargo, Él obtuvo la posición de Señor como resultado de su obediencia en su vida terrenal. Basado en
esta obediencia, Dios Padre le hizo Señor de todo y de todos.
En Filipenses 2:5-11, el apóstol Pablo nos describe en una forma clara y completa el proceso a través del
cual Jesús llegó a ser Señor de todo. Lea el pasaje completo y después note lo siguiente:
El Hijo existía desde siempre como Dios. Él tenía poder y una posición privilegiada desde siempre;
desde los días de la eternidad (v.5-6).
En obediencia a la voluntad del Padre (lo cual requería que descendiera de categoría y muriera para
salvar al mundo), Él se despojó a sí mismo, no buscando su propia voluntad sino únicamente la del
Padre (v. 6-7).
Pasó por una triple humillación. Siendo Dios: Se hizo Hombre (v.7). Se hizo Siervo (v.7). Murió en
una cruz, humillándose a sí mismo como un criminal; hizo todo esto para salvar a los hombres (v.8).
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Como resultado de su obediencia absoluta, Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es
sobre todo nombre. En esa exaltación se le dio el título de Señor (v.9-11).
Por su obediencia, Dios le concedió el título de Señor. Esa es la razón primordial de su Señorío.
Como resultado de la caída, todos los hombres pasamos a ser esclavos del pecado y esclavos de
Satanás; no hay nada que podamos hacer para librarnos de esa esclavitud. Solamente al obedecer a
Cristo de corazón somos libertados del pecado, nos dice Romanos 6:16-18.
Cristo dio salvación perfecta. La única forma de librarnos del otro amo (el pecado y Satanás) era
pagando el precio por nuestra esclavitud. Ese alto precio fue su preciosa sangre derramada en la cruz
del Calvario, como se indica en 1 Pedro 1:18-19.
Al pagar el precio, Jesús se convirtió en nuestro nuevo dueño, lo cual es precisamente lo manifestado
en 1 Corintios 6:19-20.
De ahora en adelante Él tiene los derechos sobre nuestras vidas. EL SEÑOR pagó el precio para poseernos
y ahora tiene todos los derechos de propiedad.
El hecho de que Jesús no es algo aislado; en realidad, afecta todo el funcionamiento del universo, incluyendo el
funcionamiento de todo ser humano. En otras palabras, tiene grandes implicaciones para la vida de todos los
hombres y para todo lo creado. A continuación estudiaremos esas implicaciones.
Jesús tiene autoridad sobre los ángeles (1 Pedro 3:22); esto es, sobre los seres espirituales que
habitan en los lugares celestiales y Le sirven.
Jesús tiene autoridad sobre las fuerzas espirituales de maldad en los lugares celestiales; esto es,
principados, potestades, etc. (Colosenses 2:9-10, 15).
Jesús tiene autoridad sobre los seres humanos al igual que sobre las fuerzas espirituales
(Filipenses 2:10).
En otras palabras, Jesús es la cabeza de todo señorío, autoridad, principado o poder (Efesios 1:20-21).
Jesús es la máxima autoridad y por eso es Soberano, Rey de Reyes y Señor de Señores
(1 Timoteo 6:15).
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Jesús tiene una posición especial y única: Está sentado a la diestra del Padre (Hechos 7:56;
Efesios 1:20). Desde allí gobierna y allí es adorado y alabado por sus siervos y por toda la
creación (Apocalipsis 5:11-14).
Por su exaltación dio inicio la obra del Espíritu Santo entre nosotros (Juan 7:37-39; Hechos 2:1-4,
32-33).
Generalmente hemos estudiado 2 Corintios 5:17 desde el punto de vista de nuestras ventajas: La
frase “todas las cosas son hechas nuevas”, la aplicamos al perdón de pecados y a la posibilidad de
vivir con propósito y bendición. Sin embargo, la frase implica más que eso. En el verso 15 de
ese mismo capítulo, Pablo dice lo siguiente: “Y por todos murió, para que los que viven, ya no
vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” Por lo tanto, el Señorío de Cristo
implica que debemos dejar de vivir para nosotros mismos (vida egoísta, independiente e
individualista), pasando a vivir para él (vida de servicio incondicional, dependiente de su voluntad
a todo momento).
Este era el llamado de Cristo aun en su ministerio terrenal: “Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a si mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). Este es un llamado al Señorío de
Cristo.
Al pagar el precio por nosotros, Jesús pasó a ser nuestro dueño, a tal grado que “ya no somos
nuestros” (1 Corintios 6:19-20).
Esto implica que todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo) le pertenecen, y debemos guardarlo
para Él (1 Tesalonicenses 5:23).
Aun nuestros pensamientos deben ser puestos bajo su Señorío (2 Corintios 10:4-5).
3. Decir “Jesús es Señor” implica que somos mayordomos de lo que somos y poseemos
Esto está relacionado con el punto anterior: Ya no poseemos nada, entonces somos únicamente
mayordomos (administradores) de lo que está en nuestras manos (1 Pedro 4:10).
Se requiere que como mayordomos, seamos hallados fieles (1 Corintios 4:2).
4. Decir “Jesús es Señor” implica una actitud de corazón en cuanto a buscar la voluntad de Dios
para nosotros.
El que llama “Señor” a Jesús, está diciendo que Él es el dueño (Lucas 6:46). Esto implica la
disposición de buscar su voluntad y ponerla en práctica. Un ejemplo nos es dado por el apóstol
Pablo: cuando reconoció a Jesús como Señor, sus primeras palabras fueron: “Señor, ¿qué quieres
que yo haga?” (Hechos 9:6), lo cual manifiesta su convicción en cuanto al Señorío de Cristo.
Mateo dice que Jesús en cierta ocasión dijo: “no todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
¡Se espera que tomemos acción en cuanto a la voluntad de Dios!
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Este es un elemento diferente e importante del Señorío de Cristo: Al ser sus siervos, Él nos da
autoridad sobre muchas cosas, así como un militar tiene autoridad dada por superiores.
Alguien que actúa con poder, confiando en la autoridad de Jesucristo, entiende que tiene dicho
poder como resultado de su sujeción a Cristo. El que entiende esto, es también alguien que tiene
fe, y una fe que Dios alaba (Lea Mateo 8:5-13 como una ilustración de lo anterior).
El cristiano puede ejercer autoridad sobre el poder del enemigo y sobre la naturaleza (Marcos
16:16-18; 11:22-24; Lucas 10:19) y puede hacer grandes cosas “en Cristo” (Juan 14:12).
Hemos estudiado hasta ahora el significado del Señorío de Cristo de acuerdo a las Escrituras, las razones por las
cuales Él debe ser el Señor y, por último, las implicaciones de dicho Señorío, tanto para el universo como para
nuestras vidas personales. Todo esto debe llevarnos al punto principal de este estudio; debemos tomar una
decisión personal en cuanto a ese señorío. El conocimiento debe ser llevado a la práctica, si es que ha de tener
algún significado real para el ser humano. La siguiente sección trata de esto; es una confrontación personal con
el Señorío de Cristo.
1. Romanos 10:9
Al leer Romanos 10:9, un versículo muy usado en evangelismo, podemos cometer el error de pasar
desapercibido un asunto muy importante: En este pasaje no se nos dice que para ser salvos debemos
reconocer y confesar que Jesús es nuestro salvador. Más bien se nos dice que para ser salvos debemos
confesar con nuestra boca que Jesús es Señor.
En otras palabras, esto significa que no hay salvación a menos que confesemos que Jesús es el Señor.
Esto es de tremenda importancia y por eso existe este versículo en la Biblia. ¡Si es necesario hacer
algo para ser salvo! : Debemos reconocer (y aceptar) el Señorío de Jesús sobre nosotros; todos
nuestros derechos y privilegios deben ser entregados a Él para que decida y gobierne nuestras vidas de
acuerdo a su voluntad. Al hacer eso, podemos disfrutar de nueva vida y de toda una salvación genuina
y productiva.
2. Juan 13:13
El segundo pasaje que estudiaremos, Juan 13:13, es el complemento perfecto a Romanos 10:9.
Encontramos allí, ya no nuestra confesión y aceptación del Señorío, sino que las palabras de Jesucristo
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en relación a dicha confesión; Él dice: “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo
soy”.
¿Qué importancia tiene esta expresión? Al ponerla junto con Romanos 10:9, tiene una tremenda
importancia: No sólo que nosotros confesemos a Jesús como Señor: “Tú eres mi Señor”, sino que
también Él confirma ese hecho en forma clara y directa: “Decís bien, porque eso es precisamente lo
que yo soy”. Esto lo que significa es que, al comienzo de la vida cristiana se genera no solamente una
nueva vida; se genera también una relación: nosotros le manifestamos a Jesús el deseo de ser sus
esclavos (aceptándole como Señor) y Él nos recibe como tales (aceptando el título de Señor). ¡De allí
en adelante, ese el tipo de relación que debe existir entre nosotros y Cristo!
El entregarle la vida a Jesús, aceptándole como Señor, es sólo el inicio de una nueva vida; es sólo parte de lo
que debemos hacer como cristianos para poder vivir bajo ese señorío. Damos a continuación algunas cosas
prácticas que pueden hacerse para vivir bajo el Señorío de Cristo. Serán de gran utilidad y bendición para
nuestra vida si las llevamos a la práctica.
No podemos llegar a conocer a Jesús por nosotros mismos. Es el Espíritu Santo quien nos convence
de pecado y nos conduce a la salvación. Solamente el Espíritu de Dios puede revelarnos a Jesús como
Señor y hacernos vivir bajo su Señorío (1 Corintios 12:3 y Juan 16:13-14). El Espíritu Santo nos
revela a Jesús y como resultado somos transformados (2 Corintios 3:17-18). Es importante entonces
buscar la Plenitud o Bautismo del Espíritu Santo y vivir diariamente siendo llenados (Efesios 5:18).
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Esto traerá poder, dirección, revelación, dones y fruto del Espíritu de Dios (Hechos 1:8; Juan 14:26;
Gálatas 5:22-23).
Esto podemos verlo analizando los versículos siguientes: Colosenses 3:16; Hebreos 4:12; 2 Timoteo
3:16-17; Salmos 19:8-10. La Palabra de Dios es viva y eficaz y, al permitir que ella nos exhorte,
amoneste y enseñe, nuestra vida es transformada de acuerdo a la voluntad de Dios. Para conocer la
voluntad de Dios, debemos reconocer la importancia de la Palabra de Dios, recibiendo sus enseñanzas
con toda mansedumbre (Santiago 1:21).
El pasaje de Hebreos 12:5-7 nos muestra la importancia de la disciplina en nuestra relación con Dios.
Él utiliza situaciones, personas y circunstancias específicas para disciplinarnos, y así poder mostrarnos
su voluntad. A continuación se dan algunos ejemplos de lo anterior:
Israel en el desierto (Deuteronomio 8:1-16).
Rey Nabuconodosor (Daniel 4:37).
El Salmista David (Salmos 119:67).
Pedro (Mateo 26:30-35 y 26:69-75).
Dios podrá usar cualquier situación para disciplinarnos a fin de someternos completamente a Jesús.
Por lo tanto, según Hebreos 12: No debemos menospreciar la disciplina del Señor ni desmayar cuando
nos reprende (v. 5-6); debemos creer que es para nuestro provecho (v. 9-10).
Estas tres formas de conocer la voluntad de Dios para nosotros trabajan en forma interrelacionada: Un
día, podemos recibir dirección por la Palabra y el Espíritu Santo; otro día, a través de la disciplina y la
amonestación del Espíritu; en otra ocasión, a través de la voz del Espíritu en una situación específica o
en alguna decisión importante. El conocer estas formas en las cuales Dios muestra su voluntad, es de
vital importancia para un siervo del Señor. Una vez que las conoce, deberá y podrá buscar la forma de
sacarle provecho a esta dirección venida del cielo.
C. Reconocer que también tenemos una parte importante en el desarrollo del Señorío de
Cristo sobre nuestras vidas
A muchos creyentes se les hace difícil vivir bajo el Señorío de Cristo y en muchas ocasiones son víctimas
de la frustración y el desánimo. Muchas veces esto es debido a una mala comprensión de la forma en que
este Señorío se hace real en la vida del creyente. Es necesario, entonces, que comprendamos lo siguiente:
Para que el Señorío de Cristo sea real en nosotros, es necesario que en una forma voluntaria y consciente
nos sometamos a Cristo y que realicemos nuestra parte en la búsqueda de ese sometimiento.
Esta frase implica, más que pensamientos y buenas intenciones, la realización de acciones específicas que
nos lleven a escuchar y a obedecer al Señor. Para que el Señorío de Cristo sea una realidad en nuestras
vidas, debemos:
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En Romanos 12:1-2 se nos dice precisamente eso:
- Debemos presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. Ese es
nuestro culto racional (pensado; meditado; en base a una decisión consciente).
- Debemos dejar de pensar como piensa el mundo. Esto es, “no os conforméis a este
siglo”. Muy por el contrario, debemos renovar nuestro pensamiento de acuerdo a la
voluntad de Dios, para poder comprobarla en una forma práctica. Esto incluye
pensamientos en cuanto a valores, razonamientos, deseos, metas en la vida, etc.
Esto es muy práctico, y hay ejemplos bíblicos que lo ilustran. Tenemos así, el ejemplo de
Ananías en lo relacionado a los razonamientos. Lea Hechos 9:1-20, notando lo siguiente:
- Saulo de Tarso es un perseguidor y asesino de cristianos, temido por todos los creyentes
debido a su celo por el judaísmo. Tiene un encuentro con el Señor, le entrega su vida y
va a Damasco. Quedó ciego, pero va a la ciudad (Hechos 9:1-9).
La Biblia no habla solamente del cambio de razonamientos, sino que enseña que no podemos
vivir de acuerdo a los valores del mundo y ser siervos de Cristo al mismo tiempo. Por ejemplo,
tenemos el asunto de las riquezas: Todo el sistema de este mundo nos dice que debemos
afanarnos en guardar para el futuro; que debemos buscar el dinero y que sólo así encontraremos
la felicidad. Sin embargo, eso no es lo que dice Jesús. Él, por el contrario, expresa: “Ninguno
puede servir a dos señores... no podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).
Si tenemos valores mundanos, Jesús no puede ser nuestro Señor. Es pues necesario cambiar
nuestros valores de acuerdo a la voluntad de Dios, si es que Él ha de ser nuestro único Señor.
Para poder experimentar el Señorío de Cristo, debemos primero que todo separarnos del mundo,
de sus esquemas de pensamiento y de los valores que lo gobiernan.
2. Evaluar diariamente nuestra vida de acuerdo a la Palabra de Dios, en actitud de oración, para ver
si estamos siendo sujetos al Señor
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El hacer esto permite que Dios tenga la libertad de hablarnos; que su Palabra penetre en nuestras
vidas en una forma real y práctica.
Para esto, podemos hacer algunas preguntas con el propósito de abrir nuestras vidas a la
dirección del Señor puesto que nos llevan a buscarle y escucharle, con miras al servicio y a la
transformación:
- ¿Hay alguna área de mi vida que no he sometido al Señorío de Cristo? ¿Qué haré al
respecto?
- ¿Qué situaciones de este día me muestran mi necesidad? ¿En cuál de ellas el Espíritu
Santo trató de hablarme para indicarme la voluntad de Dios para mí?
- ¿Estoy siendo obediente a la voluntad de Dios, o estoy más bien conformándome al
mundo que me rodea? ¿Qué haré en ese sentido? ¿Qué me pide el Espíritu, o qué me
enseña la Palabra de Dios, en ese sentido?
- ¿Le estoy dando oportunidad al Espíritu Santo para que me hable? ¿Le estoy dando
suficiente tiempo a la Palabra de Dios (estudiándola y escudriñándola) para conocer la
voluntad de Dios para mi vida?
- ¿Hay alguna situación en mi vida en la cual el Señor me está disciplinando para que
aprenda a vivir bajo su voluntad? ¿Qué haré al respecto?
Esta evaluación es también un ejercicio que deberá hacerse diariamente para que tenga valor
práctico y de transformación.
3. Tomar decisiones firmes para poner en práctica lo que Dios nos revele en ese tiempo de
evaluación
Los únicos que están bajo el Señorío de Cristo que actúan en base a su voluntad. Eso es lo que
dice Jesús (Lucas 6:46; Mateo 7:21) y por lo tanto, ¡debe ser considerado seriamente!
Al tomar acción, se inicia el proceso de una tremenda relación entre usted y Cristo.
Comencemos hoy mismo a tenerla, y no nos arrepentiremos de los cambios que veremos.
Es importante afirmar el hecho de que se necesitan convicciones firmes para hacer esto. Nadie
que no sabe exactamente que es lo que quiere en este sentido puede ser un fiel siervo de Cristo.
Meditemos profundamente en nuestra evaluación y ¡tomemos decisiones firmes en cuanto a
nuestro futuro!
4. Mantener siempre una actitud positiva, basada en una convicción profunda acerca del Señorío de
Cristo
Algo que Satanás busca continuamente es tocar nuestras emociones en una forma negativa. Esto
se manifiesta en actitudes de desánimo, inconsistencia, frustración y depresión. No debemos
permitir que esto suceda, afirmando nuestras convicciones en el Señor.
Debemos buscar la convicción de que el Señorío de Cristo es lo mejor para nuestra vida ya que
¡ese es el plan de Dios para los cristianos!, Él no planearía algo que es dañino para nosotros, así
que veamos al futuro más bien con esperanza y positivismo, esperando con gozo la obra del
Señor y los beneficios que vendrán al obedecerle.
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No dejemos que los fracasos nos desanimen. Sigamos adelante ya que la Palabra dice que “a su
tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9). ¡Esta es una Palabra confiable y segura!
En esta sección se presentan como ejemplo algunos aspectos de nuestra vida que requieren el Señorío de Cristo.
Nos ayudarán a entender y aplicar ese Señorío en todos los demás aspectos de nuestra vida.
1 Tesalonicenses 5:23 nos muestra que el deseo de Dios es que todo nuestro ser (lo que somos) sea
guardado irreprensible y en santidad. Nos referimos aquí a todo nuestro ser, a las tres partes que
constituyen a un ser humano: Espíritu, alma y cuerpo. Esto implica cuidar, guardar, desarrollar,
fortalecer y hacer crecer todo aquello que se relaciona con cada una de esas áreas de nuestro ser:
En el ámbito del espíritu: Implica cultivar lo que nos relaciona con Dios: El tiempo
devocional diario, el conocimiento de su voluntad, el estudio y meditación de la Palabra, el
deseo y labor de ser como Él es, etc.
En el ámbito del alma: Implica cultivar todo aquello con lo cual nos relacionamos con
nosotros mismos y con los demás seres humanos: los dones y talentos que poseemos, el buen
uso de la voluntad, el dominio de los sentimientos y emociones, el desarrollo del intelecto, el
dominio de los pensamientos, la transformación de actitudes negativas, las relaciones humanas,
etc.
En el ámbito del cuerpo: Implica cultivar todo aquello que nos permite vivir en una forma
sana y eficiente en lo relacionado con nuestro ser exterior: ejercicio físico, alimentación
adecuada, higiene y orden, buena apariencia como conviene a hijos de Dios, abstención de
hábitos destructivos, etc.
La Palabra también enseña que somos responsables del uso de nuestro tiempo (Colosenses 4:5;
Efesios 5:15-17).
Una buena forma de aprender a usar nuestro tiempo es la de comenzar a establecer prioridades en las
diversas actividades que realizamos. A las diferentes categorías de actividades de la lista que se da a
continuación, asigne el lugar de prioridad más adecuado.
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Para un buen uso del tiempo, y de acuerdo a prioridades, podremos hacer el siguiente ejercicio:
Hacer una lista de las actividades que debemos y queremos realizar.
Destacar o marcar con lápiz, de manera especial, aquellas que son esenciales o que tienen un
horario determinado que no puede cambiarse.
Llenar una “Hoja de Horario Semanal” (ver Hoja en página siguiente) con las actividades
esenciales que realiza actualmente y después complete el horario con las otras actividades que
usted quiere realizar.
Debemos recordar que el Horario Semanal es sólo un plan general para nuestras actividades. Para que
funcione eficientemente, requiere de complementos adicionales tales como un listado de asuntos
pendientes (una lista donde apuntamos todas las cosas que debemos hacer y no queremos olvidar) y
una agenda que nos permita tomar nota de los cambios en el horario o de detalles más específicos.
La Palabra enseña que Dios es el dueño de todo. Esto significa que somos mayordomos no sólo de lo
que somos, sino que también de lo que poseemos. Él espera que manejemos bien nuestros bienes y
posesiones y también nuestro dinero.
Un ejemplo de esto es que Él ha mandado que una parte de lo que nos da le sea entregada en Su
casa. Esta parte es el diezmo (Malaquías 3:8-12).
El diezmo es utilizado, desde los tiempos del Antiguo Testamento, para el sostenimiento de
aquellos que laboran tiempo completo en la obra del Señor (Números 18:21; Deuteronomio
14:22-29).
Debemos también dar a los pobres y necesitados (Deuteronomio 26:11-15).
Además del diezmo, hay otras formas de dar para la obra del Señor. Esto debe ser hecho con
buena actitud (Éxodo 35:20-29; 36:2-7; 1 Crónicas 29:6-18; 2 Corintios 9:7).
Debemos recordar que dar no es todo lo que Dios quiere. Él espera que administremos bien todo
lo que poseemos.
Debemos ser buenos mayordomos de lo que gastamos fuera del diezmo y ofrendas también.
No debemos gastar desordenadamente, sino que de acuerdo a la voluntad de Dios. Él es el
dueño de las cosas, no nosotros.
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Eso también implica que debemos cuidar lo que nos ha sido dado y debemos multiplicarlo.
¿Cuál era la condición material de Abram después de haber obedecido a Dios? (Génesis 13:2).
Y Abram era _____________ en _______________, en __________________ y en ______________”.
¿Cuál era la actitud de Abram hacia sus bienes materiales? (Génesis 14:22-23). “He alzado mi mano
a _______________ Dios Altísimo, _______________ de los cielos y de la tierra, que desde un hilo
hasta una correa de calzado, ________________________________________________, para que no
digas: ___________________________________”. Abram no tenía una pasión por ser rico. Esto es
obvio ya que había dejado todo (su tierra, su parentela y la casa de su Padre) cuando Dios se lo pidió.
Él aun se fue a otra tierra en obediencia a Dios (Génesis 12:1). Abram no era de las personas que
enriquecen a costa de otros, sino que dejaba esa área a Dios honrándole con sus bienes; por esta razón,
Dios le prosperó.
¿Que hizo Abram al regresar de la batalla de los reyes y encontrarse con Melquisedec, el sacerdote de
Dios? (Génesis 14:20). “Y le dio Abram _________________________________ ”.
¿A quién era semejante Melquisedec, el Sacerdote de Dios (Hebreos 7:1-3). “... Semejante al
_________________________________”. En esencia, Abram dió sus diezmos a Cristo. Todos los
descendientes de Abram, nosotros inclusive, también diezmaban a Cristo, pues lo hacían “estando en
los lomos de Abram” (Hebreos 7:5-10).
¿Cuál era la condición material de Isaac, hijo de Abram, después de entrar en pacto con Dios?
(Génesis 26:12-14). “Y ________________ Isaac en aquella tierra, y _______________ aquel año
_____________________________; y le _______________ Jehová. El varón se
___________________________; y fue _________________, y se engrandeció hasta hacerse
___________________________. Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los
filisteos le ________________________________”.
¿Que le prometió Jacob a Dios, si le cuidaba en el camino? (Génesis 28:22). “... de todo lo que me
dieres, _____________________ apartaré para Ti”.
¿Cuándo diezmaron Abram y Jacob? ¿Antes o después de la ley de Moisés? ____________________.
Ellos no diezmaban porque era una ley, sino por honrar a Dios, dándole reconocimiento de que era Él
quien proveía para ellos. La ley vino 430 años después de enseñar la conciencia de aquellos que no se
acostumbraban a hacer lo correcto y justo (1 Timoteo 1:9).
¿Qué debe hacer uno con sus bienes? (Proverbios 3:9). “____________________________________
_________________________________________________________________________________”.
¿Cuál es la promesa de Dios por hacer lo anterior? (Proverbios 3:10). “_________________________
tus graneros con ______________________”.
¿Quién da el poder para ganar dinero? (Deuteronomio 8:18, 1 Crónicas 29:14).
____________________________.
¿Para qué da Dios este poder a sus hijos? (Deuteronomio 8:18). “a fin de _______________________
que juró a tus padres”.
¿De quién es el diezmo de la ganancia de un hijo de Dios? (Levítico 27:30). “... el diezmo de la
tierra, ...de
___________________________________________________________________________ es”.
¿Cuánto es el Diezmo de una persona?. El _____% de todos sus ingresos.
Si alguno bajo el Antiguo Testamento quisiera pedir prestado de su diezmo, ¿qué porcentaje de interés
tenía que pagar al reponerlo? (Levítico 27:31). El _____% de lo prestado. Es decir, la __________
parte.
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¿Qué debía hacerse con el diezmo, conforme a la ley de Moisés? (Levítico 27:32). “... el diezmo será
________________________________________”.
Bajo la ley de Moisés, ¿Cuál era el uso principal del Diezmo? (Números 18: 21,31). Para los
__________________________ y __________________________.
Bajo el Antiguo Testamento, ¿debían diezmar los ministros de Dios? (Números 18:26).
_____________________.
¿Qué porción debe ser consagrada a Jehová (Números 18:29). “De todos vuestros dones ofreceréis
toda ofrenda a Jehová; de ____________________________ de ellos ofreceréis...”.
¿Qué se propone Dios que uno aprenda cuando diezma? (Deuteronomio 14:23). “... para que aprendas
________________________________________________________________ todos los días”.
¿Dónde tenían que llevar el diezmo los que vivían bajo el viejo pacto? (Deuteronomio 14:25). “... y
vendrás al lugar _________________________________________________________”. El lugar
escogido por Dios es el lugar de reunión del pueblo. Primeramente fue el tabernáculo y más tarde el
templo de Jerusalén, debido a que el uso principal del diezmo era para el ministerio.
Cuando se diezmaba, ¿qué debía hacer cada persona junto a su familia? (Deuteronomio 14:26). “... y
comerás allí __________________________________ tu Dios, y te ______________ tú y tu familia”.
¿Cuáles otros usos habían para el diezmo bajo el viejo pacto? (Deuteronomio 14:29). Para apoyo de
____________________, ____________________, etc. (es decir, obras sociales).
Bajo el viejo pacto, ¿qué debía decir una persona al traer sus diezmos al templo? (Deuteronomio
26:13-15). “He sacado _______________________________________________ de mi casa... no
___________________________________ tus mandamientos, ni me he _________________ de ellos.
No ___________________________________ de ello... ni he _____________ de ello... he
______________________ a la voz de Jehová mi Dios... Mira desde tu morada santa, desde el cielo, y
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
A mor V iviente
_____________ a tu pueblo... como ______________ a nuestros padres. Podemos ver que Dios
esperaba que su pueblo reclamara la bendición material, la cual Él juró que les daría por haber hecho la
justicia de honrarlo con los bienes materiales que Él mismo provee.
¿Qué significa para Dios cuando uno promete hacer ofrenda voluntaria y después no cumple con su
promesa? (Deuteronomio 23:21-23). “Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo;
porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería __________________ en ti. Pero lo que
hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios,
pagando la _____________________________ que prometiste con tu boca”.
¿Es pecado abstenerse de prometer hacer ofrenda voluntaria? (Deuteronomio 23:22). “Más cuando te
abstengas de prometer, _______ habrá en ti _______________”.
¿Cómo miró Dios el que su pueblo no diezmara? (Malaquías 3:9). “... me habéis _______________”.
A causa de no haber diezmado, el pueblo se había puesto a sí mismo bajo _________________
(Malaquías 3:9).
¿Cuál es la única cosa en que Dios ha retado al hombre a probarle? (Malaquías 3:10).
En “__________________________________________________”.
¿Qué dijo Dios que haría específicamente si diezmábamos? (Malaquías 3:11). “Reprenderé también
por vosotros al devorador, y no os __________________ el fruto de la ___________ ni vuestra vid en
el ___________ será estéril”.
¿Cuál es el fruto que realmente muestra que uno se ha arrepentido para con Dios? (Lucas 3:7-14).
- Para la Gente común: “El que ____________ dos túnicas, _____ al que
______________; y el que ___________________________, haga lo mismo”.
- Para los Cobradores de impuestos: “No _____________________ de lo que os está
_________________”.
- Para los Soldados: “No hagáis __________________ a nadie, ni calumniéis, y
contentaos con ___________________________”.
En esencia, Juan el Bautista decía que se puede medir la calidad del arrepentimiento de uno por medio
de cómo ha cambiado su actitud hacia su billetera.
¿Cuál era el concepto de nuestro Señor Jesucristo sobre los bienes materiales?
15
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- “Donde esté vuestro _______________ allí estará también vuestro
________________” (Mateo 6:19-21).
- “No podéis servir a _____________ y a las ________________” (Mateo 6:24).
- “No os ______________ por vuestra ____________” (Mateo 6:25-34).
- “Mirad, y guardaos de toda _______________, porque la ____________ del hombre no
consiste en la ________________ de los __________ que __________” (Lucas 12:15).
- “_____, y se os _________; medida _____________, ______________,
_______________ y _____________________________ en vuestro regazo; porque
con la _________________________ con que _________________, os volverán
_____________” (Lucas 6:38).
¿Qué dijo Jesús acerca del Diezmo? (Mateo 23:23). ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley:
______________, ___________________ y _______________. Esto era necesario hacer, sin dejar de
hacer aquello (diezmar)”.
¿Cuál era el concepto del apóstol Pablo sobre los bienes materiales? (1 Timoteo 6:17-19). “A los ricos
de este siglo manda que _______________________, ni pongan ___________________ en las
riquezas, las cuales ______________________, sino en el Dios vivo, que
______________________________________________________________. Que _______________,
que sean ricos _________________________, ___________________, __________________;
atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que
_________________________________________________________”.
¿Qué le rogaban a Pablo los cristianos de las Iglesias de Macedonia? (2 Corintios 8:4). “... que les
concediésemos ________________ de participar __________________________________________”.
¿Cuáles eran las condiciones de los Cristianos en Macedonia en ese tiempo? (2 Corintios 8:2-3).
Estaban “... en grande _________ de ________________”; pero como tenían abundancia de gozo, a
pesar de que eran profundamente pobres, “abundaron en riquezas de su ________________________”.
Cuando nos piden dar generosamente para las necesidades de los demás, se pone a prueba “la
_________________ de nuestro _______________” (2 Corintios 8:8).
¿Cuál es la ley natural del dador? (2 Corintios 9:6). “El que siembra ___________________, también
segará _____________________; y el que siembra _________________________, generosamente
también ____________________”.
¿Quién provee la semilla (Dinero) para sembrar? (2 Corintios 9:10) ___________________________.
¿Qué hará Dios para la persona que comienza a sembrar de esta manera? (2 Corintios 9:10).
“Proveerá y _________________ vuestra _________________ (el área donde puede sembrar), y
aumentará __________________ de _______________________________________”.
¿Qué había aprendido el apóstol Pablo respecto a lo económico? (Filipenses 4:11). “... he aprendido a
___________________ cualquiera que sea mi situación”.
¿Son aplicables estos principios bíblicos aun para los que ganan muy poco dinero? (Lucas 16:10).
“El que es _____________ en lo __________________, también en ________________ es fiel; y el
que en lo _______________________ es injusto, también en lo más _________________”.
El plan de Dios para la bendición material de sus hijos es que aprendan a vivir un estilo de vida distinto del
que vive la gente atada a este mundo. Debemos vivir con las manos abiertas, no cerradas: una para recibir
y la otra para dar. Debemos ser canales de la bendición de Dios para que los hombres glorifiquen a Cristo.
La Biblia nos enseña varias maneras en que podemos expresar nuestra fe y confianza en Dios: Siendo
dadores alegres, bendiciendo a los demás y glorificando a Dios. Uno puede decidirse a glorificar a Dios con
este estilo de vida, el de ser generoso; dando con los ojos puestos en el Señor. Por lo tanto, no importa si los
demás hombres nos defraudan; el galardón siempre proviene del Padre Celestial. Conforme a su promesa,
segaremos lo que hemos sembrado.
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Tema 2
AUTORIDAD ESPIRITUAL
Parte I
I. Introducción
En la Palabra de Dios encontramos el siguiente texto, Mateo 7:29: “Porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como los escribas”, refiriéndose al Señor Jesús. Veamos ahora en Mateo 8:9 “Porque también
yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y
viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”; en esta ocasión un oficial romano comparaba la clase de autoridad
que él ejercía con la de Jesús nuestro Señor.
Lo anterior nos lleva a preguntarnos, ¿qué es autoridad?, ¿por qué es tan importante?. La palabra autoridad en
hebreo no existe, ya que este es un idioma concreto y autoridad es una noción abstracta. Sin embargo, otras
palabras han sido traducidas como la palabra autoridad, como ser: dominar, controlar, ser amo de, etc. En
griego y en latín se refiere al poder y su uso, al derecho moral o civil para ejercer poder o dominio en sí de una
persona, acción u opinión.
La Biblia por su parte, una y otra vez nos indica, en su uso y estudio, que la autoridad pertenece solamente a
Dios, y toda otra demostración de autoridad es dada específicamente por Él para que en Su Nombre (Dios) se
cumplieran sus órdenes (Lucas 9:1-2); siendo esta autoridad subordinada y derivada de la única y verdadera
autoridad. Esta clase de autoridad divina fue usada solamente por Jesús y pedida por Él para nosotros la Iglesia,
Su pueblo, para cumplir sus misiones y mandatos.
La palabra autoridad significa potestad, facultad, soberanía; es el poder que tiene una persona sobre otra que le
está subordinada; por ejemplo: el padre sobre los hijos, el superior sobre los inferiores. La persona en autoridad,
es la persona revestida de algún poder o mando sobre una o más personas, de quien o quienes es a la vez
cobertura.
A. Dios es Autoridad
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A mor V iviente
La Biblia enseña que el origen de la Autoridad está en Dios mismo. El más amplio y concreto concepto de
Autoridad se centra en Dios mismo. Su trono se fundamenta en la autoridad. En la Palabra encontramos
características de Dios como Autoridad:
Dios es todopoderoso (Génesis 17:1, Apocalipsis 1:8, Job 42:2).
Dios es soberano (Hechos 4:24, 1 Timoteo 6:14-15).
Dios es creador y poderoso (Jeremías 32:17).
A Dios le pertenecen el reino, el poder y la gloria (Mateo 6:13).
Dios tiene todo poder, dominio o potestad. Puede mandar a ejecutar cualquier cosa.
Dios es soberano, es Señor. Tiene dominio y autoridad sobre todo lo creado y sobre todos y cada uno de
nosotros. Él es la fuente de toda autoridad.
Es indispensable para todo cristiano tener un “encuentro con la autoridad directa de Dios”. El ejemplo de
Pablo, descrito en Hechos 9:3-6, nos ayudará a comprender mejor. Inicialmente Pablo no está sujeto a la
autoridad de Dios aunque creía estarlo. Pablo tuvo un primer encuentro con la autoridad directa de Dios al
encontrarse con Cristo Resucitado en el camino a Damasco. En esta ocasión le dijo: “Señor, ¿quién eres?, ¿qué
quieres que yo haga?. Al hacer esta pregunta, Pablo se sometió a Jesús como Señor. Al igual que Pablo, la
persona que tiene un encuentro directo con la autoridad de Dios, le reconoce como Señor, como soberano y se
somete completa y voluntariamente a Él; destrona su ego y hace que Dios sea Señor de todo lo que Él es y de
todo lo que Él posee.
Como discípulos de Cristo, lo primero que debemos tener es una experiencia o encuentro con la
autoridad de Dios.
Para entender lo que es la Autoridad, necesitamos revelación de Dios en nuestros corazones.
Para que haya sumisión se debe excluir el “yo” de nuestros corazones; debemos poner a Dios como la
prioridad en nuestras vidas.
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
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El máximo ejemplo de obediencia a la autoridad ha sido el Señor Jesús.
Para aprender la sumisión, necesitamos entender primero la diferencia entre lo que es obediencia y lo
que es sumisión:
- Obediencia: Cumplir la voluntad de alguien que manda. Puede ser generada únicamente por
temor a la Autoridad. Es un acto externo.
- Sumisión: Acatamiento, subordinación manifestada en las palabras y acciones. El obedecer, en
este caso, no es más que una manifestación externa de algo que está en el corazón respecto a la
autoridad. Es una actitud interna.
Entendemos por delegación, el que una persona de a otra la capacidad para que la represente o haga sus veces.
Un ejemplo de esto es el embajador de una nación en un país extranjero: El gobierno le ha “delegado” cierto
poder para que lo represente en dicho país. Dios nos ha delegado, a su pueblo, su autoridad para cumplir sus
propósitos; somos embajadores del Rey de Reyes, quien además ha puesto otro tipo de autoridades para
mantener un orden en el mundo.
En la Iglesia:
- Los Pastores: Hebreos 13:17
- Todos los líderes espirituales: 1 Corintios 16:15-16
En el País:
- Los Gobernantes: 1 Pedro 2:13-17 ; Tito 3:1
En el Trabajo:
- Los Patrones o Jefes: 1 Pedro 2:18; Efesios 6:5-7
B. Evaluando Nuestra Actitud hacia la Autoridad Delegada de Dios sobre Nuestras Vidas
Las siguientes preguntas pueden servirnos de guía para un exámen práctico de nuestra actitud hacia la
autoridad delegada de Dios sobre nuestras vidas.
Tomando como base los conceptos de obediencia, sumisión, rebeldía y autoridad delegada, analice su
actitud y pregúntese:
- ¿Cuál es mi actitud hacia los Gobernantes, la Policía y demás autoridades?
- ¿Cuál es mi actitud hacia mis Padres?
- ¿Cuál es mi actitud hacia mi esposo?
- ¿Cuál es mi actitud hacia mi Pastor de Grupo de Crecimiento?
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
A mor V iviente
- ¿Cuál es mi actitud hacia mi Maestro de Discipulado?
- ¿Cuál es mi actitud hacia los Pastores y demás líderes de la Iglesia?
De manera general, ¿Soy obediente y sumiso? ó ¿Soy únicamente obediente y no sumiso?
¿Qué reflejan mis respuestas a estas preguntas?
¿Qué cambios necesito hacer de inmediato?
A. Jesús
Las siguientes preguntas le ayudarán a analizar el ejemplo de obediencia de Jesús y obtener una aplicación
práctica para su vida. Lea detenidamente cada uno de los pasajes.
B. Abraham
Las siguientes preguntas le ayudarán a analizar el ejemplo de la obediencia de Abraham. Lea
detenidamente Génesis 22:1-18.
Sí.
Respuesta personal.
Son características sobresalientes en Abraham:
- Su fe en Dios y sus promesas.
- Su fe antes y por encima de todo razonamiento.
- Sumisión y obediencia a Dios.
Algunas enseñanzas sobre la obediencia a la autoridad directa de Dios:
- La obediencia a Dios es inmediata, sin discusión o cuestionamiento.
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A mor V iviente
- La obediencia a Dios es un acto de fe.
- Dios prueba la obediencia de sus siervos.
- Hay bendición en la obediencia.
C. David
Las siguientes preguntas le ayudarán a analizar el ejemplo de la obediencia de David y obtener una
aplicación práctica para su vida. Lea detenidamente cada uno de los pasajes.
A. La Rebeldía en Satanás
En la Palabra encontramos que el origen de la rebeldía está en Satanás.
En el corazón de Satanás había orgullo y soberbia: “Seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:12-15).
El corazón de Satanás estaba lleno de maldad, iniquidad y enaltecimiento a causa de lo que él era: Un
querubín grande, protector, sabio y hermoso. Cuando el pecado entró en él, se reveló contra Dios.
Este fue el origen de la rebeldía; fue echado de la presencia de Dios y desde entonces busca que todos los
hombres sigan sus pasos de rebeldía (Ezequiel 28:13-17, Génesis 3:1-5).
B. La Rebeldía en el Hombre
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
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Fundamentalmente existen tres formas principales a través de las cuales se manifiesta la rebeldía en el
hombre:
1. Las Palabras
El hombre rebelde profiere palabras rebeldes: Murmuración, crítica, juicio, etc.
(Efesios 5:6; 2 Pedro 2:10-12; Mateo 12:34; Judas 8-10).
2. Los Razonamientos
El hombre rebelde cuestiona fuertemente en sus pensamientos a la autoridad; siempre hay prejuicios
con respecto a su persona, a todo lo que hace, a sus órdenes. Siempre analiza si hay razones
suficientes para obedecer a la autoridad, aún a Dios mismo. Romanos 9:11-24 da instrucciones
respecto a cómo tratar con razonamientos errados.
3. Los Pensamientos
Las Palabras rebeldes provienen de un razonamiento rebelde; el razonamiento a su vez se origina en el
pensamiento y este se origina en un corazón rebelde. 2 Corintios 10:4-6 nos da instrucciones respecto
a nuestros pensamientos.
Leamos los pasajes anteriores y analicemos cada uno de estos ejemplos tomando en cuenta las siguientes
preguntas:
La rebeldía se manifiesta al hacer cosas que Dios nunca había mandado que hicieran: ofrecieron
un sacrificio sin permiso de la autoridad.
La rebeldía fue contra la autoridad directa de Dios.
La consecuencia de su rebeldía: muerte.
Enseñanzas:
- La desobediencia trae consigo castigo.
- Servicio sin obediencia implica rebeldía.
- No debemos sobrepasar la autoridad de nuestros líderes; el hacerlo es manifestación de
rebeldía.
Su rebeldía se manifiesta al murmurar de Moisés por un error que él había cometido: casarse con
una mujer que no era de Israel.
La rebeldía fue contra la autoridad delegada: Moisés.
Las consecuencias de su rebeldía: la lepra.
Enseñanzas:
- La murmuración es muestra de espíritu rebelde.
- La autoridad delegada no necesita defenderse. Dios la respalda.
- La murmuración es oída por Dios.
- Quien se rebela contra la autoridad delegada, lo hace contra Dios mismo.
- La rebeldía es como la lepra: contagia, contamina al Cuerpo de Cristo.
- La rebeldía produce retraso en la obra de Dios.
Como se ha indicado anteriormente, existe la autoridad directa de Dios y la autoridad delegada por Dios en los
hombres. Muchos cristianos no han aprendido a reconocer a la autoridad directa de Dios y, como resultado, no
pueden someterse a la autoridad delegada por Dios en otros hombres.
A otros cristianos les es fácil someterse a Dios mismo, pero se les dificulta someterse a las autoridades
delegadas, puesto que ven al hombre en sí con sus defectos y debilidades, su capacidad, experiencia, edad o
sexo, y no ven la autoridad de que han sido revestidos por Dios.
23
Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
A mor V iviente
A. Principales Fuentes de Rechazo a la Autoridad
1. El hombre mismo
Debido a la naturaleza adámica, la cual produce orgullo, soberbia, resentimiento, amargura y odio, el
hombre tiende a rechazar la autoridad.
2. Satanás
Satanás produce rechazo a la autoridad en el hombre por medio del engaño; haciéndole creer que su
criterio propio es el verdadero; que es superior a los que son autoridad; que puede tomar sus propias
decisiones sin consultar a otros; que es dueño de su propia vida; que a nadie más le interesan sus
asuntos.
El hombre es separado de Dios, puesto que la rebeldía es un pecado que Dios abomina
(1 Samuel 15:22-23).
El hombre abre puertas de su vida para que entre el enemigo (Levítico 26:14-17, 25).
El hombre rebelde se convierte en su propia autoridad.
El hombre es auto-engañado.
El hombre cae en perversión sexual, tal como: fornicación, homesexualismo, incesto, lascivia,
masturbación, etc.
El hombre es entregado a la carne, a sus propios deseos.
El hombre se convierte en esclavo de su propio cuerpo.
A continuación se presenta una lista de pasos que pueden servir de guía, tanto para uno mismo como para
ayudar a otros, a ministrar la raíz de la rebeldía. Para que haya liberación de la raíz de rebeldía, debe haber:
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
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Oración de autoridad para quebrantar y cortar toda raíz de rebeldía, para quebrantar todo yugo de espíritu
de rebeldía en la vida de la persona.
Pedir a Dios nuevos patrones de pensamiento y conducta, y un espíritu de humildad para la persona.
Más que temer que prediquemos la Palabra de Dios o que hagamos cualquier servicio para Dios, Satanás
teme que estemos sujetos a la autoridad de Cristo. Esto es porque estando sujetos a Cristo tenemos victoria
total sobre el pecado y tenemos asegurado el crecimiento.
Todas las autoridades han sido instituidas por Dios y por lo tanto, deben ser obedecidas. Es necesario pues,
no ver al hombre en sí mismo, sino la autoridad de que ha sido revestido por parte de Dios.
Debemos reconocer que la autoridad delegada en una persona es algo que procede de Dios.
Cuando recibimos órdenes difíciles, debemos seguirlas sabiendo que no obedecemos tanto a la persona
como al principio de la autoridad establecida por Dios. Esta actitud depende de la vida de fe y no de la
razón.
Debemos sujetarnos a la autoridad directa de Dios, así como a las autoridades delegadas.
Dios no quiere que solamente seamos obedientes, sino también que seamos sumisos a la autoridad
delegada.
El único caso en que no podemos obedecer a las órdenes de una autoridad delegada, es cuando las mismas
van en contra de nuestra propia conciencia o de nuestras convicciones cristianas.
Aquel que rechaza la autoridad delegada, rechaza a Dios mismo. Aquel que resiste a la autoridad delegada,
resiste a Dios.
Se necesita humildad para ser obedientes a la autoridad directa de Dios; pero demanda aun más humillación
y quebrantamiento el estar sujeto a la autoridad delegada. A aquel que le disgustan los delegados de Dios,
le disgusta Dios mismo.
La naturaleza rebelde del hombre le hace querer obedecer la autoridad directa de Dios, sin tener que
sujetarse a las autoridades delegadas que Dios ha establecido.
Tema 3
ORACIÓN
INTERCESIÓN
GUERRA ESPIRITUAL
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
A mor V iviente
I. La Oración
A. Introducción
Orar es “ponerse de acuerdo para que se haga la voluntad de Dios”, esto nos dice Watchman Nee en su
libro oremos; aunque muy breve, consideramos muy apropiado este pensamiento, por cuanto el verdadero
significado de la oración es orar por el cumplimiento de la voluntad de Dios.
Bajo este pensamiento vemos que orar, es mucho más que hablar con Dios. Orar es:
Dios quiere que acudamos al trono de la gracia reconociendo nuestra dependencia en Él, pidiéndole lo
que necesitamos y demostrando nuestra disposición para hacer su voluntad.
Oramos porque:
La Biblia nos enseña a orar en todo tiempo, tanto de manera particular como junto a otros creyentes en
la iglesia. De manera particular “Orad sin cesar” (1 Ts. 5:17) no significa el dedicarnos a la
oración formal todo el tiempo; no sería posible ya que tenemos trabajo y obligaciones que atender y
otras actividades que realizar. “Orad sin cesar” es más bien, vivir conscientes de la presencia de Dios,
a fin de que, cuando necesitamos pedir, interceder o alabar, nuestra oración surja en forma espontánea.
También como iglesia, la Biblia nos da ejemplo de “orar sin cesar”: Los creyentes perseveraban
unidos en la oración. (Hechos 12:5; 1:4).
Por otra parte, la Biblia nos da ejemplo de quienes oraban en forma regular o disciplinada diariamente;
otros por la mañana o por la noche:
Vemos entonces como algunos oran por la mañana, otros por la noche; esto debe depender del ritmo
de vida de cada persona. Lo que si es importante, es mantener en nosotros esa “sed del Dios vivo”,
que nos lleve a buscar sus respuestas y su presencia en todo momento y para toda situación (Salmo
42:2).
De manera general vemos en la Palabra, que la oración se puede hacer en forma individual (Mateo 6:6)
y también en forma colectiva con toda la iglesia (Mateo 21:13). Esto es porque hay aspectos de la
oración que deben tratarse de forma particular; pero hay aspectos que necesitan el apoyo mutuo y la
unidad entre los creyentes. El ponerse de acuerdo con otro o la oración unida de toda la iglesia, afirma
nuestra fe de tal manera, que nos atrevemos a orar por cosas grandes.
¡La Biblia nos enseña que podemos orar en todas partes!. El lugar físico no debe restringir nuestra
oración.
Podemos orar en cualquier lugar en el que nos encontremos, cuando surja la necesidad de hacerlo y en
la forma que dicha situación requiera.
4. ¿Cómo Orar?
¿Hay una posición especial para orar? Es una pregunta frecuente. Probablemente no. Algunas
posiciones más usadas son: de rodillas, parados, sentados, postrados (de rodilla tocando el suelo con
la frente o tendido a lo largo en el suelo), caminando, y otros (Hechos 9:40; Mateo 26:39; Josué 5:14;
1 Reyes 8:22).
Vemos que se puede orar en diferentes posturas o posiciones; incluso es mejor adoptar todas ellas
usando las más apropiadas en distintas ocasiones.
Aunque reconocemos que orar es importante y aprendemos a hacerlo en forma eficaz, es casi seguro
que nos “cuesta trabajo orar”. He aquí algunas razones:
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
A mor V iviente
Orar parece contrario a nuestra naturaleza. A ésta le interesa más satisfacer apetitos y deseos
físicos. Para el mundo dedicar tiempo a cualquier cosa de naturaleza espiritual, es pérdida de
tiempo (Santiago 4:2).
Orar, implica admitir que somos débiles. Aunque decimos que somos débiles, en lo profundo de
nuestro ser negamos nuestra dependencia de Dios (Lucas 18:11-12).
Orar, no siempre guarda relación con los resultados. Estamos acostumbrados a que los resultados
se ajusten a lo que hemos dispuesto; y a veces invertimos tiempo en la oración y no vemos los
resultados en las condiciones y el tiempo en que hemos pedido, y abandonamos la oración (2
Corintios 12:8-9)
Por el poder que la oración es capaz de desatar, tanto en el mundo espiritual como en el físico, Satanás
siempre tratará de oponerse. Algo importante al respecto es conocer su forma de trabajar; y
particularmente la forma en que afectará las diferentes áreas de nuestra vida; he aquí algunas:
Conociendo estas formas en que Satanás buscará atacarnos, es importante que aprendamos a
prepararnos para orar; para ello encontramos en la Palabra:
El pasaje en Lucas 18:11-14, nos muestra la importancia que para Dios tienen nuestras actitudes, a
continuación algunas muy importantes:
Reconociendo en Dios, su santidad, su señorío y sus atributos (Lucas 11:2; Apocalipsis 7:12).
Alabando a Dios, nuestro Padre y Señor; Jesús lo hizo (Mateo 11:25).
Creyendo que Dios existe y que recompensa a los que le buscan (Hechos 11:6).
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
A mor V iviente
Es la oración que pide bendición completa para otros. Es bendición para ser prosperado en lo
material, en lo físico, emocional y en lo espiritual, eso incluye los hogares, estudios, empleos,
finanzas, salud, etc.
Las enseñanzas de los Apóstoles y Discípulos del Señor, recogen muy buenos aspectos que harán
de nuestra oración, una oración que sobresale de entre muchas oraciones.
Conclusión
La Palabra de Dios es el mejor recurso para conocer la voluntad de Dios, y orar conforme
ella. El Espíritu Santo es nuestro ayudador, en esa “especial vivencia” de la vida cristiana.
A. Introducción
“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la
tierra...” (Ezequiel 22:30).
Hoy más que nunca en la historia de la humanidad, Dios está buscando hombres y mujeres que estén
dispuestos a ponerse en la brecha entre Dios y este mundo para interceder ante Él por un mundo más justo
para todos, por una nación con gobernantes de acuerdo al corazón de Dios, por una iglesia que esté siempre
a la ofensiva, por un liderazgo fuerte y unido.
Los pensamientos de Dios para nosotros “son pensamientos de paz, y no de mal” (Jeremías 29:11). Sin
embargo, Satanás, que se opone a ese deseo de Dios; ha alejado a la humanidad de los caminos de Dios y
busca aprisionarla en el error, cada vez más. Dios no desea destruirnos, por eso es necesario que todos
elevemos nuestra oración de intercesión a favor de esta tierra.
B. La Oración Intercesora
Con mucha frecuencia confundimos el orar con el interceder, y la mayoría de las veces nuestra oración es
una larga lista de súplicas y peticiones, repetidas una y otra vez. Los Discípulos, que tampoco sabían orar,
le pidieron a Jesús que les enseñara a orar; hoy en día, nosotros contamos con la ayuda del Espíritu Santo,
quien nos quiere enseñar como orar (Juan 14:26; Romanos 8:26).
1. ¿Qué es interceder?
Interceder es tomar el lugar del otro; es ponerse en su lugar, para suplicar o defender su caso,
motivado solamente por el amor y la misericordia (Romanos 8:34). Podemos ver entonces que
interceder no es pedir a favor nuestro, sino mas bien a favor de otros.
2. ¿Quién es un intercesor?
E s la persona que dispone su vida para orar por otros, tomando su lugar. Es aquel que
siente carga en su corazón por alguna situación ajena. Es alguien
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
A mor V iviente
Un intercesor es el que se interpone entre Dios y los que se merecen su justa ira o castigo, poniéndose
en la brecha por ellos y clamando a Dios misericordia y perdón (Ezequiel 22:30).
Un intercesor está siempre en guerra porque pelea contra Satanás; y esa guerra no la puede pelear con
armas carnales, necesita vestirse de toda la armadura de Dios (Efesios 6:12-18).
Cuando el hombre desobedeció en el huerto del Edén, no solo traicionó la confianza que había sido
depositada en él, sino que voluntariamente entregó el dominio a Satanás. Desde entonces Satanás es el
Dios de este mundo (2 Corintios 4:4).
Él y sus huestes de espíritus malignos viven en lo que corresponde al mundo; la atmósfera, primer
cielo, las regiones celestes (Efesios 6:12). Él es el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2), el
gobernador de las tinieblas de este siglo (Efesios 6:12).
Mientras Dios tuvo potestad absoluta sobre el hombre, le concedió todo, sin que éste tuviera necesidad
de pedirle. Pero desde que el hombre cedió ante Satanás, Dios no puede darle nada libremente, a
menos que el hombre se lo pida, porque Dios es respetuoso de la decisión del hombre, de su libre
albedrío.
Dios no puede hacer nada por la humanidad excepto que alguien (un intercesor) se lo pida. La
voluntad de Dios es que el hombre tenga lo que le pertenece: salud, prosperidad y paz. Sin embargo,
la batalla de Satanás y sus huestes por retener lo que aún les pertenece continúa; y en su afán de
evitar que el hombre reciba las bendiciones de Dios, como ellos dominan y operan en las regiones
celestes o primer cielo atrapan la respuesta de Dios y la retienen allí, para engañarnos y hacernos creer
que Dios no contesta, que no nos oye.
En el libro de Daniel, esto está bien claro (Daniel 10:10-13. Lea cuidadosamente los versículos 12
y 13). Este pasaje nos muestra que desde el primer día oró, su oración fue oída; pero Satanás con sus
huestes, luchando en las regiones celestes que le pertenecen y que nos rodean, se opuso e impidió
durante veinte y un días que esa respuesta llegara.
Cuando al orar conforme a la Palabra de Dios, la respuesta no nos llega inmediatamente, no quiere
decir que Dios no nos oye o que no quiere contestarnos. Él ha enviado su respuesta , pero no nos ha
podido llegar porque Satanás la tiene obstaculizada, interceptada, en las regiones celestes, en su reino.
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A mor V iviente
¿Cuál es el poder que tiene la oración de intercesión? Mover, con nuestra súplica la mano de Dios y liberar
la obra restauradora del Espíritu Santo.
Dios puede hacerlo todo. Él es todo. Pero en su amor tan grande hacia nosotros, Él derrama su gracia y
escoge a hombres y mujeres para que colaboren con Él en su obra de salvación; estos son los intercesores.
¡Que inmenso privilegio!
La oración del intercesor es igual a la de Jesús al Padre. Por eso es poderosa como ninguna otra; porque el
intercesor, al igual que Jesús, pone su vida en la causa por la que está suplicando.
1. En el Antiguo Testamento:
2. En el Nuevo Testamento:
A los milagros de Jesús precede la acción intercesora de alguien (Marcos 2:1-12; Lucas 7:1-10;
Lucas 11:5-8).
La oración de Jesús en vísperas de ser sacrificado se llama “de intercesión” pues señala su actitud
constante ante su Padre en relación con los suyos (Juan 17; Lucas 22:32).
Esteban, al igual que Jesús intercede por sus enemigos (Hechos 7:60; Lucas 23:34).
Pablo, pide que intercedan por él (Romanos 15:30-32; Efesios 6:18-20).
Pablo, recomienda pedir (interceder) por todos los hombres (1 Timoteo 2:1-2).
3. ¿Cómo interceder?
La intercesión es el arma más eficaz que posee todo cristiano; por esto es importante tener presente
los siguientes aspectos:
La oración: Es la elevación del alma hacia Dios para adorarle, alabarle, darle gracias, pedirle
perdón, favores o presentarle nuestras necesidades. Es el ofrecimiento de las emociones y los
deseos del alma, hechos a Dios, en el nombre de Jesús. Es la comunicación de nuestro corazón
con Dios; es el alimento del alma.
La intercesión: Es todo lo anterior pero en batalla y no pidiendo por nosotros, sino a favor de
alguien más, persona, familia, iglesia, o nación; sintiendo amor, dolor, compasión y misericordia.
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No hay una técnica en especial en la oración, lo que importa es la fe, la obediencia, la entrega y el
desinterés personal de cualquier índole. La intercesión debe ser una actitud voluntaria motivada
por el amor de Dios. La intercesión no debe hacerse por compromiso, imposición o
compensación económica.
Con nuestro entendimiento: Orando con nuestras propias palabras (basados en la Palabra de
Dios) y en nuestro idioma. Usando nuestra mente, pensando, entendiendo y sabiendo por lo que
intercedemos.
Orando en el Espíritu: Orando en lenguas con la ayuda del Espíritu Santo, no sabiendo
nosotros por lo que intercedemos, pero Él sí (1 Corintios 14:2).
En muchas ocasiones sentimos la urgencia, la necesidad de orar, de interceder, sin saber lo que
sucede o sin conocer la necesidad. No podemos orar con entendimiento porque no sabríamos qué
pedir, pero el Espíritu Santo si lo sabe y entonces lo único que debemos hacer es dejar fluir esa
necesidad de intercesión orando en el Espíritu, en lenguas extrañas para que el Espíritu Santo
interceda por nosotros (Romanos 8:26).
De cualquier forma que se haga, la oración debe dirigirse hacia Dios; sin embargo, cuando se
intercede en batalla contra Satanás y sus espíritus malignos debe hacerse en voz alta y con la
autoridad que tenemos en el Nombre de Jesús (Marcos 16:17). Satanás no puede entrar en
nuestros pensamientos, pero él y todas sus huestes ¡Sí pueden oírnos!
Para salir a batalla hay que vestirse adecuadamente. Antes de empezar cúbrase con la Sangre de
Cristo y tome todos los instrumentos de la armadura de Dios (Efesios 6:10-18).
D. Tipos de Intercesión
La palabra “naciones” significa “ethnos” o grupos étnicos; esto implica que nación, es la gente de un
país.
En el Antiguo Testamento encontramos muchos ejemplos de cómo el destino de una nación puede
cambiar por medio de la intercesión. En el Salmo 2:8, el Señor dice “Pídeme, y te daré por herencia
las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra”. Cuando intercedemos por las naciones,
estamos rogando a Dios por la conversión de toda la gente del mundo (Juan 10:16).
En toda sociedad existen siete áreas básicas que moldean el pensamiento de las personas y que se
reflejan en la vida de una nación; además, ejercen una gran influencia en el comportamiento de los
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A mor V iviente
líderes de las naciones y de las personas que están en eminencia. Al interceder por las naciones, hay
que orar por ellas.
Satanás ataca a todos los hombres, pero más a los que están en el poder, en eminencia, en autoridad.
El poder da al hombre que lo ejerce: potestad, riquezas, posición e impunidad; situación que lo hace
más vulnerable para caer en las garras del mal.
La Biblia en 1 Timoteo 2:1-2 nos exhorta a interceder “por los reyes y por todos los que están en
eminencia”, esto significa: nuestro gobierno, desde el nivel nacional hasta el nivel local; por el
presidente y sus ministros, los diputados del congreso, gobernadores departamentales, alcaldes, jueces,
autoridades militares y policiales, etc.; por todos, sin importar su posición o condición espiritual.
3. Por la Iglesia
Al igual que los gobiernos, la iglesia y sus líderes espirituales están expuestos al ataque constante,
inclemente y artero de Satanás.
Al igual que el gobierno y demás personas en eminencia, los líderes espirituales, pastores, ministros,
evangelistas, misioneros, etc. están expuestos a los ataques del enemigo que tratará por todas las
formas de hacerles caer, de modo que no puedan cumplir con su ministerio.
Intercedamos para que Dios les de la fortaleza, sabiduría y el entendimiento que necesitan para resistir
y vencer al enemigo.
Todo lo bueno en el mundo procede de Dios, pues Dios todo lo hizo bueno. Pero todo lo malo procede
de Satanás y sus demonios. La enfermedad, pobreza, violencia, hambre, vicios, guerras, pleitos, etc.
son consecuencias de lo que Satanás y sus huestes de espíritus malignos hacen en el hombre.
El ataque por parte del enemigo es a diario y constante, por lo que nuestra batalla en su contra también
debe ser diaria y constante, intercediendo en todo lugar, en la iglesia, en la casa, en el trabajo, en
donde quiera que estemos.
El Señor nos ha dado la autoridad, potestad y poder sobre toda fuerza del enemigo (Lucas 9:1; Lucas
10:19).
La Armadura de Dios
Cuando un soldado sale a la batalla viste un equipo especial; igualmente nosotros, cuando vamos a esa
batalla de intercesión, tenemos que ponernos toda la armadura espiritual que nos ha sido dada por Dios
(descrita en Efesios 6:10-17).
Además de esta armadura tenemos otra igualmente poderosa: La Sangre de Cristo. Antes de
interceder cubrámonos con la Sangre de Cristo y vistámonos con toda la armadura de Dios.
Por la Iglesia:
Colosenses 1:9-14, 2:5-7, 3:12-17.
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1. Consiste:
2. El Conflicto:
Someter el hombre a las tinieblas o trasladarlo a la luz (2 Corintios 4:4; Colosenses 1:13).
Arrancar al creyente de su estado de bendición (Job 1:10-11; 1 Pedro 3:9).
3. Niveles de esa Guerra Espiritual:
2. Hay que reparar las brechas de la historia (de una familia, iglesia o nación).
(Isaías 58:12) (portillos: abertura en una pared o muralla)
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A mor V iviente
Tema 4
SALVACIÓN
EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO
LA DIRECCIÓN DE ALABANZAS Y
ADORACIÓN
SANIDAD DIVINA
I. Salvación
A. ¿Qué es la Salvación?
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La Palabra salvación viene del griego “sotería” que significa liberación, preservación, sanidad, etc.. Se
utiliza en el Nuevo Testamento, con dichos significados, refiriéndose a:
Una liberación temporal y material del peligro (Lucas 1:69-71; Hechos 7:25, 34).
Una liberación espiritual y eterna dada por Dios a aquellos que aceptan sus condiciones de
arrepentimiento del pecado y fe en Jesucristo como Salvador y Señor (Hechos 4:12; Romanos 10:9-
10).
La liberación futura de los creyentes en la segunda venida de Cristo (Romanos 13:11; 1
Tesalonicenses 5:8-9; 1 Pedro 1:5).
Sanidad o Salud (Marcos 5:23; Lucas 8:36).
Este debe arrepentirse de sus pecados y creer en Jesucristo como Salvador y Señor (Romanos 10:9-10,
3:28). La salvación requiere arrepentimiento (Hechos 3:19; 2 Pedro 3:9) el cual es un acto de la voluntad
humana; es algo que requiere una decisión personal, que no puede ser impuesto a nadie. La salvación se
recibe por la fe en Cristo (Efesios 2:8; Romanos 10:9-10); pero el arrepentimiento y la decisión de creerle
a Dios es la parte que le toca al hombre para recibir su salvación (2 Timoteo 2:5).
Algunos de estos elementos están en el pasado (completos), otros son presentes (en proceso) y otros están
en el futuro (aún por realizarse, al fin de los tiempos) en la vida del creyente.
E. La Seguridad de la Salvación
¿Puede uno estar seguro de la salvación? ¿Iré yo al cielo? ¿Soy yo siempre salvo, sin importar cómo vivo
o cómo soy? ¿Existen condiciones seguras para nuestra salvación? ¿Se puede perder la salvación?. Estas
son algunas de las preguntas que trataremos de responder en esta parte de nuestro estudio.
La Biblia enseña que la salvación, o la vida eterna en Jesús, es un regalo eterno de Dios. Por lo tanto, el
creyente debe vivir seguro y confiado en quien ha creído. Sin embargo, la Biblia también nos enseña,
dando muchas exhortaciones y advertencias en cuanto a no apartarse de Dios, que no debemos olvidar que
podemos caer de la gracia de Dios o perder la salvación. Por lo tanto, aún cuando la salvación es por
gracia, sí es posible perderla.
1. Salvación Eterna
“Nadie las arrebatará de mi mano...”: Cristo nos guarda seguros en Su mano (Juan 10:27-29).
“¿Quién nos separará del amor de Cristo?”: Él está dispuesto a amarnos por siempre (Romanos
8:35-39).
Dios está dispuesto a guardarnos y preservarnos salvos y redimidos (Judas 24-25; 1
Tesalonicenses 5:23-24; 2 Timoteo 4:18).
2. Exhortaciones y Advertencias
En lo que a Dios se refiere, Él quiere que siempre estemos a su lado; Él está dispuesto a guardarnos.
Con todo, el hombre debe reunir ciertas condiciones en su vida, ya que Dios no nos “obliga” a andar
en Sus caminos. Es por ello que en la Palabra hay advertencias que nos muestran que el creyente,
después de ser salvo, debe vivir en santidad, rectitud y perseverancia:
2 Pedro 1:5-11 nos muestra ciertas cosas que el Creyente debe desarrollar con diligencia en su
vida si es que desea firmeza espiritual. El versículo 10 dice: “...porque haciendo estas cosas, no
caeréis jamás”; esto implica que “es posible caer” de la posición en que estamos, es decir, de
nuestra salvación en Cristo.
2 Corintios 6:9-10 y Apocalipsis 22:14-15 nos muestran que los que viven continuamente en
pecados carnales “no heredarán el reino de los cielos”; no disfrutarán de la vida eterna en Cristo y
estarán lejos de Dios, sin salvación. Esto nos enseña que el Creyente no puede vivir en pecado;
debe abandonarlo. El que vive en pecado, aún cuando ha sido salvo, no heredará el reino de los
cielos junto a Cristo.
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1 Juan 3:15 nos dice que ningún homicida tiene vida permanente en Cristo. El abrigar odios y
rencores, alimentándolos dentro de nosotros, puede ser la causa que aleje de nosotros la salvación
o vida eterna. No se puede seguir siendo salvo si decidimos tomar el camino del odio, el rencor y
la falta de perdón.
2 Pedro 3:17 muestra que se puede caer de la firmeza de la salvación si nos dejamos arrastrar por
el error. Pablo también habla de esto en 1 Timoteo 4:1-2 y 2 Timoteo 4:4. Algunos apostatarán
de la fe; se apartarán y rechazarán deliberadamente la fe y el evangelio; aceptarán el error y la
mentira, renunciando a la verdad. Esta es, por lo tanto, otra causa por la cual el creyente puede
perder la salvación: Cuando decide dejar la Palabra de Dios y decide creer las mentiras de
Satanás por medio de los falsos maestros. Dichos “creyentes” no pueden seguir siendo salvos. Si
dejan la verdad de Dios deliberadamente, no pueden seguir siendo salvos, ya que han rechazado a
Dios (Hebreos 6:4-6).
1 Timoteo 1:18-20 nos muestra que el creyente debe mantener la fe y la buena conciencia ya que
si estas cosas se desechan, se puede naufragar en cuanto a la fe, y caer de la posición de ser salvos
en Cristo.
F. ¿Cómo Ministrar Salvación?
La siguiente lista de ideas y consejos puede ayudarle a ministrar salvación a otras personas.
Debe explicar a la persona en qué consiste recibir a Cristo o ser salvo. Muéstrele:
- El profundo amor de Dios por su persona (Juan 3:16).
- Su condición de pecador delante de Dios (Romanos 3:23).
- Que pese a ser un pecador, Dios ha provisto salvación; Él ha dado, por pura gracia, a Su Hijo
Jesucristo como único camino para obtener la salvación y la vida eterna (Romanos 5:8; Juan
14:6; Efesios 2:8-9).
- Que su parte consistirá en arrepentirse de sus pecados (una verdadera renuncia y dolor por el
pecado: Hechos 3:19), creer de corazón en Jesucristo como Salvador y Señor y confesarlo
con la boca como tal (Romanos 10:9-10).
Debe explicarle lo que usted hará como Consejero: conducirle en una oración de arrepentimiento
y de entrega de su vida a Jesús.
Muéstrele lo importante que tiene el confesar a Jesús como Señor, orando en voz alta. Lo
recomendable es que la persona ore a Dios con sus propias palabras. Si esto no es posible, hágale
repetir una oración de salvación con usted.
Pida sabiduría y discernimiento a Dios para conducir a la persona a Jesús, recordando que cada
persona es diferente.
Instruya al nuevo Creyente en lo que le ha sucedido desde el momento en que oró arrepintiéndose
y abrió su corazón a Jesús; y en cómo puede crecer espiritualmente.
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2. ¿Qué ha sucedido?
Explíquele que todo esto ha sucedido aún cuando no haya sentido algo especial o emocional. Lo
importante es que crea lo que Dios dice en Su Palabra. La Salvación es por fe, no por sentimientos.
Orar a Dios todos los días para tener comunión con Él (1 Corintios 1:9; Mateo 7:7-8).
Leer y meditar en la Palabra de Dios (Mateo 4:4; 2 Timoteo 3:16-17).
Congregarse con otros hermanos en Cristo a fin de lograr el compañerismo y la hermandad
cristiana (Salmos 133:1).
Testificar de Cristo; no avergonzarse de ser cristiano (Hechos 9:18-22; Romanos 1:16).
Apartarse del pecado y vivir para Dios obedeciéndole en todo (Juan 14:15).
1. Podemos decir que el creyente tiene la posibilidad de dejar de ser salvo, si:
Decide vivir en pecado. Esto no quiere decir, que si pecamos perdemos la salvación. El creyente
sincero anhela la santidad: Ser santo y agradar a Dios. Sin embargo, aún está siendo
transformado por Dios; en ese proceso puede caer en pecado. Con todo, al venir a Dios, Él le
perdona (1 Juan 1:9) y la persona sigue siendo salva. Ahora, si decide vivir en pecado, es decir,
practicando continuamente el pecado (1 Juan 3:8, 14-15), entonces ha perdido el temor a Dios y
por ello no heredará el reino de Dios y perderá su salvación.
Decide rechazar y repudiar la verdad del evangelio, cambiándola por la mentira. Esto se refiere a
creyentes que han conocido y recibido amplia revelación de la Palabra de Dios y la sustituyen por
el error y la mentira. Estos no pueden seguir siendo salvos; se convierten en apóstatas de la fe
(un apóstata de la fe no es la persona que ha sido engañada por alguien, sino aquella que sabiendo
la verdad, decide dejar de creer en Dios).
Ya que la vida eterna es un regalo para nosotros, por lo tanto, Él está dispuesto a guardarnos y
preservarnos en Su amor. Ahora bien, no todo depende de Dios; nosotros debemos:
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Amar a los demás con el amor de Dios (1 Juan 3:18-19).
Retener la buena conciencia delante de Dios (1 Timoteo 1:18-20).
Crecer en la gracia y en las virtudes cristianas (2 Pedro 1:5-11).
Permaneciendo firmes en nuestra vocación y elección (2 Pedro 1:10-11).
1. Su significado
¿Qué no es?
- No es un trofeo ni un juguete para exhibir. El algo útil y necesario para la vida, que nos ha
sido entregado para que lo administremos correctamente.
- No es una panacea o un “cúralo todo”. Es el comienzo de una nueva vida en victoria; es la
capacidad para vivir una vida poderosa en Cristo.
- No es la cima o el clímax de la experiencia cristiana. Es sólo el “comienzo” de una vida
cristiana de poder.
- No es el blanco o la meta de la experiencia cristiana. El blanco o meta es llegar a ser como
Cristo.
- No es nacer de nuevo. Es vivir con poder.
¿Qué es?
- Es una investidura de poder (Hechos 1:8).
- Es una puerta para entrar a desarrollar los dones del Espíritu Santo en nuestra vida (Hechos
2:4; 1 Corintios 12).
- Es el medio a través del cual el cristiano llega a ser de valiosa utilidad para Dios.
- Es algo fundamental para la vida del servicio a Dios: provee poder.
- Es el medio para que el Espíritu Santo interceda por nosotros (Romanos 8:26-27).
- Es el primer paso para poder andar en el Espíritu.
Los creyentes serían bautizados en el Espíritu Santo, no sólo en agua (Hechos 1:5). Al igual que
el Pastor nos introduce en agua, así Cristo nos introduce en el Espíritu Santo.
Se manifiesta como una unción de poder: Valentía y fuerza para servir (Hechos 1:8). Los
Apóstoles, antes del bautismo, eran cobardes, estaban encerrados por miedo a los judíos (Juan
20:19); pero después del bautismo eran poderosos, respaldando todos a Pedro con poder y
valentía (Hechos 2:14).
Una experiencia común en todos era que hablaban en lenguas, profetizaban y magnificaban a
Dios:
- Los Apóstoles (Hechos 2:4).
- Cornelio y los suyos (Hechos 10:44-46).
- Los Efesios (Hechos 19:6-7).
- Saulo (Hechos 9:17; 1 Corintios 14:18).
Pablo deseaba que todos hablaran en lenguas y profetizaran (1 Corintios 14:5).
Todo aquel que buscaba la experiencia, la obtenía; ninguno fue rechazado. Todo el que la pedía,
la obtenía (Hechos 2:4, 8:17, 10:44-46, 19:6-7; Lucas 11:9-13).
¿Es para nosotros? ¿Es para usted? ¡Claro que es para nosotros! ¡claro que es para usted!. No hay
ninguna razón para pensar que no sea para nosotros en el día de hoy. En Hechos 2:39 se nos dice que
la provisión es para todo creyente, no sólo para los del tiempo de Pedro y Pablo.
2. ¿Cómo recibirlo?
Pasos: En Juan 7:37-39 se nos habla del Bautismo en el Espíritu Santo y allí encontramos una
guía sencilla para recibirlo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.
Las diferentes frases de este pasaje muestran que la persona debe:
- Incluirse: “Si alguno....”. ¿Es usted ese “alguno”? Entonces, ¡recíbalo!.
- Tener necesidad: “tiene sed”. Reconozca la necesidad de poder en su vida.
- Ir a Jesús: “Venga a mí”. Él es el único que puede darle el Espíritu Santo.
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- Beber: “y Beba”. El sediento bebe cuando encuentra el agua, sin cuestionar el agua que le
dan. Haga lo mismo con el Espíritu Santo, dejando a un lado todos los argumentos
intelectuales que puedan surgir en su mente.
Muchas veces no se recibe El Bautismo en el Espíritu Santo por: pecados y/o ataduras en la
persona: rencor, vida licenciosa, resentimiento, crítica, juicio, etc.; brujería, hechicería u otra
forma de ocultismo por prácticas personales o de la familia, etc. Debemos pedir perdón y
arrepentirnos de todo eso en nuestra vida para recibir el Espíritu Santo.
No incluirse: “No es para mí”. Cristo y los Apóstoles lo necesitaron, ¿y no es para ti?.
Basarlo en lo que se siente: “No siento nada”. No es por sentimientos que se recibe: ¡es por fe!.
Temor: “Y si es del Diablo?. Imposible; si pedimos a Dios Su Espíritu, no nos dará un demonio
(Lucas 11:11-13).
Los Argumentos y Pensamientos: “No lo veo así. No lo entiendo”. No es asunto para ser
“entendido”, sino para ser experimentado o vivido.
El Ruido: “Me da vergüenza el alboroto”. Eso no fue problema en el Aposento Alto en
Pentecostés (Hechos 2:1-5).
Temor a equivocarse: “¿Y si entro en la carne?”. Con la ayuda del discernimiento de los líderes
y sometiendo nuestros miembros, nuestra voz y nuestras manos a Dios, podremos hacerlo en el
Espíritu.
La pena: “Se burlarán de mí”. Dios no avergüenza a sus hijos (Joel 2:26-27).
D. ¿Cómo Mantenernos Llenos del Espíritu Santo?
Es necesario comprender que el Bautismo en el Espíritu Santo sólo se recibe una vez: La primera vez que
somos llenos del Espíritu. Sin embargo, debemos continuar con la experiencia de ser llenados cada día de
nuestras vidas. El Bautismo en el Espíritu Santo es el “comienzo” de una vida de victoria y poder, pero
nos toca a nosotros mantenernos cada día llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18) . Para esto, debe hacer
lo siguiente:
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Manténgase en comunión con los hermanos; no deje de asistir a las reuniones de la Iglesia (Hebreos
10:25).
No es necesario que la persona se arrodille para recibir el Bautismo en el Espíritu Santo; si la persona
lo hace, que sea por su propia iniciativa.
Si la persona a quien está ministrando tarda en hablar, no se desespere ni busque otra persona para
ministrar; ofrézcale su tiempo como muestra de apoyo, ya que podría molestarse o dudar.
Enséñele cómo mantenerse llena del Espíritu Santo.
La dirección de alabanza y adoración es tan importante como predicar. La persona que preside debe guiar a
otras en el propósito fundamental por el cual existe: Adorar y alabar al Padre. Un pueblo que profundiza en la
alabanza y adoración está creciendo y edificándose en forma continua.
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A. Aspectos Básicos de la Alabanza y Adoración
Alabar y adorar a Dios significa exaltar, honrar, reverenciar, rendir culto, aclamarle como Rey de
reyes y Señor de señores; es alegrarse delante de su presencia confesando sus maravillas; es amarle
en una forma completa. Alabar y adorar implica una completa entrega y sometimiento a Dios en
amor. Únicamente Dios debe ser alabado y adorado (Salmos 32:11; Hebreos 13:15; Apocalipsis
19:10; Salmos 95:6: Éxodo 34:5-8).
El alabar y adorar a Dios debe ser una vivencia en nuestras vidas y eso implica que debemos reconocer
que:
La alabanza es el domicilio de Dios (Salmos 22:3). Al alabar hacemos casa espiritual donde Dios
puede habitar. Por tanto, la alabanza es el camino seguro a la presencia de Dios (Salmos 100:4).
La alabanza es una vestidura Espiritual (Isaías 61:3). El “espíritu angustiado” mencionado en
este pasaje de Isaías lo conocemos comúnmente como depresión; podemos librarnos de este mal
si nos vestimos con el manto de la alegría y alabanza. Vemos aquí el valor terapéutico (sanador)
de la alabanza.
Es un medio de liberación (Salmos 50:23, 14-15). “El que sacrifica alabanza”, prepara camino
para que Dios le muestre su salvación y liberación.
Es un arma espiritual (2 Crónicas 20:17-24). Al leer este pasaje, especialmente el v.22, vemos
que cuando alabamos a Dios y dirigimos esas alabanzas a los lugares celestiales, estamos atando
las fuerzas. Por eso, no es de extrañar que la alabanza y adoración tengan sus luchas y estorbos.
Es un sacrificio acepto al Señor (Hebreos 13:15-16). Es bueno alabar y adorar a Dios cuando
uno se siente feliz y todo marcha bien; pero eso no es un sacrificio. Cuando todo anda mal y
persistimos en alabar al Señor, eso sí es sacrificio. Dios lo acepta con agrado. Hay crecimiento
espiritual cuando negamos nuestras emociones y sentimientos y decidimos alabar y adorar a Dios.
Cantando:
- Salmos (Salmo 146:1-2, 147:1, 103:1-31).
- Con gozo, regocijo y alegría. Incluye hacerlo con voz fuerte y aplausos (Salmos 98:4,
100:1-2, 4).
- Cánticos nuevos en nuestro idioma y en el Espíritu; cantos espontáneos que Dios pone en
nuestra boca para bendecirle en lenguas o en nuestro propio idioma (Salmos 149:1, 96:1,
33:3, 98:1).
Aclamando, exaltando, gritando:
- Confesando Sus virtudes en voz alta (Salmos 107:31-32; Hebreos 13:15).
- Aclamando con gozo delante de Él, tal y como nos enseñan los Salmos (Salmos 95:1, 66:1,
149:6-9).
Alzando y batiendo las manos:
- Esto es muestra de sumisión, obediencia y regocijo (Salmos 134:2, 47:1).
Danzando:
- Podemos alabar al Señor usando todo el cuerpo a través de la danza (Salmos 149:3, 150:4,
30:11).
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Entramos en su presencia (Salmos 100:4; Isaías 60:18). Recibimos el gozo del Señor en vez de
un “espíritu angustiado” (Isaías 61:3).
Hacemos huir al enemigo (2 Crónicas 20:17-24).
El Señor lucha a nuestro favor (Isaías 42:10-13).
Recibimos revelación sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros en É l (Salmo 100:3).
Tenemos que estar siempre conscientes de que la alabanza es para Dios, no es para gratificarnos a
nosotros, ni es para buscar satisfacción personal. No adoramos a Dios por los beneficios que nos
trae o por los resultados que recibimos. Sin duda alguna, alabar y adorar a Dios trae resultados
positivos para nuestras vidas, pero eso no es una motivación correcta, no es la razón por la cual
debemos alabar a Dios.
- No alabamos a Dios para sentirnos bien, alabamos a Dios para dar contentamiento a Él.
- No alabamos a Dios para obtener algo que queremos; alabamos a Dios para darle lo que Él
se merece.
- No alabamos a Dios para ministrarnos a nosotros mismos; alabamos a Dios para ministrarle
a Él.
La alabanza y la adoración se centran en Dios. El Salmo 100:5 en pocas palabras nos dice por
qué debemos alabar a Dios. Estos tres factores son eternos e inmutables. Dios siempre será digno
de nuestra alabanza y adoración:
- Porque Él es bueno.
- Para siempre es su misericordia.
- Porque Su verdad es por todas las generaciones.
La alabanza es para Él y aunque nos signifique sacrificio Él se merece lo mejor. Hebreos 13:15
habla del “sacrificio de alabanza”; esto es:
- No pensaré en mi comodidad, sino en cómo alabarle mejor.
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Discipulados de Capacitación para Servir Nivel I
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difíciles que uno podría imaginar, David alababa a Dios y proclama, “Tu Señor, eres mi escudo
protector, eres mi gloria, eres quien me reanima”. David no cae en la lástima propia, el rencor, el
enojo contra Dios. ¡No!, él alaba a Dios; él sabe que aunque las circunstancias son adversas,
Dios es siempre el mismo: Grande, poderoso, amoroso. Aprendamos a alabar y adorar a Dios
siempre y enmedio de cualquier circunstancia, aunque nos signifique sacrificio.
Cuando alabamos a Dios, ciertas cosas suceden. Sí, cuando alabamos a Dios, ciertas cosas pasan
en nosotros:
- En la medida que alabo a Dios, en esa medida Él desata su poder en mi vida.
- En la medida que alabo a Dios, en esa medida Él trae liberación a mi vida.
- En la medida que alabo a Dios, en esa medida Él derrama su gozo en mi vida.
En el pasaje de Hechos 16:19-26, encontramos a Pablo y Silas en Filipos, golpeados, encadenados
y en el lugar más profundo de la cárcel. A pesar de su situación, Pablo y Silas a medianoche
empiezan a orar y alabar a Dios en voz alta (los otros prisioneros podían oírlos). En ese momento
hubo un terremoto y fueron liberados. ¿coincidencia? ¡claro que no!; es el poder de Dios.
Cuando nosotros alabamos a Dios, el Espíritu Santo obra con poder liberándonos y ministrando
nuestras vidas.
1. Canto
¿Cómo hacerlo?
- Ordenar los cantos de tal forma que “fluyan” fácilmente de uno al otro.
- Buscar cantos nuevos para renovar la alabanza.
- Usar los cantos como un medio para guiar la alabanza y adoración (atender especialmente la
letra y el ritmo).
- Estimular el cantar en el Espíritu, dejando al Espíritu guiarnos en cuanto a letra y melodía.
¿Qué no hacer?
- No abusar del canto. Hay otras maneras de alabar a Dios también.
2. Comunión
También es importante, ya que ayuda a “romper el hielo”; trae un ambiente de familia y amor
fraterno, que debe caracterizar a los creyentes.
¿Cómo hacerlo?
- Conducir a los hermanos para que se saluden los unos con los otros.
- Un buen abrazo y breves palabras de bienvenida.
- Orar los unos por los otros.
- Un canto especial para este tiempo de comunión.
¿Qué no hacer?
- Restarle importancia a este tiempo.
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- No permitir el desorden (hay que brindar instrucciones claras).
¿Cómo hacerlo?
- Orar los unos por los otros.
- Hacer declaraciones de fe entre los hermanos.
- Buscar algún texto que ha sido de bendición y compartirlo con la persona que tiene a la par.
- Invitar a hermanos a compartir brevemente con la congregación (desde sus asientos o desde
el escenario): ¿Quién es Jesús para ellos?, un texto bíblico, testimonios, etc.
- Orar en grupos con los hermanos, intercediendo y apoyando a personas con ciertas
necesidades específicas.
¿Qué no hacer?
- Poner a los hermanos a “mirarse a los ojos”. Trae tensión.
- Oraciones muy largas.
- Poner a los hermanos a recitar versículos de memoria.
- Cualquier cosa que implica falta de respeto entre los hermanos.
4. Aplausos y aclamaciones
Aclamar es: Elevar nuestras voces y clamar a Dios con voz fuerte y llenos de júbilo (Salmos 47:1;
Sofonías 3:14; Salmos 26:7).
¿Cómo hacerlo?
- En un momento fuerte de alabanza o adoración.
- Después de confesiones de fe o lectura de versículos.
- Después de que Dios ha hablado en profecía.
- Con una convicción interior.
¿Qué no hacer?
- Gritar para que nos escuchen.
- Aclamar o gritar sin orden.
- Hacerlo en forma mecanizada “porque todos lo hacen”.
- Dejar de aplaudir porque “estoy cansado” o alguna excusa que tiene raíz en nuestra
comodidad.
5. Danza
La danza es una forma de alabar a Dios que implica el uso de todo nuestro cuerpo para expresar
alegría (Salmos 150:4, 149:3).
¿Cómo hacerlo?
- Con naturalidad y en una forma espontánea.
- Como una expresión externa de una alabanza interna.
- Acompañada de instrumentos y cantos.
¿Qué no hacer?
- “Forzar” a los hermanos a danzar cuando el Espíritu no ha dirigido.
- Dejar entrar elementos mundanos.
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Hay que estimular la alabanza individual en los hermanos. Es la razón por la cual hemos nacido: para
adorar a Dios.
¿Cómo hacerlo?
- Saber que Dios está allí y que espera que le adoremos en espíritu y en verdad.
- Considerarlo parte de la adoración.
- Dejar tiempo en su plan de dirección de alabanza y adoración para estimular esto en los
hermanos.
¿Qué no hacer?
- Ser únicamente un espectador.
- Tener temor de que “nada va a pasar” y no dar tiempo para esta expresión de alabanza.
7. Profecía
Hay que recordar que la Iglesia es edificada a través de la profecía y debemos dar libertad al Espíritu
de Dios para que se mueva entre los hermanos.
¿Cómo hacerlo?
- Preparar el ambiente de antemano en oración.
- Después de un tiempo de adoración, cantar en el Espíritu o guardar silencio y esperar en el
Señor.
- No tener prisa. Dar al Espíritu tiempo para moverse.
¿Qué no hacer?
- Manifestar temor o inseguridad.
- Caer en éxtasis emocionales.
- Perder el control de la reunión, permitiendo profecías que no edifican.
Dios creó un mundo perfecto, pero con la desobediencia del hombre vinieron tremendas consecuencias sobre
todo lo creado. Una de esas consecuencias es la enfermedad. Sin embargo, Dios no nos ha dejado solos.
Incluida en nuestra redención en Cristo hay abundante provisión para nuestra salud. Esta provisión es conocida
como Sanidad Divina.
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Cuando Dios creó al mundo, todo “era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). No había pecado ni
enfermedad. Su plan para el hombre era de bendición y abundancia (Génesis 1:28). Sin embargo,
Satanás, con astucia y mentira, llevó el hombre a la desobediencia. Como resultado de ella vino la
muerte (Romanos 5:12) y todas las demás maldiciones que existen en el mundo incluyendo a la
enfermedad.
La enfermedad viene por causas satánicas (Lucas 13:16). En este pasaje se identifica a Satanás
como el causante directo de la enfermedad.
La enfermedad viene por desobediencia a Dios y sus mandamientos (Deuteronomio 7:12,15,
28:22,28,29,35,45).
Hay enfermedades que vienen por relación directa con el pecado (Juan 5:14). Esto incluye el
pecado inconfeso (Salmos 32:1-5).
Otras enfermedades vienen por miedo, angustia, preocupación, tensión, depresión y sufrimientos
morales (Job 3:25; Salmos 31:9-13; Salmos 102:3-5).
Vienen enfermedades producidas por causas naturales. El no cuidar bien nuestro cuerpo,
siguiendo hábitos que afectan la salud: Bebidas alcohólicas, cigarros, comida en exceso, etc. (1
Corintios 3:16-17).
Dios permitió algunas enfermedades como castigo o como ejemplo a los demás:
- Cuando el rey Jeroboam extendió su mano contra el profeta de Dios, ésta se le paralizó (1
Reyes 13:4).
- Dios envió enfermedades al rey Jorám, por su mal ejemplo o rebeldía: Caminos torcidos,
fornicación espiritual y homicidio (2 Crónicas 21:12-19).
- Cuando el rey Urías actuó con presunción, haciendo lo que solamente le correspondía a los
sacerdotes, cayó enfermo (2 Crónicas 26:16-21).
- Cuando el siervo del profeta Eliseo, motivado por la codicia, mintió y engañó para obtener
los presentes ofrecidos por Naamán a Eliseo, quedó leproso (2 Reyes 5:20-27).
- Cuando los israelitas volvieron la espalda a Dios y adoraron al becerro de oro, vino,
enfermedad (Éxodo 32:35).
- Cuando María, por celos, murmuró contra el profeta Moisés, quedó leprosa (Números 12:1-
13).
Todas estas causas generales dependen de la causa principal de la enfermedad: La desobediencia del
hombre.
Muchos cristianos ignoran que Jesucristo no solamente llevó nuestros pecados, sino que al mismo tiempo
Él llevó también nuestras enfermedades (Isaías 53:4-5; 1 Pedro 2:24). En Cristo hemos sido redimidos
del pecado y también de la enfermedad. Así como es la voluntad de Dios salvar a los pecadores, también
es su voluntad sanar a los enfermos.
Jesús ejercía el ministerio de sanidad divina como parte del cumplimiento de la profecía (Mateo 8:16-17).
Los propósitos que Jesús tenía al sanar los enfermos eran los siguientes:
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Para que la persona sanada le sirviera (Mateo 8:15; Marcos 5:19).
Jesucristo no cambia (Hebreos 13:8). Él sana hoy con estos mismos propósitos.
Es bueno tener información acerca de la enfermedad (desde cuándo la tiene la persona, causas, etc.).
Si discierne alguna causa de la enfermedad; entonces ministre en base a ella. Posibles causas de
enfermedad son: Falta de perdón, resentimiento, pecado, causas naturales, hábitos malsanos,
depresión, miedo, angustia, sufrimientos morales, etc.
Debe ministrarle fe a la persona. Explíquele lo que Dios dice acerca de la sanidad y la fe (Isaías 53:4-
5; 1 Pedro 2:24; Mateo 17:20; Juan 14:13-14).
Minístrele sanidad a la persona. Hay varios tipos de ministración:
- Por imposición de manos (Marcos 16:17-18).
- Por mandato de fe (Hechos 3:6).
- Por la Palabra (Mateo 8:5-13).
- Por medio de la unción con aceite (Santiago 5:14-15).
Debe haber una confesión de fe. Se busca que la persona reciba su sanidad, que crea en lo que Dios ha
hecho y que lo declare con su boca.
1. ¿Por qué al orar por los enfermos unos se sanan y otros no?
La fe es un factor determinante para recibir la sanidad milagrosa de Dios (Mateo 9:20-22, 28-29,
8:13, 21:22, 13:58; Marcos 9:23). Si no hay fe presente, no habrá sanidad.
Es posible que la persona no se sane en el momento, porque necesita confesar algún pecado
(Santiago 5:14-16; Salmos 32:1-5).
Puede existir una falta de disposición para cortar con algún nexo con el pecado (Proverbios
28:13).
En algunos casos la falta de perdón nos impide recibir la sanidad divina (Santiago 5:14-16; Lucas
6:37-38).
Algunos no se sanan en una oración por sanidad, ya que lo que necesitan es “liberación”, la cual
se realiza en muchos casos con intercesión y ayuno (Mateo 17:14-21; Marcos 9:14-29).
Puede existir falta de conocimiento de la voluntad de Dios: Él quiere la sanidad de sus hijos (3
Juan 2).
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2. ¿Por qué algunos se sanan instantáneamente y en otros dura algún tiempo el proceso de sanidad?
En algunos casos, puede ser que la perseverancia de la fe esté siendo probada (Lucas 17:12-14).
Según este pasaje, el ir y presentarse a los sacerdotes equivalía a aceptar la sanidad. Como
resultado de ir, vino la sanidad.
Puede ser que la fe esté siendo estorbada por el intelectualismo. Se necesita quitar esos estorbos y
actuar con sencillez.
Por razones psico-somáticas. Las enfermedades psico-somáticas son aquellas que no tienen su
raíz en el cuerpo, sino que provienen de aflicciones en el área psicológica. Complejo de auto-
rechazo, sentimientos de inferioridad, temores, nerviosismo, etc. El proceso de sanidad es
distinto y requerirá consejería cristiana y oración. Esta clase de sanidad es llamada “Sanidad
Interior” y debe ser ministrada por personas capacitadas.
3. ¿Conviene dejar los tratamientos médicos cuando se ora por una persona que ha estado enferma?
En algunos casos Dios quiere que actuemos por fe, aunque todavía no podamos ver que se
verifique el milagro; pero esto no es aplicable en todos los casos (Juan 20:24-29).
La decisión de dejar los tratamientos médicos sólo puede tomarse bajo la estricta dirección de
Dios y con la confirmación de ministros responsables (Proverbios 13:16).
Hay casos en que se ora por la persona enferma y ésta continúa con el tratamiento.
Paulatinamente se va verificando la sanidad y, en esa misma medida, se va disminuyendo el
tratamiento médico hasta dejarlo por completo.
Si la persona está bajo el tratamiento médico, y recibe la confirmación de Dios de haber sido
sanada, debe recibir confirmación médica de la sanidad.
4. ¿Por qué pueden volver los síntomas de una enfermedad, después de haber sido sanada una
persona?
5. ¿Para recibir sanidad es “necesario” que otros oren o que impongan manos sobre la persona
enferma?
No es “necesario”, porque:
El Espíritu Santo hace la obra; todo creyente tiene al Espíritu Santo (1 Corintios 6:19).
Todo creyente tiene acceso al trono de la gracia, por medio de la fe (Hebreos 10:19-22).
Dios no se limita a “una” forma de hacer sus obras.
Porque es el ejemplo bíblico usado en la mayoría de los casos (Mateo 8:3; Marcos 16:8; Hechos
9:12,17).
Porque es un medio para transmitir la virtud sanadora de Cristo (Marcos 5:30; Lucas 8:46).
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Porque ayuda a estimular la fe del enfermo al sentir las manos sobre él. Se expresa con ello,
apoyo, unidad y solidaridad con el enfermo.
No es “necesario”; todo creyente puede orar por sanidad (Marcos 16:18; 1 Juan 3:22). Sin embargo,
Dios da el don de sanidad a algunos creyentes (1 Corintios 12:9,28); Él usa con mayor frecuencia a
estas personas para sanar a los enfermos.
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