Panorama General
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Panorama General
Este plan de acción integral se ha elaborado mediante consultas con los Estados
Miembros, la sociedad civil y los asociados internacionales. Tiene un enfoque
integral y multisectorial, con coordinación de los servicios de los sectores sanitario
y social, y concede especial atención a la promoción, prevención, tratamiento,
rehabilitación, atención y recuperación. Asimismo, establece acciones claras para
los Estados Miembros, la Secretaría y los asociados a nivel internacional, regional
y nacional, y propone indicadores y metas clave que se pueden utilizar para
evaluar la aplicación, los progresos y el impacto. En el núcleo del plan de acción
se encuentra el principio mundialmente aceptado de que «no hay salud sin salud
mental»
SITUACIÓN MUNDIAL
Con frecuencia, los trastornos mentales hunden a las personas y a las familias en
la pobreza. La carencia de hogar y la encarcelación impropia son mucho más
frecuentes entre las personas con trastornos mentales que en la población
general, y exacerban su marginación y vulnerabilidad. Debido a la estigmatización
y la discriminación, las personas con trastornos mentales sufren frecuentes
violaciones de los derechos humanos, y a muchas se les niegan derechos
económicos, sociales y culturales y se les imponen restricciones al trabajo y a la
educación, así como a los derechos reproductivos y al derecho a gozar del grado
más alto posible de salud. Pueden sufrir también condiciones de vida inhumanas y
poco higiénicas, maltratos físicos y abusos sexuales, falta de atención y prácticas
terapéuticas nocivas y degradantes en los centros sanitarios. A menudo se les
niegan derechos civiles y políticos, tales como el derecho a contraer matrimonio y
fundar una familia, la libertad personal, el derecho de voto y de participación plena
y efectiva en la vida pública, y el derecho a ejercer su capacidad jurídica en otros
aspectos que les afecten, en particular el tratamiento y la atención Así, las
personas con trastornos mentales suelen vivir situaciones de vulnerabilidad y
pueden verse excluidas y marginadas de la sociedad, lo cual representa un
importante impedimento para la consecución de los objetivos de desarrollo
nacionales e internacionales. La Convención sobre los derechos de las personas
con discapacidad, vinculante para los Estados Partes que la han ratificado o se
han adherido a ella, protege y fomenta los derechos de todas las personas con
discapacidad, incluidas las que padecen trastornos mentales e intelectuales, y
también estimula su inclusión plena en la cooperación internacional, y en particular
en los programas internacionales de desarrollo.
Los sistemas de salud todavía no han dado una respuesta adecuada a la carga de
trastornos mentales; en consecuencia, la divergencia entre la necesidad de
tratamiento y su prestación es grande en todo el mundo En los países de ingresos
bajos y medios, entre un 76% y un 85% de las personas con trastornos mentales
graves no reciben tratamiento; la cifra es alta también en los países de ingresos
elevados: entre un 35% y un 50%. El problema se complica aún más por la escasa
calidad de la atención que reciben los casos tratados. El Atlas de Salud Mental
2011 de la OMS aporta datos que demuestran la escasez de recursos de los
países para atender las necesidades de salud mental y señalan la distribución
inequitativa y el uso ineficiente de esos recursos. Por ejemplo, el gasto mundial
anual en salud mental es inferior a US$ 2 por persona, e inferior a US$ 0,25 por
persona en los países de ingresos bajos; el 67% de esos recursos económicos se
asigna a hospitales exclusivamente psiquiátricos, pese a que se asocian a malos
resultados sanitarios y violaciones de los derechos humanos. La reorientación de
esta financiación hacia servicios de base comunitaria, con integración de la salud
mental en la atención sanitaria general y en los programas de salud materna,
sexual, reproductiva e infantil, de VIH/sida y de enfermedades no transmisibles
crónicas, permitiría que muchas más personas accedieran a intervenciones
mejores y más costo efectivas.
El número de profesionales sanitarios especializados y generales que se ocupan
de la salud mental es manifiestamente insuficiente en los países de ingresos bajos
y medios. Casi la mitad de la población mundial vive en países en los que, por
término medio, hay un psiquiatra para atender a 200 000 o más personas; otros
prestadores de atención sanitaria mental capacitados para utilizar las
intervenciones psicosociales son aún más escasos. Del mismo modo, la
proporción de países que disponen de políticas, planes y legislación sobre la salud
mental es mucho más elevada entre los de ingresos elevados que entre los de
ingresos bajos; por ejemplo, solo el 36% de las personas que viven en países de
ingresos bajos están amparadas por una legislación en materia de salud mental,
en comparación con el 92% en los países de ingresos elevados.
Para mejorar esta situación, además de los datos sobre los recursos de salud
mental en los países (tanto los que figuran en el Atlas de Salud Mental 2011 de la
OMS como los perfiles más detallados obtenidos con el instrumento de la OMS
para la evaluación de los sistemas de salud mental), existe información sobre
intervenciones de salud mental viables y costo efectivas que se pueden expandir
para reforzar los sistemas de atención sanitaria mental en los países. El Programa
de acción de la OMS para superar la brecha en salud mental, presentado en 2008,
utiliza orientaciones técnicas, instrumentos y módulos de capacitación basados en
evidencias para ampliar la prestación de servicios en los países, especialmente en
entornos con escasos recursos. Dicho programa se centra en una serie de
afecciones prioritarias y, hecho importante, dirige la capacitación hacia los
profesionales sanitarios no especializados con un enfoque integrado que fomenta
la salud mental en todos los niveles asistenciales.
Las metas mundiales establecidas para cada objetivo proporcionan la base para
medir las acciones colectivas y los logros de los Estados Miembros hacia objetivos
mundiales, pero no deben impedir la fijación de metas nacionales más ambiciosas,
especialmente para los países que ya hayan alcanzado las metas mundiales. En
el apéndice 1 figuran los indicadores para medir los progresos hechos hacia la
consecución de las metas mundiales definidas.
4. Enfoque que abarque la totalidad del ciclo vital: las políticas, planes y
servicios de salud mental han de tener en cuenta las necesidades sanitarias y
sociales en todas las etapas del ciclo vital: lactancia, infancia, adolescencia, edad
adulta y ancianidad.