Pedro Abelardo. Si y No.

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Como

es sabido, una de las mentalidades más imponentes de la Edad Media


es el pensamiento escolástico. La escolástica, en sentido propio, debe ser
entendida como una especie particular de didáctica para comprender las
Sagradas Escrituras y los dogmas de la fe; en sentido restringido, empero, ella
es el modus operandi de los maestros de las universidades medievales. Por
tanto, si bien ésta alcanza su consolidación y apogeo en el siglo XIII gracias a,
fundamentalmente, dos fenómenos simultáneos —el reingreso de las obras
aristotélicas a Occidente y la creación de las Universidades—, esta forma
mentis ya había comenzado a gestarse en las obras de algunos pensadores
anteriores. Acaso la más significativa de ellas sea el Sic et Non de Pedro
Abelardo.

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Pedro Abelardo

Sí y No
ePub r1.0
Titivillus 07.07.2020

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Título original: Sic et Non
Pedro Abelardo, 1121
Traducción: Carlos Domínguez

Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1

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ÍNDICE

Introducción a Sic et Non de Pedro Abelardo

Nota del traductor

PRÓLOGO

Del mismo Gelasio acerca de libros apócrifos

Comienzan las sentencias extraídas de la sagrada escritura que parecen ser


contradictorias

Notas

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Introducción

Haec quippe prima sapientiae clavis definitur, assidua scilicet seu frequens
interrogatio.
Pedro Abelardo

Pedro Abelardo (1079-1142) es una de las figuras más emblemáticas de la


historia del pensamiento. Su vida como profesor en París, el centro intelectual
más relevante de la época[1], coincide con la gran efervescencia intelectual
que significaron las primeras turbulencias sobre el tipo de realidad que se
debe asignar a los universales, lo que se conoce como la disputa de los
universales. En este punto Pedro Abelardo realiza una crítica adecuada al
realismo exagerado, a la vez que toma distancia también del realismo
moderado. Se inclina por una actitud que preanuncia a los nominalistas del
siglo XIV; en realidad, su distinción entre res, voces, sermo es propia de quien
analiza el problema desde la perspectiva que le resulta afín: la lógica-
lingüística.
En efecto, a la pregunta ¿los universales (géneros, especies) son cosas o
palabras? Abelardo, siguiendo a Boecio, responde: ni cosas ni meras palabras,
sino sermones, en tanto en ellos se predica lógicamente. Se diferenciaba así
de los más famosos maestros de su época como Guillermo de Champeaux,
que había respondido que los universales eran res, y su opuesto, Roscelin, que
los había definido como palabras (voces).
En cuanto a sus repercusiones en los siglos posteriores, la reputación que
lo precederá siempre estará ligada a su atribulada biografía[2], que hasta hoy
lo presenta como un espíritu romántico avant la lettre, aunque su catadura
intelectual, espiritual y moral nada haya tenido en realidad que ver con esa
imagen que los modernos y nuestros contemporáneos se han formado de él[3].
Los debates actuales sobre filosofía del lenguaje, metafísica, filosofía
teológica y ética no pueden dejarlo de lado. Representa uno de los puntos más
altos de la especulación filosófica, previo al reingreso de Aristóteles en
Europa por las traducciones latinas de Guillermo de Moebreke[4].

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Así como no puede reconocerse el s. XII sin el Liber Sententiarum de
Pedro Lombardo, tampoco sin su antípoda intelectual, Pedro Abelardo, quien
tiene un lugar bien ganado en lo que hoy tiende a denominarse teología
filosófica. Si no fue el inventor de la quaestio ni de la disputatio, contribuyó
significativamente a su desarrollo en teología. A poco de su muerte, el
método también se hace común en filosofía y en ciencias jurídicas.
Si bien su intento aún no tiene nada que ver con un artículo de la Summa
de santo Tomás, cuyo ordenamiento es bien conocido: Utrum o planteo de la
cuestión, Videtur quod non o inicio por las opiniones contrarias a lo que se
sostendrá, Sed contra, en el que se suma otra autoridad a la discusión, y,
finalmente, la explicación de la cuestión, Respondeo, Dicendum, éste no
resulta posible sin el esfuerzo sistemático de Abelardo. El artículo es el
producto maduro de la escolástica, en la que método y objeto se alimentan
recíprocamente, y como tal lo vemos brillar en las Summae. Pedro Abelardo,
sin duda un pre-escolástico, pertenece a la época en que culmina la
apropiación del mundo clásico, que se había casi erradicado de los territorios
que constituyeron el Imperio romano de Occidente, en razón de esa enorme y
multisecular metamorfosis que significaron las invasiones bárbaras.
En este período de transición, la Iglesia expresó la continuidad de la
Humanitas, aunque ciertamente trasvasada por el mensaje evangélico y por la
vigencia del desafío que implicaba la nueva evangelización que imponían los
hechos. Así como cristianizar el Imperio romano requirió de tres siglos, esta
nueva evangelización necesitó de por lo menos el doble: “una epopeya
multisecular de una multitud innumerable de cristianos”, con expresión de
José Orlandis[5].
Por ello, las scholae marcarán la organización del nuevo orden que surgirá
de las cenizas, pues tendrán el doble cometido de asimilar una cultura
intelectual y material que se había vuelto incomprensible (la clásica) por
siglos de barbarie y oscuridad y, en el mismo impulso, elevarán la formación
intelectual del clero. Por este motivo, la primera escolástica estará menos
interesada en descubrir nuevos conocimientos que en comprender y ordenar la
inmensa cantidad de datos que proveían a la cultura clásica en sí misma y en
su primer diálogo con el cristianismo, que denominamos Patrística.
Para ponderar adecuadamente el siglo XII, tenemos que considerar el
florecimiento económico (expansión agraria y colonización de las zonas
periféricas), la fundación de nuevos monasterios de cartujos, de agustinos, de
cistercienses y de premostratenses; y juntamente una profunda renovación de
la cultura: es el siglo en el que descuellan los cantares de gesta, la

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ornamentación escultórica de las abadías cluniacenses, la construcción de las
primeras bóvedas góticas, el auge de las escuelas y el triunfo de la
dialéctica[6]. De esta envergadura resulta el tiempo que vio prosperar a
Abelardo.
Esta situación histórica, cultural y educativa, que determinó el origen de la
institución que denominamos schola, que afectó la primera escolástica (y que
nunca dejó de actuar sobre ella, en todo su decurso histórico) implicó que su
método fuese dialéctico o discursivo y que, consecuentemente, su interés se
centrara en determinar la lógica del discurso, en un sentido que no siempre
resulta accesible a nuestra época: orden de adquisición de conocimientos.
La época que encarna Pedro Abelardo ha comenzado a tomar conciencia
que los cambios materiales de su cultura y la consolidación de los
conocimientos requieren afinar la posesión de aquellos, producir nuevos y,
entonces, desarrollar una pedagogía acorde con esta nueva realidad. Resulta
perfectamente coherente, entonces, lo que escribe Pedro Abelardo que le
requerían sus alumnos: menos memoria y más razones humanas y
filosóficas[7]; también solicitaban insistentemente adquirir modos de
comprender antes que elocuencia vacua[8].
Sic et Non (“Sí y No”) es un texto organizado en ciento cincuenta y ocho
cuestiones teológicas y responde a una necesidad que se venía presentando en
las escuelas que se consolidaban en Europa: establecer una concordancia
entre los pareceres discordantes (o aparentemente al menos) de los Santos
Padres.
Abelardo abre su obra con un Prólogo, en el que señala que se hace
necesario un ordenamiento “en la enorme cantidad de cosas que se han dicho”
y también ver de cerca las afirmaciones de los santos padres que difieren entre
sí o que así, al menos, lo parece. Por este motivo, la compilación de
Autoridades está organizada de manera que se pone de manifiesto la
oposición entre pareceres diversos (el “sí” o “a favor” y el “no” o “en contra”,
que dan título a la obra). A partir de ellos trabaja en clase dialécticamente
sobre los argumentos, lo que no presenta un panorama sobre las cuestiones
teológicas que se consideraban más importantes en la época o que estaban en
pleno debate.
Si bien no está ausente la idea de que sirva de texto de estudio a sus
estudiantes, se considera que Pedro Abelardo comenzó la tarea de
recopilación poco después de su primera condena. Parece que la primera idea
que lo movió fue contar con un repertorio de referencia de autoridades para

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argumentar a favor de su posición en los puntos controversiales de su
Trinidad y de su Cristología[9].
Si la afirmación del párrafo anterior es verdadera, la redacción de la obra
podemos ubicarla c. 1121, aunque la compilación en sí de los textos de la
autoridades seguramente es muy anterior (esto significa de paso que tenemos
escasa precisión de fechas[10]). La novedad del método no reside en hacer
patente la discordancia de pareceres entre los Santos Padres, pues se trataba
de una práctica común en las escuelas, sino en contrastarlas en cuanto resultan
opuestas (o parecían opuestas)[11]. En efecto se encontraba ya incipientemente
en sus predecesores y alcanzará su forma definitiva con Alejandro de Hales y
santo Tomás[12]. Por esta razón, en Sic et Non no presenta Pedro Abelardo su
parecer, sino un listado de citas a favor y en contra, que afectan los temas
centrales de la teología.
Los textos parecen reflejar —como dijimos— la pedagogía de Pedro
Abelardo en el aula: presentar un tema o cuestión ante los estudiantes,
dándoles argumentos a favor y en contra de la tesis; luego ellos debían
argumentar partiendo de aquellas. Aquí se encuentra germinalmente la idea
típicamente dialéctica de que la verdad se alcanza mediante la discusión de
argumentos autorizados (provenientes de Autoridades), aunque aparentemente
contradictorios.
Este Prólogo es precisamente el que ha proporcionado el sustento
intelectual para el método escolástico, pues se dan pautas para superar las
divergencias que mencionamos antes[13]. En él se presenta claramente su
cometido.
“Puesto que en la enorme cantidad de cosas que se han dicho, incluso algunas de
las afirmaciones de los santos no sólo difieren entre sí, sino que hasta parecen
contrarias, no es una empresa aventurada el someterlas a juicio ya que ellos han de
ser los jueces del mundo…”[14].

El ejercicio de interpretar no es simple posibilidad, sino tarea necesaria. Se


advierte así la impronta agustiniana que exige distinguir los diversos sentidos
de las Escrituras, y ahora, de la multisecular tradición interpretativa.
Para Pedro Abelardo resulta evidente que no puede sostenerse una tesis
filosófica sin un previo fundamento hermenéutico. En nuestro autor, esta
afirmación implica, por un lado, que la verdad que se estudia se adquiere
mediante un proceso y, por otro, que en tanto proceso no hay una posesión
definitiva. En razón de la importancia teórica y práctica que tiene el punto
anterior, Pedro Abelardo realiza una serie de precisiones hermenéuticas y

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filológicas, que constituyen, junto al método de trabajo intelectual, el gran
aporte de Sí y No.
En cuanto al estilo literario distingue dos aspectos: a) el propio de las
fuentes y b) el que se refiere al comentarista o maestro que expone. En el
primer caso, hay una aplicación del tópico de la progresiva decadencia de la
humanidad, en este caso aplicado a la comprensión en general y a la relación
con el Espíritu Santo en especial, en cuanto inspirador de las Escrituras y de
los Santos Padres. Luego llama la atención sobre el estilo elevado de los
textos que tratan cuestiones filosóficas y teológicas, después los
regionalismos y la diversidad lingüística del latín[15] y, por último, la
magnífica intuición sobre el valor diacrónico del lenguaje.
A los comentaristas y los maestros, es decir, el punto b), la recomendación
de claridad antes que de lucimiento personal[16], de cuidar las confusiones que
podría provocar ambigüedades (proporcionales a su misma riqueza) del latín
y, por último, en no dudar del recurso del vocabulario en lengua vernácula.
A modo de conclusión. Leer e interpretar están, desde el principio, en los
cimientos de nuestra historia intelectual. Los métodos para su mejor
realización han ocupado las inteligencias más claras, especialmente cuando se
trató de esclarecer el sentido de las Escrituras.
Pedro Abelardo ocupa un lugar de privilegio al destacar que la diversidad
de pareceres no oculta el error, sino que expresa la necesidad de afinar el
método filológico y de profundizar en lo sabido para encontrar los hilos
subterráneos del gran entramado de los textos. Así ha colocado la cuestión del
lenguaje en una centralidad nueva y pronto abandonada.
Aun dejando de lado el lugar común de considerarlo un pre-moderno,
ponemos el acento en que el Prólogo de Sí y No trae una idea completamente
nueva: modos de pensar el texto para transformarlo en instrumento de
conocimiento, en tanto mejor comprensión racional de las Autoridades.

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Nota del traductor

Carlos Rafael Domínguez



El trabajo tiene dos partes netamente distintas. Un prólogo del autor y una
larga serie de citas para probar su aserto.
El prólogo está en el latín típico de ese siglo. El traductor procuró
convertirlo en un español plenamente accesible para un lector moderno,
tratando de conservar en lo posible un cierto sabor medieval.
La segunda parte consiste en una larga serie de citas divididas en grupos
temáticos enunciados con claridad por el autor. El contenido de cada grupo
responde a textos escogidos de variados autores considerados como dotados
de autoridad en el seno de la teología cristiana. Con respecto a la traducción
de estos textos el traductor quiere aclarar que, a veces, su lectura puede
resultar algo difícil por carecer de una explicación contextual. Abelardo sólo
quiere poner de relieve sus contradicciones reales o aparentes.

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Pedro Abelardo

SÍ Y NO

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PRÓLOGO

Puesto que en la enorme cantidad de cosas que se han dicho, incluso algunas
de las afirmaciones de los santos no sólo difieren entre sí sino que hasta
parecen contrarias, no es una empresa aventurada el someterlas a juicio ya
que ellos han de ser los jueces del mundo, según está escrito:
Los santos juzgarán a las naciones[1]

Y además:
Os sentaréis y también seréis jueces[2]

Y no presumamos acusarlos de mentirosos o despreciarlos como si estuvieran


equivocados, pues de ellos dijo el Señor:
El que os escucha a vosotros, a mí me escucha; y el que a vosotros os desprecia,
a mí me desprecia.[3]

Apoyados, pues, en nuestra propia debilidad, debemos creer que más bien nos
ha faltado a nosotros la gracia para entender que a ellos para escribir lo que
les fue dicho por la Verdad misma.
Porque no sois vosotros los que habláis, sino el espíritu de vuestro padre que
habla por vosotros.[4]

¿Qué hay de extraño entonces que, habiéndonos faltado ese espíritu, que les
dictó y comunicó a ellos lo que han escrito, hayamos carecido de su
comprensión? Nos resulta a menudo difícil llegar a la comprensión de esos
escritos por su modo inusual de expresión y, a veces, por la diversa
significación de los mismos términos que en un lugar pueden tener una
significación y otra distinta en otro lugar. Porque cada uno muestra
abundancia de sentidos y de palabras. Como dice Tulio: “En todas las cosas la
repetición es madre de la saciedad”, es decir, genera aburrimiento; por eso es
menester que en un mismo asunto se usen distintas palabras y no se exprese
todo con términos vulgares y comunes. Como dice Agustín, se las reviste de

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ropaje para que no pierdan valor, porque las palabras son tanto más
agradables cuanto escogidas con mayor diligencia y presentadas en forma
más elaborada. A menudo también conviene cambiar las palabras en atención
a la diversidad de aquellos a quienes nos dirigimos, dado que ocurre con
frecuencia que para algunos la significación de ciertas palabras es
desconocida o poco usual. Para estos, ciertamente, deseamos exponerles la
doctrina según es preciso; hay que seguir el uso de ellos más bien que la
propiedad del lenguaje, como enseña precisamente Prisciano, príncipe de los
gramáticos y maestro de la lengua. También el bienaventurado doctor de la
Iglesia Agustín, siempre vigilante, en el Libro IV Sobre la Doctrina
Cristiana, le recomienda al maestro eclesiástico que todo lo que les dificulte
la comprensión a aquellos a quienes se dirige lo pase por alto, y no se
preocupe de la elegancia y propiedad de la lengua si puede llegar mejor sin
ellas a una más adecuada comprensión.
Sin preocuparse, dice, quien está enseñando, con cuánta elocuencia lo haga sino
con cuánta evidencia. Un deseo sincero deja a veces de lado las palabras más
rebuscadas. Por eso ha dicho alguien, tratando sobre este tipo de estilo, que hay en
él cierta cuidadosa negligencia.

Y además:
Los maestros deben prestar sumo cuidado para que si un término latino resulta
oscuro o ambiguo pero en el lenguaje llamado vulgar se evita la ambigüedad y la
oscuridad, no usen la forma de los doctos sino más bien la que suelen usar los
indoctos. Pues si nuestros traductores no tuvieron reparo en hablar de los perversos,
porque pensaron que correspondía usar el plural en un sitio aunque en latín se
utilice el singular, ¿por qué han de tener reparo los maestros piadosos, al dirigirse a
gente ruda, en usar ossum más bien que os (hueso) para que no vaya a tomaros
como el singular de boca y no el de hueso? ¿De qué sirve la pureza de la locución si
no la comprende el intelecto del oyente, puesto que no hay ninguna razón para
hablar si lo que se dice no es comprendido por aquellos a quienes les hablamos? El
que enseña, por lo tanto, ha de evitar todas aquellas palabras que no enseñan.

Y también:
Es propio de una índole elevada amar la verdad en las palabras y no las
palabras mismas. ¿De qué sirve una llave de oro si no abre lo que deseamos abrir?
¿O qué importa si la llave es de madera, si puede hacer eso, ya que no buscamos
nada más que sacar a la luz lo que está encerrado?

¿Quién puede no advertir que es temerario juzgar la capacidad e inteligencia


de alguien ya que sólo Dios conoce los corazones y los pensamientos? El
cual, para apartarnos de esta presunción nos dice:
No juzguéis y no seréis juzgados.[5]

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Y dice el Apóstol:
No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el señor, el cual aclarará lo
oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones.[6]

Es como si dijera: En estas cuestiones encomendadle el juicio a aquel que es


el único que conoce todas las cosas y escruta los más íntimos pensamientos,
acerca de lo cual, sobre sus ocultos misterios, está escrito alegóricamente
sobre el cordero pascual:
Si algo hay de sobra, consúmase con fuego.[7]

Es decir, si hay algo en los misterios divinos que no alcanzamos a


comprender reservémoslo más bien para el espíritu, por quien fue escrito, y
no intentemos interpretarlo temerariamente. También conviene tener muy en
cuenta, cuando nos presentan algunos dichos de los santos como si fueran
opuestos o ajenos a la verdad, no dejarnos engañar por alguna falsa
inscripción en el título o algún deterioro de la escritura. Pues muchos escritos
apócrifos fueron atribuidos a nombres de santos, para que tuviesen autoridad,
y hasta los mismos escritos de los testamentos divinos han sido corrompidos
por algún defecto. Por lo cual el muy fiel escritor y muy veraz intérprete
Jerónimo, escribiéndole a Leta sobre la educación de la hija, nos previno
diciendo:
Ten precaución de los apócrifos o ‘descubrimientos recientes’; si alguien quiere
leerlos no en atención a su contenido doctrinal sino por el respeto debido a su título,
que sepa que estas obras no pertenecen a aquellos cuyos nombres aparecen en los
títulos y sea muy prudente en buscar oro en el barro.

El mismo escritor, refiriéndose al título del Salmo LXXVII, que es “Salmo de


Asaf”, dice así:
Está escrito según Mateo: Habiendo hablado el Señor en parábolas y no
entendiendo ellos, etc.; estas cosas, dice, sucedieron para que se cumpliese lo que
había escrito el profeta Isaías: en parábolas abriré mi boca. Los Evangelios hasta
hoy lo dicen así, pero eso no lo dice Isaías sino Asaf.

Además, por lo tanto, digamos simplemente que fue un error de los copistas
cuando en Mateo y Juan se escribió que el Señor fue crucificado en la hora
sexta y en Marcos, que en la hora tercia, juzgando que el signo griego era una
gamma; así como fue error de los copistas escribir Isaías en vez de Asaf.
Sabemos, en efecto que la Iglesia reunió a muchos inexpertos de entre los
gentiles. Al leer en el Evangelio: Para que se cumpliera lo que estaba escrito
en el profeta Asaf, el que primero escribió el Evangelio se pregunto ¿quién es
este profeta Asaf? Su nombre no era conocido entre el pueblo. ¿Qué hizo

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entonces? Para enmendar un error, cometió otro. Digamos algo semejante de
lo que ocurrió en otro lugar según san Mateo: Devolvió las treinta monedas
de plata que era el precio acordado, como está escrito en el profeta Jeremías.
No hemos podido encontrar esto en Jeremías sino en Zacarías. Vemos,
entonces que aquí también hubo, como allá, un error.
¿Qué hay, entonces, de extraño, si también en los Evangelios hay algunos
errores por ignorancia de los copistas, que en los escritos de los padres
posteriores, que gozan de una autoridad mucho menor, eso suceda alguna
vez? Si algo quizás parece discordante con la verdad en los escritos de los
santos es un acto de piedad y humildad y debido a la caridad, que “todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta” y no sospecha con facilidad de errores
en aquellos a los que afecta, que pensemos o que ese lugar de la escritura no
ha sido debidamente interpretado o que se encuentra corrompido o bien
confesemos que no lo comprendemos.
Y creo que tampoco debe prestarse una menor atención al hecho de que
algunas cosas que se dicen sobre los escritos de los santos ya han sido
retractadas por ellos mismos y, una vez conocida la verdad, fueron corregidas,
como en muchos pasajes hizo el bienaventurado Agustín; o que hay cosas que
han dicho más siguiendo la opinión de otros que la suya propia, como el
Eclesiastés, que introduce dichos discordantes de distintas personas, y por eso
se interpreta como incitador, como da fe Gregorio en el libro IV de los
Diálogos; o bien han dejado sin tratar cosas más bien que darles una
definición cierta, como hizo el mencionado venerable doctor Agustín en su
libro Sobre el Génesis a la letra según refiere en el libro I de las
Retractaciones:
En esa obra, dice, se plantean más problemas que soluciones que se encuentran,
y de las que se encontraron, unas pocas fueron confirmadas, y las restantes
quedaron presentadas como para ser todavía investigadas

También sabemos por el testimonio del bienaventurado Jerónimo que los


doctores católicos tenían por costumbre insertar en sus comentarios algunas
pésimas opiniones de los herejes junto con las suyas propias, para cuidar el
rigor más estricto y no omitir nada de los antiguos. Por eso, contestándole al
bienaventurado Agustín, que lo había consultado sobre la interpretación de un
pasaje de la carta de Pablo a los Gálatas, dice:
Me preguntas por qué yo haya dicho, comentando la epístola de Pablo a los
Gálatas, que Pablo no podía reprender en Pedro algo que él mismo había hecho. Y
afirmas que la rivalidad apostólica no fue protocolar sino verdadera y que yo no
debo enseñar lo que es mentira. Te respondo que tu prudencia debe recordar el
breve prefacio a mis comentarios en el que, sabiendo la debilidad de mis fuerzas,

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dije haber seguido los comentarios de Orígenes. Ese insigne varón escribió
volúmenes sobre la epístola de Pablo a los Gálatas; paso por alto a Dídimo, mi
superior, y a Apolinar de Laodicea, alejado hace poco de la Iglesia, y al antiguo
hereje Alejandro, pues también ellos dejaron comentarios sobre esta cuestión. He
leído todo esto y, habiéndolo guardado en mi memoria llamé a un copista y le dicté
tanto mis opiniones como las ajenas.

Y también:
Correspondía a tu sabiduría investigar si lo que escribimos se encontraba en los
griegos; si ellos no lo habían dicho, entonces podrías condenar mi parecer,
principalmente dado que en mi prefacio confesé abiertamente haber seguido los
comentarios de Orígenes y haber dictado mis opiniones y las ajenas, dejando al
arbitrio del lector aprobarlas o desaprobarlas.

No dudamos que el bienaventurado Hilario y algunos otros santos insertaron


pasajes del mismo Orígenes y de otros herejes en sus propios escritos,
presentándonos así más bien la opinión de otros que la suya propia; lo cual
nos llegó posteriormente a nosotros no tanto por ellos mismos sino a través
del otros. Por lo cual el mencionado doctor Jerónimo, excusándose ante el
presbítero Vigilancio por haber citado o transcripto alguna vez dichos de
Orígenes:
Si esto, dice, es un delito, sea acusado el confesor Hilario, que transcribió la
interpretación de los salmos y las homilías sobre Job tomadas de sus libros.

Donde, pues, encontremos algunos cosas no conformes con la verdad o


contrarias a los escritos de otros santos, deben imputarse más bien a Orígenes
que a Hilario, aunque el mismo Hilario no aclare esto: qué es aquello, por
ejemplo, que el Salmo primero insiste en que no debe entenderse de la cabeza
(que es Cristo) sino que debe tomarse en forma general sobre cualquier otro
justo. Lo cual expresó igualmente el mismo Jerónimo en una exposición sobre
ciertos Salmos, siguiendo a Orígenes. Y no debe dudarse, según su
testimonio, que tal vez el mismo Orígenes haya escrito, exponiendo la opinión
de otros, algunas cosas llenas de grandes errores. Por eso el mismo Jerónimo,
escribiéndole al presbítero Avito, consignando numerosos errores que
Orígenes expuso en sus libros Sobre los principios, habló así sobre el
susodicho Orígenes:
Después de tan nefanda discusión, con la que lastimó la mente del lector, “Estas
cosas”, dice, “según nuestra opinión no son dogmas, sino sólo cuestiones e
hipótesis”, para que no parecieran absolutamente irrebatibles.

Así también el mismo Jerónimo dijo anteriormente que a menudo él exponía


sus opiniones y las ajenas, dejando al arbitrio del lector si deberían aprobarse
o reprobarse. También confiesa el bienaventurado Agustín, al retractarse

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corrigiendo muchas opiniones de sus propias obras, que muchas cosas las
había puesto allí más por consignar las ideas de otros que las suyas propias.
Parece que también se dicen en el Evangelio algunas cosas más según la
opinión de los hombres que según la verdad de las cosas; como cuando José
es llamado padre de Cristo por la propia madre del Señor, siguiendo la
opinión y la costumbre de la gente, al decir:
Yo y tu padre estábamos preocupados buscándote.[8]

Incluso el Apóstol habiendo seguido en muchos casos los dichos de sus


calumniadores, no se avergüenza de haberse expresado en forma distinta de lo
que sentía. Como en lo siguiente:
Nosotros, necios por Cristo; vosotros, en cambio, prudentes en Cristo.[9]

También el mismo Apóstol dice de Melquisedec que no tenía “padre ni madre


ni ascendientes” ni “principio ni fin de sus días”, porque esto está oculto a
nuestro conocimiento y no porque sea esa la realidad. Se dice también que
Samuel se apareció como un fantasma a la pitonisa, no como algo verdadero
sino como una semejanza, que les producía a los observadores una falsa
opinión. Como recuerda el bienaventurado Agustín, ese fantasma fue llamado
Samuel porque presentaba una cierta semejanza con él, así como si alguno
dice que vio en sueños la imagen de Roma porque concibió esa semejanza en
su mente.
Numerosos escritos poéticos o filosóficos presentan muchas cosas según
distintas opiniones, como si fuesen verdaderas, pero que consta que están
totalmente alejadas de la verdad. Como, por ejemplo, aquello de Ovidio:
La mies más abundante está siempre en campos ajenos,
Y el ganado del vecino es más fecundo.

También Boecio en el libro tercero de los Tópicos, cuando llama al accidente


y la sustancia los dos primeros géneros de las cosas, tuvo en cuenta más bien
una opinión que la verdad. Pues ciertamente también los filósofos hacían
muchas afirmaciones más según la opinión de otros que según la suya. Esto lo
declara manifiestamente Tulio en el libro segundo Sobre los oficios, con estas
palabras:
Mientras la justicia sin la prudencia tiene suficiente autoridad, la prudencia sin
la justicia no alcanza para generar confianza. Cuanto más versado y astuto es
alguien, tanto más es envidiado y sospechado, siendo considerado sin probidad. Por
lo cual, la justicia unida a la inteligencia tendrá todo lo necesario para inspirar
confianza en su fortaleza. La justicia sin la prudencia tendrá mucho poder, sin la
justicia, la prudencia no podrá nada. Pero para que nadie se admire de lo que es

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opinión general de los filósofos y que yo mismo expuse, que quien tiene una sola
virtud las tiene a todas y que ahora las separe de tal modo que diga que alguien
pueda ser justo no siendo prudente; una cosa es la verdad cuando se la expone en un
debate y otra cuando algo se expone para ser dicho a todos en general. Por lo cual
estamos ahora hablando como el vulgo, diciendo que algunos hombres son fuertes,
otros buenos y otros prudentes. Al hablar debemos usar palabras vulgares y de uso
común.

Finalmente el uso del lenguaje cotidiano se ajusta al juicio de los sentidos


corporales y así muchas cosas se enuncian en forma diferente de la que son.
No habiendo ningún lugar en el mundo que esté totalmente vacío y no
contenga aire o algún otro cuerpo, sin embargo, decimos que se encuentra
completamente vacía un arca en la que con la vista percibimos que no hay
nada. Considerando las cosas según lo que ven los ojos, a veces decimos que
el cielo está estrellado y a veces no; y a veces decimos que el sol está caliente
y otras veces no, o que la luna luce más o luce menos, y que a veces no luce
nada, mientras que en realidad estas cosas permanecen iguales aunque no nos
parezcan iguales a nosotros.
¿Qué hay de extraño, pues, que también los santos padres expresaran o
escribieran algunas veces algo siguiendo la opinión más que la verdad? Hay
que analizar con diligencia cuando de un mismo tema se dicen cosas diversas,
qué es lo que se entiende para afirmar un precepto, qué para la disminución de
un perdón, o qué para una exhortación a la perfección, para que encontremos
la solución de las diferencias según las distintas intenciones. Si se trata de una
orden, debemos distinguir si es general o particular, es decir, en común para
todos o en especial para algunos. Se deben distinguir también los tiempos y
las causas de las concesiones, porque a menudo lo que se concedió en un
momento en otro puede estar prohibido; y lo que comúnmente se ordena
como castigo, puede a veces moderarse con una dispensa. Estas cosas, pues,
deben distinguirse esmeradamente en la institución de los decretos y cánones
eclesiásticos. Muchas veces se encontrará una solución fácil si podemos
aclarar las mismas palabras usadas con significaciones diversas por distintos
autores.
Con todos los modos mencionados un lector diligente podrá intentar
resolver los puntos controvertidos en los escritos de los santos. Si acaso la
diferencia es tan manifiesta que no puede resolverse con ninguna razón, hay
que consultar a las autoridades y retener aquella cuyo testimonio es más
valioso y de mayor garantía. De este modo tenemos lo que escribió Isidoro al
obispo Masión:
Al final de mi carta consideré añadir lo siguiente: que cuando en las actas de los
concilios se encuentra una sentencia discordante, debe seguirse aquella sentencia

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que tiene una autoridad más antigua o mejor.

Pues consta que los mismos profetas carecieron a veces de la gracia de la


profecía y, en algunas ocasiones, creyendo tener el don de la profecía, por
propia iniciativa expusieron algunas cosas falsas, por su costumbre de
profetizar. Esto fue permitido para protección de su humildad, para que
conociesen con más certeza qué cosas procedían del espíritu de Dios y cuáles
del suyo propio, y que tenían como don, cuando lo tenían, a aquel que no sabe
mentir ni equivocarse. Aun cuando se tiene este don, así como no todos los
dones se dan a uno solo, del mismo modo no ilumina sobre todas las cosas la
mente de aquel a quien se da, sino que le revela ya una cosa ya otra, y
manifestándole una se le oculta otra. Esto lo enseña con ejemplos manifiestos
el bienaventurado Gregorio en la primera homilía sobre Ezequiel. El mismo
príncipe de los apóstoles, que brillaba con tantos dones y milagros de la
gracia divina, después de aquella promesa especial del Señor sobre la efusión
del Espíritu Santo, para enseñar toda verdad a sus discípulos, no se avergonzó
de desistir de un error grave y pernicioso, después de haber caído en él, acerca
de la circuncisión y otros ritos antiguos, habiendo sido reprendido seria y
saludablemente por su coapóstol Pablo.
Así pues, ¿qué hay de extraño si consta que los profetas y apóstoles no
estuvieron totalmente ajenos de errores, que en las numerosas obras de los
santos padres, por la antedicha razón, aparezcan dichos o escritos erróneos?
Pero no corresponde acusar a los santos como reos de mentira si a veces dicen
algunas cosas distintas de la verdad no por duplicidad sino por ignorancia; y
no debe imputarse a presunción o pecado lo que se dice por caridad y para
edificación, ya que consta que en la presencia de Dios todo se juzga según la
intención, como está escrito:
Si tu ojo es simple, todo tu cuerpo será lúcido.[10]

Y también está aquello del bienaventurado Agustín, tratando sobre La


disciplina eclesiástica:
Ten, dice, caridad y haz lo que quieras.

Y él mismo acerca de la epístola de Juan:


Los que no tienen caridad, no son de Dios. Ten todo lo que quieras; si no tienes
caridad, nada te aprovecha. Si no tienes otras cosas, ten ésta y habrás cumplido la
ley.

Igualmente:

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Por una sola vez se te da un precepto breve: ama y haz lo que quieras.

Y él mismo en el libro primero Sobre la doctrina cristiana:


A quienquiera, dice, le parezca haber entendido las escrituras divinas o una
parte de ellas, y con esa comprensión no edifique la doble caridad, de Dios y del
prójimo, todavía no las entendió. Pero quien dijere haber extraído de allí una
sentencia útil para edificar esta caridad, aunque no diga lo que se demuestra que
haya sentido el que escribió ese pasaje, no se engaña por eso perniciosamente ni de
ninguna manera miente. Porque en el mentiroso debe haber voluntad de engañar.

Y él mismo dice en Contra la mentira:


Mentira es una significación falsa en las palabras con voluntad de engañar.

Y él mismo dice en el Enquiridión, cap. XXIII:


Nadie debe ser tenido por mentiroso si dice algo falso creyendo que es
verdadero, porque, en cuanto depende de él, no engaña sino que es engañado. No
puede ser acusado de mentiroso sino tal vez de temerario el que incautamente toma
cosas falsas por verdaderas. Antes bien, por el contrario, miente quien dice algo
verdadero creyendo que es falso. Por lo que respecta a su juicio, ya que no dice lo
que piensa, no dice la verdad, aunque lo que diga resulte ser verdadero; ni de
ninguna manera está libre de mentira el que sin saberlo dice algo verdadero con la
boca, pero conscientemente tiene voluntad de mentir.

Igualmente:
Todo el que dice algo contra lo que siente en su ánimo, habla con voluntad de
engañar.

Él mismo, en el libro II Sobre los evangelios:


Si se presta la debida atención lo que hizo la madre de Jacob para que éste
engañara al padre no es una mentira sino un misterio. Una intención veraz de
ninguna manera puede considerarse una mentira.

El doctor espiritual en este lugar sólo considera la mentira en cuanto pecado,


lo que corresponde más a la intención del que habla que a la naturaleza de la
locución. Dios, que es escrutador del corazón y los riñones, toma en cuenta no
tanto lo que se hace sino la intención con que se hace. De lo que se encuentra
inmune todo el que habla según lo que sinceramente juzga y no con fraude y
duplicidad, de acuerdo con lo que está escrito:
El que se mueve en la simplicidad, se mueve con seguridad.[11]

De otro modo también el apóstol Pablo podría ser acusado de mentiroso, ya


que, siguiendo su parecer más que la verdad, escribiendo a los romanos, les
dice:

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Después de haber concluido esto y después de haberles entregado lo recogido,
partiré hacia España, pasando por entre vosotros.[12]

Una cosa es mentir y otra que el que habla se equivoque y se aparte en sus
palabras de la verdad por error y no por malicia. Y tal vez Dios permite, como
dijimos, que también esto les ocurra a los santos, en cosas que no impliquen
ningún detrimento para la fe, ya que esto no les sucede infructuosamente,
porque para ellos todas las cosas cooperan para el bien. Los mismos doctores
eclesiásticos, que trabajaron con suma diligencia y creyeron deber corregir
algunas cosas en sus obras, le concedieron a la posteridad permiso para
enmendarlas o no seguirlas, si no les fue posible a ellos retractarse o
corregirse. Por eso el mencionado doctor Agustín en el libro I de las
Retractaciones:
Está escrito, dice, que en las muchas palabras no está ausente el pecado.

Y también el apóstol Santiago:


Sea, dice, todo hombre rápido para escuchar y lento, sin embargo, para hablar.
[13]

Y además:
Todos pecamos en muchas cosas. Si alguien no peca con las palabras, este es un
varón perfecto.[14]

Y continúa Agustín:
Yo no me atribuyo ahora que soy anciano esta perfección y mucho menos cuando
comencé a escribir siendo joven.

Y él mismo dice en el prólogo del libro III Sobre la Trinidad:


No te sometas a mis escritos como si fueran escrituras canónicas, pero acepta en
ellas con fe si encontraste lo que antes ignorabas. Pero no aceptes con firmeza lo
que no tenías como cierto a no ser que lo entiendas con certeza.

Él mismo, en el libro II A Vicente Víctor:


No puedo ni debo negar que puedan encontrarse muchas cosas culposas, con
justo criterio y sin temeridad, tanto en la conducta como en mis numerosos
opúsculos.

Y también en una Carta a Vicente:


No recojas, hermano, calumnias contra testimonios divinos tan claros, de los
escritos de los obispos, sean nuestros, o de Hilario, o de Cipriano o de Agripino;
porque este género de escritos hay que distinguirlo de la autoridad del canon. Pues
no deben interpretarse de tal modo como si de ellos procediera un testimonio del que

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no fuera lícito disentir, como si quizás expresen algo distinto de lo que exige la
verdad.

Y él mismo a Fortunaciano:
Y no debemos considerar los comentarios de hombres católicos y meritorios
como si fueran Escrituras canónicas, como si no nos fuera lícito, salva la
honorabilidad que se les debe a esas personas, criticar y rechazar algo en sus
escritos, si tal vez encontráramos algo que parezca contrariar la verdad. Pienso con
respecto a esos escritos ajenos como quiero que mis lectores opinen de los míos.

Y él mismo, en el libro I, cap. XI, Contra Fausto:


No digamos de ninguna manera que Pablo haya errado y que, habiendo
progresado, cambió su parecer. Sobre estos libros puede decirse que contienen algo
no adecuado, ya que los escribimos no con la intención de ordenar algo sino para un
ejercicio de progreso.

Y también:
Pues somos aquellos a quienes les dice el mismo apóstol: Y si en algo sentís de
otra manera, Dios también os lo manifestará. Este género de escritos no debe leerse
con la necesidad de creer sino con la libertad de opinar. Sin embargo, para el
tratamiento y estudio de las cuestiones difíciles, a fin de que no se elimine algún
pasaje y se impida que llegue a la posteridad, es muy útil trabajar sobre la lengua y
el estilo. La excelencia de la autoridad canónica sobre el Antiguo y el Nuevo
Testamento, es distinta de la referida a libros posteriores, Si allí algo se ve como
absurdo, no es lícito decir que el autor de ese libro no se ajustó a la verdad; o el
códice tiene erratas o se equivocó el copista o tú no lo comprendes. Pero en los
escritos de los posteriores, que se encuentran en innumerables libros, si tal vez se
encuentren cosas que parecen estar lejos de la verdad porque no se las entiende
como fueron dichas, allí tiene el lector libertad de criterio para aprobar lo que juzga
correcto o reprobar lo que no le parece bien. Por eso todas estas cosas deben
sostenerse sólo por la recta razón o por la autoridad canónica, para demostrar o
que así fue o que pudo ser, lo que allí se discute o se narra. Si alguien no está de
acuerdo o no lo cree, no por eso debe ser reprendido.

Dice que las escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento son
instrumentos, en los que sería herético afirmar la existencia de algo alejado de
la verdad. Sobre esas escrituras él mismo en la Epístola IV a Jerónimo,
menciona esto:
En la exposición de la Epístola del Apóstol Pablo a los Gálatas, encontramos
algo que nos extraña mucho. Porque si se admiten en las Sagradas Escrituras
mentiras de conveniencia, ¿cómo pude preservarse su autoridad? ¿Cómo se podrá
apelar una sentencia de esas escrituras con un argumento de suficiente peso para
desechar una falsedad?

Y también él mismo dirigiéndose al mismo destinatario sobre las mismas


escrituras:
Me parece muy funesto creer que en las escrituras alguna cosa puedan ser una

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mentira, es decir, que aquellos hombres a través de los cuales toda aquella escritura
nos fue entregada, hayan podido mentir en algo en sus libros. Pues si se admite
aunque sea una sola vez una mentira de conveniencia en una autoridad tan alta, no
quedará ninguna pequeña porción de esos libros que, según le parezca a cada uno,
no se torne difícil para las conductas o increíble para la fe, siendo atribuida esa
falsedad al parecer y conveniencia del autor.

También el bienaventurado Jerónimo entre los doctores eclesiásticos antepuso


a algunos por sobre otros; de ese modo nos aconsejó que al leerlos seamos
más críticos que seguidores. De ahí surgen sus consejos A Leta sobre la
educación de la hija:
Tenga siempre a mano, dice, el opúsculo de Cipriano; lea confiadamente las
obras de Atanasio y de Hilario; deléitese con los tratados y el ingenio de aquellos en
cuyos libros no haya dudas sobre la piedad de la fe; a los otros, léalos más bien
criticándolos que siguiéndolos.

Él mismo, sobre el Salmo 81, casi como quitándole autoridad absolutamente a


todos estos, dice:
El Señor narrará en la escritura acerca de los pueblos y los príncipes que
estuvieron en ella. No dijo que están sino que estuvieron en ella. No basta decir “de
los pueblos” sino que también dice “de los príncipes”; y ¿de qué príncipes? Los que
estuvieron. Mirad, pues, cómo la escritura santa está llena de misterios. Leemos que
dice el Apóstol: ¿Acaso buscáis una prueba de aquel que habla en mí, Cristo?[15] Lo
que dice Pablo lo dice Cristo (el que os recibe a vosotros me recibe a mí). En las
escrituras de los príncipes, en la escritura de los pueblos, que es una escritura para
todos los pueblos. Mirad lo que dice: que estuvieron, no, que están; para que,
exceptuados los apóstoles, todo lo que se diga después, no sea tenido en cuenta, no
tenga autoridad. Aunque alguien, después de los apóstoles, sea santo, por más que
sea elocuente, no lo consideres con autoridad.

Y él mismo, escribiendo A Vigilancio:


El que haya leído los opúsculos en muchos tratados debe comportarse como un
cambista experimentado y rechazase una moneda sin el sello oficial; si tiene la
imagen de Cristo, guárdese en la bolsa del corazón. No hay que tener en cuenta el
razonamiento, según está escrito. Esto se debe decir de los comentaristas: es falso
cuando no tiene la imagen del César ni tampoco la imagen clara de Cristo aunque
sea la opinión expuesta por un doctor; la doctrina debe ser: Probadlo todo y retened
lo que sea bueno.[16]

Sin embargo, esto se ha dicho de los comentaristas y no de las escrituras


canónicas, a las que es conveniente prestar fe sin duda alguna. Él mismo le
escribe A Paulino sobre los santos doctores acerca de la expresión El hombre
bueno saca del buen tesoro de su corazón:
Paso por alto a los otros, sean difuntos, o estén en esta vida, sobre los cuales
después de nosotros otros los juzgarán para bien o para mal.

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Así, una vez tratadas estas cosas, como hemos establecido, reuniremos dichos
de los santos padres según acudan a nuestra memoria, y que puedan presentar
alguna contradicción e inducir así a los jóvenes lectores a la búsqueda de la
verdad suprema, tornándose más agudos de ingenio con este tipo de
investigación. Se define como la primera clave de la sabiduría una asidua y
frecuente interrogación. Para que se la asuma con pleno afán, el más
perspicaz de todos los filósofos, Aristóteles, al referirse al predicamento de la
relación, exhorta a los estudiosos, diciendo:
Tal vez resulte difícil hablar con seguridad de estas cosas a no ser que se las
discuta a menudo. No es inútil dudar de cada cosa.

Con la duda llegamos a la investigación e investigando, percibimos la verdad.


A este respecto ha dicho la misma Verdad:
Buscad, dice, y encontraréis; llamad y se os abrirá.[17]

Para enseñarnos esto prácticamente con su propio ejemplo, alrededor de sus


doce años de edad, quiso que lo encontraran sentado en medio de los doctores
y haciéndoles preguntas, mostrándonos primeramente el aspecto del discípulo
que interroga antes que el del maestro que enseña, siendo, sin embargo, la
plena y perfecta sabiduría de Dios. Cuando se citan algunos testimonios de las
Escrituras, tanto más excitan al lector y lo incitan a buscar la verdad, cuanto
más es apreciada la autoridad de la misma escritura. Por eso nos pareció bien
añadirle a nuestro trabajo, en el que hemos compilado en un volumen, dichos
de los santos, el decreto del papa Gelasio sobre los libros auténticos, para que
se sepa que aquí no hemos incluido nada de escritos apócrifos. Hemos
añadido también algunos pasajes de las Retractaciones del bienaventurado
Agustín para que conste que acá no hemos incluido otra cosa sino lo que él ha
puesto allí.

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DECRETO DEL PAPA GELASIO
SOBRE LOS LIBROS AUTÉNTICOS

La Santa Iglesia romana, después de aquellas escrituras del Antiguo y del


Nuevo Testamento que hemos aceptado en forma regular, no prohíbe que se
reciban también éstas:
Del Santo Sínodo Niceno, donde 318 Padres, presididos por el emperador
Constantino Magno, condenaron al hereje Arrio.
Del Santo Sínodo de Constantinopla, presidido por Teodosio Augusto, en el cual
el hereje Macedio recibió la debida condena.
Del Santo Sínodo de Éfeso, en el cual fue condenado Nestorio, con acuerdo del
bienaventurado papa Celestino, presidido por Cirilo de Alejandría, obispo de la sede,
y por el obispo Arcadio, delegado desde Latalia.
Del Santo Sínodo de Calcedonia, presidido por Marciano Augusto y por
Anatolio, obispo de Constantinopla, en el cual fueron condenadas las herejías de
Nestorio y Eutiquio, juntamente con la de Dióscoro y sus seguidores.

Y si hay algunos concilios convocados por santos padres hasta aquí, de menos
autoridad que estos cuatro, decretamos que sean recibidos y conservados.
También debemos añadir obras de santos padres recibidas en la Iglesia
católica:
Las obras del bienaventurado Cipriano, mártir y obispo de Cartago.
También las obras del bienaventurado obispo Gregorio Nacianceno.
Y las obras del bienaventurado Basilio, obispo de Capadocia.
Y las obras del bienaventurado Atanasio, obispo de Alejandría.
Y las obras del bienaventurado Hilario, obispo de Poitiers.
Y las obras del bienaventurado Jerónimo, presbítero.
Y las obras del bienaventurado Juan, obispo de Constantinopla.
Y las obras del bienaventurado Teófilo, obispo de Alejandría.
Y las obras del bienaventurado Cirilo, obispo de Alejandría.
Y las obras del bienaventurado Ambrosio, obispo de Milán.
Y las obras del bienaventurado Agustín, obispo de Hipona.
Y las obras del bienaventurado Próspero, varón religiosísimo.

Y la carta del bienaventurado papa León dirigida a Flaviano, obispo de


Constantinopla: si alguien niega alguna parte, aunque sea pequeña, y no la
acepta completa conveneración, sea anatema.

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También decretamos que deben leerse las obras y tratados de todos los
padres ortodoxos, que no se desviaron en nada de la enseñanza de la santa
Iglesia romana y no fueron separados de su fiel predicación, sino que, por la
gracia de Dios, fueron partícipes de su comunión hasta el último día de su
vida.
También han de recibirse con veneración las cartas decretales, que los
muy bienaventurados papas en diversas ocasiones dirigieron desde la ciudad
de Roma para consuelo de diversos padres.
También los actos de los santos mártires, que deslumbran con sus
múltiples formas de torturas y los maravillosos triunfos de sus testimonios.
Qué católico dudaría que hubieran incluso sufrido mayores tormentos y los
hubiesen tolerado no por sus propias fuerzas sino con la gracia y ayuda de
Dios.
Pero según una antigua y autorizada costumbre, con una cautela singular,
no se deben leer en la santa Iglesia romana aquellos de los que se ignoran
completamente los nombres de quienes los escribieron o porque se juzgan
haber sido escritos por infieles o son superficiales en sus expresiones, o
menos convenientes de lo que exige el recto orden: como, por ejemplo, los
martirios de Julita y Quirico, de Jorge y otros, que parecen haber sido
compuestos por herejes. Por esta razón, como se dijo, para evitar la
posibilidad de un error, no deben leerse en la santa Iglesia romana. Nosotros
sin embargo, con la mencionada Iglesia, debemos venerar con toda devoción
a todos los gloriosos mártires y sus pasiones, que le son conocidos a Dios más
que a los hombres.
También recibimos con gran honor las vidas de los padres, de Paulo, de
Antonio, de Hilrión y de todos los ermitaños, que escribió el muy
bienaventurado Jerónimo.
También los actos del bienaventurado obispo Silvestre, obispo de la sede
apostólica, aunque ignoramos el nombre del escritor, pero sabemos sin
embargo, que fueron leídos por muchos católicos y también desde la
antigüedad otras iglesias han imitado esta costumbre.
También el escrito sobre el hallazgo de la cruz del Señor y otro escrito
sobre el hallazgo de la cabeza del bienaventurado Juan Bautista son nuevas
revelaciones y algunos católicos las leen. Pero cuando estas cosas llegan a
manos de católicos, tomen estos como advertencia la opinión del
bienaventurado Pablo: Probadlo todo y quedaos con lo que es bueno.
También Rufino, hombre muy religioso, publicó muchos libros sobre
temas eclesiásticos e hizo algunas interpretaciones de las Escrituras; pero

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como el muy bienaventurado Jerónimo señaló algunos lugares de Rufino
acerca del libre albedrío, aceptamos aquellas cosas que conocemos que
opinaba Jerónimo; y no sólo acerca de Rufino, sino también opinamos esto de
todos aquellos a quienes esta bienaventurado varón reprendió con su celo por
Dios y la práctica de la fe.
También aceptamos como que pueden leerse algunas obras de Orígenes,
que el muy bienaventurado Jerónimo no repudia; decimos que todo lo demás
de su autoría debe ser rechazado.
También la crónica de Eusebio de Cesarea y sus libros de historia
eclesiástica, aunque en el primer libro de su historia haya algunas cosas
dudosas y luego haya escrito un libro con alabanzas y disculpas sobre el
cismático Orígenes; por su narración de hechos memorables e instructivos, no
decimos que sus libros deban ser rechazados.
También alabamos a Orosio, hombre muy erudito porque escribió con
admirable brevedad cosas muy necesarias para nosotros contra las calumnias
de los paganos.
También declaramos digna de insigne alabanza la obra pascual de
Sedulio, escrita en versos heroicos.
No despreciamos sino que admiramos la trabajosa obra de Juvencio.
Por lo demás, los dichos o escritos de los herejes de ninguna manera los
acepta la Iglesia romana católica y apostólica. De ellos, unos pocos que nos
vienen a la memoria y que deben ser evitados por los católicos, creemos que
deben ser añadidos.

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DEL MISMO GELASIO ACERCA
DE LIBROS APÓCRIFOS

En primer lugar declaramos que fue y debe ser eternamente condenado el


Sínodo de Sirmio, convocado por César Constancio, hijo de Constantino,
presidido por el prefecto Tauro.

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También el Itinerario, con el nombre del apóstol Pedro,
Apócrifo
que se llama libro VIII de San Clemente
Hechos, con el nombre del apóstol Andrés Apócrifo
Hechos, con el nombre del apóstol Tomás Apócrifo
Hechos, con el nombre del apóstol Pedro Apócrifo
Hechos, con el nombre del apóstol Felipe Apócrifo
Evangelios, con el nombre de Tadeo Apócrifo
Evangelios con el nombre del apóstol Bernabé Apócrifo
Evangelios del apóstol Tomás, que utilizan los maniqueos Apócrifo
Evangelios con el nombre del apóstol Bartolomé Apócrifo
Evangelios con el nombre del apóstol Andrés Apócrifo
Evangelios que falsificó Luciano Apócrifo
Evangelios que falsificó Hesiquio Apócrifo
Libro de la infancia del Salvador Apócrifo
Libro sobre el nacimiento del Salvador y de santa María,
Apócrifo
o la partera del Salvador
Libro llamado del Pastor Apócrifo
Todos los libros que compuso Leucio, discípulo del diablo Apócrifos
El libro que es llamado El Fundamento Apócrifo
El libro que es llamado El Tesoro Apócrifo
El libro que trata sobre las hijas de Adán o Génesis Apócrifo
El Centón sobre Cristo, compuesto en versos virgilianos Apócrifo
El libro que es llamado Hechos de Tecla y Pablo Apócrifo
El libro que es llamado de Nepote Apócrifo
El libro de proverbios escrito por herejes y firmado con el nombre de san Sixto Apócrifo
Revelación, que es llamada de Pablo Apócrifo
Revelación que es llamada del apóstol Tomás Apócrifo
Revelación, que es llamada de Esteban Apócrifo
El libro que es llamado El tránsito de santa María Apócrifo
El libro que es llamado La penitencia de Adán Apócrifo
El libro con el nombre del gigante Gog, que los herejes
Apócrifo
afirman que luchó con el dragón después del Diluvio
El libro que es llamado El testamento de Job Apócrifo
El libro que es llamado La penitencia de Orígenes Apócrifo
El libro que es llamado la penitencia de Cipriano Apócrifo
El libro que es llamado de Jamne y Mambre Apócrifo
El libro que es llamado Suerte de los apóstoles Apócrifo
El libro que es llamado Alabanza de los apóstoles Apócrifo
El libro que es llamado Cánones de los apóstoles Apócrifo
El libro El Fisiólogo, escrito por herejes y firmado con el nombre de Ambrosio Apócrifo
La historia de Eusebio Pánfilo Apócrifo
Los opúsculos de Tertuliano, el Africano Apócrifos
Los opúsculos de Postuminao y Galo Apócrifos
Los opúsculo de Montano, Priscila y Maximila Apócrifos

Página 30
Todos los opúsculos del maniqueo Fausto Apócrifos
Los opúsculos del otro Clemente alejandrino Apócrifos
Los opúsculos de Casiano, sacerdote de las Galias Apócrifos
Los opúsculos de Victorino de Poitiers Apócrifos
Los opúsculos de Fausto, regente de las Galias Apócrifos
Los opúsculos de Frumencio Apócrifos
Las cartas de Abgaro a Jesús y de Jesús a Abgaro Apócrifo
La pasión de Quirico y Julita Apócrifo
La pasión de Jorge Apócrifo
Los escritos que son llamados la Contradicción de Salomón Apócrifos
Todas las filacterias, que fueron compuestas no por un ángel
Apócrifos
sino más bien por un demonio

Éstos y otros escritos similares, como los de Simón Mago, Nicolás, Cerinto,
Marción, Basílides, Ebión, Pablo de Samosata, Fotino y Donoso, que
adolecieron de errores similares, también Montano con sus obscenos
secuaces, Apolinar, Valentín el maniqueo, Fausto, Sabelio, Arrio, Macedonio,
Eunomio, Novato, Sabacio, Calisto, Donato, Eustacio, Joviano, Pelagio,
Juliano de Eclana, Celestino, Maximiano, Prisciliano, de España, Lampedio,
Dióscoro, Eutiques, Pedro y el otro Pedro, uno de los cuales mancilló a
Alejandría y el otro a Antioquía, Acacio de Constantinopla y sus partidarios,
y además todas las herejías, que enseñaron o escribieron ellos y sus discípulos
y otros cismáticos, cuyos nombres no retenemos, no sólo son repudiados sino
también eliminados por toda la Iglesia católica romana; ellos con sus autores
y los secuaces de los autores, afirmamos que deben ser condenados con el
indisoluble vínculo de un eterno anatema.

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COMIENZAN LAS SENTENCIAS EXTRAÍDAS
DE LA SAGRADA ESCRITURA QUE
PARECEN SER CONTRADICTORIAS

por este motivo esta compilación lleva el nombre de


“SIC ET NON” (Sí y No)

Q. 1: Que la fe no debe sostenerse con razones humanas. Y lo contrario

GREGORIO, EN LA HOMILÍA XXI: Debemos saber que una


operación divina, si es abarcada por la razón, no es admirable; y la fe no
tiene mérito si la razón humana le presta su experiencia.
EL MISMO A TEODÓTICO Y TEODIBERTO, REY DE LOS
FRANCOS: En los sacerdotes hay que exigir la fe y la vida; si falta la
vida, la fe.
EL MISMO, EN LA HOMILÍA V: A su orden, Pedro y Andrés, dejando
las redes, siguieron al redentor. Todavía no lo habían visto obrar milagros;
nada habían oído de sus labios acerca de un premio de recompensa eterna;
y ante el solo mandato del Señor, dejaron lo que parecían poseer.
EL MISMO EN LAS MORALES, LIB. XX: Aquí dice nuevamente:
Encontraste miel; come lo que te es suficiente, no sea que te sacies y la
vomites. El que desea comer dulzura de un conocimiento espiritual más
allá de lo que es capaz, va a vomitar también lo que ha comido, porque, si
busca entender más allá de sus fuerzas, pierde aun lo que había
comprendido bien. Y repite: Así como el que come demasiada miel, no se
siente bien, así el que escruta la majestad es oprimido por la gloria. Pues la
gloria del creador invisible, que buscada con moderación nos levanta,
investigada más allá de nuestras fuerzas, nos oprime.

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DEL LIBRO I DE AGUSTÍN CONTRA FAUSTO: Fausto: Es una vana
confesión de fe si no se cree en Cristo a no ser con testigos y argumentos.
Ya que vosotros mismos soléis decir que no se debe por curiosidad
investigar más allá porque la fe cristiana es absolutamente simple, ¿Cómo
destruís ahora la simplicidad de la fe, confirmándola con jueces y testigos?
DE LA VIDA DE SAN SILVESTRE, CUANDO A ÉL, QUE
DISPUTABA CON JUDÍOS, LE DIJO RABI IOASI: No debe
confiarse a la razón humana la fe, que te induce a creer en este Dios, que tú
confiesas como un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
AGUSTÍN, SOBRE LA FE DEL SÍMBOLO AL PAPA
LAURENCIO: Dice el profeta: Si no creyereis, no entenderéis.
Y TAMBIÉN: Cómo Dios Padre haya engendrado al Hijo no lo discutas,
ni te introduzcas curiosamente en la profundidad de este arcano, no sea
que cuanto con más pertinacia escrutes el fulgor de esta luz inaccesible,
pierdas ese exiguo vislumbre que por don divino les es concedido a los
mortales.
EL MISMO, SOBRE EL BAUSTISMO DE PÁRVULOS: Cuando se
debate una cuestión muy oscura, sin la ayuda de documentos claros y
ciertos de las escrituras divinas, la presunción humana debe abstenerse y
no inclinarse por alguna de las opiniones.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LAS COSTUMBRES DE LA
IGLESIA, CONTRA LOS MANIQUEOS, CAP. II: El orden de la
naturaleza está constituido de tal manera que, cuando decimos algo, la
autoridad preceda a la razón; pues la razón puede parecer débil si, una vez
expuesta, debe asumir una autoridad para quedar firme.
Y TAMBIÉN: Hay innumerables cuestiones en la Sagrada Escritura que
no deben concluirse antes del fin, no sea que se termine la vida sin fe; sino
que, sencillamente, reteniendo la fe, a fin de excitar el deleite de las
mentes fieles, deben requerirse con diligencia, y lo que en ellas aparece
claro debe comunicarse sin soberbia y lo que permanece oculto debe ser
tolerado sin perjuicio de la salvación.
EL MISMO SOBRE EL SALMO XXXIX: ¿Acaso debes ser
considerado soberbio si dices: Primero quiero ver y luego creeré?

Página 33
Y TAMBIÉN: En cuestiones de fe se cree más fácilmente por testimonios
que lo que entiende la razón.
EL MISMO, SOBRE JUAN, HOMILÍA XXVII: Mi doctrina no es mía
sino de aquel que me envió. Escucha el parecer que dice: Todavía no
entendí. Ciertamente vio Cristo que no todos entenderían esta profundidad
y consecuentemente dio su consejo: ¿Quieres entender? Cree. Ya que Dios
dijo por el profeta: Si no creyereis, no entenderéis. A esto corresponde lo
que dijo a continuación: si alguno quisiera hacer su voluntad, conocerá
sobre la doctrina, si procede de Dios o yo hablo por mí mismo. Si no has
entendido, digo, cree; pues el intelecto es recompensa de la fe. Por lo tanto
no quieras entender para creer sino cree para entender, pues si no crees no
entenderás. ¿Qué significa: conocerá sobre la doctrina, es decir, entenderá?
¿Qué significa: quiere hacer su voluntad, es decir, creer? ¿Quién no sabe
que hacer la voluntad de Dios es hacer su obra? El mismo Señor en otro
lugar dice: esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que Él envió.
EL MISMO EN LA HOMILÍA XXXVII: Por lo tanto, nosotros,
teniendo por delante la fe que sana el ojo del corazón, tomemos lo que
entendemos sin oscuridad y lo que no entendemos creámoslo sin dudar.
EL MISMO EN EL LIBRO VIII SOBRE LA TRINIDAD: Antes de
entender, debemos creer y estar vigilantes para que nuestra fe no sea
engañada. Porque si creemos en ella algo que es falso, será vana nuestra
esperanza y no será casta nuestra caridad.
AMBROSIO: Si la razón me convence, niego la fe.
JERÓNIMO, SOBRE JEREMÍAS, LIB. VI: ¿Qué quiere decir en este
lugar la edición vulgata y qué sentido puedo encontrar si no que es un
sacrilegio argumentar con el sentido humano sobre las palabras de Dios?
GREGORIO AL OBISPO DOMINGO: Estas cosas se entienden así y
deseamos que todos los herejes sean siempre rebatidos con vigor por los
sacerdotes católicos.
EL MISMO, EN LA PASTORAL, CAP. XXX: De un modo deben ser
advertidos los sabios de este siglo, y de otro modo los débiles; a aquellos
los convierten en general los argumentos de razón, a éstos los convencen
mejor a menudo los ejemplos; a aquellos realmente les aprovecha ser
vencidos en sus alegatos; a estos, a veces les es suficiente conocer hechos
laudables realizados por otros.

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EL MISMO, EN LAS MORALES, LIB. XIX: Los que se apartan de la fe
dirigen su oído a las fábulas. Los escritos de Dios en todas sus partes se
presentan ante los ojos pero hay hombres que no se dignan conocerlos.
Casi ninguno busca saber lo que creyó.
EL MISMO, A BONIFACIO: Si de ese modo, como había escuchado,
vuestra grandeza con solícita intención pensara acerca de la vida de su
alma, de ninguna manera me pediría responder sobre su fe por medio de
cartas sino personalmente, de modo que disfrutáramos vos de vuestro
razonamiento y nosotros de nuestra credulidad. Pues nosotros, si bien lo
hacemos en todos los asuntos, principalmente en estos que se refieren a
Dios, intentamos convencer a los hombres por la razón más que por
nuestra potestad.
EL PAPA NICOLÁS ANTE CONSULTAS DE LOS BÚLGAROS,
CAP. XLI: Sobre los que se niegan a recibir el bien del cristianismo no
podemos escribir otra cosa sino que los convenzáis acerca de la fe con
avisos, exhortaciones y razonamientos, más que por la fuerza.
ISIDORO, LIBRO II DE SENTENCIAS, CAP. II: La fe de ninguna
manera se impone por la fuerza, sino que se persuade con razones y
ejemplos. Aquellos a quienes se les impone violentamente, no pueden
perseverar en ella; con el ejemplo, como alguien dijo, del árbol joven; si se
dobló por la fuerza su parte superior, cuando se la deja libre, rápidamente
vuelve a su posición anterior.
HILARIO, SOBRE LA TRINIDAD, EN EL XII: Es menester que
quienes predican a Cristo para el mundo, por medio de la ciencia de la
sabiduría omnipotente, actúen en contra de las doctrinas irreligiosas e
imperfectas del mundo según aquello del Apóstol: Pues nuestras armas no
son carnales sino poderosas para Dios, para destruir las defensas de la
razón, derribando toda construcción que se levante contra el pensamiento
de Dios. No les dejó a los apóstoles una fe desnuda e indigente de razón;
pero aunque sea muy poderosa para la salvación, sin embargo, si no es
instruida por la doctrina, no tendrá en las adversidades un refugio seguro
donde recurrir, sin necesidad de buscar continuamente la seguridad; como
es un campamento para los más débiles después de huir; así como
encuentran allí una irreductible fortaleza los que ya están en él. Deben
combatirse, por lo tanto, las insolentes disposiciones contra Dios, y deben
ser destruidas las defensas de las razones falaces, y deben ser derrotados

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los ingenios levantados hacia la impiedad, no con armas carnales, sino con
armas espirituales, y no con una doctrina terrenal, sino con una sabiduría
celestial, de modo que cual es la diferencia entre las cosas divinas y las
humanas, así debe la razón celestial superar los esfuerzos terrenales.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS, LIB. I,
ALABANDO A SANTA MARCELA: Conozco ciertamente, su ardor,
conozco su fe, conozco la llama que tiene en el pecho, para superar el
sexo, olvidarse de los hombres y al sonido resonante de los tambores de
los volúmenes sagrados atravesar el Mar Rojo de este mundo. Cuando está
en Roma, nunca me vio sin apresurarse a preguntarme algo sobre las
escrituras; y, a la verdad, al estilo pitagórico, no lo juzgaba
inmediatamente correcto; y para ella no valía la autoridad sin haber
intervenido la razón; sino que lo examinaba todo y consideraba todo
sagazmente de modo que yo sentía no tanto tener una discípula sino una
jueza.
AGUSTÍN, AL CONDE VALERIO, SOBRE LAS NUPCIAS Y LA
CONCUPISCENCIA: Aquello de lo que te has burlado, aunque sea con
una fe muy firme, es bueno que, sin embargo, sepas también defenderlo
para ayudar a los que creemos. Pues el apóstol Pedro nos ordenó estar
preparados para satisfacer a todo el que nos pida una razón acerca de
nuestra fe y esperanza. Y dice el apóstol Pablo: Que vuestras palabras
estén condimentadas con la sal de la gracia para que sepáis cómo
responder a cada uno.
EL MISMO, EN EL TRATADO SOBRE LA MISERICORDIA: Pedid
orando, buscad disputando, llamad rogando.
EL MISMO EN EL LIBRO SEGUNDO DE LA DOCTRINA
CRISTIANA: Restan aquellas cosas que se refieren no a los sentidos del
cuerpo sino a la razón, donde reina la disciplina del debate y el número. Es
muy importante la disciplina del debate para penetrar en todos los géneros
de cuestiones que hay en las letras santas. Sólo hay que evitar allí el placer
de reñir y esa pueril ostentación de engañar al adversario. Hay muchas
cosas que se llaman sofismas, falsas conclusiones de los razonamientos, y
muchas veces imitan tan bien a las verdaderas razones que no sólo a los
lentos sino también engañan a los ingeniosos si no están atentos. Creo que
la Escritura detesta este género de conclusiones capciosas, en aquel lugar
donde se dice: El que habla sofisticadamente es digno de odio.

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BEDA, SOBRE LA EPÍSTOLA I DEL APÓSTOL PEDRO: Santificad
al señor Cristo en vuestros corazones, estando siempre preparados para
satisfacer al que os pida la razón de la esperanza que está en nosotros, para
que queden confundidos en aquello de que os acusan quienes calumnian
vuestra vida buena en Cristo. De todos modos debemos presentar razones a
los que nos preguntan sobre nuestra fe y esperanza, para presentarles a
todos las causas justas de nuestra fe y esperanza, según nos interroguen
con buena o con mala intención; y mantengamos siempre incontaminada la
profesión de nuestra fe y esperanza aun ante las presiones de los
adversarios.

Q. 2: Que la fe es sólo de cosas no aparentes. Y lo contario

GREGORIO, HOMILÍA VI, LIB. II, SOBRE EL EVANGELIO:


Porque me habéis visto, habéis creído. Mientras que el Apóstol dice que la
fe es la sustancia de las cosas que se esperan, argumento de las que no
aparecen. Con esto queda en claro que la fe es argumento de aquellas cosas
que no pueden ser aparentes. De las que son aparentes no tenemos fe sino
conocimiento. Una cosa es ver y otra creer. La divinidad no podía ser vista
por un hombre mortal. Por lo tanto, el hombre vio y confesó a Dios,
diciendo: Dios mío y Señor mío.
EL MISMO, LIB. IV, CAP. VIII, DE LOS DIÁLOGOS: Diciendo
Pablo: la fe es la sustancia de las cosas que se esperan y argumento de las
que no aparecen, se puede afirmar con certeza que se cree aquello que no
se puede ver. Porque no puede creerse en aquello que se ve.
HAIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS: La
fe es, por lo tanto, aquella por la cual creemos con certeza lo que de
ninguna manera podemos ver. Porque si lo que creemos ya lo estamos
viendo, no hay fe sino conocimiento.
AGUSTÍN, SERMÓN LXXX, SOBRE LAS PALABRAS DEL
SEÑOR Y CIERTAS SENTENCIAS DEL APÓSTOL PABLO: El
justo vive de la fe, porque cree lo que ve; somos hijos de Dios, y todavía
no apareció lo que seremos; como todavía no apareció, es materia de fe.
Ahora, pues, es tema de fe, antes de que aparezca lo que seremos; eso lo
sabremos cuando aparezca, que seremos semejantes a él. ¿Por qué? Porque
lo veremos tal como es. El Apóstol dice que Cristo habita en nuestros

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corazones ahora por la fe y, más adelante, en realidad; ahora, por la fe,
mientras estamos en camino, en la peregrinación; mientras estamos en el
cuerpo, peregrinamos lejos del Señor; caminamos por la fe, no en la
realidad. ¿Qué será la especie? Escucha: Dios va a ser todo en todas las
cosas Todo lo que aquí buscabas, todo lo que aquí considerabas
importante, eso será Él para ti. Cuando lleguemos, lo tendremos; y
entonces será visión y no fe; será una realidad, no una esperanza;
amaremos viendo y poseyendo. Por eso será la caridad perfecta, como dice
el Apóstol: fe, esperanza y caridad, estas tres cosas; pero la mayor de estas
es la caridad. Perseverando seguros con su ayuda digamos en él: ¿Quién
nos separará de la caridad de Cristo? ¿La tribulación? ¿La angustia? ¿La
espada?, etc.
EL MISMO, LIB. II SOBRE EL BAUTISMO DE PÁRVULOS: Si era
importante ver que no mueren los que han creído, y creer que uno no va a
morir, cuánto más importante es creer de tal manera que se espere que el
que va a morir vivirá sin fin. Finalmente se les concederá a algunos que no
sientan la muerte gracias a un cambio tan repentino que sean llevados a la
presencia de Cristo junto con los resucitados y vivan así siempre con el
Señor. Y justamente para que ellos, que ya no serán sobrevivientes, crean
así sin esperar lo que no ven sino amando lo que ven. Y para ellos esta no
debe llamarse fe, dado que la fe ha sido definida como sustancia de las
cosas que se esperan y argumento de las que no son aparentes.
EL MISMO, HOMILÍA SOBRE SAN JUAN: Y ahora os digo esto,
antes de que suceda, para que cuando se realice, creáis. ¿Qué es esto que el
hombre más debe creer antes de que suceda aquello que debe creerse? Esta
es, pues, la alabanza de la fe, si lo que se cree, no se ve. Porque ¿cuál es el
mérito si se cree lo que se ve? Según aquella sentencia del Señor, cuando
reprende a un discípulo, diciendo: porque viste, has creído;
bienaventurados los que no vieron y creyeron. Pues la fe ha sido definida
así: fe es la sustancia de las cosas que se esperan, que no se ven. Por lo
tanto, ¿qué significa que creáis cuando suceda? Pues aquel mismo a quien
se le dijo: porque has visto, has creído, no creyó lo que vio; veía la carne y
creía que Dios estaba oculto en esa carne. Aunque se diga que son creídas
cosas que se ven, como alguien que dice haberle creído a sus ojos, sin
embargo no es esa la fe que se edifica en nosotros; en nosotros se trata que
de las cosas que se ven se crean las que no se ven.

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Y TAMBIÉN: Serán creyentes no con una fe nueva sino con una fe
aumentada, o, por cierto, deshecha al morir y rehecha al resucitar.
EL MISMO, EN LA HOMILÍA XXXIX: ¿Qué prometió a los
creyentes? Conoceréis la verdad. No creyeron porque conocieron, sino que
creyeron para conocer. Creemos para conocer, no conocemos para creer.
¿Qué es la fe sino creer lo que no ves? Fe es, pues, creer lo que no ves; la
verdad es ver lo que creíste; la verdad todavía se cree, no se ve.
EL MISMO EN EL LIB. II DE CUESTIONES DE LOS
EVANGELIOS: La justicia de Dios se revela en aquello de la fe a la fe.
Se entiende que la fe es aquella por la que se creen las cosas que no se ven;
pero también hay fe de las cosas, cuando se cree no sólo por las palabras
sino también por las cosas presentes algo que es futuro, cuando se
mostrará para ser contemplada en especie manifiesta la misma sabiduría de
Dios a los santos. Sobre esta fe de las cosas y de la misma luz tal vez habla
Pablo: La justicia de Dios se revela en aquello de la fe a la fe. Y dice en
otro lugar: Nosotros, esperando la gloria de Dios a cara descubierta, nos
transformamos en esa misma imagen de la gloria a la gloria. Así como
aquí dice de la gloria a la gloria allá dice de la fe a la fe; de la gloria, a
saber, del Evangelio, con la que ahora son iluminados los creyentes, a la
gloria de la verdad manifiesta.
HAIMO SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS: Y él mismo les dio
a algunos apóstoles, etc., hasta que todos lo encontremos a Cristo en la
resurrección en la unidad de la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, es
decir, hasta que tengamos una única fe después de la resurrección y todos
conozcamos a Dios por igual. Porque en el siglo presente, así como hay
diversidad de ciencias, así es diversa la fe, porque uno entiende más y otro
menos acerca de Dios y, según lo que entiende y conoce, tiene fe. Pero
después de la resurrección ya no habrá diversidad de fe porque, como
todos verán a Dios por igual así también tendrán fe por igual.
BOECIO, SOBRE LA TÓPICA DE CICERÓN, LIB. I: Argumento es
la razón que da fe de una cosa dudosa. Hay muchas cosas que dan fe; pero
si no son razones no pueden ser argumentos; así la vista da fe de las cosas
que se ven, pero como la vista no es una razón, no puede ser un
argumento.

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Q. 3: Que solamente se debe creer en Dios. Y lo contrario

AGUSTÍN A LOS NEÓFITOS, HOMILÍA III: Cuando preguntamos:


¿Crees en la santa Iglesia? No preguntamos del mismo modo con respecto
a Dios y con respecto a la Iglesia santa. No dijimos que creáis en la Iglesia
como si fuera en Dios.
EL MISMO, EN EL TRATADO XXVIII, SOBRE JUAN: El Señor, en
otro lugar, dice: que creáis en aquel a quien Él envió, creáis en él, no a él;
los demonios le creían a él y no creían en él. Le creemos a Pablo y no en
Pablo; a Pedro y no en Pedro. Si se cree en el que justifica al impío, ¿qué
es creer en él? Creyendo, amarlo, creyendo preferirlo, creyendo, ir hacia él
e incorporarse a sus miembros. Esa es la fe que claramente define el
Apóstol, diciendo: la fe que obra por el amor.
EL MISMO, SOBRE EL BAUTISMO DE PÁRVULOS, LIB. I: Al que
cree en aquel que justifica al impío. Todo el que se atreviere a decir te
justifico, es lógico que diga también: cree en mí. Lo que ninguno de los
santos pudo haber dicho rectamente, a no ser el santo de los santos: creed
en Dios y creed en mí.
EL MISMO, SERMÓN X, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN: ¿En
qué más pudieron creer los demonios, para decir: sabemos que eres Hijo
de Dios? Lo que dijeron los demonios, también lo dijo Pedro: tú eres
Cristo, Hijo de Dios vivo; y escucha del Señor: bienaventurado eres Simón
Bariona, etc. Esto decían los demonios para que Cristo se retirara de ellos:
¿por qué has venido antes de tiempo a perdernos?
Y TAMBIÉN: Con amor, la fe del cristiano; sin amor, la fe del demonio.
Los que no creen son peores y más lentos que los demonios. El que no
quiere creer en Cristo ni siquiera imita a los demonios. El que cree en
Cristo pero lo odia a Cristo, tiene la confesión de la fe por temor de la pena
y no por amor de la corona. Pues también ellos temían ser castigados.
DEL SÍMBOLO DE LA FE QUE SE ENCUENTRA EN ROMA
DETRÁS DEL ALTAR DE SAN PABLO, EN UNA LÁMINA DE
PLATA SUPERPUESTA A UNA MADERA, QUE LEÓN III HIZO
COMPONER PARA PROTEGER LA FE CATÓLICA, COMO SE
DICE EN ESA MISMA PLACA: Creo en un solo Dios Padre
omnipotente, hacedor del Cielo y de la Tierra, de todas las cosas visibles e
invisibles; y en un solo señor Jesucristo, hijo unigénito de Dios, que nació

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del Padre antes de todos los siglos; luz de luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, nacido no hecho, consustancial con el Padre, por medio del cual
todas las cosas fueron hechas; por causa de nosotros los hombres y por
nuestra salvación, bajó del Cielo y se encarnó del Espíritu Santo y María
Virgen y se hizo hombre, y fue crucificado para nosotros bajo Poncio
Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las
Escrituras, y subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre, y
nuevamente ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos y su
reino no tendrá fin; y creo en el Espíritu Santo, señor y vivificador, que
procede del Padre, y que debe ser coadorado y coglorificado con el Padre y
el Hijo y que habló por los Profetas; y en una sola santa católica y
apostólica Iglesia. Confieso un sólo bautismo para la remisión de los
pecadores. Espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo futuro.
Amén. León indigno tercero obispo hizo esto por amor y cautela de la fe
ortodoxa.
AMBROSIO, EN EL SERMÓN I, SOBRE LOS SACRAMENTOS:
Cree además el catecúmeno en la cruz del señor Jesús con la cual él mismo
se signa.
EL MISMO, EN EL SERMÓN II: Te preguntaron: ¿Crees en Dios Padre
omnipotente? Dijiste: creo, y estuviste correcto. Luego te preguntaron:
¿crees en nuestro señor Jesucristo y en su cruz? Dijiste: creo.
Y TAMBIÉN EN EL LIBRO SOBRE LOS MISTERIOS: Estás
obligado a creer en el Hijo así como en el Padre, e igualmente en el
Espíritu Santo, con la sola excepción de que debes confesar que
únicamente se debe creer en la cruz sólo del señor Jesucristo.
JERÓNIMO A PAULA Y EUSTOQUIO EN SU EXPOSICIÓN DE
LA EPÍSTOLA DE PABLO A FILEMÓN: Oigo sobre la caridad y la fe
que tienes en el señor Jesús y todos sus santos: Le creyó el pueblo al Señor
y a Moisés su siervo; se habla de una misma fe en Moisés y en Dios, ya
que estaba escrito que el pueblo que creía en el Señor creía igualmente en
el siervo. Esto no sólo se cumple en Moisés sino en todos los santos, de
modo que el que cree en Dios, no puede este recibir su fe si no cree
también en sus santos. Lo que digo es que no puede creer en Dios si
primero no cree que son verdaderas las cosas escritas sobre sus santos.
Y TAMBIÉN: No valdrá de nada ser conducido a la fe del Antiguo
Testamento a no ser que comprobare todo lo que narra la historia sobre los

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patriarcas, los profetas y otros insignes varones, para que de la fe de la ley
pase a la ley del Evangelio y se revele en él la justicia de Dios, de la fe a la
fe.
EL MISMO EN LA DISPUTA DE UN LUCIFERIANO Y UN
ORTODOXO: Dijo el luciferiano: Al laico se le debe perdonar porque
creyendo simplemente que era la iglesia de Dios, se acercó y creyendo de
acuerdo con su fe fue bautizado. Dijo el ortodoxo: afirmas una cosa nueva
diciendo que cualquiera es hecho cristiano por alguien que no es cristiano.
Acercándose a los arrianos, ¿en qué fe ha sido bautizado? Precisamente en
aquella que profesaban los arrianos. Y si ya tenía la fe correcta y, a
sabiendas, se hizo bautizar por herejes, no merece perdón por su error.
Y TAMBIÉN: Además, cuando en el baño bautismal, después de la
confesión en la Trinidad, se pregunta: ¿crees en la santa Iglesia y en la
remisión de los pecados? ¿En qué iglesia puedes decir que ha creído? ¿En
la de los arrianos? Pero esa no es la nuestra. Si fuera de la nuestra, el
bautizado no pudo creer en la que no conocía.

Q. 4: Que no hay conocimiento de las cosas no aparentes sino sólo fe. Y lo


contrario

GREGORIO, HOMILÍA VI, LIB. II, SOBRE EL EVANGELIO: Es


perfectamente claro que la fe es argumento de aquellas cosas que no
pueden ser aparentes; de las que son aparentes no hay fe sino
conocimiento.
HAIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS: La
fe, por lo tanto, es aquella por la cual creemos lo que de ninguna manera
podemos ver. Pero si lo que creemos ya lo vemos, no debe hablarse de fe
sino de conocimiento.
PABLO, EN LA EPÍSTOLA II A LOS CORINTIOS: Y nosotros
hemos creído; por eso hemos hablado; porque sabemos que el que resucitó
a Jesús, nos resucitará con Jesús y nos llevará a él con vosotros.
Y TAMBIÉN: Sabemos, pues, que si se disuelve nuestra habitación
terrenal, tenemos una morada eterna en los cielos.
AGUSTÍN, LIB. I DE LAS RETRACTACIONES: Ya dije que hay una
gran diferencia si algo se posee por una razón cierta de la mente o si se

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encomienda a la posteridad para ser creído por fama o escritos; y poco más
adelante: lo que sabemos, por lo tanto, lo debemos a la razón; lo que
creemos, a la autoridad; no debe recibirse de tal manera que temamos en el
lenguaje ordinario decir que sabemos por haber creído a testigos idóneos.
Cuando hablamos con propiedad sólo decimos saber lo que comprendemos
con una firme razón de la mente. Pero cuando hablamos con palabras,
según el uso, más precisas, no dudemos decir que sabemos lo que
percibimos por los sentidos de nuestro cuerpo y lo que le creemos a
testigos dignos de fe.
EL MISMO, A PAULINO: Es suficiente que entre ver y creer digamos
que esta es la diferencia; se ven las cosas que están presentes, se creen las
ausentes.
Y TAMBIÉN: Consta, por lo tanto, nuestra ciencia de cosas vistas y
creídas.
Y TAMBIÉN: No sin razón decimos que sabemos las cosas que hemos
visto o estamos viendo sino también aquellas que creemos movidos por
testigos idóneos.

Q. 5: Que Dios no es singular. Y lo contrario

ATANASIO, SOBRE EL SÍMBOLO DE LA FE: Sin embargo, Dios no


es tres dioses sino uno solo.
AGUSTÍN, CAP. LIX DE LAS CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
LA NUEVA LEY: Es uno, ciertamente, pero no singular; tiene
misteriosamente desde la eternidad a uno que esté con el otro.
Y TAMBIÉN: Dios Padre tiene en sí uno con otro, como dije.
AMBROSIO, AL EMPERADOR GRACIANO, SOBRE LA FE: Lo
que es de una sola sustancia no puede separarse, aunque no sea singular
sino único. La singularidad pertenece a las personas, la unidad a la
naturaleza.
HILARIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. IV: Y dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen y semejanza. Afirmó la comprensión de un
singular con la profesión de un conjunto. Un conjunto no puede ser algo

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para sí mismo solitario; ni la semejanza de un solitario acepta el plural
hagamos.
Y TAMBIÉN: A un solitario le corresponde haga y mía y a un no solitario
hagamos y nuestra.
Y TAMBIÉN: Confusamente apareció Dios como ángel de Dios; no por
eso no es Dios porque sea ángel de Dios; y no deja de ser ángel de Dios
porque sea Dios. Pero con la significada y manifiesta distinción de las
personas y de los misterios celestiales, se enseñó que no debe pensarse en
un dios solitario.
EL PAPA HORMISDA AL EMPERADOR JUSTINO: Conservemos
las propiedades de cada persona, de modo que no se niegue a las personas
la singularidad de la divinidad ni se transfiera a la esencia lo que es propio
de los nombres.
GREGORIO AL OBISPO LEANDRO: No es de ninguna manera
reprensible que el infante en el bautismo sea sumergido tres veces o una
vez, porque en tres inmersiones puede designarse la Trinidad de las
personas y en una, la singularidad de la divinidad.
ISIDORO, LIBRO VII DE LAS ETIMOLOGÍAS, CAP. IV: La
Trinidad está en los nombres relativos de las personas; pero la deidad no se
triplica sino que está en la singularidad; porque si se triplicara
induciríamos una pluralidad de dioses. Pero el nombre de dioses se dice en
plural en los ángeles y en los hombres santos porque no son iguales en
méritos; de ellos dice el salmo: yo dije: sois dioses. Pero del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, debido a una sola e igual divinidad, no se
muestra el nombre de dioses sino de Dios.

Q. 6: Que Dios es tripartito. Y lo contrario

AGUSTÍN, ENQUIRIDIÓN, CAP. XI: Es suficiente para el cristiano


creer que la causa de las cosas creadas no es sino la bondad del creador,
que es el único Dios; que no existe ninguna naturaleza que no sea Él o
proceda de Él, que es tripartito, a saber, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. VII, CAP. VII: No porque
Dios sea una trinidad debe juzgarse que es triple; de otro modo sería
menor en cada uno que en los tres juntamente.

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Q. 7: Que en la Trinidad no se debe hablar de varios eternos. Y lo
contrario

ATANASIO, SOBRE EL SÍMBOLO DE LA FE: Sin embargo, no son


tres eternos sino un solo eterno.
Y TAMBIÉN: Pero las tres personas enteras son coeternas y coiguales
entre sí.
AGUSTÍN, EN EL LIBRO CONTRA LOS HEREJES: El Padre es el
Padre y el Hijo es el Hijo; y este nunca fue el Padre y aquel nunca fue el
Hijo; ambos son eternos y no comenzaron a ser ni dejarán de ser.
Y TAMBIÉN: El fuego y el resplandor son temporales, pero el Padre y el
Hijo son eternos. Hay dualidad en la prole y es unidad en la deidad.
EL MISMO, EN LA LUCHA CRISTIANA: Creemos, por lo tanto, en el
Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Estos son eternos e incomunicables, es
decir un solo Dios una trinidad eterna de una única sustancia; Dios, del
cual todo procede, por el cual todo fue hecho, en el cual están todas las
cosas.

Q. 8: Que no hay una multitud de cosas en la Trinidad y que la Trinidad


no es un todo. Y lo contrario

DEL LIBRO DE LAS SENTENCIAS DE PRÓSPERO, CAP.


CCXXVIII: En la trinidad divina es tan grande la unidad de la sustancia
que conserva la unidad y no recibe pluralidad.
AGUSTÍN, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. VII, CAP. VII: En esta
trinidad, cuando hablamos de la persona del Padre, la persona del Padre no
es otra cosa que el mismo Padre. Persona se aplica a él mismo, no al Hijo o
al Espíritu Santo, como Dios y palabras semejantes. Esta sola palabra se
aplica a cada uno acerca de él mismo y se dice en plural y no en singular
cuando se aplica a todos. Decimos, pues, que el Padre es persona y el Hijo
es persona y el Espíritu Santo es persona. Sin embargo, el Padre y el Hijo
y el Espíritu Santo no son una sola persona sino tres personas. Por lo cual
hablamos de tres personas y una esencia y no predicamos un género de
varias especies ni una especie de varios individuos. Parece que puede
hablarse de tres hombres y una naturaleza; pero dos hombres son más que

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uno. Pero no son una esencia mayor el Padre y el Hijo que el Padre solo o
el Hijo solo.
Y TAMBIÉN: Un hombre solo no es tanto como tres hombres juntamente
y dos hombres son algo más que uno solo. Pero en Dios no es así; porque
no son más en cuanto a la esencia el Padre y el Hijo juntamente que el
Padre solo o el Hijo solo sino que las tres personas juntamente son iguales
a cada una.
DE LA CARTA DE LOS SANTOS AGUSTÍN Y ALIPIO AL
MÉDICO MÁXIMO THENITANO: Esta trinidad de una sola y misma
naturaleza y sustancia no menor en cada uno que en todos y no mayor en
todos que en cada uno. Y es tan grande en el Padre solo como en el Hijo
solo, como en el Padre juntamente con el Hijo y es tan grande en el
Espíritu Santo como en el Padre y el Hijo juntos.
AGUSTÍN, SOBRE JUAN, TRATADO XXXVII: Tres personas pero
no tres dioses. Hay en esto algo inefable que no puede explicarse con
palabras, como que es un número y no es un número pero son tres. ¿Qué
tres? El número falla. De este modo Dios no queda apartado del número ni
es abarcado por el número, porque son tres, como reza el número. Si
preguntas: ¿Qué tres? No hay un número. Por esto se ha dicho: grande es
nuestro Señor y grande es su virtud, etc. Cuando comienzas a pensar,
comienzas a numerar; cuando numerarás, no puedes responder qué. ¿Qué
son estos tres? Padre, Hijo y Espíritu Santo; no tres omnipotentes, no tres
creadores. Esto sólo insinúa un número que son entre sí, no que son para
sí. El Padre para sí es Dios, para sí es omnipotente; pero para sí no es
Padre sino para el Hijo; no tenemos nada para decir qué son, salvo Padre,
Hijo y Espíritu Santo.
EL MISMO, LIB. DE LAS CUESTIONES A OROSIO: Así como no
decimos tres dioses ni tres esencias, tampoco decimos tres sabidurías o tres
espíritus. El Padre es sabiduría, el Hijo es sabiduría y el Espíritu Santo es
sabiduría, sin embargo, no son tres sabidurías sino una sola y no son tres
espíritus sino una solo y no son tres esencias sino una sola porque para
ellos ser es ser sabio y ser es ser espíritu.
BOECIO SOBRE LA TRINIDAD, HABLANDO DE LA
SIMPLICIDAD DE LA SUSTANCIA DIVINA: Lo que no es, dice, esto
y esto sino solamente esto, es verdaderamente aquello que es, y en grado
sumo, que no se apoya en otro. Por lo tanto es verdaderamente uno aquello

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en lo que no hay número, nada más que aquello que es. Ni puede
transformarse en sujeto; pues es una forma, y las formas no pueden estar
sujetas.
Y TAMBIÉN: No hay en ella ninguna diversidad, ninguna pluralidad de
la diversidad, ninguna multitud de los accidentes, y por lo tanto, no hay
número.
Y TAMBIÉN: Donde no hay ninguna diferencia, no hay de ningún modo
pluralidad. Por eso tampoco hay número. Por lo tanto, sólo hay unidad.
Y TAMBIÉN: Porque el número es doble: uno es aquel con el que
contamos y otro aquel que existe en las cosas numerables.
Y TAMBIÉN: Por lo tanto, en el número con el que numeramos la
repetición de la unidad hace la pluralidad. Pero en el número de las cosas
la repetición no produce pluralidad de unidades, como si de una misma
cosa digamos una espada, un filo, una punta, es una repetición de la misma
cosa, no un enumeración de cosas diversas, como si dijera, sol, sol, sol. Si
de Dios se predica tres veces del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo no
por eso la predicación produce un número.
Y TAMBIÉN: No se dice Padre, Hijo y Espíritu Santo como de algo
múltiple; porque la punta y el filo son la misma e idéntica espada; pero el
Padre y el Hijo y el Espíritu Santo son algo idéntico pero no una misma
persona: En lo cual debemos considerar algo. A los que preguntan: ¿Es el
mismo el Padre que el Hijo? De ninguna manera. Además. ¿Es lo mismo
uno que otro?: Se niega. Porque entre ellos no hay completa indiferencia.
Porque allí interviene lo que se explicó anteriormente sobre el número que
proviene de la diversidad de sujetos.
Y TAMBIÉN: Se demostró anteriormente sobre su forma que Él es una
forma y verdaderamente uno y no una pluralidad.
Y TAMBIÉN: Lo que no pertenece a la propiedad de una cosa en cuanto a
lo que ella es, no puede cambiar o alterar la predicación, ni variar
absolutamente ninguna esencia. Por lo cual, si el Padre y el Hijo no se
dicen con respecto a nada y no se diferencian sino sólo por la relación, y la
relación no se predica con respecto a lo que se predica como si ella fuese
algo sino según la cosa de la cual se dice, no causará alteridad de la cosa
de la cual se dice, sino, si así puede hablarse, de las personas, como se
interpretó, de un modo casi incomprensible.

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Y TAMBIÉN: Puesto que el Padre es Dios y el Hijo es Dios y el Espíritu
Santo es Dios, Dios no tiene diferencias por las que se distinga de Dios, y
no difiere de ninguno de ellos. Donde no hay diferencias, no hay
pluralidad. Donde no hay pluralidad, hay unidad.
Y TAMBIÉN: La unidad está constituida idóneamente por tres. Pero
como ninguna relación puede referirse a sí misma, se formó un número de
la Trinidad en lo que es la predicación de una relación, preservada la
unidad en cuanto que hay indiferencia de la sustancia o de la operación o
de todo aquello que se predica según sí mismo. Por eso la sustancia
contiene la unidad y la relación multiplica la Trinidad. Pues el Padre no es
lo mismo que el Hijo ni ambos son lo mismo que el Espíritu Santo. Sin
embargo, el mismo Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo; él mismo es
justo, él mismo es bueno, él mismo es grande, él mismo es todas las cosas
que se pueden predicar según sí mismas. Porque hay que saber que la
relación no siempre se refiere a algo diferente. Porque lo igual a algo igual
es igual y lo semejante a algo semejante es semejante, y lo mismo que otra
cosa es eso mismo; y es semejante la relación en la Trinidad del Padre al
Hijo y de ambos al Espíritu Santo, de lo que es lo mismo a lo que es lo
mismo. Si esto no puede encontrarse en todas las otras cosas, esto produce
una diferencia con las cosas caducas.
ATANASIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. VI, CAP. II: Maldito el
que confiese tres distintas sustancias en las tres personas; así sea, así sea.
Y TAMBIÉN: Maldito el que por los tres nombres de las personas
confiesa tres dioses o tres sustancias o tres espíritus; así sea, así sea.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA AL PAPA DÁMASO SOBRE
UNA EXPLICACIÓN DE LA FE: Rechazando a Arrio afirmamos una
sola y misma sustancia de la Trinidad.
Y TAMBIÉN: Rechazando la impiedad de Sabelio, distinguimos tres
personas expresadas por su propiedad.
Y TAMBIÉN: Confesamos no sólo los nombres, sino también las
propiedades de los nombres, es decir, las personas, o, como dicen los
griegos, las hipóstasis, es decir, subsistencias. Por lo tanto, en cuanto a la
sustancia son uno y se distinguen por las personas y los nombres.
EL MISMO, AL MISMO SOBRE UN NUEVO NOMBRE DE LAS
TRES HIPÓSTASIS: Pregunta qué puede entenderse por hipóstasis. Tres,

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nos dicen; respondemos que eso es lo que nosotros creemos. No basta el
sentido, cuestionan el nombre mismo, por no sé qué veneno se esconde en
las sílabas. Si alguien, por hipóstasis entiende una esencia, no dice una
sola hipóstasis en las tres personas, y esto es ajeno a Cristo.
Y TAMBIÉN: Toda la escuela de las letras seculares no entendió otra
cosa por hipóstasis más que esencia, y ¿quién alguna vez, pregunto, con
boca sacrílega, predicará tres sustancias? Una sola es la naturaleza de
Dios. Todo el que dice que son tres, es decir tres hipóstasis, pretende
afirmar tres naturalezas. Y si es así ¿por qué nos separamos de Arrio con
un muro y nos unimos a él en la perfidia? Debe bastarnos decir una sola
sustancia y tres personas perfectas, coiguales, coeternas. No es bueno
cuando con un mismo sentido las palabras son diferentes; no negamos que
sea correcto decir tres hipóstasis según la interpretación de ellos. Pero,
creedme, hay un veneno bajo la miel; él ángel de Satanás se transfigura en
ángel de luz.
HILARIO, SOBRE EL SALMO CXXIX: Todo el que desea creer que
Dios es corporal porque el hombre fue hecho a su imagen, determinará que
Dios es compuesto. Es necesario que todo lo que es compuesto no es
eterno porque la composición tiene inicio con los componentes.
GENADIO, SOBRE LA FE ORTODOXA: El Hijo es omousios, es
decir, consustancial con el Padre; el Espíritu Santo es omousios con el
Padre y el Hijo.
ISIDORO, ETIMOLOGÍAS, LIB. VI, CAP. IV: Se llamó Trinidad
porque se hace un todo de tres como una trinidad.
Y TAMBIÉN: En esta trinidad algunos nombres son propios y otros
simples apelativos. Son propios: esencial, como señor Dios omnipotente,
inmutable, inmortal; y son propios porque significan la propia sustancia,
en la cual son uno. Y son apelativos: Padre, Hijo y Espíritu Santo y
procedente; son los mismos y relativos.
AGUSTÍN, LIB. I SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA: Unas cosas
son para disfrutarlas y otras cosas son para usarlas. Las que son para
disfrutar nos hacen felices. De las que son para usar nos ayudamos para
tender a la felicidad. Disfrutar es estar adherido con amor a una cosa en
razón de ella misma: usar es servirse de algo para obtener lo que amas, si
es digno de amor. Pues un uso ilícito más bien debe denominarse abuso. Si

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queremos regresar a la patria para poder ser felices, debemos usar del
mundo, no disfrutarlo, para que puedan ver las cosas invisibles de Dios a
través de aquellas que fueron hechas. Las cosas de las que ha de gozarse,
el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, y la misma suma Trinidad; ella es
para que todos la disfruten en común, si es que se la considera una cosa y
no causa de todas las cosas, si, sin embargo, es también causa.
EL MISMO, LIB. VII SOBRE LA TRINIDAD, CAP. IV: Mientras se
entienda, aunque sea en forma de enigma, lo que se dice, parece bien que
se diga cuando se pregunta qué son los tres, cuáles son los tres que
pronuncia la fe, diciendo que el Padre no es el Hijo y el Espíritu Santo, que
es un don de Dios, y no es ni el Padre ni el Hijo.
Y TAMBIÉN: Cuando la pobreza humana intenta convertir en palabras lo
que conoce sobre el señor Dios, teme hablar de tres esencias, para que no
se entienda que haya alguna diversidad en esa suma igualdad. Ni tampoco
podía decir tres cosas, como dijo Sabelio, cayendo en herejía.
Y TAMBIÉN: Hablando de cosas inefables, para hablar de algún modo de
cosas inexplicables, nuestros griegos han dicho que hay una esencia y tres
sustancias y los latinos que hay una esencia o sustancia y tres personas,
porque, como ya dijimos, en la lengua latina se suele entender lo mismo
por esencia que por sustancia.
Y TAMBIÉN: Cuando nosotros hablamos de personas, los griegos, según
su costumbre hablan de sustancias. Así ellos dicen tres sustancias y una
esencia como nosotros decimos tres personas y una sustancia o esencia.
EL MISMO, LIB. V, CAP. VIII: Por lo cual, sostengamos
fundamentalmente que todo lo que se dice sublimidad divinamente se lo
dice sustancialmente; si se lo dice de algo no es sustancialmente sino
relativamente. Y el poder de esa sustancia es tan grande en el Padre y el
Hijo y el Espíritu Santo y todo lo que se dice singularmente de cada uno de
ellos debe tomarse no como una suma en plural sino singularmente.
Y TAMBIÉN: Todo lo que se llama Dios de cada uno se dice en forma
personal, y al mismo tiempo se dice de la misma Trinidad no en plural sino
singularmente.
Y TAMBIÉN LIB. VII, CAP. VII: El Padre en sí mismo se dice persona y
no en relación al Hijo o al Espíritu Santo.

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EL MISMO, SOBRE LA CONCORDIA DE LOS EVANGELISTAS:
Esta sentencia de que el Hijo es la palabra del Padre, deshace la herejía
sabeliana que se atrevió a decir que el Padre y el Hijo son dos nombres
pero una sola cosa. La palabra del Hijo si no es suya es de algún otro.
EL MISMO, EN LA EXPOSICIÓN DEL SÍMBOLO AL PAPA
LAURENCIO: Como el fuego celestial genera de sí mismo el esplendor
de la luz y produce vapor y, siendo tres en la realidad son una sola cosa en
la sustancia, así la Trinidad es una sola majestad.
JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO LXXXVI: Sus fundamentos están en
los montes altos. De él, ciertamente de la Iglesia de Dios. ¿Cuáles son
estos fundamentos sino el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? Habla Pablo:
como un sabio arquitecto puso los cimientos, es decir, la fe en la Trinidad.
Y en otro lugar: Esperaban una ciudad que tuviese cimientos, cuyo artífice
y fundador es Dios. ¿A qué podemos llamar los montes? A los apóstoles.
En ellos estaban los fundamentos, donde fue depositada primero la fe de la
Iglesia.
EL MISMO, SOBRE LAS TRES VIRTUDES: David en ese salmo
postula tres virtudes, diciendo: confírmame con el espíritu principal;
renueva en mis vísceras el espíritu recto; no retires de mí tu Espíritu Santo.
¿Quiénes son estos tres espíritus? El espíritu principal es el Padre; el
espíritu recto es Cristo.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO L: El espíritu santo es el Espíritu
Santo. El espíritu recto para ver y discernir como fue antes recto en mí.
Y TAMBIÉN: Tú que lees entiende aquí la suma Trinidad; el Espíritu
Santo, es decir, el espíritu de profecía; con el espíritu principal, el Padre; el
Espíritu Santo, el mismo Espíritu Santo.
ORÍGENES, SOBRE LA EPIST. DE PABLO A LOS ROMANOS,
CAP. VIII: Felices los pies de los que evangelizan bienes. Preguntemos
cuáles son esos bienes, y qué les reportan a los buenos. Uno solo es el
bien, y como está en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo lo llamó bienes.

Q. 9: Que Dios no es sustancia. Y lo contrario

BOECIO, SOBRE LA TRINIDAD: Se mencionan diez predicamentos


que se predican universalmente de todas las cosas, a saber, sustancia,

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cualidad, cantidad, etc.
Y TAMBIÉN, SOBRE DIOS: La sustancia en Él no es sustancia sino
ultra-sustancia; lo mismo la cualidad y todo lo demás que pueda decirse.
Cuando decimos Dios, parece que queremos decir una sustancia, pero es
algo que está más allá de la sustancia; cuando decimos que es justo,
significamos una cualidad que no es accidental sino algo que es sustancia y
que está más allá de la sustancia. Y no es distinto en Él ser y ser justo; para
Dios el ser es el ser justo. Lo mismo cuando se dice grande y máximo,
parece que significamos una cantidad pero nos referimos a algo que es la
misma sustancia y más allá de la sustancia.
EL MISMO, SOBRE EL LIB. II DE LOS TÓPICOS: Sustancia es lo
que puede ser sujeto de todos los accidentes; la blancura no puede ser
sujeto de otros accidentes y, por lo tanto, la blancura no es una sustancia.
AGUSTÍN, LIB. VII SOBRE LA TRINIDAD, CAP. IV Y V: Si para
Dios es lo mismo ser que subsistir, no deberán decirse tres sustancias
como no se dicen tres esencias; igualmente como para Dios es lo mismo
ser que saber, dado que no se dicen tres esencias, así tampoco decimos tres
sabidurías. Y como para Él es lo mismo ser que ser Dios, no es lícito decir
tres esencias ni tres dioses. Pero si fuese para Dios distinto ser y subsistir,
como es distinto para Él ser y ser padre o ser señor (porque ser se dice
absolutamente y padre en relación al hijo y señor en relación a la criatura
que lo sirve, pues engendra y domina relativamente a otro), de ese modo la
sustancia no sería sustancia porque sería algo relativo, así como el ser de
aquello que se llama esencia, así aquello que subsiste es llamado sustancia.
Es absurdo que la sustancia se diga que es relativamente; toda cosa
subsiste absolutamente: ¿cuánto más Dios? Si es que es algo digno decir
de Dios que subsiste. Pues eso se entiende rectamente de aquellas cosas en
las que como sujeto están aquellas otras que se dice que están en un sujeto,
como el color en un cuerpo.
Y TAMBIÉN: Las cosas mutables y que no son simples no se dice que
sean sustancia. No puede decirse de ninguna manera que Dios subsista a su
bondad o que esa bondad no sea sustancia o más bien esencia o que Dios
no sea su propia bondad sino que esta esté en Él como en un sujeto. Por
eso es un abuso manifiesto llamar a Dios una sustancia, cuando, con una
palabra más usada, se dice esencia; y verdadera y propiamente es tal vez
conveniente que sólo se diga esencia. Es verdaderamente solo, porque es

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incomunicable y así le anunció su nombre a Moisés, diciendo: Yo soy el
que soy, y a ellos les dirás; el que es me envió a vosotros. Sin embargo,
sea que se diga esencia propiamente o sustancia abusivamente, ambos
términos no se dicen relativamente. Por eso para Dios es lo mismo ser que
subsistir y, por lo tanto, si la Trinidad es una sola esencia es también una
sola sustancia.
Y TAMBIÉN, EN EL MISMO CAP. DEL MISMO LIBRO: Hablando
de cosas inefables, dado que hablar podemos hacerlo de alguna manera ya
que no explicar, han dicho nuestros griegos que en Dios hay una esencia y
tres sustancias; los latinos decimos una esencia o sustancia y tres personas;
porque, como ya dijimos, en la lengua latina se suele entender lo mismo
por esencia que por sustancia.
Y TAMBIÉN: Las que se dicen personas según nuestra costumbre se
dicen sustancias según la de los griegos. Así dicen ellos tres sustancias y
una sola esencia como nosotros decimos tres personas y una sola esencia o
sustancia.
Y TAMBIÉN, LIB. V: Entendamos así a Dios, en cuanto podamos, bueno
sin calificación, grande sin cantidad, creador sin indigencia, presente sin
un sitio, contenedor de todo sin tener hábito, ubicuo sin un lugar,
sempiterno sin tiempo, sin ninguna mutación haciendo que todo cambie
sin padecer nada. Todo el que así piensa de Dios, aunque todavía no pueda
encontrar enteramente lo que sea, se retrae cuanto puede piadosamente
sentir algo que Él no sea; sin duda, es una sustancia, o usando una palabra
mejor, una esencia, que los griegos llaman usía.
JERÓNIMO A DÁMASO, SOBRE EL NUEVO NOMBRE DE TRES
HIPÓSTASIS: Preguntamos qué se puede entender por hipóstasis. Dicen
que tres personas subsistentes; respondemos que eso creemos nosotros. No
basta el sentido, cuestionan el mismo nombre, porque no sé qué veneno se
oculta en las sílabas. Pero si alguien, entendiendo que hipóstasis es usía,
dice que no hay una sola hipóstasis en las tres personas, está alejado de
Cristo.
Y TAMBIÉN: Toda la escuela de letras profanas, no entiende otra cosa
por hipóstasis sino usía. ¿Y quién alguna vez, pregunto, con boca
sacrílega, predicará tres sustancias? Una sola es la naturaleza de Dios. El
que dice tres hipóstasis trata de afirmar tres naturalezas. Y si es así, ¿por
qué nos separamos con un muro de Arrio si estamos unidos con la

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perfidia? Nos basta decir que hay una sola sustancia y tres personas
perfectas, iguales, coeternas. No es fácil decidir cuándo se usan palabras
distintas con el mismo sentido; si juzgáis correcto que debamos decir tres
hipóstasis con la interpretación de ellos, no lo negamos. Pero creedme, hay
veneno oculto bajo la miel; el ángel de Satanás se transfigura en ángel de
luz.
EL MISMO, AL MISMO: Refutando a Arrio, confesamos que es una
sola y misma la sustancia de la Trinidad.
Y TAMBIÉN: Refutando la impiedad de Sabelio distinguimos tres
personas expresadas con propiedad.
Y DESPUÉS DE ALGUNAS COSAS: Confesamos no sólo los nombres
sino también las propiedades de los nombres, es decir, las personas o,
como expresan los griegos, hipóstasis, o sea, subsistencias. Y TAMBIÉN:
Por lo tanto según la sustancia son una sola cosa y se distinguen por las
personas y los nombres.

Q. 10: Que Dios debe ser connumerado entre todas las cosas es decir, es
una entre todas. Y lo contrario

PABLO, EN LA EPISTOLA PRIMERA A LOS CORINTIOS: Todo


lo ha puesto bajo sus pies. Al decir: todas las cosas le están sujetas, sin
duda excepto aquel que todo lo sujetó a él.
AMBROSIO, SOBRE LA ENCARNACIÓN DEL SEÑOR: Tengamos
cuidado de que al usar la palabra “nuestro” ella no se aplique también a
algún otro; si haces tu ofrenda rectamente, no dividas rectamente; pecaste,
descansa; es decir, si no sabemos distinguir lo que es propio de la
divinidad y la encarnación; si comparamos al creador con sus obras; si
decimos que el autor de los tiempos comenzó después de los tiempos. No
puede ser que aquel por quien todas las cosas fueron hechas sea uno más
entre todos. No nos creáis a nosotros, os remito a la Escritura; yo no digo
por mi propia cuenta que en el principio era el Verbo, sino que lo oigo; yo
no invento sino que leo lo que todos leemos pero no comprendemos; y
cuando se lee, todos oímos. En el principio era el Verbo, es decir, que
permanezca el Cielo. Finalmente, en el principio hizo Dios el Cielo y la
Tierra; una cosa es “hizo” y otra cosa es “era”. Lo que es hecho comienza;
lo que era, no tuvo principio sino que existió desde antes. Permanezcan

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también los tiempos, porque después del cielo, los tiempos. Permanezcan
también los ángeles, aunque no encuentro el principio de ellos, pero ya era
el Verbo cuando no existían ellos. Por lo tanto, si no puedo encontrar el
principio de aquellos que ciertamente tuvieron principio, ¿cómo puedo
encontrar el principio del Verbo, del cual procede todo principio no sólo
de las criaturas sino también de nuestros pensamientos?
EL MISMO, SOBRE LA FE, A GRACIANO, LIB. VI: El Espíritu
Santo no está entre todas las cosas sino sobre todas las cosas.
Y TAMBIÉN: El Espíritu es todas las cosas porque él no está para servir,
como todas ellas. Es claro que todas las cosas están para servir, como está
escrito: todas las cosas están a tu servicio. Así dijo la boca del Espíritu por
el profeta. Por lo tanto estando todas las cosas al servicio, si el Espíritu no
está al servicio, ciertamente el Espíritu Santo no está entre todas las cosas.
Y TAMBIÉN: Dice la Escritura que todas las cosas fueron hechas por el
Hijo. No diciéndose que el Espíritu Santo haya sido hecho, no puede
probarse ciertamente que esté entre todas las cosas. Y también está escrito:
Para nosotros hay un solo Dios Padre, del cual proceden todas las cosas y
nosotros, por medio de Él; y el señor Jesucristo, por medio del cual todas
las cosas fueron hechas, y nosotros también. Cuando dice: Jesús, por
medio del cual todas las cosas, ciertamente se excluye al Hijo de Dios de
todas las cosas así como se excluye al Padre. Por eso los que juzgan que el
Espíritu debe numerarse entre todas las cosas, porque leen que todas las
cosas fueron hechas por medio del Hijo, juzguen entonces que también
debe nombrarse el Hijo entre todas las cosas, porque leen que todas las
cosas proceden de Dios.

Q. 11: Que las divinas personas difieren unas de otras. Y lo contrario

ATANASIO, SOBR EL SÍMBOLO DE LA FE: Una es la persona del


Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo.
Y TAMBIÉN: El Padre no fue hecho por nadie, ni creado, ni engendrado.
El Hijo no fue hecho ni creado sino engendrado por sólo el Padre. El
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo y no fue creado ni engendrado.
EL PAPA LEÓN, EN EL SERMÓN DE PENTECOSTÉS: En la
Trinidad divina no hay nada disímil y nada desigual.

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AMBROSIO, SOBRE LA FE, A GRACIANO, LIB. II: El Apóstol dice
que Cristo es la imagen del Padre. Arrio dice que es disímil y pretende que
el Padre haya engendrado algo no semejante a Él, como si hubiese sido
impotente para generar algo semejante a Él.
Y TAMBIÉN: Imagen significa que no es disímil.
AGUSTÍN, CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y DE LA NUEVA
LEY, CAP. CXLVIII: El que me ve a mí ve también al Padre, porque son
uno solo por naturaleza el Padre y el Hijo, es decir, que no discrepan en
nada el uno y el otro.
EL MISMO, CAP. LVIII: El que ve a uno ve a los tres, pues en nada
difiere el uno de otro.
HILARIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. I: Dios de Dios, unigénito del
ingénito, no diferente en nada uno de otro, porque la vida del viviente está
en el vivo.
Y TAMBIÉN, LIB. IV: Cuando leemos: Hagamos al hombre a imagen y
semejanza nuestra, esas palabras significan que es más de uno y no un
solitario pero tampoco significa diferente y nosotros debemos confesar que
no es solitario ni diverso; y porque dice nuestra imagen y no nuestras
imágenes, se conoce que hay una sola propiedad de naturaleza en ambos.

Q. 12: Que en la Trinidad cada uno es uno con el otro. Y lo contrario

HIMNO AMBROSIANO PARA LA HORA TERCIA: Ahora es para


nosotros el Espíritu Santo, uno solo del Padre con el Hijo.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS, LIB. II: El
cual, siendo uno con el Padre según Dios, se entiende que es distinto en
cuanto al oficio de mediador.
HILARIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. I, HABLANDO DEL
PADRE Y EL HIJO: Según nuestra fe son ambos una sola cosa pero no
una sola persona.

Q. 13: Que Dios Padre es causa del Hijo. Y lo contrario

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AGUSTÍN, LIB. I, SOBRE EL GÉNESIS, CONTRA LAS
CALUMNIAS DE LOS MANIQUEOS: Al que dice: ¿por qué hizo Dios
el Cielo y la Tierra? Se le debe responder: porque quiso. La voluntad de
Dios es la causa del Cielo y de la Tierra, y, por la tanto, es mayor que el
Cielo y la Tierra. Pero el que dice: ¿por qué quiso? Este pregunta por algo
más que la voluntad de Dios. Pero nada mayor que eso puede encontrarse.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LAS OCHENTA Y TRES
CUESTIONES, CAP. XXX: El que pregunta: ¿por qué quiso Dios hacer
el mundo? Busca la causa de la voluntad de Dios. Pero toda causa es
eficiente. Y lo que es eficiente es mayor que lo que es hecho. Nada hay
mayor que la voluntad de Dios. No debe entonces buscarse su causa.
EL MISMO, EN EL LIB. VII DE LAS CONFESIONES,
HABLÁNDOLE A DIOS: No eres obligado a algo contra tu voluntad,
porque tu voluntad no es mayor que tu potencia; sería mayor si tú fueses
mayor que tú mismo.
Y TAMBIÉN: Dios mismo es su voluntad y su potencia.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LAS OCHENTA Y TRES
CUESTIONES, HABLANDO SOBRE EL HIJO DE DIOS: Dios es la
causa de todo lo que es. Pero lo que es causa de todas las cosas, también es
causa de su sabiduría; pero Dios nunca estuvo sin sabiduría. Es entonces
causa sempiterna de su sabiduría sempiterna y no es anterior en el tiempo a
su sabiduría.

Q. 14: Que el Hijo no tuvo principio. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO CIX “CONTIGO EL


PRINCIPIO”: El Padre es principio y también el Hijo es principio. Pues
el principio no tiene principio; si tuviese otro principio, él dejaría de ser
principio. Todo lo que le damos al Padre, démoselo también al Hijo. Si el
Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre y todas las cosas del Padre son
del Hijo y todas las cosas del Hijo son del Padre y también el principio del
Padre es principio del Hijo. Por eso lo que dice es esto: en el momento en
que padecías y decías: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu,
hablabas con afecto de hombre, y no rogabas como impotente. Contigo era
el principio, contigo era la divinidad y solicitabas auxilio para que, una vez
recibido, se lo dieses a tus santos para que también ellos resplandecieran.

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Y TAMBIÉN: Habla como hombre; si asumió un cuerpo de hombre, es
necesario que también asuma las palabras de un hombre.
FULGENCIO, EN EL LIB. SOBRE LA INMENSIDAD DEL HIJO
DE DIOS: En el principio era el Verbo. ¿O tal vez, porque en el principio
había algo, nos atreveremos a asignarle al Hijo un principio de existencia,
y no creer, por lo tanto, que haya nacido sin principio? Lejos de nosotros.
Él mismo dijo: Yo soy alfa y omega, principio y fin; pues él comenzó todo
lo que iba a hacerse y lo llevó a la perfección. Creemos, por eso, que el
Hijo de Dios fue engendrado de la sustancia del Padre sin ningún inicio de
su nacimiento.
JUAN CRISÓSTOMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
HEBREOS, EN EL SERMÓN XII: ¿Cómo Melquisedec no tuvo
comienzo de sus días ni fin de su vida? ¿Cómo? De él no se narra la
genealogía. Así también en Cristo, su naturaleza es sin inicio y sin fin. Así
como de este no conocemos ni el inicio ni el fin de su vida, así tampoco
conocemos el principio o el fin del Hijo.
Y TAMBIÉN: Ves al Hijo sin un principio, no porque no tenga una causa
de la que proceda; esto es imposible; pues tiene un padre; de otro modo
¿cómo puede ser hijo? Sino porque no tiene ni principio ni fin de la vida.
EL MISMO, EN LA EXPOSICIÓN DEL SÍMBOLO QUE
COMIENZA ASÍ “LA IGLESIA UNIVERSAL SE ALEGRA”:
Confesamos que este único Hijo de Dios nació y fue engendrado de la
sustancia del Padre y decimos que tuvo inicio desde el Padre.
AGUSTÍN, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. V, CAP. XIII: Padre se dice
relativamente y también principio se dice relativamente; Padre se dice con
relación al Hijo, y principio con relación a todo lo que procede de Él.
Y TAMBIÉN: El Hijo es llamado principio. Cuando se le dijo: ¿Tú quién
eres? Respondió: El principio que les está hablando a ustedes. Quiso
mostrarse como creador al decir que era el principio, así como el Padre es
principio de la criatura, porque de Él proceden todas las cosas.
Y TAMBIÉN: Dios se dice que es un único principio con relación a todas
las criaturas y que no hay dos o tres principios. Sin embargo, en la misma
Trinidad, el que engendra es principio con respecto a lo que engendra; el
Padre es principio con respecto al Hijo, porque lo engendra. Si también el

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Padre sea principio para el Espíritu, puesto que se dijo: procede del Padre,
esa es una pregunta no pequeña.
EL MISMO, DESPUÉS DE OTRAS COSAS, EN EL CAPÍTULO
SIGUIENTE: Si lo que es dado tiene principio en el que da, hay que
confesar que el Padre y el Hijo son principio del Espíritu Santo.
Y TAMBIÉN: Procede de otro el que procede del Hijo. Pero de toda
divinidad, o mejor, de toda deidad, el principio es el Padre.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
DE LA NUEVA LEY, CAP. LVIII: Cabeza del Hijo es el Padre y cabeza
del Espíritu Santo es el Hijo, porque procedió de él, y así como el Padre
envió al Hijo, así el Hijo envió al Espíritu Santo.
EL MISMO, CAP. XXIV: El hombre fue hecho a imagen de Dios para
que así como de un solo Dios proceden todas las cosas, así de un solo
hombre proceda todo el género humano. La mujer fue hecha del varón
para que por medio de ella se originaran los nacimientos; y el Hijo de Dios
nació para que por su intermedio se hiciese la creación.
EL MISMO, CAP. XCIV: Nadie entre los fieles duda que el Hijo
perfecto de Dios nació de Dios. Recibió todo lo de la divinidad paterna al
nacer de Dios Padre. Entonces recibió el nombre que está sobre todo
nombre, es decir, para que por él se signifique lo mismo que el Padre,
Dios. Nada acerca de él se considera futuro: tiene ante sí todas las cosas.
Nació para crear y restaurar todas las cosas. El orden y la razón piden que
ante el nombre paterno se doble toda rodilla. Esto se lo entregó al Hijo por
todo aquello que iba a obrar; se lo dio cuando lo engendró. Lo engendró de
modo que tuviese el mismo honor que el mismo Padre.
GENADIO, SOBRE LA FE ORTODOXA DE LOS DOGMAS
ECLESIÁSTICOS, CAP. I: Creemos que son un solo Dios el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo; Hijo, porque tiene un Padre; Espíritu Santo,
porque procede del Padre y del Hijo. El Padre, por lo tanto, es principio de
la deidad, del cual nació el Hijo y del cual el Espíritu Santo no nació sino
que procede, Dios, de Dios Padre y Dios Hijo.

Q. 15: Que Dios no se engendró a sí mismo o que también se dice que el


Hijo fue hecho o creado según la divinidad o que el Padre precede según
cierto principado y autoridad. Y lo contrario

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AGUSTÍN, EN EL I SOBRE LA TRINIDAD: El que juzga que un Dios
de esta potencia se haya engendrado a sí mismo, se equivoca grandemente
porque no sólo esto no sucede con Dios sino con ninguna criatura ni
espiritual ni corporal. Pues no hay ninguna cosa que se engendre a sí
misma.
EL MISMO EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
DE LA NUEVA LEY, CAP. VIII: Dios es perfección y no necesita de
nada. ¿Qué se necesitó para que naciera Cristo? Dios Padre, cuando quiso
que existieran las cosas que no eran, mostrando así una obra digna de su
majestad, con anterioridad generó de sí un hijo en el cual él mismo se
reflejara para que hubiera un efecto que respondiera en forma congruente a
su grandeza. ¿Qué más podía hacer, siendo perfecto, que generar otro
semejante a Él? Esta es, pues, una obra tan perfecta que no puede
encontrarse otra mayor. Dios, de quien proceden todas las cosas, por su
voluntad, con anterioridad a la creación, generó un hijo a quien tenía
misteriosamente en sí o junto a sí, por medio del cual haría las cosas que
fueron hechas, para mostrar a la creación el misterio que estuvo oculto en
Él desde la eternidad, como dice el Apóstol.
EL MISMO, CAP. CXLVIII: Dios omnipotente, siendo eminente en
grandeza y bondad, debía producir y exhibir desde sí mismo algo
máximamente bueno. Pero si hubiese producido algo inferior a su
excelencia, hubiera parecido que o bien no hubiese podido, lo que no se
condice con su omnipotencia, o no hubiese querido, lo que contradice a su
máxima benignidad. Ciertamente, para el Dios supremo no hubiera sido
producir algo grande si no hubiese sido algo que tuviese en sí toda la
potencia de su supremacía. Nada había por encima de Él. Nada hay que
pueda vencer a Dios. Debajo de sí hubiera sido poco, porque no era
congruente que fuese algo menor que lo máximo. Creando, por lo tanto, un
hijo absolutamente semejante a sí produjo desde sí mismo como si fuera
una réplica de sí mismo.
Y TAMBIÉN: Y así tuvo un hijo congruente en su totalidad con una
semejanza suya, es decir, el único tuvo un único, el feliz, otro feliz, el
máximo, otro máximo, el eterno, otro eterno; tuvo, por lo tanto, antes de la
creación del mundo, el principado de su descendencia, dando ejemplo a las
cosas que serían para que engendrasen gérmenes que se asemejasen a sus
semillas. El orden legítimo no exigía otra cosa sino que el que de sí

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mismo. Iba a ser padre de las cosas tenía que ser un padre propio de Él, es
decir, algo engendrado de sí mismo.
Y TAMBIÉN: Sacó de sí y produjo lo que siempre tuvo en sí y consigo;
como si dijéramos que la luz nace del sol porque de él procede, pero no
como si alguna vez el sol hubiese podido carecer de luz.
EL MISMO, EN EL LIBRO CONTRA ALGUNOS HEREJES:
Hermes, que en latín se llama Mercurio, escribió un libro con el título de
“Logos Tileos”, es decir, el verbo perfecto. Un gran nombre el de este
libro, porque es grande aquel de quien trata. Oigamos lo que dice del verbo
perfecto. El Señor, dice, autor de todos los dioses, hizo un segundo señor;
a este lo hizo primero, solo y verdadero. Le pareció bueno y absolutamente
lleno de todos los bienes. Cuán total sea su plenitud, lo dice el evangelista:
De su plenitud todos hemos recibido. Se alegró y lo amó intensamente
como a su unigénito, a quien primero hizo, y luego lo llamó su unigénito.
También dijo en otro lugar: El Hijo de Dios bendito y de su buena
voluntad. ¿Preguntabas, pagano, por la esposa de Dios? Escúchalo a
Mercurio: ¿Buscas a la esposa de Dios? La esposa de Dios es su buena
voluntad.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE CUESTIONES DE LA
ANTIGUA Y DE LA NUEVA LEY, CAP. LVIII: El Espíritu Santo, que
es tercero desde el Padre y segundo desde Cristo, según el orden numérico;
pero en cuanto a la sustancia no es diferente el uno del otro.
DEL LIBRO DE PREGUNTAS DE OROSIO A AGUSTÍN: Orosio:
¿El Padre engendró al Hijo por voluntad o por necesidad? Agustín: Ni por
voluntad ni por necesidad; porque no hay necesidad en Dios y la voluntad
no puede anteceder a la sabiduría. Por lo tanto, antes fue saber
razonablemente que querer razonablemente. Alguno de los nuestros,
cuando cierto hereje lo interrogó si Dios había engendrado al Hijo
queriendo o sin quererlo, se dice que laudablemente respondió así: Dime
tú, hereje: ¿Dios Padre es Dios por necesidad o por voluntad? Si hubiese
dicho “por necesidad”, se seguía un gran absurdo; y si “por voluntad”, se
le hubiera respondido: entonces es Dios por voluntad y no por naturaleza.
EL MISMO, SOBRE LAS PALABRAS DEL SEÑOR, SERMÓN IX:
Se nos ha inculcado: La autoridad en el Padre, la natividad en el Hijo, la
comunidad del Espíritu Santo con el Padre y el Hijo.

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ECLESIÁSTICO: Toda sabiduría es del señor Dios; con Él estuvo
siempre y antes del tiempo. ¿Quién investigó la sabiduría de Dios que
precede a todas las cosas? La sabiduría fue creada primero que todo lo
demás y el conocimiento de la prudencias es desde el tiempo. La fuente de
la sabiduría de Dios está en las alturas.
HILARIO, SOBRE EL SALMO CXXXVII: Tú me formaste y pusiste
sobre mí tu mano. Ambas cosas significan: que lo que formó es antiguo y
aquello sobre lo que puso su mano es más nuevo. Que se haya formado
según la naturaleza de la divinidad, lo enseña el Apóstol, diciendo: el cual,
estando en la forma de Dios; lo que está en una forma, es formado en ella
y en él se puede hablar de una referencia a la naturaleza y la divinidad del
Padre y fue formado por él.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. III: Según el Apóstol, en
Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad. En forma
incomprensible e inenarrable, antes de todos los tiempos y siglos, procreó
al unigénito desde aquello que era ingénito en él, otorgándole en su
natividad todo lo que es Dios por medio de la caridad y la virtud; y así el
Hijo unigénito es perfecto y eterno igual al Padre ingénito que es perfecto
y eterno. Y lo que le pertenece según el cuerpo que asumió fue por
voluntad de su bondad para nuestra salvación.
EL MISMO, EN EL IX: Las palabras que os digo, no las digo por mí
mismo. No hablando por sí mismo, es menester que lo que se dice se deba
a su autor.
Y TAMBIÉN: Lo que obra según su natividad, el autor para él ha sido el
Padre.
NUEVAMENTE, EN EL XII, HABLANDO DEL PADRE QUE NO
NACIÓ Y DEL HIJO QUE NACIÓ DE ÉL, DICE: No es lo mismo no
nacido que nacer, porque una cosa es proceder de otro, y otra, no proceder
de nadie. Y es distinto ser siempre eterno sin un autor y otra que sea eterno
el Padre, es decir el autor. Si hay un padre que es autor, hay un nacimiento.
Pero si el autor es eterno allí también está la eternidad del nacimiento;
porque si el nacimiento procede de un autor y este es eterno, ha de ser
eterno el nacimiento a partir de un autor eterno.
Y TAMBIÉN: Lo que nació de alguien eterno, si lo nacido no fuera
eterno, tampoco el padre autor sería eterno. Si algo le hubiese faltado a la

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eternidad del que nació de un padre eterno, lo mismo, sin duda, le hubiese
sucedido al autor, porque lo que es infinito para el engendrador debe ser
también infinito para el que nace.
Y TAMBIÉN: De lo eterno sólo puede proceder lo eterno; si este último
no fuese eterno, entonces tampoco sería eterno el autor de la generación.
Y TAMBIÉN: Se muestra que nació de ti para que seas señalado como el
único autor.
Y TAMBIÉN EN EL XII: Un Hijo verdadero y engendrado por ti, Dios
Padre, que debe ser confesado como contigo porque tú eres eterno autor de
su origen eterno. Porque el que es segundo desde ti procede de ti.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA PRIMERA DE PABLO A LOS
CORINTIOS: Dios, cabeza de Cristo. Es digno decir que la cabeza del
Hijo es el Padre, porque es quien lo engendró.
EL MISMO, SOBRE LA SEGUNDA: Todas las cosas vienen de Dios.
Aunque es Cristo quien nos redimió, todo sin embargo, viene de Dios,
porque de Él procede toda paternidad y, por lo tanto, es menester que
anteceda la persona del Padre.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS: Un solo Dios
y Padre de todos, que está sobre, etc. Dijo que Dios Padre está sobre todo
porque a nadie le debe lo que es, etc.
JERÓNIMO, EXPONIENDO SOBRE LA FE DEL CONCILIO DE
NICEA: Lejos de nosotros pensar que en el Hijo de Dios haya algo de más
o de menos, sea en cuanto a lugar, en cuanto a tiempo, en cuanto a poder,
en cuanto a ciencia, en cuanto a igualdad o dominio; cuando se dice esto
debe atribuirse a la deidad y no a la carne. Si se encuentra algo en más o en
menos, excepto que el Padre engendró al Hijo y éste no nació de sí mismo
sino propiamente del Padre, o que sea un padre envidioso o impotente,
debe reconocerse como algo temporal.
AGUSTÍN, SOBRE LA DEIDAD ENCARNADA, A GENARO,
SOBRE EL HIJO DE DIOS, DICE ASÍ: Veamos también cómo deba
entenderse lo que leemos en la sabiduría de Salomón. Que dice de la
sabiduría que es como un vapor de la virtud de Dios, etc.
Y TAMBIÉN: Con lo que se muestra que siempre existió este vapor de la
virtud de Dios que no tuvo un inicio sino al mismo Dios; y no convenía

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que hubiera otros inicios sino ese, Dios, de donde procede y nace.
Y TAMBIÉN, DESPUÉS DE ALGUNAS COSAS: Imagen de su
bondad; pues la bondad principal sin duda es el Padre, de la cual nació el
Hijo que es en todo imagen del Padre; fuera de toda duda es también
llamado convenientemente imagen de su bondad. Porque no existe otra
bondad en el Hijo sino la que está en el Padre.
Y TAMBIÉN: La bondad principal debe considerarse en Dios Padre, del
cual tanto el Hijo nacido de él como el Espíritu Santo procedente de él sin
duda llevan en sí esa bondad, que está en él como en la fuente de la que el
Hijo nace y procede el Espíritu Santo.
CRISÓSTOMO, SOBRE MATEO: Jesús fue llevado al desierto por el
espíritu. Fue llevado por el Espíritu Santo, pero no como un inferior por
orden de un superior, sino como un superior, por consejo de un inferior.
Porque no sólo se dice que es conducido el que lo es por la fuerza de otro
sino también el que lo hace por la racional exhortación de alguien.
Y TAMBIÉN: Dijo el padre de familia al mayordomo. Sin duda, el Hijo le
dice al Espíritu Santo y, si quieres, te concedo que el Hijo lo diga al Padre.
No pregunto si el Hijo sea el mayordomo del Padre o el Espíritu Santo sea
el del Hijo; pero digo esto porque el mayordomo de la casa y el padre de
familia no pueden ser de la misma sustancia, ni la misma persona ni de
igual dignidad. Si uno es el padre de familia y otro es el mayordomo,
¿cómo puede darse tu Trinidad? Si es de la misma sustancia pero es
menor, esto es injurioso para la sustancia. Si la dignidad no es igual ¿cómo
se puede hablar de una sola y misma sustancia?
EL MISMO: Vio al Espíritu Santo descender en forma de paloma y
permanecer sobre él. No dijo: este es nuestro hijo amado, para que no
pareciese que el Espíritu Santo era padre de Cristo así como lo es Dios.
Pues si son iguales en todo, así como Él es honrado con la paternidad, así
también el Espíritu Santo. Si Dios es padre porque tiene un hijo, entonces
el Espíritu Santo no es padre porque ni tiene un hijo y así no es igual en
todo. Tampoco se dijo: estos son mis hijos amados, porque el Hijo no está
con Cristo como Cristo. Pero si el hijo no es como Cristo sino un ministro
fiel de Cristo, entonces no es igual a Cristo.
PABLO APÓSTOL A LOS FILIPENSES: Sentid en vosotros lo que
está en Cristo Jesús; que estando en la forma de Dios, no juzgó una rapiña

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ser igual a Dios.
ATANASIO, SOBRE EL SÍMBOLO DE LA FE: El Hijo es del Padre
solo, no hecho, ni creado, sino engendrado.
Y TAMBIÉN: En esta Trinidad nada es interior ni posterior, nada es
mayor o menor; todas las tres personas son entre sí iguales y coeternas.

Q. 16: Que se diga que el Hijo es engendrado del Padre y no sólo que fue
engendrado. Y lo contrario

GREGORIO, SOBRE JOB, LIB. XXXIII: Mi lengua, lápiz del escriba.


Lo que hablamos, pasa, lo que escribimos, permanece. La lengua del Padre
es llamada el lápiz, porque con ella se genera su palabra coeterna y no
transitoria.
AMBROSIO, SOBRE LA FE, AL EMPERADOR GRACIANO: Estas
cosas no se deben considerar en Dios como corporales; el Hijo es generado
de manera incomprensible; el Padre genera de manera impasible y sin
embargo, genera de sí y ante todo intelecto un Dios verdadero, siendo él
Dios verdadero.
JERÓNIMO, SOBRE LA DEFINICIÓN DE LA FE CATÓLICA Y
EL CONCILIO DE NICEA: Lo que nació siempre de la sustancia del
Padre, el mismo salvador dice en el Evangelio: lo que nace de la carne, es
carne, y lo que nace del espíritu es espíritu.
AGUSTÍN, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. V, CAP. XIII: Si lo que
engendra es principio de lo engendrado, el Padre es principio para el Hijo,
porque lo engendra.
EL MISMO, SOBRE LA GENERACIÓN DEL HIJO POR PARTE
DE DIOS PADRE. COMENTANDO EN EL LIBRO DE LAS
LXXXIII CUESTIONES, CAP. XXXVIII: Es mejor decir siempre
nacido que decir que nace siempre, porque el que nace siempre todavía no
ha nacido y nunca nació ni nacerá, si es que siempre está naciendo. Una
cosa es nacer, y otra, haber nacido; y por esto nunca sería hijo si no nació
nunca; y si siempre es hijo, por lo tanto, siempre es ya nacido.
EL MISMO, AL CONDE PACENCIO, ARRIANO: ¿Qué estamos
diciendo? Si el Hijo nació del Padre, entonces el Padre dejó de

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engendrarlo, y si dejó de hacerlo, también comenzó. Y si comenzó a
engendrar, alguna vez estuvo sin hijo. Pero nunca estuvo sin hijo, porque
el Hijo es su sabiduría. Por lo tanto, el Padre siempre engendra y siempre
nace el Hijo. Aquí surge de nuevo el temor de que esa generación parezca
imperfecta, si no decimos que nació sino que nace. Acompáñame, te
ruego, en estas dificultades del pensamiento humano y de la lengua; y
corramos juntos al espíritu de Dios que dice por el profeta: ¿Quién podrá
narrar su generación?
GREGORIO, SOBRE JOB, LIB. XXIX: El señor Dios Jesucristo, por
ser la virtud y la sabiduría de Dios, nació del Padre antes de los tiempos, o
más bien, como no empezó a nacer ni dejó de hacerlo, digamos más
verdaderamente, que es siempre nacido. Pero no podemos decir que nace
siempre, para que no parezca ser imperfecto. Para que sea considerado
eterno y perfecto, debemos decir siempre y nacido, porque nacido se
refiere a la perfección y siempre, a la eternidad, aunque al decir perfecto
nos apartamos mucho de la expresión de la verdad. Porque lo que no fue
hecho, no puede decirse perfecto; sin embargo, por la debilidad de nuestras
palabras el mismo Señor, con condescendencia, dice: sed perfectos como
vuestro padre celestial es perfecto.

Q. 17: Que sólo el Padre se dice ingénito. Y lo contrario

ISIDORO, ETIMOLOGÍAS, LIB. VI: Sólo el Padre no proviene de


otro; por eso sólo él es llamado ingénito.
ATANASIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. VIII: El nacimiento del
Hijo de Dios antes del principio está junto al Padre. Confieso que uno es
innacible y el otro, nacido. Confieso que el Padre omnipotente es sin
inicio, sin fin. Lo contiene todo y no es contenido por nada, todo lo
gobierna y por nada es gobernado. Cuanta virtud tiene el Padre, tanta tiene
el Hijo. El engendrado no es menor que él, que es innacible. El Espíritu
Santo no es ni nacido ni innacible; si dijere que es nacido, consideraría que
hay dos hijos.
GENADIO, SOBRE LA FE ORTOODOXA: El Padre, dice, es principio
de la deidad, del cual nació el Hijo, y de Él no nació el Espíritu Santo,
porque este no es ni hijo ni ingénito, porque no tiene padre.

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GREGORIO, EN EL REGISTRO, CAP. I: El Espíritu Santo no es
engendrado ni ingénito sino que es eterno, procedente del Padre y el Hijo.
AGUSTÍN, EN LAS PREGUNTAS FORMULADAS POR OROSIO Y
RESUELTAS POR ÉL, CAP. II: La fe cierta declara que el Espíritu
Santo no es ni engendrado ni ingénito; si decimos ingénito, parece que
afirmáramos dos padres; si decimos engendrados, somos culpables de
afirmar dos hijos. Pero lo que sostiene la fe cierta es que no es ingénito ni
engendrado, sino que procede de ambos, es decir, del Padre y del Hijo.
EL MISMO, EN EL LIBRO V SOBRE LA TRINIDAD, CAP. VII: Si
se dice ingénito, se demuestra que no es hijo. Pero engendrado e ingénito
pueden decirse cómodamente. Hijo (filius) se dice en latín, pero la
costumbre de la lengua no permite que se diga in-hijo (infilius). Pero nada
ofende al significado si se dice que no es hijo así como se dice ingénito en
lugar de no engendrado y significar lo mismo.
Y TAMBIÉN: No usemos ingénito aunque pueda decirse en latín sino
digamos no engendrado que es equivalente. No queremos decir otra cosa
sino que no es hijo.
Y TAMBIÉN: ¿Qué quiere decir ingénito sino no engendrado? Así como
ser engendrado no dice algo de sí mismo, sino que proviene del Padre, así,
cuando se dice ingénito no se dice de sí mismo sino que no proviene de un
progenitor.
AMBROSIO, SOBRE LA ENCARNACIÓN DEL SEÑOR: Oímos que
algunos dicen que el Hijo de Dios, que es generado, no puede ser desigual
al Padre que lo generó, aunque uno fue generado y el otro generó, porque
la generación no es una cuestión de poder sino de naturaleza; esa cuestión
parece cerrada para ellos. Pero, cambiando las palabras, dicen: ¿cómo
pueden ser el ingénito y el engendrado de la misma naturaleza y sustancia?
Respondo ante todo que la palabra ingénito no la encuentro en las
Escrituras divinas, ni la leí ni la escuché. ¿Cómo son tan cambiantes estos
hombres, para decir que usurpamos cosas no escritas, diciendo que están
en la Escritura, y ellos objetan algo que no está escrito?
Y TAMBIÉN: Que digan dónde han leído la expresión padre ingénito.
Y TAMBIÉN: Demuestren dónde han leído ingénito. Se ha leído, dicen,
porque Arrio dijo que el Padre es ingénito y el Hijo es engendrado y
creado. ¡Qué autor invocan contra los escritos apostólicos, si se confiesan

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discípulos de Arrio! Si ellos dicen lo que dijo Arrio, con más justicia
debemos decir lo que dijo el Apóstol: no llamó ingénito al Padre, pero sí
llamó engendrado al Hijo. Lo que he leído, no lo niego y, más aún, lo uso
con gusto. Pero lo que no leí no debo utilizarlo. Tal vez quieran decir, que
como no leemos que el Padre haya sido engendrado, por eso debemos
juzgar que es ingénito. Esto, por lo tanto, se deduce, no se lee; pero
tampoco leí que el Espíritu Santo haya sido engendrado. Por lo tanto,
según vuestro parecer, el Espíritu Santo debe decirse ingénito.

Q. 18: Que la generación eterna del Hijo puede narrarse, conocerse o


comprenderse. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EL ECLESIASTÉS, DONDE DICE: ¿Quién


sabe si el espíritu de los hijos de los hombres se levante hacia arriba y el
espíritu del ganado baje hacia la tierra? Alguien quiso demostrar esta
dificultad añadiendo “quién”. El pronombre “quis” en las Escrituras santas
se interpreta siempre no por algo imposible sino por algo difícil, como
donde dice: ¿quién podrá narrar su generación [es decir, la de Cristo]?
EL MISMO, EN EL PRÓLOGO SOBRE ISAÍAS: Los profetas no
hablaron en éxtasis, como sueña Montano, sin saber lo que decían,
enseñando a otros e ignorándolo ellos. Pero según Salomón, hablando en
los Proverbios: El sabio conoce lo que sale de su boca, y llevará la ciencia
en sus labios y ellos sabían lo que decían.
Y TAMBIÉN: ¿Cómo los sabios profetas, a la manera de los animales,
podían ignorar lo que decían? Leemos en otro lugar del Apóstol: Los
espíritus de los profetas están sujetos a los profetas, estando en su potestad
decidir cuándo callar y cuándo hablar.
EL MISMO, SOBRE ISAÍAS, LIB. I: Con mis oídos oí al Señor: Antes
se decía que eran videntes porque podían decir: nuestros ojos siempre
están puestos en el Señor. Estos ojos del corazón mostraban la prometida
en el Cantar de los Cantares, a quien el prometido le dice: Has herido mi
corazón, hermana prometida mía, con sólo uno de tus ojos. Y se lee en el
Evangelio: Tu ojo es la lámpara de tu cuerpo. Y también en el Antiguo
Testamento se dice que el pueblo veía la voz de Dios. Callen con esto los
delirios de Montano, que opina que los profetas decían las cosas que iban a

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suceder en un éxtasis y con demencia del corazón; pues no podían ver lo
que ignoraban.
ORÍGENES, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: Según la revelación del misterio callado desde los tiempos
eternos, etc. Pero hay que preguntarse si quiere decir que estuvo pasado en
silencio, y nadie lo conoció, incluso los profetas que hacían los anuncios.
A mí me parece muy absurdo que los profetas hayan escrito sobre los
misterios divinos sin entender lo que decían, estando en la Escritura: El
sabio comprenderá lo que sale de su boca y tiene el significado en sus
labios. Si no entendían lo que salía de sus bocas, no eran sabios. Por eso, si
es necio negar que los profetas fueron sabios, consta que entendían lo que
decían. Pablo dice haber escuchado palabras, que no le es lícito pronunciar
al hombre; no porque él ignorara lo que había oído sino porque no es lícito
mostrarle a otro lo que él había recibido. Por lo tanto, puede interpretarse
como dicho en este lugar un misterio guardado en silencio, que lo
conocían los profetas pero no lo podían manifestar al vulgo, es decir, a los
hombres, sino que debían guardarlo en silencio según el mandato de Dios
hasta que llegara el tiempo y el Verbo se hiciese carne.
AGUSTÍN, SOBRE JUAN: En el principio era el Verbo y el Verbo
estaba con Dios y el Verbo era Dios. Esto no lo percibe el hombre animal.
¿Por qué, hermanos, callaremos aquí? ¿Por qué se lee, si hay que callarlo?
O ¿por qué se escucha, si no puede exponerse? Y ¿por qué exponerlo, si no
se entiende? Por lo tanto, ya que no dudo que hay entre vosotros algunos
que no sólo pueden captar lo que se expone sin, incluso, entenderlo antes
de que se exponga, no voy a defraudar a aquellos que pueden captarlo,
aunque temo ser superfluo para los oídos de aquellos que no pueden
captarlo.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. II: Decir que él es del Padre
no es otra cosa que ver al Padre; y no es otra cosa ver al Padre que obra
que ver al mismo tiempo lo que obra.
JERÓNIMO, SOBRE MATEO: Libro de la generación de Jesucristo.
Leemos en Isaías: ¿Quién podrá narrar su generación? No juzguemos que
el Evangelio es contrario al profeta y que lo que este dijo que es imposible,
el Evangelio comience diciéndolo; porque allá se habla de la generación de
la divinidad y aquí de la generación de la encarnación.

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AGUSTÍN, LIB. II CONTRA MAXIMINO: No sé distinguir entre
aquella generación y esta procesión. No soy capaz, no puedo. Porque
ambas son inefables. Como dice el profeta acerca del Hijo: ¿Quién podrá
narrar su generación? Así también se dirá con toda verdad del Espíritu
Santo: ¿Quién podrá narrar su procesión?
ATANASIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. VI, CAP. II: Maldito aquel
que no confiese que el Hijo fue inenarrablemente engendrado de la
sustancia del Padre; así sea, así, sea.
EL MISMO, LIB. VIII: Oh hombre, si buscas la deidad te vitupero. Si
crees, haces bien; se te ordena creer y no se te permite debatir. Pero si
discutes y dices: ¿cómo es el Padre? Entonces, te has apartado de la luz. Y
si dices: ¿Cómo es el Hijo? Se te presentará: ¿Quién podrá narrar su
generación? Ten cuidado, pues, igualmente, de no apartarte de la luz; nadie
conoce al Padre sino el Hijo ni al Hijo sino el Padre.
AMBROSIO, SOBRE LA FE AL EMPERADOR GRACIANO: Es
para mí imposible conocer el secreto de la generación. Está por encima de
las potestades, por encima de los ángeles, por encima de los serafines, por
encima de todo sentido. No es lícito escrutar esos misterios supremos;
baste saber que nació, no debe discutirse cómo.
Y TAMBIÉN: Está ordenado creer y no está permitido discutir.
Y TAMBIÉN: Ni los ángeles pudieron comprender el misterio del Padre.
AGUSTÍN, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DEL ANTIGUO Y EL
NUEVO TESTAMENTO: Ni los querubines ni los serafines comprenden
plenamente qué es Dios, porque nadie conoce al Padre sino el Hijo.

Q. 19: Que acerca de la generación eterna del Hijo (desde el Padre) esto
hay que aceptar; yo hoy te engendré. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE EL SALMO SEGUNDO: Tú eres mi hijo; yo hoy te


engendré. Aunque se pueda determinar el día en que Dios nació según
hombre, sin embargo, la palabra “hoy”, significa presencia y porque en la
Trinidad nada es pasado como si hubiera dejado de ser, ni futuro, como
que todavía no fue, sino que sólo se toma como presente según lo que se
dijo: yo hoy te engendré; con lo cual la fe sincera y católica predica la
generación sempiterna de la presencia de Dios, que es el hijo unigénito.

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EL MISMO, EN EL LIBRO CONTRA CINCO HEREJES: Oye
también tú, que niegas que Dios haya engendrado al Hijo; oye lo que dice
el Padre por Isaías: ¿Acaso yo, que hago parir a otros, no pariré yo mismo?
Así dice el Señor. ¿Si yo les otorgo la generación a otros, seré estéril? Así
dice el Señor. A él se le dijo: Tú eres mi hijo; yo hoy te engendré. Te
reirás, al oír “hoy”; en Dios nunca hay mañana ni ayer, siempre es hoy.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XLIX: Los que eran
bautizados con el bautismo de Juan, no renacían sino que recibían un
cierto ministerio precursor: él decía: preparad el camino al Señor. Se
preparaban para él, sólo mediante el cual podían renacer. Su bautismo no
es sólo con agua, como fue el de Juan, sino también en el Espíritu Santo,
para que todo el que cree en Cristo sea regenerado por el Espíritu Santo.
Pero Cristo, regenerado por él, no necesitó del Espíritu Santo. Por eso la
voz del Padre que se oyó sobre el bautizado: yo hoy te engendré; no
demuestra sólo ese único día en que fue bautizado, sino el hoy de una
eternidad inmutable; para mostrar que ese hombre pertenecía a la persona
del unigénito. Ese día es un continuo hoy, ni empieza con el fin del ayer ni
termina con el inicio de un mañana. Quiso ser bautizado con agua por Juan
para dejar ver su gran humildad.
EL MISMO, EN EL SERMÓN DEL LUNES DE PASCUA QUE
COMIENZA ASÍ “NO DEBEMOS ESTAR HOY MENOS ALEGRES
QUE LO QUE ESTUVIMOS AYER”: Cristo, que nos ha iluminado, es
un día fasto para nosotros; él fue hoy engendrado para nosotros, según lo
que dice David asumiendo la persona de Dios Padre: tú eres mi Hijo; hoy
te engendré. No es que sólo haya engendrado ese día al Hijo, sino que
engendró al Hijo, el día y la luz, para que luzca para todos y para cada uno.
Se dice hoy porque como una luz presente e indeficiente parecía un sólo
día desde la perpetuidad del fulgor; porque a él no lo oculta la vetusta
antigüedad ni lo pasa por alto la futura ignorancia.
Y TAMBIÉN: A qué tiempo se refiere lo que se le dijo al Hijo: hoy te
engendré, debemos saber que no es aquel cuando nació de María según la
carne, ni aquel cuando procedió de la boca del Padre según la divinidad,
sino aquel momento cuando resucitó de entre los muertos. De este modo
dice el Apóstol Pablo: Resucitando al señor Jesús, como está escrito en el
salmo: Tú eres mi hijo, hoy te engendré. Rectamente se dice entonces que
es hoy cuando desde la oscura noche de los infiernos brilló como una
preclara luz hacia las alturas.

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EL MISMO, EN EL TRATADO SOBRE LA ENCARNACIÓN DEL
SEÑOR: De aquel que es menor que el padre y consustancial con la
madre, cantó el profeta, diciendo: yo hoy te engendré.
Y TAMBIÉN: Aquella profecía muestra la natividad de la futura carne,
puesto que recientemente nació de María virgen. Pues de la igualdad en la
divinidad con el Padre, no dice: hoy te engendré, te engendré antes del
lucero, es decir, antes de que se hiciesen el día y los ángeles.
AMBROSIO, SOBRE LOS SACRAMENTOS, LIB. III: ¿Qué es la
regeneración? Tienes en los Hechos de los Apóstoles lo mismo que aquel
versículo en el salmo: Tú ere mi hijo; yo hoy te engendré. Parece referirse
a la resurrección. En los Hechos de los Apóstoles Pedro lo interpretó así,
pues cuando resucitó el Hijo de entre los muertos la voz del Padre resonó:
Tú eres mi hijo; yo hoy te engendré. Por eso se dice que es primogénito de
entre los muertos; resurrección es cuando pasamos de la muerte a la vida.
Y así en el bautismo, hay una semejanza de la muerte cuando te sumerges
y cuando resurges es una similitud de la resurrección. Rectamente según la
interpretación del Apóstol Pedro, así como aquella regeneración fue una
resurrección así esta resurrección es una regeneración.
HILARIO, SOBRE MATEO, CAP. II, SOBRE EL BAUTISMO DEL
SEÑOR: Cuando todavía no estaba bautizado, se abrieron las compuertas
del Cielo, es enviado el Espíritu Santo en forma visible de paloma, y de
ese modo recibe la unción de la piedad paterna. Y luego una voz del Cielo
se derrama: Tú eres mi hijo: yo hoy te engendré.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO II: Nació nuevamente por el bautismo
para nacer el Hijo de Dios como lo mismo y como algo distinto. Está
escrito, cuando surgió del agua: Tú eres mi hijo, yo hoy te engendré. Pero
según la generación del hombre que renacía, entonces también renacía
como hijo para Dios. Pero lo que dice el salmo: Tú eres mi hijo, yo hoy te
engendré, no se refiere al parto de la virgen ni a la regeneración del
bautismo, sino al primogénito de entre los muertos, según la autoridad
apostólica. Así se dijo en el libro de los Hechos de los Apóstoles:
resucitando al señor Jesús como está escrito en el salmo primero: Tú eres
mi hijo, yo hoy te engendré. Lo resucitó de entre los muertos y ya no
volvería a morir.
EL MISMO, EN EL IX SOBRE LA TRINIDAD: No hay duda de cómo
Jesús fue ungido por la virtud y el espíritu de Dios, pues entonces, cuando

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salía del Jordán, se oyó la voz del Padre: Tú eres mi hijo, hoy te engendré;
para que con este testimonio se conociera que su carne había sido
santificada por la unción de la virtud espiritual.
Y TAMBIÉN: Por último, esas palabras de la profecía demuestran esa
posterior unción que habría en el tiempo, cuando dice: Amaste la justicia y
odiaste la iniquidad, por eso Dios te ha ungido. Haber merecido es
posterior a ser. Si atribuimos la unción a la natividad del Dios unigénito,
unción concedida por el mérito de haber amado la justicia y odiado la
iniquidad, se entenderá más bien que la unción se aplicó al Dios unigénito
y no al engendrado: de este modo Dios tendría un progreso; no hubiera
nacido Dios sino se hubiese hecho Dios por mérito; así Cristo tendría una
causa para ser Dios y no todo hubiera sido causado por Cristo Dios.

Q. 20: Que el salmo primero debe interpretarse sobre Cristo. Y lo


contrario

JERÓNIMO: EN EL BREVIARIO MAYOR: Y no se detuvo en el


camino de los pecadores. No dijo que no caminó (esto era imposible,
porque nadie puede estar sin pecar) sino que no se detuvo, es decir, no
perseveró en el delito sino que por la penitencia pasó a un camino mejor.
Y TAMBIÉN: Y todo lo que haga prosperará. Los judíos consideraban
que este salmo se refería a Josías, el único entre los reyes profanos que no
estuvo en el grupo de los impíos sino que siguió la ley de Dios. Por eso, la
expresión de que todo lo que haga prosperará no se puede interpretar de
ninguno de los santos, a no ser, tal vez, en el siglo futuro. Mejor se debe
entender esto del hombre que fue asumido por el salvador y no porque
haya asumido a otro debamos atestiguar que otro fue asumido; sino que es
el mismo el Hijo de Dios y el hijo del hombre.
EL MISMO, EN EL BREVIARIO MENOR, QUE COMIENZA ASÍ
“EL SALTERIO ES COMO UNA GRAN MANSIÓN”:
Bienaventurado el varón que no estuvo… Algunos opinan que este varón
bienaventurado es Cristo en cuanto hombre; pero esto es por impericia. Si
el bienaventurado varón fuese Cristo y si Cristo es el que dio la ley ¿cómo
se podría decir que su voluntad está en la ley del Señor? Finalmente se lo
compara a un árbol y dice: será como el árbol plantado junto a la corriente
de las aguas. Pero todo lo que se compara es menor que el término de la

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comparación. Veis, por lo tanto, que el salmo no puede interpretarse de la
persona del Señor sino en forma general de cualquier hombre.

Q. 21: Que aquello de “produjo mi corazón” debe entenderse de la


generación del Hijo. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO XL: Produjo mi corazón una palabra


buena. Este salmo se inicia con la voz del Padre. Produjo mi corazón una
palabra buena. No de la contextura corpórea sino del corazón produjo una
palabra igual a sí mismo, por la cual fueron hechas todas las cosas. Yo le
cuento mis obras al rey. Le hablo al hijo rey y todo se hace.
EL MISMO, SOBRE EL HIJO PRÓDIGO: Un ternero engordado, que
se inmola como prenda de penitencia, ese es el mismo Salvador, de cuya
carne nos alimentamos diariamente, cuya sangre bebemos, y satisfechos
con su gordura irrumpimos en alabanzas, diciendo: produjo mi corazón,
etc. Aunque algunos, más por superstición que con verdad, no ponderando
el texto del salmo, ponen que esto se entiende de la persona del Padre.

Q. 22: Que sólo el Hijo no es de la sustancia del Padre. Y lo contrario

JERÓNIMO, LIB. II, A PAMAQUIO Y MARCELA EN DEFENSA


CONTRA UN ACUSADOR: En el libro de Eusebio se encuentran
muchas cosas escandalosas y abiertas blasfemias. Dice que el Hijo es
ministro del Padre y que el Espíritu Santo no es de la misma sustancia del
Padre y del Hijo.
AMBROSIO, LIB. IV SOBRE LA TRINIDAD, CAP. V: Concibió en
su útero por obra del Espíritu Santo. En griego se dice desde el Espíritu
Santo. Lo que proviene de otro o es desde su sustancia o desde su potencia.
Desde la sustancia, como el Hijo, que dice: Salí de la boca del Altísimo, o
el Espíritu, que procede del Padre. De la potencia, como donde dice: Uno
solo es Dios Padre, de quien todo procede. Un solo Dios Padre
omnipotente, autor de todas las cosas visibles e invisibles; y un solo señor
Jesucristo, Hijo de Dios, unigénito nacido del Padre, es decir, de la
sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz.

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Q. 23: Que cuando se dice “el espíritu de Dios era llevado sobre las
aguas” debe entenderse del Espíritu Santo. Y lo contrario

AMBROSIO, SOBRE LOS SACRAMENTOS, SERMÓN I: Has visto


que las aguas no estaban solas; cree que allí estaba la presencia de la
divinidad. Se dice que el Espíritu era llevado sobre las aguas. Dice el
profeta: Con la palabra del Señor se afirmaron los cielos y toda su virtud
está en el espíritu de su boca. El que era llevado por encima estaba
inoperando. Recibe otro testimonio: No permanecerá mi espíritu, dice, en
los hombres, porque son carne; con lo que demuestra Dios que la gracia
espiritual evita la inmundicia carnal.
EL MISMO, SOBRE EL HEXAMERÓN, ACERCA DEL DÍA
PRIMERO: El espíritu del Señor era llevado sobre las aguas.
Interpretamos que era el Espíritu Santo, para que luciera la obra de la
Trinidad en la constitución del mundo. Dicho ya que en el principio hizo
Dios el Cielo y la Tierra, en Cristo, o sea, por el Hijo, porque por su
intermedio fueron hechos, faltaba la plenitud de la operación por medio del
Espíritu, como está escrito: Por la palabra del Señor se afirmaron los cielos
y toda su potencia es por el espíritu de su boca. El espíritu de Dios era
llevado por encima de las aguas; adornando los extremos del cielo con los
frutos de la tierra, porque por medio de él germinaban las simientes, según
lo que dijo el profeta: Envía tu espíritu, etc. Por último, en sirio, que es
pariente del hebreo, dice así: y el espíritu del Señor fomentaba las aguas,
es decir las vivificaba, para que produjeran nuevas criaturas y con su
fomento las llevase a la vida. Pues también leemos que el Espíritu Santo es
creador, cuando dice Job: el espíritu divino que me hizo.
Y TAMBIÉN: Si, como opinan algunos, lo que se significa es el aire,
respondan por qué se dice el espíritu de Dios, cuando hubiera bastado
decir el espíritu.
JERÓNIMO, SOBRE EL GÉNESIS, EN EL LIBRO DE
CUESTIONES HEBRAICAS: El espíritu de Dios era llevado sobre las
aguas; lo que se lee en nuestros códices es “era llevado”, en hebreo dice
merefeth que podemos interpretar como “incubaba”, o “fomentaba”, a
semejanza de lo que hacen las aves con los huevos. Esto lo entendemos no
del espíritu del mundo, como juzgan algunos, sino del Espíritu Santo, que
es llamado vivificador de todas las cosas desde el principio; si es

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vivificador y coproductor es también creador y Dios. Envía tu espíritu,
dice, y las cosas serán creadas.
AGUSTÍN, SOBRE EL GÉNESIS, LIB. I: El espíritu del Señor era
llevado sobre las aguas. El amor deseoso y necesitado de amar de tal
manera que se sujeta a las cosas que ama; por lo tanto, cuando se
menciona el espíritu de Dios, en quien se entiende su benevolencia santa y
su amor, se dice que es llevado por encima, para que se entienda que Dios
ama por abundancia de su beneficencia y no por necesidad.
EL MISMO, SOBRE LA VERDAD ENCARNADA, A GENARO: El
espíritu de Dios que era llevado sobre las aguas en el principio, opino que
no era otro que el Espíritu Santo, no interpretando según la historia sino
según su intelección espiritual.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
DE LA NUEVA LEY, CAP. LVI: Si se juzga que es el Espíritu Santo
porque se lee el espíritu de Dios, esta es una afirmación inútil. Dice el
Señor: No permanecerá mi espíritu en estos hombres, porque son carne. Y
además. Destruiré, dice, todas las cosas, desde el hombre hasta el ganado.
Esto lo dijo cuando decidió mandar el Diluvio sobre la Tierra. ¿Acaso esto
pude entenderse como el Espíritu Santo? Lo dijo de los seres animados. Y
esto se dijo en Ezequiel: Esto dijo el Señor a esos huesos: pondré piel
sobre ellos, y les daré un espíritu y vivirán.
Y TAMBIÉN: Y se dice que el alma del hombre es espíritu, y también el
viento, y el aire y el alma de los animales y los ángeles y todos los que
viven por su propia sustancia.
Y TAMBIÉN: Cuando la Escritura quiere significar el espíritu propio de
Dios, añade Espíritu Santo, para que así no se entienda una criatura. Para
describir la creación material, es decir, la confusión de las cosas, que
carece de sentidos, dijo Moisés que el espíritu del Señor era llevado sobre
la Tierra y el abismo tenebroso, para diferenciar de ese espíritu y ese lugar,
las criaturas superiores que llamamos espirituales. Al decir que era
llevado, significó una criatura; porque toda criatura de Dios es llevada por
virtud de aquel de quien recibió el ser. ¿Qué orden habría si el Espíritu
Santo fuese llevado sobre las aguas, ya que consta que él está sobre toda
criatura?

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Q. 24: Que el Espíritu Santo también puede llamarse padre e hijo. Y lo
contrario

AGUSTÍN, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. V: El Espíritu Santo, según lo


que está escrito, que Dios es espíritu, puede decirse en forma general que
el Padre es espíritu y el Hijo es espíritu y que el Padre es santo y el Hijo es
santo.
Y POCO DESPUÉS: El Espíritu Santo es una cierta comunión del Padre
y del Hijo. Y, por lo tanto, tal se llame así porque al Padre y al Hijo les
puede convenir la misma apelación. Para que del nombre que a ambos les
conviene se signifique su comunión; por eso el Espíritu Santo se dice que
es un don de ambos.
EL MISMO, EN EL XV: Se pueden demostrar con muchos ejemplos los
nombres de muchas cosas y utilizarse en forma universal y con propiedad
para algunas de ellas. He dicho esto para que nadie juzgue que nosotros
usamos en forma inconveniente la palabra caridad para denominar al
Espíritu Santo porque también Dios Padre y Dios Hijo pueden llamarse
caridad.
Y TAMBIÉN: Si nada más grande hay en nosotros de Dios que la caridad
y no hay un don de Dios mayor que el Espíritu Santo ¿qué puede haber
más conveniente que el que sea la caridad Él, que es Dios y procede de
Dios? Y si la caridad con la que el Padre ama al Hijo y el Hijo ama al
Padre demuestra inefablemente la comunión de ambos, ¿qué puede haber
más conveniente que ser llamado caridad aquel que es el espíritu común a
ambos?
AMBROSIO, SOBRE LA FE: La virgen concibió del espíritu de Dios y
luego dio a luz lo que concibió, es decir, a Dios, asociado a un hombre;
como él mismo dijo: Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del
espíritu es espíritu, porque Dios es espíritu y de Dios nació; como dijo el
ángel a María: El espíritu de Dios vendrá a ti y te cubrirá la virtud del
Altísimo, porque lo que nacerá de ti será santo y será llamado Hijo de
Dios. Ves, por lo tanto al mismo espíritu, es decir, al Hijo de Dios, que
vino a la Virgen y de allí procedió el hijo del hombre, sin que se cambiase
su ser Hijo de Dios por la vestidura de la carne.
DEL DIÁCONO EFRÉN, LIB. V: Dios, Espíritu Santo, único sin
pecado, por ti no perdonó a su propio hijo; y tú, infeliz ¿no tienes piedad

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de ti mismo?
JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO XVII: El Espíritu Santo no es ni el
Padre ni el Hijo, sino el amor que el Padre tiene al Hijo y el Hijo al Padre.
BEDA, HOMILÍA I DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN: Cuando se le da
a los hombres la gracia del espíritu, el espíritu es enviado inmediatamente
por el Padre, es enviado también por el Hijo, procede del Padre, procede
también del Hijo, porque su misión es esa procesión por la cual procede
del Padre y del Hijo.
AGUSTÍN, EN EL V SOBRE LA TRINIDAD: Lo que se da tiene
referencia al que lo da y a quienes se le da; así se dice que el Espíritu
Santo es de Dios que lo da y de nosotros a quienes se les da. Por eso está
escrito acerca de Juan que vino con el espíritu de Elías; esto debe
entenderse también de Moisés, cuando dice el Señor: Te sacaré de tu
espíritu y se lo daré a ellos, es decir, el Espíritu Santo que te daré.
Y TAMBIÉN: Si no procede sino cuando es dado tampoco procedería
antes de que hubiese a quien darlo. ¿Puede haber un don antes de que sea
dado? No se puede decir que hay un don antes de que se dé.
Y TAMBIÉN: No debe sorprendernos que, aunque el Espíritu Santo sea
coeterno en el Padre y el Hijo, se lo nombre, sin embargo, como algo en el
tiempo, como cuando decimos que es donado. Porque el Espíritu es eterno
en cuanto don y temporal en cuanto donado. Pues a Dios se lo llama Señor,
con una apelación relacionada con el tiempo, porque nadie es señor si no
comienza a tener un siervo. Pues es una criatura sempiterna aquella de la
cual Él es el señor.
Y TAMBIÉN: El Señor no tiene un ser sempiterno, para no vernos
obligados a decir que la criatura es sempiterna, porque él no sería un amo
sempiterno si la criatura no hubiera estado sempiternamente a su servicio.

Q. 25: Que los filósofos también creyeron en la Trinidad y en el Verbo. Y


lo contrario

PABLO APÓSTOL A LOS ROMANOS: Lo que es conocido de Dios,


es manifiesto en ellos; pues Dios a ellos les reveló; porque la cosas
invisibles de él, etc.

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AGUSTÍN EN EL LIB. VIII DE LA CIUDAD DE DIOS: El hombre
cristiano, instruido solamente con los estudios eclesiásticos, se precave de
aquellos que filosofaban según los elementos de este mundo; porque es
advertido por el precepto apostólico: Cuidad que nadie os engañe por
medio de la filosofía o una vana seducción según los elementos del
mundo. Pero para que no se juzgue que todos son tales, oye decir al mismo
apóstol acerca de algunos que lo que es conocido de Dios, es manifiesto a
ellos. Dios les manifestó a ellos. Pues las cosas invisibles, etc. Y
hablándole a los atenienses, habiendo manifestado algo muy grande de
Dios, que podía ser comprendida por pocos, o sea, que en Él vivimos, nos
movemos y somos, añadió: Como lo dijeron algunos de vosotros. Sabía
también precaverse de aquello en lo que se equivocan.
EL MISMO, SOBRE JUAN, TRACT. II: Hubo algunos filósofos de
este mundo que investigaron al creador a través de la criatura, como,
evidentemente, dice el Apóstol: las cosas invisibles de él, etc. Vieron que
por el Verbo de Dios fueron hechas todas las cosas; pudieron ver aquello
que es; no quisieron aceptar la humildad de Cristo y les repugnó la cruz de
Cristo.
EL MISMO, EN EL XIII SOBRE LA TRINIDAD: Los principales
filósofos de los gentiles, que pudieron contemplar las cosas invisibles de
Dios entendidas a través de aquellas que fueron hechas, sin mediación de
Cristo hombre, es decir, simplemente filosofando, no creyeron sin
embargo, a los profetas que anunciaron que vendría, ni a los apóstoles que
anunciaron que había venido.
EL MISMO, SOBRE EL ESPÍRITU Y LA LETRA: La vida sabia que
ha hecho el mundo es entendida con la contemplación del mundo.
Interroga al mundo, el ornato del cielo, la tierra que produce hierbas y
árboles, llena de animales, el mar, colmado de peces; el aire con tantas
aves; interroga a todas las cosas si no te responden con su sola apariencia
como si fuera a una voz: Dios nos hizo. Los filósofos nobles investigaron
estas cosas y desde la obra conocieron al artífice.
EL MISMO, EN LA EXPOSICIÓN DE ALGUNAS
PROPOSICIONES SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: Dice también Salomón de los sabios del mundo: Si pudieron
en cuanto era posible conocer la obra, ¿cómo no pudieron con facilidad
encontrar al señor y creador del mundo? Aquellos a quienes reprocha

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Salomón, no conocieron al creador a través de la criatura; pero a quienes
reprocha el Apóstol, lo conocieron, pero dieron las debidas gracias. Que
los sabios de los gentiles hayan encontrado al creador lo dice
manifiestamente el Apóstol al hablarles a los atenienses. Habiendo dicho
que en Él vivimos, nos movemos y somos, añadió: como alguien entre
vosotros dijo.
JERÓNIMO, AL PRESBÍTERO PAULINO SOBRE TODOS LOS
LIBROS DE LA HISTORIA DIVINA: Siendo Juan, un pescador rudo e
indocto, preguntó ¿de dónde procedió aquella voz: En el principio era el
Verbo, etc.? Esto no lo supo hacer el docto Platón; esto lo ignoró el
elocuente Demóstenes. Perderé, dice la sabiduría de los sabios, etc.
Y TAMBIÉN: No hablo de aquellos semejantes a mí, que si quizás
llegaron a las Escrituras santas después de las letras seculares, y con sus
escritos acariciaron los oídos del pueblo y se juzga como ley lo que
dijeron, pero no se dignan conocer lo que hayan sentido los profetas y los
apóstoles; sino que adaptan testimonios incongruentes a su propio sentir,
como si fuese algo importante y no un vicio ajustar a su voluntad escritos
no correctos; como si no hubiéramos leído los versos de Homero y Virgilio
y sin embargo, a este no lo podamos llamar cristiano sin Cristo porque
haya escrito: Ya viene la virgen, etc. Ya una nueva prole, etc. Y oímos al
padre hablarle al hijo: Hijo, sólo yo tengo la fuerza y mi gran poder. Y
después de las palabras del Salvador en la cruz: Decía esas cosas y
permanecía allí fijo.

Q. 26: Que Dios juzga con la pre-ciencia[*]. Y lo contrario

AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: Porque


quiso Dios mostrar lo que va a hacer, etc. Por su pre-ciencia consideró que
debía ser condenado el faraón sabiendo que no se enmendaría; y eligió al
apóstol Pablo que iba a ser fiel. A algunos la gracia les es dada en uso,
como a Saulo; y aquellos a quienes el juez les dijo: Vuestros nombres
están escritos en el Cielo, y luego se retiraron.
Y TAMBIÉN: Sus nombres estaban escritos en el Cielo en razón de la
justicia a la que servían; pero según la pre-ciencia estaban en el número de
los malos. Dios juzga por la justicia, no por la pre-ciencia. Por eso le dijo a
Moisés: Si alguien pecó ante mí, lo borraré del libro de la vida; según la

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justicia del juez parece ser borrado cuando peca. Sin embargo, según la
pre-ciencia nunca había estado en el libro de la vida. Contrariamente
alguien parece que es inscrito entonces, cuando deja de ser malo, que
según la pre-ciencia nunca faltó.

Q. 27: Que la providencia de Dios es causa de las cosas. Y lo contrario

BOECIO, SOBRE LA CONSOLACIÓN, LIB. IV: Algunos dicen que


algo ha de suceder no porque la providencia ya lo ha previsto para el
futuro, sino que, por el contrario, porque eso va a suceder, no le puede
quedar oculto a la providencia y, de este modo esto resulta contrario a lo
anterior. Y no es necesario que suceda lo que se prevé sino que se prevea
lo que va a suceder.
Y TAMBIÉN: Parece absurdo que un evento de cosas temporales pueda
ser causa de la pre-ciencia eterna. ¿Qué diferencia hay entre opinar que
Dios va a prever algo porque va a suceder y que lo que sucedió fue causa
de su providencia?
ORÍGENES, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: Y a los que llamó… ¿Cómo es que justificó a los que llamó
si consta que muchos son los llamados y pocos los elegidos? Porque todos
han sido llamados, pero, sin embargo, no con un propósito. Los que fueron
llamados con buen propósito y buena voluntad, que practican el culto de
Dios, esos son los que se dicen llamados según un propósito. Si según un
propósito se refiere a Dios, es decir, según el propósito de Dios, que sabe
que hay en ellos una mente religiosa y un deseo de salvación, estos se dice
que son llamados, esto no parece contrario a lo que hemos expuesto. De
este modo la causa de nuestra salvación o perdición no consiste en la pre-
ciencia de Dios, ni la justificación dependerá de la sola vocación, ni se
quita totalmente de nuestra potestad el ir a la gloria. Si razonamos con
nuestra inteligencia común, no sucederá algo en el futuro porque Dios lo
sabe, sino que lo que sucederá Dios lo sabe antes de que suceda. Para que
sepas que no debe ponerse la causa de la salvación de cada uno en la pre-
ciencia de Dios, sino en su voluntad y sus actos, mira a Pablo que teme
que habiendo predicado a los demás él pueda ser réprobo; y por eso castiga
su cuerpo.

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Q. 28: Que nada sucede por azar. Y lo contrario

AGUSTÍN, OCHENTA Y TRES CUESTIONES, CAP. XXVI: Lo que


sucede por azar, sucede inesperadamente; lo que sucede inesperadamente
no sucede por providencia. Por lo tanto si en el mundo hay cosas que
suceden por azar, el universo no está administrado por la providencia.
Y TAMBIÉN: Ese bien, por cuya participación otras cosas son buenas, no
es bueno por otra cosa sino por sí mismo y lo llamamos también la
providencia divina. Nada sucede en el mundo por azar.
EL MISMO, RETRACTACIONES, CAP. I: No me agrada haber
nombrado tantas veces a la fortuna, aunque no quiero que con este nombre
se entienda alguna diosa, sino a un fortuito sucederse de las cosas. De allí
surgen algunas palabras, que ninguna religión prohíbe: fortuitamente,
desafortunadamente, por fortuna; todo hay que considerarlo bajo la
providencia divina. Me pesa haber allí nombrado la fortuna, que es una
pésima costumbre de la gente. Dicen fortuna donde debieran decir “así lo
quiso Dios”.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA CONCORDANCIA DE LOS
EVANGELISTAS, SOBRE MATEO: Nada es hecho por azar por parte
de aquel que todo lo dispone, aunque nadie entienda la causa. Por eso dice
el Señor: He venido para que los que no ven, vean y los que ven queden
ciegos. Esa es la actitud de las riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios,
con la cual, de la misma materia se construye un vaso de honor y otro de
contumelia; y que le dice a toda carne y a toda sangre: Oh hombre, ¿quién
eres tú para responderle a Dios?

Q. 29: Que la predestinación sólo debe interpretarse en cuanto al bien. Y


lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE LA PREDESTINACIÓN DE LOS SANTOS: La


predestinación es una preparación para la gracia, que sin la pre-ciencia no
podría darse; puede haber preciencia sin predestinación. Por la
predestinación Dios supo de antemano aquello que iba a hacer. Por eso se
dijo: Hizo las cosas que son futuras; tiene el poder de conocer de antemano
lo que todavía no hizo, como por ejemplo, todos los pecados. Por eso la
predestinación de Dios, que se refiere al bien, como dije, es una

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preparación para la gracia; por eso la gracia es un efecto de la
predestinación.
Y TAMBIÉN: Con el nombre de predestinación no se expresa ninguna
necesidad absoluta para la voluntad humana sino una disposición
sempiterna, misericordiosa y justa del obrar divino.
Y TAMBIÉN: Pudo creerse que Dios conoció de antemano a los
pecadores, porque nada pudo estar oculto para Él; pero sin embargo, no es
que haya predestinado a alguien al pecado. Porque si predestinase a los
hombres al pecado, no los podría castigar. En la predestinación de Dios ya
está dispuesta o una piadosa remisión o un justo castigo.
EL MISMO, EXPOSICIÓN DE ALGUNAS PROPOSICIONES
SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS: No
predestinó a ninguno sino al que supo que iba a creer.
EL MISMO, SOBRE JUAN: Vosotros no creéis, porque no sois de mis
ovejas. Dijo “no sois de mis ovejas”, porque los veía preparados para la
muerte eterna.
Y TAMBIÉN: Nadie las va a arrebatar de mis manos. ¿Qué podrá hacer
un ladrón? No podrá perder sino a los predestinados a la muerte eterna. De
aquellos de los que dijo el Apóstol: Conoce el Señor quienes son suyos,
que los conoció de antemano y los predestinó, sin embargo a los que
predestinó, etc. ni el lobo los arrebata ni el ladrón los roba ni el delincuente
los asesina.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. CIV: Son grandes las obras
del Señor, exquisitas en todos sus designios, de modo que por voluntad de
la criatura se hizo lo que el creador no quería y así se cumplió su voluntad;
empleando bien, como sumo bien, hasta los mismos males, para condena
de aquellos a los que justamente predestinó para el castigo y para salvación
de aquellos a los que predestinó para la gracia.
RESPUESTAS DE PRÓSPERO A RUFINO: En la pre-ciencia conoce
los bienes y los males.
Y TAMBIÉN: La predestinación es siempre sobre el bien, o para
retribución de la justicia o perteneciente a la condenación de la gracia.
Y TAMBIÉN: Puede, por lo tanto existir pre-ciencia sin predestinación;
pero no puede existir predestinación sin pre-ciencia.

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DE LOS DICHOS DE AMBROSIO SOBRE LA
PREDESTINACIÓN: Con todos estos testimonios es claro que los malos
están predestinados a la pena pero no al pecado, porque Dios es
predestinador de aquello que va a hacer; pero no predestinó lo que no hizo
ni hará.
Y TAMBIÉN: Predestinó a los impíos a la pena, y predestinó la pena para
ellos; pero no los predestinó al pecado, porque no es autor de una
iniquidad. Porque así como la justicia y todo el bien procede de Dios, así la
iniquidad y toda obra mala proceden del diablo.
Y TAMBIÉN, EL MISMO: A los inicuos que Dios supo de antemano
que terminarían esta vida en pecado, los predestinó al suplicio. Es de
alabar la predestinación de la venganza, para que se reconozca que el
hombre no está predestinado por Dios al pecado sino al castigo por causa
del pecado. Por lo tanto, Dios conoció de antemano todas las obras, buenas
o malas; pero sólo predestinó las obras buenas. Y las obras malas futuras
de aquellos, a quienes no predestinó al reino, sino a la muerte, las conoció
de antemano y las dispuso con su próvida bondad.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II CAP. VI: La
predestinación es doble, de los elegidos para el descanso y de los réprobos
para la muerte.
DE LOS DICHOS DEL MISMO: Dios pudo, según su voluntad,
predestinar a algunos a la gloria y otros al castigo. Pero a los que
predestinó al castigo, no los predestinó a la culpa.

Q. 30: Que también los pecados lo complacen a Dios. Y lo contrario

AMBROSIO A UTPERTO, SOBRE EL APOCALIPSIS, LIB. IX:


Dios les concedió a sus corazones hacer lo que les plazca y que puedan dar
su reino a la bestia, para que se cumplan las palabras de Dios. Los méritos
de las pasadas iniquidades exigen que los réprobos, a quienes Dios
permitió caer en el error, obren de tal modo que no merezcan el perdón de
Dios, sino el ser castigados por su justicia. Cumplen de este modo lo que le
agrada a Dios, y amando la iniquidad, que Dios odia, se preparan para ser
condenados por la justicia, que a Dios le place por sobre todo, cuando
dice: amaste la justicia y odiaste la iniquidad. A aquel a quien no puede
complacer la iniquidad, le agrada la justicia y con ella castiga las

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iniquidades perpetradas. Por lo tanto, aunque no le complazcan, hacen
aquello que a Él le grada.

Q. 31: Que Dios también es causa y autor de los males. Y lo contrario

EL SEÑOR, POR ISAÍAS: Yo soy el Señor, y no hay otro que haga la


luz o cree las tinieblas, que haga la paz o cree el mal; yo soy el Señor que
hace estas cosas.
EL PROFETA AMÓS: Y habrá un mal en la ciudad, que no lo hizo el
Señor.
SIMEÓN, A MARÍA SOBRE CRISTO: He aquí que este ha sido puesto
para ruina y resurrección de muchos.
Y EL MISMO CRISTO: Si no hubiera venido y no hubiera hablado, no
tendrían pecado.
Y EN OTRA PARTE: He venido a juzgar a este mundo, para que los que
no ven, vean y los que ven, queden ciegos.
Y EL APÓSTOL EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: Por lo cual
Dios los entregó a los deseos de sus corazones, a toda inmundicia, etc.
Y TAMBIÉN: Por lo cual Dios los entregó a pasiones ignominiosas, etc.
Y POCO DESPUÉS: Los entregó Dios a un sentir réprobo, etc.
EL MISMO, MÁS ADELANTE: Lo que buscaba Israel no lo consiguió;
pero siguió la elección; los demás quedaron ciegos, tal como está escrito:
Dios les dio el espíritu de compunción, para que tengan ojos y no vean y
oídos y no oigan hasta el día de hoy.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS: Si es claro
nuestro Evangelio, lo es acerca de los que perecen, pues Dios encegueció
las mentes de los infieles de este siglo para que no luzca para ellos la
iluminación de la gloria de Cristo.
AGUSTÍN, CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y DE LA NUEVA
LEY, CAP. LXXXVI: Se afirma que Dios es el que hace todo lo que
permite, porque si no lo permitiese no sucedería. Por eso dice el Señor a
Pilatos: No tendrías potestad sobre mí si no te fuese dada desde lo alto.

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EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN: Nada sucede si no lo quiere el
omnipotente, ya sea permitiendo que suceda o haciéndolo él mismo. Y no
hay duda que Dios obra bien, aun actuando permite que algunas cosas se
hagan mal. Pues eso no se haría sin su permiso. Y claramente es bueno
todo lo que es conforme a un juicio justo.
Y TAMBIÉN: Si esto no fuese bueno, de ningún modo el bien
omnipotente permitiría que hubiese males.
EL MISMO, SOBRE LA GRACIA Y EL LIBRE ALBEDRÍO: Si se
lee con atención la Escritura divina, esta enseña que las voluntades de los
hombres de tal modo están en la potestad de Dios, que a los que quiere y
cuando quiere los inclina sea para recibir ciertos beneficios o para cargar
con ciertas penas, Pues encontramos que ciertos pecados son también
penas de otros pecados; como son los vasos de ira que, como dice el
Apóstol, son perfectos para la perdición; como es el endurecimiento de
Faraón, cuya causa fue para demostrar en él el poder.
Y TAMBIÉN: Y dijo David: He aquí que mi hijo quiere mi vida, hijo de
Benjamín. Dejadlo que maldiga, pues Dios le dijo. ¿Cómo le dijo el Señor
a este hombre que maldiga? No lo dijo como una orden, porque entonces
se alabaría la obediencia, sino porque con un juicio justo y oculto aceptó
su mala voluntad hacia el pecado.
Y TAMBIÉN: Dijo Dios por Ezequiel: Si el profeta se equivoca y habla,
yo, el Señor, lo exterminaré de en medio de mi pueblo Israel.
Y TAMBIÉN: En la Epístola de Pablo a los romanos: Por eso los entregó
Dios, etc. Y en la segunda a los tesalonicenses dice acerca de algunos:
porque no recibieron el amor de la verdad, les enviará la obra del error,
para que crean la mentira y sean juzgados todos los que no creyeron la
verdad y aceptaron la iniquidad.
EL MISMO, SOBRE LA GRACIA Y EL LIBRE ALBEDRÍO: Está
escrito en los Proverbios: El corazón del rey está en la mano de Dios; lo
inclina hacia donde quiere. Y en el salmo se lee sobre los egipcios: Movió
su corazón para que odiasen a su pueblo y obraran el mal contra sus
siervos, etc. Y también el Apóstol: Por eso los entregó Dios a los deseos de
sus corazones, a la inmundicia. Es suficiente con estos testimonios, según
creo, para ver cómo Dios se manifiesta obrando en los corazones de los
hombres para inclinar sus voluntades adonde quiere, sea hacia las cosas

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buenas con su misericordia, o a las malas por los merecimientos de ellos, a
veces con un juicio abierto, a veces con un juicio oculto, pero siempre
justo. Por eso, cuando leéis que Dios seduce a los hombres o les endurece
los corazones, no dudes que han precedido sus malos merecimientos para
sufrir esto con justicia, y no incurráis en aquello del proverbio de
Salomón: La necedad del hombre le hace errar sus caminos; pero es Dios
quien obra en su corazón.
EL MISMO, SOBRE LA CORRECCIÓN Y LA GRACIA: Los
elegidos son para reinar con Cristo; no como Judas, para la obra que le
correspondía; fue elegido por aquel que sabe hacer el bien de los males, de
modo que por la obra condenable de él, se cumpliera la obra venerable
para la que había venido. Cuando oímos: ¿No os he elegido a vosotros, los
doce? Uno de vosotros es un diablo; debemos entender que unos fueron
elegidos por misericordia y aquel para juicio. A ellos los eligió para su
reino, y a este otro para derramar su sangre.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE XX CUESTIONES DEL
ÉXODO: La causa de la dureza del corazón del faraón no sólo fue que los
adivinos hacían cosas similares, sino también la misma paciencia de Dios,
que ordenaba su paciencia según los corazones, para algunos útil para
arrepentirse, para otros, inútil para resistir a Dios y perseverar en el mal.
JERÓNIMO, A CASTRICIANO: Hay un gran enojo cuando Dios no se
muestra airado con los pecadores.
Y TAMBIÉN: Es un castigo cuando el pecador es dejado a su propia
voluntad. Por eso los pecados de los padres caen sobre la tercera y cuarta
generación, al no querer castigar inmediatamente a los pecadores, dejando
sin castigo a los primeros y aplicándolo a los posteriores.
EL MISMO, SOBRE OSEAS, LIB. I: Es una gran ofensa si después del
pecado no se merece la ira de Dios.
Y TAMBIÉN: Y Él está tan airado que de ninguna manera castiga a los
delincuentes.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II CAP. XVIII: Los
pecados precedentes son causa de delitos subsiguientes, y los que siguen
son castigo de los que preceden. Esa misma pena es llamada
endurecimiento, proveniente de la justicia divina. Por eso dice el profeta:
Endureciste nuestro corazón para que no te temiéramos. Y así también dice

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el Apóstol: Porque no recibieron la verdad de Dios, Dios les infundió el
espíritu del error. Dios hace que algunos pequen pero es en aquellos en los
que esos pecados ya precedieron, para que merezcan ir a un mal peor por
su justo juicio.
DEL LIBRO III DE LOS REYES: Dijo el profeta Miqueas: Escucha las
palabras del Señor. He visto al Señor sentado sobre su alto solio y a todo el
ejército del Cielo a su servicio, a la derecha y a la izquierda. Y dijo el
Señor: ¿Quién engañará a Acab, rey de Israel, para que suba y caiga en
Ramith Galaad? Y uno dijo esas palabras y otro, otras distintas. Y salió el
espíritu y se paró ante el Señor y dijo: Yo lo engañaré. Al cual le habló el
Señor: ¿Cómo? Y él dijo: saldré y seré un espíritu de mentira en la boca de
todos sus profetas. Y dijo el Señor: Lo engañarás y tendrás éxito; sal y
obra de ese modo. He aquí que el Señor puso al espíritu mendaz en la boca
de todos los profetas que están aquí, y el Señor declaró el mal contra ti.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: Por eso los abandonó Dios; no porque él sea la causa sino
que por longanimidad y paciencia, no imponiendo su venganza, soporta
que obren según la voluntad de su corazón. Se dice abandonar cuando no
retiene a los delincuentes, según dijo: los abandoné a los deseos de su
corazón.
AGUSTÍN, LXXXIII CUESTIONES, CAP. XXII: Si Dios es autor del
mal. El que es autor de todas las cosas que existen y de cuya bondad
depende que sea todo lo que es, de ninguna manera puede corresponderle a
Él el no ser. A todo lo que carece de algo le falta algo del ser y tiende al no
ser. Es bueno lo que es y no le falta nada y es malo aquello a lo que algo le
falta. Pero aquel a quien no pertenece el no ser no es causa de la
deficiencia, es decir, de tender al no ser, porque, por así decir, es causa del
ser; es sólo causa del bien y, por lo tanto, es el sumo bien. Por eso no es
autor del mal, porque es autor de todas las cosas, que, en la medida que
son, son buenas.
SOBRE LA PREDESTINACIÓN DIVINA: “Que Dios endurece el
corazón de quien le place” no debe entenderse como que Dios pone un
endurecimiento del corazón en alguien que no lo tenía. ¿Qué otra cosa es
la dureza sino dejar de cumplir los mandatos de Dios?
Y TAMBIÉN: Se dice que endurece a aquel que no quiere ablandar y se
dice que enceguece a aquel que no quiere iluminar y que es rechazado el

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que no quiere llamar.
CRISÓSTOMO, SOBRE MATEO: Es semejante el reino de los cielos a
un rey de hombres que preparó las nupcias para su hijo, y lo demás: Todo
lo malo carece de sustancia y no es nada.
Y TAMBIÉN: Ninguna cosa puede provenir de lo malo. Si lo malo no es
nada ¿cómo puede hacer alguna cosa? Sin embargo, puede haber una
pérdida en la cosa en la que está lo malo, retirarse lo bueno por causa del
mal que está en ella, y así encaminarse hacia la nada. Por lo tanto, la cosa
en la que sólo hay bien, es inmortal. El hombre fue creado con el bien y
con el mal para que, despreciando el mal, siga el bien pues para eso tiene
la merced del albedrío.
GREGORIO, SOBRE EZEQUIEL, HOMILÍA XI: Debemos
considerar con temor cómo Dios, al airarse contra los pecados pasados,
permite que la mente obcecada caiga en otros. Por eso dice Moisés:
Todavía no se han completado los pecados de los amorreos. También
David: pon sus injusticias una sobre otra y no entrarán en tu justicia. Pablo
dice: Para que se completen tus pecados. También a Juan un ángel le dice:
El que daña, que dañe todavía y el que está en la sordidez, que siga en ella.
Por eso también ahora dice el Señor: si alguien se aparta de su justicia y
comete una iniquidad, pondré un obstáculo ante él. Como si dijese
abiertamente: Como no quiso hacer penitencia después de pecar, lo
abandono con un juicio justo para que vuelva a pecar. Dios no impulsa de
ninguna manera al pecado pero no quiere librar de un pecado; como se
dice del faraón: Yo endureceré su corazón. El Señor no endurece el
corazón del pecador cuando no lo libra del endurecimiento.
RESPUESTAS DE PRÓSPERO A RUFINO, CAP. III: Lo que viene de
Dios sólo es bueno, y lo que es bueno no es causa del mal. No opina, pues,
rectamente el que juzga que el dador de la vida sea autor del pecado para
los que caen en él. No fueron abandonados por Dios para que dejaran a
Dios sino que lo abandonaron y fueron abandonados.

Q. 32: Que Dios todo lo puede. Y lo contrario

CRISÓSTOMO, DE SUS XXVI HOMILÍAS, SOBRE LA


EXPOSICIÓN DEL SÍMBOLO, QUE COMIENZA “LA IGLESIA
UNIVERSAL SE ALEGRA”: Creo en Dios, padre omnipotente. Creéis

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que Dios es omnipotente; su poder no tiene nada que no pueda hacer; sin
embargo, hay cosas que no puede hacer: engañarse, engañar, mentir,
ignorar, tener principio y fin, no perecer, olvidar cosas pasadas, no
ocuparse de las cosas presentes, no conocer las futuras; y no puede negarse
a sí mismo. He aquí cuántas cosas no puede hacer. Por eso, sin embargo,
es omnipotente, porque no puede hacer las cosas antes mencionadas.
EL MISMO, HOMILÍA XXVIII, SOBRE LA EXPOSICIÓN DEL
SÍMBOLO, QUE COMIENZA “SOBRE LA FÁBRICA DE TODA
LA IGLESIA”: Creo en Dios, padre omnipotente. Se dice omnipotente
porque su poder no tiene nada que no pueda hacer, como dice el profeta:
Todo lo que quiso, lo hizo. Esa es su omnipotencia, o sea que todo lo que
quiere, lo hace.
JERÓNIMO, EN LA EPÍSTOLA A EUSTOQUIO: Voy a expresarme
con audacia: Dios todo lo puede, pero no puede recuperar a una virgen
después de su ruina; puede librar de la pena pero no coronar a una
corrupta.
AMBROSIO A CROMATIÓN: Es imposible mentirle a Dios; esto es
imposible no por debilidad sino por su fortaleza y majestad, porque la
verdad no recibe la mentira. Esto es imposible para su plenitud; de lo que
se deduce que eso es imposible para un Dios potentísimo. ¿Qué hay más
poderoso que ignorar lo que corresponde a la debilidad? Hay sin embargo,
algo débil de Dios que es más fuerte para los hombres; y es necio para
Dios cuanto más sabio es para los hombres. Pero esto es de la cruz,
aquello, de la divinidad.
AGUSTÍN, CONTRA LA EPÍSTOLA DE GAUDENCIO: ¿Por qué
esto no puede suceder sino porque no puede de ningún modo hacerse con
justicia? Así decimos, ¡Ojalá pudiera matarme a mí mismo! Y así el Señor
le dijo a Lot: No podré hacer eso, hasta que tú entres allá. Dijo no poder,
aunque sin duda lo podía con su potencia pero no con su justicia.
AGUSTÍN, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XCVI: No por otra cosa es
llamado con verdad omnipotente sino porque puede todo lo que quiere y
ningún efecto de la voluntad del omnipotente puede ser impedido por la
voluntad de una criatura.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE EL ESPÍRITU Y LA LETRA:
No puede hacer cosas injustas porque Él es la suma justicia y la suma

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bondad. Es, por cierto, omnipotente, no porque pueda hacer todas las
cosas, sino porque puede hacer lo que quiere, de modo que nada puede
resistirse a su voluntad e impedir de alguna manera que esta se cumpla.
EL MISMO, EN CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y DE LA NUEVA
LEY, CAP. CLIX: Pues Dios puede hacer todas las cosas pero sólo hace
lo que conviene a su verdad y a su justicia.
EL MISMO, EN EL TRATADO SOBRE EL SÍMBOLO: Dios no
puede morir, no puede cambiar, no puede fallar.

Q. 33: Que no se puede resistir a Dios. Y lo contrario

EL SALMISTA: Tú eres terrible; ¿quién te puede resistir?


ESTER: Señor, rey omnipotente, todo está puesto en tu dominio, y no hay
quien pueda resistir a tu voluntad.
EL APÓSTOL, A LOS ROMANOS: ¿Quién resiste a su voluntad?
EL SALMISTA: Protégeme de quienes resisten a tu diestra.
ESTEBAN, EN LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: Vosotros
siempre resistís al Espíritu Santo, como vuestros padres.
MARCOS: Jesús les decía que no hay profeta sin honor sino sólo en su
patria y entre sus parientes y en su casa. Y no podía allí mostrar ningún
prodigio, sino imponer las manos a unos pocos enfermos curándolos. Y se
admiraba de la incredulidad de ellos.

Q. 34: Que Dios no tiene libre albedrío. Y lo contrario

JERÓNIMO A DÁMASO, SOBRE EL HIJO PRÓDIGO: A nadie le


parezca peligroso y a nadie le parezca blasfemo si hemos dicho que el mal
de la envidia se filtró también entre los apóstoles ya que también lo
sabemos de los ángeles. Los astros no están limpios en su presencia y
encontró algo perverso en los ángeles. Y en los salmos: Ningún ser
viviente será justificado en tu presencia. No dice ningún hombre sino
ningún ser viviente, es decir, evangelista o apóstol —sino todo ser—
ángeles, tronos, dominaciones, y todas las demás potestades. Sólo Dios es

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aquel en el que no hay pecado. Los demás, teniendo libre albedrío, pueden
inclinar su voluntad en ambos sentidos.
EL MISMO, A PAULA Y EUSTOQUIO, SOBRE LA EXPOSICIÓN
DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A FILEMÓN: De ese modo su bien no
sería por necesidad sino voluntario. Lo que muchos se preguntan sobre
este lugar, puede resolverse. Si Dios es bueno voluntariamente y no por
necesidad, al hacer al hombre a su imagen y semejanza debió hacer que
fuese bueno voluntariamente y no por necesidad. Pero pues, según dicen,
si el hombre debió ser hecho semejante a Dios, piden que tuviera libre
albedrío, como lo tiene Dios. Pero según lo que ellos infieren, debió lo que
resulta manifiesto que postulan cosas contrarias entre sí. Ser hecho de tal
manera, que no pudiera recibir el mal, atribuyéndole sólo la necesidad del
bien, porque de otro modo no sería semejante a Dios.
AGUSTÍN, OCHENTA Y TRES CUESTIONES, CAP. IV: Es mejor el
hombre que es bueno por su voluntad, que el que es bueno por necesidad.
Por lo tanto, debió dársele al hombre la libre voluntad.
EL MISMO, SOBRE EL GÉNESIS: Era menester, de este modo, que el
hombre fuera hecho capaz de hacer el bien y el mal; pero si no pudiese
querer el mal no por eso carecería de libre albedrío. Pues sería mucho más
libre el arbitrio si no pudiera servir al pecado. Y no debe ser llamada
voluntad libre, porque de tal manera queremos ser felices que no podemos
no sólo no querer ser miserables sino tampoco podamos serlo.
EL MISMO, LA CIUDAD DE DIOS, LIB. XXII: Esa ciudad feliz tendrá
en sí misma un gran bien, porque ningún inferior envidiará a un superior,
así como ahora los ángeles no envidian a los arcángeles. No por eso
dejarán de tener libre albedrío aunque no puedan deleitarlos los pecados;
será tanto más libre del deleite de pecar teniendo el placer de no pecar.
Y TAMBIÉN: Así como hubo una primera inmortalidad, de poder no
morir, que Adán perdió al pecar, así habrá una última, de no poder morir;
así hubo un primer libre albedrío, de poder no pecar y habrá un último
libre albedrío de no poder pecar.
Y TAMBIÉN: ¿Acaso se puede negar que Dios tenga libre albedrío por el
hecho de que no puede pecar? Todos en esa ciudad tendrán voluntad libre,
liberada de todo mal, llena de todo bien, olvidada de las culpas y olvidada
de las penas. Pero no olvidada de su liberación para no ser ingrata con su

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liberador. Recordaba sus males pasados, por lo que se refiere al
conocimiento racional; pero absolutamente olvidado de las experiencias de
los sentidos.
EL MISMO, LA CORRECCIÓN Y LA GRACIA: ¿Qué cosa más libre
que el libre albedrío cuando no puede servir al pecado? Esa merced es la
que le espera al hombre y ahora la tienen los ángeles y los santos.
Y TAMBIÉN: La primera libertad de la voluntad era poder no pecar; la
última será mucho mayor, no poder pecar.
Y TAMBIÉN: A él se le dio la libre voluntad sin pecado, con la que fue
creado, pero él la hizo servir al pecado. Y siendo su voluntad la de servir al
pecado, fue liberada por aquel que dijo: si el Hijo os libera, seréis
verdaderamente libres.

Q. 35: Que cuando falta la voluntad de Dios también falta el poder. Y lo


contrario

DE LA VIDA DE SAN JERÓNIMO, QUE EMPIEZA ASÍ,


“NUESTRO JERÓNIMO”: San Jerónimo procuró guiar a Eustoquio a
cosas más elevadas por medio de sus exhortaciones: Dios todo lo puede,
pero no puede devolver una virginidad perdida; que Dios no puede o no
quiere debiera decirse con otros términos. Cierto sabio le dijo a Dios: Tú
eres dominador de la virtud, juzgas con tranquilidad, y dispones con gran
reverencia. Tienes la capacidad de poder, cuando lo quieres. Cuando no
hay un querer de Dios, falta el poder. Siendo Dios de naturaleza inmutable,
su voluntad es también inmutable.
AGUSTÍN, EN EL TRATADO SOBRE EL SÍMBOLO: El omnipotente
solamente no puede hacer lo que no quiere.
Y TAMBIÉN: Como he dicho que el omnipotente sólo no puede hacer lo
que no quiere, temo que alguien pueda decir que afirmé temerariamente
que en Dios hay algo que no puede hacer. Esto también lo dijo el Apóstol:
Si no creemos, aquel que permanece fiel no puede negarse a sí mismo,
porque no lo puede querer. La justicia no puede querer hacer lo que es
injusto.
Y TAMBIÉN: Si, por lo tanto, puede haber algo que Él no quiere, no es
omnipotente. Pero realmente es omnipotente; por lo tanto, puede todo lo

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que quiere y no puede existir lo que no quiere; y por eso es llamado
omnipotente, porque puede todo lo que quiere.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. XIII, CAP. X: Hay quienes
dicen que no le faltó a Dios otra manera de liberar a los hombres que hacer
que su Hijo unigénito se hiciese mortal y padeciese la muerte. No es
suficiente para refutar esto decir que este modo por el que Dios se dignó
liberarnos fue realmente bueno. No le hubiera faltado a Dios otro modo,
porque todo está sujeto a su potestad, pero no había otro modo que fuese
más conveniente para salvar nuestra miseria. ¿Por qué no se elegiría
principalmente este modo, de la muerte de Cristo, dejados de lado otros
innumerables modos que podría haber usado el omnipotente?
Y TAMBIÉN: Podía ciertamente Dios recibir como mediador entre Dios y
el hombre a alguien que no fuese del género de Adán así como el que creó
primero no era de ningún género anterior. Podría por cierto, de este modo
o de otro que quisiera, crear alguien que fuera vencedor del anterior
vencido, pero Dios creyó mejor asumir un hombre del mismo género del
que había sido vencido.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
LA NUEVA LEY: Dios pudo hacer todas las cosas al mismo tiempo, pero
la razón lo prohibía.
Y TAMBIÉN: Podía mezclar el alma con el limo de la tierra y así formar
el cuerpo pero eso debilitaba a la razón, porque primero convenía preparar
la casa y allí introducir al habitante.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN: La voluntad del omnipotente
nunca puede ser mala. Además, puede hacer muchas cosas que no hace ni
quiere hacer. Pudo hacer que doce legiones de ángeles lucharan contra
aquellos que lo capturaron.
EL EVANGELISTA MATEO: ¿O pensáis que no puedo rogar a mi
padre y me enviaría al instante más de doce legiones de ángeles?
Y TAMBIÉN: Entonces se verá con una clarísima luz de sabiduría lo que
ahora muestra la fe, que la voluntad de Dios es ciertamente inmutable y
eficacísima que puede hacer muchas cosas pero no quiere, pero nada hay
que quiera y no pueda hacer.

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EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE EL ESPÍRITU Y LA LETRA:
Me parece según creo, no dudes que nunca sucedió que pasara un camello
por el ojo de una aguja, y, sin embargo, él dijo que para Dios eso era
posible.
Y TAMBIÉN: Si esto puede añadirse a lo que se lee en el libro de la
Sabiduría, a saber, que Dios podía ejercer muchos nuevos tormentos sobre
los impíos, estando la creación entera a sus órdenes, y sin embargo no lo
hizo. También puede hacer lo que se dice que la fe puede transportar un
monte al mar, pero no leemos ni oímos que eso haya sucedido. Cualquiera
de estos que diga que hay algo imposible para Dios, ves que está en un
error, y habla en contra de la fe en la Escritura. Muchas otras cosas
parecidas se le pueden ocurrir al que lee o piensa, es decir, que no
podemos negar que hay cosas posibles para Dios, aunque no haya un
ejemplo de que se hicieron.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA NATURALEZA Y LA
GRACIA: El Señor resucitó a Lázaro; sin duda pudo hacerlo. Y si no
resucitó a Judas ¿podrá decirse acaso que no pudo? Pudo, pero no quiso; si
hubiese querido, lo hubiese hecho con ese mismo poder, porque el Hijo
vivifica a quienes quiere.

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Q. 36: Que todo lo que Dios quiere, lo hace. Y lo contrario

DAVID, EN EL SALMO CXXXIV: Todo lo que quiso el Señor lo hizo


en el Cielo y en la Tierra, etc.
Y EL APÓSTOL, A LOS ROMANOS: ¿Quién resiste a su voluntad?
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA PRIMERA A TIMOTEO: Esto es
bueno y aceptable para Dios nuestro salvador, que quiere que todos los
hombres sean salvos, etc.
Y LA VERDAD MISMA, HABLANDO A JERUSALÉN: ¡Cuántas
veces quise congregar a tus hijos! Etc.
JERÓNIMO, SOBRE DANIEL, EN LA TERCERA VISIÓN,
DONDE ASÍ HABLA DE DIOS Y DE NABUCODONOSOR: Según su
voluntad obra en el Cielo y en la Tierra; no hay quien resista a su mano y
diga: ¿por qué lo hiciste? Habla como un hombre del siglo. No hace lo que
quiere, sino lo que es bueno, eso es lo que Dios hace. Nabucodonosor así
habló, para que, mientras predica la potencia de Dios, parezca argüir su
justicia y que sufrió castigos sin merecerlo.

Q. 37: Que nada se hace si Dios no lo quiere. Y lo contrario

DE LAS PALABRAS DEL PROFETA HABACUC: Señor, digo que


nada se hace sin ti y que el impío no tiene tanto poder si tú no lo quieres.
Siendo el creador y señor de todas las cosas, es necesario que tú hagas lo
que sin ti no puede hacerse.
AGUSTÍN, EN EL LIBRO SOBRE EL ESPÍRITU Y LA LETRA:
Algunos infieles obran contra la voluntad de Dios ya que no creen en su
Evangelio.
EL MISMO, LA CIUDAD DE DIOS, LIBRO XXII: Muchas cosas se
hacen contra la voluntad de Dios pero es tan grande su sabiduría y tanta es
su potencia de modo que todas esas cosas que Él supo de antemano
tiendan a buenos y justos resultados, aunque esas cosas parecían oponerse
a su voluntad.

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Y TAMBIÉN: Dios que obra en nosotros el querer.
Y TAMBIÉN: Según esta voluntad, ya que decimos que Dios hace que
otros quieran, hay muchas cosas que no hace Él. Sus santos quieren que
sucedan muchas cosas, inspirados por Él con su santa voluntad, y no
suceden; y oran pía y santamente algunos y no sucede lo que piden en la
oración.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN: A veces el hombre con buena
voluntad quiere algo que Dios no quiere, como si un buen hijo quiere que
su padre viva y Dios, con buena voluntad, quiere que muera. Y también
puede ser que el hombre quiere algo con voluntad mala y Dios lo quiere
con voluntad buena; como si un mal hijo quiere que su padre muera y Dios
también lo quiere.
Y TAMBIÉN: Quiere que todos los hombres sean salvos; como si dijera
que nadie sea salvo sino el que quiere que sea salvo. O como dicho con
certeza, que todos los hombres, es decir, de cualquier clase de hombres,
sean salvos.

Q. 38: Que Dios todo lo sabe. Y lo contario

EL APÓSTOL, A LOS HEBREOS, SOBRE EL ESPÍRITU DE DIOS:


Todas las cosas están desnudas y abiertas a sus ojos, etc.
DEL LIBRO DE LAS SENTENCIAS DE PRÓSPERO, CAP.
CCLXXXI: Cuando el Salvador dice que no cae un pájaro a la tierra sin la
voluntad de Dios, y que el heno del campo que será enviado al horno
dentro de poco tiempo y Él sin embargo, los alienta y los viste, ¿no está
confirmando que no sólo toda la parte del mundo dedicada a las cosas
mortales y corruptibles, sino que también las más viles y abyectas
partículas están regidas por la providencia divina, para no ser perturbadas
por movimientos fortuitos aquellas cosas cuyas causas no comprendemos?
JERÓNIMO, EXPONIENDO ESTAS PALABRAS SOBRE EL
PROFETA HABACUC: Señor, limpios son tus ojos para que no veas el
mal y no puedas mirar la iniquidad. ¿Por qué no miras a los que obran
iniquidades mientras el impío devora al más justo? Harás a los hombres
como los peces del mar y los reptiles de la tierra que no tienen un príncipe.
No digo que pueda suceder algo sin ti y que sin tu voluntad sea tan grande

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el poder del impío. Siendo, pues, señor y creador de todas las cosas, es
necesario que hagas lo que sin ti no puede hacerse. No es que el profeta
sienta de esa manera sino que expresa en su persona la impaciencia
humana, así como el Apóstol asume en sí muchas personas. Así dice:
Hermanos, me transfiguré en Apolo, etc. De otro modo no puede Dios
tener a los hombres como peces del mar y como reptiles que no tienen
príncipe, cuyos ángeles cotidianamente ven el rostro del Padre que está en
los cielos. Así como en los hombres, en general, también la providencia
corre para cada uno, y también para el resto de los animales tiene una
disposición general y así podemos entender el orden y el curso de todas las
cosas; por ejemplo, como nazca la multitud de los peces y vivan en las
aguas; como se originen los reptiles y cuadrúpedos en la tierra y de qué se
alimenten. Pero es absurdo considerar que la majestad de Dios conozca en
detalle cuántos mosquitos nacen y cuántos mueren; cuántas chinches,
pulgas y moscas existan; cuántos peces estén nadando en el agua y que los
mayores deban preceder a los menores. No seamos tan fatuos aduladores
de Dios para que, mientras aplicamos su poder a cosas tan ínfimas nos
injuriemos a nosotros mismos mencionando esa providencia de cosas
irracionales. Por eso hay que considerar que es una necedad ese libro
apócrifo en el que está escrito que cierto ángel llamado Tiri gobierna a los
reptiles e igualmente se les asignan ángeles custodios propios a los peces,
a los árboles y a todos los animales.

Q. 39: Que las obras de los hombres son nada. Y lo contrario

AGUSTÍN, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. IX: Es suficiente para el


cristiano, sobre las causas de las cosas creadas, conocer la bondad del
creador, que es Dios, y que no hay ninguna naturaleza que sea Él o
proceda de Él.
EL MISMO, SOBRE LAS COSTUMBRES DE LA IGLESIA
CATÓLICA: La criatura, exclama Pablo, está sujeta a la vanidad, y no
puede separarnos de la vanidad y conectarnos con la verdad lo que está
sujeto a la vanidad. Esto nos lo da el Espíritu Santo. Por lo tanto no es una
criatura, porque todo lo que es, o es Dios o es una criatura.
PABLO, EPÍSTOLA PRIMERA A LOS CORINTIOS: Sabemos que
nada es un ídolo en el mundo.

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DE LOS HIMNOS DE PRUDENCIO:
Isis, Apolo, Venus, no son nada,
el mismo Maximiano no es nada;
aquellos son nada porque fueron hechos manualmente,
este por coleccionar objetos hechos por manos.
DEL SALMO CXIII: Los simulacros de los gentiles son plata y oro,
hechos por sus manos.

Q. 40: Que Dios cambia de lugar o tiene un lugar. Y lo contrario

EL PROFETA: Saldrá el Señor de su lugar santo, etc.


LA VERDAD POR SÍ MISMA: Porque bajé del Cielo no para hacer mi
voluntad, etc.
Y TAMBIÉN EL APÓSTOL: ¿Cómo asciende si no es porque descendió
primero a las partes inferiores de la Tierra, etc.?
AGUSTÍN, LA CIUDAD DE DIOS, LIB. XVI: Dios no cambia de lugar
porque siempre está en todas partes por entero y se dice que desciende
cuando realiza algo inusual sobre la Tierra.
El MISMO, A DÁRDANO: Dios está, pues, difundido en todas partes.
Dice, por el profeta: Yo ocupo el Cielo y la Tierra. Y sobre su sabiduría
está escrito: Se extiende desde un confín hasta otro. Y también está escrito:
El Espíritu del Señor llenó todo el orbe de las tierras. Y en el salmo:
¿Adónde me apartaré de tu espíritu? etc. Si subo a los cielos, etc. Dios está
sustancialmente en todas partes.
Y TAMBIÉN: Hay que confesar que Dios está en todas partes por la
presencia de su divinidad pero no en todas partes por la gracia de su
presencia.
Y TAMBIÉN: No debe tomarse con negligencia lo que dijimos de que
Dios en sí mismo está por entero en todas partes. Se dice que está en todas
partes porque no está ausente de ninguna parte de las cosas; por eso está
entero porque está por igual en cada parte. Se dice que están lejos de Él los

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que, por el pecado, dejaron de ser semejantes y que están cercanos a Él los
que viviendo piadosamente reciben su semejanza.
Y TAMBIÉN: Debe exponerse con más claridad lo que añadimos
diciendo “en sí mismo”. Decimos en sí mismo porque no está contenido
por las cosas en las que está presente como si no pudiera estar sin ellas.
Quita los espacios de lugar a los cuerpos y ya no existirán. Quita los
cuerpos a las cualidades de los cuerpos y ya no estarán donde están y
necesariamente dejarán de ser.
EL MISMO, A VOLUSIANO: El Verbo de Dios está por entero en todas
partes. Viene, cuando se manifiesta; se retira, cuando se oculta.
JERÓNIMO, EN EL BREVIARIO MAYOR DEL SALTERIO,
SALMO XXX: ¿Acaso Dios es local? Es local y no lo es. Es local para los
que se llegan a Él: no lo es, porque está en todas partes.

Q. 41: Que el mismo Dios es el que se aparecía a los antiguos. Y lo


contrario

HISTORIA ECLESIÁSTICA, CAP. I: Se sabe que se mostró


anteriormente a muchos, pero en forma más evidente y familiar a Abraham
y a su gente, en cuanto era posible, Dios se apareció a los hombres, porque
se le apareció a Abraham como un hombre cualquiera cuando estaba
sentado sobre una roca en Mambre. Él levantándose al ver al hombre,
adoró a Dios y lo veneró como a Dios. Atestigua con su propia voz no
ignorar la presencia divina, diciendo: Dominador, Señor, etc. La razón de
esta dispensación luego completada más plenamente, designa que todas
estas cosas no deben ser referidas al Padre sino al Hijo en la carne. Y
también el profeta: Envió a su Verbo, etc. Cuando se le apareció a Jacob
las Escrituras lo designan como Dios, diciendo: Tu nombre será Israel,
porque luchaste con Dios. Y poco después dice: Vio al Señor cara a cara,
etc. Y no es lícito sentir estas cosas ni de algún ángel o alguna de las
virtudes celestiales. La palabra divina no recuerda a ninguno de ellos como
Dios o Señor, cuando se aparecieron a los hombres por mandato divino.
Este también le respondió claramente a Moisés cuando preguntó quién era,
diciendo: Soy el príncipe de la milicia de las virtudes del Señor. Cuando el
siervo, como convenía, al oír eso lo adoró, le dijo que le soltara la correa
de su calzado, etc. En esto hay que considerar la semejanza de las órdenes,

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pues no era otro aquí que el que le había dicho a Moisés desde la zarza: No
te acerques; desata mi calzado, etc. Y añadió: Yo soy el Dios de tus
padres, etc. Quedó claro con esto que lo que se designaba era el Verbo de
Dios y Dios mismo.
JERÓNIMO, A MARCELINO Y ANASIQUIA: Era el Dios sempiterno
el que fue visto por Adán y el que habló con Jacob.
EL MISMO, A DÁMASO: Según esto hemos visto al mismo Señor y a
los ángeles transformados en figuras humanas para no atemorizar a
quienes los veían.
DE LA EPÍSTOLA DEL BIENAVENTURADO HILARIO
DESTINADA A DIVERSAS PROVINCIAS, QUE COMIENZA ASÍ
“A LOS DILECTÍSIMOS Y MUY BIENAVENTURADOS
HERMANOS”: Si alguien dice que Jacob haya luchado no con un hijo, o
sea, un hombre, sino con el Dios inasible, o sea, su padre, sea anatema.
EL MISMO EN EL XII SOBRE LA TRINIDAD: Aquí también a
menudo se produce un error cuando se sostiene, por la autoridad profética,
que el Dios unigénito es una criatura, pues la persona de la sabiduría dijo:
El Señor me creó como inicio de sus caminos.
Y TAMBIÉN: Veamos por lo tanto que la sabiduría nacida de Dios antes
de los siglos haya sido creada en el tiempo para qué caminos y para qué
obras. Adán oyó la voz del Señor que caminaba en el Paraíso. ¿Crees que
los pasos del caminante no fueron oídos como los de verdadera criatura,
sino bajo la apariencia de una cosa creada?
Y TAMBIÉN: Un ángel le habla a Agar y ciertamente es el mismo Dios.
¿Acaso cuando parece ser un ángel no es de la misma naturaleza por la
cual es Dios? ¿Pero qué diré del ángel? Un hombre se acercó a Abraham.
¿Acaso Cristo no es el mismo en su forma de creación según un hombre
que en su condición de Dios? Habla como hombre, tiene un cuerpo y se
alimenta con comida pero sin embargo, es adorado como Dios. Se entiende
claramente la diversidad de la criatura asumida, dado que antes fue un
ángel y fue un hombre, y esta no es la apariencia natural de Dios. Está ante
Jacob hasta el momento de la lucha con apariencia humana, extiende la
mano, utiliza sus miembros, curva su cuerpo, y procede al igual que
nosotros en todos sus movimientos y pasos. Y él mismo después se
muestra a Moisés en forma de fuego. Recorre los tiempos y mira cómo se

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apareció a otros en forma de criatura humana. Caminó los caminos de Dios
y realizó sus obras para nuestro conocimiento de Dios y provecho de
nuestra eternidad. También Dios, que es fuego consumidor, a todos estos
se les aparece como creado, para asumir la creación con el poder con que
lo hizo, y con el poder de abandonar luego lo que sólo se hizo para ser
visto como un apariencia.
EL MISMO EN EL LIBRO I: Y dijo el ángel del Señor a Agar:
Multiplicaré grandemente tu semilla, etc. Y llamó al Señor que le hablaba:
Tú eres Dios que te fijaste en mí. Habla el ángel de Dios; hay una doble
significación en el ángel de Dios: aquel que es y aquel de quien es.
Y TAMBIÉN: En primer lugar, el ángel del Señor; en segundo lugar, el
Señor; lo llamó Señor al que le hablaba; en tercer lugar, Dios: Porque tú
eres Dios que te fijaste en mí, el que fue llamado ángel y Dios, el mismo es
Señor y es Dios. Según el profeta es el Hijo de Dios, el ángel del gran
consejo. Para que la distinción de las personas fuese absoluta fue llamado
ángel de Dios: el que es Dios de Dios, él mismo es ángel de Dios. Para que
se le rindiese el debido honor se lo predicó Señor y Dios.
Y TAMBIÉN que es el Señor y es Dios. El que por su ministerio es ángel
del gran consejo de anunciar que es Él mismo por su naturaleza y su
nombre es Dios.
Y TAMBIÉN: Siguen palabras de más provechosa y plena doctrina. Dios
le habla a Abraham. Está sentado y se le acercan tres varones. Adora a uno
solo y lo confiesa Dios. El que es adorado y confesado como Dios por él,
promete regresar en el futuro. Dios le habló a Abraham. El varón visto por
él luego le habla de esas mismas cosas. Abraham vio un varón pero adoró
a Dios, reconociendo así el misterio de la futura corporización.
AMBROSIO, SOBRE LA FE: Si los ángeles a menudo aparecen en
figura de hombres y sin embargo, no son nada más que lo que se sabe que
son y no cambian su sustancia cuando asumen la forma del cuerpo
humano, ¿cuánto más no lo hará el mismo Señor? De este modo
sostenemos que el Hijo de Dios visto por los padres no sólo es visto como
que es Dios, sino que allí se entendía la disposición de las cosas futuras,
que iban a cumplirse, y se figuraban allí como en imagen. Porque ¿quién
pudo ver al Hijo de Dios antes de que asumiera materia visible, cuando le
plugo, o revestirse de la figura de hombre cuando se dignó hacerlo? Se
mostró a Abraham bajo la forma de cuerpo humano y en los últimos

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tiempos se mostraría viniendo como hombre. A Jacob se le aparece en una
parte como ángel y en otra como hombre. Se apareció como ángel para
señalar al nuncio del gran consejo. Y como hombre, con el que se describe
su lucha, como imagen de la lucha futura que iba a tener con Israel cuando
hiciese su llegada como hombre. Y para certificar que Dios con quien
había luchado bajo la figura de hombre, recibió el nombre de Israel, es
decir, el hombre que ve a Dios, ya que había visto la figura del hombre con
que se había revestido el Hijo de Dios. A Moisés se le apareció en una
zarza como llama de fuego para demostrarse como una luz para los
creyentes y como juicio para los incrédulos. Precedía al pueblo de Israel
como una columna de nubes en el día y como una columna de fuego por la
noche, como un guía del camino, para significar la gracia del bautismo por
la nube y el don del Espíritu Santo por el fuego, pues Pablo escribe que los
padres fueron bautizados en la nube y declaran los Hechos de los
Apóstoles que el espíritu es fuego. Finalmente, cuando Moisés pudo ver
puramente la faz de Dios, le respondió: no podrás ver mi rostro porque un
hombre no podrá ver mi rostro y seguir viviendo.
AGUSTÍN, LIBRO VIII DEL GÉNESIS LITERAL: Si ahora
preguntamos cómo haya hablado Dios, debes sostener con certeza que
Dios habla o bien por su propia sustancia o por medio de una criatura que
le está sujeta; pero por su propia sustancia no habla sino para crear
naturalezas. No sólo para crear las naturalezas espirituales, sino también
para iluminarlas, cuando ya puedan captar su mensaje tal cual es en su
palabra, porque en el principio era el Verbo, etc. Pero a aquellos que no
pueden comprender cuando Dios habla, no lo hace sino a través de una
criatura espiritual, sea en sueños o en un éxtasis con semejanza de cosas
corporales, o incluso corporales, apareciendo ante los sentidos del cuerpo
como una imagen o como voces que se oyen.
Y TAMBIÉN: Algunos herejes juzgan que la sustancia del Hijo de Dios,
sin haber asumido un cuerpo, es visible por sí misma, y por tanto, antes de
recibir el cuerpo de la virgen, él mismo se apareció así a los padres. Esta
impiedad debe ser rechazada lejos de las mentes católicas.
EL MISMO, EN LA CIUDAD DE DIOS, LIB. X: Y no debe extrañar
que, siendo invisible, se mencione que se apareció visiblemente a los
padres. Así como el sonido con el que se escucha una sentencia no es la
sentencia misma, así también la apariencia con la que se lo ve a Dios que
está constituido en una naturaleza invisible, no es lo que es él mismo. Ellos

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no ignoraban que habían visto a Dios invisible en una apariencia corporal
y que esta no era él mismo. Cuando le hablaba a Moisés, este le dijo: Si
encontré gracia ante ti, muéstrate a ti mismo de modo claro para que te
vea.
EL MISMO, SOBRE JUAN, HOMILÍA III: Nadie ha visto nunca a
Dios. Moisés vio una nube, un ángel, un fuego. Todas esas criaturas
mostraban una imagen del Señor, pero no exhibían la presencia del Señor
mismo. Y lo tienes abiertamente en la ley. Y hablaba Moisés con el Señor
frente a frente, como un amigo con un amigo. Si sigues leyendo esa
Escritura vas a encontrar a Moisés diciendo: Si he hallado gracia en tu
presencia, muéstrate a mí manifiestamente, para que pueda verte. Recibió
la respuesta: No puedes ver mi rostro. Habla, por tanto, con Moisés un
ángel que tenía la imagen del Señor y todo lo que fue hecho allí por el
ángel prometía esta gracia y verdad futuras. Todas las cosas que
aparecieron corporalmente, no eran ellas mismas la sustancia de Dios. Esas
cosas visibles fueron hechas a través de una criatura para que se mostrara
en ellas una semejanza, pero no se demostraba la sustancia misma.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. III, CAP. X: Es manifiesto
que todas las cosas que fueron vistas por los padres, cuando Dios se les
presentaba, fueron hechas a través de una criatura. Aunque se nos oculta
cómo esas cosas fueron hechas por ministerio de los ángeles, sin embargo,
decimos que realmente fueron hechas. ¿Por qué está escrito “dijo el Señor”
y no “dijo el ángel”? Porque cuando el pregón pronuncia las palabras del
juez, no se escribe sobre los gestos; lo dice el pregón, pero lo dice el juez.
Y TAMBIÉN: Antes de la encarnación del Salvador, cuando se decía que
Dios aparecía, esas voces e imágenes corporales eran efectuadas por
ángeles, hablando y actuando ellos de parte de la persona de Dios.

Q. 42: Que sólo el Hijo aparece una vez entre los ángeles. Y lo contrario

ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, CAP. X: Cuando en las escrituras


santas se pone un ángel en lugar de Dios, no se entiende el Padre ni el
Espíritu Santo.
AGUSTÍN, SOBRE LA TRINIDAD, LIBRO I, CAP. X, SOBRE LOS
ÁNGELES, EN LOS CUALES APARECÍA EL SEÑOR Y
HABLABA: Ciertamente en los ángeles estaba figurado el Padre, el Hijo y

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el Espíritu Santo y a veces el Padre, a veces el Hijo y a veces el Espíritu
Santo, y a veces también sin ninguna distinción de personas estaba allí
representado Dios.
EL MISMO, LIB. II, CAP. XI: Cuando los tres varones aparecieron ante
Abraham ninguno de ellos se dijo que era mayor que los otros ni por la
figura ni por la edad ni por el poder; ¿Por qué no podemos recibir acá
insinuada visiblemente por una criatura visible la sustancia de una igual y
misma trinidad?
Y TAMBIÉN, EN EL MISMO LIBRO: Si en aquellas voces que se
escuchaban en el Éxodo y en todas aquellas demostraciones corporales se
mostraba Cristo o a veces Cristo y a veces el Espíritu Santo, según lo que
enseñamos anteriormente, no puede decirse que Dios Padre nunca
apareciera a los padres. Muchas cosas tales tuvieron lugar en aquellos
tiempos, sin que estuviera evidentemente señalado en ellas el Padre, el
Hijo o el Espíritu Santo, de modo que sería demasiado temerario afirmar
que Dios Padre nunca se apareció a los padres a través de algunas formas
visibles. Esta opinión la generaron aquellos que no pudieron comprender
en la unidad de la Trinidad lo que se dijo: Al rey de los siglos, etc., a quien
nadie vio ni puede ver. Con lo que se interpreta la sustancia divina, en la
que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios. Esas visiones se
realizaron a través de alguna criatura mutable, no propiamente como es en
sí sino significativamente con relación a Dios. No sé cómo estos entienden
la aparición a Daniel del antiguo de días, del cual se entiende que el Hijo
recibió el reino, a saber, de aquel que le dice: tú eres mi hijo, pídeme, etc.
Si para Daniel el Padre que da el reino y el Hijo que lo recibe se le
aparecieron con aspecto corporal, ¿cómo dicen estos que el Padre nunca se
apareció a los profetas y por eso sólo debe entenderse como invisible? No
se cree, pues, sin razón, que también Dios Padre, solía aparecer de ese
modo a los mortales. A no ser que alguien diga que el Padre no es visible
porque apareció ante alguien que estaba soñando y que el Hijo y el
Espíritu Santo eran visibles porque estas cosas le ocurrieron a Moisés en
estado de vigilia. Moisés no vio verdaderamente al Verbo con ojos
carnales ni el espíritu humano pude ser visto; ¡cuánto menos el espíritu de
Dios! Pero ¿quién se atreverá a decir que el Hijo y el Espíritu Santo son
visibles a los ojos humanos y el Padre sólo a los que están soñando? Por
eso nadie en su sano juicio debe afirmar que nunca la persona del Padre se
mostró con apariencia corporal a los ojos de alguien en estado de vigilia.

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Y TAMBIÉN: ¿Qué dicen acerca de Abraham, al cual, en vigilia,
habiendo dicho la Escritura que el Señor se apareció a Abraham, se le
parecieron no uno solo sino dos y hasta tres varones, de los que se dijo que
ninguno era más excelso que otro ni más honorable ni con más poder?

Q. 43: Que ningún espíritu creado cambia de lugar. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE EL GÉNESIS, LIB. VIII: Dios antepuso la criatura


espiritual a la corporal de modo que la espiritual sólo pudiese mutar en
cuanto al tiempo y la corporal en cuanto al tiempo y al espacio. El alma se
mueve en cuanto al tiempo ya sea recordando lo que había olvidado o
aprendiendo lo que no sabía o queriendo lo que no había querido; el
cuerpo, también en cuanto al lugar,
Y TAMBIÉN: El que intenta comprender cómo Dios inmutable en cuanto
al tiempo y al espacio puede mover temporal y localmente a su criatura, no
lo podrá lograr, según creo, si antes no entiende cómo el alma, es decir, el
espíritu creado, que se mueve según el tiempo y no según el lugar, pueda
mover al cuerpo en cuanto a tiempo y lugar.
Y TAMBIÉN: ¿Quién no entenderá fácilmente que no se mueva según el
lugar algo que no está extendido en el espacio? Lo que se extiende por el
espacio es el cuerpo. Y por consiguiente no puede creerse que el alma se
mueve si no se cree que existe el cuerpo.
EL MISMO, SOBRE AQUELLO QUE ESTÁ ESCRITO: El espíritu
del Señor era llevado sobre las aguas. Con el nombre de las aguas se
insinúa aquella materia informe que fue hecha de la nada, de la que se
harían todas las cosas, ¿qué impide entonces entender que el Espíritu Santo
del creador fuera llevado sobre esta materia no por pasos e intervalos de
espacios porque esto de ninguna manera se dice de una cosa incorpórea,
sino que se habla de la excelencia y eminencia del que tiene dominio sobre
todas las cosas, para que todas fuesen creadas?
EL MISMO EN EL LIBRO DE LAS PREGUNTAS QUE LE
DIRIGIÓ OROSIO: Los espíritus creados, como los de los ángeles, que
cumplen órdenes de Dios con respecto a seres inferiores, se cree con razón
que se mueven con respecto al tiempo. Y sus cuerpos se mueven en cuanto
a lugar cuando descienden del Cielo y ascienden nuevamente.

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Y TAMBIÉN: Por lo tanto, según la razón antedicha un espíritu creado
puede moverse según el tiempo, pero no según el espacio. El espíritu
creador, sin tiempo ni espacio; el cuerpo, en tiempo y espacio.
Y TAMBIÉN: Los animales y las aves en su género están sujetos a Dios,
dado que Él mueve todas las cosas en tiempos oportunos, no siendo Él
movido temporalmente. Él se mueve a sí mismo sin tiempo ni lugar,
mueve al espíritu creado temporalmente pero no en cuanto a lugar y a la
criatura corporal, temporal y localmente.
Y TAMBIÉN: Orosio: ¿Qué es lo que hace que Dios, que aseguras que se
mueve, no lo haga en el tiempo? Agustín: Dios es antes de los tiempos:
para Él nada es pasado ni futuro; hay un nuevo pensamiento; porque si
fuera nuevo, sería accidental. Si algo le aconteciera a Dios, ya no sería
inmutable. Dios es inmutable y nada le sucede, etc.
BOECIO, EN EL TERCERO DE LOS TÓPICOS: El alma ni crece ni
disminuye y no pasa de un lugar a otro.
EL LLAMADO SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES: Muerto y
sepultado, descendió a los infiernos.
AMBROSIO, SOBRE LA FE, AL EMPERADOR GRACIANO: El
serafín se traslada de un lugar a otro, pues no ocupa todo el espacio.
AGUSTÍN, LXXXIII CUESTIONES, CAP. IX: El alma siente que se
mueve por sí misma, porque sabe que tiene voluntad en sí misma, pero ese
movimiento no es de un lugar a otro como el del cuerpo. Moverse
localmente es propio del cuerpo.

Q. 44: Que sólo Dios es incorpóreo. Y lo contrario

OBISPO GENADIO DE MARSELLA, SOBRE LA FE ORTODOXA


DE LOS DOGMAS ECLESIÁSTICOS: Debe creerse que nada hay en la
naturaleza que sea incorpóreo e invisible sino sólo Dios. Y se cree que es
incorpóreo porque está en todas partes y todo lo llena y contiene y es
invisible para todas las criaturas por ser incorpóreo. Toda criatura es
corpórea; los ángeles y todas las virtudes celestiales son corpóreos, aunque
no tienen carne. Creemos que las criaturas intelectuales son corpóreas
porque están localmente circunscriptas, como el alma humana, que está

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encerrada en la carne, y los demonios, que son corpóreos por la sustancia
de la naturaleza angélica.
GREGORIO, MORALES, LIB. II: En esto es distinta la naturaleza
angélica de nuestra condición, en que nosotros estamos circunscriptos por
un lugar y estamos limitados por la ceguera de nuestra ignorancia. En
cambio, los espíritus de los ángeles, aunque están circunscriptos a un
lugar, sin embargo su ciencia se extiende de manera incomparable.
Y TAMBIÉN: Su ciencia es mucho más amplia en comparación con la
nuestra, pero es estrecha en comparación con la ciencia divina; también
sus cuerpos, en comparación con los nuestros, son espíritus, pero son
cuerpos comparados con el del espíritu supremo e ilimitado.
AGUSTÍN, LAS OCHENTA Y TRES CUESTIONES, CAP. XXXI:
Dios no está en un lugar determinado; lo que está en un lugar determinado
está contenido por ese lugar; es un cuerpo. Pero Dios no es cuerpo; por
eso, no está en un lugar determinado y, antes bien, todas las cosas están en
Él, pero no de manera que Él sea un lugar. Un lugar está en el espacio y
está ocupado por la longitud, el ancho y la altura de un cuerpo. En forma
abusiva se dice que un lugar es templo de Dios, no porque Él esté
contenido allí sino porque allí está presente.
CONFERENCIA VII, ATRIBUÍDA AL ABAD SERENO, CAP. XIII:
Aunque reconocemos que hay algunas naturalezas espirituales, como son
los ángeles, los arcángeles, las demás virtudes celestiales e incluso nuestra
alma o este mismo aire sutil, sin embargo no debemos decir que estas sean
incorpóreas. Tienen para sí un cuerpo con el cual subsisten aunque es
mucho más tenue que los nuestros, según la sentencia del Apóstol que
dice: hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales, y además: se siembra un
cuerpo animal y resurgirá un cuerpo espiritual. Con esto se colige
manifiestamente que nada es incorpóreo sino sólo Dios. Y sólo en Él
pueden estar presentes todas las sustancias espirituales e intelectuales,
porque Él está todo entero en todas partes y en todas las cosas, de modo
que contempla y vigila las cosas ocultas de todas las mentes.
HILARIO, SOBRE MATEO, CAP. V: ¿No es el alma más importante
que el alimento y el cuerpo lo es más que el vestido? Nada hay que no esté
en su propia sustancia y creación y sea incorpóreo y todas las cosas en el
Cielo o en la Tierra constan de elementos visibles o invisibles. Pues la
especie de las almas sea que tengan cuerpos o existan sin ellos tienen sin

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embargo la sustancia de una naturaleza porque todo lo que es creado es
necesario que esté en algo.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO CXXIX: A imagen de Dios fue hecho
el hombre interior, racional, móvil, moviente, conocedor, incorpóreo, sutil,
eterno. En cuanto es en sí, imita la especie de la naturaleza principal, ya
transcurre en el tiempo, ya sobrevuela, y más rápido de lo que se dice está
dentro del océano, o vuela a los cielos, o va a los abismos, ya está en
Oriente y ya en Occidente, de modo que nunca deja de estar en alguna
parte. La naturaleza de Dios está en todas partes, y no deja de estar en un
lugar para estar en otro. Y el alma humana en esta movilidad de su sentido
está hecha a imagen de su creador, y la movilidad del alma perenne imita
la naturaleza de Dios; nada tiene en sí de corporal, nada de terreno, nada
pesado, nada caduco.
AGUSTÍN, LA CIUDAD DE DIOS, LIBRO XXII: Contra aquello que
ya dije anteriormente, al considerar y tratar este orden de los elementos, en
el que confían, no saben de ninguna manera qué decir. Este es el orden
hacia arriba; lo primero es la tierra, lo segundo, el agua, tercero, el aire,
cuarto, el cielo y sobre todo está la naturaleza del alma. Aristóteles dijo
que ella era el quinto cuerpo, y Platón, que ninguno.
EL MISMO, EN EL LIBRO CONTRA LA EPÍSTOLA DEL
FUNDAMENTO DE LOS MANIQUEOS: Sobre toda naturaleza
incorpórea, aunque mutable, como es el alma.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II, CAP. XII: Erróneamente
creen algunos que el alma es corpórea que precisamente fue hecha a
imagen de Dios para que, aunque no fuese inmutable como Dios, fuese
incorpórea como Dios y los ángeles.
GREGORIO, LIB. IV DE LOS DIÁLOGOS: Si has creído que las
almas de los santos están en la gloria, es menester que creas absolutamente
que las almas de los inicuos están en el Infierno. Pedro: ¿Y por qué debe
creerse que un fuego corpóreo pueda contener a una cosa incorpórea?
Gregorio: Si el espíritu incorpóreo de un hombre viviente es contenido por
el cuerpo, ¿por qué después de la muerte ese espíritu no podrá ser
contenido por el fuego corpóreo? Pedro: Cuando alguien vive, el espíritu
es contenido en el cuerpo porque precisamente vivifica al cuerpo.
Gregorio: Si el espíritu puede ser contenido en el cuerpo porque lo
vivifica, ¿por qué este no podrá ser contenido para sufrir allí donde es

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atormentado? Decimos que el espíritu es contenido por el fuego para que
esté en el tormento del fuego viendo y sintiendo. Por lo tanto padece un
fuego que ve, porque al quemarse, si lo contempla, siente estarse
quemando. Sucede así que una cosa corpórea quema a una incorpórea,
donde aparece el ardor del fuego visible y el dolor de algo invisible.
Y TAMBIÉN: a los réprobos la Verdad en el fin les dirá: Id al fuego
eterno, que está preparado para el diablo y sus ángeles. Si siendo el diablo
y sus ángeles incorpóreos, serán atormentados con fuego corpóreo, ¿qué es
de extrañar si las almas, antes de que vuelvan a recibir los cuerpos, puedan
sentir tormentos corporales?
CLAUDIANO AL PREFECTO PATRICIO SOBRE EL ESTADO
DEL ALMA, LIB. I: En cierto capítulo de una obra de san Jerónimo, que
te consta, según dices, no haber entendido, afirma que juzgan que los
globos de los astros son espíritus corpóreos.
Y TAMBIÉN: Qué podrá pensarse que haya dicho aquí Jerónimo, varón
docto, sino que los cuerpos de los ángeles, por su nobleza y su poder
superan largamente los cuerpos humanos. Igualmente cuando dice “si los
ángeles” y añade “también los cuerpos celestiales”, quiso que se
entendieran dos cosas, ángeles y cuerpos celestiales. Como los ángeles son
espíritus corpóreos, hay en el cielo algunas cosas que son cuerpos solos.
Y TAMBIÉN: Sostenemos como cierto por la autoridad divina, que los
cuerpos de los santos, que han merecido en la gloria revestirse con cuerpos
semejantes a los cuerpos angélicos, pues dice el Señor: Serán como los
ángeles de Dios en el Cielo.
Y TAMBIÉN: La sustancia angélica, por lo tanto, es doble como lo es la
humana, teniendo un cuerpo sumamente ágil y hermoso para aparecer ante
los hombres cuando se les ordena y siendo incorpóreos para ver siempre a
Dios.
Y TAMBIÉN: Es menester que comprendamos que el hombre consta de
una parte corpórea y otra incorpórea, y que el ángel consta de cuerpo y
espíritu, formado con la más alta dignidad entre las criaturas. Tiene un
espíritu superior a todo espíritu creado; tiene un cuerpo del más sublime de
todos los elementos según aquello profético, donde se demuestra sin duda
la doble sustancia angélica: que hace a sus espíritus ángeles y ministros
como un fuego ardiente. Es manifiesto que el fuego no es espíritu, sino que

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debe tomarse alegóricamente, como cuando dice el Señor: Vine a traer
fuego a la Tierra, refiriéndose al Espíritu Santo. No debe creerse que las
almas humanas se inflamen para el amor divino por participación del
espíritu, porque el hombre es bueno por el mismo bien por el que lo es el
ángel y ambos son felices por el mismo bien.

Q. 45: Que Dios no debe representarse con imágenes corporales. Y lo


contrario

DEL LIBRO DEL DEUTERONOMIO: No tendrás dioses extraños ante


mí; no harás para ti ni esculturas ni semejanzas de lo que hay arriba en el
Cielo, o abajo en la Tierra, ni de lo que hay en las aguas, bajo la tierra; no
los adorarás ni les rendirás culto.
ADEMÁS, DEL MISMO LIBRO: Nos habló el Señor de en medio del
fuego. Escuchaste sus palabras pero absolutamente no viste su forma. No
has visto ninguna semejanza en el día en que el Señor os habló en el monte
Horeb de en medio del fuego, para que no os engañaseis e hicieseis para
vosotros alguna escultura o imagen; no sea que levantando la vista veas el
sol y la luna y los astros del cielo y, cayendo en error, adores y rindas culto
a las cosas que Dios creó para servicio de todos los hombres.
Y TAMBIÉN: Y hablarán los levitas y les dirán en voz alta a todos los
varones de Israel: Maldito el hombre que hace una escultura o un objeto de
fundición, abominación del Señor, obra de manos de artífices, y lo guarda
oculto y todo el pueblo responderá y dirá: Amén.
ORÍGENES, SOBRE EL ÉXODO, HOMILÍA VIII: No harás para ti
un ídolo y ninguna semejanza, etc. Si alguien hace una figura de algo, hace
una semejanza. Sobre los ídolos dice el Apóstol que un ídolo no es nada en
el mundo. El que hace un ídolo hace algo que no es. ¿Qué es lo que no es?
Una figura que el ojo no vio pero que el ánimo fingió para sí mismo.
Como si alguien en un solo cuerpo humano imaginase dos rostros o a un
cuerpo humano le añadiese las partes posteriores de un caballo o de un
pez. El que hace esto o cosas semejantes, hace algo que no existe y que no
tiene algo semejante. No adorarás estas cosas ni les rendirás culto. Puede
ser que alguien adore algo contra su voluntad. Pero rendir culto es hacerlo
con todo el afecto y dedicación.

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AGUSTÍN, SOBRE EL SALMO CXIII, EN EL LUGAR DONDE
ESTÁ ESCRITO: “Nunca dirán los gentiles dónde está su Dios”, etc.:
Adoramos un Dios invisible, que no es aparente a los ojos corporales de
nadie, pero sí a los purísimos corazones de unos pocos, y por eso pueden
decir los gentiles: ¿dónde está su Dios? Y ellos no pueden mostrar a sus
dioses.
Y TAMBIÉN: No tenéis para mostrar algo mucho más honesto que la
ceguera de vuestros corazones cuando se aparta de vuestros ojos lo que se
os muestra.
Y TAMBIÉN: No añadas la mano del hombre para transformar en un dios
falso; ese metal que hizo el Dios verdadero o en un falso hombre que
veneres como al Dios verdadero; quien lo recibiera en amistad como un
hombre verdadero, estaría loco. La semejanza de una forma y el conjunto
que es imitación de los miembros cautiva los corazones enfermos de los
mortales y los seduce. Y así son muestras esas cosas fabricadas, muestras
los oficios de cada miembro de esa figura hacia la que te lleva tu vanidad
humana. Porque tienen boca y no hablan, etc. Es superior el artífice que
pudo fabricar esas cosas, porque tiene movimiento y oficio en sus
miembros. Y tú también eres superior, aunque no hayas fabricado esas
figuras porque haces lo que ellas no pueden hacer. Y hasta un animal es
superior; por eso se añadió: No clamarán con sus fauces.
Y TAMBIÉN: Algunos animales, como los monos, pueden utilizar sus
manos.
Y TAMBIÉN: Le pidió atención al lector acerca de que a los simulacros
de los gentiles se les deben anteponer no sólo los hombres sino también los
animales; si es vergonzoso adorar a un animal a quien Dios dotó de vista,
de audición, etc. cuanto más vergonzoso es adorar a un simulacro mudo y
carente de vida y sentidos.
Y TAMBIÉN: Cuánto mejor sería, debe decirse, si adoraran a los ratones
y las serpientes y cualquier otro género de animales y no a simulacros, los
cuales, al no tener vida, no representan la figura humana. Por eso a
menudo hacen nido en ellos y si no son alejados por acciones humanas, no
buscan otros sitios más seguros. Se mueve, pues, el hombre para alejar a
un animal viviente de su dios y rinde culto al que no se mueve como si
fuese poderoso y tuvo que alejar de él al que era superior. Alejó al que veía
del ciego, al que oía del sordo, etc., más aún peor que un muerto. Porque

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es manifiesto que el muerto alguna vez vivió. Por eso un muerto antecede
a un dios que no vive ni vivió.
Y TAMBIÉN: Sin embargo, como afirman ellos, la figura de los
miembros fabricados en alguna estatua, cuando comienzan a ser adorados
y honrados por la multitud, ese simulacro capta los afectos de los hombres.
Y TAMBIÉN: Y para que nadie diga, ante esta crítica de los simulacros,
que él no adora a esto que es visible sino al numen que lo habita
invisiblemente, hay otro salmo donde condena esto: Porque los dioses de
los gentiles son demonios. Dice también el apóstol que un ídolo no es nada
y que los gentiles que inmolan lo hacen a los demonios. Creen ser de una
religión más pura quienes dicen que no adoran un simulacro o un demonio
sino la efigie corporal de aquella cosa que deben adorar y cuyo signo ven.
Y así se interpretan los simulacros, de modo que dicen que uno representa
la tierra y a su templo lo suelen llamar de Telus; que con otro representan
al mar, como simulacro de Neptuno; con otro al aire, como de Juno; con
otro el fuego, como de Venus, etc. Y cuando comienzan a ser acusados por
adorar a cuerpos, como la tierra, el mar, el aire y el fuego, de los que
hacemos uso constante, osan responder que no rinden culto a los cuerpos
mismos, sino a quienes los rigen. Sirvieron a las criaturas antes que al
creador. La primera parte de esta sentencia condenó a los simulacros; la
segunda, a las interpretaciones de esos simulacros. Llamando a las cosas
hechas por un artífice con los nombres de las cosas que este fabricó,
cambian la verdad de Dios en mentira. Teniendo por dioses y venerando a
estas cosas, sirvieron a la criatura. ¿Quién puede adorar a un simulacro
viendo que no puede oírlo y no puede recibir de él lo que desea?
Y TAMBIÉN: Cómo retuerce esa figura de los miembros para que el alma
viviente juzgue que siente el cuerpo con los sentidos corporales, porque lo
ve muy semejante a su cuerpo.
Y TAMBIÉN: También nosotros tenemos numerosos instrumentos y
vasos materiales de este estilo para la celebración de las cosas sagradas.
¿Qué otra cosa son estas cosas sino la obra de las manos de hombres?
¿Acaso no tienen boca pero no hablan? ¿No tienen ojos y no ven? ¿Acaso
no les rezamos a estas cosas porque a través de ellas le rezamos a Dios? Es
un caso máximo de locura piadosa que valga más para los afectos de los
míseros una forma semejante a un viviente, que el despreciar a esa forma
ya que es manifiesto que no es viviente. Para calmar a un alma infeliz

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valen más los simulacros, que tienen ojos, oídos, narices, manos y pies que
el considerar que no hablan, no ven, etc. De esto se sigue que se conviertan
en semejantes a esas cosas aquellos que la hacen y todos los que confían
en ellas. Vean, pues, estos, con ojos abiertos y sensibles y adoren a
simulacros no vivientes con mentes cerradas y muertas. Y la casa de Israel
esperó en el Señor. La esperanza de lo que se ve, no es esperanza; el que
está viendo algo ¿cómo puede esperarlo?
EL MISMO, LIBRO IV SOBRE LA TRINIDAD DE DIOS, CAP.
XXXII, HABLANDO DE VARRÓN, DICE: Dice también este muy
sutil y muy erudito doctor que solamente han llegado a conocer qué es
Dios aquellos que creyeron que es esa alma que con su movimiento y su
razón gobierna al mundo. Por esto, si aún no conocían lo que enseña la
verdad, el Dios verdadero no es un alma sino el creador del alma; sin
embargo confesaban al Dios verdadero.
Y TAMBIÉN: Dirá también que los antiguos romanos por más de cien
años rindieron culto a más de setenta dioses sin simulacros. Y dice que si
esto hubiera continuado se les rendiría culto a los dioses con más pureza.
Para testigos de su opinión invoca también a los judíos. Y no duda concluir
ese pasaje diciendo que los primeros que propusieron esos simulacros de
dioses a los pueblos, les añadieron falsedades y los cargaron con miedo,
juzgando que los dioses podrían fácilmente ser despreciados por la torpeza
de los simulacros. Puesto que no dice “transmitieron una falsedad” sino
“añadieron una falsedad” quiere indicar que la falsedad ya existía aun sin
los simulacros. Por lo tanto, dice que los únicos que advirtieron qué
significaba Dios, eran los que creyeron que era el alma que gobierna al
mundo, estimando que una religión es más pura sin simulacros. ¿Quién no
ve que esto es estar cerca de la verdad?
SAN EPIFANIO EN LA EPÍSTOLA A JUAN
CONSTANTINOPOLITANO, QUE TRADUJO EL
BIENAVENTURADO JERÓNIMO: He oído que algunos murmuraron
contra mí cuando marchábamos juntos al lugar santo llamado Bethel, y
llegamos al poblado llamado Anablatha, y allí vimos al pasar una luz
brillante y preguntamos qué era ese lugar; supe que era una iglesia y entré
para orar y encontré allí una tela pendiente con la imagen de Cristo o de
cierto santo. Habiendo visto esto en una iglesia de Cristo en contra de la
autoridad de las Escrituras y al ver pendiente la imagen de un hombre,
desgarré la tela y aconsejé a los custodios del lugar que quitasen de allí a

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ese pobre muerto. Contrariamente, mis críticos dijeron que si quería rasgar
esa tela lo justo era darle a otro esa tela. Oyendo esto, prometí enviarlo.
Ahora bien envié lo que pude encontrar y te pido que le ordenes al
presbítero de ese lugar que tome el velo del lector que hemos enviado y
que luego ordene que en la iglesia de Cristo no se suspendan telas de esta
clase, que son contra nuestra religión.
DE LA SEGUNDA COLACIÓN DEL ABAD ISAAC: No es de
extrañar que un hombre muy simple y nunca muy conocedor sobre la
divinidad por su rusticidad y su costumbre de una vieja falsedad perdure
en ese antiguo error, por el que adoraban a demonios con figura de
hombres, ahora también estiman, por sugerencia de alguien, que debe ser
adorada esa incomprensible e inefable majestad del verdadero numen, pero
creen no poseer nada si no tienen una cierta imagen a la que presentar sus
ruegos teniéndola siempre fija ante los ojos y abrazándola con su mente.
DEL CONCILIO ELIBERITANO, CAP. I: Se decidió que no debe
haber en las iglesias pinturas ni deben ponerse en las paredes para que se
veneren y adoren.
GREGORIO A SECUNDINO UN SIERVO DE DIOS RECLUIDO:
Una cosa es adorar una pintura y otra aprender a través de esa pintura una
historia de lo que debe adorarse. Lo que para los lectores es claro en una
escritura lo es para los analfabetos en una pintura, porque en ella ven lo
que deben seguir; leen en ella los que son analfabetos.
Y TAMBIÉN: Por lo tanto, no debió romperse, porque fue colocada en las
iglesias no para ser adorada sino sólo para instruir a las mentes de los
ignorantes.
ACCIÓN IV DEL SÍNODO XIII: Juan, Apocrisiario de las sedes
orientales, dijo que la palabra de nuestro padre Sofronio significa que es
mejor que el que jura se convierta en perjuro que conservar el juramento
en el desgarro de las sagradas imágenes. Decimos esto, y algunos se
excusan del juramento.
LEÓN IX AL PATRIARCA MIGUEL: Recordad aquel nefando sínodo,
que nuestros heresiarcas quisieron llamar VII, con cuya conspiración las
reverendas imágenes del mismo nuestro señor Jesucristo y de los santos, o
fueron arrojadas al fuego o echadas a las aguas y las pinturas fueron
borradas de las paredes. A estos se opuso la autoridad de los romanos

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pontífices, principalmente la del santísimo papa Nicolás, que por medio de
sus legados clausuró la iglesia de santa Sofía para la deposición de Ignacio
y la sustitución de Focio, hasta que se atenga a los decretos de la sede
apostólica.

Q. 46: Que los ángeles fueron creados antes que el Cielo y la Tierra y las
otras criaturas y que todos los ángeles fueron creados iguales y felices. Y
lo contrario

AMBROSIO, EN EL HEXAMERÓN, SOBRE EL DÍA PRIMERO:


En el principio, dice, hizo Dios el Cielo y la Tierra y fue creado el mundo
y comenzó a ser lo que no era. En el principio era el Verbo de Dios y era
siempre. También los ángeles, las dominaciones y las potestades alguna
vez comenzaron, pero ya eran cuando fue hecho el mundo, Porque todas
las cosas fueron creadas, las visibles y las invisibles.
JERÓNIMO A PAULA Y EUSTOQUIO EN LA EPÍSTOLA A TITO
ANTES DE LOS SIGLOS ETERNOS: Debe considerarse que todavía
no se han cumplido seis mil años de nuestro orbe y cuántas eternidades
anteriormente, cuántos tiempos, cuántos orígenes de siglos existieron, en
los cuales los ángeles, los tronos, las dominaciones y las demás virtudes
sirvieron a Dios, y estuvieron sujetos a su gobierno sin transcurso de
tiempo ni medidas.
ISIDORO, EN EL LIBRO DE LOS OFICIOS: Antes de toda la
creación fueron hechos los ángeles, etc.
AGUSTÍN, LA CIUDAD DE DIOS, LIB. XI: No se lee con evidencia en
qué orden hayan sido creados los ángeles. Pero están representados con el
nombre de cielos, donde se dice que en el principio hizo Dios el Cielo y la
Tierra o, más aún, la luz.
Y TAMBIÉN: No me parece absurdo si, cuando se hizo la primera luz, se
entiende que fueron creados los ángeles, y se haya distinguido entre los
ángeles santos y los inmundos donde se dijo: Dios entre la luz y las
tinieblas.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
DE LA NUEVA LEY, CAP. IV: Primeramente fueron hechos el Cielo y
la Tierra, luego la luz, que hace el oficio del día.

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Y TAMBIÉN: La Tierra que fue hecha después del Cielo no debe
entenderse como sólo la Tierra sino como la materia, es decir todas
aquellas cosas inferiores que produjeron todas las especies del mundo. No
el cielo carnal sino aquel superior que es espiritual es el que fue hecho en
un principio, significando todas las cosas creadas invisibles. Es una
síntesis de toda la naturaleza y comprende las cosas inferiores para que se
crea sin ninguna duda todo lo que es intermedio.
EL MISMO, SOBRE EL GÉNESIS: Hágase la luz y la luz se hizo, es
decir, la sustancia angélica y celeste, de las cuales fue creado un solo
espíritu, llamado Lucifer, más sabio y eminente que todos los otros, como
Job dice de él: es el principio de los caminos de Dios, es decir, de sus
acciones y obras.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LAS PREGUNTAS QUE LE
HIZO OROSIO: El primer día se refiere a la naturaleza angélica, que
primeramente fue designada con el nombre de Cielo.
Y TAMBIÉN: En el principio hizo Dios el Cielo y la Tierra, es decir, en
el Hijo, toda criatura espiritual y corporal.
Y TAMBIÉN: Al decir Cielo, me parece que menciona el tenebroso
abismo de las aguas, antes de que la vida flotante se convirtiese al creador,
se hiciese la luz y se contemplase a Dios.
Y TAMBIÉN: Dividió la luz de las tinieblas, dividió a los ángeles entre
buenos y malos, llamando a los malos tinieblas y a los buenos, luz.
JERÓNIMO, SOBRE EZEQUIEL: Estuviste en las delicias del Paraíso,
que en hebreo se dice Edén. Edén se traduce como delicias y con esta
palabra se demuestra que no se escribe sobre el hombre sino sobre una
fuerza contraria, que anteriormente se encontraba en el Paraíso.
Y TAMBIÉN: El oro es obra de tu ornamento. Los Setenta: Llenaste tus
tesoros de oro; este concepto demuestra por medio de los misterios divinos
que juntó para sí riquezas espirituales, sobre las cuales ordena el Señor:
Atesorad para vosotros riquezas en el Cielo, etc. Este es el tesoro
escondido del que se habla como tesoro escondido en un campo.
GREGORIO EN LAS MORALES: Él es el principio de los caminos de
Dios. Creando Dios todas las cosas, lo creó a este primero, y lo hizo más
eminente que todos los otros ángeles. También los eruditos judíos en la ley

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y los profetas pensaron esto mismo refiriéndose a Beelzebud, príncipe de
los demonios.
EL MISMO, EN LA HOMILÍA SOBRE LOS ÁNGELES, QUE ASÍ
COMIENZA “EL TIEMPO DE VERANO”: Sin duda alguna se
encuentra que son nueve los órdenes de los ángeles, por eso al ángel que
fue creado primero se le dice por el profeta: Tú eres el signo de semejanza,
pleno de sabiduría y perfecto decoro estuviste en las delicias del Paraíso.
Hay que notar que no se dice que fue hecho a semejanza de Dios sino
como signo de semejanza, porque hay en él una naturaleza más sutil, y así
se insinúa en él una imagen más expresa de Dios. Y en ese mismo lugar se
añade luego: Toda piedra preciosa es obra de tus manos, el rubí, el topacio,
etc. Dijo que eran nueve las clases de las piedras, porque nueve son los
órdenes de los ángeles, y por delante de todos esos órdenes el primer ángel
fue engalanado y recubierto porque al ser puesto al frente de todos los
escuadrones de los ángeles, fue más esclarecido en comparación con ellos.
DEL LIBRO DE LAS PREGUNTAS DE OROSIO A AGUSTÍN:
Orosio: ¿Fueron todos los ángeles creados iguales o desiguales? Si iguales
¿por qué no todos permanecieron firmes y estables? Si desiguales, ¿por
qué razón de su pre-ciencia algunos merecieron recibir su estabilidad?
Agustín: Todos los ángeles fueron creados iguales pero algunos cayeron
por soberbia y los otros se mantuvieron en piadosa obediencia, recibiendo
ciencia cierta de su estabilidad, que los otros nunca tuvieron.
EL MISMO, LA CIUDAD DE DIOS, LIB. XI: Los ángeles, antes de
pecar, fueron partícipes de su sabiduría e iguales a los ángeles buenos;
¿cómo vamos a decirlo? Si hubiesen sido iguales en sabiduría, también
estos hubieran permanecido en su eternidad siendo igualmente
bienaventurados y con igual certeza. Por lo tanto, si una vida verdadera y
perfectamente bienaventurada no lo es si no es perfecta, no era tal la de
estos, porque iba a cesar alguna vez, y por tanto no era eterna, sea que
ellos lo supieran o no, porque, si es que lo sabían, el temor y si es que no
lo sabían, el error, no les permitían ser felices.
EL MISMO, EN EL LIB. XII: La causa de la bienaventuranza de los
ángeles buenos es realmente verdadera porque adhieren a la que es en
sumo grado. Y la causa de la miseria de los ángeles malos es que se
apartaron de aquello que es la suma bienaventuranza para adherir a lo que
no lo es en sumo grado. Porque el comienzo de todo pecado es la soberbia.

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Y TAMBIÉN: La causa de la bienaventuranza de los unos es la adhesión a
Dios, y la causa de la miseria de los otros es el no adherir a Dios.
EL MISMO, SOBRE LA CORRECCIÓN Y LA GRACIA: Algunos
ángeles, cuyo príncipe es el llamado diablo, por su libre albedrío se
apartaron de Dios. Los demás, por el mismo libre albedrío, permanecieron
en la verdad.
Y TAMBIÉN: El diablo y sus ángeles, aunque eran bienaventurados antes
de caer, no sabían que iban a caer en la miseria; les faltaba algo más para
su felicidad, es decir, el no poder caer posteriormente por la abundancia de
la caridad de Dios dada por el Espíritu Santo y que esto lo supieran con
certeza.
Y TAMBIÉN: Pero como no conocían su futura miseria, gozaban sin
ningún vicio de una cierta felicidad, aunque menor. Porque si hubieran
conocido su futura caída y suplicio eterno, no podían realmente ser felices,
porque el temor de un mal tan grande los hubiera hecho miserables.
Y TAMBIÉN: Del mismo modo hizo al hombre con libre albedrío y
aunque ignorante de su caída; sin embargo era feliz porque sentía que
estaba en su poder el no morir y no ser miserable.
EL PRESBÍTERO FELIPE, DISCÍPULO DE JERÓNIMO, SOBRE
JOB: He aquí que los que le sirven no son estables y en sus ángeles
encuentra maldad. Esto se dice del diablo, que con anterioridad fue santo.
AMBROSIO AUTPERTO, SOBRE EL APOCALIPSIS, LIB. VI:
Cayó el acusador de nuestros hermanos, etc. En estas palabras no se debe
entender que esto se haya dicho de la primera ruina, si es cierto, como lo
es, que el ángel fue creado el primer día y el hombre en el sexto; y dice el
Señor que no permaneció en la verdad. Y al momento de ser creado, cayó,
etc.

Q. 47: Que el ángel cayó antes de la creación del hombre. Y lo contrario

ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, CAP. X: El diablo cayó del Cielo


antes de la creación del hombre. Pues apenas había sido creado cuando
estalló en soberbia y fue arrojado fuera del Cielo. Porque según el
testimonio de la verdad fue mentiroso desde el principio, y no se mantuvo
en la verdad porque al momento de ser creado cayó.

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AGUSTÍN, SOBRE EL GÉNESIS A LA LETRA, LIB. XI, SOBRE
EL DIABLO: Algunos dicen que el diablo fue echado de entre los
espíritus superiores porque envidió al hombre hecho a imagen de Dios.
Pues la envidia sigue a la soberbia. La soberbia es el amor de la excelencia
propia y la envidia es el odio de la felicidad ajena; es claro entonces de
dónde nace cada una. Cuando uno ama su propia excelencia, o bien
envidia a sus pares por lo que consiguen o a los inferiores deseando que no
lo consigan o a los superiores, porque no los iguala. El envidioso se
ensoberbece y el soberbio puede serlo sin ser envidioso. Con toda razón el
inicio de todo pecado es la soberbia, como define la Escritura. A esto se
adapta lo que dice el apóstol que la raíz de todos los males es la codicia, si
la entendemos como una avaricia general, por la cual uno desea más de lo
que necesita.
Y TAMBIÉN: La Escritura no dice cuándo la soberbia hizo caer al diablo,
pero la razón pide que ocurrió antes y que por eso envidió al hombre. Pues
es claro que la soberbia no nace de la envidia, sino la envidia de la
soberbia. No en vano puede juzgarse que el diablo cayó desde el comienzo
de los tiempos, y que no hubo antes ningún tiempo, en el que viviese en
paz con los ángeles santos, sino que apostató desde el mismo inicio de la
creación, por lo que dice el Señor: Él fue homicida desde el principio y no
se mantuvo en la verdad; ambas cosas las entendemos desde el principio.
Fue homicida desde el principio porque asesinó al primer hombre. El que
se juzgue que nunca permaneció en la verdad y que nunca tuvo una vida
feliz con los ángeles, sino que cayó de su condición desde el principio, no
debe entenderse como que no pecó por propia voluntad y se juzgue que ya
fue creado malo. De otro modo no se diría que cayó desde el principio sino
que apenas creado se apartó de la luz de la verdad hinchado de soberbia y
corrompido por el amor del propio poder. Por lo cual no gustó de la
dulzura de la vida angélica feliz. Por eso tampoco pudo saber
anticipadamente acerca de su caída. No se vio privado de lo que había
recibido sino de lo que hubiera recibido si hubiese querido ser fiel a Dios.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE CUESTIONES DE LA
ANTIGUA Y LA NUEVA LEY: Previó el diablo que el hombre fue
creado para su acusación.
Y TAMBIÉN, CAP. III: Y para que no parezca que hemos dejado pasar,
la razón por la que fue creado el mundo decimos que el diablo con su
apostasía arrastró a muchos ángeles en su prevaricación, mientras quería

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defender su reino con su impía presunción. Lucifer, que aparecía en la
mañana, es decir, que brillaba con más claridad que los demás, era como el
príncipe de muchos, entre los que sobresalía por su resplandor, y con la
compañía de ellos bajó al impío combate. Viendo debajo de sí muchas
potencias espirituales, ya que él era el más destacado en el Paraíso de
Dios, con conocimiento del misterio celestial, inflado por la soberbia,
quiso llamarse Dios.
EVIPIO, POR LOS DICHOS DE AGUSTÍN EN EL LIB. XI DEL
GÉNESIS A LA LETRA, ACERCA DEL DIABLO: Algunos dicen que
el diablo cayó por envidiar al hombre. Pero es así que la envidia sigue a la
soberbia. No es la envidia causa de la soberbia sino la soberbia causa de la
envidia. Amando alguien su propia excelencia, envidia a sus pares que se
le equiparan y a sus superiores. Es, por lo tanto, envidioso por su soberbia
y no soberbio por su envidia. El inicio de todo pecado es la soberbia, a lo
que se adapta el dicho del apóstol, de que la avaricia es la raíz de todos los
males, así entendemos una avaricia general por la cual uno desea más de lo
que le corresponde según la propia excelencia. La avaricia espiritual es la
que comúnmente se llama amor del dinero, y con este nombre el apóstol
significa el género por la especie y quería que se entendiera una avaricia
universal al decir que es la raíz de todos los males, etc.
CIPRIANO A DEMETRIANO: El diablo no soportó que el hombre
fuera hecho a imagen de Dios, por eso fue el primero en perecer y
perderse.
Y TAMBIÉN: Veamos de dónde, cómo y cuándo comenzó la envidia.
Y TAMBIÉN: El diablo, apenas comenzado el mundo, pereció y fue el
primero en perderse. Dotado de la majestad angélica, era aceptado y
querido para Dios, pero después que vio que el hombre era hecho a imagen
de Dios, cayó en la maligna hiel de la envidia no tanto por envidia ajena
sino por haberse visto postergado; por esta envidia le quitó al hombre la
gracia de la inmortalidad que había recibido y perdió aquello que había
poseído anteriormente. ¡Qué gran mal es aquello por lo que cayó el ángel!
JERÓNIMO SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS: Nuestra lucha
es contra la carne y la sangre. Contra los enemigos espirituales deben
tomarse armas espirituales: estamos en lucha por cosas celestiales, es
decir, por la promesa de tales premios. No, como creen algunos, pecaron
antes de que se afirmara la Tierra y fueran creadas todas las cosas que hay

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ella, sino desde que vieron que el hombre estaba dotado de tanto honor y
gloria ante Dios, llevados por la envidia, comenzaron a ejercer hostiles
enemistades contra el hombre, como está escrito en el libro de la
Sabiduría: Por envidia del diablo entró la culpa en el mundo; y el Señor
dice en el Evangelio: él era homicida desde el principio, y no se mantuvo
en la verdad.
EL OBISPO JUAN EN UN SERMÓN SOBRE LA DEGOLLACIÓN
DE JUAN, QUE ASÍ COMIENZA “¡AY DE MÍ! ¿QUÉ HARÉ?”: Un
dardo del diablo a la mujer: Por una mujer se le cortó la cabeza a Juan. ¿Y
qué diré de los hombres? Por una mujer echó a los ángeles del Cielo; por
una mujer somete y subyuga todas las cosas.

Q. 48: Que los ángeles buenos y santos que gozan de la visión de Dios
conocen todas las cosas. Y lo contrario

DEL LIBRO DE LAS PREGUNTAS DE OROSIO A AGUSTÍN:


Orosio: Estableces que el primer día fue una criatura espiritual, y ¿cómo
tuvo tarde y mañana? Agustín: Toda criatura, antes de que llegara su
tiempo, estaba en el mismo Verbo de Dios, para ser conocida por los
ángeles y ejecutada en su tiempo. Por lo cual, el conocimiento de la
criatura en sí misma era la tarde y en Dios era la mañana, porque se ve
mejor la misma criatura en Dios que en sí misma; por eso dice: lo que se
hizo, en él era vida. Todas las cosas son vida en Dios. Viven en el Señor
sin inicio y en forma incomunicable todas las nociones de las criaturas. Por
esta razón esas cosas se ven mejor por parte de los ángeles santos en el
Verbo de Dios, en el que son vida, que en sí mismas, porque la ciencia de
los ángeles en comparación con la de Dios constituye de alguna manera la
tarde. Sea, pues, en el conocimiento de los espíritus, el día primero; en el
conocimiento del firmamento, el día segundo. En el conocimiento de la
separación del mar y la tierra, el día tercero. En el conocimiento del sol, la
luna y las estrellas, el día cuarto. En el conocimiento de los reptiles y las
aves, el día quinto. En el conocimiento del ganado y las fieras y del mismo
hombre, el día sexto. Y no en un solo día, como entendemos de las
criaturas espirituales, es decir, angélicas, el conocimiento se tuvo seis
veces. Se tuvo seis veces por la perfección del número senario.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, CAP. X: Los ángeles conocen
todas las cosas en el Verbo de Dios, antes de que sean creadas.

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GREGORIO, LIB. IV DE LOS DIÁLOGOS, CAP. XXXIIII, SOBRE
LOS ESPÍRITUS DE LOS SANTOS: Ya que todos allí contemplan a
Dios con una claridad común ¿qué es lo que no puedan saber, conociendo
al que sabe todas las cosas?
EL MISMO, EN LA HOMILÍA SOBRE LOS ÁNGELES, QUE
COMIENZA ASÍ “TIEMPO DE VERANO”: Esos corderos más
sublimes fueron llamados querubines, porque están tan plenos de una
ciencia más perfecta, al contemplar tan de cerca la claridad de Dios.
Y TAMBIÉN: En aquella suprema ciudad las cosas espirituales de cada
uno son comunes a todos y lo que cada uno tiene por su parte lo posee por
entero en otro orden. Comúnmente no se los designa con un mismo
vocablo y debe ser denominado con un vocablo propio el orden que la
recibió más plenamente. Hemos dicho que los serafines son ardientes,
pero, sin embargo, todos arden igualmente en el amor del creador. Y que
los querubines poseen la plenitud de la ciencia. Pero, sin embargo, ¿quién
allí ignora algo donde todos ven al Dios de toda ciencia?
EL MISMO, EN LA HOMILÍA SOBRE EL RICO Y LÁZARO: Los
que ven la claridad de su creador, no hay nada que suceda en las criaturas
que no lo puedan ver.
EL MISMO, EN EL LIBRO II DE LAS MORALES: Dado que los
espíritus de los ángeles contemplan la misma fuente de la ciencia, ¿qué
pueden ignorar de todo lo que puede saberse quienes conocen al que sabe
todas las cosas?
Y TAMBIÉN: La ciencia de ellos en comparación con la nuestra es muy
amplia, pero en comparación con la ciencia divina es muy estrecha.
Y TAMBIÉN, LIB. IV: De que los ángeles de las categorías superiores
poseen estas potestades, da testimonio el profeta Zacarías diciendo: He
aquí que un ángel, que habitaba en mí salía e iba otro ángel a su encuentro
y le dijo: Corre, habla a este niño diciendo: Jerusalén será habitada sin
murallas. Si en esas funciones de los santos espíritus de ninguna manera
estuviesen autorizadas esas sumas potestades, de ninguna manera un ángel
le diría a otro lo que había sabido.
JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO XXIII, DONDE DICE: ¿Quién es
este rey de la gloria? También recibe el dicho en la voz de los ángeles,
como si ellos mismos preguntasen quién era ese rey de la gloria, a quien el

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profeta ordena que se abran los cielos para que ascienda su humanidad.
Nosotros, dicen, siempre vemos al Padre y al Hijo juntamente. No es,
pues, absurdo, que algunos de los ángeles que no tienen la plenitud de la
ciencia, no hayan conocido el misterio de la encarnación y se admiraran al
ver ascender sobre ellos a la humanidad de Cristo, como preguntándose
entre sí: ¿quién es este rey de la gloria?
EL MISMO, EN EL SERMÓN DEL NACIMIENTO DEL SEÑOR,
QUE COMIENZA ASÍ “HOY NACIÓ EL VERDADERO SOL
PARA EL MUNDO”: ¡Oh el día del siglo más luminoso que todo sol!
¡Oh tiempo más espectacular que todos los siglos! Lo que esperaban los
ángeles, lo que los querubines y serafines y los servidores de los cielos
ignoraban, esto fue revelado en nuestro tiempo. Lo que ellos veían en
espejo y por imagen, nosotros lo vemos en verdad.
AMBROSIO, SOBRE LOS MISTERIOS: Dudaron también los ángeles
cuando resucitó Cristo; dudaron las potestades de los cielos al ver que la
carne ascendía hacia el Cielo. ¿Qué decían finalmente? ¿Quién es este rey
de la gloria? Y mientras algunos decían: “Levantad las puertas para
vuestro príncipe, y alzaos oh puertas celestiales y entrará el rey de la
gloria”, otros dudaban y decían: “¿Quién es este rey de la gloria?”.
También tienes en Isaías a las virtudes de los cielos que en su duda dicen:
“¿Quién es este que asciende desde Edom, roja es su vestidura desde
Bosor, y es precioso con su estola blanca?”.
EL MISMO, SOBRE LA FE, AL EMPERADOR GRACIANO, LIB.
IV: ¿Qué hay de extraño si los hombres no han podido comprender con la
sabiduría del mundo, lo que ni los ángeles pudieron comprender a no ser
por revelación? El que pudo seguir a Jesús, más por su opinión que por la
fe, ya penetrando los infiernos desde los cielos, ya resurgiendo, vaciado,
desde los infiernos a los cielos, siendo que el Hijo siempre estuvo en el
Padre y el Padre en el Hijo. Dudó también el prenuncio, aunque por el tipo
de la sinagoga. Finalmente interroga a los discípulos enviados: ¿Eres tú el
que ha de venir? Se asombraron ante el misterio los ángeles del Cielo. Por
eso cuando resucitó el Señor y no podían comprender que resucitara y
subiese por encima de los astros, formularon una opinión de
incertidumbre.
Y TAMBIÉN: Los ángeles, al ver que el Señor venía triunfante de la
muerte, ordenaban a los príncipes alzar las puertas diciendo con

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admiración: oh, príncipes, alzad vuestras puertas y entrará el rey de la
gloria. Había, sin embargo, algunos entre los seres celestiales que se
asombraban de esta nueva pompa, esta nueva gloria y por eso preguntaban:
¿Quién es este rey de la gloria? Los ángeles tienen un proceso en su
conocimiento y una capacidad de progreso y por eso hay en ellos
diversidad de virtud y prudencia. Sólo en Dios no hay ningún proceso
porque es siempre eterno en toda perfección. Decían otros, aquellos que
contemplaban su resurrección, que la habían visto y la reconocían: El
Señor es fuerte en la batalla. Y también decían: ¿Quién es este rey de la
gloria? Lo hemos visto, y no tenía esplendor ni decoro. Si no es aquel,
¿quién es este rey de la gloria? Y los que saben responden: Él es el rey de
la gloria.
EL MISMO, SOBRE LUCAS, LIB. I: ¿Y qué hablamos de los hombres
cuando también leemos de las virtudes y potestades celestiales que a Dios
nadie nunca lo ha visto? Y añadió obre lo que está más allá de las
potestades celestiales: el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, él lo
narrará. Por lo tanto a Dios nadie lo vio nunca porque nadie abarcó ni con
la mente ni con los ojos la plenitud de la divinidad que habita en Dios.
Y TAMBIÉN: Finalmente, ni todos los apóstoles veían a Cristo y por eso
dijo: ¿Hace tanto tiempo que estoy con vosotros y no me conocisteis?
EL MISMO, SOBRE LA FE, A GRACIANO: Me es imposible conocer
el secreto de la generación. Está por encima de las potestades, de los
ángeles, de los querubines, de los serafines, por encima de todo sentido.
Y TAMBIÉN: Ni los ángeles pudieron comprender el misterio del Padre.
AGUSTÍN, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
LA NUEVA LEY: Los querubines y los serafines no comprendieron
plenamente qué es Dios, porque nadie conoció al Padre sino el Hijo.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, CAP. III: Por cuanto progrese
después de la resurrección la naturaleza humana para asemejarse a la
angélica, y llegue incansablemente a la contemplación de Dios sin
embargo, no es capaz de ver plenamente su esencia, porque tampoco la
misma perfección angélica alcanza totalmente a conocerla, según el
apóstol, que dice: La paz de Dios, que supera todo sentido, lo que implica
que también el de los ángeles. Sólo la Trinidad se conoce íntegramente a sí
misma, y la humanidad recibida por Cristo, que es la tercera persona en la

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Trinidad. La esencia de Dios puede conocerse, creyendo que es. Pero su
obra y su justicia no son conocidas plenamente por nadie. No pueden
penetrarse ni por el sentido angélico ni humano. Sólo corresponde venerar
y temer sin discutir ni inquirir, según lo que dice el apóstol: ¿Quién conoce
el sentido de Dios?
HAIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS: Para que se
manifieste de muchas formas la sabiduría de Dios a los príncipes y
potestades celestiales por medio de la Iglesia. Para que esta múltiple
sabiduría de Dios se manifestara a los príncipes y potestades en los cielos,
que el bienaventurado Jerónimo entiende que son las virtudes angélicas en
el Cielo, el Hijo de Dios viniendo al mundo lo reveló a los apóstoles. Y
por medio de la Iglesia, es decir, por la predicación de los apóstoles en la
iglesia se manifestó a las virtudes angélicas. Porque dice el bienaventurado
Jerónimo que hubo ciertas dignidades angélicas que no entendieron con
pureza los misterios mencionados anteriormente hasta que se completó la
pasión de Cristo y comenzaron los apóstoles a predicar entre todas las
gentes atrayendo a los gentiles a la fe. Lo que puede probarse porque los
ángeles dijeron con admiración cuando él subía a los cielos: ¿Quién es este
que viene de Edom, es decir, de un mundo cruento y sanguinario? Y en el
salmo: ¿Quién es este rey de la gloria? Y así lo conocieron como
consejeros y nuncios aquellos que son de mayor dignidad y por cuyo
ministerio fueron anunciadas esas cosas. Puede ser que para aquellos de
menor potestad estas cosas fuesen parcialmente ignoradas.
Y TAMBIÉN: Y el que subió sobre todos los cielos, es decir, el espíritu,
para cumplir todas las cosas, a saber, los oráculos de la ley y los profetas y
también las cosas de su conocimiento celestiales y terrestres y por la
revelación de su dignidad. Las cosas celestiales se cumplieron, porque
había ciertas potestades angélicas que no conocieron claramente el
misterio de la natividad de Cristo, la pasión, la resurrección y la ascensión
hasta que se cumplieron. Por eso se dice con admiración en el salmo:
¿Quién es este rey de la gloria?

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Q. 49: Que todos los órdenes de los espíritus celestiales generalmente son
llamados ángeles. Y lo contrario

GREGORIO, EN LA HOMILÍA SOBRE LOS ÁNGELES: Diez


dracmas tuvo la mujer porque nueve son los órdenes de los ángeles. Pero
para que se completara el número de los elegidos, el hombre fue creado
como el décimo.
Y TAMBIÉN: Dijimos que hay nueve órdenes de ángeles porque, según
la Sagrada Escritura, sabemos que hay ángeles, arcángeles, virtudes,
potestades, principados, dominaciones, tronos, querubines y serafines.
Y TAMBIÉN: Si a los principados, las potestades, las virtudes y las
dominaciones les unimos los tronos, tenemos cinco órdenes. Y si se
añaden los ángeles, los arcángeles, los querubines y los serafines, sin duda
aparece que los órdenes de los ángeles son nueve.
Y TAMBIÉN: Dijimos que son nueve los nombres de las piedras
preciosas porque realmente son nueve los órdenes de los ángeles.
Y TAMBIÉN: En la lengua griega ángeles significa nuncios y arcángeles
nuncios supremos.
Y TAMBIÉN: La palabra ángeles indica el oficio, no la naturaleza. Esos
santos espíritus de la patria celestial siempre ciertamente son espíritus pero
no siempre pueden ser llamados ángeles porque solamente son ángeles
cuando por medio de ellos se anuncia algo, por lo cual dice el salmista: El
que hace a sus espíritus sus ángeles. Como si dijera abiertamente: Que a
esos espíritus que tiene siempre consigo, cuando lo desea, los hace sus
ángeles. Los que anuncian cosas mínimas son llamados ángeles y los que
anuncian cosas más importantes son llamados arcángeles. Por eso a la
virgen María no se le envió un ángel cualquiera sino el arcángel Gabriel.
Y TAMBIÉN: Se dice que Dionisio Areopagita, padre antiguo y
venerable, afirmaba que de los escuadrones de los ángeles se envían
mensajeros a cumplir su ministerio ya sea visible o ya invisiblemente; o
sea, que para solaz de los humanos vienen ángeles o arcángeles. Pues los
escuadrones superiores nunca se apartan de los lugares más íntimos,
porque nunca tienen encargos de cosas que superen el uso del ministerio
exterior. A esto parece ser contrario lo que dice Isaías: Voló hacia mí uno

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de los serafines, con un carbón en la mano que con una tenaza había
tomado del altar y tocó mi boca. Pero en esta expresión del profeta hay que
entender que estos espíritus que son enviados reciben el nombre de los
oficios que desempeñan. El ángel que toma un carbón del altar para
quemar los pecados de la locución, es llamado serafín, que significa
incendio. Y también se cree que apoya este sentido lo que se dice por el
profeta Daniel: millares de millares le servían, y millones de millones
asistían delante de él. Una cosa es servir y otra es asistir. Lo sirven a Dios
los que salen para traernos anuncios; lo asisten los que disfrutan de una
contemplación íntima y no son enviados afuera para cumplir otras
acciones. Pero como en algunos lugares de la Escritura vemos que hay
ciertas obras que son realizadas por los querubines y otras por los
serafines, no queremos afirmar si no lo podemos probar con abiertos
testimonios, si esto lo efectúan por sí mismos o por medio de escuadrones
que les están sujetos, y como dependen de sus superiores usan los nombres
de estos. Eso sí, sabemos con certeza que para servir al ministerio de los
superiores, algunos espíritus envían a otros, pues dice Zacarías: El ángel
que hablaba en mí está saliendo y otro ángel salía a su encuentro, etc.
Y TAMBIÉN: Y son superiores los que envían e inferiores los que son
enviados. Y esto también tenemos por cierto acerca de los escuadrones que
son enviados, que cuando vienen a nosotros, de tal modo cumplen su
ministerio exterior que nunca dejan de estar interiormente en
contemplación.
HAIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS: Como dice
Dídimo el Griego en el libro sobre el Espíritu Santo: de todos los
escuadrones de ángeles son enviados algunos.

Q. 50: Que en la vida celestial nadie progresa. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE JUAN, SERMÓN XXIX: A la patria que está en lo


alto, donde nadie muere, porque nadie nace y nadie progresa y nadie
experimenta retroceso.
AMBROSIO, SOBRE LA FE. AL EMPERADOR GRACIANO: Había
aún entre los seres celestiales quienes se extrañaban admirados de la nueva
pompa y la nueva gloria y preguntaban: ¿Quién es este rey de la gloria?
Pero como los ángeles tienen progreso en la ciencia y el único que no tiene

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progreso es Dios, decían algunos, aquellos que contemplaban al que
resucitaba, y lo habían visto: El Señor es fuerte y potente, el Señor es
potente en la batalla. Y también la multitud de los ángeles en marcha
triunfal cantaban: Alzad, príncipes, vuestras puerta, y elevaos, oh puertas
eternas, y entrará el rey de la gloria. Y de nuevo algunos decían
extrañados. ¿Quién es este rey de la gloria? Lo hemos visto sin dignidad ni
decoro. Por lo tanto, si no es aquel, ¿quién es este rey de la gloria? Y
respondían los que sabían: El Señor de las virtudes, él es el rey de la
gloria.
Y TAMBIÉN: ¿Cómo subiremos al Cielo? Allí están dispuestas las
potestades, están ordenados los príncipes, que cuidan las puertas del Cielo;
ellos interrogan al que asciende.
Y TAMBIÉN: La puerta eterna es Pedro, Juan, Santiago.
Y TAMBIÉN: El gran misterio de Cristo, que asombró a los ángeles.
JERÓNIMO, A PAMMAQUIO Y MARCELA, CONTRA UN
ACUSADOR DE SU EXPOSICIÓN EN LA EPÍSTOLA A LOS
EFESIOS: Voy a exponer brevemente el segundo lugar, donde habla
Pablo: Haciéndolo sentar a su derecha en los cielos sobre todo principado
y potestad y virtud y dominación y todo nombre, que exista no sólo en este
siglo sino también en el futuro; después de una múltiple exposición,
habiendo llegado a los oficios de los servidores y habiendo hablado de los
principados, las potestades, las virtudes y las dominaciones, también
añadió esto: Es necesario que los tengan sujetos y temerosos a su servicio
y a aquellos que se fortalezcan con su propia fuerza. Estas distribuciones
de oficios no son sólo en el tiempo presente sino que estarán también en el
futuro, de modo que por medio de progresos y honores, ascensos y
descensos, algo aumente o disminuya y se constituya bajo otra potestad,
virtud, principado o dominación. Y después de demostrar, con el ejemplo
de un reino terrenal, la descripción de este palacio, con todos los diversos
oficios de los servidores de Dios, añadí: ¿creemos que Dios, Señor de los
señores, esté contento con sólo esta simple servidumbre? Así como un
arcángel no se llama así sino porque es superior a los ángeles, así los
principados, potestades y dominaciones no reciben este nombre sino
porque tienen a otros sujetos en un grado inferior. Pero así alguien cree
que sigo a Orígenes porque en mi exposición hablé de progresos y
honores, ascensos y descensos, incrementos y disminuciones, sepa que hay

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cosas muy importantes para decir sobre los ángeles, los serafines y los
querubines que se transforman en demonios y hombres, según afirma
Orígenes.
AGUSTÍN, SOBRE EL SALMO LXXXV: Me has auxiliado y me has
consolado. El bienaventurado Cipriano sufrió en su pasión, pero recibió
consuelo con su corona. Consolado hace poco y todavía triste. El señor
Jesús todavía intercede por nosotros, y los mártires todos, que están con él,
interceden. No cesan estas intercesiones, mientras no cesen nuestros
gemidos. Cuando cese, estaremos en la ciudad de los vivientes. ¿Quién
gime allí? Las criaturas gimen a una, y a una están de parto hasta ahora.

Q. 51: Que los primeros padres han sido creados mortales. Y lo contrario

AGUSTÍN, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y


DE LA NUEVA LEY. CAP. XXI: Dios hizo al hombre tal que si no
pecaba tendría inmortalidad, para que él mismo fuese autor de la vida o de
la muerte; para que librándose del pecado con su propio esfuerzo gozara de
inmortalidad y si era negligente se le imputase a él mismo el empezar a ser
mortal. Mientras perduró en la ley del creador, fue digno de comer del
Árbol de la Vida y no tener que morir. El cuerpo no era tal que pareciera
imposible de disolverse, pero el bocado del Árbol de la Vida impedía la
corrupción. Finalmente, aun después del pecado pudo permanecer
indisoluble si se le hubiera permitido comer del Árbol de la Vida. Pero
¿cómo podía tener un cuerpo inmortal que se sustentaba con un alimento?
Lo que es in mortal no requiere comida ni bebida. El Árbol de la Medicina
impedía toda corrupción.
EL MISMO, LA CIUDAD DE DIOS, LIB. XIII, SOBRE EL CUERPO
QUE AHORA POSEEMOS: Y no será ciertamente tal como fue en los
primeros hombres antes del pecado, que si bien no iban a morir si no
pecaban, usaban como los hombres alimentos, porque poseían cuerpos que
no eran espirituales sino terrenos, etc.
EL MISMO, LIB. I SOBRE EL BAUTISMO DE PÁRVULOS:
Aunque Adán según el cuerpo era tierra y poseía un cuerpo animal con el
que fue creado, sin embargo, si no hubiera pecado, hubiera sido
transformado en un cuerpo espiritual, y hubiera pasado a aquella

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incorruptibilidad que se les promete a los fieles y santos sin peligro de
muerte.
EL MISMO: Por lo tanto, si Adán no hubiese pecado, no hubiera sido
despojado del cuerpo sino que se hubiese revestido de inmortalidad e
incorrupción, para ser absorbido de la vida mortal, es decir, animal, para
asumir la espiritual. Ni tampoco había que temer que si vivía por largo
tiempo en el cuerpo animal este se gravara con la vejez y al envejecer
llegara a la muerte. Porque si Dios estuvo con calzado y ropa de los
israelitas, que por tantos años no fueron olvidados. ¿Qué hay que extrañar
si al hombre obediente se le concediese ese mismo poder, para que
teniendo un cuerpo animal, es decir, mortal, hubiera en él cierta fijeza para
que creciese en años sin defectos por todo el tiempo que Dios permitiese
hasta pasar sin muerte a la inmortalidad? Así como esta carne que ahora
tenemos no es no vulnerable por no tener necesidad de ser vulnerada, así
aquella no fue no mortal por no tener necesidad de morir. Creo que esa
posibilidad en el cuerpo animal y mortal también estuvo en aquellos que
fueron trasladados desde aquí sin morir. Ni Enoch ni Elías con una edad
tan larga sufrieron deterioro por la vejez. Tampoco creo que ellos una vez
convertidos a esa cualidad espiritual del cuerpo, como la que se promete
en la resurrección, que ocurrió por primera vez en el Señor; sino porque
estos quizás no necesitaban de estos alimentos que restauran cuando son
consumidos, sino que desde su traslado viven de tal manera que tienen una
saciedad similar a la de Elías en aquellos cuarenta días que vivió sin
alimento con una copa de agua y un pedazo de pan. Y si llega a haber
necesidad de este tipo de sustento, tal vez se alimenten en el Paraíso como
Adán antes de que mereciera salir de allí. Allí tenía, según creo, alimento
de los árboles del bosque para no desfallecer y tener estabilidad contra la
vejez del Árbol de la Vida.
EL MISMO, SOBRE EL GÉNESIS: Ese cuerpo anterior al pecado podía
decirse mortal según una causa e inmortal, según otra causa; mortal,
porque podía morir; inmortal, porque podía no morir. Una cosa es no
poder morir y otra cosa es poder no morir.
Y TAMBIÉN: El primer hombre fue creado inmortal, lo que se debía al
Árbol de la Vida y no a una condición de la naturaleza; de allí fue
separado para que pudiera morir; si no hubiera pecado no hubiera muerto.
Era mortal por la condición de su cuerpo mortal y era inmortal por
beneficio de Dios. Si es animal, es ciertamente mortal y podía morir

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aunque fue inmortal porque podía no morir. Ser inmortal y no poder morir
de ninguna manera significa ser espiritual, y esto se nos promete en la
futura resurrección.
GREGORIO, EN RESPUESTA A AGUSTÍN, OBISPO DE
CANTORBERY: Cuando pecaron nuestros primeros padres en el Paraíso,
por recto juicio de Dios perdieron la inmortalidad que habían recibido.
BEDA. SOBRE LUCAS: Y lo desnudaron, es decir, lo despojaron de la
vestidura de la gracia espiritual de la inmortalidad y la inocencia.
Y TAMBIÉN: Fue dejado semivivo porque pueden quitarle la
inmortalidad pero no el sentido de la razón.

Q. 52: Que Adán fue creado fuera del Paraíso. Y lo contrario

GÉNESIS: Había plantado desde el principio el Señor Dios un paraíso de


placer, en el que puso al hombre, que había formado.
Y TAMBIÉN: Tomó el Señor Dios al hombre y lo puso en un paraíso de
placer.
REMIGIO, SOBRE EL GÉNESIS: Dado que se dice que el hombre fue
puesto en el Paraíso, se da a entender que no fue creado allí, sino en
nuestra tierra mortal, porque la divina pre-ciencia conocía que iba a pecar
y por eso sería trasladado de esa tierra santa a este valle de miseria.
AGUSTÍN, SOBRE LAS PALABRAS DEL SEÑOR EN UN
SERMÓN: No se turbe vuestro corazón; con la misma autoridad con la
que formó Adán en el Paraíso, fabricó para sí carne de la sustancia de la
misma María y recibiéndola para nuestra salvación nació Dios y hombre.

Q. 53: Que el pecado de Adán fue grande. Y lo contrario

AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS


ROMANOS: Por lo tanto, así como por uno solo el pecado, etc. Un solo
Adán, es decir, Eva, siendo mujer de Adán, pecó.
Y TAMBIÉN: Y en el cual, es decir, en Adán, todos pecaron. Por eso dijo
“en el cual”, hablando de la mujer, porque no se refería a la especie sino al

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género. A semejanza de la prevaricación de Adán y Teraj, padre de
Abraham, y Nacor y Labán, tenían sus dioses propios. Y el pecado de
Adán no está muy lejos de la idolatría. Prevaricó pensando que el hombre
sería Dios. Juzgó más provechoso lo que le decía el diablo que lo que le
había ordenado Dios, poniendo al diablo en el lugar de Dios. Por eso se
hizo súbdito del diablo.
AGUSTÍN, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XLV: En aquel pecado, que
entró por un solo hombre en el mundo, y se transmitió a todos los
hombres, por lo cual también se bautizan los párvulos, también pueden
entenderse muchos pecados si aquel único se divide en algo así como sus
miembros. Pues allí está la soberbia, porque el hombre prefirió estar en su
propia potestad más que en la de Dios; y hay un sacrilegio, porque no le
creyó a Dios; y un homicidio, porque se precipitó a la muerte; y una
fornicación espiritual, porque la integridad de la mente humana fue
corrompida por persuasión de la serpiente; y un hurto, porque fue robado
el fruto prohibido; y avaricia, porque apeteció más de lo debido; y si algo
más en ese pecado puede encontrarse con una investigación diligente.
Y TAMBIÉN, CAP. XLVI: Fui concebido en la iniquidad y mi madre me
nutrió en el pecado en su útero. No dijo aquí en la iniquidad o en el
pecado, lo que hubiera sido correcto, sino que prefirió decir en la iniquidad
y en el pecado. Porque en ese solo pecado que pasó a todos los hombres y
es tan grande que transformó a toda la naturaleza humana, se encuentran,
como dije anteriormente, muchos pecados.
JERÓNIMO, A UNA VIRGEN CONSAGRADA A DIOS: Adán
merecía más el perdón porque eso era nuevo para él y no tenía el ejemplo
de nadie que hubiese pecado y por eso hubiese merecido la muerte. Pero
ignoro cómo se te podría perdonar a ti después de tantos documentos,
después de la ley, de los profetas, de los Evangelios, de los apóstoles, si
quieres delinquir.

Q. 54: Que el primer pecado del hombre no comenzó por persuasión del
diablo. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE EL GÉNESIS A LA LETRA, LIB. XI: Y no debe


pensarse que el tentador hubiese conseguido la caída del hombre, si no
hubiese habido antes en el alma del hombre cierta soberbia que debía ser

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reprimida para que por la humillación del pecado aprendiese la falsedad de
su presunción.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO CXVIII: El Apóstol entiende que se
trata de la avaricia general que es la raíz de todos los males. Porque los
primeros hombres no hubieran sido engañados y arrastrados por la
serpiente, si no hubieran querido tener más de lo que habían recibido. Esta
les había prometido: Seréis como dioses. Esta pleonexia[*] los hizo
sucumbir.
JERÓNIMO: SOBRE LA CARTA DE PABLO A LOS ROMANOS:
Así como por un solo hombre… Si por un solo hombre el pecado de Eva
entró en el mundo, están locos los que dicen que hubo pecado en el mundo
antes de que el diablo engañase a Eva.

Q. 55: Que sólo Eva fue seducida y no también Adán. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE EL GÉNESIS A LA LETRA, LIB. XI: Dice el


Apóstol: Adán no fue seducido, la seducida fue la mujer. Pues al ser
interrogado no dijo que la mujer lo había seducido, sino que la mujer le
había dado el fruto del árbol. Ella sí dijo: La serpiente me sedujo. ¿Se ha
de creer igualmente que Salomón haya creído que el culto de los ídolos era
de alguna utilidad? Pero no pudo resistir el amor de las mujeres, haciendo
lo que sabía que no debía hacerse, para no contrariar a sus amantes. Del
mismo modo Adán, después que la mujer, una vez seducida, comió y le
dio a comer a él, no quiso contrariarla. No fue por concupiscencia de la
carne, que todavía no había experimentado, sino por una cierta amigable
benevolencia, porque a menudo sucede que se ofende a Dios para evitar
que un amigo se vuelva un enemigo; el justo resultado de la divina
sentencia indicó que eso no debió hacerse. De modo que de alguna manera
también él fue engañado; pero de ninguna manera creo que él pudo ser
seducido por el engaño de la serpiente con el que fue seducida la mujer. El
Apóstol llamó seducción con propiedad a que se juzgase como verdadero
aquello que era falso y de lo que se intentaba persuadir, es decir, que Dios
les prohibió tocar ese árbol, porque sabía que si ellos lo tocaban querían
ser como dioses, como si envidiasen la divinidad, etc.
AMBROSIO, SOBRE EL HEXAMERÓN, EL DÍA V: Adán fue
engañado por Eva y no Eva por Adán. El que fue llevado a la culpa por la

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mujer, es justo que asuma el gobierno para no ceder nuevamente a la
insinuación femenina.
PASCASIO, SOBRE EL CUERPO Y LA SANGRE DEL SEÑOR,
CAP. XII: La divina sabiduría las produjo juntamente de su costado para
que de donde había sido creada la mujer que engañó al primer Adán, de
allí también se formara la Iglesia.
DEL SERMÓN DE CRISÓSTOMO EN XL: Finalmente la mujer
seducida le transmitió al varón la malicia de la serpiente que encontró para
sí. Fue persuadida y persuadió; fue infectada e infectó; fue engañada y
engañó.
AGUSTÍN, SOBRE LA SINGULARIDAD DE LOS CLÉRIGOS: Nos
extrañamos de que Adán haya sido seducido por Eva, porque no había
habido ejemplos de quienes murieran.

Q. 56: Que el hombre al pecar perdió el libre albedrío. Y lo contrario

AGUSTÍN, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XXX: Usando mal el libre


albedrío el hombre lo perdió y se perdió a sí mismo. Así como el que se
mata a sí mismo lo hace mientras estaba en vida pero no puede resucitarse,
así cuando pecó por su libre albedrío, siendo victorioso el pecado, perdió
también el libre albedrío. Se hizo siervo de aquel por quien fue vencido.
¿Cuál puede ser la libertad del siervo si no cuando se deleita en pecar? Es
siervo con gusto el que cumple con gusto la voluntad de su amo. Y es por
eso libre para pecar el que es siervo del pecado.
EL MISMO, SOBRE LA CORRECCIÓN Y LA GRACIA: Hay que
confesar que tenemos el libre albedrío para hacer el mal y para hacer el
bien. Pero está libre de la justicia para obrar el mal quien es siervo del
pecado.
EL MISMO, SOBRE LA GRACIA Y EL LIBRE ALBEDRÍO:
Siempre tenemos libre voluntad, pero no siempre es buena. O está libre de
la justicia cuando sirve al pecado y entonces es mala; o está libre del
pecado cuando sirve a la justicia, y entonces es buena. Pero la gracia de
Dios siempre es buena, y por medio de esta el hombre recupera su
voluntad buena, que antes fue mala.

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Y TAMBIÉN: Pues el hombre no recibe la gracia de tal manera que
pierda su voluntad. Sin embargo, no debe creerse que esa voluntad sin la
gracia de Dios pueda hacer algún bien; no yo, sino la gracia de Dios
conmigo, es decir, no yo solo: ni la gracia de Dios sola ni yo solo.

Q. 57: Que Adán fue sepultado en el lugar del Calvario. Y lo contrario

AMBROSIO A ORONSIANO: Esta hija de la Iglesia aspirando a cosas


superiores con buenos consejos, que fue recibida por Cristo en el Gólgota,
donde estaba el sepulcro de Adán, para que él lo resucitara en su cruz.
Donde en Adán estuvo la muerte de todos, allí está en Cristo la
resurrección.
JERÓNIMO, A MARCELA SOBRE LOS LUGARES SANTOS,
ALABANDO A LA CIUDAD DE JERSUSALÉN: En esta ciudad, más
aún, en este mismo lugar se dice que entonces habitó y murió Adán. Por
eso el lugar donde fue crucificado el Señor se llama Calvario, a saber,
porque allí está la calavera del hombre antiguo, para que el segundo Adán
y la sangre de Cristo goteando desde la cruz diluyeran los pecados del
primer Adán, el propagador allí yacente, y así se cumplieran las palabras
del Apóstol: Levántate tú que duermes y surge de entre los muertos y te
iluminará Cristo.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LOS LUGARES Y LOS NOMBRES:
En nuestros códices aparece corruptamente Arboc, mientras que en hebreo
se lee Arbe, es decir, cuatro, porque allí están sepultados tres patriarcas,
Abraham, Isaac y Jacob y el gran Adán, como está escrito en el libro de
Jesús, aunque algunos sospechan que él está en el lugar del Calvario. Esto
era antiguamente Hebrón, metrópolis de los filisteos.
ISIDORO, SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE DE LOS SANTOS
PADRES, SOBRE ADÁN: Echado del Paraíso habitó una tierra apta para
cultivos. Perdida la inmortalidad, volvió al polvo. Fue sepultado en Arge,
es decir, Hebrón, ciudad capital de otros pueblos.
Y TAMBIÉN: En un terreno en Hebrón, en una caverna doble, en cuya
parte interior está sepultado Adán, y en la exterior, Abraham. Este lugar,
como enseña Josefo, está en el séptimo estadio distante de Hebrón.

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Q. 58: Que Adán se ha salvado. Y lo contrario

DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA: Por la sabiduría fueron sanados


todos los que te agradaron, Señor, desde un principio. A aquel que fue
creado el primero por Dios, padre del orbe de las tierras, siendo creado
solo, lo cuidó y lo sacó de su delito: y le dio la virtud de contener a todas
las cosas.
AGUSTÍN, EN LA EPÍSTOLA A EVODIO SOBRE LAS
PALABRAS DE PEDRO, CON LAS QUE AFIRMA QUE CRISTO
SUPRIMIÓ LOS DOLORES DEL INFIERNO: ¿Quién sino un infiel
puede negar que Cristo estuvo en los infiernos?
Y TAMBIÉN: ¿Por qué habrá querido ir adonde había dolores? Porque
estaba, según la Escritura libre entre los muertos; donde el príncipe de la
muerte no encontró lo que se debe como suplicio.
Y TAMBIÉN: Casi toda la Iglesia está de acuerdo en que perdonó a aquel
primer hombre y debe creerse lo que ella no ha creído en vano, de
dondequiera haya procedido esta creencia aunque está escrito en el libro de
la Sabiduría: A aquel que fue creado el primero por Dios, padre del orbe
de las tierras, siendo creado solo, lo cuidó y lo sacó de su delito: hay que
tener muy en cuenta esta sentencia.
Y TAMBIÉN, SOBRE EL BAUTISMO DE LOS PÁRVULOS, LIB.
II, SOBRE ADÁN Y EVA: Aquellos primeros hombres, viviendo luego
justamente, se cree que merecidamente han sido liberados del suplicio
eterno por la sangre de Cristo.
Y TAMBIÉN, LIB. II: Adán, el primero de los hombres que pecó y Abel,
el primero de los hombres que vivió justamente.
HILARIO, SOBRE EL SALMO XIV: Finalmente, Adán mereció el
perdón y fue glorificado en Cristo.
GREGORIO A EULOGIO, OBISPO DE ALEJANDRÍA, Y A
ANASTASIO DE ANTIOQUÍA: Decimos que el primer hombre, el día
que pecó, murió en el alma; sin embargo, Adán, llegó luego por la
penitencia a la vida eterna.
AGUSTÍN, SOBRE LA SINGULARIDAD DE LOS CLÉRIGOS: Os
digo que en el día del juicio Adán va a recibir más tolerancia que vosotros.

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Q. 59: Que María dudó sobre el parto que se le prometía. Y lo contrario

BEDA, SOBRE LUCAS: ¿Cómo sucederá esto, si no conozco varón?


¿Cómo, dice, puede suceder que conciba y dé a luz un hijo ya que he
decidido transcurrir mi vida en una casta virginidad? No pregunta cómo
ocurriría eso como si dudara de las palabras del ángel, sino que estaba
segura que era menester que se cumpliera lo que estaba oyendo de boca
del ángel y había leído antes como dicho por el profeta: pregunta cómo
podría eso tener lugar, porque el profeta que lo había predicho no había
aclarado cómo sucedería sino que eso lo reservó para que lo dijera el
ángel.
AGUSTÍN, CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y DE LA NUEVA
LEY, CAP. XLIX: A María, que dudaba de la posibilidad de la
concepción el ángel le habla aclarándole: El Espíritu Santo vendrá sobre ti;
es decir, no dudes aunque no conozcas varón, porque el Espíritu Santo
obrará para que concibas sin varón.

Q. 60: Que el Verbo de Dios en el útero de la virgen recibió juntamente el


alma y el cuerpo. Y lo contrario

GREGORIO, A LOS OBISPOS DE IRLANDA: En el útero de la virgen


no fue concebida primero la carne y luego vino la divinidad a la carne,
sino que el Verbo, conservada la virtud de la propia naturaleza, se hizo
carne y devino un hombre perfecto, es decir, en la verdad de la carne y un
alma racional. Por eso se dice que fue ungido ante los participantes por
don del Espíritu Santo. Pues ser ungido por el Espíritu Santo es ser
concebido por el Espíritu Santo y la carne de la Virgen.
Y TAMBIÉN: Fue ungido por el mismo espíritu allí donde fue concebido;
no fue concebido antes y luego ungido sino que ser concebido por el
Espíritu Santo y la carne de la virgen y ser ungido fue una misma cosa.
AGUSTÍN, SOBRE EL SECRETO DE LA ENCARNACIÓN DE
CRISTO: Oh Cristo, perdóname y ten piedad de mi boca porque pretendo
narrar temerariamente el misterio de tu encarnación.
Y TAMBIÉN: En el útero de la virgen había sangre genital y humor
seminal; a esta sangre y este humor se unió como una mezcla y la
sustancia de la sangre y el humor hizo una carne oculta. Vino el Espíritu

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Santo a la que había sido una mezcla del Verbo la formó y distinguió con
su animación.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE CUESTIONES DEL ANTIGUO
TESTAMENTO, CAP. XXIII: Moisés escribió: Si alguien golpea a una
mujer embarazada y esta aborta, si ya tenía vida dé el alma por el alma y si
no tenía vida sea multado con dinero, si se prueba que el feto no estaba
animado.
Y TAMBIÉN: Si miramos lo anterior, veremos lo que debemos seguir.
Contemplemos la hechura de Adán. En Adán se dio un ejemplo, para
entender que una vez formado el cuerpo se recibió el alma. Pues podía el
alma mezclarse al limo de la tierra así formarse el cuerpo. Pero la razón
pedía que fuera conveniente que primero estuviera preparada la casa y
luego entrase el morador. Ciertamente el alma, que es espíritu, no puede
habitar en un ambiente seco, y por eso es transportada en la sangre. No
estando preparada la habitación ¿dónde podría estar el alma?
JERÓNIMO A AGASIO: Las simientes paulatinamente se van formando
en el útero y no se considera homicidio hasta que los elementos no tengan
las imágenes de los miembros.

Q. 61: Que José no sospechó que María fuese adúltera. Y lo contrario

DE LA HOMILÍA DE ORÍGENES EN LA VIGILIA DE LA


NAVIDAD: José, dice, su marido, siendo un varón justo y no queriendo
denunciarla, quiso dejarla secretamente. No quería denunciarla, no quería
tomarla, no quería difamarla, sino dejarla secretamente. Dice que él estaba
pensando. Tenemos que investigar qué pensaba. Esto pensaba:
abandonarla. Si sospechaba de ella ¿cómo se dice que era justo? Si no
sospechaba ni pensaba eso ¿por qué deseaba dejar a la que era inmaculada
y santa? Esto era injusto. Pero presta atención al sentido simple de esta
razón. Quería abandonarla porque conocía que había en ella cierta virtud
misteriosa y secreta y se juzgaba a sí mismo indigno de abordarla. Por eso,
humillándose ante algo tan grande e inefable, buscaba la forma de alejarse.
Así, como el bienaventurado Pedro humildemente le decía al Señor:
Apártate de mí Señor, porque soy pecador; como el centurión despedía al
Señor diciendo: No soy digno de que entres en mi casa; o como santa
Isabel que le habló a la bienaventurada María, diciendo: ¿De dónde

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merezco que la madre del Señor venga hasta mí? Así José, siendo
justamente humilde, tomaba cuidado en todo, y temía asumir una unión de
tan grande santidad. Por eso quería que se retirara ocultamente, diciendo:
Su dignidad es muy grande, su santidad es tan superior que no se ajusta a
mi indignidad.
JERÓNIMO, SOBRE MATEO: Sin embargo, José, su marido, siendo
justo y no queriendo denunciarla, etc. Este es el testimonio de María: que
José, conociendo su castidad y admirado de lo que sucedía, guardaba en
silencio ese misterio que no comprendía.
DE CIERTO SERMÓN SOBRE LA NAVIDAD, QUE COMIENZA
ASÍ “AL CASTÍSIMO ÚTERO DE LA VIRGEN MARÍA”: Oíd,
hermanos, oíd a María que habla con nosotros, ausente en la carne y
presente en espíritu. Ignoraba José, mi esposo, que mi Dios me había
amado y creía que mi vientre estaba cargado por un adulterio.
Y TAMBIÉN: José, hombre justo, se turbó porque María, a quien había
tomado del templo y no conocía estaba embarazada: meditando consigo
mismo y nervioso decía: ¿La denuncio o callo? Si callo, consiento en un
mal, aceptando la parte de culpa de un adulterio.
AGUSTÍN, EN UN SERMÓN SOBRE PALABRAS DEL
EVANGELIO: Si tu hermano pecara contra ti, etc. Fíjate cómo el justo
José que había sospechado una cosa tan grave de su mujer, la perdonó con
tal benevolencia. Sabía que no había tenido acceso a ella. Había, pues, una
sospecha cierta de adulterio y, sin embargo, como eso lo sabía él solo, no
queriendo divulgarlo, quiso abandonarla secretamente.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XXII: José, queriendo
abandonarla por sospecha de adulterio, porque sabía que no estaba
embarazada de él, etc.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA A MACEDONIO: José, desposado con
la madre del Señor, habiendo advertido que estaba embarazada y sabiendo
que él no había tenido acceso a ella y por eso no podía pensar otra cosa
sino que era adúltera sin embargo, no quiso que fuese castigada ni
tampoco aprobó la culpa. Es considerada justa. Porque de él se ha escrito:
Siendo justo y no queriendo divulgar el hecho, decidió abandonarla
ocultamente. Cuando pensaba en esto se le apareció un ángel.

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AMBROSIO, SOBRE LUCAS, CAP. V: Muy bien enseñó san Mateo lo
que debe hacer un justo que advierte el oprobio de su cónyuge, debiéndose
mostrar libre de homicidio y de adulterio. Porque el que se une con una
meretriz es un solo cuerpo con ella.

Q. 62: Que Cristo nació estando cerrado el útero de la virgen, Y lo


contrario

SÍMBOLO DEL CONCILIO DE ÉFESO: Produjo nuestro nacimiento


desde el útero, procediendo un hombre de una mujer sin dejar de ser lo que
era.
Y TAMBIÉN: Produjo un nacimiento corporal desde un útero.
BEDA, SOBRE LUCAS: Al decir abrir el útero se habla del nacimiento;
no es que deba creerse que el Señor que había santificado el hospedaje del
sagrado vientre al salir le hiciera perder la virginidad, sino que según la fe
católica se apartó del tálamo como si fuera de un esposo.
AGUSTÍN, SOBRE EL SECRETO DE LA ENCARNACIÓN DE
CRISTO: Cristo, aunque hayas abandonado tu útero, dejándolo cerrado, a
nosotros, incrédulos, nos permitiste abrir tu Evangelio.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XXXV: Si al nacer se
hubiera corrompido la integridad del útero, no hubiera nacido de una
virgen.
DE LAS HOMILÍAS DEL PAPA GREGORIO, EN LAS OCTAVAS
DE PASCUA: Ese cuerpo del Señor entró donde estaban los discípulos
con las puertas cerradas, así como ante los ojos humanos nació estando el
útero de la virgen cerrado. ¿Qué hay, entonces, de extraño si entró con las
puertas cerradas, después de su resurrección, cuando ya viviría para
siempre, si viniendo al mundo para morir salió del útero de una virgen sin
que este se abriera?
JERÓNIMO, A PAMMAQUIO: Cristo virgen, madre virgen perpetua.
Esta es la puerta oriental, siempre cerrada, de Ezequiel. Que me respondan
cómo entró Jesús con las puertas cerradas y yo les responderé cómo sea
virgen después del parto, madre antes de estar desposada.

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EL MISMO, EN EL DIÁLOGO II CONTRA PELAGIO: Puede
referirse mejor al nacimiento especial del salvador que al de todos los otros
humanos lo que está dicho, que el que abre el útero será llamado santo
para el Señor. Sólo Cristo abrió las puertas cerradas de un útero virginal,
que, sin embargo, permanecieron continuamente cerradas. Esta es la puerta
tan cerrada, por la cual sólo ingresa el pontífice y sin embargo, siempre
está cerrada.
EL MISMO, A EUSTOQUIO: El Hijo de Dios se hizo hijo del hombre
para nuestra salvación; espera diez meses para nacer; soporta molestias:
tiene un egreso sangriento.
EL PAPA HORMISDA A JUSTINO AUGUSTO: Para que el que antes
era Hijo de Dios, se hiciera hijo del hombre y naciera según nacen los
hombres, nacido abriendo el útero de la madre y no rompiendo la
virginidad de la madre por virtud de la divinidad.
ANASTASIO AL OBISPO EPITECTO: Gabriel es enviado a María,
virgen no transitoriamente, sino virgen desposada.
Y TAMBIÉN: La Escritura recuerda el parto y dice: Lo envolvió en
pañales al niño y fueron bienaventurados los pechos que lo amamantaron y
se ofreció un sacrificio porque rompió el útero y nació. Estos eran indicios
de una virgen parturienta.
AMBROSIO, SOBRE LUCAS: Porque todo masculino que abre el útero
será llamado santo para el Señor. Pues por las palabras de la ley se
prometía el parto de una virgen. Y está bien llamarlo santo porque es
inmaculado. Porque el santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.
Pero si seguimos la letra ¿cómo es santo todo masculino? ¿Acaso fue santo
Acab? Pero es santo aquel por el cual se señalaba en la Escritura la figura
del futuro misterio de la ley, porque sería el único que abriría el secreto
genital de una fecundidad inmaculada de la santa Iglesia virgen para la
regeneración de los pueblos.
Y TAMBIÉN: Antes de que te formara en el útero, te conocí y te
santifiqué en el útero de tu madre. El que santificó un útero ajeno, es el
que abrió el útero de su madre para salir inmaculado.

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Q. 63: Que Cristo según la carne no fue de la tribu de Judá. Y lo
contrario

ORÍGENES, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS


ROMANOS, HOMILÍA I: Fue hecho de la simiente de David según la
carne. ¿Cómo puede decir que Cristo desciende de la simiente de David, si
consta que no nació de José adonde se extiende la descendencia de David?
Aunque parezca contrario a la letra a estos se les responde que María
estaba desposada con José y según la ley pertenecía a su tribu y
descendencia; el ángel le dice que Isabel, su pariente, va a tener un hijo en
su vejez y se manifiesta que pertenece a las hijas de Aarón; sin embargo,
puede afirmarse que el nombre del parentesco puede aplicarse no sólo a los
pertenecientes a la misma tribu sino a la pertenencia al pueblo de Israel,
como dice el Apóstol simultáneamente de todos: que son mis parientes
según la carne. Pueden responderse estas y otras cosas semejantes. A
nosotros nos parece que estas cosas deben entenderse según un sentido
espiritual y alegórico, de acuerdo con lo cual nada se opone a que se diga
que José es padre de Cristo. Mateo dice que Joram engendró a Ozías. En el
libro IV de los Reyes estaba escrito que Joram engendró a Ocozías,
Ocozías a Joás, Joás a Amasías, Amasías a Azarías, el mismo que a veces
es llamado Ozías, y Azaría a Jonatán.
Y TAMBIÉN: Resulta cierto acerca de esto que debe juzgarse no según la
historia sino según la inteligencia espiritual que ahora no debemos tratar.
Por el momento nos es suficiente responder a nuestros adversarios que así
como se dice que Jesús es hijo de José y que Ozías fue engendrado por
Joram, cosa que no es históricamente cierta, así puede decirse que Cristo
es de la simiente de David según la carne y lo que puede decirse de Joram,
digámoslo también de David.
PABLO EN LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS: Es manifiesto que
nuestro Señor nació de la tribu de Judá, en la cual Moisés nada habló de
los sacerdotes.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS: Porque
todavía era necesario que surgiese otro sacerdote según el orden de
Melquisedec, y no según el de Aarón, etc. Queriendo demostrar el apóstol
que la generación de Melquisedec no procedía de la progenie de Sem, de la
que era miembro Abraham, sino de la de Cam, cuya posteridad no es

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mencionada por la Escritura, dice de él que no tenía padre ni madre, es
decir, sin orden de generación, y que no constaba ni su principio ni su fin.
Y TAMBIÉN: Esto lo hace el Apóstol para demostrar que quien no era de
la generación de los hebreos había bendecido al patriarca y en él una
semejanza de Cristo, que no sería de la tribu de Leví, es decir, sacerdotal,
sino de la de Judá.
AUGUSTO, CONTRA FAUSTO, LIB. II, CAP. II: El Señor que es
Dios según la divinidad Él mismo es hijo de David por la carne. Si creer
esto no fuese importante para nosotros, el Apóstol no se lo recomendaría
tan atentamente a Timoteo, diciendo: Recuerda que Cristo Jesús resucitó
de entre los muertos, de la simiente de David, según mi Evangelio. Si
alguien anuncia algo contra este Evangelio, sea anatema; así les advierte
seriamente a los fieles.
Y TAMBIÉN: Mateo traza la serie de la generación no hasta María sino
hasta José, en primer lugar porque había que honrar más la persona del
marido por su sexo viril. Y no dejó de ser marido por no haber tenido
relación sexual, ya que el mismo Mateo narra que María fue llamada su
esposa por el ángel.
Y TAMBIÉN: También debemos pensar que puede suceder que se dijese
que José era marido de María, teniéndola como cónyuge, no por relación
sexual sino por afecto y, por tanto, que el marido de la virgen madre de
Cristo no debió ser separado de la serie de ascendientes de Cristo; y que la
virgen María tenía algo de la sangre de David de modo que la carne de
Cristo no pudo ser creada sin participación de la simiente de David.
Y TAMBIÉN: ¿Qué resta sino que María no ha sido extraña a la
ascendencia de David?
Y TAMBIÉN: Todo el que dice que María no pertenece a la
consanguineidad de David es manifiesto que se opone a la excelente
autoridad de las Escrituras.

Q. 64: Que Dios no asumió la persona sino la naturaleza de hombre. Y lo


contrario

AGUSTÍN, EN EL LIBRO SOBRE LA FE A PEDRO: Y así el Verbo


se hizo carne, pues, aunque naturalmente el Verbo y la carne no son lo

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mismo, la verdad de las dos naturalezas permanece en Cristo, sin embargo,
según una sola persona que es el Verbo y la carne y de allí comenzó la
concepción materna. Dios, Verbo, no asumió la persona de hombre, sino la
naturaleza.
BOECIO, CONTRA EUTIQUES Y NESTORIO: Conste lo que dijimos
anteriormente sobre la diferencia entre naturaleza y persona; porque la
naturaleza es la propiedad especificada de cada sustancia y la persona es la
subsistencia individual de una criatura racional.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: Siervo de Jesucristo. Menciona a los dos: Jesús y Cristo para
señalar la persona de Dios y la del hombre, porque en ambas está el Señor.
Y TAMBIÉN: Cuando la Escritura dice Jesús o dice Cristo, señala a veces
la persona de Dios y a veces la del hombre.
AGUSTÍN, LIBRO II CONTRA LOS MANIQUEOS: Dejó al Padre,
cuando dijo: salí del Padre; y se apareció a los hombres, cuando el Verbo
se hizo carne. Lo que no significa una conmutación de la naturaleza de
Dios sino la asunción de una persona inferior, es decir, la humana.

Q. 65: Que el Hijo de Dios cambió al recibir la carne. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO LXXVI: Es un cambio de la diestra


del excelso; si su diestra, es decir, su Hijo, no hubiese cambiado y recibido
el cuerpo de hombre, no podemos obtener su misericordia. Pues,
existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo
a qué aferrarse, sino que se humilló a sí mismo adoptando la forma de
siervo.
AGUSTÍN, SOBRE LA NATURALEZA DEL SUMO BIEN: Las
naturalezas corruptibles no son inmutables, porque fueron hechos de la
nada.
Y TAMBIÉN: Todo cambio hace que algo sea lo que no era. Pero Él es el
que es inmutable.
Y TAMBIÉN: La verdadera inmortalidad es aquella suma inmutabilidad
que sólo Dios tiene.

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ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, CAP. I: ¿Qué es la inmortalidad
de Dios sino su inmutabilidad? Pues los ángeles y las almas son inmortales
pero no son inmutables. Sólo Dios se dice que es inmortal porque es
inmutable. Porque el alma muere y el ángel, abandonando a Dios, cayó. El
que tiene materia por la que existe es mutable, porque pasa de ser informe
a tener una forma; lo que no tiene materia es inmutable, como Dios.

Q. 66: Que Dios y el hombre en Cristo parecen ser partes. Y lo contrario

AMBROSIO: Porque así como el alma racional y la carne son un solo


hombre, así Dios y el hombre son un solo Cristo, no por confusión de la
sustancia sino por la unidad de la persona.
JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO II: Yo fui constituido rey por él, se
dice por parte de la carne.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO XXIII: ¿Quién es este rey de la
gloria? Es la voz de los ángeles que siempre estuvieron junto a Dios.
Como si dijeran: Nosotros siempre vemos que el Padre y el Hijo están
juntos. ¿Quién es este rey de la gloria? Lo decían en cuanto a la carne.
AGUSTÍN, SOBRE EL LIBRO DE LAS SENTENCIAS DE
PRÓSPERO: Esto es lo que decimos y que en todas formas procuramos
probar, que el sacrificio de la iglesia se realiza y consta de dos cosas: de
una presencia visible de elementos y de la carne y sangre invisibles de
nuestro señor Jesucristo; el sacramento y la cosa del sacramento, es decir,
el cuerpo de Cristo: así como la persona de Cristo consta de Dios y de
hombre. Siendo Cristo verdadero Dios y verdadero hombre, porque esa
cosa contiene en sí la naturaleza y la verdad de aquellas cosas, de las
cuales consta. Es pues el sacramento y la cosa del sacramento, es decir, el
cuerpo de Cristo.
EL MISMO, SOBRE LAS PREGUNTAS QUE LE HIZO OROSIO:
Así como el alma y la carne son un solo hombre, así el Verbo y el hombre
son un solo Cristo. Tenemos dos sustancias en un solo Hijo de Dios, de la
divinidad y de la humanidad y no dos personas. Si dijésemos que son dos
personas ya no sería trinidad sino cuaternidad.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. IV: Es así que están sólo el
Verbo de Dios y la carne del hombre, sino también el alma racional del

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hombre y este todo puede llamarse Dios por causa de Dios y hombre por
causa del hombre. Si esto es difícil de entender que la mente se purgue con
la fe.
EL MISMO, SOBRE LA PREDESTINACIÓN DE LOS SANTOS:
Hubo una asunción inefable del hombre por el Verbo de Dios de modo de
ser simultáneamente Hijo de Dios e hijo de hombre; hijo de hombre, por el
hombre recibido e Hijo de Dios por el Dios que lo recibió; esto es así
verdadera y propiamente para que no fuese una cuaternidad en lugar de
una trinidad.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA A VOLUSIANO, SOBRE LA
ENCARNACIÓN DE CRISTO: Así como en la unidad de la persona el
alma usa del cuerpo para que haya un hombre, así en unidad de persona
Dios usa del hombre para que sea Cristo. En aquella persona hay mezcla
de alma y de cuerpo; en esta persona hay mezcla de Dios y de hombre. Por
tanto, la persona del hombre es mezcla de alma y de cuerpo; la persona de
Cristo es mezcla de Dios y de hombre. El Verbo de Dios se compone de un
alma que tiene un cuerpo, asume simultáneamente el alma y el cuerpo.
Aquello sucede cotidianamente para la procreación de los hombres; esto
sucedió una sola vez para la liberación de los hombres. Debe creerse más
fácil la mezcla de dos sustancias incorpóreas que de una incorpórea con
una corpórea. Por eso es más fácil de creer la mezcla del Verbo de Dios y
el alma que la del alma y el cuerpo. El Verbo de Dios no de otro modo
distinto del que tienen las criaturas, asumió al hombre y así se hizo un solo
Jesucristo.
REMIGIO, SOBRE EL SALMO XXXIV: Y mi oración estará
continuamente en mi interior. Sabemos que Cristo está en dos sustancias y
consta de dos sustancias, divina y humana.
AGUSTÍN, CONTRA MAJENCIO: No hay división de partes en la
trinidad de la deidad. Cristo es una persona de dos sustancias y Dios no
puede decirse que sea parte de esta persona. De otro modo el Hijo de Dios
antes de asumir la forma de siervo no sería entero. Y creció cuando el
hombre accedió a su divinidad. Si en una persona es absurdo decir que
Cristo es una parte de ella, cuánto más uno de los tres no puede ser una
parte. En la Trinidad, que es Dios, el Padre es Dios y el Hijo es Dios y el
Espíritu Santo es Dios, y simultáneamente estos tres son un solo Dios, y
uno no es la tercera parte de esta trinidad ni dos es mayor que uno en ella;

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ni son más todos que uno, porque se trata de una magnitud espiritual y no
corporal.
EL MISMO, SOBRE JUAN, HOMILÍA XLV: Por semejanza Cristo es
muchas cosas que no es por propiedad. Por semejanza es piedra, puerta,
piedra angular, cordero, pastor y león y otras cosas que sería largo
enumerar. Si te refieres a las propiedades de las cosas que sueles ver, no es
ni piedra, ni puerta, etc.
Y TAMBIÉN: Dice: Entregaré mi alma. ¿Quién la entrega? ¿Qué alma
entrega? ¿Qué es Cristo? Verbo y hombre. No así el hombre, como sólo
carne, porque el hombre consta de carne y de alma, pero el hombre entero
está en Cristo. No hubiera asumido la parte inferior y reservado la
superior. Porque el alma es en el hombre una parte superior al cuerpo. Si el
hombre entero está en Cristo, ¿qué es Cristo? Diré que el Verbo y el
hombre. ¿Qué es Verbo y hombre? Verbo, alma y carne. Sabe que algunos
herejes sostuvieron este parecer; los apolinaristas se atrevieron a
dogmatizar que Cristo no es sino Verbo y carne y sostienen que no tuvo un
alma humana. ¿Quién entrega el alma y la vuelve a tomar? Cristo, en
cuanto que es Verbo, la entrega y la vuelve a tomar. Dado que el alma es
humana ¿ella se entrega y se recupera? O en cuanto es carne, ¿la carne
entrega el alma y la recupera? Si dijéramos que el Verbo de Dios entregó
el alma y la recuperó debemos temer que se diga: Por lo tanto, esa alma
alguna vez estuvo separada del Verbo, y alguna vez ese mismo Verbo, del
cual recibió el alma, estuvo sin alma.
Y TAMBIÉN: ¿Qué hicieron la pasión y la muerte sino separar el alma
del cuerpo? Pero no separó al alma del Verbo. Murió el Señor; sin duda su
carne expiró; su alma por un tiempo abandonó la carne. Pero no digo que
el alma haya estado separada del Verbo. Le dijo al alma del ladrón: Hoy
estarás conmigo en el Paraíso. No abandonaba al alma del ladrón y
¿abandonaba la suya? De ninguna manera. La suya la tuvo
inseparablemente. Así como Cristo entregó su alma, así debemos nosotros
entregar nuestra almas por nuestros hermanos. Entregar el alma es morir;
por eso dijo Pedro: Entregaré mi alma por ti, es decir, moriré por ti.
Atribuye esto a la carne; la carne entrega el alma y la recupera. Inclinada
la cabeza, entregó su espíritu, es decir, su alma. La carne lo entregó, lo
emitió; murió. Por eso se dice expirar, quedar fuera del espíritu; como
exultar, alejarse del suelo; desorbitarse, salir fuera de la órbita. Si la carne
entregó el alma, ¿cómo entregó Cristo el alma? Pues Cristo no es carne. Es

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claro que Cristo es carne, es alma y es Verbo; sin embargo, no son tres
Cristos sino un solo Cristo. Así como es un solo hombre alma y cuerpo así
es un solo Cristo, Verbo y hombre. Ved lo que dije y entended: el alma y
el cuerpo son dos cosas pero un solo hombre; el Verbo y el hombre son
dos cosas pero un solo Cristo. Sobre el hombre pregunta: ¿Dónde está el
apóstol Pablo ahora? Si alguien responde: en paz con Cristo, dice la
verdad. Y también si alguien responde: en un sepulcro en Roma, también
dice la verdad. Uno responde por el alma y otro por el cuerpo. Y no por
eso hablamos de dos apóstoles, uno que descansa en el Señor y otro que
descansa en un sepulcro.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. I: La Forma de Dios asumió
la forma de siervo; ambas son Dios y ambas son hombre; pero ambas, Dios
por el Dios que recibe y ambas hombre por el hombre recibido.
Y TAMBIÉN: En la forma de siervo fue crucificado y, sin embargo, fue
crucificado el Señor de la gloria. Tal era esa asunción que hizo Dios al
hombre y al hombre Dios; qué se diga absolutamente y qué se diga
relativamente el diligente lector lo ha de entender.

Q. 67: Que Cristo, en cuanto Dios, no debe decirse que es criatura o


siervo. Y lo contrario

BEDA, EN LA HOMILÍA DE NAVIDAD: Todas las cosas fueron


hechas por Él. Si ninguna de las criaturas fue hecha sin Él, es claro que Él
no es una criatura, ya que por Él fueron todas hechas.
JERÓNIMO, SOBRE EL SÍMBOLO DEL CONCILIO NICENO:
Entiendo, por lo tanto, que el Dios verdadero no puede ser una criatura y
que una criatura no puede salvar a otra diciendo la Escritura: adoraron y
sirvieron a la criatura antes que al creador que es bendito por todos los
siglos. Ves, por tanto, que esto es más propio del paganismo que del
cristianismo.
HILARIO EN EL XII SOBRE LA TRINIDAD: No es una criatura el
Señor Cristo, ni lo es ni lo será, porque él es el señor de todas las criaturas
y lo reconocemos como Dios, generación propia de Dios Padre.
Y TAMBIÉN: Nuestra sola y única religión es confesar que el Hijo no es
adoptivo sino nacido, no elegido, sino generado.

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Y TAMBIÉN: Y Pablo reprocha a los que sirven a la criatura.
Y TAMBIÉN: La inteligencia humana rechaza que el creador sea una
criatura, porque la creación se realiza por medio del creador. Si este fuese
una criatura estaría sujeto a la corrupción y al cambio y a la servidumbre.
Pues dice el Apóstol: Pues la larga expectativa de la criatura espera la
revelación de los ojos de Dios. Pues la criatura está sometida a la vanidad,
no voluntariamente, sino por aquel que la sometió con la esperanza;
porque esa misma criatura será liberada, etc. Si Cristo fuese una criatura,
estaría sujeto a una larga e incierta expectativa, que más bien es algo
propio de nosotros, y en esa condición estaría sujeto a la vanidad, y lo
estaría por necesidad y no voluntariamente. Si no está sujeto por su
voluntad, entonces es un siervo. Y si es siervo, permanecería en la
corrupción de la naturaleza. Enseña el Apóstol que todas estas cosas le
corresponden a la criatura. Los que le atribuyen esto es como una calumnia
y una profesión impía acerca de Dios, diciendo que debe tener esperanza,
que sea siervo, sometido, que necesite ser liberado.
EL MISMO, SOBRE EL LIB. IX: Confesándose a sí mismo Dios hijo
teniendo a Dios por Padre.
Y TAMBIÉN: La dispensación del piadoso misterio hizo que el Padre del
nacimiento divino fuese también Dios en la condición asumida; el que
estaba en la forma de Dios, apareció en la forma de siervo.
Y TAMBIÉN: Así como antes no era siervo por naturaleza, comenzó
después a ser por naturaleza lo que no era; no debe entenderse otra causa
de dominio que la de la servidumbre; teniendo el ser señor por
dispensación de la naturaleza, y mostrándose siervo por la asunción del
hombre.
Y TAMBIÉN: Asciendo a mi Padre y vuestro padre, a mi Dios y vuestro
Dios. Cristo en forma de hombre y siervo les habla así a los siervos; no
duda de que es su padre y el de los otros por cuanto es hombre, y que es su
Dios y el de los otros, por cuanto es siervo.
AGUSTÍN, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XIII: Confesamos que nació
del Espíritu Santo y de María virgen, ciertamente no del mismo modo con
el que nació del Padre, sino como se nace de una madre.
EL MISMO, SOBRE LA PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN: Vino
Dios en la carne para mostrarnos la esperanza de la resurrección. Lo que

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no se podía haber hecho si no se hubiese revestido de carne mortal. Porque
Dios no podía morir.
AMBROSIO, SOBRE LA FE, A GRACIANO, LIB. I: Falta que
refutemos ese sacrilegio y probemos que el Hijo de Dios no es una
criatura. Hemos oído decir al Señor: Predicad el Evangelio a toda criatura;
no excluye a ninguna criatura y, por lo tanto, ¿dónde están los que a Cristo
lo llaman criatura? Si fuese una criatura ¿acaso mandaría que se le
predicase el Evangelio a sí mismo? Por lo cual Cristo no es criatura sino
creador. Porque la criatura está sujeta a la vanidad, como dijo el Apóstol.
¿Acaso Cristo está sujeto a la vanidad? Igualmente, según el mismo
apóstol, la criatura gime. ¿Acaso gime Cristo que nos liberó de los
gemidos de la muerte? La criatura, dice, será liberada de la servidumbre de
la corrupción. Vemos, pues, que hay una gran distancia entre la criatura y
Dios, porque la criatura es sierva y Dios es espíritu; donde está el espíritu
del Señor allí está la libertad. ¿Quién introdujo este error y llamó criatura
al que creó todas las cosas? Si todo fue hecho por Él, ¿acaso Él se hizo a sí
mismo? Si hemos leído que Dios todo lo hizo con sabiduría ¿acaso puede
parecer verosímil que la sabiduría fue hecha ella misma?
EL MISMO, EN EL QUINTO: Dijo el Apóstol que el Señor de la
majestad fue crucificado; por lo tanto es el hijo y señor de la majestad; y la
majestad no está sujeta a las criaturas. Por lo tanto el Hijo no es una
criatura.
Y TAMBIÉN: El Hijo es imagen de la sustancia paterna, pero toda
criatura no es semejante a la sustancia superna: y el Hijo no es disímil del
Padre. Por lo tanto el Hijo no es criatura.
Y TAMBIÉN: Ninguna criatura es igual a Dios; pero el Hijo es igual, por
lo tanto el Hijo no es una criatura.
Y TAMBIÉN: Toda criatura recibe los accidentes del Bien y del Mal y
siente esa división: pero al Hijo nada se le puede añadir ni restársele de su
divinidad. Por eso no es criatura el Hijo de Dios.
Y TAMBIÉN: Dios llevará a juicio a toda su obra: pero el Hijo de Dios no
será llevado a juicio. Por lo cual el Hijo de Dios no es una criatura.
Y TAMBIÉN: El Hijo dijo ser una sola cosa con el Padre. ¿Cómo puede
decir eso una criatura? No es el Hijo, por lo tanto, una criatura.

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Y TAMBIÉN: Reinar no es lo mismo que servir. Cristo es rey e hijo de
rey. El Hijo de Dios no puede ser siervo.
Y TAMBIÉN: Toda criatura sirve pero no es siervo el Hijo de Dios que
hace hijos de Dios a los siervos. Por lo cual el Hijo de Dios no es una
criatura.
EL MISMO. EN EL LIB. I SOBRE LOS ARRIANOS: Que digan que
fue engendrado por el Padre y creado por la madre; o digan ¿cómo el Hijo
de Dios pudo ser engendrado y creado? Dios es una única naturaleza y no
recibe diversidad alguna. Pablo me prohíbe servir a la criatura y Cristo
aconseja que hay que servir. Por lo tanto Cristo no es criatura. Pablo dice:
Siervo de Jesucristo. ¿Cómo lo serviría a Cristo si lo juzgase siervo? O
bien dejen de adorar a quien llaman una criatura o dejen de llamar criatura
al que simulan adorar para no cometer un sacrilegio más grave bajo el
pretexto de hablar de cultos.
EL MISMO, SOBRE LO MISMO: Mi Dios y vuestro Dios. Los
testimonios demuestran que lo llama su Dios hablando como hombre.
Dios, Dios mío, mírame, tú eres mi Dios desde el vientre de mi madre;
significa que es su Dios desde que salió del vientre de su madre. Cuando
leemos sobre la generación de Cristo, ¿cómo se atreven a decir que es
criatura o que fue hecho? ¿Qué hay en aquel que llaman creado, en aquel
que deberían considerar hecho? Se ha enseñado que el Hijo de Dios fue
engendrado por Dios. Adviertan diligentemente en quién se lee que fue
hecho. Dios no fue hecho, pero el Hijo de Dios nació; luego, según la
carne, fue hecho hombre. Envió Dios a su Hijo hecho de mujer. Cuando
dice suyo indica la propiedad de su generación eterna. Se dijo hecho de
mujer para atribuir el haber sido hecho no a la divinidad sino a la asunción
del cuerpo.
Y TAMBIÉN: Vanamente se jactan de que está escrito: Dios hizo a este
señor Jesucristo, que vosotros habéis crucificado. No fue crucificada la
divinidad sino la carne. Esto pudo suceder porque pudo ser crucificada. El
Hijo de Dios, por tanto, no es criatura.
Y TAMBIÉN: El Señor me creó. No dijo que lo creó el Padre. La carne
reconoce al Señor; nuestra criatura confiesa al Señor. ¿Quién puede
ignorar que esto se dice en razón de la incorporación? Se afirma que se
dice creado cuando se habla del hombre.

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Y TAMBIÉN, LIB. V: Dicen que está escrito: el que cree en mí no cree
en mí sino en aquel que me envió. Pero ved lo que sigue: y el que me ve,
ve a aquel que me envió. Expuso lo que había adelantado, que el que cree
en el Hijo confiesa al Padre. Y el que no conoce al Hijo tampoco conoce al
Padre. ¿Qué es no creer en mí? No en aquello que observáis
corporalmente. Dice: No vine por mí mismo, porque el hombre no viene
de sí, y en otra parte: para que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga la
vida eterna. Y en otra parte: Creed en Dios y creed en mí.
Y TAMBIÉN: Por momentos se significa a sí mismo como hombre, por
momentos como en la majestad de Dios; a veces dice que su doctrina no es
suya, que no busca su voluntad, que su testimonio no es verdadero, y otras
veces, que es verdadero. Pues dice: si yo doy testimonio de mí mismo, mi
testimonio no es verdadero; y más adelante: Si doy testimonio de mí, mi
testimonio es verdadero. ¿Cómo no es verdadero tu testimonio, Señor, a no
ser por la fragilidad de los hombres? Pues todo hombre es mentiroso.
Finalmente, para demostrar que hablaba como hombre, dice: El Padre que
me envió es el que da testimonio de mí. Un testimonio verdadero, según la
divinidad, como dice él: Y mi testimonio es verdadero porque sé de dónde
vine y adónde voy.
EL MISMO, LIB. V: Una cosa es ser nombrado según la sustancia divina
y otra ser llamado hijo según la asunción de la carne. Pues según la
generación divina el Hijo es igual a Dios Padre, y según la asunción del
cuerpo recibió la forma de siervo; pero el Hijo es uno solo y el mismo.
Según su gloria es Señor y según la serie de sucesión es hijo del patriarca
David. No sólo recibió la servidumbre a través de la estirpe de David en la
persona de un hombre, sino también desde el Señor, como tienes: He aquí
que yo os enviaré a mi siervo; Oriente es su nombre. Y el mismo Hijo
dice: El Señor que me formó desde el útero como siervo para sí me dijo:
He aquí que te he puesto como luz para las gentes para que seas su
salvación hasta el extremo de la Tierra. ¿A quién se dice esto sino a
Cristo? Quien estando en la forma de Dios se rebajó a sí mismo. Dice en el
salmo: Ilustra tu rostro sobre tu siervo. Es llamado siervo en cuanto que
fue ungido. Es llamado siervo porque tiene una madre. Yo soy tu siervo e
hijo de tu sierva. Y en Ezequiel: Suscitaré sobre ellos un solo pastor y mi
siervo David los gobernará y será su príncipe en medio de ellos.
Ciertamente David ya estaba muerto. Por lo tanto habla de Cristo.

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CRISÓSTOMO, SOBRE EL SALMO L: Milagros estupendos. ¿Qué
palabras dignas puedo pronunciar? ¡Qué locura la de los herejes que dicen
que el creador puede ser una criatura! Puedes decir: ¿cómo el que está en
todas partes puede haberse encerrado en un útero?
AGUSTÍN, SOBRE LA VIRGINIDAD: Mirad la belleza de quien os
ama, pensad que es igual al Padre y sometido a su madre, dominador en
los cielos y siervo en la Tierra, creador de todo y creado entre todas las
cosas.
EL MISMO, SOBRE LA FE, A PEDRO: El creador y señor de todos los
espíritus, es decir, de todas las naturalezas, creó a una virgen siendo que
iba a ser creado desde una virgen.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XI: Nació del Espíritu
Santo y de la Virgen María. Con ambas sustancias, la divina y la humana,
es Hijo de Dios.
EL MISMO, SOBRE JUAN, TRATADO V: Todas las cosas fueron
hechas por Él. Si todas las cosas fueron hechas por Él, incluso María, de la
cual nació. ¿Cómo creó a María y fue creado por María? Igualmente le dio
el bautismo a Juan y fue bautizado por Juan.
EL PAPA LEÓN, EN EL SERMÓN DE PENTECOSTÉS: Si el
hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, hubiese permanecido en el
honor de su naturaleza, y no hubiese sido engañado por el fraude diabólico
y, por concupiscencia, se hubiese apartado de la ley que le había sido
impuesta, el creador del mundo no se hubiera hecho criatura. Pero como
por envidia del diablo entró la muerte en el orbe de las tierras, y el
cautiverio humano no podía ser liberado de otra manera que no fuese sino
asumiendo Él nuestra causa y, sin daño de su majestad, haciéndose
verdadero hombre y el único en no tener el contagio del pecado, etc.

Q. 68: Que Cristo fue hecho según la carne. Y lo contrario

PABLO, EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: Que fue hecho de la


semilla de David según la carne.
AGUSTÍN, CONTRA FAUSTO: Todo fue hecho por Cristo, en cuanto
Dios. En cuanto hombre, también fue hecho él mismo.

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EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
DE LA NUEVA LEY, CAP. LXV: Es manifiesto que el salvador no
necesitaba del bautismo porque Cristo no fue hecho sino nacido,
diciéndole el ángel a los pastores: He aquí que hoy os nació el salvador,
que es Cristo Señor.
BEDA, SOBRE LUCAS, HOMILÍA SOBRE SU LECTURA: Estaba
Jesús echando al demonio: Envió Dios a su hijo, hecho de mujer, hecho
bajo la ley. No hay que escuchar a los que opinan que debe leerse nacido
de mujer, porque fue concebido en el útero virginal asumió carne de la
carne materna, no de la nada ni de otra parte.

Q. 69: Que el Hijo de Dios fue predestinado. Y lo contrario

AGUSTÍN, EN EL TRATADO IV SOBRE JUAN: Y ahora glorifícame


tú, Padre, ante ti mismo, etc. Correctamente se dice que no es predestinado
en cuanto que es Verbo, Dios en Dios. ¿A qué estaría predestinado si ya
era lo que era sin principio? Lo que debía predestinarse era lo que todavía
no era lo que sería en su tiempo. Como antes de todos los tiempos estaba
predestinado a ser. El que niega que el Hijo de Dios haya sido
predestinado, niega al hijo del hombre. Pero por causa de estos
contenciosos también aquí escuchemos al apóstol: Lo que antes había
prometido sobre su hijo, que fue hecho de la semilla de David según la
carne, que fue predestinado el Hijo de Dios en virtud, etc. Según esta
predestinación también fue glorificado, antes de que existiera el mundo,
para ser su claridad por la resurrección de los muertos.
ORÍGENES, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: Que fue predestinado Hijo de Dios, en virtud, etc. Aunque
en los ejemplares latinos suele encontrarse “praedestinatus”, sin embargo,
según la interpretación de la verdad está escrito “destinatus”. Se destina a
alguien que ya es y se predestina a quien todavía no es. Pueden
preconocerse y predestinarse quienes todavía no son. Pero el que es y
siempre es no es predestinado sino destinado. Hemos dicho estas cosas por
causa de aquellos que hablan impíamente del unigénito e ignoran la
diferencia entre predestinado y destinado juzgando que lo deben contar
entre los que todavía no fueron.

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Y TAMBIÉN: El que siempre es, es destinado. El que es predestinado
todavía no es cuando se lo predestina. El Apóstol utiliza una distinción
necesaria nombrando a aquel de la semilla de David hecho según la carne;
y destinado aquel que es el Hijo de Dios, en virtud según el espíritu de
santificación. No es superfluo que haya añadido “en virtud” indicando por
eso que por sustancia es hijo según el espíritu de santificación. Cristo es
llamado la virtud y la sabiduría de Dios porque es un vapor de la virtud de
Dios y una purísima emanación de la gloria omnipotente.

Q. 70: Que Dios no puede disminuir. Y lo contrario

MOISÉS PROFETA: Escucha, Israel, tu Dios es uno solo. El único no


puede ser mayor y no puede ser menor.
EL SALMISTA: Lo hiciste un poco menor que los ángeles.

Q. 71: Que también según la divinidad parece que el Hijo es menor que el
Padre. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EL SÍMBOLO DEL CONCILIO NICENO: De


ningún modo se puede hablar de más o menos en el Hijo de Dios ni en
cuanto a tiempo, ni lugar, ni poder, ni sabiduría, ni igualdad ni sujeción,
cuando se trata de la deidad y no de la carne. Si se encuentra algo mayor o
menor excepto de que el Padre engendró al Hijo y que el Hijo no nació de
sí mismo sino del Padre, eso significaría que el Padre es envidioso o
impotente o incluso temporal.
HILARIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. IX: Para manifestar el
misterio de la natividad y del cuerpo asumido, dice: el Padre es mayor que
yo, del cual recibiré la gloria, y en el cual y junto al cual seré glorificado.
TAMBIÉN: Es mayor el Padre que va a glorificar al Hijo y es menor el
Hijo que es glorificado en el Padre. Pero ¿cómo es menor el que está en la
gloria del Padre? ¿Acaso no es mayor el Padre? Ciertamente el Padre es
mayor por ser el padre; pero el Hijo, siendo hijo, no es menor. El
nacimiento del Hijo constituye al Padre como mayor. Pero la naturaleza de
la natividad no permite que el Hijo sea menor. El Padre es mayor cuando
ruega que se le dé gloria al hombre asumido. Y el Hijo no es menor

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cuando asume la gloria junto al Padre; y así se cumple el misterio de la
natividad y la dispensación del cuerpo. Pues el Padre, por ser padre y
glorificar al hijo del hombre, es mayor: pero el Padre y el Hijo son una
sola cosa, ya que el Hijo nacido del Padre después de la asunción del
cuerpo terrenal es glorificado en el Padre.

Q. 72: Que Cristo no creció según el cuerpo. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE JEREMÍAS, LIBRO VI: Escucha lo que nunca


antes habías conocido. Una cosa nueva creó el Señor sobre la Tierra, sin
simiente de varón, sin coito ni concepción. Una mujer envolvió a un varón
en su seno. Este, según el desarrollo de su edad, por los vagidos parecerá
haber desenvuelto su infancia en sabiduría y edad, pero será contenido en
el vientre como varón perfecto en los meses acostumbrados.
Y TAMBIÉN: Podría comentar y hallar algún sentido en lo que dice la
edición vulgata si no fuese un sacrilegio argumentar sobre las palabras de
Dios con sentido humano.
AMBROSIO, SOBRE LUCAS: Se cumplió el tiempo de Isabel para
parir. Se describe aquí bellamente el tiempo en el que el profeta estuvo en
el útero.
Y TAMBIÉN: No experimentó el crecimiento de la infancia porque
estuvo ubicado en el útero de la madre por encima de la naturaleza y de la
edad, y comenzó con la medida de la perfecta edad de la plenitud de
Cristo.
CRISÓSTOMO, HOMILÍA XXVI, SOBRE LA EXPOSICIÓN DEL
SÍMBOLO, QUE COMIENZA ASÍ “SE REGOCIJA LA IGLESIA
UNIVERSAL”: Se llenó el útero de la virgen. Esa virgen y tuvo embarazo
y no perdió la virginidad. Este nació, creció y llegó a su pasión.
DE LA EPÍSTOLA DEL PAPA LEÓN A LOS OBISPOS
PALESTINOS: Aunque desde aquel inicio, cuando en el útero de la
Virgen el Verbo se hizo carne, nunca hubo una división entre la sustancia
divina y la humana, y a través de todos los crecimientos corporales, eso
fue la acción de una sola persona, sin embargo, esa misma que estaba
inseparablemente constituida, no confundimos en ella ninguna mezcla,
sino lo que sentimos por medio de la cualidad de las obras. Ni las obras

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divinas prejuzgan a las humanas ni las humanas a las divinas, de modo que
ambas concurren a lo mismo, de modo que en las obras no se asume una
propiedad ni se desdobla la persona.
EL MISMO, AL OBISPO JULIANO, CONTRA EL ERROR DE LA
IMPIEDAD DE EUTIQUES: Su carne no era de una naturaleza distinta
de la nuestra.
AGUSTÍN. SOBRE EL SALMO LIV: Sabemos de dónde tomó la carne
el señor Jesús. De la Virgen María. Fue amamantado cuando infante, se
nutrió, creció, llegó a la edad viril, etc.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A VOLUSIANO, SOBRE LA
ENCARNACIÓN DE CRISTO Y LA VIRGINIDAD DE MARÍA:
Preguntas si el Señor y gobernante del mundo transcurrió los años de la
puerilidad, tuvo adolescencia, pasó la juventud, tomó alimento, sintió
todos los afectos de los mortales, etc.
Y TAMBIÉN: No hay que temer al cuerpecito de la infancia y parezca
que en él Dios sólo sufrió angustias. Dios es grande no por el tamaño sino
por la virtud.
Y TAMBIÉN: Si se busca la razón de esto no habrá de extrañar. Si se pide
un ejemplo, no hay nada semejante. Concedamos que Dios puede algo que
nosotros no podemos explicar. En tales cosas, toda la razón del hecho está
en la potencia del actor.
Y TAMBIÉN: ¿Qué ocurriría si el pequeño no se transformara en joven,
no cambiara de edad, no recibiera alimentos, no durmiese? ¿No
confirmaría la opinión del error, y no se creería que no asumió de ninguna
manera al hombre, y haciendo todo en forma admirable, no quitaría lo que
hizo por misericordia?
Y TAMBIÉN: ¿Qué habría de admirable en todos los movimientos de
Dios en la criatura, si no estuviese marcados por el uso cotidiano? Formó
al hombre sin un semen el que en la naturaleza de las cosas produce hasta
las semillas sin una simiente. Él en su cuerpo mantuvo los órdenes de los
tiempos y conservó las medidas de las edades, el mismo que sin ningún
cambio en sí construyó los cambios de la sucesión de los siglos. Creció en
el tiempo lo que empezó en el tiempo.

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BEDA, SOBRE LUCAS: Y el niño crecía y se fortalecía. Con estas
palabras quedan destruidos los herejes que negaron que hubiera asumido
verdadera carne de la Virgen. Crecía en el cuerpo y se fortalecía en edad y
sabiduría. Quedan destruidos los que negaron que tuviese un alma
verdadera, porque así como el crecer le corresponde al cuerpo, la sabiduría
se refiere al alma.

Q. 73: Que la humanidad de Cristo no creció en sabiduría y que sólo


sabía en cuanto a la divinidad. Y lo contrario

BEDA, SOBRE LUCAS: Rectamente se dice que era pleno de sabiduría,


no aprendiendo la sabiduría en intervalos de tiempo y siempre estuvo lleno
de ella desde la hora de la concepción porque en él, como dice el Apóstol,
habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad. Pues la gracia de
Dios estaba en él, y a ningún mortal le fue dada en tan alto grado como a
él, para que desde el útero de la Virgen fuera concebido perfecto Dios.
Este hombre ni por un momento fue otra cosa que Dios.
AMBROSIO, A GRACIANO, SOBRE LA FE: Hay muchos que son
menos temerosos que yo. Prefiero ser temeroso de las cosas sublimes y no
pretender saberlas. Hay muchos que porque está escrito que Jesús
adelantaba en edad y sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, dicen que
según nuestra condición asumida ignoraba ciertas cosas.
Y TAMBIÉN: Juzgo más bien que hablaba de nuestra propia ignorancia y
no de que él ignorara algo.
EL MISMO, SOBRE LA ENCARNACIÓN DEL SEÑOR: Siendo
Dios, antes de la carne, asumió en la carne la perfección de la naturaleza
humana, tomó el sentido del hombre, pero no contaminado por el sentido
de la carne. Dije que mi alma estaba turbada por el sentido del hombre.
Según el sentido del hombre tuve hambre, rogué, adelanté, como está
escrito: Jesús crecía en edad, sabiduría y gracia ante Dios y los hombres.
¿Cómo crecía la sabiduría de Dios? Que te lo enseñe el orden de las
palabras. El crecimiento es en edad y en sabiduría humana. Puso antes la
edad para que entendieras que hablaba en cuanto al hombre. Porque la
edad no se refiere a la divinidad sino al cuerpo. Por lo tanto, si crecía en
edad en cuanto hombre, también crecía en sabiduría en cuanto hombre. La
sabiduría crece por el sentido, porque el sentido lo hace por la sabiduría. Y

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Jesús crecía en edad y sabiduría. ¿Qué sentido crecía? Si el humano,
entonces él también fue asumido. Si el divino, entonces era mutable. Lo
que crece se cambia en algo mejor. Pero lo que es divino no tiene medida.
Por lo tanto lo que cambia no es lo divino. Entonces, crecía el sentido
humano. Es así que recibió el sentido humano. Y como hablaba en cuanto
hombre, dejó antes. El niño se robustecía y crecía y se llenaba de sabiduría
y la gracia de Dios estaba con él. Niño es una palabra nuestra para indicar
edad; no podía robustecerse la virtud de Dios, ni Dios podía crecer ni
tampoco la profundidad de la sabiduría de Dios ni la plenitud de su
divinidad podía completarse. La que aumentaba no era la sabiduría de Dios
sino la nuestra. ¿Por qué entonces dijo Isaías: El niño no conocía padre ni
madre? Pues está escrito: Antes de que el niño conozca a su padre o a su
madre, recibirá la fortaleza de Damasco y lo despojos de Samaria. Las
cosas futuras y ocultas no engañan a la sabiduría de Dios. La infancia,
privada de conocimiento por la limitación humana, ignora lo que todavía
no aprendió. Pero debe temerse que dividamos a Cristo si le atribuimos
dos sentidos principales y una doble sabiduría. ¿Acaso cuando creemos en
su divinidad y en su carne lo dividimos a Cristo? ¿Acaso cuando
veneramos en él la imagen de Dios y la cruz lo dividimos? Cuando el
apóstol dijo: Aunque fue crucificado por nuestra debilidad, vivía sin
embargo, por la virtud de Dios, afirmaba que Cristo no estaba dividido.
¿Acaso lo dividimos cuando decimos que él recibió nuestra alma racional
y la capacidad de nuestro intelecto? Porque el mismo Dios Verbo en
cuanto a su alma racional y su intelecto capaz estuvo en su carne, sino que
Dios Verbo recibió el alma racional y el intelecto capaz y la misma
sustancia de la que constan nuestras almas, y una carne semejante a la
nuestra, y fue un hombre perfecto, pero sin ninguna mancha de pecado.
FULGENCIO: El alma de Cristo es una sola cosa con el Verbo, es decir,
Cristo, y como el Dios unigénito es igual al Padre, no puede conocer al
Hijo el que no conoce plenamente al Padre y tengamos cuidado porque si
no se cree que el alma de Cristo conoce plenamente al Padre, se niega
también el conocimiento no sólo de alguna parte del Padre sino también
del Hijo y del Espíritu Santo. Pero parece ajeno a la fe que se diga que el
alma de Cristo no tenía pleno conocimiento de su deidad ya que se cree
que es una persona de ella. Contra esto parece estar la aserción de Juan
donde dice que a Cristo no se le dio el espíritu con medida, pues la deidad
no recibió el espíritu sino el alma de Cristo. Donde se dice que no hay
medida, se encuentra la plenitud de la perfección y la perfección de la

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plenitud. Recibió, pues, Cristo el espíritu, pero no con medida. Y si esto no
se le dio al alma de Cristo con medida, es necesario que tenga menos
sabiduría, nada de sabiduría. Sobre esto mismo dice el Apóstol: En el que
están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia. Si no los
recibió con medida, es necesario que posea todos los tesoros de la
sabiduría y de la ciencia. Si le faltase algo de plenitud, entonces debería
decirse que recibió el espíritu con medida. Si el espíritu está sin medida, es
necesario que sea pleno el conocimiento de la deidad. De Cristo dice
Pablo: Porque quiso que en él residiera toda la plenitud. En él habita
corporalmente toda la plenitud de la divinidad. No hay que pensar que a
esa alma le faltase en algo la plena noticia de la deidad, que es una sola
persona con el Verbo, que de tal modo la recibió la sabiduría que es la
sabiduría misma, que es dueña de todas las cosas de tal manera que es una
sola cosa con la divinidad como persona de la Trinidad; este es Cristo.
Y TAMBIÉN: Aquella alma tiene pleno conocimiento de la Trinidad
pero, sin embargo, no forma una sola naturaleza con la Trinidad. No sé
cómo podríamos recibir al unigénito del Padre pleno de gracia y verdad si
le faltara algo a su plenitud de la verdad, o algo a su plenitud de la gracia,
o a su plenitud de la gracia no le correspondiese la plenitud de la verdad.
Pues no se posee totalmente la plenitud de la verdad cuando se ignora algo
de esa verdad. Lo que está lejos de pensarse con respecto a Cristo.
EL MISMO, SOBRE EL MISTERIO DEL MEDIADOR: Dice Isaías:
Antes de que conozca o practique la maldad, cambiará el bien, porque
antes de que el niño conozca el bien, no creerá a la malicia, para que elija
lo que es bueno. Si el alma o el intelecto le hubiesen faltado en algo a la
naturaleza humana de Cristo, ¿qué se diría que el infante habría ignorado
del Bien y del Mal? ¿Acaso someteríamos a la ignorancia del Bien y del
Mal la naturaleza divina del Hijo de Dios, negando el alma humana en
Cristo? Por lo tanto no es creíble que el hombre recibido por Dios pudiese
conocer algo de las cosas que son de Dios, si se dice que la misma
sabiduría careció del conocimiento del Bien y del Mal. Por lo tanto el alma
humana que naturalmente fue creada capaz de razonar, se dice que en
Cristo infante no conocía el Bien y el Mal, y según la verdad del
Evangelio, en el niño Jesús se narra que se acrecentaban la sabiduría y la
gracia; así dice Lucas: El niño crecía y se robustecía lleno de sabiduría. Y
poco después: Jesús crecía en edad y gracia ante Dios y los hombres. Pues
así como es propio de la carne crecer en edad es propio del alma hacerlo

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en sabiduría y gracia. Sin embargo, no crecería para nada en sabiduría si
no tuviera la inteligencia natural que le es concedida a los hombres.
Y TAMBIÉN: El efecto de esta piadosa asunción exige que al ser
asumidas por Dios la carne y el alma, ambas igualmente son salvadas. Y
no podía asumirse la carne por parte del Hijo de Dios si no era liberada por
la asunción divina.
AGUSTÍN, A CARLOS, LIB. II, CAP. XI: Todo está sujeto bajo sus
pies. Es perverso y ajeno a la salud de la fe que digamos que el alma de
Cristo no tenía en sí pleno conocimiento de la divinidad, con la que
creemos que naturalmente forma una sola persona. Por eso Juan Bautista
dijo que a Cristo se le había dado singularmente toda la largueza del
espíritu sin medida alguna. Porque Dios no da el espíritu con medida, dice
porque en él habita toda la plenitud de la divinidad.
Y TAMBIÉN: Donde se dice que no hay medida se significa que está la
plenitud de la perfección.
Y TAMBIÉN: No debe considerarse que en el alma de Cristo pudo faltar
un conocimiento pleno de la divinidad, de la cual es una sola persona con
el Verbo, que la sabiduría asumió de tal modo que forma una sola cosa con
la divinidad siendo una persona de la Trinidad, esto es, Cristo.
AGUSTÍN, SOBRE EL BAUTISMO DE LOS PÁRVULOS, LIB. II:
No creo que en Cristo párvulo haya existido esa debilidad que vemos en
los otros párvulos.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA PRIMERA A LOS
CORINTIOS: Pues el espíritu todo lo escruta, incluso las profundidades
de Dios. Dado que procede de Dios, todo lo conoce. Habla de
profundidades porque conoce toda su virtud y su pre-ciencia, lo cual es
imposible a una criatura.
Y TAMBIÉN: Nadie conoce el sentido de Dios sino el que procede de
Dios, el espíritu de Dios. Las cosas inferiores no pueden saber las
determinaciones de las superiores, y la criatura no puede conocer la
voluntad de su creador.
JERÓNIMO, SOBRE LA MISMA EPÍSTOLA Y EL MISMO
LUGAR: También las profundidades de Dios. Esto es muy claro contra
los herejes, que dicen que el Espíritu Santo es una criatura; aquí no sólo se

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demuestra que no es una criatura sino que él solo escruta lo interior y lo
profundo de Dios puesto que es de su misma naturaleza y sustancia.
CLAUDIO, SOBRE LA MISMA EPÍSTOLA Y EL MISMO LUGAR:
El que es de Dios, es el espíritu, que conoce todas las cosas de Dios, y de
este modo no dudes que hay un Dios que no sólo conoce las cosas
humanas sino también las cosas ocultas de Dios. Las llama cosas
profundas porque conoce toda su virtud y pre-ciencia lo que es
absolutamente imposible a la criatura.
JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO XIV: Bendeciré al Señor, que me ha
dado el intelecto. El que es la sabiduría de Dios no necesita de la misma
sabiduría. Según esto debe entenderse lo del Evangelio: Jesús crecía en
edad y sabiduría.
AMBROSIO, A AUTPERTO, EN LA HOMILÍA SOBRE AQUELLA
PÁGINA DEL EVANGELIO “ESTABAN JOSÉ Y MARÍA SU
MADRE BUSCÁNDOLO”: El niño crecía y se robustecía lleno de
sabiduría. Estas cosas se dijeron de él según su humanidad. Pues no se
robustecía en su naturaleza, ni crecía en su sabiduría, sino en la nuestra la
que se había rebajado. Estas cosas pueden referirse mejor a su cuerpo, que
es la Iglesia, que a su cabeza. Cotidianamente crece en la fe el niño Jesús,
cotidianamente se robustece en las virtudes, etc.
DE LA HOMILÍA DEL DOMINGO DESPUÉS DE LA TEOFANÍA,
QUE COMIENZA ASÍ “RAZONABLEMENTE LOS MAESTROS”:
Si no hubiera tenido verdadera carne, no hubiera progresado en edad ni
crecido, y si no hubiera tenido verdadera alma no hubiera podido tener
adelantos y crecer en sabiduría; y así como el cuerpo va creciendo en edad
por momentos así el alma lo hace en sabiduría.
EL MISMO, SOBRE EL APOCALIPSIS, LIB. III: Es digno el cordero,
que fue muerto, de recibir la virtud y la divinidad y la sabiduría, etc. La
naturaleza humana en Cristo de tal manera alcanza a unirse a la virtud y la
sabiduría de Dios que existió una sola virtud, Dios y hombre, una sola
persona, Dios y hombre, una sola sabiduría, Dios y hombre. Y si la
naturaleza humana en Cristo creció en sabiduría en la Tierra, sin embargo,
ahora enseña a los ángeles en el Cielo.
EL MISMO, LIB. IV, HABLANDO DE LOS JUDÍOS: Dicen ellos:
Vuestro Cristo no es esa sabiduría que se extiende con fortaleza del uno al

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otro confín de la Tierra y todo lo dispone con suavidad porque con el
correr del tiempo crece en sabiduría como hombre. Y nosotros, por el
contrario: Esa sabiduría asumida no sufrió detrimento en el hombre
cuando, en cuanto hombre, adelantó en sabiduría en el transcurso del
tiempo, pero la que había recibido permaneció desde que fue creado el
mundo y hasta que el mundo fue restaurado.
REMIGIO, SOBRE EL SALMO XXI: Yo dije en mi abundancia.
Cristo, según la carne, no tuvo riquezas. Fue tan pobre que no tenía donde
reclinar la cabeza. Llama abundancia a la plenitud de gracias espirituales y
al tesoro de cosas divinas porque permanecí en ella corporalmente. Dije,
afirma, en mi abundancia, es decir, en la plenitud de la divinidad.
Y TAMBIÉN: Y fui conturbado, es decir, he muerto por la debilidad de la
carne, ignorando la luz de la verdad.

Q. 74: Que Cristo también corporalmente fue ungido como legado. Y lo


contrario

LUCAS EVANGELISTA: Una mujer que era pecadora en la ciudad,


cuando supo que se había alojado en casa del fariseo, trajo un recipiente
con ungüento y estando a sus pies los regó con sus lágrimas mientras
besaba sus pies y los ungía.
MATEO: Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el Leproso, acudió
a él una mujer con un recipiente de un ungüento precioso y lo derramó
sobre la cabeza de Jesús que estaba recostado.
JUAN: Vino José de Arimatea y untó el cuerpo con una mezcla de mirra.
Vino también Nicodemo con casi cien libras de áloe. Tomaron el cuerpo
de Jesús y lo envolvieron con una sábana con arrimas, como es la
costumbre para sepultar entre los judíos.
CASIODORO, SOBRE EL SALMO CXXXII: Antes se ungía a los
reyes, en otros lugares a los profetas, y en otros, a los sacerdotes. En todos
ellos estaba prefigurado Cristo que no se lee que haya sido ungido
corporalmente. Pero fue ungido por el Espíritu Santo que descendió sobre
él en su bautismo en forma de paloma. Por eso se dijo: Te ungió Dios, tu
Dios, etc.

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Q. 75: Que en Cristo el que es Hijo de Dios no es el que es hijo del
hombre, o sea que el que es eterno no es temporal. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO CXIV: Juró el Señor. No lo hizo


aquel que fue engendrado antes del lucero sino aquel que nació de una
virgen después del lucero.
Y TAMBIÉN: Él es ese; Melquisedec, sin padre, sin madre, sin
generación. Todos los eclesiásticos han dicho que no tenía padre según la
carne y que era sin madre según Dios.
EL MISMO, EN EL SERMÓN DE LA ASUNCIÓN DE SANTA
MARÍA: El Verbo era en el principio y el Verbo estaba con Dios; la
gloriosa Virgen María concibió al mismo Dios hecho carne de sí misma.
Y TAMBIÉN: Nos eligió, dice, antes de la constitución del mundo, pues
ciertamente todo lo que Dios hizo desde el inicio, Cristo lo hizo todo por la
unidad del sacramento: y por eso ya está Cristo en el Hijo, porque no se
duda que siempre estuvo en Dios por la unidad del sacramento.
Y TAMBIÉN: Uno en la carne, uno en el misterio, uno en el espíritu, y de
ninguna manera admite que uno sea el hijo del hombre, otro el Hijo de
Dios porque eso no ocurre en el tiempo ni se separan en la pasión. Dios
pasó entero a Cristo y Cristo a Dios, de modo que todo lo que es Hijo de
Dios debe decirse que es Cristo, y de todo lo que es portador Cristo debe
decirse que de eso fue portador Dios. No rendimos culto separadamente a
un hombre sino que adoramos a un Dios encarnado que tomó consigo un
cuerpo animado.
Y TAMBIÉN: Adoramos al mismo Hijo de Dios, que no tuvo ningún
incremento en sí al asumir al hombre, ni tampoco el Verbo al hacerse
carne tuvo un cambio o disminución, y siempre él mismo es adorado como
Hijo con el Padre, no alejándose por el tiempo, ni siendo ajeno por la
naturaleza o el género. Y si te parece una novedad que haya asumido al
hombre debes saber que siempre estuvo con él y en su consejo.
Y TAMBIÉN: En Cristo Jesús están Dios y el hombre y son uno solo en
una persona y así se lee a menudo en las divinas Escrituras que el hombre
es coeterno con Dios por la unidad de la sustancia, y por lo tanto parece
que Dios padeció con el hombre no siendo el hombre sin principio ni Dios
pasible. Sin embargo, Dios está de tal manera unido a su cuerpo que no
puede producirse entre ellos ninguna distancia humanamente apreciable no

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sea que, lo que no debe ser de ninguna manera, se crea que uno es el Hijo
de Dios y otro el hijo del hombre, tanto más que la Escritura conecta y
corporiza a Dios y el hombre que nadie puede discernir entre el hombre y
Dios, ni en el tiempo ni en la pasión. Si atiendes al tiempo, siempre
encontrarás al hijo del hombre con el Hijo de Dios: si atiendes a la pasión,
siempre encontrarás al Hijo de Dios tan unido en un individuo con el hijo
del hombre, en cuanto corresponde a la voz de la Escritura, que ni el
hombre puede separarse de Dios en el tiempo, ni Dios puede serlo en la
pasión. Pero para que entendáis esto más claramente debéis considerar las
palabras del mismo Cristo: Nadie, dice, sube al Cielo sino el que desciende
del Cielo, el hijo del hombre que está en el Cielo.
Y TAMBIÉN: Es el mismo Dios y hombre en una sola sustancia o
persona sin división o mezcla.
Y TAMBIÉN: El verdadero Verbo es Dios aunque haya asumido carne
animada. Igualmente la carne es animada y no es el Verbo aunque el
Verbo de Dios haya sido visto como carne. Por eso dice Juan: Fue desde el
principio, lo que vimos y contemplamos y lo tocaron nuestras manos del
Verbo de vida, mientras que nadie puede ver al Verbo Dios o tocarlo con
sus manos a no ser por el misterio del hombre que tiene unido. Y esta
unión es tan admirable que nadie la puede discernir.
Y TAMBIÉN: Por eso permaneciendo el único y mismo hijo unigénito, es
visto inseparable en ambas naturalezas, y ambas sustancias operan según
la esencia o propiedad de cada naturaleza.
Y TAMBIÉN: Emanuel es uno solo y en él mismo es a la vez Dios y
hombre, portó verdaderamente ambas naturalezas, obrando según una y
según otra. En cuanto Dios, las cosas divinas; y en cuanto hombre, las
cosas humanas. Y no es que uno obró milagros y el otro soportó las cosas
humanas y los padecimientos; sino que el único y mismo Cristo, Hijo de
Dios e hijo del hombre, hizo las cosas divinas y las humanas. En verdad
Cristo tuvo inseparable e indivisamente acciones comunes, y hay que
comprender las cualidades de sus obras, y distinguir a qué se dirige la
humildad de la carne o se inclina la altura de la divinidad.
EL MISMO, SOBRE LA SEMEJANZA DE LA CARNE DE
PECADO: El primer hombre es de la Tierra, terrenal; el segundo es del
Cielo, celestial. ¿Quién es este celestial? Es aquel, sin duda, que al que
gestaba le hizo oír en el bautismo: Tú eres mi hijo; hoy te engendré. ¿Y

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por qué dice “hoy” si el Verbo en el principio estaba con Dios? Porque no
es el Verbo que siempre estuvo con el Padre y debe creerse que sigue
estando, sino el hombre, que el Verbo Dios había asumido; porque este
hijo del hombre, por el Hijo de Dios, es prometido ser hijo en el Hijo de
Dios.
AMBROSIO, SOBRE LOS SACRAMENTOS, LIB. VI: Yo soy, dice,
el pan vivo que bajó del Cielo. Pero la carne no descendió del Cielo como
descendió del Cielo el pan vivo porque el mismo nuestro señor Jesucristo
es partícipe de la divinidad y del cuerpo; y tú, que recibes su carne,
participas del alimento de su divina sustancia.
AGUSTÍN, CONTRA MAJENCIO, LIB. II: Cristo es una sola persona,
Dios y hombre. Por eso dice también: Nadie subió al Cielo sino el que bajó
del Cielo, el hijo del hombre, que está en el Cielo. Si atiendes a la
distinción de las sustancias, el Hijo de Dios descendió del Cielo, el hijo del
hombre fue crucificado. Si atiendes a la unidad de la persona, también el
hijo del hombre bajó del Cielo y el Hijo de Dios fue crucificado. Por esta
unidad de la persona, dijo que no sólo el hijo del hombre descendió del
Cielo sino que dijo que estaba en el Cielo cuando hablaba sobre la Tierra.
EL MISMO, LIB. I SOBRE LA TRINIDAD: Fue crucificado bajo la
forma de siervo, pero también fue crucificado el señor de la gloria. Esa
asunción fue tal que hizo Dios al hombre y hombre a Dios. El prudente
lector entiende qué se dice y en razón de qué. Hemos dicho que, en cuanto
es Dios, nos glorifica, porque es el señor de la gloria, y, sin embargo, el
señor de la gloria fue crucificado. Se dice correctamente que Dios fue
crucificado, no en virtud de la divinidad, sino en razón de la debilidad de
la carne.
Y TAMBIÉN, CONTRA FAUSTO: Decimos que ese mismo señor de la
gloria fue predestinado y en cuanto hombre fue hecho Hijo de Dios.
Exclama el doctor de las gentes: que fue hecho de la semilla de David
según la carne, que fue predestinado Hijo de Dios en la virtud, para que el
que sería hijo de David según la carne, fuese sin embargo Hijo de Dios en
la virtud, según el espíritu de santificación, porque nació del Espíritu Santo
y una virgen. Es la asunción singular efectuada admirablemente del
hombre por parte de Dios, para que fuese simultáneamente Hijo de Dios e
hijo del hombre; para que se pudiese decir que era hijo del hombre, por el

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hombre asumido e Hijo de Dios por el Dios que lo recibe y no se creyese
que era una cuaternidad y no una trinidad.
DEL LIBRO SOBRE EL BIEN DE LA PERSEVERANCIA: De modo
que el que recibió y lo que recibió fuese una sola persona en la Trinidad.
No por ese hombre recibido se convirtió en cuaternidad sino que
permaneció una trinidad con esa asunción que hizo una verdad de una
persona única en Dios y el hombre.

Q. 76: Que la humanidad de Cristo ignoraba el Día del Juicio. Y lo


contrario

GREGORIO AL PATRIARCA EULOGIO: Está escrito que ni el Hijo


ni los ángeles conocen el día y la hora. Ciertamente el unigénito conoce el
día y la hora pero no según su naturaleza humana. En las bodas, cuando
faltó el vino le dijo a la madre: ¿Qué nos importa a ti y a mí? Como si
dijese: No tengo por qué hacer milagros por causa de mi madre. Pero
cuando llegue la hora de la muerte te reconoceré como madre.
EL MISMO, EN LA PASTORAL, CAP. L: Se narra que Jesús a los
doce años estaba sentado en medio de los doctores, no enseñando sino
preguntando. Con este ejemplo se muestra que nadie, débil, debe atreverse
a enseñar, si aquel niño quiso ser enseñado haciendo preguntas, y les daba
a sus mismos doctores el verbo de la ciencia por la potencia de su
divinidad.
JERÓNIMO, EN EL BREVIARIO MENOR, SOBRE EL
SALMO CXXXVIII: Aquí se significa la humanidad del Hijo, que en el
Evangelio dijo ignorar el fin de este mundo, y afirma: Triste está mi alma
hasta la muerte.
CASIODORO, SOBRE EL MISMO SALMO: La naturaleza del
hombre, que en el Evangelio dijo ignorar el fin del mundo, atestigua que el
Padre vio su imperfección. Esa imperfección es la que la Iglesia todavía
conserva hasta el fin del mundo.
JERÓNIMO, SOBRE MATEO, CAP. CCLX: El Apóstol dice sobre el
salvador: en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría.
Después de la resurrección, interrogado por los apóstoles acerca de aquel
día, respondió más claramente: No es propio de vosotros conocer los

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tiempos o los momentos que el Padre puso bajo su potestad. Aquí se
demuestra que él mismo lo sabía pero que no era conveniente que lo
supieran los apóstoles para que vivan siempre en la incertidumbre y con
temor.
EL MISMO, MATEO, CAP. CCCLV: No ignora Cristo ese día en el
que estará con sus apóstoles.
GREGORIO DE TOURS, HISTORIAS, CAP. I: Sobre el fin del
mundo pienso lo que aprendí de mis predecesores. El anticristo
primeramente inducirá la circuncisión, afirmando ser Cristo. Luego en el
templo en Jerusalén va a colocar una estatua suya para ser adorada, como
leemos que dijo el Señor: Veréis la abominación de la desolación en el
lugar santo. El mismo Señor manifiesta que ese día todos los hombres
serán reunidos, cuando dice: Ese día y esa hora nadie los sabe, ni los
ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Y aquí debemos
responder a los herejes, que nos impugnan, afirmando que el Hijo es
menor que el Padre, porque ignora ese día. Conocen este hijo llamado el
pueblo cristiano, del cual Dios preanunció: Yo seré un padre para ellos y
ellos serán hijos para mí. Si hubiera anunciado esto de su hijo unigénito,
nunca hubiese mencionado a los ángeles. Y así dice: Ni los ángeles de los
cielos, ni el hijo, señalando que no hablaba del unigénito, sino del pueblo
adoptivo.

Q. 77: Que los judíos y los demonios reconocieron a Cristo también antes
de la pasión. Y lo contrario

DE LA HOMILÍA DE CRISÓSTOMO SOBRE LA CÁTEDRA DE


MOISÉS: No lo mataron sin saber quién era sino por no soportarlo, como
profetizó sobre ellos Salomón: Venid y apresemos al justo, porque es inútil
y nos echa en cara los pecados contra la ley.
AGUSTÍN, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN, HOMILÍA IX: Y hasta
los demonios creen. ¿Cuánto más pudieron creer los demonios hasta decir:
Sabemos que eres el Hijo de Dios? Lo que dijeron los demonios, también
lo dijo Pedro: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, y escuchó del Señor:
Bienaventurado eres, Simón, Pedro, y sobre esta piedra, etc. ¡Gran
alabanza! Hasta los demonios dicen que eres el Hijo de Dios, el santo de
Dios. Lo dice Pedro; lo dicen los demonios. Las mismas palabras, pero no

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el mismo ánimo. La fe cristiana tiene amor, los demonios no lo tienen. La
del cristiano es con amor. Los que no creen son peores que los demonios y
más retrasados. El que no quiere creer en Cristo ni siquiera imita a los
demonios.
EL APÓSTOL, EN LA EPÍSTOLA I A LOS COR.: Pero hablamos de
la sabiduría de Dios en el misterio; que está escondida, porque Dios la
predestinó antes de los siglos en nuestra gloria, que ninguno de los
príncipes de este mundo conoció porque si la hubiesen conocido nunca
hubiesen crucificado al señor de la gloria.
AMBROSIO, CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y DE LA NUEVA
LEY, CAP. LXIV: No lo conocieron a él los demonios de otra manera
que como lo conocieron los príncipes de este mundo. Sabían que era el
prometido en la ley por los signos de la profecía. Y no sabían sin embargo,
que era el Hijo eterno de Dios ni conocían el misterio de la encarnación.
EL MISMO, A SIMPLICIANO, OBISPO DE MILÁN: Puede parecer
extraño como las verdades de Pablo fueron anticipadas por el espíritu
maligno; puede parecer extraño cómo los demonios reconocieron a Cristo
a quien no reconocían los judíos.
EL MISMO, A DULCISIO, SOBRE OCHO PREGUNTAS,
PRIMERA RESPUESTA: Hasta aquí, tu proposición. A eso respondo
desde mi libro que trata de la fe y las obras, donde sobre este tema escribí
lo siguiente: Santiago arremetió tan vehementemente contra los que opinan
que la fe sin obras es válida para la salvación, que hasta los compara con
los demonios diciendo: Tú crees que hay un solo Dios; haces bien, pero
también creen los demonios y se estremecen. ¿Qué se pudo decir más
verdaderamente, con más brevedad, con mayor vehemencia? Y leemos en
el Evangelio que esto dijeron los demonios, para confesar a Cristo como
Hijo de Dios y ser corregidos por él, y eso mismo fue alabado en la
confesión de Pedro.
GREGORIO, MORALES, LIB. XXXIII: Ante los ojos de un anciano
puede capturar como un anzuelo. Behemot había conocido al Hijo de Dios
encarnado pero no conocía el orden de nuestra redención. Sabía que el
Hijo de Dios se había encarnado para nuestra redención, pero no sabía de
ninguna manera que ese redentor nuestro iba a morir crucificado. Por eso
él dice bien: La capturará como un anzuelo en sus ojos. Decimos que
tenemos ante los ojos cuando algo está delante de nosotros. El antiguo

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enemigo del género humano vio al redentor puesto delante de él, y al
reconocerlo confesó diciendo con temor: ¿Qué hay entre nosotros y tú,
Hijo de Dios? Viniste antes de tiempo a torturarnos. Puesto ante sus ojos
fue capturado como por un anzuelo, porque reconoció y mordió; reconoció
antes a quien temería y sin embargo, no temió después cuando en él, como
su propia comida, consumió la muerte de la carne.
Y TAMBIÉN: ¿Acaso lo vas a engañar como a un pájaro? Como a un ave
el Señor lo engañó, cuando en la pasión de su hijo unigénito mostró el
alimento y escondió el lazo. Vio lo que atraparía con la boca pero no lo
que lo apresaría por el cuello. Aunque había confesado que él era el Hijo
de Dios, creyó sin embargo, que había muerto como un puro hombre para
cuya muerte había excitado los ánimos de sus perseguidores judíos. Pero
en el mismo momento de la traición se entiende que ya tarde había sabido
que sería castigado con la muerte. Por eso un sueño atemorizó a la esposa
de Pilatos para que su marido se apartase de la persecución de ese hombre.
Pero lo que ya estaba dispuesto no pudo evitarse con ninguna
maquinación.

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Q. 78: Que parece que Cristo haya tenido temor servil. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE EL SERMÓN DEL SEÑOR EN LA MONTAÑA:


Bienaventurados los pobres de espíritu, es decir, los que no son orgullosos,
en los que el alma se somete a la autoridad divina, temiendo tener que ir a
los tormentos después de esta vida, aunque tal vez en esta vida se pueda
considerar feliz.
Y TAMBIÉN: Me parece que a esa serie le corresponde la operación
septiforme del Espíritu Santo, de la que habla Isaías. Pero hay diferencia
en el orden; pues allá la enumeración comienza por lo más excelente y acá
por lo inferior.
Y TAMBIÉN: El comienzo de la sabiduría es el temor de Dios.
TAMBIÉN: El temor de Dios es propio de los humildes, de los cuales se
dice que son bienaventurados los pobres de espíritu, es decir, los que no
son soberbios, a quienes el Apóstol les dice: No queráis aspirar a lo alto, es
decir, sed temerosos, no queráis sobresalir.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA GRACIA Y EL LIBRE
ALBEDRÍO: No creamos que no hemos recibido el espíritu del temor del
Señor, que es sin duda un gran don de Dios, y del cual dice Isaías:
Descansará sobre él el espíritu de la sabiduría, etc. El espíritu del temor del
Señor es aquel del que Cristo dice: Temed a aquel que tiene potestad de
arrojar el cuerpo y el alma a la Gehena.
JERÓNIMO, SOBRE LAS MANSIONES DE LOS HIJOS DE
ISRAEL: Evita la altivez y sé temeroso. Porque Dios resiste a los
soberbios y le da su gracia a los humildes; el que se exalte, cuídese de
caer. Los poderosos padecerán tormentos mayores. El temor es custodio de
la virtudes; el sentirse seguro es propicio para caer. Por eso, también en el
salmo, después de las palabras del Salvador, el Señor me gobierna, etc., se
añade el temor, que es custodio de la felicidad, diciendo: Tu bastón y tu
báculo me han sostenido. Y el sentido es: Mientras temo las tormentas,
conservé la gracia recibida.
GREGORIO, MORALES, LIB. I: El que teme a Dios y se aparta del
mal. Se ha escrito de aquel: Y lo llenó el espíritu del temor del Señor. El
Señor encarnado demostró todo lo que nos inspiró a nosotros, para que lo

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que daba como precepto lo persuadiera con el ejemplo. Según la naturaleza
de la humanidad nuestro redentor temió a Dios, porque para redimir al
hombre soberbio, asumió para él una mente humilde.
EL SEÑOR EN EL EVANGELIO: Haced penitencia, porque se acerca
el reino de Dios.
Y TAMBIÉN: No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar
el alma. Temed al que puede perder el alma y el cuerpo en la Gehena.
CRISÓSTOMO, SOBRE MATEO: Maestro, ¿cuál es el mayor
mandamiento en la ley? Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón;
dice: amarás; no: temerás; y comenta Juan: el amor perfecto echa afuera al
temor. Mientras el hombre teme a Dios, no lo ama. Temer es propio de los
siervos, y amar lo es de los hijos: el temor está bajo necesidad, el amor
está en libertad. El que sirve a Dios con temor, ciertamente evita la pena,
pero no tiene la merced de la justicia, porque obró el bien contra su
voluntad y por temor. Dios no quiere ser temido por los hombres como
Dios sino ser amado como padre, porque les dio a los hombres el espíritu
de adopción. ¿Qué es amar a Dios con todo el corazón? Que tu corazón no
esté inclinado al amor de ninguna cosa más que a Dios. ¿Cómo se conoce
el amor pleno de una esposa? La esposa no debe juzgar a nadie más sabio
que a su marido, aunque haya otro más sabio; a nadie, más fuerte, aunque
haya otro que lo sea; a nadie, más hermoso, aunque hayo otro que pueda
serlo. El perfecto odio y el perfecto amor se conocen por el juicio de las
cosas. Por ejemplo, si odias perfectamente a alguien, todas sus cosas te van
a disgustar, tanto lo que diga, como lo que haga. Y si amas perfectamente
a alguien todas sus cosas te resultarán agradables. Si una mujer, viendo a
alguien, dice: ¡Qué hombre sabio, ojalá fuese mi esposo! Ya su amor
carece de algo con respecto al amor perfecto. Así el alma cristiana, que es
la esposa de Cristo, debe amar a Dios de tal manera que no haya nada en el
mundo que ame más que Dios. Por cuanto ame más a otra cosa, tanto
menos amará a Dios. ¿Qué es el que el alma ame a Dios con todo el
corazón? Tener el ánimo muy cierto en la verdad y firme en la fe. Uno es
el amor del corazón y otro es el del alma. El amor del corazón es de alguna
manera carnal, para que lo amemos a Dios también carnalmente.
Y TAMBIÉN: Si es lícito para el hombre despedir a la mujer, etc. Al
hombre casto cualquier esposa le parece buena, porque la caridad perfecta
no advierte los vicios.

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BEDA, SOBRE LAS PARÁBOLAS: El temor del Señor es el principio
de la sabiduría. Hay dos temores del Señor. El primero es servil, que se
llama principio de la ciencia o la sabiduría. El segundo es amigable, que
acompaña a la perfección de la sabiduría. El temor servil es principio de la
sabiduría. Pero el amor perfecto echa afuera a este temor. Pero hay un
temor santo de Dios que permanece eternamente, y a este la caridad no lo
excluye sino que lo acrecienta. Es aquel temor que tiene el hijo bueno para
no ofender en lo más mínimo a su amadísimo padre. Ambos temores
cesarán en el siglo futuro; pero la caridad nunca terminará sino que
permanecerá perpetuamente en la plenitud de la sabiduría; y eso es
conocer al verdadero y único Dios y al que envió, Jesucristo.
AGUSTÍN, SOBRE EL SALMO XVIII: El temor santo del Señor
permanece eternamente. No ese temor que está bajo la ley penal, que se
horroriza de poder perder los bienes temporales, por cuyo amor el alma
fornica, sino el amor casto con el que la Iglesia ama a su esposo tanto más
ardientemente cuanto se preocupa por no ofenderlo, y por eso no es
expulsado por el amor sino que permanece eternamente.
Y TAMBIÉN: El temor del Señor que no es servil, sino casto, ama
gratuitamente, no teme ser castigado por aquel a quien teme, sino que sólo
teme separarse de aquel a quien ama. Este es el temor casto, no aquel que
es expulsado por la caridad consumada sino que permanece eternamente.
Este es el Espíritu Santo, es decir que es donado por el Espíritu Santo.
EL MISMO, LIBRO DE LAS LXXXIII CUESTIONES, CAP. XXXV:
Nadie duda que no hay otra causa de temor sino la de perder lo que
amamos o de no conseguir lo que se espera.
Y TAMBIÉN: Si tiene codicia, que no es otra cosa sino el amor de las
cosas pasajeras, es necesario que sienta temor de perder lo que ya alcanzó
o de no alcanzar lo que desea.
CAP. XXXVI: Nadie que es plenamente feliz tiene temor. No es un vicio
no temer. Pero la audacia es un vicio. Pero no todo el que no teme es
audaz, aunque todo el que es audaz no teme.
Y TAMBIÉN: No temer es común al muy feliz y al audaz, pero el muy
feliz no teme por tranquilidad del ánimo y el audaz, por temeridad.
EL MISMO, CAP. XXVI: La sabiduría de Dios tomó al hombre para
ejemplo de cómo viviríamos. Pertenece a la vida recta no temer lo que no

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debe temerse. Y la muerte no debe temerse. Fue, pues, conveniente que
eso mismo lo mostrara con la muerte aquel a quien había recibido la
sabiduría de Dios. Hay algunos que aunque no teman la muerte en sí
misma sienten horror por cierto género de muerte. Esto tuvo que mostrarse
con la cruz. Entre los varios géneros de muerte no había otra más
execrable y terrorífica.
CAP. LXII: Todo el que quiere vivir felizmente, si vive como quiere es
feliz. De esto se deduce que no vive como desea el que vive torpemente,
porque nadie es feliz si vive torpemente. Por eso no vive como quiere,
porque, aunque realice muchas cosas según su voluntad, le suceden
muchas cosas contra su voluntad.
JERÓNIMO, SOBRE EL MISMO SALMO: El temor santo del Señor
permanece eternamente. Es el temor con la caridad; por eso dijo que la
perfecta caridad expulsa al temor. Teme no por miedo a la Gehena o a las
penas sino con un temor santo. Teme de tal manera que no pierdas por
negligencia al que amas.

Q. 79: Que Cristo engañó. Y lo contrario

AMBROSIO, SOBRE LUCAS, LIB. II: No es una causa pequeña que la


virginidad de María engañase al príncipe del mundo; este, viéndola
deposada con un marido, no pudo sospechar un parto. Como dije, las
mismas palabras del Señor decían que la intención fue la de engañar al
príncipe de este mundo, cuando los apóstoles reciben orden de callar sobre
Cristo, y a sus santos se les prohíbe gloriarse por el milagro, y a los
demonios se les ordena callar sobre el Hijo de Dios. También el Apóstol lo
declaró al decir: Y afirmamos que la sabiduría de Dios está escondida en el
misterio, y ninguno de los príncipes de este mundo la conoció. Si la
hubieran conocido nunca hubiesen crucificado al señor de la majestad.
Engañó, pues, para vencer; engañó al diablo cuando lo tentaban para no
confesar nunca la propia divinidad. Pero principalmente engañó a los
príncipes de este siglo.
EL MISMO, EN LA APOLOGÍA DE DAVID: Con toda razón vino
oculto, para engañar al príncipe del mundo, como a aquel Urías, que se
interpreta como “mi luz”, transfigurándose en ángel de luz.

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AGUSTÍN, LXXXIII CUESTIONAE, CAP. XV: Si el cuerpo de Cristo
fue un fantasma, Cristo engañó; no es la verdad.
Y TAMBIÉN, CAP. LVI: La suma virtud es no engañar a nadie y mostrar
claramente lo que se dice: sean vuestras palabras: sí, sí; no, no.
TAMBIÉN: Así como la suma y propiamente divina virtud es no engañar
a nadie, así el último de los vicios es engañar a cualquiera.
Y TAMBIÉN: Está más cerca de la suprema virtud el que aunque desee
engañar al enemigo no lo hace sino por autoridad divina. Dios conoce muy
bien qué pena y qué premio merece cada uno.
Y TAMBIÉN: Dios por sí mismo no engaña a nadie. Es el padre de la
verdad y la verdad y el espíritu de verdad; sin embargo, distribuye a cada
uno aquello que merece y distingue las dignidades en sus respectivos
grados y si alguien merece ser engañado, no sólo no lo va a engañar por sí
mismo, pero tampoco por medio de alguien que mantiene el consejo: que
esté en vuestros labios: es, es; no, no; ni por medio de un ángel, al que no
le pertenece esa falacia; ni por un hombre tal que todavía no se despojó de
los deseos de este mundo ni por un ángel que por persuasión de la
voluntad está ordenado al castigo de los pecados. Leemos que un rey fue
engañado por vaticinio de seudoprofetas, porque merecía ser así engañado.
Y TAMBIÉN: Los egipcios merecieron ser engañados y el pueblo de
Israel, en aquella edad del género humano, estaba constituido todavía en
una etapa de costumbres; entonces sucedió que el Señor permitió que por
su codicia, tomaran los vasos de oro y plata, que ambicionaban por apetito
del reino terrenal como si los fuesen a devolver pero sin pensar hacerlo.
Dios quiso que no fuese injusta para ese grado de las almas una
recompensa por tan largas y continuas tareas, y para castigo de aquellos a
quienes les deberían devolver los vasos. No por eso Dios es engañador y
creer eso sería una villanía. Sino que Dios es un justísimo distribuidor de
méritos a cada persona.
Y TAMBIÉN: Las órdenes fueron congruentes unas para un pueblo carnal
y otras para un pueblo espiritual, según los tiempos. No debe extrañar que
se les haya ordenado engañar al enemigo porque todavía eran dignos de
hacer eso. Todavía no eran aptos para que se les dijera: Amad a vuestros
enemigos, sino que convenía decirles: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu

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enemigo. Se hizo cierta introducción bajo un pedagogo, guardándose la
perfección para el maestro.

Q. 80: Que Cristo ni padeció ni temió en cuanto hombre. Y lo contrario

HILARIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. X: Hay que expurgar ahora


toda ocasión de una afirmación impía; deben evitarse todas las
predicaciones de una herética blasfemia para que la verdad del Evangelio
luzca por sí misma para quienes pareciera oscurecerse. Quieren muchos de
ellos que no haya sido Él de la naturaleza de un Dios impasible por temor
del sufrimiento y debilidad para padecer, que no haya tenido ni aquella
capacidad para no temer, ni aquella incorrupción del espíritu para no sufrir
sino que con una inferioridad con respecto a Dios Padre tembló de miedo
ante el sufrimiento humano, y se quejó ante la atrocidad de una pena
corporal, porque está escrito: Triste está mi alma hasta la muerte, y
además: si es posible, que pase de mí este cáliz, y aquello otro: Dios mío,
¿por qué me has abandonado? Y también esto: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu. Y antes de que demostremos con esos mismos
dichos que no hubo en Él ninguna debilidad ni temor ni tampoco dolor,
debe interrogarse qué pudo haber temido el que rechazando todo terror de
la muerte exhortó a los apóstoles a la gloria del martirio, diciendo: El que
no toma su cruz y me sigue no es digno de mí; y el que pierde su alma por
mí, la encontrará. Dado que Él es vida, ¿qué puede Él haber sufrido en el
misterio de la muerte si Él les da la vida a los que mueren? El que advierte
que no hay que temer a los que sólo matan el cuerpo ¿cómo podía
aterrorizarse él por temor al sufrimiento corporal? Además ¿qué dolor de
la muerte podía temer el que iba a morir con la libertad de su poder? Para
el género humano la muerte llega o por un debilitamiento de la fuerza
exterior del cuerpo o por un envejecimiento natural por el que esa fortaleza
es vencida. Pero el Unigénito de Dios, con potestad de entregar el alma y
recuperarla, para realizar en sí el misterio de la muerte, bebido el vinagre,
comprobó haber probado toda la obra humana del sufrimiento, inclinando
la cabeza, entregó su espíritu. Si permaneció este derecho de la naturaleza
humana de modo que, exhalando por sí mismo el espíritu, descanse en la
muerte y no expire porque el alma debilitada deje el cuerpo disuelto o el
espíritu, destrozados los miembros, como violado en su propia sede, se
marche o fluya, ¿cómo puede caer sobre el señor de la vida el miedo de la
muerte si Él no usó de su potestad y libertad de no morir?

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Y TAMBIÉN: Resulta necio y ridículo temer la muerte si se tiene la
potestad de entregar el alma y recuperarla. Él iba a morir por libertad de su
voluntad para disponer del misterio de la vida humana.
Y TAMBIÉN: No puede temerse la muerte donde hay potestad de morir o
de vivir.
Y TAMBIÉN: La Virgen no concibió sino por el Espíritu Santo. Y aunque
ella dio de sí todo lo que las mujeres pueden dar a los cuerpos que
conciben, sin embargo, Cristo no tuvo su naturaleza por una concepción
humana. Pero toda causa de nacer inducida por el Espíritu conservó en el
hombre lo que pertenece a la madre, teniendo en el origen lo que es Dios.
Por eso el mismo Señor muestra el misterio del hombre concebido,
diciendo: Nadie sube al Cielo sino el que descendió del Cielo, el hijo del
hombre que está en el Cielo. Lo que descendió del Cielo es la causa del
origen concebido del Espíritu. María no le dio origen al cuerpo, aunque le
haya dado todo lo que es propio de la naturaleza de su sexo para el parto y
el desarrollo.
Y TAMBIÉN: Y el Verbo se hizo carne y, siendo carne, no dejó de ser el
Verbo.
Y TAMBIÉN: Absolutamente refiriéndose a este misterio de la
inenarrable natividad corpórea, dijo: El primer hombre, del limo de la
Tierra, el segundo hombre, del Cielo. Al decir que el segundo hombre es
del Cielo testimonia su origen como del Espíritu Santo que le sobreviene a
la Virgen.
Y TAMBIÉN: El mismo Señor, mostrando el misterio de su natividad,
habló así: Yo soy el pan vivo que bajó del Cielo. Si alguien come de mi
pan vivirá eternamente. Él mismo es el origen de su propio cuerpo. Y para
que no se pensara que faltase la virtud y la naturaleza del Verbo en la
carne, añade que es su pan, porque es el pan que desciende del Cielo y no
se juzgue que el origen del cuerpo es por concepción humana, y se muestre
que el cuerpo es celestial. Y siendo su propio pan se profesa la asunción
del cuerpo por parte del Verbo. Y agregó: Si no coméis la carne del hijo
del hombre y bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros, para que se
entienda que el hijo del hombre es el pan bajado del Cielo y su carne y su
sangre proceden de la carne concebida por medio de la Virgen.

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Y TAMBIÉN: El hombre Cristo Jesús Dios Unigénito, como es hijo del
hombre por la carne y el Verbo, así es Hijo de Dios, y asumió nuestra
semejanza de hombre; el cual, aunque reciba golpes o heridas, o un nudo
para ser colgado, estas torturas le pueden aplicar su fuerza pero no causarle
dolor. Como una flecha que perfora el agua o agota el fuego o atraviesa el
aire, todas estas pasiones de la naturaleza las impulsa para que lastimen;
pero el sufrimiento infligido no se conserva en estas cosas porque no
queda en su naturaleza ni perforar el agua ni agitar el fuego ni atravesar el
aire, aunque la naturaleza de la flecha sea hacer esas cosas.
Y TAMBIÉN: El Señor ciertamente padeció al ser castigado, al ser
suspendido, al ser crucificado, al morir; pero el padecimiento aplicado a su
cuerpo no fue padecimiento ni tuvo naturaleza de tal; mientras el
ministerio penal actúa cruelmente la virtud del cuerpo recibe sin sentirla la
fuerza del castigo. ¿Por qué pensamos que la carne concebida del Espíritu
es según la naturaleza del cuerpo humano? Ese hombre es de Dios y tiene
un cuerpo para padecer y padeció, pero no tiene una naturaleza para sufrir
dolor. Ese cuerpo es de su propia naturaleza. No se mostró bebiendo,
comiendo o sintiendo dolor cuando tuvo sed, hambre o llanto, pero para
demostrar la verdad del cuerpo recibió las modalidades del cuerpo.
Cuando tomaba comida o bebida no se debe atribuir a una necesidad del
cuerpo sino a una costumbre.
Y TAMBIÉN: Quiso el Apóstol demostrar el misterio de esta natividad
cuando dijo: Se constituyó en la semejanza de hombre y se lo vio como
hombre en su aspecto. Ese aspecto no fue de hombre sino como de
hombre, pues el aspecto de la carne está en la verdad de la natividad y la
semejanza está ajena a los vicios de la pasión humana. Tiene el nacimiento
de hombre, porque es un hombre; pero no tiene la debilidad viciosa de
hombre, porque es Cristo. Aunque en el Señor esté la forma de nuestro
cuerpo sin embargo, no tiene en el cuerpo nuestra viciosa debilidad,
porque no estuvo en su origen, que concibió la Virgen del Espíritu Santo.
Y TAMBIÉN: ¿Te parece, hereje, que el señor de la gloria haya tenido
temor? Es escandaloso para él por ignorancia y en Pedro por obra de
Satanás.
Y TAMBIÉN: ¿Por qué yerras negándole a Cristo Dios la esperanza y
atribuyéndole miedo al sufrimiento? ¿Tuvo temor el que enfrentó a una
fuerza armada que acudía a aprehenderlo? Y ¿hubo debilidad en su cuerpo

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a cuyo encuentro cayeron consternadas la fuerzas de los perseguidores?
¿Qué debilidad piensas que hay en ese cuerpo cuya naturaleza tenía una
virtud tan grande? Pero tal vez temió el dolor de las heridas. Te ruego me
digas ¿qué terror pudo experimentar por el clavo que penetraba su carne
aquel que con su solo tacto pudo restituir la carne de una oreja? ¿Puede la
mano sentir el dolor por la herida del clavo esa mano que no permitía que
otros sintieran el dolor de las heridas?
Y TAMBIÉN: Hereje, ¿No recuerdas que cuando Judas salía para su
traición se dijo que entonces sería clarificado el hijo del hombre? Si la
pasión iba a resultar un honor, ¿cómo lo podía entristecer el temor, la
pasión, a no ser porque fuese tan irracional que temiese padecer lo que iba
a glorificar al paciente?
Y TAMBIÉN: ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi padre? ¿Cómo
ruega que pase de él ese cáliz que se estaba apresurando a beber? No es
lógico que no quiera padecer lo que quiere padecer.
Y TAMBIÉN: Era conveniente que no olvidases estas palabras: En verdad
os digo que pronto veréis al hijo del hombre sentado a la diestra de la
virtud y viniendo sobre las nubes del cielo.
Y TAMBIÉN: Todo lo que se teme es menester evitarlo mientras se lo
teme; lo que es muy pequeño sólo puede ser temido por imbecilidad. ¿Con
qué razón piensas que el señor Jesús puede temer algo, y por miedo a los
fuertes tiemble con debilidad, y sufra por las heridas aquel que no admite
el dolor?
Y TAMBIÉN: ¿Puede creerse que tema el caos del Infierno el que le dice
al ladrón en la cruz: En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el
Paraíso, si al que sufre con él le promete el paraíso y las delicias de una
consumada felicidad?
Y TAMBIÉN: Teniendo en cuenta los dichos y los hechos no cabe duda
en demostrar con fuerza que en la naturaleza de su cuerpo no hubo
debilidad de naturaleza corpórea, estando en la virtud de su naturaleza la
capacidad de rechazar toda debilidad y esa pasión aunque se aplicó a su
cuerpo sin embargo, no le produjo a su cuerpo dolor alguno; porque
aunque en el Señor estaba la forma de nuestro cuerpo sin embargo, no
había en el cuerpo nuestra viciosa debilidad, pues había sido concebido
originalmente por la Virgen del Espíritu Santo. Porque ese cuerpo, aunque

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concebido por la Virgen según la manera de su sexo sin embargo, no
recibió los elementos de la concepción terrenal, y está fuera de la debilidad
de nuestro cuerpo lo que tomó comienzo de una concepción espiritual.
Y TAMBIÉN: No significan lo mismo estar triste por la muerte y estar
triste hasta la muerte, porque la tristeza es por la muerte allí esa misma
muerte es causa de la tristeza. Pero donde la tristeza es hasta la muerte, la
muerte es el fin de la tristeza.
Y TAMBIÉN: Rogó: Padre, si es posible, pase de mí este cáliz. No ruega
que no esté con él sino que pase de él. Luego pide que no se haga su
voluntad y lo que quiere que suceda eso mismo no lo quiere para sí. Pues
dice: no como yo quiero sino como quieres tú: significando en sí un pedido
humano con respecto al cáliz, aceptando la sentencia para no contrariar la
voluntad del Padre.
Y TAMBIÉN: Orad para no entrar en tentación, etc. Los que prometían no
escandalizarse lo podían hacer por la debilidad de la carne. No ruega,
entonces, para sí sino por aquellos a quienes los insta a orar vigilantes,
para que no caiga sobre ellos el cáliz, que ruega que pase de sí y que no
permanezca en ellos.
Y TAMBIÉN: Al decir si es posible enseñó lo que le dijo a Pedro: Satanás
ha pedido poder zarandearos como al trigo. El Señor está triste hasta la
muerte porque en la apertura de los monumentos y en la resurrección se
confirmaría la fe de los apóstoles.
Y TAMBIÉN: Después de su muerte por virtud de su gloria se evitaría el
escándalo de la debilidad apostólica.
Y TAMBIÉN: Y después de muchos ruegos del Señor bajó un ángel a
confortarlo y con su asistencia comenzó a orar con tanta intensidad que
brotó del cuerpo un sudor de gotas de sangre.
Y TAMBIÉN: Debe recordar el hereje que el creador de los ángeles no
necesitó la ayuda de su criatura.
Y TAMBIÉN: Está triste por causa de nosotros; es necesario que por
nuestro intermedio sea reconfortado. Nadie se atreverá a atribuir el sudor a
debilidad; sudar sangre es contra la naturaleza y no es debilidad lo que el
poder obra contra la naturaleza.

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Y TAMBIÉN: Dijo el Apóstol: Aunque fue crucificado por nuestra
debilidad, pero vive por la virtud de Dios, porque siendo igual la virtud de
Dios para la debilidad de la pasión y para la vida, no estuvo dividido en sí
mismo el que padeció y vive.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO: Dios, hazme salvo en tu nombre:
aquella pasión fue asumida voluntariamente para cumplir un deber penal
pero, sin embargo, no para herir al paciente con una pena; no porque esa
pena no tuviese una naturaleza para lastimar, sino porque la naturaleza de
la divinidad no siente el dolor. Dios padeció porque se sometió
voluntariamente a la pasión pero la virtud de su naturaleza no le permitió
sufrir dolor.
EL MISMO, SOBRE MATEO, CAP. XLX: Algunos opinan que la
tristeza por sí misma pudo caer sobre Dios y que lo pudo quebrar el miedo
de la futura pasión, y por eso dijo: triste está mi alma hasta la muerte; y
aquello otro: Padre, si es posible, pase de mí este cáliz; y también: el
espíritu está pronto, pero la carne es débil; y finalmente repite: Padre, si no
puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad. Quieren
que por la debilidad del cuerpo se añada el dolor al espíritu, como si la
asunción de la carne hubiese dañado con su debilidad aquella virtud de la
sustancia incorrupta y como si la fragilidad asumiese la naturaleza de la
eternidad; y si está triste por miedo, si está débil como para sufrir dolor, si
tiembla ante la muerte, también estaría sujeta a la corrupción; como si la
eternidad se cambiase en miedo y pudiese ser lo que no era y pudiera algo
que está en ella dejar de estar. Dios siempre es sin medida de tiempos y así
como es, es eterno. La eternidad, permaneciendo en lo infinito, en las
cosas que fueron y en las que serán, siempre íntegra, incorrupta. Pero esta
es la opinión de los que sostienen que el Hijo de Dios tuvo temor de la
muerte y con eso afirman que no descendió desde la eternidad ni existió a
partir de la infinitud de la sustancia paterna. Si hubieran sido conocedores
de los Evangelios sabrían que en el principio el Verbo era Dios. Nada pudo
morir en Dios, y de sí mismo Dios no puede tener ningún miedo. Pero
dado que leemos que el Señor estuvo triste, investiguemos las causas de
esa tristeza. Habiendo tomado consigo a Pedro, Santiago y Juan, comenzó
a entristecerse. Por lo tanto no estuvo triste antes de hacerse acompañar
por ellos, y todo su miedo comenzó un vez que se hizo acompañar por
ellos, y es así que la tristeza no nació de sí mismo sino por causa de
aquellos cuya compañía había tomado. Finalmente dice: mi alma está triste

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hasta la muerte, pero no dice, por causa de la muerte. Pues si el miedo era
de la muerte debió mencionarla como su causa. Anteriormente había
dicho: en esta noche sufriréis un escándalo. Sabía que serían aterrorizados,
que los pondrían en fuga, que lo negarían. Pero como el espíritu de
blasfemia no se perdona ni aquí ni en la eternidad, temió que negasen que
él era Dios y lo despreciaran al verlo herido, escupido y crucificado. Esto
pudo observarse en Pedro, que lo iba a negar diciendo: no conozco a ese
hombre, porque estaba escrito: algo contra el Hijo del hombre podrá
perdonarse. Triste está, pues, el alma hasta la muerte. El temor no es,
entonces, de la muerte sino del tiempo de la muerte; porque después de
ella con resurrección se reafirmaría la fe de los creyentes. Luego ora:
Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero, sin embargo, no
como yo quiero sino lo que tú quieres. No dice: Que pase de mí este cáliz.
El que ruega que el cáliz pase de sí no pide que él sea pasado por alto sino
que lo que pasa de él no caiga en otro. Todo el miedo, pues, renace sobre
aquellos que iban a sufrir; y como no es posible que él lo padezca, ruega
por aquellos que iban a padecer después de él, diciendo: pase de mí este
cáliz, es decir, que así como yo lo voy a beber que lo beban otros sin dolor,
sin desconfianza, sin miedo a la muerte. Dice: si es posible, porque la
carne y la sangre experimenta grave terror y es difícil que los cuerpos
humanos no sean vencidos por esa amargura. Lo que dice, no como yo
quiero sino como quieres tú, indica que no quiere que ellos padezcan, para
que no caigan en desconfianza en medio de la pasión, sino que merezcan la
gloria de su coheredad sin él pero dificultoso de la pasión.
Y TAMBIÉN: A Pedro y a los discípulos dormidos los arguye diciendo:
no habéis podido velar ni al menos una hora. A Pedro, de entre los tres,
porque fuera de los demás se había gloriado de que no se escandalizaría.
Y TAMBIÉN: Ruega que les pase a ellos la fortaleza para beber el cáliz
que el Padre quiere que beba.
Y TAMBIÉN: El espíritu está pronto, pero la carne es flaca. Esto no lo
dice por sí mismo: el discurso se dirige a ellos. ¿Cómo es que ahora en
cuanto a él el espíritu está pronto si poco antes el alma estaba triste hasta la
muerte? Pero recomienda vigilar y orar para no caer en tentación, para no
sucumbir a la debilidad del cuerpo.
Y TAMBIÉN: Tomó sobre sí toda la debilidad que iban a padecer sus
discípulos por la defensa de la fe, y fijó en la cruz consigo todo lo que

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padecíamos por debilidad. Es así que carga nuestros pecados y sufre por
nosotros: porque los fervorosos en la fe, cuando se trata de luchar contra el
diablo de la pasión, para ellos todos los dolores de nuestras debilidades
mueren con su cuerpo y su pasión. Y por eso no puede pasar de él el cáliz
sin que lo beba porque no podemos nosotros padecer si no es a través de su
pasión.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO CXLI: La fe de todos los apóstoles
hasta el tiempo de la resurrección fue dubitativa; y de aquí procede: mi
alma está triste hasta la muerte. No dice por causa de la muerte, porque
aunque él se entregase a la pasión sin embargo, la virtud eterna lo excluiría
del dolor de la pasión.
AMBROSIO, EN EL LIBRO SOBRE LA ENCARNACIÓN:
Aludiendo en sí mismo a los débiles, el Señor dice: que pase de mí este
cáliz. Verdaderamente, el Señor no tenía miedo de padecer, ya que iba a
resucitar al tercer día, y ardiendo Pablo por disolverse y estar con Cristo,
se alegra este por recibir la corona y el Señor está triste y es aquel que va a
coronarlo. Pero asumió la tristeza como correspondiente a la carne; estuvo
triste pero asumió una verdadera tristeza por su voluntad; así como por su
voluntad había asumido verdadera carne.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, A GRACIANO, LIB. II: Está
escrito, dicen los herejes: Padre, si es posible, haz pasar de mí este cáliz y,
si es omnipotente ¿cómo duda de esa posibilidad? Como probé que es
omnipotente, probé que no puede dudar acerca de la posibilidad de algo.
Estas palabras, dices, son de Cristo. Dices la verdad. Pero ten en cuenta
cuándo y de qué manera habla. Tiene la sustancia del hombre; asumió los
sentimientos del hombre. No habló en cuanto Dios sino en cuanto hombre,
pues de Dios está escrito: nada hay imposible para ti. ¿De qué duda, de sí o
del Padre? De aquel al cual le dice que pase el cáliz, duda con el afecto de
hombre. ¿Teme Cristo y no teme Pedro? Pedro dice: Pondré mi alma por
ti. Cristo dice: mi alma está turbada. Ambas cosas son verdaderas y plenas
de razón, que el inferior no tema y el superior presente el sentimiento del
temeroso. Aquel, como hombre, ignora la fuerza de la muerte; este, como
Dios, constituido en un cuerpo, ofrece la fragilidad de la carne, para que
quede excluida la impiedad de los que se horrorizan del misterio de la
encarnación.

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EL MISMO, EN EL MISMO SITIO: Todo lo que tiene el Padre es mío.
Dado que nada excluye de las cosas que tiene el Padre, tiene el Hijo su
misma voluntad. Hay una sola voluntad donde hay una sola operación.
Pero una es la voluntad del hombre y otra es la voluntad de Dios. Cuando
Pedro intenta que el Señor desista de su pasión, este le dice: No gustas las
cosas que son de Dios sino las que son de los hombres. Recibió, por tanto,
mi voluntad, mi tristeza. Confiadamente llamo tristeza cuando quiero
significar la cruz. Es mía esa voluntad que dijo que era suya porque como
hombre asumió la tristeza, como hombre habló y por lo tanto dice: No
como quiero yo sino como quieres tú. No está exultante por ir a la muerte.
Padece por mí, está triste por mí, sufre por mí. Sufrió por mí y en mí,
porque nada tenía por qué sufrir para sí mismo. Sufres, Señor, por tus
heridas y no por las mías, no por tu muerte sino por nuestra flaqueza, como
dice el profeta: sufre por nosotros. ¿Qué hay de extraño que sufra por
todos el que lloró por uno solo? ¿Le molestará morir por todos? Duda
como hombre y se turba como hombre. No se turba su fortaleza ni su
divinidad; se turba su alma; se turba por la asunción de la humana
fragilidad, y por haber recibido el alma recibió también las pasiones del
alma. Dios, en cuanto Dios, no podía turbarse ni sufrir.
Y TAMBIÉN: La carne puede padecer pero la divinidad está libre de
padecimiento.
ATANASIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. VI, CAP. II: Sea maldito el
que no confiese que el hombre que asumió no puede padecer; así sea, así
sea.
Y TAMBIÉN, CAP. IV: Si alguien confiesa que el verdadero hombre,
que asumió, no comía verdaderamente o bebía o lloraba o sudó sangre y
padeció, sea anatema.
AGUSTÍN EN EL LIB. DE LAS LXXXIII CUESTIONES, CAP.
LXXXI: Demostramos en innumerable lugares que se dijo de él por parte
del evangelista que tuvo aquellos sentimientos que no pueden existir sin el
alma. No menciono: triste está mi alma, tengo potestad de entregar mi
alma, y nadie tiene mayor amor que el que entrega su alma por sus amigos,
ya que un persistente oponente puede afirmar que todo eso lo dijo el Señor
figuradamente, cuando tenemos la narración de que nació, fue apresado
por los judíos, flagelado y crucificado, muerto y sepultado. Si, por lo tanto
está atestiguado que el cuerpo tenía estas cosas, así también indican que el

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alma tuvo aquellas cosas que no pueden estar sino en el alma, esas cosas
que leemos que estuvieron. Jesús se admiró, se airó, se entristeció, se
alegró y muchas cosas parecidas.
Y TAMBIÉN: Es necio creer a la narración evangélica cuando dice que
comió y no cuando dice que tuvo hambre. Ni nos desalienta esa necia
calumnia que proponen los oponentes de que si tuvo estas afecciones del
alma, entonces estuvo bajo necesidad. Respondemos fácilmente: por lo
tanto que también estuvo bajo necesidad al ser apresado, flagelado,
crucificado y muerto. Para que finalmente se entienda, que él asumió las
verdaderas pasiones del alma, voluntariamente, como le plugo así como
asumió las pasiones del cuerpo, voluntariamente y sin ninguna necesidad.
Ambas cosas las mostró, como convenía, por su voluntad y en forma muy
verdadera. Así como ni a nosotros ni a ellos con el pretexto de necesidad
nos puede alguien apartar de la fe en una verdadera pasión, como se
demuestra en su cuerpo, así tampoco con el pretexto de una necesidad
alguien nos puede apartar de la fe en aquellos verdaderos sentimientos en
los que se manifiesta el alma.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO XXIX: Hizo muchas cosas por medio
del cuerpo, por lo que entendemos que tuvo un cuerpo. Caminó, se sentó,
durmió, fue flagelado y crucificado, murió. Así como por estos indicios
conocemos que tuvo un cuerpo, así por otras varias señales sabemos que
tuvo un alma. Tener hambre y sed es propio del alma. Si dicen que estas
cosas son falsas serán también falsas las que se dicen del cuerpo.
DEL CONCILIO DE CARTAGO, CAP. I: El que ha de ser ordenado
obispo sea examinado antes si cree que el Hijo de Dios que estaba en la
divinidad se hizo hijo del hombre en el hombre, y que padeció una
verdadera pasión en su carne, y murió con una verdadera muerte corporal,
etc.
AMBROSIO, SOBBRE LA FE, AL EMPERADOR GRACIANO,
LIB. I: Duda como hombre, se turba como hombre; recibió un alma y con
ella las pasiones del alma.
Y TAMBIÉN: ¿Dios mío, por qué me has abandonado? Habla como
hombre, atendiendo a mis miedos, pues cuando estamos en peligro
pensamos que Dios nos abandonó.
Y TAMBIÉN: En cuanto a su naturaleza de hombre tuvo dudas y tristeza.

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AGUSTÍN, DE LAS LXXXIII CUESTIONES, CAP. XXXV: Nadie
duda que no hay otra causa de miedo que no sea por temor a perder lo que
tenemos o no alcanzar lo que esperamos.
Y TAMBIÉN, CAP. XXXVI: Ningún bienaventurado tuvo miedo. Por lo
tanto no es un vicio no tener miedo.
CLAUDIANO, AL PREFECTO PATRICIO, SOBRE EL ESTADO
DEL ALMA: Creo que Hilario de Poitiers no pudo estar de acuerdo con tu
sentencia, pues él, entre sus muchos escritos menos conocidos señaló dos
puntos opuestos a esto. Una cosa es que dijo que nada incorpóreo era
creado, y otra que Cristo en su pasión no sintió dolor; pero si su pasión no
fue verdadera tampoco nuestra redención pudo ser verdadera. Pero como
el bienaventurado Hilario borró el error de esta opinión con la virtud de su
confesión, así soporta la advertencia para no tener detrimento en los
méritos. Por lo cual se iguala a los tratadistas de las Escrituras divinas, que
se ajustan al tenor de la verdad.
BEDA, SOBRE TOBÍAS: Temiendo al pez Tobías exclamó a gritos
diciendo: Señor, me captura. El Señor, ante la muerte inminente comenzó
a temer y entristecerse, no temiendo al diablo sino a la muerte, que por
envidia del diablo entró en el orbe de las tierras, temblando por la
fragilidad de su naturaleza carnal. Por eso oraba diciendo, si es posible que
pase tal cosa de él; Abba, Padre, todas las cosas te son posibles, haz pasar
de mí este cáliz pero no se haga lo que yo quiero sino lo que tú quieres.

Q. 81: Que en la muerte de Cristo hubo separación de la humanidad y la


divinidad. Y lo contrario

ATANASIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. III: Nuestro hombre mortal


y pasible soportó nuestras debilidades y después de la pasión fue
nuevamente asumido por Dios.
Y TAMBIÉN: Entiende que este hombre primeramente fue asumido en su
nacimiento de María virgen y en su pasión fue entregado perdiendo su
poder y después de la pasión nuevamente fue asumido y recibido por él.
Y TAMBIÉN, LIB. VI, CAP. II: Sea maldito el que no confiese que todo
el hombre, es decir, alma y cuerpo, que fue asumido, nuevamente fue

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asumido y liberado y después del tercer día resucitó de entre los muertos.
Así sea, así sea.
HILARIO, SOBRE MATEO: El clamor hacia Dios es la voz del cuerpo
que se aparta del Verbo de Dios; finalmente pregunta por qué es dejado,
diciendo: Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Es abandonado porque
era un hombre que debía sufrir la muerte.
AMBROSIO, SOBRE LUCAS: Clamó Jesús muy fuertemente diciendo;
Dios mío, Padre, mírame, ¿por qué me abandonaste? Yo no me
avergonzaré de confesar aquello de lo que no se avergonzó de confesar
Cristo en voz muy alta. Clamó el hombre, que iba a morir por la
separación de la divinidad; pues la divinidad estaba libre de la muerte, y
allí no podía haber muerte, si no se alejaba la vida, porque la divinidad es
la vida.
AGUSTÍN, SOBRE JUAN, HOMILÍA XLV: Si dijéramos que el Verbo
de Dios entregó su alma y luego la retomó, debemos temer que se nos
diga: Por lo tanto aquella alma alguna vez estuvo separada de ese Verbo y
este, del cual surgió esa alma, estuvo alguna vez sin alma.
Y TAMBIÉN: ¿Qué hizo la pasión, qué hizo la muerte, sino separar el
alma del cuerpo? Pero no separó al alma del Verbo. Murió el Señor, sin
duda. Su carne expiró y el alma dejó la carne por un tiempo. Pero no digo
que el alma estuviese separada del Verbo. Le dijo al alma del ladrón: Hoy
estarás conmigo en el Paraíso. No abandonó al alma del ladrón y
¿abandonaría la suya? De ninguna manera. Tuvo al alma
inseparablemente.
EL MISMO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. II, CAP. V: Nunca estuvo
escrito que el Padre sea mayor que el Espíritu Santo, porque no hay
ninguna criatura asumida en la que aparezca el Espíritu Santo así como fue
asumido el hijo del hombre. Y el espíritu no glorificó a la paloma ni unió
el fuego para siempre a la unidad de su persona.
CLAUDIANO, SOBRE EL ESTADO DEL ALMA, LIB. III: El mismo
Señor exclamó desde la cruz: Dios mío ¿por qué me has abandonado? Si
no hubo apartamiento, no hubo abandono. Si hubo abandono, hubo
apartamiento. No puede admitirse que Dios no esté en algún lugar como
para dejar abandonado al hombre Cristo, así tampoco el alma admite el

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privilegio de no estar en ningún lugar cuando se aparta del cuerpo que
muere.
Y TAMBIÉN: Pesa más el cuerpo en el alma que lo que el alma pesa en el
cuerpo. El peso está más en el portador que en lo que es llevado. Siendo
esto así, esto es un indicio que en el alma hay una gran semejanza con su
autor, pues así como el mundo está en su autor no en forma local, así está
el cuerpo en el alma.
FULGENCIO, EN EL LIBRO SOBRE LA INMENSIDAD DE LA
DIVINIDAD DEL HIJO DE DIOS: La unidad de la persona de la
divinidad y la carne en Cristo hizo que la pasión fuese común. Por esta
unidad puede afirmarse que el señor de la gloria fue crucificado.
Y TAMBIÉN: Cuando, al morir Cristo, el alma dejó la carne, entonces se
disolvió ese templo.
Y TAMBIÉN: La misma divinidad de Cristo que se dignó contristarse en
el alma y morir en el cuerpo, según la propiedad de la sustancia, debe
predicarse inmortal e impasible.
Y TAMBIÉN: la humanidad del Hijo no estuvo totalmente en el sepulcro
ni totalmente en el Infierno sino que estuvo en el sepulcro según la carne y
descendió al Infierno según el alma. Esa alma volvió desde el Infierno
hasta la carne que había dejado en el sepulcro. Pero según la divinidad,
que no está contenida en un lugar y no tiene límites, estuvo entero en el
sepulcro con la carne y entero en el Infierno con el alma. De este modo,
Cristo estuvo entero en todas partes, porque Dios no se separa de la
humanidad que había recibido, que estuvo en su alma para que regresara
vencedora del Infierno una vez liberada de sus dolores, y estuvo en su
carne, para que no se corrompiese gracias a una pronta resurrección.
Y TAMBIÉN: Cristo entero según el alma sola descendió al Infierno. El
mismo Cristo entero, según la carne sola, resucitó del sepulcro. El mismo
Cristo inseparable, según el hombre entero que había recibido,
abandonando la Tierra, ascendió.

Q. 82: Que en Cristo también hubo sensación de placer. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EL SALMO XIV: Hasta de noche me increpa mi


conciencia. Me increpan entonces los placeres de la carne cuando me

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sugieren que peque, cuando se deleita la carne. Si no estuvieses a mi
diestra tal vez cedería. Y veía siempre al Señor a mi lado; el Hijo al Padre,
la Iglesia a Cristo. Porque está a mi diestra para que no me debilite. Como
si dijera: si no estuvieses a mi diestra tal vez cedería, es decir, desde la fe a
la infidelidad, desde el bien al mal.
GREGORIO, HOMILÍA DE LOS EVANGELIOS, XVI: Fue llevado
Jesús al desierto. De tres modos obra la tentación: sugerencia, delectación
y consentimiento. Cuando somos tentados generalmente caemos en la
delectación y hasta en el consentimiento, porque teniendo propagado en
nosotros el pecado de la carne, debemos soportar sus luchas. Pero Dios,
que había venido sin pecado, no tenía en sí ninguna contradicción. Pudo
ser tentado por sugerencia pero la delectación del pecado no mordió su
mente. Por lo tanto toda aquella tentación diabólica estuvo fuera y no
dentro.

Q. 83: Que Cristo y los santos desearon morir. Y lo contrario

EL PROFETA ISAÍAS: Se ofreció porque quiso. EL SEÑOR MISMO


EN EL EVANGELIO: Nadie quita mi alma de mí, yo la entrego.
Y TAMBIÉN: No vine para hacer mi voluntad sino la de aquel que me
envió.
Y TAMBIÉN: Padre, si es posible, pase de mí este cáliz. Sin embargo, no
como yo quiero sino como quieres tú.
Y TAMBIÉN: No se haga mi voluntad sino la tuya. PABLO A LOS
FILIPENSES: Me encuentro dividido entre dos cosas, deseando
disolverme y estar con Cristo, etc.
EL MISMO, A LOS DE LAODICEA: La verdadera vida es estar en
Cristo y mi gozo es morir.
EL MISMO, EN LA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS:
Porque los que estamos en este tabernáculo gemimos oprimidos, porque no
queremos despojarnos sino revestirnos más, para que se absorba lo que es
mortal de esta vida.
JERÓNIMO, SOBRE EL AMOR DE DIOS Y EL DEL SIGLO: Si te
atormenta el amor de la carne, toma tu cruz y sigue al Señor. El mismo

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Señor y Salvador tuyo como Dios encarnado demostró su afecto, donde
dice: Padre, si es posible, pase de mí este cáliz. Sabía que ese cáliz no
podía pasar, y acudía a beberlo por voluntad y no por necesidad. Para ti,
emitió la voz del hombre, la voz de la carne; se dignó transfigurarse en ti.
Muestra la voluntad que podía ser sometida a prueba. Y luego enseña
aquella voluntad a la que debes someterte. Padre, dice, si es posible, pase
de mí este cáliz; la voz de la carne, no la del espíritu, la voz de la
debilidad, no la de la divinidad: si es posible, pase de mí este cáliz. Esa es
la voluntad sobre la cual también le dice a Pedro: cuando envejezcas otro
te ceñirá y te conducirá adonde tú no quieres. ¿Por qué fueron vencedores
los mártires? Porque antepusieron la voluntad del espíritu a la voluntad de
la carne. Amaban esta vida y la valoraban. Luego consideraban cuán
dignas de amor eran las cosas eternas comparadas con estas perecederas.
El que va a morir no desea morir y morirá necesariamente.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO CXXXII: He aquí cuán bueno es y
cuán alegre. El martirio es bueno pero no es alegre. Tiene suplicios y
penas y dolorosos tormentos, y, por cierto, en el dolor, no hay alegría.
AGUSTÍN, SOBRE EL SALMO CXXXV: Me has ayudado y
consolado. Sufrió tristeza el bienaventurado Cipriano en su pasión, pero
luego fue consolado con la corona, etc.
EL MISMO, SOBRE JUAN, SERMÓN CXXI: Extenderás, dice, tus
manos, o sea, serás crucificado. Para que puedas venir, alguien te va a
ceñir y te llevará adonde no quieras. Antes había dicho lo que sucedería y
después dijo cómo sucedería. No fue crucificado sino que fue conducido
para ser crucificado adonde no quería ir; crucificado fue adonde quiso.
Quería ser liberado del cuerpo para estar con Cristo pero, si fuese posible,
sin sufrir la pena de la muerte, a la que fue conducido contra su voluntad.
Contra su voluntad llegó a ella pero por su voluntad la venció y dejó este
afecto de debilidad, porque nadie quiere morir, tan natural es esto que al
bienaventurado Pedro se le dijo: Cuando seas anciano serás conducido
adonde no quieras. Para consolarnos el mismo salvador se transfiguró en él
diciendo: Padre, si es posible, pase de mí este cáliz, etc. El que había
venido para morir no tenía necesidad sino voluntad de morir, con potestad
para entregar su alma y recobrarla nuevamente.
Y TAMBIÉN: Si el dolor de la muerte fuese pequeño o nulo no sería tan
grande la gloria del martirio.

Página 191
GREGORIO, HOMILÍA III DE LOS EVANGELIOS, AÑADIENDO
EL SERMÓN SOBRE SANTA FELICIDAD: Eligió no dejar a nadie
después de sí, porque si quedase algún supérstite no podría tener un
consorte. Nadie piense que su corazón no sentía ningún afecto carnal por
sus hijos que iban a morir. No podía ver morir a sus hijos, que sabía que
eran su carne, sin ningún dolor, pero la fuerza del amor interior vencía a
ese dolor. También a Pedro, quien iba a padecer, se le dijo: otro te ceñirá y
te llevará adonde no quieras. Si Pedro no hubiese querido no hubiera
podido padecer por Cristo. Pero el martirio que no quería por la debilidad
de la carne, lo amó por la virtud del espíritu. El que tiembla ante la
posibilidad de las penas, se regocija por el espíritu para ir a la gloria, y
sucedió que quiso el tormento del martirio contra su voluntad. Así también
nosotros, cuando buscamos el gozo de la salvación, bebemos la copa
amarga de la purgación. La amargura de la copa es desagradable pero
agrada la salvación restituida por su amargor.
DEL LIBRO DE LAS SENTENCIAS DE PRÓSPERO, VAP.
CLXXXIII: Nadie ama lo que está sufriendo aunque ame sufrirlo, porque
una cosa es la paciencia fuerte y otra la felicidad segura. No son
simultáneas la paciencia de la lucha y la felicidad de la victoria.

Q. 84: Que Cristo descendiendo a los infiernos liberó a todos. Y lo


contrario

ORÍGENES, SOBRE EL GÉNESIS, ÚLTIMA HOMILÍA: Cachorro


de león de Judá, etc. La muerte de Cristo fue la opresión y el triunfo de los
demonios. El león arrebató a toda la presa que aquel león contrario había
capturado, postrado y vencido el hombre.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: Todos pecaron, tanto judíos como griegos, por lo cual la
muerte de Cristo les aprovechó a todos, y les enseñó lo que en este siglo
debe creerse y observarse; y rescató a todos del Infierno.
Y TAMBIÉN: Al igual que a los gálatas, dice: Cristo nos redimió
ofreciéndose a sí mismo por nosotros. Se entregó al diablo pero
temporariamente. Juzgando él que lo podría retener a Cristo, pero no pudo
soportar su fuerza; también perdió a todos los que tenía retenidos con él.
Y TAMBIÉN: Es evidente que todos pecaron en Adán como en masa.

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Y TAMBIÉN: La muerte segunda en la Gehena, que no padecemos por el
pecado de Adán sino que se merece por los pecados propios, de la cual
están inmunes los buenos, sólo que aquellos estaban en un infierno
superior.
Y TAMBIÉN: La gracia de Dios es abundante para muchos, porque
también en aquellos que murieron con el pecado de Adán se dice que son
pecadores, y en aquellos que pecaron a semejanza de la prevaricación de
Adán: los que tenían el pecado paterno estaban en los infiernos por
sentencia de Dios, y la gracia de Dios abundó con el descenso del salvador
dándoles el perdón a todos los que subieron triunfalmente al Cielo.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES: El que
nos sacó de la potestad de las tinieblas, etc. En el cual tenemos la
redención, etc. Pues sin la fe de Cristo nadie salió del Infierno, porque,
estando ligado por los pecados no pueden salir de las puertas del Tártaro.
GREGORIO, EN LA HOMILÍA DEL SÁBADO DE LA OCTAVA
DE PASCUA: Esta festividad puede llamarse rectamente la solemnidad de
las solemnidades. Por esta los elegidos, que estaban retenidos en los
infiernos aunque en la tranquilidad del seno de Abraham, fueron llevados a
las alegrías del Paraíso. Lo que había dicho antes de la pasión lo cumplió
el Señor en su resurrección. Si soy exaltado de la Tierra, todo lo atraeré
hacía mí. Atrajo todas las cosas y no dejó a ninguno de sus elegidos en los
infiernos. Todo lo atrajo, especialmente los elegidos. Pero no rescató a los
infieles y a los que por sus delitos estaban condenados a los suplicios
eternos, sino que retiró de los claustros infernales a los que reconoció
como suyos por su fe y sus acciones. Por eso rectamente dice Oseas: ¡Oh
muerte, seré tu muerte, oh infierno, te morderé! Aquello que matamos es
para que absolutamente no exista más. De aquello que podemos,
extraemos una parte y dejamos otra. Mató a la muerte en sus elegidos, pero
sobrevive la muerte de la muerte. Retiró parte del Infierno, pero quedó
otra, no mató totalmente al Infierno sino que lo mordió.
AGUSTÍN, A OPTATO: Debe tenerse como fe segura aquella opinión
por la que creemos que ningún hombre está libre del contagio de la muerte,
que contrajo en su nacimiento, a no ser por un único mediador. Por la muy
saludable fe en ese Dios y hombre también fueron salvos aquellos que,
antes de que viniera en la carne, creyeron que vendría en la carne. La fe de
ellos es la misma que la nuestra, pues lo que ellos creían como futuro

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nosotros lo creemos como ya sucedido. Por lo cual dice el Apóstol: Por lo
tanto, si tuvieron el mismo espíritu de fe los que lo preanunciaron como
que vendría en la carne y los que lo anunciaron como ya venido, los
misterios pudieron ser diversos según la diversidad de los tiempos, pero
referidos a la unidad de la misma fe en completa concordancia. Está
escrito en Hechos de los Apóstoles, donde dice Pedro: ¿Por qué tentáis a
Dios, tratando de imponer aquello que ni nuestros padres ni nosotros
podemos soportar? Pero por la gracia de nuestro señor Jesús creemos que
podemos salvarnos, al igual que ellos. Si los hijos creyeron ser salvos por
la gracia del señor Jesús, es evidente que esta gracia también hizo vivir por
la fe a los antiguos justos. Porque el justo ve por la fe. Siendo que todos
los justos, es decir, los verdaderos adoradores de Dios, sea antes como
después de la encarnación, de Cristo, ni han vivido ni vivirán sino por la fe
en la encarnación de Cristo, en quien está la plenitud de la gracia, dado que
está escrito que no hay otro nombre bajo el Cielo en el que convenga que
seamos salvos, es válido para la salvación desde el momento en que el
género humano fue viciado en Adán.
EL MISMO, ANTE CONSULTAS DE HILARIO: Para que sepamos
que los antiguos justos, quienesquiera hayan podido ser, no fueron
liberados sino por la misma fe por la cual somos liberados nosotros, es
decir, la fe en la encarnación de Cristo, que a ellos se les preanunciaba así
como se nos anuncia a nosotros.
EL MISMO, A DÁRDANO: El mediador manifiesto quiso que fuese
evidente el misterio de nuestra regeneración. Estaba oculto para los justos
antiguos, aunque ellos fueran hechos salvos por la misma fe que a su
tiempo iba a ser revelada. No nos atrevamos a anteponer a los fieles de
nuestro tiempo a los amigos de Dios por medio de los cuales estas cosas
fueron profetizadas, ya que Dios recuerda que es el Dios de Abraham,
Isaac y Jacob de modo que surja que su nombre es para siempre.
EL MISMO, SOBRE LAS NUPCIAS Y LA CONCUPISCENCIA,
LIB. I: No es que antes de la circuncisión no hubiera ninguna justicia.
Porque aún teniendo su prepucio, estaba justificado por la fe el mismo
Abraham, padre de las gentes, que iban a seguir su fe. Pero en tiempos
posteriores de ningún modo estuvo oculto el misterio de la justificación
por la fe. Esa misma fe en el salvador justificaba a los justos antiguos, los
pequeños con los grandes, no el Antiguo Testamento que genera para la
servidumbre, no la ley que no fue dada para poder vivificar, sino la gracia

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de Dios por Jesucristo nuestro Señor. Porque así como nosotros creemos
que Cristo vino en la carne, así ellos creían que vendría; así como nosotros
lo creímos muerto, ellos creyeron que moriría; como nosotros creímos que
resucitó, ellos creyeron que resucitaría; y nosotros y ellos creemos que
vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA CORRECCIÓN Y LA
GRACIA: Si, como dice la verdad, nadie es liberado de la condena,
merecida por Adán, sino por la fe en Jesucristo y, sin embargo, de esta
condena no serán liberados los que pudieron decir que no habían oído el
Evangelio de Cristo, ya que la fe es por el oído y cuanto menos serán
liberados los que dirán que no recibieron la perseverancia. Parece más
justa la excusa de los que dicen que no habían oído que los que dicen que
no perseveraron. Porque se le puede decir a ese hombre que podía haber
perseverado si hubiera querido en aquello que había oído y ya poseía. De
ninguna manera puede decirse que, si querías, podías haber creído lo que
no oíste.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS, LIB. I:
Dicen algunos que si fuera verdad que nadie es justificado por las obras de
la ley sino por la fe de Jesucristo, los santos patriarcas, que vivieron en la
antigüedad, fueron imperfectos. A esos les debemos responder que los
santos que vivieron antiguamente fueron justificados por la fe en Cristo.
En efecto, Abraham vio el día de Cristo y Moisés estimó en más los
improperios de Cristo que todas las riquezas de los egipcios, porque
contemplaba la remuneración, e Isaías vio la gloria de Cristo, como
recuerda Juan, y Judá habla en general: quiero advertiros que Jesús,
salvando al pueblo de la tierra de Egipto, perdió luego a aquellos que no
creyeron.
GREGORIO, SOBRE LA ÚLTIMA PARTE DE EZEQUIEL,
HOMILÍA V: Los que lo precedían y los que lo seguían exclamaban:
Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor. Porque todos los
elegidos que pudieron estar en Judea o que ahora existen en la Iglesia
creyeron en el mediador entre Dios y los hombres y creen aún.
EL MISMO, AL PRESBÍTERO JORGE Y AL DIÁCONO
TEODORO: Supe lo que les habéis dicho a los diáconos: que el señor
Jesucristo al descender al Infierno, a todos los que lo confesaron como
Dios, los salvó y liberó de las penas del Infierno. Deseo que vuestra

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caridad piense diversamente. Descendiendo a los infiernos solamente
liberó por su gracia a los que creyeron que vendría y cumplieron en vida
sus preceptos.
Y TAMBIÉN: Pero para no demorarlo a más, le hago conocer lo que
Filastro dijo sobre esta herejía en su libro sobre los herejes. Estas son sus
palabras: Son herejes los que dicen que el Señor descendió al Infierno y se
anunció a todos después de su muerte, para que confesando se salvasen,
siendo esto contrario a lo que dice el profeta David: ¿Quién te confesará en
el Infierno?
BEDA, SOBRE LAS PALABRAS DEL APÓSTOL PEDRO EN LOS
HECHOS DE LOS APÓSTOLES: Esta es la piedra que fue puesta como
angular, después de haber sido reprobada por vosotros cuando edificabais.
Y no hay salvación en ningún otro. En ningún otro sino sólo en Cristo está
la salvación del mundo, por eso también los padres del Antiguo
Testamento fueron salvados por la encarnación y pasión del mismo
redentor por la que creemos ser salvos nosotros. Aunque los misterios sean
distintos en razón de los tiempos, la fe es una y es la misma y concordante,
la que hemos recibido por los apóstoles, y la dispensación de Cristo que
los profetas anunciaban como futura.

Q. 85: Que es incierto a qué hora de la noche haya resucitado el Señor. Y


lo contrario

JERÓNIMO, A HEDIBIA, LIB. DE LAS XII CUESTIONES: Nadie


sabe a qué hora resucitó el Señor.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS: En la cuarta
vigilia de la noche vino el Señor a los discípulos caminando sobre el mar.
También en la cuarta vigilia de la noche, el 25 de diciembre nació y en la
cuarta vigilia de la noche el 27 de marzo resucitó y en la cuarta vigilia de
la noche va a venir para el juicio. La noche se divide en cuatro vigilias y
cada vigilia dura tres horas.
BEDA, SOBRE MATEO, CAP. CCCLII: El Señor resucitó en la última
parte de la noche.

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Q. 86: Que el Señor resucitado se apareció primeramente a María
Magdalena. Y lo contrario

MARCOS EVANGELISTA: Resucitando en esa primera mañana del


sábado se apareció primeramente a María Magdalena, de la que había
echado siete demonios.
AMBROSIO, EN EL LIBRO SOBRE LAS VÍRGENES: Considerad
que las vírgenes merecieron ver la resurrección antes que los apóstoles.
Porque cuando José puso el cuerpo del Señor en un sepulcro nuevo,
observaban las vírgenes.
Y TAMBIÉN: Fue, pues, María la primera en ver la resurrección del
Señor y creyó. También la vio María Magdalena, aunque todavía dudaba.
Y TAMBIÉN: Finalmente a María se le impide tocar al Señor porque
dudaba de la fe en la resurrección. Ello pues toca lo que se toca con la fe.
SEDULIO, EGREGIO POETA, CUYA OBRA PASCUAL ES
RECONOCIDA COMO AUTÉNTICA POR EL PAPA GELASIO:
Había comenzado a amanecer un día feliz después de un sábado triste; el
día que lleva el excelso nombre del Señor, y fue el primero que mereció
ver nacer al mundo y a Cristo resucitando.
Y TAMBIÉN: Con esta primera luz, la virgen madre y las otras madres,
con la misma intención, habían llegado acongojadas al sepulcro con
ungüentos aromáticos; y lo encuentran al lugar vacío sin el cuerpo pero
lleno de virtud. Un ángel enviado desde el Cielo estaba sentado en lo alto
de la piedra.
Y TAMBIÉN: Cristo unió a la Iglesia consigo con un amor hermoso,
radiante con el honor de María que ostenta siempre el clarísimo nombre de
Madre, permaneciendo siempre virgen; a ella se muestra primero el Señor
para que esa madre buena proclame los grandes milagros; y así la que fue
el camino del que llegaba, fue también testigo del que regresaba. Luego,
como un poderoso comensal, se apareció a los otros al partir el pan, etc.

Q. 87: Que quienes resucitaron con el Señor murieron nuevamente. Y lo


contrario

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JUAN CRISÓSTOMO, HOMILÍA XXVIII, EXPOSICIÓN DEL
SÍMBOLO: Sobre la fábrica de toda la Iglesia, descendió al Infierno, para
también allí realizar un milagro. Pues muchos cuerpos de los santos
resucitaron con Cristo y luego murieron, como Lázaro, como la hija del
archisinagogo, como el hijo de la viuda. Muchos cuerpos de los santos
resucitaron con Cristo, de los cuales dijo el Apóstol: de ellos muchos
permanecen todavía y otros ya durmieron.
AGUSTÍN, SOBRE JUAN: Quiero que así permanezca hasta que yo
venga: al instante muchos cuerpos de santos resucitaron cuando padeció
Cristo, y después de su resurrección se aparecieron a muchos.
ATANASIO, SOBRE EL SÍMBOLO DE LA FE: A cuya llegada todos
los hombres han de resucitar con sus cuerpos.
JERÓNIMO, SOBRE MATEO: Hay muchos cuerpos de santos, que
habían dormido y resucitaron. Así como Lázaro, muerto, resucitó, así
muchos cuerpos de los santos resucitaron, para mostrarse al Señor que
estaba resucitando; sin embargo, abiertos los sepulcros, no se levantaron
antes de que lo hiciera el Señor, para que él fuese el primogénito de la
resurrección de los muertos.
EL MISMO, EN EL SERMÓN DE LA ASUNCIÓN DE SANTA
MARÍA: No sea que si cae en vuestras manos aquel apócrifo sobre el
tránsito de la Virgen recibas como cierto algo dudoso. Lo que muchos de
los latinos abrazan mayormente con piadoso amor, especialmente cuando
nada puede comprobarse como cierto, es que en este día glorioso ella
migró del cuerpo.
Y TAMBIÉN: Por lo cual yo diría que muchos de los nuestros dudan si
fue asumida juntamente con el cuerpo o murió, dejando el cuerpo.
Y TAMBIÉN: No se sabe si resucitó, aunque algunos pretenden afirmar
que ya resucitada goza de la inmortalidad.
Y TAMBIÉN: Dudamos cuál de las dos opiniones sea más cierta: es
mejor dejarlo todo a Dios, para quien nada es imposible que no intentar
definir temerariamente lo que no podemos probar, al igual que sobre
aquellos que se cree que resucitaron con Cristo. No sabemos con certeza si
han vuelto al polvo de la tierra; algunos doctores pensaron de ellos y hasta
lo dejaron en sus escritos que tuvieron una resurrección completa.
Confiesas que no serían verdaderos testigos si no fuese verdadera su

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resurrección. Por eso se lee que el bienaventurado Pedro hablando de
David dio testimonio diciendo que la marca del sepulcro la tenemos
nosotros como si no se atreviera a decir que él o su cuerpo está entre
nosotros. Por eso dicen que resucitó con los otros santos y que el sepulcro
permaneció vacío. Como para el Señor nada es imposible tampoco lo
negamos acerca de la bienaventurada María aunque por cautela de la
verdadera fe es mejor opinar con un piadoso deseo que definir
inconsultamente lo que nos es desconocido.
BEDA, SOBRE LOS CANTARES, LIB. III: Comí mi panal con mi miel
y bebí mi vino con mi leche: Merecieron subir a los atrios de la superna
ciudad en cuerpo y alma, como atestiguó manifiestamente el evangelista,
que al morir el Señor en la cruz se abrieron sepulcros y muchos cuerpos se
levantaron. Y después de su resurrección vinieron a la ciudad santa y se
aparecieron a muchos. Los que resucitaron de entre los muertos cuando
resucitó el Señor también debe creerse que ascendieron con él cuando
subió a los cielos. Y por ninguna razón debe juzgarse temeraria la fe de
aquellos que dicen que esos mismos resucitados después volvieron a las
cenizas que ya habían sido y que poco antes habían aparecido vivos y que
ahora están nuevamente en los sepulcros.
AMBROSIO, EN EL NATALICIO DE LOS MÁRTIRES, SOBRE
LA RESURRECCIÓN: Si los mártires todavía no están liberados de los
infiernos, sí están liberados de los pecados. Sin embargo, tal vez muchos
de entre los bienaventurados mártires hayan conseguido la resurrección
corporalmente junto con el Señor o consiguientemente. Porque si leemos
que en la primera festividad de la resurrección al surgir el Señor muchos
de los santos vivieron, ¿por qué no podemos creer que siempre que se
celebre esa festividad de la resurrección resurjan los santos? La
solemnidad del yugo de los votos, también lo es de los dones. Tal vez
alguien diga: Los sepulcros están cerrados y los monumentos son rígidos,
¿cómo pueden salir? Para callar que todas las cosas son posibles para Dios
y que un cuerpo espiritual puede salir de un sepulcro cerrado, dejando de
lado todo esto, tenemos, sin embargo, el ejemplo del apóstol Juan al cual el
túmulo pudo encerrarlo una vez recibido pero no pudo guardarlo. Perdió al
cuerpo depositado, no lo recibió. El cuerpo, cerradas las puertas del
sepulcro, se retiró, para que constase la sepultura pero no se encontrase al
sepultado. Finalmente, cuando los sacerdotes, para honrar el cuerpo, lo
buscaron, abierto el túmulo, no pudo devolver al que había recibido.

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Q. 88: Que Cristo después de la resurrección les mostró a los que
dudaban cicatrices y no heridas. Y lo contrario

AGUSTÍN, AL PRESBÍTERO DEOGRACIAS: Que sepa quien ha


propuesto estas cuestiones que Cristo, después de la resurrección, mostró
cicatrices y no heridas, a los que dudaban, y por ellos quiso incluso tomar
comida y bebida, no una vez sino a menudo, para que se percibiese que era
un cuerpo y no un espíritu que aparecía en la imaginación y no en la
realidad. Y esas cicatrices hubieran sido falsas si no hubieran estado
precedidas por heridas.
SEDULIO, LIBRO IV: Estando los fieles con las puertas cerradas, entró
saludando y mostrando sus palmas perforadas, y desnudo su costado;
Tomás, por sobrenombre Dídimo, no había estado con los hermanos; tenía
en su mente una duda, y llegó ya estando él adentro, porque no se había
retirado. Entonces, con las puertas cerradas, estuvo en medio de ellos y se
dignó mostrarle al discípulo el costado abierto y lo invitó a que le tocase la
herida abierta y desechara su duda.

Q. 89: Que la criatura debe ser adorada. Y lo contrario

CRISÓSTOMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS,


SERMÓN III: Y lo adoren. Anteriormente había dicho que no nos habló
por los profetas sino por su Hijo, porque el Hijo es mejor que los ángeles.
Y argumentó por ese mismo nombre. Y Él quiere argumentar desde otro
punto, a saber, ordenó la adoración de Cristo según la carne por parte de
todos los ángeles.
Y TAMBIÉN SERMÓN V: Esto no cautivó a ninguno de los ángeles.
Causa mucho asombro que nuestra carne tome asiento en lo alto y sea
adorada por ángeles, arcángeles, querubines y serafines.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES: La
deidad, que estaba en Cristo, le dio este nombre al hombre asumido, por lo
cual padeció y murió por los hombres, para que toda criatura pronuncie
oraciones en su nombre y todos adoren al hombre asumido a la vez con el
Verbo.
AGUSTÍN, CONTRA MAJENCIO, LIB. II: Porque le dio a él un
nombre, etc. Esto se le dio al hombre, no a Dios. Estando en la forma de

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Dios, no tenía carácter de excelso ni doblaban las rodillas ante él. En la
forma en la que fue crucificado, en esa misma fue exaltado. A él se le dio
un nombre sobre todo nombre para que en esa misma forma de Dios fuese
llamado Hijo de Dios.
EL MISMO, SOBRE JUAN, CAP. CXXXII: Dicen los arrianos: ¿Por
qué la carne, que no niegas que es una criatura, la adoras con la divinidad?
Yo la adoro porque está unida a la divinidad para que sea Dios y hombre.
Si separaras al hombre de Dios, nunca lo serviría. Si alguien encuentra una
púrpura real y una diadema tiradas, no las va a adorar. Cuando el rey las
lleva encima, incurre en peligro de muerte el que desprecie adorarlas con
el rey. Si alguien desprecia adorar la carne unida con la divinidad, debe
padecer la pena de muerte eterna.
AMBBROSIO A UTPERTO, SOBRE EL APOCALIPSIS, LIB. III: Si
la naturaleza humana no debiese ser adorada por toda criatura en el Verbo
de Dios, no hubiera dicho el salmista: Adorad el escabel de sus pies.
Rectamente es llamada escabel de sus pies la misma encarnación del
redentor, que probadamente tiene la divinidad.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES: Y le dio
un nombre: El que niega que es perfecto Hijo de Dios, nacido de Dios, es
arriano. Por lo que consta que este es hijo perfecto. En su nacimiento
parece haberlo conseguido todo. Nació en la plenitud de la divinidad para
hacer todo lo que hizo, de modo que primero recibiera el don antes de
realizar todo lo que había nacido para llevar a cabo. Parece un don del
Padre lo que es ser el Hijo y su nombre sobre todo nombre es Dios. El
nombre de Dios, por naturaleza, está sobre todo nombre. La Escritura
aclara qué son todas estas cosas. Las otras son nulas. A algunos, sin
embargo, les parece que este nombre que está sobre todo nombre le fue
dado al hombre. No hay ninguna razón de conveniencia para que el
nombre de Dios sea dado a un cuerpo. Porque no es digno que de Dios se
convierta en carne ni que la carne de esta manera llegue a ser lo que es
Dios. Pero la Escritura allí quiere decir que se anonadó, que tomó la forma
de siervo, al adoptar la forma de hombre, obedeciendo al Padre. Si el
hombre obedeció a Dios Padre ¿por qué el Apóstol dijo que es tan grande?
Lo dijo porque, siendo igual, obedeció. Y ¿qué hay digno de alabanza si el
hombre fue hecho a semejanza del hombre para que se diga que el hombre
es semejante al hombre? Pero no puede suceder: Nadie se hace a
semejanza de otro si ese otro no existe antes. Fue hecho semejante por una

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causa, no por una sustancia. Consideremos ahora lo que se dijo y veamos
el valor de la locución. Ciertamente el nombre que está sobre todo nombre
es el nombre de Dios, pero por naturaleza la criatura no dobla su rodilla
ante un dios adoptivo sino ante el Dios verdadero. ¿Y cómo puede suceder
que un hombre esté en la gloria de Dios Padre? Y si es un Dios adoptivo
un hombre no puede estar en la gloria de Dios Padre. Porque esto le
compete al que es nacido de Dios. Estar en la gloria de Dios Padre no
difiere en nada de ser Dios, porque una sola es la gloria del Padre y del
Hijo por una sustancia común y una común virtud. Esta es una unidad de
naturaleza. ¿Qué diferencia hay si se dice que el Hijo recibió un don del
Padre dado que todo lo del Padre es también del Hijo de quien se cree que
proceden todas las cosas? Decimos que la sustancia de Dios es una
naturaleza porque de ella nació Cristo.
AGUSTÍN, SOBRE LAS COSTUMBRS DE LA IGLESIA
CATÓLICA: La criatura, afirma Pablo, está sujeta a la vanidad; y no
puede separarnos a nosotros de la vanidad y conectarnos con la verdad lo
que está sujeto a la vanidad. Esto nos lo da el Espíritu Santo. No es, por lo
tanto, criatura, porque todo lo que es, o es Dios o es criatura. Por lo cual
debemos amar a Dios, una cierta unidad trina, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Y TAMBIÉN: Con toda razón la Iglesia católica, muy verdadera madre de
los cristianos, predica que debe adorarse purísima y cuidadosamente, no
sólo a aquel cuya vida de adopción es felicísima sino que se nos ordena no
adorar a ninguna criatura a la que debamos servir, a la cual solamente el
hombre debe someterse, creyendo todo lo que sucedió: Y abrazarás la
caridad del prójimo de tal manera que tengas en ti la medicina para los que
padecen diversas enfermedades por sus pecados.

Q. 90: Que el Señor, después, de la ascensión, no habló en la Tierra. Y lo


contrario

AGUSTÍN, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN, HOMILÍA IX:


Cuando iba a ascender dijo sus últimas palabras; después de aquellas
palabras no habló más en la Tierra.
GREGORIO, LIBRO II DE LAS XL HOMILÍAS, HOMILÍA III,
SOBRE EL HOMBRE HOSPITALARIO QUE CON EL ASPECTO
DE PEREGRINO RECIBIÓ AL SEÑOR JESÚS, QUE SE DA A

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CONOCER Y EN LA NOCHE SIGUIENTE LE HABLA EN UNA
VISIÓN: En otros días me recibiste en mis miembros, pero ayer a mí
mismo. Y viniendo al juicio, dice: lo que le hicisteis a uno de mis
pequeños me lo hicisteis a mí. He aquí que antes del juicio, cuando se lo
recibe a través de sus miembros, considera que es como si lo recibieran a
él mismo; y sin embargo, nosotros somos poco diligentes para la gracia de
la hospitalidad.
EL MISMO, HOMILÍA XIX DEL MISMO LIBRO, SOBRE EL
MONJE MARTIRIO, QUE TOMÓ AL MISMO SEÑOR JESÚS
BAJO EL ASPECTO DE UN LEPROSO Y LO CARGÓ EN SUS
HOMBROS: Acercándose ya a las puertas del monasterio, el padre del
mismo comenzó a exclamar en voz muy alta: Corred, corred, abrid pronto
las puertas, porque llega el hermano Martirio cargando en sus hombros al
Señor. En el momento en que Martirio llegó a la entrada del monasterio, el
que parecía ser un leproso baja de su cuello y se muestra con el aspecto
por el que suele ser reconocido por los hombres como redentor del género
humano, Dios y Hombre, Cristo Jesús, y subiendo al Cielo ante la mirada
de Martirio, le dijo: Martirio, tú no te avergonzaste de mí sobre la Tierra, y
yo no me avergonzaré de ti sobre los cielos. Apenas el santo varón ingresó
al monasterio, el padre del monasterio le dijo: Hermano Martirio, ¿dónde
está el que cargabas? Y él le respondió diciendo: Si yo hubiese sabido
quién era, lo hubiese detenido tomándole los pies. Entonces el mismo
Martirio narraba que al llevarlo en hombros mínimamente sentía su peso.
Y esto no es de extrañar, ¿Cómo podía sentir ese peso ya que llevaba en
hombros al que realmente lo llevaba a él?

Q. 91: Que María sólo sufrió en el alma. Y lo contrario

DEL SERMÓN DE JERÓNIMO SOBRE LA ASUNCIÓN DE


SANTA MARÍA: Es correcto decir que la bienaventurada madre de Dios
fue virgen y mártir. Que verdaderamente haya sufrido surge de lo que dijo
Simeón profeta: y una espada atravesará tu alma. Por eso consta que otros
santos que padecieron por Cristo en la carne, sin embargo, no padecieron
en el alma, que es inmortal. Pero la bienaventurada madre de Dios,
padeció en aquella parte que es considerada impasible y, por lo tanto, por
así decir, padeció espiritual y atrozmente, o sea que sufrió más en cuanto
que la fuerza del dolor atravesó toda su alma como testimonio de su amor

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eximio. La bienaventurada María fue más que mártir porque sufrió en su
alma. No es de extrañar que su amor fue más fuerte que la muerte porque
hizo suya la muerte de Cristo.
AGUSTÍN, LA CIUDAD DE DIOS, LIB. XXII: Si lo consideramos con
más atención, el dolor que se atribuye al cuerpo, le pertenece más al alma
que al cuerpo. Dolerse es propio del alma, no del cuerpo, aun cuando la
causa del dolor proceda del cuerpo, porque siento el dolor en la parte del
cuerpo que es afectada.
EL MISMO, SOBRE EL GÉNESIS: Sentir no es propio del cuerpo sino
del alma a través del cuerpo, aunque agudamente se diga que los sentidos
están distribuidos en el cuerpo según la diversidad de sus elementos. El
alma, sin embargo, que tiene la potencia de sentir, no es corpórea, y
experimenta las sensaciones través del cuerpo. Inicia el movimiento en
todos los sentidos con la sutileza del fuego.
Y TAMBIÉN: No siente el cuerpo sino el alma a través del cuerpo, que es
utilizado como un mensajero para que se forme en sí misma lo que se
anuncia desde afuera.

Q. 92: Que los apóstoles fueron enseñados antes de Pentecostés o en ese


mismo día. Y lo contrario

EL SEÑOR A LOS APÓSTOLES, SEGÚN JUAN: A vosotros os he


llamado amigos, porque todo lo que oí de mi padre os lo confié.
Y TAMBIÉN: Todavía tengo muchas cosas para deciros pero no podéis
abarcarlas ahora. Cuando venga aquel espíritu de verdad, os enseñará toda
la verdad.
PABLO EN LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS: Cuando Cefas vino a
Antioquía lo reproché, porque era reprensible.

Q. 93: Que Pedro, Pablo y los otros apóstoles fueron iguales. Y lo


contrario

AMBROSIO, SOBRE LUCAS, LIB. I: Ambas virtudes están en el


hombre perfecto, que consisten en la intención y en la acción.

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Y TAMBIÉN: Donde dice Pedro: Daré mi alma por ti, tenía la intención
de sufrir, pero todavía no había tenido lugar la acción.
Y TAMBIÉN: Habiendo realizado muchas cosas con virtud apostólica,
luego llevó la cruz, y soportó la acción de la pasión. Y hubo una igualdad
en cuanto a la intención y la acción en Pedro, Andrés, Juan y los demás
apóstoles.
DE CIERTO SERMÓN SOBRE LA PASIÓN DE LOS APÓSTOLES
PEDRO Y PABLO, QUE COMIENZA ASÍ: Dado que todos los
bienaventurados apóstoles tienen ante Dios la misma gracia de santidad,
no sé por qué Pedro y Pablo parecen sobresalir entre los demás con cierta
peculiar virtud por la fe en el salvador. Y esto lo podemos aprobar por el
mismo juicio del Señor. Pues a Pedro, como a un buen administrador le
dio la llave del reino celestial, y a Pablo, como a un idóneo doctor, el
magisterio de la institución eclesiástica.
Y TAMBIÉN: En cierta manera Pablo recibió de Cristo la llave de la
ciencia. Ambos recibieron del Señor las llaves, uno de la ciencia y otro del
poder. Existen tesoros de la ciencia, como está escrito: en el cual están
escondidos todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría. Por lo tanto,
Pedro y Pablo se destacan entre todos los apóstoles y sobresalen por cierta
peculiar prerrogativa. Quién de entre ellos sea superior al otro es incierto.
Creo que ambos son iguales en méritos.
DEL SERMÓN DEL PAPA LEÓN EN LA FESTIVIDAD DE PEDRO
Y PABLO: De cuyos méritos y virtudes, que superan toda facultad de
lenguaje, no debemos pensar nada diferente porque la elección los hizo
pares, el trabajo los hizo semejantes y el fin los hizo iguales.
PABLO, EN LA EPÍSTOLA PRIMERA A LOS CORINTIOS: Por
último se me apareció a mí, que soy como un aborto. Yo soy el menor de
los apóstoles, y no soy digno de llamarme apóstol, porque alguna vez
perseguí a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy. Y
su gracia no fue vacía en mí, sino que trabajé con más abundancia que
ellos no yo solo sino la gracia de Dios conmigo.
GREGORIO, SOBRE EZEQUIEL, HOMILÍA XVIII: Cuando el
apóstol Pedro quería mantener la costumbre legal de la circuncisión, Pablo
lo reprochó frontalmente y hablándole a los discípulos a esto no lo llamó
culpa, sino hipocresía, es decir, simulación, diciendo: Y a su simulación

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consintieron los demás judíos. Él mismo, el primero de los apóstoles,
cuando supo que algunos criticaban los escritos de Pablo, dijo: Como os
escribió nuestro carísimo hermano Pablo, según la gracia que le fue
concedida, hablando en sus escritos de cosas que son difíciles de entender,
y que los indoctos critican para su propia perdición. Pablo en sus epístolas
escribe que Pedro es reprensible. Por otra parte, Pedro, en sus escritos,
llama dignos de admiración a los de Pablo. Si Pedro no hubiese leído las
epístolas de Pablo no las alabaría. Si las leyó, encontró que allí se lo
llamaba reprensible. Fue reprendido y esto le agradó, porque había
pensado como no debía pensar, y asintió a lo que decía su inferior, y en
eso mismo se hizo inferior, para también en esto ser superior: el que era
primero en el orden apostólico, fue también primero en humildad.
Y TAMBIÉN: Es reprendido por un inferior y no se molesta por eso. No
menciona que fue nombrado primero en el grupo apostólico, que recibió
las llaves del reino de los cielos, y que todos los pecados que perdonara en
la Tierra serían perdonados en el Cielo.
JERÓNIMO, AL PRESBÍTERO PAULINO: El apóstol Pablo,
cambiado de perseguidor en vaso de elección, último en orden, es primero
en méritos, porque siendo el ultimo trabajó más que todos.
EL MISMO, A DÁMASO: El Señor y Salvador no está todo en todos
sino una parte en cada uno, como, por ejemplo, en Salomón la sabiduría,
en Pedro la fe, en Juan la virginidad, y otras cosas en los demás. Cuando
llegue el fin, entonces estará todo en todos, y cada uno de los santos tendrá
todas las virtudes, y todo Cristo estará en todos.
AMBROSIO, SOBRE LUCAS: Hay algunos que están aquí que no
gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios. No lo dice de todos,
sino de muchos. No murió Pedro, contra quien no prevaleció la puerta del
Infierno, ni murieron Santiago y Juan, hijos del trueno, para los cuales,
sumidos a la visión de la gloria celestial, las cosas terrenas no prevalecen
sino que están sometidas.
Y TAMBIÉN: Para que sepas que Pedro, Santiago y Juan no gustaron la
muerte y merecieron ver la gloria de la resurrección. Solamente a ellos tres
después de estas palabras los tomó y los llevó al monte.
Y TAMBIÉN: Tres solos y los tres elegidos por el Señor. Subió Pedro al
monte, ya que había recibido las llaves del reino de los cielos, Juan, al que

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le encomendó la madre y Santiago, que fue el primero en recibir el solio
sacerdotal.
AGUSTÍN, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS: Pedro,
Santiago y Juan eran más honorables entre los apóstoles porque el Señor se
había mostrado a ellos tres en el monte.
SÍMBOLO DEL CONCILIO DE ÉFESO: Por último, Pedro y Juan son
iguales en dignidad por lo cual muestran ser apóstoles y santos discípulos.

Q. 94: Que Pedro, por instigación del diablo aconsejó al Señor evitar la
muerte. Y lo contrario

HILARIO, SOBRE MATEO: Habiendo comenzado a predicar, era


menester ir a Jerusalén, para padecer muchas cosas por parte de los jefes
de la plebe y de los escribas y príncipes de los sacerdotes, para morir y
resucitar al tercer día; previendo esto Pedro lo reprendió diciendo: Lejos
de ti, Señor; esto no sucederá. Pero él, vuelto hacia Pedro le replica: Vete
de mí, Satanás; esto es un escándalo para mí. Por lo tanto, después de la
predicación, asumiendo el diablo permiso (que temporariamente le había
sido quitado), puesto que les parecía imposible a los santos apóstoles, que
aquel en quien estaba Dios tomase ocasión para esta infidelidad, le insinuó
a Pedro esta opinión. Sintió tal horror por la pasión que exclamó: ¡Lejos de
ti! Una expresión en la que se contiene la execración de cosas detestables.
Conociendo el Señor la insinuación del arte diabólico a Pedro dice: Aléjate
de mí, es decir, para que siga su ejemplo en la pasión. Y volviéndose
contra aquel que era el que sugería esta opinión, añadió: Satanás, eres un
escándalo para mí. No se debe juzgar conveniente para Pedro el nombre de
Satanás, ni atribuírsele la ofensa del escándalo, después de aquellas tan
grandes alabanzas de indulgencia, felicidad y poder. Y como la infidelidad
es totalmente obra del diablo, con la respuesta a Pedro, el Señor, ofendido,
bajo el nombre de una infidelidad de él, reprochó al verdadero autor.
JERÓNIMO, SOBRE MATEO: Todo esto te daré si de rodillas me
adorares. Entonces le dijo Jesús: Retírate, Satanás. A Pedro se le dice: Ve
detrás de mí Satanás, es decir, sígueme, ya que eres contrario a mi
voluntad. Al demonio le dice: Retírate Satanás, pero no dice: Detrás de mí,
para que se sobreentienda: al fuego eterno.

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Q. 95: Que sólo Cristo es el fundamento de la Iglesia. Y lo contrario

PABLO, EN LA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS: Nadie puede poner


otro fundamento fuera del que ya está puesto, que es Cristo Jesús.
AGUSTÍN, RETRACTACIONES, CONTRA LA EPÍSTOLA DE
DONACIANO: Dije del apóstol Pedro que en él, como en una piedra, está
fundada la Iglesia; estos versos del bienaventurado Ambrosio también lo
expresan donde habla del canto del gallo: “Cantando este, piedra de la
Iglesia, borra la culpa”. Pero sé que luego expuse lo que se dijo: Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, para que sobre este se
entienda que Pedro confesó diciendo: Tú eres Cristo, Hijo de Dios vivo.
Como si Pedro, llamado así desde esta piedra, prefigurase la persona de la
Iglesia, que sería edificada sobre ella. No se le dijo: Tú eres piedra, sino: tú
eres Pedro: la piedra era Cristo.
CIPRIANO, EN LA EPÍSTOLA SOBRE LA DISCIPLINA Y EL
HÁBITO DE LAS VÍRGENES: También Pedro, a quien el Señor le
encomienda sus ovejas para que las apaciente y las cuide, sobre el cual
puso y fundó la Iglesia, etc.
EL MISMO, A JUVAIANO, SOBRE RECITAR EL BAUTISMO DE
LOS HEREJES: Es evidente dónde y por quienes puede darse la remisión
de los pecados. Pues el Señor le dio a Pedro, sobre el que edificó su
Iglesia, el poder para que desatara en la Tierra lo que él desatara.
EL MISMO, A QUINTO, SOBRE EL MISMO TEMA: Pedro, el
primero que eligió y sobre el que edificó su Iglesia.
ORÍGENES, SOBRE MATEO: Todo lo que atares sobre la Tierra.
Porque los que reivindican el lugar del episcopado utilizan este texto como
Pedro, y enseñan que han recibido las llaves del reino de los cielos, y que
los que fueren atados en los cielos serán atados en la Tierra y los que
fueren liberados, es decir, que reciben la remisión, también son desatados
en el Cielo; debe decirse, que bendicen, por aquello que se le dijo a Pedro:
Tú eres Pedro, y ellos son tales sobre los que se edifica la Iglesia de Cristo.
HISTORIA ECLESIÁSTICA, LIB. VI, SOBRE LO QUE EN LA
EXPOSICIÓN DEL SALMO I DICE ORÍGENES: Pedro, sobre el cual
está fundada la Iglesia, escribe sólo dos epístolas.

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AMBROSIO, EN EL HEXÁMERON, SOBRE LAS OBRAS DEL
QUINTO DÍA, HABLANDO DEL GALLO: Cantando este por último
la misma piedra de la Iglesia lava su culpa que había contraído antes de
que cantara el gallo.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA I A LOS CORINTIOS: Si
alguien edifica encima, edifica sobre la fe; así lo hace cualquier doctor.
Y TAMBIÉN: Esto significa que los maestros y doctores instruyen a los
hombres bien o mal sobre este fundamento, quien es Cristo. Sobre esto
quedará revelada con fuego la doctrina de los maestros y doctores en el día
del juicio, donde, consumidos los pecadores, permanecerán los que
resulten probados. Y los doctores sobre aquellos que resultaron probados
recibirán su merced. Aquellos que enseñaron a los que consuma el fuego,
serán castigados, porque trabajaron en vano.
EL MISMO, SOBRE JEREMÍAS, LIB. III: Y serán cazados en todos
los montes y cavernas de piedra. No sólo Cristo es la piedra sino que
también a Pedro le fue dado el llamarse piedra.
EL MISMO, A MARCELA SOBRE NUESTRA FE Y EL DOGMA
DEL HEREJE MONTANO: Si, por lo tanto, el apóstol Pedro, sobre el
que fue fundada la Iglesia, etc.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO LXXXVI: Sus fundamentos están en
los montes santos. Los fundamentos de Dios y ciertamente de la Iglesia.
¿Qué son los fundamentos sino el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? Habla
Pablo: Como un sabio arquitecto puse un fundamento, es decir, la fe en la
Trinidad. Y en otro lugar: Esperaban una ciudad con fundamentos, cuyo
artífice y fundador es Dios. ¿A quiénes podemos llamar montes? A los
apóstoles. En ellos estaban los fundamentos donde se puso primero la fe de
la Iglesia. El Señor ama las puertas de Sión. Leamos el Apocalipsis y a
Isaías, sobre la edificación de la ciudad de Jerusalén y se habla de sus doce
puertas. Es evidente que se escribió sobre los apóstoles. De otro modo me
parece que las puertas de Sión pueden ser doce virtudes.
EL MISMO, SOBRE MATEO: Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Así como él les dio la luz a los apóstoles para que fuesen llamados luz del
mundo, así se han elegido otras palabras a partir de Dios, por ejemplo a
Simón, que creía en Cristo como piedra, se le dio el nombre de piedra y

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según la metáfora de la piedra se le dice con todo derecho: edificaré mi
Iglesia sobre ti.
Y TAMBIÉN: Lejos esto de ti, Señor, esto no te va a pasar a ti. Considere
el que esto pregunta que a Pedro aquella bendición y edificación de la
Iglesia sobre él era una promesa para el futuro y no dada para el presente.
Edificaré, dice, sobre ti mi Iglesia y las puertas del Infierno, etc. Si le
hubiese dado esa potestad al instante, nunca el error de la confesión
hubiese tenido lugar.
LEÓN, A TODOS LOS OBISPOS DE LA PROVINCIA: El señor
Jesús instituyó como verdad lo que antes estaba contenido en la
predicación de la ley y los profetas, para que irrumpiera como una turba
para salvación universal, como está escrito: A toda la Tierra alcanzó el
sonido de ellos. Pero quiso que el misterio fuera el oficio de todos los
apóstoles y fuese colocado principalmente sobre Pedro, para que de él,
como de una cabeza, se difundieran sus dones a todo el cuerpo, de modo
que se considerase fuera del misterio el que osase apartarse de la solidez
de Pedro. A este, que había sido tomado como prenda de unidad, quiso
nombrarlo por lo que era él, diciendo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia para que consistiera en la solidez de Pedro la
edificación del admirable templo eterno con el don de la gracia.
PRIMER SERMÓN DEL OBISPO MÁXIMO EN LA FESTIVIDAD
DE LOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO: Este es Pedro, a quien
Cristo señor con gusto le otorgó la comunión de su nombre. Pues como
enseñó Pablo, Cristo era la piedra, de modo que por Cristo Pedro fue
hecho piedra, diciendo el Señor: Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia. Pues así como en el desierto al pueblo del Señor que
está sediento le fluyó agua desde la piedra, así para todo el mundo que
sufría la aridez de la perfidia manó desde la boca de Pedro la fuente de una
confesión saludable.

Q. 96: Que Pedro no negó a Cristo. Y lo contrario

AMBROSIO, SOBRE LUCAS, LIB. VIII, CAP. XIII: Consideremos el


estado de Pedro cuando negó. Dice que hacía frío. Si tenemos en cuenta la
estación no podía hacer frío. Pero hacía frío donde Jesús no era

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reconocido, donde no se podía ver la luz, donde se negaba al fuego
ardiente. Era frío de la mente, no del cuerpo.
Y TAMBIÉN: Mateo escribió que Pedro respondió inmediatamente a la
mucama que le había dicho que él era uno de los que había estado con
Jesús galileo: No sé lo que dices. Lo mismo dice Marcos, que lo siguió a
Pedro y pudo saber de él ese dato con más seguridad. La palabra de Pedro
es de negación pero no de Dios sino que parece que intentaba separarse de
la acusación de la mujer. Considera que lo que negó era haber estado con
los que acompañaban a Jesús galileo o, como lo puso Marcos, a Jesús
nazareno. ¿Acaso negó haber estado con el Hijo de Dios? Esto es como
decir: No conozco al galileo, no conozco al nazareno, al que conozco es al
Hijo de Dios. Que los hombres tengan el vocabulario de los lugares, la
patria del Hijo de Dios no puede nombrarse porque ningún lugar abarca su
majestad. Y para que sepas que esto es verdadero, se prueba con un
ejemplo. Preguntó en otro lugar el Señor a los discípulos: ¿Quién dicen los
hombres que es el hijo del hombre? Dijeron ellos: unos dicen que es Elías,
otros que es Jeremías o alguno de los profetas; pero Pedro dijo: Tú eres
Cristo, el Hijo de Dios vivo. ¿Acaso negó alguien allí que Cristo fuese hijo
de hombre al confesar que era Hijo de Dios? ¿Qué encontramos aquí
ambiguo si Cristo mismo lo aprobó? Y algo más. Lo interrogaron a Pedro:
¿Estabas tú con aquellos que acompañaban a Jesús galileo? Esto excluye al
Verbo eterno —no estaban con él los que habían comenzado a ser— es
decir, estaba solo el que era desde el principio. Finalmente dice: No soy
yo. Pues el ser es de aquel que es siempre. Por eso dice Moisés: El que es,
me envió. Siendo urgido nuevamente a confesar que era uno de ellos,
según Marcos, volvió a negar; para que veas que el evangelista creyó más
a la verdad que a la gracia. Negó que perteneciera a ese grupo, no negó a
Cristo. Negó pertenecer a los que estaban con el galileo; no negó
pertenecer al Hijo de Dios. Finalmente, según Mateo, delatado de haber
estado con el nazareno, dice: No conozco a ese hombre. Los dos
evangelistas que mencionamos aclararon que respondió con juramento que
no conocía a ese hombre. Y bien hizo en negar al hombre porque sabía que
era Dios. Donde hay un juramento, la respuesta es cautelosa. Pedro negó
pero no perjuró, porque tampoco el Señor había mencionado que
perjuraría. Si en Pedro es dudoso, el perjurio es muy peligroso. Juan, en
cambio, puso que Pedro, preguntado por la sierva si era de los discípulos
de ese hombre, respondió sin pensar dos veces: no soy. No era apóstol del
hombre; lo era de Cristo. Por último, el mismo Pablo negó ser apóstol de

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un hombre, cuando dijo: no soy apóstol de parte de los hombres, y por un
hombre; sino por Jesucristo y Dios Padre. Y para no parecer ambiguo
añadió algo relativo a la encarnación: que no resucitó de entre los muertos,
para que lo creas hombre, habiéndolo antes creído Dios. Y el mismo tenor
mantiene en otra parte, cuando dice: Uno solo es Dios, uno solo el
mediador entre los hombres y Dios, el hombre Cristo Jesús. Lo llamó antes
mediador de Dios que del hombre. No es suficiente creer ambas cosas,
sino que hay que observar el orden. La respuesta concuerda en todos los
lugares. Pues el que dijo: no conozco al hombre, es lo mismo que cuando
se le preguntó si era uno de ellos y dijo: no lo soy. Por lo tanto, no negó
ser discípulo de Cristo, sino ser discípulo del hombre. Pedro y Pablo
negaron al hombre porque confesaban al Hijo de Dios. Lo que sintió
Pedro, lo expresó Pablo. También para él fue útil. El error de Pedro es
doctrina de los justos y su titubeo es una piedra de todos. Titubea sobre las
olas pero le tiende la diestra a Cristo. Cae en su mente pero es levantado
por Cristo. Titubeó Pedro en el mar, pero caminó. El titubeo de Pedro fue
más fuerte que nuestra firmeza. Cae donde nadie sube; duda, donde nadie
camina. Sin embargo, aunque titubea entre las olas, no cae. Titubea, no
cae; flota, no se precipita. Y si cayó, cayó en su mente; y cayó él más
felizmente que otros que permanecieron en pie. Cayó con más felicidad
aquel a quien lo levantó Cristo. Interrogado por segunda vez si pertenecía
al grupo de sus discípulos dice Juan que lo negó. Y negó por segunda vez,
porque se decía que era de los discípulos de aquel de quien se habló
anteriormente. Por tercera vez negó que había estado con él, es decir,
además de las dos anteriores. No estuve con quien llamáis un hombre pero
no me separé del Hijo de Dios. También Lucas escribió que Pedro
interrogado sobre si pertenecía a ese grupo respondió inmediatamente: No
lo conozco. Y dijo bien. Era temerario que dijera que lo comprendía a
aquel a quien la mente humana no puede comprender. Nadie conoce al
Hijo sino el Padre. Igualmente, según Lucas, interrogado por segunda vez,
dice: No soy yo. Prefirió negarse a sí mismo y no a Cristo. Porque parecía
negar la compañía de Cristo, se negó a sí mismo. Ciertamente al negar
acerca del hombre, pecó contra el hijo del hombre, para ser perdonado; no
contra el Espíritu Santo. Interrogado por tercera vez, dice: No sé de qué
hablas, es decir, ignoro vuestros sacrilegios. Nosotros excusamos; él no lo
hizo. No es una respuesta implícita de confesar a Jesús sino una confesión
abierta. ¿De qué aprovecha dar vueltas a las palabras si quieres aparecer
negando? Por eso Pedro no parece haber respondido así a propósito,

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porque más tarde, al recordar esto, lloró. Él prefirió acusar su pecado, para
justificarse confesando más bien que agravarlo negando. Es en principio
un acusador de sí mismo y por eso lloró. ¿Por qué lloró? Porque sintió
culpa. Yo suelo llorar si no siento culpa, es decir, si no obtengo un
resultado, si no consigo lo que impropiamente deseo. Pedro se dolió y lloró
porque se equivocó como hombre.
EL MISMO, EN EL HEXÁMERON, SOBRE EL DÍA V: No cantará el
gallo antes de que me niegues tres veces. Siendo fuerte de día, Pedro, por
la noche se turnaba y cae antes del canto del gallo, y cae por tres veces,
para que sepas que no sólo cayó por una repentina efusión de sus palabras,
sino por un cambio en su mente.
MATEO: Pedro, respondiéndole, dice: Si todos se escandalizaren por tu
causa, yo no me escandalizaré nunca. Y Jesús le dice: En verdad te digo
que antes de que cante el gallo me negarás tres veces.
Y TAMBIÉN: Pedro estaba sentado afuera en el atrio. Se le acercó una
sierva diciéndole: Tú también estabas con Jesús Galileo. Él lo negó delante
de todos, diciendo: No sé de qué hablas. Ya en la puerta de salida lo vio
otra sierva y les dijo a los circunstantes: Este también estaba con Jesús
Nazareno. Y él nuevamente negó con juramento que no conocía a ese
hombre. Poco después se acercaron otros que estaban allí y le dijeron a
Pedro: Verdaderamente tú eres uno de ellos, porque hasta tu acento lo
demuestra. Entonces comenzó a maldecir y a jurar que no conocía a ese
hombre.
MARCOS: Pedro le dice: Aunque todos se escandalizaren en ti, yo no. Y
Jesús le dice: En verdad te digo, que esta noche, antes que cante el gallo,
me negarás tres veces.
LUCAS: El Señor le dice: Simón, Satanás ha pedido poder cribaros como
el trigo. Pero yo he rogado por ti, para que no desconozca tu fe, y tú, una
vez convertido, confirma a tus hermanos. Y él le dijo: Señor, contigo estoy
preparado para ir a la cárcel y a la muerte. Y él dijo: Te digo Pedro, que
hoy no cantará el gallo hasta que me hayas negado tres veces.
JUAN: Le dice Pedro: ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Entregaré mi
alma por ti. Respondió Jesús: ¿Pondrás tu alma por mi? En verdad, en
verdad te digo que no cantará el gallo antes de que me niegues.

Página 213
AGUSTÍN, SOBRE JUAN, TRATADO LIII: Él negó y dijo que no era
uno de ellos. ¿Acaso el apóstol Pedro, como algunos intentan excusarlo
haciéndole un perverso favor, no lo negó a Cristo, cuando al ser
interrogado por la sierva respondió que no lo conocía? Como si el que
niega a Cristo hombre no lo negara a Él. El que así confiesa a Cristo Dios
y niega al hombre, para ese tal no murió Cristo porque Cristo murió según
el hombre. El que niega a Cristo hombre no está justificado porque así
como por la desobediencia de un solo hombre, etc. El que niega a Cristo
hombre no resucitará para la resurrección de la vida, porque también la
resurrección de los muertos es por un hombre.
Y TAMBIÉN: Si habiendo negado a Cristo, Pedro huye de aquí, ¿qué le
queda sino perecer?
BEDA, SOBRE LUCAS: Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo
conozco. Alguien, con piadoso afecto hacia Pedro, interpreta este lugar
como si hubiese respondido bien que no conocía a aquel que la mente
humana no llega a comprender, porque nadie conoce al Hijo sino el Padre.
Preguntado nuevamente, dijo: Hombre, no soy, prefiriendo negarse a sí
mismo antes que a Cristo. Interrogado por tercera vez, dice: hombre, no sé
de qué hablas, significando que no conocía los sacrilegios de ellos, es
decir, que los condenaba con maldiciones. Que esta exposición es muy
frívola, queda insinuado por lo que había dicho el Señor que Pedro lo
negaría tres veces y es manifiesto que no lo hizo con intención sino que
habló por miedo.

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Q. 97: Que Pedro y Pablo padecieron el mismo día pero no en el mismo
año. Y lo contrario

HISTORIA ECLESIÁSTICA, LIB. II, CAP. XXV, SOBRE LOS


DICHOS DE DIONISIO, OBISPO DE CORINTO, SOBRE PEDRO
Y PABLO: Ambos estuvieron juntos en nuestra iglesia de Corinto y
enseñaron allí y en toda Italia y predicando juntamente en esta misma
ciudad fueron coronados juntamente con el martirio en un mismo tiempo.
ANACLETO, A TODOS LOS OBISPOS Y SACERDOTES
REUNIDOS ALLÍ: Pablo, vaso de elección, en el mismo día y el mismo
tiempo tuvo una muerte gloriosa con Pedro, agonizando bajo el príncipe
Nerón.
JERÓNIMO, LOS VARONES ILUSTRES, CAP. I: Simón Pedro, hijo
de Juan, de la provincia de Galilea, ciudad de Betsaida, hermano del
apóstol Andrés, y príncipe de los apóstoles, después del episcopado en la
iglesia antioquena, y de su predicación en la dispersión de los que desde la
circuncisión habían creído, en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y
Bitinia, en el segundo año de Claudio, para combatir a Simón mago se
dirige a Roma, y allí por veinticinco años mantuvo su cátedra sacerdotal
hasta el último año de Nerón, es decir, XIV, por el cual fue crucificado,
coronado con el martirio, con la cabeza para abajo y los pies hacia arriba,
afirmando ser indigno de ser crucificado como su señor.
Y TAMBIÉN, CAP. V, SOBRE PABLO: Y aquí, por lo tanto, en el
año XIV de Nerón, en el mismo día y año en el que Pedro, en Roma, por
Cristo le fue cortada la cabeza y fue sepultado en la Vía Ostiense en el año
XXXIII después de la pasión del Señor.

GREGORIO DE TOURS, LIB. I DE LOS MILAGROS, CAP.


XXVIII: Pablo apóstol, pasado un año, en el mismo día en que el apóstol
Pedro, padeció y murió.
MARTIROLOGIO: Conmemoración de san Pablo apóstol quien, cuando
Pedro era clavado en la cruz, alcanzó el Cielo con un corte de espada, no
en el mismo día sino después de un año, como escribe el erudito varón
Arato.

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Q. 98: Que antes de la conversión Pablo era llamado tanto Saulo como
Paulo. Y lo contrario

RUFINO, SEGÚN ORÍGENES, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO


A LOS ROMANOS: Opinaron algunos que Saulo tomó el nombre de
Pablo del procónsul Pablo de Chipre que se había convertido a la fe de
Cristo, así como suelen nombrarse los reyes, por ejemplo, Partos de Partica
y Góticos de Gotia. Pero hasta ahora no lo pudimos confirmar. Dado que
en las Escrituras divinas no hay ningún dato al respecto, hemos indagado
en otros ejemplos y encontramos usados hasta dos y tres nombres. Según
esta costumbre, nos parece que Pablo usó un doble vocablo, y donde
trataba con gente propia era llamado Saulo, porque parecía un nombre más
vernáculo, y usaba Pablo cuando se dirigía en sus escritos a los gentiles. Y
esto mismo es lo que dice la escritura, Saulo que también Pablo, indica que
Pablo era una denominación antigua.
JERÓNIMO, A PAULA Y EUSTOQUIO, SOBRE LA EXPOSICIÓN
DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A FILEMÓN: No hay que pensar que
antes fue llamado Saulo y no Saúl, porque era de la tribu de Benjamín, en
la que este nombre era bastante familiar. Pues el mismo rey Saúl,
perseguidor de David, fue de la tribu de Benjamín. No es extraño que
nosotros lo llamemos Saulo, porque los nombres hebreos se adaptan a los
casos latinos y griegos, así como por José se usa Josefo y por Jabo, Jacobo.
De este modo, por Saúl, en nuestra lengua se usa Saulo.
Y TAMBIÉN, SOBRE PAULO Y BERNABÉ: Habiendo llegado a
Pafos encontraron a un cierto mago con el procónsul Sergio Pablo, que
recibió a Bernabé y a Pablo y deseaba oír su palabra. El mago se resistía y
trataba de apartar a Pablo de la fe, y Saulo, dice la Escritura, que también
es llamado Pablo, lleno del Espíritu Santo, mirándolo, le dijo: Oh hijo del
diablo, no dejas de perturbar los caminos del Señor. He aquí que la mano
del Señor está sobre ti y quedarás ciego por un tiempo. Al instante cayó la
oscuridad sobre él y giraba pidiendo que alguien le diera una mano.
Entonces, el procónsul creyó. Navegando desde Pafos, Pablo y sus
acompañantes, llegaron a Panfilia. Presta mucha atención adónde Paulo
recibió ese nombre por primera vez. Así como Escipión, subyugada el
África asumió el nombre de Africano, así Pablo, al ser admitido para
predicar a los gentiles por el primer converso, el procónsul Sergio Pablo,
lo tomó como bandera de su victoria y empezó a llamarse Pablo, además
de Saulo. Si se busca una interpretación del nombre, Paulo en hebreo

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significa admirable. Ciertamente es extraño que Saúl, que significa rey
perseguidor, por cuanto había sido elegido por el diablo para perseguir a la
Iglesia, de perseguidor se transformó en vaso de elección.
EL MISMO, SOBRE LAS EPÍSTOLAS DE PABLO: Así como fueron
cambiados los nombres de otros santos, por ejemplo, de Abraham, Pedro,
y demás, cuando tuvieron un progreso, así también Pablo, creciendo en la
gracia, cambió su nombre.
AGUSTÍN, CONFESIONES, LIB. VIII: Siendo él el mínimo de los
apóstoles, cuando el procónsul Pablo por su mediación se puso bajo el
yugo de Cristo, también él quiso llamarse Pablo en lugar de Saulo como
signo de tan gran victoria.
EL MISMO, SOBRE EL ESPÍRITU Y LA LETRA: Pablo (Paulo), que
antes era llamado Saulo, me parece que no por otro motivo eligió este
nombre si no para mostrarse pequeño, como el menor de los apóstoles,
contra los soberbios que presumen de sus obras que las hacen por la gracia
de Dios.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO LXXI: Primero Saulo, luego Pablo,
es decir, primero soberbio, luego humilde. El rey Saúl fue soberbio. De
Saulo se hizo Paulo, de soberbio, modesto. Paulo, en latín significa
módico. Escucha cómo era Saulo y cómo es Paulo: Yo que fui, dice,
perseguidor y blasfemo e injurioso. Oíste a Saulo, escúchalo a Paulo: Yo
soy, dice, el menor de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol,
porque he perseguido a la Iglesia de Dios, pero por la gracia de Dios soy lo
que soy. Mínimo para sí, grande en Cristo.

Q. 99: Que Santiago el Justo, hermano del Señor, fue hijo de José, esposo
de María. Y lo contrario

AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS: A no ser a


Santiago, hermano del Señor. Este Santiago había sido constituido por los
apóstoles como obispo de Jerusalén. Fue hijo de José, llamado padre del
Señor. Por eso fue llamado hermano del Señor.
HISTORIA ECLESIÁSTICA, LIB. II, CAP. I: Santiago, que era
llamado hermano del Señor, por haber sido hijo de José que era tenido
como padre de Cristo porque la virgen María había sido su esposa.

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GREGORIO DE TOURS, HISTORIAS, LIB. I, CAP. XXII: Se dice
que Santiago apóstol, habiendo visto al Señor muerto en la cruz, juró con
maldiciones que nunca comería pan hasta ver al Señor resucitando.
Finalmente en el día tercero regresando triunfante el Señor después de
abandonar el Tártaro, se mostró a Santiago y le dijo: Levántate Santiago, y
come porque ya resucité de entre los muertos. Este es Santiago el Justo,
que llaman hermano del Señor, porque fue hijo de José por parte de otra
esposa.
JERÓNIMO, LOS VARONES ILUSTRES, CAP. II: Santiago, apodado
hermano del Señor, por sobrenombre el Justo, hijo de José por otra esposa,
hermana de la madre del Señor, que menciona Juan en su libro, constituido
en obispo de Jerusalén por los apóstoles inmediatamente después de la
pasión del Señor.
EL MISMO, CONTRA NELVIDIO: Podemos discutir la posibilidad de
que José haya tenido varias mujeres, y que de allí proceden los hermanos
del Señor, lo que muchos consideran una poco piadosa y audaz temeridad.
Tú dices que María no permaneció virgen. Yo creo que el mismo José fue
virgen por María para que de un matrimonio virginal naciera un hijo
virgen. Si no es posible la fornicación para un varón santo y no se ha
escrito que haya tenido otra esposa (pues de María fue más bien un
custodio que un marido) sólo queda que permaneció virgen con María y
mereció llamarse padre del Señor.
EL MISMO, MATEO, CAP. CXXX: Algunos, siguiendo los delirios de
los apócrifos, consideran que los hermanos del Señor son hijos de José con
alguna mujerzuela. Aquí debemos entender por hermanos del Señor a sus
consobrinos, a saber, hijos de una tía, es decir, madre de Santiago el
menor, Judas y José.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS: Santiago se
dice hermano del Señor, porque, como se demuestra, nació de María
Cleofás, hermana de la madre del Señor.

Q. 100: Que Santiago, el Justo, hermano del Señor, fue el primer obispo
de Jerusalén. Y lo contrario

HISTORIA ECLESIÁSTICA, LIB. II, CAP. I: Consta que hubo dos


Santiagos: uno fue arrojado desde el pináculo del templo, golpeado con un

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mazo de batán y entregado a la muerte. El otro es aquel a quien Herodes
hizo decapitar. Este Santiago, que fue apodado el Justo por mérito de sus
virtudes, ocupó, según narran las historias, la primera sede de la Iglesia en
Jerusalén, como dice Clemente en el Libro VI de las disposiciones: Pedro,
Santiago y Juan, después de la ascensión del salvador, aunque casi fueron
antepuestos a los demás por el mismo salvador, sin embargo no se
atribuyen la gloria del principado, pero a Santiago, que era llamado el
Justo, fue establecido como obispo de los apóstoles.
DEL PREFACIO DEL CONCILIO NICENO: El obispo de Jerusalén es
considerado honorable por parte de todos, principalmente porque el
primero fue el muy bienaventurado Santiago, que era llamado el Justo, que
también según la carne era considerado hermano del Señor y fue ordenado
obispo por los apóstoles Pedro, Santiago y Juan.
JERÓNIMO, SOBRE LOS VARONES ILUSTRES, CAP. II: Santiago,
que es llamado hermano del Señor, apodado el Justo, después de la pasión
del Señor fue ordenado inmediatamente por los apóstoles obispo de
Jerusalén.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS: A no ser
Santiago, hermano del Señor. Este Santiago había sido constituido por los
apóstoles obispo de Jerusalén.
EL MISMO, SOBRE LUCAS: Hay algunos aquí que no encontrarán la
muerte hasta que vean el reino de Dios. No murieron Pedro, ni Santiago ni
Juan, hijos del trueno, quienes habiendo tenido una visión de la gloria
celestial no están por encima de las cosas terrenas, sino que están bajo
ellas.
Y TAMBIÉN: Sólo a estos tres los llevó al monte.
Y TAMBIÉN: Sólo estos tres fueron elegidos por el Señor. Al monte
subió Pedro, que recibió las llaves del reino de los cielos; Juan, al que le
encomendó su madre; Santiago, que fue el primero en recibir el solio
sacerdotal.

Q. 101: Que Santiago, hermano del Señor, escribió la primera de las VII
epístolas canónicas. Y lo contrario

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HISTORIA ECLESIÁSTICA, LIB. II, CAP. XXII: Santiago el Justo,
del que tenemos esa carta que se considera la primera entre las llamadas
católicas.
JERÓNIMO, DE LOS VARONES ILUSTRES, CAP. II: Santiago, que
es llamado hermano del Señor, escribió una sola epístola, que está entre las
siete canónicas.
SANTIAGO, SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE DE LOS SANTOS
PADRES: Santiago, hijo de Zebedeo, hermano de Juan, cuarto en el
orden, escribió para las doce tribus que están en la dispersión de las gentes,
y predicó el Evangelio para España y para las gentes de los lugares
occidentales, y llevó luz de la predicación hasta el ocaso del mundo. Murió
por la espada por orden del tetrarca Herodes, y fue enterrado en un
sepulcro de mármol.

Q. 102: Que el diácono Felipe y el apóstol Felipe no son la misma


persona. Y lo contrario

HECHOS DE LOS APÓSTOLES: Convocando los doce a la multitud de


discípulos dijeron: No es correcto que dejemos la palabra de Dios para
servir a las mesas. Considerad entonces, hermanos, siete varones de buen
testimonio entre vosotros, plenos del Espíritu Santo y de sabiduría, para
que los destinemos a esta obra. Nosotros nos consagraremos a la oración y
al ministerio de la palabra. A la multitud le agradó esa propuesta y
eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo y a Felipe, y
Prócoro, etc.
Y TAMBIÉN: Se produjo en ese día una gran persecución de la Iglesia en
Jerusalén y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de
Judea y Samaria. Saulo asolaba a la Iglesia entrando en las casas y
tomando presos a varones y mujeres. Y los que estaban dispersos
transitaban evangelizando la palabra. Felipe, bajando a la región de
Samaria les predicaba a Cristo. Prestaba atención la muchedumbre a las
cosas que decía Felipe y lo escuchaban unánimemente viendo los signos
que obraba.
Y TAMBIÉN: Habiendo oído los apóstoles, que estaban en Jerusalén, que
Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
Estos, habiendo llegado rogaron por ellos para que recibieran el Espíritu

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Santo. Todavía este no había descendido sobre ninguno de ellos sino que
sólo estaban bautizados en el nombre de Jesús. Entonces imponían las
manos sobre ellos y recibían el Espíritu Santo.
Y TAMBIÉN LUCAS, ENTRE OTRAS COSAS, ESCRIBIÓ SOBRE
SÍ Y SOBRE SAULO: Al otro día llegamos a Cesarea y entrando en la
casa del evangelista Felipe, que era uno de los siete, permanecimos allí.
Este tenía cuatro hijas vírgenes que predicaban.
BEDA. SOBRE LOS MISMOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES:
Felipe bajó a Samaria. Felipe era del número de los que se habían
dispersado, que fue el primero en predicar a Cristo en Samaria.
Y TAMBIÉN, POSTERIORMENTE: Felipe, que evangelizaba en
Samaria, fue uno de los siete. Si hubiera sido apóstol hubiera podido
imponer las manos para que recibieran el Espíritu Santo, lo que solamente
les es lícito a los obispos. Porque el presbítero que bautiza, esté o no
presente el obispo, unge con el crisma consagrado por el obispo, pero no
signa con él la frente, lo que sólo es hecho por el obispo al entregar el
Espíritu Santo.
Y TAMBIÉN: Hasta ir a Cesarea. Habla de la Cesarea de Palestina, donde
se cuenta que tuvo una casa, que se encuentra allí hasta el día de hoy,
residencia de sus cuatro hijas vírgenes y predicadoras.
RÁBANO, SOBRE LOS MISMOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES:
Cuando se hizo creyente por la palabra de Felipe que estaba
evangelizando. Dicen algunos que este Felipe fue apóstol, uno de los doce,
pero esto no parece cierto.
Y TAMBIÉN: El espíritu del Señor arrebató a Felipe y el espíritu
irrumpió fuertemente en el eunuco, así como vino sobre los apóstoles.
Cuanto más fuerte es la fe tanto es mayor el ímpetu espiritual; cuando el
espíritu irrumpió en el eunuco se dice que estuvo el apóstol Felipe pero no
hemos leído que él haya hecho imposición de manos e invocación del
Espíritu Santo. Con esto parece que sobre los primeros gentiles el espíritu
descendió espontáneamente sin imposición de manos ni invitación. Con
esto los apóstoles se excusaban contra los judíos que los acusaban de
bautizar a los gentiles. ¿Quién puede prohibir al Espíritu del Señor y quién
puede apartar del agua a aquel sobre el cual había descendido el espíritu?

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Y TAMBIÉN: Este tenía cuatro hijas vírgenes y predicadoras. En otra
parte se lee que las hijas del apóstol Felipe fueron predicadoras, pero no es
seguro si tal vez ambos tuvieron hijas profetisas.
USUARDO EN EL MARTIROLOGIO, EL 1 DE MAYO: Natalicio de
los apóstoles Felipe y Santiago, de los cuales Felipe, después de haber
convertido a Escitia a la fe de Cristo, tuvo un fin glorioso en Ierápolis,
ciudad de Asia.
Y TAMBIÉN, EL 24 DE JUNIO: Natalicio del bienaventurado Felipe,
que fue uno de los siete diáconos. Famoso por sus milagros y prodigios
descansó en Cesarea. Junto a él están sepultadas tres hijas vírgenes
profetisas. La cuarta hija, plena del Espíritu Santo, murió en Éfeso.
ISIDORO, EN EL LIBRO SOBRE EL NACIMIENTO Y MUERTE
DE LOS PADRES, SOBRE EL APÓSTOL FELIPE: En Ierápolis,
ciudad de la provincia de Frigia, murió crucificado y lapidado. Su cadáver
descansa junto con sus hijas.
EUSEBIO DE CESAREA, OBISPO, EN LA HISTORIA
ECLESIÁSTICA, LIB. III, CAP. XXIX: Por lo tanto como ya hemos
expuesto sobre la vida y la muerte de Pedro y Pablo y sobre Juan, que
murió también, ya hemos hablado parcialmente, ahora también considero
conveniente tratar sobre el lugar de su descanso, según el testimonio de
Policrates, obispo de Éfeso. Policrates, escribiéndole a Víctor, obispo de
Roma, recordó igualmente al apóstol Felipe y a sus hijas, como ya lo
mencioné, diciendo que esas grandes luminarias durmieron en la región
del Asia, y los resucitará el Señor en el último día de su venida gloriosa y
llamará a todos sus santos. Hablo también de Felipe, dice, que fue uno de
los apóstoles, que durmió en Ierápolis; y dos de sus hijas vírgenes también
estuvieron allí. Y otra hija suya, plena del Espíritu Santo, permaneció en
Éfeso y Juan, que había reposado sobre el pecho del Señor, que fue
sacerdote de Dios, portando el pétalo episcopal, mártir y óptimo doctor,
durmió en Éfeso. Baste haber consignado esta información sobre donde
duermen el sueño de la paz. También Gayo, de quien hicimos mención, en
su diálogo de disputa con Próculo, escribe sobre las hijas de Felipe y la
muerte de este; los recuerda simultáneamente diciendo: Felipe tuvo cuatro
hijas, cuyo sepulcro está en Ierápolis, ciudad de Asia, junto con sus hijas.
Esto también lo recuerda Lucas en los Hechos de los Apóstoles, cuando
aún ellos vivían en Cesarea. Dice así: Vinimos a Cesarea y entramos a la

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casa de Felipe evangelista, que era uno de los siete, y nos alojamos allí.
Este tenía cuatro hijas vírgenes que eran profetisas.

Q. 103: Que todos los apóstoles, excepto Juan, tuvieron esposas. Y lo


contrario

EUSEBIO, OBISPO DE CESAREA, EN LA HISTORIA


ECLESIÁSTICA, LIB. III, CAP. XXVIII: Aquí Clemente cuyas
palabras transcribimos, escribiendo contra aquellos que desprecian el
matrimonio entre otras cosas dice esto: ¿Reprobarán también a los
apóstoles? Pedro y Santiago tuvieron esposas y dieron a sus hijas en
casamiento. Pablo hace mención en una de sus epístolas saludando a su
compañera, a la cual se niega a tomar por esposa para estar más libre para
la predicación del Evangelio.
AMBROSIO, SOBRE LA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS
CORINTIOS: Todos los apóstoles, excepto Juan y Pablo, tuvieron
esposas.
JERÓNIMO, A LA VIRGEN EUSTOQUIO: Sobre las vírgenes, dice el
apóstol, no tengo un mandato del Señor, porque, que él mismo fuese
virgen, no fue por mandato sino por voluntad. No hay que escuchar a los
que dicen falsamente que él tuvo una esposa. Dado que él mismo aconseja
una perpetua castidad cuando dice: Quiero que todos los hombres sean
como yo. Y en otro lugar: ¿Acaso no tenemos facultad para desposarnos
con mujeres, como hicieron los demás apóstoles?
EL MISMO, SOBRE LOS VARONES ILUSTRES: Santiago, hermano
del Señor, no bebió vino ni bebidas fuertes, fue santo desde el útero de su
madre, no comió carne, nunca se cortó el cabello ni se ungió ni tomó un
baño; se cree que sus rodillas tenían la dureza de los camellos.
EL MISMO, CONTRA JOVINIANO: Santiago, hermano del Señor,
observó perpetua virginidad, como también dice Josefo. Él escribió en su
epístola: No os equivoquéis, hermanos. Todo don óptimo, etc. Todo virgen
enseña la virginidad, porque todo lo perfecto descendió de lo alto, donde
no hay nupcias.
HAIMO, SOBRE LA PRIMERA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS:
Quiero que todos los hombres sean como yo, es decir, si es posible,

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quisiera que todos los hombres fuesen vírgenes, como soy yo, y que amen
la virginidad, como yo la amo.

Q. 104: Que en las figuras de los cuatro animales Mateo está presignado
por el hombre y Marcos por el león. Y lo contrario

DEL PREFACIO GENERAL DE JERÓNIMO SOBRE LOS


CUATRO EVANGELISTAS: El libro de Ezequiel prueba que los cuatro
evangelistas habían sido predichos muy anteriormente. La primera visión
es la siguiente: Y en el medio había una imagen de cuatro animales y uno
de sus rostros era la cara de un hombre, otro de un león, otro de un ternero
y otro de un águila. La faz del hombre significa a Mateo, que comenzó a
escribir como acerca de un hombre: Libro de la generación de Jesucristo,
hijo de David, hijo de Abraham. La segunda significa a Marcos, en el cual
se oye la voz de un león que ruge en el desierto, la voz que clama en el
desierto: preparad el camino del Señor, y enderezad sus sendas. La tercera
faz prefigura a Lucas que se inicia con el sacerdote Zacarías. La cuarta
prefigura al evangelista Juan que tomó plumas de águila y discute sobre el
Verbo de Dios, subiendo a lo alto. Por eso también el Apocalipsis
introduce cuatro animales llenos de ojos y dice: El primer animal se
asemeja a un león, el segundo es semejante a un ternero, el tercero es
semejante a un hombre y el cuarto se parece a un águila que vuela. Con
todos estos se demuestra claramente que sólo deben aceptarse cuatro
evangelios.
DE OTRO CIERTO PREFACIO SUYO QUE COMIENZA
DICIENDO PRIMERAMENTE DEBE DECIRSE: ¿Qué significan los
cuatro evangelistas? Mateo, la faz de un hombre; Lucas de un ternero;
Marcos de un león; Juan de un águila; el señor Jesucristo completó todo
naciéndose hombre, inmolándose como un ternero, rugiendo como un león
y ascendiendo como un águila.
AGUSTÍN, SOBRE LA CONCORDIA DE LOS EVANGELISTAS,
LIB. I: Me parece que esos cuatro animales del Apocalipsis se interpretan
como los cuatro evangelistas, y probablemente debe atenderse a quienes
entendieron el león en Mateo, el hombre en Marcos, el ternero en Lucas y
el águila en Juan y no a los que atribuyeron el hombre a Mateo, el águila a
Marcos, el ternero a Lucas y el león a Juan. Quisieron extraer conjeturas
por el principio de cada libro y no de la intención total de los evangelistas,

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que era lo que debía tenerse en cuenta. Con mucha mayor congruencia se
toma como el león a aquel que enseñó, máximamente la persona de Cristo.
Nadie dudó acerca de que Lucas está significado por el ternero. Marcos,
que no quiso narrar ni la estirpe regia, ni sacerdotal, ni el parentesco y su
consagración sino que se extiende sobre las cosas que obró el hombre
Cristo, para estar designado por la figura del hombre entre aquellos cuatro
animales.
BEDA, SOBRE EL APOCALIPSIS: Y el primer animal es semejante al
león, etc. Estos animales se interpretan de variadas maneras. El
bienaventurado Agustín, siguiendo el orden del libro, dice que por el león
se entiende Mateo, que narra la prosapia de la dignidad real de Cristo que
es el león de la tribu de Judá. El cachorro del león de Judá, como rey, es
temido por los reyes, es adorado por los magos, como rey ajusta el orden
con los siervos, preparó las nupcias para el hijo, y, por último, separa las
ovejas de los machos cabríos. El rostro del hombre representa a Marcos,
que nada dijo del poder real o sacerdotal de los hechos de Cristo sino que
simplemente narra los hechos, etc.
EL MISMO, EN EL PRÓLOGO DE SU EXPOSICIÓN SOBRE
LUCAS: Algunos se sorprenden de que en el Apocalipsis en una nueva
interpretación Mateo lo atribuyo al león y Marcos al hombre, estos
deberían considerar que yo dije que esta interpretación no es nueva sino
que es una antigua explicación de los padres. Y no es que a mí me haya
parecido de esta manera sino que recordé que el bienaventurado Agustín lo
expuso así, y añadí unas pocas palabras para decir por qué afirmaba esto.

Q. 105: Que la misma María ungió la cabeza y los pies del Señor. Y lo
contrario

DE LA HOMILÍA DEL OBISPO JUAN SOBRE LA TRAICIÓN DE


JUDAS: Entonces se retiró uno de los doce, etc. Antes de la traición,
previo a la hora tradicional, llegó una meretriz llevando en sus manos un
vaso de alabastro y derramó el ungüento sobre la cabeza del Señor; poco
antes esa meretriz se había tornado púdica y cuando ella abandonó el
lupanar entonces ese discípulo entró en la Gehena. Cuando ella reiniciaba
a la mercadería de su cuerpo, este pedía un precio por la sangre de su
maestro. Cuando ella le besaba los pies para ser aceptada, este besaba los
labios del Señor para traicionarlo. Dije esto para que no acuses de

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debilidad al maestro al encontrar un discípulo traidor. Les muestra a los
magos la virtud del doctor, que hasta logró hacer retornar a la obediencia a
las meretrices. ¿Por qué quien pudo cambiar las costumbres de las
meretrices no consiguió retener a un discípulo? Podía retenerlo por
voluntad pero no quiso hacer un bien por necesidad.
JERÓNIMO, SOBRE OSEAS, EN EL PRÓLOGO: Esta es la mujer
meretriz que en el Evangelio lavó los pies del Señor, los secó con sus
cabellos y los honró con el ungüento de su confesión: Se indignaron los
discípulos y principalmente el traidor diciendo que eso podía venderse y
ser dado a los pobres, y el Señor les replicó: ¿Por qué estáis molestos con
esta mujer? Obró algo bueno conmigo. A los pobres siempre los tenéis con
vosotros pero a mí no me tendréis siempre. Y para que no se tuviese en
poco lo que había hecho, ese nardo precioso, un ungüento muy valioso,
destinado a algo distinto de la iglesia, nos da ocasión de entender y nos
promete grandes premios por la fe, diciendo: En verdad, en verdad os digo
que donde quiera fuere predicado este Evangelio en todo el mundo, se dirá
lo que esta mujer ha hecho para su memoria.
BEDA, SOBRE LUCAS, LIB. III: Y una mujer, que era pecadora en la
ciudad, etc. Algunos dicen que no era la misma que poco antes de la
pasión derramó ungüento sobre la cabeza y los pies del Señor, porque esta
lo lavó con sus lágrimas y lo secó con sus cabellos siendo manifiestamente
una pecadora. De aquella no se escribió una cosa tal ni podría hacerse
digna una meretriz al instante con sólo tocar la cabeza del Señor. Sin
embargo, para los investigadores serios esa era la misma mujer, María
Magdalena, hermana de Lázaro, como narra Juan, la que hizo su obsequio
dos veces. Por primera vez cuando se acerco mereció la remisión de los
pecados y la segunda vez, en Betania, no siendo ya pecadora sino santa, se
narra que ungió no sólo sus pies sino también su cabeza. Lo que se
corresponde perfectamente con las reglas de una alegoría. La misma alma
fiel, primeramente con humildad se arrodilla a los pies del Señor para ser
absuelta de los pecados, y luego, acrecentados sus méritos, derrama sus
aromas sobre la cabeza del Señor con la alegría de la fe.
EL MISMO, EN LA HOMILÍA DEL MARTES DESPUÉS DEL
DOMINGO DE RAMOS: Orea hermana de Lázaro, María, como gran
signo de amor, tomó una libra de ungüento precioso de nardo y ungió los
pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Pero antes debemos advertir que,
según Mateo y Marcos, no sólo perfumó los pies con nardo, sino también

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la cabeza. No cabe duda que esa es la misma mujer que Lucas refiere que
se acercó al Señor como pecadora con un vaso de alabastro con ungüento
y, a sus pies, comenzó a regárselos con sus lágrimas y a secarlos con sus
cabellos besándolos y ungiéndolos.
JERÓNIMO, A DÁMASO, EN EL SEGUNDO TRATADO SOBRE
EL CANTAR DE LOS CANTARES: Dice el Evangelio que vino una
mujer con un vaso de alabastro lleno de ungüento de un nardo precioso, no
aquella pecadora, sino una santa es aquella a la que me refiero aquí. Sé que
Lucas habló de una pecadora y que Mateo, Marcos y Juan de una que no
era pecadora. Se llegó pues a él una que no era pecadora sino santa, cuyo
nombre Juan menciona, con un vaso de alabastro conteniendo un ungüento
precioso, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. En la figura de esta se
dijo: Mi nardo exhaló su perfume, y ella derramó el ungüento sobre la
cabeza del Señor.

Q. 106: Que sin el bautismo de agua nadie puede salvarse. Y lo contrario

SEGÚN JUAN: Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo que si


alguien no renace del agua y el Espíritu Santo no podrá entrar en el reino
de Dios.
AMBROSIO, SOBRE LOS SACRAMENTOS, SERMÓN I: Debes
saber que el agua no limpia sin el Espíritu Santo. Por eso habéis leído que
tres testigos en el bautismo son uno solo: agua, sangre y espíritu, porque si
quitas a uno de estos no existe el sacramento del bautismo. ¿Qué es el agua
sin la cruz de Cristo? Sólo un elemento común sin ningún efecto
sacramental. Pero sin el agua no existe el misterio de la regeneración. Si
alguien no renaciere del agua, etc. El catecúmeno cree en la cruz del
Señor, pero si no es bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo no puede recibir la remisión de los pecados ni beber el don
de la gracia espiritual.
AGUSTÍN, EN EL LIBRO SOBRE LA NATURALEZA Y LA
GRACIA: Por aquello que se dijo de que por la justicia de uno solo hubo
justificación para todos los hombres, nadie fue excluido. No porque todos
crean en él y sean lavados por su bautismo sino porque nadie es justificado
si no cree y es lavado por su bautismo.

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EL MISMO, SOBRE LA CORRECCIÓN Y LA GRACIA: Y
considero también el bautismo de los párvulos, porque ninguno de estos
puede decir por qué a un párvulo se le da y a otro no, estando ambas
posibilidades en la potestad de Dios, y ya que sin ese sacramento nadie
entra en el reino de Dios.
RESPUESTAS DE PRÓSPERO A RUFINO, CAP. IV: No basta para la
redención de los hombres que Cristo haya sido crucificado, a no ser que
mueran con él y sean sepultados en el bautismo. De otro modo no hubiera
sido necesario que el salvador naciera y muriera por todos nosotros para
que renaciéramos y nos uniéramos a una semejanza de su muerte. Pero
como sin este sacramento ningún hombre consigue la salvación no se salva
por la cruz de Cristo el que no es crucificado con Cristo. No está
crucificado con Cristo el que no es miembro del cuerpo de Cristo. No es
miembro del cuerpo de Cristo el que no se revistió de Cristo por el agua y
la sangre.
SEGÚN MATEO: El que perdiere su alma por mí la encontrará.
Y TAMBIÉN: A todo el que me confesare ante los hombres, yo lo
confesaré ante mi padre.
AGUSTÍN, SOBRE LA CIUDAD DE DIOS, LIB. XIII: El que dijo: si
alguien no renace del agua y el espíritu no entrará en el reino de los cielos,
pero puede haber exceptuados dado que también dice: El que me
confesare, etc. Y en otro lugar: El que perdiere su alma por mí, la
encontrará.
EL MISMO, SOBRE LA FE, A PEDRO: Desde el momento en que el
salvador dijo que si alguien no renace del agua y el Espíritu Santo no
puede entrar en el reino de Dios, sin el sacramento del bautismo, excepto
aquellos que en la Iglesia católica sin el bautismo derraman su sangre no
puede nadie recibir el reino de Dios ni la vida eterna.
GENADIO, SOBRE LA FE ORTODOXA DE LOS DOGMAS
ECLESIÁSTICOS: No creemos que tenga la vida eterna, a no ser por el
martirio, un catecúmeno aunque muera con buenas obras. El bautizando
confiesa su fe ante el sacerdote. Esto lo hace el mártir ante el perseguidor.
Aquel recibe al Espíritu Santo, por la imposición de las manos del
pontífice, este se hace habitación del Espíritu Santo y no es él el que habla

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sino el espíritu del Padre, que habla en él. Aquel recibió la eucaristía en
conmemoración de la muerte del Señor, este muere con Cristo.
AGUSTÍN, SOBRE EL ÚNICO BAUTISMO, LIB. IV: El
bienaventurado Cipriano considera que un documento importante como
que la pasión haga las veces de bautismo lo que el Señor le dijo al ladrón
no bautizado: Hoy estarás conmigo en el Paraíso. Pensando en esto una y
otra vez yo encuentro que no es la sola pasión por el nombre de Cristo lo
que pueda suplir la falta de bautismo sino también la fe y la conversión del
corazón y si no, se puede acudir al bautismo por escasez de tiempo. Pues
ese ladrón no fue crucificado por el nombre de Cristo sino en razón de sus
delitos y no padeció porque creyó sino que creyó cuando padecía. El
ladrón debe considerarse comprendido en lo del apóstol con respecto a lo
que vale en lugar del bautismo visible: Con el corazón se cree para la
justicia, con la boca se hace la confesión para la salvación. Entonces se
cumple visiblemente, cuando el bautismo no se excluye por desprecio de la
religión sino por necesidad. Y así como en aquel ladrón lo que faltaba del
sacramento del bautismo lo llenó la benignidad del omnipotente, porque
no faltaba por soberbia o desprecio, así también en los infantes, que
mueren sin bautismo, se debe creer que lo completa esa misma gracia del
omnipotente, porque eso no sucede por impiedad sino por falta de edad y
no pueden creer con el corazón para justicia ni confesar con la boca para
salvación. Cuando se ruega por ellos, para que se cumpla en ellos la
celebración del sacramento, vale ciertamente para esta celebración porque
ellos no pueden responder. Es una obra ajena cuando cree por medio de
otro, así como fue una obra ajena cuando pecó por medio de otro.
Y TAMBIÉN: Así como en el ladrón, por necesidad, faltó el bautismo
corporal, la salvación es perfecta porque estuvo presente por la piedad, así
también si esta está presente como para el ladrón, en caso de necesidad, se
cumple la salvación. Toda la Iglesia tiene por tradición, con el bautismo de
los párvulos, que ciertamente no pueden creer para justicia y confesar su fe
con la boca para salvación; ellos pueden lo que pudo el ladrón, aunque
lloren y giman cuando se hace la celebración del misterio, se oyen las
voces místicas y ningún cristiano osaría decir que fueron vanamente
bautizados.
Y TAMBIÉN: Con todo esto se demuestra que una cosa es el sacramento
del bautismo y otra que se cumpla la conversión del corazón, pero que la
salvación del hombre se completa con ambas; si falta una de estas dos

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cosas no por eso debemos pensar que falta la otra, porque una puede estar
sin la otra, como en el infante, o inversamente en el caso del ladrón. Dios
suple lo que falta en lo primero o en lo segundo si no fue por mala
voluntad. Si voluntariamente falta una de las dos cosas, el hombre es
culpable. Puede haber bautismo y faltar la conversión del corazón. Y
puede haber conversión del corazón faltando el bautismo, siempre que no
sea por desprecio. De ningún modo puede hablarse de conversión del
corazón a Dios si se desprecia el sacramento.
EL MISMO, LIBRO SEGUNDO DE RETRACTACIONES: Cuando
dije que en lugar del bautismo puede haber un martirio no puse
adecuadamente el ejemplo del ladrón porque no se sabe si fue bautizado.
Y TAMBIÉN: Lo que dije “aquel ladrón no había recibido el bautismo”
también lo dijeron antes que nosotros otros doctores de la Iglesia según
vimos en sus libros. Pero ignoro en qué documentos esto pueda
demostrarse.
Y TAMBIÉN: Puse casi como cierto que el ladrón no había sido
bautizado, siendo incierto y más probable que hubiera sido bautizado,
como dije más tarde.
EL MISMO, SOBRE EL ORIGEN DEL ALMA, LIBRO I, A
VIVENTE VÍCTOR: Si quieres ser católico no creas ni digas que los
infantes, si mueren antes del bautismo, pueden alcanzar el perdón de los
pecados originales. Los ejemplos que te inducen a error, del ladrón que
confesó al Señor en la cruz o del hermano de santa Perpetua, Dinocrates,
no te ayudan para sostener eso. En cuanto al ladrón, aunque por juicio
divino pudo ser considerado entre los que se purgan con la confesión del
martirio sin embargo, ignoras si fue bautizado o no. Para no mencionar lo
que se cree que pudo ser lavado con el agua mezclada con sangre que
brotó del costado del Señor y recibir de este modo el bautismo, ¿qué decir
si fue bautizado en la cárcel cosa que más tarde en tiempo de persecución
algunos lograron hacer en secreto? ¿O antes de ser detenido? Si
sostenemos que aquellos de los que no está escrito sí fueron bautizados
salieron de esta vida sin el bautismo, estamos calumniando a los apóstoles
porque fuera del apóstol Pablo no sabemos cuando hayan sido bautizados.
Pero podemos saber que fueron bautizados porque el Señor le dijo a Pedro:
el que está limpio sólo necesita lavarse los pies. ¿Qué diremos de los
demás, de los que no leemos que se haya dicho algo semejante, de

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Bernabé, de Timoteo, de Tito, de los mismos evangelistas Marcos y Lucas,
y de otros innumerables que no puedes dudar que hayan sido bautizados
aunque no lo leamos? Dinocrates, un niño de siete años, edad en la que
cuando son bautizados ya pueden decir el símbolo, y responder por sí
mismos al interrogatorio, ¿cómo no te va a parecer que fue bautizado y
pudo ser llevado por su impío padre a los sacrilegios de los gentiles, y por
esto padeció torturas de las cuales fue liberado por la oración de su
hermana? No lo sé. Pero no has leído que no hubiera sido cristiano o
catecúmeno. Aunque esa página no esté en el canon de las Escrituras cuyo
testimonio es más valioso.
EL MISMO, A SELEUCIO: Está escrito cuándo fue bautizado el apóstol
Pablo pero no está escrito cuándo fueron bautizados los otros apóstoles.
Sin embargo, debemos entender que ellos fueron bautizados sea con el
bautismo de Juan, sea, lo que es más creíble, con el bautismo de Cristo. De
Pedro se puede entender en aquello que oyó del Señor que el que está
limpio sólo necesita lavarse los pies.
EL MISMO, SOBRE LA NATURALEZA Y LA GRACIA: Yo digo
que el pequeño nacido en un lugar adonde no era posible que llegase el
bautismo de Cristo y lo sorprendió la muerte sin el agua bautismal de la
regeneración; y no pudo ser de otra manera. Y no lo absolvió el apóstol,
que dice: por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado
la muerte, y esta pasó a todos los hombres, porque en aquel todos pecaron.
Con razón, debido a esa condena que se transmite por toda la masa, no se
admite en el reino de los cielos porque no fue cristiano y ni siquiera pudo
serlo.
JERÓNIMO, A HELIODORO: La dignidad eclesiástica no hace al
cristiano. El centurión Cornelio, siendo todavía pagano, fue limpiado por
un don del espíritu.
AMBROSIO SOBRE LA EPÍSTOLA I A LOS CORINTIOS:
Sabemos que el Espíritu Santo le fue dado por Dios sin imposición de las
manos y sin ser bautizado consiguió la remisión de los pecados.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA DE CONSOLACIÓN POR LA
MUERTE DEL EMPERADOR VALENTINIANO, A SUS
HERMANAS: Oigo decir que os entristece que no haya recibido el
sacramento del bautismo. Él por cierto tenía el deseo de que cuando
viniese a Italia sería iniciado y adelantó que luego sería bautizado por mí y

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por eso deseaba verme: ¿no tiene entonces la gracia que deseaba, no tiene
lo que pedía? Y porque lo pidió, lo recibió. Y está aquello: El justo que es
alcanzado en cualquier momento por la muerte estará en paz. Otorga,
padre santo, este don a tu siervo.
Y TAMBIÉN: No temía desagradar a los hombres y complacerte sólo a ti
en Cristo. El que tuvo tu espíritu, ¿cómo no recibió tu gracia? Y si no se
celebraron los misterios solemnemente, dirás: ¿Tampoco los mártires, si
eran catecúmenos, serán coronados? Si son bañados en su propia sangre y
lo limpia su piedad y su voluntad.
Y TAMBIÉN: Y hasta pido la intercesión de aquel cuya remuneración
presumo. Pidamos su descanso con piadoso afecto.
Y TAMBIÉN: Siento dolor contigo, hijo Graciano y contigo, hijo
Valentiniano. Juzgabas que por mí te verías libre de peligros, no sólo me
amabas como padre sino que me esperabas como redentor y liberador. Tú
decías: ¿Crees que veré a mi padre? Hermosa tu voluntad hacia mí, pero
una presunción no eficaz. ¡Una vana esperanza para mí en el hombre! Y
para mí porque no conocí antes tu voluntad. Señor, como nadie puede
darle a otro más de lo que desea para sí, no me separes después de la
muerte de aquellos que he querido mucho en esta vida. Señor, te pido que
donde yo esté allí estén ellos conmigo. Te ruego, Dios supremo, que
resucites con una madura resurrección a estos queridísimos jóvenes, y
compenses con esa madura resurrección este inmaduro curso de sus vidas.
DE LA VIDA DE SAN GREGORIO, LIB. II, CAP. XLIV: Se lee que
aquel muy bienaventurado papa con oraciones y lágrimas, liberó de los
tormentos del Infierno el alma del emperador Trajano que murió siendo
gentil: Él, ante la mansedumbre del mencionado juez, llegó hasta la
basílica de san Pedro. Lloró allí por largo tiempo por el error de tan
clementísimo príncipe, hasta recibir una respuesta la noche siguiente; que
fue oído a favor de Trajano y se narra que el mencionado papa fue
conmovido por este discurso, porque, en cierta ocasión, yendo Trajano
apresuradamente a una acción inminente de guerra, siendo reclamado por
una viuda que pedía venganza por su hijo asesinado, descendió del caballo
y no siguió hasta haber dado cuenta por sí mismo de ese juicio. Debe
notarse que no se lee que el alma de Trajano fuese llevada al Paraíso, ya
que está escrito: si alguien no renace por el agua y el Espíritu Santo, no
puede entrar en el reino de los cielos; se dice simplemente que lo liberó de

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los tormentos del Infierno porque puede un alma estar en el Infierno y por
la misericordia de Dios no sentir la pena del Infierno, porque el único
fuego de la Gehena puede quemar a todos los pecadores pero no con la
misma intensidad, sino a cada uno en proporción a su culpa. Trajano, por
tanto, no alcanzó la gloria, aunque evitó la pena común de la Gehena; no
entra en el Cielo pero no sufre el incendio corporal y comparte esa
suavísima pena de los párvulos. Tal vez ese varón espiritual se sintió bien,
para que se supiese que la justicia y clemencia de Trajano habían merecido
lo que él mismo había hecho en la administración de justicia. Cuando a la
mencionada viuda que lo llamaba Trajano le respondió que si regresaba
sano de la batalla él iba a hacer justicia y la viuda le dijo: Si mueres en la
batalla, ¿quién me va a ayudar? Trajano respondió: El que sea emperador
después de mí. La viuda dijo: ¿Y qué te aprovechará a ti si otro me hace
justicia? Trajano respondió: Por supuesto, de nada. Y la viuda: ¿Acaso no
es mejor para ti que me hagas justicia tú mismo y recibas por esto tu
merced, y no se la trasmitas a otros? Entonces Trajano, movido por la
razón a la vez que por la piedad, descendió del caballo e impartió justicia.
JERÓNIMO, A RÚSTICO: No hay por qué afligirse por el gentil o el
judío que no fueron a la iglesia y ya han muerto; de ellos dice el salvador:
deja que los muertos sepulten a sus muertos sino llora por aquellos que por
sus pecados salen de la iglesia y no quieren regresar a ella condenando sus
vicios.
AGUSTÍN, LIB. I, SOBRE EL BAUTISMO DE PÁRVULOS: Así
como por uno solo todos van a la condenación, así por uno solo, todos a la
justificación. No hay ningún lugar intermedio para estar, o con el diablo, o
con Cristo.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA FE, A PEDRO: Cree con
firmeza y no tengas la menor duda de que no sólo los adultos ya con uso
de razón, sino también los párvulos que comienzan a vivir en el útero de su
madre y allí mueren como los ya nacidos que mueren sin el sacramento del
bautismo que se da en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
deben ser castigados con el eterno suplicio del fuego. Porque aunque no
tuvieron ningún pecado por acción propia, contrajeron sin embargo, la
condena del pecado original por su concepción carnal y su nacimiento.
Y TAMBIÉN: Cree firmemente y no dudes que excepto aquellos que son
bautizados con su propia sangre por el nombre de Cristo, ningún hombre

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conseguirá la vida eterna que no se haya convertido aquí de sus males por
la penitencia y por el sacramento de la fe y la penitencia, es decir que sea
liberado por el bautismo. Para los mayores es necesario hacer penitencia
de sus pecados, confesar la fe católica según la regla de la virtud y recibir
el sacramento del bautismo. Para los párvulos ese sacramento del bautismo
es suficiente para la salvación ya que su edad no es capaz de raciocinio y
puesto que no pueden creer por propia voluntad ni hacer penitencia por el
pecado que arrastran originalmente.
DE LA EPÍSTOLA DEL PAPA SITRICIO, CAP. XIII: Si por máxima
necesidad se bautiza con vino al enfermo, eso no se considera una culpa.
Pero si hay agua y no había tanta urgencia, los tales deben ser privados de
la comunión y sujetos a penitencia. Pero si el enfermo fue bautizado en
nombre de la santísima Trinidad, el bautismo es válido.

Q. 107: Que el bautismo borra todos los pecados tanto originales como
propios. Y lo contrario

AGUSTÍN, EN EL ENQUIRIDIÓN: No hay nadie que no muera al


pecado en el bautismo, pero los párvulos, solamente al original. Los
mayores, también a todos los que cometieron además del que contrajeron
por nacer.
EL MISMO, EN EL LIB. I SOBRE LA CIUDAD DE DIOS, SOBRE
AQUELLOS QUE SE SUICIDAN: Si admitimos esto, se llegará a que
deba aconsejarse a los hombres que es preferible que se maten una vez
recibido con el bautismo el perdón de todos los pecados. Entones hay que
estar precavidos contra pecados futuros habiendo sido borrados todos los
pasados.
Y TAMBIÉN: ¡Oh meses enloquecidos! ¿Qué significa no ya un error tan
grande sino este furor?
GENADIO, SOBRE LA FE ORTODOXA: El bautizado confiesa su fe
ante el sacerdote, esto mismo hace el mártir ante el perseguidor. Para aquel
se le perdonan todos los pecados, para este se le extinguen.
DEL CONCILIO CARTAGINÉS, CAP. I: El que va a ser ordenado
obispo sea examinado antes si cree que en el bautismo son perdonados
todos los pecados, es decir, tanto el original como los voluntarios, etc.

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Habiendo sido examinado sobre todo esto y habiéndose comprobado su
instrucción, sea entonces ordenado obispo.
AMBROSIO, SOBRE LA PENITENCIA, LIB. I: En el bautismo se
produce la remisión de todos los pecados. No interesa si los sacerdotes
reivindican para sí este poder si lo hacen por el bautismo o por la
penitencia. El mismo misterio está en ambas cosas.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LOS MISTERIOS: El que está
limpio sólo necesita lavarse los pies, pues ya está aseado. Pedro estaba
limpio pero debía lavarse los pies; pues tenía el pecado de la sucesión del
primer hombre, cuando la serpiente lo engañó y lo indujo a error. Por eso
al lavar sus pies se quita el pecado hereditario. Los nuestros se borran por
el bautismo.
EL MISMO, SOBRE LOS SACRAMENTOS, LIB. III: Saliste de la
fuente; ¿qué es lo que siguió? Oíste la lectura. El sumo sacerdote, ceñido,
te lavó los pies. ¿Qué es este misterio? Si no te lavo los pies, dice, no
tendrás parte conmigo. No ignoramos que la Iglesia romana no tiene esta
costumbre, ya que seguimos su ejemplo y forma en todo. Sin embargo, no
tiene esta costumbre de lavar los pies. Tal vez la dejó por tratarse de una
gran multitud. Hay quienes dicen a manera de excusa que esto no debe
hacerse en el misterio, ni en el bautismo, ni en la regeneración sino que
sólo se lavan los pies para recibir a un huésped. Una cosa es por humildad
y otra para santificación. Finalmente, ya que es una santificación y un
misterio: Si no te lavo los pies, no tendrás parte conmigo. Esto lo digo no
para reprender a otros sino para tenerlo en cuenta yo mismo. En todo deseo
seguir a la Iglesia romana. Pero sin embargo, todos los hombres tenemos
capacidad de pensar. Por lo tanto, lo que en otra parte se observa
rectamente, también nosotros lo mantenemos rectamente. Seguimos al
mismo apóstol Pedro y adherimos a su devoción. ¿Qué responde a esto la
Iglesia romana? Ciertamente es autor de esta afirmación el apóstol Pedro,
que fue sacerdote de la Iglesia romana. El mismo Pedro dice: Señor,
lávame no sólo los pies, sino las manos y la cabeza. Ves la fe. Antes se
excusaba por humildad. Luego hizo el ofrecimiento por devoción y fe.
Respondió el Señor: El que está limpio no necesita lavarse nuevamente,
sino sólo los pies. ¿Por qué esto? En el bautismo se borra toda culpa. Por
lo tanto ya no hay culpa. Pero como Adán fue engañado por el diablo que
derramó veneno sobre sus pies, por eso te lavas los pies, para que en esa
parte en la que incidió la serpiente haya una mayor ayuda de la

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santificación, para que después no pueda engañar. Te lavas los pies para
lavar el veneno de la serpiente.
Y TAMBIÉN: Después de la fuente sólo falta la perfección, cuando por
invocación del sacerdote se infunde el Espíritu Santo, el espíritu de
sabiduría e inteligencia, etc. Estas son las siete virtudes cuando se invocan
sobre ti.
Y TAMBIÉN: Después de esto vienen las unciones ante el altar.

Q. 108: Que los párvulos no tienen pecado. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EZEQUIEL: Mientras el alma está en la infancia,


carece de pecado.
EL MISMO, A HELIODORO, SOBRE EL EPITAFIO DE
NEPOCIANO: Reinó la muerte desde Adán hasta Moisés también para
aquellos, etc. Si Abraham, Isaac y Jacob están en el Infierno ¿quién está en
el reino de los cielos? Si tus amigos están bajo la pena del Adán pecador y
los que no pecaron quedan bajo los pecados ajenos, ¿qué pensar de los que
dijeron en sus corazones: Dios no existe?
AGUSTÍN, SOBRE LA FE, A PEDRO: La eternidad no les fue dada a
los espíritus irracionales ni tienen preparado un juicio en el que se les dé
bienaventuranza por sus buenas obras o condena por las malas. Por eso no
se requiere en ellos ningún juicio sobre sus obras, porque no recibieron de
la divinidad ninguna facultad de entendimiento. Por eso sus cuerpos no
van a resucitar porque para esos animales no hubo ni equidad ni iniquidad
por las que haya que retribuirles eternamente ni felicidad ni pena.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
DE LA NUEVA LEY: ¿Cómo puede ser considerado reo el que no sabe
lo que ha hecho?
EL MISMO, EN EL SERMÓN SOBRE ESTA LECTURA: Estando en
la carne, dice al Apóstol, las pasiones de los pecadores, etc.: No conocía la
concupiscencia sino no lo hubiera dicho la ley: no tendrás concupiscencia.
Lo que el hombre creía que era bueno conoció que era malo. Quiso frenar
la concupiscencia; lo intentó pero fue vencido. No sólo comenzó a ser
pecador sino también prevaricador. Pecador ya era antes, pero antes de la

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ley no sabía que era pecador. Se hizo prevaricador el que antes ignoraba
que era pecador.
HAIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS:
Sin ley natural o de Moisés, el pecado estaba muerto, es decir, estaba
oculto, era ignorado, no aparecía. Antes de que la ley natural y el intelecto
comiencen a tener vigencia en los párvulos, y en otros hombres, aunque
golpeen al padre o a la madre o maldigan, no pecan. Igualmente, antes de
que fuese dada la ley de Moisés había pecados que se ignoraba que fuesen
tales, y una vez cometidos, no eran de tanta gravedad aunque se supiese
que eran pecados, no se sabía que eran dignos de castigo.
AGUSTÍN, EN EL SERMÓN SOBRE PALABRAS DEL APÓSTOL:
Los infantes en sus obras son inocentes y sólo tienen consigo lo que
arrastraron del primer hombre. Respóndeme: ¿por qué mueren, si todos los
hombres mueren porque pecan? ¿Qué pienso que puede responderse?
También ellos pecaron. ¿Cuándo pecaron, dime, cuándo, cómo? Si no
saben lo que es el Mal y el Bien. Pecan los que no cumplen algún
precepto. ¿Qué dices de aquellos que mueren en el útero? También ellos,
dice, pecaron. El Apóstol te contradice. Escucho más al Apóstol que a ti: A
los todavía no nacidos y que no han hecho nada de bueno ni de malo.
ISIDORO, SOBRE EL BIEN SUPREMO, LIB. I: Los infantes son
inocentes en cuanto a la obra, no en cuanto al pensamiento, porque el
movimiento que tienen en la mente no lo pueden aún poner por obra; en
ellos lo que es impotente es la edad, no el ánimo. En ellos la fragilidad del
cuerpo no obedece a la indicación de la voluntad y no pueden poner en una
acción dañosa lo que tienen en el pensamiento.
GREGORIO. DIÁLOGOS, LIB. IV, CAP. XVIII, SOBRE EL NIÑO
BLASFEMO: Si debe creerse que todos los infantes bautizados que
mueren entran al reino de los cielos, también debe creerse que la entrada a
ese mismo reino celestial les es cerrada por los padres a algunos párvulos
si son malamente educados. Cierta persona muy famosa en la ciudad hace
tres años, tuvo un hijo que, como creo, tiene cinco años. Amándolo
demasiado carnalmente lo educaba con blandura y ese niño, lo que es muy
grave, cuando se sentía molesto por algo, acostumbraba a blasfemar contra
la majestad de Dios. Ese niño hace tres años falleció. Teniéndolo el padre
en sus brazos, como atestiguaron quienes estuvieron presentes, viendo que
venían hacia él espíritus malignos comenzó a exclamar: “¡Detenlos, padre,

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detenlos! Han venido algunos moros que quieren arrebatarme”. Habiendo
dicho esto, blasfemó contra Dios y expiró. Dios, para demostrar por qué
pecado había sido entregado a tales ejecutores, y que cuando vivía su
padre no quiso corregir, y le permitió que lo reiterase a punto de morir,
aunque conocía su pecado, y por negligencia y descuido del alma de su
hijo lo educó para el fuego de la Gehena.

Q. 109: Que tanto valía la circuncisión en el pueblo antiguo cuanto ahora


el bautismo. Y lo contrario

AGUSTÍN, LIB. II CONTRA PELAGIO: La circuncisión se instituyó


en el pueblo de Dios para ser un signo de la justicia de la fe y servía como
señal de perdón y para los párvulos del perdón del pecado original, así
como el bautismo, desde que fue instituido, comenzó a ser válido para la
renovación del hombre.
GREGORIO, MORALES, LIB. IV: Lo que vale para nosotros es el agua
bautismal, valía para los antiguos y para los párvulos la sola fe, o para los
mayores la virtud del sacrificio, o para los que provenían de la estirpe de
Abraham, el misterio de la circuncisión.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: Bienaventurados aquellos a quienes les fueron perdonadas
sus iniquidades, etc. El profeta, previendo el tiempo feliz de la venida del
salvador, llama bienaventurados a los que sin necesidad de un lavado se
les perdonan, olvidan y no se les imputan los pecados. El Apóstol, sin
embargo, ya en la plenitud de los tiempos, y como hay una mayor gracia
en los apóstoles que la que hubo en los profetas, aclama los bienes
mayores que conseguimos por el bautismo, porque no sólo recibimos el
perdón de los pecados, sino la justificación y poder confesarnos hijos de
Dios, para que esta bienaventuranza tenga gloria y seguridad perfectas.
HAIMO, EN LA HOMILÍA SOBRE EL EVANGELIO DE LA
CIRCUNCISIÓN DEL SEÑOR: Hay que considerar que la utilidad de la
circuncisión en su tiempo fue pequeña, pero debe saberse que tanto valía
entonces la circuncisión contra el pecado original cuanto ahora vale el
agua bautismal excepto que todavía no había llegado quien podía absolver
los pecados y abrir la puertas del Cielo.

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Q. 110: Que el bautizado por cualquiera que sea no debe ser rebautizado.
Y lo contrario

BEDA, EN EL LIB. I DE LAS HOMILÍAS, XXXVII: Sea hereje, o


cismático, o criminal el que bautiza en nombre de la santa Trinidad, no
debe el bautizado ser rebautizado por buenos católicos para que no parezca
que se anula una confesión o invocación de un nombre tan grande.
AGUSTÍN, SOBRE JUAN, SERMÓN V: Sobre el que ves que
desciende el espíritu. No diga, que es su bautismo, porque no es de ellos.
Escuchen al mismo Juan. He aquí que Juan estaba pleno del Espíritu Santo
y tenía el bautismo del Cielo, no de los hombres. Aunque lo tenía, él
mismo dijo: preparad el camino para el Señor. Cuando se conoció al
Señor, él se convirtió en camino; ya no era necesario el bautismo de Juan
para que se preparase el camino para el Señor. Suelen decir: ¡Fue
bautizado por Juan! No es bautizado por herejes, porque los herejes dieron
el bautismo de Cristo, que no lo daba Juan.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA FE A PEDRO: Si alguien
recibió el sacramento del bautismo en cualquier herejía o cisma, en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, recibió un bautismo
íntegro; pero no va a tener la salvación, que es la virtud del sacramento, si
recibe el sacramento fuera de la Iglesia. Por lo tanto debe regresar a la
Iglesia no para recibir nuevamente el bautismo, que no debe repetirse en
ninguna persona bautizada, sino para recibir la vida eterna en la sociedad
de la Iglesia católica.
EL MISMO, SOBRE LAS PALABRAS DEL SEÑOR, TRATADO XI:
Los que se bautizan en congregaciones de cismáticos o herejes, aunque no
hayan renacido en el espíritu, cuando vienen a la Iglesia católica no se
debe repetir el lavado de la carne.
GREGORIO, AL OBISPO QUIRINO DE IRLANDA: Hemos
aprendido de la antigua tradición de los padres que quienes son bautizados
por herejes en nombre de la Trinidad, cuando regresan a la santa Iglesia,
con la unión del cisma o la imposición de la mano con la sola profesión de
fe son recibidos en el seno de la madre Iglesia. Pero aquellos herejes que
no son bautizados en el nombre de la Trinidad, como son los bonosiacos y
los catafrigas, que no creen en el Señor Cristo, y creen que ese hombre
perverso que es Montano es el Espíritu Santo. Hay muchos semejantes a
ellos; cuando vienen a la santa Iglesia son bautizados porque no fue un

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bautismo lo que recibieron en nombre de la santa Trinidad pero situados en
el error. Y no puede decirse que se reiteró el mismo bautismo porque,
como se dijo, no había sido dado en nombre de la Trinidad.
NICOLÁS, A LAS CONSULTAS DE LOS BÚLGAROS, CAP. CIV:
Decís que hay muchos en vuestra patria bautizados por un cierto judío que
no sabéis si es cristiano o pagano y preguntáis qué debéis hacer. Si estos
fueron bautizados en el nombre de la santa Trinidad o sólo en el nombre de
Cristo, como leemos en los Hechos de los Apóstoles, (es lo mismo, según
demuestra san Ambrosio) consta que no deben bautizarse nuevamente.
AGUSTÍN, EN EL LIBRO SOBRE EL BAUTISMO, CONTRA LOS
DONATISTAS: El sacramento del bautismo es lo que recibe el que se
bautiza. Y el sacramento de dar el bautismo es lo que recibe el que se
ordena. Así como el bautizado si se aparta de la unidad, no pierde el
sacramento del bautismo, del mismo modo el ordenado, si se aparta de la
unidad, no pierde el sacramento de dar el bautismo. A ningún sacramento
se le debe inferir injuria.
Y TAMBIÉN: Si Marción consagraba el bautismo con las palabras
evangélicas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, era un
sacramento íntegro, aunque su fe, opinando con las mismas palabras algo
distinto de lo que enseña la verdad católica, no fuese íntegra por estar
manchada con fabulosas falsedades.
Y TAMBIÉN: La imposición de las manos puede repetirse pues no es
como el bautismo. ¿Qué es eso sino una oración sobre alguien?
DE LOS DECRETOS DEL PAPA LEÓN: Aquellos que recibieron el
bautismo de herejes, no habiendo sido antes bautizados, sólo deben ser
confirmados con la invocación del Espíritu Santo por la imposición de las
manos, porque ellos recibieron solamente la forma del bautismo, sin la
virtud de la santificación. Señalamos que esta regla debe observarse en
todos los casos, que una vez efectuado el bautismo no se reitere, pues dice
el Apóstol: Un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo. De esa ablución
no debe hacerse ninguna reiteración sino, como dijimos, sólo debe
invocarse una santificación del Espíritu Santo para que alguien que no lo
recibió de los herejes lo reciba de los sacerdotes católicos.
DE UN CONCILIO, EN COMPENDIO, CAP. V: Si algún presbítero
fuere ordenado y descubre que no está bautizado, sea bautizado y ordenado

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nuevamente al igual que todos los que él haya bautizado.
DE LA EPÍSTOLA XXV DE CIPRIANO A JUVANIANO: Has
escrito, hermano, pidiendo que te indique lo que nos parece sobre el
bautismo de los herejes, que estando constituidos fuera de la Iglesia
reivindican el derecho y la potestad de algo que no les corresponde. Esto
no lo podemos considerar aprobado ni legítimo, ya que consta que es
ilícito que ellos lo hagan. Y para expresar en esta carta lo que pensamos a
ese respecto, te envié una copia de las cartas sobre lo que decidimos en un
concilio donde éramos muchos; lo que luego le contestamos a Quinto,
nuestro colega, que preguntaba sobre el mismo tema; y recientemente nos
hemos reunido LXXI obispos de la provincia de África y de Numidia y
confirmamos nuevamente nuestra sentencia de que el bautismo sea el que
está constituido en nuestra Iglesia católica, y, por tanto, no debe
rebautizarse sino bautizarse por nosotros cualquiera que venga de un agua
adúltera y profana; estos deben ser lavados y santificados con la verdad del
agua de santidad.
Y TAMBIÉN: La fe de los herejes es muy diferente; más aún, en ellos
sólo hay perfidia. ¿Cómo puede pensarse que el bautizado por ellos haya
conseguido la remisión de los pecados y la gracia de la indulgencia divina,
por su fe si no tiene la verdad de esa fe? Si, como opinan algunos, según su
fe alguien pudo recibir algo fuera de la Iglesia, ciertamente ha recibido
aquello en lo que creyó. El que cree lo falso no puede recibir lo verdadero
sino antes bien cosas adúlteras y profanas; recibió según lo que creía. Este
tema de un bautismo profano y adúltero ya lo trató Jeremías cuando dijo:
¿Por qué prevalecen quienes me contristan? Mi llaga está firme; se me
hizo como un agua mentirosa, que no tiene fe. ¿Qué es esta agua mentirosa
y pérfida? Ciertamente es aquella que falsea la imagen del bautismo y
frustra con sombría simulación la gracia de la fe. Si alguien pudo ser
bautizado afuera según una fe perversa y conseguir la remisión de los
pecados y según esa misma fe recibir el Espíritu Santo, no es necesario que
venga y se le impongan las manos para que los signe el Espíritu Santo. O
pudo conseguir ambas cosas afuera con su fe o afuera no recibió ninguna
de las dos. Es manifiesto dónde y por quiénes puede darse la remisión de
los pecados. Primeramente el Señor le dio a Pedro, sobre el que edificó su
Iglesia, el poder de que se desatase en la Tierra lo que él desatase. Y luego
le habla a los apóstoles, diciendo: como me envió el Padre yo os envío a
vosotros. Habiendo dicho esto, inspiró y dijo: Recibid el Espíritu Santo; a

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quienes les perdonareis los pecados, etc. Con esto entendemos que sólo en
la Iglesia les es lícito a los encargados bautizar y dar la remisión de los
pecados. Los hijos de Aarón que impusieron un fuego ajeno en el altar en
presencia del Señor inmediatamente fueron exterminados por el Señor
indignado. Este suplicio les aguarda a los que vuelcan el agua con un
bautismo falso, pues la censura divina castiga a los herejes que practican lo
que sólo le es lícito a la Iglesia. Lo que dicen algunos que llegando Pedro y
Juan les imponían las manos a los que habían sido bautizados en Samaria,
para que recibieran el Espíritu Santo, vemos que no eran rebautizados y
que eso no tiene que ver con el tema actual. Allí, los que creyeron lo
hicieron con fe verdadera, y dentro de la Iglesia por medio del diácono
Felipe, que los mismos apóstoles habían enviado: estaban bautizados y lo
que sólo les faltaba fue cumplido por Pedro y Juan, para que por la
imposición de la mano se infundiera sobre ellos el Espíritu Santo, lo que
ahora se hace entre nosotros. ¿Acaso desde las fuentes de la Iglesia se
puede regar lo que no está dentro de ella? Los herejes no están en la
Iglesia, más aún, obran contra la Iglesia, ¿cómo pueden bautizar con el
bautismo de la Iglesia? Pues si alguno pudo bautizarse con los herejes,
ciertamente pudo conseguir la remisión de los pecados. Si consiguió la
remisión de los pecados, está santificado, y está convertido en templo de
Dios. Pregunto ¿de qué Dios? No puede ser del creador, porque no creía en
él. Tampoco de Cristo, porque no puede ser su templo si niega a Cristo. Y
tampoco del Espíritu Santo, porque ¿cómo el Espíritu Santo les puede ser
propicio a quien es enemigo del Padre y del Hijo? No podemos tener el
bautismo en común con los herejes, con los cuales no está en común ni
Dios Padre, ni su Hijo Cristo, ni el Espíritu Santo ni la Iglesia. Por eso es
menester que se bauticen los que vienen a la Iglesia de la herejía, cuando
aprendieron de nosotros que fueron bautizados por Pablo los que habían
sido bautizados por Juan, como leemos en los Hechos de los Apóstoles. Si
un hereje pudo obtener el derecho del bautismo porque ya antes bautizó,
no será un bautismo del que posee sino de quien ocupa; y así como
bautismo y la Iglesia no pueden ser separados y divididos el que
anteriormente pudo ocupar el bautismo es porque igualmente pudo ocupar
la Iglesia. Te enviamos esta respuesta, hermano, sin prejuzgar nada con
respecto a otros, porque cada uno de los obispos puede hacer lo que le
parezca, teniendo potestad de su libre albedrío.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA A QUINTO: No sé con qué
presunción se guían algunos para juzgar que aquellos que están manchados

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con las acciones de los herejes, cuando vienen a nosotros, no es necesario
que sean bautizados. Pero nosotros decimos que los que vienen de allí no
son rebautizados por nosotros sino bautizados.
EL MISMO, A JOVANIANO, LIB. II: Es menester que el agua sea
santificada antes por el sacerdote para que su bautismo pueda borrar los
pecados. ¿Cómo puede limpiar y santificar el agua alguien que es inmundo
y en quien no reside el Espíritu Santo? Dice el Señor en los Números:
Todo lo que tocare alguien inmundo se hace inmundo. ¿Quién puede dar lo
que no tiene? ¿Cómo puede obrar cosas espirituales el que ha perdido al
Espíritu Santo? Por eso debe ser bautizado y renovado.
OPINIONES DE LOS OBISPOS: Dijo Cipriano: Hemos opinado a
menudo que los herejes que vienen a la Iglesia deben recibir el bautismo y
ser santificados. Cecilio de Biltha dijo: Sólo reconozco el bautismo en la
Iglesia y ningún otro fuera de ella; entre los herejes todo lo que se hace es
mentiroso. Primo de Misgirpa dijo: Opino que todo el que viene de la
herejía debe ser bautizado. En vano él puede creer que está bautizado.
AGUSTÍN, CONTRA PETILIANO, SOBRE UN ÚNICO
BAUTISMO: A ese gloriosísimo mártir Cipriano, que no quería reconocer
el bautismo de Cristo dado por herejes y cismáticos, a quienes detestaba
profundamente, le sobrevinieron tan grandes méritos hasta el triunfo del
martirio, que cualquier sombra fue borrada con esa luz, ya que deseaba que
el sacramento fructuoso fuese todavía más fructuoso, y si tenía algo que
purgar le fue quitado con la espada de su última pasión. Y no porque
reconozcamos que el bautismo es verdadero aun por parte de la iniquidad
de los herejes, no somos por eso mejores que Cipriano ni tampoco que
Pedro porque no obliguemos a los paganos a judaizarse.
HISTORIA ECLESIÁSTICA, LIB. X, CAP. VI, SOBRE LOS
ESTATUTOS DEL CONCILIO NICENO: Ordena que también los
paulianistas, que son fotinianos, sean rebautizados.
EL MISMO, LIB. VII, CAP. XI: En la ciudad de Roma, siendo obispo
Cornelio, y en Cartago, siendo obispo Cipriano, ambos sobresalientes por
su virtud de la piedad, surgió la cuestión, principalmente en África, si era
menester que los herejes fuesen rebautizados. Mientras Cipriano y casi
todos los sacerdotes de África sostuvieron que debían rebautizarse,
Cornelio y los demás sacerdotes de Italia refutaron esa opinión, en
absoluta concordia.

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JERÓNIMO, CONTRA VIGILANCIO: Las malas vigilias no destruirán
otras malas vigilias; a no ser que se obligue a estar en vela en castidad a
los que duermen para la lujuria. Lo que es bueno si se lo hizo una vez no
puede ser malo si se lo hace frecuentemente. Y si una culpa debe evitarse
ese acto es culpable no porque se haga a menudo sino si se lo hace alguna
vez.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS EFESIOS,
LIB. II: Sed solícitos en conservar la unidad de espíritu en el vínculo de la
paz. Un solo cuerpo y un solo espíritu. Se dirige esto a todos los herejes,
para que sepan que ellos no tienen el bautismo sino que la única Iglesia de
Cristo tiene la fuente de la vida.
CASIODORO, SENADOR, SOBRE LA INSTITUCIÓN DE LAS
ESCRITURAS DIVINAS, LIB. I: Es imposible destacar cuánto
sobresalga el muy bienaventurado Cipriano, predicador insigne y doctor
admirable entre otros escritores, salvo por la iteración del bautismo, que la
razón y el uso de la Iglesia repudian, insigne por su lengua perfecta que se
desliza como un aceite suave.

Q. 111: Que los pecados son perdonados aun por un bautismo fingido. Y
lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE UN ÚNICO BAUTISMO, LIB. I: Si accede a un


bautismo fingido, ¿le son perdonados los pecados o no? Si dicen que son
perdonados ¿cómo el Espíritu Santo puede evitar el fingimiento, si en ese
acto fingido se opera la remisión de los pecados? Si dijeran que no son
perdonados, pregunto si después de esa ficción, alguien se confiesa
arrepentido y con verdadero dolor, ¿debe ser bautizado nuevamente? Si es
una gran locura decir esto, confiesen que alguien puede ser bautizado con
el verdadero bautismo de Cristo, aunque su corazón persevere en la
malicia impidiendo que se produzca el perdón de los pecados; y deben
entenderlo así que pueden algunos bautizarse en las comunidades
separadas de la Iglesia donde el bautismo se da y se recibe con la misma
ceremonia y que servirá para la remisión de los pecados cuando el
bautizado se despoje del sacrilegio de la separación, por el cual los
pecados le eran retenidos, no podían ser perdonados.

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Y TAMBIÉN: No se impide la gracia del bautismo para que remita todos
los pecados, aunque persevere en el alma de aquel a quien se le perdona un
odio fraterno. Se perdona el día anterior y lo que sigue, se perdona en la
misma hora y en el momento anterior y en el mismo bautismo.
Inmediatamente después comienza el bautizado a ser reo de todo lo que se
le perdonó de los días, de las horas, de los momentos anteriores, pues todo
eso regresa.
EL MISMO, LIB. IV: Así, el bautizado en la herejía en el nombre de la
santa Trinidad, sin embargo, no se hace templo de Dios, si no se aparta de
la herejía, o de la servidumbre de los ídolos.
Y TAMBIÉN: El pérfido y blasfemo, si permaneciere en su perfidia y
blasfemia, no recibe la remisión de los pecados ni fuera ni dentro de la
Iglesia. O si por la fuerza del sacramento la recibe en un instante del
tiempo, esa fuerza opera dentro y fuera, como que es la fuerza del nombre
de Cristo, que operaba también externamente la expulsión de los
demonios.
EL MISMO, SOBRE LAS PALABRAS DEL SEÑOR, TRATADO XI:
No puede decirse que está en la Iglesia, es decir, que pertenece a la Iglesia
del Espíritu el que se une a Cristo sólo con una unión corporal y corazón
fingido. El Espíritu Santo evita la ficción.
EL MISMO, SOBRE LA MEDICINA DE LA PENITENCIA: Todo el
que ya posee el arbitrio de su voluntad, al acercarse al sacramento de los
fieles, si no se arrepiente de su vida anterior, no puede empezar una vida
nueva. De esta penitencia al ser bautizados sólo están libres los párvulos,
porque todavía no tienen libre albedrío.
Y TAMBIÉN: De los demás hombres ninguno se une a Cristo para
empezar a ser lo que no era si no se arrepiente de lo que ha sido. Esta
penitencia se prescribe cuando dice Pedro: Haced penitencia y sea
bautizado cada uno de vosotros.
EL MISMO, SOBRE LA UTILIDAD DE HACER PENITENCIA: Al
bautismo de Cristo, en el que se borran todos los pecados, nadie accede
bien si no es haciendo penitencia de su vida anterior. Nadie elige una vida
nueva si no se arrepiente de la anterior.
JERÓNIMO, AL DIÁCONO SABINO QUE HABÍA CAÍDO: Nada
repugna tanto a Dios como el corazón impenitente. Es el único crimen que

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no puede obtener perdón.
EL MISMO. SOBRE EZEQUIEL: Y el agua no se derrama para
salvación. Esto puede entenderse no sólo de los herejes sino también de los
eclesiásticos que no reciben el bautismo saludable con plena fe, de los
cuales debe decirse que reciben el agua pero no el Espíritu, como Simón
Mago que fue bautizado con agua pero de ningún modo para su salvación.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS, LIB. II:
Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, estáis revestidos de Cristo.
Esto demuestra cómo renacemos en Cristo por la fe. Si los que fueron
bautizados en Cristo se revistieron de Cristo, es manifiesto que los que no
están revestidos de Cristo no fueron bautizados en Cristo. A aquellos que
consideraban ser fieles y haber recibido el bautismo de Cristo, se les dice:
Revestíos de Cristo. Si alguien sólo recibe el baño del agua no por eso está
revestido de Cristo. Simón había recibido el baño verdadero del agua pero
no tenía al Espíritu Santo y por eso no estaba revestido de Cristo. Los
herejes e hipócritas y los que viven sórdidamente parece que reciben el
bautismo pero no sé si tienen la vestidura de Cristo. Consideremos, por lo
tanto, si tal vez incluso entre nosotros haya alguien que no tenga la
vestidura de Cristo y por eso se argumente que si fue bautizado en Cristo.
EL MISMO, SOBRE MATEO, LIB. IV: Marchando, enseñad a todas
las gentes, bautizándolas. Primero enseñan luego las ponen en el agua. No
puede suceder que el cuerpo reciba el sacramento del bautismo si antes el
alma no recibió la verdad de la fe.

Q. 112: Que una sola inmersión en el bautismo es suficiente. Y lo


contrario

CONCILIO DE TOLEDO, IV, CAP. VII: Para evitar el escándalo de los


cismáticos y herejes conservemos el uso de una inmersión simple en el
bautismo.
GREGORIO, AL OBISPO LEANDRO: Sobre la triple inmersión en el
bautismo nada puede responderse con más certeza que lo que vosotros
mismo pensasteis: porque para una única fe en nada obsta una costumbre
diversa en la Iglesia. Dado que en tres subsistencias hay una sola sustancia,
no puede reprobarse que un infante en el bautismo sea sumergido tres
veces o una sola puesto que entren inmersiones puede designarse la

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trinidad de personas y en una sola, la singularidad de la divinidad. Pero
como ahora un infante es sumergido tres veces aun por los herejes, juzgo
que no lo debéis hacer vosotros, no sea que al enumerar las inmersiones se
divida a la divinidad, pero los que hacen lo que venían haciendo pueden
gloriarse de esa costumbre. Nosotros, al sumergir tres veces, señalamos el
misterio de la sepultura de tres días y cuando el infante es retirado del agua
por tercera vez expresamos la resurrección del día tercero. Si alguien
también estima hacerlo como veneración de la suma Trinidad esto
tampoco obstaculiza el realizar una sola inmersión, porque siendo una sola
sustancia con tres subsistencias, no puede reprobarse que en el bautismo se
sumerja al infante una o tres veces cuando con tres inmersiones se señala
la trinidad de las personas y con una sola, la singularidad de la divinidad.
HAIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS:
Cipriano era muy razonable cuando sumergía una sola vez a los párvulos
en el bautismo, porque lo que comprendía lo aplicaba con diligencia en
una abundancia de buenas obras; más tarde tuvo mejor sentido aún cuando,
habiendo sido advertido, sumergía por tres veces.

Q. 113: Que el bautismo también es suficiente sin el sacramento del altar.


Y lo contrario

BEDA, EN LA HOMILÍA SOBRE LA CIRCUNCISIÓN DEL


SEÑOR: El bautismo confiere tanta gracia que si el que sale de la fuente
bautismal llega a morir, sin dilación de tiempo, penetra en el Cielo.
HAIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS,
DONDE ESTÁ ESCRITO: Justificados gratuitamente por su gracia: por
la redención con la que Cristo nos redimió con su sangre, y por la fe y el
agua del bautismo por las que cada uno renació, si muriera inmediatamente
después, se salvará en la vida. Pero si vive, deberá adornar su fe con obras,
porque la fe sin obras es muerta.
AGUSTÍN, SOBRE LA FE, A PEDRO: Debes creer firmemente y sin la
menor duda que para los párvulos que no pueden creer por propia
voluntad, ni hacer penitencia por el pecado que se acarrea originalmente,
el santo bautismo que por razón de edad les basta para la salvación, aunque
no puedan comprender esas cosas.

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EL MISMO, SOBRE EL BAUTISMO, A MARCELINO: A los que
preguntan cómo pueden los párvulos arrepentirse del pecado original,
siendo todavía inocentes de pecados propios, se responde: Si se dice que
son fieles por las palabras de quienes los llevan ¿por qué no se
considerarán también penitentes cuando por sus labios renuncian al diablo
y a este siglo?
Y TAMBIÉN: Nadie puede acceder ritualmente a la mesa del Señor sino
el bautizado.
Y TAMBIÉN: Si no comiereis mi carne y bebiereis mi sangre no tendréis
vida en vosotros. ¿Qué más buscamos? ¿Qué puede responderse a esto
sino lanzarse con pertinacia contra la constancia de la verdad perpetua? ¿O
tal vez alguien se atreverá a decir que a los párvulos esta sentencia no les
corresponde y pueden tener vida en sí sin participar de este cuerpo y
sangre, porque no dice el que no comiere, como del bautismo, si no
renaciere, sino que dice si no comiereis hablándoles a los que podían oír y
entender, cosa que no pueden hacer los párvulos? Pero el que dice esto no
aclara al decir que si todos no comen de este cuerpo y beben de esta sangre
no pueden tener vida; en vano entiendes que se refiere a los mayores de
edad. Si no atiendes a la voluntad sino sólo a las palabras, también puedes
entender que eso puede haber sido dicho sólo para los presentes.
Y TAMBIÉN: El pan que yo daré es mi carne por la vida del siglo.
¿Quién duda que por siglo se deben entender los hombres que nacen en
este mundo? Por eso también a los párvulos les fue dada la carne para la
vida del mundo y si no comieren la carne del hijo del hombre tampoco
ellos tendrán la vida.
Y TAMBIÉN: Cuando esta gracia le llega a otro, y no le llega a él, puede
estar oculta, pero no ser injusta. Porque no en vano se ha dicho: Tus juicios
son como un gran abismo. Y ante la inmensidad de este abismo, con terror
exclama el apóstol: ¡Oh profundidad de la sabiduría y ciencia de Dios!
Y TAMBIÉN: Los cristianos púnicos no lo llaman nada más que
salvación y al sacramento del cuerpo, nada más que vida. Es por eso que,
como creo, a no ser por una antigua tradición apostólica, los que tienen el
tránsito de la Iglesia de Cristo, fuera del bautismo y la participación en la
mesa del Señor, no sólo al reino de Dios pero ni a la salvación y la vida
eterna pueden llegar. Esto lo atestigua la Escritura. Pues ¿qué otra cosa
piensan los que al bautismo lo llaman salvación sino en aquello que se

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dijo: nos hizo salvos por el baño de la regeneración, y en lo que dice
Pedro: así en forma semejante nos hizo salvos por el bautismo? ¿Por qué
otra cosa al sacramento de la mesa lo llaman vida sino porque se dijo: Yo
soy el pan vivo que bajó del Cielo y el pan que yo daré es mi carne por la
vida del mundo, y si no comiereis la carne del hijo del hombre y bebiereis
su sangre no tendréis vida en vosotros? Si, por lo tanto, hay en concierto
tantos y tan valiosos testimonios divinos, nadie puede esperar ni la
salvación ni la vida sin el bautismo y sin el cuerpo y la sangre del Señor, y
es en vano que sin ellas se les prometan a los párvulos.

Q. 114: Que en el bautismo de Juan se perdonaban los pecados. Y lo


contrario

AGUSTÍN, CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y DE LA NUEVA


LEY, CAP. XVIII, SEGUNDA PARTE: El bautismo de Juan no cesó
sino que se le añadió lo que le faltaba. Juan sólo bautizaba; no les daba el
Espíritu Santo a los creyentes, como dice él mismo sobre el salvador: Yo
os bautizo con agua para la penitencia, él os bautizará con el Espíritu
Santo, es decir, por mí se da el perdón de los pecados pero no se da el
Espíritu Santo para que los hijos de Dios estén purificados; esto es
reservado para el salvador y no serán hijos de Dios si no reciben el Espíritu
Santo de parte del Hijo. El bautismo de Juan se amplió, no se eliminó.
DEL SERMÓN DE CRISÓSTOMO SOBRE EL DEGÜELLO DE
SAN JUAN: Herodes lo capturó a Juan y lo encadenó. El que había roto
los vínculos de los pecados, es atado con los vínculos de un pecador para
que vencido el perdón no quede ya lugar para él.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS: No
solamente quiero aprender de vosotros, etc. A los que habían sido no
sumergidos sino ensuciados con un bautismo adúltero bajo el nombre del
bautismo de Juan, Pablo ordenó que fuesen bautizados en nombre de la
Trinidad.
GREGORIO, XX HOMILÍA, LIB. I: Y vino por toda la región del
Jordán, predicando el bautismo de penitencia para remisión de los pecados.
Es claro para todos los lectores que Juan no sólo predicaba el bautismo de
penitencia sino que incluso se lo dio a algunos. Sin embargo, no pudo dar
su bautismo para remisión de los pecados. La remisión de los pecados sólo

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se da en el bautismo de Cristo. Debe notarse lo que se ha dicho:
predicando el bautismo de penitencia para remisión de los pecados, porque
el bautismo que borraría los pecados, lo predicaba y no podía darlo, así
como el Verbo del Padre encarnado era anterior a la predicación, así el
bautismo de penitencia con el que se borran los pecados, era precedido por
su bautismo, con el que no podían borrarse; y su palabra precedía la
presencia del redentor y su bautismo era como una sombra de la verdad.

Q. 115: Que todavía nada hay definido sobre el origen del alma. Y lo
contrario

AGUSTÍN, RETRACTACIONES, LIB. I: Y en otro lugar dice sobre el


alma: Regresará con más seguridad al Cielo. Diría con más seguridad que
irá y no que regresará, por causa de aquellos que juzgan que las almas
humanas caídas del Cielo por causa de sus pecados están detenidas en
estos cuerpos. Por eso dije al Cielo, como si dijera, hacia Dios, que es su
creador, como no dudó en decir el bienaventurado Cipriano: Poseemos el
cuerpo de la Tierra, pero el espíritu, del Cielo. Y en el libro del Eclesiastés
está escrito: Regrese el espíritu a Dios, que lo dio. Lo que debe entenderse
para que no desoigamos al Apóstol, que dice que los todavía no nacidos
nada hicieron de bien o de mal. Sin controversia alguna Dios mismo es
cierta región de felicidad del alma, que él no engendró de sí mismo, sino
que la hizo de la nada. Por lo que se refiere a su origen, si procede de aquel
único que fue creado o si cada una se hace para cada uno; eso no lo sabía
ni lo sé aún.
GREGORIO, A SECUNDINO, SIERVO DE DIOS, DE CLAUSURA:
Ha habido una no pequeña investigación entre los santos padres sobre el
origen del alma. Si desciende a Adán o se le da a cada uno permaneció
incierto; confesaron que esa cuestión era insoluble en esta vida. Es una
cuestión muy seria y el hombre no puede resolverla. Si el alma nace con la
carne de la sustancia de Adán ¿por qué no muere también con la carne? Y
si no nace con la carne, ¿por qué se mantiene sujeta a los pecados en esa
carne que recibió de Adán? Esto es incierto y aquello no es incierto,
porque si el hombre no renace por la gracia del sagrado bautismo, toda
alma original está ligada por los vínculos del pecado. Por eso está escrito:
nadie está limpio en su presencia, ni siquiera el niño de un día sobre la
Tierra. Y David dice: Fui concebido en iniquidades.

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DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA: se me dio un alma buena, y siendo
bueno, vine a un cuerpo sin mancha.
DE LA CEREMONIA DE LOS MUERTOS, DIRIGIDO A DIOS:
Para que recibas con suavidad y dulzura el alma que regresa a ti.
DEL LIBRO DE JERÓNIMO A AGUSTÍN, QUE COMIENZA ASÍ
“TODO LO DEMÁS QUE PERTENECE A LA FE”: Ciertamente, lo
que es eclesiástico, según las palabras del salvador: Mi padre obra hasta el
momento y yo también obro; y lo de Isaías: que forma el espíritu del
hombre en sí mismo; y en los salmos: que forja en cada uno sus corazones;
según esto: ¿fabrica Dios diariamente las almas y no cesa de ser creador?
EL MISMO: Los que dicen que las almas existieron antes que los
nacimientos y no que se crean cada día por Dios para el cuerpo según el
ejemplo del primer hombre, sea anatema.
AMBROSIO, LIBRO II SOBRE CAÍN Y ABEL: Se inserta en este
lugar el dogma de la incorrupción del alma, porque está en esa vida
verdadera y feliz, en la cual cada uno vive feliz con los suyos, con mayor
pureza y felicidad por haber depuesto nuestra alma el envoltorio de esta
carne, liberada de esta especie de cárcel corporal volando hacia ese lugar
superior desde este lugar donde gemía con dolores en las vísceras del
cuerpo.
GENADIO, SOBRE EL DOGMA CRISTIANO: Decimos que las almas
de los hombres no fueron creadas desde el principio junto con las otras
naturalezas intelectuales; como afirma Orígenes, si se originan con los
cuerpos por el coito, como afirman los luciferianos, Cirilo y algunos
latinos; como si fuese una consecuencia natural; nosotros decimos que por
la cópula en el matrimonio se siembran, pero que se forma por el juicio de
Dios y que una vez formado el cuerpo, Dios crea el alma y la infunde en
él, para que el hombre viva constando de alma y cuerpo; creemos que sólo
el creador conoce la creación del alma.
Y TAMBIÉN: El alma humana no muere con la carne porque, como se
dijo, es sembrada con la carne pero, formado el cuerpo en el vientre de la
madre, es creada e infundida por obra de Dios.
HILARIO, SOBRE EL SALMO CXXIX: Haciendo Dios al hombre a su
imagen, lo compuso con una naturaleza terrestre y otra celestial. A saber,
con un alma y un cuerpo; y primeramente hizo el alma con una obra única

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y para nosotros incomprensible de su poder. Pues cuando hizo el hombre a
imagen de Dios, no es el cuerpo lo que hizo. El Génesis enseña que mucho
después que el hombre estaba hecho a imagen de Dios, fue formado el
cuerpo con polvo de la tierra; luego fue hecho nuevamente como un alma
viviente por inspiración de Dios, uniendo por una cierta inspiración la
naturaleza terrena con la celestial.
AGUSTÍN, SOBRE LA FE, A PEDRO: Creemos que una vez formado
el cuerpo el alma es creada e infundida para que el hombre viva en el útero
constando de alma y de cuerpo.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
DE LA NUEVA LEY, CAP. XXIII: Creo que es deshonesto afirmar que
las almas se generan y que nazca un alma de otra alma. Porque si el alma
existiera de otra alma con el semen, entonces todos los días se perderían
muchas almas con el flujo de semen.
Y TAMBIÉN: Esto manifiestamente lo declara Moisés cuando dice: Si
alguien golpeara a alguna mujer embarazada y esta aborta cuando el
cuerpo ya está formado, entregará alma por alma: si aun no estaba
formado, será multado con dinero, declarando abiertamente que no había
un alma antes de la forma.
Y TAMBIÉN: Consideremos cómo fue hecho Adán. En Adán se dio el
ejemplo para que se entienda que una vez formado el cuerpo recibió el
alma. Podía haber mezclado el alma con el limo de la tierra y así formar el
cuerpo. Pero era menester preparar primero la casa y luego introducir el
alma como ocupante.
EL MISMO, SOBRE LA CANTIDAD DEL ALMA: El alma fue hecha
a semejanza de Dios, porque Él la hizo inmortal e indisoluble de la nada.
Y TAMBIÉN: Así como los elementos puros no tienen otras cosas
subyacentes ni en acto ni en la naturaleza de lo que se componga
naturalmente, así tampoco el alma.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE EL ORIGEN DEL ALMA: El
alma no procede de Dios sino que es creada por Él de la nada.
Y TAMBIÉN: Si no fue hecha de ninguna otra cosa, sin duda fue hecha
de la nada, pero por él.

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EL MISMO, A JERÓNIMO: Sabes que cada alma es hecha al instante
por Dios para cada uno que nace.
EL MISMO, A OPTATO: El bienaventurado Jerónimo, siguiendo al
mártir Victorino y a la mayoría de los católicos, expuso que más bien ha
de creerse que las almas son hechas y no que se propagan; y añade que el
occidental solía sostener la propagación.
EL MISMO Y AL MISMO: Los que con una desconsiderada temeridad
defienden la propagación.
EL MISMO AL MISMO: ¿Quién prefiere entender eso: que todas las
almas salieron del cuerpo de los progenitores, de modo que también se
entienda que sólo los cuerpos salieron del seno de los padres?
EL MISMO, NUEVAMENTE SOBRE LA EPÍSTOLA A
JERÓNIMO, HABLANDO DE LO MISMO: Desearía que esta opinión
fuese verdadera; si es verdadera, como tú la defiendes con tanta firmeza.
Porque lo que se dijo: que el espíritu regresa al Señor que lo dio, no
confirma esta sentencia que deseamos considerar nuestra.
EL MISMO, AL MISMO, SOBRE LO QUE SE DICE QUE DIOS
DESCANSÓ DE TODA OBRA EL DÍA SÉPTIMO: Creando cada alma
para cada uno que nace no se dice que haga otra cosa distinta de lo que
había hecho antes. Pues ya había hecho al hombre; ahora no hace algo
creando lo que ya no era sino multiplicando lo que ya existía.
EL MISMO, SOBRE EL GÉNESIS A LA LETRA: Si se pregunta de
dónde tuvo Cristo el alma, preferiría decir que desde Adán y no de Adán.
Y TAMBIÉN: El que anima las carnes en los úteros de las madres para
que nazcan.
REMIGIO, SOBRE EL SALTERIO: ¿Señor, cuándo has de mirar?
Salva mi alma de sus iniquidades; sálvala de los leones a la única. Se llama
única al alma de Cristo, que nació únicamente de una virgen, que fue
conservada únicamente que fue única en resucitar y en ascender a los
cielos.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. I, CAP. XII: Creemos que
el alma no existe antes de que se forme el cuerpo pero es creada
juntamente con el cuerpo cuando este se forma.

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Q. 116: Que los pecados de los padres repercuten en los hijos. Y lo
contrario

ORÍGENES, SOBRE EL ÉXODO, HOMILÍA VIII: Cuando somos


aconsejados por el diablo para pecar, recibimos su semilla; cuando lo
ponemos por obra, entonces ya nos engendró. Cuando pecamos pocas
veces sucede que lo hagamos sin un ayudante, como si se tratara de uno
solo según el orden de persuasión son generados por el padre diablo como
progenie de un nacimiento culpable. Veamos ahora, según esta progenie
que hemos mencionado, como Dios culpa a los hijos por los pecados de
los padres, hasta la tercera y cuarta generación; pero no castiga a los
padres por los hijos. Pues no dijo nada sobre los padres. El diablo no será
limpio en este siglo y no será corregido ni castigado por un pecado. Todo
esto para él está reservado para el futuro. Por eso él, sabiendo cuál era el
tiempo establecido para sus penas, le decía al salvador: ¿Por qué viniste a
atormentarnos antes de tiempo? Los pecados repercuten en los hijos, es
decir, en aquellos que engendró por el pecado. Los hombres mientras están
en la carne son corregidos por el Señor para que se arrepientan; por tanto
benignamente el Señor hace pasar los pecados de los padres a los hijos,
porque los padres, es decir, el diablo y sus ángeles no son dignos de ser
corregidos en este siglo y sus hijos reciben la carga de lo que ellos
hicieron; para que las purgaciones se trasmitan al futuro y el diablo y sus
socios no son castigados. Por lo cual dice: Visitaré los pecados de ellos en
los tormentos. Pero no retiraré de ellos mi misericordia.
EL PROFETA EZEQUIEL: Y la palabra del Señor llegó hasta mí
diciendo: Qué es lo que decís y que se convirtió en proverbio en la tierra
de Israel: Nuestros padres comieron uvas agrias y los dientes de los hijos
se entumecen.
JERÓNIMO, SOBRE ESTE SITIO: Nos advierte aquello que fue dicho
en el Éxodo: Yo soy un Dios celoso, que devuelvo los pecados de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación a quienes me
odiaron, y tengo misericordia por mil a aquellos que me aman; y
nuevamente: señor Dios, compasivo, paciente y de gran misericordia, etc.
Que devuelve las iniquidades de los padres sobre los hijos y los hijos de
los hijos hasta la tercera y cuarta generación, debe tomarse como una
parábola y un proverbio, de modo que una cosa suena en las palabras y
otra lo que es el sentido. Y nosotros hasta hoy creíamos que no era una
parábola sino una simple sentencia y nos parecía escandaloso lo que

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resultaba una injusticia de Dios que alguien pecase y otro fuese cargado
con la culpa. Según lo que sigue: para los que me odiaron, se resuelve el
escándalo de su amenaza. No son castigados porque delinquieron sus
padres, ya que estos padres deberían ser castigados sino porque de esos
padres surgieron pecadores y odiaron a Dios con un mal hereditario; eran
una rama de tal raíz.
Y TAMBIÉN: Responderemos que también acá se demuestra la
clemencia del creador. No es por causa de truculencia y severidad el tener
ira hasta la tercera y cuarta generación sino una señal de misericordia por
diferir la pena del pecado. Porque dice: el señor Dios, misericorde y
misericordioso, paciente y lleno de compasión, y añade: que devuelve las
iniquidades de los padres sobre los hijos y los hijos de los hijos: esto
indica que es tanta su misericordia que no castiga al instante sino que
difiere la sentencia de la pena.
Y TAMBIÉN: Está escrito en los Proverbios: Como la uva amarga es
dañosa para los dientes, y el humo para los ojos, así son los inicuos que la
usan. Por lo que es evidente que no les duelen los dientes o se enceguecen
otros sino los que comen la uva amarga. El sentido es este: Así como si
alguien dice que sus padres comieron uvas amargas y los dientes de los
hijos tuvieron dolor, eso sería ridículo y sin sentido, así también es inicuo
y perverso decir que los padres pecan y los hijos son atormentados.
Y TAMBIÉN: Hay quienes lo que está escrito sobre retribuir las
iniquidades de los padres sobre los hijos hasta la tercera o cuarta
generación lo refieren al alma humana, diciendo que el padre recibe algo
pequeño en cuanto al incentivo de los vicios, que el hijo, si concibe un
pensamiento pecaminoso, el nieto, si es que comete algo con pensamiento
o con obra, el bisnieto, es decir, la cuarta generación, si no sólo hace lo
que es malo sino que se gloria en los pecados de sus mayores, según lo que
está escrito: El impío, cuando llega a lo profundo de los males, Dios, por
lo tanto, a los primeros y segundos estímulos de los pensamientos, sin los
cuales no puede estar ningún hombre, no los castiga, sino si alguien decide
hacer lo que pensó o no quiere corregir con penitencia lo que hizo.
Y TAMBIÉN: Para prueba de esto, es decir, de que de ninguna manera el
primer impulso del pensamiento es castigado por Dios, sino si llevas a
cabo lo que has concebido en la mente, tienes lo del Génesis: Cam pecó
por burlarse de la desnudez de su padre, pero la sentencia de su burla no la

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recibió él sino su hijo Canaán. Maldito, dijo, Canaán; será siervo de sus
hermanos; parece que esta sentencia no es justa.
Y TAMBIÉN: Baste haber dicho esto del proverbio o de la parábola. Si
alguien puede encontrar un sentido mejor, que quite el escándalo de la
contradicción entre los testimonios, deberíamos someternos a esa
sentencia.
Y TAMBIÉN: Vivo yo, dice el Señor, si esta parábola será proverbio en
Israel. El alma que pecare, morirá. La parábola no es sobre Israel, sino
sobre los que no tienen noticia de Dios, ni pueden ver la verdad.
Y TAMBIÉN: Así como los pecados de los hijos no dañan a los padres,
así los pecados de los padres no redundan en los hijos.
DEL LIBRO DE JOB: Dios guardará para los hijos el dolor del padre y
cuando este vuelva, entonces lo sabrá.
GREGORIO, MORALES, LIBRO XV: Sabemos lo que está escrito: El
que hace redundar los pecados de los padres en los hijos y nietos hasta la
tercera y cuarta generación. Y también está escrito; el alma que pecó, esa
misma ha de morir. Transmite los pecados de los padres a los hijos,
mientras que por la culpa del progenitor el alma de la prole se mancha con
el pecado original. Y el pecado no vuelve, porque cuando somos liberados
de él por el bautismo ya no tenemos culpas de los padres sino las que
nosotros cometemos. Por otra parte, el que imita la iniquidad de un mal
padre, es también reo de ese mismo pecado. Por eso sucede que un hijo
inicuo de un padre inicuo no sólo tiene que dar cuenta de sus pecados sino
también de los del padre, dado que no tiembla en añadir su propia malicia
a los vicios del padre que el Señor airado no ignora.
Y TAMBIÉN: El alma que pecó, ella misma morirá porque algunas veces
en la carne los hijos también perecen por el pecado de los padres. Borrado
el pecado original nada queda en el alma de la maldad de los padres.
Y TAMBIÉN: Un padre inicuo muchas veces es castigado en los hijos,
para quemarse más intensamente; porque por las penas de los hijos la
mente de los padres sufre inicuamente.
Y TAMBIÉN: Se dice rectamente hasta la tercera y cuarta progenie
porque los hijos pueden ver hasta esa tercera y cuarta progenie e imitarla, y
hasta allí se extiende por último los que vieron los males que seguirían.

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Q. 117: Que el sacramento del altar es esencialmente la verdad misma del
cuerpo y la sangre de Cristo

HILARIO, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. VIII: El Padre en Cristo y


Cristo en nosotros nos hacen ser una sola cosa en ellos. Si Cristo asumió
verdaderamente carne de nuestro cuerpo y Cristo es verdaderamente
hombre, y si nosotros en el sacramento verdaderamente tomamos la carne
de su cuerpo, (y así somos una sola cosa porque el Padre está en él y él en
nosotros) ¿cómo se afirma la unidad de la voluntad, dado que la propiedad
natural por el sacramento es el sacramento de la unidad perfecta? No es
propio del sentido humano o de este siglo hablar de estas cosas, ni
molestar a la sensatez ajena o la perversidad de la inteligencia impía con
violencia o con desvergonzada predicación de las cosas celestiales. Sobre
la verdad natural de Cristo en nosotros, si no lo aprendemos de él,
hablaremos necia e impíamente. Pues él dice: mi carne verdaderamente es
alimento y mi sangre verdaderamente es bebida. El que come mi carne y
bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Sobre la verdad de la carne y
la sangre no queda lugar para la duda. Por la afirmación del mismo Señor
y nuestra fe, verdaderamente es la carne y verdaderamente es la sangre.
Habiendo comido la carne y bebido la sangre esto hace que Cristo esté en
nosotros y nosotros en él. Pues está él en nosotros por la carne. Que por el
sacramento de la comunión de la carne y la sangre estamos en él, lo
atestigua diciendo: vosotros me veis porque yo vivo y vosotros vivís; en
un tiempo yo estaré en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. Si sólo
se tratara de la unidad de la voluntad, ¿por qué se expuso un cierto grado y
orden de una idea consumada, sino porque está él en el Padre por
naturaleza de la divinidad, y nosotros, por el contrario, en él por su
nacimiento corporal y él nuevamente en nosotros por el misterio del
sacramento? Y así se produce una perfecta unidad al permanecer nosotros
en él y él en el Padre, y permaneciendo en el Padre permanece en nosotros,
y así llegamos a la unidad porque Él permanece naturalmente en el Padre
por el nacimiento y nosotros naturalmente en él y él naturalmente en
nosotros. Que esta unidad natural esté en nosotros él mismo lo atestigua:
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Y no
estará en él sino aquel en el cual él esté; tendrá en sí su carne asumida el
que reciba la de él.
Y TAMBIÉN: Así como a mí me envió el Padre viviente, yo vivo por el
Padre, y el que comiere mi carne, vivirá por mí. Como él vive por el Padre,

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del mismo modo nosotros vivimos por su carne. Esta es causa de nuestra
vida porque podemos tenerla en nosotros por la carne de Cristo, viviendo
por él en la misma condición en la que él vive por el Padre. Y si nosotros,
según la carne, naturalmente vivimos por él, es decir, asumiendo la
naturaleza de su carne, ¿cómo no tendrá naturalmente al Padre según el
espíritu viviendo él por el Padre?
Y TAMBIÉN: Hemos recordado estas cosas porque los herejes han
mentido sobre la unidad entre el Padre y el Hijo y usaban como ejemplo
nuestra unidad con Dios, como que nosotros con el Hijo y por el Hijo con
el Padre sólo unidos por un vínculo de voluntad religiosa y por ninguna
propiedad de una comunión natural de la carne y la sangre. Debe
sostenerse el misterio de una verdadera y natural unidad pues se nos dio
por el honor del Hijo un hijo permanente carnalmente para nosotros, y
nosotros estamos unidos en él corporal e inseparablemente.
EL MISMO: El cuerpo de Cristo, que se recibe desde el altar, es una
figura mientras exteriormente se ven el pan y el vino; pero la verdad es que
se cree que son el cuerpo y la sangre de Cristo.
DEL SÍMBOLO DE ÉFESO: Necesariamente añadimos lo siguiente.
Celebramos en las iglesias un servicio de un sacrificio incruento y nos
santificamos siendo partícipes del santo cuerpo y la preciosa sangre de
Cristo, no por recibir una carne común ni como varones santificados y
unidos por el Verbo, según la unidad de la dignidad, sino por una
verdadera y propia vivificación del mismo Verbo. Existiendo Dios
naturalmente por la vida porque está unido a su propia carne, anunció que
ella es vivificante, y por eso, aunque diga que él no come la carne del hijo
del hombre, etc., sin embargo, no debemos considerar que ella es la de un
solo hombre, (¿cómo podría ser vivificante la carne de un hombre?) si no
como hecha propia por él.
Y TAMBIÉN: Si se cree que se hizo carne, más todavía que fue un
hombre animado con un alma racional.
AMBROSIO, EN EL LIBRO SOBRE LOS OFICIOS: Debemos
aspirar a aquellas cosas en las que haya perfección y verdad. Aquí hay una
sombra y una imagen, allá está la verdad en las cosas celestiales. Antes se
ofrecía un cordero, ahora se ofrece Cristo como hombre, como receptor de
la pasión y él se ofrece como sacerdote para perdonar nuestros pecados.

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Aquí, en imagen, allá en la verdad, allá junto al Padre interviene como
abogado por nosotros.
EL MISMO, SOBRE LOS SACRAMENTOS, LIB. I: Afirmo que los
sacramentos de los cristianos son más divinos y más puros que los de los
judíos.
Y TAMBIÉN: Escucha lo que digo, que los misterios de los cristianos son
anteriores a los de los judíos. Melquisedec ofreció pan y vino. Entiende,
por lo tanto, que estos sacramentos que recibes son misterios anteriores a
los sacramentos de Moisés y que el pueblo de los cristianos comenzó antes
que el de los judíos; nosotros, en la predestinación; ellos, en el nombre.
Y TAMBIÉN: Este pan es pan antes de las palabras de los sacramentos.
Cuando se produce la consagración el pan se hace la carne de Cristo.
¿Cuáles son las palabras y las expresiones de la consagración? Las del
señor Jesús, porque las demás son de alabanza a Dios; en la oración se
pide por el pueblo, por los reyes, por todos. Cuando se llega al momento
de la confección del sacramento ya no se usan palabras propias, sino las de
Jesucristo. Por eso son las palabras de Cristo las que hacen el sacramento.
Las palabras de Cristo, por las que todo fue hecho. Dios lo ordenó y se
hizo el cielo, la Tierra, los mares y toda criatura. Por lo tanto, si hay tanta
fuerza en las palabras del señor Jesús, que comienzan a existir cosas que
no existían, cuanto más serán eficaces para que cosas que ya eran se
cambien en otras.
Y TAMBIÉN: La palabra de Cristo cambia cuando quiere las estructuras
de la naturaleza, y ante todo tomemos ejemplo de su generación. ¿Ves que
contra la institución y el orden de la naturaleza un hombre nació de una
virgen?
Y TAMBIÉN: Si las palabras celestiales obran en otras cosas, ¿no obrarán
en los sacramentos celestiales? Has sabido que el pan se hace el cuerpo de
Cristo, y que el vino con agua se pone en el cáliz y se hace sangre por la
consagración de la palabra celestial. Pero tal vez digas que no ves la
especie de la sangre. Pero tiene una semejanza. Así como has asumido la
semejanza de la muerte, así bebes la semejanza de la sangre, de modo que
no te horrorice la sangre. Sabes que lo que has recibido es el cuerpo de
Cristo. ¿Quieres saber con qué palabras celestiales se consagra? Mira
cuáles son las palabras. Dice el sacerdote: Haz para nosotros esta oblación
escrita, racional, aceptable, que es figura del cuerpo y la sangre de Cristo

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que antes de su pasión tomó pan en sus santas manos miró al cielo, y a ti,
padre santo, omnipotente y eterno Dios y, dando gracias, lo bendijo, lo
partió y lo dio sus discípulos, diciendo: Tomad, etc.
Y TAMBIÉN: Las palabras son del evangelista hasta “Tomad”: desde allí
son de Cristo. Fíjate en cada una. Dice: Que antes de padecer tomó pan.
Antes de consagrarlo es pan. Cuando siguen las palabras de Cristo, es el
cuerpo de Cristo. Y antes de las palabras de Cristo en el cáliz hay vino y
agua. Cuando fueron pronunciadas las palabras de Cristo, se hace sangre.
Y TAMBIÉN: De Cristo, que es autor del cielo. El que comió el maná,
murió. El que comiere de este pan verá perdonados sus pecados y no
morirá nunca. Cuando pidas el cuerpo de Cristo, el sacerdote te dirá:
Corpus Christi. Y tú dices: Amén, es decir, es cierto. Lo que se confiesa
con la lengua, tendrá su efecto. Conoce cuán grande es el sacramento.
Mira lo que dice: Cuantas veces hiciereis esto, lo haréis en mi memoria. Y
el sacerdote dice: Y así recordarás su gloriosísima pasión y su resurrección
de los infiernos, etc. ¿Qué es más importante, el maná del cielo o el cuerpo
de Cristo? El cuerpo.
Y TAMBIÉN: En el cáliz se vierte vino y agua. Pero dice: ¿Cómo es que
Melquisedec ofreció pan y vino? ¿Qué significa añadir agua? Bebía de la
piedra; y la piedra era Cristo. No la piedra inmóvil que seguía al pueblo.
Bebe tú, para que te siga Cristo. Mira el misterio. Moisés, es decir, el
profeta. La vara, esto es, la palabra de Dios. El sacerdote, con la palabra de
Dios, toca la piedra, fluye el agua y bebe el pueblo de Dios. El agua
echada en el cáliz fluye hasta la vida eterna.
Y TAMBIÉN “Y RECIBE MÁS”: De su costado manó agua y sangre,
agua para lavar, sangre para redimir. ¿Por qué del costado? Porque desde
donde fue la culpa, es la gracia. La culpa por la mujer, la gracia por Cristo.
Y TAMBIÉN: Oíste el salmo. Mira que es realmente apto para los
sacramentos celestiales: El Señor me apacienta y nada me faltará. Sobre el
agua de la refección, etc. Aunque camine en medio de las sombras de la
muerte, no temeré los males, porque tú estás conmigo. Tu vara, etc. La
vara es el poder, el báculo es la pasión. La deidad eterna de Cristo; la
pasión temporal. Aquella creó; esta redimió. Preparaste la mesa en mi
presencia, etc. y tu copa embriagadora que es preclara.

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Y TAMBIÉN: Siempre que bebes, recibes la remisión de los pecados y te
embriagas con el espíritu. Por eso dice también el Apóstol: No os
embriaguéis con vino si no llenaos con el Espíritu Santo.
Y TAMBIÉN: Preclara ebriedad, que causa la sobriedad de la mente.
Y TAMBIÉN: Hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, danos
el pan nuestro de cada día. Con la sangre de Cristo se pacificaron todas las
cosas, así en el Cielo como en la Tierra. Fue santificado el Cielo,
humillado el diablo, incluido el hombre a quien él engañó. Os dije antes
las palabras de Cristo que se dicen al ofrecer el pan y una vez
pronunciadas esas palabras el pan ya no es pan sino el cuerpo de Cristo.
Por eso dice en la oración dominical: nuestro pan. Dice pan, pero elusión,
supersustancial. Este pan no es el que va a cuerpo sino que brinda alimento
a nuestra alma. En griego se dice efiusión y en nuestra lengua pan
cotidiano. Si es cotidiano, ¿por qué lo consumes después de un año, como
acostumbran a hacer los griegos en Oriente? Recibe diariamente lo que
diariamente te aprovecha. Vive de tal modo que merezcas recibirlo todos
los días, como les ofrecía el santo Job a sus hijos.
Y TAMBIÉN: El que tiene una herida, busque una medicina. Si la tomas
todos los días, todos los días son hoy para ti. Si Cristo es hoy para ti, todos
los días resucita para ti. ¿Cómo? Tú eres mi hijo: yo hoy te engendré. Hoy,
por lo tanto, es cuando Cristo resucitó. Será también hoy. El mismo Señor
dice: Perdónanos nuestras deudas. ¿Qué son las deudas sino los pecados?
La deuda la recibiste del diablo; eras libre en Cristo y ahora eres deudor
del diablo. El enemigo tenía tu caución pero el Señor fue crucificado y con
su sangre la borró. Saldó la deuda, devolvió la libertad.
DEL LIBRO VI: Jesucristo es verdadero Hijo de Dios no como los
hombres que lo son por gracia si no como Hijo de la sustancia del Padre;
así es verdadera carne de Cristo, que recibimos, y es verdadera su sangre
que es nuestra bebida.
Y TAMBIÉN: Yo soy, dice, el pan vivo que descendí del Cielo. Pero la
carne no descendió del Cielo. ¿Cómo descendió del Cielo el pan vivo?
Porque el mismo señor Jesús es partícipe de la divinidad y de un cuerpo y
tú, que recibes la carne, participas en el alimento de su sustancia divina.
Y TAMBIÉN: Danos hoy el pan nuestro de cada día. Este es un pedido de
aquellas cosas que más se necesitan. Y perdona, dice, nuestras deudas. Por

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lo tanto, recibe cotidianamente y pide indulgencia todos los días por tu
deuda.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LOS MISTERIOS: Es verdaderamente
admirable el maná que Dios hizo llover sobre los padres. Por eso se dijo: el
hombre comió pan de los ángeles. Sin embargo, los que comieron ese pan,
todos murieron en el desierto. Pero este alimento que recibes, este pan vivo
que desciende del Cielo, suministra la sustancia de la vida eterna, y todo el
que lo comiere, no morirá nunca, porque es el cuerpo de Cristo. Considera
si es más importante el pan de los ángeles o la carne de Cristo. Aquel era
un maná del Cielo, este es de más arriba del Cielo. Aquel era del Cielo,
este es del Señor de los cielos. Aquel se corrompía si se lo guardaba para
el día siguiente; este está libre de toda corrupción y quien lo gustare
religiosamente no podrá sentir la corrupción. Para ellos manó agua de la
piedra, para ti, la sangre de Cristo. El judío bebe y tiene sed; si tú bebes, no
podrás tener sed; aquello estaba en la sombra, esto en la verdad.
Y TAMBIÉN: Mejor es la luz que la sombra, la verdad que la figura, el
cuerpo del creador que el maná del Cielo.
Y TAMBIÉN: Probemos no ser lo que formó la naturaleza sino lo que
consagró la bendición, y que es mayor la fuerza de la bendición que la de
la naturaleza, porque la misma naturaleza cambia con la bendición. Ves
que por la gracia profética dos veces cambió la naturaleza, en la serpiente
y en la vara.
Y TAMBIÉN: El sacramento que recibes se realiza por la palabra de
Cristo. Has leído sobre los elementos del mundo entero: él dijo y las cosas
se hicieron. La palabra de Cristo, entonces, que pudo hacer de la nada lo
que no existía ¿no puede hacer que cambien cosas que ya son en otras que
no eran?
Y TAMBIÉN: Una virgen generó fuera del orden de la naturaleza; y este
cuerpo que hacemos es de una virgen. ¿Por qué buscas un orden natural en
el cuerpo de Cristo, cuando el mismo Señor nació de un parto virginal,
fuera de la naturaleza? Es verdadera la carne de Cristo, que fue
crucificada, que fue sepultada, es verdaderamente el sacramento de su
carne. El mismo Señor exclama: este es mi cuerpo. Después de la
consagración es el cuerpo y es la sangre. Y tú dices: Amén, así es, es
verdad. Lo que dice la boca lo debe confesar en su interior la mente. Lo
que suena en las palabras, debe sentirlo el afecto.

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Y TAMBIÉN: En ese sacramento está Cristo, porque está el cuerpo de
Cristo. No es un alimento corporal, sino espiritual. Por eso dice el Apóstol:
Nuestros padres comieron un alimento espiritual. Pues el cuerpo de Dios
es un cuerpo espiritual; el cuerpo de Cristo es el cuerpo de un espíritu
divino.
EL MISMO, EN EL SERMÓN SOBRE ABEL Y CAÍN: Si crees que la
carne fue recibida de Cristo y ofreces su cuerpo transfigurado en los
altares, no distingas la naturaleza del Verbo y del cuerpo, ya que se te dice:
si lo ofreces con rectitud no lo dividas, para no pecar.
JERÓNIMO, A HEDIBIA: No nos dio Moisés el pan verdadero sino el
señor Jesús es él mismo el convidado y el banquete. El que come y el que
es comido.
EL MISMO, SOBRE MATEO: Tomad y comed, este es mi cuerpo.
Después de cumplir la Pascua típica y comer la carne del cordero con los
apóstoles, tomó pan, que conforta al hombre, y se pasa al verdadero
misterio de la Pascua y ofreciendo pan y vino como en la prefiguración de
Melquisedec, él presenta de verdad su cuerpo y su sangre.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LOS MIEMBROS DEL
SEÑOR: El sacerdote de Dios Padre se dice Hijo de Dios según la
humanidad, en la cual ofreció por nosotros un sacrificio aceptable a Dios,
siendo sacerdote y sacrificio.
AGUSTÍN, SOBRE LA UTILIDAD DE HACER PENITENCIA:
Entonces Pedro les anunció que debían adorar al que crucificaron, para
beber como creyentes la sangre que derramaron con crueldad.
EL MISMO, EN LA EPISTOLA A IRENEO: Aquel maná corpóreo ya
no es tan milagroso, porque vino lo que es perfecto. Perfecto es el pan del
Cielo, el cuerpo nacido de una virgen.
EL MISMO, EN LA HOMILÍA II SOBRE EL SALMO XXXIII: Se
llegaron los judíos a Jesús y lo crucificaron; lleguémonos nosotros a
recibir su cuerpo y su sangre.
Y TAMBIÉN: Verdaderamente es grande Dios y es grande su
misericordia, que nos dio a comer verdaderamente su cuerpo, en el que
tuvo tantos sufrimientos, y beber su sangre.

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EN LA HOMILÍA SOBRE EL SALMO XXVIII, A LOS JUDÍOS:
Estando ya seguros, bebed la sangre que derramasteis.
EN LA HOMILÍA SOBRE EL SALMO LXXV: La misma sangre que
derramaron por locura la bebieron por gracia.
EN LA HOMILÍA SOBRE EL SALMO XXVIII: Recibió la carne de la
carne de María, y dio esa misma carne para que se coma para salvación.
Pero nadie come esa carne si primeramente no la adora.
EL MISMO, EN EL SALMO XXXIII: David era llevado en sus manos.
Nadie es llevado en sus propias manos. No entendemos como se interprete
eso literalmente con respecto a David, pero lo encontramos en Cristo. Era
llevado Cristo en sus manos cuando entregando su propio cuerpo dice: este
es mi cuerpo. Era ciertamente su cuerpo llevado en sus manos.
EN LA HOMILÍA XXXI SOBRE JUAN: Estuvieron desesperados hasta
beber la sangre que habían derramado.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LAS SENTENCIAS DE
PRÓSPERO: Esto es lo que decimos y que de todas las formas posibles
tratamos de aprobar, que el sacrificio de la iglesia se hace en forma doble,
consta de dos cosas, una especie visible de elementos y de la carne y la
sangre invisibles del señor Jesucristo, el sacramento y la sustancia del
sacramento, así como la persona de Cristo consta de Dios y de hombre,
siendo Cristo verdadero Dios y verdadero hombre, porque esa sustancia
contiene en sí la naturaleza y la verdad de esas cosas de las que consta.
Hay pues un sacramento y una sustancia del sacramento, que es el cuerpo
de Cristo.
Y TAMBIÉN: Su carne, que recibimos cubierta por la forma del pan, y su
sangre, que bebemos bajo la forma y el sabor del vino, es el sacramento
que es carne de la carne y sangre de la sangre: por la carne y la sangre
invisibles, ininteligibles, espirituales, se significa el cuerpo visible y
palpable de Cristo, pleno de la gracia de todas las virtudes y de la majestad
divina.
Y TAMBIÉN: Así como el pan celestial, que es verdaderamente la carne
de Cristo, a su modo se llama el cuerpo de Cristo, siendo verdaderamente
un sacramento del cuerpo de Cristo, del que fue puesto en la cruz; y se
llama la inmolación de la carne, que se hace por manos del sacerdote, la
pasión de Cristo, su muerte, crucifixión, no en la verdad del hecho sino por

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el misterio que lo significa; así, el sacramento de la fe, por el que se
entiende el bautismo, es la fe.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO LIV: Los judíos comían como si
fuera del castigo del Señor, nosotros nos alimentamos de la cruz del Señor,
porque comemos su cuerpo. Tienen los impíos sus banquetes, los piadosos
bienaventurados comen y beben la justicia, etc.
EL PAPA LEÓN, EN EL SERMÓN SOBRE EL AYUNO DEL
SÉPTIMO MES: Puesto que dice el Señor: Si no coméis la carne del hijo
del hombre y no bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros, de este
modo debéis comulgar en la sagrada mesa sin tener la menor duda acerca
del cuerpo y la sangre de Cristo. Se toma por la boca lo que se cree por la
fe, y en vano dicen “amén” los que no creen en aquello que reciben.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA ENVIADA AL OBISPO
ANATOLIO: En la Iglesia de Dios, que es el cuerpo de Cristo, no son
aprobados los sacerdocios ni son verdaderos los sacrificios si no nos
purifica la verdadera sangre del cordero inmaculado en la propiedad de
nuestra naturaleza. Aunque está constituido a la diestra del Padre, se
realiza en el sacramento de la propiciación en esa misma carne que tomó
de una virgen.
EL MISMO, EN EL SERMÓN SOBRE LA PASIÓN DEL SEÑOR:
Le aplicó un suplicio al Hijo de Dios, derramó sangre justa, para que fuese
un premio y una bebida para reconciliar al mundo.
GREGORIO, EN LA HOMILÍA PASCUAL: Habéis aprendido no por
oírlo, sino al beberla qué es la sangre del cordero; esta sangre se pone
sobre ambos postes cuando no sólo con la boca del cuerpo sino también
con la boca del corazón.
EL MISMO, EN EL IV DE LOS DIÁLOGOS: Entonces será a favor
nuestro una verdadera hostia para Dios cuando nos transformemos
nosotros mismos en una hostia. Es verdadera carne de Cristo y verdadera
sangre de Cristo para los pecadores y para quienes las reciben
indignamente pero su esencia no es para salvación.
EUSEBIO EMISENO: La verdaderamente única y perfecta hostia debe
ser estimada por la fe y no por la apariencia exterior de la vista sino por el
afecto interior. Por lo que confirma la autoridad celestial que mi carne es
verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Quede, pues, lejos toda

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ambigüedad de falta de fe, porque el que es autor del don es también
testigo de la verdad. Porque el sacerdote invisible convierte con su palabra
las criaturas visibles en la sustancia de su cuerpo y de su sangre con
potestad secreta, diciendo: Tomad y comed, este es mi cuerpo. Y como
para ti no deba ser novedoso e imposible que cosas terrenas se conviertan
en la sustancia de Cristo, interrógate a ti mismo, etc.
DE LA PASIÓN DE SAN ANDRÉS, DICIÉNDOLE A EGEA: Siendo
verdaderamente sus carnes comidas en la tierra y bebida su sangre, él
continúa vivo e íntegro en el Cielo sentado a la diestra del Padre.
PREFIACIO DEL QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE LA
TEOFANÍA: Cada uno recibe al Cristo Señor y en cada porción está
entero, y no está disminuido para cada uno sino que está íntegro en cada
porción.
ANFILOQUIO, OBISPO DE ICONIO, SOBRE LA VIDA Y
MILAGROS DE SAN BASILIO: Obrando él ciertos misterios divinos,
un hebreo se mezcló entre el pueblo como siendo cristiano, deseando
comprobar el ministerio y la tarea de ese oficio, y vio que un infante se
partía en la manos de Basilio; se unió a los comulgantes y se le dio a él una
carne verdadera. Luego accedió al cáliz repleto de sangre, y se hizo
partícipe verdaderamente de él, y guardando restos de ambas cosas se
retiró a su casa y le mostró a su esposa y narró la confirmación de lo que
había visto con sus propios ojos. Creyendo verdaderamente que el misterio
de los cristianos era horrible y admirable, al día siguiente se llega a Basilio
y pide ser bautizado sin dilación y recibió el signo de Cristo. San Basilio lo
bautizó al punto con toda su familia creyente en el Señor.
DEL TRATADO DE LAS VIDAS DE LOS PADRES, SOBRE LA
CARIDAD, CAP. XXVI: Narró también esto el abad Daniel: Dijo nuestro
padre Arsenio de cierto anciano, que era grande en esta vida, pero era
simple en la fe y se equivocaba porque era idiota y decía que el pan que
tomamos no era verdaderamente el cuerpo sino una figura de él. Oyendo
esto dos ancianos sabios y sabiendo que este era de mucha edad pensaron
que hablaba con inocencia y simpleza acerca de eso, y le dicen: padre,
oímos la palabra de un infiel que dice que el pan que tomamos no es
naturalmente el cuerpo de Cristo si no una figura. El anciano les contesta:
Yo dije eso. Y ellos le rogaban: Nosotros creemos que el pan es el mismo
cuerpo de Cristo y el cáliz su sangre según la verdad y no según una

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figura. Cuando Dios plasmó al hombre a su imagen nadie puede decir que
no era imagen de Dios, aunque eso era incomprensible; y así cuando dijo
que el pan era su cuerpo creemos que verdaderamente es el cuerpo de
Cristo. El anciano dice: si no veo la cosa misma, no me satisface vuestra
razón. Ellos dijeron: Roguemos a Dios en esta semana sobre este misterio
y creamos que Dios nos lo revelará. El anciano recibió esta idea con
alegría y le rogaba a Dios, diciendo: Señor tú sabes que tal vez esté yo
equivocado acerca de esto no por malicia sino por ignorancia. Revélame,
pues, Señor, la verdad. También aquellos ancianos se retiraron a sus casas
rogándole al Señor: Revela a este anciano ese misterio para que crea y no
pierda el fruto de sus esfuerzos. El Señor escuchó a ambas partes y,
cumplida la semana vinieron a la iglesia y se abrieron los ojos de sus
inteligencias; cuando se pusieron los panes sobre el altar, a ellos tres les
pareció ser un niño yacente sobre el altar; y cuando el sacerdote extendió
la mano para partir el pan, descendió un ángel del Cielo y con un cuchillo
en su mano sacrificó al infante. Y recibía su sangre en un cáliz. Cuando el
presbítero partía el pan en pequeños trozos, el ángel hacía los mismo con
los miembros del niño. Cuando se acercó el anciano para recibir la
comunión, sólo a él se le dio carne ensangrentada. Al ver esto tuvo miedo
y exclamó: Creo, Señor, que el pan que se pone en el altar es tu cuerpo, y
el cáliz es tu sangre; y al instante la carne se hizo pan en su mano según el
misterio y lo tomó dando gracias. Y le dijeron los ancianos: Dios sabe que
la naturaleza humana no puede alimentarse de carnes crudas y por lo tanto
transformó su cuerpo en pan y su sangre en vino para aquellos que lo
reciben con fe.
DEL EVANGELIO: Tomando el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus
discípulos, diciendo: Este es mi cuerpo, etc.
DE LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS CORINTIOS:
No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos
bajo la nube y todos atravesaron el mar, y todos fueron bautizados con
Moisés en la nube y en el mar; y todos comieron el mismo alimento
espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual. Bebieron algo
espiritual desde la piedra. Y la piedra era Cristo.
Y TAMBIÉN: Os hablo como a personas prudentes; vosotros mismos
juzgad lo que digo. El cáliz de la bendición, que bendecimos ¿no es la
comunicación de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la

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participación del cuerpo del Señor? Porque es un solo pan, y todos somos
un solo cuerpo los que participamos de un solo pan y un solo cáliz.
Y TAMBIÉN: Lo que inmolan las gentes lo hacen a los demonios y no a
Dios. No quiero que os convirtáis en socios de los demonios. No podéis
ser partícipes de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. No
podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios.
Y TAMBIÉN: Cuando coméis este pan y bebéis este cáliz anunciaréis la
muerte del Señor, hasta que venga. Por eso el que comiere el pan o bebiere
el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y la sangre del Señor.
Pruébese antes el hombre a sí mismo antes de comer de ese pan o beber de
ese vino. El que come o bebe indignamente come y bebe para sí el juicio
sin discriminar el cuerpo del Señor. Entre vosotros hay muchos débiles y
enfermos y muchos duermen. Porque si nos juzgamos a nosotros mismos
no nos juzgamos.
AMBROSIO SOBRE LUCAS: Hay algunos que están acá que no
gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios. Tenemos el pan que
descendió del Cielo. Come de ese pan el que observa lo que está escrito.
Y TAMBIÉN: Donde está el cuerpo allí se reunirán las águilas. Las almas
de los justos se comparan con las águilas porque se dirigen hacia lo alto.
Y TAMBIÉN: Del cuerpo ya no podemos dudar principalmente si
recordamos que José recibió el cuerpo de Pilatos. ¿Acaso parecen ser
águilas alrededor del cuerpo María Cleofás y María Magdalena y la madre
del Señor y el conjunto de los apóstoles junto a la sepultura del señor?
¿Acaso parecen águilas alrededor del cuerpo, cuando vendrá para los hijos
de los hombres y todo ojo lo verá? Ese cuerpo es del que se dijo: mi
cuerpo es verdaderamente comida y mi sangre verdaderamente es bebida.
Alrededor de este cuerpo están las verdaderas águilas volando alrededor de
otros espirituales. También el cuerpo es la Iglesia.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LOS SACRAMENTOS. Haz
aceptable para nosotros esta oblación que es figura del cuerpo y la sangre
del Señor.
Y TAMBIÉN: Figura del cuerpo es el altar.
EL MISMO, SOBRE LA EPISTOLA A LOS CORINTIOS: Por la
muerte del Señor fuimos liberados; esta memoria la significamos al comer

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y beber la carne y la sangre que fueron ofrecidos por nosotros.
Y TAMBIÉN: La sangre es testimonio del beneficio divino, y bajo ese
tipo, recibimos el cáliz místico.
ORÍGENES, SOBRE MATEO: Este es mi cuerpo y, tomando el cáliz,
etc. Este pan, que el Verbo divino confiesa que es su cuerpo, es el Verbo
que entre las almas, Verbo que procede del Verbo divino y pan del pan
celestial, que está sobre la mesa de la cual está escrito: Preparaste en mi
presencia una mesa contra quienes me atribulan. Y esta bebida, que el
Verbo divino confiesa que es su sangre, es el Verbo que da de beber y
embriaga preclaramente los corazones de los que beben, que está en la
copa de la que está escrito: Y tu copa embriagadora que es preclara. Y esta
bebida es producto de la vid verdadera, que dice: yo soy la verdadera vid.
Y es la sangre de aquella uva que fue puesta en el trapiche de la pasión y
produjo esta bebida. Y el pan es el Verbo de Cristo hecho de aquel trigo
que, cayendo en la tierra, dio mucho fruto. El Verbo de Dios no decía que
ese pan visible que tenía en las manos era su cuerpo, sino el Verbo en cuyo
misterio se iba a partir ese pan. Y no decía que esa bebida visible era su
sangre sino el Verbo en cuyo misterio se iba a derramar esa bebida. Pues el
cuerpo o la sangre del Verbo divino ¿qué otra cosa puede ser sino el Verbo
que nutre y el Verbo que alegra el corazón?
JERÓNIMO, A HEBIDIA SOBRE DIVERSAS CUESTIONES: Qué
significa: Ya no beberé de este fruto de la vid, etc. Oigamos que el pan que
partió el Señor y lo dio a sus discípulos es el cuerpo del Señor.
Y TAMBIÉN: Esta es mi sangre del Nuevo Testamento. Si el pan que
bajó del Cielo es el cuerpo del Señor y el vino que le dio a sus discípulos
es su sangre, que fue derramada para remisión de todos los pecados,
subamos con el Señor al cenáculo y recibamos de él el cáliz del Nuevo
Testamento; embriaguémonos allí con él con el vino de la sobriedad.
Y TAMBIÉN: Moisés no nos dio el pan verdadero pero el mismo señor
Jesús es comensal y banquete, él come y es comido; bebemos su sangre y
todos los días en sus sacrificios pisamos los frutos rojizos de su verdadera
vid, y de la viña de Sorc, que se interpreta elegida y beberemos de su vino
nuevo en el reino del Padre no en la vejez de la letra sino en la novedad del
espíritu, cantando un cántico nuevo, que nadie puede cantar sino en el
reino de la Iglesia, que es el reino del Padre.

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Y TAMBIÉN: Todos los que somos bautizados en Cristo nos revestimos
de Cristo y comemos el pan de los ángeles y oímos al Señor que predica.
Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió. Hagamos su
voluntad y Cristo beberá con nosotros su sangre en el reino de la Iglesia.
EL MISMO SOBRE EL SALMO CXLVII: Y la sustancia del trigo te
sacia. Nuestro Señor cayó en tierra como un grano de trigo y nos
multiplicó. Este grano de trigo es muy fecundo. Es feliz el que entiende la
sustancia con este instrumento. Creo que el cuerpo de Cristo es el
Evangelio y las Santas Escrituras. Y cuando dice que el que no comiere mi
carne y bebiere mi sangre, aunque esto pueda entenderse como un misterio
sin embargo, verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo son la palabra
de las Escrituras y la doctrina divina. Cuando entramos en el misterio el
que es fiel entiende. Si ocurre una mancha, se corre peligro. Cuando oímos
la palabra de Dios y se difunde en los oídos la carne y la sangre de Cristo
pero pensamos en otra cosa ¡qué gran peligro! La palabra divina es muy
fecunda y guarda en sí todas las delicias. Según refieren los judíos, cuando
comían el maná para cada uno tenía el sabor de acuerdo con su voluntad.
Del mismo modo en la carne de Cristo, que es la palabra de la doctrina, es
decir, la interpretación de las Sagradas Escrituras, recibimos el alimento
según nuestra voluntad.
Y TAMBIÉN: Que envía su palabra a la Tierra. En el principio era el
Verbo. Este Verbo es enviado en la carne. Y el Verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros. El que envía su palabra a la Tierra. Habla de la
predicación evangélica por la palabra de los apóstoles. Finalmente, dice:
Rápidamente corre su palabra. En toda la Tierra se oyó su discurso y en
todo el orbe de la Tierra la doctrina apostólica.
EL MISMO, EN UN SERMÓN SOBRE EL CORDERO PASCUAL
QUE EMPIEZA “HOY EL PUEBLO DE ISRAEL”: Se ordena que lo
comamos en una sola casa, es decir que fuera de la iglesia no debemos
inmolar el cordero. Con esto resulta evidente que los judíos y los herejes y
todos los grupos de dogmas perversos, que no comen el cordero en la
iglesia, no comen las carnes del cordero sino las del dragón que les fue
dado en alimento a los etíopes.
Y TAMBIÉN: Lo que sigue, que no comamos carne cruda ni hervida del
cordero, para que a las Escrituras divinas, que son la verdadera carne del
cordero, no las entendamos sólo según la historia ni por ciertas alegorías

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de interpretación y tomemos de allí dogmas perversos. Comeréis la cabeza
con los pies y los intestinos. La cabeza es la inteligencia espiritual; los pies
son la narración simple según la historia; los intestinos son lo que está
oculto en la letra.
Y TAMBIÉN: Sabed, hermanos, que el que tiene relación con su esposa
no puede estar libre para la oración ni comer de la carne del cordero. Si los
panes de la proposición no podían ser comidos por quienes habían tocado a
sus esposas cuanto más aquel pan que bajó del Cielo no puede ser violado
y tocado por quienes poco antes estuvieron abrazados con sus cónyuges.
EL MISMO, EN UNA HOMILÍA SOBRE EL LEVÍTICO: Dice el
Señor: Mi carne verdaderamente es alimento y mi sangre verdaderamente
es bebida, porque toda obra de él es santa y toda palabra suya es verdadera.
En segundo lugar después de su carne Pedro y Pablo son un alimento
limpio y así cada uno, según la pureza de sus méritos se convierte en un
alimento limpio para el prójimo. El que no sabe oír esto tal vez aparte su
oído, como aquellos que decían: ¿Quién puede oír esto? Si sois hijos de la
Iglesia, si estáis imbuidos de los misterios evangélicos, entended lo que
decimos, que son cosas del Señor, para que el que ignora no sea ignorado.
Sabed que estas son figuras escritas en los volúmenes divinos, y entended
que estas son cosas espirituales y no carnales. Hay hasta en el Evangelio
una letra que puede matar. Si según la letra sigues lo que está escrito: si no
comiereis mi carne y bebiereis mi sangre, esa letra mata. Como hemos
dicho, todo hombre tiene en sí algún alimento, y si alguien come de él,
siendo bueno y dando alimento limpio y de un buen tesoro, y se lo da a su
prójimo, y así todo hombre cuando le habla a su prójimo le da provecho
con la enseñanza de sus palabras, y para él se hace un animal limpio o
inmundo. Si Dios promulgó sus leyes según este significado, la legislación
debe considerarse digna. Pero si nos atenemos a la letra, me avergüenzo de
confesar que Dios dio esas leyes.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS: De dos
maneras se entiende la carne y la sangre de Cristo; una espiritual y divina
de la que él mismo dice: mi carne verdaderamente es comida y mi sangre
verdaderamente es bebida y: si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre
no tendréis la vida eterna, o: mi carne, que fue crucificada y mi sangre, que
fue derramada por la lanza del soldado. Según esta división y en los
santos, se recibe la distinción de la carne y de la sangre: de modo que una

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es la carne que será vista como la salvación de Dios y otra la carne y la
sangre que no pueden poseer el reino de Dios.
EL MISMO, SOBRE ISAÍAS: Comen los alimentos de la piedad, aunque
no son santos ni en el cuerpo ni en el espíritu, y no comen la carne de Jesús
ni beben su sangre de lo que él dice: El que come mi carne y bebe mi
sangre tendrá la vida eterna. Cristo fue inmolado como nuestra pascua que
no se come afuera sino en una única casa.
DE UN SERMÓN DE AGUSTÍN: Si el sacramento de este cáliz místico
se realiza en figura o en verdad. Dice la verdad: Mi carne verdaderamente
es comida y mi sangre verdaderamente es bebida. ¿Cómo podría ser
verdadero decir que el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo
si la carne no fuese verdadera? Pero como no es permitido comer con los
dientes a Cristo, quiso él que este pan y este vino misteriosamente, por la
consagración del Espíritu Santo, verdaderamente se conviertan en su
cuerpo y sangre y se inmolen diariamente por la vida del mundo, porque
así como se crea por el espíritu una verdadera carne desde una virgen y sin
coito, así también se consagra el cuerpo de Cristo por el mismo espíritu
místicamente de la sustancia del pan y del vino. El cuerpo de Cristo es
verdad y es figura. Es verdad cuando el cuerpo y la sangre de Cristo por
virtud del espíritu en su palabra se crean de la sustancia del pan y del vino.
La figura es lo que se percibe externamente. Esta oblación se repite todos
los días, aunque Cristo padeció una sola vez, porque todos los días
cometemos pecados, sin los cuales no puede vivir la debilidad humana y
por eso Cristo se inmola místicamente por nosotros todos los días. Dentro
de la Iglesia católica en el misterio del cuerpo de Cristo no se realiza nada
más y nada menos por un sacerdote bueno o uno malo, porque eso no se
efectúa por mérito del consagrante sino por la palabra del creador y por
virtud del Espíritu Santo. Si fuese por mérito del sacerdote no pertenecería
a Cristo. Así como él es el que bautiza, así él es el que por el Espíritu
Santo crea su carne y trasfunde su sangre.
Y TAMBIÉN: esta oblación vendida, por la cual somos bendecidos,
adscripta, por la cual todos estamos inscriptos en el Cielo, registrada, por
la cual estamos registrados en las vísceras de Cristo, racional, por la cual
nos despojamos del sentido bestial, aceptable, por la cual nos hacemos
adeptos al único. Nada más razonable porque así como en el bautismo
recibimos una semejanza de su muerte, tomemos una semejanza de su
carne y de su sangre, de modo que no falte la verdad en el sacramento, y

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no sea visto como ridículo por los paganos que bebamos la sangre de un
hombre asesinado. Si los discípulos no pudieron sufrir con paciencia lo
que había dicho el Señor: el que come mi carne, etc., sino que dijeron:
estas palabras son duras, ¿cómo las van a soportar los incrédulos? Debe
creerse que en las palabras de Cristo se realizan los sacramentos. Lo que
fue primeramente creado con su palabra se recrea para mejor con su
mismo Verbo. Todas las demás cosas que dice el sacerdote o canta el
clero, sólo son alabanzas y acciones de gracias, peticiones de los fieles,
ruegos, postulaciones.
Y TAMBIÉN: Son palabras de Dios: Tomad y comed esto, todos. Con
estas palabras se crea aquel cuerpo.
Y TAMBIÉN: Hay una misma razón en el cuerpo del Señor y en el maná,
que lo precedió como figura, de él se dice: El que más había cosechado, no
tuvo más, ni el que había cosechado menos, tuvo menos. En este misterio
no es la cantidad visible lo que debe considerarse, sino la virtud del
sacramento espiritual, así como no debe medirse la cantidad del Cristo
hombre en el cuerpo, sino que hay que considerar en él la virtud y la
divinidad.
Y TAMBIÉN: Este misterio es entregado a los discípulos antes de la
pasión, porque nunca puede haber sombra sin una luz radiante. Cristo
sabía que los buenos recibirían dignamente este misterio y los malos
indignamente. Quiso mostrarles a todos los comulgantes qué reciben los
buenos y qué reciben los malos. Y por eso Judas es aceptado a recibir el
misterio como primero de todos los malos. Si se hubiera hecho después de
la resurrección, ya Judas no hubiera podido comulgar con los apóstoles
santos, porque estaba condenado. Razonablemente se asocia la carne con
la sangre, porque no hay comunión verdadera con la carne sin la sangre o
con la sangre sin la carne. Es redimido el hombre entero, que consta de
esas dos sustancias, y por lo tanto se alimenta a la vez con la carne y la
sangre de Cristo. Por último, no, como quieren algunos, sólo el alma se
alimenta con este misterio, sino que también se repara la carne para la
inmortalidad y la incorrupción.
EL MISMO, LXXXIII CUESTIONES, CAP. II: Un alma es mejor que
cualquier cuerpo. Todo lo que vivifica es mejor que lo que es vivificado.
EL MISMO, LIB. XI DE LA CIUDAD DE DIOS, SOBRE LOS
ÁNGELES BUENOS Y LOS MALOS: La causa de la felicidad de los

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unos es estar unidos con Dios y la causa de la miseria de los otros es no
estar unidos con Dios.
Y TAMBIÉN: Así como es mejor una naturaleza sensible, aunque sufra
un dolor, que una piedra, que de ninguna manera puede sufrir dolor; del
mismo modo una criatura racional es superior, a que sea miserable, a
aquella que carece de razón o sentido, y por lo tanto, no puede caer en esa
miseria.
EL MISMO, EN EL SERMÓN SOBRE LA UTILIDAD DE HACER
PENITENCIA: Él iba a liberar de la muerte a aquellos que estaban
prefigurados por el maná. Yo diría brevemente que todos los que en el
maná entendieron a Cristo, comieron el mismo alimento espiritual que
nosotros.
EL MISMO, EN LA EXPOSICIÓN DEL EVANGELIO: ¿Por qué
preparas tus dientes y tu vientre? Creer en él, eso es comer el pan vivo.
Uno se alimenta invisiblemente, porque invisiblemente se renace. Este es
el pan que descendió del Cielo. A este pan lo significó el maná. Todos,
dice, comieron el mismo pan espiritual. El mismo pan espiritual, pero otro
pan corporal: porque ellos comieron el maná y nosotros algo distinto. Pero
espiritualmente ellos y nosotros comimos lo mismo. Y todos bebieron la
misma bebida espiritual. Ellos comieron una cosa y nosotros otra, en
cuanto a la especie visible; pero con la misma virtud espiritual. ¿Y fue la
misma bebida? Bebían, dice, de la piedra espiritual que los seguía; y esa
piedra era Cristo. La misma bebida. El mismo pan. La piedra era Cristo
como figura; el verdadero Cristo en la carne y el Verbo. Este es el pan que
desciende del Cielo, para que el que coma de él, no muera. Por lo que
corresponde a la virtud del sacramento y no al sacramento visible, el que
come por dentro y no por fuera; el que come con el corazón y no con los
dientes.
Y TAMBIÉN: El que no come su carne ni bebe su sangre no tiene en sí la
vida eterna, y el que la come y la bebe, tiene la vida eterna. Por este
alimento y esta bebida quiere que se entienda el conjunto del cuerpo y sus
miembros, que es la Iglesia. El sacramento de esta cosa, es decir, de la
unidad del cuerpo y la sangre de Cristo, en algunas partes cotidianamente,
en otras partes con ciertos intervalos de días se toma de la mesa del Señor,
a algunos les sirve para la vida y a otros para perdición. Esta misma cosa,

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de la cual es el sacramento, para todo hombre es para la vida y no para la
perdición, de todos los que fueron partícipes.
EL MISMO, EN EL SERMÓN SOBRE LOS INFANTES: Nadie puede
dudar que cada uno de los fieles es entonces partícipe del cuerpo y la
sangre del Señor, que se hace miembro de Cristo por el bautismo, y no es
apartado de la participación de ese pan y ese cáliz aun si antes de comer el
pan y beber el cáliz partiera de este siglo ya constituido en la unidad del
cuerpo de Cristo. No se ve privado de la participación y el beneficio del
sacramento, cuando se encuentra en él lo que este sacramento significa.
Y TAMBIÉN, EN EL SERMÓN SOBRE LOS SACRAMENTOS:
Porque padeció por nosotros nos entregó en este sacramento su sangre y su
cuerpo, con el cual también nos asimiló a nosotros. Pues nosotros fuimos
hechos su cuerpo y por su misericordia somos lo que recibimos.
Y TAMBIÉN: Fuisteis llevados al campo del Señor: fuisteis triturados por
la labor de los bueyes, es decir, de los que anuncian el Evangelio. Cuando
erais catecúmenos, estabais en el granero. Comenzasteis a ser molidos con
ayunos y exorcismos. Luego llegasteis hasta el agua y fuisteis rociados y
fuisteis hechos el pan del Señor. Manteneos en la unidad, teniendo una fe,
una esperanza y una caridad única.
Y TAMBIÉN: El vino estuvo en muchos racimos y ahora es vino. Vino es
en su nacimiento, y es cáliz después de pasar por los trapiches. Vosotros,
después de esos ayunos y esos trabajos y contriciones, ya vinisteis al cáliz
en nombre de Cristo y allí estáis en la mesa y en el cáliz con nosotros.
Juntos comemos y juntos bebemos porque juntos vivimos.
EL MISMO, SOBRE JUAN, SERMÓN L: A los pobres los tendréis
siempre con vosotros, a mí no siempre me tendréis. Hablaba de la
presencia de su cuerpo. Pues según su majestad y su gracia invisible se
cumple lo que fue dicho por él: He aquí que estoy con vosotros hasta la
consumación del siglo. Mas según la carne que asumió el Verbo no
siempre lo tendréis con vosotros. ¿Por qué? Pues convivió con la presencia
de su cuerpo por cuarenta días con sus discípulos y ascendió al Cielo y ya
no está aquí. Allí está sentado a la diestra del Padre pero también está aquí.
Pues no se retiró la presencia de su majestad. De otro modo: según la
presencia de su majestad siempre lo tenemos a Cristo; según la presencia
de la carne, por pocos días; hoy lo tenemos por la fe, no lo vemos con los
ojos.

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Y TAMBIÉN, EN LA EXPOSICIÓN DEL SALMO LIV: Diciendo que
ese lenguaje era duro se apartaron de él; permaneció con los doce; instruyó
a los que se quedaron. El espíritu, dice, es el que vivifica, La carne nada
aprovecha. Las palabras que os he dirigido son espíritu y vida, es decir,
deben entenderse espiritualmente. ¿Las entendiste carnalmente? Entended
espiritualmente lo que os dije. No vais a comer este cuerpo que ahora veis
ni vais a beber la sangre que van a derramar los que me crucifiquen. Os
entregué un cierto sacramento, que entendido espiritualmente os vivificará.
La carne no es útil para nada. Entendieron la carne como la de un cadáver
o la que se corta en el mercado. Sabiéndolo, Jesús dice: Os escandaliza lo
que dije de que doy a comer mi carne y a beber mi sangre. ¿Y si veis al
hijo del hombre ascender hasta donde estaba antes? ¿Qué es esto? Lo
explica, porque los conocía; aclara porque se habían escandalizado. Aquí
lo dice sencillamente, para que entiendan. Ellos creían que entregaría su
cuerpo; él les dijo que subiría íntegro al Cielo. Cuando veáis al hijo del
hombre subir adonde estaba antes, entonces veréis que no entrega su
cuerpo de la manera que pensáis y entonces entenderéis que su gracia no
se consume con mordiscos.
Y TAMBIÉN: Hasta el fin de los tiempos el Señor está arriba, pero sin
embargo, también está aquí con nosotros la verdad del Señor. El cuerpo
con el que resucitó es menester que esté en un solo lugar, pero su verdad
está difundida en todas partes.
Y TAMBIÉN: No podemos tratar con nuestras manos a Cristo ya sentado
en el Cielo, sino sólo tocarlo con la fe.
Y TAMBIÉN: ¿Quién se atreve a comer a su señor? Y sin embargo, dice:
El que me come, vive por mí. Al comer a Cristo, se come la vida, y no se
lo mata para comerlo ni al comerlo lo partimos. Y ciertamente esto sucede
en el sacramento. Los fieles saben cómo comer la carne de Cristo. Cada
uno recibe su parte; se come por partes y permanece íntegro en el Cielo e
íntegro totalmente en tu corazón.
Y TAMBIÉN: Lo que veis en el altar es pan y es un cáliz, que es lo que os
denuncian los ojos. Lo que enseña la fe es que el pan es cuerpo y el cáliz
es sangre
Y TAMBIÉN: Ascendió al Cielo y allí llevó su cuerpo, y está ahora
sentado a la diestra del Padre. ¿Cómo, entonces, el pan es su cuerpo y el
cáliz, o lo que el cáliz contiene, es su sangre? Estas cosas, hermanos,

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precisamente se llaman sacramentos porque en ellas una cosa es lo que
parece y otra la que debe entenderse. Lo que parece tiene el aspecto
corporal; lo que debe entenderse, es un fruto espiritual.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA AL OBISPO BONIFACIO: A
menudo hablamos de una pascua cercana o que será mañana o pasado que
será la pasión del Señor, cuando en realidad él padeció hace muchos años.
En un domingo decimos que “hoy” el Señor resucitó mientras que desde
que resucitó transcurrieron muchos años. A estos días los denominamos
por semejanza con aquellos en los que sucedieron estas cosas; ese día no
es tal día sino por semejanza a través del paso del tiempo. ¿Acaso no fue
Cristo realmente inmolado una sola vez? Y sin embargo, en el sacramento,
se inmola cotidianamente para todo el pueblo. Si los sacramentos no
tuviesen cierta semejanza con las cosas de las que son sacramentos, no
serían de ninguna manera sacramentos. Debido a esta misma semejanza en
general los sacramentos toman los nombres de esas mismas cosas. Y así
como de algún modo el sacramento del cuerpo de Cristo es el cuerpo de
Cristo y el sacramento de la sangre de Cristo es su sangre, así el
sacramento de la fe es la fe.
EL MISMO, EN EL LIB. X DE LA CIUDAD DE DIOS: El sacrificio
visible es sacramento de lo invisible, es decir, es un signo sagrado.
Y TAMBIÉN, EN EL LIB. XX: El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y yo en él. Demuestra que no es sólo sacramento sino
realidad comer el cuerpo de Cristo y beber su sangre. Esto es permanecer
en Cristo, para que también Cristo permanezca en él. Dijo esto como si
quisiese decir: El que no permanece en mí y yo en él, no diga o estime que
come mi cuerpo ni bebe mi sangre. Y no permanecen en Cristo quienes no
son sus miembros. Y no son miembros de Cristo los que se hacen
miembros de una meretriz, a no ser que se libren de eso mediante
penitencia.
TAMBIÉN, LIB. XXI: Y no puede decirse que estos coman el cuerpo de
Cristo, porque no pueden comerse entre sus miembros. Para callar otras
cosas, no puedo ser miembro de Cristo y de una meretriz. Finalmente él
mismo dice: El que come mi carne, etc.
EL MISMO, EN UNA EPÍSTOLA: El sacramento es la forma visible de
una gracia invisible.

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EL MISMO, EN EL LIB. I SOBRE LA CATEQUIZACIÓN DE LOS
PRINCIPIANTES: El sacramento es un signo visible de una cosa divina
invisible.
EL MISMO EN EL LIBRO SOBRE LA PENITENCIA: El sacramento
es el signo del misterio divino.
EN EL II DE LA DOCTRINA CRISTIANA: El signo es una cosa que
además de la imagen que llega a los sentidos, hace que algo distinto vaya
de sí misma al pensamiento.
EL MISMO, EN EL LIBRO CONTRA FAUSTO: ¿Qué son los
sacramentos corporales sino palabras visibles sacrosantas pero mutables y
corporales?
EL MISMO, EN EL TRATADO SOBRE EL SALMO XCVIII,
DONDE DICE “ENTENDED ESPIRITUALMENTE LO QUE HE
DICHO”: No vais a comer este cuerpo que veis y no vais a beber la
sangre derramada por los que me van a crucificar. Os entregué un
sacramento que, entendido espiritualmente, nos va a vivificar. Aunque es
menester celebrar visiblemente hay que entenderlo invisiblemente.
EL MISMO, EN LAS CONFESIONES: Soy alimento de los grandes;
crece y me comerás y me cambiarás a mí en ti sino a ti en mí.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE EL ÚNICO BAUTISMO: Si
dirigimos la mente a las cosas visibles con las que se realizan los
sacramentos, ¿quién puede negar que estas son corruptibles? Pero si se
mira lo que se produce a través de ellas ¿quién no ve que no pueden
corromperse?
EN EL LIB. III DE LA DOCTRINA CRISTIANA: Si no coméis, dice,
la carne del hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en
vosotros. Parece ordenar un delito o un crimen. Figuradamente se ordena
estar unidos a la pasión del Señor y grabar en la memoria que su carne fue
crucificada y herida.
EL MISMO, EN EL LIB. VI SOBRE EL BAUTISMO INTRODUCE
A SAN CIPRIANO DICIENDO: Porque el Señor llama a su cuerpo un
pan formado con muchos granos y así figura a nuestro pueblo formado por
numerosas gentes. Y a su sangre la llama vino, exprimido de muchos

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racimos y viñedos y reducido a una sola cosa, y eso significa nuestra grey
formada por la unión de una multitud.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO XX: Lo que sucedió una sola vez, en
nuestra memoria se renueva todos los años. Cuantas veces se celebra la
Pascua. ¿Es Cristo sacrificado otras tantas? El recuerdo anual representa lo
que sucedió en otro tiempo, y nos hace conmover como si viéramos a
Cristo en la cruz.
EL MISMO, A DÁRDANO: Dios y el hombre son una sola persona y
ambos son un solo Cristo, en todas partes, porque es Dios, y en el Cielo, en
cuanto es hombre.
Y TAMBIÉN: No dudes que Cristo entero está presente en todas partes en
cuanto Dios y en algún lugar del Cielo en cuanto a su cuerpo.
EL MISMO, EN EL LIB. I DE LAS RETRACTACIONES, CONTRA
ADIMANTO, DISCÍPULO DE LOS MANIQUEOS: Y si lo que está
escrito que la sangre del ganado es su alma, además de lo que dije
anteriormente, puedo interpretar que ese precepto fue puesto como figura.
Pues el Señor no dudó decir que ese era su cuerpo, mientras daba un signo
de su cuerpo.
BEDA, EN LA HOMILÍA DE UNA LECTURA EVANGÉLICA: En la
mañana del sábado, muy temprano es conveniente que imitemos a aquellas
mujeres que estaban consternadas porque no habían encontrado el cuerpo.
Debemos recordar continuamente que el cuerpo de nuestro Señor no lo
podemos encontrar en la Tierra, y tanto más debemos humillarnos porque
nos consta que debemos clamar hacia él que habita en el Cielo desde estas
profundidades, y tanto más debemos consternarnos en el alma ya que
peregrinamos largamente y lejos de aquel sólo en cuya presencia
podríamos vivir felizmente.
Y TAMBIÉN: Principalmente debe creerse que nos asisten los espíritus
angélicos, especialmente cuando tratamos las ofrendas divinas.
HAIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: Cuando dice:
Por el cuerpo de Cristo habéis sido mortificados para la ley, ¿de qué
cuerpo habla? Pues el cuerpo de Cristo es el que asumió en el útero
virginal; el cuerpo de Cristo es la Iglesia entera de los fieles; es el que
diariamente se consagra en la iglesia. Parece que el apóstol habla del
cuerpo asumido en el útero virginal. Por su cuerpo Cristo nos liberó de la

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ley, es decir, por la pasión de su cuerpo nos dio el perdón de los pecados,
para que no sigamos sujetos a la ley si abandonamos el pecado.
DE LOS DECRETOS DEL PAPA PÍO, CAP. III: Si por negligencia se
derrama algo del cáliz, pásese la lengua y ráspese con una tablita. Si no
hubiera una tablilla, cérquese el lugar, quémese, y pónganse las cenizas
dentro del altar.
DEL PENITENCIAL DE TEODORO: El que vomitare el sacrificio y
este sea comido por los perros, haga un año de penitencia.
DEL CONCILIO DE TOURS, CAP. IV: La sagrada oblación
permanezca siempre sobre el altar vigilada para preservarla de los ratones
y de hombres malvados, y cámbiese siempre cada siete días y sea
consumida por el presbítero y la que se consagró ese día colóquese en su
lugar: y no se conserve por más tiempo para que no se deteriore.
DEL CONCILIO DE ORLEÁNS, CAP. IV: Las oblaciones que se
ofrecen en el altar, cámbiense siempre de sábado en sábado, porque los
panes de la proposición se cambiaban de sábado en sábado, no sea que si
se conservan por más tiempo se pongan rancios o, como piensan algunos,
consúmanse con fuego. Si alguno, por instigación del diablo, presume
hacer esto, sea anatema.
Y TAMBIÉN, CAP. V: Todo sacrificio deteriorado por una sórdida
antigüedad debe quemarse y la ceniza ser enterrada junto al altar.
Y TAMBIÉN, CAP. VI: Si alguno no cuida debidamente el sacrificio y
un ratón u otro animal lo come, haga penitencia por cuarenta días. El que
pierde en la iglesia o deja caer una parte de él y no se la puede encontrar,
haga treinta días de penitencia.
Y TAMBIÉN: El que demuestre negligencia con respecto al sacrificio y
este es consumido por gusanos y reducido a la nada, haga penitencia por
cuarenta días a pan y agua. Si se lo encuentra íntegro, sea consumido por
el fuego con los gusanos y deposítese la ceniza junto al altar; el que sea
negligente en esto, pague su negligencia por cuatro días. Si el sacrificio
pierde el color y el sabor, páguese con veinte días de ayuno.
DEL CONCILIO DE REIMS, CAP. III: El corporal, sobre el que se
inmola la sagrada oblación, nunca permanezca sobre el altar sino durante
el tiempo de la misa, y guárdese en el sagrario con el libro sacro o

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consérvese con la patena y el cáliz y cuando se lo lava sea en un recipiente
preparado para esto, dado que ha estado en contacto con el cuerpo y la
sangre del Señor.
CLEMENTE, EN LA SEGUNDA EPÍSTOLA A SANTIAGO: Con
temor y temblor deben custodiar los fragmentos de los restos del cuerpo
del Señor.

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Q. 118: Que la eucaristía nunca debe darse remojada. Y lo contrario

DE LOS DECRETOS DEL PAPA JULIO A LOS OBISPOS


ENVIADOS A EGIPTO: Los que dan en la comunión la eucaristía
remojada al pueblo, no han recibido esto del testimonio del Evangelio
donde les encomendó a los apóstoles su cuerpo y su sangre. Se recuerda la
recomendación del pan y del cáliz separadamente. No leemos que Cristo
les haya ofrecido a otros pan remojado excepto a aquel a quien la boca
remojada demostraría como traidor del maestro y no la institución de este
sacramento.
AGUSTÍN, SOBRE JUAN: Al que le alcanzare el pan remojado, ese es,
etc. Es bueno lo que recibió pero lo recibió por su mal pues alguien malo
recibió malamente algo bueno. No interesa mucho lo que recibe sino quién
lo recibe; ni cómo es lo que se da sino cómo es el que recibe. Después de
este pan entró Satanás en el traidor del Señor para poseer plenamente al
que ya dominaba y en el cual ya había entrado. La presunción del
sacramento llevó el pecado de traición al entrar el pan en el vientre del
hombre ingrato y el enemigo en su alma. El Señor mojó el pan y se lo dio a
Judas. Pero entonces, no como piensan algunos, Judas recibió el cuerpo del
Señor. Debe entenderse que ya el Señor había distribuido a todos el
sacramente de su cuerpo y sangre, entre los que también estaba Judas,
como narra Lucas con toda evidencia. El traidor recibió su parte del pan en
remojo en el que tinción tenía el significado de traición.
EL MISMO, SOBRE MATRIMONIOS ADÚLTEROS, LIB. I: Si
donde el Señor dice: no deis las cosas santas a los perros, se debiera
entender lo que algunos creen, no le hubiera dado al traidor lo que era para
su perdición sin culpa del dador, y el indigno lo recibió junto con los
dignos.
DEL CONCILIO DE TOURS, CAP. III: Todo presbítero debe tener un
vaso digno para tan grande sacramento, donde se guarde el cuerpo del
Señor para viático de los moribundos. Y la sagrada oblación debe estar
mojada en la sangre de Cristo para que verdaderamente se pueda decir al
enfermo: Que el cuerpo y la sangre del Señor te aprovechen, etc.

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Q. 119: Que el presbítero casado no debe ser separado de sus tareas. Y lo
contrario

DEL CONCILIO GRANGRENSE: Si alguno estima que el presbítero


que contrajo nupcias no debe ofrecer el sacrificio y abstenerse de su
oblación, sea anatema.
Y TAMBIÉN, CAP. III: Cualquiera que estime que el presbítero que tuvo
una esposa no es conveniente que ofrezca la oblación, sea anatema.
ALEJANDRO SEGUNDO: Además de estas cosas disponemos y
ordenamos que ninguno escuche la misa de un presbítero que sabe sin
duda alguna que tiene una concubina o una mujer a escondidas. Por eso
este santo sínodo estableció este capítulo bajo excomunión: Cualquier
sacerdote, diácono o subdiácono, después de la constitución de nuestro
santísimo predecesor León o Nicolás acerca de la castidad de los clérigos,
tuviere abiertamente una concubina, o si la tiene, no la quisiere dejar,
ordenamos por parte de Dios y de la autoridad de los príncipes de los
apóstoles Pedro y Pablo, y lo confirmamos taxativamente, que no cante
misa ni lea en la misa el Evangelio o la Epístola, ni sea recibido en el
presbiterio con los que celebran los oficios divinos y son obedientes a la
mencionada constitución, ni lo consideren como parte de la Iglesia. Y
establecemos con mandamiento que aquellos que pertenecen a las
antedichas órdenes, que hayan observado la castidad de acuerdo con las
prescripciones de nuestros predecesores, en sus iglesias, como conviene a
los clérigos religiosos, coman y duerman en común, y tengan en común
todo lo que corresponde por parte de las iglesias. Y les recomendamos
vivamente que atiendan en grado sumo a la vida apostólica común para
que consigan la perfección y merezcan estar junto con aquellos que gozan
de un fruto del ciento por ciento en la patria celestial.

Q. 120: Que la oblación no le aprovecha al hereje. Y lo contrario

CIPRIANO: La oblación del hereje no puede ser santa, porque allí no está
el Espíritu Santo y el Señor no favorece a nadie por sus oraciones y
plegarias. Porque sin fe no se realiza el cuerpo de Cristo que con ella es
comido.

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JERÓNIMO, EN LA EPÍSTOLA A EPITALAMIO: Evita como si
fueran herejes a los clérigos que sea usureros, adúlteros, concubinarios, y a
los dedicados a reunir dinero. Si es presbítero, no quieras oír ni permitas
que trate el cuerpo y la sangre del Señor.
Y TAMBIÉN: No podéis, dice la verdad, servir a Dios y al dinero. ¿A
quién sirve el que sirve al dinero? ¿Quieres oír a quién? Al culto de los
ídolos. Escucha al Apóstol: el avaro, es decir, servidor de los ídolos, no
posee heredad en el reino de Dios. El que por su avidez se hace idólatra
¿puede llamarse cristiano? No adora a Cristo, no consagra su cuerpo, ni
Cristo lo hace por medio de él.
EL MISMO. SOBRE EL PROFETA AMÓS: Dios odia los sacrificios
de los herejes y los aleja de sí, y cuando se congregan en nombre del
Señor, él detesta su mal olor y cierra sus narices. Si ofrecen holocaustos y
parecen ayunar, dar limosnas, prometer pudor, que son verdaderos
holocaustos, Dios no los acepta. Él no atiende a la magnitud de los
sacrificios sino a los méritos y las razones de quienes los ofrecen. Por eso
el salvador prefiere, antes que a todos los demás, a la viuda que ofrece dos
monedas pequeñas, porque el Señor no mira lo que se ofrece sino la
voluntad de los oferentes.
EL MISMO, SOBRE SOFONÍAS: Los sacerdotes obran impíamente en
la ley del Señor juzgando que las palabras del que ruega hacen la eucaristía
y no la vida, y que basta una oración solemne y no los méritos del
sacerdote, sobre los cuales se dice que si el sacerdote se encuentra en
alguna culpa no ofrezca sus oblaciones al Señor.
AGUSTÍN, LIB. II CONTRA LA EPÍSTOLA DE PARMENIANO:
Dice el Señor por Isaías: El criminal que me ofrece en sacrificio un ternero
es como si matase un perro, y el que pone un ídolo, es como si pusiera
sangre porcina, y el que ofrece esto en memoria, es como un blasfemo.
Y TAMBIÉN: Los sacrificios de los impíos dañarán a quienes los ofrecen
impíamente. Porque un sacrificio tiene el valor del corazón de quien lo
ofrece. El que come y bebe indignamente, come y bebe su propio juicio.
Y TAMBIÉN: Todos los sacramentos dañan a los que los usan
indignamente y son de provecho para quienes los reciben dignamente.
Y TAMBIÉN: El Espíritu Santo está de tal manera en el superior o
ministro de la iglesia que, si no es fingido, obra por medio de él y para su

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merced y para la regeneración y edificación de aquellos que por su
intermedio son consagrados o evangelizados. Pero si es fingido, actúa
contra su propia salvación.
Y TAMBIÉN: ¿Cómo no han de glorificar a Dios los católicos que
celebran sus sacramentos con la debida veneración, de modo que hasta
cuando son tratados por los indignos, aquellos condenados por su propia
perversidad, demuestran que permanecen incontaminados en su santidad?
EL MISMO, EN EL DIÁLOGO A PETILIANO: Recuerda que los
sacramentos de Dios en nada se oponen a las costumbres de los hombres
aunque ellas no sean santas o lo sean en menor grado.
Y TAMBIÉN: Te doy gracias porque finalmente has confesado que puede
tener valor invocar el nombre de Cristo para salvación de otros, aunque sea
invocado por pecadores. Debes comprender que cuando se invoca el
nombre de Cristo no se oponen a la salvación de otros los pecados ajenos.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DEL ANTIGUO
TESTAMENTO: Se dijo del perverso Caifás: No dijo esto por sí mismo,
sino que como era pontífice ese año, profetizó. Con lo que se entiende que
el Espíritu Santo en sus gracias no contempla la dignidad o indignidad de
la persona sino el orden de la tradición, de modo que alguien, aunque sea
poseedor de méritos, no puede bendecir si no está ordenado para ese
ministerio. Le pertenece a Dios atribuir el efecto de la bendición.
EL MISMO, SOBRE EL ÚNICO BAUTISMO, LIB. II: Una cosa es no
tener algo y otra cosa es no tenerlo por derecho o usurparlo ilícitamente.
Por eso no dejan de ser sacramentos de Cristo y de la Iglesia, porque los
usen ilícitamente no sólo los herejes sino también todos los que son
inicuos o impíos. Ellos deben ser corregidos y castigados, pero los
sacramentos deben ser reconocidos y venerados.
EL PAPA NICOLAS, A LAS CONSULTAS DE LOS BÚLGAROS,
CAP. LXX: Cualquiera sea la condición del sacerdote, lo que es santo no
puede contaminarse. Por lo tanto puede recibirse de él la comunión hasta
que sea reprobado por el juicio de los obispos, porque los malos, al
administrar las cosas buenas sólo se dañan a sí mismos. La luminaria de
cera una vez encendida sólo se desgasta a sí misma pero a los demás les da
luz, y mientras es provechosa para otros, sólo tiene pérdida para sí misma.
Recibid, pues, sin temor de todo sacerdote los misterios de Cristo, porque

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todas las cosas se purifican con la fe y porque como dice el bienaventurado
Jerónimo, lo que importa para creer no es el que da sino el que recibe y el
bautismo es perfecto en toda alma. En concordancia con la Sagrada
Escritura dice: Antes de oír no juzgues a nadie y no suspendas a nadie de
tu comunión antes de que se pruebe la acusación, porque el que es acusado
no es inmediatamente reo sino el que es convicto de un delito.

Q. 121: Que no debe celebrarse misa antes de la hora tercia excepto en


Navidad. Y lo contrario

TELÉSFORO SÉPTIMO A PEDRO EN SU DECRETAL: En la noche


de la santa Navidad del Señor deben celebrarse las misas en su tiempo
apropiado. Las demás no antes de la hora tercia.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA, CAP. VI: No deben celebrarse
misas antes de la hora tercia, porque a esa hora fue crucificado el Señor y
se lee que descendió el Espíritu Santo sobre los apóstoles, excepto la
noche de Navidad.
DE LOS DICHOS DE AGUSTÍN: Y debe prestarse atención a que las
misas particulares que se rezan en los días solemnes por parte de los
sacerdotes, no se realicen en público, para que el público deje de concurrir
a las misas solemnes que se celebran canónicamente a la hora tercia. Es
una pésima costumbre la de algunos en los domingos o en ciertas
festividades celebrar la misa temprano y habiendo asistido, aunque sea por
difuntos, retirarse y dedicar el día a la embriaguez y comilonas.

Q. 122: Que a todos les son concedidas las nupcias. Y lo contrario

PABLO APÓSTOL EN LA EPÍSTOLA I A LOS CORINTIOS:


Acerca de lo que me escribisteis: es bueno para el hombre no tener mujer;
pero a causa de la fornicación cada uno tenga su esposa y cada una de
estas a su marido.
ACTAS DE LA PRIMERA SEDE DEL PAPA ESTEBAN, CAP. III:
La tradición de las iglesias orientales señala un comportamiento y otro esta
santa Iglesia romana. Allá los presbíteros, diáconos y subdiáconos se unen

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en matrimonio. Pero los de esta Iglesia y los occidentales, ninguno desde
de subdiácono a obispo puede unirse en matrimonio.
LEÓN, CONTRA LA EPÍSTOLA DEL ABAD NICETAS: Sigamos
ordenada y abiertamente lo que la santa Iglesia romana hace en cuanto a
los grados de los clérigos. A los clérigos ostiarios, lectores, exorcistas y
acólitos, si no han formulado el voto ni tienen hábito monacal, y no desean
profesar la continencia, y tienen permiso para tomar una esposa virgen con
la bendición correspondiente. Pero no una viuda o una repudiada, porque
en ese caso no podrían acceder al subdiaconado; tampoco un laico con una
esposa no virgen o un bígamo pueden acceder al clero.
BEDA, SOBRE EL TABERNÁCULO: Los feminalia que se le dan a los
hijos de Aarón para cubrir su carne, designan esa porción de la castidad
que impide propiamente la cópula, sin lo cual nadie puede recibir el
sacerdocio o consagrarse al ministerio del altar, es decir, o permaneciendo
virgen o disolviendo su relación con una esposa.
GREGORIO A VENANCIO, OBISPO LUNENSE: Decidimos que el
diácono y abad de Portvendres que indicas que ha caído, no debe ser
revocado de ninguna manera al orden sagrado. Los subdiáconos que
contrajeron la misma culpa deben ser depuestos irrevocablemente de su
oficio y recibir la comunión entre los laicos.
EL MISMO, AL SUBDIÁCONO ARTEMIO: Porque hemos sabido que
algunos monjes llegaron a tal maldad como para tener esposas
públicamente; debes tenerlos bajo vigilancia y, descubiertos, remitirlos al
monasterio al que pertenecieron.
Y TAMBIÉN: Hemos oído que cierto varón perverso, por insinuación
diabólica persuadió a una mujer a dejar el monasterio donde estaba
consagrada a Dios y volver a cierto varón del que se había apartado; y que
ese perverso varón que la retiró del monasterio con un inicuo consejo la
retiene ahora impúdicamente consigo. Queremos y ordenamos que con la
autoridad de tu episcopado sea devuelta.
EL MISMO, LIB. XII DE LAS MORALES: Es mejor casarse que
quemarse. Se llega al matrimonio sin culpa, si es que no se hizo voto por
algo mejor. El que se propuso consagrarse a un bien mayor, hace que sea
ilícito un bien menor que era lícito. Pues está escrito: Nadie que pone la
mano en el arado, etc.

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EL PAPA GELASIO: Hemos sabido que algunos se asocian a las
vírgenes sagradas y luego se han mezclado en relaciones sacrílegas; a estos
hay que prohibirles inmediatamente la sagrada comunión y no deben ser
aceptados sino después de una probada penitencia. A estos no se les debe
negar el regreso del siglo si hicieron la debida penitencia.
DEL CONCILIO DE CALCEDONIA: Una diaconisa no debe ser
ordenada antes de los cuarenta años, y esto con una debida probación. Si
recibe la ordenación y cumple su ministerio por un cierto tiempo y luego
contrae nupcias causando injuria a la gracia de Dios, sea anatema
juntamente con aquel con quien se unió en nupcias.
Y TAMBIÉN: La virgen que se consagró a Dios, al igual que un monje,
no debe contraer relaciones nupciales. Si se los encuentra en esa situación,
sean excomulgados: decretamos que el obispo del lugar tenga autoridad
para tener misericordia con quienes se confiesan.
JERÓNIMO, CONTRA JOVINIANO, LIB. I: Si una virgen se casa, no
peca; pero no aquella virgen que se consagró al culto de Dios: Si alguna de
estas contrae nupcias, será condenada por haber violado la fe primera. Si
esto se dijo sobre las viudas, cuánto con mayor razón es válido acerca de
las vírgenes, a las que ahora no les es lícito lo que alguna vez fue. Las
vírgenes consagradas que se casan públicamente no sólo son adúlteras sino
incestuosas.
AGUSTÍN, SOBRE EL CONFLICTO DE LOS VICIOS Y LAS
VIRTUDES, CAP. XXII: A algunas se les da el permiso para casarse, es
decir, a aquellas que no han hecho profesión de virginidad o viudez; y a
otras no se les da, es decir, a quienes decidieron ser vírgenes o continentes.
La fornicación a nadie se le concede impunemente.
EL MISMO, EN LA CARTA AL CONDE BONIFACIO: Hemos
sabido y somos testigos de la conversación que tuvimos en Túbano, sobre
tu ánimo y tu voluntad. Estábamos solos contigo yo y el hermano Alipio.
Deseabas dejar toda la actividad pública que estabas realizando y
entregarte al ocio santo, vivir la vida que viven los monjes en los
monasterios. Nos habíamos alegrado de este propósito tuyo cuando
decidiste viajar y contrajiste matrimonio. Si no tuvieras esposa te diría lo
que dijimos en Túbano, que vivieras en la castidad de la continencia. Para
que no te exhorte a esa vida es un impedimento tu cónyuge, sin cuyo
consentimiento no te es lícito vivir en continencia, porque aunque después

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de aquellas palabras tuyas en Túbano no debías haberla tomado por esposa
ella sin embargo, se casó con inocencia y sencillez. Ojalá puedas
persuadirla a ser continente para darle a Dios sin impedimento lo que
reconoces como tu deber. Pero si no puedes hacer eso con ella, observa sin
embargo, el pudor conyugal, y ruega a Dios que alguna vez puedas hacer
lo que ahora no puedes.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA CONTINENCIA VIDUAL,
A JULIANA: Hay algunas que volvieron a convertirse a Satanás, es decir,
desde aquel propósito excelente de virginidad o viudez, volviendo a mirar
atrás y caer y morir. Por lo tanto quienes no puedan guardar continencia,
despósense antes de hacer voto de continencia y prometerlo a Dios: pues si
luego no cumple, serán con todo derecho condenadas. En otro lugar se dice
sobre ellas: Habiendo estado consagradas a Cristo, desean las nupcias,
siendo condenables, porque violaron la fe primera, es decir, volcaron hacia
las nupcias su propósito de continencia.
Y TAMBIÉN: La que no empezó, piénselo bien: la que ya lo hizo,
persevere. Que nunca una adversidad le dé motivo; que nada le sustraiga a
Dios la oblación. Si en el vínculo conyugal se conserva el pudor, no debe
temerse la condena; pero en la continencia virginal y vidual se
experimenta la excelencia de un don mayor. Una vez que esta se ha
elegido y practicado y consagrado con voto, y no sólo es condenable ir a
las nupcias sino incluso desearlas. Para demostrar esto el Apóstol no dice:
si se casan habiéndose consagrado a Cristo, sino si desean casarse y así se
condenan, porque anulan su primera fe; no es condenable su matrimonio,
sino el fraude a su propósito; se condena el quiebre del voto, no la
recepción de un bien inferior, sino el abandono de un bien superior; o sea
que se las condena no por haber asumido la fe conyugal sino porque
violaron su primera fe de continencia. Y el Apóstol, para decirlo en una
palabra, dice que son condenables las que se casan después de haber
formulado un propósito de una salud mayor. Las nupcias no son
condenables, pero sí lo son en ellas.
Y TAMBIÉN: Teniendo la condena, anularon la fe de primera; de modo
que la voluntad, que abandonó su propósito parezca condenada sea que se
realicen las nupcias o no. Por eso los que dicen que las nupcias de esos
tales no son nupcias sino adulterios, no me parece que ponderen
suficientemente lo que dicen. Les falta la semejanza con la verdad.

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Y TAMBIÉN: Argumentan algunos que si la que se casa con otro varón
estando vivo su marido es adúltera, entonces, estando vivo Cristo, que no
fue dominado por la muerte, la que había elegido el matrimonio con él y se
casa es también adúltera. Los que dicen esto demuestran agudeza, pero no
advierten el absurdo que sigue a esa argumentación. Cuando
laudablemente una mujer hace voto de continencia en vida de su marido y
con su consentimiento, según la opinión de estos no debería hacer esto
porque cometería adulterio con Cristo, con el que se casa viviendo su
esposo. Además, siendo las primeras nupcias de mayor mérito que las
segundas, de ninguna manera puede ser este el sentido con respecto a las
santas viudas para las cuales Cristo sería el segundo marido. Porque a él lo
tenían ya con anterioridad, mientras servían con fidelidad a sus maridos,
no carnalmente sino espiritualmente como esposo; del cual la Iglesia es su
esposa y ellas sus miembros. Y esta opinión poco razonable hace que
consideren que no son matrimonios los de estas mujeres apartadas de ese
santo propósito, si ellas se casan; y deberían separarse de sus maridos,
porque serían adúlteras y no esposas; y quieren que se separen y vuelvan a
la continencia haciendo a sus esposos verdaderos adúlteros ya que decían
que eran adúlteras para los varones con sus esposas. Por lo cual no puedo
decir que se hayan apartado de un mejor propósito, si se casan, y que son
adúlteras y verdaderas esposas. Pero no dudaría decir que es una caída de
una castidad más santa como la que se profesa al Señor, y que son peores
que las adúlteras. Pero sí, lo que no puede dudarse de ninguna manera,
significa una ofensa a Cristo, cuando alguno de sus miembros no mantiene
la fidelidad a su marido, ¡cuánto más grave es la ofensa cuando no se
mantiene la fidelidad en aquello que es ofrecido sin obligación! Cuando
alguien no cumple lo que prometió con voto por propia voluntad y sin ser
obligado, aumenta tanto más la iniquidad de no cumplir un voto, cuanto
menos había sido obligado a pronunciar ese voto.
Y TAMBIÉN: Después de la profesión del voto, hay que luchar y vencer
el placer que no es lícito.
EL MISMO, SOBRE EL LEVÍTICO: No quiso que una hermana
reemplazase a otra hermana, lo que parece haber hecho Jacob, sea porque
aún no estaba prohibido por la ley o por haber sido engañado con fraude
por la otra, y la que venía con posterioridad lo hacía por acuerdo. Pero era
injusto desechar a la anterior, para no cometer adulterio.

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BEDA: Salve, llena de gracia; el Señor es contigo; bendita tú entre las
mujeres. Verdaderamente estaba llena de gracia ya que por don divino era
la primera entre las mujeres que le ofrecía a Dios el don glorioso de la
virginidad. Con todo derecho mereció gozar el aspecto y el aliento
angélico aquella que se esforzó por imitar una vida angelical.
Verdaderamente estaba el Señor con ella que estaba consagrada con una
nueva castidad. El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del altísimo te
cubrirá con su sombra. Porque libró a esa mente, en cuanto es posible a la
fragilidad humana, de toda la sordidez de los vicios, y llenó su corazón. Y
lo templó de todo ardor de concupiscencia carnal y lo limpió de deseos
temporales y consagró a la vez su mente y su cuerpo con dones celestiales.

Q. 123: Que hubo matrimonio entre José y María. Y lo contrario

SEGÚN LUCAS: Subió, pues, José para censarse, con María, su esposa
embarazada.
SEGÚN MATEO: José, hijo de David, no temas en recibir a María por
esposa.
AMBROSIO, EXHORTACIÓN A LAS VÍRGENES, LIB. II:
Desposada con un varón, recibió el nombre de cónyuge. Cuando se inicia
el matrimonio, se recibe entonces el nombre de cónyuge. Finalmente,
cuando realiza la unión la joven, se da el matrimonio; no cuando se
reconoce la unión con el varón.
Y TAMBIÉN ALLÍ MISMO: Al matrimonio no lo hace la desfloración
de la virgen sino el pacto conyugal.
AGUSTÍN, SOBRE LAS NUPCIAS Y LA CONCUPISCENCIA: Si
hay a quienes les complace por mutuo consentimiento abstenerse
perpetuamente del contacto carnal, de ninguna manera se rompe entre ellos
el vínculo conyugal; antes bien, serán tanto más firmes los pactos que
establecieron entre sí y deberán mantenerse con más cuidado y concordia,
no por los nexos del placer sino por los afectos de la voluntad de sus
almas. No es falaz lo que le dijo el ángel a José: No temas en tomar a
María por tu cónyuge. Cónyuge se dice desde la primera fe del desposorio,
y no era mendaz el nombre de cónyuge aunque no hubiere ninguna
perspectiva de unión de las carnes. Por este matrimonio fiel ambos
merecieron ser llamados los padres de Cristo y no sólo ella madre, sino

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también él padre, siendo cónyuge de su madre, con la mente y no con el
cuerpo.
Y TAMBIÉN: Por lo tanto todo el bien de las nupcias se cumplió en esos
padres de Cristo, la prole, la fe, el sacramento. La prole la conocimos, el
mismo Señor; la fe, porque no hubo adulterio; el sacramento, porque no
hubo divorcio.
ISIDORO, ETIMOLOGÍAS, LIB. IX, CAP. VII: Son verdaderamente
cónyuges desde la primera fe de los desposorios, aunque todavía no haya
habido relación carnal entre ellos.
HILARIO, SOBRE MATEO, CAP. I: Muchos, lejos de la doctrina
espiritual, toman ocasión para opinar torpemente sobre lo que se dijo:
Antes de tener relación, se encontró que estaba embarazada del Espíritu
Santo, y aquello otro: No temas en tomar a María por tu esposa, y aquello:
No tuvo relación con ella hasta que dio a luz, no recordando que estaba
desposada y que estando desposada fue recibida como cónyuge. Después
del parto toma el nombre de cónyuge, pero no hubo relación. Finalmente,
cuando a José se le indica pasar a Egipto, se dice: Toma al niño y a su
madre, y también en Lucas: Estaba José y su madre. Siempre que se habla
de los dos, se la llama mayormente la madre de Cristo, y no esposa de
José, porque no lo era. Y esta distinción la mantuvo el ángel, cuando la
llama cónyuge queriendo significar desposada. Por lo tanto, también la
esposa recibe el nombre de cónyuge, y, después del parto, reconocida
como cónyuge, sólo se le da el nombre de madre, para demostrar de algún
modo que al justo José se le atribuye un matrimonio, con la virginidad de
María; así se demuestra la venerable virginidad en la madre de Jesús.
Hombres muy perversos le atribuyen autoridad a la opinión de lo que se
dijo que nuestro Señor tuvo varios hermanos. Si fuesen hijos de María y de
José de un matrimonio anterior, no se hubiese dicho en la pasión que la
madre del Señor la tomase Juan como su madre, cuando Cristo dijo:
Mujer, este es tu hijo; y a Juan: recibe a tu madre, dejándosela al cuidado
del discípulo para consuelo en su desolación.
AMBROSIO, SOBRE LUCAS, CAP. V: Desde aquel momento el
discípulo la recibió como su madre. Si hubieran tenido relaciones, ella
nunca hubiera abandonado a su esposo ni ese varón justo le hubiese
permitido que ella se apartara. ¿Cómo el Señor hubiese ordenado el
divorcio, siendo su mandato que nadie debe desechar a su esposa a no ser

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por causa de fornicación? Pulcramente enseñó san Mateo lo que debe
hacer el justo que descubre el oprobio de su mujer, para mostrarse libre de
homicidio y casto ante el adulterio. El que se une con una meretriz es un
solo cuerpo con ella.
LEÓN: No todas la nupcias concluyen en una cópula, porque a veces no
se sigue una unión de los sexos; y no corresponde decir que hubo
matrimonio con aquella mujer con la que no hubo unión sexual.
DE CIERTA ANTÍFONA SOBRE SANTA MARÍA: Bienaventurada
madre y virgen no desposada, etc.

Q. 124: Que es lícito tener una concubina. Y lo contrario

CONSTITUCIÓN LXXIX, DE LAS NOVEDADES: Nadie debe tener


una concubina y al mismo tiempo acostarse con otras mujeres. Así como el
que tiene una esposa legítima no puede tener otra mientras dure el
matrimonio, del mismo modo el que tiene una concubina no puede tener
otras al mismo tiempo.
LIBRO XXIII DE LAS PANDECTAS, TÍTULO II: En la costumbre de
la mujer libre deben ubicarse las nupcias y no el concubinato, si no hace
negocio con su cuerpo.
PRIMER CONCILIO DE TOLEDO, CAP. XVII: El que no tenga
esposa pero sí una concubina, no sea rechazado de la comunión siempre
que sólo tenga una sola mujer, o esposa o concubina, como fuere de su
agrado.
ISIDORO, SOBRE LA CONCORDIA DEL ANTIGUO Y DEL
NUEVO TESTAMENTO, CAP. III: Al cristiano no le es lícito tener no
ya muchas pero ni siquiera dos simultáneamente, a no ser que una sola sea
como esposa o, en todo caso, si falta la esposa, como concubina.
DE LOS DICHOS DE AGUSTÍN: Escuchad, queridísimos miembros de
Cristo; que escuche Dios, si vosotros sois sordos; que escuchen los
ángeles, si vosotros os negáis. No os es permitido tener concubinas, que
después desecháis para tomar esposas. No podéis tener a aquella mujer que
se apartó de su marido por repudio. Por causa de una sola fornicación es
lícito desechar a una esposa adúltera, pero mientras ella viva no es
permitido tomar otra esposa.

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Y TAMBIÉN, EL MISMO: Ante Dios y los ángeles sostengo y
denuncio, principalmente en los tiempos cristianos, que nunca es lícito
tener concubinas y nunca será permitido.
DEL CONCILIO DE ARLÉS, CAP. XV: A nadie le sea lícito tener
alguna vez una concubina.

Q. 125: Que no hay matrimonio entre infieles. Y lo contrario

DE LA EPÍSTOLA I DE PABLO A LOS CORINTIOS: La mujer


permanece ligada por todo el tiempo que viva su marido. Si muere su
marido, queda libre y puede volver a casarse, siempre que sea en el Señor.
AMBROSIO, SOBRE ESTA EPÍSTOLA: Si es infiel, que se aparte; no
es hermano, etc. Es decir, no se le debe la reverencia del matrimonio, al
que aborrece al autor del matrimonio. Pues no es un matrimonio grato el
que es sin la devoción de Dios. Y por eso no peca el que se aparta por Dios
y se une con otra persona. La contumelia del creador borra el derecho del
matrimonio con respeto al que es dejado y no se lo puede acusar si se une
con otra persona. Pero el infiel que se aparta se considera que peca contra
Dios y contra el matrimonio, porque no quiso tener una unión bajo la
devoción de Dios. Por lo tanto no está obligado a guardar la fe del
matrimonio aquel que se apartó para no oír al autor del matrimonio y Dios
de los cristianos. Si Esdras hizo que fueran desechados los maridos y las
esposas infieles, para que Dios se mostrase propicio, y no se mostrase
airado si tomasen otras de su estirpe, (porque a ellos no les está ordenado
que, dejadas estas, no puedan tomar otras) cuanto más, por lo tanto, si se
aparta alguien por infidelidad tendrá libertad para casarse con otro varón
de su ley. No debe considerarse como matrimonio el que se haya hecho
fuera del decreto de Dios; si después de saberlo, siente dolor por haber
delinquido y se enmienda, merece el perdón. Pero si ambos cayeron, se
confirma el matrimonio por conocimiento de Dios.
Y TAMBIÉN: Cásese la viuda con quien quiera, con tal que sea en el
Señor, es decir, con alguien de su religión.
JERÓNIMO, A PAMMAQUIO: Que se case sólo en el Señor, es decir,
con un cristiano.

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EL MISMO, CONTRA JOVINIANO, LIB. I: Si algún hermano tiene
una esposa infiel y esta consiente en cohabitar con él, no la deseche. A
aquellos a quienes la fe los sorprendió en el matrimonio, es decir si uno
solo de los dos creyó, ordenó que él no creyente no deje al creyente. Por lo
contrario, ordena que si un infiel repudia al fiel por la fe de Cristo, el
creyente debe retirarse y no preferir la esposa a Cristo. Al cual debe
posponerse hasta el alma. Y ahora, despreciando las advertencias del
Apóstol se unen a los gentiles y prostituyen los templos de Dios con sus
ídolos. Perdona el Apóstol la unión de las infieles que si tienen maridos
después creyeron en Cristo, y no aquellas que siendo cristianas se casaron
con gentiles; a estas les dice: No compartáis el yugo con infieles; ¿qué hay
para compartir entre la justicia y la iniquidad? ¿O qué relación hay entre la
luz y las tinieblas? ¿Qué relación entre Cristo y Belial? ¿Qué participación
de un fiel con un infiel? ¿Qué acuerdo entre el templo de Dios y los
ídolos? ¿Quieres ver más claramente que de ninguna manera les es lícito a
las cristianas casarse con un gentil? Escucha al mismo Apóstol. Cásese con
el que quiera, pero siempre en el Señor, es decir, con un cristiano. El que
concede segundas y terceras nupcias en el Señor, prohíbe las primeras con
un pagano.
EL MISMO, LIB. IV, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS: Así
como no cualquier congregación de herejes puede decirse que es una
Iglesia de Cristo, del mismo modo, no todo matrimonio en el que una
mujer y un varón no se unen según los preceptos de Cristo, puede llamarse
rectamente un matrimonio sino más bien adulterio.
DE LOS DECRETOS DEL PAPA EUTIQUIANO: Si un pagano
desecha una esposa pagana antes del bautismo, después del bautismo está
en su potestad volver a tomarlo o no.
AGUSTÍN, SOBRE LOS MATRIMONIOS ADULTERINOS: Muerto
el marido está en su potestad volver a casarse, siempre que sea en el Señor.
Esto puede entenderse de dos maneras, o que permanezca siendo cristiana
o que tome a un cristiano. No encuentro que esté declarado sin
ambigüedad ni en el Evangelio ni en las cartas apostólicas que el Señor
haya prohibido a los fieles unirse con infieles; si bien el bienaventurado
Cipriano dice que unirse a los paganos con vínculo matrimonial es una
prostitución. Pero acerca de los que ya están unidos la cuestión es
diferente; oigamos aquí al Apóstol: si algún hermano tiene una esposa
infiel, etc.

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EL MISMO, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: Se dice que hay adulterio
cuando por instinto de la propia lujuria o por consentimiento de la otra
persona, se tiene relación con otro o con otra rompiendo la fidelidad
matrimonial.
BEDA, SOBRE LUCAS: Oyó Herodes sobre la fama de Jesús, etc. Filipo
tomó como esposa a Herodías, hija de Areta, rey de los árabes y el mismo
Areta luego la retiró y se la dio a Herodes por ser de mayor poder; esto fue
un adulterio público.
Y TAMBIÉN: Herodes temía a Juan, sabiendo que era un varón justo y
santo y lo custodiaba por los hechos que realizaba y lo escuchaba. Pero lo
venció el amor de la mujer.
Y TAMBIÉN: No queriendo contener la lujuria cayó en el delito de
homicidio, siendo así para él menor el pecado pero mayor la causa del
pecado, pues por estricto juicio de Dios por apetito de la adúltera que sabía
que era detestable, derramó la sangre del profeta que sabía que era adepto
a Dios.
Y TAMBIÉN: Y el rey se mostró afligido. Mostraba tristeza en el rostro,
y se alegraba ocultamente, porque se le pedían las cosas que entendía
hacer si pudiera tener excusas para ello.
SERMÓN DEL OBISPO JUAN SOBRE EL MISMO DÍA: Y este
grande fue entregado a la bailarina adúltera.
Y TAMBIÉN: Tú, Herodes, cometes el adulterio y a la cárcel va Juan.
DEL CONCILIO DE MEAUX, CAP. I: Si alguno tuviere una esposa
virgen antes del bautismo, no puede tener otra. En el bautismo se borran lo
pecados, no los vínculos matrimoniales.
INOCENCIO, A RUFO Y EUSEBIO, OBISPOS MACEDONIOS:
Luego se añade que no se debe llamar bígamo el que como catecúmeno
tuvo una mujer y la perdió, si después del bautismo tuvo otra, y se
considera primera la que verificó con el hombre nuevo, porque aquel
matrimonio juntamente con los otros pecados quedó borrado por el
sacramento del bautismo. Me preguntáis ¿en el bautismo sólo se borran los
pecados o también otras cosas que se realizan según los preceptos
instituidos por Dios? Tomar una esposa ¿es o no es pecado? Si es un
delito, entonces es culpable el autor que, para que se cometieran pecados

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los bendijo cuando los unió en el Paraíso. Si no es pecado, ¿cómo creemos
que se borra con los otros pecados? ¿Qué pensar de los hijos de tales
uniones? ¿Acaso no serán admitidos en el conjunto de la heredad y serán
llamados naturales?
Y TAMBIÉN: El mismo Señor, cuando fue interrogado por los judíos
sobre si es lícito desechar a la esposa, después de responder que eso no
debía hacerse, añadió: Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre. Y
para que no se crea que esto se refería a las esposas tenidas después del
bautismo, recuérdese que esto fue una respuesta a una pregunta de los
judíos.
Y TAMBIÉN: La cópula nupcial, que se realiza por mandato de Dios, no
puede decirse que es pecado. Es correcto pensar que no puede borrarse el
nombre de la esposa anterior que no ha sido desechada por pecar, porque
fue hecho por voluntad de Dios.
IVO DE CHARTRES A HILDEBERTO, OBISPO DE LOS
CENÓMANOS: Me parece que hay que considerar si la mujer que deja el
judaísmo y se acerca al bautismo es consanguínea o no del marido
anterior. Averiguado esto, que según la ley cristiana que profesó puede
separarse del primer marido y casarse con quien quiera en el Señor. De
otro modo, el marido con quien se una va a ser adúltero y también ella lo
será. Pues el bautismo, según el papa Inocencio, borra los pecados pero no
los matrimonios.
AGUSTÍN, SOBRE EL MATRIMONIO Y LA CONCUPISCENCIA,
AL CONDE VALERIO: El bienaventurado Pablo demuestra que también
el pudor conyugal es un don de Dios cuando habla sobre esto y dice:
Quiero que todos los hombres sean como yo, pero cada uno tiene su propio
don de parte de Dios, uno de esta manera y otro de distinta manera.
Y TAMBIÉN: Decimos: ¿cuándo y en qué impíos hay pudor conyugal?
¿Acaso debe decirse que pecan porque usan mal el don de Dios no
refiriéndolo al culto de aquel de quien lo recibieron? ¿O tal vez estas cosas
no deban considerarse dones de Dios cuando las hacen los infieles, según
la opinión del Apóstol, que dice: todo lo que no procede de la fe es
pecado? ¿Quién se atreverá a decir que un don de Dios es pecado? De lo
que ellos hacen se ha dicho: Todo lo que no procede de la fe es pecado. De
ninguna manera puede decirse que sea verdaderamente pudoroso que no
por causa de Dios mantiene una fidelidad verdadera con su esposa. Lo

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natural de las nupcias es la cópula entre marido y mujer con el fin de
generar. Pero usa mal de este bien el que lo hace por placer bestial y no
por voluntad de propagar la especie. Cuando este bien tan evidente es
poseído por los infieles, al usarlo con infidelidad lo convierten en un
pecado malo. Por lo cual los que no generan los hijos con la intención de
transferir a los miembros del primer hombre para que sean miembros de
Cristo, sino que padres infieles se glorían de una prole infiel, aunque sean
de tanta observancia que según las reglas matrimoniales no están unidos
sino para la procreación de hijos, no hay en ellos un verdadero pudor
conyugal. Habiendo un pudor virtuoso, ¿cómo se puede afirmar con razón
que un cuerpo es pudoroso, cuando el alma está apartada del verdadero
Dios? A esta fornicación la denuncia el salmo donde dice: Los has perdido
a todos los que se apartaron de ti. Dice el Apóstol que todo lo que no
procede de la fe es pecado y que sin fe es imposible agradar a Dios.
EL MISMO, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: El bien de las nupcias es
reconocido por todas las gentes y todos los hombres por causa de la
generación y la fidelidad de la castidad. Por lo que se refiere al pueblo de
Dios, también en la santidad del sacramento por la cual no es lícito casarse
con otro por parte de la mujer repudiada mientras viva su marido. El
vínculo sólo se disuelve con la muerte del cónyuge. Así como si se
conozca a una reunión del pueblo para la ordenación de un clérigo, si no se
efectúa esta reunión, el sacramento de la ordenación permanece en los
ordenados; y si por alguna culpa alguien es removido del oficio, el
sacramento una vez impartido no deja de tener efecto. Que las nupcias se
realizan por causa de la generación lo atestigua el Apóstol: Quiero, dice,
que las más jóvenes se casen. Y como si se le preguntara ¿para qué?, añade
a continuación: para procrear hijos y ser madres de familia. Esto se refiere
a la fidelidad de la castidad: La esposa no tiene la propiedad de su propio
cuerpo, sino el marido; igualmente el marido no tiene la propiedad de su
cuerpo, sino la mujer. Y esto otro se refiere al sacramento de la santidad:
Que la mujer no se aparte del marido y si lo hace que permanezca soltera o
se reconcilie con su marido: y que el varón no deseche a la esposa. Estas
cosas son buenas y por ellas las nupcias son también buenas: la prole, la
fidelidad, el sacramento.
EL MISMO, CONTRA JULIANO: Hay otras cosas que pertenecen
propiamente a las nupcias por las que se distinguen de las nupcias
adulterinas, como es la fidelidad del tálamo conyugal, etc.

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Q. 126: Que una vez desechada una esposa fornicaria, al marido le es
lícito tomar otra. Y lo contrario

AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA I DE PABLO A LOS


CORINTIOS: Estando unidos en matrimonio, no les ordeno yo sino el
Señor que la esposa no se separe del marido y si se apartara debe
permanecer sin casarse o reconciliarse con su marido. Y el marido no
deseche a la esposa. No se le permite a la mujer casarse si hubiera
desechado al marido por causa de fornicación, porque se debe elegir la ley
mejor. Si el marido apostata o desea divorciarse, la mujer no puede casarse
con otro ni regresar al mismo.
Y TAMBIÉN: Y el varón no deseche a la mujer, se entiende que salvo el
caso de fornicación. Y no añadió, como en el caso de la mujer, diciendo
que si la desechare permanezca así, porque al varón le es lícito tomar otra
esposa, si desecha a la pecadora, porque no está sujeto igualmente a ley el
varón como lo está la mujer.
DEL CONCILIO DE TRÉVERIS, CAP. IV: Si alguien durmiere con la
esposa de su hermano, el adúltero y la prostituta permanezcan sin
matrimonio todos los días de su vida. Y aquel del cual fue esposa, si
quiere, tome otra mujer.
JERÓNIMO, A OCÉANO, SOBRE LA MUERTE DE FABIOLA:
Ordenó el Señor que no se debe desechar a la esposa sino por causa de
fornicación y que si esta fuese desechada debe permanecer soltera. Todo lo
que se ordena a los varones, redunda consecuentemente en las mujeres.
Pues de ninguna manera se debe desechar a la mujer adúltera y retener al
varón adúltero. Porque si se une a una meretriz forma un solo cuerpo con
ella. Y la que se une a un fornicador impuro se hace un solo cuerpo con él.
Unas son las leyes de los Césares y otras las de Cristo; una cosa ordenó
Papiniano y otra Pablo. Para ellos se relajan los frenos del pudor y se
condenan sólo el estupro y el adulterio y se permite el trato en los
lupanares y con las domésticas. Para nosotros, lo que no se permite a las
mujeres tampoco se permite a los varones, y la servidumbre se estima en la
misma condición. Desechó, como dicen, al vicioso; desechó al culpable de
tal y tal crimen; y aunque clamase el vecindario la esposa buena no lo
entregó.
AGUSTÍN, SOBRE LOS MATRIMONIOS ADÚLTEROS, LIB. II:
La mujer está ligada al marido, casto o adúltero, mientras este vive y es

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adúltera si tiene sexo con otro; y el varón está ligado a su esposa, casta o
adúltera, mientras está viva, y es adúltero si toma otra esposa. Por lo cual
si un hombre desecha a una mujer adúltera y no quiere aceptarla ni aun
después de la penitencia, mantenga la continencia. Aunque no por la
voluntad de elegir un bien mejor, sí para evitar un mal pernicioso.
Y TAMBIÉN: Creo que ningún cristiano será considerado adúltero si
enfermo por largo tiempo, o ausente, o deseando su esposa vivir en
continencia, se une con otra mujer. Así también, desechada la adúltera es
adúltero con otra adúltera; porque no sólo él sino todo el que desecha a su
esposa y toma otra es adúltero.
EL MISMO, SOBRE LO MISMO: Aquellos a quienes les desagrada que
entre el varón y la mujer se observe una forma pareja de pudor y eligen
más bien someteré a las leyes de este mudo que a las de Cristo, ya que las
normas del foro no parecen ligar a los varones con los mismos lazos de
pudor que a las mujeres, lean lo que el emperador Antonino, ciertamente
no cristiano, estableció en esta materia; que no está autorizado el marido a
acusar de adulterio a la esposa si no ha dado él mismo ejemplo de castidad
con sus costumbres. Por supuesto, me parece muy inicuo que el varón
exija pudor de su esposa si él no da el ejemplo.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LAS DIEZ CUERDAS: No cometerás
adulterio, es decir, no irás a otra mujer que no sea tu esposa. Esto lo exiges
de tu esposa y ¿no quieres deberle lo mismo a ella? Debiendo preceder a tu
esposa en virtud ¿quieres que tu esposa sea vencedora y tú vencido, y,
siendo tú cabeza de la mujer, quieres que tu hogar esté cabeza abajo?
Y TAMBIÉN, SOBRE LOS MATRIMONIOS ADULTERINOS,
CAP. II: Se indignan los maridos si escuchan que a los varones adúlteros
les aguardan las mismas penas que a las mujeres adúlteras, cuando es así
que es conveniente que ellos sean castigados más gravemente aún por
cuanto a ellos les corresponde regir a las mujeres con la virtud y el
ejemplo.
EL MISMO, SOBRE EL SERMÓN DEL SEÑOR EN EL MONTE,
LIB. I: Nada más inicuo que desechar a la esposa por fornicación si el
mismo marido es fornicario. Pues ocurre que en lo que juzgas a otro te
condenas a ti mismo; haces lo que juzgas en los demás. Por lo cual el que
quiera desechar a su esposa por causa de fornicación debe primero estar
libre de fornicación y lo mismo diría con respecto a la mujer.

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EL MISMO, SOBRE MATRIMONIOS ADULTERINOS, LIB. I: Está
ordenado que permanezca sin casarse aquella mujer que se apartó de un
marido fornicario.
Y TAMBIÉN: Lo que se dijo que debe permanecer sin casarse si se
apartan se aplica a aquella a la que le es lícito apartarse de un fornicario.
Y TAMBIÉN: Dice el Señor: El que desecha a su mujer, excepto por
causa de fornicación, y toma otra esposa, es adúltero; y así debe
entenderse, que cualquiera que por causa de fornicación desecha una y
toma otra no comete adulterio, no parece que en esto haya paridad entre el
marido y la esposa, porque si la mujer, por causa de fornicación se aparta
de su marido y se une con otro, comete adulterio y si lo hace el varón en
las mismas circunstancias, no lo comete. Si hay paridad en ambos casos
ambos pecan si se unen a otra persona, aun si se apartaron por causa de
fornicación. Que hay una paridad en esta causa entre el varón y la mujer lo
demuestra el apóstol, donde dice: Igualmente el varón no tiene potestad
sobre su cuerpo, sino la mujer. ¿Por qué dices, entonces, que el Señor
menciona la causa de fornicación y no más bien algo más general, o sea,
que el que desecha a su esposa y toma otra es adúltero, y también él es
adúltero si, desechada su esposa por fornicación, se une con otra? Creo que
Dios quiso mencionar lo que es más importante. ¿Quién pude negar que el
adulterio es más grave si se toma otra esposa sin que la anterior haya sido
adúltera, que si se une a otra habiendo desechado a la anterior por
fornicación? Si decimos que todo el que toma a una esposa desechada por
su marido por causa de fornicación, es adúltero, sin duda decimos algo
verdadero, pero sin embargo, no absolvemos de culpa al que toma a quien
fue desechada sin causa de fornicación, sino que no dudamos que ambos
son adúlteros: así aquel que fuera de la causa de fornicación desecha a su
esposa y se une con otra decimos que es adúltero, tampoco defendemos al
que por causa de fornicación desecha a su esposa y se une con otra.
Sabemos que ambos son adúlteros aunque un caso es más grave que otro.
Y TAMBIÉN: Por cualquier género de fornicación, sea de la carne o del
espíritu, donde está incluida la infidelidad, y dejado el marido, no es lícito
unirse con otro y, dejada la mujer, no es lícito tomar otra, porque el Señor
no hizo ninguna excepción: si alguien deja a su marido y se une con otro,
comete adulterio.

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EL MISMO, SOBRE MATRIMONIO Y CONCUPISCENCIA, LIB.
I: Hasta ahora se mantienen entre quienes están con vida los derechos de
las nupcias una vez establecidos, de modo que son más bien cónyuges los
que se han separado que con aquellos a los que se unieron. No serían
adúlteros con otros si no permanecieran siendo cónyuges entre sí. Muerto
el marido con el que hubo verdadero matrimonio, no puede haber
matrimonio verdadero con el que antes hubo adulterio. Mientras viven se
mantiene entre los esposos cierto vínculo conyugal que ni la separación ni
la cópula adúltera pueden quitar. Permanece para señal de la culpa y no
como vínculo de la relación, así como el alma apóstata, apartándose del
matrimonio con Cristo, perdida la fe, no pierde el sacramento de la fe que
apareció en el baño de la regeneración.
EL MISMO, A POLENCIO, SOBRE MATRIMONIOS
ADÚLTEROS, LIB. I: Te parece que una mujer que es apartada de su
marido no debe casarse si se apartó sin verse obligada por una fornicación
de su esposo. Entonces, según opinas, les es lícito tener otro matrimonio si
el divorcio se origina por causa de fornicación.
Y TAMBIÉN: Se ha dicho: El que desecha a su esposa, a no ser por causa
de fornicación, la hace adúltera. No es él quien la hace adúltera por
desecharla, sino que desecha a una adúltera.
Y TAMBIÉN: Nosotros decimos que aquella mujer que desechó a un
marido por ser adúltero, no le es lícito volver a casarse y tú dices que le es
lícito pero no conveniente; los dos decimos que la que desecha a un
marido adúltero no debe casarse. Pero hay una diferencia. Cuando ambos
cónyuges son cristianos, si la mujer se aparta del marido adúltero, decimos
que no le es lícito casarse, pero de un marido que no es adúltero no le es
lícito separarse.
Y TAMBIÉN: El apóstol, o mejor, el Señor por medio del Apóstol, no le
permite a la mujer apartarse del marido no adúltero, pero resta que le
prohíba, si se aparta, que se case la que tiene permitido dejar a un adúltero.
De la que se permite apartarse y que no se case.
Y TAMBIÉN: Dice el Señor: el que desecha a su esposa, si no es por
causa de fornicación y toma otra, es adúltero, etc. Igualmente dice
Santiago: El que conoce el bien y no lo practica, peca.

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Y TAMBIÉN: Cuando decimos que el que desecha a una mujer fuera del
caso de fornicación, comete adulterio, lo decimos de uno, pero no negamos
que cometa adulterio el que toma una esposa que fue dejada por su marido
por causa de fornicación. Siendo ambos adúlteros, el que desechó a su
esposa sin causa de fornicación y se unió con otra y el que se unió con otra
habiendo desechado a su esposa por fornicación, cuando leemos esto
acerca de uno no debemos entender que se niegue acerca del otro. Si esto
dijo Mateo, expresando un aspecto y callando otro, de modo que la
comprensión es difícil ¿acaso no opinaron otros que puede entenderse de
ambos casos? Según Marcos, está escrito: Todo el que desechare a su
esposa y tomare otra, comete adulterio con ella; y si la esposa desecha a su
marido y toma otro, es adúltera. Según Lucas es así: Todo el que desecha a
su esposa y toma otra es adúltero; y el que toma a la que fue desechada por
su marido es adúltero.
Y TAMBIÉN: ¿Qué sabes, mujer, si harás salvo a tu marido? O ¿qué
sabes, marido, etc.? Parece exhortar a los cónyuges a ganarse a sí mismos
y a los hijos para Cristo también con ejemplos anteriores. Parece
expresarse evidentemente porque no sea conveniente que los cónyuges
infieles sean desechados por los fieles. No porque deba mantenerse el
vínculo conyugal con esos tales, sino para que sean ganados para Cristo,
prohíbe apartarse de los cónyuges infieles.
Y TAMBIÉN: El Apóstol dice: Todas las cosas son lícitas, pero no todas
son convenientes. Nadie busque lo que es suyo sino lo que es del otro.
Y TAMBIÉN: las cosas lícitas no se prohíben por ningún precepto del
Señor.
Y TAMBIÉN: Hay cosas que se dice que no están ordenadas por el Señor,
aunque el Señor aconseja que se hagan, y tanto más resultan valiosas
cuanto menos son obligatorias.
Y TAMBIÉN: Los que no pueden contenerse es mejor, por supuesto que
se casen. Pero a las que hicieron voto de continencia ni les es lícito hacerlo
ni conviene que lo hagan. Permanecer con el varón, si consiente en
cohabitar, es lícito y conveniente. Si no fuera lícito, no podría ser
conveniente. Y no todas las cosas lícitas son convenientes. Hay cosas
lícitas que no son convenientes, como nos ha enseñado el Apóstol. Pero
entre lo que es ilícito y, por lo tanto, es conveniente, y lo que es lícito y sin
embargo, no es conveniente es difícil definir una regla universal. Y alguien

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dirá: todo lo que no es conveniente es pecado; y todo pecado es ilícito. Por
lo tanto todo lo que no es conveniente es ilícito. ¿Y dónde estarán aquellas
cosas que el Apóstol dijo que son lícitas pero que no convienen? Como no
nos atrevemos a decir que ciertos pecados no son ilícitos, nos resta decir
que hay algo que no conviene hacer y sin embargo, si es lo lícito, no es
pecado, pero, como no es conveniente, no debe hacerse. Si parece absurdo
hacer algo que no conviene y decir que no peca el que lo hace, hay que
entender que esto es absurdo desde el punto de vista del uso del lenguaje.
Esto se aclara con un ejemplo: aunque los jumentos son irracionales
muchas veces decimos que hay que apalearlos cuando pecan; pero pecar
propiamente es sólo de aquellos que usan el arbitrio racional de la
voluntad. Entre todos los seres animados sólo el hombre tiene este
atributo. Pero una cosa es cuando hablamos propiamente y otra cuando lo
hacemos por transferencia o abusivamente.
Y TAMBIÉN: A mí me parece que son lícitas pero que no convienen
aquellas cosas que, en presencia de Dios, son permitidas, pero como
pueden ser ofensivas para los hombres, para que no sean un obstáculo para
su salvación deben evitarse.
Y TAMBIÉN: Si no fuese lícito desechar a la mujer infiel, Dios lo
prohibiría y el Apóstol no diría que no lo dice Dios sino él. Si por la
fornicación de la carne se permite que el hombre se separe de la esposa,
¿no deberá detestarse más la fornicación de la mente, es decir, la
infidelidad? De ella está escrito: Los que se alejan de ti perecerán; has
perdido a todo el que se aparta de ti por la fornicación. Como es lícito pero
no es conveniente, para que los hombres por causa de estas separaciones
de los cónyuges no se aparten de la doctrina de la salvación y así perezcan
permaneciendo en la infidelidad, el Apóstol prohíbe con su consejo algo
que es lícito pero no conveniente.
Y TAMBIÉN: Los israelitas rechazaban a las esposas extranjeras por
causa de las cuales sucedía que ellos eran atraídos a los dioses extranjeros
y no que ellas fuesen llevadas por sus maridos al verdadero Dios. Por eso
había ordenado el Señor, por medio de Moisés, que nadie tomara una
esposa extranjera. Y con toda razón los que las habían tomado con
prohibición del Señor, las desecharon.
Y TAMBIÉN: La fornicación de un hombre infiel es mayor en el corazón,
y no puede decirse que su pudor sea verdadero para con su esposa, porque

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todo lo que no es de acuerdo con la fe es pecado, aunque un marido que es
cristiano tenga verdadero pudor con su esposa infiel. Los fieles no
debieron separarse de las infieles por orden del Señor, porque ambos se
casaron cuando eran gentiles no en contra de la orden del Señor.
CONCILIO MILEVITANO, CAP. XVII: Ni el desechado por la esposa
ni la esposa desechada por el marido deben unirse con otro sino que deben
permanecer separados o reconciliarse.

Q. 127: Que no es lícito promover al clero a un bígamo. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: El sacramento de las


nupcias de nuestro tiempo prescribe un solo marido y una sola esposa y no
es lícito ordenar como dispensador de la iglesia sino al varón de una sola
esposa. Y entendieron esto todavía con más rigor los que pensaron que no
debe ordenarse el que como catecúmeno o pagano tuvo otra.
Y TAMBIÉN: No pareció absurdo que el que excedió el número singular
de esposas no cometió un pecado sino que infringió cierta norma del
sacramento en razón de una vida buena, sino por necesidad de un
ordenamiento eclesiástico.
GENADIO, SOBRE LA FE ORTODOXA: El marido que tuvo dos
esposas después del bautismo no puede ser ordenado de clérigo, etc.
JERÓNIMO, AL OBISPO OCÉANO, CÓMO HAY QUE
COMPORTARSE EN LA CASA DEL SEÑOR: El varón de una sola
mujer es elegible para el sacerdocio tanto según el nuevo como el antiguo
precepto.
Y TAMBIÉN: Muchos obispos aceptaron a bígamos para el ministerio.
Pero afirman que era concubina y no esposa, como si no hubiese la misma
suciedad en aquella que en esta que dice esposa. ¿O porque no se hizo
registro del matrimonio, la concupiscencia fue distinta? De ninguna
manera un bígamo o un frecuentador de concubinas debe asumir el
ministerio. Está escrito en el Levítico: El sacerdote reciba a una virgen; no
reciba a una viuda, o una desechada por su marido.
Y TAMBIÉN: Si un clérigo es monógamo pero su esposa es bígama, no
lo aceptes para el ministerio. Pues se casó con una bígama.

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EL MISMO, AL MISMO DESTINATARIO SOBRE LO QUE ESTÁ
ESCRITO: Varón de una sola mujer: Se levantó la herejía y volvió a alzar
la cabeza la serpiente ya muerta y pisoteada. Diciendo alguno que Cristo
no pudo lavar con su sangre y mantiene las profundas cicatrices de sus
pecados anteriores, que no pueden atenuarse con la medicina de él.
Diciendo que hay cosas que Cristo no puede purgar con su sangre y que le
van a quedar cicatrices de sus anteriores pecados, como si esta medicina
no las pudiese atenuar, ¿qué otra cosa hace sino decir que Cristo murió en
vano? De ninguna manera se puede creer esto del omnipotente, es decir,
que sea impotente en algo. Las epístolas enteras del apóstol proclaman su
gracia. Y para que no parezca que la gracia es limitada y sólo una
mención, añade: que la gracia y la paz se multipliquen. Se promete una
multiplicación y ¿nosotros afirmamos la escasez? Entonces Arterio, obispo
de España, hombre anciano en edad y en sacerdocio, tuvo una esposa antes
de bautizarse y otra, muerta la primera, después del bautismo; y ¿estimas
que obró contra la sentencia del Apóstol que ordenó que un varón fuese
ordenado siendo marido de una sola mujer? Me extraña que tú menciones
un caso cuando el mundo está lleno de este tipo de ordenaciones; no hablo
sólo de presbíteros y de órdenes inferiores; vengo a los obispos, que si
quisiera nombrarlos uno por uno reuniría un número tan grande que
superaría el del Concilio de Reims. No es correcto mencionar a uno y que
parezca que acusas a muchos y al que no puedes defender con la razón lo
hagas por la asociación con los pecadores. Soporté en Roma de parte de un
varón elocuentísimo un silogismo cornudo tal que cualquier parte que yo
eligiese me mantenía encerrado. Tener esposa, me decía, ¿es pecado o no
lo es? Yo, con sencillez y sin precaverme de las insidias, respondí: no es
pecado. Y prosiguió: ¿En el bautismo se perdonan los pecados? Respondí
que se perdonan. Yo me creía seguro pero empezaron a aparecer los
cuernos. Me dice: Si tomar esposa no es pecado y el bautismo perdona los
pecados, todo lo que no es pecado, permanece tal cual.
Y TAMBIÉN: Traté de convertir contra el adversario un punto de su
propuesta. Le dije: Te ruego que me respondas: El bautismo ¿hace que un
hombre sea nuevo en todo o en parte? Me respondió: en todo. Entonces en
el bautismo no queda nada del hombre viejo y nada puedes imputarle al
nuevo de lo que alguna vez estuvo en el viejo.
Y TAMBIÉN: Para el episcopado, el Apóstol ¿eligió bautizados o
catecúmenos? Si el apóstol para el clero elige fieles y no catecúmenos, los

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vicios del catecúmeno no se le imputan al fiel. Están las epístolas del
Apóstol, una a Timoteo y la otra a Tito. En ambas, tanto los obispos como
los presbíteros (aunque entre los antiguos lo mismo es obispos que
presbíteros porque aquel denomina la dignidad y este la edad) parecen
haber sido elegidos monógamos para el clero. Ciertamente el apóstol habla
de bautizados. Si todas las cosas que en la ordenación de un obispo se
preguntan, no van en contra del ordenando, aunque no las tuviera antes del
bautismo (pues se pregunta cómo es y no cómo fue) ¿por qué sería un
obstáculo un solo nombre de esposa si un solo nombre no fue pecado?
Dices que no fue pecado y por eso no fue perdonado en el bautismo. Esto
sería algo novedoso; porque no fue pecado, se reputará como pecado.
Todas las fornicaciones y sordideces, parricidio o incesto se borran en la
fuente de Cristo; ¿permanecerán las manchas de una esposa y se preferirán
los lupanares al tálamo? Yo no te imputo un ejército de meretrices ni la
efusión de sangre y ¿tú me traes a una esposa ya muerta a la que recibió
para no hacer lo que tú hiciste? Oigan los paganos, oigan los catecúmenos
que no tomen esposas antes del bautismo, que no contraigan matrimonios
honestos, sino que tengan las esposas promiscuas de Platón y tengan hijos
en común: más aún, cuídense de cualquier término alusivo al matrimonio,
para que después, cuando hayan creído en Cristo no les dañe el no haber
tenido concubinas o meretrices sino esposas. Semejantes a los escribas y
fariseos colamos el mosquito y tragamos el camello, guardamos la menta y
el anís y pasamos por alto el juicio de Dios. ¿Qué hay de semejante entre
una esposa y una meretriz? ¿Se acusa la infelicidad de la cónyuge muerta y
se corona el placer de la meretriz? Él, si viviera la anterior, no tendría otra
esposa: ¿tú cómo puedes excusar tus nupcias caninas? Él tuvo hijos con su
esposa, tú perdiste la prole con una meretriz. A él lo cubrieron los secretos
de su alcoba, sirviendo a la naturaleza y a la orden del Señor: creced y
multiplicaos y henchid la Tierra; a ti te execra la mirada pública en tu
coito. Aquel ocultó con delicado pudor lo que era lícito; tú pusiste ante los
ojos de todos sin ninguna vergüenza lo que es ilícito. Para él se escribió:
nupcias honorables y tálamo inmaculado; para ti se lee: Dios perderá a los
fornicadores y adúlteros.
Y TAMBIÉN: ¿Cómo en el bautismo se lavaron tus suciedades y mis
cosas limpias se ensuciaron? No se ensuciaron tus cosas limpias, sino que
permanecieron como estaban. ¿Qué significa toda esta tergiversación: que
lo que no es pecado, es pecado y lo que no es sórdido, es sórdido?

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Y TAMBIÉN: Cuando se dice varón de una sola esposa puede entenderse
diversamente. El apóstol sabía que la ley concedía tener muchos hijos con
varias esposas. A los sacerdotes les resultaba claro el arbitrio de esta
licencia. Ordenó que los sacerdotes no reivindicaran esta licencia para la
Iglesia, sino que tuvieran una sola esposa al mismo tiempo. Y recibe
también otra explicación. Algunos forzadamente interpretan que por
esposas deben entenderse las iglesias y por los varones los obispos, y que
esto se ordena para que no pasen de una iglesia a otra para que no
desprecien la pobreza de una iglesia virginal y se trasladen a otra más rica
como si fuera a una adúltera. Dirás que esta interpretación es violenta y
dura. Vuelve a la sencillez de la escritura para que las leyes no se vuelvan
contra ti. Y añado algo. Si alguien tuvo una concubina antes del bautismo
y, muerta ella, es bautizado y toma una esposa, ¿puede hacerse clérigo?
Responderás que sí, porque tuvo una concubina y no una esposa. Por los
apóstoles se condenan los registros conyugales y los derechos y no el
coito.
Y TAMBIÉN: Mira que cuando se dice varón de una sola esposa se puede
entender de una sola mujer; puede referirse más al coito que a los registros
conyugales.
Y TAMBIÉN: Varón de una sola mujer. De esto ya hablamos. Ahora sólo
advertimos que si se pregunta si es varón de una sola esposa aun antes del
bautismo, examinemos todo lo demás que se prescribe con respecto a lo
anterior al bautismo. Porque no corresponde analizar todo lo demás
después del bautismo y esto sólo antes del bautismo. Sobrio, prudente,
hospitalario, docto, etc.
Y TAMBIÉN: No un neófito, no sea que lleno de soberbia caiga en el
juicio del diablo. No puedo dejar de admirar que sea tanta la ceguera de los
hombres que disputan de las esposas antes del bautismo, y calumnian una
cosa muerta en el bautismo, más aún ya vivificada por Cristo, sin atender a
un precepto tan abierto y evidente. Ayer, catecúmeno, hoy, pontífice; ayer,
en el anfiteatro, hoy, en la iglesia; en la víspera, en el circo; por la mañana,
en el altar; hace poco, maestro de actores, hoy, consagrados de vírgenes.
¿Acaso ignoraba el apóstol estas tergiversaciones y desconocía nuestras
tontas argumentaciones? El que habló de varón de única esposa, él mismo
ordenó que fuese sobrio, irreprensible, prudente, etc. A todo esto cerramos
los ojos y sólo vemos a las esposas.

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Y TAMBIÉN: Hijo mío, Océano, mira qué importante es este testimonio,
que aportan los casados dos veces que además del vínculo conyugal
anterior al bautismo no tienen nada que se les pueda objetar. Por lo tanto
cuando arguyen sobre las esposas antes del bautismo, pidámosles que
examinen todas los preceptos posteriores al bautismo. Pasan por alto lo
que no es lícito y objetan lo que está permitido.

Q. 128: Que ninguna adúltera debe ser retenida. Y lo contrario

AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA I DE PABLO A LOS


CORINTIOS: Ciertamente es lícito tener esposa, pero si fornicare, debe
ser despedida.
JERÓNIMO, SOBRE MATEO: Habiendo ella dividido una sola carne
con otra y habiéndose separado por causa de fornicación, no debe ser
retenida por el marido, para que no haga caer al marido bajo la maldición,
ya que dice la Escritura: el que retiene a una adúltera es necio e impío.
Dondequiera haya fornicación o sospecha de fornicación, libremente se
desecha a la esposa.
CRISÓSTOMO, SOBRE MATEO, CAP. CIX: Así como es cruel e
inicuo el que desecha a una mujer casta, así es fatuo e injusto el que retiene
a una meretriz. Pues es patrono de una torpeza el que oculta el delito de la
esposa.
AGUSTÍN, SOBRE LOS MATRIMONIOS ADULTERINOS, LIB. II:
¿Por qué te parece duro que después de un adulterio se reconcilien los
cónyuges? En la antigua ley estos delitos no se limpiaban con ningún tipo
de sacrificio, y por eso entonces estaba prohibido recibir una esposa
contaminada por otro, aunque David a la hija de Saúl, a la que el padre de
la misma mujer separada de él se la había dado a otro, como prefiguración
del nuevo estamento, la recibió sin contaminación. Ahora, después que
Cristo le dijo a la adúltera que tampoco él la condenaría y que no quisiese
pecar más; ¿quién no entiende que se debe perdonar al marido que ve que
el Señor la perdonó, y que ya no se debe llamar adúltera a aquella cuyo
delito quedó borrado por la misericordia divina?
Y TAMBIÉN: No será ni torpe ni difícil una reconciliación de los
cónyuges después de purgados los adulterios, cuando por medio de las
llaves del reino de los cielos no se duda que se da la remisión de los

Página 309
pecados, no que después del divorcio del varón sea vuelta a convocar la
adúltera, sino que después de su unión con Cristo ya no se puede decir que
es adúltera.
HERMES, EN EL LIB. DEL PASTOR, MANDATO IV: Me dijo el
pastor: Si sabe el varón que su esposa ha delinquido y no hace penitencia y
permanece en su fornicación y él es connivente, será también reo de
pecado y partícipe de su fornicación. Si la mujer desechada hace
penitencia y quiere regresar a su marido, si él no la recibe comete un gran
pecado. Debe recibir a la pecadora que hizo penitencia, pero no varias
veces. Para los siervos de Dios la penitencia es única. Este acto es
semejante para el varón y para la mujer.

Q. 129: Que es lícito casarse más de una vez. Y lo contrario

PABLO, EN LA EPÍSTOLA I A LOS CORINTIOS: La mujer está


ligada por todo el tiempo que vive su marido. Si este muriere, es libre y
puede casarse con quien quiera, siempre que sea en el Señor.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA I A TIMOTEO: Evita las viudas muy
jóvenes.
Y TAMBIÉN: Quiero que las jóvenes se casen y tengan hijos, etc.
AGUSTÍN, A JULIANA, SOBRE LA PROFESIÓN DE LA SANTA
VIUDEZ: Hay quienes suelen plantear cuestiones sobre las terceras,
cuartas y múltiples nupcias. Por eso respondo brevemente y no me atrevo a
condenar ninguna clase de nupcias ni hablar de algo vergonzoso debido a
su número.
Y TAMBIÉN: No me atrevo a hablar contra el sentido de la vergüenza
humana con respecto a las veces que una mujer quiera casarse, muertos sus
maridos, y no puedo condenar por mi parte fuera de la autoridad de la
Iglesia el número de nupcias.
JERÓNIMO, A PAMMAQUIO: Vean mis detractores que yo he
concedido segundas y terceras nupcias.
Y TAMBIÉN: Yo también anuncio libremente que no se condene la
bigamia en la Iglesia, ni la trigamia y que sea lícito tener un quinto marido

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o un sexto y aún más, además de un segundo. Tenga un octavo marido y
no sea prostituta.
EL MISMO, CONTRA JOVINIANO, LIB. I: Es más tolerable ser
prostituta para un solo hombre que para muchos, pues aquella samaritana
en el Evangelio que decía tener un sexto marido, es reprochada por el
Señor que le dijo que ese no era su marido. En ese número de maridos allí
el que es propiamente marido deja de serlo.
Y TAMBIÉN: Cuando es más de uno, no interesa si es segundo o tercero,
porque deja de ser monógamo. No digamos que es condenable, así sea
trígamo o, incluso, octágamo. Más aún, yo recibo al fornicario, si está
arrepentido.
EL MISMO, A AGOROQUIA, SOBRE LA MONOGAMIA: He visto
dos casos de vilezas entre una multitud; uno, que sepultó a veinte esposas;
otra, que tuvo en matrimonio hasta un vigésimo segundo marido.
Disputaban cuál merecía el primer puesto. Venció el marido y coronado en
medio de toda la gente de la ciudad, iba delante del féretro de la esposa
que había tenido múltiples maridos. ¿Qué le diremos a tal mujer? Lo que el
Señor a la samaritana: tuviste veintidós maridos y este que ahora te
sepulta, no es tu marido.
EL MISMO, A SALVIA: Primero Lamec, maldito y sanguinario, de la
estirpe de Caín, dividió una costilla en dos y la implantación de la bigamia
atrajo pronto el castigo del Diluvio. De aquí aquello del Apóstol, que por
temor a la fornicación se ve obligado a condescender: quiero que las
jovencitas se casen para no darle al enemigo causa de maldición. Y añade:
Pues ya algunas declinaron tras Satanás. Con esto entendemos que no les
daba una corona a las que estaban en pie sino una mano a las caídas. Ved
que estos segundos matrimonios son preferidos a los lupanares, porque
algunas habían ido tras Satanás. Por eso la viuda joven que no puede o no
quiere contenerse, es preferible que tenga un marido y no el diablo. Es una
cosa bella y apetecible la que se recibe en comparación con Satanás.

Q. 130: Que ninguna relación sexual humana puede ser sin culpa. Y lo
contrario

AMBBROSIO, SOBRE LA I EPÍSTOLA DE PABLO A LOS


CORINTIOS, LIBRO II: Si la has recibido, no pecaste, porque no peca

Página 311
el que hace lo que le fue concedido.
AGUSTÍN, SOBRE LAS NUPCIAS Y LA CONCUPISCENCIA: La
relación sexual que se realiza con la intención de procrear no es ella misma
pecado porque la buena intención del ánimo conduce a quien la sigue.
EL MISMO, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: La relación conyugal
para generar no tiene culpa: si es para satisfacer la concupiscencia, con
fidelidad conyugal, tiene una culpa venial. El adulterio y la fornicación son
un pecado mortal.
Y TAMBIÉN: Qué podemos decir contra la muy evidente voz del Apóstol
que dice: Haga lo que quiera; no peca si se casa; y si tomaste mujer, no
pecaste y si se casa una virgen no peca. Según esto ya no es lícito dudar
que las nupcias no son pecado. El Apóstol no habla de las nupcias como
una concesión porque ¿quién duda que es absurdo decir que no pecan
aquellos a quienes se les concede algo? Y permite como concesión esa
relación que se realiza por incontinencia y no sólo por causa de la
procreación y a veces sin tener en cuenta la procreación y que las nupcias
no obligan a tener pero ruegan que se permita; sin embargo, no debe ser
tan prolongada que impida los tiempos de oración y no debe convertirse en
un uso contra la naturaleza. La relación necesaria para procrear no es
culpable y es la única verdaderamente nupcial. La relación que sobrepasa
esta necesidad ya no sirve a la razón sino a la lujuria. Y pertenece a la
relación conyugal no exigir pero sí prestarse a este acto, para no pecar
condenablemente por fornicación.
Y TAMBIÉN: Las nupcias, por tanto, son un bien, principalmente si a los
hijos que desean carnalmente los educan espiritualmente. Y no porque la
ley ordene que el hombre se purifique después de una relación, declara por
eso que sea pecado, a no ser que no sea el que se realiza según la
concesión o impida las oraciones; pero como la ley deja en el misterio y en
la sombra muchas cosas futuras, cierta deformidad cuasi material en el
semen, que se transformará en el cuerpo humano, se considera que
signifique una cierta vida deforme e inculta; es conveniente que el hombre
se limpie de esa deformidad con la doctrina, la formación y la erudición,
como signo de lo cual fue ordenada esa purificación después de la emisión
del semen. Y tampoco es pecado en los sueños y sin embargo, también
entonces se prescribe esa purificación. Y si alguno juzga que esto es
pecado pensando que no sucede sino por un cierto deseo, lo cual es

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ciertamente falso, considere si acaso las menstruaciones femeninas son un
pecado. Y la misma antigua ley les ordenaba limpiarse de ellas, por causa
de aquella misma deformidad material, que, producida la concepción, se
añade a la construcción del cuerpo. Cuando la ley ordena que se purifique
ese flujo informe del cuerpo quiere que se signifique que es menester que
tal flujo reciba una forma que corrija ese flujo desordenado e indecente.
Finalmente. ¿Acaso la muerte es un pecado y sin embargo, es una buena
obra de humanidad dar sepultura? Sin embargo, se ordena la purificación
porque el cuerpo muerto que abandona la vida no es pecado pero significa
el pecado del alma que se aparta de la justicia. Las nupcias, afirmo, son un
bien y contra todas las calumnias pueden defenderse por la sana razón.
Y TAMBIÉN: No es una virtud la continencia del cuerpo sino la del alma.
Las virtudes del alma alguna vez se manifiestan en el cuerpo, a veces están
latentes en hábito, así como la virtud de los mártires aparece en la
tolerancia de los tormentos.
Y TAMBIÉN: La paciencia ya estaba en Job, y el Señor lo sabía, y daba
testimonio, pero se hizo patente a los hombres con el examen de la
tentación.
Y TAMBIÉN: Para que se entienda mejor cómo es la virtud en hábito
aunque no esté en obra, presento un ejemplo del que ningún católico duda.
Que el señor Jesús verdaderamente haya tenido hambre y sed y haya
bebido y comido, no lo duda nadie de los que son fieles al Evangelio.
¿Acaso no había en él tanta virtud de la continencia en cuanto al alimento
y la bebida como la que tenía Juan el Bautista? Vino Juan que no comía ni
bebía y dijeron: Tiene el demonio. Vino el hijo del hombre que come y
bebe y dijeron: he aquí un hombre voraz y bebedor de vino, amigo de
publicanos y pecadores.
Y TAMBIÉN: Luego añade, después de decir que era justificada la
sabiduría de sus hijos que ven que la virtud de la continencia siempre debe
ser un hábito del alma y manifestarse en las obras según la oportunidad de
las cosas y los tiempos, como la virtud de la paciencia en los santos
mártires. De este modo no hay diferente mérito de paciencia en Pedro, que
padeció, y en Juan, que no padeció, así como no hay diferencia en la
continencia en Juan, que no tuvo nupcias y en Abraham que engendró
hijos. El celibato de uno y el matrimonio del otro militaron para Cristo
según la oportunidad de los tiempos. Juan tenía la continencia en obra,

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Abraham, sólo en hábito. Pues en aquel tiempo la ley en los días de los
patriarcas consideraba maldito al que no propagaba su simiente en Israel y
el que podía no sólo prometía sino que cumplía. Pero cuando llegó la
plenitud de los tiempos, se dijo que el que puede entender que entienda, el
que quiere, que obre y el que no quiera obrar no mienta que lo haga. Y
aquellos que corrompen las buenas costumbres con sus malas
conversaciones le dicen con vana astucia al hombre cristiano que rechaza
las nupcias, ¿eres tú mejor que Abraham? El que oye esto no debe
turbarse, sino decir: Yo ciertamente no soy mejor que Abraham, pero la
castidad del celibato es mejor que la castidad de las nupcias, de las cuales
Abraham a una la tenía en uso y a la otra en hábito. Pues vivió castamente
su vida conyugal; pudo vivir castamente sin matrimonio, pero eso entonces
no era conveniente.
Y TAMBIÉN: Puede suceder que la continencia sea menor en el alma de
aquel que no accede a las nupcias, de las que usó Abraham: y sin embargo,
ser mayor que en el alma de aquel que practicó la castidad del matrimonio,
porque no pudo practicar una más amplia. Así también la mujer soltera,
que medita en las cosas del Señor, para ser santa en el cuerpo y en el
espíritu, puede oír a quien desvergonzadamente le pregunte: ¿eres tú acaso
mejor que Sara? Yo soy mejor, puede responderles a aquellos que carecen
de la virtud de la continencia, que Sara ciertamente tenía. Hizo ella con
respecto a esta virtud lo que convenía en aquellos tiempos; ahora, yo
puedo lograr también en mi cuerpo lo que ella sólo tenía en el alma. Si
comparamos esas mismas cosas de ninguna manera puede dudarse que es
mejor la castidad de la continencia que la castidad nupcial; cuando
comparamos los hombres, es mejor aquel que tiene un mayor bien.
Y TAMBIÉN: Es mayor el bien de la obediencia que el de la continencia.
Y el matrimonio nunca es condenado por la autoridad de nuestras
Escrituras; y la desobediencia nunca recibe perdón. Si una virgen quiere
permanecer tal pero es desobediente y una desposada no puede permanecer
virgen pero es obediente, ¿cuál diremos que es mejor? ¿Menos digna de
alabanza que si fuese virgen o condenable siendo virgen? Así como si
comparas una virgen que se embriaga con una desposada sobria, ¿quién
puede dudar acerca de la sentencia? Las nupcias y la virginidad son dos
bienes, de los cuales el segundo es mayor; pero la sobriedad y la
embriaguez, comparadas con la obediencia y la contumacia, una es un bien
y otra es un mal. Es mejor tener todos los bienes aunque en menor grado

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que un gran bien junto con un gran mal porque también en los cuerpos
buenos es mejor tener la estatura de Zaqueo con salud que la de Goliat con
una enfermedad.
Y TAMBIÉN: Lo que es el alimento para la salud del hombre, es la
relación sexual para la salud de la especie, y ambas cosas no suceden sin
una delectación carnal, que pude ser refrenada por la templanza para que
no se convierta en lujuria. Lo que para sostener la vida es un alimento
indebido, eso mismo es en la búsqueda de la prole una relación fornicaria o
adulterina. Y lo que es el alimento indebido para el placer del vientre y la
garganta, eso es la relación sexual para la lujuria si no se busca la
procreación. Y lo que es una cierta falta de moderación en el alimento
lícito, es la relación sexual con falta venial.
Y TAMBIÉN: Otra cosa es no tener una relación sin voluntad de generar,
lo que no tiene culpa.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN, CAP. XVI: No se ha instituido la
regeneración sino porque la generación es viciosa, aun cuando sea de un
matrimonio legítimo: Fui concebido en las iniquidades y en pecados me
concibió mi madre.
GREGORIO, EN EL LIBRO PASTORAL, CAP. LI: Se alude a una
culpa cuando se habla de un perdón.
MORALES, LIB. XXXII: Concedió lo mínimo, para no hablar de las
cosas mayores, diciendo: Por causa de la fornicación, cada uno tenga su
mujer. Y para demostrar que sólo los cónyuges están sin culpa en una
relación sexual si no es para satisfacer la lujuria sino para tener prole, y
que por eso había concedido lo mínimo, añadió: Esto lo digo como un
permiso y no como una orden.

Q. 131: Que a nadie le es lícito desposar a aquella con la que haya


fornicado. Y lo contrario

GREGORIO A FÉLIX, OBISPO DE SICILIA: Aquella a la que


alguien tuvo como esposa de su propia consanguinidad o a la que manchó
con una polución ilícita, a ningún cristiano le es lícito tomarla por esposa
porque dicha unión sería incestuosa.

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AGUSTÍN, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: Es manifiesto que las
nupcias pueden convertirse en legítimas entre aquellos unidos
incorrectamente, con un acuerdo posterior.
EL MISMO, SOBRE LAS NUPCIAS Y LA CONCUPISCENCIA:
Muerto el varón con el cual tuvo verdadero matrimonio, puede tenerse
matrimonio verdadero con quien anteriormente fue una unión adúltera.
IVO DE CHARTRES A GUALTERIO OBISPO DE MEAUX: Vuestra
fraternidad nos consulta si alguien puede tomar por esposa a quien antes
tuvo por amante. Sobre esto tenemos diversas sentencias, algunas que lo
prohíben y otras que lo permiten. Dice Gregorio: A aquella que alguien,
etc. Se lee también en el Concilio Cabilonense, cap. XXIV: Según la
autoridad canónica los raptores no pueden tener matrimonio legítimo con
las que han raptado. Tenemos también en el decreto del papa Horsmida
que la nupcias celebradas ocultamente no son legítimas. El papa Evaristo
dice que son contubernios y no matrimonios los de aquellas mujeres que
no son entregadas por los padres con las dotes legales y no son bendecidas
solemnemente por los sacerdotes. Se lee en el Concilio de Aquisgrán: El
que raptare a una mujer o la hubiese robado o la hubiese seducido, no la
tenga nunca por esposa. Diversamente leemos en los decretos del papa
Eusebio, cap. V: Las vírgenes, que no mantuvieron su virginidad, si toman
como maridos a quienes las violaron, por haber violado sólo las nupcias,
después de un año de penitencia, sean reconciliadas. Dice también el
bienaventurado Agustín: Pueden ciertamente ser legítimas, etc. Por lo que
a mí me parece, que algunos padres prohibieron que las concubinas se
convirtiesen en esposas, sosteniendo la honestidad del matrimonio y
tratando de evitar la fea costumbre del concubinato, decretaron que se
mantuviese el rigor de la justicia. Otros escribieron de otra manera,
entiendo que por instinto de misericordia prefirieron atemperar el rigor de
los cánones y ceder a la debilidad de algunos. Entre estas sentencias me
parece que la distancia es la misma que hay entre el juicio y la
misericordia.

Q. 132: Que parece que no debe alguien casarse con una mujer estéril. Y
lo contrario

AGUSTÍN, CONTRA FAUSTO, LIB. I, CAP. XIX: Pregunto por qué te


desagrada despachar a una esposa que no consideras tener para la fe del

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matrimonio sino para el delito de la concupiscencia. El matrimonio no
debe llamarse así sino sólo porque la mujer se casa para ser madre, lo que
para vosotros es odioso.
EL MISMO, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: El apóstol da testimonio
de que las nupcias son en razón de la generación. Quiero, dice, que los
jóvenes se casen, etc. EL MISMO, SOBRE LAS NUPCIAS Y LA
CONCUPISCENCIA, LIB. I: varias mujeres nunca se unirían lícitamente
con un solo varón si no es para que nazcan más hijos. Por lo tanto si una
sola se acuesta con varios, como esto no es multiplicación de la prole sino
incremento de la lujuria, no puede llamarse esposa sino meretriz.
EL MISMO, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: No sé si así como es
lícito desechar a una esposa adúltera así también es lícito, desechada esta,
desposar a otra mujer. La Escritura hace que este punto sea difícil, ya que
dice el Apóstol por precepto del Señor que la mujer no se separe del varón
y que, si lo hiciere, permanezca sin casamiento. No veo cómo le pueda ser
lícito al varón tomar otra esposa si abandona a la adúltera, dado que no le
es lícito a la mujer casarse nuevamente si dejó a su marido. Siendo así las
cosas, ese vínculo social de los cónyuges es válido en cuanto se dirige a la
procreación y que esta causa de procrear no sea disuelta. Podría de este
modo un varón desechar a su esposa estéril y tomar una esposa de la cual
pudiera tener prole pero, sin embargo, esto no es lícito.
EL MISMO, SOBRE LO MISMO: Una vez iniciado el matrimonio no
puede disolverse sino por la muerte de alguno de los cónyuges. El vínculo
de las nupcias permanece aunque no haya prole por cuya causa el
matrimonio se realizó, debido a una manifiesta esterilidad, de modo que a
los cónyuges no les es lícito separarse aun sabiendo que no tendrán hijos y
tampoco pueden tener relación sexual con otros. Si lo hacen cometen
adulterio con aquellos con los que tienen las relaciones.
EL MISMO, SOBRE LAS NUPCIAS Y LA CONCUPISCENCIA:
Esto se mantiene en Cristo y en la Iglesia: que un viviente de otro viviente
no pueden jamás separarse por divorcio. Tanta es la fuerza de este
sacramento que a los fieles casados, siendo que tomen las nupcias las
mujeres o los varones tomen esposas, no es lícito desechar a la mujer
estéril para unirse a una que sea fecunda. Si alguno lo hace será reo de
adulterio, no por la ley de este siglo, por la que, habiendo un repudio, se
concede que sin cometer delito se pueden tener relaciones sexuales con

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otra persona (e incluso el Señor, por medio de Moisés, por la dureza de sus
corazones se lo permitió a los israelitas), sino por la ley del Evangelio.
EL MISMO, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: Ahora bien, nadie que
sea perfecto en piedad busca tener hijos si no lo hace espiritualmente; en
aquel entonces, una razón de su piedad era también formalmente propagar
hijos porque la generación de ese pueblo iba a anunciar cosas futuras y
estaba destinada a una dispensación profética. No como a un solo varón le
era lícito tener varias esposas, le era permitido a una sola mujer tener
varios varones ni aun por causa de la prole, si es que tal vez ella podía
parir y él no podía generar. Hay leyes ocultas de la naturaleza que puede
exigir una singularidad; pero varias pueden sujetarse a uno solo sin
desdoro. No tiene un solo siervo varios amos pero varios siervos tienen un
solo señor, así como muchas almas están sometidas rectamente a un solo
Dios pero un sola alma puede fornicar con muchos dioses, pero no ser
fecundada.
EL MISMO, SOBRE LAS NUPCIAS Y LA CONCUPISCENCIA:
Hasta tanto llegó la crueldad lujuriosa como para conseguir venenos para
la esterilidad. Si los dos son tales, no son cónyuges; aunque lo hayan sido
desde el principio. No se unieron por un coito sino como estupro. Si los
dos no son tales, me animo a decir que ella es de alguna manera una
meretriz o él es un adúltero de su esposa.
EL MISMO, SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA, LIB. III: Una
costumbre sin culpa era la de tener un solo varón varias mujeres para
multiplicar su prole; por eso no era honesto que varios maridos
compartieran una sola mujer, porque no por eso ella era más fecunda.
Cosas tales hacían los santos en aquellos tiempos sin ninguna lujuria;
cosas que hoy no pueden hacerse si no es por lujuria. Por eso no los culpa
la Escritura.

Q. 133: Que ahora se ordena la virginidad. Y lo contrario

ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. I, CAP. XXI: En la ley


ordena las nupcias, en el Evangelio, la virginidad.
EL MISMO, LIB. II, CAP. LX: El matrimonio se tolera, la virginidad se
recomienda pero no se ordena, porque es demasiado excelsa.

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ORÍGENES, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS, LIB. X: Dice el salvador: Después de haber hecho todo lo
que os he ordenado, decid: Somos siervos inútiles, hicimos lo que debimos
hacer. Lo que hacemos por encima de lo que debemos, no lo hacemos por
mandato. La virginidad no se disuelve por obligación ni se conserva por
mandato sino como algo por encima de lo debido.
AMBROSIO, EXHORTACIÓN A LA VIRGINIDAD, LIB. I: La
virginidad sólo pude aconsejarse pero no ordenarse; es más algo que
corresponde a un voto que a un precepto.
JERÓNIMO, CONTRA JOVINIANO, LIB. I: Lo que se ordena es
necesario que se haga; lo que es necesario que se haga, si no se hace, es
pasible de una pena. En vano se ordena lo que se deja al libre albedrío. Si
Dios ordenase la virginidad parecería quitar a los hombres la posibilidad
de reproducción.

Q. 134: Que también se ordenan las nupcias. Y lo contrario

EL APÓSTOL PABLO, EN LA EPÍSTOLA PRIMERA A LOS


CORINTIOS: Les digo a los solteros y a las viudas: es bueno para ellas si
permanecen así, como yo. Si no pueden ser continentes, cásense. Es mejor
casarse que arder.
JUAN CRISÓSTOMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS,
AL FINAL DEL SERMÓN VII: Si las bienaventuranzas fueron dichas
sólo para los monjes, es imposible que se cumplan para el hombre secular;
por lo tanto el que ordenó las nupcias los perdió a todos. Si con las nupcias
no se pueden cumplir aquellas cosas que son propias de los monjes, han
perecido y son corruptas y estrechas las cosas que pertenecen a la virtud;
¿cómo, entonces, pueden ser honorables las nupcias que nos impiden tan
grandes bienes?
AGUSTÍN: El apóstol ordena las segundas nupcias por causa de la
incontinencia, cuando dice: es mejor casarse de nuevo que fornicar muchas
veces para calmar la lujuria. Casarse más veces no es una licencia sino un
delito.
DE LA CARTA A DEMETRIADIS: En las Escrituras divinas se
prohíben algunas cosas, otras se ordenan, algunas se conceden y otras se

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aconsejan. Se prohíben las malas, se ordenan las buenas, se conceden las
intermedias, como las nupcias, las carnes y el vino y se aconseja la
virginidad.

Q. 135: Que las nupcias son buenas. Y lo contrario

AGUSTÍN SOBRE EL BIEN CONYUGAL: Las nupcias son un bien y


puedo defenderlas sanamente contra todas las calumnias.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II, CAP. XL: Las nupcias y
el poder son cosas buenas de por sí; pero se hacen malas por las
circunstancias. Los matrimonios según lo que dijo el apóstol: El que está
con una esposa piensa en las cosas que son del mundo. El poder se
deteriora por soberbia, opresión y prevaricación de la justicia.
JERÓNIMO, CONTRA JOVINIANO, LIB. I: Concedo que las nupcias
sean un don de Dios, pero entre un don y otro hay una gran distancia.
Y TAMBIÉN: Quita el ardor de la lujuria y no dirás que el matrimonio es
mejor. Mejor es siempre una comparación con algo inferior y no se refiere
a la simplicidad de algo incomparable y bueno por sí mismo. ¿Qué haces,
apóstol? Conoces las propiedades de las palabras. Donde hablas de
continencia y de virginidad, dices que es bueno no tocar mujer; donde te
refieres a las nupcias no dices que es bueno sino que es mejor casarse que
arder. Si las nupcias son buenas de por sí, no las compares con un incendio
sino que debes decir simplemente que las nupcias son un bien.
EL MISMO, LIB. II: Es bueno para el hombre no tocar mujer. No he
dicho no tener, si no, no tocar, como que el peligro está en el tacto, como
que el que toca no puede ya contenerse; eso atrapa almas preciosas.
¿Pondrá alguien fuego en su seno y no se quemará? ¿Caminará sobre
carbones encendidos sin quemarse?
EL MISMO, A PAMMAQUIO: Si digo que es mejor ser virgen que
desposada, antepongo lo mejor a lo bueno. Pero si tomo la otra
comparación y digo que es mejor casarse que fornicar, antepongo un bien
a un mal. Es muy distinto entre decir mejor que las nupcias y mejor que la
fornicación.
EL MISMO, CONTRA JOVINIANO, LIB. I: No queráis defraudaros
mutuamente a no ser por consentimiento recíproco por un tiempo, para

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estar libres para la oración. ¿Cuál es ese bien que obstaculiza la oración? Y
el apóstol ordena en otro lugar que oremos continuamente. Si se debe orar
continuamente y estar al servicio en gracia ¿por qué cuando debo dar el
débito conyugal no puedo orar? Mira lo que enseña el apóstol Pedro que
tuvo experiencia de los vínculos conyugales. Igualmente lo varones que
cohabitan de acuerdo con el deber de honrar a la mujer como más débil, y
como coherederos de la gracia múltiple, de modo que vuestras oraciones se
ven impedidas. Si nos abstenemos del coito, honramos a la mujer; si no
nos abstenemos es una clara contumelia contra el honor.
Y TAMBIÉN: Si alguno piensa en su virgen, es decir, tiene ardor en la
carne, y no puede refrenarse, haga lo que desea; no peca si la toma por
esposa. Haga, digo, lo que desea, no lo que debe. No peca si la toma por
esposa, pero no obra bien si lo hace.
Y TAMBIÉN: Por lo tanto el que se une en matrimonio con su virgen,
obra bien. Con toda razón y propiedad había dicho anteriormente que el
que toma esposa no peca. Una cosa es pecar y otra obrar bien. Apártate del
mal y obra el bien. En una cosa está el comienzo y en la otra, la
perfección. Estuvo en lo cierto al decir: el que toma por esposa a su virgen
obra bien. Si alguno estima que no es correcta mi observación, atenúa esto
y lo ensombrece con la comparación de algo mejor, diciendo que el que no
se casa obra mejor.
Y TAMBIÉN: Hay tanta distancia entre las nupcias y la virginidad como
entre pecar y no pecar.
Y TAMBIÉN: ¿cuál es esta necesidad que dejando de lado el vínculo
conyugal desea la libertad de la virginidad? ¡Ay de las embarazadas y la
lactantes en aquel día! No se condenan aquí las prostitutas y mujeres de los
lupanares, de cuya condena no cabe ninguna duda, sino los vientres
hinchados, los vagidos de los infantes y los que son frutos y obra de las
nupcias. Si es bueno ser así es malo no ser así.
Y TAMBIÉN: Si tomas una esposa, no pecaste. Una cosa es no pecar y
otra obrar el bien y si se casa una virgen, no peca.
EL MISMO, EN EL APOLOGÉTICO A PAMMAQUIO: Me
reprochan algunos lo que escribí en los libros contra Joviniano, por haber
alabado demasiado a las vírgenes y silenciado las nupcias. Y dicen que hay
una condena del matrimonio y que se ensalza tanto el pudor que no queda

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comparación posible entre una virgen y una esposa. Si recuerdo bien este
problema, hubo una disputa entre Joviniano y yo porque él equiparaba las
nupcias a la virginidad y yo las consideraba inferiores.
Y TAMBIÉN: Dijimos que si es bueno no tocar mujer, entonces es malo
tocarla. Nada hay contrario al Bien sino el Mal. Si algo es malo pero se
perdona, entonces, se concede, para que no se origine un mal mayor, etc.
Esto lo hemos añadido, porque había dicho el apóstol que es bueno para el
hombre no tocar mujer, pero por causa de la fornicación, etc. ¿En qué
difieren mis palabras del sentido de las del Apóstol? Sino tal vez en que él
afirma, y yo dudo; él define, yo titubeo; él dice abiertamente que es bueno
para el hombre no tocar mujer, y yo tímidamente pregunto si es bueno no
tocar mujer. Esto es propio del que duda y no del que afirma.
Y TAMBIÉN: No dije que es bueno no tener mujer, sino que es bueno no
tocar mujer, como que el peligro está en el tacto, como si al tocarla ya no
se puede evitar. Ves que no estamos exponiendo sobre el matrimonio, sino
simplemente sobre el coito que es bueno para el hombre no tocar mujer a
semejanza de los vírgenes y los ángeles.
Y TAMBIÉN: Pero si hay alguien a quien le parece muy duro y digno de
reprobación que nosotros hayamos puesto tanta distancia entre la
virginidad y las nupcias, que lea el libro de Ambrosio sobre las viudas y,
entre otras cosas acerca de la virginidad y las nupcias, va a encontrar que
también dijo esto. No es que deba evitarse la cópula nupcial como una
culpa, sino que debe declinarse como una carga. La ley obliga a la esposa a
parir hijos con esfuerzo y tristeza, y apoyarse en su marido y estar
sometida a él. Y en otro lugar: Habéis sido comprados por un alto precio;
no queráis ser siervos de los hombres. Veis cómo es evidente la definición
de una servidumbre conyugal. Y poco después: Si es bueno el servicio
conyugal, ¿por qué es malo cuando no pueden santificarse mutuamente
sino perderse? Todo lo que nosotros escribimos largamente sobre la
virginidad y las nupcias, él lo sintetizó en un breve compendio.
Y TAMBIÉN: Se enardecen contra mí los maridos porque dije: ¿es acaso
bueno lo que prohíbe orar, lo que no permite recibir el cuerpo del Señor?
El mismo apóstol, en otro lugar, nos ordena que siempre oremos. Si hay
que orar continuamente, entonces nunca hay que dar tiempo al
matrimonio; porque cada vez que le doy el débito conyugal a mi esposa,
no puedo orar. Es claro por qué he dicho esto, interpretando aquello del

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apóstol: si no tal vez temporalmente por consentimiento mutuo, para
dedicarse a la oración.
Y TAMBIÉN: ¿Qué es más digno, orar o recibir el cuerpo de Cristo?
Ciertamente, el cuerpo de Cristo. Si por el coito se impide lo que es menos
digno, cuánto más se impedirá lo más digno. Hemos dicho en el mismo
volumen que David y sus acompañantes no pudieron comer los panes de la
proposición si no estaban limpios de mujeres por tres días; no se referían a
meretrices, que estaban condenadas por la ley, sino de sus esposas, con las
que estaban unidos lícitamente. También estaba dispuesto que el pueblo
cuando iba a recibir la ley se abstuviera de sus esposas por tres días. Sé
que en Roma está la costumbre de que los fieles reciban siempre el cuerpo
de Cristo, y esto ni la repruebo ni lo apruebo. Cada uno abunda en su
sentido. Pero reprendo la conciencia de aquellos que el mismo día después
del coito van a comulgar y de acuerdo con la noche de los persas se
limpian con un baño ¿por qué no se animan a ir a los mártires? ¿Por qué no
entran en las iglesias? ¿O Cristo es uno en público y otro en el hogar? Lo
que no es lícito en la iglesia tampoco es lícito en el hogar. Nada está
cerrado para Dios y hasta las tinieblas lucen en su presencia. Pruébese
cada uno y así acceda al cuerpo de Cristo, para que, mientras me pesa no
haber comulgado el cuerpo de Cristo, me abstendré un cierto tiempo de un
abrazo con mi esposa, prefiriendo el amor de Cristo al amor del cónyuge.
Y TAMBIÉN: Vendré también a aquel lugar en el que argumento por qué
dije en el segundo día no se añadió, como en el primero, en el tercero y en
los demás, “vio Dios que era bueno”; y al instante dejé de comprender; no
es bueno el número doble, que separa la unión y prefigura el pacto de las
nupcias. Por eso todos los animales que entraron en pareja al arca de Noé
son inmundos; el número impar es limpio.
Y TAMBIÉN: U ofrezcan otra causa más probable para que no esté
escrito lo que hemos dicho. Si todos los animales que ingresaron en el arca
de Noé son inmundos, un número impar es limpio, y sabían por qué fue
escrito esto. Y si quieren o no quieren aceptar lo que yo escribí. O prepara
un banquete mejor y me convidas, o acepta mi modesta cena.

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Q. 136: Que el amor al prójimo abarca a todo ser humano. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA, LIB. I: Todos


deben ser amados igualmente. Pero como no puedes atender a todos, debes
prestar especial atención a los que están más cerca de ti por razones de
lugar y tiempo o por cualquier otra circunstancia.
Y TAMBIÉN: Él quiere ser amado, no para recibir algo sino para que a
aquellos que lo aman se les otorgue el premio eterno, es decir, aquel
mismo a quien aman. Es por eso que también debemos amar a los
enemigos. No odiemos a aquellos que no pueden quitarnos lo que amamos,
sino que antes bien sintamos misericordia porque tanto más nos odian
cuanto más están alejados de aquel a quien amamos.
Y TAMBIÉN: Puede preguntarse si a aquellos dos preceptos también
pertenezca el amor de los ángeles. Que no deba exceptuarse a ningún
hombre del precepto de amar al prójimo lo demuestran el Señor y el
apóstol Pablo.
Y TAMBIÉN: Había dado dos preceptos y había dicho que de ellos
dependía toda la ley y los profetas.
Y TAMBIÉN: Dice el Señor: Ve y haz lo mismo. Para que entendamos
que el prójimo es aquel a quien debemos prestarle nuestra misericordia, si
la necesita. Consecuentemente aquel de quien podamos recibirla, será
nuestro prójimo. El nombre de prójimo es para algún propósito y nadie
puede ser prójimo sino para otro prójimo.
Y TAMBIÉN: Dice Pablo: Porque no cometerás adulterio, no matarás, no
robarás, no tendrás concupiscencia y cualquier otro mandato se recapitulan
en estas palabras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Y TAMBIÉN: Todo el que piense que el Apóstol no habla de todos los
hombres, está obligado a confesar, lo que es criminal, que al apóstol le
parecía que no era pecado, si alguien comete adulterio con la mujer de un
no cristiano o un enemigo.
Y TAMBIÉN: Si correctamente se llama nuestro prójimo a aquel al cual o
del cual corresponde una relación de misericordia, es evidente que este

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mando, por el que se nos ordena amar al prójimo, también comprende a los
santos ángeles, de los cuales recibimos tantas obras de misericordia.
AMBROSIO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS: No le debáis nada a nadie. Quiere que, si es posible, estemos
en paz con todos; pero que menos los hermanos. El que ama al prójimo,
cumple la ley, la ley de Moisés. Y el mandato de la nueva ley es amar
también a los enemigos. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Esto está
escrito en el Levítico.
Y TAMBIÉN: El amor al prójimo no obra el mal. En efecto, la plenitud de
la ley es el amor. No obra el mal porque el amor es bueno, y no puede
pecar por causa de lo que es la perfección de la ley. Y en los tiempos de
Cristo fue conveniente añadir algo, o sea, no sólo amar al prójimo, sino a
los enemigos. Por eso la plenitud de la ley es el amor, de modo que dé
justicia amar al prójimo; la justicia abundante y verdadera es también amar
a los enemigos.

Q. 137: Que sólo la caridad debe llamarse una virtud. Y lo contrario

AGUSTÍN, AL JUEZ MACEDONIO: La virtud consiste en amar lo que


debe ser amado. Amar eso es prudencia; soportar las molestias es
fortaleza; no aceptar placeres es templanza; no tener soberbia es justicia.
EL MISMO, SOBRE LAS COSTUMBRES DE LA IGLESIA
CATÓLICA: Nada hay para el hombre que lo pueda hacer más feliz que
unirse a Dios y eso no podemos lograrlo sin el amor. La llamada virtud
cuatripartita procede de varias maneras de ese mismo amor; así la
templanza es el amor íntegro que se entrega a lo que se ama; la fortaleza es
el amor que todo lo tolera fácilmente por causa de lo que se ama; la
justicia es el amor que sólo sirve a quien ama y por eso representa la
rectitud; la prudencia es el amor que sabe elegir entre las cosas que lo
ayudan y las que lo perjudican. Este amor decimos que no es el de
cualquier cosa sino de Dios. También podemos definir así: Podemos decir
que la templanza es el amor de Dios que se mantiene íntegro e incorrupto;
que la fortaleza es el amor que por Dios todo lo soporta fácilmente; que la
justicia es el amor que está tan dedicado al servicio de Dios que por eso
ordena todas las cosas que están sujetas al hombre; y que la prudencia es el
amor de Dios que discierne las cosas que llevan a Él y las que alejan de Él.

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¿Qué más puede decir sobre las costumbres? Pues si Dios es el sumo bien,
lo que no puede negarse, se sigue que, puesto que desear el sumo bien es
vivir bien, este vivir bien no puede ser otra cosa que amar a Dios con todo
el corazón; o sea, que ese amor se mantenga incorrupto e íntegro en él, que
es la templanza; que no se quiebre por las dificultades, y eso es fortaleza;
que no sirva a ninguna otra cosa, y eso es la justicia; que vela para
discernir las cosas, de modo de no someterse ilusoriamente a una falacia, y
eso es la prudencia.
DEL LIBRO DE PRÓSPERO DE LAS SENTENCIAS DE AGUSTÍN,
CAP. VII: El amor de Dios y del prójimo es la virtud propia y especial de
los piadosos y santos, dado que las otras virtudes pueden ser comunes a los
buenos y a los malos.
GREGORIO, SOBRE EZEQUIEL, HOMILÍA XVI: Tres son las
virtudes sin las cuales el que puede obrar algo no puede salvarse, a saber,
la fe, la esperanza y la caridad.
EL MISMO, EN LA HOMILÍA VII DE LOS EVANGELIOS: La
ciencia es una virtud y la humildad es custodia de la virtud.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II, CAP. XXXVI: La fe, la
esperanza y la caridad son las virtudes supremas. Porque quienes las
poseen, ciertamente las poseen de verdad. Las otras virtudes son
intermedias y pueden servir tanto para utilidad como para daño, si alguien
las emplea con arrogancia; como por ejemplo, la doctrina. El ayuno, la
castidad, la ciencia o las riquezas temporales, por medio de las cuales
podemos obrar bien o mal.
EL APÓSTOL PABLO, EN LA EPÍSTOLA I A LOS CORINTIOS:
Deseo que todos los hombres sean como yo; pero cada uno tiene su propio
don de Dios; uno de un modo, otro de otro modo. Les digo a los solteros y
a las viudas que es bueno si permanecen así, como yo; pero si no pueden
tener continencia, cásense.
TULIO, SOBRE LOS OFICIOS, LIB. II: La justicia, sin la prudencia,
tiene autoridad suficiente; la prudencia, sin la justicia de nada sirve para
dar fe. Cuanto más ingenioso y astuto es alguien, tanto más es envidioso y
sospechoso, alejado de una opinión proba. Por lo cual, la justicia unida a la
inteligencia, tendrá una mayor e ilimitada capacidad de dar fe de los
hombres. La justicia sin la prudencia puede lograr muchas cosas; la

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prudencia sin la justicia es algo inútil. Pero para que nadie se extrañe que
conste entre todos los filósofos, y que yo mismo discutí a menudo, que el
que posee una virtud las posee a todas, que equivale a decir que el que no
es prudente no puede ser justo: Pero una cosa distinta es discutir eso en un
debate y otra cuando el discurso se dirige a todos en general. Por eso
nosotros en este lugar hablamos como el vulgo, llamando a algunos
fuertes, a otros, buenos, a otros, prudentes. Cuando hablamos debemos
emplear palabras comunes y populares.
JERÓNIMO, A FABIOLA, SOBRE LAS MANSIONES DE LOS
HIJOS DE ISRAEL: Pasamos de una provincia a otra. No siempre hay
que dedicarse a la misma virtud, pues está escrito: conexas entre sí se pasa
de una virtud a otra, de modo que el que carece de una virtud, carece de
todas.
EL MISMO, DEL LIBRO PRIMERO DE SUS DIÁLOGOS
CONTRA PELAGIO: Pelagio: ¿Ninguno de los santos, en este mundo,
puede tener todas las virtudes? Jerónimo: Ninguno, porque en el presente
sólo profetizamos parcialmente y sólo tenemos conocimientos parciales.
No pueden todas estar completamente en los hombres, porque ningún hijo
de hombre es inmortal. Pelagio: ¿Y cómo es que leemos que el que tiene
una virtud las tiene a todas? Jerónimo: Por participación, no por propiedad.
Es necesario que cada uno sobresalga en algo; ignoro sin embargo, dónde
esto se encuentre escrito. Pelagio: ¿Ignoras que esta es una sentencia
filosófica? Jerónimo: Pero no de los apóstoles. No me preocupa lo que dijo
Aristóteles sino lo que enseña el Apóstol.
AGUSTÍN, A JERÓNIMO, SOBRE LA OPINIÓN DE SANTIAGO
APÓSTOL, CUANDO DICE: El que observa toda la ley pero comete
una falta en un artículo es reo de todos. Dime cómo esto deba entenderse.
¿Acaso el que comete un robo o el que a un rico le hace tomar asiento
mientras hace que el pobre permanezca de pie, es también reo de adulterio,
homicidio y sacrilegio?
Y TAMBIÉN: Parece, por consiguiente, (si no se demuestra otra
interpretación), que el que dice al rico “siéntate aquí” le rinde a este un
mayor honor que al otro, y que el idólatra, el blasfemo, el adúltero, el
homicida y otros más que sería largo enumerar, debe ser juzgado reo de
todos los crímenes. El que infringe un artículo, es reo de todos. Pero el que
tiene una virtud, las tiene a todas; y al que le falta una, no tiene ninguna; si

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esto es verdadero, la sentencia queda confirmada. Yo quiero exponerla y
no confirmarla ya que es bastante firme entre nosotros por la autoridad de
todos los filósofos. Y eso se dice también con verdad de las virtudes y los
vicios, pero no por eso puede decirse que todos los pecados sean iguales.
En cuanto a la inseparabilidad de las virtudes, si no me equivoco todos los
filósofos están de acuerdo y dijeron que las mismas virtudes son necesarias
para la práctica de la vida. En cuanto a la paridad de los pecados solamente
los estoicos se atrevieron a disputar contra lo que siente todo el género
humano. La vanidad de esa gente que aparece en Joviniano, que en esto
era estoico, la refutaste brillantemente, y apareció con claridad en esa
preclarísima disputa que no están de acuerdo nuestros autores y la misma
verdad que habló por ellos en que todos los pecados sean iguales.
Y TAMBIÉN: Ciertamente ellos afirman aquí que el que tiene una sola
virtud las tiene todas, y que le faltan todas al que le falta una, sostienen
que la prudencia no puede ser perezosa, ni injusta ni intemperante. Pues si
tiene esos vicios, ya no es prudencia. Si la prudencia es fuerte, justa y
temperante, entonces el que la tiene a las demás. Así como la fortaleza no
puede ser imprudente, intemperante o injusta, así es necesario que la
templanza sea prudente, fuerte y justa; y no hay justicia que no sea
prudente, justa y temperante. Donde verdaderamente hay una de ellas,
están también las otras. Si faltan las otras, ella no es verdadera, aunque de
alguna manera parezca serlo. Hay, como sabes, ciertos vicios en apariencia
falazmente semejantes.
Y TAMBIÉN: Catilina, según escribieron sobre él los que pudieron
conocerlo, podía soportar el frío, la sed y el hambre y toleraba en forma
increíble la falta de comida y las bajas temperaturas y la carencia de sueño;
parecía de este modo dotado de fortaleza. Pero esta fortaleza no era
prudente, porque elegía el mal en lugar del bien; no era temperante, porque
estaba manchada con torpes corruptelas; no era justa, porque conspiraba
contra la patria y por lo tanto esa no era fortaleza sino cierta dureza que
para engañar a los necios tomaba la apariencia de fortaleza. Si fuese
fortaleza sería una virtud; si fuese una virtud, no podría nunca estar sin las
otras virtudes como compañeras inseparables. Por lo cual, cuando se habla
de los vicios, sobre si todos deben estar donde se halla uno de ellos, o no
debe haber ninguno si no se encuentra uno, es muy difícil demostrarlo,
dado que a una virtud se le suelen oponer dos vicios, uno que es
abiertamente contrario y otro que está disimulado bajo cierta apariencia.

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Y TAMBIÉN: Nos vemos obligados a confesar que los vicios son más
numerosos que las virtudes. A veces un vicio se quita con otro vicio.
Y TAMBIÉN: Si ingresa una sola virtud, dado que lleva consigo a las
demás, realmente se retiran todos los vicios si los hubiera. Hay que
investigar con diligencia si esto es así. Porque esta no es la sentencia
divina que dice que si alguien tiene una virtud las tiene todas, y no tiene
ninguna si una le falta. Ignoro cómo podría decir no sólo hablando del
varón (vir), del cual deriva la palabra virtud, sino también de la mujer, que
es fiel a su marido en el lecho, que cumpliendo el precepto de Dios sea
primeramente fiel, que no tenga pudor o que tenga una escasa virtud. Sé
que hay maridos que así cumplen con sus esposas, y sin embargo, hay
muchos que no se puede decir que estén sin pecado, y ciertamente un
pecado puede provenir de cualquier vicio. Por eso el pudor conyugal en los
varones y mujeres religiosos, siendo sin duda una virtud, no tiene, sin
embargo, consigo todas las virtudes. Pues si todas las virtudes estuviesen
allí, entonces no habría ningún vicio y ningún pecado. ¿Y quién puede
estar sin ningún vicio, o sea, sin cierto incentivo que es raíz del pecado,
cuando dice aquel que se reclinaba sobre el pecho del Señor que si
dijéremos que no tenemos pecado nos engañamos y la verdad no está en
nosotros?
Y TAMBIÉN: Está escrito: Todos erramos en muchas cosas.
Y TAMBIÉN: La caridad que procede de un corazón puro y una buena
conciencia y una fe no fingida es una virtud grande y verdadera, porque es
el fin del precepto, y con razón se dice que es fuerte como la muerte,
porque así como la muerte aparta al alma de los sentidos carnales, así la
caridad lo hace de las concupiscencias carnales. ¿Por qué no decimos que
el que posee esta virtud las tiene a todas, puesto que la plenitud de la ley es
el amor?
Y TAMBIÉN: Si la caridad es la plenitud de la ley, con la que amamos a
Dios y al prójimo, y en sus preceptos pende toda la ley y los profetas, ¿es
razonable decir que el que obra contra ella se hace reo de todos los
pecados? Pues nadie comete pecado sino obrando contra ella, porque no
cometer adulterio, no matar, y los otros mandatos se recapitulan en esto:
Amarás al prójimo como a ti mismo. El amor al prójimo no obra el mal. Se
hace, pues, reo de todos los pecados, el que obra contra ella, de la cual
penden todos los mandatos.

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ORÍGENES SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS
ROMANOS, LIBRO VIII: Tienen el celo de Dios, pero no según la
ciencia. Igualmente puede decir el Apóstol acerca de algunos que pueden
tener el temor de Dios pero no según la ciencia, y de otros que tienen la
caridad de Dios pero no según la ciencia. Si tienes afecto a Dios pero
ignoras que la caridad debe ser paciente, benigna, etc. y en tu caridad no
tienes estas cosas y otras semejantes, sino solamente el afecto, es correcto
decir que tienes caridad pero no según su verdadero significado.

Q. 138: Que la caridad una vez poseída nunca se pierde. Y lo contrario

SALOMÓN, EN LOS PROVERBIOS, CAP. XVIII: En todo tiempo


ama el que es amigo y se muestra como hermano en las dificultades.
EL MISMO, EN EL CANTAR DE LOS CANTARES: Mucha agua no
pudo apagar la caridad, ni los ríos la cubrirán.
EL APÓSTOL PABLO EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS:
¿Quién nos podrá separar de la caridad de Dios? La tribulación o la
angustia, etc.
EL MISMO, EN LA EPÍSTOLA I A LOS CORINTIOS: La caridad
nunca desfallece; las profecías se extinguirán y las lenguas cesarán, y la
ciencia será destruida.
JERÓNIMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS: La
caridad nunca desfallece. Es decir, ella sola permanece en el futuro y
ciertamente, como es verdadera no tiene fin.
EL MISMO, A HELIODORO: La caridad nunca desfallece; siempre
vive dentro del pecho.
EL MISMO, A RUFINO: La amistad que puede dejar de existir nunca
fue verdadera. En el amigo no se busca lo que posee, sino su voluntad. La
amistad que puede terminar nunca fue verdadera. Corremos más peligros
por las insidias de los nuestros que de los extraños. Por eso se dice: El
hombre de mi paz, en el que, etc. Algunos, cuando suben algunos
escalones, cambian sus costumbres, y una vez llegados al poder desprecian
a los que habían tenido como amigos íntimos. La amistad verdadera no
queda excluida por ninguna fuerza y no se borra en ningún tiempo, y
adondequiera sea el rumbo, ella permanece firme, porque ama

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verdaderamente al amigo. Aunque del amigo pueda recibir injurias de
ningún modo se aparta del amor. El que es amigo ama siempre y el
hermano se comprueba en los malos momentos.
AGUSTÍN, SOBRE EL SALMO XXI: Amad, pero mirad qué es lo que
amáis. El amor de Dios y el amor del prójimo se llaman caridad: el amor
del siglo se llama codicia.
EL MISMO, SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA, LIB. IV: Llamo
caridad al movimiento del ánimo para gozar de Dios por sí mismo. Y
codicia al movimiento del ánimo para gozar del prójimo y cualquier otro
cuerpo pero no por Dios.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LAS LXXXIII CUESTIONES, CAP.
XXXVII: Amar no es nada más que desear una cosa por sí misma.
Y TAMBIÉN: El amor de las cosas dignas de ser amadas se llama más
propiamente caridad o dilección.
Y TAMBIÉN, CAP. XXXVIII: La codicia es querer poseer u obtener
cosas temporales.
EL MISMO, SOBRE UN VERSÍCULO DEL SALMO: Haré
voluntariamente un sacrificio para ti, etc. ¿Qué ofreceré sino lo que se
dice: Me ha de honrar un sacrificio de alabanza? ¿Por qué
voluntariamente? Porque lo que alabo lo amo gratuitamente. Sea gratuito
lo que se ama y se alaba. ¿Qué es gratuito? Lo que es por sí mismo y no
por otra cosa. Si amas a Dios para que te dé algo, no lo amas
gratuitamente. Avergüénzate. Si tu esposa te amara por tu riqueza y tal vez
caes en la pobreza, ella pensaría en el adulterio. ¿Si quieres ser amado
gratuitamente por tu esposa, amarás a Dios en razón de otra cosa? Oh
avaro, ¿qué premio quieres recibir de Dios? El que hizo el Cielo y la Tierra
no reserva la Tierra para ti, sino para sí mismo. Haré un sacrificio
voluntario para ti. No por necesidad. Si lo alabas por otra cosa, lo haces
por necesidad. Si tuvieras en presencia lo que amas, no lo alabarías. Lo
alabas, por ejemplo, para que te den dinero; si lo tuvieras de otra manera,
¿alabarías? Si alabas por dinero, no sacrificas voluntariamente sino por
necesidad, porque si no fuera así no sé qué otra cosa amas. Desprécialo
todo y dedícate sólo a él, porque lo que dio en razón del dador, todo es
bueno. Pues él dispensa estas cosas temporales, dándoles cosas buenas a
algunos y cosas malas a otros según sus profundos juicios. Pero a Él ámalo

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gratuitamente porque no encontrarás a otro mejor que él que se dé a sí
mismo; y si encuentras a alguien mejor, dirígete a él. Sacrificaré para ti
voluntariamente, es decir, gratuitamente. ¿Qué significa gratuitamente? Y
confesaré tu nombre, Señor, porque es bueno. Sólo porque es bueno.
¿Acaso dice: porque me das oro?
EL MISMO, SOBRE LAS COSTUMBRS DE LA IGLESIA
CONTRA LOS MANIQUEOS: Dios es para nosotros la síntesis de todos
los bienes. No nos queda nada por debajo de Él ni podemos buscar nada
por encima. Lo primero sería peligroso y lo otro, nulo.
Y TAMBIÉN: Como está escrito: por tu causa nos vemos afectados todo
el día. No pudo expresarse mejor la caridad que como se dijo: por tu causa.
EL MISMO, TRATANDO SOBRE LA DISCIPLINA
ECLESIÁSTICA: Ten caridad y haz lo que quieras.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN, SERMÓN II: Sólo el
amor discierne entre los hijos de Dios y los hijos del diablo.
Y TAMBIÉN: No se distinguen los hijos de Dios de los hijos del diablo
sino por la caridad.
EL MISMO, SERMÓN VI: Se puede tener el bautismo y ser malo; se
puede tener el don de profecía y ser malo. Se puede recibir el sacramento
del cuerpo y sangre del Señor y ser malo. Pero no se puede tener caridad y
ser malo. ¿Qué es ese espíritu que habla por los santos sino esa misma
caridad que se instaló en ti por el espíritu? Por lo cual dice el Apóstol: La
caridad de Dios se difundió en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos fue dado.
TULIO, EN EL SEGUNDO DE LA RETÓRICA: La amistad es la
voluntad de cosas buenas para alguien a quien se ama, con una voluntad
igual de parte de él.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA AMISTAD: La amistad le da
al otro lo que la benevolencia toma de otro y no puede tomar de la amistad.
Quitada la benevolencia se elimina la palabra amistad y permanece la de
relación de proximidad. Cuanta sea la fuerza de la amistad puede deducirse
principalmente de que de la infinita sociedad del género humano que
formó la misma naturaleza, se redujo a algo tan estrecho como para que
encuentre reunido un amor entre dos o entre pocos. No es la amistad otra

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cosa sino la unión de todas las cosas divinas y humanas con la
benevolencia y el amor. Realmente no sé si fuera de la sabiduría, hay algo
mejor que los dioses le hayan concedido a los hombres.
AGUSTÍN, SOBRE LA TRINIDAD, TÍTULO IX: No hay ninguna
duda de que las virtudes con las que se vive bien en esta vida, dejan de
existir cuando se ha llegado a la vida eterna. Algunos opinan que dejan de
existir y las almas buenas son felices sólo con el conocimiento, es decir, la
contemplación de la naturaleza que creó a todas las criaturas. Si es de
justicia estar sujeto a tal regente, es una justicia absolutamente inmortal
que no puede dejar de existir ni en esa bienaventuranza, sino que será tanta
y tan grande que no podrá haber otra mayor o más perfecta. Tal vez otras
tres virtudes, prudencia sin ningún peligro de error, fortaleza, sin ninguna
molestia para tolerar los males, templanza, sin el ímpetu de la lujuria, se
encuentren en esa bienaventuranza, siendo propio de la prudencia no
anteponer a Dios o igualar con él ningún otro bien, siendo propio de la
fortaleza ser firmemente coherente, y de la templanza, no deleitarse con
nada inconveniente. Ahora bien, lo que obra la justicia para atender a los
pobres, lo que la prudencia para precaver insidias, lo que la fortaleza para
soportar molestias, lo que la templanza para resistir los deleites, no será
nada absolutamente necesario donde no existen esos males. Por eso, las
obras de estas virtudes, así como la fe a la que han de referirse, ya no son
necesarias sino que existirán sólo en la memoria, porque ya se estará en
presencia de la Trinidad.
Y TAMBIÉN, LIB. XIV: Algo parece que se dice cuando se piensa que
dejan de existir tres virtudes, a saber, la prudencia, la fortaleza y la
templanza. Pero la justicia es inmortal.
Y TAMBIÉN: Tulio dijo que esas cuatro virtudes son necesarias sólo en
esta vida, pero ninguna de ellas la necesitaremos cuando migremos de esta
vida.
Y TAMBIÉN: Si es propio de la justicia estar sujeto a la naturaleza
gobernante, entonces la justicia es inmortal.
EL MISMO, EN EL GÉNESIS A LA LETRA: Estas virtudes, que ahora
son muy necesarias para transcurrir esta peregrinación, no lo serán en
aquella vida, y por eso no se las conservará.

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EL MISMO, SOBRE EL SALMO XX: Dice el evangelista que era una
túnica inconsútil. ¿Qué es esta túnica, sino la caridad, que nadie puede
dividir? ¿Qué es esta caridad sino unidad? En ella está la fortuna; nadie la
divide. Los herejes dividieron para sí los sacramentos, pero no la caridad,
porque no pudieron dividirla y se apartaron. Ella permanece íntegra; el que
la posee está seguro. Nadie la puede sacar de la Iglesia católica y si
comienza a retirarse es introducida nuevamente como el ramo de olivo por
boca de la paloma.
EL MISMO, SOBRE LA FE Y LAS OBRAS: La fe de la gracia
cristiana, es decir, aquella que obra por el amor, puesta como fundamento,
no permite que nadie perezca.
EL MISMO, SOBRE UN LUGAR DEL EVANGELIO DE JUAN:
Esto os ordeno, que os améis recíprocamente. Con toda razón el maestro
bueno aconseja a menudo el amor como lo único que debe ser ordenado,
pues sin él los demás bienes no pueden ser de provecho y este no puede
poseerse sin los demás bienes por los que el hombre es considerado bueno.
Y TAMBIÉN, EN EL SERMÓN II SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS
ROMANOS: Para que sepáis que la unción que hemos recibido de él
permanece en nosotros. Esa unción invisible es aquella caridad que puede
estar en cualquiera, que es como una raíz que por más ardiente que esté el
sol no se secará. Todo lo que ha echado raíces, se nutre con el calor del sol
y no se seca.
EL MISMO, EN EL SERMÓN V: Si alguien está preparado para morir
por sus hermanos, la caridad en él es perfecta. ¿Es perfecta apenas ha
nacido? Nace para perfeccionarse. Apenas nacida, se nutre; una vez
nutrida, se fortalece. Una vez fortalecida, se perfecciona. Y cuando llega a
la perfección, ¿qué ocurre? Dice que para mí el vivir es Cristo y el morir es
ganancia; deseaba disolverme y estar con Cristo.
Y TAMBIÉN, SERMÓN VII: Una sola vez se te impone un breve
precepto: ama y haz lo que quieras. La raíz está dentro del amor. De esta
raíz no puede proceder sino lo bueno.
Y TAMBIÉN, SERMÓN VIII: Puedes estar seguro de que la caridad está
bien arraigada Nada malo puede ocurrir. No pudo recomendarse más
ampliamente el amor que cuando se dijo que Dios es amor y que el que

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permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Habitas en Dios,
para ser contenido, Dios habita en ti para contenerte y que no caigas.
Y TAMBIÉN, SERMÓN IX: Permanece en ti Dios para contenerte;
permaneces tú en Dios para no caer; porque de la misma caridad dice el
Apóstol: La caridad nunca cae. ¿Cómo puede caer aquel a quien Dios
contiene? En esto consiste el amor perfecto de Dios en nosotros: que
tengamos confianza en el Día del Juicio.
Y TAMBIÉN: Carísimos: aunque nuestro corazón no tenga malos
sentimientos, tenemos nuestra confianza en Dios. Nuestro corazón no tiene
malos sentimientos, porque tenemos en nosotros un amor fraterno no
fingido, que no espera ninguna recompensa de nuestro hermano sino que
desea para él la salvación.
Y TAMBIÉN: Cuando alguien tiene caridad fraterna, si se interroga su
corazón para ser rectamente examinado no responderá otra cosa sino que
allí está la raíz de la caridad de donde brotan los frutos buenos: encuentra
la confianza en Dios.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO CIII: Que cubres con agua sus partes
altas. En todas las Escrituras la caridad ocupa un lugar eminentísimo. Los
malos no la comparten con nosotros. Es la fuente propia de los bienes, y de
los santos, de quienes se dice que ningún extraño la comparta contigo.
¿Quiénes son los extraños? Todos los que oyen: No os conozco.
EL MISMO, AL CONDE JULIANO: La caridad que puede
abandonarse, nunca fue verdadera.
GREGORIO, MORALES, LIB. X: El amor es fuerte como la muerte,
porque atrapando a la mente, la hace morir al amor del mundo y la vuelve
insensible a los terrores mundanos.
DEL LEVÍTICO: Siempre arderá en el altar el fuego que alimentará el
sacerdote, acercando leña todos los días por la mañana.
Y TAMBIÉN: Este es el fuego perpetuo que no falta nunca del altar.
GREGORIO, MORALES, LIB. XXV: El altar de Dios es nuestro
corazón, en el que es necesario encender continuamente la llama de la
caridad hacia Dios, ya que los ejemplos de los predecesores y la Sagrada
Escritura no cesan de darnos testimonios. Y este fuego debe ser alimentado

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porque esta novedad interior envejece en el curso de nuestra vida
cotidiana.
Y TAMBIÉN: Este fuego en el altar del Señor, es decir, en nuestro
corazón, se extingue rápidamente si no se lo repara diligentemente según
el ejemplo de los padres y los testimonios de la Escritura.
Y TAMBIÉN: Pero como la caridad en los corazones de los elegidos
permanece en forma inextinguible, acertadamente se añade: este es un
fuego perpetuo, que nunca falta en el altar, porque aun después de esta
vida crece en sus mentes el fervor de la caridad, para que Dios, siendo
mejor contemplado, sea también más amado.
AMBROSIO, EN LA APOLOGÍA DE DAVID: Acertadamente se jacta
Pablo en sus debilidades. Conocía que la abundancia de fortaleza
corrompió sin remedio a muchos santos.
JERÓNIMO, SOBRE EZEQUIEL: No somos juzgados por las cosas
pasadas sino por las presentes; hay que estar siempre precavidos y
temerosos de que una tormenta de una hora derribe una antigua gloria y
una sólida firmeza.
RESPUESTAS DE PRÓSPERO A RUFINO, CAP. III: No hay duda de
que muchos pasan de la santidad a la inmundicia, de la justicia a la
iniquidad y de la fe a la impiedad y es muy claro que esos tales no
pertenecerán a la predestinación de los hijos de Dios y a ser coherederos
de Cristo.
Y TAMBIÉN, CAP. VII: Se prueba con ejemplos y es de lamentar que
muchos, después de haber sido regenerados en Cristo Jesús, dejan la fe y
las buenas costumbres y apostatan de Dios, terminando su vida en ese
apartamiento.
GREGORIO, HOMILÍA XXXVIII: Mi padre tuvo tres hermanas y las
tres fueron santas vírgenes. Una se llamaba Tarsilla, otra Gordiana y la
tercera Emiliana. Todas con el mismo ardor, consagradas al mismo
tiempo, viviendo bajo disciplina regular, tenían vida social en su casa
propia, etc.
Y TAMBIÉN: Pero Gordiana, olvidando el temor del Señor, dejando el
pudor y la reverencia, apartándose de su consagración, tomó después por
marido al administrador de sus campos. He aquí que las tres primeramente

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vivían con el mismo ardor, pero no permanecieron en la misma
dedicación. Porque, según la palabra del Señor, muchos son los llamados y
pocos los elegidos. Esto lo he dicho para que nadie que esté ubicado en el
bien, se atribuya a sí mismo las fuerzas de la obra buena, para que nadie
confíe de su propia acción; porque aunque alguien sepa cómo es hoy, no
sabe cómo será mañana. Nadie debe alegrarse ya con seguridad por sus
obras, porque ignora, estando en la incertidumbre de esta vida, cuál será su
fin.
EL MISMO, EN LA PASTORAL, CAP. III: David, al morir el varón,
quedó cruelmente rígido, que había fluido con energía por deseo de las
mujeres. La culpa lo hubiera alejado ciertamente del número de los
elegidos, si los castigos no lo hubiesen hecho acceder al perdón.
EL MISMO, EN LA HOMILÍA DE UNA LECTURA
EVANGÉLICA: Si alguno me ama, cumplirá mi palabra, etc. El mismo
espíritu es amor, y por eso dice Juan: Dios es caridad. El que desea a Dios
con su mente íntegra, verdaderamente ya posee a aquel que ama. Nadie
podría amar a Dios si no poseyera a aquel a quien ama. Si a alguno de
vosotros se le pregunta si ama a Dios, responde: lo amo. En el mismo
exordio de la lectura habéis leído lo que dijo la verdad: si alguien ama, etc.
La prueba del amor es la demostración de la obra. Por eso en la misma
epístola dice Juan: El que dice que ama a Dios y no cumple sus
mandamientos es mentiroso. Por lo tanto, amamos de verdad si cumplimos
sus mandamientos. El que todavía marcha entre deseos ilícitos,
ciertamente no ama a Dios porque lo está contradiciendo en su voluntad.
Y TAMBIÉN: El amor de Dios nunca es ocioso. Si está presente obra
grandes cosas; si deja de obrar, es porque no está.
EL MISMO, MORALES, XXIX: Vemos todos los días que muchos, que
resplandecen con la luz de la justicia sin embargo, son entenebrecidos al
final por la oscuridad de la iniquidad.
Y TAMBIÉN: ¿Quién pude discernir acerca de quién va a perdurar en el
mal y quién va a perseverar en el bien o quién se convertirá desde lo más
bajo hasta lo supremo o quién descenderá desde lo alto hasta las
profundidades? El ladrón pasó del patíbulo al reino. Judas cayó de la gloria
del apostolado al Tártaro.

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DEUTERONOMIO, CAP. LXXXI: No tendrás acepción de una persona
ni de sus dones, porque los dones ciegan los ojos de los sabios y
enmudecen las palabras de los justos.
AGUSTÍN, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN, SERMÓN II: Los que
tienen caridad nacieron de Dios; los que no la tienen no son de Dios.
Puedes tener lo que quieras; si no tienes caridad, de nada te aprovecha: si
no tienes nada más, pero tienes caridad, cumpliste la ley. El que ama al
prójimo cumplió la ley, dice el Apóstol, pues la plenitud de la ley es la
caridad.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA CARIDAD, SOBRE ESTE
CAPÍTULO: Todo el que nació de Dios, no comete pecado, porque su
semilla permanece en él, y no pude pecar, porque nació de Dios. Tal vez
quiso decir pecado según algún aspecto y no absolutamente, y si alguien
admite tal pecado confirma los demás. ¿Cuál es este pecado? Obrar contra
el mandato. ¿Cuál es el mandato? Os doy un mandamiento nuevo: que os
améis los unos a los otros.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II, CAP. III: El amor de
Dios se compara con la muerte, cuando dice Salomón: El amor es fuerte
como la muerte, porque así como la muerte separa violentamente el alma
del cuerpo, el amor de Dios aparta al hombre del amor humano y carnal. El
que desprecia los preceptos de Dios, no ama a Dios. No amamos al rey si
odiamos sus leyes.
DEL EVANGELIO: El Padre os ama porque vosotros me amasteis a mí.
Y TAMBIÉN: Tú sabes, Señor, que yo te amo.
Y TAMBIÉN: Si me amarais os alegraríais porque voy al Padre.
AGUSTÍN SOBRE JUAN: Si me buscáis a mí, permitid que estos se
retiren, para que se cumpla la palabra que de aquellos que me
encomendaste no perdí a ninguno. ¿Por qué si murieran entonces los
habría de perder sino porque todavía no creían en él como creen todos los
que no perecen?
EL MISMO, CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y DE LA NUEVA
LEY, CAP. LXXIII: También María, por cuyo intermedio se gestó el
misterio de la encarnación, en la muerte del Señor tuvo dudas, y fue
confirmada en la resurrección del Señor. Todos dudaron en el momento de

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la muerte del Señor; y como toda la duda era necesaria por causa de la
resurrección, se dijo que una espada la atravesó.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LA CORRECCIÓN Y LA GRACIA:
He recibido la fe, que obra por medio del amor, pero no he recibido la
perseverancia en ella hasta el fin.
Y TAMBIÉN: La fe, que obra por el amor, ciertamente no desfallece de
ninguna manera o, si hay algunos en los que desfallece, se repara antes de
que termine esta vida, y, borrada la iniquidad que se interpuso, transita con
perseverancia hasta el fin. Pero aquellos que no van a perseverar sin duda
tampoco el tiempo en que vivieron bien y piadosamente les va a ser
computado a su favor.
Y TAMBIÉN: Si me preguntan por qué Dios no les concedió la
perseverancia a quienes les había dado el amor para que vivieran
cristianamente con Él, respondo que lo ignoro.
Y TAMBIÉN: Es realmente muy extraño que Dios a algunos de sus hijos,
a los que regeneró en Cristo, a los que les dio la fe, la esperanza y la
caridad, no les dé también la perseverancia, mientras que a otros hijos
ajenos les perdona sus delitos y, una vez impartida su gracia, los hace hijos
suyos.
EL MISMO, EN EL MISMO LUGAR: Debe creerse que a algunos de
los hijos de perdición, que no habían recibido el don de perseverar hasta el
fin de su vida, comienzan a vivir en la fe, que obra por el amor, y viven
fiel y justamente por un tiempo, pero luego caen y no terminan su vida sin
levantarse.
Y TAMBIÉN: Si el justo abandona la justicia, y muere en su impiedad, irá
a los tormentos sin que le aproveche su justicia pasada. Pero si hubiera
muerto cuando era justo, entonces hubiera encontrado el descanso.
EL MISMO, EN EL MISMO LUGAR: Dios hizo al hombre recto desde
el comienzo de la criatura humana. Es sólo un perverso efecto el que por
su mala voluntad haya caído de esa rectitud en la que primitivamente había
sido creado.
Y TAMBIÉN: Si el ya regenerado y justificado recae en la mala vida por
su voluntad, ciertamente este no puede decir que no recibió la gracia,

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porque la gracia de Dios que recibió la perdió al caer en el mal por su libre
albedrío.
Y TAMBIÉN: Y todavía el que no desea corregirse podrá decir: ¿qué hice
yo, si nada he recibido? Sin embargo, consta que recibió la gracia y la
perdió por su culpa. Cuando se me reprocha que me aparté de la vida
buena por mi mala voluntad, puedo decir todavía: ¿qué hice, si no había
recibido nada? Recibí la fe, que obra por medio del amor, pero no acepté
seguir perseverando en ella.
Y TAMBIÉN: Les habla el Apóstol a los que fueron llamados según un
propósito. Un propósito que no es suyo, sino de Dios, del cual dice en otra
parte que permanecerá el propósito de Dios según la elección. La fe de
estos, que obra por el amor, o bien no desfallece de ninguna manera o bien
hay algunos en los que desfallece, se repara antes de que termine esta vida
y, borrada la iniquidad que pudo estar en ese lapso, se mantendrá la
perseverancia hasta el fin. Pero los que no han de perseverar y van a
apartarse de la fe y la vida cristiana y el fin de la vida los va a encontrar en
ese estado, sin duda ni siquiera deben ser tenidos en cuenta en ese período
en el que viven bien y piadosamente; y sin embargo, ¿quién puede negar
que fueron elegidos y bautizados y que viven de acuerdo con Dios?
Ciertamente son llamados elegidos por quienes no saben cuál será su
futuro; pero no son juzgados así por quien sabe que ellos no tendrán la
perseverancia que conduce a los elegidos a la vida bienaventurada.
Y TAMBIÉN: Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros. Es la voz
de los hijos de Dios: Habla Juan: Si hubiesen sido de nosotros hubiesen
permanecido con nosotros. Qué otra cosa dicen sino que no eran hijos,
cuando tenían el nombre y la profesión de hijos, no porque simularan
justicia sino porque no permanecieron en ella. Y no dice que si hubiesen
sido de nosotros hubieran tenido una justicia verdadera y no ficticia y
hubieran permanecido con nosotros. Él quería, sin duda, que ellos
permanecieran en el bien. Estaban en el bien, pero no permanecieron en él.
EL MISMO, EN LA CIUDAD DE DIOS: A menudo se propone un
número septenario por un todo, como, por ejemplo: siete veces cae el justo
y se levanta, es decir, siempre que cae no perecerá; lo que debe entenderse
no de iniquidades sino de tribulaciones que conducen a la humillación.
EL MISMO, EN LA HOMILÍA XI: El príncipe de todos los vicios,
cuando vio que Adán era formado del limo de la tierra a imagen de Dios,

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dotado de pudor, armado con la templanza, resplandeciente de caridad,
tuvo envidia de que este hombre terrenal hubiese recibido lo que él, siendo
ángel, había perdido por soberbia, despojó a los primeros padres de dones
tan grandes y los perdió. Cuando el hombre perdió su fe, su pudor y su
continencia lo sometió a su dominio.
Y TAMBIÉN: El que pierde la templanza, es intemperante; y el que
pierde la caridad es malo.
EL MISMO, EN EL LIBRO SOBRE LA FE, A PEDRO,
HABLANDO SOBRE LOS ESPÍRITUS HUMANOS: Estando ellos en
cuerpos, no lo están particularmente; sino que están enteros en todos los
cuerpos, y están enteros en las partes de los mismos cuerpos. Sin embargo,
la variedad de pensamientos demuestra en ellos diversidad de mutación
temporal, ya que a veces ignoran algo, a veces conocen algo, a veces
quieren, a veces no quieren, a veces son sabios, a veces no lo son, a veces
son inicuos y a veces son justos, a veces están iluminados por la piedad y a
veces están oscurecidos por el tenebroso error de la impiedad.
JERÓNMO, A RÚSTICO: La justicia del justo no lo librará el día en que
pecare; y la iniquidad del inicuo no lo dañará el día en que se convirtiere.
Juzga a cada uno tal como lo encuentra y no considera lo pasado sino lo
presente, si los crímenes pasados fueron borrados por la nueva conversión.
GREGORIO, EN HOMILÍAS SOBRE LOS ÁNGELES: El Señor dice
por el profeta que en cualquier hora en que pecare el justo todas sus
justicias serán olvidadas en mi presencia. Si eres justo, teme mi ira para no
corromperte.
EL MISMO, MORALES, LIB. VIII: Creado el hombre, al mover hacia
la culpa el pie de la voluntad saliendo de la solidez primitiva, cayó al
instante apartándose del amor de su creador.

Q. 139: Que nuestra buena voluntad no precede a la gracia de Dios. Y lo


contrario

CRISÓSTOMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS


HEBREOS, SERMÓN XII: Si quisiéramos estar firmes e inmóviles, no
seremos movidos. ¿Por qué? ¿Nada de Dios? Pues todas las cosas son de
Dios, pero no hasta el punto de que se dañe al libre albedrío. Si todas las

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cosas son de Dios, ¿cuál es nuestra culpa? Por eso dije que nuestro libre
albedrío no debía dañarse. Es menester que primeramente elijamos las
cosas que son buenas, y entonces introduce las que son de él. No antecede
a nuestras voluntades, para no herir nuestro libre albedrío. Una vez que
nosotros hemos elegido, Dios introduce en gran medida su auxilio. ¿Cómo
dice Pablo que no está al alcance ni del que quiere ni del que corre sino de
Dios que tiene misericordia? No escribió esto como opinión propia sino
que la recogió de los dichos anteriores. Ya dije que está escrito: Me
compadeceré de quien me compadeceré. Por lo tanto no depende del que
quiere ni del que corre sino del que se compadece. En segundo lugar debe
decirse que dijo que todo le pertenece al que tiene la mayor parte. A
nosotros sólo nos pertenece el querer y el elegir y a Dios el hacer y llevar a
la perfección. Como a él le pertenece lo más amplio, dije que le pertenece
todo. Por ejemplo, vemos una casa edificada y decimos que la hizo el
artífice, y sin embargo, no toda la obra es de él, sino también de los
obreros y los que aportaron el material. En una multitud donde hay
muchos, decimos que están todos y donde hay pocos decimos que no hay
ninguno.
EN EL EVANGELIO DICE LA VERDAD: No me elegisteis vosotros
sino que yo os elegí a vosotros.
AGUSTÍN A JULIANA: Este es el pequeño error de los que creen que
tenemos por nosotros mismos la porción de justicia que podamos poseer, a
saber, afirmando que la gracia de Dios es sólo una ayuda para que vivamos
rectamente. Pero para tener una voluntad buena, que es aquella por la cual
vivimos justamente, no quieren ser ayudados por la divinidad sino que
dicen que para eso basta nuestro propio albedrío. No nos parecía esto un
error pequeño. El propio albedrío, si no es ayudado por la gracia, no pude
lograr que haya buena voluntad en el hombre. Porque es Dios, dice el
Apóstol, el que obra en nosotros, el querer y el actuar con una voluntad
buena.
DE LOS DECRETOS DEL PAPA CELESTINO: Dios obra de tal
manera en los corazones de los hombres y en su libre albedrío que todo
pensamiento santo, toda determinación piadosa, y todo movimiento de
buena voluntad procede de Dios, sin el cual no podemos obrar el bien de
ninguna manera.

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AGUSTÍN, SOBRE EL BAUTISMO DE LOS PÁRVULOS, LIB. I:
No quieren los hombres hacer lo que es justo, sea porque no conocen lo
que es justo o porque no les agrada. Tanto más vehementemente queremos
algo cuanto es más ciertamente bueno o porque lo deseamos con más
ardor. Para que se conozca lo que estaba oculto o se suavice lo que no
deleitaba interviene la gracia de Dios, que ayuda a las voluntades de los
hombres, la causa de que esta gracia no ayude está en los hombres y no en
Dios. Sea porque están predestinados a la condenación por la iniquidad de
su soberbia o porque deben juzgarse contra esa soberbia para
transformarse en hijos de la misericordia. No culpes a Dios de ninguna
culpa humana; causa de todos los vicios humanos es la soberbia. Para
vencerla y desterrarla Dios desciende hasta los humildes.
Y TAMBIÉN: Tanto más deleita la obra buena, cuanto más se ama a
Dios, sumo bien, y autor de todos los bienes. Para que Dios sea amado, su
caridad se difundió en todos nosotros, no por medio de nosotros sino por
medio del Espíritu Santo que se nos dio a nosotros. Se esfuerzan los
hombres por encontrar en nuestra voluntad qué parte del bien es nuestra,
que no nos haya sido dada por Dios; ignoro cómo puedan encontrarlo. Si
no encontramos que no sólo el libre albedrío de la voluntad que alguna vez
se dobla, sino también que la voluntad buena no puede estar en nosotros
sino a partir de Dios, no sé cómo podamos defender lo que fue dicho:
¿Qué tienes que no hayas recibido? Si tenemos una cierta libre voluntad,
esta procede de Dios, y esa todavía puede ser buena o mala; una buena
voluntad puede proceder de nosotros, es mejor lo que procede de nosotros
que lo que viene de Él.
EL MISMO, EN EL ENQUIRIDIÓN: Para que alguien se gloríe no ya
de las obras sino del libre albedrío de la voluntad, como si ese fuese el
inicio del mérito, escuche al mismo pregonero de la gracia que dice: Dios
es el que obra en nosotros el querer y el actuar con voluntad buena. La
voluntad del hombre precede a muchos de los dones de Dios, pero no a
todos. Ambas cosas se leen: Su misericordia me prevendrá, y su
misericordia vendrá a continuación. Previene al que no quiere para que
quiera, y lo sigue para que no haya querido en vano.
EL MISMO, SOBRE LA CORRECCIÓN Y LA GRACIA: La gracia
de Dios siempre es buena; y por esto se efectúa que sea buena la voluntad
del hombre que había sido mala.

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Y TAMBIÉN: El hombre no recibe la gracia de tal modo que pierda su
voluntad. No se juzgue, sin embargo, que la voluntad sin la gracia de Dios
pueda algo; por eso añade: no yo, sino la gracia de Dios conmigo, es decir,
no sólo, o sea, ni la gracia de Dios sola ni él solo.

Q. 140: Que los preceptos de la ley no son perfectos como lo son los del
Evangelio. Y lo contrario

DEL EVANGELIO SEGÚN MATEO: Si vuestra justicia no fuera más


abundante, etc.
Y TAMBIÉN: Oísteis que se dijo a los antiguos, etc.
PABLO, EN LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS: Se reprueba el
mandato precedente por su debilidad e inutilidad. La ley no llevó a nada
perfecto. La introducción de una esperanza mejor, por la cual nos
aproximamos a Dios.
DEL EVANGELIO SEGÚN LUCAS: Maestro, ¿qué debo hacer para
tener la vida eterna? Y él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees? Y
él dijo: Amarás al Señor tu Dios, etc. y a tu prójimo como a ti mismo. Y él
le respondió: Has respondido bien; haz esto y vivirás.
PABLO, EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: El que ama a su
prójimo, cumplió la ley. No cometerás adulterio, etc.; y si hay algún otro
mandato, etc. La plenitud, por tanto, de la ley es el amor.

Q. 141: Que las obras de misericordia no aprovechan a los infieles. Y lo


contrario

AGUSTÍN, SOBRE LA TRINIDAD, LIB. XII: Las obras de


misericordia nada aprovechan a los paganos, a los judíos, a las meretrices
o a los cismáticos.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LAS SENTENCIAS DE
PRÓSPERO: Toda la vida de los infieles es pecado, y nada es bueno sin
el sumo bien. Donde falta el reconocimiento de la verdad eterna e
inmutable la virtud es falsa aun en las costumbre mejores.

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EL MISMO, EN EL TRATADO XX SOBRE EL EVANGELIO
SEGÚN SAN JUAN: Hay obras que parecen buenas sin la fe de Cristo, y
no son buenas porque no se refieren al fin por el cual serían buenas. Es el
fin de la ley de Cristo para la justificación de todo creyente. Por eso no
quiso distinguir la fe de la obra, sino que dijo que la fe es la obra. Es la
misma fe que obra por el amor. Y no dijo: Esta es nuestra obra, sino que
esta es obra de Dios, para que creáis en aquel que Él envió para que el que
se gloría lo haga en el Señor.
JERÓNIMO, EN EL SEGUNDO LIBRO CONTRA JOVINIANO:
Cornelio el centurión para recibir el Espíritu Santo hizo méritos antes del
bautismo con frecuentes limosnas y ayunos.
EL MISMO, A HELIODORO: La dignidad eclesiástica no hace que
alguien sea cristiano. El centurión Cornelio siendo aún pagano, es
limpiado por el don del Espíritu Santo.
GREGORIO, SOBRE LA ÚLTIMA PARTE DE EZEQUIEL,
HOMILÍA VII: No se accede por las virtudes a la fe sino por la fe a las
virtudes. El centurión Cornelio, cuyas limosnas antes del bautismo, según
testimonio del ángel, fueron alabadas, no llegó a la fe por las obras sino a
las obras por la fe. Pues el ángel le dice: Tus oraciones y tus limosnas
subieron a la presencia de Dios. Si antes del bautismo no creía en el Dios
verdadero, ¿a quién oraba? ¿Cómo Dios lo había escuchado si es que no
rogaba que él realizase las buenas obras? Conocía al Dios creador de todas
las cosas, pero ignoraba que su hijo se hubiese encarnado. No podía
realizar obras buenas si antes no creía. Pues está escrito: Sin fe es
imposible agradar a Dios. Tuvo fe, por lo tanto, aquel cuyas oraciones y
limosnas, podían agradar a Dios, por sus buenas acciones mereció conocer
perfectamente a Dios, hasta llegar al sacramento del bautismo. Por la fe,
por lo tanto, vino a las obras, y por las obras se consolidó en la fe.
JUAN CRISÓSTOMO, SOBRE MATEO: Escucha el misterio que
expuso Pedro según Clemente. Si un fiel realiza una obra buena, esta le
aprovecha, liberándolo de los males en el futuro para alcanzar el reino
celestial. Si un infiel realiza una obra buena, eso le aprovecha y Dios le
recompensará por ella. Pero para el futuro nada le aprovecha esa obra. Si
es colocado entre los fieles por esa obra ya que la hizo por un bien natural
y no por Dios. Por eso recibe su recompensa en su cuerpo y no en su alma.

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Q. 142: Que las obras realizadas no justifican al hombre. Y lo contrario

EL APÓSTOL PABLO EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: Para


que sea justo y justificado el que es de la fe de Jesucristo. ¿Dónde está tu
gloria? Está excluida. ¿Por qué ley? ¿La de las obras? No. Sino por la ley
de la fe. Pensamos que el hombre se justifica por la fe sin las obras de la
ley.
Y TAMBIÉN: Si Abraham fue justificado por las obras de la ley, tiene
gloria, pero no ante Dios. ¿Qué dice la Escritura? Le creyó Abraham a
Dios y se le reputó como justicia. Al que obra, no se le imputa como
merced según la gracia, sino como algo debido. Al que obra, creyendo en
aquel que justifica al impío, su fe se imputa a justicia según el propósito de
la gracia de Dios.
EL MISMO, MÁS ADELANTE: No le debáis nada a nadie a no ser un
amor recíproco; el que ama al prójimo, cumple la ley. Pues no cometerás
adulterio, no matarás, no robarás, no dirás falso testimonio, no tendrás
concupiscencia, y si hay otro mandato, se resume en esto: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo; el amor al prójimo no obra el mal. La plenitud
de la ley es el amor.
Y TAMBIÉN: Con el corazón se cree para justicia, con la boca se hace la
confesión para la salvación.
AMBROSIO, SOBRE LA MISMA EPÍSTOLA: Sin penitencia son los
dones y la vocación de Dios. Es cierto, porque la gracia de Dios no busca
el gemido o el llanto o una obra cualquiera, sólo la confesión del corazón.
LA VERDAD EN EL EVANGELIO: Dad limosna y todo es limpio para
vosotros.
JUAN CRISÓSTOMO, SOBRE MATEO: Ante Dios se recompensa la
voluntad y no la obra, porque la voluntad procede de nuestro albedrío; la
obra se realiza por gracia de Dios.
AGUSTÍN, EN EL SERMÓN DEL PRIMER DOMINGO DE
CUARESMA: Cuando hablamos de limosnas nadie debe conturbarse por
su estrecha pobreza. Cumplió con todo el que hizo lo que pudo, porque la
perfecta voluntad de obrar se considera como la obra realizada. Esto lo
pudo hacer el que consideró a cada pobre como a sí mismo si hubiese
estado en esa necesidad. El que hiciere esto cumple las normas del

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Antiguo y del Nuevo Testamento, cumpliendo lo del Evangelio: Todo lo
que queréis que os hagan los demás, hacedlo vosotros a ellos.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO XXXI: El Apóstol, ponderando la
justicia que procede de la fe contra aquellos que se glorían de la justicia
que procede de las obras, dice: Si Abraham fue justificado por las obras,
etc. tiene gloria, pero no de Dios. Encuentras a muchos paganos que por
eso no quieren hacerse cristianos porque juzgan suficiente su vida buena.
Y TAMBIÉN: ¿Dice la Escritura que por eso fue justificado Abraham? Le
creyó Abraham a Dios y se le reputó para justicia. Ya ves que fue
justificado por la fe y no por las obras. Haré, pues, lo que quiera, porque,
aunque no tenga buenas obras, si sólo creo en Dios, se me considerará para
justicia. Respondo como contra el Apóstol sobre el mismo Abraham, lo
que encontramos en la epístola de otro apóstol, que quería corregir a los
que habían entendido mal lo del apóstol. Santiago, contra los que no
querían obrar el bien, presumiendo de la sola fe, hizo resaltar las obras de
Abraham, del cual Pablo había exaltado la fe. Menciona una obra conocida
por todos. Abraham le ofreció a Dios inmolar a su hijo. Alabo el fruto de
la buena obra pero reconozco la raíz en la fe. Si hiciera esto fuera de la
recta fe no le aprovecharía de nada cualquiera fuese la obra.
EL MISMO, A ARMENTARIO Y PAULINA: Una vida justa, cuando
queremos, está presente, porque sólo desearla plenamente ya es justicia y
la justicia, para verificarse, no necesita nada más que una perfecta
voluntad. Ves que no se necesita esfuerzo donde basta querer. Por eso se
dijo: paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. Donde hay paz, allí
descansas; donde descansas, allí está el fin del deseo y ya no hay necesidad
de esfuerzo.
EL MISMO, AL PRESBÍTERO DEOGRACIAS: Sobre aquello que
está escrito: con la misma medida con que midiereis seréis medidos. Por
qué Cristo dijo esto aparece claro un poco antes. No juzguéis, dice, y no
seréis juzgados. Como juzguéis, así seréis juzgados. ¿Acaso si juzgan con
un juicio inicuo, serán juzgados inicuamente? De ninguna manera. Eso
equivale a decir: Con la misma voluntad con la que hacéis el bien o el mal,
con esa misma seréis liberados o castigados. En la propia voluntad se mide
el hombre bueno y las buenas obras y con ella se medirá la
bienaventuranza. Y también según la propia voluntad se medirá el hombre
malo y las obras malas y según ella misma se medirá el castigo. Cada uno

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es bueno cuando quiere el bien y es malo cuando quiere el mal. Y por esto
mismo llega a ser feliz o miserable, es decir, por efecto de su voluntad, que
es la medida de todos los hechos y méritos. Por las cualidades de las
voluntades se miden las acciones y no por las buenas obras y los pecados
realizados. Con esa misma medida se medirán los suplicios eternos de los
malhechores, para que quien quiso tener el deleite del pecado encuentre la
eterna severidad de la venganza.
EN EL LIBRO XX DE LA CIUDAD DE DIOS: Sobre sus pensamientos,
como está escrito, será el interrogatorio del impío. Y el Apóstol dice:
Acusando o excusando estarán sus propios pensamientos en el día en que
juzgará Dios los hechos ocultos de los hombres.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO CXVIII: Todas las obras, buenas y
malas, proceden del pensamiento. Por el pensamiento alguien es inocente y
por el pensamiento alguien es reo. Por eso está escrito: El pensamiento
santo te hará salvo. En otra parte: Sobre los pensamientos del impío será el
interrogatorio. Y el apóstol: Acusando, dice, los pensamientos, etc.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN, SERMÓN X: La fe
sin las obras no salva. El amor es obra de la fe, como dice el Apóstol: Es la
fe la que obra por el amor.
AMBROSIO, SOBRE LA PENITENCIA, LIBRO I: El que cree tiene
su gracia, y tiene aún más si su fe se ve coronada por tormentos. Pedro no
estuvo sin gracia antes de padecer pero cuando padeció adquirió otra más.
JERÓNIMO, A PAULINO: Pablo es el último en cuanto al orden, pero
el primero en méritos, porque trabajó más que todos.

Q. 143: Que el pecado es un acto y no una cosa. Y lo contrario

AGUSTÍN, A LOS OBISPOS EUTROPIO Y SANTIAGO, CONTRA


LAS OBJECIONES DE CESIO SOBRE LA PERFECCIÓN DE LA
JUSTICIA DEL HOMBRE: Se pregunta si el pecado es un acto o una
cosa. Si es una cosa es necesario que tenga un autor, y si se dice que tiene
un autor, parece que debe entenderse un autor distinto de Dios.
Respondemos que, ciertamente, el pecado se dice que es un acto y no una
cosa. Pero por la misma razón un acto es una claudicación en el cuerpo, no

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una cosa, porque una cosa es el pie o el cuerpo o el hombre que claudica
por un pie defectuoso.
Y TAMBIÉN: El mismo vicio por el que alguien claudica, no es el pie, ni
el hombre ni la claudicación misma, que no existe cuando no se camina, y
se hace presente ese vicio cuando se echa a andar. Búsquese qué nombre
darle a ese vicio, si el de una cosa o un acto, o más bien una cualidad mala
de una cosa por la cual existe un acto defectuoso. De este modo también
en el interior del hombre el ánimo es una cosa, la rapiña es un acto, la
avaricia es un vicio, es decir, una cualidad según la cual el ánimo es malo
aun cuando no haga nada.
Y TAMBIÉN: Me extraña que se atreva a dar un testimonio, cuando está
escrito: absteniéndose de toda cosa mala, queriendo entender por eso todo
pecado, habiendo dicho antes que el pecado es un acto y no una cosa.
Piénsese si un acto puede llamarse una cosa.
EL MISMO, SOBRE LA NATURALEZA Y LA GRACIA: Si escuchas
al que se confiesa. ¿Para qué quieres al que disputa? Dice: Sana mi alma.
Pregúntale dónde contrajo el vicio del que pide sanarse. Y escucha lo que
sigue: Porque pequé contra ti. Que lo interrogue a este: Tú que imploras:
sana mi alma, porque pequé contra ti; dile: ¿qué es el pecado? ¿Una
sustancia o algo que carece de sustancia? ¿Un nombre que no expresa una
cosa, una existencia o un cuerpo sino sólo la perpetración de una acción?
Y él responde: así es como tú dices. El pecado no es una sustancia sino que
con este nombre se expresa solamente la perpetración de un acto. Y
contrariamente dice este. ¿Cómo pudo violar tu alma algo que carece de
sustancia? Y para omitir otras cosas, ¿acaso no comer no es una sustancia?
Ciertamente se aparta de la sustancia, porque el alimento es una sustancia;
pero abstenerse del alimento no es una sustancia y sin embargo, la
sustancia del cuerpo, si uno se abstiene totalmente del alimento,
languidece, se debilita y se quiebra y si logra apenas perdurar en la vida,
casi no puede volver a tomar el alimento por cuya abstinencia fue dañada.
De este modo, el pecado no es una sustancia; pero Dios es la sustancia
suprema, apartándose cual por desobediencia puedes en cierto modo decir:
Fui golpeado como el heno y se secó mi corazón, porque olvidé comer mi
pan.
SÉNECA EN SUS PROVERBIOS: Todo pecado es una acción. Y toda
acción es voluntaria, tanto si es honesta como si es torpe. Por lo tanto todo

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pecado es voluntario. Omite toda excusa, nadie peca sin tener voluntad de
hacerlo.
DE LOS ESCRITOS DE JERÓNIMO: SENTENCIAS VIDUALES Y
MONACALES: Todo pecado es una acción. Y toda acción es voluntaria,
tanto si es honesta como si es torpe. Por lo tanto todo pecado es voluntario.
Omite toda excusa, nadie peca sin tener voluntad de hacerlo.
Y TAMBIÉN: Hay dos géneros de pecados; uno procede de un propósito,
el otro de la negligencia.
Y TAMBIÉN: Muchos pierden la inocencia por miedo. Estos temerosos
no son inocentes.
AGUSTÍN A OROSIO EN EL DIÁLOGO QUE SE LLAMA
“ORIGEN DEL MAL”: Hay que discutir sobre que es obrar el mal.
Y TAMBIÉN: Tal vez la lujuria en el adulterio sea un mal. Para que
entiendas que la lujuria en el adulterio es un mal, si incluso alguien no
tiene la posibilidad de acostarse con la esposa de otro, es claro que puede
desearlo, y lo haría si pudiese; ese tal no es menos reo que el que lo haga
de hecho. Orosio: Nada es más claro. Pues es evidente que la lujuria es lo
que predomina en el género de las malas acciones. Agustín: ¿Sabes que
esta lujuria con otro nombre se dice también codicia? Orosio: Lo sé.
EL MISMO, SOBRE LA FE Y LAS OBRAS: Si una virgen, sin saberlo,
se casa con un hombre casado, no por eso es adúltera.
EL MISMO, EN EL LIB. IX DE LA CIUDAD DE DIOS: Colman de
alabanzas por su pudor a Lucrecia, antigua y noble matrona romana. El
hijo del rey Tarquinio se posesionó lujuriosa y violentamente de su cuerpo;
ella les manifestó el crimen del perverso joven a su marido Colatino y a su
pariente Bruto, varones esclarecidos y fuertes y los impulsó a la venganza.
Luego se quitó la vida, no soportando ese ultraje. ¿Qué diremos? ¿Debe
ser considerada adúltera o casta? Egregiamente alguien declaró sobre esto
que era admirable el hecho de que intervinieron dos y sólo uno admitió el
adulterio. Esto es espléndido y cierto. Aparece en la unión de dos cuerpos
la avidez inicua de uno y la castísima voluntad de la otra y se atiende no a
la unión de los miembros sino a la diversidad de los ánimos. Dos dice,
intervinieron y sólo uno cometió adulterio. Se avergonzó de la torpeza
ajena cometida con ella, y la mujer romana es muy digna de alabanza por

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haberse quitado la vida para que lo que padeció con violencia no pareciera
haber sido aceptado con su voluntad.
EL MISMO, LIB. III SOBRE LA DOCTRINA CRISTIANA: La
Escritura no ordena sino la caridad y no culpa sino la codicia. Llamo
caridad al movimiento del ánimo para gozar de Dios por sí mismo y a uno
mismo y al prójimo por causa de Dios. Y llamo codicia al movimiento del
ánimo para disfrutar de uno mismo y del prójimo y de cualquier cuerpo
pero no por causa de Dios. Lo que obra la indomable codicia para
corromper un ánimo y un cuerpo sanos se denomina un mal. Lo que hace
para dañar a otro es un crimen. Y estos son dos géneros de todos los
pecados.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN: Los hijos de Dios y
los hijos del diablo no se diferencian sino por la caridad.
Y TAMBIÉN: Si no tienes otras cosas, pero tienes esta, has cumplido la
ley.
EL MISMO, SOBRE EL BIEN CONYUGAL: Una virtud no es la
continencia del cuerpo sino la del alma. Las virtudes del alma, etc.
JERÓNIMO, CONTRA HELVIDIO: La que no es casada busca las
cosas del Señor, para ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La definición
de virgen dice que es santa en el cuerpo y en el espíritu, porque de nada
aprovecha tener la carne virgen si alguna se casa con la mente.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS, LIB. I: No
es posible que alguien fornique con su cuerpo si antes no lo hizo en el
corazón.
AMBROSIO, SOBRE LA CAÍDA DE UNA VIRGEN
CONSAGRADA: En verdad no puede corromperse la carne si antes no se
corrompe la mente.
AGUSTÍN, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN: No debe considerarse lo
que hace un hombre sino con qué ánimo lo hace. Encontramos a Dios
Padre en el mismo hecho en el que encontramos a Judas. La entrega la
hizo el Padre, la hizo el Hijo, la hizo Judas. Pero una distinción diversa
produjo hechos diversos. Siendo la cosa una sola, la medimos por las
diversas intenciones. Una debe ser amada y la otra condenada.

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Y TAMBIÉN: La sola benevolencia le basta al amante aunque no haya
una acción.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE CUESTIONES DE LA ANTIGUA Y
LA NUEVA LEY: Ninguna naturaleza se demuestra que sea mala; lo es la
voluntad.
Y TAMBIÉN, CAP. III: Sabemos que algunos, enloqueciendo de
repente, asesinaron a otros: capturados y entregados a la justicia, no fueron
considerados reos, por haber hecho eso no por libre voluntad sino por un
impulso inconsciente. ¿Cómo puede ser reo el que no sabe lo que hizo? Si
el diablo no sabe lo que es el bien, ¿por qué es condenable el que no hace
lo que no conoce?
Y TAMBIÉN, CAP. XCII: No todo ignorante es inmune de pena. El que
pudo aprender y no lo hizo se convirtió en reo.
ISIDORO, EN LOS SINÓNIMOS, LIB. II: No puede el cuerpo
corromperse si primero no se corrompió el alma.
Y TAMBIÉN: La carne limpia del contagio del ánimo, no peca.
JUAN CRISÓSTOMO, SOBRE MATEO: Ante Dios se recompensa la
voluntad, no la obra. Porque la voluntad procede de nuestro arbitrio y la
obra se mide por la gracia.

Q. 144: Que es pecador sólo el que es asiduo en los pecados. Y lo


contrario

ORÍGENES, SOBRE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS


ROMANOS, LIB. V: Diciendo que todos pecaron, hay que distinguir: una
cosa es haber pecado y otra es ser pecador. Pecador se llama aquel que
peca con frecuencia y con voluntad, así como no es justo el que una o dos
veces hace una obra de justicia, sino el que practica la justicia por hábito y
costumbre. El que es injusto en casi todas las cosas, si una o dos veces
hace algo justo, se dirá que hizo una acción justa; del mismo modo, si un
justo comete un pecado haciendo alguna vez algo ilícito, sin embargo, no
por eso se lo llamará pecador si no tiene el hábito de pecar. Se dice que es
un médico el que practica la disciplina de curar con hábito y con
dedicación. Todos pueden haber pecado, aun siendo santos, porque nadie
está totalmente limpio ni aun si viviese un sólo día.

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ARISTÓTELES, EN EL TRATADO DE LA CUALIDAD: El hábito se
distingue de la disposición en que es más permanente y prolongado. Tales
son las ciencias y las virtudes. Parece que la ciencia es de aquellas cosas
permanentes y que difícilmente se mueven, como es el caso del que con
perfección o mediocridad practica una ciencia, a no ser que ocurra algún
gran cambio o una enfermedad o algo parecido. Igualmente, también una
virtud como la justicia o la castidad y cada una de tales cosas, no parecen
poder moverse o cambiarse fácilmente.
BOECIO, EN EL COMENTARIO SOBRE ESTE LUGAR: La virtud
no es mutable sino difícilmente. No es justo el que alguna vez juzga con
justicia, ni es adúltero el que alguna vez comete un adulterio, sino cuando
esta voluntad y este pensamiento son permanentes. Aristóteles no opina
que las virtudes sean ciencias, como Sócrates.
EL MISMO, EN EL LIBRO DE LAS DIVISIONES: Para que la
división en sí misma se convierta como un término. Un término se
convierte de este modo: la virtud es un hábito óptimo de la mente;
inversamente, un hábito óptimo de la mente es una virtud.
Y TAMBIÉN, EL MISMO, EN EL SEGUNDO DE LOS TÓPICOS:
Se pregunta si una virtud de la mente bien constituida es un hábito. Una
pregunta sobre la definición, etc.
AMBROSIO, SOBRE LA PENITENCIA, LIB. I: El Señor vino al
pecador, siendo que él no tenía pecado, y quiso bautizarse sin tener
necesidad.
AGUSTÍN SOBRE JUAN: Eres siervo y no permanecerás en la casa para
siempre. Una cosa es pecar y otra es ser siervo del pecado. Nadie puede no
ser pecador. Pecador en el pecado, eso es ser siervo del pecado.
EL MISMO, A PAULO: Se pregunta si el hombre debe estar sin pecado.
Si debe y puede, porque si no puede no debe; y si no debe estar sin pecado,
debe estar con pecado, y ya no habrá pecado. Si esto es absurdo, es
necesario confesar que el hombre debe estar sin pecado; y consta que no
debe algo distinto de lo que puede.
Y TAMBIÉN: Debido a la libertad de albedrío el hombre está con pecado.
La pena, surgida de la libertad, se hizo necesaria. Por eso la fe clama al
Señor: Sácame Señor de mis necesidades.

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EL MISMO, EN EL SERMÓN I SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN:
No puede el hombre, mientras está en la carne, no tener aunque más no sea
que pecados leves. Pero no despreciéis estos pecados leves. Muchos leves
hacen uno grave. Muchas gotas hacen un río.

Q. 145: Que a veces pecamos sin querer. Y lo contrario

EL APÓSTOL PABLO, EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: No


hago el bien que quiero pero hago el mal que odio. Si hago lo que no
quiero, consiento con la ley, porque es buena, etc.
ISIDORO, SOBRE EL BIEN SUPREMO, LIB. II, CAP. XXII:
Muchos no pecan por voluntad sino por pura necesidad. Temiendo una
carestía temporal y buscando refugio en la necesidad del siglo presente,
privándose de los bienes futuros.
DE LOS ESCRITOS DE JERÓNIMO, SENTENCIAS VIDUALES Y
MONACALES: Todo pecado es una acción. Toda acción es voluntaria,
etc.
AGUSTÍN, SOBRE LA RELIGIÓN VERDADERA: Hasta ahora el
pecado es un mal voluntario, y de ningún modo es pecado si no es
voluntario; esto es tan manifiesto que no disienten ni los pocos doctores ni
la turba de los indoctos. Por lo tanto o debe negarse que se cometa pecado
o debe confesarse que se comete voluntariamente.
Y TAMBIÉN: Se peca, pues, por la voluntad y como no hay duda de que
hay pecados no veo que pueda dudarse de que las almas tienen libre
albedrío de la voluntad. Dios pensó que era mejor si tales siervos lo
servían libremente. Lo que no sucedería si lo sirvieran no por voluntad
sino por necesidad. Libremente, pues, lo sirven a Dios, y esto no le
aprovecha a Dios sino a ellos mismos.
EL MISMO, LIB. I DE LAS RETRACTACIONES, RECORDANDO
ESTO: Hasta aquí, digo, el pecado es un mal voluntario, y de ningún
modo es pecado si no es voluntario. Esta definición puede parecer falsa.
Pero si se la estudia con diligencia se verá que es muy verdadera, Hay que
pensar que pecado es sólo aquello que es pecado y no también la pena del
pecado. Si bien aun aquellos que no sin razón son llamados pecados
involuntarios que son cometidos por ignorancia o coacción, no se realizan

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totalmente sin voluntad. Porque hasta el que peca por ignorancia,
ciertamente peca con voluntad, juzgando que debe hacerse lo que no
debiera hacerse. Y el que por placer realiza con la carne contra el espíritu
aquello que no quiere hacer, se deleita sin quererlo y no hace lo que quiere.
Pero si es vencido, consiente voluntariamente con la concupiscencia. Y
puesto que no hace sino lo que quiere carece de justicia y es siervo del
pecado. Y lo que en los párvulos se llama pecado original, cuando todavía
no usan el arbitrio de la voluntad, no absurdamente se llama también
voluntario, porque se contrajo por una primera mala voluntad del hombre,
y es hereditario, de modo que de ninguna manera es pecado y no es
voluntario.
EL MISMO, EN EL MISMO LUGAR: Cuando dije que nunca hay
pecado sino es por voluntad, pueden los pelagianos juzgar que se dijo a
favor de ellos por causa de los párvulos, que ellos niegan que tengan
pecado, como si el pecado que nosotros afirmamos que ellos traen
criminalmente desde Adán, es decir, implicados en su reato y por lo tanto
sometidos a su pena, nunca pudo ser si no por voluntad porque fue
realmente cometido con voluntad cuando se efectuó la transgresión del
precepto divino. Esta opinión también puede juzgarse como falsa porque el
Apóstol dijo: si hago lo que no quiero, entonces no soy yo el que obro sino
el pecado que está en mí. De lo que así habló el apóstol es de lo que se
llama pecado, porque por el pecado se originó la pena del pecado y a veces
se dice esto de la concupiscencia de la carne; lo que se aclara a
continuación donde dice: sé que no habita en mí, esto está en mi carne, el
bien: pero no el hacer el bien. La perfección del bien es que ni la misma
concupiscencia del pecado esté en el hombre y a ella, cuando se vive bien,
la voluntad no le da consentimiento; sin embargo, no obra el bien, porque
todavía está dentro la concupiscencia, a la que la voluntad rechaza. El
reato de esta concupiscencia se limpia en el bautismo, pero permanece la
debilidad, aunque a ella puede resistir el que se comporta rectamente. Pero
el pecado que no es sino de la voluntad ese debe entenderse que siempre es
seguido por un justa condena. Pues este entró en el mundo por un solo
hombre aunque este pecado por el cual se da el pecado de la
concupiscencia sólo se comete por la voluntad. Por eso he dicho en otro
lugar: No se peca sino por la voluntad.
Y TAMBIÉN: Definí la voluntad diciendo: La voluntad es un movimiento
del ánimo, sin que nadie lo obligue, para no aceptar o apoderarse de algo.

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Esta expresión se refiere a la intención de aquellos que en el Paraíso por
primer vez causaron el origen del mal pecando sin que nadie los obligase,
es decir, por libre voluntad. Porque obraron conscientemente contra lo
ordenado y el tentador los persuadió pero no los obligó. El que pecó por
ignorancia puede decirse, no sin razón, que pecó sin querer, aunque lo que
hizo por ignorancia, sin embargo, quiso hacerlo. Y esta voluntad
ciertamente se define así: un movimiento del ánimo que, sin que nadie lo
obligue, se inclina a no aceptar algo o apoderarse de algo. Por eso un
pecado tal no pudo ser sin voluntad, voluntad del hecho, no del pecado.
Sin embargo, ese hecho fue un pecado porque se hizo lo que no debía
hacerse. El que peca conscientemente, si puede resistir al que lo obliga y
no lo hace, ciertamente que peca con voluntad, porque el que puede resistir
no se ve obligado a ceder. El que no puede resistir con buena voluntad al
deseo que lo presiona y por eso obra contra los mandatos, ya eso es pecado
y merece la pena del pecado. Por lo cual es absolutamente verdadero que
no puede haber pecado sin voluntad.
Y TAMBIÉN: La definición de pecado es la que dijimos: pecado es
retener o conseguir lo que la justicia prohíbe y de lo que por lo tanto es
posible abstenerse. Por lo cual es verdadero lo que ya está definido, o sea,
que no sólo es pecado sino que es también pena del pecado. Y siendo que
el pecado es tal que es lo mismo que la pena del pecado, ¿cuánto es lo que
vale la voluntad dominada por la lujuria a no ser que sea piadosa e implore
auxilio? En tanto es libre en cuanto está liberada, y en cuanto sólo así se
llama voluntad. De otro modo serían lo mismo la codicia y la voluntad.
Puede tener que negarse si alguien dice que la codicia no es nada más que
la misma voluntad, aunque viciosa y servidora del pecado, y que se la debe
resistir siquiera con palabras porque en cuanto a obras ya consta. Y
también se demuestra que sin voluntad no hay pecado ni en obra ni en
origen.
Y TAMBIÉN: Respondemos que por naturaleza en estas palabras mías
quise que se entendiera aquella que propiamente se llama naturaleza, en la
que hemos sido creados sin vicio. Y al decir “que ha cometido pecado
cualquiera que no hizo lo que no pudo hacer, es una inicua injuria”, ¿por
qué, entonces, dicen, los párvulos son considerados reos? Se responde que
es así desde el origen, por no hacer lo que pudo hacer, o sea, cumplir el
mandato divino. Y lo que dije: “todo lo que hacen las almas, si lo hacen
por naturaleza y no por voluntad, es decir, si carecen de un libre

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movimiento del ánimo para hacer o no hacer, y si, finalmente, no tienen
ninguna facultad de abstenerse, no podemos decir que tengan pecado” no
obstaculiza el tema del pecado de los párvulos porque desde el origen
están alcanzados por el pecado de aquel que pecó con voluntad, cuando
tenía toda la facultad de abstenerse de la obra.
Y TAMBIÉN, EN EL MISMO LUGAR: “Digo que no hay pecado si no
se peca por propia voluntad”. Quise que allí se entendiese por pecado lo
que no es también pena del pecado. Porque sobre tal pena dije en otro
lugar lo que debía decirse.

Q. 146: Que el Señor no castiga el mismo pecado aquí y en el futuro. Y lo


contrario

ORÍGENES, SOBRE EL ANTIGUO TESTAMENTO,


HOMILÍA XLIV: Si el hombre dice, maldice a Dios, comete pecado. Y si
nombra el nombre del Señor, morirá de muerte. ¿Qué es esto, que el que
maldice a Dios no tiene pena de muerte si no aquel que nombra el nombre
del Señor? ¿No es mucho más grave maldecir a Dios que nombrarlo,
aunque se hable de nombrarlo en vano?
Y TAMBIÉN: Juzgan que el que maldice el nombre del Señor debe ser
castigado inmediatamente; pero el que pronuncia su nombre, se entiende
que superfluamente o en vano, es suficiente con decir que ese queda con el
pecado. Pero hay mayor pecado en el que maldice a Dios que en el que lo
nombra. Esto no podemos dudarlo. Falta que demostremos que es mucho
más grave quedarse con el pecado y llevarlo consigo que ser castigado con
la muerte. Se considera que el pecado es una pena mayor; la purgación que
se ordena inferir por el mismo pecado. Se borra el pecado con la pena de
muerte, y no queda nada que por ese delito se purgue en el Día del Juicio y
con la pena del fuego eterno. Cuando alguien comete un pecado y lo tiene
consigo y no se lo borra con algún suplicio o pena, ese pecado permanece
con él después de la muerte y como no lo borró en el tiempo lo pagará allí
con suplicios eternos. Ya ves cuánto más grave sea quedarse con el pecado
que ser castigado con la muerte. Aquí se da la muerte como castigo y no se
tendrá un juicio ante el Señor en aquel día, como dijo el profeta. Y cuando
no se pagó la pena del pecado esta permanece para los fuegos eternos.
Puedo presentar como testigos desde los volúmenes divinos a Rubén y a
Judá hablándole a su padre Jacob, cuando querían llevar consigo a Egipto

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a Benjamín. Rubén le dice así a su padre: mata a mis dos hijos si no traigo
de regreso a Benjamín. Y Judá dijo: Me considerarás pecador contra ti si
no te lo traigo de regreso. Jacob, por cierto, sabiendo que era mucho más
grave lo que había prometido Judá, no le dio su hijo a Rubén porque había
prometido una pena más leve, sino que se lo entregó a Judá porque había
elegido algo más grave. ¿Quieres conocer por los Evangelios que el que
recibe males en esta vida no los recibirá allá; pero el que no los recibe acá
los recibirá todos allá? Recuerda hijo, que en tu vida recibiste bienes y
Lázaro, por su parte, males. Ahora tú eres atormentado y él descansa en
paz. Suelen los hombres ignorantes quejarse por los juicios de Dios que
son insondables, diciendo: ¿Por qué los hombres inicuos en esta vida no
padecen nada y, por el contrario, los que sirven a Dios, sobrellevan
penurias?
JERÓNIMO, SOBRE EL PROFETA NAHUM: ¿Qué pensáis contra el
Señor? Él mismo hará la consumación. No resurgirá una doble tribulación.
Esto dice el Señor: te he afligido y ya no te afligiré más. Si Dios parece
cruel porque destruyó al género humano con el Diluvio, abrasó a Sodoma
y Gomorra con fuego y azufre, y postró a los egipcios en el mar y a los
israelitas en el desierto, sabed que en el presente castiga al instante para no
hacerlo en el futuro con penas eternas. Dios no va a juzgar dos veces por lo
mismo. Los que ya fueron castigados no lo volverán a ser. De otro modo el
profeta mentiría por decir lo que no se debe. Recibieron los males en su
vida los que perecieron en el Diluvio, los sodomitas y los egipcios y los
israelitas en el desierto. Puede preguntar alguno: si un fiel es sorprendido
en adulterio y degollado, ¿Qué sucede con él? O será castigado, y entonces
es falso que Dios no juzgará lo mismo dos veces; o no será castigado, y así
sería deseable para los adúlteros morir así. Respondo que Dios, así como
es conocedor de todas las cosas también lo es de las medidas de los
suplicios, y sabe no anticipar la sentencia ni dejar de lado la facultad de
aplicar la pena al pecador, y castigar a un gran pecado con grandes y
duraderos tormentos. Si alguien es castigado, como aquel, según la ley,
que maldijo a un israelita, y el que recogió leña en un sábado, esos tales no
serían castigados posteriormente porque una culpa leve es compensada con
un suplicio en el tiempo presente.
Y TAMBIÉN, HAY ALGO SEMEJANTE EN EL LIBRO DE
EZEQUIEL DONDE DICE: Mi ojo los perdonó para no matarlos y
destruirlos. Aquí se pregunta cuál fue ese perdón para aquellos cuyos

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cadáveres yacieron en la soledad y, excepto Jesús, Nave y Calef, nadie
más entró en la tierra de promisión. Por esto entendemos que ellos viven y
no tienen reservados suplicios eternos ni están borrados del libro de los
vivientes.
GREGORIO, MORALES, LIB. IX: Indícame por qué me juzgarás así.
De dos maneras juzga Dios al hombre en esta vida; o empieza a infligirle
tormentos futuros inmediatamente por causa de los males presentes o los
tormentos futuros los compensa con suplicios presentes. Si, en atención a
los delitos, el justo juez no castigara a algunos ya sea ahora o ya
posteriormente, Judas de ninguna manera hubiera dicho: Castigó a los que
no creyeron; y no hubiese dicho el salmista sobre los inicuos: que se
revistan de maldición como de un manto. Ese manto es como una
vestimenta doble. Están revestidos con un manto doble de maldición para
ser castigados con un reato de una pena temporal y otra eterna. La pena
sólo libera con un suplicio a los que cambian. Pues los que no corrigen sus
malas obras son conducidos a los castigos futuros.
EL MISMO, LIB. XVIII SOBRE LAS PALABRAS DE JOB: Y como
un torbellino lo arrancará de su lugar. El lugar de los perversos es el
deleite de esta vida temporal y el placer de la carne. Envió sobre él y no lo
perdonó. Cada vez que Dios corrige al pecador con un castigo es para
perdonarlo. Pero cuando concluye su vida permaneciendo en el pecado a
pesar del castigo, envía un nuevo tormento y ya no perdona. El que envía
el castigo para perdonar, a veces lo hace sin que ya vaya a haber perdón.
En esta vida tanto se esfuerza el Señor para perdonar cuanto más castiga,
como Él mismo le dice a Juan por la voz de un ángel: A los que amo los
reprendo y castigo; y como se dice en otro lugar: Dios castiga al que ama;
castiga a todo aquel que recibe con Él. Por el contrario, acerca del castigo
de condena dice el Señor por medio de Jeremías: Te he golpeado con la
peste del enemigo, con un castigo cruel. ¿Qué pides con tu contrición? Tu
dolor es insanable. Todo castigo divino o es purgación en la vida presente
o inicio de la pena futura. A causa de los que sacan provecho del castigo se
ha dicho: Que forjas tu dolor en el mandato. El inicuo, mientras es
castigado y corregido, no quiere oír el mandato, sólo siente el dolor. El
dolor se forja en el mandato para aquel que por el dolor es aceptado por el
mandato, se aparte de las malas obras. De aquellos a quienes los castigos
no los liberan sino que los condenan, se dice: Los castigaste y no se
arrepintieron; los atribulaste y no quisieron aceptar el castigo. Para estos

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los castigos comienzan en esta vida y perduran en los tormentos eternos.
Por eso dice el Señor por medio de Moisés: Ardió el fuego de mi ira y
arderá hasta los infiernos. Por lo que respecta al castigo presente, se dice
que el fuego ardió por causa de mi enojo. En cuanto al castigo eterno, se
añade: y arderá hasta los infiernos. Hay, sin embargo, algunos que citan lo
que está escrito: Dios no juzga dos veces lo mismo. Los que dicen esto
acerca de los inicuos no prestan atención a esto otro: Castígalos con doble
contrición; y lo que está escrito en otra parte: Jesús, salvando al pueblo de
la tierra de Egipto, destruyó a aquellos que no creyeron. Si aceptamos que
cualquier culpa no debe ser castigada dos veces, esto debe entenderse de
los que han cometido pecados y mueren en ellos, porque para ellos el
castigo realmente empieza ahí; pues para los que no aceptaron la
corrección ese es el único castigo que comienza temporalmente pero se
consuma en los suplicios eternos, por lo que para aquellos que
absolutamente rechazan toda corrección, los castigos presentes son el
inicio de los tormentos futuros.
EL MISMO, LIB. III DE LOS DIÁLOGOS: Sobre los sodomitas el
Señor arroja fuego y azufre. Porque habían ardido en un amor ilícito por la
carne corruptible, por eso perecieron a la vez con el fuego y con el hedor,
para que conocieran en su castigo que con sus deleites se habían entregado
a la muerte eterna.

Q. 147: Que Caín no se condenó. Y lo contrario

JERÓNIMO, A DÁMASO: Así como quedó disuelto el pecado de Caín


en la séptima generación, no juzgará el Señor dos veces lo mismo, y el que
ya una vez recibió males en su vida no padezca los mismos tormentos en la
muerte siendo que ya los padeció en esta vida, etc.
GREGORIO, LIB. VI DE LAS MORALES: He visto al necio con su
raíz firme y al instante maldije su figura. Está escrito que Caín fue el
primero en fundar una ciudad para demostrar abiertamente que en la Tierra
él puso el fundamento de algo ajeno a la solidez de la patria celestial.

Q. 148: Que lo que Dios perdona no lo vuelve a castigar. Y lo contrario

Página 360
EL APÓSTOL PABLO EN LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS: Los
dones y la vocación de Dios se producen sin penitencia.
AGUSTÍN, SOBRE EL GÉNESIS: Cuando leemos que Dios habla de
que se arrepiente, consideremos que suele ser el arrepentimiento en los
hombres. Fuera de duda, se encierra una voluntad de cambio, pero en el
hombre es con cierto dolor del ánimo.
ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II, CAP. XXXI: La
providencia de Dios es seguro que no va a deshacer lo que ha establecido.
Pero el arrepentimiento de Dios significa un cambio y no arrepentirse es
no revocar lo que ha establecido, como aquello: Juró el Señor y no se
arrepentirá.
RESPUESTAS DE PRÓSPERO A RUFINO, CAP. II: El que se apartó
de Cristo y termina esta vida alejado de la gracia, ¿caerá en la perdición?
Pero no vuelve a lo que ya está perdonado ni al pecado original pero, sin
embargo, por delitos posteriores, será castigado con aquella muerte que se
le debía incluso por aquellos que le fueron perdonados.
AGUSTÍN, LIB. I SOBRE EL BAUTISMO: El Señor enseña muy
claramente en el Evangelio que los pecados perdonados regresan cuando
habla de aquel consiervo que, no habiendo tenido compasión, el Señor
ordenó entregar lo que se le había perdonado.
GREGORIO, ÚLTIMO CAPÍTULO DE LOS DIÁLOGOS: El siervo
que no le perdonó la deuda a su consiervo, fue obligado a entregar lo que
se le había perdonado. Y consta por estas palabras que si no perdonamos
las faltas que se cometen contra nosotros, se nos demandará nuevamente
aquello de lo que ya nos gozábamos de haber sido condonados por la
penitencia.
RÁBANO: Lo entregó a los torturadores, es decir, a los espíritus
malignos, hasta que pague toda su deuda. Será siempre atormentado por
sus pecados. Debe considerarse que se habla de toda la deuda y no sólo de
los pecados que después del bautismo cometió el hombre serán tenidos en
cuenta para la pena, sino también de los originales que fueron borrados en
el bautismo.

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Q. 149: Que pecar abiertamente es más grave que pecar ocultamente. Y
lo contrario

ISIDORO, SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II, CAP. XX: Es una culpa
mayor pecar manifiestamente que hacerlo ocultamente. El que delinque
abiertamente es doblemente reo, porque obra y enseña. Sobre esos tales
dice Isaías: Predicaron sus pecados como Sodoma y no los escondieron.
Y TAMBIÉN: Cometer un pecado es un delito: predicar un pecado es un
clamor, sobre el cual dice el Apóstol: Apártese de vosotros todo clamor
junto con toda malicia, es decir, con los mismos pecados.
DEL SERMÓN DE AGUSTÍN SOBRE LA VIDA Y COSTUMBRES
DE LOS CLÉRIGOS, QUE COMIENZA ASÍ “POR LO CUAL
QUISE”: Los que quieren tener algo propio, a quienes no le bastan Dios y
su Iglesia, permanezcan donde quieran, no les quito la condición de
clérigos. No quiero tener hipócritas. Es malo apartarse del propósito pero
es peor simular un propósito.
DEL LIBRO DE LAS SENTENCIAS DE PRÓSPERO: Equidad
simulada no es equidad sino un doble pecado, en el que hay inequidad y
simulación.
JERÓNIMO, SOBRE EZEQUIEL, LIBRO VI: Comparando los dos
pecados, es más leve pecar abiertamente que simular y fingir santidad.

Q. 150: Que el adulterio, después de la herejía, es más grave que los otros
pecados. Y lo contrario

CLEMENTE, SOBRE LA EPÍSTOLA I A SANTIAGO: ¿Qué hay más


grave entre todos los pecados que el adulterio? Tiene el segundo lugar
entre los castigos, porque el primero lo tienen los que se apartan de la fe,
aunque lo digan con sobriedad.
EL MISMO: El veneno del adulterio es el más pernicioso de todos los
males.
BEDA: Oyó el tetrarca Herodes la fama de Jesús, etc. Herodes temió a
Juan y lo escuchaba con gusto pero pudo más el amor de la mujer.
Y TAMBIÉN: Como no quiso dominar su lujuria se dejó llevar a la culpa
del homicidio, y un pecado menor fue para él causa de otro pecado mayor;

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por estricto juicio de Dios le sucedió que por su apetito por una adúltera
que sabía que tenía que abandonar, derramó la sangre de un profeta que
sabía que era adepto a Dios.
AMBROSIO, EN EL LIBRO SOBRE LAS VÍRGENES: Ciertamente
esta fue la causa de aquella pasión. No te es lícito, dijo, tenerla a ella por
esposa. Si esto se dice de la esposa de un hombre ¿cuánto más de una
virgen consagrada?

Q. 151: Que sin confesión no se perdonan los pecados. Y lo contrario

AGUSTÍN, LIB. II DE PAENITENTIA: Nadie puede ser justificado del


pecado si no lo ha confesado antes. Por eso dice el Señor: Manifiesta tus
iniquidades, para que seas justificado.
HILARIO, SOBRE EL SALMO CXXXIV: No tiene perdón el que
conoce su pecado y no lo confiesa. Siempre hay que confesarlo; no es que
siempre haya que pecar para confesarse sino que es útil una incansable
confesión de un pecado pasado.
DE LOS DECRETOS DEL PAPA CALIXTO: Si hay enfermos que
están en pecado y lo confiesan a los presbíteros de la Iglesia y se esfuerzan
con corazón recto para dejarlos y enmendarse, deben ser perdonados. Pero
no pueden ser perdonados sin confesión. Por eso se añade correctamente:
Confesad recíprocamente vuestros pecados, etc.
GREGORIO, A EUSEBIO ABAD: No dudes que consigue misericordia
todo el que veas borrar sus delitos con su llanto, porque no rechaza a
ningún pecador el que vino a redimir a los pecadores con su sangre.
BEDA, SOBRE LA HOMILÍA DE LOS DIEZ LEPROSOS: Si alguien
carece de la gracia de Dios o por perfidia judaica, o por maldad herética o
por superstición pagana o por cisma fraterno, es menester que venga a la
iglesia y demuestre el verdadero dolor de la fe recibida. Los otros pecados
Dios los perdona por sí mismo en la conciencia de cada uno.
JUAN CRISÓSTOMO SOBRE EL SALMO L: Confiesa tus pecados,
para que los borres. Si te avergüenza decirlos a alguien, díselos a Dios, que
los sana. Si los lloras, se borran.

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MÁXIMO EN UN SERMÓN DEL LUNES DE PASCUA: Pedro
prorrumpe en lágrimas sin decir palabra. Veo que llora pero no oigo que
diga algo. Leo sobre sus lágrimas, no leo nada sobre su satisfacción. Lo
que suele llorarse no suele excusarse y lo que no puede defenderse puede
borrarse. Pues las lágrimas lavan un delito que es vergonzoso confesar
verbalmente. Por eso las lágrimas son útiles para la vergüenza y para la
salvación. No piden perdón, pero lo merecen. No manifiestan la causa, y
consiguen misericordia. Las palabras no siempre exponen el problema
completo, las lágrimas siempre manifiestan todo el afecto. Por eso Pedro
ya no utiliza palabras, con las que había fallado, con las que había pecado,
con las que había perdido la fe, porque no se le creería en una confesión lo
que había usado para una negación. Encuentro también otra razón por la
que haya callado Pedro, para que un pedido de perdón no ofendiera más
como un acto de desvergüenza que lo que pudiera conseguir. Porque se
suele merecer más rápidamente un perdón si se lo pide con más vergüenza.
AMBROSIO, SOBRE LUCAS: No es suficiente que esté en la voluntad
la respuesta del que confiesa a Jesús, sino que debe haber una abierta
confesión. ¿De qué sirve lo que implican las palabras si niegas ser visto?
Por eso se entiende que Pedro intencionalmente no respondió, pero sin
embargo, después recordó y lloró. Prefirió acusarse él mismo de su pecado
confesándolo que verse cargado con él, negándolo. El justo es en un
comienzo acusador de sí mismo. Sintió dolor y lloró por haber errado
como hombre. No encuentro que haya dicho algo, encuentro que lloró. Leo
sobre sus lágrimas, no sobre su satisfacción. Laven las lágrimas el delito
que es vergonzoso confesar. Tanto el llanto como la vergüenza llevan al
perdón. Los versos nombran la culpa sin horror, la vergüenza lo hace sin
ofensa. Las lágrimas no piden el perdón, pero lo merecen. Veo por qué
haya callado Pedro, para que un pedido tan pronto de perdón no fuese una
ofensa mayor. Antes hay que llorar y así implorar. Pero primero negó y no
rogó porque el Señor no lo había mirado. Mira, Señor Jesús, para que
sepamos llorar nuestro pecado.

Q. 152: Que el temor de Dios persevera en los santos. Y lo contrario

DEL SALMO XXXIII: Temed al Señor, todos sus santos, porque nada
les falta a los que lo temen.

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DE LOS PROVERBIOS: Bienaventurado el hombre que siempre es
temeroso; el que es de mente dura, caerá en el mal.
ECLESIÁSTICO, CAP. I: El temor de Dios expulsa el pecado; porque
sin temor de Dios no es posible justificarse.
LA VERDAD, POR ELLA MISMA: No temáis a los que matan el
cuerpo, pero nada pueden hacerle al mal; temed al que puede enviar al
cuerpo y al alma a la Gehena.
DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS ROMANOS: Tú estás firme en
la fe. No pruebes lo profundo, sino conserva el temor.
EL MISMO, ANTERIORMENTE: Los que obran según el espíritu de
Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no recibisteis el espíritu de
servidumbre nuevamente en el temor, sino en el espíritu de adopción de
hijos, por el cual clamamos Abba, Padre.
DE LA EPÍSTOLA I DE JUAN: Dios es caridad y el que permanece en
la caridad permanece en Dios y Dios en él. En esto está la perfecta caridad
con nosotros, para que tengamos confianza en el Día del Juicio, porque así
como él, así estamos nosotros en el mundo. El temor no está en la caridad,
sino que la caridad perfecta echa afuera al temor, porque el temor causa
pena. Si tú temes no eres perfecto en la caridad.

Q. 153: Que se debe orar por todos. Y lo contario

EL APÓSTOL PABLO, EPÍSTOLA I A TIMOTEO: Ruego, por lo


tanto, que en primer lugar se eleven plegarias, oraciones, acciones de
gracias por todos los hombres, por los reyes, y por todos los que están
constituidos en autoridad, para que transcurramos una vida apacible y
tranquila con toda piedad y castidad. Esto es bueno y aceptable en la
presencia de Dios nuestro salvador, que quiere que todos los hombres sean
salvos y lleguen al conocimiento de la verdad.
AMBROSIO, SOBRE LA PENITENCIA, LIB. I: Pero dirán que está
escrito: Si un hombre pecare contra un hombre, orarán por él; pero si
pecare contra Dios, ¿quién rogará por él? No está escrito “ninguno” pero
dice “¿quién?”. Y en otro lugar: ¿Quién será sabio y entenderá esto?
¿Acaso no lo entenderá ninguno? Y quién será un dispensador fiel y
prudente a quien el Señor constituirá, etc. Y debe aceptarse igualmente:

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¿Quién rezará por él? Es decir, alguien de vida singular debe orar por
aquel que pecó contra el Señor. Cuanto mayor fue su culpa tanto mayores
deben ser los sufragios.
Y TAMBIÉN: Hay un pecado para la muerte. No digo que se ore por él.
No le hablaba a Moisés ni a Jeremías, sino al pueblo que debe saber que si
alguien está cargado de pecados, es suficiente si por los más leves le ruega
al Señor, y juzgue que los más graves hay que reservar el perdón a las
oraciones de los justos.
Y TAMBIÉN: ¿Acaso no sabía Juan que Esteban había rogado por sus
perseguidores que ni siquiera podían oír el nombre de Cristo? Y vemos el
efecto de sus ruegos en el Apóstol, que cuidaba la ropa de los lapidadores.
Y TAMBIÉN: Finalmente Pablo enseña que no hay que abandonar a
quienes cometen un pecado digno de muerte.
BEDA, SOBRE LA EPÍSTOLA DE JUAN: El que sabe que su hermano
cometió un pecado que no es digno de muerte, rogará y se le dará la vida.
Se habla de pecados cotidianos y leves, que así como son difíciles de evitar
son fáciles de curar. En qué orden deba celebrarse esta petición recíproca
por los pecados lo insinúa claramente Santiago diciendo: Confesad
recíprocamente vuestros pecados y orad los unos por los otros para que
seáis salvos. Si tal vez hayas pecado con la palabra, con el pensamiento, o
por olvido o por ignorancia, ve a tu hermano, confiésale a él tus faltas, y
borra así tus errores por su piadosa intercesión. Pero si cometiste algo más
grave, llama a los presbíteros de la iglesia y sométete al examen de ellos.
Si alguien comete un pecado digno de muerte, no digo que alguien deba
rogar por él. Manifiesta Juan que hay algunos hermanos por los cuales no
se nos ordena orar, siendo que el Señor nos manda orar aun por los
perseguidores; y esto no puede resolverse si no confesamos que hay
algunos pecados en nuestros hermanos que sean más graves que una
persecución. El pecado de un hermano es digno de muerte cuando, después
del conocimiento de Dios, que le fue dado por la gracia de Cristo, se agita
con las fauces de la envidia y se manifiesta en contra de la fraternidad de
esa misma gracia por la que se había reconciliado con Dios. Pero no es un
pecado digno de muerte si alguien no se aparta del amor por el hermano,
pero por alguna debilidad del ánimo deja de cumplir los deberes de la
fraternidad. Por eso dice el Señor: Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen. Los santos, antes de ser partícipes de la gracia del espíritu,

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porque aún no habían creído en Cristo, tampoco peleaban contra aquella
gracia común. Pecado digno de muerte puede tomarse también como
pecado hasta la muerte, por el cual se prohíbe rogar, porque el pecado que
no se enmienda en esta vida, es en vano pedir que se perdone después de la
muerte. Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca. Hay pecados
dignos de muerte, de los cuales dice el Apóstol: los que hacen tales cosas,
no conseguirán el reino de Dios. El que ha nacido de Dios no comete
pecado, es decir, el que es digno de muerte; esto se aplica a todo crimen
capital y especialmente a aquel con el que se viola la caridad, según hemos
expuesto. Y ya dijimos que el pecado digno de muerte puede entenderse el
que es llevado hasta el momento de la muerte.

Q. 154: Que por ninguna causa es lícito mentir. Y lo contrario

AGUSTÍN, SOBRE LA MENTIRA: Hay un sexto género de mentira


que no daña a nadie y aprovecha a alguien, como si alguno, realmente
teniendo conocimiento, miente diciendo que no sabe dónde está el dinero
de alguien a quien se intenta injustamente robar. Un séptimo género, que
no daña a nadie y puede ser útil a alguno como si alguien sin querer miente
para ayudar a un hombre condenando a muerte.
Y TAMBIÉN: No deben decirse mentiras de este sexto género. La verdad
de un testimonio por el bien temporal y la salvación de alguien se
corrompe aunque sea con buena intención. Nadie debe ser llevado a la
salvación eterna con ayuda de una mentira. Tampoco deben decirse
mentiras del séptimo género. Ni la utilidad ni la salvación de alguien debe
ser antepuesta a la fe, y nadie, por obras nuestras hechas con buena
intención debe ser movido al mal para hacerse peor en su alma y estar más
lejos de la piedad.
EL MISMO, SOBRE EL SALMO V: Nadie piense que un hombre
perfecto y espiritual, en esta vida temporal con cuya muerte no se quita la
vida del alma, deba mentir por su causa propia o la de otro. Una cosa es
mentir y otra ocultar la verdad, porque es distinto decir lo falso y callar lo
verdadero. Si alguno, tal vez, no quiere que un hombre pierda esta vida
visible, debe estar preparado a ocultar lo verdadero y no a decir lo que es
falso, para no ayudar ni mentir, no sea que mate su alma a favor del cuerpo
de otro.

Página 367
Y TAMBIÉN: Hay dos géneros de mentiras en los que no hay una gran
culpa pero que, sin embargo, no están exentas de culpa. Ellas son cuando
lo hacemos por juego o mentimos para favorecer al prójimo. El primer
caso, de mentir por juego, no es pernicioso, porque no hay engaño. Pues
aquel a quien se le habla, sabe que eso es por juego. En el segundo caso la
mentira es más leve porque encierra cierta benevolencia. Lo que no
involucra duplicidad ni siquiera debe llamarse una mentira; si, por
ejemplo, a alguien se le presta una espada y promete devolverla cuando el
que se la dio se lo solicite pero si la pide en estado de ira, es manifiesto
que no debe devolverse, no sea que se mate a sí mismo o a otros; debe
esperarse a que esté tranquilo. Aquí no hay duplicidad porque aquel a
quien se le prestó la espada, cuando prometía devolverla cuando se le
pidiera, no creía que se la iban a pedir en estado de furia. Y es manifiesto
que no es culpa callar alguna vez la verdad, pero decir lo falso no ha sido
nunca autorizado a los santos.
ISIDORO SOBRE EL SUMO BIEN, LIB. II, CAP. XXX: A veces es
peor pensar una mentira que decirla. A veces alguien incautamente y por
precipitación suele decir una mentira; pero no se la puede pensar si no es
con detenimiento.
Y TAMBIÉN: Porque está escrito: La boca que miente mata el alma y
perderá a quienes dicen mentira. Los varones perfectos evitan en toda
forma este género de mentira, ni para defender la vida de alguien con su
falacia ni la de sí mismos; aunque mientras sirva para ser útil la vida de
otro, creemos que este género de pecado es fácilmente perdonable.
AGUSTÍN, CUESTIONES SOBRE EL GÉNESIS, CXLV: Suele
preguntarse qué significa lo que José dice a sus hermanos: No sabíais que
en la interpretación de augurios no hay otro hombre como yo. Y como no
fue dicho en serio sino por juego, como enseñó la experiencia, ¿no debe
considerarse mentira? Las mentiras son dichas con seriedad por los
mentirosos y no por juego. Pero las que se dicen por juego y no son
mentiras reales y no deben juzgarse como tales.
HILARIO, SOBRE ELSALMO XIV: A menudo la mentira es necesaria
y a veces la falsedad es útil, como cuando le mentimos a un agresor acerca
de algo oculto o frustramos un testimonio contra alguien que está en
peligro o engañamos a un enfermo sobre lo difícil de su curación. Porque

Página 368
es conveniente que nuestras palabras, según la doctrina del Apóstol, estén
condimentadas con sal.

Q. 155: Que le es lícito a un hombre poner las manos sobre sí mismo, por
algunos motivos. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE EL PROFETA JONÁS: Tomadme y arrojadme


al mar y éste se retirará de vosotros. No es nuestro deber buscar la muerte
pero recibirla cuando se nos da. Por eso en las persecuciones no es lícito
darse la muerte por propia mano a no ser que peligre la castidad.
HISTORIA ECLESIÁSTICA, LIB. VI, CAP. XXXIV: Habiendo
castigado a la admirable virgen, ya adulta, llamada Apolonia,
primeramente le arrancaron todos sus dientes y luego, juntando leña
armaron una pira amenazándola con arrojarla allí viva a no ser que
intercambiase con ellos palabras claras. Pero ella, cuando vio la hoguera
encendida, se liberó repentinamente de las manos de los impíos y se arrojó
espontáneamente al fuego, de modo que se aterrorizaron los mismos
autores de la crueldad ya que se mostró más rápida la mujer para la muerte
que el perseguidor para el castigo.
AGUSTÍN, LA CIUDAD DE DIOS, LIB. I: Nos resta saber sobre el
hombre aquello que se ha dicho: no matarás. Ni a otro ni tampoco, por lo
tanto, a ti mismo. Porque el que se mata a sí mismo no hace otra cosa que
matar a un hombre.
Y TAMBIÉN: No matarás, excepto a aquellos que Dios ordena que sean
muertos, o por una ley aplicada temporalmente en un caso particular. No
es asesino el que mata obedeciendo a quien le ordena, como es el caso de
la espada en manos de quien la utiliza.
Y TAMBIÉN: Se pregunta si puede considerarse un mandato de Dios
cuando Jefté mató a su hija que le salió al encuentro. Él había hecho voto
de inmolar a Dios lo primero que le saliese al encuentro si regresaba
victorioso de la batalla. Ni tampoco puede excusarse a Sansón que se
aplastó a sí mismo con los enemigos derribando el edificio, a no ser que
ocultamente el espíritu le hubiera ordenado eso obrando prodigios por su
intermedio.

Página 369
Y TAMBIÉN: Todos los que se infligieron la muerte a sí mismos, son
quizás admirables por su grandeza de ánimo, pero no son de alabar por lo
acertado de su sabiduría. Porque, si consultas atentamente lo que es
razonable, no puede llamarse rectamente grandeza de ánimo cuando
alguien se mata a sí mismo por ser capaz de tolerar adversidades o pecados
ajenos. Más bien debe considerarse una mente débil la que no puede
soportar alguna dura aspereza en su cuerpo o la insensata opinión del
vulgo.
Y TAMBIÉN: Si hay que considerar como de grandeza de ánimo que el
hombre se mate a sí mismo, se encuentra, entonces, en esta categoría
Teobroto, que narra que leyó un libro de Platón donde se trataba sobre la
inmortalidad del alma y se precipitó desde un muro para migrar de esta
vida hacia aquella que él creía mejor. Que esto haya sido hecho con
grandeza pero no rectamente, puede atestiguarlo el mismo Platón, a quien
él había leído, y él ciertamente hubiera hecho principalmente eso y hasta lo
hubiera ordenado, a no ser porque con esa mente con la que vio la
inmortalidad del alma hubiese juzgado que no debía hacerse y más aún que
debía prohibirse.
Y TAMBIÉN: Ellos, sin embargo, excepto Lucrecia, no encuentran
fácilmente por la autoridad de quién prescriben eso, como no sea aquel
Catón que se suicidó en Útica, no porque lo haya hecho personalmente,
sino porque era tenido por docto y probo.
Y TAMBIÉN: Si era una torpeza vivir bajo la victoria de César, ¿por qué
el autor de este crimen fue un hijo al que se le había ordenado esperarlo
todo de la benignidad de César? ¿Por qué no lo obligó también a él a la
muerte? Se juzga útil que alguien se suicide, a saber, para no caer en
pecado, sea por un deseo muy voluptuoso o por un dolor insostenible. Si
quisiéramos admitir esta causa, llegará hasta el punto de que debería
exhortarse a los hombres de que es conveniente suicidarse después de
haber recibido la remisión de todos los pecados con el baño de la santa
regeneración. Pues es el momento de precaverse de todos los pecados
futuros cuando se han perdonado los pasados.
Y TAMBIÉN: ¡Oh mentes dementes! ¿A qué se debe este no ya gran error
sino gran furor? Hay, dicen, algunas santas mujeres que en tiempo de
persecución se arrojaron a las aguas donde iban a morir para evitar a los
ofensores de su pudor, y murieron de ese modo; y en la Iglesia católica se

Página 370
celebran sus martirios con gran veneración. Sobre estos casos no me atrevo
a juzgar temerariamente. Ignoro si la autoridad divina haya autorizado
estos testimonios dignos de fe de la Iglesia para que se honren sus
memorias. Puede ser que sea así. ¿No pueden acaso haber hecho esto no
por engaño humano sino por mandato divino, no por error, sino por
obediencia? Sobre Sansón no nos es lícito creer otra cosa. Cuando hay una
orden de Dios de la que no puede dudarse, ¿quién va a llamar delito a la
obediencia que se le preste? ¿Quién puede criticar un acto de piedad? El
soldado, cuando obedece a la autoridad, bajo la cual está legítimamente
constituido, mata a un hombre, no es considerado reo de homicidio por
ninguna ley de su nación; más aún, si no lo hiciere, sería reo de faltar a una
orden y despreciarla. Si esto es así, ante una orden del emperador, ¡cuánto
más si el que ordena es el creador!
EL MISMO, A LETO: Así como el precepto por el que se nos ordena
perder nuestra alma, no apunta a que cada uno se mate, lo que es
inexplicable, sino que significa que hay que matar en uno mismo es el
afecto carnal del alma.
MACROBIO, LIBRO I, SOBRE EL SUEÑO DE ESCIPIÓN: “Por
favor, padre santísimo y óptimo, ya que esta es la vida, como oigo decir al
Africano, ¿por qué me detengo en la Tierra? ¿Por qué no me apresuro a ir
hacia ti? No es así, dice él. Si Dios no te libera de estas ataduras del
cuerpo, no puede abrirse la entrada para ti. Por eso tú, Publio, y todos los
que son piadosos, deben conservar el alma en la custodia del cuerpo y no
debe dejarse la vida sin el mandato de aquel que nos la dio, para que no
parezca que se rehúye la tarea asignada por Dios”. Este es el precepto de
Platón, que en el Fedón le indica al hombre que no debe morir por propia
voluntad. Pero en ese mismo diálogo él mismo dice que la muerte debe ser
deseada por quienes filosofan y que la misma filosofía es una meditación
sobre la muerte. Pero Platón habla de dos muertes de los hombres. No
necesito repetir acá lo que se dijo anteriormente, que hay dos muertes, una
del alma y otra del animal; y afirma que hay dos muertes del mismo
animal, es decir, del hombre: una que la da la naturaleza y la otra que la
dan las virtudes. Porque el hombre muere cuando el alma deja el cuerpo
según la ley de la naturaleza. Y también se llama morir cuando el alma,
todavía constituida en el cuerpo, desprecia, siguiendo las enseñanzas de la
filosofía, los placeres corporales y se despoja de las dulces insidias y las
demás pasiones. Esta es la muerte que dice Platón que deben apetecer los

Página 371
sabios. Pero a aquella que ha establecido la naturaleza para todos, Platón
enseña que no hay que imponérsela ni aplicársela ni convocarla sino que
hay que esperar a la naturaleza. También añade que nosotros estamos en el
dominio de Dios, por cuya tutela y providencia somos gobernados. Nada
puede quitarse, sin ofender al Señor, de lo que él dispuso en su lugar. Y así
como el que priva de la vida a un siervo ajeno no dejará de cometer un
delito, del mismo modo el que busca la muerte para sí mismo sin tener una
orden no merece la absolución sino que tiene una culpa. Plotino lleva
todavía a un punto más alto estas semillas del grupo platónico. Constando,
dice, que a las almas allí se les dará una retribución según el grado de
perfección que alcanzaron en esta vida, no debe entonces precipitarse el fin
de la vida habiendo aún posibilidad de progreso. Por lo tanto, dirás, el que
ya ha purgado todo perfectamente debe inferirse la muerte por mano
propia ya que no tiene ninguna razón para continuar viviendo, porque ya
no requiere más progreso el que ha llegado a un grado supremo. Pero por
lo mismo que busca para sí la muerte anticipada con la esperanza de
disfrutar la bienaventuranza, queda envuelto en los lazos de la pasión,
porque la esperanza, al igual que el temor, es una pasión; y esto es lo que
Pablo le prohíbe al hijo que quiere adelantarse con la esperanza de una
vida más verdadera. “A no ser que el Señor te libre, dice, de estos lazos del
cuerpo, no hay para ti acceso a este lugar”. No dice que si no llega la
muerte natural, no podrás morir, sino que no podrás llegar a este lugar. En
forma igual no debe temerse si viene por naturaleza ni debe apresurársela
contra el orden de la naturaleza.

Q. 156: Que por ninguna causa es lícito para los cristianos matar a
alguien. Y lo contrario

AGUSTÍN, A MACEDONIO: Nadie es bueno por temor a las penas sino


por amor a la justicia. Sin embargo, no es inútil que también por miedo se
cohíba a veces a la audacia humana, para que la inocencia sea más segura
entre los probos y en los mismos ímprobos se cure la voluntad, con la
invocación de Dios, refrenándose su potencia por temor a los castigos. Y a
este ordenamiento de las cosas humanas no son contrarias las intercesiones
de los obispos; más aún, no habría causa ni lugar para ellas, si no
sucediesen esas cosas. Tanto más grandes son los beneficios de las
intercesiones y perdones, cuanto más justos son los suplicios de quienes
pecaron. No por otra razón, por cuanto sé, en el Antiguo Testamento

Página 372
estaba vigente un más severo castigo de la ley, sino para que advirtamos la
indulgencia del Nuevo Testamento para perdonar las penas, de modo que
se perdonen los pecados, incluidos los nuestros, para remedio de salvación
o como recomendación de mansedumbre para que por medio de aquellos
que perdonan la verdad que se predica no sólo se tema sino que también se
ame.
Y TAMBIÉN: Por eso no debe dilatarse la disciplina hasta la muerte, para
aquel a quien pueda aprovechar
Y TAMBIÉN: Cuando intercedemos a veces se siguen cosas que no
queremos, sea el favor del pecador condenado que es liberado por nuestra
intercesión, o bien la audacia no castigada se hace mayor y más ávida, sin
agradecer la lenidad y así alguien que se libró de la muerte mata a muchos
otros; así alguno se torna mejor por nuestro beneficio y corrige sus
costumbres, y otro perece viviendo malamente y, con esa impunidad,
comete los mismos crímenes o más graves aún. Opino que estos males no
se nos deben imputar a nosotros cuando intercedemos por vosotros, sino
más bien aquellos bienes que, cuando los hacemos, los vemos y los
queremos, a saber, la recomendación de mansedumbre para conciliar el
amor con la palabra de la verdad, para que los que son liberados de la
muerte temporal vivan de tal manera que no incurran en la muerte eterna
de la que nunca serían liberados.
Y TAMBIÉN: Nada se haga por el deseo de dañar, sino por amor a
aconsejar; y nada se haga sin necesidad, nada sin humanidad. Así debe
temerse al vengador sin despreciar la bondad del intercesor, porque, con el
castigo y el perdón sólo se obra bien si es para corregir la vida de los
hombres. Y si la perversidad y la impiedad son tan grandes que no las
puedan enmendar ni el castigo ni el perdón, los buenos cumplirán su deber
de amar, con su intención y buena conciencia, sea con severidad o con
lenidad, y eso es Dios quien lo ve.
EL MISMO, A BONIFACIO: Al enemigo en combate puede matarlo la
necesidad, no la voluntad. Al que se rebela y resiste se le devuelve
violencia, pero una vez vencido o capturado se le debe misericordia.
EL MISMO, SOBRE CUESTIONES DEL ANTIGUO Y EL NUEVO
TESTAMENTO, CAP. IX: Por eso se pronunció la sentencia que el que
toma la espada muera por la espada, porque a nadie le es lícito matar con
la espada sino sólo al juez. Al apóstol Pedro se le permitió producir dolor,

Página 373
pero no matar. Oyendo esto, para no volver a golpear, dice que a los
cristianos no les es lícito matar. Estando ya ubicados en la misericordia no
les es lícito usar con aspereza la ley del derecho concedido al mundo.

Q. 157: Que es lícito matar a un hombre. Y lo contrario

JERÓNIMO, SOBRE ISAÍAS, LIB. V: No es cruel el que estrangula a


otro cruel.
EL MISMO, SOBRE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS: El que
castiga a los malos en razón de serlo y tiene una razón para matar a los
muy malos, es un ministro del Señor.
EL MISMO, SOBRE JEREMÍAS: Castigar a los homicidas, a los
sacrílegos y a los envenenadores no es efusión de sangre sino un ministerio
de las leyes.
CIPRIANO, SOBRE EL NOVENO GÉNERO DE ABUSO: El rey
debe reprimir los robos y los adulterios, eliminar a los impíos de la Tierra,
no permitir que vivan los parricidas y los perjuros.
AGUSTÍN, SOBRE EL LIBRE ALBEDRÍO: Si matar a un hombre es
homicidio, alguna vez se puede matar sin pecado. Pues a mí no me parece
que pequen si matan a un hombre, ni el soldado cuando mata a un
enemigo, ni el juez o su ministro cuando mata a un malhechor, ni cuando
tal vez a alguien se le escapa una flecha sin querer.
Y TAMBIÉN: Al soldado se le ordena por ley matar al enemigo, y si se
abstiene de esto, pagará las penas debidas de parte del emperador. ¿Acaso
nos atreveremos a llamar a estas leyes injustas o nulas? A mí no me parece
que alguna puede ser ley si no es justa.
EL MISMO, SOBRE EL ÉXODO, CAP. XXVII: Los israelitas no
cometieron hurto al despojar a los egipcios sino que cumplieron un
misterio ordenado por Dios, como cuando el ministro del juez mata a
quien el juez le ordena; por supuesto, si lo hace con voluntad de matar, es
homicida aunque lo haga por orden del juez.
EL MISMO, SOBRE EL LEVÍTICO, CAP. LXXV: Cuando un hombre
es muerto con justicia, lo mata la ley, no tú.

Página 374
EL MISMO, EN EL LIB. I DE LA CIUDAD DE DIOS: No matarás,
excepto a los que Dios ordena que sean muertos, por una ley dada en un
momento para una persona particular con mandato expreso. Y no mata el
que debe cumplir un ministerio por orden de alguien, con utilización de la
espada.
Y TAMBIÉN: El soldado que, obedeciendo a la potestad, bajo la cual está
legítimamente constituido, matare a un hombre no es reo de homicidio
bajo ninguna ley de su ciudad; al contrario, si no lo hace, es reo de
desobediencia y desprecio a la ley. Si eso lo hiciera por voluntad y
autoridad propia, cometería el crimen de derramar sangre. Por lo tanto si es
castigado por hacerlo sin mandato, será castigado si no lo hace al recibir la
orden.
EL MISMO, A PUBLÍCOLA: En cuanto a matar hombres, no estoy de
acuerdo con que alguien mate, a no ser que se trate de un soldado o por
autoridad pública, de modo que no haga esto por sí mismo sino por otros y
por la ciudad, recibida de la legítima autoridad si le corresponde a esa
persona.
Y TAMBIÉN: Se ha dicho, no resistamos al malo, para que no nos deleite
la venganza, que complace al ánimo con el mal ajeno, pero no debemos
descuidar la corrección de los hombres.
EL MISMO, A MARCELA: Esta república terrena debe custodiar los
preceptos cristianos, y las mismas guerras no se llevan a cabo sin
benevolencia. Con misericordia, si es posible, incluso las batallas son
peleadas por los buenos, para que, dominados los deseos licenciosos, se
destierren esos vicios que debieron ser extirpados o castigados por un
gobierno justo. Pues si la disciplina cristiana culpara a todas las guerras se
les daría en el evangelio este consejo a los soldados que buscan la
salvación, que dejen las armas y abandonen totalmente la milicia. Porque
se les ha dicho: que no traten a nadie con violencia, que no calumnien, que
se contenten con su estipendio. A quienes se les ordena que se contenten
con su propio estipendio, no se les ha prohibido pertenecer al ejército.
EL MISMO, AL CONDE BONIFACIO: Te voy a dar un consejo a ti y a
los tuyos: toma las armas en tus manos; y la oración llegue a los oídos del
autor, porque, cuando se lucha, Dios contempla desde los cielos abiertos, y
le da la palma a la parte que considera justa.

Página 375
EL MISMO CONTRA FAUSTO: Los buenos acepten las guerras
ordenadas por algún gobernante legítimo. De otro modo Juan, cuando
llegaban a él soldados para ser bautizados, preguntando: ¿qué haremos?,
les hubiera respondido: dejad las armas, abandonad la milicia, no
violentéis a nadie, no humilléis a nadie. Como sabía que ellos hacían eso
por estar en la milicia y no eran homicidas sino ministros de la ley, y no
vengadores de injurias propias sino defensores del bienestar público, les
respondió que no trataran a nadie con violencia, que no calumniaran a
nadie y se contentaran con su estipendio.
ISIDORO, LIB XVIII, CAP. III, DE LAS ETIMOLOGÍAS: Una
guerra justa es la que se realiza por un decreto en demanda de algunos
derechos o para rechazar a enemigos.
EL PAPA NICOLÁS, ANTE CONSULTAS DE LOS BÚLGAROS: Si
no hay alguna necesidad urgente, no sólo en Cuaresma sino en todo tiempo
hay que abstenerse de combates. Pero si urge alguna ocasión agresiva sin
duda no debe descartarse ningún tiempo para una preparación bélica, ni en
tiempo de Cuaresma, en defensa propia o de la patria o las leyes paternas,
para que no parezca que el hombre ante Dios descuida hacer lo que debe
para su salvación y la de los demás, y no trate de evitar un detrimento para
la santa religión.

Q. 158: Que la pena de los párvulos no bautizados será muy leve con
respecto a las penas de los demás condenados. Y lo contrario

AGUSTÍN, EN EL ENQUIRIDIÓN: La más leve de todas, por cierto,


será la pena de los que, excepto el pecado original que contrajeron, no
añadieron ningún otro en delante.
JUAN CRISÓSTOMO, SOBRE LA REPARACIÓN DE LA CAÍDA:
Ser excluidos de los bienes, que están preparados para los santos, genera
tanto tormento y dolor que, si no se añade ninguna otra pena extrínseca,
esta sola sería suficiente. Carecer de los bienes que estabas en grado de
disfrutar supera todos los tormentos de la Gehena.
Y TAMBIÉN: Algunos poco preparados estiman que sólo carecer de la
Gehena es suficiente. Yo considero, sin embargo, que los tormentos de
verse privado de la gloria son mucho más graves que los de la Gehena. No
juzgo que los suplicios de la Gehena sean tan acerbos como aquellos a los

Página 376
que es sometido aquel a quien le ocurra verse alejado de la presencia de
Cristo. Esta, créeme, es la más grave de todas las penas, y es la única que
supera hasta a la Gehena.
AMBROSIO, SOBRE LA PENITENCIA, LIB. II: No hay nada que
constituya un dolor tan grande como el de quienes, estando bajo la
cautividad del pecado, recuerden de dónde se apartaron y adónde
voluntariamente cayeron, o sea, bienes corpóreos y terrenos, privados de
aquellos brillantes y hermosos del conocimiento divino.

EXPLICIT

Página 377
Notas

Página 378
[1] Si bien la fundación de la Universidad de París es casi cincuenta años

posterior a la muerte de Pedro Abelardo, éste pasará a la posteridad como la


figura típica del profesor universitario. Sólo una generación posterior
aparecerá, con santo Tomás de Aquino, otra figura de profesor igualmente
emblemática, aunque con una personalidad de signo completamente opuesto.
<<

Página 379
[2] Dueño de una personalidad por la que fue amado y odiado sin medida,

desafiaba a sus colegas a debates públicos, en los que los derrotaba


completamente, y como consecuencia de ello, perdían a sus alumnos en
provecho del propio Pedro Abelardo. Pero en gran medida, la fama que lo
precede proviene de sus amores con Eloísa, sobrina del canónigo de Notre
Dame, Fulberto, cuya educación estaba a su cuidado por ser ella huérfana.
Fulberto contrató los servicios de Abelardo para la formación de Eloísa, tan
aventajada en belleza cuanto en inteligencia. La historia es conocida: ella
queda embarazada, huyen de París a Pallet, ciudad donde había nacido
Abelardo y donde estaba su familia, se casan en secreto y al poco tiempo nace
Astrolabio. Los amantes vuelven a París (el niño ha quedado al cuidado de
una de las hermanas de Abelardo) y, enterado de ello, Fulberto contrata unos
matones que, a modo de venganza, castran a Abelardo. Éste ingresa, poco
después, a la vida monástica, lo que implicaba también el ingreso de Eloísa,
pues es condición para quienes han contraído el sacramento del matrimonio.
Para el conjunto de esta historia hay una abundantísima bibliografía, pero las
fuentes, de incomparable belleza literaria y tragedia humana, son Historia
calamitatum mearum (“Historia de mis desgracias”, un relato autobiográfico
que influirá fuertemente en Voltaire) y las Epistulae (colección de cartas
intercambiadas por Abelardo y Eloísa a lo largo de sus vidas). En el concilio
de Soissons (1121-1122) fue declarado hereje, se le obligó a quemar sus
propias obras y se le prohibió la enseñanza. <<

Página 380
[3]
Creemos que la mejor visión de conjunto continúa siendo É. Gilson,
Héloïse et Abélard, Paris, 1938. <<

Página 381
[4] Por ello sabemos que Pedro Abelardo tuvo acceso a Categorías y De

inventione; el resto de su conocimiento de Aristóteles proviene de los


comentarios de Boecio. No podemos dejar de mencionar que Juan de
Salisbury lo denominó “el peripatético de Pallet” (cf. Metalogicon 1.5.),
aunque hoy nos resulte completamente exagerado, tomamos nota de cómo lo
consideraron sus contemporáneos. <<

Página 382
[5] La conversión de Europa al Cristianismo, Madrid, Rialp, 1988, p. 104. <<

Página 383
[6] Gilson, E., Historia de la filosofía medieval. Madrid, Biblioteca Hispánica

de Filosofía, 1958, p. 425. Cf. También Chenu M-D.; La Théologie au


douzième siècle. París, J. Vrin, 1957, p. 19 ss. <<

Página 384
[7] Pedro Abelardo, Historia calamitatum mearum, IX: Accidit autem mihi ut

ad ipsum fidei nostre fundamentum humane rationis similitudinibus


disserendum primo me applicarem, et quendam theologie tractatum
De Unitate et Trinitate divina scolaribus nostris componerem, qui humanas et
philosophicas rationes requirebant… Además de las largas y encarnizadas
disputas con otros maestros que aquí se pueden vislumbrar, es cierto que el
método utilizado para estudiar las Sacrae Paginae consistía, sucintamente, en
la lectura y repetición del texto sagrado. <<

Página 385
[8] Ibidem: … et plus quae intelligi quam quae dici possent efflagitabant:

dicentes quidem verborum superfluam esse prolationem quam intelligentia


non sequeretur… <<

Página 386
[9] Brower, J. E. – Guilfoy, K.; The Cambridge companion to Abelard,
Cambridge (UK) - New York, Cambridge University Press, 2004,
Introduction p. 9. <<

Página 387
[10] Las referencias a Anselmo de Laón pueden indicar que Pedro Abelardo

comenzó a seleccionar y hacer breves comentarios tempranamente, hacia


1101, cuando inicia su docencia en Melum y más tarde en Corbeil. No
debemos descartar que sólo haya añadido comentarios a una de las tantas
selecciones de sentencias que circulaban en las escuelas. <<

Página 388
[11] Cf. Jolivet, J., La théologie d’Abélard, Paris, Les éditions du Cerf, 1997,

p. 71. <<

Página 389
[12] Para el caso específico del Aquinate Cf. Lértora Mendoza, Celina; “Dos

modos del método escolástico en Tomás de Aquino”, Revista Española de


Filosofía Medieval, 17 (2010), pp. 93-101. <<

Página 390
[13] Cf. Grabmann, M.; Die Geschichte der scholastischen Methode, Freiburg,

Herder, 1911, T. II, pp. 349 ss <<

Página 391
[14] Pedro Abelardo, Sí y No, Prólogo; huelga decir que utilizamos la versión

de Carlos R. Domínguez, a la que estas palabras fungen de Introducción. <<

Página 392
[15] La referencia a los errores u omisiones de los copistas ocupa un espacio

breve pero significativo en el Prólogo: “También conviene tener muy en


cuenta, cuando nos presentan algunos dichos de los santos como si fueran
opuestos o ajenos a la verdad, no dejarnos engañar por alguna falsa
inscripción en el título o algún deterioro de la escritura”. <<

Página 393
[16] Ibidem: “Es propio de una índole elevada amar la verdad en las palabras y

no las palabras mismas. ¿De qué sirve una llave de oro si no abre lo que
deseamos abrir? ¿O qué importa si la llave es de madera, si puede hacer eso,
ya que no buscamos nada más que sacar a la luz lo que está encerrado?”. <<

Página 394
[1] Sab. 3, 8. <<

Página 395
[2] Luc. 22, 30. <<

Página 396
[3] Luc. 10, 16. <<

Página 397
[4] Mat. 10, 20. <<

Página 398
[5] Luc. 6, 37. <<

Página 399
[6] 1 Cor. 4, 5. <<

Página 400
[7] Ex. 12, 10. <<

Página 401
[8] Luc. 2, 48. <<

Página 402
[9] 1 Cor. 4, 10. <<

Página 403
[10] Mat. 6, 22. <<

Página 404
[11] Prov. 10, 9. <<

Página 405
[12] Rom. 15, 28. <<

Página 406
[13] Sant. 1, 19. <<

Página 407
[14] Sant. 3, 2. <<

Página 408
[15] 2 Cor. 13, 3. <<

Página 409
[16] 1 Tes. 5, 21. <<

Página 410
[17] Mat. 7, 7. <<

Página 411
[*] Se ha seguido el uso más general de la muy larga tradición de la teología

española al respecto, por ejemplo, prefiriendo preciencia (pre-ciencia) a


presciencia (recomendado por el diccionario de la RAE) y de uso corriente en
otras áreas del saber. En la edición de las Sentencias de Pedro Lombardo, los
correctores peruanos prefirieron PRECIENCIA. (N. del Traductor). <<

Página 412
[*] En teología codicia, avaricia. (N. del Traductor). <<

Página 413

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