Etnia Terapéutica para La Asesoría Familiar

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Etnia Terapéutica para la Asesoría Familiar

La etnia planteada en el video con todos los elementos que la caracterizan.

Según Garciandía y Samper (2004), “en la conversación se tejen nuevas


historias que incluyen creencias y prácticas de género, raza, edad y clase social,
que hacen parte del trasfondo personal y cultural de cada uno de los participantes”
(p. 264). En la película de Reed (2006), titulada: “Viviendo con mi ex”, se está
presenciando un conflicto matrimonial en la relación de Gary Grobowski y Brooke
Meyers, naturales de Estados Unidos.

Pueden ser de clase alta y una cultura tradicionalista o, vulgarmente


llamada, machista. Se ve reflejado en el autoconcepto de Brooke: “Voy a lavar los
platos” y, en una de las respuestas de Gary: “¿Por qué iba a querer lavar los
platos? ¿Por qué?”. En una familia tradicional, esta labor es propia de la mujer.
Gary no entiende lo que Brooke desea, pues su mentalidad es tradicionalista y,
considera que las labores del hogar son tareas de la mujer.

Están destriangulados. Brooke toma el rol de víctima: “Me pasé todo el día
limpiando esta casa y preparando esta cena y trabajé hoy. Sería muy amable que
me dijeras gracias y me ayudaras con los platos”. Gary, por otra parte, está
tomando el rol de salvador: “Me parto el alma por ser el mejor guía de la maldita
ciudad y ganar lo suficiente para mantenernos a los dos y que con suerte algún
día no tengas que trabajar”.

Si la familia Grobowski Meyers “no hace algo para controlar su rabia, se va


a desencadenar un gran conflicto” (Garciandía & Samper, 2004, p. 264). Sus
emociones están alteradas. Por ejemplo, Gary, cuando escucha hablar del ballet,
dice: “Yo odio el maldito ballet. Es un montón de tipos en mayas, dando saltitos,
durante tres horas, es como un show tecno-medieval, es una pesadilla. Tengo que
estar hay sentado tres horas preguntándome cuándo diablos va a acabar”; por el
contrario, Brooke dice que fueron a Anarbol para “ver a Michigan contra Notre
Dame y tú crees, tú crees que los gritos, los estudiantes ebrios y los duendes
irlandeses haciendo piruetas son divertidos para mí. Por favor, hice eso por ti”.
Hay que encontrar un equilibrio en la relación. Ese equilibrio sólo lo da el amor.

Cómo generaría usted como asesor una nueva etnia con los asesorados, que
permita que haya un encuentro en esta pareja

Se deben tomar medidas desde el primer momento de encuentro,


explorando su historia y su cultura, haciendo observaciones y preguntas
significativas, hasta escuchar lo no dicho aún, para explorar “los problemas de
nuestros consultantes a la luz de su historia y cultura particular” (Garciandía, &
Samper, 2004, p. 21). Por eso, es importante “afinar nuestra mirada y nuestro oído
para entender” (p. 22).

Luego, teniendo presente la definición de persona, y el derecho que


tiene006E a que se le custodie la intimidad, o como diría Maturana, citado por
Garciandía y Samper (2004): “el reconocimiento del otro como un legítimo otro en
la relación” (p. 22) y, después de haber presenciado esta escena de la familia
Grobowski Meyers, les comento la historia de Martín L. (2013) titulada “¡No
juzgues!”.

Esta historia, con su moraleja, puede dar paso a un diálogo más


enriquecido y, a una apertura a lo aún no dicho: Estos casos pueden presentarse
para hacer reflexionar a los asesorados, ayudando a que entre asesor y
asesorado se desarrolle “como un proceso simbólico, es decir como un proceso de
significación que se refiere a realidades que no son las de la experiencia cotidiana”
(Garciandía, & Samper, 2004, p. 31). Pues, la etnia terapéutica es “un universo
simbólico, donde lo fundamental es el vínculo con el otro con un sentido de
trascendencia” (p. 31). Si como asesores no aprendemos a interpretar esos
símbolos del asesorado, muy difícilmente podremos ayudarles a crear una nueva
etnia.

Finalmente, en el transcurso de esa comunicación interpersonal, se


llegarían a unas conclusiones, acuerdos y/o tareas. Como dice Peter, citando a
Anderson (1997), se trata de: “un proceso de formar, decir, expandir lo no dicho y
lo todavía-por-decir -el desarrollo, a través del diálogo, de nuevos significados,
temáticas, narrativas, e historias- desde la cual una nueva descripción de sí mismo
pueda emerger” (p. 19).

Utilizando el Modelo Serpentino elija, grafique y analice una secuencia de 6 a


10 intervenciones (tomadas del video que miró) donde usted muestre lo que
ocurrió en esa conversación.

Gary ha ofendido a Brooke al no entender el autoconcepto de ella. ¿Acaso


ella debería ser más directa, es decir, haber preguntado a Gary que le ayudara a
lavar los platos para que él entendiera lo que Gary quería? Pero, tratándose de
una familia tradicional, ella quedaría en ridículo. Lavar los platos es una labor
propia de la mujer, así como el de proveedor es propio del hombre. Brooke
esperaba que Gary entienda su autoconcepto, estuviese en la misma red
simbólica.

En su respuesta, Gary está dispuesto a ayudarle, pero muestra más interés


por el Xbox. Su respuesta es ofensiva. Un ataque al autoconcepto de Brooke.
Brooke sugiere que la loza se lave ya. Pero, Gary agrava su error. El rostro de
Brooke deja clara su decepción. Sin embargo, Gary, mirado desde la figura de la
familia tradicional, como tiene poder y es el proveedor, está exhausto, se quiere
relajar, comer, estar tranquilo, seguir jugando Xbox. La loza, puede esperar.

Para Brooke, Gary no tiene idea de nada de lo que ella quiere. En cambio,
para Gary, ella es impredecible. Traigo a la mente aquella frase de Pearce (2015),
y la aplico analógicamente a este diálogo: Imagino a Gary buscando en el manual
‘libro de frases’ para uso en la comunicación entre los dos sexos, “hasta encontrar
la página en donde dice que cuando una mujer” (p. 70) afirma que va a lavar los
platos, está expresando, a su manera, que quiere que él lave los platos. No
obstante, al verse Brooke no entendida, termina haciendo más difícil coordinar las
acciones de la comunicación interpersonal.

Referencias

Garciandía, J. A., & Jeannette, S. (2004). La conversación terapéutica y la


construcción de una etnia. Revista Colombiana de Psiquiatría, 33(1), 21-44
Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/806/80633103.pdf

Garciandía, J. A., & Samper, J. (2004). El tejido de un nosotros: hilando nuevos


significados entre terapeuta y consultante. Revista Colombiana de
Psiquiatría, 33(3), 263-284. Recuperado de
https://www.redalyc.org/pdf/806/80633302.pdf
Martín L. (16, junio, 2013). ¡No juzgues! [mensaje en un blog]. Recuperado de
https://leocadiomartin.com/2013/06/16/no-juzgues/

Pearce, W. B. (2015). Capítulo 1: Cómo entender las conversaciones.


Comunicación interpersonal. La construcción de mundos sociales (pp. 30-
80). Bogotá: Universidad Central.

Peter, M. A. (s. f.) La Conversación Interna del Terapeuta en la Práctica de


Terapia Familiar: Algunas ideas Acerca del sí mismo del terapeuta, el
impasse terapéutico, y el proceso de reflexión (Trad. Berezein, A.).
Recuperado de http://eqtasis.cl/wp-content/uploads/2018/03/Rober-P-La-
Conversacio%CC%81n-Interna-del-Terapeuta.pdf

Stuber, S., & Vaughn, V. (Productores), & Reed, P. (Director). (2006). The Break-
Up (Viviendo con mi ex) [Película]. Estados Unidos: Universal Studios

Anexo 1

Diálogo de la película

Brooke Meyers llega a la sala, mientras Gary Grobowski está jugando Xbox.
Ella inicia el diálogo:

- Voy a lavar los platos.

- Bien.

- Ayúdame Gary.

- No hay problema, los lavamos al rato. Espero cometer unos crímenes más
(está jugando Xbox).

- Gary no quiero lavarlos más tarde, sólo son quince minutos.


- Cielo, estoy exhausto, sinceramente sólo quiero relajarme un poco, lo
único que quiero es sentarme aquí, digerir mi comida y tratar de disfrutar la
tranquilidad… toma eso, toma eso, es lo que te ganas hermano (sigue jugando
Xbox) … y podemos lavar los platos mañana.

- Sabes que no me gusta despertar y ver sucia la cocina.

- A quién le interesa.

- (Enojada). A mí, está bien, a mí. Me pasé todo el día limpiando esta casa
y preparando esta cena y trabajé hoy. Sería muy amable que me dijeras gracias y
me ayudaras con los platos.

- (Mal humorado, tira el control del juego). Bien, te ayudaré con los malditos
platos.

- ¡Ahí, no! Sabes que no es eso lo que quiero.

- Dijiste que querías que te ayudara con los platos.

- Quiero que quieras lavar los platos.

- ¿Por qué iba a querer lavar los platos? ¿Por qué?

- Ves, ese es el punto.

- Déjame ver si entiendo, dices que estas molesta porque no tengo un


fuerte deseo de lavar los platos.

- No. Estoy molesta porque no tienes un fuerte deseo de ofrecerte a lavar


los platos.

- Eso hice.

- Después de pedírtelo.

- Dios, estás actuando como loca.

- No me llames loca. No estoy loca.

- No te llamé loca… No te llamé loca.


- Eso hizo.

- No lo hice, te dije que actúas como loca.

- Sabes Gary, te pedí que hicieras una cosa hoy, una cosa muy sencilla,
traer doce limones y me trajiste tres

- ¡Hay, por un demonio! Si hubiera sabido que iba a haber tanto problema te
hubiera traído 24 limones. No mejor cien. Sabes qué, hubiera querido que toda la
maldita mesa hubiera tenido su propia bolsita de limones. Te lo juro.

- Gary, no es por los limones.

- Eso es de lo único que hablas.

- Sólo digo que sería lindo que hicieras las cosas que te pido y sería más
lindo que las hicieras sin tener que pedírtelas.

(Silencio).

- Me parece recordar que hice algo por ti esta mañana sin que tuvieras que
pedirlo.

- Gary, ¡por favor!

- Tranquila, es enserio

- No, no. Es enserio. Estoy hablando enserio.

- ¡Venga! Yo también.

- Porque sabías que trabajé hoy, y que hice la cena y… y… pudiste haber
pensado, no sé, algo como: Le llevaré a Brooke unas flores.

- Tú dijiste en nuestra primera cita que no te gustaban las flores, que era
tirar el dinero.

- A quién no le gustan las flores, Gary.

- Dijiste que no te gustaban, ¿se supone que eso significa que te gustan las
flores?
- No. No. Esto no es por… no, no, tú no… Dios, no estás entendiendo, no
estás entendiendo Gary, está bien, esto no es por los limones, ni por las flores, ni
por los platos, es por… cuántas veces tengo que lanzar indirectas sobre el ballet.

- Tú sabes que no aguanto.

(Ella se marcha).

- Brooke, ven aquí. Ya hablamos sobre el maldito ballet, yo odio el maldito


ballet. Es un montón de tipos en mayas, dando saltitos, durante tres horas, es
como un show tecno-medieval, es una pesadilla. Tengo que estar hay sentado tres
horas preguntándome cuándo diablos va a acabar. No me hables de ballet.

- El punto no es que te guste el ballet, Gary. Es que la persona que tú


amas, ama el ballet y tú querías pasar tiempo con esa persona.

- No cuando está en el ballet.

- Muy bien, olvídalo, olvida el ballet.

- Eso haré.

- No salimos a ningún lado juntos.

- Acabamos de ir a Anarbol juntos.

- A Anarbol, a ver a Michigan contra Notre Dame y tú crees… tú crees que


los gritos, los estudiantes ebrios y los duendes irlandeses haciendo piruetas son
divertidos para mí. ¡Por favor! Hice eso por ti y, ¿tú qué haces por mí?

- (Habla gritando). Me subo a ese maldito autobús cada día por ti.

- ¡Hay, por favor!

- Me parto el alma por ser el mejor guía de la maldita ciudad y ganar lo


suficiente para mantenernos a los dos y que con suerte algún día no tengas que
trabajar.

- Yo quiero trabajar.
- Todo lo que pido Brooke es que muestres un poquito de agradecimiento y
que me des veinte minutos para relajarme cuando yo llego, en vez de que me
ataques con preguntas y me fastidies todo el tiempo.

- (Soltando unos platos con fuerza sobre la mesa). Tú crees que yo te


fastidio.

- Es lo único que haces, todo lo que haces es fastidiar. El baño es un


desastre, tu cinturón no combina. Gary, tal vez deberías ponerte en forma, nada
de lo que hago es suficientemente bueno. Yo solo quiero que dejes de estar
fastidiando.

(Silencio).

- En serio, es lo que quieres Gary. Eso es lo que quieres.

- Sí.

- Eso es.

- Sí.

- Pues haz lo que se te pegue la gana. Deja tus calcetines por toda la casa,
vístete como un cerdo…

- ¡Ajá!

- Juega tu estúpido videojuego…

- ¡Claro!

- No me importa, se acabó.

- ¿Qué?

- Se acabó, no merezco esto, en verdad no merezco esto. Merezco alguien


a quien sí le interese. No voy a pasar un segundo más de mi vida con un
desconsiderado como tú. Eres un idiota. (Se marcha y tira la puerta de la casa con
fuerza).
Anexo 2

No vivas para juzgar, vive para sumar

Un día cualquiera, un señor regresaba junto a su hijo en un autobús. El


chico parecía tener unos 24 años y viendo a través de la ventana del autobús
gritó: ¡Papá, mira los árboles como van corriendo hacia atrás!…

El papá sonrió, y una pareja de jóvenes sentados cerca, miraron al joven de


24 años con una conducta infantil y murmuraron que ya estaba viejo como para
andar diciendo eso.

El joven otra vez exclamó: ¡Papá mira las nubes, están corriendo con
nosotros!

La pareja no pudo resistirse y le dijo al anciano: ¿Por qué no llevas a tu hijo


a un buen médico? Ya está grandecito como para que se siga comportando como
un niño…

El anciano sonrió y dijo: “Ya lo hice, amigo. Venimos del médico. Y apenas
estamos viniendo de la clínica, mi hijo era ciego de nacimiento y hoy, gracias a
Dios, por primera vez puede ver. Por eso está emocionado”.

La pareja de jóvenes quiso tragarse lo que habían dicho.

La moraleja de esta pequeña historia es que cada persona en el planeta


vive su propia situación. No juzgues a la gente antes que realmente los
conozcas… la verdad puede sorprenderte.

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