TCRP1de1 PDF
TCRP1de1 PDF
tesis doctoral
carmen rodríguez pedret
Barcelona, 2017
el vademécum de la ciudad
París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas
1750 - 1920
tesis doctoral
Carmen Rodríguez Pedret
directora
Dra. Marta Llorente Díaz
Barcelona, 2017
A Ignacio, Martina y Berta, por las horas robadas.
Y a mis padres, por supuesto.
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
4
Sumario
Agradecimientos7
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica11
apítulo 3.1
C La construcción pragmática del espacio urbano 253
Capítulo 3.2 La antigua Barcelona: crónica de una desaparición 289
Capítulo 3.3 En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche 309
Capítulo 3.4 La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses 327
Epílogo 359
Bibliografía 365
Ilustraciones 403
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
6
Agradecimientos
Una tesis de tan largo recorrido como la que se presenta guarda las huellas
de algunas buenas compañías, de sabios consejos y muchas dosis de paciencia
hacia quien la suscribe.
Como no podía ser de otro modo, agradezco a Marta Llorente haber recorrido
el camino a mi lado, ya no sólo como directora de la investigación sino,
especialmente, como amiga, combatiendo mi terquedad y mi desaliento con
su generosidad y su cariño.
También me siento en deuda con las personas con las que he compartido
proyectos de investigación y con quien espero seguir compartiendo retos
futuros, como Mónica Aubán, Pedro Azara, Sandra Bestraten, Carlos
Bitrián, M. Dolors Calvet, Ricard Gratacòs, Pau Pedragosa y Olga Pons.
Siempre estaré agradecida a Maurici Pla porque nunca dejó de insistir para
que terminara la tesis de una vez por todas.
Toda mi gratitud hacia Júlia Viñeta y Manel Clemente, llegados al final del
camino pero imprescindibles para hacer legible el texto con su preciso trabajo
de diseño y maquetación.
8
Parte 1. El vademécum de la ciudad
“¿Sabes quién mató al hada? ¿Quién apagó la luz? ¿Quién cambió por
la pálida noche los vivos colores, las figuras en movimiento, las divertidas
escenas que tanto gustaban al ojo encantado? Son los itinerarios [=las
guías de viaje]. Léelos y estarás perdido. Todo te será familiar con
antelación: la ciudad, el habitante, el muelle, la catedral. Todo te habrá
sido traducido por adelantado en una innoble prosa, en ingrata y estúpida
realidad, mezclada con los pesos y medidas, adornada con el precio del
dinero. Antes de llegar, ya lo sabrás todo de memoria, y, al volver a casa,
ya no sabrás nada nuevo. Más vívida impresión, nueva, espontánea; más
entusiasmo por las posibles lagunas, más espacio para los recuerdos,
más capacidad para la admiración; sabes lo justo, y por lo que dicen los
expertos, lo que puede alquilarse y lo que no, lo que es sublime, o lo que
es mezquino. He aquí este docto aburrido que, con un librito en la mano,
mira y anota, en vez de ser aquel viajero que aprende con curiosidad,
que observa con diversión (…) Huye, pues, de los itinerarios, huye de los
cicerone; todos estos productos industriales sólo intentan hacer callar el
encanto de la charla y vender en su lugar tonterías sin sentido”.
9
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
10
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una
lectura crítica
No hay ciudad inmune a las palabras y las imágenes que la describen y la representan,
que la explican y la dan a conocer. El perfil público de un lugar depende de todos las
representaciones que abordan sus diversas realidades y, a la vez, es extremadamente
vulnerable a la fuerza del entramado iconográfico con el que reconocemos a las
comunidades habitadas. Una misma red de correspondencias enmaraña nuestra
experiencia y la memoria que atesoramos de un lugar. Y, así, la ciudad nunca es una
sola; no es únicamente la que recorremos, la que sufrimos o admiramos: es también
la que leemos, la que recordamos e, incluso, la que imaginamos.
1
Este trabajo asume la definición de imaginario urbano propuesta por la profesora Marta Llorente
en su libro La ciudad: huellas en el espacio habitado: “El campo de datos de la representación urdido
con los filamentos de la experiencia particular y real, y que en conjunto constituye lo que es para
cada quien la ciudad”. El término designa “la representación de la ciudad que se construye para el
sujeto en la vida cotidiana”. Llorente, M. “Literatura y ciudad: la escena urbana como horizonte de
representación”. La ciudad: huellas en el espacio habitado. Barcelona: Acantilado, 2015; p. 343.
11
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
2
Sobre la idea del territorio como construcción, artefacto y producto de la actividad humana, ver
Corboz, André. “Le territoire comme palimpseste”. Diogène 121; janvier-mars 1983; pp. 14-35;
traducción castellana: “El territorio como palimpsesto”. Martín, A. (ed). Lo urbano en 20 autores
contemporáneos. Barcelona: edicions UPC; 2004; pp. 25-34.
12
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
Más que del objeto contemplado, las guías hablan acerca de quien mira y de cómo
mira la ciudad. La tesis se enfrenta a este prisma singular, con el fin de identificar la
creación y la persistencia de ciertas visiones y recorridos, de detectar cómo han cambiado
los puntos de vista y de tomar conciencia de la arbitrariedad de algunas centralidades
o marginalidades que, sin embargo, asumimos como parte de una herencia común. En
esta historia, la guía no es un simple instrumento de mediación sino un dispositivo de
producción de imágenes; un discurso, programado con precisión, para trasladar la idea
de un escenario, modélico y ordenado, del que expresa la solidez de las estructuras de
poder mientras elude toda sospecha de conflictividad. Esta condición productiva del
discurso es inseparable de las normas que instituye, de los espacios y monumentos
que disemina, de los desplazamientos que impone y de la imagen que un lugar aspira
a construir de sí mismo. En la ambigua relación que una guía mantiene con un
determinado entorno social encontramos razones más que suficientes para reivindicar
su singularidad y para explicar "otra" historia de la cultura urbana moderna, hecha
de activa filtración ideológica, de enseñanza y convencimiento y de intensiva tutela
hacia el público lector3. Aunque la legitimidad del producto radique en su función
orientativa como vademécum 4, una guía es mucho más que un simple instrumento de
viaje o una “lectura práctica de la historia de la ciudad”5. Su doble dimensión, como
producto de factura enciclopédica –a través de la recopilación sistemática de toda
clase de información- y como representación selectiva de los espacios y los habitantes,
permite reivindicar el valor de una fuente, todavía marginal y, sin embargo, abierta
a múltiples interrogantes. Tampoco hay que olvidar que estamos ante un producto
extremadamente frágil respecto a las mutaciones espaciales, sociales, políticas y
culturales; un relato, siempre inacabado e imperfecto, cuya limitada vigencia obliga
a asumir la caducidad de unos contenidos que varían “en función de las evoluciones
materiales del espacio al que la guía se refiere y también en función de unos criterios
de orden, de “representación”, de este espacio”6. Por eso, cualquier estudio en torno
3
Acerca del carácter prescriptivo de la guía: Assoun, Paul-Laurent. “L’”effet Baedeker”: note
psychanalytique sur la catégorie de guide de tourisme”. In Situ. 15/2011.
4
Vademécum. Del lat. vade ‘ven’, ‘camina’ y mecum ‘conmigo’. 1. m. Libro de poco volumen y de fácil
manejo para consulta inmediata de nociones o informaciones fundamentales-. Real Academia Española.
(2014). Diccionario de la lengua española (23.ª ed.). Consultado en http://www.rae.es/rae.html
5
Roncayolo, Marcel. “Les guides comme corpus de la connaissance urbaine”. In Situ. 15/2011; p.2.
6
Milliot, Vincent. “L’espace parisien dans les guides imprimés de large circulation (XVI-XVIII siècles):
une archéologie de la lectura des guides urbains?”. Chabaud, G./Cohen, E./Coquery, N./Penez, J. (eds).
Les Guides Imprimés du XVI au XX siècle. Villes, paysages, voyages. París: Belin, 2000; p. 67. Gilles
Chabaud entra en la cuestión, considerando que “su génesis, su definición histórica y el aumento de
su producción editorial, lejos de constituir un fenómeno monolítico, son cuestiones problemáticas”;
ver “Pour une histoire comparée des guides imprimés à l’époque moderne”. Chabaud, G./Cohen, E./
Coquery, N./Penez, J. (eds). Op. Cit.; p. 642.
13
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
7
Schlögel, Karl. En el espacio leemos el tiempo. Sobre Historia de la civilización y geopolítica.
Madrid: Biblioteca de Ensayo Siruela, 2007; pp. 261-262. Edición original: Im Raume lesen wir die
Zeit. Úber Zivilisationsgeschichte und Geopolitik. Munich-Viena: Carl Hanser Verlag, 2003.
8
Llorente, M. “Literatura y ciudad: la escena urbana como horizonte de representación”. Op. Cit.; p. 341.
9
Ibidem.
10
Llorente, M. Op. Cit.; p. 342.
14
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
11
Los resultados del proyecto de investigación “Topología del espacio urbano contemporáneo:
revisión crítica de los instrumentos teóricos y de intervención de la arquitectura” (HAR2009-11392),
han sido publicados en: Llorente, Marta (coord.). Topología del espacio urbano. Palabras, imágenes y
experiencias que definen la ciudad. Madrid: Abada editores, 2014.
12
Certeau, Michel de/ Giard, Luce. “Una visión mítica de la ciudad”. La invención de lo cotidiano
2. Habitar, cocinar; México: Universidad Iberoamericana, 1999. Edición original: L’Invention du
quotidien 2: Habiter, cuisiner. Paris: Gallimard, 1980.
15
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
13
Chartier, Roger. “Cultura popular”: retorno a un concepto historiográfico”. Manuscrits 12,
Barcelona: gener 1994; pp. 46-62.
14
Chartier, R. (1994). Op. Cit.; pp. 50 y 51; y Chartier, Roger. Culture écrite et societé. L’ordre
des livres (XVIe-XVIIIe siècle). París: Albin Michel, 1996; p. 13. Su propuesta para elaborar una
historia de las lecturas y de los lectores se articula sobre la historicidad de los modos de utilización,
comprensión y apropiación de los textos; en Chartier, Roger/Cavallo, Gugliemo (eds). Historia de la
lectura en el mundo occidental. Madrid: Taurus, 1998; p. 27.
15
Chartier, R. (1994). Op. Cit.; p. 56.
16
Hankins, Thomas L.-Silverman, Robert, J. Instruments and the imagination. New Jersey: Princeton
University Press, 1995; p. 13.
16
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
17
Nos referimos a los siguientes estudios de Philippe Hamon: Expositions. Littérature et Architecture
au XIXè siècle. París: Editions José Corti, 1989; La Description littéraire. De l’Antiquité à Roland
Barthes: une anthologie. París: Mácula, 1991; Du descriptif. Paris: Hachette Education. Collection
Recherches Litteraires, 1993; e Imageries, littérature et image au XIXe siècle. Paris: Éditions José
Corti, 2001.
18
Kalifa, Dominique. “L’ère de la culture-marchandise”. Revue d’histoire du XIXe siècle 19; 1999; p. 2.
19
Calatrava, Juan /González, José Antonio (eds). La ciudad. Paraíso y conflicto. Madrid: Abada
editores, 2007 y Calatrava, Juan /Nerdinger, Winfried (eds). Arquitectura escrita. Madrid: Ministerio
de Cultura-Círculo de Bellas Artes, 2010.
20
Chartier, R. Cultura escrita y literatura en la Edad Moderna. Madrid: Cátedra, 2000; p. 26.
17
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“En la torre del panóptico se unen el poder y el saber; el centinela que guarda
los presos hacinados se ha transformado en el sabio inspector que los clasifica, los
estudia, los observa, los “trata” técnicamente, en especial disponiendo el espacio
donde deben situarse, espacio vigilado pero también espacio, de convivencia, de
trabajo, de instrucción y de ocio y afectos”23.
21
Foucault, Michel. Dits et écrits (1954-1988). Tome III: 1976-1979. Paris: Gallimard. Collection
Bibliothèque des Sciences humaines, 1994; p. 299.
22
Miranda, María Jesús. “Bentham en España”, en Bentham, Jeremy. El panóptico. Madrid: La
Piqueta, 1980; p. 135.
23
Miranda, Mª J. Op. Cit.; p. 131 y 134. Siguiendo a Foucault, Tony Benett ha estudiado el “complejo
expositivo”, formado por las instituciones involucradas en la “transferencia progresiva de objetos y de
cuerpos, desde el espacio encerrado del dominio privado en el que habían sido previamente expuestos
(…) hasta una arena pública en la que se inscribían y difundían los mensajes del poder (…) hacia la
sociedad”; en Bennet, Tony. “The exhibitionary complex”. New Formations, number 4. Spring, 1988;
p. 74 y 80. Al contrario que los lugares de vigilancia y castigo, el complejo expositivo no se basa la
acción punitiva sino en la seducción, la persuasión y el convencimiento; en su habilidad para organizar
y coordinar la cultura material y “producir un lugar para la gente en relación a este orden”.
24
Agamben, Giorgio. Che cos´ è un dispositivo. Roma: Nottetempo, 2006. Edición consultada: Che
cos’è il contemporaneo e altri scritti. Roma: Nottetempo, 2010, pp. 4-21.
18
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
Ambas interpretaciones señalan el camino hacia una lectura crítica de las guías
y descripciones urbanas para considerar su función como dispositivo regulador de la
visión, la movilidad y el comportamiento de la gente en la ciudad. Esta atribución
normativa se inscribe, como en el caso del panóptico, en la segunda mitad del siglo
XVIII, una época obsesionada por la vigilancia, la síntesis y la medida y por la
instauración de toda clase de reglas para controlar los espacios y los hábitos de la
población. El despliegue de las numerosas técnicas de registro y clasificación de los seres
humanos y de los espacios que ocupaban, seguía la lógica de una organización racional
similar a la que emprendieron las ciencias naturales y el enciclopedismo moderno,
con la manía por acumular, inventariar y exhibir el universo material, por reproducir
el mundo en toda su extensión, por mesurarlo y cuantificarlo y por encuadrar la
diversidad en un sistema único de figuras y escenarios25. La historiografía ha insistido
en el empeño ilustrado por fomentar la universalidad de los saberes humanos y, sin
embargo, ha desatendido las innumerables secuelas que modelaron el enciclopedismo
popular a lo largo del siglo XIX. Porque fue precisamente en el paisaje inédito de la
difusión masiva donde se desarrolló el mercado de las publicaciones que describían el
mundo, satisfaciendo la demanda de productos que permitían ahorrar el tiempo y la
energía que requería cualquier proceso de aprendizaje. El conocimiento más inmediato
era el valor que proclamaban los editores cuando promocionaban sus colecciones
enciclopédicas y detallaban las ventajas que obtendría el lector: la “gran economía de
tiempo en sus investigaciones y estudios, el medio de leer más y mejor, con más método
y fruto; hacerle las ciencias más accesibles…”26. Era la misma premura que afectaba a
la producción de las guías urbanas, de los “discretos auxiliares” y los “pequeños libros,
escritos para los visitantes (…) que, no disponiendo de mucho tiempo y debiendo evitar
carreras inútiles, quieren sin embargo ver aquello que es esencial”27. La información
más sintética y amena era el signo de modernidad de unos libros que vendían eficacia
y que los editores recomendaban con el argumento de que el lector poseería “una guía
verdadera, un libro que oriente con claridad, que conduzca del territorio a los objetos
más interesantes, que proporcione las indicaciones indispensables”28.
25
Mientras las clasificaciones empíricas agrupaban los seres vivos según el orden alfabético, el
tamaño, la relación con el hombre y los astros, la calidad, el uso o la virtud, la clasificación racional
fundó su moderna autoridad en los caracteres surgidos de la organización de una parte o de la
estructura general de los objetos; en Matagne, Patrick. “Classification en Biologie”. Dictionnaire du
XIXe siècle européen. París: PUF, 1997; pp. 248-250.
26
“Prospectus”. Revue Encyclopédique ou analyse raisonnée des productions les plus remarquables
dans la literature, les sciences et les arts. Paris: Badouin Frères, 1819; p. 10.
27
Comas Galibern, José. “Al lector”. Guía del viajero en España. Itinerario artístico y pintoresco
por la Península Ibérica Barcelona: Imprenta y Librería Religiosa y Científica del heredero de D. Pablo
Riera, 1881; p. V.
28
“Aux visiteurs de l’Exposition”. Paris-Exposition. Soixante centimes. Avec 34 plans donc deux
en couleurs. Champ de Mars & Trocadéro. Esplanade des Invalides. Paris: Armand Colin et. Cie,
editeurs, 1889; s/p.
19
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
29
Sobre la emergencia del término “cultura mediática” en el siglo XIX, ver Calwetti, John G.,
Adventure, Mystery and Romance. Formula Stories as Art and Popular Culture, Chicago/Londres,
University of Chicago Press, 1976; y Mollier, Jean-Yves/Sirinelli, Jean-François/Valloton, François
(dirs.) Culture de masse et culture mediatique en Europe et dans les Amériques. 1860-1940. Paris,
Presses universitaires de France, 2006.
30
“Hoy, más que nunca, es necesario reescribir la historia de la visión”; en Brunetta, Gian Piero.
El largo viaje del iconauta. De la cámara oscura de Leonardo a la luz de los Lumière. Por un mapa
europeo del navegar visionario. Valencia: Ediciones Episteme; colección Eutopías. Documentos de
trabajo. Vol 161, 1997; p. 15. v.o.: Il viaggio dell’icononauta dalla camera oscura de Leonardo a
le luce dei Lumière. Venezia: Marsilio, 1997. En nuestro país, Jesusa Vega ha seguido un camino
similar en Ciencia, arte e ilusión en la España de la ilustrada. Madrid: CSIC, 2010, un estudio sobre
los proyectos vulgarización científica como parte del entretenimiento público y de la educación de la
mirada en la España del siglo XVIII.
31
Brunetta, G.P. (1997). Op. Cit.; p. 5.
32
Brunetta, G.P. (1997). Op. Cit.; p. 10.
20
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
Fig. 2 Le montreur
ambulant de
lanterne magique.
Costumes de
Paris à travers les
siècles. Lanterne
Magique, 1774.
33
Brunetta, G. P. “El dorado de los pobres: los viajes del iconauta”. Memorias de la mirada. Las
imágenes como fenómeno cultural en la España contemporánea. Santander: Fundación Marcelino
Botín, 2001; p. 33.
34
Brunetta, G.P. (1997). Op. Cit.; p. 140.
35
Ibidem.
36
Ibidem. Brunetta compara la rápida propagación de las imágenes con las grandes epidemias.
37
Brunetta, G.P. (1997). Op. Cit.; p. 6.
21
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 3
William Hogarth.
“Southwark Fair”,
1733. Art Institute.
Chicago.
confluían todas las clases sociales hasta los confines de la intimidad burguesa. En
el interior del cerco mágico del visor, la gente aprendía a ver el mundo, a conocer
ciudades distantes, reales y soñadas:
“Las vistas de ciudades no solo incitaban a la contemplación del mundo real sino
también a la del imaginario. A través de la fría mecánica del aparato, la realidad y la
ficción compartían un mismo plano, diluyéndose las fronteras que las separaban en
el espacio inédito de la incipiente sociedad del espectáculo. Dar por sobreentendida la
ficción, si es cosa compartida, excluye el riesgo de engaño: todo el mundo es cómplice,
y nadie sale burlado”38.
38
Starobinski, Jean. Remedio del mal. Madrid: La Balsa de la Medusa, 2000; p. 79.
39
Brunetta, G.P. (1997). Op. Cit.; p. 293.
40
Corboz, André. “Perfil para una iconografía veneciana”. Succi, Dario/Delneri, Annalia (eds.).
Canaletto. Una Venecia imaginaria; Barcelona: Centre de Cultura Contemporània de Barcelona-
Diputació de Barcelona, 2001; p. 232.
41
Corboz califica como retórica la capacidad de las imágenes para deleitar, persuadir o conmover;
en Corboz, A. (2001). Op. Cit.; p. 233.
22
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
La historia de las ciudades contempladas también nos habla del abismo entre la
realidad de la existencia y la circulación de unos estereotipos que “acaban devorando la
ciudad, que se convierten en la propia ciudad”44, pero, especialmente, ilumina la presencia
de un espectador, plenamente inmerso en el sistema perceptivo de la modernidad. La
condición de este individuo no se mide únicamente por su grado de complicidad o por
la asimilación del entorno que habita, sino por ser un nuevo consumidor de iconografía
urbana, alguien cuyos hábitos mentales han sido considerablemente modificados
y ampliados y que podemos identificar con el “iconauta” u “hombre visionario” de
Brunetta, un individuo que viaja a través de la red gráfica donde encuentra un “hábitat
y una fuente primaria de alimentación emotiva y cultural”45. En la tesis, el iconauta de
Brunetta se despliega en las distintas identidades que adopta el mirador de la ciudad:
unas veces, convertido en el artífice de un punto de vista privilegiado sobre el paisaje
urbano, y otras, en alguien que se desplaza por las calles y describe todo aquello que
encuentra en su camino. Junto a este personaje, circulan otros observadores, como el
visitante que recorre las calles con una guía en la mano y somete su aprendizaje a unas
42
Corboz, A. (2001). Op.Cit.; p. 234.
43
Vega, J. Op. Cit.; p. 384.
44
García Espuche, Albert. “Petita història de la disimilitud”. Retrat de Barcelona. Vol. 1. Barcelona:
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona-Ajuntament de Barcelona, 1995; p. 18.
45
Brunetta, G.P. (1997). Op. Cit.; p. 7.
23
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
46
Flaubert, Gustave. Dictionnaire des idées reçues. Edición consultada: Paris: L. Conard, 1910; p. 427.
47
Grand-Carteret, John. XXè siècle, clases, mœurs, usages, coutumes, inventions. Paris, 1893; citado en
AA.VV. La Jeunesse des Musées. Les musées de france au XIX siècle. Paris: Musée d’Orsay, 1994; p. 17.
48
Georgel, Chantal. “Morceaux d’encyclopédies”. La Jeunesse des Musées. Op. Cit.; p. 52.
49
Benjamin, Walter. Das Passagen-Werk (edición de Rolf Tiedemann: Frankfurt am Main: Suhrkamp
Verlag, 1982). Edición consultada: Libro de los pasajes. Madrid: Akal, 2005.
24
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
Fig. 5 Telescopio
callejero. London
labour and the
London poor, 1861.
Fig.6 Thomas J
Rawlins-Charles
Moody, Vista
telescópica de la
Gran Exposición de
Londres, 1851.
Fig.7 El público en
la Gran Exposición
de Londres. Punch
Magazine,
vol. XX, 1851.
25
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Más allá de que la historia urbana y la historia social se hayan nutrido de los
contenidos de las guías, ambas disciplinas mantienen una relación ambigua con una
documentación que permanece en segundo plano. Aunque esta posición marginal
delata el abandono historiográfico, lo cierto es que también refuerza la convicción de
que quedan nuevas vías por recorrer, nuevas formas de exploración e interpretación de
la historia de los espacios, de los usos sociales y de la representación de la ciudad en
el tiempo. En este sentido, destacamos la que, a nuestro juicio, es la aportación más
completa hasta el momento: el fruto de un congreso celebrado en la Universidad VII
Denis Diderot de París entre el 3 y el 5 de diciembre de 1998: Chabaud, G.-Cohen,
E.-Coquery, N.-Penez, J. (eds). Les Guides imprimés du XVI au XX siècle. Villes,
paysages, voyages (2000). El encuentro planteó una visión interdisciplinar y una lectura
transversal de las guías, abriendo la puerta a la posibilidad de interpretarlas desde
la óptica de los estudios lingüísticos, literarios, históricos, geográficos, sociológicos,
etnológicos y antropológicos. Nuevos ámbitos de relaciones e interferencias que se han
50
Buck-Morss, Susan. Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los pasajes.
Ed. Visor, Madrid, 1996; Schwartz, Vanessa R. Spectacular Realities: Early Mass-Culture in Fin-
de-Siècle Paris. Berkeley: University of California Press, 1999; Schwartz, Vanessa R. /Przyblyski,
Jeannene M. The Nineteenth Century Visual Culture Reader. New York: Routledge, coll. “In sight”,
2004. Rappaport, Erika. “A new era of shopping. Selling Selfridges”. Schwartz, Vanessa R-Przyblyski,
Jeannene M. (eds). Op. Cit.; pp. 152-164; y también Shopping for Pleasure: Women in the Making
of London’s West End. New York: Princeton University Press, 2001. Sobre la historia de la sociedad
de consumo: Brewer, John/ McKendrick, Neil/Plumb, J.H. The Birth of a Consumer Society: The
Commercialization of Eighteenth-Century England. Bloomington: Indiana University Press, 1982;
y Brewer, J. “The error of our ways: historians and the Birth of Consumer Society”. Cultures of
Consumption. Working paper series núm. 4. London: june, 2004; pp. 2-19.
51
Aparte del ensayo crítico de Roland Barthes: “Le Guide Bleu”. Mythologies; Paris: Éditions
du Seuil, 1957, cabe citar el estudio de Daniel Nordman sobre las Guías Joanne francesas (1986)
publicado en la obra de Pierre Nora Les lieux de mémoire: “Les guides-Joanne. Ancêtres des Guides
Bleus”; vol. II, La Nation, 1. París: Gallimard, 1986; pp. 529-567; así como los análisis sobre las
prácticas de turismo y ocio dirigidos por Alain Corbin. L’avènement des loisirs. 1850-1960. Paris:
Flammarion, 1995.
26
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
Fig. 8 Bridet.
“Ne voyagez jamais
sans les Guides
Conty”, 1890.
52
Cohen, Évelyne/Toulier, Bernard/Vajda, Joanne (eds.) “Le patrimoine des guides: lectures de
l’espace urbain européen. In Situ. Revue des patrimoines, núm 15. Paris: Ministère de la culture et de
la communication. Direction Générale des Patrimoines, 2011.
53
Venayre, Sylvain. Panorama du voyage (1780-1920). Mots, figures, practiques. Paris: Les Belles
Lettres, 2012. Sobre la historia del turismo, Boyer, Marc. Histoire générale du tourisme du XVIe au
XXIe siècle, Paris: L’Harmattan, 2006.
27
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
54
Serrano, Maria del Mar. Las guías urbanas y los libros de viaje en la España del siglo XIX.
Repertorio bibliográfico y análisis de su estructura y contenido. Barcelona: Universidad de Barcelona,
1993. Para una historia social del turismo en Barcelona: Palou Rubio, Saida. Barcelona, destinació
turística. Un segle d’imatges i de promoció pública. Bellcaire d’Empordà: Edicions Vitel·la, 2012 y
Palou, S. (coord.). Destinació BCN. Història del turisme a la ciutat de Barcelona. Ajuntament de
Barcelona, 2016. Sobre los medios de difusión del turismo en Barcelona, cabe citar la tesis doctoral
de Albert Blasco. Barcelona Atracción. (1910-1936). Una revista de la Sociedad de Atracción de
Forasteros. Barcelona: Universitat Pompeu Fabra, 2005. URL: http://hdl.handle.net/10803/7465
28
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
29
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Ahora tengo bien presentes las impresiones sensibles, aquello que precisamente
no puede transmitirnos ningún libro o ninguna imagen. En realidad, vuelvo a
interesarme por el mundo, pongo a prueba mi espíritu de observación, y trato de
ver hasta dónde llegan mi ciencia y mis conocimientos, si mis ojos me son luz clara
y limpia, qué soy capaz de captar a pesar de mis prisas, y si todavía podré hacer
desaparecer las arrugas que se han ido formando e imprimiendo en mi carácter” 56.
La época de Goethe dejó tras de sí la idea del viaje como una experiencia más
allá del espacio y el tiempo, una interrupción en el devenir de la vida diaria, un
lapsus o una pausa en el fragor de las preocupaciones cotidianas. En esta cesura de
la existencia, en ese “estar fuera del tiempo”57, con un antes y un después, Daniel
Roche ha identificado la creación de un “espacio temporal de transformación, espacio
transitorio e intervalo geográfico donde se afinan las percepciones sociales y donde
las relaciones y vínculos entre individuos no están sometidos exclusivamente a la
supervisión del grupo comunal y a los códigos de la costumbre”58. Estas eran las
condiciones que daban sentido al viaje de exploración que triunfó entre las élites del
siglo XVIII. Sin embargo, con la llegada de un siglo “que constata en vez de descubrir,
que visita cada rincón del mundo como un agente de policía explora un cajón”59 y
55
Urry, John. The tourist gaze. Leisure and Travel in Contemporary Societies. London: Sage
Publications, 1990; p. 3.
56
Goethe, Johann Wolfgang von. Italienische Reise (Auch ich in Arkadien!). 1816. Edición
consultada: Viatge a Itàlia. També jo, a l’Arcadia!.1786-1788. Barcelona: Columna, 1996; p. 57.
57
Roche, Daniel. “Viajes”. Ferrone, V. /Roche, D. (eds). Diccionario histórico de la Ilustración.
Madrid: Alianza editorial, 1998; p. 290.
58
Roche, D. Op. Cit.; p. 291.
59
De Beauvoir, Roger. “Le Touriste”. Les français peints par eux-mêmes: encyclopédie morale du
dix-neuvième siècle, vol. III; Paris: L. Curmer, 1840-1842; p. 210.
30
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
60
Roche, D. Op. Cit.; p. 287. Sobre esta cuestión, ver: Damien, E. “Les guides dans la culture
touristique de la première moitié du XIX siècle”. Chroniques italiennes, núm. 71-72, 2003; pp. 191-206.
61
Buzard, James. The Beaten Track: European Tourism, Literature and the Ways of Culture, 1800-
1918. Oxford: Clarendon Press, 1993; pp. 27-28.
31
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Muchos hechos y pocas ideas; una gran cantidad de indicaciones útiles y precisas,
pequeños resúmenes estadísticos, numerosas cifras, mapas exactos y detallados,
breves y secas noticias históricas, consejos morales y útiles; a la manera de prefacio,
ninguna visión de conjunto o señal de aprobación literaria, es un simple almacén de
buenos documentos verificados, un cómodo memento para lanzarse sólo al negocio
del viaje”62 (Fig. 10).
Más allá de las distancias insalvables entre la mítica presencia del viajero y la
sórdida existencia del turista, el temprano descrédito del que fue objeto éste último
señala las claves de una corriente crítica que desconfía de las manifestaciones masivas
y que pone bajo sospecha las aficiones y distracciones de una gran parte de la sociedad.
Actualmente, la historiografía parece haber superado la línea de interpretación que
emplazaba al turismo en el catálogo de las patologías burguesas, como en el caso de la
aversión que sentía Roland Barthes hacia la colección más popular de guías turísticas
francesas, la Guide Bleu, a la que calificaba de “instrumento de la ceguera burguesa”63.
62
Taine, Hippolyte. “Notes sur l’Angleterre, 1872”; en Baumgarten, J. À travers la France nouvelle.
Scènes de moeurs, esquisses littéraires et tableaux ethnographiques. Kassel: T. Kay, 1880, p. 30.
63
Barthes, R. (1957). Op. Cit.; p. 122. Su crítica se dirigía contra la opacidad de los años cincuenta
del siglo XX dedicada a España en la que se ocultaba la realidad del país bajo el franquismo.
64
Buzard, J. Op. Cit.; p. 4.
65
Buzard, J. Op. Cit.; pp. 1-3.
32
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
consigo y, especialmente, a los handbooks del editor británico John Murray (1838),
por ser los primeros en introducir el término en el uso común66. Esta visión contrasta
con la de los estudios francófonos que sólo dan credibilidad a la primera obra que
incluyó la palabra turista en el título, Le Touriste écossais ou itinéraire général de
l’Écosse, de Léon de Buzonnière (1830) o que insisten en el carácter fundacional de
las Mémories d’un touriste (1838), de Stendhal,donde el escritor cometía la audacia
de autodenominarse turista, contraviniendo la imagen elitista del viajero romántico
que se desplazaba acompañado de un cicerone67
66
Vaughan, John Edmund. The English Guide Book, c. 1780-1870. An illustrated history. London:
David & Charles, 1974.
67
Buzonnière, Léon de. Le Touriste écossais ou itinéraire général de l’Écosse. Paris: Jules Lefebvre
et Cie 1830; citado en Venayre, Sylvain. Op. Cit.; p. 412. Beyle, Henri (Stendhal). Memories d’un
touriste. Paris: Ambroise Dupont, 1838.
68
Hacia 1920, apareció en Alemania la llamada ciencia de los movimientos de forasteros y en
1922 Angelo Mariotti publicó La industria del forastero en Italia: economía política del turismo.
El mismo año W. Morgenroth formulaba su definición del turismo como “el tránsito de personas,
que temporalmente se ausentan de su domicilio habitual, para satisfacción de exigencias vitales o
culturales o deseos personales de diverso tipo, convirtiéndose por otra parte en usuarios de bienes
económicos o culturales”; en Morgenroth, W. Fremdenverkehr, 1929; citado en Knebel Hans Joachin.
Sociología del Turismo. Barcelona: Hispano Europea, 1974.
69
Veblen, Thorstein. The Theory of the Leisure Class: an economic study of institutions, 1899.
Edición consultada: Teoría de la clase ociosa. Madrid: Alianza, 2008; y MacCannell, Dean. The
Tourist. A new theory of the leisure class. Schoken Books-University of California Press, 1976.
Edición consultada: El turista. Una nueva teoría de la clase ociosa. Madrid: editorial Melusina, 2003
(revisada en 1999).
33
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Hoy nos quejamos de tener un exceso de libros: pero de esto no deben quejarse
los lectores, porque nadie les obliga a leer. A pesar de la cantidad enorme de libros
que se publican, es escasísimo el número de individuos que leen; y si leyeran con
fruto ¿se dirían las deplorables tonterías que llenan la cabeza del vulgo? Lo que
multiplica los libros es la facilidad que hay para escribir otros, sacándolos de libros
ya publicados. En muchos volúmenes impresos se puede fabricar una nueva historia
de Francia o de España, sin añadirles nada nuevo. Todos los diccionarios se escriben
70
Según Alberto Mangel es al lector a quien le corresponde rescatar al libro de la categoría a
la que ha sido condenado; en “Ordenadores del universo”. Una historia de la lectura. Madrid:
Alianza, 2013; p. 373.
71
Gastambide, Adrien-Joseph. “Disposition 48”. Traité théorique et pratique des contrefaçons en
tous genres, ou De la propriété en matière de littérature, théâtre, musique, peinture. Paris: Legrand
et Descauriet editeurs, 1837; p. 104. Las compilaciones son unas obras que reunen informaciones
variadas, preceptos y doctrinas procedentes de otras obras publicadas con anterioridad.
72
“Disposition 48”. Op. Cit.; p. 104.
73
Cour Royale de Paris, app. Corr., 14 de agosto de 1828; Le Nouveau Conducteur de l’Étranger à
Paris contra el Véritable Conducteur Parisien, en “Disposition 50”. Op. Cit.; p. 105.
34
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
sobre otros diccionarios; casi todos los libros nuevos de geografía son copiados de
otros libros que tratan de esta materia”74.
La tesis trata, por tanto, con unas obras caducas y destinadas al olvido, tras
haber servido a muchas lecturas apresuradas, en busca de información inmediata,
eficaz y puntual. Con el paso del tiempo y la inacabable procesión de cambios,
traslados y abandonos, han perdido su vigencia y son sólo unas ruinas editoriales.
Aunque, como registros del mundo, estos libros todavía nos hablen de los saberes
humanos, de la manera de ordenarlos y clasificarlos o de la rigidez de las estructuras
de conocimiento en una época determinada, su función primera hace mucho tiempo
que perdió todo sentido. Siempre en los márgenes de la cultura erudita, su utilidad
nunca les garantizó el reconocimiento o la permanencia y apenas sirven hoy para
que algún historiador localice un dato disperso, curioso y, seguramente, irrelevante.
Llegados a este punto, la investigación puede parecer una especie de rescate o segunda
oportunidad para estas obras que duermen el sueño eterno en los almacenes de las
bibliotecas o que languidecen en sus anaqueles bajo lacónicos epígrafes. No parece
casual que la Biblioteca Nacional de España reconozca el impreciso del cajón de sastre
que constituyen las obras de consulta, el fondo oscuro donde recalan las guías y las
viejas enciclopedias, los diccionarios, los anuarios y almanaques, los directorios y
repertorios biográficos, los manuales técnicos y pedagógicos, los atlas, las cronologías,
los censos, los calendarios y las estadísticas. Esta institución señala la dificultad para
establecer distinciones entre unas obras que, en algún momento, pudieron servir para
“obtener información puntual y precisa de forma inmediata sobre áreas o sectores de
actividad muy diversos: administrativa, comercial, científica, industrial, empresarial,
cultural, etc.”; y, además, incide en su confusión terminológica: “si uno atiende
74
Voltaire, François-Marie Arouet. “Libros”. Diccionario filosófico. Tomo II. Madrid: Ediciones
Temas de Hoy, Madrid, 2000; p. 329.
75
Grand Carteret, John. Les almanachs français: bibliographie, iconographie des almanachs,
annuaires, calendriers, chansonniers, états, étrennes, publiés à Paris (1600-1895). Paris: J. Alisie et
cie.,1896; p. LXXIII.
35
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
únicamente al título, parece complicado hacerse una idea clara del contenido. Así,
no es infrecuente que se utilice la palabra “directorio” para indicar un “anuario” o,
al revés; en algunas ocasiones, se sustituye uno de estos términos por otras palabras
como “guía”, “repertorio” o “lista”76.
La imposibilidad para fijar unos límites precisos entre productos similares indica
la complejidad y la arbitrariedad del objeto que nos ocupa. Sin embargo, no está
de más recordar que este escollo no es exclusivo de las publicaciones que centran
nuestra atención, y que también afecta a otros géneros, como señala el escritor
Alberto Mangel cuando habla de ciertas obras inclasificables, citando el ejemplo de
Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift:
76
Biblioteca Nacional de España: http://www.bne.es/es/Micrositios/Guias/ObrasReferencia/Introduccion
77
Mangel, A. Op. Cit.; p. 372.
36
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
“Cada época histórica tiene sus propias representaciones del espacio, cada época
se hace de él su propia imagen. En los mapas se manifiestan el conocimiento y la
representación que una época se hace del espacio. Los mapas cuentan historia en
forma de figuraciones y construcciones espaciales. Se diría que en ellas la imagen del
mundo vuelve en sí”81. Como los mapas de Schlögel, las guías no serían meras copias
78
Hamon, Philippe. Imageries, littérature et image au XIXe siècle. Paris: Éditions José Corti, 2001; p. 98.
79
Schlögel, K. Op. Cit.; p. 17.
80
Schlögel, K. Op.Cit.; pp. 220-222.
81
Schlögel, K. Op.Cit.; p.95.
37
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
82
Ibidem.
83
Llorente, M. “Literatura y ciudad: la escena urbana como horizonte de representación”. Op. Cit.; p. 367.
38
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
39
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Si se quisiera dividir en dos grupos todas las descripciones de ciudades que
existen, entonces concluiría que las escritas por sus habitantes autóctonos son una
minoría. La oportunidad superficial, lo exótico y pintoresco sólo tiene efecto en el
foráneo. Llegar a hacerse una imagen de la ciudad siendo autóctono de ella exige
motivos distintos y más profundos. Son los motivos de aquel que viaja hacia el pasado
más que a la lejanía. El libro sobre la ciudad que escribe el autóctono está siempre
emparentado con los recuerdos, no en balde el escritor ha vivido su niñez allí”84.
Los años transcurridos y una serie de propuestas puntuales han servido para
reafirmar la convicción de abordar la lectura de la guía como un discurso autónomo
e independiente y no como un mero transbordador de información acerca de un
lugar. Esta determinación necesitaba ser confirmada ampliando el horizonte de
observación con las guías y descripciones dedicadas a dos ciudades concretas: París
y Barcelona. Son varios los motivos que justifican la elección de la capital francesa:
el primero, de orden claramente cuantitativo, guarda relación con el caudal editorial
que generó esta ciudad durante el periodo que nos ocupa. El segundo, se ajusta a
la dimensión iconográfica de las guías y descripciones urbanas y a su capacidad
para modelar y consolidar el imaginario de la “capital del siglo XIX”. Salvando las
distancias numéricas por lo que respecta a una producción impresa infinitamente
menor, la elección de Barcelona es la lógica consecuencia de las aspiraciones
iniciales y de la necesidad de aclarar el carácter del discurso como relato inaugural
de la ciudad moderna, siguiendo la línea común que recorren los territorios y los
libros desde una perspectiva histórica. En ambos casos, el análisis se encamina a
reflexionar sobre la función instrumental de esta literatura, sobre su dimensión
como dispositivo de aprendizaje de la ciudad, sobre su forma de imponer puntos de
vista, de definir centralidades y marginalidades y sobre su capacidad para inventar y
“monumentalizar” el paisaje urbano, expresando fidelidad absoluta a las estructuras
del poder y a la opinión pública que se cierne sobre un lugar.
84
Benjamin, Walter. “El retorno del flâneur”. Hessel, Franz. Paseos por Berlín. 1929. Edición
consultada: Madrid: Tecnos, 1997;, p. 215.
40
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
“la puesta en escena de la paradoja de una mirada forastera que busca un siempre
diferente y renovado placer en el acto de enfrentarse a un objeto inmóvil, casi siempre
elaborado a priori, enmarcado en el espejo del deseo. En la tradición de la literatura
del viaje, el intento de definir una cultura diferente de la que se proviene y a la que se
pertenece a través de los usos, las costumbres y el carácter de un pueblo, fue siempre,
para el viajero, una manera de afirmarse a sí mismo y sus propias connotaciones
culturales. Definir una identidad cultural diferente de la propia significa redefinirse
apoyándose en la entera gama de las diferencias con el otro. Acto este que implica la
ostentación de tales diferencias con el esquematismo y la rigidez de los prejuicios, de
los lugares comunes, de los clichés y estereotipos, realidades económicas y siempre al
alcance de la mano”85.
85
Brilli, Attilio. El viaje a Italia: Historia de una gran tradición cultural. Madrid: Antonio Machado
Libros, 2010; p. 285.
86
Ibidem.
41
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
87
Cuaz, Mario. “Guides de voyage et image des nations: l’Italie au XVIIIè siècle”. Chabaud, G./
Cohen, E./Coquery, N./Penez, J. (eds). Op. Cit.; p. 588.
88
Vega, J. Op. Cit.; p. 395
89
Vega, J. Op. Cit.; p. 409.
42
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
Poco sabemos de la historia de las convenciones que fijan las distintas realidades
sociales, de su razón de ser, de su persistencia y su redundancia, de su capacidad
para atravesar, impasibles, los espacios y los tiempos hasta calar en la conciencia
pública92 . A lo largo del siglo XIX, la literatura, la prensa y las publicaciones
turísticas se convirtieron en terreno abonado para la circulación de toda clase de
estereotipos. Así lo entendió muy pronto el intelectual y periodista norteamericano
Walter Lippmann (1889-1974) quien, en su ensayo La opinión pública (1922),
advertía del riesgo que entraña ver sólo a través de los estereotipos y los lugares
comunes que aparecían en los medios de difusión, como vehículos de transmisión de
las ideas preconcebidas:
“La mayor parte de las veces no vemos primero y luego definimos, primero
definimos y luego vemos. En la gran confusión del mundo exterior, elegimos
aquello que nuestra cultura ya ha definido por nosotros y tendemos a percibir lo
que hemos elegido a través de la forma estereotipada preparada por nuestra cultura
para nosotros (…) Se nos habla del mundo antes de que lo veamos. Imaginamos
muchas cosas antes de experimentarlas. Y estas ideas preconcebidas, a menos de
90
Barthes, R. (1957). Op. Cit.; pp.122 y 123.
91
Roncayolo, M. Op. Cit.; p. 5. Según Roncayolo, es la condición mediadora de la guía la que
permite plantear una lectura crítica de sus contenidos.
92
Según Mario Cuaz “es la transformación de las categorías mentales, más que las nuevas observaciones,
aquello que provoca en general la caída y la substitución de un estereotipo”; en Op. Cit.; p. 589.
43
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
93
Lippmann, Walter. “Stereotypes”. Part III. Public Opinion. New York: Harcourt, Brace and Co.,
1922. Edición consultada: Dover, 2004; pp. 43-71.
94
Stohler, Vincent. “Du type au stéréotype: analyse des modalités d’insertion des stéréotypes des
physiologies dans Bouvard et Pécuchet”. Cahiers de Narratologie 17, 2009.
95
Lugar común: 1. m. “Principio general de que se saca la prueba para el argumento en el discurso.
2. m. Expresión trivial, o ya muy empleada en caso análogo. Ret. En la retórica antigua, el lugar
común era un conjunto de fórmulas o clichés fijos y admitidos en esquemas formales o conceptuales de
los que se servían los escritores con frecuencia”. Real Academia Española. (2014). Diccionario de la
lengua española (23.ª ed.). Consultado en http://www.rae.es/rae.html
44
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
Estructura de la tesis
96
Gritti, Jules. “Les contenus culturels du Guide bleu”. Communications, 10, Vacances et tourisme;
1967. p. 54.
97
Algunas cuestiones que aparecen en esta parte se publicaron previamente en un capítulo titulado
“La consciència panorámica”. Carreras, C./Moreno, Sergi (eds). Llegint pedres, escrivint ciutats: unes
visions literàries de la ciutat. Lleida: Pagés Editors, 2009; pp. 183-203. En relación a esta segunda
parte, y más recientemente, presentamos la comunicación “La mística del mirador: ciudades a vista
de pájaro” en el congreso La Cultura y la ciudad: imagen y representaciones de lo urbano, ciudades
históricas y eventos culturales, celebrado en la Universidad de Granada entre el 15 y el 17 abril de 2015
y publicado posteriormente en Calatrava, J./García, F./Arredondo, D. (eds). La cultura y la ciudad.
Granada: Universidad de Granada, 2016; pp. 361-368.
45
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
las publicaciones que modelaron su imagen pública. Llegamos hasta aquí no sólo por
una cuestión de cercanía sino con la voluntad de tratar la cuestión de la emancipación
del género a partir de dos formas de descripción urbana: el directorio comercial y
la compilación o guía histórica. Aunque independientes en la estructura global de
la tesis, los dos capítulos siguientes mantienen una cierta tensión dialéctica a través
de las publicaciones que plantearon la radical dicotomía entre la vieja y la nueva
Barcelona, demorando la desaparición de la primera y la emergencia simbólica de la
segunda. La tesis se cierra con un capítulo centrado en la condición de ocultación de
las guías y descripciones urbanas, a través de la despersonalización de los habitantes y
de su inclusión en el catálogo de los estereotipos que definen la ciudad enmascarada98.
98
Esta parte de la tesis es el resultado de una serie de contribuciones en congresos y publicaciones
desde el año 2011:
Rodríguez, C. “Les guies de Barcelona al segle XIX: la construcció d’una historiografia particular”.
XIIè Congrés d’Història de Barcelona: historiografia barcelonina: del mite a la comprensió.
Barcelona, noviembre 2011; publicado en Recurs al passat i modalitats historiogràfiques a Barcelona.
Barcelona Quaderns d’Història núm. 20; Barcelona: Museu d’Història de la Ciutat, Institut de
Cultura i Ajuntament de Barcelona, julio de 2014; pp. 171-209.
Rodriguez, C./Cruz, M. “Deriva y fortuna de la arquitectura modernista en las guías turísticas de
Barcelona, 1888-1929”. 1 er Congrés Internacional CoupDefouet: Las ciudades Art Nouveau, entre el
cosmopolitismo y la tradición local. Barcelona, 26-29 de junio de 2013; publicado en Bosch, Ll./Freixa,
M. (coord.). CdF International Congress. Barcelona: Universitat de Barcelona, 2015; pp. 973-1013.
Rodríguez, C. “La città moderna: istruzioni per l’uso. La creazione di Barcellona nelle guide turistiche
(1839-1912)”. VI Congresso dell’Associazione Italiana di Storia Urbana: Visibile-Invisibile. Percepire
la città tra descrizioni e omissioni. Catania (Italia), 12-14 de septiembre de 2013; publicado en
Adorno, S./Cristina, G./Rotondo, A. (a cura di). Visibile-Invisibile: percepire la città tra descrizioni e
omissioni. Catania: Scrimm edizioni, 2014; pp.1183-1193.
Rodríguez, C. “Barcelona: instrucciones de uso (1839-1912): el imaginario de la ciudad moderna
en las guías turísticas”. Congreso Internacional Territorios del turismo: el imaginario turístico y la
construcción del paisaje contemporáneo. Universitat de Girona, 23-25 enero de 2014; publicado en
García, M./Fava, N. (eds). Territorios del Turismo. Actas Preliminares. Barcelona: Viguera Editores,
2014; pp. 635-647. http://hdl.handle.net/10256/8798
El resultado de mi participación en el proyecto de investigación (HAR2009-11392), dirigido por la
profesora Marta Llorente, ha sido publicado en el capítulo “El vademécum de la ciudad. La creación
de la Barcelona moderna en las guías urbanas”, en Llorente, M. (coord). Op. Cit.; pp. 117-170.
46
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
47
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 1 Carl Spitzweg. "Engländer in der Campagna (Ingleses en la Campagna)", 1845. Alte Nationalgalerie, Berlín.
48
Capítulo 1.1
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
99
Hamon, Philippe. Expositions. Littérature et Architecture au XIXè siècle. París: Editions José
Corti, 1989; p. 74. En este sentido, es fundamental el planteamiento de Roland Barthes acerca de
la posibilidad de tratar la ciudad como una escritura, para estudiarla “verdaderamente como un
lenguaje: la ciudad habla a sus habitantes, nosotros, hablamos a nuestra ciudad, la ciudad en la que
nos encontramos, solo con habitarla, recorrerla, mirarla”. Barthes señalaba, además, los términos
de nuestra relación lectora con el paisaje: “porque tenemos una gama completa de lectores, desde el
sedentario al forastero”; en Barthes, R. “Semiología y urbanismo”. 1967. Conferencia impartida en
el Instituto Francés del Instituto de Historia y Arquitectura de la Universidad de Nápoles. Edición
consultada: La aventura semiológica. Barcelona: Paidós, 1993; p. 266.
100
Duchet Claude. “Pour une socio-critique, ou variations sur un incípit”. Littérature, n°1, Février
1971; pp. 5-14. Por su parte, Geneviève Champeau aclara la función del incipit en los libros de viajes:
“La necesidad de atraer al lector, presentar, explicar, justificar la obra convierte esos umbrales en
un espacio privilegiado de autocomentario, de alta autorreferencialidad”; en “Umbrales del relato y
autorreferencia en los libros de viajes españoles contemporáneos”. Letras, núms. 57-58: Monográfico
El viaje y sus discursos. 57-58 , 2008; pp. 68.
49
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Si nos fijamos en el carácter liminar de los relatos que dan acceso a una ciudad,
podremos considerarlos como una especie de íncipit de un territorio y su gente,
el lugar donde se produce el montaje narrativo y la programación ideológica del
discurso, donde se alojan las primeras señales de la lectura101. La guía es un íncipit
de espacios y temporalidades: las primeras palabras son las claves del camino que
emprendemos al leer a una ciudad y, en ella, resultan especialmente intensas, porque
iluminan un lugar, orientan la llegada del viajero y bosquejan los rasgos de un
territorio organizado. Son las primeras palabras las que diseminan las imágenes del
paisaje desconocido, las que advierten de los peligros, las que imponen normas y
códigos y señalan las pautas de poder. Una guía es un compendio de las primeras
palabras que nombran la ciudad y que dan derecho a ella, aunque, detrás de las
palabras que diseñan nuestra experiencia existan numerosos intereses añadidos que
arrastran consigo la imagen, previamente consensuada, que cada comunidad aspira
a transmitir.
101
Incipit: “Del lat. incĭpit, 3.ª pers. de sing. del pres. de indic. de incipĕre ‘empezar’. 1. m. En las
descripciones bibliográficas, primeras palabras de un escrito o de un impreso antiguo”. Real Academia
Española. (2014). Diccionario de la lengua española (23.ª ed.). Consultado en http://www.rae.es/rae.html
102
Damien, Elsa. Op. Cit.; pp. 191-206.
103
Milliot, V. Op. Cit.; p. 67.
104
Devanthéry, Ariane. “Entre itinéraires et trajets: représentations des déplacements dans les guides
de voyage au tournant du XIXè siècle”. In situ 15/2011; p. 2.
50
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
105
D. Roche reivindica una historia autónoma de la literatura práctica en “Introduction”. Chabaud,
G.-/Cohen, E./Coquery, N./Penez, J. (eds.). Op. Cit; p. 19.
106
Sobre la denominación de “literatura industrial”, ver: Amossy, Ruth. “Types ou stéréotypes? Les
“Physiologies” et la littérature industrielle”. Romantisme, n°64. 1989; pp. 113. Por su parte, Roger
Chartier emplaza la literatura de consumo en el seno de una tradición que “conserva perdurablemente
los rasgos de una práctica rara y difícil que supone la escucha y la memorización. Los textos que
componen este repertorio son así objeto de una apropiación que apuesta por el reconocimiento (de
los géneros, los temas y los motivos) más que por el descubrimiento de lo inédito…”; en Chartier, R.
“Libros y lectores”. Ferrone, V./Roche, D. (eds). Op. Cit.; p. 245
107
Acerca de la problemática adscripción de la guía al género de la literatura de viajes, ver:
Devanthéry, A. “À la défense de mal-aimés souvent bien utiles: les guides de voyage. Propositions de
lecture basées sur des guides de la Suisse de la fin du XVIIIe siècle et du XIXe siècle”. Journal of Urban
Research 4, 2008. Jean-Yves Mollier propone considerar las guías de viaje como un género autónomo
pero cercano a la narrativa de ficción: “toda escritura, incluso si se considera como realista, práctica
o utilitaria, revela su naturaleza eminentemente literaria, hecha de convenciones, de complicidades
entre narrador y lector, lo cual colocaría a la guía de viaje en el espacio de la ficción y no del enfoque
científico de los fenómenos descritos”; en “Introduction. Les guides dans la construction de l’identité
nationale. L’image de l’autre”, Chabaud, G./Cohen, E./Coquery, N./Penez, J. (eds). Op. Cit.; p. 573.
Por su parte, Attilio Brilli se refiere a la “naturaleza híbrida” de la escritura de viaje y a la “incómoda
perspectiva”, al tiempo privilegiada, de este género literario “menor”; en Op. Cit.; p. 24.
108
Hamon, Philippe. La Description littéraire. De l’Antiquité à Roland Barthes: une anthologie.
París: Mácula, 1991; p. 11.
51
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
109
Descriptio: de-scribere (escribir, inscribir, hacer una lista, escribir a partir de un modelo). El
género epidíptico o demostrativo es uno de los tres -junto al judicial y el deliberativo- que componen la
Retórica de Aristóteles (s.IV a.C.). Capítulo III. Libro I 3. Edición consultada: Madrid: Alianza, 2016.
110
Jaucourt. M. Le Chevalier. “Description (Belles-Lettres)”. Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné
des sciences, des arts et des métiers. Tome 4; 1ª éd. 1751; pp. 878-879, en ARTFL Encyclopédie Project
(Spring 2016 Edition), Robert Morrissey and Glenn Roe (eds). http://encyclopedie.uchicago.edu/
111
“Topographie (Rhétor.)”. Op. Cit.; Tome 16; p. 420.
112
Ozouf-Marignier, Marie-Vic. “Le genre “description geographique” et ses équivalents en France
dans la première moitié du XIXè siècle. Productions et finalités editoriales”. Chabaud, G./Cohen, E./
Coquery, N./Penez, J. (eds). Op. Cit.; pp. 141-153.
52
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
113
Periégesis, del griego περιηγέομαι, significa “conducir en torno a”; en Moreno Leoni, Álvaro M.,
“Memoria, historia y odio en la Periégesis de Pausanias”. Ágora. Estudios Clássicos en debate, núm.
17, 2015; p. 350.
114
Azcona, Camino. “Introducción”. Pausanias. Descripción de Grecia. Ática y Élide (Libros: I, V
y VI). Madrid: Alianza, 2000; pp. 9-10.
115 David Konstan señala que lo más probable es que Pausanias “no estuviera escribiendo para
“peregrinos” o para “turistas”, para que llevaran consigo la Periégesis como guía, sino para ser leída
por los miembros de las élites en sus villas, suministrándoles sólo algunas claves mnemónicas a fin
de que asociaran los monumentos con vívidas historias y con personajes excepcionales”; citado en
Moreno Leoni, A. Op. Cit.; p. 351.
116
Azcona, C. Op. Cit.; p. 16.
117
Ibidem.
118
Azcona, C. Op. Cit.; p. 15.
53
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
119
La corografía, del griego χῶρος (chṓros), cuyo significado es “trozo de tierra ocupado por una
persona o cosa”, se refiere a la descripción de un país, una región o provincia, en atención a las
condiciones físicas del terreno, el paisaje y los topónimos. Los objetos de estudio del corógrafo son
la toponimia, la situación, los límites y la extensión, así como los rasgos climáticos (sobre todo los
vientos) y la comunidad humana que la conforma.
120
Destacan la Cosmografia de Sebastian Münster (1544), reeditada sin interrupción hasta el siglo
XVIII, con la adición de mapas, grabados, perspectivas de ciudades, paisajes, costumbres, animales,
etc; y el Theatrum Orbis de Ortelius (1571) o los Atlas Major y Minor de Mercator y Hondius (1602);
ver: Cuaz, Marco. “Guides de voyage et image des nations: l’Italie au XVIIIè siècle”, en Chabaud, G./
Cohen, E./Coquery, N./Penez, J. (eds). Op. Cit.; p. 590.
121
Bruni, Leonardo. Laudatio Florentinae urbis (1403-1404). Edición consultada: Laudatio
54
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
55
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
La edición castellana de la obra de Jorba salió a la luz sólo dos años antes de que
el inglés Fynes Moryson emprendiera un viaje, de casi una década, por el continente
europeo, que le llevaría a publicar el primero de los tres volúmenes de su Itinerary:
Containing His Ten Years Travel Through the Twelve Dominions of Germany,
Bohemia, Switzerland, Netherland, Denmark, Poland, Italy, Turkey, France,
England, Scotland and Ireland (1617). El recorrido es considerado el germen de una
nueva literatura práctica –que los ingleses denominan Travel literature y los alemanes
Reiseliteratur-, basada en una concepción más funcional y laica del viaje y en el valor
didáctico de la experiencia directa del lugar visitado. Con una intención parecida,
en 1633 Robert Devereux publicaba las Profitable instructions describing what
speciall observations are to be taken by travellers and nations, states and countries;
pleasant and profitable, un manual de instrucciones prácticas con una larga serie
de indicaciones acerca de las poblaciones que encontraba a su paso. En este caso, el
autor planteaba tres rúbricas esenciales para la correcta distribución de la ciudad,
representadas por el uso de un imperativo que, más tarde, se convertiría en un recurso
habitual para las futuras guías prácticas: “lo que debe ser considerado de un país; lo
124
“Aunque, muy illustres Señores, esta obrezilla, haya sido traduzida en lengua estraña, empero
se compuso en nuestra lengua Cathalana, y después la puse en Latín, y últimamente ha sido puesta y
traduzida por Miguel de Rosers cauallero vezino desta Ciudad en Romance Castellano”; en Descripcion
de las excelencias de la muy insigne ciudad de Barcelona, compuesta por Dionysio Hieronymo de
Iorba; traduzida de latin en Romance castellano por Ioan Miguel de Rosers..., impremta Hubert
Gotard on l’any 1589. p. 13-14. Sobre el autor ver. Vilallonga, Mariàngela. “Els primers historiadors
de la ciutat: Jeroni Pau i Dionís Jeroni Jorba”. Barcelona Quaderns d’Història núm. 9; Barcelona:
Ajuntament de Barcelona, 2003; pp. 149-160.
56
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
que debe ser considerado de la gente y lo que debe ser considerado de la política, el
gobierno, la administración de la justicia”125. En la antesala de la denominada edad
de oro del viaje a Italia y de la expansión del fenómeno del Grand Tour en el siglo
XVIII126, estas primeras ediciones representaron un giro radical en la tradición de
la descripción de los lugares, al asumir la complejidad de las estructuras urbanas
y reconocer la incapacidad para fijar la imagen más estable de los territorios que
estaban perdiendo sus límites reconocibles. No era otra la aspiración de quien escribía
un vademécum en un tiempo en el que las concentraciones humanas comenzaban a
sufrir los cambios más irreversibles (Fig.1).
125
Profitable instructions describing what speciall observations are to be taken by travellers and
nations, states and countries; pleasant and profitable, by the three much admired Robert Devereux,
late Earle of Essex, sir Philip Sidney and secretary Davison. London: Printed for Beniamin Fisher at
the Signe of Talbot without Aldersgate, 1633.
126
Brilli señala que el término Grand Tour apareció por primera vez en la guía de viaje de Richard
Lassels, The Voyage of Italy (1670); en Brilli, A. Op. Cit.; p. 51.
127
Edición consultada: Jèze. Tableau de Paris. Formé d’après les antiquités, l’histoire, la description
de cette ville, & c. contenant un calendrier civil; le précis de l’histoire de cette ville, un abrégé du
ministère: les noms, les demeures & les districts de tous les premiers commis des quatre secrétaires
d’état, du lieutenant général de Police, du prévôt des marchands, du controlleur général et des
intendans des finances. Le gouvernement, les divers établissemens pour les sciences & arts libéraux:
la demeure des maîtres dans les langues, sciences, & ce. Les spectacles, les cabinets de tableaux,
d’histoire naturelle, & autres curiosités: les manufactures, la compagnie des Indes, la bourse & la
définition des principaux effets qui s’y négocient, & c. Paris: Chez C. Herissant, 1759. La primera
edición data de 1757; en el catálogo de la Biblioteca Nacional de Francia, hemos localizado las
siguientes ediciones revisadas: 1760, 1761, 1762, 1763, 1764 y 1765.
57
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
128
Jèze. “Distribution de la ville en quartiers. Et diferentes choses útiles qui s’y trouvent”. Journal du
Citoyen. La Haye, 1754; p. 1. La división de la ciudad en 20 distritos había sido declarada en 1702 por el
rey, como medida para cobrar impuestos y controlar la seguridad en el interior y el exterior de su recinto.
129
Jèze (1759). “Discours préliminaire servant d’introduction a tout l’ouvrage”. Op. Cit.; p. 1.
Además de su significado como “soporte de una pintura”, la palabra cuadro también puede referirse
a un esquema gráfico, sinóptico, sintético, arbóreo, etc. Es ésta última acepción la que se corresponde
con la estructura de la obra.
58
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
59
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Así como la Enciclopedia dividía los conocimientos humanos en las tres ramas de
la memoria, la razón y la imaginación, Jèze organizaba la capital según tres aspectos
esenciales: lo necesario, lo útil y lo agradable131. En el interior del esquema tripartito,
130
Jèze (1759). Op. Cit.; s.p.
131
En 1682, Alexandre le Maître, ingeniero al servicio de Brandeburgo, publicaba en Amsterdam Le
Métropolitée. De l’etablissement des villes Capitales, de leur Utilité passive & active, de l’Union de
leurs parties, & de leur anatomie, de leur commerce, considerada un antecedente de la teoría urbana.
Le Mâitre se refería a la ciudad como un “lugar de encuentro general” y no se limitaba a acumular
información sino que la relacionaba “creando un suplemento de valor cultural o económico”; en
Lepetit, Bernard. “Ciudad”. Ferrone, Vicenzo-Roche, Daniel (eds). Op. Cit.; p. 300. Michel Foucault
recuperó a le Maître en sus cursos del Collège de France (1977-1978); ver: Seguridad, territorio y
población. Curso del Collège de France. Madrid: Akal universitaria, 2008.
60
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
Fig. 3 “Idée
générale de la ville
de Paris”. État ou
Tableau Universale
et raisonné de
la Ville de Paris,
edición de 1759.
61
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Las puertas de París se abren con una breve descripción topográfica y paisajística
que muy pronto el autor deja al margen para centrar la atención en la distribución
administrativa del territorio –los distritos– (Fig. 4) y el listado alfabético de las calles y
plazas: “Nada es más natural y más razonable que intentar conocer topográficamente
la ciudad en la que se vive, en la que se desea habitar, (por lo que) comenzamos la
ejecución de nuestra obra por una descripción topográfica de la ciudad de París…”132 .
La premura en la exhibición pragmática de la ciudad presente no permite asumir las
visiones nostálgicas, las consideraciones estéticas o las descripciones arqueológicas
e históricas que acompañaban, hasta entonces, la descripción de las urbes europeas:
“No se trata de una Historia, tampoco es una Descripción, sino un ÉTAT OU
TABLEAU DE PARIS. No hay ninguna ciudad en el Universo que reúna todas las
cosas Necesarias, Útiles, Agradables a la vida…”133. La forma de declinar la ciudad a
través de la combinación del esquema arborescente y de la lista, delata la intención de
Jèze de representarla como una unidad inalterable en la que las funciones, los espacios
e, incluso, la gente, aparecen sujetos a las condiciones de la rígida estructura. En esta
ciudad, reducida a la aridez del cuadro esquemático, domina la exigencia de hacer
visible el rigor de la administración y, especialmente, de mostrar las relaciones entre
los estamentos que regulan su funcionamiento. El resultado es una conceptualización,
un tedioso cúmulo de datos para comprobar el estado de París en el momento de
redacción del texto. Si bien Jèze defendía las virtudes sintéticas del esquema, no
podía eludir la limitada vigencia de unos contenidos demasiado sujetos a los vaivenes
132
Jèze (1759). “Discours préliminaire”. Op. Cit.; p. aij.
133
Ibidem.
62
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
Fig. 4 R. Brunet.
Plano de los
distritos de París.
État ou Tableau
Universale et
raisonné de la Ville
de París ,
edición de 1759.
134
Jèze (1759). “Discours préliminaire”. Op. Cit.; p. aiij.
135
Jèze (1759). “Discours préliminaire”. Op. Cit.; p.a.
63
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Las listas, los inventarios y las clasificaciones son los signos de un tiempo de
exaltación material y enfermo de orden que, con frecuencia, se identifica con las
anomalías burguesas y su afán de dominio sobre lo real; como señala Juan José
Lahuerta:
136
Eco, Umberto. “La enumeración caótica”. El vértigo de las listas. Barcelona: Lumen, 2009; p. 321.
137
Hamon, P. Du descriptif. Paris: Hachette Education. Collection Recherches Litteraires, 1993; p. 50.
138
Para Jacques Le Goff, “la memorización por medio del inventario, la lista jerarquizada no es sólo
una nueva actividad dirigida a una nueva organización del saber, sino un aspecto de un poder nuevo”;
en El orden de la memoria. El tiempo como imaginario. II parte; capítulo 1. Paidós: Barcelona,
1991; p. 143. Sobre la apropiación del mundo a través de las series gráficas de las láminas de la
Enciclopedia: Barthes, R. “Las láminas de la Enciclopedia”. El grado cero de la escritura. Seguido de
Nuevos Ensayos Críticos. Buenos Aires: ediciones Siglo XXI, 1973. También Foucault identificaba
la acumulación como uno de los rasgos esenciales de la modernidad: “…la idea de acumular todo,
la idea de constituir una especie de archivo general, la voluntad de encerrar en un lugar todos los
tiempos, todas las épocas, todas las formas, todos los gustos, la idea de constituir un lugar de todos los
tiempos que esté fuera del tiempo, e inaccesible a su ataque, el proyecto de organizar así una suerte de
acumulación perpetua e indefinida del tiempo en un lugar inamovible…todo esto pertenece a nuestra
modernidad”; en Foucault, M. “Des espaces autres”. Dits et écrits. (1954-1988). Tome IV: 1980-1988.
Paris: Gallimard. Collection Bibliothèque des Sciences humaines, 1994; pp. 102-105.
64
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
Fig. 5 Pérot.
Las cuatro razas
humanas.
Le tour de France
par deux enfants,
devoir et patrie:
livre de lecture
courante, 1878.
139
Lahuerta, Juan José. “Mobilis in mobili. Notas sobre la idea de progreso en Jules Verne”. Mobilis
in mobili. Notas sobre la idea de progreso en Jules Verne y Una ciudad ideal. Barcelona: editorial
Hacer, 1984; p. 24.
140
Eco repasa nuestra tradición literaria, repleta de listas e inventarios imaginarios: partiendo de
Homero y el topos de la indecibilidad de La Odisea, elabora una lista de lugares indecibles, -pues
“del mismo modo que hay individuos y cosas indecibles, a menudo también hay lugares indecibles”-
(Op. Cit.; p. 81). Entre las abundantes referencias, incluye a Ezequiel, Charles Dickens, Edgar Allan
Poe, Marcel Proust, Italo Calvino y Víctor Hugo, para detenerse en el Aleph y ese “mundo entero que
(Borges en El Aleph) ve tan sólo por un agujero, y ve como lista fatalmente incompleta de lugares,
personas, perplejas epifanías”; en Op. Cit.; p. 82.
65
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Para consumar la experiencia del mundo que propone el escrito, para integrar
un saber o una emoción, es necesario confrontarse al espacio físico, consagrarle un
tiempo de verificación o concretización (…) Contrariamente a una novela que leemos
generalmente de manera continua, del principio al fin, una guía de viaje se lee por
partes y debe permitir al lector circular fácilmente a través de sus páginas. Para
que esto sea posible, los autores de las guías estructuran rápidamente sus textos de
manera fraccionada, dividiéndolos en diferentes niveles, sean párrafos breves o en
partes más extensas. De esta manera, el lector debe poder deslizarse fácilmente a
través de la lectura…”141.
“…cada edición recibe las mejoras que la hacen más interesante y que la convierten
en el Vademécum del Viajero en París. Un mapa de esta capital, reclamado desde
hace mucho tiempo por nuestros lectores, es el complemento del Conducteur de
l’Étranger à París. Hemos hecho grabar uno cuya exactitud y claridad no dejan nada
que desear; su formato cómodo se aleja igualmente de aquel tamaño excesivo que
restringe el uso, y de aquella pequeñez que fatiga la vista y excluye los detalles útiles.
También hemos añadido siete grabados a esta nueva edición”142 .
66
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
143
Heinrich August Ottokar Reichard (1751-1828). Editor de una de las primeras guías modernas
que cubría sus viajes por Alemania, Suiza, Italia, Francia y Grecia: Handbuch für Reisende aus allen
Ständen, nebst B. Wey Postkarten zur grossen Reise durch Europa von Frankreich nach Engelland
und einer Karte von der Schweiz und den Gletschern von Faucigny, Leipzig, Weygand, 1784.
144
El autor se refería a la obra de J.F.C. Blainvillain, Le Pariseum ou Tableau de Paris de l’an XII
(1804). Paris: de l’imprimerie de Cramer, 1804.
145
Lebrun, M. “Préface-Introduction”. Manuel Complet du voyageur dans Paris ou nouveau guide
de l’étranger dans cette capitale, soit pour la visiter, ou s’y établir, par M. Lebrun, de plusieurs
académies. Paris: Roret Libraire, 1828; p. 1.
146
Lebrun, M. Op. Cit.; pp. 1-2.
67
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 6 Karl
Baedeker (1801-
1859). John Murray
III (1808-1892).
Adolphe-Laurent
Joanne, (1813-1881).
147
Lebrun, M. Op. Cit.; p. 2.
148
En el siglo XIX se pasó de una descripción de la ciudad “en función de su preponderancia a una
descripción en función de su cometido”; en Lepetit, B. “Ciudad”. Ferrone-Roche (eds). Op. Cit.; p. 295.
149
La primera guía Murray que actualizó los itinerarios y se preocupó por la comodidad de los
medios de transporte fue el Handbook for travellers in Switzerland and the Alps of Savoy and
Piedmont, including the protestant valleys of the Waldenses. London: John Murray and son, 1838.
68
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
en sus páginas, debía triunfar un discurso reñido con las emociones imprevistas y
los encuentros fortuitos, muy alejado de las sugerentes derivas que tanto exaltaría
después la literatura urbana de la modernidad.
Fig. 7 Publicidad
de la colección de
Guías Conty, c.1889.
69
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Las guías de París, editadas hasta hoy, son en su mayor parte literarias e históricas,
y no existe ninguna que haya sido escrita desde el punto de vista práctico. Hemos
pensado en llenar esta laguna con una nueva guía, París en el bolsillo, esencialmente
práctica, y que responde a las necesidades de todo el mundo, extranjeros, viajeros e
incluso parisinos. Concebido con un plan totalmente nuevo y redactado con las fuentes
directas de las indicaciones que ofrece, este nuevo libro, ilustrado con bellas imágenes,
no se parece a ninguno de los itinerarios que han aparecido hasta hoy. Las distracciones,
los museos, palacios, monumentos, restaurantes, el empleo del tiempo, precios, todo
está tratado desde el punto de vista práctico”150 (Fig. 7).
150
Conty, Henry A. “Préface”. Paris en poche. Guide practique illustré de l’étranger dans Paris et
ses environs. Edición consultada: Paris: Faure éditeur, 1863; p. 7. En 1861, Conty publicó también una
guía de Londres y al año siguiente una dedicada a la Exposición Universal de aquella ciudad. Hasta su
muerte en 1896, salieron a la luz más de 70 títulos.
151
Gayet de Cesena, Amédée. Le nouveau Paris: guide de l’étranger pratique, historique, descriptif
et pittoresque. París: Garnier frères, libraires-editeurs, 1864; p. 658. Cesena era periodista, polígrafo,
publicista, fundador del “Courrier du Dimanche” y redactor de los periódicos “Constitutionnel” y
“Figaro”.
70
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
Fig. 8 Eugène
Cicéri. Imagen
oficial, a vista
de pájaro, de
la exposición
universal de 1867
de París.
152
Gayet de Cesena, A. “Table Méthodique”. Op. Cit.; pp.VII-VIII.
153
Entre el 1º de abril y el 3 de noviembre de 1867, la exposición recibió casi 11 millones de visitantes.
71
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Las 1029 páginas y los 410 grabados de París illustré (Fig. 9), redactada por Adolphe
Joanne (1867), son el ejemplo de un modelo de distribución basado en la “tabla metódica
de materias” y en su amplia correspondencia gráfica, como principales reclamos de un
producto dirigido a un gran número de lectores. El compás de la relación de elementos
urbanos se iniciaba con el primer contacto del viajero con el lugar, un íncipit de los
espacios de llegada que incluía instrucciones sobre la movilidad, el alojamiento y la
manutención. La cadencia distributiva continuaba con la relación de las gestiones
para instalarse en la ciudad así como las cuestiones relacionadas con la seguridad, la
comunicación, la economía o las claves de la sociabilidad, para después abordar el empleo
correcto del tiempo en los espacios culturales y en las numerosas distracciones que el
viajero podía visitar. El desarrollo descriptivo se abastecía de la descripción topográfica,
administrativa y demográfica y de la detallada relación de los espacios urbanos, para
dedicar una especial atención a las nuevas infraestructuras y a los monumentos más
representativos. Tras la larga enumeración, el redactor abría las puertas a los lugares de
las distintas confesiones religiosas. Aunque la mayor parte de la guía estaba dedicada
a las infraestructuras públicas, los edificios civiles, educativos y benéficos, también
ocupaban un lugar destacado los nuevos establecimientos comerciales y los lugares del
aprovisionamiento de la población. Finalmente, el recorrido culminaba en los espacios
de la muerte, como oscura metáfora del periplo de la existencia:
“Introducción; indicaciones generales;
llegada a París; vehículos públicos; elección
de un barrio; hoteles; apartamentos
amueblados; casas amuebladas;
apartamentos no amueblados; albergues;
restaurantes; pensiones; pensiones
burguesas; comedores de Bouillon154;
lecherías; cocina al aire libre; vendedores
de comestibles; pasteleros y confiteros;
cafés; tabernas y brasseries; bodegueros;
vendedores de licores; depósitos de tabaco;
casas de salud; baños; inodoros; embajadas
y consulados; ministerios; principales
Fig. 9 Adolphe
Joanne. Paris administraciones y grandes establecimientos
illustré.
Nouveau guide de
públicos; policía; correos; telegrafía eléctrica;
l'étranger et du cambistas; escribanos públicos; círculos y
parisien. Éditions
Hachette, 1867. clubs; gabinetes literarios; la fotografía.
154
Los restaurantes populares de bouillon (caldo) habían sido fundados por carniceros con el fin de
aprovechar los restos de la carne y servir tazas de potaje y caldo al público.
72
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
73
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Capítulo XIII. Los museos; las exposiciones; las colecciones de obras de arte;
los museos del Louvre; el museo de Luxemburgo; los museos de Cluny y las
Termas; el museo de artillería; el palacio de la industria y las otras exposiciones;
las colecciones particulares de obras de arte.
Capítulo XIX. La instrucción pública; el Instituto; la Academia de medicina;
el Colegio de Francia; la Universidad; la Sorbonne y las Facultades; los Liceos;
los colegios y otros establecimientos de instrucción secundaria; las escuelas
primarias y las salas de infantes; las escuelas especiales; las escuelas extranjeras;
las sociedades savantes.
Capítulo XV. Los establecimientos y colecciones científicas; las bibliotecas;
los archivos del Imperio; el Observatorio; el Jardín des Plantes y el Museo de
historia natural; el Conservatorio de artes y oficios.
Capítulo XVI. La administración municipal y la policía; la Prefectura del Sena;
la Prefectura de policía.
Capítulo XVII. Los tribunales de prisiones; el Palacio de justicia; el palacio del
tribunal de comercio; las cárceles.
Capítulo XVIII. Las instituciones y establecimientos de utilidad pública y
beneficencia; la asistencia pública; los hospitales generales; los hospitales
especiales; los hospicios y asilos; las oficinas de beneficencia; el orfanato y
la Sociedad del Príncipe Imperial; el Monte de Piedad; las cajas de ahorro y
previsión; las sociedades de seguros; los establecimientos y obras de caridad
pública y privada; sociedades de beneficencia.
Capítulo XIX. Los establecimientos militares; los Inválidos; los Cuarteles
generales; las casernas; los hospitales militares; el Arsenal; los consejos de guerra
y las cárceles militares; el depósito de reclutamiento; las escuelas militares.
Capítulo XX. Los aprovisionamientos y mercados; el aprovisionamiento de
París; los mercados y mataderos.
Capítulo XXI. El comercio y la industria; instituciones y establecimientos
relativos al comercio; la Aduana; los docks, almacenes y depósitos generales.
Capítulo XXII: París subterráneo; las cloacas; las catacumbas.
155
Joanne, Adolphe. Paris illustré. Nouveau guide de l’étranger et du parisien. Contenant 414
vignettes dessinées sur bois par A. de Bar, Fichot, Hubert Clerget, Lancelot, Theron, etc. Un grand
plan de Paris les plans des bois de Boulogne et de Vincennes, du Louvre, du Père-Lachaise, du Jardiu
des Plantes, etc. et un appendice sur l’exposition de 1867. Paris: Librairie de L. Hachette et cie. 1867.
74
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
75
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
156
Tras la publicación de un Itinéraire descriptif et historique de la Suisse, du Jura, de Baden-Baden
et de la Forêt Noire (1841), Joanne adaptó para la editorial Hachette la colección de guías alemanas
Richard, dedicadas a las principales líneas férreas europeas: Itinéraire de l’Écosse, 1852; Itinéraire de
l’Allemagne du nord, 1854; Itinéraire de l’Allemagne du sud, 1855; Les Environs de Paris, 1856, De
Lyon, 1857, etc. En 1855 comenzó a redactar sus propias guías, hasta que, tras su muerte, su hijo
Paul continuó la colección y la de la Bibliothèque de gare, que se publicaban desde 1851, con la serie
“Bibliothèque des chemins de fer”. En 1919, la colección pasó a ser dirigida por Marcel Montmarché,
convirtiéndose en la populares Guides bleus.
157
Joanne, A. Op. Cit.; p. 958.
158
Hamon, P. (1993). Op. Cit.; p. 11.
159
Hamon, P. (1993). Op. Cit.; p. 12.
76
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
lector. Una marginalidad que relegaba la descripción a los confines de unos textos
muy precisos, despertando el recelo de quienes identificaban la creatividad con la
capacidad para evitar conatos descriptivos. El argumento era la función subalterna
de lo descriptivo, su carácter de medio más que de fin, su forma de administrar y
presentar los contenidos, sin alardes de originalidad:
“Tal vez el arte de la descripción tenga más que ver con la capacidad de ofrecer
una visión de conjunto que una sola imagen particular. Los detalles deben dejarse a
la imaginación del lector, y el resultado debe ser más evocador que descriptivo (…)
Si la enumeración de detalles constituyera la esencia de la capacidad descriptiva, los
inventarios serían las obras de arte por excelencia”160.
160
En 1872, cuando el periodista británico William Blanchard Jerrold preparaba su crónica de
Londres, recordaba estas palabras del escritor Isaac Disraeli acerca de las descripciones paisajísticas;
en Jerrold, W. B. London, a pilgrimage (1872) Edición consultada: Londres, una peregrinación.
Abada editores, Madrid, 2004; p. 24. Con ilustraciones de Gustave Doré. Jerrold también escribió
The Paris Way Book (1867), una guía-anuario para los británicos que residían en París o que tenían
que desplazarse hasta allí por negocios.
161
Guide de l’Exposition universelle et de la ville de Paris pour 1878, avec plans des théâtres et des
arrondissements de Paris. Paris: Edité par la Société La Publicité, 1878.
162
Baedeker, Karl. Paris et ses environs, avec les principaux itinéraires entre les pays limitrophes de
la France et Paris. Manuel du voyageur. Cinquième édition, revue et augmentée. Avec 10 cartes et 23
plans. Leipzig: Karl Baedeker éd., 1878; p. VI.
77
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
ampliara o superara la precedente. Los redactores no tenían otra opción que advertir
a los lectores de la vulnerabilidad del producto y de su incapacidad para asumir la
descripción más completa de una ciudad que había “sufrido (…) una transformación
demasiado general, demasiado rápida, para que hoy no pueda hacerse otra cosa que
presentar la nomenclatura. Un estudio local sobre cada una de ellas sería en este
momento totalmente inoportuno, porque mientras unas se abren o se amplían las
otras desaparecen o se modifican”163. Así lo creía Gayet de Cesena y, en un tono
parecido se expresaba Adolphe Joanne cuando daba un paso adelante para asumir
los aciertos y los errores de su Guía Ilustrada de 1867:
“La primera edición de esta obra ha aparecido en 1855 sin el nombre del autor
ni el de los escritores especializados a los cuales se les había confiado la redacción;
demasiado numerosos para firmarla en conjunto, quisieron, por un exceso de
modestia, guardar el anonimato. Si al publicar hoy una segunda edición le añado
mi nombre, es para es eliminar por completo su responsabilidad colectiva: porque,
aunque me haya aprovechado de su trabajo, he debido realizar unas modificaciones
tan considerables que ni ellos mismos la habrían podido reconocer. En efecto, en
163
Gayet de Cesena, A. Op Cit.; p. 658.
78
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
ocho años, París ha cambiado su aspecto, su forma y su extensión más que durante
toda la primera mitad de siglo. Por muy perfecto que haya sido el trabajo de mis
predecesores, he tenido que alterarlo completamente, corrigiéndolo y completándolo.
Puedo decir que esta segunda edición es una obra enteramente nueva, escrita bajo
mi dirección por diversos colaboradores, pero debo reconocer siempre con gratitud
los numerosos e importantes servicios que me ha dado la primera edición anónima
que hoy vengo a reemplazar (…) A pesar de haber reunido tantos esfuerzos hacia un
objetivo común, el resultado no parece completamente satisfactorio; soy el primero en
lamentarlo y en reconocerlo. Sin embargo, apelando a la indulgencia de mis lectores
por las faltas u omisiones del autor, solicito que se me haga valer una circunstancia
atenuante, incluso como excusa: la increíble movilidad de París”164.
164
Joanne, A. (1867). Op. Cit.; p. IX-X.
165
Baedeker, K. Die Rheinlande von der Schweizer bis zur Holländischen Grenze. Leipzig: Verlag
von Karl Baedeker, 1892; pp. III-V.
166
Baedeker, K. “Un peu de statistique”. Paris et ses environs, Op. Cit. p. XXI. Goulven Guilcher
señala que cuanto más precisa es una guía más riesgo corre de perecer; en “Naissance et développement
du guide de voyage imprimé: du guide unique à la série, une stratégie de conquête des lecteurs?”.
Chabaud, G./Cohen, E. /Coquery, N./Pénez, J. (eds.). Op. Cit.; p. 81.
79
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
de que la publicación estuvo suspendida durante el año que duró la guerra franco-
prusiana, el posterior asedio de la ciudad (19 de septiembre de 1870- 28 de enero
de 1871) y el gobierno y la represión de la Comuna (18 de marzo-28 de mayo de
1871), para regresar a la imprenta en junio de aquel año, Joanne supo aprovechar
las dramáticas circunstancias y planteó una redistribución “de urgencia” de los
contenidos de la guía para incorporar algunos cambios sustanciales. De todas estas
modificaciones, la más importante era la inclusión de un particular inventario del
terror y de un largo prefacio en el que el redactor consignaba el desastre, las numerosas
pérdidas humanas (10.000 muertos) y materiales –transcribiendo la lista de los 200
monumentos y edificios destruidos que, previamente, había publicado el Moniteur
Universel- mientras se preguntaba por el incierto futuro de la Tercera República167.
Los terribles acontecimientos de la “semana sangrienta” –del 21 al 28 de mayo de
1871- animaron el mercado turístico de álbumes fotográficos, postales, planos y guías
monográficas que registraban los escenarios de la destrucción para los visitantes que
acudían a contemplar la ciudad en ruinas (Figs. 12-14). De manera oportuna, aquel
mismo año salieron a la luz la Guide-recueil de Paris-Brulé, que incluía una pequeña
colección de fotografías para comparar el estado de los edificios antes y después de la
167
Joanne, A. Paris Illustré en 1870. Guide de l’étranger et du parisien. 3º ed. Paris: Hachette,
1870. A pesar de que la guía apareció en el mes de julio de 1871, Joanne mantuvo el sangriento año
de 1870 como el de la edición. Al compararla con la anterior de 1867, hemos constatado el aumento
de grabados (de 410 a 447) y planos (de 8 a 15), así como la inclusión de dos nuevos capítulos: uno,
dedicado al servicio de alcantarillado que acababa de diseñar el ingeniero Eugène Belgrand y a las
acciones municipales en la vía pública; y otro, esta vez específico, sobre la red y las estaciones del
ferrocarril. Un apéndice final incluía la descripción de las Arenas de París, los restos del anfiteatro
galo-romano que habían sido descubiertos en el curso de unas obras realizadas en abril de 1870.
80
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
insurrección (Fig. 13) y la Guide à travers les ruines. Paris et ses environs, una obra que
presentaba una serie de itinerarios, distribuidos por jornadas, para que los visitantes
aprovecharan al máximo la particular incursión en los terribles escenarios168.
“Nada puede dar al viajero mejor idea de la fisonomía general de París, a quien
el plano de esta ciudad inmensa le parece al principio sólo un inextricable laberinto;
ningún medio es más eficaz para despejar el sentimiento de malestar que oprime al
extranjero en este mundo nuevo que tomar un coche para que le conduzca a través
de los barrios principales…”169.
168
Petit, Pierre. Guide-Recueil de Paris-Brulé. Ëvenements de mai de 1871. Contenant le récit de
l’entrée de l’armée à Paris et la bataille des rues, des notices historiques et archéologiques sur tous
les monuments et maisons particulières incendiés ou détruits, un joli plan de Paris colorié et une
collection de photographies avant et aprés l’incendie. Paris: Dentu éditeur, 1871; y Haus, Ludovic/
Blanc, J.J. Guide à travers les ruines. Paris et ses environs. Paris: Lemerre éditeur, 1871.
169
Baedeker, K. (1878). Paris et ses environs. Op. Cit.; p. 53.
81
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Si la literatura supo explotar la imagen de la metrópolis como “la realización del viejo
sueño humano del laberinto”170, en las guías esta visión se confrontaba con la maraña
de las normas que gobernaban el acceso a los espacios públicos, a “los talleres, oficinas,
vecindarios y lugares semipúblicos” y con la creciente densidad de las divisiones y los
límites que separaban los distintos sectores de una comunidad171. No es extraño que la
idea del laberinto arraigara en el corazón de unas publicaciones cuya razón de ser era
el descubrimiento controlado de la ciudad, para orientar y garantizar la independencia
del viajero y ofrecerle “las indicaciones necesarias para ver en poco tiempo y por poco
dinero todo lo que merece ser visto”172. En la insistente interpelación al destinatario,
sólo cabía una única posibilidad: la de que estuviera dispuesto a aceptar, sin ambages,
la autoridad del objeto que portaba en la mano. La experiencia legitimaba la autoridad
del redactor, especialmente si había realizado los recorridos previamente o si se trataba
de un ciudadano que exhibía un claro dominio del lugar descrito. Es cierto que, a
medida que aumentaba el tono instrumental del producto su presencia se diluía bajo la
imagen de marca de la colección; pero, aun así, sólo él poseía las llaves de la ciudad, pues
sólo él conocía lo esencial, lo que valía la pena ver o saber, lo que era mejor descartar y
evitar173. Pero no era el redactor el único que debía exhibir su competencia descriptiva
o su habilidad para seleccionar y organizar la información; también el destinatario
estaba obligado a asimilar unos conocimientos léxicos (palabras) y enciclopédicos
(contenidos) y a comprobar su eficacia en el territorio, poniendo a prueba su capacidad
para desplazarse y percibir el mundo, para habitarlo y compartirlo. Como el viajero,
que busca en el lector un cómplice a través de su periplo, el redactor se erige como una
presencia omnisciente frente a un destinatario en perpetuo estado de desconocimiento
y desorientación174 y reclama la confianza del mudo partícipe para confirmar su poder
en el pequeño “reino del imperativo” del manual175. Por eso, el lenguaje empleado acusa
el uso de los imperativos verbales, porque, con el libro en la mano, el viajero sólo
puede ser cómplice de una forma impuesta de percibir el entorno, debiendo acatar
una serie de obligaciones, como seguir religiosamente los itinerarios previstos, elegir
170
Benjamin, W. (2005). Op. Cit.; p. 434.
171
MacCannell, D. Op. Cit.; p. 53.
172
Baedeker, K. (1878). Paris et ses environs. Op. Cit.; p. V.
173
McCannell se refiere a la estructura moral de las visitas turísticas actuales, según la cual hay unas
ciertas vistas que uno está obligado a ver; en Op. Cit.; p. 58.
174
Las guías “canalizan la atención y hacen que las visitas sean menos improvisadas y confusas”, en
Rauch, André. “Le voyageur et le touriste”. In Situ 15, 2011.
175
Moret, Fréderic. “L’espace et le temps des guides. Réprésentations et déformations de l’espace
urbain parisien dans les guides 1855-1900”; y Bertrand, Gilles. “L’Expérience géographique de l’Italie
dans les guides de voyage du dernier tiers du XVIIIè siècle”. Chabaud, G. /Cohen, E./Coquery, N./
Penez, J. (eds). Op. Cit.; p. 430.
82
La descripción de los lugares: cuadros, listas e inventarios
correctamente los medios de transporte o los mejores lugares en los que reponer fuerzas
para continuar su marcha.
176
Roche, D. “Viajes”. Ferrone, V. /Roche, D. (eds). Op. Cit.; p. 289.
177
“Avis au lecteur. Ce qu’est le guide de l’exposition”. Le guide de l’expo de 1900. 100 illustrations.
Paris: Flammarion, 1900; p. 8.
83
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
84
Capítulo 1.2
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
178
Según Schlögel, “…una de las formas principales de hacerse presente el espacio es el itinerario,
(…) Las guías de itinerarios (…) establecen la más estrecha conexión concebible entre lugar y tiempo,
la unidad espacio temporal. Las distancias se indican medidas en tiempo y espacio. Los itinerarios
traen mapas adjuntos. En el aspecto técnico son auténticos modelos cartográficos de cómo exponer en
conjunto el curso de complicados movimientos”; en Op.Cit; p. 55.
179
Sennett, Richard. “Cuerpos en movimiento”. Carne y piedra. Madrid: Alianza ed. 2007; p. 282.
v.o.: 1994.
180
Simmel, Georg. Philosophie der Mode. Berlin: Pan-Verlag, 1905. Edición consultada: “La moda”.
Sobre la aventura. Ensayos filosóficos. Barcelona: Península, 1988; p. 36.
85
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Una de las primeras cuestiones que plantea la lectura de los textos es la ambivalencia
del término “itinerario”: unas veces, lo encontramos para evocar un camino, un relato
181
Hamon, P. (1993). Op. Cit.; p. 61.
182
A. Bailly incide en la idea de que, antes que los geógrafos y los economistas, los escritores habían
explotado la imagen de “lugar central y la jerarquía comercial y de servicios”; en Bailly, Antoine, S.
La percepción del espacio urbano. Conceptos, métodos de estudio y su utilización en la investigación
urbanística. Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1979; p. 166.
86
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
La extensión social del turismo señaló el aumento de las guías que incorporaban
nuevos recorridos prácticos para adaptarlos a las necesidades de los nuevos viajeros.
Los desplazamientos se planificaban según la lógica de la economía de recursos,
creando lo que Jules Gritti define como una “espacialidad particular”187, en la que
cada país o ciudad puede ser recorrido siguiendo su descomposición funcional. En
este sentido, asombra la insistencia de los redactores para concienciar al lector de la
obligación de respetar el orden y la secuencia de los itinerarios propuestos, así como
sus advertencias acerca de las consecuencias de la transgresión:
183
Itinerario, ria. (Del lat. itinerarius, de iter, itineris, camino); 1. adj. Perteneciente o relativo a
un camino; 2. m. Dirección y descripción de un camino con expresión de los lugares, accidentes,
paradas, etc., que existen a lo largo de él; 3. m. Ruta que se sigue para llegar a un lugar; 4. m. Guía,
lista de datos referentes a un viaje; 5. m. Mil. Partida que se adelanta para preparar alojamiento a
la tropa que va de marcha; 6. m. p. us. derrotero (de las naves). Real Academia Española. (2014).
Diccionario de la lengua española (23.ª ed.). Consultado en http://www.rae.es/rae.html
184
Devanthéry, A. (2011). Op. Cit.; p. 3.
185
Ibidem.
186
“Itinéraire”. Grand Dictionnaire Universel du XIX siècle. Paris: Larousse éditeur; 1867-1890;
citado en Roncayolo, M. “Introduction. La porosité des guides avec des autres genres”. Chabaud, G./
Cohen, E./Coquery, N./Penez, J. (eds). Op. Cit.; p. 122.
187
Gritti J. Op. Cit.; p. 64.
87
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Para verlo todo con detalle y provecho, lo importante es seguir, al pie de la letra,
nuestros itinerarios, a los cuales les falta, lo reconozco, lo imprevisto y la poesía; pero
son necesarios e indispensables para reconocer y identificar este mundo de maravillas
esparcidas en los parques, en los palacios y en las avenidas”188.
El inicio del siglo XIX coincidió con la aparición de los primeros manuales que
incluían metódicas instrucciones para la distribución y el empleo racional del tiempo
de viaje. En la temprana fecha de 1804, un Pariseum ou Tableau de Paris de l’an XII
se dirigía a los visitantes extranjeros ofreciéndoles una sucinta relación alfabética de
lo que podía ser de interés en la ciudad. El subtítulo insistía en la idea de que se trataba
de una “obra indispensable para conocer en poco tiempo todo lo que hay de curioso”,
como las antigüedades, los edificios, los museos y gabinetes, las manufacturas, los
espectáculos, los nombres y direcciones de los artistas y literatos, una noticia de
las obras publicadas sobre París, una reseña de los “lugares memorables”; así como
la información sobre el servicio de correos y monedas, una indicación de calles y
un “Panorama que ofrece, de un sólo golpe de vista, la posición y el destino de
los objetos más interesantes”. La ciudad que merecía ser vista aparecía fragmentada
en seis estratos diferenciados o “divisiones relativas”: el gobierno, la milicia y los
tribunales; la religión, la educación y las costumbres; las letras, las ciencias y las
artes; la industria, el comercio y la agricultura; los edificios, monumentos y plazas; los
espectáculos, los paseos y las diversiones. Pero la verdadera innovación se encontraba
en la correlación cartográfica de todos estos elementos urbanos:
1°. El Gobierno, con una esfera roja; 2°. La Religión, con una cruz violeta; 3°.
Las Letras, con un triángulo verde; 4º. La Industria, con un cuadrado amarillo; 5º.
Los Edificios, con una columna vertical azul; 6°. Los Espectáculos, con una columna
horizontal marrón”189.
Como complemento a esta medida disección espacial, la guía añadía “La semana
del curioso”, un esquema-calendario en el que figuraban los lugares que era preciso
visitar, así como los días y las horas de apertura (Fig. 2).
188
L’Exposition en poche: guide practique. Paris: Office des Guides Conty, 1878; p. 7.
189
Blainvillain, J.F.C. “Avant-propos qu’il faut lire et Plan de l’Ouvrage”. Op. Cit.; p. IX.
88
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
una extraña combinación entre la relación más sistemática de los elementos urbanos
y la descripción literaria. Como novedad, la obra contenía un “itinerario preciso y
un indicador seguro para los viajeros extranjeros y de la provincia (y) para el justo
empleo del tiempo que quieran consagrar al examen de los objetos más curiosos e
interesantes a conocer…”190 (Fig. 3). La estructura se ajustaba a la premura de una
experiencia en la que el viajero podía “sólo con la ayuda de su libro, encontrar
al instante aquello que busca y dirigirse hacia allí según su voluntad”. Por ello, el
espacio y el tiempo se descomponían en quince jornadas distintas, de las cuales doce
se correspondían con los doce distritos que París tenía en aquel momento y tres con
sus contornos191.
190
Marin de P***, J.C.G. Quinze jours à Paris ou guide de l’étranger dans la capitale et ses environs.
Tableau synoptique et pittoresque. Paris: Palais Royal, Galérie d’Orléans, 1854; p. 28.
191
Marin de P***, J.C.G. Op. Cit.; p. 29.
89
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 3 El Arco
del Triumfo.
Quinze jours à
Paris ou guide de
l’étranger dans
la capitale et ses
environs. Tableau
synoptique et
pittoresque, 1854.
“Esta nueva guía no ha olvidado nada y permite visitar París en detalle y sin
turbación. Dado nuestro formato reducido, no podemos tratar detalladamente
192
Guide général dans Paris. Guides Illustrés à 1 franc. Paris: Paulin et Chevalier, 1855; p. 148.
193
Guide général de Paris. Op. Cit.; p. 179.
90
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
todos los monumentos ni ofrecer el catálogo de todos los museos, por lo que les
recomendamos el encantador volumen, Paris en el bolsillo. Guía práctica e ilustrada
de M. Henry Conty, que indica día a día todo lo que puede interesar al viajero”194.
Si era habitual que los redactores insistieran a sus “amigos lectores” sobre la
necesidad de evitar los “recorridos inútiles”, presentándose con lemas como “una
guía no es nada sino es práctica”, también abundaban las consignas hacia el grado
atención que debían mantener los viajeros a quienes aconsejaban “leer poco y mirar
mucho”. Un producto eficaz y servicial debía dejar muy claro lo que era preciso ver y
lo que no era necesario visitar:
194
“Préface”. Huit jours à Paris: guide des étrangers et des promeneurs. Paris: Ledot jeune, éditeur-
Bruxelles Rosez Libraire, 1864; s.p. El autor se refería a la colección Paris en poche (París en el
bolsillo) del editor Henry Conty.
195
“Préface”. Guides-Joanne París, 1889. Paris: Hachette et cie; 1889.
196
Joanne, A. (1867). “Preface”. Paris illustré. Op. Cit.; p. XI y LXXXII.
91
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
el terreno hacia los objetos más interesantes, en fin, que proporcione las indicaciones
indispensables”197.
“…Si queréis aceptar un consejo, procurad llegar antes de las seis de la tarde.
De este modo, a las siete estaréis en el hotel, cenaréis, podréis pasear un poco, a la
aventura, para aspirar solamente algunas bocanadas del aire especial de este lugar;
después, os iréis a descansar pronto, para que mañana por la mañana estéis preparado
para honrar París con vuestra presencia, y con vuestra alegría particular contribuir a
la alegría general. A nuestro parecer, llegar por la mañana es un error. ¿De qué sirve
vagar por el boulevard con los párpados semi-cerrados por la fatiga de una noche en
197
“Aux visiteurs de l’exposition”. Paris-Exposition. Op. Cit.; s.p.
198
“Comment visiter l’exposition en un jour”. Le guide de l’exposition de 1900. 100 illustrations.
Paris: Flammarion, 1900; p. 41 y sg.
199
“Notre itineraire”. Paris Exposition 1900. Guide practique du visteur de Paris et de l’exposition.
Paris: Hachette & cie, 1900; p. 221.
200
“L’exposition. Promenade metodique”. Guide Armand silvestre Paris et ses environs et de
l’exposition de 1900. Paris: Didier et Méricant editeur, 1900; p. 94.
92
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
Fig. 4 "Días y
horas de apertura.
Principales
monumentos,
museos y edificios".
Paris Exposition
1900. Guide
practique du visteur
de Paris et de
l’exposition, 1900.
201
Paris. Sa vie et ses plaisirs. Par un parisien du pré aux clercs. Guide de l’Exposition Universelle.
Paris: Bibliothèque Charconac, dixième édition, 1889; pp. 2 y 10.
93
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
A través de los itinerarios prediseñados y del “esfuerzo por iniciar lo más posible
al lector en los usos y las costumbres de París, para que, desde el día de su llegada,
no se sienta desconcertado ni demasiado desorientado en la gran ciudad”203, la
experiencia del descubrimiento se convirtió en una medida concatenación de espacios
y monumentos y las ciudades en unos lugares, impasibles a la deriva, en los que el
visitante se desplazaba, siguiendo unos caminos siempre controlados:
A principios del siglo XX, aumentaron las ediciones de las guías históricas que
diseñaban sus recorridos a partir del descubrimiento de los vestigios de la vieja ciudad,
como las que publicaba en París el marqués Félix de Rochegude, donde establecía
itinerarios “prácticos” a través de los distintos escenarios del pasado. Fueron estas
guías las que acompañaron al fotógrafo Eugène Atget en sus excursiones en busca
de las huellas del viejo París, para captar con su cámara las escenas, las actividades
y los personajes que estaban a punto de desaparecer del paisaje cotidiano205. Toda la
poesía de las imágenes de Atget parece desvanecerse al leer las precisas indicaciones
de Rochegude en su Guide practique à travers du vieux París (1903), “una guía
realmente práctica en un estilo telegráfico (…), para verlo todo sin pasar dos veces
por el mismo rincón, no perder el tiempo; ésta es la razón por la cual he adoptado
202
Roca, José. Barcelona en la mano. Guía de Barcelona y sus alrededores. Con dos apéndices:
medicina y cirugía-artes, profesiones, industria y comercio. Barcelona: Enrique López editor, 1895; p. 8.
203
“Reisegnements Practiques”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p.I.
204
“La ciudad de Barcelona. Itinerarios prácticos”. Guía Lop. Novísima edición. Corregida y
aumentada con numerosos datos y fotografías. Planos nuevos, rectificados a la vista del oficial.
Barcelona: Antonio López editor, 1910.
205
Atget anotaba las descripciones de Rochegude en el dorso de las fotografías que tomaba; en
Nesbitt, Molly. Atget’s seven albums. New Haven: Yale University Press, 1992; pp. 68 y 106.
94
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
“Cada uno de mis paseos debe durar a pie entre dos horas y media y tres horas y
cada itinerario está encadenado al siguiente, para quien disponga de más tiempo. He
marcado con un asterisco las casas y los hoteles que merecen una atención especial y
he indicado, cuando me ha parecido útil, los medios prácticos para llegar al punto de
partida de ciertos recorridos”207.
206
Rochegude, Marquis de. Guide practique à travers du vieux parís. Paris: Hachette & cie., 1903; p. 12.
207
Rochegude, M. de. Op. Cit.; p. 12.
208
Rochegude, M. de. Op. Cit.; p. 13.
209
Rochegude, M. de. Op. Cit.; p. 370.
210
Rochegude, M. de. Op. Cit.; p. 201.
95
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 7 Vista
sinóptica de las
estaciones de París
con sus respectivas
destinaciones.
Vingt jours à Paris.
Guide-Album du
touriste, 1890.
211
Ozouf-Marignier, Marie-Vic. “Des Guides Joanne au Guide Vert Michelin: points, lignes,
surfaces”. In Situ 15/2011; p. 2.
96
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
Hasta la llegada del tren, los redactores habían inauguraban sus relatos con la
descripción topográfica, la síntesis histórica o la sucesión de accesos de los cercos
amurallados. Pero las guías que seguían los trazados ferroviarios trastocaron
definitivamente los antiguos ritos de entrada y salida de un lugar, convirtiendo a
las estaciones en los umbrales de la ciudad moderna 215 (Fig. 7). Hacia mediados de
siglo, todos los países europeos editaron nuevas publicaciones para dar cobertura
a los viajes en las redes del ferrocarril: en nuestro país, el “camino de hierro” fue el
promotor de la colección Guías de los Ferrocarriles de Catalunya, redactada por el
escritor Víctor Balaguer (1824-1901), quien estableció los trayectos partiendo de una
percepción sui generis del paisaje, filtrada por el efectismo de la retórica romántica y
la recreación pintoresca de los lugares contemplados:
212
Clarétie, Jules. Voyages d’un parisien. Paris: A. Faure Libraire éditeur, 1865; p. 4.
213
“El tren, multiplicando las ocasiones de exposición de la realidad, comporta una revolución de
lo espectacular en general, de la mirada, del « órgano » del siglo según Balzac”; en Hamon, P. (2001).
Op. Cit.; p. 368.
214
Schivelbusch, Wolfgang. “Panoramic Travel”. Schwartz, V.R./Przyblyski, J.M. (eds). Op. Cit.;
pp. 92-99.
215
Walter Benjamin citaba un memorándum de G. Haussmann donde el prefecto planteaba la
función de las estaciones ferroviarias como “las principales entradas de París”, recomendando, como
una “necesidad de primer orden, ponerlas en relación con el corazón de la ciudad mediante largas
arterias”; en Benjamin, W. (2005). Op. Cit.; p. 153.
97
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 8 Gustave
Doré. “L’arrivée a
Barcelone”. Le Tour
du Monde, 1862.
“Asómese el viajero y admire ese soberbio punto de vista, haciéndose cargo de toda
la grandeza del cuadro que hiere sus ojos. (…) Aquí una vía férrea, un tren que pasa
volador rozando apenas la tierra: -a un lado las chimeneas de las cuales sale en espirales
el humo indicando que á sus pies se agita y mueve un pueblo industrial;- en frente toda
esa riquísima estensión (sic) de campos, patria del arado y de la azada, surcada por una
carretera general, por un canal y por un río; (...) ¿Puede darse mayor ni más sorprendente
espectáculo? Es un cuadro en el que hay toda la civilización y todo un siglo”216 (Figs. 8-9-10).
“Imprimimos en itálica el nombre de los edificios públicos cuyo interior merece una
visita, considerando que sea posible en los límites del tiempo que se disponga. En efecto,
es evidente que el viajero que se limita a una estancia de 24 o 48 horas está obligado
a contentarse con el aspecto exterior de un monumento y que, al contrario, aquel que
puede permanecer en París ocho o quince días, e incluso un mes, deberá visitar el
interior. Al lado de ciertos edificios públicos hemos imprimido en itálica la indicación
216
Balaguer, Víctor. “De la Bordeta al Hospitalet”. Guía Cicerone de Barcelona a Martorell.
Colección “Guías de los Ferrocarriles de Catalunya”. Barcelona: Imprenta Nueva de Jaime Jepús y
Ramon Villegas, 1857; p. 41.
217
Tomamos de Jules Gritti la expresión “código tipográfico”; en Op. Cit; pp. 51-64.
98
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
Fig. 9 Víctor
Balaguer. Guía-
Cicerone de
Barcelona a
Tarrasa, 1857.
99
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
218
Joanne, A. (1867). Paris illustré. Op. Cit.; p.LXXXIII.
219
Roca, J. “Cicerone. Manera de visitar Barcelona”. Op. Cit.; 1895. p. 26.
220
Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. XIV. Este sistema había sido utilizado por primera vez por
Henrich Keller en un mapa turístico de Suiza de 1813; sobre los signos de calificación, ver también
Cohen, Évelyne. “La hiérarchie monumentale de Paris au XXè siècle. Les étoiles dans les guides de
tourisme consacrés à Paris”. Chabaud, G. /Cohen, E. /Coquery, N. /Penez, J. (eds). Op. Cit.; pp. 439-457.
221
Guía y Plano de Barcelona y su ensanche con indicaciones sobre la reforma. Contiene además
las calles y plazas de los pueblos del Llano. Barcelona: 1895; s.p.
100
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
el plano para hacer coincidir la numeración con una cifra que se correspondía con el
listado de calles o un emplazamiento determinado. Al extender la cinta y establecer la
correlación numérica, el usuario localizaba fácilmente el punto de interés:
222
Indicador de Barcelona de 1864, con espresión de todas sus calles, plazas, plazuelas, mercados,
pasajes, paseos, edificios públicos, y relación del distrito o barrio a que cada uno corresponde, hallados
instantáneamente por un sistema nuevo. Barcelona: Establecimiento Tipográfico de Narciso Ramírez y
Rialp, 1864; s.p.
101
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“En el texto no se cita una sola calle ni un solo edificio que no se relacionen con
el plano y con su situación en él, dentro de la cuadrícula a que correspondan (...) Así
se hace sumamente fácil dar al punto con cuanto se desee, dentro del campo reducido
de cada cuadrícula (...) Recomendamos al forastero que compulse con los planos á
la vista, las indicaciones contenidas en el presente capítulo, con lo cual adquirirá
un conocimiento completo de la ciudad y sus suburbios, familiarizándose con la
situación y contextura viaria de cada grupo”223.
223
Roca, J. “Guía de la guía”. Op. Cit.; 1895; p. 7.
102
Señales en el camino: itinerarios, inscripciones, prescripciones
informaciones de utilidad para cada día y cada hora sobre los ómnibus, tranvías,
metropolitano, bateaux-parisinos, automóviles de alquiler, monedas, oficinas de
correos, cabinas telefónicas, buzones, bomberos, puestos de socorro, comisarias,
mercados, conciertos, teatros, etc. Un Plano de los alrededores de París completa
esta indispensable publicación”224.
Como no podía ser de otro modo, la síntesis de la síntesis se dirigía a “la gente
apresurada” y añadía una sección, denominada “piezas escogidas” -morceaux
choissis- en la que únicamente se consignaba lo que era “verdaderamente digno de
ser visto o admirado, las cimas, los Mont-Blancs de París, dejando en la sombra las
curiosidades que pueden encontrarse un poco en cualquier parte”225. La selección
aparecía señalada en un plano adjunto acompañado de unas precisas “instrucciones
de uso” para que el viajero pudiera avanzar correctamente en su camino: “Seguir
horizontalmente la línea indicada con una letra. El rectángulo en el que se cruzan
estas líneas delimita el barrio en el cual se encuentra el punto buscado; las cifras
designan los edificios más importantes”226.
Bajo la imperceptible tutela del objeto que llevaba en la mano, la relación entre el
turista y la ciudad sólo era posible si seguía los derroteros planificados, si interpretaba
correctamente los signos y las señales, si acataba las normas y respetaba los horarios;
en compañía de una guía, nunca sería un ocioso flâneur, pues no se contemplaba
ni la improvisación ni el libre descubrimiento de la ciudad, ni, por supuesto, la
desorientación (Figs. 14-15-16).
Fig. 16 Esquema gráfico de orientación: “Un buen plan para empezar, es familiarizarse con la disposición
general de las calles. Puede hacerlo consultando el mapa; pero ayudará a su comprensión recordar la
posición de las principales vías hacia el este y el oeste”. Guide to London and its suburbs. One shilling
Routledge’s popular, 1862.
224
“Guide Indicateur Complet des Rues de Paris”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. XXIV.
225
Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. IX.
226
Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. XXII.
103
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
104
Capítulo 1.3
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
227
Osterhammel, Jürgen. La transformación del mundo. Barcelona: Crítica, 2016, p. 883. Ver
Osterhammel, Jürgen. Die Verwandlung der Welt. Eine Geschichte des 19. Jahrhunderts. München: C.
H. Beck Verlag, 2008. Edición consultada: La transformación del mundo. Barcelona: Crítica, 2016;
p. 883 y sg.
228
Barbier, Frédéric. Historia del libro. Madrid: Alianza ed. 2015; p. 270. v.o.: Histoire du livre en
Occident. Paris: Armand Colin, 2001.
229
En 1858, el novelista Wilkie Collins empleaba la expresión “público desconocido” para describir
a los lectores de los penny magazines, a las “masas literarias perdidas” de tres millones de lectores
de clases bajas a quienes consideraba excluidos de la “civilización literaria”; Collins, Wilkie. “The
Unknown Public”. Household words 18, 21-8-1858; pp. 217-222. Victorial Fiction: A collection
of essays; citado en Lyons, Martyn. “Los nuevos lectores del siglo XIX: mujeres, niños, obreros”.
Chartier, R./Cavallo, G. Op. Cit.; p. 389.
105
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 2 Un “Peddler”,
el popular vendedor
ambulante de libros,
convenciendo a un
granjero para
que adquiera un
atlas, 1879.
a las bellas artes, y poco a poco van iniciando toda la población en una especie de
instrucción general”230 (Figs. 2-3).
“Hemos tratado de reunir en una única publicación todos los periódicos, grandes
y pequeños, todos los grabados en madera y cobre (…), para proporcionar una amplia
y única colección de cosas útiles, inútiles, serias, tontas, académicas (…). la policía,
el tribunal criminal, las carreteras, la salud, los placeres, los teatros, los establos,
las iglesias, las ruinas, los palacios, las casuchas, las ocurrencias, las caricaturas,
los ricos, los pobres, los artesanos, el coqueteo, el dandy, el caballero, el poeta,
el soñador, el novelista, el historiador, quién más? Toda esta multitud de mentes,
costumbres, intereses, posiciones y necesidades, con su mezcla de alegría, de tristeza
y de estados de ánimo, así como las controversias, encuentran satisfacción en esta
colección, en esta revista, en este libro, en este almacén, en esta enciclopedia, en este
bloc de notas, en este museo”231.
230
Parcerisa, Francesc/Piferrer, Pau. “Introducción”. Recuerdos y Bellezas de España. Volúmen 1:
Principado de Catalunya. Barcelona: Imprenta de Joaquín Verdaguer, 1839; p. 3. El Álbum pintoresco
universal, (Barcelona: Imprenta Francisco Oliva, 1841-1843) estaba compuesto por una mezcla de
biografías, historia, historia natural, miscelánea, costumbres, pintura-escultura-poesía, geografía y
viajes, monumentos.
231
Janin, Jules. Musée des familles, lectures du soir. Núm. 1: octubre 1833. Premier volume. 1833-
1834. Paris: Ch. Delagrave éditeur, 1844; p. 6.
106
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
Fig. 3 Léopold
Flameng. Lectures
pour tous. Revue
Universelle
Illustrée. Núm. 1,
octubre de 1911.
232
Georgel, Ch. Op. Cit.; p. 113.
107
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 4 “El regreso. Nunca viajes sin las Guías Conty”. Publicidad que representa a un marido que, a su regreso de
un viaje, es interrogado por su esposa acerca de su prudencia y lealtad durante la ausencia. Ante la afirmación del
esposo, la mujer exclama “Entonces, la Guía Conty te ha transformado”.
108
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
comportamiento en sociedad233 (Fig. 4). A lo largo del siglo XIX estas publicaciones
fueron objeto de un amplio desarrollo: sólo en España, salieron a la luz unos 300 libros
de urbanidad, de etiqueta y buen gusto; un aumento más que considerable respecto
al siglo anterior, con sólo 44 publicaciones registradas. Salvando las distancias, las
cifras son similares en otros países: en el siglo XVIII, se publicaron en Francia unos
216 títulos que aumentaron en el siglo siguiente hasta 403; algo parecido a lo que
sucedió en Inglaterra, que pasó de las 287 publicaciones a las 335 a partir de 1800234.
La expansión de esta literatura normativa guarda relación con la implantación de la
instrucción pública obligatoria (en España, con la Ley Moyano del año 1857) y el
crecimiento del número de lectores, bajo el influjo de las organizaciones educativas,
del reformismo moral y del papel decisivo de las numerosas asociaciones filantrópicas,
como la Sociedad Barcelonesa de Amigos de la Instrucción (1844), fundada a partir del
plan provisional de enseñanza de 1838, que promovía concursos para premiar guías de
economía doméstica dedicadas a la enseñanza femenina en la escuela primaria:
“No hay padre de familia, no hay madre celosa del bienestar de sus hijos y de la
prosperidad de su casa, que no hayan echado de menos un libro que, al mismo tiempo
que les presente el cuadro más completo de las necesidades morales y materiales de
la vida privada, les enseñe en una forma clara, breve y precisa á satisfacerlas de un
modo fácil y conveniente”235.
233
Less-Maffei, Grace. “From Service to Self-Service. Advice Literature as Design Discourse, 1920-
1970”. Journal of Design History, vol. 14, nº 3. Oxford University Press, 2001; pp. 187-206. Para
una perspectiva histórica de estas publicaciones: Ajmar-Wollheim, M. “Domestic-Life: instructing
the art of living”. Aynsley, J./Grant, Ch. Imagined Interiors. Representing domestic interior since the
Renaissance. London: V&A publications, 2006; pp. 68-69.
234
Datos extraídos de Cruz, Jesús. “La definición de los modelos de conducta burguesa en la España
del siglo XIX”. Civil, Pierre/Crémoux, Françoise (eds). Actas XVI Congreso Asociación Internacional
de Hispanistas. Nuevos caminos del Hispanismo…París, 9-13 de julio de 2007. Madrid: Editorial
Iberoamericana-Vervuert, vol. 2, 2010; pp. 332.
235
“Prólogo”. Guía práctica de las familias. Obra popular destinada a fomentar los intereses
domésticos e indispensable a todas las clases. Madrid: Imprenta a cargo de D. Juan Rebollo, 1850;
p. 9. Entre las guías domésticas editadas en España a mediados de siglo ninguna alcanzó el éxito de
las que escribía Pilar Pascual de San Juan, como Lecciones de economía doméstica para madres de
familia. (Barcelona: Imprenta de J. Jepús, 1865). Conocida popularmente como la Guía de la mujer,
esta obra fue objeto de sucesivas reediciones: 1870, 1881 y 1909.
236
La Constitución de 1812 reclamó para el Estado la gestión y el control de la asistencia social. Durante
el trienio liberal (1820-1823) se implantó la Ley General de Beneficencia (febrero de 1822), la primera
norma que diseñó la estructura de la asistencia pública. Hemos abordado la cuestión del reformismo
en otra ocasión: Rodríguez, Carmen. “La ciutat, la casa, la gent. Una topografía de Barcelona del vuit-
cents al nou-cents”. AA.VV. El teixit residencial en la formació de la metrópolis moderna. El cas de
Barcelona (1840-1936). Vol. 3: De la ciutat vella a l’Eixample. Mirades complementàries. Barcelona:
Iniciativa Digital Politècnica, 2015; pp. 7-65.
109
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 5 Tipos
Barceloneses.
“Llanterna i cordel”.
L’Esquella de la
torratxa, enero de
1902.
Fig. 6 "Le
Colporteur".
Escuela francesa.
Siglo XVII. París,
Museo del Louvre.
Fig. 7 Jean
Best. “Sede de
L’Illustration. Rue
Saint Georges”.
L’Illustration, 2
marzo de 1844.
Fig. 8 Ilustración
cómica de los
almanaques
franceses, 1885.
110
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
“La gran regla acerca de esta materia, es hablar á los criados con afabilidad en
las cosas del servicio, escucharlos con la mayor complacencia, animarlos cuando se
trata de darles consejos en asuntos de su interés; pero nunca hacerse sus oidores ó
confidentes”237.
De entre todas las publicaciones familiares de aquel siglo la más popular fue,
sin duda, el almanaque, una adaptación de los pronósticos y juicios del año que
incorporaba la secuencia de las estaciones, los meses y los días, junto a una miscelánea
de refranes, máximas, fragmentos literarios y políticos, piezas satíricas y toda clase de
indicaciones prácticas238. Como un espacio privilegiado para la confluencia entre la
cultura docta y la popular, el almanaque amplió su alcance a partir de la Revolución
Francesa, convirtiéndose en la publicación de la gente iletrada, con sus páginas
plagadas de símbolos y alegorías, de signos, imágenes y figuras. En su dimensión
más literaria, el almanaque mantenía una estrecha relación con la tradición oral de
los refranes y proverbios, los cuentos, las canciones, las narraciones picarescas, las
historias infantiles y románticas, las novelas medievales y las vidas de santos que
circulaban en los pliegos de cordel españoles, en la literatura de colportage francesa o
237
Guía práctica de las familias; Op. Cit.; p. 407.
238
En España, fue muy popular El gran Piscator de Salamanca, de Diego Torres de Villarroel (1694-
1770), un almanaque de pronósticos, calendarios e información práctica que se publicó durante más
de cuarenta años, entre 1721 y 1764. Ver: Aguilar Piñal, Francisco. “Las guías de forasteros de Madrid
en el siglo XVIII”. Anales del Instituto de Estudios Madrileños XXXV, 1995; pp. 451-473. Jesusa
Vega considera injusto y limitado tratar el almanaque únicamente como literatura popular, porque
en él “caben los temas y las preocupaciones del momento, los conocimientos útiles sobre la salud y la
higiene, así como las predicciones e influencia de los astros, todo ello muy oportuno para una sociedad
cada vez más instalada en el entretenimiento individual y colectivo”; en Op. Cit. ; p. 25.
111
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
en los chapbooks anglosajones239. Esta literatura popular, que circulaba en las ferias
junto a los libelos políticos, las guías de viaje y las canciones o romances vulgares
o “de ciego” –llamados así porque los vendedores y recitadores eran, a menudo,
invidentes- recogía historias diversas, con la ayuda de grabados, para facilitar la
comprensión del público (Figs. 5-6-7-8).
239
Chapbook es el término anglosajón que engloba a los folletos de bolsillo que se hicieron populares
desde el siglo XVI hasta finales del XIX. Sin que se le pueda aplicar una definición exacta, el chapbook
podía ser cualquier cosa que vendiera el chapman o buhonero especializado en su compra-venta. El
término fue definido por los bibliófilos del siglo XIX, como una variedad de los ephemera (efímero)
e impresos desechables, como los panfletos, tratados políticos y religiosos, poemas, leyendas, cuentos
infantiles y almanaques, publicaciones de usar y tirar. El equivalente español son los pliegos de cordel,
unos cuadernillos sueltos que se exponían en los puestos de venta, atados a un cordel, y que estaban
formados por un hoja doblada dos veces -ocho páginas-, aunque su extensión podía variar; ver:
Marco, Joaquín. Literatura popular en España en los XVIII y XIX (Una aproximación a los pliegos
de cordel). 2 Vols. (Madrid: Taurus, 1972) y Caro Baroja, Julio. Ensayo sobre la literatura de cordel.
Madrid: ediciones Istmo, 1990.
240
Le Goff, J. “Calendario”. Op. Cit.; p. 223-224.
241
Los almanaques franceses más populares fueron el Keepsake Français (1830-1838) y Paris-
Londres (1837-1842); ver: Frédéric Lachèvre. Bibliographie sommaire des keepsakes et autres recueils
collectifs de la période romantique: 1823-1848. 2 vols. Genève: Slatkine reprints, 1929. Entre los
escritores que publicaban en los almanaques, Lachèvre citaba a Victor Hugo, Charles Dickens, Mary
Shelley o John Ruskin. Para una aproximación más reciente: Ambrière, Madeleine. “Almanachs,
Keepsakes et recueils collectifs en France”. Dictionnaire du XIXe siècle européen. Op. Cit.; pp. 29-30.
242
Un popular almanaque fue Los ríos de Francia (1837), una obra ilustrada por J.M.W. Turner (1833-
1835) que después se reeditó con el título de Turner’s Annual Tour en los años 1833, 1834 y 1835: The
Rivers of France (Liber Fluriorum or River Scenery of France). Printed London by Henry G. Bohn. 1833–35.
243
Fournel, Victor. “La littérature des quais”. Ce qu’on voit dans les rues de Paris, 1855. Edición
consultada: Paris: Adolphe Delahays, 1858; p. 204.
112
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
aún hoy en día, sigue siendo una referencia indiscutible sobre el género244 y en la que
el almanaque aparece como la consecuencia de la implacable “ley de los siglos”, el
signo de una modernidad que había transformado el modelo tradicional en un nuevo
“instrumento de propaganda” y en un “vehículo de nuevas ideas que no se preocupa
por el decoro”. El cambio, más ideológico que formal, se dejó sentir en la mutación
práctica de los contenidos y en su función pedagógica, destinándose a “la instrucción de
las masas, para la defensa y propagación de reformas y de personalidades políticas”245.
La educación y la distracción caminaban de la mano en un siglo que, al concluir, dejaba tras
de sí una larga estela de publicaciones para satisfacer la demanda de toda clase de lectores y,
especialmente, de quienes vivían en las grandes ciudades:
“El calendario, única publicación muy estendida (sic) en España y que penetra
en todos los hogares, había sido hasta entonces un papel caro y de limitadísima
utilidad. Nosotros comprendimos desde luego que, merced a su gran circulación, podía
convertirse en instrumento o medio poderoso para esparcir los conocimientos útiles y
llevar la ilustración hasta las últimas clases sociales”246.
En nuestro país, uno de los almanaques más populares fue el Enciclopédico Torrijos
(1863-1866), un auténtico alegato de la vida práctica, dirigido a todas las clases sociales:
“No hay libro, ni álbum, ni crónica más leída y releída en todo el universo mundo que
el Almanaque: quién no lo consulta, quién no lo repasa de cabo a rabo!”247. El Torrijos
llevaba al límite las posibilidades del género, trastocando la secuencia cronológica
con indicaciones meteorológicas, la precisión de las distancias entre localidades y las
divisiones territoriales. Además, reinterpretaba la tradición de los calendarios destinados
a un público diverso, como el del católico, del navegante, de las familias -incluyendo
recetas de cocina y consejos de limpieza-, de las damas, del escritor, de las profesiones y
universidades de España, del cocinero y del repostero. A todo ello, añadía un calendario
histórico-literario que daba cuenta de las invenciones y descubrimientos célebres así
cómo incluso uno destinado al ocio. Su lugar, en la encrucijada entre el entretenimiento,
la utilidad y la educación, explica la compleja distribución de los contenidos248.
244
En su obra sobre los almanaques (1896), Grand Carteret recogía la gran variedad temática del
género, con ejemplos como el Almanach des Ballons ou Globes Aerostatiques (1784); La Civiologie
portative ou le manuel des citoyens (1792), el Almanach du voyageur et du commerçant (1806), el
Almanach de la vie parisienne. 1866-1870, Paris-Almanach. 1895, la colección de los Almanachs de
Paris o el Panorama parisien ou nouveau guide des étrangers (1830).
245
Grand Carteret, J. (1896). Op. Cit.; p. LX.
246
Almanaque del Diario de Barcelona para el año 1858. Barcelona: 1857; p. 2.
247
Torrijos, Manuel. Almanaque enciclopédico español para 1863. Compuesto y arreglado a todas
las províncias de España. Cádiz: Imprenta y Litografía de la Revista Médica, 1862; p. 5.
248
Torrijos, M. Op. Cit.; p. 5. A mediados de siglo, triunfaron los almanaques satíricos como el
Almanque cómico, serio, epigramático, científico, musical, satírico e ilustrado con grabados originales.
Publicado por la Gaceta Universal de agricultura, industria, artes, avisos y noticias. Barcelona: Imprenta
de los hijos de Doménech, 1866.
113
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 9 Almanach
Hachette. Petite
Encyclopédie
populaire de la vie
practique.
Paris, 1894.
“el ideal de nuestra sociedad de igualdad y sufragio universal; el libro escrito para
todos, en el campo y en las ciudades, en los castillos y en las cabañas (…); el libro necesario
para una sociedad que vive de nociones generales sin conocer nada, sin querer estudiar
nada de manera profunda”249.
249
Las cursivas son nuestras. “A nos lecteurs”. Almanach Hachette. Petite Encyclopédie populaire
de la vie practique. Paris: Hachette, 1894; p. 5. Sobre el Almanach Hachette, ver: Grand Carteret, J.
Op. Cit.; p. LXX.
114
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
almanaque más completo, un modelo del espíritu pragmático de la época y una guía
imprescindible para la gestión, cada vez más compleja, de la vida cotidiana:
“El hombre pasa deprisa, a menudo sin dejar huellas. En unas páginas especiales,
se inscribirán las fechas más memorables de la existencia familiar para legar a
los descendientes una cronología que mantendrá el recuerdo de los que hayan
desaparecido (…) Nuestro almanaque será el diario anual de la familia. Será también
el Memorial de los acontecimientos más importantes del año…”251.
En las páginas del Hachette, ocupan un lugar preferente las cuestiones relacionadas
con el consumo, con numerosos anuncios comerciales, una sección que detallaba lo
que consumía el parisino medio a lo largo del año o el coste que suponía nacer,
casarse o morir en la capital. La economía doméstica y el consumo también ganaban
protagonismo en las descripciones urbanas: un año antes de publicarse el almanaque,
250
“A nos lecteurs”. Almanach Hachette. Op. Cit.; p. 5.
251
Almanach Hachette. Op. Cit.; p. 24.
115
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
252
Beraldi, Henri. “Note preliminaire a consommer”; en Goudeau, Émile. Paris qui consomme.
Tableaux de Paris. Illustrations de Pierre Vidal. Paris: Henri Béraldi, 1893; p. 4. En 1878, Émile
Goudeau fundó el club literario «Hydropathes» –“a los que el agua pone enfermos” y la revista del
mismo nombre (1879-1880) para celebrar la literatura y, especialmente, la poesía, con la celebración de
declamaciones nocturnas de versos y prosas y el rechazo manifiesto del agua en beneficio del vino por
parte de sus miembros. Goudeau también escribió Paysages parisiens, heures et saisons; ill. composées
et gravées sur bois et à l’eau-forte par Auguste Lepère. Paris: H. Beraldi, 1892; y una guía de la
exposición de 1900: Paris-Staff: Exposition de 1900, con Henri Paillard. Paris: H. Beraldi, 1902.
253
Almanach Hachette. Op. Cit.; p. 434.
254
“Paris à vol d’oiseau”. Almanach Hachette. Op. Cit.; p. 276.
116
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
255
Almanach Hachette. Op. Cit.; pp. 409 y 429.
117
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
pertinente, con los datos personales del usuario, una fotografía y la descripción física y
que, podía servir para realizar gestiones comerciales y administrativas256.
256
La editorial Bailly-Baillière publicó este almanaque hasta 1937. Anteriormente había editado
el Anuario-Almanaque del Comercio de la Industria de la Magistratura y de la Administración y el
Almanaque de las 400.000 señas de Madrid, de Ultramar y de los Estados Hispano-Americanos Bailly-
Baillière. Año I. Madrid: 1879, una adaptación del que publicaba la editorial francesa Didot-Bottin.
257
Benjamin, W. “El flâneur”. Poesía y capitalismo. Iluminaciones II. Madrid: Taurus, 1998; p. 62.
258
Sennett se refiere a los esfuerzos políticos para llevarse a la gente al interior, a “una domesticidad
bajo refugio, donde al menos sus vidas presuntamente ganarían un cierto orden (…) moral”; y todo ello,
a pesar del “incremento del aislamiento o la desigualdad”; en Sennett, R. “El refugio”. La conciencia
del ojo. Barcelona: Versal, 1991; pp. 46-47.
118
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
Fig. 11b
"Crónica de la
família". Almanaque
Bailly-Baillière.
O sea, Pequeña
enciclopedia
popular de la vida
práctica, 1895.
119
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
mundo oral, el grito, el tumulto, parecían ser la fuente de todos los desórdenes que
convenía reprimir”259. Aunque pueda parecer un sinsentido -teniendo en cuenta que
tratamos con un objeto que incita a la movilidad de la gente-, es en este punto donde
el manual urbano se involucra con las múltiples estrategias encaminadas a resolver
el problema del orden social: desde la organización y el control de las multitudes
hasta el desarrollo de las tecnologías de la visión “que atomizaban y dispersaban a la
muchedumbre y, especialmente, la regulaban”260. El carácter prescriptivo del discurso
nos lleva a relacionar a la guía con lo que Renzo Dubbini define como el proceso de
“reforma de la mirada” de la sociedad y su incidencia en la libre experiencia de los
seres humanos261. Pero también permite ir más allá, hasta llegar al territorio de lo
que Richard Sennett denomina la “geografía de la inseguridad”, caracterizada por la
desconfianza y el miedo a la exhibición del individuo “en medio de la multitud, entre
desconocidos”262.
259
Barbier. “El orden impreso”. Op. Cit.; p. 263.
260
Bennett, T. Op. Cit.; p.119. En Carne y Piedra, Sennett también se refiere al recelo que despertaba
la multitud en la ciudad (Op. Cit.; p. 295).
261
Dubbini, Renzo. “Città allo spechio”. Geografie dello Sguardo. Visione e paesaggio in età
moderna. Torino: Einaudi, 1994; p. 57.
262
Sennett, R. (1991). Op. Cit.; p. 13.
263
Paris Passe-Partout. Offert Par les Grands Magasins de la Place Clichy. Paris: 1889; p. 2.
264
Faucon, M.T. “Les écueils”. Véritable Guide Parisien pour les étrangers. Paris: Coulon-Pineau,
1855; p. 34 y sg.
120
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
“Mucho cuidado con los rateros, ratas y timadores. Asegúrense el reloj y las
alhajas; colóquese el dinero en sitio seguro.- Cuídese de las maletas, sacos y objetos a
la mano, que no deben entregarse más que a los mozos numerados de las estaciones;
el equipaje facturado que, así mismo, no debe confiarse más que a dichos mozos.
-Ténganse apercibidas, las llaves de maletas y baúles, para facilitar el registro por los
aduaneros.- No conciliarse a los agentes que propongan pupilaje decente y módico y
regirse para este servicio, por las direcciones que indica la presente Guía, en la cual
constan todas las fondas, hoteles, casas de huéspedes y posadas y sus precios”266.
La conciencia del recelo crecía a medida que las sucesivas ediciones se ajustaban
a la vida en la gran ciudad, como en una guía barcelonesa de 1888 que contenía la
explícita sección “Aquellos de los que es preciso desconfiar”, en la que el redactor
ponía bajo sospecha a los individuos que vestían bien, pues “no es el hombre del blusón
–el obrero- quien le robará el billetero o el reloj”. Entre las numerosas indicaciones
prácticas, otra guía parisina incluía un apartado específico, dedicado al robo, en el
que señalaba que la única forma de evitar los peligros era eludir cualquier contacto
con los desconocidos: “Nunca dejéis que se os acerque un desconocido en la calle.
Nunca entabléis conversación con personas que no conocéis. Si necesitáis indicaciones,
dirigíos a un empleado con uniforme, a un comerciante o a un guardia”267.
265
Paris. Sa vie et ses plaisirs. Op. Cit.; p. 7.
266
Chichón, Rafael. “Consejos al viajero”. Guía económica de Barcelona y la Exposición Universal.
Barcelona: Imprenta Sucesores de Ramírez, 1888; p. 3.
267
“Reisegnements practiques. Le vol”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. 24.
121
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
268
En España, los primeros sistemas de numeración viaria se implantaron con la Real Cédula de Carlos
III (1769) que ordenaba señalizar las calles con azulejos, como se hizo en Barcelona en 1770. La nueva
señalización mantenía la antigua división del siglo XV en 5 cuarteles -el de Palau, Sant Pere, Audiència,
Sant Jaume y Arrabal-, cada uno de ellos formado por ocho barrios. Esta división no fue substituida hasta
1837, cuando la ciudad se reorganizó en 4 distritos: Llotja, Sant Pere, Universitat y Sant Pau. La ordenanza
municipal de 1857 fijó una nueva división en 10 distritos, distribuidos en manzanas, hasta la llegada del
proyecto de Cerdà, para el cual se dictó la legislación municipal de 1878 que respetaba dicha división e
incorporaba el nuevo barrio del Ensanche. Los nuevos carteles daban prioridad a la señalización de la
calle, después al distrito y finalmente al barrio. La multiplicidad de placas obligó a realizar una limpieza
de carteles en 1885. Tras la anexión, se reguló de nuevo la organización territorial, con la inclusión de las
barriadas periféricas y 10 nuevos distritos: Barceloneta/Poblenou, Sant Pere, Llotja/Audiencia, Concepcio,
Drassanes, Sants/Hostafrancs/Les Corts, Gracia/Sant Gervasi, Horta/Sant Andreu y Sant Martí de P; en
Theros, Xavier. “Cuarteles, distritos, barrios y manzanas”. El País, 7/08/2015.
122
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
“Apenas llegado a París, en la estación del tren, el extranjero debe tener cuidado
en reunir su equipaje y llevarlo a supervisar a los empleados. Que tenga mucha
precaución si les oculta artículos prohibidos, en el caso de que lleve alguno entre
sus efectos personales, porque se expondría a una condena o, como mínimo, a una
confiscación”270.
269
Balzac, Honoré de. Modeste Mignon. 1836; ed: 1850; p. 99; citado en Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p 62.
270
“L’arrivée. Les hôtels”. Guide général dans Paris. Op. Cit.; p. 3.
123
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
tarde. Este plan ofrece el modelo de dos jornadas. Cada lector no tendrá más que
seguirlo, según el tiempo y los recursos de que disponga”271 (Fig. 12).
271
“Antes de partir: mi presupuesto, mi itinerario, mis días”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. XVI.
272
Gautier, Hippolyte/Albert-Desprez, Adrien. “La vue”. Les curiosités de l’exposition de 1878:
guide du visiteur. Paris: Libraire Charles Delagrave, août 1878; p. 14.
124
Reglas y normas: las guías en el universo de la literatura práctica
125
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
126
Parte 2. París. La ciudad contemplada como espectáculo
1
Eric Hazan recuerda que la “vista de París” no aparecía en ninguna de las categorías o géneros de
los salones de pintura del siglo XVIII. La única ciudad incluida en la categoría de “paisaje” era Roma;
ver Hazan, Eric. L’invention de París. Il n’ya pas de pas perdus. Paris: Éditions du Seuil, 2002; p. 447.
127
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Cada día vemos lo que le falta a nuestra ciudad y nos contentamos con murmurar.
Pasamos delante del Louvre, y nos quejamos al ver su fachada, monumento de la
grandeza de Louis XIV, del celo de Colbert y el genio de Perrault, oculta detrás de
las construcciones de los godos y de los vándalos. Acudimos a los espectáculos y nos
indignamos cuando entramos de forma tan incómoda y repugnante, por estar tan
mal situados, por sus salas mal construidas, por su acústica deplorable, e intentamos
salir con más dificultad de la que hemos tenido al llegar. Nos avergonzamos, con
razón, de ver los mercados públicos situados en calles estrechas que propagan la
suciedad y las infecciones, y causan desórdenes. Sólo tenemos dos fuentes de buen
gusto y, aunque se encuentran bien emplazadas, todas las demás sólo son dignas de un
pueblo. Los barrios inmensos exigen plazas públicas; y aunque el arco del triunfo de
la puerta de Saint-Denis, la estatua ecuestre de Enrique el Grande, esos dos puentes,
esos hermosos muelles, este Louvre, estas Tullerías, estos Campos Elíseos igualan
y superan las bellezas de la antigua Roma, el centro de la ciudad, oscuro, denso
y horrible, representa la época de la barbarie más vergonzosa. Lo recordamos sin
cesar; pero ¿hasta cuándo lo seguiremos diciendo sin remediarlo?”3.
El filósofo dejaba sentir su voz para defender una idea del embellecimiento urbano
basada en “un sistema de comodidades”, en unas “comunicaciones numerosas, fáciles y
seguras” y en la “distribución homogénea de los mercados, paseos, salas de espectáculos,
iglesias”. Sus ideas encajaban con la nueva concepción de la “medicalización del espacio
urbano, la teoría y la práctica de la Administración o Policía”, con el desarrollo de las
herramientas cartográficas, los planos geométricos y las alineaciones sistemáticas, y
la extensión de una visión económica del territorio que dio forma al “pensamiento
2
Laugier, Marc-Antoine. “De l’embellissement des Villes”. Essai sur l’Architecture. A Paris, chez
Duchesne, rue S. Jacques, au Temple du Goût. M. DCC. LIII. Avec approbation & privilege du Roy;
pp. 242-272.
3
Voltaire, François-Marie Arouet. “Des embellissements de Paris”. 1749. Œuvres Complètes. Paris:
Hachette, vol. 24; 1876-1900; p. 181.
128
París. La ciudad contemplada como espectáculo
129
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
urbanístico que adquirió cuerpo y vuelo con la ruptura revolucionaria”4. Pero no fue
hasta el inicio de las reformas emprendidas un siglo después por el Georges-Eugène
Haussmann (1853-1870) cuando se transformó radicalmente la imagen de París, a lo
largo de un proceso en el que tuvo mucho que ver la sucesión de cinco exposiciones
universales, celebradas en el breve espacio de cuarenta y cinco años (1855-1900)5, y
una dilatada acción propagandística, cuyos efectos se dejaron sentir en la creación de
una ciudad que parecía estar hecha sólo para ser admirada. En las guías, los primeros
síntomas del cambio se dejaron sentir en el intervalo entre la exposición de 1855 y la
de 1867, cuando los redactores apartaron para siempre el “París de la inteligencia”
ilustrada para dar paso al “París de los ojos”:
Son los ojos del mirador los que hacen que la ciudad sea espectacular. En las
descripciones esta presencia alerta al lector de la inminente llegada de algo que merece
ser contemplado con atención y admiración: es así como comparecen las calles, los
monumentos y la gente, consumando el pacto entre quien mira y describe –y enmarca
la visión en un determinado contexto- y alguien que contempla el paisaje a través
4
Guardia, Manuel/Oyón, José Luis. “Los Mercados públicos en la ciudad contemporánea. El caso de
Barcelona”. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Barcelona: Universidad
de Barcelona, vol. XII, nº 744, 25 de agosto de 2007.
5
La mutación venía gestándose desde los años treinta, con el cambio de los decorados urbanos y
la aparición de una nueva “concepción de la ciudad con características marcadamente míticas”; en
Caillois, Roger. “Paris, mythe moderne”. Nouvelle Revue Française XXV, 284, 1-5-1937; edición
consultada: “Paris, mito moderno”. El Mito y el Hombre. México: Breviarios del Fondo de Cultura
Económica, 1998; p. 168. Los estudios literarios también han abordado la transformación espectacular
de París: Díaz, José Luis. “Le Spectacle de la vie parisiense”. Actas del III congreso de SERD: “La Vie
parisienne, une langue, un mythe, un style”. París, 7-9 junio de 2007.
6
Maleville, J. Paris à vol d’oiseau. Paris: Libraire Scientifique, industrielle et agricole Eugène Lacroix
ed.1865; pp. IX-X. Sobre la consolidación de la imagen de París como la ciudad del placer y de Londres
como capital de negocios, ver Hancock, Claire. Paris et Londres au XIXe siècle-Représentations dans
les guides et récits de voyage. París: CNRS éditions-Espaces & milieux, 2003 y Schwartz, V.R. (1999).
Op. Cit.; p. 13 y sg.
130
París. La ciudad contemplada como espectáculo
de sus palabras7. Philippe Hamon señala que, para el desarrollo de una escena en la
que esté implicado un paisaje, no basta con un individuo que mira y describe lo que
ve; es preciso crear un ambiente, una escenografía, un montaje, unos bastidores y
orientar la mirada, afirmando una “voluntad de ver, un saber ver y un poder ver”8.
En pocos lugares como en la guía es tan explícita esta voluntad de ver, si tenemos
en cuenta las continuas llamadas de atención y el reclamo de autoridad por parte de
quien exhibe su pericia descriptiva y taxonómica, seleccionando los mejores puntos
de vista y organizando la secuencia topográfica e iconográfica del relato. Por eso, es
fundamental ver a través de los ojos del mirador y escuchar su voz, pues sólo él es
responsable de la transacción espacial que sublima la guía, el artífice de la entrega de
la ciudad en manos ajenas, una especie de eminencia visual que domina la cadencia
de un ritual perfectamente organizado9.
Fig. 2 Hubert
Clerget. Vista
general del Palacio
de la Industria y de
los Campos Elíseos,
1855. París, Musée
Carnavalet.
7
Hamon, P. (1993). Op. Cit.; p.166. Hamon defiende la dimensión literaria de la descripción,
argumentando que “cada género literario define sus propias normas descriptivas” y que lo descriptivo
es un “modo de ser de los textos”, el lugar donde la lengua se manifiesta como nomenclatura. Según
esta interpretación, su función primera sería denominar o designar, término a término, el mundo y, en
segunda instancia, se atribuiría una función referencial, a partir de la cual « serviría para etiquetarlo
y dividirlo en unidades; en Op. Cit.; p. 5.
8
Hamon, P. (1993). Op. Cit.; p. 172.
9
Hancock, Claire. “City of business contre ville du plaisir: Londres et Paris dans les guides touristiques
du XIX siècle”. Chabaud, G./Cohen, E./Coquery, N./Penez, J. (eds). Op. Cit.; p. 330. MacCannell se
refiere a la estructura moral de las visitas turísticas modernas y al “proceso dual de sacralización de la
vista que se corresponde con una actitud ritual por parte del turista”; en Op. Cit.; p. 57.
131
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Esta segunda parte se abre con un capítulo dedicado a la particular mística del
mirador y, en concreto, a la visión omnipotente desde las alturas. Una mirada absoluta
y totalitaria, cuya fortuna va unida a la de los panoramas que triunfaron a mediados
del siglo XVIII, ambos como expresiones de la apropiación más plena de un lugar y
como convenciones de nuestra cultura perspectiva común. Como en las numerosas
representaciones urbanas, captadas desde imposibles puntos de vista, también en la
escritura de la ciudad la desmesura de la mirada poderosa se infiltra en la percepción
del viajero y señala la relevancia de los mejores emplazamientos para contemplar
las flamantes avenidas, los cambios territoriales y la irreparable dispersión de los
límites urbanos. Pero la avidez perceptiva del mirador no se detiene en la posesión
epidérmica de la visión elevada; siempre va más allá, para llegar hasta las entrañas
de la vida urbana y alcanzar los rincones más residuales e innombrables de la ciudad
desapercibida y prohibida. No es ésta una atribución específica de las obras que
constituyen el sustrato de la tesis; como siempre, la literatura se había adelantado,
abriendo el camino hacia nuevas formas de acatar la realidad. No podemos soslayar
las numerosas interferencias literarias que alteran el sentido original de la guía, si de
lo que se trata es de aclarar la porosidad del género y su dependencia de otras formas
de describir el marco urbano, como las evocaciones históricas -cuyo éxito editorial
debe mucho a los efectos de las transformaciones territoriales-, o las fisiologías,
esos inmensos catálogos de los tipos humanos de la sociedad decimonónica. Este
estado de contaminación argumental es abordado en los dos capítulos siguientes: el
primero, dedicado al singular género de la guía histórica; y el segundo, destinado a
identificar los rasgos de la urdimbre común entre el relato instrumental y la vertiente
más costumbrista del cuadro literario. A la comparecencia de la sociedad, se añaden
otras presencias, como la de los turistas y otros individuos pululantes o la de la masa
curiosa de espectadores, que reclamaba su derecho a disfrutar del gran espectáculo
metropolitano. Es la historia de los ojos insaciables de una sociedad, sometida a
un estricto control perceptivo y moral, que no sólo estaba obligada a mirar sino,
especialmente, a admirar. Un universo de miradores que reaparece como último
responsable de adjudicar a la ciudad su estatus de espectacularidad; sin ellos, nunca
hubiera existido la ocasión de establecer esta particular distinción. Por eso, el último
capítulo se adentra en la condición mediadora de las guías y descripciones como
dispositivos que dan a ver la ciudad, según unas determinadas condiciones culturales,
sociales e ideológicas.
132
París. La ciudad contemplada como espectáculo
Fig. 3 “Sa Majesté la ville de Paris”. Série encyclopédique Glucq des leçons de choses illustrées, 1882. Como
representación del espíritu pedagógico de la Tercera República (1870-1940) y de una noción del progreso
indisociable de la moral, la jerarquía y el orden social, esta lámina didáctica muestra una sucesión de viñetas con
distintos aspectos de la ciudad de París: el ayuntamiento reconstruido, los 20 distritos, las iglesias, las escuelas,
los mercados, los teatros, las casernas, la asistencia pública, los parques y cementerios, los monumentos, la
ornamentación urbana y las cloacas. Una secuencia gráfica que exhibe el crecimiento metropolitano y en la que
cada elemento se interpreta en términos cuantitativos, en correlación con su valor monetario y la expresión deñ
poder económico de Francia frente al resto de países europeos.
133
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 4 “Paris en 1860. Vue à vol d'oiseau prise au-dessus du quartier de Saint Gervais”. Collection de Vinck. Un siècle
d'histoire de France par l'estampe, 1770-1870.
134
Capítulo 2.1
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
135
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
arriba, el observador toma conciencia de las dimensiones del lugar, ordena el magma
urbano e identifica las jerarquías espaciales, el carácter del paisaje, la topografía,
el patrimonio y los cambios en el territorio a lo largo del tiempo14. Lejos de ser
neutral, la mirada a vista de pájaro fija su autoridad y funda la relación entre el
espectador y el entorno, dibujando el paisaje de sus ideas y sus emociones. Pero no
se trata solamente de deleitarse con la perspectiva más seductora sino que el goce
de la contemplación es indisociable de la satisfacción del conocimiento. Existe una
particular mística del mirador, un estado cuasi extático que revela la importancia del
emplazamiento para el conocimiento de lo real y en la que, como afirmaba László
Moholy Nagy, la observación es el punto de confluencia de una doble experiencia,
intelectual y estética: “lo más esencial para nosotros es la vista aérea, la experiencia
completa del espacio”15.
Es muy largo el recorrido de las representaciones “a vista de pájaro”, desde que,
en los inicios del siglo XVI, Jacopo Barbari publicara en Venecia la xilografía de
un gran plano perspectivo de la ciudad en la que cada edificio aparecía reproducido
minuciosamente16. Una visión detallada, aunque no la más verídica, que llegaría a
uno de los momentos más culminantes con el Plano Turgot de París (1734-1739),
donde las construcciones estaban representadas individualmente para crear una
imagen global y coherente de la ciudad17. Del mismo modo que las perspectivas
aéreas aumentaban la intensidad de la visión con el fin de “dinamizar el espectáculo
urbano”18, también los relatos de los viajeros incrementaban la tensión narrativa
con una selección de los mejores puntos de vista sobre los lugares recomendados. De
algún modo, la contemplación del paisaje desde un mirador elevado se interpretaba
como el clímax de la cesura que significaba el viaje, para apropiarse de otra realidad,
en la que la reflexión y la experiencia se confundían con la memoria de las imágenes
adquiridas19. La historia de la literatura viajera delata la afición de los autores por
incluir descripciones paisajísticas desde emplazamientos elevados, como las atalayas,
14
Michel Foucault señalaba a los miradores, minaretes, púlpitos, cátedras y estrados como los
antecedentes del panóptico de Bentham; en Surveiller et punir. Paris: Gallimard, 1975. Edición
consultada: “El panoptismo”. Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI, 1998; p. 199 y sg.
15
Moholy-Nagy, László. The New Vision: From Material to Architecture. New York: Brewer,
Warren and Putnam, 1932; p. 178.
16
Corboz, A. (1995). Retrat de Barcelona. Op. Cit.; p. 28. Corboz relaciona la aparición de la
representación a vista de pájaro con la invención de las máquinas voladoras de Leonardo da Vinci.
17
Corboz, A. (1995). Op. Cit.; p. 32.
18
Corboz, A. (1995). Op. Cit.; p. 33.
19
García Espuche, A. “Introducción”. Ciudades del globo al satélite. Op. Cit.; p. 17. Según García
Espuche, en las vistas “lo que cuenta es la “voluntad científica” de perfección de la mirada, que no es
una característica aislada de un dibujante, y que viene implícita por la necesidad de crear la “sensación
de volar”. Es la misma necesidad de perfección que tenían los creadores de los panoramas-espectáculo
que querían ofrecer al espectador la sensación de que se encontraba inmerso en un paisaje urbano
real”; en Op. Cit.; p. 23.
136
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
los campaniles, las torres y las montañas; una práctica que, en el ocaso del siglo
XVIII, coincidió con las primeras tentativas de los vuelos aerostáticos en globo. En
Francia, una sociedad ansiosa de espectáculo asistía, eufórica, a la primera ascensión
de los hermanos Montgolfier en Annoay, el cinco de agosto de 178320. El globo
llegaba en un momento en el que la ansiedad y incertidumbre latían en el seno de la
conciencia pre-revolucionaria, en medio de una profunda crisis social. La imagen del
cielo y el sueño de lo inalcanzable, de lo lejano y distante, impregnaba el inconsciente
colectivo, como metáfora de un cambio inminente e irreversible y como transgresión
anticipada de las imposiciones del Antiguo Régimen (Figs. 5-6).
Aunque el acontecimiento y las sucesivas tentativas de ascensión quedaron registrados
en los numerosos testimonios que resaltaban el prodigio volador, las primeras vistas
tomadas directamente desde un globo no fueron publicadas hasta 1786, cuando el
británico Thomas Baldwin sobrevoló con el aeronauta italiano Vicenzo Lunardi los
condados ingleses de Cheshire y Lancashire21. Fascinado ante la “miniatura más exquisita
y siempre cambiante de las pequeñas obras del hombre, realizadas por el supremo
Fig. 5 “Vuë
d'Annonay en
Vivarais, dédiée à
MM. de Montgolfier
frères: L'origine des
Aerostats, ou la
première de toutes
les expérience, faite
à Annonay le jeudi 5
juin 1783”, 1784.
Fig. 6 “Le
volomaniste".
Caricatura
del geólogo
Barthélemy Faujas
de Saint-Fond,
autor del primer
tratado sobre
la aerostación.
Description des
experiences
de la machine
aérostatique
de MM. de
Montgolfier et
celles auxquelles
cette découverte
a donné lieu. Paris,
Chez Cuchet, 1783.
20
Jacques-Etienne (1740-1810) y Joseph-Michel Montgolfier (1745-1799). La segunda ascensión se
produjo en el Champ de Mars el 27 de agosto del mismo año. La tercera fue la que levantó más
expectativas: fue el 18 de septiembre de 1783 en el palacio de Versalles.
21
Rafael Amat Cortada, Baró de Maldà, describía en su Calaix de Sastre (1769-1819), las elevaciones
aerostáticas de Vicenzo Lunardi en Barcelona del año 1874; (p. 142 y sg); y una segunda visita, con
ocasión de la proclamación del Carlos IV en febrero de 1789; en Op. Cit.; p. 172.
137
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 7 Thomas
Baldwin. Airopaidia.
Chester, printed
for the author by J.
Fletcher, 1786.
138
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
Fig. 7 Thomas
Baldwin. Airopaidia.
Chester, printed
for the author by J.
Fletcher, 1786.
24
Goethe, J. W. Viatge a Itàlia. Op. Cit.; p. 137. La traducción es nuestra.
25
Citado en Brilli, A. Op. Cit.; p. 194.
139
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 8 Ilustración
satírica del
filósofo volador.
The entertaining
magazine or Polite
repository of
elegant amusement
containing pleasing
extracts from modern
authors: with many
original pieces, and
new translations,
in prose and verse:
embellished with
beautiful engravings,
and published in
London, 1813.
paisajes ajenos: también Montaigne subió hasta la cúspide del Gianicolo de Roma
para tener una visión completa de la ciudad y “recomponer el lugar con una imagen
unitaria”26. Y Montesquieu alcanzó “el campanile más alto o a la torre más alta,
para tener una visión de conjunto, antes de ver las partes singulares”; al partir, volvía
a hacer lo mismo, “para fijar mis ideas”27. Diderot, en el prefacio de su Viaje a
Holanda, más que aconsejar, parecía exigir al viajero que, al llegar a una ciudad,
buscara un punto elevado para contemplarla en toda su plenitud:
“Si no sois hombre de poco cerebro, practicaréis en todas partes el consejo que voy
a daros. Al llegar a una ciudad, subid a algún lugar que la domine y, con una rápida
adaptación de la escala visual, podréis tener una idea exacta de su topografía, de su
extensión, del número de sus casas; con estos elementos tendréis una cierta noción de
su población”28.
Si distancia de la visión elevada aseguraba al observador la percepción más
completa de un lugar, también el esquema de los conocimientos humanos de la
Encyclopédie se había ofrecido al suscriptor para que pudiera “apropiarse con una
sola mirada de la totalidad”29. El Système era una guía para cruzar los umbrales del
26
Sobre los viajes a Italia de Montaigne (1580-1581) y de Montesquieu (1728-29), ver Dubbini, R.
Op. Cit.; p. 61.
27
Ibidem.
28
Diderot, Denis. “Préliminaire. Des moyens de voyager utilement”. Œuvres Complètes. Vol 17;
Paris: Garniers Frères, 1876; p. 367.
29
Marin, Louis. “Les voies de la carte”. Cartes et figures de la terre. Paris: Centre Georges Pompidou,
1980; pp. 47-54.
140
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
Fig. 9 Robert
Barker. Panorama
de Edimburgo desde
la parte superior
de la Catedral de
St Giles en la Royal
Mile, c. 1787.
saber y el filósofo el mirador que poseía el don de ver más allá que el resto de los
mortales, el único que podía desplazarse
“por encima de este vasto laberinto en un punto de vista elevado donde pueda
percibir a la vez las ciencias y las artes principales; ver de un golpe de vista los
objetos de sus especulaciones, y las operaciones que puede hacer sobre estos objetos;
distinguir las ramas generales de los conocimientos humanos, los puntos que los
separan o que los unen; y entrever algunas veces las rutas secretas que los acercan”30.
Previo pago y con el mapa en la mano, el suscriptor podría emular al filósofo
volador y disfrutar de una perspectiva privilegiada sobre el mundo, los seres y los
objetos (Fig. 8). El mirador controlaba el mapa del saber sin límites, como “sin límites”
se denominaban inicialmente las grandes pinturas en 360º que trajeron las imágenes
del mundo a los ojos europeos31. Desde que el 19 de junio de 1787, el pintor Robert
Barker (1739-1806) registrara en Londres la primera patente de un panorama pintado
y montado sobre una superficie cilíndrica -con el nombre de La nature à coup d’œil-,
para establecer después, en Leicester Square (1793), el primer edificio que albergó
la vista más completa de la ciudad de Edimburgo, transcurrió un breve lapso de
30
D’Alembert, Jean Le Rond. “Discourse préliminaire des éditeurs” (1751). Encyclopédie ou
Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers (articles choisis). Vol. 1. Paris: Flammarion,
1993; pp.112-113.
31
En su historia de los panoramas, Germaine Bapst, citaba el texto del folleto publicitario del primer
panorama representado en Paris en 1800, en el que se las denominaba pinturas sin límites, tableau sans
bornes; en Bapst, G. Essai sur l’Histoire des Panoramas et des Dioramas. Paris: Imprimerie Nationale,
1891; p. 14. Acerca de los panoramas, cabe citar el estudio clásico de Altick, Richard D. The Shows of
London. Cambridge, Mass.: Belknap Press, 1978.
141
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
32
Beyle, Henry. Stendhal. Mémoires d’un touriste. Paris: Ambroise Dupont, 1838; p. 162.
33
Chateaubriand, François-René. “Préface à l’édition de 1827”. Itinéraire de Paris à Jerusalem
(1811). Edición consultada: Œuvres Complètes de Chateaubriand. Paris: Garnier frères, 1861; p. 13.
142
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
143
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
144
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
Más allá del carácter comercial, la visita al panorama incidía en los hábitos
perceptivos de un espectador que ocupaba un emplazamiento privilegiado en el
centro de la gran representación. Mucho antes de que Walter Benjamin iluminara
la estrecha relación entre la cultura panorámica y la ciudad 36 , el erudito y
coleccionista francés, Germaine Bapst (1853-1921) escribió un Essai sur l’Histoire
des Panoramas et des Dioramas (1891) en el que describía el nuevo dispositivo
perceptivo, destacando la habilidad de estas pinturas para crear ilusión de lo real
en el interior de una inmensa escena envolvente en la que el observador perdía todo
contacto con el mundo inmediato:
“El panorama es una pintura circular expuesta de manera que el ojo del
espectador, situado en el centro y abrazando todo su horizonte, no ve más que el
cuadro que le rodea. La vista no permite al hombre ponderar tamaños y distancias
más que por la comparación: si ésta le falta, juzgará falsamente todo aquello que
su vista perciba. (…) Para provocar la ilusión, es preciso que el ojo, sea cual sea el
punto en el que se fije, vea en todas partes figuraciones hechas en proporción con
unos tonos exactos y que, en ninguna parte, pueda captar la visión de objetos reales
que le sirvan de comparación; que no vea una obra de arte, sino que crea que está
en presencia de la naturaleza”37. (Figs. 11-12-13) .
“Georama, bella construcción de la escalera de caracol y del pie del globo, el globo
de cuarenta pies de diámetro. Ornamentos transparentes en el techo para asegurar la
iluminación. Diorama, una multitud terrible. Tres espectáculos: un claustro anglosajón,
36
“Los panoramas, que anuncian una revolución en la relación del arte para con la técnica, son
además expresión de un nuevo sentimiento vital. El habitante de la ciudad, cuya superioridad política
sobre el del campo se expresa múltiples veces a lo largo del siglo, intenta traer el campo a la ciudad.
La ciudad se ensancha hasta ser paisaje en los panoramas”; en Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p. 40.
37
Bapst, G. Op. Cit.; p. 8.
38
Szambien, Werner. Schinkel. Madrid: Akal, 2000; p. 25.
145
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
146
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
vista en diagonal con niebla que se disipa y perspectiva sobre la montaña, etc., claustro
ojival, en diagonal, bello sol, nubes que se van, efecto natural del suelo, abetos, juegos
de follaje en la luz brillante, puente de planchas de madera, musgo sobre las piedras,
etc., vista de cerca de París, paisaje alegre, cielo bello…”39.
39
“Diario de Schinkel, jueves 4 de mayo de 1826; citado en Szambien, W. Op. Cit.; pp. 138-139.
40
El panorama se relaciona con el término alemán Rundblick, en referencia a la mirada circular
como la única capaz de abarcar la totalidad y que, a su vez, es una extensión del término Überblick,
cuyo significado es mirar desde arriba. El panorama también se relaciona con el Panóptico (1791) de J.
Bentham, con la disposición de las Salinas de Chaux de C.N. Ledoux (1772-1779), o los proyectos de
E. L. Boullée de la década de los ochenta del siglo XVIII.
41
Comment, Bernard. “Introduction”. The Panorama. London: Reaktion Books, 1999; p. 19.
147
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 18 Diorama desplegable de Venecia, 1841. Se trata de una guía visual, en forma de diorama móvil, en la que
los principales palacios y monumentos venecianos están dispuestos consecutivamente a lo largo de tres paneles
gráficos que simulan un paseo circular en góndola, desde las primeras horas del día hasta la noche. En la imagen,
se han abolido las distancias reales que separan los edificios a favor de una secuencia ficticia con el fin de crear la
ilusión del recorrido por el canal y el efecto del paso del tiempo a lo largo de una jornada.
148
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
Fig. 19 Panoramas de orientación desde la Torre Eiffel y la cúpula del Panteón. Guide Paris Exposition 1900. Como una forma de saciar
la “inextinguible sed de perspectivas” del siglo (Benjamin, W. 2005. Op. Cit.; p. 149), las guías turísticas incorporaban una selección de
los mejores puntos vista para contemplar la ciudad. Las ilustraciones presentan una síntesis gráfica del paisaje urbano que organiza
y distribuye la visión un esquema radial de orientación. Situado en el punto más alto de la columna de Julio, del Arco del Triunfo, del
Panteón, de la torre Eiffel o del Sacré-Coeur, el observador podía consultar estos esquemas panorámicos y seguir la secuencia de
líneas que indicaban el nombre y el perfil de cada elemento urbano, así como la distancia que le separaba de él.
149
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Uno de los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir a las alturas.
Era montañés, y por instinto buscaba las cumbres de los montes y los campanarios
de las iglesias. En todos los países que había visitado había subido a la montaña
más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa
que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba (…) Llegar
a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De Pas. Ver muchas leguas de tierra,
columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes,
imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según
los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las
nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero”44.
42
Según Barthes, “percibir París a vista de pájaro es, inevitablemente, imaginar una historia (…) es
la durée la que deviene panorámica”; en Barthes, R. (1989). Op. Cit.; p. 8.
43
Petrarca, Francesco. Subida al monte Ventoso. Madrid: José J. Olañeta, 2011. La ascensión de
Petrarca al monte Ventoux en 1333 se considera la primera descripción panorámica de un paisaje en la
cultura occidental; ver Brilli, A. Op. Cit.; p. 27. Gustave Flaubert describía el panorama de la ciudad
de Rouen a través de los ojos de Emma Bovary cuando llegaba a la ciudad para encontrase con su
amante; en Madame Bovary, Barcelona: ediciones Orbis-Editorial Origen, 1982; p. 313.
44
Alas, Leopoldo. Clarín. La Regenta. (1884-1901). Capítulo 1. Barcelona: Crítica, 2006; pp. 80-81.
45
Clarín. Op. Cit.; pp. 81-82.
150
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
En las guías, la descripción a vista de pájaro era el recurso que empleaban los
redactores para inventariar los espacios y monumentos, los habitantes y las costumbres.
Desde arriba, se desgranaban las cualidades del paisaje, se consolidaban jerarquías
y se reclamaba la atención del lector con las seductoras perspectivas que aseguraban
la fuerza simbólica del contacto visual con un lugar. Además de definir las primeras
impresiones, la vista desde un mirador elevado servía para incluir la información
más objetiva, mesurable y científica sobre una localidad: así, la topografía y el clima
adquirían un papel protagónico, junto a la latitud, el emplazamiento a escala regional
o provincial, las relaciones con otros municipios, el lugar que ocupaba una población
en un determinado itinerario o la extensión de sus dominios. Las palabras instalaban
en la retina y en la conciencia del lector una imagen muy precisa de la ciudad, con los
símbolos de poder, la delimitación de los enclaves históricos y los incipientes signos
del desarrollo industrial:
46
A juicio de Barthes, la mirada a vista de pájaro era un producto de la imaginación romántica
literaria que permitía, más allá de las sensaciones, ver las cosas “en su estructura”; en Barthes, R.
(1989). Op. Cit.; p. 11.
47
Sobre la institucionalización del mirador, ver Corboz, A. (2004). Op. Cit.; p. 32. Hans Magnus
Enzensberger definió el rito del “sight-seeing” como la mirada que está obligada a ver lo que debe
ser visto; en “Une théorie du tourisme”. Culture ou mise en condition. 1965; pp. 229-230. Edición
consultada: Paris: Les Belles Lettres, 2012.
151
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
No fue Víctor Hugo el primero en describir París desde las torres de Notre
Dame, ni en emplear el recurso del mirador para restituir la memoria de los paisajes
desaparecidos. En su Tableau de Paris (1781-1788), el escritor y dramaturgo Louis-
Sébastien Mercier (1740-1814) ya recomendaba al lector trepar hasta las torres de la
catedral para conocer la verdadera fisionomía de la ciudad:
152
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
Mientras contemplaba París desde las torres de la catedral, Mercier era consciente
de la dificultad para captar una única imagen y elaborar una precisa fisionomía de
la ciudad. Sabía que era preciso descender del mirador elevado para emprender una
exploración a ras de suelo y penetrar en las calles de París. Fue este descenso lo que
le haría distinto del resto de observadores parafundar,, con su cuadro parisino, una
nueva forma de descripción urbana. La convicción de que la verdadera fisonomía de
un lugar sólo podía ser captada recorriendo sus calles, le llevaba a poner en duda las
teorías fisiognómicas del teólogo suizo Johann Caspar Lavater (1741-1801) que, en
aquella época, gozaban de gran popularidad con la difusión de El arte de conocer a
los hombres por la fisonomía (1775-1778). Convertida en tema de debate en la Europa
ilustrada, la obra de Lavater mezclaba sus convicciones religiosas con el método de
observación de la apariencia física y el análisis de los rasgos faciales, con la intención
de desvelar el carácter y la personalidad de un individuo:
“La fisionomía humana es (…) en la acepción más amplia del término, el exterior,
la superficie del hombre en reposo o en movimiento, sea observándolo directamente o
teniendo ante nuestros ojos su imagen. La fisiognomía es la ciencia, el conocimiento
de la relación existente entre el exterior y el interior, la superficie visible que cubre lo
invisible. En un sentido estricto, se entiende por fisionomía el aire, los rasgos del rostro,
sus opiniones contra la monarquía. A pesar de las dificultades, el éxito de la obra le animó a ampliarla: así,
de los dos volúmenes iniciales llegó hasta los doce finales, a lo largo de un complejo proceso de redacción
que se dilató durante doce años. A los dos volúmenes de la primera edición, se añadieron otros dos en
1782, cuatro volúmenes suplementarios en 1783 y otros cuatro más hasta terminar definitivamente en
1788: Tableau de Paris. Nouvelle édition corrigée & augmentée. Amsterdam, 1783-1788. Se vendieron
100.000 ejemplares y Mercier alcanzó gran popularidad en toda Europa. Existe una selección crítica de
la obra: Kaplow, Jeffry (ed.). Louis-Sébastien Mercier, Le Tableau de Paris. Paris: La Découverte, 1998.
153
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
y por fisiognomía el conocimiento de los rasgos del rostro y de su significado (…) Nos
ha demostrado la experiencia, que todo tiene relaciones en la naturaleza, y que las
calidades exteriores están en relación con las interiores. Todas las ciencias naturales
están fundadas en semejantes relaciones”50 (Fig. 22).
“Mr. Mercier (el autor del Cuadro de París) vino á Zurich, presentóse
precipitadamente en casa de Lavater, y le dijo: Míreme Vm. bien; yo vengo de
París a Zurich con el objeto de someter mi figura á sus observaciones; adivine
quien pueda ser.
-Desde luego, respondió Lavater; ha de ser un literato.
-Es verdad ¿pero de qué género?
-Me parece que es filósofo, que pinta á maravilla las ridiculeces, que tiene mucha
originalidad, y genio satírico, que podrá ser muy bien el autor del Cuadro de
París, cuya lectura acabo de concluir”51.
50
Lavater, Johann Caspar. Physiognomische Fragmente zur Beförderung der Menschenkenntnis
und Menschenliebe (1775-1778). Hemos consultado un extracto de la obra traducido al castellano: El
Fisónomo portátil o compendio del arte de conocer a los hombres por las facciones del rostro. París: de
la imprenta de Pillet Ainé, 1838; p. 40.
51
Lavater, J. K. Op. Cit.; p. 35.
154
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
Lavater había reconocido los rasgos faciales del popular autor del Tableau de
París, el mayor escrutador de la ciudad pre-revolucionaria. Con una escritura, surgida
de sus desplazamientos callejeros y el registro de los detalles más insignificantes,
Mercier había inaugurado una nueva forma de dar a ver la ciudad, cuyas resonancias
se dejarían sentir en numerosas obras posteriores52 . Fabricado como una sucesión
de escenas dispersas, en el cuadro las palabras despiertan la conciencia del espacio
habitado, abriendo las puertas a lugares que se encontraban más allá de los circuitos
oficiales y que carecían de cualquier interés monumental. En su descubrimiento de
la ciudad inédita, el mirador perturba los rituales del viajero ocasional e invalida las
visiones establecidas y los estereotipos que circulaban en las descripciones urbanas
de la época. En sus observaciones conscientes, planea el recuerdo de las solitarias
ensoñaciones de Jean-Jacques Rousseau53, aunque Mercier nunca deambule errante ni
se sumerja plenamente en sus pensamientos con la intención de aislarse de un mundo
ajeno y hostil. En este gran panorama de la existencia urbana que es el Tableau, el
orden de las ideas acompasa su ritmo al de las palabras que nombran las cosas vistas,
declinando las sucesivas etapas de un singular desplazamiento. Así, el paseante que
recorre las calles del París anterior a la gran revolución (1789), discurre a través de unos
espacios que serían mudos y vacíos sin las palabras que les dan vida. Avanzándose a
las descripciones románticas, Mercier desplaza la atención hacia el estado emocional
del observador; no se trata de un simple emisor de imágenes sino de una “especie de
faro o proyector de luz capaz de animar un paisaje”54, alguien capaz de atribuirle
una carga sentimental propia. En su apresurado caminar, elude las distancias, los
obstáculos y los peligros que puedan abortar sus ansias de conocimiento:
“He caminado tanto para escribir el Tableau de París que puedo decir que lo
he escrito con mis piernas; también he aprendido a caminar por el pavimento de la
capital de una manera ágil, vivaz y rápida. Es el secreto para verlo todo. El ejercicio lo
permite: en París, no hay nada que pueda hacerse lentamente, porque otros esperan”55.
52
La historiografía ha considerado el Tableau como la fundación de un nuevo discurso sobre la
ciudad; la apertura del denominado periodo “clásico” de la literatura sobre París, entre la revolución
de julio de 1830 y la de febrero de 1848. Con sus Tableaux parisiens (1857-1860), Charles Baudelaire
se convirtió en uno de los responsables de la rehabilitación de Mercier en el siglo XIX.
53
Les Rêveries du promeneur solitaire, obra inacabada del filósofo francés, fue escrita entre 1776 y
1778 y se publicó por vez primera en 1782. Mercier se refiere al “caminante” Rousseau en el volumen
1 del Tableau, pp. 16-17. Según Eric Hazan, en las Rêveries “se escucha en ruido de fondo de la terrible
miseria del París pre-revolucionario”; en Op. Cit.; p. 414.
54
Brilli, A. Op. Cit.; p. 64. En este caso, Brilli hace referencia al viajero que recorría Italia.
55
Mercier, L-S. Tableau. Op. Cit.; II, p. 1309.
155
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Tan pronto como uno se encuentra en las calles de París, se observa que no es
el pueblo quien hace las leyes: no hay comodidad para las gentes de a pie; apenas
hay aceras. El pueblo parece un cuerpo separado del resto del estado; los ricos y los
poderosos poseen el bárbaro derecho de aplastar o mutilar en las calles; cien víctimas
expiran cada año bajo las ruedas de los coches. La indiferencia hacia esta clase de
accidentes explica que se crea que todo sirve para satisfacer a los importantes”56.
56
Mercier, L-S. “Le bourgeois”. Op. Cit.; I; p. 37.
57
Mercier, L.-S. Op. Cit.; I; p. 45.
58
Toquevile, Alexis de. De la démocratie en Amerique. vol 1: 1835 y vol 2: 1840. Sobre la indiferencia
en la sociedad contemporánea, Richard Sennett señala que “lo que lubrica el mecanismo de la indiferencia
no es, ni mucho menos, la propia maquinaria del poder. Por el contrario, el despliegue de la indiferencia
estriba en como ve el ojo el funcionamiento del poder en el espacio. Al recorrer esas calles por las
que la gente se afana en sus propias ocupaciones, continuamente somos testigos de diversas escenas de
sometimiento, en las cuales los actores creen que simplemente se limitan a ser lo que son, entumecidos e
insensibles ante el hecho de que la autentica indiferencia requiere un lugar privilegiado de la sociedad. El
sometimiento pasa por la linterna magica del poder, de manera tal que la imagen proyectada en las calles
de la ciudad no llega a irritar al ojo. El sometimiento aparece en las calles como desapego. Si lo que se ve
duele, basta con seguir caminando”; en La conciencia del ojo. Op. Cit.; pp. 162-163.
156
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
indicios de la ceguera social que llegaría a marcar en el futuro las viciadas relaciones
entre los habitantes de la moderna metrópolis:
“Hay más dinero en una casa del Faubourg Saint-Honoré que los Faubourgs Saint-
Marcel y Saint-Marceau juntos. En esas casas, alejadas del movimiento de la ciudad,
se ocultan los hombres arruinados, los misántropos, los alquimistas, los maníacos,
los rentistas, y también algunos sabios estudiosos que realmente buscan la soledad y
que quieren vivir absolutamente ignorados y separados de los barrios bulliciosos de
los espectáculos. Nadie irá nunca a buscarlos a este extremo de la ciudad: si alguien
viaja a este lugar sólo será por curiosidad; nada os reclama allí y no existe un sólo
monumento que ver”59.
59
Mercier, L-S. “Le Faubourg St. Marcel”. Op. Cit.; I; p. 165.
60
Mercier, L-S. “Avéuglement”. Op. Cit.; p. 173.
61
Mercier, L-S. “Le Faubourg St. Marcel”. Op. Cit.; I; p. 165.
62
Mercier, L-S. “Préface”. Op. Cit.; p.1.
157
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
63
Mercier, L-S. Op. Cit.; I; p. 1373. “Je dirai ce que j’ai vu”; “J’ai crayonné d’aprés mes vues”.
64
Mercier, L-S. Op. Cit.; p. 11.
65
Mercier, L-S. Op. Cit.; p. 6.
66
Mercier, L-S. Op. Cit.; pp. 7-8. Un lugar común de las descripciones parisinas era la comparación
de la ciudad con un compendio del universo.
67
Según Laurent Turcot, Le Voyageur Fidèle, de Louis Ligier (1715) es una de las primeras obras
escritas a partir de la exploración individual de la ciudad; en Le Promeneur à Paris au XVIIIe siècle,
Paris: Gallimard, coll. “Le promeneur”, 2007; p. 285.
158
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
68
Mercier, L.S. “Préface”. Op. Cit.; I; p. VII.
69
Mercier, L-S. “Préface”. Op. Cit.; I; p. 6. En la segunda mitad del siglo XVIII, tuvieron amplia
difusión las teorías de Diderot acerca de la poética del cuadro teatral. Sobre la influencia de Diderot
en el Tableau, ver: Boucher, Geneviève. “Le discours sur le roman dans le panorama urbain: tableau,
style et histoire chez Louis Sébastien Mercier”; Études Françaises 49, núm.1, 2013; p. 29; y también
Stierle, Karlheinz. “Paris dans la littérature de la fin des lumières”. La Capitale des signes. Paris et son
discours. Paris: Éditions de la Maison des sciences de l’homme, 2001; p. 81.
159
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Quizás porque ni la ciudad ni el mundo volverían a ser como antes, esta vez
Mercier no se encarama a un mirador para contemplar y describir el paisaje urbano.
Sus reflexiones surgen de la observación de un gran plano en relieve, de casi 50m2,
que reproducía un París de madera y cartón, la imagen sin vida de los escenarios
sangrientos de la revolución de 1789 que había realizado el ciudadano Arnaud en
1797 y que se encontraba expuesto en el Palacio de la Igualdad (el antiguo Palacio
Real), adonde se dirigían las multitudes con curiosidad y admiración. El mirador
encuentra una sencilla silla y, subido a ella, contempla la ciudad en miniatura “mucho
mejor que si la viera desde lo alto de la torre de Saint Jacques-la Boucherie”, porque
desde allí, puede abrazar “de una sola vez, su medida y su diámetro, siguiendo en su
singular longitud las inmensas calles de Saint Martín y Saint Jacques y la estrecha
oblicuidad de las calles adyacentes que provocan el contraste”74. Desde su precario
observatorio, Mercier describe las pequeñas calles y las casas, encajadas entre las
70
Mercier, L.-S. “Préface”. Tableau de Paris. Nouvelle édition corrigée & augmentée. Amsterdam,
1783; p. IX.
71
Mercier, L.-S. (1783). Op. Cit.; p. 8.
72
Mercier, L-S. “Vues préliminaires”. Le Nouveau Paris. Paris: Fuchs, C. Pougens et C. F. Cramer,
1797; vol 1. p. 23.
73
Mercier, L-S. (1797). Op. Cit.; p. 48.
74
Mercier, L-S. (1797). Op. Cit.; IV. p. 19.
160
La mística del mirador: el mundo a vista de pájaro
“No es bueno imitarlo todo; es absurdo querer pintar todo lo que no está al
alcance del pincel; pero si, en lugar de tantas pinturas vanas y estériles, tuviéramos
ante los ojos la fisonomía verdadera de las ciudades más antiguas del mundo, de las
cuales no quedan más que vagos recuerdos, quizás descubriéramos en su estructura,
su posición, su emplazamiento, lo suficiente para arrojar luz sobre el genio más o
menos grande, más o menos feliz, que ha presidido hasta hoy el incierto destino de
las naciones... ¿Qué no daríamos por contemplar, en una misma escala…Alejandría,
Persépolis, Babilonia, con sus jardines colgantes..., Cartago, la antigua Roma, todo
aquello que se ha borrado?”75.
75
Ibidem.
161
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 1 Mapa-guía del Viejo París: “Vieux París et ses monuments (XVIIè siècle). Avec le tracé de ses limites sous
Philippe Auguste, Charles VI, Louis XIII et ses limites actuelles”. Encyclopédie Bouasse-Lebel. Paris, c. 1858.
162
Capítulo 2.2
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
“Pero por muy admirable que os parezca el París de hoy día, rehaced
el París del siglo XV, reconstruirlo en vuestra mente, mirad la luz a
través de esta hilera de agujas, de torres y de campanarios, esparcid la
vista en medio de la inmensa ciudad, rasgadla en las puntas de sus islas,
hacedla pasar bajo los arcos de sus puentes con amplias olas verdes y
amarillentas, más cambiantes que la piel de una serpiente, recortad
netamente sobre un horizonte azul el perfil gótico de ese viejo París,
haced flotar su contorno en una bruma invernal que se engancha en sus
innumerables chimeneas; sumergirlo en una noche profunda y admirad el
juego cambiante de luces y sombras en aquel oscuro laberinto de edificios;
echad sobre él un rayo de luna que lo dibuje vagamente y haga salir de
entre la bruma las grandes cabezas de sus torres; o volved a tomar esa
negra silueta, ensombreced aún más los mil ángulos agudos de flechas
y hastiales y hacedla resaltar, con más dientes que la mandíbula de un
tiburón, sobre el cielo cobrizo de poniente. Y luego, comparad”.
Víctor Hugo. “Paris a vista de pájaro”. Notre Dame de París, 1831.
76
Hugo, V. Op. Cit.; p. 156.
163
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
de los campanarios, se salía por fin bruscamente a una de las altas plataformas,
inundadas de luz y de aire, qué maravilloso cuadro el que se ofrecía por todos lados a
vuestra vista; un espectáculo sui generis del que pueden fácilmente hacerse una idea
aquellos de nuestros lectores que han tenido la suerte de ver una ciudad gótica entera,
completa, homogénea…”77.
Víctor Hugo había declarado la “guerra a los demoledores” en el celebrado
panfleto (1825) que confirmaba su autoridad en el debate sobre los efectos de la
destrucción patrimonial: “Si las cosas siguen este ritmo actual, pronto no quedará
en Francia otro monumento nacional que los Viajes pintorescos y románticos en los
que rivalizan en gracia, imaginación y poesía el lápiz de Taylor y la pluma de Ch.
Nodier”78. Durante la monarquía de Julio y el reinado de Luis Felipe de Orléans
(1830-1848), el urbanismo parisino había iniciado una nueva etapa de modernización
marcada por las preocupaciones higienistas y la necesidad de abrir nuevas vías para
erradicar la insalubridad de los barrios más degradados79. Aquel era un contexto
favorable para que Hugo volviera a la carga, siete años después del panfleto inicial,
con una adenda en la que lamentaba que la revolución de 1830 no hubiera significado
un avance en los criterios de preservación de la arquitectura medieval francesa:
“Es preciso decir bien alto que esta demolición de la vieja Francia, que hemos
denunciado muchas veces bajo la restauración, continúa con mayor encarnizamiento
y barbarie que nunca. Desde la revolución de julio y la democracia, se han desbordado
la ignorancia y la brutalidad. (…) En París el vandalismo florece y prospera ante
nuestros ojos. El vandalismo es arquitecto. El vandalismo se recuesta y descansa.
El vandalismo es festejado, aplaudido, animado, admirado, cuidado, protegido,
consultado subvencionado, sufragado, naturalizado. El vandalismo es contratista de
obras por cuenta del gobierno. Se ha instalado disimuladamente en los presupuestos
que roe sin hacer ruido, como el ratón con su pedazo de queso. Y ciertamente, se gana
bien la vida. Cada día derriba alguna cosa de lo poco que nos queda del admirable
viejo París (…) El vandalismo tiene sus periódicos, sus cenáculos, sus escuelas, sus
cátedras, su público, sus razones. El vandalismo tiene a los burgueses a su lado.
Está bien alimentado, bien pagado, hinchado de orgullo, casi como un sabio, muy
77
Hugo, V. Op.Cit.; p. 134.
78
El panfleto se publicó en 1829 en La Revue de París. Hugo se refería a la serie de 24 volúmenes y
sus respectivas litografías de los Voyages pittoresques et romantiques dans l’ancienne France, el primer
registro sistematico del patrimonio francés que impulsó el barón Isidore Taylor junto al escritor Charles
Nodier entre 1820 y 1878. En 1837, el mismo año que el arquitecto Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc
iniciaba su colaboración en el proyecto, el estado francés creó la Comisión Superior de los Monumentos
históricos, el primer órgano oficial dedicado a preservar el patrimonio nacional.
79
En 1833, fue nombrado prefecto del Sena Claude Philibert Barthelot de Rambuteau, quien se
encargó de reestructurar el barrio de les Halles, abriendo la calle que actualmente lleva su nombre, así
como de plantar árboles en las avenidas, de establecer la infraestructura del sistema de cloacas y de la
iluminación de gas.
164
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
Fig. 2
Reconstrucción
a vista de pájaro del
París del siglo XII.
Paris à vol
d'oiseau. 1845.
80
Hugo, V. “Guerre aux démolisseurs”. Revue des Deux Mondes. Période initiale, tome 5, 1832;
pp. 607-622.
81
Guillemin, Léon. “Paris à vol d’oiseau”. Physiologie des quartiers de Paris, Paris: Desloges
éditeur, 1841; p. 47.
82
Paris à vol d’oiseau, son histoire, celle de ses monuments, de ses embellissements et acroissements
sucessifs, depuis l’époque de sa première enceinte jusqu’à l’echevement de ses fortifications actuelles.
Paris: B. Renault ed, 1845. Otras publicaciones similares son París à vol d’oiseau, son histoire, celle de
ses accroissements successifs, de ses antiquités, de ses embellissements. París: R. Ruel, 1851; Maleville,
J. Paris à vol d’oiseau. Paris: Libraire Scientifique, industrielle et agricole Eugène Lacroix ed. 1865; o
Paris à vol d’oiseau. Illustrations de G. Fraipont. París: À la libraire illustrée, 1889.
165
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
83
“Epilogue. Paris moderne. Coup d’oeil rétrospectif sur le Paris ancien. Panorama general”. Paris à
vol d’oiseau. 1846. Op. Cit.; p. 139.
84
Paris à vol d’oiseau. Op.Cit.; p. 139
85
Paris à vol d’oiseau. Op.Cit.; p. 146.
86
Paris à vol d’oiseau. Op. Cit.; pp. 139-140.
87
Maleville, J. Op. Cit.; p. VIII.
88
En 1835, el arqueólogo e historiador Alexandre Lenoir (1801-1891) emprendió el proyecto de elaborar
La estadística monumental de París (1840-1867), un gran inventario científico de los monumentos de
la ciudad, para lo cual recabó la ayuda de más de treinta colaboradores entre los que se encontraba E.E.
Viollet-le-Duc. Lenoir también fue el impulsor del Museo de la Edad Media de París (1844).
166
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
La mayor parte de las guías históricas seguía el hilo argumental que había trazado
Honoré de Balzac en “Ce qui disparaît à Paris” (1844), la breve pieza que publicó
por primera vez en Le Diable à Paris, y en la que el escritor relacionaba la pérdida
patrimonial con la ausencia de autoridad política de la monarquía89. Pero fue a partir
de las intervenciones del Segundo Imperio (1852-1870) cuando, a la implacable
presencia de las flamantes avenidas y de las infraestructuras urbanas, se añadió la
figura del observador que analizaba críticamente la ciudad desfigurada. El cambio
se dejó sentir en las guías coetáneas a las primeras acciones del Barón Haussmann y,
especialmente, en las que se editaron con ocasión de la exposición de 1855. A partir
de aquel momento, las publicaciones añadían un capítulo en el que consignaban
con detalle todos los cambios urbanos: “Antaño, vuestra mirada no sobrepasaba
el Louvre; pero hoy, nada la detiene. Desde el Hotel de la Marina se sumerge, en
línea recta y sin obstáculos, hasta el Hotel-de-Ville: he aquí la inmensa perspectiva
que abre al ojo sorprendido la prolongación de la calle de Rívoli…”90. Esta era la
impresión que ofrecía una guía de la gran avenida que se acababa de terminar aquel
mismo año de 1855.
En el seno de una sociedad temerosa de perder sus recuerdos, la gestión de la
memoria común y el creciente mercado de la nostalgia favorecieron la extensión del
género de la guía histórica y la circulación de las imágenes que restituían los antiguos
escenarios urbanos91 (Fig. 1). Al seguir los avances de la piqueta, las guías no sólo
incrementaban el tono nostálgico de su discurso sino que llegaron, en muchos casos,
hasta la especialización del lamento por los paisajes perdidos, contribuyendo, de
manera activa, a la creación del Viejo París92 . En su historia sobre la “invención” del
Viejo París, Ruth Fiori señala que fueron precisamente las guías urbanas de finales
del siglo XVII las primeras publicaciones que mostraron los signos de la fractura
irreversible entre la ciudad antigua y la nueva metrópolis93. Un siglo y medio después,
89
Parkhurst Ferguson, Priscilla. “Mapping the city”. Paris as revolution. Writing the nineteenth
century city. Berkeley-Los Angeles-London: University of California Press, 1994; p. 66.
90
Moulin, Henri. “Paris à vol d’oiseau”. Impressions de voyage d’un étranger à Paris. Visite de
l’exposition universelle de 1855. Paris: Mortain, 1856; p. 4. La Véritable Guide Parisien de M.T.
Faucon, publicada en 1855, también dedicaba un capítulo específico al viejo París.
91
Jacques Le Goff habla del pánico al olvido y de su explotación “descaradamente por los mercaderes
de la memoria a partir del momento en que la memoria se ha convertido en uno de los objetos de
la sociedad de consumo que se vende bien”. Para el historiador, la memoria constituye “una de las
máximas preocupaciones de las clases, de los grupos, de los individuos que han dominado y dominan
las sociedades históricas”; en Op. Cit.; p.134. En relación a este planteamiento, es clave la noción
de lugar de la memoria desarrollada por Pierre Nora: “El lieu de mémoire es una noción abstracta,
puramente simbólica, destinada a desentrañar la dimensión rememoradora de los objetos, que pueden
ser materiales, pero sobre todo inmateriales, como fórmulas, divisas, palabras clave”; en Nora, Pierre.
“La aventura de les Lieux de Mémorie”. AYER 32; 1998; p. 32; y Nora, Pierre (dir). Les lieux de
mémoire. 3 vols. Paris: Gallimard, 1986.
92
Sobre la invención del viejo París: Fiori, Ruth. L’invention du vieux Paris. Naissance d’une
conscience patrimoniale dans la capitale. Wavre: Mardaga, 2010.
93
Entre las primeras guías que fijaron esta demarcación, Fiori cita Paris ancien et nouveau, de
167
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
cuando la escisión era ya una evidencia y aumentaban los ataques de los escritores e
intelectuales contra las demoliciones, la uniformidad del trazado y la insignificancia
de las nuevas construcciones, llegó el tiempo de las guías especializadas en recrear el
ambiente pintoresco de las viejas calles.
El público acogía con interés estos relatos, como Paris démoli (1853), del prolífico
escritor, dramaturgo, historiador y bibliófilo Edouard Fournier (1819-1880), un
inventario erudito de los edificios y monumentos derribados. Sólo dos años después
de la primera edición, Fournier reeditaba de nuevo la obra porque el paisaje de “zanjas
y escombros” había cambiado con tanta celeridad que creyó necesario renovar los
contenidos de aquel “viaje a través de las nuevas ruinas”. En su nostálgico periplo,
Fournier guiaba al lector en la búsqueda de los restos visibles e invisibles de la vieja
ciudad, siguiendo una sucesión de capítulos que incrementaba la intensidad dramática
del recorrido, con títulos como “Lo que se va de Paris” o “Lo que se pierde con
los embellecimientos”. La apología de la ciudad desaparecida se acompañaba de un
prefacio de Théophile Gauthier, en el que el escritor defendía la pertinencia de una
obra que se encontraba a la “orden del día y que llegaba en el momento más propicio”,
cuando “las profundas zanjas” se transformaban en “magníficas calles” y las “islas
de casas desparecían como por encantamiento, abriéndose nuevas perspectivas” y
desorientando a quienes creían conocer su camino94. En el prefacio, Gauthier empleaba
toda la artillería pesada de la retórica romántica: la poética de los escombros y la
evocación de Piranesi, la fragilidad de las viejas construcciones y la insolencia de la
nueva arquitectura; el reconfortante ejercicio de la melancolía y la declaración solemne
de la incompatibilidad entre el viejo y el nuevo mundo95 (Figs. 3 y 9).
Entre las voces más insistentes contra las demoliciones, destaca la del escritor,
periodista e historiador, François-Victor Fournel (1829-1894), quien encontró en la
fórmula de la guía histórica la estrategia idónea para transcribir sus incansables
caminatas en busca de las huellas de la vieja ciudad. A la manera de Hugo y de
sus panfletos, Fournel emprendió, con una larga secuencia de obras, su particular
guerra a los demoledores. La batalla era especialmente cruenta en Ce qu’on voit
dans les rues de Paris (1855), una guía en la que proponía una serie de itinerarios
que encadenaban pasado y presente, para incidir en la confrontación entre la ciudad
Charles Le Maire (1685), un registro de los edificios y ornamentos antiguos y nuevos y una descripción
de todo lo que consideraba destacable en la ciudad. Le Maire separaba claramente la arquitectura
antigua, como Notre Dame y la Sainte Chapelle, de las realizaciones urbanas recientes, como la Place
Royale –la actual place des Vosgues- o el Pont Neuf, terminados en 1604; en Op. Cit.; p. 52.
94
Gauthier, Théophile. “Préface”; en Fournier, Edouard. Paris démoli. Deuxième edition révue et
augmentée. Paris: Auguste Aubry, 1855; p. I. Gauthier había publicado anteriormente este prefacio en
Le Moniteur Universel, concretamente el 21 de enero de 1854. Por su parte, Fournier también fue autor
de Enigmes des rues de Paris (1860) y Croniques et légendes des rues de Paris (1864), entre otras obras.
95
La Bédollière Emile de. Le Nouveau Paris, histoire de ses vingt arrondissements. Gustave Doré,
dessins et gravures; Desbuissons, dessins des cartes. Paris: G. Barba, 1861.
168
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
Fig. 3 Gustave
Doré. “El nuevo
París”. Le Nouveau
Paris, histoire
de ses vingt
arrondissements,
de Émile de La
Bédollière, 1861.
96
Entre sus obras destacan Tableau du vieux Paris. Les spectacles populaires et les artistes des rues
(1863); Paris nouveau et Paris futur (1865); Les déportations des morts: le préfet de la Seine et les
cimetières de Paris (1870). Dictionnaire encyclopédique d’anecdotes modernes, anciennes, françaises
et étrangères (1872); Paris et ses ruines en mai 1871, précédé d’un coup d’œil sur Paris de 1860 à
1870 (1872); Esquisses et croquis parisiens: petite chronique du temps présent (1876); Les Rues du
vieux Paris, galerie populaire et pittoresque (1879-1881); Le vieux Paris. Fêtes, jeux et spectacles
(1887); Les cris de Paris (1887). Fournel fue también autor de Voyages hors de ma chambre (1878), un
negativo de la popular obra de Xavier de Maistre, Voyages autour de ma chambre (1796).
97
Fournel, Victor. “Advertissement”. Ce qu’on voit dans les rues de París, 1855. Edición consultada:
Paris: Dentu éditeur, 1867; p. VII. Esta edición incluye algunos cambios respecto a las anteriores, como esta
advertencia inicial. Más adelante, nos remitimos a la edición de 1858.
169
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Diez años después, Fournel seguía insistiendo en la irreversible cesura entre las
dos ciudades con una nueva obra, Paris Nouveau et Paris futur (1865). No era un
hecho fortuito que, esta vez, iniciara el relato bajo la advocación del fragmento de
Notre Dame de París en el que Víctor Hugo declaraba la esperanza de recuperar
algún día la visión de la bella ciudad histórica desde las alturas98. Ya en el prefacio,
Fournel proclamaba “yo soy el grito lastimero e impotente del París que se va contra
el París que viene”99, para continuar con la oposición a las decisiones de Haussmann
y el rechazo a la “monótona igualdad de una magnificencia banal, a la misma calle
geométrica y rectilínea, que prolonga en una perspectiva de una legua sus hileras de
casas, siempre iguales”100. De manera significativa, el primer capítulo, titulado “un
vistazo general”, se iniciaba con la recreación del París que contemplaba Quasimodo
desde su refugio en las torres de la catedral:
“Un océano de tejados puntiagudos, de frontones tallados, de pináculos
esculpidos, de torrecillas adosadas a los ángulos de los muros; un gran desorden de
pirámides de piedra, de obeliscos de pizarra, de macizas mazmorras, de torres aéreas,
de flechas de encaje bordado; un profundo y hormigueante laberinto, en el que se
confundían, en armoniosa mezcla, las fachadas talladas, las ventanas historiadas,
las puertas ojivales, las vigas curiosamente trabajadas, las murallas almenadas, las
iglesias con sus grandes pórticos ojivales, sobrecargados de estatuas, las mansiones
severas y suntuosas, con sus bosques de chimeneas, de veletas, de agujas esbeltas,
de pabellones y portones de hierro (…); y una inextricable maraña de callejuelas
serpenteando de una punta a otra de la ciudad, cruzando entre las altas mansiones,
con sus perforaciones caprichosas y encantadoras, ofreciendo a la mirada perspectivas
infinitas, en las que lo imprevisto nacía y renacía a cada paso…”101.
Aunque el plagio es más que evidente, creemos que es pertinente incluir el
fragmento de la novela de Hugo en el que se había “inspirado” Fournel para elaborar
su evocación:
“¿Qué aspecto ofrecía, visto desde lo alto de las torres de Nuestra Señora, este
conjunto urbano en 1482? (…) Para el espectador que llegaba jadeante a esa cima, era
principalmente un deslumbramiento de tejados, chimeneas, calles, puentes, plazas,
flechas, campanarios. Todo se agolpaba ante los ojos a la vez, el aguilón tallado, el
tejado puntiagudo, la torrecilla suspendida en la esquina de un muro, la pirámide de
piedra del siglo XI, el obelisco de pizarra del siglo XV, el torreón desnudo y redondo,
98
“…y no desespero de que París, visto desde un globo, no ofrezca un día esa riqueza de líneas, esa
opulencia de detalles, esa diversidad de aspectos, ese no se qué de grandioso en lo simple y de inesperado
en lo bello que caracteriza a un damero”. Hugo, V. “París a vista de pájaro”. Op. Cit.; p. 157.
99
Fournel, V. “Avant-propos”. Paris Nouveau et Paris futur. Paris: Jacques Lecoffre libraire-éditeur,
1865; p. 2.
100
Fournel, V. (1865). Op Cit.; p. 221.
101
Fournel, V. (1865). “Paris Nouveau. Coup d’oeil général”. Op Cit.; pp. 9-10.
170
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
102
Hugo, V. Op. Cit.; p. 140.
103
Scenes populaires, dessinées à la plume. Paris: Levavasseur, 1830.
104
Fournel, V. (1865). “Paris Nouveau. Coup d’œil général”. Op Cit.; p. 12.
105
Hazan, E. Op. Cit.; p. 451. El de Marville no era el primer inventario fotográfico: en 1851 la
Sociedad Heliográfica y la Comisión de los Monumentos Históricos del gobierno francés invitaron
al fotógrafo Henri Le Secq a participar en las Misiones Heliográficas con el fin de registrar los
monumentos históricos de Francia. En el proyecto también participaron otros fotógrafos como Gustave
Le Gray, Hippolyte Bayard, Édouard Baldus y Auguste Mestral; ver: Mondenard, Anne de. “La
Mission héliographique: mythe et histoire”. Études photographiques, num. 2, mayo 1997; pp. 60-82.
106
Aubenas, Sylvie/ Gall, Guillaume (dir.). Atget. Une rétrospective. Paris: Paris: Hazan-Bibliothèque
Nationale de France, 2007; p. 21.
171
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 4 Charles
Marville. Rue de
Lourcine y rue des
Bourguignons,
1865-1868.
107
Gall, G. Op. Cit.; p. 24.
108
Gayet de Cesena, A. “Introduction”. Op. Cit.; pp.1-2.
109
Gayet de Cesena, A. Op. Cit.; p. 4.
110
Gayet de Cesena, A. Op. Cit.; p. 2.
172
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
173
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
servía para comprobar hasta qué punto “todo había cambiado, se había transformado:
ideas, cosas e incluso nombres”111. Con la sorpresa y el estupor del “viajero acabado
de llegar desde una ciudad extranjera”, el artífice de la primera fotografía aérea de
París (1856), contemplaba aquel “espectáculo imponente” mientras rememoraba la
catástrofe de “Lé géant” (1863), el inmenso globo con el que quiso llevar al límite las
posibilidades de la nueva técnica aerostática y registrar todo lo que el ojo humano era
incapaz de percibir112 (Fig. 5). Fue el fotógrafo aeronauta quien había inspirado Cinco
semanas en globo (1863), la novela que inauguraba los Viajes Extraordinarios de
Julio Verne y que estaba protagonizada por el artefacto volador y por unos viajeros
“extasiados” al ver cómo “la naturaleza se toma la molestia de pasar ante tus ojos”113.
Para Nadar, el globo era algo más que un novedoso medio de transporte; era el
instrumento que venía a colmar las secretas aspiraciones del mirador, porque sólo
desde la lejanía las cosas se reducían “a sus proporciones relativas, a la Verdad”. Desde
arriba, en la “serenidad sobrehumana y en la emoción del inefable transporte”, Nadar
siente que el “alma se libera de la materia” y ésta “se olvida, como si no existiera,
volatizada en la más pura esencia. Todo está lejos, preocupaciones, amarguras,
disgustos”; porque, en el cielo, “desaparecen la indiferencia, el desdén, el olvido y
también el perdón”114. La mística del mirador, la visión distante desde las alturas
inducía al estremecimiento, mientras el observador se enfrentaba a las aterradoras
dimensiones de un territorio inabarcable: “Tanto sobre una cima como sobre otra, la
mirada del espectador se pasea, incierta, sobre la tela animada del panorama de París.
Hay demasiado donde elegir, los puntos fijos se diseminan por todas partes…”115.
111
Nadar. “Le dessus et le dessous de Paris”. Paris Guide. Par les principaux écrivains et artistes de
la France. Vol. II: La vie. Paris: Libraire internationale, 1867; p. 1582.
112
Nadar. (1867). Op. Cit., p.1585. En 1863, el fotógrafo creó la Sociedad para la Locomoción
Aérea y financió la construcción del globo Le Géant, con el que hizo ascensiones hasta 1867. En julio
de 1868, desde el aerostato de Henri Giffard instalado en el hipódromo de París, tomó las famosas
imágenes del Arco del Triunfo en su confluencia con la avenida Eylau, la calle Villejust, la avenida
Friedland, la de la Reine-Hortense y la de la Imperatrice. Estas avenidas fueron los primeros fragmentos
urbanos captados desde el aire y los primeros que se publicaron en Le petit figaro.
113
Verne, Jules. Cinq semaines en ballon: voyage de découvertes en Afrique par trois anglais. 1863.
Edición consultada: Paris: Hachette, 1917, p. 79.
114
Nadar. Quand j’étais photographe. Préface de Leon Daudet. Paris: Flammarion, 1895-1905; p. 76.
115
Niépovié, Gaëtan. (Pseudónimo de Karol Frankowski). Études physiologiques sur les grandes métropoles
de l’Europe occidentale. Paris: Libraire de Charles Gosselin, 1840, p. 14. La obra aparece citada en las notas
que Walter Benjamin recogió sobre la fisiología de la insurrección (physiologie du érmeute).
116
Sobre la inabarcabilidad de la metrópolis moderna A. Pizza, “de algún modo, la ciudad del siglo
XIX parecería exigir de manera imperiosa lo que siguiendo una acepción metafórica, podríamos
definir como una “vista desde lo alto”: mecanismo típico de adaptación a un ensanchamiento de los
confines físicos de lo construido, definitivamente fuera del alcance de los medios naturales de la visión.
174
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
sólo golpe de vista todo el conjunto de la perspectiva”, las tradicionales atalayas –las
torres de la catedral, la cúpula del Panteón, la columna Vendôme y la de Julio- estaban
condenadas a desaparecer, rendidas ante el “gigante que no conoce su medida” y su
“monstruosidad aterradora, cuando es comparada con un cuerpo inmenso que crece y
se desarrolla “sin cesar”; que no se contenta con “el lecho sobre el que yace la cuna que
le vio nacer; que extiende sus pies hasta distancias infinitas; sus costados se expanden
más allá de toda mesura y su cabeza reposa sobre las colinas del entorno”117.
“No subáis a las viejas atalayas; para descubrirla es preciso poseer la mirada del
águila, su vuelo poderoso, y proceder al examen desde lo alto de las nubes (…); sólo
así, el espectador se sorprenderá al pasear la mirada sobre tantos palacios suntuosos,
sobre las esbeltas torres, de atrevidas espirales, viendo estas casas apretadas, las
tumultuosas calles, los boulevards y las largas arterias en las que circula la marea de
la población, estos magníficos puentes, estas puertas triunfales y el bello río que fluye
lentamente entre los muelles de granito…119.
La amplitud del territorio urbano no se puede medir desde la cima de un campanario gótico”; en Op.
Cit. (1998); pp. 172-173.
117
“Epilogue. Paris moderne. Coup d’oeil rétrospectif sur le Paris ancien. Panorama general”. Paris
à vol d’oiseau. Op. Cit., 1845; pp. 139-140. En Notre Dame de París, Víctor Hugo describía a las
grandes capitales “…como vórtices a los que van a parar todas las cuencas geográficas, políticas,
morales, intelectuales de un país, todas las pendientes naturales de un pueblo; pozos de civilización,
por decirlo así, y también cloacas, donde el comercio, la industria, la inteligencia, la población, todo
lo que es savia, todo lo que es vida, todo lo que es alma de una nación, va filtrándose y amasándose
continuamente gota a gota, siglo a siglo”; en Op. Cit.; p. 135.
118
Texier, Edmond Auguste. Tableau de Paris. Ouvrage illustré de Quinze cents gravures d’aprés les
dessins de Blanchard (Phar), Cham, Champin, Forest (eug), Français, Gavarni, Gérard-Seguin, J.J.
Grandville, Lami (Eug), Pauquet, Renard, Roussel, Valentin, Vernet (Hor), etc. 2 vols. Paris: Paulin
et Chevalier, 1852; vol 1; p. ij.
119
“Epilogue. Paris moderne. Coup d’oeil rétrospectif sur le Paris ancien. Panorama general”. Op.
Cit.; 1845; p. 140.
120
“Epilogue. Paris moderne”. Op. Cit.; 1845; p. 141.
175
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 6 Albert
Robida. Diseño para
la reconstrucción
del Viejo París
en la Exposición
Universal de 1900.
Fig. 7 Albert
Robida. Le Vieux
Paris. Guide
historique,
pittoresque et
anecdotique. Paris,
Imp. Ménard et
Chaufour, c. 1900.
Fig. 8
Fotocromía de la
reconstrucción del
Viejo París en la
Exposición de 1900.
“Debido a los desarrollos gigantescos que ha sufrido desde hace treinta años y de
la anexión de sus antiguos suburbios, París no puede ser abrazada de un solo golpe
de vista ni desde un único punto, por su inmensa extensión. Para poder tener una
idea general, es preciso contemplarla sucesivamente desde muchos vértices diferentes,
desde lo alto de esos puestos de vigilancia que se llaman las torres de Notre-Dame,
el Panthéon, la columna de Julio, la torre Saint-Jacques-la-Boucherie, la columna
Vendôme, el Arco de Triunfo de l’Etoile y, en fin, la Torre Eiffel, y coordinar los
diferentes panoramas con un esfuerzo de memoria visual”121.
121
Vitu, Auguste. “Vue générale de Paris a vol d’oiseau”. Paris. 450 dessins inèdits d’après nature.
Paris: Maison Quantin, 1890; p. 1.
176
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
Fig. 9 Gustave
Doré. “Una calle
del viejo París
desaparecida en
1862”. Grabado
publicado en Paris
illustré, de Adolphe
Joanne, 1867.
122
Robida, Albert. Le Vieux Paris en 1900. Études et dessins originaux, Paris, Chez l’auteur, 1900; p. 3.
177
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
123
En Francia, el mercado de postales vivió su primera gran expansión con la celebración de las
exposiciones de 1889 y 1900; ver: Schor, Naomi. “Collecting Paris”. Elsner, John/Cardinal, Roger
(eds). The cultures of collecting. Reaktion Books, London, 1994; pp. 252-274.
124
Constant de Tours (pseudónimo de Constant Chmielinski). Vingt jours à Paris. Guide-Album du
touriste. Paris: L.-H. May, 1900; pp. 280-281.
178
El mercado de la nostalgia: evocaciones de la ciudad histórica
125
Simond, Charles (ed.). “XX. Les centennales parisiennes”. La vie parisienne à travers le XIXe
siècle: Paris de 1800 à 1900 d’après les estampes et les mémoires du temps. Les centennales parisiennes.
3 vols. Paris: Plon, 1903; p. 190.
179
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
180
Capítulo 2.3
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y
las fisiologías literarias
“El escritor, una vez que ha puesto el pie en el mercado, mira el panorama en
derredor. Un nuevo género literario ha abierto sus primeras intentonas de orientación.
Es una literatura panorámica. Le libre des Cent-et-Un, Les Français peints par
eux-mêmes, Le diable à Paris, La grande ville, disfrutaron al mismo tiempo que
126
Hamon, P. (1993). Op. Cit.; p. 61. José Díaz aclara que la contradicción de esta literatura
panorámica se basaba en su insistencia por captar una imagen unitaria de la ciudad cuando sólo
ofrecía una visión fragmentada de la misma; en Díaz, J. Op. Cit.; p. 8.
127
“Réalisme Français”, Dictionnaire du XIXè siècle. Op. Cit.; p. 988 La tipificación literaria de la
sociedad obtuvo cierta popularidad hacia 1825, con el tableau de mœurs francés y el essay or sketch
of manners inglés.
181
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
los panoramas, y no por azar, de los favores de la capital. Estos libros consisten
en bosquejos, que con su ropaje anecdótico diríamos que imitan el primer término
plástico de los panoramas e incluso, con su inventario informativo, su trasfondo ancho
y tenso. (…) Eran vestuarios de salón para escritos que de por sí venían marcados del
baratijo callejero”128.
“Siguen las huellas a tipos como los que le salen al paso al que visita el mercado.
Desde los tenderos ambulantes de los bulevares hasta los elegantes en el “foyer” de
la Opera, no hubo figura de la vida parisina que no perfilase el fisiólogo. El gran
momento del género coincide con el comienzo de los años cuarenta. Es la escuela
superior de los folletones; la generación de Baudelaire ha cursado en ella. (…) En
1841 se llegó a contar con setenta y seis fisiologías. A partir de este año decayó
el género; desapareció con la monarquía burguesa. Era pequeñoburgués desde sus
raíces (…) Después de haberse dedicado a los tipos, le llegó el turno a la fisiología de
128
Benjamin, W. (1998) “El “flâneur”. El París del Segundo Imperio en Baudelaire”. Op. Cit.; pp.
49-50. Sobre la literatura panorámica ver: Benjamin, W. (2005). “Panorama”. Op. Cit.; p. 545.
129
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p. 52.
130
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; pp. 51-52.
131
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; pp. 52-53.
132
Fuchs, Eduard. Die Karikatur der europaïschen Völker. Munich, 1921, vol I, p. 362; citado en
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p. 50.
133
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p. 55.
182
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
la ciudad. Aparecieron Paris la nuit, Paris à table, Paris dans l’eau, Paris à cheval,
Paris pittoresque, Paris marié. Cuando se agotó el filón, se produjo un verdadero
atrevimiento: la fisiología de los pueblos”134.
La popularidad del género llegó con el éxito de las sátiras costumbristas que el
escritor Etienne de Jouy (1764-1846) había publicado en la Gazette de France –y
que, más tarde, se condensaron en los cinco volúmes de L’Ermite de la Chaussée
d’Antin, ou observations sur les mœurs et les usages français au commencement du
XIXe siècle (1812-1814)- y de la reedición, en 1838, de la Fisiología del gusto (1825)
de Jean-Anthelme Brillat-Savarin (1755-1826). Pero su verdadera consolidación
estuvo ligada a lafortuna de la Fisiología de la vida conyugal, de Honoré de Balzac
(1826 y 1829), la génesis -junto a la Historia de la Francia pintoresca (1824)- del
universo de La Comedia Humana (1829-1850), el proyecto de redactar 145 novelas
que explicarían la historia de Francia -desde la Revolución hasta la Monarquía de
Julio (1789-1830)-, y de las cuales el escritor llegó a concluir unas 87, dejando otras
7 en preparación. Cuando llevaba redactados casi dos tercios del conjunto, Balzac
escribió el plan global de la obra, cuya estructura de series y tipologías afirmaba su
convicción de que “no sólo los hombres sino más aún los acontecimientos principales
de la vida se formulan mediante tipos”135. En el plan, el escritor dejaba muy claro su
objetivo:
“Al realizar el inventario de los vicios y las virtudes, reuniendo los principales
datos sobre las pasiones, pintando los personajes, eligiendo los acontecimientos
principales de la sociedad, componiendo los tipos mediante la reunión de los rasgos
de muchos caracteres homogéneos, quizás llegaré a escribir la historia olvidada por
tantos historiadores, la de las costumbres”136.
Para Balzac, la novela era el género total porque le permitía “hacer ver y comprender,
enseñar”, transformarse en “historiador, moralista, hombre de ciencia, pensador y
artista” y “saberlo todo del mundo, de las artes, de las ciencias”137. En su proyecto,
cada relato ocupaba un lugar muy preciso en el cuadro general, formado por las tres
grandes divisiones temáticas: los Estudios de costumbres, los Estudios filosóficos y
134
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; pp. 49-50. Entre las obras más populares, destacan Paris ou
le livre des cent-un (1831-1834); Le Nouveau Tableau de Paris au XIXe siècle (1834-1835); Paris
au XIXe siècle (1841); Recueil de scènes de la ville de Paris (1838); Le Muséum Parisien, histoire
physiologique, pittoresque, philosophique et grotesque de toutes les bêtes curieuses de Paris et de
la banlieue (1841); La Grande ville, nouveau tableau de Paris, comique, critique, et philosophique
(1842-1843); Le Prisme, encyclopédie morale du XIXe siècle (1841-1850); Scènes de la vie privée et
publique des animaux (1842); Le Diable à Paris, Paris et les parisiens (1845-1846).
135
Balzac. “Avant-propos à la Comédie Humaine”. Julliet, 1842. Œuvres complètes de H. de Balzac.
Paris: A. Houssiaux, 1855, 1; p. 30.
136
Balzac. Op. Cit.; p. 22.
137
Balzac. Op. Cit.; p. 23.
183
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 3
Leonardo Alenza-
Calixto Ortega.
Frontispicio de Los
españoles pintados
por sí mismos,
1843-1844.
los Estudios analíticos, hasta llegar a completar el gran retrato del siglo, un universo
habitado por casi 2000 personajes. La conversión del escritor acompañaba el giro
literario hacia una forma de representación centrada en la observación de la realidad
cotidiana; la estrategia guardaba similitudes con los denominados fait divers o choses
vues138, un género periodístico de noticias impactantes que, en palabras de Roland
Barthes, servía para “clasificar lo inclasificable”, para mostrar el lado más invisible
de la sociedad y llegar “allá donde el mundo deja de ser nombrado”139.
Muy pronto, Europa se vio invadida por estas obras, superpobladas de voces y
miradas, como la densa metrópolis que aspiraban retratar. En sus páginas, dejaban de
existir las diferencias y las miserias en la vida de una gente que, así, podía abandonar
el anonimato para formar parte de la gran representación:
138
El fait divers apareció en Francia hacia 1838, primero con noticias variadas de carácter oficial y
más tarde con sucesos sensacionalistas; los británicos se habían adelantado dos años con los Penny
bloods, de Edward Lloyd. Ver: Barbier, F. Op. Cit.; p. 348.
139
Barthes, R. “Structure du fait divers”. Essais critiques. Paris: éditions du Seuil, coll. Tel Quel,
1964; pp. 188–197.
140
“Introducción”. Los españoles pintados por sí mismos. Madrid: I. Boix editor, 1843; p. VI. El
estudio más completo sobre esta obra sigue siendo el de Margarita Ucelay da Cal, Los españoles pintados
por sí mismos (1843-1844) estudio del género costumbrista. México: Fondo de cultura económica, 1951.
184
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
Fig. 4 Joseph
Kenny Meadows.
Grabado para la
edición de 1864
de Heads of the
People, or Portraits
of the English, 1838.
solo se retrataban reyes para presidir las sesiones de los concejos (…) Pero ahora
todos se reproducen…”141.
141
“Prólogo”. Los españoles pintados por sí mismos. Vol 1. Madrid: Biblioteca de Gaspar y Roig,
1851; p. 1.
142
Jerrold, Douglas William. “Preface”. Heads of the people or portraits of the English (1838).
Edición consultada: London: Robert Tyas, Cheapside, 1840. Mientras impulsaba el proyecto de Les
Français peints par eux-mêmes, el editor Léon Curmer decidió traducir la obra al francés con el título
de Les Anglais peints par eux-mêmes (1839).
143
Díaz de Benjumea, Nicolas/Ricardo Fors, Luis (dir). Los hombres españoles, americanos y
lusitanos. Ilustraciones de Eusebio Planas. Barcelona: establecimiento tipográfico-editorial de Juan
Pons, 1881.
185
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
En su estudio sobre las fisiologías, Richard Sieburth aclara hasta qué punto estas
obras colmaban la obsesión del público por “ver su espacio social como una escena o
una galería, cuya inteligibilidad estaba garantizada a la vez por su visibilidad en tanto
que imagen y su legibilidad en tanto que texto”144. El gran cuadro urbano se hacía visible
a los ojos de todo el mundo y la desmesura metropolitana se condensaba en el acotado
espacio del libro, para sellar el pacto inalterable entre las palabras y la ciudad que, en
el caso concreto de Les Français…, se desarrollaba a través de una larga secuencia de
nueve volúmenes que registraban la entera sociedad francesa. No parece casual que
aquella inmensa enciclopedia de costumbres se iniciara con la descripción que hacía
Balzac del épicier, el propietario de un colmado, a quien calificaba de “enciclopedia en
acción”, porque distribuía la vida en “cajones, botellas y bolsas”145.
144
Sieburth, Richard. “Une idéologie du lisible: le phénomène des physiologies”. Romantisme 47,
1985; p. 41.
145
Les français peints par eux-mêmes: encyclopédie morale du dix-neuvième siècle. Paris: L.
Curmer, 1840-1842.
146
Gerard, Jean Ignace Isidore, Grandville. Un autre monde. París: H. Fournier, Libraire-Editeur,
1844. Edición consultada: “A vuelo y a vista de pájaro”. Otro mundo. Transformaciones, visiones,
encarnaciones, elevaciones, locomociones, exploraciones, peregrinaciones, correrías y altos,
cosmogonías, fantasmagorías, desvaríos, travesuras, humoradas y bufonadas. Metamorfosis,
zoomorfosis, litomorfosis, metempsicosis, apoteosis y otras gnosis. Palma de Mallorca: José J.
Olañeta, 2001; p. 30.
147
Grandville. Op. Cit.; p. 29.
186
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
era una ácida panorámica de la sociedad española del Siglo de Oro que narraba la
historia de don Cleofás Zambullo, un estudiante que, huyendo de la justicia, entraba en
la buhardilla de un astrólogo donde encontraba encerrado al diablo, a quien liberaba.
En señal de agradecimiento, el demonio le mostraba la vida oculta de la ciudad, todo
lo que acontecía bajo los tejados de las casas de Madrid, las miserias, las alegrías y las
vicisitudes de la población148 (Fig. 5).
148
El Diablo Cojuelo seguía la tradición de Los anteojos de mejor vista (1620-1625), de Rodrigo
Fernández de Ribera, una pieza satírica protagonizada por un licenciado llamado Desengaño que,
subido a la torre de la Giralda con unos anteojos, observa la verdadera imagen de la sociedad. Sobre
la presencia de la diabólica figura en la ciudad, ver: Pike, David L. Metropolis on the styx. The
underworlds of modern urban culture. 1800-2001. Ithaca-London: Cornell University Press, 2007.
149
La figura del diablo reaparecía también como el protagonista de una dilatada secuencia de
publicaciones y representaciones teatrales, como Le Nouveau Diable boiteux (1798–99), de Pierre Jean-
Baptiste Chaussard, Le Petit Diable boiteux, ou Le Guide anecdotique des étrangers à Paris (1823), Les
Mémoires du diable (1838) o L’Œil du diable (1878), entre otras; sólo del diario satírico Diable boiteaux
(1820), se editaron hasta siete distintas versiones regionales entre los años 1864 y 1893; en Willems,
Philippe. “Virtual Reality in the Age of Panoramas: Mapping Out Buildings, a Village, Capitals, and
Hell”. Dix-Neuf, vol. 20, Iss.2, 2016.
150
Janin, Jules. “Asmodée”. Paris ou le libre des cent-un. Vol. 1. Paris: librairie C. Ladvocat, 1831-1834; p. 4.
151
Janin, J. Op. Cit.; p. 1.
152
Janin, J. Op. Cit.; p.11.
187
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 5 Dubercelle. Ilustraciones para la edición de 1726 de Le Diable boiteux, de Alain-René Lesage, 1707. Las
ilustraciones se centran en el poder de Asmodeo para conceder a su salvador, Cleofás Zambullo, el deseo
de ver lo que sucede bajo los tejados y entre las paredes de las casas que, en este caso, han desaparecido
completamente. Cada viñeta representa a los dos personajes subidos a una estructura elevada (la torre de una
iglesia y un edificio de viviendas, respectivamente) contemplando las escenas de los interiores de las viviendas
durante el día y la noche.
188
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
En Paris ou le livre des cent-un, las calles son el fondo sobre el que se proyecta
la variedad de tipos humanos, con sus hábitos y sus espacios de sociabilidad: así,
el Palais Royal, el Jardín des Plantes o la Morgue, comparten protagonismo con la
vida en una casa del Marais, con las aficiones de un bibliómano, la descripción de
la portera que ocupa los bajos de una casa cualquiera o la mordaz caricatura del
burgués de André Bazin, realizada con el fin de “extraerlo rápidamente de entre
la multitud para restablecerle sus formas y contornos, su huella original e inocente
que el tiempo ha modificado sin destruirla”154. El rescate de la “mediocre” figura de
entre la masa informe de la ciudad, le servía para elaborar una singular sátira de la
sociedad de la época, de la que atacaba el afán de orden y la sordidez de la existencia
del burgués que caminaba por las calles sin interrupciones, sorpresas ni desvaríos:
“Por encima de todo, ama el orden, quiere orden, lo desordenaría todo por tener
orden; y el orden, para él, es la circulación regular y fácil de los coches y los peatones
en la calle; son las tiendas exhibiendo sus riquezas y expandiendo, al anochecer, la luz
de gas sobre el pavimento. Dadle todo esto; que no vea interrumpido su camino por
otras gentes más que las que rodean a los cantantes callejeros o que contemplan las
torturas de un perro atropellado; que no choquen en sus oídos los gritos inapropiados
o el rugido de la multitud apresurada; que no tenga miedo al ver caer a sus pies una
farola; que no escuche el estrépito de unos cristales rotos o el siniestro ruido de las
persianas que se cierran y que le recuerdan que ya es tarde, o el paso de los caballos
precipitados, porque es feliz, tiene todo lo que necesita”155.
153
Janin, J. Op. Cit.; p. 8.
154
Bazin, André. “Le bourgeois de Paris”. Vol. 1. Op. Cit.; p. 40.
155
Bazin, A. Op. Cit.; p. 47.
189
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
(1841), escrita por el dramaturgo Léon Guillemin, quien iniciaba su relato situando
al diabólico observador en la cima de la columna Vendôme, dispuesto a mostrar al
visitante extranjero el insondable abismo metropolitano:
“Hasta hoy, los escritores os han conducido a los pies de los monumentos de
París, diciendo: Mirad; -esto es bello, esta piedra está bien tallada-; ellos os han
mostrado las piedras de París: yo lo haré mejor; yo os mostraré a los habitantes. Ellos
os han mostrado lo físico, yo os mostraré lo moral”156.
156
Guillemin, L. “Introduction”. Op. Cit.; pp. 14-15.
157
Guillemin, L. “Paris à vol d’oiseau”. Op. Cit.; p. 49.
158
Guillemin, L. “Paris à vol d’oiseau”. Op. Cit.; p. 47.
159
Le Diable a Paris. Paris et les Parisiens. Mœurs et coutumes, caractères et portraits des habitants
de Paris, tableau complet de leur vie privée, publique, politique, artistique, littéraire, industrielle.
Texte de George Sand, de Balzac, P.-J. Stahl, Léon Gozlan, P. Pascal, Frédéric Soulié, Charles Nodier,
Eugène Briffault, S. Lavalette, Taxile Delord, Alphonse Karr, Méry, A. Juncetis, Gérard de Nerval,
Arsène Houssaye, Albert Aubert, Théophile Gautier, Octave Feuillet, Alfred de Musset, Frédéric
Bérat. Précédé d’une histoire de Paris par Théophile Lavallée. Illustrations: Les gens de Paris, séries
de gravures avec légendes par Gavarni. Vignettes de Bertall pour Paris Le diable à Paris. Paris et les
parisiens à la plume et au crayon. Paris: Hetzel, 1845-1846.
190
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
Fig. 8 Gustave
Doré. El diablo
escribiendo sobre
una de las torres de
Notre Dame. Diseño
para la cabecera de
la Gazette de
Paris, 1856.
191
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Para captar una semejanza de Londres, sólo hay que posar en ella la mirada;
una vez captados los contornos, el viajero se marcha a su casa y reflexiona sobre
aquello que Londres le ha dejado en un momento de majestuosa cadencia en el que
mañana sería igual que ayer. Pero para pintar París, es preciso estar dentro de ella y
constantemente con ella”162 .
160
Ibidem.
161
Ibidem.
162
Niépovié, G. Op. Cit.; p. 2.
163
El análisis del boulevard de G. Niépovié se adelantó casi cinco años a la “Historia y fisiología de
los boulevards de París”, que Balzac publicó en Le Diable à Paris en 1845.
192
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
Fig. 9 Grandville.
Escenas de la
ciudad desde la
perspectiva cenital
del diablo. Le
diable à Paris, 1845.
193
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Las calles se transforman en una gran mesa de disección para analizar los
movimientos, los ruidos y ademanes de la gente y desentrañar la imprevisible
fisonomía de la masa, su tendencia al alboroto, a los tumultos y las insurrecciones:
“¡Oh! ¡Las calles de París! ¡Vivan las calles de París! Qué gran campo de
observación! Allí suceden multitud de cosas; una multitud de incidentes que
concurren para detectar lo que París quiere hoy, lo que desea para mañana; lo
que le pasa por la cabeza y lo que tiene en su corazón. Merodear sin rumbo, sin
objetivo, en las sinuosidades de esta colmena de piedra, mirar mucho, escuchar, si
podéis, sin arriesgaros; iniciar una conversación con éste y el otro, con palabras
hábilmente discretas, es imponerse una dura tarea y, sólo en la medida que pueda
hacerlo un imitador de la ciencia de Gall, palpar el cráneo de París y el pulso del
sentimiento público…”164.
En las numerosas secuelas que, con mayor o menor fortuna, intentaron emular el
lienzo parisino de Mercier, se escuchó durante mucho tiempo el eco de su voz. Sin pena
ni gloria, en el inmediato París post-revolucionario había aparecido Le Voyageur à
Paris (1797), de Pierre De la Mésangère, una guía que incluía un “Tableau pittoresque
et moral de cette capitale” junto a una distribución temática y otra alfabética de los
elementos urbanos e interminables listas de iglesias, de jardines y palacios, de los
puestos del gobierno y la administración, de las instituciones culturales y las academias.
Nada que ver con el original, si tenemos en cuenta que todo esto se combinaba, de
manera caótica, con unas cuantas recetas de cocina y la recomendación de algunos
establecimientos comerciales o de los principales espectáculos de la capital. De la
Mésangère se explayaba en un minucioso registro de las costumbres parisinas y en la
164
Niépovié, G. “Dans la rue”. Op. Cit.; p. 216. El escritor se refería a las teorías del anatomista y
fisiólogo alemán Franz Joseph Gall (1758-1828), fundador de la frenología, (1800), una pseudociencia
que se hizo muy popular en la época y que se basaba en el reconocimiento de las propensiones de un
individuo a partir del análisis de la forma del cráneo y de sus protuberancias.
194
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
Fig. 11 Frontispicio del Tableau de Paris. Edmond Auguste Texier. 1852. Esta clase de imagen era habitual en la
primera página de las fisiologías: la multitud se arremolina en torno a la alegoría femenina de la ciudad, mientras
en el fondo se dispone, en caótica yuxtaposición, una selección de los principales edificios y monumentos.
descripción de las modas y los hábitos sociales; además, incluía numerosos detalles
sobre las actrices, las “mujeres públicas”165 y el ambiente de los cafés y los gabinetes
literarios. El resultado cumplía a duras penas con la herencia, a pesar de que el
autor invocara al genio de Voltaire y añadiera reflexiones dispersas sobre el amor,
la amistad, la ignorancia, la belleza, la pornografía las prisiones, los hospitales, los
paseos nocturnos, las caminatas lúgubres, las calles y su historia (Fig. 10).
165
Mésangère, Pierre-Antonine Leboux de la. Le Voyageur à Paris. Tableau pittoresque et moral de
cette capitale. À Paris, Chaignieau ainé imp-lib et Devaux libraire, 1797; p. 116.
166
Edmond Auguste Texier (1815-1887) también escribió, junto a Taxile Delord y Arnould Frémy, la
serie costumbrista Les petits-Paris, editada por A. Taride entre 1854 y 1855.
195
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
ilustraciones en las que desfilaban todos los escenarios y tipos humanos de un París
que ya no tenía nada que ver con el de Mercier, a pesar de que ambos escritores
coincidieran en su incapacidad para atrapar la esencia de un lugar “que se escapa a
la lupa del observador y que oculta su esquiva fisonomía y sus misterios”. Si alguna
razón podía justificar la aparición de un enésimo cuadro parisino, era la necesidad de
reescribir sin cesar el gran palimpsesto sobre el que nunca estaría todo dicho:
“Todavía un libro más sobre París. Si. Mientras París sea París, es decir, el centro
de lo bello y lo horrible, de lo sublime y lo ridículo, de lo elegante, lo gracioso y
lo pintoresco, de lo extraño y lo grotesco, de lo imposible y lo absurdo; mientras
París sea lo que es, el ojo de la inteligencia, el cerebro del mundo, el compendio del
universo, el comentario del hombre, la humanidad hecha ciudad, París proporcionará
materia a las investigaciones del filósofo, a las elucubraciones del moralista, a las
bufonadas del caricaturista, a los retratos del pintor de género, a las reproducciones,
a las copias, a los cuadros, a los daguerrotipos en todas sus variantes”167.
Esta vez, el escritor exigía al lector que le acompañara en sus paseos callejeros
y en las visitas a “los salones y a las mansardas, a los talleres y a las tabernas, a las
criptas y a las catacumbas, bajo los tejados y sobre el pavimento, a los bazares y a los
paseos, a los boulevares y a las plazas, por las calles y las callejuelas…”168. No era
una aventura arriesgada, sino una especie de “viaje turístico organizado”, una ruta
metódica que inauguraba las descripciones de la ciudad espectacular del Segundo
Imperio para componer el que aspiraba a ser el vademécum definitivo de la época.
El plan estaba claro aunque, un poco antes de iniciar sus excursiones, el escritor se
preguntaba qué era lo que precisaba una ciudad para ser considerada capital:
167
Texier, E. Op. Cit.; p. i.
168
Texier, E.A. Op. Cit.; vol. 1. p. i.
169
Texier, E.A. “Les boulevards”. Cap. III. Op. Cit.; p. 29.
196
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
197
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Lo que posee este París sin igual son unos personajes fuertemente característicos,
unos tipos tan originales como innombrables (…); son las incalculables variedades
de todas estas especies tan diversas las que hemos intentado estudiar, sorprender y
pintar a vuelo del lápiz y la pluma”170.
Pero su cuadro no podía ceñirse al registro de los individuos que transitaban por las
calles. Era preciso ser más original que los demás y “sorprender” a ese “ser múltiple, que
vive un millón de vidas diferentes”, “en la cama, junto al fuego, en pijama y zapatillas,
en su interior”. Desgraciadamente, Asmodeo “había regresado al infierno, llevándose
consigo su secreto” y “al observador que pasea tranquilamente por las calles, ninguna
puerta acogedora le muestra lo que acontece detrás de las escarpadas murallas de las
casas, ni le abre el camino a su curiosidad; en vano trepa hasta lo más alto, y contempla
este inmenso hormiguero de tejados brillantes y opacos, esperando que un genio
caritativo venga a sorprender a todos esos impenetrables refugios de la vida privada”171.
La impenetrable ciudad era la razón que llevaba a Teixer a invocar la memoria del
170
Texier, E.A. “Introduction”. Op. Cit.; vol. 1. p. IV.
171
Texier, E.A. “La vie privée”. Op Cit.; p. 276.
198
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
172
Texier, E.A. Op Cit.; p. 65.
173
El verdadero nombre de Bertall era Charles Albert d’Arnoux (1820-1882).
174
Diana Periton establece la analogía entre estas secciones y el panorama, partiendo de un esquema
espacial en el que, desde un punto de vista privilegiado, el detalle del primer plano se dispone en relación
a un fondo plano y contínuo para dar la sensación de imagen global. En “The ‘Coupe Anatomique’:
sections through the nineteenth century Parisian apartment block”. The Journal of Architecture.
Vol. 9, núm. 3. London: Routledge, 2004; pp. 289-304. En su trabajo más reciente, Antonio Pizza
relaciona estas secciones con la transformaciones urbanas y sociales del París del Segundo Imperio:
Pizza, A. “Esperienze del “sublime” nella città rivoluzionata del secondo impero”. Parigi e Baudelaire.
Letteratura, arti e critica nella città moderna. Milano: Edizioni Unicopli, 2017; p. 95 y sg.
199
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
175
Mesonero Romanos, Ramón. “El observatorio de la Puerta del Sol”. Escenas matritenses por el
curioso parlante. 2ª época. 1836-1842. Edición consultada: (1832-1842). Madrid, Imprenta y Librería
de Ignacio Boix, 1845; p. 264.
200
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
“Todas estas casas, salvo raras excepciones, han sido construidas sobre dos o tres
modelos apenas diferentes; sobre todo, la vivienda burguesa, esta gigantesca cómoda
cúbica, con sus cinco o seis pisos superpuestos como cajones, con sus compartimentos
rectangulares en el interior y sus ventanas tan regularmente monótonas en el
exterior”176.
Aunque Mercier y Texier no hicieron otra cosa que “obedecer a las condiciones de
su época”, el resultado de su experiencia urbana fue radicalmente distinto. En 1854,
el escritor Armand de Pontmartin marcaba las distancias entre ambos, al afirmar
que mientras Mercier había pintado el gran cuadro de la ciudad con el pincel de un
“historiador turbulento, inquieto, oscuro, revuelto y melodramático, de un París que
se inclinaba hacia el abismo del futuro”, el cuadro de Texier era sólo el producto
176
Texier, E.A. “La vie privée”. Op Cit.; p. 276.
201
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
En 1867, salía a la luz Paris Guide, la gran obra colectiva que celebraba la
exposición universal y que los editores presentaron como el mayor mirador sobre
Francia y Europa, la “afirmación del progreso, un monumento hospitalario ofrecido
al genio de otros pueblos por los principales escritores (…); una enciclopedia viviente,
la Exposición universal de las inteligencias y, al mismo tiempo, una guía familiar
y práctica del visitante en París”178. Destinada al gran público, Paris Guide es el
termómetro que indica el grado de interferencia entre la fisiología literaria y la
guía urbana, a través de dos volúmenes que sintetizan la esencia de un producto
híbrido, una mezcla de álbum, enciclopedia y guía práctica, en la que se intercalan
los artículos literarios, periodísticos y científicos con el lenguaje y los contenidos de
los manuales turísticos más convencionales:
“Todas las indicaciones útiles para el viajero, todas las indicaciones prácticas
para los extranjeros se encuentran en esta guía de manera completa y con un orden
tan metódico que el volumen será indispensable para cualquiera que quiera conocer
París, tanto en su fisonomía íntima como en su fisonomía exterior. En una palabra,
esta obra es, a la vez, un verdadero Álbum, por sus ilustraciones; una Enciclopedia
de París, por el conjunto de estudios que contiene; una Guía práctica y elemental, por
sus indicaciones”179.
177
Pontmartin, Armand de. Causeries littéraires. Paris: M. Lévy frères, 1854; p. 217.
178
“Avis des éditeurs”. Paris Guide. Par les principaux écrivains et artistes de la France. Vol. I:
La science, l’art. Paris: Libraire internationale, 1867; s.p. En esta obra, Víctor Hugo proclamaba su
famosa sentencia “Le livre, c’est París”.
179
“Avis des éditeurs”. Op. Cit.; vol. II: La vie; s.p.
202
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
180
Camp, Maxime du. “Introduction”. Paris, ses organes, ses fonctions et sa vie dans la seconde
moitié du XIXme siècle. 1868. 6 vols. 5ª édition: 1875; vol 1; p. 2.
181
Camp, M du. “Introduction”. Op. Cit.; vol 1; p. 9.
182
Camp, M du. “Introduction”. Op. Cit.; vol 1; pp. 9 y 10.
203
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
ellos, Du Camp presentaba un detallado análisis sobre las causas y las consecuencias
de la mendicidad, acompañándolo de las estadísticas de los hospitales y asilos, de
las descripciones de los huérfanos, los ancianos y los locos, de las funciones del
Monte de Piedad, de las instituciones de enseñanza y las escuelas de sordomudos y
ciegos; todo esto, mezclado con los beneficios que aportaban la nueva iluminación
urbana, los servicios de aguas y las cloacas. Las reformas de Haussmann ocupaban
un lugar preferente en el sexto volumen, junto a las consideraciones sobre la vida
de los parisinos -desde el nacimiento hasta la muerte-, las reflexiones en torno a la
religión o los efectos de las revoluciones, así como la descripción de los cementerios,
las catacumbas, los teatros, la ópera, las bibliotecas y los periódicos.
183
Barthes, R. (1993). Op. Cit.; pp. 264-265.
184
Debans, Camille. Les Plaisirs et les curiosités de de París. Guide humoristique et practique.
Paris: Ernest Kolb éditeur, 1889; p.7 y sg.
185
Delvau, Alfred. Les plaisirs de Paris: guide practique des étrangers et illustré. Paris: Faure,
1867. Ese mismo año, Delvau publicó otra fisiología, Les lions du jour: physionomies parisiennes.
Paris: E. Dentu, 1867.
186
Debans, C. Op. Cit.; p. 2.
204
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
volador para demostrar “la importancia que los placeres habían adquirido en París
y decir hasta qué punto eran indispensables”187. El objetivo de Debans era, como en
el caso de Balzac o el de Texier, “esbozar una fisiología completa del Boulevard”188,
del arquetipo de los placeres urbanos, que poseía ese “algo indefinible, compuesto
de elementos de lo más dispar (…) el rendez-vous del mundo entero”189. A fuerza de
convocar con insistencia su presencia, el boulevard pasó a representar la síntesis de la
metrópolis espectacular, el pacífico ecosistema en el que convivían todos los grupos
humanos, “el único rincón del mundo donde el placer es una necesidad social, un
estado normal”190, y donde confluían los
“…placeres de los ojos, placeres de los labios, placeres de las manos, del oído,
del olfato, del palacio, del orgullo, de la vanidad, de la pereza. Todo lo embriagador,
lo perturbador, las emociones. Id, atravesad París. Entrad en los teatros, en los
restaurantes, en los cafés, contemplad los escaparates, recorred los bazares, estudiad
los museos, frecuentad los círculos, los bailes, escuchad la música, oíd las canciones,
penetrad en los talleres, mirad a las mujeres, subid a lo más alto, sumergíos en los
bajos fondos…por todas partes, siempre, encontraréis esta preocupación incesante:
el placer de los otros y el placer de uno mismo”191.
187
Debans, C. “Advertisement”. Op. Cit.; p. 3.
188
Debans, C. “Le boulevard”. Op. Cit.; p. 26.
189
Debans, C. Op. Cit.; p. 17.
190
Debans, C. Op. Cit.; p. 7.
191
Debans, C. Op. Cit.; p. 9.
192
Guide secret de l’étranger célibataire à Paris. Paris: L.Gallibaud, 1889.
193
Énault, Louis. “Les Boulevards”. Paris et les parisiens au XIXè siècle: moeurs, arts, monuments.
París, Morizot, 1856; p. 156; citado en Díaz, J. Op. Cit.; p. 4.
205
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Sólo siete años antes de publicar su guía dedicada a los placeres urbanos, Alfred
Delvau había escrito Le Dessous de Paris (1860). En este caso, se trataba de una
apología de la ciudad oculta que el escritor dedicaba a su amigo Nadar, el fotógrafo
que descendió hasta las negras catacumbas, armado con su cámara y unas bengalas
de magnesio, para tomar las primeras fotografías del macabro escenario197. Y, como
su compañero en las entrañas del depósito de huesos, Delvau quiso retratar “los
estratos inferiores” de la sociedad, desde “los pisos más altos al subsuelo”198, con el
194
Calatrava, Juan. “Balzac urbanista. El espacio parisino en Ferragús”. Proyecto y Ciudad. Revista
de temas de arquitectura. Núm. 2. Universidad Politécnica de Cartagena, 2011; pp. 5-22.
195
Hamon, P. (1989). Op. Cit.; p. 80.
196
Sobre la relación entre Mercier y Restif de la Bretonne, ver la edición crítica de sus obras realizada
por Michel Delon, Paris le jour, Paris la nuit. Paris: Robert Laffont, 2002.
197
Delvau, Alfred. Le dessous de Paris. Paris: Poulet-Malassis et de Broise libreurs-éditeurs, 1860.
En sus notas, W. Benjamin criticaba la superficialidad del escritor: “Delvau pretende conocer en el
callejeo las capas sociales de París con tan poco esfuerzo como un geólogo las capas de la tierra”; en
Benjamin, W, (2005). Op. Cit.; p. 439.
198
Delvau, A. (1860). “Les trottoirs parisiens”. Op. Cit.; p. 138.
206
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
199
Delvau, A. (1860). “Ce qu’on appelle, je crois, une préface”. Op. Cit.; p. 9.
200
Delvau, A. (1860). Op. Cit.; p. 4. La crítica se dirigía contra la intimidad y el confort de la vida
doméstica como valores de la existencia burguesa.
207
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
de Nerval y Privat d’Anglemont, los más valientes exploradores que hayan estado
jamás aquí”201. Pero, por encima de todos ellos, Delvau se reflejaba en la figura
del desaparecido Alexandre Privat d’Anglemont (1815-1859), el más “valiente
explorador” y autor de Paris-Anécdote (1854), una serie de artículos dedicados a
la ciudad innombrable202 . Privat representaba la quintaesencia de una bohemia que
desafió la indiferencia de la sociedad biempensante hacia los lugares en los que se
hacinaba la población marginal. La reivindicación póstuma de su obra lo emplazó
en el catálogo de los inefables observadores que construían sus relatos sobre la
práctica de la exploración urbana (Fig. 18). En el lado opuesto de la corrección política
de las descripciones del Segundo Imperio, Privat rechazaba la mediación de los
manuales turísticos y la mercantilización del conocimiento y el libre descubrimiento:
“Actualmente la erudición se compra. Hay manuales de todo. En dos horas y por 10
sueldos, puedes convertirte en sabio”203. En una reedición póstuma de Paris Inconnu
(1861), del mismo Privat, era el propio Delvau quien firmaba su semblanza y lo
comparaba con Mercier, porque ambos “habían escrito su libro con las piernas”204.
201
Delvau, A. (1860). Op. Cit.; p. 9.
202
Privat d’Anglemont, Alexandre. Paris-Anécdote. Les industries inconnues, la Childebert, les
oiseaux de nuit, la villa des chiffonniers. Paris: P. Janet, 1854.
203
Privat d’Anglemont, A. Voyage à travers de Paris. 6 vols. Paris: Chez Paulier éditeur-libraire, 1846.
204
Delvau, A. “Alexandre Privat d’Anglemont”. Paris inconnu. Précedé d’une étude sur sa vie par
Alfred Delvau. Paris: Adolphe Delahays libraire éditeur; 1861; p. 9.
208
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
“Si alguien quiere estudiar la fisonomía de las viviendas de los obreros, es preciso
dirigirse principalmente hacia las calles vecinas del faubourg Saint-Antoine, de la rue
Mouffetard, siguiendo la línea de los antiguos boulevares exteriores, especialmente
de la Villette a Ménilmontant, y alguna parte de los barrios de Vaugirard y el
Observatorio”208.
Cuando los Conductores o los Pariseum de principios del siglo XIX recomendaban
al extranjero los mejores lugares para encontrar alojamiento, fraccionaban el
205
La obra de Sue, que se publicó en forma de folletín en el Journal des debats, gozó de tal popularidad
que incluso se le atribuyó el despertar de la conciencia social que desemboco en la revolución de 1848.
206
Grison, Georges. Paris horrible et Paris original. Paris: Dentu éditeur, 1882; p. 4.
207
Grison, G. Op. Cit.; p. 11.
208
Joanne, A. (1867). Paris illustré. Op. Cit.; p. XXXVI.
209
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“El mejor lugar para ver París y sus alrededores es la cúspide de la torre del
Champ-de-Mars: ciertamente, podréis realizar esta ascensión muchas veces; pero
209
Blainvillain, J.F.C. Op. Cit.; p. xxviij.
210
Paris-Exposition. (1889). Op. Cit.; p. 10.
211
“Reisegnements practiques. Ou se loger?”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. 12.
210
En las entrañas de la ciudad: interferencias entre las guías y las fisiologías literarias
hoy, para nosotros, es un monumento demasiado moderno. Nos iremos a otro lugar,
a la colina de la Buttes-Montmartre”212 (Fig. 19).
Fig.19 “Paris à
vol d’oiseau vu
des hauteurs de
Montmatre”.
Guide général dans
Paris, 1855.
212
“Paris à vol d’oiseau”. Paris. Sa vie et ses plaisirs. Op. Cit.; p. 12.
213
Eyma, Xavier. “Préface”. Virmaitre, Charles. Les curiosités de Paris. Paris: P. Lebigre-
Duquesne, 1868; p. 5.
211
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 1 Jean Alexis Rouchon. Cartel publicitario de los almacenes A l'Oeil de París, 1864.
212
Capítulo 2.4
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos
pululantes
Una sociedad “en la que la gente está más influenciada por el ojo que por cualquier
otro órgano del cuerpo”. Con estas palabras describía una revista norteamericana en
1910 a la población que habitaba en las grandes ciudades214. Era una forma, directa y
sencilla, de explicar a los lectores lo que, para el sociólogo Georg Simmel, constituía
una de las características esenciales de la vida moderna:
214
“The Reign of the artistic”. Success Magazine. Retail Trader. 19-5-1910; citado en Rappaport,
E. Op. Cit.; p. 155.
215
Simmel, G. Soziologie. Berlín, 1958, p. 486; citado en Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p. 52.
216
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p. 64.
217
Le Goff, J. Op. Cit.; p. 168.
218
Kalifa, D. Op. Cit.; p. 6.
213
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
219
Huysmans, Joris-Karl. “Le Salon officiel de 1881”. L’Art Moderne. (2ª ed). Paris. Stock éditeur,
1903; p. 241.
220
Shaw, J.F. “The World’s Great Assembly”. English Monthly Tract Society, London, 1851; citado
en Marina, José-Miguel. La fábula del bazar. Orígenes de la cultura del consumo. Madrid: Antonio
Machado Libros, 2001; p. 45.
214
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
221
Mayhew, Henry/Cruikshank, George. The adventures of Mr and Mrs Sandboys and family who came
up to London to “enjoy themselves”, and to see the Great Exhibition. London: George Newbold, 1851.
222
Bennet señala la Gran Exposición de Londres como el momento de la transformación de la
muchedumbre descontrolada en multitud ordenada y parte del espectáculo; Bennet, T. Op. Cit.; p. 81 y 85.
215
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Figs. 4-5 George Cruikshank. El contraste entre la ciudad de Londres abarrotada de gente y las calles vacías de
Manchester. The adventures of Mr and MrsSandboys and family who came up to London to “enjoy themselves”,
and to see the Great Exhibition, 1851.
223
Durante el reinado de Napoleón III (1848-1870), el crecimiento demográfico de París alcanzó
unas dimensiones considerables, pasando de 1.053.000 habitantes de 1851 a 1.850.000 en 1870; ver:
Pizza, A. (2017). Op. Cit.; p. 95.
224
Gautier, H/Albert-Desprez, A. (1878). Op. Cit.; p. 16.
216
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
Figs. 6-7 La
Madeleine y la
Columna de la
Plaza Vendôme.
Quinze jours à
Paris ou Guide de
l’étranger, 1854.
217
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 8
“Les étrangers à
Paris”. Guide Paris
Illustré, 1867.
218
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
225
La palabra transeúnte no se refiere únicamente a quien “transita o pasa por un lugar” sino a
alguien que “está de paso, que no reside sino transitoriamente en un sitio”. Real Academia Española.
(2001). Diccionario de la lengua española (22.ª ed.). Consultado en: http://www.rae.es/rae.html
226
El término turista comenzó a frecuentar las guías barcelonesas a partir de la exposición de 1888.
227
Una guía barcelonesa se refería al forastero como lector-excursionista; ver: “Cuatro palabras al
forastero”. La ciudad de Barcelona. Itinerarios prácticos. Guía Lop. Novísima edición. Corregida
y aumentada con numerosos datos y fotografías. Planos nuevos, rectificados a la vista del oficial.
Barcelona: Antonio López editor, 1910; pp. 5-7.
228
Sobre el sujeto en la ciudad de la literatura; ver: Llorente, M. “El sujeto enajenado: la ciudad
del transeúnte. Melville, Poe, Kafka y Woofl” y “La naturaleza inhóspita de la ciudad en la poesía
contemporánea: Baudelaire y Eliot, Lorca y Le Corbusier”. Op. Cit.; pp. 394-429.
229
Urry, J. Op. Cit.; p. 3.
230
Stahl, P.J. Op. Cit.; p. 227.
219
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 9 Gustave
Caillebotte.
L'homme au balcón,
c.1880. Colección
privada. Se trata
de una versión de
las diversas que
realizó el pintor
sobre la temática
del observador en
un balcón.
quien lo examina”. Es, por tanto, el observador quien ilumina el transeúnte pero
también quien lo cosifica, convirtiéndolo en un elemento urbano digno de ser visto,
porque “para un observador un transeúnte es una observación”231. Este transeúnte,
que camina por las calles y que carece de una identidad particular, es siempre una
imagen fugaz que, una vez vista, desaparece sin dejar rastro:
“Un transeúnte es alguien que se parece a todo el mundo pero que nadie puede
distinguir. Aquel que se parece más a un transeúnte es otro transeúnte. Sólo hay
transeúntes en París. Un provinciano no sabe qué es un transeúnte. En provincias se
conoce más o menos quién es aquel hombre que pasa y adónde se dirige. Un transeúnte
es un hombre que nadie sabe adónde va. En provincias, los únicos transeúntes son los
extranjeros. Es preciso no confundir al que se pasea con el transeúnte. Un hombre
que se pasea tiene el aspecto de ir a todas partes o a ninguna. Un transeúnte es un
hombre que va a alguna parte. Las personas que se pasean, y a quienes sólo guía el
azar, parecen estar en un lugar sólo para ser vistas. Los transeúntes son gente que
se encuentra entre sí, que se cruza y que, a menos que se junte, pasa al lado del otro
sin que parezca que se han encontrado. El transeúnte es alguien que está solo y que
231
Stahl, P.J. “Les passants à Paris”. Le Diable à París. Op. Cit.; p. 227.
220
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
221
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
relampaguea por quince mil francos todas las noches; para darle satisfacción, la
ciudad de París gasta anualmente unos cuantos millones en vistas y jardines”233.
Más incisivo que Balzac, Alfred Delvau, se mofaba de aquel pueblo “esencialmente
ambulatorio” y de la insaciable mirada del parisino que “ama ver y sobre todo ser
visto. Nacen mirones, cockneys, flâneurs y curiosos (sic). Si se quedaran todos ciegos
de hoy a mañana, les ardería el cerebro de desesperación”234. Incluso Nadar mostraba
su desesperación frente a la masa de mirones que se arremolinaba a las puertas de
las catacumbas durante las jornadas en las que descendió a la necrópolis subterránea
para tomar las primeras fotografías:
“La vigilancia del atento personal nunca será suficiente para frenar la atracción
de la curiosidad y la indiscreción de los transeúntes aglomerados. La masa es
siempre incómoda, inoportuna, y si la estúpida curiosidad parisina no ha perdido su
reputación no es porque sea la más pueril –de hecho, la hemos reencontrado, con una
estupidez parecida, en los pueblos y las ciudades de todos los países sin excepción-,
sino porque en París existe un público mucho más numeroso”235.
La imagen de la multitud, la “invasión pacífica” de mirones y mironas, despertaba
el recelo de los escritores e intelectuales que atacaban aquella sociedad “enferma de
museofilia”236 (Fig. 13). En 1846, el Baudelaire cronista de los Salones artísticos había
233
Balzac, Honoré de. “Un gaudissart de la Rue Richelieu. Les comédies qu’on peut voir gratis à
Paris”. Le Diable à París. Op. Cit.; pp. 289-290.
234
Delvau, A. (1867). “Les trottoirs parisiens”. Op. Cit.; p. 134. La alusión al cockney se refiere al
habitante-tipo del East-End londinense.
235
Nadar. (1895-1905). Op. Cit.; p. 126. El fotógrafo empleaba el término badauderie para referirse
a la mirada, entre curiosa y estúpida, de los transeúntes. El término badaud -del original italiano
badare, significa mirar y perder el tiempo-. En catalán, su equivalente es badoc.
236
Georgel, Ch. “The museum as metaphor”. Sherman, Daniel J.-Rogoff, Irit (eds). Museum Culture.
Histories, discourses, spectacles. London: Routledge, 1994; pp. 113-123.
222
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
Fig. 13 François Auguste Biard. “On Ferme!, Quatre heures au Salon”, 1847. Paris, Museo del Louvre. Escena satírica
que reproduce la afluencia de público en el Salon des artistes vivants, la exposición anual que se celebraba en el
Louvre durante la monarquía de Julio. On Ferme! era el grito que proferían los guardianes (vestidos con casaca
roja) para avisar a la gente de la hora del cierre. Entre la muchedumbre, destaca la figura de un personaje que lee,
absorto, el periódico: se trata del crítico literario y escritor Charles-Agustin Sainte Beuve.
237
Baudelaire, Charles. “Aux bourgeois. 1er mai 1846. Salon de 1846”. Écrits sur l’art. Paris:
Libraire Générale Française. Le livre de Poche classique, 1992; p. 72.
223
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
238
Zola, Émile. L’assomoir. 1877 (La taberna); citado en Bolaños, Maria. La memoria del mundo.
Cien años de museología. 1900-2000; Trea, Gijón, 2002; pp. 25-26.
239
Voltaire, F.M.A. “Badaud”. Dictionnaire philosohique. Vol. 16. Œuvres Complètes. Paris:
Hachette, 1876-1900; p. 398.
240
Baudelaire, Ch. “Le peintre de la vie moderne”. 1863. Écrits sur l’art. Op. Cit.; p. 378. Citado en
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p. 55.
224
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
Fig. 15 El
observador
apostado en un
mirador de la
calle de Rivoli
para contemplar
el Louvre y las
Tullerías.
Guide général dans
Paris, 1855.
alimentan del mismo nutriente, e incluso pueden llegar a confundirse. Pero el mirón
nunca alcanza el status privilegiado del flâneur, porque es parte de las atropelladas
aglomeraciones que se forman, de manera inesperada, cada vez que algún suceso
interrumpe el ritmo de la vida cotidiana (Fig. 14). Al contrario, el omnipresente flâneur
representa al ciudadano, ocioso e improductivo, que posee la más desinteresada de
las miradas y sobre el que fijó su atención Walter Benjamin a través de la poesía de
Charles Baudelaire: “el placer de mirar celebra en el flâneur su triunfo”241. Desde
la primera vez que irrumpió en la literatura de la mano de Jean-Baptiste Auguste
d’Aldeguier (1826), el flâneur se convirtió en una presencia excepcional, “una
lente sobre innumerables cuadros que producen efectos más o menos intensos” y
cuyo único objetivo era “verlo todo, examinarlo todo”242 . Aunque su hábitat es
esencialmente literario, algunas guías turísticas aludían directamente a la figura del
flâneur, como la Véritable Guide Parisien pour les étrangers (1855), un vademécum
práctico de aquella ciudad a la que el autor comparaba con un “Proteo que cambia
de forma a cada instante”243, para dirigirse después a un destinatario muy especial:
“…no podemos olvidar que escribimos ante todo para el hombre de mundo y sobre
todo para el viajero de 1855 (…) y el hombre de placer en sus flâneries”244 (Fig. 15).
Este personaje, que recorría las calles de la ciudad sin un objetivo concreto y que
prescindía de cualquier instrumento de orientación, no solía ser el objeto de interés
de un producto cuya finalidad era, precisamente, la de orientar al paseante. Sin
241
Benjamin, W. (1998). Op. Cit.; p. 87.
242
D’Aldéguier, Jean-Baptiste-Augustin. Le Flâneur. Galerie Pittoresque, Philosophique et Morale
de Tout Ce Que Paris Offre de Curieux et de Remarquable.. Par Un Habitué Du Boulevard de Gand
[J.-B.-A. d’Aldeguier.]. Paris: chez tous les marchands de nouveautés, 1826; p. 5 y 186.
243
Faucon, M.T. Op. Cit.; p. 6.
244
Faucon, M.T. Op. Cit.; p. 7.
225
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
245
Faucon, M.T. Op. Cit.; p. 210.
246
Faucon, M.T. Op. Cit.; p. 216.
247
Fournel, V. (1858). “Dans la foule”. Op. Cit.; pp. 269. Allan Poe, E. The man of the crowd. 1840.
248
Fournel, V. (1858). “L’art de la flânerie”. Op. Cit.; pp. 268.
226
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
1844), “el primer badaud del mundo” y el modelo en el que se inspiró Fournel para
elaborar sus guías históricas249. Más allá de las comparaciones, Fournel marcaba las
distancias y advertía del riesgo de confundir al flâneur con el badaud, pues “entre
uno y el otro hay un matiz que sólo captarán los adeptos”. ¿Cuál era ese rasgo que
permitía distinguirlos, a pesar de que ambos se desplazara por las mismas calles y
contemplaran las mismas escenas? La distinción radicaba en la capacidad de cada
uno para reflexionar sobre las cosas vistas y en la distancia que mantenían respecto al
objeto contemplado. Así, mientras “el simple flâneur observa y reflexiona, o al menos
puede hacerlo, y está siempre en plena posesión de su individualidad”, el mirón carece
de una identidad propia, pues ésta le ha sido “absorbida por el mundo exterior con
el que se complace, que le impresiona hasta la embriaguez y el éxtasis” 250. Incapaz
de pensar con claridad sobre lo visto, el mirón representa la más pura e ingenua
visualidad; se desliza sobre la piel de la ciudad pero nunca llega a penetrar en sus
entrañas: “bajo la influencia del espectáculo, se transforma en un ser impersonal; ya
no es un hombre; es público; es la multitud”251 (Fig. 100). En el interior de esta singular
jerarquía perceptiva, el mirón común se encuentra inhabilitado para meditar sobre
las cosas vistas porque es parte de la muchedumbre de ojos insaciables que diluye su
capacidad de raciocinio. Al contrario, el flâneur se infiltra en la multitud pero nunca
llega a ser parte de ella; mantiene siempre la distancia preceptiva y su intrusismo
y alienación voluntaria le ayudan a reforzar la corteza que le aísla y preserva su
identidad. En el otro lado, el mirón se revela como la difusa presencia de una mirada
colectiva que posee un “alma ardiente e ingenua, transportada al ensimismamiento,
a la pasión, al pacífico entusiasmo”252 pero que carece de la “experiencia de la vida”
y el “desdeñoso escepticismo y el orgullo enfermizo que, según los moralistas, son las
dos grandes lacras de nuestra época”. Por todo ello, concluye Fournel, “el verdadero
badaud es digno de la admiración de todos los corazones rectos y sinceros”253. Extraño
paternalismo el del escritor hacia un personaje habitual de las calles de la ciudad y a
quien cualquiera podría reconocer si fuera capaz de advertir su “dosis de candor que
no excluye el tacto y la delicadeza, una más de poesía, mucha de estricta integridad
249
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; p. 261 y sg. “No le es dado a todo el mundo poder flâner ingenuamente
y, por tanto, sabiamente, como hizo hasta su último día este amable y encantador Nodier, el primer
badaud del mundo”; en Op. Cit.; p. 261. En Nouvelle Histoire de París et ses environs. (París: Pourrat
Fréres, 1839-1841, t. V, p. 1), Nodier relacionaba el “deseo de ver” con el “deseo de saber”. También
fue autor de una guía histórica: Nodier, Charles-Lurine (Louis) ed. Les environs de Paris, paysage,
histoire, monuments, moeurs, chroniques et traditions, ouvrage rédigé par l’élite de la littérature
contemporaine sous la direction de MM. Charles Nodier et Louis Lurine. Paris: Boizard & Kugelmann
éditeurs, 1844.
250
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; p. 263. Walter Benjamin se refería a la «notable distinción» de
Fournel respecto al flâneur y el mirón; en Benjamin, W. (2005). Op. Cit.; p. 433.
251
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; p. 263.
252
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; p. 263.
253
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; p. 263.
227
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Figs. 16-17 El
flâneur y el badaud
extranjero, en
Physiologie du
flâneur, de Louis
Huart. 1841.
254
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; p. 264.
255
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; p. 265.
256
Fournel, V. (1867). Op. Cit.; pp. 272-273. La distinción social del badaud no aparecía en las
ediciones anteriores.
228
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
20 centimes la livraison.
AUBERT, G. BAR BA,
PLAGE M U BOUBgg, DESEIHB.
31,RUB
mismo: “estas columnas, estas cornisas, estos entablamentos. Ah! Ya conozco todo
esto, ya los he visto durante estos días!. Y se dirige hacia otro monumento ante el
cual leerá su Guía del viajero, y así seguirá hasta la noche”257 (Figs. 16-17).
Muy lejos de la aguda mirada del observador literario, el turista se distingue
precisamente por una ceguera que viene provocada, en gran parte, por su incondicional
fidelidad hacia el libro que lleva en la mano y que, paradójicamente, le impele a mirar
sin descanso. A mediados de siglo, la incompatibilidad entre el ciego turista y el
certero flâneur se afianzaba a medida que aumentaba la presencia de los visitantes
extranjeros en la ciudad, convertidos en el blanco de las críticas. A la ceguera se
añadía la estupidez como principal atributo de los viajeros que aparecían en las sátiras
populares, como la que escribió Charles Marchal (1822-1870) contra los turistas
ingleses y que tituló Physiologie de l’anglais à Paris (1841)258- o la que publicó el
novelista Roger de Beauvoir en Le Français peints par eux-mêmes. De Beauvoir se
refería a los turistas como “una clase distinta, una familia a parte en el seno de la gran
familia”259 y establecía una especie de gradación sociológica: el turista rico, el pobre,
el arruinado, el político, el jugador, el literario y, el último de todos en esta particular
257
Huart, Louis. Physiologie du flâneur. Paris: Aubert-Lavigne, 1841; pp. 39 y 41.
258
Marchal, Charles. Physiologie de l’anglais à Paris. Paris: Fiquet, 1841.
259
Beauvoir, R de. Op. Cit.; p. 211 y sg.
229
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
escala, el “que no ve nada”, en clara alusión a la ceguera del viajero común. Algún
escritor llego a alcanzar una efímera fama gracias a la sistemática devastación de los
turistas, como el periodista y autor dramático Philadelphe-Maurice Alhoy (1802-
1856), creador, junto a Etienne Arago, del periódico Le Figaro (1826) y responsable
de una serie de fisiologías satíricas ilustradas por Gavarni y Daumier. Fue éste último
quien ilustró las obras más populares de Alhoy, como Physiologie du voyageur (1841)
o la revista Le voyageur (1850), donde el único argumento consistía en ridiculizar los
hábitos de los turistas260 (Figs. 18-19).
Hacia mediados de siglo, las publicaciones de Alhoy gozaron de una cierta
fortuna, coincidiendo con un significativo aumento de la movilidad social y los
primeros desplazamientos ociosos. Esta popularidad animó la edición de otras
obras “de encargo”, como la ácida disección de los turistas que realizó el historiador
Hippolyte Taine en Voyage aux eaux des Pyrénées (1855), donde empleaba todos sus
recursos dialécticos para demoler a los intrusos que irrumpían en el paisaje pirenaico
y socavar la autoridad de los pequeños manuales que llevaban consigo261. Asumiendo
el encargo del editor Louis Hachette –quien había hecho fortuna con la edición de
guías turísticas, almanaques y enciclopedias populares-, Taine se transformaba en
un naturalista decidido a clasificar las distintas especies de turistas que encontraba
Figs. 20-21
Auguste Trichon.
“Variedades de
turistas” y Gustave
Doré. “Turistas
sedentarios”,
en Voyage aux
eaux des Pyrénées,
de Hippolyte
Taine, 1855.
260
Alhoy, Maurice. Physiologie du voyageur. Paris: Aubert et Cie, 1841; y Le voyageur. 65 vignettes
de Daumier, et Janet-Lange. Paris: Aubert: G. Barba, 1850.
261
Taine, Hypolite. Voyage aux eaux des Pyrénées. Illustré de 65 vignettes par Gustave Doré. Paris:
Hachette, 1855. p. 47 y sg.
230
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
262
Taine, H. Op. Cit.; pp. 67-68. Como historiador, Taine seguía la línea positivista en la cual la
historia era parte de la historia natural de las sociedades.
231
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
trazaba el perfil del turista como un ser adocenado, sin criterio ni gusto propio; un
ignorante, una marioneta que sigue “todas las indicaciones a conciencia, hace todas
las excursiones que hay que realizar y cuando es preciso hacerlas, con el equipaje
requerido para hacerlas”263. Taine concluía sus ataques con una reflexión acerca del
efecto que provocaban las las guías que portaban consigo los turistas: “el libro y la
opinión pública han pensado y han decidido por ellos. Tendrán el consuelo de pensar
que han seguido la gran ruta y que son los imitadores del género humano”264 .
En el fondo de estas críticas, el turista representa la alteridad, la imagen del otro,
de aquel que nunca se identifica con el viajero que relata su experiencia en primera
persona. Esta alteridad impuesta, su manifiesta ignorancia y su irreparable ceguera
convirtieron al turista en el objetivo de quienes se mofaban de los “desconcertados
clientes de M. Cook que no ven nada y no pueden ver nada pues tienen los ojos
constantemente fijos en la descripción didáctica del Baedeker o del Murray265 (Fig 22).
Como tantas paradojas de nuestra historia común, algunos redactores de
manuales turísticos arremetían directamente contra el nuevo viajero. Quizás era una
forma de marcar las distancias entre productos editoriales demasiado similares o
de buscar la complicidad de una clase específica de lectores. Lo cierto es que no es
infrecuente encontrar en las guías alusiones despectivas hacia el turista, excluyéndolo
del selecto círculo de “quienes sí saben ver bien sin aparentar que están mirando”,
en clara referencia a un tipo muy concreto de destinatario: los hombres de negocios
y los escritores266.
Con frecuencia, la docilidad del turista era el principal argumento que dominaba
el discurso de las guías. No parece fortuito que los redactores emplearan numerosos
imperativos para recordar a los destinatarios sus obligaciones, como en el caso de
una guía que recomendaba “mirar rápido, bien y a buen precio” (“voir vite, bien et
à bon marché”). En el capítulo que hemos dedicado a la función de los itinerarios
prefijados hemos podido comprobar la presión que ejercían algunos redactores sobre
un visitante al que no le quedaba otra opción que seguir, sin rechistar, los recorridos
o cumplir con los días y las horas de visita –“lo que hay que visitar un lunes no se
puede visitar otro día”267-. Y es que, a medida que los nuevos viajeros acaparaban
la atención del mercado editorial, los contenidos de las guías fueron objeto de una
síntesis radical con el fin de ajustarlos al ritmo acelerado de la vida moderna:
263
Taine, H. Op. Cit.; p. 68. Sterne, Laurence. A sentimental journey through France and Italy, 1768.
264
Ibidem.
265
Goudeau, Émile. Paysages parisiens, heures et saisons. Ilustrations composées et gravées sur bois
et à l’eau-forte par Auguste Lepère. Paris: H. Beraldi, 1892; p. XIII.
266
En el original “savent bien voir sans avoir l’air de regarder”; en Goudeau, É. Op. Cit.; p. XII.
267
Murei, P. /Murei, C. “Notre but: temps et argent”. Le mentor de l’étranger dans Paris et ses
environs. 15 jours à Paris pour 110fr. Guides Murei. Paris: Firmin Marchand, 1867; p. 11.
232
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
“No hay tiempo que perder! No hay frases por decir! Setenta y cinco hectáreas por
recorrer! y en zig zag! Vamos! vamos! (…) Somos turistas apresurados y lo queremos
ver todo en un día; todo, es mucho decir; por lo menos, las cosas principales, las más
extraordinarias o más bellas, aquellas de las que todo el mundo habla; allá adonde
va la multitud, las que nos arrepentiríamos de no haber visto”268.
La década de los sesenta señala la aparición en el mercado de las primeras guías
populares de bajo precio, que se presentaban como las herramientas más eficaces
para llegar, “directamente”, sin escollos, hacia el objetivo. De algún modo, estas
publicaciones se convirtieron en las llaves que abrían las puertas de la ciudad
espectacular, de las maravillas de las artes, las ciencias y la tecnología, según las
premisas de un nuevo pragmatismo que tomaban prestado del modelo editorial
británico y su rechazo a las obras “que se extasían con largas descripciones” y a los
“preámbulos admirativos y fraternales” que “impacientarían a cualquier explorador
en movimiento”269. Las guías más baratas insistían en acompañar al turista como
“un compañero, un amigo que abrevia y allana el camino, que os lo enseña y aclara
todo” y, para ello, establecían claras consignas: “no hay pérdida de tiempo. Se sabe
qué es preciso ver y en que momento puede verse”270. Sin pausa ni deriva, porque los
redactores extremaban la exigencia de visitar únicamente las atracciones recomendadas
y, especialmente, de poner a disposición del viajero: “Pero no es suficiente con hablar
de la Exposición. Al lado de la Exposición, hay otra maravilla, PARIS, que muchos
visitantes ven por primera vez. Hemos querido simplificar igualmente el estudio de
París, porque, al salir de la exposición para visitar París no se la pierda de vista”271.
Sin embargo, más allá de las premuras y de las advertencias para conducir al visitante
a través del descubrimiento “controlado” de la ciudad, lo cierto es que la mayor parte
de espacios de entretenimiento no estaba al alcance de los compradores de las guías
de bajo precio. Los editores advirtieron muy pronto las carencias de una parte del
público y comenzaron a incluir una selección de todo lo que podía ser visto en la
ciudad sin gastar dinero. Así, una guía de 1900 recomendaba “leer en los periódicos
los anuncios de los grandes casamientos y entierros, de todas las ceremonias y
fiestas a las que se podía asistir como simple espectador”272 y añadía una relación
de “espectáculos gratuitos”, con las mejores horas de asistencia, como la visita al
mercado de les Halles -adonde era preciso acudir entre las 4 y las 6 de la mañana,
para disfrutar de la frenética actividad comercial-, aderezada con fragmentos de El
268
“Introduction”. Les curiosités de l’Exposition de 1878. Op. Cit.; p. 1.
269
Ibidem.
270
Paris Exposition 1900. Op.Cit.; p. IX.
271
“Aux visiteurs de l’exposition”. Guide de l’Exposition de 1889. Op. Cit.; s.p.
272
“Ce qu’on peut voir à Paris sans bourse délier”. Paris exposition 1900. Op. Cit.; p. 38.
233
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
vientre de París, de Émile Zola, para introducir al lector en la atmósfera del lugar273.
Las guías también aconsejaban otros “espectáculos que no costaban dinero”, como
la apertura de los grandes almacenes, el inicio de la actividad en la Bolsa (Fig. 25), la
asistencia a una audiencia del Palacio de Justicia, el desfile de la alta sociedad en el
Bois de Boulogne, la partida de los carromatos de reparto de los periódicos o la salida
del público de la Ópera. Para una mentalidad actual, resultan más difíciles de encajar
las extrañas recomendaciones para visitar ciertos “espectáculos callejeros”, como los
hospicios (Fig. 26), la entrada de los internos –los “sans-asile”- al asilo (Fig. 24), o la salida
de las trabajadoras de las fábricas y talleres de los barrios de Temple, del Fabourg
Montmatre y Clichy274. De forma casi inevitable, regresa a la memoria la primera
filmación de los hermanos Lumière (1895): la salida de las trabajadoras de la fábrica
familiar de Lyon (Fig. 23).
La lectura nos devuelve las imágenes de la gente que vivía en las grandes ciudades
durante el siglo XIX. Algunas de estas imágenes, como la de la mujer, son esporádicas
o se circunscriben a situaciones y lugares muy concretos, en correspondencia con la
función que le asignaba la sociedad en el oculto reducto de la vida familiar. A la
callada existencia pública de la mujer, se suman las escasas ocasiones en las que
podemos escuchar directamente su voz, sin mediación alguna. Las pocas escritoras
que describieron el espectáculo metropolitano emplearon el recurso epistolar o el
diario personal para registrar su experiencia en algún acontecimiento excepcional,
como la celebración de las grandes exposiciones. En sus Cartas parisinas -editadas
273
Op. Cit.; p. 37. La guía Baedeker de París de 1878 también describía el mercado de les Halles
como un espectáculo; ver: Op. Cit.; p. 38.
274
París Exposition 1900. Op. Cit.; p. 37 y sg. McCannell señala que las visitas a estos lugares
constituyen la “representación más concreta y material de nuestras instituciones más importantes: la
ley, la economía, la industria, el equilibrio entre el hombre y la naturaleza y entre la vida y la muerte”;
en Op. Cit.; p. 77.
234
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
275
Girardin, Delphine de. Le Vicomte de Launay-Lettres parisiennes. Tomo I. Paris: Michel Lévy
Frères, 1857; p. 143; citado en Diaz, J. Op. Cit.; p. 9.
276
Dondel Du Faouëdic, Noémie. “Mardi, 17 Septembre 1889. Première impression. Été 1889.
Journal d’une campagnarde à París pendant l’exposition”. Voyages loin de ma chambre. Tome II.
París: Redon, 1898; p. 97.
277
Dondel Du Faouëdic, N. Op. Cit.; p. 98.
278
Le guide “parisien”: connaître Paris, c’est bien, connaître la parisienne, c’est mieux. Les guides
illustrés. Paris: Imp. Kapp. s.d.
235
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Figs. 25-26 La
visita a la Bolsa y
al hospicio. Guide
Paris Illustré, 1867.
236
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
a la prevención de las trampas y los trucos en los que podía caer algún incauto
conquistador (Fig. 27).
En las páginas de las publicaciones que describen la gran ciudad apenas hay
ocasión de encontrar alguna “flâneuse”, porque, seguramente, la mujer nunca llegó
a adquirir tal categoría 279. Si acaso, encontramos a la mirona, aunque su tratamiento
difiera sensiblemente de la atención recibida por el equivalente masculino. Al seguir
el rastro de la mirona en la ciudad, advertimos sus limitadas posibilidades para
comparecer de manera autónoma en el espacio público y desplazarse libremente por
las calles. Aunque sabida de antemano, la constatación nunca puede atenuar el efecto
que produce el contraste entre el tratamiento concedido a la mujer y la desmedida
atención hacia un paseante masculino que se desliza, sin cortapisas, por las largas
avenidas y que disfruta del espectáculo metropolitano en toda su plenitud. La figura
femenina es una bella comparsa que suele ir acompañada de un hombre y que, por
ello, es interpelada por los redactores de las guías de manera muy distinta. Si, en
algún momento, sus destinos parecen confluir, sus intereses siempre son objeto de
una planificada delimitación territorial que precisa el grado de protagonismo de cada
uno y la función que cumple en la ciudad:
“Aceptad, señora, mi brazo. No se os escapará nada de las maravillas acumuladas
de todas las partes del mundo. ¡No tened miedo! Haremos una breve parada en el
Palacio textil, en el del vestido, subiremos a la gran noria, cenaremos en la torre Eiffel.
Y tú, querido lector, ya que tanto te interesa la clase de mecánica, la de agricultura,
279
Para una crítica de la ausencia de la mujer en la literatura urbana del siglo XIX: Wolff, Janet, 1985.
“The Invisible Flâneuse. Women and the Literature of Modernity”. Theory, Culture & Society. Vol. 2,
no. 3. SAGE Publications; pp. 37-46.
237
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
280
Anonyme. “Ce qu’est la GUIDE DE L’EXPOSITION”. Le guide de l’expo de 1900. Op. Cit.; pp. 8-9.
281
Zola, Émile. Au bonheur des dames. 1883. Edición consultada: El paraíso de las damas. Traducción
de María Teresa Gallego y Amaya García. Barcelona: Alba Editorial, colección Alba Clásica, 1999; p. 353.
282
“Les grands magasins”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. 25.
283
Girardin, D de. Op. Cit.; 1857, t. I, p. 179. En su historia de los almacenes Selfridge’s de Londres,
Erika Rappaport señala a los espacios comerciales como responsables del proceso de transformación
de consumidor en espectador, estableciendo un interesante paralelismo entre las representaciones
teatrales y las estrategias promocionales del comercio a gran escala, como el truco, ideado por
Gordon Selfridge, de ocultar, con una gran cortina, el contenido de los escaparates hasta el momento
culminante de la inauguración del establecimiento el 15 de marzo de 1909; en Rappaport, E. Op. Cit.;
pp. 151-164.
284
“L’Exposition de 1900 a Vincennes”. Le guide de l’exposition de 1900. Op. Cit.; p. 371.
238
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
285
Hamon, P. (1989). Op. Cit.; p. 74.
286
“La Morgue”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. 138. La misma observación aparecía en Anglo-
American Practical Guide to Exhibition Paris 1900. London: William Heinemann, 1900; pp. 255-256.
239
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Desde los años treinta, las guías turísticas recomendaban la visita a la Morgue
como el lugar que todo viajero debía conocer287. De nada valían las críticas de quienes
arremetían contra la dudosa moralidad de la macabra exhibición y que declaraban
que, frente al “cementerio que poseía su propia poesía”, la Morgue “sólo ofrecía a los
ojos abyectas realidades”288. Aquel escaparate fúnebre representaba la gran vanitas
de la existencia ciudadana, el espectáculo más terrible y, a la vez, el más fascinante;
la apoteosis de una sociedad enferma de exposición: un “lugar sin secretos, una
maison de verre, en la que el público sabe todo lo que sucede”, como escribía un juez
de instrucción en 1887289. De algún modo, la descarnada presencia de la muerte en
el espacio público formaba parte de la exhibición de los sistemas del orden social,
porque, como señala Dean McCannell, “terminar del lado frío del cristal en este
establecimiento implica una partida rápida e inadecuada del mundo y probablemente
un estilo de vida desordenado que llevó a semejante desenlace. La exhibición de los
cadáveres sirve a simple vista un propósito de identificación, pero lo que representa es
la importancia el orden social y de abandonar la sociedad de una manera ordenada,
preservando la identidad hasta el final”290.
En el depósito mortuorio, los cadáveres sin identificar permanecían expuestos a la
mirada pública durante tres días, hasta que las precarias condiciones de conservación
exigían su retiro y la substitución por nuevos individuos. No iban mal encaminadas
las guías turísticas cuando recomendaban esta visita, porque la Morgue era uno de
los lugares de mayor concentración social, el espacio donde las clases trabajadoras
invadían el territorio del turista 291:
“Todo el mundo conoce la Morgue, o al menos ha oído hablar de ella. Ha sido
descrita a menudo en las obras sobre París, en las guías para los extranjeros, ha
sugerido reflexiones de todas clases, ha proporcionado una remarcable colección de
lugares comunes, consideraciones empáticas y ridículas”292 .
Aunque Londres y otras ciudades también poseían su propia morgue, sólo París
exponía ante los ojos insaciables de la gente los anónimos cuerpos deformados, de
manera gratuita, los siete días de la semana. La historia del depósito parisino –
morgue es una palabra derivada de la acepción arcaica morguer, cuyo significado es,
precisamente “mirar fijamente”-, abarca casi 200 años, desde que aparece citada por
primera vez en el Diccionario de la Academia Francesa de 1718 como el lugar en el
287
Sobre la popularidad de la morgue parisina ver Schwartz, V.R. (1999). “Public visits to the
Morgue. Flânerie in the Service of the State”. Op. Cit.; pp. 45-88.
288
Guillot, Adolphe. “Les spectacles de la Morgue”. Paris qui souffre. La basse geôle du Grand
Châtelet et les morgues modernes; Cap. VII. Paris: Rouquette libraire-éditeur, 1887; p. 176.
289
Guillot, A. Op. Cit.; p. 187.
290
MacCannell, D. Op. Cit.; p. 96.
291
McCannell, D. Op. Cit.; p. 97.
292
Guillot, A. Cap. Op. Cit.; p. 176.
240
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
que “los cadáveres que han sido encontrados se muestran a la vista pública para ser
reconocidos”293, hasta su traslado a la plaza de Mazas -junto al Quai de la Rapée-,
cuando perdió su denominación por el aséptico apelativo de Instituto Médico Legal
(1914). Inicialmente, el depósito se encontraba junto a la prisión de Châtelet hasta
que, en 1804, se construyó un nuevo edificio, con aspecto de templo griego, en el Quai
du Marché de la Ile-de-la-Cité. La nueva ubicación junto al Sena facilitaba la llegada
de los cadáveres en barca hasta el edificio que había sido proyectado con criterios
racionales e higiénicos y con la intención de mejorar las condiciones expositivas de
la sala que debía acoger la gran cantidad de curiosos que acudían a contemplar los
cuerpos inermes tras la vitrina. Las reformas del barón Haussmann provocaron el
derribo del edificio y un nuevo traslado hasta el Quai de l’Archevêché, frente a la
catedral de Notre-Dame (1864). En este emplazamiento se reorganizó de nuevo el
espacio central, la salle du public, alrededor de la cual se distribuía la muchedumbre
que acudía en tropel, como describía el médico higienista Auguste Ambroise Tardieu:
“La entrada principal conduce a una gran sala de exposición que ocupa el
centro del edificio y que, separado de la acera por una barrera destinada a detener
la penetración de las miradas desde el exterior al interior, está siempre abierto a
los visitantes y los invita a entrar en una sencilla instalación para el fácil y rápido
reconocimiento de los individuos. La sala está separada por la mitad en toda su
anchura mediante una ventana que puede ser cerrada tras unas cortinas, pero que
por lo general permanece abierta y permite a la gente mirar hacia el otro lado.
Iluminada directamente desde arriba, la sala tiene doce losas de piedra entre las dos
dependencias en las que los cadáveres, despojados de sus ropas, están protegidos por
un taparrabos contra las miradas”294.
La Morgue ocupó un lugar destacado en las obras que describían las aglomeraciones
y las dificultades de los guardias para controlar la afluencia de público295. El efecto
llegó hasta Émile Zola quien, siempre oportuno, revivió el ambiente del depósito en
las páginas de la novela Thérèse Raquin (1867), con las mujeres y los obreros como
protagonistas de aquel gran
“espectáculo al alcance de todos los bolsillos, que se pagan gratuitamente los
transeúntes pobres o ricos. La puerta está abierta, entra quien quiere. Hay unos
aficionados que dan una vuelta para no perderse ninguna de estas representaciones
293
El término aparecía en el siglo XVI en referencia al examen visual de los prisioneros morgués
por parte de los guardianes de la cárcel. El Diccionario de la Academia de 1718 contiene la siguiente
definición “Morguer”: Lugar, a la entrada de una prisión, en el que permanecen durante un tiempo los
prisioneros, a fin de que los vigilantes puedan mirarlos fijamente, para reconocerlos e identificarlos; en
el Châtelet, el lugar adonde van los cuerpos que son encontrados muertos para ser expuestos a la vista
del público, con el fin de que puedan ser reconocidos. Académie française. Nouveau dictionnaire de
l’Académie Françoise. Paris: J.-B. Coignard, 1718; p. 99.
294
Citado en Schwartz, V.R. (1999). Op. Cit.; p. 57.
295
Le livre des cent un (1831), Nouveau Tableau de París (1821-24) o el Tableau de París, de Texier (1852).
241
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
242
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
de la muerte. Cuando las losas están desnudas, la gente sale decepcionada, robada,
murmurando entre dientes. Cuando las losas están bien provistas y hay una hermosa
exhibición de carne humana, los visitantes se aglomeran, entregándose a las emociones
baratas; se aterrorizan, se burlan, aplauden o silban, como en el teatro, y se retiran
satisfechos, declarando ese día el éxito de la Morgue”296 (Figs. 29-30).
Cuando el macabro depósito cerró sus puertas a la infatigable curiosidad pública
(1907), se abrió un encendido debate en la prensa sobre la decisión del prefecto
policial, Louis Lépine, de permitir la entrada sólo a quienes pudieran aportar alguna
información útil acerca de los cadáveres y así evitar el atropellado flujo de mirones
que acudían a satisfacer su morboso interés. Desaparecía de este modo el lugar donde
convergían todas las miradas:
“Es indiscutible que los parisinos consideran la visita a la morgue como una
especie de pasatiempo. La sala de exposición nunca está vacía; hay mucha más gente
de la que podemos creer, que se desvían deliberadamente de su camino para dirigirse
hacia allí y deleitarse con curiosidad malsana”297.
A pesar de que muchas voces, incluida la de Victor Fournel, pusieron en entredicho
la mirada “implacable y estúpida” de la multitud que acudía a la morgue mostrándose
incapaces de comprender la morbosa crueldad de una gente que “debería, al menos,
sentir tristeza a falta de remordimientos, y que pasa sin interrupción de este espectáculo
a otro”298, finalmente reconocían las consecuencias que entrañaba su clausura hasta
declararse contrarias a la decisión de “suprimir la Morgue (...) y de interrumpir la
entrada al público, pues es para el público para lo que está hecha”299.
Tras la Revolución francesa y la definitiva cesura entre los espacios de los vivos y
los de los muertos, los cementerios se desplazaron hasta los confines de la ciudad. El
traslado coincidió con el creciente interés que despertaba el espectáculo mortuorio
entrelos habitantes y los turistas que acudían a visitar los cementerios, y que llevaba a
algunos escritores, como Jules Clarétie, a criticar esa “gran feria popular para comprar
recuerdos y lamentos”:
"Es preciso visitar los cementerios el día de los muertos, dicen las Guías de los
extranjeros, recomendando este escenario como si se tratara de un espectáculo. Y es,
en efecto, un espectáculo, el “mourning day”, podríamos decirlo así. En el interior, esta
multitud que gira, que se para delante de los monumentos célebres, como los badauds
296
Zola, E. Thérese Raquin. 1867. Cap. XII. Edición consultada: Paris: C. Marpon-E. Flammarion,
1883; p. 136.
297
Peccadille. “La Morgue”. Le Voleur illustré: cabinet de lecture universel. Núm. 1321. Paris, 27
d’octobre 1882; p. 682.
298
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; pp. 351-352 y sg.
299
Fournel, V. (1858). Op. Cit.; p. 355.
243
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
del domingo ante los cuadros del Louvre (podemos encontrar aquí y allá, a los turistas
alemanes e ingleses, hojeando su Baedeker)”300.
Desde la consagración del cementerio parisino de Père Lachaise en 1804, la muerte se
había convertido en una oportunidad comercial para los editores de guías monográficas
y de álbumes con descripciones y grabados de los principales camposantos. En 1820,
Le Conducteur au Cimetière de l’Est ou du Père Lachaise -una guía que renovaba la
edición anterior de 1815- aparecía como respuesta a la demanda del público:
“Prometimos (…) una descripción especial de los cementerios actuales de la capital,
antaño tan horribles y ahora magníficamente adornados de monumentos (…). A la
vista del imponente espectáculo que ofrecen estos lugares sagrados (…) hemos pensado
que un seca descripción monumental junto a una árida nomenclatura de epitafios,
dejaría a los corazones fríos en estos asilos fúnebres”301.
El objetivo de la reedición era crear, con “exactitud, verdad y concisión”, un verdadero
manual portátil, un instrumento “claro y metódico” que asignaba un orden numérico a
las tumbas, añadiéndo una relación alfabética de sus ocupantes. Este recorrido racional
a través de una visión “organizada” de la muerte era muy similar al que realizaban los
turistas que visitaban las catacumbas, abiertas al público desde principios de siglo por
300
Clarétie, Jules. “Cimètieres”. La vie à Paris. 1895. Cap. XXX. Edición consultada: Paris:
Bibliothèque Carpentier, 1898; p. 361.
301
“Préface”. Le Conducteur au Cimetière de l’Est ou du Père Lachaise. Contenant l’esquisse descriptive
et topographique de ce lieu funèbre, et le tableau des scènes et mœurs dont il est le témoin. Paris: Imprimère
de Plassan, 1820; p. V y sg. La edición de 1815 de Le Conducteur de l’étranger à Paris (Paris: Chez J.
Moronval imprimeur) dedicaba sólo tres páginas a los cementerios de la ciudad mientras que en la de 1817
aumentaban hasta 7 las páginas dedicadas a los espacios de la muerte. Otra guía específica que fue objeto
de sucesivas ediciones es Manuel et ittineraire du curieux dans le cimetière de Père Lachaise (1828, 3ª ed).
244
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
Figs. 32-33
Álbum Souvenir
des catacombes
de Paris. Vues
photographiques.
Paris: Lefeuvre
photographie
éditeur, 1889.
302
Tras la creación, por parte de Luis XVI, de la inspección general de protección de las canteras de
París, en 1786 se bendijeron y consagraron las viejas canteras de la Tombe-Issoire, transformándose
en las primeras catacumbas de la ciudad. Fueron necesarios dos años para transferir la totalidad de los
restos del cementerio de los Incocentes que, en aquel tiempo, era el más grande de Paris. Los trabajos
para el traslado de los restos de otros cementerios se realizaron en el periodo 1787-1814.
303
Nadar (1895-1905). “Paris souterrain. Aux catacombes et égouts (prémiers essais de photographie
aux lumières artificielles”; Op. Cit.; p. 102.
304
Nadar (1895-1905). Op. Cit.; p. 111.
305
“Les catacombes”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. 67.
306
Nadar (1895-1905). Op. Cit.; p. 116.
307
“Les catacombes”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. 67. En Les catacombes de Paris (Paris: L.
de Potter, 1854), el prolífico escritor de folletines, Élie Berthet (1815-1891) mezclaba la narración, los
datos históricos y la descripción de las galerías.
245
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
246
Los ojos insaciables: habitantes, turistas y otros individuos pululantes
308
En su Guía Ilustrada de París, Adolphe Joanne incluía tres páginas de los fragmentos del capítulo
IX que describen la persecución de Jean Valjean en las cloacas; ver Joanne, A. (1867). “Chapitre XXII:
Paris souterrain. Les egouts. Les catacombes”. Op. Cit.; p. 994.
309
“Dans les égouts”. Paris Exposition 1900. Op. Cit.; p. 81.
310
Baedeker, K. “L’abattoir de Belleville-Villette”. Paris et ses environs. 1878. Op. Cit.; p. 29.
311
MacCannell, D. Op. Cit.; p. 57.
247
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
248
Parte 3. Barcelona. La invención de la ciudad moderna
249
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
250
Barcelona. La invención de la ciudad moderna
251
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 1 Angel Toldrà Viazo. Postal de Barcelona. Vista panorámica (Nordeste), c. 1906.
252
Capítulo 3.1
La construcción pragmática del espacio urbano
1
Los directorios existían anteriormente como relaciones de cargos oficiales, de los poderes políticos,
militares y religiosos de un estado o ciudad.
2
Schlögel, K. “Directorios de Berlín”. Op. Cit.; p. 324.
3
Gallard, Diego M. “El Editor”. Almanak Mercantil o guía de comerciantes. Madrid: Por Ramón
Ruiz, 1797; p. iii.
253
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 2 Relación del número de las calles de Barcelona por orden alfabético. Manual y Guía de Forasters per a saber
los noms y trovar facilment los Carrers, Plassas, y Travesías, juntament los Colegis, y Gremissituats en esta present
Ciutat de Barcelona; ab un Indice General y à la fi una Llista de tots los Monuments, y Adoracions, que hi ha en dita
Ciutat. Compost per un curiós desta capital, 1761.
4
Ibidem.
5
Manual y guia de Forasters per a saber los noms, y trovar facilment los carrers, plassas, y travesías,
juntament los Colegis y Gremis situats en esta present Ciutat de Barcelona; ab un índice general, y a
la fi una llista de tots los Monuments y Adoracions que hi ha en dita Ciutat. Compost per un curiós
de la Capital. Barcelona: En la estampa de Maria Angela Martí Viuda, en la Plassa de Sant Jaume. Any
1761. Esta publicación adaptaba las normas mercantiles que publicaron anteriormente el Kalendario,
pronostico y diario de quartos de luna, sobre el año del Señor de 1741 con los quartos de luna y
politicos acontecimientos como tambien con las ferias de Cataluña. Barcelona: en la imprenta de
Joseph Altés, 1741, de Antonio Vilanova. (en la Biblioteca de Catalunya consta una nueva edición de
1742); y el Almanak, y pronostico diario de quartos de luna para el principado de Cathaluña, de este
año de 1745. Barcelona: en la imprenta de los Herederos de Maria Martí, administrada por Mauro
Martí, 1745; en este caso, firmado por el “Moderno Cathalan”, “aficionado en artes mathemáticas y
natural del arzobispado de Tarragona”.
254
La construcción pragmática del espacio urbano
Fig. 3 Calendario
Manual y Guía
de Forasteros de
Barcelona, 1776.
Fig. 4 Barcelona á la
mano. Compuesto
por don Joseph
Algava Marques y
Bellón, 1778.
255
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
la ciudad había superado los 100.000 habitantes, el autor de una guía de largo
nombre, Diversión de Ciudadanos, norte seguro de forasteros, y estrella luciente
de Barcelona que guía a unos, y otros, para saber el número cierto de parroquias,
conventos, oratorios, cárceles, reclusiones, plazas, plazuelas, y calles de la ilustre
ciudad de Barcelona; el nombre de los fundadores de los conventos, y año de su
fundación; y un camino breve, en que con toda perfección cualquiera puede saber
los nombres, y sitios de las calles de esta ciudad sin tener que preguntar ni valerse
por otro, aclaraba a sus lectores que allí podrían encontrar todo aquello de lo que
carecían otras ediciones: “…algunas cositas que hasta ahora habrás ignorado y te
alegrarás de saberlas (…); lo que he revuelto de Libros, Archivos y Librerías”. Esta
vez, el manual llegaba para “iluminar” la ciudad, como la “antorcha que alumbra
a Ciudadanos y Forasteros, para saber todos los puestos importantes de Barcelona
tocantes al comercio y manutención, pretensiones y dependencia unos y otros”8.
Aquel era un instrumento infalible, una síntesis o “camino breve para que todos
así, naturales como forasteros, puedan saber los nombres y sitios de las calles de
Barcelona con tanta perfección como si se hubieran criado en cada una de ellas”.
La funcionalidad se reflejaba en una nueva disposición de las calles “…en orden
alfabético”, en su transcripción “en el idioma del país, para la mayor inteligencia
del público”, y en unas precisas orientaciones para indicar el lugar en el que “cada
una tiene la entrada y así mismo la salida”9. Tras declarar la aspiración instrumental
del producto, el autor incluía una breve descripción de Barcelona como el “más
deleite objeto a la vista”, además de recomendar al visitante que disfrutara de los
goces que su estancia le depararía: “Disfruta Barcelona de un alegre Cielo, templado
clima, sutiles aires, y fertilísimo territorio, por cuyas saludables influencias produce
continuamente vivos ingenios, peregrinos rostros y esforzados corazones”10.
Todos estos argumentos se encuentran en la base de las primeras guías turísticas
barcelonesas: la bonanza del clima, la fertilidad del territorio o la ingeniosidad y
la laboriosidad de los habitantes, se convirtieron, como veremos, en los lugares
comunes de la descripción de la ciudad moderna.
8
A.B.C.E. Diversión de Ciudadanos, norte seguro de forasteros, y estrella luciente de Barcelona
que guía a unos, y otros, para saber el número cierto de parroquias, conventos, oratorios, cárceles,
reclusiones, plazas, plazuelas, y calles de la ilustre ciudad de Barcelona; el nombre de los fundadores
de los conventos, y año de su fundación; y un camino breve, en que con toda perfección cualquiera
puede saber los nombres, y sitios de las calles de esta ciudad sin tener que preguntar ni valerse por
otro. Barcelona: por Teresa Nadal vda. 1789; p. 65. Hemos localizado tres ediciones más de esta guía:
una del año 1802 –“en algo aumentado y enmendado”- y otras dos, de los años 1819 y 1831, revisadas
por el mismo autor y con el nuevo título de Manual de Forasteros que les guiará…Barcelona: por
Garriga y Aguasvivas.
9
A.B.C.E. (1789). Op. Cit.; p. 31.
10
A.B.C.E. (1789). Op. Cit.; p. 3.
256
La construcción pragmática del espacio urbano
11
Guía de Forasteros en Barcelona para el año 1821. Barcelona: de la imprenta del ciudadano
Dorca; p.3.
12
Hacia 1800, Barcelona era una de las 20 ciudades europeas que contaban con más de 100.000
habitantes; ver: López Guallar, P. “Naturales e inmigrantes en Barcelona a mediados del siglo XIX”.
Barcelona Quaderns d’Història 11. Barcelona: Institut Municipal d’Història-AHB, 2004; pp. 89-92.
13
Sucinta relación de las principales operaciones del Escmo Ayuntamiento Constitucional de
Barcelona en el año 1821. Barcelona: Imprenta de la viuda e hijos de D. Antonio Brusi, 1821. Se trata de
un resumen de la actuación municipal en un año especialmente trágico, debido a la epidemia de cólera
que asoló la ciudad. Unos años después, la reglamentación municipal se recogió en el Bando General
del Buen Gobierno o de policía urbana para esta ciudad de Barcelona, publicado por el Escelentisimo
Ayuntamiento constitucional en mayo de 1839. Barcelona; Imprenta de Tomás Gaspar, 1839.
14
Guía de Forasteros en Barcelona para el año 1821. Op. Cit.; p. 111.
15
Op. Cit.; p. 268.
257
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
guía que escribió un joven y desconocido Pere Felip Monlau (1808-1871), bajo el
pseudónimo de Felipe Roca Lavedra –los apellidos de su madre-, sólo diez años antes
de publicar el opúsculo Abajo las Murallas!, su intensa y dramática denuncia de las
condiciones de vida en el interior del cerco amurallado barcelonés16. En esta guía, el
médico higienista describía una ciudad radicalmente distinta a la que luego ocuparía
el centro de sus preocupaciones: un lugar con un clima inmejorable y con sus calles
modernizadas, donde se respetaban las normas de ornato y embellecimiento, se cuidaba
la arquitectura, las fuentes públicas y los espacios de esparcimiento –como el paseo
Nuevo, la Rambla, la muralla de mar y la de tierra-; en definitiva, una Barcelona ideal:
“Se han abierto varias calles nuevas, se están construyendo en todos los ángulos
de la ciudad casas del más esquisito gusto, y se han proyectado, con ánimo de
practicarlo cuanto antes, rectificaciones, mejoras, y hermoseos, que convertirán
a Barcelona en una de las poblaciones más amenas y deliciosas (…) Se gozan de
infinitas comodidades en esta ciudad, tanto por la baratura de los víveres como
por sus muchas fondas aseadas y abundantes, casas de pupilo a precios sumamente
módicos, academias de señoritas educandas, establecimientos de baños públicos (…)
otros de baños de vapor, plazas de mercado, lavaderos públicos…”17 (Fig. 5).
Publicada durante la monarquía absolutista de Fernando VII, El amigo del
forastero colocaba en un lugar preferente a los poderes que regían la ciudad –según
la secuencia política, religiosa y militar- para, sólo después, abordar la descripción
topográfica del territorio, su situación respecto a la costa, a las islas Baleares, a
Madrid, Zaragoza, Valencia y Perpiñán. La guía también ofrecía un registro de la
división administrativa y militar, con los cuarteles, barrios, manzanas e islas, y el
recuento de una población que aumentaba rápidamente. Esta es una de las primeras
publicaciones en las que Barcelona se proyecta más allá de sus contornos, mediante
la descripción de las principales localidades que se encontraban bajo su influjo:
“Barceloneta, Puerto, Cementerio General, Fuerte Pío, Clot, S. Andrés del Palomar,
Horta, Laberinto, Paseo de Gracia, Gracia, S. Gervasio, Capuchinos viejos, S. Ginés,
Monasterio de PP Gerónimos del Valle de Hebrón, Font Groga, Sarrià, Pedralves,
Sans y Montjuich”18 (Fig. 6).
16
Monlau y Roca, Pedro Felipe. ¡Abajo las murallas! Memoria sobre las ventajas que reportaría
Barcelona y especialmente su industria de la demolición de las murallas que circuyen la
ciudad. Barcelona: Imprenta del Constitucional, 1841.
17
Roca y Lavedra, Felipe (pseudónimo de Pere Felip Monlau). El amigo del forastero en Barcelona
y sus cercanías. Barcelona: Librería de José Solá, 1831; p. 3. Como ejemplo de la premura que suponía
la redacción de una guía, la edición se acompañaba de un folleto de 28 páginas titulado Adiciones y
correcciones á la primera edicion del Amigo del forastero en Barcelona y sus cercanías. Existen otras
reediciones (1833 y 1840) realizadas por la casa editorial. Monlau también fue el autor de El amigo
del forastero en Madrid y sus cercanías. Madrid: Imprenta de Gaspar y Roig, 1850, esta vez firmando
con su verdadero nombre.
18
Roca y Lavedra, F. Op. Cit.; p. 36.
258
La construcción pragmática del espacio urbano
Fig. 5 Vista de
Barcelona desde
el mar. El Amigo
del Forastero en
Barcelona y sus
cercanías, 1833.
Fig. 6 “Cercanías
de Barcelona”.
Guía de forasteros
en Barcelona para
el año de 1840, ó
sea El amigo del
forastero en la
misma y cercanías,
edición de 1840.
259
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
19
Capmany, Antoni de. Memorias históricas sobre la Marina, Comercio y Artes de la antigua
ciudad de Barcelona. 4 vols. 1779-1792.
20
Roca y Lavedra, F. Op. Cit.; p. 9.
21
Roca y Lavedra, F. “Conclusión”. Op. Cit.; p. 63.
260
La construcción pragmática del espacio urbano
Fig. 7 “Casa Lonja”. Manual del viajero en Barcelona, 1840. Se trata de la primera guía barcelonesa que incluía una
ilustración de un enclave urbano: “Es sin disputa el más hermoso y magnífico edificio de Barcelona”. El emplazamiento
era el mismo que había elegido el grabador Ramón Alabern para realizar la primera prueba del daguerrotipo en el
Estado español, a las doce menos cuarto del mediodía del domingo 10 de noviembre de 1839.
22
Patxot, Fernando. “Policía Urbana: Reglamento Municipal”. Manual del Viajero en Barcelona.
Redactado y recopilado en vista de los mejores documentos y datos estadísticos por una reunión de
amigos colaboradores. Barcelona: Imprenta de Francisco Oliva, 1840; pp. 75-108.
23
Patxot, F. “Nota del editor”. Op. Cit.; s.p.
261
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 8 Guía
de Forasteros
de Barcelona,
judicial, judicial,
gubernativa,
administrativa,
comercial, artística
y fabril: dividida en
dos partes, 1842.
24
Saurí, Manuel/Matas, José. “Prólogo”. Guía de Forasteros de Barcelona, judicial, judicial,
gubernativa, administrativa, comercial, artística y fabril: dividida en dos partes. Barcelona: Imprenta
y Librería de D. Manuel Saurí, 1842; p. 5.
25
Ibidem.
262
La construcción pragmática del espacio urbano
26
Ibidem. El Almanach du commerce de París se publicó entre 1797 y 1838.
27
El liberalismo de Saurí le llevó a publicar obras como La Ciudadela inquisitorial de Barcelona,
de Joaquín del Castillo, sobre el período de represión ejercida por el absolutista Carlos d’Espagnac; o
Revolución de Barcelona, proclamando la Junta Central, sobre el bombardeo de Espartero sobre la
ciudad en 1843. Sin embargo, la popularidad le llegó con las traducciones románticas que triunfaban en
la época, como El sitio de Corinto, de Lord Byron o las Poesías de Lamartine, y por ser el primer editor
de la ciudad que publicó en 1841 la obra de Victor Hugo, El último día de un reo de muerte (1829).
28
La Junta, que aglutinaba todos los sectores industriales de Catalunya, era la reconversión de la
antigua Comisión de Fábricas de hilados, tejidos y estampados de algodón (1821) y del Cuerpo de Fábricas
de tejidos e hilados de algodón, dirigidos por Erasmo de Janer de Gònima. En su manual, Saurí publicaba
la carta de aprobación de la Junta firmada por quien entonces era el presidente, Juan Jaumandreu.
263
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 9 “Interior
del cementerio”.
Manual histórico-
topográfico
estadístico y
administrativo o
sea Guía general de
Barcelona, 1849.
cuanto deseen conocer los forasteros de que está llena una población como esta, a fin
de que se hallen en situación de saber y apreciar todo cuanto encierra Barcelona tanto
en lo útil como en lo agradable, al paso que proporcionamos a todas las clases de sus
habitantes lo que pueda servirles en sus negocios y distracciones”29.
El desconocimiento y el desinterés de los fabricantes y comerciantes locales hacia
estas publicaciones eran los escollos que debían superar quienes se disponían a editar
una guía de la ciudad. Era bien consciente de ello Miguel Dubà Navas (1816-1887), un
maestro de instrucción pública y especialista en redactar almanaques y pronósticos,
cuando incluía en su guía el siguiente aviso:
“No se han puesto muchas cosas que pertenecen al Comercio y que son de mucha
utilidad por incuria de los dependientes de algunas empresas. Sentimos mucho que se
confíen los capitales a la ignorancia y la negligencia, porque de este modo no esperen
muchos accionistas más que pérdidas”30.
La evolución de los primeras guías barcelonesas está unida al desarrollo del
sector editorial y a la reducción del tamaño del libro -en doceavo, dieciseisavo o
decimoctavo- para potenciar su portabilidad y manejo. No es un detalle banal: Roger
Chartier lo considera un hecho decisivo para comprender la transformación de los
hábitos de lectura de la población hacia un tipo de práctica “más libre”, en la que
ya no es necesario “posar el libro para leerlo y el lector no se ve obligado a estar
sentado; se puede establecer una nueva relación con lo escrito, más corriente y más
29
Saurí, M. / Matas, J. Manual histórico-topográfico estadístico y administrativo o sea Guía general
de Barcelona. La dedica a la Junta de Fábricas de Catalunya y lo adorna con 15 vistas y el plano
topográfico de la ciudad. Barcelona: Imprenta y librería de D. Manuel Saurí: 1849; p. VII.
30
Dubà Navas, Miguel./B.P. “Aviso”. Guía de Barcelona para 1847. Contiene cuanto puede ser útil a
los forasteros y habitantes. Barcelona: Imprenta de la Fraternidad de José Pont y Campins, 1847; p. VI.
264
La construcción pragmática del espacio urbano
inmediata”31. Las pequeñas guías portátiles, que estrechaban los lazos con el viajero,
surgieron en el interior de una industria que apostó por la progresiva especialización,
la definición de los actores del proceso –el impresor, el editor, el encuadernador y
el librero- y la diversificación de la oferta, mediante nuevas estrategias comerciales,
como la suscripción, las series y colecciones32 . En Catalunya, la modernización
editorial guarda relación con dos episodios técnicos concretos: la aparición de las
nuevas prensas metálicas, que aumentaron considerablemente las tiradas -como
la Stanhope, introducida en 1828 en Barcelona por Joaquim Verdaguer Bollich, el
editor de los doce volúmenes ilustrados de Recuerdos y bellezas de España (1839-
1865)-; y la linotipia (1886), que transformó el sistema de composición e incrementó
la producción33. Hay que tener en cuenta que el prestigio de un producto no siempre
venía avalado por el nombre del autor sino por la redundancia de la serie o la
colección que los lectores identificaban con un modelo concreto. Así, en toda Europa
se extendió el tamaño estándar de 16x11cm y el color rojo de las cubiertas de las
guías alemanas Baedeker (Fig. 10) y de las británicas Murray que, posteriormente,
31
Chartier, R. “Libros y lectores”. Ferrone, V./Roche, D. (eds). Op. Cit.; p. 247.
32
Para una historia de la edición en Catalunya en el siglo XIX, ver: Llanas, Manuel. L’edició a
Catalunya: el segle XIX. Història de l’edició a Catalunya. Barcelona: Gremi d’editors, 2004 y Vélez,
Pilar (ed). L’exaltació del llibre al vuit-cents. Art, indústria i consum a Barcelona. Biblioteca de
Catalunya-Ajuntament de Barcelona, 2008.
33
Otro factor importante para el desarrollo de la industria editorial en Catalunya fueron los cambios
legislativos, especialmente la ley de la libertad de empresa (1836) y la de prensa, fruto de la revolución
de 1868, aunque más tarde sería debilitada con una sucesión de decretos contrarios (1875-1876) hasta
la legislación de 1879, que restablecía el régimen de libertad vigilada de la prensa periódica. El sector
del libro quedó al margen de este contexto y por ello pudo moverse con más facilidad. El nuevo
panorama editorial se vió favorecido por el auge económico y empresarial de la burguesia local y el
empuje en el sector de la fabricación de papel, como el caso de la fábrica Guarro, de Gelida.
265
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
adoptaron las populares Guías Diamant –versión reducida de las francesas Joanne-
en su edición bilingüe barcelonesa:
“La Guía Diamante sigue el ejemplo de cuantas existen en el extranjero: un
volumen tan manejable que se puede llevar en el bolsillo, y que contenga, sin embargo,
con la suficiente amplitud, todos los elementos que son esenciales en libros de este
género, todos los datos que debe tener en cuenta lo mismo el extranjero que el hijo
del país para conocer una ciudad que es el orgullo de España, así un resumen de
los recuerdos que enaltecen su historia, como una indicación de la vida de la actual
Barcelona y de los pueblos que vienen a ser sus arrabales”34 (Fig. 11).
Uno de los problemas que planteaba la edición de una guía radicaba en el grado
de asimilación de los modelos foráneos y en la necesidad de publicar unas obras
escritas por autores locales y adaptadas a las exigencias de cualquier individuo que
se adentrara en el territorio barcelonés. Hacia mediados de siglo, la carencia de un
referente autóctono abrió el debate acerca de las limitaciones de los directorios y de sus
interferencias con los contenidos de las compilaciones históricas eruditas que ponían
“a la vista del lector las glorias, la cultura, la belleza y las demás circunstancias que
adornan á Barcelona…”35. Los primeros indicios de este estado de contaminación
se detectaron en las obras de los historiadores locales que relataban los principales
acontecimientos de la historia urbana pero que, a la vez, recogían las expectativas
de la ciudad industrial. La fortuna de esta clase de descripción es inseparable del
impulso que recibieron a mediados de siglo las identidades nacionales, con el reclamo
de la singularidad de cada lugar y la creación de un escenario intransferible para
la representación de los valores de la memoria colectiva36. En este contexto –que
la historiadora Anne-Marie Thiesse describe como una “alianza profunda entre el
arcaísmo ostensible de la construcción identitaria y la más innegable modernidad
34
García del Real, Luciano. “Al Lector”. Barcelona. Guía Diamante. Barcelona: Librería de
Francisco Puig, 1896; p. 6. Las Guías Diamant francesas habían aparecido en 1866 con ocasión de la
Exposición Universal de París 1867.
35
Pi y Arimón, Andrés Avelino. “Prólogo”. Barcelona antigua y moderna o Descripción é historia
de esta ciudad desde su fundación hasta nuestros días: contiene la topografía de Barcelona; su clima;
calles y plazas; monumentos antiguos y modernos; palacios y edificios reales, nacionales, religiosos,
civiles, públicos y particulares; gobierno y legislación antiguos y modernos; instituciones religiosas,
científicas, literarias, artísticas y filantrópicas; estados eclesiástico, judicial, civil y militar; hombres
ilustres; estadística; bibliografía; marina, comercio, industria, descubrimientos, inventos; historia
política desde la época de los Cartagineses hasta el año 1843; servicios, méritos, privilegios, etc. etc.
Tomo I. Barcelona: Librería Politécnica de Tomás Gorchs, 1854; s.p. Esta obra, que había salido a la
venta por entregas, quedó inacabada a la muerte de su autor (1851) y fue retomada por su hijo en la
edición definitiva de 1854.
36
En la segunda mitad del XIX, surgieron diferentes sociedades culturales, destinadas a velar por la
defensa del patrimonio urbano, que animaron los primeros intentos de catalogación de los monumentos
desaparecidos e inventarios gráficos de los lugares amenazados. En Barcelona, la Academia de las
Buenas Letras –creada en 1729- recuperaba su actividad a mediados del siglo XIX, y en 1876 se creaba
la Asociación Catalanista de Excursiones Científicas.
266
La construcción pragmática del espacio urbano
37
Thiesse, Anne-Marie. La création des identités nationales. Europe XVIII-XIXè siècles. París:
Éditions du Seuil, 2001; pp. 200-201. Existe una traducción española: La creación de las identidades
nacionales : Europa siglo XVIII-XX. Madrid: Ezaro, 2010.
38
Grau, Ramon. “La historiografia del romanticisme (de Pròsper de Bofarull a Víctor Balaguer)”.
Balcells, Albert. (ed). Història de la historiografia catalana. Barcelona: Institut d’Estudis Catalans.
Secció Històrico-Arqueològica. Sèrie Jornades Científiques, 23-25 d’octubre de 2003; p. 141.
39
La calificación de “guía enciclopédica” es de Ramon Grau. Op. Cit.; p. 152.
267
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
40
Pi y Arimón, A. A. Op. Cit.; p. 8.
41
Pi y Arimón, A. A. Op. Cit.; p. 9.
268
La construcción pragmática del espacio urbano
42
Pi y Arimón, A.A. Op. Cit.; p. 8.
43
Bofarull, Antonio de. Guía-Cicerone de Barcelona, o sea viajes por la ciudad con el objeto de
visitar y conocer todos los monumentos artísticos, enterarse de todos los recuerdos y hechos históricos
y saber el orijen de todas las tradiciones más orijinales pertenecientes a aquella. Obra útil y necesaria
a toda clase de personas. Barcelona: Imprenta del Fomento, octubre de 1847. Edición consultada:
Imprenta Hispana de V. Castaños, 1855; p. 171.
44
Coroleu, José. “Prólogo del editor”. Barcelona y sus alrededores. Guía Histórica, Descriptiva y
Estadística del Forastero. Ilustrada con 6 bellísimos cromos y con más de 100 vistas de monumentos,
calles, paseos, jardines, etc. por León Comelerán. Barcelona: Jaime Seix editor, 1887; p. 323. La guía
no mencionaba la inminente exposición, pero La Vanguardia anunciaba su aparición el miércoles
25 de enero de 1888: “Un libro útil y agradable. Dentro de breves días se pondrá á la venta la
notabilísima «Guía histórica, descriptiva y estadística» del señor Coroleu, escritor con una reputación
tan sólidamente sentada, que no ha menester de nuestra recomendación para que el público acoja con
interés cuanto produce su pluma”.
45
Encyclopédie des gens du monde, répertoire universel des sciences, des lettres et des arts : avec
des notices sur les principales familles historiques et sur les personnages célèbres, morts et vivans, par
une société de savans, de littérateurs et d’artistes, français et étrangers. Tome premier. Paris: Treuttel
et Würtz; 1833-1844; p. 7.
269
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
sino la condición de un producto que debía ser, ante todo, útil, exacto y expresivo46.
No había otra opción que afiliarse a las leyes de la vulgarización del saber y afirmar
el filantrópico compromiso con el progreso de la humanidad: “esperamos contribuir
a hacer más activa la circulación de las riquezas intelectuales y morales (…); todos
los conocimientos humanos, todos los elementos esenciales de la felicidad de los
individuos y de la prosperidad de las naciones podrán encontrar lugar en el marco
que queremos llenar”47.
El debate en torno a la manera más eficaz de sintetizar una información que
desbordaba las publicaciones de formato reducido y bajo coste, se vivió con especial
intensidad en las páginas de las compilaciones históricas barcelonesas. El cambio fue
posible gracias a la permeabilidad del género y la contaminación entre los contenidos
más funcionales y las fuentes y recursos expresivos del romanticismo literario. Una
extraña mixtura que corrobora la Historia General de España (1870), una obra
coral que incluía, simultáneamente, la Crónica de la provincia de Barcelona y una
guía para los viajeros que acudían a la ciudad:
“La crónica general de España comprenderá la de todas sus actuales provincias,
particularmente consideradas. Describiremos cada una de las ciudades, villas, lugares
y puntos de alguna importancia que las componen; su historia antigua; sus varias
vicisitudes; su época moderna hasta la presente; sus hijos más notables o los que
más se hayan distinguido en ellos; sus fiestas más populares; su población, industria,
comercio, artes, producciones, riqueza, impuestos; en una palabra, su estadística
actual considerada bajo todos los aspectos y relaciones. (…) Pero no será meramente
un repertorio de memorias e ilustraciones para las personas que busquen lectura
instructiva y agradable, sino un compendio utilísimo de noticias, una colección de
guías para los viajeros que deseen averiguar cuanto haya de notable, de curioso, de
preferible en toda población de las que recorran, sea con relación a sus antigüedades,
edificios y establecimientos, sea atendiendo a las comodidades de la vida y a los medios
más a propósito para subsistir agradable y convenientemente en cada punto”48.
La relación entre el mercado de la divulgación a gran escala y la tradición académica
que lo nutría se basaba en el reciclaje y la adaptación de las fuentes documentales.
La estrategia generaba reacciones encontradas entre unos autores, enfrentados
a la exigencia de conjugar el paradigma científico con la voluntad de articular un
discurso liberado de influencias externas. El resultado no podía ser otro que el
empobrecimiento del relato histórico a favor de la mixtura temática, de anécdotas
46
Dictionnaire des sciences, des lettres et des arts. Paris: Hachette et cie. 3ème ed: 1857; p. VII.
47
Ibidem.
48
Angelón, Manuel. “Plan de la publicación”. Crónica de la provincia de Barcelona. Crónica
general de España, ó sea, Historia ilustrada y descriptiva de sus provincias. Madrid: Rubio, Grilo y
Vitturi, 1870.
270
La construcción pragmática del espacio urbano
49
Miscelánea de comercio, artes y literatura, periódico editado por la imprenta madrileña de
Repullés entre 1819 y 1820.
50
Angelón, Manuel. Guía Satírica de Barcelona. Bromazo Topográfico-Urbano-Típico-Burlesco.
Barcelona: Imprenta de Ramírez, 1854. Edición consultada: Monografías Históricas de Barcelona.
Barcelona: Librería Millà, 1946; p. 88.
51
Grau, Ramon. “El pensament històric de la dinastía Bofarull”. Barcelona Quaderns d’Història 6;
Barcelona: Institut Municipal d’Història-AHB, 2002; p. 138.
271
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
históricos52 . Sin embargo, el camino que seguía Bofarull había sido hollado previamente
por otros autores, como Alexandre Louis Joseph, marqués de Laborde (1773-1842),
el arqueólogo y político francés que viajó por España a principios de siglo y cuya
atención, claramente escenográfica, así como su capacidad para interrelacionar
los nuevos enclaves urbanos con los vestigios históricos, influyeron en una nueva
percepción urbana desarrollada en la confluencia de las visiones románticas y la
mirada analítica de matriz científica53.
La de Bofarull es, además, una de las primeras guías en las que se manifiesta, de
manera flagrante, la intención del autor de tutelar la mirada y el comportamiento
del lector-viajero. Entre el cicerone, la crónica histórica y el itinerario dirigido, entre
la construcción sentimental del espacio y su expresión más racional, Bofarull fija
una estrategia de conocimiento de la ciudad en la que la memoria de los episodios
pretéritos se relaciona con unos emplazamientos e itinerarios muy concretos. Para
ello, no duda en planificar cada situación hasta el mínimo detalle, controlando
incluso el lugar exacto que debe ocupar el viajero, según lo que se disponga a visitar,
así como los recorridos, los momentos del día y los puntos de vista más adecuados
para la contemplación de un monumento o espacio determinado: “Rambla. (El
viajero se colocará delante del Liceo, junto á la gran farola, de cara a la montaña)”54.
Los diferentes trayectos se articulan a través de una estructura cíclica en dos viajes y
su correlación gráfica en un mapa adjunto: el primero de estos itinerarios, destinado
a conocer lo más relevante de la ciudad intramuros; y el segundo, continuando
el perímetro de las fortificaciones que estaban a punto de desaparecer del paisaje
barcelonés (Fig. 14). No había margen para el azar, la duda o la deriva, pues ambos
recorridos se presentaban como infalibles:
“El primer viaje abrazará todo lo más notable que se comprende en el interior
de Barcelona, de modo que, fijándose el viajero en los nombres de las calles y en
las indicaciones adjuntas, que sirven para marcar la dirección, las distancias (…)
conseguirá visitar lo más interesante de la ciudad, por los caminos más cortos
sin extraviarse, si es forastero, y viniendo a parar, por último al mismo punto de
donde habrá partido. (...) El segundo viaje enterará los cambios que ha sufrido la
fortificación, ya dilatándose, ya reduciéndose, con una noticia de varios sitios y
asaltos que Barcelona ha sufrido, recordando, de este modo, algunos hechos célebres
52
Casassas, Jordi. “La historiografia del positivisme”. Balcells, A (ed). (2003). Op. Cit.; p. 169.
53
Laborde, Alexandre de. Voyage pittoresque et historique de l’Espagne/par Alexandre de Laborde,
et une société de gens de lettres et d’artistes de Madrid. Paris: De l’imprimerié de Pierre Didot l’ainé,
MDCCCVI-XX; e Itinéraire descriptif de l’Espagne. Paris: H. Nicolle. Lenormant, 1808. 6 vol. +
1 atlas. Laborde es considerado el artífice de la substitución del punto de vista habitual desde el
mar por la visión desde la montaña de Montjuïc; en García, A. /Navas, T. “La ciutat fragmentada.
(1803-1859). Les aportacions de Laborde. Retrat de Barcelona. Vol. 1. Barcelona: Centre de Cultura
Contemporània de Barcelona-Ajuntament de Barcelona, 1995; p. 133.
54
Bofarull, A. de. Op. Cit.; p. 21.
272
La construcción pragmática del espacio urbano
de los Barceloneses, dignos de perpetua memoria (...) El objeto de este segundo viaje
es seguir la línea que ha ocupado hasta ahora la fortificación de la ciudad, enterarse
de los recuerdos más memorables que pueden ofrecer algunos de sus puntos y visitar
los edificios y demás establecimientos adjuntos a aquellos. Basta, pues, que el viajero
siga la referida línea que le iré trazando entorno (sic) de la ciudad, hasta hallarse de
nuevo en el mismo punto de donde habrá salido, que es la Rambla, cuyo estremo
corona por la parte de mar el edificio de las Atarazanas”55.
El planteamiento de la Guía-Cicerone está muy lejos de cualquier improvisación;
cada movimiento, mirada, gesto o acción se desarrolla como parte de una particular
representación teatralizada de la historia urbana en la que Bofarull es el director de
escena que domina hasta el extremo la actitud, la percepción y los sentimientos del
viajero o actor principal. Para facilitarle el correcto devenir de la experiencia, más
importante que controlar sus desplazamientos es la influencia que el relato ejerce
sobre el estado anímico del lector y, por ello, el autor no duda en estimularle el placer,
el rechazo o la indiferencia frente a unos lugares que, previamente, se ha encargado
de alabar o devaluar:
55
Bofarull, A. de. Op. Cit.; pp. V-VI.
273
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
PUERTO
Y en verdad, maravilloso es el efecto que, al salir de las puertas de Mar, produce
la vista del puerto con su espacioso muelle y el moderno barrio de la Barceloneta que
se levanta encima”58.
56
Bofarull, A. de. “Prólogo”. Op. Cit.; (1847).
57
Grau señala que Bofarull “abordó los temas históricos a través del teatro antes de hacerlo en
prosa”, en Grau, R. (2003). Op. Cit.; p. 145. Sobre la imagen histórica de Barcelona en la producción
literaria de Bofarull, remito al estudio de Magí Sunyer, “La imatge històrica de Barcelona a l’obra
literària d’Antoni de Bofarull”. Barcelona. Quaderns d’Història núm. 20. Op. Cit.; pp. 153-170.
58
Bofarull, A. de. Op. Cit.; p. 174.
274
La construcción pragmática del espacio urbano
“Al escribir este párrafo, las torres de Canaletas van desapareciendo con el
resto de muralla al que estaban unidas, lo que creo hubiera podido evitarse, sin ser
obstáculo á la necesidad de engrandecimiento, y para conservar el único modelo de
arquitectura militar de la edad media que poseíamos”61.
59
Bofarull, A. de. Op. Cit.; p. 163.
60
Bofarull, A. de. Op. Cit.; p. 240.
61
Bofarull, A. de. “Nota a pie de página”. Op. Cit.; p. 194.
62
Andreu Avel·lí Pi i Arimón (Barcelona, 1793-1851) era arqueólogo e historiador; Joan Cortada Sala
(Barcelona, 1805-1868): historiador, escritor y el segundo ocupante de la cátedra oficial de Historia
de la Universidad de Barcelona; Fernando Patxot Ferrer (Maó, 1812-Montserrat, 1859) era periodista
e historiador; Antoni de Bofarull Brocà (Reus, 1821-Barcelona, 1892) fue historiador, dramaturgo,
poeta y novelista; Manuel Angelón Broquetas (Lleida, 1831-Barcelona, 1889) era historiador y escritor
y Josep Coroleu Inglada (Barcelona, 1839-1895) historiador y político.
275
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 15
Moliné-Ferran.
Frontispicio.
Guía Satírica de
Barcelona. Bromazo
Topográfico-Urbano-
Típico-Burlesco.
Barcelona: 1854.
“Y posee una virtud extraordinaria: que todo es vivido, sin influjos literatescos
ni erudición de archivo. Es Angelón que recorre la ciudad, capta su lado cómico,
sus flaquezas, sus debilidades, y traslada la impresión al papel, sin adornos, sin
fantasías, algunas veces sin velos. No hay fallos de apreciación histórica, confusiones
topográficas, ni visiones deformadas por deficiente lectura de papeles viejos. En una
63
Un repaso a la producción de estos autores atraviesa el espacio de la filiación romántica, las fuerzas
de la “Renaixensa” y la restauración de los “Jocs Florals”, acercándolos a las obras de Pau Piferrer,
Jaume Tió, Francesc Pi i Maragall o Víctor Balaguer, entre otros. Grau califica la situación como de
“relajación de la metodología crítica aplicada a documentos y narraciones históricas y un mimetismo
respecto a las consignas y formas literarias de moda en el romanticismo europeo post-revolucionario”;
en Grau, R. (2003). Op. Cit.; p. 141.
276
La construcción pragmática del espacio urbano
palabra: es la Barcelona del 1850, tal como era a vista de cuco –pongámos por pájaro-
sin intérpretes ni intermediarios que adulteren la mercadería”64 (Fig. 15).
Hasta el primer cuarto del siglo XX, la reivindicación del conocimiento directo
de una ciudad era la razón que justificaba el rechazo de los fundamentos eruditos
que, hasta entonces, habían sustentado la credibilidad del discurso:
“Olvidarás todos los libros –especialmente, los de Zola- que han intentado
analizar este fluido impalpable, de disecar este elemento inaprensible. Te entregarás
a tus impresiones personales, nuevas e ingenuas, a aquello que tus ojos y tus oídos
captarán, más allá de lo que se ve y de lo que se escucha, en este oscuro mundo de
sensaciones adivinas de las cuales el mundo material está inmerso”66.
“...tan difícil como encuadrar en un breve y reducido espacio los rasgos artísticos,
históricos, políticos y sociales de un país que, como el nuestro, ofrece aspectos
y fisonomías tan diversas; ni nada tan arduo como el compendiar en salientes y
enérgicos toques sus elementos de progreso que, formando un periodo de transición,
64
“Nota del editor al prólogo de la edición facsímil de 1946”; en Angelón, M. Op. Cit.; s.p.
65
Torres Oriol, Isidro. “Al público”. Barcelona Histórica. Antigua y Moderna. Guía General
descriptiva é ilustrada. Barcelona: 1907; p. VI.
66
Guide armand silvestre Paris et ses environs et de l’exposition de 1900. Op. Cit.; p.15. El escritor
y poeta Paul-Armand Silvestre (1837-1901) era miembro de la Liga de la patria francesa y mantuvo un
enfrentamiento con Émile Zola a propósito del caso Dreyfus.
67
Schlögel, K. Op. Cit.; p. 347.
277
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Más allá de alguna postura radical, lo cierto es que el ideal de síntesis fue asumido
progresivamente por todas las publicaciones que describían la ciudad, como la Guía
Completa del Viajero en Barcelona (1863), en la que el folklorista Gaietà Cornet
Mas (1824-1897) se mostraba convencido de que “las personas que consulten esta
guía lo harán no con el objeto de estudiar sublimes rasgos de literatura sino con la
avidez de adquirir exactas noticias acerca de los objetos que tengan a la vista”70.
Una situación parecida a la que vivían los redactores de los directorios comerciales
-como El consultor (1863), un manual de “las clases mercantil e industrial”-, cuando
argumentaban largamente su renuncia a incluir la consabida reseña histórica que
había aparecido en la edición anterior de 1857:
68
Comas, J. Op. Cit.; p. VIII.
69
Bofarull, A. de. Op. Cit.; p. V.
70
Cornet, Cayetano. “Prólogo”. Guía completa del viajero en Barcelona. Contiene cuantas noticias
se necesiten en la capital del Principado y en sus pintorescos alrededores y una descripción de las
principales poblaciones y maravillas de Cataluña, establecimientos de baños y aguas minerales, etc.
etc., y las tarifas de los ferrocarriles de toda España y del extranjero. Barcelona: I. López editor
Librería Española, 1863; p. V.
278
La construcción pragmática del espacio urbano
dignos de ser conocidos. Mas habiendo seguido este plan, la Guía resultó bastante
voluminosa, y su precio tuvo que ser forzosamente algo crecido (...) Atendiendo,
pues, el objeto que nos proponíamos, solo comprendimos en la segunda edición lo
que á nuestro entender es más útil y necesario, esto es: el nomenclátor de las calles,
plazas y plazuelas de esta ciudad y barrios agregados á la misma; la situación de
los edificios públicos y monumentos; los puntos donde se hallan establecidas las
oficinas de los ramos administrativo, judicial, militar, eclesiástico, municipal y de
instrucción pública, personal de las mismas y horas de despacho; una noticia del
servicio de correos, telégrafos, ferro-carriles, buques de vapor, diligencias y demás
medios de transporte; las listas completas de las personas que se dedican á cada
uno de los diversos ramos del comercio y de la industria, y por último, una lista
general alfabética, en la que estuviesen continuados no solo todos los comerciantes é
industriales, sí que también muchas de las personas notables de esta ciudad”71.
71
J.A.S-M.Ll. El Consultor. Nueva guía de Barcelona. Libro de grande utilidad para los vecinos y
forasteros, y sumamente indispensable a todos los que pertenecen a las clases mercantil e industrial.
Barcelona: establecimiento tipográfico de Narciso Ramírez, 1857. Edición consultada: 1863; pp. 5-6.
72
Comas, J. Op. Cit.; p. XI. Fruto de su interés viajero y siguiendo la moda de las enciclopedias de
países exóticos y pintorescos, Comas también escribió El Mundo pintoresco (1868), dedicada una
historia y descripción de las Antillas.
279
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
huelga en ellas el impulso de un razonado entusiasmo que suele inspirar las plumas
que han templado el amor y fuego patrios”73.
“Excusado es decir que por falta de espacio renunciaríamos á apuntar los muchos
recuerdos históricos que suscitan estos lugares (...) Larga es de contar la historia de esta
antigua fortaleza. Haremos por resumirla en sucintos términos. Son innumerables los
Registros de Cancillería, los Dietarios, las Cartas Reales, las Crónicas y Memorias
en los cuales se ve mentada la vieja Dressana”75.
Con este gesto, cada vez más habitual, Coroleu no solamente hacía explícita la
depuración de los contenidos históricos, también señalaba las coordenadas de una
nueva forma de descripción en la que ya no tenía cabida la larga y documentada relación
de hechos pretéritos. Bajo el implacable dominio de la síntesis, las publicaciones que
se editaron hacia 1888 ya no podían asumir las condiciones del discurso académico
ni incorporar los debates eruditos. Cuando la Comisión Ejecutiva de la Exposición
convocaba el 27 de julio de 1887 un apurado concurso para premiar “las mejores
guías de Cataluña en general y de Barcelona y sus alrededores en particular” -que
debían estar en impresión a principios de febrero del año siguiente-, acabó declarando
desierto el fallo del jurado76. El dictamen oficial no fue, sin embargo, un obstáculo
73
Comas aludía a los dieciséis volúmenes del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España
y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz. Madrid: Establecimiento tipográfico de P. Madoz y
L. Sagasti, 1846-1850, y a la obra del geógrafo, periodista y escritor Francisco de Paula Mellado, Guía
del Viajero en España (Madrid: Estab. Tip. calle del Sordo, 1842), en la que Barcelona merecía sólo 4
páginas. Por su parte, destinaba 25 páginas a la ciudad, además de incluir el resto de poblaciones del
llano: (Op. Cit.; pp. V-VIII). Entre las guías extranjeras sobre España de mayor difusión, destacaba la
de Richard Ford. A Handbook for Travellers in Spain, and Readers at Home. Describing the Country
and Cities, the Natives and their Manners; the Antiquities, Religion, Legends, Fine Arts, Literature,
Sports, and Gastronomy: with Notices on Spanish History. [Parts I and II]. London: John Murray,
1845; y el Itineraire descriptif de l’Espagne et Portugal de las Guides Joanne de la editorial Hachette
(1859), escrito por Germond de Lavigne, miembro de la Academia Científica y Literaria de Madrid. La
primera Baedecker dedicada a España y Portugal no fue editada hasta 1897.
74
Coroleu, J. “Plaza de la Constitución”. Op. Cit.; p. 66.
75
Coroleu, J. “Fortalezas y Cuarteles: Atarazanas”. Op. Cit.; p. 129.
76
“Anuncios oficiales EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE BARCELONA: De conformidad con el
dictamen emitido por el Jurado nombrado al efecto, la Comisión Ejecutiva de esta Exposición, ha
acordado que no ha lugar á la concesión del premio ni accésit, consignados en la base primera del
programa del Concurso abierto para premiar las dos mejores «Guias» que describan Barcelona y
Cataluña respectivamente. Barcelona 4 de junio de 1888. El Secretario general, C. Pirozzini y Martí.
La Vanguardia. Barcelona: 5 de junio de 1888, p.3.
280
La construcción pragmática del espacio urbano
para que las guías más comerciales obtuvieran una cierta resonancia pública,
llegando, en algún caso, a la segunda edición:
“El carácter de los viajes se ha modificado (…) desde que la facilidad de las
comunicaciones ha venido a estrechar los lazos que unen todos los pueblos. Antes
viajaba sólo quien necesitaba hacerlo por interés o por motivos de salud y en un u
otro caso no se movía nadie por el deseo de visitar, conocer o estudiar los países a
que se dirigía. Raro era el viajero que animado por otros móviles iba recorriendo
77
Martí de Solà, Modesto. “Prólogo”. Barcelona y su provincia. Guía-Itinerario descriptiva,
Estadística y Pintoresca. 2º edición. Barcelona: Establecimiento Tipográfico “La Academia”, 1888; p. V.
78
La Vanguardia. Barcelona: 13 de marzo de 1888; p. 2.
79
Carles Carreras señala que estas publicaciones se inscribían en el circuito mercantil de la ciudad
y se dirigían al público que se desplazaba por razones comerciales, descartando la posibilidad de
identificarlas como guías turísticas; en Geografía urbana de Barcelona: espai mediterrani, temps
europeu. Vilassar de Mar: Oikos-Tau, 1993.
281
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
80
Toda, Eduardo. Guía de España y Portugal: Con un mapa de la península y planos de las
principales ciudades. Madrid: Fernando Fé-Barcelona: Enrique López, 1892; pp. 2-3.
282
La construcción pragmática del espacio urbano
“Una guía (...) no debe de ser un libro profundo. Sin entrar dentro de la
banalidad de un Cicerone de oficio, y sin ninguna herejía histórica, la guía debe dar
explicaciones aclaradoras sobre las mismas materias, buscando sobre todo interesar
al viajero mediante todo aquello que denominamos la parte histórica anecdótica más
que por las revisiones académicas que, a menudo. Resultan enojosas para la persona
que desea conocer un hotel en el que poder parar, o un monumento para visitar (...)
Mientras nuestros débiles medios nos lo permitan, quisiéramos huir de hacer un libro
lleno de pretensiones históricas y literarias, las cuales son más adecuadas a las obras
didácticas que a una obra como esta que tiene la misión principal de guiar al viajero,
llamando su atención sobre los hechos que tienen relación con los monumentos que
desea visitar, pero sin fatigarlo con disertaciones enfáticas, o más o menos elocuentes,
extraídas en su mayor parte de Mariana, Lafuente, Bofarull o Zurita”82 (Fig. 17).
81
Roca y Roca, José. “Prólogo”. Barcelona en la mano. Guía de Barcelona y sus alrededores.
Barcelona: E. López editor, 1884; pp. V-VI.
82
Valero de Tornos, Juan. “Avant-Propos”. Guide Illustré de l’Exposition Universelle de Barcelone
en 1888. De la ville, de ses curiosités et de ses environs. Barcelone: G. de Grau et Cie, 1888; p. 1. Valero
se refería a los historiadores Juan de Mariana (1536-1624), autor de una monumental Historia de
España (1601); Modesto Lafuente (1806-1866), autor de la Historia General de España (1850-1867);
283
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Con el rechazo de las fuentes eruditas, Valero se situaba en el centro de un debate que
habría de continuar todavía unos años más, como lo corroboran las palabras de Toda:
“¿Dónde debemos ir, cómo debemos viajar, qué debemos ver? Estos son los tres
puntos principales que competen a las guías (...) Hacer otra cosa seria escribir un
libro de estudio (...) No entraremos tampoco en el estudio de la historia y de las
civilizaciones nacionales pues más ajeno lo consideramos aún al objeto de un trabajo
como el presente. Quien viaja por España sabe bien dónde España está situada
y conoce bastante nuestra historia para no ignorar a lo menos cuales fueron las
razas primitivas del país, cómo los celtas se mezclaron con los íberos de qué manera
vivieron... El viajero no debe aprender la historia en este libro…”83.
Pròsper de Bofarull (1777-1859), tío de Antoni de Bofarull y autor a su vez de Los Condes de Barcelona
vindicados (1836); y el aragonés Jerónimo Zurita (1512-1580), cronista mayor del Reino de Aragón y
autor de los Anales de la Corona de Aragón (1562-1580).
83
Toda, E. Op. Cit.; pp. 2-3.
84
García del Real, L. “Al Lector”. Barcelona. Guía Diamante. Barcelona: Librería de Francisco
Puig, 1904 (3ª edición, corregida y aumentada por F.P.A). Bilingüe castellano-francés.
85
Roca, J. “Reseña Histórica”. Op. Cit; p.16.
284
La construcción pragmática del espacio urbano
indicios muchas teorías, más peregrinas por lo atrevidas que convincentes por bien
fundadas (…) Sea como fuere, que no es éste lugar a propósito para entrar en semejantes
averiguaciones, lo positivo es que el periodo verdaderamente histórico y exento de
mitológicas reminiscencias y fantásticas lucubraciones empieza aquí en la época de la
dominación romana, de la que han quedado numerosos y elocuentes vestigios”86.
86
Coroleu, J. Op. Cit.; p. 31.
87
Valero de Tornos, J. “Légere revue historique de Barcelone”. Op. Cit.; p. 9.
88
Angelón, M. (1854). “Historia de Barcelona”. Op. Cit.; p. 75.
89
Angelón, M. (1870). “Parte Primera. Relato Histórico”. Op. Cit.; p. 5.
90
“Esta es Barcelona, su historia y sus vicisitudes se hallan largamente descriptas en el Diccionario
Geográfico Histórico por el Sr. D. Pascual Madoz, allí remito al lector si tiene curiosidad y la desea
satisfacer...”; en Dubà, M. “Barcelona”. Op Cit.; p. 7. El Diccionario de Madoz es la obra que aparece
más veces citada en las guías.
285
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Quien desee conocer con más amplitud cualquiera de las materias aquí tratadas,
consulte obras más voluminosas. Piferrer, Pi y Margall, Pi y Arimón, Bofarull y
Balaguer, han escrito mucho y bien sobre Barcelona; y varios escritores han publicado
monografías y estudios especiales, de cuyos trabajos algunos van indicados en notas”93.
91
Bofarull, A. de. Op. Cit.; p. 118.
92
Bofarull. A. de. Op. Cit.; pp. 213-214.
93
Roca y Roca, J. “Prólogo”. Op. Cit; p. VI. En la página 19, Roca cita la obra de Bofarull, Pasado,
presente y porvenir de Barcelona: memoria histórica, filosófica y social. Barcelona: Establ. tip. de los
Sucesores de N. Ramírez y Ca., 1881. Por su parte, la Guía almanaque de Barcelona para estrangeros
y forasteros de 1856 remitía a la consulta de la obra de Pi i Arimón.
94
Sauri, M./Matas, J. (1849). Op. Cit ; p. 12.
95
Sauri, M./Matas. J. (1849). Op. Cit.; p. 15.
96
Coroleu, J. Op. Cit.; p. 39. Cataluña y los catalanes es una recopilación de los artículos que Cortada
publicaba en el periódico “El Telégrafo”, bajo el pseudónimo de Benjamin; además de numerosas piezas
periodísticas y divulgativas, Cortada también fue co-autor de El libro verde de Barcelona (1848).
97
Bofarull, A. de. Op. Cit.; p. 163.
98
Cornet, C. (1863). Op. Cit.; p. 69.
286
La construcción pragmática del espacio urbano
Nada de todo esto parecía afectar a Juan Valero de Tornos quien, en su guía de
1888, prefería encaminar al lector hacia una obra propia, Barcelona tal cual es99.
Figs. 18-19-20
Barcelona, Guía
práctica de la
ciudad (1921) y Guías
Rápido, ediciones
de 1924 y 1929.
99
Valero de Tornos, J. Barcelona tal cual es. Por un madrileño (de ninguna academia). Barcelona:
Tipo-Litografía y Casa Editorial de los Sucesores de N. Ramírez y Ca., 1888.
100
García del Real, L. (1896). “Prólogo”. Op. Cit.; p. 6.
101
Roca, J. (1884). “Prologo”. Op. Cit.; p. VI.
102
Brilli, A. Op. Cit.; p. 73.
287
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 1 Frederic Bordàs Altarriba. Un grupo de visitantes en la cubierta de la catedral de Barcelona, 1901.
Arxiu Fotogràfic del Centre Excursionista de Catalunya.
288
Capítulo 3.2
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
103
Juan Calatrava señala “que el moderno concepto de patrimonio es inseparable de la conciencia del
riesgo de su desaparición”; en “Paisajes literarios del siglo XIX: Gustave Flaubert”. Maderuelo, Javier
(dir). Paisaje e Historia. col. Pensar el Paisaje 04 [CDAN 2009]. Madrid: Abada editores, 2009; p. 208.
104
Volta (cat.): calle cubierta parcialmente.
105
“Hay en Barcelona casas particulares y edificios públicos que tienen en su interior un pasadizo, o
sea un paso más o menos angosto que sirve para ir de una calle á otra atajando el camino. Bien se deja
comprender cuánto ha de facilitar esto á veces el rápido tránsito por la ciudad; tanto que reconocida su
conveniencia para evitar prolongados y enfadosos rodeos, algunos de los que ántes existían han sido
por último definitivamente convertidos en calles”; en Pi y Arimón, A.A. “Apéndice”. Op. Cit.; p. 268.
106
La isla era una unidad de distribución urbana que agrupaba una serie de calles. Una guía de 1761
contabiliza 379 calles agrupadas en 281 islas; ver “Explicació de la situación de tots els carrers, plassas
y travesías”. Manual y Guía de Forasteros de 1761. Op. Cit.; p. 25.
289
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
107
J.A.S. El Consultor o Nueva Guía de Barcelona. Barcelona: Imprenta de la publicidad, 1857; p. 38.
108
La primera bullanga, acaecida en julio de 1835, fue una revuelta contra las órdenes religiosas
debido a su apoyo a los carlistas durante la guerra civil y tuvo como consecuencia la quema de 13
conventos de la ciudad. En los inicios del mes de agosto, y promovida por los progresistas y radicales,
se produjo la segunda bullanga, que tuvo como consecuencia el asesinato del general Pere Nolasc de
Bassa y el incendio del vapor Bonaplata.
109
“Los cuatro momentos revolucionarios, en un proceso dinámico y ascendente en radicalidad
política y social fueron: julio de 1840, octubre de 1841, del 13 de noviembre al 4 de diciembre de 1842
y, finalmente, del 5 de junio al 20 de noviembre de 1843”; en Ribes, Guerau (2014). “Las revueltas
de Barcelona de 1840-1843. Las clases populares ante la revolución liberal burguesa”. La Hiedra,
8, gener-abril, p. 39. El 10 de mayo de 1840, coincidiendo con el inicio de la regencia del general
Espartero, se había constituido la Asociación de Teixidors de Barcelona, primer sindicato del Estado
español; en Ribes, G. Op. Cit.; p. 34.
110
García, Salvador. “L’arquitectura de Barcelona, 1837-1868: l’ornament com a proposta de singularitat”.
Barcelona. Quaderns d’Història núm. 12. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, 2005; pp. 165-178.
290
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
111
Bernard Lepetit se refiere al miedo y las reticencias de la sociedad frente a los cambios en el
paisaje: “El corsé de las murallas, la débil maleabilidad del espacio social y la inclusión del futuro en
la prolongación del ayer contribuyen a que la ciudad considere inimaginable cualquier cambio”; en
Lepetit, B. “Ciudad”. Ferrone, V./Roche, D. (eds). Op. Cit.; p. 295. En 1854, Manuel Angelón todavía
otorgaba protagonismo argumental a las puertas de las murallas, distribuyendo los recorridos de su
guía según la atribución popular que poseía cada acceso; en Angelón, M. (1854). Op. Cit.; p. 15 y sg.
112
Matas, J./Saurí, M. Guía general de Barcelona para el año 1861. Barcelona: Imprenta de D.
Manuel Saurí, 1860; pp. 136-137.
113
Dubà, Miguel/B.P. Op. Cit.; p. 55. En junio de 1843, la Junta Suprema Provisional de la Provincia,
creada con motivo de los acontecimientos políticos, dispuso que se derribaran las murallas, a excepción
de la del Mar. Terminada la revolución, el gobierno desaprobó el derribo y mandó reparar los trozos de
muralla ya derruidos. La muralla de Mar se derribó definitivamente años después (1878-1881).
114
Dubà, Miguel/B.P. “Paseos Públicos”. Op. Cit.; p. 55.
115
Patxot, F. “La Muralla de Tierra”. Op. Cit.; pp. 1-3.
291
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 2 Charles
Clifford. Puerto,
muralla del mar
y Montjuich de
Barcelona. c.
1852. Álbum
de recuerdos
fotográficos.
Viaje de SS.MM.
y AA.RR. a las
islas Baleares,
Cataluña y Aragón,
1860. Albúmina.
Biblioteca Digital
Hispánica. BNE.
Fig. 3 La Muralla
de Tierra.
Manual histórico-
topográfico
estadístico y
administrativo o
sea Guía general de
Barcelona, 1849.
292
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
“Esta visto, pues, que no han de poder los barceloneses espaciarse dentro de la
Ciudad, puesto que hasta van desapareciendo de día en día los jardines y huertas
interiores; y donde se respiraba un aire purificado por las plantas, donde recreábamos
nuestra vista con la variedad de matices que la naturaleza les prodiga (...) nos llama
en el día la atención a la monotonía del frontis de una fábrica, nos sofoca el humo de
un vapor, nos ensordece el ruido de una máquina y, a falta de suelo en que edificar,
y cual si siquiera salirse de los límites de piedra que la estrujan, Barcelona se eleva
á una altura desproporcionada en perjuicio de la salubridad y de la luz que apenas
penetra en la mayor parte de sus antiguas calles”116.
116
Cortada, Juan/Manjarrés, José. Libro verde de Barcelona. Añalejo de costumbres populares,
fiestas religiosas y profanas, usos familiares, efemérides de los sucesos más notables acaecidos en
Barcelona, noticia de la instalación de sus establecimientos y corporaciones de toda clase, con una
porción de zarandajas más, unas formales y otras alegres, y algunas que no son alegres ni formales.
Dedicado a los barceloneses. Un Juan y un José. Barcelona: Imprenta de Tomás Gorchs, 1848. Edición
facsímil: Valladolid: Maxtor, 2009; p. 7.
117
Cortada, J./Manjarrés, J. Op. Cit.; p. 126.
293
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Barcelona es en estos días una de las ciudades que cuentan más habitantes en
menor circunferencia. Estrechada por la faja de piedra que la circuye, ha visto la
dificultad de su ensanche, y lo que no ha podido lograr en extensión, ha procurado
ganarlo en altura, elevando sus casas más de lo que conviniera (...) Su industria, su
comercio, su belleza, su apacible clima, su posición ventajosa y otras mil circunstancias
que fuera difuso citar, han atraído a Barcelona inmensa muchedumbre de personas
que no caben cómodamente en su recinto. Sobre todo la numerosa clase menestral
que habita apiñada en los barrios distantes del centro, es la que más sufre las
consecuencias de los angostos límites de la ciudad… (...) ¡Cuál sería nuestro placer,
si removiéndose buenamente poderosos obstáculos, se concediese el ensanche por el
cual clama Barcelona a gritos de la imperiosa necesidad y su población se esparciese
con holgura por el anchuroso y salubre llano que á sus plantas se extiende!”118.
“…las demás apenas merecen otro nombre que el de plazuelas; tan reducida
es su capacidad. Ninguna de estas plazas se halla rodeada de pórticos; ni en la
disposición de las fachadas que forman su perímetro, se observa aquella uniformidad
en las alturas que revela un pensamiento de simétrica proporción. En una palabra,
Barcelona carece al presente de plazas de planta regular, circuidas de pórticos que,
ofreciendo cómodo pasage a los transeúntes, la revista del carácter monumental que
tanto contribuye á dar nombradía á las de las primeras capitales de Europa”120.
Al escribir estas líneas, el historiador quizás estaba pensando en el futuro del solar
que había dejado libre el antiguo convento de los Capuchinos y que, tras un concurso
118
Pi y Arimón, A.A. “Los tres recintos”. Op. Cit.; p. 19. El historiador incluía los datos constructivos
del periodo 1830-1848, acompañándolos de minuciosas descripciones sobre el estado de las calles y las
casas y denunciando que “los habitantes no deban estar superpuestos unos a otros, sino extendidos,
espaciados; harto insalubre es ya el que estén yuxtapuestos”; en Op. Cit.; p. 285.
119
Ibidem.
120
Pi y Arimón, A.A “División interior de Barcelona. Artículo VII. De las calles, plazas y casas de
Barcelona en general”. Op. Cit.; p. 282.
294
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
“…a falta de plazas donde espaciarse tenemos que recurrir a la triste sutileza de
dar el nombre de tales a la irregularidad de un esquinazo, á la mala alineación de
algunos edificios ó al recodo de una pared. Ahí están sino la plaza de los Argenters,
la plaza del Oli, la de Sta Ana, etc, etc, que nos sacarán verdaderos; y no pasamos a
hablar de otras, por no meternos en el terreno jurisdiccional de la Guía de Forasteros
de Barcelona, y porque á la vista están, para que cualquiera pueda apreciarlas en su
justo valor. Sin embargo, hay proyectos de plazas que son para dejar petrificado al
que se tome la molestia de examinarlos, y plazas en proyecto que no hay medio de
hacerlas adelantar un paso de su actual estado121.
Fig. 4 Moliné-Ferran.
Ilustración del Plano
de Barcelona. Guía
satírica de Barcelona
de Manuel Angelón,
1854.
121
Cortada, J./Manjarrés, J. Op. Cit.; p. 6. Podemos encontrar una crítica parecida en El Consultor
o Nueva Guía de Barcelona. Barcelona: Imprenta de la publicidad, 1857; p. 38: “El recinto de esta
ciudad contiene un corto número de plazas, y aún alguna de ellas son tan reducidas que solo pueden
ser consideradas como plazuelas”.
122
Angelón, M. (1854). Op. Cit.; p. 19.
295
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
123
Angelón, M. (1854). Op. Cit; pp. 20 y 25.
124
Ordenanzas municipales de la ciudad de Barcelona. Barcelona: Imprenta nueva de Jaime Jepús y
Ramón Villegas, 1857; s.p. Estas ordenanzas substituían el anterior Bando General de Buen Gobierno
o de Policía Urbana para esta ciudad de Barcelona publicado por su escelentisimo ayuntamiento
constitucional en mayo de 1839. Barcelona: Imprenta de Tomás Gaspar, 1839.
125
Ordenanzas. Op. Cit.; s.p.
296
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
ciudades cada vez más antagónicas y el único lugar capaz de preservar la necesaria
dosis de tipismo que toda metrópolis debía poseer sino no quería perder su auténtica
fisonomía. En 1840, Fernando Patxot se refería a la Rambla como el “paseo por
excelencia”, el “punto de separación entre la ciudad antigua y la ciudad moderna,
y al propio tiempo el centro de reunión de todos sus moradores”126. En 1847, el
mismo año en que se inauguraba el Teatro del Liceo, otra guía recomendaba al
visitante extranjero las mejores horas para acudir a la Rambla: “De doce a dos, el
gran tono; de las cuatro en adelante de todas clases, concurrencia bulliciosa en las
noches de verano”. Frente a la relevancia de la Rambla, el emergente Paseo de Gracia
–inaugurado en 1827- se mantenía en un discreto segundo plano: “los días de trabajo
es frecuentado por muchos enfermos y filósofos...”127. Antes de la definitiva invasión
del Ensanche, la Rambla pudo resistir los primeros embates de una modernidad
que, en 1887, se encarnaba en el flamante Paseo de Colón, que “de noche tiene un
bellísimo aspecto, merced a los grandes focos de luz eléctrica que profusamente lo
iluminan”128. A finales de siglo, la Rambla todavía mantenía su protagonismo a pesar
de que todas las guías le atribuyeran una nueva condición de “antigüedad”:
Fig. 5 Vista de la
Rambla. Crónica
de la provincia de
Barcelona, 1870.
126
Patxot, F. Op. Cit.; p. 183.
127
Dubà, Miguel/B.P . “Paseos Públicos”. Op. Cit.; p. 55.
128
Coroleu, J. “Plazas, Calles y Paseos”. Op. Cit.; pp. 53-54.
297
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Esta calle-paseo constituye el sitio más animado del casco antiguo de la ciudad.
La Rambla antigua es el punto de orientación de los forasteros: todas las calles,
tomando la numeración de mayor a menor, conducen a la Rambla, es decir, a su punto
céntrico conocido por Llano de la Boquería. (...) Afluyen a la Rambla importantes vías
que rinden numeroso contingente de transeúntes y vehículos. Posee los dos primeros
teatros de la ciudad, los mejores cafés y restaurants, los principales hoteles y fondas
y un gran número de vistosas y elegantes tiendas. Por la noche se ilumina con luz
eléctrica, presentando un soberbio aspecto, pues además del alumbrado público, los
numerosos establecimientos particulares están asimismo profusamente iluminados.
(...) La Rambla divide el antiguo casco en dos secciones conocidas vulgarmente con
los nombres de Ribera y Arrabal”129.
Fig. 6 “Rambla
de las Flores”.
Barcelona artística
e industrial.
Lujoso álbum de
fotografías con un
resumen histórico
de la ciudad
repartido
por la SAF.
Barcelona, 1916.
129
Roca, J. (1895). Op. Cit.; p. 36.
298
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
“En otro lugar tratamos de la Rambla, vía principal de la Barcelona antigua y tal
vez la que, a pesar de la natural modernización de la urbe entera, conserva mejor su
antigua fisonomía que tanto atractivo le presta. Otros barrios, también venerables por
sus años, han dejado de ser gratos por las nuevas condiciones a que están sujetos, pero
un paseo por el casco antiguo de Barcelona, sea cualquiera la dirección que se tome,
es más significativo que todas las descripciones posibles y revela mejor que otra cosa
alguna el encanto de aquella antigua Barcelona, pacífica, sosegada, industriosa, alegre
y activa, que fue la base de la magnífica Barcelona actual, población cosmopolita que,
a cambio de serlo, ha perdido buena parte de su fisonomía”131.
130
Miró Folguera, Josep. “Itinerarios descriptivos. Día I. Orientación. La Rambla y el Ensanche”.
Guías 1902. Barcelona y Montserrat. Quince días en Barcelona. Grabados de J. Thomas. Barcelona:
Ofrecido por la casa M. Dalmau Oliveres. Sucesor de B. Bufill y C. Guías Dalmau, 1902; p. 30.
131
Vallvé, Manuel. Barcelona: obra ilustrada con 206 huecograbados. Barcelona: Edita, 1929. pp. 20-21.
132
Coroleu, J. Op. Cit.; p. 78.
299
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Las palabras de Coroleu estaban en consonancia con un proyecto que, según Lluís
Quintana, “engrescava molts ciutadans, interessats a construir una urbs saludable i el
que aleshores se’n deia “moderna”133. En este sentido interpreta Quintana la redacción
del manifiesto que un grupo de ciudadanos indignados –los miembros de la Societat
Econòmica d’Amics del País- publicaba en La Veu de Catalunya para denunciar “las
malas condicions higiénicas de la ciutat vella; la depreciació progressiva de las sevas
fincas, y l’aspecte de brutícia, porquedat y pobresa de gran part dels seus barris (sic)”134.
Pero más allá de los arrebatos colectivos, la reforma de la ciudad antigua se insinuaba
como el desmantelamiento de una vida que jamás volvería a ser la misma. De esta idea se
nutrían los “cuadros” y las escenas barcelonesas del costumbrismo literario, representado
por Emili Vilanova, un escritor especializado en retratar el mundo que se desvanecía:
“L’arch d’en Mirambell havia sigut sempre un dels carrers més tranquils de
Barcelona. Rònech, estret, sense pretensions y de poca passada...”; però ara “lo carrer
se pot dir que ha desaparegut. Los veïns...qui sap on son! Tots abandonaren los antics
casalots i es varen escampar per la ciutat cercant un altre estatge (...) Ara una via
esplèndida ocupa el siti de l’antic carrer; les cases són luxoses, iguals, afilerades; la
mateixa faxa de sol les banya, y la mateixa amplada d’ombra dexan caure sobre
l’empedrat. Totes son boniques de fora, cares de lloguer, y de dins mesquines y
sofocades: la gent hi viu encongida; en los interiors no gosen de la vista d’antics
jardins; per esbargir-se tenen uns patis tristos trepats de finestres, coberts per tot
arreu de caxes de plom, en les que hi va amidada l’aygua que han de beure. No hi
busqueu en lo nou carrer festes ni sortiges; cadascú es diverteix per son compte; los
veïns no arriben a conèxers may”135.
133
Quintana, Lluís. “Joan Maragall, el Pla Jaussely i la Reforma de 1908 a la ciutat de Barcelona”.
Zeitschrift für Katalanistik 20 (2007); p. 153.
134
Thos y Codina, Terenci (et al). “Reforma de Barcelona”. La Veu de Catalunya, 17/1/1901; citado
en Quintana, Ll. Op. Cit.; p. 153.
135
Vilanova, Emili. “L’arc d’en Mirambell”. Escenes Barcelonines, 1886. Obres Completes, vol.
IV, Barcelona: La Il·lustració Catalana, 1906; pp. 261 y 269-270. El costumbrismo local también
estaba representado por el escritor Robert Robert y los artículos que publicaba en “Lo tros de paper”
(1864-1866). Sobre el género costumbrista barcelonés, ver: Romea, Celia. Barcelona Romántica y
revolucionaria. Una imagen literaria de la ciudad, década de 1833 a 1843. Barcelona: Publicacions
Universitat de Barcelona, 1994.
300
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
“Com és de trista la nit en una ciutat! Les immenses rengleres de cases iguals
i monòtones cansen la vista en sa extensa línia recta i fatigosa. Ni la llum del sol
pot embellir-les, ni la claror de la lluna poetitzar-les. En les ciutats modernes no hi
busqueu alternatives de clar i obscur amb sos capritxosos grupos de claror i fortes
masses de sombra. La lluna i la fosca es reparteix amb igualtat precisa, matemàtica, i
no es veuen aquells trencats de claror, aquells planos platejats, contrastant amb tintes
fortes. Contra les fantasies de la irregularitat que de certa manera és lo moviment i
la vida en los edificis, la rigidès (...) del cadàver, la rampa, l’envarament dels nervis en
eixa igualtat geomètrica i nivellada. No hi busqueu tampoc los rumors del vent, ni
el nyic-nyic del grill, ni el rum-rum d’altres insectes, que en una ciutat res té poesia,
tothom fa la seva i calla...”136.
“Qué poco van quedando ya en las grandes ciudades modernas –las de abolengo
histórico- de lo que nos recuerda su vida en la antigüedad! (…) Singularmente, en las
que, como Barcelona, agitadas por la fiebre industrial van transformándose con una
rapidez vertiginosa. Y aún de lo poco que resta no tardará en desaparecer la mayor
parte a causa de no estar lejos la realización total del proyecto de Reforma. (…) Los
que hoy se alejen de Barcelona y no vuelvan a verla hasta dentro de veinte años, se
asombrarán de su cambio”138 (Fig. 7).
136
Vilanova, E. “Lo Rosari de l’Aurora. Nocturno” Lo Somatent, any II, núms. 5 i 8. Barcelona, 21 de
novembre i 12 de desembre de 1868). Lo primer amor i altres narracions. Barcelona: edicions 62, 1980; p. 17.
137
Roca, J. (1895). “Antigüedades”. Op. Cit.; p. 216.
138
García del Real, L. (1896). “Antigüedades de Barcelona”. Op. Cit.; p. 254.
139
Las series fotográficas premiadas fueron las de Narcís Cuyàs, Adolf Mas, Miquel Matorrodona,
Josep Pons i Escrigas, Joan F. Fradera, Carles Passos y las de Timoteu Colomines, un funcionario que
también tomó fotografías de los derribos. Entre 1909 y 1913, La Il·lustració Catalana también dedicó
dos números monográficos a la vieja Barcelona.
301
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 7
Frederic Ballell.
Apertura de la Vía
Layetana, 1910.
Arxiu Fotogràfic de
Barcelona.
302
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
Fig. 8 Barcelona
artística e industrial.
Lujoso álbum de
fotografías con un
resumen histórico
de la ciudad
repartido por la SAF.
Barcelona, 1916.
(Barcelona) “...se hermosea y engrandece cada día más y con mayor suntuosidad;
ábrense nuevas vías que sumen en el olvido angostos barrios de la ciudad antigua;
levántanse nuevos edificios en los que el genio constructor de la raza catalana sabe
manifestarse sin asomo de decadencia, antes bien con admirable pujanza; cruzánse
anchurosas avenidas que, en su poderoso empuje, no se detienen ante obstáculo
alguno, subiendo por la montaña y abrazando extensiones grandísimas, prontas a
lanzarse sobre territorios que el desenvolvimiento urbano de la ciudad hará nuestros
en el futuro (…) Entretanto, los hasta hoy arrabales de la ciudad se pueblan con
pasmosa rapidez, constituyendo centros de población en derredor de los nuevos
edificios públicos levantados en lugares que se juzgan apartados”142 .
142
Folch y Torres, José Maria. “Barcelona en la actualidad”. Select Guide Barcelona. Verdadera y única
guía práctica para el turismo. Invierno de 1910 / 1911. Barcelona: Sociedad de Atracción de Forasteros,
1910. p. 10. Sobre los pormenores y las acciones de la CAFT y la SAF, ver Cócola, A. El Barrio Gótico de
Barcelona. Planificación del pasado e imagen de marca. Universitat de Barcelona, junio de 2010. Cócola
señala que uno de los objetivos de la SAF fue “impulsar la presentación espectacular de la historia puesta
en imágenes”; en Op. Cit.; p. 163. Existe una edición de la tesis realizada por la editorial Madroño en 2011.
303
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
143
Cócola, A. Op. Cit.; p. 170.
304
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
Fig. 9 Apel•les
Mestres. “Las
dos Barcelonas”.
Barcelona descrita
por sus literatos,
artistas y poetas. 2ª
ed. 1916.
305
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
una muralla de fábricas inconcebible; en fin, una ciudad todo lo moderna, todo lo
civilizada que imaginarse pueda. (…) Pero para el turista que en sus viajes busca algo
más que todo eso, para el artista, el pensador, el hombre de cultura y de sentimientos
estéticos, existe otra Barcelona muy distinta de aquella: la Barcelona vieja, el casco
antiguo... (…) Es una Barcelona pequeña, diminuta –perdida dentro de la grande y
como ahogada por ella- silenciosa, grave, melancólica, con la melancolía de lo que
fue, pero con la grandeza de lo que fue grande”144 (Fig. 9).
144
Mestres, Apel·les. “Las dos Barcelonas”. Barcelona descrita por sus literatos, artistas y poetas.
Barcelona: Patronato Oficial de la Unión Gremial de Barcelona, 2º edición: 1916; pp. 25-27. En esta
guía escribieron entre otros Ignacio Iglesias, Josep Roca, Francesc Matheu, Margarita Xirgu, Joan
Maragall, Miquel S. Oliver, Enric Borràs, Carlos Pirozzini, Josep Pin i Soler, Artur Masriera, Adrià
Gual, Narcís Oller, Lluís Tintoré, Miquel Alemany y Ramón de Alòs.
145
Jordi Castellanos ha analizado la relación entre las dos Barcelonas, ajustándola a la dialéctica
entre el Ensanche y el Barrio chino; ver: “Les tres cares del mirall. Els baixos fons com a tema literari”.
Barcelona. Metròpolis Mediterrània núm. 20, Barcelona: Ajuntament de Barcelona, 1991; p. 84.
146
Sacs, Juan. “La descoberta de Barcelona”. La Publicitat. Barcelona, 14, 15, 26 y 30 marzo; 11,
30 de mayo; 6 y 9 de junio de 1929.
147
“Prólogo”. Barcelona. Guía práctica y artística de la ciudad con diez y ocho planos a seis tintas.
Guías P.I.C.S. 1929; s.p.
148
Sacs, J. “Exordi i Itinerari I”. Op. Cit.; 14-3-1929.
306
La antigua Barcelona: crónica de una desaparición
149
Sacs, J. IV Itinerari. Op. Cit.; 11-5-1929.
307
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 1 Joan Martí Centelles. Vista de Barcelona. Bellezas de Barcelona: relación fotografiada de sus principales
monumentos, edificios, calles, paseos y todo lo mejor que encierra la antigua capital del principado. Barcelona:
Vives-Martí, 1874. BNE.
308
Capítulo 3.3
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
150
Sobre las dificultades para llevar adelante el proyecto, Manuel Guardia señala que “Los diez
años siguientes a la aprobación del proyecto de ensanche no fueron de rápida construcción, sino de
lenta superación de obstáculos, de resistencias, de tanteos y de revisiones. A la novedad de los retos, a
la falta de un marco legislativo apropiado y a las limitaciones económicas, se sumaba la persistencia
de los límites municipales que fragmentaban la unidad del proyecto”; en Guardia, M. “La ciudad
del XIX y el pensamiento moderno”. La razón en la ciudad. El Plan Cerdà. Barcelona Metrópolis
Mediterránea núm. 76. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, otoño 2009; p. 58. En catalán, Eixample
se emplea como nombre propio; el término se relaciona con la urbanización a partir del siglo XIX.
151
Sobre la asimilación urbana de las arterias y las venas, ver Sennett. R. Carne y Piedra. Op. Cit.; p. 282.
152
Aunque las calles y plazas tenían asegurada su supervivencia, los nuevos trazados las dotaron de
funciones y significados renovados. La calle-tipo definida por Ildefons Cerdà en su Memoria del Ante-
Proyecto de Ensanche de Barcelona (1855) tenía una longitud de 35m y era concebida como una gran
avenida. Su dimensión contrastaba con las calles de la ciudad antigua, que tenían 4m de largo.
309
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“…han brotado del centro de la tierra barrios enteros de verdaderos palacios por
un lado y otro desde el Besós, hasta enlazar con Barcelona las poblaciones inmediatas
situadas al pié de las montañas que circundan el llano, de suerte que actualmente es
la población que más estensión tiene de España. La población que antes parecía,
amontonando pisos sobre pisos, querer escalar el cielo, hoy se estiende á su placer en
cómodas casas con deliciosos jardines. (...) Barcelona ha logrado romper los brazos
que la ahogaban…”153.
153
Angelón, M. (1870). “Guía del Viajero”. Op. Cit.; p. 151.
154
Puig i Cadafalch, Josep. “Barcelona d’anys a venir”. La Veu de Catalunya, 20 de diciembre de
1900-22 de enero de 1901.
155
El pájaro verde. Que habla lo suyo y lo ajeno. núm. 6. Barcelona, julio de 1860; pp. 85 y 87.
310
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
“Un defecto general de que adolece nuestro Ensanche, como ya hemos expresado
otras veces: el defecto de la monotonía: pues allí solo se ven manzanas más o menos
regulares en su capacidad, pero en la forma vienen a ser casi simétricas y por lo tanto
como hay falta en su distribución de monumentos públicos, todos los cruces de las
calles o puntos visuales se ven casi iguales y se confunden, causando ese cansancio
y ese hastío que no se halla en las grandes poblaciones, donde la visual estratégica y
perspectiva artística se estudia con tanto esmero para evitar dicho defecto, como el
más difícil de combatir sino se pone en ello esmero”156.
Fig. 2 Ilustración
satírica del plano
del Eixample. El
pájaro verde. Año 1,
núm. 6, 1860.
Fig. 3 Caricatura de
Ildefons Cerdà. Lo
Xanguet. Almanach
per l'any 1873 y
1874, I. López,
Barcelona, s. d.
156
La Vanguardia. Barcelona, 9 de marzo de 1887.
157
Matas, J. /Saurí, M. (1861). “Apéndice”. La Real Orden del 9 de junio de 1859 aprobaba
oficialmente la propuesta de Ildefons Cerdà.
311
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
del barrio, con un registro de las construcciones y la defensa del ingeniero, de quien
se valoraba el hecho de que no vacilase”…ni un momento en sacrificar la visualidad
a la higiene”158. Había sido preciso que transcurrieran más de veinte años para que
llegara el primer reconocimiento público del barrio y la posibilidad de exhibir “...
la grandiosidad de la nueva Barcelona, cuya importancia aumenta de día en día”159.
Ya no parecía posible quedar al margen y, en consecuencia, las guías se afiliaban al
estado de encantamiento que provocaba el acelerado ritmo constructivo:
“Vastísimo es el plan del Ensanche y aun cuando su adopción data de bien pocos
años, asombra el incremento que han tomado las edificaciones. Como por arte de
magia surgen por todas partes magníficas casas y edificios de todas clases en los
cuales corren parejas la solidez y el buen gusto (...) Estas construcciones se llevan
a cabo simultáneamente en diversos puntos del Ensanche, con una actividad tan
pasmosa, que los espacios que años atrás eran campos de cultivo contienen hoy
populosas barriadas, llenas de magníficos edificios cómodos e higiénicos”160.
“No hay en Europa ciudad cuyo Ensanche haya adquirido proporciones tan
asombrosas como el de Barcelona, con relación a los pocos años en que se ha
construido. Parece que ha brotado otra ciudad, que lleva el camino de quintuplicar las
dimensiones de la antigua, y es tan diferente que ofrece al viajero un gran atractivo el
comparar una con otra (...) Se efectúan las construcciones con tal rapidez, que aunque
Fig. 4 Paseo de
Gracia.
Barcelona. Guía
Diamante, 1896.
158
Roca, J. (1884). Op. Cit.; p. 51.
159
Ibidem.
160
Roca, J. (1884). Op. Cit.; pp. 47-51.
312
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
dentro de un radio extensísimo, de día en día se echan de ver los progresos y como
surgen por donde quiera de los terrenos desnudos, casas y palacios, calles y barrios.
En estas construcciones generalmente se atiende a la higiene con la preferencia debida
y se tiene muy en cuenta la necesidad de sol y aire...”161 (Figs. 4-5).
La celeridad constructiva del Ensanche era el valor que exhibían las publicaciones
turísticas, siguiendo un camino paralelo al que emprendían los primeros álbumes
fotográficos que documentaban el inicio de la expansión. Aunque los repertorios
fotográficos de la ciudad habían comenzado a editarse hacia la década de 1850, no
fue hasta veinte años después cuando salieron a la luz las primeras imágenes de la
nueva metrópolis, como las del Álbum Fotográfico de los Monumentos y l Edificios
más notables que existen en Barcelona, (1872), de Francisco Javier Álvarez, y las de
Bellezas de Barcelona (1874), del fotógrafo Joan Martí y el encuadernador Pedro
Vives. En ambos casos, la ciudad moderna era sólo una posibilidad, un horizonte de
expectativas que se contraponía a los escenarios más emblemáticos de la antigua urbe.
La apuesta era mucho más intensa en Bellezas de Barcelona, un producto de mayor
ambición comercial, que se adaptó al formato reducido y que se vendía protegido con
una funda para que los turistas lo llevaran consigo en sus paseos callejeros:
“Los señores Vives y Martí han publicado al mismo tiempo álbumes pequeños,
en forma de cartera de bolsillo, que contienen el mismo número de fotografías que
Fig. 5 Rambla
de Cataluña.
Barcelona. Guía
Diamante, 1896.
161
García del Real, L. (1904). “El Ensanche. La derecha”. Op. Cit.; p.108 y sg.
313
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
162
Diario de Barcelona, 30 julio 1874, p.7034-7035 y 1 agosto 1874, p.7111; 2 agosto 1874, p.7147;
citado en Torrella, R. Op. Cit.; p. 22.
163
García Espuche, A. (1995). “Imatges i imatge de Barcelona: una síntesi i tres epílegs”. Retrat de
Barcelona. Op. Cit.; p. 48.
164
Diario de Barcelona, 6 junio 1874, p. 5201; citado en Torrella, Rafel. “Joan Martí, fotògraf de
Belleses”. Joan Martí, fotògraf. Belleses del XIX. Barcelona: Arxiu Fotogràfic de Barcelona-Institut de
Cultura, 2008-2009; pp. 18-19.
314
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
el paseo de Gracia y la Gran Vía- y sus equipamientos sin terminar -como el asilo de
las Hermanitas de los Pobres o la Estación del Norte-. La numerosos vacíos urbanos
que aparecen en las fotografías tienen su equivalencia en el silencio de unas guías
que seguían reproduciendo las escenas pintorescas de la vieja ciudad de los álbumes
gráficos de principios de siglo (Figs. 6-7).
Las guías turísticas que se editaron en aquella época habían jurado fidelidad al
proyecto de expansión para equiparar la ciudad con las grandes metrópolis europeas.
En el largo camino hacia la gran capital burguesa, París aparecía como el lugar en
el que se reflejaban los principales emplazamientos barceloneses: en su guía cicerone
de 1887, Josep Coroleu fijaba los términos de una impostada comparación, cuando
describía la Plaza Real como el “punto de reunión de nodrizas, desocupados y
165
Martí de Solá, M. Op. Cit.; pp. 48-49.
166
García Espuche, A. (1995). Op. Cit.; p. 51.
315
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 8 Desplegable
del Hotel
Internacional.
Barcelona y
su provincia.
Guía-Itinerario
descriptiva,
Estadística y
Pintoresca, 1888.
ancianos afanosos de tomar el sol, tiene algunos puntos de semejanza con la Plaza
del Palais Royal de París”167. En un tono similar, se refería a la Rambla como “la vía
más típica, más bulliciosa, más pintoresca de Barcelona. En esto y en la abundancia y
variedad de los cafés, hoteles y tiendas de lujo, se parece a los boulevares parisienses,
sólo que aquí el paseo central está reservado al público pedestre, en tanto que por
los laterales circulan los coches, los tranvías y los carros, cuyo tumulto no cesa un
momento de día ni de noche”168. Y concluía, anunciando al lector que la Ronda de
Sant Antoni era “el Faubourg Saint-Antoine de Barcelona, el centro del barrio de los
obreros. Hay en ella algunas squares, excelentes cafés y cervecerías y está arbolada
como todas las del Ensanche”169.
“La ciudad moderna tiene semejanza con todas las grandes capitales de Europa;
la Rambla del centro, con sus cafés y restaurants, kioscos, movimiento, y en algún
otro detalle, recuerda los Boulevares de París; el paseo de Gracia tiene semejanza con
los Campos Elíseos; la Gran-vía y el resto del Ensanche algo tienen de Hayde-Parck
(sic) de Londres; el Parque –cuando crezca- semejará al de Bruselas; los floricultores
recuerdan a Gante; hay algo de Liverpool y de Manchester en los alrededores del muelle
y en los barrios industriales; hasta el Edén-Concert y las nuevas empresas de carruajes
167
Coroleu, J. Op. Cit.; p. 69.
168
Coroleu. J. Op. Cit.; p. 70.
169
Coroleu. J. Op. Cit.; p. 73.
316
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
Fig. 9 Edificio de la
Universidad. Guía y
plano de Barcelona
y su ensanche:
con indicaciones
sobre la reforma,
contiene además
las calles y plazas
de los pueblos del
llano, 1895.
públicos viene a demostrar que, sin haber dejado Barcelona de ser la representación
del pueblo catalán, va tomando un gran carácter de ciudad cosmopolita…”170.
170
Valero de Tornos, J. (1888). Op. Cit.; p. 40.
171
Spoll, Édouard-Accoyer. “Avant-propos. Coup d’œil sur l’Histoire de Barcelone, envisagée au
double point de vue de sa situation géographique et de sa vie politique”. Barcelone et l’Exposition
Universelle de 1888. Barcelona: imprimèrie de Louis Tasso, 1888; p. 15. E.A. Spoll era el pseudónimo
que empleaba Émile Leprieur, un autor de novelas, ensayos políticos e históricos, traductor y editor
de revistas políticas.
172
Spoll, E.-A. “Transformation de Barcelone. Périmètre et population de la ville, Il y a un quart de
siècle. Agrandissement de la cité. Surface et population de “l’Ensanche” et de la ville actuelle. Grands
travaux exécutés, projetés ou en cours d’exécution”. Op. Cit.; p. 47-49.
173
Sobre la emergencia de la burguesia local a partir de 1868, ver: Jutglar, Antoni. Historia crítica
de la burguesía en Catalunya. Barcelona: Anthropos, 1984; pp. 215-216.
317
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
una pequeña burguesía industrial y comercial que, como Coroleu, depositaron sus
ingresos y sus esperanzas en la futura expansión urbana:
Fig. 10
Comparativa entre
la superficie de
Barcelona y la
de París, Berlín y
Londres. Douze
jours à Barcelone.
Guide Illustré, 1908.
174
Coroleu, J. Op. Cit.; p. 297. Jutglar atribuye a la menestralía gran parte de la responsabilidad en la
transformación y modernización de las estructuras sociales y económicas de la ciudad; en Op. Cit., p. 216.
175
García Espuche, Albert. El quadrat d’Or: Centre de la Barcelona Modernista: la formació d’un
espai urbà privilegiat. Barcelona: Lunwerg Editores; Olimpíada Cultural, 1990.
176
Coroleu, J. Op. Cit.; p. 72. Las obras de urbanización de la plaza se iniciaron en el año 1902.
318
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
de conocer las viviendas particulares del Ensanche, confiesan que en efecto sería
difícil encontrar en otra población unos pisos de alquiler más cómodos y lujosos”177.
177
Coroleu, J. Op. Cit.; p. 75.
178
Domènech i Montaner, Lluís. “En busca de una arquitectura nacional”. La Renaixensa. Año
VIII, vol. 1. Barcelona, 28 de febrero de 1878; pp. 149-160. Para el desarrollo del eclecticismo crítico
en el pensamiento de Elíes Rogent y su repercusión en el contexto de la arquitectura catalana, ver
Hereu, P. Vers una arquitectura nacional. Barcelona: Edicions UPC, 1987.
179
“En el momento en que el vértigo de fin de siglo se convierte en modernismo, y aquello que
era investigación se convierte en estilo, se dan las condiciones de su asimilación y, por tanto, de su
agotamiento como discurso crítico”; en Solà-Morales, Ignasi de. Arquitectura Modernista. Fi de segle
a Barcelona. Barcelona: Gustavo Gili, 1992; p. 213.
319
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
calle de Aragón es más estrecha de lo que debía ser y con la famosa zanja resulta de
molesto tránsito. (…) Los espacios libres en el interior de las manzanas, han sufrido
varias reducciones, y en muchas de ellas no queda ya espacio para jardines. (…)
¡Bien conocía el insigne ingeniero, la fuerza, la voracidad de la especulación y del
mercantilismo! De no haber sido por el infranqueable dique de la anchura de las
calles y visto lo ocurrido con los parques y jardines cabe presumir que el Ensanche
hubiera acabado por ser una continuación del casco antiguo. Hoy gracias a esto, es
hermoso, magnífico, pero lo hubiera sido mucho más”180 (Fig. 11).
A pesar de lo pudo haber sido y no fue, de las reticencias de las élites a ocupar
los aislados edificios entre desolados solares y de los obstáculos administrativos que
impedían culminar las distintas fases constructivas, el Ensanche comenzaba a ganar
protagonismo en el mercado turístico. Torres empleaba el término “modern styl” pero
sólo para describir los edificios de la avenida del Tibidabo que se iba “poblando de
elegantes, artísticos y suntuosos edificios, en los cuales los arquitectos barceloneses
180
Torres, I. Op. Cit.; p. 66.
320
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
Figs. 12-13
“Arquitectura
moderna de
Barcelona”.Douze
Jours à Barcelonne.
Guide Illustrée, 1908.
321
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“El aspecto monumental y artístico que Barcelona ofrece a sus visitantes está a
la altura de las más importantes capitales extranjeras, e incluso las supera, por lo
que respecta al esplendor, el buen gusto y la originalidad de un gran número de sus
edificios. En efecto, los arquitectos, presentando el impulso de sus originales proyectos,
181
Torres, I. Op. Cit.; p. 96.
182
Torres, I. Op. Cit.; p. 53.
322
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
De entre todas las edificaciones, la casa Lleó Morera del Paseo de Gracia, de
Domènech i Montaner (1902-1906), era el ejemplo más relevante del “estilo moderno”.
Ossorio la describía como “una de las casas burguesas más artísticas y más bellas del
mundo entero, favoreciéndola con una riqueza ornamental que recuerda a las bellas
fantasías platerescas. (…) Los mármoles, los bronces, los artesonados, los mosaicos,
los hierros, las esculturas… todo se encuentra allí idealizado por una imaginación
fecunda y fantástica, y todo con una solidez y una estabilidad sorprendente”184. El
periodista completaba el recorrido con las casas Amatller (1898-1900), de Puig i
Cadafalch, y Batlló, de Gaudí (1904-1906), para incidir en la “rivalidad ornamental
que parece haber precedido a la erección de todas las casas circunscritas a la parte
del paseo que conduce desde la calle Consejo de Ciento, hasta la de Aragón, lo cual
ha dado motivo para que el espíritu popular haya calificado a esta manzana (isla) de
casas como la manzana de la discordia (pomme de discorde)”185 (Figs. 12-13).
183
Ossorio Gallardo, Carlos. Douze Jours à Barcelonne. Guide Illustrée. Barcelona: Editorial Ibero
Americana-La Neotipia, 1908; pp. 37-42.
184
Ossorio, C. Op. Cit.; pp. 40-41.
185
Ossorio, C. Op. Cit.; pp. 168-169.
323
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
186
Ossorio, C. Op. Cit.; p. 156.
187
Ossorio, C. Op. Cit.; p. 195.
188
Ossorio, C. Op. Cit.; pp. 293-295.
189
Ossorio, C. Op. Cit.; pp. 261-262.
190
Ossorio, C. Op. Cit.; p. 143.
191
Ossorio, C. Op. Cit.; pp. 166-167.
324
En la incierta ciudad: primeras visiones del Ensanche
325
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
326
Capítulo 3.4
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
Siempre hay una ciudad que no está escrita o que, simplemente, desaparece. Un
lugar, abandonado en los márgenes de las páginas, oculto en su callada exclusión, y
cuyo territorio, frágil y desaprensivo, no merece ser recorrido ni fotografiado, porque
evade cualquier normativa o carece de interés turístico y comercial. La marginalidad
de los barrios proletarios, los insoportables niveles de densidad y la elevada mortalidad
en las ciudades europeas del siglo XIX, son la implacable respuesta a esta omisión.
A pesar de que la literatura y la prensa, los informes médicos, las proclamas del
reformismo e incluso las primeras fotografías callejeras rescataran a la otra ciudad de
la ceguera impuesta, raramente la encontramos en las páginas de unas publicaciones
invalidadas para nombrar lo innombrable y describir lo indescriptible. Porque las
guías urbanas olvidaron la ciudad sufrida y la existencia de quienes malvivían en
los barrios que crecían sin medida ni control; y olvidaron también la Barcelona que
327
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
328
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
prioritario que ocupaban los datos estadísticos, como signo de modernidad y como
estrategia para trasladar al lector la visión más concreta e indiscutible de una ciudad:
catastral, imponiendo un gravamen que se mantuvo hasta el siglo siguiente. La estadística se extendió
en los países europeos a finales del siglo XVIII: aunque Francia había iniciado el camino en 1699, no fue
hasta 1834 cuando creó el servicio de estadística general del Ministerio de Comercio; le siguieron Suecia
(1749), Austria (1754), Hungría (1785), Estados Unidos (1787), los Países Bajos (1803) y Suiza (1814).
En 1856, el General Narváez, presidente del Consejo de Ministros de Isabel II, firmó el Decreto de
creación de la Comisión para la formación de la Estadística General del Reino. El 21 de abril de 1857,
la Comisión pasó a denominarse Junta de Estadística, y su primer trabajo consistió en la elaboración
del Censo de Población. Un Decreto del 12 de septiembre de 1870 -durante el gobierno provisional
del general Serrano-, creó el Instituto Geográfico que, tres años más tarde, el 19 de junio de 1873, pasó
a denominarse Instituto Geográfico y Estadístico, asumiendo la recopilación de la información numérica
para el Estado. En 1890 las estadísticas pasaron a depender del Ministerio de Fomento.
194
Pi y Arimón, A.A. “Población de Barcelona”. Cap. VIII. Op. Cit.; p. 313.
195
Figuerola fue uno de los redactores de las Ordenanzas Municipales de 1856. Su Estadística de
Barcelona -para cuya elaboración tardó dos años- se publicó en 12 entregas diferentes hasta 1851,
aunque quedó inconclusa. Es sabida la influencia de esta obra en la Monografía de la clase obrera de
Barcelona de Ildefons Cerdà (1856) y en las topografías médicas, que también empleaban los datos
demográficos para valorar las variables de natalidad y mortalidad; ver: Valls, Miquel/Pujadas, Joana
M./ Cabré, Anna. “El matrimoni a la Barcelona industrial. Pautes demogràfiques i socials”. Barcelona.
Quaderns d’Història núm. 20. Recurs al passat i modalitats historiogràfiques a Barcelona. Barcelona:
Ajuntament de Barcelona-Institut de Cultura-AHCB, 2014; p. 269.
329
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“La angostura de sus calles, la alteza de sus edificios, lo diminuto de las viviendas,
la espesura de las murallas, el aire viciado de sus talleres, la vida atropellada de
sus industriales, lo agitado de las pasiones ciudadanas, las alternativas de lujo y
miseria; son causas de muerte que, necesariamente, deben producir tales resultados.
Las condiciones higiénicas de Barcelona, a parte las climatológicas, o sea las
provenientes de la voluntad humana, conspiran en la actualidad a la extinción de
la vida. La arquitectura, en lo que depende de la ciencia, ha proporcionado más
luz y ventilación a las habitaciones; pero en lo que depende del cálculo mercantil
y disposiciones municipales, tiende hoy día a matar esa personalidad por más que
aparezca floreciente”197.
196
Urteaga, Luis/Nadal, Francesc. “La organización del servicio de estadística del Ayuntamiento
de Barcelona (1902-1923)”. Cent anys d’estadística municipal. Barcelona: Ajuntament de Barcelona,
2002; pp. 148-162.
197
Figuerola, Laureano. Estadística de Barcelona en 1849. Barcelona: Imprenta y librería Politécnica
de Tomás Garcés, 1849. Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, 1968; pp. 101-103; citado en Fuster
Sobrepere, Joan. Barcelona a la dècada moderada (1843-1854). El projecte industrialista en la
construcció de l’estat centralista. Tesis doctoral. Barcelona: Institut Universitari d’Història Jaume
Vicens Vives, Universitat Pompeu Fabra Septiembre de 2004; pp. 222-223.
198
López Guallar, P. Op. Cit.; pp. 86-87.
330
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
199
Pi y Arimón, A.A. Op. Cit.; pp. 303-307.
200
Sauri, M./Matas, J. (1849). Op. Cit.; p. 65. El año 1848 marca el límite de la saturación a la que
había llegado la población barcelonesa en el interior del recinto amurallado, con 173.000 habitantes,
“incluyendo la población de derecho (80%), el censo, de criados, forasteros y extranjeros (14%) y la
población institucional (6%)”; en López Guallar, P. “Evolució demogràfica. 1833-1930”. Sobrequés, J.
(dir.). Història de Barcelona. Vol VI. Barcelona: Enciclopèdia Catalana, 1995; p. 97.
201
Reglas que han de observar los sirvientes. Barcelona, c. 1850. Fondo histórico de la Biblioteca del
Ateneu de Barcelona. En aquel momento, el gobernador provincial de Barcelona era el militar navarro
Fermín Arteta, cuyo principal legado fue combatir con especial encono el incipiente movimiento
obrero barcelonés.
202
Reglas…Op. Cit.; s.p.
331
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
La beneficencia también era una cuestión esencial en las guías que recomendaban unas
rutas específicas para que los forasteros pudieran visitar los asilos y hospicios, como en el
caso de Quince días en Barcelona (1902), que destinaba el último de sus itinerarios a los
“asilos y las variadísimas manufacturas de la ciudad”204. El estado de connivencia con las
fuerzas del orden, se completaba con las detalladas descripciones de los servicios sociales,
como sucedía en las sucesivas ediciones del manual de Saurí y Matas, donde se dedicaba
un espacio más que considerable a las asociaciones de beneficencia y a otros curiosos
203
Pi y Arimón, A.A. Op. Cit.; p. 657.
204
Miró Folguera, J. “Dia XV”. Op. Cit.; p. 110.
332
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
Figs. 4-5 “Comparación de los datos recogidos en España con los que suministra la estadística de otras naciones
de Europa. Proporción de los dementes de las capitales con su población” y “Proporción de los dementes respecto
al sexo”. Manual histórico-topográfico estadístico y administrativo, o sea Guía general de Barcelona, 1849.
4-5). El mismo gusto por la precisión numérica llevaba a Josep Coroleu a incluir en su
guía cicerone los datos de la población del año 1880, además del número de casas, de
matrimonios, nacimientos y las causas de las defunciones206.
205
Sauri, M./Matas, J. (1849). Op. Cit.; pp. 132-133.
206
Coroleu, J. Op. Cit.; pp. 45-47.
207
Saurí, M./Matas, J. (1842). “Un día no festivo en Barcelona”. Op. Cit.; pág. 74 y sg. McCannell
señala que la sociedad moderna convierte en fetiche y producto la vida cotidiana, callejera y pública, así
como la vida rural y las relaciones domésticas tradicionales. A su juicio, la fascinación por la vida real de
los otros es una de las señales externas de la importante redefinición social de las categorías de “verdad”
y “realidad”; Op. Cit.; p. 121.
333
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 6 “Una
vieja campesina
catalana”.
Guide Illustré de
l'exposition de
Barcelone, 1888.
208
Ucelay da Cal, Margarita. Los españoles pintados por sí mismos (1843-1844). Estudio del género
costumbrista. México: Fondo de Cultura Económica, 1951; p. 6. Otros estudios posteriores relacionados
con la temática son: Forneas, Maria Celia. “El artículo de costumbres: crónica, crítica, literatura y
periodismo. Estudios sobre el mensaje periodístico” núm. 11, 2005; pp. 293-308; y el análisis de Enric
Cassany, Els Quadres de Costums urbans del vuit-cents. Barcelona: edicions 62, 1987.
334
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
“Ningún otro pueblo ciertamente merecía tanto el ser pintado como el español,
porque ningún otro es tan numeroso y variado en sus tipos, ni tan original. ¿Dónde
hallaríais a un torero? ¿dónde un gitano como el español? ¿un contrabandista como
el andaluz? ¿una manola como la madrileña?”209.
“Los españoles han querido pintarse a sí mismos después que los franceses
nos han dado por sí propios su retrato. La Cataluña, esta patria de los Borrelles y
Berengueres, tan poética en recuerdos, tan guerrera en lo pasado, fuerte entonces,
ahora y siempre, con un presente grande y colosal por venir, bien merece un pleito
homenaje de uno de sus hijos” 210.
209
“Prólogo”. Op. Cit.; p. 1.
210
Freixas, José María de. “A los lectores”. Enciclopedia de tipos vulgares y costumbres de Barcelona.
Barcelona: Imprenta Catalana de Joaquin Bosch, 1844; p.7.
211
Aquel año el general Baldomero Espartero asumió la regencia del país, tras la renuncia de la
regente María Cristina por su incapacidad para contener los numerosos altercados entre moderados
y progresistas debido, en parte, a las diferencias sobre la polémica ley de Ayuntamientos que había
impulsado el gobierno moderado de Evaristo Pérez de Castro y que contravenía la Constitución de 1837.
335
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Los primeros albores del día colorean las torres de las iglesias de la ciudad (...).
Resuena uno que otro ayunque á los golpes del martillo de algún herrero, y el chirrío
de los carros que conducen la hortaliza para proveer los mercados del Born, Bocaria
(sic) y Sta. Catalina sucede al de otros más pestilentes y asquerosos que, desde las
tres de la madrugada en que penetran por las puertas, se mecen pausadamente por
estas calles con desapacible estruendo. Renace la actividad de las fábricas de hilados
y tejidos (...) mientras que los metales y la madera reciben mil formas diversas (...) y
se pule la piedra para la construcción de los innumerables edificios que de algunos
años á esta parte, quizás con demasiada rapidez, se levantan en todas partes (...)”212 .
212
Cortada, J./Manjarrés, J. Op. Cit.; p. 7-8. Pau Vila calificaba esta obra como un clamor de la vieja
Barcelona a punto de entrar en “la gran metamorfosi inevitable”; en A.A.V.V. Pau Vila. Miscel·lània.
Biografia, bibliografia, treballs d’homenatge. Societat Catalana de Geografia, Granollers: Montblanc-
Martín, 1975; p. 264. El historiador Jaume Vicens Vives definía la sociedad menestral de “pequeña
burguesía productiva”, incluyendo tanto a quienes realizaban una actividad artesanal como a los
comerciantes que regentaban pequeños negocios; Bengoechea, S./Desola, R. Barcelona menestral.
1854-1936. Ajuntament de Barcelona, 2011.
213
Saurí, M./Matas, J.(1842). Op. Cit.; pp. 23-25.
336
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
los dependientes, los oficinistas y escribientes: “sobre las diez, toda la ciudad está en
movimiento: tribunales, oficinas, escritorios, despachos, fábricas, tiendas, talleres,
fondas y cafés; las gentes cruzan las calles con muy diferentes objetos, hombres de
negocios desocupados, curiosos, estudiantes, mujeres, niños y perros, todos corren
en distintas direcciones y causan tal confusión, ruido y movimiento, a que no estando
acostumbrados los forasteros, les causa a muchos un fuerte atolondramiento”. Ya por
la tarde, “la Rambla y la Muralla de Mar comienzan a poblarse de “gente de todas
condiciones” y, a las ocho, llega la hora del repliegue: “se paran del todo los trabajos,
ciérranse los talleres y los artesanos se retiran a su casa a cenar con sus familias y
descansar sus fatigas, mientras la brillante luz de gas va iluminando la ciudad entera
(…). A medida que adelanta la noche va disminuyendo progresivamente el ruido
de las calles, los barrios apartados se van quedando solitarios y solo los del centro
ofrecen todavía un resto de animación hasta después de cerrados los teatros. Todas las
puertas se cierran (…); mientras, el vigilante sereno anuncia a todos cuantos le oyen
que dentro de algunas horas volverá a comenzar con poco más o menos diferencia
otra representación del cuadro que acabamos de describir”214.
“Lector, en esta población como en todas, hay todo lo que espresa su Guía y otras
muchas cosas que aunque ciertas y verdaderas no se espresan ni se publican. Ello es
lo cierto, que el siglo marcha y que su marcha pasando de acelerada, llega á rápida
y es violenta, así es, que una población de más de 100 mil fuelles pulmonares ha de
contener toda clase de gentes con todo género de inclinaciones. Ya me entiendes y si
no me entiendes, tampoco entenderías lo demás que dijese solapado y encubierto, con
que figúrate lo que te plazca; pero ten por cierto, que los habitantes de Barcelona son
generalmente dóciles y morigerados con el trabajo, sin que se tengan que lamentar
crímenes horrendos cometidos contra las personas y las propiedades; esto no es
decirte que vivas desprevenido, es advertirte que en Barcelona no hay vagos, ni tantas
desgracias como en Madrid o en Sevilla y Zaragoza, ni tantos contrabandistas como
en Málaga, ni tanta propensión a las armas de Albacete como en Valencia”215.
Para los redactores locales, la elaboración del retrato colectivo servía para
contrarrestar el efecto de los tópicos que circulaban en las crónicas de los viajeros
que recorrían España. En cierto modo, la transcripción de la vida cotidiana podía ser
214
Saurí, M.-Matas, J. (1849). Op. Cit.; pp. 74-76.
215
Dubà, M./B.P. Op. Cit.; p. 6.
337
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 7 “Vista de
Barcelona”. Guía y
añalejo perpetuo
de Barcelona, 1863.
“…los extranjeros viajan mucho, y algunos por España; de aquí tantos viajes,
investigaciones, reseñas, observaciones, descripciones, etc. Y suelen hacerlas con
tanta novedad que no parece esto sino una mina inagotable, porque cada uno dice la
suya, y ensarta chismes como cuentas de rosario (…) Aquí todos tocamos el pandero,
la guitarra y las castañuelas, cantamos la jota y la cachucha, bailamos el bolero,
tiramos la navaja, hacemos entruchadas de noche, y hablamos con las muchachas
desde la calle, y las muchachas son todas manolas, y nosotros todos majos, y nos
llamamos don Fernández, don Castro, don Jiménez y don Japagategui!”216.
Esbozar el retrato más completo y preciso de los barceloneses: éste era el objetivo
de la Guía-añalejo del escritor Gaietà Cornet (1863), un producto folklorista, que
seguía la línea de rehabilitación de la cultura autóctona de Víctor Balaguer; una
mezcla de almanaque, calendario, itinerario y catálogo comercial, que adaptaba los
rituales de la vida cívica a las condiciones de la ciudad industrial 217. Como en el caso
de los manuales de Manuel Saurí, es preciso leer entre líneas para comprobar hasta
qué punto este añalejo representa la transición entre la visión pintoresca de la ciudad
y otra, más funcional. Así, en el interior de su tradicional estructura, se advierte
216
Cortada, Juan. “Esto es un libro nuevo” (7 de noviembre de 1838); en Artículos escogidos. Entre
los publicados del año 1838 al 1868 con los pseudónimos Abén, Abulema y Benjamín. Coleccionados
y con una biografía del autor por D. Juan Sardá. Barcelona: Librería clásica española, 1890; p. 5.
217
“Añalejo (de añal): 1. m. Especie de calendario para los eclesiásticos, que señala el orden y rito
del rezo y oficio divino de todo el año”. Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua
española (23.ª ed.). Consultado en http://www.rae.es/rae.html. Para Balaguer, Las Calles de Barcelona
no era una obra para el público culto sino para el “vulgo”, el pueblo, y que su objetivo era “difundir
entre las clases más faltas de medios el amor al país y la memoria de sus glorias pasadas”; esta es la
razón por la que escribió su obra en castellano; ver: Cuccu, Marina. “Las calles de Barcelona de Victor
Balaguer”. Barcelona. Quaderns d’Història núm. 14. Cerdà i els altres. La modernitat a Barcelona
1854-1874. Barcelona: Ajuntament de Barcelona-Institut de Cultura-AHCB, 2008; pp. 147-161.
338
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
Fig. 8 Anuncio de
“Amorós. Ebanista
de la Real Casa”.
Guía y añalejo
perpetuo de
Barcelona, 1863.
La publicación se editaba el mismo año que la Guía del viajero del mismo autor,
estableciéndose entre ambos productos una corriente de referencias cruzadas: Cornet
recomendaba al viajero que había adquirido su guía la consulta del añalejo, cuyas
descripciones habían sido extraídas a su vez de algún cronista local que no aparecía
citado en ningún momento, pero a quien el escritor debía las impagables imágenes de
la ciudad “en la que cada uno conoce su esfera, sin hacer escarnio del que es menos,
y sin envilecerse delante del que es más”219. Sin embargo, entre ambas obras mediaba
una clara diferencia, porque en las páginas del añalejo, el territorio, la historia y los
monumentos pasaban a un segundo plano para concentrar el interés en la gente, en
sus creencias, sus hábitos y actividades diarias:
“Sucede á los que visitan las grandes poblaciones, que por lo general ven y observan
sus monumentos, sus calles, sus paseos, sus curiosidades y sus alrededores, y no
estudian las costumbres de sus habitantes (…)...comenzando por una introducción
a la vida ordinaria de Barcelona, la que va seguida de una minuciosa descripción
218
Cornet, Cayetano. “Prólogo”. Guía y Añalejo Perpetuo de Barcelona. Recopilación de todas las
funciones tanto religiosas como civiles que tienen lugar durante el año en la capital del Principado,
contiene todas las ferias de Cataluña, los mercados y fiestas mayores en número mucho mayor que
en los demás. Barcelona: Librería de El Plus Ultra-Imp. de Luis Tasso, 1863; p. 5.
219
Cornet, C. Guía completa del viajero. Op. Cit.; p. 18.
339
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
de las funciones diarias, así religiosas como civiles, otra de las semanales, otra de la
mensuales y otra por fin de las anuales…”220 (Figs. 7-8).
“El trato conformado con las naciones extranjeras, cuyos libros, periódicos y
revistas leen todos los días en cafés, casinos y otras cien sociedades y centros de
instrucción y esparcimiento y los frecuentes viajes que emprenden, ya por razón
de sus negocios, ya por pura afición y recreo, han ido modificando las costumbres
tradicionales de los barceloneses, tan proverbialmente austeras y sencillas cuando no
eran tan fáciles y abundantes como ahora los medios de comunicación” 222 .
220
Cornet, C. “Prólogo”. Guía y Añalejo.Op. Cit.; p. 5.
221
Coroleu, J. “Idioma, carácter y costumbres de los barceloneses”. Op. Cit.; p. 51.
222
Coroleu, J. Op. Cit.; pp. 47-50. La cuestión del problema lingüístico también hacía acto de presencia
en la guía de Carlos Ossorio Gallardo (Op. Cit.; p. 3) y en la Guía Diamante (Op. Cit.; pág. 75).
223
García del Real, L. Op Cit.; p. 69.
340
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
Fig. 9 “Barcelona.
Centro de
excursiones. La
calle del Marqués
del Duero ("llamada
El Paralelo")”, Select
Guide, 1910-1911.
341
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
ciudadano que siempre estaba arropado por sus cualidades transcendentales y sus
asombrosas capacidades:
“El obrero barcelonés –en esto se parecen los de las demás poblaciones catalanas- es
hacendoso y aseado, entérase en sus círculos de las cuestiones políticas y económicas,
que discute con viveza y distínguese, como la población en general, por su grande
amor a la música... (...); y “va al café, nunca a la taberna”224.
Más allá del efecto que pudiera provocar la descripción del obrero culto y
abstemio de Coroleu, es sorprendente la persistencia de esta misma imagen en las
publicaciones posteriores, como en el caso de la Guía Diamante:
224
Coroleu, J. Op. Cit.; p. 51.
225
García del Real, L. Op. Cit.; p. 70.
226
El periodo de 1909 a 1923 estuvo marcado por una profunda inestabilidad política y social, con
hechos como la Semana Trágica, la huelga de la Canandenca, o el pistolerismo. El encadenamiento
de estas situaciones agravó la fractura social y política y el conflicto de intereses entre los distintos
sectores de la población.
227
“Cada vez que la sociedad industrial se transforma en sociedad moderna, el trabajo se convierte
simultáneamente en objeto de curiosidad turística”; en MacCannell, D. Op. Cit.; p. 9. Para MacCannell
estas visitas constituían una forma del “ocio alienado” y de la perversión de sus objetivos, ya que
consistían en un retorno al lugar de trabajo. Op. Cit.; p. 77.
342
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
343
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
228
Palou señala que “el nacimiento de la construcción turística de Barcelona fue claramente
inducido y estratégico”, el resultado de unas “visiones muy concretas”. Sin embargo, esta idea de una
planificación turística estratégica se corresponde sólo con unas acciones puntuales y limitadas al inicio
del siglo XX, como la creación de la SAF en 1908. Ver. Palou, S. Op. Cit.; p. 312.
229
Arnús, Gonzalo. Barcelona Cosmopolita. Barcelona: Imprenta Vda. Luis Tasso, 1908; p. 5.
Arnús se incorporó más tarde a la junta directiva de la SAF. En 1917 fundó, junto a Francesc Cambó,
el primer establecimiento hotelero de lujo de Barcelona, el Hotel Palace.
230
Arnús, G. Op. Cit.; p. 20.
231
Barcelona artística e industrial. Director: E. Canet. Barcelona: Sociedad de Atracción de
Forasteros, 1914; p. 31.
344
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
345
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
“Recorrer los ámbitos de estos talleres, es aislarse del mundo conocido para verse
transportado al imaginario, donde el movimiento de miles de poleas, el chirriar de
los engranajes, el golpe de yunque, la llama del horno convirtiendo en materia liquida
el duro acero, multitud de hombres moviéndose en todas direcciones, obedeciendo a
una sola voz, base de la reglamentación del servicio, pueden dar una idea no más que
232
Torres, I. Op. Cit.; p. 52.
346
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
233
“Industrias y Establecimientos dignos de visitarse en Barcelona”. Enciclopedia Artística. Guía de
Barcelona. Oliva, impresor: S. en C. Villanueva y la Geltrú, 1908; pp. 421 y 440.
347
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
prontitud y que es acogido con gran educación por los trabajadores, entre los que
figuran unas señoritas muy bonitas”234.
234
Ossorio, C. “Itineraire du 8ème jour: Almacenes El Siglo”. Op. Cit.; pp. 252-256.
235
El capítulo “La industria catalana y sus hombres” de la Select Guide Barcelona. es un panegírico
de los principales representantes de la burguesía local y, en concreto, de la figura de Eusebio Güell y su
modélica colonia; como no podía ser de otro modo, Eusebio Güell era miembro de la SAF. Ver: Select
Guide. (1910-1911). Op. Cit.; p. 29 y sg.
348
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
En aquel ambiente irreal, no existían los conflictos ni las diferencias y las injusticias
desaparecían bajo la sospechosa hermandad entre las distintas clases sociales:
Las calles eran el escenario de la armonía social y, entre todas ellas, destacaba la
“democrática” avenida del Paralelo, “el lugar principal de recreación y diversión de las
clases populares y, si se da el caso que, a pesar de la masa inmensa que constantemente
lo llena de una punta a otra, la autoridad nunca tiene que reprimir el menor desorden,
ni la más mínima colisión ni evitar el más insignificante espectáculo repugnante”237.
No todos los redactores concedían el mismo trato al “Montmatre barcelonés”. Isidro
Torres trasladaba a sus lectores una visión más real, cuando definía la avenida del
236
Ossorio, C. Op. Cit.; p. 48. En una guía de 1914, el escritor Josep Pin y Soler describía el carácter
de la gente en los siguientes términos: “…en sus calles, hermoseadas por espléndidos almacenes, hallarás
un profuso servicio de coches, tranvías y autos y, sobre todo, un pueblo sano, fuerte y laborioso, unos
obreros jamás borrachos, unas mujeres soberbias, y en los salones y paseos, hombre bien educados,
señoras finísimas, señoritas encantadoras y adorables bebés”; en Barcelona descrita por sus literatos,
artistas y poetas. Op. Cit.; p. 92.
237
Ossorio, C. Op. Cit.; p. 266-267.
349
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Paralelo como “la antítesis del Paseo de Gracia; un paseo genuinamente democrático
que ha prostituido toda la chulapería cosmopolita que alberga Barcelona. Sus anchas
aceras, sus teatros, sus cinematógrafos, sus barracas y sus cafés, desde primeras
horas de la tarde hasta la madrugada, rebosan animación y movimiento. El mundo
galante de baja estofa ha sentado en él sus reales; y junto a la honrada familia obrera,
se codea el vicio de meretrices y fulleros”238.
Al seguir las peripecias de las palabras que asumían el carácter más residual
de ciertos sectores urbanos, pudimos advertir la prueba irrefutable de la nueva
centralidad que los expulsaba definitivamente y confirmar el abismo entre los crecientes
asentamientos obreros y la única ciudad que merecía ser tenida en consideración.
Aunque las guías de mediados de siglo consignaran las “afueras”, las “cercanías” y
238
Torres, I. Op. Cit.; p. 76.
239
Sobre el término “arrabal”, ver: Topalov, C. (et alt). L’aventure des mots de la ville. À travers le
temps, les langues, les societés. Paris: Robert Laffont, 2010; p. 43.
240
“Octavo itinerario: Barrios del Hospital y de San Pablo”. Barcelona. Guías P.I.C.S.; p. 112.
350
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
los “alrededores” para referirse a las localidades del Llano, fue a partir del derribo
de las murallas cuando aumentó el interés hacia los lugares “aparte” (sic), los barrios
extremos241 y las barriadas que, más tarde, adoptarían la identidad del suburbio, la
periferia y el extrarradio.
Hasta que la realidad lo hizo posible, las guías de las grandes ciudades
mantuvieron una visión idealizada de su periferia, preservándola de las connotaciones
de degradación y amenaza, y Barcelona no fue una excepción. En “Aux champs”
(1881), Émile Zola había descrito los contornos de las fortificaciones parisinas
como “el clásico paseo del pueblo obrero y de los pequeños burgueses”242 , fijando
en el imaginario popular los bucólicos paisajes de los alrededores de la ciudad. En
el contexto de las guías turísticas, el modelo era Vingt lieues autour de Paris, ou
panorama vivant des barrières, de la banlieue et des environs de la capitale (1851),
una obra anónima que contenía la historia y la descripción de las poblaciones y
los monumentos extramuros, con un esbozo de los habitantes, de sus costumbres y
ocupaciones, de las industrias y talleres, de las fiestas patronales, los bailes campestres,
los cafés y los restaurantes suburbiales243. Al parecer, esta clase de producto tuvo una
cierta aceptación, porque, aquel mismo año, se reeditaba la misma publicación con
la palabra “guía” en el título: la nueva Guide du promeneur aux barrières et dans les
environs de Paris dejaba clara su intención y las razones por las cuales los parisinos
podían abandonar momentáneamente la capital para adentrarse en los encantos de
los paisajes de la periferia:
“1. Los mejores rincones para beber, comer, pasear, descansar, respirar aire
puro, disfrutar de las vistas más agradables, de los rincones más pintorescos; 2. Las
diversiones de moda: Bailes, espectáculos, guinguettes (cabarets populares), etc.; 3.
Las fiestas de pueblo; 4. La fisonomía de cada localidad, su origen, las principales
particularidades de su historia y de su población, el carácter y las costumbres de sus
habitantes, su industria, sus edificios y sus establecimientos más destacados. Todo
aquello que pueda ser de interés para una feliz estancia en el campo”244.
241
“La mayor parte de las casas modernas, especialmente las de los barrios estremos, nada ofrecen
de notable. Sin embargo, hay algunas, y en particular las situadas en los barrios céntricos, que tienen
bonitas fachadas revestidas de estuco y decoradas…”; en J.A.S. Op. Cit.; p. 38.
242
Zola, Émile. “Aux champs”. Le Figaro. Paris, 25-7-1881.
243
Vingt lieues autour de Paris, ou Panorama vivant des barrières, de la banlieue et des environs de la
capitale : histoire et description des villes, bourgs, villages, monuments, palais, châteaux,... esquisses des
moeurs et de l’industrie des habitants, indication des fêtes patronales, des bals.... Paris: Ruel Ainé, 1851.
244
B.R. Le guide du promeneur aux barrières et dans les environs de Paris. Paris: Ruel Ainé, 1851.
351
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
245
Roca, J. (1884). “Actividad productiva”. Op. Cit.; p. 273.
246
Fiter Inglés, José. “Introducción”. Las cercanías de Barcelona. Guía-Cicerone descriptiva,
estadística e histórica del forastero. Barcelona: tipografía de la casa provincial de la Caridad, 1888.
(Con dibujos del autor); p. 3. Fiter fundó en 1876 la Associació Catalanista d’Excursions Científiques
que fue el germen de Centre Excursionista de Catalunya, establecido en 1890.
247
En 1897 se produjo la anexión de Santa María de Sants, Les Corts, Sant Gervasi de Cassoles,
Gràcia, Sant Andreu y Sant Martí de Provençals; en 1904, la de Horta y en 1921, la de Sarrià.
352
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
La guía de Sant Martí (Fig. 18) pretendía ser el instrumento que orientara al visitante
que viajaba por razones profesionales, para enseñarle a distinguir las “cinco barriadas
más importantes de la misma”; con esta intención, se ofrecía a las
“las personas forasteras, y aun algunas que residen en la localidad, que creen que
las agrupaciones o barriadas más importantes de ella, no forman parte de la misma,
sino que son poblaciones aisladas, independientes una de otra y que constituyen
248
En cursivas el original. Suñol Gros, José. Guía de San Martín de Provensals. Acompañada de un
plano general de la población y de cinco de las barriadas más importantes de la misma confeccionados
por el arquitecto municipal D. Pedro Falqués. Barcelona: Establecimiento Tipográfico-Editorial “La
Academia”, 1888; p. 6.
353
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
249
Suñol Gros, J. Op. Cit.; p. 6.
354
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
250
Martí de Solá, M. “Cuarta parte. Descripción pintoresca de la provincia. Según sus comarcas o
regiones”. Op. Cit.; p. 355.
251
Coudroy de Lille, L. “Barriada”; en Topalov, C. (et alt). Op. Cit.; p. 88.
252
Chichón, R. “Alrededores de Barcelona. Excursiones pintorescas”. Op. Cit.; pp. 126-127.
253
Miró Folguera, J. Op.Cit.; p. 73.
355
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
No eran éstos los lugares que excitaban la imaginación biempensante o que incitaban
al viajero a descubrir la ciudad extraña y temida. A finales de siglo, el mercado turístico
internacional vislumbró la rentabilidad de la precariedad, creando rutas concretas para
que los extranjeros y las clases acomodadas pudieran satisfacer su morbosa curiosidad
y conocer la vida oculta en los suburbios en los que se hacinaba la población. Los
inicios de esta nueva forma de turismo de la miseria y los primeros itinerarios a través
de los barrios marginales (slum tourism) se detectaron hacia la década de 1880, en
las ciudades de Londres y Nueva York. En la capital británica, la gente visitaba las
barriadas de Whitechapel y Shoreditch para conocer de primera mano la vida de sus
habitantes y en Nueva York, las clases acomodadas se apuntaban a unas rutas guiadas
a través de los barrios de los inmigrantes, como Five Points254 (Fig. 21).
“Lo fundaren famílies xines vingudes a Barcelona, en 1810, de les illes Filipines,
parant barraques en los arenals de la mar. Dels primitius estadants no-n queda cap.
Ara lo poblan famílies pobres catalanes y gent expatriada, en nombre d’unes 700
persones, instal·lades en barracoles que mudan d’aspecte per son constant renovament
exterior. Cases y carrers traçats fora de tota legalitat. La església, escoles y deu o dotze
254
El Oxford English Dictionary señala 1884 como la fecha de aparición del término slumming, que
se correspondería con las visitas turísticas a los suburbios (slums).
356
La ciudad enmascarada: retrato en sepia de los barceloneses
casetes mes són obrades de calç y rajola. Tots los alberchs estàn arreglats ab estores,
persianes, llaunes velles, fustes, canyes y algunes teules, que denotan la miseria del
vehinat, quina major part viu de la pesca”255.
255
Carreras Candi, Francesc. La ciutat de Barcelona. Geografia General de Catalunya. Vol 2.
Barcelona. Establiment editorial de Albert Martín, 1916; p. 1036.
256
Ossorio, C. “Pekin”. Op. Cit.; pp. 277-279. En 1905, el barrio tenía censadas oficialmente 98
barracas; ver: Tatjer, Mercè. “Barraques i projectes de remodelació urbana de Barcelona, de l’Eixample
al litoral”. Tatjer, M./Larrea, C. (eds). Barraques. La Barcelona informal del segle XX. Barcelona:
MUHBA-Ajuntament de Barcelona-Institut de Cultura, 2009; p. 39.
357
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
358
Epílogo. Andrenio y la “turismofobia”
“Hay ciudades que ansío tanto ver, que es como si estuviese predestinado
a pasar en ellas una vida entera, desde el comienzo. Con cien ardides
evito ir a esas ciudades, y cada nueva ocasión de visitarlas que dejo pasar
acrecienta tanto su importancia en mí, que cabría pensar que estoy en el
mundo únicamente en razón de ellas, y que si dichas ciudades, que me siguen
aguardando, no existiesen, hace ya mucho tiempo que habría yo perecido”.
Elías Canetti. El juego de ojos, 1985.
Julio de 2017. En el momento en que concluye esta tesis, las calles de mi ciudad
están llenas de turistas. Con más de 30 millones de visitantes anuales, Barcelona fue
en el año 2016 la 12ª ciudad más visitada del mundo y la tercera de Europa, sólo
superada por Londres y París. Las cifras son imbatibles: el turismo representa entre el
12 y el 14% del PIB de la ciudad y da trabajo a unas 143.000 personas. Sin embargo, el
barómetro semestral que publica el Ayuntamiento para medir el grado de satisfacción
ciudadana señala al turismo como la principal preocupación de los barceloneses,
desbancando, por vez primera en el ranking, al desempleo y la precariedad laboral.
Aunque el 86,7% de la población encuestada declara que es beneficioso para Barcelona,
el último Informe sobre la Percepción del Turismo (2016) indica que el porcentaje
de detractores (48,9%) supera ya al de los partidarios de atraer más gente (47,5%)1..
Los habitantes de los barrios más afectados por el impacto turístico –Barceloneta,
Ciutat Vella, Gràcia, Sagrada Familia, Sant Antoni, Vila Olímpica y el entorno del Park
Güell- han sido los primeros en dar la señal de alarma ante una situación que parece
haber llegado al límite y que, entre mutuas acusaciones de ineficacia, ha llevado a las
administraciones a buscar soluciones para paliar la deficiente gestión del problema2.
1
“Según el sondeo municipal, el 19% de los barceloneses opina que el turismo es el problema más
grave al que se enfrenta la ciudad. Le siguen en esta lista de preocupaciones el paro y las condiciones
de trabajo, citados por el 12,4%, el tráfico (7%), la gestión política municipal (6,6%) y el acceso a
la vivienda (6,1%)”; en Suñé, Ramón. “El turismo desbanca al paro como principal problema de
Barcelona, según una encuesta del Ayuntamiento”. La Vanguardia. Barcelona, 23 de junio de 2017.
https://ajuntament.barcelona.cat/turisme/sites/default/files/documents/r16002_percepcio_del_
turisme_informe.pdf
2
El 29 de enero de 2016, el Pleno del Ayuntamiento de Barcelona aprobó la creación del
359
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
La tesis se cierra como una casa a la que tardaremos un tiempo en regresar. Pero
antes, como quien da un último vistazo para comprobar que todo está en orden al
cerrar la puerta definitivamente, repasamos los documentos que no han llegado a
la versión final. Es así como le llega el indulto a un viejo artículo publicado en La
Vanguardia hace ya más de cien años, el 2 de octubre de 1910. Su título es “El turismo”
y está firmado por Andrenio, el pseudónimo del periodista y crítico literario madrileño
Eduardo Gómez de Baquero (1866-1929) en homenaje al personaje de El Criticón
(1651-1657) de Baltasar Gracián (1601-1658), el individuo ingenuo e impulsivo que
oponía su visión del mundo a la del ponderado y experimentado Critilo. A pesar de
la distancia de más de un siglo, las ideas que desfilan en el breve artículo se infiltran
en el contexto actual y permiten contemplarlo desde una perspectiva que trasciende el
análisis de cifras y destinos para estudiar el fenómeno como parte de una historia social
Consell de Turisme i Ciutat (constituido oficialmente el 2 de mayo del mismo año), un órgano
permanente que aglutina diferentes agentes implicados con el fin de promover el debate en torno
al modelo turístico más adecuado y de impulsar políticas y estrategias conjuntas. Además, en
junio de 2017 la Diputación, el Ayuntamiento y Turismo de Barcelona crearon el Observatori de
Turisme de Barcelona (OTB), con la intención de establecer “criterios metodológicos comunes
para calcular y dimensionar la actividad turística” y realizar análisis más rigurosos y detallados.
3
En 1968, el filósofo y sociólogo francés Henri Lefebvre publicó Le droit à la ville (Paris:
Éditions Anthropos), donde revindicaba el derecho a la ciudad como centro de las aspiraciones
colectivas de la sociedad frente a la progresiva mercantilización del espacio urbano y la
precariedad de las condiciones de vida de los habitantes.
360
Epílogo
y cultural de las prácticas, los actores y los modos de apropiación de los instrumentos
relacionados con el viaje masivo.
4
Andrenio. “El turismo”. La Vanguardia. Barcelona, 2 de octubre de 1910; p. 8.
5
Ibidem.
361
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
La anécdota del artículo olvidado entre los papeles de la tesis es solo una señal,
un recordatorio de la necesidad de reconstruir la historia del turismo urbano desde
la perspectiva académica. Seguramente, hay otros muchos documentos olvidados
que, como éste o como las publicaciones que constituyen el sustrato de esta tesis,
esperan ser objeto de una lectura crítica renovada, como lo esperan los instrumentos
y dispositivos que regulan la experiencia y el comportamiento del viajero, para
encontrar finalmente su lugar en una historia del aprendizaje de la ciudad a la que
todavía le queda mucho por decir.
6
Ibidem.
7
Ibidem.
362
Epílogo
Lucien Roisin. Postal coloreada del Mirador de la Reina del Tibidabo, construido con ocasión de la visita de la reina
regente Mª Cristina a la exposición de Barcelona de 1888.
363
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
364
Bibliografía
AA.VV. Barcelona. Quaderns d’Història num. 20. Recurs al passat i modalitats
historiogràfiques a Barcelona. Barcelona: Ajuntament de Barcelona; Institut de
Cultura; Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, 2014.
http://www.raco.cat/index.php/BCNQuadernsHistoria/issue/view/20964/showToc
365
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
AA.VV. Los españoles pintados por sí mismos. 2 vols. Madrid: I. Boix editor, 1843-1844.
https://archive.org/details/espanolespinta01madr
AA.VV. Paris et les parisiens au XIXè siècle: moeurs, arts, monuments. París:
Morizot, 1856. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k2080208
366
Bibliografía
ALCALÁ, Mercedes. “Las misceláneas españolas del siglo XVI y su entorno cultural”.
Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica núm. 14. Madrid: Servicio de Publicaciones
de la UCM, 1996; pp. 11-19. http://www.nodulo.org/ec/2015/n159p01.htm
367
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
ARNÚS, Gonzalo. Barcelona Cosmopolita. Barcelona: Imprenta Vda. Luis Tasso, 1908.
368
Bibliografía
AUGÉ, Marc. L’impossible voyage. Le tourisme et ses images. Paris: Payot/Rivages, 1997.
BAEDEKER, Karl. Paris et ses environs, avec les principaux itinéraires entre les pays
limitrophes de la France et Paris. Manuel du voyageur. Cinquième édition, revue et
augmentée. Avec 10 cartes et 23 plans. Leipzig: Karl Baedeker éditeur, 1878.
BAEDEKER, Karl. Die Rheinlande von der Schweizer bis zur Holländischen Grenze.
Leipzig: Verlag von Karl Baedeker, 1892.
BAEDEKER, Karl. Spanien und Portugal. Handbuch für Reisende. Leipzig: Verlag
von Karl Baedeker, 1897.
Bando General del Buen Gobierno o de policía urbana para esta ciudad de
Barcelona, publicado por el Escelentisimo Ayuntamiento constitucional en mayo
de 1839. Barcelona: Imprenta de Tomás Gaspar, 1839.
369
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Barcelona: guía de la ciudad y la exposición. Publicada bajo los auspicios del Patronato
Nacional de Turismo. Barcelona: Sociedad de Atracción de Forasteros, 1929.
Barcelona. Guía práctica y artística de la ciudad con diez y ocho planos a seis tintas.
Guías P.I.C.S. Patrocinada por la Asociación de Hoteleros y similares de Cataluña.
Barcelona: Libreria Catalonia, 1929.
BAPST, Germaine. Essai sur l’Histoire des Panoramas et des Dioramas. Paris:
Imprimerie Nationale, 1891. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k116928k.r
BAUDELAIRE, Charles. Écrits sur l’art. Paris: Libraire Générale Française. Le livre
de Poche classique, 1992.
BAUM, Frank L. The Show Window: A Journal of Practical Window Trimming for
the Merchant and the Professional. 1897.
370
Bibliografía
BENJAMIN, Walter. “El retorno del flâneur”; en HESSEL, Franz. Paseos por Berlín
(1929). Edición consultada: Madrid: Tecnos, 1997.
BENNETT, Tony. The Birth of the Museum: History, Theory, Politics. London:
Routledge, 1995.
BOUILLET, Marie-Nicolas. Dictionnaire des sciences, des lettres et des arts. (3a ed).
Paris: Hachette et Cie., 1857. https://catalog.hathitrust.org/Record/005695525
371
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
B.R. Le guide du promeneur aux barrières et dans les environs de Paris. Paris: Ruel
Ainé, 1851.
BREWER, John. “The Error of Our Ways: Historians and the Birth of Consumer
Society”. Cultures of Consumption. Working paper series. London, 2004.
www.consume.bbk.ac.uk
BRILLI, Attilio. Quando viaggiare era un’arte. Bologna: Società editrice Il Mulino, 1995.
BRUNETTA, G. P. “El dorado de los pobres: los viajes del iconauta”. Memorias de
la mirada. Las imágenes como fenómeno cultural en la España contemporánea.
Santander: Fundación Marcelino Botín, 2001; pp. 27-43.
BURKE, Edmund. A Philosophical Enquiry into the Origin of our Ideas of the
Sublime and Beautiful. 1757. Edición consultada: Indagación filosófica sobre el origen
de nuestras ideas acerca de lo sublime y lo bello. Murcia: Colegio de Aparejadores y
Arquitectos Técnicos, 1985.
372
Bibliografía
BUZARD, James. The Beaten Track: European Tourism, Literature, and the Ways
to Culture, 1800-1918. Oxford: Clarendon Press, 1993.
CAILLOIS, Roger. “Paris, mythe moderne”. Nouvelle Revue Française XXV, 284,
1-5-1937. Edición consultada: “Paris, mito moderno”. El Mito y el Hombre. México:
Breviarios del Fondo de Cultura Económica, 1998.
CASTELLANOS, Jordi. “Les tres cares del mirall. Els baixos fons com a tema literari”.
Barcelona. Metròpolis Mediterrània núm. 20; Ajuntament de Barcelona, 1991; pp. 82-89.
373
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
CLARÉTIE, Jules. Voyages d’un parisien. Paris: A. Faure Libraire éditeur, 1865.
http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb30246819m
CLARÉTIE, Jules. “Cimètieres”. La vie à Paris. 1895. Cap. XXX. Paris: Bibliothèque
Carpentier, 1898. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k758793
COLLINS, Wilkie. “The Unknown Public”. Household words 18, 21-8-1858; pp. 217-222.
http://www.djo.org.uk/media/downloads/articles/4053_The%20Unknown%20Public.pdf
374
Bibliografía
CORBOZ, André. “Le territoire comme palimpseste”. Diogène 121. Paris: Gallimard,
janvier-mars 1983; pp. 14-35. Edición consultada: “El Territorio como palimpsesto”;
en Martín, Ángel. (ed). Lo urbano en 20 autores contemporáneos. Barcelona:
edicions UPC, 2004; pp. 25-34.
CORTADA, Juan. Cataluña y los catalanes. Barcelona: Imprenta de Miguel Blanxart, 1860.
CORTADA, Juan. Artículos escogidos. Entre los publicados del año 1838 al 1868
con los pseudónimos Abén, Abulema y Benjamín. Coleccionados y con una biografía
del autor por D. Juan Sardá. Barcelona: Librería clásica española, 1890.
CRARY, Jonathan. Techniques of the observer. Cambridge: The MIT Press, 1990.
Edición castellana: Las técnicas del observador. Visión y modernidad en el siglo
XIX. Murcia: Cendeac, 2008.
375
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
CRUZ, Jesús. “La definición de los modelos de conducta burguesa en la España del
siglo XIX”; en CIVIL, Pierre/CRÉMOUX, Françoise (eds). Actas XVI Congreso
Asociación Internacional de Hispanistas. Nuevos caminos del Hispanismo (París,
9-13 de julio de 2007), vol. 2. Madrid: Editorial Iberoamericana-Vervuert, 2010.
CHARTIER, Roger. Culture écrite et societé. L’ordre des livres (XVIe-XVIIIe siècle).
Paris: Albin Michel, 1996.
376
Bibliografía
DELON, Michel. “Savoir totalisant et forme éclatée”. Dix-huitième siècle núm. 14,
1982. www.persee.fr/doc/dhs_0070-6760_1982_num_14_1_1376
DELON, Michel. Paris le jour, Paris la nuit. Paris: Robert Laffont, 2002.
DELVAU, Alfred. Les lions du jour: physionomies parisiennes. Paris: E. Dentu, 1867.
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k209981s
DELVAU, Alfred. Les plaisirs de Paris: guide practique des étrangers et illustré.
Paris: Faure, 1867. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k62624b
DESCHAUMES, Edmond. Pour bien voir Paris. París: Maurice Dreyfous, 1889.
DÍAZ, José Luis. “Le Spectacle de la vie parisiense”. La Vie parisienne, une
langue, un mythe, un style. Actas del III congreso SERD: Paris, 7-9 juin 2007.
http://www.etudes-romantiques.org/vie_parisienne.htm
377
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
DORRIAN, Mark/POUSSIN, Frédéric (eds). Seeing from above. The aerial view in
visual culture. London-New York: I.B.Taurus, 2013.
DUBÁ NAVAS, Miguel. Guía de Barcelona para 1847. Contiene cuanto puede ser
útil a los forasteros y habitantes. Barcelona: Imprenta de la Fraternidad de José Pont
y Campins, 1847.
DU CAMP, Maxime. Paris, ses organes, ses fonctions et sa vie dans la seconde
moitié du XIXè siècle. Paris: 1868-1875. Edición consultada: Paris: Libraire Hachette
et Cie., 1875. http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb33990537x
El Amigo del Forastero en Barcelona y sus cercanías, Dáse á luz con arreglo al
estado de dicha ciudad en 1833. Tercera edición. Corregida y adicionada por Don
José Solá. Va adornada con un mapa topográfico de Barcelona y su Barceloneta.
Barcelona: Véndese en la Librería de José Solá, calle de la Bocaría. Imprenta de
Benito Espona, 1833.
378
Bibliografía
FAUCON, M.T. Véritable Guide Parisien pour les étrangers. Paris: Coulon-Pineau, 1855.
FOLCH i TORRES, Josep Maria. Select Guide Barcelona. Verdadera y única guía
práctica para el turismo. Invierno de 1910/1911. Barcelona: Sociedad de Atracción
de Forasteros, 1910.
379
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
FOUCAULT, Michel. “Des espaces autres”. Dits et écrits. (1954-1988). Tome IV:
1980-1988. Paris: Gallimard. Collection Bibliothèque des Sciences humaines, 1994;
pp. 102-105.
FOURNEL, Victor. Ce qu’on voit dans les rues de Paris. 1855. Ediciones
consultadas: Paris: Adolphe Delahays, 1858 y Paris: E. Dentu, 1867.
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k757298
FOURNEL, Victor. Paris Nouveau et Paris futur. Paris: Jacques Lecoffre libraire-
éditeur, 1865. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k1018901
380
Bibliografía
GEORGEL, Chantal (ed). La Jeunesse des Musées. Les musées de france au XIX
siècle: Exposition Musée d’Orsay, 7 Février-8 Mai 1994. París: Musée d’Orsay-
Réunion des musées nationaux, 1994.
GOETHE, Johann Wolfgang von. Italienische Reise (Auch ich in Arkadien!). 1816.
Edición consultada: Viatge a Itàlia. També jo, a l’Arcadia! 1786-1788. Barcelona:
Columna, 1996.
GOUDEAU, Émile. Paris qui consomme. Tableaux de Paris. Paris: Henri Béraldi,
1893. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k108385z
381
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
GRISON, Georges. Paris horrible et Paris original. Paris: Dentu éditeur, 1882.
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k57732556
Guia de forasteros en Barcelona para el año de 1840, ó sea El amigo del forastero
en la misma y cercanías : dase á luz con arreglo al estado de dicha ciudad en 1840/
corregido y adicionado por José Solá. Barcelona, 1840.
Guía práctica de las familias. Obra popular destinada a fomentar los intereses
domésticos e indispensable a todas las clases. Madrid: Imprenta a cargo de D. Juan
Rebollo, 1850.
Guide Armand Silvestre Paris et ses environs et de l’exposition de 1900. Paris: Didier
et Méricant editeur, 1900.
382
Bibliografía
Guide de l’Exposition universelle et de la ville de Paris pour 1878, avec plans des
théâtres et des arrondissements de Paris. Paris: Edité par la Société La Publicité, 1878.
Guide générale dans Paris. Guides Illustrés à 1 franc. Paris: Paulin et Chevalier,
1855. https://archive.org/details/guidegeneraled00expo
Guide to London and its suburbs. One-shilling Routledge’s popular. London: George
Routledge and sons ltd., 1862.
GUILLEMIN, Léon. Physiologie des quartiers de Paris. Paris: Desloges éditeur, 1841.
GUILLOT, Adolphe. Paris qui souffre. La basse geôle du Grand Châtelet et les morgues
modernes. Paris: Rouquette, 1887. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k1025053d
Handbook for travellers in Switzerland and the Alps of Savoy and Piedmont, including
the protestant valleys of the Waldenses. London: John Murray & son, 1838.
HANS, Ludovic/BLANC, J.J. Guide à travers les ruines. Paris et ses environs. Paris:
Lemerre éditeur, 1871.
HAZAN, Eric. L’invention de París. Il n’ya pas de pas perdus. Paris: Éditions du
Seuil, 2002.
HEINE, Heinrich. Reise von München nach Genua, 1829. Edición consultada: “Viatge
de Múnic a Gènova” (1829). Quadres de Viatges. Barcelona: edicions 62, 1983.
383
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
HEREU, Pere. Vers una arquitectura nacional. Barcelona: edicions UPC, 1987.
HUGO, Víctor. Nuestra Señora de París (1831). Madrid: Alianza editorial, 1980.
HUGO, Víctor. “Guerre aux démolisseurs”. Revue des Deux Mondes. Période
initiale, tome 5, 1832; pp. 607-622.
HUHTAMO, Erkki. “Global Glimpses for Local Realities: The Moving Panorama, a
Forgotten Mass Medium of the 19th Century”. Art Inquiry. Volume IV (XIII), 2002.
Special Issue: “Globalization in Art and Culture”; pp. 193-223.
Huit jours à Paris: guide des étrangers et des promeneurs. Paris: Ledot jeune éditeur;
Bruxelles: Rosez, libraire, 1864.
HUYSMANS, Joris-Karl. “Le Salon officiel de 1881”. L’Art Moderne. (2ª ed). Paris.
Stock éditeur, 1903.
Indicador de Barcelona de 1864, con espresión de todas sus calles, plazas, plazuelas,
mercados, pasajes, paseos, edificios públicos, y relación del distrito o barrio a que
cada uno corresponde, hallados instantáneamente por un sistema nuevo. Barcelona:
Establecimiento Tipográfico de Narciso Ramírez y Rialp, 1864.
JANIN, Jules. Paris depuis la révolution de 1830. Bruxelles: Louis Hauman et Compe
Libraires, 1832. https://books.google.es/books?id=9GIVAAAAYAAJ
JANIN, Jules. Musée des familles, lectures du soir. Núm. 1: octobre 1833. Premier volume.
1833-1834. Paris: Ch. Delagrave éditeur, 1844. http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb32820948x
384
Bibliografía
385
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Kalendario Manual y Guía de Forasteros para el año 1815: contiene los tribunales,
junta, oficinas, administraciones y academias de esta ciudad, los señores que las
componen, calles donde viven y otras noticias de varios establecimientos útiles a la
sociedad civil, etc. Barcelona: en la imprenta de Agustín Roca, 1814.
KNEBEL, Hans Joachin. Sociología del Turismo. Barcelona: Hispano Europea, 1974.
LAHUERTA, Juan José. Mobilis in mobili. Notas sobre la idea de progreso en Jules
Verne y Una ciudad ideal. Barcelona: Hacer, 1984.
386
Bibliografía
dans un ordre plus méthodique; précédée d’une notice historique sur l’auteur;
augmentée d’une exposition des recherches ou des opinions de La Chambre. Paris:
L. Prudhomme, 1806-1809.
Lectures pour tous. Revue Universelle Illustrée. Núm. 1. Paris, octobre, 1911.
LIPPMANN, Walter. Public Opinion. New York: Harcourt, Brace and Co., 1922.
Edición consultada: Dover, 2004.
387
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
MACCANNELL, Dean. The Tourist. A new theory of the leisure class. London:
Macmillan., 1976. Schoken Books; University of California Press, 1976. Edición
consultada: El turista. Una nueva teoría de la clase ociosa. Madrid: Melusina
Editorial, 2003. (Según la edición revisada en 1999).
Manual de Forasteros que les guiará…Barcelona: por Garriga y Aguasvivas, 1819 y 1831.
Manual y guia de Forasters per a saber los noms, y trovar facilment los carrers,
plassas, y travesías, juntament los Colegis y Gremis situats en esta present Ciutat
de Barcelona; ab un índice general, y a la fi una llista de tots los Monuments y
Adoracions que hi ha en dita Ciutat. Compost per un curiós de la Capital. Barcelona:
En la estampa de Maria Angela Martí Viuda, en la Plassa de Sant Jaume. Any 1761.
388
Bibliografía
MARIN DE P***, J.C.G. Quinze jours à Paris ou guide de l’étranger dans la capitale
et ses environs. Tableau synoptique et pittoresque. Paris: Palais Royal, Galérie
d’Orléans, 1854.
389
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
MESTRES, Apel·les. “Las dos Barcelonas”. Barcelona descrita por sus literatos,
artistas y poetas. Barcelona: Patronato Oficial de la Unión Gremial de Barcelona, 2a
edición: 1916.
MONLAU ROCA, Pedro Felipe. ¡Abajo las murallas! Memoria sobre las ventajas que
reportaría Barcelona y especialmente su industria de la demolición de las murallas
que circuyen la ciudad. Barcelona: Imprenta del Constitucional, 1841.
390
Bibliografía
MORLIER, Hélène. “Les Guides Joanne: invention d’une collection”. In Situ. Revue
des patrimoines, núm 15. Paris: Ministère de la culture et de la communication,
direction générale des patrimoines, 2011. http://insitu.revues.org/524
NESBITT, Molly. Atget’s seven albums. New Haven, Yale University Press, 1992.
391
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
NODIER, Charles. Nouvelle Histoire de Paris et ses environs. París: Pourrat Fréres,
1839-1841. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k63740070
NORA, Pierre (dir). Les lieux de mémoire. 3 vols. Paris: Gallimard, 1986.
Paris à vol d’oiseau, son histoire, celle de ses monuments, de ses embellissements et
acroissements sucessifs, depuis l’époque de sa première enceinte jusqu’à l’echevement
de ses fortifications actuelles. Paris: B. Renault éditeur, 1845.
392
Bibliografía
Paris à vol d’oiseau, son histoire, celle de ses accroissements successifs, de ses
antiquités, de ses embellissements. París: R. Ruel, 1851.
Paris Passe-Partout. Offert Par les Grands Magasins de la Place Clichy. Paris: 1889.
Paris. Sa vie et ses plaisirs. Par un parisien du pré aux clercs. Guide de l’Exposition
Universelle. Paris: Bibliothèque Charconac, dixième édition, 1889.
PIKE, David L. Metropolis on the Styx. The underworlds of modern urban culture.
1800-2001. Ithaca-London: Cornell University Press, 2007.
393
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
PIZZA, Antonio. Parigi e Baudelaire. Letteratura, arti e critica nella città moderna.
Milano: Edizioni Unicopli, 2017.
POE, Edgar Allan. The man of the crowd. 1840. Edición consultada: L’home de la
multitud. Tots els contes. Volum II. Barcelona: Columna, 2002.
PRATS, Juan. Guía de Barcelona de calles, plazas, paseos, avenidas, parques, oficinas
públicas, asilos, iglesias, teatros, consulados, etc., etc. ...Barcelona: Rápido, 1924.
PROUST, Marcel. La prisionera. A la busca del tiempo perdido. Vol. III. Madrid:
Valdemar Clásicos, 2007.
394
Bibliografía
QUIRÓS, Francisco. Las Ciudades españolas a mediados del siglo XIX. Gijón:
Ediciones Trea, 2009.
RAUCH, André. “Le voyageur et le touriste”. In Situ. Revue des patrimoines, núm
15. Paris: Ministère de la culture et de la communication, direction générale des
patrimoines, 2011. http://insitu.revues.org/533
REICHARD, Heinrich August Ottokar. Handbuch für Reisende aus allen Ständen,
nebst B. Wey Postkarten zur grossen Reise durch Europa von Frankreich nach
Engelland und einer Karte von der Schweiz und den Gletschern von Faucigny,
Leipzig, Weygand, 1784.
RIBES, Guerau. “Las revueltas de Barcelona de 1840-1843. Las clases populares ante
la revolución liberal burguesa”. La Hiedra núm. 8. Enero-abril, 2014; s.p.
ROBIDA, Albert. Le Vieux Paris en 1900. Études et dessins originaux, Paris, Chez
l’auteur, 1900.
ROCA LAVEDRA, Felipe (pseudónimo de Pere Felip Monlau). El amigo del forastero
en Barcelona y sus cercanías. Barcelona: Librería de José Solá, 1831.
395
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
SALA, George Augustus. Paris Herself Again in 1878-79. London: Remington and
Co., 1879. https://archive.org/details/parisherselfaga00salagoog
SAN JUAN, Pilar Pascual de. Lecciones de economía doméstica para madres de
familia. Barcelona: Imprenta de J. Jepús, 1865.
SCHLÖGEL, Karl. Im Raume lesen wir die Zeit. Úber Zivilisationsgeschichte und
Geopolitik. Múnich-Viena: Carl Hanser Verlag, 2003. Edición consultada: En el
espacio leemos el tiempo: sobre historia de la civilización y geopolítica. Madrid:
Ediciones Siruela, 2007.
SERRANO, Maria del Mar. Las guías urbanas y los libros de viaje en la España
del siglo XIX. Repertorio bibliográfico y análisis de su estructura y contenido.
Barcelona: Universidad de Barcelona, 1993.
SHAYA, Gregory. “The flâneur, the Badaud and the making of a mass public in
France circa 1860-1910. Oxford Journals. Oxford: Oxford University Press,
february, 2004; pp. 41-77.
396
Bibliografía
SIMOND, Charles (ed.). La vie parisienne à travers le XIXe siècle: Paris de 1800 à
1900 d’après les estampes et les mémoires du temps. Les centennales parisiennes.
3 vols. Paris: Plon, 1903.
SIMMEL, Georg. Philosophie der Mode. Berlin: Pan-Verlag, 1905. Edición consultada:
“La moda”. Sobre la aventura. Ensayos filosóficos. Barcelona: Península, 1988.
STIERLE, Karlheinz. La capitale des signes. París et son discours. París: Éditions de
la Maison des sciences de l’homme, 2001.
STOHLER, Vincent. “Du type au stéréotype: analyse des modalités d’insertion des
stéréotypes des physiologies dans Bouvard et Pécuchet”. Cahiers de Narratologie 17,
2009. http://narratologie.revues.org/1184
397
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
TAINE, Hyppolite. Voyage aux eaux des Pyrénées. Illustré de 65 vignettes par
Gustave Doré. Paris: Hachette et Cie., 1855.
https://books.google.es/books?id=CzlBAAAAcAAJ
TOPALOV, C.(et alt). L’aventure des mots de la ville. À travers le temps, les langues,
les societés. Paris: Robert Laffont, 2010.
TORRELLA, Rafel (ed). Joan Martí, Fotògraf: Belleses del XIX. Barcelona: Arxiu
Històric de la Ciutat, Arxiu Fotogràfic. Institut de Cultura, 2008.
398
Bibliografía
Turner’s Annual Tours. 1833, 1834, 1835. The Rivers of France (Liber Fluriorum or
River Scenery of France). London: Henry G. Bohn, 1833–1835.
URRY, John. The Tourist Gaze: Leisure and Travel in Contemporary Societies.
London: Sage Publications, 1990.
VALERO DE TORNOS, Juan. Barcelona tal cual es. Por un madrileño (de ninguna
academia). Barcelona: Tipo-Litografía y Casa Editorial de los Sucesores de N.
Ramírez y Ca., 1888.
VEBLEN, Thorstein. The Theory of the Leisure Class: An Economic Study in the
Evolution of Institutions. New York: Macmillan, 1899. Edición consultada: Teoría
de la clase ociosa. Madrid: Alianza ed., 2008.
399
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
VERNE, Jules. Cinq semaines en ballon: voyage de découvertes en Afrique par trois
anglais. 1863. Edición consultada: Paris: Hachette, 1917.
VILANOVA, Emili. “Lo Rosari de l’Aurora. Nocturno” Lo Somatent, any II, núms.
5 i 8. Barcelona, 21 de novembre i 12 de desembre de 1868). Lo primer amor i altres
narracions. Barcelona: Edicions 62, 1980.
VITU, Auguste. Paris. 450 dessins inèdits d’après nature. Paris: Maison Quantin,
1890. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k205612q
400
Bibliografía
WOLFF, Janet. “The Invisible Flâneuse. Women and the Literature of Modernity”.
Theory, Culture & Society. SAGE Publications, Vol. 2, no. 3, 1985; p. 37-46.
http://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0263276485002003005
ZOLA, Émile. Au bonheur des dames. 1883. Edición consultada: El paraíso de las
damas. Barcelona: Alba Editorial, 1999.
Textos clásicos
401
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
402
Ilustraciones
Fotografia cubierta: Angel Toldrà Viazo. Postal de Barcelona, vista del puerto desde
Miramar, c. 1905-1911.
Las guías y descripciones urbanas: algunas razones para una lectura crítica
Fig. 1. Uzès (pseudónimo de Achille Lemot). “Ne venez pas à l’Exposition Universelle
sans les Guides Conty”, 1878. Bibliothèque des Arts Décoratifs de Paris.
Fig. 4. Vue d’optique représentant le Pont de St Michel à Paris, A Paris: chez Daumont
rue S.t Martin, c. 1750. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 5. Telescopio callejero. Street telescope exhibitor. London labour and the
London poor; a cyclopædia of the condition and earnings of those that
will work, those that cannot work, and those that will not work, 1861.
http://www.archive.org/details/cu31924092592793.
Fig. 7. The great exhibition. Punch Magazine. vol. XX. London: Punch Publications
Limited, 1851; p. 202. https://books.google.co.uk/books?id=JAYDAAAAIAAJ
Fig. 8 . Bridet. “Ne voyagez jamais sans les Guides Conty”, 1890. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 9. Paul Gavarni. Le Touriste. Les Français peints par eux-memes. Encyclopédie
morale du XIXè siècle. 1840-1842, vol. 3: 1841. Gallica.bnf.fr/BNF.
403
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 10. Album d’articles de voyages d’après les Modèles de Messieurs Godillot Père et Fils.
Dessiné et Lith. par Godillot fils aîné; Lith. Bertauts. 1842. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 11. Jules Chéret. “Ne voyagez jamais sans les guides Conty”. 1888. Bibliothèque
Municipale de Lyon.
Fig. 2. Jèze. État ou Tableau Universale et raisonné de la Ville de Paris, 1757. Institut
National d’Histoire de l’Art. París.
Fig. 5. Grabado de Pérot, en G. Bruno. Las cuatro razas humanas. Le tour de France
par deux enfants, devoir et patrie: livre de lecture courante. Paris: E. Belin,
1878. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 8. Eugène Cicéri. Vue officielle à vol d’oiseau de l’exposition universelle de 1867.
Library of Congress. Washington. WikiCommons (Dominio Público).
404
Ilustraciones
Fig. 10. “Les Boulevards”. Paris illustré. Nouveau guide de l’étranger et du parisien.
Contenant 414 vignettes dessinées sur bois par A. de Bar, Fichot, Hubert
Clerget, Lancelot, Theron, etc. Un grand plan de Paris, les plans des bois
de Boulogne et de Vincennes, du Louvre, du Père-Lachaise, du Jardin des
Plantes, etc.et un appendice sur l’exposition de 1867. Paris: Librairie de L.
Hachette et cie. 1867. https://archive.org/details/bub_gb_bfb4hUB97VQC
Fig. 11. Adolphe Braun. Fotografía de Henry Auxcouteaux de Conty (1828-1896) para
promocionar la colección de guías Conty, 1877. http://www.19thcenturyphotos.com
Fig. 12. Postal “Souvenir del año terrible 1870-71. Barricada de la Rue Lafayette
y el Faubourg St-Martin del 13 de marzo de 1871”.
https://npa2009.org/sites/default/files/images/71-052-00009.jpg
Fig. 13. Petit, Pierre. Guide-Recueil de Paris-Brulé. Évenements de mai de 1871. Contenant
le récit de l’entrée de l’armée à Paris et la bataille des rues, des notices historiques
et archéologiques sur tous les monuments et maisons particulières incendiés ou
détruits, un joli plan de Paris colorié et une collection de photographies avant et
aprés l’incendie. Paris: Dentu éditeur, 1871. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 14. “Paris, ses monuments et ses ruines, 1870-71”. Plano editado por Baudel en 1871.
Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 1. “L’Exposition en Poche. Guide Conty. Aspect des gares de chemins de fer
depuis la mise en vente du Guide Conty”, c. 1878.
Fig. 3. Vista del Arco del Triunfo. Marin de P***, J.C.G. Quinze jours à Paris ou
guide de l’étranger dans la capitale et ses environs. Tableau synoptique et
pittoresque. Paris: Palais Royal, Galérie d’Orléans, 1854. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 5. Rochegude, Marquis de. Guide práctique à travers du Vieux Paris. París:
Hachette & cie., 1903. Gallica.bnf.fr/BNF.
405
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 7. Vista sinóptica de las estaciones de París con sus respectivas destinaciones.
Constant de Tours (Chmielenski). Vingt jours à Paris. Guide-Album du
touriste. Paris: Maison Quantin, 1890. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 8. Gustave Doré. “L’arrivée à Barcelone”. Le Tour du Monde. Nouvel Journal des
Voyages publié sous la direction de M. Edouard Chardon et illustré par nos
plus célèbres artistes. 2 semestre 1862. Paris: Librairie Hachette et Cie., 1862.
Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 11. Señal gráfica para indicar el interés de un monumento. Guide de France
Richard. Paris: 1856. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 12. Paris-Exposition. Soixante centimes. Avec 34 plans donc deux en couleurs.
Champ de Mars & Trocadéro. Esplanade des Invalides. Paris: Armand Colin
et. Cie, éditeurs, 1889. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 13. Plano. Indicador de Barcelona de 1864, con espresión de todas sus calles, plazas,
plazuelas, mercados, pasajes, paseos, edificios públicos, y relación del distrito o
barrio a que cada uno corresponde, hallados instantáneamente por un sistema
nuevo. Barcelona: Establecimiento Tipográfico de Narciso Ramírez y Rialp,
1864. Colección particular.
Fig. 14. “París reducido teóricamente a cuatro elipses y a dos líneas rectas en cruz”.
Paris-Exposition. Soixante centimes. Avec 34 plans donc deux en couleurs.
Champ de Mars & Trocadéro. Esplanade des Invalides. Paris: Armand Colin
et. Cie, éditeurs, 1889. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 15. “Orientación y distancias desde Barcelona a los puntos más importantes
del globo. Línea recta en km. Los tres círculos concéntricos señalan el
territorio de Cataluña, España y las naciones extranjeras”. Barcelona. Guía
general de la ciudad, 1920.
Fig. 16. Esquema gráfico de orientación: “Un buen plan para empezar, es familiarizarse
con la disposición general de las calles. Puede hacerlo, refiriéndose al mapa;
pero ayudará a su comprensión recordar la posición de las principales vías
hacia el este y el oeste”. Guide to London and its suburbs. One shilling
Routledge’s popular. London: George Routledge and sons; ltd., 1862.
https://archive.org/details/routledgesguide00ltdgoog
406
Ilustraciones
Fig. 1. Caricatura de los hombres-anuncio de las Guías Conty. Vingt jours à Paris.
Guide-Album du touriste. Paris: Maison Quantin, 1890. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 3. Léopold Flameng. Lectures pour tous. Revue Universelle Illustrée. Núm. 1
Paris. Hachette et cie., oct. 1911. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 4. “Le retour. Ne voyagez pas sans les Guides Conty”. Publicidad de la colección
de Guías Conty. http://library.st-andrews.ac.uk/record=b2397536~S5
Fig. 6. “Le Colporteur”. Museo del Louvre. Escuela francesa.siglo XVII. (C) RMN-
Grand Palais, Musée du Louvre. Gérard Blot.
Fig. 7. Jean Best. “La sede de L’Illustration. Rue Saint Georges”. Grabado a partir de un dibujo
de Henry Valentin. París: L’Illustration, 2 marzo 1844. http://www.lillustration.com/
Fig. 8. Ilustración cómica de los Almanaques franceses, 1885. Museo Parigino. Roma.
http://www.museoparigino.org/
Fig. 10. François Flameng. “Achetez Paris Exposition 1900”. Publicidad de las guías
de la editorial Hachette. Musée Carnavalet. París.
Fig. 12. “Antes de partir de casa”. “Cómo consultar nuestra guía”. Paris Exposition
1900. Guide practique du visiteur de Paris et de l’exposition. Paris Hachette &
cie, 1900. Gallica.bnf.fr/BNF.
407
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 1. “Les têtes que l’on rencontre en traversant le Pont d’Iéna”.Vingt jours à Paris.
Guide-Album du touriste. Paris: L.-H. May, 1900. Gallica.bnf.fr/BNF
Fig. 2. Hubert Clerget. Vista general del Palacio de la Industria y de los Campos
Elíseos, 1855. París, Musée Carnavalet. París.
Fig. 3. “Sa Majesté la ville de Paris”. Série encyclopédique Glucq des leçons de
choses illustrées. Groupe II. Feuille N°11. Paris: Glücq Imagerie Pellerin,
1882. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 4. “Paris en 1860. Vue à vol d’oiseau prise au-dessus du quartier de Saint
Gervais”. Collection de Vinck. Un siècle d’histoire de France par l’estampe,
1770-1870. Vol. 161. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 7. Thomas Baldwin. Airopaidia. Chester, printed for the author by J. Fletcher,
1786. https://archive.org/details/Airopaidia00Bald
Fig. 8. Ilustración satírica del filósofo volador. The entertaining magazine or Polite
repository of elegant amusement containing pleasing extracts from modern
authors: with many original pieces, and new translations, in prose and verse:
embellished with beautiful engravings, and published in London, 1813. The
Metropolitan Museum, New York.
Fig. 10. “A Section of the Rotunda in Leicester Square, in which is exhibited The
Panorama”. Aquatint from Robert Mitchell’s Plans and Views in Perspective,
with Descriptions, of Buildings Erected in England and Scotland (London:
Wilson & Co., 1801). British Library.
408
Ilustraciones
Fig. 11. “El lugar del espectador”. Panorama de Roma. Bapst, Germaine. Essai sur
l’Histoire des Panoramas et des Dioramas. Paris: Imprimerie Nationale,
1891. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 12. Description of a view of the city of Vienna, now exhibiting at the Panorama,
Leicester square, painted by R. Burford, assisted by H.C. Selous, 1848.
Universidad de Oxford. https://books.google.es/books?id=TNBbAAAAQAAJ
Fig. 13. A Description of the Royal Colosseum, Re-opened in 1845: Under the
Patronage of Her Majesty the Queen and H.R.H. Prince Albert. Re-
embellished in 1848 with Numerous Illustrations, and Eight Sections of the
Grand Panorama of Paris by Moonlight, 1851. University of Exeter.
Fig. 14. Elisabeth von Adlerflycht. Panorama en relieve dell Valle del Rin de Bingen a
Coblenza, 1811. Historisches Museum Francfort.
Fig. 18. Diorama desplegable de Venecia, 1841. Key to the Eidophusikon or Moving
Diorama of Venice. Introductory and Historical Description of the
Eidophusikon, or Moving Diorama of Venice, displaying, in fourteen views,
the principal canals, palaces, churches, shipping, &c. &c. of this gorgeous
city, as seen during the annual festival of the Espousal of the Adriatic by the
Doge. Designed and Executed on a scale of great extent, by the artists of the
Aeronautikon and Lake of Geneva. The Machinery invented & constructed
on entire new principle by Mr. D. Thomson. Accompanied by characteristic
music, vocal and instrumental under the direction of Mr. Hillpert. Together
with the view of Lago Magiore, including the Isola Bella, Isola Piscatore, the
Rhetian Alps, &c. &c. Now exhibiting in the Monteith Rooms, Buchanan
Street, Glasgow…Printed by W. and W. Miller, 90, Bell Street. Glasgow,
1841. Memorial Library, University of Wisconsin-Madison, Madison, WI.
Department of Special Collections.
409
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 19. Panoramas de orientación desde la Torre Eiffel y la cúpula del Panteón. Paris
Exposition 1900. Guide practique du visiteur de Paris et de l’exposition.
Paris: Hachette & cie, 1900. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 20. Vista del Pont-Neuf desde la estatua de Enrique IV. Guide général dans Paris,
Paris: Paulin et Chevalier, 1855. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 21. Louis-Sébastien Mercier (1740-1814) y edición del Tableau de Paris de 1871.
Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 22. Rostros con detalles de fisonomía. Johann Caspar Lavater. L’art de connaitre
les hommes par la physionomie. Nouvelle édition corrigée et disposée dans
un ordre plus méthodique; précédée d’une notice historique sur l’auteur;
augmentée d’une exposition des recherches ou des opinions de La Chambre.
Paris: L. Prudhomme, 1806-1809. Wellcome Library, London.
Fig. 23. Émile Bourdelin. Paris à vol d’oiseau. Paris: impr. de A. Bourdilliat, c. 1860.
Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 1. “Vieux París et ses monuments (XVIIè siècle). Avec le tracé de ses limites sous
Philippe Auguste, Charles VI, Louis XIII et ses limites actuelles”. Encyclopédie
Bouasse-Lebel. Paris, c. 1858. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 2. Reconstrucción del París del siglo XII a vista de pájaro. Paris à vol d’oiseau,son
histoire, celle de ses monuments, de ses embellissements et acroissements
sucessifs, depuis l’époque de sa première enceinte jusqu’à l’echevement de ses
fortifications actuelles. Paris: B. Renault éditeur, 1845. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 3. Gustave Doré. “Le Nouveau Paris”. La Bédollière, Émile de. Le Nouveau
Paris, histoire de ses vingt arrondissements. Gustave Doré, dessins et gravures.
Desbuissons, dessins des cartes. Paris: G. Barba, 1861. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 5a. À terre et en l’air. Mémoires du Géant, Paris: É. Dentu éditeur, 1864.
https://www.gutenberg.org/files/28258/28258-h/28258-h.htm
Fig. 5b. Autorretrato de Félix Nadar con su mujer, Ernestina. 1865. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 6. Albert Robida. Dibujo de la reconstrucción del Viejo París para la Exposición
Universal de 1900.
410
Ilustraciones
Fig. 9. Gustave Doré. “Une rue du Vieux Paris démolie en 1862”. Grabado publicado enParis
illustré. Nouveau guide de l’étranger et du parisien. Contenant 414 vignettes dessinées
sur bois par A. de Bar, Fichot, Hubert Clerget, Lancelot, Theron, etc. Un grand
plan de Paris, les plans des bois de Boulogne et de Vincennes, du Louvre, du Père-
Lachaise, du Jardin des Plantes, etc.et un appendice sur l’exposition de 1867. Paris:
Librairie de L. Hachette et cie. 1867. https://archive.org/details/bub_gb_bfb4hUB97VQC
Fig. 10. “Cuadros parisinos. Panorama retrospectivo y comparativo: la vieja Butte des
Moulins y la nueva avenida de la Ópera”. Vingt jours à Paris. Guide-Album
du touriste. Paris: L.-H. May, 1900. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 11. Mapa de los restos del viejo París. En Charles Simonds. La vie parisienne
à travers le XIXe siècle: Paris de 1800 à 1900 d’après les estampes et les
mémoires du temps. Les centennales parisiennes. 1903. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 2. Paul Gavarni. Frontispicio de Les Français peints par eux-mêmes. Encyclopédie
morale du XIXè siècle. 1840-1842. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 4. Joseph Kenny Meadows. Grabado para la edición de 1864 de Heads of the
People, or Portraits of the English, 1838. University of Pittsburgh Library
System. https://archive.org/details/headsofpeopleorp02mead
Figs. 6-7. Tony Johannot. Ilustraciones para Le Diable boiteux, de Alain-René Lesage.
Paris: Ernest Bourdin et Cie éditeurs, 1840. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 8. Gustave Doré. El diablo escribiendo sobre una de las torres de Notre Dame.
Diseño para la cabecera de la Gazette de Paris, 1856. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 9. Grandville. Escenas de la ciudad desde la perspectiva cenital del diablo. Le diable
à Paris. Paris et les parisiens à la plume et au crayon. Paris: Hetzel, 1845-1846.
Gallica.bnf.fr/BNF.
411
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 11. Frontispicio del Tableau de Paris, de Edmond Auguste Texier. Paris: Paulin et
Chevalier, 1852. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 12. Capítulo dedicado a los boulevards de París. Tableau de Paris, de Edmond
Auguste Texier. Paris: Paulin et Chevalier, 1852. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 15. Bertall [pseudónimo de Charles Constant Albert Nicolas d’Arnoux]. “Coupe
d’une maison parisienne le 1er janvier”. Le diable à Paris. Paris et les parisiens
à la plume et au crayon. Paris: Hetzel, 1845-1846. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 16. José Vallejo Galeazo. “Las casas por dentro”. Escenas matritenses por el
curioso parlante. 2ª época. 1836-1842. Edición consultada: (1832-1842).
Madrid: Imprenta y Librería de Ignacio Boix, 1845. Google books.
Fig. 17. Léopold Flameng. Frontispicio de Le dessous de Paris, de Alfred Delvau. Paris:
Poulet-Malassis et de Broise libreurs-éditeurs, 1860. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 18. Paris anécdote, édition illustrée de cinquante dessins à la plume par José
Belon, Paris: Rouquette, 1885. Reedición de la obra de Alexandre Privat
d’Anglemont (1854). Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 19 “Paris à vol d’oiseau vu des hauteurs de Montmatre”. Guide général dans
Paris. Guides Paris: Paulin et Chevalier, 1855. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 1. Jean Alexis Rouchon. Cartel publicitario de los almacenes A l’Oeil. 1864 .
Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 3. George Cruikshank. “All the world going to the great exhibition”.The adventures
of Mr and Mrs Sandboys and family who came up to London to “enjoy
themselves”, and to see the Great Exhibition. London: George Newbold, 1851.
412
Ilustraciones
Fig. 8. “Les étrangers à Paris”. Joanne, Adolphe. Paris illustré. Nouveau guide de
l’étranger et du parisien. Contenant 414 vignettes dessinées sur bois par A. de
Bar, Fichot, Hubert Clerget, Lancelot, Theron, etc. Un grand plan de Paris, les
plans des bois de Boulogne et de Vincennes, du Louvre, du Père-Lachaise, du
Jardin des Plantes, etc.et un appendice sur l’exposition de 1867. Paris: Librairie
de L. Hachette et cie. 1867. https://archive.org/details/bub_gb_bfb4hUB97VQC
Fig. 9. Gustave Caillebotte. L’homme au balcón, c. 1880. Colección particular.
Fig. 11. Un turista mirador. Vingt jours à Paris. Guide-Album du touriste. Paris:
L.-H. May, 1900. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 12. “Los Transeúntes en París. Qué es un transeúnte”. Le diable à Paris. Paris et les
parisiens à la plume et au crayon. Paris: Hetzel, 1845-1846. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 13. François Auguste Biard. On Ferme!, 1847. RMN-Grand Palais, Musée du
Louvre. Paris. © A. Dequier - M. Bard.
Fig. 14. “Los mirones”. Texier, E. A. Tableau de Paris, Paris: Paulin et Chevalier,
1852. Gallica.bnf.fr/BNF.
413
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 22. “Une famille en voyage à Paris”. Sala, George Augustus. Paris Herself Again in 1878-
79. 2 vols. London: Remington and Co., 1879. Oxford University. https://archive.org/
Fig. 23. Auguste Marie Louis Nicolás y Louis Jean Lumière. Fotograma de La Sortie
de l’usine Lumière à Lyon. 1895.
Fig. 24. “Devant l’asile de nuit du quartier de Vaugirard. Vitu. A. Paris. 450 dessins
inèdits d’après nature. Paris: Maison Quantin, 1890. Gallica.bnf.fr/BNF.
Figs. 25-26. La visita a la Bolsa y al hospicio. Joanne, Adolphe. Paris illustré. Nouveau
guide de l’étranger et du parisien. Contenant 414 vignettes dessinées sur bois par
A. de Bar, Fichot, Hubert Clerget, Lancelot, Theron, etc. Un grand plan de Paris,
les plans des bois de Boulogne et de Vincennes, du Louvre, du Père-Lachaise, du
Jardin des Plantes, etc. et un appendice sur l’exposition de 1867. Paris: Librairie
de L. Hachette et cie. 1867. https://archive.org/details/bub_gb_bfb4hUB97VQC
Fig. 27. “Sur les boulevards. La P’tite femme”. Le guide “parisien”: connaître Paris,
c’est bien, connaître la parisienne, c’est mieux. Les guides illustrés. Paris:
Imp. Kapp. s.d. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 28. “The window gazer at work”. Baum, Frank L. The Show Window: A Journal
of Practical Window Trimming for the Merchant and the Professional.
Chicago, 1897. https://archive.org/
Figs. 29-30. Horace Castelli. “La Morgue y su público”. Ilustraciones para la edición de
1883 de Thérèse Raquin, de Émile Zola. Paris: C. Marpon-E. Flammarion,
1883. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 31. Las catacumbas. Les merveilles du nouveau Paris. Paris: Bernardin-Béchet
libraire-éditeur, 1867. Gallica.bnf.fr/BNF.
Fig. 34. París subterráneo. Joanne, Adolphe. Paris illustré. Nouveau guide de l’étranger
et du parisien. Contenant 414 vignettes dessinées sur bois par A. de Bar,
Fichot, Hubert Clerget, Lancelot, Theron, etc. Un grand plan de Paris, les
plans des bois de Boulogne et de Vincennes, du Louvre, du Père-Lachaise, du
Jardin des Plantes, etc.et un appendice sur l’exposition de 1867. Paris: Librairie
de L. Hachette et cie. 1867. https://archive.org/details/bub_gb_bfb4hUB97VQC
Fig. 36. El matadero general de la Villette. Vitu, A. Paris. 450 dessins inèdits d’après
nature. Paris: Maison Quantin, 1890. Gallica.bnf.fr/BNF.
414
Ilustraciones
Fig. 1. Angel Toldrà Viazo. Postal de Barcelona. Vista panorámica (Nordeste). c. 1906.
Fig. 2. Relación del número de las calles de Barcelona por orden alfabético. Manual
y Guía de Forasters per a saber los noms y trovar facilment los Carrers,
Plassas, y Travesías, juntament los Colegis, y Gremis situats en esta present
Ciutat de Barcelona; ab un Indice General y à la fi una Llista de tots los
Monuments, y Adoracions, que hi ha en dita Ciutat. Compost per un curiós
desta capital, 1761. BNC.
Fig. 4. Barcelona á la mano. Compuesto por don Joseph Algava Marques y Bellon.
Barc. en la imprenta de Juan Centenè, vendese en su misma casa, 1778. AHCB.
Fig. 5. Vista de Barcelona desde el mar. El Amigo del Forastero en Barcelona y sus
cercanías, Dáse á luz con arreglo al estado de dicha ciudad en 1833. Tercera
edición. Corregida y adicionada por Don José Solá. Va adornada con un mapa
topográfico de Barcelona y su Barceloneta. Barcelona: Véndese en la Librería
de José Solá, calle de la Bocaría. Imprenta de Benito Espona, 1833. AHCB.
415
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 10. Spanien und Portugal. Handbuch für Reisende. Leipzig. Karl Baedeker, 1897.
Colección particular.
Fig. 11. Barcelona. Guía Diamante. Barcelona: Librería de Francisco Puig, 1904
(3ª edición, corregida y aumentada por F.P.A). Bilingüe castellano-francés.
Fig. 12. Bofarull, A. de. Guía-Cicerone de Barcelona, o sea viajes por la ciudad con
el objeto de visitar y conocer todos los monumentos artísticos, enterarse de
todos los recuerdos y hechos históricos y saber el orijen de todas las tradiciones
más orijinales pertenecientes a aquella. Obra útil y necesaria a toda clase de
personas. Barcelona: Imprenta del Fomento, octubre de 1847. BNC.
Fig. 13. Coroleu, José. Barcelona y sus alrededores : guía histórica, descriptiva y
estadística del forastero. Ilustrada con 6 bellísimos cromos y con más de 100
vistas de monumentos, calles, paseos, jardines. Barcelona: Jaime Seix, 1887.
Fig. 16. Roca, J. Barcelona en la mano. Guía de Barcelona y sus alrededores. Con
dos apéndices: medicina y cirugía-artes, profesiones, industria y comercio.
Barcelona: Enrique López editor, 1884.
Fig. 18. En Barcelona: guía práctica de la ciudad. Barcelona: [s.n.], 1921. AHCB.
Fig. 19. Prats Vázquez, J. Guía de Barcelona de calles, plazas, paseos, avenidas,
parques, oficinas públicas, asilos, iglesias, teatros, consulados, etc., etc...
Barcelona: Rápido, 1924. AHCB.
Fig. 20. Prats Vázquez, J. Guía de Barcelona (oficial). Edición económica. Barcelona:
Editorial “Rápido”, 1929. AHCB.
416
Ilustraciones
Fig. 2. Charles Clifford. Puerto, muralla del mar y Montjuich de Barcelona. c. 1852.
Álbum de recuerdos fotográficos. Viaje de SS.MM. y AA.RR. a las islas Baleares,
Cataluña y Aragón, 1860. Albúmina. Biblioteca Digital Hispánica. BNE.
Fig. 9. “Las dos Barcelonas”, artículo de Apel·les Mestres para la guía Barcelona
descrita por sus literatos, artistas y poetas. Barcelona: Patronato Oficial de la
Unión Gremial de Barcelona, 2a edición: 1916.
Fig. 10. Vallvé, M. Barcelona: obra ilustrada con 206 huecograbados. Barcelona:
Edita, 1929.
Figs. 11-12. Dos visiones aéreas de la nueva y la vieja Barcelona. Ossorio Gallardo, Carlos.
Douze Jours à Barcelone: Guide Illustrée. Barcelona: La Neotípia, 1908.
417
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 2. Ilustración satírica del plano del Eixample. El pájaro verde. Año 1, núm. 6,
1860. ARCA-BNC.
Fig. 3. Caricatura de Ildefons Cerdà. Lo Xanguet. Almanach per l’any 1873 y 1874,
I. López, Barcelona, s. d. DDD-UAB. http://ddd.uab.cat/record/53801
Figs. 4-5. Paseode Gracia y Rambla de Cataluña. García del Real, L. Barcelona. Guía
Diamante. Barcelona: Librería de Francisco Puig, 1896.
Figs. 6-7. Joan Martí Centelles. Vista de Barcelona y perspectiva del Paseo de Gracia.
Bellezas de Barcelona: relación fotografiada de sus principales monumentos,
edificios, calles, paseos y todo lo mejor que encierra la antigua capital del
principado. Barcelona: Vives-Martí, 1874. BNE.
Fig. 11. Torres, I. Barcelona Histórica. Antigua y Moderna. Guía General descriptiva
é ilustrada. Barcelona, 1907.
Fig. 14. Fotografía de la casa Batlló como sede de la empresa Pathé-Frères. Folch i Torres,
J.Mª. Select Guide Barcelona. Verdadera y única guía práctica para el turismo.
Invierno de 1910/1911. Barcelona: Sociedad de Atracción de Forasteros, 1910.
418
Ilustraciones
Fig. 15. “Barcelona. Paseo de Gracia (casa esquina Provenza)”. Álvarez, B. Barcelona,
Anuario ilustrado. Guía de la ciudad. Madrid: diciembre de 1925. BNE.
Fig. 16. Páginas dedicadas a los Grandes Almacenes “El Siglo”. Ossorio Gallardo, C.
Douze Jours à Barcelone: Guide Illustrée. Barcelona: La Neotípia, 1908.
Fig. 1. Habitantes del barrio de Pekín de Barcelona a principios del siglo XX.
Fig. 3. “Cárcel pública. Resumen de los delitos que promovieron las capturas”. PI Y
ARIMON, Andrés Avelino. Barcelona antigua y moderna o, Descripción é
historia de esta ciudad desde su fundación hasta nuestros días: contiene la
topografía de Barcelona; su clima; calles y plazas; monumentos antiguos y
modernos; palacios y edificios reales, nacionales, religiosos, civiles, públicos
y particulares; gobierno y legislación antiguos y modernos; instituciones
religiosas, científicas, literarias, artísticas y filantrópicas; estados eclesiástico,
judicial, civil y militar; hombres ilustres; estadística; bibliografía; marina,
comercio, industria, descubrimientos, inventos; historia política desde la
época de los Cartagineses hasta el año 1843; servicios, méritos, privilegios,
etc. etc., Barcelona: Librería Politécnica de Tomás Gorchs, 1854.
Figs. 4-5. “Comparación de los datos recogidos en España con los que suministra
la estadística de otras naciones de Europa. Proporción de los dementes de
las capitales con su población” y “Proporción de los dementes respecto al
sexo”.Saurí, M./Matas, J. Manual histórico-topográfico estadístico y
administrativo o sea Guía general de Barcelona. La dedica a la Junta de
Fábricas de Catalunya y lo adorna con 15 vistas y el plano topográfico
de la ciudad. Barcelona: Imprenta y librería de Manuel Saurí, 1849. BNC.
https://books.google.es/books?id=oY5iwJJZh1gC
419
El vademécum de la ciudad. París y Barcelona en las guías y descripciones urbanas. 1750-1920
Fig. 9. “Barcelona. Centro de excursiones. La calle del marqués del Duero (llamada
Paralelo)”. Folch i Torres, J.Mª. Select Guide Barcelona. Verdadera y única
guía práctica para el turismo. Invierno de 1910/1911. Barcelona: Sociedad de
Atracción de Forasteros, 1910.
Fig. 10. “Barcelona a vista de pájaro”. Barcelona artística e industrial. Lujoso álbum
de fotografías con un resumen histórico de la ciudad repartido por la SAF.
Director: E. Canet. Barcelona: Sociedad de Atracción de Forasteros, 1916. BNC.
Fig. 11. “Barcelona. Vista desde Miramar”. Postal de Hauser y Menet, c. 1905.
Fig. 13. “Una de las cuadras de la colonia”. Imagen de los trabajadores de la Colonia
Güell. Folch i Torres, J.Mª. Select Guide Barcelona. Verdadera y única guía
práctica para el turismo. 1911-1912. Barcelona: Sociedad de Atracción de
Forasteros, 1911.
Fig. 14. “Cataluña industrial y sus hombres”. Select Guide Barcelona. Verdadera
y única guía práctica para el turismo. Invierno de 1910/1911. Barcelona:
Sociedad de Atracción de Forasteros, 1910.
Fig. 15. Planta de la cárcel Modelo de Barcelona. Ossorio Gallardo, C. Douze Jours à
Barcelone: Guide Illustrée. Barcelona: La Neotípia, 1908.
Fig. 17. J. Fiter. “Cruz de término de San Martín de Provensals”. Las cercanías de
Barcelona. Guía-Cicerone descriptiva, estadística e histórica del forastero,
Barcelona: tipografía de la Casa Provincial de la Caridad, 1888.
420
Ilustraciones
Fig. 18. Suñol, José. Guía y Plano de San Martín de Provensals. Acompañada de un
plano general de la población y de cinco de las barriadas más importantes
de la misma confeccionados por el arquitecto municipal D. Pedro Falqués.
Barcelona: Establecimiento Tipográfico-Editorial La Academia, 1888.
Fig. 21. “New York City. Doing the slums. A scene in the Five Points”. Frank Leslie’s
Illustrated Newspaper, vol. 61; 5 de diciembre de 1885. Library of Congress
Prints and Photographs Division.
Figs. 22-23. Página dedicada al Barrio de Pekín y “Una gitana (bohemia) tipo popular”.
Ossorio Gallardo, C. Douze Jours à Barcelone: Guide Illustrée. Barcelona:
La Neotípia, 1908.
Lucien Roisin. Postal coloreada del Mirador de la Reina del Tibidabo, construido
con ocasión de la visita de la reina regente Mª Cristina a la exposición de
Barcelona de 1888.
421