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LOS CUADERNOS DE TAIZÉ

7
hermano Émile

La eucaristía y los
primeros cristianos

I Introducción

Un buen experto en los escritos de los primeros cris-


tianos observó que hasta el siglo IX no se había encon-
trado ninguna obra sobre la eucaristía1. Si bien entre
los primeros cristianos las referencias a la eucaristía son
frecuentes y de gran importancia, la eucaristía no fue
objeto de un tratado particular antes de la mencio-
nada fecha. Y es que, para las primeras generaciones
de cristianos, la eucaristía nunca se trató aisladamente.
1
A. G. Hamman, La Messe et sa catéchèse chez les Pères de l’Église,
Études patristiques, Beauchesne, p. 123.
Siempre estaba vinculada al conjunto del misterio de miraban por encima del hombro pretendían ser verda-
la fe, de la que es la síntesis. Los primeros cristianos deros espirituales. Con este debate, nos adentramos en
encontraban en ella «todo el misterio de la fe». Si un el corazón de la fe en Cristo y de la visión cristiana de
punto esencial de la fe se ponía en duda, sería la euca- Dios, así como del ser humano y de la vida que está
ristía la que serviría de referencia para mostrar lo que llamado a compartir con Dios.
es plausible y lo que no. Así, en el siglo II, Ireneo de Para captar la verdadera esencia de este debate, hay
Lyon dijo: «Nuestra forma de pensar concuerda con la que comprender que el cuerpo resucitado no es un
eucaristía, y la eucaristía, a cambio, confirma nuestra asunto de moléculas. San Pablo, que afirma con con-
forma de pensar». Interesarse en cómo veían los prime- tundencia la resurrección de los cuerpos, sabe que todo
ros cristianos la eucaristía es volver a dar al «misterio se transformará: «Y lo que tú siembras no es el cuerpo
eucarístico su consistencia existencial». Lo descubrire- de la planta que ha de nacer, sino que siembras un sim-
mos a través de tres ejemplos. ple grano, de trigo pongo por caso, o de cualquier otra
semilla» (1 Co 15, 37). Hay por tanto un cuerpo, un
La eucaristía habla de la bondad de la creación cuerpo de gloria y, en este sentido, discontinuidad. Sin
El gran obispo de Lyon, opuesto a las corrientes espiri- embargo, debemos hablar también de continuidad, ya
tuales que despreciaban el mundo visible, al que con- que la planta o el trigo proceden de la semilla.
sideraban el resultado de una decadencia, veía en la
eucaristía una confirmación de la bondad de la crea- En Dios hay lugar para la diferencia
ción. Entonces, cómo dudar de esta bondad si como El cuerpo es la persona en su historia personal3. Anima-
escribe Ireneo: «El pan, que proviene de la creación, dos por la fe en Cristo resucitado, que en la Ascensión
lo tomó y dio gracias diciendo “este es mi cuerpo”. entró, con su cuerpo de gloria, para siempre en Dios
Igualmente la copa, proveniente de la creación a la que (la vida humana no ha sido para él un paréntesis), los
pertenecemos, la declara su sangre…»2 La eucaristía primeros cristianos comprendieron que, en Dios, se
no confirma una forma de pensamiento que desprecia acoge la historia de cada uno, que hay un lugar para
la creación. Al contrario, habla de su nobleza. lo más personal, para lo que hay de único en cada ser
humano, para todo aquello que es compatible con el
La eucaristía dice quemi cuerpo tiene un futuro amor. Esta fe afirma que la vida de eternidad con Dios
Ireneo apela a la eucaristía para apoyar la fe en la resu- no elude lo que es humano. La unión con Dios, la más
rrección del cuerpo. En la antigüedad, los cristianos completa que pueda imaginarse, no ocurre a costa de
eran objeto de burla a causa de su fe. Aquellos que les 3
«Ni una cosa, ni una herramienta, mi cuerpo soy yo en este
2
Todas estas citas de Ireneo están extraídas de Contre les Hérésies, mundo, yo para los demás». O. Clément, Corps de mort, corps de
Traducción de A. Rousseau, 3ª edición en un solo volumen, Cerf, 1991. gloire, p. 10.

2 3
la diferencia. Si Dios llama a cada uno por su nombre, creyente discierne en ella la vocación de toda la crea-
es que en la vida con Él también nosotros podremos ción, que no es un destino de muerte, sino de trans-
hacerlo. Volveremos a encontrarnos con aquellos a los formación, pues la eucaristía es un canto a la victoria
que hemos amado. Alimentado por la fe de los pri- de la vida. Se pasa sin duda por la muerte − ahí será
meros cristianos, Dostoïevski escribió al final de «Los donde se dé la transformación –, pero hay un germen
Hermanos Karamazov»: «Resucitaremos, nos volvere- sembrado en el cristiano, que un predecesor de Ire-
mos a ver y nos contaremos con alegría todo lo ocu- neo, Ignacio de Antioquia, refiriéndose a la eucaristía,
rrido». De repente, amar tiene un sentido. Rechazar la había llamado «un remedio de inmortalidad». Recibir
resurrección del cuerpo sería como desfigurar al Dios el cuerpo eucarístico de Cristo, su vida de Resucitado,
del Evangelio y su proyecto con los humanos, pues ese es dejarse acoger en este espacio en el que la muerte ya
Dios no sólo es tolerante con la diferencia, sino que la no existe.
desea, la promueve y le da un futuro.
Ireneo está persuadido de todo esto: « ¿Cómo pue- Eucaristía y responsabilidad social
den pretender que la carne no es capaz de recibir el Tercer ejemplo que nos permite ver cómo la eucaristía
don de Dios que consiste en la vida eterna, cuando está relacionada con el conjunto de la vida: para los
se alimenta del cuerpo y la sangre de Cristo? ». Por la primeros cristianos, acercarse a la mesa eucarística era
eucaristía, la vida del Resucitado no sólo toca nuestro tomar consciencia de nuestra responsabilidad social.
espíritu, no entra en nosotros como una idea, sino que Si nosotros pasamos a ser el Cuerpo de Cristo partici-
verdaderamente este alimento alcanza nuestro cuerpo. pando en la eucaristía, si realmente somos miembros
Ireneo señala que los cristianos proclaman «de una unos de otros, no podremos comportarnos más como
forma armoniosa la comunión y la unión de la carne y si no nos incumbieran los necesitados. Así, entre los
del Espíritu, pues igual que el pan que viene de la tie- primeros cristianos nace la tradición de ir a la euca-
rra, tras haber recibido la invocación de Dios no es un ristía aportando una ofrenda para los pobres (lo que
pan ordinario, sino eucaristía formada por una parte se convirtió después en la colecta). Pues, cierto es que
terrestre y otra celeste, nuestros cuerpos que participan en el cristianismo toda verdadera mística conduce a
en la eucaristía ya no son corruptibles, pues tienen la actuaciones concretas.
esperanza de la resurrección». En el siglo III, por ejemplo, vemos a Cipriano
reprender a «una noble dama que no ha aportado su
Discernir la vocación del creado ofrenda a la misa»: «Tus ojos no ven al necesitado y
La participación en la eucaristía se convierte así en una al pobre, pues están oscurecidos y cubiertos por una
forma de proclamar que el mundo tiene un sentido. El densa tiniebla. Tú eres afortunada y rica, imaginas que

4 5
celebras la cena del Señor, sin participar en la ofrenda. de sus dones para que tengamos algo que darle, exige
Vienes a misa sin ofrecer nada, robas la parte del pobre todo en nuestros hermanos6».
al participar en el sacrificio». Estos tres ejemplos, que demuestran hasta qué
El Padre Hamman, que ha recopilado un expe- punto la eucaristía está vinculada al conjunto de la fe y
diente sobre esta cuestión, ha mostrado como «desde a toda la vida, nos ayudarán a dar un paso más. En la
los orígenes cristianos, la eucaristía ha provocado, Iglesia antigua, la eucaristía se presenta a veces a partir
con la contribución del diácono, numerosas iniciati- de una selección de citaciones bíblicas que tienen en
vas sociales en las comunidades: comidas de caridad, común el librar una lucha contra los sacrificios. Y, sin
para los miembros más necesitados o distribuciones embargo, la palabra «sacrificio» no está ausente…
de ayuda material, que plasmaban el sacramento de la
caridad»4.
Juan Crisóstomo ve en cada encuentro con el pobre
y toda la ayuda que se le puede aportar, la misma rea- II Lo que le agrada a Dios
lidad que la de la eucaristía: «El altar se encuentra en
todas partes, por todas las esquinas, en todas las pla-
zas». No es azar si en Mateo 25 esto se evoca en los Para presentar la eucaristía en la Iglesia antigua se
contextos que hablan de eucaristía: «Venid benditos asociaba particularmente un texto del profeta Mala-
de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para quías: «En todo lugar se ofrece a mi nombre incienso
vosotros, desde el principio del mundo. Porque tuve humeante y una oblación pura» (1, 11)7.
hambre y me disteis de comer. Tuve sed y me disteis de Al final del primer capítulo, dijimos que la euca-
beber». En el encuentro con el hambriento, el extran- ristía se presentaba a partir de una antología contra el
jero, el enfermo o el prisionero hay «una presencia casi sacrificio y he aquí un texto que habla positivamente
sacramental de Jesús»5. de sacrificio (oblación). ¿No es algo contradictorio?
En Ireneo está presente una «consciencia eucarís- Veamos por qué no lo es.
tica». «En la mesa del Señor», escribe un buen intér- La palabra «puro» en un contexto de sacrificio debe-
prete de su pensamiento, «tomamos consciencia de que ría referirse normalmente a la calidad de la víctima
Aquel que no necesita nada y que nos hace partícipes que se ofrece, por ejemplo, un animal sin defectos o
la pureza de los sacrificadores. Ahora bien, cuando se
cita este texto, por ejemplo por la Didachè (escrita sin
4 6
A. Hamman, La Messe, p. 1 32. Para la cita de Cipriano, p. 1 32- M. Jourjon, Les sacrements de la liberté, p. 79-80.
133. El dossier en cuestión se titula Vie liturgique et vie sociale 7
Retomo aquí el admirable análisis de este texto que realizó
5
.Olivier Clément, Corps de mort et de gloire, p. 62. Maurice Jourjon, Les sacrements de la liberté, p. 15-17

6 7
duda entre el año 80 y el 140, denominado también III Enigmas en el Imperio
La Doctrina de los apóstoles), he aquí lo que encon-
tramos: «El día del Señor, estando reunidos, partid el
pan y dad gracias, después de haber confesado vues- El vínculo entre fe y vida, que intentamos poner de
tros pecados para que vuestro sacrificio sea puro. Pero relieve en relación a la eucaristía, es sin duda lo que
aquel que tenga una discrepancia con su compañero hacía que los cristianos fueran incomprensibles para
que no se una a vosotros antes de reconciliarse, para sus contemporáneos del imperio romano.
que vuestro sacrificio no sea profanado». La palabra Cierto es que había otras razones, además de la
«sacrificio puro» se emplea aquí en un contexto de práctica eucarística, que contribuían a mantener una
vida, de relaciones humanas y, más específicamente, desconfianza con respecto a los cristianos. En primer
de reconciliación. Lo que agrada a Dios, no son los lugar, estaban los rumores que los adversarios de la fe
sacrificios de animales – Ireneo y Cipriano mostra- cristiana hacían circular, sin duda con segundas inten-
ron una enorme ironía respecto a este tema. Lo que ciones: cuando los cristianos se reúnen – ¡comen el
agrada a Dios es ver a hombres y mujeres reunidos, cuerpo de alguien! Al divulgar tales calumnias, inven-
perdonándose mutuamente. «Todo parece indicar que tadas para crear el miedo, se pretendía sin duda alejar
por la confesión de las culpas y el perdón al hermano, a las numerosas personas que comenzaban a sentirse
la asamblea dominical, en vista de la acción de gra- atraídas por la fe de los cristianos. A esta acusación de
cias por la fracción del pan, se constituye en sacrificio antropofagia, se agrega la de inmoralidad, que hiere
» (M. Jourjon). La misma asamblea, como lugar de particularmente a los cristianos. ¿En qué se basa una
amor y perdón, constituye el sacrificio, cumpliendo lo acusación así? Está claro que no se comprende nada
que alegra al corazón de Dios. de estas reuniones que empiezan en la noche del
Podríamos estar tentados de extender lo que cons- sábado al domingo. Todavía no ha amanecido, y en la
tituye el sacrificio perfecto a todos los aspectos que misma habitación se reúnen hombres y mujeres, ricos
hemos visto hasta ahora. Cuando una comunidad de y pobres, amos y esclavos. ¡Y todo el mundo se abraza!
hombres y mujeres se encuentra en plena confianza y Pero – ¡en un único abrazo!, protesta el cristiano Ate-
en la esperanza, capaz de alegrarse por la vida, capaz de nagora (siglo II)8.
nombrar y reconocer en la alegría la fuente de todo lo Sin embargo, hay que buscar el verdadero motivo
bueno, capaz de amarse, de perdonarse, de compartir de la desconfianza, e incluso del odio que los romanos
con el hermano necesitado, entonces, esta comunidad sentían por los cristianos, más allá de las calumnias. Lo
encarna lo que agrada a Dios. 8
Ver Histoire du Christianisme, vol. 1, bajo la dirección de J.-
M. Mayeur, Ch y L. Pietri et al. p. 246 para las referencias más
importantes.

8 9
nuevo es precisamente el vínculo que hacían entre la mente alrededor del año 112. Plinio el Joven era gober-
religión y la vida, entre lo religioso y la verdad. Esto es nador de la provincia romana de Bitinia (al noroeste
la base de un comportamiento que parece despectivo de Asia Menor). Sabe que en su provincia hay cristia-
a los otros. Sabemos que se reprochaba a los prime- nos. ¿Qué pensar de ellos? ¿Son peligrosos? Lo ignora
ros cristianos el no querer participar en las ceremonias y se pregunta qué comportamiento adoptar respecto
paganas. Si los romanos insistían tanto en la presencia a ellos. Escribe al emperador Trajano con la esperanza
de todos en estas ceremonias, es porque éstas asegu- de que éste le indique las medidas a tomar. En su carta
raban el bien de la ciudad. Si se dirigían mal o no se encontramos lo que Plinio había logrado descubrir a
realizaban a la perfección, podían atraer toda clase de propósito de los cristianos: «Tienen la costumbre de
males al imperio, como enfermedades o guerras. Apa- reunirse un día concreto, antes del amanecer, de cantar
rece la tendencia a atribuir ciertos males del imperio a entre ellos alternativamente un himno a Cristo, como
la existencia de los cristianos, y esta tendencia tardará a un Dios…; una vez finalizados estos ritos, tienen la
en desaparecer. costumbre de reunirse para tomar su alimento que,
Los cristianos parecen intolerantes en un momento digan lo que digan, es normal e inocente…». Volve-
en el que el ethos, que prevalece entre la clase dirigente mos a encontrar en este texto la traza de los rumores
en Roma en los siglos I y II de nuestra era, tiende a que corrían sobre el alimento de los cristianos. ¡Los
hacer sitio a todas las creencias9. Se manifiestan dos espías de Plinio no encontraron prácticas antropófagas!
concepciones diferentes de lo religioso. Para unos, lo Vemos aquí también, que los cristianos solían reunirse
que cuenta es la ceremonia, las costumbres, el rito. No en un día concreto. Detengámonos un momento en
se trata de creer en la verdad de una u otra práctica, este punto.
ni de ver como ésta puede determinar un comporta-
miento. En el lado contrario está la convicción cris- El octavo día
tiana que se expresa en estas palabras de Tertuliano: A este día especial que los romanos denominaban el
«Cristo se ha denominado la Verdad y no la costum- Día del Sol (en inglés y en alemán el domingo se deno-
bre». Para los cristianos, el vínculo religión-vida, reli- mina aún así: «Sunday», «Sontag»), los cristianos desde
gión-verdad impide aceptar compromisos. La preten- el siglo II le dieron el nombre del octavo día. La euca-
sión de los cristianos parece algo enorme y la reacción ristía se celebra ese día.
del paganismo será intensa. La semana judía finalizaba el sabbat, el séptimo día.
Testigo de esta desconfianza hacia los cristianos es Cristo resucitó de entre los muertos al día siguiente.
una carta de un funcionario romano datada general- Los cristianos sabían que este día inaugurado por su
9
Ver el artículo de Jozef Van Beeck, SJ, The Worship of Christians in resurrección no se parecía a ningún otro. Su sol es
Pliny’s Letter, Studia Liturgica, volumen 18, 1988.

10 11
Cristo, vencedor de la muerte. Por tanto, no puede pitula todo el sentido, la eucaristía expresa de dónde
haber una “puesta” de ese día, no puede conocer el fin, venimos: no del azar, sino de un proyecto de amor.
pues Cristo no morirá jamás. La cifra ocho representa Íntimamente enlazado al misterio de la resurrección,
la eternidad. Esto explica, entre otras cosas, la arqui- da un sentido a la aventura humana. Es aquí donde «la
tectura de los baptisterios en la iglesia antigua: deben humanidad deja de ser una aventura sin comienzo ni
ser de forma octogonal ya que, lo que comienza en el fin, una especie de tejido sin fin enrollándose sobre si
agua del bautismo es la vida de eternidad, la vida de mismo: está vinculada a una creación y terminada por
un hijo de Dios. la Resurrección de Cristo» (M. Jourjon).
Ese día, Justino, un cristiano del silgo II, lo deno-
minará tanto el primero como el octavo. No el pri-
mero de la semana, sino el primero simplemente, pues
inaugura un tiempo. Es el primero de una era comple- IV El arte de unir
tamente nueva y definitiva.
Ahora bien, al hablar del primer día, no se puede
evitar evocar la creación del mundo. Justino también Este pensamiento de Justino, que nació en Palestina
lo hará, pero encadenándola enseguida con la resurrec- y vivió en Roma, nos proporciona la descripción más
ción: «Nos reunimos todos los días del Sol porque es el extensa que tenemos sobre la eucaristía tal como se
primer día en el que Dios creó el mundo de la materia celebraba en Roma alrededor del año 15011.
de las tinieblas, y ese mismo día Jesucristo, nuestro sal- Leyendo a Justino, reconocemos fácilmente una
vador, resucitó de entre los muertos». No es una simple estructura de la eucaristía que nos resulta familiar. En
yuxtaposición entre la creación y la resurrección, sino primer lugar hay lecturas. Donde nosotros diríamos
que la resurrección viene a dar sentido a toda reali- que hay una lectura del Antiguo Testamento y segui-
dad creada. «El domingo simboliza el instante creador damente una lectura del Nuevo Testamento, Justino
retomado en el instante recreador de la Pascua, en el escribe que se leen «las Memorias de los apóstoles o las
que la eternidad orienta el tiempo hacia ella»10. obras de los profetas».
Abrirse al octavo día es dejarse penetrar por la lla-
mada creadora y recreadora de Dios, es descubrir que Todo el mundo se abraza
el mundo no está hecho para la muerte. Ahora bien, no Interesémonos a lo que ocurre tras las lecturas, antes de
es azar el que el octavo día, nuestro domingo, se celebre que se presenten el pan y el vino. Justino escribe que
con la eucaristía. Lugar de memoria en el que se reca- en este preciso momento: «todo el mundo se abraza».
10
Olivier Clément, Le dimanche et le Jour éternel, en Verbum Caro,
11
no. 79, 1966, p. 99-124. Saint Justin, Apologies, Estudios Agustinos.

12 13
¿Qué vínculo hay entre este abrazo y la eucaristía? ¿Por meditado el vínculo entre la eucaristía y la vida en las
qué se sitúa justo antes de la presentación de la copa Escrituras, propone esta explicación:
y del pan? Pensamos, por supuesto en las palabras de … sería fácil mostrar que el Nuevo Testamento,
Jesús: «Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y allí para designar lo que podríamos llamar «minis-
te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, tros» de este culto, ha evitado, no menos sistemá-
deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate ticamente, los términos que denominaban a los
mismos personajes para los judíos o los paganos.
primero con tu hermano, y entonces vuelve y ofrece tu Más bien, ha recurrido a una serie de vocablos
ofrenda». que significan jefe de la comunidad: episcopos
Encontramos aquí la importancia del perdón. Los o «vigilante», presbyteros o «anciano», higoume-
nos o «guía», poimèn o «pastor», proïstamenos o
primeros cristianos eran conscientes de que la euca- «presidente». Dicho de otra manera, el ministro
ristía hacía de ellos un solo cuerpo. Afirmar esto sin del culto de la comunidad cristiana es el jefe de la
vivir el perdón sería hacer de la eucaristía una pura comunidad […]. Por el contrario, los términos de
hiereus o hierateuma (en latín: sacerdos o sacer-
formalidad, sería separarla de la vida. Ahora bien, por dotium) se reservan a Cristo y a la asamblea de
la eucaristía, es precisamente la vida de caridad la que bautizados12.
debe circular en este cuerpo. Es lo que ocurre con el
perdón ofrecido y recibido. Perdonar y recibir el per- Es sin duda esta forma de pensar la que anima a Jus-
dón es permitir reconstruir la unidad, algo siempre tan tino. En la iglesia antigua – y es una perspectiva reco-
frágil en una comunidad. Vemos también aquí de qué brada por el Vaticano II, como no ha cesado de recor-
forma la eucaristía influía en la vida cotidiana y espe- darlo el P. Congar –toda la comunidad cristiana es el
cialmente en las relaciones humanas. sujeto integral de la acción litúrgica. Si más adelante la
Tras el abrazo «se lleva al que preside la asamblea Iglesia restablece un vocabulario sacerdotal para hablar
de hermanos, el pan y una copa de agua y vino: él los de sus ministros, no debe ser para volver a caer en una
toma, dirige una alabanza y gloria al Padre del uni- concepción ritualista de lo sagrado en donde harían de
verso, en nombre de su Hijo y del Espíritu Santo, pro- intermediarios. Cristo continúa siendo el único sacer-
nuncia largamente una acción de gracias por los bienes dote, aunque confía a algunos la labor de manifestar
que nos ha concedido el honor de recibir…». su presencia y, más concretamente, mostrar que todo
viene de Cristo. La finalidad sigue siendo la misma:
que todo el pueblo sea sacerdotal. «Los ministerios
El “presidente” ordenados están al servicio del sacerdocio común, y no
¿Por qué este término de “presidente”? El Padre Sta- a la inversa». El ejercicio de este sacerdocio «no consiste
nislas Lyonnet S.J., que durante mucho tiempo ha
12
12 Stanislas Lyonnet, Eucharistie et Vie chrétienne, Foi Vivante, p. 1 00

14 15
en celebrar ceremonias, sino en transformar la existen- su Sangre en el momento en el que el que preside, ben-
cia real abriéndola a la acción del Espíritu Santo y a diciendo esta copa, daba gracias al Señor «creador del
los impulsos de la caridad divina13». Otros han mos- fruto de la viña». Por tanto, la Iglesia vio muy pronto
trado cómo la fe cristiana es en este sentido «subversiva la creación entera en los elementos eucarísticos, pues
en relación a los ritos religiosos». Lo sagrado ya no es Cristo, como dice San Pablo, es a la vez el Primer fruto
una esfera aparte. Entonces, nos podríamos preguntar de muchos hermanos y el Primer fruto de la creación»
¿por qué los cristianos tienen también templos, altares, (Olivier Clément).
ritos? Nos gusta esta respuesta aportada por Claude Esta forma de pensar es explícita en Ireneo: «A sus
Geffré, que nos parece reflejar la práctica de los prime- discípulos también les aconsejaba ofrecer a Dios las
ros cristianos: primicias de sus propias criaturas, no porque Dios las
… si bien es verdad que la fe cristiana según el
necesitara, sino para que ellos no fueran ni estériles ni
régimen de la Nueva Alianza es subversiva en rela- ingratos. El pan, que proviene de la creación, lo partió
ción a los ritos religiosos, no puede sin embargo y dio gracias diciendo: ‘Este es mi cuerpo.’ Asimismo,
impedir una encarnación religiosa en lo sagrado. declara que el vino, proveniente de la creación a la que
No obstante, y es la originalidad de lo sagrado en
el régimen cristiano, no subsiste más que como pertenecemos, es su sangre y que es la nueva oblación
simbolismo de la santificación de lo profano, sim- de la nueva alianza. Esta oblación que la Iglesia ha reci-
bolización que culmina justamente en los ritos bido de Dios nos da el alimento, como primicias de los
sacramentales14.
propios dones de Dios bajo la nueva alianza». Es como
si Ireneo nos dijese: Ved como Jesús se identifica con el
Todo el universo está presente pan y el vino. Se han convertido en su cuerpo y su san-
Lo que se aporta al que preside, el pan y el vino, (y gre. En El, el universo se realiza plenamente. Sí, todo
también el agua, pues en aquella época no se bebía el universo en un cierto sentido está ya ahí en ese trozo
vino sin mezclarlo antes con agua) representa preci- de pan y en esa copa de vino (las primicias), no con-
samente el universo entero. «Cristo invita a comer su sagrado a la muerte y a la corrupción, sino asumido
Cuerpo en el momento en el que, en la tradición judía, y transformado por El y destinado a una vida sobre
el que presidía la comida pascual daba gracias al Señor, la cual la muerte no tiene ningún poder. Si incluso
«el rey del universo, que ha hecho germinar el pan de la el mundo inanimado tiene un tal futuro, ¡cuánto más
tierra». De la misma manera, ha preparado la copa de pueden esperar los humanos! La eucaristía es para ellos
13
Albert Vanhoye, Prêtre anciens et prêtre nouveau, Seuil p. 345 que una llamada a leer su futuro en Cristo Resucitado, pri-
reconoce que el peligro de la regresión (hacer del sacerdote cristiano
un nuevo sacerdote antiguo) no se ha evitado siempre y cómo es
mer fruto de la creación, primer fruto de los que duer-
difícil mantener la orientación cristiana auténtica… (p. 349). men (1 Co 1 5, 20), primicias de la nueva creación.
14
Claude Geffré, en « La Maison Dieu », no 142, 1980, p. 53.

16 17
Lo que se desprende de estos textos es una admirable ofrecer”. Lo que ofrecemos es ante todo nuestro reco-
fidelidad de Dios por su creación. Para Ireneo, no hay nocimiento que recuerda el acto generoso de Dios: la
oposición entre el mundo creado y la vida de eterni- vida ofrecida de su Hijo. Ofrecido «con alegría», este
dad en Dios. Por no haber sabido unir suficientemente reconocimiento nos hace entrar en la libertad de los
lo humano y lo divino, por miedo a confundirlos, la hijos de Dios. Ser hijo de Dios es esto: saber que somos
fe cristiana se ha empobrecido con una cierta forma lo que somos gracias a un don gratuito de Dios. Ire-
de pensamiento. M. Blondel reflexionaba sobre esto neo es particularmente sensible al paso del miedo de
cuando escribió: «Tememos confundirlos, pero hay la esclavitud a la confianza de hijo que caracteriza la
que temer no unirlos suficientemente… Ciertamente, nueva alianza. Por ello, este autor, que sin embargo es
cuando no se sabe unir bien, se teme confundirlos. Si bien consciente de la novedad ocurrida con Cristo, se
a menudo en nuestros días la vida de la humanidad se atreve a escribir: «había oblaciones allí, las hay también
aleja del cristianismo, es quizás porque con demasiada aquí; había sacrificios en el pueblo, también los hay
frecuencia se ha desarraigado al cristianismo de las vís- en la Iglesia. Sólo ha cambiado la especie: la ofrenda
ceras más profundas del hombre15». ya no la realizan esclavos, sino hombres libres». Para
En el siglo II en Lyon, elevando «la copa de sínte- Ireneo, hay una forma de ofrecer que «manifiesta la
sis», Ireneo sabía que practicaba este arte de unir, que marca distintiva de la libertad». Así, opone el diezmo
se denomina eucaristía. de la antigua alianza a lo que ofrecen «aquellos que
han recibido la libertad compartida»: «ponen todo lo
que tienen al uso del Señor, dando con alegría y gene-
rosidad bienes menores porque tienen la esperanza de
V Del miedo a la confianza bienes mayores…».
Si leemos atentamente este texto, acceder a la liber-
tad es entrar en la libertad de darlo todo. El «diezmo»
La eucaristía es una cuestión de gratitud. “Gracias” pro- todavía corresponde demasiado al don medido y cal-
viene del latín gratia, derivada de gratus (agradecido). culado. Sigue estando muy vinculado a la mentalidad
Cuando Justino describe las oraciones del que preside de esclavo. El que acoge la libertad que Dios le da,
es para decir que «da gracias tanto como puede». pasa al don total y sin cálculo. Celebrar la eucaristía es
Hay una ofrenda por parte del creyente, pero, reunirse con Cristo es su impulso de Hijo, imagen del
como dice Ireneo: “no es Dios quien necesita nuestros Padre pródigo. Es dejarse llevar por la danza del don.
dones, sino que somos nosotros los que necesitamos Nos unimos aquí a las perspectivas del evangelio de
Juan. Sabemos que en este evangelio, donde debería
15
Citado por Henri de Lubac, Teilhard Posthume, Fayard, p. 54.

18 19
estar el relato de la Última Cena, se encuentra el relato ristía es la «memoria» en el más profundo sentido de
del lavado de pies, seguido por las palabras de Jesús: la palabra en la Biblia: la curación dada por Cristo se
«Amaros los unos a los otros como yo os he amado». actualiza para nosotros. Como escribe Justino: «…Este
Juan no deja de hablar de la eucaristía, pero prefiere pan de acción de gracias es en memoria (anamnèsis) de
mostrar de dónde viene y qué produce: la libertad del la pasión que soportó por los hombres cuya alma está
Hijo de hacerse esclavo por amor, de darlo todo. Este purificada de toda perversidad y que Jesucristo nues-
impulso del Hijo, puede convertirse en el nuestro. Es tro Señor nos ha ordenado que hagamos para que al
así como hay que comprender las palabras «como yo mismo tiempo, demos gracias a Dios por haber creado
os he amado», que no indican únicamente un ejemplo el mundo, con todo lo que hay en él, para los hombres,
a seguir, sino una fuente en la que podemos beber, una y por habernos librado del mal…por Aquel que se ha
fuente depositada en aquel que acoge a Cristo en la convertido en Pasión según la voluntad de Dios17».
eucaristía. Anteriormente hemos escrito «creación sanada» en
Así, celebrar la eucaristía no es ser ingrato. «Deja- donde podríamos haber escrito «creación salvada». Sin
mos de ser estériles e ingratos; de a-charistoi, nos embargo, «sanada» tiene una ventaja. Hace compren-
transformamos en eu-charistoi; de ingratos, nos vol- der las consecuencias para el presente de lo que hizo
vemos generosos16». No obstante, lo que se celebra no Cristo, incluso si todo lo que realizó no se manifiesta
se limita evidentemente a la creación buena de Dios completamente en el presente.
que representan el pan y el vino. Esta creación buena Una vieja práctica eucarística que se encuentra en
es también una creación herida. Lo que se celebra en la Roma, Cartago y Alejandría muestra la consciencia que
eucaristía es también el hecho de que Dios no ha aban- tenían los primeros cristianos de estar ya salvados por
donado a su creación, que la ha sanado, que no le ha el bautismo y la eucaristía. El día de su primera comu-
dado la espalda, incluso cuando ésta ha sacado lo peor nión, que era el mismo que el del bautismo, el nuevo
de ella. Creación herida por el mal, por la muerte, por cristiano no recibía sólo el pan y el vino consagrados,
nuestras culpas, creación sanada, socorrida, no por un el cuerpo y la sangre de Cristo, sino también una copa
toque de varita mágica, sino por el don que Cristo ha llena de leche y de miel. Es como si se quisiera hacer
realizado dándose El mismo, por el compromiso total comprender así que el bautizado, comulgando con el
de Dios, particularmente en su Hijo. «…os han com- cuerpo del Resucitado, entraba ya en la tierra prome-
prado pagando…» escribe San Pablo (I Co 6, 20), para tida, la tierra donde fluye leche y miel.
que comprendamos hasta qué punto el mismo Dios
se ha implicado en nuestra liberación. Así, la Euca-
16 17
L.-M. Chauvet, Symbole et Sacrement, p. 319. Justin, Dialogue avec Tryphon, ch. 41, 1, p. 182-184

20 21
VI Comunión: un nombre merecido izquierda está sobre mi cabeza, y su derecha me abraza
(Ct 2, 6)19».
Esta es la fe de la Iglesia antigua. Es verdaderamente
Hemos llegado al momento de la comunión eucarís- el Resucitado el que se hace presente en la eucaristía.
tica. Justino señala de la forma más clara posible que Lo creen profundamente. Sin embargo, lo que inte-
no se trata de un alimento corriente: «No tomamos resa a los cristianos de la Iglesia antigua, a diferencia
este alimento como un pan y una bebida corrientes. de ciertos siglos de la Edad Media, no es tanto saber
De la misma forma que por virtud del Verbo de Dios, lo que ocurre con el pan y el vino, ni explicar cómo
Jesucristo nuestro salvador se hizo de carne y sangre se han convertido en el cuerpo y la sangre de Cristo,
para nuestra salvación (Jn 6, 54-57), así, el alimento sino lo que se produce en nosotros cuando recibimos
consagrado por la oración utilizando las palabras de su cuerpo20, cuando, alimentados con un mismo pan,
Cristo, este alimento que debe alimentar por asimila- nos convertimos todos juntos en una sola realidad:
ción nuestro cuerpo y nuestra sangre, es la carne y la el Cuerpo de Cristo. Con un realismo cuyo sentido
sangre de Jesús encarnado18». Para Justino, como para escapa a muchos cristianos de siglos venideros, los pri-
toda la Iglesia antigua, cuerpo y sangre significan la meros cristianos insisten en este punto. La eucaristía
persona del Resucitado, su presencia real y misteriosa. alimenta a todos, pero alimenta especialmente este
Gregorio de Nisa escribió un hermoso texto en el Cuerpo y le da unidad. Se comprende así por qué este
que se manifiesta la relación íntima que se profun- sacramento ha merecido el nombre de comunión. Nos
diza entre Cristo y cada uno de aquellos que lo reci- volvemos lo que recibimos. La Iglesia es el gran mila-
ben en la eucaristía. Toda comida compartida puede gro de la eucaristía (H. de Lubac).
ser un signo de amistad. Pero, Dios va más lejos aún. Veamos qué dice San Agustín en sus esfuerzos por
No quiere ser un simple comensal sentado a la misma hacer comprender a los nuevos cristianos que ellos
mesa. Gregorio de Nisa osa a escribir que ha querido son el Cuerpo de Cristo: «Es vuestro misterio el que
«mezclarse con nuestro propio cuerpo». Con razón, se se coloca en la mesa del Señor; recibís vuestro propio
ha remarcado la audacia de esta forma de expresarse.
Su aspecto nupcial no escapó a ciertos monjes. «Se
dice que los cartujos, tras haber comulgado, se insta- 19
Ghislain Lafont, Eucharistie, Cerf, 2001, p. 8-9.
lan en sus sillas del coro, el cuerpo inclinado, la cabeza 20
« Aprendamos la maravilla de este sacramento, el fin de su
sostenida por una mamo, como si en ese momento, institución, los efectos que produce. Nos convertimos en un solo
cuerpo, dice la Escritura, miembros de su carne y hueso de sus
se cumpliese para ellos la frase inspirada: «Su mano huesos. Es lo que hace el alimento que Él nos da: se une a nosotros,
para que seamos una sola cosa, como un cuerpo unido a la Cabeza».
Juan Crisóstomo, citado por H. de Lubac, Catholicisme, p. 65, 4ª
18
Justin Martyr, Obras Completas, « Bibliothèque » Migne, I Apologie 66, 1. edición, p. 65.

22 23
misterio. Respondéis Amen a la afirmación de lo que
sois. Y vuestra respuesta es como vuestra firma21».
No podemos añadir mucho más sobre este
aspecto. Si queremos vivir con la fe de los primeros
cristianos, tenemos que salir del individualismo.
Debemos volver a encontrar el sentido de la comu-
nidad. Un buen intérprete del pensamiento de San
Agustín sobre esta cuestión nos proporciona una
conclusión: «La eucaristía nunca será eucaristía
sino se hace cuerpo en el cuerpo de la Iglesia, y la
Iglesia nunca será Iglesia sino es eucaristía viva22».

21
Sermon 272, citado por Hamman, op. cit., p. 132.
22
L.-M. Chauvet, L’Église fait l’Eucharistie; L’Eucharistie fait l’Église,
en Catéchèse, dossier L’Eucharistie, no. 71, abril 1978, p. 178.

© Ateliers et Presses de Taizé, 71250 Taizé, France


DL 1083 — mars 2009 — ISBN 9782850402739
Achevé d’imprimer en mars 2009 imprimerie — AB. Doc, 71100 Chalon sur Saône

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