CAMAZANO, Joaquim Brage. La Acción de Inconstitucionalidad
CAMAZANO, Joaquim Brage. La Acción de Inconstitucionalidad
CAMAZANO, Joaquim Brage. La Acción de Inconstitucionalidad
La acción
de inconstitucionalidad
LA ACCIÓN
DE
INCONSTITUCIONALIDAD
ISBN 968-36-6784-8
A mi tío Mariano, cuyo recuerdo
y ejemplo permanecen
ÍNDICE
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Francisco FERNÁNDEZ SEGADO
Abreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Capítulo primero
LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD COMO NUEVA
COMPETENCIA DE LA SUPREMA CORTE: HACIA LA CONVERSIÓN DE LA
SUPREMA CORTE EN UN TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
285
286 ÍNDICE
Capítulo segundo
LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD COMO INSTITUTO
PROCESAL PARA EL CONTROL ABSTRACTO
DE LA CONSTITUCIONALIDAD
Capítulo tercero
LEGITIMACIÓN ACTIVA Y OBJETO DE LA ACCIÓN
DE INCONSTITUCIONALIDAD
Capítulo cuarto
LA CONSTITUCIÓN COMO PARÁMETRO DE CONTROL
Capítulo quinto
EL PROCESO DE LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
NOTA A LA REIMPRESIÓN
7
DR © 1998. Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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8 NOTA A LA REIMPRESIÓN
PRÓLOGO
9
DR © 1998. Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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10 FRANCISCO FERNÁNDEZ SEGADO
ABREVIATURAS
13
CAPÍTULO PRIMERO
1 Sobre la historia del Poder Judicial en México, entre una literatura relativamente abundante,
puede consultarse con provecho el valioso ensayo de Soberanes Fernández, José Luis, El Poder
Judicial Federal en el siglo XIX (Notas para su estudio), México, UNAM, 1992 y, ya para este
siglo, el capítulo III (“ Reflexiones con motivo del sesquicentenario de la Suprema Corte de Justicia” )
de la conocida obra de Carrillo Flores, Antonio, La Constitución, la Suprema Corte y los derechos
humanos, México, Porrúa, 1981, especialmente pp. 121 y ss. Y, por último, más recientemente,
Flores Medina, Rubén Jaime, “ Estado democrático de derecho y reforma del Poder Judicial” , Revista
Jurídica Jalisciense, Departamento de Estudios e Investigaciones de la Universidad de Guadalajara,
año 5, núm. 1, enero-abril de 1995, pp. 77 y ss.
2 Aunque en el Dictamen de las Comisiones Unidas de Gobernación y Puntos Constitucionales
de las Cámaras de Diputados y de Senadores se decía que se habían recibido propuestas de juristas,
15
16 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
litigantes, académicos, etcétera, el diputado perredista señor Jesús Zambrano juzgó tal afirmación
como un conjunto de “ falacias” , además de señalar que la mayor parte de las personas realmente
consultadas estimaban que la reforma era insuficiente, concluyendo: “ esta reforma que modifica
casi el 25% de los artículos que componen nuestra Carta Magna, es decir, 26 de 136, y que significan
127 adiciones y cambios al texto vigente de la Constitución, ameritaban, a nuestro juicio, junto con
otras que quizá había que discutir, ampliar el debate más allá de esta Cámara de Diputados, pero
ampliarlo en verdad, ampliarlo en serio” . Diario de Debates de la Cámara de Diputados, sesión
del 21 de diciembre de 1994, p. 2303. Las citas que hago de los debates las tomo del artículo de
José Barragán Barragán dedicado precisamente a su análisis: “ La novísima reforma de la Suprema
Corte de Justicia mexicana” , (parte final) Revista Jurídica Jalisciense, Departamento de Estudios
e Investigaciones de la Universidad de Guadalajara, año 5, núm. 3, septiembre-diciembre de 1995.
3 García Ramírez, Sergio, “ La reforma constitucional del Poder Judicial en México (1994-
1995)” , artículo perteneciente a un libro en prensa (Poder Judicial y Ministerio Público, México,
UNAM, 1997). Una opinión no exactamente coincidente puede verse en Valencia Carmona, Salva-
dor, Derecho constitucional mexicano a fin de siglo, México, Porrúa, 1996, p. 411.
4 Diario de Debates de la Cámara de Diputados, sesión del 21 de diciembre de 1994, p. 2281.
18 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
20 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
22 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
24 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
26 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
B. Estatuto constitucional
28 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
27 Con todo, y sin perjuicio de reconocer la perfeccionabilidad del sistema vigente, el acierto
en la elección depende de factores que muy difícilmente pueden contemplarse en ninguna fórmula
sacramental. Lo que desde luego es claro es que en el acierto, mayor o menor, en el nombramiento,
la Suprema Corte se juega, literalmente, su suerte. Lleva, por ello, razón Carpizo al señalar que
“ el éxito de la presente reforma al Poder Judicial Federal está en manos de los nuevos once ministros
[...] que realmente cumplan con su papel de jueces constitucionales, que estén siempre impregnados
de una ciencia, una técnica y una mística: el derecho constitucional”. Y no en otro sentido ha de entenderse
la observación de Fix-Fierro de que “el éxito o fracaso último de la reforma depende en buena medida de
las instituciones encargadas de llevarla adelante, de su credibilidad ante una sociedad que debe ser
capaz de comprender y acompañar los cambios que demanda su funcionamiento” . Carpizo, Jorge,
“ Reformas constitucionales...” , cit., p. 810; Fix-Fierro, Héctor, “ La defensa de la constitucionali-
dad...” , cit., p. 57.
28 Con excepción de los primeros ministros designados tras la reforma pues para ellos se prevé
un régimen especial de renovación escalonada: seis de ellos serán renovados, de dos en dos, en los
años 2003, 2006, 2009 y 2012 y los tres últimos se renovarán en el año 2015, en todos los casos
el día primero de noviembre. Ello persigue la finalidad de que “ la Suprema Corte se actualice y
su función se legitime periódicamente, al substituirse de manera escalonada y así tampoco coincidir
con los cambios del Poder Ejecutivo y del Legislativo” . Díaz de León de López, Elvia, “ Breves
reflexiones respecto al decreto que reforma diversos artículos de la Constitución y transforma al
Poder Judicial Federal” , Ars Iuris, México, núm. 13, 1995, monográfico sobre la reforma constitu-
cional al Poder Judicial, p. 60.
30 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
C. Monopolio de lo contencioso-constitucional
29 Bachof, Otto, “ Nuevas reflexiones sobre la jurisdicción constitucional entre derecho y po-
lítica” (trad. de León Cortiñas-Peláez), Boletín Mexicano de Derecho Comparado, nueva serie, año
XIX, núm. 57, septiembre-diciembre de 1986, p. 851; en la misma línea, Lanpried, Christine, “ The
judicialization of politics in Germany” , International Political Science Review, vol. 15, núm. 2,
1994, pp. 118-119.
30 Favoreu, Louis, Los tribunales constitucionales, cit., p. 28.
31 El artículo 10 LOPJF establece la competencia del Pleno de la Suprema Corte para conocer,
en lo que ahora más interesa: “ II. Del recurso de revisión contra sentencias pronunciadas en la
audiencia constitucional por los jueces de distrito o los tribunales unitarios de circuito, en los si-
guientes casos: a) cuando subsista en el recurso el problema de constitucionalidad de normas ge-
nerales [(leyes federales, locales del Distrito Federal o tratados internacionales) ...]; III. Del recurso
de revisión contra sentencias que en amparo directo pronuncien los tribunales colegiados de circuito,
cuando habiéndose impugnado la inconstitucionalidad de una ley federal, local, del Distrito Federal
o de un Tratado internacional, o cuando en los conceptos de violación se haya planteado la inter-
pretación directa de un precepto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, dichas
sentencias decidan u omitan decidir sobre tales materias, debiendo limitarse en estos casos la materia
del recurso a la decisión de las cuestiones propiamente constitucionales” .
32 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
en cuanto tales poco idóneos para una tarea que va más allá de la mera
técnica de interpretación-aplicación de la ley, involucrando en cambio una
valoración de la ley misma a la luz de normas que con frecuencia e ine-
vitablemente son vagas y se basan sobre principios y valores cuya apli-
cación requiere un fuerte empeño creativo; por esto se ha considerado opor-
tuno confiar esta nueva tarea a jueces diversos de los ordinarios “de carrera” .38
ad hoc como legislador negativo, sino también por otras razones no me-
nos obvias, como “la insuficiente cualificación técnica, y hasta política, de
los jueces de carrera para ejercer con eficacia esta función”,39 por cuanto
que
34 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
36 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
49 Es el caso también del Tribunal Constitucional español, opción constituyente con la que
algún sector doctrinal se ha mostrado crítico, entendiendo que debería habérsele incluido en el Poder
Judicial, como en Alemania. En este sentido, el valioso trabajo de Aparicio, Miguel Ángel, “ La
posibilidad de relaciones conflictuales entre la jurisdicción constitucional y la jurisdicción ordinaria
(sistema político y jurisdicción)” , Anuari de Dret Politic, Universitat de Barcelona, 1983, p. 203.
Pero, como subraya Tomás y Valiente, esa separación orgánica entre Tribunal Constitucional y
Poder Judicial que existe en la Constitución española fue una “ opción sin duda legítima, pero no
necesaria” para considerar a dicho órgano un Tribunal Constitucional. Tomás y Valiente, Francisco,
“ Los jueces y la Constitución” , en Escritos sobre y desde el Tribunal Constitucional, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales, 1993, p. 86.
50 Términos semejantes, por cierto, al artículo 94 de la Constitución mexicana: “ Se deposita
el ejercicio del Poder Judicial de la Federación en una Suprema Corte de Justicia...”
51 Sobre este tema puede verse, entre una amplia bibliografía, Leibholz, Gerhard, “ Der Status des
Bundesverfassungsgerichts” , en el colectivo Das Bundesverfassungsgericht 1951-1971, C.F. Müller,
Karlsruhe, 1971, pp. 31 ss; Häußler, Richard, Der Konflikt zwischen Bundesverfassungsgericht und
politischer Führung. Ein Beitrag zur Geschichte und Rechtsstellung des Bundesverfassungsgerichts,
Berlín, Duncker und Humblot, 1994, pp. 22 y ss. y 234 y ss.
52 Sobre este juez, puede verse un artículo de Ritterspach, quien fue compañero de Höpker
durante los cuatro años (1951-1954) que estuvo en el tribunal, si bien él permaneció en el mismo
hasta 1975. Ritterspach, Theo, “ Hermann Höpker Aschoff: der erste Präsident des Bundesverfas-
sungsgerichts (1883-1954)” , Jahrbuch des öffenlichen Rechts, t. 32, 1983, pp. 55 y ss.
53 El texto de este informe (“ Bericht an das Plenum des Bundesverfassungsgerichts zur ‘Status
Frage’” , de 21 de marzo de 1952), puede consultarse en Jahrbuchs des öffenlichen Rechts, 6, 1957,
pp. 120 y ss.
38 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
40 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
tucional, sino que son más bien residuo de su antigua naturaleza de ór-
gano de control de la legalidad o de casación.60 Si se quiere, no se trata
más que de un requisito referido a la competencia del tribunal, si bien
no desde una perspectiva positiva (asuntos constitucionales), sino más
bien desde una perspectiva negativa: que el tribunal no tenga atribuidas
competencias que se refieren a la mera legalidad ordinaria, y no, por
tanto, a la constitucionalidad. Creo que éste es el único sentido en que
puede admitirse hoy como requisito de un tribunal constitucional la “ se-
paración de la jurisdicción ordinaria” y entiendo además que a este requi-
sito, incluso así materialmente entendido, no puede dársele un sentido
absoluto, y ello, aparte ya de la dificultad de diferenciar en ocasiones lo
constitucional de lo legal, por un doble orden de motivos:
En primer lugar, porque prácticamente todos los tribunales constitu-
cionales tienen una o varias competencias que no son, stricto sensu, de
relevancia constitucional, pero que —por razones diversas, que pueden
variar en cada país— se ha considerado oportuno atribuir al Tribunal
Constitucional.
En segundo lugar, porque hay determinadas competencias de los tri-
bunales constitucionales cuya naturaleza constitucional es indiscutible (y
pienso sobre todo en la cuestión de inconstitucionalidad y el recurso de
amparo o instrumentos análogos), pero cuya praxis puede, en cambio,
llevar en ciertas ocasiones a que el tribunal constitucional acabe cono-
ciendo de asuntos de mera legalidad y no de constitucionalidad, debido
—entre otras razones— al siempre complicado deslinde entre “ lo cons-
titucional” y “ lo meramente legal” , así como a la falibilidad ligada a
60 En este sentido Carpizo señala que la Suprema Corte se centrará en adelante “ casi exclusi-
vamente” en cuestiones de interpretación constitucional, si bien para reforzar esa naturaleza de
Tribunal Constitucional será preciso que se le supriman como facultades: “ a) todo lo relacionado
con dirimir competencias entre los diversos tribunales de México [...]; b) la resolución de tesis
contradictorias de los tribunales colegiados de circuito, que hoy le atribuye la fracción XIII del
artículo 107 de la Constitución” . Jorge Carpizo, “ Reformas constitucionales...” , cit., p. 810.
A ello podrían añadirse, a mi juicio, algunas competencias más establecidas por la Ley Orgánica
del Poder Judicial, así como una reforma de la facultad de atracción contemplada en el artículo
105, III de la Constitución en el sentido de exigir claramente que se trate de asuntos de relevancia
constitucional y, por último, suprimir la remisión a la ley del artículo 94 de la Constitución respecto
de las competencias de la Suprema Corte, pues éstas deben estar constitucionalmente tasadas. Na-
turalmente, que antes o después habrá que dar a la actual Suprema Corte un nombre más acorde
con su verdadera naturaleza: Tribunal o Corte Constitucional (o de la constitucionalidad) o algo
semejante. Y con toda probabilidad habrá que instaurar también una verdadera Corte Suprema (que
podría bien ser una Sala Superior de los tribunales colegiados de circuito), que unifique la juris-
prudencia de estos últimos en la interpretación de la legalidad.
42 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
toda tarea humana, tanto más cuanto más compleja sea ésta.61 Como nos
dice Schneider, ello puede conducir a que el tribunal constitucional fun-
cione, en determinadas ocasiones, como “ una no prevista ‘cuarta instan-
cia’, una suerte de tribunal de casación” .62
Por ello, el requisito de separación de la jurisdicción ordinaria no
puede entenderse en un sentido absoluto, sino que para comprender su
alcance exacto es preciso distinguir, junto a las competencias estricta-
mente jurídico-constitucionales, otros tres tipos de competencias:
a) Las competencias que no vienen referidas en sentido estricto a lo
contencioso-constitucional, pero cuya atribución al tribunal constitucio-
nal puede justificarse en atención a circunstancias especiales y a su pro-
fundo significado político. Ya Kelsen señaló que “ quizá sea oportuno,
si se da el caso, hacer también del Tribunal constitucional un Alto Tri-
bunal de justicia, encargado de juzgar a los ministros que sean objeto
de acusación; un Tribunal central de conflictos, o atribuirle otras com-
petencias a fin de ahorrarse la institución de jurisdicciones especiales” .63
Aquí pueden ser englobadas sin problema las competencias de la Supre-
ma Corte contempladas en el artículo 97 de la Constitución o las con-
templadas en el artículo 10.X.64
61 Sobre esta problemática, puede verse el reciente y jugoso artículo de Oliver Araujo, Joan,
“ Las relaciones entre el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional” , en Antoni Monreal (ed.), La
división de poderes: el poder judicial, Barcelona, Institut de Ciències Polítiques i Socials-Universitat
de LLeida, 1996, pp. 43 y ss.
62 Para evitarlo, es precisa una cuidada delimitación de las respectivas competencias de control
entre las jurisdicciones ordinaria y constitucional, por más que ello pueda asemejarse a la cuadratura
del círculo. Schneider, Johann-Peter, “ Derechos fundamentales y jurisdicción ordinaria” , en López
Pina, Antonio (dir.), La garantía constitucional de los derechos fundamentales. Alemania, España,
Francia e Italia, Madrid, Civitas-Universidad Complutense, 1991, pp. 141-142. También habla de
“ cuarta instancia” y de “ instancia de superrevisión” (superrevisioninstanz), R. Marcic, “ Die Deu-
tung der Natur des Verfassungsgerichts” , en Verfassung und Verfassungsgericht, Viena, 1963, p.
207, cit. por Schneider, Hans Peter, “ Jurisdicción constitucional y separación de poderes” , traduc-
ción de Joaquín Abellán, Revista Española de Derecho Constitucional, año 2, núm. 5, mayo-agosto
de 1982, p. 38, nota 16.
63 Cit. por Favoreu, Louis, Los tribunales constitucionales, cit., p. 29.
64 Artículo 97 de la Constitución: “ [...] La Suprema Corte de Justicia de la Nación podrá
nombrar alguno o algunos de sus miembros o algún juez de distrito o magistrado de circuito, o
designar uno o varios comisionados especiales, cuando así lo juzgue conveniente o lo pidiere
el Ejecutivo Federal o alguna de las Cámaras del Congreso de la Unión, o el Gobernador de
algún Estado, únicamente para que averigüe algún hecho o hechos que constituyan una grave
violación de alguna garantía individual. También podrá solicitar al Consejo de la Judicatura
Federal, que averigüe la conducta de algún Juez o Magistrado Federal. La Suprema Corte de
Justicia está facultada para practicar de oficio la averiguación de algún hecho o hechos que cons-
tituyan la violación del voto público, pero sólo en los casos en que a su juicio pudiera ponerse en
duda la legalidad de todo el proceso de elección de alguno de los Poderes de la Unión. Los
resultados de la investigación se harán llegar oportunamente a los órganos competentes [...]” Ar-
tículo 10, X de la Constitución: “ Corresponde al Pleno de la Suprema Corte conocer: De los juicios
de anulación de la declaratoria de exclusión de los Estados del Sistema Nacional de Coordinación
Fiscal, y de los juicios sobre cumplimiento de los convenios de coordinación celebrados por el
Gobierno Federal con los Gobiernos de los Estados o el Distrito Federal, de acuerdo con lo esta-
blecido por la Ley de Coordinación Fiscal, en términos de los dispuesto por la Ley Reglamentaria
del artículo 105 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en lo que hace a las
controversias constitucionales” .
44 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
46 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
sus salas, en los términos del artículo 99, párrafo segundo, de la misma
ley (artículos 10.IV y 21.IV LOPJF).
b) Del recurso de revisión en amparo contra sentencias pronunciadas
en la audiencia constitucional por los jueces de distrito o tribunales uni-
tarios de circuito, cuando se ejercite la facultad de atracción contenida
en el segundo párrafo del inciso b) de la fracción VIII del artículo 107
de la Constitución, para conocer de un amparo en revisión que por su
interés y trascendencia así lo amerite (artículos 10.II.b y 21.II.b LOPJF).
67 En Estados Unidos, en torno al 95 por ciento de los asuntos quedan sometidos a la compe-
tencia exclusiva de los tribunales estatales. Márquez Piñero, Rafael, El sistema jurídico de los Estados
Unidos de América, Cuadernos Constitucionales México-Centroamérica, núm. 13, Centro de Estu-
dios Constitucionales México-Centroamérica/Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México/ Corte de Constitucionalidad de Guatemala/ Procuraduría de Dere-
chos Humanos de Guatemala, México, 1994. Y aunque el Tribunal Supremo sigue resolviendo sólo
en torno a ciento cincuenta asuntos al año, la sobrecarga que experimenta obliga a los magistrados
a dedicar una parte muy importante de su tiempo a la selección de los asuntos que han de ser
decididos, aparte de que hay “ocasiones en que la falta de revisión de un caso deja en pie serios
conflictos entre las decisiones de los tribunales de apelaciones” lo que ha conducido a que se hayan
hecho diversas propuestas tendentes a reducir la carga del tribunal: “ todas ellas sugieren la interposición
de otro tribunal entre la Corte Suprema y los tribunales inferiores” ¡en un país donde la mayor
parte de los asuntos se inician y terminan en los propios tribunales locales! Denenberg, R.V., Para
entender la política de los Estados Unidos de América (trad. de Margarita Montero de Gesundheit),
México, Gernika, 1981, p. 103.
68 Fix-Fierro, Héctor, “ La reforma judicial de 1994 y las acciones de inconstitucionalidad” ,
Ars Iuris, México, núm. 13, 1995, pp. 125-126.
Aunque originariamente se estableció en México un sistema de doble jurisdicción, federal y local,
que funcionaba separadamente, el sistema terminó finalmente en un Poder Judicial unitario, por
cuanto todos los asuntos que se inician en los tribunales locales se llevan, o pueden al menos
llevarse, ante los tribunales de la Federación por medio del amparo, al margen de que esté o no
en cuestión la legalidad federal, con lo cual los tribunales federales acaban no sólo conociendo de
cuestiones relativas a la legalidad de entidades federativas sino también, y sobre todo, constituyén-
dose en la realidad como superiores jerárquicos de los tribunales locales.
69 Aparte ya de que, como dice Fix-Fierro, la acción de inconstitucionalidad en particular se
ha topado “ con cierta incomprensión [a veces, en el sentido más literal], incluso en círculos aca-
démicos” . Fix-Fierro, Héctor, “ La defensa de la constitucionalidad ...” , p. 53.
70 Si la iniciativa se refiere a la necesidad de “ consolidar a la Suprema Corte como tribunal
de constitucionalidad” , el dictamen aprobado por el Pleno del Senado, en su capítulo “ De la va-
loración de la iniciativa” , sostiene, contundentemente, que “ la reforma pretende consolidar de ma-
nera definitiva el propósito histórico de hacer de nuestra Suprema Corte un verdadero Tribunal
Constitucional” .
48 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
71 Fix-Zamudio, Héctor, José Ramón Cossío Díaz y Jorge Carpizo, “ La jurisdicción constitu-
cional en México” , cit., p. 762.
72 Fix-Fierro, Héctor, “ La reforma judicial de 1994 y...” , cit., p. 126, nota 36; Carpizo, Jorge,
“ Reformas constitucionales al Poder Judicial...” , cit., pp. 810-811; Soberanes Fernández, José Luis,
“ Nueva Justicia constitucional...” , cit., p. 23.
73 Fix-Fierro, Héctor, “ La defensa de la constitucionalidad...” , cit., pp. 56-57.
74 Soberanes Fernández, José Luis, “ Nueva justicia constitucional...” , cit., pp. 23 y 19.
CAPÍTULO SEGUNDO
51
52 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
78 “ La primera característica del poder judicial, entre todos los pueblos, es la de servir de
árbitro. Para que tenga lugar la actuación de los tribunales, es indispensable que haya litigio. Para
que haya juez es necesaria la existencia de un proceso. En tanto que una ley no dé lugar a una
demanda, el poder judicial no tiene ocasión de ocuparse de ella [...] Cuando se pronuncia sobre una ley
sin partir de un litigio, se sale completamente de su círculo para invadir el del poder legislativo”
(cursiva mía). Tocqueville, Alexis de, La democracia en América, México, FCE, 1995, p. 106.
79 “ Los norteamericanos han reconocido a los jueces el derecho de fundamentar sus decisiones
sobre la Constitución más bien que sobre las leyes. En otros términos, les han permitido no aplicar
las leyes que les parezcan inconstitucionales [...] En los Estados Unidos, la Constitución está sobre
los legisladores como lo está sobre los simples ciudadanos. Es la primera de las leyes y no puede
ser modificada por una ley; es, pues, justo que los tribunales obedezcan a la Constitución preferen-
temente a todas las leyes. Esto deriva de la esencia misma del poder judicial: escoger entre las
disposiciones legales aquellas que lo atan más estrechamente es, en cierto modo, el derecho natural
del magistrado [...] Cuando se invoca ante los Tribunales de los Estados Unidos una ley que el
juez estime contraria a la Constitución, puede rehusar aplicarla. Ése es el único poder privativo del
magistrado norteamericano y una gran influencia política dimana de él” (cursiva mía). Tocqueville,
Alexis de, La democracia en América, cit., pp. 107-108.
80 “ La segunda característica del poder judicial es la de pronunciarse sobre casos particulares
y no sobre principios generales [...] Pero si el juez ataca directamente el principio general y lo
destruye sin tener en cuenta un caso particular, sale de la esfera en la que todos los pueblos están
de acuerdo en mantenerlo. Se transforma en algo más importante todavía, y más útil quizá que un
magistrado, pero cesa de representar al poder judicial” . Tocqueville, Alexis de, La democracia en
América, cit., p. 107.
81 Como con todo acierto dice Cascajo Castro, “ ocurre, sin embargo, en la práctica, que la
citada distinción de sistemas pierde el rigor doctrinal con que suele ser trazada. Modelos actuales
de justicia constitucional demuestran la posibilidad de superar distinciones entre aspectos subjetivos,
modales y funcionales que se consideraban conceptualmente diversos” . Cascajo Castro, José Luis
y Vicente Gimeno Sendra, El recurso de amparo, Madrid, Tecnos, 1985, p. 21. También García
Belaunde pone de relieve la existencia, junto al modelo concentrado y el difuso, de otros modelos
derivados, que “ tienen, si se quiere, un menor valor creativo pero responden a las necesidades de
los pueblos y así se han consagrado en diversos ordenamientos positivos” y dentro de los derivados
distingue, a su vez, entre los mixtos y los duales o paralelos. García Belaúnde, Domingo, “ La
acción de inconstitucionalidad en el derecho comparado” , Revista de la Facultad de Derecho, Mé-
xico, UNAM, núms. 181-182, t. XLII, enero-abril, 1992, p. 64. Esta última distinción ha sido acogida
por otros autores, como Gerardo Eto Cruz, Breve introducción al derecho procesal constitucional,
Trujillo (Perú), Ediciones “ Derecho y sociedad” , 1992, pp. 22 y ss.
82 Tomás y Valiente, Francisco, “ El Tribunal Constitucional español como órgano constitucio-
nal del Estado: competencias, riesgos y experiencias” , en su libro recopilatorio Escritos sobre y
desde el Tribunal Constitucional, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1993, p. 53.
54 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
84 Este efecto del stare decisis ha sido precisamente lo que ha permitido al Tribunal Supremo
de Estados Unidos desempeñar un papel tan relevante en el ámbito político, a juicio de Biscaretti.
Biscaretti di Ruffìa, Paolo, Introduzione al Diritto Costituzionale Comparato. Le “forme di Stato”
e le “forme di governo”. Le Costituzione moderne, Milano, Giuffré, 1988, p. 714.
85 Un estudio de estas técnicas puede verse en Allan R. Brewer-Carías, “ la jurisdicción cons-
titucional en América Latina” , en Fernández Segado, Francisco y García Belaunde, Domingo, La
jurisdicción constitucional..., cit., pp. 131-58.
56 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
87 En efecto, conforme a la LOPJF, los jueces de distrito de amparo —sea en materia penal
(artículo 51.III), administrativa (52.III), civil (artículo 54.III) o laboral (artículo 55.III)— “ conocerán
[...] de los juicios de amparo que se promuevan contra leyes y demás disposiciones de observancia
general” en la materia de su competencia (civil, penal, administrativa o laboral), “ en los términos
de la Ley de Amparo” .
88 Precisamente en esta competencia tradicional de los jueces y tribunales federales (no de los
estatales) mexicanos, ve Grant una semejanza entre el sistema mexicano y el americano, subrayando
cómo “ las cortes de ambos países no deciden directamente sobre la validez de las leyes y no anulan
las que encuentran ser inconstitucionales. Por el contrario, la sentencia es obligatoria sólo para las
partes interesadas en el caso. La ley misma permanece en las compilaciones de leyes, y puede servir
de base, o ser mantenida en vigor contra otros, a menos que su validez haya sido puesta en litigio
otra vez” . Clifford Grant, James Allan , El control jurisdiccional de la constitucionalidad de las
leyes. Una contribución de las Américas a la ciencia política, México, UNAM, 1963, p. 62. Kelsen
interpreta esta inaplicabilidad por todos los jueces (norteamericanos) de las leyes inconstitucionales
en los siguientes términos: “ El hecho de que el órgano que aplica las leyes declare que una norma
general es inconstitucional y no la aplique en un caso dado, significa que este órgano está autorizado
a invalidar la norma general en un caso concreto, pues la norma como tal —la ley, el reglamento—
conserva su validez y puede, por tanto, ser aplicada en otros casos” . Kelsen, Hans, “ El control de
constitucionalidad...” , cit., p. 217.
89 Konrad Hesse, Grundzüge...., cit., p. 267.
90 Ello es lo que lleva precisamente al profesor Fernández Segado, en España, a sostener que
“ no se trata, desde luego, de un monopolio riguroso” . Fernández Segado, Francisco, “ La jurisdicción
constitucional...” , cit., p. 76.
91 En realidad en México habría que distinguir entre: a) el control concreto de la constituciona-
lidad: no hay monopolio, ni de examen ni de rechazo, de la Suprema Corte, sino que es una competencia
58 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
que sus efectos generales hacen que una eventual sentencia estimatoria
de la inconstitucionalidad de la disposición legal equivalga a la derogación
pura y simple de la misma, y sus efectos no se limiten, por consiguiente,
a un proceso concreto.95
Digamos que entre uno y otro sistema de control de la constituciona-
lidad no sólo hay esas importantes diferencias estructurales, sino que
además, y precisamente como lógica consecuencia de esa diversa arti-
culación estructural del proceso, uno y otro sistema de control parece
que han de jugar papeles bien diversos. Sin perjuicio de que puedan
darse ciertos casos en que no sea así, todo parece indicar que, en prin-
cipio, el control abstracto por medio de la acción de inconstitucionalidad
ha de desembocar en un control de la constitucionalidad cualitativamente
superior, por decirlo de alguna manera, al control incidental realizado por
todos los jueces federales y, en último término, por la propia Suprema Corte.
Entiéndase esto en el sentido de que la acción de inconstitucionalidad
sólo va a ser ejercitada (por alguno de los escasos órganos políticos
legitimados) en aquellas hipótesis más graves de inconstitucionalidad, y
más polémicas también en términos políticos, lo cual es una experiencia
general en el derecho comparado96 y se deriva de la estructuración misma
del proceso.
El control incidental, por el contrario, seguirá siendo sin ningún género
de dudas la vía más utilizada y probablemente también la que lleve en
mayor número de ocasiones a la Suprema Corte a declarar inconstitu-
cionales determinados preceptos legales, aunque se tratará por lo general
de supuestos menos controvertidos políticamente, pero que permitirán en
cualquier caso al órgano de la constitucionalidad desarrollar con mayor
eficacia y tranquilidad su función de depuración del ordenamiento y ade-
cuación del texto constitucional a la cambiante realidad política y social.
Sobre la acción de inconstitucionalidad centraremos en adelante nues-
tras reflexiones, en cuanto que constituye el objeto de la presente inves-
95 No puede ignorarse, sin embargo, que las actuales Cortes Constitucionales —y esto es apli-
cable también, en principio, a la Suprema Corte mexicana como juez de la Constitución— disponen
de un auténtico arsenal de mecanismos mucho más sutiles, pero no menos eficaces para su tarea
última —la defensa de la Constitución— que la declaración de inconstitucionalidad, complejo tema
éste en el que nos detendremos más adelante.
96 Simon, Helmut, “ La jurisdicción constitucional” , traducción de Macarena von Carsten y
José Miguel Jiménez, en el colectivo Benda, Maihofer, Vogel, Hesse, Heyde, Manual de Derecho
Constitucional, edición [y revisión de las traducciones] de Antonio López Pina, Madrid, Instituto
Vasco de Administración Pública-Marcial Pons, 1996, p. 836; Häberle, Peter, “ El recurso de am-
paro” , cit., p. 276.
60 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
98 Sobre los motivos que hacían en Europa al sistema difuso no sólo poco aconsejable sino
también de escasas posibilidades de éxito, entre una vastísima bibliografía puede verse Cappelletti,
Mauro, “ Análisis estructural-comparativo de los modernos métodos de control jurisdiccional de
constitucionalidad de las leyes bajo el perfil subjetivo” , en su libro recopilatorio La Justicia Cons-
titucional (Estudios de Derecho Comparado), México, UNAM, 1987, pp. 68 y ss. Y sobre la vigencia
todavía hoy, si bien con menor intensidad, de esos motivos, id., “ Justicia constitucional suprana-
cional (El control judicial de las leyes y la jurisdicción de las libertades a nivel internacional)” , en
su libro recopilatorio La justicia constitucional..., cit., pp. 222 y ss.
99 Walter, Robert y Heinz Mayer, Grundriβ des österreichischen Bundesverfassungsrechts, Vie-
na, Manzsche, 1980, p. 20.
100 Ayala Corao, Carlos M., “ La jurisdicción constitucional en Venezuela” , Anuario Iberoame-
ricano de Justicia Constitucional, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, p. 381.
101 Ortiz, Julio César, “ El sistema de control constitucional en Colombia” , Boletín Mexicano
de Derecho Comparado, año XXIV, núm. 71, mayo-agosto de 1991, pp. 489 y ss. “ Por esto, dentro
de la tradición de nuestros juristas, resulta extraño que el único vocero de la ciencia política y del
Derecho que predica en Europa la necesidad de establecer el control concentrado o austriaco como
válido para toda América Latina, el ilustre procesalista Mauro Cappelletti, no se haya percatado de
que el sistema que él propone surgió como modelo apenas secundario o derivado más de un siglo
después de que en nuestro medio se haya implantado el sistema americano y después de la conso-
lidación del arraigado sistema de Colombia” (p. 490).
102 Cfr. Cruz Villalón, Pedro, La formación del sistema europeo de control de la constitucionalidad
(1918-1939), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1987, p. 116 y la doctrina allí citada.
103 Limitación ésta que afectaba también, por cierto, al staatsrechtliche Beschwerde o recours
de Droit public suizo, que se aplica sólo frente a leyes cantonales.
62 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
104Cruz Villalón, Pedro, La formación del sistema europeo..., cit., pp. 286-287, nota 96.
105Ya en 1931 Kelsen reprochaba a Schmitt que no descendiese de las alturas de su abstracción
y pasase así por alto “ el hecho de que existe un Estado —a saber, Austria— en el que desde hace
más de un decenio funciona un control de constitucionalidad central perfectamente estructurado” .
Kelsen, Hans, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución?, traducción y notas de Roberto J.
Brie, Madrid, Tecnos, 1995, p. 31.
106 Cruz Villalón, Pedro, “ El control de constitucionalidad...” , cit., p. 118.
107 Enelhardt, Dieter, “ Das richterliche Prüfungsrecht im modernen Verfassungsstaat” , Jahrbuch
des öffenlichen Rechts der Gegenwart, núm. 8, 1959, p. 118. Junto a esto, ya el propio jurista
mexicano Reyes subrayaba cómo “ ella [la teoría de Kelsen] inspiró leyes provisionales de Austria
anteriores a la Constitución checoslovaca; por eso, aun cuando ésta sea en unos meses anterior a
la austriaca, el sistema se llama fundadamente ‘austriaco’” . Reyes, Rodolfo, La Defensa de la
Constitución, Madrid, Espasa-Calpe, 1934, p. 46. Otokar Flanderka, por su parte, concluye el estudio
histórico de los antecedentes del tribunal constitucional en su tesis doctoral leída en 1926 (Le controle
de la constitutionnalité des lois en Tchecolovaquie, Université de Paris, 1926, p. 34) del siguiente
modo: “ Quosqu’il en soit, il est vraisemblable que l’exemple de la nouvele République autrichienne
joint aux souvenirs laissés par les ordenances impériales de l’ancienne monarchie, soit à l’origine
de la création para les constituants tchécoslovaques d’un Tribunal Constitutionnel” .
108 Seguimos a Cruz Villalón, Pedro, La formación del sistema europeo..., cit., pp. 249-250.
64 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
109 Giovannelli, Adriano, Dottrina pura e teoria della Costituzione in Kelsen, Milano, Giuffrè,
1983, especialmente pp. 236-313 (“Verfassungsgerichtbarkeit kelseniana e Corte Costituzionale” ).
110 García de Enterría, Eduardo, “ La posición jurídica del Tribunal Constitucional en el sistema
español: posibilidades y perspectivas” , Revista Española de Derecho Constitucional, vol. 1, núm.
1, enero-abril de 1981, p. 43.
111 No obstante, véase Hans Kelsen, ¿Quién debe ser el defensor..., cit., pp. 24 y ss.
112 Kelsen, Hans, “ La garanzia giurisdizionale della Costituzione” , en el libro recopilatorio Hans
Kelsen, La Giustizia Costituzionale, traducción de Carmelo Geraci y prólogo de Antonio La Pergola,
Milano, Giuffrè, 1981, p. 174; id., ¿Quién debe ser el defensor..., cit., p. 37. Como nos dice Gomes
Canotilho, en la concepción kelseniana, el control de constitucionalidad no es propiamente una
fiscalización judicial, sino una función constitucional autónoma que tendencialmente se puede ca-
racterizar como función de legislación negativa, y ello incluso una vez que se reconoce a ciertos
órganos jurisdiccionales la facultad de plantear al Tribunal Constitucional la constitucionalidad de
cualquier ley, pues, incluso en tales casos, el Tribunal no conoce de ningún caso concreto (que
queda reservado a la apreciación del tribunal a quo) ni desenvuelve tampoco ninguna actividad
judicial. Gomes Canotilho, José Joaquim, Direito Constitucional, Almedina, Coimbra, 1993, p. 965.
113 Kelsen, Hans, “ La garanzia giurisdizionale...” , cit., p. 173.
114 Ibidem. Considera por ello “ carente de importancia” determinar si el Tribunal Constitucional
puede ser verdaderamente un tribunal (p. 174).
66 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
115Ibidem.
116Idem, p. 196.
117Como dice García de Enterría, en la concepción de Kelsen “ el Tribunal Constitucional no
será propiamente un órgano jurisdiccional, una expresión del poder judicial, puesto que no aplica
normas previas a hechos concretos, sino en cuanto que limita su función a declarar si una ley es
o no compatible con la Constitución y a eliminar a las no compatibles, es un órgano legislativo,
un órgano que abroga Leyes hasta ese momento perfectamente eficaces, efecto abrogatorio que es
el que asigna y explica la fuerza erga omnes de las sentencias anulatorias de los Tribunales Cons-
titucionales, fuerza erga omnes que tiene, pues, una naturaleza puramente legislativa. Es, en con-
secuencia, el Tribunal Constitucional un legislador, sólo que no un legislador positivo, sino un
legislador negativo, dice Kelsen” . García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma..., cit.,
p. 132.
118 Kelsen, Hans, “ El control de constitucionalidad...” , cit., p. 231.
68 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
de dicho Tribunal, jurisprudencia a través de la que dicho Tribunal, como el mismo Kelsen nos
recuerda, entró en un conflicto con el gobierno “ que puso en peligro su existencia” misma. Kelsen,
Hans, ¿Quién debe ser el defensor..., cit., p. 74. A finales de 1929, el Tribunal Constitucional fue
reformado, disponiéndose que la elección de sus miembros correspondería directamente al gobierno,
quedando los jueces vitalicios —entre ellos, Kelsen— separados de sus cargos a partir del 15 de febrero
de 1930. Kelsen dejó Austria, pasando a la Universidad de Colonia, donde inició su actividad docente en
el verano de 1931. Fue allí donde redactó la última obra que he citado y, en su carácter de decano de la
Facultad de Derecho de la Universidad de Colonia, propuso a Schmitt hacerse cargo de la cátedra
de Derecho Público, lo que demuestra la alta consideración del jurista vienés por su colega alemán.
Como contrapartida, es de lamentar que Schmitt, en el crítico año de 1933, se negase a interceder
contra la expulsión de Kelsen de la Universidad, quien acabaría exiliado en Estados Unidos. Gassió,
Guillermo, “ Estudio preliminar” a Hans Kelsen, ¿Quién debe ser el defensor..., cit., p. XVI.
122 Su creación iba a dar lugar a una fuerte polémica, hoy clásica, a la que aquí no podemos
referirnos, entre Hans Kelsen y Carl Schmitt, dos de los mayores juristas de este siglo y de todos
los tiempos. Sobre ello puede verse Herrera, Carlos Miguel, “ La polémica Schmitt-Kelsen sobre
el guardián de la Constitución” , Revista de Estudios Políticos, núm. 86, octubre-diciembre de
1994. Por cierto, que, en su respuesta a Schmitt, Kelsen dirá que la abstracción y formalismo que
se le achaca a la Escuela de Viena no ha impedido a ésta realizar un buen aporte creativo en lo
jurídico, como pueda ser, por ejemplo, el Tribunal Constitucional austriaco, que entonces llevaba
ya diez años funcionando. Kelsen, Hans, ¿Quién debe ser..., cit., p. 32.
123 Cascajo Castro, José Luis y Gimeno Sendra, Vicente, El recurso de amparo, cit., p. 25 (la
cita que hago corresponde a la parte elaborada por el primer autor).
124 Evolución a nivel mundial, pero también en la propia Austria. En efecto, el sistema, origi-
nariamente (en 1920), sólo preveía un control abstracto (al margen de toda controversia o litigio
concreto), por un tribunal especial (Verfassungsgerichtshof) y a iniciativa de determinados órganos
políticos (gobierno federal y gobiernos de los Länder), mediante una acción especial (Antrag). Sin
embargo, ya en 1929 se inicia la evolución en la propia Austria, por medio de la importante reforma
constitucional de 1929, que introduce un control (limitadamente) concreto de la constitucionalidad,
ajeno en principio a este sistema. En efecto, en virtud de dicha reforma constitucional, se otorgó
al Tribunal Supremo para lo civil y penal (Oberster Gerichtshof), así como al de lo contencioso-
administrativo (Verwaltungsgerichtshof), la facultad de plantear ante el Tribunal Constitucional la
compatibilidad o incompatibilidad con la Constitución de una ley que es relevante para resolver
una concreta controversia (civil, penal, administrativa) de que esos tribunales han de conocer, sus-
pendiendo el correspondiente proceso.
70 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
127 García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma..., cit., p. 134. En un análisis
reciente de derecho comparado, Garlicki y Zakrzewski ponen también de relieve como el tratamiento
de los Tribunales Constitucionales como simple “ législateur négatif” es “ insuffusant” . Garlicki,
Leszek y Zakrzewski, Witold, “ La protection jurisdictionelle de la Constitution dans le monde con-
temporain” , Annuaire International de Justice Constitutionnelle, Economica-PUAM, I, 1985,
p. 31.
128 Cascajo Castro va incluso más allá, y señala, en opinión a nuestro juicio certera, que “ quizá
no sea demasiado aventurado proponer que, en la evolución de los actuales sistemas europeos de
jurisdicción constitucional, late una profunda inspiración no ya sólo de un determinado concepto
de Constitución, sino también de un particular entendimiento de la democracia, a saber, el de la
democracia constitucional anglosajona” frente a la “ visión jacobina y asamblearia de la democra-
cia” . Cascajo Castro, José Luis y Vicente Gimeno Sendra, El recurso de amparo, cit., pp. 36-37.
Sobre el concepto norteamericano de Constitución, puede verse Dahl, Robert A., A preface to demo-
cratic Theory, Chicago, The University of Chicago Press, 1956, del que hay una reciente traducción
al español de González, José Luis, Un prefacio a la teoría democrática, México, Gernika, 1987.
129 Sobre la misma puede verse Kelsen, Hans, “ La garanzia giurisdizionale...” , cit., pp. 145 ss.
y las pp. 152 y ss. Para Kelsen, “ el legislador está vinculado a la Constitución sólo por lo que se
refiere al procedimiento y [sólo] de modo totalmente excepcional por lo que se refiere al contenido
de las leyes” (p. 174, cursiva mía).
130 Ermacora, Félix, “ El Tribunal Constitucional austriaco” , en el colectivo Tribunales consti-
tucionales europeos y derechos fundamentales, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1984,
pp. 274-275, donde se señala que el TribunalConstitucional no es un mero “ legislador en sentido
negativo” , sino que también puede desempeñar el papel de legislador en sentido positivo,
aparte de que la protección de los derechos fundamentales y la creación jurisprudencial de
verdaderas normaciones supone un notable acercamiento a la judicial law anglosajona.
131 Como nos dice Schlaich, “ el TCF es en sus funciones materialmente un Tribunal. Esto es
incuestionable” . Véase Schlaich, Klaus, Das Bundesverfassungsgericht. Stellung, Verfahren, Ents-
cheidungen, München, C.H. Beck, 1994, pp. 25 y ss.; también p. 78, donde se nos dice que mediante
los procesos de control de normas se desarrolla una actividad judicial normal y las sentencias dictadas
en estos procesos no son “ legislación negativa” (como tampoco las sentencias de los tribunales
contencioso-administrativos son administración negativa) ni legislación funcional, ni legislación cons-
titucional o participación en el poder constituyente, como tampoco, en fin, es el Tribunal Consti-
tucional una tercera cámara, sino un verdadero tribunal y su función es iuris dicere, la jurisprudencia.
Véase también Stuth, Sabine, “ Verfahren in den Fällen des § 13 Nr. 6 (Abstraktes Normenkontro-
llverfahren” , en el colectivo Dieter C. Umbach y Thomas Clemens, Bundesverfassungs-gerichtsge-
setz ..., cit., p. 978: “ Die Diskussion ist heute —jedenfalls formal— entschieden. Das BVerfG gehört
zur Judikative” . Por último, cfr. Christine Landpried, “ The judicialization of politics...” , cit., p.
122; Helmut Steinberger, 200 Jahre amerikanische Bundesverfassung, Walter de Gruyter, Berlin/New
York, 1987, pp. 35 y ss.
132 Así, refiriéndose no sólo a Italia, nos explica Cappelletti (“ El Tribunal Constitucional en el
sistema político italiano: sus relaciones con el ordenamiento comunitario europeo” , traducción de
72 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
legislación y jurisdicción” , Revista Española de Derecho Constitucional, año 14, núm. 41, mayo-
agosto de 1994, in toto.
136 Puesto que ya se inicia en la propia Austria en 1929 y continúa en España en 1931.
137 En el sentido de Manuel Aragón Reyes, “ El sistema español ...” , cit., p. 27 quien dice que
todo el sistema europeo de jurisdicción constitucional no es un modelo “ por entero acabado” pero
sí un sistema “ de transición” hacia otro modelo distinto “ que no es tampoco exactamente el simple
calco del modelo americano” pero en todo caso coherente con el nuevo concepto de Constitución
adoptado en Europa y que no es otro que el concepto norteamericano de la Constitución como
norma pues los tribunales constitucionales son coherentes “ con un concepto de Constitución que
ya no existe” .
138 Parece que la concisa expresión de Normenkontrolle se utiliza por vez primera en un trabajo
de Friesenhann de 1932, aplicado precisamente al control calificado como “ abstracto” (abstrakte
Normenkontrolle). Cfr. Cruz Villalón, Pedro, La formación del sistema europeo..., cit., p. 30,
nota 10.
139 Probablemente haya sido Alvarado el primero en utilizar esta terminología, si bien con un
sentido netamente distinto, referido a un control concreto: Alvarado, A. Jorge, El recurso contra
la inconstitucionalidad de las leyes, Madrid, Editorial Reus, 1920, prólogo de Clemente de Diego.
Véase el artículo 44 del Anteproyecto de Constitución de la Monarquía española de 1929, que
regulaba los “ recursos por inconstitucionalidad de las leyes” .
140 Esta terminología está consagrada constitucionalmente no sólo para el control abstracto de
la constitucionalidad, sino también para el control concreto, que habría de llamarse en principio
—a la luz de la dicción clara y terminante del artículo 161.1.a de la Constitución española— recurso
de inconstitucionalidad en vía incidental o algo semejante, por contraposición al recurso en vía
directa. Pero lo cierto es que la temprana LOTC utilizó una terminología distinta (“ cuestión de
inconstitucionalidad” para el control incidental o indirecto, frente a “ recurso de inconstitucionali-
dad” para el control abstracto o directo), que ha terminado, a la postre, por imponerse en la doctrina
y en la propia práctica forense, por más que su encaje en el citado precepto constitucional sea un
tanto dudoso.
141 Es el caso, concretamente, de la Constitución nicaragüense, que —tras la reforma de 1994—
alude en su artículo 187 al llamado “ recurso de inconstitucionalidad” . Y justamente esa expresión
(recurs d’inconstitucionalitat) es la que utiliza también el artículo 99 de la Constitución andorrana.
74 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
145 Parada Vázquez, Ramón, Derecho administrativo, t. I (Parte general), Madrid, Marcial Pons,
1996, p. 94.
146 En estos términos, Parada Vázquez, Ramón, Derecho administrativo, cit., p. 727.
147 Así lo ponen de relieve, entre otros, Montero Aroca, Juan, Manuel Ortells Ramos, Juan-Luis
Gómez Colomer y Alberto Montón Redondo, Derecho jurisdiccional, Barcelona, Bosch, José María,
1996, t. I, Parte general, pp. 316-317. Respecto del recurso de inconstitucionalidad, señalan estos
mismos autores (op. últ. cit., p. 45) cómo es “ técnicamente” más correcto hablar de “ proceso
principal de inconstitucionalidad” .
76 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
148 Como nos dice Favoreu, mientras “ el contencioso abstracto originado por un recurso directo
contra una ley les parecerá [a los juristas norteamericanos] incompatible con la noción de jurisdic-
ción” , “ un jurista europeo [en cambio] verá en ello un paralelo con los recursos administrativos
que existen desde hace mucho tiempo en diversos países” . Favoreu, Louis, “ Los tribunales cons-
titucionales” , cit., p. 101.
149 Es incontrovertible que si el proceso constitucional tiene analogía con algún proceso, no es
con el proceso civil ni con el penal o el social sino justamente con el contencioso-administrativo
y ello, “ en cuanto el proceso constitucional es también, básicamente de impugnación, de normas,
de actos o de conductas” . Bocanegra Sierra, Raúl, El valor de las sentencias..., cit., p. 122. Es una
idea generalmente admitida en Europa y, así, puede Gomes Canotilho decir que “ la justicia cons-
titucional es, en cierto modo, una extensión de la idea subyacente a la justicia administrativa:
someter al control de los tribunales los actos de los órganos políticos y legislativos (y no sólo de
los actos de la Administración) y verificar su conformidad material y formal con el parámetro
superior de la Constitución” . Gomes Canotilho, José Joaquim, Direito constitucional, cit., p. 959.
La conexión entre el “ recurso” de inconstitucionalidad y el “ recurso” contencioso-administrativo
puede ya verse en Alcalá-Zamora, y Niceto Castillo, “ Significado y funciones del Tribunal de
Garantías Constitucionales” , en su libro recopilatorio Ensayos de derecho procesal civil, penal y
constitucional, Buenos Aires, [s. e.] 1944, pp. 514 y 534, nota 76.
Ya Kelsen señaló que “ existe una íntima afinidad entre el control de la constitucionalidad de
las leyes y el de la legalidad de los reglamentos, a causa del carácter general de esos actos” . Kelsen,
Hans, “ La garanzia giurisdizionale...” , cit., p. 179.
150 En Francia, cuna del recurso contencioso-administrativo, también se concibe al control abs-
tracto como “ un contencioso objetivo, ya que es un proceso a un acto: la ley” , del mismo modo
que el contencioso-administrativo lo era al acto dictado por la administración. Favoreu, Louis, Los
tribunales constitucionales, cit., p. 36.
78 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
156 No creo que ello resulte negado por la opinión de Favoreu (Los tribunales constitucionales...,
cit., p. 104) en el sentido de que la cuestión prejudicial (de constitucionalidad) “ no es más que el
motivo o el pretexto de una verificación de constitucionlidad de la ley cuyo resultado tendrá un
alcance general. La solución adoptada se aplicará a toda una serie de litigios pendientes en las
jurisdicciones ordinarias, sin que las partes de estos litigios hayan sido invitadas de ningún modo
a presentar sus argumentos” .
157 Schlaich, Klaus, Das Bundesverfassungsgericht..., cit., p. 82.
80 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
158 Hay que reconocer, en efecto, que la distinción germánica entre control abstracto y control
concreto tiene, en los sistemas con control concentrado de la constitucionalidad, un cierto grado de
artificialidad. Quizás por ello dice Cascajo que “ el debate en torno a la ya vieja cuestión sobre la
dimensión objetiva o subjetiva, abstracta o concreta de la jurisdicción constitucional se presta a no
pocos falseamientos y, en todo caso, no pasa de ser una nueva cuestión académica, cuando no puramente
escolástica” . Cascajo Castro, José Luis, “ Discusión de la ponencia” de Javier Jiménez Campo,
“ Los procedimientos de declaración de inconstitucionalidad” , en el colectivo Los procesos consti-
tucionales. Segundo Simposio de Derecho Constitucional (Sevilla, 27 y 28 de septiembre de 1991),
Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, Colección “ Cuadernos y Debates” , núm. 41, 1992,
p. 54.
159 Si bien el principio stare decisis y el enorme prestigio moral del Tribunal Supremo dotan
en la práctica a las decisiones de este último de una virtual fuerza obligatoria erga omnes, pero
esto no interesa ahora.
160 Esta regla, sin embargo, conoce excepciones en los propios Estados Unidos. Como dice
Grant, “ algunos estados norteamericanos permiten decisiones de carácter consultivo, a petición de
cualquiera de las cámaras de la legislatura, o a petición del gobernador. Desafortunadamente, también
nuestra Corte Suprema ha aceptado a veces lo que parecía en la superficie ser una contienda real
entre partes rivales, cuando de hecho no era más que un juicio simulado, en que ambas partes
deseaban la misma decisión” . Y tampoco eran desconocidas este tipo de decisiones en México con
anterioridad a la introducción de la acción de inconstitucionalidad por la reforma de 1994, por
cuanto desde 1950 se facultó a los ministros de la Suprema Corte, al procurador general y a los
tribunales colegiados de circuito para plantear a la Suprema Corte las tesis contradictorias que
puedan existir en materia de amparo entre estos últimos tribunales, atribuyéndose asimismo idéntica
facultad a las Salas y al procurador general para denunciar cualquier contradicción de tesis que pudiera
haber entre las primeras. Y tanto en un caso como en otro, decía el artículo 195 de la Ley de
Amparo, “ la resolución que se dicte será sólo para la fijación de la tesis jurisprudencial y no afectará
a las situaciones jurídicas concretas, derivadas de sentencias contradictorias en el juicio en que
fueron pronunciadas” . Es cierto, sin embargo, que lo más probable es que al menos algunos de los
casos concretos sí que fueran tenidos en cuenta por la Suprema Corte y pesaran, de un modo u
otro, en su decisión, que estaría así condicionada siempre por la dialéctica del caso concreto, pero
en todo caso la decisión en ningún caso extiende sus efectos a ninguno de esos casos concretos, lo
cual ha merecido críticas de la doctrina (Fix-Zamudio, Acosta Romero, y Góngora Pimentel). Car-
mona Tinoco, Jorge Ulises, “ La jurisprudencia obligatoria de los tribunales del Poder Judicial de
la Federación” , Boletín Mexicano de Derecho Comparado, núm. 83, año XXVIII, mayo-agosto
de 1995, p. 549.
161 No obstante, el carácter abstracto de la acción de inconstitucionalidad, al margen de todo
supuesto concreto, no podrá impedir ni la valoración por el órgano de la constitucionalidad de las
consecuencias, fundamentalmente políticas, de sus decisiones [cuestión a la que nos referiremos en
un momento ulterior] ni tampoco, en ciertos casos (relativos a la igualdad y a la interpretación de
ciertos conceptos jurídicos indeterminados), la estimación por el mismo de las circunstancias de hecho
en que se produce la aplicación de una determinada ley como única forma de comprobar, en ciertos
casos, el cumplimiento de los preceptos constitucionales. Así se constata en la experiencia de los
distintos Tribunales Constitucionales. Para España, y con carácter general (no centrada en el recurso
de amparo), puede verse Marina Gascón Abellán, “La justicia constitucional...”, cit., p. 66.
162 Faller, Hans Joachim, “ Defensa constitucional por medio de la jurisdicción constitucional
en la República Federal de Alemania” , Revista de Estudios Políticos, núm. 7, número monográfico,
enero-febrero de 1979, p. 53.
82 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
163 No obstante, ciertas experiencias recientes parece que permitirían poner en duda la exactitud
de esa afirmación. En efecto, la praxis colombiana de la acción popular de inconstitucionalidad
parece que no ha privado al procedimiento de control normativo de su carácter abstracto. Al menos
esto es lo que sostiene, de manera expresa, Eduardo Cifuentes Muñoz, “ La justicia constitucional
en Colombia” , Anuario Iberoamericano de Derecho Constitucional, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1997, p. 74. Sin embargo, respecto de Hungría [donde también existe una acción
popular de inconstitucionalidad], Brunner no deja de reconocer, quizás con mayor realismo, que el
proceso iniciado por la acción de inconstitucionalidad se aproxima funcionalmente a un control
normativo concreto, bien es cierto que atípico (sie sich funktional einer —freilich atypischen—
konkreten Normenkontrolle nähert). Brunner, Georg, “ Zweieinhalb Jahre ungarische Verfassungs-
gerichtbarkeit” , Der Staat, t. 32, 1993, núm. 1, p. 300. Y digo “ con mayor realismo” sólo porque
parece difícilmente evitable que, en estos casos, no juegue un papel de cierta relevancia la “ dialéctica
del caso concreto” . Sea como sea, es una cuestión que requiere, y merece, un estudio mucho más
profundo del que aquí podría hacerse; de ahí que sólo la dejemos apuntada.
164 No obstante, en la práctica, “ resulta muy difícil deslindar el ‘escrúpulo constitucional’ de
la ‘razón política’ que puede impulsar a acudir a aquél [Tribunal Constitucional] y, a su través, a la
opinión pública, con los consiguientes riesgos de contaminación política de la instancia jurisdiccional
o, al menos, de valoración política de su actividad” . Trujillo Fernández, Gumersindo, Voz “ Recurso
de inconstitucionalidad” , cit., p. 5593.
165 Sobre ello, puede verse Söhn, Hartmut, “ Die abstrakte normenkontrolle” , en Christian Starck,
Bundesverfassungsgerichte und Grundgesetz..., cit., pp. 309 y ss.
166 Más adelante, el tribunal precisaría esta importante doctrina en el sentido de admitir la
legitimación del órgano de que se trate cuando éste asumiese la petición de los particulares como
propia y aceptase responsabilizarse, sin margen de ambigüedad, por el ejercicio del derecho de
acción de que son titulares exclusivos. Lobo Antunes, Miguel, “ Fiscalizaçâo abstracta da constitu-
cionalidade. Questôes processuais” , en el colectivo Estudos sobre a jurisprudência do Tribunal
Constitucional, Aequitas-Notícias, con prólogo de José Manuel M. Cardoso da Costa (Presidente
del Tribunal Constitucional), Lisboa, 1993, pp. 400 y ss.
84 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
86 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
178 En palabras de uno de los presidentes que ha tenido el Tribunal Constitucional español:
Tomás y Valiente, Francisco, “ El Tribunal Constitucional español...” , cit., p. 55.
179 Por lo que al papel del control abstracto en materia autonómica se refiere, destaca la opinión
de Pérez Royo en España: “ [...] las relaciones entre el Estado y las Comunidades Autónomas. Este
era el problema clave de la Constitución. Todos sabíamos que esta Constitución iba a ser juzgada
en buena medida por la capacidad que tuviera para dar solución a este problema endémico de la
vida política y constitucional. De ahí que, allí donde no se obtuviera el consenso, el Tribunal Consti-
tucional tendría que intervenir de una manera decisiva. Y, en ese sentido, creo que, aun a riesgo
de politizar el órgano, de dotarle de una importante carga política, era casi imprescindible y casi
inevitable que esto se produjera [...] Por lo tanto, de momento, pienso que el recurso abstracto no
es un buen sistema, un buen mecanismo. Sin embargo, históricamente ha jugado un papel positivo,
aunque desde el punto de vista estrictamente teórico yo esté también de acuerdo con el Sr. Rubio” .
Pérez Royo, Javier, “ Discusión...” , p. 46 (cursiva mía).
180 Precisamente por ello, la doctrina lo considera “ el más importante instrumento procesal para
controlar las leyes y normas con fuerza de ley” . Así, Esteban Jorge de y Pedro J. González Trevijano,
Curso de Derecho Constitucional Español, Madrid, Universidad Complutense, 1994, t. III, p. 225.
181 Como para Alemania concluye Stuth: “ Die abstrakte Normenkontrolle dient weiter dem
Rechtsfrieden durch Klärung von Geltungszweifeln” . Stuth, Sabine, “ Verfahren in den Fällen...” ,
cit., p. 976.
182 Es la postura de Peter Häberle, “ El recurso de amparo...” , cit., p. 276, quien exige no
obstante autolimitación en el Tribunal Constitucional, que en general siempre ha existido. Autoli-
mitación que, en España, es manifiesta hasta el punto de que Pérez Royo (Tribunal Constitucional
y división de poderes, Tecnos, Madrid, 1988) ha podido sostener, “ sin temor a exagerar” , que la
jurisprudencia dictada por el Tribunal Constitucional a través de la vía del control abstracto de
normas se ha centrado más que en los límites constitucionales del legislador, en los límites del
propio Tribunal Constitucional en su labor de enjuiciamiento de la ley democráticamente aprobada
(p. 80); ha ejercido, pues, el control abstracto de la constitucionalidad “ con un grado de autocontrol
muy elevado” (p. 86). Y ello, sin embargo, no le ha impedido, en modo alguno, dictar por esta vía
decisiones fundamentales para todo el sistema constitucional.
183 Stuth, Sabine, “ Verfahren in den Fällen...” , cit., p. 979. De una encuesta hecha en 1983 a
los dieciséis magistrados constitucionales alemanes se desprende que sólo dos de ellos eran parti-
darios de la derogación del control normativo abstracto. Los resultados de esta encuesta pueden
verse en el libro Christine Landfried, Bundesverfassungsgericht und..., cit., in toto; el dato mencio-
nado lo tomo de la p. 177. Como Landfried nos recuerda, “ el proceso de control abstracto puede
ser mal empleado por la oposición en el Parlamento para lograr sus objetivos políticos por medios
legales. Sin embargo, hay que reconocer que el control abstracto de constitucionalidad es un proceso
importante para la protección de las minorías” . Christine Lanfried, “ The judicialization of poli-
tics...” , cit., pp. 117-118.
88 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
184 Y en la doctrina alemana, Helmut Simon (“ La jurisdicción constitucional” , cit.) señala cómo
la reunificación alemana ha forzado a un planteamiento a fondo a fin de acabar con la sobrecarga
de trabajo del tribunal y ello ha dado lugar a reflexiones doctrinales y políticas que han desechado
ciertas soluciones y, entre ellas, la de “ limitar procesalmente las competencias” , mediante —por
ejemplo— la supresión del control abstracto de la constitucionalidad, propuesta que se ha rechazado
“ por mucho que [ese control abstracto] parezca insatisfactorio” (p. 860), como efectivamente lo es,
a su juicio (p. 836: “ Por contra, las experiencias con el control abstracto de normas [...] resultan
menos estimulantes” ).
185 Fernández Segado, Francisco, “ La jurisdicción constitucional en España” , en Fernández Segado
y García Belaunde, La jurisdicción constitucional..., cit., p. 634.
dida en que se vayan abriendo, como sin duda habrá de ocurrir, los
diversos candados con que ha nacido configurada la acción de inconsti-
tucionalidad.
Es previsible que en no pocas ocasiones se convierta esta acción en
un medio de prorrogar por la vía judicial un conflicto que en la vía
política no ha hallado solución adecuada, más tardaría si se tiene en
cuenta la fugacidad del plazo para interponerla. Pero ello, lejos de politizar
la justicia, tendrá el efecto, si la Suprema Corte cumple medianamente
bien su papel, de poner fin a conflictos políticos que de otro modo se
habrían enconado en la sociedad y la vida política mexicanas, y ello por
medio de la aceptación, aunque sea “ a regañadientes” , por ambas partes
contendientes —el grupo parlamentario mayoritario que aprobó la ley,
por una parte, y por otra, bien el grupo minoritario que la impugna, bien
el procurador general, bien el partido político (minoritario) impugnador
de la ley electoral— de la resolución de la Suprema Corte en un sentido
u otro.
Conviene insistir en que esto no es mera teoría, sino ante todo una
experiencia corroborada en casi todos los ejemplos consagrados que el
derecho comparado actual nos ofrece. Hemos dicho ya algo sobre Espa-
ña, país en el que “ las sentencias del Tribunal Constitucional han sido
siempre rigurosamente respetadas [...] a veces casi con exceso” , en pa-
labras literales de quien fue magistrado del Tribunal Constitucional du-
rante más de una década.186
Y respecto de Alemania —y es opinión común en la doctrina de este
país, y predicable asimismo de casi todos los modelos consagrados de
Tribunal Constitucional—, nos dice Schneider que
90 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
187 Schneider, Hans-Peter, “ El Tribunal Constitucional Federal alemán entre la justicia y la polí-
tica” , Revista Vasca de Administración Pública, septiembre-diciembre de 1991, núm. 31, p. 103. Land-
fried, por su parte, nos dice que “ el problema no es tanto la ausencia de obediencia de los miembros
del Parlamento hacia el Tribunal, sino más bien su exceso” , lo que ilustra con varios ejemplos,
Christine Landfried, “ The judicialization of politics...” , cit. p. 116.
188 García Ramírez, Sergio, “ Constitucionalidad de las leyes...” , cit., pp. 994-995.
92 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
190 Véase la aguda interpretación, en este sentido, de Fix-Zamudio, Héctor; Carpizo, Jorge y
Cossío Díaz, José Ramón, “ La jurisdicción constitucional en México” , cit., p. 774. Entende-
mos, por nuestra parte, que aunque el artículo 105.I de la Constitución parece limitar, en estos
casos, por inexplicable analogía con el amparo, la eficacia de la declaración de inconstitucionalidad
a “ las partes de la controversia” , ello no debería resultar de aplicación a las controversias en que
se impugnan disposiciones generales, de modo tal que los efectos de la inconstitucionalidad se
limiten al ámbito territorial del Estado que obtuvo la sentencia favorable. Esta solución sería com-
pletamente absurda y violentaría principios constitucionales básicos, referentes fundamentalmente a
la configuración federal del Estado, además de resultar totalmente disfuncional. Es obvio además
que una norma general puede contrariar o no los preceptos constitucionales, pero, si los contraría y se
declara por consiguiente su inconstitucionalidad, ésta no puede limitar sus efectos al ámbito del Estado
impugnador, pues lo que se declara es la invalidez de la ley misma, y no meramente se modifica o
94 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
restringe su ámbito territorial de aplicación, resultado sencillamente absurdo y para el que no sirve
la justicia constitucional. La limitación de los efectos a “ las partes de la controversia” debería, por
ello, a nuestro juicio, entenderse referida exclusivamente a los supuestos en que la controversia se
suscita sobre un acto, pero no cuando se refiere a disposiciones generales pues en esta hipótesis,
por la propia naturaleza de las cosas, por una interpretación constitucional sistemática, por exigencias
lógicas derivadas de la “ invalidez” de disposiciones generales (no de actos) en conexión con la
propia supremacía constitucional y, en fin, por razones de economía procesal (a fin de evitar o
limitar el planteamiento acumulado de controversias por múltiples municipios o Estados), la limi-
tación de los efectos a las “ partes de la controversia” es insostenible pues nada tiene que ver el
proceso de las controversias constitucionales con el amparo, ni en su estructura ni en su finalidad;
por consiguiente, los efectos habrán de ser necesariamente generales, y así debería precisarlo la
Suprema Corte. Por otra parte, cabe señalar que, de interpretarse que la declaración de inconstitu-
cionalidad de una ley puede, efectivamente, limitar sus efectos “ a las partes en la controversia” ,
ello habría de llegar, coherentemente, a una interpretación del penúltimo párrafo de la fracción I
del artículo 105 constitucional distinta de la que ha llevado a cabo el legislador ordinario en el
artículo 42 LR105, de tal modo que se precisaría la mayoría reforzada de 8 votos para que la
inconstitucionalidad produzca efectos generales, pero bastaría, en cambio, con la mayoría simple
de los ministros para declarar la inconstitucionalidad con efectos limitados a “las partes en la contro-
versia” .
191 Véase, además, lo que señalamos sobre estas dos vías procesal-constitucionales al hablar de
la sentencia en el capítulo V, apartado III, subapartado 1.
192 Cfr. infra, capítulo V, apartado 1, subapartado d). El sistema del juicio de amparo se carac-
teriza, asimismo, por el elevado número de causas de improcedencia y sobreseimiento, especialmente
96 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
las mismas normas que las que son objeto de una acción de inconstitu-
cionalidad ya planteada ante la propia Suprema Corte. La suspensión se
producirá hasta que se resuelva la acción de inconstitucionalidad, esta-
bleciéndose adicionalmente, y de manera expresa, que no correrá, entre
tanto, el plazo de caducidad previsto legalmente para los juicios de am-
paro (artículo 37 en relación al artículo 69 LR). Se trata, de este modo,
de salvar la congruencia de las decisiones de la Suprema Corte, dándose
prioridad lógicamente a la sentencia a pronunciar en la acción de incons-
titucionalidad, siendo después resueltos los amparos planteados contra
las mismas normas y ello, naturalmente, en el mismo sentido en que se
hizo en el proceso de control normativo iniciado por la acción de in-
constitucionalidad.
Digamos para terminar que el perfeccionamiento del sistema exige de
manera ineludible tal y como viene reclamándolo la doctrina mexicana
desde hace ya décadas, y al margen ya de otras mejoras posibles dotar,
bajo ciertas condiciones, de efectos generales a estas sentencias pronun-
ciadas por la Suprema Corte en los juicios de amparo contra disposicio-
nes legales generales frente a la tradicional relatividad de sus efectos
que ha venido caracterizando desde siempre al amparo mexicano,193 con-
forme a la “ fórmula Otero” , fórmula que si bien pudo cumplir en su
momento una función importante, en los tiempos actuales ha quedado
desde luego completamente obsoleta. Por ello compartimos por entero
la certera opinión de Fix-Fierro de que
193 No obstante, debe señalarse que, con arreglo a la llamada “ suplencia de queja” regulada en
los artículos 107.II de la Constitución y 76.I de la Ley de Amparo, manifestación de la regla iura
novit curia, “ el juez de amparo tiene la obligación de corregir los errores de técnica jurídica del
promovente de un juicio de amparo cuando la conducta de la autoridad que afecte sus derechos se
apoye en disposiciones legislativas que la jurisprudencia obligatoria de la Suprema Corte hubiese
declarado inconstitucionales, aun cuando el propio reclamante no hubiese impugnado específica-
mente dichas normas, lo que extiende, así sea en forma limitada, los efectos particulares de las
sentencias de amparo contra leyes a otros casos diversos de aquellos en los cuales se hizo la de-
claración de inconstitucionalidad, pero siempre que en los mismos se impugnen actos apoyados en
disposiciones normativas que la mencionada jurisprudencia obligatoria hubiese considerado viola-
torias de la Carta Fundamental” . Fix-Zamudio, Héctor; Carpizo, Jorge y Cossío Díaz, José R., “ La
jurisdicción constitucional...” , cit., pp. 770-771.
98 LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
de sus órganos. Sin embargo, también pueden serlo las leyes del Land
dictadas sobre la base de leyes marco federales, las leyes o los reglamentos
del Land elaborados merced a una habilitación hecha por el Gobierno
Federal.196
196 Ruiz Miguel, Carlos, Consejos de Estado y Consejos consultivos autonómicos, Madrid,
Dyckinson, 1995, p. 203, nota 110. Un estudio somero de la cuestión en el derecho alemán, y la
rica y positiva experiencia que de ello se ha derivado, puede verse en Häberle, Peter, “ El recurso
de amparo ...” , cit., pp. 246-250, quien señala, entre otras cosas: “ Quizás pudiera extraerse una
prudente analogía en relación con la comunidad que, en el único mundo de nuestro planeta azul
‘Tierra’ forman hoy como miembros la ‘familia de los Estados constitucionales’. En el campo del
control jurisdiccional de la Constitución los Estados constitucionales singularmente considerados no
podrían intercambiarse de forma suficientemente intensiva. Esto rige también para su status, su
organización y sus procedimientos, su derecho procesal y el contenido de su jurisprudencia. Sin
embargo, el intercambio y la competencia de los distintos modos de control jurisdiccional de la
Constitución dentro de una federación al menos pudiera ser un modelo para todas aquellas culturas
constitucionales ligadas regionalmente. En concreto: así como en el art. 11.3 de la Constitución
Española (1978) sigue actuando una conexión cultural específica con los ‘países iberoamericanos’
(véase también el art. 15.3 de la Const. de Portugal de 1976), entre los países hispanoamericanos
existe una ligazón jurídico-cultural que abre la posibilidad de intensivos diálogos de trabajo en la
materia de control jurisdiccional de una Federación o de sus estados miembros. ¡Este tomo en no
escasa medida sirve para ello!” (pp. 249-250).
197 En España, en efecto, no hay tribunales constitucionales autonómicos ni órgano jurisdiccional
alguno encargado de velar por la estatutoriedad (o conformidad al Estatuto de Autonomía, norma
institucional básica de cada comunidad autónoma) de las leyes autonómicas, por más que algunos
hayan tratado de equiparar a algunos órganos consultivos autonómicos a una suerte de tribunal
constitucional de ámbito autonómico, lo cual como Ruiz Miguel ha demostrado carece de todo
sentido. Ruiz Miguel, Carlos, Consejo de Estado y ..., cit., pp. 202 ss.
CAPÍTULO TERCERO
I. LEGITIMACIÓN ACTIVA
198 Como nos dice Fernández Segado, “ aunque cada ordenamiento nos ofrece una solución
peculiar, lo cierto es que el común denominador de todos ellos nos viene dado por la limitación
de la legitimación para recurrir a aquellos órganos que están encargados de velar por el interés
general” . Fernández Segado, Francisco, “ La jurisdicción constitucional...” , cit., p. 77.
199 Schlaich, Klaus, Das Bundesverfassungsgericht..., cit., pp. 81-82; Stuth, Sabine, “ Verfahren
in den Fällen...” , cit., pp. 977 y 985 (donde cita jurisprudencia del Tribunal Constitucional en ese
sentido).
200 Fernández Segado, Francisco, “ La jurisdicción constitucional...” , cit., p. 77.
101
201 No obstante, en Italia se registra un cierto movimiento doctrinal, cada vez más fuerte, fa-
vorable a la introducción de esta legitimación de las minorías políticas en el recurso de inconstitu-
cionalidad. D’Orazio, Giustino, “ Aspectos y problemas de la justicia constitucional italiana” , Revista
Vasca de Administración Pública, septiembre-diciembre de 1991, núm. 31, p. 62.
202 Eisenmann, Charles, La Justice Constitutionnelle et la haute Cour Constitutionnelle d’Au-
triche, París, con prólogo de Kelsen, edición fácsimil, Economica-Presses Universitaires d’Aix-
Marseille, 1986, pp. 183-184. El círculo de legitimados en Austria, desde la reforma constitucional
de 1975, se amplió a las minorías parlamentarias e incluso a los individuos lesionados por las leyes
autoejecutivas.
la investidura electiva. Por esto era más fácil para la Corte reservarse una
cierta independencia, porque políticamente es menos delicado oponerse a
una formación política teniendo siempre a las espaldas la defensa de las
opuestas, que enfrentarse al Parlamento y a la soberanía popular compac-
tos.206
206 Cit. por D’Orazio, Giustino, “ Aspectos y...” , cit, pp. 65-66, nota 14.
207 La legitimación se otorga al presidente del gobierno, a los órganos colegiados y a las Asam-
bleas Legislativas de las Comunidades Autónomas (legitimación territorial), a cincuenta diputados
y a cincuenta senadores (legitimación de protección de las minorías parlamentarias), y al Defensor
del Pueblo (legitimación de tutela objetiva de los derechos fundamentales).
208 España ha sido, efectivamente, el primer país en que se ha legitimado al Ombudsman para
interponer la acción de inconstitucionalidad. Sea como sea, el caso español no es ya, sin embargo,
un precedente aislado pues en la actualidad otros países —especialmente latinoamericanos— que
han instaurado un Tribunal Constitucional y un Ombudsman, han atribuido también a este último
legitimación para impugnar directamente la constitucionalidad de las leyes. Es el caso, por ejemplo,
de la Constitución peruana de 1993 (artículo 203), la boliviana de 1994 o la ecuatoriana de 1995.
Por el contrario, la Constitución sudafricana de 1993 no otorga esa legitimación ni al Ombudsman
ni a la Comisión de Derechos Humanos, a pesar de que sí instaura un Tribunal Constitucional con
competencia para el control abstracto a instancia de ciertos órganos políticos; y tampoco se otorga
legitimación al Ombudsman para plantear directamente la constitucionalidad en la Constitución rusa
de 1993, como sí se concede a otros órganos políticos.
209 Sólo en cierto sentido, relativamente, y más en la teoría que en la práctica (hasta ahora, al
menos). La aproximación es mayor —también aquí idealmente, no en la praxis—, por ejemplo,
mediante la legitimación que el artículo 203 de la Constitución peruana reconoce a cinco mil ciu-
dadanos, previa validación de sus firmas por el Jurado Nacional de Elecciones.
210 Precisamente por ello, no habría sido desacertado que, al menos en el caso del Defensor del
Pueblo, permaneciese siempre abierta esta legitimación o, al menos, sujeta a un plazo más dilatado.
211 Así ocurre, patentemente, en la práctica pero también, y sin perjuicio de que pueda llegar
a darse un ejercicio más decidido de esta facultad por el Defensor del Pueblo, por razones ligadas a
la propia naturaleza del Defensor del Pueblo y la preservación de su auctoritas.
212 Véanse las interesantes reflexiones de López Aguilar, Juan Fernando, Minoría y oposición
en el parlamentarismo. Una aproximación comparativa, Madrid, Congreso de los Diputados, Serie
IV, Monografía núm. 20, 1991, pp. 220 y ss.
213 Aunque la ley española no limita la legitimación del Defensor del Pueblo a ningún motivo
de inconstitucionalidad, la doctrina ha entendido que sólo está legitimado para interponer recursos
contra las leyes que vulneren normas constitucionales relativas a los derechos fundamentales y ello
sobre la base de que el artículo 54 de la Constitución define al Defensor del Pueblo como “ alto
comisionado de las Cortes Generales [...] para la defensa de los derechos contenidos en el título
I” . Así, entre otros, Aragón Reyes, Manuel, “ Legitimación en los procesos constitucionales” , en
Óscar Alzaga (dir.), Comentarios..., cit., p. 236. Posturas distintas son las que mantienen, por una
parte, Fernández Segado, Francisco, El sistema constitucional español, Madrid, Dykinson, 1992, p.
1090 y, por otra parte, Esteban Jorge de y Pedro J. González Trevijano, Curso de derecho consti-
tucional..., t. III, cit., p. 226. El propio Tribunal Constitucional también se ha referido expresamente
a la cuestión en la STC 150/90, de 4 de octubre, FJ 1 (aunque sea un obiter dictum, más bien se
inclina el tribunal por entender que la legitimación del Defensor del Pueblo no se limita a la
protección de las normas constitucionales relativas a los derechos fundamentales).
214 En efecto, son muy contados los casos en que el Defensor del Pueblo español ha hecho uso
de su legitimación para interponer un recurso de inconstitucionalidad, y son ya varios los casos en
que se le ha recriminado fuertemente su actitud pasiva frente a determinadas leyes, como la polémica
Ley Orgánica 2/1992, de 20 de febrero, de Seguridad Ciudadana, algunos de cuyos preceptos más
importantes fueron finalmente declarados inconstitucionales por el Tribunal Constitucional, ante la
impugnación de 50 parlamentarios y varias cuestiones de inconstitucionalidad, a las que no se sumó
el Defensor del Pueblo. Compartimos plenamente, por ello, la opinión del profesor Cascajo Castro
en el sentido de que “ la deseada moderación y prudencia que debe presidir el ejercicio de esta
colaboración en una acción judicial ante el Alto Tribunal, no puede llevar a una minoración aver-
gonzante de la misma. ¿Qué obstáculos existen para que la ‘auctoritas’ de la institución se ponga
al servicio de esta iniciativa, en defensa del interés general y del interés de la Constitución? ¿Qué
razones hay para que un órgano al margen de la contienda parlamentaria y partidista y desde un
estudio exhaustivo del asunto, no utilice la vía del recurso de inconstitucionalidad? El sistema no
está tan colmado de instancias objetivas en defensa de los derechos ciudadanos, como para postergar
uno de los mecanismos de la legitimación activa para acudir al Tribunal Constitucional, por la vía
del recurso, ya de por sí bastante limitada” . Cfr. Cascajo Castro, José Luis, “ Los defensores del
pueblo en el Estado social y democrático de Derecho: una perspectiva teórica” , Revista Vasca de
Administración Pública, núm. 24, 1989, p. 52. Añadiríamos, por nuestra parte, que el ejercicio
cuantioso y cualitativo del recurso de inconstitucionalidad por el Defensor del Pueblo difícilmente
puede poner en duda su patrimonio más importante en su misión de defensa de los derechos humanos,
que es su independencia frente al Ejecutivo y el partido mayoritario, por más que sea un Comisionado
larklage, fue tenida en cuenta por Kelsen, quien vino incluso a reconocer,
ya a la altura de 1928, su superioridad teórica, al señalar que
las leyes, tanto por su contenido material como por vicios de procedimien-
to de su formación,221
221 El número 5 del mismo artículo extiende el objeto de esta acción popular de inconstitucio-
nalidad a los decretos con fuerza de ley dictados por el gobierno con fundamento en los artículos
150 numeral 10 y 341 de la Constitución, por su contenido material o por vicios de procedimiento
en su formación.
222 Cappelletti, Mauro, La jurisdicción constitucional de la libertad, con referencia a los orde-
namientos alemán, suizo y austriaco, traducción (y estudio sobre la jurisdicción constitucional me-
xicana) de Héctor Fix-Zamudio, prólogo de Mariano Azuela, México, Instituto de Derecho Com-
parado (UNAM), 1961, p. 3. Artículo 98.4 de la Constitución de Baviera: “ todo habitante de Baviera
que se sienta lesionado en sus derechos constitucionales por un poder público, puede reclamar la
protección del Tribunal Constitucional bávaro” .
223 Häberle, Peter, “ Efectividad de los derechos fundamentales; en particular en relación con
el ejercicio del poder legislativo” , en el colectivo López Pina, Antonio, La garantía constitucional...,
cit., p. 237.
224 Sobre este tema, Zlinszky, János y Agnes Nèmeth, “ Características generales de la nueva
Constitución húngara y del primer año de funcionamiento del Tribunal Constitucional” , traducción
de Carlos Flores Juberías, Revista del Centro de Estudios Constitucionales, núm. 9, mayo-agosto de
1991, pp. 261 y ss. Parece que la experiencia no ha resultado del todo negativa, si bien la doctrina
ha propugnado una reforma del sistema, y ello a pesar de que el Tribunal Constitucional ha hecho
uso de una amplia self-restraint y de restricciones no escritas para el acceso al mismo, pues se
entiende que la legislación se halla demasiado influenciada por la jurisprudencia del Tribunal Cons-
titucional. Ello conduce a la doctrina a hablar de la necesidad de reconducir sus competencias a
una medida razonable (“ Rückführung auf ein vernünftiges Maß” ), sin perjuicio de reconocer en
todo caso el prestigio que el Tribunal se ha ganado por su contribución a la buena marcha del
nuevo Estado constitucional: “ Dies [...] ändern aber nichts daran, da sich das VerfG schon in
den ersten zweieinhalb Jahren seiner Existenz bleibende Verdienste um die Funktionsfähigkeit
des neuen demokratischen Verfassungstaats in Ungarn erworben hat” . Así termina su artículo
Georg Brunner, “ Zweieinhalb Jahre ungarische...” , cit., p. 315; también pp. 300 y ss.
225 Pérez Royo, Javier, Tribunal Constitucional y..., cit., p. 20, nota 19. Podría admitirse, si
acaso, una legitimación de un número importante de ciudadanos, pero la utilidad de una legitimación
tal es bastante dudosa en un sistema con legitimación de minorías parlamentarias (y, en España,
también del Defensor del Pueblo). Una opinión completamente diversa es la de González Pérez,
Jesus, Derecho procesal constitucional, cit., pp. 250-259. Tampoco tiene mayor sentido en México,
al menos, en tanto subsista el amparo contra leyes.
Me parece, por lo demás, que la opinión de Pérez Royo aparece confirmada en la realidad por
la reciente experiencia de Hungría, donde uno de los mejores conocedores del nuevo sistema puede
afirmar lo siguiente: “ A la larga, sin embargo, esta carga de trabajo no va a poder evidentemente
mantenerse, y así se han multiplicado en poco tiempo las voces en el ámbito doctrinal [y cita
abundante doctrina] que propugnan la desaparición o, por lo menos, la restricción radical de la
legitimación popular, cuya variante actual húngara es única en todo el mundo” (“Auf die Dauer
ist allerdings die immense Arbeitsbelastung nicht durchzuhalten, und so haben sich auch alsbald
die Stimmen aus berufenem Munde gemehrt, die eine Beseitigung oder zumindest radikale Eins-
chränkung der Popularklage fordern, deren gegenwärtige ungarische Variante in der ganzen Welt
einmalig ist” ). Incluso existieron ciertos borradores de leyes de reforma en el sentido de restringir
el círculo de los legitimados (Kreis der Antragsberechtigten) en el proceso de control normativo
Se otorga legitimación:
a) Por un lado, al “ equivalente al treinta y tres por ciento de los
integrantes” de la Cámara de Diputados o de Senadores del Congreso
de la Unión, legitimación que aparece limitada respecto de las “ leyes
federales o del Distrito Federal expedidas por el Congreso de la Unión” ,
si bien en el caso de los Senadores también se les reconoce legitima-
ción respecto de los tratados internacionales celebrados por el Estado
mexicano;
DR © 1998. Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/EfN1Ts
226 Orozco Henríquez, J. Jesús, “ Consideraciones sobre los principios y valores tutelados por
el derecho electoral federal mexicano” , Justicia Electoral (Revista del Tribunal Electoral del Poder
Judicial Federal), núm. 9, 1997, pp. 95-96.
232 Ello tampoco quiere decir que haya de llegarse a una solución como la de Bolivia, país
donde se atribuye legitimación a cualquier senador o diputado, lo que “ es tanto como sentar las
bases para que la misma [la vía de control abstracto] se instrumentalice como un instrumento más
de la vida política” . Fernández Segado, Francisco, “ La jurisdicción constitucional en la...” , cit., p.
377.
236 Auto del Tribunal Constitucional español 874/85, de 5 de diciembre. En México, en cualquier
caso, no cabe el sobreseimiento por desestimiento del actor en la acción de inconstitucionalidad,
como tampoco en la controversia sobre la constitucionalidad de normas generales.
237 Una legitimación en favor del procurador general de la República se reconoce también en
Portugal, Brasil, Perú y Guatemala.
238 Castro y Castro no oculta su extrañeza y desconcierto ante esta legitimación frente a tratados
internacionales: “ Más que en cualquier otro ejemplo, es en esta intervención del procurador general
de la República donde mayor desconcierto me causa la nueva estructuración constitucional en ma-
teria de acciones de inconstitucionalidad. ¿Cómo es posible —salvo si se ha creado un nuevo poder
político—, que el procurador plantee que un tratado es contrario a la Constitución, celebrado por
el presidente, y ratificado por el Senado de la República? ¿Quién autoriza y supervisa la impugna-
ción?” . Castro y Castro, Juventino, El artículo 105 constitucional, cit., p. 208.
239 Incluso podría tener cierta justificación que el procurador general de la República fuese
nombrado exclusivamente por el Senado por mayoría de dos tercios, pues aunque los tratados in-
ternacionales, celebrados por el presidente, son ratificados por el Senado, la ratificación sólo requiere
mayoría simple, mientras que para el nombramiento del procurador general de la República se
precisó una mayoría reforzada de dos tercios. Pero la dependencia del Ejecutivo no parece justifi-
cable en modo alguno.
240 Fix-Fierro, Héctor, “ La Reforma Judicial...” , cit., p. 119.
241 Esta ratificación por el Senado se trata de justificar en la iniciativa presidencial en los siguientes
términos: “ Debido a que la Constitución le otorga al procurador general de la República el carácter
de representante de los intereses de la Nación en las materias del juicio de amparo y las controversias
y las acciones de inconstitucionalidad, se hace necesario someter el nombramiento que haga el
Ejecutivo Federal a la ratificación del Senado de la República” .
242 Es sabido que el primer procurador general de la República designado tras la reforma fue
una persona vinculada al partido más fuerte de la oposición, y aunque es una realidad que, en el
contexto vigente, sólo puede merecer una valoración positiva, hay que aclarar que ello es resultado
de un pacto que ni la Constitución exige (en absoluto), ni hay garantías de que vaya a convertirse
en una regla o costumbre observada en el futuro ni, sobre todo, impide la destitución por el presidente
de la República, sin necesidad de ratificación del Senado. Es cierto, igualmente, que la sustitución del
primer procurador general nombrado tras la reforma recayó en una persona de gran prestigio, valía
e independencia, como es Jorge Madrazo, y que su nombramiento contó también con el apoyo de
parte de la oposición, pero todo ello no parece sino responder a una coyuntura política particular
de búsqueda de consenso o cooperación entre el PRI y el principal partido en la oposición, el PAN.
Pero, ante esta sana costumbre, sólo cabe insistir en la necesidad, todavía con más razón, de con-
figurar al procurador general como órgano independiente del Ejecutivo de manera que éste no pueda
cesarle sin más.
243 Respecto de los tratados, porque es el encargado de su celebración; respecto de las leyes
federales, porque el partido al que pertenece cuenta asimismo con mayoría parlamentaria y en la
mayor parte de los casos, las leyes aprobadas lo han sido por iniciativa legislativa presidencial.
244 El único límite que tendría el presidente es el control político de las minorías y, especial-
mente, de la opinión pública y los medios de comunicación, aspecto éste cuya importancia no puede
en modo alguno minusvalorarse, especialmente cuando en el nombramiento del procurador general
de la República haya existido un cierto consenso entre el gobierno y la oposición, como hasta ahora
ha ocurrido. Pero es obvio que ello no es, en absoluto, suficiente, pues no podría impedir, en
términos de estricto derecho, la destitución sin causa alguna por el presidente.
246 Todo ello, por cierto, no hace sino confirmar que el viejo adagio in claris non fit interprae-
tatio no es más que una falacia, experiencia hoy común del menos avezado de los juristas.
dogma del que se parte. Estos son los términos en que se expresa el
Ministro Castro y Castro:
247 Castro y Castro, Juventino, El artículo 105 constitucional, cit., pp. 199-200.
248 Es, por ejemplo, la propuesta de Cárdenas Gracia, Jaime, “ La ubicación constitucional del
ministerio público” , en La justicia mexicana..., cit., p. 279.
249 Montero Aroca, Juan, “ El ministerio público en España (un intento de explicación de lo
inexplicable)” , en La justicia mexicana..., cit., p. 302.
250 Soberanes Fernández, José Luis, “ Nueva justicia constitucional...” , cit., p. 16.
251 Artículo 43 de la Constitución: “ Las partes integrantes de la Federación son los Estados de
(...) y Distrito Federal” . Artículo 44: “ La Ciudad de México es el Distrito Federal, sede de los
Poderes de la Unión y capital de los Estados Unidos Mexicanos” . Su concreto régimen jurídico
está contenido, fundamentalmente, en el extenso artículo 122 de la Constitución.
son entidades de interés público [...] tienen como fin promover la partici-
pación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la representación
nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso
de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas,
principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre,
secreto y directo.
252 Sobre el registro de los partidos nacionales, véanse los artículos 24 a 29 COFIPE (requisitos
y procedimientos de constitución) y 30-31 (sobre admisión o no).
Por último, debe decirse que los partidos políticos que hagan uso de
su legitimación habrán de hacerlo a través de sus dirigencias, por así
determinarlo expresamente la Constitución, como por otra parte es na-
tural. Cuando sean partidos con registro a nivel nacional, en el Instituto
Federal Electoral, la pertinente decisión de interposición de la acción
habrá de adoptarse por las “ dirigencias nacionales” pues así lo determina
también el nuevo apartado f) del artículo 105.II. Y ello incluso para el
caso de que la ley que se impugne sea estatal y no nacional; incluso en
este caso, en cuanto que el partido es de ámbito federal, se exige que
sea su dirección nacional la que adopte la decisión de impugnar una ley
de ámbito estatal. La solución es, obviamente, distinta cuando el partido
político tenga registro estatal, pues en tal supuesto dice el precepto cons-
titucional que los partidos ejercen esta legitimación “ a través de sus
dirigencias” , dirigencias que son las de ámbito estatal.
1. Generalidades
titucionalidad por medio del instituto procesal aquí estudiado y ello sólo
respecto de las leyes aprobadas, promulgadas y publicadas en la fecha
de entrada en vigor de la LR105.255 Ello excluye no sólo a los reglamentos
administrativos,256 a los que en seguida nos referiremos, sino también a
las normas con fuerza de ley que, por delegación extraordinaria y ex-
cepcional del Congreso de la Unión, puede aprobar el Ejecutivo en las
dos hipótesis contempladas en el artículo 49 de la Constitución, por re-
lación con los artículos 29 (situaciones de emergencia: casos de invasión,
perturbación grave de la paz pública o grave peligro o conflicto para la
sociedad) y 131 (algunos aspectos relacionados con el comercio exterior,
la economía del país y la estabilidad de la producción nacional) del mis-
mo texto legal; aunque sí pueden ser objeto de control por esta vía las
“ prevenciones generales” del decreto de suspensión de garantías a que
se refiere el artículo 29 cuando las apruebe el Congreso (pero no la
Comisión Permanente), así como la aprobación (o rechazo) por el Con-
greso del uso que haga el Ejecutivo de la facultad a que se refiere el
propio artículo 131 en su parte final.257 Resultan asimismo excluidas las
normas de valor legislativo que el propio Ejecutivo puede dictar en el
específico supuesto del artículo 27 constitucional, en que se concede al
presidente de la República, directamente y no por delegación del Con-
greso, facultad legislativa para reglamentar la extracción y utilización de
las aguas del subsuelo “ que pueden ser libremente alumbradas mediante
obras artificiales” por el dueño del terreno donde broten, así como para
establecer zonas vedadas respecto de dichas aguas y de las de propiedad
nacional. Quedan asimismo excluidas de la impugnación por la acción
de inconstitucionalidad las normas con fuerza de ley que los goberna-
dores de los estados puedan emitir en ejercicio de las facultades extraor-
dinarias que les hayan podido ser otorgadas a estos efectos por las le-
gislaturas.
No se han respetado así las consideraciones que ya hiciera Kelsen, y
que nos parecen enteramente vigentes aún hoy en día: “ la jurisdicción
255 Tampoco puede suscitar dudas que no cabe este control respecto de leyes anteriores a la
reforma constitucional de 1994, solución prudente y comprensible, en cuanto que no hay un cambio
de régimen, como sí lo hubo en Italia con la Constitución de 1947, en Alemania con la Ley Fun-
damental de 1949 o en España con la Constitución de 1978.
256 Mateos Santillán, Juan José, “ La reinstauración de los juicios de constitucionalidad con
efectos generales en México” , Revista Jurídica Jalisciense, Departamento de Estudios e Investiga-
ciones Jurídicas, núm. 1, enero-abril de 1995, p. 64.
257 Fix-Fierro, Héctor, “ la reforma judicial...” , cit., p. 122.
260 A las reformas constitucionales como leyes sujetas a esta vía de control aludiremos más
adelante.
261 Cuestión distinta es que exista un plazo de treinta días para impugnar las leyes, a computar
desde el día de su publicación, de tal forma que si esas leyes no se impugnan dentro del plazo devienen
inimpugnables. Pero tales leyes no quedan en cuanto tales excluidas del objeto de la acción de
inconstitucionalidad; sólo ocurre que, por razones de seguridad jurídica, a partir de un determinado
plazo devienen “ firmes” , por así decirlo, y no es posible ya hacer valer su inconstitucionalidad por
esta vía, lo que sin embargo no excluye que, como es enteramente natural, sí pueda hacerse valer
a través del amparo.
262 Y claramente no son leyes ni los criterios jurisprudenciales, ni las disposiciones generales
del Consejo de salubridad a que se refiere el artículo 73.XVI.1ª, ni los decretos parlamentarios, ni
la declaración senatorial de la desaparición de los poderes de un estado o la convocatoria a un
periodo extraordinario de sesiones, supuestos a los que confusamente alude Arteaga como “ materias
excluidas” ; en rigor no lo son, simplemente no son leyes, lo cual es enteramente distinto. Arteaga
Nava, Elisur, La controversia constitucional y la acción de inconstitucionalidad. El caso Tabasco,
México, Monte Alto, 1996, pp. 54-55.
263 Flores Medina, Rubén Jaime, “ Estado democrático...” , cit., p. 89; Castro y Castro, Juventino,
El artículo 105 constitucional, cit., p. 262; Mateos Santillán, Juan José, “ La reinstauración de los
juicios...” , cit., p. 65; Villanueva Gómez, Juan Manuel, “ Algunas consideraciones en torno a la
última reforma constitucional relativa a la impartición de justicia” , Revista Jurídica Jalisciense,
Departamento de Estudios e Investigaciones Jurídicas, núm. 1, enero-abril de 1995, pp. 31-32; Es-
trada Sámano, José Antonio, “ Inconstitucionalidad de leyes en la reforma judicial” , Revista de
Investigaciones Jurídicas, año 19, núm. 19, 1995, p. 423 (quien habla de “ isla inhabitada de los
beneficios de la Justicia” constitucional); Carpizo, Jorge, “ Reformas constitucionales...” , cit., p.
836; Barragán, José, “ La novísima reforma...” , cit., p. 318; y categóricamente, García Ramírez,
Sergio, “ Constitucionalidad de leyes...” , cit., p. 996.
280 Dice el último párrafo del artículo 105.II “ las leyes electorales federal y locales deberán
promulgarse y publicarse por lo menos noventa días antes de que se inicie el proceso electoral en
que vayan a aplicarse, y durante el mismo no podrá haber modificaciones legales fundamentales” .
El artículo transitorio segundo establece que “ las adiciones contenidas en la fracción II del artículo
105 del presente Decreto, únicamente por lo que se refiere a las legislaciones electorales de los
Estados que por los calendarios vigentes de sus procesos la jornada electoral deba celebrarse antes
del primero de abril de 1997, entrarán en vigor a partir del 1º de enero de 1997” y no, como con
carácter general establece el artículo transitorio primero, el 23 de agosto de 1996 (día siguiente
de su publicación); “Para las legislaciones electorales federal y locales que se expidan antes del 1º de
abril de 1997 con motivo de las reformas contenidas en el presente Decreto, por única ocasión, no
se aplicará el plazo señalado en el párrafo cuarto de la fracción II del artículo 105” .
281 Sobre el concepto de inconstitucionalidad por omisión puede verse Fernández Rodríguez,
José Julio, La inconstitucionalidad por omisión, Madrid, Civitas, 1997; id., “ La inconstitucionalidad
por omisión en Portugal” , Revista de Direito e de Estudos Sociais, año XXXVI, números 1-2-3,
enero-septiembre de 1995 y Fernández Segado, Francisco, “ Los nuevos desafíos de nuestro tiempo
para la protección jurisdiccional de los derechos” , Revista Vasca de Administración Pública, núm.
39, mayo de 1994, pp. 67 y ss.
3. Tratados internacionales
284 Finalmente, tanto la Constitución como la Ley del Tribunal de Garantías Constitucionales
guardaron silencio sobre el control de la constitucionalidad de los tratados, si bien con ocasión de
la tramitación de la citada ley el profesor Recaséns Sichés propuso en los debates parlamentarios
que se previera su control preventivo, tesis que a la postre no sería admitida como tampoco la de
su control a posteriori, que defendió precisamente el miembro de la Comisión Jurídica Asesora que
dos años antes había propuesto en el seno de ésta la previsión de un control preventivo o a priori
(J. Elola). Remiro Brotons, Antonio, “ Artículo 95. Inconstitucionalidad en Tratado Internacional” ,
en el colectivo Alzaga Villaamil, Óscar (dir.), Comentarios a las leyes políticas, tomo XII, cit., pp.
553-554.
este aspecto para los tratados del que rige para las leyes. Pero, para los
tratados, prevé la Constitución un procedimiento específico de control
preventivo, que puede ser instado por el gobierno, por el Congreso o
por el Senado, y que no existe, en cambio, para las leyes. De su regu-
lación por la legislación de desarrollo, merecen ser destacados dos as-
pectos:
285 Muy positiva nos parece la determinación del artículo 101 de la Constitución de Andorra
en el sentido de que “ este procedimiento tendrá carácter preferente” , que tiene después una regulación
legal en la LQTC acorde con tal principio y absolutamente coherente con un Tribunal de escasa
actividad: “ El magistrado ponente ha de recoger todos los informes y documentos que estime ne-
cesarios para formular su propuesta de dictamen, que, en todo caso, ha de presentar al presidente
del Tribunal en un término máximo de quince días hábiles contados desde la fecha de entrada del
escrito de contestación. El Tribunal emitirá el dictamen de constitucionalidad dentro de los tres días
posteriores al de la formulación de la mencionada propuesta” (artículo 61 LQTC).
286 Esa es, desde luego, la experiencia española, donde se previó por vía legal un control de
este tipo, respecto de los Estatutos de las Comunidades Autónomas y las Leyes Orgánicas. Dado
que esta competencia no se preveía en el texto constitucional, se plantearon muy serias dudas sobre
su constitucionalidad y se generaron enérgicas críticas en cuanto a su utilidad. En 1985, se suprimió
mediante ley, lo que ha sido juzgado muy positivamente por toda la doctrina, especialmente teniendo
en cuenta que el Tribunal Constitucional no venía obligado a resolver en un plazo breve, o fugaz
incluso, tal y como ocurre con el control preventivo de constitucionalidad del Consejo Constitucional
en Francia.
La propia exposición de motivos de la Ley Orgánica 4/1985 es meridianamente clara sobre el
balance final: “ [El control previo de la constitucionalidad] se ha configurado como un factor dis-
torsionador de la pureza del sistema de relación de los poderes constitucionales del Estado, con
consecuencias inesperadas y metaconstitucionales en la última fase del procedimiento de formación
de la ley. El Estado configurado en la Constitución se fundamenta en un inmediato equilibrio de
poderes, que se caracteriza por la demarcación estricta del ámbito de actuación política y jurídica
de cada uno de éstos, sin interferencias que desequilibren su relación armónica. Pero la confi-
guración del recurso previo de inconstitucionalidad puede suponer una grave fisura de este equili-
brado sistema de relaciones, con incidencia negativa del Poder Legislativo y del Tribunal Consti-
tucional. Las Cortes Generales, en efecto, pueden ver interferida su acción legislativa en cualquier
fase de procedimiento de creación normativa, lo que no permite la plena conformación de la voluntad
del órgano parlamentario. Puede incidirse así, y de forma negativa, en el ejercicio de la potestad
legislativa que el artículo 66.2 de la Constitución atribuye sin limitaciones a las Cortes Generales.
El Tribunal Constitucional, por su parte, órgano jurisdiccional, y, por tanto, alejado de los avatares
políticos de la práctica parlamentaria, se ve lanzado a una función que no responde al sistema de
relación de poderes que la Constitución establece, interviniendo en el procedimiento de formación
legislativa aun antes de que la voluntad parlamentaria se haya configurado definitivamente” .
287 Ello es algo indiscutible en el ámbito internacional y así lo ha sostenido rotundamente tanto
el Tribunal Permanente de Justicia Internacional (TPJI) como el Tribunal Internacional de Justicia
(TPI) e inclusive la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El primero sostiene, por ejemplo,
lo siguiente: “ Se debe observar, sin embargo, que si, por una parte, conforme a los principios
generalmente admitidos, un Estado no puede respecto a otro Estado prevalerse de las disposiciones
constitucionales de este último, sino sólo del derecho internacional y de los compromisos interna-
cionales válidamente contraidos, por otra parte, e inversamente, un Estado no puede invocar respecto
a otro Estado su propia constitución para sustraerse a las obligaciones que le imponen el derecho
internacional o los tratados en vigor” (TPJI, Serie A/B, núm. 44, p. 24). Conviene aclarar, en
cualquier caso, que ello no supone una primacía del derecho internacional sobre el derecho interno,
pues ése es un terreno donde el derecho internacional público deja libres a los respectivos derechos
internos, pero lo que sí es indiscutible es que el incumplimiento genera responsabilidad internacional.
Hay ordenamientos, como el portugués, que previsoriamente establecen algún tipo de regulación
especial. Es el caso de la Constitución portuguesa, cuyo artículo 277.2 establece que “ la inconsti-
tucionalidad orgánica y formal de tratados internacionales regularmente ratificados no impide la
aplicación de sus normas en el ordenamiento jurídico portugués, desde el momento en que tales
normas sean aplicadas en el ordenamiento jurídico de la otra parte” , si bien a renglón seguido
establece una excepción, respecto de la que —aparte de su problemático alcance— se plantea
la cuestión aludida en el texto: se exceptúan los casos en que “ tal inconstitucionalidad resulte de la
violación de una disposición fundamental” . Aparte de ello, la doctrina portuguesa es unánime en
entender que la norma en cuestión no se aplica a la inconstitucionalidad material. Araújo, António
de, “ Relaçôes entre o Direito Internacional e o Direito interno: limitaçâo dos efeitos do juízo de
constitucionalidade (A norma do artigo 277,2 da CRP)” , en el colectivo Estudos sobre a jurispru-
dência..., cit., pp. 9 y ss.
288 Como ha declarado reiteradamente el Tribunal Internacional de La Haya, con base en la
costumbre, “ es un principio de Derecho Internacional que toda violación de un compromiso inter-
nacional implica la obligación de reparar de una forma adecuada” , sin que la falta de previsión
expresa de esa obligación de reparar en el contexto de la norma infringida afecte a su imperatividad.
Me refiero al caso de la fábrica de Chorzow de 26.7.927 y 13.9.928.
289 Por lo que parece, si hacemos caso a Gutiérrez Baylon, no serían escasos los ejemplos de
incompetencia en la praxis mexicana. Véanse varios ejemplos en Gutiérrez Baylon, Juan de Dios,
“ Tratados y resoluciones...” , cit., p. 42.
— España,
— Alemania,291
— Francia,292
— Portugal,293
— Colombia,294
290 Y tal fórmula se reveló muy útil, por cierto, en todos estos países para la ratificación del
Tratado de la Unión Europea (1992). Sobre este tema, véase Favoreu, Louis, “Le contrôle de consti-
tutionnalité du Traité de Maastricht et le developement du Droit constitutionnel international” ,
Revue Générale de Droit International Public, t. XCVII, 1993, pp. 39-66; Weber, Albrecht, “ El
control del Tratado de Maastricht por la jurisdicción constitucional desde una perspectiva compa-
rada” , Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 45, septiembre-diciembre de 1995, pp.
31 y ss., quien destaca como “ considerado desde el punto de vista del derecho comparado, el control
de normas preventivo de obligaciones asumidas mediante tratado, posee frente al control ‘posterior’
de normas [...] importantes ventajas” (p. 35).
291 Aunque la Constitución (artículo 100.2) y la BVGG (artículo 13 BVGG y sección 12 de la
parte III (Besondere Verfahensvorschriften) sólo prevén el control a posteriori, el Tribunal Consti-
tucional —sin apoyo legal y en una resolución claramente creativa— admitió en su sentencia de 8
de diciembre de 1952 la posibilidad de pronunciarse sobre la constitucionalidad de los tratados previa-
mente a su ratificación con ocasión de un dictamen solicitado por los gobiernos de los Länder o por la
tercera parte de los miembros del Bundestag (BVerfE 2,79). Favoreu, Louis, Les Cours..., cit., p.
59; Hans Joachim Faller, “ Defensa constitucional...” , cit., pp. 61-63.
Cfr. BVerfGE 1, 396 (411 ss.); 4, 157 (162); 12, 205 (220 ss.). Como nos recuerda Hesse, si
aquí el control del Tribunal es lícito incluso ya previamente al otorgamiento y publicación (vor der
Ausfertigung und Verkündung) de la norma, aunque sólo cuando el proceso en los cuerpos legisla-
tivos esté cerrado, ello se debe a que se trata de este modo de evitar que “ sean asumidas obligaciones
internacionales en contradicción con el derecho interno del Estado” . Hesse, Konrad, Grundzüge...,
cit., p. 268, nota 15. Véase también Jöhn, Hartmut, “ Die abstrakte Nomenkontrolle” , cit., pp. 314-
315.
292 En Francia, tanto el presidente de la República como el primer ministro, los presidentes de
la Asamblea Nacional y del Senado y, por último —tras la reforma constitucional de 25 de junio
de 1992 (Ley nº 92-554)—, sesenta diputados o sesenta senadores pueden remitir al Consejo Cons-
titucional todo acuerdo internacional pendiente de ratificación con la finalidad de verificar la con-
formidad a la Constitución de una o más de sus cláusulas y, en caso de que la no conformidad sea
constatada, el acuerdo internacional no podrá ser ratificado hasta que la Constitución sea revisada
(“si le Conseil constitutionnel... a déclaré qu’un engagement international comporte une clause
contraire á la Constitution, l’autorisation de ratifier ou d’approuver l’engagement international en
cause ne peut intervenir qu’e après la révision de la Constitution” ). Véase, asimismo, los artículos
18 y ss. de la LOCC, reformada también por Ley Orgánica 95-63, de 19 de enero de 1995.
293 El presidente de la República puede acudir al Tribunal Constitucional por la vía del control
preventivo para verificar la constitucionalidad de los tratados y acuerdos internacionales y, en caso
de ser declarados inconstitucionales, obligar a la Asamblea de la República a decidir sobre el man-
tenimiento de las disposiciones declaradas inconstitucionales por mayoría de dos tercios. Cfr. artí-
culos 278 y 279 Constitución y título III, capítulo II, subcapítulo I, sección segunda (Processo de
fiscalizaçâo preventiva), artículos 57 a 61, LTC.
294 El artículo 240, punto 10, de la Constitución establece que es competencia de la Corte
Constitucional: “ Decidir definitivamente sobre la exequibilidad de los tratados internacionales y de
— Costa Rica,
— Bolivia,
— Eslovenia o
— Andorra.295
las leyes que los aprueben. Con tal fin, el gobierno los remitirá a la Corte, dentro de los seis días
siguientes a la sanción de la ley. Cualquier ciudadano podrá intervenir para defender o impugnar
su constitucionalidad. Si la Corte los declara constitucionales, el gobierno podrá efectuar el canje
de notas; en caso contrario, no serán ratificados. Cuando una o varias normas de un tratado multi-
lateral sean declaradas inexequibles por la Corte Constitucional, el Presidente de la República sólo
podrá manifestar el consentimiento formulando la correspondiente reserva” . La Corte ha ejercido
esta facultad, por ejemplo, en las sentencias C-447 de 6 de agosto de 1992, C-574 de 28 de octubre
de 1992 y C-027 de 5 de febrero de 1993.
295 Artículo 98 de la Constitución: “ El Tribunal Constitucional conoce:... b) De los requirimien-
tos de dictamen previo de inconstitucionalidad sobre leyes y tratados internacionales” ; artículo 101:
“ 1. Los copríncipes, en los términos del artículo 46.1.f), el Jefe de Gobierno o una quinta parte
de los miembros del Consejo General, pueden requerir dictamen previo de inconstitucionalidad
sobre los tratados internacionales antes de su ratificación. Este procedimiento tendrá carácter pre-
ferente. 2. La resolución estimatoria de inconstitucionalidad impedirá la ratificación del tratado. En
todo caso, la celebración de un tratado internacional que contenga estipulaciones que contradigan la
Constitución exigirá la previa reforma de ésta” . Véase además el título IV, capítulo III (Del pro-
cediment previ de control de constitutionalitat dels Tractats internacionals) de la LQTC.
296 Gutiérrez Baylon, Juan de Dios, “ Tratados y resoluciones..., cit., p. 43.
297 Arteaga Nava, Elisur, La controversia constitucional..., cit., p. 55.
luntad alguna de distinguir entre unos y otras, sino que se emplean como
términos sinónimos.
Y lo que es más importante, el artículo 89 de la Constitución —que
es el artículo básico en la materia, por cuanto que se refiere a la com-
petencia para la celebración de las normas a que venimos refiriéndonos—
determina que es una facultad del presidente la de “ celebrar tratados
internacionales” , sometiéndolos, eso sí, “ a la aprobación del Senado” ,298
y no se establece en dicho precepto ninguna diferenciación de aquéllos
con respecto a los convenios o a las convenciones, a los que simplemente
no se hace mención alguna.
Naturalmente, tampoco se alude en ningún lugar de la Constitución a
quién es competente para celebrar esos convenios o convenciones inter-
nacionales pretendidamente diversos de los tratados. Lejos de ello, el
artículo 76 determina que es facultad exclusiva del Senado aprobar (ra-
tificar) los tratados internacionales y convenciones diplomáticas “ que
celebre el Ejecutivo de la Unión” . De ello se deduce que el constituyente
no pretendió, con la utilización de términos distintos, distinguir entre
tratados y convenciones (ni tampoco unos y otras de los convenios), sino
que los utilizó como sinónimos. No hay base constitucional para dife-
renciar entre unas normas internacionales y otras.299
Y si la diferenciación hipotética entre tratados y convenios carece de
toda base constitucional, desde la perspectiva de la legalidad ordinaria
es todavía más claro que una diferenciación de unos y otras no es de
recibo. En efecto, la Ley sobre la Celebración de Tratados, de 2 de enero
de 1992, establece en su artículo 2, fracción I, que en el ordenamiento
jurídico mexicano se entenderá por tratado internacional
298 Tras la reforma de 1988, pues con anterioridad se decía, en abierta contradicción con los
artículos 76 (facultad exclusiva del Senado su ratificación) y 133 (su valor como Ley Suprema de
la Unión), que esa aprobación correspondería al “ Congreso Federal” .
299 En el artículo 76 no hay criterio alguno que pueda posibilitar, siquiera hipotéticamente, esa
diferenciación entre unos y otros. Por lo que al artículo 15 se refiere, el uso de la conjunción disyuntiva
(“ o” ), no copulativa, es indicativo de que constitucionalmente no se establece ninguna distinción
entre los convenios y los tratados.
301 Rodríguez Carrión, Alejandro J., Lecciones de derecho internacional público, Madrid, Tec-
nos, 1994, p. 171. Véase también Díez de Velasco, Manuel, Instituciones de derecho internacional
público, vol. I, Madrid, Tecnos, 1983, pp. 101 y ss.
302 En este sentido, puede verse López Mata, Rosendo, “ Notas para el análisis sobre la cons-
titucionalidad de algunas disposiciones contenidas en la Ley sobre la Celebración de Tratados” ,
Jurídica, Anuario del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana, pp. 237 y ss.
303 Justamente la reforma de 1994 podría haber sido una buena oportunidad para constitucio-
nalizar expresamente esa diferenciación entre tratados y acuerdos interinstitucionales, si se hubiese
juzgado oportuno, por medio de la regulación frontal de la cuestión o incluso, aunque más discu-
tiblemente, mediante la referencia separada a los tratados y a los acuerdos interinstitucionales en
el artículo 105 constitucional. Sea como sea, no se ha hecho así y la cuestión sobre la constitucio-
nalidad de esta fuente permanece abierta.
304 Arteaga Nava, Elisur, La controversia constitucional..., cit., p. 53.
último, véase Aragón Reyes, Manuel, “ competencias del Tribunal Constitucional...” , cit., pp. 178
y ss.
309 Por lo demás, el anterior presidente de la Suprema Corte de Justicia, con anterioridad a la
reforma de 1994, sostenía expresamente: “ las reformas nunca pueden cuestionarse por los contenidos
que llegaren a incorporar, pero sí por los vicios formales que tuvieren, esto es, por desconocer los
procedimientos o requisitos de integración de los órganos. Siendo el juicio de amparo procedente
a instancia de parte agraviada, según lo determina la fracción I del artículo 107 constitucional, la
impugnación de una reforma constitucional por vicios de forma sólo podrá plantearse al resultar afectado
algún particular” . Se afirmaba así explícitamente la posibilidad del control de constitucionalidad de
las reformas por la vía del amparo, y nada menos que por el presidente de la Suprema Corte. Es
ésta, en todo caso, una cuestión distinta del objeto de nuestro análisis, en la que por ello no entra-
remos, aunque relacionada con el mismo y muy significativa por lo demás.
310 Madrazo, Jorge, “ El artículo 135” , en el colectivo Constitución Política..., cit., p. 1375.
311 Insisto en que queda siempre abierta la posibilidad fáctica de actuación del poder constitu-
yente originario, que como nos recuerda Blanco Valdés, es “ un poder, por definición, superior a
los poderes constituidos” , incluido el poder constituyente permanente. Blanco Valdés, Roberto L.,
La configuración del concepto..., cit., p. 22.
312 García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma..., cit., pp. 198-199.
una nueva, si bien “ su actuación no podrá explicarse en términos jurídicos sino por las vías de
hecho” . Vega García, Pedro de, La reforma constitucional..., cit., pp. 220 y ss y 238.
317 Hasta el punto de que se ha convertido en “ una especie de práctica necesaria” en las cons-
tituciones más modernas. Vega García, Pedro de, La reforma constitucional..., cit., p. 246. Loe-
wenstein se refiere, en uno de sus más conocidos artículos, a la “ ilusión creciente de que ciertas
cuestiones fundamentales pueden hacerse ‘irreformables” (“ the increasing illusion that certain fun-
damentals can be made ‘unamendable’” ). Loewenstein, Karl, “ Reflections on the Value of Cons-
titutions in Our Revolutionary Age” , en el colectivo Zurcher, Arnold J. (ed.), Constitutions and
Constitutional Trends since World War II, Washington/New York, New York University Press,
1951, p. 215, y del mismo autor, su trabajo clásico Uber wesen, Tecknik und Grenzen der Verfas-
sungsänderung, Berlin, Walter de Gruyter, 1961, especialmente pp. 42 y ss. Véase también Brenner,
Michael, “ Möglichkeiten und Grenzen grundrechtsbezogener Verfassungsänderungen, dargestellt an-
hand der Neuregelung des Asylrechts” , Der Staat, 1993, t. 32, núm. 4, pp. 493 y ss., donde se
contiene un estudio sobre estas cláusulas, su alcance en general y también su ineficacia (en discutible
tesis del autor) respecto del derecho de asilo, en cuanto que éste no constituye una manifestación
de la dignidad humana sino más bien un “ acto de generosidad” del poder constituyente [literalmente:
“ Der Verfassungsgesetzgeber betrachtete die Asylgewährung vielmehr als einen Akt der Generosi-
tät” ], tesis que —por cierto— no es preciso subrayar lo importante que puede llegar a ser, de
admitirse, en un país como Alemania.
318 Así, Rigaux, Marie-Françoise, La théorie des limites matérielles à l’exercice de la fonction
contituante, Bruselas, Ferdinand Larcier, 1985, p. 204; véase también Gomes Canotilho, José Joa-
quim, Dereito constitucional, cit., pp. 1129 y ss.
319 Los límites (materiales) expresos más relevantes en el ámbito comparado han sido recondu-
cidos por Rigaux a los siguientes: a) la prohibición de revisar la naturaleza política del régimen;
b) la interdicción de modificar la estructura política del Estado; c) la prohibición de modificar los
fundamentos ideológicos del Estado, ya se trate de una ideología política o religiosa; d) la protección
de los derechos fundamentales; e) la prohibición de afectar la integridad territorial del Estado. Rigaux,
Marie-Françoise, La théorie des limites..., cit., pp. 45 y ss.
320 Vega García, Pedro de, La reforma constitucional..., cit., pp. 283 y ss., 242-243 y 267 y ss,
quien, por cierto, defendió ya a lo largo del proceso constituyente que se incorporasen a la Cons-
titución ciertas cláusulas de intangibilidad. Sobre los límites implícitos en general, formales y ma-
teriales, véase el conocido trabajo de 1934 de Carlo Esposito, Le validità delle leggi, que citamos
por la reimpresión en Milán, Giuffrè, 1964, pp. 190 y ss.; y más recientemente, Allegretti, Umberto,
“ Il Problema dei limiti sostanziali all’innovazione costituzionale” , en Ripepe, Eugenio, e Roberto
Romboli (coord.), Cambiare costituzione o modificare la Costituzione?, Torino, G. Giappichelli,
1995, pp. 23 y ss.
321 Fernández Segado, Francisco, “ Dignidad de la persona, orden valorativo y derechos funda-
mentales en el ordenamiento constitucional español” , Revista Española de Derecho Militar, Minis-
terio de Defensa, núm. 65, enero-junio de 1995, Madrid, pp. 516-517. Es también la posición de
Ruiz Miguel respecto de la dignidad de la persona como fundamento del orden político (artículo
101 CE). Ruiz Miguel, Carlos, “El significado jurídico del principio de dignidad de la persona en el
ordenamiento español” , Revista Jurídica del Perú, año XLVI, núm. 4, octubre-diciembre de 1996,
p. 183.
322 El propio Alzaga, con ocasión de los debates constituyentes de 1978 en España, se apoyó
precisamente en la más que dudosa eficacia de estas cláusulas en la práctica para rechazar su
incorporación (y proponer en su lugar un procedimiento agravado de reforma): “ No tiene demasiado
sentido la pretensión ingenua de los constituyentes, que se ha repetido en muchas ocasiones a lo largo
de la historia, de dotar a su obra de eternidad; como se ha dicho, sólo la Biblia se ha escrito para
miles de años” . Su intervención en la Comisión de Asuntos Constitucionales el día 20 de junio de
1978 puede consultarse en Constitución española. Trabajos parlamentarios, edición preparada por
Sainz Moreno, Fernando, Madrid, Publicaciones de las Cortes Generales, 1980, t. II, p. 1736.
323 No deja de ser curioso que, entre otros muchos, defienda la existencia de estos límites el
mismo autor que niega a la Suprema Corte toda posibilidad de control de la constitucionalidad de
las reformas constitucionales: “ Al respecto [sobre la existencia de límites inmanentes a la reforma
constitucional], yo no puedo sino volver a estar de acuerdo con el maestro De la Cueva, cuando
afirma que el procedimiento de reforma parcial, como es el del artículo 135, sólo puede conducir
a modificaciones concretas, pero nunca al cambio de los principios fundamentales. De este modo,
el poder reformador de la Constitución debe detenerse ante lo que el propio maestro De la Cueva
llamó ‘los principios que contribuyen a la integración del estilo de vida política del pueblo’, ex-
presión que pudiera ser equivalente a la de los valores ideológicos fundamentales acuñada por Karl
Loewestein”. Madrazo, Jorge, “ El artículo 135” , cit., p. 1375. Otros autores que defienden la existencia
de límites al poder de reforma son Carpizo, Jorge, La Constitución mexicana de 1917, México, UNAM,
1979, pp. 131 y ss.; Burgoa, Ignacio, Derecho constitucional mexicano, cit., pp. 383, 656 y 657;
Canudas, Luis Felipe, “ Irreformabilidad de las constituciones políticas de la Constitución” , Revista de
Jurisprudencia, México, núms. 1, 18, 19 y 20, pp. 107-108 [cito a los tres por Salvador Valencia
Carmona, Derecho constitucional mexicano..., cit., p. 44].
CAPÍTULO CUARTO
I. ALGUNAS OBSERVACIONES
324 No interesa ahora aludir a otras soluciones intermedias (entre la validez y la nulidad), co-
nocidas en la praxis jurisprudencial de diversos países con justicia constitucional: sentencias inter-
pretativas, admonitorias, de mera inconstitucionalidad, etcétera.
325 Joachim Faller, Hans, “ Defensa constitucional por medio de la jurisdicción...” , cit., p. 55.
167
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326 La cuestión no es tan sencilla ni simple como esto, como pone de relieve el ejemplo de
España, donde el propio Tribunal Constitucional, con apoyo en la propia LOTC, ha entendido que
para enjuiciar la conformidad de una ley con la Constitución no sólo ha de tenerse presente la
Constitución sino también un conjunto de normas interpuestas entre la Constitución y el resto del
ordenamiento jurídico en cuanto que normas no de desarrollo constitucional sino de concreción
necesaria de normas constitucionales, que sin ellas no pueden válidamente interpretarse (el bloque
de constitucionalidad). En primer término, y ante todo, se incluyen aquí las normas delimitadoras de
las competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas o reguladoras o armonizadoras
del ejercicio de las competencias autonómicas; y ello porque la Constitución no dibuja de una
manera cerrada el ámbito competencial del Estado y las Comunidades sino que sólo crea un marco
general, muy confuso por cierto, dentro del cual habrán de ser ciertas normas —especialmente, los
Estatutos de Autonomía en cuanto que norma institucional básica de cada Comunidad Autónoma
y las leyes orgánicas— las que precisen para cada Comunidad Autónoma el concreto ámbito de su
competencia y el del Estado, siempre dentro del marco constitucional. Pero también se han incluido
aquí otras normas, como es el caso de los Reglamentos Parlamentarios. Una cuestión semejante
sobre el parámetro de constitucionalidad —o normas de referencia, como lo llaman ellos— se ha
planteado en la doctrina francesa. Por lo demás, no puede desconocerse el dato de que el Tribunal
Constitucional conoce de hechos a través del amparo y de la cuestión de constitucionalidad, por lo
que “ el parámetro de enjuiciamiento constitucional difícilmente podrá prescindir de ingredientes de
mera legalidad ordinaria” ( Gascón Abellán, Marina, “ La justicia...” , cit., p. 66). Sobre la cuestión
referida al derecho portugués, véase el interesante enfoque de Gomes Canotilho, José Joaquim,
Direito constitucional, cit., pp. 979 y ss.
327 En relación a la inconstitucionalidad por vicios de forma ya señalaba Kelsen (“ La garan-
zia...” , cit., p. 191) que sólo debía ser declarada “ cuando los vicios sean particularmente importantes,
esenciales” , dejando preferiblemente la valoración de ese carácter al Tribunal constitucional pues
no parece adecuado que sea la Constitución la que proceda directamente y con carácter general a
la “ dificilísima distinción entre vicios esenciales y no esenciales” . Y como Crisafulli ha destacado,
el control de la constitucionalidad formal también puede plantear serios problemas en las relaciones
entre el órgano de la constitucionalidad y el Poder Legislativo, si bien la “ zona crítica” de esas
relaciones es patentemente la de la constitucionalidad material. Crisafulli, Vezio, “ Giustizia costi-
tuzionale e potere legislativo” , en el colectivo Aspetti e tendenze..., vol. 4 (La garanzie giurisdi-
zionale e non giurisdizionale del Diritto obbiettivo), Giuffrè-Università di Roma, 1977, pp. 135 y ss.
328 Cfr. Biglinos Campos, Paloma, Los vicios en el procedimiento legislativo, Madrid, Centro
de Estudios Constitucionales, 1991; Jiménez Aparicio, Emilio, “ Las infracciones del procedimiento
legislativo: algunos ejemplos” , Revista del Centro de Estudios Constitucionales, núm. 3, mayo-
agosto de 1989, pp. 143 y ss. En el control de este tipo de vicios por la jurisprudencia constitucional
alemana se observa “ una cierta tendencia a evitar al máximo la comprobación de vicios de proce-
dimiento en el iter legislativo o a aminorar su significación” , no obstante lo cual “ también el
procedimiento legislativo es vigilado cuidadosamente, dándose una cierta tolerancia del Tribunal
exclusivamente en casos de pequeñas irregularidades” . Schneider, Hans-Peter, “ Jurisdicción cons-
titucional ...” , cit., pp. 48 y 50.
329 Gomes Canotilho, José Joaquim, Direito constitucional, cit., pp. 1013-1014.
330 Sobre la conexión inescindible entre control de constitucionalidad e interpretación constitu-
cional, puede verse Cruz Villalón, Pedro, La formación del sistema europeo..., cit., p. 29.
331 Entre una bibliografía abrumadora, conservan todavía hoy todo su interés las reflexiones de
Cappelletti, Mauro, “ La actividad y los poderes del juez constitucional...” , cit., pp. 138 y ss.
332 Cappelletti, Mauro, “ The Law-Making Power of the Judges and its Limits” , en su libro
recopilatorio The Judicial Process in..., cit., p. 29.
de los jueces” no es más que un “fantasma” que es evocado contra cualquier tipo de control judicial de
la constitucionalidad. Cappelletti, Mauro, “Is the European Court of Justice ‘Running Wild’?” , en su libro
recopilatorio The Judicial Process in Comparative Perspective, cit., p. 393.
343 Son sobradamente conocidas las reflexiones en ese sentido de Hamilton en A. Hamilton, J.
Madison y J. Jay, El Federalista, cit., carta núm. 78, pp. 330 y ss.: “ el [poder] judicial, debido
a la naturaleza de sus funciones, será siempre el menos peligroso para los derechos políticos de la
Constitución [...] no influye ni sobre las armas, ni sobre el tesoro; no dirige la riqueza ni
la fuerza de la sociedad y no puede tomar ninguna resolución activa. Puede decirse con verdad
que no posee FUERZA ni VOLUNTAD, sino únicamente discernimiento, y que ha de apoyarse en
definitiva en la ayuda del brazo ejecutivo hasta para que tengan eficacia sus fallos [...] es, sin
comparación, el más débil de los tres departamentos del poder” .
344 Como nos dice Simon, “ hasta tal extremo ha arraigado la idea de una Jurisdicción Consti-
tucional que ya no es tanto la legitimación de la misma lo que está en primer plano, sino cuales
sean los límites” de los Tribunales Constitucionales. Simon, Helmut, “ La jurisdicción constitucio-
nal” , cit., p. 847.
345 Como señala De Vega, “ las cuestiones que afectan a la fundamentación, legitimidad y co-
herencia del sistema político democrático distan mucho todavía de haber logrado una solución de-
finitiva” . Vega, Pedro de, “ Prólogo” a La defensa de la Constitución, cit., p. 24.
346 Schmitt, Carl, La defensa de la Constitución, cit., p. 57.
347 Idem, p. 75.
Francisco, “ La judicialización...” , cit., pp. 50-51. Para Alemania, entre una bibliografía inabarcable,
véase Häberle, Peter, “ Verfassungsgerichtbarkeit als...” , cit., p. 59, quien nos dice que el tribunal
constituye nada menos que “ un factor sobresaliente del proceso político” (“ einen herausragenden
Faktor im politischen Proze bildet” ); y así puede Hesse comentar (“ Evolución histórica y ...” , cit.,
p. 51) que “ nunca se llegó a pensar” en el momento constituyente “ que con las competencias
recibidas fuera este Tribunal a cobrar tal influencia, fuera a acumular un poder tal en la vida del
Estado” ; también Ebsen, Ingwer, Das Bundesverfassungsgericht als Element gesellschaftlicher
Selbstregulierung, Berlín, Duncker & Humblot, 1985. Para Austria, puede consultarse Ermacora,
Félix, “ El Tribunal Constitucional austríaco” , cit., p. 271.
356 Cox, A., The role of the Supreme Court in American Government, London, 1976, p. 99, cit.
por García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma..., cit., p. 187.
357 Cito, con una leve corrección de estilo [en la traducción], por Hamilton, A., J. Madison y
J. Jay, El Federalista (trad. de Gustavo R. Velasco), México, Fondo de Cultura Económica, 1994,
carta núm. 78, pp. 332: “ [Y] esta conclusión no supone de ningún modo la superioridad del poder
judicial sobre el legislativo. Sólo significa que el poder del pueblo es superior a ambos y que donde
la voluntad de la legislatura, declarada en sus leyes, se halla en oposición con la del pueblo, declarada
en la Constitución, los jueces deberán gobernarse por la última con preferencia a las primeras.
Deberán regular sus decisiones por las normas fundamentales antes que por las que no lo son” .
358 Se comprende así la frase atribuida al juez Jackson de que todo juez ha sido alguna vez
acusado de legislar (“ every Justice has been accused of legislating” ). La misma idea es defendida,
con otras palabras, en la doctrina italiana, por Cappelletti, Mauro, “ El Tribunal Constitucional en
el sistema político...” , cit., pp. 13 y 16; y en la alemana, Simon ha puesto de relieve cómo es
posible que un mismo Tribunal Constitucional se exceda unas veces y otras, en cambio, se retraiga
equivocadamente (dando lugar a excesos), si bien “ la mayor parte de tales sentencias contiene votos
particulares” , además de que sobre la valoración de las mismas no suele haber tampoco acuerdo
en la propia doctrina, dependiendo con frecuencia dicha valoración de la “ ubicación político-jurídica
del crítico” . Simon, Helmut, “ La jurisdicción constitucional” , cit., pp. 857-858. Hay casos en que
la doctrina no duda en hablar de una verdadera usurpación legislativa por parte del Tribunal Cons-
titucional, pero es importante notar que se trata siempre de casos excepcionales, aparte de que no
faltan nunca autores que lo valoran de otra forma. Habla de Usurpation der Gesetzgebung, por
ejemplo, Zweigert, Konrad, “ Einige rechtsvergleichende und kritische...” , cit., p. 74.
359 Así lo intuyó, nada menos que en 1934, Rodolfo Reyes, en su conocida obra: “ Si esta
función jurídico-política puede o no realizarla un Tribunal, lo contestará, más que la doctrina de
autores que, como Schmitt, lo niegan, más de un siglo de realización de países tales como los
Estados Unidos y Suiza” . La experiencia posterior de los tribunales constitucionales no ha consistido
en otra cosa que en una reafirmación rotunda de esa idea. Reyes, Rodolfo, La defensa constitucional,
cit., p. 151.
360 “ En general, hay que decir que la experiencia europea posterior a la Segunda Guerra Mundial
es positiva, sin excepción alguna hasta la fecha” . Pérez Royo, Javier, Tribunal Constitucional y...,
cit., p. 48, nota 46.
361 Para Austria, Ermacora, Félix, “ El Tribunal Constitucional austriaco” , cit., pp. 525-526 y
530 y ss.; para Italia, Leopoldo Elia, “ Constitucionalismo cooperativo’, ‘Racionalidad’ y ‘sentencias
aditivas’ en la jurisprudencia italiana sobre control de normas” , en López Pina, Antonio (ed.),
División de poderes e interpretación..., cit., p. 80.
362 Respecto de su país, puede Faller —entre otros— señalar con orgullo que las competencias
del Tribunal Constitucional se han evidenciado en estas décadas como plenamente eficaces para
remover los trastornos derivados de la propia estructura de un Estado de derecho social, libre y
democrático. “ En los últimos años, el Tribunal Constitucional Federal ha hecho desaparecer en
muchos casos, con sus pronunciamientos judiciales, cuestiones litigiosas que envenenaban la vida
pública. En más de un aspecto, su acción ha sido integradora y pacificadora” , sirviendo un gran
servicio a la democracia. Enumera a renglón seguido el autor una larga lista de supuestos en que la
intervención del Tribunal ha puesto punto y final a conflictos “ que envenenaban la vida pública”
(igualdad del hombre y la mujer, y de los hijos matrimoniales y no matrimoniales, el ámbito de la libertad
Francia, así como la mayor parte de los países de la Europa del Este363
—incluida la propia Rusia—, donde están cumpliendo en términos ge-
nerales un papel de enorme relevancia en la propia integración del país,364
o en buena parte de los países latinoamericanos,365 además de otras na-
ciones africanas y asiáticas que también han instaurado un Tribunal Cons-
titucional.366 El fenómeno expansivo de los tribunales constitucionales,
que se diría que no conoce límites (o tiene cada vez menos), y los efectos
positivos que su implantación por doquier irremisiblemente produce, es
por sí solo un hecho suficientemente significativo, que no necesita de
más comentarios.
En todos estos casos, los tribunales constitucionales han sabido actuar
dentro de unos límites materiales, funcionales e institucionales muy pre-
cisos; han sabido, en suma, conformar su actividad a la célebre máxima
de San Pablo en su II Epístola a los Corintios: “ Tened como si no tu-
viéseis” .367 En esa sabia regla podría condensarse la necesidad imperiosa
de todo órgano de la constitucionalidad de respetar unos ciertos límites
en su actividad pues ninguno de dichos órganos debe olvidar que “ su
autoridad fáctica proviene precisamente, y no en última instancia, de la
observancia de tales límites” .
Cuestión distinta, y mucho más compleja, es la de precisar cuáles son
exactamente esos límites, más allá de la formulación de reglas genéricas
368 Schneider, Hans-Peter, “ Jurisdicción constitucional...” , cit., in toto. Una propuesta distinta
es la de Landfried, Christine, “ The judicialization of politics...” , cit., pp. 121-122.
369 Es el control más intenso, que reduce al máximo los márgenes políticos de actuación y
decisión del legislador: es el control ejercido sobre todo en materia de derechos fundamentales,
especialmente los protegidos sin ningún tipo de reserva (de limitación).
370 Este control de apreciación limita en mucha menor medida la libertad de decisión del le-
gislador, bastando con que la misma haya sido adoptada a partir de una ponderación “ objetiva” y
“ defendible” de los elementos de juicio disponibles: es el control llevado a cabo en aquellos su-
puestos en que se trata de la apreciación de situaciones y regulaciones complejas, predominantemente
en el terreno económico o fiscal, para los que el tribunal no es más competente que el Legislativo,
o cuando el procedimiento parlamentario ofrece la garantía de una proximidad mayor a la realidad o,
simplemente, la posibilidad de un análisis objetivo más profundo que los que pudiera llevar a cabo
el tribunal.
371 Constituye el grado menos intenso de control, limitado a la observancia de los “ límites
extremos” del derecho constitucional y que es un control que sólo se lleva a cabo en aquellos
casos en que la Constitución misma presenta un grado suficiente de indeterminación, como, por
ejemplo, en la interpretación de la cláusula de la reunificación, del principio universal de igualdad
como interdicción de la arbitrariedad o de los principios generales de la Constitución.
Sin ellos [los entonces siete jueces del Tribunal Supremo americano] la
Constitución es letra muerta; [...] Su poder es inmenso; pero es un poder
de opinión. Son todopoderosos en tanto que el pueblo consienta en obe-
decer la ley; no pueden nada cuando la desprecia.375
380 No obstante, Denenberg considera que esta posibilidad “ constituye una proeza inimaginable,
salvo en los más insólitos momentos de consenso político” , y precisamente por ello, ha podido la
Corte actuar “ libremente, como reformadora social y política, recreando todo el Derecho” . Denen-
berg, R.V., Para entender la política de los Estados Unidos..., cit., p. 91.
381 García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma..., cit., p. 201. Es ésta, por lo
demás, una opinión generalmente aceptada en el ámbito comparado. Así, por ejemplo, para Suiza,
puede verse Kälin, Walter, Verfassungsgerichtbarkeit in der Demokratie (Funktionen der Staatsre-
chtlichen Beschwerde), Stämpfli & Cie. AG, Bern, 1987, p. 84, quien alude también a la experiencia
norteamericana de más de dos siglos (p. 85).
382 Favoreu, Louis, “ Los tribunales constitucionales” , cit., p. 109.
383 Este argumento histórico ya fue utilizado por Kelsen frente a Schmitt: “ Finalmente, un
análisis científico-jurídico que se ocupe de la posibilidad de una jurisdicción constitucional no de-
bería pasar por alto el hecho de que existe un Estado —a saber, Austria— en el que desde hace
más de un decenio funciona un control de constitucionalidad central perfectamente estructurado.
Analizar su real eficacia sería, por cierto, más provechoso que indagar acerca de su compatibilidad
con el concepto de Estado legislativo. Carl Schmitt se contenta con poner ‘la solución austriaca’
entre comillas, sin descender de las alturas de su propia abstracción en orden a analizar la impor-
tancia y funcionamiento real de tal Tribunal” . Kelsen, Hans, ¿Quién debe ser el defensor..., cit.,
pp. 31-32.
384 En Alemania, destaca Bachof cómo “ ya se ha visto muchas veces que la crítica en modo
alguno carece de influencia sobre la Corte. Tanto la crítica de la opinión pública como la crítica
de la ciencia jurídica han llevado en diversas formas a la Corte a una modificación de su jurispru-
dencia” . Bachof, Otto, “ Nuevas reflexiones sobre la jurisdicción constitucional...” , cit., p. 850.
Pérez Luño ha distinguido tres tipos de control a que está sujeta la interpretación constitucional: a)
Control jurídico, que se concreta en la necesidad de atenerse a los criterios interpretativos utilizados
en las decisiones previas de casos similares, así como en atender a la función orientadora y crítica
que desempeña la ciencia jurídica y en lo que aquí interesa la dogmática del derecho constitucional;
b) Control político, referido a la peculiar vigilancia o supervisión de legitimidad que ejercen los
órganos creadores del derecho sobre quienes lo interpretan o aplican; y c) Control social, manifestado
en la necesidad de que el intérprete pondere los intereses de aquellos a quienes la decisión afecta,
sobre la base de una consideración igual de sus personas (John Hart Ely); en la exigencia de que
el intérprete respete los standards o conceptos morales generales y básicos de la sociedad (Ronald
Dworkin); o en la conveniencia de que el resultado de la interpretación goce de un amplio consenso
social por cumplir las expectativas de la colectividad (Josef Esser). Pérez Luño, Antonio-Enrique,
“ La interpretación de la Constitución” , Revista de las Cortes Generales, núm. 1, enero-abril de
1984, p. 95.
385 García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma..., cit., p. 203. Sobre este tema,
si bien referido al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, puede verse Cappelletti, Mauro, “ Is
the European Court...” , cit., pp. 386 y 388 y ss. Como dice Bachof, si bien el Tribunal Constitucional
no debe dejarse influir en un caso concreto por la opinión pública, no ofrece dudas que “ está, sin
embargo, como con las partes del proceso, como con los colegas del propio tribunal, como con la
pluralidad de todos los tribunales situados al mismo, superior o inferior nivel, como con el mundo
jurídico especializado y con la ciencia, también con el pueblo, con la opinión pública, en una
comunicación constante, en cierto modo en un ‘diálogo duradero’, comunicación que puede ser
incluso mayor que la que se alcance en el Parlamento” . Bachof, Otto, “ Die richterliche Kontrol-
funktion...” , cit., p. 43.
No obstante, a la opinión pública como criterio condicionador de la jurisprudencia constitucional
hay que dar un cierto valor relativo, en cuanto que una de las misiones fundamentales de la juris-
dicción constitucional es la de protección de las minorías parlamentarias e incluso de los “ insufi-
cientemente representados” , con lo cual desarrolla una misión democrática fundamental, para lo
cual a veces está mejor preparada que los órganos legislativos. En este sentido, rotundamente,
Denenberg, R.V., Para entender la política..., cit., pp. 96 y ss.
furter, the Court breathes life, feeble or strong, into the inert pages of
the Constitution and the statute books.386
386 Frankfurter, “ The Supreme Court in the mirror of Justices” , University of Pa. Law Review,
núm. 105 (1957), p. 793, cit. por Dahl, Robert A., “ Decision-making in a democracy...” , cit., p.
280. Y es que, como nos dicen De Esteban y González Trevijano (Curso de derecho constitucional...,
cit., t. III, p. 237), los tribunales constitucionales no son los “ guardianes de un Museo” .
387 Saint-Exupéry, Antoine de, El Principito, Madrid, Alianza-Emecé, 1974, p. 49.
388 Sobre ésto, véanse las reflexiones generales de García de Enterría, Eduardo, Democracia,
jueces y control de la administración, cit., pp. 153-159. De este libro (pp. 154-155) tomo parte de
la cita a Tomás-Ramón Fernández: “ Se necesita siempre una respuesta satisfactoria, una buena
respuesta, una respuesta capaz de convencer o, cuando menos, una respuesta razonable, sostenible,
susceptible de resistir la comparación con otras respuestas también posibles, de generar, en conse-
cuencia, amén de la adhesión de una parte de los miembros de la comunidad, la neutralidad del
resto, de modo que, si existe alguna oposición activa, ésta sea más bien marginal y, por lo tanto,
inocua [...] Este es el cuadro de la sociedad en que vivimos, con toda evidencia, y en este cuadro,
en este escenario nos movemos, queramos o no, todos los operadores jurídicos, ya se trate de
legisladores, de gobernantes o funcionarios, de jueces, abogados, profesores, etc. No hay ningún
poder indiscutible ni indiscutido en la sociedad de nuestros días. Todos valemos, al menos en tér-
minos de tendencia, lo que para los demás valen nuestras razones, y es bueno que así sea, porque
la igualdad que resulta de nuestra valoración en función del valor de nuestras propias razones es
el fundamento último y la esencia misma de la convivencia democrática” . Vid. también Zippelius,
Reinhold, Teoría general del Estado. Ciencia de la política (trad. de Héctor Fix-Fierro), México,
Porrúa-UNAM, 1989, pp. 110-111.
389 Ni tampoco meros “ destructores de leyes” , como se ha dicho en la doctrina alemana con
un juego de palabras: Gesetzvernichter, como contraposición a Gesetzgeber (legislador, “ dador” de
leyes).
390 Weber, Albrecht, “ Jurisdicción constitucional...” , cit., p. 79.
391 Cappelletti, Mauro, “ Questioni nuove (e vecchie) sulla giustizia costituzionale” , Giurispru-
denza Costituzionale, 1990, núm. 52, p. 863.
392 Schneider, Johann-Peter, “ Continencia judicial y estructura normativa abierta del derecho
constitucional” , en López Pina, Antonio, ed., División de poderes e interpretación..., cit., p. 75.
393 Rostow, Eugene, “ The democratic character of judicial review” , Harvard Law Review, núm.
193, vol. 66, diciembre de 1952, p. 208. Hay traducción castellana mía en Apuntes de derecho,
Lima, año I, núm. 1, octubre de 1996.
403 Entre una bibliografía poco abundante, en castellano, destacan dos libros: Ezquizaga Ganuzas,
Francisco Javier, El voto particular, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1990 y Cámara
Villar, Gregorio, Votos particulares y derechos fundamentales en la práctica del Tribunal Consti-
tucional español (1981-1991), Madrid, Ministerio de Justicia, 1993.
404 Häberle, Peter, “ El recurso de amparo...” , cit., p. 236.
405 También los obiter dicta pueden ser, desde otra perspectiva, un cauce de preparación de la
futura interpretación constitucional, más allá de la resolución puntual, haciéndose así criticables
anticipadamente. Häberle, Peter, “ La sociedad abierta...” , cit., p. 37, nota 72.
406 Esteban, Jorge de y Pedro J. González Trevijano, Curso..., cit., p. 215. No obstante, cabría
objetar que, en ocasiones, ese consenso se logra justamente a costa de omitir u oscurecer ciertos
aspectos de la fundamentación.
407 La experiencia de los diversos sistemas de justicia constitucional permite constatar, en efecto,
cómo los votos particulares han sido una vía utilizada por uno o varios magistrados para denunciar
lo que entendían una extralimitación de los poderes del tribunal (especialmente por invadir la esfera
legislativa), lo que coloca al tribunal en una posición poco cómoda que tratará siempre de evitarse.
Estos supuestos no pueden ser, como se comprenderá, demasiado habituales. Se admiten los votos
particulares, en Europa, en España, Alemania, Polonia, Bulgaria, Eslovenia y Croacia; no se admiten,
en cambio, en Francia ni en Italia, si bien en este último país la prohibición de hacer públicos los
votos particulares (sobre cuyas desventajas ha existido un amplio debate doctrinal) ha sido en cierto
modo eludida, por no decir burlada, por la práctica de lo que se ha dado en llamar “ confesiones
razonadas” de los magistrados disidentes en sus entrevistas o artículos.
408 “ Verfassungstreitigkeiten sind immer politische Streitigkeiten” . Triepel, Heinrich, “ Wessen
und Entwicklung der Staatsgerichtsbarkeit” , Veröffentlichungen der Verder Deutschen Staatsre-
chtslehrer, t. 5, 1928, cit. por Carro Fernández Valmayor, José Luis, en su “ Prólogo” a Heinrich
Triepel, Derecho público y política, Madrid, Civitas, 1974, p. 22: “ hemos de afirmar, sin embargo,
inmediatamente que para nuestro autor la politicidad de los litigios constitucionales no está en modo
alguno en contradicción con su tratamiento jurídico y, por consiguiente, también con su control por
un Tribunal Constitucional” .
se puede incluso decir que sus atribuciones son casi enteramente políticas,
aunque su constitución sea enteramente judicial [...] Cuando el ujier de
estrados, adelantándose en las gradas del Tribunal, llega a pronunciar estas
palabras: “ El Estado de Nueva York contra el de Ohio” , se siente que no
se halla uno en el recinto de una corte de justicia ordinaria. Y cuando se
piensa que uno de esos litigantes representa a un millón de hombres, y el
otro a dos millones, se asusta uno de la responsabilidad que pesa sobre
los siete jueces cuyo fallo va a regocijar o a entristecer a tan gran número
de sus conciudadanos.411
409 Freund, Paul A., “ La Suprema Corte” , en Diversos aspectos del derecho de Estados Unidos,
México, Letras, 1965, p. 74.
410 Idem, p. 85.
411 Tocqueville, Alexis de, La democracia en América, cit., pp. 146-147.
412 Freund, Paul A., “ La Suprema Corte” , cit., p. 75.
413 En palabras de un ex-presidente del Tribunal Constitucional español, “ en el Tribunal no se
debaten opciones políticas, se delibera sobre pretensiones jurídicas de las partes enfrentadas en un
proceso constitucional, y aunque en el fondo de cada contienda planteada ante nosotros lata siempre
un problema político (la constitucionalidad de una norma legal, la titularidad de una competencia,
el amparo de un derecho fundamental), nuestro único instrumento es la razón jurídica, como vehículo
para interpretar la Constitución y para custodiar la permanente distinción entre la objetivación del
Poder constituyente plasmado en la Constitución, y la actuación de los poderes constituidos” . Tomás
y Valiente, Francisco, “ Discurso de despedida pronunciado en el Tribunal Constitucional, el 8 de
julio de 1992” , en su libro recopilatorio Escritos sobre y desde..., cit., p. 228.
414 Gomes Canotilho, José Joaquim, Direito constitucional, cit., p. 1111.
415 Como nos dice Landfried, respecto del Tribunal Constitucional alemán, “ as long as the
judges do not exceed their competences, judicial policy-making has to be accepted as part of the
existence of judicial review” , Landfried, Christine, “ The judicialization of politics...” , cit., p. 115.
416 Geiger, Willi, “ Das Bundesverfassungsgericht im Spannungsfeld zwischen Recht und Poli-
tik” , Europäische Grundrechte-Zeitschrift, 1985, p. 401.
417 Häberle, Peter, “ El recurso de amparo...” , cit., p. 240, quien añade: “ Muchos hablan de
‘transgresiones de límites’ del TCFA en relación con lo político, pero hasta ahora nadie ofrece una
clara separación entre derecho y política. Esto no puede sorprender: precisamente no se puede
encontrar” y sólo desde una perspectiva cuantitativa, no cualitativa, puede diferenciarse el modo
en que un Tribunal Constitucional ejerce política frente al legislador” . Esto es opinión común en
la doctrina alemana; puede también verse, por ejemplo, Simon, Helmut, “ La jurisdicción constitu-
cional” , cit., p. 849, quien reconoce sin empacho que el Tribunal Constitucional hace una verdadera
política de derechos fundamentales.
418 Häberle, Peter, “ Verfassungsgerichtbarkeit als...” , cit., pp. 59-60.
419 “ Zwischen dem Nur-Politischen und dem Nur-Rechtlichen haben zwar die modernen Ver-
fassungen eine Brücke dadurch geschlagen” . Zweigert, Konrad, “ Einige rechtsvergleichende und
kritische...” , cit., 1976, t. I, p. 72.
420 García de Enterría, Eduardo, “ Los ciudadanos y la administración: nuevas tendencias en
derecho español” , Revista de Direito Público, Sâo Paulo, 1989, núm. 89, p. 15.
421 “ Un papel asimismo esencial desempeña en la sentencia —y ello pertenece al acervo de
criterios al que se acuerda unánimemente validez— la consideración de sus efectos. En cada caso
es necesario analizar las consecuencias de una decisión y hacerse una idea lo más clara posible
acerca de qué peso puedan tener en la decisión. Eso es lo que cabe decir acerca de la interpretación
por el Tribunal. No es mucho; la lectura atenta de las decisiones permite apreciar una serie de
puntos de vista y factores no reducibles a un código o catálogo” . Hesse, Konrad, “ El texto cons-
titucional como límite ...” , cit., p. 185.
422 García Belaunde, Domingo, “ La interpretación constitucional...” , cit., p. 32.
426 Nos estamos refiriendo a Bachof, Otto, “ Der Verfassungsrichter zwischen Recht und Poli-
tik” , en Häberle, Peter (comp.), Verfassungsgerichtbarkeit, cit., pp. 285 y ss. Hay traducción cas-
tellana en México, con la que no he podido hacerme. No manejo el texto original, sino que sigo
la traducción fragmentaria del profesor García de Enterría (La Constitución como norma..., cit., pp.
179 ss.), quien por cierto lo considera un “ bello trabajo” de Bachof, formado por páginas “sufi-
cientemente expresivas por sí mismas para que necesiten glosa alguna” . A este mismo tema se refiere
también Wright, B.F., The Growth of American Constitutional Law, New York, 1946, p. 249.
427 Bachof, Otto, “ Der Verfassungsrichter...” , cit., p. 287. Véase también Giustino D’Orazio,
“ Aspectos y problemas...” , cit., p. 65.
429 Sobre otros principios hermenéuticos especiales en materia de derechos fundamentales, puede
verse Horst Ehmke, “ Prinzipien der Verfassungsinterpretation” , en su libro recopilatorio Beiträge
zur Verfassungstheorie und Verfassungspolitik, con prólogo de Häberle, Peter, Athenäum, Königs-
tein, 1981, pp. 354 y ss.
430 Zeidler, Wolfgang, “ Cour Constitutionnelle Fédérale allemande” , Annuaire International de
Justice Constitutionnelle, Economica-PUAM, III, 1987, pp. 40 y ss.
431 Bachof, Otto, Jueces y constitución, cit., p. 32.
432 Baldassarre, Antonio, “ Parlamento e Giustizia Costituzionale nel Diritto Comparato” , texto
mecanografiado inédito de su conferencia pronunciada el 18 de septiembre de 1996, en Santiago
de Compostela, en el marco de las IV Jornadas de la Asociación Española de Letrados de Parlamentos,
tituladas Parlamento y Justicia Constitucional, y patrocinadas por el Parlamento de Galicia y la
Fundación Caixa Galicia. Las citas se encuentran en las pp. 8 y 14.
en la que se reconoce eficacia inter privatos a la libertad de prensa con respecto a un boicot por una
gran editorial de un periódico. En la decisión pionera sobre el derecho al matrimonio (BVerfE 6,
55) se lee: “ el artículo 6.1 GG no es sólo ‘derecho fundamental clásico’ para la protección de la
específica esfera privada del matrimonio y de la familia así como una garantía institucional, sino que
por encima de ello es una norma fundamental, es decir, una decisión valorativa vinculante para todo
el derecho público y privado que afecte al ámbito del matrimonio y de la familia”. Cito esta última
por Häberle, Peter, “El recurso de amparo...” , cit., p. 34. Ver también BVerfE. 25, 256 (263 y ss).
437 Cfr. la nota a pie de página núm. 4 de la Opinión del Justice Stone en United States v.
Carolene Products (1983); Cox, Archibald, The Court and the Constitution, Houghton Mifflin Com-
pany, Boston, 1987, pp. 178-179 y 327-328. En Francia, “ le Conseil Constitutionnel a donné toute
leur portée aux principes qu’il a dégagés en matière de libertés par la grande rigueur dont il a fait
preuve dans l’appréciation des dispositions legislatives d’y porter atteinte” . Stirn, Bernard, Les
libertés en questions, Paris, Montchrestien, 1996, p. 62.
438 Dice Aubert que lo que permite hablar de presunción de constitucionalidad en los sistemas
jurídicos angloamericanos y semejantes es el hecho de que “ las condiciones de la constitucionalidad
de una ley [restrictiva de los derechos fundamentales], a saber, la legalidad de sus fines, la propor-
cionalidad de sus medios, la pertinencia de sus criterios, son tratados como puntos de hecho, mientras
que en los ordenamientos jurídicos de la Europa continental se ha considerado que las condiciones
de la constitucionalidad de la ley son puntos de derecho, que no son objeto ni de presunciones ni de
pruebas, sino que el juez debe establecerlo de oficio. Aubert, Jean François, “ Limitation des droits
de l’homme: le rôle respectif du legislateurs et des tribunaux” , en Armand de Mestral (ed.), The
Limitation of Human Rights in Comparative Constitutional Law, Québec, Yron Blais, 1986, p. 213.
439 BverfGE 50, 290 (333). Véase Bothe, Michael, “ Limitation des droits de l’homme - Le rôle
respectif du législateur et des tribunaux en République Fédérale d’Allemagne” , en el colectivo
Armand de Mestral (ed.), The limitation of Human Rights..., cit., pp. 146 y ss.
Por lo demás, en Austria Ermacora señala cómo el número de leyes anuladas por el Tribunal
Constitucional por violar un derecho fundamental “ parece exagerado” , “ teniendo presente el estilo
circunspecto del Tribunal Constitucional austriaco respecto del legislador” , lo cual parece orientarse
en el sentido de un control intensificado de la constitucionalidad en materia de derechos fundamentales.
Ermacora, Félix, “ El Tribunal Constitucional austriaco” , cit., p. 527.
440 Alexy, Robert, Teoría de los derechos fundamentales (trad. de Ernesto Garzón Valdés),
Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1993, p. 527. La retenue judicial es mayor en lo que
se refiere a la elección de los fines que por lo que concierne a los medios y, en todo caso, si el
tribunal acepta un pronóstico del legislador, éste tiene en contrapartida una obligación de corregir
la legislación si el pronóstico resulta erróneo.
profesional del periodismo a informar, así como el de sus lectores a recibir información íntegra y
veraz, constituye, en último término, una garantía institucional de carácter objetivo, cuya efectividad
exige en principio excluir la voluntad delictiva de quien se limita a transmitir sin más la información,
aunque ésta, por su contenido, pueda revestir significado penal. Cfr. STC 159/1986, de 12 de di-
ciembre, FJ 8). Fernández Segado, Francisco, “ La teoría jurídica de los derechos fundamentales en
la doctrina constitucional” , Revista Española de Derecho Constitucional, año 13, núm. 39, septiem-
bre-diciembre de 1993, p. 225.
444 Véase BVerfGE 7, 198, 209.
445 Fernández Segado, Francisco, “ La teoría jurídica...” , cit., p. 224. Un trabajo básico es el de
Schneider, Peter, “ In dubio pro libertate” , en el colectivo Hundert Jahre deutsches Rechtsleben,
Festschrift zum hundertjähringen Bestehen der Deutschen Juristentages 1860-1960, Karlsruhe, 1960,
t. II, pp. 263 ss.; en Argentina, véase Bidart Campos, Germán, Teoría general..., cit., p. 398.
446 Ya tempranamente, Pestalozza, Christian, “ Kritische Bemerkungen zu Methoden und Prin-
zipien der Grundrechtsauslegung in der Bundesrepublik Deutschland” , Der Staat, t. 2, núm. 4, 1963,
pp. 425 y ss.
CAPÍTULO QUINTO
EL PROCESO DE LA ACCIÓN
DE INCONSTITUCIONALIDAD
I. ETAPAS PROCEDIMENTALES
203
447 De modo análogo, en España, el artículo 39 LOTC establece que “ el Tribunal Constitucional
podrá fundar la declaración de inconstitucionalidad en la infracción de cualquier precepto constitu-
cional, haya sido o no invocado en el curso del proceso” .
448 El artículo 39.2 LTOC establece también, en España, que “ el Tribunal Constitucional podrá
fundar la declaración de inconstitucionalidad en la infracción de cualquier precepto constitucional,
haya o no sido invocado en el curso del proceso” , prescripción que el Tribunal Constitucional ha
entendido que exige, en todo caso, “ algún género de conexión entre la cuestión planteada y esos
distintos preceptos constitucionales” (ATC 1393/1987, de 9 de diciembre).
449 La primera Ley que introducía un control de la constitucionalidad (previo, competencial y
sólo de leyes de los Länder) en Austria, de 14 de marzo de 1918, preveía asimismo un plazo
de sólo 14 días para su impugnación por el gobierno del Estado ante el Verfassungsgerichtshof.
las leyes se publican, por lo general, en los últimos días de los periodos
de sesiones, cuando está próxima la clausura de ellas, cuando los miembros
del cuerpo colegiado están a punto de marchar a sus distritos, salvo el
caso de los miembros de la asamblea de representantes; si se cuenta con
el plazo de treinta días naturales para formular la solicitud, el plazo vencerá
cuando el órgano se halle en receso y, por lo mismo, cuando es difícil
reunir el número de voluntades suficientes para hacerlo.451
No creo, con todo, que sean esas razones las fundamentales para con-
siderar excesivamente breve el plazo constitucionalmente previsto para
el ejercicio de la acción, pues dicho plazo ni impide la apreciación por
los órganos legitimados de vicios que no sean evidentes, en modo alguno,
3. Acumulación y conexidad
4. Incidentes
463 Este incidente no se hallaba previsto en la originaria Ley de Amparo y sólo se introdujo a
raíz de los terremotos de 1985, con ocasión de los cuales “ se derrumbaron edificios en que se
ubicaban juzgados y tribunales en donde se encontraban depositados numerosos expedientes” . Castro
y Castro, Juventino V., El artículo 105 constitucional, cit., p. 310.
464 Quizás podría hablarse de un tercer tipo de incidentes que distingue la ley: nos referimos
al incidente de suspensión, que si bien no es un incidente de “ especial pronunciamiento” , tampoco
“ se fallará en la sentencia definitiva” —como por relación a los restantes (que no son de “ especial
La cuestión merece una breve reflexión, así como una también breve
referencia de derecho comparado.
Es sabido que el efecto no suspensivo de la admisión de la acción es
propio de los sistemas austriaco, italiano y español,467 si bien en estos
cautelas, porque ella puede dejar de lado a parte del ordenamiento jurídico y crear inestabilidad en
el sistema” . García Belaunde, Domingo, “ La interpretación constitucional...” , cit., p. 31. Este prin-
cipio ya lo destacó Rodolfo Reyes, La Defensa constitucional, cit., p. 192.
466 Fix-Fierro, Héctor, “ Defensa de la constitucionalidad...” , cit., p. 55; véase también Carbonell
Sánchez, Miguel, “ La nueva acción de inconstitucionalidad en México: régimen actual y posibles
perspectivas de cambio” , Cuadernos de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol, Departamento de De-
recho Constitucional de la Universitat de Valencia, núm. 14-15, pp. 188-1898.
467 La única excepción en España es la relativa a los supuestos en que el gobierno se ampare
en lo dispuesto por el artículo 161.2 de la Constitución para impugnar, por medio de su presidente,
leyes, disposiciones normativas o actos con fuerza de Ley de las Comunidades Autónomas, debiendo
en tal caso el tribunal, en un plazo nunca superior a cinco meses, ratificar o levantar la suspensión
producida.
469 Kirchhof, Paul, “ Efectividad de los derechos fundamentales; en particular, en relación con
el ejercicio del poder legislativo” , en el colectivo López Pina, Antonio (dir.), La garantía consti-
tucional..., cit., p. 253.
Es preciso señalar, por otra parte, que una regulación como la prevista
es desconocida en Europa. Únicamente en Italia se ha producido una
propuesta en ese sentido, exigiendo una mayoría ligeramente cualificada
en la adopción de las decisiones por el Tribunal Constitucional, pero tal
propuesta no contó con el más mínimo apoyo político y quedó como
una simple y pintoresca anécdota. A ella se ha referido precisamente un
ex-presidente de la Corte Costituzionale, quien —al preguntarse por el
papel político de la Corte— señala cómo a ésta no le corresponde “ cier-
tamente un papel tan modesto como pretendía una propuesta —afortu-
nadamente lejana desde el punto de vista de sus posibilidades actuales
de prosperar— requiriendo una mayoría cualificada para la declaración de
inconstitucionalidad de una ley. Por mucho que se tratara de una hipótesis
abstracta, su mero planteamiento resulta algo penoso” (cursiva mía),
opinión que nos parece enteramente suscribible y predicable, en su es-
tricta literalidad, a México.471
Se impone, por último, una reflexión más general sobre este punto.
Parece ser que lo que se pretendió con una regulación como la que co-
mentamos fue evitar una politización de la Suprema Corte. De ser ése
el objetivo buscado, se ha errado el camino, completamente. Y es que
la forma de evitar tal politización no es a través de esta exigencia de
una mayoría cualificada pues, por más que no se produzca una declara-
ción de inconstitucionalidad de una ley por votar en ese sentido la ma-
yoría de los miembros del tribunal pero no ocho de ellos, es obvio que
el voto favorable de la mayoría (o incluso más)472 de los ministros no
puede dejar de afectar a la legitimidad de la ley en cuestión.
La mayoría cualificada requerida es probable que produzca el efecto
contrario, justamente, al que se buscó, pues en aquellos casos en que
seis o siete de los ministros se pronuncien en favor de la declaración de
inconstitucionalidad de la ley y ésta no se produzca por oponerse a la
misma cuatro magistrados (todo lo más, pero a veces únicamente tres,
dos o incluso uno solo),473 es evidente que se producirá una deslegiti-
mación difícilmente salvable de la ley en cuestión que sólo servirá para
enconar, políticamente hablando, una cuestión que hasta ese momento
se había mantenido en reposo. Quiero con ello decir que la eficacia que
jurídicamente se niega al voto favorable de la mayoría de los ministros
no afecta en modo alguno al valor político que dicho voto tiene en sí
mismo y los partidos se encargarán de darle, aparte del que pueda tam-
bién tener, con toda razón, para la opinión pública. El conflicto, entonces,
lejos de resolverse, podría fácilmente acabar agudizándose.
De este modo, resulta patente que una medida con la que pretendida-
mente se trató de evitar la politización de la justicia podría llevar a un
resultado justamente inverso y a una agudización política de un conflicto
que bien podía haber quedado resuelto por la vía jurídica, sin riesgo
mayor de politización de la justicia.
Precisamente por todo ello, es especialmente necesario que los minis-
tros busquen por todos los medios un acuerdo de sus diversas posiciones
a fin de evitar a toda costa resoluciones en que una mayoría de los
472 7 sobre 11 o incluso, poniendo un caso extremo, 7 sobre un total de 8 (quórum legalmente
suficiente).
473 Sólo habrá un magistrado que se oponga, eficazmente, a la declaración de inconstituciona-
lidad en el caso de que el pleno se constituya con sólo ocho ministros pues bastará con la oposición
de uno de ellos para que no se forme la mayoría precisada de ocho ministros favorables a la decla-
ración de inconstitucionalidad.
474 Carpizo, Jorge, “ Reformas constitucionales...” , cit., pp. 837-838, quien, no obstante, se mues-
tra partidario de una mayoría ligeramente cualificada (siete ministros sobre 11).
475 Véase lo que después diremos respecto de las sentencias de nulidad parcial.
476 Y sin perjuicio de la utilización que la Corte pueda hacer en el futuro de alguna de las
técnicas sentenciadoras a que luego aludiremos.
477 Brewer Carías, Allan R., “ La jurisdicción constitucional...” , cit., pp. 155-156.
478 Fix Fierro, Héctor, “ La reforma constitucional de 1994...” , cit., p. 123.
479 Artículo 76 de la Ley de Amparo, reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.
480 Fix-Zamudio proponía que cuando el pleno de la Suprema Corte estableciese jurisprudencia
obligatoria de que un determinado precepto es inconstitucional, el quinto fallo en ese sentido habría
de publicarse en el Diario Oficial de la Federación y, a partir de su publicación, el precepto legal
quedaría sin efecto para el futuro (sin perjuicio de su desaplicación en los juicios de amparo en los
b) Efectos en el tiempo
Por lo que a la eficacia en el tiempo de la declaratoria de incons-
titucionalidad se refiere, hay que decir que la nulidad que dicha de-
claración encierra puede concebirse o ser configurada de dos formas dis-
tintas:
i) como nulidad ex tunc, en cuyo caso los efectos de la nulidad son
de carácter retroactivo, aunque dicha retroactividad suele conocer algún
tipo de límites, especialmente el respeto a la cosa juzgada (salvo en
materia penal, cuando favorezca al reo). Esta eficacia, no sin ciertos
límites, es típica de sistemas como el español, el italiano o el alemán481
en Europa, y de Costa Rica482 (países que la toman, a su vez, del sistema
norteamericano).
ii) Como nulidad ex nunc, es decir, una nulidad que no produzca efectos
retroactivos, sino que sólo es efectiva a partir del momento de su decla-
ración. La sentencia no es aquí meramente declarativa, sino constitutiva.
Esta es la nulidad, anulabilidad más bien, propia del sistema austriaco
originario, a fin de equiparar la sentencia estimatoria de la inconstitu-
cionalidad “ a una derogación —sobre lo cual se ha basado su calificación
cuales se planteó la cuestión respectiva). Fix-Zamudio, Héctor, Ensayos sobre el derecho de amparo,
México, UNAM, 1993, p. 193.
481 Para Alemania, Pestalozza, Christian, “ ‘Noch verfassungsmässige und” “ bloss verfassungs-
widrige” rechtslagen. Zur Feststellung und kooperativen Beseitigung verfassungsimperfekter Zus-
tände” , en el colectivo Christian Starck (dir.), Bundesverfassungsgericht..., cit., t. I, p. 522; para
Italia, el colectivo Effetti temporali delle sentenze della Corte Costituzionale anche con riferimento
alle esperienze straniere, Milano, Giuffrè, 1989; para España, García de Enterría, Eduardo, Curso
de derecho administrativo, Madrid, Civitas, 1991, vol. I, p. 191, quien sostiene asimismo que esta
nulidad retroactiva “ es común en los demás sistemas de jurisdicción constitucional distintos del
austriaco” . No obstante, hay que decir que la cuestión no es del todo pacífica ni en el derecho
alemán ni en el español y no hay absoluta unanimidad sobre este punto.
482 En Costa Rica, la sentencia estimatoria tiene efectos ex tunc, retroactivos, salvo respecto de
los derechos adquiridos de buena fe o respecto de situaciones consolidadas por prescripción, cadu-
cidad o en virtud de una sentencia judicial.
489 Brewer-Carías, Allan R., “ La jurisdicción constitucional...” , cit., pp. 156 y ss.
sentido de la Suprema Corte, que sin duda no faltarán, sin que haya
posibilidad alguna de control, más allá del de la opinión pública y la
doctrina, pues sólo in extremis habrá de intervenir el propio legislador.
iii) La única excepción que establece el propio artículo 105 constitu-
cional al principio general de irretroactividad de los efectos en el tiempo
de la declaración de inconstitucionalidad viene referida a la “ materia
penal” , en la que regirán los principios generales y disposiciones legales
aplicables en esta materia. Habrá que determinar si cabe una interpreta-
ción amplia y entender incluidas dentro de la materia penal a las normas
sancionadoras administrativas.
c) El valor de cosa juzgada
Las sentencias se benefician, por lo demás, del valor de cosa juzgada,
es decir, no son susceptibles de recurso alguno490 y se imponen a todos
los poderes públicos y autoridades.491 Además, la Suprema Corte no
puede volver a conocer de la constitucionalidad de esas mismas normas
(identidad de objeto) cuando los conceptos de invalidez alegados sean
los mismos (identidad de causa)492 por ser ésa una causa legal de im-
procedencia.
Se plantea también la cuestión de si la autoridad de cosa juzgada
vincula a la propia Suprema Corte en cuanto a la doctrina formulada y
a la interpretación por ella sostenida y aquí hay que entender que la
Suprema Corte no está absolutamente “ atada” por sus decisiones ante-
riores sino que, puesto que la Constitución no es una fórmula matemática
ni puede tampoco ser un texto muerto, puede el alto tribunal rectificar
criterios anteriores,493 lo que en cualquier caso habrá de hacerse sólo en
ocasiones contadas, con prudencia y, como hemos dicho al hablar de la
argumentación, con una fundamentación especialmente intensa.
494 No vamos aquí a entrar en el análisis, somero siquiera, de todas estas modalidades senten-
ciadoras, pues ello nos llevaría demasiado lejos en el marco de la presente investigación. Entre la
bibliografía que puede consultarse, baste indicar la siguiente, a título meramente orientativo: en
general, Fernández Rodríguez, José Julio, “ La tipología de sentencias del órgano de justicia cons-
titucional” , Revista da Escola Galega de Administración Pública, núm. 15, 1997 (en prensa); para
Italia, Romboli, Roberto, “ La tipología de las decisiones de la Corte Constitucional en el proceso
sobre la constitucionalidad de las leyes planteado en vía incidental” , Revista Española de Derecho
Constitucional, año 16, núm. 48, septiembre-diciembre, 1996 (y la amplia bibliografía listada en
este artículo, a la que puede añadirse Adele Anzón, “ Nuove tecniche decisorie della Corte Costi-
tuzionale” , Giurisprudenza Costituzionale, año XXXVII (1992), fasc. 4, pp. 3199 y ss. y la bibliografía
en él utilizada); para Alemania, dos buenas visiones de conjunto son las de Sabine Stuth, “ Ents-
cheidung” , en el colectivo Umbach, Dieter C. y Thomas Clemens, Bundesverfassungsgerichtsge-
setz..., cit., pp. 1003 y ss. y Schlaich, Klaus, Das Bundesverfassungsgericht..., cit., p. 359 y ss. y
la bibliografía que allí se cita (pp. 972 y ss. del libro de Umbach y Clemens); para Francia, Fernández
cuenta por dicho órgano una vez que se produzca una cierta consolida-
ción del mismo y de la acción de inconstitucionalidad. Sólo vamos a
prestar aquí nuestra atención a dos de las principales modalidades sen-
tenciadoras, por su interés especial y porque la Suprema Corte parece
que habrá de hacer uso irremisiblemente de ambas ya desde sus primeros
tiempos: son las sentencias interpretativas, que han sido utilizadas inva-
riablemente por todos los tribunales constitucionales, lo que en México
resulte quizás potenciado por la amplia mayoría requerida para declarar
inconstitucional la ley; y, por otra parte, las sentencias de inconstitucio-
nalidad parcial.
Rodríguez, José Julio, “ Aproximación a las técnicas de decisión del Consejo Constitucional francés” ,
Cuadernos Constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió Ceriol, núms. 18-19, 1997, pp. 161
y ss.
495 STC 5/81, de 13 de febrero, FJ 6o.
496 No le falta razón a Black [Black, Jr., Charles L., Perspectives in Constitutional Law, New
Jersey, Prentice-Hall Inc., 1963, p. 4] cuando señala que la cuestión es el alcance concreto que se
da a la presunción, que podría reducirla a una simple formalidad no operativa o, en el otro extremo,
suponer una extinción virtual de la judicial review; algo de esto último ha ocurrido en la jurispru-
dencia norteamericana más reciente mediante una “ deferencia” absoluta y desmedida no sólo frente
al Legislativo sino también frente al Ejecutivo.
497 Romboli, Roberto, “ La tipología de las decisiones...” , cit., pp. 62-63; Bidart Campos, Ger-
mán, Teoría general de los Derechos Humanos, México, UNAM, 1993, pp. 410-411.
498 “ Es, en efecto, el principio de unidad del ordenamiento, supuesta su estructura jerárquica,
y la situación superior que en el seno de esa estructura corresponde a la Constitución, la que da
primacía necesaria a ésta en la integración del ordenamiento entero y, por tanto, en su interpretación,
como operación previa a cualquier aplicación del mismo. No se trata ya, pues, de simples necesidades
o conveniencias técnicas de la Justicia Constitucional y de su papel efectivo, sino de algo bastante
más general e importante” . García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma..., cit., p. 97.
Pero, como Pérez Luño ha señalado, junto a la fundamentación inmediata y formalista del principio
de interpretación conforme a la Constitución en los principios de jerarquía normativa y seguridad
jurídica, también puede encontrarse otro origen desde una perspectiva más material o valorativa:
dicho principio “ de la interpretación conforme” , en efecto, “ supone una trasposición a la teoría del
constitucionalismo y del Estado de Derecho de un postulado de la doctrina iusnaturalista. Así, a
semejanza del papel que en la tradición iusnaturalista juega la ley natural como Grundnorm o
criterio fundamentador de la validez del contenido de las normas positivas, las Constituciones del
Estado de Derecho, que no por casualidad tienen como uno de sus principales cometidos el posi-
tivizar los derechos naturales, van a actuar como parámetro de la validez del contenido de las
restantes normas del ordenamiento jurídico. De ahí que la interpretación conforme no sea un mero
banco de prueba de la adecuación formal de las leyes, es decir, de su respeto a las reglas de
procedimiento que en cada sistema jurídico determinan la producción normativa, sino que es un
criterio material que enjuicia el contenido de las normas y su conformidad con el contenido de la
Constitución en su conjunto, o sea, con el sistema de valores, principios y normas que deben
informar todo el ordenamiento jurídico” , todo lo cual no hace sino poner de relieve la insuficiencia
de la teoría positivista en orden a la interpretación constitucional. Pérez Luño, Antonio-Enrique,
“ La interpretación de la Constitución” , cit., pp. 130-131.
499 Formulada ya en 1920, en España, por Alvarado, A. Jorge, El recurso contra la inconstitu-
cionalidad..., cit., p. 48. La doctrina alemana (Ehmke) ha entendido que esta presunción presenta
una doble dimensión: a) en el plano subjetivo, como favor legislatoris, supone un reconocimiento
implícito de la primacía del legislador democrático en la concreción y desarrollo del texto consti-
tucional; b) en el plano objetivo, como favor legis, implica una presunción de que la ley se ajusta
a los parámetros establecidos por la Constitución. Pérez Luño, Antonio, “La interpretación de la Cons-
titución” , cit., pp. 126 y ss.
500 Es discutida, no obstante, la aplicación de esta técnica a las leyes de reforma constitucional.
Cfr. Bverfge 30, 1 (17 y ss., 34).
501 García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma..., cit., p. 96. Y, como Hesse nos
recuerda, la interpretación conforme tiene lugar no sólo “ allí donde la ley, sin el recurso a puntos
de vista jurídico-constitucionales, permite una interpretación compatible con la Constitución; puede
tener igualmente lugar cuando un contenido ambiguo o indeterminado de la ley resulta precisado
gracias a los contenidos de la Constitución. Así pues, en el marco de la interpretación conforme
las normas constitucionales no son solamente ‘normas-parámetro’ (Prüfungsnormen), sino también
‘normas de contenido’ (Sachnormen) en la determinación del contenido de las leyes ordinarias” .
Hesse, Konrad, Escritos de derecho constitucional, cit., pp. 50- 51.
502 Pues, como nos dice Hesse, cuando “ el contenido que, a través de la interpretación conforme,
el tribunal da a la ley contiene no ya un minus, sino un aliud frente al contenido original de la
ley” , “ el tribunal interfiere las competencias del legislador con más intensidad incluso que en el
supuesto de una declaración de nulidad, puesto que es él mismo quien conforma positivamente,
mientras que en el caso de declaración de nulidad la nueva conformación sigue siendo asunto del
legislador” . Hesse, Konrad, Escritos de derecho constitucional, cit., pp. 52-53.
503 Stuth, Sabine, Il Bundesverfassungsgericht e..., cit., p. 290. Si bien la doctrina ha criticado
a los Tribunales Constitucionales por deformar “ la auténtica voluntad del legislador con la prefe-
rencia por determinadas fórmulas que el legislador hubiera podido establecer” , lo que lleva a salvar
“ en último extremo regulaciones cuestionables que mejor hubieran sido devueltas al legislador para
una nueva redacción” . Simon, Helmut, “ La jurisdicción constitucional” , cit., p. 854.
Parece que, aunque ello pueda resultar un tanto absurdo, para que la
sentencia interpretativa (desestimatoria) sea vinculante en México habrá
de ser una sentencia aprobada con el voto de ocho ministros al menos,
es decir, la misma mayoría cualificada que se requiere para aprobar una
sentencia estimatoria de la inconstitucionalidad. Y a esta exigencia de
mayoría cualificada cabe hacerle las mismas críticas que a la mayoría
exigida para declarar la inconstitucionalidad de las leyes: la cualificación
de la mayoría requerida no tiene justificación racional ni en uno ni en
otro caso.
En toda sentencia interpretativa, el Tribunal habrá de razonar por qué
sólo será constitucional el precepto si se interpreta en el preciso sentido
que el Tribunal establece o si no se interpreta en alguno de los sentidos
rechazados por inconstitucionales. Pues bien, esos razonamientos y, con-
siguientemente, también los resultados racionales a los que llega, son los
aludidos en el artículo 43 de la Ley Reglamentaria como vinculantes
para todos los tribunales mexicanos.504
504 También la jurisprudencia constitucional alemana ha entendido que el efecto vinculante (Bin-
dungswirkung) se extiende a los motivos determinantes (tragende Gründe) de la decisión: BVerfGE
1, 14 (37); 19, 377 (392); 20, 56 (89); 40, 88 (93).
5. La ejecución de la sentencia
El capítulo III del título III LR105 tiene por objeto la regulación de
las sentencias dictadas en los procesos de constitucionalidad, y aunque
su artículo 73 LR105 efectúa una remisión a diversos preceptos referidos
a las sentencias dictadas en las controversias constitucionales, no se hace,
en cambio, ninguna remisión a los preceptos que regulan la ejecución
de las sentencias dictadas en tales controversias. Resulta así que la eje-
cución de las sentencias dictadas en los procesos de constitucionalidad
carece de regulación específica, lo que no impide considerar aplicable a
la acción de inconstitucionalidad todo lo previsto para las controversias
constitucionales, y ello por virtud de la remisión que el artículo 59 de
la ley efectúa, con carácter general, a la regulación de las controversias
en todo lo no previsto en el título III, referido a las acciones de incons-
508 Se trata de una parte de la disposición que podría constituir por sí sola una disposición
autónoma pero que, por las razones que sean, se halla formando parte de un precepto más amplio.
Hay que enfatizar esa autonomía o separabilidad para distinguir estos supuestos de aquellos otros
en que se anulan una o varias palabras, sin las cuales cambia el contenido normativo del enunciado
legal (sentencias manipulativas), que plantea mayores problemas, con respecto a la libertad de con-
figuración del legislador, que las sentencias de mera anulabilidad o las apelatorias o admonitorias,
especialmente en aquellos supuestos en que la eliminación de una o varias palabras conduce a la
ampliación del ámbito de aplicación del precepto, por lo general para poner punto y final a una
infracción legal del principio constitucional de igualdad. Rubio Llorente, Francisco, “ La jurisdicción
constitucional como forma de creación del derecho” , La forma del poder (Estudios sobre la Cons-
titución), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1993, p. 523.
509 Zeidler, Wolfgang, “ Cour Constitutionnelle Fédérale allemande” , Annuaire International de
Justice Constitutionnelle, vol. III, 1987, p. 41.
510 Un trabajo fundamental sobre este punto es el de Zippelius, Reinhold, “ Verfassungskonforme
Auslegung von Gesetzen” , en el colectivo Starck, Christian (dir.), Bundesverfassungsgericht und...,
cit., t. 2, pp. 108 y ss. Para Italia, véase Roberto Romboli, “ La tipología de las decisiones de la
Corte Constitucional en el proceso sobre la constitucionalidad de las leyes planteada en vía inci-
dental” , Revista Española de Derecho Constitucional, año 16, núm. 48, septiembre-diciembre de
1996, pp. 63-64.
511 Esta fracción tiene una nueva redacción tras la reforma de 31 de diciembre de 1994.
aunque ello parece, ciertamente, muy poco apropiado para el caso de las
acciones de inconstitucionalidad. Es, en cualquier caso, una hipótesis
extrema que habrá que evitar.
512 Fix-Zamudio, Héctor, Carpizo, Jorge y Cossío Díaz, José R., “ La jurisdicción constitucional
en...” , cit., p. 775.
juzgador, con la mera lectura del escrito inicial y de sus anexos, considera
probada la correspondiente causa de improcedencia sin lugar a dudas, sea
porque los hechos sobre los que descansa hayan sido manifestados clara-
mente por el demandante o porque estén probados con elementos de juicio
indubitables, de suerte tal que los actos posteriores del procedimiento no
sean necesarios para configurarla en forma acabada y tampoco puedan,
previsiblemente, desvirtuar su contenido.514
518 Para Alemania Stuth, Sabine, “ Verfahren in den Fällen...” , cit., p. 986, quien nos dice que
el proceso queda substraído a la disposición del actor.
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Sexta. Uno de los aspectos sin duda más controvertidos del procedi-
miento viene referido al plazo de treinta días que se establece para el
ejercicio de la acción de inconstitucionalidad. Debe decirse, en primer
lugar, que la previsión de un plazo tan corto dificulta u obstaculiza, de
manera considerable, la utilización de esta vía y no sólo eso, sino que
además potencia el que, de manera casi inevitable, se convierta en una
prolongación en sede jurisdiccional de las divergencias más enconadas
entre la mayoría parlamentaria y la oposición, como parecería acreditar,
en principio, el caso español, si bien ello también viene ocurriendo en
sistemas, como el alemán, donde formalmente no hay ningún plazo de
ejercicio. Es, por lo demás, un plazo demasiado breve para fundamentar
con rigor la pretensión, así como para sopesar “ en frío” las ventajas e
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