Josefina Ludmer
Josefina Ludmer
Josefina Ludmer
Clase 1
(20/11/1985)
Cuando ustedes se encuentran con una crítica, aun cuando no sea escrita, como
una discusión incluso de pasillo sobre «Qué te pareció tal novela, tal película»,
enseguida pueden analizar un modo de leer, hay modos de leer específicos.
Para construir esos modos de leer hay que hacerles dos preguntas, cada una de
ellas desdoblada. La primera pregunta es: ¿Qué se lee? ¿Quién lee a alguien?
Ustedes saben que la literatura, del mismo modo que la pintura y el cine, es
como un telón, como un test proyectivo, o sea, uno puede ver cualquier cosa. En
la literatura se puede ver lo que se desee. Dos preguntas sobre qué se lee y dos
preguntas sobre desde dónde se lee. (25)
Piensen qué se lee en un sentido absolutamente material del texto es decir, qué
hay en un texto o qué hay en un corpus —insisto que para nosotros la categoría
texto no es única—. Se lee el lenguaje, hay palabras, personajes, situaciones,
relatos, descripciones, figuras de estilo, metáforas, toda la tropología, espacios,
tiempos, lugares, movimientos, desplazamientos, hay «vida interior» con
distancia paródica, hay valores de verdad, hay discusiones, etc.
El otro ¿qué se lee? es ¿qué sentido se lee?, o sea, qué interpretación se da a lo que
se vio. Por ejemplo, leo el lenguaje y digo que el sentido que tiene el trabajo
verbal y el uso específico que del lenguaje hace tal corpus muestra un modo de
aparición de la verdad que está tapado en general por los usos ordinarios,
pragmáticos, científicos y teóricos del lenguaje; que en ese texto o en ese corpus,
en la literatura en su conjunto, el lenguaje poético nos lleva a ver un sentido,
una significación, que puede ser metafísica, que no se encuentra en ninguna
parte. Otra posibilidad es que en un relato concreto yo puedo leer una foto de la
realidad argentina del momento en que se ha escrito ese relato. (27)
Hay muchas concepciones sobre qué es el crítico, cuál es su función, qué tiene
que hacer. Hay críticos que son jueces, que deciden lo que es buena literatura, lo
que es mala literatura, lo que es literatura «alta», lo que es literatura popular o
«baja», quién es el mejor en un concurso, quién es el peor, si esto vale la pena
publicarlo o no, etc. O sea, el crítico como juez, como elemento de consagración,
como elemento de decisión de qué es lo bueno o malo. Por supuesto, según qué
concepción tenga de la literatura, decidirá si una obra es buena o mala, si vale la
pena traducirla, o no, etc.
La segunda función del crítico es el crítico como intérprete, como los intérpretes
de los oráculos, como si la literatura fuera un oráculo, algo hermético, oscuro,
indescifrable, y el crítico tuviera que explicar a una masa de lectores, o a otros
críticos, cuál es el sentido de eso —«¿Qué quiere decir eso?»—, es otra función
del crítico. Qué quiere decir la literatura, o ese texto, o ese corpus, etc., porque a
lo mejor en una sociedad hay indecisión sobre lo que quieren decir las cosas. Si
hay indecisión sobre qué sentido darles, o desconocimiento de cómo se puede
manipular el corpus en el sentido del hecho interpretativo, la función del crítico
sería decir: «Miren acá, esto debe leerse de este modo y de tal otro, por lo tanto
hay que interpretarlo de tal modo o de tal otro».
No es lo mismo ser intérprete que ser juez; el lugar que el crítico ocupa es
totalmente distinto. El crítico como juez se sitúa en el interior del grupo de
escritores, elige y presenta al conjunto de la sociedad o a los lectores cuáles
serían los mejores o las mejores corrientes, etc. El crítico como intérprete deja de
lado a los escritores y se pone como mediador entre un corpus considerado
difícil, hermético y/o problemático y le da su interpretación para difundirlo.
Otra posición sería el crítico como lector privilegiado, o sea, el crítico como un
lector que estudió para ser lector, que un poco podría ser el sentido de nuestra
formación, estudiar no solamente para escribir —cosa que está olvidada en la
facultad pero que nosotros vamos a reeditar—, sino también estudiar para ser
lector. Ser lector quiere decir todo lo que estoy diciendo: el lugar que ustedes,
por sus deseos, elijan y el lugar que a ustedes más les guste. El crítico sería un
lector preparado, el «mejor» lector, el lector que leyó, o sea que tiene un
fundamento para poder escribir su lectura. El crítico sería aquel lector que
escribe su lectura. (27-28)
De modo que ese crítico que estamos inventando para leer el modo de leer
puede ocupar un lugar u otro, puede leer en un momento la lengua, en otro
momento los personajes, darle un sentido a eso o a lo otro. Si quieren descubrir
ese modo tendrán que hacer el análisis detallado de esos virajes, cambios, etc. y
a lo mejor encuentren una lógica muy especial en esos cambios correlacionados
con desde dónde se lee. Todo puede construir un sistema más o menos armónico o
de tensiones. Entonces, desde dónde se lee, para sintetizar, tiene que ver con los
lugares deseados que ocuparía el crítico en la sociedad.
Finalmente, ¿desde dónde se lee? tiene que ver con el hecho de que todos nosotros
preferimos algún tipo de literatura más que otra, nos gusta la novela del
sigloXIX o la escritura experimental de la vanguardia, o la poesía, o la novela, o
el cuento, o la literatura medieval, etc. e inconscientemente eso que nos gusta, y
que a lo mejor se ha constituido en nosotros en una época bastante temprana de
nuestra vida, rige nuestra lectura. Uno lee siempre desde alguna corriente,
época, tipo de literatura especial, que elige secretamente como la propia. (29)