Cynthia Folquer - Viajeras Hacia El Fondo Del Alma
Cynthia Folquer - Viajeras Hacia El Fondo Del Alma
Cynthia Folquer - Viajeras Hacia El Fondo Del Alma
Sociabilidad, política y
religiosidad en las
Dominicas de Tucumán, Argentina, 1886-1911
Cynthia Folquer
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Departamento de Antropología Cultural e Historia de América y África
Sección de Historia de América
Junio de 2012
Índice Pág.
Introducción 1
1. Estado de la Cuestión. 2
1.1. La historia de la Iglesia en Argentina y América Latina. 6
1.2. La Iglesia y la Orden Dominicana en Tucumán. 11
1.3. Mujeres, sociabilidad, política y religiosidad. 13
2. “Viajeras hacia el fondo del alma”: objetivos, marco temporal, hipótesis,
fuentes y estructura. 16
8. Conclusiones 421
9. Fuentes y Bibliografía citadas 426
Mapas
Mapa Nº1. Curatos en el territorio de la actual Provincia de Tucumán en
1867. 66
Mapa Nº2. Plano de la Ciudad de Tucumán, 1888. 148
Mapa Nº3. Francia, en círculo la Provincia de Charente y su capital
Angoulême. 169
Mapa Nº4. Provincia de Charente: Montmoreau, Jugnac y Cognac. 169
Cuadros
Cuadro Nº1. Curatos de la Vicaría foránea de Tucumán, según el informe
de 1867. 70
Cuadro Nº2. Informes de las Visitas Ad Limina 1899-1905-1914. 96
Cuadro Nº3. Cofradías y asociaciones católicas en Tucumán (siglo XVIII a
principios del siglo XX). 106
Cuadro Nº4. Obras de la Sociedad de Beneficencia de Tucumán. 112
Cuadro Nº5. Congregaciones religiosas femeninas existentes en Tucumán
fines de siglo XIX. 141
Cuadro Nº6. Las primeras dotes de las Hermanas Dominicas. 282
Cuadro Nº7: Religiosas que ingresaron en la Congregación 1886-1911 332
Figuras
Figura Nº1. Pablo Padilla y Bárcena, Obispo de Salta y primer Obispo de
Tucumán. 81
Figura Nº2. Pasquín anticlerical de Monteros. 90
Figura Nº3. Firma de la Beata Manuela Jiménez. 133
Figura Nº4. Bases para el funcionamiento de la Casa del Buen Pastor. 143
Figura Nº5. Sello de la Superiora de las Hermanas Franciscanas de la
Caridad. 144
Figura Nº6. Firma de Camila Rolón. 144
Figura Nº7. Henri-Dominique Lacordaire en el convento de Sainte-Sabine. 156
Figura Nº8. Bendición de Itinerantes. 159
Figura Nº9. Carta autografiada de Fr Reginaldo Toro. 164
Figura Nº10. Fr. Mateo Lecomte. 167
Figura Nº11. Fotografía aérea de Montmoreau, Francia. 168
Figura Nº12. Parroquia de Jugnac, donde realizó Boisdron los estudios de
primeras letras. 168
Figura Nº13. Foto claustro del Convento del Santísimo Nombre de Jesús.
Lyon. 171
Figura Nº14. Acta de Nacimiento de Ángel María Boisdron (Jean Adrien, 10
de enero de 1845). 174
Figura Nº15. Fr. Ángel María Boisdron, hacia 1876, fecha de su viaje a
Argentina. 176
Figura Nº16. Entrada de Montmoreau. 188
Figura Nº17. Río Tude. Montmoreau. 188
Figura Nº18. Convento de Tucumán hacia 1880. 192
Figura Nº19. Periódico La Buena Noticia, 1907. 205
Figura Nº20. Autobiografía de Boisdron folio 1. 216
Figura Nº21. Fr A.M. Boisdron hacia 1890. 219
Figura Nº22. Noticias sobre el cólera, 223
Figura Nº23. Elmina Paz de Gallo hacia 1870. 240
Figura Nº24. El Orden, Sobre la obra de Elmina Paz. 241
Figura Nº25. Huérfanos del Asilo de Tucumán, fines de S. XIX. 242
Figura Nº26. Elmina Paz-Gallo y un grupo de huérfanos. Tucumán, fines de
siglo XIX. 243
Figura Nº27. Elmina Paz-Gallo y huérfanos del Asilo de Santiago del
Estero, fines de siglo XIX. 259
Figura Nº28. Benjamín Paz. 261
Figura Nº29. Elmina Paz y Benjamín Paz. 261
Figura Nº30. Libros de la biblioteca antigua de las Dominicas. 292
Figura Nº31. Hna Ossana García. 310
Figura Nº32. Recetas del antiguo cuaderno de las dominicas. 311
Figura Nº33. Libro de Recetas de la Congregación de Hijas de María y
Santa Filomena de Tucumán. 311
Figura Nº34. Libro de recetas regionales y presentación de la libreta de las
dominicas. 312
Figura Nº35. Propiedades medicinales del apio. Cuaderno de Recetas de
las HH Dominicas. 313
Figura Nº36. Detalle del Libro Diario, 16 de marzo de 1887. 314
Figura Nº37. Plano del convento de las dominicas de Tucumán, 1989. 319
Figura Nº38. Patio central y claustros del convento de las dominicas. 320
Figura Nº39. Capilla del Dulce Nombre de Jesús, de las HH Dominicas,
hacia 1895. 321
Figura Nº40. Patio, claustro y aljibe del Convento de las HH Dominicas
(hoy Colegio Santa Catalina). 322
Figura Nº41. Reglamento de vida elaborado por Fr Boisdron para Elmina
Paz. 342
Figura Nº42. Libro de Meditación: Ejercicio de las siete principales caídas. 355
Figura Nº43. Visión del paraíso en un obraje en el que Cristo es maestro
de cantería. 364
Figura Nº44. Rosa sobre la cruz cargada de cilicios. Anónimo, S.XVIII. 371
Figura Nº45. Cristo le da a beber a Rosa sangre de su costado abierto. 373
Figura Nº46. Juan bebe del costado de Cristo, Colegiata de León (S.XI-
XII). 374
Figura Nº47: La religiosa del S.XIX, manos abiertas, cuerpos que acogen. 380
Figura Nº48. Carta de Boisdron a Catalina Zavalía. 31 de marzo de 1908. 388
Figura Nº49. Hna Catalina Zavalía (1854-1927). 396
1
1. Introducción
construyendo casas. Las encuentro en las estaciones de tren, viajando de una ciudad
a otra para fundar nuevas “casas de caridad”. Ellas se mueven, van y vienen mientras
la doctrina eclesial oficial las quiere encerradas en los claustros. Las encuentro
eligiendo con quién hablar, cuando el confesor les era impuesto por el Obispo. Las
descubro cuidando la vida amenazada en sus propios conventos, cuando la regla
hablaba de separación con el ‘mundo’, pero también percibo sus ambigüedades y
paradojas. Intento acercarme al vínculo que se fue tejiendo entre Fr Ángel María
Boisdron y este grupo de mujeres y lo que fueron experimentando entre ellos, cómo se
abrieron a una experiencia de amistad más allá de los cánones establecidos en los
estereotipos de relación varón- mujer en la sociedad y en la Iglesia de fines del siglo
XIX. Descubro el reconocimiento de autoridad femenina, en la ausencia de control y
dominio característica de la relación confesor- mujer devota, en el clima de libertad
que fue creciendo entre ellos y que les permitió albergar deseos y proyectos comunes.
En consecuencia, para poder avanzar en el objetivo de la investigación, las
hipótesis que pretendo demostrar y las fuentes que utilizaré, es necesario previamente
hacer un estado de la cuestión sobre las problemáticas que aquí se abordarán
relativas a la historia de la iglesia en Tucumán en el contexto del siglo XIX y primera
década del XX y su relación con lo que acontecía en América Latina y Europa; la
situación de la orden dominicana en el proceso de restauración decimonónica y la
experiencia de las mujeres en lo que respecta a la sociabilidad, la acción política y la
religiosidad.
“un estudio particular será definido por la relación que mantenga con otros,
contemporáneos, con un ‘estado de la cuestión’, con las problemáticas
explotadas por el grupo y los puntos estratégicos que se van formando, junto
con los avances y las desviaciones determinados o vueltos posibles en lo
referente a una investigación en curso. Cada resultado individual se inscribe en
un conjunto cuyos elementos dependen estrechamente unos de otros y cuya
combinación dinámica forma la historia en un momento dado. El libro o el
artículo de historia es a la vez un resultado y un síntoma del grupo que
funciona como un laboratorio no es tanto el efecto de una filosofía personal o la
resurrección de una realidad pasada. Es el producto de un lugar” (de Certeau,
1993: 76).
Por ello sé que esta tesis es deudora de los nuevos estudios de historia política
en los que fui introducida por Pilar García Jordán durante los cursos de doctorado en
la Universidad de Barcelona. Autores como François Xavier Guerra, Antonio Annino,
Benedict Anderson, Erick Hobsbawm, Ernest Gellner, Mónica Quijada, Annick
3
Lempérière, Danielle Demélas, Pilar González Bernaldo y tantos otros, fueron objeto
de nuestros análisis y debates. Muchas de las discusiones en esas clases guiaron las
indagaciones de esta tesis.
En Argentina esta renovación historiográfica 1 se ha desarrollado profusamente
en estos últimos años, orientando la mirada hacia otras facetas de la historia política,
focalizando la sociedad civil, sus diferentes grupos, sus instituciones y sus formas de
acción, convirtiendo a estos en temas que conciernen directamente a la historia
política (Sábato, 2003: 12). Como bien advierte Carlos Malamud (2007: 28) en la
historia política hoy predominan conceptos “resbaladizos” como ‘esfera pública’,
‘sociabilidad’, ‘sociedad civil’, ‘imaginario colectivo’, ‘estado-nación’; es en el terreno de
estos conceptos en donde transita esta investigación.
El proceso de construcción y consolidación del estado y de formación de una
sociedad civil moderna, relativamente autónoma y vigorosa ya comenzó a ser visible
hacia 1850, década en la que comenzaron a surgir una gran variedad de instituciones
asociativas, conformando y una fuerte red de vinculaciones, como afirma Hilda Sábato
(2002: 103-105). Estas nuevas formas de sociabilidad cumplieron un rol pedagógico
en la conformación de la vida republicana ya que al interior de ellas se realizaban
prácticas de libertad e igualdad en la toma de decisiones, lo que implicaba un ejercicio
de prácticas sociales y políticas consideradas modernas. Es en este entramado
institucional, que vigorizó la sociedad civil en expansión, que busco visibilizar a las
mujeres religiosas, quienes desde sus conventos, asilos y escuelas descubrieron
“otras formas de intervención pública para satisfacer sus expectativas de participación
política de manera más directa y efectiva que el ejercicio del derecho a voto” (Sábato,
1998: 285). La vida conventual y las prácticas educativas y benéficas que
desarrollaron las dominicas de Tucumán constituyeron formas alternativas de
participación y acción en el espacio público; en este sentido, los estudios sobre las
diversas formas de la sociabilidad en el siglo XIX brindan nuevas miradas sobre estas
prácticas que se instituyeron en verdaderos espacios de formación ciudadana 2. Los
nuevos estudios reformularon preguntas en torno a la sociedad política, sobre las
dirigencias, sus organizaciones y los mecanismos que ponían en marcha para
alcanzar y conservar el poder y paralelamente la sociedad civil, sus diferentes grupos,
1
Los artículos de Lilia Ana Bertoni, Pilar González Bernaldo, Gustavo Paz, María Celia Bravo y Marta
Bonaudo, entre otros, compilados por Hilda Sábato y Alberto Lettieri (2003) dan cuenta de la diversidad
de temas que se abordan hoy en Argentina al hacer historia política. Por otra parte la compilación de
Guillermo Palacios (2007) permite de la mano de autores representativos de la historiografía
latinoamericana transitar las producciones de otros países. Fueron de gran utilidad para el recorrido de
esta investigación, los capítulos de este libro escritos por Malamud, Carmagnani, Lemperiére, Sábato,
Connaughton, Cárdenas Ayala y Forment.
2
Los estudios de Maurice Agulhon (1994; 2009) sobre la sociabilidad en Francia y de Pilar González
Bernaldo (2001; 2007; 2008) sobre Buenos Aires, fueron un gran aporte para pensar los ámbitos de
sociabilidad del grupo de mujeres en que se centra este estudio.
4
3
Guerra y Lempérière, en Los espacios públicos en América Latina, explicitan la opción del uso “espacio
público” frente a “esfera pública” por considerar que el primero implica una mayor pluralidad. Se refieren
estos autores a espacios compartidos concretos de las relaciones personales, del vecindario, del
parentesco, las prácticas de lectura, de la pertenencia a las mismas instituciones entre otros. (1998: 10-
11).
4
Para un balance del uso del término sociabilidad como categoría histórica ver Navarro, 2006.
5
5
Para problematizar la teoría de la secularización, la tesis de la decadencia y la privatización de la religión
y la persistencia de religiones públicas, me ha resultado muy sugerente la lectura del libro de José
Casanova, Religiones públicas en el mundo moderno (1994).
6
Para un estado de la cuestión sobre los estudios de las últimas dos décadas en Argentina, son
programáticos los trabajos de Di Stéfano (2002), Lida (2007), Touris (2008).
7
En 1996 comenzaron a funcionar dos grupos de Trabajo “Religión y Sociedad en la Argentina
contemporánea” coordinado por Luis Alberto Romero y Susana Bianchi, en la actualidad por Claudia
Touris y Mariela Ceva y el Grupo de Estudios “Historia de la Iglesia siglos XVIII y XIX” coordinado por
Roberto Di Stéfano, más centrado en el período colonial y primeras décadas independientes. En el 2002
surgió el Grupo de Estudios sobre religiosidad y evangelización (GERE) coordinado por Patricia
Fogelman, centrado en el análisis de los discursos religiosos y la iconografía, desde la perspectiva de una
historia cultural. También el CEMLA (Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos) realizó aportes
fundamentales a la comprensión de la relación entre inmigración italiana y catolicismo.
8
Entre algunos ejemplos se pueden señalar los trabajos compilados por Gardeña Vidal y Pablo Vagliente
(2002) y las investigaciones de Jessica Blanco sobre la Acción Católica.
9
Entre las producciones rosarinas, los trabajos de larga data de María Pía Martín sobre Catolicismo social
en la ciudad de Rosario, Ignacio Martínez sobre la organización eclesial y estatal durante la primera mitad
del siglo XIX y Diego Mauro sobre el catolicismo de masas y la prensa católica en Santa Fe a principios
del siglo XX, constituyen aportes muy innovadores.
10
Son muy sugerentes las producciones del grupo de investigación que dirige Ana María Rodríguez
referidas a parroquias, misioneros ambulantes y feligreses en La Pampa y sobre anticlericalismo en la
misma región.
7
11
El grupo de Estudios de la Universidad Nacional de Salta está coordinado por Gabriela Caretta e Isabel
Zacca y radicado en el CEPHIA (Centro Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología)
12
En Tucumán los estudios sobre historia de la Iglesia se iniciaron con Alejandra Landaburu, María Celia
Bravo, Sofía Brizuela y Pablo Hernández de la Universidad Nacional de Tucumán. Actualmente los
estudios sobre Iglesia se radican en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNSTA (Universidad
del Norte Santo Tomás de Aquino) en donde confluyen también jóvenes investigadores de la Universidad
Nacional de Tucumán. Los estudios sobre historia de la Orden Dominicana son realizados por Sara
Amenta y Cynthia Folquer. Por su parte Cecilia Aguirre se especializa en Arte Religioso en el NOA. Los
estudios sobre historia de la iglesia local son desarrollados por Lucía Santos Lepera, Cecilia Guerra,
Esteban Abalo e Iris Schkolnik.
8
fue el órgano difusor de las estudios realizados desde una perspectiva confesional. La
monumental obra de doce tomos de la Historia de la Iglesia Argentina del sacerdote
salesiano, Cayetano Bruno, tiene un largo alcance desde la conquista hasta fines del
siglo XIX, publicados desde 1966 a 1981. El carácter de esta historiografía de la iglesia
católica es apologético y militante, acentúa el origen divino de la institución y su
dimensión sobrenatural por lo que la perspectiva histórica no llega a distinguirse
totalmente de una mirada teológica y confesional del autor. Sin embargo, esta obra es
un material de consulta fundamental, por la diversidad de archivos consultados y la
abundante documentación obtenida de las distintas diócesis del país, como así
también de los Archivos Vaticanos y de las diferentes congregaciones religiosas
existentes en Argentina. En esta misma línea se pueden inscribir las obras de Américo
Tonda (1965), Guillermo Furlong SJ. (1964); Juan Carlos Zuretti (1972) y los
numerosos trabajos de Néstor Auza, entre los que resultan importantes para el período
de mi investigación, el titulado Católicos y liberales en la generación del 80 (1985),
Aciertos y Fracasos del Catolicismo Social en Argentina, 3 vol, (1987), La Iglesia
Argentina (1999) e Historia y Catolicidad (2001).
La publicación del CEHILA 13 referida al Cono Sur, de la obra más amplia sobre
Historia General de la Iglesia en América Latina (1994), refleja con claridad la opción
de este proyecto de asumir la teología de la liberación como marco teórico de abordaje
de la historia de la Iglesia, de tal manera asume conceptos claves de esta perspectiva
teológica como la categoría de “Pueblo de Dios” y “liberación”. Centra su estudio en
otros actores eclesiales, dando primacía a los laicos y a los pobres como sujetos de la
vida eclesial. Para el período que me ocupa, los trabajos de Emilio Mignone, sobre la
iglesia argentina y la organización nacional y de Fortunato Mallimacci referido al
liberalismo integral y la hegemonía militar, se posicionan desde una perspectiva
sociológica y aportan algunas pistas de comprensión del proceso eclesial desde una
mirada laical del mismo, en un intento de innovar la historia de la iglesia tradicional
desde estas nuevas perspectivas teóricas. A pesar de su intento renovador, el aparato
conceptual que utilizan estos autores son deudores más de la teología que de la
historia, siendo una producción que tiene como destinatarios al “pueblo creyente” de
América Latina. En este sentido el intento del CEHILA se ubica más en un hacer
historia de la Iglesia como “quehacer teológico”.
Entre otros estudios que buscan una mirada de conjunto del proceso eclesial
latinoamericano, el texto de John Lynch (1999), brinda muy buena visión de conjunto
13
El Centro de Estudios de Historia de la Iglesia en América Latina en Argentina tuvo como referentes a
Fortunato Mallimacci y Cristina Liboreiro y sus actividades y proyectos de investigación obtuvieron gran
dinamismo en Argentina en las décadas de 1980 -1990.
10
del proceso vivido por la Iglesia en el período 1830-1930, se detiene en las principales
dimensiones del mismo, permitiendo realizar una mirada comparativa entre los
distintos países, desde una clara enmarcación en el proceso político de América
Latina. Una mirada de conjunto sobre las transformaciones en la investigación sobre
historia de la iglesia y de la religión en América Latina, es presentada por Ana María
Bidagaín (1996) explicitando un proceso en tres movimientos: de la historia
eclesiástica a la historia de la iglesia y de ésta a la historia de las religiones, caminos
que ponen de manifiesto las nuevas auto comprensiones de los actores eclesiales y la
pluralización del campo religioso en América Latina.
Otras producciones específicas de algunos países son imprescindibles para
una mirada comparativa del proceso de conformación de la iglesia argentina. La
investigación realizada por Pilar García Jordán (1991) sobre la iglesia y el poder en el
Perú contemporáneo proporciona un amplio marco referencial para abordar la
polifacética relación entre estado-iglesia en el período que estudio, relaciones en las
que en todos los países latinoamericanos se debaten en torno a temáticas afrontadas
por la autora, como la cuestión del patronato, el control social por parte del clero, la
reforma de regulares, la lucha por el control económico de la Iglesia, el registro civil y
los debate en torno al matrimonio, los cementerios, el registro de nacimientos, la
tolerancia de cultos, la secularización, etc. Los posteriores estudios de esta autora
sobre los Orientes en Perú y Bolivia (2001), aportan interesantes perspectivas sobre el
vínculo entre las misiones franciscanas en tierras bajas y la construcción de los
estados nacionales. A partir de sus investigaciones sobre las poblaciones indígenas
bolivianas, su última publicación Unas fotografías para dar a conocer al mundo la
civilización de la república guaraya (2009) proporciona un insoslayable aporte para
quienes interrogan a la fotografía como herramienta para la comprensión histórica.
Muchas de sus intuiciones son utilizadas para la lectura de las fotografías de las
dominicas de Tucumán que se incorporan en este trabajo. Otro texto de García Jordán
(2004) referido al pedido de secularización de una monja clarisa de Lima, María Garín,
es un pretexto para analizar las conflictivas relaciones entre el poder estatal y eclesial
en el Perú de mediados de siglo XIX y ofrece oportunas líneas de análisis sobre las
tensiones que se produjeron en el proceso de conformación de un estado autónomo
del poder eclesial. Para mi objeto de estudio, este caso es ilustrativo de los procesos
vividos en América Latina durante el largo camino de reubicación de una iglesia que se
resiste a verse subordinada al poder civil y privada de las prerrogativas del antiguo
régimen.
El libro ¿Qué hacer con Dios en la República? Política y secularización en Chile
(1845-1885) de Sol Serrano (2008), brinda interesantes líneas de análisis de la
11
14
Los estudios de Landaburu se centran en la congregación salesiana (2008) y el catolicismo social
(2010).
15
Sus primeros trabajos sobre la religiosidad femenina en Tucumán, realizados con motivo de su tesis de
licenciatura (2000) constituyen la base de este trabajo junto al artículo publicado en coautoría con Pablo
Hernández sobre los conflictos con la jerarquía de la congregación tucumana (2000). Asimismo es
pionero su estudio sobre el primer beaterio de Tucumán (2006).
16
Su tesis de licenciatura inédita sobre Religiosidad Femenina y vida conventual. El caso de las
dominicas de Tucumán, fines de siglo XIX, primeras décadas del XX (1999), fue la primera aproximación
al estudio de las dominicas tucumanas.
17
Me resultaron muy provechosos sus estudios sobre catolicismo y cuestión social (2000; 2000b) y sobre
el centenario del Colegio Santa Rosa, institución fundada por las dominicas de Tucumán (2002).
12
18
Entre sus publicaciones podemos citar "Los dominicos de Argentina y su contribución a la
independencia y formación nacional en el siglo XIX" (1989); "Los dominicos de Tucumán y su acción
cultural en la primera mitad del siglo XIX" (1973); "El Estudio del convento dominicano de San Miguel de
Tucumán. 1888-1899" (1993); "Los Dominicos en Argentina" (1995) Biografía de Fray Ángel María
Boisdron (1974).
13
El trabajo elaborado por María Haydée Herrera (2011), desde una perspectiva
teológica, sobre el itinerario espiritual de Elmina Paz-Gallo aborda el proceso de
transformación de la vida de la fundadora de la Congregación de las Dominicas de
Tucumán, desde un diálogo entre la historia y la teología como biografía, articulando
las claves narrativa e histórica para la reflexión teológica. Examina las biografías y
hagiografías elaboradas sobre ella y un primer grupo de cartas entre Boisdron y
Elmina Paz. Es a partir de este trabajo que continúo indagando en el género
biográfico, autobiográfico y epistolar en el acceso a las fuentes de la historia de la
congregación dominicana.
19
Los estudios sobre la participación de las mujeres en las sociedades benéficas en Argentina, ya tienen
un interesante desarrollo, por ejemplo para el caso de Buenos Aires: Ciafardo (1990); Cicerchia (1994);
González Leandri (1984); Guy (1994); Pita (2009); Trueba (2010); sobre la ciudad de Rosario: Dalla Corte
(1995); Dalla Corte (1995b); Dalla Corte y Piacenza (2006), Bonaudo (2006); para Tucumán: Landaburu,
Fernández y Macías (1998); Gargiulo (2007).
14
siglo XIX he transitado por las producciones del período colonial desde las pioneras de
Josefina Muriel (1946; 1982; 1995) y luego quienes le siguieron Asunción Lavrin (1986;
1995; 1996; 2000), y Rosalba Loreto López (2000; 2002; 2007) para el caso mexicano.
Sobre los recogimientos y conventos femeninos peruanos, los trabajos de Nancy Van
Deusen (1999; 2007) y Patricia Martínez i Alvarez (2001; 2002; 2004) me ayudaron a
dialogar con las continuidades y transformaciones de la experiencia religiosa femenina
desde la colonia a principios del siglo XX.
La escritura femenina producida en el espacio conventual está siendo
descubierta y valorada por nuevas investigaciones. Desde la historia y la literatura se
analizan cartas, biografías, autobiografías, crónicas, memorias, autos de visitas y otros
textos típicos de la producción conventual. Los estudios de Victoria Cohen Imach
fueron una guía insuperable en mi incursión por estos géneros literarios.
Buscando la genealogía femenina de la experiencia decimonónica, la lectura de
estudios sobre mujeres religiosas en el Medioevo ha contribuido en mi comprensión de
la historia de las mujeres en la larga duración. Los trabajos sobre las beatas
castellanas de los siglos XIV al XVII de Ángela Muñoz (1989; 1991; 1994; 1995; 1998)
son muy sugerentes para descubrir las pervivencias de la experiencia religiosa
femenina y de las imágenes de santidad construidas en torno a ellas.
Las investigaciones de Blanca Garí (1994; 1998; 2001; 2006; 2008) sobre
mística femenina medieval, el movimiento de beguinas y las prácticas confesionales
constituyen el punto de partida de mis análisis de la experiencia religiosa, en otras
coordenadas espacio-temporales. Sus estudios sobre Henri Seuse, el místico
dominico alemán del siglo XIV, cuyos textos leyeron las dominicas Tucumán, son una
referencia fundamental de mis indagaciones sobre la espiritualidad de las mujeres del
siglo XIX.
Desde el pensamiento de la diferencia sexual y los estudios de mística
femenina, como Milagros Rivera Garretas (1994; 1996; 1998; 2004; 2006) y Luisa
Muraro (1997; 2011; 2003), proponen repensar la historia de las mujeres buscando las
prácticas de libertad y mediación femeninas, la vivencia de autoridad entre mujeres,
recuperando una genealogía que permita reconocernos en las que nos precedieron.
Las líneas fundamentales del pensamiento de la diferencia sexual 20, inspiran muchas
de las lecturas que realizo en este trabajo como urdimbre donde se tejen los relatos de
la vida y proyectos y las iniciativas de las religiosas dominicas.
20
Las investigadores del centro Duoda de la Universidad de Barcelona, como así también de la Librería de
mujeres de Milán y el grupo Diotima de Verona, toman distancia de la teoría de género postulando una
recuperación de la diferencia sexual femenina como clave interpretativa de la historia.
16
En todo este recorrido de lecturas con las que fui discutiendo mis intuiciones,
acordando o tomando distancia de sus autores, subyacen textos que motivaron
muchas de mis indagaciones. Me refiero a los estudios de historia religiosa de Michel
de Certeau 21 que actuaron como “interlocutores” a lo largo de todo este itinerario; sus
trabajos sobre la experiencia mística en el contexto del surgimiento de la modernidad
me sugirieron la metáfora elegida para el título de este trabajo: "viajeras hacia el fondo
del alma" que me introduce en el siguiente apartado referido a los objetivos de la
investigación, el período que ésta aborda y las hipótesis que pretendo demostrar.
21
Los trabajos sobre experiencia mística en los que me inspiro están recopilados en La Fábula Mística,
siglos XVI-XVII (1994); La Escritura de la Historia, 2º parte: "Producción del tiempo: Una Arqueología
religiosa" (1993); La invención de lo cotidiano, 5º parte: “Maneras de creer”; La debilidad de creer (2006);
El lugar del otro. Historia religiosa y mística (2007); Historia y Psicoanálisis (2007).
17
XIX aquí estudiados, actúa como símbolo del proceso de subjetivación, introspección y
búsqueda de intimidad propios también de la modernidad.
Soy consciente que toda investigación científica se realiza desde un lugar
social. Mi lugar es ser miembro de la institución que pretendo investigar y a la vez mi
lugar es estudiar desde una comunidad científica, la conformada por los y las
historiadores/as, en este caso en la Universidad. Estas instituciones, como todas,
tienen sus sistemas de referencia y esto me coloca en una tensión, la misma formó
parte de mi investigación y constituye la trama del proceso. Es desde aquí desde
donde deseo hablar y escribir, desde mi propia experiencia de búsqueda de un saber
que me sea significativo.
Durante todo el proceso de esta investigación experimenté que una ‘población
de muertos’ estaba en mi habitación; sus sueños, sus diferentes mentalidades, sus
imágenes entraron en mi escena cotidiana a cada momento. Al producir el texto
experimenté lo que de Certeau describe tan gráficamente:
occidental. Estas mujeres del siglo XIX se posicionaron muchas veces desde un lugar
de autoridad, superando los estereotipos de sometimiento y subordinación a la
jurisdicción masculina.
También considero las representaciones que sobre la santidad femenina se
fueron construyendo en el Tucumán decimonónico, los modelos del pasado en torno a
los cuales ellas fueron elaborando su identidad religiosa y la distancia que tomaron de
los mismos. Busco comprender el cambio de imágenes de santidad del período
colonial en América Latina, con los ideales de “piedad social” difundidos en el siglo
XIX.
Toda lectura del pasado está guiada por interpretaciones del presente; es
desde mi presente que interrogo los documentos, buscando dejar que ellos me hablen,
aunque soy consciente que debo formular las preguntas adecuadas. Quiero
encontrarme con las mujeres que me precedieron a través de las huellas que ellas
dejaron, aspiro escuchar sus corazones y a experimentar que soy parte de esta
corriente vital, de la que soy heredera. Quiero resucitarlas.
Como afirma Pierre Rosanvallon, la historia así concebida es el laboratorio en
actividad de nuestro presente y no solamente el esclarecimiento de su trasfondo; la
atención a los problemas contemporáneos no puede disociarse de una meticulosa
reconstrucción de su génesis. Partir de una cuestión contemporánea para reconstruir
su genealogía es lo que hace de la historia una tarea de comprensión, donde la
intelección del pasado y la interrogación del presente participan de un mismo recorrido
ya que “la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado” 22.
Esta investigación sobre la experiencia religiosa y el compromiso político de un
grupo de mujeres nos sitúa en el ámbito de la historia de las mujeres, de la historia
política, de la historia religiosa y de la espiritualidad. Las variables mujer, religión y
política, estructuran los diversos senderos de este estudio que, a su vez, se nutre de la
renovación de la historia política de las últimas décadas, “una historia que ya no es
más una historia institucional y fáctica de próceres y batallas y de una trama de
acontecimientos que se creía habían cambiado el rumbo de las Instituciones, de los
hombres y de la historia” (Ayrolo, 2007: 13). Pretendo en este trabajo hacer historia de
lo político, entendiéndolo como “el lugar donde se entrelazan los múltiples hilos de la
vida de los hombres y las mujeres, aquello que brinda un marco tanto a sus discursos
como a sus acciones” (Rosanvallon, 2003: 16). Analizar los discursos y las prácticas
de un grupo de mujeres religiosas preocupadas por construir la “polis” implica mirar su
compromiso político más allá de las competencias partidarias de su época por el
22
Afirmación de Marc Bloch, citada en Rosanvallon (2003: 28).
19
ejercicio del poder. En esta línea también busco comprender los discursos y las
prácticas de otros actores de la iglesia católica y de la orden dominicana, con quienes
las mujeres religiosas que estudio interactuaron.
Para pensar la experiencia política de este grupo de mujeres y de las personas
con las que se vincularon de fines de siglo XIX, las herramientas teóricas que nos
aporta Hannah Arendt, resultan una guía insoslayable. Ella propone pensar en lo que
hacemos, investigar las experiencias humanas desde una actitud respetuosa de la
realidad, rechazando toda violencia que se pueda ejercer sobre aquella por medio de
la teoría, ya que para Arendt, la realidad no es un objeto del pensamiento sino aquello
que lo activa (Birulés, 1997: 13). Arendt afirma que “el pensamiento mismo nace de los
acontecimientos de la experiencia vivida y debe mantenerse vinculado a ellos como
los únicos indicadores para poder orientarse” (Arendt, 1998: 87). Para dar cuenta de la
acción, Arendt la contrasta con otras dos dimensiones humanas: labor y trabajo.
Entiende la labor como la dimensión ligada a la necesidad, al ciclo de repetición de la
naturaleza, sus productos están destinados a ser consumidos y desaparecen casi tan
rápido como han aparecido. La labor implica su invisibilidad y su carácter repetitivo y
apolítico. A diferencia de la labor, el trabajo es productivo, sus resultados están
destinados a ser usados, no tanto consumidos. Frente a la labor y al trabajo, la acción
se distingue por su constitutiva libertad e impredecibilidad. Con la palabra y la acción -
afirma Arendt- nos insertamos en el mundo humano y tal inserción es como un
segundo nacimiento. Actuar significa tomar una iniciativa de algo en movimiento,
dondequiera que los hombres viven juntos, existe una trama de relaciones humanas
que está urdida por los actos y palabras de innumerables personas, tanto vivas como
muertas. Toda acción y todo nuevo comienzo caen en la trama ya existente. Toda
acción produce historias que se registran en documentos y monumentos que pueden
contarse en la poesía y la historiografía y es en estas historias donde el significado de
la vida humana se revela.
que separaba las esferas pública y privada se diluía, las mujeres extendían su
maternidad al espacio público. Las congregaciones religiosas de vida apostólica
constituyeron un verdadero campo de acción política y ámbito de sociabilidad,
ofreciendo a las mujeres un espacio dentro de la Iglesia y la sociedad civil en el que
disponían de grados de autonomía mayores de los que tenían otros grupos de mujeres
en el siglo XIX (Serrano, 2004: 295).
frecuentar los márgenes y las fronteras de la Iglesia Católica para poder observar lo
que se sitúa fuera de la corriente de la Institución, allí donde la ley ‘universal’
encuentra su límite. Examino las cuestiones ‘indiscretas’ 23 que subyacen en el
inmenso movimiento de la praxis. En una época marcada por el proceso de
romanización de la iglesia, en Argentina encontramos fisuras en la supuesta
‘homogeneización’.
En la segunda parte, titulada El proceso fundacional de la Congregación de la
HH Dominicas del Ssmo Nombre de Jesús (1887-1911) focalizo el proceso fundacional
de la Congregación en el contexto de la epidemia del cólera en Tucumán, situación
límite para una ciudad que crecía a pasos acelerados -a causa del desarrollo de la
industria azucarera- pero que no contaba con una infraestructura sanitaria necesaria
para hacer frente al flagelo de la peste. El capítulo 4 contextualiza la epidemia de
cólera y los discursos que se elaboraron en torno a ella. Entre las reacciones a la
epidemia me detengo en la respuesta de Elmina Paz y un grupo de mujeres que se
solidarizan con las víctimas del flagelo. A su vez observo a la élite provincial que
busca establecer alianzas con el poder nacional, para favorecer sus intereses políticos
y económicos. Desde esta perspectiva, la oposición Interior vs Buenos Aires asume
otros matices, al encontrar una élite provinciana con fuerte presencia en el poder
nacional. Me detengo en un análisis del caso de la familia Paz. En esta línea me
propongo indagar el surgimiento de lo singular, de la excepción, de la separación, de
lo particular que escapa a la generalización. Busco superar la ubicación de los actores
sociales en una lógica dual, liberal-progresista-porteño vs católico-conservador- del
interior. Analizo las fisuras de estos modelos, sin renunciar a “la relación que las
regularidades mantienen con las particularidades que se le escapan” (de Certeau,
1993: 99). El Capítulo 5 indaga en la organización de la congregación, la escritura de
reglas y constituciones como búsqueda de legitimación grupal. El proceso fundacional
supuso el establecimiento de pautas en la vida cotidiana, el acuerdo de criterios de
admisión, formación y distribución de roles y tareas. Este capítulo es un recorrido por
el paisaje interior del convento-asilo recién fundado buscando detectar las prácticas de
libertad femenina y el modo de hacer política de estas mujeres, una política que ante
todo es política de relación (Arendt, 1997), una política que irrumpe en el espacio
público, en el contexto de la formación del estado-nación argentino. Busco fijar la
23
Michel de Certeau afirma que las sociedades estables dan lugar a una historia que atiende
especialmente a las continuidades y tiende a dar valor de esencia humana a un orden sólidamente
establecido mientras que en las épocas de movimiento o de revolución, las rupturas de la acción colectiva
o individual se convierten en el principio de la inteligibilidad histórica. La historiografía une el decir
histórico con el hacer social, esta función recuerda al trabajo su relación con la muerte y con el sentido;
sitúa a la historiografía verdadera del lado de las cuestiones indiscretas que deben investigarse en el
inmenso movimiento de la praxis (Certeau, 1993: 64-65).
26
mirada en estas mujeres que emergen en el ámbito público y político desde los
espacios religiosos cumpliendo con un claro rol político al sustituir al estado o al
acompañarlo en numerosas ocasiones, en la resolución de problemas sociales (García
Jordán y Dalla Corte, 2006: 559-583). Busco reconocer las discontinuidades históricas
y poner el acento en las tensiones entre el discurso de autoridad y voluntades
rebeldes, la historia es lugar de experimentación, una manera de destacar las
diferencias. Saber del otro, y por lo tanto de uno mismo (Chartier, 1996:72).
La Tercera Parte, Viajeras hacia el fondo del alma: una espiritualidad a dos
voces, es una invitación al viaje interior, hacia los procesos de individuación, hacia los
itinerarios subjetivos de la creencia. El Capítulo 6 indaga en los “espejos” del pasado,
en los modelos de la tradición mistagógica de la tradición de la orden dominicana y su
recepción en el Tucumán del siglo XIX y principios del XX. Se pretende hallar rasgos
de la mística dominicana alemana y de la herencia de Rosa de Lima y Catalina de
Siena en los textos producidos al interior de la congregación dominicana,
especialmente en el intercambio epistolar. Se revelan las imágenes de santidad
femenina que se consolidaron en este período develando la evolución de las mismas
desde el periodo colonial en Latinoamérica hasta el siglo XIX. El Capítulo 7 se centra
en la práctica del diálogo y la dirección espiritual en la configuración de la experiencia
religiosa. Realizo un recorrido de las prácticas de confesión deteniéndome en el
pensamiento de Fr Ángel Boisdron al respecto y en la riqueza de los intercambios
epistolares como instrumentos de construcción de subjetividades.
“al igual que un pescador de perlas que desciende hasta el fondo del mar, no
para excavar el fondo y llevarlo a la luz sino para descubrir lo rico y lo extraño,
las perlas y el coral de las profundidades y llevarlos a la superficie, este
27
*****
Como toda acción necesita de la presencia de los otros, ya que como afirmaba
Hannah Arendt (1997: 77) la acción jamás puede tener lugar en el aislamiento, porque
aquel que empieza algo solo puede acabarlo cuando consigue que otros lo ayuden,
siendo imposible actuar sin amigos, deseo agradecer a quienes hicieron posible esta
tesis.
En primer lugar a la Congregación de las Hermanas Dominicas, por la
confianza, la amistad y la memoria conservada como un tesoro en sus archivos.
A la Conferencia Episcopal Alemana a través de Adveniat, sin cuyo apoyo
económico no hubiera sido posible realizar mi estancia en la Universidad de Barcelona
y las sucesivas estadías en los archivos de Roma, Montmoreau, Lyon, Poitiers en
Francia, Friburgo (Suiza) y conocer el convento dominicano de Graz en Austria, como
así también recorrer los archivos de los conventos de Tucumán, Santiago del Estero,
Córdoba, Rosario, Santa Fe y Buenos Aires.
A ICALA (Intercambio Cultural Alemán – Latinoamericano) para la Promoción
científica de Mujeres en América Latina, cuya beca me permitió concluir el último
tramo de esta investigación.
A Pilar García Jordán, quien me recibió en el Programa de Doctorado
“Recuperación de la Memoria. América Latina” del Departamento de Antropología
Cultural, Historia de América y África de la Universidad de Barcelona, y luego aceptó
ser mi directora de tesis, porque sin su orientación, su estímulo permanente, y su
paciencia infinita con mis tiempos, este trabajo no hubiera sido concluido. En ella
admiro la honestidad, el tesón y la pasión por el trabajo historiográfico, junto a la
preciosa libertad de su amistad que la empujó a viajar al noroeste argentino, para
24
Las comillas de algunas palabras de este párrafo son utilizadas por Hannah Arendt al referiste a una
cita de Shakespeare, La Tempestad, I,2. “Tu padre yace enterrado bajo cinco brazas de agua; /se ha
hecho coral con sus huesos;/los que eran ojos son perlas./Nada de él se ha dispersado, sino que todo ha
sufrido la transformación del mar/ en algo rico y extraño” (2001: 200).
28
sus investigaciones son el punto de partida de mis estudios sobre la vida religiosa
dominicana. Las conversaciones que tuvimos tantas veces atraviesan mi escritura.
A María Celia Bravo, Alejandra Landaburu, Daniel Campi, Florencia Gutiérrez y
Vanesa Teilteibaum, por ayudarme a comprender la compleja historia de Tucumán.
A las hermanas de las comunidades dominicanas de Tucumán por la
información brindada, por escuchar con tanto interés mis relatos y alentarme siempre
en mis pequeños y lentos avances, por su paciencia y su amistad.
A Rafael Cúnsulo, por su fraternidad y confianza y por abrirme el espacio del
Instituto de Investigaciones Históricas de la UNSTA para poder continuar con mis
investigaciones a mi regreso a Tucumán. Su apoyo y el de la UNSTA, me permitieron
participar en varios Congresos y Jornadas en donde pude discutir con otros colegas
los avances de mi investigación: 52º ICA International Congress of Americanists
(Sevilla, 2006); IX Congreso de Historia de la Orden Dominicana en Iberoamérica
(Oaxaca, México, 2007); In Our Keeping Conference: Keeping and Telling the
Dominican Story: Our Gift for the 21st Century, Dominican University, (River Forest,
Chicago, EEUU; 2010).
A Sara Amenta y Cecilia Aguirre, mis compañeras del Instituto de
Investigaciones Históricas “Prof. García Soriano” de la UNSTA, por su apoyo
incondicional y por los trabajos compartidos que hicieron posible la concreción de las
2º, 3º y 4º Jornadas de Historia de la Orden Dominicana en Argentina y el 1º Congreso
Internacional de Historia de las Órdenes y Congregaciones Religiosas en la UNSTA
durante los años 2005; 2007 y 2009. Espacios que enriquecieron los avances de esta
tesis. También a Flavia Dezzutto y Gabriela Peña por los debates compartidos sobre la
historia de la Orden Dominicana en Argentina y a Alejandro Alvarado además, por
brindarme generosamente sus conocimientos en genealogía de familias tucumanas.
A Esteban Abalo, Ignacio Sánchez, Lucía Santos, Cecilia Guerra e Iris
Schkolnik por el rico intercambio de sus avances en la comprensión sobre historia de
la Iglesia local en Tucumán y a todos los integrantes de la Red de Investigadores en
Historia de la Iglesia y la Religiosidad con quienes nos atrevimos a convocar las 1º, 2º
y 3º Jornadas de Historia de la Iglesia en el NOA y el 1º Simposio de la Red durante
los años 2006; 2008; 2010 y 2011.
A las personas que me ayudaron en la búsqueda de fuentes en los Archivos:
José García Bustos (Archivo del Arzobispado de Tucumán); Fr Juan Pablo Corsiglia,
(Archivo Provincial de la Orden de Predicadores de Argentina), a Fr Pablo Condrac,
(Archivo del Convento San Pedro Telmo); Fr Jean Donatien Levesque (+), (Archivo del
Convento Dominicano de Lyon); Fr François Nielly y Fr Luc (Archivo del Convento
Dominicano de Poitiers); Fr Lázaro Sastre Varas (Archivo de la Curia General de la
30
Orden Dominicana en Roma), sin su calidez las largas horas de trabajo compartido
hubiesen sido muy áridas; Brigitte Dupuy y Reine Goupilleau (Archivo de la Mairie de
Montmoreau-Francia), Marcela Magliani (Archivo Histórico de la Provincia de
Tucumán) y al personal administrativo del Archivo Secreto Vaticano, del Archivo
General de la Nación y de la Biblioteca de la Fundación Miguel Lillo, sin su deseo de
encontrar lo que yo buscaba, muchas de las fuentes citadas serían todavía
desconocidas.
A Rossana Aguilar por la transcripción y digitalización de tantas fuentes y por
su creatividad para dar vida a la fotografía histórica de las dominicas de Tucumán en
diversos documentales.
A Carlos Barrionuevo por ayudarme a leer los textos en inglés sobre mística
femenina medieval, por sus ocurrentes comentarios y su sentido del humor que hizo
más liviana la tarea de traducción.
A Alicia Barton y Mariana González, por sus hallazgos y la infatigable tarea de
ordenar el Archivo de las Hermanas Dominicas de Tucumán y por la transcripción de
tantos documentos junto a María Alejandra Leguizamón.
A la Comisión de Patrimonio Histórico de la Congregación, por el proyecto
compartido de dar vida al Museo- Archivo Elmina Paz y a la Comunidad de la Casa
Madre por ayudarme en la recuperación de la tradición oral de las dominicas de
Tucumán.
A María Haydée Herrera y Alejandra Elbaba, por apoyarme en esta aventura,
por los infinitos diálogos compartidos estos años y por confiar en mí.
A mis padres, Fausto y Elba, por los libros de la biblioteca de la calle Laprida
que aprendí a contemplar de pequeña y que creí infinita. Por sus relatos que me
animaron a narrar los míos, por haberme contagiado su fascinación por conocer
nuevos mundos y a mis hermanos María Elba, Maruja, Sylvia, Sonia y Fausto, por ser
compañeros de camino siempre.
31
por la autoridad eclesiástica, para servir a Dios fuente de toda caridad, y al prójimo en
sus dolencias y miserias, especialmente a los niños huérfanos y desamparados” 1.
La experiencia religiosa de estas mujeres se enmarca en el proceso de
construcción del estado-nación argentino y en la naciente organización de la iglesia en
el territorio nacional, en un intenso proceso de secularización de la sociedad. ¿Cómo
explicar una opción religiosa en este contexto? ¿Qué transformaciones implicó el
proceso de secularización en Argentina en el imaginario social? ¿Cómo reaccionó la
iglesia a las transformaciones del campo religioso finisecular? ¿Cuál era el discurso
eclesiástico de la iglesia en Tucumán? Estas y otras preguntas a ellas vinculadas
serán las que trataré de responder en este capítulo.
1
Carta Elmina Paz y otras al Obispo Pablo Padilla y Bárcena, Mayo de 1887, Legajo HH Dominicas del
Ssmo Nombre de Jesús. s/f. Archivo Arzobispado de Tucumán (AAT).
33
2
Esta afirmación es de Michel de Certeau (1993 : 151), quien cita la Encyclopédie ou Dictionnaire
raisonné des sciences, des arts et des métiers, artículo "Fe", (1778: 1019).
34
explica Ana Teresa Martínez, la secularización es una noción histórica, no hay una
secularización sino múltiples experiencias históricas de reconfiguración de las
religiones y religiosidades en combinaciones diversas, según los contextos de la
modernidad (Martínez, 2011). Por ello podemos afirmar que la secularización no
implica la desaparición de la religión, ni tampoco su exclusión de la vida pública sino
un ajuste de la misma, una modificación del sistema religioso en el seno de la
sociedad 3.
En las antiguas colonias rioplatenses se experimentaba el pasaje de un
régimen de unanimidad religiosa a un espacio en donde la institución católica debía
someterse al ordenamiento político y jurisdiccional liderado por el estado nacional,
como bien lo define Di Stéfano 4. La desarticulación en el orden político provocado por
las guerras de independencia hizo que las estructuras eclesiales comenzaran también
a desmoronarse, tras las guerras de independencia la iglesia es una institución muy
debilitada (Bianchi, 2000: 19). La fragmentación política, la debilidad del poder central
residente en Buenos Aires terminó de derribarse hacia 1820. Algunas diócesis
quedaron sumidas en una profunda crisis: los diezmos dejaron de ser percibidos con
regularidad, se obstaculizaron las designaciones de los curas párrocos y la autoridad
episcopal encontró obstáculos para su ejercicio 5. Los Obispados existentes -Buenos
Aires, Córdoba, Salta y San Juan de Cuyo- estuvieron muchas veces vacantes por
largos períodos. La crisis por la que atravesó el clero y las órdenes religiosas provocó
la necesidad de una reforma, que se aplicó parcialmente en la provincia de Buenos
Aires durante el gobierno de Rivadavia y estuvo orientada a revitalizar las instituciones
eclesiásticas que habían sido debilitadas por la guerra de la independencia y la
posterior guerra civil. Fue a partir de 1853, con la sanción de la Constitución Nacional,
cuando la iglesia también inició un camino de consolidación institucional.
La iglesia católica argentina comenzó a conformarse en forma paralela al
estado en la segunda mitad del siglo XIX. Incluso, su formación no fue independiente
del proceso de organización del estado, ni de la consolidación de la idea de nación.
Crear una nación implicaba también crear una iglesia (Bianchi, 2000: 17-25).
La preocupación de Urquiza durante el período de la Confederación Argentina
de organizar y centralizar una iglesia fragmentada en un cúmulo de provincias
3
Son múltiples los abordajes del concepto de secularización, me han sido de gran utilidad los textos de
José Casanova (2000), Pablo Semán (2007), Ana Teresa Martínez (2011) y Roberto Di Stéfano (2011). El
fenómeno de la desprivatización de la religión en el mundo moderno, el hecho de que la misma se niegue
a aceptar un papel marginal que le había sido reservado por las teorías de la modernidad y la
secularización y que a pesar de ellas la religión sigue teniendo una dimensión pública, ha sido analizado
por José Casanova en su sugerente trabajo Religiones públicas en el mundo moderno (2000).
4
Este proceso y sus perspectivas de investigación son abordadas por Di Stéfano en un artículo
programático para las investigaciones de historia religiosa en Argentina (2000: 83-113).
5
Es de insoslayable referencia el estudio realizado por Tonda (1965) sobre la iglesia incomunicada con
Roma (1810-1858).
36
6
Para un análisis del proceso de formación de la iglesia argentina en que se acentúa no tanto la
intervención de la Santa Sede sino el rol protagónico del estado argentino ver Lida (2006, 2006b, 2007b).
7
En 1853 dada la separación del estado de Buenos Aires, Urquiza decidió separar a Paraná de la
dependencia eclesiástica de Buenos Aires y creó la Diócesis del Litoral. En 1859 se creó el Obispado de
Paraná.
8
Sobre otros aspectos de la transformación de la iglesia en relación al estado, en la segunda mitad del
siglo XIX, en lo que se refiere a la reorganización de los tribunales eclesiásticos, ver Lida (2004).
37
9
He optado por utilizar las categorías de “espacio social y “campos del poder” para situar a la institución
eclesiástica y al estado en conflicto dentro de un campo del poder, según la especificación del uso de
estos términos que realizan Bourdieu (2009) y Martínez (2011).
38
Las iglesias locales, al igual que las provincias debieron resignar atribuciones y
autonomía para poder constituir un estado unitario y una iglesia nacional 10.
Durante el gobierno de Roca (1880-1886) se vivió el momento más álgido de
enfrentamiento entre católicos y liberales; sin embargo, Roca mantuvo estrecha
relación de amistad con muchos miembros de la iglesia católica y tuvo entre sus
ministros a católicos muy cercanos a la jerarquía de la iglesia.
Sin embargo se fueron derogando progresivamente los privilegios e
inmunidades de la iglesia, dejando en manos del estado el control sobre cuestiones
claves como la educación, el matrimonio, los nacimientos y defunciones, a través de
las leyes de educación común (1884), de creación del registro civil (1884) y de
matrimonio civil (1888). Un antecedente del debate producido en torno a estas leyes
tuvo lugar en la Provincia de Santa Fe cuando el gobernador Nicasio Oroño decidió
secularizar el convento de San Lorenzo y establecer el matrimonio civil y la
secularización de los cementerios en 1867; a raíz de las polémicas suscitadas y la
reacción católica, el gobernador Oroño fue destituido y las leyes por él sancionadas
fueron derogadas 11: Debieron pasar 20 años para que la elite gobernante, motivada
por la necesaria modernización del estado, la fuerte inmigración, etc. decidiera tomar
el control de algunas instituciones y funciones. Por otra parte, la aplicación de las
denominadas leyes “laicas” no siempre se realizó del mismo modo. La ley 1420
promulgada para Buenos Aires y los territorios de jurisdicción nacional no se
reglamentó en algunas provincias y el registro civil continuó siendo organizado por
sacerdotes en recónditos parajes (Di Stéfano, 2011).
Con todo, ambas entidades lograron establecer un modus vivendi que permitió
una convivencia pacífica y, como se ha dicho antes, la consolidación a largo plazo de
ambos proyectos. A pesar de su laicismo, los sectores políticos consideraban
necesaria la existencia de una iglesia nacional, pues su importancia institucional y el
valor de la religión no fue puesto en tela de juicio; tampoco desconocían el poder de
ésta para actuar como correctivo moral y social de los sectores populares. A
comienzos de siglo XX el acercamiento entre iglesia y estado era manifiesto, lo vemos
en el lento regreso de la educación religiosa a las escuelas, la reanudación de las
relaciones diplomáticas con la Santa Sede en 1900 (que habían sido interrumpidas en
1884 con la expulsión del nuncio Matera) y al triunfar el catolicismo en el conflicto por
la ley del divorcio en 1902.
10
Para el proceso de configuración eclesial en Argentina ver Di Stéfano y Zanatta (2000), Bianchi (2000),
Di Stéfano (2004) Lida (2004; 2006; 2006b; 2007b).
11
Para una reconstrucción de los hechos ver Bruno (1981: 310-329).
39
12
Matera fue delegado apostólico en Argentina entre los años 1882-1884. Fue expulsado del país en
1884 como consecuencia de los conflictos suscitados en algunas diócesis argentinas con motivo de las
medidas de laicización asumidas por el estado. Este hecho provocó la interrupción de las relaciones
diplomáticas con la Santa Sede.
13
Hacia 1882 la estructura de la iglesia en la República Argentina, estaba constituida por 5 obispados: la
arquidiócesis de Buenos Aires y las diócesis de Cuyo, Salta, Paraná y Córdoba. Tucumán era una vicaría
foránea perteneciente a la diócesis de Salta.
14
Analizo en este apartado los informes completos de los obispos elevados al nuncio Matera, algunas de
estas fuentes han sido estudiadas por Cayetano Bruno (1981) con otros matices y están indicadas con
diferentes referencias de ubicación en el Archivo de la Nunciatura de Brasil (Archivo Secreto Vaticano,
ASV).
15
Carta de Mons Buenaventura Rizo Patrón al Nuncio Mons. Matera, Salta, 3 de mayo de 1882. Archivo
Nunciatura Apostólica en Brasil, Caja 63. Fasc. 304, f.40v. (ASV).
16
Carta de Mons Buenaventura Rizo Patrón al Nuncio Mons. Matera, Salta, 3 de mayo de 1882, f. 41r.
Archivo Nunciatura Apostólica en Brasil, Caja 63. Fasc. 304 (ASV).
17
Carta de Mons. José Wenceslao Achával al Nuncio Mons. Matera, San Juan, 28 de febrero de 1883,
f.44r. Archivo Nunciatura Apostólica en Brasil, Caja 63. Fasc. 304 (ASV).
40
“teniendo en cuenta quienes son los agentes de la nueva ley, no puedo dudar
ni por un momento que ella será una obra maestra de sabiduría satánica para
establecer el matrimonio civil o preparar su establecimiento para borrar de los
cementerios su carácter religioso y levantar todos los falsos cultos al nivel del
católico, es decir, suprimir todos y establecer el puro naturalismo” 18.
Aseveraba que los agentes de la nueva ley “se han amamantado de los pechos
de la gran prostituta, la revolución francesa” y que el proyecto de creación del Registro
Civil es obra de la política anti cristiana dominante”.
El obispo de Paraná, Mons. José María Gelabert, corroboraba que el proyecto
de Registro Civil:
Agregaba que “no sería tampoco extraño fuese este el primer paso para llegar
poco después al matrimonio civil y a la separación total entre la iglesia y el gobierno
agentino, pues sé que desde hace tiempo se abrigan tales pretensiones y se trabaja
con lamentable actividad por conseguirle” 19.
Por su parte, el arzobispo de Buenos Aires Mons. Federico Aneiros, ante las
afirmaciones del ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Eduardo Wilde,
relativas a las deficiencias de los registros parroquiales, defendía el rol de los párrocos
y se preguntaba: “¿Porqué hacer este daño de tentar y facilitar a muchos que se alejen
más de la iglesia que tan importante servicio presta a la moral pública y privada, tan
indispensable para la felicidad social e individual?” 20. Y añadía el argumento del gasto
que implicaría al estado establecer y sostener oficinas y empleados, además de
advertir que con la creación del Registro Civil se quitaba a los párrocos un derecho y
un recurso aunque sea pequeño que aseguraba su sustento ya que ellos se sostenían
con esos ingresos parroquiales con que los fieles les retribuían ciertos oficios de su
Ministerio. Con la creación del Registro se les impediría y quitaría lo que el pueblo les
daba en remuneración de sus servicios. Aseveraba también que este proyecto
18
Carta de Mons. Mamerto Esquiú al Nuncio Mons. Matera, Córdoba, 22 de abril de 1882, f. 38r-38v.
Archivo Nunciatura Apostólica en Brasil, Caja 63. Fasc. 304 (ASV).
19
Carta de Mons. José María Gelabert al Nuncio Mons. Matera, 26 de abril de 1882, ff.42r y 42v. Archivo
Nunciatura Apostólica en Brasil, Caja 63. Fasc. 304 (ASV).
20
Carta de Mons. Federico Aneiros al Nuncio Matera, 18 de mayo de 1882, f.33v. Archivo Nunciatura
Apostólica en Brasil, Caja 63. Fasc. 304 (ASV).
41
El Director del Registro Civil ante “tan flagrante alzamiento contra las leyes por
parte del Cura de Famaillá y de lo que éste hace alarde” solicitó al poder ejecutivo que
21
Carta de Mons. Federico Aneiros al Nuncio Matera, 18 de mayo de 1882, f.34r y 34v.Archivo Nunciatura
Apostólica en Brasil, Caja 63. Fasc. 304 (ASV).
22
Carta del director del Registro Civil de Tucumán, Eugenio Méndez juez de paz de Famaillá, Manuel
Ocaranza Famailla, 15 de septiembre de 1906. Carpeta: Informes y notas varias. Archivo Arzobispado de
Tucumán (AAT).
23
Carta del Párroco de Famaillá Pastor Vilarelle al Juez de Paz de Famaillá, Manuel Ocaranza, 15 de
septiembre de 1906. Carpeta: Informes y notas varias (AAT).
42
a su vez pidiera al Sr obispo “la pronta separación del párroco, de acuerdo con lo
dispuesto por el art. 110 de la ley de matrimonio civil y ordenar pasen estos
antecedentes al Sr Agente Fiscal para que deduzca las acciones penales a que
pudiera estar sujeto la incorrecta conducta observada por el mismo” 24.
En su respuesta, el cura párroco dio a entender que el Jefe del Registro ya lo
había denunciado en septiembre de 1904, y que “está dispuesto a defender ante quien
corresponda el derecho que tengo para casar, lo mismo que para confesar, bautizar y
decir una misa sin pedir permiso a los funcionarios del Registro Civil” afirmando que:
“no me sorprenden las quejas de los jueces de paz, porque no son letrados;
pero sí me extraña que el jefe del registro sabiendo que la ley está derogada en
su parte penal y que deja, por consiguiente, en completa libertad al sacerdote,
como debe estarlo, para ejercer sus funciones con independencia de toda ley y
autoridad civil, ande molestando al cura con interrogatorios que no tienen razón
de ser, por ningún lado que se las mire” 25.
24
Carta del director del Registro Civil de Tucumán, Eugenio Méndez al juez de paz de Famaillá, Manuel
Ocaranza Famailla, 15 de septiembre de 1906. Carpeta: Informes y notas varias. Archivo Arzobispado de
Tucumán (AAT).
25
Carta del Párroco de Famaillá Pastor Vilarelle al Juez de Paz de Famaillá, Manuel Ocaranza, 15 de
septiembre de 1906. Carpeta: Informes y notas varias (AAT).
26
Para un análisis exhaustivo de los debates en torno al matrimonio civil entre católicos y “liberales”, ver
Auza, (1981: 498-588); Ghio (2007: 21-41). Es muy común en la historiografía sobre este período utilizar
el concepto “liberal” para definir a diferentes posturas laicistas. Según aclara Di Stéfano (2011) el
liberalismo prescribe la neutralidad del estado, la igualdad de cultos y el otorgamiento a todas las iglesias
del estatus de instituciones de derecho privado. En Argentina, por el contrario, el culto católico conserva
siempre en los hechos un carácter oficial -aunque no haya sido declarado religión de estado-y la iglesia
católica a diferencia de las demás es reconocida como institución de derecho público a la par del estado.
27
Para un abordaje del debate entre católicos y liberales sobre la ley de educación, ver Auza (1981).
Desde otra perspectiva Lucía Lionetti plantea que en el caso argentino, los católicos liberales laicos
tuvieron una activa participación en la definición del proyecto educativo estatal, los valores católicos
fueron resinificados y la enseñanza latica utilizó un dispositivo normativo que tuvo más puntos de contacto
que diferencias con lo que se transmitía en la enseñanza religiosa (2006: 105).
43
28
Pastoral Colectiva de los Obispos Argentinos, 1889 en Padilla y Bárcena, Obras Completas Tomo 2,
(1916: 157-183). Conferencia Episcopal Argentina (CEA) (1993), Documentos del Episcopado Argentino,
Tomo 1, 1889-1909.
29
Firman la carta los prelados de las 5 diócesis existentes: Federico Aneiros, arzobispo de Buenos Aires;
Fray José Wenceslao Achával, obispo de Cuyo; Fray Reginaldo Toro, obispo de Córdoba; Pablo Padilla y
Bárcena, vicario capitular de la diócesis de Salta (gobernaba la Diócesis desde 1884 debido a la muerte
de Fr. Buenaventura Rizo Patrón; el vicario capitular de la diócesis de Paraná, Pantaleón Gallozo, debido
a la renuncia de Mons. José Gelabert, imposibilitado de ejercer funciones episcopales.
30
Para un análisis de la Primera Pastoral Colectiva de los Obispos Argentinos, ver Auza (2001: 231-271).
44
31
Para el proceso de secularización del siglo XIX, los trabajos de Pilar García Jordán sobre Perú (1991),
Sol Serrano en Chile (2009), Cecilia Bautista García en México (2005); Barrán (1988), Caetano y
Geymonat (1997) y Sansón Corbo (2011) para Uruguay, aportan interesantes perspectivas que pueden
ser utilizadas para un análisis comparativo del caso argentino.
32
Charles Forbes, conde de Montalembert (Londres, 1810-París, 1870) fue un abogado, publicista y
político francés. Discípulo de Lamennais, fue dirigente del catolicismo liberal francés de mediados del XIX.
Participó en la fundación del periódico L’ Avenir (1830) junto a Lammenais y Lacordaire, con el lema Dieu
et liberté. Desde el periódico postulaban la separación de la iglesia y el estado, la renuncia a su ayuda
económica, la libertad para nombrar obispos y eran contrarios al monopolio estatal en educación. Una
gran parte de los obispos franceses prohibió el periódico y el Papa Gregorio XVI condenó en la encíclica
Mirari Vos (1832) los principios del liberalismo político y religioso, la libertad de conciencia y las libertades
reivindicadas por la cultura moderna. Se definía así la preferencia de la curia romana hacia el absolutismo
y su distanciamiento de la burguesía intelectual. Montalembert fue enemigo de todo despotismo defendió
siempre los derechos de la iglesia contra la intromisión estatal y cuestionó la política de centralización
romana (Martina, 1974: 152-158).
33
Döllinger (Baviera, 1799-Munich 1890), teólogo e historiador de Munich, representante de la corriente
del catolicismo liberal y propulsor del grupo que exigía libertad científica de investigación para los teólogos
y denunciaba la costumbre de denunciar de los ultramontanos. Fue uno de los organizadores del
Congreso de Eruditos Católicos, Munich 1863, que motivó una carta de Pío IX sobre la sumisión al
magisterio de la iglesia en el estudio teológico. Especialista en historia de la iglesia, rechazó el dogma de
la infalibilidad pontificia por considerarlo contrario a la constitución tradicional de la iglesia. Junto a otros
teólogos abandonó el Concilio Vaticano I. Fue excomulgado en 1871 (Laboa, 2002: 111-163). La carta
Tuas Libenter puede consultarse en Denzinger-Hünerman (DH), (2000: 2875-2880). Para las citas del
Magisterio de la iglesia utilizaré preferentemente la compilación de estos autores indicando la numeración
establecida para los párrafos de cada documento.
34
Antonio Rosmini (Rovereto 1797- Stresa 1855), representante del catolicismo liberal italiano, sacerdote
y teólogo autor de un sistema filosófico en una línea no escolástica mantuvo por ello fuertes polémicas
con los jesuitas. Su actividad apuntó a la reconciliación del cristianismo con los ideales modernos;
postulaba una iglesia libre de compromisos políticos y ordenada a su misión espiritual, sus libros Las
cinco llagas de la iglesia y La constitución civil según la justicia fueron condenados y puestos en el Índice
de libros prohibidos. Puntualizaba los males de la iglesia: insuficientes participación del pueblo en la
liturgia, mediocridad intelectual y espiritual del clero, debido a la separación de ciencia y piedad. Proponía
la intervención del laicado en la elección de los obispos. En 1887 se condenaron 40 de sus proposiciones.
Con el Vaticano II su pensamiento es redescubierto y estudiado. Su condena fue revocada en el año
2001. Fue beatificado por Benedicto XVI en 2007.
45
condenarlos uno por uno; se juzgaba que era necesario resaltar la raíz última de la
que arrancaban los errores modernos: la negación del orden sobrenatural, que
conduce inevitablemente al laicismo, al racionalismo y al naturalismo (Martina, 1974:
205-206). La encíclica Quanta Cura (1868) superaba la dureza de la Mirari vos (1832)
en la visión negativa de la sociedad y Pío IX 35 citando a su predecesor Gregorio XVI,
llamaba “delirio” a la afirmación que:
35
Pío IX, fue papa entre 1846 y 1878.
36
Pío IX (1864), Encíclica Quanta Cura, nº4. http://multimedios.org/docs/d000370/ (20/10/2010).
37
Pío IX (1864), Encíclica Quanta Cura, nº2.
38
Pío IX (1864), Encíclica Quanta Cura, nº4.
39
Pío IX (1864), Encíclica Quanta Cura, nº5.
40
Pío IX (1864), Encíclica Quanta Cura, nº7.
46
41
No pretendo hacer aquí una narración exhaustiva de lo que se denominó “la cuestión romana”,
simplemente dejar planteada la inminencia de los hechos que provocaron la pérdida del poder temporal
del Papa y la incomprensión de la jerarquía romana de las nuevas condiciones del mundo
contemporáneo. Para un análisis más completo ver Martina (1974); Aubert (1984); Schatz (1992); Laboa
(2002); Gadille (2003).
42
Esta Revista semanal tuvo una vida efímera, solo se alcanzó a publicar en 1900. Sus directores fueron
Bernabé Piedrabuena y Agustín Barrère, ambos serían obispos diocesanos con posterioridad. El texto
citado corresponde al Nº4 del Año I, Septiembre 23 de 1900.
47
triste y vergonzosa (…) Luis Carlos Farini, ministro de Víctor Manuel y factor de
la unidad italiana, acometido de furiosa locura, en cuyos arrebatos rechazaba
todo alimento y satisfacía el hambre de la manera más inmunda y se arrastraba
por el suelo desnudo y cubierto de inmundicias (…) Cazzini, ministro de Víctor
Manuel y autor o cómplice del despojo del Papa, se degolló con una navaja de
afeitar en Diciembre de 1872. Filibecchi, uno de los revolucionarios más
furibundos de la Italia unida y que en 1865 fue a Roma para asesinar a Pío IX,
se suicidó en el Coliseo en 1872. José Mazzini, el gran agitador, murió
impenitente. Napoleón III, autor o consentidor del primer despojo de una buena
parte de los estados Romanos y que con su retirada de la guarnición francesa
de Roma dejó franca la entrada en ella al sacrílego usurpador, sufrió su primera
derrota en Wissemburgo el mismo día en que salieron sus tropas de Roma
dejando abandonado al Papa y perdió la última y definitiva batalla que dio
entrada a los prusianos a Francia el mismo día que el último soldado francés
salió de Civittà Vechia…” 43.
(1849), la aprobación del Syllabus (1864) y las declaraciones del Concilio Vaticano I
ponían de manifiesto la preeminencia de la intransigencia en la jerarquía romana.
Durante los meses previos al Concilio, los debates en torno a la declaración de
la infalibilidad papal suscitaron tensiones entre los obispos participantes y teólogos
invitados. Algunos obispos temían que la definición de la infalibilidad se constituyera
en un atentado contra los derechos de los obispos. Otros teólogos, como Döllinger,
cuestionaban no solo la infalibilidad sino el primado de jurisdicción del Papado de
Roma. Meses antes del comienzo del Concilio, obispos alemanes enviaron una carta a
Pío IX insistiendo en la inoportunidad de tal definición. El obispo Maret, decano de la
Facultad de teología de La Sorbona, publicaba un libro en donde se afirmaba que la
infalibilidad residía en el Papa en comunión con los obispos y no separado de ellos.
Mons. Dupanloup, obispo de Orleans, publicaba un opúsculo que recogía todos los
argumentos en contra de la definición de infalibilidad pontificia. Entre los obispos
alemanes integrantes de la minoría antiinfalabilista encontramos al obispo de
Maguncia, Von Ketteler 46, quien mientras se redactaba la Constitución Dogmática
Pastor Aeternus, durante el Concilio, propuso sin éxito que se expresase la necesidad
explícita del consentimiento de los obispos ante una decisión pontificia que pudiera
considerarse infalible 47. Sin embargo, la Constitución Pastor Aeternus fue aprobada el
18 de Julio de 1870. La minoría antiinfalibilista no tomó parte de la sesión y se
ausentaron de Roma 55 Obispos. Al día siguiente estallaba la guerra franco-prusiana y
la mayor parte de los obispos consideró oportuno retirarse del Concilio. El 20 de
Septiembre fue ocupada Roma por las tropas italianas y el 20 de octubre le Concilio
quedó suspendido por tiempo indeterminado 48.
La declaración de la infalibilidad acentuó el proceso de centralización romana,
reforzó la autoridad del papado y su jurisdicción sobre toda la iglesia, en la
circunstancia no casual en que se debilitaba su poder temporal. Como explica Laboa,
“la necesidad de unidad y conexión, urgida por las circunstancias político-sociales y la
eclesiología centrada en Roma, desembocó en muchos ambientes en la consideración
de la obediencia como una de las virtudes principales y en la inconsciente reducción
de la iglesia a la jerarquía y de esta al papa” (2002: 163).
Los obispos argentinos que concurrieron a Roma para asistir al Concilio,
volverían imbuidos de los debates y definiciones conciliares. De los 5 obispos
existentes, pudieron viajar 4: Escalada (Buenos Aires), Gelabert (Paraná), Achával
46
Los textos de Von Ketteler sobre la cuestión social, influyeron profundamente en el pensamiento de Fr
Boisdron como así también los escritos de Lacordaire y Dupanloup. Esta línea del catolicismo es la que
transmitirá Fr Boisdron a su llegada a Tucumán, presentando una voz diferente en el contexto de
catolicismo argentino decimonónico. Esto será profundizado en el cap. 3.
47
Vaticano I (1870), Constitución Dogmática Pastor Aeternus, DH, (2000: 3050-3075).
48
Sigo en el análisis del Vaticano I a Martina (1974: 227-260) y Laboa (2002: 147-163).
49
(Cuyo), Rizo Patrón (Salta), el obispo de Córdoba, Ramírez de Orellana no lo hizo por
razones de salud 49. Estos obispos regresaron 50 impregnados del clima interno de la
iglesia e impactados por la ocupación de Roma por las tropas italianas.
Pío IX y los profesores de la Universidad Gregoriana ya habían puesto de
relieve desde muchos años antes de la convocatoria del Concilio, las tesis clásicas
sobre el primado, la infalibilidad pontificia y el poder de la iglesia respecto de la
sociedad civil. La divulgación de estas ideas fue apoyada por la revista de los jesuitas
romanos, La Civilità Cattolica, y por los numerosos alumnos de la Gregoriana -que se
multiplicaban año tras año, debido a la gran cantidad de seminarios nacionales que se
venían estableciendo en Roma desde mediados de siglo XIX- propagaron estas ideas
por todo el mundo. La proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de
María, mediante la bula Ineffabils Deus, contribuyó a poner en evidencia las
prerrogativas del papa ya que el pontífice decidió por primera vez omitir el acuerdo de
los obispos para hacer una declaración dogmática (Aubert, 1984: 66).
Pío IX, quien ya había dado muchos pasos hacia una centralización romana, se
propuso también apoyar la introducción de la liturgia romana en todas las diócesis,
eliminando las costumbres que no se adaptasen al derecho común, promoviendo
grandes concentraciones del episcopado en Roma. Respaldó las intervenciones de las
Congregaciones romanas en asuntos de diversas diócesis y prohibió la realización de
concilios nacionales (Martina, 1974: 247). Se multiplicaron también las intervenciones
de los nuncios en la vida interna de las iglesias y se volvió a solicitar la realización de
las visitas ad limina de los obispos del mundo a la sede romana, práctica que había
caído en desuso. Se apoyó también a los sacerdotes fieles a la mentalidad romana
con su acceso a cargos eclesiásticos significativos. La misma creación del Colegio Pío
Latinoamericano en 1858 -como la de otros colegios nacionales- era prueba de su
política de romanización. En la carta dirigida a los obispos de América Meridional
refiriéndose al nuevo Colegio, expresaba que deseaba ayudar a la “formación del clero
joven nativo para que sea imbuido con sólida piedad y doctrina” el objetivo de esta
nueva institución era “conseguir idóneos ministros para la iglesia y formar por los
mismos una vez vueltos a la patria el nuevo clero” 51.
El Colegio Pío Latinoamericano, a cargo de los jesuitas y bajo estricto control
de la sede romana, se propuso formar a la elite clerical que pudiera transformarse en
gestora de la romanización en sus iglesias locales evitando la consolidación de las
49
Para una reseña del viaje de los prelados y sus participación en el Concilio Vaticano I, ver Auza, (2001:
107-178).
50
Mons. Escalada falleció el 28 de julio de 1870, durante su estadía en Roma.
51
Pío IX (1865) Meridionali Americae, Carta a los Obispos de América Meridional.
50
“es necesario que la sociedad civil como tal reconozca a Dios por su Padre
(….) la justicia y la razón prohíben que el estado sea ateo o, lo que viene a
resultar lo mismo, que conceda igual protección e iguales derechos, a las
diversas religiones, como ha dado en llamárseles” 55.
52
El estudio de Cecilia Bautista García (2005) sobre el proceso de romanización de la iglesia mexicana,
brinda una interesante información sobre los obispos y clero mexicano formado en el Colegio Pío
Latinoamericano.
53
León XIII fue Papa entre 1878 y 1903.
54
Participaron 53 prelados, 13 arzobispos y 40 obispos. Los Obispos argentinos que viajaron al Concilio
fueron siete: el arzobispo de Buenos Aires, Mons. Uladislao Castellano, y los obispos: Reginaldo Toro, de
Córdoba; Pablo Padilla, de Tucumán; Rosendo de la Lastra, de Paraná; Juan Agustín Boneo, de Santa
Fe; Mariano Antonio Espinosa, de La Plata; y Matías Linares, de Salta. cfr Actas CPL pp. 48-4, en
(Gaudiano, 1998).
55
Actas y decretos del Primer Concilio Plenario de América Latina, Roma, 1906 (AyDCPAL). Capítulo VI,
Del culto que ha de prestarse a Dios y a los Santos, Nº39. Biblioteca Electrónica Cristiana (BEC).
www.multimedios.org/docs/d000021/index.html. (25/10/2010).
51
56
AyDCPAL, Capítulo VII, De la iglesia, Nº57 y 58. Las citas a Pío IX corresponden a Epist. Tuas
Libenter, 21 de Diciembre de 1863 y Multiples inter, 10 de junio de 1851.
57
AyDCPAL, Capítulo VIII, Del Romano Pontífice Nº 59 al 73.
58
AyDCPAL, Capítulo VIII, Del Romano Pontífice, Nº 67. En este punto cita a León XIII, Loginqua oceani
spatia, 6 Ian.1895.
59
AyDCPAL, Capítulo X, De la Sociedad Civil, Nº 83. Cita a León XIII, Humanum Genus, 20 de abril de
1884.
60
AyDCPAL, Capítulo X, De la Sociedad Civil, Nº88. Cita a León XIII, Inmortale Dei, 1 de noviembre de
1885.
52
(1740) y Etsi minime (1742). Entendían que sus responsabilidades principales giraban
en torno al cuidado pastoral del propio clero, a la formación de los seminaristas y a la
enseñanza de la doctrina. Tenían el mandato de realizar visitas pastorales diocesanas,
promover las conferencias y ejercicios espirituales para la formación continua de los
sacerdotes y realizar las visitas ad limina cuando el Papa de Roma los convocara
(Luque Alcaide, 2003: 88).
La iglesia amenazada por el liberalismo reaccionó, como hemos visto, por una
parte defendiéndose y condenando y, por otra parte, elaborando estrategias de
reposicionamiento entre las que destacaron la atención a la formación de un clero
alineado a la Santa Sede; el fortalecimiento institucional favoreciendo la creación de
nuevas diócesis; alentando el surgimiento de asociaciones laicales; fomentando la
creación de escuelas católicas y la promoción de periódicos católicos, la preocupación
por el mundo obrero y la cuestión social, la fundación de congregaciones religiosas,
sobre todo femeninas, e impulsando prácticas devocionales centradas en la vivencia
de los sacramentos y en una dimensión más afectiva que racional como la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús, prácticas en las cuales el sacerdote ocupaba un lugar
hegemónico.
El Pontificado de León XIII (1878-1903) abrió paso a una reelaboración de la
identidad eclesial que trató de demostrar que el catolicismo no era incompatible con el
progreso y puso de manifiesto un esfuerzo modernizador. Con la encíclica Rerum
Novarum (1891) asumía las reflexiones y las líneas de compromiso social que desde
mediados del siglo XIX venían surgiendo en distintos sectores de la iglesia
preocupados por la “cuestión social” 61. Con el nombre de “cuestión social” se había
bautizado hacia 1830 a la toma de conciencia de las condiciones de vida de las
poblaciones que eran a su vez agentes y víctimas de la revolución industrial. Se vivía a
mediados del siglo XIX una suerte de divorcio entre el desarrollo de un orden jurídico-
político fundado sobre el reconocimiento de los derechos del ciudadano y un orden
económico que suponía la miseria masiva. Surgió entonces la necesidad de encontrar
un remedio a la pobreza ante el temor de una conmoción y el riesgo de una fractura
social profunda (Castel, 2004: 20-21). La revolución industrial había creado verdaderos
cinturones suburbanos donde las condiciones de vida eran miserables y provocado el
surgimiento de asociaciones obreras que exigirían una legislación más justa que
protegiese a los trabajadores. La concentración de la riqueza y el desarrollo del capital
contrastaban con la situación de opresión, degradación y condiciones infrahumanas de
los obreros que cumplían jornadas de 14 o 16 horas, la contratación de mujeres y
61
Para analizar la evolución de la conciencia de la iglesia respecto de la cuestión social ver Martina
(1974: 59-110), Laboa, (2002: 207-227), Gadille, (2003: 44-51).
53
niños, la falta de seguridad ante los accidentes y la enfermedad, los salarios escasos,
la subalimentación, las viviendas insalubres. Estas condiciones del mundo industrial
europeo eran retratadas en El Capital de Marx y en las novelas de Dickens. La suerte
de los campesinos no era mejor. Los grandes descubrimientos científicos y su
aplicación a la técnica, la invención de la máquina a vapor y su desarrollo en la
industria textil, revolucionaron la industria moderna. A su vez el liberalismo económico
sustentaba el individualismo extremo y la abstención estatal favoreciendo la libre
concurrencia de oferta y demanda. Los primeros que sufrieron las consecuencias de
esta libre concurrencia fueron los obreros, a los que el empresario para reducir los
costos, les acortaba el salario y les prolongaba la jornada laboral. En este contexto, el
estado liberal no consideraba su responsabilidad el intervenir en cuestiones sociales;
los contratos de trabajo se realizaban entre patronos y obreros y lo pactado entre
ambos debía ser respetado y no modificado por el estado.
Los intentos de respuesta a la cuestión social fueron de diversa índole. Los
representantes de lo que vino a denominarse el “socialismo utópico” (Saint-Simon;
Fourier; Proudhon) proponían desde la colectivización de los bienes de producción con
el desarrollo de un estado socialista, hasta la abolición del dinero como “valor” porque
el único valor era el trabajo. El “sindicalismo” fue una reacción ante el aislamiento de
los obreros debido a la supresión de las corporaciones dentro del estado y la abolición
de las antiguas asociaciones profesionales desde el siglo XVIII. El sindicalismo
evolucionó desde la ilegalidad hasta el reconocimiento jurídico que le atribuyó la tarea
de regular los contratos de trabajo y admitir como arma la huelga. Hacia el interior del
mundo obrero adquiría el asociacionismo un carácter de socorro mutuo. Los sindicatos
obreros asumirían el rol de resistencia frente al capitalismo y de representación de la
clase obrera para estipular los contratos colectivos de trabajo. Por otra parte, el
llamado “socialismo científico” se decidió por la acción política. En 1848 aparecía en
Londres el Manifiesto del Partido Comunista en el que Marx y Engels trazaban una
historia de la humanidad según el esquema de la lucha de clases, tensionándose la
misma en la modernidad con el triunfo de la burguesía, el desarrollo industrial, la
concentración del capital y el aumento del proletariado. El Manifiesto postulaba la
supresión de la propiedad privada, la socialización del capital, la abolición de la familia,
la patria y la nacionalidad. El influjo de Marx se puso en evidencia con el surgimiento
de los partidos socialistas a fines del siglo XIX y principios del XX que constituyeron un
factor esencial para la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora. A
través de duras batallas y en algunos casos mediante la organización de partidos
políticos, el movimiento obrero fue obteniendo gradualmente mejoras para la condición
de vida obrera.
54
Los católicos tuvieron un lento despertar ante los problemas sociales, tomando
conciencia de la cuestión social con cierto retraso. Por un lado primó una exhortación
a la resignación, a la paciencia y a la aceptación de la pobreza y al reconocimiento de
su valor religioso que era acompañada por una acción caritativa que excluía todo
reconocimiento de un derecho a los obreros y rechazaba como subversiva toda
tentativa de modificar las estructuras liberal-capitalista-burguesa. La evolución hacia la
acción social tuvo un sesgo paternalista hasta que logró una aceptación de la
necesaria defensa colectiva de los derechos obreros. Las revoluciones europeas de
1848 recrudecieron un miedo instintivo al de 1789 y una reacción ante el fantasma del
socialismo comunista vinculaba peligrosamente la defensa del orden, la propiedad y la
fe (Martina, 1974: 73-74).
Las intervenciones del magisterio de la iglesia reflejaron la preocupación por la
defensa del derecho a la propiedad, la condena en bloque y sin matices de las obras
de autores socialistas y comunistas, y la exhortación a la paciencia y a la resignación.
La condena al socialismo y al comunismo apareció desde 1864 en la encíclica Qui
pluribus de Pío IX y quedó ratificada en Quanta Cura y el Syllabus de 1864. Durante
los pontificados de León XIII y Pío X -en el período que nos ocupa- se mantuvieron
estas condenas. En su encíclica Quod Apostolici muneris (1878), León XIII condenaba
una vez más al socialismo, reafirmaba el derecho a la propiedad y expresaba el
compromiso de la iglesia con los pobres desde una perspectiva asistencialista y
caritativa con el cuidado por no alterar el orden establecido, afirmando que a los
pobres la iglesia:
“les honra grandemente y les alivia por todos los medios, levanta por todas
partes casas y hospicios, donde son recogidos, alimentados y cuidados; asilos,
que toma bajo su tutela obliga a los ricos con el grave precepto de que den lo
superfluo a los pobres, y les amenaza con el juicio divino, que les condenará a
eterno suplicio, si no alivian las necesidades de los indigentes Ella, en fin, eleva
y consuela el espíritu de los pobres, ora proponiéndoles el ejemplo de
Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, ora recordándoles las
palabras con que los declaró bienaventurados, prometiéndoles la eterna
felicidad ” 62.
62
León XIII (1878) Quod Apostolici muneris, Nº29 y 30. http://multimedios.org/docs/d000373/
(28/10/2010)
63
Fédéric Ozanam nació en Milán en 1813 y falleció en Marsella en 1853. Abogado, enseñó derecho
mercantil en Lyon. Luego se doctoró en letras y fue Profesor de Literatura extranjera en La Sorbona.
55
fundaba escuelas para obreros; en Italia los Oratorios y las Escuelas Profesionales
creadas por Don Bosco desde 1841-1845; la fundación de Cottolengo, las
asociaciones de aprendices organizadas por Kolping en Alemania a partir de 1855.
Pero las iniciativas católicas no superaron los esquemas paternalistas, mientras el
socialismo y el movimiento obrero evolucionaban hacia una acción política de cambio
de estructuras.
Avanzado el siglo XIX, algunos obispos comenzaron a romper el mito del
absentismo estatal e invocaron la intervención legislativa en defensa del bien común
de la protección de los débiles. Lacordaire, Maret y Ozanam en 1848, en el periódico
Ere Nouvelle proponían ya una legislación en defensa de la infancia, de la enfermedad
y de la vejez, el asociacionismo obrero y los comités mixtos para solucionar los pleitos
obreros. Un eco mayor tuvieron los discursos y escritos del Obispo de Maguncia, Von
Ketteler, La cuestión social y el cristianismo (1864) Los católicos y el imperio alemán
(1873). Este Obispo afirmaba el derecho y el deber de la iglesia de intervenir en la
cuestión social ya que era al mismo tiempo una cuestión moral y el deber del estado
de interesarse por la clase obrera, ayudar a organizarse y protegerlos de toda
explotación. Reconoció la validez de todos los postulados de los obreros: reducción de
la jornada laboral, aumento del salario, protección de la mujer y de los jóvenes.
La acción social de muchos católicos fue motivada no tanto por la justicia sino
por los peligros inherentes al malestar social y el temor a perder las masas obreras
cada vez más identificadas con el socialismo. La reflexión católica no podía aceptar la
formación de asociaciones únicamente conformadas por obreros, considerando que
por si solos no podían defender sus derechos y por el temor de provocar luchas de
clases al interior del catolicismo entre patrones y obreros. Por ello prevaleció en el
discurso católico la idea de asociaciones mixtas de obreros y patrones, en donde
juntos debían discutir los problemas de interés común. El pensamiento católico fue
aceptando la legitimidad del asociacionismo y la solidaridad interclasista, afirmando un
espíritu conciliador; mientras, en lo referente a la intervención estatal, sólo la aceptaba
para regular los horarios no así los salarios.
La Encíclica Rerum Novarum venía a sistematizar el fruto de más de 50 años
de debates y polémicas, desde los discursos de Von Ketteler hasta las intervenciones
Casado y padre de una hija, vivió un profundo compromiso cristiano. Sentó las bases del nuevo
pensamiento social defendiendo la justicia en las relaciones laborales y humanas, condenando la
esclavitud y rechazando las enormes diferencias entre ricos y pobres. Su obra tendió a sustituir la limosna
por la justicia social. En 1833 y con el único objetivo de evangelizar a través de una actuación personal
con los necesitados, creó la Conferencia de la Caridad. Poco después esta conferencia y otras que fueron
surgiendo, dieron origen a la Sociedad de San Vicente de Paul, institución al servicio de los pobres.
Planteó la necesidad de unir cristianismo y democracia en una época en donde la democracia era
considerada por sectores de la iglesia como sinónimo de ateísmo y anticlericalismo. Compartió con
Lacordaire los anhelos de conjugar el cristianismo con el mundo contemporáneo.
56
del cardenal Manning en Inglaterra a favor de los obreros o las del cardenal Gibbons
en EEUU que defendía el sindicalismo cristiano. Con esta carta encíclica León XIII
ratificaba el derecho a la propiedad privada, pero subrayaba la función social de la
misma. Afirmaba la intervención del estado para promover el bienestar público,
defendía los derechos de los obreros a un salario suficiente, condenaba la lucha de
clases y reconocía el derecho de asociación, inclusive la de obreros.
Estos postulados hicieron florecer también en América Latina el asociacionismo
católico -y lo vemos así para el caso argentino- mediante la difusión de agrupaciones
no ya procedentes del catolicismo de la península ibérica -como había predominado
en el período colonial- sino del catolicismo francés. Se fundaron las Conferencias de
San Vicente de Paul, el Apostolado de la Oración o las Congregaciones Marianas. Se
desarrollaron también las agrupaciones dedicadas a atender la naciente “cuestión
social”, cuya clara expresión fue el desarrollo de los círculos de obreros que se
inspiraron en los postulados del catolicismo social. Estas asociaciones cumplían varias
funciones desde las mutualistas hasta las recreativas y de propaganda católica.
Íntimamente ligado al fenómeno asociativo católico se desarrolló la prensa católica 64
que asumió en algunos casos un lenguaje intransigente e integrista pero que
desempeñó un papel decisivo en la consolidación de la institución eclesiástica y actuó
como mediadora entre la iglesia jerárquica y la feligresía.
Como reacción al acentuado racionalismo, se orientó una pastoral más
“encarnada” y menos intelectual, insistiendo en lo emotivo, sensible y concreto 65. Se
fomentaron prácticas de piedad menos ilustradas y más barrocas como las
peregrinaciones, las misiones populares, la devoción a los santos y a la Virgen María.
Las devociones marianas locales de larga tradición en América Latina comenzaron a
convivir con nuevas devociones marianas europeas sin ningún lazo con la historia
local. La devoción a la Virgen de Lourdes tuvo mayor difusión por el apoyo pontificio a
la misma. Este se debió a que, según los relatos de Bernardette Soubirous, la Virgen
se presentó diciendo “Yo soy la Inmaculada Concepción”, lo que vendría a corroborar
el dogma recientemente promulgado en 1854. La declaración dogmática y las
apariciones en Lourdes dieron un impulso inusitado a la devoción mariana. Una gran
cantidad de congregaciones religiosas se encargaron de su difusión, numerosos
colegios católicos recibieron el nombre de Nuestra Señora de Lourdes y se
construyeron en toda América Latina imitaciones de la gruta de Massabièlle con la
imagen de la Virgen y de la vidente Bernardette Soubirous.
64
Para un abordaje sobre la prensa católica en Argentina en la segunda mitad del siglo XIX ver los
trabajos de Auza (1981) y Lida (2006; 2008; 2009).
65
Sigo en esta breve descripción de las prácticas devocionales de fines de siglo XIX y principios del XX a
Schatz, (1992: 68-69) y para el ámbito latinoamericano a Beozzo (1995: 173-210).
57
66
La devoción al Sagrado Corazón tiene su origen en la experiencia mística de Santa Margarita María
Alacoque, religiosa de la Congregación de la Visitación, fundada por Santa Juana María de Chantal y San
Francisco de Sales. Vivió en la Borgoña francesa a mediados del siglo XVII. Margarita Alacoque divulgó la
devoción al Sagrado Corazón enseñando “a los hombres el amor de Dios para que ellos le
correspondieran amándole y por consecuencia amando a sus semejantes”. Ella manifestó que “el corazón
de Jesús le pedía que se celebre el viernes posterior a la octava de la fiesta del Corpus Christi, un día
dedicado a reparar los menosprecio e insultos recibidos a su amor”, (Boisdron, 1921: 253-257; Padilla y
Bárcena, 1916, tomo 1: 34-50).
58
67
En las páginas que siguen nos detendremos en las congregaciones femeninas de vida apostólica para
acercarnos a las dominicas de Tucumán.
68
Pionera de la obra misional asumida por mujeres fue Marie-Anne Javouhey (+1851) fundadora de las
hermanas de San José de Cluny, enviadas a las misiones desde 1817. Sus viajes por Mauricio, Senegal y
la Guayana Francesa, hicieron que la iglesia se interese por las misiones en África, haciendo hincapié en
la lucha por la emancipación de los esclavos negros y la formación del clero africano (Schatz, 1992: 76).
69
A modo de síntesis dejo planteada la reacción católica de fines de siglo XIX y principios del XX, los
aspectos de este catolicismo serán profundizados para el caso que aquí estudio en los sucesivos
apartados de cada capítulo.
60
manera híbrida, los actores sociales y políticos fueron a su vez actores modernos y
antiguos, ciudadanos profundamente “tradicionales”. La sociedad del antiguo régimen
no había muerto en el último cuarto del siglo XIX y convivía con los imaginarios
modernos de manera ambigua. En la órbita del antiguo Virreinato del Río de la Plata,
“lo antiguo y lo nuevo coexisten y se mezclan: formas de sociabilidad modernas
encubren grupos familiares, clientelistas o corporativos (Guerra, 2003: 211). En esta
misma línea afirma Marcello Carmagnani, refiriéndose al proceso político
latinoamericano, “tradición y modernidad son los polos de una tensión que desata un
proceso histórico donde existen factores de continuidad como de discontinuidad”.
Comprende este autor el proceso político latinoamericano como un movimiento de
hibridación, en donde acontece que las “formas de hacer política durante el Antiguo
Régimen fundamentan el tránsito hacia una forma política de corte moderno, individual
y secularizada”. Entendiendo la secularización del imaginario, la política y la cultura
como una “liberación de condicionantes que restringían la libertad de acción de corte
individual” (Carmagnani, 2007: 42-43).
La invención del ciudadano moderno en América Latina fue un proceso
ambivalente y complejo que convivió con imaginarios y prácticas heredadas del
Antiguo Régimen. El sistema electoral emergente en el siglo XIX contenía una mezcla
de disposiciones que favorecían tanto a la individuación del ciudadano moderno como
los comportamientos comunitarios tradicionales. Este sistema que implicaba la
elaboración del padrón, la organización de la mesa electoral, el contexto parroquial, la
prensa (no abundante y pluralista) y la opinión pública (sin discusiones libres y
públicas de distintos puntos de vista) favoreció el proceso de individuación del
ciudadano moderno (Guerra, 1999). Este ciudadano de una sociedad en la transición
del Antiguo Régimen a la modernidad, participaba de una comunidad en donde la
religión formaba parte esencial de la identidad. La comunidad de sentimientos y de
valores era tan grande, que sirvió como una base para la construcción de una nueva
identidad, luego de las revoluciones de independencia. La defensa de la religión
aparecía como inseparable de la defensa de la patria y de los elementos que la
constituían. En este sentido, el lugar que las imágenes y las representaciones
devocionales ocuparon en estas sociedades, fue un factor fundamental en la
construcción de lo sagrado y de la identidad religiosa (Guerra, 1992: 162-169).
Los cambios así dados, no surgieron de manera unilineal y sus recorridos
fueron de continuidad y discontinuidad y, como expresa Carmagnani citando a Octavio
Paz, “entre tradición y modernidad existe un puente ya que aisladas las tradiciones se
petrifican y la modernidad se vuelve volátil mientras que al interactuar la una vivifica la
otra y la otra le responde dándole enraizamiento y sabiduría” (Carmagnani, 2007: 42).
61
70
Pío X fue Papa entre 1903 y 1914.
71
Para una mirada sobre la relación entre modernismo y catolicismo ver Poulat (1992); Izquierdo (2007).
Para un análisis de la crisis modernista ver Laboa (2002: 119-146); Schatz (1992: 142-154).
72
Sobre Lagrange son sugerentes los aportes de Montagnes (2007) y Xubiri ([1938] 2007). En el capítulo
3 de esta tesis, veremos la repercusión que tuvo en Tucumán la censura de la obra de Lagrange, a quien
conocía fr. Ángel María Boisdron desde su ingreso a la orden dominicana.
62
73
Buenaventura Rizo Patrón nació en Piedra Blanca (Catamarca) el 14 de octubre de 1811. A los 10 años
ingresó al Convento Franciscano de Catamarca donde cursó estudios primarios y secundarios, bajo la
dirección de Fr. Ramón de la Quintana. En 1828 se trasladó al Convento Franciscano de Córdoba para
ingresar al noviciado y realizar los estudios filosóficos y teológicos. En 1833 fue ordenado sacerdote y se
dedicó a la docencia en dicho convento. En la Orden Franciscana se desempeñó como maestro de
novicios, prefecto de estudios, guardián, definidor y provincial. Se preocupó por la observancia regular, los
estudios y la organización de archivos y bibliotecas en cada convento. Fue consagrado Obispo en
Córdoba, por Mons. José Vicente Ramírez de Arellano, el 7 de abril de 1861. Asumió como Obispo en
Salta el 6 de Julio de 1862. Dirigió la Diócesis hasta el 13 de noviembre de 1884, fecha en que falleció.
(Bruno, 1976: 204-209; Cutolo, 1983, tomo VI: 220-222). Nota: en el recorrido de los capítulos incluiré a
pie de página algunas referencias biográficas con el fin de analizar las conexiones entre los actores
eclesiales de este período que estudio.
74
La región del Tucumán comenzó a pertenecer a una jurisdicción eclesial en 1534 cuando se creó el
Obispado de Cusco. Luego en 1553 pasó a pertenecer del Obispado de Charcas. En 1570 creado el
Arzobispado de Lima, se creó el Obispado del Tucumán, siendo su primera sede Santiago del Estero en
1581 y su primer Obispo el dominico Fr Francisco Victoria. En 1609 al crearse el Arzobispado de Charcas,
el Obispado del Tucumán pasó a ser su sufragáneo. En 1699 el Obispo Mercadilla op, traslada la sede del
Obispado de Santiago del Estero a Córdoba. se divide en obispado del Tucumán en dos
circunscripciones: Córdoba del Tucumán y Salta del Tucumán. Ver Repertorio Eclesiástico del Obispado
de Salta (1875: III-XIX); Toscano (1907); Lorca (2010: 531-532). El primer Obispo de Salta fue Nicolás
Videla del Pino quien gobernó hasta 1812, año en que fue desterrado por no colaborar con la “causa de
América”, vivió en Buenos Aires hasta su muerte en 1819. Sobre el destierro de Videla del Pino ver
Sánchez (2008: 225-241), Martínez (2008: 213-224); Caretta (1999: 81-117); Caretta y Marchionni (2000:
115-135). Recién en 1836 el Vicario Foráneo de Tucumán José Agustín Molina fue nombrado Vicario
Apostólico de Salta, siendo consagrado Obispo pero solo pudo ejercer como Vicario durante los años
1837-1838. Tras su muerte el Obispado de Salta fue presidido por varios Vicarios Capitulares hasta que
fue propuesto para la sede vacante el sacerdote José Eusebio Colombres, quien fue preconizado por Pío
IX en diciembre de 1858 pero falleció en febrero de 1859 sin ser consagrado Obispo. La larga vacancia de
la sede salteña que había durado casi medio siglo concluyó cuando el 13 de julio de 1860 Pío IX designó
como segundo obispo de Salta al franciscano Fray Buenaventura Rizo Patrón. Consagrado el 7 de abril
de 1861, tomó posesión de la sede el 7 de julio siguiente y falleció en Salta el 13 de noviembre de 1884.
El tercer obispo salteño fue Mons. Pablo Padilla y Bárcena, quien había sido nombrado obispo titular de
Pentacomina el 17 de diciembre de 1891. El 19 de enero de 1893 León XIII lo designó Obispo de Salta,
sede de la que tomó posesión el 16 de febrero siguiente. Mons. Padilla ya ejercía como Vicario Capitular
de Salta desde la muerte de Rizo Patrón. El 16 de enero de 1898 fue trasladado a la recién creada
Diócesis de Tucumán en donde gobernó hasta su muerte el 22 de enero de 1921.
63
75
Juan Tissera, nació en Alta Gracia (Córdoba) el 23 de octubre de 1825. Ingresó a la Orden de San
Francisco a los 14 años de edad. Fue ordenado sacerdote en 1847, y siendo discípulo de fr Buenaventura
Rizo lo acompañó en los primeros meses de su Obispado en Salta. Luego en Córdoba fue profesor en el
convento, guardián y provincial. Fue convencional para la elaboración de la primera Constitución de
Córdoba. Fallecido el Obispo Esquiú, también franciscano, fue propuesto para sucederle. Asumió el
Obispado de Córdoba el 5 de Julio de 1884. En tiempos de arduos conflictos entre la iglesia y el estado,
Tissera se caracterizó por la moderación, lo que contrastó con el Vicario Capitular, Clara y el Nuncio
Matera, cuyas actuaciones en Córdoba ocasionaron graves hostilidades con el gobierno. A pesar de este
clima, el Congreso autorizó los gastos de instalación del nuevo obispado, lo que puso de manifiesto el
interés del estado en consolidar la organización institucional de la iglesia. Su gestión duró 2 años, ya que
falleció el 20 de septiembre de 1884 (Cutolo, 1983: 338).
76
Rayniero Lugones, nació en Villa de Loreto (Santiago del Estero) el 31 de octubre de 1841. Hizo sus
primeros estudios en la escuela del dominico Fray Juan Grande y los preparatorios hasta filosofía con don
Pedro Olaechea y Fray Wenceslao Achával. Luego estudió en el Seminario Conciliar y en la Universidad
de Córdoba, en donde se doctoró en derecho canónico y filosofía. Fue ordenado sacerdote por el Obispo
de Salta Fr Buenaventura Rizo Patrón, convirtiéndose en su familiar, prosecretario, consultor teólogo y
canonista. Fue vice-rector y profesor del Seminario Conciliar de Salta y secretario de visita en aquella
diócesis. Viajó con el Obispo Rizo Patrón al Concilio Vaticano I. Desde Roma publicó una serie de cartas
en defensa de la infalibilidad pontificia. A su regreso se trasladó a Cuyo en donde fue rector y profesor del
Seminario Conciliar, secretario del Obispo Achával. Con él recorrió San Juan, San Luis y Mendoza en
visita pastoral. De regreso a su provincia natal fue elegido ministro y diputado nacional entre 1880-1884.
Al mismo tiempo fue Vicario Foráneo de Santiago del Estero y visitador eclesiástico y apostólico en la
misma provincia. Fundó asociaciones católicas y el Colegio de las Hermanas Esclavas del Corazón de
Jesús en Santiago. Actuó como periodista en una actitud defensiva de la iglesia. Falleció en Buenos
Aires, el 21 de Julio de 1908. Toda la prensa del país se adhirió a su duelo y fue considerado uno de los
miembros más ilustrados del clero nacional (Cutolo, 1975: 295-296).
77
Provisor y Vicario General de la Diócesis de Salta, falleció el 5 de abril de 1868. Le sucedió como
Vicario Miguel Moisés Aráoz.
64
“La fórmula con que aparecen las partidas la adopté para todos los libros
parroquiales desde que entré a servir el curato, porque desde entonces me vi
abrumado de atenciones, que me precisaron a ahorrar cuanto fuese posible el
tiempo. La atención de este curato, la escasez continua de auxiliares, las obras
que emprendí de refacción de la iglesia, construcción de hospital, colegios etc.,
la educación de la juventud, la catequización de la multitud, la edición de
opúsculos a este fin, y otras letras semejantes, me hacían de todo imposible
observar las largas fórmulas prescriptas en el ritual” 82.
78
Carta del Obispo Rizo Patrón al Gobernador de Santiago del Estero, Absalón Ibarra, 23 de julio de
1864. Leg.23. Correspondencia (1863-1864). Archivo General de la Provincia de Santiago del Estero
(AGPSE)
79
Carta del Gobernador de Santiago del Estero Absalón Ibarra al Obispo Rizo Patrón, 23 de julio de 1864.
Leg. 23. Correspondencia (1863-1864). (AGPSE). Agradezco a Paulo Margaria de la Universidad
Nacional de Santiago del Estero, la digitalización de estos documentos. También se puede ver Bruno
(1976: 212-213).
80
La reprobación de los libros de bautismos elaborados por el Pbro. Zegada se encuentra en el Auto de la
Visita a Jujuy del 7 de noviembre de 1867, en Repertorio Eclesiástico de la Diócesis de Salta, (1875: 145-
147).
81
Un amplio desarrollo de este conflicto se encuentra en Bruno (1976: 214-216).
82
Citado en Bruno (1976:216).Toda la documentación referida al conflicto con Zegada y su defensa se
conservan en el Archivo del Convento Franciscano de Buenos Aires y en el Archivo de la Curia Episcopal
de Jujuy, según lo indica Bruno. El Manifiesto sobre los asuntos de Jujuy, de fecha 18-1-1867, fue del
prosecretario del obispado Dr Rainerio J. Lugones. Este sacerdote lo encontraremos luego como Vicario
Foráneo de Santiago del Estero desde donde realizó una extensa acusación a Fr Ángel María Boisdron
sobre su mentalidad “liberal y moderna” que analizaremos en el capítulo 3.
65
83
Zegada además de atender toda la Vicaría de Jujuy publicó en 1847, las Instrucciones cristianas para la
dirección de sus feligreses, un compendio de la doctrina de la iglesia católica en forma de catecismo;
Reflexiones religiosas y sociales que en obsequio de la religión y de la República Argentina hace
Estanilao Zegada, como ministro de aquella y ciudadano de esta (1856).
84
Otro factor que debió influir en el Obispo en su mirada sobre el clero salteño fue el rechazo que
generaba en ellos la presencia en Salta del P. Rainiero Lugones. Fray Paulino Strambi, guardián del
colegio de Propaganda Fide de Salta que había sido criticado en la prensa por Rainiero, decía de él que
era “inexperto, infatuado y por demás pendenciero”. Carta de Strombi con el P. General de los
Franciscanos, citado en Bruno (1976: 219).
66
85
Miguel Moisés Aráoz, nació en Tucumán el 8 de mayo de 1823. Fue formado en el sacerdocio por el
dominico fr Manuel Pérez y el clérigo Miguel Ignacio Alurralde. A los 12 años recibe el hábito y la tonsura
clerical. Fue ordenado en 1846 y comenzó a ejercer su ministerio en Tucumán. Fue juez de diezmos,
secretario del vicario de Salta y luego fiscal y secretario del obispo en la diócesis de Paraná hasta 1861
que regresó a Tucumán. Al fundarse el Colegio Nacional de esta provincia, dictó las cátedras de historia y
geografía. Fue dos veces diputado en la Sala de Representantes de Tucumán y capellán de la antigua
Cofradía del Carmen. Luego asumió como vicario foráneo, juez eclesiástico, vicario general del Obispado
de Salta y canónigo magistral de la Catedral salteña. En 1872, el papa Pío IX lo erigió obispo de Berissa y
como tal ejerció como obispo auxiliar de la sede de Salta. Organizó el Seminario Conciliar y realizó visitas
pastorales a lomo de mula hasta los puntos más alejados. Colaboró con el sacerdote inglés Kenelm
Vaughan, delegado del Cardenal Manning en la difusión de la Biblia en Argentina hacia 1880. Murió en
Salta el 12 de agosto de 1883, en medio de un verdadero duelo público. Sus restos fueron traídos a
Tucumán en donde fr. A. M .Boisdron pronunció la oración fúnebre en la Matriz de Tucumán, afirmando
que Mons. Aráoz tenía como sus mejores amigos a los pobres y que enriquecía su celo pastoral con
largas horas de estudio en soledad. Mantuvo una fluida correspondencia con su pariente tucumano Juan
Bautista Alberdi. Una biografía más extensa se encuentra en Cutolo (1968: 194); Páez de la Torre (2009);
Boisdron (1921: 7-13).
86
Una reconstrucción de la fundación y evolución de los curatos se encuentra en Lorca Albornoz (2006).
67
“La iglesia Matriz es una de las mejores del Obispado, tanto por su extensión
como por lo delicado de su trabajo; pero es de poca consistencia. No posee
más rentas que los derechos que se llaman de Fábrica, los que son tan
pequeños que no alcanzan a cubrir los gastos de cera y demás útiles que
necesita para el culto divino, teniendo el párroco que suplir de su peculio lo
demás; por consiguiente no hay con que reparar el templo si no se apela a la
piedad de los fieles” 87.
87
Miguel Moisés Aráoz, Informe del estado moral y material de la Vicaría Foránea de Tucumán, 23 de
febrero de 1867. Archivo del Obispado de la Diócesis de la Santísima Concepción (AOC), Tucumán, ff.1v-
1r.
88
Miguel Moisés Aráoz, Informe … f.2r.
68
“todos sus habitantes son católicos como también los de la Campaña y de los
extranjeros solo de algunos pocos se ignora sus creencias, por consiguiente el
estado religioso está bien. Respecto al moral se notan algunos vicios y
escándalos públicos que se remedian en parte con las misiones y ejercicios
espirituales. Estos actos piadosos se practican cuatro veces al año en la casa
destinada para ellos 89, dos para los hombres y dos para las personas de otro
sexo, siendo el número de las que se recogen cada vez como doscientos” 90.
89
Las hermanas María Loreto y Eustoquia Valladares y Aráoz fundaron en 1839, la Casa de Ejercicios
Espirituales o Casa de Jesús y un colegio de educandas. Más adelante nos detendremos en esta
fundación.
90
Aráoz, Miguel Moisés Informe…f.2v
91
Aráoz, Miguel Moisés Informe…f.2v
69
98
Aráoz, Miguel Moisés, Informe……f.3v
71
Fuente. Elaboración propia en base al Informe de Moisés Miguel Aráoz, 1867. Archivo Obispado de
Concepción (AOC)
99
La ley nacional de 1858 disponía que “en cada una de las iglesias catedrales de la Confederación
Argentina existentes o que en adelante se erigieren, habrá un seminario conciliar dotado por el gobierno
nacional.
100
ver Bruno (1976: 237-238); Tonda (1957).
101
Carta del Obispo Rizo Patrón al Nuncio Matera, Salta, 7 de Febrero de 1884. Repúblicas Españolas,
Gestión Matera (1880-1885) Caja 64, fascículo 307, f.83r. Archivo Nunciatura Apostólica en Brasil (ASV)
72
obtuviera privilegio de conferir grados. Es por todo esto que me permito la libertad de
rogar a VE quiera también recomendar este asunto ante la Santa Sede a fin de
obtener un favorable resultado”.
Otra tarea fundamental realizada por Rizo Patrón fue la compilación de todos
los documentos emanados durante su gobierno de la diócesis y los de sus
predecesores, en el Repertorio eclesiástico de Salta 102, editado en Tucumán en 1875.
Esta publicación permite un amplio recorrido por todos los autos, decretos,
instrucciones y cartas pastorales de la Diócesis. Entre sus cartas pastorales podemos
destacar la del 13 de junio de 1871 contra la “expoliación de los estados pontificios”;
cabe recordar que el Obispo Rizo había viajado a Roma para participar del Concilio
Vaticano I y se encontraba allí cuando la ciudad fue tomada por las tropas italianas.
Otra Carta del 9 de diciembre de 1874 se refería a la “conducta que deben observar
los fieles ante la prensa irreligiosa y la protección de la prensa católica”. Fue un gran
propagador de la prensa eclesiástica, animó y auspició la fundación de periódicos
católicos en su diócesis, El Creyente (Catamarca); La esperanza (Salta); El Fiel
Católico (Santiago del Estero); El Católico (Tucumán). También Rizo concluyó la
edificación de la catedral de Salta en 1878 y además hizo construir el palacio
episcopal.
102
Consta de 4 partes: 1.Autos e instrucciones pastorales de los predecesores de Rizo Patrón en el
Obispado; 2.Cartas Pastorales del Señor Rizo; 3.Autos, notas, resoluciones y declaraciones especiales
sobre puntos de jurisprudencia canónica; 4. Apéndice de recientes constituciones dogmáticas. A su vez el
Repertorio se encuentra precedido de unos Apuntes cronológicos de los Obispos de la antigua Diócesis
del Tucumán y de Salta por Ángel Gordillo.
73
103
Para los detalles completos del conflicto ver Cutolo (1983:221).
104
Pablo Padilla y Bárcena gobernó como Vicario Capitular de la Diócesis de Salta desde 1885 a 1893 en
que fue ordenado obispo. En 1897 fue nombrado Obispo titular, de la recién creada Diócesis de Tucumán.
105
Rizo Patrón, Carta Pastoral sobre la prohibición de enviar niños católicos a escuelas laicas, 13 de
septiembre de 1884. En Compilación Ordenada de Leyes, Decretos y Mensajes del período constitucional
de la provincia de Tucumán, que comienza en el año 1852. Documentos seleccionados por Horacio
Sánchez Loria y Dr. Ernesto M. del Moral. Edición Oficial, Tucumán, 1917.En adelante COL, Tomo XI,
1885-1886, 1917: 431-433.
106
En la encíclica Humanum Genus del 20 de abril de 1884, León XIII condenaba a la francmasonería.
74
“El obispo de Salta, exhuma de los archivos de la Edad Media, que destilan
sangre todavía, la calificación de hereje, que no tiene significado ni cabida en
nuestra legislación, no la encontrará el señor obispo ni en la Constitución, ni en
las leyes del congreso. Al amparo de la liberalidad de nuestras instituciones, los
que no profesan la religión católica son simples disidentes y un prelado
argentino no puede llamarlos herejes sin faltar a la obediencia que debe a las
leyes de su país, y sin atacar los principios en los que reposa nuestro orden
social” 107.
107
Dictamen del Procurador Eduardo Costa sobre la Pastoral del Obispo Rizo Patrón, Caja 202- Culto
(1877-1884) Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Citado en Bruno (1981: 140). Para
una reconstrucción del conflicto con Rizo Patrón ver Bruno (1981: 135-148).
108
Decreto del Departamento de Culto, 3 de Noviembre de 1884. COL, Tomo XI, 1885-1886, (1917: 12-
14).
109
La suspensión de los Vicarios siguió firme, Lugones tuvo que retirarse de Santiago del Estero y
renunció a su cargo de Vicario y cura rector de la Catedral. Se trasladó a Buenos Aires en donde murió el
21 de Julio de 1908. El Vicario de Jujuy, Demetrio Cué, pidió una licencia al Obispo por varios meses y
luego fue nombrado cura de Humahuaca donde se estabilizó (Bruno, 1981: 146).
75
110
Nota del vicario foráneo y el clero secular y regular contra el decreto de suspensión del obispo Rizo
Patrón, Tucumán 3 de enero de 1885. COL, Tomo XI, 1885-1886, (1917: 12-13).También en Bruno (1981:
144). La nota dirigida al ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, estaba firmada por Ignacio
Colombres, Vicario Foráneo y los sacerdotes Pedro W. Lobo, cura rector; Luis B. Alfaro; Estratón
Colombres; Julio Zavaleta; Sisto Colombres; Audelino Pérez, José Torres, Fr. A.M. Boisdron, prior de
Santo Domingo, Valentín del Corro, Félix Herrera, Gregorio Zavaleta, José Sánchez, José Agustín
Martínez, Fermín Molina, Escolapio Ramón de la Zerda, Federico Verasaluce.
111
Santiago Gallo fue gobernador de Tucumán entre 1884 y 1886. Pertenecía a una familia de la élite
identificada con el catolicismo. Era sobrino de Elimina Paz de Gallo, fundadora de la Congregación de
Dominicas de Tucumán de quien nos ocuparemos en los próximos capítulos.
112
Telegrama de Santiago Gallo al Presidente Roca, Tucumán, enero 5 de 1885. COL, Tomo XI, 1885-
1886, (1917: 12-13).
113
Nota de Santiago Gallo al Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Eduardo Wilde, 9 de enero
de 1885. COL, Tomo XI, 1885-1886, (1917: 14).
114
Carta Pastoral póstuma del Obispo Rizo Patrón, Salta, noviembre de 1884. Secretaría de Estado.
Sección de Relaciones con los estados, Argentina, fascículo 9, f. 37r. (ASV).
76
poder para desestabilizar a la sociedad 115. A su vez, Santiago Gallo, integrante de una
de las familias de raigambre católica, minimizaba la repercusión de la carta del clero
por ser éste un “país esencialmente liberal” 116.
Para muchos de los católicos miembros de la élite de Tucumán, apoyar la
enseñanza laica no significaba renegar de la propia religión, sino aceptar el proceso de
modernización del estado, aunque esto disminuyera el poder de la iglesia. El
tucumano Delfín Gallo tuvo una activa participación en el debate de la Cámara de
Diputados de la Nación con motivo de la ley de educación y explicaba que se trataba
de una cuestión política:
En el seno de la misma familia Paz, una tía de Delfín Gallo, Elmina Paz de
Gallo, quien fundaría luego la congregación de las dominicas de Tucumán, le escribía
a su hermano, el gobernador de Tucumán, Benjamín Paz, encomendándole el cuidado
de la educación religiosa:
“No te olvides de los pedidos que te hice el año pasado, los libritos, y el
profesor de nuestra Santa religión para la escuela Normal, aunque el Ministro
no esté conforme con nuestras creencias no te acobardes mi querido hermano,
haz todo lo posible para hacer este gran bien, no seamos de esos
desagradecidos imitadores de Pilatos que se muestran indiferentes en materia
de religión, con tu buen ejemplo puedes sostener y salvar a otros que por
debilidad o por moda, no sé por qué ofenden tanto a nuestro buen Dios. Cuanto
pesar me ha causado cuando he oído leer el nombre de Delfín 118, el rubio tan
querido, el primero de la lista de Liberales de ese congreso que no se cómo se
llama, hasta su pobre tío parece se quedó sin hablar” 119.
115
Algunos de estos aspectos son analizados en García de Saltor (1993: 33-61) y Landaburu-Bravo,
(2008).
116
Como indicamos más arriba, el concepto liberal tan multívoco, adolecía de precisión en el uso de los
mismos actores el período que estudiamos.
117
Intervención de Delfín Gallo en el Debate parlamentario, ley 1420, 1883-1884 (Estudio preliminar,
selección y notas de Gregorio Weinber), citado en Landaburu- Bravo, 2008. Estas intervenciones le
valieron a Delfín Gallo el título de “católico nominal” por parte del historiador católico Guillermo Furlong
(1964: 268).
118
Se refiere a Delfín Gallo, sobrino de su marido Napoleón.
119
Carta de Elmina Paz a Benjamín Paz, 6 de mayo de 1882, Caja: Epistolario de Elmina Paz. Carpeta:
Correspondencia de Elmina Paz a Benjamín Paz (AHDT).
77
Por otra parte, un grupo de mujeres tucumanas envió una nota al Senado de la
Nación solicitando la educación religiosa. El diario La Razón publicó otra nota de
hombres tucumanos partidarios de la educación laica que ponía de manifiesto una
mirada peyorativa sobre la intervención pública de las mujeres:
120
Benjamín Paz fue gobernador de Tucumán entre 1882 y 1884. Era hermano de Elmina Paz de Gallo.
En el capítulo 4 volveremos sobre él y su actuación política. Un estudio sobre su trayectoria se encuentra
en Folquer (2007).
121
Decreto reglamentario de la Ley Provincial nº 492 de Educación Común, COL, X (1917: 325-329).
122
COL, VIII (1917: 391).
123
COL, X (1917: 325-329).
124
La Razón ,12 de agosto de 1883. Firman este telegrama entre otros, José Nicolás Matienzo, David
Posse, Benjamin Araoz, Cirilo Gramajo, Eliseo Cantón, Justo Colombres, Nolasco Córdoba, Ramon
Torres, Uladislao Frias, todos miembros de la élite.
78
vecinos, con nuestros hijos mayores y los habitantes varones (…) a pedir que
en cumplimiento de las leyes y por el respeto debido a la autoridad paterna y a
la tutela del marido, a quien debe obediencia y sumisión la mujer, no admita al
congreso peticiones elevadas por menores de edad (...) por niñas alucinadas
por confesores o predicadores sin escrúpulos (...) lo que constituye una acto
nulo según nuestras leyes, por no tener representación propia la mujer” 125.
125
La Razón, 22 de agosto de 1883.
126
La Razón, 29 de agosto de 1883. Firman la nota el Vicario Foráneo Ignacio Colombres, Julio Zavaleta,
Ángel Gordillo -presidente de la Suprema Corte- Jose D. Torres -Sociedad Sarmiento- Barrenechea -
ministro fiscal-, Alfredo Guzmán -dueño del ingenio Concepción y conocido por sus obras filántropicas.
Benigno Vallejo, Eugenio y Juan Méndez, José Padilla, Manuel Cornetn -juez de primera instancia en lo
civil-, Cesar Mur-funcionario de la municipalidad- Manuel Araoz, Felipe García entre otros. Entre las
señoras figuran, Josefa Nougues de Padilla -madre de Ernesto Padilla- Sofia de Terán, Brígida Zavalía de
Alurralde, Elcira Colombres, Victoria de Olmos, Sofía Aráoz, etc. Citado en Landaburu-Bravo (2008).
79
127
El Orden 8 de Noviembre de 1884.
128
Pablo Padilla y Bárcena nació en Jujuy el 22 de enero de 1848. Ingresó en el Seminario de Loreto en
Córdoba en donde en 1870 fue nombrado prefecto de estudios. En 1872 fue ordenado sacerdote por el
Obispo Ramírez de Arellano. Se graduó de doctor en teología en Córdoba y luego se trasladó a Salta. Allí
fue funcionario de curia, canónigo de la Catedral, vicerrector del Seminario y catedrático de literatura y
teología. Fue nombrado rector del Seminario en 1876. Fue designado visitador eclesiástico en Jujuy y
luego en Salta vicario capitular y gobernador del obispado en sede vacante, en 1885, por elección del
Cabildo Eclesiástico. Fundó un colegio para huérfanos en Catamarca, tres colegios para niñas en Salta,
Tucumán y Santiago del Estero, asilos para huérfanos en Salta y Jujuy y un colegio de varones en
Catamarca. Trajo a su diócesis congregaciones de sacerdotes, misioneros y educadores y también
congregaciones femeninas dedicadas a las obras de caridad y a la educación. Visitó la extensa
jurisdicción de su obispado, gestionó y obtuvo la coronación pontificia de la imagen de N.S. del Valle en
Catamarca; fundó y redactó en Salta el diario La Esperanza y se distinguió como orador en los principales
púlpitos de la república. Mons. Aneiros lo consagró obispo en Buenos Aires en 1893, asumiendo como
titular de Salta. Fue diputado constituyente en esa provincia y al segregarse de su jurisdicción la nueva
diócesis de Tucumán, fue su primer obispo designado el 15 de mayo de 1898. En Tucumán fundó el diario
El Heraldo y en Catamarca el Stella. Asistió al Concilio Plenario Latinoamericano y convocó el 1º Sínodo
de Tucumán (1904). Fundó el seminario local e impulsó la creación de colegios católicos. Integró la
80
constituyente de 1907.Sus obras pastorales publicadas por los monseñores Romero y Piedrabuena,
resumen gran parte de su producción. Falleció en Jujuy en 1921 (Cutolo, 1978: 267-268).
129
Carta del Obispo Rizo Patrón al Nuncio Matera, Salta 18 de diciembre de 1883. Caja 64, fascículo 307,
f.81r-82v.Archivo Nunciatura en Brasil. Repúblicas Españolas (ASV).
130
Carta del Obispo Rizo Patrón al Nuncio Matera, Salta 18 de diciembre de 1883. Caja 64, fascículo 307,
f.81v. Archivo Nunciatura en Brasil. Repúblicas Españolas (ASV).
131
Sobre el Obispado de Padilla y Bárcena ver Bruno (1981: 255-269); Lorca Albornoz (2010: 529-560).
132
Brian Connaughton (2007: 173), se refiere a este rol de los sermones y cartas pastorales durante el
siglo XIX en México, según un estudio de Anne Staples sobre historia de la educación en México.
81
Figura Nº1: Pablo Padilla y Bárcena, Obispo de Salta y primer Obispo de Tucumán
Fuente: Padilla y Bárcena, Pablo (1916) Obras Pastorales, Tomo 1 y 2. Friburgo (Alemania): Herder
133
Padilla y Bárcena, “Circular acerca del liberalismo” 23 de Noviembre de 1885, en Obras Pastorales,
tomo 1 (1916: 3-12).
82
135
Padilla y Bárcena, “Carta Pastoral al Clero y Fieles de Tucumán al abrir la santa Visita, 1896.Obras
Pastorales, tomo 1 (1916: 111).
136
Para un estudio del catolicismo social en Argentina ver Auza (1987) para el caso de Tucumán Roselli
(2003 y 2009).
137
Padilla y Bárcena, “Pastoral al Clero y Fieles de Tucumán, al abrir en dicha ciudad la santa visita en
1896, en Obras Pastorales, tomo 1 (1916: 110-112).
84
138
Padilla y Bárcena, “Carta Pastoral al Clero y Fieles de Tucumán al abrir la santa Visita, 1896.Obras
Pastorales, tomo 1 (1916: 112).
139
Padilla y Bárcena, “Discurso de apertura del 1º Sínodo Diocesano”, Primer Sínodo Diocesano, (1907:
188).
140
Un análisis en profundidad sobre las protestas obreras, los espacios de sociabilidad y cultura obrera en
Tucumán como espacio de disputa entre socialistas y católicos, se encuentra en Bravo-Teiltelbaum
(2009).
85
V. González 141. Bialet Massé describía las condiciones de trabajo, salario, vivienda,
duración de la jornada de trabajo, de todo tipo de trabajadores. Al referirse a la ley de
conchabo la llamaba “ley de esclavitud” ya que se contradecía con las aspiraciones de
libertad del ciudadano (Bialet Massé, (1985 [1904]: 220) 142.
Las huelgas se multiplicaron en todo el país y la militancia socialista y
anarquista se intensificó hacia fines del siglo XIX. Esto motivó la sanción de la ley de
residencia en 1902 por la cual se podía impedir el ingreso de inmigrantes anarquistas
y expulsar a todo aquel que atente contra el orden público. La reacción anarquista a
través de la prensa y las manifestaciones públicas elevaron el nivel de tensión en la
primera década del siglo XX (Zimmerman, 1995: 153-172).
El Obispo Padilla se hacía eco de la postura represiva que imperaba en
algunos legisladores y en 1914, antes de partir a Roma, dirigía una carta pastoral en la
que duramente advertía a los gobernantes:
“Tiempo sería de que los hombres que nos gobiernan y todos los que se
interesen por la tranquilidad, el bienestar y prosperidad de nuestra patria, ante
la subversión de los fundamentos del orden social y político que traería como
consecuencia el avance del socialismo importado, tratasen de poner coto a la
avalancha inmigratoria, seleccionando los elementos útiles y sanos para
incorporarlos a nuestra sociedad y cerrando las puertas a los peligrosos,
nocivos y moralmente “apestados”, por valernos de la expresión del Dr.
Alberdi” 143.
141
La Ley de descanso dominical para la jurisdicción del ámbito de Buenos Aires se promulgó en 1905,
aunque fue permanentemente violada. En 1907 se estableció la jornada de 8 horas, el descanso semanal
y el resguardo de la salud y la moral de las mujeres. En 1915 fue sancionada la ley de accidentes de
trabajo (Lobato, 2000: 467-506). En Tucumán habría que esperar a la década del 1920 para contar con
una ley que estableciera la jornada de 8 horas y el salario mínimo.
142
Para un análisis del Informe Bialet Massé referido a la condición obrera en Tucumán, ver Campi,
(2004: 175-187).
143
Padilla y Bárcena, Pastoral con ocasión de la Visita Ad Limina, año 1914, Obras Pastorales, tomo 2
(1916: 121).
86
144
Padilla y Bárcena, “Pastoral dada al tomar posesión del Obispado de Salta”, 15 de Agosto de 1891, en
Obras Pastorales, tomo 1 (1916: 63-73).
145
Las “coronaciones” de imágenes más celebres de distintos puntos geográficos del orbe católico, fue
una práctica muy difundida en la segunda mitad del siglo XIX, para fomentar las peregrinaciones de
masas a los santuarios como una manera de fortalecer los lazos entre la feligresía y constituir puntos de
referencia devocional en las nuevas jurisdicciones diocesanas que se iban creando. En Argentina fueron
coronadas hacia fines de siglo XIX y principios del XX, las imágenes de Lujan, Buenos Aires (1887);
Virgen del Valle de Catamarca (1891); Virgen del Rosario del milagro de Córdoba (1892) Virgen de Itatí,
Corrientes (1900); Virgen del Milagro, Salta (1902); Virgen del Carmen de Cuyo (1911); Virgen de la
Merced de Tucumán (1912); Nuestra Señora del Rosario de Río Blanco y Paypaya de Jujuy (1920).
146
Padilla y Bárcena, “Auto sobre la coronación de la imagen de Nuestra Señora del Valle”, 2 de octubre
de 1890, en Obras Pastorales, tomo 1 (1916: 31-34).
147
Padilla y Bárcena, “Pastoral dada al tomar posesión del Obispado de Salta”, 15 de Agosto de 1891, en
Obras Pastorales, tomo 1 (1916: 70).
87
Corazón. En su Carta Pastoral 148 expresaba que el corazón de Jesús era un lugar de
refugio cuando las “olas de la tribulación o las persecuciones amenazan con sumergir
la pobre navecilla confiada a nuestro cuidado”. Explicaba como el culto del Sagrado
Corazón de Jesús “fue ordenado por Dios mismo para curar la llaga capital de la
sociedad moderna: el egoísmo, ese egoísmo que es la idolatría de sí mismo (…) ese
egoísmo que todo lo refiere a sí (…) ese egoísmo que rompe todos los lazos de la vida
social y cristiana”. Continuaba indagando en la causa de los males de la sociedad
contemporánea y contundentemente afirmaba que “el amor exagerado de sí mismo no
puede existir en el corazón cristiano con el amor de Dios o la caridad”, considerando
que el “principio regenerador de la sociedad es el amor del corazón divino” y que la
caridad cristiana es el más “seguro antídoto contra el egoísmo de nuestro siglo”.
Afirmaba que el egoísmo era “el ciego adorador del propio yo, exagera sus derechos y
desconoce sus deberes” y busca solo “su propio interés”. En el mismo texto, Padilla
daba un giro en su reflexión para aludir a la dimensión política de la devoción y aludía
a la consagración al Sagrado Corazón como un “desagravio de las ofensas que recibe
de parte de los cristianos y reparación de las heridas abiertas por la guerra declarada
a su reinado social, secularizando la sociedad en sus instituciones”. Consideraba,
además, que esta devoción era “una indemnización de los ultrajes que sufre su
Esposa amada en el desconocimiento que se hace de sus fueros y conculcación de
sus derechos y sabias prerrogativas” y concluía implorando al divino corazón que
“atraiga de nuevo hacía él la sociedad en gran parte divorciada de Dios”.
148
Padilla y Bárcena, “Carta pastoral sobre el Jubileo del Apostolado de la Oración y Consagración de la
Diócesis al Sagrado Corazón de Jesús” Obras Pastorales, tomo 1 (1916: 82-93).
149
Padilla y Bárcena, “Pastoral al Clero y Fieles de Tucumán, al abrir en dicha ciudad la santa visita en
1896, en Obras Pastorales, tomo 1 (1916: 105).
88
impresores 155. El Concilio Plenario también recomendaba que cada ciudad principal de
la diócesis tuviera un periódico católico y que publique un Boletín Eclesiástico, por ello
Padilla disponía que el periódico La Verdad sea tenido como tal y que los párrocos
debían recibirlo y coleccionarlo en el archivo parroquial. Con ocasión de la fundación
del diario Herlado en Tucumán, en 1907, manifestaba la necesidad de contar un
“órgano de publicidad que diariamente lleve al pueblo los verdaderos principios
dogmáticos, morales y sociales que han regenerado el mundo” y citando a Donoso
Cortés 156 afirmaba que la manera de combatir más provechosa era a través de la
prensa periódica ya que los combates de tribuna sirven poco, los discursos no
cautivan ni dejan huellas en la memoria 157.
Otra opción de Padilla, fue el fomento de las misiones populares 158 en el
interior de la provincia; para ello había solicitado los servicios de los misioneros
redentoristas y claretianos. Sin embargo también en el interior los “librepensadores” se
oponían a estas prácticas de predicación católicas. Un informe del párroco de
Monteros 159, ponía de manifiesto las acciones que se llevaron a cabo en su pueblo
como rechazo a los misioneros. En primer lugar el impreso anónimo fue distribuido
entre la población acusando a los predicadores de corroer las conciencias y
embrutecer la razón, el texto con el título de “Protesta” expresaba:
155
AyDCPL, 1899, Título X, Capítulo VII, Nº725-727.
156
En varios de sus escritos Padilla hace referencia a las obras de Donoso Cortés, político y periodista
español, católico de tendencia conservadora.
157
Padilla y Bárcena, “Carta en ocasión de la fundación del diario Herlado”, Tucumán 24 de agosto de
1907, en Obras Pastorales, tomo 2 (1916: 320-321).
158
Sobre las prácticas pastorales de recristianización y las misiones itinerantes en el siglo XIX ver Gadille
(2003: 124-131).
159
Informe del Párroco de Monteros Francisco Reyes al vicario general del obispado Bernabé
Piedrabuena, Monteros, 2 de noviembre de 1906. Legajo: Informes y notas 1902-1906, ff.1-9, (AAT).
90
160Informe del Párroco de Monteros Francisco Reyes al Vicario General del Obispado Bernabé
Piedrabuena, Monteros, 2 de noviembre de 1906. Legajo: Informes y notas 1902-1906, ff.1-9, (AAT).
91
161
Informe del Párroco de Monteros Francisco Reyes al Vicario General del Obispado Bernabé
Piedrabuena, Monteros, 2 de Noviembre de 1906. Legajo: Informes y notas 1902-1906, ff.1-9, (AAT).
162
Carta de vecinos de Monteros al Obispo Diocesano Padilla y Bárcena, Monteros, 19 de Octubre 1906.
Legajo: Informes y notas 1902-1906, ff.1-9. (AAT).
92
163
Ejemplos de la iniciativa de las asociaciones laicales en la conformación de la iglesia, han sido
estudiados para el caso de Buenos Aires por Miranda Lida (2006)
164
El informe sobre la situación del Obispado de Sala no tienen fecha ni firma, pero hace alusión a que
Tucumán posee una iglesia matriz magnífica. Teniendo en cuenta que su construcción se inicio en 1847
y fue inaugurada en 1856, se deduce que el informe data de esos años. Situación del Obispado de Salta,
Caja 60, Fascículo 288, ff.15r-16r, Archivo Nunciatura de Brasil (ASV).
93
165
Carta del Ministro de Relaciones Exteriores, Amancio Alcorta al Secretario de estado de la Santa
Sede, Cardenal Rampolla, Buenos Aires, 26 de junio de 1896. Archivo de la secretaria de estado, Sección
de Relaciones con los estados, Fascículo 23, ff 1r-7v. (ASV).
166
El Oficio del Ministro de Culto dirigido al Ministro de Relaciones Exteriores con la reseña del proceso
realizado para la creación de los tres nuevos obispados, se publicó en La Nación, 8 de abril de 1896.
Archivo de la Secretaria de estado, Sección de Relaciones con los estados, Fascículo 23. (ASV).
167
Carta de Carlos Calvo al Papa León XIII, Roma 7 de Diciembre de 1896. Archivo de la Secretaria de
estado, Sección de Relaciones con los estados, Fascículo 23, ff 1r-7v. (ASV).
95
para el Primer Sínodo. Entre ellos se encontraban el Pbro. Bernabé Piedrabuena, R.P.
Agustín Barrère, el Pbro. Joaquín Tula, el R.P. Fr. Ángel María Boisdron (Lorca, 2010:
540). En la primera sesión pública se nombraron los examinadores sinodales según
las disposiciones del Concilio de Trento y con la aprobación de todos los sinodales
presentes: cura rector de la Victoria: pbro. Joaquín Tula, Promotor Fiscal, pbro Ramón
Villagra, maestro de ceremonias, pbro Hugo Ziegert, rector del Seminario, p. Domingo
Duthu, profesor de Moral del mismo, p. Bernardo Rives, padrepProvincial fr. Ángel M.
Boisdron, superior de los Misioneros Hijos del C. de María, p. Mariano Sahún y P.
Lindor Flacón 168.
En el discurso de apertura 169, el obispo Padilla puso de manifiesto que la
finalidad del sínodo según lo mandado en el Concilio Plenario Latinoamericano y en el
Concilio de Trento, era estrechar vínculos de mutua caridad entre los miembros del
clero, tratar sobre la disciplina de la iglesia y promover los intereses de la misma. Así
mismo la asamblea sinodal contribuiría a reformar las costumbres de los pueblos y a
apartar de ellos lo que podría serles perjudicial.
La preocupación por el avance de la secularización se revelaba en este
discurso de Padilla advirtiendo que los “Ministros del Santuario” eran también
responsables de esa situación: “No habremos quizás contribuido directamente, más
dejándonos llevar por las exigencias del siglo y contemporizando con sus costumbres
viciosas, hemos dejado avanzar la ola de secularización”.
Planteaba el obispo algunos de los temas que deberán ser tratados en la
asamblea: la instrucción religiosa de la juventud, la enseñanza del catecismo, la
fundación de escuelas parroquiales de primeras letras, la fundación de sociedades
cristianas de obreros para contrarrestar los avances del socialismo, la tendencia
secularizadora que invade la virtud y la piedad, entre otros.
Los documentos sinodales publicados el mismo año de la realización del
Sínodo (1905) reflejaban el impulso dado por el Concilio Plenario Latinoamericano
para la concreción de estas asambleas diocesanas y a su vez constituía una
aplicación de las disposiciones emanadas de dicha asamblea episcopal a la nueva
diócesis de Tucumán. Es por ello que abundan las citas de las Actas y Decretos del
CPL y de Trento, como así también de los últimos documentos pontificios. Los
diferentes capítulos del texto conclusivo se referían respectivamente al régimen de la
diócesis, la curia eclesiástica, las personas (obispo, vicario, vicarios foráneos,
168
Decreto de Indicción 19 de marzo de 1905, del Primer Sínodo Diocesano del Obispado de Tucumán,
1907: 170.
169
Padilla y Bárcena, “Discurso de apertura del Sínodo”, 19 de marzo de 1905, Primer Sínodo Diocesano
del Obispado de Tucumán (1907: 182-191).
96
1 No existe un estudio sistemático global de las asociaciones laicales en Tucumán, salvo algunos
abordajes aislados de algunas en particular como los realizados por Alvarado (2005; 2007); Amenta
(2006; 2008; 2009); Robledo (2005; 2007), Roselli (2011) para el caso de las relacionadas a la Orden
Dominicana.
2 Legajo Cofradía de Los Benitos y Legajo Cofradía de las Ánimas. (AAT).
104
3
Para el caso de Tucumán, los estudios sobre espacios de sociabilidad en la primera mitad del siglo XIX
(Nanni, 2009) dan cuenta de las tertulias, asociaciones, libelos y periódicos que comenzaban a conformar
la sociedad civil diferenciada de la incipiente construcción del estado. Otras investigaciones de la segunda
105
mitad del siglo XIX y principios del XX nos permiten ampliar el panorama asociativo como la de Marcela
Vignoli (2011) quien realiza una pesquisa sobre las diversas asociaciones existentes en la ciudad de San
Miguel de Tucumán, señalando el crecimiento de las mismas durante la segunda mitad del siglo XIX. Un
espacio constituido por las mujeres de la élite tucumana fue la Sociedad de Beneficencia, creada en 1858.
Entre los grupos de inmigrantes organizaron la Sociedad Extranjera de Socorros Mutuos y Beneficencia
(1868); Sociedad Argentina de Socorros Mutuos (1877); Sociedad Italiana de Unión, Socorros Mutuos y
Beneficencia (1878); Asociación Española de Socorros Mutuos y Beneficencia (1878); Sociedad
Francesa, Industrial de Socorros Mutuos (1879). Por otro lado, una práctica bastante extendida entre los
miembros de la élite tucumana la constituyó la formación de clubes sociales y culturales: Club Julio (1857);
Club Social (1875); Club del Progreso (1878). Entre los espacios literarios ó educativos podemos
mencionar Sociedad Sarmiento (1882); Asociación amigos de la educación (1884) Sociedad Científica
(1885); Biblioteca Alberdi (1903); Círculo del Magisterio (1905); en Buenos Aires encontramos una
Asociación que nucleaba a estudiantes universitarios tucumanos residentes en esa ciudad y a otras
personalidades importantes: El Círculo Tucumano (1903). Entre los Clubes de deportes se crearon el Club
Atlético Tucumán (1903) y al Club Atlético San Martín (1909). Una asociación cultural que nucleó al sector
más inquieto intelectualmente de Tucumán, fue la que publicó la Revista de Letras y Ciencias Sociales
(Martínez Zucardi, 2005). Por otra parte surgieron asociaciones obreras que comenzaron a fortalecerse
hacia fines de siglo XIX y principios del XX, de las que dan cuenta Bravo y Teiltelbaum (2009).
4 La palabra laico deriva del griego laikós, que significa “perteneciente al pueblo”, de laós, pueblo, del
común, ordinario (Segura Mungía, 2003: 412). El concepto laico tiene varias acepciones, el uso que en
este apartado le damos hace referencia a todo bautizado que no es sacerdote o que no ha realizado
consagración mediante votos religiosos y que está inserto en la estructura eclesiástica con cierto grado de
organicidad a través de asociaciones o grupos de pertenencia. El uso de la distinción del laico respecto al
clérigo, no existía en la iglesia primitiva, el término surge como consecuencia de la profesionalización del
clero (Bianchi, 2002: 144).
106
Cuadro Nº3: Cofradías y asociaciones católicas en Tucumán (siglo XVIII a principios del siglo XX)
Nº Fecha de Nombre Institución de Referencia
Fundación
1 1744/1882 Cofradía de N.S. de las Mercedes (Mi) (desde 1744) Convento de la
Merced y (refundada en 1882)
Parroquia la Victoria Parroquia
La Victoria.
2 1783 Cofradía N.S. del Carmen (Mi) Curato Rectoral
3 1791 Cofradía del Rosario (Mi) Convento Santo Domingo
4 1807 Tercera Orden Seglar Dominicana (Mi) Convento Santo Domingo
5 Tercera Orden Seglar Franciscana (Mi) Convento San Francisco
6 Tercera Orden Seglar Mercedaria (Mi) Convento de la Merced
7 1827 Cofradía de los Benitos (M) Convento San Francisco
8 1853 Cofradía de Animas (F) Iglesia del Señor de la Paciencia
9 1858 Sociedad de Beneficencia (F) Gobierno de la Provincia
10 1877 Sociedad San Vicente de Paul (Mi)
11 1877 Cofradía del Señor de la Salud (M) Parroquia La Victoria
12 1879 Sociedad Hijas de María del Rosario (F) Convento Santo Domingo
13 1882 Cofradía del Inmaculado Corazón de María Convento San Francisco
Santísima (F)
14 Cofradía de San Roque (F) Asilo San Roque
15 Cofradía N.S. del Huerto (F) Asilo San Roque. HH del
Huerto.
16 1884 Cofradía del Ssmo Nombre de Jesús (F) Convento Santo Domingo
17 1885 Cofradía de San José de la Buena Muerte (F) Convento Santo Domingo
18 1889 Cofradía del Sagrado Corazón y Apostolado de Convento San Francisco
la Oración (F)
19 1890 Asociación de la Enseñanza de la Doctrina Convento Santo Domingo
Cristiana (F)
20 1891 Apostolado de la Oración (F) Convento Santo Domingo
21 1891 Cofradía de Nuestra Señora del Perpetuo Convento San Francisco
Socorro (F)
22 1895 Cofradía de la Preciosísima Sangre (F) Parroquia La Victoria
23 1895 Círculo Católico de Obreros (M) Convento Santo Domingo
24 1897 Asociación de la Buena Lectura (F) Convento Santo Domingo
25 1898 Congregación de Hijas de María y Santa Parroquia La Catedral
Filomena (F)
107
Fuente: Elaboración propia a partir de datos extraídos del Archivo del Arzobispado de Tucumán y
del Archivo del Convento Dominicano de Tucumán
Estas asociaciones católicas laicas intervinieron eficazmente en la
configuración del espacio físico urbano, en la construcción de redes primarias de
relaciones humanas y sociales en la ciudad, y en la edificación de una cultura urbana
común. Estas agrupaciones, como partes integrantes de la iglesia católica,
contribuyeron a sedimentar el rol de la misma como administradora de las relaciones
humanas con lo sagrado y mediadora institucionalizada con el régimen de lo
trascendente en la ciudad decimonónica 5.
5 Sigo en esta interpretación sobre el papel de la Iglesia y las cofradías a Ángela Muñoz (2002: 65-80)
6 Estas técnicas de moralización y disciplinamiento para formar personas útiles al estado las veremos
aplicadas en los Asilos y Hospitales del siglo XIX que nos ocupa.
7
León XIII (1901) Graves de Communi, Nº12. http://multimedios.org/docs/d002058/ (20/12/2011).
109
8
León XIII, Graves de Communi, Nº9. Biblioteca Electrónica Cristiana (BEC).
http://multimedios.org/docs/d002058/ (20/12/2011).
9 Acta del Cabildo de Tucumán, 18 de octubre de 1806, Actas Capitulares, Vol X (1799-1814) ff.230v-233,
10Para una evolución en la comprensión de las políticas sociales ver la compilación de trabajos de
Moreno (2000).
111
dependía principalmente del presupuesto del estado provincial o nacional (como todas
las sociedades de beneficencia creadas en el país), el compromiso de la caridad para
con el prójimo como mandato evangélico, constituía la fuente de inspiración de las
mujeres comprometidas en esta asociación. La primera presidenta fue Dorotea Terán
de Paz, madre de Elmina Paz de Gallo, quien a su vez presidió la entidad entre 1878 y
1879, siendo luego la fundadora de la congregación de ominicas de Tucumán. Fue en
este espacio de la Sociedad de Beneficencia en el que Elmina Paz adquirió
experiencia en la organización de una institución al servicio de los sectores desvalidos;
esta práctica previa impregnó su decisión de fundar el 1º Asilo de Huérfanos de la
ciudad de Tucumán y la Congregación religiosa que, instituida en Tucumán, abriría
casas filiales en varias provincias del país.
Lo afirmado por Karen Mead (2000: 31-59) sobre las mujeres de la Sociedad
de Beneficencia de Buenos Aires, bien se puede aplicar para el caso de Tucumán.
Esta autora asevera que ellas fueron las únicas voces femeninas audibles sobre el
clamor de clérigos, biólogos, políticos y doctores, que se sentían calificados para
pronunciarse acerca de las necesidades y obligaciones de todas las mujeres
argentinas. Su posición de clase les permitió ganar acceso a los medios de difusión y
la gente les prestó atención porque su conocimiento sobre la mujer, no sólo se basaba
en sus propias vidas sino en los contactos frecuentes con las familias más pobres de
la ciudad. Estas mujeres fueron más eficientes y económicas que los hombres que
buscaban profesionalizar la medicina como brazo del estado. La labor administrativa
de ellas era gratuita y voluntaria, lo que constituía una garantía que fondos oficiales o
particulares se invertirían en la caridad pública. Ellas extendieron sus virtudes
domésticas al ejercicio de una responsabilidad pública creciente.
Las integrantes de la Sociedad de Beneficencia, a través de sus múltiples
acciones, generaron una gama de vínculos y solidaridades con sectores
desprotegidos. Estas mujeres de la élite eran portadoras de un importante capital
social que implicaba una gran diversidad de lazos y redes al interior de los grupos
dominantes y que las habilitaba para ejercer la protección social de los desvalidos
(Bonaudo, 2006: 72).
El siguiente cuadro permite visualizar las obras emprendidas por la Sociedad
de Beneficencia en Tucumán entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
12 La sociedad después de los primeros años de existencia dejó de funcionar a partir de 1865 y fue
reabierta en 1872.
114
civil. El estado les asignó a las mujeres notables y a las religiosas la tarea del cuidado
de los sectores menos favorecidos. Las mujeres fueron interpeladas para la creación
de una nación viable, en donde ellas debían aportar su tarea de educadoras y
responsables de la salud (García Jordán y Dalla Corte, 2006: 559-583). De esta
manera, la construcción de los estados-nacionales implicó la organización de
sociedades de beneficencia y caridad formadas por mujeres y desde allí influyeron en
las políticas sociales de la nación, haciéndolo a partir de su tradicional rol de madres y
esposas, ejerciendo una suerte de “maternidad social” ocupándose del bienestar y
salud de la población 13. Desde estas tareas las mujeres ejercieron su autoridad y
participaron activamente en el entramado formal e informal del diseño estatal. El tejido
asociativo que ellas fortalecieron constituyó un aporte fundamental tanto a la cohesión
de la sociedad civil como del estado. Sus iniciativas “moralizadoras” de los sectores
desfavorecidos vigorizaron los ámbitos de sociabilidad tanto en el espacio notabiliar
como en el eclesiástico. Ellas ejercieron su ciudadanía en los espacios cívicos de
filantropía y religiosidad, resignificando su rol maternal otorgándole implicancia
política.
Cecilia Gargiulo (2007), estudiando la Sociedad de Beneficencia de Tucumán,
otorga protagonismo a las mujeres que redefinieron su rol femenino a partir de una
experiencia grupal indiscutible, superando una oposición entre lo público y lo privado,
mirando estos espacios como mutuamente imbricados. En este sentido podemos
afirmar junto a Hannah Arendt que las dos esferas de lo público y lo privado sólo
pueden existir mediante la coexistencia (2000 [1958]: 68). Las excluidas formalmente
del espacio público “se hicieron visibles en su interior, pasando de estrategias
imitativas y tuteladas a ser capaces de hablar con voz propia, de participar, utilizando
su propia domesticidad como ruta de acceso a la vida pública” (Bonaudo, 2006: 77).
Desde estas perspectiva cabe afirmar que, para muchas mujeres del siglo XIX,
el patriarcado no ocupó toda la realidad 14; ellas supieron generar espacios de libertad
e iniciativa femenina y no fueron meras reproductoras de mandatos masculinos, sino
que pudieron ser artífices de sus propias decisiones y se lanzaron al espacio público
no por decisión masculina. Ellas mismas fueron definiendo su lugar en ese ámbito, en
donde también multiplicaron sus instancias de mediación.
Las mujeres que participaron en las asociaciones caritativas de la segunda
mitad del siglo XIX en Tucumán irrumpieron en el espacio de lo público asumiendo un
compromiso ciudadano, una preocupación por la polis, por la ciudad. Al exponerse en
13 Para una crítica feminista a la construcción del rol maternal en la mujer, ver el texto de Marcela Nari,
2004.
14 Para profundizar esta afirmación ver el texto El final del Patriarcado, de la Librería de mujeres de Milán
“hemos sido gratamente impresionados con la muy fausta noticia de que las
honorables matronas de Tucumán han llevado a cabo con general aplauso de
este noble y generoso pueblo un benéfico pensamiento, una idea salvadora en
15 En la correspondencia que se conserva en el AAT, los apellidos que figuran dan cuenta de la
pertenencia de estas mujeres a familias de la élite provinciana: Alurralde, Nougués, Leston, Guzmán,
Bascary, entre otros.
116
16 Carta del Obispo de Salta Fr Buenaventura Rizo Patrón a las Señoras Socias de las Conferencias de
San Vicente de Paul, Tucumán, 28 de marzo de 1877 . Carpeta: Sociedad de San Vicente de Paul,s/f.
Archivo del Arzobispado de Tucumán (AAT).
17 Carta del Obispo de Salta Fr Buenaventura Rizo Patrón a las Señoras Socias de las Conferencias de
San Vicente de Paul, Tucumán, 28 de marzo de 1877. Carpeta: Sociedad de San Vicente de Paul,s/f.
(AAT).
117
18 Carta de la presidenta de la Cofradía Josefa Nougués de Padilla al obispo de Salta, Pablo Padilla y
Bárcena, Tucumán, 3 de agosto de 1891. Legajo Cofradías del Convento de San Francisco, s/f. (AAT).
19
Las mujeres integrantes de las diferentes comisiones de esta cofradía pertenecían a las familias de la
élite tucumana, lo que les aseguraba los vínculos necesarios para que el ejercicio de “limosneras del
Prelado” tuviese éxito. Algunos de los apellidos de las “matronas” permiten vislumbrar las redes de
sociabilidad a las que pertenecían: Josefa Nougués de Padilla; Mercedes Z. de Pérez; Mercedes P. de
Gutiérrez; Teresa López Mañán; Cecilia Chenaut; Ángela Z de Sal; Margarita Z. de Estevez; Carmen Sal;
Dolores Martínez; Mercedes Chenaut; Tomasa Viaña; Mercedes A. de Padilla, Elosia B de Viaña;
Genuaria F. de Salvatierra; Mercedes F. de Esteves; María A. F. de la Vega; Nieves F. de Padilla; Susana
M. de Cossio; Delfina R de Bascary; Hermelinda R. de Medina; Serafina Romero de Nougués; Carmen C.
de Paz; Ángela Colombres de Paz; Lastenia F. de Padilla; Hortencia P. de Marina Alfaro; Lastenia P. de
Frías; Celia de Place; Corina P. de Heller; Francisca C de Campins; Deidamia O. de Pape; Guillermina
Leston de Guzmán; Clemencia Frías de Padilla etc. Consejo de Administración de la Cofradía del Sagrado
Corazón. Legajo Cofradías del Convento de San Francisco, s/f. (AAT).
118
“No hemos dudado un momento Ilmo Señor, que vuestro corazón sacerdotal
se gozará con santa alegría al ver que la mujer católica de Tucumán ha
recogido la palabra del Prelado de la Iglesia expresada en los estatutos de la
Cofradía y la ha guardado en su corazón para que en el brote, crezca y
produzca obras de caridad perfecta y por eso es que la Cofradía ha querido
que conozcáis detalladamente sus propósitos y el modo como cumple sus
deberes para que pidáis para ella al Señor su bendición y su gracia” 20.
20 Carta de la Presidenta de la Cofradía Josefa Nougués de Padilla al Obispo de Salta, Pablo Padilla y
Bárcena, Tucumán, 3 de agosto de 1891. Legajo Cofradías del Convento de San Francisco, s/f. (AAT).
21 Reglamento de la Cofradía de la Inmaculada Concepción de María Santísima, Art.2 y 3, Legajo
“cada día y a todas las horas del día, alrededor del Corazón Sagrado de
nuestro Divino Dueño, corazones generosos, fieles y devotos que le
indemnicen con sus adoraciones y amor, del olvido y de los ultrajes que este
Corazón sagrado recibe tan a menudo” 26.
23 Estatutos de la Cofradía de Dolores, Art.1. en AAT. Legajo Cofradías del Convento de San Francisco,
s/f.
24 Proyecto de Constitución para la Archicofradía de la Guardia de Honor al Sagrado Corazón de Jesús,
Cristo como el necesario ‘sacrificio vicario’ es decir que ante la gran ofensa realizada contra Dios por el
género humano, solo alguien de la misma dignidad divina, como el Hijo de Dios, podía saldar la deuda
contraída por el género humano. Por ello la muerte de Cristo fue comprendida como un sacrificio de
expiación de las culpas de toda la humanidad, para aplacar la ofensa que el mismo género humano había
realizado contra Dios.
26 Proyecto de Constitución para la Archicofradía de la Guardia de Honor al Sagrado Corazón de Jesús,
la élite de Tucumán como lo vemos en otras asociaciones: Hortencia Padilla de Marina, Lola Dode de
Terán; Elvira Salvatierra de Padilla; Margarita Zavalía de Esteves; Brígida F. de Rodríguez, Elisa Guzmán
y otras. Los nombres de las catequistas son: Elizabeta Moris, Irene Penna, Escolástica Penna, Rosa
estrada, Dalmira de la Vega y Luisa Martínez. Carta de Fr Roque Correa al Obispo Padilla y Bárcena,
Tucumán, 31 de Agosto de 1898. Cofradía de la Guardia de Honor al Sagrado Corazón de Jesús. Legajo
Cofradías del Convento de San Francisco, s/f. (AAT).
29 Carta de Fr Roque Correa al Obispo Padilla y Bárcena, Tucumán, 31 de agosto de 1898. Cofradía de la
Guardia de Honor al Sagrado Corazón de Jesús. Legajo Cofradías del Convento de San Francisco, s/f.
(AAT).
120
30 Estatutos de la Unión Cristiana de San Francisco Solano, Legajo: Cofradías del Convento de San
Francisco, s/f. (AAT).
31 Padilla y Bárcena, Informe visita Ad Limina, 1905, f.8r Legajo Obispo Padilla y Bárcena, Visitas ad
Limina (AAT).
32 Padilla y Bárcena, Informe visita Ad Limina, 1914, f.1 Legajo Obispo Padilla y Bárcena, Visitas ad Limina
(AAT).
121
33 Padilla y Bárcena, Informe visita Ad Limina, 1905: f. 5r y 1914: f.1. Legajo Obispo Padilla y Bárcena,
Visitas ad Limina, Archivo Arzobispado de Tucumán (AAT).
34 Los estudios sobre beatas y beaterios en el Río de la Plata han recibido menos atención de los
historiadores. Birocco (2000) investigó sobre las beatas de Buenos Aires, especialmente el beaterio de
Vera y Aragón, mientras que Fraschina estudió a la Beata María Antonia Paz y Figueroa y su proyecto
jesuítico (2005, 2006b, 2010, 2011). Cohen Imach indagó en la escritura de esta beata (1999 y 2000) y en
la correspondencia de las beatas del colegio de educandas de Salta (2003). Para una primera
aproximación a la Casa de Jesús de Tucumán, ver Brizuela (2006). Sobre la vida beata en la península
Ibérica los numerosos textos de Ángela Muñoz Fernández y José María Miura Andrades (1988; 1998) son
insoslayables.
122
“en algunos lugares de este distrito hay muchas mujeres que andan en hábito
de beatas y viven como tales, sin estar en comunidad y clausura y que alguna
de ellas dan obediencia a algunas personas (...) Ha parecido que vosotros,
señores, nos aviséis qué inconvenientes resultan de permitir que las dichas
mujeres anden en el dicho hábito de beatas sin estar encerradas y de que
vivan en casas de por sí apartadas de la comunidad y dar la dicha obediencia
como lo hacen, y si sería bien prohibir esta manera de vivir, y qué orden os
parece que se podría tener para ello” 35.
“a pesar de la fama que las beatas adquirieron, en algunos lugares, por llevar
una existencia religiosa sin organización determinada, se encontraban en una
situación ambigua dentro de la iglesia, y desde finales del medioevo fueron
vulnerables a persecuciones inquisitoriales”(2000: 67).
“beatas eran aquellas mujeres que, sin profesar votos, todo lo más el voto
simple de castidad, observaban desde sus propias casas algún género de vida
religiosa, temporal o permanente, solas o acompañadas de otras. Vestían un
hábito distintivo, diferente de los acuñados por las órdenes religiosas vigentes,
se situaban bajo la jurisdicción de los obispos y se solían mantener de su
propio trabajo empleándose, así mismo, en diversas labores asistenciales,
dirigidas a pobres y enfermos o educativas” (Muñoz Fernández, 1994: 6)
39 El caso de Margarita Porete, la beguina de Hainaut, quemada en París, por la Inquisición junto a su libro
El espejo de las almas simples, el 1 de junio de 1310, es un ejemplo paradigmático de la suerte que
corrieron muchas mujeres laicas que llevaban vida beata y escribían acerca de sus experiencias
espirituales. Para un estudio sobre Margarita Porete, su libro y el movimiento de beguinas, ver los
interesantes textos de Blanca Garí y Luisa Muraro. Para una introducción al movimiento beguinal y a la
mística femenina, una buena guía es el libro La Mirada Interior. Escritoras místicas y visionarias en la
Edad Media, de Cirlot y Garí (2008). También los estudios Miura Andrades (1988); Botinas, Cabaleiro y
Durán (1994, 2002); Dronke (1995); Epiney-Burgard-Zum Brunn (1998); Muraro (2001); Ruh (2002).
40 Aviso a gente recogida, del predicador popular de origen judío, Fray Diego Pérez de Valdivia.
41 Ángela Muñoz Fernández hace referencia a los estudios de Vauchez (1995) y Bynum (1982) sobre
espiritualidad laical en la Edad Media.
42 Esta fundación seguía el modelo de los colegios para niñas huérfanas que el obispo José Antonio de
San Alberto impulsó en el virreinato rioplatense a fines del siglo XVIII, preocupado por la educación de la
mujer. Fray José Antonio de San Alberto, fuel 16º obispo del Tucumán, nació en Aragón (España) profesó
en la orden carmelitana, fue designado obispo para la diócesis del Tucumán, llegó a Córdoba en 1780,
siendo nombrado obispo de la arquidiócesis de Charcas en 1785, murió en esa ciudad en 1804 (Bruno,
1970:431-463). También Solari (1991: 27) hace referencia a las fundaciones de los colegios de educandas
realizadas por San Alberto en la diócesis del Tucumán. San Alberto solo alcanzó a fundar los colegios de
educandas de Córdoba (1782) y Catamarca (1783) asistidos por mujeres “beatas-educadoras”, mujeres
que se “han querido recoger en su propia casa para enseñar y criar algunas niñas” (Bruno, 1970: 454).
Sobre las “maestras-beatas” de Salta ver Cohen Imach (2003: 81-103).
127
“la casa del Niño Jesús, fundada con la licencia de la autoridad diocesana, en
1839 y en todo sujeta a la jurisdicción del ordinario, con la comunidad de
señoras devotas que la atienden, las que si bien han vestido hasta el presente
un hábito, han carecido de los votos religiosos que las constituyen en
43 Gregorio Aráoz de Lamadrid (Tucumán, 1795-Buenos Aires 1857) fue un guerrero de la independencia
bajo las órdenes del General Belgrano; líder del partido unitario y gobernador de Tucumán en 1825, 1826,
1840.
44 Sigo en esta reconstrucción del Beaterio de Tucumán a Blanco (1930).
45 José María Blanco cita los archivos de la congregación de las HH Esclavas pero no especifica la
documentación consultada.
46 Congregación fundada en Córdoba (Argentina) en 1872, por Catalina de María Rodríguez.
128
y tampoco habían podido prestar todos los servicios a que estaba destinada
especialmente en lo tocante a la educación, por lo tanto agregaba que “teniendo en
cuanta el laudable deseo de las actuales maestras de entrar en una verdadera
disciplina regular y las buenas disposiciones en que se encuentran para aceptar y
acatar las reformas”, disponía incorporar al beaterio a la congregación de las HH
Esclavas, considerando que la misma ya manifestaba excelentes resultados a favor de
la educación y “bien espiritual de las almas” y tenían los mismos fines que se
propusieron las fundadoras de la Casa de Jesús. Por ello determinaba que:
47 Auto de la visita de Padilla y Bárcena a la Casa de Jesús, 18 de noviembre de 1889. Legajo Casa de
Jesús, f.1. (AAT).
48 Auto de la visita de Padilla y Bárcena a la Casa de Jesús, 18 de noviembre de 1889. Legajo Casa de
“lo que Su Señoría resolviera para bien nuestro con la nueva vida religiosa ya
sea que nos dejen con el mismo hábito o que nos den otro, ya sea cual fuere el
instituto aprobado a que se nos agregare y con la modificación personal que
S.S. dispusiere para buena administración de las cosas y de la disciplina de la
misma casa y con la traslación parcial o total de nuestras personas a otras
casas de la misma Congregación que haya al presente o pueda haber en el
porvenir” 49.
Sin embargo, al mes siguiente, Manuela Jiménez, una de las Beatas que había
aceptado continuar en el beaterio, ahora convertido en convento de las HH Esclavas,
escribía al vicario capitular de Salta, Padilla y Bárcena expresando que desde hacía
40 años había llevado vida beata y tenía el firme propósito de terminar su vida según
el compromiso asumido al ingresar al beaterio 50 pero expresaba las dificultades en las
que se encontraba al tener que asumir otro estilo de vida impuesto por la nueva
congregación religiosa y solicitaba algunas dispensas:
49 Carta de las Beatas al Vicario Capitular Padilla y Bárcena, Tucumán, 2 de noviembre de 1889. Legajo
Beaterio de Jesús, (AAT). Firman la carta Anastasia Frías; Isabel Leal; Manuela Jiménez; Vicenta
Lugones; Gregoria Alfaro, por la hermana ciega Josefa Beltrán; Mercedes Gogónola; Carolina López;
Alveana Ahumada.
50 Carta de la Beata Manuela Jiménez al Vicario Capitular Pablo Padilla y Bárcena, Tucumán, 12 de
“¿Se puede mandar que todos los clérigos se hagan sacerdotes regulares?
Seguramente no, pues tampoco puede obligárseles a Uds. a ser “Esclavas del
Corazón de Jesús”, cuando la Congregación que Uds. formaban estaba
reconocida por el Obispo diocesano, a quien se daba cuenta periódicamente
de los nombramientos de sus autoridades, según consta por notas oficiales del
Obispado acusando recibo”.
51 Carta de la Beata Manuela Jiménez al Vicario Capitular Pablo Padilla y Bárcena, Tucumán, 12 de
“no quiero examinar por ahora los fundamentos en que esa opinión pudiera
apoyarse, tanto porque me vería obligada a tocar puntos que la prudencia y la
obediencia me aconsejan no mencionarlos, cuanto porque deseo de corazón,
Ilustrísimo Señor pasar el tiempo que aun me queda de vida en donde he
permanecido voluntariamente alejada de mi familia y del mundo durante casi
medio siglo, buscando en el recogimiento y retiro de la sociedad, el medio de
cultivar en mi alma el amor a Dios, prestando en muy pequeña escala por lo
que a mí personalmente respecta, los servicios que ofrecían a la sociedad
nuestras reglas”.
53Carta de las Beatas al Vicario Capitular, 19 de febrero de 1891. Legajo: Casa de Jesús (AAT) Al
manifestar que hacía una año que mendigaban el pan por las calles de la ciudad, se infiere que solo
permanecieron dos meses junto a las HH Esclavas, quienes se instalaron el 18 de noviembre de 1889,
según consta en el Auto de la visita de Mons. Padilla a la Casa de Jesús (AAT).
134
54 Carta de las Beatas al Vicario Capitular, 19 de febrero de 1891. Legajo: Casa de Jesús (AAT).
55 Carta de las Beatas al Vicario Capitular Padilla, 15 de marzo de 1891, Legajo: Beaterio de Jesús (AAT).
56 El presbítero del Corro, era el antiguo capellán de la Casa de Jesús.
57 Carta de las Beatas al Vicario Capitular Padilla, 15 de marzo de 1891, Legajo: Beaterio de Jesús, f.2.
(AAT).
58 Firman la carta Anastasia Fías, Carolina López y Manuela Jiménez.
59 Carta de Ignacio Colombres a las Beatas de la Casa de Jesús. 24 de marzo de 1891. Legajo: Beaterio
encauzar todo tipo de asociaciones; y, por otro lado, el interés de la iglesia por
fortalecer sus instituciones educativas y hacerlas más organizadas y eficaces ante la
lucha entablada contra el avance de la escuela laica. El beaterio como institución
pseudo conventual era descalificada por la autoridad eclesiástica que buscaba formar
filas tras una disciplina férrea y controlada por la jerarquía masculina. La carta de las
beatas en la que expresaban su solicitud de ser incorporadas a una nueva
congregación fue escrita bajo pena de excomunión y dio cuenta de los mecanismos de
coacción ejercidos por la Iglesia con el objeto de reorientar el beaterio hacia la nueva
disciplina de una congregación religiosa moderna. El beaterio de Jesús había
constituido hasta entonces un espacio fuera del alcance del control eclesial y estatal,
ambas instancias ejercidas por el poder patriarcal 60. Eran mujeres “sueltas” que vivían
su entrega a Dios y al prójimo mas allá de los marcos jurídicos que implicaba la
emisión de los votos religiosos y sin la clausura canónica que pautaba el encierro de
las mujeres y el control por parte de la autoridad. El surgimiento, a fines del siglo XIX,
de nuevas formas de vida conventual-apostólica pero sujeta a una regla más rígida
provocó la paulatina absorción de antiguas formas de vida religiosa más abiertas y
flexibles como la del beaterio de la Casa de Jesús.
El beaterio de Tucumán desarrolló por un período de 50 años una forma de
vida religiosa femenina de signo laico, independiente de la autoridad eclesiástica. Por
su carácter informal y desestructurado, la autoridad diocesana buscó reformarlo
absorbiéndolo en una nueva congregación religiosa que manifestaba una clara
dependencia de la autoridad episcopal. A su vez, la nueva congregación con su
propuesta educativa acorde con los nuevos requerimientos del estado decimonónico,
ofrecía mayores garantías a la jerarquía en su lucha por insertarse en la sociedad
respondiendo a las pautas educativas del estado de fines del siglo XIX.
60 Angela Muñoz Fernández (1994: 20) advierte este mismo proceso cuando estudia el debilitamiento de
los beaterios neocastellanos entre los siglos XIV y XVII. La misma aseveración la encontramos en Brizuela
(2006: 63) en su análisis del proceso vivido por las beatas de Tucumán.
61 No he podido hallar indicios sobre el apodo “azul” con que se denomina a la beata María Rosario,
deduzco que tal vez pueda tener relación con alguna vestimenta de ese color que utilizara. Era común que
las personas que llevaban una vida de consagración utilizasen un hábito para significarla.
136
Boisdron exaltó el interés del Vicario Aráoz por conocer la situación de María
Rosario Calderón, apelando al cuidado que la autoridad eclesiástica debe tener hacia
las personas que se entregaban a la práctica de la piedad y el ascetismo, pues eran
las “verdaderas joyas de la Iglesia” y comparaba la solicitud de Aráoz con San Pablo,
Juan Crisóstomo, Clemente Papa, San Ambrosio, Francisco de Sales y Alfonso de
Ligorio 63. Presentaba a la Beata Azul como una mujer cuya vida, ofrecía
particularidades que daban lugar a juicios muy opuestos, justificándola unos y
condenándolas otros. María Rosario manifestó resistencia ante el llamado de
Boisdron, posicionándose con firmeza en su opción de vivir lejos del control clerical.
Boisdron no escapó de sus prejuicios clericales respecto de una mujer religiosa no
sujeta a las pautas jurídicas eclesiales y la consideró exaltada y exagerada. Sin
embargo, afirmó que no encontraba “ningún rasgo de alteración mental” y que solo
había en ella “exaltación pero no locura” y que en todo razonaba y hablaba con
“oportunidad y juicio” 64. María Rosario Calderón fue interrogada acerca de aspectos
dogmáticos sobre la providencia, la trinidad, la encarnación, la iglesia católica, la
presencia real en la eucaristía y el sacerdocio y en las repuestas, Boisdron pudo
constatar que la beata había sido bien instruida en la doctrina cristiana.
Luego el interrogatorio se refirió a las cuestiones solicitadas por el vicario sobre
la práctica de la confesión, la oración mental y de la eucaristía.
María Calderón respondió que sí frecuentaba el sacramento de la confesión,
pero que había cambiado varias veces de confesor, no por voluntad propia sino
porque en varias oportunidades había sido echada de las iglesias o se había sentido
62
Carta del vicario general de la diócesis de Salta, Mons. Moisés Aráoz a fr. Ángel María Boisdron,
Tucumán, 23 de agosto de 1880. Legajo 26.2.6, f.1. (AAT).
63
Informe de fr. Ángel M. Boisdron sobre María Rosario Calderón, Legajo 26.2.6, f.2. (AAT).
64 Informe de fr. Ángel M. Boisdron …. f.2.
137
despreciada por los confesores, ya que ellos preferían antender a personas de mayor
posición social, pero que en ese momento se confesaba con el Pbro Zavaleta 65.
Fr Boisdron le advirtió que, además de la simple remisión de los pecados en el
santo tribunal de la penitencia, se hallaba una dirección necesaria a las almas
espirituales “amenazadas por los terribles escollos de la ilusión y del amor propio”; la
beata replicó que “esta dirección podría servir a otros pero que ella no la precisaba
porque recibe de Dios una dirección inmediata” 66. Esta afirmación colocaba a la “Beata
Azul” en la más clara tradición de la espiritualidad laical femenina desarrollada por
beatas y beguinas que, desde el siglo XII, recorrió todo el occidente medieval europeo
y que en América encontró entre los siglos XVI al XVIII, en las ciudades de los nuevos
virreinatos, figuras de referencia como Rosa de Lima y sus compañeras beatas (siglo
XVII). María Calderón se inscribía así en la corriente de mujeres que buscaron vivir
una experiencia religiosa independiente de la tutela masculina, llevando la marca laica
y femenina junto a la oración mental y la valoración de la vida interior como rasgos
constitutivos (Miura, 1998: 264-265). Podemos afirmar que la voz de esta beata
tucumana trascendió, mediada por la escritura masculina, rompiendo el monopolio del
sentido eclesiástico afirmando la polifonía de la cultura en la sociedad y la iglesia,
como afirma Ángela Muñoz para el contexto castellano (2005: 724).
Boisdron advirtió a María Calderón que Dios hablaba a las almas por medio de
sus ministros y que debía juzgarse peligroso y malo todo sistema de espiritualidad que
prescindiera en una escala tan vasta de la acción del confesor pero la Beata Azul
expresó que podía evitar esa dirección, porque no pensaba sino en servir a Dios y
Dios la atendía e inspiraba 67. María Calderón puso de manifiesto que en Tucumán
también hubo mujeres que asumieron una modalidad de vida religiosa independiente,
no sujeta a normativas regulares canónicas, practicando fórmulas religiosas extra
institucionales y excéntricas a las jurisdicciones eclesiásticas establecidas (Muñoz,
2001). La Beata de Tucumán, como las que la precedieron en otras geografías y
épocas, vivió “abierta a campos de experiencia apenas codificados por normas
escritas” ubicándose “fuera del régimen de mediación sacerdotal institucionalizado”
(Muñoz, 2005: 735-740).
Luego, el interrogatorio se dirigió hacia las prácticas de comunión eucarística,
constatando que la beata comulgaba todos los días de la semana, que sus confesores
no se habían opuesto a ello y que aunque se la criticara por ello estaba dispuesta a
seguir recibiendo el “alimento divino”. Boisdron enunció la doctrina clásica de la Iglesia
respecto de las prácticas eucarísticas, colocando al sacerdote por sobre el sacramento
“1º que tiene integro y libre el uso de sus facultades mentales menos algunas
rarezas que no son indicio de locura.
2º que la devoción en ella me parece de impulso puramente natural, en que los
principales móviles son la imaginación y la voluntad propia.
3º que el ejercicio de esa devoción no está sujeta a ninguna dirección.
4º que sus exigencias para comulgar en el momento y las circunstancias que
quiere más bien ofenden al público piadoso.
5º que parece mal dispuesta a recibir toda modificación en su plan de vida” 72.
Cuadro Nº5: Congregaciones religiosas femeninas existentes en Tucumán fines de siglo XIX
Fuente: Elaboración propia en base a datos del AAT y Bruno (1976, 1981)
73 Los trabajos de referencia sobre los monasterios y beaterios del período colonial en el Río de la Plata
son los de Fraschina (2000, 2000b, 2000c, 2006, 2006b, 2008, 2010), Braccio (1999, 2000, 2000b) y
Cohen Imach (1999; 2003; 2003b; 2004; 2006). A su vez estos son deudores de la producción de la
renovación historiográfica sobre monacato femenino de México: Muriel (1946, 1982, 1995), Lavrin,
(1986,1995, 1996, 2000) Ramos Medina (1995; 1997) y Loreto López (2000, 2002, 2007) y de Perú:
Burns (2008) Van Deusen (1999,2007) y Martínez i Alvarez (2001, 2002, 2004) por citar sólo los autores
más relevantes. La historiografía de la vida religiosa en el siglo XIX en Argentina es aún escasa. Una
breve reseña de las fundaciones en Argentina se encuentra en Bruno (Tomos XI y XII) y para el caso de
las Dominicas de Tucumán ha sido pionero el trabajo de Brizuela y Hernández (2000).
142
74 Ficha de Fundación del Colegio Nuestra Señora del Huerto, Legajo Hermanas de la Caridad, Hijas de
María Santísima del Huerto, s/f. (AAT)
75 En los capítulos siguientes desarrollaremos en detalle aspectos de esta congregación, objeto principal
de este estudio.
76 Carta de Elmina Paz y sus compañeras al Obispo Padilla y Bárcena, Tucumán, mayo de 1887. AAT.
77 Datos para la historia de las Esclavas del Corazón de Jesús, Archivo de las HH Esclavas, Córdoba,
de las jóvenes en situación de vulnerabilidad, jóvenes en riesgo de prostitución, prostitutas que querían
cambia de vida, mujeres en conflicto con la justicia (Serrano, 2000: 26). Se comenzó a difundir en
Argentina en 1885 al ser desterradas de Uruguay las comunidades religiosas. Las primeras religiosas
provenían de Uruguay y Chile (Bruno, 1981: 556).
143
79 Para más detalles de la instalación de la casa de Tucumán, la obra de referencia es la de Juan Isern, El
Buen Pastor en la Naciones de Sud América (1923).
80 Auto de erección de la Casa del Buen Pastor de Tucumán, Pablo Padilla y Bárcena, Vicario Capitular de
la Diócesis de Salta, Tucumán, 13 de agosto de 1889.Legajo Hermanas del Buen Pastor, s/f. (AAT).
81 Bases bajo las cuales quedó establecido en esta Capital el Asilo de Beneficencia o Casa de
Preservación a cargo de las Hermanas del Buen Pastor, Legajo Hermanas del Buen Pastor, s/f.(AAT).
144
82 Nació en Santiago del Estero en 1817 y murió en Buenos Aires en 1901. Ingresó en el monasterio de
las clarisas de Buenos Aires en 1858 pero tuvo que abandonarlo por su débil salud. Sin renunciar al hábito
franciscano se dedicó en Buenos Aires a cuidar enfermos, tarea a la que se asociaron otras compañeras
Tránsito Peralta de Cortés y Juana Miró. Realizó una amplia labor fundadora comenzando por el
Conservatorio Caridad de San Francisco en Buenos Aires (Bruno, 1976: 532-537)
83Camila Rolón nació en San Isidro (Buenos Aires) en 1842 y falleció en Roma en 1913. Los intentos de
vida consagrada de Camila fueron varios: buscó ingresar en el monasterio de Clarisas de Buenos Aires,
luego se asoció a la Casa de Ejercicios y más tarde entró al Carmelo descalzo en 1875, pero siendo aún
novicia desistió a causa de una enfermedad. Acompañó al joven sacerdote Saturnino Azurmendi en la
Capilla de la Exaltación de la Santa Cruz, en la Provincia de Buenos Aires. Fue allí donde se sintió
impulsada a fundar una congregación dedicada a socorrer a los niños pobres. Se instaló en Mercedes
junto a Rosa Zurueta y Adelaida Núñez. La casa-asilo muy pronto se llenó de criaturas pobres y
abandonadas a quienes debían educar y alimentar pidiendo limosna. Camila Rolón realizó varias
fundaciones, viajó 5 veces a Roma para gestionar personalmente la aprobación de su Instituto, la
fundación de una casa en esa ciudad y la traslación a ella de la casa generalicia (Bruno, 1976: 531).
145
84 Carta de Camila Rolón al Obispo de Salta, Mons. Pablo Padilla y Bárcena, Bella Vista (Buenos Aires),
25 de abril de 1894, Legajo: Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, s/f (AAT).
85 En el archivo del Arzobispado de Tucumán, se encuentra una abundante documentación sobre la
difundirse 86. San Vicente de Paul, escribía en las reglas de las Hijas de la Caridad que,
para las religiosas, el monasterio era la casa del enfermo; la celda los cuartos de
alquiler; la capilla, la iglesia de la parroquia; los claustros, las calles de la ciudad o las
salas de los hospitales; la clausura, la obediencia; las rejas el temor de Dios y el velo
la santa modestia 87.
Las nuevas congregaciones surgidas en el siglo XIX crecieron en eficacia
organizativa y profesionalización de servicios; especialmente en el ámbito de la
educación y la salud. Se produjo una suerte de desplazamiento de los particularismos
locales en función de las organizaciones nacionales, proceso similar al vivido por los
nuevos estados.
Los rasgos de la espiritualidad femenina presentes en estas congregaciones
eran una piedad cristológica y mariana que ponía el acento en la intimidad y la
sensibilidad personal puesta de manifiesto, por ejemplo, en el fomento de devociones
tales como la del Sagrado Corazón de Jesús. El culto mariano llegó a su apogeo,
como ya señalamos, con la proclamación del dogma mariano de la Inmaculada
Concepción. Se crearon nuevos modelos de piedad femenina que colocaba a la
práctica de la caridad en el centro de la experiencia religiosa en menoscabo de una
devoción ritualista sin obras. Arribamos a un siglo de piedad ilustrada que rechazaba
el culto meramente exterior ensalzando las prácticas de caridad a favor de los que
sufrían. La verdadera religión cristiana era entendida como la puesta en práctica de las
obras de misericordia: enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, dar de comer al
hambriento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos.
Estas congregaciones decimonónicas se hicieron cargo de los problemas que
la sociedad urbana expulsaba; protegían a los que la ciudad arrojaba a la marginalidad
(enfermos, locos, huérfanos, prostitutas); educaban a los pobres y a la élite femenina
para que de una manera ilustrada y disciplinada sostuvieran la familia y el nuevo
orden. En un proceso secularizador, diferenciador de ámbitos, las congregaciones
femeninas no separaron la sociedad civil y la iglesia, sino que se posicionaron en los
espacios de intersección entre ambos sectores (Serrano, 2000: 112). Las mujeres
religiosas dispusieron de grados de autonomía y capacidad de acción que no tuvieron
otros grupos de mujeres de su época. Como bien expresa Sol Serrano:
“los conventos parecen haber sido los espacios que otorgaban a las mujeres lo
que el mundo les negaba: el acceso al conocimiento en los contemplativos
coloniales y un importante lugar de poder femenino permitido y valorado, de
acción y de ejecución, en las congregaciones decimonónicas” (Serrano, 2004:
313).
86 El texto de Elizabeth Dufourcq al que Serrano (2000) hace referencia es Les Aventurières de Dieu. Trois
20).
147
El acto de fundar conventos y casas asistenciales fue una actividad que les
permitió a las mujeres movilizar influencias, buscar o disponer de recursos.
Construyeron así espacios para sí, de retiro propio y para otras, pusieron en marcha
instancias de mediación femenina que posibilitaron la empresa fundacional, utilizando
influencias o medios económicos propios para posibilitar esos ámbitos de
espiritualidad y asistencia social. Fue a través de estas obras que muchas mujeres del
siglo XIX tuvieron acceso al recuerdo histórico con protagonismo propio 88. Los edificios
construidos, la escritura conventual producida (memorias, crónicas, cartas) y los
registros de la intensa actividad asistencial, constituyeron vehículos de memoria
femenina y caminos de afirmación de su identidad en la ciudad de Tucumán. A través
de la fundación de conventos y obras asistenciales muchas mujeres rebasaron las
funciones sociales y los roles culturales establecidos como la vida matrimonial y la
procreación. La vida conventual fue un espacio en donde muchas sostuvieron su
mundo de relaciones, intercambio de experiencias, saberes, memorias y cultura
femenina, entre mujeres consagradas y seglares (Muñoz, 1999: 78-79).
88 Tomo algunas interpretaciones de Ángela Muñoz desarrolladas al analizar el monacato medieval como
2b- Asilo de Huérfanos y Convento (1890) 10- Iglesia Matriz. Parroquia de la Encarnación.
3- Convento Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de
Jesús (1889) Capillas (color verde)
4-Hermanas del Buen Pastor (1889) 11- Capilla del Señor del Milagro
5-Hermanas Terciarias Franciscanas de la Caridad (1892) 12-Capilla del Señor de la Paciencia
6-Pobres Bonaerenses de San José, Hogar León XIII. (1893)
“El día 8 de cada mes se la colocaba al lado del altar mayor en un sitial
adornado de flores y cirios. Muchos concurrían a esta misa, viniendo incluso de
lejos y todos al retirarse pedían medidas para sí y los suyos. De este modo la
Virgen de Luján, patrona de la República Argentina, se constituyó en un centro
de piedad para el Buen Pastor de Tucumán” (Isern, 1923: 531-532).
89 Las interesantes observaciones sobre los conventos femeninos y su relación con el mundo urbano de
Puebla (México) que realiza Rosalva Loreto López (2000) para el siglo XVIII sirven de base a estas
interpretaciones para el caso tucumano del siglo XIX.
150
90 Ángela Muñoz (2002) estudia la influencia de parroquias y conventos como base de la construcción de
la Madrid medieval, sus apreciaciones resultaron un interesante aporte para analizar el proceso de
urbanización de la ciudad de San Miguel de Tucumán, que se produjo en el último cuarto del siglo XIX
junto al intenso proceso de industrialización azucarera que vivió en la Provincia de Tucumán.
151
"el modo de ser de los cátaros enseñó a Domingo otra lección. Sus jefes eran
austeros, instruidos, versados en las Escrituras y predicaban de manera
convincente. Estos hechos influyeron en la Orden que Domingo fundó. Sus
miembros no sólo asumirían las obligaciones comunes de los religiosos, sino
que estudiarían a fondo las Escrituras".
"No es así, hermanos, no es así, como estimo que debéis proceder. Me parece
imposible que se pueda hacer volver a estos hombres a la fe solo con palabras,
cuando ellos se apoyan preferentemente en el ejemplo. Debéis sacar un clavo
con otro clavo (…) Los jefes de la herejía viven austeramente, guardan largos
ayunos, viajan a pie y predican con la sencillez de los apóstoles; despedid,
pues, a vuestro séquito, id a pie de dos en dos, a imitación de los apóstoles y el
Señor bendecirá vuestros esfuerzos" 2.
Desde los comienzos de la Orden, los frailes establecieron los conventos en las
ciudades en donde florecían las nuevas instituciones universitarias: Bolonia, Palencia,
París y Oxford, priorizando de esta manera el estudio como instrumento de
predicación. Estudiar, predicar y vivir en comunidad fue la consigna de los dominicos
desde sus inicios y la itinerancia su rasgo predominante.
1
Existen en la actualidad nuevas investigaciones respecto a los cátaros y las cruzadas llevadas a cabo en
el sur de Francia en el siglo XIII; estos trabajos aportan interesantes lecturas y un redescubrimiento de la
cultura occitana. Me remito a los clásicos textos de Paul Labal (1984), René Nelli (2002), Anne Brennon
(2001). También me ayudó a tener otra mirada sobre este tema el estudio de Flavia Dezzutto sobre el
catarismo medieval en el pensamiento de Simone Weil. Un repertorio completo de fuentes de gran valor
sobre el catarismo medieval ha sido recogido por Jean Duvernoy en su página web:
http://jean.duvernoy.free.fr/sources/sources.htm. Sobre las mujeres cátaras y trovadoras los estudios de
Milagros Rivera Garretas (2005; 2006) rescatan aspectos insospechados sobre estas mujeres occitanas.
153
5
Un estudio sobre los inicios de esta cátedra en el convento de Tucumán se encuentran en González
(1980).
155
Roma junto a los superiores mayores de las demás órdenes aunque tras el Congreso
de Viena (1815), el lento proceso de restauración permitió la recomposición de la
iglesia. En el caso de las provincias dominicanas vemos que sufrieron
reestructuraciones, anexiones o, en algunos casos, fueron suprimidas.
La situación de desarticulación vivida durante la resistencia a la dominación
francesa hizo que muchos conventos españoles se cerraran. Hacia 1820, un decreto
real suprimía todas las casas religiosas que tuvieran menos de 25 miembros. En 1823
se nombró una comisión para reformar las órdenes, preludio de su supresión.
Paralelamente, el proceso independentista de Hispanoamérica, incomunicó a estas
provincias con las autoridades de la Orden en España, mientras se asistía a un
proceso intenso de organización de los nuevos estados con la consecuente
disminución de poder de la iglesia y de las órdenes religiosas. Las medidas de estos
gobiernos como confiscación de bienes y cierre de conventos, provocó la dispersión
de los religiosos y el agonía de la vida de las antiguas órdenes en las colonias. En
España, las Cortes suprimieron todas las órdenes en 1835 y liberó a los religiosos de
sus reglas.
Fueron esos años de gran convulsión para la iglesia católica pues los nuevos
estados latinoamericanos comenzaron a asumir funciones atribuidas antes a las
instituciones religiosas como la educación y la beneficencia social, provocando
conflictos de poder y jurisdicción ante una iglesia con dificultades para adecuarse a las
nuevas pautas de convivencia social y resistente a perder espacios de control social,
como ya lo analizamos en el primer capítulo.
En la primera mitad del siglo XIX primaba la 'vida privada', nombre con el que
se denominaba en la documentación decimonónica, a la costumbre de estar en el
convento solo para dormir sin compartir un proyecto y los bienes. Las solicitudes de
secularización 6 abundaron en todas las familias religiosas, provocando una verdadera
sangría entre sus miembros.
En Francia, el famoso predicador de Notre Dame de París, Enrique Lacordaire,
tomaba el hábito dominico. Después de concluir su noviciado en Viterbo, volvió a
Francia hacia 1840 y pronto se le unieron otros compatriotas que habían hecho sus
votos también en Italia. El objetivo del religioso fue restaurar la Orden en el país por lo
que reanudó su predicación en Notre Dame e invitó a muchos jóvenes a unirse a este
proyecto. Abrió un noviciado y varios conventos al finalizar la década de 1840 y fue
nombrado primer provincial, cuando Francia fue otra vez Provincia en 1850.
6
El concepto de secularización es utilizado aquí para denominar la opción de muchos integrantes de
órdenes religiosas que decidían abandonar las mismas para convertirse en miembros del clero secular. El
siglo XIX, fue desfavorable para las órdenes y congregaciones religiosas. El vivir como sacerdotes
seculares les permitía resolver en parte la subsistencia, renunciando al voto de pobreza, se podían
sostener con los llamados ‘derechos de estola’, es decir con el aporte que recibían de los fieles a cambio
de la celebración de los sacramentos.
156
"el tránsito del claustro a los viajes y de los viajes al claustro, daba a los frailes
predicadores un carácter particular y maravilloso. Sabios, solitarios,
aventureros, llevaban en toda su persona el sello del hombre que todo lo ha
visto por parte de Dios y por parte de la tierra. Aquel fraile que hallabais
caminando a pie como un trivial de vuestro país, había acampado entre los
tártaros, a lo largo de los ríos de la alta Asia; había habitado un convento de
Armenia, al pie del monte Ararat; había predicado en la capital de Marruecos,
Fez; iba a ahora a Escandinava, quizás de allí a la Rusia Roja [...] rara vez
aquellos frailes peregrinantes volvían a morir a su convento natal que había
recibido sus primeras lágrimas de amor..." (Lacordaire, 1927 [1839]: XLVI).
7
Lacordaire hace referencia a la Narración sobre Santo Domingo de Humberto de Romans, Nº35 (1987
[1247]: 311).
160
8
Jandel retomó la idea de fr. Raimundo de Capua, quien en el siglo XV había propuesto como medio de
renovación de la Orden la creación en cada provincia de un convento donde se pudieran vivir las
constituciones, la asistencia regular a la oración de la liturgia de las horas, observancia de los ayunos y
abstinencias, vestido de lana, capítulo de culpas semanal y plena vida común.
9
Para una breve reseña de los Maestros Generales del período 1838-1914, ver Mortier (1914: 481-498).
161
La insistencia de Jandel por la vida regular surgía del hecho que, hacia 1850,
sólo quedaba en la Orden una apariencia de vida religiosa; desde su punto de vista se
había abandonado la vida común y él consideraba que los aspectos de observancia
con que se insistía constituían los muros que salvaguardaban los elementos
fundamentales. Las reformas de Jandel respecto a los noviciados, las casas de
formación y el uso del dinero personal provocaron fuertes protestas en los frailes de la
Provincia Romana; de hecho sabemos que entre los años 1865-1870 salieron muchos
frailes, huyendo del clima asfixiante generado por este restauracionismo (Bonvin,
1989: 217).
El proyecto de restauración de la Orden llevado a cabo por Jandel también
implicó una renovación en los estudios -poco articulados tras el impacto
revolucionario- se reanudaron las publicaciones y se comenzó a percibir un
renacimiento del tomismo entre los dominicos.
A la muerte de Jandel (1872), la inestabilidad que siguió a la guerra franco-
prusiana en 1870-1871, la caída de Napoleón III y la unificación italiana impidieron la
convocatoria del Capítulo general para elegir su sucesor. José Sanvito, provincial de la
provincia Romana, fue vicario general y mantuvo el cargo hasta 1879. Ese mismo año,
los electores votando por correo, eligieron maestro general a José Larroca, quien
ejercería el cargo hasta 1891 cuando fue sucedido por el austríaco Andreas Früwirth,
quien permaneció en el puesto hasta 1904.
10
Fr Ángel María Boisdron, Autobiografía, f.19, Caja: Escritos de Fr Boisdron, (AHDT).
162
San Luis, aplicando las medidas del mismo tipo que se estaban realizaban por
entonces en Europa.
A mediados de siglo XIX comenzó formalmente la restauración de la vida
religiosa dominicana, iniciándose en Córdoba en 1857, para sumarse luego el
convento de Buenos Aires en 1862 y Tucumán en 1876. Años más tarde, la
restauración se hizo efectiva en el resto de los conventos de Argentina.
El Papa Pío IX, asumió en persona la tarea de animar la restauración de la
Orden dominicana e impulsó a Jandel a enviar un Visitador General de las Provincias
a la América del Sur. La persona elegida fue fr. Luis María Pierson, a quien le
concedió facultades para las Provincias de Argentina y Chile, luego extendidas
también para las de Perú y Ecuador. En el informe preparado por Pierson tras concluir
su visita a la Argentina, expresaba su confianza en que la Provincia Dominicana de
San Agustín:
"casi moribunda por el efecto de los tiempos aciagos, volverá a florecer por
medio de dichos Noviciados -de Córdoba y Buenos Aires- en los que he tenido
el consuelo de ver a algunos jóvenes, poco numerosos es cierto, pero cuyas
disposiciones satisfactorias y los deseos de una vida religiosa formal y
conforme a nuestras sagradas leyes me dan la esperanza de mejor porvenir" 11.
11
Informe de la Visita Canónica realizada por Luis Ma. Pierson, a la Provincia de San Agustín, 8 de junio
de 1861, [f. 1]. Serie XIII, Caja 024080, Archivo General de la Orden de Predicadores, Santa Sabina,
Roma (en adelante AGOP).
12
Agradezco a Fr. Alfonso Esponera OP las útiles orientaciones sobre la Orden Dominicana en el siglo
XIX para mi trabajo de investigación y su generosidad al brindarme bibliografía y sus propios textos
inéditos.
13
Olegario Correo nació en Tulumba, Córdoba en 1818 y falleció en 1867. Ingresó a la Orden de
Predicadores en 1834. Fue ordenado sacerdote en 1841 en Buenos Aires en donde permaneció hasta
1857. Entre 1848 y 1851 fue prior del convento de dicha ciudad, continuando con la tarea de restauración
del mismo iniciada por Fr Incháurregui. Junto a Federico Aneiros fundó el periódico La Religión en 1853.
En 1855 fue designado Regente de Estudios en el Convento de Córdoba en donde fue elegido Prior y
dirigió la tarea de restauración de la vida común en dicho convento. Fue nombrado Vicario General por el
visitador Pierson. En 1866 fue elegido como Obispo de Cuyo, lo que le obligó a viajar a Buenos Aires y a
Roma para presentar su renuncia. Falleció en 1867 debido a una pulmonía, a la edad de 48 años
(González, 2011: 61-81).
163
"...no pretendo otra cosa que tranquilizar mi conciencia, para cuyo objeto
necesito la venia o permiso para llegar por lo menos a Francia, donde conozco
al P. Pierson. Esta licencia la exijo encarecidamente a V. Rma porque mi deseo
es tratar de perfeccionarme, y como acá en estos países y conventos nada
conocemos, nada tampoco podemos adelantar" 15.
Este viaje recién pudo ser realizado al año siguiente y desde Carpentras
escribía al vicario de la Orden, Sanvito, informándole de la situación argentina: "las
cosas cada día marchan pésimamente tanto por parte de los padres dominicos como
por parte del gobierno, quien sin duda dará una ley sobre supresión de conventos" 16.
Señalaba en el escrito los consejos recibidos relativos a que, regresando a la
Argentina llevara consigo una licencia para separarse de la Provincia Dominicana
"porque marcha a la perdición" y, ante la prohibición de Sanvito a que se quedara en
Francia o en Roma, manifestaba su deseo de buscar un convento de regular
observancia en Quito. Toro enunciaba su desilusión por los intentos en Córdoba de
"observar como en Francia", ya que los padres estaban "muy divididos y marchan muy
disipados aunque no en el grado del convento de Buenos Aires y los demás de la
república que son muy malos". Afirmaba que le quedaban dos caminos: "o
abandonarme con los demás o retirarme á un convento de regular observancia para lo
que pido encarecidamente una licencia a V. Rma".
14
En estos momentos gobierna la Orden de Predicadores Fr. José Sanvito, como Vicario. Durante un
largo período la Orden Dominicana no tuvo Maestro, la inestabilidad política en el último cuarto del siglo
XIX, hacía imposible la realización de un Capítulo General, la asamblea en la que deben elegirse la
autoridades de la Orden.
15
Carta de Reginaldo Toro al Vicario de la Orden, José Sanvito, Córdoba, 19 de marzo de 1873. Epistolae
Variaque, Serie XIII, Caja 024096 (AGOP).
16
Carta de Reginaldo Toro al Vicario de la Orden, José Sanvito, Carpentras, 13 de abril de 1874.
Epistolae Variaque, Serie XIII, Caja 024096 (AGOP).
164
administración del dinero, las irregularidades de los informes enviados a Roma del
último Capítulo Provincial, denunciando a los frailes que “viven en la relajación y el
abandono” 20. No obstante, Toro consiguió autorización de Sanvito para que el
convento de Córdoba quedara sujeto a la inmediata jurisdicción del vicario general en
Roma 21; esto acentuó el conflicto con el Provincial en Argentina -que vio disminuida su
jurisdicción- y, al mismo tiempo, se agudizó el distanciamiento entre el Convento de
'observancia' de Córdoba y el resto de conventos existentes en el país. Era evidente la
persistente actitud de Toro, censurando a los frailes y conventos que no se ajustaran a
la estricta observancia y solicitando permiso para cambiar de convento y buscar uno
en donde se viviera según la ley:
"es difícil que pueda yo seguir así tal vez, sin dar un paso adelante en el
propósito que siempre he tenido de buscar mi perfeccionamiento. Ya porque no
hay en estos conventos en quien ver un ejemplo que lo eleve a uno, porque
jamás se conoció entre nosotros austeridad religiosa. Sería el más grato a V.
Rma si yo pudiese ir al convento que me indicara, con tal que marche en
perfecta regular observancia, donde pueda yo ver buen ejemplo y seguir mi
propósito" 22.
20
Carta de fr. Reginaldo Toro a Fr. José Sanvito, Córdoba, 15 de agosto de 1874, f.1. Epistolae Variaque,
Serie XIII, caja 024098 (AGOP)
21
Carta de fr. Reginaldo Toro a Fr. José Sanvito, Córdoba, 14 de noviembre de 1874, f.1. Epistolae
Variaque, Serie XIII, caja 024098 (AGOP)
22
Carta de fr. Reginaldo Toro a Fr. José Sanvito, Córdoba, 5 de abril de 1875, Caja 024098 Epistolae
Variaque, Serie XIII (AGOP).
23
Carta de fr. Reginaldo Toro a Fr. José Sanvito, Córdoba, 8 de abril de 1875, Caja 024098 Epistolae
Variaque, Serie XIII (AGOP).
166
"Cada año nos hacían hacer retiro espiritual de tres o cuatro días. Una de estas
veces el Obispo de la Diócesis nos mandó para darnos estos ejercicios a un
Padre Domínico, el R.P. Mateo Lacomte 25. Era un religioso discípulo del Padre
Lacordaire, de aspecto el más ascético y distinguido, de una elocuencia
secundada por una imaginación la más viva y fresca y de voz la más bella, con
algo en su persona que imponía y atraía. Nos sentimos todos (ciento cincuenta
jóvenes) seducidos y casi la mitad de ellos impulsados a hacerse religiosos 26.
24
Reginaldo Toro nació en San Miguel de Tucumán en 1839, se formó con los dominicos en el convento
de la misma ciudad, siendo su maestro Fr. Nazario Frías. Realizó sus estudios de filosofía en el convento
franciscano de Tucumán entre 1856 y 1858. Ingresó en la Orden de Predicadores en 1858 y fue enviado a
Córdoba para realizar su formación intelectual y religiosa. Allí fue novicio de Fr. Olegario Correa en el
convento recién restaurado. El Obispo de Córdoba, José Ramírez de Arellano lo ordenó sacerdote en
1862. Fue maestro de novicios entre 1862 y 1865. Ante la muerte de Fr Olegario Correa en 1867 se hizo
cargo de las cátedras de teología en el convento de Córdoba entre 1867 y 1877, fecha en que fue elegido
provincial. Fue Prior del Convento de Córdoba y Regente de Estudios, dedicándose también a la
predicación de misiones rurales en Córdoba, San Juan y Mendoza. Entre 1873 y 1874 viajó a Europa
tomando contacto con la obra de restauración de la Orden en Francia. Fue Provincial por dos períodos
consecutivos desde 1877 hasta 1886, residiendo en el convento de Córdoba donde continuó con su
docencia en teología y profundizó la obra de restauración de los conventos dominicanos del país. En 1886
fundó la Congregación de Religiosas Dominicas de San José en Córdoba. Fue nombrado Obispo de
Córdoba cargo que desempeñó desde 1888 hasta 1904, año en que falleció. Desarrolló una intensa labor
organizativa y pastoral, priorizando la educación y prensa católica. Por su iniciativa se creó el diario
católico Los Principios. Construyó el edificio del nuevo seminario diocesano y promovió la creación de
círculos católicos de obreros. Viajó a Roma para participar del Concilio Plenario Latinoamericano en 1899
(González, 2000: 107-132).
25
Fr. Mateo Lacomte, fundó en Jerusalén el convento de San Esteban. Hacia 1890, los dominicos
franceses establecieron allí la escuela Bíblica de San Esteban, bajo la dirección de Fr. José María
Lagrange (González Rubén, 1974: 9)
26
Autobiografía… f.5.
167
27
Agradezco a Fr Donatien Levesque op, la acogida y el asesoramiento durante mi estadía de
investigación el Archivo Dominicano de Lyon en el mes de octubre de 2004. Sus conversaciones me
ayudaron a comprender la historia de la Orden en Francia.
28
Autobiografía, f.3.
168
Figura Nº12: Parroquia de Jugnac, donde realizó Boisdron los estudios de primeras letras.
29
Debo esta foto a Brigitte Dupuy y a Reine Goupilleau del Archivo de la Mairie du Montmoreu.
169
Mapa Nº4: Provincia de Charente: Montmoreau, Jugnac y Cognac, lugares en donde creció
Boisdron
30
Autobiografía, f.6.
31
Autobiografía, f.7.
171
Figura Nº 13. Claustro del Convento de Lyon hacia fines del silgo XIX
32
Autobiografía, f.11.
33
Autobiografía, f. 30.
173
conservar la justa medida de las cosas, proceder con discreción, sano juicio y
evitar pasos que son generalmente de perjuicio para la perfección religiosa. De
ahí incidentes cuya culpa me reprocho, aislamiento de mis venerables
superiores, que aún con los inconvenientes de sus métodos de enseñanza, me
merecían la mayor consideración y gratitud y mi pasaje de la Provincia
dominicana de Lyon a la de Buenos Aires, de Europa a América en los
primeros meses del año 1876" 34.
Entre los motivos con que Boisdron explicó su partida hacia América se
mencionaban las causas de las diferencias en el modo de concebir la vida dominicana
y la formación intelectual. Su crisis con las autoridades de la Orden en Francia,
llevaron al fraile dominico a buscar otros horizontes. América se presentaba como un
lugar libre de ataduras, un espacio por construir. Recordó entonces la invitación que le
hiciera el P. Reginaldo Toro años antes para establecerse en la desvastada Provincia
San Agustín de Argentina.
"La primera idea de venir a América surgió del deseo de ayudar a mi familia
que, sin ser muy pobre, necesitaba asistencia. Mi padre era cartero rural 36, y en
tal condición no podía -como es evidente- hacer fortuna. Cuando ingresé en
religión, tenía en el siglo un hermano y una hermana. Mi hermano, que podía
haberles auxiliado, murió infaustamente en la última guerra de Francia contra
Prusia 37. // Mi hermana 38, hoy casada y con hijos, apenas puede sostener el
peso del matrimonio. // En esta situación hubiera correspondido prestar apoyo
a mis parientes a la provincia de la que soy hijo, pero siendo esta pobre, no me
atreví a solicitar tal auxilio sino una sola vez, en tiempos en que gobernaba la
34
Autobiografía, f.2.
35
El nombre que figura en el acta de nacimiento es Jean Adrien Boisdron, Libre de Registres de Actes de
Naissances (1843-1858), 10 enero de 1845, f.1. Archives de la Mairie du Montmoreau, Francia, en
adelante (AMM) El cambio de nombre representaba el inicio de una nueva vida al realizar la profesión de
votos religiosos.
36
Pierre Boisdron, figura como cartero rural en todas las actas de nacimiento de sus hijos, Libre de
Registres de Actes de Naissances (1843- 1858) (AMM).
37
El fallecimiento de su hermano Pierre, se produjo el 26 de diciembre de 1870 (Vesel, Alemania), durante
la guerra franco-prusiana, según consta en Libre de Registres de Actes de Décès Nº 10, del 21 de
septiembre de 1871 (AMM).
38
Se refiere a Menaïde Paulonie, nacida en 1856, casada con François Boisdron en 1872, Libre de
Registres de Actes de Naissances et de Mariages (AMM). Menaïde y Jean Adrien Boisdron, son los
únicos con vida hacia 1876, -fecha de la carta- de los seis hijos del matrimonio Boisdron-Bruneau.(1-
Catherine (1843-1845) ; 2-Jean Adrien (1845-1924) ; 3-Pierre (1847-1870, Vessel, Alemania) ; 4-Jean
(1850-?) ; 5-Joseph (1852-1854); 6-François (?- +1858); 7-Menaïde Paulonie (1856-?) Matrimonio con
François Boisdron 1872).
174
provincia el Reverendo Padre Signeri, hoy Prior del convento de San Máximo. //
Por eso hace dos o tres años comencé a pensar y a repensar en venir a
América donde, según me aseguraba gente seria, podría encontrar en nuestros
Padres el aludido socorro. Lo que es más, un religioso 39 de la Provincia
Argentina que encontré en Francia y con quien hablé hace tiempo, me dio
seguridad de que esto sería fácil en su convento de Córdoba" 40.
Figura Nº14: Acta de Nacimiento de Ángel María Boisdron (Jean Adrien, 10 de enero de 1845)
Entre los motivos citados de su viaje, el factor económico fue uno de los
motores que lo empujaron a emigrar hacia América. Efectivamente, como tantos
europeos empobrecidos en un siglo de guerras y revoluciones, buscar dinero para la
manutención de su familia fue una razón fundamental. Conviene saber que en el
contrato matrimonial de los padres de Boisdron, firmado en 1836, se enunciaba la dote
que cada contrayente aportaba a la nueva sociedad matrimonial:
39
Hace alusión a Fr. Reginaldo Toro, quien había estado en Carpentras en 1874, visitando a Fr. Pierson.
40
Carta de Ángel María Boisdron a José Sanvito, Buenos Aires, 6 de abril de 1876, (original en latín,
agradezco la traducción a José García Bustos), Epistolae Variaque, Serie XIII, Caja 024098 (AGOP).
175
La epístola que fr. Boisdron escribió en 1876, desde Buenos Aires a Roma, fue
una confesión que tomó la forma de una larga conversación. La Confesión, como bien
explica María Zambrano, es el lenguaje de alguien que no ha borrado su condición de
sujeto; es el lenguaje del sujeto en cuanto tal. Es un acto en el que el sujeto se revela
así mismo, por temor a vivir en la confusión. La Confesión es una acción, la máxima
acción que es dado ejecutar con la palabra, "parte de la confusión y de la inmediatez
temporal. Es su origen; va en busca de otro tiempo" (Zambrano, 1995: 26-27). El
desahogo de Boisdron fue revelador de sus entrañas y como toda confesión "surge de
ciertas situaciones, porque hay situaciones en que la vida ha llegado al extremo de
41
Contrato Matrimonial de Pierre Boisdron y Leonarde Bruneau, Comune de Saint Amand, Prov.
Charente, Francia (original en francés, agradezco la ayuda en la traducción a Genevieve Remy) Caja
"Papeles P. Boisdron" (AHDT).
42
Contrato Matrimonial….
43
La situación de Francia durante el siglo XIX provocó una gran pauperización, debido a la
desestabilización causada por la Revolución Francesa y las sucesivas convulsiones vividas a lo largo de la
primera mitad del 1800. La crisis provocada por la guerra franco-prusiana (1870-1871) acabó por
empobrecer a la familia Boisdron.
44
Carta de Ángel María Boisdron a José Sanvito, Buenos Aires, 6 de abril de 1876.
176
"...mi situación actual es tan intrincada, tan oscura, tan difícil, tan desesperada,
que ignoro completamente que deba hacer y cuál será la salida" 45.
45
Carta de Ángel María Boisdron a José Sanvito, Buenos Aires, 6 de abril de 1876.
177
"el modo tan repentino e irregular con que realicé aquel proyecto de venir a
América, tiene otro motivo, que ahora voy a exponer. Quiera perdonarme tu
Reverendísima Paternidad si cosas tan tristes hieren tus oídos. Deseo referirlas
con toda sinceridad. // Cuando indignamente aluda al cruel abismo que me
sumergió, poco importa si aparezco más o menos culpable. Por lo demás, no
olvido que hablo a mi principal Superior y Padre al mismo tiempo" 47.
La confesión es una huída, una salida sí. El que sale de sí lo hace por no
aceptar lo que es, la vida tal y como se le ha dado. Experimenta el carácter
fragmentario de toda vida, se reconoce incompleto incompleto. Al salir busca trasponer
esos límites, encontrar más allá de ellos su unidad acabada.
La huida hacia América también estuvo motivada por la orden que recibió de
trasladarse de Carpentras a Lyon. El sintió la imposibilidad de obedecer. Ir a ese
convento le resultaba imposible, por estar gobernado por fr. Pierson, "hombre de gran
piedad y recta intención, pero de mente demasiado exaltada" 48 y por estar dicho
convento atravesado por divisiones derivadas de las heterogéneas maneras de
comprender la adecuación de la vida religiosa al nuevo contexto del siglo XIX francés.
Su eventual traslado a Lyon le resultaba difícil: “mi posición me pareció demasiado
gravosa e imposible. Por lo que con resolución plena de audacia y rápida, presupuse
el permiso 49 de tu Reverendísima Paternidad para trasladarme a América. Y así lo
46
Carta de Ángel María Boisdron a José Sanvito, Buenos Aires, 6 de abril de 1876.
47
Carta de Ángel María Boisdron a José Sanvito, Buenos Aires, 6 de abril de 1876.
48
Carta de Ángel María Boisdron a José Sanvito, Buenos Aires, 6 de abril de 1876.
49
En la tradición dominicana existe la práctica de "presuponer" el permiso del prior, cuando estando lejos
no es posible consultar una decisión y solicitar la autorización correspondiente. Pero este tipo de prácticas
178
hice". Boisdron se vió sin alternativas en Francia y recordó la invitación que hacía
tiempo le había realizado fr. Reginaldo Toro, que como dijimos antes buscaba frailes
europeos para restaurar la vida común en la desorganizada provincia dominicana
argentina.
Boisdron consiguió en Paris los medios económicos para realizar el viaje:
"Yo era sacristán mayor del convento, en mi celda tenía dinero de los
estipendios de misa. Saqué cien francos, y en lugar de ir a Lyon, me refugié en
mi familia. Lo primero que hice fue pedirles 100 francos que envié al Prior del
Convento de Carpentras. Después fui a París, de aquí para allá, tratando de
conseguir dinero para realizar cuanto antes mi viaje a América. Trece días
transcurrieron desde que me fuera del convento sin que recibiera noticias de
mis superiores. Por fin un sábado, esto es el 26 de febrero, el mismo día en
que había conseguido la nave, tres horas antes de ponerme en marcha me
llegaron a Burdeos dos cartas, una del Rvdo Padre Provincial, otra del Rvdo P.
Prior, que me traían juntas, buenas y piadosas consideraciones y me urgían
que volviera a mí y a Dios o por lo menos no me fuera a América sin haber
obtenido el permiso de tu Reverendísima Paternidad. Pero yo ya había pagado
mi boleto en el barco, había hecho todos los gastos del viaje y no me restaban
sino dos o tres horas para reflexionar y decidirme. En una palabra, era muy
tarde. Pensé que debía partir y partí" 50.
"Era febrero de 1876; fui recibido por los PP de Buenos Aires con gran bondad,
generosidad y ese espíritu de hospitalidad fraterna que distingue a la población
Argentina. El provincial de los dominicos en la Argentina era entonces el R. P.
Reginaldo González, argentino, porteño (así llaman a los naturales de Buenos
Aires que es puerto) y de temperamento argentino, culto, honrado, inteligente y
apreciado. El prior del Convento de Buenos Aires era el RP Jesús Estévez,
español, de carácter especialmente firme, algo duro, muy trabajador, bien
conceptuado y adicto a la observancia regular. // La comunidad era numerosa y
floreciente, más de lo que ha sido después hasta la fecha. Casa de
postulantes, de novicios, de coristas (que así eran los conventos entonces) con
varios Padres y legos, poseyendo un movimiento de personal, asaz
considerable. Se transmite como juicio bien sentado la opinión de este
convento de Buenos Aires, que gozaba de prosperidad bajo todos los
aspectos...pero apreciado con el criterio de las prescripciones de nuestra
legislación dominicana y del régimen de otras provincias del mismo tiempo, no
pasaba de un nivel ordinario de vida común y de observancia; bajo el aspecto
de la vida intelectual y espiritual. Por ejemplo no se observaba el silencio en
ninguna parte, ni de día ni de noche; guardábase la vida regular a “grosso
modo” en sus líneas más sustanciales" 53.
51
Carta de Fr. Reginaldo González a Fr. Sanvito, Buenos Aires, 5 de abril de 1876, Epistolae Variaque,
Serie XIII, Caja 024098 (AGOP).
52
Anotación de Sanvito en respuesta a la Carta de Fr. Reginaldo González a Fr. Sanvito, 5 de abril de
1876, Epistolae Variaque, Serie XIII, Caja 024098 (AGOP).
53
Autobiografía, f.14.
180
"Tucumán era entonces, en el año 1876 una ciudad de veinticinco y treinta mil
habitantes. Su territorio el más reducido de todos los demás estados de la
Confederación, pero en toda su extensión cultivable y sumamente fértil,
presenta el aspecto de un inmenso valle encerrado entre montañas que
arrancando de la famosa cordillera de los Andes, levantan sus altas y
hermosas cumbres, dibujando bajo un firmamento habitualmente diáfano, sus
líneas suaves con el brillo de las nieves perpetuas unido a los verdes de una
vegetación permanente que al bajar hacia los llanos forma sobre las laderas de
la sierra, selvas vírgenes de una extraordinaria elevación y de un
enmarañamiento o espesura imposible de ser penetrada. Es la naturaleza más
54
Carta de Reginaldo González a Sanvito, Buenos Aires, 8 de noviembre de 1876. Epistolae variaque, XIII
024098 Prov. Argentinae (1874-1898) (AGOP).
55
Participa como delegado en los Capítulos Generales de la Orden en Viena, 1898; Gand (Bélgica) 1901;
Viterbo (Italia) 1904; Venlo (Holanda) 1913. En 1920, a la edad de 75 años, realiza su último viaje a
Europa.
181
56
Autobiografía, f.17.
57
Carta de Boisdron a Elmina Paz, El Potrero, 21 de enero de 1890, Caja: Correspondencia Boisdron-
Elmina Paz de Gallo, (AHDT).
58
Autobiografía, f.18.
59
Carta de Boisdron a Elmina Paz, El Potrero, 21 de enero de 1890.
182
60
Carta de Boisdron a Benjamina Méndez, Capitán Blanco, enero 24 de 1913. Caja, Tarjetas Postales de
Boisdron a las Hermanas Dominicas (AHDT).
61
Ya se hizo referencia a esta mujer de la elite de Tucumán, con quien Boisdron fundó el primer asilo de
huérfanos de Tucumán, a causa de la epidemia del cólera de 1886 y luego la Congregación de Hermanas
Dominicas.
62
Carta de Fr Boisdron a Elmina Paz, Cádiz, 21 de septiembre de 1890, Caja: Correspondencia Boisdron-
Elmina Paz (AHDT).
63
Carta de Fr. Boisdron a Elmina Paz, Italia, 15 de mayo de1904. Caja: Correspondencia Boisdron-Elmina
Paz (AHDT).
64
Carta de Fr. Boisdron a Elmina Paz, Roma, 9 de octubre de 1890, Caja: Correspondencia Boisdron-
Elmina Paz (AHDT).
65
Fue Walter Benjamin quien analizó el personaje de Baudeliare con lucidez: "el flâneur está en el umbral
tanto de la gran ciudad como de la clase burguesa. Ninguna de las dos le ha dominado. En ninguna de las
dos se encuentra en su casa. Busca asilo en la multitud” (Benjamin, 1991: 184).
183
“Por necesidad que se impone a la misión del sacerdote fui llevado a tomar
parte en el inacabable conflicto que traen las cuestiones de fe y ciencia, de
religión y política, de moralidad y sociabilidad. Sobre este terreno en que es
difícil deslindar los límites respectivos de cada asunto, no se perdonan a los
contrarios los calificativos de liberal o intransigente, extremos igualmente
nocivos, la intransigencia creando antipatía y alejamiento de la verdad, el
liberalismo prestándose a la relajación y a la disolución de los principios de
ella" 70.
de la iglesia. Por estar en el umbral, las personas que viven un estilo de vida religiosa nunca hablan de la
presencia de Dios sin evocar su ausencia, utilizando un lenguaje más simbólico que declarativo.
70
Boisdron, Palabras en su 50 aniversario sacerdotal (1919: 49).
185
71
Fue un escritor francés (1866-1942) preocupado por la cuestión social, colaboró con la prensa del
movimiento internacional comunista. Fue a través de sus novelas, promotor de la emancipación de la
mujer. Visitó Tucumán en 1911 y dio una conferencia en el Teatro Belgrano a la que asistió Boisdron,
luego de ese encuentro, escribió palabras de elogio al escritor francés afirmando que “sus escritos
refrescan e iluminan las cuestiones que preocupan nuestra mentalidad moderna (…) y demuestran su
independencia del sectarismo parcial y odioso que está de moda en nuestros días” (Boisdron, 1921
[1911]: 357-359).
72
El Norte Argentino, Tucumán, 17 de octubre de 1924. In Memoriam Fr. Boisdron, pp. 38-40.
73
Autobiografía f.7.
186
74
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Roma, 9 de octubre de 1890, Caja: Correspondencia Boisdron-Elmina
Paz (AHDT).
75
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 16 de noviembre de 1890. Caja: Correspondencia Boisdron-
Elmina Paz (AHDT).
76
Sigo en este acercamiento al itinerario de Boisdron algunas intuiciones de Certeau en la descripción
que realiza de Labadie, un místico," wandersman'', errante, caminante, migrante. Cfr La Fábula Mística.
77
Quizás no sea casual que en el Museo que las Dominicas de Tucumán conservan en memoria de sus
fundadores, se encuentren aún los zapatos de Boisdron, como símbolo de su intenso peregrinar.
78
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, 1º de noviembre de 1906. Caja: Correspondencia Fr.
Boisdron con Hermanas de la Congregación, Fascículo: Cartas a Catalina Zavalía (AHDT). Catalina fue
una de las primeras compañeras de Elmina Paz en la creación del Asilo Huérfanos y de la Congregación
de Dominicas.
187
"en el bajo a corta distancia de las viviendas, se extiende una planicie poco
ancha de norte a sur (dos o tres kilómetros) pero muy larga e infinita. Sus
praderas continuas, siempre verdes y frescas, sombreadas por hileras de
árboles, están regados por un riachuelo o ribera de la Tude, de curso tan
tranquilo, que bien puede simbolizar el temperamento de sus habitantes" 81.
79
Relatos de viaje, 1913, f.1.Caja: Escritos de Boisdron (AHDT).
80
Autobiografía, f.1.
81
Autobiografía, f.1.
188
"Me pareció entonces que respiraba los aires de otro mundo y de otra vida.
Desde los primeros días que pasé en Francia yo me interrogué a mí mismo,
preguntándome si estaba impresionado y cuáles eran mis impresiones. Esta
tierra en que he nacido y que he pasado exactamente hasta esta fecha la mitad
de mi vida...me presentaba y avivaba recuerdos, esperanzas, esfuerzos,
padecimientos y goces que formaban la primera trama de mi existencia, los
placenteros y primeros bríos de la juventud " 82.
82
Relatos de viaje, 1913, f.2r-2v
83
Autobiografía, f.15.
189
Caviglia, Manuel Eyrea, Cornelio Echave, Ángel Boisdron y el hermano lego 84 Miguel
Irribarren.
El relato de viaje de Boisdron, desde Buenos Aires a Tucumán en tren, está
impregnado de simpáticas descripciones de las peripecias del trayecto. Las vías del
ferrocarril no llegaban todavía a la ciudad de San Miguel de Tucumán, de manera que
debieron parar en la estación que "entonces llamada Telfener, del nombre de la
empresa del arquitecto italiano que había construido la línea y que hoy se llama
85
Monteagudo” . Esa noche la pasaron los frailes en un depósito de la estación, entre
sacos de harina y maquinarias, mientras fr. Echave, "de temperamento adamado y
tímido, nos entretuvo con temas de masones que él había oído decir llenaban la
administración del ferrocarril". Al día siguiente -continuaba su narración Boisdron,
"aprovechamos un trozo de línea no entregado todavía al servicio público, que solo
servía para llevar los materiales de construcción del avías, subiendo sobre palos
toscos en vagones de carga." Llegaron hasta Simoca donde fueron recibidos por el
prior de Tucumán, fr. Jordán Zelaya y una familia les dio alojamiento, allí, "comimos
con apetito que había aguzado el viaje, conversamos con el gusto que da la confianza,
dormimos al aire en un patio lleno de naranjos, acariciándonos el perfume de los
azahares". Al llegar a Tucumán, se dejó impregnar por el aroma de los "jazmines,
madreselvas, magnolias, rosales, cactus, sobre todo naranjos, cuyo aroma en una
atmósfera templada y a la suave luz de las estrellas de un cielo sereno y puro,
confirmaban el concepto que se nos había dado de Tucumán, llamada en todo el país,
el jardín de la república" 86.
El desarrollo de la industria azucarera y la llegada del ferrocarril producirán una
profunda transformación en Tucumán; 1876 es el año que, simbólicamente, expresa la
llegada de la "modernidad" a Tucumán con la extensión de las vías férreas hasta San
Miguel, la capital; por esas mismas vías llegaría Boisdron, un fraile "francés, liberal y
moderno", como fue nombrado en varias oportunidades.
La vida común se restableció el 15 de septiembre de ese mismo año. En el
acta de instauración se insistía en la puesta en práctica de las constituciones,
horizonte fundamental de la restauración: "nuestras Constituciones debéis estudiar
siempre todos: los Superiores para saber lo que han de mandar y sobre todo el modo
como han de gobernar y los súbditos para saber toda la intención de sus deberes y el
modo como las han de cumplir, ha de ser el norte seguro, la estrella polar que los ha
de guiar" 87. La confianza en las Constituciones como clave para la organización social,
84
Con esta palabra se designaba a los frailes que no accedían al orden sacerdotal y se dedicaban a las
tareas domésticas del convento, en general provenían de sectores populares y no habían accedido a
estudios superiores o en algunos casos a la alfabetización.
85
Autobiografía, f.16.
86
Autobiografía, f.17.
87
Acta de instauración de la vida común en Tucumán, 15 de septiembre de 1876, Archivo de la Orden de
Predicadores en Tucumán (AOPT), Libro Priores Provinciales, Letras I, 1779-1890,
190
"Dentro del término de un mes a contar desde la fecha, el R.P. Prior que fuese
en consorcio de uno o dos religiosos hará infaliblemente una visita personal a
las habitaciones de todos los religiosos y mandará que se le ponga de
manifiesto todo lo que posean en muebles o ropas, alhajas, dinero, etc., y si ve
que hay algo que sea contra la pobreza, por su calidad o cantidad, lo aplicará
al uso común o hará de ello lo que juzgase conveniente” 88.
88
Acta de instauración de la vida común en Tucumán, 15 de septiembre de 1876, f.3.
89
Acta de instauración de la vida común en Tucumán, 15 de septiembre de 1876, f.3.
191
"El R.P. Prior, habiendo reunido los RRPP que componen la comunidad, les
propuso este asunto (del noviciado). Estudiando con madurez y conciencia esta
cuestión, y examinando el estado del Convento, su interés espiritual, sus
recursos materiales en el presente y probables en lo futuro, juzgaron y
decidieron por unanimidad que el dicho convento de Tucumán puede mantener
al menos el número de novicios prescripto por nuestras Constituciones" 94.
90
Las solicitudes de secularización se encuentran en el Archivo de la Provincia San Agustín (AOPSA).
91
Carta de la Comunidad de Tucumán a Sanvito, Tucumán, 5 de junio de 1877, Serie XIII, Caja 024098
(AGOP)
92
Humberto de Romanis, en Libro de Constituciones y Ordenaciones de la Orden de Predicadores, Nº 6.
93
Humberto de Romans, Expositio regulae, Cap. XVI: Opera de vita regulari, 1276, ed. Berthier, 1895: 72.
94
Carta de la Comunidad de Tucumán a Sanvito, Tucumán, 5 de junio de 1877, Serie XIII, Caja 024098
(AGOP)
95
Carta de Reginaldo Toro a José Sanvito, 10 de noviembre de 1877, Serie XIII, Caja 024098 (AGOP).
192
96
Es la asamblea de frailes que se realiza entre dos capítulos generales, en donde se evalúa la marcha
del proyecto común.
97
Consta en el libro de Registros y Acuerdos de Provincia, 1891-1920, ff.82-83. (AOPSA)
193
"nuestro arribo era toda una novedad que llenaba las conversaciones, con los
proyectos de vida común y renovación del convento, aprobando unos y
desaprobando otros. Aún algunos sacerdotes clérigos y religiosos, nos miraban
de muy arriba y decían: “Oh, estos Padrecitos, que van a hacer? No pasarán
seis meses y tendrán que regresar a sus conventos”. El pronóstico no fue feliz,
tan bien quedamos con simpatías del público, que prosperó nuestra
Comunidad, espiritual y materialmente; mantuvo su régimen hasta la fecha 98 y
los frailes que nos había criticado vieron el provecho y no mucho después
establecieron ellos mismos el régimen de vida común y regular" 99.
98
Por algunos datos vertidos en la autobiografía, se puede datar en 1910.
99
Autobiografía, f. 21
100
Diputado provincial y nacional, gobernador de la provincia y ministro de Justicia e instrucción pública de
la Nación.
101
Ministro de Interior, Rector de la Universidad de Buenos Aires y candidato a vicepresidente de la
República en 1928.
102
Autobiografía, f. 27.
194
103
Ver Cuadro Nº3 listado de asociaciones católicas.
104
Los estudios de Sara Amenta (2006; 2008; 2009) sobre las cofradías y asociaciones ligadas al
Convento de Tucumán permiten tener un amplio panorama de las redes sociales de los frailes dominicos.
También el trabajo de Sofía Brizuela sugiere interesantes líneas de interpretación sobre las asociaciones
laicales dominicanas (2009).
105
Esta Cofradía ha sido estudiada por Beatriz Robledo, en un trabajo muy documentado sobre las
fuentes existentes en el ADT, (2003).
106
Autobiografía, f.31.
195
107
Carta del Prior de Santo Domingo, Fr Ángel María Boisdron al Vicario Capitular de Salta, Pablo Padilla
y Bárcena, Tucumán, 23 de junio de 1885. Legajo: Cofradía de San José de la Buena Muerte.s/f. (AAT)
108
Discurso de Fr Boisdron con motivo de la Instalación de la Biblioteca del Apostolado de la Oración de
Santo Domingo en Tucumán, 30 de octubre de 1908. (Boisdron, 1921:151-155)
196
“llevó la cofradía del Santísimo Nombre con grande aparato juntando para el
efecto personal como el que dice el Evangelio el Señor mandó recoger sobre la
plaza pública, gentes toda de la clase ínfima. El se interesaba grandemente por
ellos y ellos lo querían a él. La obra hubiera dado grandes y valiosos resultados
si se dirigiera con más criterio, discreción y juicio para armonizar las
obligaciones de la vida conventual con esta labor exterior y para su director
demasiado absorbente (…) el Padre Martini pasó a otro convento, esta
Asociación languideció” 110.
La cofradía sufrió una reorganización gestionada por fr. Pedro Zavaleta 111
quien, en 1899, hizo de la Cofradía del Ssmo Nombre de Jesús, la Asociación de
Obreras del Ssmo Nombre de Jesús, buscando “la moralización de las mujeres de
servicio y de humilde condición”, a las que convocó en Sociedad bajo la protección y
amparo de Smo Nombre de Jesús:
109
Actas de la cofradía del Smo Nombre de Jesús. Acta de Sesión General y extraordinaria, 5 de abril de
1885 (ADT).
110
Autobiografía, ff.28-29.
111
Sobre la figura de Fr Pedro Zavaleta, la creación del Centro Católico de Obreros y la Asociación de la
mujer obrera, ver Roselli (2003; 2005; 2008; 2010)
197
Por otra parte, el P. Boisdron impulsó la creación del primer Centro Católico de
obreros en 1895, siendo su primer director fr. Pedro Zavaleta. Los Círculos de Obreros
tuvieron en Argentina la impronta del P. Grote quien, desde 1892, difundió por todo el
país la creación de estas asociaciones de obreros católicos en el marco de lo que se
llamó el catolicismo social, línea de pensamiento que respondía a los lineamientos de
la encíclica Rerum Novarum de León XIII. El principal objetivo de los círculos era la
defensa y promoción del bienestar material y espiritual de la clase obrera, buscando
contrarrestar la acción socialista y anarquista difundida también en la Argentina del
último cuarto del siglo XIX. En los Centro Católicos de Obreros se fomentaron
actividades de socorro mutuo fundación de escuelas, creación de agencias de trabajo,
espacios de recreación, conferencias sobre temas religiosos, morales, científicos
(Roselli, 2003: 318).
En un discurso pronunciado en el Centro Católico de Obreros de Tucumán,
Boisdron planteaba la necesaria reforma de la sociedad y, refiriéndose al crecimiento
del socialismo, advertía que “cuando un movimiento se produce en estas
proporciones, digno es que se le estudie, cuando así prenden ciertas ideas es que
contienen poderosos gérmenes de vida” (Boisdron, 1921: 22). En la misma línea
denunciaba la enorme desigualdad en las condiciones de vida de las personas y
señalaba: “el que meditando y profundizando este orden de cosas, queda indiferente,
mudo, impasible, es que no tiene corazón en su pecho, ni alma en su cuerpo” (1921:
24).
La reorganización y revitalización de las actividades del convento de Tucumán
fue favorecida por la reestructuración de antiguas y creación de nuevas cofradías,
comprometiéndose en esta tarea a un gran número de mujeres. A partir de estas
asociaciones muchas mujeres de la élite 113 asumieron la tarea de evangelización y
catequesis -ámbito antes exclusivo de los religiosos-, tomando contacto con otros
sectores sociales más desprotegidos.
La aplicación de nuevas estrategias para la captación de fieles fue asumida
sistemáticamente por los frailes dominicos, quienes supieron reconocer en las mujeres
a potenciales colaboradoras para la revitalización de la fe amenazada por el laicismo.
De esta manera, las mujeres fueron artífices de la renovación de la religiosidad en el
112
Autobiografía, f.29
113
Los apellidos de familias de la élite: Paz, Terán, Nougués, Gallo, Zavalía, Posse, Colombres, Frías,
Avellaneda, Aráoz, López, Lobo, Alurralde, Cossio, Zavaleta, Gallo, Padilla, Avila, Etchecopar, Heller,
Bascari, Leston, Guzmán, Pondal, Peñalva, Poviña, Sal, Olmos, Usandivaras, Uriburu y otros, se repiten
entre las integrantes de cada asociación.
198
ámbito de las asociaciones religiosas, lo que les posibilitó ensayar modelos diferentes
de relaciones, por cuanto las involucraba directamente en la conducción y
funcionamiento (Brizuela, 2009).
Típicas del asociacionismo del siglo XIX, estas cofradías fueron espacios de
sociabilidad, especialmente femenino, ámbitos de ayuda mutua y para sus miembros y
en los ámbitos de proyección brindaron "incalculables beneficios para las niñas y
regeneración moral de la población" 114 como expresaba Boisdron en su autobiografía.
114
Autobiografía, f. 34.
115
Para abordar un estudio del surgimiento de la opinión pública es una referencia obligada el trabajo de
Habermas, 1982.
199
"Solo puedo asegurar a V. Exc. que muy poco se interesan por el bien de la
Iglesia y que todos sus esfuerzos se ordenan á procurar el bienestar del
convento y su propia comodidad. // Mis pastorales y edictos jamás se leen en
sus iglesias; y cuando con gran sacrificio sosteníamos el Heraldo, diario
católico y el único en esta ciudad, lejos de cooperar a su sostenimiento eran
sus peores enemigos. Recibían los diarios liberales que me atacaban con saña
sectaria y no recibían Heraldo” 116.
116
Carta del Obispo Pablo Padilla y Bárcena al Internuncio Aquiles Locatelli, 16 de octubre de 1913, f.
153r. Nunciatura Argentina, Caja Nº 40, Religiosos, fascículo 5, Terciarias Dominicas de Tucumán y PP
Dominicos (ASV).
117
Los artículos de esta polémica se publicaron en el diario La Razón de Tucumán entre abril y mayo de
1877. Con los siguientes títulos: Posse, Benjamín, "Otro fraile cuyo nombre ignoro", 13 de abril de 1877;
Boisdron, Ángel María, "A la juventud tucumana dedica estas palabras un fraile de Santo Domingo" 20 de
abril; Posse, Benjamín, "El manifiesto dado a la juventud de Tucumán por un fraile cuyo nombre ignoraba
pero hoy conozco, fraile llamado Fray M. Ángel Boisdron, 22 de abril; Boisdron, A.M. "Contestación al
Señor Don Benjamín Posse", 25 de abril; Boisdron, "Al Señor Posse todavía", 29 de abril; Posse,
Benjamín, "El fraile Boisdron espantado ante su propia obra: mi defensa", 30 de abril; Boisdron, "Otra
contestación al Señor Posse", 2 de mayo.
200
Tucumán las interpretaciones de Petruccelli della Gattina 118 sobre la vida de Jesús de
Nazareth publicadas en su libro Las memorias de Judas, en donde negaba su
divinidad y asegurba que había muerto tísico en Roma. Afirmaba también que su
mesianismo había sido una invención de los grupos contestatarios al poder romano en
la región de Judea.
Las memorias de Judas buscaba deconstruir los mitos fundantes del
cristianismo: la divinidad de Jesucristo, explicitando la necesidad de un Mesías para
concretizar la rebelión del pueblo contra el poder romano; exponiendo racionalmente lo
que se entendía como milagro; negando la virginidad de María, dando a conocer a los
hermanos de Jesús; presentando la muerte como un simulacro para después
esconder a Jesús, adormecido por un vino narcotizado y la resurrección como un
invento para justificar la desaparición del cuerpo, ya que Jesús vivo, había sido
trasladado a Roma en donde murió enfermo y desilusionado de su fracasado proyecto.
Petruccelli della Gattina describía los diferentes grupos y partidos del pueblo
judío; fariseos, saduceos, esenios, zelotes y cómo algunos líderes buscaban unir
fuerzas para arrojar a los romanos. Los esenios consideraban que todo sería inútil si
no se encontraba un profeta o un mesías que encarnase ese proyecto y moviese al
pueblo a la rebelión:
"En el templo hay medios para producir un mesías; pero no es posible suprimir
el tiempo y el espacio (...) es preciso afrontar un teatro y espectadores para el
mesías: mujeres poseídas que escupan el diablo a tiempo, catalépticos que se
muevan a hora fija, epilépticos que obedezcan a una varita (...) la ciencia se
compra, la fe se construye, pero se requiere tiempo (...) Es necesario fabricar
un profeta, un mesías se halla al volver cada esquina y es muy útil. Nuestras
provincias no producen otra cosa y la chusma solo cree en ellos, porque hablan
en nombre de Dios" (Petruccelli della Gattina, 1925: 99-100).
118
Petruccelli della Gattina (1813- 1890) fue un abogado y periodista italiano, corresponsal en París de
periódicos italianos, quien formó parte del parlamento italiano en1860-1861. Ardiente defensor de las
ideas republicanas fue fiel adepto de los principios mazzinianos. De profunda cultura histórica, su libro Las
memorias de Judas publicado por primera vez en 1866, reflejaba las nuevas aproximaciones de Renan y
Strauss a la figura histórica de Jesús de Nazareth, a su entorno social y político, como así también los
recientes estudios sobre historia de los judíos basados en los testimonios de Flavio Josefo, quien fuera
contemporáneo de Jesús de Nazaret (Petruccelli della Gattina, 1925: 5-9).
201
En este clima de ideas, el libro de della Gattina fue una expresión más de los
intentos de historiar la vida de Jesús de Nazareth desnudada de una perspectiva de
fe.
Boisdron cuestionó en sus sermones de semana santa las enseñanzas del
profesor del Colegio Nacional. La respuesta de Posse no se hizo esperar al publicar
en La Razón su reacción y refiriéndose a Boisdron como ignorante, necio y verdugo:
"al fin y al cabo no ha de ser el primer cementerio en que se ha visto, pared de por
medio, los necios al lado de los discretos, los sabios al lado de los pícaros y las
víctimas al lado de los verdugos" 119. También calificó al religioso de difamador,
calumniador, “un infame cuya conducta era una torpeza”. La polémica fue seguida por
la respuesta de Boisdron 120, en la que decía escribir para "quitar a mi adversario la
ignorancia muy excusable de mi nombre. Me llamo fray Ángel Boisdron, soy dominico
y francés 121, llegado a América hace apenas un año y a Tucumán como siete meses".
El dominico explicaba el contenido de su sermón aclarando que él no había
difamado ni calumniado a Posse, y para justificarse expuso los hechos:
119
Posse, Benjamín, La Razón, Tucumán, 13 de abril de 1877.
120
Fr. Boisdron, La Razón, 20 de abril de 1877.
121
Boisdron se presentaba como francés sabiendo que el apelativo tenía particulares resonancias en
Tucumán, en donde estaban radicadas familias francesas –de la naciente burguesía industrial- desde las
primeras décadas del 1800, entre cuyos miembros había destacados personajes que participaban del
ambiente intelectual de la ciudad. Apellidos como Rouges, Nougues, Chartier, Chavanne, Hileret tenían ya
su lugar en la sociedad, donde la revalorización de la tradición francesa era signo de refinamiento cultural.
También en el colegio Nacional de Tucumán, profesores franceses habían sido contratados por los
gobiernos provinciales del último cuarto del siglo XIX, entre los que se destacó principalmente, Paul
Groussac.
202
122
"A la juventud tucumana dedica estas palabras un fraile de Santo Domingo", Boisdron, Ángel María, La
Razón, 20 de abril de 1877.
123
Posse, B. La Razón, 22 de abril de 1877.
124
El dogma de la infalibildad pontificia había sido declarado la Constitución Dogmática Pastor Aeternus,
promulgada por el papa Pío IX el 18 de julio de 1870, tras haber sido elaborada y aprobada por el Concilio
Ecuménico Vaticano I.
125
Ernesto Padilla fue discípulo de Boisdron, político destacado, fue Diputado, Gobernador del Provincia
de Tucumán y senador nacional. Estuvo entre los fundadores de la Universidad de Tucumán, intelectual
católico que se destacó por sus participaciones en el senado de la nación. En la preparación de sus
discursos en contra del divorcio, tuvo de asesor al P. Boisdron. El prologó y coordinó la publicación de los
"Discursos y escritos" de Fr. A. M. Boisdron, como homenaje a la trayectoria de este fraile en Tucumán,
unos años antes del fallecimiento del dominico francés.
126
Padilla, Ernesto, "Una polémica del Padre Boisdron" (Padilla, 1961 [1921]: 69).
203
El decreto del Santo Oficio Lamentabili del 3 de julio de 1907, firmado por Pío
X, significó la condena del modernismo, siendo un complemento de este decreto la
encíclica Pascendi (1907) y el Juramento antimodernista (1910). La controversia
modernista acentuó el debate sobre la compatibilidad entre teología y exégesis.
Muchos teólogos tomistas se declaraban contrarios a la crítica bíblica. El conflicto
entre método teológico y método histórico estaba abierto. En la Revue Biblique,
Lagrange publicó una serie de artículos que generaron la reacción y descalificación de
127
Dominco francés (1855-1938) propulsor de los estudios bíblicos en Jerusalén.
128
Como señalamos antes, en 1896 Boisdron enviaba a l’Ecole Biblique de Jerusalén a los primeros
frailes argentinos.
129
Lagrange, Revue Biblique Nº 16, enero 1907: 144, citado en Montagnes, 2007: 109.
204
“La sana crítica no tiene que temer nada de la sana teología. Los verdaderos
teólogos ven con placer nuestros trabajos, pero es menester no hablarles de
cambios esenciales del dogma, de los libros que han sido verídicos y hoy no lo
serían; es menester no limitar la inspiración de los libros canónicos o declarar
que de hecho es compatible con el error formal, ni suponer que Dios enseña
mitos o leyendas sin realidad. Cuando estemos de acuerdo con ellos sobre los
principios de buena gana admitirán nuestras apreciaciones críticas” 132.
130
Boisdron, “El Padre Lagrange”, La Buena Noticia, nº 42, Órgano quincenal de las Asociaciones de
Santo Domingo, Tucumán, 15 de diciembre de 1907.
131
Boisdron, “El Padre Lagrange”…
132
Lagrange, Revue Biblique, 4 de octubre de 1907, citado en La Buena Noticia nº 42, Órgano quincenal
de las Asociaciones de Santo Domingo, Tucumán, 15 de diciembre de 1907.
205
“La simpatía que Ud. ha bien testimoniado con nuestra Obra de Jerusalén me
torna indiscreto. Es siempre así. Sea bueno con las personas, y ellas abusan!.
Aquí el hecho. Siendo desde hace algunos meses el prior de esta casa, tengo
la pesada carga de los recursos. Carga mucho más pesada cuanto el Maestro
General por razones conocidas por él, no me autoriza salir a pedir, como era el
caso de nuestros predecesores (cosa que confieso no me gustaría mucho, ni
sobre todo dar conferencias, como me lo pidieron en París, Estados Unidos
etc.) Me pregunté si no le sería posible enviarnos intenciones de misa. En
Francia las tenemos cada vez menos, y no estamos lejos de encontrarnos sin
salida. Pero si Ud tampoco tiene de sobra, hagamos de cuenta que no dije
nada, y perdone esta libertad un poco demasiado fraterna 133. Estoy tan atacado
un poco de todos lados, que me autoricé de enviar al Padre General su
hermosa carta 134, de la cual le agra dezco una vez más” 135.
133
La ayuda económica enviada desde Argentina es agradecida por Lagrange: “Le agradezco por este
socorro así como los sentimientos de simpatía que Ud guarda con nuestra obra. Quizás no debería dejar
entrever parte de nuestro sufrimiento; yo debo agregar que la situación parece mejorar. Por otra parte, se
comprende muy bien que frente a las aberraciones de algunos, tiene sentido mucha desconfianza de la
cúpula. Yo espero que con el tiempo la situación se tornará más clara”. Carta de Lagrange a Boisdron,
Jerusalén, 30 de Octubre de 1908. Caja: Correspondencia a Boisdron, Carpeta: Lagrange a Boisdron
(AHDT).
134
Boisdron le había enviado el artículo publicado en su apoyo, el que remite a Roma el P. Lagrange. Este
se conserva en el Serie XIII, 024102, Epistolae Variaque, 1907-914 (AGOP)
135
Carta de Lagrange a Boisdron, Jerusalén, 15 de junio de 1908, Fasc. Cartas Lagrange a Boisdron,
Caja: Correspondencia a Boisdron (ADT)
206
136
Bruno hacía referencia a un dossier que se encontraba en el Fondo de la Nunciatura Argentina del
Archivo Secreto Vaticano, elaborado por el P. Lugones, entonces vicario foráneo de Santiago del Estero.
137
Informe del P. Rainero Lugones al Nuncio Antonio Sabatucci, octubre de 1897, sobre el discurso del
Padre dominicano francés, Fr. Ángel Boisdron La Religión y la Ciencia, pronunciado en Monteros al
colocarse la piedra fundamental del nuevo colegio de las Hermanas Dominicas, publicado en el diario El
Orden de Tucumán, Nº 3994, 18 de octubre de 1897. Caja Nº 1. Fasc 12, ff. 263- 292, Archivo Nunciatura
Argentina (ANA) Internunciatura de Mons. Antonio Sabatucci.1900-1906. (ASV)
207
La actitud del P. Boisdron no era nueva, según informó Lugones pues ya había
expresado algo similar con motivo de la inhumación de los restos del Dr. Bruland,
publicado en el mismo diario El Orden (febrero 1895):
138
Informe del P. Rainero Lugones al Nuncio Antonio Sabatucci, octubre de 1897. Diócesis de Córdoba.
Caja Nº 1. Fasc 12, ff.267-268. (ANA) Mons. Antonio Sabatucci.1900-1906, (ASV).
139
Discurso publicado el 18 de febrero de 1895 en La Orden, Nº 3216 y citado en el Informe del P.
Rainero Lugones al Nuncio Antonio Sabatucci, octubre de 1897. Caja Nº 1. Fasc 12, f.274. (ANA) Mons.
Antonio Sabatucci.1900-1906. (ASV)
140
El nº IX del Syllabus de Pío IX, a que se refiere Lugones es el siguiente: “Todos los dogmas de la
religión cristiana sin distinción alguna son objeto del saber natural, o sea de la filosofía, y la razón humana
históricamente sólo cultivada puede llegar con sus solas fuerzas y principios a la verdadera ciencia de
todos los dogmas, aun los más recónditos, con tal que hayan sido propuestos a la misma razón”. La
primera parte del Syllabus en la que Lugones encuadra los errores de Boisdron se refiere a los errores de
panteísmo, naturalismo y racionalismo absoluto”.
141
Informe del P. Rainero Lugones al Nuncio Antonio Sabatucci….octubre de 1897, f.292.
208
“una parte de una zarzuela escandalosa y la han cantado los mismos artistas
del teatro que esta noche van a representar esa zarzuela en el teatro y con
142
Memoria de la Visita canónica a la Provincia de Buenos Aires. 1899. f.132, 024080 Visitationes
Canonicae 1861-1913, Serie XIII Provinciae, Congregationes, Missiones (AGOP).
143
Memoria de la Visita canónica a la Provincia de Buenos Aires. 1899…f.192
144
Los Principios de Córdoba y el P. Boisdron, Diócesis de Córdoba. Fascículo 12, Caja Nº1, ff.248-293.
(ANA) Mons. Antonio Sabatucci (ASV).
145
Celebrado en Roma en 1899. ver cap 1.
209
todo aparato: todos los hombres y mujeres que forman la compañía han
cantado; y le advierto que ha sido un canto enteramente cantado” 146.
146
Carta de Mons. Cabanillas a Mons. Ferrero, 23 de septiembre de 1900 Diócesis de Córdoba. Fascículo
12, Caja Nº1, f. 253-254. (ANA) Mons. Antonio Sabatucci (ASV).
147
Carta de Mons. Cabanillas a Mons. Ferrero, 23 de septiembre de 1900, (Diócesis de Córdoba.
Fascículo 12, Caja Nº1, f. 254v. (ANA) Mons. Antonio Sabatucci (ASV).
148
Los Principios, 22 de septiembre de 1900, en Los Principios de Córdoba y el P. Boisdron. Diócesis de
Córdoba. Fascículo 12, Caja Nº1, ff. 248r- 293r. (ANA) Mons. Antonio Sabatucci. (ASV).
149
Los Principios, 22 de septiembre de 1900. Cfr.De las colectas de limosnas recomendadas por la
iglesia, Concilio Plenario Latinoamericano, Título XI, Cap. VIII Nº799.
150
P. Boisdron, Carta al Director. Los Principios, 23 septiembre de 1900. Los Principios de Córdoba y el P.
Boisdron (ANA) Mons. Antonio Sabatucci. Diócesis de Córdoba. Fascículo 12, Caja Nº1, ff. 248r- 293r.
210
la pieza era inofensiva. Fue por ello que se había permitido que se interpretara esa
Salve a la Virgen 151.
La polémica quedaba abierta. El editor de Los Principios contestó a Boisdron
que en “la librería salesiana de Buenos Aires se pueden obtener todos los ejemplares
que se necesiten y sobre la mesa de nuestra redacción encontrarán uno todos los que
quieran inspeccionarlo” e irónicamente puso en evidencia que Boisdron desconocía la
existencia de los documentos publicados del Concilio, haciendo alusión a su erudición
sobre otros temas:
“es muy extraño que la erudición innegable de Boisdron, que le permite abarcar
hasta los folletos que se han publicado en los últimos meses sobre la China 152,
no haya alcanzado a tener noticia de una publicación tan importante como es la
del Concilio Latinoamericano y mucho más extraño es que no conozca la
Instrucción sobre música sagrada emanada de la Sagrada Congregación el año
94!” 153.
151
Entrevista al P. Boisdron, La Patria, 24 de septiembre de 1900.
152
Se refiere a una conferencia sobre el sistema de gobierno en China que Boisdron había pronunciado
en la Biblioteca de la Universidad de Córdoba, el 19 de septiembre de 1900 y había sido publicada en el
periódico La Libertad el 20 y 21 de septiembre.
153
Los Principios, 23 de septiembre de 1900.
154
Los Principios, 25 de septiembre de 1900.
155
Los Principios, 25 de septiembre de 1900.
211
Afirmaba que "si San Pablo viviese hoy, sería periodista" y le resultaba
evidente que "la sagrada predicación resuena poco fuera del recinto del templo".
Boisdron llama a Chateaubriand, Montalembert y Lacordaire, los "campeones de la
prensa", de quienes aprendió a descubrir la importancia de este medio de difusión y
creación de opinión.
156
Los Principios, 26 de septiembre de 1900.
157
Sobre la prensa católica en la segunda mitad del siglo XIX, son importantes los aportes de Auza
(1981); Lida (2006; 2008; 2009). Sobre la prensa en Córdoba, son sugerentes los trabajos de Roitenburd
(2002) y Ayrolo (2006).
158
Lo que es la prensa (Boisdron,1921 [1911]: 353-356).
212
pasión de la libertad, una de esas pasiones que son culto y agregan al amor tranquilo
una fiebre heroica capaz en sus accesos de todas las luchas y de todas las victorias"
y, refiriéndose a la juventud argentina, concluía:
"La juventud sobre todo, formada en estos aires de pura y elevada libertad se
apasionará por ella, le dedicará su talento y su influencia y trabajará para que
triunfe en todas las instituciones de su país y defienda todo lo que es bueno,
justo y santo. Así adelantará en la vida, cantando el himno de su infancia y de
su patria. "Libertad, libertad, libertad" (Boisdron, 1921 [1899]: 65-66) 159.
Fue a causa de estas palabras que, al igual que había acaecido con
Lacordaire, fue censurado y con sospecha se hizo el siguiente comentario sobre su
conferencia:
159
La conferencia “Noción y régimen de la libertad” fue pronunciada en la Biblioteca de la Universidad de
Córdoba el 25 de octubre de 1899 (Boisdron, 1921: 59-66).
160
Carta de Fr. Jerónimo Corderech op al Obispo Fr. Reginaldo Toro, Roma, 18 de junio de 1900 (En ese
tiempo, Fr. Corderech se desempeñaba como secretario del Maestro de la Orden, Fr. Andrés Frühwuirth).
Notas Particulares del Señor Obispo, 1884-1903. Legajo 42, tomo III, Archivo Arzobispado de Córdoba
(AAC).
161
Juan B. Terán, (Tucumán, 1880-1938) se graduó en derecho y sociología ne la Universidad de Buenos
Aires. Fue profesor de literatura y filosofía y rector de la Universidad Nacional de Tucumán. Fue uno de los
principales propulsores de la fundación de la Universidad de Tucumán, dando cauce así a las inquietudes
de un grupo brillante, llamado Generación del centenario: Alberto Rougès, Ernesto Padilla, Miguel Lillo,
Julio López Mañán, Ricardo Jaimes Freyre, Juan Heller, José Sortheix, José Ignacio Araoz, entre otros
miembros de un grupo singular en la historia de la cultura del interior del país.
213
162
Se refiere a la Conferencia de Boisdron en el Centro de Obreros de Tucumán, 1896 (Boisdron, 1921:
22-29).
163
La Tribuna, Córdoba, 17 de octubre de 1924, In Memoriam de fr. Ángel María Boisdron (1925).
164
El Heraldo, Tucumán, 23 de octubre de 1924.In Memoriam Fr. Ángel Boisdron (1925: 59-61).
165
Carta de Ángel María Boisdron a José Sanvito, 6 de abril de 1876, Epistolae Variaque Serie XIII, Caja
024098 (AGOP).
214
Ese mismo año de 1910, se realizó una visita canónica desde la Curia General
de la Orden, y los informes presentados no fueron favorables a Boisdron,
responsabilizándolo de todos los "males" que se hallan en la Provincia Bonaerensis 167.
El visitador informaba que aunque excelente catedrático y buen religioso, Boisdron
había sido un mal superior, por debilidad, por un espíritu extremadamente conciliador,
que había dado por resultado el que “a todos haya desagradado y sobre todo que en
sus dos provincialatos 168 haya ido decayendo a ojos vistos la disciplina regular y en
aumento los defectos” 169.
Es probable que ese contexto de cuestionamiento a su gestión como provincial,
las críticas recibidas por la venta de terrenos y la inversión posterior del dinero, lo
impulsaran a escribir su propia versión de los hechos, en un intento de restaurar su
imagen. La autobiografía, como derecho de propiedad de su propia imagen, se
convirtió así para Boisdron en una posibilidad de “decir su vida según su propio
166
Autobiografía, f. 40. Caja: Escritos de Ángel María Boisdron, (AHDT).
167
Informe de la visita realizada por el Visitador General para América Latina, Fr. Figueras, 1910. Serie
XIII, Caja 24080, Visitationes canonicae 1861-1913 (AGOP).
168
Boisdron fue Provincial en Argentina en dos períodos 1894-1898 y 1901-1905.
169
Informe de la visita realizada por el Visitador General para América Latina, Fr. Figueras,
1910…II,Parte,f.3.
215
El hombre que se toma el trabajo de contar su vida sabe que el presente difiere
del pasado y que no se repetirá en el futuro; se ha hecho sensible a las diferencias
más que a las similitudes, cree que resulta útil fijar su propia imagen, ya que de otra
manera desaparecerá como todo lo demás de este mundo.
En varios párrafos de su autobiografía, Boisdron destacaba su propia
experiencia como un aporte original y valioso a la vida dominicana en Tucumán:
170
Sigo intuiciones de Sylvia Molloy en su artículo “Derecho de propiedad. escenas de la escritura
autobiográfica” (2005: 11-21).
171
Autobiografía, f. 32.
216
172
Autobiografía, f.23.
173
"L'oreille de l'autre. Otobiographies, transferts, traductions. Textes et débats avec Jacques Derida,
1892 :16-17, citado en Lourerio (1991: 7)
218
174
François Dosse, explica los sentidos de una vida al analizar el arte de la biografía (2007: 393).
219
“Grandes son Señor los motivos que tenéis para castigarnos porque la
impiedad en unos y la indiferencia en otros produce una corrupción sin límites;
pero también grande es vuestra misericordia, y a la vez que envías un azote
para castigar los errores de los pueblos, también tenéis el poder de desarmar
vuestro brazo”.
Esta oración, publicada en el periódico para ser rezada por toda la feligresía,
explicaba la epidemia como un “azote de Dios” para corregir los errores del pueblo. A
su vez, el texto de la plegaria describía la angustia y aflicción que padecía la
población: “reina la consternación más horrorosa, la gente huye de un pueblo a otro,
1
Un primer avance de esta temática ha sido abordado en Folquer (2011).
2
El Orden 4 de enero de 1887. Biblioteca Fundación Miguel Lillo, Tucumán.
3
La oración publicada en Tucumán contiene el imprimatur del Obispo Federico Aneiros, Vicario Capitular
de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Aneiros ejerció como Arzobispo entre 1873 y 1894. Durante la
epidemia de fiebre amarilla, la sede estaba vacante debido al fallecimiento de su predecesor Mariano
José de Escalada en 1870.
4
La cifra de defunciones según el “Informe de la Comisión de Salud Pública de la Nación sobre el cólera
en las provincias del norte” fue de 4.787. La población de la capital San Miguel de Tucumán, según el
censo nacional de 1869 era de 17.438 habitantes. Hacia 1895 la ciudad albergaba 34.000 habitantes. No
se cuenta con la cifra exacta de la población de 1886-1887 y las cifras de mortalidad son incompletas,
debido a que solo se recogieron los datos de los lazaretos establecidos en la capital durante la epidemia y
los del informe del jefe de sepultureros del enterratorio especial sin tener en cuenta los difuntos del
cementerio común. El informe tampoco computa los cadáveres inhumados fuera de los cementerios y los
que quedaron insepultos en zonas rurales ni los que morían en sus domicilios. Las fuentes en un período
pre-estadístico carecen de rigurosidad y de criterios homogéneos y tampoco la epidemia aparece
registrada en los libros de defunciones de ninguno de los dos curatos de la Capital (Rectoral y La
Victoria). Estos datos son analizados por Parolo, Campi y Fernández (2006).
5
El término “imaginario” es muy complejo y tal vez ambiguo. Pretendo utilizarlo como categoría que me
permita dar cuenta de concepciones colectivas que hacen posible prácticas comunes impregnadas de
sentimientos ampliamente compartidos de legitimidad. En el caso que nos ocupa, con el concepto
imaginario religioso hago referencia al tipo de creencia común que permite el desarrollo de prácticas
religiosas colectivas que dan sentido a una sociedad. La concepción hace posible la práctica porque la
práctica encarna en gran medida la concepción. Las personas han funcionado siempre gracias a su
comprensión implícita del repertorio común, sin necesidad de recurrir a ninguna perspectiva teórica de
conjunto. Desde esta perspectiva utilizo el término “imaginario religioso”, de manera análoga al uso que
Charles Taylor hace del concepto “imaginario social” (Taylor, 2006: 37-45). También puede servir de
referencia la sistematización de las diversas perspectivas con que se utiliza el concepto imaginario social,
realizada por María Cristina Estebánez en la voz “imaginario social” del Diccionario de Ciencias Sociales y
Políticas (Di Tella, 2008).
223
buscando garantías que no encuentra para su vida”. Así mismo expresaba respeto a
los “irreprochables designios divinos” que provocaron “el mortífero flagelo”,
expresando el dolor y la impotencia de la ciencia para dominar el mal, razón por la cual
se imploraba a Jesucristo, “médico divino”:
6
Génesis 18 y 19. En este relato bíblico, Dios termina destruyendo las ciudades de Sodoma y Gomorra,
pero advirtiendo a Lot -el único justo que encontró allí- que junto a su familia huya de la ciudad para evitar
ser aniquilados en ella.
224
“Tuya será nuestra vida desde hoy, pero sí nuestra promesa no os basta,
interpongo la mediación y méritos de esa divina criatura predestinada entre los
predestinados y los del glorioso San Roque a quien elegisteis para abogado
contra la peste…”
7
La afirmación de Lutero -interpretando la Carta a los Romanos 3,18- que la justificación no se adquiere
por ninguna obra, ley o mérito sino que la sola fe hace justa a la persona ante Dios, generó uno de los
debates más importantes de la reflexión teológica cristiana (Vilanova, 1989, t. II: 219-326). El Concilio de
Trento ratificó la postura católica afirmando que las buenas obras del hombre justificado no son sólo don
de Dios sino también mérito del hombre mismo y que por las buenas obras se adquiere la gracia y la vida
eterna. Concilio de Trento (1545-1563) Sesión Sexta, 13 de enero de 1547. Decreto sobre la Justificación,
canon 32, Denzinger-Hünermann, Nº1582 (2000: 503) Cito las formulaciones del Magisterio de la Iglesia
según la sistematización de Denzinger-Hünerman, en adelante DH, seguida del nº del párrafo, año de
edición y página. Utilizo la edición Nº38 del Enchiridion Symbolorum Definitionum et Declarationum de
Rebus Fidei et Morum.
8
La participación de los méritos de María y de los Santos en la obra redentora de Jesucristo es una
doctrina de larga data. El Papa Clemente VI en la Bula del Jubileo “Unigenitus Dei Filius” (1343) expone
por primera vez la doctrina sobre el “tesoro de gracia” de la Iglesia (elaborada por los teólogos desde el
siglo XIII) como fundamento para las indulgencias. En la conformación de este “tesoro” es fundamental el
aporte de los “merecimientos de Cristo que son infinitos y de los méritos de la Bienaventurada Madre de
Dios y de todos los elegidos desde el primer justo hasta el último” DH Nº1027, (2000: 405). El Concilio
Vaticano II (1962-1965) afirma que María “con su asunción a los cielos no abandonó su misión salvadora
sino que continúa procurando con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna. Constitución
Dogmática Lumen Gentium (LG) Nº 62; DH Nº4177 (2000: 1145).El Catecismo de la Iglesia Católica (Nº
1478) ratifica que las indulgencias se obtienen por la Iglesia en virtud del poder de atar y desatar que le
fue concedido por Cristo Jesús, interviene en favor de un cristiano y le abre el tesoro de los méritos de
Cristo y de los santos para obtener del Padre de la misericordia la remisión de las penas temporales
debidas por sus pecados (Concilio de Trento, Sesión 25, Decreto sobre las indulgencias, 4 de diciembre
de 1563; Pablo VI, Constitución Apostólica, Indulgentiarum Doctrina, 1976, Nº8).
9
Para una aproximación a las cuestiones de la culpabilidad, el purgatorio y la acumulación de
indulgencias en la era colonial en la región del Río de la Plata, pero que bien pueden aplicarse a la
mentalidad decimonónica, ver Fogelman (2004).
10
“La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto
a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la
Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de los
méritos de Cristo y de los santos", Pablo VI, Indulgentiarum Doctrina, Normas Nº 1. “La indulgencia es
parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente. Todo fiel
puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto
parciales como plenarias" Código de Derecho Canónico c. 992-997.
225
11
La teología católica utiliza el concepto “economía de la salvación” acuñado desde la tradición patrística,
para referirse a la realización en la historia del plan salvífico de Dios (Catecismo de la Iglesia Católica,
Nº1066) y a las mediaciones establecidas por la iglesia para participar de la redención divina, entre las
cuales se encuentran los sacramentos, plegarias, obras de caridad, etc.
12
Es fundamental para el abordaje de la evolución de esta doctrina el estudio de Jacques Le Goff (1985).
13
Las primeras definiciones pontificias respecto del purgatorio como lugar intermedio entre el infierno y el
cielo, se encuentran en la carta del Papa Inocencio IV de 1254, que busca superar las diferencias
doctrinales entre la iglesia latina y la griega respecto de este estadio intermedio del alma del difunto.
Quien ha fallecido habiendo cometido pecados veniales o faltas ligeras, sin haberlas purgado en el curso
de su existencia, las mismas “gravan el alma después de la muerte” pero tiene la oportunidad de
purificarse en este “espacio” intermedio y para ello puede recibir ayuda de los sufragios de la Iglesia. Esta
carta es considerada el acta de nacimiento doctrinal del Purgatorio como “lugar”. Luego el II Concilio de
Lyon (1274) dará un paso más confirmando su existencia como un “alivio” para las penas en donde son
de mucha utilidad las misas, plegarias, limosnas y otras obras de piedad que los fieles tienen costumbre
de ofrecer por los demás fieles. A nivel dogmático el purgatorio no será definido nunca más por la Iglesia
como un lugar preciso o como un fuego. Las dos asambleas que instauran definitivamente el dogma del
Purgatorio en el cristianismo romano son el Concilio de Ferrara-Florencia en 1438-1439 frente a los
griegos y el Concilio de Trento en 1563, contra los protestantes. (Le Goff, 1985: 325-330)
226
4.2. Las causas de la epidemia: los pecados personales y las leyes laicas
El discurso de la jerarquía eclesiástica 18 buscó explicar las causas de la
epidemia, tomando como referencia los tópicos comunes de la tradición bíblica: las
conductas desordenadas e inmorales son el origen del castigo divino. El 26 de
Noviembre de 1886, el Vicario Foráneo 19 de Tucumán, Presbítero Ignacio Colombres,
se dirigió a la población mediante una circular que ponía de manifiesto su
interpretación de las causales de la epidemia, invitando a realizar prácticas
devocionales para obtener misericordia:
17
Para una historia de la teología católica respecto a la imagen de un Dios sádico y de las prácticas de
redención, necesarias para “pagar” la deuda contraída por los seres humanos a causa del “pecado
original” y los pecados personales, ver François Varone (1988)
18
Los primeros estudios sobre el discurso eclesiástico en tiempos del cólera en Tucumán fueron
realizados por Sofía Brizuela y Pablo Hernández (2000; 2003) agradezco a los autores las conversaciones
y sus textos que enriquecieron mi reflexión.
19
Hacia 1886, Tucumán no era sede de obispado (lo será recién en 1897) y dependía como vicaría
foránea del obispado de Salta como lo observamos en el capítulo 1.
20
El Orden, 27 de noviembre de 1886
228
consecuencia de los vicios humanos que habían provocado la ira divina. La circular
evocaba un tópico característico de la tradición bíblica, en donde las “costumbres
desarregladas” provocaban el caos y la humanidad debía ser purificada por una
catástrofe o epidemia que permitiría tanto la purificación de los seres humanos como
el aplacamiento de la cólera divina mediante prácticas que calmaran al Dios ofendido.
La comprensión del castigo divino como causa de la muerte colectiva no es sólo propia
del cristianismo. Ejemplos de esta interpretación se encuentran en la antigua literatura
griega y latina, y en los textos de todas las tradiciones religiosas (Delumeau, 1989:
165); en la tradición cristiana existe una abundante literatura y manifestaciones en las
artes plásticas que confirman la concepción que “el cielo” enviaba el castigo y que
había que aplacar la ira de Dios, prosternarse y lamentar los pecados, como lo expone
Georges Duby (1995: 30).
Otras de las explicaciones encontradas para comprender las causas de la
epidemia son señaladas en una homilía pronunciada en la iglesia catedral, a principios
de enero de 1887, por el p. Carlucci, un sacerdote jesuita que había arribado a
Tucumán, proveniente de Córdoba, junto a otros compañeros para socorrer a los
enfermos. El sacerdote asociaba la epidemia y el castigo divino con la cuestión de las
llamadas leyes laicas que se debatían en esos años, y con otras transformaciones
sociales del proceso de secularización decimonónico. La crónica periodística
recuperaba los siguientes aspectos abordados en el sermón:
“1º El remedio de los males sociales actuales está en la educación de los niños
2º La sociedad actual sucumbe por la educación anticristiana, por la
introducción del matrimonio ateo, por la violación del precepto de santificar las
fiestas, por las lecturas prohibidas, especialmente de las publicaciones
periódicas propagadoras de malas doctrinas, por la abolición de todo respeto a
la autoridad, etc.” 21.
21
El Orden, 10 de enero de 1887.
229
advertía sobre los efectos nocivos de la prensa periódica, principal factor de creación
de opinión independiente y adversa de la autoridad religiosa 22. El discurso eclesiástico
buscaba recuperar el espacio social perdido y la epidemia de cólera -con el fervor
religioso que suscitó- fue una oportunidad para fortalecer el predominio de la
institución como mediadora de la salvación, ante un pueblo atemorizado por la muerte
masiva. En plena ebullición de un proceso secularizador del estado y la sociedad, la
población impactada por el descontrol de la epidemia, se refugió en el discurso
eclesiástico y en las prácticas religiosas que el clero proponía, para tranquilizar las
conciencias y buscar protección divina ante el flagelo.
El sermón hacía clara alusión a los debates en torno a la creación del Registro
Civil y el establecimiento del matrimonio civil, que el predicador llamó “matrimonio
ateo”. Como ya analizamos en el capítulo 1, la segunda mitad del siglo XIX estuvo
impregnada por las disputas en torno a la redefinición de espacios y campos de poder,
clima que subyace a la homilía pronunciada en Tucumán con motivo de la epidemia de
cólera.
En este proyecto de modernización del estado, la educación laica era
considerada la mediación fundamental, en un país de inmigrantes. El sacerdote jesuita
que pronunció el sermón a principios de 1887 explicaba que una de las causas de la
epidemia era la educación anticristiana que se impartía en el país, reflejando así al
sector de la Iglesia más intransigente respecto al proceso de laicización.
22
El Delegado Apostólico en Buenos Aires, Mons. Luis Matera afirmaba que la prensa en Argentina era la
“principal difusora de ideas erróneas y perversísimas doctrinas (…) y la masonería las utilizaba como
arma potente para ridiculizar las prácticas católicas, burlarse del clero y conducir al pueblo al
indiferentismo” (Bruno, 1981:40). Para analizar algunos ejemplos de anticlericalismo en la prensa
tucumana hacia fines del siglo XIX ver García Soriano (1972: 84-85).
23
La política sanitaria de Tucumán ante la epidemia de cólera ha sido estudiada ampliamente por María
Estela Fernández (2004; 2006; 2008). Agradezco a la autora y a Vanesa Teitelbaum, el haberme facilitado
el acceso a estos textos.
230
los médicos residentes en Tucumán para que orientasen a la población en las medidas
preventivas contra la epidemia 24.
El médico tucumano Gregorio Aráoz Alfaro 25, testigo de los acontecimientos
de la epidemia, recordaba 50 años después -en 1936- que: “Fue el importador [del
cólera] un barco italiano que traía entre sus pasajeros, ansiosos por desembarcar
cuanto antes, un ministro plenipotenciario, en cuyo obsequio se atenuó el rigor de las
medidas sanitarias” 26. Con la misma falta de prevención, la enfermedad se difundió por
el interior del país al permitir que un batallón -salido de Buenos Aires ya infectado, que
debiera haber sido inmovilizado en Córdoba, donde se comprobaron los primeros
casos de la enfermedad- prosiguiera su marcha al norte, sembrando a lo largo del
camino el contagio y la muerte. En Buenos Aires se contaba ya con cañerías cerradas
de agua corriente, desagües cloacales y médicos capaces para asistir a los enfermos
y luchar contra la difusión del mal. Pero las provincias del norte -afirmaba Aráoz Alfaro-
estaban “totalmente carentes de aquellas instalaciones de higiene, la extensión del
mal hízose con gran rapidez y los estragos fueron terribles” (1938: 308).
Tucumán experimentaba hacia fines de siglo XIX un proceso de modernización
económica basado en la especialización agroindustrial azucarera, pero no presentaba
aún mejoras en el proceso de urbanización y en las condiciones de vida de los
sectores populares (Fernández, 2004). La pobreza, las malas condiciones de defensa
sanitaria y la resistencia de la población a acatar medidas que resultaban ajenas a sus
costumbres 27, hizo que la virulencia de la epidemia sea intensa en esta provincia. Las
acciones de organismos estatales, la difusión a través de la prensa de medidas
higiénicas, la organización de comisiones vecinales de desinfección, la creación de
24
Este tribunal quedó constituido por dr. Tiburcio Padilla, Juan Mendilaharzu, Víctor Bruland, Pedro
Catalán (miembro del Concejo Deliberante), Manuel Esteves, D. Posse, L. de la Peña, R. Cantón, V.
García, Francisco Mendioraz (Médico Municipal), Federico Schikendantz (Jefe de la Oficina Química
Municipal) y el dr Benjamín Matienzo (Secretario de la Intendencia). En El Orden, 9 de Noviembre de
1886. También se puede seguir el proceso de las medidas tomadas por las instancias gubernamentales
en la Compilación Ordenada de Leyes, Decretos y Mensajes (en adelante COL) del período constitucional
de la Provincia de Tucumán, que comienza en el año 1852. Documentos seleccionados, ordenados y
publicados por Horacio Sánchez Loria y Dr. Ernesto M. del Moral en 1918. Vol IX, 1885-1886. La
ampliación del Tribunal de Medicina, se encuentra en la p. 386.
25
Nació en Tucumán en 1870 y falleció en Buenos Aires en 1955. Mientras era estudiante de medicina en
la Universidad de Buenos Aires, vino como voluntario a Tucumán, para hacer de practicante en uno de los
improvisados hospitales para coléricos. Desde 1893 trabajó en la protección a la infancia y auspició la
lucha contra la mortalidad de niños. Fueron célebres sus presidencias del Departamento Nacional de
Higiene, y la instalación de nuevas secciones de profilaxis de la tuberculosis, asistencia a la infancia y
lucha contra el tracoma.
26
Gregorio Aráoz Alfaro, “El Cólera de 1886”, La Razón, diciembre de 1936. Este texto está reproducido
en Aráoz Alfaro, 1938.
27
Los pobladores de zonas periféricas y rurales se opusieron a medidas como la quema de ranchos y
desinfección de viviendas. Hubo resistencias violentas como la de la localidad de Los Sarmiento, en
donde fueron asesinados integrantes de la Cruz Roja (Goldman, 1990). En Famaillá un grupo de
exaltados se opuso a las comisiones sanitarias porque creían que tenían el propósito de envenenar a los
contagiados (García Soriano, 1972: 51). En San Antonio de Quisca, un grupo de hombres armados
intentaba evitar que la Comisión de Higiene fumigue las viviendas en la creencia que las fumigaciones
exterminaban a los coléricos para evitar la propagación del mal (García Soriano 1972: 58).
231
28
EL Orden 13 de noviembre de 1886.
29
El Orden, 13 de noviembre de 1886.
30
El Orden, 29 de noviembre de 1886.
31
La región del noroeste se caracterizó siempre por ser zona palúdica debido a las altas temperaturas.
32
García Soriano y su equipo realizaron un exhaustivo relevamiento de la prensa y de documentos de la
época para investigar sobre la epidemia en Tucumán.
232
“Concluye haciendo notar cuán grave era el olvido generalizado de todos los
deberes religiosos, en particular el de la confesión, y que todas las confesiones
hechas después de mucho tiempo de una vida descuidada eran confesiones
enfermas y cuán difícil era que se hiciera provecho” 35.
Como analiza Jean Delumeau (1992: 9), la iglesia romana quiso tranquilizar a
los fieles testificándoles el perdón divino; a cambio, exigió de ellos una confesión
explícita. Esta práctica no tiene equivalentes en otra tradición religiosa, sólo en la
iglesia católica se ha concedido importancia a la confesión detallada y repetida de los
pecados. La iglesia católica se esforzaba en su pastoral -sobre todo desde el Concilio
de Trento- en aplacar “una angustia creciente sobre la salvación en el más allá”
(Delumeau, 1992: 40). Al gran miedo del infierno, la reforma de Lutero aportó el
remedio de la justificación por la fe, desde la convicción de que el hombre pecador no
podía merecer por sí mismo y Roma replicó: “los méritos también cuentan para la
salvación”. Por ello la iglesia proponía la frecuencia del sacramento de la confesión
33
El Orden, 13 de noviembre de 1886.
34
Más adelante me detengo a analizar la lucha de facciones en la que se vio envuelto Posse, que
impidieron que llegue una ayuda más eficaz a la Tucumán.
35
El Orden, 10 de enero de 1887.
233
como ayuda a la persona que caía una y mil veces en el error. Esta teología
sacramental, que insistía en la confesión como medio de salvación, desde Trento se
había propagado de manera inusitada.
Durante siglos el discurso del clero propuso la confesión 36 como un medio
seguro de salvación, que aportaba psicológicamente alivio al pecador y tranquilidad
ante la seguridad de alcanzar el perdón divino. Junto a las misas y plegarias, la
procesión con los santos protectores fue otra práctica asumida como un desagravio
público a la divinidad. Una crónica de El Orden la describía así:
“Las campanas de los templos, con su lúgubre tañido, anunciaban a los fieles
que la procesión iba a salir: un pueblo inmenso esperaba reunido en las
adyacencias de la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes: a la aparición de
la imagen de San Miguel, que era la que presidía aquella marcha luctuosa y
consternada, como por un movimiento eléctrico, cayó de hinojos a la aparición
del arcángel. Un cielo plomizo cubría el firmamento en señal del dolor que
oprimía los corazones de aquellos creyentes, que venían a pedir al
Todopoderoso, por la intercesión de las imágenes sagradas, la desaparición
del horrible flagelo que estaba diezmando a un pueblo cristiano como
Tucumán. El orden de la colocación de la marcha era la siguiente: a San
Miguel, seguía San Roque, los Santos Apóstoles, Nuestra Señora de las
Mercedes y cerraba la marcha el milagroso Señor de la Salud cuya fe por el
irradiaba a todos aquellos ojos, tristes y escuálidos que manaban raudales de
lágrimas (…) Las más notables señoras y señoritas de Tucumán, los jóvenes
de la primera clase de nuestra sociedad, la gente del pueblo y todo el mundo
confundido imploraba la misericordia al Altísimo. Cada semblante de aquellos
creyentes era una agonía, cada mirada la expresión de un dolor profundo;
aquello era un cuadro lastimero que partiría el alma al más endurecido e
indiferente por los padecimientos de la humanidad. La fe del pueblo de
Tucumán en las imágenes sagradas que ha venerado en la procesión del
viernes ha de salvarlo y le ha de restituir la tranquilidad perdida” 37.
36
En el capítulo 7 volveré sobre la práctica de la confesión en el contexto del análisis del epistolario de fr.
Boisdron.
37
El Orden, 5 de enero de 1887.
38
Los santos en la tradición cristiana tienen un carácter tranquilizador e inspirador de confianza (Huizinga,
2003 [1923]: 224).
234
39
Alberti, Tomasa (1934) Vida de Sor María Dominga del Ssmo Sacramento Paz-Gallo, f.17, Caja:
Escritos sobre Elmina Paz, (AHDT).
235
La peste sacudió las bases del psiquismo tanto individual como colectivo
(Delumeau, 1989: 184). Se produjo un desmoronamiento de las estructuras familiares,
una desocialización de la muerte, angustia permanente y sentimiento de impotencia. El
contagiado fue abandonado por sus parientes y amigos, por sus patronos y vecinos.
Así describía el jefe de la Oficina de estadísticas de Tucumán, la escena del cólera en
Tucumán:
“Fuimos llamados a una casa de una familia bastante acomodada para recoger
en las ambulancias o camillas de la Cruz Roja y conducir al Hospital a una
niñita de cuatro años de edad, de esas infelices creaturas que con la
denominación de chinita hay a montones en las casas de regular posición
arriba. Se nos indicó una puerta, la última de la casa y entramos solos (…) Una
habitación de dos metros cuadrados, sin más luz que la de la puerta; un
montón de ropa sucia (…) en un rincón dos cajones de petróleo vacíos y en
medio de ellos, sobre una bolsa con paja, empapada en deyecciones, una
criatura amarilla, como la cal que la rodeaba, los ojos hundidos en sus
cuencas, los labios negros y las uñas clavándose en la palma de sus
manecitas (…) al salir en ningún rostro hemos visto la más insignificante señal
de dolor, ni de vergüenza. Solo se ansiaba allí arrojar de la casa, negarle hasta
el inmundo rincón en que yacía, a aquella inocente pequeñita” (Rodríguez
Marquina, 1899: 206).
Ante los primeros casos mortales y los llamados “fulminantes”, que mataban en
un día o en pocas horas, se produjo una especie de “locura colectiva, el sálvese quien
pueda de los grandes desastres”, afirmaba el médico Aráoz Alfaro (1938: 308). En
muchísimas casas de gente pobre, en cuanto se notaba en la persona los síntomas
del cólera, todos los parientes huían, dejando al enfermo solo, en la lucha terrible con
la muerte (1938: 309). Continuaba narrando Aráoz Alfaro sus memorias: “en el pésimo
hospital improvisado en el que yo serví como practicante, al abrir la puerta por la
mañana, encontrábamos diariamente tirados en el suelo y a niños y aún adultos,
abandonados allí por sus familias (…) la Municipalidad se vio en las más serias
dificultades para dar sepultura a los cadáveres”.
Manuel García Soriano (1972) recogió una serie de escenas que daban cuenta
de la desestructuración de vínculos de solidaridad: el boticario Ercole Costa, había
cerrado la Farmacia del Pueblo y partido a Europa; el farmacéutico Thibot fue multado
por el Tribunal de Medicina por haber puesto en venta un elixir con el nombre de
“especial para el cólera y toda clase de epidemias”, especulando con el pánico que la
epidemia provocaba. Otros boticarios inescrupulosos, a quienes El Orden llamaba
“vampiros del infortunio”, subían los precios de los medicamentos.
En muchas localidades los cadáveres quedaban insepultos porque nadie se
atrevía a enterrarlos y “en un conventillo de la calle San Juan, en medio de un montón
236
“No solo los médicos y los sacerdotes, para quienes la abnegación en tales
casos es un deber profesional, no sólo las señoras que en buen número, en
nuestro país, viven preocupadas de socorrer a los que sufren, sino también una
falange entusiasta y decidida de hombres, en su mayoría extranjeros -italianos,
franceses, suizos, españoles- se entregó con fervor de corazón y con
infatigable energía a cuidar de los enfermos, a transportarlos a los hospitales, a
aliviar la situación de las familias diezmadas”.
Entre los médicos que lucharon contra el flagelo, prevaleció la figura del dr.
Benjamín Aráoz, sobre quien, con motivo de su fallecimiento, fr. Ángel M. Boisdron
afirmó que la ciencia para él tenía como última razón de ser el bienestar de la
humanidad, el alivio de sus males (Boisdron, 1921 [1896]: 322).
En la convicción de Boisdron, las pestes eran permitidas para que se
destacaran las personas solidarias y heroicas:
“Si las grandes desgracias de algo sirven, aquí abajo, si estas perturbaciones
de la naturaleza tienen un objeto, si la Providencia permite nuestros males,
debe ser no para el triunfo de la ciencia, que nunca será más que un medio,
sino para un fin superior, para la revelación del orden moral, para hacer brillar
el carácter de las grandes almas destinadas a atraerse a los demás y
elevarlos” (Boisdron, 1921 [1896]: 322).
40
Sigo en esta aproximación al concepto de experiencia religiosa a LLuis Duch (2001)
238
"alcanzaba la terrible peste y los que sucumbían a ella, los enfermos y los
fallecidos, dejaban criaturas a las cuales no querían admitirlas las familias en
sus casas, ni había hospitales para recogerlos y atenderlos. A nosotros los
religiosos y los sacerdotes venían a pedir amparo con más confianza e
insistencia. Y no podíamos evadirnos de oírlos y ayudarlos, y había grande
apuro por que se solucionara el caso cuánto antes!" 41.
41
Boisdron, Autobiografía, f. 41.Caja: Escritos de fr. Boisdron (AHDT).
239
-"Usted Señora ¿no podría hacer algo por estos pobres niños? Ella calló un
instante y contestó:
- Mi Padre, a los niños pobres los ayudaré, no solo con dinero, sino con mi
persona. Yo los cuidaré, mi casa será la de ellos". 46
42
Autobiografía, f. 42.
43
Estaba casada con Napoleón Gallo, político de Santiago del Estero, quien había fallecido el 1º de junio
de 1886.
44
Autobiografía f. 42.
45
Autobiografía, f. 42.
46
Alberti, Tomasa, Vida de Sor María Dominga del Ssmo Sacramento Paz-Gallo, 1934, f.19. Caja:
Escritos sobre Elmina Paz-Gallo (AHDT).
240
También se sumó a esta empresa su hermano, Benjamín Paz, quien le dijo: "si
tú ves que puedes hacer esta obra tan grande, yo te ayudaré en todo lo que pueda";
otro gran colaborador fue el joven médico dr. Ignacio Colombres, quien le manifestó:
"Dios te pide que hagas esta obra tan grande; yo atenderé a los niños, yo te ayudaré,
sigue adelante; es un gran bien que vas a hacer a tantos niños desamparados, Dios te
ayudará" 51.
Así, el 28 de diciembre de 1886, conmemoraba Boisdron, "hallábanse reunidos
en la casa de calle Belgrano, hoy 24 de Septiembre, a media cuadra de la plaza
Independencia, unos 40 párvulos, cuyo número aumentó diariamente y fueron librados
del contagio y de la muerte" 52.
Figura Nº 24. El Orden, Sobre la obra de Elmina Paz
50
Vida de Sor María Dominga….f. 21.
51
Vida de Sor María Dominga….f. 21.
52
Autobiografía, f. 42
53
Las tareas de educación y cuidado son para Hannah Arendt acciones de Amor mundi (Bárcena, 2006:
126)
54
Como se señaló en el capítulo 1, Tucumán era hacia 1887 una vicaría foránea del obispado con sede
en la vecina ciudad de Salta. Presidía esa diócesis el vicario capitular Padilla y Bárcena porque todavía no
se había nombrado el nuevo obispo.
242
Esta iniciativa femenina, tan propia del siglo XIX, de congregarse bajo un
objetivo religioso y caritativo, generó en Tucumán un nuevo espacio para las mujeres
con inquietudes religiosas y de participación social. Varias mujeres encontraron en
este espacio un ámbito específico de intervención social, con los rasgos propios que
propone la caridad y el servicio a los sectores más vulnerables (Hernández y Brizuela,
2000).
La fundación de este asilo, que en los primeros meses de 1887 ya albergaba
más de 80 niños, constituyó el antecedente de la futura congregación dominica.
“algunas pues de las que se habían juntado a ella para cuidar a los huerfanitos
y otras a que movía la gracia divina, se presentaron a Elmina Paz de Gallo
resueltas a no separarse y dedicarse bajo la bandera de NP Santo Domingo, a
55
Carta de Elmina Paz y sus compañeras al Obispo Padilla y Bárcena, mayo de 1887. Legajo: Hermanas
Dominicas (AAT).
243
Figura Nº 26: Elmina Paz-Gallo y un grupo de huérfanas. Tucumán, fines de siglo XIX.
56
Autobiografía, ff. 43-44.
57
Autobiografía, f. 45.
244
58
Para el análisis de las élites y las redes sociales, me resultaron muy sugerentes los estudios de Sábato
(1991); Langue (2000); Moutoukias (2000); Bertrand (2005); Losada (2009); Herrera (2003; 2005; 2007;
2008) y también el de Acosta Rodríguez (2000) en el que se distancia claramente de los significados
dados por los anteriores.
245
esta presencia por la existencia de una suerte de pacto que vinculó a las élites del
interior con las del litoral y por la presencia de miembros de la misma en el ejército
nacional (Herrera, 2003: 112) 59. Como otros grupos del interior, los miembros de la
élite tucumana buscaron contrapesar desde dentro del estado nacional el desequilibrio
socioeconómico que se agudizaba en su contra, dejándolos en posición asimétrica
respecto de las fracciones implantadas en el litoral (Sábato, 1991: 166).
Miembros de la élite tucumana fueron factores constitutivos del bloque de
poder que cristalizó en el 80 y que permaneció hasta la democratización política que
se dio en la segunda década del siglo XX (Bravo y Campi, 2000: 76). Esto fue posible
por el papel del senado y el sistema electoral indirecto que permitía a las élites locales
un margen de negociación, sobre todo para imponer candidaturas provinciales. Los
gobiernos se constituyeron en electores, por el control de la sucesión y la
manipulación del voto (Herrera, 2003: 112). Esta cooperación entre el poder local y el
gobierno central permitió que varios tucumanos se elevaran a la esfera nacional,
accediendo a puestos claves en la toma de decisiones políticas que facilitaron el
desarrollo económico de la provincia. El acceso al crédito, la construcción de obras de
infraestructura (puentes, canales, ferrocarriles, etc), las medidas proteccionistas
arancelarias, entre otras cuestiones, fueron negociadas por los miembros de la élite
tucumana para lograr el despegue definitivo de la industria azucarera local.
Conviene hacer aquí un inciso para recordar que, durante el período colonial,
Tucumán se había ido configurando como un activo centro comercial que actuaba
como bisagra entre los mercados andinos, del Pacífico y del litoral atlántico. Se había
producido una notable interrelación entre la producción de Potosí y la vida económica
de la región del Tucumán. Hasta la creación del virreinato del Río de la Plata (1776),
Tucumán era una marca, una frontera, una avanzada en la empresa española de
‘abrirle puertas a la tierra’ en la minería alto peruana y se transformó en una zona
intermedia entre la minería del altiplano, la ganadería del litoral y el puerto de Buenos
Aires. El comercio de mulas fue una de las fuentes económicas más importantes para
Tucumán, junto a la construcción de carretas –favorecida por la abundancia de buenas
maderas- y el comercio de tejidos. Las manufacturas textiles constituían el medio de
vida de numerosas mujeres y sus familias. Fue Tucumán un importante centro de
curtiembres, las que aprovechaban el tanino del cebil y la cal de Córdoba y
Catamarca. Se desarrollaban otros cultivos como el maíz, algodón y lino. Se contaba
con pequeños molinos que elaboraban harina de trigo y maíz. Superado el aislamiento
económico posterior a las guerras de emancipación, se estrecharon vínculos políticos,
59
Agradezco a la dra Claudia Herrera, su generosidad en facilitarme su tesis doctoral inédita, que me
permitió comparar la actuación de varios políticos tucumanos estudiados por ella con el de Benjamín Paz.
246
Los agricultores cañeros sin ingenio propio crecieron rápidamente de los 200 en 1877
a 400 en 1881 y a 2.630 en 1895 (Páez de la Torre, 1974: 74).
Los ingenios azucareros introdujeron reformas, reemplazando los trapiches de
madera por trapiches de hierro. Luego la transformación tecnológica requirió la
inversión de grandes sumas de capitales, de manera que el número de ingenios
clasificados como tales se mantuvo estacionario y los establecimientos inferiores
provistos con un simple trapiche de madera y con los demás elementos del sistema
antiguo, fueron decayendo y reduciéndose al rol de cultivadores. Con este criterio se
contabilizaban hacia 1881, 34 fábricas (Bousquet, 1882: 519-522) y se produjo un
proceso de concentración industrial.
El estado nacional implementó políticas dirigidas a potenciar dicha industria,
además de la extensión de la línea férrea, que abarató los costos, acortó distancias y
facilitó la importación de maquinarias, estas fueron eximidas de todo impuesto
aduanero, la ley de aduanas protegió el arancel del azúcar y se redujo el costo del
flete de la misma en ferrocarril (Herrera, 2003). Dentro de la provincia se construyeron
ramales ferroviarios a los ingenios. También el estado intervino reduciendo las
elevadas tasas de interés y otorgando créditos para solventar las grandes inversiones
que exigía la importación de maquinarias, las obras civiles y la extensión del área de
cultivo. Por último, el estado facilitó la creación de un mercado de mano de obra barata
para la industria azucarera, a través de las “leyes de conchabo”, lo que se tradujo en
un sistema coercitivo de control, captación y retención forzosa de trabajadores que
conformaron el proletariado azucarero. El problema de la “falta de brazos” era
considerado en la década del 80 de capital importancia; se comprendía que la
atribución del gobierno nacional era la de “fomentar sin demora la introducción en la
provincia de un gran número de inmigrantes oriundos de partes más cálidas de Europa
y ‘reducir’ las numerosas tribus de indios que están vagando en el Chaco, los cuales,
según ensayos practicados en la provincia de Salta, se prestan fácilmente a esta clase
de trabajos” (Bousquet, 1882: 539).
La élite tucumana jugó un papel mediador en el arribo de la modernidad a
Tucumán, manejando una fluida comunicación con el poder central en donde la
cooperación y la reciprocidad de favores eran las claves. La conjunción de estos
factores posibilitó, como señalamos líneas arriba, el auge azucarero caracterizado por
la fiebre modernizadora, la expansión del área cañera, el montaje de grandes
unidades industriales, la constitución de una masa de decenas de miles de
asalariados, el aumento espectacular de la producción azucarera, la conquista del
mercado interno y la conformación de una élite azucarera que concentrará en sus
manos el poder económico y político -además del prestigio social- hasta la segunda
248
mitad del siglo XX. Dicha élite pudo así estar presente en el espacio del poder central
e influir en el mismo por el apoyo político- militar que la provincia brindó al gobierno
nacional para terminar con los últimos focos localistas en el norte y consolidar así la
autoridad del estado nacional, custodiando los intereses nacionales en toda la región
norte. Como bien explican Bravo y Campi (2000: 91), “el ejecutivo nacional se valió de
jefes militares leales, frecuentemente con sólidos lazos en el patriciado provinciano,
para suprimir el recurrente estado de guerra interna provocado tanto por los
levantamientos de las últimas montoneras como por los enfrentamientos entre
gobernadores, que dirimían también por las armas sus diferencias”.
El ministerio del interior fue una herramienta clave para las negociaciones entre
el poder central y los poderes locales, por el carácter principal de agencia de
desarrollo que aquel tenía, ya que comprendía las funciones de obras públicas,
agricultura y ganadería. Los tucumanos que accedieron al ministerio del interior fueron
Uladislao Frías, bajo la presidencia de Sarmiento (1868-1874); Benjamín Paz durante
la primera presidencia de Roca (1880-1886), Salustiano Zavalía bajo la Presidencia de
Juárez Celman (1886-1890) y Marco Avellaneda en la presidencia de Figueroa Alcorta
(1906 -1910). El rol de estos mediadores entre Tucumán y el poder central estaba
definido por la vinculación familiar o clientelar y se desempeñaba a través del cobro de
créditos otorgados a la provincia por el gobierno nacional, que se utilizaban para pagar
los salarios de la administración provincial o por cualquier otra gestión que se
necesitara realizar ante el poder central.
Los dos presidentes tucumanos, Avellaneda y Roca, fueron intermediarios
fundamentales entre Tucumán y Buenos Aires. El ascenso de Roca al poder estuvo
marcado por sus victorias militares. Esa complementación de itinerarios, relaciones y
carreras en diversos puntos de la geografía cimentó el poder de la élite tucumana.
Nicolás Avellaneda había estudiado derecho en Córdoba, y luego se radicó en Buenos
Aires, ingresó en las filas del Alsinismo y con ello inició su carrera política. Los casos
de Uladislao Frías y Benjamín Paz fueron, sin embargo, diferentes pues fueron sus
puestos de dirigentes locales los que les permitieron alcanzar prestigio nacional.
249
60
Las dos anteriores había correspondido a Sarmiento ( San Juan) y Avellaneda (Tucumán)
61
Gobernador de Tucumán 1881-1882.
62
Carta de Miguel Nougués a Roca, 27 de agosto de 1882, Legajo 25, agosto 1882.s/f. Sala VII, Fondo
Julio Argentino Roca (AGN).
250
“Por ahí creo que está este pobre muchacho Octavio Gallo -según he oído- con
un pequeño empleo, se crió al lado de mi hijita, lleva el apellido de mi pobre
viejo y tiene una madre pobre, te pido hagas lo que puedas para mejorar la
situación de este pobre. // Mi compadre Juan Sonier, que hace cuatro años que
trabaja en el taller del ferrocarril, desea colocarse en la aduana, se va mañana
buscando mejorar su salud, si puedes recomendarlo para que lo ocupen creo
harás una obra de caridad, parece un hombre bueno” 63.
El rol de los mediadores y las alianzas que realizaron fue fundamental para la
superación de la desintegración y el enfrentamiento armado. El rol del estado como
articulador de relaciones sociales y garante del orden social se fue redefiniendo en
este ‘intercambio de dones’. Es Marcel Mauss quien da luz sobre estas estructuras
arcaicas de superación de la violencia:
63
Carta de Elmina Paz de Gallo a Benjamín Paz, Tucumán, 18 de julio de 1885, (APW).
64
Carta de Benjamín Posse al Presidente Roca, 29 de diciembre de 1882, Legajo 28, noviembre-
diciembre de 1882. Fondo Roca (AGN).
251
65
Desde 1832 a 1860 se registran las siguientes compras efectuadas por Manuel Paz, 3 estancias y 4
casas, según se constata en los siguientes documentos: Año 1832, f.43 (compra una quinta);
1836,f.58v(compra casa); 1836, f. 26v (compra potrero); 1837,f.160v (traspaso de tierras); 1839,
f.180v(compra estancia); 1844, s/f (compara casa); 1847,f.32 (compra casa); 1849,f.63 (compra casa);
1852,f.18 (compra tierra); 1855,f.208 (compra estancia); 1855,f.217 (compra chacra); 1860,f.164 (poder
testamentario). En la Serie B, encontramos las siguientes: 1831, f.25 (compra casa); 1837,(f.30) compra
casa; 1850, f.77 (compra estancia;) Sección Protocolo (SP), Serie A, Archivo Histórico de la Provincia de
Tucumán (AHT).
252
66
Dalmira Colombres pertenecía a otra familia de hacendados e industriales tucumanos de larga
trayectoria.
67
Entonces vice-presidente de la Nación, durante el segundo mandato de Roca.
68
Carta de Elmina Paz a Benjamín Paz, Tucumán, 26 de noviembre de 1901. Correspondencia Benjamín
Paz, Archivo Familia Paz-Wrigth (APW),
69
Manuel Paz comerció sobre todo en ganado.
70
Paz, Manuel. Inventario de sus bienes, Tucumán, 21 de septiembre de 1861. Se puede apreciar en este
documento el patrimonio acumulado por este hacendado que sumaba entre bienes muebles e inmuebles,
$ 115.506. Para tener un parámetro de sus bienes, en el mismo inventario se establece el valor de una de
sus estancias en $11.200, la misma tiene 16 leguas cuadradas de extensión. Sección Judicial, Caja 103,
(Exp.2 fs1-50), (AHT).
253
Benjamín, fue el único hijo de Manuel Paz que realizó sus estudios de Derecho
en la Universidad Nacional de Córdoba, doctorándose en el año 1858. El resto de la
familia se dedicó a la actividad agropecuaria, explotando las estancias y fincas
heredadas. Sólo Leocadio 71 se convirtió en industrial azucarero, fundando el Ingenio
San Juan en sociedad con Juan Posee (Schleh, 1944: 114-117).
Benjamín Paz corresponde al grupo de políticos tucumanos hacendados
aunque no azucarero en este caso, que accedió al poder 72. Fue el único hijo de
Manuel Paz que se dedicó a la política en el ámbito nacional, gestionando mejoras
para la provincia, en una suerte de división de roles implícita en las élites del interior.
Su título de Doctor en derecho lo habilitaba para esta función, a diferencia de su
hermano Leocadio que actuó en el ámbito local como hacendado y luego como
industrial azucarero aumentando el patrimonio de la familia. En otras familias también
se puede observar esta distribución de roles y funciones; mientras unos miembros se
dedicaban a la política provincial y a acrecentar la fortuna familiar, otros estudiaban y
tenían presencia en la política nacional (diputado, senador o ministro de Interior)
gestionando mejoras para la economía de la familia y de su provincia, como bien lo ha
estudiado Claudia Herrera (2003; 2007; 2008).
75
Hagamos un inciso para señalar que esta facultad fue el antecedente de la Universidad de Tucumán
con facultad de conferir grados de Licenciado y Doctor en Jurisprudencia; Hacia 1881, el Gobierno
Nacional suprimió su protección y apoyo económico declarándola fuera del régimen interno del Colegio
Nacional donde funcionaba. Ver Lizondo Borda (1948: 214).
76
Paz fue senador por Tucumán en dos períodos 1876-1882 y 1886-1892. Al concluir su primer período
asumió como gobernador de Tucumán y luego del segundo se incorporó a la Corte Suprema de Justicia
en donde ejerció su presidencia hasta su muerte en 1902.
77
El proyecto que provocó el reconocimiento de Paz como hombre de leyes, fue la elaboración de una
minuciosa Fe de erratas del Código Civil, ya que errores de copia o impresión, dejaban incompleto o
alteraban de manera substancia el pensamiento que se había querido expresar y ponían diversas
disposiciones del mismo código en la más abierta contradicción; ver el Discurso del Dr. Benjamín Paz en
la Cámara de Senadores, junio 22 de 1878, Congreso de la Nación, Diario de Sesiones,13º Sesión
ordinaria Fe de Erratas del Código Civil, 1878, pp.106-115.
255
gobernador, ministro del poder ejecutivo nacional, senador y diputado, pero ubica a
Benjamín Paz, como el político tucumano de mayor jerarquía en el 2º rango, quien es
el único que en el período de 1880 a 1916 se desempeñó como gobernador, ministro y
senador nacional.
Sin lugar a dudas, el ejercicio electoral en la “república restrictiva” del 80,
donde fueron pocos los que participaron de la vida política porque prevaleció un
régimen censitaire (Botana, 1994: 87), impuso fuertes condicionamientos de coacción
o manipulación electoral. Cobró importancia el sistema de negociaciones,
recompensas y sanciones que se estableció entre un puñado de notables. Las Juntas
electorales eran el ámbito en el que se promovía este estilo electoral. El Senado era,
en este esquema, el instrumento de control al servicio de la élite. Era una institución
que agrupaba a quienes, habiendo concertado el poder y prestigio en una
circunstancia provincial, volcaban esa capacidad de control en el ámbito nacional.
Constituía un ámbito de comunicación de oligarquías, en el cual participaban del
manejo de los asuntos nacionales y donde tenían garantizado un mandato extenso y
renovable; era el lugar de convivencia de los “notables” (Botana, 1994: 114).
Detengámonos un momento para observar el momento de la elección de
Benjamín Paz como gobernador de Tucumán y su discurso. El 12 de agosto de 1882
se reunieron los diputados y electores en el local de la legislatura para realizar la
elección del gobernador de la provincia. La asamblea electoral sancionó con fuerza de
ley el nombramiento del dr. Benjamín Paz, el 14 de agosto de 1882. En la carta de
aceptación del cargo dirigida a la honorable legislatura señaló:
“Soy de los que creen que la Provincia tiene el derecho a exigir de sus hijos la
prestación de sus servicios. Cualesquiera que sean, pues los sacrificios
personales que me demande el desempeño del honroso puesto para el que soy
llamado, no puedo menos de aceptarlo con el propósito firme de consagrar mis
esfuerzos y toda mi voluntad al lleno de los deberes que me impone” 78.
78
Paz, Benjamín. “Mensaje a la Honorable Legislatura, Tucumán, septiembre 22 de 1882”. CL VIII (1881-
1882) 1917: 359.
256
79
Carta de Miguel Nougués a Roca, 27 de agosto de 1882.s/f. Fondo Julio Argentino Roca, Legajo 25,
Agosto 1882. Sala VII (AGN)
80
Roca, Julio a M. Nougués, sin fecha. Páez de la Torre, 1987: 576.
257
81
COL IX, 1917: 25.
82
COL IX, 1917: 150.
83
Entre las fundadoras, por citar solo un ejemplo, Matilde Zavalía, era hija Salustiano Zavalía, Salustiano
Zavalía, notable político tucumano, abogado de profunda vocación literaria. Fue presidente de la Cámara
de Representantes de Tucumán; ministro general de la Provincia en épocas de la Coalición del Norte en
1840 para hacer frente a la tiranía de Rosas. Exiliado en Lima, Perú, luego convencional constituyente en
Santa Fe, en 1853. En 1855 integra la comisión para redactar la constitución provincial de Tucumán. Fue
gobernador de Tucumán (1860-1861) y senador nacional en 1863. Matilde (quien luego asumió como
religiosa el nombre de Catalina) Zavalía fue la gestora de todas las fundaciones que se realizaron entre
1886 y 1911, debido a la amplia gama de vínculos familiares en las provincias de Tucumán, Santiago del
Estero, Santa Fe y Buenos Aires. Sus redes sociales le facilitaron los contactos necesarios para la
apertura y financiación de los asilos-conventos.
258
84
Ernesto Padilla (Gobernador de Tucumán 1913-1917) con motivo de la muerte de Elmina Paz, se
refería a su obra como un verdadero acto de “piedad social”. El Orden, Tucumán, 3 de noviembre de
1911.
85
Rememoración de Sor María Dominga del Ssmo Sacramento, 1º de noviembre de 1912, (Boisdron,
1921:202)
259
86
Agradezco a Pilar García Jordán la sugerencia de lectura de este artículo. Digamos de paso que la
mirada del fotógrafo que retrató, en tantas oportunidades, a las mujeres religiosas dominicas y sus
huérfanos, buscó informar, representar, hacer significar y provocar imitación.
260
“Creo Señor que dado que se trata del sostenimiento, convendría una
subvención que asegure una entrada precisa mensual. Se acostumbra
concederla para instituciones análogas consignándose las correspondientes
partidas en la ley de presupuesto. Como Ud. sabe esta tiene su origen en la
cámara de diputados, en donde en breve se considerará la que habrá de regir
para el año venidero. En obsequio a los fines que usted se propone alcanzar
me permito, pues, indicarle la conveniencia de que ponga usted el pensamiento
bajo protección valiosa de alguno de los varios amigos con que U. cuenta entre
los diputados al Congreso por esa provincia. De esta manera e incluida la
subvención en el proyecto de ley del presupuesto por la cámara originaria, creo
87
Diario de Sesiones Cámara de Senadores. Congreso de la Nación,29º Sesión ordinaria- agosto 2 de
1888, Buenos Aires, 1910, p. 290.
88
Carta de Benjamín Paz a Elmina Paz, Buenos Aires, 5 de septiembre de 1888, Carpeta:
Correspondencia Elmina Paz (AHDT).
89
Como escribió a su hermana: “Estoy con la esperanza de Ernesto consiga del Ministerio de Justicia,
Culto, una subvención para el momento, de dos mil pesos. El ministerio no la tiene prometida y ha
prometido valores muy superiores para el año venidero. Esperaremos. En todo caso siempre será cierto
que la Divina Providencia no te ha de faltar...” Carta de Benjamín Paz a Elmina Paz, Buenos Aires, 4 de
julio de 1888 (AHDT).
261
Figura Nº28: Benjamín Paz Figura Nº29: Elmina Paz y Benjamín Paz
90
Carta de Benjamín Paz a Fray Reginaldo Toro, Buenos Aires, septiembre 1º de 1888, Legajo 42 tomo 2
1887-1899 notas al Obispo, Vicario y Secretario, (AAC).
91
Una detallada crónica de la revolución de 1887 se encuentra en (Páez de la Torre, 1974: 66-91).
92
Integrante de esta familia fue Napoleón Gallo (1819-1886), esposo de Elmina Paz. Tuvo una activa vida
política siendo presidente del Comité de Autonomía Nacional en Tucumán. Apoyó la candidatura de
262
“la mala voluntad que se le tiene a este gobierno, o porque solicitábamos una
cosa imposible, dado el estado de finanzas en que se encuentra el Gobierno de
la Nación, ó por los pocos recursos de que dispone la Comisión de Auxilios. En
fin, sea de ello lo que fuere, haremos aquí lo que se pueda arreglado a
nuestros pocos recursos; cuidando nuestros enfermos y alimentando a los
menesterosos, que hoy son muchos”.
Bernardo de Irigoyen para las elecciones de presidente de 1885, lo que le valió la enemistad con Juárez
Celman. Provenía de una familia de Santiago del Estero, de raigambre federal partidario de Urquiza.
Durante la dictadura de Rosas se radicó en el Paraguay dedicándose a la explotación agropecuaria. De
regreso a la Argentina vivió en Buenos Aires y al retornar al norte se vio enfrentado al clan de los Taboada
que dominaron la política santiagueña durante largos años. Esto lo obligó a emigrar a Tucumán en donde
colaboró con sus sobrinos en los emprendimientos azucareros familiares. Participó en expediciones
militares y fue integrante de las milicias fieles a la confederación en Tucumán y Salta. El Orden, 9 de
enero de 1887.
93
Carta de Juan Posse al Gral Roca, Tucumán, 14 de Enero de 1887. Fondo Roca, Legajo 55 (cctubre-
diciembre de 1886) (AGN). Una primera aproximación al conflicto político vivido en Tucumán y la epidemia
de cólera ha sido analizada en Folquer (2010b).
263
amortizar un 10 por ciento cada tres meses”. Así mismo se quejó de Juárez Celman
expresando que sería conveniente que:
“el sr. Presidente, no deja de manifestar su mala voluntad á esta situación, hoy
no encuentro razón para que manifieste tanta ira con una situación que no
cometió mas falta que no darle sus votos. Te digo esto porque debes saber que
va dos veces que me he dirigido a él con telegramas de atención como a la
primera autoridad de la república y no me ha contestado, esta conducta me
parece no debe ser en un hombre de su altura”.
A pesar de los esfuerzos realizados por Posse, éste fue acusado de ser el
responsable de la epidemia. El 12 de junio de 1887 estallaba un movimiento
revolucionario para derrocar a las autoridades provinciales. Un testigo de los hechos,
José Ponssa, narraba lo acontecido:
“El jefe visible de este movimiento fue Lídoro Quinteros, afiliados a su partido,
conjuntamente con un cuerpo de ejército (4º de Infantería llegado de Córdoba)
y operarios de los ferrocarriles traídos también de dicha ciudad. Después de 26
horas de combate en la Plaza Independencia, los revolucionarios derrocaron al
Gobierno de Juan Posse a cosa de 125 muertos y otros tantos heridos,
consolidando así el Dr Juárez Celman su sistema absorbente de gobierno: el
Unicato de Juárez” 94.
94
El artículo de José Ponssa publicado en la Revista Tribuna Farmacéutica, Nº2, 1949, pp98-104, está
reproducido en García Soriano (1972: 76-87).
95
Discurso en la Cámara de Diputados, Sesión 1º de junio de 1887: 174, citado en (Guy, 1982: 73).
264
Nación acusaba a Juárez de haber querido vengarse por no haber obtenido los votos
presidenciales en Tucumán. El 10 de agosto de 1887, Lídoro Quinteros -quien había
liderado el derrocamiento de Posse- resultaba elegido gobernador. El unicato
desplazaba a un grupo de la élite para colocar a otro.
Un testigo de los hechos, Vicente Gallo 96, describió la agitada vida política de
Tucumán del último cuarto del siglo XIX, en donde la provincia se encontraba dividida
en dos polos: liberales y federales, unitarios y mazorqueros 97:
“La división llegó a tales extremos que las familias no se visitaban ni saludaban.
Había dos clubs sociales: el club del Progreso que funcionaba en la vieja casa
que fue de Doña Dorotea Terán de Paz (…) Este centro agrupaba a familias de
federales, cuyos principales dirigentes eran sus socios permanentes y
concurrentes asiduos a tomar café (…) En el otro, el club Social, más antiguo y
de más amplia difusión, con local en una espaciosa casa de bajos, se reunían
en igual forma los liberales y sus familias” (Gallo, 1939: 340).
96
Vicente Gallo (Tucumán 1873- Buenos Aires 1942) fue abogado, miembro de la Unión Cívica Radical
desde sus comienzos, diputado y senador por Buenos Aires, rector de la Universidad de Buenos Aires.
Era sobrino nieto de Napoleón Gallo, esposo de Elmina Paz.
97
Se refiere al nombre con el que se apodaba a los federales identificándolos con Rosas, quien durante
su gobierno había contado con una Sociedad Popular Restauradora que tenía un brazo armado llamado
La Mazorca.
98
Marie Jeanne Roland de la Platiere fue una heroína durante la revolución francesa. Nació en París,
Francia. Hija de un grabador, se educó de manera cuidadosa y leyó extensamente a Plutarco y a Jean-
Jacques Rousseau. Se casó con Jean Marie Roland en 1780 y pertenecieron los dos al partido de los
Girondinos durante la Revolución Francesa. Madame Roland mantuvo correspondencia prolífica y fundó
un salón de actividad intelectual famoso durante ese período de la historia. Es sugerente que a Dolores
Colombres de Gallo se le haya dado este apelativo, quedaría así abierto como tema de estudio, el rol de
las mujeres de la élite de Tucumán como animadoras de tertulias de discusión política al mejor estilo de
las mujeres francesas y sus salones del siglo XVIII.
99
La ley de Conchabo de 1888 daba legalidad al trabajo forzado, era más rígida que los anteriores
códigos de policía. Los huelguistas podían ser detenidos como vagabundos y los peones que se negaban
a trabajar podían ser encerrados. La policía era obligada a capturar y entregar peones fugitivos. Ver
Campi (2002).
265
100
Sigo en esta síntesis a Bazán, (1992: 211-212).
266
convivía con los imaginarios modernos de manera ambigua. En la órbita de los Paz “lo
antiguo y lo nuevo coexisten y se mezclan: formas de sociabilidad modernas que
encubren grupos familiares, clientelistas o corporativos (Guerra, 2003: 211).
En este recorrido he buscado superar la oposición interior versus Buenos Aires
al encontrar una élite provinciana con fuerte presencia en la construcción del estado
nacional. Indagué el surgimiento de lo singular, de la excepción, observé las fisuras de
modelos construidos en la historiografía argentina de este período, sin renunciar a “la
relación que las regularidades mantienen con las particularidades que se le escapan”
(Certeau, 1993: 199).
267
“Estas nuevas hijas de Santo Domingo han apreciado y sentido la grandeza del
“Don de Dios” y deseando serle fieles hasta el fin de su vida, vienen a pedir por
mi intermedio a Vuestra Reverencia Ilustrísima que se digne bendecir sus
propósitos y aprobar la Regla y las Constituciones a que se han sujetado
rigurosa y gustosamente. Esta Regla y estas Constituciones en la forma que
tienen actualmente son las que siguen nuestras Hermanas Dominicas de Vic
en España, y han recibido ya la doble aprobación del Ilmo Señor Obispo de Vic
1
Carta de Boisdron al Obispo Padilla y Bárcena, Tucumán, 13 de mayo de 1888, f.1. Legajo: Hermanas
Dominicas del Ssmo Nombre de Jesús (AAT).
2
El concepto regla proviene del latin “regula” que deriva a su vez de “regere”, regir; recte agere, obrar con
rectitud, será el objetivo de las reglas. Esta palabra equivale en el griego a “kanón” que significa medida y
más tarde, conjunto de de praxis, experiencia. Volveremos sobre las reglas en el punto 5.9 al referirnos a
la clausura.
3
Agradezco a Flavia Dezzutto, sus aportes etimológicos para la comprensión del sentido de la Regla
monástica.
269
y del Rmo Padre Maestro General de nuestra Orden. Pero son estos títulos
todavía insuficientes para la nueva fundación hecha en esta diócesis. Siendo
nuestras Terceras del SS Nombre de Jesús, religiosas sujetas inmediatamente
a V.R.I., dichas Constituciones y Reglas no pueden obligarlas en conciencia
hasta que V.R.I., no les de la sanción de su suprema autoridad en esta
diócesis” 4.
4
Carta de Boisdron al Obispo Padilla y Bárcena, Tucumán 13 de mayo de 1888, Legajo: Hermanas
Dominicas del Ssmo Nombre de Jesús (AAT).
5
Agradezco a José García Bustos, ex- Director del Archivo del Arzobispado de Tucumán, el haberme
dado noticia de la existencia de estos cuadernos.
6
Reglamento de 1888, AAT, Legajo “Hermanas Dominicas”, Cuaderno I, ff. 17-19 (AAT).
7
Anotación al margen, Reglamento de 1888, AAT, Caja “Hermanas Dominicas”, Cuaderno I, ff. 17-19
8
Constituciones de las Hermanas Dominicas de la Tercera Orden Regular, en adelante (CHDT), 1893: 15.
270
9
Reglamento de 1888, Cuaderno I, ff. 20-21 Caja: Hermanas Dominicas (AAT).
10
CHDT (1893: 15-16)
11
Esta observación la realiza Gabriela Braccio (1999:233) para el mundo conventual colonial pero bien se
aplica a este caso de estudio del siglo XIX, también Fraschina (2010: 71-93) afirma lo mismo respecto de
los conventos del Buenos Aires colonial.
12
Libro de Ingresos de las Hermanas Dominicas del Ssmo Nombre de Jesús (AHDT).
13
Carta de Boisdron al Obispo Padilla y Bárcena, Tucumán 13 de mayo de 1888, Legajo: Hermanas
Dominicas del Ssmo Nombre de Jesús (AAT).
271
“No se le niega el Santo hábito sino que se le da más tiempo para prepararse y
mientras tanto averiguaremos la causa de esta intranquilidad y especie de
malestar que se manifiesta. Mucho importa hacer comprender a las hermanas
que solo podrán tomar y guardar el hábito las que tienen una voluntad
dispuesta a llevar con paciencia y placer todos los sacrificios de la vida
religiosa. Poca gente en los conventos, pero dignas de su vocación y que
sepan apreciar el don de Dios y gozar con él” 14.
La tercera modificación se refería a la dote y aclaraba que “para evitar los dos
extremos de no pedir nada o de pedir demasiado se ha creído que se podía
prudentemente exigir una dote de (500) pesos nacionales oro de las Postulantes que
pretendan el hábito de coro o escapulario blanco”. Sin embargo, en las Constituciones
de 1893, quedará estipulada para las hermanas de coro en una dote de 1.000 $ oro
m/n, la que debía ser entregada por la familia de la pretendiente “en numerarios o en
valores equivalentes, pero no en rentas anuales” 15. Las hermanas de obediencia no
estaban obligadas a la prescripción de la dote.
La cuarta modificación se refería al horario o repartimiento del tiempo; en la
carta mencionada Boisdron explicaba que:
“Se han hecho algunos cambios que exigen las condiciones del clima del país y
del temperamento de las personas y que por otra parte no contrarían en el
espíritu ni en la letra de la Orden. Nuestras hermanas de aquí en todo tiempo
se levantan a las 5 de la mañana. Las de España se levantan a las 4, pero
también se recogen de noche una hora antes” 16.
14
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Tucumán, 29 de agosto de 1889. Caja: Epistolario de fr. Boisdron.
Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT).
15
CHDT, 1893: 19.
16
Carta de Boisdron al Obispo Padilla y Bárcena, Tucumán 13 de mayo de 1888, Reglamento de 1888.
Legajo: Hermanas Dominicas. Cuaderno I, f.60 (AAT).
272
“Hace algún tiempo mi Padre que deseo vivamente tener unas Reglas y
Constituciones especialmente para nosotras. Así como la tienen para el uso de
la Congregación de la Anunciata de Vic, tuviéramos nosotras una para el uso
de las “Terciarias Dominicas del Ss. N. de Jesús”, arreglada por Vuestra
Reverencia como Fundador de esta Congregación y que podría hacer con toda
facilidad, pues que conoce perfectamente nuestras disposiciones, debilidades,
el país y sus costumbres y de lo que somos capaces. Creo que será mucho
más fácil para nosotras seguir bien con la gracia de Dios si tuviéramos unas
reglas bien determinadas, porque estamos sin saber qué es propiamente lo que
tenemos que observar siempre; pues las que tenemos no le satisfacía mucho a
Vuestra Reverencia ni a mí tampoco; por esta razón no deja de haber sus
perturbaciones” 21.
17
Las Constituciones de 1893 comprenden 3 partes. La 1º Parte: “Disposiciones generales de
la vida religiosa en nuestra Congregación” dividida en 7 capítulos. La 2º parte: “Observancias
Regulares y obras de vida activa en nuestra Congregación” con 20 capítulos y la 3º Parte
“Institución y formas de gobierno en nuestra Congregación”, que contiene11 capítulos.
18
Carta de Andrés Früwirth a las Dominicas de Tucumán, Roma, 6 de agosto de 1893, Caja: Documentos
Fundación (AHDT).
19
En referencia al texto bíblico “Miren la roca de la que fueron talladas, la cantera de donde las
extrajeron” (Isaías, 51,1).
20
Decreto de Afiliación a la Orden Dominicana, Fray José María Larroca, Maestro de la Orden, Roma, 4
de Julio de 1888. (AHDT), Caja: Documentos Fundación, s/f.
21
Carta de Elmina Paz a Boisdron, Tucumán, 9 de noviembre de 1890. Carpeta: Epistolario de Elmina
Paz. Caja: Cartas a Boisdron (AHDT).
22
Fr Boisdron estuvo en Suiza desde 1890 a 1894, donde había trasladado para formar parte de equipo
de frailes que debía organizar la recientemente fundada Universidad Católica como lo vimos en el cap. 3.
273
23
Carta de Elmina Paz a Boisdron, Tucumán, 9 de noviembre de 1890. caja: Epistolario Elmina Paz.
(AHDT).
24
Carta de Boisdron a Elmina Paz, San Juan de Cuyo, noviembre 7 de 1897. Caja: Epistolario Boisdron,
Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT).
25
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo (Suiza) 1º de enero de 1891 Caja: Epistolario Boisdron,
Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT).
274
establecía que las hermanas se obligaban a “cuidar ante todo de su perfección interior
y espiritual, que sola da mérito y fecundidad a las obras exteriores” 26. Se definía en
esta formulación la orientación de la Congregación hacia una espiritualidad de la
interioridad, heredera de la tradición renana y de la llamada devotio moderna 27. Se
aclaraba también que las circunstancias en que había nacido la Congregación ponían
de manifiesto los rasgos de ésta, “su apostolado de caridad para con los pequeños” 28,
pero también quedaba abierta “la dedicación a la enseñanza superior, sin renunciar a
sus principios que les da un rasgo de semejanza con Aquel que se dignó evangelizar a
los pobres” 29.
La misión asumida buscaba unir en su estilo de vida el servicio caritativo al
prójimo y la vida contemplativa, siguiendo así la intuición de Francisco de Sales y
Juana Fremyot de Chantal 30 quienes habían propuesto este modelo de vida religiosa
al fundar las hermanas de la Visitación, uniendo la vida contemplativa y el servicio a
los pobres. El proyecto de Sales y Chantal no pudo ser desarrollado plenamente por la
objeción de algunos obispos franceses al eventual debilitamiento de la clausura
monástica de la mujer, por lo que éstos pusieron obstáculos y restricciones a esta
innovación salesiana (Mc Namara, 1999: 412). Fr Boisdron se inspiró en Sales para
proponer en Tucumán una vida religiosa que pudiera conjugar la oración y el
compromiso con los pobres, mitigando algunos aspectos de las reglas conocidas para
favorecer una vida conventual más flexible, como explicó en sus cartas a Elmina Paz:
“Así vemos que San Francisco de Sales fundó una Orden mucho más suave
que otras que existían; porque Dios lo quería para el bien de ciertas personas
que no podían hacer más; y temeridad habría en decir que este nuevo instituto
era relajación. Yo miro así nuestra pequeña fundación de Tucumán. Creo que
el Señor la ha querido para ciertas almas que en otras circunstancias no
hubieran podido o no podrían dedicarse a su servicio en la vida religiosa. No
digo que este punto de vista autorice ningún desorden espiritual y temporal, no;
una cosa es la suavidad y moderación en la organización y el gobierno de un
instituto, y otra cosa es la arbitrariedad y la relajación” 31.
26
CHDT, 1893: 2.
27
Fr. Boisdron, introdujo a las religiosas en los postulados de estas dos corrientes espirituales del
Medioevo y la primera modernidad respectivamente, mostrando la bondad de las prácticas devotas
interiores más que exteriores o barrocas. Este aspecto será desarrollado en los próximos capítulos.
28
La relación entre mujeres devotas y atención a los pobres no es un fenómeno únicamente del siglo XIX,
durante toda la historia del cristianismo las mujeres encontraron en el servicio a los abandonados una
manera de identificarse con Jesús de Nazareth, como lo vimos en el cap.2.
29
CHDT, 1893: 3.
30
En la biblioteca antigua de las HH Dominicas se conservan varias obras de san Francisco de Sales y
diversas biografías de Juana de Chantal editadas en el siglo XIX, por lo que se puede inferir que la lectura
de estos textos fue frecuente en los primeros años de organización de la Congregación.
31
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 16 de Noviembre de 1890, Caja: Epistolario fr Boisdron,
Carpeta: Cartas Boisdron a Elmina Paz (AHDT).
275
32
Carta del vicario foráneo al secretario del obispado de Salta, presbítero Buenaventura Rizo y Zavala,
Tucumán, 23 de mayo de 1888. Legajo: Hermanas Dominicas (AAT).
33
Carta del vicario foráneo al secretario del obispado de Salta, presbítero Buenaventura Rizo y Zavala,
Tucumán, 21 de agosto de 1888 . Legajo: Hermanas Dominicas (AAT).
34
Carta del vicario foráneo al secretario del obispado de Salta, presbítero Buenaventura Rizo y Zavala,
Tucumán, 23 de agosto de 1888. Legajo: Hermanas Dominicas (AAT).
276
35
CHDT, 1893: 171-181.
36
CHDT, 1893: 172.
37
CHDT, 1893: 175.
38
CHDT, 1893: 177.
277
“Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo. El cual siendo de
condición divina no codició el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo
tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y apareciendo
en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre, que
está sobre todo nombre” 41.
De esta manera las dominicas de Tucumán, recodaban con su nombre que “no
se ha dado a los hombres otros Nombre debajo del cielo por el cual debamos
salvarnos” 42.
39
CHDT, 1893: 182.
40
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 31 de enero de 1892. Caja: Epistolario Boisdron. Carpeta:
Cartas a Elmina Paz, (AHDT).
41
Filipenses, 2,5-9.
42
Hechos de los Apóstoles, 4,12. CHDT, 1893: 3.
278
“Pero quisiera que no se negare el ingreso por este mérito puramente pasivo
de la condición de la familia, sobre todo en nuestros tiempos de democracia.
Hay que advertir que no solamente la sangre es nobleza, sino otros títulos
como el del saber y de la instrucción. Así se juzga en Europa. Yo creo que toda
persona que, por otra parte es virtuosa y de buenas condiciones morales, y trae
grandes utilidades a la casa puede ser admitida al hábito de hermana de coro,
aunque sea de familia oscura. Así una joven que ha merecido el diploma de
maestra en la escuela normal, y se sabe que es capaz de enseñar, puede
recibir el hábito de coro; también, una persona que poco capaz se halle, y sea
de la misma condición, cuando da a la casa una verdadera fortuna, como
serian veinte mil o treinta mil pesos” 45.
La dote era el medio determinado por las leyes de la iglesia para proveer las
necesidades de la comunidad y, por lo tanto, no se podía dispensar sin razón grave.
Se afirmaba que “exigirla no es un acto de codicia, ni falta de confianza en la
providencia” 46, por lo que se estableció que para una postulante que pretendiese el
43
CHDT, 1893: 14.
44
CHDT, 1893: 16.
45
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 2 de noviembre de 1892. Caja: Epistolario Boisdron.
Carpeta: Cartas Boisdron-Elmina Paz, (AHDT).
46
CHDT, 1893: 19.
279
hábito de coro la dote sería de 1000 pesos-oro, moneda nacional, la que debía
entregarse en “numerario o en valores equivalentes” a cargo de la familia de la
pretendiente. La dote no debía incorporarse a los bienes de la comunidad hasta que la
postulante hiciera la profesión; mientras tanto, se guardaba la misma a título de
depósito y después de los votos perpetuos se colocaba en alguna entidad financiera
para obtener el interés que serviría para la manutención de la casa. Solamente al morir
la religiosa la dote pasaba a formar parte de los bienes del Instituto.
Las hermanas de obediencia no estaban obligadas a esta prescripción de la
dote pero debían “tomar de esta exoneración motivos para dedicarse en la
Congregación con mayor humildad al trabajo constante y molesto que les
correspondía” 47.
La exigencia de la dote, como requisito de admisión para mujeres que
aspiraban a ingresar a la vida religiosa, era una práctica que se remontaba varios
siglos atrás y que se extendió hasta avanzado el siglo XX. Consistía en una suma en
efectivo que la aspirante al hábito debía entregar al convento durante el año de
noviciado. La dote era entendida también como un adelanto de la herencia que le
correspondía por ley y que los padres otorgaban a la hija que ingresaba al convento,
como lo hacía también con la que contraía matrimonio (Fraschina, 2010: 88). La dote
podría ser enriquecida por donaciones de otros parientes y amigos, a veces se
constituía de limosnas (Fraschina, 2000c: 70-81). Los estudios sobre la dote
conventual están más desarrollados en el período colonial, siendo incipientes en el
período independiente; de todas maneras podemos inferir una cierta continuidad en el
siglo XIX con las prácticas hispánicas, en las que la dote conventual siempre resultaba
más accesible que la dote matrimonial (Braccio, 1999: 229). En este sentido, la dote
no dejaba de constituirse en un instrumento de jerarquización social, dentro del
convento. (Fraschina, 2010: 86).
“1. Considerando que la Regla 52 que profesamos (Cap.1) dice “cada una de las
pretendientes de coro ha de ingresar el dote de mil pesos –oro”, pero que
ninguna de las novicias tiene actualmente disponible (que confían poder
conseguirlo más tarde de sus familias). // 2. que por la buena voluntad con que
han abrazado y soportado las primeras, los inconvenientes, sufrimientos y
sacrificios inherentes a toda fundación, son acreedoras a una excepción y
privilegio. // 3. que la Fundadora (que es la que suscribe) con sus bienes y
recursos puede subvenir a la subsistencia de las Hermanas y hacer frente a los
gastos de la Comunidad. // Por estos motivos ruego a V.S. se sirva dispensar
de la dote en las circunstancias actuales a las Hermanas arriba nombradas” 53.
“El Asilo de Huérfanos que, con asiento en mi casa habitación tengo fundado
desde hace algún tiempo, va a recibir en breve su definitiva instalación. El
edificio que he hecho construir a ese objeto en terreno comprado para ese
destino, estará terminado en pocos días más y organizada se halla la
50
Hacer profesión religiosa, emitir los votos es el acto por el cual los religiosos/as se comprometen ante
Dios y su comunidad a vivir los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.
51
Ambas solicitudes fueron concedidas por el Obispo Padilla y Bárcena como veremos más adelante.
52
Se refiere al borrador de la primera Regla y Constituciones de la Tercera Orden Regular de las
Hermanas Dominicas del Santísimo Nombre de Jesús, por la que se rigió la Congregación desde 1887 a
1893 en que fueron aprobadas las Constituciones por el Maestro de la Orden.
53
Carta de Elmina Paz de Gallo al Vicario Foráneo, Don Ignacio Colombres, Mayo de 1888. Legajo:
Hermanas Dominicas (AAT).
281
54
En 1887 Elmina Paz disuelve la sociedad que tenía con su hermano Benjamín y este le paga $30.000
moneda nacional como derecho de la mitad de la posesión de las dos estancias en la sierra. Disolución
de Sociedad Benjamín Paz- Elmina Paz, Sección Protocolo, Serie A, año 1887 f204 v-206 v. (AHT).
55
Carta de Elmina Paz al Presidente del Consejo de educación de la Nación, mayo de 1889, Caja:
Documentos de la fundación de la Congregación (AHDT).
56
Testamento de Elmina Paz de Gallo. Serie D, Caja 217, Exp. 11, año 1912. Archivo General de la
Provincia de Tucumán (AGPT).
57
Libro de Legados, ff 1-2. (AHDT).
58
Escritura nº44, Gallo Santiago, compra derechos a Elmina Paz, 16 de Enero de 1892. Carpeta
Documentos de Economía, época de la fundación (AHDT).
59
Recibos de Gallo Hnos (Se encuentran varios documentos desde 1891 a 1906. Carpeta: Documentos
de Economía, época de la fundación (AHDT) En 1907 la Sociedad Gallo Hnos fue disuelta. Cfr. Escritura
134, marzo de 1907. Disolución y liquidación de Sociedad Gallo Hnos, Registro Público de Comercio.
282
era utilizado para la compra de bonos del Empréstito interno de la Nación de 1891 a
través de un corredor de bolsa Daniel Mackinlay; a título ilustrativo, el dinero invertido
en esta operación fue de $70.000.
El capital ingresado en concepto de dote no podía utilizarse, como dijimos
anteriormente, sino que pasaba a integrar el capital del convento, que era colocado en
depósito a interés utilizándose los réditos obtenidos para la manutención de la
comunidad. Sólo cuando fallecía la religiosa, la dote pasaba a formar parte del capital
disponible de la Congregación. Además de lo señalado antes, en el caso de las
Dominicas de Tucumán, las dotes eran también invertidas en cédulas hipotecarias al
5% de interés.
Según los datos registrados, las primeras dotes recibidas se constituyeron de la
siguiente manera:
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Libro Cuentas de Dotes (AHDT)
Sólo dos de las siete primeras religiosas de coro lograron reunir su dote, lo que
indica que Elmina Paz se hizo cargo del sostenimiento de sus primeras compañeras.
Durante el siglo XIX, la implantación de grandes firmas financieras y bancarias
provocaron un profundo cambio respecto a períodos anteriores del crédito y el capital
financiero. Estos cambios repercutieron en los conventos femeninos que, de ser
eslabones fundamentales de la red crediticia de la sociedad -mediante el uso de las
dotes y sus rentas- se transformaron en un nuevo tipo de instituciones que se
beneficiaban del sistema económico vigente.
La segunda dispensa de la Regla que debió solicitar Elmina Paz fue la de
excepción del “impedimento de ilegitimidad” que tenían otras seis de sus primeras
compañeras, quienes habían ingresado como hermanas de obediencia o escapulario
negro. La Iglesia Católica, desde el Concilio de Trento, dictó normas precisas referidas
al matrimonio que también se adoptaron en América. Entre otras cuestiones prohibió
toda forma de concubinato y poligamia y dictó normas acerca de los grados prohibidos
de parentesco entre los cónyuges (Gil Montero, 2004). De todas maneras, en la
América hispana, el concubinato y los nacimientos fuera del matrimonio fueron muy
frecuentes como, para el caso mexicano ha estudiado Lavrin (1991).
También la subordinación femenina y la difusión de la ilegitimidad formaron
parte del código de honor desde el período hispano. Las relaciones de
amancebamiento estuvieron protagonizadas, en lo general, por hombres y mujeres
desiguales; hombres pertenecientes a sectores medios y altos con mujeres de
condición media o baja y, como ha sido señalado por algunas autoras, el matrimonio
como institución presentó una debilidad notoria (Mannarelli, 2001: 489-499).
En el caso de Tucumán, la Memoria Descriptiva de la Provincia redactada por
Bousquet (1882: 730) nos brinda datos parciales sobre 1.535 bautismos, verificados
en 1881 en los curatos del Rectoral y de la Victoria en la Capital, Leales, Chicligasta,
Burruyacu, Trancas y Encalilla. Los datos recogidos daban un total de 840 hijos/as
legítimos y 695 ilegítimos, manifestado así la enorme proporción de nacimientos
ilegítimos en la provincia que alcanzaba al 45%, mientras que en Buenos Aires era de
25% y Córdoba de 33% para la misma fecha.
El censo nacional de Argentina de 1869 había revelado una importante cifra de
hijos ilegítimos, 211 de cada 1.000, índice elevado si se lo comparaba con países
como Francia, donde la proporción era 64 cada 1.000 nacidos 60. Conviene recordar
aquí que el matrimonio fue considerado la base del Estado en su lucha contra la
barbarie y su afán moralizador y disciplinante. La familia patriarcal funcionó como una
instancia primaria de poder estatal, expresándose la autoridad punitiva del Estado a
través del jefe de familia (Teitelbaum, 1998: 186-188).
El Estado Provincial, que se consolidaba junto al nacional, se preocupó por
controlar y disciplinar la población, cumpliendo su programa de orden y progreso. La
mujer ocupaba un rol fundamental como reguladora y modeladora de pautas de
comportamiento, en un marco en donde solo el matrimonio otorgaba legitimidad y la
libraba del peligro de deshonra.
Hagamos un inciso para señalar que, en el derecho romano, la paternidad era
todavía un acto voluntario del pater familias y se distinguían claramente las
atribuciones del pater de las del genitor que tenía el deber de dar alimentos sin mayor
responsabilidad. Con la influencia creciente de la iglesia, la reforma justiniana del
derecho romano -que dio paso al derecho canónico en materia de filiación y que luego
quedó plasmado en los derechos civiles nacionales en Europa y América- se consolidó
la tríada sexualidad/procreación/matrimonio. Como señaló Narotzky: “La sexualidad
60
Primer Censo de la República Argentina, 1872: XL-XLII
284
solo es lícita con fines procreativos y estos solos son lícitos dentro del matrimonio
legítimo que es un matrimonio monógamo e indisoluble” (1998: 111). Ser hijo ilegítimo
implicaba no tener ninguna ubicación social en cuanto a parentesco legal: “A pesar de
que la madre sea conocida, en una sociedad patriarcal la ausencia del padre legítimo
es ausencia de parentesco, de posibilidad de hacer valer sus derechos en relación a la
consanguinidad, tanto por el lado del padre como por el lado de la madre, es decir que
el hijo ilegítimo de una mujer no podía heredar de ella frente a otros derechohabientes
legítimos” (Narotzky, 1998:125). Esa configuración del derecho romano y canónico
pone de manifiesto el componente patriarcal del mismo en donde la legitimidad estaba
dada no por la madre sino por el padre.
Las dispensas de legitimidad, en la opción por la vida conventual, constituyeron
una expresión de la no aceptación del derecho que se constituyó al margen del orden
simbólico de la madre 61 ya que para una mujer todo hijo/a es legítimo. En el caso que
estudiamos, la regla y constituciones aprobadas por el orden vigente entraron en
contradicción con el deseo de vivir relaciones humanas independientes del sistema del
poder, relaciones que iban más allá de la ley; por ello, en fidelidad a estas relaciones,
Elmina Paz buscó apoyar a hermanas ilegítimas y sin dote, solicitando dispensa al
Obispo de Salta, Mons. Padilla y Bárcena, para que pudieran hacer su profesión
religiosa.
En la carta Elmina Paz se refirió a las hermanas María del Carmen Monteros,
María Margarita Reina, María Juana Valladares, Simona del Rosario Acuña, María
Clara de la Cruz Camaño, María Tomasa Alberti, quienes habiendo ingresado en el
noviciado de la Congregación tomaron el hábito de legas, teniendo este impedimento
de ilegitimidad. De cada una de ellas, Elmina Paz escribió una semblanza que ponía
de manifiesto la práctica de la caridad como condición fundamental para ser liberadas
del impedimento y poder hacer su profesión religiosa, enfatizando así los vínculos de
valoración y reconocimiento de autoridad que existían entre ellas:
“La Hna. Martina del Carmen Monteros. Durante muchos años cargó antes de
entrar en nuestra Congregación el hábito de Santo Domingo, por devoción, es
persona formal que creo puede ser útil a la casa. // La Hna María Margarita
Reina, tiene principal título de recomendación el haberse presentado y unido a
mí en los días terribles del cólera para atender a los huérfanos, sacados de los
brazos de sus familias muertas o moribundas, sin contar con los trabajos y
peligros.// La Hna María Juana Valladares, es joven que ha entrado en nuestra
casa en condición de huérfana en la época del cólera. Es recomendable por la
bondad de su carácter, su piedad y el desamparo en que está en este mundo.
// La Hna Simona del Rosario Acuña, se ha criado a mi lado, con mucha
61
El orden simbólico de la madre es una figura del pensamiento de la diferencia sexual que busca
expresar que existe otro orden simbólico diferente al del patriarcado y que este no absorbe toda la
realidad (Muraro, 1991; Rivera Garretas, 2005).
285
62
Carta de Elmina Paz de Gallo al Obispo Padilla y Bárcena, Tucumán, 10 de marzo de 1889. Legajo:
Hermanas Dominicas (AAT).
63
Carta de Elmina Paz y sus primeras compañeras al Obispo Mons Padilla y Bárcena, Mayo de 1887.
Legajo: Hermanas Dominicas (AAT).
286
llevó a partir de sí, a asociarse a otras, a entrar en relación para fundar un Asilo y
luego una Comunidad.
La confianza mutua, el affidamento 64, produjo en este grupo de mujeres una
mirada no centrada en la miseria femenina o en la discriminación por la ilegitimidad o
en la falta de dote. Paralelamente, a Elmina Paz le fue reconocida por otras mujeres la
autoridad, que es distinta del poder, pues éste se ejerce, se ostenta (Rivera Garretas,
2005: 48) mientras la autoridad es reconocida (Muraro, 1994: 88). La autoridad de
Elmina Paz, y de sus compañeras, se enraíza en una larga genealogía de mujeres,
místicas, maestras, predicadoras, como Catalina de Siena o Rosa de Lima, en
quienes, como dominicas pertenecientes a la misma familia, ellas se reconocieron. En
esta genealogía femenina encontraron sitio estas mujeres que aprendieron a partir de
sí mismas, redefiniendo las categorías fundamentales de su modo de ser y estar en el
mundo (Tomassi, 2000: 73).
Estas excepciones a la regla ponen de manifiesto las prácticas de libertad
femenina de las que ellas fueron capaces. La solicitud de dispensa de dote e
ilegitimidad fueron comunes en la vida conventual, pero en este caso analizado, las
pequeñas historias de vida recuperadas por la escritura de Elmina Paz, aportan el
rasgo de calidad en las relaciones humanas que se gestaron entre ellas. De hecho,
una de las hermanas legas, Tomasa Alberti, será la primera biógrafa de Elmina Paz,
buscando ella también en su escritura dejar señales de aquélla a quien había
admirado tanto.
Mirar la libertad femenina en la historia, descubrir los amplios espacios en que
se fue desarrollando, permite revelar que la práctica política de las mujeres convivió y
pudo crecer junto y al mismo tiempo que el desarrollo del patriarcado en sociedades
como la Argentina, pero que ellas supieron desarrollar sus propios espacios para vivir
relaciones humanas y de mutua dignificación.
64
Affidamento es una figura que en el pensamiento de la diferencia sexual expresa la confianza mutua
entre mujeres, el reconocimiento de autoridad femenina en la otra.
65
Sigo en este apartado el contenido de las CHDT, I Parte, Cap. III De las Postulantes.
287
66
CHDT, 1893: 16.
67
CHDT, 1893: 18.
68
CHDT, 1893: 21.
288
69
CHDT, 1893: 25.
70
Los informes de “exploración de voluntad” son similares en la mayoría de los legajos consultados. La
priora de la Congregación presentaba a la candidata adjuntando el certificado de Bautismo y de buena
salud. Luego se dejaba constancia en acta del interrogatorio que realizaba la autoridad eclesiástica a la
candidata y a los testigos, poniendo de manifiesto la libre decisión de la postulante, sus buenas
costumbres, la ausencia de impedimentos y de deudas contraídas y la no pertenencia a sociedades
condenadas por la Iglesia. Exploración de voluntad. Legajo HH Dominicas (AAT).
71
CHDT, 1893: 27. El Concilio de Trento (1545-1563) en la sesión XXV, se refirió a la reforma de
religiosos y monjas, en el cap. XVII estableció que: “Explore el Ordinario la voluntad de la doncella mayor
de doce años, si quisiere tomar el hábito de religiosa, y después otra vez antes de la profesión. Cuidando
el santo Concilio de la libertad de la profesión de las vírgenes que se han de consagrar a Dios, establece
y decreta, que si la doncella que quiera tomar el hábito religioso fuere mayor de doce años, no lo reciba,
ni después ella, u otra haga profesión, si antes el Obispo, o en ausencia, o por impedimento del Obispo,
289
su vicario, u otro deputado por estas a sus expensas, no haya explorado con cuidado el ánimo de la
doncella, inquiriendo si ha sido violentada, si seducida, si sabe lo que hace. Y en caso de hallar que su
determinación es por virtud, y libre, y tuviere las condiciones que se requieren según la regla de aquel
monasterio y orden, y además de esto fuere a propósito el monasterio; séale permitido profesar
libremente. Y para que el Obispo no ignore el tiempo de la profesión, esté obligada la superiora del
monasterio a darle aviso un mes antes. Y si la superiora no avisare al Obispo, quede suspensa de su
oficio por todo el tiempo que al mismo Obispo pareciere”. http://multimedios.org/docs/d000436/
(24/5/2011).
72
CHDT, 1893: 27.
73
CHDT, 1893: 31-54.
74
Si la novicia era hermana de obediencia y no sabía escribir, debía colocar una cruz en la nota de
vestisión (CHDT 1893: 30).
75
La celda era la habitación individual de la religiosa que estaba amueblada con una cama, una mesa
para poder leer y escribir y un pequeño armario para guardar pequeñas pertenencias. Existía una
“ropería” en donde se planchaba y guardaban los hábitos de cada hermana.
290
76
Del lat. refectorium, y este del lat. refectus, refección, alimento. Era la sala utilizada para la comida
común en los monasterios o conventos.
77
Capítulo era el nombre cotidiano de la sala capitular, espacio destinado a la reunión de la comunidad
para conversar asuntos de la comunidad o tener un tiempo de formación conjunto.
78
Juan, 17,11.
79
CHDT, 1893: 38.
80
Se denomina Santo Oficio a las horas litúrgicas en donde la comunidad se reúne para cantar himnos y
salmos en diferentes momentos del día.
291
81
Mateo, 11,29.
82
El Capítulo de culpas era la confesión pública de las faltas de observancia. Se realizaba una vez por
semana.
83
CHDT, 1893: 39-42.
84
CHDT, 1893: 39.
292
85
Entre los libros antiguos que se conservan podemos citar, a título de ejemplo, Alfonso María de Ligorio
(1892) La verdadera esposa de Jesucristo o sea la monja santa, Barcelona: Pons y Compa. Editores
Católicos; Bougaud, Louis Emile (1889) Historia de Santa Juana Francisca Fremiot, Baronesa de Chantal,
Fundadora de la Orden de la Visitación de Santa María, llamada vulgarmente de Religiosas Salesas y del
Origen de este santo Instituto. Madrid: Imprenta de Don Luis Agudo (2 vols.); Bossuet, Jacques Bénigne
(1896) Discurso sobre la historia universal. París: Garnier Hermanos; Carreño, Manuel Antonio (1887)
Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos en el cual se
encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones
sociales: precedido de un breve tratado Sobre los deberes morales del hombre. Nueva York: D. Appleton
y Compañía; Chauteaubriand, François de (1876) El genio del cristianismo o bellezas de la religión
cristiana. Madrid: Saturnino Calleja; Francisco de Sales, (1881) Entretenimientos espirituales de S.
Francisco de Sales, obispo, doctor de la Iglesia y Fundador de la Orden de la Visitación a los que van
añadidos algunos opúsculos del mismo santo, Barcelona: Librería Religiosa; Luis de Granada, Catalina
de Siena, Enrique Susón, (1897) Meditaciones para todos los días de la semana. Madrid: Librería Católica
de Gregorio del Amo; Luis de Granada, Fray (1880) Guía de pecadores: en la cual se contiene una larga y
copiosa exhortación a la virtud y guarda de los mandamientos divinos. París: Librería de Garnier
Hermanos; Martínez, Benigno T. (1890) Antología argentina: colección de trozos históricos crítico-literario.
Discursos y poesías patrióticas de escritores argentinos en prosa y verso. Buenos Aires: Casa Editora
Imprenta, Litografía, Librería y Encuadernación de J. Peuser; Monsabré, Jacques Marie Louis (1894)
Exposición del dogma católico. Cuaresma 1888-90. La vida futura. Vergara: Tip. de "El Santísimo
Rosario"; Montalembert, Charles (1891) Historia de Santa Isabel de Hungría, duquesa de Turingia (1207-
1231) Barcelona: Librería Religiosa; Pallés, José (1877) Año de María o colección de noticias históricas,
leyendas, ejemplos, meditaciones, exhortaciones y oraciones para honrar a la Virgen María en todos los
días del año. Barcelona: Imprenta y Librería Religiosa y Científica.
293
Las lecturas fueron configurando las representaciones que las religiosas tenían
de sí mismas y de su realidad, pero no sólo se hacían semejantes a lo que leían sino
que hacían semejantes las lecturas a lo que ellas eran y vivían en el proceso de
apropiarse y reapropiarse de esas lecturas (de Certeau, 2000: 178). Las dominicas no
constituían un “público pasivo” de lectoras que consumían pasivamente los diferentes
libros de espiritualidad que llegaban a sus manos, sino que se enfrentaban a los libros
con creatividad. Como lectoras no fueron meras receptoras de modelos que debían
reproducir sino que, en el acto de leer, fueron reelaborando los textos 86.
Como bien expresa de Certeau, leer es peregrinar en un sistema impuesto y
los signos verbales o icónicos son una reserva de formas que esperan sus sentidos
del lector, por lo que el libro puede ser comprendido como un efecto del lector, una
producción propia del lector. Entre las dominicas se recomendaba el ejercicio diario de
la lectura espiritual “para instruirse en la doctrina de Jesucristo y de los Santos y
alimentar a su alma con los ejemplos de ellos” 87 como ya señalamos y en este
ejercicio ellas se permitían una “pluralidad indefinida de significaciones” (de Certeau,
2000: 182).
Elmina Paz, luego de concluir una “lectura espiritual”, escribía a sus hermanas
conmovida: “aterrada con la consideración que nuestro libro de Meditaciones Prácticas
nos ofrece el día 9 del corriente mes, la víspera de mi Santo Titular, me he decidido a
dirigirles algunas palabras” y como consecuencia de esa lectura amonestaba a la
comunidad por no ser instrumento de edificación para los demás: “como se ha abatido
mi alma considerando el número infinito de veces que desedificamos a nuestras
hermanas ¡y si solo fuera a nuestras hermanas! pero muchas veces también a las
niñas y a los seglares con quienes tratamos y que esperan ver en nosotros modelo de
perfección cristiana” 88.
En otra oportunidad, luego de meditar los textos bíblicos de la Resurrección,
Elmina Paz invitaba a practicar la paz según la enseñanza de Jesucristo:
“esa unión que Jesucristo pedía a su Padre Celestial para sus apóstoles y
discípulos; y que en el día de su resurrección cuando se les apareció a todos
reunidos, les dio esta paz repitiéndoles hasta tres veces estas consoladoras
palabras: ‘Paz con vosotros’. Estas consideraciones mis queridas hijas me
impulsan a recomendaros que seáis amables y caritativas con todas vuestras
86
Dan cuenta de ello las epístolas, biografías, memorias, necrologías y otros escritos de las
religiosas en donde reflejaron sus propias interpretaciones de los textos bíblicos y de los libros
de espiritualidad y de vida de santos que realizaban con frecuencia.
87
CHDT, 1893: 98.
88
Carta de Elmina Paz a las religiosas de la Congregación, Tucumán 7 de septiembre de 1907. Caja
Epistolario Elmina Paz. Carpeta: Cartas de Elmina Paz a las Hermanas de la Congregación (AHDT).
294
Por la actividad lectora, las religiosas se introducían en una cacería furtiva 90;
sin embargo, ellas leían en el marco de una institución eclesial que establecía la
división entre clérigos y “fieles” y que mantenía las Sagradas Escrituras en el estado
de literalidad supuestamente independiente de sus lectores, solamente disponible a
ser interpretada por sus exégetas quienes eran los encargados de lo que había que
leer. En este contexto se puede inferir a partir de las cartas, las crónicas y los
testimonios orales recogidos de las religiosas ancianas de la Congregación, que
muchas de ellas pudieron vivir la libertad de leer como actividad silenciosa,
transgresora de lectoras, que conservaban su actitud de reserva en privado y de
manera independiente a los maestros de interpretación de turno 91.
Los libros de la biblioteca antigua de las dominicas, en muchos de los cuales
figuran los nombre de sus lectoras y las cartas escritas por ellas evocando dichas
lecturas, ponen de manifiesto el lugar del acto de leer como experiencia iniciática, “leer
es estar en otra parte, allí donde ellos no están y en otro mundo (…) leer es crear
rincones de sombra y de noche en una existencia sometida a la transparencia” (de
Certeau, 2000:186).
A propósito de la lectura, Fr Boisdron escribía a la Hna Catalina Zavalía,
evocando el valor de un libro recibido: “en mi última carta me olvidé decirle que había
recibido el primer tomo de las cartas de Santa Catalina de Siena. ¡Cartas tan llenas de
fuego divino! Nos comunicara siquiera algunas centellas de esta ardiente caridad! 92
Conviene señalar aquí que Fr Boisdron fue un intermediario de lecturas para las
dominicas de Tucumán, muchas de las cuales tuvieron acceso a través del sacerdote
a autores como Susón, Llul, Sales, Lacordaire, Catalina de Siena, Hansen, Capua,
89
Carta de Elmina Paz a las religiosas de la Congregación, Tucumán (sin fecha). Caja Epistolario Elmina
Paz. Carpeta: Cartas de Elmina Paz a las Hermanas de la Congregación (AHDT).
90
Es muy sugerente la imagen de los lectores como cazadores furtivos en las tierras del prójimo que
utiliza de Certeau (2000). Define el acto de leer como “cacería furtiva”, en la que el lector se
introduce “en sus recovecos, desviaciones a través de la página, metamorfosis y anamorfosis
del texto por parte del ojo viajero, vuelos imaginarios o meditativos a partir de algunas palabras,
encabalgamientos de espacios sobre las superficies militarmente ordenadas de lo escrito” (de
Certeau, 2000: 183).
91
Michel de Certeau recupera la posibilidad de creatividad del lector y la libertad silenciosa de quienes se
apropian de los textos de manera independiente a los encargados de fijar lo que se debía leer (2000:
185). En los documentos analizados del archivo de las dominicas se vislumbra una práctica de
interpretación de los textos, inclusive de las Constituciones, que ponen de manifiesto un ejercicio de
libertad, de allí algunos cuestionamientos de la autoridad eclesiástica como lo señalamos en el punto 5.3.
y que a lo largo del período estudiado se fue intensificando hasta la visita canónica de un enviado del
Nuncio Apostólico, en 1928, a cuyo informe las dominicas responden con diversas cartas defendiéndose
de las interpretaciones que sobre la vida de la Congregación emitiera el visitador. Este episodio, que
escapa al período delimitado de este trabajo, ha sido estudiado por Brizuela y Hernández (2000).
92
Carta de Fr Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, agosto 1911. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
295
93
CHDT, 1893: 43-65.
94
Recién con el Concilio Vaticano II, se superó esta concepción de la vida religiosa como un estado más
perfecto que la vida laical y matrimonial, por eso se denominaba “estado de perfección”.
95
Como anexo a las Constituciones existía un ceremonial que describía paso a paso, las palabras y los
gestos de la toma de hábito y la profesión temporal y perpetua.
296
“que la pobreza os baste y que vuestra alma desprecie los bienes pasajeros,
porque Jesús permaneciendo en vosotros seréis bastante ricos. Sea vuestro
tesoro el que solo puede llenar los deseos del alma, mientras que sin El toda
creatura es vacía. Si os suceda pues, por la pobreza, tener hambre y sed,
encontraos desnudos, padecer alguna incomodidad, lo suplirá y remediará todo
Aquel cuya magnífica dulzura compensa de una manera incomparable todas
las ventajas del mundo que por El habéis dejado” 97.
96
CHDT, 1893: 51.
97
No he podido hallar esta cita en las obras completas de Santa Catalina y en el texto de las
Constituciones no se consigna la referencia. CDHT, 1893: 57.
98
CHDT, 1893: 57.
297
“en tantos años que he oído las confesiones de infinitas mujeres que han
tomado este estado, no solamente nobles sino también plebeyas, no me
acuerdo haber encontrado una sola que esté contenta con su suerte. Malos
tratamientos de sus maridos, sinsabores de sus hijos, necesidades de la casa,
sujeción o falta de libertad con los suegros y cuñados, dolores de parto (a los
que viene acompañado el peligro de muerte) celos de su esposo, escrúpulos y
angustias de conciencia acerca de la necesidad de evitar ocasiones (…) todo
esto forma una horrorosa y continua tempestad de conciencia, en la que viven
las pobres casadas, siempre gimiendo y lamentándose consigo mismas, por
haber elegido de su propia voluntad un estado tan infeliz” (Liguori, 1853: 19-20)
“agradaba más a Dios la obediencia que todos los sacrificios que podemos
ofrecerle. Aquel que sacrifica a Dios sus bienes, distribuyéndolos en limosnas,
o le ofrece su honor abrazando gustoso los desprecios, o le hace donación de
su cuerpo mortificándolo con ayunos y con las demás penitencias, le ofrece
solo una parte de si mismo; más el que sacrifica su voluntad, sometiéndola a la
obediencia le entrega todo cuanto tiene (…)Esto mismo viene a decir San
Gregorio cuando afirma que por medio de las otras virtudes damos nosotros a
Dios solo las cosas que son nuestras, pero medio de la obediencia llegamos a
hacerle una total entrega de nosotros mismos” (Liguori, 1853: 197-198).
102
CHDT, 1893: 94.
299
fuego” 103. Esta frase corresponde al Salmo 39,4 versículo citado a su vez en el tratado
de Fr Luis de Granada, Sobre la oración y la consideración 104, cuya lectura era
frecuente entre las primeras religiosas de la Congregación. También se hacía alusión
en este punto de la oración a Santa Catalina de Siena, otra autora muy citada en la
tradición dominicana: “la oración es madre que concibe las virtudes en el amor divino y
las nutre en el amor del prójimo. El alma que practica la oración, en la luz de la
inteligencia ve, conoce, y vístese de la verdad, se hace hermana de los Ángeles” 105.
Para aprovechar mejor “este santo ejercicio” se proponía tener “frecuentes
conferencias sobre este asunto y leer libros que traten pertinentemente de esta
materia” y se recordaba que, en los capítulos generales de la Orden de Santo
Domingo, se había fijado para la oración diaria una “doble media hora, media hora por
la mañana y media hora por la tarde”; sin embargo, se advertía que aquellas hermanas
que tuviesen necesidad de dedicarse al estudio o a la enseñanza, la superiora podía
dispensarla de una media hora de oración mental 106.
El retiro espiritual o los santos ejercicios debían hacerse en común todos los
años y se remitía a la definición de retiro del capítulo de la Orden Dominicana de 1670:
“es un ejercicio santo y muy saludable que dispone por medio de meditaciones
piadosas y santas lecturas a andar por un camino de pureza más perfecta”. Además
se fijaba un día de retiro al mes para que “las hermanas sean cada día más de
Dios” 107.
La lectura espiritual era recomendada cada día para instruirse en la doctrina
de Jesucristo y de los Santos y alimentar “su alma con los ejemplos de ellos”;
igualmente, se aconsejaba el examen de conciencia como un “medio eficaz de
adelanto en la perfección” y el rezo del rosario, arma poderosa para “convertir a los
pecadores y santificar a las almas”.
Además, se prescribía también el sufragio por los difuntos 108, se debía
conmemorar a los fundadores de la casa, a los familiares y bienhechores y a las
religiosas del Instituto. Se celebraban “Misas de Requiem” con “precesión de Animas”
a las que debían asistir todas las religiosas. Cuando muriese una religiosa cada
hermana de coro recitaba los siete salmos penitenciales y cada hermana de
103
CHDT, 1893: 95.
104
Fray Luis de Granada, Tratado de la Oración y la Consideración, Parte I, Cap.1:3, (1855: 6).El
versículo del Salmo 39,4 “El corazón ardía en mi pecho, cuando reflexionaba el fuego se encendía” solía
citarse como elogio de la meditación que enciende el amor, aunque el sentido en el salmo era más bien
de dolor (Straubinger, 1987: 117).
105
CHDT, 1893: 95.
106
CHDT, 1893: 96. En este punto de la dispensa, las Constituciones siguen la tradición de la orden
dominicana, por la que se podía hacer uso de la dispensa de algunos actos de la vida regular por
dedicación al estudio o a la predicación.
107
CHDT, 1893: 97.
108
CHDT, 1983: 100-101.
300
obediencia, un rosario. Todos los días se rezaba el salmo De Profundis por los
difuntos, antes de entrar al refectorio para el almuerzo y la cena y cada vez que se
convocaba un capítulo de culpas:
109
Salmo 129.
110
Todavía a principios del siglo XXI, el temor ante la muerte y la creencia en la posibilidad de
reducir los sufrimientos del purgatorio mediante la conquista de indulgencias, forma parte de la
cotidianeidad del universo de creencias dentro del catolicismo. Este sistema de creencias fue
analizado en el capítulo anterior al ahondar en el imaginario religioso en torno a la epidemia del cólera.
111
CDHT, 1893: 74.
112
CHDT, 1893: 79.
301
que fue fijada en un conjunto de miniaturas denominadas Los modos de orar de Santo
Domingo, que ponían de manifiesto gestos y posturas corporales de inclinación,
extensión de brazos, apertura de manos y postración, comunes en las primeras
comunidades dominicanas 113.
Se prescribía que el mejor lugar para rezar el Oficio Divino en común era el
114
“coro” , porque “según se cree piadosamente el Señor oye más fácilmente las
oraciones que se le dirige en el santo lugar, hallándose allí el SS. Sacramento del
altar, la efigie del Señor crucificado, la de la María Santísima y de los santos, la
asistencia de los Ángeles y la sociedad de las Hermanas” 115. Las hermanas de
obediencia no tenían obligación de rezar juntas y en coro, pero sí debían asistir a la
oración de Completas 116 y a la procesión de la Salve 117. El oficio divino debía cantarse
con gran piedad y recogimiento, sin precipitación ni pesadez. También en el “coro”, las
hermanas debían respetar con su ubicación la jerarquía de sus roles y la antigüedad
de profesión religiosa 118, se detallaba con precisión el lugar de cada una. Se
pormenorizaba los distintos servicios que se asumían durante el Oficio Divino: la
hebdomadaria era la encargada de presidir los actos litúrgicos cada semana; la
cantora aseguraba un mejor resultado de las ceremonias y la sacristana era la
encargada de cuidar los objetos destinados al culto divino, debía ser “una hermana
grave, piadosa, diligente y cuidadosa, que aprecie el honor de acercarse a los santos
altares” 119.
Todo el texto constitucional está impregnado de la palabra “piedad”, un término
que ahora resulta antiguo o en desuso, o tal vez cuando nos referimos a una persona
como “piadosa” lo hacemos de una manera peyorativa. María Zambrano 120 escribió un
precioso texto titulado: ¿Qué es la piedad?, en donde nos introduce en la riqueza de
este concepto. Recuerda que en un breve diálogo platónico, el Eutifrón, Sócrates se
preguntaba sobre lo que significaba la piedad. El Eutifrón, junto con el Critón, el Fedón
y la Apología, conforman la defensa del maestro que era condenado a muerte por la
acusación de impiedad. La pregunta de este diálogo es una de las más dramáticas
que Sócrates haya podido dirigir a sus conciudadanos. Zambrano a partir del diálogo
de Sócrates afirma que “la piedad es el saber tratar adecuadamente con lo otro” es
113
Cfr. Miniaturas del Codice Florentino (S.XIV) “Modos de orar de Santo Domingo”, Biblioteca Vaticana.
114
El término “coro” también indicaba el sector del templo en donde se reunía la comunidad para orar en
común.
115
CHDT, 1893: 77.
116
Las Completas es la última oración de la Liturgia de las Horas que se reza antes del descanso
nocturno.
117
En la tradición dominicana, la oración de la Salve dedicada a la Virgen María iba acompañada de la
aspersión con agua bendita y de una solemne procesión.
118
CHDT, 1893: 81-83.
119
CHDT, 1893: 85.
120
Sigo en este punto el precioso texto de María Zambrano (2005). Agradezco a Milagros Rivera Garretas
que me haya sugerido su lectura.
302
decir que la piedad hace referencia al trato de algo o alguien que no está en nuestro
mismo plano vital (…) una realidad perteneciente a otra región o plano del ser en que
estamos los seres humanos, o una realidad que linda o está más allá de los linderos
del ser” (Zambrano, 2005: 203).
La piedad alude desde esta perspectiva a esa realidad que el pensamiento no
ha podido captar, a eso que queda indefinible, imperceptible. A partir del pensamiento
cartesiano, afirma Zambrano, la conciencia ganó en claridad y nitidez y al ensancharse
se apoderó de todo el ser humano y se fue quedando fuera la realidad, la realidad
oscura y múltiple. Al reducirse el conocimiento a la razón solamente, se redujo también
aquello tan sagrado que es el contacto inicial del hombre con la realidad al modo de la
conciencia (Zambrano, 2005: 191).
No está de más señalar que Platón, en el Eutifrón, ponía en palabras de
Sócrates las contradicciones inherentes a las prácticas de piedad, se refería a estos
actos como servicio a los dioses, a quienes se les ofrecía sacrificios como presentes y
se les hacían peticiones. “La piedad sería, para los dioses y los hombres, una especie
de arte comercial de los unos para con los otros” concluye Sócrates y enfrentaba a
Eutifrón diciéndole:
“Indícame qué utilidad sacan los dioses de las ofrendas que reciben de
nosotros. Lo que ellos dan es evidente para todo el mundo. En efecto, no
poseemos bien alguno que no nos lo den ellos. Pero, ¿de qué les sirve lo que
reciben de nosotros? ¿Acaso conseguimos tanta ventaja en este comercio, que
nosotros recibimos de ellos todos los bienes y ellos no reciben nada de
nosotros?” 121.
“la piedad es la ciencia de las peticiones y las ofrendas a los dioses (…) si se
sabe decir y hacer lo que complace a los dioses, orando y haciendo sacrificios,
éstos son los actos piadosos y ellos salvan a las familias en privado y a la
comunidad en las ciudades; lo contrario de lo que agrada a los dioses es lo
impío, que destruye y arruina todo” 122.
121
Platón, Eutifrón 14, c; d.
122
Platón, Eutifrón 14, b.
303
5.7. La confesión
Un capítulo especial se dedicaba en las Constituciones al Sacramento de la
Penitencia. El mismo tenía por objeto “sanar y purificar al alma cristiana de sus culpas
e imperfecciones” estableciéndose que las hermanas debían acercarse a él con “gran
humildad, pureza de intención y sumisión interior” y, por lo menos, una vez por
semana 123. Tenían que hacerlo a través de la rejilla del confesionario y solo en caso de
enfermedad estaban dispensadas de ella. Mientras se confesaba alguna enferma
fuera del confesionario, debía una de las hermanas acompañar al sacerdote y
“colocarse, estando la puerta del cuarto abierta, de manera que pueda ver lo que pasa
sin oír lo que se dice” 124.
Las prácticas de la confesión y la elección de confesores estaban muy
pautadas en la Iglesia decimonónica. Para la atención de religiosas, los sacerdotes
eran designados por el obispo de cada diócesis, uno en carácter de “ordinario” (con un
nombramiento de tres años) 125 que atendía semanalmente; otro como “extraordinario”
tres o cuatro veces al año, ante quien, “las hermanas no tienen obligación de
confesarse pero si, de presentarse a él para pedirle, a lo menos la bendición”. Según
lo establecido por León XIII, en el Rescrito del 17 de diciembre de 1890, se mandaba a
los prelados y a las superioras “no negar un confesor extraordinario a sus súbditas,
cada vez que estas lo necesiten para proveer a los intereses de su conciencia, sin
averiguar las superioras el motivo de esta petición, ni mostrarse descontentas de
ello” 126.
Se trataba, entonces, de una práctica muy pautada y controlada, que sin
embargo propició un espacio para hablar de sí mismas y la posibilidad de encontrar un
“confesor extraordinario” elegido libremente 127.
123
CHDT, 1893: 87.
124
CHDT, 1893: 88.
125
Si la Comunidad veía necesario continuar con el mismo confesor se debía solicitar al prelado un
segundo trienio, siendo necesario realizar un escrutinio secreto y reunir las dos terceras partes de los
votos a favor del segundo trienio. En caso de solicitar un tercer trienio debía conseguirse la unanimidad
en el escrutinio.
126
CHDT, 1893: 89.
127
En el capítulo 7 volveremos sobre la cuestión de la práctica confesional.
128
CHDT, 1893: 110-114.
304
129
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo 10 de junio de 1981, Caja: Epistolario Boisdron. Carpeta:
Cartas a Elmina Paz (AHDT).
130
Los estudios sobre cocina conventual han tenido gran difusión, baste solo hacer referencia a la
abundante bibliografía de los estudios novohispanos de autoras como Loreto López (2000b), Lavrín
(2000), Castelló Iturbide (2000) entre muchas otras.
305
131
Sigo en este punto las intuiciones de Michel de Certeau, Luce Giard y Pierre Mayol, 1999: XIII-XXIV.
132
En el registro de huérfanas del primer Asilo de Tucumán, se constata que hacia fines de siglo XIX el
número de huérfanas osciló entre las 50, 80 y 90. Libro de registro de huérfanas (AHDT).
133
El servicio de limosnera se ejerció hasta la década de 1960, en los conventos de las dominicas.
134
Sobre la vida de las hermanas de obediencia me resultaron fundamentales los testimonios de las
hermanas Marta Campi (edad: 88 años) y Antonia Durán (edad: 92 años) y de una antigua huérfana del
306
Juana Valladares, Simona Acuña, Brígida Monasterio, Elísa Quiróz, Carmen Monteros,
Raquel Camaño, Petra Ríos, Raimunda Alanís, Benjamina Méndez, Ossana García,
Eulalia Graneros entre muchas otras, quedaron en la memoria oral de la
Congregación, como “heroínas oscuras de lo efímero” 135, caminantes de la ciudad que
con innumerables astucias, poblaron las ocultas cocinas de los conventos, visitaron
mercados o condujeron carros a caballo para buscar el sustento cotidiano. Ellas
inventaron un arte de hacer y compusieron, sin decirlo, un arte de vivir en la gran
invisibilidad de la historia cotidiana del interior de los conventos decimonónicos.
Los elogios de las difuntas 136 o necrologías constituyen una valiosa fuente para
rescatar del anonimato a estas “heroínas de lo efímero”. Estos textos se constituyen
en biografías de mujeres escritas por mujeres, historias de vida que nos permiten
recuperar pequeños detalles de la vida cotidiana de las religiosas. Algunas, cronistas
por encargo y de forma anónima, asumieron el oficio de escribir los elogios de las
difuntas y lo hicieron con la libertad y el desinterés que les otorgaba el pensar que sus
textos no trascenderían la esfera conventual. La escritura de las religiosas se realizaba
en la intimidad de la celda o en el silencio de una biblioteca conventual creando en
esta acción un espacio de intimidad. La elaboración de necrologías fue una práctica -y
aún hoy permanece- orientada a mantener viva la memoria de la ausente, en la
convicción de que el recuerdo traía a los muertos al mundo de los vivos. Los elogios
de las difuntas se convertían en biografías de santidad o hagiografías. En el caso de
las religiosas de obediencia que aquí nos interesan, es interesante observar que en los
escritos necrológicos también son objeto de elogio al igual que las religiosas de coro
que se destacaron en la gestión y fundación de las casas. La escritura de las
necrologías también ensalzó las tareas más pequeñas realizadas al interior de los
conventos. Veamos algunos ejemplos.
La Hna Brígida Monasterio ingresó en los tiempos de la fundación de la
Congregación y residió durante mucho tiempo en el convento de Santiago del Estero;
allí, según se narra en la crónica, “su cooperación perseverante y abnegada no será
olvidada. A ella se le debe casi el sostén diario de la casa que lo conseguía solicitando
ayuda. Dejó reunido $26.000 para continuar la construcción de la capilla” 137. El elogio
de Brígida expresaba que llevó con heroísmo el oficio de “limosnera del asilo”, siendo
la “abejita obrera que acarreó material necesario para el sustento de sus amadas
Asilo de Santiago del Estero, Esther Ragaza (edad: 88 años). Entrevistas realizadas en San Miguel de
Tucumán, los días 15 y 16 de enero de 2012.
135
Tomo esta expresión de de Certeau, en su estudio sobre las artes de hacer (1999).
136
Sigo algunas intuiciones de Laia de Ahumada (2011: 41-55) en su estudio sobre las historias de vida
en las comunidades religiosas.
137
Necrología de la Hna Brígida Monasterio (1867-1948) Caja Necrologías, s/f. (AHDT). Cuando murió,
señala la crónica, contaba con 81 años de edad y 62 de vida religiosa.
307
huérfanas. Durante años organizó festivales de Navidad y fiesta de Reyes, para traer
calzado, ropas, juguetes, alimentos, golosinas”. Fue también sacristana, “adornando
todo lo que concernía al culto de Dios, de la Virgen del Rosario de la que era su
capellana”.
La Hna Martina del Carmen Monteros, también integrante del primer grupo de
hermanas, vivió en la Casa Madre y en el convento de Monteros, desempeñándose
“con perseverancia y delicadeza como portera, enfermera, cocinera, en todos los
quehaceres domésticos y trabajaba con tanto gusto que fue ejemplo vivo para sus
hermanas” 138. La cronista agregaba que su amor a la Orden Dominicana era muy
grande y que había llevado el hábito de dominica antes de ingresar a la Congregación.
La Hna Clara de la Cruz Camaño 139, antes de ingresar a la Congregación había
servido en la casa de la Sra de Gallo dedicándose a la atención especial de su esposo
Napoleón; luego, como religiosa, se desempeñó como ropera mayor de la comunidad.
La Hna Tomasa Alberti conoció a Elmina Paz-Gallo mucho tiempo antes de la
fundación de la congregación, frecuentemente la visitaba y pasaba temporadas en su
compañía ayudándola en su apostolado de caridad. La cronista afirmaba que Tomasa
había podido “observar sus costumbres, escuchar sus sabios consejos, el concepto
que tenía de las cosas y de los casos” 140. En las diferentes comunidades en las que
vivió se desempeñó como portera, sacristana y limosnera. Cuando perteneció al
convento de Buenos Aires, la situación económica fue muy precaria, razón por la que
“la Hna Tomasita alentaba con su ejemplo y afán de recolectar limosnas consistentes
en dinero con que se saldaban deudas o en los mercados buscando la subsistencia
diaria”, tarea en la que sufrió muchas humillaciones. Debido a su enfermedad fue
reemplazada como limosnera y “en la quietud de su celda, dejó hablar a su corazón de
hija amante y agradecida. Todos sus recuerdos de nuestros Fundadores brotaban de
su alma e iba volcándolos en el papel, uno a uno empapándolos en la ternura con que
los amaba”. La narradora afirmaba que el escrito salido de “la humilde pluma sería la
fuente de dónde sacarán inspiración más tarde otras hijas mas aventajadas”.
La Hna Tránsito de Jesús Barcia, ingresó en 1888, “fue ropera, asistente de las
niñas internas y maestra de grado (…) tenía el don de lágrimas, lloraba sus pecados y
los del prójimo, los males ocurridos en el mundo sin fe y más los que sorprenden entre
las almas consagradas” 141.
138
Necrología de la Hna Martina del Carmen Monteros (1846-1921) Caja Necrologías, s/f. (AHDT). Al
morir contaba con 75 años de edad y 34 de vida religiosa.
139
Necrología de la Hna Clara de la Cruz Monteros (1858-1926) Caja Necrologías, s/f. (AHDT).
140
Necrología de la Hna Tomasa Alberti (1864-1951) Caja Necrologías, s/f. (AHDT). Murió a los 87 años
de edad y 65 de vida consagrada.
141
Necrología de la Hna Tránsito Barcia (1859-1951) Caja Necrologías, s/f. (AHDT). Murió a los 92 años
de edad y 62 de vida consagrada.
308
“se dedicó a las tareas materiales del mantenimiento de las huérfanas, siendo
ella misma por muchos años la que fabricaba el pan para el sustento diario,
realizando esa y otras mil tareas de la ecónoma previsora y verdaderamente
proveedora del sustento barato y económico. Silenciosa, asidua a sus rudas
tareas, observante y muy abnegada nunca se la vio ajena a la única
preocupación de ayudar a la Superiora a que nada falte en la casa” 143.
“En nuestro barrio acaba de fallecer con la paz de los justos una religiosa
dominicana de todos conocida en la ciudad (…) a la que tantas veces y por
tantos años hemos visto llegar a nuestras casas y a nuestros negocios siempre
sonriente y humilde a recabar la caridad de los pudientes a favor de las
huerfanitas que nada tenían. Recorría las calles siempre acompañada con una
de las huerfanitas del Asilo Francisco Javier Correa al que pertenecía y nadie
podía negarse al pedido de la “Hermanita” como todos la llamaban con cariño y
admiración”.
El periodista la retrataba como alguien que vivió muchas fatigas a favor de los
pobres y desheredados por los que sentía conmovido su corazón y afirmaba que Dios
seguramente la recompensaría por la caridad desplegada y los sacrificios que se
impuso por las criaturas “y también por el bien que seguramente obligó a practicar a
142
Necrología de la Hna María Estefanía Peña (1872-1907) Caja Necrologías, s/f. (AHDT). Murió con 35
años de edad y 14 de vida consagrada.
143
Necrología de la Hna Rosario Coutteret (1877-1971) Caja Necrologías, s/f. (AHDT). Murió con 94 años
de edad y 76 de vida consagrada.
144
Necrología de la Hna Rosario Coutteret (1877-1971), Libro de Necrologías, f.49 (AHDT).
145
Necrología de la Hna Raimunda Alanís (1882-1948) Caja Necrologías, s/f. (AHDT). Murió a los 66 años
de edad y 46 de vida consagrada.
309
muchas personas que no podían negar su óbolo caritativo ante las insinuaciones de la
bondadosa y humilde hermanita” 146.
La Hna María del Rosario Espinosa, ingresó en 1907 y ya profesa fue asignada
a Buenos Aires “donde ejerció los oficios domésticos: cocina, refectorio, lavado. En
1916 fue trasladada a Monteros de donde volvió a Buenos Aires como portera y
ropera. Luego pasó a Rosario y al Colegio Santa Rosa con los mismos oficios” 147.
La Hna Ossana García, ingresó al noviciado en 1908, “incansablemente puso
el dinamismo de su recia sangre aragonesa al servicio de la Congregación: cocinera,
repostera, asistente de las niñas, comisionista, portera, dotada de una gran habilidad
manual, sus manos estuvieron en constante actividad hasta el final de sus días” 148.
Muchas de ellas legaron a otras la forma de sus manos. La ritualidad del hacer
de comer, limpiar, curar o lavar hacía persistir técnicas del cuerpo que permanecían
protegidas siendo fieles a una manera de estar en el mundo. Ellas aprendieron estas
maneras de hacer, fugitivas y modestas, practicaron invenciones desde un lugar de
invisibilidad social, el de las ocupaciones cotidianas. Las tareas culinarias se sitúan en
el nivel más elemental de la vida cotidiana, el más necesario y el más menospreciado.
Hacer la comida es una práctica elemental, humilde, obstinada, repetida en el tiempo y
en el espacio, eslabonamiento de habilidades manuales que hay que ver para luego
poder imitar. La preparación de la comida implicaba, entonces como ahora, un
interminable trabajo de mujeres que repetían infinitamente las mismas acciones.
146
El adiós a una santa. Necrología de la Hna Raimunda, Libro de crónicas del Convento Santísimo
Rosario de Rosario (1931-1957), f.87. Archivo Convento Santísimo Rosario de Rosario (AHDR)
147
Necrología de la Hna María del Rosario Espinosa (1884-1938) Caja Necrologías, s/f. (AHDT). Murió
con 54 años de edad y 31 de vida religiosa.
148
Necrología de la Hna Ossana García (1886-1970), Libro de Necrologías, f.46 (AHDT)
310
149
Cuaderno de Recetas de las HH Dominicas, Caja: Escritos de las Hermanas (AHDT).
311
Figura Nº 33: Libro de Recetas de la Congregación de Hijas de María y Santa Filomena de Tucumán
150
Me refiero al libro de la Congregación de las Hijas de María y Santa Filomena El arte de cocinar, cuya
primera edición data de 1920 y la 6º de 2006, realizada por la editorial de la Universidad Nacional de
Tucumán.
312
tónico para el cerebro y para los nervios. Contra el asma es gran remedio. El
agua de apio cocido es aconsejable en casos de congestión y de catarro
pulmonar. Cuando hay ronquera o afonía, el apio aclara la voz. Es ligeramente
carminativo y liberta de los gases a los intestinos. Es uno de los buenos
remedios contra la nefritis y combate eficazmente los estados melancólicos. El
agua de apio es uno de los mejores remedios contra el reumatismo y demás
manifestaciones artríticas. En casos de anemia es de suma eficacia. Usando
las partes tiernas se favorece en modo especial, la digestión. En casos de
debilidad y convalecencia de los niños se aconseja hervir apio y preparar con el
agua las sopas de harinas que consumen. Les da gran valor nutritivo y
medicinal” 151.
Figura Nº 35: Propiedades medicinales del apio. Cuaderno de Recetas de las HH Dominicas
151
Propiedades medicinales del apio, Cuaderno de Recetas de las HH Dominicas (AHDT).
314
152
Me refiero a un antiguo relato recopilado por Paladio en su Historia Lausíaca (1991: 128-129), en
donde narra la historia la “Idiota del convento” (siglo V), una monja que servía desde la cocina y que fue
reconocida como santa por un eremita del desierto y que no pudo soportar la fama y el reconocimiento
huyendo al desierto. Michel de Certeau realiza un interesante análisis de este relato en “El Monasterio y la
Plaza: locuras en la multitud” en La Fábula Mística (1993: 45-63).
153
CHDT, 1893: 123-127.
154
La apertura del primer asilo de huérfanos se realizó en la casa de Elmina Paz, calle Belgrano a 50 m.
de la plaza principal de la ciudad (actual calle 24 de septiembre), en diciembre de 1886. El 10 de mayo de
1888 se colocaba la piedra basal en el nuevo predio adquirido por la fundadora en el Boulevard
Sarmiento, en las afueras de lo que en aquel momento era el casco urbano de la ciudad. El nuevo edificio
Asilo-Convento fue inaugurado en 1890.
315
155
Se denomina clausura al recinto interior de los conventos/monasterios al que solo pue53den acceder
los miembros de una comunidad o las personas que tengan debida licencia (Martínez Ruiz, 1998: 73).
156
La asociación de las mujeres a la vida misionera y de predicación itinerante ha sido señalada en el
cap.2.
157
La palabra anacoreta procede del griego anachorein, que significa retirarse, “irse al monte”, nombre
que se le daba a los que se retiraban a vivir fuera de las ciudades, abandonando el “mundo”.
316
eremítica 158 se desarrolló rápidamente en las regiones del imperio romano de oriente
(Egipto, Palestina, Siria y Mesopotamia). Basilio, Obispo de Cesarea (330-379),
reaccionó contra las excentricidades de la vida eremítica y propuso una Regla que
comenzó a organizar la vida cenobítica 159. En el imperio romano de occidente,
Jerónimo (347-419), que había sido monje en oriente, promovió la vida cenobítica
entre las mujeres de la aristocracia romana. De regreso a Palestina fundó en Belén
junto a Paula, comunidades de mujeres que colaboraron con la traducción de los
textos bíblicos al latín. Fue Agustín de Hipona (354-430) quien propuso una regla para
la vida cenobítica que sería la base de las nuevas constituciones de las órdenes
mendicantes 160 en el Medioevo. Juan Casiano (360-435) luego de visitar monasterios
en oriente, fundó en Marsella los monasterios de San Víctor (masculino) y San
Salvador (femenino). Sus escritos constituyeron un puente entre el monacato de
oriente y el de occidente 161; entre dichos textos, el libro de las Colaciones trataba de la
formación del hombre interior y de la oración continua, contenía los consejos de los
Padres del desierto para conocer el modo de gobernarse en el estado de la
contemplación 162.
Sin embargo, sería la Regla de San Benito (ca. 480-547) la que inspiraría la
vida de casi todo el monacato de occidente hasta el siglo XII. Heredero de toda la
tradición monástica precedente, propuso la estabilidad del monje en su monasterio
para contrarrestar la abundancia de monjes errantes o giróvagos 163.
Con todo, estas reglas no prescribían la clausura 164; recién fue a comienzos
del siglo VI cuando Cesáreo de Arlés (entre 512 y 534) elaboró una primera regla para
religiosas enclaustradas (Fraschina, 2010: 121). La Regula ad Virgines llegó a regir
numerosos monasterios femeninos; dicha regla establecía el compromiso de
abandono de los bienes, la vida de pobreza, el enclaustramiento permanente y la
158
Eremita proviene del griego éremos, significa desierto, designando con este nombre a las personas
que vivían en el desierto apartados de los seres humanos.
159
Cenobio proviene del griego koinós bios, vida en común y comenzó a utilizarse para nombrar a las
primeras comunidades organizadas de monjes.
160
La Orden de Predicadores asumió la Regla de San Agustín como propia y así lo hicieron las
congregaciones femeninas de vida apostólica que surgieron con posterioridad. Una primera mención a las
diferentes reglas más antiguas fueron señaladas en el punto 5.1. de este capítulo.
161
Las Colaciones de los Padres de Juan Casiano era el libro de cabecera de Domingo de Guzmán, así lo
atestiguaron sus contemporáneos, el Beato Jordán de Sajonia en su libro Orígenes de la Orden de
Predicadores (1987 [1234]: 88) y Constantino de Orvieto en la Narración sobre Santo Domingo (1987
[1246]: 254). Estas lecturas influenciaron en la tradición dominicana al impregnar la vida conventual de
rasgos de la vida monástica. Esta impronta también se observa en la Congregación de las Dominicas de
Tucumán a fines del siglo XIX.
162
La introducción a las Colaciones, ofrece un claro panorama de las temáticas referidas a la vida de los
monjes y la necesaria discreción, renuncia a la concupiscencia, la oración en sus distintas formas, la
caridad, apatheia, caridad, amistad entre almas perfectas, la vida anacoreta y cenobítica y los estadios de
la vida espiritual (Casiano, 1958: 7-22). El texto original fue escrito entre el 468 y 426.
163
Nombre que recibían los monjes que, por no sujetarse a la vida regular de los anacoretas y cenobitas,
vagaba de monasterio en monasterio sin estabilizarse.
164
Existe una abundante literatura sobre la clausura; en particular considero interesantes los análisis de
María José Arana (1992), Ann Joan Mc Namara (1999: 95-211) y Alicia Fraschina (2010: 95-122).
317
en el refectorio y ya que no sólo las palabras sino toda agitación, ruido, e inquietud
exterior perturba la casa de Dios, al silencio de la boca agregarán el silencio de acción
que le da completa paz y hermosura” 170.
Un apartado de las primeras constituciones 171 estaba destinado al archivo 172, la
biblioteca y el servicio de la secretaria. Se mandaba colocar en el archivo los
documentos emanados por la autoridad eclesiástica relativos a la Congregación, las
actas de los Capítulos, las decisiones del Consejo, las actas de Capítulo Conventual,
el catálogo anual de las personas del Instituto, el libro de defunciones de las religiosas,
los títulos de propiedad, recibos, papeles antiguos, escrituras, inventario, libros de
toma de hábito y profesiones.
Se ordenaba también la constitución de una biblioteca compuesta por libros
buenos y útiles para alimentar la piedad y adelanto de los estudios y se describía el rol
de la bibliotecaria quien debía elaborar el índice y anotar los préstamos 173.
170
CHDT, 1893: 128-130.
171
CHDT, 1893: 147-148.
172
He podido constatar al trabajar en el archivo de las dominicas de Tucumán y de otras provincias, la
importancia dada a la conservación de los documentos más antiguos; la redacción de crónicas
y memorias; la cantidad de fotografías guardadas. Esto pone de manifiesto el valor otorgado a
la memoria colectiva y la conciencia de este grupo de mujeres del deber de cuidar la memoria
institucional como resguardo y fortalecimiento de la propia identidad personal y grupal. Sobre la
gestión de la memoria en los conventos femeninos me ha resultado muy sugerente el estudio de Nuria
Jornet (2006).
173
CHDT, 1893: 149.
319
174
La ubicación de las antiguas dependencias fueron establecidas a partir de los datos brindados por las
religiosas que actualmente habitan en la Casa Madre; las entrevistas fueron realizadas en enero de 2012.
320
Figura Nº 38: Patio central y claustros del convento de las dominicas hacia 1890
Figura Nº39: Capilla del Dulce Nombre de Jesús, de las HH Dominicas, hacia 1895
177
CHDT 1893: 119.
178
Rudolf Otto (1996 [1957]), utiliza el término numinoso (del latín numen, “dios”) para hacer referencia a
la experiencia religiosa de encuentro con lo sagrado, lo que trasciende, lo Otro, lo divino. María Zambrano
(2005) se consideró deudora de la lectura de Otto en sus reflexiones sobre lo sagrado y lo divino.
179
La construcción del templo fue posterior al del convento-asilo; las obras se iniciaron en 1893 con la
donación recibida de la Hna Bienvenida Palavecino, una viuda oriunda de Santiago del Estero quien al ser
recibida en la Congregación vendió todos sus bienes para la construcción del templo. Necrología de la
Hna Bienvenida Palavecino, Caja Necrologías (AHDT).
322
El coro 180 estaba ubicado en la nave lateral del templo y era el lugar de oración
de la comunidad, allí se cantaba el oficio divino y las religiosas hacían su oración
personal. También se llevaban a cabo las ceremonias de toma de hábito y de
profesión religiosa y se velaba a las difuntas.
La comunicación con el exterior se daba en el coro (ámbito de intersección
entre la clausura y la capilla), el confesionario (ubicado en la nave central de la capilla)
y en los locutorios. En estos espacios cercanos a la portería se facilitaba el
intercambio con los de “fuera” del espacio conventual. Los locutorios constituían un
espacio de máxima sociabilidad tanto para las religiosas de coro como de obediencia;
allí se encontraban con sus parientes y amigos. La religiosa debía asistir al locutorio
con una compañera o escucha designada al efecto, pero las hermanas que por su
oficio estaban obligadas a relaciones frecuentes con el exterior, podrían ser
dispensadas de esta obligación de la compañera 181. En el locutorio debían evitar
discursos mundanos o contarios a la caridad, “recogerse de cuando en cuando para
considerar la presencia de Dios, el daño de las palabras ociosas y el precio del
tiempo”.
Figura Nº40: Patio, claustro y aljibe del Convento de las HH Dominicas (hoy Colegio Santa
Catalina)
180
Ubicación 1c en el plano del convento (figura Nº 37)
181
CHDT, 1893: 139.
323
“He ahí pues, uno de esos días memorables del cristiano, la gran fiesta de la
“Noche Buena”; y he ahí juntamente para nosotras una fiesta doblemente
memorable. Por vez primera le habíamos celebrado con el culto tan deseado
que nuestra devoción hacia este gran Misterio lo quería; por vez primera
quizás en este extremo de la ciudad se celebraba la Misa de la “Noche Buena”
que señala el nacimiento del Redentor del mundo. Hízose la novena
preparatoria que fue pública con sus cantitos correspondientes de nuestras
huerfanitas. // A las doce de la noche se celebró la Misa cantada, la que fue
oficiada por las huerfanitas ¡que majestuosa solemnidad había en aquella
182
La palabra rito proviene del sánscrito rita, designa lo que se realiza conforme con las ordenaciones y
prácticas establecidas desde la antigüedad. Es el orden que regula las relaciones de los hombres y los
dioses. La repetición es inseparable de la esencia del rito. Es un acto que se repite con eficacia,
permitiendo aprehender lo que está oculto, lo que está escondido en los acontecimientos (Duch, 2001:
183-192).
183
Un interesante estudio sobre la carta de Hildegarda a los Prelados de Maguncia y su concepción de la
sinfonía cósmica es el de Marirí Martinengo (2000: 19-50).
184
Del latín liturgĭa, y este del griego λειτουργία, “servicio público”, orden y forma en que se llevan a cabo
las ceremonias de culto en las distintas religiones. A su vez la palabra culto, proviene del latín cultus que
significa “veneración de los dioses”.
324
ceremonia celestial! El silencio de las noches, las alegres luces del altar y del
pesebre, las solemnes “Aleluyas” y el angelical canto de las criaturas, reunían
un encanto de amor y de ternura que elevaba el alma transportándola a la
realidad de esa cuna, misteriosa y divina al seno de su Dios, oculto y
escondido en esas pajas, por su amor!” 185.
“Por vez primera se cantó su misa en nuestra Capilla la que fue desempeñada
por las Hermanas. Día señalado para nosotras, fiesta sencilla; pero cuya
sencillez, constituía su verdadera grandeza, el canto piadoso de las Hermanas,
animadas más bien con el deseo de honrar a su Santa Patrona que de
satisfacer al auditorio que conmovido las escuchaba, la armoniosa elegancia
con que había sido adornada la Capillita, despertaba un no se que de celestial,
que atraía hacia Dios” 186.
185
Libro de Crónicas I (1886-1894), f. 78 (AHDT).
186
Libro de Crónicas I (1886-1894), f. 22 (AHDT).
187
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 25 de abril de 1892. Caja: Epistolario de Boisdron. Carpeta:
Cartas a Elmina Paz (AHDT).
325
cantada con motivo del aniversario de la única hija 188 de nuestra fundadora; y también,
en memoria de los huerfanitos, muertos hasta entonces que eran diez” 189.
El 28 de diciembre fiesta de los Santos Inocentes, se recordaba la fundación
del asilo, como rememoró Elmina Paz:
“hace dos años que se fundó esta casa de huérfanos, en este día, en las
oraciones de ellas [las huérfanas], la comunión y la misa de la Santa Infancia
que cantarán ellas, serán afiliadas por sus bienhechores vivos y difuntos, en
ella tendrás mucha parte tu mi buen hermano” 190.
Los ritos de profesión religiosa eran preparados con los cantos de las
huérfanas, “cuyas angelicales voces hacían más solemne y celestial este acto
religioso” 191.
Así, los días ordinarios eran interrumpidos en su rutina por estas fiestas que
buscaban un contacto con el cielo, una aproximación al mundo de la divinidad.
Otro ámbito de decisión y voto era la admisión a los votos perpetuos; en el acta
de Consejo se apuntaba la observación: “el Sr Vicario manifestó nuevamente que era
188
María Jesús Gallo, había fallecido a los 3 años de edad, muchos años antes de la fundación de la
Congregación.
189
Libro de Crónicas I (1886-1894) f. 7 (AHDT).
190
Carta de Elmina Paz a Benjamín Paz, Tucumán, 27 de diciembre de 1888. Caja: Epistolario Elmina
Paz. Carpeta: Cartas de Elmina Paz a su hermano Benjamín Paz (ADHT).
191
Libro de Crónicas I (1886-1894) f. 47 (AHDT).
192
CHDT, 1893: 185-233.
193
Acta Nº24, 13 de enero de 1892. Libro de Actas del Consejo de la Congregación 1889-1928, f.22.
(AHDT).
326
“La Madre Priora propuso la venta de la finca “Las Zanjitas” y si haría por
remate o se anunciaría primero por los diarios para venderla particularmente.
Después de una discusión conveniente el Consejo procedió a la votación
secreta la que verificada dio por resultado la afirmativa por lo segundo, es
decir, que se vendiera particularmente y no por remate, más si después de un
tiempo no hubiere ningún comprador, recién se pusiera en remate la finca”. 196
194
Acta Nº24, 13 de enero de 1892. Libro de Actas del Consejo de la Congregación 1889-1928, f.22.
(AHDT)
195
Acta Nº 30, 9 de agosto de 1892. Libro de Actas del Consejo de la Congregación 1889-1928 f. 27.
196
Acta Nº 48, febrero de 1894, Libro de Actas del Consejo de la Congregación 1889-1928 f. 36.
197
Acta Nº 17, 12 de Julio de 1892. Libro de Actas del Consejo de la Congregación 1889-1928 f. 16.
198
Acta Nº 31, 4 de octubre de 1892. Libro de Actas del Consejo de la Congregación 1889-1928 f. 31.
199
Acta Nº 58, 10 de Febrero de 1895. Libro de Actas del Consejo de la Congregación 1889-1928 f. 42.
327
uso de los intereses de las Zanjitas para esta compra y la compra de drogas para un
botiquín” 200.
Estos breves ejemplos permiten una aproximación a la dinámica del órgano de
gobierno de la naciente Congregación, en donde este grupo de mujeres se ejercitó en
la práctica de la toma de decisiones, elecciones, deliberaciones, aceptación o rechazo,
compras y ventas, haciendo del espacio de gobierno una oportunidad de ejercicio de
libertad femenina y autodeterminación, practicas que en otros espacios raramente las
mujeres podían realizar.
nuevas y para ello contó con un grupo de mujeres como ya lo señalamos, junto a
quienes acabada la epidemia, quisieron fundar una congregación para continuar un
proyecto en común 202. Estas mujeres fueron libres, en el sentido en que explica Arendt
refiriéndose al mundo griego: “solo era libre quien estaba dispuesto a arriesgar su vida;
no lo era y tenía un alma esclava quien se aferraba a la vida con un amor demasiado
grande” (Arendt, 1997:73). La libertad que dio lugar al nacimiento de algo nuevo se dio
en el espacio “entre”, ya que como afirma Arendt, solo surge lo inaudito allí donde
algunos se juntan y solo subsiste mientras permanecen juntos (1997:113). Elmina
introdujo su libertad en el camino de vida religiosa, abriéndose a una experiencia de
espiritualidad en relación; el convento, para ella y sus compañeras, fue un espacio de
existencia libre que fue importante para ella y las personas con las que entró en
contacto. En este aspecto, existe similitud entre esta experiencia conventual del siglo
XIX y otras analizadas por Milagros Rivera Garretas (1998), en diferentes contextos
espaciales y epocales.
Esta nueva Congregación religiosa comenzó a recibir solicitudes de apertura de
asilos y colegios en otras ciudades del país, Monteros (Tucumán), Santiago del Estero,
Rosario, Santa Fe y Buenos Aires; los pedidos emergían de la necesidad de
solucionar los problemas vitales de los sectores más vulnerables de la sociedad. Los
fuertes vínculos sociales y de parentesco de algunas de las integrantes 203 de la
Congregación tucumana vinculadas con familias “notables” del resto del país,
promovieron esta serie de fundaciones que les permitió expandir sus tareas
humanitarias más allá de los límites habituales. Ellas inauguraron prácticas que
modificaron muchas veces sus representaciones o sus costumbres, desviaron los
sistemas establecidos y sus formas de emplearlos, se atrevieron a hacer sus propias
experiencias 204.
Esta iniciativa femenina, tan propia del siglo XIX, de congregarse bajo un
objetivo religioso y caritativo, generó en Tucumán y en el resto de las provincias donde
abrieron sus casas, un nuevo espacio para las mujeres con inquietudes religiosas y de
participación social. Este espacio les proporcionó no sólo la vía para asumir la
radicalidad evangélica, sino también se constituyó en un ámbito específico de
intervención en el campo de lo social y lo político, con los rasgos propios que proponía
202
Alberti Tomasa, Vida de Sor Ma. Dominga del Ss Scto Paz-Gallo, 1934, ff. 24-25. (AHDT).
203
Entre las religiosas de la Congregación que pertenecían al espacio notabiliar tucumano y vinculado a
redes sociales de otras provincias se pueden nombrar a: Elmina Paz, Catalina Zavalía, Rosa Colombres,
Vicenta Zavaleta, Inés Olmos, Apolinaria Olmos de Catalán, Francisca Avila, Dolores Peña (Sor Catalina),
Emilia Molina, María Linares, María Luisa Alurralde, Aurora López Alurralde, Manuela Carballo, entre otras
(Ver la relación de religiosas que ingresaron en la Congregación entre 1887 y 1911 al final de este
capítulo).
204
Sobre las prácticas y el término “experiencia” para indicar lo inaudito y la distancia de las
representaciones, ver de Certeau (2007: 27).
329
“Se va con ella una noble y familiar expresión de la casa común. Se sentirá su
ausencia como la falta de un poderoso estímulo viviente (...) era su celda un
puerto de salud y con el equilibrio perfecto de su alma, de allí irradiaba en una
fecunda y serena renovación de fuerzas morales, que enriquecía el ambiente y
entonaba los espíritus, absorbidos en las luchas sin compensaciones” 207.
el egoísmo del “sálvese quien pueda”. La apertura a lo otro, a los otros, inauguró un
orden diferente, una política distinta. Su experiencia habilitó un desvío del orden
político acostumbrado. Una nueva política surgió en Tucumán, la política de las
mujeres, quienes se atrevieron a ejercer autoridad, en el sentido que señala Arendt, la
auctoritas, (del verbo augere, “aumentar” “hacer crecer”), lo que se aumenta es el
inicio, la fundación (Birulés, 1997: 25). Ellas instauraron otro orden diferente al orden
que se establecía desde el patriarcado y su proyecto de un estado-nación moderno,
ellas se “desplazaron con seguridad y libertad hacia otro modo de hacer política, un
modo donde primaba la relación” (Vargas Martínez, 1999: 63-89).
En las constituciones de las dominicas se corroboraba la constante invitación a
no permanecer en la periferia de sí mismas, pero para acceder a esta experiencia el
recorrido era árido. Para ello la institución conventual les ofrecía a este grupo de
mujeres el servicio de reunirlas simbólicamente, en torno a unas horas litúrgicas,
festividades, celebraciones, acciones caritativas y alrededor de estas prácticas se
fueron constituyendo simbólicamente como grupo. Elmina Paz reconocía la necesidad
de una Regla para superar la confusión 209, el peligro de ir vagando sin rumbo podía
ser muy duro de llevar, las Constituciones marcarían el camino y darían descanso a
las constantes búsquedas (Duquoc,1994: 725-731). Las Constituciones definían una
disciplina que permitía sostener su coexistencia.
El proceso de institucionalización de este grupo de mujeres con su
correspondiente elaboración de Reglamentos, Estatutos y Constituciones, reflejó
aspectos significativos a la formación del estado- nación decimonónico y a la
construcción de nuevos espacios políticos tanto en Argentina como en América Latina.
Los estados-nación emergentes en la segunda mitad del siglo XIX latinoamericano
excluyeron a las mujeres de la ciudadanía política, pero dieron paso a otros campos
de práctica social y política. Si bien las dejaron fuera de la participación electoral, ellas
supieron construir espacios modernos de sociabilidad política o usar políticamente los
espacios religiosos y sus prácticas asociativas de sociedades privadas (García Jordán
y Dalla Corte, 2006: 561).
En el caso de las dominicas de Tucumán, el proceso de elaboración de su
propia normativa hizo que este grupo de mujeres interviniese en la construcción de
una identidad nacional a través del diseño de una política cultural y de educación
(Potthast y Scarzanella, 2001: 8).
A la par de la organización del Estado, encontramos formas de asociación
femenina que buscaron fortalecer su organización interna a través de la elaboración de
209
Carta de Elmina Paz a Boisdron, Tucumán, 9 de noviembre de 1890. Caja: Epistolario Elmina Paz.
Carpeta: Cartas a Boisdron. s/f. (AHDT).
331
336
Tercera Parte. Viajeras hacia el fondo del alma: una espiritualidad a dos voces
1
La palabra mística deriva del latín mystĭcus, y este del griego μυστικός, derivado de la raíz indoeuropea
my, presenten myein: cerrar los ojos y cerrar la boca, de donde proceden “miope” “mudo” y misterio”, que
remite a algo oculto, no accesible a la vista, de lo que no puede hablarse (Martín Velasco, 2004: 16).
Utilizo el término para aludir a la experiencia espiritual de cercanía con lo divino que intentan explicitar los
textos del siglo XIX que estudio, escritos que, a su vez, son herederos de la literatura producida en otros
contextos espacio-temporales. El término “mística” designa ante todo un conocimiento experimental de
Dios, no sólo una experiencia racional sino existencial de lo divino (Haas, 2001: 67). Los estudios de
Michel de Certeau sobre historia religiosa y mística me han resultado profundamente sugerentes y a ellos
he recurrido constantemente a lo largo de mi investigación. Su propio relato de viaje, sus vagabundeos
intelectuales se han constituido en mi puerta de acceso a lo inaccesible (de Certeau, 1993; 1994; 2000;
2006; 2006b; 2007; 2007b).
2
La experiencia religiosa implica el contacto y la relación personal con la dimensión última de la realidad,
la cual se revela a su vez como origen y fin de todo lo que existe. La manifestación de esta realidad tiene
múltiples registros que van desde los más personalistas haciendo que esta dimensión se identifique con
un Tú tan infinito como cercano, hasta los más oceánicos, donde esta dimensión es identificada con un
Algo tan inabarcable como envolvente. Para un análisis más amplio de la experiencia religiosa ver
Melloni, 2003: 21-39. Por otra parte, la palabra religión proviene del latín religio, término occidental
conectado con el término religare, vincular (crear lazos, liberar al hombre de su solipsismo) con esa
dimensión primera y última de lo real, así como religar a un grupo humano entre si. Las religiones
instituidas tratan de vehicular, fortalecer y asegurar este vínculo con lo real a la vez que fundan
comunidad. Se entiende así el religare como una vinculación con lo absoluto, con el cosmos, con los
seres humanos. El religare es el aspecto estructural de la religión, religar a Dios, a un principio. No
pretendo aquí abarcar la complejidad del concepto religión aunque quiero señalar que me ha resultado útil
para este recorrido de la investigación el análisis de Lluis Duch sobre las distintas acentuaciones
personales o comunitarias que el concepto de religión fue teniendo a lo largo de la historia de la
humanidad. Este autor da cuenta de análisis como los de Durkheim, Max Weber, Yinger, Luckmann,
Berger, Eliade, Williams, entre otros, y ofrece su definición de religión como “la articulación sociocultural
de las disposiciones predadas del ser humano, la cual en cada tiempo y espacio concretos otorga sentido
a la totalidad de la existencia humana”. Desde esta perspectiva, Duch afirma que el ser humano está
sujeto a un espacio y un tiempo, a una tradición. Por ello el ser humano expresa su capacidad religiosa
mediante formas culturales y sociales que poseen vigencia en unos espacios y tiempos determinados
(Duch, 2001: 105). Ante la experiencia de la casualidad, la contingencia, situaciones del ser humano que
siempre quedarán sin resolver: el mal, la muerte, enfermedad, la experiencia religiosa propone que estas
situaciones, que tienen mil fisonomías, no son el punto final. Todos los sistemas religiosos son intentos de
dominar lo contingente, explicaba Duch. Pannikar (1990: 115), por su parte, afirma que "las religiones
tratan con la autocomprensión colectiva última de un grupo humano. La verdad de la religión sólo puede
ser calibrada dentro del mito unificador que hace la autocomprensión posible”.
3
Sigo aquí las intuiciones de Carlos Azpiroz Costa (2003) en la Carta sobre la Itinerancia dirigida a la
Orden Dominicana.
337
8
La palabra mistagogía deriva del verbo griego mystagogein y significa "crecer en los misterios" o "ser
introducido en los misterios". La Mistagogía era la última etapa del catecumenado o iniciación cristiana.
Había una preparación remota (de varios años), luego venía la preparación inmediata a la recepción de
los sacramentos de iniciación, los cuales se recibían en la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
9
Se denomina escuela mística renana al movimiento espiritual del siglo XIV, que se desarrolló en las
ciudades que crecían en torno al Rhin, en torno a los monasterios femeninos, el movimiento espiritual
laico de beguinas y begardos y la predicación de los dominicos Eckhart (1260-1328), Tauler (+1361) y
Seuse (Susón) (1297-1366). Ciertas afirmaciones de Eckhart, maestro de Tauler y Susón fueron
condenadas por la Inquisición en la Bula de Juan XXII In agro dominico en 1329. Para una
abordaje más detallado de estos autores me ha sido de gran utilidad el texto de Silvia Bara,
(2008:455-456 y 471). Olvidado, silenciado, censurado, Eckhart sobrevivió en sus discípulos más
próximos Tauler y Susón y otro más lejano como Angelus Silesius. Recién en el siglo XIX se realiza una
edición crítica de sus obras (De Libera, 1999: 177). En Tucumán la recepción de la mística renana se dio
a partir de los textos de Susón, difundidos por Boisdron.
339
Todo colectivo humano, por pequeño que sea, se define y cohesiona por medio
de modelos de comportamientos ideales que expresan sus creencias. Estos modelos
se construyen a través de narraciones, imágenes y símbolos que les dan sentido y los
proveen de significado, otorgándoles capacidad de transformar las prácticas y
relaciones hacia dentro y hacia fuera del grupo.
En la tradición cristiana, la elaboración de imágenes de santidad a través de
relatos de vida -como modelos ejemplares a seguir- se remonta a los tiempos
primitivos de la iglesia 10. La vida de un santo o santa se inscribe dentro de un grupo,
Iglesia o comunidad y representa la conciencia que aquél tiene de sí mismo al asociar
la figura a un lugar, siendo la cristalización literaria de las percepciones de una
conciencia colectiva (Certeau, 1993: 258-260). Desde esta perspectiva, las
narraciones de la vida de los santos y santas dominicos jugaron un papel fundamental
en la construcción de la identidad de las nuevas religiosas que se fueron configurando
en torno a las lecturas hagiográficas. Los libros, la narración de historias de vida
impregnaron la vida cotidiana de las religiosas de Tucumán y, a modo de un espejo,
aprendieron a mirarse en esos itinerarios vitales, se apropiaron de los mismos,
buscaron imitarlos y, a su vez, los transformaron en relatos vitales propios e inéditos.
Las imágenes de santidad recibidas del pasado dominicano -como las de Santa
Catalina de Siena o Rosa de Lima- fueron utilizadas como referentes de un camino
espiritual y, a su vez, las religiosas de Tucumán las transformaron en nuevos relatos
hagiográficos como el de la fundadora Elmina Paz, más acordes a las nuevas
circunstancias culturales del Tucumán de la industria azucarera y del estado moderno.
Las epístolas que se conservan en el archivo de las dominicas están
impregnadas de los tópicos del camino espiritual de la tradición dominicana y,
especialmente, de las formulaciones de los místicos renanos; por lo que aquí respecta,
buscaremos rastrear esta tradición de espiritualidad en los textos producidos en los
conventos dominicanos en la bisagra de los siglos XIX y XX, no solo para descubrir
continuidades sino para aventurarnos en laberintos para perdernos, para mirar unos
ojos que jamás volveremos a encontrar 11.
La experiencia mística sólo es posible comprenderla en función de una
situación cultural e histórica particular (de Certeau, 2007: 348-349). Existen
10
Como lo indicamos en el capítulo 2, Vizmanos (1959), considera la vida de Santa Tecla (S.I), contenida
en el texto apócrifo “Los hechos de Pablo y Tecla”, como el molde en torno al cual se van construyendo
las pautas de vida para las mujeres del movimiento de seguidores de Jesús en los primeros siglos del
cristianismo.
11
Parafraseo una expresión de Foucault en La arqueología del saber (2004: 29) que bien pone de
manifiesto al explicar la mutación epistemológica del saber histórico.
340
interior”, “identificación con Cristo en su dolor”, entre otros. Veamos sus características
más significativas.
“Mi hija en el Señor: // La unión con Dios que es el principal y último término de
la vida espiritual, presupone y necesita ciertas disposiciones que le indicaré
antes de trazarle la repartición aproximativa de su tiempo.// Reflexione Usted,
hija mía, que la perfección sobrenatural es obra de mucha trascendencia, bajo
todo concepto y debe establecerse sobre bases sólidas que tocan el fondo
mismo del alma. Sería trabajar sobre arena movediza, y llegar pronto a la
esterilidad el componer solo los elementos exteriores de nuestra existencia con
más o menos método y orden y no atender, renovar y purificar constantemente
el interior mismo del alma” 13.
se inscribe en esta línea. Por su parte, Enrique Susón 15 ponía en boca de la Eterna
Sabiduría esta pregunta: “¿por qué tu alma se entrega a lo exterior, cuando tiene
oculto en su interior el reino de Dios?” (Susón, 2008: 392) 16.
Boisdron insistía en este punto al advertir a Elmina Paz que “las observancias
exteriores son muy importantes, pero lo que les da vida y mérito es el principio interior
de la religión: estar siempre en la presencia del Señor, renunciarse en todo” 17
Figura Nº 41: Reglamento de vida elaborado por Fr Boisdron para Elmina Paz
15
Se conserva en la biblioteca antigua de las Dominicas de Tucumán el Libro de la Eterna Sabiduría de
Enrique Susón (Heinrich Seuse). Se han encontrado referencias implícitas a la obra de Susón en los
textos producidos por las religiosas de Tucumán y Fr Boisdron. En una carta a la Hna Juana Valladares,
Elmina Paz nombra, explícitamente, a Enrique Susón al referirse a “la pesada cruz que cada una se
impone”. Carta de Elmina Paz a Juana Valladares, 6 de junio de 1899, Caja: Epistolario de Elmina Paz,
Carpeta: Cartas a Hnas de la Congregación (AHDT). Abordaremos más adelante esta carta al referirnos a
la cruz de Cristo como motivo de camino espiritual.
16
Utilizo la traducción de las obras de Susón hecha por Salvador Sandoval Martínez (2008), obras
reunidas en el Exemplar.
17
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 1º de enero de 1891. Caja: Epistolario Fr Boisdron. Carpeta:
Cartas a Elmina Paz (AHDT). Esta noción del “renunciarse” es como se tradujo el desprendimiento o la
gelassenheit, que Susón emplea como sinónimo de la abgescheidenheit eckhartiana. Agradezco a Silvia
Bara este aporte etimológico.
343
18
Carta de Elmina Paz-Gallo a la Hna Enriqueta Toscano, Tucumán, 3 de octubre de 1908. Epistolario de
Elmina Paz, Carpeta: Cartas a Hnas de la Congregación (AHDT).
19
Lucas 10, 38-42
20
Utilizo la traducción de Amador Vega del Sermón de Eckhart sobre Marta y María Intravit Iesus in
quoddan castellum (Lc 10, 38-40), en El fruto de la nada (FN 2001).
21
Carta de Fr Ángel M. Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, Friburgo, enero 28 de 1894, Caja: Epistolario Fr
Boisdron. Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT).
344
Este rasgo de la espiritualidad de la orden fue definido por Santo Tomás de Aquino en
la fórmula “contemplata allis tradere”, contemplar y dar a los demás los frutos de la
contemplación, explicitando que una orden religiosa dedicada a la contemplación y a la
predicación era más completa 22.
En el mismo Reglamento, Boisdron invitaba a Elmina Paz a trabajar para que
se “ensanchen y se profundicen las fuentes de la gracia divina”, adelantando en “la
unión con Dios nuestro Señor” y, para ello, debía:
“El esfuerzo del legislador consiste en mantener el equilibrio la vida regular con
la vida de trabajo, las observancias espirituales con las tareas activas, sin que
una parte quite demasiado a otra. ¡El trabajo es tan necesario en las almas de
este tiempo!” 24.
22
Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica II-II q.188, a.6
23
Fr. Ángel M. Boisdron, Reglamento de Vida para Elmina Paz (sin fecha) Caja: Escritos de Fr Boisdron
(AHDT).
24
Carta de Fr Ángel M. Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 2 de febrero de 1891, Caja: Epistolario Fr
Boisdron. Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT).
25
Carta de Fr Ángel M. Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 22 de julio de 1894, Caja: Epistolario Fr
Boisdron. Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT). Esta carta fue escrita desde la Cartuja de Valsainte
(Suiza) en donde Boisdron estaba realizando sus ejercicios espirituales.
345
“No apegarse a nada. Las criaturas pueden ser un obstáculo grande al espíritu
de perfección, si vemos y buscamos en ellas más que los instrumentos de Dios
para nuestra santificación; y si alguna vez ponemos a la criatura en
competencia con nuestro Señor sobre nuestro corazón esta simple
comparación ofende a Dios que es un Dios celoso y lo aparta del alma” 27.
26
Utilizo el término “desprendimiento” para referirme al proceso de “desapego”, “desasimiento” o “ser
separado” al que se hace referencia en los textos de la mística renana. El Tratado del Desasimiento del
Maestro Eckhart tiene dos versiones disponibles en castellano, la de Ilse Brugger, Tratados y Sermones
(1983: 142-152) y la de Amador Vega, El Fruto de la Nada (2001: 125-136). Este autor opta por
denominarlo Tratado del ser separado. Vega explica la dificultad de traducir la palabra alemana
abegescheidenheit por su carácter paradójico, ya que alude a la necesaria experiencia de vaciado de las
creaturas y del mismo yo mediante la renuncia, el despojo y la autonegación como condición para el
nacimiento de Dios en el alma, y la unión mística con la divinidad (Vega, 2001: 211). Por su parte, en la
traducción del estudio de Alois Haas (2002) se opta por la palabra “desasimiento” para traducir el
concepto alemán. Mi opción por el término desprendimiento se debe a que es el más utilizado en las
fuentes consultadas del Archivo de las Dominicas. Desprendimiento es también el concepto elegido por el
traductor del estudio de Alain de Libera (1999: 79-86).
27
Fr. Ángel M. Boisdron, Reglamento de Vida para Elmina Paz (sin fecha) Caja: Escritos de Fr Boisdron
(AHDT).
346
“Al tomar la iniciativa, quien actúa no solo cambia el mundo, puesto que se
halla siempre entre otros, comparte con ellos el mundo, sino que se cambia
también a sí mismo, al revelar más acerca de lo que antes de actuar sabía de
su propia identidad” (Birulés, 1997: 21).
Poco a poco, Elmina fue despojándose, vaciándose, para dar lugar a Dios, al
totalmente Otro, a los otros, a los más pequeños. El camino de desprendimiento de
toda abundancia que ella emprendió reflejó la paradoja cristiana plasmada en los
evangelios: “el que quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por mi
causa la ganará. De que le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?”
(Mateo, 16, 25-26), o aquella frase de la parábola del joven rico “difícilmente entrarán
en el reino de Dios los que tienen riquezas” (Lucas 18, 24). Una vez más Tomasa
Alberti pintaba la escena:
28
Alberti, Tomasa, Vida de Sor María Dominga del Ssmo Sacramento Paz-Gallo, 1934,f.22. Caja: Escritos
sobre Elmina Paz-Gallo (AHDT).
29
Alberti, Tomasa, Vida de Sor María Dominga del Ssmo Sacramento Paz-Gallo, 1934,f.22. Caja: Escritos
sobre Elmina Paz-Gallo (AHDT).
347
“Olvidarme de mi
en las almas pensar,
trabajar, orar, sufrir
por las almas morir” 31.
Fue Tomasa Alberti, su biógrafa, quien afirmó que “la Sra de Gallo estaba más
persuadida que nadie, y se olvidaba de sí misma para entregarse de lleno a la obra
que Dios le había confiado. Levantaba su ánimo, y con la mirada fija en Dios,
esperaba ver cumplidos los planes de la providencia a medida de sus deseos” 36.
La paradoja es siempre “negarse para salvarse”, “vaciarse de todo para llegar a
la plenitud de Dios” (Martín Velasco, 2004: 22). La experiencia de auto vaciado, de
auto humillación y de pobreza extrema que asume el Hijo de Dios en la tradición
cristiana, es el modelo para una vida que rechaza cualquier tipo de idolatría para
alcanzar así el lugar en el que habita la divinidad esencial (Vega, 2004: 258).
Boisdron insistía en este tópico:
“Nada se hace sin renuncia de sí mismo y lo que más pido al Señor por ellas es
el saber dominar y sacrificar su amor propio que es causa de tantos
sufrimientos y tantas necesidades que pasan (…) en el estado religioso
aprovecha y goza solo el que es humilde y obediente. Es siempre la palabra del
Señor: “aprended de mi a ser humildes y mansos de corazón y hallarán el
descanso de vuestras almas” 37.
Por otra parte, el camino místico que inició Elmina Paz, en el marco de la
tradición cristiana, está marcado por la experiencia de una presencia que irrumpe en
su vida y que la lleva a actuar y a realizar una ruptura colmándola de nuevos
significados. No es el resultado de un esfuerzo voluntarioso. En una de las cartas que
escribió a su hermano Benjamín, desde la nueva casa de Huérfanos, expresaba su
felicidad:
“solo sabré decirte que soy feliz, lo poco que se hace en ella es para honra y
gloria de Dios y bien de estas pobres criaturitas a quienes tanto quiero y las
miro como a un tesoro precioso que la divina Providencia me ha confiado.
Tanto Pedro como yo, deseamos sean más los que se asilen, pero los dos
salones están llenos, cuando lleguen los catrecitos darán un poquito de más
lugar. // Las personas que visitan la casa parecen recibir una impresión
agradable, tanto en algunas que las veo con lágrimas en los ojos, es tan dulce
y sencillo todo lo que hay aquí, son tan espaciosos sus patios, se mira el cielo
35
Carta de Elmina Paz a las Religiosas, Tucumán, 31 de diciembre. Caja: Epistolario de Elmina Paz.
Carpeta: Cartas de Elmina Paz Gallo a las hermanas de la Congregación (AHD)
36
Alberti, Tomasa, Vida de Sor María Dominga….f. 21
37
Carta de Fr. Boisdron a Elmina Paz, Montevideo, 3 de febrero de 1896. Caja: Epistolario de Fr
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Elmina Paz (AHDT).Susón animaba a ello en diversos lugares,
por ejemplo, en su sermón IV (Sandoval, 2008: 613 y ss).
349
tan hermoso, las vistas alrededores tan lindas, cantan los pajaritos y las
huerfanitas con las hermanitas sus cánticos alabando a Dios y su bendita
Madre, los Domingos viene bastante gente a misa y por la tarde a la bendición
del SS. Sacramento” 38.
“Ayer, último día del año pensaba en este nuestro humilde asilo, del que tu eres
su primer bienhechor (…) el amor por el sostén y educación de sus huerfanitas
y de sus religiosas, el socorro a las pobrecitas (...) escuela, los remedios que
piden, nuestro caritativo médico que viene, y ellos lo esperan en la puerta para
que les cure sus enfermedades… la asistencia de las hermanas cuando están
en los últimos días de su vida…y hasta para hacerlos tomar los remedios lo
llaman… el pan y la comida, especialmente para dos familias todos los días, la
Santa Misa y nuestras tan hermosas fiestitas religiosas que tanto endulzan el
alma, cuan bueno es Dios mi amado hermano ayúdame a bendecirlo y darle
gracias” 39.
“Debe Ud. contar mucho con Dios (...). Si alguna vez parece retirarse de su
alma, no lo crea; está todavía y siempre tras los nubarrones de sus
imperfecciones e inquietudes. Búsquelo con más recogimiento, humildad,
38
Carta de Elmina Paz a su Hermano Benjamín, Tucumán, 8 de septiembre de 1889. Caja Epistolario
Elmina Paz. Carpeta: Cartas Elmina Paz a su Hermano Benjamín Paz. (AHDT)
39
Carta de Elmina Paz a Benjamín Paz, Tucumán, 1 de enero de 1896. Caja: Epistolario Elmina Paz,
Carpeta: Cartas de Elmina Paz a Benjamín Paz (AHDT).
40
Michel de Certeau, sigue en este punto a Henri Bremond en su Histoire Littéraire du sentiment religieux
en France depuis des guerres des religion jusqu’à no tours (1928)
350
“no sé como estoy, seco, secándome y apenas con fe (…) he tenido que
ocuparme mucho de [estudiar] Apologética y al ver como las disposiciones
fuertes de nuestros adversarios, sus avances y sus objeciones (…) se
acostumbra uno a una especie de escepticismo cuyas tentaciones lo llevan a
dudar de cosas que nuestros antepasados en le fe aceptaban como dos y dos
son cuatro” 44.
“Yo trabajo y mucho y puedo felicitarme del buen éxito de mi trabajo intelectual
pero nada me satisface, es un vacío desolador. Si mi mente vislumbrara
suficientemente el ser de Dios y su providencia en las cosas; si tuviera la
seguridad de hallarme en la senda de la divina voluntad ¡qué poco me tocaría
lo demás!” 45.
41
Carta de Fr Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 15 de marzo de 1891.Caja: Epístolas de Fr Boisdron.
Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT).
42
Luisa Muraro (2006) analiza la experiencia de algunas mujeres místicas que escribieron sobre esta
ausencia.
43
Carta de Fr Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 17 de septiembre de 1893.Caja: Epístolas de Fr Boisdron.
Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT).
44
Carta de Fr Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 27 de diciembre de 1893.Caja: Epístolas de Fr Boisdron.
Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT). Esta carta fue escrita durante la estadía de Boisdron en la
Universidad de Friburgo, mientras preparaba sus clases de teología y deseaba cada día más volver a
Tucumán.
45
Carta de Fr Boisdron a Elmina Paz, Friburgo, 28 de enero de 1894 .Caja: Epístolas de Fr Boisdron.
Carpeta: Cartas a Elmina Paz (AHDT).
351
“¿a quién no le duele Señor, que te muestres tan esquivo y silencioso para el
alma que sólo te ama a Ti por encima de todas las cosas? (…) Deja que te diga
algo Señor: convendría que mostraras algo más de fidelidad a los que se
consumen por tu amor, a los que suspiran constantemente por Ti, único amor
de su corazón, y a los que elevan sus ojos diciéndote: Regresa, regresa”
(Susón, 2008:388).
46
Evangelio de Juan 20,15.
47
Juliana de Norwich (s. XIV), en su libro Revelaciones (2002), expresa la idea de Cristo-madre y de la
maternidad divina, constituyendo una de las más grandes reformulaciones en la historia de la teología
(Bynum, 1982: 136).
48
Esta interpretación de la teología de Juliana se encuentra en el precioso libro de luisa Muraro El Dios de
las mujeres (2006). Me remito también al estudio de Victoria Cirlot y Blanca Garí (1999: 255- 282) sobre
Juliana de Norwich.
352
“El Siervo tomó por costumbre cada vez que oía una canción de amor,
recogerse inmediatamente dentro de sí, dejada toda imagen, y comunicarse
con su dulce amiga, de la que procede todo lo que es digno de ser amado (…)
No podría decirse realmente cuántas veces abrazó el Siervo a aquella amiga
tan agradable, con lágrimas en los ojos y con el corazón expandido hacia el
infinito, ni cuántas se apretó dulcemente contra su pecho. A menudo le ocurría
lo que a un niño: que está pendiente de los pechos de su madre, que lo toma
en brazos y que se refugia en su regazo” (Susón, 2008:162).
49
Carta de Elmina Paz-Gallo a Benjamín Paz, 10 de marzo de 1893. Correspondencia de Elmina Paz a
Familiares (AHDT).
50
María Luisa Ávila (1854-1942) fue maestra de novicias, priora en varias comunidades y consultora
general (miembro del Consejo de la Congregación).
51
Carta de Fr Boisdron a la Hna María Luisa Ávila, Friburgo, 31 de mayo de 1891. Caja: Epistolario de Fr
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Religiosas de la Congregación (AHDT).
353
52
Carta de Fr Boisdron a Elmina Paz, Buenos Aires, 27 de agosto de 1896. Caja: Epistolario de Fr
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Elmina Paz (AHDT).
53
Carta de Elmina Paz a la Hna Juana Valladares, Tucumán, 6 de junio de 1899. Caja: Epistolario de
Elmina Paz. Carpeta: Cartas de Elmina Paz a Religiosas de la Congregación (AHDT). Esta alusión a las
enseñanzas de Susón se vincula con lo que este autor expresaba en su Vita (cap. XXII) acerca del
aprendizaje que había hecho, de que la cruz más eficaz para su santificación no era la que él se había
auto impuesto artificialmente con “puntiagudos clavos” sino la que Cristo le otorgaba en la vida a través
del deterioro de su fama y reputación (Susón, 2008: 206). También esta temática se encuentra ene l
Diálogo de la Sabiduría eterna, c.11, (2008: 256) donde Susón afirma que el Señor no manda cargar con
su cruz, sino que cada uno cargue con la suya y también cuando afirma “Dios tiene diferentes cruces con
las que prueba y castiga a sus amigos” (2008: 258) y en la carta II, (2008: 536-540) en la que se refiere a
la humilde renuncia a uno mismo.
54
La edición en castellano de mediados del siglo XIX de la que tenemos noticia y que podría haber
circulado en Argentina es Meditaciones para todos los días de la semana: sacados de las obras del V. P.
Fr. Luis de Granada, con la nueva concesión de indulgencias. Añadidas las de santa Catarina de Sena y
del B. Enrique Susón del mismo Orden (Madrid, Cía de Impr. y Libreros, 1846). Transcribe Cien
meditaciones breves pero devotísimas del Venerable Enrique Susón, de la Orden de Predicadores, 269-
284. También Fr Boisdron podría haber tenido acceso a la traducción francesa Oeuvres du Bienheureux
Henri Suso, trad. de Cartier (Paris, Pousseligue - Rusand, 1856) que a su vez es la traducción del italiano
del texto de del Nente (Roma, 1663), que a su vez traduce libremente el texto latino de Surio de 1555. A
principios de siglo XX ya se contaba con otro texto en español Suspiros de amor o El libro de la eterna
Sabiduría, trad. de Messeguer (Valencia, M. Belenguer, 1916). Este sigue misma estructura que la edición
francesa de Cartier; puede que Messeguer la haya utilizado, o bien ha traducido la versión italiana de Del
Nente, seguida por Cartier. Agradezco a Silvia Bara Bancel la información sobre estas ediciones.
55
Cfr. Libro de la Vida (2008: 322-343) y Bara, 2011.
354
56
La Hna Tomasa Martínez (1871-1937) fue la primera religiosa que ingresó con título de maestra a la
congregación. Era egresada de la Escuela Normal. Fue nombrada Directora general de la Enseñanza
para los colegios de la Congregación.
57
Carta de Fr Boisdron a la Hna Tomasa Martínez, Tucumán 21 de diciembre de 1914. Caja: Epistolario
de Fr Boisdron. Carpeta: Cartas de Fr Boisdron a Religiosas de la Congregación (AHDT).
58
La Hna Simona del Rosario Acuña (1872-1923) Ingresó a los 15 años en el año de la fundación de la
Congregación, 1887. Era hija de Eusebia Acuña, quien se desempeñaba como doméstica en la casa de
Elmina Paz y que, al fundarse la congregación, se incorporó como “familiar”.
59
Carta de Fr Boisdron a la Hna Simona Acuña, Jerusalén, agosto de 1898. Caja: Epistolario de Fr
Boisdron. Carpeta: Cartas de Fr Boisdron a Religiosas de la Congregación (AHDT).
60
Carta de Susón a Elsbeth Stegel (Carta III). Susón (2008: 541-542).
61
Ejercicio de las siete principales caídas que dio Jesucristo en su pasión. Biblioteca de libros Antiguos
(AHDT).
355
Figura Nº 42: Libro de Meditación: Ejercicio de las siete principales caídas, que perteneció a
Elmina Paz (Sor Ma. Dominga del Ssmo Sacramento)
“Apenas salido de las aulas [Fr Boisdron], los superiores de Lyon, en Francia,
de cuya provincia es hijo, que conocían el claro talento con que el cielo lo había
favorecido, y su discreta perspicacia para apreciar las cosas y los hechos,
62
En el capítulo 3 he desarrollado con más amplitud el contexto del debate Lacordaire-Jandel y el
surgimiento de la Provincia de Lyon.
356
63
Pucheta, Fray Rufino, “El Padre Boisdron”, El Pueblo, 18 de diciembre de 1900. Caja Nº1.
Internunciatura Apostólica de Mons. Antonio Sabatucci. Arzobispo de Antinoe (ANA) fasc.12, Diócesis de
Córdoba, f 255r. (ASV)
64
Tomo esta imagen de del carácter circular del juego de espejos de Blanca Garí, quien me ayudó a
pensar este camino de espiritualidad en el siglo XIX desde una dinámica de dos voces. El seminario de B.
Garí al que asistí en Tucumán (2008) se tituló La mistagogía de Suso ¿Imago y Exemplum de un auditorio
femenino?
357
6.2. Rosa de Lima y Catalina de Siena espejos para la mujer religiosa del S. XIX 65
La figura del espejo y del género especular, como género literario 66 hunde sus
raíces en la tradición patrística y medieval. En la carta a los Corintios leemos: “ahora
vemos confusamente en un espejo, mientras entonces veremos cara a cara” (1
Corintios 13,12); otras palabras de San Pablo avanzan un poco más: “mas todos
nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del
Señor nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es
como actúa el Señor, que es Espíritu” (2 Corintios 3,18).
Lo propio del espejo es no ser nada por sí mismo, sino de conformarse a los
objetos hacia los cuales se vuelve. Esta imagen ha sido utilizada por los escritores
cristianos desde los primeros siglos para representar la experiencia de quienes en sus
vidas buscaron ser reflejo de Cristo 67.
Todo colectivo humano, por pequeño que sea, se define y cohesiona por medio
de modelos de comportamientos ideales que expresan sus creencias. Estos modelos
se construyen a través de narraciones, imágenes y símbolos que les dan sentido y los
proveen de significado, otorgándoles capacidad de transformar las prácticas y
relaciones hacia dentro y hacia fuera del grupo.
En la tradición cristiana, la elaboración de imágenes de santidad a través de
relatos de vida, como modelos ejemplares a seguir, se remonta a los tiempos
primitivos de la iglesia. En la carta a los Tesalonisenses se valoraba a los miembros de
esa comunidad porque se habían transformado en modelos para otros creyentes:
65
Un primer abordaje de la experiencia mística de Rosa de Lima lo he realizado en Folquer (2010b).
66
El espejo como género literario se desarrolló en los ambientes monásticos, como ejemplo podemos
señalar el Espejo de Caridad de Elredo de Rieval. En el pensamiento político medieval encontramos los
espejos de los príncipes, como propuesta ética para sus funciones. Se escribieron también Espejo de las
Vírgenes, Espejo de los clérigos y el Espejo de los monjes.
67
Me ha sido muy sugerente el estudio de Marcelo Maciel, Imagen, espejo, itinerario (2009) en donde
realiza un recorrido por los textos de autores cristianos que utilizaron este símbolo para explicar la
experiencia de inhabitación divina en el alma.
68
La voz hagiografía proviene del griego ἅγιος "santo" y γραφή "escribir" y se utiliza para designar la
escritura de la vida de los santos.
358
69
Con el nombre de Ammas, se denominó a las mujeres ascetas, reconocidas como madres espirituales
en los primeros siglos del cristianismo.
70
Sobre Vidas Espirituales y prácticas de la confesión, son muy sugerentes los trabajos de Blanca Garí:
(1994) "El Confesor de mujeres, ¿Mediador de la palabra femenina en la Baja Edad Media?” y (2001)
"Vidas espirituales y prácticas de la confesión. La recepción y transmisión de la auto-biografía espiritual
femenina en la península ibérica y el nuevo mundo.”
71
Agradezco a Blanca Garí, el haberme facilitado el acceso a este autor.
359
miraron con asiduidad fue la de Rosa de Lima que a su vez reflejaba a otra mujer,
Catalina de Siena.
En varias cartas y discursos de Fr Boisdron a las religiosas de la Congregación,
se hacía referencia a las figuras de Catalina y Rosa, exaltando sus vidas:
“El día de nuestra Seráfica Madre Santa Catalina de Siena no le escribí pero no
la olvidé. Prediqué aquel día dos veces en la Misa y en la profesión de unas
cinco hermanas. Pocas veces he sentido interiormente el concepto mayor de
las grandezas de esta incomparable hija de N.P. Sto Domingo ¡Tanta unión de
ella con el celestial esposo! Tantos prodigios de vida espiritual! Tanta acción
social para la Iglesia y la sociedad humana! ¡Y qué ejemplo para que evitemos
la tibieza y la humillante relajación!” 72.
Los tópicos de unión con Dios y acción social, se presentan como imagen a
alcanzar en una sociedad que valora la vida religiosa en cuanto a su utilidad social.
72
Carta de Fr Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, mayo 5 de 1918.Caja: Epistolario de Fr Boisdron.
Carpeta: Cartas a Catalina Zavalía (AHDT).
73
Discurso de Fr Boisdron con motivo del 3º centenario de la muerte de Rosa de Lima, 24 de agosto de
1917. Caja: Escritos de Fr Boisdron (AHDT)
74
Me refiero al estudio comparativo de dos monjas, Teresa de los Andes y Laura de Montoya.
75
Fierro, José, “La Madre Fundadora”, Centenario del nacimiento de Elmina Paz- Gallo, 1934: 92.
360
79
Testimonio de Fray Pedro de Loayza (2002: 287)
80
Catalina, que vivió en el mismo tiempo que Susón, el siglo de la peste negra (1347-1452), de la guerra
de los Cien Años, de las luchas entre ciudades italianas y el Papado, el conflicto del traslado de los Papas
a Avignón, el gran Cisma (1378-1417).
81
Testimonio de María Ufemia de Pareja, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa,
(2002: 145)
362
norte y guía de sus acciones y por maestra de su vida y costumbres” 82; una amiga
suya afirmaba que “la vida de la dicha Rosa era un retrato de la dicha Santa Catalina”.
Catalina, que vivió en el mismo tiempo que Susón, el siglo de la peste negra
(1347-1452), de la guerra de los Cien Años, de las luchas entre ciudades italianas y el
Papado, el conflicto del traslado de los Papas a Avignón, el gran Cisma (1378-1417).
En este contexto, Catalina asumirá su compromiso como maestra espiritual, promotora
de la paz y reformadora de la Iglesia 83. Rechazó un matrimonio arreglado por su
familia y decidió vivir en su propia casa dedicada a la penitencia y la oración. Pidió ser
acogida en la Orden Tercera de Santo Domingo como mantellata 84. De una vida
centrada en la celda interior, la celda del conocimiento de si misma, con prolongados
momentos de silencio y oración, recluida en la ermita de su casa, Catalina fue
transformándose dedicándose cada vez más al servicio del prójimo. Salió de su retiro
para dedicarse a los pobres y enfermos, descubriendo en ellos el rostro de Cristo. A
pesar de ser analfabeta demostró una sabiduría profunda y una gran capacidad para
captar el interior de las personas. Poco a poco se congregó en torno a ella un grupo de
seguidores (frailes de la Orden de Predicadores, mantellate, nobles y gente de
sectores populares) y la reconocieron como madre y maestra espiritual, y la
acompañaron en sus viajes y peregrinaciones. Su presencia en el ámbito político y
eclesial fue adquiriendo cada vez más fuerza. En estas actividades contó con el apoyo
y la compañía de Fr Raimundo de Capua, su primer biógrafo. Catalina promovió la paz
entre las familias de Siena enfrentadas y entre los nombres de diferentes ciudades
italianas, lo que la lleva a viajar por diversas regiones italianas. Su misión más
importante fue lograr la paz entre la ciudad de Florencia y el Papa y lograr el retorno
del Papa a Roma. Fue una mujer laica que, de a poco, se convirtió en diplomática en
un rol protagónico en la vida eclesial.
Su gran producción literaria estuvo mediada por amanuenses ya que ella era
una mujer iletrada, discípulos de confianza a los que dictaba sus intuiciones. Sus
escritos están constituidos por cartas, el Diálogo y las Oraciones, constituyendo la
base por la que fue nombrada Doctora de la Iglesia. Ella plasmó en sus escritos una
doctrina espiritual enriquecida por el diálogo de la “familia cateriniana” de religiosos y
laicos, hombres y mujeres, de diverso origen y profesión.
82
Testimonio del P. Antonio de la Vega Loayza SJ, Primer Proceso ordinario para la canonización de
Santa Rosa, (2002: 245)
83
Sigo en este breve esbozo biográfico de Catalina de Siena, el estudio de Ysabel Barroso (1996).
84
Recibían este nombre las mujeres que formaban parte de la Orden Tercera, debido al manto negro que
llevaban sobre el hábito blanco dominicano. Las mantellata hacían un compromiso público de asumir el
estilo de vida de la Regla de Munio (6º Maestro General de la Orden de Predicadores quien elaboró una
regla para las fraternidades laicales, hacia 1285. Esta regla recién fue aprobada en 1405.
363
85
Testimonio de María Ufemia de Pareja, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa,
(2002: 150).
86
Testimonio de María de Uzátegui, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa, (2002:
96).
87
Ibíd: 136.
88
Testimonio del P. Antonio de la Vega Loayza SJ, Primer Proceso ordinario para la canonización de
Santa Rosa, (2002: 231).
89
Testimonio del P. Antonio de la Vega Loayza SJ, Primer Proceso ordinario para la canonización de
Santa Rosa, (2002: 232).
364
como maestro de cantería para conducirla a un obraje que él dirigía. Este oficio,
exclusivo para hombres rudos o para indios obligados a los trabajos forzados, estaba
ahora en manos de hermosas doncellas “y muy ricamente aderezadas con guirnaldas
en las cabezas y todas estaban labrando piedras (...) y las doncellas estaban
destilando de los ojos lágrimas que caían en las piedras y las ablandaban, para
poderlas labrar, ella se miró a sí misma y se vio con su hábito blanco y el cantero se
volvió a ella y le dijo: que os parece, no sois vos sola” 90. Los sueños y visiones de
Rosa (Millones, 1993: 53-69) fueron interpretados como la utopía de una iglesia que se
renueva en Indias, en donde las mujeres tienen un papel protagónico y el anhelo de
una sociedad en donde ningún trabajo sea considerado deshonroso.
Figura Nº 43: Visión del paraíso en un obraje en el que Cristo es maestro de cantería. Lienzo de
Lázaro Baldi. Iglesia de Santa Maria sopra Minerva, Roma, 1668.
90
Testimonio de María de Uzátegui, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa (2002:
118).
365
91
Testimonio del P. Antonio de la Vega Loayza SJ, Primer Proceso ordinario para la canonización de
Santa Rosa, (2002: 234)
92
Carta de Elmina Paz a las Religiosas de la Congregación, Tucumán, 31 de diciembre de 1897. Caja:
Epistolario de Elmina Paz. Carpeta: Cartas a las Religiosas de la Congregación (AHDT).
93
Testimonio de Fray Pedro de Loayza op, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa,
(2002: 300-301).
366
dichas personas, con notable caridad y piedad” 94. Esto es lo que ella llamaba “dejar a
Dios por Dios” 95, dejar la meditación y la oración por las obras de caridad.
Fr Pedro de Loayza afirmaba que
“su caridad era muy grande para con los pobres, a los cuales servía con mucho
cuidado; y así acostumbraba traer su casa alguno a quien no sólo servía o
acompañaba y regalaba sino también si era necesario, aunque con estar la
santa debilitada y enferma con las penitencias que hacía, los cargaba y tomaba
en brazos, aunque resultaba daño a su persona (...) y esta caridad no solo la
ejercitaba con gente blanca y de estima sino con unos pobres negros, de quien
no se le podía seguir provecho ninguno”. 96
94
Testimonio del P. Antonio de la Vega Loayza SJ, Primer Proceso ordinario para la canonización de
Santa Rosa, (2002: 229)
95
Testimonio del P. Antonio de la Vega Loayza SJ, Primer Proceso ordinario para la canonización de
Santa Rosa, (2002: 230).En esta expresión que recogen muchos de sus biógrafos, se refleja la lectura de
Fray Luis de Granada, místico dominico quien tuvo fuerte influencia en la espiritualidad laical y femenina.
96
Testimonio de Fray Pedro de Loayza op, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa,
(2002: 300)
97
Catalina de Siena, Diálogo 6. Tomo los textos de Catalina de la edición de Salvador y Conde, BAC,
1980: 64.
98
Catalina de Siena, Carta a la Señora Luisa de Granello, 27 de agosto de 1378 (Nº 304). Las citas de las
Cartas corresponden a la edición de Salvador y Conde, San Esteban, tomo 2, 1982: 1025.
99
Catalina de Siena, Carta a Micer Andrés Cavalcabuoi, ha. 1379 (Nº338), 1982: 1142.
367
“cada vez que se ponía en oración (...) le recogía Dios las potencias del ánima,
entendimiento, memoria y voluntad uniéndolas consigo, de tal manera que su
entendimiento todo estaba ocupado en abrazar a su Dios. Y la voluntad ni más
ni menos toda, ocupada en amar a su Criador de modo que en el entender y
amar a su Dios, todo parecía ser una misma cosa, y en entender y amar no
tenía discurso sino en un intuito reconocía estar junta con su Dios”. 103
100
Testimonio de Juan del Castillo, médico. Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa
Rosa, (2002: 30). Para lo indecible de la experiencia mística me remito el estudio de Martín Velasco
(1999).
101
Testimonio de Juan del Castillo, médico. Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa
Rosa, (2002: 36).
102
Testimonio del P. Antonio de la Vega Loaysa SJ, Primer Proceso ordinario para la canonización de
Santa Rosa, (2002: 231)
103
Testimonio de Juan del Castillo, médico. Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa
Rosa, (2002: 31).
104
Testimonio de Juan del Castillo, médico. Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa
Rosa, (2002: 32).
368
También el jesuita Antonio de la Vega Loaysa asevera que “de noche y de día
era una continua y perpetua oración de unión (...) aún cuando se hallaba como dejada,
o apartada o desamparada de su esposo y desunida y aun en unas como oscuridades
o tinieblas o callegines o como en unos yermos de neblinas y arenales o despoblados
y desiertos” 105.
De los escritos de Rosa de Lima sólo se conservan algunas cartas y dos
pliegos de las Mercedes echas todas a un enamorado corazón 106. La escritura de sus
experiencias espirituales había sido solicitada por alguno de sus confesores, pero
desaparecieron. Se trata de dos medios pliegos que contienen un collage de dieciséis
conjuntos y en ellos, además de dibujos y lemas, están pegados corazones, cruces de
papel de distinto tono y de tela, cada uno de los cuales está rodeado de una frase
diferente. Los símbolos del corazón llameante y de la cruz se reiteran en todos los
collages y en esta simbología se puede leer la influencia de la experiencia mística de
Catalina de Siena, Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz (Alonso Getino, 1943: 80-
111).
El concepto de Dios como cazador divino presente en la simbología de Rosa,
que hiere el alma para hacerla cautiva, expresa la experiencia de unión con Dios
desde la simbología del desposorio místico. El Cantar de los Cantares del Antiguo
Testamento subyace en toda esta simbología siendo la matriz en torno a la cual otros
místicos expresaron sus vivencias. Un análisis de los textos e imágenes del collage
también han sido abordados por Alfonso Esponera (1993) quien señala las fuentes de
inspiración dominicanas (taless como Granada y Susón) de la beata limeña.
Fue el Contador Gonzalo de la Maza quien se refirió a las oraciones que Rosa
hacía inspirándose en la poesía amorosa:
“Ángel de mi guarda vuela y di a mi Dios que por qué se tarda, que porqué se
tarda repetía. Y otras decía: Las doce son dadas mi Jesús no viene, quien será
la dichosa que le entretiene. Y cuando se hallaba en actos fervorosos de amor
y alabanzas de Nuestro Señor decía entre otras dulcísimas palabras: Hay
Jesús de mi alma y cuan bien pareces entre flores y rosas y olivas verdes” 107.
105
Testimonio del P. Antonio de la Vega Loaysa SJ, Primer Proceso ordinario para la canonización de
Santa Rosa, (2002: 246)
106
Fue Luis Alonso Getino (1943) quien encontró estos pliegos en 1923 en el Monasterio de las
dominicas de Lima, este hallazgo fue importante porque permitió descubrir la faceta intelectual y mística
de Rosa y las fuentes inspiradoras de la misma.
107
Testimonio del Contador Gonzalo de la Maza, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa
Rosa, (2002: 76)
369
de este lenguaje encontramos textos de las beguinas de los siglos XII y XIII, como
Hadewijch de Amberes, Matilde de Magderburgo, Beatriz de Nazareth, Margarita
Porete, en donde la experiencia amorosa implica también desolación, alejamiento y
caída.
En Hadewijch, el amor –que es Dios- es el que le provoca desolación:
108
Hadewijch de Amberes, Poemas. Sigo la traducción de María Tabuyo (1999: 66)
109
El libro fue escrito entre 1250-1280. Utilizo la traducción castellana de Daniel Gutiérrez (2004).
110
Para un análisis del texto de Matilde de Magdeburgo sigo los siguientes estudios: Cirlot-Garí (1999),
Ruh (1993), Muraro (2006).
111
Resulta una referencia fundamental el estudio de Carolyn Bynum (1987) sobre el ayuno en la
experiencia religiosa femenina.
370
azotes, una corona ceñida en la cabeza con puntas que la herían, un colchón
con tejas que no la dejaban dormir 112.
112
Todos los testigos se refieren a estas penitencias, por citar un ejemplo ver el testimonio del Contador
Gonzalo de la Maza (2002: 44-94)
371
Figura Nº44. Rosa sobre la cruz cargada de cilicios. Anónimo, S.XVIII. Casa de Ejercicios de Santa
Rosa, Lima
Por otra parte, la sangre, desde el saber médico medieval, era un símbolo
sumamente ambiguo; aunque la sangre menstrual era considerada impura, al mismo
tiempo era el flujo básico del cuerpo y el soporte fundamental de la vida humana. La
113
Angela de Foligno, Le Livre de l’éxperiencie des vrais fideles: texte latin publié dáprés le manuscrit
d’Assise. (1927: 156-158) Bynum (1990: 166).
114
Luisa Muraro sigue aquí a Caroline Bynum (1987).
372
115
Me remito al interesante estudio de Carolyn Bynum, Jesus as Mother (1982).
116
Sigo a Gabriela Di Renzo en esta aproximación a Catalina de Siena.
117
El estudio de Alois Haas (1999: 13-31) sobre mística femenina alemana, aporta una gran cantidad de
ejemplos de esta retórica de la corporalidad en los escritos de las dominicas de la región del Rhin, que
aluden ala experiencia unitiva con una terminología afectiva de alto contenido erótico.
118
Santa Catalina de Siena, El Diálogo Nº 66, (1980: 169).
119
Santa Catalina de Siena, Carta 158, utilizo la edición de Salvador y Conde (1982: 628-629)
373
pues veis la necesidad que tengo. Y como era tan tarde y ella había de
comulgar el día siguiente, dieron las doce y por no perder la comunión,
viéndose tan descaecida y debilitada, puso su boca en la llaga del costado de
Nuestro Señor Jesucristo y le dijo: Chocolate de mi corazón, confortadme vos
pues veis mi necesidad. Y confortarme con él y era tan lindo que quedé
satisfecha.” 120
Figura Nº 45: Cristo le da a beber a Rosa sangre de su costado abierto. Lienzo de Cristóbal de
Villalpando en el retablo de Santa Rosa de Lima, ca.1702. Parroquia de los Santos Apóstoles Felipe
y Santiago, Azcapotzalco, Ciudad de México
120
Testimonio de María Ufemia de Pareja, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa,
(2002: 146)
121
Testimonio del Dr Juan del Castillo, Primer Proceso ordinario para la canonización de Santa Rosa,
(2002: 38).
374
En Catalina su cuerpo ofrecido funcionará como un lenguaje sin límite pues con
él establecerá su relación con Dios. Se trata de un cuerpo vestido de su misma
palabra. Ella no habla sino que es hablada (Di Renzo, 2006). La corporeidad en la
experiencia religiosa femenina alude también a que ante la falta de un orden simbólico
propio, las mujeres que no se sienten expresadas en el discurso masculino sobre Dios,
convierten ocasionalmente su cuerpo en texto, y dejan que hable y se exprese (Rivera
Garretas,1992: 592-605).
La figura de Cristo nutriendo el alma en su pecho ha sido muy representada en
la tradición mística cristiana desde antiguo, como se refleja en el bajo relieve de la
Colegiata de León (siglos XI-XII).
Figura Nº46. Juan bebe del costado de Cristo, Colegiata de León (S.XI-XII)
122
Tomo esta expresión de Beatriz Ferrús Antón (2006).
375
Hablando con N. Padre sobre esto, se sonrió y me dijo, que no les afloje y que
lo que se ha ordenado en el Capítulo General, sobre los ayunos es para todas.
El obsequio que Ud. le va a ofrecer al Sagrado Corazón es de dar las tres
clases que le dejé ordenado y comer bien, para que pueda trabajar mucho para
gloria del Sagrado Corazón de su divino Esposo, sin perder el tiempo” 123.
123
Carta de Elmina Paz a la Hna Juana Valladares, Tucumán, 6 de junio de 1899. Caja: Epistolario
Elmina Paz. Carpeta: Cartas a Hnas de la Congregación (AHDT).
124
Para un abordaje sobre las imágenes de santidad son ineludibles los estudios de André Vauchez
(1995), Gabriela Zarri (1990), Ángela Muñoz (1988; 1994) y Blumenfeld-Kosinski y Timea Szell (1991). He
realizado una primera aproximación a esta temática en Folquer (2008c).
376
encontramos en la volátil línea divisoria entre las esferas pública y privada (Potthast y
Scarzanella, 2001: 7) asumiendo posturas activas en cuestiones de familia, educación,
higiene y salud. Las mujeres religiosas entre muchas otras, también intervinieron de
este modo en la construcción de la identidad de la joven nación en Argentina como en
otros países de América Latina.
Elmina Paz y sus compañeras asumieron los espacios no considerados
relevantes dentro de la sociabilidad estatal, pero en ellos aportaron su cuota de
participación activa en el diseño del Estado-Nación (García Jordán y Dalla Corte,
2005: 580) desde sus prácticas sociales, fortalecieron el tejido asociativo sobre todo
con sus iniciativas entre los sectores más vulnerables.
En este contexto la imagen de santidad que se fue construyendo en torno a
Elmina Paz estuvo relacionada con las actividades que se comenzaron a valorar como
indicadoras de un estilo de vida cristiano y a la vez útil a la sociedad y al estado. Así,
los discursos sobre la santidad de Elmina se refirieron a su entrega generosa al
cuidado de los huérfanos, a su preocupación por la alimentación, salud, educación y
contención afectiva de los pequeños. No faltaron las alusiones al origen noble de
Elmina y a los rasgos de santidad que desde la infancia ponía de manifiesto, aspectos
que desde el medioevo fueron considerados claves a la hora de definir los atributos de
santidad.
El perfil de santidad de Elmina Paz se construyó en un primer momento en los
textos panegíricos 125, elaborados en 1911, con motivo de su fallecimiento, y en 1933,
al celebrarse el centenario de su nacimiento. La primera biografía data de 1917,
escrita por Clotilde Cortez 126; la segunda es la realizada por Tomasa Alberti en 1934.
Este texto será la fuente principal de otros textos biográficos 127.
Las oraciones fúnebres que se elaboraron con motivo de su sepelio constituyen
verdaderas biografías que revelan y amplían la fisonomía de Elmina Paz como
protagonista idealizada en la hipérbole del discurso (Bravo Arrieta, 1997: 92). En la
oración fúnebre que pronunció Boisdron, éste buscó resaltar su vida y reconocerla
como intercesora:
“¡Oh bendita Madre, que saliste de este mundo, dejando sobre la tierra puras y
luminosas, las huellas de tu pasaje, para que sean memoria y edificación para
125
Del latín panegyrĭcus, y este del griego πανηγυρικός, etimológicamente significa discurso público. Este
vocablo es utilizado para designar al discurso o sermón en alabanza de alguien.
126
Fue una notable educadora tucumana, en la introducción de su biografía expresaba que el objetivo de
la publicación era para recaudar fondos para el asilo, con la venta de su libro.
127
La tercera biografía fue publicada en Salamanca (1934), escrita por un religioso español Operario
Diocesano, Feraud García, quien había vivido en Tucumán varios años. La cuarta biografía es de Haydée
Herrera, religiosa de la Congregación, y fue publicada en 2011 con motivo del centenario del fallecimiento
del Elmina Paz.
377
“La Madre Elmina fue para Tucumán algo más que una tradición, fue una
benefactora, fue una madre común de los desgraciados, fue la glorificación de
la virtud. Su desaparición es una pérdida irreparable. Su Nombre va unido al
bien, y al pronunciarlo con gratitud los labios expresan la veneración de una
Santa. Fue, efectivamente, una santa, esta mujer, soberana de almas, que
llevaba encendido su corazón por el fuego de la caridad (...) Su muerte deja un
hondo vacío en nuestra sociedad. El nombre de esta anciana, que se ha
extinguido con la serena apoteosis de un ocaso, va unido a las obras meritorias
más importantes que cuenta Tucumán (...) dedica su vida y su fortuna al
apostolado de la caridad” 128.
“Su casa de Tucumán estaba abierta a todo pobre (...) Era de admirar su
actividad caritativa para acudir a tantos (...) Se preocupaba por todo
abandonado de la sociedad, mendigos, enfermos (...) era dulce y delicada en
su trato con los humildes y necesitados; hasta las viejas mendigas que
vistiendo sucios harapos encontraba a la puerta del templo, a la salida de la
misa, recibieron el apoyo de su brazo para ser conducidas a sus casas. Las
galerías de su espaciosa mansión estaban llenas cada mañana de pobres en
busca de la sabrosa sopa con que ella los obsequiaba, agregando el refuerzo
de algún dinero siempre y prendas de ropa limpia” (Feraud García, 1934: 7-8).
128
El Orden, “Sor María Dominga Paz Gallo”. Tucumán, 2 de noviembre de 1911.Corona Fúnebre, (1912:
8-9)
378
“hermana del Dr Benjamín Paz, tía del Dr Delfín Gallo (...) Viuda de un hombre
político de mucha acción local, disfrutando de una halagadora posición y con
las comodidades que permitía una gran fortuna, formó el proyecto de crear un
asilo e inmediatamente lo realizó, llevando a su misma casa a los necesitados y
entregándose a su cuidado, no obstante que sus años reclamaban ya una vida
tranquila” 129.
“Elmina candorosa y piadosa crecía como una flor escogida y se elevaba hacia
aires puros, desarrollando las cualidades que perfeccionan y embellecen a la
mujer (...) ni las pasiones e intereses humanos ni las revueltas políticas (...)
alteran la línea recta de su existencia, ni oscurecen el celo de su piedad ni
malean las disposiciones de su corazón”(Boisdron, 1921 [1911]: 199).
129
La Nación, Sor Dominga, Buenos Aires, 3 de noviembre de 1911. Corona Fúnebre (1912: 40)
130
Obispo de Tucumán entre 1930-1952.
379
tesón sus defectos; apartan sin demora las tentaciones: luchan sin desmayo si
persisten; mortifican sin tregua los sentidos internos y externos (...) de ahí que
de continúo echen mano de la oración vocal y mental; de los santos
sacramentos, de la misa, fuente inagotable de todos los favores divinos;
celebrándolo a diario con especial fervor (...) muchos de ellos la mayor parte lo
cumplen en su fuero interno o en el secreto de su casa o de su celda: la
humildad es discreta. De ahí que tantos hombres piensan que los santos son
tales porque han nacido santos. Bien saben que esto no es así (...) No de otra
manera conquistó nuestra heroína fama de santidad” 131.
Ernesto Padilla 132 expresó de un modo muy gráfico la comprensión de
principios de siglo XX sobre la santidad, exaltando sobre todo su “piedad social”:
131
Barrère, Carta circular con motivo del centenario de la Madre María Dominga del S.S. Paz Gallo, en:
Centenario del nacimiento de Elmina Paz-Gallo, 1934: 32-33.
132
Ernesto Padilla fue Gobernador de Tucumán (1913-1917).
133
El Orden. Padilla, Ernesto, Elmina Paz de Gallo. Tucumán, 3 de noviembre de 1911. Corona Fúnebre
(1912: 53).
380
Figura Nº 47: La religiosa del S. XIX, manos abiertas, cuerpos que acogen (reproducción del gesto
de Elmina Paz)
134
En el archivo de las dominicas existe documentación de un proceso de canonización oficial iniciado,
con testimonios de sus contemporáneos en donde se señalan las virtudes vividas en grado heroico y los
milagros de curación de enfermedades operados por su intercesión. El proceso de canonización no fue
continuado por la Congregación. Elmina Paz es hasta el presente reconocida popularmente como santa,
la inauguración del Museo-Archivo Elmina Paz-Gallo (2006) y las celebraciones del centenario de su
fallecimiento (2011) tuvieron gran afluencia de toda la población de la ciudad y de otras ciudades del país
en donde está presente la obra de la Congregación. Estamos ante un caso de culto local independiente
del reconocimiento oficial de la Iglesia. Las reliquias de sus huesos que se conservan en el museo, son
solicitadas en caso de enfermedad ya que se le reconocen propiedades taumatúrgicas. Para el tema del
culto de las reliquias son interesantes las observaciones de Carolyn Bynum (1990).
381
“El Estado no puede ni podrá perfeccionar sino las cosas materiales, no puede
curar sino los dolores físicos, no puede remediar sino las necesidades del
cuerpo, la orfandad la vejez; pero como el ser humano es un compuesto de
espíritu y materia, escapan al Estado las necesidades del espíritu, y demandan
para su remedio, la presencia de un factor superior y espiritual. Y ese factor es
Jesucristo. Y Jesucristo se hizo presente en Tucumán, durante el cólera del
1886-1887. Por eso su obra es lo único que ha quedado. Lo único que ha
quedado en pie, visible, presente, efectiva- como en el primer día- es la obra de
Jesucristo, la obra de la Madre Elmina, el factor espiritual, que solo Jesucristo
puede aportar 135”.
135
Carrasco, Jacinto, “Discurso”, Centenario del Nacimiento de Elmina Paz de Gallo, 1933: 65.
136
Padilla, “La Madre Elmina”, Centenario del nacimiento de Elmina Paz-Gallo, 1934: 89.
382
y vivencia de las mujeres. Intentaré 'leerlas' a través de él, buscaré captar sus
preguntas, sus sentimientos, las vivencias que ocasionaron tan abundante escritura.
Intentaré rastrear el comportamiento de Boisdron como confesor y el vínculo que se
fue tejiendo con estas religiosas, intentaré dejar que "irrumpa la diferencia de sus
existencias particulares" (Chartier, 1997: 88).
Para adentrarnos en la experiencia decimonónica de esta práctica es necesario
realizar un recorrido sobre la historiografía de la confesión y así poder vislumbrar el
papel de Boisdron y la influencia que recibió de Sales y otros maestros, en el modo de
practicar la misma. A su vez, centraremos la mirada en el diálogo y la dirección
espiritual, cuya experiencia provocó un estilo de vinculación entre el confesor y la
mujer religiosa que, en muchas oportunidades, generó una inversión de roles, en
donde la mujer se convirtió en consejera y mediadora del varón, estableciendo una
relación fluida entre los sexos, un reconocimiento de la diferencia sexual (Garí, 2008:
49-57).
Imach, 2004b: 21). A su vez asistimos, para fines del siglo XIX, a un gran desarrollo de
circulación de correo que contribuyó a facilitar la comunicación íntima y el
desciframiento del yo en el diálogo escrito. Junto a este proceso se afinaron los
procesos de identificación (registro civil, censos, padrones electorales, difusión del
retrato fotográfico, huellas digitales, utilización del lecho individual que favoreció la
autonomía) que tendieron a fortalecer la individualidad y la exaltación del yo (Corbin,
2001: 398-408).
Paralelamente, conviene señalar que el derecho al secreto de la
correspondencia fue tardíamente reconocido. Sabemos que fue una práctica común
que las autoridades controlasen el correo en las oficinas postales, los maridos
supervisasen la de sus esposas y en los internados y prisiones se abriesen sin pudor
las cartas de pensionistas y detenidos (Perrot, 2001: 393). Habría que esperar a la
declaración universal de los derechos humanos, a mediados de siglo XX, para afirmar
el derecho a la inviolabilidad de la correspondencia 3.
El intercambio espistolar en el ámbito conventual durante el siglo XIX y hasta el
Concilio Vaticano II (1965), estaba sujeta a diversos controles de envío y recepción, lo
que hacía que muchas veces la escritura de las mismas sólo respondiera a los
estereotipos de comunicación establecidos. Sin embargo, en las cartas analizadas se
vislumbran rasgos de intimidad, grados de exposición del yo y de proximidad con el
interlocutor, que hacen pensar que la correspondencia con Boisdron gozaba de cierta
seguridad de privacidad en el ámbito de la congregación. Sin embargo, debemos tener
en cuenta, como afirma Bouvet, que la correspondencia no puede ser considerada
como un referente absoluto de verdad y autenticidad, porque la ficción se infiltra en lo
epistolar y lo condiciona.
Las relaciones epistolares entre las dominicas de Tucumán y Fr Ángel M.
Boisdron fueron muy frecuentes; la abundancia de esta correspondencia manifiesta la
importancia otorgada al vínculo entre ellos. A través de las cartas aspiro a recuperar el
itinerario vital de algunas de estas mujeres, en la convicción que las destinatarias
están presentes en la escritura y que la misma está orientada hacia ellas. La escritura
epistolar absorbe la palabra del destinatario, aunque la carta se dirija a otro, se envía
primero para sí mismo. La carta es un modo de hacer presente al destinatario pero
también de hacerse presente ante él (Bouvet, 2006: 85). Michel Foucault 4, expresaba
que la escritura epistolar destinada a otro, por definición, da lugar también a una
3
En el art.12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) “Nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su
honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o
ataques”.
4
Michel Foucault, “La escritura de si” (1983) en Tomás Abraham, Los senderos de Foucault (1990: 175-
189) citado en Nora Bouvet (2006: 85).
385
“escritura de si” al instalar un cara a cara; abrirse a la mirada del otro, constituye una
cierta manera de manifestarse ante sí y ante los demás. Por ello escribir es mostrarse,
hacerse ver, hacer surgir el propio rostro ante el otro. La carta es revelación de sí bajo
la mirada del destinatario.
La correspondencia privada permite adentrarnos en la intimidad como una
herramienta para la comprensión de las transformaciones históricas. La función doble
de lo íntimo -punto ciego y lugar de paso-, espacio para transgredir la oposición entre
público y privado, se impone en los abordajes de una fenomenología de la interioridad
(Catelli, 2007: 10).
Las cartas aquí analizadas nos abren la subjetividad de las mujeres religiosas
que se fue cimentando en torno a la relación epistolar con fray Ángel Boisdron, su
confesor. Como afirma Victoria Cohen Imach, “en la medida en que la escritura
epistolar involucra necesariamente a la primera persona, constituye un espacio
especialmente apto para la configuración y afirmación de la subjetividad de la esposa
de Cristo, pero también para la inscripción de las dificultades, avances y retrocesos de
esa misma afirmación” (2005b: 81). Las cartas de Fr Boisdron dan cuenta de estas
relaciones, a la vez que reflejan la vida cotidiana y los procesos subjetivos de los
itinerarios vitales de muchas de ellas.
Las epístolas constituyen el vehículo privilegiado para adentrarnos en una de
las actividades más comunes de la celda conventual como es la escritura. El corpus
que analizo está constituido por cartas espirituales 5, respuestas a comunicaciones de
estados de ánimo o de ‘salud espiritual’ que nos permiten recorrer el paisaje interior de
las religiosas dominicas de Tucumán. En consecuencia, las cartas de Fray Boisdron
permiten percibir el proceso de configuración de la subjetividad femenina desde la
palabra del confesor, las representaciones delineadas para mujeres religiosas y la
normativa vigente a fines del siglo XIX en la vida conventual. Pero además, estas
epístolas revelan lo singular, la palabra de lo “otro”, de lo extraño en los signos que
están encerrados en la escritura. Dan cuenta de voces y gestos, de prácticas que se
sitúan al margen, que por su singularidad no pueden ser reductibles a los discursos
dominantes, aunque sí se articulan con ellos. Los procesos de subjetivación se
conforman a partir de modelos o normas imperantes en el interior de una determinada
formación discursiva y más ampliamente en la sociedad. En este proceso es
fundamental el papel ejercido por el lenguaje y la escritura que nutre de la propia
experiencia del sujeto (Cohen Imach, 2004: 28).
Las cartas que Boisdron dirigió a las religiosas de la Congregación fueron fruto
del vínculo que mantuvo con ellas como confesor y director espiritual. En la "intimidad
5
Así denominadas por Lavrin (1995: 43).
386
de la ausencia" (Violi, 1987) producida por los sucesivos viajes del fraile dominico y la
necesaria comunicación epistolar, estos textos adquirieron el rostro de una larga
conversación que estimuló la introspección teniendo como horizonte previo la
experiencia de la confesión. Boisdron se implicó en la vida de las religiosas, dialogó
con ellas, interrogó, escuchó. Estas cartas nos descubren un ‘espacio para hablar’ que
se fue construyendo entre ellos. Establecieron un vínculo de gran confidencialidad y, a
través de sus epístolas se puede vislumbrar cómo se fue estableciendo un discurso
del sujeto, ligado a la dirección espiritual y a las prácticas confesionales. Sin embargo,
observamos la naturaleza contradictoria de la carta, “por una parte favorece la
manifestación de pensamientos o emociones que no se osaría mostrar cara a cara y
por otra enfría la relación y acentúa el desamparo, la soledad o la reserva”, como
expresa Barrenechea (1990: 56) 6.
Advierte Cohen Imach que la carta en los ambientes claustrales "resulta capaz
de suavizar y al mismo tiempo preservar los rigores de la vida conventual: el relativo
aislamiento de la ciudad circundante, el encierro, la soledad. Al escribir, la religiosa
simultáneamente niega y afirma la clausura, vive y muere al mundo, se ofrece y se
repliega" (2004: 20). Las epístolas entre mujeres religiosas y su confesor son un lugar
privilegiado donde el proceso de adquisición de una nueva identidad se realiza.
"Se escribe siempre buscando una presencia: para hacerse presente al otro,
para que se acuerde de nosotros, pero por encima de todo, para que el otro se nos
haga presente a nosotros mismos. Se escribe para evocar", asevera Patrizia Violi
(1987: 97). Quizás por ello las cartas de Boisdron, mientras se encontraba de viaje, fue
casi semanal. La frecuencia en las respuestas de éstas pone de manifiesto que en esa
pretensión de evocar, la ausencia se hacía más real y es esa misma ausencia la que
hacía posible la intimidad entre ellos. Así se expresaba Boisdron en una de sus
misivas a Catalina Zavalía: “Todos los días y varias veces al día, pensaba escribirle
(...) no consigo hallar algún rato de tranquilidad para cumplir ciertos deberes dignos de
mi consideración” 7.
Boisdron, lector de las cartas de Francisco de Sales, bebió de su estilo directo
y franco. En la comunicación con las religiosas escribió sin demasiadas formalidades y
sus textos exponían mucho de él mismo. En un artículo publicado hacia 1906
observaba el estilo de Sales:
el político (...) en sus cartas el autor se revela tal cual era, completa e
ingenuamente. Jamás fue tan exacto el aforismo: 'el estilo es el hombre' (...)
Francisco de Sales no titubeaba en hablar de sí mismo (Boisdron, 1921 [1906]:
332).
El estilo de las cartas que Boisdron dirigió a las dominicas de Tucumán hablaba
de intimidad, franqueza, confianza y libertad. Fue una comunicación que él sabía
privada y que ellas experimentan así. Todo queda en el "secreto de confesión", por
ello no aparece la coerción de la apariencia. Por las respuestas de Boisdron, se infiere
que las religiosas manifestaban sus debilidades y carencias, sus miedos y angustias
más profundos y en ese ejercicio de apertura también ellas posibilitaban que él les
confíe sus sentimientos, no contuvo para sí sus nostalgias, enojos, tristezas, miedos y
alegrías. Las religiosas también manifestaron sus tensiones, las dificultades
comunitarias y de sus proyectos, las inseguridades del camino que habían escogido.
Boisdron aprendió a dar a su correspondencia un acento de ternura,
recordando que "jamás el amor humano ha usado expresiones más fuertes que las
empleadas por San Francisco de Sales en muchas cartas para traducir su puro amor.
Solamente se diferencia del amor humano, porque este no es egoísta ni ciego (...) es
el amor a las almas que conduce a la ciencia de las almas" (Boisdron, 1921 [1906]:
332).
Desde su rol de director espiritual y fundador de la Congregación, Boisdron
intervino en la configuración de la identidad de vida religiosa de las mujeres con
quienes se hallaba comprometido, identidad que era comprendida según el paradigma
vigente a fines del siglo XIX y principios del XX, como un "estado de perfección" en
donde estaban llamadas a ser verdaderas "Esposas de Cristo".
388
8
Jean Delumeau estudia la práctica de la confesión en el marco de sus investigaciones históricas sobre
los miedos, la culpabilidad y el sentimiento de seguridad.
389
9
Marcel Mauss estudia el trabajo de C. M. Roberts (1901).
390
10
Blanca Garí estudió la escritura de las vidas espirituales y las prácticas de la confesión entre los siglos
XIV y XVII en la península ibérica y el nuevo mundo, (Garí, 1994; 2008; 2011).
11
Fue Blanca Garí quien me sugirió la lectura del libro de Jerry Root.
391
12
El éxito de los retiros espirituales para hombres en la provincia de Córdoba (Argentina) propulsados por
el Cura Brochero (1840-1914) y las misiones populares predicadas por religiosos claretianos y
redentoristas constatadas en los informes de las visitas ad limina de la Diócesis de Tucumán, corroboran
estas prácticas en el último cuarto del siglo XIX y principio del XX.
13
En el capítulo 6 hemos analizado el Reglamento de vida que elaborara fr. Boisdron para Elmina Paz.
14
Son múltiples las referencias que hace de Sales en sus cartas y discursos. La Biblioteca antigua de las
Dominicas de Tucumán cuenta con varios volúmenes de las obras de Francisco de Sales.
392
15
Durante 1890-1894, Boisdron fue profesor en la Universidad de Friburgo (Suiza) y allí escribió su tesis
Théories et Systèmes des Probabilités en Théologie morale para acceder al título de Maestro en Teología,
que obtuvo en 1893 en Gratz (Austria).
16
Se entiende por probabilismo, la doctrina de ciertos teólogos según los cuales, en la calificación de la
bondad o malicia de las acciones humanas, se puede lícita y seguramente seguir la opinión probable, en
contraposición a la más probable.
17
Carta de fr. Esteban Castillo a Fr. Jacinto Carrasco, La Rioja, 15 de mayo de 1944. Caja: Papeles de
Ángel Boisdron (ADT).
393
desesperación, en la convicción que tranquilizar a las personas era más útil que
angustiarlas (Corbin: 2001: 471-476)
Boisdron se identificó con las enseñanzas de Ligorio y Sales que planteaban
una superación del rol del confesor como inquisidor. Sobre Sales escribía: “Hallamos
en él una semejanza con nosotros que nos atrae, y sin menguar nuestro conocimiento
de su admirable superioridad, nos excita a oírle e imitarle” (Boisdron, 1923: 85). Según
el fraile dominico, Sales observaba los gestos, los modos exteriores y los movimientos
interiores que son casi imperceptibles. “Nadie es más curioso de los pequeños hechos
que Francisco de Sales, ni más atento observador de los documentos individuales”
(Boisdron, 1921: 332). Como notó Boisdron, el punto fundamental del método
salesiano estaba fundado sobre la “vida interior”; de ahí la necesidad de “replegarse
continuamente sobre sí mismo, de observarse, de examinarse. Pero esta especie de
auscultación moral debe ser serena a la vez que imparcial y debe servir para renovar
el espíritu y no para perturbarlo y cansarlo” (Boisdron, 1921: 333).
Ante un pedido de consejo por parte de Elmina Paz sobre la práctica del
examen de conciencia, Boisdron aconsejaba:
“Sin duda hay en esta práctica mucho fruto pues siempre el mayor mal de
nuestras almas es que no nos conocemos y luego poco esmero tenemos para
enmendar nuestros defectos. Empero no debe la comunidad gastar mucho
tiempo en esto, cinco minutos y en la hora en que menos se interrumpa el
trabajo diario. Por lo demás cada hermana puede varias veces al día darse
cuenta de su interior sobre algún defecto o virtud particular, pero siempre sin
agitarse ni perturbarse” 18.
1600, Sales suplicó a los confesores que acogieran a los penitentes “con un corazón
paternal, recibiéndolos con sumo amor, sufriendo con paciencia su rudeza, ignorancia,
imbecilidad, pesadez y otras imperfecciones” (Gaume, 1844: 82). Sus consejos a
confesores figuran entre los más comprensivos y caritativos: “cuidad de no usar
palabras demasiado duras con los penitentes” (Delumeau, 1992: 27).
Con todo, las prácticas de la confesión y la elección de confesores estaban
muy pautadas en la Iglesia decimonónica. Para la atención de religiosas, los
sacerdotes eran designados por el obispo de cada diócesis, uno en carácter de
“ordinario” que atendía semanalmente y otro como “extraordinario” tres o cuatro veces
al año, ante quien, como lo definen las Constituciones de las Dominicas de Tucumán,
“las hermanas no tiene obligación de confesarse pero si, de presentarse a él para
pedirle, a lo menos la bendición”. En el mismo texto constitucional se estipulaban los
modos en que se debía realizar esta práctica:
útiles a la comunidad y al prójimo. Este resultado es seguro para las almas que
no se buscan a sí mismas sino a Dios y que están resueltas a practicar
seriamente la vida religiosa. Por lo demás Nuestro Señor no les mezquinará su
gracia y sus consuelos” 20
7.3. Las cartas de Fray Boisdron a Catalina Zavalía 22: organizar, fundar y
olvidarse de sí
Matilde Zavalía 23 -quien asumió el nombre de Catalina al realizar su profesión
religiosa- fue una de las primeras mujeres que se sumaron al proyecto de Elmina Paz.
20
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo 6 de marzo de 1981. Caja: Epistolario de Boisdron, Carpeta:
Cartas a Elmina Paz (AHDT).
21
Carta de Boisdron a Elmina Paz, Friburgo 30 de abril de 1981. Caja: Epistolario de Boisdron, Carpeta:
Cartas a Elmina Paz (AHDT).
22
He analizado esta serie de cartas en Folquer (2006).
23 Había nacido en Tucumán en 1854, siendo sus padres Salustiano Zavalía -quien fuera gobernador de
Tucumán, Senador y Convencional Constituyente en 1853- y de Emilia López (hija de Estanislao López
(1786-1838), caudillo santafecino y gobernador de Santa Fe (1817-1838) y de Ma. Josefa Rodríguez del
Fresno (Santa Fe), sobrina del Gobernador de Santa Fe, Pedro Rodríguez del Fresno (1840). Salustiano
Zavalía fue un notable político tucumano, abogado de profunda vocación literaria. Fue presidente de la
Cámara de Representantes de Tucumán; Ministro general de la Provincia en épocas de la Coalición del
396
Norte en 1840 para hacer frente a la tiranía de Rosas. Exiliado en Lima, Perú, lo encontramos luego como
convencional constituyente en Santa Fe, en representación de Tucumán, junto a Fr. José Manuel Pérez,
en 1853. En 1855 integra la comisión para redactar la Constitución Provincial de Tucumán. Fue
Gobernador de Tucumán (1860-1861) y Senador Nacional en 1863 (Molina, 1968). Agradecemos al
genealogista tucumano, Alejandro Alvarado, los datos de Matilde Zavalía. He realizado una primera
aproximación a su vida en Folquer (2006).
24
Necrología de Catalina Zavalía, Caja: Necrologías (AHDT)
25
Carta de Elmina Paz a Benjamín Paz, Tucumán, 23 de noviembre de 1901. Caja: Epistolario de Elmina
Paz. Carpeta: Cartas a su Hermano Benjamín Paz (AHDT).
397
También fue Catalina quien dinamizó otras fundaciones: el Colegio Santa Rosa
en la ciudad capital de Tucumán (1902); Asilo y Colegio del Sagrado Corazón en
Capital Federal (1902); Asilo Sagrada Familia en Santa Fe (1908); Asilo y Colegio
Santísimo Rosario en Rosario, Provincia de Santa Fe (1909). En una de las cartas que
Boisdron dirigió a Catalina la felicitaba por su empuje: “Con gran placer he visto el
buen éxito de sus gestiones y pasos para este objeto de la fundación [de Santa Fe]. El
Señor la ha ayudado evidentemente” 27. Y tiempo después ella le habló del proyecto de
fundación de otra casa en Rosario de Santa Fe. A Boisdron le preocupaba que faltaran
las fuerzas para responder a un nuevo compromiso, pero entendía que las causales
por ella expuestas eran importantes y no deseaba oponerse: "Quiero dejarlo todo al
criterio de V.R. Examine ante Dios lo que convenga y haga lo que le parezca oportuno
(...) tiene facultad para hacer las diligencias conducentes y preparar la obra con las
personas notables de "El Rosario" y con la autoridad eclesiástica de aquella
Diócesis" 28. Y más tarde le advertía:
Años más tarde, cuando Elmina Paz era anciana y se encontraba enferma,
Catalina fue nombrada Visitadora General de la Congregación. Este servicio la obligó
a viajar y atender las necesidades de las diferentes comunidades recién fundadas.
Hacia 1909, el Asilo de Santa Fe sufría la precariedad de su situación económica y
26
Necrología de Catalina Zavalía. Carpeta de Necrologías (AHDT).
27
Carta de Boisdron a Catalina, Tucumán, Tucumán, 5 de diciembre de 1907. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
28
Carta de Boisdron a Catalina Tucumán, Tucumán, 9 de diciembre de 1909. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
29
Carta de Boisdron a Catalina, Tucumán, 20 de mayo de 1909. Caja: Epistolario de Boisdron. Carpeta:
Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
398
“Quiero llamar la atención de V.R. sobre este punto que creo se interesará en
ello por ser la que realmente es la fundadora de este asilo y a razón de su título
y oficio de visitadora general. Sería triste que tuviéramos que levantar esta
casa, tan recién fundada. Será un bien que V.R. haga sus viajes y visitas a
esta, en donde por sus condiciones personales y sus relaciones podrá de poco
a poco mejorar y asentar la situación de esta comunidad” 30.
“la vida activa que hay en esa casa, me parece convenir mejor a las hijas de
Tucumán, las que son ya por naturaleza muy poco faltas de actividad, y
necesitan elevar así su carácter, y sin querer rebajar en nada a la vida
puramente contemplativa, a la que tanto ensalzan los principios de nuestra fe
católica, dejándole su preeminencia o superioridad teórica, yo prefiero esta vida
que a la vez que se inmola al Señor en el holocausto del estado religioso,
reserva una parte de esta misma para el servicio del prójimo” 34.
que el Espíritu de Dios sopla donde quiere y cuando quiere y si en esta parte el
manifiesta sus designios, seré el primero a inclinarme ante ellos: y aprobaré y ayudaré,
aconsejaba a Catalina que “debe limitar sus atenciones y no emprender tres o cuatro
34
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Friburgo, 28 de enero de 1894. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
35
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Friburgo, 1 de enero de 1891. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
36
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, 30 de julio de 1917. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
400
“Hay que proceder en el [asunto] con cautela porque toca a lo que hay de más
íntimo, la comunicación del alma con Dios; y es posible confundir el Espíritu de
verdad con el espíritu de ilusión. Empero en el caso no dudo en que es Dios el
que ha hablado y se ha manifestado. Lo comprendo por las obras; que en esta
acción del Señor no ha tenido complacencia en sí misma a que tanto motiva
nuestra pobre y vana naturaleza ¡y tan sin fundamento! Pues este rayo de luz
que me describe es lo más gratuito, fruto de la divina misericordia que nada
nos debe y solo quiere sacarnos de nuestra miseria ante el Dios de infinita
majestad y grandeza” 38.
37
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Friburgo, 1 de enero de 1891. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
38
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, 31 de diciembre de 1906. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
39
La palabra mérito indica una relación entre una acción libre y buena y un premio que la recompense. Ya
desde la tradición Bíblica del Antiguo Testamento se afirmaba que ante Dios, las acciones humanas son
dignas de castigo (Génesis 3, 16-19) o de premio (Deuteronomio 5, 16; 6, 2), (Ancilli, 1987: 585). He
abordado esta temática en el cap.4.
40
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, 1 de abril de 1910. Caja: Epistolario de fr. Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
41
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía Tucumán, 7 de noviembre de 1910. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
401
“Se sabe que para nosotros, elevados a la dignidad del Estado religioso,
felicidad significa perfección del amor divino, fidelidad a los deberes de nuestra
vocación, salud para servir mejor al Señor. Estas son las gracias que pido a
Dios les dé con abundancia este año y siempre, y les ruego le pidan por mí” 44.
42
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Villa Nougués, Tucumán, 8 de noviembre de 1917. Caja:
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
43
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, 27 de febrero de 1918. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
44
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Villa Nougués, Tucumán, 2 de enero de 1908. Caja: Epistolario
de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
45
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía Tucumán, 31 de marzo de 1908. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
46
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, sin fecha. Caja: Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de
Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
47
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, 20 de mayo de 1914. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
402
una librería en que debe hallarse esa obra. Cuando yo vaya la buscaré y se la
mandaré” 48.
La vivencia de la pobreza y el desprendimiento de lo “temporal” fueron otros de
los tópicos a los que reiteradamente volvía Boisdron en sus cartas a Catalina: “Lo
temporal pasa con la vida presente, solo quedará lo eterno, que debemos pensar y
aspirarlo por los medios de la perfección religiosa” 49.
48
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, 21 de junio 1914. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
49
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Buenos Aires, 7 de agosto de 1908. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
50
Agradezco a Blanca Garí que me haya suministrado este texto de Coakley.
403
hubo varones que supieron romper con el estereotipo de considerar inferior a la mujer
y pudieron asumir una posición de defensa de su excelencia y dignidad 51.
Varias maneras de reconocimiento se esparcen en las cartas de Boisdron: “(...)
es para darle testimonio de mi gratitud que le escribo estas líneas” expresaba a
Catalina 52. Ella reclamaba su presencia y compañía y entonces el fraile se mostró
abatido: “Me hallo con una seria dificultad que creo no reconocerá cuanto me mortifica.
Y esto más me aflige por lo que supone que no tengo voluntad para V.R. y esa
comunidad” 53.
A veces era él quien se apoyaba en Catalina: “hay momentos en que me caen
los brazos, todo ánimo y toda esperanza (...) En este caso, lo digo con dolor y
humillación, creo que habrá que dejarlo todo. Si V.R. ve y tiene otra solución racional y
buena que me lo indique” 54. Ante las dificultades de establecer “la escuela y
enseñanza de las asiladas” en Buenos Aires, le escribía a Catalina: “espero que todo
se arreglará bien (...) yo no veo las horas de salir de esta [e] irme a Tucumán, asaz
inquieto, cansado y mortificado” 55.
Y refiriéndose a los problemas a solucionar en la casa de Santiago, le confiaba
su deseo de descanso: “Anhelo yo por retraerme, ignorar lo que pasa, vivir en el
silencio, la paz y el bienestar de la soledad, del estudio, de las tareas personales y
conventuales (...) Quiera Dios dar a todas su Espíritu creador y renovador de las cosas
y de los corazones” 56.
En otro aspecto de su relación con Catalina, Boisdron admiraba su capacidad
de gestión: “Las noticias y explicaciones que me da V.R. me causan una grande
satisfacción veo que ha apartado y resuelto la principal dificultad que me parecía
ofrecer la fundación del asilo en ese pueblo [Rosario]: la escuela. Es una suerte que el
Presidente del Consejo de Educación tenga tan buena voluntad que debemos
aprovecharla” 57.
51
Ana Vargas Martínez analiza los tratados escritos por hombres en favor de las mujeres en el contexto
de la Querella de las Mujeres durante el siglo XIV. Allí destaca cómo siempre hubo hombres que
defendieron la excelencia y dignidad de las mujeres (2000).
52
Carta de Boisdron a Catalina, Tucumán, 9 de agosto de 1911. Caja: Epistolario de fr. Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
53
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Tucumán, 9 de septiembre de 1911. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
54
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Buenos Aires, 23 de abril de 1909. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
55
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía, Buenos Aires, 12 de mayo de 1909. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
56
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía Tucumán, 15 de julio de 1910. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
57
Carta de Boisdron a Catalina Zavalía Tucumán, 30 de mayo de 1909. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Catalina Zavalía (AHDT).
404
“en el siglo se llamó Anita Acuña, nació en Tucumán en el año 1872; hija de
Eusebia Acuña que se la llamaba por el sobrenombre de “Doña Uchi”,
perteneciente a la servidumbre de Nuestra Madre y que continuó, como
“familiar” en la Casa Madre y murió en la misma unos años antes de su hija. La
hna del Rosario -así se la llamaba- ingresó a la Congregación a la edad de 15
años en 1887. Tomó el santo hábito, emitiendo sus votos con el primer grupo.
Era la más joven pero de un juicio de persona mayor y responsable” 61.
Simona se desempeñó como asistente de las niñas del Asilo, “así como amaba
a las hermanas sin hacer distinciones, amaba a las niñas del Asilo ayudándolas,
procurándoles cuantas cosas estaban a su alcance para su bienestar y contento; les
enseñaba con paciencia y cariño”. También se afirma de ella que “prodigaba su ayuda
a las hermanas recargadas” y que “era habilísima repostera, dedicando su tiempo libre
a hacer masas y dulces para que la superiora pudiera obsequiar a los bienhechores”.
Simona falleció en la Casa Matriz de Tucumán, el 30 de octubre de 1923 a los 51 años
y 36 de vida religiosa. La nota necrológica relata que su muerte fue causada por la
impresión que le produjo el fallecimiento de una joven religiosa, compañera suya,
llamada Visitación Vega.
Las cartas de Fr Ángel dirigidas a Simona abarcan un amplio marco temporal -
desde 1891 a 1913- que nos permite observar los estados anímicos por los que va
58
He realizado una primera observación a esta serie de cartas en Folquer (2010b).
59
He desarrollado con más detalle las excepciones a la regla respecto a la ilegitimidad y la dote en el
cap.5 y en (Folquer, 2007b).
60
Carta de Elmina Paz de Gallo al Obispo Padilla y Bárcena, Tucumán, 10 de marzo de 1889. Legajo:
Hermanas Dominicas (AAT).
61
Necrología de la Hna Simona Acuña. Carpeta: Necrologías (AHDT).
405
62
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 15 de marzo de 1891. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
63
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Buenos Ayres, 13 de diciembre de 1897. Caja: Epistolario
de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
64
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Roma, 24 de mayo de 1913. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
65
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Córdoba, 20 de octubre de 1899. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
66
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 25 de febrero de 1894. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
67
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Santa Fe, 12 de septiembre de 1895. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
68
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 15 de marzo de 1891. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
406
“sucede que marchamos bien algún tiempo (...) pero después nos
descuidamos, principian las negligencias, imperfecciones, faltas (...) está a la
vista que nos relajamos en el servicio de Dios”(…) “guardémonos hija mía de
esta inconstancia, no seamos una semana de un modo y otra de otro modo,
perdiendo en unos días lo que habíamos ganado en otros por seguir nuestro
genio, no soportar bien alguna contrariedad, una pequeña humillación” 72.
Luego de sus votos perpetuos le indicaba: “no vaya a suceder que a medida
que el tiempo nos aparte de estos días de tan legítima impresión, nos vayamos
quedando poco a poco como fríos e indiferentes” 73. Pasados seis meses de su
profesión perpetua, Simona le manifestaba su estado anímico y la pérdida de gozo
que experimentaba, Boisdron ponía de manifiesto su experiencia de confesor para
evitar la alarma de la religiosa ante sus cambios de ánimo:
“Las noticias que Ud. me da del estado interior de su alma, no las admiro
mucho, porque demasiado sé que no es posible en este mundo gozar mucho
tiempo de las delicias de la paz. Este consuelo que Ud. experimentó después
de los días de su profesión no podría durar siempre. Es necesario hija mía, que
aprenda estas cosas con su propia experiencia y no se deje impresionar por
estos cambios en la vida espiritual. Esta vida es como el tiempo, tiene varias
estaciones, no solamente la primavera y el otoño que son templados y
agradables, sino también el invierno y el verano que son pesados” 74.
En este ámbito, Boisdron actuaba como “un médico espiritual que acoge al
enfermo del alma”, en el sentido que enseñaba Guy de Montrocher 75. En sus consejos
a los confesores enseñaba:
76
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Buenos Aires, 13 de diciembre de 1897. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
77
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Venlo (Holanda) 25 de agosto de 1903. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
78
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Córdoba, 20 de octubre de 1899. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
79
Algunas de estas apreciaciones sobre el efecto de la escritura epistolar se encuentran en Bouvet, 2006:
87.
80
En este punto Victoria Cohen Imach (2002: 45), sigue a Sidone Smith (1991).
81
Para un estudio sobre la auto representación del yo, ver Fraschina (2005) en su análisis del epistolario
de María Antonia Paz y Figueroa.
408
multiplicidad de su yo, sus cartas eran “expresión solitaria, monólogo íntimo pura
escritura liberadora susceptible de superar el efímero presente” (Guillén, 1997: 83-90).
Boisdron expresó satisfacción por ejercer como director espiritual de Simona,
“tengo placer de contestar a su carta y dar algunos buenos consejos a su alma” 82; en
otra oportunidad afirmaba “quiero interrumpir mis tareas las más urgentes para
contestar a su carta tan atenta y tan filial” 83. Cuando vivía lejos, expresaba “me es
doloroso hallarme lejos de Tucumán, por todas mis hijas a las que deseo siempre
serles útiles, especialmente por las que como Ud. tienen sus penas y dificultades de
conciencia” 84. También las cartas de Simona fueron bálsamo en momentos de arduo
trabajo, “recibí en Buenos Aires, su carta de interés y afecto filial, ha sido un consuelo
en medio de las tareas que trae una obra como la que hemos emprendido en aquel
gran pueblo” 85. En este sentido Kristine Ibsen afirma que la relación entre mujeres
penitentes y varones confesores fue más compleja y matizada de lo que el
conocimiento tradicional nos quiso hacer creer y que “lejos de ocupar una posición de
control inútil, los confesores fueron fuertemente atraídos por la idea de dirigir
espiritualmente a mujeres devotas y a su vez se volvieron profundamente
influenciados por ellas, identificándose con ellas e incluso llegaron a depender de
ellas" (1999: 39).
El dolor es un tema recurrente en Simona. Boisdron buscaba iniciarla en el
misterio del sufrimiento, “no querer sufrir es desconocer lo que somos en este
mundo” 86. Desde Jerusalén le escribió en otra oportunidad diciéndole:
82
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Buenos Aires, 27 de marzo de 1897. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
83
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Buenos Aires, 13 de diciembre de 1897. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
84
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Córdoba, 19 de abril de 1899. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
85
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Córdoba, 26 de septiembre de 1899. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
86
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 29 de diciembre de 1892. Caja: Epistolario
de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
87
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Jerusalén, agosto de 1898. Caja: Epistolario de Boisdron.
Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
409
personas quisieran que el estado religioso se volviese para ellas un paraíso terrenal en
el que gozaran siempre. Nunca sucede así” 88.
En varias cartas Boisdron hizo referencia a Doña Eusebia Acuña, madre de
Simona, quien residía como “familiar” 89 en el convento. La presencia de su madre
revelaba la diversidad de personas que vivían en los conventos decimonónicos y cómo
los vínculos familiares se mantenían en su interior, a pesar de las fórmulas de
separación, desasimiento y renuncia del mundo familiar que enunciaba toda regla de
vida religiosa. Son frecuentes las alusiones a la madre de Simona en las cartas:“diga a
su mamá que no la olvido y le deseo salud y paz interior, que tenga más confianza en
Dios que nos ama aunque seamos pecadores” 90; “diga a su mamá que tenga ánimo”;
“la tendré presente a Ud. con su mamá en mis oraciones” 91; “no me olvide con su
mamá a la que veo un gran mérito el de seguir trabajando y sin duda sufriendo en esa
casa por el amor de Nuestro Señor” 92; “ de mis recuerdos a su mamá a quien veo que
el Señor la quiere y la premiará” 93.
El vínculo entre Boisdron y Simona era paterno-filial y no escondía el afecto; las
fórmulas de despedida varían, dando un toque de espontaneidad en la relación
epistolar: “acuérdese de mi hasta que tengamos el gusto de vernos ante Dios” 94;
“Adiós mi hija, la bendigo de corazón” 95; “Adiós hija mía, la saludo y la bendigo con
afecto en el Señor” 96; “Me dará una parte de sus oraciones en los días de su profesión
y yo le corresponderé a Ud.” 97; “La saludo con grande consideración y el afecto debido
a mi hija” 98. Las cartas muestran que existía familiaridad entre ellos, confianza, un
vínculo que no exigía formalidades. La proximidad no implicaba el desconocimiento de
la naturaleza jerárquica del lazo, el reconocimiento de jerarquía, no quitó cercanía al
vínculo (Cohen Imach, 2005: 253-257). A veces Simona le provocaba cierta
88
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 15 de marzo de 1891. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
89
Era costumbre en los conventos de Argentina, hasta avanzado el siglo XX, que residieran algunas
personas sin votos como colaboradoras o familiares.
90
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 20 de junio de 1891. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
91
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 15 de marzo de 1891. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
92
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 30 de marzo de 1892. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
93
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 29 de junio de 1892. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
94
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 15 de marzo de 1891. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
95
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 20 de junio de 1891. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
96
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 30 de marzo de 1892. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
97
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 30 de marzo de 1892. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
98
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Santa Fe, 12 de septiembre de 1895. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
410
impaciencia, como cuando Boisdron le señalaba: “los conventos no son para los
llorones y las lloronas” 99.
La espiritualidad de la vida religiosa en el siglo XIX estuvo marcada por la
imagen esponsal como analizamos en el capítulo 6; esta figura impregnó las epístolas
de Boisdron, así le escribía a Simona: “debe Ud. hija mía querer darse toda al Divino
Esposo y para siempre” 100. Con motivo de su profesión le recordaba que las fiestas de
los votos perpetuos habían venido a “coronar años de vivos deseos y preparación y le
consagran todo su corazón y su ser al Divino esposo, Jesús” 101; “dígase a sí misma,
cada día, hoy quiero agradar a mi celestial esposo más que ayer, hoy más que ayer
quiero adelantar en su amor, en su Espíritu de sacrificio” 102; “Cada día recuerde los
grandes beneficios de Dios con Ud., cada día esfuércese de corresponderle como
verdadera esposa” 103. En otra oportunidad le daba ánimo afirmando: “estoy tranquilo
con Ud. conociendo su buena voluntad y sabiendo que el mismo Señor le hablará al
corazón, lo que necesite para su perfección y consuelo, búsquelo siempre en él”.
La carta privada acentúa “el secreto sobre el contenido y ha favorecido la
franqueza en las manifestaciones que se escriben con libertad, apoyándose en la
confianza que se deposita en el destinatario” (Barrenechea, 1990: 54). De ahí que
Simona pudo expresar las dificultades que experimentaba con algunas religiosas de su
comunidad, a lo que Boisdron respondió: “comparto que son tonterías esta dificultad y
esta repugnancia que le viene con su Madre Maestra o Directora. Esto sucede en
todas las comunidades que nos pongan superioras más jóvenes que nosotras o más
recientes en la vida religiosa” 104.
Las prácticas confesionales emergen, frecuentemente, como tema de consulta
en las cartas. Ante los comentarios de Simona, Boisdron le quitaba importancia, “no de
importancia a las cosas de confesión y de confesores, es necedad fijarse así tanto en
uno como en el otro” 105. Boisdron reflejaba las enseñanzas al jesuita Valère Régnault
(+1623) en sus enseñanzas sobre la práctica confesional. “El sacerdote -invitaba este
último-, debe calmar el espíritu del penitente cuando lo vea envuelto en las tinieblas y
99
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 29 de diciembre de 1892. Caja: Epistolario
de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
100
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 30 de marzo de 1892. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
101
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 29 de junio de 1892. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
102
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 29 de junio de 1892. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
103
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 29 de junio de 1892. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
104
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 29 de diciembre de 1892. Caja:
Epistolario de fr. Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
105
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Friburgo (Suiza), 25 de febrero de 1894. Caja: Epistolario
de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
411
nubes de los escrúpulos” 106. Las advertencias a los confesores de Sales, inspiradas en
las de Régnault, figuran entre las más comprensibles y caritativas que se han dado
sobre el tema (Delumeau, 1992: 27).
Simona experimentaba dificultades con un confesor, por lo que Boisdron le
señaló:
“no es una cosa nueva que se le pide a Ud. y haga esfuerzos por vencerse (...)
manifieste su conciencia como le fuere posible, oiga los consejos y avisos de
él, aunque la reprenda, vuelva a confesarse con él aunque no la absuelva y si
sucede que no queda muy tranquila con la absolución, no deje de hacer las
comuniones que le permita” 108.
Fr Ángel aconsejaba a Simona “una religiosa debe aceptar al que le dan para la
confesión, pero puede y conviene que elija como extraordinario al que es mejor
dispuesto para dirigirla. No creo que el Señor se niegue a darle este rayo de luz, esta
gota de rocío que alguna vez necesita el alma religiosa” 109.
Las cartas a Simona Acuña nos introducen en la vida cotidiana de mujeres que
entregaron su vida al cuidado de las huérfanas víctimas de la epidemia del cólera en
Tucumán. Las prácticas políticas de Simona estaban orientadas a construir el
“porvenir” de estas personas vulnerables a partir del cuidado y educación. Su amor
mundi se reflejaba en su compromiso por hacer crecer y educar a estas niñas a su
cargo. El viaje hacia el fondo del alma que Simona inició de la mano de Fr Ángel María
y de sus compañeras, nos introduce en el camino de interioridad que las mujeres
religiosas realizan en la búsqueda del misterio de Dios en sus vidas.
El relato necrológico de Simona Acuña es hagiográfico, su individualidad no
está presente, ha desaparecido. Se escribe sobre sus virtudes, sobre lugares comunes
de la vida ejemplar de una hermana de obediencia. Pero a ella la encontramos en las
106
Valére Régnault, De la prudence des confesseurs (1610), citado en Delumeau, (1992: 26)
107
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Buenos Ayres, 27 de marzo de 1897. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
108
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Buenos Ayres, 27 de marzo de 1897. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
109
Carta de Boisdron a la Hna Simona Acuña, Córdoba, 22 de julio de 1899. Caja: Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Simona Acuña (AHDT).
412
7.5. “Recibir algunas líneas de su mano”: las cartas a la Hna Juana de Jesús
Valladares o los cuerpos en relación 112
La serie de cartas dirigidas a la Hna Juana de Jesús Valladares ponen de
manifiesto una relación de gran confianza en donde ella fue expresando sus
dificultades inherentes a sus búsquedas espirituales y al cuidado de las huérfanas que
le fueron confiadas. La primera noticia que tenemos de María Juana de Jesús
Valladares la encontramos en la carta -ya mencionada- dirigida por la fundadora de la
Congregación, Elmina Paz de Gallo al Obispo, pidiendo una excepción en la regla, a
fin de que pudieran realizar sus votos algunas hermanas que tenían el “defecto de
ilegitimidad”. Entre ellas, Elmina Paz se refería a Juana: “La Hna María Juana
Valladares, es joven que ha entrado en nuestra casa en condición de huérfana en la
época del cólera. Es recomendable por la bondad de su carácter, su piedad y el
desamparo en que está en este mundo” 113. Según se detalla en la nota necrológica,
Juana:
110
Sigo a Margo Glantz “Hna Juana Inés de la Cruz: ¿hagiografía o autobiografía ? (1995).
111
Parafraseo una afirmación clave de Patricia Violi (1987: 97)
112
Analicé esta serie de cartas en Folquer (2011b).
113
Carta de Elmina Paz de Gallo al obispo Padilla y Bárcena, Tucumán, 10 de marzo de 1889. Legajo:
Hermanas Dominicas (AAT).
413
cómo una niña de 15 años abrazaba una vida de sacrificios como la que la
esperaba. No se vio fallida la esperanza que abrigó Nuestra Madre respecto a
esta niña, porque de inmediato se conoció su temperamento: jovial,
bondadosa, trabajadora, piadosa, útil” 114.
“Me doy bien cuenta de lo que Ud. ha debido sufrir con el cambio de dirección y
de confesor. Pero veo con grande satisfacción que ha sabido sobreponerse y
hacer de estas circunstancias ocasión de sacrificios agradables a Nuestro
Señor. No importa hija mía, que Usted no haya sentido el placer de llevar la
cruz; no siempre Dios se hace presente al alma, aunque está con ella y en ella,
cuando sufre sobre todo” 117.
114
Necrología de la Hna Juana de Jesús Valladares. Caja: Necrologías (AHDT).
115
Necrología….
116
En este libro queda registrada la conformación comunitaria de todos los conventos de la Congregación
año por año, de manera que se pueden rastrear los lugares en los que vivieron cada una de la religiosas
de la congregación.
117
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 4 de marzo de 1891. Caja:
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
414
Expresaba Boisdron en otra carta que “es preciso que se llegue a no dar tanta
importancia a estas cuestiones [de cambio de confesor] y a gobernar su propia
conciencia con más tranquilidad y elevación de sentimientos” 118. Sin embargo, la
práctica confesional también era ocasión de resistencias por parte de la Hna Juana y
Boisdron cuestionaba su actitud:
“No es propio de una religiosa, hijita mía, el quedarse un mes sin acercarse a
los Santos. Sacramentos, privarse de la gracia de la absolución y de la divina
Eucaristía. ¿Y por qué? Porque no nos agrada el confesor; como si fuesen
cosas de complacencias humanas y de gustillos de nuestra naturaleza” 119.
La experiencia de un Dios que se ausenta del alma, tan propia del camino
espiritual, provocaba en la Hna Juana experiencias de desolación que Boisdron
buscaba interpretar: “Por más grande que sea la desolación de su interior, no pierda
confianza y piense siempre que el Padre Celestial la quiere a Ud. y siempre la guarda”.
Una cierta superación de la teología del mérito que estaba tan arraigada en la
espiritualidad católica, se ponía de manifiesto: “Cierto es que Ud. no lo merece; más
Dios no proporciona sus beneficios según nuestros méritos; pues que sería de
nosotros?” 120.
En la Hna Juana Valladares muchas veces emergía un yo que se auto
desvalorizaba: “No me place hija mía que una religiosa, menos de esa casa, se
considere como desgraciada, porque así se abate fácilmente el espíritu. Mírese como
dichosa y bien dichosa con su vocación.”
Seguidor de Francisco de Sales una vez más, Boisdron observa los gestos, los
modos exteriores y los movimientos interiores que son casi imperceptibles. El mismo
afirmaba que “nadie era más curioso de los pequeños hechos que Francisco de Sales,
ni más atento observador de los documentos individuales” (Boisdron, 1921: 332).
Escuchando a Hna Juana le escribe:
118
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 28 de diciembre de 1893.
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
119
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 22 de marzo de 1897. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
120
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 4 de marzo de 1891.
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
121
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 30 de junio de 1891.
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
415
“Oigo con interés los gemidos de su alma, que algunas veces sufre y otras
veces goza. Me agrada el ver su fidelidad a su vocación entre tantos vaivenes
122
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 29 de Junio de 1892.
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
123
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 30 de Marzo de 1892.
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
124
Como ya lo señalamos, la transformación de la experiencia del cuerpo femenino que se da entre el
ámbito barroco del siglo XVII y el siglo XIX en América Latina es analizada en dos estudios de caso por
Beatriz Ferrús Antón (2006).
125
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 28 de Diciembre de 1903.
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
126
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 25 de Junio de 1894.
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
416
que nos agitan. Ponga siempre su amor y su confianza en Dios que la hará
más fuerte que todas las tentaciones y le hará sacar provecho de ellas. ¿Quién
no tiene tentaciones? Los más fuertes y los más santos las tienen. Basta que
nos conozcamos y combatamos” 127.
127
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 25 de junio de 1894.
Epistolario de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
128
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Córdoba, 6 de febrero de 1899. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
129
Carta de Boisdron a la Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 22 de marzo de 1897. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
130
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Friburgo (Suiza) 4 de marzo de 1891. Epistolario
de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
131
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Santa Fe, 25 de noviembre de 1897. Epistolario
de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
132
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 22 de octubre de 1898. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
417
una hija que quiere” 133. Siempre valoraba sus cartas y el afecto que le transmitían: “su
carta me ha causado el placer que debe causar sobre el corazón de un padre la
expresión de los sentimientos los más delicados y afectuosos. Se lo agradezco hija
mía” 134; “yo la tengo presente a Ud. frente a El” 135; “no dude que la tengo presente
todos los días en el Santo Sacrificio” 136; “su última carta tan expresiva en sus
sentimientos de afecto filial. Intima y cordialmente he gozado con su recuerdo y el de
todas las hijas de esa amada comunidad” 137.
La carta manuscrita es también cuerpo escrito, la correspondencia es dar y
recibir, es intercambio no sólo de palabras sino también de objetos y de sujetos, de
cuerpos que circulan entre sus líneas. La carta manuscrita instala una relación
corporal que pasa por la mano y el ojo. El contacto tangible con la escritura deja su
inscripción sobre la página, a través de la mano el cuerpo pasa en cierto modo
directamente a la escritura. El destinatario definido a quien va dirigida la carta tiene
frente a sí ese cuerpo escrito al que contesta. La soledad del escritor de cartas es
relativa, tiene a su lado la materialidad de la carta recibida que aporta la presencia del
otro, se sostiene en esa presencia (Bouvet, 2006:87-88). Boisdron le expresaba a
Juana que la recepción de su carta le ha dado "ocasión de recibir algunas líneas de su
mano, y expresión de sus sentimientos filiales” 138.
La carta manuscrita actúa sobre el que la escribe por el mismo gesto físico de
escribirla, de rasgar el papel con la pluma y sobre el receptor que lee los rasgos
manuscritos, “Con nuevo placer he recibido su carta de ayer, la que me obliga a tomar
la pluma y dirigirle a Ud. apresuradamente la presente” 139.
La contemplación de la experiencia del dolor en Jesucristo, mirar su
humanidad, es otro de los caminos a los que es invitada Juana en su camino
espiritual:
“La pena, que me comunica, mi hija, comprendo que es una de las que más
pueden amargar a una religiosa: este aislamiento y oposición de las personas
cuya confianza le es mas necesaria. Pero, quizás no sea lo que Ud. se
imagina, hija mía, pues con frecuencia las apariencias engañan: hay
133
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 31 de marzo de 1899. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
134
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 7 de octubre de 1899. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
135
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Córdoba, 2 de noviembre 1899. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
136
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Buenos Aires, 12 de agosto de 1916. Epistolario
de Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
137
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 19 de agosto de 1921. Epistolario de
fr. Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
138
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 6 de febrero de 1899. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
139
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Córdoba, 26 de julio de 1899. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
418
140
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 31 de marzo de 1899. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
141
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Córdoba, 2 de Noviembre de 1899. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
142
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Mendoza, 7 de Enero de 1905. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
143
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 11 de abril de 1915. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
144
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 19 de Agosto de 1921. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
145
Carta de Boisdron a Hna Juana de Jesús Valladares, Tucumán, 15 de Octubre de 1918. Epistolario de
Boisdron. Carpeta: Cartas de Boisdron a Juana Valladares (AHDT).
419
8. Conclusiones
hombre que “comprendía como Lacordaire que había que vincular el cristianismo con
su siglo” (Terán, 1905:379-380).
En la segunda parte, interpelé a los documentos de archivos civiles y de la
prensa periódica, los que me permitieron una aproximación al Tucumán de la industria
azucarera y de la epidemia del cólera. El análisis de los discursos eclesiásticos que se
elaboraron con motivo de la epidemia estuvieron impregnados de una lectura
culpabilizadora del liberalismo reinante e interpretaron la peste del cólera como castigo
divino. Esto contrastaba con los gestos de Elmina Paz y un grupo de mujeres que
comenzaban a comprometerse con las víctimas del flagelo, acogiéndolos en su propia
casa. Las fuentes examinadas develaron los orígenes de la congregación dominica y
su organización inicial permitiéndome concluir que ellas crearon espacios de libertad
femenina asumiendo un compromiso político desde el espacio conventual y las
prácticas de cuidado de los más vulnerables.
Este accionar fue posible porque varias de estas mujeres formaban parte de
redes de sociabilidad en tanto pertenecían a la élite local, tenían experiencia de
participación en asociaciones de beneficencia que fortalecieron su capital cultural y
simbólico y a su vez supieron tejer alianzas con miembros de sus familias fuertemente
arraigados en el poder central del estado argentino.
La política de estas mujeres fue ante todo una política basada en la relación,
construida en la experiencia de la acción conjunta. Para ellas fundar, legislar y
organizar la vida cotidiana fue posible por los profundos lazos de amistad que
generaron entre ellas, que si bien reproducían la estratificación social al interior del
convento también provocaron entre ellas una convivencia entre mujeres de la élite y de
sectores subalternos, que permitió fuertes lazos de afecto y colaboración mutua.
Las fuentes de la tercera parte fueron, sobre todo, cartas privadas y los libros
que leían las religiosas. Estos textos me condujeron al paisaje interior de los
conventos y sus habitantes, a la subjetividad de las mujeres religiosas decimonónicas
y su proceso de construcción de identidad y me permitieron señalar que las dominicas
de Tucumán fueron herederas de la tradición mística renana de los siglos XIV y XV, a
través de los textos de Henri Seuse (Enrique Susón), los que fueron una fuente de
inspiración de la experiencia religiosa, caracterizada como un viaje hacia el fondo de
alma. A su vez la elaboración de imágenes de santidad de Boisdron y Elmina Paz-
Gallo, a partir de biografías, autobiografías, discursos fúnebres y fotografías, permitió
la construcción social de nuevos modelos ejemplares para una sociedad que
comenzaba a comprender la santidad en su dimensión de utilidad social.
La indagación en las cartas privadas entre las mujeres religiosas y Fr Boisdron,
me permitieron corroborar que la experiencia del diálogo, la práctica de la confesión y
424
****
Como nos recuerdan los textos homéricos, el aedo cantaba una historia de la
propia vida de Ulises; Ulises, al oírla, se cubrió el rostro y rompió a llorar, aunque
nunca había llorado antes, ni cuando sucedió lo que ahora estaba oyendo. Sólo al
escuchar la historia llegó a ser plenamente consciente de su significado y Homero
decía: el aedo canta lo que Mnemosine, la musa que vela por la memoria, le ha
inspirado 1.
El significado de lo que realmente acontece y aparece mientras está
ocurriendo, se revela cuando ha desaparecido; el recuerdo, revela el significado a
través de una historia. ¿No es precioso? ¿No es bellísimo el oficio de velar por la
memoria? La vista es el órgano excelso de la filosofía, también de los historiadores y
de los poetas. Para Heródoto, el historiador es "el que ve", el que da testimonio de lo
que ve. El aedo, en Homero, cumple la función de historiador: canta lo que ve, recita,
interpreta lo que ve, transforma la realidad. ¿Qué es comprender la propia historia? Es
escucharla narrada, asimilada por otro para desde ahí, generar la auto reflexión de lo
que se comprende de la vida y de la propia vida. En la medida en que actuamos, no
podemos ver. Tenemos que separarnos, abstraernos, dejar de ver (como el poeta-
historiador ciego) para ver mejor.
En este relato he buscado comprender la historia de un grupo de mujeres
religiosas, mirando a la distancia, viviendo una suerte de extrañamiento de este objeto
de estudio para poder ver mejor. Estas mujeres del pasado fueron tomando la palabra
y se fueron haciendo visibles ante mis ojos. En este estudio tomaron la palabra las
1
Sigo este precioso relato de Hannah Arendt en La Vida del Espíritu (Arendt, 1984: 154-155). Agradezco
a Alejandra Elbaba la sugerencia de la lectura de este libro.
425
mujeres de la élite y las “heroínas oscuras de lo efímero”, las que cocinaban, limpiaban
y cuidaban de los huérfanos; hablaron también los papas, obispos y vicarios,
gobernadores y diputados, pero sobre todo traté de escuchar los susurros de las
cartas privadas, las pequeñas palabras de la confidencia, del miedo, de la angustia y
de las alegrías cotidianas. Las voces de muchas de las religiosas y las de Fr Boisdron
emergieron del silencio de los archivos para develar sus sentimientos, sus historias de
amistad, sus proyectos, sus aciertos y fracasos.
Al final de este trabajo de investigación quedan nuevas líneas abiertas para
continuar reconstruyendo la memoria de estas mujeres religiosas. Una gran cantidad
de fuentes encontradas y analizadas serán objeto de futuras indagaciones, los
archivos dominicanos de Monteros, Santiago del Estero, Rosario, Santa Fe y Buenos
Aires, permitirán ahondar en las redes de sociabilidad que fueron tejiendo en diversas
ciudades en donde fundaron asilos, colegios y conventos, a la vez que los documentos
de los proyectos misioneros de los conventos de Lyon y Poitiers arrojarán nuevas
luces para interpretar los cambios de mentalidad en la orden dominicana en Francia.
Del corpus epistolar hallado -alrededor de 1500 cartas- solo he podido
incorporar en este trabajo la tercera parte, quedan muchas relaciones epistolares por
ser reconstruidas, que facilitarán la interpretación de otros itinerarios subjetivos de las
creencias. La recepción de los motivos de la tradición mística dominicana en
Tucumán, podrá ser nuevamente analizada a través de un detallado estudio de otras
epístolas que se conservan en los archivos y de los libros que atesora la biblioteca
antigua de las dominicas.
La fecunda escritura de de Fr Boisdron también ameritará nuevos abordajes
para desentrañar las múltiples influencias recibidas y la gran repercusión que tuvo en
la conformación de nuevas mentalidades en la Argentina en la bisagra de los siglos
XIX y XX.
Nuevas biografías de mujeres religiosas podrán ser reconstruidas a partir de
las fuentes encontradas, poniendo de manifiesto la diversidad de acciones políticas
emprendidas por quienes se comprometieron en hacer sus ciudades más humanas,
más habitables.
426
9. 2. Fuentes Impresas
9.2.1. Publicaciones periódicas
El Orden, Tucumán.
La Buena Noticia, Tucumán.
La Gaceta, Tucumán.
La Razón, Tucumán.
La Libertad, Córdoba.
La Patria, Córdoba.
Los Principios, Córdoba.
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