CIVILA ORELLANA Lic. en Comunicacion Soc

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“La copla como elemento discursivo en la narrativa oral, en el proceso de

patrimonialización de la Quebrada de Humahuaca”

Vanesa CIVILA –ORELLANA


Lic. en Comunicación Social/
Posgrado Internacional “Patrimonio y Turismo Sostenible” UNESCO, UNTREF, AAMBA
Becaria Doctoral CONICET
Doctoranda en Ciencias Sociales UBA.
(UNJu/UBA/CONICET)
[email protected]
INTRODUCCIÓN
Este trabajo expone brevemente, desde la perspectiva comunicacional vinculada
con el análisis del discurso, más específicamente con la narrativa folklórica, algunos
aspectos de mi investigación doctoral centrada en el estudio del proceso de
patrimonialización de la Quebrada de Humahuaca, en la provincia de Jujuy.

En esta ponencia, presento entonces un avance de mi investigación doctoral sobre


aspectos narrativos del proceso de patrimonialización de la Quebrada, vinculado con el
análisis discursivo de testimonios orales obtenidos en investigaciones de campo
realizadas in situ (2008-2012).

Específicamente, me valgo aquí de algunos segmentos de una entrevista realizada


a un lugareño de la localidad jujeña de Purmamarca, sitio perteneciente al sitio declarado
Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). A partir de esta entrevista, analizo
formas de oralidad local, entre las que sobresale la copla, como patrimonio de la cultura
local. Esta forma poética expresa ciertamente una cosmovisión que construye un sentido
propio de “patrimonio”. El lugareño se llama Daniel, de 50 años de edad, es profesor de
lengua y literatura, y cantor profesional de coplas. A partir del enunciado registrado en la
situación oral del coloquio, identifico y analizo manifestaciones narrativas relacionadas
con la organización secuencial del recuerdo y la experiencia (Bruner, 1996) en la cual la
copla aparece como elemento estabilizador en torno a este proceso. El formato narrativo
(Palleiro, 2004; 2008 y 2011) tiene que ver con la concreta ubicación espacial y temporal
de este proceso en un lugar físico y simbólico en un tiempo que reúne la dimensión
histórica con la temporalidad mítica de las culturas originarias que poblaron este espacio.

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La copla: una expresión patrimonial.
Como parte de este abordaje introduzco los conceptos de la UNESCO, como
enunciador legítimo de la declaración de los sitios patrimoniales del mundo, que define el
patrimonio, como:
“ un conjunto de bienes, tanto naturales como culturales, estos últimos producidos por el
ser humano, a los que se les asigna determinados valores en relación con la historia, el
arte, las tradiciones, la ciencia, etc. El patrimonio cultural, está compuesto por bienes
producidos intencionalmente por el hombre, sean materiales o inmateriales. El
patrimonio constituye, por lo tanto, un elemento fundamental para la determinación de
la identidad de una determinada comunidad (…)”.

Estas consideraciones, sostenidas por esta entidad y por el Consejo Internacional de


Museos y Sitios Históricos (ICOMOS), funcionan como discurso canónico, hegemónico
y globalizador mediante la manipulación por parte del poder político y de grupos de
individuos. Estos grupos están integrados por intelectuales y eruditos encargados de
seleccionar los escenarios tangibles con elementos tangibles o intangibles que serán
patrimonio, transmitidos a la sociedad para su legitimación (Prats, 1997).

Tal aproximación me permite contrastar el discurso institucional con el discurso


“no canónico” del narrador entrevistado, y me permite rescatar el sentido “patrimonio”
en tanto construcción discursiva. De esta forma, resulta congruente hablar de la cultura
como una práctica social simbólica y significativa, que crea y recrea la realidad y cobra
vida en las relaciones sociales. Por su naturaleza, los hechos culturales son prácticas
concretas que expresan las relaciones asimétricas de la sociedad.

En relación con esto último concuerdo con Massey (2005) en que el espacio
geográfico es además un espacio simbólico de relaciones sociales. Esto ocurre con la
Quebrada, que es un espacio de disputa, en el cual se crea y se resignifica la cultura de
este lugar, constituyendo un “lugar de sentido” (Nogué en Gurevich, 2009). Se trata de un
lugar ideológico que expresa contenidos actuantes, que implica una visión histórica y un
acercamiento real a los hábitos, costumbres y rituales de la región de Purmamarca. No
cabe duda de que esta localidad se vio “beneficiada” por el efecto patrimonialización a
partir del año 2003. Es así como la enorme infraestructura hotelera que allí se despliega,
le valió la singular denominación de “pueblo boutique” (Tommei y Benedetti 2011)-

Frente a este proceso de modernización globalizante de una zona típicamente


rural, dedicada a actividades agrícolas, entre otras; la localidad se halla y se establece

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como un espacio cultural en tensión. Las operaciones globalizantes en la región, al
insertarse en la dinámica propia del turismo global, son visibles impactando
profundamente las relaciones entre los sectores pertenecientes a la Quebrada. No es
exagerado, entonces decir que la industria cultura ha transformado a la sociedad.

Muchos de los pobladores han pasado de ser productores/consumidores de su propia


cultura a ser solo productores de la industria cultural. De ninguna manera se puede hablar
de una “patrimonialización pasiva”, se está en todo caso ante una vertiginosa
transformación de las relaciones sociales que se expresa en el terreno de la cultura.

En este contexto se puede observar cómo la cultura popular de Purmamarca está


expuesta al impacto de lo que se conoce como proceso de modernización, aunque, en
cuestión arquitectónica, según indica el reglamento de preservación de la provincia de
Jujuy y el documento de la UNESCO, se debe mantener la armonía del lugar. Frente a
esto, se observa también un proceso de resignificación cultural, en pos de revalorizar lo
que les pertenece como “tradición” que no por ser redefinidas, re significadas desde el
presente, son inexistentes (Rodríguez, 1991). En tal sentido, esta tradición se re significa
a partir de la intervención institucional de la UNESCO, en un proceso de invención de
tradiciones. (Hobsbawn y Ranger, 1983) .

La copla en el discurso de un lugareño.

En tal sentido, el hecho de narración brinda al narrador la oportunidad para


actualizar sus propios esquemas de organización temática y compositiva que constituyen
las matrices de cada relato, o de recrearlas con un estilo propio en una performance única
e irrepetible. De esta forma, Daniel construye en su discurso todo un campo semántico
relacionado con la tradición. Realiza de este modo referencias metadiscursivas a la
oralidad, considerando las celebraciones como géneros discursivos vinculados con la
tradición y la memoria en tanto actualización del pasado en el presente. De esta forma
refiere a la copla, en tanto repetición actualizadora de acciones, de la siguiente manera:

“[es la] composición poética compuesto de cuatro versos octosílabos con rima sonantes
en los versos pares…perdón me salió el docente. Se canta a compas de la caja son
monotemáticas pero cuando se canta en rueda suponte que la voz que empieza con el tema
de la caja, el que continua tiene que seguir el tema, o sacar el tema del caballo y el que
continua saca el tema del caballo o del casamiento, ya la tienen preparadas. Cada persona
asiste a un encuentro de coplas con un repertorio en su memoria. El tema de cantar coplas
es ilativo…”

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La definición que el mismo Daniel, en tanto docente, da de la copla remite también
a un tipo de discurso, el académico. Ciertamente, su formación en lengua y literatura le
permite hacer uso de los recursos pedagógicos propios de la actividad didáctica, como es
la memorización de definiciones. Es así como él mismo reconoce “me salió el docente”.
Asimismo el enunciado de Daniel, refiere a discursos relacionados a la memoria que le
permiten luego definir el “patrimonio”. Actualiza de esta manera en su enunciado
discursos referidos a la tradición, y a un tipo de género discursivo vinculado a la infancia
y a la vivienda. Da asimismo un matiz afectivo al discurso, vinculado con la temporalidad
mítica e histórica del espacio geográfico de los cerros y del espacio cultural. De esta
forma, define “patrimonio” como:

“[Patrimonio para mí] son los bienes tanto materiales como inmateriales
que una comunidad o una persona puede guardar
en su memoria o en su baúl, en su caja fuerte (…)”

Utiliza además, en otros fragmentos, el recurso retórico del ¿ubi sunt?, bajo la
forma de preguntas retóricas relacionadas con la fugacidad del tiempo.

En este sentido, este relato constituye por sí mismo un instrumento privilegiado de


registro y archivo de la memoria cultural de este grupo (Halbwachs, 1968). Un
instrumento para articular el recuerdo del relato y reduciendo la brecha intertextual con el
discurso canónico. Se convierte de tal modo en un guardián de la memoria colectiva
capaz, como el arconte, de preservarla, pero también de transformarla y transmitirla para
asegurar de este modo su perduración dinámica en el seno de la comunidad de
Purmamarca; a través de transmisión oral en su grupo de pares, como ser en el
“Encuentro de Copleros” llevado a cabo todos los años en el mes de enero. Tal encuentro
convoca a copleros y copleras provenientes de la Quebrada y Puna y que puede incluir
también, cantores de las provincias de Salta, Catamarca y Chaco.

La copla: tradición y memoria colectiva.

Al respecto, Lotman (1996) señala que la poesía popular oral y tradicional nace de
una conciencia que tiende al mundo de la mitología y del rito, pero es también un
fenómeno de arte, y en este sentido adhiere a la literatura. En tal sentido, Mirande (2005)
en su trabajo sobre la construcción de la identidad mediante el canto de coplas, señala
que:
“Esta doble naturaleza se manifiesta en la performance, en la rueda de cantores, donde el canto
popular de coplas reactualiza los dos lenguajes modelizantes primarios: el de la lengua, que

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duplica al mundo-objeto dándole forma estética; y el del espacio que duplica al hombre.
Mediante la ronda, los cantores y los participantes delimitan corporalmente el espacio del canto,
lo circunscriben, separando un “afuera” de un “adentro”

La autora cita al respecto la siguiente copla:


Afuera quedan los mirones,
los que observan y no participan:
Aquellos que están mirando
qué habrán traido pa’vender
habrán traido sus picantes
‘tan haciendo trascender.
Cuando salgo de mi casa
salgo a cantar y bailar,
yo no soy como esos otros
que se salen a observar.

¿Qué es lo que observan los “mirones”?, se pregunta Mirande. En la ronda de


copleros y cantores, la copla circula de boca en boca, el canto fluye en interpretaciones
individuales que se van alternando, o se realiza un contrapunto de coplas como bien
señala Daniel en su la definición que rescataba de la copla. Tal contrapunto se establece
entre un hombre y una mujer y versa generalmente en situaciones cotidianas de la vida
de pareja. En tal copla, el hombre dice y ella contesta. Siempre está acompañada de
reiteraciones colectivas, mientras la ronda gira imperceptiblemente, al compás de un
movimiento rítmico efectuado por los pies. Asimismo, puede darse otros tipos de
coplas, como ser las coplas risueñas. Éstas tienen la característica de ser más pintoresca
o más jocosa, como señalan estos versos:

Desde el San Bernardo ¡ay si!


me saludaba un salteño,
y en el saludo decía:
¡yo quisiera ser jujeño! (Raul Calisaya)

Otra copla define el mismo género, en los siguientes términos:


Qué es la copla?
Qué es la copla?, qué es la copla?
ma´ver si me lo esplicás
la copla no tiene autores
¡se canta ansina nomás!

Te surge en rueda i´copleros


del alma sale el compás
te viene desde el ancestro
también de la soledad

si a mi me sale una copla


que no me animo a cantar
la escribo pa´tu garganta
sigún la oportunidad

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la escribo con alma i´coya
la escribo en mi soledad
la inspira un runa moreno
¡paisaje de inmensidad!

Mi dicta el cerro los versos


las laderas, la tonada
el ripio del Río Grande
saucelitos de La Banda
(……..)
la copla son mis lamentos
tu alborozo y tus lanzadas
viene de Salta y de Iruya
de Monterrico y La Palca

la copla salta en La Quiaca


se enamora en Humahuaca,
en Purmamarca retoza
y en los Valles se engalana

qué es la copla?, qué es la copla?


¡la copla es vida de adentro!
¡es el diálogo que emerge
entre el cielo y el infierno!

Como la misma copla sugiere, el encuentro, que se manifiesta en una


performance, es un proceso complejo que tienen como protagonista al cantor y a la caja.
En tal sentido, el espacio ritual y el coplero se instalan en el centro de la escena. De este
modo, el coplero se convierte en un sujeto diferenciado del resto de los sujetos
participantes del encuentro.

En otras palabras, las coplas, así como los relatos, el lenguaje, y las metáforas
corresponden al ámbito de la cultura; al ámbito de las acciones –en tanto praxis- y
corresponden al ámbito de la sociedad y de los actores sociales. Dado que todas las
culturas cambian incesantemente, y frente a los embates del proceso de
patrimonialización, solo pueden existir en ellas lo que es “nuevo”, que puede adquirir
sin embargo valor simbólico como tradicional. En el desarrollo de sus prácticas, desde
sus formas actualizadas o re creadas, en palabras de Ricoeur (1999), o más bien desde la
idea de “reinvención” de tradiciones según Hobsbawm, los sujetos “reinventan” sus
prácticas, configurándose en nuevas identidades, en nuevas expresiones.

Consideraciones finales

La copla, como elemento discursiva estabilizador de una cultura, configura una


retórica particular en torno al proceso de patrimonialización (Civila Orellana, 2010). A

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través de la copla, la comunidad de Purmamarca se reconoce a sí misma, se instituye
como grupo cultural ligado a un “archivo” cultural de la memoria (Derrida, 1997).

La organización argumentativa del discurso poético de la copla, en su confrontación con


el discurso del lugareño entrevistado y con el discurso institucional de la UNESCO, me
permitió advertir que la oralidad gravita de manera singular cuando se habla del
“patrimonio” como concepto en la Quebrada.

Tanto el uso de las diferentes variantes de la copla (contrapunto, risueñas) como


el manejo particular del espacio, y del entramado polifónico de las mismas se
constituyen en un mundo circundante. Zumthor (en Mirande op.cit) sostiene al respecto
que “la poesía oral es, para el grupo cultural, un campo de experimentación de sí
mismo”, que hace posible la apropiación local del mundo, frente a la globalización.
Dicho campo de experimentación es el resultado del conjunto de los elementos de la
performance: el cantor y su especial disposición corporal, la caja con su golpeteo
reiterativo y la copla como estructura poética, aparecen atravesados por la figura
retórica de la recurrencia.

Mediante el cuerpo, la voz, la caja y las coplas, el cantor otorga sentido a su


experiencia en el espacio simbólico del ritual. Las recurrencias que ligan rítmicamente a
los cuerpos de los cantores y a sus cajas, atraviesan la estructura de la copla mediante
reiteraciones y paralelismos. Todos estos recursos, que dan forma a la voz del cantor,
organizan poéticamente el recuerdo y la memoria colectiva, en pos de la revalorización
identitaria de la zona.

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Bibliografía consultada

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