Ágora (Filosofía de La Mente)

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R e v i s t a d e F i l o s o f í a ISSN1853-3612

UNA EXPLORACIÓN ACERCA DEL POSTCOGNITIVISMO EN FILOSOFÍA DE


LA MENTE Y CIENCIAS COGNITIVAS CON REFERENCIA AL PROBLEMA
MENTE-CUERPO

NAHIR FERNÁNDEZ
(Universidad Nacional de Mar del Plata - Universidad Nacional de Buenos Aires)

Resumen
En el presente artículo exploraremos los vínculos posibles entre la perspectiva
funcionalista y la nueva corriente postcognitivista en filosofía de la mente. En un
primer momento haremos un breve sumario sobre algunos abordajes respecto
del problema mente-cuerpo para focalizar en las particularidades de la propuesta
funcionalista, que se erige como superadora con respecto a un abordaje de la
cuestión en términos ontológicos. Luego estableceremos un enlace entre
filosofía de la mente y ciencias cognitivas a partir del enfoque de la cognición
situada, estableciendo algunas precisiones conceptuales sobre este campo de
investigación al que también se lo conoce en la literatura especializada como
enfoque de las 4E o postcognitivismo. En último lugar analizaremos algunas de
las tensiones que surgen entre la adopción de ciertos aspectos propios de este
enfoque y el funcionalismo.
Palabras clave: postcognitivismo – funcionalismo – ciencias cognitivas –
problema mente-cuerpo

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Abstract
This article explores the possible links between the functionalist perspective and
the new postcognitivist line of research in philosophy of mind. At first, we will
summarize some approaches concerning the mind-body problem in order to
focalize in the particularities of the functionalist proposal, that overcomes an
approach to the issue in ontological terms. Then we will establish a link between
the philosophy of mind and the cognitive sciences based on the situated
cognition approach, establishing some conceptual clarifications about this field of
research that is also known in specialized literature as 4E cognition approach or
postcognitivism. Finally, we will analize some of the tensions taht arise between
the adoption of some aspects of this approach and the functionalism.
Key words: postcognitivism – functionalism – cognitive sciences – mind-body
problem

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Para comenzar reseñaremos algunas cuestiones generales referidas a la


filosofía de la mente y en particular a lo que se ha dado en llamar el problema
mente-cuerpo, con miras a articular un recorrido que sea a la vez histórico y
conceptual. El recorrido por este problema clásico nos llevará a profundizar en la
perspectiva funcionalista. Dicha postura ha sido predominante especialmente en
el campo de la filosofía de la mente y la psicología y tiene una relación estrecha
con la consolidación de las ciencias cognitivas. Luego prestaremos especial
atención a otro paradigma más reciente y novedoso que enriquece a la filosofía
de la mente involucrando cuestiones referidas al ambiente y la cultura. Se trata
de la perspectiva conocida como postcognitivismo o “Enfoque de las 4E”.
Nuestro objetivo será entonces definir en qué medida y de qué modo este
enfoque estaría abordando el problema mente-cuerpo, y especialmente lo
pondremos en relación con la postura funcionalista.

Es sabido que las reflexiones filosóficas sobre la mente datan de la


Antigüedad clásica, pero tanto allí como durante la época Medieval el término
que predominaba no era mente sino alma. Este correlato latino de la voz griega
psyché, englobaba diversas funciones que hoy llamaríamos procesos cognitivos.
Alrededor del siglo XIX, con la consolidación de la psicología como disciplina
autónoma respecto de la filosofía, comenzó a delinearse el sentido del término
mente o cognición con el que se maneja la filosofía de la mente en la actualidad.
Alrededor de los años ’50, con la denominada “revolución cognitiva” cobró
centralidad la metáfora computacional de la mente. En lo que sigue mostraremos
cómo cristaliza este devenir histórico del estudio de la mente y la cognición en el
nuevo enfoque postcognitivista.

Dentro del abordaje filosófico sobre la mente se distinguen diversos


tópicos relacionados, siendo uno de ellos el interrogante acerca del estatuto
ontológico de la mente que nos dirige a la distinción entre lo mental y lo físico o

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lo corporal como se puede vislumbrar por ejemplo en la filosofía de Descartes.


Otras indagaciones refieren al problema de la intencionalidad, el de la agencia y
la acción, el de la conciencia y el de la identidad personal, tal y como aparecen
sistematizadas las problemáticas en las introducciones generales a la filosofía
de la mente1. Como mencionamos al comienzo, en este trabajo nos ceñiremos al
primero de estos tópicos, usualmente conocido como el problema mente-cuerpo.
Escapa a nuestras posibilidades y también a los objetivos de este trabajo
realizar un recorrido completo por las distintas aristas de este problema y su
devenir histórico. Sin embargo trataremos de presentar un breve sumario de
posiciones que al respecto se han sucedido dentro de la filosofía de la mente y
de la psicología. Esto nos servirá de marco para ubicar tanto al funcionalismo
como al enfoque postcognitivista o “de las 4E” en los que nos interesa
detenernos más adelante.

Un modo de abordar el problema mente-cuerpo es eliminar o reducir una


de las partes intervinientes. Así, por la senda de la psicología se han presentado
diversas variantes del conductismo científico o psicológico. Algunas de estas
posturas directamente niegan la existencia de la mente, y dirigen sus reflexiones
al análisis de la conducta observable. Así, parte del conductismo, a principios del
siglo XX, analizó la conducta humana y animal a partir del esquema estímulo-
respuesta. Hay sin embargo otras variantes ya dentro de la filosofía de la mente
que no le niegan estatuto ontológico a la mente, sino que explicitan la dificultad
de estudiarla científicamente, y por ello se constituyen en un conductismo
metodológico. Por otro lado el conductismo lógico, con exponentes claros en la
filosofía2, buscó sustituir el lenguaje mentalista por el uso de términos no
mentalistas aduciendo entre otros motivos que el lenguaje mentalista adolece de
vestigios metafísicos, desarrollando un abordaje pretendidamente materialista y
cientificista del problema mente-cuerpo que acaba por disolverlo 3.

1 Por ejemplo las de Lowe, Kim, Bechtel, Symons y Calvo, Stich y Warfield, Moya, y Broncano
(ver bibliografía).
2 Como Carnap y Ryle (ver García Carpintero, M. “El funcionalismo” en Broncano, F. (comp.) La
mente. Madrid: Trotta. 1998. Pág. 49-50.
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Por otra parte encontramos posturas que son consideradas superadoras


de posiciones conductistas. Esquemáticamente es factible organizarlas en
posturas monistas, posturas dualistas y posturas sintéticas, si bien luego
veremos algunas limitaciones de esta clasificación. En primer término, el
monismo refiere a la postulación de una única sustancia material. Entre las
posturas monistas encontramos a aquellas que son reduccionistas, como la
Teoría de la Identidad entre mente y cerebro, que trata de reducir lo mental a lo
físico4. Sin embargo también hay posturas materialistas no reduccionistas. Estas
se hallan cercanas conceptualmente hablando a lo que se conoce como
dualismo de propiedades, según el cual en un sistema físico surgen propiedades
mentales. La otra perspectiva dualista, que sí se opone completamente a
cualquier tipo de reduccionismo, se conoce como dualismo de sustancias, y un
ejemplo de este es la postura desarrollada por Descartes en el siglo XVII. El
problema de esta última opción es que una vez que se separan las dos
sustancias, resulta muy difícil explicar el modo en el que interactúan, lo que ha
llevado a volverla una postura poco prometedora en el campo empírico.

Más arriba dijimos que, además de las posturas dualistas y monistas


respecto de la relación entre mente y cuerpo, encontrábamos también posturas
sintéticas. Podríamos afirmar que este es el caso del funcionalismo. Sin
embargo, cabe mencionar que enunciarlo de esa manera no es del todo
acertado ya que el funcionalismo no busca responder la pregunta ontológica, es
decir, no centra sus preocupaciones en el estatuto ontológico de la mente y en
cierto sentido incluso prescinde de la pregunta por la relación entre lo mental y lo
físico: es oficialmente neutral en la disputa entre el materialismo y el dualismo 5.
Lo que interesa al funcionalismo es la naturaleza de los estados mentales
atendiendo a su rol causal. Pretende dar una definición de lo que son los

3 Ver al respecto de esta clasificación Hierro Sánchez Pescador, J. Filosofía de la mente y de la


ciencia cognitiva. Madrid, Akal. 2005.
4 Ver al respecto Rabossi, “La tesis de la identidad mente-cuerpo” En Broncano, F., Op. Cit.,
Págs. 17-42
5 Ver Levin, Janet. “Functionalism.” En Zalta, E. Stanford Encyclopedia of Philosophy. Stanford
University. 2018.
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estados mentales pero no en términos ontológicos o esenciales sino funcionales.


La noción clave será entonces la de función, permitiendo una descripción
funcional de un proceso causal: “Una descripción funcional es la descripción de
un proceso causal: la descripción de cómo una serie de inputs
convenientemente identificados dan lugar a una serie de outputs a través de un
cierto tipo de proceso.”6 Lo interesante a los fines del presente trabajo en cuanto
a esta explicación funcional de los estados mentales es que prescinde del
anclaje material de los mismos. Esto es precisamente lo que va de la mano con
el desarrollo de la inteligencia artificial, al dejar de tener importancia cuál sea el
sustrato material en que se realizan los estados mentales. Citando nuevamente
a García-Carpintero:

Para que un objeto satisfaga una descripción funcional tiene que ser
posible identificar estados del objeto con los estados postulados en
la descripción funcional, de modo tal que cualesquiera inputs
posibles admitidos por la descripción causarían los outputs
especificados en la descripción a través de un proceso con las
características del especificado en la descripción.7

Por todo lo dicho, a partir del enfoque funcionalista ya no se hablará de “la


mente” en términos ontológicos sino de estados mentales, a los que se
caracteriza como representacionales, esto es, refieren a otra cosa, como son los
deseos, creencias y dolores. Esto conduce directamente a la cuestión de la
intencionalidad. Son causados y tienen a su vez eficacia causal. Por todo lo
anterior estamos en condiciones de afirmar que se trata de un cambio de
enfoque con respecto al problema mente-cuerpo en desmedro de interrogantes
ontológicos, dirigido a atender al funcionamiento de la cognición.

Consideramos pertinente dejar planteada de esta manera la relación entre


la perspectiva funcionalista y el problema mente-cuerpo porque sostenemos
6 García-Carpintero, Manuel. “El funcionalismo” en Broncano, F., Op. Cit. Pág. 54.
7 Ibíd., pág. 56.
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que, si bien con algunos cambios, esta cuestión volverá a encontrarse en el


centro de la escena de los debates postcognitivistas en filosofía de las ciencias
cognitivas, y es allí justamente donde podemos hacer aparecer una tensión con
el funcionalismo8. Lo que nos interesa plantear es que si bien el funcionalismo
constituyó un abandono del problema mente-cuerpo, las críticas al cognitivismo
esgrimidas por los nuevos enfoques de la cognición situada parecen reflotar de
alguna manera aquel problema, si bien no en los mismos términos. La relación
entre el funcionalismo y el cognitivismo es aquello de lo que nos ocuparemos en
la sección siguiente.

La “revolución” de las ciencias cognitivas

Llegados a este punto, trazaremos la conexión entre filosofía de la mente y


ciencias cognitivas. Una pieza clave en este sentido es el desarrollo de la
computación a finales de la Segunda Guerra Mundial, donde comenzó a
hablarse inteligencia artificial. Esto trajo como consecuencia una renovación de
las indagaciones respecto de la cognición, en un juego de espejos signado por la
metáfora computacional de la mente.

Cabe destacar que la reconstrucción que aquí proponemos responde a


una naturalización de las indagaciones filosóficas respecto de la mente y el
conocimiento, aunque en sentido débil. Con esto queremos decir que, de la
mano de propuestas como la que articula Rabossi 9, consideramos que la
filosofía de la mente resulta enriquecida al entrar en contacto con la ciencia
cognitiva, y toda elaboración teórica debe al menos no contradecir los resultados
empíricos con los que se cuente. Desde ya que esta postura no conduce
necesariamente a reduccionismo alguno, sino que mantiene la especificidad de
las problemáticas filosóficas a la vez que estas se informan de y nutren a las

8 De hecho, el postcognitivismo aparece como una de las críticas al funcionalismo que enumera Levin, Op.
Cit.
9 Rabossi, E. “Filosofía de la mente y filosofía de la psicología: la agenda, la práctica, el
dominio.” En Azafea, Rev. Filos. 4, 2002. Págs. 21-43
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disciplinas empíricas, en un movimiento de retroalimentación. Las ciencias


cognitivas sirven de ejemplo para sostener la fertilidad del diálogo entre filosofía
y disciplinas empíricas10. A continuación veremos por qué.

Las ciencias cognitivas constituyen el abordaje multidisciplinario de los


procesos cognitivos que comenzó a consolidarse alrededor de la década de
1950, fuertemente influido por los primeros desarrollos de la computación 11 y la
informática, dando lugar a lo que Martínez-Freire 12 llama la nueva filosofía de la
mente. Las disciplinas intervinientes son la filosofía, la psicología cognitiva, la
neurobiología, la lingüística, la inteligencia artificial y la antropología. Sus
comienzos dieron lugar al paradigma cognitivista, esto es, la postura dentro de la
psicología según la cual la cognición consiste en el procesamiento de
información13. La clave en estas investigaciones que conjugan conceptos
filosóficos con desarrollos empíricos, es la teoría computacional de la mente,
según la cual la mente humana funciona como una computadora que manipula
símbolos procesando información. Como se dijo, la inteligencia artificial fue la
punta de lanza de la renovación en el abordaje de la cognición, con el
conductismo como el principal foco de críticas. Esta particular noción acerca de
la arquitectura de la mente sostiene que la cognición funciona adecuadamente
cuando los símbolos representan un aspecto del mundo real 14.

El funcionalismo que comenzó a consolidarse en los años ’60 (es decir, un


poco después de la llamada revolución cognitiva), resultó a su vez un enfoque
prometedor para la psicología cognitiva, ya que al dejar de lado la cuestión
ontológica permitió que las investigaciones abrevaran en analogías y metáforas
para comprender el funcionamiento de la cognición en sus diversos niveles. Con

10 Ver Martínez Freire, P. “El impacto de las ciencias cognitivas en la filosofía del conocimiento”.
Filosofía y ciencias cognitivas. 1995. Pp. 51-66.
11 Una buena reconstrucción de los orígenes de este campo de estudio se encuentra en el
trabajo de Gardner, H. La nueva ciencia de la mente. Buenos Aires, Paidós. 1985. Ver también
Bermúdez, J. L. Cognitive science. Cambridge: Cambridge University Press. 2014.
12 En Martínez Freire, P. La nueva filosofía de la mente. Barcelona, Gedisa. 1995.
13 Ver al respecto Varela, F. Conocer. Barcelona, Gedisa. 1988.
14 Varela, F. Op. Cit., pág. 51.
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la perspectiva funcionalista se pasa a hablar, en filosofía de la mente, de estados


mentales, y en ciencias cognitivas, de procesos cognitivos: el vocabulario deja
de ser sustancializante. Lo que comparten el cognitivismo y el funcionalismo es
que buscan superar los problemas teóricos del conductismo. El funcionalismo
aborda los estados mentales atendiendo a su rol causal, en lugar de buscar una
definición sustancialista de lo que sea la mente y su relación con el cuerpo.

El cognitivismo se constituyó así en un fuerte programa de investigación.


Sin embargo, con el correr del tiempo le fueron dirigidas diversas críticas.
Algunas de ellas dieron surgimiento al enfoque conocido como conexionismo.
Las principales diferencias que este mantiene con el cognitivismo, residen en la
manera de concebir el funcionamiento del cerebro. El conexionismo pone el
énfasis en el hecho de que el cerebro opera a partir de interconexiones masivas
de forma distribuida, algo que no era tenido en cuenta por el cognitivismo.
También se busca superar la idea de computación simbólica por considerarla
demasiado abstracta, apoyándose en su lugar en componentes de tipo neural.
La cognición pasa a ser abordada como la emergencia de estados globales en
una red de componentes simples 15. Sin embargo, para algunos autores el
conexionismo no constituyó una crítica radical al paradigma cognitivista, ya que
continuó sosteniendo una concepción general de los procesos cognitivos como
manipulación de información.

De este modo la metáfora computacional comenzó a tomarse también en


sentido inverso, permitiendo analogar el fucnionamiento de una máquina con el
de la mente humana. En los límites de esta metáfora abreva el postcognitivismo
al que nos dedicaremos en lo que sigue.

15 Varela, F. Op. Cit., pág. 77


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El enfoque postcognitivista

Ahora bien: en los últimos quince o veinte años se está desarrollando un


enfoque novedoso en filosofía de la ciencia cognitiva, al que se ha denominado
de diversas maneras, siendo algunas de ellas postcognitivismo, cognición
situada, o enfoque de las 4E. No es un hecho menor hacer un breve repaso por
las distintas terminologías que se emplean para referir a este enfoque, dado que
se trata de un marco conceptual que continúa de algún modo en proceso de
consolidación. Algunos trabajos recientes 16 ven con buenos ojos la utilización del
término postcognitivismo que permite enfatizar este rasgo que comparten las
distintas vertientes de las que nos ocuparemos a continuación, destacando tanto
una cuestión temporal como conceptual en el sentido de que se intenta dejar
atrás o cuestionar las bases del paradigma cognitivista. Por otra parte, también
es usual encontrar la referencia a estas perspectivas bajo el nombre de
“Enfoque de las 4E”17. A veces se lo denomina también como una segunda
generación en ciencia cognitiva 18. Hace diez años atrás era también usual que
se abordara a estas perspectivas generales en términos de cognición situada 19 o
corporizada20; pero esto puede generar confusiones en cuanto a las

16 Burdman, F. “El postcognitivismo en cuestión: extensión, corporización y enactivismo.”


Principia 19(3): 475–495. 2015. y Silenzi, M. I. “Enfoques postcognitivistas: rótulos, presupuestos
y posibles lecturas.” Ludus Vitalis, vol. XXIII, num. 43, 2015, pp. 277-288.
17 Como en Newen, A., de Bruin, L., Gallagher, S. The Oxford Handbook of 4e Cognition. Oxford:
Oxford University Press. 2018., y también Ward, D. & Stapleton, M. "Es are good: cognition as
Enacted, Embodied, Embedded, Affective and Extended." in Paglieri, F. & Castelfranchi, C. (Eds).
Consciousness in interaction. Amsterdam: John Benjamins Publishing Co. 2012. y Menary, R.
“Introduction to the special issue on 4E cognition.” Phenomenology and Cognitive Science, Nº 9.
2010. Págs. 459-463. El primero en utilizar esta denominación fue Rowlands, M. The new
science of mind. From extended mind to embodied phenomenology. Cambridge, MIT Press.
2010.
18 Walter, S. “Situated cognition: a field guide to some open conceptual and ontological issues”.
Phenomenology and Cognitive Science, Nº 9. 2013. Págs. 459-463.
19 Robbins, P. y Aydede, M. The Cambridge handbook of situated cognition. Cambridge,
Cambridge University Press. 2009.
20 Shapiro, L. The routledge handbook of embodied cognition. London, Routledge. 2014. Y
Calvo, P. y Gomila, T. Handbook of cognitive science. An embodied approach. Oxford: Elsevier.
2008.
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clasificaciones, ya que situado a veces se usa para traducir embedded21, que es


una de las 4E al igual que corporizada (embodied).

El aspecto central del postcognitivismo entonces es que surge como


contrapartida del cognitivismo y cuestiona tanto la definición de los procesos
cognitivos que ofrece el cogntivismo, como su localización. A su vez contiene
una fuerte impronta filosófica 22. Hay distintas maneras de sostener un enfoque
situado, y entre ellas encontramos similitudes, diferencias e interdependencias.
Lo que nos permite englobarlas es que buscan alejarse del intracranealismo
asociado con el cognitivismo tradicional y también de la concepción de los
procesos cognitivos como manipulación de símbolos, buscando enfatizar la
importancia que tienen el cuerpo, el mundo y la interacción entre esos factores
para los procesos cognitivos. Esto tiene impacto en diversas investigaciones de
alcance empírico, por ejemplo en los enfoques en inteligencia artificial que
buscan responder el problema acerca de cómo los símbolos abstractos
adquieren significado en el "mundo real”.

Lo esencial para este enfoque, al igual que para aquellos que le


antecedieron dentro de la ciencia cognitiva, es identificar qué es la cognición y
dónde tiene lugar. Recordemos que para el cognitivismo la cognición es
procesamiento de información, y esta tiene lugar en el cerebro o el cráneo,
operando como una mediación entre inputs externos al cráneo y outputs23 que
involucran tanto al cuerpo más allá del cerebro como al ambiente circundante.
La particularidad de los enfoques postcognitivistas que describiremos aquí
estriba en que atacan ambos aspectos de las definiciones de la cognición que
provee el cognitivismo. No obstante pueden darse distintas configuraciones,
como por ejemplo mantener la centralidad de las representaciones para hablar
de cognición pero cuestionar el intracranealismo de la misma, como en el caso
de la tesis de la mente extendida.
21 Traducible también como incrustada.
22 Ver Robbins y Aydede, Op. Cit. cap. 2
23 Esta es, en palabras de Susan Hurley, la “concepción sándwich de lo mental” (citado en
Robbins y Aydede, Op. Cit., pág. 4).
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El enfoque postcognitivista no sostiene que el cerebro no tenga ningún rol


en la cognición, sino que destaca la intervención de otros factores que juegan un
papel importante en los procesos cognitivos. En ese sentido se afirma que la
cognición involucra procesos intracraneales y extra-craneales. Sin embargo es
una cuestión aun no cerrada la de si esos procesos extra-craneales son
constitutivos de la cognición o si por el contrario se trata de una dependencia
causal entre ambas dimensiones.24 Así, la pregunta que trata de responder cada
una de las vertientes del enfoque situado de la cognición es cuáles son los
procesos extra-craneales involucrados y en qué medida lo están. Dependiendo
de cuál sea la orientación de la respuesta, estaremos ante distintas perspectivas
dentro de las 4E25. Algunos consideran que los procesos cognitivos se
encuentran co-constituidos o son co-dependientes de procesos corporales, esto
es, que atañen al cuerpo exceptuando al cerebro. Esta es la afirmación que
sostiene la vertiente de la cognición corporizada. Por otro lado, se hará hincapié
en que la cognición está co-constituida o es co-dependiente del ambiente que
excede al cuerpo, ya se trate de recursos naturales o tecnológicos/culturales. La
opción que apela a una relación de co-constitución, es aquí la de la mente
extendida, mientras que la vertiente que sostiene una relación de co-
dependencia es la de la mente incrustada. De estos términos en inglés surgen
tres de las “4E”: se trata de la mente como embodied, extended y embedded,
esto es, respectivamente, corporizada, extendida e incrustada. La cuarta “E”
hace referencia a la cognición enactuada (enacted), una mirada más global a la
que haremos referencia más adelante. A continuación sintetizaremos
brevemente lo que propone cada una de las “4E”.

Con respecto a la cognición corporizada, como ya se anunció, su interés


central es enfatizar el rol del cuerpo en la cognición 26. Al hablar de cuerpo aquí

24 Aunque desde ya que la constitución es una clase de dependencia.


25 Ver Newen, A., de Bruin, L., Gallagher, S., Op. Cit., cap. 1.
26 Ver Anderson, M. “Embodied cognition: a field guide.” Artificial Intelligence Nº 149, 2013, Págs.
91-130., Shapiro, Op. Cit., y Wilson, R. y Foglia, L. “Embodied Cognition.” En Zalta, E. Stanford
Encyclopedia of Philosophy. Stanford University. 2015.
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se está haciendo referencia al cuerpo más allá del cráneo, especialmente al


sistema sensorio-motriz. A este respecto puede adoptarse un enfoque fuerte o
bien un enfoque débil. Hay quienes sostienen la importancia del cuerpo en
sentido metafórico, y hay quienes apuntan a una constitución primaria. También
cobra especial importancia la diferencia entre el estado on-line del cuerpo y el
off-line27, y la distinción entre una relación de constitución o de dependencia
causal entre el cuerpo y la cognición 28. Vemos a su vez que la dimensión
corporal resulta indispensable para enlazar los procesos cognitivos con un
entorno más amplio, lo que nos lleva a definir los otros tres enfoques que
mencionamos más arriba.

Por su parte la cognición incrustada destaca el rol del ambiente en la


cognición, es decir, la interacción necesaria entre un organismo y su entorno. En
el caso del ser humano el entorno no está comprendido sólo por las
prestaciones del ambiente físico, sino también por el entorno social y el
entramado cultural que, algunos sostienen 29, juegan un rol clave en el desarrollo
de las particularidades que la cognición humana presenta respecto de la de
otros primates. El mundo de la cultura funciona así como un andamio 30 para el
desarrollo de la cognición humana, con prácticas e instituciones socioculturales
que ayudan a posibilitar cognición de alto nivel de abstracción. Es el caso del
lenguaje, la escritura y otras ayudas cognitivas como mapas u otros sistemas
simbólicos, mientras que también las estructuras sociales funcionan como
andamios, al igual que las interacciones repetidas con un ambiente altamente
estructurado. En este enfoque la ciencia cognitiva linda con la antropología, la
sociología y también la biología31.

27 Ver Robbins y Aydede, Op. Cit., cap. 1


28 Ver Walter, S. Op. Cit.
29 Ver por ejemplo Tomasello, M. Los orígenes culturales de la cognición humana. Madrid,
Amorrortu. 2007.
30 En palabras de Sterelny, K. "Minds: extended or scaffolded?" Phenomenology and the
Cognitive Sciences, 9, (4), 2010, pp. 465-481.
31 Ver al respecto Prinz, J. Culture and cognitive science. En Zalta, E. Stanford Encyclopedia of
Philosophy. Stanford University. 2011.
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La tesis de la cognición extendida se relaciona con lo anterior y se la


podría caracterizarse como una propuesta más radical, ya que como
destacamos defiende que la relación entre los procesos cognitivos y el ambiente
exterior al cerebro y el cuerpo es una relación de co-constitución. Impulsada por
Clark y Chalmers en su artículo de 1998 32 generó polémica desde el primer
momento. Esta tesis pone en tela de juicio los límites mismos de la mente
humana en un sentido ontológico, sosteniendo que esta no se encuentra
encerrada en el cráneo ni el cuerpo sino que se esparce en el ambiente
circundante33. La idea de la mente extendida se articula a su vez con la noción
de cyborg propuesta por Clark34, que redefine lo artificial y su contacto con la
cognición humana en términos de una relación recíproca o co-constitutiva. El
enfoque de Clark cambia la unidad de análisis, tomando el ensamble organismo-
ambiente tecnificado, y en este sentido se acerca a la propuesta de la mente
incrustada. Pero a su vez mantiene una noción de inteligencia y cognición como
procesamiento de información, lo cual genera tensiones al interior del programa
postcognitivista.

Por último el enfoque enactivo propuesto en sus inicios por Varela y


otros/as35 rescata como raíces a la tradición fenomenológica en filosofía desde
autores como Heidegger y Merleau-Ponty, y busca mediar entre el realismo y el
idealismo en la filosofía del conocimiento 36. Enfatiza la relación entre cognición y
vida, presentándola por momentos como una interacción necesaria e incluso
como una dependencia37. Conciben a la cognición como acción efectiva,
buscando superar así los aspectos simbólicos y representacionales de la
cognición que marcaba el cognitivismo. La mirada enactiva es fuertemente
antirrepresentacionalista, mientras que la corporizada busca fundamentar el
32 Clark, A. y Chalmers, D. “The extended mind.” Analysis. 58. 1998. Pp. 10-23.
33 Ver también Menary, R. (ed.) The extended mind. Cambridge: The MIT Press. 2010. y Clark,
A. Supersizing the mind. Oxford, Oxford University Press. 2008.
34 En Clark, A. Natural-born cyborgs. Oxford, Oxford University Press. 2003.
35 En Varela, F; Rosch, E.; Thompson, E. De cuerpo presente. Barcelona, Gedisa. 1991.
36 Ver Gallagher, S. y Zahavi, A. La mente fenomenológica. Madrid, Alianza Editorial. 2008.
37 Ver Martínez Freire, P. “El enfoque enactivo en las ciencias cognitivas.” Ludus Vitalis, vol. XIV,
num. 26. 2006. Pp. 129-140. y Montero Anzola, J. “Enacción, filosofía de la mente y el yo.”
Franciscanum, vol. LI, Nº 152, 2009. Universidad de San Buenaventura, Bogotá. Págs. 133-179.
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anclaje físico y corporal de las representaciones. Podríamos decir que el


enfoque enactivo toma un poco de los otros tres enfoques descriptos
anteriormente, ya que concibe a los seres pensantes en tanto seres activos,
entendiendo a los procesos cognitivos como una actividad altamente
corporizada o situada que tiene lugar en la interacción con un ambiente
altamente complejo.

Vemos entonces que las distintas vertientes del postcognitivismo


destacan o bien el rol del cuerpo, o el rol del mundo o ambiente, y otras la
interacción entre mente, mundo y cuerpo. Lo que está claro es que el principal
blanco de sus críticas es la exacerbación de la idea de la mente como
procesador de información por parte del cognitivismo, superando la centralidad
otorgada a los aspectos simbólicos de la cognición, remarcando en su lugar la
importancia de la agencia. Todo esto pone en cuestión la identificación del
conocimiento con descripciones explícitas y almacenadas, y la definición de la
cognición como la manipulación de esas descripciones según reglas.

Revisitando el problema mente-cuerpo desde el postcognitivismo

De todo lo anterior se desprende que el postcognitivismo parece compartir con el


funcionalismo (y con el cognitivismo) el rechazo a abordar el problema mente-
cuerpo en los términos monistas o dualistas. Sin embargo, sus principales
críticas resaltan el olvido del rol que tanto el cuerpo como el ambiente tienen
para los procesos cognitivos. En este sentido podemos afirmar que las 4E se
posicionan en contra del funcionalismo en tanto que no atiende al sustrato
material en que se realizan los estados mentales, sino sólo a su funcionamiento.
Pero una tensión interna que surge es que la tesis de la mente extendida puede
comprenderse como un funcionalismo extendido, ya que los criterios para
determinar qué elementos externos al organismo funcionan como partes del
proceso cognitivo ensamblado, hacen referencia a la función que cumplen. Esto
es materia de discusión actualmente, la cual está motivada por las

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complejidades propias de los distintos postulados que cada vertiente del


postcognitivismo mantiene o rechaza. Todas las vertientes parecen coincidir en
el rechazo a la propuesta cognitivista de localizar a la cognición en el interior del
cráneo; sin embargo, la definición acerca de en qué consiste un proceso
cognitivo (cuando la respuesta del cognitivismo es hablar de manipulación de
información), genera la controversia que acabamos de mencionar. Para la
propuesta enactiva, por ejemplo, esta definición es en extremo simplificadora.

Lo que parece estar claro es que las 4E rechazarían un reduccionismo al


estilo fisicalista, buscando mejor una integración. 38 Por lo expuesto en la sección
anterior, vemos que rechazan una concepción sándwich de lo mental (input,
representación, output conductual), y que algunas perspectivas incluso hablan
de una dependencia constitutiva de los procesos cognitivos con otros factores
que podríamos llamar externos a la mente. Es evidente que buscan una
comprensión no aislacionista de lo mental/cognitivo, haciendo intervenir al
cuerpo, el ambiente y la cultura. De esto se desprende que hay una estrecha
relación entre las 4E propuestas, ya que la corporalidad en tanto contexto local
nos permite enlazar los procesos cognitivos con el contexto global, tanto natural
como social, y es en estos contextos que podemos concebir la agencia o
actividad de los seres pensantes. Esto nos permite ver lo que comprendemos
como la revitalización de la cuestión del cuerpo y de lo material en relación con
lo mental, pero desde una perspectiva distinta a la tradicional disputa que incurre
en la polarización entre el dualismo y el monismo. Aun tratándose de una
cuestión metodológica, el tema del anclaje material de la cognición se vuelve
clave para la propuesta postcognitivista.

El postcognitivimo defiende la idea de que no puede pensarse la función


de la cognición prescindiendo de su localización en el cuerpo, en el ambiente, y
en el caso del ser humano (o también de otros animales) en la cultura. Por eso
describen la variedad de maneras en que la cognición depende de o estaría
38 Tal es la propuesta de Menary, R. Cognitive integration. Mind and cognition unbounded. New
York, Macmillan. 2007.
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constituida por características físicas, habilidades y contexto global del agente.


Las particularidades orgánicas son, según sostienen, una instancia de referencia
imprescindible para el abordaje filosófico (y científico) de la cognición, la mente,
el conocimiento. Esto último correspondería a un naturalismo moderado, es
decir, uno que no reduzca los problemas filosóficos a cuestiones físicas, pero
que tampoco ignore las investigaciones científicas, sino que conviva y dialogue
con ellas fomentando la retroalimentación entre disciplinas.

El funcionalismo y el cognitivismo coinciden en no utilizar un vocabulario


reduccionista a la manera del fisicalismo. Sin embargo, lo que el
postcognitivismo cuestiona son ciertos postulados básicos del cognitivismo. Las
diversas vertientes que, de algún modo u otro, conforman el enfoque
postcognitivista, no siempre son coherentes entre sí. Por ese motivo es materia
de discusión el grado de validez de aunarlas bajo una misma corriente. Su
ventaja reside en permitir trazar puentes entre disciplinas, promoviendo un
abordaje integral de el complejo fenómeno de la cognición. El postcognitivismo
parece ampliar la unidad de análisis respecto del cognitivismo; modifica además
algunos conceptos centrales en torno a la cognición.

Para concluir, sostenemos que el postcognitivismo constituye una


corriente novedosa y no exenta de controversia dentro de la filosofía de la mente
y de las ciencias cognitivas, por lo que en los años venideros habrán de
continuar evaluándose sus alcances y ventajas o desventajas. No obstante, el
tiempo que ha transcurrido desde su surgimiento nos permite poner en
perspectiva sus críticas y propuestas con el objetivo de continuar articulando las
investigaciones respecto de la cognición con su imprescindible impronta
filosófica.

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