Ensayo Sobre Eclesiología
Ensayo Sobre Eclesiología
Ensayo Sobre Eclesiología
Para hablar de la Iglesia y sobre todo de su misión y propósito para lo que fue creada, se
hace necesario mencionar por lo menos su origen, de dónde surge, porque teniendo claro
este primer punto, se sabrá hacia donde se debe orientar el fin que tiene la Iglesia en el
mero hecho de existir.
Esta respuesta de Jesús evidentemente no fue dirigida tan sólo a la madre de los hijos de
Zebedeo que como buena madre piensa en el bienestar de sus hijos, pero desde un
pensamiento meramente humano. También se dirige a los futuros instrumentos
continuadores de la obra de salvación en el mundo, sus apóstoles y posteriormente sus
sucesores junto con todos los que se proclamarán seguidores de Jesús. Claramente en este
pasaje bíblico se vislumbra la voluntad del Señor con la Iglesia y lo que espera que sea para
las generaciones siguientes.
Pasados los años, y quizá con una visión como la madre de los hijos del Zebedeo, la Iglesia
venía buscando un puesto a la derecha o a la izquierda del poder político y social, hasta que
llegó el momento de vivir un vuelco trascendental en la concepción de lo que debía ser la
Iglesia, precisamente en el Concilio Vaticano II, y se ve la necesidad de presentar a la
Iglesia con una perspectiva de comunión, que ciertamente fundada en el misterio de la
comunión trinitaria, en donde se halla su origen y naturaleza, pudiera ser signo de
comunión entre los hombres, y como lo indica la Lumen Gentium “… así se manifiesta
toda la Iglesia como "una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo". (n.4)
De esta manera la Iglesia comunión no se basa en simple estructuras gubernamentales o con
un carácter organizativo que conlleva la distribución de funciones y tareas, sino que, por la
comunión con el misterio de la comunidad trinitaria, el hombre convocado a participar de
esta comunión y adherido a la comunidad de los que siguen a Jesús como sus discípulos, ha
de ser signo e instrumento de permanencia en la comunión con Dios y a sus hermanos (LG
n.1). Todo esto se concreta en acciones que presenta la constitución “Luz de las Naciones”
Cristo fue enviado por el Padre a "evangelizar a los pobres y levantar a los
oprimidos" (Lc., 4,18), "para buscar y salvar lo que estaba perdido" (Lc., 19,10); de
manera semejante la Iglesia abraza a todos los afligidos por la debilidad humana,
más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador
pobre y paciente, se esfuerza en aliviar sus necesidades y pretende servir en ellos a
Cristo (n.8).
El Papa Francisco en “la alegría del Evangelio” que es propiamente su primer documento, y
en donde expone su pensamiento y concepción de la Iglesia, da a entender que ese carácter
de comunión mantenida con el misterio trinitario se expresa en una dimensión extrovertida,
es decir, en una comunión misionera como así lo afirma “la intimidad de la Iglesia con
Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión esencialmente se configura como
comunión misionera” (EG 23).
Consecuentemente, este elemento de comunión que tiene la Iglesia, ejerce una doble
función; en primer lugar, se debe reconocer que es una gracia del Altísimo y que al
participarlo a quienes se acogen a Él manifiestan la capacidad de fraternidad y de poner en
práctica la caridad con el prójimo. Por otro lado, la comunión se convierte en un reto que
compromete a los discípulos de Jesús a poner al servicio de todos, sus dones y carismas,
iniciativas, creatividad y proyectos, para hacer que la Iglesia llegue a todos los rincones del
mundo y a quienes aún no conocen a Dios de amor.
De esta manera se proyecta la Iglesia en salida como la novedad del magisterio del Papa
Francisco. En la Evangelii Gaudium se encuentra muy recalcitrante el hecho de una Iglesia
que sale de sí misma y que está dispuesta a “salir de la propia comodidad y atreverse a
llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (n.20) aplicando un método
alegóricamente experimentado por el pueblo de Israel en el desierto “la dinámica del éxodo
y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá” (n.21).
Entonces, retomando la pregunta con la cual se dinamiza este escrito, ¿Cuál es la Iglesia
que quiere Jesucristo?, la respuesta se encontrará en el concepto eclesiológico que en la
actualidad expone el Papa Francisco y que con ojos de esperanza espera pacientemente que
se manifieste a todo el mundo, el cual también está en la expectativa de una nueva
propuesta que le ayude a encontrar el sentido de su existencia. Esta Iglesia tiene claro que
su campo de acción está en la misión como espacio de realización de la comunión, que a su
vez es acogida, pero no una comunión solamente hacia los suyos, los bautizados, que de
hecho son su responsabilidad, sino una comunión hacia fuera, hacia los que necesitan
sentirse acogidos por alguien en medio de una indiferencia fría y casi suicida. No obstante,
sobra aclarar que, de manera implícita, esta tarea no es exclusiva de los jerarcas, sino de
todo bautizado que, con verdadera vocación de discípulo y misionero, tal como lo presenta
el documento de Aparecida, también sale al encuentro y rescate de su prójimo.
Referencias
Editrice Vaticana.