Tagle Vicuña, Alfonso (Siddharta) - Misterios de La Vida, Un Bosquejo Explicativo (1960, Santiago de Chile)
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Tagle Vicuña, Alfonso (Siddharta) - Misterios de La Vida, Un Bosquejo Explicativo (1960, Santiago de Chile)
(Sidhartha)
Misterios
de la Vida
Un bosquejo explicativo
SANTIAGO DE CHILE
ALFONSO TAGLE VICUÑA
(Sidhartha)
Misterios
D E L A
Vida
Un bosquejo explicativo
SANTIAGO DE C H I L E
PREFACIO
5
continuar con el odio entre el Trabajo y el Capital, los nume-
rosos males de la vida civilizada, el antagonismo religioso y la.
pérdida de la fe en los ideales más nobles, y la creciente autori-
dad que ejercen en la mente la "Clase Guerrera", el "Poder
político" y el "Nacionalismo Totalitario". Al paso que se van
desarrollando los acontecimientos, pronto la Humanidad se des-
truirá a sí misma, y además de hacer la vida completamente
desalentadora, cada esfuerzo por redimir los males, trae nuevos
motivos de infelicidad.
Ya es tiempo que la gente cese de argumentar, criticar, mur-
murar e ilusionarse. Si nos preocupáramos de nuestros propios
asuntos, seguramente llegaríamos a alguna parte, y no sería en
detrimento de los códigos morales que tanto le gusta a la gente
proclamar a grandes voces, pero que siempre olvida cumplir.
Si la mente tuviera una mejor preparación interna, y con-
trol de sí misma, esos códigos morales no estarían tan fuera de
uso ni serían puramente simbólicos, y la vida sería mejor.
El D H A R M A (Deber) se complementa con la S H A N G H A
(Gran Fraternidad Universal Blanca). El primero es el espíritu,
el impulso de la vida, el madurador de la evolución, y la fór-
mula de las realizaciones y de la felicidad. La segunda es el me-
canismo que ennoblece al ser, la función de los propios valores,
el cuerpo de la Dinámica Espiritual y la realizadora de los
ideales.
Tarde o temprano la gente ha de alcanzar el Camino Recto
o de la Rectitud, si es que ha de vivir eon propósitos nobles, sin
ilusiones ni designios sentimentales, o perpetuamente encadena-
da a las esperanzas irrealizadas y a las miserias y dolores de la
vida.
El gran don del Dharma es la Paz de la Mente, que es la
base y la materia prima de la Salud, del Poder, del Genio, del
Amor y de todas las realizaciones.
Esforcémonos por adquirir la PAZ DE LA MENTE, para que el
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hombre sea la Fuente de la Inteligencia y Plenitud, un medio
de la Conciencia Creadora y un vehículo de la Iluminación
Espiritual.
La PAZ DE LA MENTTE debiera ser la finalidad inmediata de
todo el mundo, porque sin ella no vale la pena de obtener, ad-
quirir, tener o conquistar nada. Sin la PAZ DE LA M E N T E per-
manecemos infelices y miserables. Tratemos de captar la im-
portancia del NOBLE SENDERO, y entonces demos a nuestro ser
interno toda la PAZ, ACTITUD y PODER de plenitud que nece-
sita.
D R . O M . CHERENZI LIND.
(K. H.)
7
PRÓLOGO
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Las Religiones no nos explican el enigma de la vida, ya sea
porque no lo creen oportuno, o porque, en el transcurso del
tiempo, a fuerza de no darle importancia, han relegado ese co-
nocimiento, que tanto necesita actualmente la Humanidad, a
los achivos de sus bibliotecas.
¿Es posible conformarse con eso de que la vida es asi, por-
que Dios lo quiere; y que debemos ser buenos porque Dios lo
manda?
Los descontentos de la vida han visto que esos postulados
ya no tienen ni valor ni eficacia.
Esos descontentos no son malos, y sus problemas no se resuel-
ven ni con amenazas ni promesas. El numero de esos desorien-
tados es enorme; muchísimo más de lo que las Religiones creen.
Esas inquietudes espirituales les vienen como expresión de
su madurez espiritual. Esta madurez viene como consecuencia
de los avances dé la Ciencia, y de la propia evolución; ambas
cosas que las Religiones parecen desconocer, y por consiguiente
nada hacen por ponerse a tono con ellas.
Ahora todos los hombres y mujeres aspiran a poseer esa sa-
biduría que Jesús enseñaba a Sus Discípulos, y no al vulgo. De
manera que debemos comprender y aceptar que ese vacío que
sienten es necesario satisfacer. Que los Sacerdotes de cada Re-
ligión, de Cada Secta y de cada Iglesia deben dar a cada feligrés,
según su capacidad, una cultura espiritual que les capacité para
satisfacer sus aspiraciones. Y no dejarlos, como ahora, expues-
tos a ser víctimas de tantos charlatanes e Instituciones pseudo
espiritualistas.
En forma por demás modesta, el que escribe esta pequeña
obra, se ha esforzado en contribuir a satisfacer aquellas aspira-
ciones, tanto en artículos de prensa, en una Revista a "Polí-
grafo" y en charlas dadas en diferentes partes del país.
Sus amigos, que han sido sus lectores y su auditorio, siempre
le han pedido que recopile esos trabajos y los publique. Acce-
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diendo a esos pedidos, y comprendiendo la necesidad de hacer-
lo, es que se escriben estas páginas, que, aunque no es una re-
copilación de sus trabajos, están comprendidos en ellas. Espe-
ramos, con fundamento, que mucho ayudará a los desorienta-
dos, lo que aquí se dice; les hará comprender mejor la vida,
a ellos mismos, a las relaciones entre ellos y los demás; así co-
mo entre ellos mismos y la vida, y entre ellos y Dios.
Estas páginas no agotan el tema, ni mucho menos, pero la
empañada luz que aquí alumbra, estimulará al lector a estu-
diar obras más completas, más profundas y de más alta pro-
cedencia. Por eso es que están dedicadas a las personas que
empiezan a sentir inquietudes espirituales; para los indiferen-
tes no tienen significado; y para los que mucho han aprendido
de asuntos espirituales, para los eruditos, no tendrán valor, ni
son para ellos.
Aquí se encontrarán algunas ideas y conceptos un tanto dog-
máticos y discutibles; pero no se pretende ni desea que sean
admitidas, sino tomadas como exposición. Otros, los que se re-
fieren a nuestro propio ser, y a las relaciones entre los hombres,
y de éstos con la vida; así como los que se refieren a nuestra
conducta, van con el propósito de ser sometidos a prueba para
apreciarlos.
Mucho de k> que aquí tratamos es de esa enseñanza que
Jesús no daba al vulgo, ni los Apóstoles a los no preparados.
Jesucristo se refirió a eso cuando dijo (San Marcos IV-11) "A
vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios, más a los
que están fuera, por parábolas todas las cosas". Y San Pablo
(I Cort. II-7) les dice "Más hablamos de sabiduría de Dios
en misterio, la sabiduría oculta . . . "
Esto no quiere decir que aquí se encuentre toda la verdad
oculta, sino que lo suficiente para que el lector interesado com-
prenda por qué debe ser bueno, y cómo; es decir, cuál es el
mecanismo para convertirse en bueno, capacitándose así para
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recibir y comprender mejor las enseñanzas de los que pueden
darla.
Lógicamente que el lector se preguntará cómo él va a saber
si las ideas aparecidas aquí, no son como la mayoría que se da
en tanta literatura llamada ocultista, y que aquí se censura. Es
fácil distinguirlo: En primer lugar las obras de autores, no
importa de qué categoría, que dicen poseer poderes que los
capacitan para actuar en planos superiores, o dan a entender,
o dicen que se entrevistan con Dios, con los Angeles, Maestros
de otros planos, etc., sólo sirven para leerlas por curiosidad o
información; así como también esas obras o enseñanzas de Es-
cuelas que prometen poderes psíquicos. Los primeros son gene-
ralmente charlatanes o desequilibrados mentales que negocian
con sus libros, o se creen superhombres; y las segundas son per-
judiciales, porque la finalidad de la vida no es desarrollar el
psiquismo y obtener poderes. Eso no enriquece nuestro espíritu,
y se termina con la muerte.
Esos autores y Escuelas no saben distinguir lo psíquico de
lo Espiritual, y si lo saben, no saben cómo efectuar el desarrollo
espiritual; pero sí saben, y muy bien, que la esperanza de obte-
ner poderes ejerce gran atracción en el público, que pagará
bien sus libros o darán gustosos las cuotas mensuales.
Gomo se comprenderá, esta obrita no se ha escrito con fines
sectarios o de propaganda partidista. Es sí, una propaganda a
la Verdad. Tampoco se ha escrito con fines comerciales, de ahí
es que se ha hecho esfuerzo por hacerla lo menos extensa po-
sible. Con ese propósito, aun los conceptos e ideas están lo más
concisos posible, de manera que el lector debe suplir las expli-
caciones con su propia meditación. Sin embargo, se repiten ideas
y conceptos para hacer resaltar su importancia.
No existe e t propósito de atacar las Religiones ni creencias
sinceras y nobles; al contrario, es seguro que después de asimi-
lar lo que aquí se diga, el lector obtendrá una mejor compren-
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sión de las enseñanzas religiosas, especialmente de las cristianas.
Nos preciamos de profesar el Universalismo. Esto no significa
que "toleremos" todos los Credos, situándonos en un lugar pri-
vilegiado, creyéndonos poseedores de la Verdad. Nada de eso,
somos Universalistas porque hemos visto que la Verdad está
en todo Credo y en todo corazón. Pero vemos que aquellos, a
través del tiempo, han acumulado mucha broza y les ha cre-
cido mucha maleza que amenazan, no sólo impedir la visión de
la Verdad, sino sustituirla. Universalismo no es tolerancia ni
eclecticismo.
Las creencias superficiales o erradas sufrirán, seguramente,
algún trastorno, pero éste será en beneficio del individuo. La
verdadera fe religiosa no tiene nada que temer de lo que aquí
o en otra parte se diga. La verdadera fe es inconmovible. Es cu-
rioso observar lo que se busca del concepto de fe. La mayor
parte de las veces no es otra cosa que prejuicio, esperanza, su-
gestión o creencia superficial, nacidas de enseñanzas sin base
de Verdad o que inclinan al temor. Sin embargo, se le llama
sagrada. Estas fes caen como hojas otoñales al contacto de la
Verdad o de otras enseñanzas más sugestivas o que infunden
peores temores. La verdadera fe religiosa es la nacida por in-
tuición, o como resultado de una enseñanza qué tiene el poder
de despertar la Conciencia, y ponemos en contacto con la Ver-
dad; aunque este contacto no dure más que un relámpago. En
estos casos, sí que la fe es de origen divino, y de un valor trans-
cendental; pero nó esas fes que se expenden al por mayor y
a granel en puestos públicos con carteles religiosos.
En estas páginas no se encontrarán esas frases altisonantes
de significación ultrafilosófica, tan frecuente de encontrar en
esa abundante literatura llamada ocultista, que no hacen otra
cosa que hacer dudar al lector de las facultades mentales del
autor.
Aquí se considera al ser humano tal como es: Una parte
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de la Naturaleza, y en transición, en vías de mejoramiento o
evolución; no como un ser acabado, sin mayores esperanzas.
Estas páginas son la expresión de una sincera y bien fundada
fe en el futuro de la Humanidad, la cual será capaz de cons-
truir un mundo más digno de ser habitado por seres espirituales.
Aunque bien comprendemos, sin embargo, que estas esperan-
zas son difíciles de realizar, especialmente en su aspecto econó-
mico, debido al extremismo capitalista, a la democracia un
tanto degenerada y al atropello a la dignidad humana que pa-
rece ser una condición de los sistemas marxistas.
Se da un pequeño bosquejo de una semblanza de Cosmo-
logía y otra de Antropología, que ayudarán a una mejor com-
prensión del mundo y del ser humano.
Las enseñanzas de Jesús y Sus Apóstoles nos guiarán para la
comprensión del ser humano, y para exigir su mejoramiento
o evolución.
No faltará, seguramente, algún lector de estas páginas que
pensará que esto estaría bueno y bien para las personas reli-
giosas, pero nó para una persona que desee vivir, sencillamen-
te como "Dios manda". A eso diríamos que el tal lector no ha
alcanzado a comprender lo que leyó, ya que las Leyes Divinas
o de la Naturaleza, obran por igual tanto para santos como para
pecadores, y el destino es igual para todos.
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Capítulo Primero
DIOS
15
cada uno hace, siente y piensa. Para otros es una Fuerza que
impulsa la evolución, y nada más. Para unos es consciente, pa-
ra otros, inconsciente. Para unos es el Espíritu que anima el
Universo, es consciente e inteligente. Para los pueblos primiti-
vos son las fuerzas de la Naturaleza. Para los Incas y otros pue-
blos antiguos, era el sol; para sus sacerdotes era la Energía que
lo anima, etc.
Diremos que Dios, refiriéndonos al aspecto y al concepto
más abstracto, es la Causa Unica, la Unica Verdad, lo que es,
el inmutable y Absoluto Ser, lo que nos podríamos imaginar
que existía antes de la Creación: Eso que no tiene existencia,
como concebimos la existencia; pero que vive y posee todas las
cualidades y poderes en forma absoluta, pero latentes. Después
de la Creación sigue siendo igual, porque es inmutable.
Se dirá que en tal caso, bien podría no existir, ya que no
hace nada; sin embargo es Potencia, y como tal produce efec-
tos. Tenemos al alcance de nuestra vida diaria un símil: los
cuerpos catalíticos, sin cuya presencia no se efectúan algunas re-
acciones químicas, no tomando ellos parte en las reacciones.
Es común admitir que no existen pruebas de la existencia
de Dios. Si por pruebas se refieren a una fotografía de El, o a
que se le haya visto, oído, etc. aceptaríamos tal afirmación. Sin
embargo, no podríamos menos de aceptar como prueba, la sana
razón. Así como aceptamos como prueba de la existencia de los
átomos, los efectos que ellos producen, también podríamos acep-
tar la existencia de una inteligencia directora, al ver, por ejem-
plo, que en una ciudad existen servicios de aseo, de socorro en
caso de incendio o cataclismo, de epidemia, inundaciones, etc.,
servicios de protección individual y colectiva; si existe un pro-
cedimiento de selección, y que además vemos que hay una per-
fecta coordinación entre los Servicios diversos, y una inteligente,
pronta y perfecta cooperación entre ellos.
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¿Existiría alguien que rehusara aceptar estas evidencias, y
afirmara que todo ello es sólo efecto del azar?
El solo hecho de poder constatar la existencia de una orga-
nización como esa, es una prueba irrefutable de la existencia
de una inteligencia que la creó y dirige.
Estaríamos todos de acuerdo que existe una Inteligencia
creadora y gobernadora del Universo si pudiéramos constatar
que en la Naturaleza existe una organización exactamente igual
a la que acabamos de describir. Es unánimemente aceptado en-
tre los hombres más preclaros de la humanidad que el orden,
la correlación, coordinación y la cooperación son frutos sola-
mente de la inteligencia.
Si consultáramos a los hombres más destacados de los dife-
rentes campos científicos de hoy, si existe en el Universo aque-
llas cualidades, nos contestarían enfáticamente que sí existen en
el mundo tales cualidades, y que es por eso que ellos poseen un
firme convencimiento de que el mundo está regido por fuerzas
y leyes inteligentes y sabías.
Consúltese las obras de Sir A. Thopson, Sir A. S. Edington,
Micheal I. Pupin, Edwin B. Frost, Robert A. Milikan, Kirthey
F. Mather, Sir J. Jeans, A. Compton, Alfred Noyes, Lecomp-
du Nouy, A. Carrel, A. Einstein, etc.
Para poder confirmar esas declaraciones, el común de los
hombres no poseemos ni el conocimiento ni los medios de obser-
vación de esos sabios; pero tenemos a nuestro alcance esa sínte-
sis del Universo que llamaban los antiguos filósofos el "micro-
cosmo", o sea el hombre mismo. El cuerpo del hombre es parte
de la Naturaleza, y en él actúan, como en todo lo demás, las
mismas leyes y las mismas fuerzas. No tenemos leyes y fuerzas
para nuestro cuerpo, especialmente para nosotros; ellas son las
mismas que actúan en -las Galaxias, estrellas, planetas, minera-
les, vegetales y cuerpos de los que llamamos seres vivos. De ma-
nera que es suficiente que encontremos en nuestro cuerpo cier-
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tas leyes en acción para que deduzcamos que en la Naturaleza
obran esas leyes. Bien se ha dicho que quien se conoce a sí mis-
mo, conoce el Universo y a Dios. De ahí que la clave del aspi-
rante a la espiritualidad sea el délfico precepto "Conócete a ti
mismo". En otro capítulo se hablará de la constitución del hom-
bre. Para los fines de este capítulo nos basta con examinar su
cuerpo físico. También podría servir el de cualquier animal ma-
mífero.
Enumeremos algunas funciones de nuestro organismo para
demostrar lo que nos proponemos. Los alimentos que ingerimos,
voluntariamente los depositamos en el estómago. Ahí termina
nuestra intervención; son las leyes fisiológicas y físicas las que se
encargan de continuar el proceso. A medida que se va digerien-
do el alimento, y después, observamos la distribución, después
de la separación, en forma ordenada y acertada: Las grasas, ya
preparadas, van al hígado, los hidrocarburos, a ser transforma-
dos en alcohol, lo aprovechable, va finalmente a la sangre a ser
distribuida ordenadamente y en proporción, a las diferentes par-
tes del cuerpo; los desperdicios van a la vejiga, etc. Algunas
substancias van a algunos órganos, y otras, a otros órganos. Te-
nemos un eficaz sistema de aseo: La sangre acarrea de todas las
partes del cuerpo todos los desperdicios y células muertas, y las
arroja al exterior por distintos conductos. Si nos quemamos, in-
mediatamente llega socorro en forma de linfa para atenuar el
estrago y proteger.. Si existe fiebre, se acelera el pulso y refrigera
la piel, fuera del auxilio para sofocar }a infección, con afluencia
de los fagocitos que tratan de aislar y destruir los microbios no-
civos. Si existe, por alguna causa una afluencia de sangre fuera
de sus vasos, la sangre misma acude con substancias que coagu-
lan y estancan la sangre, y luego cicatrizan la herida. Si estamos
expuestos al frío, la sangre acude a protegernos con su calor, se
nos engranuja la piel y eriza el vello. Si estamos al calor, la san-
gre nos hace transpirar, refrigerándonos la piel.
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La piel está protegida como por una cota de mallas que no
contiene sangre, para evitar la infección. La sangre posee, fuera
de los fagocitos, el plasma, donde se encuentran substancias ca-
paces de sanar casi todas las enfermedades. Observamos tam-
bién que existe selección perfecta de los elementos que se envían
a los órganos. Esto se ha observado gracias a los isótopos radio-
activos; así se ha visto, por ejemplo, que el yodo es conducido a
la tiroidé. También observamos en el organismo, coordinación
en el funcionamiento de los diferentes órganos, nunca entorpe-
ciéndose unos a otros. Existe además cooperación; así vemos có-
mo las secreciones de una glándula va ayudar a un órgano en
dificultades. Si el corazón está afligido, las suprarrenales envían
sus hormonas, etc., etc. Todo ese funcionamiento, en un cuerpo
normal, es oportuno, eficaz y automático, es decir, se produce,
obedeciendo a leyes bien claras.
Si en esto no vemos inteligencia, es porque no estamos de
acuerdo en el significado de ese vocablo. Toda ^sa maravilla de
funcionamiento del organismo es comprensible, aunque gran-
dioso; pero donde nuestra razón y mente falla en comprender es
en ese otro aspecto de su funcionamiento, el cual el hombre no
ha sido capaz aun de imitar: Nos referimos al proceso por el
cual se producen las hormonas, cómo se producen los genes, y
cómo se imprimen en ellos las cualidades transmisibles; y final-
mente cómo sucede la formación de la célula viva, o mejor di-
cho, cómo se hace viva una célula formada de substancias muer-
tas.
Todo eso nos muestra que tras de esas leyes existe una Inte-
ligencia Superior, o sea Dios en algunos de Sus aspectos, funcio-
nes, Agentes, etc.
Se objetará, por algunos, que no es válido este ejemplo por-
que nuestro organismo está manejado por nosotros mismos, por
nuestra mente subconsciente. Pero no olvidemos que este funcio-
namiento fisiológico también se cumple en los animales, aves,
19
etc. a los cuales Freud no extendió sus débiles teorías del Sub-
consciente.
Si es verdad que no tiene gran importancia creer o nó en
Dios, ya que muchísimo más importante es la conducta, los
sentimientos y pensamientos del hombre; no es menos verdad
que el que no cree en la existencia de Dios a la luz de los cono-
cimientos que la Ciencia moderna posee actualmente, es senci-
llamente porque no tiene interés en ello.
La verdad es que desprestigiamos a Dios cuando propaga-
mos la idea de atribuir a El todo cuanto nos sucede, como si El
estuviera atisbando las acciones de los hombres para intervenir
en pro o en contra, según Su humor del momento, dejando así al
ser humano reducido a la calidad de un ente sin vida propia.
Desprestigiamos también a Dios cuando decimos que El nos en-
vía toda clase de miserias y sufrimientos para solamente probar-
nos; como si El fuera, un sádico que se divierte con nuestros atro-
ces tormentos, y como no supiera El cómo vamos a reaccionar.
Esto lo hacemos, a veces, para consolar a las personas que su-
fren, por ignorar el mecanismo de la vida. En vez de hacer eso,
deberíamos hacer comprender a la gente que lo malo que les su-
cede es consecuencia de su mal proceder o de su ignorancia, de
manera que deben afrontar las situaciones adversas con entere-
za, valor y nobleza, tomando la responsabilidad de süs errores,
ignorancia, egoísmo y debilidad que les hace ceder ante las exi-
gencias de los instintos de su naturaleza inferior; y que deben
luchar con todo su poder y constancia para salir noblemente de
su situación. Si existe alguna "prueba" en eso, esta es para
nosotros mismos: Son ocasiones que tenemos para probarnos si
somos capaces de afrontar las vicisitudes de la vida con entereza
y dignidad.
Esos desprestigios son los causantes de que hayan tantos
ateos; porque hay personas que no pueden aceptar que exista
un Dios tal.
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Capítulo Segundo
COSMOGÉNESIS
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Sesenta, a pedido de Ptolomeo el Filadelfos, quien solicitó del
Sumo Sacerdote Hebreo Eleazar su texto en griego. Según la
tradición, como no había nada escrito, Eleazar nombró cinco
sabios de cada una de las doce Tribus para que recopilaran
y escribieran la Biblia. Pero en esto hay algo que hace dudar
de su seriedad, y es que en esa época de la versión no existían
las doce Tribus, desaparecidas, algunas, seis u ocho siglos an-
tes.
En cambio tomaremos como guía esa antiquísima pequeña
obra de sabiduría oculta, llamada "Las Estancias de Dzyan":
Dios, el Supremo Ser y No Ser, la Causa Unica, el Eterno
e Inmutable Ser, que solo Es, ha estado, está y estará eternamen-
te trayendo a la existencia innumerables universos sucesivos en
diferentes partes del Espacio, Cada creación de universo es lo
que se llama una nebulosa o galaxia, como por ejemplo nuestra
galaxia, de la cual nuestro sistema solar no es más que un insig-
nificante punto apenas brillante, apreciable o distinguible por
su extrema pequeñez. Estos universos, de los cuales la Astrono-
mía ha podido distinguir varios cientos de millones, tienen su
nacimiento, desarrollo, muerte y desaparición, como sucede con
todo en este insignificante mundo nuestro que llamamos Tierra.
Algunos de estos universos están tan lejos que la luz que nos lle-
ga hoy de allá, salió hace tantos millones de años que aquí en el
espacio que ocupamos, aun no había empezado la Creación;
otros, que actualmente vemos, ya han terminado su misión, y
han desaparecido.
Las Leyes rigen igualmente para uno de nuestros virus, co-
mo para una galaxia. En todas partes está Dios con sus Leyes
eficaces. Dentro de estos universos tienen lugar Creaciones me-
nores de sistemas solares, que recorren también el mismo ciclo
de existencia. El nuestro, por ejemplo, posee varios globos o
planetas y satélites, tanto visibles como invisibles. Estos están
agrupados en Cadenas de siete globos compuestos de satélites y
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planetas visibles e invisibles, en donde la vida evoluciona desde
sus rudimentos hasta terminar con el supremo producto de la
evolución, que es el Hombre Perfecto. Al decir vida significa-
mos no solo la vida orgánica, sino aun lo que origina en los ele-
mentos químicos sus reacciones, cristalizaciones, etc. y aun mu-
cho antes.
En un punto vacío de nuestra galaxia, no existía nada, era
solo espacio donde no alcanzaba a llegar nada de ninguna par-
te; no había luz propia ni nada que pudiera reflejar la luz de
otros mundos, solo estaba ahí el Supremo Ser y no Ser, la Unica
Realidad, pero sin manifestación visible o invisible. No había
pensamiento, porque no había substancia alguna que vibrara
para formar imágenes. Solo Dios estaba ahí, durmiendo el sue-
ño eterno, después de otra creación que ha desaparecido, y que
fué absorbida en Su Seno. El está ahí y con El el sol, todos los
planetas y satélites, y todos los seres en estado latente, tal como
está el árbol en la semilla o como está el hombre con todas sus
características físicas en el gérmen que le dará el ser; únicamen-
te que ahí no existe ni la semilla ni los genes, sino en estado la-
tente. ¿Existe ahí el tiempo, ese factor del movimiento y del es-
pacio? Posiblemente sí, ya que existe espacio, pues a su rededor,
aunque a distancias enormes, existen otros mundos, tal como
ahora, unos en pleno desarrollo, otros en formación y otros en
decadencia. Posiblemente existe ahí el tiempo en forma aun más
abstracta de lo que lo concebimos. Pero el hecho es que llegó un
momento en que empezó a tener existencia, como un celaje te-
nue e inmaterial, un reflejo del Supremo Ser. Fué como nuestra
conciencia recién al despertar, que en realidad no es una mis-
mo, pero que sin embargo es. Este reflejo es realidad, y de una
potencia absoluta, es Consciente, y al darse cuenta de su exis-
tencia, encuentra que es voluntad y poder infinitos. También
realiza que no tiene existencia propia, sino que la tiene gracias a
El, al Padre. Esta es la Conciencia Cósmica Universal. Al saber
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que existe, produce una vibración que es como una intuición o
pensamiento sin forma ni proceso, que incluye todo Su Ser. Pe-
ro este Pensamiento tiene vida y está animado por ia Concien-
cia. Realiza Su propio Ser y Existencia, aunque sabe que no es
independiente, sino parte de la Conciencia Cósmica y del Supre-
mo Ser. Así nació la Mente Universal, y con Ella se completó la
Santísima Trinidad. Estos dos aspectos del Supremo Ser parti-
cipan de la potencia de El, pero no son inmutables ni estáticos.
Aunque los Tres son Uno mismo, estos aspectós tampoco son
creaciones, sino más bien es un despertar en Dios y llenan todo
el Universo. Esta es la Trinidad que adoran todas las Religio-
nes, es Atma-Budi-Manas, o sea Espíritu-Conciencia-Mente.
El misterio de la Santísima Trinidad no es más misterio
que otros hechos que tenemos constantemente a nuestra vista en
la Naturaleza, es decir que algo sale de otra cosa que tiene "per-
sonalidad" propia bien definida y completamente diferente.
Tomemos, por ejemplo, el ácido sulfúrico, un líquido que
tiene ciertas cualidades químicas y físicas bien definidas y dis-
tintivas. Lo podemos disociar, sacando de él tres substancias
completamente distintas entre sí y de características completa-
mente diferentes: extraemos del ácido, el hidrógeno, un gas que
no tiene nada parecido al ácido, sacaríamos otro gas, el oxíge-
no, completamente distinto en sus propiedades químicas y físi-
cas del ácido, salvo que como el hidrógeno es un gas. Extraería-
mos, finalmente el azufre, un sólido, cuyas propiedades, tanto
químicas como físicas son enteramente diferentes del ácido y de
los otros dos elementos extraídos.
Aquella Santísima Trinidad, o los Tres Logos, es lo único
espiritual que existe en el Universo, lo único sagrado y perma-
nente, por lo menos mientras dure nuestra eternidad, o sea un
período, desde su manifestación, de 4.320 millones de años so-
lares; no así nuestra alma, que es transitoria.
La Conciencia Universal emite vibraciones simples que es
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energía casi infinitamente poderosa. Estas vibraciones son de
cinco clases o estados de movimientos vibratorios, que son los
verdaderos átomos primordiales, y que son los elementos básicos
de todo lo que existe.
Estas vibraciones llenan todo el espacio de la creación, y se
manifiestan a nuestros sentidos como luz, sonido, etc. estando,
naturalmente, compenetrados por ia Trinidad; y Esta, con su
poder creador, imprime en estos elementos primordiales, Su Vo-
luntad, que es Ley. Las partículas de energía se polarizan, de
acuerdo con la Ley, dando ocasión a la atracción y a la repul-
sión entre estos átomos primordiales, agrupándolos en núcleos
pequeños, y estos en grandes. Un grupo mayor formaría el sol,
y otros menores, los planetas y satélites. El poder de Dios les
imprime un movimiento rotativo a todos ellos. El mayor, con su
fuerza centrífuga aleja a los menores a una distancia donde su
fuerza centrípeta los mantiene en órbita.
Esto va sucediendo paralelamente con la separación de los
átomos primordiales según sus densidades, que forman los "pla-
nos" de cada grupo, compenetrándose el más sutil al más den-
so, tal como compenetra el magnetismo al aire, o como nos ima-
ginamos que la luz compenetra el cristal. Así los átomos primor-
diales de la primera categoría, llamados en sáncrito Akasha
tatvas, forman el plano Mental Superior, que está saturado de
la Conciencia Universal. Los átomos primordiales siguientes, o
Vayus tatva, forman el plano de la mente inferior, o del pensa-
miento razonado, que en sus "capas" superiores recibe la in-
fluencia de la Mente Superior. Los tatvas Tejas forman el pla-
no del mundo emocional o de deseos. Los Tatvas Apas forman
el plano o globo de sensación; y finalmente los Tatvas Prithivi
forman el plano material con todos los elementos químicos que
existen.
Como puede apreciarse, la materia, como ya lo ha descu-
bierto la Ciencia, no es un algo, sino energía en vibración; de
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ahí que se diga que el mundo es ilusorio, sin existencia propia;
es solo una condición de la energía universal.
Sin embargo la Ciencia está aun lejos de descubrir la ver-
dadera naturaleza de la materia. Actualmente tiene sus proble-
mas, como ser la naturaleza de la luz; no sabe aun cómo se pro-
paga; la de los colores, magnetismo, electricidad, etc. no sabe si
son ondas o vibraciones. Sus hipótesis y teorías explican, en par-
te, esos fenómenos, o sea que ellas se cumplen en algunos casos,
y en otros nó. De manera que tiene que formular otras nuevas o
volver a considerar otras antiguas. Así es cómo ha pasado por el
éter, vibraciones, ondas, campps, cuarítas, relatividad restringid
da, relatividad generalizada, etc. Todas ellas son, sin dudas, con-
cepciones geniales, pero no satisfacen todas las exigencias de la
realidad.
Sin embargo es de esperar que la Ciencia y sus hombres,
que ya han salido de los estrechos moldes clásicos, con su abne-
gación y constancia, y con conocimientos más amplios, lleguen
a descubrir estos átomos primordiales o Tatvas, cfue son los que
explican lo que es el mundo.
Posiblemente luego descubrirán los científicos, que en ese
campo extramaterial, donde funcionan esas partículas de ener-
gía llamadas electrones, protones, iones, neutrones, etc., existen
algunas cuya actuación no sólo es desconcertante, sino que son
perturbadas por la acción de lq. mente humana.
26
Capítulo Tercero
A N T R O P O G É N ES IS
27
no humano. O sea que a cada paso va usando mejores medios
de manifestación. En el reino mineral, sus manifestaciones fue-
ron sólo de impulsos, afinidades, repulsión, cristalización, etc.
En el reino vegetal, sus manifestaciones fueron más amplias,
crece, su vehículo y se reproduce, posee además una sensibilidad
ya manifiesta. En el Reino animal, sus manifestaciones son mu-
cho más claras y activas, además posee sensación, emoción y
mentalidad inferior. Así la Vida, a medida que evoluciona, va
eíta misma, guiada por los Constructores, formando mejores
medios, o sea cuerpos, en qué manifestarse.
Cuando debe pasar al globo en el cual se va a manifestar
como humanidad, está ya saturada de energías y experiencias
que, por ley natural, se individualiza. Este fenómeno es pareci-
do a la. cristalización de un líquido salobre que se ha ido satu-
rando hasta producir el fenómeno de cristalización, que pasa
de líquido a individualizarse en cristales. Así nació ésta y todas
las Humanidades. Por eso es que el feto humano, en su evolu-
ción biogenética, pasa por todos los estados que recorrió el ser
en su historia. El primer medio de reproducción del ser humano
fué de partogénesis,. después fué hermafrodita. Por eso el Géne-
sis dice que Dios crió a Adán, varón y hembra. El feto hu-
mano también muestra estas características. Cada individuo,
en cada reino, tiene en sí los medios de manifestación del reino
anterior; así el hombre tiene lo mineral, lo vegetal y lo animal.
Para llegar a formarse el vehículo de manifestación que llama-
mos hombres, se necesitó un período enorme de tiempo, millo-
nes de millones de años.
Gomo se ve, no tiene sentido esa preocupación de los hom-
bres de Ciencia sobre las posibilidades de que haya vida en
otros planetas. La. vida es una condición innata del universo.
Ella es la que producé o se adapta a los medios ambientes para
manifestarse.
Los globos, donde empieza a manifestarse la vida orgánica,
28
recibe vitalidad y ayuda del globo anterior correspondiente, de
otra Cadena, que ya ha cumplido su misión. Nosotros la recibi-
mos de la luna, y continuamos recibiéndola hasta que desapa-
rezca.
En este globo nuestro, la Tierra, donde se iba a desarrollar
la humanidad, aunque no estaba aun apta para sostener la vida
orgánica, los futuros hombres vivieron en planos extramateriales,
y sus cuerpos se fueron materializando y solidificando, a medi-
da que la tierra fué presentando mejores condiciones, y no solo
el hombre, sino la vida vegetal también. Así dice el Génesis que
Dios crió ( I I - 5 ) : "Toda planta, antes que fuese en la Tierr^".
También ingresaron a esta Humanidad los rezagados o atra-
sados de la Humanidad de la Cadena anterior, que en los últi-
mos tiempos de aquella evolución tuvieron que ser relegados a
una especie de limbo, para evitar que perturbaran el progre-
so de los demás. En ese Limbo quedaron sin sufrir, inconscien-
tes. La Religión dice que los inocentes, o sea los ignorantes, van
al Limbo, y que para el día del Juicio no habrá "inocentes" en
la Tierra.
Además ingresaron a nuestra Humanidad aquellos seres que,
no Qorrespondiéndoles aun ser seres humanos, se arrancaron
del alma grupo por un esfuerzo inmenso de energía y voluntad,
como sería la acción de un perro fiel, que defiende a su amo
hasta la muerte, a pesar de estar mal herido.
Al principio, los seres humanos no eran seres espirituales,
sino que semi humanos y semi animales, semi inconscientes.
Esto duró mucho tiempo, hasta que llegaron a ser aptos de re-
cibir el "soplo" divino o el Espíritu-Conciencia-Mente. Esto está
simbolizado en el Génesis por la creación del segundo Adán.
San Pablo también se refiere a esto en su Primera Epístola
a los Corintios (XV-45 a 4 7 ) : "Así también está escnto: Fué
hecho el primer Hombre Adán (del primer Gap. del Génesis),
en ánima viviente; el postrer Adán (del Cap. II del Génesis),
29
en espíritu vivificante". "Mas lo espiritual no es primero, sino
lo animal, luego lo espiritual". "El primer hombre es de la
tierra, terreno; el segundo hombre es el Señor, es del cielo".
Es de absoluta necesidad llamar la atención que San Pablo
llama a la ánima viviente, o alma, "terrenal". El alma, o sea la
mente inferior, cuerpo de deseos o emocional y el vital o de
sensaciones, aunque no es material, está formada de substancias
físicas, transitorias. Lo única permanente y espiritual es la Tri-
nidad, o sea Espíritu-Conciencia-Mente, que es lo que San Pa-
blo llama "El Señor", que es Cristo en nosotros.
El ser humano emprende un viaje dé ida y de regreso: Sale
de Dios con poderes y facultades casi divinas, pero sin expe-
riencia y casi inútil. Se va sumiendo en la materialidad y en el
goce de los sentidos: sufre .lo indecible al violar, en su ignoran-
cia, las Leyes Divinas, pierde sus facultades y cualidades origi-
nales, y vaga por el mundo, como en una noche oscura, en bus-
ca de su perdida felicidad. Después reacciona y recapacita, al
ver que la felicidad que obtiene por el camino seguido, le pro-
porciona solo goces fugaces y mucho dolor, que no compensan
sus afanes. Lo peor es que se ve encadenado por sus vicios, hábi-
tos e inclinaciones que le impiden cambiar rumbo, a pesar de
comprender la necesidad de hacerlo.
Entonces comienza su regreso, que puede ser tan largo o
más que su descenso, pero ciertamente más arduo y más difícil.
Sin embargo, su experiencia ha sido tan dolorosa, y los frutos
cosechados tan mezquinos, que está dispuesto a pagar el precio
que fuere, con tal de llegar a obtener la libertad y la felicidad
buscada. En el esfuerzo por ascender se va capacitando para
vencer.
En su evolución, la Humanidad pasa por siete Razas. Cada
Raza raíz está dividida en siete sub-razas; cuyos cuerpos le pro-
porciona mejores medios de manifestación. Durante las dos pri-
meras Razas el hombre fué el primer Adán, semi animal y an-
30
drógeno. En la tercera Raza se separaron los sexos y obtuvo el
""soplo divino".
Los Agentes de Dios crearon las distintas formas, y entre
ellas la humana que deberían animar; pero la cuarta parte de
ellos se negaron, creyéndose demasiado espirituales. Esta es la
rebelión de los Angeles que la leyenda entrelaza con un supues-
to origen del demonio.
Este hecho nos debiera hacer meditar profundamente, por-
que vemos ahí una explicación de algunos misterios de la vida.
¿Cómo es posible que esos seres, estando tan cerca de Dios,
siendo tan divinos, obrasen por su propia cuenta o en contra
de los deseos de sus Superiores? ¿Cómo fué que Dios o Sus
Agentes no lo impidieron? La explicación está en que Dios no
creó caprichosamente a los seres para que fueran instrumentos
ciegos, sino que los hizo, obedeciendo a una especie de exigen-
cia de nosotros mismos; eso fué lo que nos. hizo venir a la
existencia, y bajo nuestra propia responsabilidad y riesgos. Nues-
tra vida es nuestra, y hacemos de ella lo que deseamos o somos
capaces, sin que Dios intervenga en pro o en contra. Pero sa-
bemos que Dios puso en movimiento Sus Leyes, que son Su Vo-
luntad; y jsi obramos en contra de ellas, sufrimos las conse-
cuencias.
Estos Angeles rebeldes están sufriendo su castigo, sin duda;
pero, ¿hasta cuándo? Generalmente se dice "eternamente", por-
que esa expresión se ha tomado de traducciones deficientes de
la Biblia, en cuyo texto original no existe la palabra que sig-
nifique eternidad, o sea tiempo sin fin. Por eso es que San Ju-
das dice en su Epístola Universal (Vers. 6 ) : "Y a los Angeles
que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación, los
ha reservado debajo de oscuridad en prisiones eternas, hasta el
juicio del gran día". Esto significa que la eternidad es el perío-
do de tiempo que dura nuestra creación.
El "día del Juicio", como un acontecimiento que tendrá
31
lugar en un día determinado, no es tal; "día" se refiere, como
los "días" de la Creación, a un período largo de tiempo. Parece
que los Apóstoles lo interpretaron como día de 24 horas, y como
un acontecimiento muy cercano a la muerte del Maestro, ya que
ponen en boca de Él, palabras que no fueron cumplidas, como
ser cuando lo hacen decir que algunos de los Apóstoles presen-
ciarán el hecho antes de morir.
Existen otros hechos que muestran la absoluta independen-
cia de los actos de los hombres. Dios no interviene directamen-
te en impedir actos malos, por mucha trascendencia que tengan.
Tan es así que existen Instituciones religiosas que perturban,
desvían yTetrasan la evolución, que es Su Ley Suprema, y la
finalidad de la vida. Esto lo hacen aun en nombre de Dios y
algunos hasta se creen Sus representantes. Dios, sin embargo,
los deja hacer. Aunque algunas de estas Instituciones fueron
fundadas por Seres Superiores, sus reemplazantes pronto cam-
biaron rumbos e introdujeron modificaciones, ya sea con pro-
pósitos egoístas y sectarios, o con finalidades claramente mer-
cantiles, o con propósitos de hegemonía. Sin embargo, Dios no
interviene ni los priva de los medios para obtener el éxito bas-
tardo que desean; eso sí que esos egoístas y mal intencionados
han de responder ante el Tribunal de Dios, o sea ante Sus Le-
yes, y no escaparán al castigo.
Fuera de Sus Leyes, también existe en nosotros lo Espiritual,
"que es Señor" que siempre aconseja, aprueba o censura
nuestros actos, pero nada más. Dios no puede, sin violar Sus
propias Leyes, obligar a nadie que haga o deje de hacer las
cosas. De otra manera, ¿para qué serviría la vida, qué objeto
tendría? No podemos aceptar razonablemente que Dios nos
haya dado el libre albedrío, nos castiga si obramos mal y nos
premia si obramos bien; y, sin embargo, está interviniendo en
toda la actividad nuestra, constantemente . . . Mucha bondad
podemos atribuir a Dios, pero no necedad.
32
Eso sí que las Fuerzas superiores o Dios responden a la vo-
luntad humana, y obran a favor de nuestros propósitos, aunque
estos sean torcidos, cuando esa voluntad la formulamos en for-
ma de oración o meditación, saturada de una fuérza o intensi-
dad verdaderamente grandes. Así es como se efectúan los lla-
mados milagros, y tienen efectos las maldiciones.
Uno de los hechos a que nos referimos más arriba es el re-
latado en el Génesis, Cap. VI, Vers. 2-, donde dice que los
ángeles tomaron mujeres y las fecundaron. También consta en
los anales ocultos que antes de ese hecho, los hombres, aun
semi humanos tomaron por mujeres y fecundaron ciertas hem-
bras de animales, de las cuales nació una raza de híbridos, que
son los actuales monos. Decimos que esto sucedió antes de lo
anterior porque en aquella relación bíblica, se dice que había
gigantes en esa época; y sabemos que se refiere a la IV Raza o
Atlántica, que era de gigantes. Confirma esto el relato, también
bíblico, que poco después sobrevino el Diluvio que sepultó a la
Atlántida bajo las aguas del Océano Atlántico.
Aun existen descendientes de esa raza semi humana, las de
los Atlántes-Lemures, en Australia, Borneo y Cei'lán. En aque-
llos tiempos del nacimiento de los antropoides "era aun posible
la producción de híbridos fecundos; mas ahora, no sólo es im-
posible, sino que la Naturaleza impide el producto entre hom-
bres y seres semi humanos. Sólo a fines del siglo pasado sucedió,
que los colonos que poblaron la Tasmania, al sur de Australia,
se mezclaron con las mujeres de los aborígenes, raza semi hu-
mana; pero la Naturaleza hizo a todas las mujeres estériles,
desapareciendo así la raza.
El verdadero demonio es el simbolizado por la serpiente o
el dragón que tentó a Eva, y que no .es otra cosa que el cono-
cimiento y la sabiduría,'que llega a ser malo cuando es obteni-
do antes de tiempo, prematuramente, cuando el ser humano
está dominado por el egoísmo, y sin moral sólida.
33
El demonio también es esas fuerzas en nosotros que llama-
mos malas: el egoísmo, la ira, odio, etc., que no son fuerzas
buenas o divinas, donde está Dios, como ser el amor, dignidad,
modestia, etc. Esas fuerzas llamadas negras, vivificadas por la
mente inferior, forman una verdadera entidad; pero estas fuer-
zas actúan sólo donde existe vacío de las fuerzas buenas. Mas
aquellas fuerzas no tienen existencia de por sí. Cuando los hom-
bres abriguen solo sentimientos y pensamientos constructivos y
positivos, esas fuerzas negras no existirán.
Tenemos un relato del escritor y explorador Harrison For-
man, donde dice haber presenciado la aparición del demonio
con su corte de demonios, personificación de más o menos lo
que son los pecados capitales. Esta aparición fué provocada
por invocación y ceremonias celebradas por hechiceros de una
secta de magos negros de las selvas del Tibet.
Eliphas Levi, el famoso cabalista del siglo pasado, relata en
sus obras, varias apariciones del demonio, efectuadas por invo-
caciones, según el Grimario de Honorio, obra ésta atribuida al
Papa Honorio. En algunas de estas apariciones el demonio asu-
mió la personalidad divina.
Cada Raza vive en Continente propio, desde que la Huma-
nidad se materializó; así la III Raza en la Lemura, de la cual
quedan algunas islas, como la de Pascua, que se sumergió y
reapareció. De ahí viene que sus monumentos e inscripciones
sean tan misteriosas. La IV Raza o la Atlántida vivió en la
Atíántida, de cuyo hundimiento nos habla la Biblia como el
Diluvio Universal; y de la que quedan aun algunas tierras habi-
tadas.
Platón nos habla de ese continente, situándolo más allá de
las Columnas de Hércules, o sea el Estrecho de Gibraltar. El
supo de ese Continente por los sacerdotes de Amon-Rá, en Egip-
to, por donde viajó, obteniendo conocimientos espirituales, como
lo hacían todos los grandes hombres de aquella época.
34
La forma humana fué reduciéndose de tamaño a medida
que la Tierra proporcionaba diferente ambiente, tal como su-
cedió con los animales y plantas.
La Biblia nos dá la razón o causa por qué del hundimiento
de la Atlántida o del Diluvio: La perversidad de los hombres.
Sobre todo la magia negra estaba tan desarrollada, y hacían
tanto mal, que los que practicaban la magia blanca no fueron
capaces de contrarrestar. Las fuerzas del mal llegaron a tal
extremo que desequilibraron totalmente la armonía de la Na-
turaleza, y sobrevino el cataclismo. Seres superiores advirtieron,
de lo que iba a suceder, a algunos hombres buenos que emigra-
ron a Egipto y a China, llevando la civilización, pero no la
maldad de su pueblo. Esta es la emigración de Noé.
De ese período atlante pos quedan algunos monumentos, los
llamados ciclópeos y las grandes pirámides. Fuera de esto exis-
ten aún conocimientos científicos de gran valor, especialmente
astronómicos. Restos, humanos de los gigantes, no es fácil encon-
trar debido a que era deber sagrado de ellos el incinerar los
cadáveres. Sin embargo hace algunos años se encontró al norte
de México unos restos humanos muy deteriorados, especialmen-
te tibias de más de un metro de longitud, que no se supo a qué
ser pertenecían.
35
Capítulo Cuarto
E L SER H U M A N O
37
Todo esto significa que el ser humano vuelve a la vida, des-
pués de un período de purificación; y repetirá su vuelta .hasta
vencer, hasta adquirir la perfección, hasta completar su evo-
lución.
Esto está corroborado por innumerables casos, científica-
mente comprpbados, de niños que recuerdan su vida pasada,
habiendo muerto en su infancia, en su vida anterior; también
por adultos, bajo el sueño hipnótico, o por seres superiores.
El que fué eminente Cardenal belga, Mons. Mercier, al pre-
guntársele si existía la reencarnación, se limitó a decir: "No
se puede negar que existe".
En la Naturaleza se observa que todo tiende a perfeccionar-
se; y el hombre, cuando ha recogido las experiencias de la vida,
siente una fuerza irresistible que le impulsa a perfeccionarse, de
llegar, por la purificación de su vida, a obtener la Comunión
con Dios; y no quedaría satisfecho su anhelo con un éxito ba-
rato, sino con el merecimiento dado por la conquista de su ser
inferior. ¿Admitiremos que Dios nos puso ese sagrado anhelo
en lo más íntimo de nuestro ser, sólo en son de burla?
¿Cómo se explicaría que dos hermanos, criados y educados
juntos, uno llegue a ser un santo, un genio o un sabio, y el otro
un depravado? ¿Y esos niños con aptitudes artísticas asombrosas?
Si Jesucristo no enseñó abiertamente la doctrina de la re-
encarnación, pudo haber sido porque consideró que no era
oportuno para esas gentes, saber que tendrían otras oportuni-
dades de corregir sus vidas, porque postergarían sus esfuerzos
para mejorar. En cambio les decía que el día del Juicio vendría
en poquísimo tiempo más.
La doctrina de la reencarnación la encontramos en todas las
religiones antiguas; y no es esa absurda idea que induce a creer
que la personalidad reencarna en nuevos cuerpos físicos.
Podremos comprender mejor esta enseñanza, una vez que
38
hayamos estudiado la constitución del ser humano, que detalla-
mos a continuación a grandes rasgas.
Se ha hecho dos clases de divisiones de la constitución del
hombre: Una en tres partes, que agrupa más de un "cuerpo"
en cada grupo, el otro, en siete "cuerpos". El primero se acer-
ca más a la concepción cristiana y es: Cuerpo, alma y espíritu.
Las religiones cristianas consideran al alma como inmortal y
divina; no estando muy de acuerdo con lo que enseña San Pa-
blo en el pasaje citado, donde dice que el primer Adán lo hizo
Dios como ánima viviente, y que es terreno, de la tierra, o sea
no divino; lo que está en perfecto acuerdo con lo que aquí de-
cimos.
El concepto septenario de la constitución humana enseña
que los siete cuerpos son, tal como es la constitución del mun-
do: I.—Cuerpo físico compuesto de los elementos del mundo
objetivo, de polvo de la tierra, JI.—Cuerpo astral, donde resi-
den las sensaciones y lo más bajo de las emociones. Hemos de
decir que aquí existe alguna confusión debido a que algunos
llaman astral al cuerpo emocional, y al astral lo llaman vital; lo
que es un error. Tampoco se debe confundir con la Luz Astral
que es emanación de lo Espiritual. III.—Cuerpo de deseos o
emocional, o kama rupa. IV.—Mente inferior o mente razona-
dora que está influenciada, por abajo, por el cuerpo emocional,
y por arriba, por, V.—El Mental Superior, que conoce y sabe
directamente, como nos imaginamos la intuición. VI.—Con-
ciencia Divina, y VII.—Espíritu Puro.
Estos cuerpos se compenetran, como los planos del mundo,
el más sutil o superior al más denso o inferior y están hechos
del mismo material de sus planos.
Los materialistas dicen que el alma muere con el cuerpo,
ya que sólo es una emanación de éste, o no reconocen su exis-
tencia. Tienen razón, hasta cierto punto, porque el alma, que
es lo emocional y la mente inferior o razonadora del ser huma-
39
no, se forma en el ser, a medida que el niño adquiere experien-
cia y aprende a desear y pensar. Como está compuesta de ele-»
mentos tatvicos o de elementos primordiales, son desintegrables,
y se dispersan en el purgatorio. Sería más propio decir que el
alma se agota, cuando, después de la muerte, el ser se purifica
con el fuego del deseo jamás cumplido. La persona viciosa o
de fuertes pasiones y apegos, continúa en la otra "vida" con
estas mismas cualidades, aun más acentuadas, ya que no posee
el cuerpo material que algo tempera esas fuerzas. Por eso se
dice que el purgatorio es fuego, porque es comparable a éste,
esa sed abrasadora que no se puede satisfacer.
El ser, una vez agotado su cuerpo astral y de deseos o emo-
cional, de tanto sufrir o por convencimiento propio, pasa al
mundo mental inferior, llevando, sin embai-go, la -impresión de
su vida emocional en forma de semilla o genes, llamados áto-
mos permanentes. A su vuelta a la vida, estos átomos perma-
nentes son los que sirven de núcleo para la formación de su
nuevo cuerpo emocional, continuando así su interrumpida evo-
lución, o descenso en la materia.
En el plano mental inferior sobrelleva una "vida" parecida
a la anterior por su perturbación y desequilibrio. Aquí puede
permanecer mucho más tiempo, debido a lo subjetiva de las
circunstancias, ya que su imaginación y fantasía le da la im-
presión de tener lo que se imagina. Mientras más incontrolada
y versátil ha sido la mente, más confusa y atormentadora tiene
que ser la permanencia en este plano. Quedará aquí hasta rea-
lizar lo ilusoria de esa "vida"; pierde entonces interés, y luego
su cuerpo se disuelve por inútil.
Aquí también el Ego se lleva el fruto de su vida mental, en
forma de átomos permanentes, que le servirá de núcleo para
desarrollar su nuevo cuerpo mental cuando vuelva a la Tierra,
con las mismas características que tenía antes.
40
Desde ese punto adelante, puede suceder una de estas dos
cosas:
I.—Si la persona no ha tenido en actividad su parte es-
piritual, como sucede con la mayoría de nosotros, en este estado
tan retrasado de la humanidad, pierde la conciencia de sí mis-
mo, y sin voluntad personal, queda a merced de las leyes natu-
rales. Ahora es cuando se decide su suerte y destino para su
próxima vida, destino no fatal, sino, modificable por la persona.
Ahora no puede usar su malicia y astucia para engañarse a sí
mismo, ni puede resistirse a las fuerzas que tratan de someterlo
a que cumpla con la Ley de Compensación o kármica. Su parte
espiritual, su verdadero Yo, a quien casi nunca tomó en cuenta
en su vida, eso que finalmente él llegará a ser, "que es el Se-
ñor" y su Angel de la Guarda, es el que actúa ahora, indepen-
dientemente de su personalidad que ya no existe; y lo hace en
forma completamente impersonal, sin atender a lo que la per-
sona quisiera ser para su satisfacción o comodidad, sino que
atiende a lo que puede ser mejor para Su evolución. Si la per-
sona necesita, por ejemplo, ser deforme de cuerpo para curar
su vanidad u orgullo, nacerá deforme. Su actuación pasa des-
apercibida para nosotros porque nuestra conciencia ha desapa-
recido, ya no hay egoísmo, sólo hemos quedado reducidos a
unos pocos átomos permanentes entregados a la Ley de la Vida.
Para entonces ya han aparecido en la Tierra seres con quie-
nes ha tenido anteriormente relaciones; a quienes ha amado u
odiado, y con quienes tiene asuntos pendientes que debe saldar.
Entonces la resultante de aquellas fuerzas, puestas por ella en
acción, y que ha dejado en trance o desequilibrio, la atraen nue-
vamente a la Tierra.
Como trae en potencia lo que fué antes, su nuevo ser se
desarrollará de acuerdo con lo que fué antes también, apare-
ciendo en él sus propias tendencias, aficiones y facultades, ate-
nuadas o acentuadas por la influencia de los cáracteres de sus
41
padres y familiares, y después por el medio ambiente que habi-
te, y, finalmente, por la educación. Ahora volverá a seguir sus
inclinaciones bajas, si no tuvo la suficiente experiencia anterior-
mente, o a renovar la lucha por su perfeccionamiento, si antes
reaccionó debido al dolor o por su buen juicio.
II.—Si la persona fué espiritual, teniendo, en consecuencia,
activos sus Principios Superiores, empieza una "vida" gloriosa,
como remuneración de sus buenos actos, o sea que pasa a la
Gloria, hasta que r.eciba todo el premio, pasando después, como
en. un sueño, a ser atraído a la Tierra, como en el caso an-
terior.
Seres superiores pueden renunciar al cielo, y volver luego a
la Tierra para terminar más pronto su evolución, y sobre todo
para cooperar con sus Superiores en la dolorosa tarea de ayudar
a sus hermanos.
La tafea de esos Seres Superiores o Maestros de Sabiduría
y Compasión es de un sacrificio enorme, pues saben que la in-
comprensión y el egoísmo de la gente no sólo los repudian, sino
que tratan, por todos los medios, de suprimirlos, porque Ellos
se oponen a sus actos malos o fanáticos. Jesús murió en la
cruz, y a sabiendas. Todavía se agrava más su sacrificio, si con-
sideramos que Ellos no son de nuestra Humanidad.
Esas reencarnaciones continuarán hasta que el ser humano
venza, o sea que llegue a obtener la liberación final. Entonces,
siendo ya un Adepto, y siempre poseyendo libertad de hacer lo
que quiera de su vida, puede seguir uno de estos dos caminos:
Continuar en otros mundos una evolución más perfecta y glo-
riosa de lo que podemos comprender, o se rinde al clamor del
dolor de sus hermanos atrasados de la Tierra. Entonces, sabien-
do que nadie le agradecerá, se queda en este mundo, cambian-
do de cuerpo cada vez que lq necesite, exponiéndose siempre a la
maldad e incomprensión de las gentes.
Cuando se acerque la hora de salir de este mundo, cuando
42
se supone que toda la Humanidad haya terminado su evolu-
ción, los atrasados, que con su presencia puedan demorar y
perturbar la evolución de los demás, cuando mueren, no vuel-
ven, sino que pausan al Limbo mencionado anteriormente, donde
tendrán que esperar hasta que la oleada de Vida que anima
actualmente el reino animal, empiece a evolucionar ya como
humanidad. Entonces entrarán ellos también a evolucionar. Ahí
serán los líderes, pero tendrán que sufrir la incomprensión, en-
vidia y maldad de sus nuevos hermanos, destino propio de los
avanzados. Y lo peor es que se exponen a reaccionar en mala
forma y desarrollar peores defectos y cualidades de los que los
hicieron retrasarse anteriormente, llegando a ser así peores que
•sus nuevos hermanos.
Según lo dicho hasta aquí, parece no haber cabida a la
existencia del infierno y de los condenados. Sin embargo exis-
ten seres humanos tan depravados que van perdiendo toda aspi-
ración y sentimientos nobles, -encontrando tanta satisfacción en
el mal, que su propio Angel de la Guarda, o Yo Superior va
perdiendo contacto con él, hasta tal punto que termina por
abandonarlo, quedando así el hombre o la personalidad, como
un ente sin conciencia, un "desalmado". Esto, lejos de entriste-
cer o deprimir al sujeto, le hace sentirse libre; y como general-
mente es inteligente y de mucha experiencia, su actividad es de
lo más fecunda. Estos seres tienen toda la apariencia de seres
normales, pero su único propósito en la vida es la satisfacción
•egoísta y hacer el mal. Las fuerzas tenebrosas o negras del mun-
do acuden a él, como atraídas por imán para cooperar en su
obra de destrucción. Aun pueden, y no es raro, adquirir po-
deres psíquicos, a los cualefe tanto rédame les hacen/ algunas
Instituciones "espiritualistas", afiliándose a esas Instituciones y
sometiéndose a estricta disciplina. Pueden así llegar a ser gran-
des magos negros.
Una criatura tal, tiene, sin embargo, oportunidad de sal-
43
varse, arrepintiéndose sinceramente y permanentemente, con lo
cual el Ego es llamado a él nuevamente. Pero eso solo puede
suceder en esta vida; porque si muere desalmado, ya está per-
dido; porque el Ego puede haberse encarnado nuevamente,
formando una nueva personalidad. Después de la muerte, ese
ser sufre un verdadero infierno, influyendo en la vida de los
vivos para inducirlos al mal.
En el "otro mundo" no tiene la esperanza de la desintegra-
ción de sus cuerpos emocional, astral y mental inferior, ya sea
por la enorme potencia que posee su ser que quiere volver a la
Tierra, o por efecto de la Ley de Compensación o-Kármica que
necesita saldar cuentas con él. El hecho es que vuelve a nacer
y a continuar su fatal obra, transformándose en verdadero de-
monio.
Si llega a arrepentirse tardíamente, su infierno es aun ma-
yor, hasta que Dios se apiada de él, y lo disuelve. Estos pobres
seres nunca saben lo que les ha sucedido, ni siquiera creen en
la existencia de la parte espiritual del ser humano.
Debemos decir algo sobre un tema muy discutido entre ma-
terialistas y teólogos, y que nunca se han puesto de acuerdo
j o r q u e se niegan a colocarse en el punto de vista del contrario,
y porque ambos se refieren a distintas cosas. Nos referimos al
libre albedrío.
Los teólogos dicen que el hombre posee el libre albedrío,
sendo, en consecuencia libre de hacer lo que quiera; de ahí
que si obra mal, Dios lo castiga y lo envía al infierno; si obra
bien, Dios lo premia y lo envía al Cielo. El materialista dice
que el hombre no es libre, sino que está determinado a obrar,
como lo hace, por las leyes psicológicas; de ahí su irresponsabi-
lidad y la necesidad de educación, y no de castigo.
Ambos poseen parte de la verdad y parte de error.
Si la conducta del hombre está determinada solo por su vo-
44
luntad, y obra mal, significaría que eligió libremente el mal, y
lo hizo. Así también si elige libremente el bien, hace el bien.
Pero la experiencia nos muestra que eso no es tan fácil; existen
leyes psicológicas que pueden hacer desviar nuestro propósito,
y obrar en forma distinta de la elegida libremente. Si un hom-
bre está atado de pies y manos, poco le beneficiaría elegir "andar
y correr.
Si el hombre ha adquirido el vicio de beber, cosa que él no
eligió libremente, sino que se desarrolló sin darse cuenta de lo
que sucedía, elige libremente no beber más, seguramente no
puede cumplir su propósito tan fácilmente.
Por otro lado, si su conducta está determinada únicamente
por consecuencias de sus actos anteriores, -o sea que es una parte
de una cadena, ¿cómo es que hay personas que se sienten im-
pulsadas por el hábito, vicio o costumbre a hacer un mal, o sea
que van a ser determinadas a actuar en ese sentido, y sin em-
bargo, reaccionan y hacen bien?
La verdad es que poseemos el libre albedrío, o sea que po-
seemos la facultad de elegir, y nada más; el cómo vamos a
actuar, depende de las leyes psicológicas que hemos desarrolla-
do en nosotros, que nos influenciarán en uno o en otro sentido,
y de nuestra voluntad, que si <s fuerte, es capaz de modificar
todas las leyes. Esto significa que es necesario la educación y la
cultura; no esa cultura escolástica que es sinónimo de "leído",
sino de una cultura integral, lo que significa la palabra, que
sea capaz de dar frutos que sirvan para ayudar al bien de la
sociedad y al desarrollo o evolución de nuestro ser. Entonces sí
que se cumplirá el libre albedrío teólogo: elegir y hacer el bien
o el m a l
5 i nos observamos detenidamente, veremos que a veces exis-
te un impulso simple y espontáneo en nosotros. Este impulso
puede llegar invariable hasta convertirse en voluntad y deseo de
actuar. Pero muchas veces solo llega hasta ahí, porque entra a
45
actuar la voluntad propia de la personalidad, que si es primi-
tiva, y se opone a ese impulso, no hará lo que espontáneamen-
te quiso, encontrándose determinado fatalmente por sus incli-
naciones e intereses egoístas. Sin embargo ese hombre, una vez
consumado el acto, seguramente se reprueba el haberse dejado
llevar por sus inclinaciones bajas. Esta es la experiencia; y ese
hecho se va a sumar a otros parecidos, acumulando así antece-
dentes para obrar mejor la próxima vez. Esto sucede más mar-
cadamente si la experiencia ha sido dolorosa.
Pero si aquella personalidad ha acumulado mucha expe-
riencia y está convencida que su bienestar solo lo hallará en la
obediencia del impulso superior, entonces pondrá a contribu-
ción su mente, su afecto y todo su ser para cumplirlo.
El cumplimiento del libre altíedrío es una conquista del
hombre en el camino de su evolución.
No debemos temer que la evolución del hombre se paralice
o estagne, porque mientras exista Conciencia, tiene esperanzas
de mejorar.
El deseo de bienestar es algo innato en el hombre, y es lo
que impulsa la evolución; por satisfacerlo, no sólo desoirá to-
do consejo, sino que sacrificará aún su vida; y como la expe-
riencia le irá mostrando el camino que no debe seguir, final-
mente llegará al camino que debe seguir.
Volviendo a las Razas Humanas, diremos, para terminar
este capítulo, que la Humanidad debe pasar por siete Razas, y
en cada Raza Raíz, por siete sub-razas. Cada Raza Raíz nace de
la sub-raza del mismo número de la Raza anterior; así nuestra
V Raza raíz nació de la V sub-raza de la IV raza raíz. En esa
forma ía Humanidad de una Raza va asimilando la experien-
cia de la anterior hasta que desaparezca.
46
Capítulo Quinto
LA VIDA
47
existen seres vivos microbianos, que no pueden vivir con oxí-
geno libre, y son las Uámadas bacterias anaeróbicas.
La manifestación más simple de vida aceptada por la Cien-
cia es la de los virus; y es en realidad así. Algunos hombres de
ciencia que les repugna la idea de la manifestación de la Vida
en la Tierra como un hecho casual aislado, como aceptan sus
colegas, han imaginado que vino de otros mundos como "polvo
cósmico". En cierto aspecto tienen razón, ya que los Arquitec-
tos o Constructores de nuestro mündo, usaron residuos de otros
mundos para ciertas creaciones de este.
Los virus, por lo menos algunos de ellos que han sido estu-
diados por la Ciencia, como el mozaico de los vegetales o moho
del tabaco, es un ejemplo de los de su especie que producen
enfermedades, en los vegetales, animales y en el hombre. Los
virus en general son tan pequeños que no se pueden ver direc-
tamente ni con los más potentes microscopios, con la luz natu-
ral o blanca, por ser las ondas de esta de mayor dimensión que
ellos. Por eso deben recurrir los bacteriólogos a fotografiarlos
con luz de onda menor, en los citroclones o ultra microscopios.
Existen muchos virus que atacan al hombre, como ser el de la
influenza, tracoma, tifus, etc.
Los virus apenas si se pueden llamar Vida orgánica, ya que
se pueden cristalizar, como cualquiera otra sal; son proteínas,
compuestas de carbón, nitrógeno y oxígeno. Los virus, una vez
cristalizados, lejos de perder su vida, se mantienen vivos y con
sus propiedades intactas indefinidamente; basta disolverlas para
que' produzcan los mismos efectos que antes.
Los micrófagos son otros virus que viven en el instentino,
como parásitos de los microbios que ahí se encuentran; apare-
cen en el recién nacido, de cuatro a siete días de nacer, y desem-
peñan el papel de los fagocitos de la sangre. Son pequeñísimos,
comparados con los microbios o bacterias. Puestos uno al lado
de otro, se necesitarían de 8 a 100 millones de ellos para cu-
48
brir un milímetro. Para atacar a los microbios, se introducen
dentro de ellos y los disuelven. Se multiplican de una manera
asombrosa. Uno solo, puesto en un medio apropiado de alimen-
tación, en una hora y media de tiempo resultan varios cientos
de billones de ellos. Existen alrededor de diez mil variedades
distintas, y atacan a los microbios de diferentes enfermedades.
Su acción en los microbios puede ser fulminante, suave o ape-
nas notoria. Cuando el efecto es suave, los microbios tienen
tiempo de resistir cada vez mejor a su acción, hasta vencerlos.
Entonces se produce un fenómeno por demás interesante: Jun-
to con la mayor resistencia, sufren una mutación, se transfor-
man en otros microbios. Así sucede con el estafilococus que se
transforma en un verdadero estreptococus.
La vida se mantiene en nuestro cuerpo, gracias al alimen-
to que ingerimos y al aire que respiramos. Del primero se se-
leccionan las sales adecuadas; y del oxígeno que viene en el
aire, se toma la carga vital o prana tátvico que posee, la cual
pasa a nuestro cerebro, y de ahí al canal central de la espina
dorsal, hasta el hueso sacro; de ahí vuelve, con la expiración
del aliento por ambos canales laterales de la espina dorsal, pa-
sando a los ganglios que están conectados entre vértebras, con
la médula; y de ahí a las glándulas de secreción interna, o
centros de poder, y a los centros nerviosos o plexos. Nuestros
cuerpos inferiores: Mente inferior, cuerpo de emociones y de-
seos, el astral y el físico, forman un verdadero animal, con sus
necesidades, instintos, inclinaciones bajas, etc. como todo ani-
mal, y fácilmente adquiere hábitos que se hacen cada vez más
fuertes a medida que obtienen satisfacción, hasta llegar a ad-
quirir vicios que lo degradan. La diferencia está en que el ani-
mal adquiere vicios rara vez, debido a que su mente no está
tan desarrollada.
49
Capítulo Sexto
EL C U E R P O
5S
C E N T R O S DE PODER O CHARRAS
tpí^isis o Pin«aJ
Uípop'sis
o "Pi'tui ("a-fiá.
CoM.zon
Duodeno
Gónad
será de baja categoría. Mientras ese fluido permanece ahí, es
posible que la persona vuelva a la vida; pero una vez despren-
dido, es imposible hacerlo revivir.
Este cuerpo astral es el fantasma de los muertos que invocan
los espiritistas, y es lo peor que posee el hombre.
57
Capítulo Séptimo
EL A L M A
59
y cualidades afectivas no podrán ser sino bajas é indeseables,
siendo fácil presa de la ira, gula, odio, etc. Mientras más nos
dejamos llevar por esas, emociones, más se acentúan esa clase
de materiales en ese cuerpo; y las emociones superiores se harán
más difíciles y débiles. Esto sucede porque, como dijimos, las
pensamientos y emociones son vibraciones. Entonces, al vibrar,
esa energía vibratoria desplaza el material incapaz de vibrar a
ese ritmo, y las partículas desplazadas son reemplazadas por
partículas capaces de tomar ese ritmo. Es así como se dimenta
nuestro cuerpo de deseos, es su metabolismo.
La constitución grosera de un cuerpo de deseos no significa
que permanecerá siempre así, como algunas parecen creer cuan-
do, al reprochárseles sus sentimientos, dicen: "Soy así, qué le
voy a hacer".
Podemos cambiarlo, ya que sabemos cómo funciona. Es su-
ficiente esforzarnos en evitar emociones y deseos bajos, y en cul-
tivar los superiores. Así nuestro cuerpo de deseos, asimilará cada
vez más el material más sutil, capaz de vibrar como deseamos,
y desplazará el más grosero.
Si observamos nuestras inclinaciones, gustos, aficiones y há-
bitos, no dejaremos de ver que cuando los cambiamos, por
cualquier motivo, aunque en su tiempo nos daba tanta satis-
facción, que la vida nos habría parecido insípida sin ellos, en-
contramos en los nuevos, aunque no sean superiores, tanto o
más satisfacción que en los abandonados. Esto nos muestra cuán
fácilmente se adapta uno a las circunstancias, y nos demuestra
que es un error el temer dejar apegos pequeños de la vida, por
aventuras más enaltecedoras, más serías y de más amplio hori-
zonte. No podríamos dejar de ver en ese fenómeno la actuación
del mecanismo más arriba explicado.
Los átomos groseros del cuerpo de deseos y mental son más
pesados que los más sutiles de cada plano, de manera que si nos
sorprende la muerte con un cuerpo emotivo grosero, nos hundi-
60
remos a regiones del astral donde prevalecen esos átomos, y nos
encontraremos en medio de seres afines. Por eso se dice que los
malos se hunden en el infierno.
Muchos estudiantes, o aspirantes del conocimiento oculto,
influidos por ideas y enseñanzas de auto eregidos maestros, anhe-
lan poder actuar en el astral, como si fuera un plano divino y
altamente deseable. Desgraciadamente es lo contrario. A ese
plano, un Gran Maestro de Sabiduría lo llama, muy acertada-
mente, "Cloaca de la Humanidad".
La mente inferior es la que sirve de nexo entre lo espiritual
y lo animal, participa del mundo emocional y de la Mente Su-
perior. Es lo primero ilusorio o irreal por una parte, y el últi-
mo reflejo de lo Espiritual por otra. Se desarrolla con la per-
sonalidad, y es una parte de ella, y con ella termina. Es por su
intermedio que se manifiesta en nosotros lo espiritual. Por esta
razón es la parte más importante del ser humano. Nuestra evo-
lución, en este planeta, significa la purificación y control de la
mente para poder unirnos a nuestra parte espiritual, efectuando
así la Comunión, cosa que prometen y a que aspiran todas las
religiones; y cuyo símbolo viviente es la Comunión q\ie se prac-
tica como Sacramento.
Nuestra alma fué lo que tomó a cargo el Yo Superior, o "El
Señor" para su evolución, por eso es que no podemos decir
"nuestro" Espíritu, porque lejos de poseerlo, es £1 el que nos
posee; y, sin embargo, lo tenemos crucificado. Es tan extraño a
nuestra conciencia que se simboliza como el Angel de la Guarda.
Esta mente está, en la mayoría de nosotros, completamen-
te saturada de material kámico, siendo para nosotros una fuer-
za que nos impele hacia abajo. La mente funciona en forma
automática y autónoma, funciona sin nuestra intervención, y
no puede dejar de funcionar, es su característica. Si la dejá-
ramos funcionar por su cuenta» nos llevaría fatalmente a los
más peligrosos conflictos de la vida.
61
Para muchos será una novedad el enterarse que la mente
funciona sola, en forma autónoma, sin que nosotros interven-
gamos. Para convencerse de esta verdad, no tenemos más que
quedarnos un momento tranquilos, queriendo no pensar en
nada. Luego nos sorprenderemos que estamos pensando en
algo que no hemos elegido.
Gracias a nuestras facultades superiores, la mente no siem-
pre llega a arruinar nuestras vidas, porque frenamos a tiempo
sus pretensiones, y la obligamos a pensar en cosas más éticas,
útiles y prácticas, que si la dejáramos sola. Sin embargo la
mayor parte de las personas son víctimas del desenfreno de la
mente. Si tenemos algo de moral que nos prohiba los pensa-
mientos degeneradores, en cambio nos descuidamos en tal for-
ma, que la mente nos induce a actuar en forma inconveniente
y contrarios a nuestro bien. Este descuido puede llegar al extre-
mo que la mente, no sólo nos confunde y anonada con obse-
siones, sino que puede, y de hecho lo hace, sumirnos en la de-
mencia y la locura.
Para evitar tales cosas es necesario controlar la mente, es
decir, no dejarla divagar, sino obligarla a pensar constante-
mente en algo que deseamos pensar, ojalá en algo útil. Tam-
bién existen ejercicios, que se darán al final, que ayudarán a
controlaría.
El que una mente sea mala o buena, es decir, que seamos
mentalmente malos o buenos, depende de su constitución, como
en el caso de cuerpo emocional.
Los pensamientos groseros, confusas y bajos son sólo pro-
pios de una mente hecha de material denso y tosco, saturada
de elementos kámicos. Los pensamientos edificantes, claros,
superiores y dignificantes, son propios sólo de una mente hecha
de materiales sutiles, puros y saturada de influencias superiores.
Lo espiritual no puede, materialmente, exteriorizarse a través de
un material opaco, es igual que la luz.
62
La razón de que digamos "solo" propios de una mente, etc.,
es porque es así. Una mente grosera no es capaz, no puede vi-
brar sino solo hasta cierto número de vibraciones por segundo,
cuyo valor está más cercano del astral que de lo espiritual.
Mientras más sutil y desmaterializado sea el plano o esfera
del mundo, más rápidas son sus vibraciones; y son las vibracio-
nes Jas que actúan, las que transmiten, tanto en el plano mate-
rial como en los más sutiles.
Así es como vemos que lo que'necesitamos es cambiar el
material de nuestra mente, y controlarla. Para cambiarla se pro-
cede, como en el caso del cuerpo emocional, evitando los pen-
samientos bajos y negativos, y cultivando los superiores y posi-
tivos. Tratando de pensar en algo elevado, forzamos a la mente
a vibrar en forma tal que tiene que desplazar material incapaz
de vibrar a esa exigencia, y a atraer hacia sí material más sutil.
Es de suponer que las leyes naturales hacen que sea nece-
sario sostener y mantener una actitud positiva y enaltecedora
para "acostumbrar" a la mente a la nueva modalidad que de-
seamos imprimirle.
La mente, cuando no es controlada, tiene manifestaciones
muy interesantes de observar, como son la mediumidad, las ma-
nifestaciones de los difuntos, apariciones, hacer creer al sujeto
que se desdobla y actúa en el astral, etc. Todo eso hace la men-
te, y mucho más, dejando al sujeto completamente inconsciente
de su actuación. De ahí viene el engaño que sufren esas perso-
nas, creyendo en forma absoluta que sus experiencias son extra-
ñas a ellas y de carácter generalmente divino. Estos transtornos
mentales aun repercuten en el físico. Se ha encontrado en la
sangre de personas que sufren desquiciamiento mental, sustan-
cias extrañas. Personas que "gozan de aquellas facultades supe-
riores" las pierden cuando tienen la suerte o el buen criterio de
someterse a disciplina y control de la mente.
Es tan poderosa la mente que sucede a veces, que personas
63
de mente incontrolada inducen o sugestionan a muchas otras a
ver lo que ellas ven. Así sucedió, no hace mucho, en Estados
Unidos de Norteamérica, que una mujer veía a la Virgen en el
jardín de su casa. Se extendió la noticia por todo el país, ha-
ciendo afluir enorme gentío a las estaciones del FF. CC. para
ir a ver el milagro; tanta fue, que hubo que establecer servicio
de trenes especiales. Eran muchas las personas que veían a la
Virgen cuando la vidente la mostraba en un lugar del jardín.
Las autoridades eclesiásticas investigaron el caso, y llegaron a
la conclusión que las apariciones eran sólo alucinaciones de la
mujer, prohibiéndole, en consecuencia, aparecer en público a
repetir el milagro; terminándose así el asunto.
El poder de la mente incontrolada no llega solo hasta ahí,
sino que aun puede inducir a la muerte a la persona. Una se-
ñora joven, casada, sufría continuamente accidentes graves en
la callé. En una ocasión fué atropellada por un automóvil, de-
jándola en extremo grave. El médico que la atendía le aconsejó
que consultara a un psiquiatra, por parecerle extraño lo repe-
tido <le los accidentes. Habiendo seguido el consejo de su mé-
dico, el profesional que la atendió llegó a la conclusión de que
era ella misma la que se prestaba a ser atropellada, para pagai
así un desliz amoroso que había tenido, considerándose indigna
de vivir.
La mente inferior es la que se llama el yo inferior, y es el
único yo que sentimos la mayoría de la gente. Hay muchos que
como argumento definitivo de sus actos dicen: "Porque yo lo
quiero". Sin embargo, a poco se dan cuenta de que a pesar de
actuar como ellos quieren, lejos de sentirse satisfechos, hay algo
en ellos que los censura, comprendiendo así que existe una dua-
lidad en ellos, que solicita su actuación. Pero como estamos
acostumbrados a obedecer a nuestro yo inferior, que satisface
momentáneamente nuestra animalidad, damos casi siempre pre-
ferencia a sus impulsos.
64
La mente produce esos fenómenos llamados de telepatía,
ya sea expresándose en forma automática, o como fruto de la
disciplina y control de ella, produciéndose a voluntad. Ya no
existen científicos serios que nieguen esta facultad de la mente,
como hasta hace poco. Los experimentos hechos en algunas
Universidades yanquis dejaron completamente sentado la veraci-
dad de esos fenómenos, como una facultad natural de la mente,
encontrándose gran variedad de poder y sensibilidad en los su-
jetos, tanto en transmitir como en recibir los mensajes. Se vio
que la distancia no influía gran cosa en los experimentos, ya
que era igual efectuarlos a través de una mesa o a través del
océano.
65
Capítulo Octavo
LO ESPIRITUAL
67
su poder. Hemos visto lo qué es la mente inferior, debido sola-
mente a que tiene un reflejo de la Mente Superior. No necesita
razonar ni especular sobre nada, es Sabiduría en sí misma,
porque todo está en Ella, su ideación es la creación. De ella nos
llegan, ocasionalmente, relámpagos que atraviesan la densa ma-
terialidad de nuestro yo, y percibimos la Verdad; es lo que lla-
mamos intuición. Hacer de la intuición, de ese rayo débil y
borroso, un haz de pura y brillante Luz permanente, es nuestra
misión en la Tierra como seres humanos. Una vez conseguido
eso, se terminan los problemas y dificultades de la vida; es en-
tonces cuando obtenemos la Unión definitiva, la Comunión es-
piritual, la verdadera inmortalidad y el recuerdo de toda nues-
tra existencia. Es tanto y tan superior lo que se puede decir de
nüestra Mente, que sólo lo podríamos comprender sabiendo que
Ella es parte de los atributos de Dios.
La Conciencia de nuestro Yo Superior es parte y «¡substan-
cial de la Conciencia Cósmica o el Espíritu Santo, Segundo Lo-
gos, que es una expresión del Espíritu, y su vehículo.
Se ha dicho que el hombre es inconsciente de sus actos. Eso
es debido a que a veces actúa impulsado por su mente inferior,
donde se han acumulado fuerzas o motivos poderosos que, lle-
gando a su. saturación, estallan en impulsos irresistibles para el
hombre, obligándolo a actuar. Esto nos hace exclamar, "¿cómo
pude haber hecho éso?". El que seamos concientes de estos
actos, así como seamos concientes de nuestro ser o de lo que
nos reodea, nada tiene que ver con nuestra Conciencia. Ellos
son, más bien, efectos de una mayor o menor claridad de nues-
tra mente inferior.
La Conciencia es lo que nos hace realizar las verdades, es
la voz que nos juzga, nos aconseja y nos ilumina. Es una facul-
tad de nuestro Espíritu, pero también es un algo que está ínti-
mamente unida a nuestra Mente Superior por un lado, y con el
Espíritu Puro, por el otro.
68
El perfeccionamiento de nuestro ser nos capacita para que
la Conciencia despierte en nosotros, conjuntamente con esa fuer-
za de que hemos hablado, llamada Kundalini, que nos trans-
forma en un ser espiritual.
La Conciencia Universal, de la que la nuestra es una chis-
pa, es la que emite y maneja esas fuerzas llamadas tatvas o áto-
mos primordiales, y que son la materia prima de todo lo que
existe.
El Espíritu es la Esencia de la Vida, la Causa de todo, el
Poder absoluto. Es nuestro verdadero ser, és Eso que si lo bus-
camos dentro o fuera de nosotros mismos no lo encontramos ja-
más; cuando creemos encontrarlo, nos damos cuenta que era
sólo una facultad, una cualidad de Él, solamente. Es lo que
está siempre presente y lo tiene todo. Es ese Yo huidizo que no
sabemos ubicar. Podemos decir: Mi cuerpo, mi vitalidad, mis
deseos, mis pensamientos, mi intuición,,mi Conciencia y mi Yo.
Y si decimos mi Yo, eS porque nos colocamos dentro de nuestra
mente ; es decir, es la mente la que habla. Así es como podemos
decir que Eso no existe, como conocemos la existencia, y, sin
embargo, es tan real y verdadero que podemos decir, sin equi-
vocarnos, que es lo único Real y Verdadero que existe en el
Universo.
Lo que podemos decir del Espíritu o de Dios, es lo que dijo
Rama Krishna: "Es lo único que el hombre no ha podido
manchar con sus labios".
Lo espiritual, estas tres Personas de que acabamos de ha-
blar, que es nuestro Yo Superior, es lo que los apóstoles trata-
ban de actualizar en sus discípulos, diciendo, que querían for-
mar a Cristo en ellos.
69
Capítulo Noveno
LA V I D A
71
ción, el mejoramiento progresivo, la superación constante; es la
voluntad de Dios; es la finalidad de la existencia, y la fuerza
que yace tanto en el corazón del átomo como en el del hombre.
El hombre que ha sido todo, y que ha tenido todo, encuentra
que ha perdido su vida, si no ha mejorado, si no ha ascendido
en la escala del ser humano.
La Ciencia materialista ha descubierto esta ley en los ve-
getales y en los animales; pero lo toma como un simple hecho
de la naturaleza, y que para efectuarla concurren ciertas leyes.
EHa ve solo la evolución de la forma, y desconoce la fuerza que
la ocasiona. N o ve que es la Vida la que 9e esfuerza en propor-
cionarse mejores medios de manifestación.
En seguida tenemos otra ley que es la principal cooperado-
ra dé la anterior. Parece que todas la» leyes naturales, en su últi-
mo análisis, tienden hacia el cumplimiento de la Gran Ley de
Ik Evolución.
Como decimos, la ley que sigue en importancia es esa que
tiende al equilibrio, o sea la de acción y reacción, la Ley de
Compensación, llamada también la Justicia Inmanente, y que
se conoce como la Ley del Karma. Esta ley es la que hace que
se engendre odio, cuando se siente odio, y amor, cuando se
siente amor; es la que hace que se coseche lo que se siembra,
como dice la Biblia.
También existe la ley de la Inercia que, como en Física,
hace que las cosas tiendan a quedar como están, y a ofrecer re-
sistencia a todo cambio; es la que hace que nos disguste el cam-
biar el ritmo de nuestras emociones y pensamientos, es la pereza
y resistencia a emprender algo poco fácil.
Apareada a esta ley encontramos la ley de Menor Resisten-
cia, que como en Física, las energías seguirán los canales donde
hay menor obstáculo; asi; por ejemplo, cuando nos vemos en
un dilema, tomámos el camino por donde encontramos menor
trabajo, aunque sepamos que no es el mejor.
72
En Fisiología encontramos una ley que dice que con el ejer-
cicio se robustece el músculo, y con la pasividad, se atrofia. En
Psicología también existe esa ley que dice que con la práctica
Se desarrolla la facultad.
Hay otra ley o condición en la vida que todos conocemos,
pero no le damos la importancia debida, porque siempre cree-
mos que es inventada por las religiones y éticas, con el fin de
hacer más fácil y llevadera la vida, o para adquirir méritos
para éste y el otro mundo. Esta es el Altruismo, o sea dar a me-
dida de lo que recibimos, ya sean objetos, consudo, ayuda, co-
nocimientos, etc. Sin embargo eso no es invención, o algo arti-
ficial ideado para fines religiosos o éticos. Eso es una condición
de la Naturaleza, es una ley natural; sin ella ni el mundo ni
nosotros existiríamos. La encontramos en la intimidad misma
del átomo, en eJ núcleo y electrones que lo forman. Si no fuera
que esas partículás reciben y dan energía, no podrían mantener
el equilibrio de su existencia. Tampoco nuestro pequeño uni-
verso solar podría, no sólo mantener su propia existencia, sino
que a los planetas en su órbita. En todo el mundo físico vemos
que la raíz de su existencia es un intercambio de energías. Así es
también la vida orgánica, se sostiene y prospera gracias al reci-
bir y dar, a la asimilación y su fruto. Eso es en la Naturaleza,
donde la ley se cumple sin condiciones ni interrupciones, y todo
marcha bien.
Pero en la vida humana, donde el ser interviene en las fuer-
zas y energías que la rigen, esa manifestación, que es ley, la ha-
cemos condicional y materia de conveniencia egoísta.
El amor también es una Ley Natural que nos impulsa a la
unión, a la integración o cofnplementación del ser humano. El
amor físico es el que tiende a complementarnos como seres hu-
manos; y el amor espiritual es el reconocimiento de la unidad
espiritual de los seres.
Todas esas leyes enumeradas que no son todas, desde luego,
73
que actúan en nuestro ser, las debemos aprovechar para supe-
rarnos, teniendo siempre en cuenta que existe una condición
ante la cual nada se resiste, que es lo único que usa la Natura-
leza para las transformaciones que se han operado en el mundo,
y que ha transformado los virus en seres humanos. Esta condi-
ción es el ESFUERZO CONSTANTE.
El ser humano busca evitar el dolor y obtener la felicidad.
Mientras seamos débiles, apocados e ignorantes, pensamos en-
contrarla en los logros fáciles de satisfacciones pequeñas y efí-
meras. En esos empeños siempre encontramos lo que no busca-
mos, o sea el dolor; entonces elevamos un poco 'más nuestras
aspiraciones a medida que el desencanto y el dolor nos mues-
tran nuestros errores, hasta que comprendemos que la vida no
es un azar; y que para lograr grandes satisfacciones duraderas,
es necesario pagar su precio. Ese precio lo pagamos en sacrifi-
cios de nuestras mezquinas inclinaciones, aficiones y esperanzas;
y con la preparación, el esfuerzo y la adquisición de las cuali-
dades básicas de un ser superior.
Nuestra principal falla en la vida, es la falta de educación;
esto lo comprendemos al fin, ya que la educación significa-pre-
paración, cultura integral, abandono de emociones y sentimien-
tos pusilámines y negativos; significa pensamientos claros, con-
trolados y poderbsos; v, finalmente, orientación de nuestros
anhelos e ideales. Adquiriendo una educación tal, estaremos ca-
pacitados y deseosos de emprender el camino superativo, apro-
vechando voluntaria y gustosamente las leyes, cuyo cumpli-
miento nos llevarán, con seguridad y eficacia, a la meta deseada.
Como hemos dicho, la búsqueda del bienestar, de la felici-
dad, es un impulso innato en el ser humano. Es con lo que
cuenta Dios para dejarnos libres, y tener la seguridad que al fin
llegaremos a Él. Pero el concepto de la felicidad va cambiando
a medida que el ser humano va ascendiendo en la escala de la
superación. En los primeros pasos la confunde con el placer,
74
pero luego o después, encuentra que el placer es solo la parte
visible, porque después de gustarlo, encuentra que también ha
tomado el dolor, el hastío y el desengaño. Este trío invisible a
sus ojos ilusionados, es el asistente devoto y paciente que nunca
deja de dar su oportuno consejo.
Seguramente que lo que nos interesaría más en la vida es
saber por qué no obtenemos el resultado apetecido de nuestros
empeños.
La razón puede ser la falla de una o de varias de las fuerzas
que actúan para que se produzca un acontecimiento Puede ser
que nuestra intención, nuestra finalidad sea ilegal, que vaya en
contra de las Leyes Naturales, lo que sería como intentar nadar
en contra de una corriente poderosa; en tal caso, en hora buena
para nosotros que no haya tenido éxito, porque tendríamos tar-
de o temprano, que pagar las consecuencias de nuestro error.
La causa puede ser también que nuestra actitud haya sido ne-
gativa, pesimista; o que al planear no ha habido claridad en el
objetivo; o hubo debilidad en la voluntad; puede que no ten-
gamos el merecimiento o la preparación para hacer buen uso
de los beneficios que podríamos obtener. También sucede muy
a menudo que se interpone otra voluntad más fuerte que la
nuestra.
A veces miramos los acontecimientos de la vida sólo bajo el
punto de vista ético. Creemos injusto, por ejemplo, que una
persona de reconocida falta de escrúpulos, persona de senti-
mientos bastardos, goce de una situación económica holgada, y
que tenga éxito en sus empeños. Ese es un error nuestro, por-
que no solo el merecimiento marca o determina el sentido o
dirección de los acontecimientos. Eso influye, naturalmente,
pero no lo determina; existen otras fuerzas también en juego,
de manera que no podemos juzgar los acontecimientos bajo un
solo punto de vista. Recordemos esos cínicos versos españoles
75
que dicen: "Dios ayuda siempre a los buenos, cuando son más
que los malos". Es claro y natural que el merecimiento juegue
un papel preponderante, pero no tanto en el resultado, como en.
el beneficio real que acarreará al sujeto.
76
Capítulo Décimo
CAMINO DE SUPERACIOÑ
77
lidad de la vida, de las Leyes Naturales, especialmente de la
Evolución, haciéndonos indignos de la calidad de hombres. Con
nuestro buen pensar, sentir y actuar nos rodeamos de una aura
protectora de mayor bien.
II.—Todo el problema para ser buenos, o sea para cumplir
con la finalidad de la vida, que es superarnos, radica en poder
manifestar en nosotros las fuerzas espirituales o divinas, o sea
poder llegar a ser un instrumento apto para manifestarlas, o
como deseaban los Apóstoles a sus Discípulos, manifestar a Cris-
to en nosotros.
III.—Toda manifestación en el Universo, ya sea de vida,
energía o cualidad, se hace por intermedio de vibraciones; y lo
que vibra son esos átomos primordiales llamados tatvas, que
vienen de la Conciencia Cósmica.
Antes ,de continuar haremos un ensayo de exponer lo que
entendemos por ser una persona buena, ignorante y mala:
Buena es la persona que no daña a nadie intencionadamen-
te, de palabra, obra o pensamiento, ni piensa mal de nadie,
aunque sean malos, porque áabe que éstos los inducirá a mayo-
res males. Mantiene siempre pensamientos y anhelos positivos y
enaltecedores, disfruta moderadamente de todo lo agradable de
la vida; es razonablemente optimista y permanece sereno en
todas las circunstancias de la vida. Es profundamente agradeci-
do y modesto en todo. Ayuda a todo el que necesita, no tanto
materialmente, como con su sabiduría y experiencia, con sus
deseos y pensamientos, todo en forma completamente desinte-
resada.
Ignorante sería la persona que cree que Dios, la vida y las
leyes naturales deben ayudarlo y complacerlo en sus afaiies, sin
preocuparse merecerlo. Se ilusiona fácilmente, adquiere, hábitos
y vicios; no forma ambiente propio, sino que vive en el siempre
cambiante ambiente circunstancial. Es ambicioso de poderes y
bienes, es orgulloso y vanidoso, posee una mente incontrolada
78
y juzga ligeramente al prójimo, con o sin razón, es impulsivo y
hace el bien con la esperanza de obtener recompensa en éste
u otro mundo. No establece relación entre su conducta y su
"suerte"; y se cree superior a los demás.
Una persona mala sería la que encuentra satisfacción en
hacer el mal, es egoísta, y todo lo que hace es con el propósito
de ser recompensado. Es cruel y vengativo; siente odio y des-
precio por los demás porque no son como él desea; no siente
compasión y todos sus afectos son egoístas.
IV.—Las vibraciones de los tatvas en cada plano o esfera
del mundo producen todo lo que existe en él, existiendo siete
sub-planos en cada uno, o siete estadas de densidad. Si dejaran
de vibrar, desaparecería todo lo que existe en ese plano, inclu-
so nosotros, es lo que sucede al final de cada creación.
V.-—Las vibraciones de un plano se comuincan a otro, de
acuerdo con la capacidad de éste.
VI.—Nuestro ser está compuesto de siete cuerpos que actúan
en el plano correspondiente, hechos del mismo material de su
plano respectivo. En estos cuerpos pueden existir mayor o me-
nor proporción de material sutil y grosero de su plano. El más
sutil es el más apropiado para recibir y transmitir las vibracio-
nes del plano inmediatamente superior. Nos estamos refiriendo
a los planos no espirituales, o sea del mental inferior inclusive,
hacia abajo.
VII. — Nuestros cuerpos están constantemente sufriendo
cambios de densidad de sus elementos.
VIII.—Es perfectamente posible cambiar a voluntad el ma-
terial de que está compuesto cada cuerpo, y mantenerlo. En
nuestra capacidad de hacerlo estriba toda la solución del pro-
blema de ser mejores.
Refiriéndonos a nuestro cuerpo de deseos y emociones, di-
remos que si está bajo la influencia de una emoción o senti-
miento malo, como la ira, por ejemplo, lo que vibra es el mate-
79
nal grosero, porque el más sutil no puede ajustarse a este ritmo
que está por debajo de su tonalidad. Las vibraciones de la ira
se comunican al físico, causando serios transtornos en nuestro
sistema nervioso y endocrino, afectándose aun la sangre. Por el
otro extremo, por el mental inferior, sugiere a este pensamiento
de venganza y odio, perturbando en tal forma las facultades
mentales que sucede lo que llamamos ofuscación, imposibilitán-
donos para razonar.
Como toda emoción baja, solo se puede producir en un
cuerpo emocional formado de material denso y grosero, se ve
que nuestro problema está en cambiar-su constitución.
Guando el cuerpo vibra, a cualquier ritmo, o sea bajo
cualquiera emoción, desplaza de sí partículas que no pueden
vibrar a ese ritmo, y ¿trae hacia á, de su medio ambiente, las
que son capaces de hacerlo. En esta forma se alimenta el cuer-
po emocional, ese es su verdadero metabolismo.
Esta es la explicación por qué una persona que se deja lle-
var por sus emociones, como ser la ira, cada vez se torna más
iracundo.
Los tatvas obedecen a la voluntad, aunque las leyes de la
inercia, la de menor resistencia, etc., hacen que no sea fácil so-
meter nuestros cuerpos a la voluntad. Pero hemos de repetir
que no existe nada que pueda resistir para siempre los embates
de una voluntad consciente, intensa, constante y sincera. La
voluntad es una facultad espiritual.
Vemos que tenemos dos caminos o dos maneras de obtener
la superación: Para nuestro físico, evitando* ingerir substancias
irritantes, existentes y groseras, como ser condimentos, mucho
café, té y tabaco; y por otra parte, dando preferencia a las
sanas.
Para nuestro astral y cuerpo emocional, evitando los senti-
mientos, emociones y deseos negativos; y cultivando los enal-
tecedores y positivos.
80
Para nuestra mente, evitando y rechazando los pensamien-
tos "malos" en general, esforzándonos por vivir en un ambien-
te enaltecedor, y abrigar anhelos superiores; y sobre todo vivir
siempre conscientes, sin dejar divagar la mente a su capricho.
Así no sólo nos superaremos, sino que evitaremos infinidad
de perturbaciones y dificultades, desde la mala suerte hasta la
pérdida de la salud. Y cultivar una actitud como si ya poseyé-
ramos las cualidades anheladas.
En esa forma nos purificaremos, recibiendo constantemen-
te influencias superiores que nos darán gran satisfacción, y nos
capacitarán para merecer ser recibidos por unos de los Maes-
tros de Sabiduría y Comprensión, que nos preparará para obte-
ner y realizar el objetivo de nuestra vida.
Nuestra labor de superación, tan fácil en teoría, requiere
grandes esfuerzos y constancia, y sobre todo una pura y seria
sinceridad.
Renunciar al'esfúerzo es peor que renunciar a la vida. ¿Qué
sucedería si un niño de pocos meses, que hace todos los esfuer-
zos posibles para sentarse y andar, se quedara de pronto in-
móvil?
Para superarnos, tenemos otro problema sumamente grave,
por lo oculto, que se transforma en una barrera infranqueable:
El querer hacerlo, estando dispuestos a pagar el precio. Hay
muchas personas que vemos afanarse en leer libros, en asistir
a conferencias y reuniones, conversar constantemente sobre te-
mas superiores y de la necesidad de superarnos, y aun se so-
meten a ejercicios rigurosos; y sin embargo en el fondo de su
ser está la esperanza de poder obtener su objetivo sin renunciar
a algún mezquino apego o a alguna reserva mental; o esperan
ciertas circunstancias favorables para entonces sí que se entre-
garán en cuerpo y alma a la vida espiritual. Hay personas que
viven y mueren así. Eso es falta de sinceridad, y tarp.Vi'n estar
81
ilusionado, creyendo que el abandonar sus mezquinos apegos
no tendrán ya más satisfacciones en la vida.
La experiencia nos muestra que algunos hombres sin escrú-
pulos, que creen que en la vida todo consiste en obtener la sa-
tisfacción propia, no importa cómo, viven prósperos y felices.
Ante hechos como esos nos sentimos dudar de la convenien-
cia de ser buenos; aun más, nos parece que ser buenos es un
impedimento para la felicidad. Esta impresión se debe, más que
a nada, a que estamos acostumbrados a valorar la abundancia
económica como el supremo bien de la existencia; cuando la
realidad está en el otro extremo, vale decir que la miseria, la
pobreza, es uno de los peores males de la vida. Por eso es que
todos tenemos el deber de hacernos de una situación económi-
ca apropiada.
Por otra parte, la prosperidad de las personas a que nos re-
ferirnos no se debe a su falta de escrúpulos o bajeza, sino a
otras cualidades que ellos poseen que los capacitan para el éxi-
to. De que sean felices, nó nos consta; no sabemos lo que suce-
de en la intimidad de sus hogares ni en sus almas.
Cuando decimos ser buenos y superarnos, ciertamente no
nos referimos a ser buenos débiles e inútiles, sino llegar a ser
útil y poseer una contextura integralmente recia, fuerte y sa-
bia. La Naturaleza destruye, sin contemplaciones al débil, y
Dios participa de sus dones solo al fuerte, sabio y bueno.
También queremos decir que eso incluye el deber de cada
uno, no solo de cumplir con los preceptos de su Iglesia y no
hacer daño a nadie, sino que desarrollar todas las facultades
latentes que se poseen.
No debemos asustarnos pór nuestras pretensiones de llegar
a obtener la perfección, porque eso no es solo una facultad o
atributo nuestro, sino que es un deber, una orden de Dios, que
parece que los cristianos la han olvidado por comodidad. Jesu-
cristo dijo, según San Mateo (V - 4 8 ) : "Sed, pues, perfectos,
82
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Esto no
requiere comentario alguno; y no sabemos lo que dicen los que,
para hacer más fácil la vida de sus feligreses y no perderlos, en-
señan conformarse con una vida tibia.
La Ley de Compensación o Karma no perdona al que no
hace su máximo esfuerzo. Parece que su peor castigo es desarro-
llar la capacidad de hacer mal, de ser tibios e indiferentes y de
temer al esfuerzo; que son cualidades que se derivan del renun-
ciar a superarnos, lo que forma hábitos y tendencias mezquinas
y criminales, las que aparecerán como quemantes barreras
cuando el ser humano, tarde o temprano, despierte a la reali-
dad de la vida y trate de superarse.
Si sinceramente deseamos nuestra superación, si deseamos la
realización de la finalidad de la vida, no tenemos otro camino
que la genuina espiritualidad; así evitaremos caer en esas Ins-
tituciones pseudo éspiritualistas que, además de hacernos per-
der mucho tiempo, nos preparan, sin saberlo, para el camino
hacia la magia negra. En el mejor de los casos, en ellas pode-
mos obtener, a costa de mucho esfuerzo, algún desarrollo psí-
quico mal controlado, el que se pierde con la muerte, ya que
se efectúan solo en el mental inferior y astral.
¿Cómo podemos tener confianza en esas Instituciones, cuan-
do una de ellas, que posee miles de adeptos en muchos países, se
vale de historietas ridiculas para justificar su existencia como
la única, auténtica y verdadera en su género? Sabemos que la
viuda del fundador de ella tuvo que recurrir a los Tribunales
de Justicia para poder obtener su participación en el negocio.
Además, esa Institución tiene el desparpajo de proclamar co-
mo su "amado Hierofante" a uno de los Grandes Maestros de
Sabiduría. Cuando este Venerable Maestro protestó por tal
desacato, se le dijo que su Maestro, el "auténtico" residía en
planos invisibles; instruyendo, posiblemente a las ánimas del
purgatorio.
83
Sobre esto debemos decir que la Humanidad necesita ser
instruida y guiada en este mundo; y es aquí donde actúan los
Grandes Maestros, aunque se sirvan a veces de los planos suti-
les'para sus fines.
El Jefe de otra Institución, considerado por sus numerosos
fieles como un semi dios, en un momento de conciencia, que
parece que aun le quedaba, deseó unirse al Maestro K. H. para
participar de sus enseñanzas, e impartirla a sus adoradores; pero
cuando el Maestro le exigió desdecirse públicamente de sus su-
percherías, no tuvo el coraje de hacerlo.
Otra Institución, cuya fundación fué inspirada por el Maes-
tro K. H., después de la muerte de la persona que la fundó, sus
sucesores desvirtuaron totalmente las finalidades originales, y le
dieron una organización completamente incompatible con el
propósito para lo que fué fundada. Por tal motivo el Maestro
tuvo que quitarle su protección. Para suplir el prestigio perdido,
ellos fabricaron un Mesías que durante muchos años exhibían
en los jámborées anuales que celebraban para ser adorado. Este
Mesías, a instancias del Maestro, finalmente renunció a su alto
rango en lina de esas reuniones. El directorio de la Institución,
para reponer su prestigio, tomó todas las medidas necesarias
para establecer en California un criadero humano, que vendría
a ser la base para la nueva humanidad...
Otro gran maestro de una de estas Instituciones, relata en
uno de sus libros que en una ocasión se le apareció un pájaro
y se le hundió en el pecho, diciéndole que él era el príncipe de
alguna parte; desde entonces es llamado reverentemente con ese
título.
¿Para qué seguir? Sería sólo para desprestigiar más a nues-
tra pobre Ííumanidad.
Es de advertir que el Maestro está siempre dispuesto, en Su
infinita bondad, a acoger bondadosamente a cualquiera de estas
84
Instituciones o sus Ramas, no importa cuánto lo hayan calum-
niado, perseguido y vilipendiado.
Lo que es de lamentar hondamente es ver que tanta gente,
mucha con sinceridad, otras ingenuamente y con puras espe-
ranzas todas, sigan a estos charlatanes desquiciados.
Algunos de estos estudiantes sufren una gran tragedia, no
los que se decepcionan a tiempo, y se van, después de perder su
tiempo y dinero; sino algunos de los que se quedan. Nos refe-
rimos a ésos que se esfuerzan grandemente por desarrollar sus
poderes psíquicos, siguiendo las prácticas y ejercicios que Ies
prescriben. Con el esfuerzo mal dirigido transtornan un tanto
sus facultades mentales y tienen algunas alucinaciones (que no
es otra cosa que el automatismo psíquico). Ellos relatan sus
experiencias, con algo de agregados, a sus colegas y superiores,
considerando esas cosas como signos de adelanto en el sende-
ro. Los primeros los empiezan a mirar con respeto, y los últimos
alientan tales manifestaciones, con la esperanza de encontrar a
un genuino clarividente que prestigiará su institución. Con el
tiempo, sí no van a parar a un manicomio, los veremos como
dirigentes; de los cuales se cuentan maravillosas experiencias,
inventadas, las más, por el sujeto, para mantener su prestigio.
Estas pobres personas ya están así extraviadas por esta vida,
porque no son capaces de volver atrás, haciéndose así fuertes
deudores del Karma.
Como las enseñanzas de Jesucristo y las de Sus Apostóles
son las más conocidas en nuestro ambiente nacional, trataremos
de relacionar nuestro intento con esas enseñanzas.
La tónica base de las enseñanzas de Jesucristo fué el amor.
Por esto deseamos, primero que nada, dar una explicación de
la posible razón de la odiosidad entre judíos, católicos y protes-
tantes para que tengan más comprensión, y, por consiguiente,
más simpatía. Por lo que se puede observar, parece que cada
85
uno de esos grupos toma como ofensa personal e intencionada
el que los otros no crean lo que ellos.
Los católicos y protestantes dicen que Jesús fué el Mesías
prometido, lo que niegan los judíos. Los católicos dicen que la
madre de Jesús fué virgen antes y después del parto, y que Él
fué su único hijo. Los protestantes lo niegan. Veamos el por qué
de estas desaveniencias:
En San Mateo encontramos (1-1) "Libro de la generación
de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham". Lo que deja
sentado que Jesucristo es descendiente de David. Después dé se-
guir la descendencia de David hasta Jacob, dice (1-16): "Y Ja-
cob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús,
el cual es llamado el Cristo". Esto muestra que Jesús es descen-
diente de David, por ser hijo de José, y ño de María, que no es
descendiente de David. San Lucas, dice (1-27): "A una virgen
desppsada con un varón que se llamaba José, de la casa de
David, y el nombre de la virgen era María". En la Epístola de
San Pablo a los Romanos (1-3), dice: "Acerca de su Hijo (que
fué hecho de la simiente de David según la c a r n e . . . " .
San Mateo (1-18), dice: "El nacimiento de Jesucristo fué
así: Que siendo María, su madre, desposada con José, antes de
que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu Santo".
Esto muestra que Jesús no fué de la simiente de David, se-
gún la carne, ya que no es hijo de José, y por consiguiente no
es el Mesías prometido.
Por otra parte tenemos que, además de lo anterior, San Ma-
teo (1-25), dice: "Y no la (a María) conoció hasta que parió
a su hijo primogénito, y llamó su nombre Jesús".
Esto quiere decir que la conoció después del parto y que
tuvo otros hijos, ya que Jesús fué el primogénito, o sea el hijo
que nació primero.
San Mateo (XII-47), dice: "Y le dijo (a Jesús) uno: He
aquí a tu madre y tus hermanos que están afuera y te quieren
86
hablar". Además en San Mateo (XIII- 55 y 56), encontramos
que las mujeres dicen: "¿No es éste (Jesús) el hijo del carpin-
tero? no se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo y
José, y Simón y Judas?" "¿Y no están todas sus hermanas con
nosotros? . . ." En la Epístola de San Pablo a los Gálatas (1-18),
dice: "Después, pasado tres años, fui a Jerusalén a ver a Pedro,
y estuve con él quince días". Y en (1-19), agrega: "Mas a nin-
gún otro de los apóstoles vi, sino a Jacobó el hermano del Señor".
Esto demostraría que María no fué virgen después del par-
to, o que los tales hermanos de Jesús eran solo de padre; pero
antes encontramos que Jesús fué el primogénito de María.
Ahí tenemos el origen de la desaveniencia y odiosidad en-
tre católicos, protestantes y judíos; y como se ve, sus creencias
no son caprichosas, sino basadas en los mismos Evangelios.
De todos modos, haya sido Jesús engendrado por José o
por el Espíritu Santo, haya sino o no el Mesías prometido, haya
tenido o no hermanos, no influye a lo más mínimo en su Ser,
y no deja de haber sido un Cristo.
Esta confusión de los Evangelistas, y de otras más que hay
en el Nuevo Testamento pueden provenir, ya sea porque de
ellos, sólo San Mateo y San Juan fueron Discípulos o Apóstoles
de Jesús, y que por haber escrito sus Evangelios muchos años
después de la muerte del Maestro, hayan confundido los hechos
por olvido; o con el afán de hacer más divino a Jesucristo, des-
criban la parte espiritual y no corporal de María y de su Con-
cepción.
Los Evangelios dan mucha importancia a la salvación del
alma. Eso se refiere, seguramente, a evitar que nos suceda esa
separación de lo espiritual en nosotros, y que lleguemos a ser
unos desalmados, unos condenados.
La enseñanza base para nuestra conducta es, sin duda, aque-
lla que se denomina la Ley de Oro. En San Mateo (VII-12),
dice Jesucristo: "Así que todas las cosas que quisieras que los
87
hombres hicieran con vosotros, así también haced vosotros con
ellos, porque esta es la Ley de los Profetas".
Las enseñanzas espirituales que dió Jesucristo, como se sabe,
las dió al vulgo en parábolas, que después explicaba a sus Dis-
cípulos. También los Apósteles daban sólo a los discípulos avan-
zados^ las enseñanzas superiores, a medida que se superaban.
San Pablo, en la Primera Epístola a los Corintios (II-7), les
dice: "Mas hablamos de sabiduría de Dios en misterio, la sabi-
duría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para
nuestra gloria". Y más adelante (III-l al 3), les dice: "De ma-
nera que yo, hermanos, no puedo hablaros como a espirituales,
sino como a carnales, como a niños en Cristo". "Os di leche a
beber, y no vianda; porque aun no podíais, y aun no podéis
ahora. Porque todavía sois carnales".
Esa es una láctica que aun siguen los Maestros con sus Dis-
cípulos.
Cuando los Apóstoles preguntaron a Jesucristo por qué daba
sus enseñanzas en parábolas al pueblo, dice, según San Marcos
(IV-11 y 12)": "Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio
del reino de Dios, mas a los que están fuera, en parábolas todas
las cosas". "Para que viendo, vean y no hechen de ver, y oyen-
do, oigan y no entiendan; porque no se conviertan y les sean
perdonados los pecados". Aparentemente, Jesúcristo no quería
que la gente se convirtiera y se salvara...
La última parte de esta cita, completamente oscura para
muchos, se puede comparar con los pasajes del Génesis, donde
Jeihová prohibió a Adán comer del fruto del árbol del bien y del
mal, porque temía se volviera sabio e igual a Él, y lo sacó del
Edén, temiendo que fuera a comer del árbol de la vida y se
hiciera inmortal (111-22).
Si cumpliéramos con la Ley de Oro, el mundo se transfor-
maría en el acto en un lugar como los Profetas decían que sería
el mundo cuando viniera el Mesías. Este vino, predicó la doc-
88
trina más pura, más noble y enaltecedora que jamás se había
enseñado en el mundo occidental; y, sin embargo, seguimos
igual o peor que antes. Esto ha sucedido porque los hombres
no han tomado en serio sus enseñanzas, y porque las han inter-
pretado erróneamente.
Las enseñanzas de Jesucristo y de sus Apóstoles, que aquí
estamos resaltando serían, capaces de despertar el fervor en
lós amantes de Jesús y orientar sus empeños hacia la verdadera
espiritualidad.
El hombre, de por sí es un rebelde y un enemigo de la vida,
hasta que ella lo ablanda y lo hace entregarse y someterse a Iaa
Leyes Naturales, comprendiendo que todo lo mala no está en la
vida misma, sino en ¿1. Esta comprensión solo lo da la experien-
cia y el dolor; fatalidad de nuestra misera condición de ani-
males con aspiraciones divinas.
Entonces es cuando emprendemos francamente el camino de
regreso, el llamado "angosto como el filo de una navaja'; pero
a pesar de eso, nos va llenando de satisfacción a medida que
vamos obteniendo el despertar de la Conciencia, la cual nos va
haciendo comprender mejor a los hombres, a nosotros mismos y
a Dios. Entonces empiezan a aparecer esos poderes que tanto
ambicionan algunos, y que solo son el fruto del despertar de la
Conciencia y de Kundaline; y que por ser de la Conciencia, el
uso que se da a esos poderes es muy diferente al que los ambi-
ciosos de poderes podrían darles. Poderes de esa clase son los
únicos dignos de ambicionarse.
Durante sus sinceros esfuerzos por superarse y despertar su
Conciencia, encuentra el hombre a un genuino Maestro que lo
guiará y acelerará su progreso.
La Humanidad no está sola en este mundo ni entregada a
su fatal destino. Existen Grandes Seres Superiores, de evolución
completa de otras Humanidades, que guían a los que se esfuer-
zan por superarse, y a la Humanidad en general, hacia los, de-
89
troteros más apropiados para desarrollar su evolución. Así tam-
bién tenemos a los que vencieron y se quedaron, pertenecientes
a nuestra propia Humanidad, de todas las religiones.
Esos Grandes Guías son cuatro, y los conocemos como los
Maestros de Sabiduría y Compasión, ellos son: Kut Humí, em-
peñado actualmente en promover un Renacimiento espiritual,
especialmente en Occidente, que más lo necesita; Morya, Dásu
y Baldash. Ellos han formado la Gran Fraternidad Universal
Blanca, compuesta de todos los hombres y mujeres que laboran
con Ellos, así como de los guiados por ellos. Han fundado tam-
bién la ALIANZA RELIGIOSA UNIVERSAL, de la que forman par-
te, hasta ahora, cerca de seiscientas Instituciones Budistas, Cris-
tianas, Mahometanas, Filosóficas, Fraternales, ec. Esta ARU ha
realizado el milagro de agrupar en su seno cerca de las dos ter-
ceras partes de la Humanidad de todas razas y Credos, que
están laborando entusiastamente por realizar cada cual su pro-
pio Ideal y ayudando a los demás que también lo hagan.
Esos Maestros mueren y nacen, siendo reconocidos única-
mente por los Santuarios Esotéricos de Oriente y Occidente.
Este reconocimiento lo efectúan después de numerosísimas prue
bas y de constatar numerosos signos inconfundibles.
Aunque en este mundo no estamos abandonados al azar, no
significa que los Seres Superiores vayan a cambiar los aconte-
cimientos, ni hacer que los hombres actúen en contra de lo que
ellos mismos quieren. La libertad del ser humano es absoluta y
sagrada.
Existen influencias Cósmicas que contribuyen a los cambios,
pero esas son solo influencias. Existen influencias periódicas
para nuestro planeta, según la posición que ocupe en el Univer-
so, en sus constantes cambios. Estas se dividen en Eras o Eda-
des. Así ahora estamos entrando en la Era Acuaria, considerada
como de gran influencia benéfica para la Humanidad. La gran
efervescencia que se nota actualmente en los seres humanos, que
90
los hace actuar como intensamente malos o buenos, es debido
a las energías que recibimos en este período de transición. Esta-
mos viviendo en forma condensada, lo que hace que actúe la
evolución con mayor rapidez, para que pronto nos encaucemos
por el camino del bien.
Una especie de Directorio de la Gran Fraternidad Univer-
sal Blanca es la Agharta, presidida por el Maestro K". H.
Existe también un misterioso Ser Superior llamado el Señor
de los Tres Mundos.
No debemos olvidar que contamos también con otra gran
ayuda espiritual, que es nuestro Angel de la Guarda, o sea el
Cristo en nosotros, ese "Soplo" que Dios dió al segundo Adán
y que San Pablo llama "El Señor". Nuestra mente inferior, por
estar tan empañada con egoísmo, no nos deja percibirlo, pero
al purificarnos, se hace realidad en nosotros. San Pablo se afa-
naba por obtener ese despertar en sus Discípulos. Así, en su Pri-
mera Epístola a los Corintios (VI-15), les decía: "¿No sabéis
que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?...". En la mis-
ma Epístola (XII-27), agregaba: "Pues vosotros sois el cuerpo
de Cristo, y miembros en parte". En la Epístola a los Colosen-
ses (111,3 y 4), les decía: "Porque muertos sois, y vuestra vida
está escondida con Cristo en Dios", "Cuando Cristo, vuestra
vida, se manifestare, entonces vosotros también seréis manifes-
tados con él en gloria". A los Gálatas les decía: ( I V - 19) :
" . . . hasta que Cristo sea formado en vosotros". A los Colosenses
(1-27 y 2 8 ) : " . . . q u e es Cristo en vosotros la esperanza de
gloria". "El cual nosotros anunciamos, amonestando a todo
hombre, y enseñando en toda sabiduría, para que presentemos
a todo hombre perfecto en Cristo Jesús". En la Segunda Epís-
tola a los Corintios vemos (V-17): "De modo que si alguno está
en Cristo, nueva criatura es . . . " .
El hecho de que Cristo o lo Espiritual o "El Señor" sea par-
te de nosotros, y que solo falta realizarlo, despertarlo o nacerlo
91
en nosotros, muestra una verdad transcendental e importantísi-
ma en nuestra existencia; esta es que todos los seres humanos
somos, no solo hermanos, sino Uno Mismo, pues Dios es solo
Uno. Esto es, que somos individuos, o sea, individidos de Dios,
aunque tengamos existencia propia.
San Pablo escribía a los Romanos: (VIII-11): "Si el espí-
ritu de aquél que levantó de los muertos a Jesús mora en vos-
otros, el que levantó a Cristo Jesús de los muertoB, vivificará
también nuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en
vosotros".
Una vez obtenido el despertar pleno de la Conciencia Cós-
mica en nosotros, nos transformamos realmente en otro ser,
hemos nacido de nuevo, llegando a ser un poderoso Agente di-
vino, terminando así nuestra evolución y misión en la Tierra.
Jesucristo decía (San Juan III-3): " . . . De cierto, de cier-
to te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino
de Dios". Y para eso, como Él mismo decía, tenemos que llegar
a ser como niños: Con confianza, y sobre todo sin prejuicio.
Debemos encarar las verdades y la Verdad, sin prejuicio, o sea
sin conocimiento pre establecidos, porque eso será siempre una
sorpresa.
El nacimiento de Cristo en nosotros, -o el despertar de la
Conciencia, se obtiene en dos etapas: La1 primera sería la obra
de nosotros solos, con nuestra conducta ejemplar, derivada de
una mente controlada, dónde solo nacen pensamientos positivos
y edificantes, y con un cuerpo de deseos purificados de egoísmos
y pasiones bajas. La segunda etapa sería cuando, bajo la direc-
ción de un Maestro genuino, seguimos una disciplina y ejercicios
apropiados para completar el despertar y el circular de Kunda-
lini, que ya había empezado en la primera etapa.
En la primera etapa podemos ayudarnos grandemente con
algunos ejercicios para vitalizar y controlar nuestra mente y
emociones. Esto ayudará a que se produzca el mecanismo de
92
transformación de que hemos hablado antes, transformación que
implica llegar a ser un buen conductor de ésa energía Kun-
dalini.
La vida espiritual no está ceñida, en absoluto, con la vida
diaria corriente; al contrario, la necesitamos para tener ocasión
de superarnos. El individuo solo se caracteriza por la modera-
ción en el vivir y en el actuar, la serenidad y nobleza de sen-
timientos y acciones, así como la modestia en todo tiempo y
lugar; se abstiene de criticar fácilmente al que obra mal, por-
que no está poseído de orgullo, soberbia o vanidad; ya que sabe
que él también ha obrado mal y está expuesto a hacerlo. El tie-
ne presente que "El vestido manohado, cuyo contacto te repug-
na, puede haber sido el tuyo ayer, o quizás lo seá mañana".
Hay pecados contra el prójimo y otros contra Dios, y aun
otros contra ambos. Uno de éstos últimos es el sentir odio o des-
precio por el prójimo, sintiéndose uno superior a él.
La vida de Jesucristo fué un ejemplo viviente de aquellas
cualidades, ya que toda su vida es un símbolo de la vida espi-
ritual de todo ser humano, que tarde o temprano ha de reco-
rrer. En ella encontramos, paso a paso simbolizadas todas las
etapas por la que pasa el ser humano en su vida espiritual,
desde el nacimiento de Cristo en nosotros hasta la crucifixión
de la. carne y la resurrección.
El Nuevo Testamento, aunque tiene algunas contradiccio-
nes entre los Evangelistas, su texto se relativamente claro, sobre
todo si tomamos en cuenta las ideas expuestas aquí. El Antiguo
Testamento es diferente; además de ser muy oscuro su texto,
significando a veces cosas muy diferentes a las que dice, tiene
errores y confusiones. Así, por ejemplo, vemos que en el Libro
de Moisés, el Deuteronomio (XXXIV-5) él relata su propia
muerte, y sigue hablando. En el Génesis, después de decir que
Caín dió muerte a Abel, ambos los primeros hijos de Adán, el
primero, habiendo sido maldito por Dios, huyó a la tierra de
93
Nod, donde tomó mujer. Esto demuestra que habían otros hom-
bres fuera de la familia de Adán.
En el próximo Capítulo daremos algunos ejercicios que son
convenientes de practicar, y con e$o pondremos término a estos
tan poco claros conceptos y tan mal hilvanadas ideas; pero he-
mos de agregar lo más importante de lo que contiene esta obrita:
La espiritualidad no es una condición optativa del ser hu-
mano, por considerársele como un medio apropiado para obte-
ner la felicidad; o porque una persona de temperamento mís-
tico pueda encontrar en ella una satisfación a sus anhelos o
ilusiones; aunque pueda ser eso y mucho más, es, sobre todo,
un imperativo de la existencia; es algo que está inamovible en
su camino, y que tarde o temprano pasará por ella, como tramo
final, corto o largo, de nuestras vicisitudes. Sabemos que mien-
tras más tarde sea, más envueltos estaremos en las redes de
Maya, o la Ilusión y materialidad; también más adversa será
nuestra herencia psicológica que obtenemos de los átomos per-
manentes.
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Capítulo Undécimo
EJERCICIOS
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desterrar de la mente y sentimientos toda idea negativa o agre-
siva; entonces inhalar por ambas ventanillas de la nariz, hasta
llenar los pulmones completamente, pensando, al mismo tiem-
po, que el prana tátvico que viene en el oxígeno del aire, pasa
al cerebro y de ahí por el conducto central de la espina dorsal,
que baja hasta el hueso sacro (residencia de Kundalini), tra-
tando, al mismo tiempo, de oír o sentir un ruido "AH"\ En
seguida expulsar o exhalar el aire completamente, imaginándo-
se que el prana, ya transformado, sube por ambos canales late-
rales de la espina dorsal, vitalizando el rosarios de ganglios que
se encuentra a ambos lados de la espina dorsal que vitaliza, a
su vez, todo el cuerpo; al mismo tiempo, tratando de oír o sen-
tir un ruido como "ii". Esa energía sale por los nervios de en-
tre vértebras, cruzándose en cada salida, la de la derecha a la
izquierda y viceversa. Así se forma el símbolo de Mercurio. Ha-
cer 24 respiraciones, tres veces al día.
A continuación debe hacerse un poco de ejercicio físico,
consistente en movimientos del cuerpo que den flexibilidad a la
espalda, brazos y piernas, o esos llamados suecos, se debe tam-
bién caminar bastante, varios kilómetros. Debémos insistir en lo
que se dijo sobre la alimentación y abstención de substancias
nocivas. San Pablo decía a los Romanos (XIV-21): "Bueno es
no comer carne , ni beber vino".
Debemos ensayamos en la sugestión o autosugestión, que en
algunas personas obra maravillas. Esto se hace manteniendo la
mente fija en una idea, que se desea imprimir o repetirla men-
talmente o a viva voz. Debe ser clara, precisa y saturada de
voluntad. Se debe usar de imaginación, tratando de ver clara-
mente realizado lo que se desea.
Debemos controlar el sistema nervioso con ejercicios diarios,
hasta obtener control; y después ocasionalmente, cuando se ne-
cesite. Lo primero que se puede recomendar, y lo más eficaz, es
la relajación de todo el cuerpo. Esto consiste en aflojar los
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músculos de todo el cuerpo, estando sentado cómodamente o
recostado. Se debe recorrer todo el cuerpo con la mente, empe-
zando por la cabeza hasta los pies y viceversa. Debemos rela-
jarnos cada vez que podamos durante el día y la noche, sobre
todo antes de dormirnos.
Las preocupaciones no se deben rechazar o esconder en la
mente u olvidarlas, porque así engendran complejos y neurosis.
Se deben resolver prontamente o disolverse con el razonamiento
y el buen criterio.
Es buena práctica para control de los nervios, dibujar, sin
apoyar la mano, tratando de trazar líneas rectas y parejas. Las
emociones se deben dominar con la voluntad y razonamiento,
hay que mantenerse serenos en todo momento.
Para el dominio de los sentidos, es buena práctica tratar de
oír un solo ruido de los que se pueden oír en un momento dado.
Después no oír ése, y oír solamente otro
Se debe dominar y controlar la mente; sin serenidad y do-
minio mental, no se puede adelantar. La mente se controla con
el esfuerzo constante. Esta es la Ley Motora del Universo: Es-
fuerzo y Constancia..; Nada se resiste a ella. Como ejercicio,
debemos decir que, en primer lugar se debe poner atención a
todo lo que se hace, no permitiendo a la mente que se desvíe
por su cuenta. Tomar un objeto, ojalá agradable de mirar, y
concentrar la mente en él, pensando todo lo concerniente a su
forma, color, procedencia, etc., relacionarlo con otros parecidos,
comparando sus semejanzas y diferencias, etc.
La meditación la debemos practicar diariamente porque es
la llave del conocimiento, no solo espiritual, sino de todo. Me-
ditemos en las cualidades deseables, como que forman parte de
nosotros, imaginemos tenerlas. Meditemos en Dios, o las Fuer-
zas Superiores que están obrando en nosotros. Usemos la imagi-
nación en todo ello. Pero no confundamos la imaginación con
97
Ja fantasía. Esta es un caballo desbocado y aquélla va firme
bajo el control del jinete.
Acostumbrémonos a distinguir nuestras reacciones e impul-
sos. Cuándo tienen origen en nuestra personalidad baja y cuán-
do en nuestro Espíritu. Muchas veces habrá conflictos. Reco-
nozcamos cuál es la voz de arriba y detengámonos a conside-
rarla cuidadosamente, con respeto y agradecimiento, y acatemos
su consejo. Es tanta la libertad que poseemos que aun en estos
casos, despreciadlos nuestro propio Espíritu y seguimos las in-
fluencias bajas, aun sabiendo que obramos mal o que tendre-
mos un resultado doloroso.
Acostubrémonos a obedecer a Cristo en nosotros; así es como'
estableceremos ese puente de que hablamos antes, entre la men-
te inferior y la Mente Superior.
Además debemos esforzarnos por adquirir esas cualidades
que son la característica de los seres superiores, que son: Sen-
timientos nobles y generosos, compasión, comprensión, humil-
dad, sinceridad, servicio altruista y serenidad en todas las cir-
cunstancias de la vida.
Debemos tener presente que estos ejercicios y esfuerzos son
los actos más importantes de nuestra vida, porque con ellos
contribuímos, por primera vez, a obtener conscientemente nues-
tra evolución.
Es deber de todo ser humano obtener éxito en la vida y en
sus esfuerzos, para ello debe estar dispuesto a sacrificar todo lo
que sea necesario, como ser apegos, satisfacciones pasajeras, etc.
Sin embargo, muchos sobrepasan el límite" de lo razonable en
sacrificios, sobre todo cuando se trata de obtener éxito econó-
mico. Sacrifican su dignidad, que es la más preciada herencia
del ser humano. Son como el Saúl bíblico, que vendió su he-
redad por un plato de lentejas. También esas personas se abren
paso hacia puestos apetecidos, atrepellando derechos y digni-
dades ajenas, sin darse cuenta que, al triunfar, siempre serán
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unos arribistas, cargados de deudas con la vida, deudas que
fatalmente han de saldar.
La extrema pobreza como la riqueza excesiva son fuertes
dificultades en la vida espiritual. La primera por perturbar
nuestra mente y tranquilidad las preocupaciones y aflicciones co-
rrespondientes; y la segunda porque, ya sea que nos ata el ape-
go al dinero, o porque el conservarlo requiera gran preocupa-
ción de nuestra parte. Lo que necesitamos es libertad; libertad
de nuestras bajezas, libertad económica y libertad política.
La parte sexual es muy interesante de considerar, porque
debemos mantener equilibrio y moderación y que sea siempre
el amor el que lo rija.
La oración, cuando es bien consciente, clara y sincera, sir-
ve de gran ayuda siempre.
Dejar el hábito de lamentarse y exagerar las cosas.
Deseámos recomendar aquí algunos libros que son verda-
deramente serios y de gran ayuda, tanto para obtener conoci-
mientos, como para ajustar nuestra vida:
99
Blavatslcy La Voz del Silencio
has Estancias de Dzian
Mabel COIÜIM Luz en el Sendero
H. P. Bdavaiteky El Bagavad Guita.
Dootrina Secreta (con precaución por estar
corregida).
100
HAGAMOS QUE NUESTROS IDEALES SEAN
EFICACES
101
dad de propósitos y que vivan los propios ideales y principios de
cada uno.
A. T. V.
Feo. Villegas, 6083
Ñuñoa, Santiago
102
K. H.
103
Forcé puissante et succés incontestables tout l'Europe et
La Russie, tandis que l'empereur rouje sera d'etruit chez
LUÍ meme.
Le fils des steppes connaitra l'Europe, ou il commencera
La croizade quinefut jamais. II portara le titres de francais et
de germain il sera chef déjenseur de deux Croix, cellei de l'Orient
et Occident, signes differents du Dieu que personnes ne comprend
et que personne ne sait servir.
Sage Prince d'Orient au monde donnera une renaissance
spirituelle, et di'occident retournera al 'orient y }aire dememe.
Vers quarente cent trois ans de sa naissance l'Europe verra le
triomphé de la paix sur les ruines catísés par des machines dans
les aires, sous les eaux et roulantes terribles sur la ierre".
El Profesor O M CHERENZI LIND es hijo' de Adum-Kál-Lul
Cherensing, Emperador de los Estados de Chan, al NE. de
Tibet, y de la princesa Devaki Alekananda Dorzaru Lind, hija
del Rajá de Nepal. Su país fué ocupado por los comunistas ru-
sos, a pesar de la enorme resistencia opuesta por O M CHEREJSJZI
LIND y los Príncipes de los Estados de Chan. Nació en Dargi-
ling, en el palacio de su abuelo materno. Hizo sus primeros es-
tudios en Tizah, siendo aun muy niño. Ingresó en seguida a la
Universidad de Chigatzeh, donde, en forma asombrosa y en po-
cos años, alcanzó los más altos títulos, honores y conocimientos
de todo orden, llegando así a los 12 años de edad ostentando
kxs cargos y títulos más respetados en todo Oriente. Poco tiempo
después éra reconocido como el Maestro K. H. y Director de
Jos más recónditos Santuarios Esotéricos de Sabiduría y Espiri-
tualidad.
Siendo muy joven fué Agregado a la Embajada tibetana en
Moscú, donde el Zar, teniéndolo en gran estima, le concedió el
título de Gran Duque de Uliasutai.
Estudió, medicina y astrofísica en la renombrada Universi-r
104
dad de Heildelberg, en Alemania, donde creó la nueva ciencia
de Neuroendocrinología, de la cual fue profesor en la misma
Universidad. Estudió Química y Física en la Universidad de
Madrid; y en Francia, por varios años mantuvo una vida por
demás activa en todas las ramas del saber humano, colaborando
con los grandes sabios dé la época, como ser Milikan, Einstein,
H. Wells, Sweig, etc.
Actualmente está empeñado de lleno en promover un Re-
nacimiento Espiritual en todo el mundo. Fundó la ALIANZA
RELIGIOSA UNIVERSAL, que cuenta ya con cerca de 6 0 0 Insti-
tuciones religiosas, filosóficas, fraternales, etc., en su seno. Ha
presidido numerosos Congresos Espirituales, tanto en Asia, don-
de es bien conocido y venerado, como en Europa y América. El
número total de personas que se agrupan bajo su dirección, tan-
to en Instituciones como individualmente se calcula cercana a
los novecientos millones, según se dejó ver en el Congreso Es-
piritual a fines del año pasado en La Habana, donde asistieron
318 delegaciones de 96 diferentes países, representando a cris-
tianos, mahometanos, budistas, etc., e instituciones filosóficas,
humanistas, fraternales, etc.
De los títulos espirituales que ostenta, que son tan discutidos
ipor los que han sido afectados por sus enseñanzas, posee sufi-
ciente documentación para comprobarlo.
Es miembro de numerosas Instituciones Científicas, como
ser: Faraday Society de Londres; Instituto de Filosofía de Lon-
dres, Indian Chemical Society de Calcuta, India; Research
Institute de Mandalay, Birmania; Royal Geographic Society de
Mandalay, Birmania; Societé de Biologie de París; Sociedad de
Química y Física de París; Sociedad de Química y Física de
Madrid; Sociedad de Radio Teluria de París; Sociedad de Ma-
temáticas de Nueva York; Sociedad de Física Bunsen, de Ber-
lín; Instituto Imperial de Historia de Tokio; Instituto de Altas
105
Matemáticas de Viena; Instituto de Plasmogenia de Barcelona;
Academia de Ciencias de México, etc.
Ha escrito numerosos libros de ciencia, filosofía, religión,
etc. Basta sólo leer una página de alguna de sus obras para darse
cuenta que su autor es un hombre superior.
¿Puede, yn hombre tal ser un impostor de algo que le aca-
rrea innumerables é intensos sufrimientos?
A. T. V.
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INDICE
Capítulos Págs.
Prefacio 5
Prólogo 9
107