Milton E
Milton E
Milton E
PSICOTERAPIA ERICKSONIANA
El legado de Milton H. Erickson a la Psicoterapia Actual
mismo”4 o propender a la mayor integración del cliente en la terapia. Esa es una elección del cliente, no del
terapeuta.
Infortunadamente los teóricos de la psicoterapia (léase iniciadores de un enfoque) suelen caer en la trampa de los
enfoques”tradicionales” que suponen han superado: que existe un único enfoque que dará respuesta a la mayoría
de los problemas humanos. La complejidad de la experiencia humana se resiste a ser encasillada. El desafío para la
psicoterapia es la facilitación de contextos que promuevan el amplio desarrollo del ser humano, para lo cual se
requieren terapeutas flexibles que puedan adaptarse a las múltiples necesidades de sus clientes.
Quizá éste es el lugar oportuno para recordarles a los terapeutas que se adscriben al “enfoque ericksoniano” la
tan popular reflexión de Erickson:
“Cada persona es un individuo único. Por consiguiente, la psicoterapia debiera ser formulada para acoger la singularidad de las
necesidades del individuo, en lugar de amoldar a la persona para que se adapte al lecho de Procrusto de una teoría hipotética del
comportamiento humano”. (Zeig y Gilligan, 1992, p. 22)
Notas:
1 Agradezco a mi amigo y colega, Patricio Elgueta, la revisión y sus comentarios de este capítulo.
2 Aspecto que hemos tratado en otros capítulos de este libro.
3 Anderson (1999) ha escrito lo siguiente:
«Hoy es innegable la influencia de la terapia familiar sobre la psicoterapia en general […] La terapia familiar abrió el espacio para un cambio
paradigmático que mudó a la psicoterapia desde su anclaje en la pregunta del por qué (una perspectiva unidireccional, de causa-efecto, orientada hacia
el pasado) hasta un nuevo anclaje en la pregunta del qué (centrada en las conductas, la comunicación, el lenguaje, las creencias). Este nuevo paradigma
llevó sobre todo a reconocer la contextualización de la conducta humana, y a comprender al individuo en relación con otros. En lugar de ver la conducta
desde una perspectiva intrapsíquica, se le ve en el contexto de los sistemas, y el intento se desplaza al marco de referencia interaccional o interpersonal
dentro del cual ocurre la conducta, anormal o problemática. Este cambio permitió describir, explicar, localizar y, por lo tanto, tratar los problemas en
forma diferente. La terapia familiar también “hizo público” el proceso de la psicoterapia, que dejó de ser un suceso secreto y sagrado, para convertirse
en un tema de estudio, observación e intercambio; quizá sea esta la contribución más importante de la terapia familiar a la incesante cadena de
transformaciones teóricas y clínica.» (p. 57-58) (Énfasis en el original)
4 En un artículo de Guidano (1998) en el cual describe a grandes rasgos su terapia constructivista, enuncia las siguientes fases del proceso terapéutico:
Fase 1: Preparación del contexto clínico interpersonal; Fase 2: Construcción del contexto terapéutico; y Fase 3: Realización del análisis evolutivo. 95
10 Y que en el contexto histórico de Erickson cuando comenzó a desarrollar su enfoque terapéutico significaban terapias de larga duración, que no
siempre eran eficaces.
11 Lo cual es congruente con su formación en psicología profunda; y que refleja también la noción de causalidad lineal en esos modelos terapéuticos.
12 Referido a la memoria, aprendizaje y comportamiento asociado al estado. Cuando por diversos motivos la persona experimenta estrés, los eventos
mentecuerpo asociados a ese estado pueden quedar disociados de la consciencia una vez que las moléculas informacionales del estrés (que encodifican
memoria y aprendizaje) son retiradas del torrente sanguíneo.
13 Lo cual es congruente con la raíz existencial de la terapia experiencial: se busca que el individuo se haga responsable de si mismo y sus acciones en su
ser-en-el-mundo; en cambio la metáfora del inconsciente implica un aspecto relativamente autónomo en el psiquismo.
14 En mi experiencia clínica, cuando uso las estrategias de Perls, he podido observar que los clientes, al estar inmersos en la tarea terapéutica, presentan
una serie de indicadores corporales que suelen presentarse en un estado “alterado” o especial de consciencia propio de la experiencia hipnótica.
15 Que tienen la forma de una directiva implicada (Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979)
16 Y al hacer esto, quizá podamos motivar a los terapeutas experienciales para que comiencen a tomar en consideración que a veces también es
necesaria una mirada interaccional (sistémica) para ayudar a los clientes a alcanzar sus metas. Así como podemos “acusar” a la terapia estratégica
querer mirar de un único modo los problemas humanos (“reduccionista”), lo mismo puede decirse de la terapia experiencial.
17 Auque si hacemos preguntas para ayudar a la “buena”construcción de esa meta (DeJong y Berg, 1998), podríamos considerarla
para ese paciente en particular. 96
Capítulo 15: La “hipnosis” en la Psicología de la Salud
Existen centenares de publicaciones acerca del papel de la hipnoterapia en el campo de la salud (Hammond,
1990): manejo y control del dolor, preparación para la cirugía, emergencias médicas, hipertensión, problemas
gastrointestinales, síndrome premenstrual, problemas dermatológicos, quemaduras, control de sangrados y
preparación para el parto.
Sin embargo, cuando uno lee textos como los de Hammond, pareciera que estamos frente a un voluminoso recetario
de “sugestiones” que se ha probado que actúan a nivel del organismo. La lectura de los numerosos ejemplos citados
en ese libro permite advertir una ausencia notable de descripciones de las metodologías usadas para probar esa
relación; a la vez que tampoco se describe adecuadamente a los pacientes en los cuales se usaron esas sugestiones.
Permítaseme citar a Hammond,
«Otra área particularmente valiosa para la aplicación de la hipnosis es con problemas gastrointestinales como úlceras, síndrome de
colon irritable, colitis ulcerosa y enfermedad de Crhon. Kevin y Spiegel documentaron la habilidad de la hipnosis para estimular e inhibir
la secreción de ácido gástrico. […] Colgan, Faragher y Whorwell estudiaron los posibles beneficios de la hipnoterapia en la prevención
de recaídas en pacientes con úlcera duodenal. En un estudio cuidadosamente controlado, en un año de seguimiento, el 100% de los
pacientes control (que recibieron medicamentos hasta después que las úlceras curaron) habían recaído. Pero los pacientes que también
habían recibido hipnoterapia, solamente recayó el 53%.» (Hammond, 1990, p. 218)
El modo en que Hammond expone sus ideas, podría inducir al lector a suponer que la “hipnosis” o la
“hipnoterapia”4 son curativas en si mismas. Y si uno fuera un neófito en este campo podría estar tentado a
hacer uso del recetario de Hammond (y otros similares) y comenzar a “administrar” esos “medicamentos
lingüísticos” a los pacientes… Es probable que los resultados sean bastante pobres.
Dentro de la tradición modernista en psicología y sus aplicaciones a la salud, los profesionales andan en
búsqueda de “técnicas” para aplicar a sus pacientes; y se olvidan que el hipnotismo implica establecer una
relación de colaboración con el paciente4. De hecho, la administración de medicamentos en medicina implica
que el médico establezca una buena relación con el paciente, a la vez que le informa acerca de la acción de
dicho medicamento, si busca que los pacientes tengan adherencia al tratamiento.
Pareciera que una medicina como la actual centrada en la tecnología, en donde los pacientes parecen importar
poco como personas, también ha contagiado a los profesionales de la salud mental que se desempeñan en esa
área. Amén del desconocimiento en los ambientes médicos respecto a la hipnoterapia actual. 4
En este capítulo expondré el modo en que concibo el papel de la hipnoterapia de utilización en el área de la
salud; y cuál es su papel como coadyuvante de los tratamientos médicos.
Para ayudarme en este propósito, permítaseme citar a Erickson:
«En obstetricia, como en ningún otro campo de la medicina, la paciente ocupa un rol dominante durante meses como un individuo que
atraviesa una larga alteración progresiva, no sólo somáticamente, sino que también psicológicamente, en las relaciones personal, social,
económica y temporal. Se colocan en juego durante el embarazo, así como también en el parto, una multitud de fuerzas derivadas de la
personalidad como un todo y de las actitudes especiales, creencias, comprensiones, aprendizajes y condicionamientos adquiridos
durante la vida del paciente.» (Erickson, 1950/1980, p. 224-225)
«[…] el dolor es una experiencia subjetiva inmediata, abarcadora de su atención, angustiosa, una experiencia incontrolable para la
persona misma. Sin embargo, como resultado de los eventos experienciales de su vida pasada, se han estructurado dentro del cuerpo –
aunque no totalmente reconocidos– ciertos aprendizajes psicológicos, fisiológicos y neurológicos, asociaciones y condicionamientos, que
hacen posible que el dolor sea controlado e incluso abolido.
[…] Para hacer uso de la hipnosis en el tratamiento del dolor, uno necesita observar el dolor en una forma muy analítica. El dolor no es
un estímulo nocivo sencillo. Tiene ciertos significados temporales, emocionales, psicológicos y somáticos. Es una fuerza motivacional
poderosa en la experiencia de vida. Esta es una razón básica para buscar ayuda médica.
El dolor es un complejo, un constructo, compuesto del dolor anterior recordado, de la experiencia del dolor presente, y de dolor
anticipado en el futuro. Así, el dolor inmediato es aumentado por el dolor anterior y acrecentado por las posibilidades de dolor futuro. El
estímulo inmediato es solamente un tercio central de la experiencia total. Nada intensifica tanto al dolor como el temor a que se
presente en el mañana. Es incrementado igualmente por el reconocimiento que el mismo dolor o uno similar fue experimentado en el
pasado; esto y el dolor inmediato vuelven al futuro aun más amenazante. A la inversa, la comprensión que el dolor presente es un
evento único, el cual llegará definitivamente a un final agradable, sirve mucho para disminuirlo. Puesto que el dolor es un constructo, es
más fácilmente vulnerable a la hipnosis como una modalidad de tratamiento exitoso, que si fuera simplemente una experiencia del
presente. 97
El dolor como experiencia se vuelve también más susceptible a la hipnosis debido a que varía en su naturaleza, intensidad y, por consiguiente, a
lo largo de las experiencias de vida adquiere significados secundarios resultando en variadas interpretaciones del dolor. De este modo, el
paciente puede referirse a su dolor en términos temporales, tales como transitorio, recurrente, persistente, agudo o crónico. Estas cualidades
especiales de cada uno ofrecen variadas posibilidades de acercamiento hipnótico.
El dolor también posee ciertos atributos emocionales. Puede ser irritante, inevitable, molesto, incapacitante, amenazante, intratable, o
vitalmente peligroso. Cada uno de estos aspectos guía a ciertos marcos psicológicos mentales, con variadas ideas o asociaciones, cada
uno ofrece oportunidades especiales para la intervención hipnótica.» (Erickson, 1967/1980, p. 237, 238-239) (Énfasis añadido)
El análisis de las citas anteriores permite extraer algunas ideas básicas:
(1) Los pacientes que reciben un acercamiento hipnoterapéutico, deben ser considerados como personas
totales por el terapeuta, y debe tomarse en cuenta sus necesidades psicológicas y características personales en
el diseño del tratamiento.
(2) La sugerencia de Erickson de observar al dolor en una forma analítica también puede aplicarse a otros
campos de aplicación de la hipnoterapia en la salud. ¿Cuál es la fenomenología (pauta) del problema
presentado: cómo vivencia la persona su trastorno, cómo lo enfrenta, cómo reaccionan quienes lo cuidan,
cuáles son sus expectativas y sus necesidades? ¿Qué experiencias necesitará desarrollar nuestro paciente para
afrontar exitosamente los desafíos del futuro? ¿Cómo es la motivación o disposición del paciente a cooperar
con el terapeuta? (Pacheco, 2001b)
(3) Puesto que la hipnosis no es curativa por si misma, ¿qué mecanismos psicológicos naturales del paciente
podrán ser acrecentados en el estado hipnótico para alterar en una forma mínimamente significativa la vivencia
de su enfermedad, o la forma en que la afronta; o una eventual situación terapéutica necesaria que el paciente
asocia con dolor y daño (como ocurre en la cirugía o el evento natural del parto)?
(4) ¿Hasta qué punto, durante la experiencia hipnótica, la utilización de los aprendizajes fisiológicos del
paciente posibilitará alterar en parte aquellos aspectos de su trastorno que se sabe pueden ser modificados a
través de mecanismos mentecuerpo?4
Las ideas mencionadas arriba son independientes del modo en que se inducirá/evocará la experiencia
hipnótica, y cómo se transmitirán las ideas terapéuticas o se evocarán los recursos experienciales necesarios
para alcanzar los objetivos acordados con el paciente.
Lo cual lleva a una interrogante importante: ¿Cuál es el objetivo de usar acercamientos hipnoterapéuticos
como coadyuvantes en medicina? Esta interrogante puede ser respondida según el contexto donde se requiera
nuestra participación:
(1) Con respecto a aquellas enfermedades o trastornos de tipo crónico o recurrente en donde el dolor es uno
de los síntomas más urgentes, el sentido de control sobre su experiencia en aquella persona que padece la
enfermedad se debilita o incluso se lo puede vivenciar como una pérdida absoluta de control. Desde una
perspectiva cognitiva diríamos que el paciente presenta un locus de control externo respecto a su enfermedad,
a la vez que presenta un estilo atribucional de estabilidad respecto a ésta (Yapko, 1988). Si nuestra
intervención hipnoterapéutica es exitosa, en el sentido de alterar mínimamente esa experiencia, el paciente
estará experimentando en forma innegable la evidencia que la experiencia es inestable (es decir, que no
siempre será lo mismo), lo cual se traducirá en una actitud de esperanza y expectativa positiva hacia el futuro 4.
La esperanza experimentada permitirá, entonces, que el paciente sea capaz de comenzar a “apropiarse” de su
experiencia, lo cual posibilitará que esté más dispuesto a realizar ciertas prácticas que lo ayuden a mejorar su
condición (como ocurre con la autohipnosis en el control del dolor); es decir, un tratamiento bien diseñado
para ese paciente en particular, le permitirá comenzar a desarrollar un locus de control interno respecto a su
bienestar. Asimismo, esa actitud más positiva también puede desarrollarse en la familia o quienes cuidan al
enfermo, lo cual puede facilitar su rol como co-terapeutas que le ayuden a experimentar trance hipnótico
cuando el propio paciente no puede administrarse autohipnosis.
(2) En el caso de enfermedades terminales donde el dolor aparece como el primer blanco de las
intervenciones, el terapeuta tendrá que tener en consideración que una vez que la experiencia del dolor se
haya modificado, comenzarán a emerger otras necesidades que tienen relación con las pérdidas personales-
familiares y el dolor emocional derivados del largo 98
proceso de la enfermedad. El terapeuta tendrá que estar capacitado para ayudar y apoyar emocionalmente al
enfermo y su familia.
(3) En aquellas demandas de atención en donde se busca el alivio de un dolor anticipado inevitable (como
ocurre en la preparación hipnótica para el parto o en las intervenciones dentales), Erickson demostró que el
paciente es mejor ayudado cuando se toma en consideración la personalidad total de aquel, sus creencias y
temores.4 Puede ocurrir que antes de iniciar algún tratamiento hipnótico específico, el terapeuta tendrá que
acoger y ayudar a resolver los temores del paciente, o tratar primero experiencias traumáticas anteriores.
Desde el punto de vista del afrontamiento de la experiencia temida, la actitud del paciente cambiará en la
medida que tenga la vivencia que su experiencia puede alterarse (ratificación), y el terapeuta tendrá que
diseñar un acercamiento terapéutico que considere las habilidades que necesita desarrollar ese paciente para
modificar su experiencia en la situación real futura. El diseño de abordajes terapéuticos individualizados implica
que el terapeuta necesitará conocer en detalle la biología del evento (como ocurre con el parto y sus fases) y
los procedimientos médicos por los cuales atravesará su paciente. 4
(4) Existen alteraciones de salud que se sabe están relacionadas con el estrés (como ocurre con las
alteraciones gastrointestinales y la hipertensión); en estos casos es obvio que un tratamiento hipnoterapéutico
no sólo debe apuntar a la modificación de la sintomatología aguda, sino que el tratamiento debe abarcar
aquellas pautas experienciales del paciente que contribuyen al problema de salud.
Es evidente, entonces, que la aplicación de la “hipnoterapia” en medicina no puede ser efectuada por un
“experto en técnicas”, puesto que las necesidades psicológicas de los pacientes pueden ser mucho más amplias
que el abordaje sintomático. Creo, sin embargo, que los procesos de psicoterapia para satisfacer esas
necesidades de los pacientes deben estar enmarcados en lo que hemos denominado terapia breve, una terapia
diseñada para el alcance de metas mínimas, que busque devolver el poder personal a los pacientes, a la vez
que sea estética (Keeney, 1987), en el sentido que aborde aquellas pautas pertinentes al problema. 4
Para la incorporación de la hipnoterapia de utilización en la psicología de la salud en nuestros países, se
necesita que los terapeutas realicen investigaciones para validar sus procedimientos, consideren los hallazgos
provenientes de la investigación en psicobiología y cronobiología, y se integren al discurso médico con un
discurso propio, fundamentado y sistemático, que posibilite sacar al “hipnotismo” del oscurantismo en el cual
aun se encuentra4. 99
Epílogo: Los desafíos de una terapia ericksoniana en un mundo posmoderno
Como una reflexión final a los diversos tópicos tratados en este volumen, centraré mi análisis en tres aspectos
que considero importantes para la “salud” de este enfoque:
(1) La formación de terapeutas en el enfoque ericksoniano;
(2) Estudios de eficacia en terapia ericksoniana; y
(3) La ética en psicoterapia ericksoniana.
Formación en el enfoque ericksoniano
El análisis realizado de la concepción de la psicoterapia y los aportes de Erickson, nos permite afirmar que la
genialidad de ese terapeuta le permitió vislumbrar diversas pautas para realizar una psicoterapia eficaz.
Sin embargo, este legado de Erickson ha sido oscurecido por el énfasis que han colocado sus seguidores en las
técnicas por sobre esas pautas básicas. Y esto es especialmente relevante respecto a la famosa “hipnosis
ericksoniana”, tan difundida en los afiches que publicitan talleres y congresos en este campo.
Esto es comprensible en el desarrollo del campo durante la década de los ’70 y los ’80, una época en la cual los
terapeutas estaban convencidos que las técnicas eran los factores relevantes en la eficacia terapéutica. Esto llevó a
una lectura equivocada del legado de Erickson, lo cual se ha traducido en cursos y talleres de formación en el
“enfoque ericksoniano” que han colocado su acento en el aprendizaje de estrategias para la inducción de trance y
fenómenos hipnóticos. La pregunta obvia es: ¿para qué inducir trance hipnótico?, ya que la experiencia de la
hipnosis no es terapéutica en si misma.
Ya hemos visto en el Capítulo 13 que los estudios efectuados en los ’90 para determinar la veracidad de ciertas
afirmaciones de los “ericksonianos” respecto a la “hipnosis ericksoniana”, han mostrado que la eficacia de la terapia
de Erickson no se explica por su uso de la hipnosis o su indirección, sino que tiene relación con otros factores de
eficacia comunes a todas las psicoterapias. Por tanto, los programas de formación en el enfoque ericksoniano
debieran dar énfasis a esos factores de eficacia, por sobre el aprendizaje de “técnicas.”
Si se continúa dando énfasis a la hipnosis como una forma de buscar identidad histórica con el trabajo de
Erickson, esa enseñanza de la hipnosis tendría que fomentar lo que Yapko (2001) denomina “ser hipnótico”
(véase el Capítulo 11). Asimismo, y para ser exactos con la historia, debiera recordarse que Erickson fue
abandonando progresivamente el uso de la hipnosis formal para desarrollar modos de influencia social a través
de la conversación con sus clientes; y por lo tanto, esos cursos y talleres debieran dar énfasis a ese aspecto
estratégico del trabajo de Erickson.
A su vez, puesto que ningún enfoque ha mostrado ser más eficaz que otro (Miller et al., 1997) y todos poseen
limitaciones, la formación del terapeuta ericksoniano debiera fomentar la flexibilidad de los terapeutas para que
puedan hacer un uso individualizado (según las necesidades de los clientes) de estrategias y técnicas de otros
enfoques que también están adscritos a un pensamiento posmoderno; es decir, los aportes de Palo Alto, de
Milwaukee4, y Epston y White4 (Epston, 1989; White y Epston, 1993).4
La publicación anual actual de la Milton H. Erickson Foundation, Current Thinking and Research in Brief
Therapy, Solutions, Strategies, Narratives, que ha reemplazado a las Ericksonian Monographs, refleja este
espíritu de integración en terapia. Es de esperar que ese espíritu también llegue a los diversos Institutos Milton
H. Erickson.
Investigación de la eficacia en terapia ericksoniana
La revisión de la literatura ericksoniana y de las publicaciones de la Milton H. Erickson Foundation, evidencia
una carencia de investigaciones que evalúen los resultados en terapia ericksoniana. Más bien, esas
publicaciones continúan siendo reportes de casos clínicos únicos (al igual que los reportes de Erickson).
Podría afirmarse que en los inicios del desarrollo de un enfoque, como ocurrió con el trabajo pionero de
Erickson (que además trabajaba solo), puede ser deseable ese tipo de metodología. Sin embargo, ha
transcurrido una buena cantidad de años en los cuales gran parte de las pautas ericksonianas han sido
develadas; de modo que para la “salud y adultez” del enfoque y sus aportes a la 100
psicoterapia en general, es conveniente que los distintos grupos de trabajo comiencen a realizar
investigaciones con grupos de sujetos para evaluar la eficacia de la terapia.
Actualmente, para la realización de esos estudios, no es necesario que los investigadores clínicos estandaricen
sus procedimientos, sino que aun puede mantenerse el espíritu de los estudios de caso único; ahora
disponemos de una tecnología que no existía en la época de Erickson y sus primeros difusores para la
realización de ese proyecto: salas de visión unilateral, cámaras de video, sofisticados métodos de análisis de
datos, procesamiento de datos cualitativos, etc.
Un ejemplo de este tipo de estudios es el trabajo de Nardone (1997) para el tratamiento con “hipnoterapia sin
trance” de los trastornos de ansiedad. El análisis que realiza ese autor de los mecanismos de mantención de
esos trastornos y las conductas ensayas habituales en esos clientes, entrega interesantes luces acerca de cómo
podría investigarse en terapia ericksoniana. 4 El protocolo de intervención desarrollado e investigado por
Nardone para esos distintos trastornos, son pautas detalladas y ejemplificadas que sólo se sugieren para
estructurar la terapia. Asimismo, la evaluación de los resultados de esa terapia con 152 pacientes, permite que
cualquier clínico que entienda y comparta el enfoque de Nardone aplique con relativa confianza ese tipo de
terapia en un paciente cuya queja encaje con los criterios que define el autor para los trastornos de ansiedad. 4
Otro aspecto que resalta en esa investigación, es que el autor reporta haber realizado un seguimiento de tres
años con esos clientes. ¿Realmente podemos seguir usando en el 2002 las tarjetas de Navidad enviadas por los
pacientes como el único método de seguimiento de la eficacia de una psicoterapia?
Asimismo, y si seguimos las sugerencias de Duncan et al. (en prensa) y Miller et al. (1999), en esas
investigaciones los clientes debieran tener el primer lugar en la evaluación de la eficacia de la terapia. Miller et
al. (1999) indican que cuando se consultó a los clientes acerca de los factores que los habían ayudado en la
terapia orientada a la solución4, los clientes reportaron factores distintos a las técnicas que el equipo de
Milwaukee suponía como los factores de la eficacia de su enfoque de terapia.
Etica en psicoterapia ericksoniana
El problema de la ética en terapia breve y especialmente en hipnoterapia ha suscitado controversia desde hace
mucho.
Las mayores críticas a la terapia breve provienen del campo de la psicoterapia dinámica, y tienen relación con
la supuesta superficialidad de los tratamientos. Puesto que este aspecto ha sido tratado antes por diversos
autores (por ejemplo, Nardone y Watzlawick, 1992; Haley, 1991; entre otros), no nos extenderemos en él.
La hipnoterapia, en la primera mitad del siglo XX estuvo sujeta a controversia debido al temor –infundado– de
posibles daños en la salud mental de los clientes por el solo hecho de experimentar hipnosis; y por la creencia
que el sujeto en trance hipnótico era una especie de “zombi” al cual podían ordenársele la comisión de actos
contrarios a la ley. El mismo Erickson dedicó tiempo a la redacción de artículos para desmitificar el campo y
presentar a la hipnoterapia como un acercamiento terapéutico inocuo cuando era aplicado por un experto
(Erickson, 1932/1980; Erickson, 1939/1980; Erickson, 1961/1980).
Sin embargo, en los Estados Unidos, debido a la legislación del consentimiento informado para los tratamientos
en psicoterapia4, el problema de la ética asume otros ribetes. Según Zeig (1985c), el consentimiento informado
no puede aplicarse a la práctica actual de la psicoterapia breve. Desde el punto de vista de las técnicas
terapéuticas, es obvio que no podría anticiparse al paciente la racionalidad de las estrategias paradojales
(Lankton, 1988) o de un abordaje a través de metáforas entrelazadas (Lankton y Lankton, 1983) 4. Según Zeig
(1985c), «La doctrina de informar al paciente de los riesgos no puede ser aplicada en forma indiscriminada,
porque un terapeuta [breve] no está simplemente proveyendo información; está influenciando al paciente.» (p.
469)4
Sugiero que este problema ético sea examinado desde otro punto de vista: el grado de motivación para el cambio
terapéutico del cliente (tipo de relación cliente-terapeuta) (Berg y Miller, 1996; DeJong y Berg, 1998), su teoría del
cambio (Donahey y Miller, 2000; Duncan, Hubble y Miller, 1997; Duncan y Miller, 20001; Miller et al., en prensa), y
la eficacia de la terapia efectuada con ese paciente; es decir, aquella en la cual se toman en consideración los
aspectos antes mencionados.
En esta línea de pensamiento, las siguientes reflexiones de Duncan et al., 1997) aportan a este análisis: 101
«Empapados previamente en la mística alrededor del trabajo de Erickson, Haley y toda la tradición estratégica, nos veíamos a nosotros
mismos como agentes de cambio por excelencia. El problema se iría con el reencuadre, la paradoja, la técnica o el posicionamiento
correcto. Sabíamos que la relación terapéutica importaba, pero principalmente en el sentido de crear el rapport adecuado para la
obediencia. Y de ese modo, a partir de nuestra experta, casi imperiosa actitud hacia los problemas, sucumbimos a la arrogancia y en
esos tiempos transformamos a los clientes en nuestros adversarios –especialmente a los veteranos, o como los llamábamos en esos
días, “asesinos de terapeutas.”» (p. 205)4
Erickson escribió lo siguiente acerca del papel del percatarse consciente en el trabajo hipnoterapéutico:
«En la psicoterapia hipnótica muy a menudo puede darse una adecuada terapia al inconsciente, pero con el descuido del terapeuta para
apreciar la inmensa necesidad de permitir al paciente integrar el inconsciente con el consciente, o hacer que sean totalmente accesibles
a la mente consciente las nuevas comprensiones, según sus necesidades. Comparable a este descuido sería una apendicetomía que
olvide cerrar la incisión. Es en este aspecto que muchos críticos de sillón denuncian ingenuamente a la hipnosis como sin valor, ya que
trata "solamente con la mente inconsciente." Adicionalmente, es aun más descuidado el hecho repetidamente demostrado por la
experiencia clínica, que en algunos aspectos es deseable la reintegración directa del problema del paciente bajo la guía del terapeuta;
en otros aspectos, el inconsciente simplemente debiera ser hecho disponible a la mente consciente, con lo cual se permite una
reintegración espontánea, libre de toda influencia inmediata del terapeuta. Propiamente, la hipnoterapia debiera estar igualmente
orientada al consciente y el inconsciente, ya que la integración de la personalidad total es la meta deseada de la psicoterapia.
Sin embargo, lo anteriormente dicho no significa necesariamente que la integración deba constantemente marcar el paso con la terapia.
Una de las más grandes ventajas de la hipnoterapia radica en la oportunidad de trabajar independientemente con el inconsciente sin ser
estorbado por la renuencia, o a veces la inhabilidad real, de la mente consciente para aceptar las ganancias terapéuticas. Por ejemplo,
una paciente tuvo un insight completamente inconsciente en sus pesadillas nocturnas que ella sufría un problema de carácter
incestuoso, pero como lo afirmó espontáneamente en el trance, "Comprendo esos horribles sueños, pero no podría tolerar semejante
comprensión conscientemente." A través de este aserto, la paciente demostró cómo el inconsciente protege al consciente. La utilización
de esa protección como una fuerza motivadora permitió a la paciente, con posterioridad, aceptar conscientemente sus insights
inconscientes.» (Erickson, 1948/ 1980, p. 40)
Nardone (1999) propone técnicas paradojales en el tratamiento de los trastornos ansiosos para romper las pautas
que mantienen el problema. En el protocolo sugerido por ese autor, en la última fase del tratamiento se recomienda
explicar al paciente, cuando ya ha obtenido mejoría, la racionalidad de todo el tratamiento, incluso de los
acercamientos paradojales, con el fin de educarle y mostrarle que el crédito del éxito le corresponde a él como
cliente.
Haley (1987) afirma que el éxito de la terapia de ordalía se basa en que la tarea penosa asignada al cliente no debe
ser percibida como, ni consistir en, un castigo. Gordon y Meyers-Anderson, (1981) citan a Erickson respecto a las
tareas inusuales que sugería a sus pacientes: «Una de mis hijas una vez me preguntó: “Papi, ¿por qué las personas
HACEN las cosas locas que les dicen que hagan” Le respondí, “Porque ellas saben lo que intento.”» (p. 150)
Empero, parece que las buenas intenciones de Erickson y algunos de sus seguidores respecto a su proceder en
terapia no se condicen con la forma en que exponen sus casos clínicos, y que traen la ética a colación. Un
ejemplo de esto es lo ya enunciado respecto a Nardone (nota 5 en este capítulo).
Masson (1991) en su ataque a toda forma de psicoterapia 4, dedica parte de un capítulo a la “hipnosis
ericksoniana.” Masson cita a Haley (1966) cuando describe lo que éste entiende por terapeuta estratégico,
«Hoy existe una generación de personas que han seguido seriamente la carrera de cambiar a la gente. No son
consejeros, consultores, observadores objetivos o diagnosticadores. Son personas cuya tarea es ser expertos
en influenciar a otra persona. Son diestros en conseguir que la gente siga sus sugerencias, incluso sugerencias
que la persona ignora estar recibiendo.» (p. 234). Luego Masson se pregunta: «Tal cambio enorgullecía a
Haley. A mi me asusta mucho. Pues, en lo que a eso refiere, ¿de qué manera Haley, Erickson o cualquier otro,
van a cambiar a la gente como no sea en la dirección de sus propios valores?» (p. 234)
Luego Masson describe casos clínicos de Erickson en los cuales cuestiona afirmaciones de Erickson a Haley
como las siguientes: «El explica a Haley que al decir esto a ella 4 le permitió conocer a un hombre, casarse,
tener hijos y llevar una feliz vida matrimonial: “Era toda la violación que se necesitaba.” Erickson comenta: “Un
tiempo después, Grace me dijo que había acudido a mi con la resolución mental de que si yo consideraba
necesario seducirla, ella habría cedido… Yo la había violado, ¿cierto?” Deberíamos recordar que Erickson estaba
describiendo a una mujer joven a la que estaba tratando en Phoenix, a fines de los años 40 o principios de los
50. ¿Ayudó realmente a esta mujer a conseguir algo que ella deseaba o simplemente la obligó a ajustarse a los
patrones de la comunidad en que vivía. Tales actitudes sobre las mujeres y cómo debían lucir y comportarse
eran muy comunes en ese entonces y aun lo son en grandes segmentos de la población. Pero este relato se
publicó en 1985, y Haley no hace ni un solo comentario 102
acerca de los supuestos sexistas sobre los cuales se basaban los métodos de Erickson.» 4 (p. 235) (Énfasis en el
original)
Excelente punto el de Masson; en el análisis de ese caso y otros que cita en su libro, lanza al tapete un problema
ético que no puede soslayarse. Cuando un terapeuta ericksoniano tiene en mente el ciclo evolutivo de la familia y los
desafíos culturales para cada etapa de la vida para su cliente (Lankton, 1985b; Lankton y Lankton, 1983), ¿está
tomando en consideración que en realidad hay muchas formas socialmente aceptables de vivir la vida?; y que,
después de todo, lo importante son las metas que los pacientes tienen para la terapia, y su labor es ayudarlos a
formular bien esas metas (DeJong y Berg, 1998).
Con razón Masson (1991) finaliza la sección que dedica a la terapia ericksoniana afirmando: «Los
hipnoterapeutas son francos acerca de lo que buscan conseguir: poner a una persona en una condición
vulnerable e indefensa en la cual pueda decírsele lo que tiene que hacer.» (p. 242)
Aunque no comparto la visión que tiene Masson de la psicoterapia como una empresa socialmente peligrosa para
sus usuarios, ni tampoco comparto sus comentarios acerca de Erickson, las críticas de ese autor no debieran ser
pasadas por alto; especialmente cuando aquellos que se dedican a la hipnoterapia pueden sentirse embriagados con
la ilusión que son ellos con sus técnicas los que cambian a los pacientes.
Duncan et al. (1997) ofrecen el siguiente “recordatorio” para los terapeutas, que puede posibilitar que los
clientes recuperen su dignidad en la terapia:
«1. El cliente es héroe en el “drama” de la terapia. No hay grandes terapeutas, solamente grandes clientes y terapeutas que trabajan
unidos.
2. La terapia no es hecha al cliente. Es un intercambio (evento) interpersonal en el cual se coloca el énfasis en la cualidad de la
participación del cliente.
3. Las intervenciones no son el “trato” en la terapia. Las intervenciones 4 son extensiones de la alianza terapéutica que no puede ser
separada de la relación en la cual ocurren.
4. El terapeuta sugiere, los clientes eligen. Los terapeutas ofrecen explicaciones, teorías o enfoques de intervención como sugerencias
para el cliente las considere y después las acepte, las modifique o las descarte.» (p. 49)
Otro aspecto ético a considerar tiene relación con los tratamientos psicoterapéuticos publicitados como efectivos,
para los cuales en realidad no hay estudios de su eficacia. A este respecto pueden mencionarse dos tipos de
tratamiento: la utilidad de la autohipnosis como psicoterapia, y la terapia en la cual se confían a la sabiduría del
inconsciente los cambios requeridos, como ocurre en el uso de la “respuesta sanadora ultradiana” o autohipnosis
naturalista descrita por Rossi (Rossi, 1996; Rossi y Nimmons, 1991).
Autores como Alman y Lambrou (1992), y Abia y Robles (1993) que han escrito manuales de autohipnosis para ser
empleados como guías de autoayuda o auto-terapia, ¿han evaluado la eficacia de las estrategias ahí sugeridas? Por
ejemplo, Alman y Lambrou, que inician el capítulo 1 de su texto con las afirmaciones transcritas más abajo, no
incluyen ningún capítulo que se refiera a los resultados empíricos de los métodos propuestos en su libro:
«¿Está investigando la autohipnosis por primera vez? Puede estar interesado en saber que casi todo el mundo puede aprender a usar
autohipnosis para hacer cambios específicos en si mismos. Detener hábitos no deseados. Prevenir jaquecas. Reducir el estrés. Controlar
el dolor.
¿Quizá usted quiera estimular su [proceso de] toma de decisiones y aumentar su concentración? ¿Mejorar su habilidad atlética?
¿Cultivar una mejor comunicación en la relación interpersonal? ¿Ser más efectivo en sus propias metas personales? ¿Incluso mejorar los
logros en los negocios?
Este libro le ayudará a lograr o aumentar su éxito en todas esas áreas y más.
Le dará explicaciones detalladas acerca de cómo desarrollar su capacidad para [experimentar] autohipnosis y alcanzar sus metas.» (p.
3) (Énfasis añadido)
Además, como puede percatarse el lector, se mezclan áreas de aplicación que sí se han evaluado (autohipnosis
en el control del dolor [Barber, 1996], reducción de síntomas del estrés) con áreas de éxito hipotético. Y como
era esperable, en la página 4 aparece una fotografía de Erickson, a quien se adscribe la paternidad de los
métodos indirectos que se promete serán tratados en el manual.
Abia y Robles (1993), escriben:
«[…] Y les aseguramos que cuando nuestros dos cerebros están trabajando juntos 4 para nuestro bienestar saludable, van construyendo
caminos nuevos y diferentes, inesperados.
Pero nos preguntarás, ¿cómo en concreto, se logra esto? Con el cerebro izquierdo se puede razonar, darle explicaciones, y entiende. A
él van dirigidas las ideas que contiene este libro. Al cerebro derecho hay que hablarle en su lenguaje, el lenguaje de los símbolos, y
hacerlo sentir. A él están dirigidas algunas anécdotas y los ejercicios que se proponen en cada capítulo, también los mensajes en
cursivas. Algunos de estos ejercicios son de autohipnosis. Si los sigues al pie de la letra tendrás un camino 103
seguro y saludable para utilizar mejor tus capacidades contigo mismo y para lograr tus objetivos. A través de estos mismo ejercicios
podrás también darte cuenta si necesitas ayuda exterior para alcanzar alguno de ellos.» (p. 26) (Énfasis en el original)
Más adelante en su texto, Abia y Robles afirman que la hipnosis natural (y la autohipnosis) trabajan con los
recursos internos, que se han adquirido ya sea en forma consciente o inconsciente. Al igual que con el texto de
Alman y Lambrou, no hay un capítulo en el libro que se dedique a la evaluación empírica de los métodos
propuestos.
La lectura de ambos volúmenes permite percatarse que la metodología de trabajo propuesta consiste en el uso
de imaginerías. Existen diversos volúmenes dedicados a la imaginería publicados antes que los textos citados.
Entonces, ¿cuál es el papel de la autohipnosis? ¿Qué le agrega la autohipnosis a la imaginería auto-inducida?
Al respecto, permítaseme citar a Miller et al. (1997):
«A finales de los ’80, apareció en el escenario de la terapia norteamericana un nuevo enfoque para el tratamiento de clientes con
historias de experiencias traumáticas severas. El enfoque, conocido como Desensibilización y Reprocesamiento a través del Movimiento
de los Ojos (EMDR), parecía ser capaz de lograr resultados con los casos más intratables y lo hacía en menor tiempo que los
tratamientos existentes. El procedimiento era simple –los clientes recordaban las experiencias traumáticas mientras miraban los dedos
de su terapeuta que se movían hacia atrás y hacia delante cada medio segundo o por un período de 5 a 15 segundos. De acuerdo a sus
inventores, los movimientos del ojo ayudaban a los individuos traumatizados a “re-equilibrar los procesos cerebrales” en la misma forma
que los movimientos REM de los ojos en el sueño normal ayudaban a los individuos no traumatizados a procesar la experiencia
cotidiana. Esta explicación fisiológica, en combinación con el éxito aparente de un procedimiento tan simple, catapultó a la EMDR al
centro de la atención del público y los profesionales, y la transformó en un procedimiento estándar en un número creciente de clínicas
para problemas de salud mental en el país [USA].
Hay solamente un problema –hay poca evidencia científica que la [terapia] EMDR tenga algún efecto más allá del efecto placebo u otros
factores conocidos que son efectivos con los clientes traumatizados (v.g., exposición). Efectivamente, uno de los únicos estudios (Lytle, 1993)
que se han llevado a cabo para comparar la [terapia] EMDR con una condición placebo activa, encontró que los sujetos tratados con el
procedimiento no tuvieron resultados mejores que aquellos tratados con el tratamiento placebo activo, aunque ambos grupos lograron
resultados inmediatos que fueron significativamente mejores que aquellos obtenidos por sujetos en una condición de control no directiva. El
mismo estudio sugiere que algo más común que la inducción de los movimientos de los ojos podría ser el responsable de los resultados
asociados a ese procedimiento.
En el estudio de Lytle, el tratamiento administrado a los sujetos en el grupo control con placebo activo fue muy similar a la [terapia] EMDR –con
una excepción importante. En lugar de mover los ojos, se instruyó a los sujetos en el grupo de control con placebo activo para que fijaran su
mirada en un lugar en la pared mientras recordaban las memorias traumáticas. Esos sujetos que mantuvieron su mirada fija y lograron
resultados equivalentes a aquellos que usaron un procedimiento técnicamente opuesto, mover los ojos, sugiere que es otro factor y no la
técnica que supuestamente altera la fisiología, el que es responsable de la mejoría de los sujetos en ambos grupos –es decir, el cliente y el
terapeuta implicados en un ritual curativo activo, estructurado, especializado y técnico, que ambos creen que será terapéutico.
Los rituales tienen características similares en los procedimientos curativos de la mayoría de las culturas y son conocidos desde los orígenes de
la sociedad humana. Su uso inspira esperanza y expectativa positiva para el cambio al transmitir que el usuario –ya sea el curandero, chamán,
astrólogo o terapeuta– tiene un conjunto especial de habilidades para facilitar la curación. Importa poco que los procedimientos no sean en si
mismos los agentes causales del cambio. Más bien, lo importante es que los participantes tienen un método estructurado y concreto para
movilizar los factores placebo en el proceso de recuperación.
Cuando es vista como un ritual curativo, la [terapia] EMDR no es nada nuevo en la práctica de la psicoterapia. Los rituales de curación
han sido parte de la práctica de la psicoterapia desde sus orígenes. Ya sea que se instruya a los clientes a recostarse en el diván, hablar
a una silla vacía, escribir los pensamientos negativos, decirse frases positivas, o –como está en boga– escuchar la retroalimentación de
un equipo anónimo que está detrás de un espejo de visión unilateral, los profesionales de la salud mental están básicamente
involucrados en rituales curativos. Por lo tanto, puesto que al comparar las técnicas psicoterapéuticas se han encontrado pocas
diferencias en su efectividad, ellas pueden ser concebidas como rituales sanadores –técnicamente inertes, pero métodos, sin embargo,
poderosos y sistemáticos para aumentar los efectos de los factores placebo.» (p. 129-131) [Énfasis en el original]
Rossi fue el primer autor en introducir la noción de los ritmos ultradianos en la literatura de la hipnosis
naturalista (Rossi, 1982), y sugerir que la hipnosis naturalista de Erickson está haciendo uso de la fase de
descanso ultradiana, la cual por si misma puede facilitar que los ritmos desordenados por el estrés se
reordenen (Rossi, 1986/1993; Rossi, 1994). Rossi (1996) ha reportado la eficacia de la respuesta sanadora
ultradiana (Rossi y Nimmons, 1991), describiendo 13 casos únicos que presentaban diversos problemas. Es
obvio que se necesitan estudios con grupos de sujetos para validar los asertos e hipótesis de Rossi. ¿Hasta que
punto la autohipnosis naturalista es una terapia específica o inespecífica para los trastornos derivados del
estrés?4 Asimismo, ¿cómo se modifican, a través del método propuesto por Rossi, las pautas
cognitivas/experienciales que nos llevan a etiquetar como “estresantes” a diversas situaciones personales e
interpersonales?
¿Serán suficientes unos ejercicios de imaginería o tomar descansos ultradianos para resolver los problemas
persistentes de los clientes? ¿Podrá modificarse nuestra interacción disfuncional con nuestra pareja, con la cual
tenemos conflictos de poder en la relación, con el simple hecho de tomar algunas 104
“siestas” ultradianas o experimentar algunos ejercicios de imaginaría? ¿O se modificarán las pautas cognitivas e
interaccionales aprendidas desde la infancia que se relacionan con una visión de mundo que inevitablemente
nos llevará a la depresión? (Yapko, 1999)
Como afirmé en el Capítulo 1 de este volumen, Erickson no fue un reduccionista en su trabajo terapéutico. Es
de esperar que quienes se adscriben al “enfoque ericksoniano”, para el bien de este campo, recuerden las
“lecciones de ese viejo clínico” (Chogriz, 2001) para el desarrollo de una psicoterapia eficaz informada por los
resultados (Duncan y Miller, 2000; Duncan et al., en prensa).
Notas:
1 Me parece especialmente relevante la sistematización que han hecho en el CFTB de Milwaukee acerca de la relación cliente-terapeuta; es decir, el grado
de motivación del cliente para el cambio.
2 En el “mundo ericksoniano” hay terapeutas que han querido ver en las metáforas y anécdotas de Erickson una similitud con las narrativas de Epston y
White. Permítaseme citar a Epston (1989): «[Respecto a los orígenes de mi trabajo] Hasta entonces, el único antecedente con el que contaba eran las
historias clínicas de Milton Erickson y estoy seguro que este trabajo está claramente en la misma línea de ideas. Sin dudas, aquellas historias eran
monológicas y reflejaban la posición que yo mismo había adoptado entonces en mi práctica clínica. A medida que mi discernimiento fue creciendo,
gracias a los enfoques feministas y a algunas ideas de Foulcaut, fui adoptando como supuesto guía la idea de que la terapia familiar y cualquier terapia
relacionada con las cuestiones familiares establece relación de poder. También yo fui abandonando los “relatos desarrollados en la terapia” o las
“metáforas terapéuticas”, como finalmente se denominó, para volcarme a la creciente “terapia narrada”, es decir, aquella que fomenta el diálogo y en la
que el terapeuta abandona el papel privilegiado de autor y lo comparte con el paciente. El “texto” que adquiere la forma de cartas pasa a ser propiedad
de la familia.» (p. 14)
3 Véase el artículo de Geyerhofer y Komori (1999) y Selekman (1996)
4 Sugiero la lectura del artículo de Nardone y Salvini (1999), donde exponen los principios que guiaron dicha investigación en el Centro de Terapia
Estratégica de Arezzo.
5Empero, creo que el aporte de Nardone a la terapia breve puede verse obstaculizado por el estilo literario de ese autor. «Sin embargo, como
lamentablemente no tengo a mi disposición el texto en su lengua original […], me es imposible averiguar si el estilo pedante con que Nardone describe
las intervenciones terapéuticas en la sesión y la prescripción de las tareas, se debe a un traductor traidor o al estilo propio de comunicarse del autor. Si
fuera el segundo caso, sería simplemente un botón de muestra de por qué los terapeutas breves suelen ser acusados de fríos, manipuladores y
tramposos. En una nueva edición de esta interesante y útil obra, los editores debieran cuidar ese aspecto que puede alejar a potenciales usuarios que
podrían beneficiarse con ese tipo de terapia, así como a los terapeutas interesados en aprender terapia breve.» (Pacheco, 2001c, p. 27)
6 Los miembros del Grupo de Milwaukee se han preocupado de evaluar los resultados de su enfoque de terapia; véase DeJong y Berg (1998).
7 En Chile aun no existe una legislación de este tipo para proteger los derechos de los pacientes en salud mental. Sin embargo, en los últimos años se
han introducido una serie de modificaciones en la legislación sanitaria para proteger a los pacientes, e incluso se han modificado recientemente los
requisitos para ingresar a los pacientes a un hospital psiquiátrico. Por lo tanto, podemos esperar, para el bien de los clientes que acuden a psicoterapia,
que también se legisle en torno al consentimiento informado en la terapia psicológica.
Un signo de una mayor preocupación por la ética, que proviene de los mismos psicólogos, es la formación de la Comisión Nacional de Acreditación de Psicólogos
Clínicos. Puesto que en Chile no es obligatorio estar matriculado o asociado a la Asociación de Psicólogos para ejercer como tal, la Asociación [Colegio] de
Psicólogos y la Sociedad Chilena de Psicología Clínica, conjuntamente con un grupo de Universidades que imparten la carrera de Psicología, conformaron dicha
Comisión, cuyo objetivo es otorgar la acreditación como psicólogos clínicos a esos colegas que hayan recibido la formación teórica y clínica (supervisión clínica) que
les posibilita atender pacientes. Esa formación clínica se obtiene en estudios de postítulo con una duración mínima de 2 años, impartida por instituciones
debidamente reconocidas por esa Comisión, o por una formación clínica con un supervisor clínico debidamente acreditado por la Comisión. Actualmente, el servicio
de salud pública que co-financia la atención de los pacientes, reconoce como psicólogos clínicos a aquellos psicólogos debidamente acreditados; situación que
también está repitiéndose en las instituciones de seguros médicos privados (Isapres).
El Instituto Milton H. Erickson de Santiago (Centro Para el Desarrollo de la Psicoterapia Estratégica Breve) está acreditado desde el año 1996 ante la
Comisión como una institución que forma especialistas clínicos en terapia breve ericksoniana.
8 Se sugiere revisar a Matthews et al. (1998) respecto a la evaluación empírica de la amnesia como consecuencia de las metáforas entrelazadas.
9 Véase el artículo de Scheflin (1997)
10 Algunos ejemplos de esa actitud de los terapeutas en esos tiempos, se refleja en los textos de Anderson y Stewart (1988) y Bergman (1991).
11 Por ejemplo, Masson se refiere a Carl Rogers como un “dictador benevolente.”
12 Erickson le prescribe a una paciente soltera que vaya a su casa, que se desnude y observe el parche de piel que tiene entre las piernas.
13 Masson escribe, «A pesar de querer representar al prudente y bondadoso sabio de las leyendas orientales, Erickson era en realidad un siquiatra,
armado con todos los poderes de la medicina y la psiquiatría.» (1991, p. 239-240)
14 Duncan et al. (1997) proponen reemplazar la expresión “intervención” por invención. Exponen su posición del siguiente modo: «Intervenir es
“interponerse por medio del impedimento o la modificación”. Al igual que “entrevista”, implica que se hace algo a los clientes, más que con ellos, y en
consecuencia sobre-enfatizar la pericia técnica del terapeuta, retratando en forma inadecuada lo que hace exitosa a la terapia. “Intervención” no captura
la dependencia de la técnica de los recursos e ideas del cliente o cómo la técnica que es exitosa en cuanto emerge de la evaluación positiva del cliente
de la relación y que se acomoda a la teoría del cambio que posee el cliente. Estamos a favor de las palabras “invento” e 105
“invención.” Inventar es “encontrar o descubrir, producir por primera vez a través de la imaginación, el pensamiento ingenioso y el experimento.” Toda
técnica que es usada por primera vez, inventada por los clientes para que encaje en sus circunstancias.» (p. 62-63)
15 Los autores usan la metáfora explicativa de la asimetría cerebral como fundamento científico de su propuesta.
16 Véase Flores (1999) en la utilización de la respuesta sanadora ultradiana en hipertensión esencial 106
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Acerca del autor
Mario Pacheco León, Psicólogo Clínico y Supervisor Clínico Acreditado, es Co-Director de los Institutos Milton H. Erickson de Santiago de Chile y
de Mendoza, Argentina.
Ha sido docente del Curso de Psicoterapia e Hipnoterapia Ericksoniana en la Escuela de Psicología de la Universidad de Chile, Universidad Diego
Portales y Universidad Santo Tomás.
Actualmente es docente de la Cátedra de Psicoterapia Humanista en la Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales en Santiago.
Ha dirigido y dirige Tesis de Pre-Grado en Psicología, en el área de la psicoterapia y la hipnoterapia ericksoniana y terapia breve.
Además ejerce en forma privada como psicólogo clínico, y dicta Seminarios, Talleres y Cursos de Formación Clínica en Psicoterapia Ericksoniana y
Terapia Breve tanto en Chile como en Mendoza y San Luis, Argentina.
Ha publicado artículos en la Revista de Psicoterapia de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica; y ha participado como expositor y tallerista en
Congresos Nacionales de Psicología Clínica organizados por la Sociedad Chilena de Psicología Clínica, en los Encuentros de Psicoterapeutas
Humanistas y Transpersonales, y en los Encuentros de Psicoterapeutas Ericksonianos de América Latina.
Forma parte del Consejo Editorial de la Revista de Psicoterapia Ericksoniana que se publica en la página web del Instituto Milton H. Erickson de
Santiago (www.hipnoterapiaestrategica.cl) 116
INDICE
Primera Parte: Desde la hipnosis a la psicoterapia
Capítulo 1: Milton H. Erickson: Un pragmático inusual
p. 7
Capítulo 2: Erickson y su estudio de la hipnosis
Acercamientos a la inducción de trance y la naturaleza de la sugestión hipnótica.
Investigación de la alteración hipnótica de las experiencias sensoriales, perceptuales
y procesos psicofisiológicos.
Investigación de procesos psicodinámicos
p. 9
Capítulo 3: De la hipnosis a la hipnoterapia: El salto epistémico
La naturaleza del cambio psicológico en la terapia hipnótica según Erickson
¿Para qué usar hipnosis en psicoterapia?
Individualización de la psicoterapia
La resistencia al trance y a la psicoterapia
Hipnoterapia breve
Hipnosis naturalista: Trance “común de cada día” o hipnosis no formal
p. 14
Capítulo 4: Rasgos distintivos de la psicoterapia de Erickson
El pragmatismo de Erickson
Foco en los problemas: Un enfoque no patologizante
Orientación temporal en el presente y hacia el futuro
Rol activo del terapeuta: Erickson, un terapeuta estratégico
Hipnosis formal: Su uso estratégico
Directividad e indirección terapéutica
Uso del humor en la terapia
Orientación intrapersonal e interpersonal de la terapia
Terapia breve
Pacientes activos: Énfasis en las tareas entre sesiones
Utilización terapéutica
Utilización de los contextos sociales de los clientes
p. 22
Segunda Parte: Las diversas lecturas de la psicoterapia de Erickson
Capítulo 5: Erickson y el Proyecto Bateson para el estudio de la comunicación humana: Desde el
análisis de los trances religiosos en Bali hasta la teoría de la doble coacción de Bateson
p. 37 117
Capítulo 6: La terapia estratégica de Jay Haley
p. 40
Capítulo 7: Erickson, el Mental Research Institute (MRI) y el Centro de Terapia Breve
del MRI: “Hipnoterapia sin trance”
La pragmática de la comunicación
Terapia breve centrada en la resolución de problemas
Erickson y el enfoque interaccional
“Hipnoterapia sin trance”
p. 45
Capítulo 8: El estudio de las pautas lingüísticas en la terapia hipnótica de Erickson: La
Programación Neurolingüística
p. 52
Capítulo 9: El Enfoque Orientado a la Solución de Milwaukee y Erickson
p. 56
Capítulo 10: Ernest Rossi y las bases psicobiológicas de la hipnosis y la hipnoterapia
p. 61
Capítulo 11: Michael Yapko, la hipnosis como un medio para influenciar la experiencia
del paciente
p. 65
Capítulo 12: El “Diamante Ericksoniano”, el metamodelo de la terapia ericksoniana de
Jeffrey K. Zeig
p. 68
Tercera Parte: La terapia ericksoniana en el nuevo milenio
Capítulo 13: Lo que funciona en terapia: La eficacia de la terapia en un marco
ericksoniano
p. 70
Capítulo 14: La terapia “hipnótica” como un puente entre la terapia estratégica y la
terapia experiencial: Las emociones en la psicoterapia
p. 80
Capítulo 15: La “hipnosis” en la Psicología de la Salud
p. 96
Epílogo: Los desafíos de una terapia ericksoniana en un mundo posmoderno
p. 99
Referencias bibliográficas
p. 106 118 119