El Príncipe Nicol+ís Maquiavelo
El Príncipe Nicol+ís Maquiavelo
El Príncipe Nicol+ís Maquiavelo
El Príncipe
Alianza editorial
El libro de bolsillo
Título original: IL Prínc ipe (1532)
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Composición: Grupo Aoaya
Impreso en Novoprint, S. A.
Printed in Spain
El Príncipe
43 Nicolás Maquiavelo al Magnífico Lorenzo de Me
dici
De los principados
47 l. Cuántos son los géneros de principados y
por qué modos se adquieren
48 ll. De los principados hereditarios
49 ID. De los principados mixtos
59 IV. Por qué razón el reino de Darío, que había
sido ocupado por Alejandro, no se rebeló
tras la muerte de éste contra sus sucesores
63 V. De qué modo se han de gobernar las ciuda-
des o principados que antes de su adquisi
ción se regían con sus propias leyes
7
65 VI. De los principados nuevos adquiridos con
las armas propias y con virtud
69 VII. De los principados nuevos adquiridos con
armas ajenas y por la fortuna
79 VIII . De los que llegaron al principado por me-
dio de crímenes
84 IX. Del principado civil
89 X. Cómo se bao de medir las fuerzas de todos
los principados
91 XI. De los principados eclesiásticos
95 :xn. Cuántos son los géneros de tropas y sobre
los soldados mercenarios
101 xm. De los soldados auxiliares, mixtos y propios
106 XIV. De lo que corresponde al príncipe en lo re-
lativo al arte de la guerra
109 XV. De aquellas cosas por las que los hombres
y sobre todo los príncipes son alabados o
censurados
111 XVI. De la liberalidad y la parsimonia
114 XVII . De la crueldad y de la clemencia, y si es
mejor ser amado que temido o viceversa
118 XVIII . De qué modo hao de guardar los príncipes
la palabra dada
122 XIX. De qué modo se ha de evitar ser desprecia-
do y odiado
134 XX. Si las fortalezas y otras muchas cosas que
los príncipes realizan cada dia son útiles o
inútiles
140 XXI. Qué debe hacer un príncipe para distin-
guirse
144 XXII. De los secretarios de los príncipes
8
146 xxm. Cómo se ha de huir de los aduladores
1 49 XXIV. Por qué han perdido sus Estados los prín-
cipes de Italia
151 XXV. En qué medida están sometidos a la fortu-
na los asuntos humanos y de qué forma se
les ha de hacer frente
1 55 XXVI. Exhortación a ponerse al frente de Italja y
liberarla de los bárbaros
161 Notas
9
Introducción
ll
Migud Ángd Granada
l2.
Introducción
13
Miguel Ángel Gnmada
14
I.nrroducción
15
Migud Angd Granada
...No sé, pues, si yo mereceré ser contado entre los que se en
gañan, si en estos discursos míos alabo demasiado los tiem
pos de los antiguos romanos y censuro los nuestros. Y verda
deramente si la virtud que entonces reinaba y el vicio que
16
lmroduccióo
17
Miguel Ángel Granada
18
Inrroducción
19
Miguel Angel Granada
20
lntroducción
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Migud Ángd Granada
22
lnrroducci6n
23
- -------------
-----
l\-tiguel Ángd Granada
25
l\lliguel Angel Granada
26
Introducción
27
Miguel Ángel Granada
28
lntroduccí6n
30
Introducción
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Migud Á.ngd Granada
32
lm:roducción
33
Migud Ángd Granada
34
Introducción
Miguel Á. Granada
Marzo de 1980
35
Bibliografía
a) Obras completas
l. 11 Pri11dpe e i Discom.
2. Arte delta gue"o e scrittt politicr mrirori.
37
El Príncipe
e) Ecliciones en castellano
MACHIAVELU, N.: Obrar: El Prfncip�. Disamos robre la pninera dlcada
d� Ttio Uvio, ú Ma11drágora, Cliua, versión, prólogo y notas de]. A. G.
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-: El Prlncipe, introducción, notas y apéndices de L. A. Arocena, Madrid,
1955 (versión bilingüe casteUano-italíano).
MAQUIAVELO, N.: Discursos sobre la primera década de Tito Livio, tra
ducción, introducción y notas de Ana Martínez Arancón, Madrid,
Alianza Edit., 1987.
-: Del arte de la guerra, introducción y traducción de Manuel Carrera
Díaz, Madrid, 1988.
-: Htstoria de FkJrencia, introducción y traducción de Félix Femández
Murga, Madrid, 1978.
-: La mandrágora, traducción de Angelina Valentinerti,
Barcelona, 1985
(versión bilingüe castellano-italiano).
Biografía
Maquiavdo y su época
-
: N. M � lo vtio culturalt• del Silo lempo, Bolonio, 1972. Traducción ita·
Uana de artículos publicados en inglés en diferentes revistas.
SKINER, Q.: Moqmov�lo. Madrid, Alianza Edit., 1984.
Sobre la presencia en España y Alemania, vid. To1ok, loe etl., pp. 146 y ss.
39
E! Prlncipe
El lenguaje de Maqujavelo
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El Príncipe
Nicolás Maquiavelo al Magnífico Lorenzo de
Medici*
43
Maquiavdo
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El Príncipe, m
45
De los principados
47
Maquiavelo
,. v� pnncipatibus h�redttnn'is.
El Príncipe, m
* De princípatibus mixtts.
49
Mllquiavelo
50
El Príncipe, m
51
Maquiavclo
52
El Príncipe, m
53
Maquiavelo
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El Príncipe, ill
55
Maquia,·clo
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Maquiavelo
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El Pñncipe,JV
59
Maquiavelo
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El Principe, 1V
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Maquiavdo
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El Prfncipe, V
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El Príncipe, VI
67
Maquiavdo
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El Priucip.:, VIl
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El Príncipe. VII
71
Maquiavdo
71
El Príncipe. VII
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Maquiavelo
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El Príncipe, VU
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Maquiavdo
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El Príncipe. VU
77
Maquiavdo
¡8
El Príncipe, vm
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Maquiavdo
So
El Prinápe, V1ll
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Maquiavelo
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El Príncipe, Vlll
Mnquiavdo
• De pri11dpa1u crvíh
El Príncipe, IX
ss
Maquaavdo
86
El Príncipe, IX
88
El Príncipe, X
90
El Pdncipe, XI
* De pri11dpatibus eccJeSiastids.
91
fvlnquinvdo
92
El Príncipe, XT
93
Maqui.avdo
94
El Príncipe:, xn
95
Maquiavdo
97
Maquiavelo
99
Maquiavelo
100
El Pñncipe, xm
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Maquiavdo
102
El Príncipe, XIII
1 03
Maquiavdo
104
El Príncipe, XIII
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- --
M.aquiavdo
106
El Príncipe, XIV
107
Maquiavclo
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El Príncipe, XV
109
Maquiavelo
1 10
El Príncipe, XVI
• De /iberalitate el paminonia.
111
moderación y como es debido- no se deja ver y no te evi
tará ser tachado de la cualidad opuesta. Además, si se
pretende conservar enue los hombres el título de liberal,
es necesario no privarse de ninguno de los componentes
de la suntuosidad, de manera que un príncipe de tal he
chura consumirá siempre en actos de ese tipo toda su ri
queza; al final se verá obligado -si desea seguir conser
vando la fama de liberal- a gravar a su pueblo más allá
de toda medida y a hacerse enojoso, poniendo en prácti
ca todos aquellos recursos que se pueden utilizar para
sacar dinero. Todo ello comenzará a hacerlo odioso ante
sus súbditos y poco apreciado por todos, cayendo al final
en la pobreza con el resultado de que -al haber perjudi
cado su liberalidad a muchos y favorecido a pocos- se
resentirá al primer inconveniente y correrá serio peligro
a la menor ocasión de riesgo que se presente. Si se da
cuenta de ello y pretende retractarse, se ganará inmedia
tamente la fama de tacaño48•
Un príncipe, por tanto -dado que no puede recurrir a
esta virtud de la liberalidad sin perjuicio suyo cuando se
hace manifiesta-, debe, si es prudente, no preocuparse
de ser tachado de tacaño, porque con el tiempo siempre
será considerado más liberal al ver sus súbditos que gra
cias a su parsimonia sus rentas le bastan, puede defen
derse de quien le hace la guerra, puede acometer empre
sas sin gravar a sus pueblos. De esta forma, al final, viene
a ser liberal con todos aquellos a quienes no quita nada
-que son muchísimos- y tacaño con todos aquellos a
quienes no da, que son pocos49• En nuestra propia época
hemos visto que solamente han hecho grandes cosas
quienes han llevado fama de tacaños; los demás se han
112
El Principc, XVl
1 13
Maquiavelo
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El Príncipe, XVIJ
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Muquiavelo
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El Príncipe, >.'VIT
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Maquiavelo
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El Príncipe, xvrn
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Maquiavdo
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El Príncipe, XVtu
121
-l
Maquiavelo
* DesconJernptu et odio fugiendo. &te es, con mucho, el capítulo más .latgo
del Prlncipe. En él desarrolla Maquiavelo su principio central de que el prin·
cipe debe evitar el desprecio y el odio del pueblo, pues tal falta debilita su
posición de poder y trae al final necesa.ri.runente la «ruina». Frente a ello, el
príncipe debe tratar por todos los medios de ganar el consentimiento popular
a su dominación. La extensión del capírulo viene determinada por su proocu·
pación polémica y por la necesidad de pet'SUlldir y movilizar ideológicamente.
122
El Principe, XIX
123
--:
Moc¡uiavelo
124
El Prlncipe. XIX
1 25
Maquiavclo
126
El Prfncipe, XIX
127
ta, amantes de la justicia, enemigos de la crueldad, bu
manos y afables- encontraran, con excepción del prime
ro, un triste final. Solam.ente Marco Aurelio vivió y murió
resperadísimo, porque accedió al grado de emperador
iure hereditado y no debía reconocimiento por ello ni a
los soldados ni a los pueblos; además -adornado de mu
chas virtudes que lo hacían respetable- mantuvo duran
te roda su vida a los dos grupos dentro de sus justos tér
minos y jamás se vio ni odiado ni despreciado. Pero
Pertinax fue hecho emperador comra la voluntad de los
soldados, los cuales -acostumbrados g vivir licenciosa
mente bajo Cómodo- no pudieron soportar aquella vida
honesta a que Pertinax los quería reducir. Por eso, ha
biéndose granjeado su odio y al unirse a este odio el des
precio por causa de su avanzada edad, se hundió ya en
los primeros momentos de su reinado.
Y aqui se debe señalar que el odio se conquista tanto
mediante las buenas obras como mediante las malas; por
eso, como ya he dicho con anterioridad, un príncipe que
quiera conservar el Estado se ve forzado a menudo a no
ser bueno, porque cuando aquella colectividad -sea el
pueblo o los soldados, o los grandes- de la que estimas
verte necesitado pata mantenerte, está corrompida, te
conviene seguir su humor para satisfacerla y entonces las
buenas obras te son enemigas. Pero vengamos a Alejandro
Severo, quien fue tan bondadoso que entre las otras ala
banzas que le son hechas figura la de que en catorce años
que conservó el imperio nadie fue jamás muerto por él sin
proceso regular. No obstante, tenido por un hombre afe
minado y sometido al gobierno de su madre, cayó en des
precio y el ejército conspiró contra él y lo asesinó.
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El Príncipe, XIX
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Maquiavelo
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El Príncipe, X1X
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Maquiavclo
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El Príncipe, XIX
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Maquiavclo
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El Pñncipe, XX
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El Príncipe, XXI
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Maquiavdo
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Maquiavelo
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El Principc:, XXD
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Maquiavdo
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Maquiavelo
i i l
* Cur Italiae prncpes regnum amsertml.
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Maquiavdo
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El Príncipe. XXV
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-�
Maquiavdo
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El Prlncipe, XXV
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El Princi�. XXVI
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Maquiavelo
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Maquiavelo
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Maquiavdo
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Notas
l. Son las dos fuentes dd saber político. Sin embargo, El Prfncipe pone
más énfasis en los ejemplos «frescoS» de la época contemporánea,
ya que (siendo su propósito la movilización) toma cuenta de que los
hombres se dejan persuadir más fácilmente por lo presente. Sobre d
valor exacto de la antigüedad, véase los proemios a los dos primeros
libros de los Díscorsí.
2. En d prólogo a la Mandrágora (1518) Maquiavdo decía: «Y sí juzgáis
indigna esta materia 1 por ser asaz li.viana 1 de hombre que quiere pa
recer prudente, 1 excusadlo en razón a que con estos 1 pensamientos
ligeros él se esfuer-ta 1 en hacer más benignos sus días tristes; 1 que
fuera de esto, donde 1 volver los ojos en verdad no tiene, 1 pues le
ha sido vedado 1 mostrar otras virtudes en más altas 1 empresas, y no
existe 1 a sus farigas premio.» Traducción de Rafad Cansinos Assens.
3. El «vivere libero» es la constitución republicana. Vid. capírulo V.
4. Sobre las colonias, véase Discom, 1, 1, y Il, 6.
5. Máxima ya presente en De/ modo di trattare 1 popolz tk/14 Valdtchtana
ríbel/4/l (1503 ): «l Romani pensarono una volta che i popoli ribellati
si debbano o beneficare o spegnere e che ogni altea vía sia pericolosis
si.ma» (Opere, TI, pp. 71-75).
6. Son frecuentes en El Príncipe las comparaciones de la problemática
poürica con anes como la medicina y la arquitectura, testimonio de la
concepción técnica de la misma y de la existencia en dla de una lógica
interna_ Las comparaciones con los procesos naturales (vid. d símil
sobre los principados nuevos surgidos espontáneamente con ayuda
de la fomma -capítulo Vil, cnmienzcr- y la famosa ecuación fonuna
= torrente, dd capítulo XXV) muestran similarmente su pensamiento
161
Notas
úril a este respecto consultar el artículo de Chabod («Esíste uno Staro del
Rinascimenro?>t) citado en la bibliografía. Maquiavelo es abienamente
hostil al Estado feudal, como muestra en El Príncipe su valoración de la
conducta de César Borgia, Alejandro VI, julio IT y Fernando el Católico.
9. Vid. Discorsi, TI, 2.
10. El pñncipe y el Estado descansan y sólo pueden mantenerse median
te la autonomía o autosuficiencia, lo cual implica necesariamente la
posesión de la «fuerza» necesaria. Puede leerse E/ Príncipe como una
reflexión sobre la fuerza y la seguridad del Estado.
11. Otras referencias de Maquiavelo a Savonarola en la carta del 9 de
marzo de 1498, en los Discorsi (I, 1 1 y 45; m, 30) y en el Decemzale
Primo ( 1504), versos 154-165. La valoración del fraile por Maquiavelo
es siempre estrictamente políúca, como en general la valoración de la
16)
Notas
XII del primer libro de los Discorsi titulado precisamente <illi quan
ra importanza sia renere como deUa Religionc, e come la Italia, per
esserne mancara mediante la Chiesa Romana, e rovinata». Según Ma
quiavelo, la Iglesia ha corrompido la virtud italiana mediante la total
degeneración de la reli.gión, concebida siempre por él como fuerza de
cohesión social y de «consentimiento» en una perspecriva puramente
política e inmanente. En dicho capítulo Maquiavelo afirma que la cau
sa de que Italia no haya llegado (como Francia y España) a la obedien
cia de un solo póncipe o república reside precisamente en la Iglesia, lo
suficiememeore débil para llevarlo a cabo y lo suficientemente fuerte
para impedir que otro Estado italiano lo haga.
25. Referencia a la siruación de equilibrio enrre la paz de Lod.i (1454) y la
bajada de Carlos VIII a Nápoles (1494), momento que según Maquis
velo dio comienzo al «movimiento» (capírulo XXV) que ha originado
la «ruina» de Italia.
26. León X, hijo de Lorenzo cl Magnífico, elegido papa a la muerte de
Julio J I en 1513. Primera mención en El Prhtcipe al papel histórico
de los Medici; el tema se recoge en el epílogo final.
27. J..a anécdota de Carlos Vlll fue acuñada por Philippe de Commines
y se hizo proverbial para señalar la ausencia de resistencia con que el
rey de Francia se había paseado por It.alia: la única arma que tuvo que
emplear fue el yeso con el que marcar los alojamientos de sus oficiales.
La siguiente alusión es a Savonaro.la, que en su sermón del 1 de no·
viembre de 1494 decía: «Tus crímenes, pues, ItAlia, Roma, Florencia,
ru impiedad, rus lujurias, rus usuras, rus crueldades, rus crímenes, han
originado estas tribulaciones: he aquí la causa, y si has encontrado la
causa de este mal, busca la medicina.» El tono verdaderamente vio·
lento que tienen los capítulos militares del Prf,dpe (XII-XIV) proce
den a la vez de la conciencia del hundimiento político de Italia y de
la oposición de Maquíavelo a las teorías militares contemporáneas.
Por razones críticas y por Ja orientación radical de su pensamiento,
Maquiavelo hace aquí causa única del desastre a la organización mi·
litar basada en tropas mercenarias o auxiliares; CJl otros momentos, a
la polldca de la Iglesia y a su corrupción de la religión (capírulo Xll
de los Discorsi) y finalmente a la incompetencia de los póncipes italia·
nos (capítulo XXIV del Príndpe) y a la corrupción de las repúblicas
ciudadanas (capítulos XVTI y XVIll del primer libro de los Discom;
momento del comienzo del Príncipe).
28. Maquiavelo ya estaba empleado en la secretaría Oorcnúna cuando se
produjo el asumo Vitelli. Véase el Discorso sopra le rose di Psai ( 1499)
y el Ducorso de/l'ordinare ÚJ stato di Firenze alle armi (1506). Como es
obvio, el pensnmienro militar de Maquíavelo se encuentra expuesro
de manera completa en el Arte de/la guerra (1519).
29. Venecia fue derrotada en Vailate o Agnadello en 1 509 por las tropas
Norm;
de Julio II y Luis XII de Francia. Con ello Venecia perdis sus pose
siones de «terra ferma». El episodio aparece cons[SJltcrnente mencio
nado en El Principe. Tras derrotar a Venecia, Julio II constituyó la
Liga Santa contra Francia. La tradicional vinculación de Florencia a
Francia fue motivo del ataque de la Liga centro Florencia, lo cual trajo
consigo el hundimiento de la República y la restauración del poder
mediceo basta 1527.
30. Maqumvelo se refiere a la larga y compleja lucha de las comunas ciu
dadanas del norte y centro de Italia en contra de la nobleza y del
emperador, terminada en victoria a finales del siglo XIII y que abre el
periodo de dominación patricia sobre el resto del «popole».
31. Según Maquiavelo,Julio ll fue un príncipe que, con independencia de
su virtu personal, siempre tuvo lafortuna de su parte o, dicho con más
precisión, la forruna o quolilil de1 tmq11 concordaba con la manera
violenta e impetuosa de su proceder. Véanse las consideraciones que
a este respecto hace Maquiavelo en el interesanósimo capítulo XXV
y en los capítulos 9 y 44 del Libro m de los Dscorsi.
i Por el contrario,
César Borgia habría tenido la forruna en su contra, al menos en buena
parte y en el momento decisivo; en el capfrulo XXVI hay una referen
cia implícita a su reprobación final por la fortuna.
32. En 1499.
JJ. Militanneme son superiores las tropas auxiliares a las mercenarias.
pero por ello son doblemente peligrosas: las mercenarias son peli
grosas si pierden , pues el príncipe queda a merced del enemigo; las
auxiliares, sobre 10do si vencen, pues depende absolutamente de un
ejército cohesionado al mando de otro. La valoración de Maquiavelo
está en función del riesgo político que comportan. Con posterioridad
al Príncipe (en Discorsi, 11, 20) Maqumvelo vuelve sobre estos puntos:
«Y un príncipe o una república ambiciosa no puede encontur mejor
ocasión de ocupar una ciudad o un país que ser llanudo a enviar sus
ejércitos a la defensa de éstos. Asf, el que es tan ambicioso que no
solamente para defenderse, sino para atacar a otros, pide semejantes
ayudas, trata de conseguir lo que no puede conservar y que le: puede
ser arrebatado fácilmente por d que se lo proporciona.» Para nuestro
autor está claro que debe haber una estricta proporción entre ambi
ción o expansión y fuerza real¡ véase supra, capitulo m.
34. Mnquiavelo hace aquí una interpretación alegórica del pasaje bíbli
co, admitiendo que en él se halla contenida una enseñanza latente.
Posteriormente (en el famoslsimo pasaje del centauro Quirón en el
capítulo XVlll) hará lo mismo, pero esta vez con una fábula de la
mitología clásica. No se puede dejar de poner en conexión estas in
terpretaciones -y la concepción de la verdad y de la enseñanza que
en ellas se expresa- con d movimiento neoplatónico florentino de
Ficino y Pico: ellos desarroUaron minuciosamente la concepción eso-
Now
166
-
¡1
Notas
42. Compárese con la imagen del arquero en el capítulo VI, con la cual
abre Maquiavelo su estudio del «principe nuovo».
43. Véase lo que sobre Escipión, en comparación con Anlbal, dice Ma
quiavelo más tarde en el capítulo XVll. Contrástese también con
Discorsi, m, 21, y con los farnosisimos Ghiribiui al Soderini, ahora
fechados como de 1506.
44. Se ha dicho que Maquiavelo inaugura la política como cálculo y riesgo
calculado. Esta verdad (que no es toda la verdad, porque «la fortu·
na es mujer y amiga de los ó j venes impetuOSOS», capítulo XXV) nos
permite -con Ja imagen con que ahora ilumina su exposición y da
expresión pictórica a su enseñanza- ver la conexión de su mentalidad
política con la formación en Italia desde el siglo Xll de la mentali
dad calculadora del empresario, comerciante y financiero Borentino,
veneciano, milanés o sienés.
45. Los vocablos italianos son «avaro» y <<misero».
46. El análisis de estas cualidades y su movimiento dialéctico es el objeto
de los capítulos posteriores (XVI-XXIII).
47. Hay vicios que arrebatan el Estado (el ser odiado y respetado por
los pueblos). El príncipe debe huir de ellos. Otros no son tan per
judiciales y, por tanto, no se ha de abrigar temor a incurrir en ellos.
Pero Maquiavdo dice algo más y se sirve de la expresión latina etam i
para indicar el salto a un nivel superior: para conservar el Estado hay
que incurrir en ciertos vicios. Y aquí Maquiavdo Uega a uno de sus
mayores logros: vistas las cosas como son (en su inserción real y en su
movimiento en el tiempo), hay presuntas cosas buenas que, en reali
dad, son malas y vicios que en realidad son virtudes. Se disuelve así
el concepto medieval cristiano de vinud en la nueva concepción ma
quiavdiana de la v1rtu política, capacidad de acción en el presente
real hacia la obtención del fin. Los siguientes capítulos desarroUao en
casos concretos esta dialéctica de virtudes y vicios superficiales que
en su desarroUo real se transforman en sus contrarios.
48. Lo que en una consideración superficial parece virtud es, en reali
dad, en la veritt1 e/fmuale, un vicio o un mal. Un planteamiento po
litico superficial genera el od.io del pueblo (porque lo perjudica, lo
oprime y el pueblo no quiere ser oprimido según se ha dicho en el
capítulo IX) y, en consecuencia, la pérdida del Estado.
49. Primer ejemplo de la dialéctica vinud/vicio o apariencia/realidad.
50. La mentalidad 6nancíera y calculadora de los sectores burgueses flo
rentinos inspira este pasaje.
5 1 . Eneida, 1, vv. 562-563: «La dura necesidad y la novedad del reino me
obligan a adoptar tales medidas y a defender con amplia guardia los
confines.» Nuevo ejemplo de la dialécóca vicio/virtud: la feroz crueldad
de César Borgia fue, en realidad, un bien, pues aponó orden y seguri
dad a sus súbditos (su actirud fue, pues, buena y virtuosa); por d contra-
Notas
168
NO!:tS
170