Arruzza, Cinzia - Teoria de La Reproducción Social. Elementos Fundamentales para Un Feminismo Marxista.
Arruzza, Cinzia - Teoria de La Reproducción Social. Elementos Fundamentales para Un Feminismo Marxista.
Arruzza, Cinzia - Teoria de La Reproducción Social. Elementos Fundamentales para Un Feminismo Marxista.
ISSN 2313-9749
ISSN en línea 2683-9601
Año VIII, nº 16, pp. 37-69
de historia del movimiento obrero y la izquierda marzo de 2020-agosto de 2020
Abstract: This text covers the fundamental elements of the Theory of Social
Reproduction as it bets on a contemporary Marxist feminism. It begins with the
definition of what is social reproduction under capitalism, and then goes into
the debates about the relations between production and reproduction; what is
the role of the family; how sexuality and reproductive rights can be thought from
this point of view; and how can neoliberal dispossession processes be read in
terms of social reproduction. This topics are developed in dialogue with other
traditions of Feminist theory such as French materialism, intersectionality, the
commitment to “the commons” and autonomism.
Keywords: Feminism – Marxism – social reproduction – working class
1. El texto surge de la transcripción realizada por Paula Varela y Lucas Poy, a partir
del audio grabado por Antonio Oliva, que asistió al Niep-Marx 2019. La traducción
y edición estuvo a cargo de Paula Varela. Agradecemos a las autoras la autorización
para su publicación. Todas las notas al pie son de nuestra edición.
2. Debido a que, en el idioma inglés, los sustantivos (como trabajador/a o trabaja-
dores/as) no tienen género (worker o workers), hemos decidido adoptar el femenino
como regla general. De modo que donde dice “trabajadora” o “trabajadoras” no signi-
fica que las autoras hayan referido particularmente a trabajadoras mujeres, sino que
han referido a trabajadoras mujeres, varones o de cualquier género indistintamente.
3. Marxism and the Oppression of Women (Vogel, 2013), publicado originalmente en
1983 y reeditado con prólogo de Susan Ferguson y David McNally.
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mer lugar, que las trabajadoras tienen que existir, es decir, que tienen
que ser producidas biológicamente; pero en segundo lugar, que tienen
que reproducirse cotidianamente: necesitan reponer fuerzas no sólo
físicamente sino también mental y psicológicamente. Y esto implica la
socialización de las futuras trabajadoras, más allá de si tienen chan-
ces de ingresar al mercado de trabajo y encontrar un empleo. En este
punto de la reproducción generacional de la fuerza de trabajo quisiera
subrayar tres elementos. En primer lugar, que hablar de reproducción
social implica hablar de una reproducción material, física, de la fuerza
de trabajo porque, como es evidente, si nuestros cuerpos no están vivos
y no están saludables, no hay reproducción social. Pero la reproduc-
ción social también incluye otras actividades destinadas a dar forma, a
moldear a las personas. Para ponerlo en palabras simples: no nacemos
con una propensión natural a trabajar 8 o 9 horas diarias o a prestar
atención en una clase durante 3 horas en un aula (como ustedes están
haciendo hoy aquí). Esto no nos surge naturalmente. Debemos ser dis-
ciplinadas, debemos ser formateadas para aguantar estar sentadas tres
horas en una clase… ¡e incluso disfrutarlo! O estar sentadas durante
horas en una computadora o en un puesto de trabajo en una fábrica
y, aunque no lo disfrutemos, ser capaces de hacerlo. Entonces, la re-
producción social también tiene que ver con la socialización. En otras
palabras, la reproducción de actitudes, predisposiciones, habilidades,
calificaciones; en cierto sentido es la reproducción de la subjetividad e
incluso la internalización de las formas de la disciplina.
Dicho esto, quisiera referirme a dos cuestiones. La primera está
relacionada con la pregunta acerca de si hay un reduccionismo bio-
lógico4 al pensar la reproducción social desde el punto de vista de la
reproducción de la fuerza de trabajo. La reproducción biológica es un
hecho para la vida. La gente se reproduce biológicamente para vivir.
Quizás en un futuro distante nos reproduzcamos en otras formas, pero
por ahora, necesitamos tener bebés para reproducirnos, y el feminis-
mo tiene que poder lidiar con esto. Primero porque, aunque no solo
las mujeres tienen bebés, en su gran mayoría somos mujeres las que
tenemos los bebés. La teoría de la reproducción social no coloca en el
hecho de tener bebés, o en la maternidad, la causa de la opresión de
las mujeres. Eso sí sería un reduccionismo biológico. Pero eso no es
lo que nosotras decimos. El punto está en las relaciones sociales que
organizan la reproducción biológica: cómo este hecho vital se transfor-
ma en un hecho social. Es decir, cuáles son las relaciones sociales que
organizan el embarazo, el parto, el “tener bebés”, pero también cuáles
4. Aquí Arruzza hace referencia a una pregunta del público. Para profundizar en esta
discusión, véase Arruzza (2015).
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son las relaciones sociales más generales que tienen impacto en el pro-
ceso biológico de tener bebés. Entonces, el problema está en el punto de
encuentro entre el “hecho biológico” y el “hecho social”. No hay ningún
destino en la biología, no hay ninguna predestinación en la biología. En
una sociedad que no esté orientada a la producción de ganancia (como
el capitalismo), la reproducción biológica, el “tener bebés”, no tiene
porqué ser una fuente de opresión. Podría organizarse de una manera
completamente diferente a como es hoy. Entonces, no creo que la teoría
de la reproducción social corra un riesgo de sesgo biologicista sino que
creo que tiene que hablar de la reproducción biológica porque es una
parte importante de lo que las mujeres y los cuerpos gestantes hacen
a la hora de reproducir la fuerza de trabajo. Y tiene que hablar de la
forma en que la producción industrial de masas (Tithi va a referirse a
eso más tarde) sujeta, moldea, incluso esa reproducción biológica. La
producción industrial de masas juega claramente un papel fundamental
en darle forma a los roles de género en un modo determinado y, de este
modo, en generar la opresión de género.
La segunda cuestión debería haberla aclarado al inicio. En la tra-
dición marxista, el término “reproducción social” ha sido usado de
diferentes maneras. En la tradición althusseriana, la reproducción
social refiere no sólo a la reproducción de la fuerza de trabajo sino a la
reproducción de la sociedad capitalista como un todo. Esto incluye, por
supuesto, los distintos circuitos del capital, pero también incluye lo que
Althusser llama las “condiciones de la producción”, la producción de
condiciones para la producción, por ejemplo, el Estado, la policía, las
fuerzas armadas, los aparatos ideológicos del Estado, etc. Esta es una
acepción más amplia del término “reproducción social”. En la teoría
feminista marxista, la reproducción social refiere a algo más puntual,
más estrecho: a la reproducción de la fuerza de trabajo. Esto no es
incompatible con la visión althusseriana, el problema es que desafor-
tunadamente se usa el mismo término y eso genera cierta confusión.
Johanna Brenner,5 por ejemplo, sugiere distinguir entre “reproduc-
ción societal” (para referirse a la reproducción del sistema capitalista
como un todo) que sería adecuada para la acepción althusseriana, y
“reproducción social” para referir a la reproducción de la fuerza de tra-
bajo, que sería la acepción del feminismo marxista. En síntesis, para
clarificar, cuando hablamos de “reproducción social” estamos usando
la categoría en sentido estrecho, como la usa el feminismo marxista,
y eso nos permite hacer foco en el rol del género y de la opresión de
género en el capitalismo. Es decir, hacer foco en la pregunta acerca de
6. Black Lives Matter (Las vidas negras importan) es un movimiento social y político
surgido en 2013 en Estados Unidos contra la brutalidad policial hacia las personas
negras. El hecho que desencadenó el movimiento fue la absolución del policía George
Zimmerman luego del asesinato del adolescente afroamericano Trayvon Martin. En
2014, BLM cobró notoriedad a nivel nacional e internacional por sus movilizaciones
y protestas luego de los asesinatos de los jóvenes afroamericanos Michael Brown, en
Ferguson (estado de Misuri), y Eric Garner, en Staten Island (estado de Nueva York).
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8. Comunidad rural rusa en la que las tierras eran colectivas y regía la asignación
familiar de parcelas para el cultivo.
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Hay otra cuestión en relación con los ataques a los derechos repro-
ductivos. Creo que en Estados Unidos suele pensarse que la Iglesia
Católica es la primera en atacar los derechos reproductivos, pero no es
así. La Iglesia Católica en el siglo XIX fue, de facto, pro aborto, porque
la creencia se basaba en este concepto tan especial de los católicos
que es la “aceleración” (“quickening”), que es la idea de que durante
un cierto número de semanas el embrión se desarrolla en el útero y,
en un momento dado, existe esta aceleración y ese es el momento en
que el embrión recibe un alma.10 Esta era una idea bastante común en
la ideología cristiana, motivo por el cual la Iglesia decía que antes de
ese momento una podía hacer lo que quisiera con el embrión, sencilla-
mente porque no era un ser humano. Solo después de la “aceleración”
se transformaba en ser humano, por lo que antes de ese momento la
Iglesia no tenía nada para decir sobre el aborto. En Estados Unidos
hay un elemento claramente malthusiano en el ataque a los derechos
reproductivos: la idea de que la tasa poblacional está cayendo, motivo
por el cual hay que asegurarse que las mujeres produzcan más y más
bebes. Por cierto, no olvidemos que Stalin, cuando pensó que la tasa de
natalidad de la Unión Soviética tenía que competir con los promedios
mundiales, comenzó a ofrecer medallas a las mujeres que tuvieran
más niños. La sociedad que fue la primera en establecer el derecho al
aborto como parte de las reformas de la Revolución Rusa, bajo Stalin
repartió medallas para premiar la maternidad.
Volviendo al inicio, creo que la TRS puede predecir tendencias por-
que tiene una visión de la totalidad del capitalismo y eso nos permite
conectar estas tendencias a los momentos de crisis capitalista. Pero las
formas de expresión de esa crisis van a variar según los países, motivo
por el cual necesitamos investigaciones históricas serias que ilustren
cómo opera el proceso en cada esfera particular. Una última cosa so-
bre la TRS y el aborto y los derechos reproductivos: el derecho a tener
bebés es tan importante como el derecho al aborto, porque en varios
estados de África las mujeres de color han sido esterilizadas de manera
forzada y sin saberlo. La cuestión de la esterilización forzada debe ser
de particular importancia para nosotras como feministas marxistas y
como revolucionarias marxistas. Tenemos el derecho a producir bebés
del mismo modo que el derecho a negarnos a producir bebés. Ambos
derechos son igual de importantes.
La TRS es particularmente útil, creo, para debatir con el feminismo
liberal que considera el derecho al aborto, simplemente, como un pro-
10. “Hasta que el feto no se aceleraba, es decir hasta que la madre no sentía movi-
miento, no adquiría alma, y el fin de un embarazo solo se consideraba aborto después
de ese momento” (Wiesner-Hanks, 2001).
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blema del útero. Por supuesto que el aborto es un problema del útero
de las mujeres y los cuerpos gestantes, motivo por el cual la decisión de
abortar es patrimonio de esos cuerpos. En ese sentido es un problema
de “elección”: es mi elección individual si quiero tener una bebé o no
tenerlo. Lo que la TRS introduce es la pregunta por las condiciones que
son necesarias para que una mujer realice esa elección. Para decidir
tener una bebé quiero tener un trabajo estable, que mi pareja tenga
un trabajo estable, si es que tengo pareja. Quiero estar segura de que,
una vez que nazca, mi hija tendrá acceso a la educación pública de
forma gratuita, o al servicio de salud cuando lo necesite, e incluso que
yo pueda tener un parto seguro. Para tener una bebé también exijo
vivir en un barrio seguro en el que mi niño (si es varón) o el padre de
mi niño (si es varón), no sea asesinado por la policía, demando esos
derechos. Todos esos temas están íntimamente relacionados con te-
ner una bebé: el trabajo, el estatus migratorio, el barrio, la política de
encarcelamiento policial, etc. Todo eso está conectado al momento en
que una mujer decide tener un hijo o no tenerlo. Reducir la cuestión
del aborto sólo al momento de la decisión es tergiversar y malinterpre-
tar completamente la complejidad del proceso social que implica esa
decisión. Como feministas de la reproducción social es nuestro deber
mirar el cuadro completo que hace a la toma de decisión, en lugar de
mirar la decisión en sí misma.
etc. Desde mi punto de vista, la TRS puede ser útil para elaborar una
perspectiva de qué es necesario para tener una justicia reproductiva
que no sea racializada y que incluya, realmente, a las mujeres de la
clase trabajadora pobre.
13. Véase Harvey (2004), el capítulo IV: “La acumulación por desposesión”.
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pero, sin lugar a dudas, el modo en que las mujeres son oprimidas en
el capitalismo no es el mismo que el de las sociedades agrarias.
El fenómeno de la opresión de las mujeres excede el capitalismo
pero fue completamente transformado por el capitalismo, y decir
“transformado” no es lo mismo que decir “integrado”. Fue transformado
justamente por la necesidad de subordinar la reproducción social a la
producción de valor, la producción de ganancia. Yo diría que esa es la
diferencia teórica más grande con el feminismo materialista francés. En
última instancia, a nivel teórico, la diferencia está relacionada con el
poder explicativo que nosotras le damos a la producción de valor y a la
acumulación de capital para explicar ciertas dinámicas históricas. En
un sentido, somos marxistas heterodoxas, pero en otro sentido, somos
marxistas muy ortodoxas en la medida en que realmente creemos que
la acumulación de capital es el “corazón latiente” del capitalismo y es
el lugar donde hay que mirar para ampliar la mirada. La acumulación
tiene, para nosotras, un gran poder explicativo del conjunto de los
fenómenos sociales.
Nuestra mirada sobre el capitalismo de conjunto, y el modo en que
funciona, también tiene que ver con las diferencias entre la TRS y la
interseccionalidad. Yo diría que hay muchos puntos en común y que la
principal diferencia es que en la mirada de la interseccionalidad (que es
muy plural en su interior) lo que falta es una teoría del capitalismo como
tal, de cómo funciona, de cuál es la lógica del capitalismo y, por ende,
de qué es lo que explica la intersección de varias formas de opresión.
Sobre las relaciones de “los comunes”15 y su potencialidad creo que
es importante señalar lo siguiente. Cuando hablamos de TRS, no debe-
ríamos confundir las tendencias y los condicionantes, con los modelos
y los mecanismos específicos. Me explico: como hemos dicho, no todos
los aspectos de la vida están entera y directamente regulados por el
capitalismo. Hay un montón de cosas que pasan en la esfera de las
relaciones personales que están constreñidos por ciertos horizontes de
posibilidad pero que también están definidos por nuestra interacción
libre. No me refiero solo a lo que pasa en la familia, también en las
comunidades de amistad que son repositorios de afectos, de relaciones
no mercantilizadas y espacios de creación de lazos de solidaridad. Hay
allí, sin lugar a dudas, un elemento de “comunalidad”.
De todos modos, el problema es que todas estas relaciones se dan
bajo condicionantes específicos determinados por el capitalismo, que
Referencias