Hernandez Alonso y Sanz Alonso - Germania y Sociedad en Los Siglos de Oro

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Serie: LINGÜÍSTICA Y FILOLOGÍA. n.

° 3<S

HERNÁNDEZ ALONSO. César


Germania y sociedad en ios siglos de oro. La cárcel de Sevilla /
i César Hernández Alonso. Beatriz Sanz Alonso. - Valladolid: Secre-
I cariado de Publicaciones e Intercambio Edicorial. Universidad de
i Valladolid. [1999]
!
328 p.; 24 cm. - (Lingüística y Filología: 38)
ISBN 84-7762-999-4"

1. La Cárcel de Sevilla - Crítica e Interpretación 2. España -


■ Condiciones sociales - Siglo XVII 1. Sanz .Alonso. Beatriz, coauc. II.
; Universidad de Valladolid. Secretariado de Publicaciones e Ír.cercam- ;
! bio Editorial, ed. 111. Serie

821.134.2 La cárcel de Sevilla


946.0" 16"
C ésar H ernández : A lonso » B i-a ir ;.: S w / A; a >\ so

GERMANÍA Y SOCIEDAD
EN LOS SIGLOS DE ORO
LA CÁRCEL DE SEVILLA

secretariado de publicaciones
E INTERCAMBIO e d i t o r i a l
UNIVERSIDAD D E V A LLA D O U D
1. LA G E R M A N ÍA

Definía Cristóbal de Chaves ia germanía como ei lenguaje que usan los


valentones, rufianes y demás ralea, compuesto de palabras acomodadas a ia vida y
entendimiento de esta gentea
La germanía es, efectivamente, una jerga que afecta, en cuanto a lo lingüístico,
solamente a alguno de ios niveles en aue se organiza el lenguaje oral (léxico,
semántico y, subsidiariamente, morfonológico).
Y hemos dicho bien "lenguaje oral", porque la esencia de esca jerga es, en
principio, su oralideuL y cuantas plasmaciones gráficas ha sufrido son secundarias y
derivadas de sus intenciones originarias.

Son tres, a nuestro entender, los objetivos y las funciones de ia germanía;


La primera y fundamental fue servir de lenguaje críptico, de ocultación ante la
justicia, sus servidores y los soplones de aquella. Pero en rodo caso, nunca se
compuso de manera programada y sistemática por ei grupo, sino que nació a partir
de las sucesivas creaciones individuales de miembros de aquella comunidad que
gozaban de un prestigio y un poder sobre los demás.
M uy probablemente, la mavoría de los términos germaneseos debieron de ser
conservados por pane de los cofrades del gremio, como instrum ento de defensa
útilísimo.
En segundo lugar, como consecuencia de este obiecivo o función, la germanía
desempeñaba el papel de identificadora del grupo social que la conocía y utilizaba:
un valor de anagnorisis o reconocimiento de sus miembros y de prorección del
grupo.
Y, subsidiariamente, era expresión de una microsociedad que se oponía al poder
y a la justicia, rechazando sus principios y actuaciones. Indudablemente, un

' Cf. R. Salillas. El delincuente español El lenguaje. Madrid.. 1396, p. í 2.


40 C=¿ak H ernânjîï:. A lonso v Bgvrjuz svn/ .Alonso

elemento im plícito que llevaba consigo era su valor contracultura! v antisocial';


porque la germam'a supone una particular y degradada visión de 1?. realidad, de la
sociedad y de sus vaiores. desde la situación de marginalidad del grupo. que. ante
todo, luchaba por sobrevivir.

Mas, una vez que la germam'a rue entrando y siendo conocida por oíros sectores
sociales, especialmente luego que fue difundida por escritores v reconocida por
técnicos de la justicia, sus funciones se mcremenraron.
A partir de esc momento debemos disringuir dos actitudes v objetivos diversos:
por un lado, el de los romancistas, anónimos o no. que. conscientes del interés de
aquel microcosmos y de su jerga, plasmaron gran parte de su lenguai? ñor escrito
para sensibilizar a la sociedad, sumándose a la acritud critica de ¡o germanesco: v,
por otro, la nciiruti de los creadores, cscrirorcs de reconocida popularidad v en
muchos casos de gran ingenio, que reeiahoraron y recrearon parte de ;c germanía
haciendo de ella instrumento extraordinario de sus mensajes literarios a toda la
sociedad.

Todos ellos, los creadores de romances y ios escritores aludidos, reñían unos
objetivos comunes: form ular una dura crítica a la luscicia de i¿ época v.
consecuentemente, a coda la sociedac. Es decir, aue utilizaron la gemianía en sus
creaciones como caia de resonancia de una aguda crítica social. Onviamente. este
fenómeno de dar ;• conocer y dirundir -aun recrear- la germanic ¡moneaba dos
consecuencias: ci desgaste de su vaior críptico, io ouc llevaba a una permanente
creación ae términos nuevos: y el incremento de su importancia entre cocas las clases
sociales, hasra ei extremo de convertiría en un tema ce moda v de preocupación para
casi toaos.

No rallaron quienes aprovecharon ¡5 germam'a narn dejar constancia 'hisrórica'


de aquel m ovim iento, como puede percibirse en ei Vocabulario á t juar. Hidalgo v
en ia Relación de la Carecí de Sevilla, de Cnsróbai de Chaves.
Sorprendente es que con muy pocos años c-.- diferencia aparecieran tres obras
paradigmáticas de gemianía: iu> do> citadas -in primera con aran iiusrrativo c
inrorinativo: la segunda con esa misma intención .1 ia que se sumaba una evidente
crítica al sistema judicial y carcelario- y ei realista y espontáneo Compendio de alguna?
experiencia.- cu tos m inisterios ne nue usa C.om jiañin ne lesns... de) Il Pedro de León,
capellán de ¡a (.aireo Real sevillana durante rrcinta v ocho años-.
Curioso es que en ios primeros ¡ustros de* siglo Il aparecieran estas tres
1nreresantisinus obntx do> dei procurador que más crabaiaba en aqucúa cárcel. v
una, del capellán de ia prisión. ;Lo hanrian acordado!.

. t ;na- ..* ,* • Hamsun;, ,i.-nu, .*.: n irai.'. a»i nu:


pi,mu i/ij;,-:;:. ttnunr.i ,r ; a n n i i u - r /i'w frn itv :* - i l infrua.v ntu rie [t. ! v. B ipiioiev..
U niversiiar:., ti. * ,'r.m.id.. . l .ii .i I v "<■ ’
G er m ans y Sociedad ex los Siglos df. O ro si

Lo cierro es que a partir esa fecha aqui no vuelven a escribirse piezas semejantes
en que describieran y denunciaran ios hechos, desórdenes e injusticias de aquelia
cárcel.
De ahí que nosotros creamos que la germanía no puede entenderse sin conocer,
aunque sea sucintamente, la sociedad en que se engendró y las fuerzas que la
provocaron. Por ello, nuestro planteamiento global atiende, fundamentalmente, a
los factores sociológicos y lingüísticos de aquel fenómeno extraordinario, que solo
puede entenderse bien a la luz de la sociedad que lo gestó.
Y desde esta perspectiva no podemos olvidar que el m undo de la germama
estaba representado, necesariamente, por.gentes jóvenes -aun muchachos y niños- y
maduras. Los aprendices {gorgolinos, m a n d ila , m andilandines, m am bla jes.
cesiamandiles,...) va se habían experimentado en robos, pendencias, heridas y
muertes por arma blanca, a una edad que oscilaría entre los catorce y diecisiete años,
y pronto pasaban a desempeñar puestos de mayor im portancia en el escalafón o
cursus honorunz, y dadas las permanentes pendencias, desafíos y muertes, los cascigos
y penas que sufrían casi todos, y el vigor que nos muestran en la literatura escrira.
es ciaro que m orirían bastante jóvenes. Debemos concluir atendiendo, además, a la
media de vida de los siglos X V I y X V II, que los grandes jayanes, jaques y bravos
debían de ser hombres jóvenes, con una desenfrenada carrera en la delincuencia.
En todo caso, no debe olvidarse que, pese a su interés y popularidad, era una
jerga de grupos marginales, pero de norable importancia en su momento. Y que el
permanente rrasvase de su peculiar m odo de expresarse a la comunicación coloquia!
(v viceversa) dejó una importante huella en la historia de la iengua, a la vez que una
muescra de un modo de vivir d ifícil y arriesgado. M odo de v iv ir y cosmovisión
común a varios grupos distintos, pero que tenían unas motivaciones comunes.
Mas no por ello debe pensarse que rodos los que merodeaban por los ámbitos
de aquella delincuencia mantenían una íntim a relación ni se movían en los mismos
quehaceres; sino que entre ellos había grupos diversos, rangos y categorías diferences
y grados distintos de delinquir. N i siquiera ia jerga era uniform e totalmente, sino
que sufría distingos enrre unos lugares y otros, y aun se podría hablar de
"microrregiscros" según la especialización de sus actividades (Véanse, por ejempio.
las diferencias entre los ladrones, págs. 118 y sigs.) y la manera de crear variedades
conrinuas sobre elementos comunes ya fijados.
Hay un num e particular de la germanía que la distingue de cualquier otra jema:
que sus creadores -dejando a un lado a los escrirores que la utilizaron- poseen un
cierto nivel cultural, que deducimos de las rererencias y de la creatividad léxica que
derrochan. Lo que se explica porque en el ámbito germanesco. y especialmente en
la cárcel, convivían personajes de diversos rangos sociales y culturales.
Obviamente, si nos refiriéramos a toda la germanía. la popular y la de creación
lireraria, habríamos de reconocer que e! nivel cultural, lingüístico y poérico es muy­
ele vado. -
v.oAK HkivN.-.N!>I-.Z AtON'O y 1íil -.: kí/. ÓANZ ALONnO

Pero no es ese aspecto el que nos inceresa ahora, excepto para advertir que desde muy
pronco había una comunidad Lingüística que vivía inmersa en el m undo germanesco
y una sociedad periférica que la conocía, que se interesaba dot ella v aun se esforzó
en potenciarla.

Mas, ;qu¿ es desde el punto de vista lingüístico la germanía?


Hablar de 'lenguaje germanesco' nos parece excesivo, pues en rales casos
utilizaríamos el térm ino lenguaje de manera ambigua, en sentido genérico v muv
impreciso. Obviamente tampoco se trata de una lengua plena y autónoma, pues
todos sus elementos se forman dentro del sistema de la lengua española, se desgajan
de ella y funcionan dentro de sus mecanismos. Por otra parte no es, por sí solo, un
sistema de comunicación autosuficiente, sino que para serlo uriliza los elementos y
estructuras de la lengua en que se enmarca.
En germanía predomina la creación léxica, los reajustes v desajustes semánticos,
se opera con los mecanismos lexicogenésicos de producción de palabras propios del
español, se distorsionan y desajustan algunos mecanismos morfológicos; y se opera
con los juegos de palabras.

Pero las esrrucruras fonológicas y, especialmente, las sintácticas, como veremos,


son las mismas de la lengua matriz. Por rodo ello, mal podemos decir que sea una
lengua ni un dialecto social independiente.

Tal vez lo prudence sea calificar la germanía como una jerga (o argot), en la
acepción que ambos tienen en común; puesco que se trata de una form a parcial de
comunicación cuyo léxico específico esrá ligado a una com unidad o grupo social,
restringido, con el que prerende mantener una comunicación secreta para el resto
de la sociedad que uriliza la misma lengua.
C om o ral, refuerza los senti miemos de identidad y de cohesión del grupo. Mas
argot no está documenrado hasta bien enrrado el s. X V 7II e igualmente tardío es el
rérmino jerga, ambos de origen francés. Y dada la polisemia que ha adquirido el
térm ino argot, cal vez sea prudente urilizar como calificación lingüística el de ie rra
críptica .

En todo caso, estas denominaciones no deben marginar a la p rim itiva y pura,


germ anía.

Esra designa, exclusivamente, la jerga de los maleanres, rufianes, ladrones,


prosticucas,..., del hampa de los siglos que nos ocupan, nacida oralmenre con
intención críptica o secreta, pero que se plasma literariamente paso a paso.
Esa es, pues, la denominación precisa que debe mantenerse, teniendo en
consideración los elementos y rasgos que la caracterizan^.

3 . Obviamenre. nada tiene que ver con el caló o lengua de los gíranos, independientemente de
que hubiera transferencias de algunos términos del caló a la germanía y viceversa (C e , entre orros.
G kkmaxía y Sociedad kN i.os S¡glo$ d e O ko h3

L 1. Nom bres de la gem ianía

Desde un punco <ie visca hngüíscico y filológico. no se puede dar la espalda m


olvidar el lenguaje del pueblo bajo, ni el de los giupos marginados. Encre ocras
razones, poique no son muchos ios documentos de esta índole que han llegado a
nosorros de siglos pasados, y, consecuentemente, aquellos que se conservan habrán
de aprovecharse al máximo para conocer el habla popular de orras épocas: porque
en el material de que nos vamos a ocupar Trasciende un cúm ulo de problemas
sociales, de una microsociedad enquistada en orra, de una cruda realidad 'heal, unos
ambientes deslumbrantes: en fin . rodo un mundo.
Esro es lo que prerendemos asomándonos con decenimienro a la germ anía. en
coda su extensión, desde los inicios documentados a su desaparición, a ¡a lu 2 de la
sociedad que la engendró, la propició, la popularizó, la fijó hrerariamenre y la
asumió.
La germanía es un conjunto documental imprescindible para conocer la lengua
de los estratos más bajos de la sociedad de los siglos X V I y X V II (y parte de únales
del X V ). con un extraordinario valor documental y testimonial que nos muestra la
incrahisroria de aquella bspaña, la de los grupos más marginales. .Asimismo, es una
de las fuentes más ricas en la renovación y creación del léxico de nuestra lengua: una
sabrosísima creación ¡ingüísrica, en su mayor parte léxica, llena de originalidad,
ceñida de hum or negro, de rasgos abultados y de una concepción materialista de la
vida v de la subsistencia; que logró ral difusión, popularidad e inrerés que circuló en
pliegos de cordel por casi toda España, fue asumida y reelaborada por poetas,
comediógrafos, novelistas; y llenó en muchos casos la vida cultural de una parce
del pueblo. . .

Mas, anees de seguir adelante, fijemos qué enrendemos por germ anía. Llámase
asi la jerga de los maleantes (valentones, ladrones, rufianes, prosrirucas.

francisco QuindaJé. Diccionario pruno. M adrid, 1867). Por cilo creemos inadecuado el citulo y
subtitulo del Diccionario de argot a pañol o lenguaie jergal, guano, delincuente profesional y popular,
de Luts Besses {Barcelona. i 905). Distinta hie ia postura de Rafael Salillas que. en su libro E l
delincuente. EllenguajexM adrid. 18%). presenta por un lado un 'Vocabulario de Germanía v.p o ro tro .
uno de! 'Caló jergal'. Véase para esras cuestiones, también. F. M . Pabanó. H arona y costumbre! de los
gíranos. M adrid, ed- Ciner. 1914: facsímil de 1980.
Menos aceptable técnicamente es el Vocabulano del calo de los maleantes, publicado como
suplemento a la revista G uardia civi-i rO 68. diciembre de 1949. que recoge el material dei Vocabulario
ilustrado del léxico delincuente de M adrid de Pedro Serrano (Madrid. 1946). en ios que predominan los
cérminos de robos y timos.
44 C ésar H êrkândk/. A lonso v Beatriz Sanz A lonso

delincuentes....) de los siglos citados, utilizada habituaimeme por los germanos' del
hampa para comunicarse, con el comprensible afán de ocultarse de la justicia, y de
no ser entendidos salvo por los miembros del grupo. Es, pues, una jerga privada,
convencional, esotérica o críptica en un p rincip io, que. al ser d ifun dida
gradualmente, necesitaba recrearse, renovarse permanentemente para mantener su
cripticidad. Y como puede deducirse y podrá verse a lo largo de este trabajo, se
convirtió en una de las grandes fuentes de renovación léxica del español: si bien su
corpus ha gozado de desigual atención y diferenre reconocimiento a lo largo de los
tiempos. Aún hoy en dia. como rambién vetemos, una parte de aquel léxico se
manriene en el lenguaje del hampa, de ia ‘vieja’ delincuencia, v no pocos términos
son reconocibles en e! registro popular-vulgar.
Convendrá que. a la iu2 de su historia, señalemos el nombre más adecuado que
debe utilizarse para denominar a toda esta jerga.

Desde muy temprano aparece el nombre de gem ianía (Rodrigo de Reinosa,


1480rt Segunda Celestina. 1536; Guzmán de Alfarachc. 1599; J. Hidalgo. 1609. etc.)
y se generalizó entre los germanos del hampa. El nombre se tomó, según se dice, del
mismo térm ino gem ianía o 'hermandad' formada por Jos gremios de Valencia y
Mallorca a principios dei siglo X V I. en la guerra aue promovieron contra los nobles,
y deriva del catalán gem ianía 'hermandad', derivado a su vez de germa hermano’1.

A pan ir de este término originario se formaron ios derivados germancsco.


germ ano, gem ían. gem ían;;, gem iánico. relacionados con aquel.

Obviamente, nos parece impensable que ei término gem ianía derive de las
hermandades de los gremios valencianos y mallorquines, cuyos movimientos sociales
destacados se dieron en pleno siglo X M . puesto que va circulaba con el valor de
gemianía a mediados del XV. No dudamos del étimo caralán -aunauc con ciertas
reservas-, unido a su acepción de hermandad o agrupación que defiende intereses
comunes frente a otros grunos -que hov oiríamos- de presión : pero debe retrotraerse
en un siglo, ai menos, e: uso de gem ianía con el significado de microsociedad o srrupo
de! hampa, asi como de su lenguaje específico. Se trataría, pues, de una traslación
signincativa desde gem ianía hermandac a gem ianía agrupación de valentones.
maleantes...... rufianesca v su jerga propia. N o obstante, cal vez ne sea necesario
acudir al catalán para explicar el étimo. El térm ino germano es de larguísima
tradición en nuestra lengua. \ en Andalucía, una de las fuentes más importantes de!
hampa y de la germanesca desde- muy temprano, al igual que en otras muchas zonas

. >t i n lo»;- V i- C.l'.amorí ' M a n ::ie /. l o - e c rm w io - iteruum».- universos ó . .V viií.i: H A iores


ue tur cam bio K u tc iie ii-lo n n .tie ii.il oenri)M)i.i: . .-.ir:. M’W te:: proveí .
. C.:. t io ro m in n '-l’.ocua;. / »icr¡nt;.:rntrrá:,-" n i u m l o . nroánia.. .Viadné. Credos.
I '■ISO.
G ermania y Sociedad E-n los Siglos de O ro

peninsulares, pudo haber evolucionado a panir del mozárabe yerm anella, lo que nos
explicaría fácilmente k desinencia -id '.

Por ello, no dudamos en interpretar que germ anía como cofradía de valentones
y hampones' era térm ino generalizado en zonas en que abundaban dichos ambientes
y grupos desde época muy temprana. Si aigunos poemas sobre ella saltan a U
literatura escrita, en pliegos de cordel que circulaban por toda España, en 1575, y
en uno de ellos se dice que ” contrahace la germanía y fieros de los rufianes y las
museresdei p a r t i d o . v diluve más de 160 términos de germanía, podemos deducir
que esca jerga eta bascante conocida con anterioridad, pues había pasado de la
transmisión oral a la escrita v al ámbito de la literatura popular. Así pues, durante
todo el siglo X V d e b ió de existir germ anía. como lenguaje, y gem ianía com o cofradía
de germanos o hermanos de! hampa.

Que el térm ino catalán y valenciano apoyara y reforzara la consolidación y ¡a


estabilidad del castellano, posteriormente español, es muy probable. Pero se nos hace
d ifíc il aceptar un mero cambio de significado tan brusco a partir del original catalán
germ anía. Para aceprar tal hipótesis, debiéramos tenet constancia de la nueva
acepción en Cataluña o en Valencia; mas no es asi.

Añádase a esto que desde muy temprano, en la Segunaa Celestina y en diversos


lusares germanescos. se llama también a esta jerga algarabía lengua árabe', con
térm ino de clara ascendencia árabe, al igual
v. aue
: germanía-.
O

" C alla ya, m al aventurado, con rus girm anias"

" Yo querría ... irnos mano a mano a un bodegón donae bebiésemos el alboroque
)■hablásemos algarabía como aquel que bien lo sabe, gem ianía, digo" .

Orros nombres que ha recibido la germamn como 'rufianesca' son; jacarandina,


b ig orn ia , picaram ona. m andilandinga, L¡ lampa {L : picara Justina)-, gente de la hería.
[L a h ija de la Celestina); gemianesco, til copadla, u H erm andad, la orden, gente ae
la já 'oega (Cenantes: Rinconete y otras;: ios de la vichi airada, genie de La carda, los ac
la hoja, gente de la vida hosca (Quevedo: ¡acaras. Buscón. Bailes, etc.); la Santa
H erm andad i Vida de Gregorio Guadaña)-, jacarandina, los de Li hoja, los de la hampa,
la gente de t il carda, gente de hería y pendón vente ( Vida y hechos de Estebanilio
G onztilez): hermanos de la carga (V id a a e íp ica ro )....

. En Juca Ha-ievi aparece jm ia n c IL ;. C:. R. Meriende: Pida). Otivenes cid español Madrie-
Espasa-Calpc. . pay. 23d.
. Policiano de Silva. La segunaa Celestina. En U n Celestinas. Ed. de A i. Criado del Va!. Barcelona.
Planeta. 1976: págs. 291 y hA4 respectivamente.
C lsar H ernández A lonso y Beatriz Sans; .-u .o n .vo

Para la germanía como lenguaje encontramos, además, los siguientes términos,


básicamente:

Jacarandona. jacarandaina, y ju n cia n a (La picara Ju stin a ); ja q u in o ( V ida del


P icaro); lenguaje del germ ánico la tín (Salas Barbadillo); jaca ra n dina (R ufián dichoso;
Vida y hechos d e l E stebanillo G onzález); je rig o n za (L a z a rillo , Cervanres.
Covarrubias,...)

Asimismo se utilizó al principio la forma la sama gem ianía como 'las leyes que
regían la hermandad’ (Segunda Celestina,).

Jerigonza es térm ino tardío, no muy difundido, que hacía referencia al que se
utilizaba en los romances de ciego de tema germanesco. Por ello no nos parece
adecuado este térm ino para designar a toda la germanía.

Los térm inos jaca ra n dina y jacarandaina derivan de jáca ra , forma poética de
tema rufianesco evolucionada a partir de los romances, que estuvo m uy de moda y
se cantó durante siglos. Jácara, a su vez, procede de jaque (< fá h ’rey de los persas'
y de ahí a ataque al rey en el juego de ajedrez'). Esros térm inos son relativamente
tardíos y arraigan especialmente en el s. X V II, a la par que proliferan en las jácaras.

’ .2. Etapas de la gem ia n ía

La german i a no es una jerga uniform e ni estable. Va evolucionando y


recreándose paulatinamente, y aun, tenemos ¡a suerte de que hayan llegado a
nosotros algunos romances en que se nos muestran las novedades y actualizaciones;
rales como "D e Toledo en e l a lta n a ' y " O id, ganchos de la hampa (Véanse en
Antología, pags. 387 y 509). '

Para fo rm u la rlo sintéticamente, podemos distinguir una prim era fase de la


gemianía heredada, que abarcaría de mediados del siglo X V hasta bien entrado el
siglo siguiente. En ella situaríamos los poemas de Rodrigo de Reinosa y algunos de
■'os primeros del s. X V I, como el de Perorudo. Al parecer, la germanía iba
conociéndose paulatinamente, pero aún no había cobrado la importancia social ni
el interés generalizado del pueblo, aun cuando iba ya trasvasándose a ciertas novelas
picarescas.

C ulm inaría esta fáse con la primera cumbre, en pleno siglo X V I, en que esta
jerga se hace popular, se difunde en romances y llega a ser conocida por grandes
sectores del pueblo.

La siguiente fase, en im portancia y popularidad, iría de fines del siglo X V I hasta


el segundo cuarto del siguiente. En ella situamos Jos más importantes romances
C cRm a s ia y Sv * j : c ü a ü kn :.os S k .io s i >i . Q uo

germanescos. e¡ Vocabulario de Juan Hidalgo y algunos romances a él atribuidos, la


)Relación de la Cárcel de S evilla de Cristóbal de Chaves. d Lom penáio del P. Pedro de
León y las obras de Cervantes que utilizan términos germanescos \R inconetc y
C ortadillo, E l ru fiá n viu d o ,...).
De esta im portante etapa tenemos no solo creación y producción sino análisis
y vocabulario: lo que nos muestra el gran interés que todo e¡ mundo germanesco iba
adquiriendo.
En ella encontramos, como documentos de creación ¡iteraría, además ue los
mencionados, el Guzmán de Alfarache. La picara Justina y L t vida del picaro,
atribuida a Liñán: y en conjunto un extraordinario enriquecimiento -por
renovación- ueí léxico.
Una nueva rase de :a germania podría ir de ¡ 620 ó 1625 basta b segunda mitad
del siglo. En eila los germanos sintieron ia necesidad de recrear nuevos elementos
léxicos para mantener su carácter criprico: y, conscientes de que los grandes ingenios
de la época se preocupaban por su modo de v iv ir y por su lenguaje, acuciados ellos
por la dura situación social u económica, renovaron su léxico tomando algunos
elementos creados por los escritores más importantes. Es. probablemente, la época
en que los grandes laoues y bravos se hicieron más famosos, en que se sintieron más
importantes ai verse rerlejados en la literatura de ia época. Esa literatura de la
germanesca provocó una serie de reacciones sociales ;a ¡a par que lingüísncas) de
notable difusión.
En esta etapa destaca, sobre todo, el genio de Quevedo, que ¡legó a crear casi
una nueva germania . rruto de su conocim iento de esos ambientes y de su potente
imaginación. A esta época puede pertenecer el romance " O id ganchos de la hampa .
que nos muestra una importante renovación léxica.
Otros muchos escritores urilizaron la germania en sus obras -Casciilo de
Solórtano. Salas Barbaáillo, Quiñones de Benavente...... pero sus creaciones apenas
dejaron huella en aquella jerga.

Las jácaras

A lo largo de la primera mitad del s. X V II. con el dererioro social, ya enunciado,


las crisis y las pestes, el bambee y la delincuencia se adueñaron de la vida española,
especíalente en tas grandes ciudades. Es la época en que ya se conoce la jugosa
Relación de la C árcel de S evilla de Cristóbal de Chaves, los Sucesos de Sevilla, de 1592
a 1604 de Francisco .Anño y el Compendio del P. León’ .*

* . lo t' ck. C f. Pairo Herrera Paga. Sociedady delincuencia m el agio de oro, Madrid. BAC. 1974.
Ab C smk H ernando : A lonso y Beatrix Sanz A lonso

En esra etapa de b germanía, la ¡erga pasa copiosamente a ias obras literarias,


en Jas formas más diversas, el léxico se renueva y nace una nueva forma poética. Ja
já ca ra , evolucionada a partir del romance. En ellas se ven idénticos temas que en los
romances, ju n to a otros nuevos, de ámbito germanesco, pero en un marco mucho
más elaborado y depurado. El gran maestro de las jácaras fue. sin duda, Francisco
de Quevedo. cuya aportación a la germanía fue realmence extraordinaria; hasta el
excremo de que. como ya sugerimos, ouede hablarse de una segunda germanía
quevedesca, enriquecedora de formas, temas, personajes, estructura poemática v
brillante"/, de recursos. K o debemos olvidar, por otra parte, que las jácaras estaban de
moda, se recitaban y preferentemente se cantaban en los entreactos de las comedias.
Es decir, que venían a se: una tonadiiia cantada, a dos o tres voces, por artistas v
músicos, con música bastante semejante al llamado cante jondo . v cuvos temas $e
centraban en la vida rufianesca, en la vida del hampa.

Pronro se hicieron ¡acaras narrativas, dialogadas, y aun bailadas. Pasando el


tiempo, muchas se convirtieron en entremeses que hacían las delicias de) público.
Solían cantarse, como diurnos, en ios entreactos, después de algún baile v
precediendo a algún entremés, y no siempre desde e) escenario..Las dialogadas iban
acompañadas de cierto movimiento coreográfico v seguramente de música"
^ aunque Quevedo fue. en realidac. c¡ padre de las jácaras, no aparece ninguna
de ias suyas transformada en entremés.

Pero centrémonos aigo mas en ias jácara} para comprender m eior la germanía
que en ellas aparece. Los temas ruiianescos fueron conv irtiéndose en unos de ios más
populares. Personaje*, acciones y vida del ámbito de la cárcei. del burdel. de los
corrales . pasan a ia literatura popular, en un m omento dererminado. v son
cuirivados por muchos de los mayores genios de nuestra literatura (Cervantes,
Quevedo. Mateo Aieman. aun Calderón....).

Cuando adquieren gran popularidad, toman cuerno literario’ . especialmente


a trave-' de la- ¡acaras.

nsias eran el contrapunto cultura: e ideológico de la literatura su'olinu- -ascética


y mística, entre otras formas- coetánea.

La mancebía, la caree,1, la prostitución y el rufián como m o ld o disrinrivos de


una nitaosociedad dentro de un tino Ge sociedad, que provocaba v favorecía su
existencia, su actividad, y ui:e io mosrrabd como teatro’ de- un mundo cruel v de un
modo de vivir infrahumano -o crudamente humano, si se prefiere-.
Frente a aouella ineratura idealista., con el pensar v c! sentir cii jo más elevado
del espíritu y en cl ma» all;:. ¡en¡.: que nace:, como contranum o, la literatura de los

. ( (.1.1MV. Nk-ru..- ( >.;¡i.nu'. /a;;,.. r¿riin:<iiitt ttc: siyir W 'H. M attriii. UnivcT.siJ.uJ
Conmianiisi. PJN!. Uesi' ú»ei»7.¡!:.
G ermania y Sociedad en los Siglos-de O ro

estratos más bajos de la sociedad, la que gustaba al pueblo llano y ¡i« Jisgw^b.» a
las clases suneriore.s. por dióuútas razones.
Pero detrás estaba la realidad: el aparato jurídico, la injusta dinámica social y la
miseria fueron los impulsores de tales modos de vida y de tales creaciones literarias.
Y aún hay algo más: La sociedad quería exhibir el castigo, las penas, los
ajusticiamientos como teatro con misión expiatoria, como modelo de justicia, 'i
había que airear v popularizar las procesiones de ajusticiados, sus vidas y su final.
Las jácaras, atendiendo a sus temas, podían ser predominantemente amorosas
-con un am or mezclado con interés y celos-: narrativas de vidas y de gestas de ciertos
personajes üaques. javanés, prostitutas...). a los que se ensalzaba y. en ocasiones,
concedía el rango de héroe; descripvivas-inform ativas de costumbres, vida y léxico de
germanía. Todas ellas muesrran un tono burlón, tragicómico y desenfadado. Y lo
más llam ativo es que en la mayoría se funden y mezclan los temas. Ha)' en ellas una
faceta costumbrista de carácter popular y en muchas una relación amorosa entre
rufianes v marcas. Así, por ejemplo, en algunas de Quevedo, como V iliagrán, C arta
de Escarram án a la M éndez v Respuesta de la M éndez a Escarram án. o en Moxagóu
preso celebra ¿a hermosura de su iza. En las de Quevedo destacan las que tienen forma
epistolar, con data en la cárcel (carta de Escarramán. la de Yjliagrán y Moxagón). en
eí burdel (Respucsra de la Méndez) o en galeras (Respuesta de Lampusa. Relación
que hace un jaque...J.
En elias se muestran muy nítidos los rasgos de los rufianes y valentones, y i¿
sumisión de algunas marcas a su jaque.
Son, en muchos aspectos, un impresionante documento de vidas y costumbres.
Cuando Dasaron de ser un mero romance predominantemente narrativo a ser
dialogadas v cantadas a varias voces, y aun bailadas, acompañadas con música,
adauirieron e; rango de género dramático menor. Pero cl mayor paso en su evolución
fue la transformación de algunas en piezas dramáticas plenas, en entremeses.
La jácara-entremcs era una breve representación jocosa y burlesca de
extraordinario éxito que trataba de diversos personajes, ripos y hechos de la sociedad,
versificada -com o eran los entremeses a partir de 1620. especialmente-. acompañadas
en parre de canto v baile, que se representaban tras el primer acto de una comedia,
a petición dei publico o de algún actor situado entre los espectadores, con intención
de d ive rtir ai auditorio en lenguaje popular y germanesco. Gran parte de ellas eran
dialogadas v exiuían cierto movimiento coreográfico y de danza.
M uy próximos a las idearas, como intermedio de representaciones teatrales, eran
los bailes1', compuestos de recitación, de música, cante y danza, con unos escuetos
argumentos v personajes, que Se convirtieron en bailes dramáticos.

. C l. G. M erino Quijano. Los ¡faites en e¡ siglo X \ I. (r;.-.;. p.iys. 1 I y 1s6 y síes.


-o
C esar H ernandez A lonso v Blatkiz Saxz A lonso

Y aun no faltan bailes cuyo texto sea típico de la germanía, como el B a ile de los
galeotes, el de Las mozas de la galera, o Sancho e l del C am pillo y Talaverón, e tc

A parcir del ú ltim o cuarto del siglo XVTÍ la germanía, va m uy conocida,


comienza a decaer y languidece, al menos en los documentos escricos, hasta
mediados del siglo siguiente.
2. S O C IE D A D

Todo movimienco social o culrural deja huella en la lengua, p referen cemente en


el léxico, a craves de los términos que mayor difusión lograron en su momento. Eso
ha sucedido siempre y sigue sucediendo. Así, la jerga de una buena parre de la
juventud actual, donde se trasluce un m ovim iento concracultural más o menos
sincero, y menos o más auténtico y coherenre, va dejando un buen número de
palabras en el léxico popular actual. Y otro ranro sucedió con el m ovim iento
romántico, por evocar un ejemplo pasado.
Pero a lo largo de la hiscoria de la lengua d ifícil será encontrar un m ovim iento
social que haya enriquecido al léxico español más que lo ha hecho la gemianía. Son
miles de palabras nuevas, de renovados significados de orras habituales en la época,
las que marcaron nuestro idioma, pasaron de la jerga esotérica al habla del pueblo,
a la literatura popular y a la elitista, y aun gran parte de ellas han pervivido en el
léxico de la vieja' delincuencia acruai.
Mas no fue un m ovim iento culrural el que provocó tal avalancha de términos;
sino más bien fue la vida de un amplísimo grupo marginal en la sociedad de varios
siglos, desde ei X V al X V III, la que dejó su riquísima y colorista im pronta lingüística
en el español.
La situación de la sociedad en los siglos XVT y X V II, especialmente en este
últim o, fue absolutamente determinante del mal vivir de un alto porcentaje de sus
miembros; y en realidad fue determinante para que surgiera y ebullera la germanía.
Esta no se puede comprender sino a la luz de la sociedad coetánea; ni muchos
de sus hábitos, actuaciones y delitos pueden entenderse fuera de aquel mundo.
Por eso, aunque sea sucintamente y con la extensión juscamente necesaria para
m ejor calar en la germanía y en la vida germanesca, presentamos aquí un esbozo de
la sociedad en los siglos XVT y X V II, que son los nucleares de la producción
germanesca.
52 C ésar H ernández A lonso y Beatriz San z A lonso

Hasta casi finales del siglo X V I España era muy mayoritariamente un país de
campesinos distribuidos en numerosos núcleos rurales dispersos en rom o a pequeñas
ciudades1. Las comunidades campesinas superaban ios 4/5 del total de la población.
Era una población sometida a importantes cargas fiscales de la monarquía; y muchos
de ellos, además, a las de un régimen señorial. La mayoría subsistía de los escasos
frutos que íes quedaban de la explocación fam iliar y, en algunos casos, de la
explotación comunal de baldíos, ejidos y realengos'.
Agricultura y ganadería, en íntim a relación, eran las principales fuentes de
riqueza para ios propietarios y arrendadores, y de subsistencia para los arrendatarios
y jornaleros. Las cosechas de cereales y legumbres, que suponían un 55% de la
producción, eran complementadas en algunos lugares con el viñedo (25%;- olivo,
maíz, caña de azúcar, etc.
A lo largo del s. X V I aumenta el sistema de arrendamientos, grabados con ios
diezmos a la Iglesia y al rey, y con una abusiva renta, que solía pagarse en especie.
N o toda la población que trabajaba la tierra tenía garantizada una m ínim a
subsistencia digna con los frutos de la tierra. Y cuando la naturaleza no favorecía las
cosechas (por sequías, plagas, inundaciones,...), una parte de los jornaleros y
arrendatarios se convertía en pobres totales de lá noche a la mañana.
Esta fue una de las causas más notables de la desnoblación del campo y el
consecuente incremento de pobres en ias ciudades, en busca de I2 vida.
Hubo años realmente graves en este aspecro: en 1580. y siguienres. se produjo
una profunda crisis rural basta el extremo de que muchos arrendatarios ni aun
podían a d q u irir semillas para sembrar. Las deudas de éstos aumentaban
continuamente, y el hambre forzaba a las gences a emigrar’.
Lo cierco es que a finales del X V I las disrancias sociales se habían extremado:
los ricos lo eran cada vez más y los pobres, cada día más. alcanzaban la miseria.

Clases sociales

Revisemos ahora, con la brevedad anunciada, las principales clases sociales de


la época.

. c r. M . Avilo». S. \ ¡lln v C. Cremades. H n io ri.; tic Jispitñ... \ incinc, (..retios. 19S.C


jua:1. l-.ioy Celaner!, kcononn.i y sociedad te:; e) siyjo tie oro. X V I •; el) VV.AA.. H islim 'ii
r¿1 í'si'tiu ú . Barcvíona. Planeta. ' V . psíís.
. C.f. itu ;: Hloy Cclabcri. in.. donde aparecen dalos pormenorizado.' de las situaciones de
crisis agrarias de ¡males del X V I y principios del X V ) I en diversas zonas (Extremadura. Castilla....).
G erm an !/, y So œ iia d en eos Siglos de O ro 53

La noblezaeta el grupo dom inante, que'Hevaba una vida lujosa y ociosa en torno
al imán de la Corte.
Durance la época de los Auscrías, y muy especialmente bajo el reinado de Felipe
IV y el validado del Conde D uque de Olivares, la nobleza se incremencó
extraordinariamente: Las familias de "Grandes de España" llegaron a sobrepasar la
veincena; los tirulos de marqueses y condes se concedían por escasos méritos (una
notable acción de guerra, una "conveniente" gestión de los banqueros,...); los
caballeros v los hidalgos -éstos generalmente sin fortuna- mantenían artificialm ente
su vanidad nobiliaria. Muchos de ellos vivían de. las rentas de sus propiedades o de
algún cargo adm inistrativo, para los que se preparaban en Universidades’ y Colegios
Mayores.
El clero era otra de las formas de poder más destacada en la España de los
Austrias. Se había convertido en la clase rectora y memora de la vida en aquella
sociedad.

Los arzobispos, especialmente el de Toledo, eran personalidades eclesiásticas y


políticas. £1 ‘prim ado’ era, por derecho, Canciller de Castilla y pertenecía al Consejo
de Estado.
Los obispados, abadías y m onasterios (había 9088 en 1634) dirigían la opinión
pública, ¡a moral y aun, en ocasiones, las directrices políticas de los reyes, de quienes
eran confesores. Su prestigio era enorme, estaban exentos de cargas fiscales, y sus
opiniones eran acatadas por todos.

A título de ejemplo, recuérdese, aunque sea de época algo anterior, a fray


Hernando de Tal avera, p rio r del M onasterio del Prado (Valladolid), confesor y asesor
permanente de Isabel la Católica. El fue quien la aconsejó que patrocinara e! viaje
de C olón, quien presentó e in tro d u jo a Elio A n to n io de N ebrija y logró que se
publicara la primera G ram ática en romance; en su monasterio se ediraban las bulas
papales para toda Castilla, etc., e tc/.

Con no escasa frecuencia en los conventos se denunciaban juegos y reuniones


poco decorosas, muestras claras de ¡2 vida licenciosa que en algunos había. Los
palacios episcopales rivalizaban cor. los de los nobles en lujo, pajes, criados,
posesiones, etc.

La clase m edia y la burguesía se habían reducido especialmente tras la expulsión


de los judíos y b. poscerior de los moriscos (en 1609).*

* . En 1620 había en España, para una cons población estudiantil. 32 Universidades.


' . Cf.. entre oíros. A n to n io de Nebriia. Gramática de la lengua castellana. Estudio y edición de
A. Q uüi.v M adrid. Centro de Estudios Ramon Arcces. 1989, págs. 13 y sigs.
Las pequeñas industrias artes an as de orfebrería, paños, etc. estaban en pocas
manos; y en muchos casos en las de extranjeros que controlaban parte de los
productos venidos de América.

La expulsión de los moriscos, m otivada por razones polícicas (mantenían


contactos con los corsarios de Argel), económicas (controlaban en parre el comercio,
la producción artesana y la agricultura en Aragón, Valencia, Cataluña, Andalucía,...)
y aparentemente orras religiosas, había provocado un extraordinario retroceso
económico en las ciudades y una reducción de la población en los pueblos.
Había otro facror im portante que incidía en la despoblación del país, las pestes.
A finales del XVT y principios del X V II, una fortísima epidemia de peste redujo la
problación en número aproximado de medio m illó n de personas. Y cada cierto
tiempo volvía la epidemia de manera implacable (1626-1632; 1643-1657),
diezmando la población y sumiendo a los supervivientes en un' clima de hambre.
Según Aviles, Villas y Cremades4, hacia 1626 dism inuyó la población de bastantes
ciudades de Castilla en un 50%.

En síntesis, la sociedad española en la segunda mirad del X V II se sentía


hundida, agorada y escéptica ante las soluciones políticas que se tomaban. La
inflación crecía progresivamente; había una gran inestabilidad financiera; los
productos de primera necesidad estaban a precios elevadísimos; las importaciones
eran abundantes, mientras que no se exportaba nada; las malas cosechas, las pesces,
las crisis agrarias sumían a gran parre de la gence en la miseria v provocaban la
despoblación del campo; el descontento era general; la justicia funcionaba
caprichosamente; las leyes que se dictaban eran básicamente represivas contra los
estratos más bajos de la sociedad; etc.

La aristocracia mamerria el gobierno de las ciudades y una buena parte de los


puestos de poder en la Iglesia, en las Chancillerías, en convencos y monasterios,...
Nos queda por ver el estrato más bajo de la sociedad, el de los pobres,
vagabundos, indigentes, delincuentes, etc., que es p rim ordial para nuestro estudio.
Tai vez sea convenience establecer una clasificación convencional de los pobres
en los siglos XVT-XVU . C on E. ívíaza distinguimos: a) pobres de solem nidad, grupo
en el que se incluía viudas, ancianos, enfermos, niños, huérfanos, abandonados,...;
que con eí tiem po vino a configurar una compleja cacegoría de ’’pobres
profesionales" que, sin ser enteramente necesitados, disfrutaban de unos beneficios
fiscales considerables; b) p o r otro lado estaban los pobres vergonzantes, personas

0 . Loe. de.

. Para estas cuestiones, véanse Elena M a 2 a Z orrilla, Pobreza y asistencia social en España (siglos
Universidad de Valladolid, 1987; y Rosa Pérez Esrévez, E l problema de los vagos en la España
del siglo X V T lf, M adrid, 1976.
.. ......... .’5 Wii Oivv5

venidas a menos que pedían limosna en secreto, desde su apariencia de gente


solvente; c} había, en tin. un amplísimo grupo de pobres marginados, en cl que se
incluían vagos, maleantes, vagabundos y no pocas prostitutas.
£n rodos ellos se encontraban muy variados tipos humanos, marcados por el
rasgo común de la necesidad y aun de la indigencia, que afectaba en algunas ciudades
a un tercio de ia población y en orras (como Cáceres a finales del s. X V I) a ¡a mirad.
La valoración social de la pobreza oscilaba entre la accpración como
manifestación del ambience, que debía ser socorrida caritativamenre y aun por el
estado, y el rechazo, por interpretarla índice de peligrosidad.
Para darnos cuenta del riesgo y la delicada situación en que se encontraban los
pobres y mendigos, recordemos brevís imamen re la legislación que se les fiie
aplicando. Casi desde comienzos del X V I {1 52S) se dispone que se les expulse de tas
ciudades y que no vuelvan, bajo pena de prisión y desrierro de un año. Si eran
reincidentes se les descerraba a perpetuidad.
Carlos I (en 1552) y Felipe II (en 1560) decretan la pena de galeras para los
vagabundos; cuatro años y cien azotes la pcimera vez; ocho años y cien azoces la
segunda; v galeras a perpetuidad la tercera. U n poco más tarde (en 1566) se agravan
las penas v se hacen extensivas a ladrones y rufianes mayores de 17 años.
En 1605, esrando Felipe III y la corte en Valladolid, se prohibe pedir limosna
a personas sanas y en edad de trabajar, y se les conmina i encontrar trabajo en un
plazo de quince días, "so pena de cien azoces y cuacro años de galeras para los
hombres, o descierro para ¡as mujeres"5.
Poco después, en 1609, se ordena que se marque a los pobres en el brazo o en
la espalda con una B (ios vagabundos) o con una L (los ladrones); y en caso de
reincidencia, condenarlos a galeras.
En 1675 Carlos II oedenó que desaparecieran de las principales plazas y calles
los vagabundos; y pocos años después mandó que salieran de M adrid, y en caso
concrario que ingresaran en el ejército.
La preocupación social y de los pensadores de la época se corresponde con las
decisiones legislativas, a favor o en contra.
la s actitudes duras, que concebían a los pobres como un peligro, como una
lacra que produce corrupción en la sociedad, herederas de una concepción puritana
de ésta, estuvieron representadas por J. Luis Vives’ , el benedictino de Medina (1545)
y otros.

s C2f. J Oelcito y Piñuela. La mala vida en la tssraña de Felipe / v . M adrid. Espasa-Calpe. ! 959.
pág. 201.
. De ¡ubvenúonepauperum. Brujas. 1526.
56 C ésar H ernández .Alonso y Beatriz Sanz A lonso

Por concra. las más humanitarias y comprensivas, que concebían como algo
esencial la libertad de! pobre para buscar el sustento donde quisiera y se oponen a
su destierro, fue encabezada por Soro"'.
En esta línea están las propuestas de M iguel de Giginta, partidario de la libertad
vigilada, fundador de las casas de misericordia, como centros de recogida, de
formación, de trabajo y oración para todos los pobres. Esta idea prosperó en
numerosas ciudades, como M adrid, Toledo, Granada....; pero eran totalmente
insuficientes.
Complemento de estas casas fueron los-numerosos albergues de pobres' que se
crearon en ciudades- y pueblos.

A lo largo del s. X M la mendicidad aumenró extraordinariamente. Las


circunstancias económicas y sociales
eran una fuente de miseria; ni los
albergues, ni los hospitales -en Sevilla
había, entre unos y ocros, más de cien-,
ni los hospicios, casas de misericordia y
de expósitos bastaban para amparar a los
más desprotegidos y necesirados.
En aquel ambiente de deterioro
social, de descontento y desengaño, la
miseria, el desorden y la delincuencia
aumentaban continuamente. Es m uy
verosím il la cifra dada por los
historiadores de vagabundos, mendigos
y bandidos a finai del X V I: un m illó n de
personas en un pais que apenas llegaba a
U n o óc id» hosD) raies scvilianus. una población de ocho.

Lacras en Ln sociedad

Para completar ei sucinto agu.Uuertc de la sociedad española especialmente en


ci s. N YU . vamos a asomarnos brevemente a algunas de ias lacras y relajaciones
sociales de la época .

. :;tn:>cn(»
. X:¡.: nu nca. ! s.-j s.

. », K. Perca lisíese/ i/««. .M;vw [le.. t'il.i.

. Para d io .seguiremos tic etica I )ckiu> v P illu d a . ci¡.


G erm an !* y So c ie d a d en los Siglos de O ro 5?

El desenfreno sexual era grande, y m ayor aún en las clases elevadas, sj bien éstas
solían ocultar sus escándalos’’5. N o era infrecuente el a d u lte rio de la m ujer -aunque
era m uy superior el del hombre-, como lo muestra la abundante literatura coetánea;
y la prostitución, como veremos en o tro lugar, era abundantísima, sin contar entre
ellas a las mancebas, arriba mencionadas, ni a las cortesanas o asalariadas.

Entre las prostitutas, numerosísimas en aquel tiem po, unas eran de categoría
superior, pues seleccionaban la diencela y guardaban el señero, y ganaban hasta
cinco ducados dianos; y otras, de ín fim a categoría, eran las cantoneras, golfas y demás
que solían v iv ir en torno a las mancebías14.

En general, podemos decir, con M arañón, que la fuerte represión y las barreras
que la religión im ponía sobre las libertades sexuales eran rotas por gente de todo
ám bito social.

En el siglo que nos ocupa era abundante la homosexualidad y el afeminarnienro,


y a pesar del grave castigo de la hoguera sufrido por la sodomía, el pecado nefando
producía estragos. Menos eran los casos conocidos de incesto, entre otras
aberraciones sexuales.

Había, pues, en aquella sociedad una extraordinaria relajación de costumbres y


gran corrupción m oral, a pesar de las leyes que coartaban la inm oralidad sexual.

Mas todo esre panorama, de un solo aspecto, estaba acompañado de desafueros,


de más graves consecuencias. Numerosísimos eran los crímenes -la vida no tenía
apenas valor- y muertes por amoríos, innumerables los atentados, robos, riñas y
pendencias graves. Abundaban los asesinos a sueldo, eran frecuentes los atracos a
iglesias y conventos, eran muchas las bandas de atracadores violentos y
numerosísimos los ladrones y bandoleros, que actuaban ran to de día como de noche.

Veamos un testim onio de la época:í:

"Las cu ad rillas de ladrones estaban organizadas y cubrían elpaís: componíanse


de soldados viejos acostumbrados a la guerra, que no hallaban ocupación en la Corte
y no querían someterse a l trab ajo ; de labradores arruin ad os; de jóvenes que huían
del servido m ilita r; de perseguidos p o r la In q u isid ó n o la iu s iid a , y en general de
aquella m u ltitu d que en una m ala organización p o lític a tienen quejas y
resemhniemos contra bs abusos de la autoridad. Los puebbs protegían a estos
bandoleros, unas veces p or tem or y otras p o r sim paría, pues, habiendo entre ellos

. Los amorío,', de Felipe IV pueden seguirse en el libro de D eleito Piñuela. E l rey se d i vierte.
1’ . A mediados del siglo XVÍ1 en M a d rid había más deochocícncas casas públicas abiertas durante
toda la noche.
1 . Felipe Picároste, Estudios sobre la grandeza y decadencia de España. 1887, í. I l l , p;igs. 93 y sigs.
muchos llevados a esa vida, no p o r perversidad de corazón, sino p o r causas sociales,
solían ejercer actos de verdadera ju s tic ia , y protegían de la pobreza y aun de la
inocencia, form ándose de este modo la idea de aquel bandido que todavía cantan
nuestros romances. V ivían en cuevas o chozas del campo, y otras veces en las mismas
poblaciones; tratab an de potencia a potencia con las ju sticia s de los pueblos, y
llegaron muchas veces a poner en peligro hasta la a u to rid a d de los virreyes. En 1612
había en C ataluña mas de diez cuadrillas de estos bandoleros, pasando algunas de
100 hombres; en ju n io de 1613 dieron m uerte a l conde de la Bastida, y en enero
de 1614 sorprendieron una conducta de dos m illones de reales. En C astilla y
A ndalucía tenían cogidos caminos reales, y se atrevían a descolgar y enterrar
piadosam ente las cabezas y los miembros de sus compañeros, mandados poner a llí
p o r la ju s tic ia

Este era, en buena parre, el panorama social dei siglo X V II. Y codo ello en
impaccance concacto con la efervescencia religiosa, la exaltación de la mística y la
sublim ación de lo espiricual.
3. S E V ILLA EN LOS SIGLO S DE O R O

Para ¡legar a comprender mejor el mundo de la rufianesca y de la cárcel de


Sevilla, es imprescindible calar en la vida de aquella gran ciudad, una de ias más
pobladas v animadas del mundo (aproximadamente 150.000 habicances a finales del
X V I)', que se convirrió en el paraíso del hampa y de la delincuencia, y en la
"babilonia de España", como se la llama en un romance gongo riño.

Sevilla era el cencro del lujo, del brillo , del dinero-...■y de la miseria, del vicio,
del crimen; sede de ¡os mayores contrastes sociales, económicos y vitales. La
opulencia de aquella Sevilla se percibía en (os edificios, en el correr del dinero, en la
elegancia v derroche de los privilegiados. Por contra, los vagabundos, delincuentes
y pobres ponían el contrapunto. Picaros, ladrones, valentones de toda índole vivían
organizados para protegerse de la justicia, formando una especie de sociedad
enquisrada en la otra. Y dentro de ella se apoyaban los diversos grupos de maleantes,
ladrones, rufianes, prostitutas, etc., que formaban unas microsociedades cerradas y
bien relacionadas con las otras. En general, estaban formadas por ladrones,
espadachines, llamados priores, cofrades mayores, y novicios, que esraban aprendiendo
el oficio, avudaban en todas las fechorías y espiaban lugares, casas, a los corchetes.
ere.1

1 . París en aquel tiempo apenas llegaba a 200.000 habitantes.


' . Como dato significativo, piénsese, según dice Anno, que el 22 de marzo de 1?95 se aescargan
de las naves recién llegadas de las Indias 332 carretas de piara, oro y perlas valiosísimas: eue mes y
medio después solo de la nave Capitana se sacaron para la Casa de Contratación 103 cacrecas de plaLa
y oro; y pocos días después llegaron por tierra desde Portugal 583 cargas de placa, oro y penas.
■* . Cf. 1uis Zapata. Misceláneas. Memonai histórico español, t. XI.
60 C esa* H ernández A lonso y Beatriz Sanz Alonso

3-1 - Jerarquía, de la rufianesca

En realidad, dentro dei m ando germanesco. en ei hampa, había una especie de


carrera o cursus honorum . cuyos estados se adquirían por méritos bien probados1.
Para entrar en la cofradía se exigía ya haber estado en prisión, o condenado a
galeras, o haber sido azotado públicamente, ere. Si bien algunos comenzaban su
curriculum desde niños.

Se iniciaban muchos como mandiLetes. que eran los recaderos de una iza: de
donde se pasaba a chulo, c h u lillo , chulam o, jo rg o lin o , una especie de criado del jaque.
De esta siruación, regularmente, se ascendía a m andil, más tarde llamado v ra in c lo
pagoiey aun m an dil de media tallan prim er grado de rufián joven (entre 1^ v 17 años),
con una escasa autonomía y no pocas gesras' cometidas, desde pendencias con
heridas a muertes de corchetes. Era ya personaje temido entre los rufianes, excepro
con las armas blancas.

Recordemos aquí aquellas famosas Q u intillas de la hería que dicen:


N ado en Cordoba la lia n a
de un ventor y una ju a n a ;
crezio e l chulo y dio en valiente
entre jcrm anesca jeme
del Altozano, en Triana.

Pasó plaça de m andil


desde quince a diez y siete;
fie en el ¿ios de bastos s u b til
o fid a l de ganiuetc
y aconmodar un p e rfil.

Subió a ser rufo de un bote


porque le faborezteron
Lobaina, H artacho y Çambrote.
demas que a i chuto vieron
que le apuntaba c! vilo te .

Este. pues, t in a Li Azeueda


a i la s illa de su estado

. Véase más .idci.'.rue: car. V


. Ci. Poesittf gemuneuMi. edil, ñor ¡oiin \ ! . h'ilí. Bloominsrron. indiana. Indiana University.
G ermanía y S ocied ad en lo s S ig lo s de O ro 61

cantar cor. je n til denuedo


un d ía que aula llegado
palpita nd o de Toledo,
y repicando en la silla
la acostum brada v a rilla
que tra in en las manos todas,
con demonstrostiones godas
carnó aquesta sig w d illa :

- ¡Ay, que en malas galeritas ande


quien me d io a conozer la casa y e l padre!

Cuando adquirían mavor experiencia y eran hábiles espadachines, recibían el


nombre de m andilandín, que form an el grupo de auiéncicos candidacos a ja yá n . Tras
esta etapa se entraba ya en la categoría de ru fo o ru fiá n o guapo -pasando por una
fase intermedia en que se le llamaba despectivamente rufezno de m edia ta lla -. El
rufián, que uñiiza con habilidad la espada, adquiría el rango de jaque, bravote, bravo,
valentón,... Todos ellos solían rener bajo su 'tutela' a una m arquisa, que les
proporcionaba presrigio y dinero para vivir bien. A l que cobraba con exceso a la
marca se le llamaba enjibador, y al jaque asruro y listo consejo y m arrajo. El jaque de
gran presrigio enrre sus congéneres era llamado ja yá n -más tarde cherinol-, y a los
que entre ellos destacaban especialmente o eran respetados por su edad, ja yá n de
popa
El conjunto de jaques, jayanes y padres de las mancebías formaban el trono
subido, consejo de los más im portan tes de la germanía, que dictaba órdenes y normas
para el buen funcionamiento de la microsociedad, y procuraba ayuda a los miembros
que la necesitaban.
Como se ve en lo que precede, venía a haber tres grandes estamentos en la
germanía, cada uno con distinros niveles: el de los colaboradores y ayudantes; el de
los trám eles x espadachines, candidatos a rufos; y el de los jaques y jayanes. El ritm o
de ascensos dependía de las bravatas, pendencias, muertes y robos que iban
realizando.

3.2. Lugares do reu nió n en S e villa

Lógicamente, la rufianesca se movía con preferencia en determinados ámbitos


y frecuentaba unos lugares concretos. Los gamos, las mancebías, las bodegas, los
•O-i C ésar H ernández A lonso v Beatriz Sanz A lonso

claustros de [as iglesias, la cárcel, etc. eran los locales cerrados más frecuentados por
ellos. En corno a la Cárcel Real, situada en la calle de la Sierpe, en las gradas de la
catedral sevillana (las graltas), en los clausccos y patios o corrales de los Naranjos y de
los Olmos (ver ilustración) ai este de la catedral, junco a la Giralda, se reunían en
zonas abiertas del centro de Sevilla gran parre de los germanos y delincuenres, y desde
allí tramaban sus crímenes, robos y fechorías^.

Aquí estuvo el Corrai de los Olmos, importante centro de encuentro de jaques, bravos, jayanes.
ladrones y picaros.

4 . Véase para todos estos detalles J. D eleito y Piñuela, Loe. ñu págs. 198 y sigs.
ü3
German** V a o u K p -u ) ::s ION -Sk;;á 1)1: O KO

Al pació de los Naranjos -lugar seguro por el fuero eclesiástico- acudían los
personajes más importances del hampa, (ilustración)

Pmlo de ÍOJ Saramas.

fuera del centro de ia ciudad, el lugar de mayor concurrencia de germanos y


delincuentes de rodo cipo era el Arenal de S evilla (ilusrración), el Compas o Compas
de la laguna,.., -nombre que per/ive hoy enere el pueblo sevillano, a pesar del nom re
oficial, calle de Casrelar. etc.-, entre la anrigua muralla, la Torre del oro y junro a a
puerta del Arenal, cuya mancebía, la del Compás, fue la m is famosa y escandalosa
de la ciudad. Hasra eí p un to de que la cerraron en l6 2 i.
64 C ésar H ernández Alonso y B eatriz Sanz Alonso

A la mancebía, co rtijo, dehesa, m anfla, cueva, p u b liq ue ,... del Compás se accedía
por una sola puerta, el golpe,; y en torno a un descuidado patio estaban las boticas.
casuchas míseras donde vivían y trabajaban las izas.
A lo largo del tiempo fueron muchos los intentos de cerrarla, y las dificultades
que sufrió el Compás interminables.
Lo sorprendente es que algunas de esas boticas eran propiedad de instituciones
religiosas, y de minisrros de la justicia, que las alquilaban para tales menesreres.
Aquella zona, llena de bodegones, estaba siempre repleta de rufianes, mendigos,
soldados, mercaderes, prostitutas y toda gente de mal vivir.
lunto a aquel lugar, deben mencionarse el Campo de Tabladas, el matadero, L:
Alam eda, la puerta de la came y otros muchos lugares de menor concentración.
Las bandas de malhechores circulaban por rodos estos lugares en número
realmente extraordinario. Y mezclados con ellos, diversos y numerosísimos
mendigos, que acosaban con insistencia v molestias a los viandantes, las casas, las
iglesias.... acompañados por un sinfín de niños harapientos, que llevados por el
hambre, merodeaban las mancebías, los mercados, las calles, etc. y rebuscaban en los
abundantes muladares y basureros de la gran ciudad.
Pese al centenar de refugios y hospitales distribuidos por la ciudad, los
indigentes v mendigos que vivían y dormían en la calle, porrales, pórticos,... era
incalculable.
Esta era. en síntesis, la paradoja de aquella gran Sevilla, emporio de toda riqueza
-especialmente la venida de América- y de toda miseria y depravación.
4. TOPOGRAFÍA DE LA GERMANIA

Son numerosos los lugares en que se concentraba la vida germanesca a lo largo


de los siglos de que nos ocupamos. E llo no quiere decir que no hubiera muestras en
otras partes, sino que en los centros que indicaremos era donde m ayor efervescencia
mostraba "la vida airada".
Es claro que hubo factores que propiciaron que unas u otras zonas adquirieran
especial relieve y se convirtieran en centros de germanía; La concentración comercial
y m ercantil -con el consiguiente enriquecimiento de la población-; la concentración
de población en torno a centros de culcura, de vida universitaria y de núcleos de la
adm inistración (Chancillerías, ere.); el establecimiento de la C orte en un lugar de
forma permanente {y aún transitoria); la concentración de riqueza en manos de
grupos favorecidos; el progresivo incremento de la burguesía media y baja: la
m igración de numerosas personas, desheredadas de la fortuna y sumidas en la
miseria, a centros de población donde buscarse la vida de cualquier m odo: la
extraordinaria desigualdad social enere unos y orros sectores; la corrupción y aun
depravación de costumbres; etc.
Todos estos fenómenos -y algunos otros- cooperaron a que la vida germanesca
se concentrara en determinadas zonas en unos u otros momentos.
Podríamos distinguir, al menos, cuatro grandes zonas de germanía: una de
Castilla la Vieja, con centros en Valladolid y Medina del Campo: una segunda en la
Nueva Castilla, especialmente con centros en el M ad rid de la Corre y en Toledo; una
tercera, la más im pórtam e, ¡a andaJuza, con eje en Sevilla, más otros lugares
relativamente próximos: y, por fin, la zona levanrina, cuyo esplendor fue más rardío
que el de las anreriores.

Ames de seguir, hemos de advertir que lo dicho hasta aquí no supone la ausencia
de burdeles, izas, bravos y rufianes en otras zonas; pues eran numerosas las ventas,
mancebías y ¡usares de vida alegre’ poi buena parte de las poblaciones españolas.
La zona castellann vieja se justifica claramente por la im portancia que
adquirieron las ferias y mercados a finales de la Edad Media, y especialmente en el
OU Cl'-sar HfJiNAMJhZ A lo n so '. Uta nu/. $.\sz A lo n so

siglo XV. La concentración de ganaderos y labradores en M edina del Cam po, con ei
correspondiente mercado regional, y aun con la presencia de la Reina Carólica en
los últimos años del siglo, justifican un extraordinario mercado, una febril actividad
comercial semanal y una aglomeración de visirantes con dinero fresco.
Taies ferias y mercados dieron riqueza a sus sedes. Así. m uy pronto nacieron
nuevas zonas feriales: V illaló n, Valladolid, M edina de Rioseco, etc.
Todos estos lugares atraían a maleantes y gentes de dudosa reputación.
Extraordinariam ente expresivo es el Romance de las nueve v illa s , que
reproducimos y comentamos:
Este es un consejo que dio un rufián a unas donzellas, con las coplas del huevo.

De las nueve villas en m i verdad hos diría:


salieron dos niñas, luego la Platería,
de Víflalumbroso y más arribilla
salieron dos moças, es la Costanilla:
con ellas un moço. luego allí está en frente
- “Andar, andar, las niñas: una muy linda fuente;
veredes las Viñas; luego allí un passillo
andar, coraçôn, veréys el C o rrillo ;
veréys a M onçôn. veréys la conseja
Una legua rirada, de la ropa vieja;
la venta derribada, luego, a la baxada,
renderé mis redes. es la Rinconada
Veréys a Paredes. donde tomaréys
Luego, a la baxada, m uy buena posada.
está Torquemada. Luego, a la mañana,
Por unas cuestas levantaros eys;
donde no avía breñas yréys a la plaça.
veredes a Dueñas. Luego, en las primeras,
Quatro leguas son son las pescaderas,
dende a Cabeçon. y las ensaladeras,
Por unos pradales y las tocineras,
veréys a Cigales. y las panaderas,
Dos leguas d ’ay y las pasteleras
es Valladolid: juro en mi conciencia.
alçaréys la cara, Luego esrá la Audiencia,
veréys Santa Clara: donde los señores
luego, a la otra mano, grandes y menores
veréys a Sant Pablo; y los cambiadores.
por una calleja Luego allí está un hoyo
la Plaçuela vieja y en frente el rollo;
y, más adelante, luego, allí un cántico,
la del Alm irante; era Sant Francisco.
por unas calles llanas Luego, a la otra mano,
era Cantarranas, la calle Santiago;
CliRMANÍA V .SOC!l:P.-M) t-N IOS SICI.OS DE OHQ

Luego, a la otra mano, es derecha vía


la calle Santiago; la capatería.
más acullá, en cabo, Está Sanr Miguel
la Puerta del Campo junto a Çapatardiel.
en mi verdad os diría. Ser os a notorio
Luego la putería, el gran consistorio
donde tomarévs de los regidores.
cada sendas casillas, ¡usricias y señores:
con que os remedievs todos en quadrilla
de sava v faldillas. goviernan la villa.
Andar. andar, las niñas, Luego, en continente,
andar, andaré; passarévs la puente,
e si escávs despacio, y a un passo de grúa
en este palacio comarévs la rúa;
haremos la vía pero en esta calle
a otra putería, no es razón que calle,
do, por m i deseo, que av muchos exercicios
va ver lo quería. de dos m il oficios.
Pasaréys primero Verévs los traperos,
un homiiladero, sastres, calceteros,
la Fuente de Argales v los tondidores.
v los arenales. v los corredores:
Lues;o. allí frontero, arcas de escrivanos
la puente de Duero: no se dan a manos:
v rras un resillo v verévs los cambios,
es un monteadlo, cambios y recambios,
y verévs. mis niñas, y el rollo y alverca,
las cuestas y las viñas. !a noria con cerca.
Passaréys Adaja, Es grande alegría
quel camino ataja, ver la joyería.
y a dos corendillas con la especiería.
era Valdastillas; v la mercería.
y no ay ocra cosa v la librería
asea la \ en cosa. con la lancería.
Es tierra m uy llana la tienda gentil
hasta Rodillana; ques del alguazii, __
quien de allí camina v el relox armado
va a dar en Medina; de Sane Antolín.
en Sane Sebastián Y luego, a la man derecha,
cessatá su afán; una calle estrecha
es la puerta allí y por allá van
de Valadollid (sic); luego a Sant Julián.
y llevaros he De allí a lescuela
por Santo Thom é de Corral de Bueyes,
y aun Adajuela donde dançaremos
con su poncezuela. como sendos reyes.
D allí a la quadra, Passada la escuela
donde ei petro ladta. verévs la plazuela.
68 C esar H ernández Alonso y B eatriz Sanz A lonso

ia cal de Salinas si, en solo este invierno,


con sus pelegrinas. yo no re escuerno
A llí haliare'vs con buenas razones
más de cien vezinas; dos m il bobarrones
aJlí. a mi ver, -gayones de villa
tomaréys dos casas que sirven de cesta,
a vuestro plazer. sobaco, capilla-,
Mas guardaos, amores, y a los pies y al soto
que ay dos m il cravdores: vo los afufare:
nos comen Ja pella andar, andar, rufos,
y el alto con ella, andarían daré".
v juguen de baque Y aquel mes de agosto
con el cuchiclaque, su luzido rostro
pjcanse del garlo, con orro confina.
mas yo los entrujo Estando en M edina
¡por vida de Cario! las dos compañeras,
Mas si me creévs blandas de molleras,
quiçà ganaréys, y entre sus vezinas
con burlas y engaños, en cal de Salinas,
más que cuerdos m ii años las vi proveerse
oue allí crabajéys. hurtadas del rufo,
Y o¡o en ia follosa
sólo por no verse
v. al desgranadero,
en tanta miseria
la mano al esquero.
viendo que en la feria
oue si son guillotes
can poco ganaron,
no senrirán nada,
porque no medraron
aunque con setenas
para un par de piñas.
paguen la posada.
Ambas a dos niñas,
Si son mercaderes
en-sendas falderas
dalles m i! plazeres,
sin otro ventalle,
quesros tienen pelo
para buen repelo. baxan por su calle .
Oíros pelaga¡os. hechas un ovillo.
que tienen va callos, Van por un p o rtillo
no burle'ys con ellos, questava en la cerca,
mejor es dexallos’ . porque esrá más cerca
para su viaje.
- ”0 . rufo caymado. Salen al desgaje,
qué bien as hablado trisres y maltrechas,
-respondió la niña. vendóse derechas.
Del desorejado En osea manera
no en balde ce veo dexan la carrera
-señal de rabeo- a la mano yzouierd.;
del asa menguado, y buenven en cuerda
m icor de ía cerra, v enrran de rondón,
úci chanclo esrarado. con trabajo ario,
N o me aráis por hija a ganar cay ron
del que nos cobija a tarja y a quarro.
G e r m a n Ia y So c ie d a d e n lo s Sig lo s de O ro 69

H e aquí u n largo recorrido desde V ilia iu m b ro s o (Palencia) a M e d in a , con una


riquísim a precisión descriptiva. V ilia iu m b ro s o es u n p u e b le ciro m u y pequeño, a]
lado de C isneros, y cerca de V illa d a y Sahagún, lu g a r de ferias. N o dudam os de que
el au cor de este rom ance anónim o p u d iera ser de aquel lugar o de las proxim idades;
pues d ic h o pueblecico apenas era co n o c id o en el resto de España. ¿Tendría que ver
con los R odríguez de Cisneros, origen de la gran fa m ilia de los G iró n ? ’

M a s lo curioso es que versos más adelante nos asoma a M o n z ó n de Cam pos,


que está bastante lejos de aquel lugar. D e V ilia iu m b ro s o a Paredes hay n o m ucho
trecho, pero Torquem ada queda algo lejos, ca m in o de Burgos, y cerca de M o n zó n .
¿Querría el a u to r señalar las dos metas iniciales de unas 'doncellas'? Sigue, a p a rtir
de aquí, la ru ta del Pisuerga. ca m in o de V a lla d o lid : D ueñas, Cabezón y Cigales. El
a u to r conoce m inuciosam ente la ciu d a d de V a lla d o lid . La entrada era, ciertam ente,
por Santa C lara, se deja a la derecha San Pablo, se bajaba hacia la plazuela vieja,
cercana al H o sp ita l de Esgueva, ere,... C an carrañas, la C o sta n illa , el C o rrillo -fam oso
p o r su a m biente y prostíbulos- estaban y siguen en su lugar. El m e rca d illo de
ropavejeros, las viejas posadas de la R inconada; al la d o la plaza del mercado -donde
hoy está el mercado del Val-; y aquí el a u to r se d em ora con deleíte en los d istin to s
tipos de vendedoras. Sigue describiendo la ciudad, co n m in u c io s o c o n o cim ie n to : la
calle de Santiago, la Puerta del C a m p o , la pucería -situada ju n ro a la actual plaza de
las Tenerías-, etc.

A c o n tin u a ció n el auror las hace em prender el ca m in o hacia M e d in a d d


C am po, pasando p o r Puente D u e ro , el A daja, R odílana,... hasta que encra a San
Sebastián. Describe iglesias y e d ificio s, calles (la rúa, h o y de P a d illa ), con todos los
artesanos y oficios. Se fija en los cam bios - ’cam bios y recam bios'- que se hacían en
el m ercado de la plaza, en los diversos com ercios, hasta llegar a la calle de las Salinas
-donde estaba la zona de la p utería-. Los consejos que les da para con sus dientes
son, realm ente, deliciosos, en versos donde aum enta el léxico germanesco.

C o m o d iiim o s , el a u to r conocía perfectam ente V a lla d o lid y M e d in a del C a m p o ,


así com o to d o el re co rrid o entre una y otra.

El rom ance es airoso, en algún m o m e n to hace gala de alguna marca propia del
R om ancero tra d icio n a l, y describe con exactitud unas rutas de cierras mozas de la
vida, a las que va aconsejando. N o está demasiado sobrecargado de rérmínos
germanescos. porque, a nuestro encender, el a u to r se propuso d e scrib ir ciertos lugares
de la vida airada, sin necesidad de ocultarse ni de d is im u la r nada.

A la vista de estas referencias podem os d e d u c ir que muchas de las izas y


muchachas que querían dedicarse a tal tip o de v id a no se asentaban desde el

. Recordem os que en Cisneros se estableció cl p rim e r p ó siro que h u b o en España (en


una in s titu c ió n que .hacia acopio de grano para prestarlo, en su caso y cu a n d o había necesidades, a los
labradores del lugar.
Tü O sar. H í- r n á n d u z A l o n s o v B i-a t r iz Sa .n z A l o n s o

p rin c ip io , sino que circulaban de unos a otros lugares, hasta encontrar una sede
conveniente.

Por la antigüedad de las ferias de esca zona castellana, por su d in a m ism o


m e rca n til, por tener un a lto grado de población, relativo, y por la frecuente presencia
de la C o rte en estos lugares, parece que las actividades relacionadas con lo
germanesco en ella pueden interpretarse como las más antiguas conocidas e
indirectam ente documentadas.

M as no eran esros lugares los únicos de esta zona famosos p o r sus prosríbulos,
pues cambién lo era Segovia, entre otros, cuyo centro era ¿iazoguejo.

Z o n a a n d a lu z a

T a m b ié n desde m u y anciguo debía de haber germ anía en ía A ndalucía


occidental, con el centro im p o rta n te en Sevilla. Esta ciudad en el siglo X V I se
c o n v irtió en el p rin c ip a l centro de in fo rm a c ió n y com u n ica ció n con A m érica, al que
acudían y en el que se instalaban cienros de mercaderes de roda Europa: habanos,
flam encos, escandinavos, alemanes, ingleses, enr. Y castellanos en núm ero cercano
a los m il. A l am paro de ésros pululaba roda una tro p a de vendedores, tenderos,
banqueros, cargadores, armadores, criados,... que, paso a paso, fueron co n fig u ra n d o
ricas compañías y empresas (fam iliares y sociedades). C o n rodo ello en aquella
sociedad abundaban las quiebras de negocios, las deudas y los acreedores.
Exportaciones (pro d u cto s agrícolas, géneros textiles, v in o , aceire,..) e im portaciones
(maderas preciosas, cueros, plantas m edicinales y alim enticias, materias tintóreas,..,),
resoros (perlas, esmeraldas, oro, piara,...), registrados unos y no registrados otros,
junco ai denso y c o m p le jo m u n d o de la navegación y de los viajes; todo ello hizo de
Sevilla u n em p o rio de riqueza, orlado de una abundante capa de pobreza y miseria.
Era aquella d u d a d co m o el gran im án idealizado al que acudían mercaderes,
hom bres ricos, fu n d o n a rio s ,.., y pobres sin cuenca, gentes sin o fic io n i b e n e fid o , no
pocas de m al v iv ir y p ro n ro m orir. Era aquel un e xtraordinario caído de c u ltiv o de
todo tip o de explotación, de pro d u cció n de miseria, de efervescente d e lin cu e n d a y
ban d id ism o .

Sus centros más desracados, en lo referenre a lo germanesco, eran: la cárcel real,


la A lam eda, Tabladas, el A lto za n o , las gralcas de la catedral, el río y el ArenaF.

. Véase, entre o tro s, £. Lorenzo Sanz, C om ercio de España con A m érica en la época de F elipe //,
2 tom os, V a lla d o lid , D ip u ta c ió n P rovincial, 1979.
A . Véase supra, págs 63 y sigs.
GtiKMANUVMH'.li.D.y.) -S ¡.U
SMv.i.OS0l: OSQ

Aquella gran ciudad, que a finales del s. X V I contaba con más de 150.000
personas, v se había c o n ve rtid o en la mas populosa de Europa después de París, =ra
el gran centro de la riqueza (oro. plata, perlas entraban y salían en numerosas cargas
de carretas). Era. en fin . ciudad de grandísimos contrastes sociales .

Famosísimo era en Sevilla, co m o d ijim o s, el Compás, d onde había una


im portante y vieja mancebía -de más de tres siglos-, en zona cenagosa y llena de agua,
lindando con la antigua m uralla que ía separaba del Arenal. En sus alredeaores se
levantó un barrio, e l b a ra tillo .
Una segunda mancebía tam bién im p o rta n te era ¡a Resolana. no m u y leios de ía
Torre del O ro y el A renal.
Más tarde, bien avanzado el s. X V I I , cuando se cerró el Compás, casi roda su
vida se trasladó a las Cureñas, fuera de las puertas de Triana.
Además de las mancebías mencionadas, había en Sevilla tres corrales famosos
por su vida: el de los O lm o s, al lado de la Catedral, que aunque era recinro cerrado,
renía las puerras abierras rodo el día. y albergaba a jugadores, rufianes y valentones;
orro, el patío de los Naranjos -anejo a la caredral- al que se enrraba por la puerta del
perdón; v, por u ltim o , el de don Juan, lugar de represencación de com edias.

En el de los O lm o s se acogió coda ia genre que antes se-reuma err las grabas
de la caredral, una vez que óseas fueron derribadas para alejar del lugar sagrado a
vendedores, picaros y jugadores.
Mas com o sarélires en to rn o al eje sevillano acoraban poblaciones como
C órdoba, -con el Potro, famoso barrio de la mancebía-, C arm ona, O suna, Utrera,
Estepa, Ronda, C ádiz, Jaén, Écija, Málaga con sus Percheles, G ranada con su
R o n d illa .... y el sur de Extrem adura.

■* .C f, P. Herrera Puga. loe. c íl . págs. >8 ~ sigs.


72 C ésar H ernández A l o n s o y B e a t r iz Sa n z A l o n s o

En codos escos lugares había, cuando menos, una mancebía im p o n a n re y un


buen núm ero de germanos. Son muchos los romances que m encionan escos y orros
lugares andaluces co m o centros de vida airada, donde unas y ocras sufren y gozan,
unos y otros roban, macan y sufren castigos.

C uriosam enre, en algunos de los romances a lu d id o s se perciben rucas


frecuentadas p o r parejas de germanos. Y hay jaques y rufos que no paran en un lugar.
La vid a ambulanre, de buhonero, era u n o de los rasgos más destacados de casi rodos
ellos, hasca que se afincaban, al cabo de los años, en una sede más o menos estable.
Las m úlriples hazañas' de robos, muertes y amoríos en el m ayor núm ero posible de
lugares adornaban la carrera de un germ ano. Véase cóm o presume de ella Maiadros:

ROMANCE
DE LA VIDA Y MUERTE DE MALADROS

Cante m i Germana Lyra Guaxdamarcas. Lleuacrapos.


en canco godo y alrano: v rodos los mareantes:
de vn Rufo, que fuña y garia del Birlesco y trato ayrado.
rastilla, abocada éranos. D e n las m irlas a m i acento.
Lobaron en los Verdosos, oigan del laque Maiadros:
M urcigaliero en ei Garó. p rin cip a lm e n te las marcas.
Polinche de Maniblages a quien garlo más aicano.
G u iñ a ro l en lo guisado. Porque sepan deste B in o ,
M aiadros llaman al B irlo que les garla con regalo:
de mal ladrón deriuado. toda su G erm ana vida
G om ar ra por ei Baldeo, desde e! p rin c ip io hast2 el cabo.
Rodam onte por el garlo, Y se entruchen las Fioraynas
De! quai grido: y sepan rodos y chanças ¿este lagarto:
los del G erm ánico rrato. que aunque he gridado su nombre.
Jos que son. y ios que fueren. no he descornado su garó.
y ios que huven e! Cam bio. Y p o r clarear auál es.
Las Aguilas, y aguiluchos. sabrán que el Rufo que canro:
Aluaneseros. Lagartos. es natural de Segouia
Brechadores. Astilleros, en baxos vicio s criado.
Calcatiferos, reclamos. H ijo de vn guarda postigo.
Los Maestros de las enancas. y nieto de vn Entiesado:
los Desflorados: v macos: este iuego aue nació.
La cherinola Esquifada e! padre le o)reció al cambio.
del C orra! de los Naranjos. Enrreuó ieua? v chancas
Polinches y gariteros. de M u rc ia d o r y Germ ano:
G e r m a n ia y So c ie d a d en los Siglos de O ro 73

cursó la M a n d ila n d in a ■Vino desde a llí a Seuilla


hasta que fije de quinze años. do le fu e o tro cocón dado:
M u d ó ru m b o , y d io en garfiña y cortadas ambas m irlas
rastillaua en cruz y en garó: y a ias ansias entregado.
sopló el v ie n to , entreuó al g u ro D onde s iru ió de Proel
fue d Sacre veloz prendado. a la C o ru lla amarrado,
D iose el B ram o de sus Flores cu m p ü d a su peni renda
fue a la G ura desflorado: y passados ya seys años
que en la Salud y en las Bolas fue lib re de la A rropea,
entraua con red de Payo. de q u ie n estaba embargado,
Q ue sangraua con la cerda, Y dexando las G uxapas
que cambiaba a placa esiaño: a Seuilla b o lu ió el calco,
que somaua con pescadas y por suscencar el Roço
y jugaua de Bocado. alcanose en allegando.
Q u e se hazia golondrera Firm óse en la Ropa vieja
p o r p illa r más libertado: p o r L la m a , y rraua los Payos:
acum ulóle el R ig o r azerrábales las Levuas
m il chanças sobre este caso: y guiñaba el B ú h o al amo.
que po r no cansar la genre M etíalos en la Percha
vna a vna no las garlo. do vasían agonizando
M as viendo su mala vida, entre el D o b le , y la Compuesta
y su corto y mal descargo: de Flores frescas grindados.
le condenan los juezes D e esce estado descontento
leydo Jo processado. leuantó el buelo más altor
Q u e V ig ilia . Penca y Boche vnzió am istad con Poleos,
le paguen su vida y trato: hízose a los Bavles grato.
y que p o r diez años fuesse Engolfóse en fullerías
de Segouia desterrado. y Leuas de lo G erm ano:
Puso Talón en la Caica, trauó am istad con Rufeznos,
dexó su N a riu o Rancho: Lleva corm as, M a n ib la jo s.
y calcoteó a Toledo D io en ser v ie n to a mareantes
a ser a llí coronado: de G u iñ ó n dissim ulado:
do p o r las mes mas Floraynas entreuaua las Reuesas
le rem ovieron el Sarzo. y frisaua al más llegado:
E n V a ila d o lí y M e d in a enrruchaua las Floraynas,
fue dos vezes en uesado: y daua a la G u ra el Bramo.
en C órdoua le prendieron Bolareaua Nouatones,
porque a llí pillara vn quarro: hazia ju n ta de Foranos:
diéronle otros cien rocinos com bídáualos a vn Roço
porque no le fue prouado. en llegando el p rim e r C la ro
138 C ésar H ernández A lo nso v B e a t r iz $ a n z A l o n s o

C uando no iban a las tabernas, donde cambién se jugaba, acudían a los


bodegones a p ia r cured0 ‘beber v in o ' {e lp ió el beber'), o p o lv o de C azada o p o lv o de
lo caro (Cervances), aloque, m oro 'vino sin bautizar' (Q uevedo). Los bodegones eran
conocidos com o recam bio, registro, ho staíería, hostería, pensam iento (J. H id a lg o ).

Era m u y frecuente que el exceso de vino produjera una buena m ona, ta ja d a


( V id a d e l p ic a ro ), z o rra (Velez de Guevara, V id a de G regorio G uadaña, E ste b a n illo
G onzalez, Q uevedo,....), raposa (E s te b a n illo G onzalez, Quevedo). E l pobre borracho.
cuero, don J a rro ( Segunda C elestina), m oro de M ostagán (Q uevedo), desollado ,
quedaba hecho un cuero de ta b e rn a (V id a d e l p ic a ro ) o una u v a (Entremés s. X V I I) ,
a cosca de canro m o ja r.

En resumen, podemos d e cir que no eran excesivos ios rérm inos germanescos
referidos al v in o , la borrachera y lugares de venta. Hoy, en ám bitos juveniles y
populares, hay m uchos más de los aquí enunciados. Probablem ente p o r ser algo
bastante com ún, no específico de los germanos y picaros, no se le concedía la
necesidad de ocu lta rlo , de crear para ello térm inos crípticos.

Y si bien es cierto que en los texcos germanescos solo se habla del v in o tin to ,
no debe olvidarse que en la e'poca se d istin g ía claramente el aloq ue del a lb illo , la
g a rn a ch a y la m alua sia de Gandía, m encionados en L a Lo zan a an d a lu za .

30 - f
: T ura■>ya re u tiliza b a co m o v in o bueno', no bautizado, en pleno s. X V , en R odrigo d e Reinosa.
6. J U S T IC IA , P E N A S Y C A S T IG O S

<o. \ . L a ju s tic ia

C om o va apunrábamos, uno de los objetivos de la germanía y. especialmente,


de su d ifusión a través de la llamada "lire ra tu ra germanesca . era m ostrar p ú blica y
descarnadamente una critica a la sociedad y, de manera es pedal ísi ma. a la justicia y
a sus servidores. La c o rru p ció n , la degradación y aun los chantajes eran moneda
com ún.
La delincuencia, la miseria y los desórdenes se incrementaban ante la in ju sticia
de los jueces, que con frecuencia dictaban sentencias arbitrarias y desproporcionadas,
o hacían dejación de sus obligaciones en funcionarios ineptos y corruptos. A veces
la pena de m u e rte se rifaba’ casi sin n in g ú n tip o de invesrigación y, para colm o, la
cárcel (concretam ente la de Sevilla) estaba en manos de una adm inistración
irresponsable que pacraba con los presos más tuertes, que eran los que controlaban
el lugar.
Joaquín Hazañas en su estudio Los rufia ne s de C ervantes nos muestra a los
funcionarios de ju sticia robando o co m partiendo el b o tín con los ladrones: a los
jueces exculpando a los ricos y poderosos; a los malhechores librarse de la horca por
d in e ro , etc. La adm inistración de ju sticia era un caos, la inseguridad e indefensión
ciudadana era total. Los desórdenes en las cárceles eran constantes, las fugas de
presos, lo habitual.
Aquel m arem agnum que era Sevilla, en palabras de Vélez de Guevara, se
c o n v irtió en "centro, refugio y amparo de roda la gente maleante de España *.1

1 . J. Hazañas y La Rúa, Sevilla. 1906. paas. 35-6S.

“ . Loe. c it.. pág. 19.


140 C esar H ernández A lo n so y B e a t r iz Sa _\z A ijO n s o

Porras de la Cámara, racionero de la catedral de Sevilla -según recoce D eleito v


Piñuela - llega a decir que en aquella ciu d a d todo sc venae, hasta Los Santísim os
Sacram entos y su a d m in is tra c ió n q u e no a z o ta n a l que no n e tte espalda, n i condenan
a l rem o sino a l que no tiene bra za .... L o que m ás en S e v illa hay son forzantes,
am ancebados, testigos fa ls o s ', jugadores, ru fia n e s, asesinos....".

Maceo Alem án, en el G uzm án de A lfa ra c h c . escribe: E n causas crim inates, donde
la c a lle de la ju s tic ia es ancha \ la rg a , puede con fa c ilid a d ir e l juez p o r donde quisiere,
ya p o r la una o p o r la o tra acera o echar p o r m edio... . Y en el m ism o sentido se
m anifiestan otros autores de ia época. La Dropia Teresa de Jesús escribe a una m onja:
Las in ju s tic ia s que se g u a rd a n en esta tie rra es cosa e x tra ñ a '.

\ éase la dura crítica a los jueces que nace R odrigo Fernandez de Ribera en Los
aneeoios de m ejor vista ( 1625):

Cuantos jueces (a c ios m alos h a b lo ,' y a no sólo nos hacen m enos, pero ciegos
nos quieren hacer, oscureciendo las Leyes o p o r interés o p o r pasión, y aun ellos se
hacen ciegos m uchas veces a los regalos aue reciben sus m ujeres que, com o parte más
fla c a aesde e l p rin c ip io de i m undo, se nos da p o r a llí la b a te ría . Echábanse los ojos
a Las leyes, y a se echan a l am ero: y asi no hay ojos para las ¡/yes. sC¿ué ha de hacer
a c vista e l co rre g id o r p a ra g o b e rn a r con re c titu d si ia m u je r y la h iia te sacan los
ojos poT gaia st Eues, hasta tas varas te n ía n ojos u n tiem p o , era necesario para que
no lastim asen sin razón n j p ie d a d , n i s r viviese s in recato. las va ra : son boraones
que sólo sirve n de a m m o , de sustento y a c defensa. E l león dicen que. muchas veces,
au n q u e tiene los ojos am enos, esta a u -m ie n d o . i entonces e l hom bre le ouarcL; e l
sueño: conserva la a u to rid a d la o p in ió n soia de q u ie n es im agen de m uchos principes.
O jo.' tiene La ju s tic ia , pero auerm e a ratos: su nom bre solo conserva su respeto .

C ie rto que la legislación de los siglos XAH v X A H es contusa v mas ambigua de


io habituai: pero, independientem ente de este aato. jas arbitrariedades en su
adm inistración eran increíbles: ia p re cip ita ció n en sentencia:- no justificadas v sin
inform ación costaba la vida a muenos reos . E lio no obsca para reconocer que h ubo
personas que lucharon en nro de ia más recra justicia .

. Lu., c :.. pac. !9 3 .

. r.siov se o ta -c a n piib iic a m c n ie . ce ¡as piaz,;-. para declarar cunieuier cosa a cam ino ov dinero.
. C:u pa-. 2l.’.
..ti ;. H ish».., ru i.: e a m t de! !. i con s. enema cóm«> lucro :: . vCDIado- cuatro moriscos
acusado.- d i .uipcr rLS.ui.uio una venia ci» t . in m in . . . o fueron v:: j i r o n i c c cv ios uuícn:icos ¡adrianes.
M u y jiró n lo se c o m p rim o ijiu .ui lícitos n u l rieron inocentes.
. C.í. Herrera l'uya, 2 ” li v sic--
G e r m a n ia y So c ie d a d en los Siglos de O ro 141

Añádase a esco la pugna por la com petencia enere d istintas jurisdicciones: la


H erm andad, la justicia ordinaria, la A udiencia, la au to rid a d m ilita r,...
Los falsos testim onios comprados eran, a veces, suficiente prueba para !a
vOuQcii2*
Los delitos más graves y que m ayor desazón provocaban en la sociedad eran los
h o m ic id io s especialmente a p a rtir del siglo X V II* . E n 1639, el año de m ayor
crim in a lid a d en la corte, se dice que en quince días del mes de mayo m u rie ro n
atrozm ente setenta hombres, y estaban heridas en hospirales cuarenta mujeres. Este
era e l.ritm o habitual en pleno X V I I en bastantes ciudades. _ .
Tan frecuentes com o los h o m icid io s eran los d e lito s co n tra la p ro p ie d a d \
cotidianos y con frecuencia violentísim os, contra los que la justicia se esforzaba
especialmente, apoyándose en una legislación m uy dura.
Esto se ju stifica porque con ello defendían los intereses de los estamentos
privilegiados. Pero, a pesar de las medidas legales y de su severa aplicación, estos
delitos contin u a b a n , porque las causas económicas y sociales que los producían no
se habían corregido.
T as penas contra estos delitos eran diversas en las P a rtid a s ( V i l, 14, 18) y en el
Fuero R e a l Aquellas im ponían a) una restitución de lo robado o compensación
económ ica equivalente; v b) un castigo de azotes en p u b lic o . El Fuero, en cam bio,
era más severo: a) restitución de lo robado; y en caso de im p o s ib ilid a d , el reo perdía
todas sus Dertenencias y posesiones, y se le cortaban las orejas, b) En caso de
reincidencia, era condenado a pena de muerte.
Ya vemos en o tro lu g a r10 las penas que im pusieron C arlos I, Felipe I I y Felipe
III. El reinado de Felipe IV se preocupó menos de estas cuesriones.
Lo cierro es que hacia mediados del s. X V I I se habían increm entado el
b a ndidism o, los hurtos, robos, estafas y agresiones en cuadrillas de maleantes, que
actuaban en la noche y a plena luz del día1'; no solo en las ciudades sino tam bién en

. C :. ?- Tomás v V aliente. E l derecho p e n d í en la M o n a rq u ía a p ió la la (X V l-X V Il), M a d rid , icen os.


1965. pág.v 243 y sies.
' . C r’. e) c a p itu lo Robos y ladrones.

,l’ . C :. páes. IAS y sips.

. t u ios A nuos de B arrionucvo se lee q u e d e 1654 a 1658 en M a d rid h u b o cuatro p a rricidios,


cinco decüeiios. cinco atentados, seis actos crueles, once envenenam ientos, cua tro h o m ic id io s , cuarenta
v dos asco natos, o c h o suicidios, doce casos de ladrones, tres de iadrooes sacrilegos, seis de clérigos
ladrones o crim inales.... cu a tro de estafadores, tres de incestas, u n o de pecado de bestialidad, seis de
gru|>os o c >odomitas v otros varios..V. (C í. D e leito y Piñuela, loe. c u ., pág. 89).
V. secun Herrera l ’uga ilo r. c it.). se ru e d e a d m itir que entre 1578 y 1616 fueron ajusticiadas
pú blicam e nte en Sevilla más de 570 personas. V si se consideran los encartados . el nú m e ro ascendería
a unas 76 0.
Bien se puede de cir que era aquella una sociedad fam iliarizada con los crím enes y con la m uerte.
WL-VwX rViKNAXHt/ ALUN'Sv• BkArsti/. 5ax¿ A lo n x o

los cam inos. Poco a poco iba aum entando el bandolerism o, que tendría su gran
explosión en la A ndalucía de finales del siglo X V I II .

Enere el siglo X V I y el siglo siguiente fiie ron numerosos los delitos p o r


falsificación de moneda; más aún las ejecuciones p o r el 'pecado n e fa n d o ” ;
violaciones de conventos, saqueos de iglesias, ere.

Y los casrigos en m uchos casos o eran roralm ente desproporcionados o no se


aplicaban. Por ello no puede extrañarnos que gran parte de la p oblación, aun muchas
damas, llevaran armas para defenderse.

En n n, que es num erosa la docum entación coetánea que critica y censura los
m étodos de la jusricia. Los jueces más peligrosos eran aquellos que querían ser
tenidos p o r m u y justicieros y castigadores de delicos graves.

Las formas de ejecución de los siglos XVT y X V I I eran v a n a s : La m uerte en la


hoguera seguía aplicándose a ios herejes, a los que comerían el pecado de bestialidad
o de sodom ía, a los que comerían sacrilegios graves,... La horca esraba reservada a
los envenenadores, traidores y algunos hom icidas, salteadores de caminos, ladrones
reinciden res, ere.1'

Los parricidas eran condenados, co n ío rm e a la ley de Partidas, a la pena d el arca


o cuba , pena que p o r su b a n a lid a d fue m odificada, ahorcando previam ente al reo.

Durance el s. X V I I, en que, com o d ijim o s , la c rim in a lid a d se increm enró de


m odo extraordinario, los ajusticiados en la horca -1 o agarrotados en el p a tíb u lo
fueron numerosísimos. Pero no puede extrañar cuando, según una nocida de la
época, en M a d rid han m u e rto atrozm ente en q uince días setenta hombres y están
heridas en los hospitales tre in ta m ujeres". Hazañas todas de los soldados que volvían
de las guerras en E uropa sin paga y hambeienros.

Las ejecuciones se realizaban con gran p u b lic id a d , com o m uestra v advertencia


de cóm o actuaba la ju stic ia y con la in te n c ió n de que así se frenara la delincuencia.
Sin em bargo, en algunos casos, por circunstancias determinadas y a dertas personas,
se les ajusticiaba en p riva d o , en la cárcel.

L o m ism o que en la cárcel de Sevilla, en otras muchas ciudades existían cofradías


de ayuda a los presos. A s í en Toledo exísció la cofradía de La Sanca C aridad; en M a d rid
la de N uestra Señora de la C aridad del C uerpo de! Rey; en Barcelona la de los
_ Desamparados, ecc. Estas se ocupaban de asistir e sp frim aintente. apoyar a los presos,
encerrar digna y criscianamence a los ajusticiados, etc.

T am bién procuraban suavizar la dureza de los carceleros, cuvos desmanes debían


de set tantos y can exagerados que durance el s. XVT se d ic ta ro n leves, cédulas y
pragmáticas que regularan su actividad.

U • C f- para codas estas cuestiones £ . C u e llo C o ló n , La m o drm a pen ologia . Barcelona EdL Bosch.
1958, especialm ente págs. 2 1 6 y sígs.

' J . La horca y el garrote han perdurado basca mediados del s. XJX.


Cr.KMANIAV.VW.cPAUi'N i-OSSk'.!a>> W OKU U5

Esre era. en síntesis, el panorama tie buena parte tic la justicia tie finales tie! s.
X V I v del siglo X V n .
El d e terioro de ia justicia no im pedía una suficiente organización de
funcionarios v servidores para ponerla a iuncionar. El m áximo poder recaía en los
jueces. N o eran éstos los más criticados di rectamente, aun cuando hieran el ob¡ero
lilrim o de sus ataques. Los nombres que recibían eran: bravo, avisado i j . H id a lg o ),
ios señores, genéricam ente, e l cielo, zapatero de culpas, e l lib ro d e l A cuerno (Q uevedo).
n o li m e tangere (Q uiñones de Benavente). e re

La sentencia que dieraban era la noche en e lju ic io f in a l sala del ju ic io - El relator


era ia balanza. Los letrados eran profetas o am p aro. y los testigos, más comprados
que veraces, recibían ei apelativo de cometas.
.Al fis c a l se alude en el entremés La cárcel de S evilla con el sobrenom bre de
padrastrer, en otros romances se le llama p a dra stro , rig or, bu scarru ido ....

Los que ejercitaban las órdenes de la jusricia eran los alguaciles, llamados g ru llo ,
posta, garó, m a y o ra l a p u n ta d o r (J. H id a lg o ); fu ro , úntem e, sobresalto (Q uevedo);
te rro r (Q uiñones de Benavente). etc.

Pero los encargados de prender a los delincuentes, el grado in fe rio r de los


m inistros de la justicia, eran los corchetes, que reciben muchos más nombres que
todos los demas: acerrador, corredor, m astín, to m a jó n , b e ile rife i]. H id a lg o ); b u ru tla d a
iL o p e de Rueda. L a tie rra de Jau ja )', porqu eron esy veguellines ( G uzm an de A lfa ra c h e );
bara in h ie sta v m astines { V id a d e l p ic a ro ); g tiro y g u n d la d a (Cervantes); a lfile re s vivos,
m in i lia d a , e l á rb o l seco, g ru llo s, veguellines, gozque, acechador y podencos d e l verdugo
(Q uevedo); m in is tro d e l agarro (Vélez de Guevara); gura, esbirros, za rza , a lfile re s,
a lfile r m ayor, soldado de la m uerte (Q uiñones de Benavente),...

A pa rtir de Q uevedo, los térm inos utilizados preferentemente fueron la gu ra,


a lfile re s y g u ru lla d a com o colectivo.

Recordemos lo que dice de ellos Q uevedo en Los Sueñor.


fu e g o in m o rta l, e l q u a l encendían los diablos en lu g a r de fue lle s con
corchetes, qu e soplavan m ucho más (q u e au n a llá tienen_este o fic io ellos), y los
m aldito s alguaciles, que p o r sop la r da ba n crueles voces .

Los escribanos, enere otros nombres, recibieron los de tin te ro , p in to r, los ringlones
(Q uevedo), lim a sorda (Q uiñones de Benavente),... En fin. al c o n ju n to del ple ito lo
llam aban san gu iju ela, p o r razones obvias.
Mas era frecuente el soborno a escribanos, letrados y. en menor grado, a jueces.
Era la u n tu ra o d a r rapabocas B a rto lo ( E ste b a n illo G onzález ); u n ta r o d a r ungüento
(Cervantes: L a ilu s tre fregona)-, p a g a r la patente, fir m a r el sem balnte de boba, repasar
Lis m anos, u n ta r las manos, com p rar y la ventosa son ios términos que dedica Quevedo
a escás 'cransaciones'. Este procedim iento ayudaba y aun liberaba a algunos culpados.
144 C esar H ernández A lo n so v B e a t r iz Sa n z A lo n so

" Todos tra ta n como sc vende la ju s tic ia ; no hay ley cjue valga, fuero que se
cum pla, p re m á tic a que se guarde, n i hay fa v o r como u n re a l de a ocho, d o b ló n o
escudo: real, que sujeta en enemigos, escudo, que defiende; y do b ló n , one d o b la la
ju s tic ia . (Luque Fajardo. F ie l desengaño con tra la o cio sid a d y los juegos, fo l. 29 ] J

Hay, por fin , un u ltim o servidor de Ja justicia. et verdugo, que con frecuencia
compaginaba su o fic io con alguna otra dedicación, com o regentar mancebías, ere.
Era conocido, entre orros nombres, p o r Jos de bochín (Cervanres), n u c a de gaznates,
varapalo, m aestresala, bederre (Q u e ve d o ), trin c h a d o r de gaznates ÍE s te b a n illo
G onzalez), e l p a g a d o r mayor, sello re a l 'Q u iñ o n e s de Benavenre),... -

Una de Jas figuras que mas odiaban los germanos, y que ofrecían un sen-icio a
Ja juscicia, especiaimeme a corciieres y alguaciles, era la de los soplones. O bviam ente,
ios apelarivos que recibían eran despectivos y m u y significativos. Revisemos ios más
frecuentes: fa ra u te ( Segunda C elestina/, cosas de a ire {L a tie rra de J a u ja ), canto, cañuto,
soplón ( G uzm án de A lfa ra c h e j. soplo (L a p ic a ra Ju stin a , Cervantes), cañuto, m alsín
CCervanresj; más de dos docenas de térm inos en Quevedo: s a lu d a d o r de culpas, fu e lle ,
soplo, cañuto, soplón, s o p lillo , p e lo ta , cañón, abanico, a b an ico de cuipas. zaino, vie nto,
órgano, sopíavtvos, galgo, ven talle, avispa, c h ifla r ; c h irim ía , gozaue de regatonas,
b u fo n c illo ae tenientes, trasto de la re p ú b lica , p u ñ a l d e l dem onio ..... que soplaban o
cantaban cuando no debían; o daban e l cañuto (Cervantesj.

E nrique G óm ez, que sigue m u y de cerca a Quevedo. u riiizz tres de los


mencionados y solo añade soplo de m a i aire, soplón, fa ra u te . a b a n illo . h ijo de huevo
(en el EstebaniUo González)-, sopíavtvos y ventoso (Entremés de L a cárcel de S evilla)-,
a ire , silbato , gato (Q uiñones de Benavence): ere.

Evidente es que predom inan los térm inos cuvo sema es vie n to . aire', soplo .
M as de esto hablaremos en el E stud io lin g ü ís tic o .

Con ei panorama de la justicia que heñios presenraco. asi com o con la riqueza
oe rérminos con que se ¡es obsequiaba en la gemianía, podemos hacernos una idea
ae i:i situación ju d icia l dei m em ento.

o. 2. Castigos

M hemos dicho más arriba com o ios jueces y alguaciles estaban frecuentemente
conchabados con lo ' hampones, según podemos ver en el sicuten te pasaje del
G uzm án ac A iiá ra ch e .

ru e d e j e l iu e z j fra n c ,únem e alargar e l brazo v d a " la mano, y aun de m anera


que S: u qttctíí t>. que jnuisercdcs cu e lla ; y d que no a it is i ere perecer, doyseio ¡>o>
conseje: que a l ju e z . Clorarte ios ho w s, y a l escribano, nacerle ut plum a de p la ta , y

echaos « d o rm ir, que no es necesario procurador n i te rra d o ".


G e r m a n la y S o c ie d a d e n lo s S ic l o s de O ro 145

En toda la picaresca abundan las críticas y burlas a la ju s tic ia y a los alguaciles.


Y no es menos cierto que ios delincuentes apresados sufrían una serie de castigos y
a2 ores diversos.

A l ingresar en la cárcel el detenido era destinado, co m o d ijim o s , al calabozo,


llam ado tam bién tristeza, banasto, e l horada y tris tu ra más tarde.

C entrém onos en la entrada en la cárcel, aquel "escarm ienro fo rz o s o ', que tan
cerreramente describe M areo Alem án:

"E s La cárcel de c a lid a d com o e l fuego, que todo lo consum e, c o n v in ié n d o lo en


su p ro p ria sustancia ...

N in g u n o viene a e lla que no sea m o lin e ro y m uela, d ic ie n d o que su p ris ió n es


p o r u n poco de a ire , un ju g u e te , una n iñ e ría . Y acontece a veces tra e r a uno déseos
p o r tres o cua tro muenes, p o r salteador de cam inos o p o r otros atrocísim os y feos
d e lito s. E lla es un paradero de necios, escarm iento fo rzo so , a rre p e n tim ie n to ta rd o ,
p ru e b a de am igos, venganza de enemigos, re p ú b lic a confusa, in fie rn o breve, m u e rte
la rg a , p u e rto de suspiros, va lle de lágrim as, casa de locos donde cada uno g r ita y
tra ta de sola su locura. Siendo todos reos, n in g u n o se confiesa p o r culpa do n i su d e lito
p o r grave. Son los presos d e lia com o la p a rra de uvas. que. luego que com ien zan a
m a d u ra r, cargan avispas en cada ra rím o r sin sentirse ios chupan, de já n d o le
solam ente las cáscaras vacias en e l a rm a d u ra , y. según e l tam añ o, a s i acude e l
e n ja m b ré '.

Y no solo son las condiciones de la cárcel lo te rrib le para los presos, sino el
co n ju n ro de organización desordenada que en ellas había:

■' C uando traen a uno preso, le sucede lo p ro p rio . C a rga n en é l o ficia le s y


m in is tro s hasta no d e ja rle sustancia. Y cuando y a no tie n e qu é g a s ta r ; se b d e ja n
a ll; o lv id a d o ...

Luego como lo entregan a l p rin te r p o rte ro , en la p u e rta p r in c ip a l de la c a lle ic


hacen e l tra ta m ie n to que su bolsa merece; que a q u e l p o rte ro hace com o e l que
com pra, que nunca repara en la c a lid a d que tien e q u ie n vende: sino en lo que vale
la cosa que le venden. A s i él, no se le da un re a l que sea e l preso q u ie n fiie re : solo
rep ara en lo que le diere. C uando el caso no es de c a lid a d n i tie n e p e n a c o rp o ra l que
nazca de a tro c id a d , como seria muerte-, h u n o fam oso , pecado feo y otros cuales
aquestos, dé ja n b a n d a r p o r b cárcel, habiéndoseb pa ga do .

Y lo que más sobraba en la cárcel era un sin fín de procuradores, falsos m uchos
y embaucadores casi rodos, que dejaban al preso sin blanca. Veamos c ó m o io describe
M ateo A lem án:

M a s desde que asomé p o r vistas de b cárce l y después y a d e n tro d e lla , estuve


rodeado de veinte procuradores, que con su p lu m a y p a p e l e s crib ía n m i nom bre y b
1-^6 C ésar H ernández .Al o n s o v B e a t r iz S a n z A l o n s o

causa de m i p ris ió n , fa c ilitá n d o la todas. E l uno decía ser su a m igo e l ju e z , e l o tro


e l escribano, e l o tro qu e d e n tro de das horas h a d a que me diesen en fia d a . D ecía
o tro que m i negocio era cosa de b u rla , que p o r los aires m e h a ría s o lla r luego de seis
reales. C a da un o se h a c ia señor de la causa y decía pertenecerle. Aqueste, p o rq u e m e
acom pañó desde que m e uso tra e r preso y se p re v in o conm igo d e l negocio. A q u e l,
p o rq u e yo le rogué qu e m e fíe s e a lla m a r a un m i a m igo escribano, a llí ju n to a la
cárcel. O tro , p o rq u e f i e q u ie n p rim e ro escribió y te n ia y a hecha p e tic ió n p a ra e l
te n ie n te . M a s de todos ellos m e reía, po rq u e los conocía y sabía su tra to , que solo
v iv e n de coger de a n te m a n o lo qu e pueden y después con dos y u n ta s de bueyes no les
h a rá n d a r paso".

Los discusiones enere procuradores y escribanos eran concinuas e inúciles para


el culpado:

É l que si, los otros que no, asiéronse de m anera que se v in ie ro n a d e c ir quiénes
eran, s in d e ja r m ancha p o r sacar y la m anera con que ro b a b a n a los presos. Q ue fu e
u n c o lo q u io p a ra q u ie n los oyó de m ucho e n tre te n im ie n to p o r ser de verdades,
representado a l vivo . Y es tra to com ún suyo éste de cada h o ra y con cada preso .

Y unos por occos, ocros por unos, sacaban todo el d in e ro al preso:

' Ya ib a e l negado de veras. Pasáronm e a rrib a . Q u isie ro n echarm e g rillo s .


R e d im ílo s a dineros, pa gu é a l p o rte ro a cuyo cargo estaban y a l m ozo qu e los echa.
E l escribano acu d ía . Las pe tid o n e s a n d u vie ro n . D a ca e l s o lic ita d o r, tom a e l
abogado, p o q u ito a p o q u ito , como sanguijuelas, m e fu e ro n chupando tod a la sangre,
hasta d e ja rm e s in v ir tu d Q uedé como e l racim o seco, y en las cáscaras’' .

Este era el am bie n te de la cárcel a su entrada.

Los autores que escribieron en los siglos X V I y X V I I sobre las cárceles, com o
B e rnardino de S andoval14, Cerdán de Tallada15 y más carde Cascillo de B o vadilla16,
dejan bien claro el cú m u lo de abusos, vejaciones y c o rru p c ió n que en ellas había.
Para más detalles, véase el epígrafe L a cárcel de S evilla, que dará c u m p lid a cuenca de
có m o era aquel in fie rn o , la trena, la casa h o nd a {L a h ija de la C elestina), la cas de su
M a g e s ta d la cas d e l señor G uardoso, la casa de los pecados o de los bellacos; La venta de
la horca o e l bolsón de la ho rca, la tr o j de los buscones, banasto, a lja b a de la H e rm a n d a d
(Q uevedo) -c a lle jó n N oruega, o la sala de los lin a je s (Q uevedo) eran partes de ella-,
rancho, e l cesto de culpas (Q u iñ o n e s de Benavente), donde se les daba casa de balde,
se les m e tía a la som bra, se les zam paba o zam puzaba (Q uevedo).

M ■ Tractado d e l cuydado qu e se deve te n e r de ¡es presos pomes, T o le d o . 1564.

15 • V is ita de la cá rc e ly de los presos. V aiencÍ 2. 1574.

I<5- . P o lític a pa m C orregidores y Señores de vasallos en tiem po de p a z y de g u e rra , Am bercs, 1704.


G e r m a n ia y So c ie d a d e x los S iglos de O ro 147

C om o se ve, una vez más la facundia creadora de Quevedo sobrepasa codas las
denom inaciones amenores y posteriores. Tras ¿1 se m antuvieron vigentes tre n a {hasta
hov), rancho, m ecerá la •om bra, d a r casa de balde , y pocos más.

Si la culpa era grande, el preso era encadenado con cerecedas o m adrastras , grillos
o antojos (Salas B arbadillo), eslabones, b o tin ic o s vizcaínos, vascuences (Q uevedo)
cerrados por un candado: Ju a n d ia z y ca n d u jo .

Y de lo que no $e escapaban era de una tanda de azotes, es decir, de d a r i recibir)


u n ju b ó n (Maceo A le m á n ;, o p a lm e a r las espaldas con envesados (Cervances), llamados
fa ja s , duros caireles, pencazos, tocinos (J. H id a lg o ), sacu dir e l p o lvo , b a ta n a r e l cordobán
{D ia b lo co ju e b ), d a r estrecho ju b ó n , d a r ju b ó n sin costura (E ste b a n illo G onzalez).

El que m avor variedad de nombres u tiliz a , com o de costum bre, es Q uevedo: bs


cie nto, e l usado centenar, hacer espaldas, ser chincharrazos, d á d iv a de ronchas, ju b ó n ,
pencazo , cabo de Palos, sonecillo de rueda repicado en las espaldas, correas, culebrazo
fin o ,..., que eran sufridos p o r aquel a q u ie n la ju s tic ia le h iz o ru id o detrás, n a d a d o r
de pencas, d is c ip lin a n te , n a d a d o r de rebenque o sa g ita rio de m edio cuerpo a m b a
(P elícano y ra tó n ), a quien le daban em pujones en e l envés.

£1 látigo recibía los nombres de penca, rebenque, arco de p ip a , a n g u ila de cabo,


azote g a rra fa l suela de F rege na l cardo de Fregenal, to a lla de vaqueta, suela, pencazo,
cardo, culebrazo largo (Q uevedo), culebrazo de cárcel (L a g a rd u ñ a de S e v illa ), lacre
{Jácara de Q uiñones de Benavente). soleta (Entremés Pelícano y ra tó n ). Todos
lograban una buena serie de cardenales, ju b ó n de cardo o m onseñor C a rd e n a l
(Quevedo).
Si el preso se resistía a confesar, sufría el cormenco del p otro, que se llam ó
confesonario, cuerda de Vizcaya, p u b lic a c ió n , cuerdas, h a blado r, p o tro confesor, ansias,
to rm e n to de soga, verdugado, caballo de m alas confesiones, pe in e, agua, cuerda y ce n d a l

Si alguno no era fuerte y confesaba, su fría el despcecio de codos sus 'colegas' por
la cobardía, p o r see g a llin a , lie b re , lebrón, oveja, nacido en G uinea, por hacer adem án,
te n e r espalda m o lla r, ser m uerte a ta de mosca, c a b illa s (Q uevedo), a rc h ig a lh n a de
g a llin a s Á Esteban iUo G onzález)', siles hacían confesar: d a r ansias o cá m a ro ser. confesor
(Cervances), c a n ta r tiples, d e c ir nones, c a n ta r en e l p o tro (Q uevedo).

G a llin a y lie b re h a n sido los que más han pervivido.

Muchos de los condenados, p or la gravedad de su deliro (o por ocras razones


que no hacen al caso), eran condenados a galeras, penas, ansias, tra b a jo , gurapas (J.
H idalgo); ir a G a lib a (L a h ija de ¡a C e b stin a ), estar en e l pescuezo de un rem o, enviado
a bogar, d a r m in is te rio de hum edad, re to ca r b s d ie z sin sueldo, d ie z d e l rem o, i r a
trin c h a r, a p a le a r b s lenguados, i r a vare ar pescados (Q uevedo) ; gurapas, guras, pé nd ola
're m o ', casas m ovedizas (Cervantes); la condenación sabbre, a l herm ano de R ó m u b
(Q uevedo), rincones,...
¡4 8 C ésar H ernández .Al o n s o y B e a t r iz Sa n z A l o n s o

Los galeotes recibieron los nombres de escribano re a l (Lope de Rueda); cuentas


de la m a r (Cervantes y Q ue vedo;; barid a r d e l agua, organista de palos, escribano n a v a l,
o v e jita d e l agua, canónigo de p a la , eslabón de la cadena re a l, prebendado de l charco .
b a ta n a d o r d e i agua (L a g a rd u ñ a de S e v illa ., etc.

Para com pletar eí panorama del léxico u tilizado en las galeras, veamos lo que
dice fray A nconio de Guevara'", que cenia m u v malos recuerdos de sus travesías p o r
el M editerráneo, los corsarios, los temporales, los m arineros, la suciedad de los
navios, la escasez de agua y alimentos,.,.

D e l b á rb a ro lengytage a u e h a b la n en la s g a le ra s

D ic h a s las Libertades p riv ile g ie s de la galera, digam os agora La fo rm a y


ienguage que h a b la n en e lla ; porque ta n extrem ados son en e l m odo de h a b la r como
en la m anera de l b iu ir, A lfu n d a m e n to de la galera q u ie re n ellos que se llam e q u illa
v a las c la v ija s de p a lo lla m a n escalamos. A la cabecera de la ga le ra lla m a n popa,
v a l cabo d e lla d iz e n proa. A lo que nosotros llam am os costeras, no consienten ellos
sino que se nom bren auadem as. y a lo que dezim os borde lla m a n ellos caualiares.
A la cám a ra sobre que está la aguja lla m a n escandalar y a l cam ino que va de pro a
a popa no m bra n c ru x ia . A donde assientan los remos lla m a )i p o stiza , y a donde van
guardadas las vetas lla m a n q u a rte Íes. Q uieren que la co zin a se líam e fogón y a l
ren ova r u; galera L iz a : d a r carena. Com o dezim as en nuestro ienguage acostaos a
vna p a rte dizen eitos a i el suyo teneos todos a L i va»da . ) p o r d e z ir tira d aesto o
de aquellci dize n ellos a grandes bozes: yça. iça '. A lo m ás a lto dei m á s til m a n d a r,
que se lla m e ga ta -, a las garruchas con que suben la veLa se nom bren topa.

N osotros dezim os esta es la vela m ayor, esta es la m e d ia n a y esta la m enor; ellos


no d iz e n sino veía maestra, vela m ezana. vela d e l rrin ctu
*
etc. A las m arom as lia tn a n
gum eras j a l poste ¡lam an p u n ta l. A u i estaca a do a ta n las vela.- au ¡eren a u c se
lla m e m avm oneta. ; a la m arom a c o r que tem plar, las velas d ize n que se lla m a
escota. Com o nosotros dczim os 'bolneo essa g a le ra ', d iz e n ellos ’c ia bo ga': y p a ra d e z ir
no remóys más', d irá n ellos lena rem o'. A la g a rru c h a con que m eten e l esa i ufe
lla m a n uarbeta \ a lo co» que cargan la galera lu im a n lasen. L la m a ); a l
g u a rd a rro p a nocher y a l que rige la ga tera cóm itre. P or a e z ir que nauegan con unen
viento, d iz e n que van en pa pa : y p o r na veg ar a m edio v ie n to d ize n auc van a orça.
A do se pre nd en Lis ocias l'la m an a n tena , y a la m arom a con que tas suben lla m a n
ca n d a liza . A lo a- u c llam am os rem ar d iz e n ellos boear.
o .\ a 'l sacar am
«> ia de la P
"a le ra
H ainan esgotar.

■ Eras- A m o n io l i i 1 solevara. i.u tru v< )<•. ; ,v e n ta re - a n a rte a c m ir a r y cíe niuchus tn to tti«/.• ,/iti
11 cu lo g a le n o . A m ñ e ro . M a rtin N u a t*. ' a.¡A. cap V l i i .
G e r m a n ia y > ü c il im ü en lu s ot u kh iH j

M a n d a » que a la despensa no la lla m e n sino p a ñ o l y qu e los rem eros de po pa


se n o m b re n espalderes. A los que a n d a n en él barco lla m a n proeles, y a la n a riz de
lo g a le ra , asperón. A l p rim e ro rem ero lla m a n bogavante , y a l postrero dissen tercerol.
A l v ie n to cierço lla m a n tra m o n ta n a , a l a b rig o m edio jo rn o , a l solano le ua nte, y a l
g rd kg c ven ie nte. E estar la ¿alera a rm a d a d ize n estar em pauesada. Y qu a n d o e lla
se p ie rd e p o r to rm e n ta , dizen que d io a l traués. N o d irá n ellos vamos p o r agua
sino ‘h agam os aguada ; n i tam poco d irá n nauegad a C erdeña ', sino 'pon la po pa
en C erdeña '. Esta, pues, es la g irig o n ç a que h a b la n en la g a le ra , de la q u a l si todos
los vocablos extrem ados uviéssemos a q u í de poner, seria p a ra nunca acabar. A baste
p a ra c o n c lu ir con nuestro them a que la v id a de la g a le ra dé la D io s a q u ie n la
q u ie ra ”.

A p a rtir de mediados dei s. X M I apenas aparece en la lite ra tu ra con tema


germanesco referencia a las galeras, bien por quedar dém odé el asunto, bien porque
se reducía este tip o de castigo como ta l, y se reemplazaba el servicio p or las levas de
vagabundos com o remeros reales, especialmente a p a rtir de la época de Felipe IV .

Los condenados a la horca lo eran al fin ib u s te rra e , borne, b a la n za , basilea,


p a le to q u e ( j . H id a lg o ), los p o n ía n de ia g o rja (Lope de Rueda) en la cadena de esparto
(Salas B arbadillo) y po stre r ansia (Q u iñ o n e s de Benaveme); y. com o de costum bre.
Quevedo crea un a m p lio núm ero de térm inos rereridos a la horca: ene de p a lo , santo
H o rcaz, e, s itia l, p u ja m ie n to ae soga, el D eo granas de esparto, e l p a lo , c a m p a n illa a t
p in o , e n ferm ed ad de esparto, y al ahorcam iento: le a ñ u d a ro n e l tragar, m u rie ra como
Judas, m u rió con un a esquicencia de esparto, P erico, e l de S an to H o rca z, las más s e fie ro v
en uvas, U desjarretó e l tragar, hecho ra c im o con pies, en cord ela r la g a rg a n ta , de
enferm edad de cordel, ta n bien con e l cordel se ha m eneado, m u e rto tan ho nra dam e nte
como e l m as estirado. T érm inos que, p o r su fuerte d isto rsió n semántica, no tuvieron
éxito en ia germ anía posterior.

Después de Quevedo, en los que le seguían, y algún Entrem és de Q uiñones,


apenas aparecen referencias a la horca y al a ju sticia m ie n to , salvo indirectas por
alusión ai verdugo.
7. M A N C E B ÍA S Y P R O S T IT U T A S

U no de los princioaies caídos de cu írivo de la germanía eran ios mancebías y


codo el.vasto m u n d o de la pro stitu ció n de las principales ciudades.

En la España del s. X V I I se había extendido de manera extraordinaria el o fic io


más antiguo de la' hum anidad, hasca el extremo de que Bonnecase, en su R e la tio n de
/ 'E ta t e t go uve rnem e nt d Espagne-. afirm aba que en el M a d rid de ios Austrias había
unas 30.000 mujeres públicas; si bien.unas eran ambulances y al margen de grupDs
organizados, miencras que la mayoría de ellas escaba bien organizada en torno a una
mancebía.

Estas estaban perm iridas, reglamentadas y amparadas p o r los gobiernos. A ú n


más. la famosísima mancebía del Compás, de Servilla, tenia alquiladas ai cabildo
catedralicio las casuchas de mala m uerte que esce poseía en aquel corral; y que había
sido destinado a cal servicio por las aucoridades -lo que im pedía cualquier otro
destino'.

7. I. Prácticamente había burdeies en codas las ciudades importances; M a d rid ,


Toledo, Sevilla. C órdoba, Granada, Burgos. V alladolid. Valencia,...

En las O rdenanzas de m ancebía {R ecopilación de 1621) se dispone que las izas


lleven medios mantos negros, para distinguirse de las demás. A l frente de cada
mancebía había un p ropietario llamado pa dre (s o l hampesco por Cervantes, en el
R u fiá n viudo) o m adre, según el sexo, que procuraban m antener el orden en aquellas
casas y se ocupaban del alojam iento y m anutención de las m arcas. La relación entre
¿seas -salvo excepciones y casos de celos- eTa de ¡ncimidad.

Los nom bres que reciben las mancebías en germanía son: botica, m ancebía ,
e rm ita , b u rd e l ( Segunda C elestina)\ trassíléanos, s illa (L a vid a d e l p ic a ro n m om ancha,

. Apu<í J. D e le ito y Piñueia. loe. de., pag. ¿S.


152 C esar H ernández A l o n s o y B e a t r iz Sa n z A l o n s o

m a n flo ta (L a p ica ra J u s n n a ); cercado, convento, rancho (L a h ija de la C elestina) ; e l


p u b liq u e (L o Lozana a n d a lu z a ); berreadero, la casa lla n a (R inconete, L ice n cia d o
V id rie ra , E l ru flá n v iu d o ;: ven ta com ún (E L licenciado V id rie ra ); lo guisado (E l ru fiá n
dichoso); m ancebía, e l Com pás (L a i ¿teste fre g o n a ); posta , sede, cuexca, mesón de la
ofensa, p a la e io m o rta l, caja, m a n fla , g u a n ta y cotorrera (en Quevedo: Jácaras y Bailes)-,
cam bio, c o rtijo , dehesa, m onte, m o n ta ñ a , p ifla , etc.

C o m o se ve. rodos ellos son cuasi-sinónim os, excepto Compás, marcados por
leves diferencias o connotaciones.

Recordemos la famosa mancebía de E l Compás de Sevilla, que constaba de un


gran patio en torno al cuai se d is trib u ía n las boticas, casas miserables, propiedad de
instituciones locales o de particulares, alquiladas o compradas p o re i padre o la madre
de la mancebía: y que estos realquilaban a las m arquisas, donde ejercían su o fic io .

Mas en Sevilla no se concenrraba la


p ro stitu ció n solo en este lugar. £1 C o rra l de
ios O lm os, la calle del Agua (según C ristó b a l
de Chaves) en pleno barrio de Santa Cruz,
(ver ilu s tra c ió n ) al lado de los Reales
.Alcázares, la Resolana -cerca de la T orre del
O ro -, san Bernardo, etc. Y cuando se cerró el
Compás (1620). ia mayoría de las in q u ilin a s
pasaron a las casas de Cureñas, fuera de la
puerta de Triana.

N o rodas las mancebías eran can grandes.


A p rincipios del siglo X V II, en M a d rid había
tres: una. la más famosa y elegante, en la calle
Francos (actual Cervantes,': otra en la de
Luzon, y otra en la plaza de AJamillosn

R efiriéndose 2 la p rim e ra . Q uevedo


decía:

Se vendía la carne a l más a ito pre cio de las demás carnecerias de M a d rid ,
po rqu e en ella se servían los que ca lza b a n espuelas".

Bajo el reinado de Felipe I I I aum entó considerablemente el núm ero de burdeles


• en M a d rid , especialmente en las zonas de Puerca del Sol. calle M avor, Sanra M aría
de ia A lm udena .....calle ce las Huercas, de san Juan, del .Amor de D ios,..., calle de
la Primavera len Lavapiés.. Según A. Ballesreros Beretta'. a mediados del s. XAT1, en
M a d rid , pasaban de ochocientas las casas públicas, abiertas roda la noche".

C i. i \ i’ ¡m :ci.,. . e ::.. ¡>y". no .

. HiSfiir:,; a; Lsmh.: ; n ijii/riiii.i fe t.i H is to ria Universe.. í. IV. Barcelona. ] ÿ ] S - î 9' î l .


G e r m a n ía y So c ie d a d en io s Siglos de O ro 153

Los alrededores de las mancebías solían ser zonas -de pendencias, nñas y
altercados.
T am bién tuvieron notable fam a las mancebías de Valencia. La más im p o rta n te ,
fo rm a n d o casi un ba rrio , estaba cercada p o r un m u ro , con u n acceso; y constaba de
varias calles con casas y bodegones en su incerior. Y, p o r no seguir con estas
cuestiones, recordemos solamente las referencias a los burdeles de V a lla d o lid (zona
de la R inconada y de Tenerías) y de M e dina del C a m p o en las siguientes Coplas d e l
huevo , anónim as, recogidas p o r Juan H id a lg o '1:

Luego a la baxada eomo sendos reyes.


es la R inconada, Passada e l escuela
do nd e tom areys vereys la p la ç u e la ,
m u y buena posada... la c a l de S alin as
Luego a la o tra m ano con sus pe le grin as.

la ca lle de S antiago; A llí h a lb re y s


m as a c u lla en cabo mas de cie n vezm as;

la P u e rta d e l Cam po, a llí a m i ver


en m i verd ad os d iñ a tom areys dos casas

Luego la p u te ría . a vuestro p la z e r;


do n d e tom areys mas guardaos, amores
cada sendas casillas, que ay dos m il traydores,

con que os remedieys nós tom en la p e lla


de saya y fa ld illa s . y e l a lto con e lla .
A n d a r ; a n d a r, las N iñ a s ; y ju g u e n de baque

a n d a r, andaré. con e l cruchiclaque.

Y s i estays despacio. Picanse d e l g a rb .


en este p a la c io mas y o b s e n tru jo ,

harem os la v ia p o r v id a de C a rb .
a o tra p u te ría . M a s s i m e creys.
do p o r m i desseo, q u iça ganareys
ya ver lo qu ería. con b u rla s y engaños
mas qu e cuerdos m il años,
(E n M e d in a del Cam po) que a llí rrabajeys,
b cara am orosa
D e a lii a ¡escuela y ojo en b fo llo s a .
de C o rra l de Bueyes, y a l desgyanadero

donde dançarem os b m ano a l esquero;

- . C f. J . M . H ill. Poesíasgem innescas, In d ia n a U n iversity P ublicatio ns. B lo o m in g to n . 1945, págs.

22 y síes.
l o . A K H u r n a n o h /. A l o n s o v B la t iu z Saxz A l o n s o

que s i son g u illo te s , O tros pelagajos


no se n tirá n nada, que tienen ya cailos,
anque con setenas no burleys con ellos ;
paguen la. posarla. m ejor es dejallos
S i son m ercaderes, " 0 ru fo taym ado,
dalles m il plazeres, que b ie n as h a b la d o !"
questos tie n e n pe lo respondió la nzña.
p a ra buen repelo.

C om o ya d ijim o s , cada mancebía era regentada por un p a d re o una m adre , que


en germanía recibieron, además, los síguienres nombres:

m adre de la m ancebía (Segunda C elestina), a lca id e (R u fiá n dichoso), señor (C o lo q u io


de los perros), m am a y ta ita , respectivamente (Q uevedo. Jácaras), coim a, p a d re de
dam as (V id a y hechos de E s te b a n illo G on zále z)...

C om o se ve, hay m u y poca riqueza den o m in a tiva y apenas cam biante en este
cam po léxico. Y es que era algo tan p ú b lico y sabido que no necesiraba ocultarse.
Ellos eran los responsables del orden y de la convivencia en el p ro stíb u lo , expiocaban
a sus pupilas, hacían de prestamistas de ésras y renían cierto prestigio.

C onsta que algunos padres de la mancebía eran, profesionalm enre, alguaciles


de la justicia, com o el famoso M arco Ocaña -lo que era considerado com o u n m ériro
para ocupar aquel puesro- y desempeñaban otras ocupaciones de cierta d ig n id a d
social'.

En la Sevilla de 1604 el A y u n ta m ie n to había arrendado al verdugo veinte casas


que poseía en el C om pás.

Y quienes pretendía n ser p a d re o m adre de mancebía habían de ser designados


p o r los dueños o arrendatarios d d local. A un q u e no era frecuenre, en algunas
mancebías había padre y madre, que se d is trib u ía n las careas.

7. 2. Las m arcas

C a p ítu lo fundam en ta ] en la jerga y en el m u ndo de la germ anía eran las izas ,


m arcas, m arq uisa s,... N o codas eran iguales, obviam ente, ni cobraban lo m ism o ni
vivían de la m ism a manera. Los varios cienros de denom inaciones que hay en
germ am a para designar a las prostitutas nos m uestran ciaramenre las diferencias
económicas, la dependencia casi generalizada de algún jaque o ru fiá n y sus
características.

D e su dependencia y su a m o r al jaque nos habla claramente esta deliciosa carta


a un condenado a galeras:
G tR A IA M A \ S O C itD A O cN I.OS S k '.L O i O t Ü K O 155

" S entenciado m ío: L a presente no es p a ra más de (fue dejéis la triste za y tom éis
alegría. Baste que yo no la tenga p o r ti, m i a lm a , desde e l tlia de S antiago a ios dos
de la ta rd e , que te p re n d ie ro n d u rm ie n d o la siesta, que au n siq u ie ra no te n e ja ron
acabar de reposar, y más la que boy be recebido. con que me ¡ta n dicho que y a te
sentenció e l ten ien te a docientos azotes y d iez años de galeras, ¡d a ios azotes le dé D ios
y a i m alas galeras é l esté. B ien parece que no te qu ie re como yo n i sabe to que me
cuestas. D ícem e ju lia n a que te d ig a que apeles luego. A pela veinte veces y mas. Las
que te pareciere, y no se te dé nada, que todo se rem ediará con e l fa v o r de D io s y ese
señor teniente. A u n bien que no te has de q u ed ar a b i p a ra siem pre. Que. p a ra esta
cara de m u la ta que se ba de a co rd a r de las lágrim as que m e ha hecho verter, que
han sido tantas, que p o r poco b h u b ie ra dado a sentir, si no fu e ra p o r te m o r de
quedar ahogada en ellas y después no gozarte. Q ue a fe que te tengo ya pesado a ellas
y sacaréte a nado de a q u a e calabozo donde tienes m i a lm a encadenada. J u lia n a
d irá b s cab elbs que me saqué de la cabeza a ta n d o me b d ije ro n . A h í te lle v a veinte
reales p a ra tu p b ito y con que ce huelgues, p o r que te acuerdes de m i. A u n q u e yo
sé cuando p a ra m i no eran m enester estos proverbios y en un m om ento que me
apartaba de t i p a ra echar carbón a la o lla , se te hacían m il años. Acuérdate, preso
m ió. de b que te ad oro y recibe aquesa c in ta de c o b r verde que te doy p o r esperanza
que te h a n de ver m is ojos presto Ubre .
Muchas de las palabras son designaciones genéricas, válidas oara casi rodas las
¡zas; veamos i as en orden cro n o ló g ico m uy aproxim ado: baldaprosa ( Tragedia
p o lic ia n a ); p u ta , bagasa, ra m e rd , iza. lu m in a ria de boticas de b u rd e l (Segunda
Celestina)-, m u je r co rrie n te (Romance a n ó n im o ); m undana, p iltra c a , bordonera,
p iq u e ra (Lope de Rueda. E l ru fiá n cobarde); iz a , cortesana (en el G uzm dn de
A lfa ra cb e ); iz a , n in fa , p ic a n a d e l gasto, vaca (L a vid a d e l P ic a ro ); m arca, cotorrera,
m aleta, aguzadera de p u n ta s de trom po (L a p ica ra J u s tin a ); fu la n a , m a rq u iza , m arca,
hem bra de l m ercado (Salas Baxbadillo); socorrida, palom a duenda, señora trin q u e te
(Cervanres: R inconete y C o rta d ilb ); d a m a ae io d o ru m b o y m anejo (E l lice n cia d o
V id rie ra ); n in fa , p u ta , godeña, señora d e l trato, vaca, de la casa lla n a , p e rd id a , yegua
{E l ru jia n dichoso); trib u ta ria , m in a potosicct ( E l ru jia n v iu d o ); sellenca (V id a , de l

escudero M arcos de O bregón)...1

1 . N om bre que se debe, m uv probablem ente. al ramo vende que ponia en su ventana para in d ica r
su presencia, va que un ram o en la ventana significaba que algo estaba a la '"enta. De a iu que
ocasionalmente se u tiliz ó el térm ino de p u ta de celosía ten La Lozana a n d a lu za ).
Ocra señal de las aposentadas o sellencas era poner una cela encerada en la reja, de d o n d e se les
llam aba enceradas.
6 . Hace referencia a las minas de Potosí, com o extraordinaria fuente de riqueza. Cervantes
conoció bien en Sevilla los cargamentos de placa, o ro . joyas.... que venían de A m erica. Y no olvidem os
que esta pieza se p u b lic ó en 1615.
156 C ésar H ernández A lo nso y B e a t r iz Sa n z A l o n s o

El que m a yo r núm ero de nombres apona (4 5 ), sin duda, es Quevedo: iz a ,


m anu:, señora de a lq u ile r, m ancebita de a cua tro , sobrero, b u llid o ra d e l holgar, p e lo ta .
buscona, godeña, hem bra de la caja, la corte, liv ia n a , tronga, negra, n iñ a s de la gotera,
goda (en la¿ Jácaras}. Acechona, e l o fic io tro tó n , cuerpo de a lq u ile r, fru te ra d e l pecado,
tu s o n a , regatona d e l gusto, más algunos ya aparecidos en las jácaras (en (os B ailes );
alcahueta, c h illo n a , m ancebtta de la sonsaca, cantonera , más algún o tro ya citado (en
L a h o ra de tod os): perendenca, cotorrera, z u rra p a , a lq u ita ra de p ija s y ca rajos, vendeja
d e l daca y to m a , gaya, estafeta, hem bra d e l trato, d a ifa , jo y a , tro to n a , rom a, fu la n a ,
m aya, pecadora d e l p a ñ o , más o n o s ya m encionados arriba; p rim e ra , tercera, n in fa ,
m u je r de la v id a , p id o n a y tom ata, a lco rza d a (en el Buscón)-, y alguna otra com o
regatona, godeña, d a m a de a lq u ile r, m e n a c illa d e l deleite, p a n d o rg a de la lu ju ria ,
hem bras m ortales,... (P ragm áticas y varias;.

S alteadora de sonsaque, ata n a za d o ra (E l caballero de la Tenaza): buscona y n in fa


(en L a n iñ a de los embustes de C a stillo Solórzano); p is c a triz (A ven turas d e l b a c h ille r
Trapaza)-, cortesana, n in fa , buscona, tusona , dam a de a lta guisa , p a je de jin e ta (en V id a
y hechos de E s te b a n illo González)-, p u ta , sota y p ic a n a (Lope de Vega; E l a re n a l de
S e v illa y E l g a lá n casrruchó): m arca y d a ifa (Francisco de la Calle: Los valientes
encam isados). Y orros muchos, algunos de los cuales siguen a contin u a ció n .

C o m o puede verse, muchos de esros nombres pervivieron durante siglos,


m ientras que ocros -posiblem ente creaciones personales de algún escriror- pasaron
sin descendencia.

Podríamos agrupar, p or un lado, las denom inaciones genéricas y por o tro las
especializaciones.

D e no m ina cion es genéricas y específicas

A-larca, coim a, chub:, coula m a, germ ana, coh po terra, g a ifa, cortesana, g u im a rra ,
iz a . la b ra n d e ra , m a rq u id a , m arquisa, m u je r de la casa m u je r d e l tra to , m u je r d e l
p a ra d o , m u je r com ún, p ú b lic a , ha ron a, m u je r de p u e rta cerrada, m u je r de la v id a ,
m u je r de la v id a a ira d a {penosa), m u je r erra da , dam a de interés , pe lo ta , go rron a, trib u to ,
p e n c a rla , cisne, m in a ,...

ludas elias. prácticamenre, dependían de un rufián o chulo, que las explotaba.

Las que estaban en edad de merecer' y que tenían casa en las mancebías ganaban
n i' menos de cuatro o cinco ducados diarios.

. Invoca oí i usó)) o toisón de oro.


G e r m a n ia y So c ie d a d e n los Siglos de O ro 157

Lógicam ente, las que más d in e ro ganaban eran las más jóvenes, c o n - casa y
sellencas-, es decir, las que esperaban en su burdel. M ie n tra s que las más pobres eran

las callejeras , las de posadas, las que trabajaban en la zona de los cem enterios, y cuyos
clientes solían ser mendigos y criados. Las que más ganaban recibían, a veces, el
nom bre de m u je r de ganancia, m arquisas, m arquidas, contento, m arca de cuenta, f lo r
d e l ca m b io y, sobre todo, goda, godeña, tusona, trib u to y trib u ta ria , etc. Por contra,

las que m enos ganaban, además de los genéricos, recibían los de g a n fo (o g a n fo rro ),
hu rga m and era , ra b iz a o puxarazana, gusarapo y abadejo (pobre y fea), b izm a ca de

baja ca lid a d ’ , y otros. Las más jóvenes eran chulas (ch u lo n a s), guapas o reciente? \ y si
salían en busca de clientela, busconas. Las demasiado apasionadas recibían los
nombres de ra b ica lie n te , ra b iza , ca lie n te de ra b a d illa o escalentada.

C o m o puede suponerse, los clientes de estas m ujeres públicas eran de lo m is


diversos: desde rufos y valentones a alguaciles y clérigos, pasando p o r criados,
soldados, mendigos y gente varia.

D os palabras aún para referim os a las m ujeres libres, que no Trabajaban en una
mancebía, aun cuando dependieran de algún ru fiá n , o de u n m a rido co n se n tid o r
f coronado ), o de una celesrína. E n tre ellas se d istin g uía n las busconas, acechonas, las
de ca n tó n o esquineras, honradas, dam as de conversación, d a m a de tro te (Q uevedo),

búhos, tap ada s,...

A l m argen de la gemnanía, pero en ín tim a relación con ella, las prositutas


recibían otros muchos nombres. Así en el R etrato de la L o z a n a a n d a lu z a de Francisco
D elicado (Venecia, 1528), en que nos cuenta la vid a y aventuras, en cuadros de d u ro
tono erócico. del barrio de Pozo blanco en la Roma a n te rio r al sacco, de aquella Rom a
"paraíso de putañas, purgatorio de jóvenes, in fie rn o de todos, fatiga de bestias,
engaño de pobres, peciguería de bellacos” ; en él -decíamos- vemos una vasta
clasificación de las prosricutas, que nos da una idea de los más diversos tipos
hum anos del o ficio ’ :

r . C í. lose Luis A lonso Hernández: E l le n g u a je de las m a le a n te s españoles de las siglas X V ] y X V ]]:


L a g e m a n ia . U niversidad de .Salamanca. 1979; especialmente, págs. 16 y sigs.

9 . C í. César Hernández A lonso, "Aproximación al lenguaje p o p u la r y vulgar de p rin c ip io s del


siglo X V I a través de L a Lozana a n d a lu z a ", en L a lengua española y su e xpansión en la época d e l T ra ta d a
de T o rd esilla s. V allado lid , 1995, págs. 21 -38.
158
CàAR H ernandez A lonso y Beatriz Sanz A lonso

Todas io n p u ta s ... salvo que hay p u ta s de n a tu ra , y p u ta s usadas, de p u e rta


h e rra d a (té rm in o c o m ú n con la germ anía), y putas de gelosía y pu tas de
em panada ",

N o podnades e n c o n tra r con hom bre que m ejor sepa e l m odo de cuántas p u ta s
hay, con m anca o stn m an ta . M iró , hay p u ta s graciosas más que hermosas, y p u ta s
que son p u ta s antes qu e mochachas. H a y p u ta s apasionadas, p u ta s estregadas,
afeitada s, p u ta s esclarecidas, p u ta s reputadas, reprobadas. H a y p u ta s m ozárabes de
Zocodover, p u ta s cañaveras. H a y p u ta s de cabo de ronda, p u ta s u rsin a s ('partidarias
de los g ü e lfo s ), p u ta s gUelfas, g ib e lin a s. p u ta s in ju in a s (c o n bubas'), p u ta s de
R apalorapam os. H a y p u ta s de sim iente , p u ta s de botón g riñ íg ó n ('sifilítica s'),
no tu rn a s, d iu rn a s , p u ta s de c in tu ra y m arca m ayor. H a y putas o rilla d a s , binagadas,
p u ta s com batidas, vencidas y no acabadas, p u ta s devotas y reprochadas de O rie n te
a P on ie nte y S e ie n tn ó n ; p u ta s convertidas, repentidas, p u ta s viejas, lavanderas
p o rfia d a s , qu e siem pre h a n q u in ce años, com o B e ñ o ; pu tas m e rid ia n a s, ocidem ales,
p u ta s m áscaras enm ascaradas, p u ta s trinca da s, p u ta s antes de su m ad re y después de
su lia , p u ta s de subientes e decedíenies, p u ta s con virgo, p u ta s s in virg o, pu ta s e l d ía
d e l dom ingo, p u ta s que g u a rd a n e l sábado hasta que han ja b o n a d o , p u ta s fe ria le s ,
p u ta s a la candela, p u ta s reform adas, p u ta s jaqueadas, travestidas, fo rm a d a s,
estriónos de Tesalia. P uta s ahupadas, p u ta s terceronas, aseadas, apuradas, gloriosas,
p u ta s buenas y p u ta s m alas. P utas emeresales, p u ta s secretas y p ú b lica s, p u ta s
ju b ila d a s , p u ta s casadas, reputadas, pu tas beatas y beatas putas, p u ta s mozas, p u ta s
vie jas y viejas p u ta s de tr in a n y b o tín . P utas alcagüetas y alcahuetas putas, p u ta s
m odernas, m achuchas, in m o rta le s, y otras que se retraen a buen v iv ir en bárdeles
secretos y p u b liq u e s honestos que to m a n de p rin c ip io a su m enester (páes 101-
102).

Y p o r si esto friera poco, el autor, en labios del m ism o personaje, V a lije ro , nos
ofrece una copiosa lista de g e n tilicio s de las putas:

Señora, no h a y de iodos naciones: hay españolas castellanas, vizcaínas,


m ontañesas, g a lic ia n a s , asturianas, toledanas, andaluzas, g ra n a d in a s, portuguesas,
n a va rra s, cata la n a s y valencianas, aragonesas, m ayorquinas, sardas, censas,
secilianas, n a p o lita n a s , bruzesas, pullesas, calabresas, romanescas, a q u ila n a s,
senesas, flo re n tin a s , písanos, luquesas, bo lonetas, venecianas, m i lanes as, lom bardas,
ferraresas, modonesas, brectanas, m antuanas, raveñanas, pesauranas, urbinesas,
p a du an as, veronesas, vicem inas, perusinas, novare sos, cremonesas, a le ja n d rin a s ,
vercelesas, bergam as cas, tre v isanas, piedem ontesas, savoy anas, p ro vénzanos,
bretonas, gasconas, francesas, borgoñonas, inglesas, flam encas, tudescas, eslavonas y
albanesas, candiotas, bohem ias, húngaras, polacas, tram on tana s y griegas.

L O Z A N A . G inovesas os o lv id á is .
O t llM A N IA V Sot.'ülU A O .-.X i.O> S it^ O > •1>:.

V A LIJE R O . Esas. señora, sonto en su [ie rra , que a q u i son esclavas, o vestidas

u la genovesa p o r cua lq ue respeto .


Y para conocer someramente algo de su m odo de vivir. aun cuando sea en unas
mancebías de Roma -no se olvide que el a u to r era clérigo de Jaén y la protagonista
era cambien andaluza- recordemos el siguiente pasaje de La Lozana:
" Yo 's d iré , señora: tienen sus modos y m arieras que sacan a cada uno lo dulce
y lo am argo. Las que son ricas no Íesfa lta qu é espendery qué g u a rd a r. Y las m edianas
'tie n e n uno aposta que m an tien e la tela, y otras que tien en dos. e l uno paga y el otro
no escota; y qu ie n tie n e tres, e l uno paga la casa, y e l o tro la viste, y e l o tro hace ta
despensa, y e lla L ib ra . Y ha y otras que no tie n e n sino d ía e in to , y otras que lo ga na n
a h e ñ ir y otras que com en y escotan, y otras que íes parece que e l tiem po pasado f ie
m ejor. H ay e n tr edós q u ie n tie n e seso y q u ie n no lo nene; y saben g u a rd a r lo que
tien en , y éstas son las que van e n tre las que son ricas, y otras que g u a rd a n ta n to que
hacen ricos a m unchos; y q u ie n poco nene hace la rg o testam ento, y p o r a b re v ia r
cuando vaya a l cam po f in a l da nd o su postrem eria a l a rte m ilita rlo , p o r p e le a r y
tir a r a terrero; y otras que a la vejez vive n a R ipa. Y esto causan tres estremos que
to m a n cuando son novicias, y es que no quieren casa si no es grande y p in ta d a de
ju e ra , y como vienen, luego se m u d a n los nom bres con cognom bres a ltiv o s y de g ra n d
sonido, como son: la Esquívela, la C esantía, la Im p e rta , la D e fin a , la F la m im a ,
la B orbona, la Lu tre ca. la F ra n q u íla n a , la Pam asilea, la M ayo ran a, la Tabordana,
la P andolfa. la D orotea, la O rific ia , la Oropesa. la S em idam a y doña T a i y doña
A n d ria n a, y a n sí discurren m ostrando p o r sus a p e llid o s e l precio de su la b o r, la
tercera que p o r no ser sin reputa, no ab ren p ú b lico a los que tie n e n p o r o fic io a n d a r

a p ié '. (pág. 104)


Y el autor utiliza algunos ocros nom bres para referirse a cales mujeres: bagasas,
escanfardas, rameras, p iltra c a s , an do rras y andorreras.

7 , Í . M o tiv a c ió n de sus nom bres

T odos estos nombres, y aún más. se d iluyen p o r los textos germanescos. Mas
nos parece fundam ental establecer, hasta donde sea posible, los mocivos. los porqués
de cada nombre: unos respondían a una ju stifica ció n real (aportación económica,
belleza, edad, estado físico, cliencela,...); otros, a creaciones hum orísticas de algún
autor; no pocos tenían incención insultante, ecc.
Por ser una creación lingüística secundaria -es decir, sobre los elementos de otra
lengua-, nos encontram os con unas asociaciones y unas relaciones logico-semáncicas
que nos pueden explicar por qué se les d io d ich o nom bre. D e alguno de ellos, com o
ram era, ya lo comentamos (Ver noca, pág. 155 n - 5), y aun en otros casos tendremos
160 C ésar H ernandez A l o n s o y B e a t r iz Sa n z A lo n so

que acudir al étim o y a sus derivaciones. Así, por ejem plo, el caso de m arca
'p ro s titu ta ', se rem onta probablemente a los orígenes de! castellano; ai menos, bajo
la fo rm a m arcada ( m uger m arcada en S am a M a ñ a E gipciaca)1'1. V de m arca, p o r
su fija ció n , derivan m arquisa, m a rq u iz a , m arquesa, m a rq u id a , con e! m ism o
significado.

Orcos térm inos nos dejarán con la duda. Tal es el caso de iz a (iça ), u tiliza d o
desde m u y p ro n to en germanía, que deriva de izarse . con una traslación significativa
a p a rtir de la acepción 'amancebarse', o bien a p a rtir de ascender p o r una escala a
la casa de la marca'.

El té rm in o p u ta , posiblemente derivado del latín cardío p u tta m uchacha’, con


va lo r despectivo, ha dado lugar a una serie de derivados com o p u ta ñ a (italianism o <
p u rta n a ), p u to n io n a .

Varios son los rasgos que el pueblo hablante y algunos escritores utilizaron para
d e n o m in a r a las prostitutas, que pueden servirnos como base de clasificación:

A rendiendo a la relación de a) com p ra-ve nta de su cuerpo, nacieron, al menos,


hem bra d e l mercada, dam a (cuerpo y sonora) de a lq u ila r, f lo r d e l cam bio, estafeta
('estafeta o intercam bio de negocio'), hem bra (señora, da m a) d e l tra to , m u je r de la
v id a , dam a de interés ,,..;

b) el m odo de a c tu a r y de buscar clientela d io pie a los siguientes nombres:


buscona, acechona o c h illo n a , alcahueta o tercera, anzuelo, señora m n q u e tc (el
rrinquece, en p rin cip io , eta la cama de la iza), pa lo m a duenda v búho (busconas
nocturnas), p is c a triz (o pescadora ), pescadora de paño, salteadora d e l sonsaaue,
m an ceb ita de sonsaca ( joven que ocasionalmente ejercía la prosecución’), cisne (que
cantaba para atraer a la diencela), n iñ a ( iba de ingenua'), sellenca (esperaba sencada
en la silla de su estado" dentro de la mancebía), p id o n a y tomasa ( pedigüeña'),...;

c) la actuación astuta y p ro v o c a tiv a en la re la ñ ó n sexual era la base de los


siguientes nombres: liv ia n a , atenazadora. m en acilla d e l deleite, aguzadera de p u n ta s
de trom po , apasionada, escalentada , ra b ica lie n te , calien te de ra b a d illa , hurgam andera
(derivado de h u rg a r y relacionado con h u ró n ),...-,

d) el desprecio dio lugar a denom inaciones peyorativas como: bagasa, p e rd id a ,


fu la n a , ra b iz a , p u ta ra za n a , p iltra c a (deform ación de 'p iltra fa '), m u je r com ente,
bordonera, trong a, regatona, regatona d e l gusto , p e n c a ría (de penen), z u rra d a , p e lle jo ,
pendanga, g a n fo rro bribona . y su derivado, por vía regresiva, del té rm in o inexistente
en español g a n fa , z u rra p a andrajosa v sucia ....;

e) considerando la ap o rta ció n de d in e ro al ru fiá n v al padre’ de la mancebía,


surgieron ¡os nombres siguientes: trib u to , trib u ta ria , god? rica . godeña, p ic a n a
picara d e l gano, hem bra de la caja, m in a potosica fd c Potosí’), m arca de cuenta,...-.

)**
•CL Corommav'l'tíCvi.xh n/v. inervar.
G e r m a n ía y So c ie d a d en los Siglos de O ro 161

f ) en atención a su ju v e n tu d , p re su n ció n y p re s tig io (real ó iro n iza d o ), nacieron


los nom bres de chula, chulam a, gaya, n in fa , graciosa, a lco rza d a 'bien arreglada',
cortesana, la corte , tuso na dam a de a lta g u isa , daifa...(’señora, darna > concubina >
iza).
Para hacemos idea de las ganancias de las marcas, veamos el delicioso pasaje de
Q uevedo, Tasa de ¡as h e rm a n ita s d e l pecar, que -salvadas las exageraciones y las
concesiones literarias del au to r- aos ofrece una idea aproxim ada de los precios y de
los rasgos que servían para regatear:

Tasa de las herm anitas d e l pecar

Hecha p o r el fie l de las p u ta s

P rim e ram en te la dam a ha de ser a lta , como no sea desvaída, p o rq u e , si lo es,


es b m ism o que echarse con u n alab arde ro.

S i es b b n c a y a g u ile ñ a , conform e a b que se usa. v a b seis reales en verano.

S i es gorda, p o r b que suda, se b q u ite n tres cuartiU os, y se b añ a d a n en


h iv ie m o p o r b que a b rig a .

M u je r c h iq u ita , negra y rom a, vale un re a l en tod o tiem po, p o rq u e hace pecados


bracos, com o pe rro de fa ld a , si es con hom bre de su ta m a ñ o ; y si es m ayo r que e lb ,
p o rq u e tra b a ja más, se b añada o tro real.

M u je r b b n ca y ru b ia , p a ra de ca m in o y con necesidad v a b v e in te y cu a tro


m aravedís y un p a n . Y m andam os que ellas y las c a n tim p b ra s no se usen sino en
verano, p o r serfrescas y buenas p a ra e l tiem po.

M u je r m orena, ojin e g ra y p e lin e g ra , v a b u n esatdo, p o r ser b p im ie n ta d e l


gusto y d e l v ic io s i es de d ía ; y de noche p o rq u e con ¡o escuro d e lb se p ie rd e algo de
b vista más que b s bbncas, se b q u ita u n real.

M u je r herm osa y boba, s i caLb, vale tres reabs; y si h a b b . b s p ie rd e con e l


g a b n y b o p in ió n . Y estos a p lica m ie m o s son p a ra b s herm anos sordos.

M u je r fea y discreta, de d b no v a b un cu a rto ; mas de noche, em bozada en un


rin c ó n o detrás de u n a p u e rta , con b cara em bozada o p o r detrás, v a b dos reabs;
y s i b tom an como pu rga , cerrados b s ojos, v a b dos reabs y catorce m aravedís;
p o rq u e a l cabo, g o za r una fe a p o r discreta y una herm osa p o r boba, es una m ism a
cosa.

M u je r fa c a , v a b catorce m aravedís; y s i e l que b goza tie n e sam a, b debe d a r


c u a tro cuartos más, p o r el ap are jo que tie n e en sus güesos p a ra rascarse. Y a estas
ta b s señabm os p a ra b Cuaresm a, p o r b que tie n e n de c ilic io ; y m andam os que en
162 C iiï.'iK H E R N A N D E Z A L 0 . \ > 0 V B tA r R ïZ ALONSO

n in g ú n tie m p o sep u e d a n e n s illa r, s i no es en s illa de borrenes, como poetas y caballos


saltadores, p o rq u e no hagan m a ta d u ra s n i la stim e n con los giiesos y con lo m ucho
que se m enean.

Las frego na s en com ún, va le n a m ed ia de tu rró n en e l cam po, a pa stel de a ocho


en casa, a fr u ta u n a lib ra en verano y a vez de vin o en b iv ie m o : y s i se les d ie re
a lg u n a vez d in e ro , m andam os que no sea más de un re a l y que sea p o r fu e rz a en
cuartos; y s i puede ser en o ch a v illo s sería m ejor. Y a d ve n im o s que en verano todas
bis fregonas valga n de balde, p o r e l tra b a jo de todo e l d ía y no tra e r escarpines y
s u d a r los pies. Y m andam os, asim ism o, que, como a l carbón, se le q u ite la ta ra , a
ra ta p o r c a n tid a d , lo que pesaren los callos de Lis m anos y cazcarrias de Las sayas y
la m ugre de los m uslos.

Las doncellas valen ta n to com o costaron los ju ra m e n to s p a ra parecerio; y s i


fte r a n de las fin a s , aprobadas p o r e l contraste de virgos, valen lo que costare e l
d e scu b rir y h a lla r u n a de las tales doncellas.

M u je r casada y con h ijo s y ric a , ha de p a sa r a m úsica y com edia y dijes de


p lo m o p a ra los n iñ o s ; y e lla está o b lig a d a a costear y hacer ro p a blanca pa ra e l g a lá n ;
y s i es casada y no tie n e h ijo s y e l m a rid o es cofrade d e l gusto, p id e am ancebam iento
de a cu a tro reales cada d ía ; m as s i es celoso y no sufre, no se le ha de d a r nada,
p o rq u e no lo e n tie n d a y la m a ltra te . M u je r v iu d a que se fu e a lo d e l siglo, con ta lle
de bayeta, e s p íritu carm esí, cuerpo de "requiem " y a lm a de "aleluya ", m a n to
transparente, m o n jil m alicioso, tocas con cu id a d o y guantes de olor, vale ocho reales;
y si es susp iro na y qu iso b ie n a l que p u d re , vale siete reales p o rq u e e lla cansa y e l
am igo la acom paña, Y s i es de las viu da s dueñas, g u a ld ra p a p o r m o n jil y sob rep elliz
p o r toca, v a le d ie z reales de b iv ie m o p o r lo que a b rig a haciendo pecados entapizados.

M u je r herm osa y que c a n ta b ien , vale m azo de cuerdas y g u ita rra ; y s i hace
gargante, va le los usados en carecim ientos de a la b a n za de que O rfeo no cantó ta n
b ie n y los ángeles poco m ejor.

M u je r fe a y qu e ca n ta b ie n vale m ed ia lib ra de pasas y q u in c e m aravedís p a ra


s o lim á n : p o rq u e las tales, v ie n d o que valen poco, suelen p e d ir com o alem anes
cantando.

M u je r de esotra p a rte de cu a re n ta años a rrib a , ru c ia rodada, pasante com o


q u ín o la , a b u lta d a de días, salm on ada de cabellos y colchada de b a rrig a , que h a u n
añ o o dos q u e cerró, la señalam os g a rn a c h a en e l trib u n a l de la lu ju r ia ; y s i a lg u n a
se desm andare a quererse g a lo p e a r e l gusto, repasarle y d e s a p o lilla r las carnes, esté
o b lig a d a a no te n e r celos de su g a lá n y a no p e d irle nada, a d a rle m ucho, a no d e c irle
am ores; y s i la fa lta n los dientes, la vedamos lo susodicho y la condenam os a cárce l
pe rp e tu a de la lengua.

A p u ta p o tr illa p o r d o m a r y g a za p ito n a , no se le dé nada, a te n to a lo qu e e l


hom bre tra b a ja en enseñarla a d a r gusto.
tffcRMA.N'ÍA V SO C IKD AO KN LOS S lC LO s OK O IK) J03

C abellos ru b io s son m ejores p a ra (raidos en el som brero p o r fa v o r que en la


cabeza p o r herm osura. Vistos e l d ía d e l C orpus en balcón b ie n colgado r s i fu e ra n
de oro, valen io que diere tm p la te ro p o r ellos.

Bizcas y mercas valen dos m ira d u ra s con cuidado y un m edio suspiro.

Cabellos cuartenarios, e n tre sedeña y estopa, que se pueden echar ventosas con
ellos, valen menos que una calva.

Ojos azules no se usan, y los m andam os te ñ ir o desterram os de la corte.

Ojos verdes, p a ra en ayunas valen tres pasos y un pecado.

N a riz grande, en tre la rga i' p u n tia g u d a , vale lo m ism o que un a a lq u ita ra ; y a
Lis que las tu v ie re n con arzones y caballetes, m andam os que las en vainen p a ra besar
a sus galanes, p o r que no los ahoguen; y s i son dem asiado pu ntia gu das, las pongan
z a p a tilla s com o a espada de esgrim a.

Boca g ra n d e y delgada y húm eda no vale nada p a ra besadores enjutos, y s i besa


de castañeta, vale ocho m aravedís.

Boca pequeña y gorda, com o no p id a se da p o r buena; y si es de buen a lie n to ,


vale once cuartos y una lib ra de p e la d illa s.

P ie peaueño vale todo a a u e llo que se a h o rra en gasto en e l zapatero: si fie r a


m ayor, m andam os que en las pelindrosas de nueve puntos, se lla m e p a ra hem bra

gj ocros nom bres de marquisas aludían al lu g a r donde trabajaban: barbacanera,


carcavera (en las cárcavas), cotarrera y cotorrera (en cotarros ’albergues de pobres ),
callejera, cantonera, posadera, de cem enterio, devota (en to rn o a las iglesias), de la casa
lla n a , establera (en los es cabios),...

h) por com p ara áón con algunos anim ales , recibían el nom bre de vaca, yegua,
p a lo m a (< p a lo m a r ’mancebía ), cab algad ura ,...

i) pocas fueron las denom inaciones nacidas por la dependencia de u n ru fiá n o


de un padre o de una m adre’: sob rin a, m arca de con dición a l uso (consentida p o r
un m a rid o consentidor), p a n e n ta ,...

j) asimism o, apenas se crearon nombres arendiendo a la clie n te la , pues


mavoricariamenre ésta era bastante diversa. N o obstante, encontram os p iq u ie ra y
m oza de soldado com o sinónim os, c o ta rre ra y cotorrera, ya mencionados.

Y, salvo excepciones, no aparecen nombres que respondan a las enferm edades


contraídas. .Así vemos en L a Lo zan a a n d a lu z a putas de botón g riñ in ó n ( ‘sifilíticas ),
y algún o tro en diferentes obras, com o estragada.
k) m ención aparte merecen los térm inos nacidos por ereación lite ra ria de
diversos autores, que apenas prosperaron: lu m in a ria de boticas d e l b u rd e l (en L a
segunda. Celestina}-, dam a de todo ru m b o y m anejo (en E l lice n cia d o V id rie ra ); b u llid o ra s
164 C ésar H ernández A lo nso y B e a t r iz S a n z A l o n s o

d e l delene (-.de h o lg a r), fru te ra d e l pecana, perendenca, a lq u ita ra de p ija s y carajos,


vendeja d e l daca y tom a, rom a, jo y a , m aya, p rim e ra , z u rra p a , p a n d o rg a de la lu ju ria ,
he m bra m o rta l... (en Q uevedo); p a je de jin e ta y dam a de a lta gu isa (en V id a y hechos
de E stebaniüo G onzález); dam os de conversación, gaveta de cicateros,...; más algunas
otras de las arriba mencionadas.
Lo im portante, lingüísticam ente, es que cales creaciones, con excepción de
algunas de Q uevedo, no Transcendieron, no se popularizaron, ni fueron asumidas
p o r la germ anía en general. Porque, co m o venimos señalando en varias ocasiones,
no debe confundirse la aurentica germanía con los rerminos de creación literaria que
tra ta n de asuntos germanesco$;"síbien algunos de óseos, de especial relieve y d ifu sió n ,
pasaron tem poralm ente al léxico de ¡os germanos.

H e ahí el gran in te rca m b io , el im presionante proceso de osmosis entre la


germ anía y parte de la lite ra tu ra germanesca; que nos hace de d u cir que ios germanos
seguían de algún m o d o la creación lite ra ria germanesca y se sentían orgullosos de
ella. Mas esre proceso era. a su vez. índice de confusión entre la realidad y la ficció n ;
e im p lica b a la aceptación p o r parte de los germanos y germanas de sentirse
descubiertos, reconocidos, a la vez que populares y famosos.

A p e la tiv o s d e las p u ta s

C om o venimos haciendo en otros capítulos, presentamos aquí la relación


alfabética de algunos nombres apelativos que aparecen en germanía para referirse a
las izas, independientem ente de sus especialidades y características.

Paca su interpretación. re m itim o s al presente estudio y a nuestro V ocabulario de


aerm anía.
O

A grofa Cabalgadura
Aguzadera de punras de trom pos Cantonera
A lq u ita ra de pijas y carajos Canrora de cadira
A m bladora Carne
A m iga Carnicería
Aventurera Carca de marear
B ordonera Casera
Bu barra Censuario
Bu jarra Cisne
B u llid o ra del holgar C obertor
Buscona C oim a
G e r m a n ia y So c ie d a d e n los Sig lo s de O ro 165

C o lip o te rra M anceba


C onocida M a n c e b ita de la sonsaca
C onsejil M araña
C o n te n to M arca eodeña
Corsaria M a rq u id a
Cortesana M a rq u isa
C o carrera M arquiza
C otorrera M aya
C h ula M in a potosica
C hulam a M u je r de la vida
D aifa M u je r del p a rtid o
D am a de todo ru m b o y m anejo M u je r de mala sospecha
D am a de) vellón M u je r com ún
D isanto M u je r enamorada
Escanfarda M u je r de mal v iv ir
Estafa M u je r del ham pa
Estafeta M undana
Fraila N in fa
Fulana N iñ a
Gaifa N iñ a de la gorera
G arduña de la trin c a Palo m 2
Gaya Pasante
G erm ana Pecatriz
Goda Pelota
G odeña Pencuria
G orra Perdida
G orrona Perendenca
G roía Picaña del gasto
H e m b ra de la caja Pícara
H em bra del mercado P idona y tomasa
H em bra del trato P iltraca
H ija P iltro fe ra
H urgam andera Piquera
Iza Piscatriz
Joya Pobrera
Langosta Prim era
Liebre Pu
Liviana P ública
L u m in a ria Puta de atte m ayor
M aleta Putaña
Putañona Tronga
Rabiza
Tusona
Ramera
Usurera del V
°;usco
Regarona Vaca
Religiosa Vellona
Respeto
Vendeja del daca y tom a
Rufiana Yegua
Sellenca Z u rro n a
Señora trinquete
Señora de a lq u ile r N om bres d e í g ru p o
Socorrida
Somosra
De la casa llana
Sota
Ganado
Tabaquina Linaje buscón
Tabaquinara
M a n flo tisco h o rizonre
Tercera Ramería
Tom ajón a
Santa Gualceria» la
Tomasa D e l vellón
T rib u ra ria Tom ajonería
T rib u to
8. G IT A N O S Y G E R M A N IA

Se han c o n fu n d id o en demasiadas ocasiones a lo largo de la hiscoria a los gíranos


con ios maJeances. con los ladrones, y aun con los germanos.

Incluso, a veces, desde insricuciones que. por unas u ocras razones. no oculraban
sus intereses, se ha equivocado radicalm ente ei caló con la germania. Así, por
ejem plo, en un V ocabulario de l "c a ló " de Los maleantes- de hace m edio siglo, se dice
literalm ente en su preámbulo:
'Se d e n o m in a 'ca ló ' <d lenguaje de la gente d e l ham pa, de ¡os delincuentes
ha bitu ale s llam ad os m aleantes, y se em plea como s in ó n im o de "a rg o t’y "g e rm a n ia ",
a u n cium do esta ú ltim a voz se a p liq u e especialm ente a la je rg a que h a b la n Los
g ita n o s ' . (E l subravado es nuestro)

Y sigue: "A u n cuando entre e l "c a ló "y u i "germ ania "e xiste m arcada d ife re n c ia , un
g ra n núm ero de coces son comunes a am bas sergas, y a veces se da el caso de tener una
m ism a voz sig n ific a d o d is tin to en cada un a de a q u e lla s '.

Indudablm ente, esce V ocabulario era d ril a los funcionarios de la Policía ju d ic ia l;


pero, apane de ser un calco exacto de ocro Vocabulario, bien conocido, desenfocó y
co n fu n d ió conceptos. Y Luis Besses su b rin d a su célebre D ic c io n a rio de a rg o t español
o "Lenguaje jergal, gitano, delincuente profesional y p o p u la r"1 2.

In d u cir de esros planteamientos, y o tro s semejantes, que los gitanos eran y son
los delincuentes de la sociedad, es retroceder siglos enteros.

Por ello nos inceresa precisar, aunque sea brevemence, ei papel, la vida y la
situación de los gitanos en la época que nos inceresa (siglos X V a X V I I , inclusive),
para deslindar concepros.
A bundanre es va la bibliografía sobre ios gíranos y el caló2, mas aquí nos inreresa
solamence las posibles conexiones con la auténtica germanesca y con la germ ania.

1 . Editado p o r G ua rdia c iv il. Revista O fic ia i ¿e l Cuerpo, S uplem ento al n° 68 (en 2 vols.), die.
de 1949.
. Barcelona- ¡905
2 . Ver. p o r ejem plo, M . Román FernáindcZ- A p o rta ció n a los estudios toó te e l ca ló en España,
U niversidad de Yai encía. 1995.
168 C ésar H ernandez Alo n so y B e a t r iz Sa n z A l o n s o

N o nos interesa ia debatidísima cuestión de sus orígenes n i ios numerosos


nom bres que ha recibido en ios d istin to s lugares a lo largo de su historia'1.

En nuestro siglo X V los gitanos y el g itanism o adquirieron n o toriedad p o r m uy


diversas razones. Siempre fueron considerados como pueblo extranjero. En esa época
eran bascante numerosos y la acepcación de esta gente iba consolidándose; pero, poco
a poco, por los frecuentes hurtos y desmanes que cometían algunos de ellos, comenzó
a reinar la desconfianza. Se m u ltip lic a ro n las denuncias, a m uchos se les juzgó p o r
delitos m u y graves (robo de ganados, secuesrro de niños, espionaje, incendios,
asesinatos, brujería y magia negra, envenenamientos v aun tr a ic io n a la patria). Su
vida independiente, al margen de tocia ley y religión, sus costumbres fueron
satanizadas progresivamente; aun se les acusó durante largo rie m p o de canibalismo.
Es com o si toóos los males sociales de aquella naciente España fueran culpa del
pueblo guano.

Mas no siempre había pruebas fehacientes de las inculpaciones. Lo cierto es que


se les prohíbe ejercer sus oficios (forjadores, caldereros, cria y venta de ganado,...)5.

El am biente p o p u la r y o fic ia l contra los gitanos se fue agravando en el ú ltim o


cuarto del siglo, hasta desembocar en el D ecreto de expulsión d icta d o p or los Reyes
C atólicos (3 0 -3 -1 4 9 2 ;. Esta m edida, reforzada p o r otras coercitivas contra los que
perm anecieron aquí (Pragmática de M e d in a del Campo en 1499). fue secundada
p o r otros países.

En el reinado de Carlos V se renueva la Pragmática (.que exigió o el asentamiento


en un lugar com o criados servidores de algún señor, o la expulsión) en varios
m om entos (Toledo 1525. M a d rid . 1528 y 1534, V alladolid, 1544).

A pesar de tanca represión, ios gitanos siguieron ejerciendo sus oficios, evitando
a ia justicia.

c o n Felipe II. ya m u t avanzado el s, X V J , va cambiando la situación en parte:


se reglam entan sus actividades y oficios. Más dura fue la accitud real -v la de la
sociedad (nobleza, clero, hacendados...)- contra los giranos en el reinado de Felipe
I I I . quien d ic to en 1619 un decreto de expulsión, amenazando con pena de m uerte
a los que no lo cumpliesen o refrendasen; tras lo cual, en 1633, p u b licó un
reglam ento co n n u los gitanos, v una nueva Pragmática en 1663.

Mas, aun as¡. m uchos de ellos, aguantaron en vida errante las persecuciones y
acusaciones. ím esta situación, e; ansia ce subsistencia los lievó a cometer notables
excesos y aun desmanes.

C i. 1. -\.. Puuailo. «A. pjj;.'.. i - V M£>.

Ci. Saie, \ ¡.nu. iX t/tia a sobre isislo rtti, tus tam bres vdialecto tie ios pian os.
G e r m a n ia y So c ie d a d e n io s S ig lo s de O ro 169

A finales del X V I I la situación se endureció bajo C arlos II . Se les p e rm itió re sid ir


en unas pocas ciudades, y siempre concrolados; se les p ro h ib ie ro n todas las
profesiones, excepto el c u ltiv o de la tierra; se les pro h ib ía acu d ir a las ferias, u tiliz a r
su in d u m e n ta ria típica, hablar en caló, etc.

C asi todos se co n virtie ro n en seres sin o fic io ni beneficio.

Tras esta rápida revisión, m encionam os brevemente algunas de sus costum bres
y actuaciones. Se veían im pelidos al io u o , que se c o n v irtió en una a ctividad h a b itu a l;
durante los siglos de que nos ocupamos tenían fama de ladrones, fulleros, rufianes,
estafadores, embusteros, etc. Recordemos las palabras de Cervantes en el in ic io de
L a g ita n illa :

" Parece que los gita no s y g ita n a s solam ente nacieron en el m un do p a ra ser
ladrones; ruteen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian p a ra la dro nes.... Y la
gana d e l h u rta r y el h u rta r son en ellos com o accidentes inseparables , que no se q u ita n
sino con la m u e rte ".

La estafa en los tratos, el engaño, el p illa je , la rapiña, eran sus hábitos.

Traficaban con ganado, echaban las cartas, algunos trabajaban en la herrería y


la calderería.
El gitano ha visco siempre el castigo com o una provocación: p o r eso los h ijo s y
sucesores de un ajusticiado recrudecían codas sus acciones delincuentes.

Siempre m ostraron un cierto estoicism o anee el castigo y el s u frim ie n to , han


concebido la vida, aunque llena de penalidades, con buen calante. Su pobreza, y aun
miseria, especialmente en los siglos X V I y X V I I era buen caldo para la delincuencia.
Form aban y fo rm a n un grupo cerrado, en que codos se apoyan y ayudan. N o se
mezclaban, salvo por intereses, con los payos o calorrós; y su vida nóm ada, en lucha
co n tra la pobreza, les llevaba a d e lin q u ir.

Pues bien, eras todos estos escuetos rasgos que nos m uestran a los gitanos de los
siglos X V a X > T I, podemos co n clu ir:
Q ue los gitanos cenían su p ro p io m undo de d e lin c u e n c ia . M uy
esporádicamente se mezclaron con los auténticos germanos. Se respetaban, y aun
colaborarían en algunas fechorías (robos, fugas de la cárcel, extorsiones,...). Pero
tenían su organización distinta y propia. Entre ellos había rufianes, maestros de
esgrim a", ladrones notables; pero no se mezclaban con los de la hería.

Y otro dato im p o rta n te es que no hay constancia de que nin g un a gitana


estuviera en una mancebía de iza. El pueblo gitano, que nene m u y arraigadas las
ideas de preservar a la m ujer para sus gentes, y de no mezclarse con los payos, la
habría castigado, probablemente con la m uerte. Es decir, que no había gicanas en el
m u n d o de la p ro stitu ció n . Su organización cerrada y herm ética, perseguida p o r la
ju sticia , les im pedía co n vivir, salvo ocasionalm ente, con el m u n d o de la germanesca.
170 C ésar H crnández A lo nso v B e a t r iz Sa .v z A l o n s o

Es cierto que en muchos lugares donde florecía el hampa de ios germanos solía
haber abundance asentam iento de gitanos (Málaga, Sevilla -en Triana y en (a
M acarena-, G ranada -en el A ib a ic ín , San C ristóbal y Sacrom onre-, Cádiz, C órdoba,
M u rc ia , Valencia, V a lla d o lid , Barcelona,...).

Por ello hay que co n ce b ir com o dos ‘m o vim ie n to s’ de delincuencia en aquellos


siglos: la g e rm a n ía y el g ita n is m o ; superior el prim ero, con m ayor impacco en la
sociedad, pero menos perseguido que el segundo.

N o debe, pues, extrañarnos los contactos e interferencias lingüísticas entre los


m odos de hablar de uno y o tro . El caló recibió basrances térm inos de la germ anía, y
aun algunos recursos léxicogenésicos de ésta ( c u a rin d a 'cuaresma* < cuar- y el su fijo
-in d a o rd in a l).

A lg u n o s térm inos que to m ó el caló'’ son f a r d i bulto de ropa', com b ar 'rum bar,
d e rrib a r', g a ra n d a n 'vagabundo', fic a ró 'ju g a d o r', granó 'd u ca do ', ja la re s 'zaragüelles
o calzones', s o m a r 'd o rm ir', asom ar adorm ecer', b o q u i y bocata 'ham bre', sonanta
g u ita rra ’, a n c lí 'gafas', b a n ich é 'b a ch ille r’ , encorvar ’asesinar', po to sia 'bolsa de
d in e ro ', re m a ra r 'rem atar a alguien’, a lm ifo re ro 'ladrón de caballos’, a lb a ire 'huevo',
a n illa r 'a rm a r a a lguie n ', babosa 'seda', b a rau sta do r ’p u ñ a l', calcorro 'zaparos',
corcetero guantero', cu le b ra 'lá tig o ', chepo pecho', e n g ib a r rescatar’, f ila 'cara',
fo llo s a s ' calzas’, fo ra n o forasrero’, ga rab o 'garabaro , taco', g a rla r 'conversar , ga rb o ,
g o m a rra 'gallin a ', g ra n a r enriquecerse’ , g u in d a ra r 'm a ltra ta r', gurupas "galeras",
h u rg a m a n d e ra ’iza’, lim a 'camisa', p iltr a ’cama', e tc /; y otros muchos, que
e n riquecieron y parcialm ente desvirtuaron el caló puro o rig in a rio .

C o n lo cual, el caló, que se tiñ ó en su léxico de una fuerte dosis de germanía,


da lugar a una jerga m ixta , que fue ganando adepcos entre los delincuentes. D e ello
es fácil d e d u cir que sí hu b o contacto entre estas dos microsociedades, coïncidentes
en tendencias y m odos de vida; y aún más, según algunos (Saliílas, Sales M a y o ,...),
tardíam ente la germ anía fixe suplantada en buena pane p o r el caló, en especial
cuando aquella fue decayendo y perdiendo su presencia en la creación literaria.

T am poco puede olvidarse que fixe A nd a lu cía la región de España en que los
gicanos más arraigaron, y donde mayores contactos hubo entre germ anía y caló,
ta m o en la lengua com o en la música y en sus aficiones.

Parece que p rim e ro se d io el trasvase de térm inos de germ anía al caló, y que,
co n posterioridad, del contacto de ambos surgió una jerga de la delincuencia, que
Saiiüas lla m ó "flam enca" o 'caló jergal'. Es decir, que parte de la germanía pasó ai
caló y que, más tarde, parte de éste -con algunos de los rérm inos germanescos
a propiados- pasaron a esa tardía jerga, que es más pobre que la germanía o rig in a l.

6 . C f. R . Saliílas, E l leng uaje (c it), págs. 214 y sigs.

7 . C f. Francisco Q u ín d a lé , D ic c io n a rio g ita n o , M a d rid , 1 8 6 7 ; y R_ Saliílas. E l lenguaje <de:), págs.

2 2 4 y sigs.
171
GcRMANi\ v Soam no -s i.us .v<n.os ni: Okq

Tal vez ele esa denom inación de Salillas. que recogió Serrano (ja rcia , haya
derivado ia confusión enere caió y germa nia. o ia denom inación dei caló com o jerga
de la delincuencia.
C ie rro que m a n tu vie ro n algún contacro. que se prestaron té rm in o s
m utuam ente, y que. m uy tarde respecto a ia época que nos interesa, parce dei calo,
con ingerencias germanescas. configuró una nueva jerga bastante di bandida.

Pero, en realidad, la germanía pura de los siglos X V y X V 1 recibió m uy pocas


préstamos del caló, y m antuvo m ínim a relación con los grupos gitanos. Por ello no
deben confundirse estas dos sociedades, en modo alguno; y m ucho menos equiparar
gitanism o con delincuencia, como se hizo siglos atrás.
(Véase, además, el epígrafe "D e la ge rm an ía n i caió . que in clu im o s más
adelante. 10.1).

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