Hernandez Alonso y Sanz Alonso - Germania y Sociedad en Los Siglos de Oro
Hernandez Alonso y Sanz Alonso - Germania y Sociedad en Los Siglos de Oro
Hernandez Alonso y Sanz Alonso - Germania y Sociedad en Los Siglos de Oro
° 3<S
GERMANÍA Y SOCIEDAD
EN LOS SIGLOS DE ORO
LA CÁRCEL DE SEVILLA
secretariado de publicaciones
E INTERCAMBIO e d i t o r i a l
UNIVERSIDAD D E V A LLA D O U D
1. LA G E R M A N ÍA
Mas, una vez que la germam'a rue entrando y siendo conocida por oíros sectores
sociales, especialmente luego que fue difundida por escritores v reconocida por
técnicos de la justicia, sus funciones se mcremenraron.
A partir de esc momento debemos disringuir dos actitudes v objetivos diversos:
por un lado, el de los romancistas, anónimos o no. que. conscientes del interés de
aquel microcosmos y de su jerga, plasmaron gran parte de su lenguai? ñor escrito
para sensibilizar a la sociedad, sumándose a la acritud critica de ¡o germanesco: v,
por otro, la nciiruti de los creadores, cscrirorcs de reconocida popularidad v en
muchos casos de gran ingenio, que reeiahoraron y recrearon parte de ;c germanía
haciendo de ella instrumento extraordinario de sus mensajes literarios a toda la
sociedad.
Todos ellos, los creadores de romances y ios escritores aludidos, reñían unos
objetivos comunes: form ular una dura crítica a la luscicia de i¿ época v.
consecuentemente, a coda la sociedac. Es decir, aue utilizaron la gemianía en sus
creaciones como caia de resonancia de una aguda crítica social. Onviamente. este
fenómeno de dar ;• conocer y dirundir -aun recrear- la germanic ¡moneaba dos
consecuencias: ci desgaste de su vaior críptico, io ouc llevaba a una permanente
creación ae términos nuevos: y el incremento de su importancia entre cocas las clases
sociales, hasra ei extremo de convertiría en un tema ce moda v de preocupación para
casi toaos.
Lo cierro es que a partir esa fecha aqui no vuelven a escribirse piezas semejantes
en que describieran y denunciaran ios hechos, desórdenes e injusticias de aquelia
cárcel.
De ahí que nosotros creamos que la germanía no puede entenderse sin conocer,
aunque sea sucintamente, la sociedad en que se engendró y las fuerzas que la
provocaron. Por ello, nuestro planteamiento global atiende, fundamentalmente, a
los factores sociológicos y lingüísticos de aquel fenómeno extraordinario, que solo
puede entenderse bien a la luz de la sociedad que lo gestó.
Y desde esta perspectiva no podemos olvidar que el m undo de la germama
estaba representado, necesariamente, por.gentes jóvenes -aun muchachos y niños- y
maduras. Los aprendices {gorgolinos, m a n d ila , m andilandines, m am bla jes.
cesiamandiles,...) va se habían experimentado en robos, pendencias, heridas y
muertes por arma blanca, a una edad que oscilaría entre los catorce y diecisiete años,
y pronto pasaban a desempeñar puestos de mayor im portancia en el escalafón o
cursus honorunz, y dadas las permanentes pendencias, desafíos y muertes, los cascigos
y penas que sufrían casi todos, y el vigor que nos muestran en la literatura escrira.
es ciaro que m orirían bastante jóvenes. Debemos concluir atendiendo, además, a la
media de vida de los siglos X V I y X V II, que los grandes jayanes, jaques y bravos
debían de ser hombres jóvenes, con una desenfrenada carrera en la delincuencia.
En todo caso, no debe olvidarse que, pese a su interés y popularidad, era una
jerga de grupos marginales, pero de norable importancia en su momento. Y que el
permanente rrasvase de su peculiar m odo de expresarse a la comunicación coloquia!
(v viceversa) dejó una importante huella en la historia de la iengua, a la vez que una
muescra de un modo de vivir d ifícil y arriesgado. M odo de v iv ir y cosmovisión
común a varios grupos distintos, pero que tenían unas motivaciones comunes.
Mas no por ello debe pensarse que rodos los que merodeaban por los ámbitos
de aquella delincuencia mantenían una íntim a relación ni se movían en los mismos
quehaceres; sino que entre ellos había grupos diversos, rangos y categorías diferences
y grados distintos de delinquir. N i siquiera ia jerga era uniform e totalmente, sino
que sufría distingos enrre unos lugares y otros, y aun se podría hablar de
"microrregiscros" según la especialización de sus actividades (Véanse, por ejempio.
las diferencias entre los ladrones, págs. 118 y sigs.) y la manera de crear variedades
conrinuas sobre elementos comunes ya fijados.
Hay un num e particular de la germanía que la distingue de cualquier otra jema:
que sus creadores -dejando a un lado a los escrirores que la utilizaron- poseen un
cierto nivel cultural, que deducimos de las rererencias y de la creatividad léxica que
derrochan. Lo que se explica porque en el ámbito germanesco. y especialmente en
la cárcel, convivían personajes de diversos rangos sociales y culturales.
Obviamente, si nos refiriéramos a toda la germanía. la popular y la de creación
lireraria, habríamos de reconocer que e! nivel cultural, lingüístico y poérico es muy
ele vado. -
v.oAK HkivN.-.N!>I-.Z AtON'O y 1íil -.: kí/. ÓANZ ALONnO
Pero no es ese aspecto el que nos inceresa ahora, excepto para advertir que desde muy
pronco había una comunidad Lingüística que vivía inmersa en el m undo germanesco
y una sociedad periférica que la conocía, que se interesaba dot ella v aun se esforzó
en potenciarla.
Tal vez lo prudence sea calificar la germanía como una jerga (o argot), en la
acepción que ambos tienen en común; puesco que se trata de una form a parcial de
comunicación cuyo léxico específico esrá ligado a una com unidad o grupo social,
restringido, con el que prerende mantener una comunicación secreta para el resto
de la sociedad que uriliza la misma lengua.
C om o ral, refuerza los senti miemos de identidad y de cohesión del grupo. Mas
argot no está documenrado hasta bien enrrado el s. X V 7II e igualmente tardío es el
rérmino jerga, ambos de origen francés. Y dada la polisemia que ha adquirido el
térm ino argot, cal vez sea prudente urilizar como calificación lingüística el de ie rra
críptica .
3 . Obviamenre. nada tiene que ver con el caló o lengua de los gíranos, independientemente de
que hubiera transferencias de algunos términos del caló a la germanía y viceversa (C e , entre orros.
G kkmaxía y Sociedad kN i.os S¡glo$ d e O ko h3
Mas, anees de seguir adelante, fijemos qué enrendemos por germ anía. Llámase
asi la jerga de los maleantes (valentones, ladrones, rufianes, prosrirucas.
francisco QuindaJé. Diccionario pruno. M adrid, 1867). Por cilo creemos inadecuado el citulo y
subtitulo del Diccionario de argot a pañol o lenguaie jergal, guano, delincuente profesional y popular,
de Luts Besses {Barcelona. i 905). Distinta hie ia postura de Rafael Salillas que. en su libro E l
delincuente. EllenguajexM adrid. 18%). presenta por un lado un 'Vocabulario de Germanía v.p o ro tro .
uno de! 'Caló jergal'. Véase para esras cuestiones, también. F. M . Pabanó. H arona y costumbre! de los
gíranos. M adrid, ed- Ciner. 1914: facsímil de 1980.
Menos aceptable técnicamente es el Vocabulano del calo de los maleantes, publicado como
suplemento a la revista G uardia civi-i rO 68. diciembre de 1949. que recoge el material dei Vocabulario
ilustrado del léxico delincuente de M adrid de Pedro Serrano (Madrid. 1946). en ios que predominan los
cérminos de robos y timos.
44 C ésar H êrkândk/. A lonso v Beatriz Sanz A lonso
delincuentes....) de los siglos citados, utilizada habituaimeme por los germanos' del
hampa para comunicarse, con el comprensible afán de ocultarse de la justicia, y de
no ser entendidos salvo por los miembros del grupo. Es, pues, una jerga privada,
convencional, esotérica o críptica en un p rincip io, que. al ser d ifun dida
gradualmente, necesitaba recrearse, renovarse permanentemente para mantener su
cripticidad. Y como puede deducirse y podrá verse a lo largo de este trabajo, se
convirtió en una de las grandes fuentes de renovación léxica del español: si bien su
corpus ha gozado de desigual atención y diferenre reconocimiento a lo largo de los
tiempos. Aún hoy en dia. como rambién vetemos, una parte de aquel léxico se
manriene en el lenguaje del hampa, de ia ‘vieja’ delincuencia, v no pocos términos
son reconocibles en e! registro popular-vulgar.
Convendrá que. a la iu2 de su historia, señalemos el nombre más adecuado que
debe utilizarse para denominar a toda esta jerga.
Obviamente, nos parece impensable que ei término gem ianía derive de las
hermandades de los gremios valencianos y mallorquines, cuyos movimientos sociales
destacados se dieron en pleno siglo X M . puesto que va circulaba con el valor de
gemianía a mediados del XV. No dudamos del étimo caralán -aunauc con ciertas
reservas-, unido a su acepción de hermandad o agrupación que defiende intereses
comunes frente a otros grunos -que hov oiríamos- de presión : pero debe retrotraerse
en un siglo, ai menos, e: uso de gem ianía con el significado de microsociedad o srrupo
de! hampa, asi como de su lenguaje específico. Se trataría, pues, de una traslación
signincativa desde gem ianía hermandac a gem ianía agrupación de valentones.
maleantes...... rufianesca v su jerga propia. N o obstante, cal vez ne sea necesario
acudir al catalán para explicar el étimo. El térm ino germano es de larguísima
tradición en nuestra lengua. \ en Andalucía, una de las fuentes más importantes de!
hampa y de la germanesca desde- muy temprano, al igual que en otras muchas zonas
peninsulares, pudo haber evolucionado a panir del mozárabe yerm anella, lo que nos
explicaría fácilmente k desinencia -id '.
Por ello, no dudamos en interpretar que germ anía como cofradía de valentones
y hampones' era térm ino generalizado en zonas en que abundaban dichos ambientes
y grupos desde época muy temprana. Si aigunos poemas sobre ella saltan a U
literatura escrita, en pliegos de cordel que circulaban por toda España, en 1575, y
en uno de ellos se dice que ” contrahace la germanía y fieros de los rufianes y las
museresdei p a r t i d o . v diluve más de 160 términos de germanía, podemos deducir
que esca jerga eta bascante conocida con anterioridad, pues había pasado de la
transmisión oral a la escrita v al ámbito de la literatura popular. Así pues, durante
todo el siglo X V d e b ió de existir germ anía. como lenguaje, y gem ianía com o cofradía
de germanos o hermanos de! hampa.
" Yo querría ... irnos mano a mano a un bodegón donae bebiésemos el alboroque
)■hablásemos algarabía como aquel que bien lo sabe, gem ianía, digo" .
. En Juca Ha-ievi aparece jm ia n c IL ;. C:. R. Meriende: Pida). Otivenes cid español Madrie-
Espasa-Calpc. . pay. 23d.
. Policiano de Silva. La segunaa Celestina. En U n Celestinas. Ed. de A i. Criado del Va!. Barcelona.
Planeta. 1976: págs. 291 y hA4 respectivamente.
C lsar H ernández A lonso y Beatriz Sans; .-u .o n .vo
Asimismo se utilizó al principio la forma la sama gem ianía como 'las leyes que
regían la hermandad’ (Segunda Celestina,).
Jerigonza es térm ino tardío, no muy difundido, que hacía referencia al que se
utilizaba en los romances de ciego de tema germanesco. Por ello no nos parece
adecuado este térm ino para designar a toda la germanía.
Los térm inos jaca ra n dina y jacarandaina derivan de jáca ra , forma poética de
tema rufianesco evolucionada a partir de los romances, que estuvo m uy de moda y
se cantó durante siglos. Jácara, a su vez, procede de jaque (< fá h ’rey de los persas'
y de ahí a ataque al rey en el juego de ajedrez'). Esros térm inos son relativamente
tardíos y arraigan especialmente en el s. X V II, a la par que proliferan en las jácaras.
C ulm inaría esta fáse con la primera cumbre, en pleno siglo X V I, en que esta
jerga se hace popular, se difunde en romances y llega a ser conocida por grandes
sectores del pueblo.
Las jácaras
* . lo t' ck. C f. Pairo Herrera Paga. Sociedady delincuencia m el agio de oro, Madrid. BAC. 1974.
Ab C smk H ernando : A lonso y Beatrix Sanz A lonso
Pero centrémonos aigo mas en ias jácara} para comprender m eior la germanía
que en ellas aparece. Los temas ruiianescos fueron conv irtiéndose en unos de ios más
populares. Personaje*, acciones y vida del ámbito de la cárcei. del burdel. de los
corrales . pasan a ia literatura popular, en un m omento dererminado. v son
cuirivados por muchos de los mayores genios de nuestra literatura (Cervantes,
Quevedo. Mateo Aieman. aun Calderón....).
. ( (.1.1MV. Nk-ru..- ( >.;¡i.nu'. /a;;,.. r¿riin:<iiitt ttc: siyir W 'H. M attriii. UnivcT.siJ.uJ
Conmianiisi. PJN!. Uesi' ú»ei»7.¡!:.
G ermania y Sociedad en los Siglos-de O ro
estratos más bajos de la sociedad, la que gustaba al pueblo llano y ¡i« Jisgw^b.» a
las clases suneriore.s. por dióuútas razones.
Pero detrás estaba la realidad: el aparato jurídico, la injusta dinámica social y la
miseria fueron los impulsores de tales modos de vida y de tales creaciones literarias.
Y aún hay algo más: La sociedad quería exhibir el castigo, las penas, los
ajusticiamientos como teatro con misión expiatoria, como modelo de justicia, 'i
había que airear v popularizar las procesiones de ajusticiados, sus vidas y su final.
Las jácaras, atendiendo a sus temas, podían ser predominantemente amorosas
-con un am or mezclado con interés y celos-: narrativas de vidas y de gestas de ciertos
personajes üaques. javanés, prostitutas...). a los que se ensalzaba y. en ocasiones,
concedía el rango de héroe; descripvivas-inform ativas de costumbres, vida y léxico de
germanía. Todas ellas muesrran un tono burlón, tragicómico y desenfadado. Y lo
más llam ativo es que en la mayoría se funden y mezclan los temas. Ha)' en ellas una
faceta costumbrista de carácter popular y en muchas una relación amorosa entre
rufianes v marcas. Así, por ejemplo, en algunas de Quevedo, como V iliagrán, C arta
de Escarram án a la M éndez v Respuesta de la M éndez a Escarram án. o en Moxagóu
preso celebra ¿a hermosura de su iza. En las de Quevedo destacan las que tienen forma
epistolar, con data en la cárcel (carta de Escarramán. la de Yjliagrán y Moxagón). en
eí burdel (Respucsra de la Méndez) o en galeras (Respuesta de Lampusa. Relación
que hace un jaque...J.
En elias se muestran muy nítidos los rasgos de los rufianes y valentones, y i¿
sumisión de algunas marcas a su jaque.
Son, en muchos aspectos, un impresionante documento de vidas y costumbres.
Cuando Dasaron de ser un mero romance predominantemente narrativo a ser
dialogadas v cantadas a varias voces, y aun bailadas, acompañadas con música,
adauirieron e; rango de género dramático menor. Pero cl mayor paso en su evolución
fue la transformación de algunas en piezas dramáticas plenas, en entremeses.
La jácara-entremcs era una breve representación jocosa y burlesca de
extraordinario éxito que trataba de diversos personajes, ripos y hechos de la sociedad,
versificada -com o eran los entremeses a partir de 1620. especialmente-. acompañadas
en parre de canto v baile, que se representaban tras el primer acto de una comedia,
a petición dei publico o de algún actor situado entre los espectadores, con intención
de d ive rtir ai auditorio en lenguaje popular y germanesco. Gran parte de ellas eran
dialogadas v exiuían cierto movimiento coreográfico y de danza.
M uy próximos a las idearas, como intermedio de representaciones teatrales, eran
los bailes1', compuestos de recitación, de música, cante y danza, con unos escuetos
argumentos v personajes, que Se convirtieron en bailes dramáticos.
Y aun no faltan bailes cuyo texto sea típico de la germanía, como el B a ile de los
galeotes, el de Las mozas de la galera, o Sancho e l del C am pillo y Talaverón, e tc
Hasta casi finales del siglo X V I España era muy mayoritariamente un país de
campesinos distribuidos en numerosos núcleos rurales dispersos en rom o a pequeñas
ciudades1. Las comunidades campesinas superaban ios 4/5 del total de la población.
Era una población sometida a importantes cargas fiscales de la monarquía; y muchos
de ellos, además, a las de un régimen señorial. La mayoría subsistía de los escasos
frutos que íes quedaban de la explocación fam iliar y, en algunos casos, de la
explotación comunal de baldíos, ejidos y realengos'.
Agricultura y ganadería, en íntim a relación, eran las principales fuentes de
riqueza para ios propietarios y arrendadores, y de subsistencia para los arrendatarios
y jornaleros. Las cosechas de cereales y legumbres, que suponían un 55% de la
producción, eran complementadas en algunos lugares con el viñedo (25%;- olivo,
maíz, caña de azúcar, etc.
A lo largo del s. X V I aumenta el sistema de arrendamientos, grabados con ios
diezmos a la Iglesia y al rey, y con una abusiva renta, que solía pagarse en especie.
N o toda la población que trabajaba la tierra tenía garantizada una m ínim a
subsistencia digna con los frutos de la tierra. Y cuando la naturaleza no favorecía las
cosechas (por sequías, plagas, inundaciones,...), una parte de los jornaleros y
arrendatarios se convertía en pobres totales de lá noche a la mañana.
Esta fue una de las causas más notables de la desnoblación del campo y el
consecuente incremento de pobres en ias ciudades, en busca de I2 vida.
Hubo años realmente graves en este aspecro: en 1580. y siguienres. se produjo
una profunda crisis rural basta el extremo de que muchos arrendatarios ni aun
podían a d q u irir semillas para sembrar. Las deudas de éstos aumentaban
continuamente, y el hambre forzaba a las gences a emigrar’.
Lo cierco es que a finales del X V I las disrancias sociales se habían extremado:
los ricos lo eran cada vez más y los pobres, cada día más. alcanzaban la miseria.
Clases sociales
La noblezaeta el grupo dom inante, que'Hevaba una vida lujosa y ociosa en torno
al imán de la Corte.
Durance la época de los Auscrías, y muy especialmente bajo el reinado de Felipe
IV y el validado del Conde D uque de Olivares, la nobleza se incremencó
extraordinariamente: Las familias de "Grandes de España" llegaron a sobrepasar la
veincena; los tirulos de marqueses y condes se concedían por escasos méritos (una
notable acción de guerra, una "conveniente" gestión de los banqueros,...); los
caballeros v los hidalgos -éstos generalmente sin fortuna- mantenían artificialm ente
su vanidad nobiliaria. Muchos de ellos vivían de. las rentas de sus propiedades o de
algún cargo adm inistrativo, para los que se preparaban en Universidades’ y Colegios
Mayores.
El clero era otra de las formas de poder más destacada en la España de los
Austrias. Se había convertido en la clase rectora y memora de la vida en aquella
sociedad.
0 . Loe. de.
. Para estas cuestiones, véanse Elena M a 2 a Z orrilla, Pobreza y asistencia social en España (siglos
Universidad de Valladolid, 1987; y Rosa Pérez Esrévez, E l problema de los vagos en la España
del siglo X V T lf, M adrid, 1976.
.. ......... .’5 Wii Oivv5
s C2f. J Oelcito y Piñuela. La mala vida en la tssraña de Felipe / v . M adrid. Espasa-Calpe. ! 959.
pág. 201.
. De ¡ubvenúonepauperum. Brujas. 1526.
56 C ésar H ernández .Alonso y Beatriz Sanz A lonso
Por concra. las más humanitarias y comprensivas, que concebían como algo
esencial la libertad de! pobre para buscar el sustento donde quisiera y se oponen a
su destierro, fue encabezada por Soro"'.
En esta línea están las propuestas de M iguel de Giginta, partidario de la libertad
vigilada, fundador de las casas de misericordia, como centros de recogida, de
formación, de trabajo y oración para todos los pobres. Esta idea prosperó en
numerosas ciudades, como M adrid, Toledo, Granada....; pero eran totalmente
insuficientes.
Complemento de estas casas fueron los-numerosos albergues de pobres' que se
crearon en ciudades- y pueblos.
Lacras en Ln sociedad
. :;tn:>cn(»
. X:¡.: nu nca. ! s.-j s.
El desenfreno sexual era grande, y m ayor aún en las clases elevadas, sj bien éstas
solían ocultar sus escándalos’’5. N o era infrecuente el a d u lte rio de la m ujer -aunque
era m uy superior el del hombre-, como lo muestra la abundante literatura coetánea;
y la prostitución, como veremos en o tro lugar, era abundantísima, sin contar entre
ellas a las mancebas, arriba mencionadas, ni a las cortesanas o asalariadas.
Entre las prostitutas, numerosísimas en aquel tiem po, unas eran de categoría
superior, pues seleccionaban la diencela y guardaban el señero, y ganaban hasta
cinco ducados dianos; y otras, de ín fim a categoría, eran las cantoneras, golfas y demás
que solían v iv ir en torno a las mancebías14.
En general, podemos decir, con M arañón, que la fuerte represión y las barreras
que la religión im ponía sobre las libertades sexuales eran rotas por gente de todo
ám bito social.
. Los amorío,', de Felipe IV pueden seguirse en el libro de D eleito Piñuela. E l rey se d i vierte.
1’ . A mediados del siglo XVÍ1 en M a d rid había más deochocícncas casas públicas abiertas durante
toda la noche.
1 . Felipe Picároste, Estudios sobre la grandeza y decadencia de España. 1887, í. I l l , p;igs. 93 y sigs.
muchos llevados a esa vida, no p o r perversidad de corazón, sino p o r causas sociales,
solían ejercer actos de verdadera ju s tic ia , y protegían de la pobreza y aun de la
inocencia, form ándose de este modo la idea de aquel bandido que todavía cantan
nuestros romances. V ivían en cuevas o chozas del campo, y otras veces en las mismas
poblaciones; tratab an de potencia a potencia con las ju sticia s de los pueblos, y
llegaron muchas veces a poner en peligro hasta la a u to rid a d de los virreyes. En 1612
había en C ataluña mas de diez cuadrillas de estos bandoleros, pasando algunas de
100 hombres; en ju n io de 1613 dieron m uerte a l conde de la Bastida, y en enero
de 1614 sorprendieron una conducta de dos m illones de reales. En C astilla y
A ndalucía tenían cogidos caminos reales, y se atrevían a descolgar y enterrar
piadosam ente las cabezas y los miembros de sus compañeros, mandados poner a llí
p o r la ju s tic ia
Este era, en buena parre, el panorama social dei siglo X V II. Y codo ello en
impaccance concacto con la efervescencia religiosa, la exaltación de la mística y la
sublim ación de lo espiricual.
3. S E V ILLA EN LOS SIGLO S DE O R O
Sevilla era el cencro del lujo, del brillo , del dinero-...■y de la miseria, del vicio,
del crimen; sede de ¡os mayores contrastes sociales, económicos y vitales. La
opulencia de aquella Sevilla se percibía en (os edificios, en el correr del dinero, en la
elegancia v derroche de los privilegiados. Por contra, los vagabundos, delincuentes
y pobres ponían el contrapunto. Picaros, ladrones, valentones de toda índole vivían
organizados para protegerse de la justicia, formando una especie de sociedad
enquisrada en la otra. Y dentro de ella se apoyaban los diversos grupos de maleantes,
ladrones, rufianes, prostitutas, etc., que formaban unas microsociedades cerradas y
bien relacionadas con las otras. En general, estaban formadas por ladrones,
espadachines, llamados priores, cofrades mayores, y novicios, que esraban aprendiendo
el oficio, avudaban en todas las fechorías y espiaban lugares, casas, a los corchetes.
ere.1
Se iniciaban muchos como mandiLetes. que eran los recaderos de una iza: de
donde se pasaba a chulo, c h u lillo , chulam o, jo rg o lin o , una especie de criado del jaque.
De esta siruación, regularmente, se ascendía a m andil, más tarde llamado v ra in c lo
pagoiey aun m an dil de media tallan prim er grado de rufián joven (entre 1^ v 17 años),
con una escasa autonomía y no pocas gesras' cometidas, desde pendencias con
heridas a muertes de corchetes. Era ya personaje temido entre los rufianes, excepro
con las armas blancas.
claustros de [as iglesias, la cárcel, etc. eran los locales cerrados más frecuentados por
ellos. En corno a la Cárcel Real, situada en la calle de la Sierpe, en las gradas de la
catedral sevillana (las graltas), en los clausccos y patios o corrales de los Naranjos y de
los Olmos (ver ilustración) ai este de la catedral, junco a la Giralda, se reunían en
zonas abiertas del centro de Sevilla gran parre de los germanos y delincuenres, y desde
allí tramaban sus crímenes, robos y fechorías^.
Aquí estuvo el Corrai de los Olmos, importante centro de encuentro de jaques, bravos, jayanes.
ladrones y picaros.
4 . Véase para todos estos detalles J. D eleito y Piñuela, Loe. ñu págs. 198 y sigs.
ü3
German** V a o u K p -u ) ::s ION -Sk;;á 1)1: O KO
Al pació de los Naranjos -lugar seguro por el fuero eclesiástico- acudían los
personajes más importances del hampa, (ilustración)
A la mancebía, co rtijo, dehesa, m anfla, cueva, p u b liq ue ,... del Compás se accedía
por una sola puerta, el golpe,; y en torno a un descuidado patio estaban las boticas.
casuchas míseras donde vivían y trabajaban las izas.
A lo largo del tiempo fueron muchos los intentos de cerrarla, y las dificultades
que sufrió el Compás interminables.
Lo sorprendente es que algunas de esas boticas eran propiedad de instituciones
religiosas, y de minisrros de la justicia, que las alquilaban para tales menesreres.
Aquella zona, llena de bodegones, estaba siempre repleta de rufianes, mendigos,
soldados, mercaderes, prostitutas y toda gente de mal vivir.
lunto a aquel lugar, deben mencionarse el Campo de Tabladas, el matadero, L:
Alam eda, la puerta de la came y otros muchos lugares de menor concentración.
Las bandas de malhechores circulaban por rodos estos lugares en número
realmente extraordinario. Y mezclados con ellos, diversos y numerosísimos
mendigos, que acosaban con insistencia v molestias a los viandantes, las casas, las
iglesias.... acompañados por un sinfín de niños harapientos, que llevados por el
hambre, merodeaban las mancebías, los mercados, las calles, etc. y rebuscaban en los
abundantes muladares y basureros de la gran ciudad.
Pese al centenar de refugios y hospitales distribuidos por la ciudad, los
indigentes v mendigos que vivían y dormían en la calle, porrales, pórticos,... era
incalculable.
Esta era. en síntesis, la paradoja de aquella gran Sevilla, emporio de toda riqueza
-especialmente la venida de América- y de toda miseria y depravación.
4. TOPOGRAFÍA DE LA GERMANIA
Ames de seguir, hemos de advertir que lo dicho hasta aquí no supone la ausencia
de burdeles, izas, bravos y rufianes en otras zonas; pues eran numerosas las ventas,
mancebías y ¡usares de vida alegre’ poi buena parte de las poblaciones españolas.
La zona castellann vieja se justifica claramente por la im portancia que
adquirieron las ferias y mercados a finales de la Edad Media, y especialmente en el
OU Cl'-sar HfJiNAMJhZ A lo n so '. Uta nu/. $.\sz A lo n so
siglo XV. La concentración de ganaderos y labradores en M edina del Cam po, con ei
correspondiente mercado regional, y aun con la presencia de la Reina Carólica en
los últimos años del siglo, justifican un extraordinario mercado, una febril actividad
comercial semanal y una aglomeración de visirantes con dinero fresco.
Taies ferias y mercados dieron riqueza a sus sedes. Así. m uy pronto nacieron
nuevas zonas feriales: V illaló n, Valladolid, M edina de Rioseco, etc.
Todos estos lugares atraían a maleantes y gentes de dudosa reputación.
Extraordinariam ente expresivo es el Romance de las nueve v illa s , que
reproducimos y comentamos:
Este es un consejo que dio un rufián a unas donzellas, con las coplas del huevo.
El rom ance es airoso, en algún m o m e n to hace gala de alguna marca propia del
R om ancero tra d icio n a l, y describe con exactitud unas rutas de cierras mozas de la
vida, a las que va aconsejando. N o está demasiado sobrecargado de rérmínos
germanescos. porque, a nuestro encender, el a u to r se propuso d e scrib ir ciertos lugares
de la vida airada, sin necesidad de ocultarse ni de d is im u la r nada.
p rin c ip io , sino que circulaban de unos a otros lugares, hasta encontrar una sede
conveniente.
M as no eran esros lugares los únicos de esta zona famosos p o r sus prosríbulos,
pues cambién lo era Segovia, entre otros, cuyo centro era ¿iazoguejo.
Z o n a a n d a lu z a
. Véase, entre o tro s, £. Lorenzo Sanz, C om ercio de España con A m érica en la época de F elipe //,
2 tom os, V a lla d o lid , D ip u ta c ió n P rovincial, 1979.
A . Véase supra, págs 63 y sigs.
GtiKMANUVMH'.li.D.y.) -S ¡.U
SMv.i.OS0l: OSQ
Aquella gran ciudad, que a finales del s. X V I contaba con más de 150.000
personas, v se había c o n ve rtid o en la mas populosa de Europa después de París, =ra
el gran centro de la riqueza (oro. plata, perlas entraban y salían en numerosas cargas
de carretas). Era. en fin . ciudad de grandísimos contrastes sociales .
En el de los O lm o s se acogió coda ia genre que antes se-reuma err las grabas
de la caredral, una vez que óseas fueron derribadas para alejar del lugar sagrado a
vendedores, picaros y jugadores.
Mas com o sarélires en to rn o al eje sevillano acoraban poblaciones como
C órdoba, -con el Potro, famoso barrio de la mancebía-, C arm ona, O suna, Utrera,
Estepa, Ronda, C ádiz, Jaén, Écija, Málaga con sus Percheles, G ranada con su
R o n d illa .... y el sur de Extrem adura.
ROMANCE
DE LA VIDA Y MUERTE DE MALADROS
En resumen, podemos d e cir que no eran excesivos ios rérm inos germanescos
referidos al v in o , la borrachera y lugares de venta. Hoy, en ám bitos juveniles y
populares, hay m uchos más de los aquí enunciados. Probablem ente p o r ser algo
bastante com ún, no específico de los germanos y picaros, no se le concedía la
necesidad de ocu lta rlo , de crear para ello térm inos crípticos.
Y si bien es cierto que en los texcos germanescos solo se habla del v in o tin to ,
no debe olvidarse que en la e'poca se d istin g ía claramente el aloq ue del a lb illo , la
g a rn a ch a y la m alua sia de Gandía, m encionados en L a Lo zan a an d a lu za .
30 - f
: T ura■>ya re u tiliza b a co m o v in o bueno', no bautizado, en pleno s. X V , en R odrigo d e Reinosa.
6. J U S T IC IA , P E N A S Y C A S T IG O S
<o. \ . L a ju s tic ia
Maceo Alem án, en el G uzm án de A lfa ra c h c . escribe: E n causas crim inates, donde
la c a lle de la ju s tic ia es ancha \ la rg a , puede con fa c ilid a d ir e l juez p o r donde quisiere,
ya p o r la una o p o r la o tra acera o echar p o r m edio... . Y en el m ism o sentido se
m anifiestan otros autores de ia época. La Dropia Teresa de Jesús escribe a una m onja:
Las in ju s tic ia s que se g u a rd a n en esta tie rra es cosa e x tra ñ a '.
\ éase la dura crítica a los jueces que nace R odrigo Fernandez de Ribera en Los
aneeoios de m ejor vista ( 1625):
Cuantos jueces (a c ios m alos h a b lo ,' y a no sólo nos hacen m enos, pero ciegos
nos quieren hacer, oscureciendo las Leyes o p o r interés o p o r pasión, y aun ellos se
hacen ciegos m uchas veces a los regalos aue reciben sus m ujeres que, com o parte más
fla c a aesde e l p rin c ip io de i m undo, se nos da p o r a llí la b a te ría . Echábanse los ojos
a Las leyes, y a se echan a l am ero: y asi no hay ojos para las ¡/yes. sC¿ué ha de hacer
a c vista e l co rre g id o r p a ra g o b e rn a r con re c titu d si ia m u je r y la h iia te sacan los
ojos poT gaia st Eues, hasta tas varas te n ía n ojos u n tiem p o , era necesario para que
no lastim asen sin razón n j p ie d a d , n i s r viviese s in recato. las va ra : son boraones
que sólo sirve n de a m m o , de sustento y a c defensa. E l león dicen que. muchas veces,
au n q u e tiene los ojos am enos, esta a u -m ie n d o . i entonces e l hom bre le ouarcL; e l
sueño: conserva la a u to rid a d la o p in ió n soia de q u ie n es im agen de m uchos principes.
O jo.' tiene La ju s tic ia , pero auerm e a ratos: su nom bre solo conserva su respeto .
. r.siov se o ta -c a n piib iic a m c n ie . ce ¡as piaz,;-. para declarar cunieuier cosa a cam ino ov dinero.
. C:u pa-. 2l.’.
..ti ;. H ish».., ru i.: e a m t de! !. i con s. enema cóm«> lucro :: . vCDIado- cuatro moriscos
acusado.- d i .uipcr rLS.ui.uio una venia ci» t . in m in . . . o fueron v:: j i r o n i c c cv ios uuícn:icos ¡adrianes.
M u y jiró n lo se c o m p rim o ijiu .ui lícitos n u l rieron inocentes.
. C.í. Herrera l'uya, 2 ” li v sic--
G e r m a n ia y So c ie d a d en los Siglos de O ro 141
los cam inos. Poco a poco iba aum entando el bandolerism o, que tendría su gran
explosión en la A ndalucía de finales del siglo X V I II .
En n n, que es num erosa la docum entación coetánea que critica y censura los
m étodos de la jusricia. Los jueces más peligrosos eran aquellos que querían ser
tenidos p o r m u y justicieros y castigadores de delicos graves.
U • C f- para codas estas cuestiones £ . C u e llo C o ló n , La m o drm a pen ologia . Barcelona EdL Bosch.
1958, especialm ente págs. 2 1 6 y sígs.
Esre era. en síntesis, el panorama tie buena parte tic la justicia tie finales tie! s.
X V I v del siglo X V n .
El d e terioro de ia justicia no im pedía una suficiente organización de
funcionarios v servidores para ponerla a iuncionar. El m áximo poder recaía en los
jueces. N o eran éstos los más criticados di rectamente, aun cuando hieran el ob¡ero
lilrim o de sus ataques. Los nombres que recibían eran: bravo, avisado i j . H id a lg o ),
ios señores, genéricam ente, e l cielo, zapatero de culpas, e l lib ro d e l A cuerno (Q uevedo).
n o li m e tangere (Q uiñones de Benavente). e re
Los que ejercitaban las órdenes de la jusricia eran los alguaciles, llamados g ru llo ,
posta, garó, m a y o ra l a p u n ta d o r (J. H id a lg o ); fu ro , úntem e, sobresalto (Q uevedo);
te rro r (Q uiñones de Benavente). etc.
Los escribanos, enere otros nombres, recibieron los de tin te ro , p in to r, los ringlones
(Q uevedo), lim a sorda (Q uiñones de Benavente),... En fin. al c o n ju n to del ple ito lo
llam aban san gu iju ela, p o r razones obvias.
Mas era frecuente el soborno a escribanos, letrados y. en menor grado, a jueces.
Era la u n tu ra o d a r rapabocas B a rto lo ( E ste b a n illo G onzález ); u n ta r o d a r ungüento
(Cervantes: L a ilu s tre fregona)-, p a g a r la patente, fir m a r el sem balnte de boba, repasar
Lis m anos, u n ta r las manos, com p rar y la ventosa son ios términos que dedica Quevedo
a escás 'cransaciones'. Este procedim iento ayudaba y aun liberaba a algunos culpados.
144 C esar H ernández A lo n so v B e a t r iz Sa n z A lo n so
" Todos tra ta n como sc vende la ju s tic ia ; no hay ley cjue valga, fuero que se
cum pla, p re m á tic a que se guarde, n i hay fa v o r como u n re a l de a ocho, d o b ló n o
escudo: real, que sujeta en enemigos, escudo, que defiende; y do b ló n , one d o b la la
ju s tic ia . (Luque Fajardo. F ie l desengaño con tra la o cio sid a d y los juegos, fo l. 29 ] J
Hay, por fin , un u ltim o servidor de Ja justicia. et verdugo, que con frecuencia
compaginaba su o fic io con alguna otra dedicación, com o regentar mancebías, ere.
Era conocido, entre orros nombres, p o r Jos de bochín (Cervanres), n u c a de gaznates,
varapalo, m aestresala, bederre (Q u e ve d o ), trin c h a d o r de gaznates ÍE s te b a n illo
G onzalez), e l p a g a d o r mayor, sello re a l 'Q u iñ o n e s de Benavenre),... -
Una de Jas figuras que mas odiaban los germanos, y que ofrecían un sen-icio a
Ja juscicia, especiaimeme a corciieres y alguaciles, era la de los soplones. O bviam ente,
ios apelarivos que recibían eran despectivos y m u y significativos. Revisemos ios más
frecuentes: fa ra u te ( Segunda C elestina/, cosas de a ire {L a tie rra de J a u ja ), canto, cañuto,
soplón ( G uzm án de A lfa ra c h e j. soplo (L a p ic a ra Ju stin a , Cervantes), cañuto, m alsín
CCervanresj; más de dos docenas de térm inos en Quevedo: s a lu d a d o r de culpas, fu e lle ,
soplo, cañuto, soplón, s o p lillo , p e lo ta , cañón, abanico, a b an ico de cuipas. zaino, vie nto,
órgano, sopíavtvos, galgo, ven talle, avispa, c h ifla r ; c h irim ía , gozaue de regatonas,
b u fo n c illo ae tenientes, trasto de la re p ú b lica , p u ñ a l d e l dem onio ..... que soplaban o
cantaban cuando no debían; o daban e l cañuto (Cervantesj.
Evidente es que predom inan los térm inos cuvo sema es vie n to . aire', soplo .
M as de esto hablaremos en el E stud io lin g ü ís tic o .
Con ei panorama de la justicia que heñios presenraco. asi com o con la riqueza
oe rérminos con que se ¡es obsequiaba en la gemianía, podemos hacernos una idea
ae i:i situación ju d icia l dei m em ento.
o. 2. Castigos
M hemos dicho más arriba com o ios jueces y alguaciles estaban frecuentemente
conchabados con lo ' hampones, según podemos ver en el sicuten te pasaje del
G uzm án ac A iiá ra ch e .
C entrém onos en la entrada en la cárcel, aquel "escarm ienro fo rz o s o ', que tan
cerreramente describe M areo Alem án:
Y no solo son las condiciones de la cárcel lo te rrib le para los presos, sino el
co n ju n ro de organización desordenada que en ellas había:
Y lo que más sobraba en la cárcel era un sin fín de procuradores, falsos m uchos
y embaucadores casi rodos, que dejaban al preso sin blanca. Veamos c ó m o io describe
M ateo A lem án:
É l que si, los otros que no, asiéronse de m anera que se v in ie ro n a d e c ir quiénes
eran, s in d e ja r m ancha p o r sacar y la m anera con que ro b a b a n a los presos. Q ue fu e
u n c o lo q u io p a ra q u ie n los oyó de m ucho e n tre te n im ie n to p o r ser de verdades,
representado a l vivo . Y es tra to com ún suyo éste de cada h o ra y con cada preso .
Los autores que escribieron en los siglos X V I y X V I I sobre las cárceles, com o
B e rnardino de S andoval14, Cerdán de Tallada15 y más carde Cascillo de B o vadilla16,
dejan bien claro el cú m u lo de abusos, vejaciones y c o rru p c ió n que en ellas había.
Para más detalles, véase el epígrafe L a cárcel de S evilla, que dará c u m p lid a cuenca de
có m o era aquel in fie rn o , la trena, la casa h o nd a {L a h ija de la C elestina), la cas de su
M a g e s ta d la cas d e l señor G uardoso, la casa de los pecados o de los bellacos; La venta de
la horca o e l bolsón de la ho rca, la tr o j de los buscones, banasto, a lja b a de la H e rm a n d a d
(Q uevedo) -c a lle jó n N oruega, o la sala de los lin a je s (Q uevedo) eran partes de ella-,
rancho, e l cesto de culpas (Q u iñ o n e s de Benavente), donde se les daba casa de balde,
se les m e tía a la som bra, se les zam paba o zam puzaba (Q uevedo).
C om o se ve, una vez más la facundia creadora de Quevedo sobrepasa codas las
denom inaciones amenores y posteriores. Tras ¿1 se m antuvieron vigentes tre n a {hasta
hov), rancho, m ecerá la •om bra, d a r casa de balde , y pocos más.
Si la culpa era grande, el preso era encadenado con cerecedas o m adrastras , grillos
o antojos (Salas B arbadillo), eslabones, b o tin ic o s vizcaínos, vascuences (Q uevedo)
cerrados por un candado: Ju a n d ia z y ca n d u jo .
Si alguno no era fuerte y confesaba, su fría el despcecio de codos sus 'colegas' por
la cobardía, p o r see g a llin a , lie b re , lebrón, oveja, nacido en G uinea, por hacer adem án,
te n e r espalda m o lla r, ser m uerte a ta de mosca, c a b illa s (Q uevedo), a rc h ig a lh n a de
g a llin a s Á Esteban iUo G onzález)', siles hacían confesar: d a r ansias o cá m a ro ser. confesor
(Cervances), c a n ta r tiples, d e c ir nones, c a n ta r en e l p o tro (Q uevedo).
Para com pletar eí panorama del léxico u tilizado en las galeras, veamos lo que
dice fray A nconio de Guevara'", que cenia m u v malos recuerdos de sus travesías p o r
el M editerráneo, los corsarios, los temporales, los m arineros, la suciedad de los
navios, la escasez de agua y alimentos,.,.
D e l b á rb a ro lengytage a u e h a b la n en la s g a le ra s
■ Eras- A m o n io l i i 1 solevara. i.u tru v< )<•. ; ,v e n ta re - a n a rte a c m ir a r y cíe niuchus tn to tti«/.• ,/iti
11 cu lo g a le n o . A m ñ e ro . M a rtin N u a t*. ' a.¡A. cap V l i i .
G e r m a n ia y > ü c il im ü en lu s ot u kh iH j
Los nom bres que reciben las mancebías en germanía son: botica, m ancebía ,
e rm ita , b u rd e l ( Segunda C elestina)\ trassíléanos, s illa (L a vid a d e l p ic a ro n m om ancha,
C o m o se ve. rodos ellos son cuasi-sinónim os, excepto Compás, marcados por
leves diferencias o connotaciones.
Se vendía la carne a l más a ito pre cio de las demás carnecerias de M a d rid ,
po rqu e en ella se servían los que ca lza b a n espuelas".
Los alrededores de las mancebías solían ser zonas -de pendencias, nñas y
altercados.
T am bién tuvieron notable fam a las mancebías de Valencia. La más im p o rta n te ,
fo rm a n d o casi un ba rrio , estaba cercada p o r un m u ro , con u n acceso; y constaba de
varias calles con casas y bodegones en su incerior. Y, p o r no seguir con estas
cuestiones, recordemos solamente las referencias a los burdeles de V a lla d o lid (zona
de la R inconada y de Tenerías) y de M e dina del C a m p o en las siguientes Coplas d e l
huevo , anónim as, recogidas p o r Juan H id a lg o '1:
harem os la v ia p o r v id a de C a rb .
a o tra p u te ría . M a s s i m e creys.
do p o r m i desseo, q u iça ganareys
ya ver lo qu ería. con b u rla s y engaños
mas qu e cuerdos m il años,
(E n M e d in a del Cam po) que a llí rrabajeys,
b cara am orosa
D e a lii a ¡escuela y ojo en b fo llo s a .
de C o rra l de Bueyes, y a l desgyanadero
22 y síes.
l o . A K H u r n a n o h /. A l o n s o v B la t iu z Saxz A l o n s o
C om o se ve, hay m u y poca riqueza den o m in a tiva y apenas cam biante en este
cam po léxico. Y es que era algo tan p ú b lico y sabido que no necesiraba ocultarse.
Ellos eran los responsables del orden y de la convivencia en el p ro stíb u lo , expiocaban
a sus pupilas, hacían de prestamistas de ésras y renían cierto prestigio.
7. 2. Las m arcas
" S entenciado m ío: L a presente no es p a ra más de (fue dejéis la triste za y tom éis
alegría. Baste que yo no la tenga p o r ti, m i a lm a , desde e l tlia de S antiago a ios dos
de la ta rd e , que te p re n d ie ro n d u rm ie n d o la siesta, que au n siq u ie ra no te n e ja ron
acabar de reposar, y más la que boy be recebido. con que me ¡ta n dicho que y a te
sentenció e l ten ien te a docientos azotes y d iez años de galeras, ¡d a ios azotes le dé D ios
y a i m alas galeras é l esté. B ien parece que no te qu ie re como yo n i sabe to que me
cuestas. D ícem e ju lia n a que te d ig a que apeles luego. A pela veinte veces y mas. Las
que te pareciere, y no se te dé nada, que todo se rem ediará con e l fa v o r de D io s y ese
señor teniente. A u n bien que no te has de q u ed ar a b i p a ra siem pre. Que. p a ra esta
cara de m u la ta que se ba de a co rd a r de las lágrim as que m e ha hecho verter, que
han sido tantas, que p o r poco b h u b ie ra dado a sentir, si no fu e ra p o r te m o r de
quedar ahogada en ellas y después no gozarte. Q ue a fe que te tengo ya pesado a ellas
y sacaréte a nado de a q u a e calabozo donde tienes m i a lm a encadenada. J u lia n a
d irá b s cab elbs que me saqué de la cabeza a ta n d o me b d ije ro n . A h í te lle v a veinte
reales p a ra tu p b ito y con que ce huelgues, p o r que te acuerdes de m i. A u n q u e yo
sé cuando p a ra m i no eran m enester estos proverbios y en un m om ento que me
apartaba de t i p a ra echar carbón a la o lla , se te hacían m il años. Acuérdate, preso
m ió. de b que te ad oro y recibe aquesa c in ta de c o b r verde que te doy p o r esperanza
que te h a n de ver m is ojos presto Ubre .
Muchas de las palabras son designaciones genéricas, válidas oara casi rodas las
¡zas; veamos i as en orden cro n o ló g ico m uy aproxim ado: baldaprosa ( Tragedia
p o lic ia n a ); p u ta , bagasa, ra m e rd , iza. lu m in a ria de boticas de b u rd e l (Segunda
Celestina)-, m u je r co rrie n te (Romance a n ó n im o ); m undana, p iltra c a , bordonera,
p iq u e ra (Lope de Rueda. E l ru fiá n cobarde); iz a , cortesana (en el G uzm dn de
A lfa ra cb e ); iz a , n in fa , p ic a n a d e l gasto, vaca (L a vid a d e l P ic a ro ); m arca, cotorrera,
m aleta, aguzadera de p u n ta s de trom po (L a p ica ra J u s tin a ); fu la n a , m a rq u iza , m arca,
hem bra de l m ercado (Salas Baxbadillo); socorrida, palom a duenda, señora trin q u e te
(Cervanres: R inconete y C o rta d ilb ); d a m a ae io d o ru m b o y m anejo (E l lice n cia d o
V id rie ra ); n in fa , p u ta , godeña, señora d e l trato, vaca, de la casa lla n a , p e rd id a , yegua
{E l ru jia n dichoso); trib u ta ria , m in a potosicct ( E l ru jia n v iu d o ); sellenca (V id a , de l
1 . N om bre que se debe, m uv probablem ente. al ramo vende que ponia en su ventana para in d ica r
su presencia, va que un ram o en la ventana significaba que algo estaba a la '"enta. De a iu que
ocasionalmente se u tiliz ó el térm ino de p u ta de celosía ten La Lozana a n d a lu za ).
Ocra señal de las aposentadas o sellencas era poner una cela encerada en la reja, de d o n d e se les
llam aba enceradas.
6 . Hace referencia a las minas de Potosí, com o extraordinaria fuente de riqueza. Cervantes
conoció bien en Sevilla los cargamentos de placa, o ro . joyas.... que venían de A m erica. Y no olvidem os
que esta pieza se p u b lic ó en 1615.
156 C ésar H ernández A lo nso y B e a t r iz Sa n z A l o n s o
Podríamos agrupar, p or un lado, las denom inaciones genéricas y por o tro las
especializaciones.
A-larca, coim a, chub:, coula m a, germ ana, coh po terra, g a ifa, cortesana, g u im a rra ,
iz a . la b ra n d e ra , m a rq u id a , m arquisa, m u je r de la casa m u je r d e l tra to , m u je r d e l
p a ra d o , m u je r com ún, p ú b lic a , ha ron a, m u je r de p u e rta cerrada, m u je r de la v id a ,
m u je r de la v id a a ira d a {penosa), m u je r erra da , dam a de interés , pe lo ta , go rron a, trib u to ,
p e n c a rla , cisne, m in a ,...
Las que estaban en edad de merecer' y que tenían casa en las mancebías ganaban
n i' menos de cuatro o cinco ducados diarios.
Lógicam ente, las que más d in e ro ganaban eran las más jóvenes, c o n - casa y
sellencas-, es decir, las que esperaban en su burdel. M ie n tra s que las más pobres eran
las callejeras , las de posadas, las que trabajaban en la zona de los cem enterios, y cuyos
clientes solían ser mendigos y criados. Las que más ganaban recibían, a veces, el
nom bre de m u je r de ganancia, m arquisas, m arquidas, contento, m arca de cuenta, f lo r
d e l ca m b io y, sobre todo, goda, godeña, tusona, trib u to y trib u ta ria , etc. Por contra,
las que m enos ganaban, además de los genéricos, recibían los de g a n fo (o g a n fo rro ),
hu rga m and era , ra b iz a o puxarazana, gusarapo y abadejo (pobre y fea), b izm a ca de
baja ca lid a d ’ , y otros. Las más jóvenes eran chulas (ch u lo n a s), guapas o reciente? \ y si
salían en busca de clientela, busconas. Las demasiado apasionadas recibían los
nombres de ra b ica lie n te , ra b iza , ca lie n te de ra b a d illa o escalentada.
D os palabras aún para referim os a las m ujeres libres, que no Trabajaban en una
mancebía, aun cuando dependieran de algún ru fiá n , o de u n m a rido co n se n tid o r
f coronado ), o de una celesrína. E n tre ellas se d istin g uía n las busconas, acechonas, las
de ca n tó n o esquineras, honradas, dam as de conversación, d a m a de tro te (Q uevedo),
N o podnades e n c o n tra r con hom bre que m ejor sepa e l m odo de cuántas p u ta s
hay, con m anca o stn m an ta . M iró , hay p u ta s graciosas más que hermosas, y p u ta s
que son p u ta s antes qu e mochachas. H a y p u ta s apasionadas, p u ta s estregadas,
afeitada s, p u ta s esclarecidas, p u ta s reputadas, reprobadas. H a y p u ta s m ozárabes de
Zocodover, p u ta s cañaveras. H a y p u ta s de cabo de ronda, p u ta s u rsin a s ('partidarias
de los g ü e lfo s ), p u ta s gUelfas, g ib e lin a s. p u ta s in ju in a s (c o n bubas'), p u ta s de
R apalorapam os. H a y p u ta s de sim iente , p u ta s de botón g riñ íg ó n ('sifilítica s'),
no tu rn a s, d iu rn a s , p u ta s de c in tu ra y m arca m ayor. H a y putas o rilla d a s , binagadas,
p u ta s com batidas, vencidas y no acabadas, p u ta s devotas y reprochadas de O rie n te
a P on ie nte y S e ie n tn ó n ; p u ta s convertidas, repentidas, p u ta s viejas, lavanderas
p o rfia d a s , qu e siem pre h a n q u in ce años, com o B e ñ o ; pu tas m e rid ia n a s, ocidem ales,
p u ta s m áscaras enm ascaradas, p u ta s trinca da s, p u ta s antes de su m ad re y después de
su lia , p u ta s de subientes e decedíenies, p u ta s con virgo, p u ta s s in virg o, pu ta s e l d ía
d e l dom ingo, p u ta s que g u a rd a n e l sábado hasta que han ja b o n a d o , p u ta s fe ria le s ,
p u ta s a la candela, p u ta s reform adas, p u ta s jaqueadas, travestidas, fo rm a d a s,
estriónos de Tesalia. P uta s ahupadas, p u ta s terceronas, aseadas, apuradas, gloriosas,
p u ta s buenas y p u ta s m alas. P utas emeresales, p u ta s secretas y p ú b lica s, p u ta s
ju b ila d a s , p u ta s casadas, reputadas, pu tas beatas y beatas putas, p u ta s mozas, p u ta s
vie jas y viejas p u ta s de tr in a n y b o tín . P utas alcagüetas y alcahuetas putas, p u ta s
m odernas, m achuchas, in m o rta le s, y otras que se retraen a buen v iv ir en bárdeles
secretos y p u b liq u e s honestos que to m a n de p rin c ip io a su m enester (páes 101-
102).
Y p o r si esto friera poco, el autor, en labios del m ism o personaje, V a lije ro , nos
ofrece una copiosa lista de g e n tilicio s de las putas:
L O Z A N A . G inovesas os o lv id á is .
O t llM A N IA V Sot.'ülU A O .-.X i.O> S it^ O > •1>:.
V A LIJE R O . Esas. señora, sonto en su [ie rra , que a q u i son esclavas, o vestidas
T odos estos nombres, y aún más. se d iluyen p o r los textos germanescos. Mas
nos parece fundam ental establecer, hasta donde sea posible, los mocivos. los porqués
de cada nombre: unos respondían a una ju stifica ció n real (aportación económica,
belleza, edad, estado físico, cliencela,...); otros, a creaciones hum orísticas de algún
autor; no pocos tenían incención insultante, ecc.
Por ser una creación lingüística secundaria -es decir, sobre los elementos de otra
lengua-, nos encontram os con unas asociaciones y unas relaciones logico-semáncicas
que nos pueden explicar por qué se les d io d ich o nom bre. D e alguno de ellos, com o
ram era, ya lo comentamos (Ver noca, pág. 155 n - 5), y aun en otros casos tendremos
160 C ésar H ernandez A l o n s o y B e a t r iz Sa n z A lo n so
que acudir al étim o y a sus derivaciones. Así, por ejem plo, el caso de m arca
'p ro s titu ta ', se rem onta probablemente a los orígenes de! castellano; ai menos, bajo
la fo rm a m arcada ( m uger m arcada en S am a M a ñ a E gipciaca)1'1. V de m arca, p o r
su fija ció n , derivan m arquisa, m a rq u iz a , m arquesa, m a rq u id a , con e! m ism o
significado.
Orcos térm inos nos dejarán con la duda. Tal es el caso de iz a (iça ), u tiliza d o
desde m u y p ro n to en germanía, que deriva de izarse . con una traslación significativa
a p a rtir de la acepción 'amancebarse', o bien a p a rtir de ascender p o r una escala a
la casa de la marca'.
Varios son los rasgos que el pueblo hablante y algunos escritores utilizaron para
d e n o m in a r a las prostitutas, que pueden servirnos como base de clasificación:
)**
•CL Corommav'l'tíCvi.xh n/v. inervar.
G e r m a n ía y So c ie d a d en los Siglos de O ro 161
M u je r herm osa y que c a n ta b ien , vale m azo de cuerdas y g u ita rra ; y s i hace
gargante, va le los usados en carecim ientos de a la b a n za de que O rfeo no cantó ta n
b ie n y los ángeles poco m ejor.
Cabellos cuartenarios, e n tre sedeña y estopa, que se pueden echar ventosas con
ellos, valen menos que una calva.
N a riz grande, en tre la rga i' p u n tia g u d a , vale lo m ism o que un a a lq u ita ra ; y a
Lis que las tu v ie re n con arzones y caballetes, m andam os que las en vainen p a ra besar
a sus galanes, p o r que no los ahoguen; y s i son dem asiado pu ntia gu das, las pongan
z a p a tilla s com o a espada de esgrim a.
h) por com p ara áón con algunos anim ales , recibían el nom bre de vaca, yegua,
p a lo m a (< p a lo m a r ’mancebía ), cab algad ura ,...
A p e la tiv o s d e las p u ta s
A grofa Cabalgadura
Aguzadera de punras de trom pos Cantonera
A lq u ita ra de pijas y carajos Canrora de cadira
A m bladora Carne
A m iga Carnicería
Aventurera Carca de marear
B ordonera Casera
Bu barra Censuario
Bu jarra Cisne
B u llid o ra del holgar C obertor
Buscona C oim a
G e r m a n ia y So c ie d a d e n los Sig lo s de O ro 165
Incluso, a veces, desde insricuciones que. por unas u ocras razones. no oculraban
sus intereses, se ha equivocado radicalm ente ei caló con la germania. Así, por
ejem plo, en un V ocabulario de l "c a ló " de Los maleantes- de hace m edio siglo, se dice
literalm ente en su preámbulo:
'Se d e n o m in a 'ca ló ' <d lenguaje de la gente d e l ham pa, de ¡os delincuentes
ha bitu ale s llam ad os m aleantes, y se em plea como s in ó n im o de "a rg o t’y "g e rm a n ia ",
a u n cium do esta ú ltim a voz se a p liq u e especialm ente a la je rg a que h a b la n Los
g ita n o s ' . (E l subravado es nuestro)
Y sigue: "A u n cuando entre e l "c a ló "y u i "germ ania "e xiste m arcada d ife re n c ia , un
g ra n núm ero de coces son comunes a am bas sergas, y a veces se da el caso de tener una
m ism a voz sig n ific a d o d is tin to en cada un a de a q u e lla s '.
In d u cir de esros planteamientos, y o tro s semejantes, que los gitanos eran y son
los delincuentes de la sociedad, es retroceder siglos enteros.
Por ello nos inceresa precisar, aunque sea brevemence, ei papel, la vida y la
situación de los gitanos en la época que nos inceresa (siglos X V a X V I I , inclusive),
para deslindar concepros.
A bundanre es va la bibliografía sobre ios gíranos y el caló2, mas aquí nos inreresa
solamence las posibles conexiones con la auténtica germanesca y con la germ ania.
1 . Editado p o r G ua rdia c iv il. Revista O fic ia i ¿e l Cuerpo, S uplem ento al n° 68 (en 2 vols.), die.
de 1949.
. Barcelona- ¡905
2 . Ver. p o r ejem plo, M . Román FernáindcZ- A p o rta ció n a los estudios toó te e l ca ló en España,
U niversidad de Yai encía. 1995.
168 C ésar H ernandez Alo n so y B e a t r iz Sa n z A l o n s o
A pesar de tanca represión, ios gitanos siguieron ejerciendo sus oficios, evitando
a ia justicia.
Mas, aun as¡. m uchos de ellos, aguantaron en vida errante las persecuciones y
acusaciones. ím esta situación, e; ansia ce subsistencia los lievó a cometer notables
excesos y aun desmanes.
Ci. Saie, \ ¡.nu. iX t/tia a sobre isislo rtti, tus tam bres vdialecto tie ios pian os.
G e r m a n ia y So c ie d a d e n io s S ig lo s de O ro 169
Tras esta rápida revisión, m encionam os brevemente algunas de sus costum bres
y actuaciones. Se veían im pelidos al io u o , que se c o n v irtió en una a ctividad h a b itu a l;
durante los siglos de que nos ocupamos tenían fama de ladrones, fulleros, rufianes,
estafadores, embusteros, etc. Recordemos las palabras de Cervantes en el in ic io de
L a g ita n illa :
" Parece que los gita no s y g ita n a s solam ente nacieron en el m un do p a ra ser
ladrones; ruteen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian p a ra la dro nes.... Y la
gana d e l h u rta r y el h u rta r son en ellos com o accidentes inseparables , que no se q u ita n
sino con la m u e rte ".
Pues bien, eras todos estos escuetos rasgos que nos m uestran a los gitanos de los
siglos X V a X > T I, podemos co n clu ir:
Q ue los gitanos cenían su p ro p io m undo de d e lin c u e n c ia . M uy
esporádicamente se mezclaron con los auténticos germanos. Se respetaban, y aun
colaborarían en algunas fechorías (robos, fugas de la cárcel, extorsiones,...). Pero
tenían su organización distinta y propia. Entre ellos había rufianes, maestros de
esgrim a", ladrones notables; pero no se mezclaban con los de la hería.
Es cierto que en muchos lugares donde florecía el hampa de ios germanos solía
haber abundance asentam iento de gitanos (Málaga, Sevilla -en Triana y en (a
M acarena-, G ranada -en el A ib a ic ín , San C ristóbal y Sacrom onre-, Cádiz, C órdoba,
M u rc ia , Valencia, V a lla d o lid , Barcelona,...).
A lg u n o s térm inos que to m ó el caló'’ son f a r d i bulto de ropa', com b ar 'rum bar,
d e rrib a r', g a ra n d a n 'vagabundo', fic a ró 'ju g a d o r', granó 'd u ca do ', ja la re s 'zaragüelles
o calzones', s o m a r 'd o rm ir', asom ar adorm ecer', b o q u i y bocata 'ham bre', sonanta
g u ita rra ’, a n c lí 'gafas', b a n ich é 'b a ch ille r’ , encorvar ’asesinar', po to sia 'bolsa de
d in e ro ', re m a ra r 'rem atar a alguien’, a lm ifo re ro 'ladrón de caballos’, a lb a ire 'huevo',
a n illa r 'a rm a r a a lguie n ', babosa 'seda', b a rau sta do r ’p u ñ a l', calcorro 'zaparos',
corcetero guantero', cu le b ra 'lá tig o ', chepo pecho', e n g ib a r rescatar’, f ila 'cara',
fo llo s a s ' calzas’, fo ra n o forasrero’, ga rab o 'garabaro , taco', g a rla r 'conversar , ga rb o ,
g o m a rra 'gallin a ', g ra n a r enriquecerse’ , g u in d a ra r 'm a ltra ta r', gurupas "galeras",
h u rg a m a n d e ra ’iza’, lim a 'camisa', p iltr a ’cama', e tc /; y otros muchos, que
e n riquecieron y parcialm ente desvirtuaron el caló puro o rig in a rio .
T am poco puede olvidarse que fixe A nd a lu cía la región de España en que los
gicanos más arraigaron, y donde mayores contactos hubo entre germ anía y caló,
ta m o en la lengua com o en la música y en sus aficiones.
Parece que p rim e ro se d io el trasvase de térm inos de germ anía al caló, y que,
co n posterioridad, del contacto de ambos surgió una jerga de la delincuencia, que
Saiiüas lla m ó "flam enca" o 'caló jergal'. Es decir, que parte de la germanía pasó ai
caló y que, más tarde, parte de éste -con algunos de los rérm inos germanescos
a propiados- pasaron a esa tardía jerga, que es más pobre que la germanía o rig in a l.
2 2 4 y sigs.
171
GcRMANi\ v Soam no -s i.us .v<n.os ni: Okq
Tal vez ele esa denom inación de Salillas. que recogió Serrano (ja rcia , haya
derivado ia confusión enere caió y germa nia. o ia denom inación dei caló com o jerga
de la delincuencia.
C ie rro que m a n tu vie ro n algún contacro. que se prestaron té rm in o s
m utuam ente, y que. m uy tarde respecto a ia época que nos interesa, parce dei calo,
con ingerencias germanescas. configuró una nueva jerga bastante di bandida.