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REVISTA DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA (RFE)

C, 1.o, enero-junio, 2020, pp. 245-264


ISSN 0210-9174, eISSN 1988-8538

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

HUGO ÓSCAR BIZZARRI (ed.) (2019): Jacobo Zadique de Uclés, Dichos de sabios, Co-
lección Instituto Literatura y Traducción, 22, Biblioteca de Literatura Sapiencial, 3,
San Millán de la Cogolla, Cilengua, 237 pp.

En una de las cuidadas ediciones a que el emilianense Cilengua nos tiene acostum-
brados, aparece ahora impreso por primera vez un tratado sapiencial inédito de gran
interés para la historia del género de las misceláneas de sentencias en la Edad Media
peninsular: los anónimos Dichos de sabios que, en 1402, fueron vertidos al castellano
por un traductor de inequívoco nombre semítico, Jacobo Zadique (cfr. hebreo tsadiq,
‘justo, piadoso’) de Uclés. El patronímico es también relevante, ya que apunta a la
relación de probable vasallaje del autor con el poderoso comitente del libro, don Lo-
renzo Suárez de Figueroa, maestre de la Orden de Santiago, cuya cabeza fue precisa-
mente, desde los tiempos de Alfonso VIII, el convento-fortaleza de dicha localidad
conquense, hoy casi despoblada.
El encargado de la edición es el profesor argentino Hugo Óscar Bizzarri, catedrático
de Hispanística en la Universidad suiza de Friburgo. Formado en el rigor de la escuela
medievalista bonaerense de Germán Orduna, es, hoy día, uno de los más destacados es-
pecialistas en edición crítica de textos medievales y, en especial, de literatura sapiencial
y moral castellana de los siglos XIII al XV, de la que nos ha ofrecido ediciones y estudios
que van de Poridat de poridades y los Castigos atribuidos a Sancho IV, al Rimado de
Palacio y los libros de confesión del Cuatrocientos. Su conocimiento del género senten-
cioso y paremiológico hacía de él el editor ideal para esta obra, a la que, además, como
confiesa en las breves “Palabras preliminares”, le une una especial querencia que se re-
monta a sus tiempos de doctorando universitario en los años 90 del siglo pasado.
La edición va precedida de un estudio introductorio, dividido a su vez en dos par-
tes bien diferenciadas. En la primera se abordan las circunstancias históricas y sociales
que enmarcan la creación del texto, destacando ante todo la vinculación con las órde-
nes militares y, en especial, con los nobles que las encabezan. Algo muy pertinente, a
la vista de la serie de encargos literarios —de seriedad e interés moral o doctrinal
siempre probados, eso sí— con que, en el siglo XV, varios grandes maestres de las
distintas órdenes dan lustre a sus cargos respectivos como parte de una aristocracia
que, cada vez más, ve en la alta cultura un recurso complementario con el que enrique-
cer su prestigio estamental. Así, si Suárez de Figueroa, contemporáneo del Canciller
Ayala, encarga la obra cuya edición comentamos, poco después será don Luis de Guz-
mán, el maestre de Calatrava, quien promoverá el más importante romanceamiento bí-
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blico medieval, la llamada Biblia de Alba; y ya en los años setenta de la centuria, será
el maestre de Alcántara quien beneficie con su mecenazgo al último gran científico
sefardí anterior a la expulsión, el astrónomo y astrólogo salmantino Abraham Zacut.
Zacut, al igual que el traductor y glosador de la Biblia de Alba, Rabí Mosé Arra-
gel de Guadalajara, era judío. Bizzarri plantea la posibilidad de que Jacobo Zadique
fuera un converso, lo que justifica por su dedicación profesional a la medicina como
“físico” del maestre. Parece, sin embargo, mucho más probable que el compilador de
los Dichos de sabios haya sido también judío; tal es todavía, a pesar de las turbulen-
cias étnicas de la época, la procedencia habitual de los médicos de magnates y reyes
castellanos en los años de transición entre los siglos XIV y XV, cuyo ejemplo más co-
nocido quizá sea la dramática figura de don Meír Alguadex, médico de Enrique III el
Doliente. Sí llama la atención, y apunta acaso al origen hispano-oriental de Jacobo
Zadique —de quien no sabemos nada más allá de lo que se dice en el epígrafe inicial
de la obra—, el que la fuente que traduce no sea semítica, ni tampoco latina, sino que
estuviera “en lenguaje de Catalueña” (p. 75). El editor la caracteriza como una obra
“de neto corte humanista” (p. 33), calificación quizá excesivamente modernizadora, dada
la dificultad que plantea la definición de un humanismo hispánico a la altura de 1400;
podríamos, en cambio, hablar de una colección que se sitúa claramente en la línea de
la promoción de una sabiduría cristiano-latina que representan, a finales del siglo XIV,
los Dichos de los Santos Padres del también santiaguista Pero López de Baeza y las
Flores de los Morales de Job de Pero López de Ayala, cuyas obras comenta igualmen-
te Bizzarri como parte esencial del contexto literario de la de Jacobo Zadique. Esta la
sitúa el editor en la tradición formal de la chría, popular en todo el Medioevo, subra-
yando adecuadamente sus diferencias con las colecciones de origen semítico como, por
ejemplo, la también catalana del judío Jafudá Bonsenyor. Destaca la presencia de re-
franes —un tema en el que Bizzarri es especialista—, que en varios casos se documen-
tan aquí por primera vez, y que en la literatura castellana suelen ir asociados a obras
literarias de otro tipo; a los ejemplos que da: Castigos, Zifar, Juan Ruiz, Lucanor, Ri-
mado, habría que añadir el aporte paremiológico de diversos textos de autores judíos
que escriben en castellano, como los Proverbios morales de Sem Tob o los tratados de
polémica del converso —judío a efectos de los materiales literarios que maneja— Al-
fonso de Valladolid (Abner de Burgos), ambos, por cierto, también del siglo XIV.
La primera parte del estudio introductorio se cierra con una valoración de la fina-
lidad de la obra, en la que el editor revisa sus propios puntos de vista de hace unos
años para proponerla como un tratado de consolación moral a un Enrique III agobiado
por la crisis de fidelidades que suponía para Castilla el Cisma de Occidente. Sigue una
detalladísima sección dedicada a la historia textual de los Dichos: tradición manuscrita,
formas de presentación del texto, asociación con obras de otro tipo, a veces, incluso,
de carácter científico, y medios sociales de difusión de la obra. Los minuciosos y cla-
ros criterios de edición, la reproducción fotográfica de folios de los distintos códices
conservados y una muy completa bibliografía —en la que sólo se echa en falta la obra
de Baer, más fiable que Amador de los Ríos como fuente de la historia de los judíos
hispanos— cierran el estudio introductorio.
La edición crítica, impecable, ocupa la parte principal de la publicación (pp. 73-197).
Es un acierto la inclusión, como apéndices, de otros textos de gran interés presen-
tes en los distintos manuscritos que contienen la obra de Zadique, en especial la serie

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de exempla devotos procedentes del Viridario de Jacobo de Benavente, otra obra bien
conocida por el editor.
Completa la publicación un detallado índice de autores, personajes y obras citadas, al
que tal vez habría sido conveniente agregarle la identificación de al menos una parte de los
distintos nombres de los personajes ilustres a los que se atribuyen las sentencias del libro.

CARLOS SAINZ DE LA MAZA


Universidad Complutense de Madrid

DOLORES CORBELLA, ALEJANDRO FAJARDO y JUTTA LANGENBACHER-LIEBGOTT (eds.)


(2018): Historia del léxico español y Humanidades digitales, Studia Romanica et
Lingüística, 53, Berlin, Peter Lang, 498 pp.

La obra objeto de reseña supone una reflexión sobre las posibilidades que ofrecen
las nuevas tecnologías para la investigación sobre el léxico del español en su vertiente
diacrónica, al tiempo que presenta estudios concretos que muestran hasta qué punto los
avances técnicos y la difusión de distintos recursos digitales han transformado la forma
de trabajar en el ámbito filológico. En efecto, los editores del volumen lo señalan ex-
presamente en el prólogo del libro: “El objetivo principal de este volumen es mostrar
cómo están cambiando radicalmente los métodos de trabajo en historia del léxico espa-
ñol gracias a los enfoques más recientes de las Humanidades; con esta finalidad, da-
mos a conocer de una manera muy concreta cuáles son las principales investigaciones
que se están llevando a cabo” (p. 5). En este sentido, sus palabras reflejan, sin duda,
su experiencia, común a la de muchos investigadores que, como ellos, han vivido los
recientes y profundos cambios del trabajo lingüístico-filológico, sustancialmente nota-
bles en este último siglo. En relación con ello, conviene señalar que Dolores Corbella,
que pertenece a la Universidad de La Laguna, donde coordina el grupo de investiga-
ción LexHis (Lexicografía e Historiografía), es especialista en lexicografía diferencial y
gran conocedora de la historia del léxico canario y del español americano. Alejandro
Fajardo, también adscrito a la Universidad de La Laguna, es miembro del grupo de in-
vestigación LexHis y también investiga en lexicografía diferencial y americana, entre
otros campos en relación con el estudio del léxico. Por su parte, Jutta Langenbacher-
Liebgott, especialista en Lingüística románica, desarrolla su labor en la Universidad de
Paderborn, donde es responsable del proyecto de investigación dedicado a la elabora-
ción del Diccionario del Español Medieval electrónico (DEMel). Esta brevísima pre-
sentación de los editores viene a mostrar el interés compartido por ofrecer un panora-
ma reciente, de forma práctica y crítica a la vez, de los nuevos caminos por donde
transita o puede transitar la investigación sobre la historia del léxico. Así, el título del
libro refleja fielmente lo que vamos a encontrar en él: 18 estudios sobre la historia del
léxico español (diacronía léxica, análisis léxico, descripción lexicográfica, léxico tanto
español como americano) que tienen como eje común articular la investigación a partir
de materiales y recursos digitales. Los autores de los trabajos están a cargo de destaca-
dos “especialistas en distintos aspectos de la historia de la lengua española” (p. 6); la
filiación de estos investigadores se ofrece en las pp. 15-16.

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El volumen resulta oportuno y actual, pues se inserta dentro de un nuevo universo


investigador lleno de atractivas posibilidades, pero no exento de incertidumbres y zo-
nas mejorables. La denominación misma de Humanidades digitales convive hoy con
denominaciones que se acuñaron en las últimas décadas del siglo pasado, tales como
“nuevas tecnologías” o “TIC” (tecnologías de la información y la comunicación), y
delimitar la naturaleza del concepto no resulta del todo fácil. Teniendo esto en cuenta,
la publicación de la obra reseñada resulta muy pertinente en el panorama de la lingüís-
tica actual, pues en los diferentes estudios que la integran se refleja, de uno u otro
modo, el nuevo perfil del investigador en un ámbito humanístico concreto. Además, al
seleccionar una línea de investigación específica (léxico del español) con una orienta-
ción determinada (histórica), los distintos artículos que forman parte de esta obra per-
miten comprobar la aplicabilidad y los límites de los recursos, de los proyectos e in-
cluso de los trabajos más específicos (los de la tercera parte de la obra) que genera la
nueva perspectiva de las Humanidades digitales. Como sucede en toda obra miscelá-
nea, bajo un nexo común, bien reflejado en el título del volumen, se agrupan trabajos
diversos que los editores han reunido por su afinidad temática y por los objetivos per-
seguidos. Así, el libro se divide en tres partes que se titulan del siguiente modo: I Cor-
pus y recursos actuales, (pp. 17-251), con nueve trabajos que presentan recursos elabo-
rados o que se están elaborando en el marco de relevantes proyectos internacionales, lo
que se refleja en el hecho de que tres de los nueve artículos han sido realizados por
más de un autor, como corresponde al trabajo colaborativo característico de las Huma-
nidades digitales. La segunda parte lleva por título II Crítica de los recursos en línea:
el desorden digital (pp. 253-313), con dos estudios en los que se revisan con una mi-
rada crítica distintos corpus, materiales y recursos, desde el punto de vista de su utili-
dad en la investigación, destacando los aspectos que podrían mejorarse. Se cierra el
volumen con un último bloque de trabajos bajo el título III Del corpus a los estudios
léxicos (pp. 315-498), con siete artículos muy concretos y muy diferentes temáticamen-
te entre sí, pero que tienen en común el hecho de haber sido posibles gracias al acceso
a los materiales que han permitido los recursos en línea. Trabajos como los de la sec-
ción tercera, que necesitan una enorme cantidad de datos que no se puede conseguir
con corpus ad hoc elaborados por el especialista para una investigación puntual, han
adquirido un significado mucho más relevante y decisivo para obtener conclusiones
fiables sobre la historia léxica de una lengua, gracias a la accesibilidad que proporcio-
nan los grandes bancos de datos y materiales digitalizados en distintos repositorios,
como los de las hemerotecas o las ediciones de textos de distintas épocas (textos lega-
les, archivos y todo tipo de documentos). Como sucedía en los artículos de la primera
parte de la obra, también aquí hay que destacar la coautoría en dos de los estudios,
como corresponde a una forma de trabajar dentro de grupos de investigación, cada vez
más extendida en el ámbito de las humanidades.
Aunque los grandes bancos de datos (macrocorpus, corpus de referencia o corpus más
específicos) están presentes de distinta manera en la mayoría de los trabajos del volumen,
es en la primera parte de la obra donde encontramos, como señala el título de la sección,
artículos centrados en corpus y otros tipos de recursos. En el primer estudio, “Las bases
documentales del NDHE: Entre la realidad y el deseo” (pp. 19-45), Mar Campos Souto,
coordinadora del Nuevo Diccionario Histórico del Español, examina, con una visión cier-
tamente crítica y muy de agradecer en investigaciones de este tipo, diversas clases de

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fuentes usadas para elaborar el nuevo diccionario histórico de la RAE (repertorios, teso-
ros lexicográficos, fichero académico, corpus diacrónicos, bibliotecas digitales), señalando
“la exigencia de continuar trabajando para mejorar sus opciones de consulta, así como
para dotarlas [a las fuentes] de mayor fiabilidad filológica” (pp. 19-20). En el siguiente
trabajo, “Uso del Corpus del Español y los corpus relacionados para la lexicografía his-
tórica española” (pp. 47-74), Mark Davies, director del Corpus del español, una de las
grandes bases de datos de consulta obligada cuando se acomete un estudio histórico so-
bre léxico del español, compara el recurso que dirige, formado por tres corpus: uno his-
tórico (CE), otro dialectal (Web Dialectos) y un tercero con materiales tomados de Internet
(Now), con los grandes corpus creados por la RAE a partir de finales del siglo XX: el
CORDE, el CREA y el CORPES. Tras analizar las fortalezas y debilidades de cada cor-
pus, Davies incide en las posibilidades que su base de datos ofrece frente a los corpus
académicos y que pueden resultar muy interesantes en aspectos concretos del léxico que
afectan, sobre todo, al trabajo lexicográfico, como son el estudio de los neologismos. En
“El corpus para América: CORDIAM” (pp. 75-105), Virginia Bertolotti y Concepción
Company Company presentan y describen el que ya es el corpus diacrónico de referen-
cia sobre la lengua española en América: el CORDIAM o Corpus Diacrónico y Diatópico
del Español de América. Este corpus nació en 2012 con un primer núcleo de documen-
tos manuscritos (CORDIAM-documentos) al que se le incorporaron posteriormente otros
dos subcorpus, uno con textos literarios (CORDIAM-literatura) y otro con materiales
procedentes de hemerotecas (CORDIAM-prensa); el trabajo da cuenta de la elaboración
del corpus, de las variables que se tienen en cuenta en la base de datos y que están re-
presentadas a través de una adecuada selección de los materiales (variables diatópica,
diacrónica, autoral y textual), de las características informáticas del corpus y de sus po-
sibilidades de consulta, pues no todos los metadatos que se incluyen en la plantilla del
corpus permiten búsquedas (se pueden realizar búsquedas por el autor, el sexo del autor,
el año, el país actual donde se escribió el documento, el tipo textual y el siglo, pero no
por el nombre del documento, por ejemplo). A la investigación sobre el léxico del espa-
ñol en América está dedicado también el trabajo de Esther Hernández “Tesoro léxico de
los americanismos contenidos en los vocabularios hispano-amerindios coloniales (1500-
1800) [TELEAM]” (pp. 107-131), que presenta el proyecto de investigación en el que se
enmarca este estudio y que viene a cubrir la laguna que existe en corpus históricos como
el CORDE o el CORDIAM respecto a la recogida de determinadas fuentes lexicográficas,
en este caso, los vocabularios bilingües coloniales como fuente para el estudio del acer-
vo léxico de los americanismos del español. Pues bien, el objetivo de la autora es “la ela-
boración de un tesoro con los americanismos contenidos en los vocabularios bilingües
del español con las lenguas indígenas” (p. 107), acotando la franja cronológica que va
del siglo XVI al XIX. Centrado en los tesoros lexicográficos está, asimismo, el estudio de
Dolores Corbella “Del tesoro analógico al digital” (pp. 133-163), trabajo que se encua-
dra también en el seno de un proyecto de investigación y que analiza el desarrollo de la
metodología del tesoro en la historia del léxico (utilización de los repertorios lexicográficos
como fuente de investigación sobre el acervo léxico de una lengua); de este modo, el
trabajo parte del modelo de tesoro de Gili Gaya para centrarse después en el estudio de
los tesoros dialectales diferenciales del español europeo y del español americano, entre
los que se dedica especial atención al Tesoro Lexicográfico del español de Puerto Rico
(Tesoro.PR) por la envergadura del trabajo “editado primero en edición en papel y, des-

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de 2016, de acceso libre en la página web de la Academia Puertorriqueña de la Lengua


Española” (p. 152). Dedicado a la presentación de las labores de digitalización del fiche-
ro del Diccionario del Español Medieval (DEM) de Bodo Müller está el artículo de Ra-
fael Arnold, Stefan Serafin, Anna-Susan Franke y Jutta Langenbacher-Liebgott “Una
nueva fuente para la historia del léxico español: el DEMel” (pp. 165-187); en este caso,
el campo de las Humanidades digitales sirve para difundir y actualizar a través de me-
dios electrónicos proyectos iniciados en otros formatos: gracias a las tecnologías actua-
les, podemos ponerlos a disposición de los usuarios. En la misma línea de difusión de
materiales se encuentra el trabajo de Pilar García Mouton “Geolingüística y Humanida-
des digitales: el Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI)” (pp. 189-202), en el
que se aborda el proceso de edición definitiva en soporte digital del ALPI de Tomás
Navarro Tomás, para lo cual el equipo que se encarga de ello, en el que está integrada la
autora de este artículo, tuvo que acometer un “riguroso trabajo de elaboración y
retranscripción, a lo largo del que se incorporó a la base de datos cualquier información
útil para el usuario, que el soporte relaciona con los contenidos propiamente lingüísticos.
Esto permite búsquedas inimaginables en un atlas lingüístico convencional” (pp.193-194).
La entrada en los estudios lexicológicos de datos hasta ahora poco accesibles, como las
informaciones enciclopédicas, resulta una propuesta muy sugerente en el artículo de Rolf
Eberenz “Hacia un diccionario de la alimentación y la culinaria medievales y
renacentistas” (pp. 203-221), en el que se presenta el proyecto de un diccionario caste-
llano de la alimentación y la cocina antiguas (siglos XIII a principios del XVII), en estos
momentos, en fase de elaboración. Esta primera parte se cierra con el trabajo de José Calvo
Tello, Ulrike Henny-Krahmer y Christof Schöch, pertenecientes al grupo de investigación
de Wurzburgo, “Textbox: análisis del léxico mediante corpus literarios” (pp. 223-251),
en el que se describe, analiza y justifica el corpus Textbox, a medio camino entre corpus
(permite búsquedas) y repositorio, pues consiste en una colección de corpus literarios
históricos en varias lenguas romances.
Dos artículos integran la segunda sección del volumen, centrada en el análisis de las
zonas mejorables de estos recursos y materiales digitales. La heterogeneidad de los da-
tos, la accesibilidad y la volatilidad de los contenidos digitales se abordan en el trabajo
de Alejandro Fajardo “Lexicografía histórica con corpus y recursos digitales: aspectos
metodológicos” (pp. 255-278), en el que se señala la importancia de “localizar los re-
cursos que van surgiendo y aprender a utilizarlos” (p. 255) en relación con las nuevas
tareas lexicográficas. Por su parte, Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga se ocupa
de las dificultades a las que se enfrenta el investigador cuando indaga en los procesos
de cambio extrayendo los datos de grandes corpus (CE, CORDE y CORPES). En su tra-
bajo, “Algunos problemas en la aplicación de los corpus informatizados al estudio de la
diacronía del español, con especial atención a los procesos de gramaticalización” (pp.
279-313), se señalan algunos de estos problemas, como son las digitalizaciones incorrectas
de palabras o pasajes, las erratas en la copia digital o el uso de ediciones modernizadas.
Muy distinta de las dos secciones anteriores es la tercera parte de este libro. En
ella se presentan siete artículos que pudieran parecer heterogéneos e incluso desconec-
tados entre sí, pero que tienen una finalidad común: son muestras concretas de las po-
sibilidades prácticas que se abren en la investigación sobre historia del léxico con la
aplicación de recursos digitales. Así, Miguel Calderón Campos en “Andalucismos en el
corpus del reino de Granada” (pp. 317-339) analiza seis andalucismos registrados a

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partir de los materiales del CORDEREGRA (Corpus diacrónico del español del reino
de Granada. 1492-1833). Dentro del proyecto ALDICAM-CM para la elaboración de
un atlas lingüístico diacrónico de la Comunidad de Madrid se inserta el trabajo de
Pedro Sánchez-Prieto Borja y Delfina Vázquez Balonga “El léxico en los documentos
de la Comunidad de Madrid (ss. XVI-XIX)” (pp. 341-377), que se ocupa del registro del
léxico de la vida cotidiana en Madrid (siglos XVI-XIX) a partir de la documentación
conservada de los archivos madrileños. Por su parte, María Jesús Torrens Álvarez (“El
proyecto ALDICAM-CM y el ejemplo de los fueros de Alcalá para el estudio de la
historia del léxico”, pp. 379-396) plantea las posibilidades que para la investigación
sobre historia del léxico proporcionan los fueros de Alcalá, documentos incluidos en el
proyecto del ALDICAM-CM que se integra dentro de la red internacional CHARTA,
que reúne textos archivísticos de los siglos XII al XIX. A la explotación del CorLexIn
(Corpus Léxico de Inventarios), que recoge documentos sobre todo del siglo XVII, en el
estudio de la distribución geográfica de algunos localismos, se dedica el artículo de
José R. Morala y M.a Cristina Egido “El proyecto CorLexIn y la variación diatópica en
el léxico del Siglo de Oro” (pp. 397-418). En el trabajo de Miguel Ángel Puche Lo-
renzo “Estudio del léxico castellano a través de fuentes medievales murcianas” (pp.
419-447), se realiza un estudio del léxico del siglo XIV a partir de documentación jurí-
dica de la región de Murcia, poniendo de relevancia la escasez de documentación
murciana en las digitalizaciones de documentos (Red Internacional CHARTA). Re-
construir la historia interna del diccionario académico y acometer el estudio diacrónico
del léxico a través de sus ediciones ha sido posible gracias a la digitalización de sus
materiales en el NTLLE (Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española) de la
RAE, como muestra el artículo de M.a Ángeles Blanco Izquierdo, Gloria Clavería
Nadal y Enrique Jiménez Ríos “Fuentes lexicográficas y estudio del léxico: el Diccio-
nario de la lengua castellana de la Real Academia Española (1817-1852)” (449-475).
Asimismo, las herramientas digitales, especialmente las publicaciones periódicas, resul-
tan fundamentales para el estudio del léxico en la franja cronológica de la Edad de
Plata (1885-1936), como demuestra José Ignacio Pérez Pascual en “Las publicaciones
periódicas y el estudio del léxico de la «Edad de Plata»” (pp. 477-498).
En definitiva, nos encontramos ante un volumen que presenta con rigor y solven-
cia un panorama actualizado de las nuevas formas de acercamiento a la historia del
léxico a partir de las posibilidades que hoy nos brinda el mundo digital.

ROSARIO GONZÁLEZ PÉREZ


Universidad Autónoma de Madrid

M.A PILAR GARCÉS GÓMEZ (ed.) (2018): Perspectivas teóricas y metodológicas en la


elaboración de un diccionario histórico, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert,
348 pp.

El monográfico editado recientemente por la profesora M.a Pilar Garcés emerge de


los avances que ha experimentado el Nuevo Diccionario Histórico del Español (NDHE)
de la RAE, diez años después de que este “magno proyecto” (en palabras de la editora,

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p. 18) comenzara su andadura. Así, en las primeras páginas, aprovecha Garcés para trazar
una crónica del desarrollo del NDHE desde 2007 hasta la actualidad, entre cuyos
hitos destacan los siguientes: el diseño de la herramienta de redacción (ARDIDEs), la
confección del Corpus del Nuevo Diccionario Histórico (CDH) o la publicación de los
primeros mil artículos.
En efecto, este revolucionario y paradigmático repertorio lexicográfico nativo digital
se erige como el eje vertebrador de esta monografía, la cual —de manera análoga al
NDHE— abarca todas las dimensiones del léxico español (morfología, sintaxis, prag-
mática, semántica, etimología) y sus implicaciones en la investigación diacrónica, a lo
largo de nueve aportaciones. Este libro resulta, pues, de la confluencia entre los pro-
gresos en el campo de la lingüística, de las nuevas tecnologías (o informática) al servi-
cio de la lexicografía y de la filología, como han defendido —y puesto de manifiesto
en varias publicaciones— el director y la coordinadora del proyecto, José Antonio Pas-
cual y Mar Campos Souto (2012a, 2012b, 2014), entre otros miembros del equipo del
NDHE (cfr. Salas/Torres, 2011 y 2015).
Esta monografía presenta una estructura susceptible de ser dividida en tres grandes
secciones que se complementan, por un lado, con el capítulo introductorio (pp. 9-16)
realizado por la editora y, por otro, con el colofón de José Antonio Pascual, en el que
aporta una hipótesis etimológica para el célebre hápax consignado en el Poema de Mío
Cid (verso 1229) y una serie de matizaciones sobre el origen de un par de voces his-
pánicas del ámbito botánico (“Notas sobre la etimología de ir en a[r]uenzo; precisio-
nes sobre las de troj y boj”, pp. 331-343). Asimismo, al final del volumen, se ofrece
una sucinta nota sobre la trayectoria académica e investigadora de cada uno de los
autores (pp. 344-348).
Las tres secciones o perspectivas de análisis que el lector podrá advertir se organi-
zan del siguiente modo: 1. perspectiva morfogenética (que cuenta con las contribucio-
nes de Pena, Morala y Campos Souto, pp. 17-117); 2. perspectiva sintáctico-pragmáti-
ca (en la que se integran los trabajos de Rodríguez Espiñeira y Garcés, pp. 117-248);
3. perspectiva léxico-semántica (en la que pueden leerse las aportaciones de Villar,
Pérez Pascual y Garriga, pp. 249-330).
El punto de partida es, por tanto, el trabajo que presenta Jesús Pena (pp. 18-61)
sobre el proyecto BDME y su relación con el NDHE, en el intento de crear un “marco
general donde encuentren acomodo las palabras relacionadas desde un punto de vista
genético o etimológico y también derivativo” (p. 18). Muestra cómo está configurada
esta base de datos (BDME) y describe detalladamente el concepto de familia léxica y
los fundamentos morfológicos implicados en la organización de las unidades léxicas
que forman parte de la misma. Además, ejemplifica cada una de las veinte propiedades
que se analizan al introducir una palabra en la plataforma web MORFOGEN. Final-
mente, expone que la visualización de los datos almacenados se ofrece tanto en diagra-
mas arbóreos (factibles gracias al soporte digital) como en texto lineal.
A continuación, José Ramón Morala (pp. 63-94) ofrece un detallado análisis acer-
ca de un conjunto de 65 voces (de ablentadera a vendimiadera; la mayoría, sustantivos
deverbales) formadas por sufijación (-dero, a) que presentan una escasa (o nula) docu-
mentación en los bancos de datos académicos (CORDE y CDH, principalmente) y en
los diccionarios del español. De este modo, tanto esta contribución como la documen-
tación que ofrece el corpus de especialidad que dirige, compuesto por textos notariales

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e inéditos del siglo XVII (CorLexIn), permitirá que se completen un buen número de
familias léxicas del NDHE.
En esta línea, Mar Campos Souto aporta una exhaustiva investigación sobre una
selección de nombres de glúcidos derivados en -ita consignados a lo largo del denomi-
nado “siglo de la Química” (95-115). Para ello, se sirve, como complemento al CDH,
de la incalculable fuente de información que aportan las bibliotecas y hemerotecas di-
gitales; sobre todo, para el establecimiento de etimologías precisas y certeras (“aunque
estas palabras a menudo se presentan como voces derivadas en los repertorios lexico-
gráficos del español, constituyen, en realidad, los herederos directos de sus étimos in-
mediatos franceses u, ocasionalmente, alemanes”, p. 97). Así, advierte un patrón
derivativo en -ita, a partir del francés mannite (1815, Thénard), que se difundirá en el
español del s. XIX (cuercita, ficita, pinita, sorbita, etc. [para las que aporta las primeras
dataciones]), fruto de la labor traductora. También traza un análisis lexicográfico de las
mismas y muestra cómo su carácter especializado ha motivado que apenas se registren
en los diccionarios del español (salvo Zerolo [1895] y Alemany [1917]).
Por otro lado, y en relación al enfoque sintáctico, M.ª José Rodríguez Espiñeira
(117-186) traza una extensa y minuciosa descripción sobre el proceso de cambio regis-
trado en las construcciones Es capaz (de) que Vflex. / Es capaz de Vinf., que desembo-
ca en la creación de los operadores modales: capaz que, capaz de, capaz. Para abordar
este análisis diacrónico, parte de las construcciones atestiguadas en la documentación
histórica del vocablo capaz y estudia la polisemia del mismo, tanto como adjetivo (pp.
124-129) como adverbio epistémico (pp. 129-135). Además, ofrece un acopio de datos
sobre los contextos de cambio en las construcciones y sobre el cambio gramatical en el
área de modalidad, entre otros. Complementa este estudio con la evolución paralela de
este fenómeno en portugués.
Por su parte, M.ª Pilar Garcés (pp. 187-248) lleva a cabo un preciso análisis sobre
el proceso de formación y evolución de un grupo de adverbios caracterizados por cali-
ficar la actitud ilocutiva del hablante ante lo que dice (bien referidos al acto de habla:
francamente, sinceramente; o bien hacia la extensión del mensaje: brevemente, suma-
riamente, etc.), así como sobre la tipología textual y los géneros discursivos a los que
se asocian. Además, ofrece un esquema sobre los mecanismos evolutivos y las prime-
ras dataciones de los mismos y se plantea una serie de consideraciones sobre la repre-
sentación de los adverbios enunciativos en un diccionario histórico: lematización, eti-
mología, variantes gráficas, acepciones y subacepciones [y cronología de las mismas] o
relaciones semánticas.
En lo que respecta al plano léxico-semántico, M.ª Belén Villar (pp. 249-273) pro-
fundiza sobre la necesaria interacción que se produce entre las unidades léxicas de
cualquier lengua viva y su presencia en el diccionario (en forma de “redes de redes”,
p. 271). Si bien destaca los enormes avances realizados en lexicografía diacrónica (y
en el NDHE como referente de la misma), plantea como posibles desafíos: en el plano
paradigmático, la explotación intensiva del sistema de hipervínculos sinonímicos (así
como la consideración de procesos de evolución semántica menos conocidos: intensifi-
cación elativa, p. 257), y, en el plano sintagmático, la combinación de sintagmas.
José Ignacio Pérez Pascual (pp. 275-306) señala cómo, a pesar de las enormes ven-
tajas que la informática ha aportado al quehacer lexicográfico y, en concreto, a la con-
fección de diccionarios de tipo relacional (NDHE vs. Diccionario histórico de la len-

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gua española 1960-96), se atestiguan algunos vocablos en los que la escasez de datos
impide que se avance con seguridad; por ejemplo, algunos nombres de paños (cfr. el
clarificador ejemplo de coruña) o una serie de arabismos del ámbito de la milicia con-
signados en el Suplemento al DRAE 1914 (áscar, ascari, mehala...). A este respecto,
recalca la utilidad de las hemerotecas digitales para la reconstrucción de la trayectoria
de estas voces y su inclusión en un diccionario histórico.
Por otro lado, Cecilio Garriga (pp. 307-330) traza un estudio pormenorizado sobre
la vida de la voz célula y los cambios semánticos o trasvases que ha experimentado,
desde su primera documentación, con el sentido de ‘cantidad pequeña’ (ss. XIV-XV) y
en contextos referidos únicamente al cuerpo humano, a otros dominios de especialidad,
como la botánica (s. XVIII), sociología (s. XIX), política (s. XX) y tecnología (s. XXI).
Se trata, en suma, de una obra organizada de modo coherente, que cuenta con las
aportaciones de investigadores señeros en el ámbito de la lexicografía y gramática his-
tóricas. Rigurosa y actual —tanto teórica como metodológicamente— en cuanto a los
contenidos que ofrece al lector, se erige como una obra de referencia para los lexicó-
grafos diacrónicos. En la misma se reflexiona y se profundiza sobre la complejidad de
determinados aspectos del léxico hispánico en todas sus dimensiones, dominios y red
de relaciones, a partir del NDHE como “modelo de la nueva lexicografía digital” (p.
11). Al mismo tiempo que celebra el decenio del NDHE y sus inestimables logros, se
señalan cuáles serán algunos de los futuros retos a los que tendrá que enfrentarse, en
las próximas décadas, este diccionario (o base de datos léxica total), en un momento
clave y de crecimiento exponencial que está viviendo.

BIBLIOGRAFÍA

Campos Souto, Mar y Pascual, José Antonio (2012a): “Lexicografía, filología e informática: una
alianza imprescindible. A propósito de la situación del NDHE”, en Dolores Corbella, Josefa
Dorta, Alejandro Fajardo, Laura Izquierdo, Javier Medina y Antonia Nelsi (eds.), Lexicografía
hispánica del siglo XXI: Nuevos proyectos y perspectivas, Madrid, Arco/Libros, pp. 151-170.
Campos Souto, Mar y Pascual, José Antonio (2012b): “Dalle que dalle: la Filología como inter-
mediaria en el salto de la cantidad a la calidad”, en Tomás Jiménez Juliá, Belén López Meira-
ma, Victoria Vázquez Rozas y Alexandre Veiga (eds.), Cum corde et in nova grammatica.
Estudios ofrecidos a Guillermo Rojo, Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de
Compostela, pp. 183-192.
Pascual, José Antonio y Campos Souto, Mar (2014): “La morfología en el NDHE”, en Bruno
Camus (ed.), Morfología y diccionarios, A Coruña, Universidade da Coruña, pp. 125-150.
Salas, Pilar y Torres, Abelardo (2011): “ARDIDEs: Aplicación de Redacción de un Diccionario
Diacrónico del Español”, Revista de Lexicografía, XVII, pp. 133-159.
Salas, Pilar y Torres, Abelardo (2015): “Aproximación a los fundamentos del NDHE a través de
las herramientas informáticas usadas en su elaboración y presentación”, Estudios de Lexico-
grafía, 3, pp. 15-69.

ITZIAR MOLINA SANGÜESA


Universidad de Salamanca

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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 255

JOAQUÍN GORROCHATEGUI, IVÁN IGARTUA Y JOSEBA A. LAKARRA (eds.) (2018): Histo-


ria de la lengua vasca, Vitoria-Gasteiz, Eusko Jaurlaritza/Gobierno Vasco (Kultura
eta Hizkuntza Politika Saila/Departamento de Cultura y Política Lingüística, Eusko
Jaurlaritzaren Argitalpen Zerbitzu Nagusia/Servicio Central de Publicaciones del
Gobierno Vasco), 930 pp.

Es este un libro largamente esperado por la comunidad científica. Su publicación


en lengua castellana lo convierte en preciada herramienta de estudio y consulta para
hispanistas y romanistas en general, además de vascólogos, dada la impenetrabilidad
de comprensión inherente al euskera y habida cuenta del interés contenido en la histo-
ria de una lengua que ha tenido contacto y convivencia prolongadas con lenguas y
culturas diversas, cuyos allegados se siguen buscando en latitudes lejanas. La obra se
presenta como una síntesis informativa de la historia de la lengua vasca desde la Pre-
historia hasta la Edad Contemporánea, así como de su relación con otras lenguas a lo
largo del tiempo, equilibradamente estructurada con el fin de ofrecer, a especialistas o
meros estudiosos, el conjunto de conocimientos acumulados por la lingüística y la filo-
logía sobre la historia de una lengua que sigue constituyendo aún hoy un raro y valio-
so espécimen en el contexto europeo.
El libro, financiado y editado por el Servicio Central de Publicaciones del Gobier-
no Vasco, ha sido elaborado por lingüistas, filólogos e historiadores de universidades
públicas vascas (aunque en ningún momento figure su adscripción universitaria, pues
no hay en el libro datos sobre los autores); en concreto, de la Universidad del País
Vasco, de la Universidad Pública de Navarra y de la Université de Pau et des Pays de
l’Adour, todos ellos expertos en el período de la lengua que les ha sido encomendado.
Han trabajado en equipo según afirman en la Introducción los editores académicos de
la obra Joaquín Gorrochategui, Iván Igartua y Joseba A. Lakarra, profesores de la Uni-
versidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertistatea, que, con la excepción de Iván
Igartua, son a la vez autores de capítulos relevantes. Se recubre con ello, por contenido
y autoría del libro, el espacio ocupado en la actualidad por el euskera (desigualmente
distribuido en la totalidad del territorio) y también, al mismo tiempo, el reclamado por
el nacionalismo vasco para Euskal Herria. De hecho, la primera página del libro, tras
el “Contenido”, es un “Preámbulo” del Consejero de Cultura y Política Lingüística del
Gobierno Vasco acompañado por su foto con ikurriña en color al fondo, que avala el
soporte ideológico e invita a entender desde el principio al euskera como “nuestra len-
gua”, tal como, en singular, queda denominada cuatro veces en el breve “Preámbulo”.
Aunque nada de ello se dice en el libro que reseñamos, existe otro, gemelo, escrito en
euskera: Euskararen historia, con los mismos eds. (arg.), la misma editorial y el mis-
mo año, si bien con una pequeña diferencia en el número de páginas (860 pp.) y de
ISBN (978-84-457-3433-9), del que presumiblemente se han traducido algunos capítu-
los para la versión española, pues en ocasiones consta el agradecimiento a quienes lo
han vertido al castellano. Dicho todo lo anterior, conviene aclarar que esta reseña sepa-
ra el plano científico del ideológico y se ciñe exclusivamente al primero, el cual guía,
por otra parte, la tónica general de la obra y vertebra con ese carácter su contenido.
Hay en el libro información actualizada sobre los datos a partir de los cuales es
lingüísticamente válido extraer conclusiones de carácter diacrónico con el fin de trazar
la historia de la lengua que recibe indistintamente en su interior las denominaciones

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256 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

históricas de lengua vasca, euskera, euskara, vasco o vascuence, así como sobre los
testimonios escritos, en momentos ya históricos, en que se basa el análisis gráfico, fo-
nológico, morfosintáctico y léxico convenientemente llevado a cabo. Con ello se re-
construyen también los vínculos mantenidos por el euskera con las demás lenguas de
su entorno, e incluso se perfilan o recogen hipótesis que han llevado a relacionarla con
otras más alejadas geográficamente, y en ese dibujo se otorga especial relieve a la in-
terpretación de las circunstancias políticas y sociales que han incidido en su historia,
perspectiva a la que la obra es muy sensible desde el comienzo programático de la “In-
troducción”. Además, allí hasta donde alcanzan las noticias históricas, se atiende a las
ideas lingüísticas y al desarrollo gramaticográfico correspondiente a cada período en
que ha sido concebida esta historia de la lengua vasca.
El libro se abre con un “Contenido” a modo de índice, que resulta redundante, ya
que en su última línea se anuncia un “Índice General” que, en efecto, cierra con más
detalle la obra. La estructuración periódica que adopta el libro se ajusta a límites
cronológicos que remiten a hitos históricos externos a la propia lengua o se basa en
criterios lingüísticos internos justificados en los apartados correspondientes: tras el ca-
pítulo 1. “Introducción. Sobre la historia de la lengua vasca”, seguido de 2. “La prehis-
toria de la lengua vasca” y de 3. “La lengua vasca en la Antigüedad”, en los que se
aporta abundante material de estudio para una lengua que se considera no pertenecien-
te a la familia indoeuropea, el año 711 sirve para enmarcar su presencia histórica, co-
menzando por el capítulo 4. “El euskera en la Edad Media”, período al que sigue el
capítulo 5. “El euskera arcaico”, que se extiende de 1400 a 1600, seguido del capítulo
6. “El euskera antiguo y clásico”; 1745, año de publicación del Diccionario Trilingüe
del Castellano, Bascuence y Latín de Manuel de Larramendi, señala el comienzo del
capítulo 7. “Primer vasco moderno”; 1876, fecha de abolición de los fueros, es el hito
elegido para enmarcar el capítulo 8. “Último vasco moderno”, y, finalmente, 1968 da
comienzo al capítulo 9. “El euskera contemporáneo. El largo camino de la unificación
literaria”. Sigue al final del libro la “Bibliografía” (que, en cada capítulo, se refuerza
con referencias complementarias y a la que en el último se han añadido enlaces de
soporte electrónico, que otras veces se integran en el texto) y el “Índice General”, don-
de se menciona a los autores y títulos de las introducciones históricas insertadas en
algunos períodos; ausentes en el “Contenido” inicial, se hacen ahora visibles y quedan
subsumidos (con el nombre del colaborador recogido entre paréntesis) en capítulos con
autor o autores propios, circunstancia que sorprende al lector por su peculiar integra-
ción en la obra, ya que en los tres primeros capítulos las introducciones o precisiones
de carácter histórico han sido realizadas por los propios autores filólogo-lingüistas.
Consta igualmente en algunos capítulos la referencia a los proyectos financiados por el
Gobierno Vasco, el Ministerio (MINECO) o la Universidad del País Vasco sobre los
cuales se ha edificado la obra y que, como puede comprobarse al final del libro en la
amplia bibliografía que incluye trabajos de los colaboradores, legitima su condición de
expertos en la materia respectiva. La magnitud de la obra requeriría una reseña extensa
para cada capítulo, lo que, evidentemente, no es hacedero en estas apretadas páginas
de comentario general a este volumen que, en realidad, es un conglomerado de parce-
las originariamente independientes, fusionadas para hacer posible una obra unitaria.
La “Introducción” se abre con una reflexión, no exenta de nostalgia, sobre el im-
pulso que ha guiado la publicación del libro, en la que se ha “procurado elaborar una

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historia de referencia, similar en su naturaleza y en sus presupuestos teórico-metodoló-


gicos a las historias que existen para las lenguas de nuestro entorno” (p. 15), al tiempo
que se mencionan como modelos imprescindibles las obras de:

Ramón Menéndez Pidal (2005) y Rafael Lapesa para el español y, junto con ellas, el
volumen sobre historia de la lengua coordinado por Rafael Cano Aguilar; la obra de
Bruno Migliorini para el italiano, la de Geoffrey Horrocks para el griego, la de Ian
Press para el ruso o la de Ferdinand Brunot [...] para la historia del francés (p. 15).

La relación se completa, en nota a pie de página, con otros datos y menciones. Es


reconfortante, además de muy justo, leer que: “Una de las ideas que sirvió inicialmente
de guía para organizar este volumen aparece expresada [...] en [...] palabras de Ramón
Menéndez Pidal, recogidas en el prólogo que escribió para la Historia de la lengua es-
pañola de Rafael Lapesa” (p. 12), al modo como “en esta Historia de la lengua vasca
el hilo de la historia externa se entrevera con los cambios gramaticales que la lengua
ha ido experimentando a lo largo de los siglos” (p. 12); tal perspectiva integral se
completa rememorando una cita de Rafael Lapesa “que expresa de forma especialmen-
te clara el vínculo estrecho que une las dos vertientes de la historia de una lengua” (p.
13), a saber, la historia externa y la interna, reforzada seguidamente con la remisión
concreta a unas páginas de Luis Michelena/Koldo Mitxelena, para terminar con su
asunción expresa por los editores, que consideran necesaria la imbricación de elemen-
tos externos e internos “siempre que se parta de una óptica filológica y lingüística, (o
bien filológico-gramatical)” (p. 13), denominación esta última que toman, como se
aclara en nota al pie, de Pierre Swiggers.
Ahora bien, y aunque es cierto que: “En la inmensa obra de Michelena la historia
del euskera no recibió, en cualquier caso, un tratamiento monográfico” (p. 14), a lo
largo del libro resulta clara la red que la investigación del maestro fue tejiendo, arma-
zón sobre la que se sustenta toda la filología vasca y con ella la historia de la lengua
(incluyendo las relaciones con otras lenguas, especialmente con el mundo latino-romá-
nico), que en la actualidad ha adquirido dimensiones considerables. La distribución pe-
riódica presenta innovaciones importantes, tanto en la prehistoria de la lengua vasca,
así como, después, en el ajuste de criterios efectuado a la hora de caracterizar el euske-
ra arcaico frente al antiguo y clásico. Dado que el aporte de datos en los que la vasco-
logía se cimenta para construir la obra es desigual, la reconstrucción ofrecida para pe-
ríodos anteriores al euskera arcaico, caracterizados por la ausencia o escasez de
testimonios, conduce al establecimiento de hipótesis cuya validez o rechazo no es po-
sible determinar fehacientemente, cosa que es especialmente clara en la Prehistoria, y
menos, aunque con márgenes de interpretación muy amplios, en la Antigüedad o en la
Edad Media; el rumbo seguido a la hora de valorar los hechos históricos en épocas
posteriores procede, en cambio, de vías documentadas.
“La prehistoria de la lengua”, período recubierto por densa niebla, está tratada con
valor y convicción, pues Joseba A. Lakarra ha llevado a cabo investigación de mucha
entidad relativa a este período con anterioridad a la publicación de este libro, aplican-
do la reconstrucción con la hondura permitida por métodos lingüísticos siempre que se
cumpla la exigencia de partir de un conocimiento profundo de los dialectos vascos y
su historia en todos los órdenes lingüísticos; se sitúa con ello en la estela de Luis
Michelena/Koldo Mitxelena, experto en lingüística indoeuropea además de vascólogo,

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258 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

cuya indagación en el pasado de la lengua vasca separaba convenientemente los ele-


mentos alienígenas de los propios. Ahora bien, el carácter de síntesis informativa se
sobrepasa con amplitud, pues ocupa 223 páginas (es el más extenso de todos los capí-
tulos) a lo largo de las cuales se desarrolla, con vehemencia y sin escatimar esfuerzo,
la argumentación sobre la cual se asienta la existencia del euskera durante la Prehisto-
ria en el solar actual y sus aledaños como lengua primera, oponiendo con consistencia
reflexiones compactas de carácter exclusivamente lingüístico frente a la tesis de una
posible vasconización tardía del territorio; se analizan minuciosamente los posibles pa-
rentescos o relaciones con otras lenguas (cuestiones ni mucho cerradas, ni siquiera el
vasco-iberismo, que en los últimos años está recibiendo luz desde perspectivas nuevas),
que aún darán que hablar, aunque solo sea porque remiten al siempre inquirido punto
de su origen. La reconstrucción del protovasco delineada por Michelena se aborda en
este capítulo en toda su magnitud gracias al completo dominio de gramática, léxico y
dialectología históricos vascos (única vía de acceso para la reconstrucción interna) de
que hace gala Lakarra, que llega a establecer tres protolenguas en el pasado, la última
de las cuales, el vasco común antiguo, sería la más próxima a los dialectos vascos his-
tóricos. Aunque las brumas de la prehistoria lingüística del euskera estén aún lejos de
llegar a ser despejadas convincentemente, el camino para su tratamiento científico ha
quedado con ello roturado con la idoneidad que hoy por hoy faculta su investigación.
“La lengua vasca en la Antigüedad” es materia de estudio del capítulo firmado por
Joaquín Gorrochategui, autor también del bosquejo histórico necesario para la recons-
trucción de la lengua en este período, que depende de testimonios epigráficos, además
de fuentes clásicas y del irreemplazable estudio onomástico. Una vez aceptada ya con
carácter general la identidad entre aquitano y vasco antiguo, la vertiente pirenaica sep-
tentrional de los Pirineos centrales atestigua suficientemente la realidad de la lengua en
su fase más antigua. Mayor dificultad existe a la hora de reconstruir su presencia “en
el territorio histórico del vascuence” (p. 245), y es este punto donde el autor pone el
acento con el fin de conseguir una visión compacta de los testimonios directos (funda-
mentalmente antropónimos) y leyendas monetales, cuya interpretación encuentra obstá-
culos añadidos por razón de su escritura. Para el autor, experto indoeuropeísta y
vascólogo, así como buen conocedor de los presupuestos necesarios para interpretar los
testimonios relativos a las lenguas y escrituras antiguas, la lengua vasca permitiría ex-
plicar los datos de carácter onomástico al sur de los Pirineos, confirmándose con ello
la filiación lingüística entre ambas vertientes y teniendo como fondo latente la relación
entre vascones y lengua vasca, sin considerar, claro está, que fuera el euskera la única
lengua hablada en Galia e Hispania en la Antigüedad. Sorprende, en todo caso, que no
se haga referencia a trabajos importantes de González Ollé, en especial al opúsculo
dedicado a Vascones y vascuence. Historia (para romanistas) de una relación (2016).
Habría sido interesante argumentar sobre su razonamiento y conclusiones, diametral-
mente opuestos a los defendidos en el libro que reseñamos, en lugar de suprimirlos de
la discusión científica, en la que, por el momento, no hay testimonios suficientemente
iluminadores para validar una u otra interpretación, ya que se sitúa en la difícil encru-
cijada de, o bien aceptar la existencia en él de la lengua vasca desde tiempo inmemo-
rial sin que haya, hoy por hoy, muestras concluyentes, o rechazarla sin que tampoco
existan noticias que, en consecuencia, aclaren su llegada posterior a territorio hispáni-
co. En este sentido, la disyuntiva se sitúa en un plano semejante al derivado de la pre-

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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 259

sencia medieval del romance en territorio vasco: a falta de noticias históricas que do-
cumenten expresamente el momento de su implantación en él, parece más razonable
aceptar su emergencia in situ como producto directo (en diverso grado según las zo-
nas) de la romanización.
“El euskera en la Edad Media”, a cargo de Patxi Salaberri Zaratiegi, se inicia con
una “Introducción histórica: de la conquista islámica a la crisis de la Baja Edad Media
(siglos VIII a XIV)” de Juan José Larrea, que dibuja la transformación sufrida en la perife-
ria septentrional tras la conquista islámica. Por lo que respecta a los territorios vascos:
“En el oeste, los alaveses se unieron a los asturianos y formaron con Castilla la fron-
tera oriental del reino de Asturias; Pamplona en cambio optó por el protectorado de al-
Andalus” (p. 307), consideración a partir de la cual se analiza la incipiente emergencia
de la lengua vasca en textos románicos, pero firme en su realidad subyacente, como
reflejan el material onomástico y otros testimonios aislados. Se repasa luego la historia
de los diferentes espacios, siendo 1200 la fecha clave “para la separación definitiva de
Navarra por un lado y Álava, Bizkaia y Gipuzkoa por el otro” (p. 311); un último apar-
tado recoge algunas consideraciones sobre los territorios vascos del norte de los Piri-
neos de acuerdo con el tenor inclusivo del libro. La parte propiamente lingüístico-filoló-
gica, que lleva la firma de Patxi Salaberri Zaratiegi comienza aclarando que, en realidad,
la autoría correspondiente al límite occidental de la frontera lingüística meridional en-
tre euskera y romance “ha corrido a cargo de Mikel Gorrotxategi, y la de Álava ha
sido realizada por Elena Martínez de Madina y Roberto González de Viñaspre. La muga
lingüística en Navarra, por su parte, ha sido trazada por quien firma este capítulo” (p.
315); el objetivo común ha sido “dar a conocer la zona de máxima extensión que nuestra
lengua alcanzó antiguamente, en un intervalo de tiempo no definido que varía según la
región” (p. 315). Tras todo ello, el firmante, ofreciendo de antemano una relación de
las fuentes utilizadas, en la que se incluyen consideraciones grafemáticas, lleva a cabo
una exposición abigarrada del vasco medieval contenido en la documentación estudia-
da y en datos onomásticos; el tratamiento exhaustivo de la fonética y fonología con-
trasta con notas reunidas más bien con escaso método sobre la morfosintaxis, así como
con la página dedicada a algunas consideraciones léxico-semánticas. Asombra la au-
sencia de documentación, publicada con criterios rigurosos y acompañada de análisis
científico-filológicos de máximo nivel por la escuela de la Universidad de Navarra, que
habría aportado datos complementarios de interés, si no esenciales, para el período es-
tudiado.
“El euskera arcaico”, que tiene como autores a Céline Mounole y Joseba A. Laka-
rra, se abre con la “Introducción histórica: el período 1400-1600” de Juan José Larrea,
quien señala que “el dinamismo económico que vive la costa en los siglos XV y XVI no
tiene parangón en la historia vasca hasta la Industrialización” (p. 369), costa vasca en
la que se incluyen los territorios vascos de la zona hoy francesa (Lapurdi y Zuberoa se
integraron entonces en el reino de Francia, al tiempo que Navarra, perdido su anterior
esplendor, quedó dividida en dos); a partir de ese planteamiento inicial, se esbozan
ideas políticas, sociales y hasta relativas a la lengua. En la parte propiamente lingüísti-
co-filológica, Mounole y Lakarra, después de justificar el acotamiento del período, y
tras repasar la situación lingüística de las lenguas en la Europa del momento, así como
del propio euskera y de las otras lenguas del País Vasco (entre las que queda incluido
el latín renacentista con su papel tutelar para el vasco del momento), se ofrece una

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260 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

descripción rigurosa y documentada, exhaustiva en extremo, del corpus de textos hoy


por hoy conocidos para esta etapa de la lengua, al que sigue su estudio lingüístico en
todos los órdenes. El capítulo se cierra con la atención al desarrollo, ya visible para la
lengua vasca, de las ideas lingüísticas y del comienzo de la tradición gramaticográfica,
en la que la lexicografía cobra especial relieve.
“El euskera antiguo y clásico”, firmado por Céline Mounole y R. Gómez López
comienza con la “Introducción histórica: 1600-1745” firmada por Xabier Zabaltza, de
quien se destaca la siguiente afirmación:

A principios del siglo XVII, Vasconia tendría, como máximo, 450.000 habitantes, de
los cuales, siendo optimistas, tres cuartas partes serían vascófonos. Teniendo en cuenta
que los analfabetos solían superar por aquellas fechas el 90 % de la población, resulta
sorprendente la existencia de una masa crítica suficiente para mantener una literatura
en euskera, que, no casualmente, durante la mayor parte de ese período estuvo centra-
da en la costa labortana, donde existía una incipiente burguesía euskaldún. Pero lo que
podría haber funcionado como “clase nacional vasca” entrará en decadencia mucho
antes de la Revolución de 1789 (p. 509).

Tras ello, aporta la síntesis necesaria para enmarcar la situación de la lengua vasca
y anticipa la mención de los dos pidgins de base euskérica documentados en la costa
oriental de Canadá y en Islandia como código de comunicación urgente emergida entre
pescadores y marineros de latitudes diversas. En la parte propiamente lingüístico-filo-
lógica, Céline Mounole y Ricardo Gómez describen los límites y situación social del
euskera en este período, analizando después exhaustivamente en sus diferentes niveles
los ya numerosos testimonios vascos, en los que el predominio escrito corresponde al
dialecto labortano; termina con un breve apartado final dedicado a las otras lenguas
del País Vasco, seguido de otro más extenso sobre ideas lingüísticas y gramaticografía,
cuya envergadura muestra el anclaje ya firme de la tradición gramatical y lexicográfica
en el mundo vasco incluso fuera de sus propios límites territoriales.
En el “Primer vasco moderno”, la correspondiente “Introducción histórica: 1745-
1877” a cargo de Xabier Zabaltza comienza con el debate de si existió o no en España
una revolución equiparable a la que en el siglo XVIII condujo en otros países al triunfo
de la mentalidad burguesa, para dar paso a la descripción de Vasconia en aquel perío-
do, que llegó a alcanzar con creces los 900.000 habitantes en 1877, de los cuales el
número de hablantes de euskera se estima en 500.000, período en el que

se pusieron los fundamentos de una conciencia vasca supraestatal, basada en la lengua,


cuya representación es el lema Zazpiak Bat (“las siete [provincias vascas] son solo
una”, documentado por primera vez como acróstico en los Juegos de Iurreta de 1891.
Si el Irurac Bat y el Laurac Bat contienen cierto sentido político, aunque ambiguo, ya
que nunca se concretó qué tipo de unión se proponía para los territorios vascos, el
Zazpiak Bat es en origen un eslogan puramente culturalista, “apolítico”, pues antes de
Sabino Arana nadie pretendió reunir en un estado las partes española y francesa de
Vasconia (p. 598).

Concluye Zabaltza:

Aunque pueda parecer paradójico, a la vez que se crean asociaciones y se realizan


movilizaciones por la lengua vasca, se acelera su pérdida, primero en Álava y después

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en Navarra. Hacia 1860, unas 500.000 personas tenían en esas fechas el euskera como
lengua principal, en torno al 55 por ciento de la población de Vasconia. Por esas fe-
chas el porcentaje de euskaldunes era del 30 por ciento en Navarra. En la Vasconia
oriental, ese porcentaje disminuirá hasta el 24 por ciento en 1904 y el 17 por ciento en
1935. En 1860, la tasa de alfabetización en la Vasconia española apenas alcanzaba el
37 %. Es decir, la pérdida del euskera, en gran parte de Navarra y Álava es anterior a
la escolarización y, por supuesto, a la industrialización. Luego no es no es [sic] en el
sistema educativo ni en la inmigración donde hay que buscar la causa principal de la
pérdida, parcial por otra parte, del euskera (p. 599).

Blanca Urgell comienza el capítulo con una “Introducción” en la que explica las
razones por las que la publicación del Diccionario Trilingüe del Castellano, Bascuen-
ce, y Latín de Manuel de Larramendi (1745) abre el período, en torno a la cual
“comienzan a editarse obras inspiradas en sus planteamientos” (p. 599), y se cierra en
1876, y justamente en ese

año en que las Tres Provincias pierden sus fueros, cuando la sociedad vasca siente una
necesidad mayor de reafirmarse en sus particularidades, ese discurso se extiende con
cierta facilidad no solo entre los vascohablantes que viven al margen de la cultura en
euskera, sino también entre los vascos que no saben la lengua. Así pues, aunque la
vascofilia va adquiriendo mayor peso en la sociedad y en su pensamiento político, de
manera que se prefigura el período posterior, apenas incide en la normalización lin-
güística y carece de fuerzas para frenar la pérdida del euskera (p. 602).

Se estudia luego por extenso la situación lingüística juntamente con la geografía


del momento, que desembocará en el afianzamiento definitivo del proceso de gramati-
zación de la lengua vasca.
El “Último vasco moderno” comienza con la “Introducción histórica: período 1876-
1968” elaborado por Mikel Aizpuru, quien expone su visión sobre la forma en que deter-
minados cambios influyeron decisivamente en el panorama de una Vasconia que a par-
tir de 1891 duplicó su población y acentuó, con ello, el desequilibrio existente entre
las distintas provincias. El aumento demográfico se registró primero en Bizkaia, donde
la industrialización desembocó en la urbanización de Bilbao y su entorno, y con un
ritmo más pausado en Gipuzkoa, principalmente como consecuencia de la inmigración
atraída por el desarrollo industrial. En palabras del autor:

En la posguerra española, la industrialización se extendió a Navarra y Álava, sobre


todo a las capitales, y los cuatro territorios experimentaron una fase de crecimiento.
En cuanto al País Vasco septentrional, hubo una diferencia notable entre el desarrollo
de las provincias del interior y la zona costera. Bayona y su entorno crecieron econó-
mica y demográficamente, pero Baja Navarra y Sola, provincias básicamente rurales,
siguieron perdiendo habitantes, debido al éxodo de la población a zonas más industria-
lizadas y urbanizadas (p. 718).

Tras hacer un recorrido por la historia política, con la irrupción del nacionalismo
vasco, se hacen algunas reflexiones sobre historia cultural e ideología para terminar
analizando el fuerte retroceso experimentado por el euskara tras la industrialización y
urbanización de la sociedad, la presencia de emigrantes no vascohablantes y la alfabe-
tización llevada a cabo en castellano o francés, sin olvidar las medidas tomadas en

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contra de la lengua por las autoridades públicas. Ahora bien, “Al mismo tiempo que se
vivía el retroceso de la lengua autóctona, iba tomando cuerpo el movimiento de reac-
ción” (p. 724), entre cuyos frutos destaca la creación de Euskaltzaindia-Real Academia
de la lengua vasca. El franquismo “paralizó los procesos citados. No se prohibió el uso
del euskara en el ámbito privado, pero sí en el público” (p. 724). “Al norte del Bida-
soa, aunque no hubiera ninguna prohibición explícita, tampoco tuvo ningún apoyo el
euskara” (p. 724).
El autor de la parte lingüística de este capítulo, Iñaki Camino, elabora una “Intro-
ducción” detallada sobre este período cargado de acontecimientos, subrayando el papel
de los vascófilos, no siempre hablantes de la lengua, en el intento de frenar el retroce-
so que la lengua iba registrando y de estimular la cultura vasca, con lo que quedó
abierto el camino para impulsar una propuesta de elaboración de una lengua común,
como así fue. Sigue a todo ello el estudio de los límites y situación de la lengua vasca,
la función de las otras lenguas del territorio, un estudio minucioso con las luces y
sombras de lo que significó el Renacimiento vasco con sus Lore Jokoak/Juegos Flora-
les, así como otra serie de acontecimientos que condujeron a una situación de impulso
nuevo para la lengua y cultura vascas:
Después del ambiente lúgubre que se respiraba al sur del país, y de la Segunda Guerra
Mundial, el Iº Congreso Mundial Vasco de 1956 celebrado en París trajo algunas lu-
ces de esperanza y un respiro para el movimiento en pro de la lengua. Se pusieron en
marcha nuevas dinámicas vasquistas culturales y políticas, una especie de Segundo Re-
nacimiento a ambos lados del Pirineo (p. 750).

Finalmente, Iñaki Camino ofrece una valoración de las ideas lingüísticas, gramati-
cografía, testimonios lingüísticos acompañados de su análisis, así como del desarrollo
y situación de los dialectos vascos, incidiendo en la preparación de camino hacia la
unificación por la Real Academia de la lengua vasca-Euskaltzaindia.
“El euskera contemporáneo” parafrasea en la segunda parte de su enunciación (“El
largo camino de la unificación literaria”) el título de un trabajo en castellano (1977) y
de otro en euskera (1978) de Luis Michelena / Koldo Mitxelena. La introducción his-
tórica a cargo de Mikel Aizpuru describe la profunda transformación experimentada
por Vasconia entre 1968 hasta la actualidad, determinada por dos acontecimientos que
marcaron el comienzo de una nueva época: “por un lado, en el terreno político tuvie-
ron lugar las primeras acciones sangrientas de ETA; y, en el cultural, Euskaltzaindia se
reunió en Aránzazu para acordar las bases del euskara unificado o euskara batua” (p.
799), junto a “tres puntos de inflexión decisivos para esa época: el año 1973, en el que
comenzó la crisis económica mundial; el año 1975, en el que murió el dictador Franco,
y el año 1978, en el que se aprobó la constitución española” (p. 799), todo lo cual
condujo a la creación de una nueva Vasconia en la que el aumento de vascohablantes
ha experimentado un considerable crecimiento, según se ilustra convenientemente. De
todas formas, en palabras del autor,
a pesar de haber aumentado el conocimiento del euskara, se ha reducido su uso por
varias razones. La lengua materna de muchos de los que han aprendido el euskara es
el castellano y junto a las dificultades que tienen para expresarse en la segunda len-
gua, el vivir en zonas con mayorías castellanoparlantes en las que la lengua de uso
diario no ha cambiado no facilita su uso (p. 808).

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La parte lingüística de este capítulo se abre con un tono menos científico que los
anteriores por la familiaridad con que se tratan los hechos; el autor, Pello Salaburu,
confiesa haber sido protagonista del proceso de unificación de la lengua vasca “a la
hora de tomar decisiones; [...] a la hora de poner en práctica esas decisiones mediante
acuerdos políticos; [...] protagonista[s] pasivo[s] de otras instancias...” (p. 809), pues su
condición de miembro de Euskaltzaindia-Real Academia Vasca desde 1984 le situó en
primera línea del proceso de estandarización de la lengua escrita, cristalizado en un
“modelo [que] ha obtenido un reconocimiento unánime entre los usuarios” (p. 809). Lo
cierto es que el euskera consiguió dar forma al modelo estándar en el siglo XX gracias
al Congreso de Aránzazu (1968) en el que Luis Michelena / Koldo Mitxelena desem-
peñó un papel decisivo por la firmeza de su liderazgo basado en el profundo conoci-
miento de la lingüística y la filología en general, además de la lingüística y filología
propiamente vascas, con lo que el modelo propuesto por él consiguió convertirse en el
que hoy es usual. Pello Salaburu hace un recorrido descriptivo por las dificultades ha-
bidas en el camino que condujo a la normalización definitiva a partir de ese modelo,
mencionando a personalidades del mundo vasco de especial relieve en el proceso y
describiendo aspectos de orden lingüístico. El tono general, de todos modos, va acen-
tuando a cada página un tenor más bien periodístico, de forma que no es posible hacer
una valoración exclusivamente lingüístico-filológica de cuanto en ellas se dice. Para
quienes no tuvieron conocimiento de lo sucedido en aquellos años o para quienes po-
seen una memoria frágil, a las poco apropiadas palabras de Pello Salaburu según las
cuales “Entre los dos [Koldo Mitxelena y Pedro Miguel Etxenike] cocinaron el acuer-
do político dentro del partido”, hay que oponer el hecho concluyente de que, por lo
que respecta a Koldo Mitxelena / Luis Michelena, abandonó el Partido Nacionalista
Vasco sin volver a integrarse nunca más en él; pero los pormenores para un debate de
esta cuestión requieren un foro distinto al científico-filológico en el que se enmarca
esta recensión. El artículo de Pello Salaburu, y, con él, el libro que reseñamos, termina
con un apartado que lleva por título “Una sociedad multilingüe”, en el que se reclama
el relieve que en ella puedan llegar a tener otras lenguas; junto a la afirmación de que
“...el euskara tiene en nuestra sociedad una presencia que jamás ha tenido” (p. 868),
puntualiza que su futuro “está en manos de los propios hablantes”, lo que “no se solu-
ciona por decreto”.
El libro recoge, pues, en volumen único la historia del euskera en toda su comple-
jidad y condensa lo que hoy se sabe sobre cada uno de los períodos prehistóricos e
históricos con una densidad que excede ampliamente los límites de la síntesis anuncia-
da en la “Introducción”. De forma ampliamente resumida se puede afirmar que, si bien
el aporte de datos en los que la vascología se cimenta para construir la obra es des-
igual, también lo es el resultado, pues unos capítulos poseen mayor calado lingüístico-
filológico que otros. Los límites de esta recensión impiden comentar cuestiones de de-
talle, que serían legión, sobre los que, con seguridad, van a proliferar reflexiones de
diverso orden.
Como consideración de carácter general, conviene reparar en que, a la hora de
construir la historia de la lengua vasca, y no digamos para reconstruirla allí donde no
hay testimonios documentados, ni siquiera para el estudio de etapas prehistóricas se
puede prescindir del contacto con otras lenguas, cosa que se pone de manifiesto a lo
largo de la obra. Y, desde una óptica meramente referencial, es importante recordar

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que las lenguas de contacto real y diario del euskera siguen siendo el castellano en
territorio español, así como el francés y, en grado de mucha debilidad si no se reme-
dia, el gascón, en territorio francés. Conviene no olvidar lo que Michelena escribió en
su día respecto a la decadencia o a la pérdida del euskera (muy variable según zonas y
épocas), a saber, que “es altamente probable que no hayan influido solo en ello la
imposición o la desidia, por muy reales que fueran”.
Una obra tan extensa tiene que contener erratas e inexactitudes de orden menor,
pocas en realidad, que no se detallan aquí. Sin duda, la revisión homogeneizadora de
la bibliografía final habría resultado particularmente costosa, dado el carácter monu-
mental del libro, y es de esperar que se lleve a cabo eficazmente para una segunda
edición. También en ese momento sería muy conveniente aportar una lista de las abre-
viaturas y siglas empleadas en la totalidad de la obra (algún capítulo las ofrece al fi-
nal), que se echa en falta y resultaría de incalculable ayuda para el lector.
En definitiva, y al margen de planteamientos que en ocasiones pueden responder a
circunstancias no estrictamente científicas, el libro aporta un rico y actualizado mate-
rial de estudio que está llamado a convertirse de forma inmediata en objeto de interés
para la investigación vascológica, hispánica, románica o lingüística en general, dado
que era necesario desde todas estas perspectivas sobre las que la lengua vasca incide.
Además, el conjunto de la obra pone de relieve el interés que en todo tiempo ha sus-
citado la existencia de una lengua de difícil adscripción e incierto origen, pero de
asombrosa realidad.

MARÍA TERESA ECHENIQUE ELIZONDO


Universidad de Valencia

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