Riedemann Blues

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C l e m e n t e R i e d e m a n n   |   R i e d e m a n n B l u e s

.
Clemente Riedemann

Ilustraciones
Roberto Arroyo Ríos
Riedemann Blues
Clemente Riedemann Vásquez

Primera Edición, 2017.

Todos los derechos reservados. Se


autoriza su reproducción parcial
para fines periodísticos, debiendo
mencionarse la fuente editorial.

© Clemente Riedemann V., 2017.


RPI A-282.265 / 06.09.2017
ISBN 978-956-344-080-5
◆  FALSOS BLUES  ◆
.
.
Fall's Blues

E
l otoño no deja de sorprenderle: le ha dejado sin traba-
jo. Las hojas doradas no le quieren, a pesar de haber-
las amado tanto, de distintas maneras. A pesar que
escribe poesía, que también es hembra. Por el lado que
se le mire está atravesando por un periodo romántico.
El otoño ya no está con él, aunque ha demostrado ser
un tipo razonable. No hace la cama antes del desayuno,
pero al mediodía cocina con finas hierbas y por las no-
ches suele cubrir con sus blues los corazones de la ga-
llada. Palabras como hojas de amor cayendo sobre sus
enmierdadas almas.
No tiene nada contra el romanticismo, pero prefiere
que vaya con aquellos que dibujan corazones en los ár-
boles o ponen candados en los puentes.
Le pide a Alá –o a otro dios cualquiera– que la empre-
sa privada le recoja en sus senos. Que la espiga dorada
del trabajo vuelva a dignificar su casa. Que vuelvan la
luz y el agua. Que la otoñada le abra sus piernas. Y que
la poesía –que también es hembra– nunca le abandone.

◆ 9 ◆
Llévame hasta el fin del mundo

E
stá desconectado. No tiene nada que hacer y quiere
irse de aquí. Pero no sabe bien dónde. Por lo pronto,
va hasta los bordes de la ciudad y allí, en la carretera,
levanta su dedo pulgar y un letrero que dice: «Llévame
hasta el fin del mundo». Está disponible para todos. No
tiene nada que hacer y debe cambiarse de barrio. Pero
no encuentra un espacio para él. Siente un fuego en el
alma que no le deja dormir. En cuanto se levanta cae
sobre él aquella brasa ardiente que le dice: «¡Eres pres-
cindible, vete de aquí!» No tiene nada que hacer y debe
abandonar el pueblo. Siente que un río se lo lleva guarda
abajo en medio de la noche. La ciudad se ha vuelto con-
tra él, le muestra los dientes y le persigue por las calles
para morder sus talones. Por lo pronto, se ha instalado
en los bordes de la carretera y allí, junto a la cuneta, le-
vanta su dedo pulgar y aquel letrero que dice «Llévame
hasta el fin del mundo».

◆ 10 ◆
Sueña que no puede dormir

S
abe que en tiempos de prosperidad casi nadie presta
oídos a las quejas de los infelices. Pero ayer conver-
só con el vecino y cayó en cuenta que no es el úni-
co que no puede dormir tranquilo. A veces sueña con
una alfombra mágica que le lleva por sobre tierras ane-
gadas. Ve gente haciendo S.O.S., encaramada en los te-
chos de sus propias casas. «Lo siento –les grita– no hay
espacio». Y sobrevuela territorios bombardeados don-
de cuenta por cientos los cadáveres entre las ruinas en
llamas. Otras noches no puede conciliar el sueño como
cuando era niño y sus padres cuidaban de él. A propó-
sito de niños, hace poco leyó en el periódico que el año
anterior había dos millones de ellos enfermos de Sida y
que quinientos mil ya murieron por falta de atención y
medicinas. Por otra parte, piensa que los grandes líderes
son también grandes mentirosos: solo les interesa que
la TV esté de su lado y que cuadren las cuentas a fin de
año, aunque el desempleo se mantenga incólume y los
postergados deban hacer frente a la policía en las calles
para validar sus derechos. «Tengo que sobreponerme –se

◆ 11 ◆
dice– no todo puede ser tan malo». Piensa que algún día
las cosas irán de mejor manera. «Tengo que sobreponer-
me» –dice, invocando a la esperanza, esa milagrera oca-
sional que cada año sube el arancel por una de sus famo-
sas entrevistas. Sin embargo, confiesa que cuando llega
el amanecer y presta oído al canto de los pájaros, se sor-
prende pensando en la bondad y la belleza que aún per-
sisten en este mundo. «Tengo que sobreponerme –vuelve
a decir– quizás algún día pueda aprender algo de ellos».

◆ 12 ◆
Hans Pozo Blues

H
ans Pozo ha desaparecido. Nadie lo puede encontrar.
Era un chico quitado de bulla que robaba para co-
mer. Y a veces para comprar droga, ¿quién se lo po-
drá reprochar? Han encontrado sus manos en la basura
de un callejón. No tenían huellas digitales, ni rastros de
quien las cortó. Pero su dedo índice apuntaba directo a
la ciudad. Es el lugar donde vivimos, uno de nosotros lo
mató.

Era huérfano, no tenía amigos.


A merced de todos,
ayudado por nadie,
Hans Pozo ha desaparecido.

Ayer desenterraron su cabeza bajo un matorral. Pero no


tenía rostro, ni lengua, ni paladar. Se los comieron los
perros, tuvieron tiempo demás. Pero su nariz apuntaba
a la ciudad que lo parió. Las máquinas de hacer dinero
no paraban de foliar. Por ahí apareció una pierna y la
otra un poco más allá, como arrancándose a solas para
ya no sufrir más.

◆ 13 ◆
Era huérfano, no tenía amigos.
A merced de todos,
ayudado por nadie,
Hans Pozo ha desaparecido.

Dirás que es un caso oscuro sobre el que no cabe hablar,


pero era uno de los nuestros a quien dejamos matar. Al-
gún día regresará en sueños en busca de la verdad. ¿Qué
le diremos entonces? ¿Que le olvidamos sin más? Hans
Pozo ha desaparecido, nadie se quiere acordar. Ojalá que
su alma se haya podido salvar y que no haya más chicos
muertos botados por la ciudad.

Era huérfano, no tenía amigos.


A merced de todos,
ayudado por nadie,
Hans Pozo ha desaparecido.

◆ 14 ◆
Tenía que ir a Auschwitz

D
ijo que iría a Auschwitz. No para quedarse, claro que
no, ya había escapado de todo aquello. A veces men-
cionaba a un tal Luciano. «¿Se acuerdan de Lucia-
no?», solía preguntar a los de su tribu. Antes había dicho
que les debía una cruz a sus amigos asesinados. Que te-
nía que ir a Chacabuco, a Treblinka y a Llancahue para
codearse con los fantasmas de esos miserables abatidos
en mitad de su sueño. También dijo que iría a Ritoque a
cantarles un blues «para ver si sus almas nos alumbran».
Quería darse una vuelta por Isla Teja, donde una vez es-
tuvo preso. Era sólo un muchacho, casi un niño, aunque
había otros tipos más jóvenes que él. Nobles chicos que-
mados en su vuelo para siempre. Dijo que tenía que ir a
Auschwitz y después a Guantánamo. Aseguró que iría
allí y soplaría sobre el suelo ceniciento «para que las al-
mas de esos pobres diablos suban hacia lo alto y descien-
dan luego, como amorosa lluvia sobre los campos». De úl-
timo no se le ha visto por el pueblo. Sus amigos temen
que se encuentre desaparecido.

◆ 15 ◆
El jardinero Oróstica

P
iensa que cuando cumpla sesenta y cuatro pondrá
atención al informe del tiempo: un modesto sistema
frontal podría resultar desastroso para su existencia.
Juan Oróstica Ulloa, a punto de jubilar, jardinero de ofi-
cio –nada que ver con el béisbol– destapaba hoyos para
que el agua no se llevara a ningún peatón. Como los de-
más, trabajaba en horario extra para pagar la cuota del
TV, también del DVD; y quizás qué otra urgente necesidad.
El asunto es que se fue por un ducto y fue a dar a un es-
tanque a varios kilómetros de allí. Acaban de encontrar
su cuerpo, rasmillado, bien asfixiado y muerto, a los se-
senta y cuatro de vivir. ¿Cómo puede ocurrir tal cosa en
un país moderno? Quien regaba flores para que hubiera
color y buenos olores, se fue por un tubo al mismísimo
infierno. Juan Oróstica Ulloa, chileno noble y sufrido,
jardinero de oficio, caíste en el maleficio. Destapando un
hoyo te fuiste al hoyo en este país jodido.

◆ 16 ◆
Por las grandes alamedas

C
aminando por las iluminadas avenidas y asombra-
do del confort que mediaba el ritmo de sus pasos, un
pensamiento triste ocupó de pronto su mente. ¿Cómo
es que el hombre no puede acabar con la miseria y cómo
es que yo no termino de aceptarlo? Si acabara por acep-
tarlo todo le resultaría más sencillo y podría disfrutar
con el brillo de las máquinas. Algo en él no debe estar en
su punto, pues su alma no consigue ajustarse al orden
establecido. ¿Habrán sus padres acertado al educarle en
la bondad y la belleza? ¿Hicieron bien sus profesores al
enseñarle lógica y método científico? Jura que ha hecho
siempre lo correcto: ha seguido sus consejos al pie de
la letra. ¿No será mejor aprender a calcular los intereses
o sonreír mientras se jala del gatillo? ¿No será bueno ro-
bar la pensión a los viejos o vender los ojos de los recién
fallecidos? Luego pensó cuan inteligentes son aquellos
que mantienen las enfermedades catastróficas, para ha-
cer fortuna con las drogas que quizás las curen. Y cuán
práctico resulta dejar morir a quien no puede pagar y
robar a otro lo suyo, en lugar de trabajar duro. En eso

◆ 17 ◆
estaba cuando se le acercó un tipo: «Dame lo que tengas
y no te haré daño» –le dijo, punteándole con un cuchillo.
Él atinó en alzar los brazos y respondió: «Regístrame tú
mismo». Así fue que el tipo metió mano en sus bolsillos,
de los que no extrajo gran cosa, por supuesto. Apenas el
papel con la letra de un blues.
«Tú deberías trabajar conmigo» –gruñó el hombre y se
alejó corriendo. Así termina la historia de las grandes
alamedas, por donde antaño se paseaba el hombre libre
y soberano.

◆ 18 ◆
Blues de la China

E
n la esquina de Alameda con Portugal se topó con
el Papa Benedicto, quien estaba allí conversando
animadamente con unos tipos vestidos con ropas
de cuero. Lo reconoció por el acento sureño de su voz
y por su parecido físico con el onkel Omar. Su tío mu-
rió hace años, de modo que no podía estar equivocado.
«Oye Ratzinger –le dijo– apóyame con unas lucas». Los
encuerados se pusieron nerviosos y echaron mano de
sus pistolas. Dijo el pontífice: «Chiquito, ¿no estarás un
poco loco?» Por suerte acertó en pasar un taxi y huyó de
allí como alma que se lleva el diablo. Luego entró en un
restaurante de comida chicana. Vino Zurita y le orde-
nó: «¡Mátame este hijo!» «Mejor rájate con un par de whis-
kies», gruñó él, imitando el estilo de Humphrey Bogart.
Entonces se dejó caer el Maquieira, que venía con som-
brero de hongo, aunque sus poemas sin duda valen mu-
cho más. «Sírvete ese trago» le dijo, en plan de amigos.
«No puedo» –dijo el Diego– ya pasé por esa pasta». Pron-
to el luso trepó a su Harrier y se mandó a cambiar. Por
suerte atinó en pasar el poeta Cuevas, que regresaba del

◆ 19 ◆
baño, y bebieron té y filosofaron durante una hora. Tales
fueron sus experiencias con los poetas de la metrópoli.
Al cabo se topó a boca de jarro con la presidenta: «¡Mi-
chelle! –le gritó (ella cortaba una cinta)– ¡Explícame lo de
las sillas musicales!» La mandataria tironeó hacia abajo
la chaqueta de su ambo y se excusó de hacer declaracio-
nes. Entonces se largó a llover a chuzos. El único que no
se mojó fue Bogart, pues llevaba impermeable. Se cobi-
jó en el pórtico de la Biblioteca Nacional y aprovechó la
guarecida para escribir un blues. «Blues de la China» le
puso, por ponerle un nombre. La verdad es que no sabía
muy bien qué hacer, así es que se sentó en el banco de
una iglesia y –luego de algunas dudas– rezó con fervor,
hasta que se quedó profundamente dormido.

◆ 20 ◆
Siempre hay una boda
los sábados en la ciudad

D
esde que su cónyuge y él se separaran, instauró el
rito de la fiesta solitaria los sábados por la noche:
escucha a Billie Holiday hasta altas horas de la ma-
drugada. Los matrimonios bien constituidos de los al-
rededores ya se han dado cuenta de ello y salen de pa-
seo con sus nenes por todo el fin de semana. Entonces
Billie es reina en la soledad del condominio, alargando
la voz al final de cada frase, la garganta seca que re-
clama un nuevo bourbon. Pero el concierto suele ver-
se interrumpido. Una algarabía de perros y chiquillos
corretean por detrás de los automóviles que arrastran
tarros vacíos y hacen sonar sus bocinas cuando los es-
posados vienen regresando de la iglesia. Siempre hay
una boda los sábados en la ciudad. Nunca en domingo,
le dice Melina desde el más allá. Pero no saldrá a tirar
arroz sobre ninguna cabeza dispuesta para el degüe-
llo. Una vez Melina le invitó a una boda en día sábado.
—Estás loca –le dijo– estoy separado y no seré bien
visto por los felices noviecitos, pues les recordaré el por-
venir. Por otra parte, a mí mismo me recordará el pasa-

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do del que deseo liberarme. Por último –le dijo– también
a ti te asaltará el arrebato por casarte. Te conviene ir con
alguien dispuesto al sacrificio.
Entonces ella le dijo:
—OK. Me conseguiré otro partner. Parecen demasia-
das razones para no ir a una simple boda.
Se quedó en casa pensando un rato en todo aquello.
Luego, cuando puso la música a todo volumen, sintió
como si se estuviese casando con la Billie. Siempre hay
una boda los sábados en la ciudad.

◆ 22 ◆
◆  BLUES SUBTERRÁNEOS  ◆
.
.
Estación Los Héroes

H
a estado pensando qué significa ser un héroe en es-
tos tiempos. Según él, antaño ser un héroe era com-
portarse con valentía frente a una situación límite.
Cuando todos se quedaban paralogizados por el miedo
o la sorpresa, héroe era aquel a quien le seguía funcio-
nando la cabeza. Muchas veces ponía en riesgo su vida
o moría efectivamente en su esfuerzo por hacer que la
tribu salvase del colapso. Ha estado pensando en ello
últimamente. ¿Y su vecina? ¿Tendrá alguna idea al res-
pecto? Pues bien, él piensa que ser un héroe en nues-
tros tiempos es, en primer lugar, estar al tanto de lo que
está ocurriendo y tener una opinión fundada sobre ello.
Como verán, ser un héroe es una cuestión nada fácil. En
segundo lugar, piensa que ser un héroe en estos tiem-
pos es comunicar lo que dicta la conciencia: Esto pienso,
esto digo. Se cae en cuenta que ser un héroe no es asunto
para gañanes. En tercer lugar, piensa que ser un héroe
–aquí y ahora– es actuar en consecuencia. «Debo hacer
algo para hacer realidad aquello que sostengo. Debo ser
una persona honesta». Queda claro que ser un héroe es

◆ 27 ◆
algo extremadamente riesgoso. Ha estado pensando en
ello últimamente. Quizás él mismo pudiera ser un héroe
en estos días, pero mira demasiada televisión y la cabe-
za no le funciona como es debido. Se mira en el espejo y
se dice: «Quizás ya estés muy viejo para ser un héroe». Se
dice: «Quizás aún sea tiempo de que lo intentes». Se dice:
«Quizás valga la pena coronar una vida de cinismo y pro-
bar con un acto heroico». ¿Y ustedes? ¿Tienen alguna idea
al respecto?

◆ 28 ◆
Temor de entrar en las carnicerías

H
ubo un tiempo en que se resistía a entrar en las car-
nicerías. En las grandes paletas de vacuno colgando
de los ganchos de hierro veía los cuerpos de sus ami-
gos en las salas de tortura. Les tenían cabeza abajo y re-
torcían sus espaldas aun cuando no les estuviesen apli-
cando electricidad. «Tus compañeros desean saludarte»
le decían los gendarmes. «Acércate, esta es la realidad a
partir de ahora». Los cuerpos ennegrecidos y sanguino-
lentos de sus camaradas le impresionaron tanto como
sus estertores y gemidos. «Se parecen a Mesala» pensó,
recordando una escena con Charlton Heston y Stephen
Boyd, en la película Ben Hur. Hubo un tiempo en que co-
mer un buen bife le resultaba más difícil que cruzar el
río Futaleufú a nado. Y prefería cerrar los ojos cuando
pasaba frente al pórtico de los mataderos. «¡Vamos pa´
Lo Valledor!» le gritaban sus nuevos amigos. Él respon-
día: «Nones». No sabe cómo ha podido vivir con toda esa
basura en la cabeza. Ni sabe cómo es que no se volvió
vegetariano.

◆ 29 ◆
No quería ser una rolling-stone

U
n amigo le contó que pensaba entablar una deman-
da por publicidad engañosa contra «El Cielo S.A.»
Fue allá tal como señalaba el convenio. Nadie salió
a recibirle. De pronto vinieron unos tipos con pistolas,
lo golpearon terriblemente en los flancos, le pusieron
un saco en la cabeza, apenas podía respirar. Su madre
le había enseñado el Padrenuestro, gracias a ello logró
conservar las lágrimas en su lugar de partida y esperó lo
mejor que pudo apuntalándose en una especie de arre-
cife. Vino otro tipo y le pegó una patada en el culo. «Ju-
guemos a la gallinita ciega» –le susurró al oído. Apenas
podía estornudar, estaba francamente malhumorado.
Entonces pensó en entablar una demanda por maltrato
de obra. «¡Ya –le dijo otro tipo– te subes al camión con los
demás!» y les llevaron boca abajo contra el piso de hie-
rro hacia las afueras de la ciudad. Me van a fusilar –dijo
que pensó entonces. Después pensó que ya estaba muer-
to. Es ridículo sentir miedo en tal circunstancia. Enton-
ces les echaron abajo y luego a rodar por una pendien-
te. Sintieron que volaban o que subían, parece. «¡Somos

◆ 30 ◆
libres!» –gritaban. Pero iban cayendo uno tras otro sobre
los arrecifes. Y dijo que después sólo se oía el sonido del
mar, la espuma del oleaje lavando la sangre esparcida
momentáneamente sobre las rocas.

◆ 31 ◆
Áurea

Memoria de Áurea Vásquez Pinuer (1920-2012).

H
izo la cola del pan durante la guerra. Y para ver Tra-
pecio, con Burt Lancaster. Y para conseguir agua
potable o chancho chino en los días del terremoto.
Y para obtener matrícula fuera de plazo en la escuela.
Y para comprar un Hilton durante la Unidad Popular.
Y para cobrar la pensión de vejez en el seguro social o
pagar la multa por los impuestos atrasados. Y para que
atendieran a su esposo en la unidad de tratamientos
intensivos. Y para que restituyeran el suministro de la
energía eléctrica en su domicilio. Hizo cola en su vida
para que otros fuesen felices, pero aquella que hacía los
domingos en la cárcel para ver a su hijo, la hacía para
ella. Él la veía avanzar en la larga cola de las madres en
septiembre y en octubre y en noviembre. Y cuando el mo-
mento de abrazarse era inminente, el corazón del joven
saltaba como bocha loca. Y es que él quería que solo su
corazón la recibiese. No quería darle lágrimas luego de
tanta espera, sino decirle que estaba herido, pero aman-
do. Sin embargo, cuando sus miradas se ponían en con-
tacto no podían contener la emoción. Y, hundido el ros-

◆ 32 ◆
tro en los cabellos de su madre, el joven le decía: «Áurea,
no sé si podré volver a casa, pero dile a los pájaros que se
mantengan alertos».

◆ 33 ◆
Notas de Áurea en septiembre de 1973

16
de septiembre. Hijo mío querido desde las 5 estoy
viviendo un calvario. Son las 6 y tu papi no viene
de vuelta. ¿Qué será de tu persona hijo mío? El co-
razón de tu mamita está contigo, ¡Por Dios, no pongas
resistencia! Son las 10 para las 7. Vinieron a dejar al vie-
jo como me prometieron los armados. ¿Qué será de tu
suerte? ¿Te veré con vida hijo mío querido? Se me partió
el alma cuando los vi a los dos con los brazos en alto.
Estoy que reviento de rabia, de odio contra todos. Estoy
solita, la casa está tal como la dejaron, todo revuelto. Se
llevaron una cinta de grabadora. Dios santo, ojalá no
sean tan crueles contigo. Estoy sintiendo en carne pro-
pia esta crueldad. ¿Volveré a verte hijo mío? Se sienten
disparos por todos lados. Sé que estás en el Coliseo y de
ahí vienen disparos. Si te fusilaron no quiero escribir lo
que estoy pensando.

17 de septiembre. Hoy 17 fui a la división para saber de


tu tan querida persona. De ahí me mandaron a carabi-
neros, de ahí a la cárcel en la (Isla) Teja. Me fui en taxi

◆ 34 ◆
sin saber nada y con el corazón destrozado. En la cárcel
me dijeron que te dieron de baja a lo mejor. Qué consue-
lo para una madre tan desesperada. En el mismo taxi
me fui a la fiscalía para estar más segura. Me dijeron los
armados que estabas en carabineros. ¿Dónde estás por
fin hijo mío querido? He ido a donde me mandan. ¿Estás
vivo? Estoy contigo a cada respiro, valor mi cachorrito.
Debes sentirte tan solo y tan triste como yo, tu vieja.

18 de septiembre. Es la 1 de la mañana y nada sé de mi


hijo. ¿Estará fusilado? Hace tanto frío, te fuiste sin nada
para abrigarte. ¿Estarás vivo hijo querido? Ojalá hubie-
ras confiado en tu madre, yo habría sabido fondear las
cosas que encontraron los milicos. El teniente me dijo
que un huevón te acusó. El nombre no me lo dijo, jamás
lo sabré. No sé si volveré a verte, estoy fría y dura, ru-
miando mi rabia y pena. Creo que la mierda en vez de
cagarla la voy a escupir.
19 de septiembre. Hoy 19 vino el padre Arriagada a ver-
me y a traerme un mensaje de valor y consuelo de mon-

◆ 35 ◆
señor Santos. Lloramos los dos y nos acordamos mucho
de ti. «¡Tan buen muchacho!» –dijo don Chumingo– «¿Por
qué se le metió el extremismo en su inteligente cabeza?»
En fin, todos tienen ideales y todos los defienden. Y yo
respeto el pensamiento de cada persona. Escribo todo
en tu cuaderno porque ¿a quién le voy a contar mis co-
sas? Nadie me comprendería. Así como está Chile en es-
tos días sólo me identifico con las madres que, como yo,
lloran a sus hijos queridos.

◆ 36 ◆
◆ 37 ◆
El Hombre Araña y Superman

M
ientras torturan a su padre en medio de una cancha
de básquetbol, el joven –maniatado y boca abajo en
un extremo del gimnasio– piensa que toda su edu-
cación no ha servido para nada. Y mientras escucha a
su padre gemir de dolor, imagina que él no puede creer
lo que le están haciendo. Siente deseos de ser el Hombre
Araña, desatarse e ir rectamente a patear las bolas de los
torturadores: «¡Dejen a mi padre tranquilo!» Piensa en
sus clases de filosofía y piensa en sus clases de religión.
Y en las ecuaciones de segundo grado y en la tabla pe-
riódica de los elementos. ¡Todo ha sido pura mierda! ¡No
me dijeron ni una palabra de esto! Concentrado en esos
pensamientos para no escuchar los aullidos de su padre,
casi ni se percata que ahora vienen por él y comienzan a
golpearle y le llevan al centro del recinto. Ahora me toca
jugar a mí, piensa, mientras le ponen bajo los reflecto-
res y siente el vértigo de la primera descarga eléctrica. Y
piensa en la historia de Egipto, en la historia de Grecia y
de Roma, los mil años de la Edad Media pasan volando
por su cabeza, ve a Gutenberg inventando la imprenta, a

◆ 38 ◆
Colón con una rodilla en la playa, a Lutero claveteando
sus tesis en el pórtico de un templo. ¡Pura mierda! –pien-
sa. Entonces escucha de nuevo unos gritos de dolor. Pa-
rece que son mis aullidos, reflexiona. Parece que mi voz
gritara desde el fondo de la tierra. Pero pronto reconoce
que es su padre quien reclama, «¡Dejen tranquilo a mi
hijo!», le oye suplicar.
Y el dolor del padre que observa como torturan a su
hijo, le hace a él olvidar su propio dolor de haberle visto
antes a merced de los sicarios. Le viene el deseo de ser
Superman, quitarse las amarras y volar con su padre en
brazos, lejos, muy lejos, por sobre los campos y las ciuda-
des, y a través de las edades y las épocas, hasta detenerse
en un paisaje vacío, al margen de la semántica, sólo para
sentir la caricia del viento en la cara. Pero comprende
bien que el Hombre Araña y Superman son, también, si-
carios de la tiranía.

◆ 39 ◆
Entrevista con su padre

Memoria de Clemente Riedemann Wenzel (1920-1974).

T
enía un hijo en la cárcel cuando se murió y eso es
un punto en contra para enfrentar con dignidad
la muerte. Pero ese hijo –vigilado de cerca por los
gendarmes– fue a verle en su lecho y le dijo que le ama-
ba tal como lo hiciera durante el tiempo en que habían
permanecido juntos. El padre cogió la mano de su hijo
con una ternura que al joven le pareció cosa nueva en la
vida. En los ojos del moribundo pudo advertir un senti-
miento de culpa, el destello de la inquietud que se apo-
dera de los viajeros que pasarán una larga temporada
fuera de casa. «¿Te han maltratado, hijo?» El prisionero
respondió: «Quédate tranquilo, pues yo volveré a ser libre
y cuidaré de tu familia». Al padre se le llenaron los ojos
de lágrimas y murmuró: «No debería irme ahora, pero
ya no puedo evitarlo». El hijo volvió a decirle: «Quédate
tranquilo. Estarás en mi corazón hasta que volvamos a re-
unirnos». Entonces vinieron los gendarmes: «La visita ha
terminado». El hijo se acercó y besó la frente de su padre
con una ternura que a este le pareció cosa nueva en la
vida. Antes de abandonar la habitación el joven sintió

◆ 40 ◆
un escalofrío en las espaldas y se volvió en el acto. Reco-
noció en los ojos de su padre el dolor de los que mueren
sin haber cumplido sus sueños. Afuera reinaba el terror.
Pero era verano, las ventanas estaban abiertas: el vien-
to agitaba las cortinas como si estas dijesen adiós, pero
también como si estuvieran anunciando la liberación.

◆ 41 ◆
René Barrientos Warner (1944-1973)

Fusilado por la Caravana de la Muerte el 4 de octubre de 1973


en Valdivia, junto a otras once personas.

R
ené Barrientos Warner: se pronuncia su nombre
como si su nombre fuese música redentora para el
alma. Nació en los campos de Chiloé y tenía la cabe-
za grande: «El Cabeza», le decían. Tocaba el violín con
gesto altivo, como quien se echa un fusil al hombro para
ir de caza tras la liebre fugitiva de la libertad. Quería que
el pan, la instrucción y la belleza estuviesen al alcance
de todos, en todas partes, al mismo tiempo. Materialis-
mo histórico, materialismo dialéctico; inteligencia, sen-
cillez y afecto; como la música de Mozart inundando la
cocina donde hervía picorocos y pelaba la papa amable
de su tierra. René Barrientos Warner, se pronuncia su
nombre y la amargura se va del corazón. Y no se odia a
nadie. Y se tiene confianza en el futuro. Porque él y los
otros a quienes asesinaron se han vuelto indestructibles
y ya más nada –excepto la ingratitud– podrá volver a
agredirles nunca. Le ponen una venda negra en los ojos.
Es un amanecer de octubre de 1973. Ha llovido y en las
calles de Valdivia se han formado pequeños charcos
aquí y allá. Siente venir, en cámara lenta, las balas. Les

◆ 42 ◆
oye cortar el aire y avanzar como una bandada de trei-
les por los campos de Chonchi o de Dalcahue. Ya están
al llegar. Ya van a formar parte de él, de su historia, del
fantasma querido que ha sido para quienes trabajaron a
su lado por un mundo mejor.
René Barrientos Warner muere y renace en la memo-
ria de quienes oyeron la música de su alma: «Morir por
hacer realidad los sueños, es mejor que hacerlo por falta
de uno».

◆ 43 ◆
Crónicas Marcianas

Memoria de Ray Bradbury (1920-2012).

N
o sólo una negra capucha usan quienes les separan.
También usan la televisión, usan los escaparates de
las tiendas. Y no solo con descargas eléctricas les
convierten en basura. También usan las corbatas, usan
las leyes, los créditos y las prebendas. Nadie crece des-
confiado en ese mundo. Nadie se oculta del sol, de la
música y los besos. Pero pasan por alto que sus verdu-
gos han levantado un muro para que no se pongan de
acuerdo. Pues si hubiera trabajo para todos, no podrían
financiar sus mansiones en la costa. Si todos pudieran
combatir el cáncer, no podrían importar automóviles de
lujo. Si todos fueran a la escuela, no tendrían cómo pa-
gar sus cenas en el Marriott. No podrían viajar por el
mundo persiguiendo el bello verano si todos tuviesen
asegurado un plato de lentejas. Y, entonces, si dicen que
ello no es justo, les ponen en un calabozo, les atan de
pies y de manos, les impiden contactarse con sus pare-
jas. Les rodean con tanques, con buques de guerra. Y les
arrojan misiles durante la noche mientras copulan. Sin
embargo, se divierten como si todo fuese de perlas, pero

◆ 44 ◆
no aprovechan esa energía para romper sus cadenas. No
tienen idea que si lo hiciesen, un minuto de esa alegría
bastaría para hacer saltar los candados y para abrir las
celdas en las que sus verdugos les mantienen encerrados
sin que logren darse cuenta.

◆ 45 ◆
Informe del discurso
pronunciado en la cena del jueves

S
e puso de pie y dijo que aunque les pidieran perdón,
aunque honestamente les pidieran perdón, no les de-
volverían la sangre que perdieron. Que los hijos, las
imágenes, los libros incinerados, los amores perdidos,
los sentimientos de apego a la tierra, la ebriedad del aire
y las nubes provocadoras, que la vocación del cielo no les
devolverían. Dijo que los supuestos salvadores debieron
pensarlo antes: «Se comportaron como bestias». Insistió
en que no les devolverían la sangre derramada, que se ha
ido –dijo– hasta el centro de la tierra y que acaso ahora
era flor, fruto, uva rosada o negra. Que a lo mejor era el
vino que iluminaba la mesa o acaso el trigo que dormi-
taba en la panera. «Era nuestra sangre y nos la quitaron a
la fuerza». Se aventuró en afirmar que quizás el mundo
no podía prescindir de las mentes siniestras, pero que
atajarlas a tiempo podría ser causa benéfica. Por último,
dijo: «Ahora repartamos de nuevo el pan y brindemos por
la vida que nos queda».

◆ 46 ◆
La historia del trozo de riel

Memoria de Enrique van Oosterwick,


Clemente Riedemann Wenzel y con Cipriano Mediavilla.

U
n domingo por la mañana, aburrido de esperar la
llegada del tren metropolitano, se puso a cantar un
blues mientras contemplaba la línea iluminada per-
diéndose a uno y otro lado en la oscuridad.
Cuando tenía cuatro años su primo Henky le salvó
de morir arrollado por una locomotora. Un zapato se le
atascó bajo los rieles del ferrocarril que pasaba por el
fondo del patio. Con grandes zancadas, su primo logró
llegar hasta él y de un tirón le arrancó de la vía férrea. El
zapato quedó allí y el tren le pasó por encima. Cuando
fueron por él, Hencky le dijo: «Mira bien lo que ha ocurri-
do. Una parte de ti quedará así mismo para siempre». Esa
parte de él está ahora entonando este blues.
Otro día su padre llegó con un trozo de riel y lo puso
sobre el escritorio donde se hallaba estudiando el idioma
castellano. Su padre lo quería mecánico, que no poeta.
«Ten esto –le dijo– para que sujetes tus papeles». Y cuan-
do su padre murió en 1974, el áspero hierro ya oxidado
por el tiempo le ayudó a mantener vivo su recuerdo. El
trozo de riel se extravió cuando se mudó a una ciudad de

◆ 47 ◆
más al sur. Estas palabras le dan ahora nueva vida.
En el penal de Isla Teja en la ciudad de Valdivia vie-
ne llegando Cipriano Mediavilla recién liberado de la
celda para incomunicados. Él le cuenta: «Me pasearon
sobre el lago Ranco. El helicóptero iba con las puertas
abiertas y dijeron que iban a tirarme para abajo». Pen-
só que su amigo estaba alucinando. «En serio –insis-
tió el Chipe, cuando vio su rostro incrédulo– dijeron
que ya habían tirado a varios en el mar. Les amarraron
un trozo de riel y los arrojaron al fondo del Pacífico».
Un domingo por la mañana, aburrido de esperar la lle-
gada del tren metropolitano, se sorprendió observando
sus pies intactos y recordó aquel zapato despedazado
por el ferrocarril. «Así es como me siento» –se dijo. Y a
duras penas pudo seguir cantando.

◆ 48 ◆
2.279

Número de casos de violación a los derechos humanos (muer-


tes, secuestros y tortura) que fue posible consignar en el Infor-
me Rettig, entregado en febrero de 1991 al Presidente Aylwin.

D
os mil doscientos setenta y nueve
motivos para repudiar
al sicario de Nixon y Kissinger.

Hizo poco en la vida, no acumuló


castillos ni haciendas,
pero nadie, nunca, pensó por él.
Ni levantó –blanca– una bandera.

Dos mil doscientos setenta y nueve veces


afortunado de que no le arrollara
el jeep de una patrulla militar.
Tantas razones para levantarse cada día a
revolver los huevos en la paila
y reconocerse en la mirada de sus nietos.

No estará en este mundo


para poner bajo la alfombra
lo trágico y lo bello de su época.

◆ 49 ◆
Todo habrá de salir a la luz
del sol que se yergue
tras las laderas del Llaima.

El sol, del que dependen su sonrisa, el


deseo por comprender y amar, las ganas
de escribir palabras y este número: 2.279

en el pórtico de los centros comerciales


en la pizarra de los peajes carreteros
en la mitad de los puentes
y en el interior de los túneles, los subterráneos.

◆ 50 ◆
Ha florecido el magnolio en el jardín

Memoria con Marcela Bizama y Hellmuth Brinkmann.

E
s el verano del 81. Ha florecido el magnolio en el jar-
dín. No sabe cómo se ocupa de estos asuntos: tan
bueno, tan terrible como aquel es este tiempo de aho-
ra. No dice que todo dé lo mismo, sino que el tiempo es
uno solo, aunque las alegrías son distintas y los dolores
también.
Se imagina el verano del 81, lucen jóvenes y bellos.
«¿Valdrá la pena mencionarlo?» Tan hermosos y nobles
como entonces le parecen los que ahora andan respiran-
do. No dice que sigan siendo iguales, sino que la vida es
una sola, aunque la belleza luzca arrugas y la fraterni-
dad también.
Verano del 81, las fosas comienzan a abrirse, el país
se levanta del sepulcro. No sabe cómo puede hablar de
ello sin que le den escalofríos. No dice que se esté en el
limbo o que el poder se haya suavizado, pues las vejacio-
nes continúan. Primero secuestran las mentes y por los
cuerpos van después.
Ha florecido el magnolio en el jardín, es el verano del
81. El sol resbala por los techos y cae sobre los cuerpos

◆ 51 ◆
desnudos. Uno riega el pasto mientras canta, otro pone
un cuadro en la pared, un tercero está a cargo del al-
muerzo. Alguien saca una fotografía, parecida a esta,
aunque ya no lo es.

◆ 52 ◆
La delicadeza de regalarle un Mulligan

T
uvieron la delicadeza de regalarle un Mulligan.
Fue por azar.
Alguien supo que el jazz iluminaba sus asuntos y
se le ocurrió
regalarle un Mulligan.
Subterranean Blues le regalaron.
El cierre de capítulo brinda oportunidad
para destacar tal gentileza.

Había oído a Mulligan por primera vez


en aquella Reunión Cumbre con Piazzolla (Milán, 1974).
¿Quién es este tipo que se atreve a mirar fuera de su
camerino americano y hacer un disco con el Astor?,
razonó.

Era Mulligan, que había grabado Lady Bird cuando él


era un recién nacido.
El tono bajo, soterradamente bajo del saxo,
como si estuviera soplando en un subterráneo,
o sea, justo donde percibía que estaba entonces su propia
alma.

◆ 53 ◆
Así que cuando le regalaron ese Mulligan
supo que el azar del tiempo calzaba con un asunto pendiente
en su corazón.
Debía contar sobre aquel subterráneo,
compartirlo –digamos– con la gallada.

Y hacer que el Gerry estuviese ahí,


poniéndole música a esa cantinela.

◆ 54 ◆
◆  3 A.M. BLUES  ◆
.
.
Amanecer en Roosta

N
o sabe cómo ha llegado a ese lugar. No logra identifi-
car ninguna de las marcas inscritas en los muros de
la habitación. La cabeza en su sitio. El estómago en
reposo. Las piernas alargándose hacia el extremo de la
cama con total displicencia.
Reconoce que la mayoría de los zapatos que ha com-
prado son de color marrón. Oye un rumor de procesión
que le avanza pecho afuera desde el centro de la tierra.
Ve a su tribu cruzando los valles hacia el fin de los tiem-
pos, sin él.
Quienes lucen intactos van delante sin mirar atrás.
Los mutilados y los melancólicos van de cola, sin prestar
demasiada atención a los picachos circundantes.
Casi todas sus camisas han sido desabrochadas por
mujeres que no sabían muy bien con quien se estaban me-
tiendo y van ahora en medio de la fila que cruza el valle.
Cuando era joven prefería decir la verdad, de acuerdo
con las recomendaciones de sus padres. Por tal motivo,
perdió credibilidad ante las jefaturas de la tribu y hubo
de pasar gran parte de su madurez vagando a solas por

◆ 59 ◆
las carreteras del país.
Iba y volvía sin mucho asunto, pero dichoso de poder
moverse constantemente por los distintos paisajes. Aho-
ra está allí, en ese hotel extraño, como un tenista elimi-
nado en primera ronda, sin que su vida parezca impor-
tarle un comino a nadie que no sea el conserje.
No desea continuar nada y menos recomenzar. Es, ni
menos ni más, disfrutando del amanecer en Roosta, lu-
gar por el que no siente apego ni animadversión.
A veces suele ponerse una venda negra y un poco de
perfume al acostarse para hacer más agradable la tra-
vesía a las otras realidades. Así logra inmiscuirse entre
los demás de la caravana y caminar un tramo junto a los
suyos, hasta que una persistente alarma electrónica le
arroja violentamente al exterior, donde vuelve a sentirse
honesto, solitario e inútil.

◆ 60 ◆
Era tan feliz

D
urante mucho tiempo se dedicó a rezar en sinagogas
equivocadas. En tanto lo hacía se daba cuenta de la
inutilidad de sus desvelos. Oraba con escepticismo
o, mejor dicho, tenía fe en su incredulidad, pues intuía
que esa inteligencia le ponía verdaderamente a salvo de
cualquier forma de opresión.
Luego, abandonando la incómoda posición que le obli-
gaba a permanecer de rodillas y con la cabeza inclina-
da, salía al encuentro de las nubes errantes, a las cua-
les admiraba por su aparente descontrol y su total falta
de apego a toda suerte de arbitrariedad. Avanzaba tras
ellas por el resto de la jornada –a veces al volante de lu-
josos automóviles– sólo por darse el gusto de conducir
su vida con acuerdo a reglas dictadas por la naturaleza.
La persecución se detenía a orillas del mar. Entonces,
les contemplaba alejarse con velocidad de crucero hasta
que se desvanecían en el horizonte. No había asomo de
angustia en su corazón, pues le asistía la certeza de que
volvería a situarse bajo aquel manto alado, tan pleno de
dulzura y fragilidad.

◆ 61 ◆
Nunca volvió a sentirse tan libre, tan despojado de
toda herencia instalada de facto en su condición: casa
paterna, iglesia, partido, club, publicidad. Nunca se per-
cibió más ligero, ni menos temeroso, ni más pacífico que
en esa época delirante.
Hasta que sentó cabeza y tornó a las correctas jorna-
das de cinismo que caracterizan su actual desempeño
en el colectivo.

◆ 62 ◆
Las cruces que dejaron las guerras y las
flores polvorientas de las procesiones

Memoria con Mariana Matthews.

¿A
qué huele todo esto? El festín púrpura sobre el
agua del archipiélago y la entrada a la gran ma-
dera, sin clavos ni torniquetes. ¿Qué quieren decir
las muchedumbres sino «No podemos vivir sin jefaturas,
no podemos ser como el viento»?
Y aquel arrastrar de calzones sobre el lodo y la sangre
en el culo de los toquis; la sangre de los brazos que cor-
taron con hachazos; los que mataron con viruela y sífilis
y cadenas y más cadenas durante siglos de encomienda,
¿los borrarán con el codo, con letanías?
¿A qué huele todo esto sino a podredumbre de molus-
cos bajo la chamiza humeante? ¿Y las maldiciones que
hicieron saltar del pecho de los que ahora desfilan tras
el perdón?
Taparon con flores polvorientas las cruces que deja-
ron las guerras. Metieron cánticos de dolor en el alma de
esos infelices. Les educaron en la aceptación de la derro-
ta y sellaron su destino de parias.
Y avanzan cada mes las procesiones en dirección de
los rascacielos, donde acuden a pagar la luz, el agua, las
conversaciones.

◆ 63 ◆
Tuvo hijas

S
e casó. Tuvo hijas que educó en las magnitudes de la
incertidumbre. No tiene obra más sublime que haber
ayudado a darles vida.
Vio con ellas el gol de Salas en Wembley después de
recibir con el muslo y en el aire el pase de Sierra.
«Papá, es sólo un partido de fútbol» decían, con el des-
apego que él mismo había instalado en ellas.
Pequeñas –entonces– no podían comprender la poéti-
ca que reside en todas las cosas.
Era un papá raro.
Tardaba en ir a buscarlas a la salida del colegio.
A veces olvidaba sus cumpleaños, pero recordaba per-
fectamente los nombres de las edades geológicas.
En fin: un fiasco en el ámbito doméstico, obsesionado
con las esdrújulas.
«No salvas a nadie», le dijo una vez una de ellas. Y otra:
«Si no haces tu cama al levantarte, el nuevo día no podrá
comenzar».
Los fines de semana solía cocinarles sin que ninguna
se enfermara del estómago. Todo un logro.

◆ 64 ◆
Natal

A mis nietos.

C
on la espalda erguida
largo el tranco
por el camino del otro lado del río.

Nacieron los niños y en el bosque cantó el chucao.


Nacieron y tembló la tierra
en la ciudad flamearon banderas y se desbordaron los ríos.

En las venas la vieja sangre se retira


para abrir cauce al nuevo mundo que, frágil, aprende a
sonreír
y a enarcarle las cejas al invierno.

Sin amargura, porque el amor


produjo lluvias e hizo florecer los cerezos.
«Eres tú mi natal –escribió Evtuschenko– eres tú
donde mi corazón encuentra su hogar».

Nacieron los niños y se aprendió a amar de nuevo.


Y, junto con ellos, nacieron abejas,

◆ 65 ◆
pájaros, peces, otros mamíferos les saludaron
brotó el magma desde el núcleo de la tierra
y la vida pasó como las nubes por el cielo.

◆ 66 ◆
Quiere mirar estrellas

A
unque acepta sin remilgos el mandato de sus jefes del
espacio exterior, aún le intriga la misión que le fue
encomendada: caminar por los bordes, ver destellos
en la oscuridad, entrar montado a pelo en el alma de los
seres que el azar le puso entre ceja y ceja.
Sabe que, cuanto está a su vera, viene de muy lejos y
que con sólo hurgar en sus bolsillos puede extraer puña-
dos de estrellas.
Pero por ahora sólo quiere contemplarlas, mientras
gira y se traslada la tierra.
Verlas caer en el esplendor de la noche y agradecer por
cuanto le fuera concedido: las palabras, el vino, los bra-
zos en los que solía sorprenderle el amanecer.

◆ 67 ◆
Texto del amanecer

D
ándose cuenta de todo, pero sin poder controlar
nada, amanece en su territorio retórico donde agre-
ga textos con la ilusión de diferenciarse de los otros
y a la vez reconocerse. Pero cada vez es más los otros, y
estos más parecidos a él mismo. De tal modo que pre-
sentándose libre/nuevo/único, el amanecer se desliza
en la jaula del texto que supone de su autoría, porque,
a decir verdad, está construido con palabras ya escritas
un montón de veces. Sin embargo, hete aquí la luz solar
desgarrando el spleen, repartida aquí acullá en sílabas
viejas/nuevas/similares/únicas, con las que imagina sus
opciones de felicidad.

◆ 68 ◆
De los caballeros solos

D
espués de los 50 un caballero cae en cuenta que nin-
guna mujer comprenderá la magnitud de su soledad,
de su inmensa tristeza.
Bebe su vino y permanece quieto en una silla, sin áni-
mo para atrapar las moscas de la sala o regar las plantas
en el jardín.
Ha dejado de estudiar las nubes que cruzan por en-
cima del lago y sólo el aroma de la carne a la parrilla y
las risas de los amigos –cincuentones como todos los ca-
balleros solos– logran que arrime su columna vertebral
cerca de las brasas calientes.
Se ríe de todo, mas –de veras– nada le alegra. Por cier-
to, puede aullar de dolor auténtico, a solas, sin histeria y
sin golpearse el pecho con objetos contundentes.
Entierra a su madre un domingo por la tarde y se que-
da sentado en un tronco del patio, donde el viento del
otoño le va arrancando la camisa en jirones, hasta que
el paisaje circundante invade el espacio reservado a su
silueta, sin que sea posible volver a tener noticias de su
paradero.

◆ 69 ◆
3 a.m. Blues

S
e ponía a escribir a esa hora, justo una hora y me-
dia antes que comenzaran a cantar los pájaros. Por
la mañana iba a la escuela, al liceo, a la universidad.
Por la tarde tenía que ayudar en casa o en el garaje de su
padre. Después de la cena cumplía con sus deberes de
estudiante. Miraba televisión, iba a encontrarse con una
chica o no hacía nada. Si no llovía, salía al patio para mi-
rar las estrellas, que le decían: «¡Hey, chico, hay una vida
esperándote allí abajo!» Era medianoche y no tenía ganas
de dormir. Hojeaba revistas donde todos lucían bellos y
parecían felices. A las dos veinte a.m. bajaba a la cocina y
se preparaba un sánguche. Casi siempre junto a él había
una rata procurando entrar en la despensa. Escuchaba
radios argentinas, donde el rock era un aire bueno que
le soplaba directo al corazón, imprimiendo velocidad al
flujo de la sangre en sus venas. Aún no sabía lo que era
amar a una mujer, así que nada de angustia. Aún no que-
ría poseer a nadie, así que nadie podía poseerle. Era libre
como el pájaro que cantaría una hora y media más tar-
de. Por eso se acercaba con alegría a la Olivetti y escribía

◆ 70 ◆
sobre lo mismo que estaba viviendo. Más los recuerdos.
Más los deseos. Más otros asuntos difíciles de precisar.
Y eran las 3 a.m.

◆ 71 ◆
.
Glosario Onomástico de Riedemann Blues
( por orden de aparición )

Alá: Nombre dado a Dios en la lengua li- Juan Oróstica Ulloa: Jardinero chileno
túrgica del Islam. fallecido en accidente del trabajo en el
Sida (VIH): Síndrome de Inmunodefi- invierno del año 2006.
ciencia Adquirida. Alameda con Portugal: Esquina tradi-
Hans Pozo: Joven chileno descuartizado cional en el centro de Santiago.
por desconocidos en 2006. Joseph Ratzinger: Pontífice católico –
Luciano Cruz: Dirigente político chi- Benedicto XVI– asumido en 2005 y re-
leno, uno de los fundadores del MIR, nunciado en 2013, ahora Papa eméri-
fallecido en extrañas circunstancias to. Innovador teológico, ha postulado
en 1971. que «donde están ausentes la alegría
Chacabuco: Campo de prisioneros polí- y el humor, está ausente el espíritu»
ticos chilenos, creado en 1973 y activo y que se requiere de una «visión an-
hasta 1975. tropológica positiva del cuerpo y su
Treblinka: Campo de exterminio de pri- lenguaje».
sioneros judíos en Polonia, 1942-1943; Raúl Zurita: poeta chileno, premio na-
se calculan en 780.000 las personas cional de literatura, autor de Purgato-
asesinadas allí. rio (1979).
Llancahue: Recinto militar en el acceso Humphrey Bogart: Actor cinemato-
sur a la ciudad de Valdivia, empleado gráfico estadounidense, Casablanca
como lugar de ejecución de prisione- (1942).
ros políticos en 1973. Diego Maquieira: Poeta chileno, autor
Ritoque: Campo de prisioneros políticos de Los Sea-Harrier (1993).
chilenos, entre 1974 y 1975. José Luis Cuevas: Poeta chileno, autor
Isla Teja: Penal, uno de los lugares de de Proyecto de País (1994).
detención de prisioneros políticos en Michelle Bachelet: Médico, dos ve-
Valdivia en 1973. ces presidente de Chile, 2006-2010 y
Auschwitz: Complejo de campos de con- 2014-2018.
centración y exterminio de prisione- Biblioteca Nacional: Principal institu-
ros judíos (1940-1945); se calculan en ción bibliográfica chilena, fundada
1.070.000 las personas asesinadas allí. en 1813 en el gobierno de José Miguel
Guantánamo: Base aérea estadouni- Carrera y que tuvo a Manuel de Salas
dense en Cuba desde 1902, empleada como su primer director a partir de
como cárcel de alta seguridad desde 1818. Su actual edificio en Alameda
2001 para prisioneros acusados de 651 se terminó de construir en 1925.
terrorismo. En su Sección Chilena alberga 850.000

◆ 73 ◆
volúmenes y el Fondo General otros dor de un Oscar por su rol principal
350.000 títulos. en Elmer Gantry (1960). También des-
Billie Holiday: Cantante de jazz, in- tacan sus trabajos con Malle, Visconti
térprete de la canción Strange Fruit y Bertolucci. Defensor de los derechos
(1939). de las minorías y los grupos liberales,
Melina Mercouri: Cantante y actriz ci- se opuso a la persecución del macar-
nematográfica griega; Nunca en Do- tismo y a la guerra de Viet Nam.
mingo (1960). Fue dos veces ministra Áurea Vásquez Pinuer: Enfermera ma-
de cultura de su país (1981-1994). trona, madre del autor.
Los Héroes: Estación ferroviaria que Trapecio: Film con Burt Lancaster, Gina
forma parte de la red del Metro de Lollobrigida y Tony Curtis, dirigido
Santiago de Chile. Inaugurada en por Carol Reed (1956).
1975, se ubica sobre la Alameda Ber- Hilton: Marca de cigarrillos pionera del
nardo O›Higgins en la comuna de king size en el Chile de los 60 y 70.
Santiago. Presenta un flujo de pasa- Unidad Popular: Frente político de iz-
jeros alto, en tanto es combinación quierda liderado por el médico Salva-
para las personas procedentes de la dor Allende Gossens, que gobernó en
zona sur del Gran Santiago hacia el Chile desde 1970 y hasta 1973, cuando
centro de la capital. Posee una afluen- fue depuesto por un golpe de estado
cia diaria promedio de 44.211 pasaje- propiciado por la administración del
ros (agosto 2017) y su nombre es tri- presidente estadounidense Richard
buto a los héroes del combate de La Nixon y su consejero Henry Kissin-
Concepción, ocurrido durante la gue- ger, en complicidad con empresarios,
rra del Pacífico. políticos y militares chilenos. La UP
Mesala: Personaje que se opone a Judá, estaba integrada por socialistas, co-
en el film Ben Hur. munistas e independientes, más ra-
Charlton Heston: Actor cinematográfi- dicales y democratacristianos des-
co estadounidense que encarnó el rol prendidos de sus partidos originales y
de Ben Hur. con el apoyo crítico del MIR actuando
Stephen Boyd: Actor cinematográfico como avanzada revolucionaria. La
británico que interpretó a Mesala. profundización de la reforma agra-
Ben Hur: Largometraje histórico (1959) ria, la nacionalización de las riquezas
dirigido por William Wyler. básicas y la promoción de la cultura
Futalelfú: Río y localidad de la provin- popular, procesos iniciados en gobier-
cia de Palena. nos anteriores, fueron sus principales
Lo Valledor: Sector de la comuna de Pe- objetivos de gobierno.
dro Aguirre Cerda en Santiago, con Coliseo: Principal centro deportivo y de
tradición en el establecimiento de espectáculos en la ciudad de Valdivia,
mataderos frigoríficos de bovinos y diseñado por el arquitecto y ex atleta
porcinos. Mario Recordón Burnier e inaugura-
Rolling-stone: Alude a su traducción do para el Mundial Extraordinario de
del inglés como «piedra rodante». Básquetbol Masculino en 1966.
Padrenuestro: Oración principal del ca- Domingo Arriagada: Sacerdote católi-
tolicismo, realizada habitualmente co, profesor de religión del autor en el
antes del reposo nocturno. liceo Armando Robles de Valdivia.
Burt Lancaster: Actor cinematográfico José Manuel Santos Ascarza: Obispo
estadounidense, autodidacta, gana- de la Diócesis de Valdivia (1955-1983)

◆ 74 ◆
y Arzobispo de la Arquidiócesis de para exprimir el jugo de las uvas usa-
Concepción (1983-1988). Santos ha- das en la elaboración del vino, que
bía sido ordenado sacerdote en 1938, luego fue perfeccionando hasta con-
con 22 años de edad. Fue presidente seguir un aparato funcional hacia
de la Conferencia Episcopal en varios 1452, cuando comienza a imprimir
periodos y participó en las cuatro re- la Biblia de 42 líneas por página. El
uniones del Concilio Vaticano II. Fue trabajo fue concluido por su ex socio
tenaz crítico de la autoridad militar prestamista Johan Fust y el yerno de
en relación con las violaciones a los este, Peter Shöffer, quienes, a cargo
derechos humanos conculcados por entonces de la imprenta traspasada
la dictadura. Ingresó a la orden de los por su inventor, editan 150 ejemplares
Carmelitas Descalzos en 1989 y falle- de la obra conocida como «La Biblia
ció en Viña del Mar en 2007, a la edad de Gutenberg» en 1456, que se vendió
de 91 años. a buen precio entre miembros de la
El Hombre Araña: Héroe de un comic jerarquía eclesiástica. Antes de ha-
estadounidense. cerse impresor, Gutenberg fue herre-
Superman: Héroe de un comic ro, orfebre, grabador y platero. Murió
estadounidense. arruinado en su ciudad natal, Ma-
Egipto: Antigua civilización de la huma- guncia, en 1468.
nidad, creadora de un sistema gráfico Cristóbal Colón: Navegante, explora-
jeroglífico cuyas posibilidades ex- dor y cartógrafo genovés, pionero en
presivas resultaron mucho mayores el establecimiento de colonias euro-
que las del sistema de sus vecinos, los peas en América, hasta donde realizó
sumerios. cuatro viajes entre 1492 y 1504. Acusa-
Grecia: Civilización base de la cultura do de autócrata y abandonado por el
occidental, incluido el alfabeto. poder que bien aprovechó de sus ha-
Roma: Civilización imperial base de la llazgos, murió en 1506. La grandeza
lengua y la escritura instaladas en de sus visiones y exploraciones que-
América por los conquistadores euro- da retratada en el destino incierto de
peos a partir de fines del siglo XV. sus restos mortales, repartidos entre
Edad Media: Periodo de mil años en la América y Europa.
historia europea, época en que la es- Martín Lutero: Teólogo y monje agus-
critura fue ejercida casi exclusiva- tino alemán, que acusó de avaricia y
mente por los monjes católicos en los paganismo a la jerarquía de la iglesia
monasterios, quienes elevaron la ca- católica de su tiempo. Publicó 95 tesis
ligrafía, la iluminación, la miniatura de protesta en el pórtico de la iglesia
y la encuadernación al nivel de obras del palacio de Wittenberg en 1517, tras
de arte. Se reconoce que esta obra lo cual fue declarado hereje y poste-
contribuyó a proteger los valores de la riormente excomulgado por el Papa
civilización greco-latina, postergada León X (1521), quien antes había afir-
y en disolución ante el avance de los mado sobre el monje que «cuando se
pueblos germánicos, también llama- le pase la borrachera, se retractará».
dos bárbaros. El ideario contenido en las tesis se
Johannes Gutenberg: La imprenta de difundió rápidamente por toda Euro-
caracteres móviles moderna fue in- pa gracias a la reciente invención de
ventada por Gutenberg a partir de la la imprenta. Otro tanto ocurrió con
adaptación de las prensas utilizadas su traducción de la Biblia al alemán,

◆ 75 ◆
factor decisivo en la consolidación del parla en 1643. Posteriormente los es-
proceso de la reforma protestante. pañoles la fortificaron con un extraor-
Clemente Riedemann Wenzel: Mecá- dinario sistema defensivo que rodea
nico de automóviles, padre del autor. la bahía de Corral. Desde 1848 y hasta
René Barrientos Warner: Violinista y 1873 fue núcleo de la inmigración de
dirigente político del MIR, fusilado en agricultores, industriales, artesanos
Valdivia en 1973. y educadores alemanes. En 1954 se
Caravana de la Muerte: Comitiva a car- funda la Universidad Austral, entre
go del general Sergio Arellano Stark las pioneras surgidas en regiones por
como oficial delegado por el jefe de la iniciativa local. En 1960 la ciudad fue
junta militar, que ajustició a 97 prisio- devastada por uno de los mayores ca-
neros políticos en 16 ciudades a lo lar- taclismos geológicos que registra la
go de Chile, entre el 30 de septiembre historia. Hacia 1973 era sede de un
y el 22 de octubre de 1973. Los juicios regimiento de caballería y otro moto-
posteriores, realizados una vez re- rizado. En 2006 es declarada capital
puesto el orden democrático, demos- de la Región de los Ríos. En la actua-
traron que los militares ejecutaron a lidad es centro de estudios universi-
los prisioneros políticos con bruta- tarios y científicos y uno de los prin-
lidad y que luego las víctimas fueron cipales destinos turísticos del país.
enterradas en tumbas sin inscripción. Chonchi: Localidad en la Isla Grande
Chiloé: Archipiélago ubicado en el sur de Chiloé, célebre por sus rosquillas y
de Chile, depositaria de la cultura una mistela a base de huevo llamada
colonial hispánica de bordemar que «licor de oro».
alterna agricultura, pastoreo y pesca. Dalcahue: Localidad en la Isla Grande
Las variantes del idioma castellano, de Chiloé, conocida por su feria arte-
plagado de arcaísmos, giros y tonali- sanal en la que destacan los tejidos de
dades locales, es una de sus singulari- lana de oveja.
dades. La marca identitaria también Ray Bradbury: Escritor estadouniden-
es observable en su folclor, artesanía se, autor de Crónicas Marcianas (1950).
y gastronomía. Marriott: La mayor cadena de hoteles
Wolfgang Amadeus Mozart: Compo- de lujo del mundo, fundada original-
sitor e intérprete de música docta y mente en Maryland, Estados Unidos
temas populares de época, desde una en 1927 y refundada como corpora-
edad precoz. Especialmente talentoso ción internacional en 1993. Adminis-
para la composición de óperas, dra- tra 5.700 hoteles alrededor del pla-
matizó musicalmente el poema «Das neta, con un total de 1,1 millones de
Veilchen» (La Violeta) de Goethe. Al habitaciones.
final del poema, Mozart se permitió Enrique van Oosterwick (Henky): Pri-
agregar por su cuenta, en forma de re- mo mayor del autor.
citativo, este dístico: «Pobre Violeta / Cipriano Mediavilla (el Chipe): Cama-
era una Violeta primorosa». rada político del autor en 1973.
Valdivia: Ciudad natal del autor, funda- Ranco: Lago y provincia en el sur de
da en 1552 por Pedro de Valdivia con Chile. El lago tiene una superficie de
el nombre de Santa María la Blanca, a 442 km2 y es el tercero por su tamaño
orillas del río Ainilebu. Los holande- en el país. Contiene 13 islas y es hábi-
ses de la expedición comandada por tat de una treintena de comunidades
Hendrick Brouwer intentaron ocu- indígenas.

◆ 76 ◆
Océano Pacífico: El mayor océano del a releer la primera.
planeta, ocupando la tercera parte de Richard Nixon: Presidente de Estados
su superficie. Denominado Mar del Unidos entre 1969-1974. Promotor del
Sur por el explorador español Vasco Golpe de Estado que derrocó al pre-
Núñez de Balboa (1513), primer euro- sidente chileno Salvador Allende en
peo en avistarlo desde la orilla sur del 1973, se vio obligado a renunciar al
istmo de Panamá. Hernando de Ma- año siguiente después de descubrirse
gallanes, navegando desde el Atlánti- su responsabilidad en el escándalo de
co, lo avista al salir del estrecho que espionaje a sus adversarios políticos,
lleva su nombre, en la primavera de conocido como Watergate.
1520 y al verle en calma le denomina Henry Kissinger: Secretario de estado
tal como hoy se le conoce. El Pacífico de Richard Nixon y Gerald Ford (1969-
recorre los aproximadamente 4.400 1977). Creador de la doctrina de la se-
kilómetros de las costas de Chile con- guridad nacional: «La seguridad del
tinental. En su nivel subacuático la orden establecido implica la relativa
presión que ejerce la placa de Nazca inseguridad de los miembros que lo
sobre la placa americana ocasiona integran».
frecuentes movimientos sísmicos de Marcela Bizama: Educadora chilena.
diversas intensidades, incluidos los Amiga y colaboradora del autor en
mayores cataclismos telúricos y ma- la resistencia cultural valdiviana du-
rítimos a escala planetaria. rante la dictadura a fines de los 70 y
Raul Rettig: Profesor, abogado y políti- comienzos de los 80.
co chileno. Fue senador por Bio Bio, Hellmuth Brinkmann: Psicólogo chi-
Malleco y Cautín (1949-1957) y emba- leno. Amigo y orientador del autor
jador en Brasil (1971-1973). Presidió la durante la resistencia cultural valdi-
Comisión Nacional de Verdad y Re- viana a fines de los 70 y comienzos de
conciliación (1990) a solicitud del Pre- los 80.
sidente Patricio Aylwin, encargada de Franca Monteverde: Educadora chile-
emitir un informe sobre la situación na. Amiga y colaboradora del autor en
de violación a los derechos humanos la resistencia cultural valdiviana du-
durante la dictadura militar. rante la dictadura a fines de los 70 y
Patricio Aylwin: Presidente de Chile en comienzos de los 80.
el periodo 1990-94. Dos frases suyas Nelson Schwenke: Antropólogo chi-
marcan el contradictorio pensamien- leno. Participó en las excavaciones
to del centro político chileno: propi- preliminares del sitio arqueológico
ciador del golpe de Estado contra Sal- de Monteverde junto a Tom Dillehay.
vador Allende, dijo entonces «hemos Dedicado después a la composición
perdido la capacidad de asombro»; e interpretación de la música popu-
luego, ya como primer presidente lar, creó junto a Marcelo Nilo el dúo
electo de vuelta al orden democrático Schwenke y Nilo, al alero de la Univer-
acuñó la frase «buscaremos la verdad sidad Austral, donde se encontraron
y la justicia en la medida de lo posi- con el autor en 1978. Autor de cancio-
ble». De esta última surgirá el Infor- nes emblemáticas del Canto Nuevo
me Rettig, que estableció la magnitud como El viaje, Mi canto y Nos fuimos
verificable que alcanzó el terrorismo quedando en silencio. Falleció a raíz
de Estado impuesto por la dictadura de un accidente de tránsito en Santia-
militar y que lleva indefectiblemente go (2012).

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Gerry Mulligan: Músico de jazz esta- construido originalmente en 1923 y
dounidense. Intérprete insigne del reconstruido en 2007, con capacidad
saxo bajo, además de compositor y di- para 90.000 personas sentadas. Se
rector de orquesta. Su trabajo en cola- le considera un emblema del fútbol
boración con Piazzolla en Summit es mundial.
una obra maestra de la fusión musical José Luis Sierra: Futbolista profesional
anglo-latinoamericana, símil a lo lo- y entrenador chileno. El 11 febrero de
grado por Stan Getz y Joao Gilberto en 1998 jugó por el seleccionado nacional
Getz/Gilberto (1963). junto a Marcelo Salas en Wembley, en
Subterranean Blues: Tema de Gerry el triunfo sobre Inglaterra.
Mulligan (1962). Evgeni Evtuschenko: Poeta ruso, autor
Reunión Cumbre (Summit): nombre del poema Babi Yar (1961).
del disco grabado en Milán por Astor Olivetti: Marca de la primera máquina
Piazzolla y Gerry Mulligan en 1974. de escribir del autor.
Astor Piazzolla: Músico, maestro del Walescka Pino-Ojeda: Académica chi-
bandoneón –discípulo de Aníbal Troi- lena formada en la Universidad Aus-
lo– y creador de la «música de Buenos tral de Chile en Valdivia. Actualmen-
Aires» que expandió el canon tradi- te es catedrática en la Universidad
cional del tango porteño desestructu- de Auckland, Nueva Zelanda, donde
rando su ritmo, pero conservando su dirige el Centro Neozelandés de Estu-
atmósfera melancólica característica dios Latinoamericanos. En 2012 pu-
y conectándola con la música concre- blicó Noche y Niebla: Neoliberalis-
ta y el jazz. mo, Memoria y Trauma en el Chile
Milán: Capital económica e industrial Postautoritario (Santiago, Cuarto
de la Lombardía y de Italia, es tam- Propio).
bién centro financiero, artístico, de la
moda y el diseño. Sus centros univer-
sitarios, tecnología editorial y televi-
siva se encuentran entre los mejores
de Europa. Su población alcanza a 1,3
millones de habitantes.
Lady Bird: Tema de Charlie Parker y
Tadd Dameron grabado por Gerry
Mulligan en 1953.
Roosta: Nombre de ciudad surgido en el
imaginario onírico del autor.
Mariana Matthews: Profesional de la
fotografía artística y patrimonial, que
ha desarrollado gran parte de su obra
en el sur de Chile. Autora, entre otros,
del libro Adoremos (1997).
Marcelo Salas: Futbolista profesional
chileno que triunfó en Italia (1998-
2003). Goleador insigne del seleccio-
nado nacional.
Wembley: Nombre del mayor estadio
de Inglaterra y el segundo de Europa,

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Riedemann Blues
◆  FALSOS BLUES
Fall`s Blues  9
Llévame hasta el fin del mundo  10
Sueña que no puede dormir  11
Hans Pozo Blues  13
Tenía que ir a Auschwitz  15
El jardinero Oróstica  16
Por las grandes alamedas  17
Blues de la China  19
Siempre hay una boda los sábados en la ciudad  21

◆  BLUES SUBTERRÁNEOS
Estación Los Héroes  27
Temor de entrar en las carnicerías  29
No quería ser una rolling-stone 30
Áurea   32
Notas de Áurea en septiembre de 1973  34
El Hombre Araña y Superman  38
Entrevista con su padre   40
René Barrientos Warner (1944-1973)  42
Crónicas Marcianas 44
Informe del discurso pronunciado en la cena del jueves  46
La historia del trozo de riel  47
2.279 49
Ha florecido el magnolio en el jardín  51
La delicadeza de regalarle un Mulligan  53

◆  3 A.M. BLUES
Amanecer en Roosta  59
Era tan feliz  61
Las cruces que dejaron las guerras y las flores polvorientas de las procesiones  63
Tuvo hijas  64
Natal 65
Quiere mirar estrellas  67
Texto del amanecer  68
De los caballeros solos  69
3 a.m. Blues  70

Glosario Onomástico de Riedemann Blues  73


Esta primera edición en 500 ejemplares de
Riedemann Blues
de Clemente Riedemann Vásquez
se imprimió durante noviembre de 2017 en los talleres de Andros Impresores,
Santa Elena 1955, Santiago de Chile, ☎ 2 2555 6282, http://andros.cl, para Ediciones

Kultrún, 998 735 924,  653, [email protected], Valdivia, Chile.

Diseño y cuidado de la edición


Ricardo Mendoza Rademacher

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