Lengua y Cultura
Lengua y Cultura
Lengua y Cultura
Sobre este déficit han sido recurrentes las demandas para que la escuela y los docentes
tomen medidas que remedien las dificultades en los procesos de lectura y escritura. En
este sentido, durante la última década, han aparecido propuestas variadas dentro del
sistema educativo; no obstante, al escenario de la Educación Superior continúan llegando
estudiantes que presentan deficiencias de una u otra índole con respecto a la lectura, la
interpretación, la argumentación y los procesos de producción textual.
Febrero de 2015.
Los Autores
Olga Lucía Arbeláez Rojas.
[email protected]
Licenciada en lingüística y magíster en Desarrollo. Profesora titular de la Universidad
Pontificia Bolivariana. Coordinadora del programa de Etnoeducación de la UPB, y de la
línea de investigación en interculturalidad del grupo de Investigación Lengua y Cultura.
Docente de la Facultad de Educación.
[email protected]
Licenciada en Español y Literatura; especialista en Literatura y magíster en Enseñanza del
Español como Lengua Extranjera. Profesora y coordinadora del curso Lengua y Cultura.
Coinvestigadora del grupo Lengua y Cultura y coordinadora de la línea en Didáctica del
Español como lengua materna, segunda lengua y lengua extranjera.
[email protected]
Licenciado en Filosofía, Psicólogo, Magíster en Teología y Ph. D., Universidad Pontificia
Bolivariana. Profesor Titular de la Universidad y Director del Grupo de Investigación Lengua
y Cultura de la Facultad de Educación. Profesor del área de Español de la Facultad de
Educación y de Lengua y Cultura.
[email protected]
Licenciado en Lenguas Modernas, especialista en Literatura con énfasis en producción de
textos e hipertextos y Magister en Educación de la Universidad Pontificia Bolivariana.
Profesor del curso Lengua y Cultura y de las áreas de inglés, español y literatura de la
Facultad de Educación. Coordinador del Semillero de Lengua y Cultura y miembro del
Grupo de Investigación del mismo nombre.
[email protected]
Filósofo y Magíster en Filosofía de la UPB. Profesor de Lengua y Cultura, de las áreas de
Ética y Humanidades de la Facultad de Filosofía y Letras y del Departamento de Inducción
a la Universidad. Miembro del grupo de investigación Lengua y Cultura de la Facultad de
Educación.
[email protected]
Licenciada en Filósofa de la UPB, Especialista en Literatura. Magíster en Educación.
Profesora de Lengua y Cultura y de Humanismo y cultura ciudadana del Programa de
Inducción de la Escuela de Educación y Pedagogía. Co-investigadora de las prácticas
tutoriales de la UPB.
[email protected]
Publicista de la UPB. Magister en Estética en la Universidad Nacional de Colombia.
Profesor de la Facultad de Educación de la UPB y de la Institución Educativa Colegiatura
Colombiana.
[email protected]
Licenciado en Filosofía y Letras, Especialista en Literatura: producción de textos e
hipertextos y Magister en Educación. Además, escribe una columna quincenal para el
periódico El Espectador sobre temas referidos al fútbol y la literatura.
[email protected]
Profesor de Lengua y Cultura y de las áreas de español literatura e investigación de la
Facultad de Educación. Coordinador de la Especialización en Literatura con énfasis en la
producción de textos e hipertextos; coordinador del semillero de investigación: El Hombre
de Arena. Licenciado en lenguas modernas: español e inglés, Especialista en literatura y
Magister en Educación de la UPB.
[email protected]
Profesora de Lengua y Cultura, del Departamento de Inducción a la Universidad y del área
de pedagogía e investigación de la Facultad de Educación. Profesora investigadora de
pedagogías inductivas del Departamento de Inducción a la Universidad. Profesional en
Filosofía y Magíster en Desarrollo de la UPB.
[email protected]
Licenciada en Lingüística y Literatura de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas
de Bogotá. Magíster en Lingüística Española en del Instituto Caro y Cuervo. Master en
Sciences du Langage de l´Université Lumière Lyon 2 (Francia). Docente de Lengua y
Cultura.
[email protected]
Docente secretaría de educación municipio de Medellín. Licenciado en Español y
Literatura, Universidad de Antioquia. Especialista en literatura y Magíster en educación, de
la Universidad Pontificia Bolivariana. Docente de Lengua y Cultura.
La lectura y la escritura en la Educación Superior
La lectura, además de ser una habilidad que se desarrolla o se adquiere como práctica en
sí misma o por la evolución y el contacto cultural del ser humano, constituye un proceso
complejo en el que intervienen, no solo aspectos culturales, sino cognitivos y de
conocimientos acerca de la lengua. La lectura, entendida como un proceso en el que se
llevan a cabo tareas cognitivas, postula un cambio en la concepción de leer: no se trata
sólo de un hecho culturizante, sino de una práctica en la que se despliegan procesos de
pensamiento, necesarios hoy, máxime cuando el mercado laboral y la vida en general
exigen, además de la sólida formación en los campos de especificidad, flexibilidad,
creatividad y recursividad, competencia comunicativa.
Lengua y Cultura halla puntos comunes con las concepciones teóricas de los Lineamientos
Curriculares del área de Lengua Castellana –Ministerio de Educación Nacional–, por tanto,
y para mayor comunicabilidad, asume la terminología propuesta por el MEN y adiciona
nociones de las teorías cognitivas, como se explica en el cuadro No. 1.
Por otro lado, para el trabajo pedagógico con la escritura, se adopta una perspectiva
didáctica para la producción con sentido y el avance del estudiante hacia el nivel
metacognitivo, en el desarrollo de su competencia textual. La propuesta metodológica se
plantea desde los subprocesos de pre-escritura, escritura y re-escritura. En el primero se
trabaja en la recolección de información, jerarquización de las ideas y toma de decisión
frente a la intención textual y, con ello, al tipo de organización textual predominante. En el
subproceso de la escritura se llega a la composición mediada por conocimiento explícito de
aspectos formales, conocimiento lingüístico, aspectos estructurales, los distintos modos de
organización textual en coherencia con la intención pragmática y aspectos temáticos en los
que prima la adopción de un punto de vista.
Toda lectura es escritura. Esta estrategia de la propuesta didáctica funda las tensiones
desde las cuales el estudiante se apropia, es decir, comprende e interpreta la ciudad. Las
tensiones a las que se refiere la propuesta son:
Planteamiento
Interpretación
Los contenidos temáticos que constituyen los objetos de estudio del curso permiten
movilizar conocimientos previos, necesarios para alcanzar las metas de aprendizaje y
competencias propuestas por el mismo:
Metas de aprendizaje
Reflexión, comprensión y utilización competente de los actos comunicativos básicos
para la autoformación profesional
La evaluación se realiza de acuerdo con los logros alcanzados en relación con los
propósitos, las metas de aprendizaje y las competencias. Es así como “el qué” de la
evaluación alude a la presencia y participación del estudiante en el aula –actitud dialógica y
propositiva–. El “cómo” corresponde a la puesta en escena de las comprensiones y uso de
los conceptos, la capacidad para plantearse problemas y preguntas, al uso de
procedimientos propios del modelo de lectura abductiva y a la comunicación, en forma oral
y escrita, de sus conocimientos, haciendo uso metacognitivo de la lengua y de la escritura
como tekné. Se entiende que el estudiante se encuentra en proceso y, en este sentido, es
coherente con la concepción de la competencia por niveles: uso, adquisición, explicación. Al
estudiante se le evalúa para diseñar estrategias didácticas que permitan afianzar el nivel
de competencia en que se encuentra, reconocerlo y pasar a otro.
Desde hace varios años (2004) el Grupo de Investigación Lengua y Cultura se dio a la
tarea de escribir, estructurar y presentar a la comunidad educativa de la Universidad un
libro cada dos años –con revisión, corrección y reedición anuales– que sirve como
acompañante en el proceso de formación del Ciclo Básico Universitario, llamado como el
curso mismo: Lengua y Cultura. Para el presente año (2009) se ofrece este volumen
(tercero), que contiene la información necesaria para el curso en la siguiente estructura:
Textos expositivos acerca de: la abducción, escrito por el profesor Juan Eliseo
Montoya Marín; la metáfora, escrito por la profesora Marcela García; la
dimensión lingüística del ser humano, cuyo autor es el profesor Sergio Pérez
Burgos; y una propuesta teórica para la lectura de la ciudad expuesta en dos
textos, uno de Richard Sennett y otro de Michel de Certeau.
En este sentido, el libro presenta diferencias sustanciales y formales en relación con las
ediciones anteriores, lo cual se nota tanto en el tratamiento de los temas como en la
maduración y énfasis de la estrategia metodológica, en los propósitos de formación y en el
sistema de evaluación. No obstante, el curso le presta, como ocurre desde que fue
concebido, principal atención a la lectura por niveles y a los procesos de escritura que
pueden surgir a partir de los insumos adquiridos en cada uno de los niveles de lectura.
Grupo de investigación Lengua y Cultura
Cultura: Lenguaje e interpretación
Sergio Pérez Burgos
Desde un punto de vista antropológico, el hombre se caracteriza, entre otras cosas, por
ser un animal que interpreta su relación con el medio en el que habita, incluido él mismo, al
considerarse como parte integrante del conjunto de lo real. Esta particularidad humana
puede entenderse un poco mejor, si atendemos la explicación que comienza a aportarnos la
biología desde finales del siglo XIX, cuando Charles Darwin, con su teoría de la evolución
de las especies, nos permitió acceder a la hipótesis que indica que el hombre, tal como hoy
lo conocemos, es el producto final de un largo proceso evolutivo, que hizo posible que el
animal humano atravesara por una serie de transformaciones biológicas que le permitieron,
sucesivamente, adaptarse a las muy diversas y azarosas contingencias que le oponía el
medio externo donde habitaba. En efecto, hace millones de años, el que iba a convertirse
posteriormente en homo sapiens sólo era un tipo de homínido que vivía en los árboles; ello
supone entonces que en esa época existían inmensas extensiones de tierra pobladas de
bosques y que, como es obvio, se constituían en el hábitat óptimo para su desarrollo y
sobrevivencia.
Pero resulta que, un buen día, sin que ningún signo lo pudiera vaticinar con exactitud, el
clima de la tierra comenzó a transformarse radicalmente y, entonces, los inmensos
bosques se redujeron considerablemente, y el antiguo homínido, nuestro remoto
antepasado, se vio abocado a una situación de incertidumbre permanente, pues, con la
deforestación, ya no era posible garantizar su supervivencia.
La racionalidad emerge, pues, como una nueva facultad adaptativa; éste es su límite y
también su posibilidad. Efectivamente, le permitirá al hombre sobrevivir, pero de una
manera radicalmente distinta respecto a la de sus antepasados. En efecto, con la aparición
de la racionalidad, se pone de manifiesto un cambio cualitativo de inmensas incidencias en
el desarrollo antropológico del hombre. A partir de ese momento, los seres humanos ya no
nos encontraremos reducidos a vivir en el perímetro cerrado del ensimismamiento instintivo,
cuyo mecanismo intrínseco tiende a responder a los diversos estímulos externos, y de
acuerdo con las características de cada especie animal, de manera similar, es decir,
reiterativa o mecánica.
Si, como decimos, la racionalidad nos otorga un cambio cualitativo singular, es porque
habrá de permitirnos hacer conciencia (¿horror o maravilla de la naturaleza?) del medio en
el que habitamos y, por tanto, re-presentarnos cada uno de los objetos, fenómenos y
acontecimientos que circunscriben nuestro medio ambiente, incluidos nosotros mismos.
Como es de suponer, la racionalidad apenas sí le permitía al hombre tener una percepción
tímida, tosca y elemental de su entorno. Al respecto, el filósofo norteamericano Lewis
Mumford se arriesga a lanzar la hipótesis de que los primeros individuos de la especie
homo sapiens que habitaron las planicies terrestres tuvieron, también como nosotros hoy,
experiencias oníricas; ello parece confirmarse por los testimonios pictóricos que aún
subsisten en algunas cavernas prehistóricas, como la de Altamira (España) y Lascaux
(Francia).
Sin embargo, podríamos suponer que, en ese momento, el Homo sapiens no contaba con
los medios suficientes para arriesgarse a diferenciar el contenido de sus sueños respecto
de las experiencias diversas que le deparaba su estado de vigilia. Dicho de otra manera,
para ese entonces, el hombre no podía diferenciar o establecer fronteras nítidas entre la
realidad cotidiana, mediatizada por el despliegue de acciones encaminadas a garantizar su
propia supervivencia, y esa otra realidad abigarrada y caótica, que emergía a
contracorriente de su propia voluntad mientras dormía. Si esto era así, no es difícil concluir
que ello también ocurría respecto a otras dimensiones de la realidad: las diferencias
existentes entre realidad y fantasía, razón e imaginación, sentido y sinsentido, bien y mal,
objetivo y subjetivo – categorías, todas ellas, que le hubieran permitido una orientación más
segura en sus proyecciones, indagaciones o desplazamientos – sólo advendrán más tarde.
Mientras tanto, el sentimiento que habría de embargarlo, sería el del terror producido por
esta profunda inseguridad nómada: tanteando por entre el laberinto denso y extenso que
constituye la realidad en su conjunto, el hombre intentará abrirse caminos seguros hacia la
comprensión; pero, mientras tanto, algunos procesos tendrán que afianzarse.
Decíamos que, mientras este desajuste logra soldarse, otros procesos están deviniendo; al
primero de ellos lo podríamos denominar “reducción del instinto”; ello significa que la
intensidad primaria de los instintos es atenuada en función de una adaptación a un espacio
de posibles sabánico que nunca se hallará demarcado totalmente, como sí ocurría, por el
contrario, con el espacio relativamente cerrado del mundo arborícola.
El hombre será, por tanto, a partir de ese momento, la única especie que se transforma o
evoluciona sin especializarse, en la medida en que siempre se verá abocado a
experimentar e inventar estrategias de adaptación, en relación con un medio que siempre
se expresa en una infinitud de “posibles” y de coyunturas por develar, afirmar o resolver.
Esta misma circunstancia le brinda cierta dosis de libertad, pero también lo hace proclive al
error, pues de lo que se trata, finalmente, es de hacer coincidir lo posible con lo real.
A las preguntas ¿qué son las cosas?, ¿qué relaciones y qué diferencias existen entre
ellas?, ¿cuál es su causa y cuál su finalidad?, ¿cuál es el sentido último de la existencia?,
se deriva una respuesta, es decir, un sentido o significación provisionales que, atribuidos a
las cosas mismas, las haría aprehensibles, experienciables y posibles, es decir, reales.
Nótese que en la instancia un tanto enigmática en que emerge la pregunta, se pone de
relieve que no es el ámbito de la especialización instintiva lo que la hace posible, sino una
suerte de vacío, de suspenso, de dilación, de distancia. El hiato momentáneo y dinámico
existente entre pregunta-respuesta y el componente interpretativo que de él se deriva es lo
que permite que “la cosa” adquiera el carácter de “posible” en relación con lo real; dicho de
otra manera, lo posible, avistado por la facultad interpretativa de la razón, tendrá siempre
un cimiento artificioso o creativo; por lo que hemos visto, toda interpretación se constituye
sólo en una opción mayor o menor de asertividad aprehensiva de la realidad; y en cuanto
opción interpretativa, nunca podrá estar segura de conocer exhaustivamente aquella
parcela de la realidad que, en cualquier caso, pretenda allanar.
No está de más afirmar que esta situación obligaría a la racionalidad a una revisión
permanente de sus productos interpretativos y comprensivos, pues si fuera de otra
manera, estaría clausurando su propia dinámica interna y, por ende, el horizonte de
posibles con los que la realidad se expresa.
Ahora bien, hasta el momento hemos hablado de la racionalidad como si se tratara de una
facultad estrictamente subjetiva y tautológica, pero eso no es así. De hecho, la racionalidad
humana ha podido desarrollarse y potenciarse en relación directa con la aparición y el
despliegue del lenguaje. Ambos son acontecimientos simultáneos, aunque las ciencias que
se han ocupado de este fenómeno no sepan decirnos aún con claridad cómo comenzó a
producirse esta articulación vital. Lo cierto es que, gracias a esta relación, los seres
humanos tuvieron la posibilidad de fortalecer sus capacidades individuales y sus vínculos
gregarios, cuando les fue posible compartir sus percepciones del mundo y, a través de lo
que inicialmente fueron sonidos onomatopéyicos, designar con símbolos convencionalmente
creados la significación o el sentido de las cosas.
Material complementario
Película “La Guerra del Fuego“ de Jean JAcques Annaud.
Camaleón del texto, miméticas en su arco iris semántico, las metáforas viajan
al núcleo del lenguaje, dan lustre a las palabras desgastadas por el uso,
arrojan sus redes de asociaciones y unen lo semejante y lo diverso. Hay un
relámpago de intuiciones cuando una de ellas porta la llave que abrirá nuestro
espíritu a la contemplación de la verdad y belleza que habitan cada uno de los
rincones de lo aparente y lo oculto. Cuando la palabra da en el blanco a través
de la metáfora, los objetos más comunes, las situaciones más triviales se
muestran en toda su complejidad: por el ojo de la aguja del tiempo cotidiano
pasan, no sólo el camello bíblico, sino peces, árboles derribados y
expediciones al mundo invisible.
Rafael Núñez
Metáfora tradicional
La metáfora tradicional se nos había mostrado como un tropo que consistía en presentar
como idénticos dos términos distintos, es decir, en la metáfora tenía lugar una relación
entre dos ideas, la primera relacionada con la palabra (significación primitiva de la palabra,
o sea el término real) y la otra, la idea nueva, la que uno le atribuía (referida a la imagen o
al término figurado). Aquí la primacía en la metáfora era la palabra.
Ejemplos
El tiempo es un río.
Hoy, hay nuevas concepciones de la metáfora, dos de ellas son la propuesta por Paul
Ricoeur y la de Jorge Lakoff y Mark Johnson. La primera es llamada metáfora de
invención; la segunda, metáfora convencional.
Metáfora de invención
Paul Ricoeur, la aborda desde la retórica actual que investiga las causas generadoras de la
metáfora, lo que la ubica en el plano mismo del discurso.
Así pues, para que la metáfora no sea un mero accidente de la denominación, se recurre a
una teoría discursiva de la misma. Su estudio va a estar centrado en una teoría que se
apoya en la semántica de la frase. Puede decirse entonces, que la metáfora toca a la
palabra en su esencia, pues afecta su identidad semántica, es decir, la palabra sólo va a
tener significación actual en la frase. Es aquí, donde Ricoeur retoma la línea de Benveniste,
pues éste elige el discurso. En su estudio, la palabra se sitúa en una posición intermedia:
se puede descomponer en unidades fonéticas inferiores, pero se integra con otras
palabras en una unidad de nivel superior; pues “la palabra es, en cuanto implica sentido, un
elemento constitutivo de la frase” La frase aquí es requerida como unidad mínima de
significación.
En este sentido se hace una crítica a la distinción que tiene la retórica clásica entre el
sentido propio y el sentido figurado, pues la palabra no tiene una significación propia ni un
sentido por sí misma, fuera del contexto de la frase, es decir, la significación no va a estar
atada a la relación entre una única idea y una palabra determinada; respecto a esto
Ricoeur cita a Richards cuando dice: “por tanto las palabras no son en absoluto los
nombres de las ideas presentes en el espíritu ni se constituyen por una asociación fija con
algún dato, sino que se limitan a hacer referencia a las partes del contexto que faltan” , es
decir, no hay ninguna significación adherente a las palabras, sino que la significación
aparece en ese juego contextual, y este juego tiene que ver con las relaciones que hacen
falta en el contexto, ¿qué falta? las otras relaciones posibles que se pueden hacer, hay
pues, toda una movilidad de la significación. En esta medida, la palabra puede tener
múltiples significados, pertenecer a contextos diferentes y, sin embargo, se genera todo un
juego de posibilidades interpretativas que reside en ese todo que es la enunciación.
Vista desde aquí, la metáfora se manifiesta a nivel del enunciado como una interacción
entre contextos diferentes, donde se establece una relación de desigualdad que genera
una tensión entre el significante que hace alusión al contexto, y el otro, que hace alusión a
un contexto y a una significación diferente, creando así una relación de oposición a partir
del desnivel; pero “ no se trata pues, de un simple desplazamiento de las palabras, sino de
una relación entre pensamientos, es decir, de una transacción entre contextos. Si la
metáfora es una habilidad, lo es del pensamiento” . En este sentido, se rompe con la
concepción clásica que nos presentaba la metáfora desde la comparación por rasgos
comunes que tenían las palabras.
Ahora bien, con Paul Ricoeur, se abre una concepción nueva de la metáfora donde ésta no
tiene estatuto en el lenguaje en cuanto ya establecido, como ocurría con la retórica
tradicional, donde el lenguaje ya constituido posibilitaba la creación de la metáfora, en la
medida que ésta podía ser traducible y tenía como referente a la realidad.
Metáforas convencionales
“Perder el tiempo”, “alto costo de la vida”, “ganar peso”, “cayó muy bajo”, “no me cabe en
la cabeza”, “ perdí el hilo de la conversación”, “le falta un tornillo” “metido en problemas”.
Nuestro lenguaje común es mucho más metafórico de lo que a menudo nos damos cuenta,
muchas de estas metáforas son generadas por estructuras básicas de nuestra experiencia
y nuestra manera de pensar, son expresiones que se utilizan de manera inconsciente y
habitual: “la metáfora impregna nuestra vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino
también, el pensamiento y la acción”
Para Lakoff y Johnson las metáforas son la expresión de una actividad cognitiva
conceptualizadora, mediante la cual comprendemos un ámbito de nuestra experiencia en
términos de la estructura de otro ámbito de experiencia, es decir, las metáforas hacen
parte del aparato conceptual, compartidas por todos los miembros de una cultura.
Podríamos afirmar que el mundo de cada hablante varía de acuerdo con sus creencias,
costumbres, tradiciones, experiencias, estos elementos son la fuente de inspiración para
crear y comprender las metáforas dentro del sistema conceptual de una cultura
determinada. Las metáforas serían pues, una forma de experimentar la cotidianidad.
En el libro, Metáforas de la vida cotidiana, Lakoff y Johnson presentan tres tipos distintos
de estructuras conceptuales metafóricas:
“Defendí muy bien mis argumentos”, “Ataque todos sus puntos débiles”. “Nunca le he
vencido en una discusión”. “Si usas esa estrategia te aniquilará”
“La metáfora no está meramente en las palabras que usamos, está en el concepto mismo
de discusión. El lenguaje de la discusión no es poético, imaginativo o retórico; es literal.
Hablamos de discusiones de esta manera porque la concebimos de esta manera (en
términos bélicos) y actuamos según la forma en que concebimos las cosas.”
Ahora, para hablar de la forma en que las expresiones metafóricas de nuestro lenguaje
cotidiano pueden indicar la naturaleza metafórica de los conceptos que estructuran
nuestras actividades cotidianas, Lakoff y Johnson, traen como ejemplo el concepto
metafórico: El tiempo es dinero.
Me estás haciendo perder el tiempo. Utiliza tu tiempo con provecho. No dispongo de tiempo
suficiente para el trabajo. Gastaste mucho tiempo en ese proyecto. Vive de tiempo
prestado.
“...entendemos y experimentamos el tiempo como el tipo de objeto que puede ser gastado,
desperdiciado calculado, invertido acertada o desacertadamente, ahorrado y despilfarrado.
Tanto EL TIEMPO ES DINERO, como EL TIEMPO ES UN RECURSO LIMITADO y EL
TIEMPO ES UN OBJETO VALIOSO son conceptos metafóricos. Son metafóricos en el
momento en que estamos usando nuestras experiencias cotidianas con el dinero, los
recursos limitados y las cosas valiosas para conceptualizar el tiempo”.
Las Metáforas Orientacionales tienen que ver con la orientación espacial y nacen de
nuestra constitución física y de nuestra experiencia cultural (no son arbitrarias):
arriba/abajo, dentro/fuera, delante/detrás, profundo/superficial.
Ejemplos:
ES ARRIBA
Me levantó el ánimo.
Ya estoy levantado.
Creció su poder.
ES ABAJO
Estoy deprimido.
Cayó en coma.
Es menor de edad.
Bajó de posición.
Cayó enfermó.
Esta última orientación metafórica tiene bases sociales y físicas: el status está
relacionado con el poder (social) y el poder (físico) es arriba.
Las metáforas Ontológicas son aquellas por las que se caracteriza un fenómeno en
términos de entidad, sustancia, recipiente, persona. “Utilizamos metáforas ontológicas para
entender acontecimiento, acciones, actividades y estados. Los acontecimientos y las
acciones se conceptualizan metafóricamente como objetos; las actividades como
sustancias; los estados como recipientes.”
Ejemplos:
Las metáforas no son pues, un fenómeno meramente lingüístico, sino que competen a la
caracterización conceptual de nuestra experiencia cotidiana, conciernen al conocimiento,
pues la función primaria de las metáforas es cognitiva y ocupa un lugar central en nuestro
sistema ordinario de pensamiento. Ellas modelan nuestra percepción, nuestro pensamiento
y nuestras acciones.
Además ellas confieren sentido. Son capaces de crear una nueva realidad. Las palabras
por sí solas no cambian la realidad, pero los cambios en nuestro sistema conceptual
transforman lo que es real para nosotros y afectan a la forma en que percibimos el mundo
y al modo en que actuamos en él “Tales metáforas pueden proporcionarnos una nueva
comprensión de nuestra experiencia. Pueden dar nuevo significado a nuestras actividades
pasadas así como a las actividades cotidianas, y a lo que sabemos y creemos”.
Los autores toman esta metáfora para mostrar cómo ésta surge de nuestras creencias y
experiencias de lo que significa que algo es una obra de arte hecha en colaboración y
muestran las implicaciones de esta metáfora:
Conclusión
La metáfora no es sólo un fenómeno desplazado al campo de la literatura, un mero
ornamento del lenguaje, sino que ella cumple una función primordial en todos los escenarios
de la vida cotidiana del hombre, no para describirlos, sino para “mirarlos”, nombrarlos de
una manera nueva, diferente a la “visión ordinaria” que no logra percibir la movilidad de la
significación que es la que hace que se produzca algo nuevo, que haya una invención de
sentido. La metáfora no podrá ser traducida, pues no tiene como referente la realidad sino
el enunciado, el discurso, es allí donde tiene lugar una innovación semántica.
Abducción, un ejercicio de comprensión
Juan Eliseo Montoya Marín
Cuenta una tradición oriental que un discípulo le dice a su maestro: “Maestro, ¿qué
extraordinario nos puedes decir hoy?” a lo cual este responde: “que estoy vivo”. El
discípulo, un tanto decepcionado, responde: “Maestro, pero eso todos lo sabemos”. “Sí,
dice el maestro, pero no todos nos damos cuenta”. Tal vez la mayor riqueza emanada de
los procesos de comprensión a partir de la Abducción es “darse cuenta”. La vida pasa sin
ser percibida realmente y es ahí donde aparece, como en un libro abierto, la fuente de
toda sabiduría y de toda interpelación cognitiva. Los sentidos perciben, la emoción marca
la percepción y el pensamiento procesa la información. Lo que conocemos como hipótesis
son los productos de la sensación, la emoción y el pensamiento, no sólo del pensamiento.
Investigación
Para llegar al conocimiento de la verdad, que nunca es definitiva en el campo de la ciencia,
puede transitarse el camino de la inducción, yendo de lo particular a lo general, puede
llegarse a lo particular partiendo, deductivamente, de reglas generales establecidas, o
puede operarse cognitivamente bajo el modelo abductivo, es decir, yendo de lo particular a
lo particular, buscando, de forma analítica, la manera de completar la experiencia que
ofrece a la vista determinados signos o resultados.
La inferencia, abducción o retroducción, tiene características que pueden ser útiles en
cualquier proceso de investigación o indagación. En este caso en particular, como uno de
los objetivos es trazar líneas de análisis que nos permitan navegar –estableciendo
puentes– entre los campos de la cultura y sus múltiples manifestaciones, en las cuales se
ven implicadas múltiples disciplinas, no puede sonar extraño la idea de aplicar a la lectura
una metodología y unos conceptos de crítica y análisis, con la sana finalidad de llegar a
formular algunas miradas noveles hipotéticas sobre temas ampliamente trabajados desde
la teoría o comúnmente conocidos en la cotidianidad. La abducción es, pues, el
dispositivo metodológico que nos ayudará a mapear nuestro terreno de estudio,
navegar por él y encontrar correspondencias existentes entre él (terreno hipotético,
literario, teórico) y el mundo real (signos o conjuntos de signos), tanto en su contexto de
creación o de origen como en el contexto de lectura o descubrimiento, mediante un cotejo
permanente entre conocimientos previos (estudio de las ciencias auxiliares implicadas
en el proceso y convocadas por el tema o el problema) y el abanico de signos que
aporta la vida cotidiana, tanto a través de la historia, como en el momento actual, es
decir, se da una vinculación de las miradas diacrónica y sincrónica.
Toda investigación requiere o reclama ciertas líneas teóricas que sirvan para la lectura
(interpretación y comprensión) de la realidad. Hay siempre unas más relevantes y las
demás serán saberes subsidiarios que ofrecerán conocimientos ricos y pertinentes.
Proceder con base en la heurística permite evitar una predisposición, a veces nociva,
frente a lo que se pudiera encontrar en el estudio; pues, aunque se parte de la
observación y de la formulación de unas hipótesis desde los limitados conocimientos
que se poseen al comienzo del desarrollo del trabajo de indagación, se puede llegar, al
final, a concluir que dichas hipótesis estaban erradas o no y hallar explicaciones
imprevistas, toda vez que pueden aparecer nuevos signos no leídos, olvidados o leídos de
forma inconveniente, improcedente o imprecisa, y pueden aparecer nuevos conocimientos
que impulsen a entender e interpretar los fenómenos de forma distinta a como se venía
haciendo, a imagen de las rupturas epistemológicas.
Al hablar de rupturas epistemológicas se hace referencia a cambios sustanciales en la
forma de entender el mundo, a partir de la superación de una teoría universalmente
conocida y aceptada o de un punto de vista comúnmente reconocido como evidente y
axiomático. Es el caso, por ejemplo, del paso de la concepción geocéntrica del universo a
la concepción heliocéntrica. Como suele suceder con el ser humano, primero hay una
resistencia a la aceptación de una teoría nueva y al desplazamiento de la anterior sobre la
que no había duda alguna, puesto que se hace difícil la desinstalación en un punto fijo y
tradicionalmente seguro para aventurarse a una idea novedosa y no probada en el tiempo;
luego se despierta el interés por considerar como posible aquello que era desconocido o
no estaba sistematizado; por último, después de continuas falsaciones, se va adquiriendo
mayor confianza en dicha explicación del mundo y termina por adoptarse como propia,
terminando por permear de manera “natural”, es decir, espontánea, la forma de ver el
mundo.
Abducción
Un profesor plantea a sus estudiantes la pregunta de por qué en cada una de las regiones
de Colombia las prácticas culinarias son distintas. En este punto, aunque ninguno es
experto en el tema, surgen algunas explicaciones: la del clima, la de la tradición, la de la
economía, entre otras. Sin embargo, ninguna de esas explicaciones, aunque todas
posibles, permite una fundamentación seria y rigurosa. Entonces los estudiantes se
dedicarán a conocer más a fondo las distintas condiciones que pueden ser determinantes
de las características culinarias en general, sin perder de vista las específicas y evidentes
de cada región colombiana (signos), y estudiarán juiciosamente en qué medida dichas
teorías explican suficientemente las diferencias evidentes. Establecerán las debidas
relaciones, harán los cotejos necesarios y, entonces, podrán quedarse con una de las
explicaciones o hipótesis iniciales, o podrán formular una nueva. De esta manera tendrán
elementos suficientes, de la realidad y de la teoría, para explicar un hecho concreto: las
diferencias entre unas prácticas culinarias y otras, lo cual media entre el origen de la
tradición y la tradición misma, se podría expresar de la siguiente manera: en la sabana
cundiboyacense se consume principalmente papa, a diferencia de la costa caribe donde se
consume principalmente pescado (resultado); esto se debe a que cada población, de
acuerdo con su posición geográfica y el clima, convierte en ingrediente fundamental de su
sustento alimenticio aquello que tiene más a mano (regla general); en el caso de la costa,
con su alta temperatura y la abundancia de aguas (pesqueras) frente a la escasez de tierra
de cultivo, será el pescado; en el caso de la sabana cundiboyacense, donde el clima es frío
y hay más extensiones de tierra, los tubérculos son más abundantes y menos costosos
(casos). Esta pudo ser una hipótesis inicial o no, y, al terminar la indagación, se llega a
conclusiones particulares (la costa caribe y la sabana cundiboyacense), las cuales se
pueden enunciar de distinta manera.
Un trabajo realizado con esta perspectiva no deja de ser hipotético y especulativo, es decir,
no intenta sentar una verdad definitiva e inamovible, sino que intenta aportar a la discusión
una lluvia de ideas, hilvanadas en lo posible, alrededor de un tema determinado.
Estas son las razones por las cuales se elige la abducción como herramienta metodológica.
Se intentará aclarar la forma como procede la abducción frente a los intereses del curso
Lengua y Cultura, para que se vea más claramente su pertinencia, a partir de las
condiciones y posibilidades de interpretación de la relación entre ambos, la incidencia de
las ciencias, saberes y disciplinas en la cosmovisión individual y colectiva, y cómo permite
[la abducción] establecer diálogos entre ellas para desentrañar nuevas posibles miradas
sobre cualquier texto, incluida la realidad social de todos los tiempos.
Veamos un ejemplo, tomado de la Biblia, que nos puede ayudar a comprender. Se trata de
una frase que, de alguna manera, recoge algunos elementos culturales judíos relevantes:
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el Reino
de los Cielos” (Mt. 19,24). Cualquiera sea la pregunta que nos hagamos respecto del
sentido de este trozo, la verdad o falsedad de su afirmación depende del contexto en el
cual se ubiquen las palabras y del punto de vista y bagaje de significación de quien las
interprete. Una frase siempre puede requerir interpretación, muy especialmente las de
carácter restringido o irrestricto del universo del discurso, por muy clara que parezca. En
este caso, las hipótesis que surgen para explicar la razón por la cual Jesús pronuncia esta
frase pueden ser varias: quería insultar a los ricos, quería hablar mal de los camellos,
quería hacer notar las características de una aguja, era muy exagerado. Luego de lanzar
estas hipótesis, entonces se identifica el área del conocimiento a la cual se adscribe cada
una: la primera, sociológica; la segunda, zoológica; la tercera, textil; la cuarta, social.
Deben hacerse las debidas consultas y, al final, se llega a descubrir que, al hablar de una
aguja, en aquel contexto, Jesús no se refería a un artefacto para la costura, sino a una
puerta para entrar a una casa de ciertas dimensiones y características, construida baja y
estrecha para que los camellos no pudieran pasar con facilidad al interior de las casas. En
este caso, la causa de la expresión de Jesús puede ser distinta a las consideradas
inicialmente por el lector occidental actual, quien accede al texto en una lengua romance,
radicalmente distinta a la lengua semítica en la que fue pronunciada la expresión
originalmente y sin previos culturales. Es necesario, entonces, lanzar una nueva hipótesis y
decir que la expresión indica que Jesús habla de lo difícil que resulta para un rico
desprenderse de las ataduras que representan sus bienes y posesiones materiales para
poder pasar la prueba del desprendimiento, de la sencillez y de la humildad que implica el
Reino, no necesariamente pos mortem. Si se lee bien, no se trata de una negación de esta
posibilidad, sino de una dificultad espiritual y existencial para lograrlo por las condiciones
propiamente humanas.
Como cualquier mensaje que conlleva una realidad simbólica, aunque esté dirigido
exclusivamente a un sujeto o a un grupo, se puede convertir en punto de referencia para
múltiples lecturas; no basta con una sola versión, sino que es necesario, además de
decodificarlo, actualizar los signos, puesto que el lenguaje evoluciona, cambia, y, cuando se
trata de traducciones, con mayor razón. Cada vez que se emite una expresión es necesario
contar con previos respecto de la realidad referida, pues puede ser que esa realidad sea
desconocida para el contexto donde ha de usarse la expresión o que ya no exista un
referente o significante para comprender lo dicho. La explicación debe adecuarse al
contexto, gracias al estudio y comparación de los conocimientos previos. Se trata de una
labor de especialistas, de verdaderos expertos en la materia, ya que por lo menos tienen
que conocer muy bien los referentes fundamentales, además de muchos otros tecnicismos.
Es recomendable tomar como punto de análisis inicial el referente más cercano al original o
el original mismo, pues no es igual un acontecimiento narrado por un testigo ocular o por un
tercero, que verlo directamente. A mayor distancia entre el signo y el intérprete o
abductor, mayor será la dificultad para la interpretación y, por tanto, para la puesta
en escena de un proceso abductivo que surta efectos provechosos. Para un
investigador, conocer las causas de la muerte de un sujeto de quien se tiene un cuerpo
momificado de hace más de cuatro mil años y que perteneció a una civilización extinta o a
un pueblo del cual no se tiene ya ningún referente, es una tarea dispendiosa, compleja,
difícil y lenta, y se requiere para ello un conocimiento sumamente especializado; inclusive,
no se puede estar absolutamente seguro de que la conclusión a la que se llegue sea la
precisa. En este mismo sentido, será considerablemente más difícil reconstruir la vida de
los dinosaurios, y será posiblemente más sencillo reconstruir las condiciones de la segunda
guerra mundial y, con mayor razón, las causas de un accidente de tránsito ocurrido hace
cinco minutos. Cercanía de tiempo y de espacio, serán, pues, condiciones que afectan el
proceso abductivo y el resultado.
Charles Sanders Peirce ha develado que hay una tercera forma de inferencia, además
de la inducción y la deducción, generalmente conocidas: la abducción. Para él constituye,
de hecho, el primer modo de razonamiento, pues se relaciona con la génesis de
hipótesis, ya sea en el razonamiento científico o en el cotidiano u ordinario.
Algunas veces lo que aparece para ser interpretado surge como de la nada convirtiéndose
en clave para sucesivos descubrimientos. Se trata de que lo importante no siempre se
descubre a simple vista, sino que es necesario aguzar los sentidos, casi obsesivamente,
para no perderse ningún signo, pues todos, hasta el aparentemente más insignificante,
es importante y puede resultar definitivo.
En el proceso inferencial abductivo, cada uno de los componentes es llamado distinto por
Peirce. A los conceptos que debe tener el observador, investigador o lector se les
denomina regla, pues es el punto focal para la interpretación: aquello que se ha descrito
ya como el punto teórico o de referencia teórica que se asume para la interpretación. Lo
evidente, el signo, lo que se puede leer, describir, observar, el punto de partida de la
investigación, es llamado resultado, pues es la consecuencia del tercer elemento, el caso,
que es lo que media entre el resultado y la regla que lo puede explicar, es decir, la
reconstrucción hipotética de la realidad. La explicación del resultado con base en los
preconceptos o reglas, o sea, la hipótesis, es el caso. Ése es el propósito de la
abducción: construir explicaciones consistentes de un hecho observado, mediante el
descarte de las hipótesis menos adecuadas, a partir de teorías disponibles.
Tipos de inferencia
En una Hipótesis es necesario que los predicados de la Regla y el Resultado sean
comunes, por eso no puede ser azarosa, sino sistemática y coherente. Para Peirce la
abducción es la única manera de introducir una nueva idea (Peirce, C. S. CP 2.97, 1902),
es decir, cualquier acto creativo involucra una abducción (pero no viceversa). En una
actividad como la literatura, hacer una metáfora es un acto creativo, y por tanto, abductivo.
Es así como los enamorados o los poetas, cuando construyen una metáfora, un símil o una
parábola, están procediendo de manera abductiva y están llevando a su interlocutor a que
realice, igualmente un proceso inferencial para que entienda qué es lo que le está
queriendo decir y qué está pasando por la mente o los sentidos de quien produce el tropo;
también a quien accede a la expresión posteriormente, aunque en este caso la conclusión
sea diferente. Asimismo, cualquier acto académico implica uno o muchos procesos
abductivos, aunque no necesariamente creativos, como se explicará más adelante. “En lo
que consiste un acto creativo, o introducir una idea nueva, es en incluir en la regla un
predicado que no estaba antes en las reglas a las que se tiene acceso directo o indirecto”
(Niño, D. 2002:62), produciendo así, necesariamente, otra posible explicación para el
resultado.
Niño (2002:65) nos introduce de manera simple en los distintos tipos de abducción y nos
ubica en el tercero, de la siguiente manera:
Los artistas (A1) son creativos, aunque su propósito no es –en general– explicativo. Los
hombres prácticos (A2) intentan explicar los hechos a los que se enfrentan, pero
generalmente no son creativos. Los hombres de ciencia (A3), en su búsqueda de la
verdad se ven impelidos permanentemente a explicar creativamente diferentes clases de
eventos. Así, cada uno de ellos hace abducciones de diferente clase:
Este último tipo de abducción lo podríamos denominar con razón, mixto, toda vez que
integra la creatividad y las explicaciones científicas; en este orden de ideas, se produce
una explicación creativa, en cuanto novedosa o distinta y lógica o sistemática, de un
fenómeno dado.
En este caso los predicados ya conocidos se constituyen en los estudios teóricos previos
al lanzamiento de las hipótesis o al rastreo de signos que afiancen la creencia en
determinada hipótesis.
Tomar varias ciencias para explicar ciertos fenómenos marca pautas que sirven para
la interpretación de múltiples hechos que comparten unos mismos elementos o
signos determinados. En otras palabras “los hechos por sí mismos sólo tienen una
elocuencia limitada; si en cierto momento adquieren un relieve particular y dan lugar a tal
o cual tipo de interpretación es solo a partir de los presupuestos teóricos” (PrigogiNe, I. y
steNgers, I. 1979) y a partir de la combinación de signos. En la abducción, “la hipótesis se
da cuando deparamos con una circunstancia curiosa, que sería explicada por la
suposición de que ella es un caso de cierta regla general, y, a partir de eso, adoptamos
una suposición. O, cuando descubrimos que, en cierto aspecto, dos objetos presentan
una gran semejanza, infiriendo que ellos también se asemejan fuertemente en otros
aspectos” (Peirce, C. S. CP 2.624, 1878).
Lo anterior quiere decir, entre otras cosas, que la abducción está fundamentada en
analogías –como se repetirá más adelante– por lo cual “Peirce dice que la hipótesis es un
argumento “el cual procede por la asunción de una característica que se sabe
necesariamente envuelve cierto número de otras [características], puede ser predicada
probablemente de cualquier objeto que tiene todas las características que esta
característica envuelve” (CP 5.276, 1898). Además, supone que “en la selección de las
hipótesis hay una inferencia, que, además de basarse en clases, se basa en
características.” (BEUCHOT, M. 1996:61). Asimismo, es preciso decir que las diferencias
no se excluyen de la abducción, pues son también criterio fundamental a la hora de la
formulación de las hipótesis, más que en cuanto diferencias, en cuanto signos.
Lucía Santaella (Cfr., 1998:11) nos ilustra acerca de los tipos de hipótesis que
corresponden al tipo de abducción A3, creativa-explicativa: los tipos de hipótesis
explicativas pueden ser muchos. Peirce aludió, por lo menos, a tres: 1) Aquellas que,
cuando surge la hipótesis, se refiere a hechos no observados, pero que son susceptibles
de observación, como es el caso de la arqueología y sus descubrimientos. 2) Las hipótesis
que son imposibles de ser observadas, como es, por ejemplo, el caso de los hechos
históricos. 3) Las que se refieren a entidades que, en el actual estado del conocimiento,
son tanto factual como teóricamente no observables, como la forma de funcionamiento
interno de las ideas religiosas, el proceso de pensamiento o los sentimientos humanos.
Etimología y contexto
La palabra Abduction en el Dictionary of Philosophy and Psychology de Baldwin, es un
término que corresponde a la απογογη (Apogogé) de Aristóteles, traducida al inglés,
ajustándose a la palabra latina del humanista Julius Pacius, esto es, abductio. (Cfr.
BEUCHOT, M. 1996:60). En este sentido se puede decir que ab-ducere hace referencia a
la extracción selectiva de un elemento de un contexto determinado. El Diccionario Latino
dice que abduco, -duxi, -ductum, significa retirar, quitar, llevarse por la fuerza, separar,
distinguir (conjeturas de adivinación). De abductio, -onis, por su parte, dice que se refiere
a la acción de llevarse; expulsión, soledad, cautividad, retiro (Cfr. RAE. 2007:2. abductio).
Es por esta razón, tal vez, que la palabra abducción se usa, en los últimos tiempos, para
designar el supuesto acto de “secuestro” o “rapto” de un ser humano por parte de un ser
extra terrestre. Asimismo, en diferentes partes del cuerpo humano se encuentran los
abductores, músculos que tienen la función de permitir la separación de una parte del
cuerpo respecto de otra. No obstante, en el contexto de este artículo, la palabra abducción
hace referencia a una forma de razonamiento lógico, mediante el cual se asumen
analíticamente los componentes de una cosa y sus signos particularizantes, de tal
suerte que se puedan distinguir individualmente y, tomados en conjunto, permitan la
reconstrucción razonada de un acontecimiento dado. Así que lo que se extrae es, por
un lado, cada uno de los signos o evidencias de un escenario, cada uno de los objetos –
con sus características– de un contexto, y por otro, cada una de las hipótesis que se
lanzan a partir de los indicios, y con ellas, la reconstrucción razonada de un acontecimiento
desconocido a partir de resultados observables.
Las hipótesis abductivas no están basadas necesariamente en las cosas, sino
también en las características de las cosas que son comunes entre ellas, por esta
razón se procede de forma analógica, poniendo en diálogo los signos, incluso
cuando aparezcan dispares o lejanos. Es el caso, por ejemplo, de la relación existente,
pero negada por muchos a lo largo de la historia, entre lo físico y lo psíquico. Están tan
estrechamente relacionados que habría que entenderlos ambos como teleológicos o
tendientes hacia un objetivo o estado final, principalmente cuando el tema de estudio
implica sujetos. Para citar otros ejemplos, podemos decir que, analógicamente, se puede
entender el funcionamiento del microcosmos de la célula si se conoce el funcionamiento del
cuerpo humano; asimismo puede inferirse cómo funciona el planeta tierra o el universo
conocido. No es gratuito, por otro lado, que, principalmente en Latinoamérica, cuando se
expone un tema difícil de aprehender conceptualmente, es solicitado un ejemplo, de tal
forma que analógicamente con la mediación del ejemplo, surge una comprensión mayor del
objeto de estudio; no ocurre así cuando basta con la exposición conceptual de un tema, en
la cual el procedimiento para su comprensión es más analítico que analógico. En cualquiera
de los dos casos, además de comprender el mundo mediante procedimientos distintos,
cada procedimiento da una idea de la manera como se habita la realidad. Sucede igual con
los refranes, los chistes, los piropos, los apotegmas, las frases célebres, los cuales, en un
lenguaje sencillo y sintético, expresan ideas mucho más profundas que, teóricamente no se
entenderían lo suficientemente bien y, a la postre, contienen una forma de ver el mundo de
un determinado grupo humano. El objetivo de la abducción, pues, no es hacerse notar con
los métodos, con los términos, con las teorías o con las conclusiones, pues puede estar
hablando de lo que todo el mundo conoce pero que nadie había pensado de forma
sistemática, centrándose, más bien, en la lectura e interpretación de signos cotidianos y
comunes de forma diferente, extrayendo nuevos sentidos y significados, susceptibles de
reconocimiento por la dinámica propia del lenguaje humano.
Según la psicología humanista, el todo es más que la suma de sus partes, por lo que,
para la comprensión de un fenómeno y la reconstrucción de un hecho, para
considerarlo acontecimiento, se requiere reunir el mayor número de signos y lanzar
hipótesis basadas en conocimientos previos precisos y pertinentes para lo
estudiado, y ponerlos en diálogo. Por esta y otras razones, la abducción no clasifica las
hipótesis conclusivas, sino que es descriptiva (Cfr. JAPPY, T. 1996:108), pues sí clasifica
los signos según la relación establecida entre signo y significado.
Distinción de los signos
Los signos, aquello con lo que trabaja inicialmente la abducción –junto con las teorías o
reglas generales–, pueden considerarse de tres tipos: indicios, síntomas o improntas. La
explicación que se dé a partir de cada una de estas tipologías sígnicas depende de
la teoría o punto de referencia que se asuma para dicha tarea y, de ahí, la relación que
se teje o privilegia entre lo tangible y su significado.
Los indicios consisten, como su nombre lo sugiere, en indicar o señalar hacia determinada
interpretación de un signo dado. No obstante, a ese mismo signo se le puede hallar
múltiples explicaciones, todas ellas plausibles, es decir, se trata de un significante
cuyo significado es equívoco o diverso, es decir, es un signo polisémico. Casi siempre
es un signo no natural producido –a veces adrede– por determinado agente; esto hace que
sus causas no puedan ser rastreadas de forma natural y directa y, por tanto, puedan surgir
varias explicaciones posibles. Por ejemplo, cuando tenemos una mancha en una camisa
blanca y dicha mancha puede ser de jugo, de sangre, de pintura o de otra sustancia, en
cuyo caso se requiere de otros signos que ayuden a precisar la explicación, para que deje
de ser ambiguo y equívoco. Esa mancha no es propia de la camisa, ni es propio que una
prenda tenga ese tipo de manchas. Eco, por su parte, dice que “Los indicios [...] son
objetos dejados por un agente exterior en el lugar donde sucedió algo, que se reconocen
como vinculados físicamente a ese agente, de manera que, a partir de su presencia real
o posible, puede deducirse la presencia pasada, real o posible, del agente”. (ECO, 1990:
269).
Conclusión
La descripción de la abducción como herramienta metodológica, ofrece una clara relación
entre los procesos de lectura y escritura y la búsqueda y construcción del conocimiento. En
la epistemología peirceana, todo sujeto, en relación con el conocimiento, oscila entre
la duda y la creencia, cree que conoce la realidad y, eventualmente, duda de ella y se
formula preguntas para salir de tal duda que, psicológicamente corresponde a estar en
falta, situación que todo individuo tiende a evitar con diversidad de métodos y, como
esto no siempre es posible, a resolver, casi siempre por la vía cognoscitiva. Peirce
habla de la creencia como la “instauración de un hábito que determina nuestras acciones”
(CP 5.388, 1877). La psicología enseña que, como ya se dijo, todo ser humano quisiera
habitar siempre este estado de certeza y de tranquilidad, no obstante la naturaleza y el
mundo real y cotidiano no se lo permite. Él mismo se refiere a la duda como lo que “nos
estimula a indagar hasta autodestruirse” (CP 5.375, 1877), pues se hace necesario
destruir la falta (morir a la ignorancia) para que aparezca una nueva sensación de placer,
de victoria, de triunfo, de completud”. Esta es la dinámica epistemológica y psicológica que
anima en cada sujeto, científico o no, el mecanismo de la abducción. A este respecto dice
Atocha Aliseida (1996:131): “El modelo epistémico peirceano propone a la sorpresa como
detonante de toda pesquisa; sorpresa que puede darse por novedad o por anomalía. (…)
he denominado estos dos aspectos detonadores abductivos”. Dicho de otra manera por
Atocha:
La abducción en la literatura
Tomados de voltaire. Zadig o el Destino. Historia Oriental. (Dedicatoria de Zadig a la
Sultana Cheraah, por Sadi, a 18 del mes de Cheval, año 837 de la hégira).
Ejemplo 1. Paseándose [Zadig] un día junto a un bosquecillo, vio venir corriendo un eunuco
de la Reina, acompañado de varios empleados de palacio: todos parecían llenos de
zozobra, y corrían a todas partes como locos que andan buscando lo más precioso que
han perdido. “Mancebo –le dijo el principal eunuco [a Zadig]–, ¿visteis al perro de la
reina?” Le respondió Zadig con modestia: “Es perra, no perro”. “Tienes razón” –replicó el
primer eunuco–. “Es una perra fina muy chiquita –continuó Zadig– que ha parido hace
poco, coja de la pata izquierda delantera, y que tiene las orejas muy largas”. “¿Así que la
has visto?” –dijo el primer eunuco con no poca alegría–. “No la he visto” –respondió
Zadig–; “ni la he visto, ni sabia que la Reina tuviese perra ninguna”.
Ejemplo 2. Aconteció que por un capricho del acaso se hubiese escapado, al mismo
tiempo, de manos de un palafrenero del Rey, el mejor caballo de las caballerizas reales, y
andaba corriendo por la vega de Babilonia. Iban tras de él el caballerizo mayor y todos sus
subalternos con no menos premura que el primer eunuco tras de la perra. Se dirigió el
caballerizo a Zadig, preguntándole si había visto el caballo del Rey. “Ése es un caballo –
dijo Zadig– que tiene el mejor galope, dos varas de alto, la pezuña muy pequeña, la cola
de vara y cuarta de largo; el bocado del freno es de oro de veinte y tres quilates, y las
herraduras de plata de once dineros”. “¿Y por dónde ha ido?, ¿dónde está?” –preguntó el
caballerizo mayor. “Ni le he visto –repuso Zadig–, ni he oído nunca hablar de él”.
Hipótesis más evidente. Ni al caballerizo mayor ni al primer eunuco les quedó duda de
que Zadig había robado el caballo del Rey y la perra de la Reina; le condujeron pues a la
asamblea del gran Desterham, que le condenó a doscientos azotes y seis años de
presidio. Apenas había pronunciado la sentencia, aparecieron el caballo y la perra reales,
de suerte que los jueces se vieron en la dolorosa precisión de anular su sentencia;
condenaron empero a Zadig a una multa de cuatrocientas onzas de oro, porque había
dicho que no había visto habiendo visto.
Otras hipótesis:
Hipótesis 1: Zadig vio la perra y el caballo, pues sabía demasiado sobre ellos.
Hipótesis 2: Zadig robó tanto una como otro, pues los animales no aparecían.
Primero pagó la multa, y luego se le permitió defender su pleito ante el consejo del gran
Desterham, donde dijo así:
¿Qué significa entender y hacerse entender y cómo lograrlo? Esta pregunta surge con
frecuencia en las aulas de clase cuando se somete a discusión cuáles son las estrategias y
saberes que se deben poner en juego al hablar, escuchar, leer o escribir para incrementar
las posibilidades de comprensión entre los interlocutores.
Se plantean las ventajas y las desventajas del código oral y del código escrito, se habla de
talento y habilidades, de la importancia de la práctica y de la adquisición de fundamentos
teóricos para poder producir un texto bien logrado o encarar con éxito una exposición en el
aula. Pero, al parecer, cualquier consejo o propuesta que se tenga para mejorar el uso de
los códigos del lenguaje deja en nosotros la sensación de que hay una zona de la acción
comunicativa y la comprensión a la que no se responde con métodos o teorías.
Pero, la compleja relación del hombre con el lenguaje y la perplejidad que causan las
dificultades para decir lo que se quiere decir o saber si realmente entendí lo que me quiso
decir otro, son apenas algunas de las encrucijadas propias de cualquier lenguaje humano.
En este texto queremos poner a consideración del lector algunos fenómenos del lenguaje
humano en los que el hombre se enfrenta a los límites y las posibilidades que entraña su
universo simbólico.
El malentendido
Son variados los nombres que podemos usar para designar esas experiencias en las que el
hombre encara el parcial cumplimiento de la función comunicativa del lenguaje.
Malentendido, confusión, ambigüedad, doble sentido son fenómenos de lo más frecuentes
en la comunicación humana.
En alguna ocasión un estudiante dijo que entonces pasa lo mismo entre algunos animales,
pues un movimiento abanicado de la cola significa “una cosa para un perro y otra para el
gato”. De lo que no se dio cuenta fue que su ejemplo era de una “confusión” entre
miembros de especies diferentes, lo cual no es el caso de los humanos aunque, en tantas
ocasiones, lo parezca.
Así también, debemos agregar que el malentendido en los humanos es provocado por una
amplia gama de factores y que, incluso, puede ser intencionado. Caemos en malos
entendidos por hacer suposiciones, por emplear un vocabulario impreciso; la situación
comunicativa y el medio determinan la índole del malentendido: si estoy escribiendo un
mensaje, si éste se apoya o no en emoticones, si estoy hablando personalmente con
alguien o a través de un teléfono; si la información fue adquirida de manera directa o por un
tercero, entre muchas otras razones. Aunque la palabra malentendido parece estar
emparentada con obstáculo, debemos recordar que su carácter problemático es solo una
cara de esa moneda, pues también conocemos y aprovechamos sus bondades:
malentendidos que se vuelven jocosas anécdotas, confusiones que hacen sonrojar, dobles
sentidos que permiten crear un chiste, etc.
La paradoja
Proponemos para este texto entender el concepto de “paradoja” (παρά: al lado de; δόξα:
opinión) como una idea que contradice el sentido común y las leyes del razonamiento
lógico; lo paradójico, entonces, puede ser entendido como lo que se concibe por fuera o al
margen de lo que rectamente se debe creer, también como un tipo de interpretación que
violenta el orden natural de la realidad.
Muchas obras literarias potencian los sentidos a que da lugar la contradicción o paradoja,
así por ejemplo Alicia en el país de las maravillas –por demás escrita por un matemático y
literatorepresenta un gran escenario donde se dan cita diversas expresiones de lo
paradójico o absurdo. Hay una escena en la que la reina le pregunta a Alicia a quién ve
venir por el camino y Alicia responde que “a nadie”, la reina enfadada le responde que no
es posible que alguien pueda ver que “nadie viene”; el lector o espectador se siente
permanentemente descolocado pues los diálogos y los razonamientos en esta obra tienen
su propia lógica (¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?), la cual invita a jugar.
Es por esto que no deba extrañar que muchos asuntos de la ciencia compartan una grata y
cercana vecindad con la buena literatura. Borges y el problema del tiempo o de los sueños,
La máquina del tiempo de Wells y los viajes en el tiempo de la física cuántica y los
contrasentidos que acarrean tales “experimentos mentales” como se les denomina a estos
ejercicios de especulación.
Entre las paradojas que se generan al plantear el viaje en el tiempo existe una conocida
como la “paradoja de los gemelos”, ésta consiste en un experimento con dos gemelos, a
los que se puede llamar Juan y Pedro, que tienen veinte años de edad. Juan parte en un
viaje al planeta X a veinte años luz de distancia de la Tierra, a velocidades cercanas a la
velocidad de la luz. Al alcanzar el planeta, Juan se siente nostálgico y decide volver a la
misma velocidad, y cuando llega encuentra un cambio muy significativo: su hermano había
envejecido cuarenta y dos años, mientras que él sólo había envejecido trece años.
Intuitivamente o por sentido común pensaríamos que quien viaja una cantidad de años luz
debe envejecer más que el que está bajo la temporalidad terrestre, lo cual no sucede.
Así también tiene un encanto especial y una trascendencia enorme en el mundo de las
matemáticas la Paradoja del barbero de Bertrand Russell, también conocida como la
Paradoja del conjunto de todos los conjuntos –idea retomada por Borges cuando escribe
La biblioteca de Babel-, ésta paradoja que bellamente está formulada a modo de pregunta
(El conjunto de todos los conjuntos ¿se contiene a sí mismo o no se contiene) surge
cuando lee la teoría de conjuntos de Cantor en medio de todas las discusiones sobre la
posibilidad de “traducir” toda la matemática en términos lógicos.
Fútbol y literatura
Juan Carlos Rodas Montoya
“Veo unas vacas en una cancha de fútbol. Dos pasan rozando un palo. La
tercera es gol”.
Bertoni.
¿El título?
No sabemos cómo definir estas dos palabras (fútbol y literatura) puesto que hay tantas
definiciones como seres humanos en el planeta. Pero sabemos que existen porque leemos
literatura y jugamos fútbol o, mejor, jugamos literatura y leemos fútbol. Una de las
definiciones de literatura es que es obra maravillosa y el fútbol es dinámica de lo
impensado. El amor, la locura y la muerte son tres nociones que se han pensado,
reflexionado y discutido pero no hay inferencias ni conclusiones, siguen siendo
perspectivas, horizontes o modos de pensar, son riesgo, encarnación de las caídas de lo
humano o puro silencio. Las tres dicen de las formas en las que los hombres nos hemos
narrado porque dan cuenta de eso que los griegos llamaron el pathos, las pasiones. El
amor, la locura y la muerte son afectos que aparecen en la cancha, que acuden para
acompañar al hombre cuando juega fútbol y cuando va al estadio. Pero falta el concepto
central de esta conversación: habitación. El fútbol y la literatura habitan en el amor, la
locura y la muerte y éstas, a su vez, moran en ellas. Esa es la paradoja de la que nos
vamos a ocupar. Fútbol y literatura son la casa que recibe estas dimensiones humanas que
conviven en la estética y en la metáfora. Heidegger, puntero izquierdo de equipos como
Messkirch y Marburg, concibe el habitar humano como esa acogida que nos da la
posibilidad de tener palabra para que nos comuniquemos. Para este filósofo alemán, el
fútbol es sorge, que significa cura para el ser humano que ha sido arrojado al mundo. Cura
para el enamorado, cura para el loco y cura para quien ya se fue. Cura para el que juega
fútbol. Una de las citas más reconocidas es aquella que dice que el lenguaje es la casa del
ser. Pero para Heidegger ese ser es redondo por instantes porque en el fútbol aparece el
kairós y los futbolistas viven una comunidad del destino circunstancial o, mejor, una épica
del Dasein en el que se conjugan el honor, la amistad y la fidelidad. Además, fue rector en
la Universidad de Freiburg, en la que era obligatoria la práctica del gimnasio y, por
supuesto, del fútbol.
No sabemos con exactitud desde cuándo hay fútbol y, menos, desde cuándo hay literatura,
pero sí sabemos que hay escritores, filósofos, antropólogos y críticos que han hecho
intensos esfuerzos por unirlas. También sabemos que algunos otros no sólo intentan
separarlas sino que las critican. (Borges, Kipling, Eco, Álvaro Mutis).
Antecedentes
Antes de los griegos, los japoneses ya habían jugado con una pelota. Homero y Platón
escribieron sobre la esferomaquia, un deporte con una pelota redonda que servía hasta
para educar a los discípulos. Horacio, Virgilio y Ovidio escribieron extensos tratados sobre
el amor, la locura y la muerte, pero, además, hicieron alusiones directas a un deporte que
llamaron el Harpastum. Séneca también le escribió una o dos cartas a Lucilio sobre ese
extraño deporte que hoy se juega con los pies. Estos, se suponen, son los inicios de lo que
más tarde conocimos como fútbol. Para los griegos el círculo es la figura perfecta y el
número 10 la cifra inigualable (Hipodamos, el primer urbanista griego diseñó a Grecia como
un damero perfecto). En el fútbol moderno es el número mágico porque representa al
jugador que más sabe de metáforas en la cancha (taquitos, globitos, gambetas, chanfles,
chilenas, gafiaditas, sombreritos). El que porta el 10 en la camiseta no es igual a los
demás. Vestirla produce escalofrío. Posteriormente, en 1463, el cardenal, teólogo y
filósofo Nicolás de Cusa, escribió un tratado De ludo globi (El juego de la pelota) en el que
se sostiene que el “balón es el símbolo de la divinidad y la perfección matemática”, el balón
es el mejor pretexto para que se junten la oportunidad, la fortuna, el caos y el orden, la
razón, la locura, la belleza y la fealdad. En el texto hasta Dios es redondo.
Desde que hay noticias de literatura el hombre se sabe inmerso en este triángulo
indescifrable que lo conmina a pensarse, mirarse y reírse de sí mismo: amor, locura y
muerte. Tres espejos distintos pero que muestran el mismo rostro. Eros y Thánatos
resuelven sus encuentros y sus desencuentros en la locura que produce la incertidumbre de
la existencia humana. Poe, Quiroga, Maupassant elevaron sus preces al dios Baco para
que sus vidas terminaran lo más pronto posible pero dejaron rasgos de escritura dolorosa,
y, lo peor, con visos de eternidad. Se murieron pero se quedaron.
El fútbol y la literatura comparten la soledad de una casa en la que habitan el amor, la
locura y la muerte. El amor es un desencuentro de solos que terminan solos, el fútbol
conjunta a miles de personas pero en la derrota la soledad se agudiza. El padecimiento de
la locura acontece a seres humanos solos. Y llegamos irremediablemente a la muerte
acompañados de más soledad. Por ello aparece la casa, el oikos, la habitación: en ella se
realiza el ritual del primer partido entre las patas de las sillas, de las mesas y de los
muebles. En la cama nos pegamos las más extrañas voladoras y el primer partido que se
pierde entre hermanos es para apostar el huevo más grande, el mandado o la lavada de
los platos. (Hice muchos mandados). En el gol gafiado nace la primera deshonra y la
primera chilenita la hicimos entre ropa lavada, ganchos de ropa y alambres. Los arcos
estaban diseñados por zapatos y materas, palos de escoba o dos canecas de la basura.
El primer gol lo gritamos como para despertar a toda la cuadra. Y siempre estaba el grito
materno (“¿van a acabar con la casa o qué, culicagados?”). Grito de regaño amoroso y
acogedor. Y todo ello para huirle al amor, para que no nos encontrara tan ligero, para que
se retrasara ese sentimiento tan buscado pero tan ardoroso para las almas frágiles. El
primer balón, la primera camiseta de fútbol, los primeros guayos y los primeros guantes
son el antídoto contra el amor, ese que de todas maneras llega para amar(gar) la
existencia. No escogemos el equipo, no escogemos la religión, no escogemos el primer
peinado y no escogemos el primer amor: todo nos es impuesto, hasta el nombre. Jugamos
hasta 10 partidos diarios para aplazar el encuentro abrupto con esa sensación que produce
mariposas pero que parecen cucarachas. Aún no sabemos que no podemos evadirlo, que
es inaplazable la cita, que el fútbol no podrá remplazarlo. La casa es el primer estadio para
evadir al amor, pero, paradójicamente, es la habitación del amor. Cuando estamos niños el
fútbol está por encima de cualquier consideración, la cabeza está llena de goles, de fútbol,
de círculos, aún no ha llegado la literatura del amor ni la poesía de la muerte y sí estamos
locos, pero por volver al desafío, por jugar al pico y monto para escoger a los mejores,
aunque sea con trampa. Estábamos locos para conseguir las piedritas, armar la portería y
hacer goles de cabeza, como los hacían en el Mundial.
El amor, la locura y la muerte comparten su dimensión estética con sus opuestos
antónimos, es decir, con el desamor, la cordura y la vida. En esa tensión humana nos
gastamos la existencia entre una recocha y otra, ir al estadio, sufrir, cantar goles y
acumular derrotas. Un gol olímpico es comparable con el más bello poema de Alejandra
Pizarnik o el cuento de Horacio Quiroga sobre el jugador que se suicidó en el mismo
estadio en el que se hizo famoso por sus espectaculares goles. Hay tanta tragedia en el
Otelo de Shakespeare como en los cuentos de Benedetti sobre un puntero izquierdo o un
arquero que también se suicida porque su mejor amigo le hizo un golazo de penalti. Así
como hay tragedia en el penalti que no se convierte en el último minuto. Hay tanta agonía
en la literatura como en el fútbol. Existe la misma intensidad de esquizofrenia en El Horla
de Maupassant como en el doloroso y triste final de Garrincha, ese jugador a quien le han
dedicado poemas, tangos, cuentos, ensayos y, sin embargo, murió como un NN, pero
murió feliz, dicen algunos, porque no sabía leer. En la literatura y en el fútbol se encuentran
los seres humanos para reconocer su incertidumbre, desasosiego, temor y soledad para
enfrentar al otro. El amor, la locura y la muerte son lo único seguro que tenemos los seres
humanos: el amor llega cuando no era, la locura cuando era y la muerte no sabemos si era.
Los tres son fragilidad, son ser y edad y todos nos piden seriedad y madurez. El fútbol y la
literatura comparten sus azarosos finales, sus comienzos, sus epígrafes y sus epítetos:
Cortázar, Cabrera Infante, García Márquez, Isabel Allende y Saramago juegan con la
voluntad del lector, se ríen de él, lo ponen a sufrir, lo desconciertan, lo arrojan. Así es el
fútbol: Pelé, Maradona y Messi hacen en la cancha lo que les da la gana con los
espectadores. Rafael Alberti y Miguel Hernández jugaron fútbol, como Heidegger, Camus,
Kafka y Sartre, y le escribieron sus mejores poemas a esa figura solitaria y extraña que
juega con las manos mientras los demás juegan con los pies, el arquero se pone ropa
distinta, puede jugar con gorra y se tapa las manos con unos guantes.
El fútbol es la casa del amor en los poemas de Helí Ramírez, poemas de fútbol entre
manes que juegan para apostar por la Mona. El fútbol es la morada de la locura en los
textos de Baudelaire, Foucault y Erasmo. El fútbol es la posada de los tangos de Gardel,
Susana Rinaldi y Goyeneche. La literatura es la casa de quienes juegan fútbol en la
escultura de Picasso, en el cuadro que pintó Salvador Dalí para salvar a un equipo de la
quiebra, en los cuentos callejeros de Oscar Castro, Luis Tejada, Oscar Collazos o
Fontanarrosa.
Leer fútbol es hacer un sombrerito, una chalaca o un gol de esos que se gritan para el
resto de la vida. Jugar literatura es escuchar y ver las metáforas de Álvaro Cepeda
Samudio, Milan Kundera o Eduardo Galeano. Entre pase y pase o metáfora y metáfora nos
reconocemos inútiles, débiles y abismados, es decir, enamorados, locos o muertos y, por
eso, la literatura y el fútbol salvan, salvan de los domingos sin fútbol y de los sábados sin
literatura, salvan de algo que no sabemos pero salvan hasta que llegan las expresiones que
también habitan en la locura y la muerte: ¡gol, gol, gol Hijueputa¡ Esa es la expresión que
más suena en literatura y en fútbol aún no sabemos qué significa, es un concepto catártico
y, sobre todo, nos deja ver como somos. Celebramos los goles como celebramos el mejor
poema de Borges, la más estética metáfora de Alfonsina Storni o Vicente Huidobro o la
más dolorosa palabra de Pessoa. El fútbol es la casa de la locura.
Y nos vamos porque a esta hora, como todos los viernes, habitamos otra casa, la del ritual
del fútbol, esa recocha que comienza desde el día anterior, cuando escogemos los guayos,
las medias, el color de la pantaloneta y la camiseta para compartir, después, una buena
cerveza, o dos, o tres de acuerdo con el resultado del partido. Mientras tanto, esperamos
que llegue la que siempre nos lleva, pero ojalá que nos atrape en una cancha de fútbol.
Referentes prohibidos del lenguaje y la ciudad
Richard Alonso Uribe Hincapié
La ciudad sin estética no es ética; el urbanismo es algo más que una suma de
recetas funcionales; la arquitectura urbana es un plus a la construcción. El
plus es el sentido, el simbolismo, el placer, la emoción, lo que suscita una
reacción sensual. La ciudad del deseo es la ciudad que se hace deseable,
que estimula nuestros sentidos”.
Introducción
El ejercicio aquí presentado es solo eso, un ejercicio. Tan similar a un paseo en bicicleta o
a una caminata dominical. Su punto de encuentro, la calle; su espacio de reflexión y
especulación, la calle. Este texto se nutre del mundo y, por tanto, no para de ver a través
de las diversas perspectivas de los lectores. En diversos apartados el lector tendrá el
deber de ampliar la mirada, matizarla, sugerir otros puntos de vista, actualizar el contexto,
compartir su propia comprensión.
El ciudadano que ha conocido su ciudad desde el adentro puede hoy sentirla desde el
afuera. Desde un avión o a través de un vagón del Metro el sujeto urbano puede dibujar
una nueva cartografía de su ciudad (grabe desde su celular –u otro dispositivo- su propio
avistamiento de la ciudad, ya sea desde un vagón del Metro, un bus, una bicicleta,
caminando etc.). A miles de metros de altura o a apenas unos metros del suelo, la ciudad
se muestra como un proyecto, como una maqueta silenciosa e inerte que solo adquiere
vida a través de sus torrentes sanguíneos (sus calles) con la aparición del automóvil:
vínculo rodante de comunicación entre la ciudad y el ciudadano. Esta contemplación
hiperbólica de la ciudad vista desde el aire obliga a un ciudadano -como yo- a preguntarse
tal vez qué es eso de ciudad y finalmente dónde se encuentra (¿espacial -simbólicamente?)
¿Será, quizás, esa masa rupestre tan densamente replegada y se encontrará allí en el
instante mismo en el que el ojo toma conciencia de su presencia? Al bajar del avión y
contemplar la misma ciudad -con los pies en la calle y los ojos en el cielo- puede incluso
pensarse: la ciudad no es eso que se mira y de eso que se habla, sino más bien de eso
que se vive y de eso que se escribe y se lee.
La mole de ladrillo y concreto no cobra vida en la medida que no exista un ciudadano que la
camine, la escriba, la transcriba, la traduzca y la lea. La ciudad per se no es nada, es tan
solo una reunión de materiales que se suponen organizados para cumplir funciones
específicas. Nada es diciente, todo es como un texto en blanco que necesita ser escrito, un
palimpsesto escrito y sobre-escrito sin vacilación. El ciudadano, creador de las divinas
comedias citadinas, necesariamente lector-escritor de su ciudad, permite que cada uno de
sus materiales, de esos fragmentos que construyen la ciudad de piedra, signifiquen y le
den sentido a la “ciudad soñada” (GONZÁLEZ, 1999) que, ahora sí, es libro abierto y
proyecto de escritura; un texto surrealista listo para leer, obsesionado por ser escrito: una
novela negra de una crudeza sin igual, pero matizada con anuncios y pancartas que
intentan simular una condición rosa. La bibliociudad que solo algunos visitan, la que solo
algunos leen, en la que solo algunos sienten.
Este artesano urbano talla en su propio espacio toda una poética de su propia condición
ética, política y estética; se enfrenta a un auto-psicoanálisis escrito en la puerta de su
casa, los colores de su vestido y la música de sus fiestas: “con el color se realizan los
volúmenes y los espacios, se busca una nueva urbanidad, una nueva manera de habitar la
ciudad.” (MEDINA, 2003). Se ve inspirado por el rugir de la máquina y el traqueteo de los
fusiles, por el gemido del perro callejero y un vaho lejano de marihuana. Este artesano
urbano no solo es constructor de la ciudad física, de la ciudad conocida a través de los
sentidos, sino de la ciudad sentida, esa que no se ve pero que está ahí presente y vívida
en el ideario común de todo ciudadano de ciudad. El espacio para la generación y la
degeneración, para la transgresión y la precipitación.
Colores y espacios en las ciudades. Córdoba, Argentina.
Toda esta asociación dialéctica compromete sus propios códigos, sus propios parlaches,
sus propios lenguajes-cábalas establecidos a través de acciones discursivas. Los recursos
comunicativos como la prensa, la televisión, el cine, la música muestran claramente la
puesta en escena de esas comunicaciones efectivas-afectivas entre el ciudadano y su
ciudad (un monólogo circular con el otro yo y el yo otro que veo pasar). El escenario
central -el ágora- en donde se presentan diariamente esos encuentros discursivos no
puede ser más que el propio “seno” de la ciudad. No mirada desde el afuera, sino desde el
adentro; desde los propios cimientos en donde surgen las imágenes, las melodías
ruidosas, los aquelarres, los conflictos que crean el alma dialógica de la ciudad.
En la búsqueda del “seno” citadino físico, el espacio de la ciudad que a través de una
metáfora espacial rememore en el ciudadano observador el nicho compartido con su madre
que le alimentó en los primeros instantes de su existencia (un seno símbolo físico que se
convierta en el alimentador material de la ciudad), surgen ideas sobre alimentación,
fertilidad, sexualidad, erotismo, procreación, canibalismo, etc. ¿Una iglesia, una plaza de
mercado, un hospital, una plaza pública, una entidad legislativa (la ley como el agua y el
pan seco del habitante de la urbe). Espacios que gobiernan la mirada, los comportamientos
y la comprensión.
Pero no es forma (aunque la forma es contenido); o bien no es la formación sino la
deformación de una instancia espacial que ha logrado convertirse -a través del símbolo- en
un órgano hermafrodita que establece identidad y pertenencia afectiva y ciudadana.
Algunos de esos espacios focales en la ciudad son usualmente llamados referentes
urbanos o, desde una óptica más sensorial, “marcas urbanas” (ARANGO, 2003).
Esos “referentes urbanos” fundan las cartografías por donde el ciudadano se define, se
comporta y se lee…o desde donde otros los leen y los controlan.
Sin embargo existe otra clase de marcas urbanas que funcionan posiblemente a la inversa;
trabajan con lo que el referente “legal” urbano desecha, denigra o teme. Marcas que, tal
vez, están más densamente asentadas en la memoria del ciudadano real quien habita,
deambula, recrea y siente en aquella ciudad. Marcas que están tatuadas en los
ciudadanos, pero que esconden debajo de las faldas o permiten entrever imágenes
pixeladas por entre las camisas (fotografíe un referente prohibido de su ciudad, esto es, un
espacio que posiblemente sea obviado, censurado y criticado, pero que sea un constructor
de identidad para los ciudadanos).
Esos espacios de los sentidos (hechos con hierro, piedra, brea y orines), pero también del
sentir (vividos solo a través del co-razón), son los referentes prohibidos -o marcas urbanas
prohibidas: deformantes del ciudadano y su salida del mundo teatro caótico de la
representación y simulación social: cuál es su nombre, su número de cédula y su domicilio.
Referentes cuya única posibilidad y hábitat es el lenguaje...
Es así como, “reconociendo las huellas por las que el mundo nos habla como por medio de
un gran libro” (ECO, 1996), tomaré algunos de estos referentes prohibidos de la ciudad
que, desde mi apropiación cartográfica, establecen toda una dialéctica entre ciudadanos y
su ciudad y, por ende, del proceso de construcción del “sujeto ciudadano” y su contexto
donde existe y que finalmente será su parca: La Ciudad.
El bar, la taberna y el café son espacios para la intimidad pública. Son refugios simbólicos,
trincheras legales para protegerse del afuera en compañía del afuera mismo. Son
espacios, entonces, esenciales para las transformaciones, nichos “nocturnos” para
guarecerse de la ciudad a través de instalaciones citadinas, antros para disfrutar con
legalidad de todo aquello que es tabú, que es vil.
La entrada del bar recuerda la imagen del faro que guía a los marinos durante el tiempo
nebuloso de la noche; la luz de neón, la bombilla roja y amarilla actúan como íconos
luminosos cuya función es la de alertar al ciudadano corriente sobre su irrupción a un
espacio “prohibido” que solo puede ser identificado a través de mensajes codificados y
solo el ciudadano de una ciudad identifica: “las luces de la ciudad no sólo iluminan, sino que
jerarquizan...” (BORJA, 1997). Luces que anuncian lo prohibido y que, de alguna manera, lo
salvaguardan.
La luz y el poder en Las Vegas, Nevada.
Dentro del bar el juego simbólico es desplegado para que el ciudadano pueda ser definido
por el espacio: el bar se presenta a sus visitantes a través de sus lenguajes que,
finalmente, permitirán a este convertirlo en su referente, en su no lugar entrañable y
familiar. Desde las imágenes que se exhiben (un afiche de una dama que no recuerda una
esposa, una botella que refleja un posible yo en bacanales) como objetos de profunda
religiosidad, hasta la música que describe la textualidad por medio de la cual el ciudadano
se lee (el de Lavoe, el de Camilo Sexto, el de Jim Morrison, el de Piazzolla), el bar
comunica. Escuche esta melodía e imagine su cuerpo, su lengua y su mente en un bar de
tangos.
El carácter público del bar está mediado por los “lenguajes” que lo construyen. Así, aunque
el bar permanezca con sus puertas “abiertas” para la llegada del posible cliente, sus
puertas simbólicas se cierran para prohibir la irrupción de aquel que no esté inmerso en la
cultura, en el código, en el carnaval, en el parche, en el lenguaje construido a través de los
lenguajes del bar. En la cotidianidad del bar se juegan juegos complejísimos de
comunicación y consumo; los productos que se venden -que se venden más- atestiguan
unas primeras marcas sociales de sus visitantes; sus escenografías poseen una
característica esencialmente teatral: el espacio en donde el actor de ciudad establece sus
papeles, sus roles y desarrolla toda su propuesta estética de ciudadanía y humanidad.
La música en el bar funciona como una red virtual que posibilita la protección del afuera; su
cualidad “de servir de refugio”, la imagen del campo de fuerza. Es quizás la música,
formación y deformación melódica de la ciudad, el rasgo esencial que canta las metáforas
con las que el ciudadano define su ciudad. Un “bar” pensado y sentido desde el reggaetón,
la salsa o el rock: cuando el sí mismo habla a través de una guitarra, un timbal o una
vibración eléctrica. Vincule un enlace a YouTube de una canción que describa fielmente un
bar al cual usted asiste o asistiría.
En estos espacios “fantasmales” (que aparecen y desaparecen con la llegada del día y la
caída de la noche), el transeúnte puede transgredir las proposiciones formales a las que le
obligan “los espacios reales del consumo citadino” (con gerente, nombre instalado en las
páginas amarillas, mesas, sillas, luces de comedor, mesero con nombre y derecho a
propina so pena de una sanción social).
Del cementerio
La imagen del cementerio siempre ha sido como un palimpsesto sobre la muerte, la
tristeza, la noche. La propia construcción de algunos cementerios en las afueras de los
pueblos y en lugares con tendencias apocalípticas de la ciudad lo sustenta: el miedo, el
asco a la muerte, a lo que se pudre, a lo que huele a transgresión y transformación. Este
es el espacio ajeno a la “manipulación” citadina, es el espacio sagrado regido por la Fuerza
Mayor controladora del mundo: la Muerte.
Ahora bien, si el cementerio se convierte en uno de los referentes para la construcción de
la ciudad, y en otro para que el ciudadano no desee nunca vivir cerca de él, ha de poseer
unas características especiales -formas de posesión, de comunicación- que lo distinguen
de otros espacios urbanos -no prohibidos- como un centro comercial o un palacio de
justicia. A través de lo que entendemos por la muerte definimos lo que es la vida; así el
cementerio (sus lápidas, sus mausoleos, sus epitafios, sus flores, las escenografías que
decoran las tumbas -la foto del niño que ha muerto, la música que el yaciente canta y
seguirá cantando) es toda una instalación comunicativa de la ciudad. Allí se congregan los
niños, los jóvenes, los ancianos; el punkero, el metalero, el salsero; el sacerdote, el
drogadicto, el ingeniero: todos presentando al mundo su propia metáfora de concepción de
la muerte a través de diferentes propuestas semióticas. Visite un cementerio de la ciudad
de Medellín e intente fotografiar un objeto, un gesto, una estructura que permita reconocer
estas propuestas semióticas en torno a la vida y la muerte.
Quizás sea el cementerio el espacio –prohibido– más íntimo, más silenciosamente puro de
la ciudad: el miedo a la muerte ha ahuyentado los fantasmas formales de la ciudad y
permite al ciudadano (al transeúnte) también refugiarse. El parque de antaño ha sido
transfigurado en el cementerio de hoy…en el lugar del picnic y las serenatas. Siento la
muerte en las flores, en las palabras de los epitafios, en el mármol de las lápidas; pero
aunque está a mi alrededor, siento que ahí, en su dormitorio, no puede tomarme... estoy a
salvo de morir porque estoy detrás de la muerte... estoy tan cerca de Ella que no puede
poseerme.
Los símbolos que concentra el espacio prohibido del motel plantean una propuesta
discursiva sobre la sexualidad citadina: la construcción del motel toma fundamentos de la
propia construcción de una casa, de un hogar; todo está estructurado para que el visitante
sienta la complicidad de un ambiente “familiar” que no altere o que, más bien, fundamente
la puesta en escena de su sexualidad. Toda su organización está soportada en la carencia
de la mirada: su arquitectura es, nuevamente, la del refugio; el afuera lo aprecia como una
fortaleza, como una burbuja de cristal ahumado que se ve exterior, mas no interiormente.
Una “estación de clausura” en donde todo lo que existe es hipotético y todo lo que pasa es
razonable.
Los juegos teatrales del motel se desarrollan por medio de la estrategia de la desaparición:
el cliente, el dueño y el empleado del motel son solo individuos anónimos que carecen de
rostro y de nombre. Las manos y la voz son las huellas identificadoras. Este individuo que
entra al motel se convierte en ciudadano -ejerce su ciudadanía- en el espacio que le
corresponde habitar (la 204, 102, 305; o en la teatralidad escenográfica y temática, la
medieval, la venezolana con foto de Chávez, la habitación polar, la Moulin Rouge o la Bob
Marley). Su anonimato se diluye y la reconstrucción de su Sujeto se revela a través de las
simbologías que encuentra, que logra leer o que, incluso, él mismo solicita: un viaje
alrededor del mundo con llegada a una selva africana o el cuarto de baño de un castillo
renacentista. El ciudadano que habita moteles huye de los presupuestos formales del
“hogar de ciudad” y se refugia en una escenografía que le permite comprenderse y
redefinirse, y que, además, hace posible ser lo que es y lo que quisiera ser. Un motel es un
espacio que sintetiza los miedos, los tabúes, las metamorfosis; un lugar de la catarsis y el
desenfreno; una frontera entre lo prohibido y lo más natural y humano: el deseo.
Salvador Dalí, El gran Masturbador (1929).
De los sujetos
No solo los espacios físicos pueden volverse “referentes”; o mejor, no solo el ciudadano los
puede imaginar como referentes. Los personajes -los actores- del espacio citadino son,
quizás, los referentes por antonomasia. Cada uno de los intersticios que componen la
ciudad ha sido bautizado simbólicamente por unos sujetos que le definen y le otorgan su
cualidad vital, en la medida que han hecho de los espacios metáforas de sí mismos y
prolongaciones de su identidad: las calles son baños públicos, salas de masaje, oratorios,
lupanares, conversatorios, confesionarios.
“No pasa nada, pero su presencia dice mucho porque, evidentemente, se nos
entregan como la realidad misma de la ciudad que ellos son. Y es que, a
pesar de que los ciudadanos convencionales pretendamos expulsarlos de la
sociedad y exorcizar su influencia desplazándolos a la condición del “bajo
mundo”, siguen allí presentes para recordarnos que en nuestro afán de
desplazamiento reconocemos justamente su puesto en la base de la sociedad:
ese “bajo mundo” de pasiones, de sentidos, de sexualidad desbocada, de
angustia, de perversidad, es el fundamento sobre el cual se levanta la
estructura social. Y por eso mismo, frente a los personajes de Óscar Jaramillo
nos asalta siempre la sensación de que, aunque no podamos identificarlos,
los conocemos y nos resultan tremendamente familiares. En realidad porque,
aunque no queramos reconocerlo, descubrimos que en ellos Óscar Jaramillo
nos ha retratado a cada uno de nosotros y, por supuesto, se ha retratado a sí
mismo”.
Carlos Arturo Fernández
Y hasta aquí el ejercicio, que es una autobiografía de mi propio recorrer la ciudad y una
epístola de cómo Ella me ha recorrido...Por supuesto, un recorrido situado en un tiempo y
un espacio que, como las aguas de un río, se mueve, muta y se transforma
constantemente.
Ese “proyecto” de ciudad -en construcción- solo puede ser continuado por medio de un
trabajo de lectura y escritura, en el cual la lectura sea “una apuesta a la posibilidad de
sentido” (VÁSQUEZ, 1994), un ejercicio de múltiples conjeturas y búsqueda continua de
indicios, de pruebas, de huellas, de signos, de hipótesis interpretativas que nos conviertan
en investigadores-lectores-detectives del espacio en donde existimos… y hasta de
nosotros mismos.
Ahora bien, partiendo de esta idea múltiple de la realidad, decidí hacer una lectura de
algunos textos, teniendo en cuenta los distintos niveles que propone J. D. Parra -nivel de la
realidad en sí, nivel de los signos, nivel de la significación, nivel de la abducción-. Elegí para
el análisis algunos cuentos de Julio Cortázar (Anillo de Moebius, Manuscrito hallado en
un bolsillo y Las babas del diablo), otros de Jorge Luis Borges (El jardín de senderos que
se bifurcan y Las ruinas circulares), la película Moebius, del argentino Gustavo Mosquera
y el grabado Cinta de Moebio II, del holandés Maurits, Cornelis Escher. ¿Por qué estas
obras y no otras? La imagen de la Cinta de Moebius es la respuesta: una cinta que posee
propiedades particulares, cuyos lados no se diferencian entre sí y que no tiene un final
determinado, es infinita; en algunas ocasiones da la impresión de ser dos, en otras más de
dos, pero siempre es la misma doblada de cierta manera. En los cuentos escogidos es
recurrente la idea del infinito, lo mismo que en la película y en el grabado: el paso de un
nivel de la realidad a otro y el estado de indeterminación entre varios niveles, el quedarse
suspendido en un pliegue de la realidad o el moverse infinitamente entre círculos
concéntricos, sin tener claro el porqué, sin encontrar causas, sin ninguna explicación lógica
(entendiendo la lógica desde una perspectiva restringida, tradicional, lógica deductivo-
inductiva)... Es ese el caso de todos los personajes que aparecen en estas obras.
En otro siglo, el hasta entonces desconocido Auguste Dupin había logrado descifrar el
enigmático caso de un asesinato doble en una antigua mansión de la Calle Morgue de
París, utilizando una lógica desconocida por la policía, salida de toda regla, alejada de las
generalizaciones y proclive al detallismo minucioso, una lógica tan extraña como
sospechosa, porque no obedecía a las leyes de la causalidad ni a los métodos legitimados.
¿Quién imaginaría que un orangután podría cometer un asesinato en una metrópoli
moderna? ¡Sólo a un loco se le ocurriría semejante cosa! ¿Quién pensaría que un tren se
esfumaría del subterráneo de Buenos Aires? ¡Un desubicado! Sin embargo, la profesora
que reemplazó al maestro Mistein en el curso de Topología III, había dicho en una clase:
“En otras ramas de la ciencia si por ejemplo un astrónomo presenta una teoría
aceptable para el hombre de la calle, seguramente estaría equivocado. Pero si
alguien dijera, por ejemplo, que en ciertas regiones el tiempo se paraliza, por lo
menos habría que escucharlo, puede que tenga razón. Las ciencias y la
filosofía aún son poco descabelladas señores”.
Los funcionarios de Buenos Aires, regidos por los principios de la geometría euclidiana, no
soportan las singularidades del espacio topológico, de ahí que no comprendan la
desaparición del tren, suspendido en una realidad en la que efectivamente el tiempo se
detiene (como decía la profesora) y en la que puede viajarse a la velocidad del
pensamiento, desmaterializándose por completo.
Finalmente Pratt llega al 86, encuentra allí a su profesor y decide “seguir sus pasos en
este viaje sin retorno, antes de perder el tiempo explicando a un grupo de necios aquello
que no quieren entender”. Así, el llamado mundo real queda en tela de juicio en esta
historia, que empieza con la desaparición de un tren, signo que adquiere la significación
confusa de una anomalía en el funcionamiento del subterráneo, y que se espera poder
explicar tarde o temprano -cuando puedan encontrarse sus causas concretas-, pero la
interpretación matemática de Pratt es acertada y la fuga del 86 es a-causal, responde a
detalles mínimos, a singularidades de otro orden.
La referencia a El jardín de senderos que se bifurcan parece clara: Pratt llega al 86 por
casualidad en la Estación Borges y es a partir de ese momento que la realidad se fractura
para él. Ya desde el principio de la película habíamos visto el mapa del Subte y en él un
Detalle de cruce especial compuesto por doble desvío. En el cuento de Borges, Yu Tsun,
un espía alemán de origen chino durante la Gran Guerra Europea, cumpliendo una misión,
se baja en la Estación Ashgrove, donde también casualmente lo esperan unos niños que le
indican el camino que debe seguir, sendero que remite a antiguos laberintos, en los que se
llegaba a su centro siempre doblando a la izquierda; pero el laberinto en el que se halla Yu
Tsun no es espacial, sino temporal y tampoco tiene un centro definido, la verdad es que él
ha entrado en un nivel de la realidad en el que los senderos se bifurcan (como en el detalle
de Moebius) hasta el infinito, sin ningún orden. La terquedad del espía no le ha permitido
ver que el libro-laberinto que su antepasado chino había concebido no era una cosa u otra,
sino las dos a la vez y que su interpretación entrañaba más bien una cosmogonía y una
visión de la historia del universo, que el sabio chino había dejado sólo a algunos porvenires,
no a todos, pues de sobra sabía que no todos -de hecho, casi ninguno- podrían entender;
ya que “esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que
secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades” y la ya legendaria lógica
occidental es disyuntiva (real o irreal, verdad o mentira, antes o después). Desde su
supuesta realidad Yu Tsun intuye en el signo la significación de un tipo de laberinto de
marfil, cuya forma incluso llega a precisar en su imaginación; pero del laberinto caótico en
el que se encuentra no podrá salir porque de la correcta interpretación del sinólogo inglés
se desprende que ese laberinto no es un mínimo laberinto de marfil, sino un laberinto de
símbolos a cuyo sentido el ingenuo chino-alemán no ha accedido.
En Anillo de Moebius Janet, una jovencita inglesa de diecinueve años, está de vacaciones
en Francia y sale en la mañana a dar una vuelta en su bicicleta. De repente se encuentra
en un sitio sin salida y, cuando intenta girar, un hombre le cierra el paso. Lo que viene
después... ¿Una violación? ¿Un asesinato? ¿Qué? Al poco tiempo el hijo de un leñador
encontraría el cadáver, la bicicleta y el bolso de Janet. Un suceso simple en apariencia.
Pero la estructura del cuento (los párrafos que corresponden a la mirada y a la historia de
la víctima están en una letra más grande que los que nos hablan de Robert) nos ha dejado
entrever desde el principio dos realidades: la de Janet y la de Robert. Así, la narración
involucra las perspectivas de los dos personajes y nosotros, los lectores, no podemos
juzgar la actuación del violador, porque ya sabemos de su orfandad, de su desamparo, de
sus veinticinco años de tristeza y, sobre todo, porque tenemos claro que su intención no
era hacerle daño, ni mucho menos matarla, a él lo sorprende su muerte tanto como a
nosotros. Cortázar utiliza todas las posibilidades de la construcción de un texto para
mostrarnos la imposibilidad de plantear una verdad absoluta en términos de realidad,
porque lo que ocurre en esta historia es lo que ocurre siempre: un encuentro entre dos
supuestas realidades que se re-crean a partir del instante en el que aparecen la una frente
a la otra, momento en el que surgen en la representación del otro, como un nuevo signo
que evoca una dimensión de la realidad hasta entonces desconocida.
Pero lo que pasa después es incluso más desconcertante: Janet muere para la realidad de
los otros, quienes ven en su cadáver la significación de un final irrefutable, sin embargo,
en otro nivel de la realidad, ella ha ingresado en un tiempo sin tiempo, en el que
“se iban dando otros estados que acaso ya se habían dado, aunque ya
significara antes y no había antes;ahora (y tampoco ahora) imperaba un estado
viento y ahora un estado reptante (...) anillo de Moebios infinito, reptación hasta
el borde de una cara para ingresar o ya estar en la opuesta y volver sin
cesación de cara a cara,(...).
Janet deviene cubo, cuyos vidrios no puede traspasar para volver al otro nivel de la
realidad en el que creía que era algo y de repente deviene ola afiebrada que puede sentir
(o pre-sentir) a Rober, que después de todo la había acariciado y ahora ella lo deseaba y
lo necesitaba y lo buscaba, sus sentimientos también parecen un anillo de Moebios y al
final, el suicidio de Rober lo llevará de su lado de la cinta, a ese estado que no podríamos
interpretar como una muerte, sino más bien como el ingreso en un espacio-tiempo en el
que, como decía la profesora de topología (en Moebios), el tiempo se detiene.
¿Cuál es la verdadera realidad? ¿Quién afirma la veracidad del lo real? ¿Desde dónde
juzgamos la realidad? ¿Janet está viva o muerta? A los de afuera (afuera del cubo que es
Janet y de la ola en la que deviene) no se les ocurriría pensar que Janet no está viva ni
muerta, o que está viva y muerta, que está suspendida en un pliegue de lo que ellos llaman
realidad, en un pliegue innombrable, imposible de clasificar como un estado o como otro,
ella no es ahora (en ese ahora sin ahora) sustancia sino puro acontecimiento, es lo
incorporal que se presiente, que se intuye, pero no se puede determinar como una cosa o
como otra (de la misma forma que los funcionarios de todas las cabinas del Subte intuyen
la presencia del tren 86, pero no pueden ubicarlo). Situación insoportable para el
pensamiento que se supone lógico, anormalidad, singularidad... fractura en la superficie de
nuestra noción de realidad.
“creo que sé mirar, si es que algo sé, y que todo mirar rezuma falsedad,
porque es lo que nos arroja más fuera de nosotros mismos, sin la menor
garantía, en tanto que oler, o (...). De todas maneras, si de antemano se prevé
la probable falsedad, mirar se vuelve posible; basta quizá elegir bien entre el
mirar y lo mirado, desnudar a las cosas de tanta ropa ajena.”
Pero este personaje lleva las posibilidades de la ficción hasta el límite y en una de sus
salidas fotográficas, captura un acontecimiento que lo dejará prisionero en su realidad; una
simple fotografía adquirirá la dimensión de una realidad suprema una vez él la revela y la
amplía y la pega con alfileres en un muro de su cuarto y de repente se da cuenta de que
no puede seguir viviendo en la realidad de su quinto piso: está preso de la foto, situado
frente a ella en el punto exacto del ojo de la cámara y la escena de la foto cobra vida y él
no puede actuar en esa realidad, pero tampoco puede volver a la que era suya, está
suspendido entre dos niveles de la realidad, como Janet, como Pratt, como el soñador,
como Yu Tsun... no es nada en ese ahora congelado sin tiempo, no está ni muerto ni vivo y
está vivo y muerto, ese es el verdadero “despertar en el infierno”, estar amarrado a la
indeterminación de una realidad que no se deja decir, que no se va pero tampoco se
queda, flotar en una marea de significaciones y de interpretaciones que no lo dejan
pasar de la superficie, que no le permiten asir una realidad u otra, vive anclado a una
fotografía-signo que revive como una película. ¿Cuál es la verdadera frontera entre la
realidad de la fotografía y la realidad del cuarto del fotógrafo? Es una insoportable
frontera simbólica en estado de licuefacción, es la frontera entre lo que es de hecho y lo
que él cree que es, es una frontera hermenéutica, una frontera construida por él mismo, él,
que es una máquina de mirar, él, que ha producido una nueva dimensión de la realidad al
capturar un evento y crear una historia con base en rasgos, en indicios, en puros matices
superficiales que dotó de sentido y que cobran en su vida, después de la foto, un carácter
ontológico, profundo, un pliegue más en la cinta infinita. Historia extraña que empieza en la
calle, donde nada es esencialmente real, pues la calle está compuesta por realidades en
movimiento, por realidades construidas, alteradas, superficiales; el fotógrafo quiere
intervenir en esa realidad evanescente y su condena tiene que ver con la impotencia frente
a un devenir en el que él no es nada, un devenir que tiene su lógica intrínseca, ajena a él,
ajena al observador, libre de causalidad y sin explicación, por lo tanto él queda
irremediablemente suspendido en su propia ausencia, reducido a la inexistencia frente a
aquello que quiere comprender.
En Manuscrito hallado en un bolsillo el personaje también es una máquina de mirar y se
encuentra preso en su propio juego: encontrar a la mujer verdaderamente mirable para
fijarla en su vida, en lo que él cree es su historia, su realidad esencial. Su método singular
está determinado por el caos que forman los distintos cruces en las líneas del tren y el
punto de partida de ese juego, que ya es cotidiano, se anuncia con la percepción de una
sonrisa reflejada en un vidrio o por la indiferencia, que de alguna manera expresa una
aceptación, un impacto, un efecto. El personaje se encuentra atrapado también en un
tiempo sin tiempo, en el territorio de su propio juego, del que no puede sustraerse. Cada
mujer elegida por él es a la vez realidad y reflejo, por ello la bautiza con dos nombres: el
nombre que representará al cuerpo y el nombre que representará al reflejo en el vidrio, dos
signos sin los que no sería posible ingresar en la nueva realidad, en la realidad
significada de su juego, son esos nombres ficcionados las claves, los códigos, las
señales, pero también lo son los colores de los cabellos, las distintas formas de pararse,
los modos de sujetar los bolsos, de evadirlo a él... Y parecería que de ese juego se puede
salir, pero cuando lo intenta con una mujer en particular, cuando pretende sustancializar el
acontecimiento, cuando conoce el verdadero nombre de una mujer (de una mujer doble) y
trata de fijarla, se queda circulando en su juego que ahora es macabro y que puede
interpretarse como otra forma más de habitar el infierno, su situación es aterradora y
aunque no está preso en un navío perdido en el infinito océano (como el personaje del
cuento de Edgar Allan Poe), los muros imaginarios que hay entre su encierro de
subterráneo multitudinario y el mundo “libre” de arriba son tan infranqueables como los
muros de agua y hielo que se levantan entre el náufrago perdido y la tierra firme. Como lo
recuerda Daniel Pratt:
“El subterráneo es sin duda un símbolo de los tiempos que corren, un laberinto
donde en silencio nos cruzamos con nuestros semejantes sin saber quiénes
son ni a dónde van. Cientos de andenes en los que aprovechamos para
establecer un balance, prever una situación e intentar abordar, más que un
tren, un cambio de vida. Es un extraño juego en el que nos sumergimos por
infinitos túneles sin darnos cuenta de que en cada trasbordo estamos
cambiando definitivamente nuestro destino. Con el subte descubrí la más
poderosa máquina de mirar...”.
Cualquier cosa puede ocurrir y cada posible desenlace sería entonces una particularidad
más de esa cinta de Moebius que es el Subte, que es la calle, que es la vida, que es el
lenguaje que la nombra, el lenguaje que ficciona actualizando realidades, haciendo posible
lo que parecería imposible. Si seguimos el recorrido de las hormigas en la Cinta de Moebio
II de Escher, a primera vista nos parecerá que caminan por dos lados distintos, pero la
cinta, misteriosamente, tiene un sólo lado y las hormigas nunca han dejado ni dejarán de
recorrerlo. Dando vueltas incesantemente en un área infinita, que engaña al ojo del
espectador y lo reta a que trascienda esa significación dualista, disyuntiva (que le hace
pensar en la duplicidad), que lo obliga a penetrar en otra lógica-óptica, más superficial o
más profunda, pero cuya interpretación expone otra dimensión de lo mirado, exhibe otra
realidad hasta entonces insospechada. Como lo mostró el personaje de Las babas del
diablo, el ojo es una realidad que falsea lo que ve: sólo vemos los signos y habitamos
(como decía al principio) la selva de nuestras construcciones simbólicas, perdidos en
nuestra propia maraña de sentidos, creemos tener la verdad cuando lo único que tenemos
es un reflejo, uno solo, entre los infinitos reflejos posibles. Escher lo muestra en sus
experimentaciones con las múltiples contingencias ópticas, otros artistas lo exponen
creando personajes que se pierden en ficciones construidas por ellos (o por otros); algunos
construyen posibilidades matemáticas que parecen las desviaciones abstractas de un loco;
pero todos coinciden en ver al hombre como el único artífice de lo que luego tendrá para él
un significado de realidad sustancial, entonces, no hay sustancia preexistente, el lenguaje
crea cuando nombra y su ficción es tan real como la misma realidad y todos estamos
perdidos en esa hermosa Cinta de Moebius hecha de palabras y de gestos, en esa
circularidad infinita del lenguaje, cuyos pliegues y repliegues nos dan la ilusión de ser
espacios determinables, pero que no son otra cosa que planos tenues y difusos, escisiones
de una misma superficie.
La iconografía religiosa en la ciudad de Medellín
Mónica María Calle González
Cuando se habla de la abducción como un modelo de lectura dentro del contexto de este
artículo, se trata de dar a entender que es un razonamiento que lleva a la adopción de una
hipótesis para ser comprobada. Dicha hipótesis se plantea a través del proceso inductivo,
que consiste en proporcionar un conocimiento probable y posible a partir de dos momentos
sucesivos: explicar el hecho observado, lo que conlleva a conclusiones susceptibles de ser
verificadas. La deducción, finalmente, es el razonamiento de las observaciones, es decir, la
explicación mediante la inferencia de las consecuencias probables y necesarias de una
hipótesis.
El criterio principal que se tuvo en consideración para elegir este proyecto y no otro, es que
en él los estudiantes logran conjugar mucho de los intereses y temáticas de la propuesta
teórica que guía el curso. Más adelante se plantea cómo esto se ilustra en el trabajo.
Algunos de los trabajos finales muestran una capacidad argumentativa y propositiva del
alumno, haciendo uso de los elementos dados en el curso, signo inequívoco de que se
comprendió que la relación Lengua-Cultura tiene vastas expresiones, lo cual se une a una
vinculación del estudiante con el concepto de lenguaje en su sentido pleno.
Estos aspectos (relación lengua y cultura, concepción del hombre como criatura que vive
simbólicamente) son premisas fundamentales del curso a las cuales se acerca el
estudiante en la primera parte de la materia desde la lectura y la escritura. Desde esta
plataforma se propone, para el trabajo final, trasladar estos elementos al ámbito de la
ciudad, entendida como entramado simbólico, como habitáculo y encarnación de diversas
expresiones culturales susceptibles de ser leídas. Aquí, entonces, el concepto de lectura
muestra el despliegue que se le ha dado a partir de la resignificación del concepto de texto
que considera que no son únicamente los escritos los que merecen ser denominados como
tales, sino que también lo son el cuerpo y la ciudad como constructos derivados de
acciones de lenguaje, es decir, de acciones simbólicas. Así, pues, el estudiante no
considera los eventos que le circundan y que fundan la ciudad como hechos naturales o
espontáneos, si no como algo a lo que se le puede establecer un por qué para
reconocerlos como voces que hablan de lo que somos.
Cabe mencionar aquí que tal proceso de sensibilización se hizo primero con respecto a los
textos escritos -propios y ajenoscon el interés de que los estudiantes dejen de
considerarlos desvinculados de la vida. De otro lado, uno de los argumentos que tiene gran
fuerza en Lengua y Cultura es la oportunidad única que representan la lectura y la escritura
como medios para elevar los procesos de pensamiento o cualquier nivel, es decir, se
considera que ciertos materiales literarios por ejemplo demandan un grado de abstracción
y de imaginación tal, que se convierten en ejercicios mentales potenciadores de una
agilidad determinante a la hora de enfrentar la solución de un problema matemático, por
ejemplo.
El tema del trabajo final que se presenta en este texto fue formulado como: El auge de
ciertas expresiones de la iconografía religiosa en la ciudad de Medellín. El material fue
fotográfico acompañado de expresiones populares entre dichos y refranes. El título que le
dieron al proyecto fue “Merchandising del cielo”, ilustrado con un dibujo de Jesús usando
una camiseta con el estampado de su propio rostro -del rostro que se le ha dado en
Occidente-. La inquietud de los integrantes del grupo por este tema, nace de la
observación de este fenómeno de la ciudad que es el uso de distintos símbolos religiosos
como accesorios propios de la moda.
Este trabajo tiene como requisito, para su realización, una búsqueda bibliográfica para
darle sustento a la producción final, y así lograr que los estudiantes, como lectores de la
ciudad, puedan descentrarse y observar, desde un “afuera”, el devenir citadino en el que
ellos mismos están inscritos. El trabajo final está dirigido a retomar, con una nueva óptica,
mucho de lo tratado en el transcurso de la materia, delimitándolo para cada proyecto por la
elección de un énfasis, ya sea la lengua o la cultura, no obstante, el entrecruzamiento obvio
entre ambos elementos. Tal elección de un énfasis está justificado por lo ya dicho: evitar
ampliaciones que harían del trabajo algo difuso y, tal vez, poco formativo.
En el caso del proyecto que se vuelve objeto de este artículo, hay que destacar varios
elementos que saltan a la vista y que lo hacen pertinente para compartir y es su relación
con los núcleos problemáticos de Lengua y Cultura: la cultura y la simbología religiosa
como un elemento crucial de la misma, los decires o expresiones orales de un pueblo que
dan a conocer mucho de sus construcciones simbólicas y el poder de cohesión de ciertos
códigos cuando se ponen en circulación -el caso de la moda-. Esto muestra cómo el
estudiante agudiza su mirada y atiende, de manera distinta, a lo que frecuenta en el día a
día para considerarlo como un fenómeno discutible y analizable.
El alto valor de este trabajo lo justifica también la mirada estética de los estudiantes en la
elección de refranes que luego trataron de capturar en imágenes. Esto es, las fotografías
logran mostrar una intención en el estudiante por subrayar que los personajes encontrados
en la ciudad evocan creencias o imaginarios colectivos que los refranes ponen en
evidencia; lo más valioso es que los estudiantes pasaron de considerar, de manera
naturalista, el devenir de nuestro conjunto cultural para proponer razones explicativas de
por qué figuras como los borrachos, el diablo, los santos o una banda de rock cohabitan de
manera singular y plena en la ciudad. De otro lado, amerita mencionar el proceso de las
conclusiones que elaboraron los estudiantes fruto del trabajo investigativo desarrollado
sobre el tema.
Algunos de los hechos que los estudiantes destacan al final de su investigación fueron los
siguientes:
Lo religioso siempre congrega así como masifica. Esto es, facilita aproximaciones
grupales. Los estudiantes buscaron las razones de tal fenómeno descubriendo el
poder de lo que se llama mecanismo de identificación. No se centraron en el
aspecto de la moda como un fenómeno de masas, sino que le prestaron más
atención a la transformación de lo religioso. Lo que se puntualiza en este trabajo es
que algo tiene que modificarse en el encuentro entre una expresión religiosa –por
ejemplo, la creencia en un símbolo: crucifijo, camándula, escapularioy los espacios
más profanos; esto es, el paso de elementos de la religión ortodoxa a ámbitos tan
seculares como la entrega de los premios Óscar.
Finalmente, antes de realizar este tipo de trabajo se puede caer en generalizaciones vanas,
como afirmar que la creencia religiosa es poca por todas las crisis de la religión que todos
conocemos o, de otro lado, al observar el uso masivo de accesorios religiosos, concluir
que hay un retorno inmodificado de la fe. Los alumnos, entonces, miran cómo fenómenos
ambiguos, se entrecruzan en nuestros tiempos como la subsistencia de creencias,
aparentemente superadas que se cruza con la tendencia a despojar al signo de gran parte
de su pasado semántico.
Estos fueron los principales puntos que se concluyeron al finalizar el proyecto, en los que
se puede notar la consideración de diversas facetas del tema escogido.
En esta experiencia se puede confirmar que uno de los medios para encauzar el trabajo en
asignaturas que se interesan por la enseñanza de la lectura y la escritura, va en doble vía:
no renunciar al trabajo con el aspecto formal del código escrito, es decir, no dejar de
insistir en que la escritura, aunque no sea un destino y una pasión para todos, es una
exigencia para profesionales competentes. El otro aspecto es no agotarse en lo anterior y
permitir el uso de otros medios -en este caso los visualescomo forma de alcanzar el
objetivo fundamental: potenciar en el estudiante procesos cognitivos cada vez más
exigentes. Es decir, oscilar sin dejar de ser consecuente con los objetivos de los cursos
que dictamos: de no ser así un trabajo final de Lengua y Cultura, se confundiría con uno
presentado a una materia como Cine y Literatura. En cambio en los resultados se evidencia
cómo los estudiantes, cuando tienen el norte de la materia claro, logran conjugarlo con lo
aprendido en otros cursos. Además, teniendo diseñadores o publicistas en los cursos,
cómo no permitir que hagan uso de sus recursos para que vivencien la posibilidad de
articular los temas de Lengua y Cultura con su carrera.
Guía Proyecto de Aula
Bibiana Romero Chala
Gonzalo Arango
Presentación
El proyecto de aula se concibe como un espacio propicio para la interacción social, cultural
y epistémica de los actores que participan en el proceso de enseñanza-aprendizaje , esto
es, tanto estudiante y docente como la institución a la que estos pertenecen. Asimismo, el
proyecto de aula constituye una estrategia didáctica eficaz para resolución de problemas
que surgen ya sea al interior de la sala de clase y que tienen incidencia directa o indirecta
en la vida del estudiante y una comunidad académica o social determinada. Así, el
proyecto de aula es una herramienta para la construcción de conocimiento .
Metodología
Para el desarrollo del proyecto de aula se seguirán los siguientes pasos.
Con base en los fundamentos teóricos de la asignatura los estudiantes de modo grupal,
deberán escoger una temática. Entre las temáticas posibles se encuentran:
Cuerpos de la ciudad
Ciudad y equidad
La ciudad y el control
Ciudad y biopolítica
Ciudad y tecnología
Ciudad y no lugares
Ciudad y cultura
Ciudad y violencia
Urbanismo y ciudad
Ciudad y consumo
Ciudad y salud
Ciudad y muerte
Una vez hecha la selección del tema, los estudiantes harán la aplicación del método
abductivo de lectura de acuerdo con los siguientes pasos:
5. Consulta de las teorías que explican los signos. Se contemplan todos los
referentes trabajados en clase (Cultura, lenguaje e interpretación, La metáfora:
construcción de la realidad, Sobre la abducción, Referentes prohibidos del
lenguaje y la ciudad, De los lugares a los no lugares, ciudades y mitos
contemporáneos, etc) y los que los estudiantes consulten de acuerdo con el tema
escogido. En este sentido, cada grupo deberá referenciar un mínimo de 15
artículos o textos de altas cualidades científicas
Con base en dicha información se hará el producto final que corresponde a la escritura del
proyecto de aula y el diseño de algún elemento creativo para la presentación.
Productos esperados
Un informe del proyecto de aula que contemple los siguientes aspectos:
Título
Debe exponer claramente el tema y las categorías (aspectos que contempla o relaciona,
mínimo 2) que presenta.
Tema o problema
Corresponde a la situación específica, interés o problemática que se investiga en el
proyecto de aula. En este caso se describirá el hecho sorprendente, sus antecedentes, sus
variables y se formulará la pregunta. 4 a 5 párrafos.
Referentes teóricos
Se expondrán las principales teorías que explican el hecho sorprendente. De acuerdo con
el tema se establecerán las variables y se definirán con base en la consulta. En esta
presentación se deben utilizar citas de acuerdo con algún sistema de citación y anexar las
fichas de lectura que dan cuenta de la sistematización de la información (12 artículos o
textos de divulgación científica). (4 páginas)
Metodología
Se describirán los pasos seguidos para resolver el problema, en este caso se hace alusión
a la abducción como método. (4 párrafos).
Resultados
Se expondrá la lectura de los signos que componen el hecho sorprendente de acuerdo con
las teorías que los explican. Los signos serán leídos, clasificados, analizados y discutidos
(6 páginas).
Conclusiones
Se expondrá el caso y las reflexiones derivadas del mismo (1 página).
Referentes
Las normas de presentación del trabajo son las siguientes:
Relato
Poesía
Video
Pintura
Instalación
Performance
El párrafo
Grupo de Investigación Lengua y Cultura
De manera simple el párrafo es una ilación de proposiciones que alcanza unidad de sentido
cuando estas giran en torno a una idea principal. Por lo general esta idea principal aparece
sintetizada en una de sus oraciones denominada “oración temática”. Las demás son
oraciones particularizantes o secundarias que desarrollan o explican la idea principal.
Clases de párrafos
Según el método de organización del pensamiento
Párrafo deductivo
Este tipo de párrafo parte de una generalidad o una idea que permite reconocer la noción
global del asunto por tratar y que posteriormente se va particularizando.
Párrafo inductivo
Este tipo de párrafo presenta ideas como especies de pistas para, finalmente, llegar a la
generalidad o idea global con la que se concluye el asunto tratado.
Este tipo de párrafo indica el problema, plantea la tesis o sencillamente deja ver el estilo
del escritor.
Son los demás párrafos que contienen la exposición de la información o de los argumentos,
dependiendo del tipo de textos que se esté realizando.
Son párrafos cortos en los que no se desarrolla –como en los demás casos– una idea
principal. Su función es permitir que entre dos párrafos de información o de desarrollo haya
alguna cohesión o entre una parte de la exposición y la que viene a continuación. Son
párrafos muy útiles cuando es necesario hacer saltos temáticos en los textos.
Párrafo de enumeración
Se utiliza para enumerar las partes de un todo, para incluir diversos ejemplos de una
situación dada o para mencionar diferentes hechos que se derivan de una causa.
Párrafo descriptivo
Se usa cuando se necesita formar en el lector una fiel imagen de un hecho, un objeto, una
persona o un espacio; se recurre a los detalles más sobresalientes.
Párrafo cronológico
Los párrafos de comparación son los que relacionan entre sí hechos, situaciones, objetos y
acciones, por sus similitudes, como los párrafos de contraste, que sirven para
diferenciarlos.
Párrafo de causa-efecto
En éstos se presenta un acontecimiento o una situación seguida por las razones que la han
causado o viceversa. Primero se presenta un hecho y luego se mencionan sus resultantes.
Párrafo expositivo
Párrafo argumentativo
Son párrafos de exclusividad para emitir ideas a favor de una tesis. Una tesis no se valida
si no se dan las razones que la justifiquen o soporten adecuadamente.
La definición sociosemiótica de la cultura
Olga Lucía Arbeláez Rojas
Introducción
El resumen es una de las acciones indispensables en la comprensión y en la elaboración de
textos, o sea en los procesos de lectura y de escritura. La palabra “resumen” significa
tomar para sí, coger, escoger, retomar, elegir. De ahí que una caricatura, una sigla, una
abreviatura, un titular periodístico, etc., también son formas de resumen.
Creatividad: todo resumen requiere una buena dosis de originalidad, por cuanto no
existe una fórmula única de realizarlo; puede recurrirse a un esquema, caricatura,
tira cómica, etc.
Precisión: exige tener los elementos pertinentes, sin pecar por exceso o por
defecto.
Otra perspectiva de resumen es la citada por Villa y Correa (2006): “Según Morales
(2005), un resumen “contiene las ideas fundamentales del texto leído, tiene las oraciones
bien estructuradas y es lógico en su desarrollo conceptual. En el resumen nos atenemos
exclusivamente a lo que ofrece el texto o material resumido. Para realizar un resumen se
requiere lo siguiente: 1) Resaltar las ideas más relevantes del texto, bien sea por medio de
subrayados o extractando dichas ideas. 2) Seleccionar las ideas que creamos importantes
en el texto. 3) Realizar un mapa conceptual basado en las ideas finalmente seleccionadas;
y 4) A partir del mapa conceptual, construir un nuevo texto”.
En los siguientes párrafos se presenta un resumen modelo para el cual se siguieron los
pasos presentados por Correa y Villa, antes citados. El original es el capítulo I del texto:
Diferentes, Desiguales y desconectados. Mapas de al Interculturalidad de Néstor García
Canclini. Barcelona. Gedisa 2004, pág. 29-39.3
Resumen
“La cultura extraviada en sus definiciones”
El texto de García Canclini que se resume a continuación, presenta diferentes perspectivas
o líneas en las que se ha definido el concepto de cultura y cómo, a través de las ciencias
sociales, se llega a un concepto interdisciplinario sociosemiótico de ésta. En palabras del
autor, el interés por hallar una definición de la cultura ha generado toda clase de
imprecisiones y hoy existen autores que han llegado a compilar más de 300 definiciones de
cultura. El término se ha dispersado de tal manera que hoy se aplica a situaciones tan
diversas como “cultura de la guerra”, la “cultura económica”, “culturas empresariales”,
“cultura de la incompetencia”, y la proliferación de significados sub, infra y contraculturas
muestra variantes interesantes para analizar y ampliar los horizontes de comprensión, de
manera que se replantean hechos históricos, como el de los marxistas que hablaban de
“cultura capitalista” y el de la antropología tradicional que habla de “culturas primitivas”, lo
que ha llevado a afirmar que la cultura no puede ser “primitiva”.
Frente a los usos mencionados, surgió el conjunto de usos científicos que separan
la cultura de otros referentes: naturaleza-cultura y sociedad-cultura. Para construir
una definición científica aceptable se requiere:
una definición unívoca que sitúe la cultura en un sistema teórico, libre de
las connotaciones equívocas del lenguaje ordinario.
un protocolo de observación tan riguroso que permita el registro
sistemático de lo cultural.
Otra oposición es la que se quiere establecer entre cultura y sociedad. La sociedad como
el conjunto de normas que rigen las relaciones entre los hombres (poder, economía,
política), que determinan las prácticas sociales, económicas y políticas. Pero existen otros
elementos que no pertenecen a esa relación que son netamente culturales como el idioma,
el vestido, la apariencia, etc. ¿Qué significan, p.ej.: las diversas complejidades de las
lenguas y los rituales?, ¿para qué se pintan los hombres y las mujeres la piel, o se cuelgan
cosas en el cuerpo o en la casa?
Para comprender esto, Baudrillard habla de cuatro tipos de valores en la sociedad, para
salir del esquema marxista que reconocía el valor uso y el valor cambio y propone otras
dos formas: valorsigno, valor-símbolo. Ejemplo: un refrigerador:
Esta clasificación de cuatro tipos de valor (de uso, de cambio, valor signo, valor símbolo)
permite diferenciar lo socioeconómico de lo cultural. Las dos primeras clases de valor
tienen que ver principalmente, no únicamente, con la materialidad del objeto, con la base
material de la vida social. Los dos últimos tipos de valor se refieren a la cultura, a los
procesos de significación. En sus investigaciones Pierre Bourdieu diferenció cultura y
sociedad, a la sociedad la estructuran las relaciones de fuerza correspondiente al valor de
uso y de cambio; entretejidas con esas relaciones de fuerza, hay relaciones de sentido,
que son las que regulan la vida social y las relaciones de significación. “El mundo de las
significaciones, del sentido constituye la cultura”.
Las cuatro vertientes no son paradigmas sino formas en las que nos narramos lo que
acontece con la cultura en la sociedad, esta forma narrativa vuelve el problema menos
complejo y nos ayuda a conocer mejor la vida social.
¿Sustantivo o adjetivo?
La definición sociosemiótica de la cultura ayuda a entender cómo los procesos de
circulación, producción y consumo y su significación en la vida social, el símil de la camisa y
la piel, ayudan a contrarrestar el racismo; pero estas definiciones concebidas para cada
grupo no tienen validez universal.
Al estudiar lo cultural comprendemos los procesos en donde dos o más grupos se imaginan
lo social y gestionan las relaciones con otros a través de una delimitación entre el orden
que hace posible el funcionamiento de la sociedad y los actores que se abren a lo posible
(diálogos de paz, p.ej.).
En “Globalización Imaginada”, García Canclini analizó los modos sustancialistas o
intranacionales de concebir la cultura. Lo intercultural tiene sus consecuencias puesto que
el problema es de identidades culturales frente a los procesos de interacción, confrontación
y negociación entre los diversos sistemas socioculturales. Regresamos al problema inicial:
la cultura según quienes la hacen o la venden. Tenemos que asumir todas las definiciones
de cultura que se han dado, pero entendiendo que las maneras en las que se están
reorganizando la producción y consumo, no son simples operaciones políticas o
mercantiles, sino nuevas formas de entender qué es lo cultural y sus desempeños sociales.
Aunque los antropólogos dejan el tema del capitalismo globalizado a otras disciplinas se
puede hacer visible lo que sucede bajo el predominio de la producción industrial y
circulación masiva de bienes y mensajes culturales, aunque hoy todavía se estudie lo
primitivo se hace bajo la “mirada civilizadora”.
Por tanto, plantearse que la globalización neoliberal y las ideologías de expansión ilimitada
de las empresas transnacionales, con su predominio tecnológico-económico, quieren
homogenizar al mundo sin tomar en serio las diferencias culturales es un desarrollo
precario de este otro ideal universalista. Esto ha despertado las reacciones de los grupos
minoritarios o excluidos que se han radicalizado para exigir su reconocimiento y esto nos da
una idea clara de lo difícil que es escuchar las diversas formas de cultura donde se quieren
articular diferencias y desigualdades, inclusión, exclusión y las formas actuales de
explotación.
La crónica
Egidia Montoya Gómez
Pero hay que tener en cuenta que la crónica es un género practicado desde mucho tiempo
atrás, desde el periodo medieval en que se confundía con la carta, con el viaje. En
palabras de Valencia “El viaje a América, es por lo tanto, un nuevo género de la literatura,
un conjunto bien concertado de fórmulas, motivos y temas del que son inventores Colón y
Vespucci”. En las crónicas de indias, dice el autor, es tan extraño el mundo que se está
conociendo que se tiene que fabular. Y, lo que es más importante aún, para delimitar su
territorio temático y estilístico: “una historia entendida como cronología, como progreso y
proceso de la humanidad se desbarata con la crónica entendida como fábula, como mito,
como leyenda. Es esto lo que desvela a los historiadores de Crónicas de Indias”.
En la crónica como género periodístico la intervención del cronista le confiere dos de sus
características sobresalientes: el subjetivismo y la expresividad. Es decir, el cronista
presenta los hechos desde su particular punto de vista y los interpreta. Lo cual no significa,
sin embargo, que el cronista pueda apartarse de los hechos; los acontecimientos como en
cualquier otra tipología periodística han de conducir el desarrollo temático.
Puesto que el cronista intenta dar una visión original de lo sucedido, este género textual se
presta a la utilización de un lenguaje personal cargado de expresividad, en muchas
ocasiones próximo al lenguaje literario. Es frecuente el uso de matices estilísticos, de aquí
que la crónica pueda ser descriptiva, narrativa o literaria. A continuación se presentan
ejemplos, cuyos matices de estilo, los acerca a la narrativa; en consonancia acaso con un
principio básico de los fenómenos identitarios, de acuerdo con el cual: narrar es acontecer
en el lenguaje.
Seamos cronistas
La crónica, resultado del siguiente ejercicio, podrá ser enviada al comité editorial del sitio
Web de Lengua y Cultura. Siga las siguientes instrucciones:
Lea los textos del menú “Narraciones”.
Narra un suceso filtrado por uno actual. Lo cual demuestra la indagación previa
1
desplegada en el proceso de concepción y escritura de la crónica.
Calificación total 5
Nota adicional
Conociendo la ciudad
En varios periódicos se han contado las situaciones por las que pasan los desplazados del
campo a la ciudad y, en general, lo que acontece cuando alguien llega por primera vez a los
espacios cita- dinos. Observemos este cuadro.
Clara María Luna era una mujer hermosa, de tez blanca, figura delgada y ojos miel que
envidiarían las reinas de belleza actuales. Nació en el campo, en una despoblada vereda
donde todos se conocían y mantenían relaciones cordiales. Se casó a la tierna edad de 16
años con un hombre corpulento, alto, trigueño; de facciones pulidas y adulto en relación
con ella, pero conservado, porque no aparentaba sus 40 largos y trajinados años. Después
de muchas lunas y cuatro hijos, Andrés, su esposo, quien había pasado gran parte de su
juventud conociendo las ciudades colombianas y trabajando en cuanto oficio apareciera,
literalmente “armó” viaje para que ella conociera la “gran ciudad”, la “Capital de la
montaña”: Medellín. La felicidad fue grande, la aventura prometía emociones
insospechadas.
El viaje duró un día a lomo de mula, porque la vereda no tenía carretera hasta el pueblo, y
uno en la “línea” (como se le dice aún en los pueblos al único viaje que hace un bus entre la
localidad y la capital) de Rápido Ochoa.
A pesar del cansancio por el viaje y la “brega” con los cuatro hijos que también iban a
conocer la ciudad, la salida valió la pena. Al llegar a este nuevo espacio se conmovió con
las extrañas realidades que, en su mundo, ni siquiera intuía: la construcción de tantas
casas y edificios juntos sin que en su intermedio hubiera árboles o jardines; la gente
cruzándose en las calles sin mirarse, saludarse o percatarse siquiera de la existencia del
otro; la manera de medir cada segundo, cada minuto y de correr para llegar a los diversos
lugares; el bullicio de los carros, los vendedores, los pitos y esa mezcla interminable de
ruidos que atolondraban y “parecía que lo iban a ensordecer a uno”; los pobres niños y
señoras pidiendo limosna, al lado de tantos jóvenes y viejos abandonados en las calles a la
suerte de Dios. También la impresionó la luz eléctrica que hacía posible la vida en la noche
y la existencia de la televisión, esa cajita mágica donde aparecían personajes y programas
fabulosos como “yo y tú”; los helados de tantos colores y sabores que eran una golosina
deliciosa y los supermercados donde la gente podía coger los productos que quisiera, sin
tener que pedírselos a nadie y, por supuesto, la cantidad de juegos raros donde los niños
se divertían.
Clara María permaneció quince días en la ciudad durante ese primer viaje; luego regresó a
la vereda para continuar en sus labores ordinarias: tener hijos; cuidar los jardines y los
animales; encender las velas en la noche o mirar las estrellas y la luna como únicos focos
luminosos; consumir los alimentos en la inmediatez del día porque en tener una nevera ni se
podía soñar; cocinar en el fogón de leña; escuchar noticias y canciones en la emisora
“Radio Sutatenza”; leer el periódico “La Defensa” que llegaba cada mes; atender a todas
las mujeres de los alrededores cuando iban a tener un nuevo hijo… y continuar la rutina de
su vida. Pero después de conocer a Medellín, algo emocionante le ocurría: contaba los
años, los meses, los días y esperaba con ansiedad las pocas oportunidades que tenía de
salir por un tiempo corto a “descansar” en la ciudad, donde siempre encontraba cientos de
novedades porque “al que sale, le da el viento”, -decía- con entusiasmo y susto.
La calle y el caminante
Juan David Arias Penagos había abandonado desde hacía un tiempo la ruana, el sombrero,
las botas Grulla y los pantalones viejos y desteñidos con los que llegó de su pueblo a
trabajar a la ciudad; hasta sus facciones algo toscas, su cuerpo enjuto y su rostro ceñudo
habían dado paso a una figura un tanto más corpulenta y una expresión más alegre,
después de varios tratamientos contra las manchas y el acné; sus manos de labrador
habían perdido gran parte de las callosidades características de alguien que se dedica a
trabajos duros como cultivar la tierra, ser ayudante de albañilería o recoger cosechas;
ahora aparecían tersas y suaves; vestía camisetas, bluyín, chaquetas y zapatos informales
que le iban bien con su trabajo como ayudante en la oficina de Instrumentos Públicos.
Nuestro personaje hizo viajes interminables por parajes insólitos; peleó contra leones, tigres
y cocodrilos; conversó con su padre, Juan Darío Arias, quien lo había abandonado cuando
apenas tenía tres años; volvió a la escuela del pueblo y jugó trompo, yoyo y a las
escondidijas con sus cuatro mejores amigos de la infancia; visitó a la abuela Carmen que
vivía en el campo, en una casita blanca rodeada de coloridos jardines y animales
domésticos que correteaban por doquier; se reconcilió con su novia María Salomé, con
quien había roto relaciones desde hacía cinco largos y tortuosos meses. Igualmente a Juan
Da, como le decían sus amigos, le fue posible encontrarse con sus tres hermanos y su
madre, a pesar de que ellos vivían en el alejado pueblo natal y él estaba trabajando en la
ciudad de Medellín desde hacía cinco años, por tanto, las cálidas reuniones familiares sólo
le eran permitidas en época de vacaciones.
Todo era extraño para Juan Da porque el tiempo y el espacio se le habían convertido en
una telaraña intrincada y le parecía imposible estar haciendo tantas cosas a la vez; y lo
más extraño era que los acontecimientos parecían milagros de esos ángeles que hacen
posibles los sueños porque a él se le estaban cumpliendo sus deseos más íntimos. Por
último, lo que le causaba un estado de desconcierto era que sentía un suave calorcito
recorriendo todo su cuerpo y luego se vio a sí mismo como una estrella, pero no cualquier
tipo de estrella, sin lugar a dudas el color negro lo invadía y él lo comprendió: él, Juan Da,
era una grande, oscura y hermosa “estrella negra” pintada en la Avenida Oriental con la
Playa de la ciudad de Medellín. Ante esta certeza, lo único que pudo fue gritar con todas
sus fuerzas para liberarse del duro asfalto y después de cinco segundos que parecieron
una eternidad... despertó.
Juan Da llevaba tres meses en estado de coma, con la mitad de sus huesos rotos y su vida
en... receso, digámoslo así, porque un automóvil lo había atropellado en la avenida Oriental
con la Playa, de la ciudad de Medellín. Al tener con- ciencia de que había vuelto a la vida lo
único que alcanzó a modular, con alivio y confusión fue: “en mi pueblo siempre me dijeron
que cuando llegara a la ciudad, a una de las cosas a las que le debía prestar mayor
atención era a los semáforos; así lo he hecho siempre, pero, ¡hijuep...!, ahora comprendo
que no son los semáforos sino algunos conductores y sus vehículos los que matan”.
Así de súbito, se ponía punto final a esa historia suya con él, a esa historia de él con ella;
ella, la de los zapatos de gamuza indefinidos y el bolsito azul de no me importas; él,
mundano, franco, presumido, sabido de sí mismo. Llegaban al fin de los días de una
relación moribunda que había empezado por unos libros, por un fetiche de ambos.
Ella, se le cruzó en el deseo a él, que nada esperaba. Artista de salón en todo caso. Y
ella, sin saber muy bien por qué ni cómo le había G E S T I C U L A D O su número, desde
la ventanilla de emergencias del bus, que arrancaba apresurado. Y, se había enamorado
finalmente de las tardes sórdidas, acompañadas por un estéreo en la casa de él, metida
entre los pinceles suyos y los lienzos perezosos, parturientos, entre emborronados y
mágicos.
Les tembló la tierra aquella última tarde, ella sólo conserva el recuerdo del lienzo recién
estirado, blanco, a la espera. Y, después, la calle, la noche, la culpa: CUI DAR SE.
De eso hace 7.300 noches con sus días, esa cuenta le sirve para sospechar cuántos años
tendría aquel rostro, cuántos lienzos habría tendido. Sí. Por turbación, cobardía, crueldad,
barbarie, por todo y todos, ella habría de decidirlo sobre su legítima existencia.
De eso hace como 7.300 noches con sus días, esa cuenta le sirve para sospechar cuántos
años tendría aquel rostro, cuántos lienzos habría tendido. Sí. Por turbación, cobardía,
crueldad, barbarie, por todo y todos, ella lo habría decidido, sobre su legítima existencia.
Al poco tiempo un discreto informe del noticiero revelaba que el 40% de los colombianos
han padecido algún trastorno mental durante su vida.
- Como están las cosas, hace falta estar loco para vivir y aún más para creer.
El parque vacío
Hace años, cuando yo era niño, el parque era el lugar de encuentro con mis amigos. Ahora
sé que el parque fue también el lugar donde me encontré por primera vez con mis futuras
amistades. Después de dos partidos resulta contradictorio llamar desconocido a alguien
que ha sudado la camiseta tanto como tú. Uno comienza compartiendo un balón de fútbol,
luego el bolis y con el tiempo la amistad.
Hace poco tiempo una vecina recogió firmas para cerrar el parque. Al recorrer la ciudad es
común ver a muchas vecinas cultivando y recogiendo firmas y entonces me encuentro con
que las palabras son los embriones de las nuevas realidades. Los parques públicos
cerrados parecen una jaula para los niños, sus juegos y nuestras contradicciones.
Necrología
A los quince años Tinita, como le decían medio en burla medio afectuoso, recibió para sus
quince años un regalo raro, pues la tradición social, mandaba: vestido de princesa, baile,
comida para todos, ron con cola. Sus papás decidieron darle una 76X Instamatic Kodak.
Como Tinita tenía una fascinación contraria a la de Borges por los espejos, sus primeras
fotos fueron autorretratos, feos y difíciles. Después, fue descubriendo la ciudad, la vio
desde las alturas lejanas de las montañas, de los árboles, de los puentes, de los balcones
de las casas familiares. Quien conozca una 76X sabrá que las fotos tampoco fueron
buenas, pero prepararon a Tinita para distinguir la luz, los contrastes, el objetivo, el foco;
para saber cuándo era el momento, al fin y al cabo una foto es eso, un único e irrepetible
momento.
Ese, el mejor regalo para una quinceañera, llevó a Tinita a descubrir después la pantalla
gigante, ya no pudo vivir sin las películas, sin el cine de los viernes en la noche, o los
martes de bohemia o los domingos de matiné. Incluso, se acostumbró a las noches
trasnochadas viendo películas viejas o enlatados en el televisor familiar.
La ingeniería debe de haber nacido antes que cualquier civilización –los ingenieros todavía
no eran necesarios –, cuando por primera vez un ser humano insatisfecho con cierta
condición específica de su entorno o su calidad de vida, decidió no conformarse y aplicó
sus ventajas comparativas sobre el resto de los seres vivos.
Los ingenieros han existido apenas en la última pequeña fracción de tiempo –seis o siete
mil años– cuando se diversificaron los oficios, decenas de milenios después de que naciera
la ingeniería, respondiendo a las necesidades del hombre. Antes tuvieron que alcanzar
cierto umbral de desarrollo las tres facultades distintivamente humanas: el lenguaje, la
habilidad de concebir y construir herramientas, y la capacidad de cooperar, que crecieron
en paralelo y conjuntamente dieron lugar a la creación de ciudades; es decir, a la
constitución de organizaciones sociales de cierta complejidad.
La lucha por la supervivencia obligó a los seres humanos a expandir su capacidad cerebral
más allá de sus límites naturales, tal es el origen del trabajo intelectual en equipo, que hizo
de la inteligencia humana un bien social y dio una nueva ventaja a nuestra especie sobre las
demás. Esto representó, en efecto, un salto cualitativo en su evolución y produjo una forma
nueva de interacción entre los humanos y el resto de la naturaleza. Las tres características
propiamente humanas –herramientas muy elaboradas, lenguaje y sofisticada cooperación–
son los componentes de otro atributo humano fundamental: la producción, cuya trama es la
sociedad y cuyo medio es la ingeniería.
Durante los pocos milenios en los que hacer ingeniería ha sido una función diferenciada de
quienes se llaman ingenieros, la historia humana ha estado entrelazada de manera muy
íntima con la transformación material del mundo; así se hizo patente el alto grado de
control que el hombre podía ejercer sobre su entorno y se produjo un proceso de mejora
continua en múltiples aspectos. La transformación del planeta a su vez ha ido produciendo
consecuencias secundarias no previstas, cuya acumulación da lugar ya a cambios
cualitativos de nuestro entorno, muchos de ellos preocupantes por su posible efecto
desestabilizador de la naturaleza misma, de la que depende nuestro sustento.
Quizá lo más asombroso de este pasaje de El Chavo del Ocho es que se convierta en un
chiste, cuando debería sugerir todo lo contrario: una tragedia absoluta en términos
comunicativos. La situación es trágica por dos razones fundamentales:
El “¡No sé!” originario y fundacional de Godínez se presenta como una jugada maestra en
este juego de poder (y a la vez juego de verdad). Es el mismo juego jugado por el profesor,
sólo que el error de éste fue no adaptarse a tiempo en el nuevo orden desde la sentencia
fundacional. La idea de Godínez es macabra: ni siquiera inquiere por la pregunta (no
contesta una pregunta con otra) como por lo general se da la resistencia lógica en un juego
de verdad, sino que plantea sin anestesia que la pregunta misma es completamente fútil.
Es decir, Godínez no dice ¿por qué pregunta? (recordemos que lo apropiado sería ¿por
qué me llama?, pero en este caso el matiz no es muy importante), ni siquiera ¿para qué
pregunta? Sino que afirma: “No tiene sentido preguntar”, o en estricto orden de ideas: “su
llamado ha caducado, Ud. ha llamado a nadie”. Esta sentencia cancela de antemano
cualquier progreso sistemático. Es más, cancela de antemano cualquier posibilidad de
sistema, sea éste lógico, semántico, lingüístico o comunicativo. Con esto Godínez
desterritorializa al profesor Jirafales, no le da respuesta significativa, sino sugerencia
semántica y lo sume en un limbo de incomprensión absoluta donde el resultado siempre
será el fracaso. Por eso la reacción del profesor se da en un contexto de asombro tal que
casi nos da lástima su indefensión. El profesor dice, ya no con la determinación con la que
había obligado a Godínez a aparecer, sino con una indecisión improbable momentos antes:
“¿no sabes qué?”. El profesor pregunta, de manera inconsciente (y de allí que sea trágico),
por el sentido de la frase de Godínez, pero creyendo que Godínez le puede dar un
significado (una razón) de su frase. Así, tenemos a Godínez y al profesor en dos planos de
realidad: El sentido (Godínez) y el significado (el profesor). Una realidad desterritorializada,
paradojal, ciertamente abductiva, que corroe la lógica tradicional, la de Godínez; y una
realidad normativa, realidad del significado (Realidad Significativa), de orden regular y
sustancial, lógica del sujeto y del predicado. Dos niveles de realidad paralelos que se miran
pero no se tocan. La diferencia está en que la Realidad Significativa es excluyente,
mientras que la Realidad Abductiva no lo es, es decir, para el significado siempre hay un
sentido, pero para el sentido hay miles significados. Esa es la diferencia entre Godínez y
el profesor. Continuemos, sin embargo, con esta pugna, esta guerra comunicativa que
parece tener un solo participante que lucha contra sí mismo: el profesor Jirafales. Su
necesidad de orden lógico y control lo lleva a mostrar todas las cartas y preguntar: ¿no
sabes qué?
Introducción
El siguiente texto fue publicado oficialmente en el Seminario de Formación Permanente
(SEMPES 2008) por la Universidad Pontificia Bolivariana, y presentado a la comunidad
universitaria. Realizado por los profesores Olga Lucía Arbeláez Rojas, Richard Alonso
Uribe Hincapié, Adriana del S. Álvarez Correa y Juan Eliseo Montoya Marín, ofrece
criterios, como dice en la presentación del compendio, para la lectura y elaboración de los
siguientes tipos de texto: Informe de lectura, Resumen, Protocolo, Comentario, Artículo de
divulgación, Reseña, Relatoría, Ensayo, Escritura para internet. Asimismo se ofrecen
herramientas, en el anejo A, para la comprensión del glosario para escritura para internet y,
en el anejo B, marcadores discursivos que sirven como herramientas para los ejercicios de
escritura, tanto del curso como en general.
Los autores
Olga Lucía Arbeláez Rojas
[email protected]
Presentación
El programa ¡Vive! El Español en la UPB, conformado por la Vicerrectoría Académica, el
Sistema de Bibliotecas, la Editorial-Librería, Extensión Cultural y el Grupo de Investigación
Lengua y Cultura de la Facultad de Educación, tiene como propósito contribuir al desarrollo
de la política de Competencia Comunicativa consignada en el Proyecto Institucional de la
Universidad. La competencia comunicativa debe ser un factor diferencial de los
Bolivarianos, de tal forma que se caractericen por el buen desempeño en español, en los
procesos de producción oral y escrita y en los procesos de recepción: comprensión de
lectura y escucha. La precisión, adecuación y el estilo propio en la expresión de la lengua
materna son objetivos que deben ser estimulados por los docentes de la universidad entre
los estudiantes.
Los escritores experimentados se diferencian de los aprendices por la forma como utilizan
esas herramientas durante el acto de la escritura, por la manera como buscan ideas, hacen
esquemas mentales, redactan, etc. Varios autores afirman que en ningún otro punto son
tan marcadas las diferencias como en al revisión. Los autores expertos revisan más y con
más calidad. Revisar significa algo completamente distinto para los expertos y para los
aprendices. Para los expertos es un instrumento de mejoramiento global del texto:
comparan reflexivamente los borradores reales con sus objetivos retóricos, identifican
problemas, deciden una estrategia de corrección y actúan. Revisan varias veces
concentrándose en aspectos distintos en cada ocasión, para optimizar al máximo su
trabajo. Para los aprendices, constituye una operación mucho más simple y mecánica de
limpieza superficial de la prosa: leen el texto palabra por palabra y, cuando detectan algún
error, lo corrigen inmediatamente, tachando y apuntando la solución nueva; realizan
cambios en aspectos muy locales y superficiales (letras, palabras, frases) que afectan la
gramática.
El ejercicio de escribir requiere actividades previas de lectura, escucha y conversación. No
se puede escribir sin haber leído. Es necesario tener presente que alcanzar el tipo de
escrito al que se aspira depende del nivel de lectura y la cantidad y calidad de
conocimientos previos. El informe y el resumen son productos que pueden realizarse a
partir de un primer acercamiento sistemático a un contenido o a los textos escritos; el
protocolo, el comentario y el artículo de divulgación, sólo pueden ser producto de una
lectura analítica e inferencial; la reseña, la relatoría y el ensayo, son tipologías textuales
propiamente argumentativas y críticas. No puede llegarse al nivel analítico sin pasar por el
comprensivo, ni al crítico sin los dos anteriores. Las tipologías conservan este orden en la
presente compilación. Además, se aborda la escritura en internet como un imperativo por la
irrefrenable incursión de las nuevas tecnologías como mediación en el ámbito académico, y
como una posibilidad considerable para ampliar el espectro en cuanto al desarrollo de
habilidades para la lectura y la escritura. Al final del texto se aneja una tabla con algunos
conectores y las relaciones que permiten establecer, como herramienta de primera mano
para todos los ejercicios de escritura académica.
En algunos textos puede toparse el lector con nombres desconocidos, ya sean de autores,
de obras (de arte, literarias, etc.) o topónimos (nombres de lugares), que son óbice para la
comprensión del texto en su totalidad. En estos casos, el texto mismo le hace un llamado al
lector para que busque estos referentes y, por lo menos, se haga una idea que le permita
abrirse paso firme por el resto del escrito. Dejar estas dudas para resolverlas al final de
esa primera lectura, la entorpece y genera desidia y hastío frente a la misma, da la
sensación de cansancio, no se capta el sentido global y predispone al lector para
posteriores lecturas del mismo texto o de otros, pues queda la sensación de que la lectura
no aportó ningún conocimiento nuevo y, por ende, se perdió el tiempo. Si esto se vuelve
habitual, entonces leer es perder el tiempo.
Una de las ganancias que se adquiere en una lectura consiste precisamente en ampliar el
horizonte de significación, poner en uso palabras diferentes y nuevas para el lector, tener
referencia de otros lugares, poder identificar el diálogo del autor con otros y reconocer en
el “texto” un verdadero “tejido”, un entramado que, si es abordado correctamente, se
convierte en una aventura deseable, si no, en una tarea onerosa, poco amable y fatigosa.
Esta primera lectura le indica al lector, sin equívocos, de qué elementos precisa para su
comprensión. Cuando se realiza una primera lectura y se encuentra una palabra
desconocida, es como si el texto dijera al oído del lector que necesita un conocimiento
previo, del que carece, sin el cual el sentido del texto queda incompleto, y lo remite
indiscutiblemente a la fuente; mientras no sea saldado ese escollo, la lectura no puede
considerarse completa. Igual acontece si se hallan referencias a contextos, autores o
textos del mismo autor o de otros, que no se conocen. Será necesario trazar una línea de
acción, como lector, para resolver esos lunares de ignorancia y poder acceder de manera
más precisa y con mayor confianza y propiedad a la lectura del texto.
Título
Este componente del texto, que algunas veces está ausente, no siempre tiene relación
directa con el tema del mismo o con el contenido. Se trata de una marca que el autor deja,
con alguna intención, y que tiene como propósito básico cautivar al lector para que acceda
a la lectura. En algunas ocasiones este llamado de atención sí tiene una relación directa
con el cuerpo, principalmente en textos de tipo científico, expositivo o académico. El título
suele ser corto y puede ser asignado antes o después de escrito el texto; por esta misma
razón puede darse el caso que, de entrada, el título dé al lector una idea del texto, o puede
acontecer que sea necesaria esa lectura preliminar para encontrarle sentido al título, es
decir, para poder establecer la relación entre título y texto.
Tema
La primera lectura que se hace de un texto en ambientes académicos o con propósitos
pedagógicos y didácticos, es decir, en el ambiente escolar, tiene la función de dar una idea
global de lo que el texto trata. Empezando por el título, el lector va construyendo en su
mente una idea del tema, es decir, clasifica la lectura en una ciencia o saber particular y
define a qué elementos de esa disciplina se refiere el texto.
El tema no necesariamente debe llevar un verbo conjugado, así que podría decirse que el
tema de un texto es: “los animales esteparios”, o bien podría ser: “los animales que viven
en las praderas”. En el primer caso no hay un verbo conjugado y en el segundo sí (viven).
Cualquiera de las dos formas de enunciar el tema de un texto es correcta, pues el criterio
está en que englobe todo el sentido del texto y no en que afirme o niegue algo.
La identificación del tema sólo se puede hacer después de leer y entender el texto en su
totalidad. Por eso se dijo que, antes de cualquier ejercicio formal con un texto, es
necesario haber realizado una lectura previa. No obstante, algunas veces queda la
sensación de que se entendió bien todo el texto y, sin embargo, el tema no se alcanza a
definir con facilidad, pues hay muchos tópicos igualmente importantes. Será necesario
jerarquizarlos y descubrir cuál es el más abarcador.
Párrafos
Cada párrafo (unidad textual que va de un punto aparte hasta otro punto aparte) cumple la
función de distribuir el texto de tal manera que la comprensión del tema sea mayor, pues
cada párrafo tiene una idea central, a excepción de los textos literarios y de los párrafos
de transición, cuyo fin, como conector, es enlazar dos párrafos con ideas parcialmente
distintas.
Para facilitar la identificación de la idea central de cada párrafo éstos deben ser
clasificados, al tiempo que debe prestarse especial atención a los conectores y su función
en el texto. Esta clasificación responde al contenido temático de cada párrafo
individualmente considerado.
Ideas centrales
Cuando se pretende extractar la idea central de un párrafo no debe hacerse al mismo
tiempo que se lee, pues al ritmo de la lectura puede parecer importante todo o carecer de
importancia el párrafo completo. Es imperativo hacer dos lecturas, la primera para
entender lo que el párrafo dice, y la segunda para identificar, subrayar o extraer aquel
apartado que contiene la idea central del párrafo. Cuando no se la puede encontrar literal o
explícita, el lector debe proceder a redactarla sin traicionar el sentido.
La idea central bien puede estar al comienzo o al final del párrafo, en la mitad o distribuida
a lo largo del mismo. Encontrar la idea central es un punto clave para la redacción del
resumen y del informe.
El resumen
La acción de resumir implica sintetizar aquello que un texto nos dice. Todo resumen, por
tanto, significa una transformación de un texto (texto original) en otro texto (resumen) que
refleja en forma general y breve las ideas principales del primero y deja al margen las
secundarias. Desde una perspectiva formal, debe presentar coherencia con la estructura
del texto original y cierto paralelismo en su exposición.
Aunque aparentemente sea una acción relativamente fácil, exige cierta capacidad
intelectual que nos permita reconocer lo importante y lo accesorio de un texto. La
realización de un buen resumen es muestra inequívoca de una gran capacidad de
comprensión para hallar la síntesis adecuada. Desde el punto de vista formal suele decirse
que un buen resumen debe oscilar entre un tercio y una quinta parte del texto original. La
brevedad es una de las características esenciales del resumen.
De manera general podemos señalar los pasos siguientes como necesarios para la
realización de un resumen:
El resumen debe respetar en todo momento la organización del texto original (expositivo,
argumentativo, etc.). Para ello deben llevarse a cabo los dos últimos pasos (subrayado /
esquema y redacción del resumen) propuestos, que se explican a continuación:
El subrayado
Una de las principales pautas a tener en cuenta a la hora de resumir un texto es subrayar y
esquematizar, a medida que se lee, aquellos datos e ideas más importantes en la
configuración del texto, objeto de resumen. La técnica del subrayado es muy positiva
porque, por medio de ella, se intenta destacar las ideas principales del texto leído, acción
que constituye la fase preliminar de un resumen.
Si con una sola palabra se puede resaltar una idea, no hace falta marcar dos.
Estas pautas deben considerarse como premisas para orientar la lectura y demás trabajos
a partir del texto original.
El esquema
Junto con el subrayado, y dependiendo de la longitud del texto original, resulta conveniente
realizar un esquema que ayude a visualizar las ideas principales. El esquema, en la
mayoría de los casos, surge de aquellas ideas que hemos subrayado en el texto. Desde el
punto de vista formal, suelen destacarse una serie de requisitos:
La redacción
No se puede incluir ningún dato que no exista en el texto original y se pueden utilizar las
ideas principales al pie de la letra.
El resumen debe ser coherente, para ello es indispensable redactarlo correctamente, con
ajuste a las ideas subrayadas, las cuales se deben enlazar con conectores adecuados.
El informe de lectura
El informe de lectura es un texto escrito en prosa que tiene como propósito fundamental
suministrar una determinada información sobre otro texto escrito y desplegar, de forma
expositiva, análisis y síntesis alrededor de él. En el medio académico por lo general el
profesor es quien solicita el informe. Se puede realizar a partir de un texto completo o un
fragmento, un libro o un corpus constituido por un grupo de textos. En algunas ocasiones
es un recurso para explorar a partir de otros textos, no necesariamente escritos (películas,
conferencias, etc.).
La redacción del informe requiere realizar varias lecturas, para efectos de reconocimiento
del texto, identificación de terminología desconocida y mapeo general del tema, así como
la utilización de herramientas que, como diccionarios (etimológicos, de uso, de dudas, de
conjugaciones…), serán ventajosos para ampliar el horizonte y profundizar la comprensión
del texto leído. Por esta razón, las pautas para la redacción del informe son básicamente
pautas de lectura.
Progresión temática
Estos rastreos dan al lector una idea global del texto, tanto en su forma como en su
contenido, sin perder de vista que es el autor del texto quien habla, mientras la actitud del
lector (redactor del informe o resumen) es de escucha. Se pronuncia únicamente para
hacerle preguntas al texto que permitan su mejor entendimiento.
A partir de una lectura de primer nivel, no se puede pretender escribir un ensayo u otro tipo
de texto crítico o argumentativo, pues este nivel de lectura no aporta elementos analíticos y
críticos para tal ejercicio de escritura.
Poner por escrito las ideas centrales y parafrasearlas, unidas por conectores adecuados,
sin modificar ni sacrificar el contenido del texto, es lo que denominamos informe de lectura.
La estructura básica del informe es: introducción o presentación, desarrollo de las ideas del
texto y conclusión.
El protocolo
Un protocolo es una síntesis que contiene los puntos más relevantes tratados durante un
seminario, postgrado, diplomado o curso en general. Más que un acta o un simple
resumen, es una descripción ordenada y objetiva de los temas, de las acciones o sucesos
que se realizaron durante una sesión o evento académico específico (visita, conferencia,
taller, etc.). Es importante destacar que más que salvar un orden cronológico, el protocolo
debe buscar una lógica de lo desarrollado durante el evento, de tal manera que cualquiera
que no haya asistido pueda enterarse con la sola lectura de este documento.
El comentario
Frecuentemente, en la cotidiana labor académica, es necesario trabajar, por ejemplo, con
un artículo, una película o un material sonoro. Desde el punto de vista metodológico,
queremos que el estudiante establezca una búsqueda subjetiva de un tema o temas y se
pregunte por su trascendencia en el contexto de su propia vida. Se piensa, entonces, en
una tipología que logre concretar algunas valoraciones, algunas impresiones que ayuden a
que el estudiante tenga preparado un repertorio de ideas con unos fundamentos, para que
sea el insumo para un coloquio, un debate o una mesa redonda.
Como tipología textual en el ámbito universitario, el comentario funciona con ese enfoque
valorativo que compromete al autor en la discusión y no lo obvia como sujeto pensante,
eximiéndolo así de la condición malsana de “tábula rasa”.
A continuación, se presentan algunas pautas que pueden ser útiles tanto en la elaboración
y aprovechamiento del comentario como tipología textual:
En el libro “Cómo se produce el texto escrito”, Marina Parra (1996), define el comentario
como un tipo de creación cuya característica primordial es la valoración (entiéndase
valoración como el evento donde aparecen una serie de conceptos foráneos en pugna con
unos conceptos dominantes que hacen parte del constructo del sujeto). Por tal motivo,
quien valora el texto (el estudiante), debe iniciar una evaluación tanto de la fuente como de
sí mismo, para lograr instaurar una perspectiva coherente y madura de su opinión.
Se recomienda que el comentario sea de máximo dos cuartillas y que, tanto las
oraciones como los párrafos, sean cohesivos, coherentes, concisos y breves.
Desarrollo: se definen y despliegan los diferentes subtemas que surgen del tema
principal, y se empieza a dar rienda suelta a los juicios.
El artículo de divulgación
Este tipo de textos se utiliza principalmente para hacer una exposición escrita de un tema
sobre el cual se tiene suficiente dominio. Se entiende como un texto de mediana extensión,
sobre un tema de interés focalizado o generalizado, escrito con estilo ameno y ágil,
lenguaje adecuado (técnico, si es científico) y enfoque claro y definido. Aunque la
presentación del artículo debe dejar clara la perspectiva teórica que lo sustenta, no tiene
pretensiones de ensayo, de crítica o de relatoría.
El artículo puede variar su forma, su extensión y su objetivo; bien puede utilizar un lenguaje
técnico o coloquial y contener interpretación, valoración o explicación de hechos, ideas,
estudios o producciones. El articulista debe hacer notar la trascendencia del tema,
actualizándolo y humanizándolo de acuerdo con el público destinatario.
Elección del tema. Debe ser actual, trascendental, interesante, de amplio dominio
por parte del articulista. Debe tenerse en cuenta, también, que haya fuentes
suficientes para realizar el texto. El tema debe ser tan amplio como para generar
discusión, novedoso para que despierte interés y, al mismo tiempo, claramente
delimitado para que pueda tener forma.
Asunción de enfoque. El articulista debe tener claro cuál es su punto focal. Esto le
ayudará a decantar y filtrar la información, elegir con criterio claro las fuentes de
información y no extenderse en miradas desde otras perspectivas, saberes o
enfoques; en último término referenciarlos, pero no ampliarlos. Los enfoques
pueden ser formativo, es decir, desde la pedagogía, la didáctica y la psicología
educativa; médico, o sea, desde la medicina, la enfermería, la odontología;
económico, es decir, desde la administración, la economía, la contaduría; legal,
desde el derecho y las ciencias políticas, o de otro tipo, según el caso.
La elección del enfoque depende, en gran medida, del destinatario, pues es
bastante difícil escribir un artículo de divulgación sin tener claridad a quién va
dirigido, pues bien puede ser un público ignaro, básico o experto, y, en cada caso,
el enfoque puede cambiar, así como el lenguaje y la estructura.
Mapa del texto. Debe realizarse un mapa mental del texto y trazar luego el
esquema por escrito, de manera que, como en una carrera de observación, haya un
lugar donde empiece, un lugar donde termine y un recorrido definido. Esto ayuda a
evitar divagaciones, ejemplificaciones innecesarias y extensiones interesantes pero
impertinentes. Además, ayuda a trazar ideas con mayor propiedad y darle cuerpo al
texto con más agilidad.
La reseña
Constantemente se equipara la reseña de tipo académico con la de corte periodístico y
publicitario la cual corresponde a otros intereses y objetivos.
En “Saber escribir” (INSTITUTO CERVANTES. 2007) se plantea que la reseña ofrece unas
informaciones con objetividad, pero genera opiniones y críticas. La reseña desempeña una
función esencial en el trabajo académico universitario: exigir la lectura detallada y
comprensiva de un texto específico, su análisis particular y su interpretación en clave de las
incidencias sociales de un determinado hecho, concepto, obra o tema. Este carácter
heterogéneo de la reseña y su característica fundamental de comprometer, no sólo las
informaciones contenidas en un texto (síntesis), sino también las implicaciones que éstas
tienen para el lector y su contexto (comentario, crítica, opinión), le permite estar asociada
al ámbito de lo periodístico y a otros, como el científico.
En otras palabras, quien reseña debe enfrentarse a una lectura analítica del texto de base
a partir de la estructura y despliegue temático del texto, de la estructura de las ideas
principales y de los conceptos básicos contenidos en éste, para luego iniciar una lectura
crítica, que recoja los diversos puntos de vista relativos a los alcances y posturas
personales que nazcan del contacto entre la información nueva y los conocimientos previos.
Dar importancia al escritor del texto de referencia y los datos biográficos que
contextualicen su producción intelectual.
Presentar los datos del texto (síntesis) y los análisis y opiniones que salgan de
éstos. De acuerdo con el estilo y las intenciones de quien reseña, esto puede
hacerse de manera intercalada (síntesis y análisis conjuntamente) o separada (por
un lado la síntesis y por otro el análisis).
Elaborar un borrador.
Proceso descriptivo de los análisis y críticas del lector, a partir de preguntas como:
¿Cuál es el tema y cuáles los subtemas de la obra?
¿Es interesante, pertinente, actual?
¿Qué elementos correspondientes a la imagen del autor y su contexto son
contundentes para el sentido y repercusiones culturales del texto?
¿Cuál es mi perspectiva crítica acerca de los temas tratados?
¿Cuál es la valoración global que tengo del texto?
Introducción (síntesis)
La obra que será reseñada (autor, título, ciudad, editorial, fecha, etc.).
Características del texto (¿qué clase de texto es?, ¿cómo está dividido?
(subtítulos/capítulos), ¿cuál es el lenguaje del texto y cómo repercute en
su sentido?, ¿qué técnicas usa el autor para elaborar su texto?
(descripción, orden cronológico, inducción, deducción).
Ideas principales, ideas secundarias, conclusiones.
Abordaje crítico: Valoración del contenido y de la forma del texto, así como de las
diferentes aportaciones de éste al lector y a su contexto.
Características formales
Brevedad
Precisión
Orden
Corrección en el uso de la lengua
Extensión moderada
La relatoría
Una relatoría es una producción individual que se construye con base en tres elementos de
estudio, análisis y composición: la temática del texto que incluye el desarrollo
argumentativo (si el texto lo permite), la organización estructural del texto, y el proceso de
lectura con sus resultantes. El objetivo general de la elaboración de una relatoría es
recoger el aporte que cada lector, cada estudiante, hace a partir de sus intereses y de las
inquietudes y análisis surgidos de la lectura de uno o varios textos que se ponen en diálogo,
generando una reconstrucción, desde la apropiación temática, que da cuenta de su propia
configuración de la información, donde se pone en evidencia un trabajo riguroso de análisis
de la lectura, el nivel de comprensión de la misma y la conexión crítica con su propio
conocimiento previo. Al mismo tiempo, la elaboración de una relatoría es una forma de
escritura, donde, quien la elabora, se identifica a sí mismo, no sólo como lector en cuanto a
sus habilidades de comprensión, análisis y crítica, sino como escritor en cuanto a las
habilidades que posee para ello, a partir de dificultades, afinidades y fortalezas.
Los elementos constitutivos de una relatoría tienen unos parámetros que pueden
sintetizarse y explicitarse como aparece en el cuadro que sigue. Este cuadro contiene la
enunciación y explicación de cada uno de los componentes de una relatoría. Cabe aclarar
que, para cumplir con el objetivo de una relatoría, puede asumirse sólo un componente de
cada elemento de estudio, puede asumirse sólo uno de los elementos de estudio con sus
tres componentes o puede optarse por desarrollar los tres componentes de los tres
elementos. En todo caso, una relatoría debe ir acompañada, como se repite en el último
elemento del cuadro, de una descripción del proceso de lectura, pues es la incidencia
personal que la lectura produce en el sujeto-lector.
Elemento de
Pregunta Criterios para la redacción
estudio
¿Cuál es la Una tesis es una afirmación que sintetiza o recoge la
tesis propuesta propuesta global de un texto. Debe ser afirmativa, clara,
por el autor o concisa, precisa, coherente y pertinente a todo el texto.
los autores? Debe contener, en pocas palabras, la postura o
compromiso asumido por el autor frente al tema que
trata. La exposición de una tesis en la relatoría puede ir
acompañada del análisis de la postura y de la
justificación de las apreciaciones.
¿Cuáles
conceptos del Para cada nuevo aprendizaje es necesario contar con
texto quedaron uno previo. En este sentido es importante conocer y
claros y enlistar aquellos apartes del texto o aquellos desarrollos
entendidos y conceptuales que mayor nivel de dificultad representaron
cuáles generan en la lectura, y los conocimientos previos necesarios
mayor nivel de para una mejor comprensión de los mismos.
dificultad?
¿Cuáles apartes El mayor o menor apasionamiento que un texto genera
del texto podría en un lector puede ilustrarse extractando uno o varios
Proceso citar como trozos del texto donde se concentró de forma especial la
personal de elementos de motivación o el afecto al momento de realizar la lectura.
lectura particular Es pertinente explicar por qué.
relevancia o
interés a partir
de la lectura?
La extensión de una relatoría oscila entre dos y cinco páginas. Debe evitarse el discurso
insulso y vano y las explicaciones innecesarias, pues, como guía, se debe parecer más a
un mapa: simple, conciso, preciso, claro, a escala y coherente, que permita el tránsito por
los textos y por el proceso de lectura de manera versátil, económica y provechosa.
La relatoría se puede alimentar con una síntesis del texto o los textos leídos, con un
resumen, con una crítica, con un informe. En cualquiera de los casos no se pueden
confundir con otra tipología. Para ello también es funcional el esquema anterior, que reúne
los elementos estructurales de una relatoría y aquellos componentes que contiene cada
uno de esos elementos. Los criterios de elaboración que aparecen no dejan de ser una
guía que bien puede suplirse con otras indicaciones más o menos abstrusas.
Al momento de poner en diálogo varios textos es necesario tener presente, no sólo el tema
y el texto mismo, sino las características de sus autores. Se puede identificar así la
afinidad y las diferencias entre ellos, las cuales pueden ser decisivas al momento de asumir
una posición crítica frente al tema que desarrollan en sus textos.
Por último entra en escena la lectura crítica de tipo hermenéutico, propia de quien está
avocado a realizar un trabajo académico o investigativo, o un proceso para quienes no se
contentan con aprender y analizar, sino que intentan proponer nuevas alternativas de
convivencia y superación a partir del compromiso con la lectura; aquello que Fernando Cruz
Cronfly denomina Lectura Agónica, porque permite experimentar las muertes y los
nacimientos propios de quien está comprometido con lo que lee y no sólo lo hace por
divertimento, pasatiempo, información o imposición, pues una lectura impuesta no
necesariamente es una lectura comprometida. En otras palabras, el éxito y la calidad de
una relatoría es mayor siempre que el lector atraviese hasta el último nivel de lectura y su
relación con el texto sea más íntima y comprometida.
Es pertinente recordar:
Que la elaboración de una relatoría es un proceso serio y riguroso, donde se
conjugan los contenidos y la estructura del texto o los textos leídos y la forma de
pensar y los pensamientos mismos de quien lee.
Que puede asumirse para su elaboración sólo uno de los tres elementos de estudio
mencionados, se pueden asumir los tres o se puede abordar un criterio de cada uno
de los tres elementos. Tal libertad implica siempre un proceso de lectura
concienzudo, analítico y crítico.
Que una relatoría debe tener una extensión entre tres y cinco páginas y su
presentación debe hacerse de acuerdo con las normas técnicas vigentes.
El ensayo
El ideal de determinar el ensayo como tipología textual no puede limitarse a lo estructural.
La elección, por parte del autor o de aquel que solicita el texto, de una tipología específica
deviene de una decisión consciente y clara, de unos intereses y unos objetivos. A menudo,
de manera equivocada, el requerimiento del ensayo como actividad académica, pretende
comprobar que un “saber” ha sido entendido por el estudiante, es decir, que éste
demuestre en unos párrafos lo que sabe. Podríamos, entonces, pensar que el ensayo se
vuelve una metodología evaluativa, casi en oposición a una metodología formativa. Así lo
afirma vélez, Jaime. (2000):
Este tipo de textos no busca la solidez científica propia de la teoría, sino, más bien, el peso
lógico de la hipótesis, que lo convierte en parte coyuntural de un proceso complejo de
conceptualización, mas no en su final. No hay preocupación por el planteamiento exhaustivo
de unos datos, unas citas, unas ideas ajenas; tampoco por la búsqueda de demostraciones
o tasaciones; más bien, hay un énfasis rotundo por la reflexión, el análisis y la
interpretación.
El ensayo, tipología en la cual se privilegia la argumentación como modo de organización
del discurso, fundamenta claramente sus intenciones comunicativas: reflexionar, persuadir,
convencer, “pensar”. Sin embargo, estas tonalidades del discurso no se presentan de
manera particular, sino que se combinan generando una dialéctica discursiva argumentativa
y expositiva. La potencia discursiva del ensayo es precisamente la argumentación, puesto
que no se precisa sólo del saber, sino también, del “¿qué hacer?” con el saber, que
viabilizará, a posteriori, la posibilidad nominativa del “ser competente en”. Es decir, el
ensayo es una mediación. A este respecto, vela (2006) dice que, además de desarrollar
habilidades de escritura, el ensayo desarrolla las habilidades críticas, objetivo esencial, no
sólo del ensayo, sino de la educación misma.
Rudimentos básicos
El ensayo no corresponde a una disciplina en especial, ya que su carácter de
heterogeneidad lo convierte en una tipología clave, por ejemplo, para la literatura, la
crítica, la labor investigativa e, incluso, para la ciencia. Esta cualidad abierta y
flexible no corresponde ni a la arbitrariedad ni a la carencia, pues la base
fundamental de su producción es la argumentación en la perspectiva tanto de la
exposición de unos conceptos como en la defensa coherente de una tesis. Es
pertinente aclarar que el propósito del ensayo es trazar un esbozo, un bosquejo,
que surge de un proceso de reflexión maduro, sin ambiciones trascendentales, y sí
con un ánimo continuo de darle movilidad al conocimiento.
Clases
Las clases de ensayos abundan tanto como sus concepciones, por esto se abordan
aquí sólo aquéllas que tienen un vínculo estrecho con los propósitos de formación
en la universidad.
La primera variedad de ensayos –aptos para la labor académica– es la de corte
crítico. El objetivo de éste es la reflexión no exhaustiva de una serie de obras
(cinematográficas, literarias, científicas, etc.), con la firme intención de “sugerir”
unas ideas, unas percepciones relacionadas con la propuesta hecha por el docente
que pide el ensayo.
La segunda es la de creación, donde se hace una exposición de las ideas más
sobresalientes de una producción de cualquier tipo –incluso de otro ensayo– para
que, con base en esta serie de informaciones, el autor establezca una composición
que dé cuenta de todas esas ideas y la incidencia que tienen en las propias. Es un
tipo de ensayo útil para establecer lecturas analítico-interpretativas sobre diversos
textos y fortalecer así las habilidades del aprendiz en el desarrollo y afinación, tanto
de la construcción de argumentaciones propias, como de la autonomía.
La tercera es el de interpretación, puesto que es aquí donde el estudiante tiene
como iniciativa mayor el “juzgar” (entendiendo el juicio como el acontecimiento
intenso en el que el sujeto se enfrenta a unos conocimientos ya establecidos e
intenta comprenderlos a partir de sus posibilidades) y, además, procura llevar esas
valoraciones a un ambiente de solidez argumentativa que luego se convertirá en
iniciativa válida para la construcción de nuevos enfoques y perspectivas teóricas.
En las tres variedades es notable el uso de un lenguaje preciso y de corte conceptual, una
posición formal en el tono y el estilo, la aparición de un ambiente polifónico (citas textuales
de otros textos, acotaciones bibliográficas) y la complicidad de una disciplina en particular
que sustenta el interés por trabajar con un tema o concepto. Estas cualidades podrían ser
sintetizadas en la nominación de “ensayo académico”.
Ahora bien, desde otra óptica de análisis, cuando quien escribe utiliza un lenguaje cotidiano,
sencillo, incluso emotivo, con el propósito de cautivar al lector y, asimismo, de asumir el
tema desde el propio esquema de su existencia, podríamos hablar de un “ensayo literario”.
Aquí no es conveniente entender estas nominaciones como una ley formal para evaluar lo
que es un ensayo “válido” en términos de la academia. La disposición de este tipo de
textos en una variedad ayuda a trazar líneas claras, primero, en los objetivos que tiene el
docente para exigir la escritura de este texto y, segundo, en la intención comunicativa que
tiene el autor para abordar el tema de discusión.
Rasgos formales
Tono y estilo que sean consecuentes con las intenciones y objetivos comunicativos
del ensayo.
La crónica
La crónica narra un suceso filtrado por uno actual, es decir, juega con el tiempo. Esta
característica le permite al cronista hacer un manejo libre del lenguaje. Finalmente, los
hechos se presentan en su versión particular. El uso de fuentes directas consideradas
como protagonistas de la narración y la perspectiva analítica en el tratamiento de los
temas son algunos criterios del género.
No puede soslayarse, sin embargo, que la crónica es un género practicado desde mucho
tiempo atrás, desde el período medieval cuando se confundía con la carta. Especialmente
la crónica como viaje. Por ejemplo, el viaje mítico de colonización de América. En las
crónicas de indias, dice el profesor Tarsicio Valencia, es tan extraño el mundo que se está
conociendo que se tiene que fabular. Y lo que es más importante aún para delimitar el
territorio temático y estilístico de la crónica: “una historia entendida como cronología, como
progreso y proceso de la humanidad, se desbarata con la crónica entendida como fábula,
como mito, como leyenda. La crónica es una andanza, unas idas y venidas por el laberinto
de la escritura. Como carta, y carta que va dirigida, implica la crónica un testimonio que se
hace discurso descriptivo”. Es aquí donde la literatura, el poema y la crónica entran en
contacto.
Volviendo a la crónica como género periodístico, en el que la intervención del cronista le
confiere “dos de sus características sobresalientes: el subjetivismo y la expresividad, el
cronista presenta los hechos desde un determinado punto de vista y los interpreta (…). Por
eso el subjetivismo sustituye en la crónica a la objetividad propia de la noticia. Ello no
significa, sin embargo, que el cronista pueda apartarse de la verdad ni pueda desvirtuar los
hechos: la verdad siempre debe presidir cualquier trabajo periodístico. Puesto que el
periodista intenta dar una visión original de lo sucedido, la crónica es uno de los géneros
periodísticos que más se presta a la utilización de un lenguaje personal cargado de
expresividad y muchas veces próximo al lenguaje literario. Es frecuente en las crónicas la
utilización de diversos matices estilísticos”, de aquí que pueda ser descriptiva, narrativa o
literaria.
La escritura en internet, aunque hay quienes la ejercitan de cualquier manera como una
forma de ahorrar tiempo, requiere un orden y un ordenamiento, de lo contrario, la forma
estaría por encima del contenido y podría lesionarlo y entorpecer así los actos
comunicativos y discursivos.
Como requisito para el uso adecuado de las NTIC se tiene el imperativo de conocer el
lenguaje propio de estos medios. Es justo aclarar que todas las lenguas son dinámicas y
que los cambios vienen siempre patentados por los usuarios. En el caso de las NTIC
encontramos enriquecido nuestro idioma con palabras técnicas, venidas casi todas del
inglés o de abreviaturas en dicha lengua, que se insertan en la nuestra sin mayor trauma
como tecnolecto, y que designan realidades muy concretas de la misma manera en gran
parte del mundo; otras de esas palabras conservan el significado del idioma de origen y se
transforman de acuerdo con las características del español. Por esta razón, se ofrece un
sumario de este tecnolecto, incluidos neologismos, en el anexo A.
El primer paso para escribir bien para la web es desaprender a escribir y reaprender
desde un nuevo enfoque. No saber escribir para la web empieza a ser una forma de
analfabetismo, pero saber escribir en los formatos convencionales ofrece ciertas ventajas.
Por esta razón, las indicaciones y sugerencias de las tipologías precedentes, son útiles
también para este tipo de escritura, la cual puede consistir en la creación de webs, en la
participación en chats, en meeting, la redacción de e-mails y otros textos como revistas y
boletines electrónicos, diarios digitales y presentaciones multimedia.
En la escritura en internet el único recurso no son las letras y las palabras, sino también
otros objetos como imágenes, animaciones, vídeos y sonido. A continuación se hace un
listado de los elementos que es necesario tener presentes para realizar este tipo de
escritura.
Los operadores
Los programas que soportan la escritura en internet pasan las instrucciones del
operador al código html, lo que permite integrar en un mismo documento objetos
distintos. Esta forma de escritura tiene sus limitaciones, sin embargo programas
como Flash o lenguajes de programación como Javascript han permitido crear webs
mucho más dinámicas.
El HTML es la base de trabajo para la escritura multimedia, el cual trabaja con
etiquetas: por ejemplo, para resaltar un texto en negrita se utiliza la etiqueta “<b>” y
su negación </b>. Así, si se escribe: <b>hola</b>, se visualiza “hola” en la web.
Cada navegador puede tener etiquetas distintas. Al colgar un texto en la red, ésta
puede reconocer las etiquetas y traducirlas al formato html.
La escritura
Para comprender las características de la escritura en internet, es útil ver las
diferencias con la escritura convencional:
Escritura convencional Escritura hipertextual
Requiere texto impreso (escrito). Edición digital con el uso de una interfaz.
Texto impreso fácil de leer, causa Texto en la pantalla, difícil de leer, genera mayor
menor fatiga. fatiga.
El material
El material informativo de la web es moldeable, está organizado a partir de árboles
de ideas, principales y secundarias, temas y subtemas, y dispuesto para que se
pueda ver el conjunto, siguiendo el modelo de los mapas mentales, los cuales
suponen una organización de la información de manera que sea fácil de recordar y
que se puedan ver globalmente todos los ítems.
Los objetos
formatos y características Son los componentes del hipertexto. Sus formatos
pueden ser:
Imágenes: .gif, .ipeg, .png o .jpg.
Vídeos: .avi o .mov.
Animaciones: .gif animados, archivos flash o swish (.swf)...
Sonidos: .wav, .midi, .mp3
Los objetos tienen características que diferencian el hipertexto de la
escritura convencional, como las siguientes:
Se interrelacionan unos con otros.
Se pueden reutilizar en otros lugares o secuencias.
Pueden ser componentes de otros objetos.
Pueden contener acciones.
Permiten la interacción y comunicación entre ellos, lo que llamamos
navegación.
Tienen propiedades que pueden ser definidas.
Se pueden recomponer por la interacción de los usuarios.
Se pueden crear plantillas que orienten la creación de nuevos documentos.
Del tamaño de los objetos depende el tiempo que tarden en cargarse y
visualizarse en la red.
El proceso
De la manera de escribir dependen los resultados, como en la escritura
convencional. En la web las comunicaciones efectivas requieren preparación.
Algunos aspectos a tener en cuenta en la preparación del hipertexto son (Cfr.,
http://www.mailxmail.com/curso/informatica/internet_redes/capitulo17.htm):
• Identificación del destinatario: ¿a quién se dirige el texto? El público
puede ser definido o muy variado, con características comunes o dispares.
En todo caso debe conocerse lo mejor posible. Una escritura respetuosa
del interlocutor no admite “carreta” pseudo-informativa; se la puede hallar,
pero dichos contenidos son generalmente consultados por inexpertos en la
web.
• Definición de los objetivos: el propósito puede ser vender algo, que la
persona capte una información, persuadir, conducir a una acción,
comunicar un punto de vista. En todo caso debe tenerse claro.
• Identificación de la forma y el estilo: deben perseguirse los más eficaces.
Al utilizar un medio que requiere de los dos hemisferios cerebrales para la
configuración de la comunicación, es necesario prestar atención al
lenguaje, el tono, las animaciones, los sonidos, los medios de
comunicación y el tipo de información. Lo que dedica un usuario a la
consulta de una página es 20 segundos aproximadamente, a menos que
despierte su interés.
• Preparación de un mapa mental: los pensamientos deben ser clarificados
con viñetas, guiones, storyboard o mapas mentales. Hay que profundizar
en la comprensión del tema y del objetivo. Las posibilidades de esta
escritura son innumerables. Se requiere creatividad, reescritura,
corrección, transformación, complementación, supresiones, invención, todo
ello de acuerdo con las necesidades del receptor y las condiciones del
contexto.
• Preparación de la trama: es necesario, luego de tener absolutamente
claro el tema y la estructura en la mente, evaluar la comunicación desde el
punto de vista del lector.
• Ensayo de la comunicación: es importante poner a prueba la creación,
con el fin de mejorarla, antes de presentarla en la web. Esto es factible
gracias a que el diseño del hipertexto se puede realizar sin conexión.
El escritor
Todo escritor expresa ideas y valores. Lo que diga es expresión de su pensamiento
y de su cosmovisión. Para decir algo es necesario tener algo para decir. La forma
como se diga depende de la creatividad y la imaginación. Ambos elementos son
necesarios para un escritor web, pues éste une el contenido con la forma, el texto y
los objetos con un significado de calidad y atractivo.
Las características y las condiciones de un autor convencional no son las mismas a
las de un autor web, pues este último prácticamente desaparece detrás de la red,
no como autor, sino como referente. Esto se debe a que el navegante puede hacer
las veces de compilador, armando su propio hipertexto con varios insumos de la
red. En todo caso debe citar las fuentes de donde los toma, pero el concepto de
autor como autoridad da paso al autor como diseñador.
La comunicación
En la web, comunicación es conversación. Es necesario establecer
empatía con el interlocutor (navegante), para lo cual es fundamental
seleccionar cuidadosamente las palabras.
La web tiene como una finalidad la economía del tiempo. La intención del
emisor debe ser que los contenidos lleguen a la mano en el menor tiempo,
de la manera más ágil y más creativa.
El destinatario puede verse sorprendido con la forma del mensaje y, si le
agrada, puede dedicarle mayor atención. Con estos recursos informáticos,
el lector tiene la tarea de buscar la información que más le agrade y más
le sirva, mientras el escritor intenta buscar el mayor número de lectores y
busca la mejor forma de llegar a ellos.
La comunicación implica un acompañamiento al lector, pues se trata de
una conversación. Desde el momento que entra en la web no se puede
dejar solo. Hay que llevarlo de la mano para evitar que se pierda en el
viaje, que no comprenda o que se vaya.
Los contenidos deben ser comprensibles y de fácil ubicación. Se requiere
habilidad para exponer las ideas y hacer que el mensaje llegue. La web no
siempre es rápida; una búsqueda puede arrojar muchos resultados y los
usuarios no desean perderse sino encontrar rápidamente datos útiles y
prácticos.
Las palabras deben ser sencillas, directas y útiles. Aunque la
comunicación sea profunda y el tema sea extenso, no deben construirse
textos muy largos y difíciles de entender. Además, siempre hay otros
medios más amables, diferentes del texto escrito, para decir ciertas
cosas, que el escritor puede y debe utilizar.
Una comunicación adecuada en la red requiere claridad en los temas
principales y secundarios, definición de procedimientos y cuidado de la
organización, para que la búsqueda y la navegación sean más versátiles.
El escritor web debe responder las preguntas del destinatario y a él debe
adaptarse la comunicación.
La comunicación se consigue con la combinación de texto e interfaz.
La comunicación óptima en internet depende de que la información sea
suficiente. No puede considerarse nada como sobreentendido. Debe
brindarse al lector información completa, compacta y precisa.
La escritura en web debe compensar la impersonalidad y frialdad del
equipo con un contacto cálido dado por el lenguaje.
El contacto
El escritor de internet no debe ser anónimo, pues como se trata de una
conversación, cada interlocutor debe saber con quién habla.
El tono debe ser el adecuado.
La atención debe estar centrada en el interlocutor a quien se trata con
consideración, pero sin melosidades.
Mediante el contacto, el escritor debe darle al interlocutor lo que busca:
diversión, aprendizaje, curiosidad, relaciones. Esto debe utilizarse como
guía para escribir el texto.
El contacto implica captar y mantener la atención del usuario. En la red,
hay muchos competidores. La lucha de los medios de comunicación es una
guerra por la atención, pues quien tiene la información tiene el poder, pero
si no hay destinatarios que la reciban, nada se tiene.
Es necesario poner lo más importante a la vista para captar la atención y
establecer contacto efectivo desde el comienzo.
Las palabras deben ser elegidas con cuidado para que identifiquen con
mayor facilidad lo que los demás buscan. Las palabras-clave deben
destacar.
Retos
Vencer la resistencia generalizada a la utilización de las NTIC.
Diseñar ayudas didácticas con base en NTIC.
Definir destinos, es decir, conducir al lector a que, haciendo clic sobre un
botón (evento), abra otras ventanas (acciones) en las que el navegador va
a una página web concreta (destino). (Cfr., http://www.
mailxmail.com/curso/informatica/internet_redes/capitulo17.htm).
La información
Debe estar organizada de forma coherente en la web, estructurada y
sencilla, clara y precisa.
Debe ser dosificada, pues todas las personas no tienen el mismo
entrenamiento en la recepción y asimilación de información. No debe
saturar.
Para los buscadores la sencillez implica mayor y mejor accesibilidad:
nombres singulares o varias palabras clave.
La descripción del texto y el título deben ser atractivos cuando aparezcan
en el buscador.
Se puede recurrir a enlaces, ya sea de amplitud, de profundidad o
argumentativos para ampliar la información.
El lenguaje
Debe ser generador de ideas y emotivo.
Ejemplo: en la web es más llamativa la invitación ¡únete!, que ¡regístrate!
Pues la primera es más personal y da la idea de comunidad y
comunicabilidad.
Debe captar la atención, ser cálido, cautivador e interesante, de tal suerte
que los usuarios deseen regresar. Debe dar al visitante razones para
sentirse bien, tenido en cuenta, valorado, y debe ayudarle a lograr sus
objetivos.
Debe ser interactivo, pues en la web cada usuario está dialogando y
viajando.
Debe ser significativo, con información de calidad.
Debe ser claro.
El texto es contenido e interfaz. La información no está solamente en lo
que se escribe, sino en la forma como está organizado el conjunto.
Debe conservarse el sentido sin ambigüedad ni palabrería inútil, evitando
también palabras excesivamente especializadas y divagaciones.
Debe ser económico en las expresiones sin sacrificar el contenido.
Debe procurarse la utilización de los recursos que ofrece la red como los
hiperenlaces, con el fin de evitar precisamente las repeticiones y la
pesadez, y al tiempo permitir la localización de la información a cualquier
usuario, sea experto o principiante.
Debe ser trabajado, pulido, retocado, reescrito.
Debe ser emotivo y provocar el debate y la argumentación.
Debe utilizar fuentes compatibles con la mayoría de los sistemas para que
cualquier equipo las reconozca.
El texto
Los textos de la web revelan su importancia a partir de la estructura.
El título debe ser claro y significativo por sí mismo. Puede ser más
importante que en un texto convencional.
Todo texto debe tener palabras clave, para efectos de ayudar a los
buscadores y de brindar mayor accesibilidad al texto. Deben ir al
comienzo, junto al título.
Si se establecen enlaces con otras páginas dependientes del texto o con
otros textos, debe conservarse el mismo título para evitar confusiones.
El título debe ilustrar lo más precisamente posible el contenido del texto;
de ahí depende que el usuario acceda a él.
Los subtítulos deben guiar la lectura, como especies de señales de
tránsito. No se debe olvidar que el usuario es un navegador.
En el texto debe destacarse lo nuevo.
Deben usarse los encabezados como indicadores de la estructura.
Los párrafos deben ser concisos, precisos y cortos.
El texto debe generar confianza en el lector, llevándolo de lo conocido a lo
desconocido y conduciéndolo a que aprenda sin mayor dificultad.
Debe contener glosario que haga más sencilla la comprensión del
contenido, acompañado de animaciones, gráficas o sonidos.
La síntesis y el resumen son fundamentales, privilegiando al comienzo del
texto la idea principal. Lo más importante debe ser lo más visible.
Debe ser insistente en la información, enviándola al mayor número de
enlaces y redes posibles.
Debe estar marcado, sin abusar de los resaltados. No deben usarse
cursivas ni subrayados, pues se pueden confundir con enlaces, es
preferible la utilización de otros colores o de negrilla.
Debe pensarse en el usuario, distribuyendo el texto de acuerdo con la
intención que se tiene.
Debe ser claro y coherente.
La forma
Debe ser dinámico mediante la utilización de verbos. El exceso de
sustantivos y adjetivos ralentizan el texto.
Debe ser creativo en su justa medida.
Debe evitarse el uso de frases negativas.
Como la página en la pantalla permite el desplazamiento, tanto vertical
como horizontal, debe ubicarse la información más importante para que
aparezca sin necesidad de desplazamiento, pues no se sabe si el lector lo
hará. El desplazamiento horizontal es más exigente que el vertical.
Debe ofrecer a la vista la opción de imprimir el documento.
Debe usarse el mismo encabezado en todos los enlaces y las páginas,
pues la estabilidad mantiene la continuidad y la atención.
Los textos deben ser cortos, de tal suerte que, si se leen en el
computador, no fatiguen demasiado y, si se quiere imprimirlos, no resulte
muy oneroso.
Recursos
Cada texto debe tener un menú que guíe al usuario en su navegación por
él y consiga lo que desea. El menú da forma y organización al texto, como
un mapa que muestra lo más importante de forma jerárquica.
Pueden usarse botones de navegación.
El texto puede presentar campos dinámicos agrupados en variables para
usarlos como más convenga.
Las listas y viñetas, que pueden presentar formas que vayan con el tema,
disponen el texto de una forma visual, de manera que el usuario, pueda
leer por encima.
Los puntos de fijación o marcadores, que se utilizan para facilitar la
navegación.
Las tablas, que se usan para dividir el documento de manera que
distribuyan el texto convenientemente.
Géneros
Las presentaciones. son sucesiones de pantallas que muestran
información de una manera mucho más visual y agradable. Pueden crearse
mediante el Power Point, Neobook 4, Flash y otros. Las reglas básicas
son: segmentar la información en párrafos de una sola línea y no dar más
de cuatro líneas en cada pantalla; acompañar la presentación con
movimiento, sonido (puede ser voz), imágenes y vídeo.
Los banners. anuncios publicitarios que aparecen en una página web, con
formato de texto gráfico dinámico, sonido en algunos casos e imágenes en
movimiento. Suelen ser de pequeño tamaño. Habitualmente enlazan con el
sitio web del anunciante. Tienen como objetivo capturar la atención para
causar una acción definida. El tiempo para alcanzarlo es limitado, así que
el mensaje no puede ser estático.
Se pueden crear banners con muchos programas. Los más conocidos son
los gif animados (.gif) y los archivos flash o swish (.swf). Se pueden crear
animaciones muy dinámicas con poco tamaño.
Los Newsletter. tienen la finalidad de intensificar la relación con los
usuarios de la página o clientes. Es una excelente plataforma para
mantener la comunicación permanente, informar, ofrecer servicios o
vender. No es un panfleto publicitario. La pregunta que debe hacerse quien
lo diseña es ¿qué puedo ofrecer?
Un boletín puede ser una manera de generar más tráfico en la web. Se
aconseja una periodicidad alta y boletines cortos. Corto y frecuente da
mayor resultado que extenso y ocasional.
Los e-books. el formato de los libros electrónicos permite una navegación
no lineal entre sus páginas; la lectura es personalizable. Los hay de
diferentes formatos: Microsoft Reader, archivos PDF, archivos ejecutables
(.exe) como Flash, Neobook 4 o Authorware, y archivos swf. (Cfr.,
www.macromedia.com y www.swishzone.com ).
El e-mail. cumple funciones epistolares. Aunque llega inmediatamente al
destinatario, donde quiera que se encuentre y tenga acceso a la red, es
una comunicación en diferido. Cuando se trata de comunicación comercial
o institucional, el e-mail se convierte en una forma de diálogo permanente,
rápido y eficaz. Últimamente la dirección electrónica es más relevante que
la residencial. (Cfr., cruz P., mar. 2002: 71).
Partes y características del e-mail
Encabezado: se conforma por los datos generales de destinatario, remitente y
asunto. Estos espacios generalmente los ofrece el servidor de correo como
campos para completar, excepto el de remitente que lo completa
automáticamente el equipo. En el destinatario y el remitente la dirección
electrónica equivale al nombre del sujeto, que algunas veces aparece también.
La fecha y la hora aparecen automáticamente y corresponden al momento del
envío del mensaje.
Ventajas:
Permite archivar automáticamente toda la información y clasificarla de
acuerdo con criterios definidos por el usuario.
El acceso y la consulta de dicha información son restringidos, por lo que el
usuario requiere de una clave personal para visualizar y manipular la
información,
Además de rápido, últimamente se tiene acceso a su consulta a través de
los teléfonos celulares, por la interconexión de las redes y los servidores.
Se tiene registro escrito hasta de los detalles más mínimos. En el mundo
académico y en el laboral, lo que no está por escrito no existe.
Al responder un mensaje, el mensaje anterior queda como parte del
cuerpo de la respuesta, facilitando la lectura a manera de diálogo y
teniendo las referencias a mano.
Ancho de banda: cantidad máxima de información y datos que pueden pasar por un canal
de comunicación (línea telefónica convencional, RDSI, ADSL, cable) en un tiempo
determinado.
Banner: anuncio publicitario que aparece en una página web. Con formato texto gráfico-
dinámico, sonido en algunos casos e imágenes en movimiento. Suelen ser de pequeño
tamaño. Habitualmente enlazan con el sitio web del anunciante. Se realizan con gifs, flash o
microprogramas especiales.
Bitmap: es la representación digital de una imagen en la que se guardan todos los puntos
de color mediante una tabla de bits, llamados píxeles.
Blog: weblog o “bitácora de la red”, es la relación y anotación que hace un navegante por
la Red de los sitios que ha visitado. Viene de log-book (o, abreviadamente, log) que es el
“cuaderno de bitácora”. El nombre de blog lo acuñó en 1999 Peter Merholz. (Cfr.,
INSTITUTO CERVANTES, 2007:502).
Body: se llama así al “cuerpo” de texto o parte central de un documento o correo
electrónico.
Botón: banner de pequeño tamaño que se suele integrar con el contenido de la página o
con los menús de navegación. Su función es establecer un enlace de comunicación directa
con un destino determinado.
Buscador: red o programa que realiza búsquedas en Internet con base en palabras
relacionadas y que ofrece resultados relevantes, ya sean páginas web o páginas concretas
dentro de un sitio Web (búsquedas internas).
Cabecera: encabezado. Parte superior de una página Web en la que suele aparecer el
logotipo o nombre de la página y algunos enlaces y/o banners. También es la parte superior
del correo electrónico, donde se introducen los datos de envío, direcciones, asuntos, etc.
Chat: voz inglesa que significa “charla”. Conversación entre dos o más personas por
internet en tiempo real. Cada uno de los individuos requiere un perfil o identificación
suministrado por el servidor para poder acceder a la sala virtual donde se lleva a cabo la
charla. Algunas veces las salas están distribuidas por temas o con categorías previamente
definidas, ya sea por el servidor, ya por los usuarios. Este mecanismo es utilizado para
diversos fines: divertimento, estudio, búsqueda de amigos, tertulias, etc.
E-learning: aprendizaje a distancia gracias a las posibilidades que puede ofrecer Internet.
Reduce los costes de instalaciones, profesorado, desplazamientos, además de poder
ofrecer al estudiante una enseñanza en función de sus necesidades.
Firma electrónica: al igual que la firma habitual, la firma electrónica permite identificarse a
un usuario en la red. Se pretende que se pueda equiparar a la firma normal.
Foro: un sitio de internet (site, web,…) donde los usuarios pueden dejar sus opiniones y
mensajes en relación a un determinado tema. Podrán ser contestados por otros usuarios
que accedan al foro.
La red mundial es un sistema de hipermedio que tiene la particularidad de que los diversos
nodos de la red hipertextual están distribuidos en varios servidores que forman Internet.
Activando un enlace se puede pasar a un documento que en encuentra en cualquier
computador de la red.
Ícono: símbolo gráfico que aparece en la pantalla de un ordenador para representar una
determinada acción a realizar, como puede ser ejecutar un programa, abrir un archivo,
imprimir un documento o visualizar una carpeta.
Interfaz: dispositivo que conecta dos aparatos o circuitos y que es capaz de transformar
señales generadas por un aparato en señales comprensibles por otro (codificación –
decodificación).
IRC: “Internet Relay Chat”. Protocolo para comunicarse mediante conversaciones por
escrito y simultáneas a cualquier persona que esté conectada a la red. El servicio de IRC
está estructurado mediante diversos servidores a los que el usuario se conecta como
cliente para poder participar en las conversaciones.
Path: es el camino o recorrido que se presume debe hacer un internauta guiado por los
hipermedia que hay en la web. Dicho recorrido es definido por el navegante.
Plantilla: es un documento que sirve de guía para la escritura web. Sirve para mantener la
identidad y evitar escribirlo todo en la misma página. Algunos programas de edición
multimedia llaman a las plantillas páginas maestras.
Protocolo: para poder comunicarse entre sí, los computadores o las partes de una red,
como en la comunicación tradicional personalizada, deben hablar el mismo lenguaje.
Técnicamente, los lenguajes de comunicaciones se llaman “protocolos”. En una misma red
pueden convivir distintos tipos de protocolos.
Lan: creada en una empresa u oficina por necesidad de enlazar dos o más
computadores.
Wan: conecta equipos que distan mucho entre sí, como los que puede haber
entre distintas sedes de una multinacional.
Internet: una especie de red meta formada por otras 250.000 subredes y por
decenas de millones de usuarios en todo el mundo.
Intranet: son redes de empresa a las que, por motivos de seguridad, no
pueden acceder todos los usuarios de Internet.
Extranet: conectan las redes de distintas empresas y, muy a menudo, éstas
tampoco son accesibles para todos los usuarios de internet.
Scan: “ojear, examinar con rapidez”. Bien puede ser entendido como hacer un barrido por
la web buscando la información que se requiere, o bien, hacer un barrido sobre un texto
convencional convirtiéndolo en formato digital. Se ha convertido últimamente en un nuevo
tipo de lectura, el del lector de la web, como el ejercicio de pasar canales de televisión o
leer noticias.
WWW: abreviatura de World wide web, o lo que es igual, la “gran red (tejido) mundial”. Se
trata de la red de conexión mundial con soporte tecnológico.
Marcadores textuales o discursivos
En todo ejercicio de escritura el establecimiento de enlaces para efectos de la coherencia y
la cohe- sión textuales es una de las tareas más difíciles. Los marcadores textuales
ofrecen variedad léxica para sentidos similares y permiten establecer las relaciones
adecuadas entre oraciones, párrafos y expresiones. Igualmente, el conocimiento de las
funciones de los conectores permite la identifica- ción más precisa de ideas centrales y
argumentos principales, y la organización de la progresión temática. Esta es una lista de
algunos conectores de gran utilidad, claves para la lectura, como para la escritura.
Función o
relación Marcador
establecida
Introducir el El objetivo principal es, nos proponemos exponer, este texto trata de,
tema del texto nos dirigimos a usted para...
Distinguir,
Por un lado, por otra parte, en cambio, sin embargo, ahora bien, no
restringir o
obstante, por el contrario, al fin y al cabo, a fin de cuentas, verdad es
atenuar
que, aún así, no obstante...
elementos
Detallar o Por ejemplo, verbigracia, en particular, en (el) caso de, a saber, como
ejemplificar ejemplo, como muestra, pongo por caso, tal como...
Indicar
contradicción,
Es decir, esto es, a saber, o sea...
explicación o
matización
Énfasis,
Pues sí que, claro que, es más, más aún, máxime...
intensificación
De refuerzo
En realidad, en el fondo, de hecho…
argumentativo
Para indicar una Más arriba, más abajo, encima, debajo, delante, detrás, derecha,
relación de izquierda, en medio, en el centro, cerca, lejos, dentro, fuera, en el
espacio exterior, en el interior, de cara, de espaldas...
Porque, visto que, a causa de, por razón de, con motivo de, ya que,
puesto que, gracias a que, por culpa de, a fuerza de, pues, como, dado
Para indicar
que, considerando que, teniendo en cuenta que, entonces, así pues, en
causa
consecuencia, por ello, a causa de esto, por lo cual, por ende, en tal
caso …
Para indicar Para que, en vista a, con miras a, a fin de (que), con el fin de (que),
finalidad con el objetivo de, a fin y efecto de (que), con la finalidad de...
En cambio, antes bien, no obstante, ahora bien, por contra, con todo,
Para indicar por el contrario, sin embargo, de todas maneras, pero, aún así, de
oposición cualquier modo, en cualquier caso, en todo caso, en contraste, por otra
(adversativas): parte, sino, de otro modo, de otra suerte, en caso contrario, de lo
contrario, de hecho…
Para indicar
Aunque, si bien, a pesar de (que), aun + gerundio, por más que, con
objeción
todo...
(concesivas):
Claro, desde luego, bueno, bien, hombre, mira, oye, eh, este, quiero
Marcadores decir, yo qué sé, ya te digo, digamos, pues entonces, la cosa es que,
conversacionales la verdad es que, qué digo yo, qué te iba a decir, yo pienso, yo creo,
no te parece que…