Narración Perturbadora
Narración Perturbadora
Narración Perturbadora
INTRODUCCIÓN
La narración perturbadora
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Concebimos el concepto como Mieke Bal: “Concepts are sites of debate, awareness of
difference, and tentative exchange. Agreeing doesn’t mean agreeing on content, but agreeing
on the basic rules of the game: if you use a concept at all, you use it in a particular way so that
you can meaningfully disagree on content” (Bal 2002: 25).
Un caso de estudio
El efecto perturbador
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Iser (1984b: 208-214) ya ha señalado el potencial estimulante de conflictos, discrepan-
cias, perturbaciones, frustraciones, ambigüedades y disoluciones de la Gestalt para la recep-
ción de textos ficcionales. Consideramos que es posible describir los efectos producidos por la
acumulación de tales perturbaciones.
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El lector/espectador implícito es una estructura inscrita en el texto literario o fílmico a
modo de correlato del autor implícito y corresponde a su imaginación (Iser 1984a; Schmid
2005: 65). Puntualizamos que concebimos al autor y al lector implícito como instancias fic-
ticias históricas.
La ‘doxa’ narrativa
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La doxa puede correlacionarse con la teoría del campo social de Pierre Bourdieu: los
actores (que serían aquí los lectores o espectadores) deben entender el mecanismo del funcio-
namiento del campo social (doxa) y tener cierto “sentido para el juego” para que ese campo
se constituya.
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Nos orientamos en las leyes de la doxa de Sabine Lang (2006: 23s.), pero hay que ade-
lantar que, por un lado, esta presenta las distintas categorías de un modo bastante complicado
Narratividad
y que, por otro, faltan en ella recursos elementales de la narración paradójica como, por
ejemplo, la cinta de Möbius y el bucle extraño. Además, restringe su concepción de la doxa a
textos literarios, al igual que en las contribuciones de los demás editores y colaboradores de
este valioso estudio.
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Schmid (2005: 13 + 18s.) y Kuhn (2011: 55ss.).
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Véase el análisis del drama Cineastas en 2.2.1.4. Jan Horstmann elabora en su tesis de
doctorado Theaternarratologie (todavía inédita, Universidad de Hamburgo) un modelo narra-
tológico que trabaja a nivel extradiegético con un sistema representativo teatral para analizar
representaciones teatrales singulares.
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Los actuales experimentos de eye-tracking en contextos narrativos variables (Kluss et al.
2014) son muy costosos y requieren mucho tiempo, además de ser todavía muy elementales y
solamente aplicables a fragmentos fílmicos brevísimos, con lo que están lejos de poder explicar
la comprensión hermenéutica de una película entera, sobre todo si se trata de textos fílmicos
de cierta complejidad.
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Véanse Orth (2005) y Leiendecker (2015) para la narración no fiable; Grabe, Lang y
Meyer-Minnemann (2006b) para la narración paradójica; Pinkas (2010) para el filme fantás-
tico y Schmidt (2013) para espacios híbridos en el cine.
recursiva necesaria para corregir las hipótesis acerca del funcionamiento del
mundo ficcional y la construcción de la trama. El ejemplo canónico para la
narración no fiable literaria es “An occurrence at Owl Creek Bridge” (1891),
de Ambrose Bierce; para la narración no fiable fílmica es su adaptación fíl-
mica La rivière du hibou (1962), de Robert Enrico. Al contrario de las dos
estrategias narrativas siguientes, la engañosa presenta una solución válida.
2) Por los recursos de la estrategia paradójica, “las normas y reglas que
constituyen la obra literaria [o fílmica] entran en contradicción consigo mis-
mas” (Grabe et al. 2006b: 10). También es importante señalar el significado
de la paradoja como ‘contraria a la doxa’. En los textos de ficción, la paradoja
aparece bajo la modalidad de recursos intratextuales que transgreden o anu-
lan normas y reglas poetológicas y que producen con ello efectos de lectura
extraños, perturbadores. Los recursos paradójicos comprenden la metalepsis,
el bucle extraño e infinito, cintas de Möbius, la pseudodiégesis, la meta-
morfosis10 y dos tipos de mise en abyme: la infinita y la aporética. Todos
estos recursos producen contradicciones irresolubles para las que el lector/
espectador implícito no puede encontrar una solución verosímil y coherente.
3) Bajo el tercer hiperónimo, la estrategia enigmatizante, se reúnen aque-
llos recursos que inhiben —al menos temporalmente— la reconstrucción
inequívoca de uno o varios constituyentes de la doxa narrativa por parte del
lector/espectador implícito. Lo que aquí se viola con respecto a la construc-
ción del enunciado es la norma de la determinación: las narraciones en cues-
tión proponen enigmas o rompecabezas que no siempre poseen una solución
e inducen a preguntas como: ¿qué es imaginario?, ¿qué es real dentro de la
ficción?
Para sistematizar las diferentes dimensiones de la enigmatización narrativa,
distinguimos entre la indeterminación y la ambigüedad como categorías bási-
cas. Ambas pueden crearse de forma temporal o permanente y abarcan diversos
niveles y aspectos de lo narrado: estructuras espaciales, causales o temporales
desorientadoras, así como también el estatus ontológico de la(s) realidad(es)
narrativa(s). En este contexto encaja asimismo el modo fantástico. Si ciertos
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La meta-morfosis es un neologismo narratológico que concebimos como una super-
posición paradójica de distintos estados ontológicos, tiempos o espacios (véase 2.2.1.10.2).
El principio combinatorio
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En el cine, estos excesos estilísticos se traducen por llamativos point-of-view-shots, split-
screens, slow motion, whip pans, efectos digitales, secuencias animadas, música incongruente
(véase Willemsen y Kiss 2013), etc.
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Véanse sobre todo los análisis de cuentos de Borges y Cortázar en los capítulos sobre
la metalepsis.
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Este aforismo se cita en la novela El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, de
Patricio Pron (2011: 198).
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Incluimos solamente algunos pocos ejemplos de textos históricos canónicos de la li-
teratura francesa y española, entre ellos el Quijote: la novela de Cervantes es simplemente
imprescindible para el estudio de los recursos de la narración paradójica.
que transgrede o anula las normas implícitas y propone nuevas o propias re-
glas de funcionamiento para el texto en el que aparece. En este sentido poié-
tico la perturbación narrativa tiene una connotación positiva y productiva
que se opone al uso peyorativo del término en las ciencias naturales (Gansel
2013: 32s.). Esto puede correlacionarse asimismo con las acepciones del sus-
tantivo perturbación: “1. Inmutar, trastornar el orden y concierto, o la quie-
tud y el sosiego de algo o de alguien” (DRAE, ‘perturbación’), pero asimismo
“2. émotion, passion”15. Adoptamos este doble sentido de causar por un lado
desorden e irritación en el texto con respecto al sistema narrativo convencio-
nalizado y por otro lado de evocar con ello cierto afecto en el receptor.
Como procedimiento narrativo, la perturbación produce un colapso o
una infracción de la lógica del mundo narrado/filmado y de su represen-
tación imprevisible para el lector/espectador implícito. La intensidad de la
perturbación narrativa es variable, tanto cuantitativa como cualitativamente.
Gansel (2013: 35) distingue entre tres grados de intensidad que divide en
tres categorías: el primer grado es el más débil, origina con recursos estilísti-
cos llamativos o excesivos un estorbo (Aufstörung). El tercer grado es el más
fuerte, lleva a una destrucción (Zerstörung) física de, por ejemplo, una página
de un texto o de un fotograma o de una secuencia; puesto que la destrucción
de un objeto material pertenece al plano extratextual y pragmático, no entra
en nuestra concepción de la narración perturbadora. Esta se correlaciona, en
cambio, con la categoría del estorbo en cuanto a que llama la atención del
narratario y, a través de este, del receptor implícito. Los recursos estilísticos
llamativos o excesivos (estorbo) pueden otorgar una dimensión onírica o
ambigua en relación con el mundo ficcional en el que se insertan. Mucho
más pertinente es aquí la segunda categoría de Gansel, que se llama asimismo
perturbación (Verstörung). La concebimos como una irritación profunda e
intencionada que infringe la coherencia y consistencia del mundo ficcional
y que interrumpe la inmersión o ilusión estética (Wolf 1993), dirigiendo la
atención a la construcción y artificialidad de la narración.
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Gaffiot (1934, s.v. ‘perturbatio’). Tuvimos que recurrir a este diccionario francés por-
que la segunda acepción del DRAE es negativa: “Impedir el orden del discurso a quien va
hablando”.
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Ruth Fine participó en nuestra mesa en la conferencia de narratólogos (ENN) en Gante
(abril 2015), donde presentamos nuestro concepto de la narración perturbadora por primera
vez. Allí, Fine mencionó dos contradicciones conceptuales de la noción de desautomatización:
“In the first place, while the focus of the notion asked to be the text itself, as an autonomous,
self-oriented object, it inevitably carried the attention of the analysis to the reception, to the
extratextual level of the reader (not necessarily the implied one). Secondly, though the theo-
reticians that elaborated on the concept seemed to be interested in its functions at the level of
the discourse, in many ways their reflections on particular texts led primarily to the histoire,
to the diegetic level. [...] I believe that the concept of perturbatory narration, as advanced by
my colleagues here, can be of substantial value to overcome the above mentioned theoretical
and analytical challenges”.
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Bajo relaciones texto-extratexto, por ejemplo, Fine (2000: 141ss.) incluye fenómenos
tan distintos como la autorreferencialidad, la frustración de las expectativas, la anulación de la
lógica causal, la narración no fiable y la sobredosificación ideológica; bajo relaciones intertex-
tuales, entre otras, la obstaculización del proceso de naturalización; y bajo relaciones intratex-
tuales, fenómenos narrativos como la voz omnisubjetiva, la metalepsis, el lenguaje conjetural,
comentarios metalingüísticos, la distancia irónica y la autorreferencialidad (que también apa-
rece bajo relaciones texto-extratexto).
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Si bien Fine amplía el concepto originario de desautomatización, entendiéndola como
un rasgo del arte de todas las épocas y no solo de una estética contemporánea, su corpus se
limita a ocho cuentos de El Aleph (1949), de Jorge Luis Borges; es decir, a textos relativamente
contemporáneos.
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Aunque no deseamos descartar la posibilidad de historiar la evolución de estos procedi-
mientos perturbadores, no creemos que puedan hallarse muchas narraciones perturbadoras en
otros siglos y épocas (el mismo Don Quijote es “tan solo” una narración paradójica...).
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“Unnatural narratology scorns the goal of universal narratological categories that are
able to comprehend fictional and nonfictional texts; we assert that what is needed is a poetics
of natural narratives and an anti-poetics of unnatural narratives” (Richardson 2008).
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“Some theorists follow a cognitive approach to the representation of impossibilities,
while others are opposed to such an approach: the latter fear that the use of cognitive catego-
ries might potentially lead to the normalization or domestication of unnatural scenarios and
events” (Alber/Krogh Hansen 2014c: 3). Alber mismo (2014b: 273s.) reconoce que los New
Cognitive Frames no son sino meras estrategias de lectura.
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Con Scheffel (2006: 10) rechazamos (tanto para narraciones fantásticas como en gene-
ral) este concepto de mimesis que se restringe a la imitatio, a pesar de que Aristóteles concibe la
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Con excepción de Eig (2003), quien menciona como precursores unas películas
vanguardistas de los años veinte y treinta, y Elliot (2006: 66) señala Vertigo (1958) de
Hitchcock. Kuhn (2009: 143), por su parte, menciona antecedentes del cine de autor como
L’année dernière à Marienbad (1961, véanse 2.1, 2.1.2 y 2.3.3.2), Rashômon (1950) y
Otto e mezzo (1963, véase 2.2.1.10.3).
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Aunque Elliot (2006: 67) tiene cierto afán sistemático en su descripción de diecisiete
psychological puzzle films, sus criterios no son evidentes ni realmente sistemáticos, aunque po-
drían correlacionarse con algunas de nuestras subcategorías: “The first grouping [...] possesses
narration that is deceptive throughout the duration of the films, sometimes clearly revealing
previous scenes to be fantasy and other times leaving such distinctions ambiguous”, lo que po-
dría correlacionarse con los recursos engañosos y enigmatizantes de la narración perturbadora.
y los títulos de los textos en los que los analizamos. Con este instrumento
narratológico presentamos el análisis final de narraciones literarias y fílmicas
perturbadoras (véase capítulo 3.).
Una estudiante de Erasmus nos dijo al final de un seminario sobre la
narración perturbadora que aprendió muchísimo porque esta “te explica el
mecanismo de la buena literatura”. Dudamos de que la ‘buena literatura’
consista en un mecanismo que haya que descubrir, pero al menos creemos
haber encontrado una modelización apta para describir y tipificar aquellos
recursos narrativos sofisticados cuya interacción produce una narración per-
turbadora. Nos daremos por satisfechas si en las siguientes páginas logramos
transmitir algo de nuestro entusiasmo por la ‘buena literatura’ y el ‘buen
cine’, ya que la narración perturbadora consta de textos artísticos muy origi-
nales, sofisticados y polisémicos.
Aunque este trabajo es el resultado del intercambio continuo dentro y
fuera del seminario, la participación en simposios y congresos y el intercam-
bio por correo electrónico durante los dos años durante los cuales recibimos
el generoso apoyo de la Universidad de Bremen dentro del marco de su pro-
grama de Excelencia Académica, deseamos dejar constancia aquí de que este
trabajo no ha sido escrito a cuatro manos: Vera Toro se ha encargado del
capítulo sobre los recursos enigmatizantes, Sabine Schlickers de los demás.