2 Linaje Femenino
2 Linaje Femenino
2 Linaje Femenino
Las mujeres que fueron antes de nosotras forman nuestra memoria celular y espiritual oculta;
así como también los miedos, ciertos poderes, patrones de conductas que se repiten y forman
parte de la sombra, y el inconsciente que guardamos muy adentro.
Conectar con ese profundo legado es vital para sanar todas nuestras heridas y dejar partir
aquello que no es nuestro.
Lo primero de todo, tomando consciencia de que tú eres la parte viva de ese linaje.
A través de ti, se manifiesta la memoria celular de las mujeres de tu árbol.
Eres el vínculo vivo y su presencia.
Tienes la oportunidad de conocerlo, aceptarlo y cambiar todo aquello que no quieres.
Nuestro linaje materno llora en nuestro propio cuerpo todas aquellas tristezas, violencias,
abusos, dolores que cada una de sus mujeres no pudieron sanar… Todo aquello que no
supieron darle lugar, que fue impuesto, que no fue reconocido ni aceptado.
En el útero de nuestra madre no solo nos gestamos físicamente. Ella es nuestra creadora y
desde el útero nos impregnamos de cuanto ella sentía, todas esas emociones, miedos, dudas…
que vamos adquiriendo como nuestras.
Conforme crecemos podemos ir soltando algunas de ellas, pero gran parte de éstas se quedan
muy hondo en nosotras, en nuestra memoria ancestral.
Así, expresar cómo te sientes, qué te duele dentro cuando hablas de tu madre o de tu abuela,
dar lugar esas emociones, contarlas, sacarlas a fuera, ayudará a reconocer esa carga, esas
emociones que inundan y dañan, y romper con ese silencio. Ayudará a darte visión, a romper
patrones de conductas abnegadas y contradictorias, de sacrificio y abandono a una misma.
Te ayudará a empezar a reconocer y nombrar todo aquello que te duele, que no conoces, pero
te molesta, que es herida, miedo, dolor…
Desde ahí, nuestro caminar comienza distinto, rompiendo patrones, cargas y límites, creando
dicha, libertad y oportunidad de cambio…
¡Pura vida de sanación y gratitud! Porque pese a todo y aunque quizás no lo creas, tras eso
también podemos agradecer y honrar nuestro linaje y sentir bien, y cerca, a todas esas
“Mujeres de nuestra casa”.
Para avanzar, no sólo hemos de comprender, sino también honrar nuestro origen. Gracias a
ellas palpitamos. Sólo Nosotras podemos elegir cómo.
Nuestro primer pasadizo es nuestro cuerpo y de ahí se abren las puertas hacia las mujeres de
nuestra casa. Pasamos a través de nuestro útero al útero materno y de allí al útero de nuestras
ancestras. De una a otra tomamos conciencia de quiénes somos en realidad. Cada una
descubrimos nuestros misterios y les aseguro, hermanas, que todos son bellos, sea cual sea su
forma.
Este contacto con el útero es el camino que lleva a sanar, reconocer y conciliar conmigo, con
mi madre, con las abuelas, con todas las ancestras, es desde lo femenino que me reconozco,
crezco y comprendo mi ser y mí sentir.
¿Cómo sanar nuestro propio linaje femenino?
“La salud de la mujer es el terreno sobre el que crece toda la humanidad. Mejorar la salud de
una mujer fertiliza y aprovisiona el terreno para todos los hombres, mujeres, niños, animales,
plantas y el propio planeta. El vínculo madre- hija, en toda su belleza, dolor y complejidad,
forma el cimiento mismo del estado de salud de una mujer. Esta relación primordial deja su
huella en todas y cada una de nuestras células para toda la vida”
Las mujeres, como los hombres, nos creamos en el útero de nuestra madre.
Bebemos sus emociones, sentimos todo aquello que acontece en su cuerpo, mente y espíritu.
El legado de todas estas mujeres hasta nosotras (y hasta nuestras hijas) está impreso en
nuestro cuerpo, en concreto en nuestros genitales, nuestros órganos sexuales, nuestros senos y
nuestro abdomen.
Tener conciencia de esto nos ayuda a entender el porqué de tantos dolores “inexplicables”, de
tanta ira contenida y de tantas lágrimas sordas anudadas en nuestra garganta.
Las mujeres de nuestro clan sufrieron miles de abusos. Nuestras ancestras fueron niñas,
fueron mujeres, fueron hijas, fueron madres como hoy lo somos nosotras. Sus miedos y sus
contentos eran similares a los nuestros. Ellas tuvieron sus sueños cumplidos y sus sueños
frustrados. Fueron algo más que cuidadoras, aunque ahora apenas lo recordemos. Tuvieron
inquietudes y necesidades de brillar como las que hoy sólo confesamos ante el espejo o la
almohada.
¡Cuando reconocemos la historia de las antepasadas y soy capaz de ver en mi las limitaciones
y dones que “cargo” … Despierto!
El trabajo de sanación de linaje femenino me permite soltar la carga que no me pertenece y
despertar mis dones, de esta manera puedo tomar mi destino en “profunda libertad interior”.
Es el momento de iniciar la exploración, navegar en los recuerdos albergados en nuestro
vientre, en nuestro cuerpo de mujeres, para dar paso a la comprensión.
Reconciliar con el lado femenino de nuestra vida, el útero y nuestro cuerpo femenino, es una
de los trabajos más hermosos que podemos vivir como mujeres.
Todo altar es un lugar de evocación y de encuentro, un centro que irradia energía hacia todas
las direcciones para invocar la espiritualidad del universo; y, como toda ofrenda, puede
integrar diversos simbolismos –imágenes, flores, alimentos, adornos, oraciones, elementos
naturales y objetos significativos– (velas no) que se pueden componer en un espacio de
infinitas maneras. Así, un altar es un lienzo en movimiento, un cielo abierto, un fuego por
arder, una laguna donde mirarnos, una porción de tierra presta a recibir nuevas semillas, unas
manos abiertas.
Si bien los altares son diferentes según las épocas, los lugares y las tradiciones espirituales que
hay en el mundo, nos remiten, en general, al acto de honrar y celebrar a nuestras deidades y a
nuestros ancestros, al hecho de recordar nuestros orígenes y bendecir nuestras raíces, a la
posibilidad de sumergirnos en la memoria de la herencia familiar para dialogar con ella y
renovarnos.
Su poder simbólico y sanador abre un canal que nos abraza, nos confronta, nos da perspectiva
y nos permite labrar un camino desde las hebras de nuestra familia hacia nosotras mismas.
Nos inspiramos para evocarlas oníricamente y visitar el legado que nos han dejado.
Nos reconocemos como hijas, madres, nietas, bisnietas, sobrinas, amigas, hermanas. Desde
esa orilla, retomamos sus huellas y nos entregamos a invocarlas, con delicadeza y cuidado,
entre fotos, telas, mantos, cartas, cintas, piedras, lanas, semillas, flores, brillos, conchas, frutas
etc.
Cuando dedicamos un tiempo a vincularnos con nuestro linaje femenino, tanto para
agradecerlo y honrarlo, como para soltar las cargas que no nos corresponden, pueden ocurrir
cambios muy profundos en nuestra vida.
Es como si de repente recibiésemos una fuerza especial, desde un lugar diferente, ancestral,
que también nos permite sentir nuestras raíces más hondas y firmes.
El sentido que le damos en esta formación es que, a través de un altar externo, dejemos de
cargar con sus experiencias en nuestro cuerpo, en nuestra biología, en nuestro inconsciente y
en nuestra vida, dándole lugar y honra en nuestro linaje.
Sin repetir ni vernos atravesadas directamente por sus historias.
Nota:
Se ampliará respecto a la importancia de Sanar el Linaje Femenino en video resumen de este
módulo.