162 El Soldado Romano La Ley Militar y PDF

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Manuales y Anejos de «Emerita» - XLV

Sofia Torallas Tovar


Inmaculada Pérez Martín
(editoras)

Castigo y reclusión
en el mundo antiguo

Consejo Superior de Investigaciones Científicas


SOFÍA TORALLAS TOVAR- INMACULADA PÉREZ MARTÍN (EDS.)

CASTIGO Y RECLUSIÓN
EN EL MUNDO
ANTIGUO

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS


MADRID, 2003
Queda rigurosamente prohibida, sin la autoriza-
ción escrita de los titulares del Copyright, bajo las
sanciones establecidas en las leyes, la reproducción
total o parcial de esta obra por cualquier medio o pro-
cedimiento, comprendidos la reprografia y el trata-
miento informático, y su distribución

Datos de Publicación

Editoras: Sofia Torallas Tovar, Inmaculada Pérez Martín


Título: Castigo y reclusión en el mundo antiguo

1. Antigüedad. Historia. Lexicografia especial


2. India, Oriente Antiguo, Grecia, Roma, Visigodos, Egipto, Imperio bizantino
Descriptores: Prisión, castigos. Fuentes documentales

< ConsejC> S-"' de lllVOSligaciOneS Cientfficas

© CSIC
NIPO: 403-03-100-4
ISBN: 84-00-08168-4
Depósito Legal: M-50498-2003
Impreso en España: Printed in Spain
Imprime: Sociedad Anónima de Fotocomposición
Talisio, 9 - 28027 Madrid
ÍNDICE

INTR.ODUCCIÓN ··································································································· VII

ANDRÉS DIEGO ESPINEL


Cárceles y reclusorios en el Antiguo Egipto (2686-1069 a.C.) ...................... 1

JUAN ANTONIO ÁLVAREZ-PEDROSA NÚÑEZ


El recluso y el arresto domiciliario en las prescripciones legales hititas...... 27

MARIANO GóMEZ ARANDA


La cárcel en el Antiguo Testamento.................................................................. 41

EUGENIO R. LUJÁN
La cárcel en la India Antigua ............................................................................. 55

DANIEL RIAÑO RUFILANCHAS


Cárcel y encarcelamiento en la Grecia clásica.................................................. 73

JAVIER ARCE
Cárcel y torturas en Roma................................................................................... 95

PILAR PAVÓN
Las cárceles civiles en el Imperio romano........................................................ 101

SABINO PEREA YÉBENES


El soldado romano, la ley militar y las cárceles in castris ............ ..................... 115

Mª VICTORIA SPOTTORNO
La cárcel en el Nuevo Testamento.................................................................... 153

PILAR GONZÁLEZ SERRANO


La arqueología de las cárceles romanas............................................................. 165

JOSÉ-DOMINGO RODRÍGUEZ MARTÍN


La pena de prisión bajo Justiniano: Ulpiano vs. Calístrato ............................. 17 5
VI

PABLO C. DíAz
La cárcel en la Hispania visigoda ........................................................................ 193

SOFÍA TORALLAS TOVAR


Arresto y encarcelamiento en el Egipto romano tardío y bizantino ............ 209

INMACULADA PÉREZ MARTÍN


Cárcel y reclusión en Bizancio............................................................................ 225

.ABREVIATURAS Y BIBLIOGRAFÍA ..................................................................... 245


EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS

Sabino Perea Yébenes


Universidad de Murcia

La disciplina militar, mantenida con todo rigor, proporcionó al Imperio romano


la supremacía en Italia, le concedió elgobierno de muchas ciudades,
de reinos poderosos, de esforz.ados pueblos...
e hizo de la humilde cabaña de R.ómulo el centroy el bastión del mundo entero
(VALERIO MÁXIMO, JI, 8)

1. Delitos y castigos en la milicia romana


Como todo humano que vive en sociedad, los soldados que conviven en un
campamento cometen faltas y delitos contra las leyes comunes o contra el orden
interno tendente a armonizar la convivencia, o contra las normas disciplinarias
especiales que rigen la vida castrense. ¿Qué es un "delito militar"? La ley es clara en
este sentido: el cometido por un militar 1. Todo soldado -legionario o auxiliar,
ciudadano romano o no- que servía bajo una insignia romana estaba sometido a su
organización, a su disciplina, hasta el momento exacto de su licencia honrosa
(honesta missio). Sin embargo, algunos de ellos jamás tendrían ocasión de festejar ese
día los compañeros que habían compartido con él días de sangre y victorias. Los
delitos que se cometen por hombres que pertenecen al ejército romano -como en
cualquier ejército del mundo- han de someterse a las leyes, que pueden ser de
Derecho público o de Derecho privado. A un militar se le puede aplicar una ley
general o una "ley militar especifica". Esta segunda posibilidad fue con el tiempo
"invadiendo" el campo de la ley general, es decir, la tipificación de delitos militares

1 Dig. 49, 16, 2. Cf Dig. 49, 16, 6 pr. [MENENIO, 3 De re mili!.]: Omne delictum est militis, quod aliter, quam
disciplina communis exigit, committitur: veluti segnitiae crimen ve/ contumaciae ve/ desidiae, "Es delito militar todo
lo que se hace de distinta manera que como lo exige la disciplina ordinaria, como el crimen de pereza,
de desobediencia o de desidia".

Castigo y reclusión en el mundo antiguo, Madrid, 2003, 115-152


116 SABINO PEREA YÉBENES

fue creando una jurisprudencia propia ad hoc, hasta el punto de que en el siglo III
d.C. puede hablarse de un "Derecho militar romano", que se pone por escrito en el
siglo y medio que va desde la obra legislativa de Sabino (un de re militari en cuatro
libros) hasta la de Tarrunteno Paterno, cuya obra dispersa podemos consultar en
los Digesta. En todo caso, hablamos de derecho aplicado a hombres libres (ya sean
ciudadanos o peregrinos), pues es sabido que los esclavos no podían alistarse en el
ejérdto y, si lo hacían y eran descubiertos, su triste destino era la pena de muerte 2.
El delito -que puede ser tipificado como "crimen" o como falta grave o
falta menor3- tenía un castigo, que se aplicaba prácticamente sin dilación. Las leyes
por las que se juzgaba el delito no estaban siempre escritas en una especie de
código o manual "de delitos y penas", sino que la aplicación del castigo quedaba al
arbitrio de la autoridad inmediata en materia de justicia en un campamento. Salvo
crímenes de extrema gravedad, en los que intervenía directamente el legado de la
legión para determinar la culpa, establecer el castigo y quizás ejecutarlo, la vida
cotidiana de un campamento debía proporcionar un buen número de casos
menores de indisciplina, que eran puestos en conocimiento de los tribunos.
En época imperial, los militares -y esto puede hacerse extensivo también a
los veteranos o licenciados del ejército- tienen una leyes propias, con los derechos
y obligaciones del ciudadano romano, pero también con particularidades y
excepciones derivadas de su condición de militares. En la vida civil el militar está
protegido por su condición de tal -por ejemplo, goza de la exención de tutela-, si
bien ese tipo de beneficios tiene como contrapeso el hecho de estar sometida su
vida, sus actos cotidianos, a la vida y al régimen especial militar. Sólo a un soldado
se le puede juzgar por desertar4.

2 Dig. 49, 16, 11 [MARCIANO, 2 reg.]: "Se prohibe a los esclavos cualquier clase de servicio militar; si
infringen esta prohibición, se les castiga con pena capital".
3 Dig. 49, 16, 2 [MENENIO, 1 De re mili!.]: "Los delitos y actos que cometen los militares pueden ser
especiales o comunes, por lo que la persecución de los mismos es también especial o común. Es
delito especialmente militar el que uno comete como militar. (1) Se tiene como crimen grave el hacerse
militar aquel a quien no le es lícito, y se agrava, como los otros delitos, por la mayor dignidad, grado y
clase de milicia". Sobre la diferencia entre "delito" y "crimen" en el Derecho Romano: E. COSTA,
(1921); R ALBERTARIO (1923); G. LONGO (1976) 90-96; V. GIUFFRE (1980) 256.
4 Sobre la deserción, vid A. MASI (1964) 104-117. La legislación romana es muy prolija y estricta
respecto al delito de deserción (que trata de definir respecto al "retardo" más o menos justificado).
Sirvan como ejemplo estas disposiciones de época imperial contenidas en el Digesto: Dig. 49, 16, 3, 2-3
[MODESTINO, 4 De poenis]: Emansor est, qui diu vagatus ad castra regreditur. Desertor est, qui per prolixum
tempus vagatus reducitur. "Es 'retardado' el que, tras largo vagabundear, vuelve al campamento. Es
'desertor' el que es detenido después de vagabundear mucho tiempo".
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS 117

Dig. 49, 16, 3, 6-9 [Modestino, 4 De poenis]: (6) Si praesidis ve/ cuiusvis praepositi ab
excubatione quis desista!, peccatum desertionis subibit. (!) Si ad diem commeatus quis non venial,
perinde in eum statuendum est, ac si emansisset ve/ deseruisset, pro numero temporis, Jacta prius
copia docendt~ num forte casibus quibusdam detentus sil, propter quos venia dignus videatur. (8)
Qui militiae tempus in desertione implevit, emerito privatur. (9) Siplures simulprimo deseruenºnt,
deinde intra certum tempus reversi sint, gradu pulsi in diversa loca distribuendi sunt. sed tironibus
parcendum est: qui si itera/o hoc admiserint, poena competenti a4ftciuntur.
"(6) Se hará reo de deserción el que abandona la guardia del gobernador o de
cualquier otro mando. (1) Cuando alguien no se presenta al terminar su permiso, se
le debe castigar como retardado o como desertor según el tiempo transcurrido,
después de haberse dado la posibilidad de probar las causas del caso que parezcan
disculpar el retraso. (8) El que terminó su tiempo de milicia como desertor, queda
privado de la pensión. (9) Si han desertado varios a la vez y vuelven al cabo de un
cierto tiempo, deben ser degradados y destinados a distintos lugares, aunque hay
que tener indulgencia con los bisoños, los cuales sufrirán la pena correspondiente si
reiteraran el hecho".
Las penas establecidas para los desertores están recogidas en Dig. 49, 16, 5;
por abandonar sus armas durante la batalla, o por pasarse al enemigo. Y el castigo
está claramente tipificado: pena de muerte. Vender las armas y el equipo militar
(total o parcialmente) es delito equiparable a la desercións. En época bajoimperial
la pena se suaviza, pues una ley del año 403 manda capturar a los desertores en
cualquier provincia donde se encuentren para ser juzgados por su "crimen" y ser
encarcelados una vez confesado el delito6.
En la vida militar hay una especie de código de honor interno, una "disciplina
militaril', cuya definición jurídica no ha sido bien establecida a pesar de los

5 Dig. 49, 16, 14, 1 [PAULO, De poenis miT.]: Arma aiienasse grave crimen est et ea culpa desertioni exaequatur,
utique si tota aiienavit: sed et si partem eorum, nisi quod interest. nam si tibia/e ve/ umeraie aiienavit, castigan
verbetibus debet, si vero ioticam scutum gaieam giadium, desertoti simiiis est. tironi in hoc crimine faciiius parcetur
armorumque custodi plerumque ea culpa imputatur, si arma miiiti commisit non suo tempore. ''El haber vendido
las armas es un crimen grave y se equipara a la deserción, siempre que las vendiera todas, o también
algunas, aunque hay que distinguir, pues si vendió la protección de las piernas o los hombros, debe
ser castigado con azotes, pero si vendió la coraza, el escudo, el yelmo o la espada, se equipara a un
desertor. Este crimen se disculpa más fácilmente en un bisoño y suele imputarse la culpa al guarda del
armamento por haber entregado armas a un soldado fuera de tiempo".
6 Cod. Theod. VII, 18, 11 pr.: Idem aa. et Theodosius a. Hadtiano praejecto praetotio. Si qui desertores oberrare in
provinciis fuerint comprehensi, eos et comprehendi protinus voiumus et ad iudicem deduci, ut auditi, cum de crimine
desertionis suae coefessi fuetint, carcerz's custodiae deputentur: de quorum nominibus ad tuam subiimitatem subditis
conjessionibus rejeratur, ut instructi ma?Jstn' miiitum, quid de his fieti oporteat, pro sui auctotitate constituant Sin vero
inventi resistendum atque armis obtinendum putaven'nt, tamquam rebeiies in ipsis temetitatis suae conatibus
opptimantur. (403 febr. 24).
118 SABINO PE.REA YÉBENES

esfuerzos de prestigiosos romanistas 7 que han comentado los textos jurídicos


romanos relativos y sus escoliastas (antiguos o modernos). Vincenzo Giuffre se
refiere a ella como el "svolgimento della milizia sub certibus legibu/'8. En relación
con la disciplina militan·s, considero fundamental destacar el hecho -obviado
generalmente- de que esta "disciplina militarii' es una "disciplina Augustz". Esto
significa que el reglamento militar, o las leyes militares (o para los militares) son, en
primer lugar, y por decirlo así, "una invención de los emperadores", es decir,
competen al ejército romano de época imperial (y no al ejército romano antes de
Augusto); y en segundo lugar, de aceptarse esa ecuación que propongo, los
determinativos "militarii' y "Augusti' vienen a ser sinónimos, de modo que los
soldados que en época imperial sirven al Estado romano no se rigen por las leyes
consuetudinarias y seculares del Derecho romano primitivo, sino por las leyes que
les dan los emperadores. Por eso existen contradicciones al habar de delitos
militares (y sus penas correspondientes) dependiendo del momento al que nos
refiramos -la República o el Imperio-, y por eso en este segundo periodo vemos
cómo algunos tipos de castigo (un poco salvajes) entran en desuso, por ejemplo, la
decimatio o diezmo de los soldados9, que se aplicaba en tiempos de la República
como escarmiento en caso de rebelión o de sospecha de la misma. En época tardía,
las conspiraciones urdidas con el concurso de soldados, campesinos o extranjeros
para maquinar la muerte de prefectos, generales o altos funcionarios imperiales,
fueron equiparadas al asesinato consumado, con el fin de frenar las actividades
subversivas 1O.
La "disciplina militaris' encierra, en general, la normas de vida austeras que
conlleva la milicia, sin dejar resquicio al divertimiento, o al menos al divertimiento

7 J. SULSER (1923); 0. MAUCH (1941) 72-74; A. NEUMANN (1946) 142-178; ID. (1965) cols. 219-222;
V. GIUFFRE (1980) 234-277.
8 V. GIUFFRE (1980) 242.
9 En este trabajo hablo en general del "soldado" como sujeto (hombre) susceptible de cometer un
delito militar, si bien, como es lógico, cualquier otro militar de mayor graduación puede igualmente
cometer "delitos militares". La ley romana relativa a los castigos de delitos militares establece desde el
principio el principio de gravedad consistente en considerar que es mayor delito el cometido por un
oficial que el cometido por un subordinado en razón precisamente de la responsabilidad del puesto.
Así, puede leerse en Dig. 49, 16, 2,1 [MENENIO, 1 De re milit.]: "Se tiene como crimen grave el hacerse
militar aquel a quien no le es lícito, y se agrava, como los otros delitos, por la mqyor dignidad, grado y clase de
milicia.
10 En época de Teodosio, los soldados acusados de sedición podían, por gracia de la autoridad,
conservar la vida, pero sus hijos veían negado el derecho de heredar los bienes del padre y los
acompañaba siempre el estigma de la deshonra paterna, no pudiendo recibir honores y quedando
condenados a la pobreza: uf infamia eos paterna semper comitentur, ad nullos unquam honores, nulla prorsus
sacramento peroeniant... perpetuo agentes et pauperes (Cod.Theod. IX, 14, 3, del año 399).
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN C4SIRIS 119

excesivo, del tipo "ir de cacería", pues según el jurista militar Tarrunteno Paterno,
aquel "que es consciente de que gobierna un ejército, debe dar pocos permisos, no
debe tolerar que las tropas de caballería salgan de la provincia, ni poner a un militar
en el oficio de pescar o cazar privadamente. En efecto, el reglamento de Augusto
dice así: 'aunque ya sé que no es grato que los militares se dediquen a trabajos
manuales, temo, sin embargo, que, si lo permito que lo hagan para mí o para ti, no
se guarde en ello la medida que me parece tolerable"' 11 . Eso significa que no se
prohiben las diversiones, pero tampoco se aconsejan. Era preferible que el soldado
se ejercitase con las armas, en el campus, con sus entrenadores o sus compañeros, a
que saliera "con permiso especial" (lo cual no solía suceder nunca) a ejercitar su
puntería matando jabalíes en el monte12. Los juegos de dados eran desde luego,
uno de los entretenimientos favoritos de los soldados; y un momento de verdadero
lujo y relax era el momento del baño. La arqueología ha demostrado -y la epigrafía
también abundantemente- que prácticamente todos los campamentos tenían una
sala acondicionada para baños de agua, y de vapor en algunos casos. Allí se
honraba a la diosa Fortuna, como he estudiado en otro lugar13; y otras veces a las
Ninfas o a la diosa Salus. Diosas femeninas -¡claro!- para momentos de
"intimidad~' entre los hombres. El culto y las honras dispensadas a estas
divinidades son, en última instancia, expresión de una especie de felicitas, de
momento grato alcanzado por quienes se dejan la piel en las guarniciones de la
frontera o en el campo de batalla. A propósito de los baños, de los baños
"comunes" de los soldados, nada indica que en tales lugares se practicara algún
tipo de homosexualidad, o, si la había, debía ser escondidamente, ya que todo
soldado sabía que estas prácticas estaban absolutamente prohibidas por la ley
militar. En relación con la sexualidad, resulta curioso observar la permisividad de la
ley, en tiempos de Trajano, a la hora de alistar "a los que poseían un solo
testículo", basándose en la jurisprudencia o valor militar demostrado de generales
que tenían esta condición, como son Sila y Cotta14. Las prohibiciones para el

1l Dig. 49, 16, 12, 1.


12 A mediados del siglo II d.C., quizás siguiendo el ejemplo de la actividad cinegética a que era tan
aficionado el emperador Hadriano, no faltan ejemplos epigráficos que reflejan bien a las claras la
actividad de cacería deportiva de algún notable senador legado de legión, como es el caso de Quintus
Tullius Maximus, que era el general en jefe de la legión VII Gemina, en Hispania. Un texto bien
estudiado por J. DEL HOYO (2002) deja patente esta actividad deportiva del legado legionario, el cual
hace una ofrenda de trofeos a Diana (¡no podía der otra la diosa destinataria del voto!) con mención
(relatio o descripción) de los trofeos o piezas capturadas y de las ofrendas hechas.
13 s. PEREA YÉBENES (1997) 149-167.
14 Dig. 49, 16, 4pr. [MENENIO, 1 De re milit.]: Qui cum uno testículo natus est quive amisit, iure militabit
secundum divi traiani rescriptum: nam et duces su/la et cofta memorantur eo habitu fuisse naturae. "El hombre
120 SABINO PEREA YÉBENES

alistamiento se basan en la conducta delictiva del candidato antes del acto del
dilectus, y no tanto en pequeños defectos físicos del candidato. Así, podemos
recordar varias interdic#ones tendentes a apartar del ejército (no admitiéndolos o
expulsándolos del mismo a posterion) a aquellos hombres que antes de alistarse
fueron condenados a las fieras, deportados a una isla, desterrados (aun
temporalmente), los reos de un crimen capital, ni aquellos que fueron condenados
por adulterio15.
Si durante la batalla el general observaba algún movimiento sospechoso de
huida de una unidad de su ejército, o si veía que sus hombres rehuían el combate o
desobedecían las órdenes de sus superiores, estas acciones serían juzgadas por él
mismo en cuanto cesara el ruido de las espadas. Pero puede suceder también, por
ejemplo, que un grupo de soldados o una unidad auxiliar mercenaria se pase al
bando enemigo en el transcurso de la batalla. Entonces, automáticamente y para
siempre, estos pasan a ser enemigos de Roma, y merecedores por tanto de la
muerte. La guerra, y esto lo sabían bien los generales romanos que conducían sus
tropas al campo de batalla, iban a vencer o a morir16. Así pues, aquella tropa que
había intentado la deserción o la traición, o que había rehuido el combate
cobardemente, una vez replegado el ejército en sus cuarteles de campaña, era
llamada a formación. Delante de ellos el general inicia un discurso, más bien breve
pero enérgico, recordando la necesidad de cumplir el juramento de fidelidad a
Roma, desenmascarando a aquellos que intentaron la deserción y declarándolos
convictos. Se aplicaba entonces la llamada decimatio (o vicesimatio, otras veces,
dependiendo de la decisión del general), consistente en contar uno por uno los
soldados de la fila o formación, la cual debían abandonar aquellos que hacían el
número 10 (o 20 en el caso de la vicesimatio) 17 . Otras veces en vez de aplicar un
castigo tan duro, la ratio era menor, y se optaba por aplicar la pena máxima a unos
pocos, aproximadamente a uno de cada cuatrocientos hombres18.
De la práctica de la decimatio y de otro tipo de castigos nos habla
elocuentemente Polibio19. El historiador comienza su discurso acerca de las penas

nacido con un solo testículo, o el que perdió uno, tiene derecho a ser militar, según un rescripto de
Trajano, de consagrada memoria, pues los generales <Cornelio> Sila y <Aurelio> Cotta se recuerda
que eran de tal constitución".
15 Dig. 49, 16, 4.
16 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 55; POLIBIO,Historiae, l, 3.
17 HISTORIA AUGUSTA, Vita Macrini, 12.
18 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 55.
19 Historiae, VI, 36-38.
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASIRIS 121

(y posteriormente también de los premios)20 dados a los soldados a propósito de la


importancia que tenía hacer las guardias durante la noche, hacer convenientemente
los relevos, darse la contraseña, etc., de modo que, al despuntar el sol, todos y cada
uno de los hombres de la ronda nocturna tienen que devolver las contraseñas21 al
tribuno. Si. falta alguna, es necesario investigar a qué puesto de guardia
corresponde, para castigar al centinela responsable. Para ello "el tribuno convoca al
centurión, y éste acude con los centinelas del turno correspondiente, y se efectúa
un careo judicial con los que hicieron la ronda. El testimonio aducido por los
acompañantes del que hacía la ronda constata inmediatamente si la culpabilidad
recae en los que hacían la guardia, pues están obligados a declararlo. Si no es así, la
culpa recae sobre el que hacía la ronda"22. Se trata, pues, de un caso práctico y
cercano de disciplina interna, que es juzgado y castigado inmediatamente. Una vez
demostrada, por confesión propia o por delación de sus compañeros, la
culpabilidad del soldado, ¿en qué consistía el castigo y cómo se aplicaba? El mismo
Polibio23 lo explica en detalle:
(37) "Se convoca al punto el consejo de tribunos, se celebra el juicio y, si el hombre
es declarado culpable, se le apalea. El procedimiento es el siguiente: el tribuno,
provisto de una vara, roza suavemente al condenado. Pero inmediatamente todos
los miembros de la legión le apalean y le apedrean; en la mayoría de los casos el reo
muere allí mismo. Y aunque sobreviva, esto no representa para él garantía alguna.
Porque, ¿cómo se podría salvar? No le está permitido repatriarse y ningún pariente
suyo se atrevería a dar cobijo a un individuo así. De modo que los que han caído
una vez en esta desgracia, en realidad no tienen salvación. Un castigo igual al
descrito es infligido al suboficial o al jefe de escuadrón de caballería, si no
transmiten las consignas correspondientes en el momento oportuno: el primero, a
los que hacen la ronda, y el segundo, al decurión del escuadrón siguiente. El hecho
de que el castigo sea tan fuerte e inexorable logra que, entre los romanos, las
guardias nocturnas se hagan de la manera debida.
Los soldados están subordinados a los tribunos y éstos a los cónsules. El tribuno
tiene la potestad de imponer multas, de tomar cosas en prenda y de mandar azotar;
sobre los aliados tiene su potestad el prefecto. Se azota, como se describió, a los que
roban algo dentro del campamento, a los que deponen un testimonio falso, a los

20 G.R. WATSON (1965) 147 SS.

21 Tablillas de madera o de cera que llevaban escrito el santo y seña.


22 POLIBIO, Historiae, VI, 36.
23 POLIBIO, Historiae, VI, 37-38.
122 SABINO PEREA YÉBENES

jóvenes que en la flor de su edad son sorprendidos haciendo un mal uso de su


cuerpo y también al hombre al que, por el motivo que sea, se le impone tres veces el
mismo castigo. Todo esto, pues, lo castigan en calidad de crímenes, pero se
consideran como laxitud contraria al honor militar las faltas siguientes: anunciar
mentirosamente a los tribunos una heroicidad propia para recibir honores, que los
apostados en alguna emboscada abandonen por miedo su lugar, o si alguien tira
cobardemente las armas en pleno combate. Por eso ha habido emboscados que han
muerto noblemente atacados por un enemigo superior en número: han preferido no
abandonar su puesto por temor al castigo habitual. Algunos que durante la lucha
tiraron el escudo, la espada o el arma que sea, se meten enloquecidos entre las filas
enemigas con la esperanza de recobrar lo que tiraron, o bien de escapar, por la
muerte, a una vergüenza segura y al odio de los suyos.
(38) Si alguna vez una falta así es cometida por muchos, y manípulos enteros, al
verse en un aprieto, han abandonado su lugar, entonces los romanos creen
imprudente o ejecutar a las unidades íntegras y para este delito han ideado un
castigo que es a la vez eficaz e impresionante. El tribuno congrega a la legión,
manda avanzar a los que huyeron, les recrimina duramente y, de entre todos ellos,
escoge uno de cada cinco, o de cada ocho, o incluso de cada veinte, calculando
siempre que resulte, como máximo, la décima parte de los que cometieron la falta.
Estos elegidos al azar son azotados tal como se dijo, inexorablemente; a los
restantes se les suministran raciones de cebada en vez de trigo y se les manda
acampar fuera del atrincheramiento, en un lugar ya inseguro. De modo que el riesgo
y el temor a este sorteo afectan a todos, porque es incierto sobre quiénes van a
recaer. También el oprobio de tener que comer harina de cebada retiene a todo el
mundo; de todas las prácticas, los romanos han ideado éstas para inspirar horror y
reparar los daños". (Traducción de M. Balasch Recort)
Como se ve por este magnífico texto2 4, los soldados caídos en desgracia por
esta mala suerte recibían una buena paliza a bastonazos en presencia de sus
compañeros de armas, a título de aviso y de escarmiento25. El soldado, con todo,
podía dar las gracias de que no se le cortara la cabeza26. Se trataba de mostrar
mano dura y mostrar la cara menos amable de la justicia militar, que actuaba rápida

24 Cf F.W. WALBANK (1957) 719-720.


25 Para la época imperial, cj la ley siguiente: Dig. 49, 16, 6, 3 [MENENIO, 3 De re mtlit.]: Qui in acie prior
fugam fecit, spectantibus militibus propter exemplum capite puniendus est. " El primero en abandonar las filas
debe ser castigado con la muerte a la vista de todos los militares, para que sirva de escarmiento".
26 PoLIBIO, Histonae, VI, 7; FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 54; PLUTARCO, Crassus, 10; DIONISIO DE
HALICARNASO, IX, 50; DIÓN CASIO, XLIX, 27, 28.
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASIRIS 123

y carente de todo sesgo de piedad, al tiempo que se sentía en el deber de conservar


el mayor número de hombres posible para continuar el combate. Aquí interviene la
inteligencia del general en jefe, que buscará la mayor eficacia castigando al menor
número posible de insubordinados para aprovechar, una vez aleccionados, a los
demás27. Por estas mismas razones cabe pensar, en buena lógica, que la deczmatio 28
conllevaba un gran gasto personal, y que sólo debía practicarse aplicada a todo un
ejército o a una unidad grande29. Su elevado coste humano provocó que su
aplicación fuese cada vez menor.
El texto polibiano también nos advierte de la importancia que tenía el hecho
de aplicar "públicamente" el castigo, a vista de todos, para servir de ejemplo. Ahí
se habla también de un curioso gesto o ritual que realiza el tribuno sobre el reo.
Por eso, además de un castigo ejemplar se ha visto en este acto una "humillación
social o ritual", cuando el oficial superior o el general se acerca al soldado para
"rozarlo con la vara", como dice Polibio30, o bien producirle con la misma una
pequeña herida, lo suficiente para que brote la sangre31. La importancia de este
acto residía en el hecho de que el soldado viera derramada su sangre, y que los
demás lo viesen. Era una afrenta a su cuerpo y a su espíritu, pues ambos
publicaban simbólicamente su debilidad. Esta "sangración" del soldado es un acto
o rito curioso que despertó el interés ya de Aulo Gelio, quien aseguraba que en su
indagación en los libros antiguos no había encontrado una explicación para este
"castigo", que debía tratarse originariamente de un medio de prevenir la aversión a
la sangre y que luego devino una forma de castigo para hacer ver a aquel que lo
recibía su debilidad.
Con independencia del sentido ritual que tuviera ese primer golpe
propiciado por el oficial, la verdad es que luego el soldado, el reo, era golpeado
despiadadamente con bastones. Este castigo, conocido como fustuarium, es citado
también por otros historiadores, como Livio32, Tácito o V eleyo Patérculo, si bien

27 CICERÓN, Pro Aulo Cluentio, 46.

28 La práctica de la decimatio es recordada por TITO LIVIO, II, 59; DIONISIO DE HALICARNASO, IX, 50-
57. El historiador Dión Casio recuerda el empleo de esta medida disciplinaria por César (XLI, 35, 5),
Domicio Calvino (XLVIII, 42, 2), Marco Antonio (XLIX, 37, 1, cf. PLUTARCO, Antonius, 4;
FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 37) y Octaviano (XLIX, 38, 4; también recogido por SUETONIO,
Augustus, 24, 2).
29 TITO LIVIO, Il, 59; FRONTINO, Strategemata, IV, 54; PLUTARCO, Antonius, 4.
30 PoLIBIO, Historiae, VI, 37, 1.
31 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 16; AULO GELIO, X, 8.
32 Al narrar el asedio y toma de Veyes: Fustuarium meretur, qui signa relinquit aut praesidio decedit: auctores
signa relinquendi et deserendi castra non uni aut alteri militi sed uniuersis exercitibus palam in contione audiuntur
124 SABINO PEREA YÉBENES

mencionando la flagelación (y en el caso del texto de Tácito también la decimatio)


como una especie de costumbre antigua y en desuso, propia pues de tiempos de la
República:
"En esos momentos Domicio Calvino33, que había sido asignado a Hispania
después de su consulado, dio ejemplo de gran severidad, comparable a los antiguos,
porque golpeó con un látigo al centurión de la primera cohorte, llamado Vibilio, que
había abandonado la formación huyendo vergonzosamente". (Veleyo Patérculo,
Hist. Rom. II, 78, 3)
O bien el siguiente texto a propósito de algunos incidentes en la guerra de
Tacfarinas, jefe guerrillero, dux, de la tribu de los musulamii norteafricanos34 en el
año 23 d.C.:
"Cuando estos hechos35 llegaron a oídos de Lucio Aproniano ... , más afectado por
el honor de los suyos que por la gloria del enemigo, recurrió a una práctica rara por
aquella época y que recordaba los tiempos pasados (raro ea tempestate et e vetere memoria
facinore): diezma a la cohorte deshonrada dando muerte a palos a quienes
correspondió por sorteo. Tan grande fue el efecto de la severidad que un cuerpo de
tropas de veteranos, que no sobrepasaba de quinientos hombres, desbarató a las
mismas tropas de Tacfarinas que habían atacado un fuerte llamado Tala". (Tac. Ann.
111, 21, 1)

"Merece el suplicio del palo el (soldado) que deserta o abandona su puesto, y también aquellos que
aconsejan desertar y abandonar el campamento, no a uno sino o dos soldados, sino a ejércitos
enteros .. .!" (TITO LIVIO, V, 6, 14). Cj CICERÓN, Philippicae, III, 14: si ille consu4 fustuanum meruerunt
legiones, quae consulem reliquerunt, sceleratus Caesar, Brutus nefarius, qui contra consulem pn·vato consilio exercitus
comparaverunt. En época imperial disminuyó la frecuencia de este castigo pues de hecho la compilación
del Digesto sólo la cita como pena alternativa al cambio de destino (Dig. 49, 16, 3, 16), éste sí más
frecuente (vid. cuadro-resumen de "delitos y condenas" más adelante).
33 Cónsul en 53 y en el 40, gobernador de Hispania hacia el 39-36, momento al que se refiere este
episodio.
34 TÁCITO, Annales II, 52, non inconditae turbae sed Musulamiorum dux haberi; Anales IV, 24: simul príncipes
Musulamiorum defectionem cooptantis securi percutit. Vid. también TÁCITO, Annales, II, 20-21, 32, 75, 73-74;
IV, 23-25; y el estudio de R. SYME (1979) 218-230. Sobre las cohortes musulamiorum, vid. capítulo 2 del
libro de S. PEREA YÉBENES (2003).
35 En el año 20 d.C. las tropas de Tacfarinas reanudaron en el norte de África la guerra contra los
romanos. Un fuerte romano estaba a las órdenes de Decrio (personaje sólo conocido por el pasaje de
TÁCITO que narra estos hechos, Annales, III, 20). El fuerte es asediado por Tacfarinas, y Decrio
exhorta a sus hombres al combate a campo abierto. Tras desplegarse la cohorte de soldados romanos,
recibe un envite del enemigo, y los soldados romanos, asustados, huyeron en desbandada. Decrio,
heroicamente, cortaba el paso a sus soldados que hacían defección, y abroncaba a los
portaestandartes que impartían consignas de huida. Los enemigos le vaciaron un ojo, y así murió,
abandonado por los suyos y haciendo frente al enemigo.
EL SOWADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASIRIS 125

La deci'matio fue empleada también por Octaviano en la guerra contra los


Dálmatas en el año 34 a.C.36 En el siglo I del Imperio sólo se da ocasionalmente
esta práctica. Suetonio recuerda las intenciones de Calígula de poner en uso la
deci'matio en las legiones cuando estaba preparando su campaña contra los
germanos 37 . Galba también aplicó esta costumbre como medida disciplinaria hacia
los ex-marineros que apoyaron a Nerón38. A los hombres que no murieron se les
dieron nuevas insignias militares -un aquila-y, una vez que constituyeron una iusta
legio se les dio el nombre con el que sería conocida esta nueva fuerza regular de
ciudadanos, la legión I Adiutrix39.
La obediencia absoluta a los jefes es uno de los pilares de la disciplina
militar40. El general era (debía ser) el primer cumplidor de la ley, pues ésta indica
claramente: "El deber del que rige un ejército consiste no sólo en imponer la
disciplina, sino también en observarla él"41. En consecuencia, la desobediencia es
un delito42, aplicable tanto a soldados como a oficiales. No faltan casos en los que
el general en jefe ha mandado decapitar a uno de los oficiales de su ejército por
haber entrado en combate en contra de sus órdenes, aun cuando tal acción se
saldara con la victoria43. Igual que a los soldados -o quizás con más razón que a
éstos- a los oficiales se les premiaba por sus heroicidades (no por cumplir con su
deber) y se les castigaba cuando descuidaban su misión o desobedecían las
consignas. El castigo a un error táctico de unos oficiales podía significar su
expulsión ignominiosa del ejército, como recuerda (Ps.) César en un pasaje del
relato de la Guerra de Áfaca (46, 4; y 54) en el que alude a un edicto de expulsión
por falta gravísima (ob negligentiam ignominiae causa dimittendos ab exerci'to gravissimunque
in eos edictum proponendum curavit) dictado contra dos tribunos (C. Avienus y A.
Fonteius) y tres centuriones (f. Salienus, M. Tiro, y C. Clusinas). La expulsión

36 SUETONIO, Augustus, 24, 2; DIÓN CASIO, 49, 38, 4.


37 SuETONIO, Caius, 48, 1.
38 SUETONIO, Galba, 12, 2. TÁCITO, Historiae, 1, 31: legioni classicae di.ffidebatur, inftstae ob caedem
commilitonum, quos primo statim introitu trucidaverat Galba.
39 Algunos diplomas recuerdan esta leva: CIL, XVI, 7, 8 y 9. Vid. al respecto, G.R. WATSON (1969)
120, y especialmente sobre la creación y la historia de la I Adiutrix, J. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ (1995);
ID. (2001) 32-34 (sobre la creación de la I Adiutrix, con toda la bibliografía anterior).
40 FRONTINO, Strategemata, IV, 3, 15; SÉNECA, De ira, 1, 16.
41 Dig. 49, 16, 12pr.
42 Dig. 49, 16, 13, 4.
43 TITO LIVIO, VIII, 50; FRONTINO, Strategemata, 1, 39; VALERIO MÁXIMO, II, 7, 3, 4; 5, 6, 8.
126 SABINO PE.REA YÉBENES

deshonrosa en época imperial se liga a la comisión de delitos, y los que la han


sufrido no podían "permanecer en Roma ni formar parte del séquito imperial"44.
Cuando la justicia caía sobre todo un cuerpo de ejército, por ejemplo sobre
una legión que había sido derrotada, que se había rebelado o que había rechazado
las órdenes del general en jefe (del propio emperador)45, se procedía al castigo
ejemplarizante de los culpables concretos del delito, se desposeía de los privilegios
de antigüedad y sueldo a los soldados y se los diseminaba a otras legiones, donde
de hecho eran recibidos como reclutas46. Parece ser que la distribución se hacía
procurando una degradación funcional, pues a los legionarios de infantería se les
mandaba a las tropas auxiliares, y a los equites de la legión se les quitaba el caballo y
se les encuadraba entre las cohorles ordinarias de a pie47. Esta redistribución de
tropas se producía tras los desastres (las derrotas) que sufrieron algunas legiones.
U nas veces las consecuencias eran su desaparición, como sucedió a las famosas tres
legiones XVIII, XVIII y XVIII! caídas en el año 9 d.C. en el bosque de
Teotoburgo; pero también la XV Primigenia tras la revuelta de Civilis, la V Alaudae
tras la derrota de Cornelius Fuscus en Dacia en el año 86, la XXI Rapax, quizás
derrotada en el frente danubiano en el año 92, y la XXII Diotariana que cayó en las
revueltas judías de 132-13548. De todas estas legiones "vapuleadas" o castigadas
severamente por el enemigo segurMn.ente quedaron hombres supervivientes, que
en buena lógica se integraron en otras unidades o que, como he indicado, se
licenciaban, no muy honrosamente por cierto. Cabe pensar incluso que si esta
aportación humana era muy significativa, el hecho podía conllevar el cambio de
denominación de la unidad. La reorganización de la fegio VII Galbiana en la VII
Gemina, la IV Macedonica en la IV Flavia Jelix, o la XVI Gallica reconstituida como la
XVI Flavia firma, puede corresponder a estos reajustes tácticos, a los que,
obviamente, no estaban ajenos los grandes programas de propaganda política,
tendentes siempre a olvidar al enemigo (sobre todo al aspirante al trono, ahora
derrotado, que había realizado levas de tropas otorgándoles su nombre) como
parte, o como una forma más, de la costumbre romana de la damnatio memoriae.
"Que la historia y las generaciones no lo recuerden". Y así pasaba también con el
nombre de algunas legiones (y las legiones mismas) que apoyaron a generales

44 Dig. 49, 16, 13, 3...ignominiosa causa est, cum quis propter delictum sacramento solvitur. et is, qui ignominia
missus est, neque romae neque in sacro comitatu agere potest
45 SUETONIO, Augustus, 24. -
46 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 43.
47 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 18; VALERIOMÁXIMO, II, 7, 9, 15.
48 G.R. WATSON (1969) 121.
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASIRIS 127

traidores en contra del emperador, como la III Gallica en el año 219, y la III Augusta
en el año 238.
Otra pena capital que se aplicaba, incruenta pero tan terrible como la
decapitación, consistía en atar al reo a una gran piedra y lanzarlo a las aguas
profundas del mar, o de un río. Maniatado, no tenía forma de escapar a nado ni
otra posíbilidad que la de morir ahogado 49. La pena de muerte se aplicaba también
al soldado que perdía sus armas 50 o al que entraba al campamento saltando el
muro51.
Las ejecuciones sumarias las realizaban los centuriones o los tribunos (ellos
mismos o un grupo de hombres a sus órdenes)52 y siempre fuera del muro
perimetral del campamento. Dentro no podía correr la sangre de los soldados,
menos aún la de un condenado. La ignominia de morir decapitado por la espada,
perecer a fuerza de palos o lapidado, debía tener lugar en un lugar impuro, fuera
del orden y de la comunidad, lejos de la sede de las sacras imágenes y del aquila
legionis, es decir, fuera del recinto campamental, extra muros castrorum.
Si después de una lluvia de piedras el infeliz conservaba la vida, era
expulsado del ejército, posiblemente lisiado para toda su vida, enviado al exilio con
la prohibición tajante de volver a su natio, al lugar y país donde había nacido,
donde, por otra parte, no es seguro que sus familiares quisieran recibirlo53.
Naturalmente, no todos los delitos cometidos por los soldados tenían un
final tan trágico. Una paliza con varas podía suplir a la pena máxima54. La
aplicación de una medida correctora u otra dependía del oficial que la juzgaba, en
razón de la alevosía o del grado de descuido que había llevado al delito, por
ejemplo, el de abandonar la insignia (signum, vexillum, etc.), alejarse del puesto de
guardia 55, difundir una infamia o ser acusado tres veces de la misma falta 56. Con
los mismos parámetros que al soldado se juzga a los oficiales subalternos,
encargados en muchos casos de transmitir las órdenes y hacerlas cumplir57, por

49 TITO LIVIO, l, 51; IV, 50.


50 Dig. 49, 16, 3, 13.
5l Dig. 49, 16, 3, 17.
52 Ps. J. CÉSAR, De bello Africano, 28; SÉNECA, De ira, I, 16.
53 POLIBIO, Historiae, VI, 7.
54 VELEJO PATÉRCULO, II; 78; FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 54.
55 TITO LIVIO, V, 6; LV epit.
56 POLIBIO, Historiae, VI, 7.
57 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 16, 42; V ALERIO MÁXIMO, Il, 7, 11.
128 SABINO PEREA YÉBENES

ejemplo, comunicar los cambios de guardia y la supervisión de las rondas


nocturnas.
El castigo de recibir una paliza con varas -sólo para los soldados de tropas
auxiliares- era cada vez menos frecuente. Parece que a comienzos del Imperio
estaba ya en desuso58. Un hecho bastante curioso es que los golpes sólo se podían
administrar con el sarmiento de la vid59. Es posible que un soldado se sintiese aún
más humillado si es golpeado por un bastón que no fuera la vara de vid60. Los
robos eran castigados en relación a su importancia, bien con una paliza o bien con
la mutilación de la mano derecha61.
Otro detalle a tener en cuenta durante la aplicación de las penas es que el
reo (el soldado) tenía que ser previamente despojado de traje y de su equipo de
combate. El delincuente, por decirlo así, era indigno de representar a Roma como
guerrero. Se le quitaba, pues, dentro del campamento, la vestimenta militar y las
armas, y en camisón o desnudo, se le conducía extramuros para recibir el castigo.
Si el que había cometido el delito es un oficial, debía permanecer en un lugar bien
visible todo el día -desde que el sol sale hasta que se oculta- firme, con los pies
desnudos6 2, sosteniendo en vilo con su mano una larga pértiga de casi tres metros
de longitud Qa decempeda = de diez pies), o también un manojo de hierbas63 o un
ladrillo 64.
Una vez conocida la comisión del delito o la falta, al soldado se le juzgaba
con celeridad; desde luego, no permanecía en una celda apartado y ocioso, sino que
le eran asignados trabajos forzosos como cavar fosos, levantar muros o atar fardos
de forraje para los animales, todo ello naturalmente a vista de sus compañeros de
armas65. También durante un tiempo se les obligaba a acampar (a dormir) al raso,

58 TACITO, Annales, III, 21.


59 TITO LIVIO, LVII epit.; TÁCITO, Annales, I, 23; FRONTINO, Strategemata, I, 1, 3; JUVENAL, Saryra
VIII, v. 247.

60 PLINIO, Historia Natura/is, XIV, 1.


61 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 16, 42.
62 SUETONIO, Augustus, 24; FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 27, 28; VALERIO MAXIMO, II, 7-9.
63 SUETONIO, Augustus, 24.
64 POLIENO, Strategemata, VIII, 24. Sobre estas costumbres y su significado, vid S. PEREA YÉBENES
(2003).
65 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 43; PLUTARCO, Lucul/us, 15.
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS 129

sin el resguardo de los barracones o de las tiendas, con el fin de curtir su cuerpo y
su espíritu en las penalidades y en el coraje66.
A los soldados que habían dejado evidenciar su cobardía durante el combate
se les condenaba a permanecer arrodillados delante de la tienda del general67 y su
dieta se reducía a una ración de cebada68, que era la base alimenticia de los
gladiadores, queriendo significar con ello que eran una especie de convictos
condenados a luchar para salvar su vida pero no defender al Estado ni buscar la
gloria de Roma.
La lectura de los capítulos de los Digesta que acogen la jurisprudencia militar
en los primeros siglos del Imperio muestra el abandono de tales costumbres tan
poco racionales -y tan poco rentables para un ejército siempre necesitado de
efectivos-, notándose en cambio en esta legislación imperial un acercamiento cada
vez mayor al militar como miembro de una colectividad mayor -la sociedad
romana- de la que forma parte y de la que es servidor. De ahí también el especial
empeño de los emperadores por velar desde el punto de vista legislativo y práctico
por "sus veteranos". La creación del "aerarium mi/ittJre"69 por parte de Augusto en
el año 6 d.C. es sólo una de esas medidas tendentes a favorecerlos, facilitando su
integración en la civitas, si bien no fue la única, como podemos ver en el título 49,
18 de los Digesta, que reúne jurisprudencia relativa a los veteranos. Entre otros
beneficios para ellos se establece que el licenciado honrosamente del ejército "no
puede ser condenado a las fieras ni apaleado" (Dig. 49, 17, 1), ni condenado a las
minas ni a trabajos forzados (Dig. 49, 17, 3). Estas normas contrastan con las
aplicadas a los plebeyos que amparaba a un desertor del ejército: una ley de
Valentiniano y V alente, fechada en Milán en el año 365, indica que el hombre que
cometiera este delito debía ser enviado a las minas como esclavo; por el mismo
delito, el noble no era condenado a trabajos forzados o a cárcel, pero el Tesoro le
confiscaba la mitad de sus propiedades7 º.

66 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 18, 19, 21; TITO LIVIO, X, 4; TÁCITO, Anna/es, XIII, 56; POLIBIO,
VI, 7;VALERIOMÁXIMO,II, 7, 15.
67 POLIENO, Strategemata, VIII, 24.
68 POLIBIO, Historiae, VI, 7; SUETONIO, Augustus, 24; FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 25, 37; TITO
LIVIO, XXII, 13; PLUTARCO, Marce//us, 25; Antonius, 39; DIÓN CASIO, XLIX, 27, 38; POLIENO,
Strategemata, VIII, 24.
69 Sobre la caja del aerarium y su repercusión en la economía del soldado (.y en las cuentas del Estado
romano), vid M. CORBIER (1977) 197-234.

70 Cod.Theod. VII, 18, 1 (26 de marzo de 365).


130 SABINO PEREA YÉBENES

Las penalizaciones de tipo profesional al soldado podían afectar también a


sus años de servicio, que podían prolongarse sobre el modelo o duración
predeterminada para las distintas unidades, cohortes pretorianas, legiones o alas y
cohortes de auxilia. Los traslados de unidad llevaban aparejados la pérdida de
antigüedad (o la merma de la misma) adquirida en otra unidad, o bien una
retención parcial o total de la paga71.
Salvo la pena de muerte, el castigo más humillante para el soldado era ser
expulsado del ejército, recibiendo anticipadamente una licencia deshonrosa
(ignominiosa missio) 72. Para la ocasión, el general reúne a todo el ejército, o bien al
cuerpo de mando cuando el que va a ser juzgado es un oficial, y en presencia de
todos se dirige al culpable, con un discurso solemne -mezcla de arenga de jefe de
armas y de juez- en el que se relatan sus faltas, se incide en su falta de lealtad al
Estado y a su general (al emperador, a partir de Augusto), al quebranto de su
juramento militar73, etc., y se le conmina a que, degradado, abandone sin dilación
el ejército 74 .
En efecto, si el general lo consideraba oportuno podía castigar cualquier
delito con una expulsión deshonrosa. La vida del soldado -su vida profesional y su
vida "física"- están en manos de sus jefes75 desde el momento en que el recluta
presta juramento. Llegada la triste coyuntura de elegir entre la expulsión
ignominiosa y la muerte, no estoy seguro de que todos prefirieran lo primero. La
expulsión significaba el exilio -exilio del ejército, que había sido su hogar muchos
años- y el orfanato -la separación de sus compañeros de armas y de fatiga-, de
modo que el hombre así segregado habrá de abandonar el riesgo y la intensidad de
vida militar, largas marchas y el ruido de las espadas, y cambiarlo, seguramente, por
la azada y una sosegada vida de agricultor en una aldea, donde procurará ocultar su
condición de militar proscrito. Con independencia del tiempo que este hombre
haya servido en el ejército de Roma, es posible que ni él ni su familia quisieran, en
el momento de su muerte, que su epitafio recordara el antiguo oficio de militar;
aunque todo es posible.

71 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 46; VALERIO MÁXIMO, 11, 7, 15; TITO LIVIO, XI, 41.
72 Dig. 49, 16, 13, 3.
73 Cf Dig. 49, 16, 16 [PAULO, 5 sent.]: Qui metu criminis, in quo iam reus fuera! postulatus, nomen militiae
dedit, statim sacramento solvendus est. "El que se apuntó en el ejército por temor de un crimen del que ya
había sido acusado judicialmente, debe ser inmediatamente desligado de su juramento".
74 Ps. J. CÉSAR, De bello Africano, 54.
75 FRONTINO, Strategemata, IV, 1, 33; SÉNECA, De ira, 1, 16.
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR YLAS cARCELES IN CASIRIS 131

Podía suceder que al soldado se le concediera un permiso temporal (vacatio),


o cumpliendo una misión especial. La ley establece claras precisiones entre el
"permiso" y el "viaje oficial"76, si bien en ambos casos la ausencia era "legal". Si en
ese tiempo moría, se consideraba que su periodo de servicio había acabado bien,
sin causa para que sus compañeros se avergonzasen77. Y tenía derecho a una
piedra sepulcral inscrita que recordara sus méritos, a sus herederos o legatarios, aun
cuando su cuerpo descansara en otra región, en otra provincia romana,
probablemente lejos de donde el soldado hubiera nacido y lejos igualmente de
donde sirviera por última vez al Estado romano con las armas. Otras veces el
alejamiento, o mejor la separación, del soldado de la unidad en la que sirve era por
causas bien distintas: el miedo o la comisión de un delito. Ambas circunstancias
impelían al soldado a desertar, lo cual era un asunto muy serio, pues en caso de ser
perseguido y capturado no le esperaba otro destino que morir crucificado78. En
época imperial tardía, la legislación prescribía multas, la servidumbre o la muerte en
el fuego para quienes encubren a los desertores 79. Una ley del 346 indica la
oportunidad de hacer negociaciones entre los domestici y protectores en busca de
delincuentes80. Estas leyes de Teodosio extremaban los castigos dispuestos en las
anteriores de Valentiniano y V alente. Como complemento a esta forma, en 380,
otra disposición premiaba a quienes delataban a los desertores. Si el delator era
esclavo podía encontrar la libertad, y a los hombres libres se les perdonaban
algunos impuestos.
El siguiente elenco de leyes de época imperial puede servir perfectamene de
cuadro-resumen de las condenas que se aplicaban a los soldados y de los motivos o
delitos por los cuales les eran aplicadas. Obsérvese la gran casuística -juris-
prudencia- relativa a la pena de muerte, y cómo, por contra desaparecen castigos
de época republicana, especialmente los colectivos; del mismo modo desaparece o
se minimiza la práctica reglada de la lapidación y del fustuarium, que parece quedar
reservado a los castigos corporales infligidos por quienes tienen derecho a llevar
vara, esto es, los centuriones y los evocati (veteranos del ejército reenganchados),
ambos oficiales encargados de la instrucción de los reclutas o novatos (tirones)81.

76 Dig. 49, 16, 1 (Ulp. 6 ed.).


77 Dig. 49, 16, 14.
78 TITO LIVIO, XXX, 43; VALERIO MÁXIMO, 11, 7, 12.
79 Cod.Theod. VII, 18, 2 (2-5 de julio de 379).
80 Cod.Theod. XII, 1, 38 (23 mayo de 346).
8l Sobre los evocati, TH. MOMMSEN (1913) 446-461; A. VON DOMASZEWSKI (1908);J. SCHMIDT (1879)
321-353; E. BIRLEY (1981) 25-29; S. PEREA YÉBENES (1998b).
132 SABINO PEREA YÉBENES

Obsérvese igualmente la total ausencia de la cárcel como modo de redención de


cualquier delito.
1.1. Pena de muerte
A) Por salir de la formación de ataque:
Dig. 49, 16, 3, 4 [Modestino, 4 De poenis]: Is, qui exploratione emane! hostibus insistentibus
aut qui a fassato recedit, capite puniendus esf'. "Merece pena capital el que sale de
descubierta cuando ataca el enemigo o se va de la trinchera".
Dig. 49, 16, 6, 3 [Menenio, 3 De re mik"t.]: Qui in acie prior fugam fecit, spectantibus
mi!itibus propter exemplum capite puniendus est. " El primero en abandonar las filas debe
ser castigado con la muerte a la vista de todos los militares, para que sirva de
escarmiento".
B) Por traición o tránsfuga:
Dig. 49, 16, 3, 10-12 [Modestino, 4 De poenis]: Is, qui ad hostem confugit et rediit,
torquebitur ad bestiasque ve! in furcam damnabitur, quamvis mik"tes nihil eorum patiantur. Et is,
qui volens transfugere adprehensus est, capite punitur. Sed si ex improviso, dum iter quis facit,
capitur ab hostibus, inspecto vitae eius praecedentis actu venia ei dabitur. "El que se pasa al
enemigo y luego vuelve será sometido a tormento y condenado a las fieras o a la
horca, aunque los militares están libres de tales penas. Si se sorprende a alguien
cuando quiere pasarse al enemigo, sufre la pena capital".
Dig. 49, 16, 7 [farrunteno, 2 De re mili!.]: Proditores transfugae plerumque capite puniuntur.
"Los traidores <y> tránsfugas suelen ser castigados con pena capital".
C) Por no proteger al jefe:
Dig. 49, 16, 3, 22 [Modestino, 4 De poenis]: Qui praepositum suum protegere no!uerunt ve/
deseruerunt, occiso eo capite puniuntur. "Los militares que no quisieron proteger a su jefe
o le abandonaron, en caso de morir aquél, son castigados con la pena capital". Cf
Dig. 49, 16, 6, 9 [Menenio, 3 De re mili!.]: "También se estimó que debía castigarse a
los que abandonaron a un jefe <o centurión> cuando éste se hallaba rodeado de
bandidos".
D) Por desobediencia a un superior:
Dig. 49, 16, 3, 15 [Modestino, 4 De poenis]: In bello qui rem a duce prohibitam fecit aut
mandata non seroavit, capite punitur, etiamsi res bene gesserit. "En tiempo de guerra el que
ha hecho algo prohibido por el jefe o no ha cumplido lo que se le ordena sufre pena
capital, aunque lo que hizo haya <salido> bien".
Dig. 49, 16, 6, 2 [Menenio, 3 De re mili!.]: Contumacia omnis adversus ducem ve/ praesidem
militis capite punienda est. "Toda desobediencia de un militar contra el jefe o el
gobernador debe ser castigada con pena capital".
EL SOIDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASIRIS 133

E) Por sedición:
Dig. 49, 16, 3, 19 [Modestino, 4 De poenis]: Qui seditionem atrocem militum concitavit, capite
punitur. "Se castiga con la pena capital al que incita a una sedición militar grave".
F) Por atravesar la empalizada o saltar el muro del campamento:
Dig. 49, 16, 3, 17 [Modestino, 4 De poenis]: Nec non et si vallum quis transcendat aut per
murum castra ingrediatur, capite punitur. "Se castiga con la pena capital al que atraviese la
empalizada o salte por el muro para entrar en el campamento".
G) Por abandonar o perder las armas en combate:
Dig. 49, 16, 3, 13 [Modestino, 4 De poenis]: Miles, qui in bello arma amisit ve/ alienavit,
capite punitur. "El militar que ha perdido o entregado sus armas en tiempo de guerra
sufre la pena capital".
H) Por deserción:
Dig. 49, 16, 5, 1 [Menenio, 2 De re milit.]: Qui ... deseruit... in bello capite puniendum est.
"El desertor... en época de guerra será castigado con la pena capital".
Dig. 49, 16, 5. 3 [Menenio, 2 De re milit.]: Desertor si in urbe inveniatur, capite puniri so/et:
alibi adprehensus ex prima desertione restituipotest, iterum deserendo capite puniendus est. "Si se
encuentra un desertor en Roma, se le suele castigar con pena capital; si es en otro
lugar, puede ser restituido tras la primera· deserción, pero debe ser castigado con
pena capital si reincide".
I) Por atentar contra la vida del jefe militar:
Dtg. 49, 16, 6, 1 [Menenio, 3 De re milit.]: Qui manus intulit praeposito, capite puniendus est.
augetur autem petulantiae crimen dignitate praepositi. "El que atenta contra su jefe debe ser
castigado con pena capital, y se agrava el crimen de su osadía en proporción a la
dignidad del superior".
J) Por revelación de secretos militares:
Dig. 49, 16, 6, 4 [Menenio, 3 De re milit.]: Exploratores, qui secreta nuntiaverunt hostibus,
proditores sunt et capitis poenas luunt. "Los exploradores que revelan secretos al enemigo
son traidores y sufren pena capital".
K) Por simular enfermedad:
Dig. 49, 16, 6, 5 [Menenio, 3 De re milit.]: Sed et caligatus, qui metu hostium languorem
simulavit, in pari causa eis eius est (se. capitis poenas). "El soldado que simuló estar
enfermo por miedo al enemigo merece el mismo trato" (pena capital).
L) Por herir a un compañero de armas con una espada:
Dig. 49, 16, 6, 6 [Menenio, 3 De re milit.]: Si quis commilitonem vulneravit... si gladio, capital
admittit. "El que hirió a un camarada... si lo hizo con una espada, sufre la pena
capital".
134 SABINO PEREA YÉBENES

M) Por automutilación injustificada:


Dig. 49, 16, 6, 7 [Menenio, 3 De re milit.]: Qui se vulneravit... capite puniatur. per vinum aut
lasciviam lapsis capitalis poena remittenda est et militiae mutatio irroganda. "El militar que se
hirió o atentó de otro modo contra sí mismo .... (si no hay causa justificada) que se
le castigue con pena capital".
N) Por abandonar el puesto de guardia en el palacio imperial:
Dig. 49, 16, 10 [Paulo, 1 reg.]: Qui excubias palatii deseruerit, capite punitur. "El que
hubiera abandonado la guardia del palacio sufre la pena capital".
Ñ) Por romper la vara del centurión o amenazarle:
Dig. 49, 16, 13, 4 [Macro, 2 De re mili!.]: ... nam eum, qui centurioni castigare se volenti
restiterit, .. . si ex industria fregit ve/ manum centurioni intulit, capite punitur. "... al que se
resistía al castigo que le quería dar el centurion, si rompe Qa fusta) adrede o echa la
mano sobre el centurión, sufre pena capital".
O) Por "romper la paz":
Dig. 49, 16, 16, 1 [Paulo, 5 Sen!.]: Miles turbator pacis capite punitur. "El militar que
perturba la paz debe ser castigado con la pena capital".
1.2. Democión
A) Por abandono de servicio:
Dig. 49, 16, 3, 5 [Modestino, 4 De poenis]: Qui stationis munus relinquit, plus quam emansor
est: itaque pro modo delicti aut castigatur aut gradu militiae deicitur. "Abandonar su servicio
es más grave que retrasarse en la presentación y por eso se castiga en proporción al
delito, o con la degradación".
B) Por robo de armas:
Dig. 49, 16, 3, 14 [Modestino, 4 De poenis]: Qui aliena arma subripuit, gradu militiae
pellendus est. "El que ha hurtado armas a otro debe ser degradado".
C) Por sedición:
Dig. 49, 16, 3, 20 [Modestino, 4 De poenis]: Si intra voctjerationem aut levem querellam
seditio mota est, tune gradu militiae deicitur. " ... si la sedición ha surgido por un griterío o
altercado leve, entonces se le castiga con degradación".
1.3. Cambio de destino
A) Por perder las armas:
Dig. 49, 16, 3, 13 [Modestino, 4 De poenis]: Miles, qui in bello arma amisit ve/ alienavit...
militiam muta!. "El militar que ha perdido o entregado sus armas en tiempo de
guerra ... se le cambia de destino".
EL SOWADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRJS 135

B) Por abandonar la formación:


Dig. 49, 16, 3, 16 [Modestino, 4 De poeniij: Sed qui agmen excessit, ex causa ve/ fustibus
caeditur ve/ mutare militiam so/et. "El que abandona las filas suele ser castigado, según
los casos, con pena de fustigación o cambio de destino".
C) Por automutilación en estado de embriaguez:
Dig. 49, 16, 6, 7 [Menenio, 3 De re milit.]: Qui se vulneravit ve/ alias mortem sibi conscivit ...
per vinum aut lasciviam lapsis capitalis poena remittenda est et militiae mutatio irroganda. "Al
militar que se hirió o atentó de otro modo contra sí mismo ... si lo hizo en estado de
embriaguez o de lascivia sexual, se les conmute la pena de muerte por un cambio de
destino".
D) Por sujetar (o parar el golpe de) la vara del centurión:
Dig. 49, 16, 13, 4 [Macro, 2 De re milit.]: .... nam eum, qui centurioni castigare se volenti
restiterit; veteres notaverunt: si vitem tenuit, militiam mutat. "... al que se resistía al castigo
que le quería dar el centurión, si sujeta la fusta <de aquél> se le cambia de destino".
1.4. Tormento
A) Por quiebra del juramento:
Dig. 49, 16, 7 ffarrunteno, 2 De re milit.]: ... et exauctorati torquentur: nam pro hoste, non
pro milite habentur. " ... y los que reniegan del juramento militar (serán) sometidos a
tormento, pues se les tiene como enemigos y no como militares".
1.5. Expulsión deshonrosa del efército
A) Por traspasar el foso:
Dig. 49, 16, 3, 18 [Modestino, 4 De poenis]: Si vero quis fossam transiluit, militia reicitur.
"Si atraviesa el foso, es expulsado de la milicia".
B) Por acto de indisciplina colectiva o deserción:
Dig. 49, 16, 3, 21 [Modestino, 4 De poenis]: Et cum mu/ti milites in aliquod ffagitium
conspiren! vel si Jegio deftciat, avocan militia solent. "Cuando muchos conspiran para
cometer algún acto de indisciplina, o deserta una legión entera, suelen ser
expulsados de milicia".
C) Por deserción:
Dig. 49, 16, 5, 1 [Menenio, 2 De re milit.]: Qui in pace deserui'1 eques gradu pellendus est,
pedes militiam mutat. "El desertor en tiempo de paz, debe ser expulsado de la
caballería, si es de esta arma, y destinado a otra unidad, si es de infantería".
D) Por herir a un compañero de armas con una piedra:
Dig. 49, 16, 6, 6 [Menenio, 3 De re milit.]: Si quis commilitonem vulneravit, si quidem lapide,
militia reicitur. "El que hirió a un camarada con una piedra es expulsado del ejército".
136 SABINO PEREA YÉBENES

E) Automutilación con justificación "psicológica":


Dig. 49, 16, 6, 7 [Menenio, 3 De re mifit.]: Qui se vufneravit ve/ afias mortem sibi conscivit,
imperator Hadrianus rescripsit, uf modus eius rei statutus sit, ut, si impatientia doforis aut taedio
vitae aut morbo aut furore aut pudore mori mafuit, non animadvertatur in eum, sed ignominia
mittatur. "El emperador Hadriano dispuso en un rescripto que, cuando un militar se
hiera o atente de otro modo contra sí mismo, se determine cómo fue el caso, para
que, si es que prefería la muerte por intolerancia del dolor y tedio de la vida,
enfermedad, locura o vergüenza, no se le castigue, sino que sea expulsado con
deshonra".
1.6. Deportación
A) Por deserción (cuando el desertor se entrega):
Dig. 49, 16, 5, 4 [Menenio, 2 De re mifit.]: Qui in desertione fuit, si se optulerit, ex
indulgentia imperatoris nostri in insulam deportatus est. "El que estaba como desertor, si se
entregara, es deportado a una isla gracias a la indulgencia de nuestro emperador
<Antonino Caracala>".
Dig. 49, 16, 13, 6 [Macro, 2 De re mili!.]: item divus Severos et Antoninus eum, qui post
quinquennium desertionis se optulit, deportan iusseront. "Asimismo, <Septimio> Severo, de
consagrada memoria, y Antonino <Caracala> dispusieron que fuera <tan sólo>
deportado el que se entregara cinco años después de haber desertado".

2. Cárceles militares
Habiendo tratado acerca "de los delitos y de las penas", parafraseando una frase
del célebre humanista del derecho Cesare Beccaria, hay que indicar que la cárcel no
figura en los textos, ni literarios, ni históricos ni jurídicos, como figura principal en
el sistema de redención de penas de los militares. La existencia de las "cárceles
militares" o cárceles en los campamentos, in castris, no es tan evidente como
pudiera parecer a priori. La primera fase de la investigación tendente a "ubicar" las
dependencias carcelarias en los campamentos, es analizar los informes
arqueológicos en tal sentido. El resultado es decepcionante. Sólo hay hipótesis de
trabajo y ninguna certeza. Otra vía de acercamiento consiste en analizar los casos
en que aparece la palabra carcer en los documentos militares, en la epigrafía. En este
sentido anticipo, igualmente, la decepción ante el escaso número de testimonios, lo
cual me lleva a tomar una posición escéptica a la hora de asegurar que había
"cárceles" en los campamentos tal como hoy las entendemos; y si las había, tenían
un rol menos importante del que cabe suponer. Por una razón: salvo que el
delincuente -en razón del delito cometido- hubiera apelado a una autoridad
superior (y por tanto debía permanecer a la espera custodiado a buen recaudo, en
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS 137

una carcer), lo normal es que el soldado que cometiera un delito fuera juzgado en
corto plazo de tiempo. Las penas debían tener, -y de hecho tenían- una doble
finalidad: correctiva y ejemplar, que se sustanciaba casi siempre con la aplicación al
acusado de castigos corporales, hasta llegar a la muerte. La sentencia y el
cumplimiento de la sentencia se hacía sin dilación, o mediando entre ambas un
corto espacio de tiempo. No existía la figura del preso preventivo, ni tampoco la
condena a permanecer preso en una cárcel. El ejército no se podía permitir la
existencia de un determinado número de soldados ociosos en la cárcel, a los que
había que alimentar a cambio de nada. La cárcel (la permanencia en la cárcel), por
tanto, no era una forma de redención de un delito. La ley habla de un castigo
corporal (castigatio), de una aportación económica (multa pecuniaria), un trabajo
extraordinario (munerum indictio), la relegación a un servicio de menor categoría
(militiae mutatio) o una democión de rango (gradus deiectio); en caso de delitos más
graves, la expulsión "deshonrosa" del ejército (missio ignominiosa)82 o la muerte.
Otra cuestión espinosa es determinar hasta qué punto la aplicación de las
penas a los soldados que aparecen en los códigos legislativos eran aplicables en
todo tiempo y lugar. Me parece claro que el "código militar", o la ley escrita, la
jurisprudencia, se empleaba en casos complicados, principalmente aquellos en los
que los delitos cometidos por militares invadían el ámbito civil o los que atentaban
gravemente contra la autoridad o la integridad del Estado; pero los delitos y faltas
de la vida castrense ordinaria eran corregidos con castigos que se aplicaban, por
decirlo así, con la "jurisprudencia cotidiana" del sentido común (el sentido común
de un jefe militar) y con la dureza o la blandura que en cada caso exigían las
normas castrenses, la disciplina militaris, cuya definición y aplicación escapan a los
códigos legislativos de todo orden para entrar en un ámbito de medida Gudicial y
redentora) más cercana al honor que, muchas veces, a la justicia misma. Esa justicia
de casos menudos, la ley establece que (en los campamentos) pueden ejercerla
tanto los tribunos como los centuriones, e incluso los suboficiales (.principales)83.

82 Dig. 49, 16, 3, 1 [MODESTINO, 4 De poenis]: Poenae militum huiuscemodi sunt: castigatio, pecuniaria multa,
munerum indictio, militiae mutatio, gradus deiectio, ignominiosa missio. nam in metallum aut in opus meta/Ji non
dabuntur nec torquentur. "Las penas que se imponen a los militares son las siguientes: azotes, multa,
aumento de servicios, cambio de destino, degradación, expulsión ignominiosa, pues no se les castiga a
mina, ni a trabajos forzados de mina, ni son sometidos a tormento".
83 Dig. 49, 16, 13, 4 [MACRO, 2 De re milit.]: Inreverens miles non tantum a tribuno ve/ centurione, sed etiam a
principali coercendus est. "El militar que falta al respeto debe ser castigado, no sólo por su tribuno o su
centurión, sino tambien por el suboficial".
138 SABINO PEREA YÉBENES

En un estudio reciente, P. Le Roux84 opina que en los campamentos hay


una prisión o carcer, la cual "ne serait-ce que pour punir le soldat indiscipliné, mais
aussi pour tenir sous bonne garde un condamné ou prisioner". Que en la vida civil
hubiera a lo largo del Imperio una necesidad cada vez mayor de prisiones85, no
significa que éstas se multipliquen en el ámbito castrense. De hecho, tras esa
generalización, no se aportan documentos ni estudios arqueológicos que avalen la
existencia de cárceles en los campamentos, y si existía una sala reforzada para
retener a los que habían sido acusados de un delito, tal dependencia no era desde
luego nada espectacular.
En el libro de R.O. Fink86 sobre los papiros militares sólo aparece en dos
ocasiones, y muy dudosas, la voz carcer (o variante) como lugar de destino de
guardia para uno o varios soldados en la minuta diaria de servicios. Estos son los
fragmentos papiráceos:
-RMR, 51, col. II, l. 13: ad pondera macefli duos ad ca.[ ...
-RMR, 52, frag. B, l. 15: .......] karc ·Aprius Ammonianus
En el primero de los testimonios, la primera parte de la línea, bien
conservada, admite una interpretación satisfactoria, pues los dos hombres
destinados ese día "ad pondera macellt'' tenían por misión vigilar las unidades de peso
y medida que se utilizaban en el mercado. Por contra la segunda parte de la línea,
no conservada, sólo hipotéticamente puede reconstruirse como ad ca[rc(erem)], pues
no tiene paralelos en toda la documentación. En el segundo papiro, resulta
bastante raro el uso de la letra k, en vez de e, en la supuesta y dudosa equivalencia
karc = karc(erisj87.
Por otra parte hay que recordar que algunos filólogos han asignado a la voz
griega TO CTL yvov 0-atín, signum) con el significado de 'estatua', 'lugar donde se
guardan los estandartes militares' y 'cárcel', aduciendo el testimonio de varios
papiros e inscripciones88. Los primeros significados son correctos, pero los
testimonios aducidos para darle el sentido de 'cárcel' no son seguros y, en todo

84 P. LE Roux (2002) 34, n. 70, siguiendo la tesis de G. WESCH-KLEIN (1998) 151-152.

85 J.-U KRAUSE (1999) 117-128.


86 R.O. FINK (1971). El término no aparece en los documentos militares de Egipto estudiados por S.
DARIS (1964).

87 Este mismo escepticismo en el comentario de R.O. FINK (1971) 203, n. 15. En Roma aparece el
término KARC (¿equivalente a carc(erarius)?) en el cuerpo de vigiles (CIL, VI, 221, 1, 7, 4).
88 Vid. en este sentido el prestigioso LSJ, 1596 y suppl. 274, s.v. a( yvov; if. J. NIEHOFF-
PANAGIOTIDIS (1996).
EL SOWADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN G4STRIS 139

caso, son ajenos a la milicia89. Como sinónimo de estatua, el vocablo a( yvov


aparece en varias inscripciones90. Para los cristianos, el a( yvov es el signum crucis
sagrado. Por lo que nos interesa, ese rol religioso no sólo no es ajeno al mundo
militar, sino que posiblemente de los campamentos precede el significado prístino
de a( yvov como capilla donde se custodian y se honran religiosamente los signa o
emblemas de la unidad, cuyo carácter sagrado es inequívoco, según multitud de
inscripciones, estudiadas ya ampliamente por varios investigadores de la máxima
solvencia91. Por tanto, salvo documentos más precisos que demuestren lo
contrario, a mi juicio, al menos para la época altoimperial, no es posible establecer
la ecuación a( yvov = carcer militaris.
Si en la siempre elocuente documentación papirácea es excepcional, y muy
discutible, la mención del vocablo carcer, cabe añadir que igualmente es rarísimo en
las inscripciones militares.
Un texto de Tácito92 sugiere que dentro del campamento había un local
(statio) de policía, posiblemente bajo las órdenes de un tribuno. Tácito no hace una
aseveración de tipo general, sino que simplemente se hace eco de la práctica
común de que el tribuno "enjuicia" a los soldados indisciplinados, pero sin aludir a
la cárcel ni a la práctica del "encarcelamiento" como sistema de redención de
delitos cometidos por los militares.

3. Persecución y castigo de los delitos y faltas de los militares: "jueces" y


"agentes"
Había un tipo de soldado-agente especializado, el stator o policía judicial militar,
que se encargaba de apresar al delincuente y conducirlo a una pequeña "sala de
justicia" (statio), donde le recibía un especialista de mayor grado, el quaestionarius,
que le sometía a interrogatorio. Éste, tras el interrogatorio, no siempre agradable y

~9,w. PEE~ (1988) nº 849, ~;o ,hi~n P.O~. 3616, ~ (siglo III d.~.): d [T~]s [E]upEv 8ovA.ov
ovoµan 4>tA.t TTTTov, .....v, ws ETWV ......... , A.EuKoxpoov, ¡J;EA.A.ov, TTAaTuppuyxov, µ ... aE ..v,
E-v8E8vµÉvov aTtxáptov E-prn[D]v rraxu Kal ~áA.TtoV (mo XPlÍCTEWS [4 car.] EVEyKáTw EV
To'is ai yvots A.aµ~ávwv.
90 IG, XIV, 971, de Roma, siglo 111 d.C.; o en este otro titulum palmyrenum, religioso, encontrado en
Roma, fechado en el año 236, IGUR, I, 119, 1: To'is 'AyA.t~w"1p Kal MaA.ax~lÍNp TTaTp0ots
0rn'is Kal TO ai yvov apyupouv avv TTaVTL KÓCTµlp avÉ0r¡KE (=signum argenteum et ornamentum
eius jeci!) l. Aup. 'HA.tó8wpos 'Avnóxov 'A8ptavos ITaA¡.tup11vos EK Twv L8(wv úrrE-p
awT11ptas auTou rnl Tf¡s auµ~(ou Kal Twv TÉKvwv hous ............ </> µ11vüs TTEpt Ttou.
91 Empezando por el trabajo pionero de A. VoN DOMASZEWSKI (1895) 1-24 [=(1972) 82-204] y los
más recientes de H. ANSKERDORFER (1973) 28-44 y O. STOLL (1995).
92 TÁCITO, Historia, I, 28, 1.
140 SABINO PEREA YÉBENES

a menudo poco delicado, podía imponerle un castigo leve, o bien retenerlo en una
sala -carcer, custodiada por un suboficial, el optio carceris- por poco tiempo, hasta
que ponía el asunto en manos del tribuno, que definitivamente impone el castigo.
Estos, pues, son algunos de los personajes de los que trataré aquí: tribuno,
centurión, quaestionarius, optio carceris (y variantes)y stator. Naturalmente su acción
hay que contextualizada en un lugar físico, el campamento, y delinear cuáles son o
pudieran ser las faltas objetos de remisión por medio de un castigo.

3.1. El tribuno ('Juez" ordinario de los delitos in castris)


Los tribunos eran, en el campamento, los máximos responsables de la disciplina
militar, de las guardias, de mantener el orden y evitar las sediciones. Así lo indica
un texto de Llvio, ilustrándolo con un caso particular, un levantamiento de
ciudadanos romanos en el campamento cercano al Sucrón, donde había unos ocho
mil hombres destacados "para proteger a las gentes que habitan a este lado del
Ebro". El descontento y los indicios de motín -que se produce al caer enfermo
Escipión, en el 206 a.C.- implican directamente a los tribunos, incapaces de
mantener el orden interno del campamento:
"... se reclamó la paga con mayor descaro del que correspondía a los hábitos y la
disciplina militar, y los centinelas lanzaron insultos a los tribunos que hacían la
ronda por los puestos de guardia, y por la noche algunos salieron a saquear el
territorio amigo de los alrededores; finalmente abandonaron sin permiso las enseñas
a pleno día y abiertamente. Todo se hacía siguiendo el arbitrio caprichoso de los
soldados, que en nada observaban las ordenanzas y la disciplina militar ni las
órdenes de los que tenían el mando. La apariencia formal de un campamento
romano se mantenía, a pesar de todo, sobre la base únicamente de esta expectativa:
convencidos de que los tribunos, contagiados de su desatino, no se mantendrían al
margen de la sedición y la revuelta, les permitían ejercer su autoridad en el cuartel
general, les pedían las contraseñas y acudían a los turnos de guardia y centinela: si
bien le habían quitado la fuerza de la autoridad, con todo mantenían la apariencia de
quien acata las órdenes mandándose ellos espontáneamente. El motín estalló
después, cuando se percataron de que los tribunos reprendían y desaprobaban su
comportamiento, trataban de hacerles frente y manifestaban abiertamente que no se
harían partícipes de su locura". (fito Livio, Historiae, XXVIII, 8-12)
Las leyes imperiales son claras igualmente acerca de las prerrogativas y
funciones de los tribunos en los campamentos a propósito de la disciplina:
"Es deber de los tribunos militares y de los jefes del ejército el mantener a los
militares dentro del campamento, llevarles a los ejercicios de entrenamiento, guardar
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS 141

las llaves de las puertas, recorrer de vez en cuando los puestos de centinelas, cuidar
del rancho de la tropa, controlar el suministro, impedir el fraude de los proveedores,
castigar los delitos según su competencia, frecuentar las salas de banderas, atender
las quejas de la tropa y visitar a los enfermos". (Dig. 49, 16, 12, 2 (Macro, 1 De re
mili!.)
Este oficial, pues, era la autoridad maxtma en asuntos de justicia interna
sometida al régimen militar (ius mi/itaris)93. Naturalmente era auxiliado por una
serie de ayudantes y/ o suboficiales especializados. A menor escala, un
campamento tenía las mismas necesidades de control administrativo y de personal
que una ciudad94, o como se ha dicho ahora, "as a community"95. Sus leyes eran,
naturalmente, de derecho público romano.

93 En general sobre el derecho militar: TH. MOMMSEN (1889); G.W. CURRIE (1928); R
TAUBENSCHLAG (1932); M. LUZÓN DOMINGO (1952); E. SANDER (1958); ID. (1960); ID. (1965); V.
GIUFFRE (1974); ID. (1979); ID. (1980); C. E. BRAND (1968); G. FAMIGLIETII (1980); J.H. JUNG, en
ANRW, 11, 14 (1982) 882-1013.
94 El modelo es, naturalmente, la ciudad de Roma, donde había un sofisticado sistema de justicia
destinado a mantener el orden y a juzgar a los delincuentes. Es numerosa la literatura en tal sentido,
entre la que destaco: E. ECHOLS (1967) capítulos 3 y 8; W. NIPPEL (1984); 0.F. ROBINSON (1992)
capítulos 2-13; W. NIPPEL (1995); 0.F. ROBINSON (1995); RA. BAUMAN (1996) 100-106; A.M.
RIGGSBY (1999); H. MÉNARD (2000) 59-71; P. LE Roux (2002). Agradezco al profesor Le Roux, de la
Universidad Rennes-2, el haberme facilitado amablemente, y en mano, una copia de este importante
trabajo suyo. Al orden cívico contribuían no poco las cohortes vigzlum, cuerpos de tropas militarizados
encargados de sofocar los fuegos que se producían en la urbe, sobre los cuales, vid. P.K. BAILLIE
REYNOLDS (1926) esp. cap. 2; R. SABLAYROLLES (1996). En Roma se encontraba también el "centro
de inteligencia militar" o "de espionaje", en los llamado castra peregrinorum del Celio, donde tenían sede
o guarnición un grupo de militares (principalmente los frumentarii y los specufatores) al servicio del
emperador, en relación tanto con la "securitas Augustl' como haciendo de enlace con los legados
imperiales en las provincias para grandes asuntos de Estado. Sobre estos soldados y oficios, vid. M.
CLAUSS (1973) 82-117, sobre las actividades de los frumentarii; vid. A.M. LIBERATI-E. SILVERIO (2002a-
c). Este servicio secreto tiene extraordinaria importancia en la persecución de los delitos de, por así
llamarlos, "alto riesgo'', como puede ser el de lesa maiestas. Su movilidad por la Urbe y por las
provincias les caracteriza como un cuerpo esencialmente móvil y especializado. El sentido que se les
atribuye de exploratores o "agentes del servicio de inteligencia'', por ejemplo en el trabajo de E. BIRLEY
(1966) 35-43, o bien en el excelente libro de N.J.E. AUSTIN-N.B. RANKOV (1995), habría de
entenderse, en sentido amplio, como agentes imperiales dedicados a mantener el status quo
institucional, en especial en el ejército. Sobre la guardia étnica imperial es fundamental el libro de
M.P. SPEIDEL (1994).
95 R MAc MULLEN (1984) 440-456. Cf G.R. WATSON (1969); R.W. DAVIES (1974) y varias
contribuciones valiosas en el mismo sentido en la obra colectiva A. GOLDSWORTHY-1. HAYNES
(1999).
142 SABINO PEREA YÉBENES

3.2. El centurión (el poder "coercitivo" de la vara)


Un papiro egipcio fechado el 21 de diciembre de 215 muestra la intervención de un
centurión en un juicio de faltas contra un militar96. El informe de este asunto
puede verse en el libro de Brian Campbell sobre el emperador y el ejército romano.
Para este autor la intervención del centurión en este proceso, como en otros, es
eventual, pero su decisión es ejecutiva9 7. Esta hipóteis no la admite P. Le Roux, ni
siquiera antes de la "municipalización" severiana, ya que los archivos permanecen
en las oficinas de los estrategos y porque el rescripto de Gordiano98, que aporta
Campbell para reforzar su opinión, indica que en principio no existía jurisdicción
independiente fuera de los campamentos para juzgar causas militares. Para el
investigador francés, el veredicto del centurión tiene un carácter consultivo, no
vinculante 99 .
Hay que recordar, no obstante, que algunos trabajos ya antiguos, pero como
siempre valiosos de H.-G. Pflaum, en concreto uno sobre el consilium del praefictus
Aegypti, ya indicaban la presencia de oficiales militares (tribunos militares) en
distintas causas judiciales que tenía que ver el gobernador provincial, asignándoles
un papel consultivo, y que la decisión final recaía sobre la autoridad provincial 100
o, en su caso, sobre el emperador101. La participación de los centuriones u otros

96 BGU, 275 (año 215 d.C.): Aúpl)A.lwt Lrnnµlwt 'I ovX.wvwt (ÉrnrnvTápxq>) Tiapa
[O]úaA.Eplov 'ATioA.tvaplov 'AvnvoÉws. VVKTL Tij <f>EpoÚITTJ Els- Ti)v Tov OVTOS" µl)VOS"
'A8ptavov E-nfjA.8ov TtVES", oüs- ayvow, D EXW aúA.í] 1TpOO"KVpOÚITTJ olKlq µov, oiJm:l EV D
yrnvx0 KWµlJ Kapavl8t, E-v 11 aúA.i] EoTtv aTioKnµÉVl) µl)xavfi, Kat ETIElpaaav aúTI)v
E-rravo'i~m Kat oÚK E-~laxvaav, orrEp <f>avEp0v ETiolriaa TÜLS" Tf¡s- KWµl)S" 8l)µoalots-. 08Ev
[a]ÚTO TofJTo <f>avEpÓv aot rrotw [TI]püs- TO µl)&µlav (Í}Tl)atv 1TpOS" E-µE- dvm.
fürnT(úxú). (hoVS") MápKov Aúpl)A.lov LEOUÍ)pov 'A]vTwvdvov Ilap8tKofJ Meylarn[v
B]pETavtKou MEylaTou fEpµavtKou MEylaTov EúaE~ous- LE~aaTov 'A8ptavov.
97 B. CAMPBELL (1984). Sobre el papel judicial de los centuriones en Egipto, R.S. BAGNALL (1977); R.
ALSTON (1995). Sobre las prisiones y la policía en el Egipto de época tardía: S. TORALLAS TovAR
(1999); EAD. (2000); EAD. (2001) con toda la bibliografía anterior.
98 Cod.Just. 7, 48, 2.
99 P. LE Roux (2002) 36, n. 74.
100 Los gobernadores veían causas extraordinarias o delitos graves, en tanto las faltas comunes
debían verse Guzgarse) en el lugar donde se cometieron, como dice un mandato de Septimio Severo y
de Caracala: Dig. 49, 16, 3pr. [Modestino, 4 De poenis]: Desertorum auditum ad suum ducem cum elogio praeses
mittet, praeterquam si quid gravius ille desertor in ea provincia, in qua repertus est, admiserit: ibi enim eum plecti
poena debere, ubi facinus admissum est, divi Severos et Antoninus rescripserunt. "El gobernador provincial,
previa audiencia, debe remitir a su jefe con un informe los desertores <detenidos en su provincia>, a
no ser que un desertor haya cometido algún delito más grave en aquella provincia, pues <Septimio>
Severo y Antonino <Caracala>, emperadores de consagrada memoria, dijeron en un rescripto que
debe castigarse el crimen allí donde se ha cometido".
l01 H.-G. PFLAUM (1952).
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS 143

oficiales en los consilia judiciales estaba permitida, y no debía ser infrecuente, pues
incluso en alguna inscripción son nombrados como iudices dati1 2• Se hacía a º
instancias o solicitud de las altas autoridades, que quizás necesitaban oír una voz
"de campo" autorizada antes de emitir una sentencia condenatoria para un
soldado. Pero, recordemos, el centurión es el soldado de carrera por antonomasia.
Su lugar es el campamento y el campo de batalla, no el estrado o los escaños de la
oficina de un juez. La verdadera autoridad "ejecutiva" del centurión se ejercía en la
vida cotidiana, en los asuntos internos de disciplina común. Y para administrarla,
sui genens, el centurión no echaba mano de un código legislativo sino de su vara -
una vara de sarmiento nudoso de vid, enderezada y rígida, como aparece
representada en los monumentos funerarios-. Este instrumento utilizado por los
centuriones legionarios para propinar castigos de urgencia también lo llevaban los
evocati, según Casio Dion. Cuando el historiador enumera los cuerpos de tropas de
la guarnición de Roma, afirma que hay que añadir el grupo de los evocatz~ que según
Casio Dion son "hombres que constituyen un cuerpo especializado y que, como
los centuriones, utilizan la vara de vid, el sarmiento103 (J:>áí30os--): Kat dat Kat
vDv aÚaTI)µa t8wv, pá~8ous-- cf>ÉpoVTES"' wairEp ol ÉKaTOvTápxm (Dión
Casio, 55, 24, 8). Plutarco (Galba, 26), utiliza el término KA.f¡µa como equivalente a
vitis. La iconografía sepulcral muestra, no obstante, que, en la práctica, tal vara no
es nudosa, torcida y delgada, sino de un palo recto y generalmente liso, de grosor
decreciente hasta acabar en punta, y cuya longitud era la de un bastón o algo
menor (si el hombre sostenía el extremo superior de la vara con el brazo caído, el
extremo inferior tocaba el suelo). Los evocafi104, igual que los centuriones, se
encargaban de la instrucción de los reclutas, la vigilancia de las formaciones y de las
marchas a pie, etc. También lo emplean los prefectos de las cohortes vigilum1 5 y de º
las cohortes urbanae106.

3.3. El quaestionarius (el ''interrogador-torturador'')


El quaestionanus era el encargado del procedimiento criminal. Cada cohorte
legionaria poseía uno. Su misión era la de realizar los interrogatorios a los soldados
que eran sospechosos de haber cometido un crimen. El "interrogatorio" es a

102 CIL, III, 9832 = ILS, 5949. Cf CIL, III, 9864 = ILS, 5950.
103 Sobre la representación de la vitis en relieves funerarios de militares, y sus variantes, vid. C.
FRANZONI (1987) 81-82.
104 Sobre los evocatz~ vid. supra n. 81.
105 Dig. 1, 15, 3, 1-2.
106 Dig. 1, 12, 10, 21.
144 SABINO PEREA YÉBENES

menudo una forma eufemística de referirse a una verdadera inquisición judicial


tendente a "hacer cantar" al reo por cualquier medio, incluidas, naturalmente, las
torturas107. El de quaestionarius es un puesto o función "de oficina", no de armas.
El conjunto de quaestionarii de una legión estaba adscrito a la primera cohorte, la
cual, como se sabe, "era doble" y con funciones especiales de tipo burocrático.
Incluía gran número de suboficiales especialistas dedicados a distintos oficios de la
administración del campamento en tanto "comunidad", esto es, no sólo hombres,
sino también bienes y servicios. El quaestionarius era pues un "oficial de la justicia",
aunque en la escala militar su rango y escala no corresponde propiamente al de los
oficiales, sino al de suboficiales immunes. Estar liberados del servicio de armas y
pertenecer al grupo de los "letrados" (militares de campo que sabían leer y escribir,
y por tanto podían trabajar en los registros o en otras dependencias administrativas
de la legión) era ciertamente un privilegio; y tal condición, unida a cierto "espíritu
corporativo privilegiado", facilitó el hecho de que, en determinado momento,
principalmente durante el periodo histórico en que reinó en Roma la dinastía de los
Severos, se diera en los campamentos legionarios el fenómeno extraordinario de
los collegia militaria o asociaciones profesionales de militares, que he tenido ocasión
de estudiar ampliamente 108.
La función del quaestionarius como agente judicial encargado de preguntar al
acusado acerca de los delitos que se le atribuyen es recordado por algunas obras
literarias tardías, entre las que destaca la aportación de Juan Lido. Éste es un autor
que escribió en griego a mediados del siglo VI d.C. varias obras muy interesantes
de tipo "anticuarista"109 sobre Roma y sus instituciones. Nos presenta en su obra
titulada De magistratibus un excurso filológico acerca del significado del término
quaestionarius en relación con el ámbito judicial. Con independencia de las razones y
de la razón que tenga Lido en su explicación de los étimos, no cabe duda de que el
quaestionanus tuvo la suficiente relevancia en el ámbito administrativo romano del
Bajo Imperio como para ser tratado por este enciclopedista institucional que es
Juan Lydo. Asegura 110 que "los romanos han decidido llamar quaestiones a los
castigos y quaestionarii a los funcionarios encargados de hacer cumplir las condenas"
(88Ev Ka'l KvawT(wvas Tas nµwp(as Ka'l KvataTLwvapí.ovs mus Twv Tiowwv
ÚTIT)pÉms 'Pwµa1m Eyvwaav KaAE'iv). Las funciones judiciales que se le atribuyen
en época tardía son herencia de las que tuviera asignadas el quaestionarius,

107 0.F. ROBINSON (1995) 24, 27, 34; R. MACMULLEN (1986).


108 s. PEREA YÉBENES (1999).
109 M. DUBUISSON (1991);M. MAAS (1992).
110 JUAN Lmo, De magistratibus, 25, 3.
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS 145

posiblemente desde época del emperador Hadriano, en la administración de justicia


en el ámbito militar donde servían ciudadanos, esto es, principalmente en las
legiones.

3.4. El optio carcensy otros vigilantes de las celdas


a. Optio carceris
Los testimonios epigráficos alusivos al optio carcens, muy escasos, son indicativos de
la relativa poca importancia de estos suboficiales. Para los campamentos de
legiones y de tropas auxiliares en las provincias del Imperio, el título de optio carceris
falta, de modo que su existencia se limita a Roma (en las cohortes pretorianas) y
las cohortes urbanas. De ello se deduce que tanto pretorianos como urbaniciani
tenían estas dependencias carcelarias para la custodia de presos "no militares"
(pues son los encargados de mantener el orden público y hacer labores de policía,
especialmente los segundos), de modo que los delincuentes son apresados por
"militares" pero no son "necesariamente militares", y, desde luego, no eran
juzgados con el código militar en la mano. A pesar de esa circunstancia, tanto en
las cohortes pretorianas como en las urbanas se confirma que el encargado de la
prisión era el optio carcens (con sus variantes morfológicas, poco importantes).
·Veamos estas inscripciones:
a) En cohortes pretorianas 111:
-D(ts) M(anibus) C(aio) Vedinaco Dextro mil(itz) c(o)hor(tis) JI praetor(iae) optioni carcaris
mtl(ttavit) a(nnos) XIII! vix(t·t) a(nnos) XXXVII m(enses) IIII M(arcus) Iulius Secundus pater
ftl(to) pientissimo equiti Augustor(um) et Fadenae Semelini m(atri) <e=SV>ius b(ene) m(erenti)
f(ecit) et sibi. (ILS, 9069; Sup.It. 3, n. = AE 1984, 0033, de Cascia, cerca de Nursia).
-M. Caesius M. j Pol(lia) Vems Pollentia, (centurio) leg(ionis) V Mac(edonicae). Militavit in
coh(orte) IX praetoria ann(is) XVI, ordinatus tubicem -sic- ítem optio carcarem factus est;
militavit evocatus annis VII, (centurio) factus est in leg(ione) V Mac(edonica), fuit ordine in sexta
hastatus posterior. S tipendia accepit caligata XVI, evocativa VII, centurionica IIII. Militavit
annis XXVII, vixit annis XX.XXI. M. Caesius Atimetus et M. Caesius Limen, liberti et
heredes eius ex testamento f(aciendum) c(uravemnt)112.
-Aelius Floms mil(es) coh(ortis) V pr(aetoriae) (centuria) / Vita/is op(tio) kark(eris)/ natione
Pann(onius) vi/ xit ann(os) XXXV mil(itavit) / ann(os) XVI Aur(elius) Aulu/ zanus her(es)
b(ene) m(erenti)f(ecit) (AE, 1983, 48, Roma).

111 M. DURRY (1938) 101y103.


112 T. MITFORD (1988) 167-178 y lám. XVI para esta inscripción. Texto revisado por CH. BRUUN
(1988).
146 SABINO PEREA YÉBENES

b) En cohortes urbanas 113:


-C. Luccius C. jil(ius) Stel(atina) Sabinus, Beneventi decurio, vivus sibi et Ojilliae
Paratae uxori et Luccio Verecundo fratri posterisq(ue) suis ftcit. Militavit in cohort(e)
urb(ana) adlatus tribunor(um), fuit secutor, optio valetudi, optio carcaris, singularis,
benejic(iarius) tribun~ a quaestionibus factus per Annium Verum praef(ectus) Urbis, et
tesserarius, optio, signif(er), jisci curator, optio ab act(is), cornicul(arius) trib(uni),
benef(iciarius) Valen Asiatici praet -sic, pro praef(ectus)- Urb(i), missus ab
imp(eratore) Hadnano Aug(usto). Seroiano III et Vivio Varo cos [ad?] XI [k]a[l?]
[año 134] mai Erucio Claro JI cos in f(ronte) p(edes) XX in agr(o) p(edes) XX [año
146]. (CILIX 1617 =ILS 2117, Benevento).
- D.M. M. Aquini Verini optionis karceris ex cohort(e) XIII urban(a) Bononius
Gordus medicus castrensis et Maccius Modestus et Iulius Maternus milites hered(es)
faciend(um) cur(averunt) (CIL XIII 1833 = ILS 2126, Lugdunum)
-Virg,ini Victrici Sancte Deae Nemesis, M. Aurelius Romanus, optio karc(eris),
c(o)hor(tis) XII urb(anae) Gordianae, d p. -sic- (et in latere:) ded Ka/. Jan. (CIL
VI 531 = ILS 3739, Roma, siglo III d.C.).
Si se acepta que el optio es el lugarteniente del centurión114 hay que pensar,
consecuentemente, que el oficial que tenía por misión la vigilancia de la prisión,
cambio de guardia y, en definitiva, la custodia del reo, era un centurión. Este hecho
entra en contradicción con las funciones de los centuriones, que pueden reprimir
faltas leves que se cometen en contra de la disciplina ordinaria, pero que no tienen
competencias en "juicios militares", que son responsabilidad de los tribunos. Otra
cosa es que los centuriones puedan ser llamados a consulta por un juez para aclarar
un procedimiento iniciado contra un militar (ver más abajo para esta cuestión). Por
tanto hay que pensar que el optio carceris u optio carcaris (o karcaris o karceris) 115 no es
el subalterno de un centurión 11 6 sino que sería lugarteniente de un tribuno, con la
misión de la vigilancia de la cárcel militar.

113 H. FREIS (1967) 121.


114 Cf D.J. BREEZE (1976) 127-133.
1l5 Cf AE (1914) 250: Aure/ius Titus, miL Coh. VII pr(aetoriae) (centuria) Victoris, op(tio) garcaris -sic-.
116 De hecho, Vegecio, al explicar las funciones del optio, dice que es el que hace las veces de un
superior "que cae enfermo", pero no especifica que ese superior sea siempre un centurión. VEGECIO,
11, 7: Optiones ab adoptando appellati, quod antecedentibus aegritudine praepeditis hi tamquam adoptati eorum atque
vicarii solent universa curare ... Sobre el grado de optio y su relación con el centurionariado, así como
sobre su papel y su puesto en la escala de suboficiales de la legión, son imprescindibles los siguientes
cinco estudios de D.J. BREEZE (1976) 127-133; ID. (1971); ID. (1974a); ID. (1974b); M.P. SPEIDEL
(1992).
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASIRIS 147

Alfred von Domaszewski11 7, el historiador del ejército romano pionero en


los estudios de oficios y jerarquías militares (y sobre cuyas opiniones se levantan
aún hoy día las hipótesis modernas para darle la razón o quitársela a vista de
nuevos documentos), consideraba que el optio carceris es exclusivo de los
campamentos, y que para los presos militares de los palacios de los gobernadores
existía como guardia, o al frente de la misma, un optio custodiarum. Este oficio
aparece en algunas inscripciones, por ejemplo en Mogontiacum (Mainz-Maguncia) 11 8
y Carnuntum (Petronell)119. En realidad no veo por qué hacer esa diferenciación de
títulos -optio carceris y optio custodiarum120, respectivamente- dependiendo de que se
actúe en el campamento o en las dependencias de los gobernadores. No comparto
tal opinión de Domaszewski, en primer lugar, porque el campo de actuación del
optio es exclusivamente el campamento (o las fuerzas navales) y estos suboficiales
no forman parte del ojficium militar, del st4f militar que los legados propretores
tienen en las capitales provinciales. Por otra parte, considero que el optio custodiarum
no tiene por qué necesariamente tener como misión la custodia de personas
encarceladas -las opiniones en tal sentido sólo se basan en supuestos poco más o
menos "lógicos"-, ya que los textos no son explícitos en tal sentido. Mi opinión es
que del mismo modo -y preferentemente- el optio custodiarum es el suboficial
encargado del depósito de armas, de los armorum custodes.
Para la época bajoimperial es preciso recordar la alusión que hay al optio
(carceris) en las actas del martirio de las Santas Perpetua y Felicidad, donde aparece
en aposición el término praepositus, que indica no tanto un rango específico en este
caso sino un adjetivo indicativo de la jefatura de la prisión121.

117 A. VON DOMASZEWSKI (1908 [1967)) 46.


118 CIL, XIII, 6749= ILS, 2436 (Mogontiacum) ... Sollius Gallicanus, mil(es) leg(ionis) T-sic-A[di(utricis) /
> (centuriae) Val(erii) Front[oni],/ optio cust(odit11'11m), d.d.
119 CIL, III, 15191 (Mantissa - Panonia Superior), del año 201: Nemesi Augg,(ustorum ?), C. Publ(ius)
Censorinus, ve(teranus) leg(ionis) XIII! G(eminae), ex optione cust(odiarum) v.s.lLm., Muciano et Fabiano cos.
120 G.R. WATSON (1969) 12 y 205 propone que este último es un guardia de la prisión del
gobernador provincial, atendida por personal militar.
12l Ada Pepetuae et Felicitatis, 9, 1: Deinde post dies paucos Pudens miles optio, praepositus carceris, nos
magnificare coepit intellegens magnam uirtutem esse in nobis; qui mu/tos ad nos admittebat ut et nos et i/li inuicem
refrigeraremus.
148 SABINO PEREA YÉBENES

b. Carcerarius
El término es muy escaso en epigrafía122. El único testimonio que doy por
seguro123 es una inscripción colectiva de época severiana en la que los soldados de
la cohors V Vigilum honran al emperador Caracalla. La cara principal de este
laterculus militum, con la dedicación al citado emperador, está fechada en el año 21 O
(non. Jul. Faustino et Rnfino cos.), aunque otras partes del documento llevan fechas de
205. La inscripción124 es de Roma. En la columna 7, línea 4, se lee: KARC. C.
CALPVRNIV(S) SEVERVS. La abreviatura del comienzo no puede ser otra cosa
que karc(erarius) pues, del mismo modo, los nombres/hombres que le preceden en
la lista van precedidos de las iniciales indicativas de su rango en la cohorte, por
orden de grados. Debe tenerse en cuenta -a los efectos de rebajar la importancia
de la cárcel en el ámbito militar- que de los cientos de hombres y empleos que se
dan en esta inscripción extraordinaria, sólo uno lleva el de karc(erarius). Nótese
también que corresponde a una guarnición ciudadana, la de los vigiles de Roma, y
que los otros testimonios epigráficos fiables eran de la cohorte XIII Urbana de
Lugdunum, la capital gala. La prisión, pues, era atendida y vigilada por militares,
pero no eran (o no necesariamente) militares los reos que en ellas eran custodiados.

c. Frumentarius
En Éfeso un .frumentarius (soldado del servicio secreto) de la legión I Adiutrix lleva
el título de agens curam carcens. La inscripción latina no admite interpretaciones
dudosas; la función es inequívoca: D.M. Comelio Florin(o?) frumentan·o leg(ionis) X
Geminae Elpinius Festianus frumentarius leg(ionis) I Adiutricis agens curam carceris in
memonae causam contubemali canssim125. Aquí vemos a Festianus levantar un
monumento funerario para su compañero de armas, de oficio, muerto
posiblemente en acto de servicio, lejos de su patria y lejos de su unidad, pues
ambas legiones mencionadas, la X Gemina y la I Adiutrix tenían sede en Panonia

122 Y más frecuente en los escritos hagiográficos y actae martyrum, vid. la voz "carcerarius" en ThIL.
123 Normalmente se dan otras dos referencias acerca de los karcerarii militares, pero que a mi juicio
no pueden admitirse sin serias reservas, ya sea por el deterioro del soporte epigráfico, o bien, en el
segundo caso, por la dificultad en admitir las iniciales ex e.a. como ex carcerario. El primero de los
textos, muy corrupto, es de Aquincum, CIL, III, 10493k, que corresponde a una silla del teatro (en la
que la inscripción indica el nombre del "propietario" o usufructuario): locus Val[-}/ [k ?} leg., que es
interpretado por el editor del CIL, en la nota a pie, como kar(cerarius) leg(ionis). El otro texto relativo,
de Germanía, se conserva en el Museo de Bonn, CJL, XIII, 8002: [Opp]onio Paterno (?) [Agri]pp[a ?}
vet(erano) ex c. a. leg(ionis) I [A(diutricis?)J, Opponius Zoilus, lib(ertus) et heres,fc.
124 CIL, VI, 1057-1058.
125 CIL, III, 433 = ILS, 2368 = IEph. 2244.
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS 149

Superior. La función de agens curam carceris no estaba, pues, adscrita a un servicio


regular en una unidad militar determinada, sino que el texto muestra precisamente,
en razón del oficio de Festianus, es decir, frumentarius, que se trata de una función
ocasional desempeñada en Éfeso. El hecho de que se mencione en la inscripción
esa curatela de una prisión se debe posiblemente a que el personaje custodiado era
de relevancia, y no necesariamente un militar, circunstancia ésta que no aparece,
como es obvio, mencionada en el texto. Sencillamente nos interesa ahora
confirmar que la vigilancia de la cárcel por parte de militares cubre un amplio
panorama de posibilidades, no sometido a normas rígidas de grados y puestos.

d. Beneficiarius
El hecho de estar documentado el frumentarius anterior como agens curam carceris, ha
llevado a algunos estudiosos a asignar la misma función a un beneficiarius del legado
de la legión II Adiutrix, en cuya inscripción se han resuelto las iniciales agens c. c.
como agens c(uram) c(arceris). El epígrafe procede de Vác (Hungría), y se conserva en
el "Aquincum Museum" de Budapest126. El texto se data por los cónsules en el
año 228, y dice así: [A]esculapi[o] et Hygiae Aug(ustis) Aur(elius) Artemidorus,
b(ene)f(iciarius) leg(ati) leg(ionis) II A(diutricis) P(iae) F(idelis) S(everianae), agens c(uram)
c(arceris), v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito). Modesto et Probo co(n)s(ulibus). Sobre las
funciones, múltiples, de los beneficiani hay notables estudios 127 que han inerpretado
este texto. Mirkovié, por ejemplo, no duda de la función de "guardián de la cárcel"
de los beneficiarii apoyándose en el citado texto de Aquincum 128, opinión que es
rechazada por R.L. Dise 129, ya que esa función se admitiría para los benefiarii
consulan's que sirven en una capital provincial, pero la función no va asociada, por
decirlo así, a la hoja de servicios en la legión II Adiutrix. De ser así, el texto debía
haber mostrado la expresión agens c(uram) c(arceris) leg(ionis) II A(diutricis), expresando
con ello un puesto regular y bien definido en el orden de rangos (Rangordnun~ de
grados de la legión. Tal como aparece aquí parece más bien una función especial, o
una misión especial encomendada por el legado de la legión a Artemidoro,
beneficiarius eius. La carencia de otros testimonios epigráficos que liguen el

126 CIL, III, 3412 (ed. DoMASZEWSKI); E. SCHALLMAYER (1990) n ° 426 (con bibliografía anterior).

127 Interesan especialmente: E. SCHALLMAYER (1991); R.L. DISE jr (1995); J. ÜTT (1995); S. PEREA
YÉBENES (1999) 268-27 4; B. RANKOV (1999a). Ahora, con casi toda la bibliografía anterior, vid J.
NÉLIS-CLÉMENT (2001).
128 M. MIRKOVIé (1990).
129 R.L. DISE (1995) 80.
150 SABINO PEREA YÉBENES

beneficiarato con la función de cuidar cárceles no permite ir más allá en las


conclusiones, ni afirmar que existía una relación directa.
Eso sí sucede, en cambio, con la noticia que se da en las actas del martirio
de Fructuoso, el obispo de Tarraco, en el año 259, que fue arrestado por seis
beneftcian"i enviados por el gobernador de la provincia130.

e. Clavicularius
Entre los oficios sulbalternos relacionados con las pns1ones está documentado
epigráficamente el clavicularius o custodio de las llaves. En un texto de Lugdunum
(Lyon) 131 se ha leído la expresión clavic(ulanus) carc(ens) p(rovinciae) Lug(dunenst"sj132.
Aunque el texto no es "militar", cabe pensar que se refiere a la cárcel de la prisión
de la XIII Cohorte Urbana en esta capital. También en la documentación relativa a
los clavicularii encontramos dificultades, inherentes a los propios textos (las
incripciones), que no indican claramente su carácter militar133.

j Los statores (los ''policías de zona'')


En el campamento, en la vida de cuartel ordinaria, así como en las guarniciones
armadas de las capitales de provincia, donde residía el gobernador, cabe pensar que
eran los statores quienes se ocupaban de la búsqueda y detención de los

130 Acta Fructuosi, 1; V. SAXER (1992) 31.


l3l Donde se documenta el puesto de optio carceris, GL, XIII 1833 = ILS, 2126. He dado el texto
más arriba.
132 El texto del clavicularius, que es un voto al dios Silvano, menciona también el ofrecimiento de un
ara y una estatuilla del dios "entre dos árboles" y una capilla, GL, XIII 1780: Deo Silvano Aug(usto),
Tib(erius) Cl(audius) (C)restus, clavic(ularius) carc(eris) p(rovinciae) Lug(dunensis), aram et signum inter duos arbores
cum aedicula ex voto posui f -sic-.
133 Clavicularius como sinónimo (o función paralela) de carcelero se encuentra varias veces en la
literatura tardía (no en las inscripciones), así por ejemplo: FíRMICO, Mathesos, 3, 5, 26: aut claviculari aut
carceres custodes; .AMBROSIO, Ioseph. 5, 25: ut qui fuerat clausus in carcere ipse potius carceris claustra servare!,
cedere munere clavicularius; etc. (Hay más referencias en la voz "clavicularius" del ThLL, 1316). En otros
casos clavicularius es sinónimo de otra palabra con la que tiene proximidad fonética, cloacarius (gr.
8rnµocpúA.aé). G.R. WATSON (1969) 126 y 205, n. 412, considera que los clavicularii era un empleo
militar, si bien los textos aportados, o no todos son militares o son muy dudosos en su lectura, como
CTL, III, 15190, de Carnuntum. En el texto CIL, III, 15192, igualmente de Carnuntum, se lee: Nemesi
Augusta, Valerius Me(r)curialis Fortunius Andrias Valerius Pertinax clavicul(arius) v.s.Lm., en el cual aparece
claramente el empleo de clavicularius, si bien no es segura la condición militar del sujeto. El único
indicio es que el texto fue encontrado en el campamento de Carnuntum, cerca de la piscina. Vid., a
propósito el comentario a CIL de Domaszewski; e igualmente los comentario de este editor a
propósito del texto CIL, III, 14507, de Viminacium, del año 195, donde corrige lecturas anteriores de
las siglas c.L, que no pueden ser, según él, relativas a cl(avicularius) sino a c(ornicularius) l(egati).
EL SOLDADO ROMANO, LA LEY MILITAR Y LAS CÁRCELES IN CASTRIS 151

delincuentes, o mejor de los soldados que habían delinquido. En la vida civil de las
ciudades, sin embargo, puede darse el caso de intervención o el envío de militares
con la misión de arrestar a una persona (¿también militar?), como se deduce de la
noticia de un papiro de Oxirrinco134.
Los statores-¡no confundir con los stratores!135_ formaban parte de ese grupo
de soldados que se movían por la legión con un estatuto especial, el de immunes,
reconocido por el derecho militar, cuyo privilegio consistía en estar liberados del
servicio regular de armas para, en contraprestación, atender a las necesidades
cotidianas de la legión en el campamento, en tiempos de paz; de modo que de
hecho se convierten en una especie de funcionarios u oficiales (o mejor,
suboficiales) del aparato de justicia militar que se regía por leyes propias, y cuyo
ámbito de aplicación era estrictamente interno136, esto es, "dentro del
campamento", in castris. Como otros immunes, también el stator, o los varios statores
que había en una unidad militar regular (una legión, una cohorte o un ala de
caballería) estaban bajo el mando de un oficial inmediatamente superior, que debía
ser un centurión. Este puesto de centurio statorom se constata en varias inscripciones,
y cabe pensar que existieran tanto en las cohortes pretorianas como en las
legiones 137.

4. Conclusiones
En definitiva, si consideramos la frecuencia epigráfica como exponente del grado
de implantación de las instituciones, a la vista de los documentos no puede decirse
que la cárcel fuera en los campamentos una estancia o edificación importante. A
rechazar esta opinión no contribuyen precisamente los datos arqueológicos, pues
las excavaciones no han exhumado estancias que por sus características
arquitectónicas, ubicación, o textos relativos, se pueda afirmar que sean,
indudablemente, cárceles militares o carceres in castris. Consecuentemente, es posible
hacer la afirmación general de que en los campamentos de legiones y tropas
auxiliares, en las provincias, diseminados de uno a otro lado del Imperio romano,
las cárceles no son elementos importantes, ni en su arquitectura ni en sus
funciones, y funcionalidad, pues la cárcel o la privación de libertad, como se

134 R. DAVIES (1989) 182 (y nota de referencias en 282).


135 Soldados o suboficiales de distinta graduación adscritos como escoltas a un jefe militar. Sobre
estos especialistas remito a mi libro S. PEREA YÉBENES (1998a).
136 Y. LE BOHEC (1989) 57.
137 Centuria statorum (praetorianorum): GL, V, 7257; RIU, V, 1069.
152 SABINO PEREA YÉBENES

deduce inequívocamente de la lectura atenta de las leyes militares, no era una pena
en sí misma. Hay que desechar en el ámbito militar la figura del preso como
hombre que redime su delito condenado a reclusión, sin más, siendo un agente
pasivo y costoso para la economía y los recursos humanos del ejército. Las
condenas por delitos leves eran expeditivas e inmediatas, actuando los tribunos
como "jueces de urgencia" aplicadores de la ley militar, y los centuriones como
"jueces" de faltas pequeñas propias de la vida castrense o relativas a la instrucción.
En los campamentos, la cárcel sólo se utilizaba, y por corto espacio de tiempo, en
caso de delitos graves, como estancia de custodia para el reo antes de su traslado
ante un tribunal competente -por ejemplo en los casos en que el acusado fuera un
alto oficial-, o como sala de interrogatorios (que realizaban los quaesti.onarit), o
como antesala de la expulsión del ejército. La importancia de la cárcel (custodiada
por soldados o incluso dentro de los castra) aumenta en el caso de las guarniciones
militares en las ciudades, principalmente Roma. De ahí que la epigrafía nos muestre
funciones y rangos de distintos suboficiales o especialistas relacionados con las
cárceles, en las cohortes pretorianae o en las cohortes urbanae. La convivencia con la
población civil hace que los soldados adapten "a la vida civil" los usos y las
costumbres de la vida castrense que pudiera darse, por ejemplo, en una guarnición
legionaria en Panonia. Hablando de Panonia o de Roma podemos referirnos en
abstracto a cárceles militares, si bien de la ubicación de la tropa o del campamento,
así como del "tipo" de tropa a que nos refiramos, se remiten a realidades bien
distintas respecto al concepto y uso de las cárceles. Cuanto más "civilizados" (en el
sentido de educación cívica, ciudadana, urbanizada) son los campamentos, mayor
importancia cobra la cárcel como institución, como edificio físico, e incluso como
forma de redención de pena. En el mundo puramente castrense, en la guerra, la
cárcel no tiene mucho sentido; se estaba con Roma y su ejército o se estaba con el
enemigo. En el ejército en armas, se estaba vivo y guerreando (es decir, se era
soldado de Roma), o se estaba fuera del ejército o se estaba muerto, pero no en la
cárcel.

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