10 Def
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I. M. I.
10-1
Noviembre 9, 1910
(1) Encontrándome en mi habitual estado, estaba encomendando a mi bendito Jesús las tantas
necesidades de la Iglesia, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, las obras más santas hechas con fines humanos, son como aquellos recipientes
rotos, que poniéndose dentro de ellos algún liquido, poco a poco escurre a tierra, y si durante la
necesidad se van a tomar aquellos recipientes, se encuentran vacíos. He aquí el por qué los hijos
de mi Iglesia se han reducido a tal estado, porque en su obrar todo es con fines humanos, por eso
en las necesidades, en los peligros, en las ofensas, se han encontrado vacíos de gracia, y por lo
tanto, debilitados, extenuados y casi cegados por el espíritu humano se dan a los excesos; ¡oh!
cuánto deberían haber vigilado los jefes de la Iglesia para no hacerme ser el hazmerreír y casi la
tapadera de sus indignas acciones, es verdad que se haría mucho escándalo si se juzgaran y se
castigaran, pero eso me sería de menor ofensa que los tantos sacrilegios que cometen. ¡Ah! me es
demasiado duro el tolerarlos. Ruega, ruega hija mía, porque muchas cosas tristes están por salir
de dentro de los hijos de la Iglesia”.
(3) Y ha desaparecido.
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10-2
Noviembre 12, 1910
(1) Estaba pensando en el bendito Jesús cuando llevaba la cruz al calvario, especialmente
cuando encontró a la Verónica, que le ofreció el lienzo para secar su rostro bañado en sangre, y
decía a mi amable Jesús: “Amor mío, Jesús, corazón de mi corazón, si la Verónica te ofreció el
lienzo, yo no quiero ofrecerte lienzos para secarte la sangre, sino que te ofrezco mi corazón, mi
latido continuo, todo mi amor, mi pequeña inteligencia, el respiro, la circulación de mi sangre, los
movimientos, todo mi ser para enjugarte la sangre, y no sólo de tu rostro sino de toda tu santísima
Humanidad, intento desmenuzarme en tantos pedazos por cuantas son tus llagas, tus dolores, tus
amarguras, las gotas de sangre que derramas, para poner en todos tus sufrimientos, dónde mi
amor, dónde un alivio, dónde un beso, dónde una reparación, dónde un compadecimiento, dónde
un agradecimiento, etc., no quiero que quede ninguna parte de mi ser, ninguna gota de mi sangre
que no se ocupe de Ti, pero, ¿sabes oh Jesús qué recompensa quiero? Que en todas las partes
de mi ser me imprimas, me selles tu imagen, a fin de que encontrándote en todo y dondequiera,
pueda multiplicar mi amor”. Y tantos otros disparates que decía. Ahora, habiendo recibido la
comunión, y mirando en mí misma, veía en todas las partecitas de mi ser a Jesús todo entero
dentro de una llama, y esta llama decía amor, y Jesús me ha dicho:
(2) “He aquí que he contentado a mi hija; por cuantos modos se ha dado a Mí, en otros tantos y
triplicados modos me he donado a ella”.
1
Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.
Libro de Cielo Volumen 10 2
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10-3
Noviembre 23, 1910
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10-4
Noviembre 28, 1910
(5) ¿Pero quién puede decirlo todo? Al hacer esto me sentía toda yo misma dividida en muchas
pequeñas llamitas, y después se hacían una sola llama.
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10-5
Noviembre 29, 1910
(1) Debiendo venir un bueno y santo sacerdote, estaba un poco ansiosa porque quería
conversar con él, especialmente sobre mi estado presente para conocer la Divina Voluntad, pero
habiendo venido la primera y la segunda vez, he visto que no se concluía nada de lo que yo
quería. Ahora, habiendo recibido la comunión, toda afligida comunicaba a mi afectuoso Jesús mi
suma aflicción diciéndole: “Mi vida, mi bien y mi todo, se ve que sólo Tú eres todo para mí, no he
encontrado jamás en ninguna criatura, por cuan buena y santa sea, una palabra, un consuelo, un
epílogo a mi más mínima duda, se ve que no debe haber ninguno para mí, sino Tú solo, sólo el
Todo para mí, y yo sola, sola, y siempre sola para Ti, y yo me abandono toda y siempre en Ti, por
cuan mala soy ten la bondad de tenerme entre tus brazos y de no dejarme un solo instante”.
Mientras esto decía, mi bendito Jesús se hacía ver que miraba dentro de mi interior, revolvía todo
para ver si había alguna cosa que a Él no le agradase, y mientras revolvía, ha tomado en sus
manos como un grano de arena blanca y lo ha arrojado a tierra, después me ha dicho:
(2) “Hija mía amadísima, es sumamente justo que quien es toda para Mí, solamente Yo sea todo
para ella, soy demasiado celoso de que otro pudiese darle el mínimo alivio. Yo solo, solísimo,
quiero suplirte por todos y en todo, ¿qué cosa te aflige? ¿Qué quieres? Hago todo para que estés
contenta, ¿ves aquél grano blanco que te he quitado? No era otra cosa que un poco de ansiedad,
porque querías saber por medio de otros mi Voluntad, te lo he quitado y lo he arrojado a tierra para
dejarte en la santa indiferencia, tal como Yo te quiero, y ahora te digo cuál es mi Querer: La misa
la quiero, la comunión también; respecto a si debes o no esperar al sacerdote para recobrarte,
serás indiferente, si te sientes adormecida no te esforzarás por recobrarte, y si te estás despierta
no te esforzarás por adormecerte. Sin embargo debes saber que te quiero siempre pronta y
siempre en el puesto de víctima, aunque no siempre sufras, te quiero como aquellos soldados en
el campo de batalla, que aunque el acto de pelear no es continuo, están sin embargo con las
armas preparadas, y si es necesario, sentados en el cuartel, para que cada vez que el enemigo
quiera emprender la batalla estén listos a derrotarlo. Así tú hija mía, estarás siempre lista, siempre
en tu puesto, para que cada vez que quiera hacerte sufrir para mi alivio o para perdonar flagelos, o
por otra causa, Yo te encuentre siempre lista, no debo siempre llamarte ni disponerte cada vez al
sacrificio, sino que te estarás como si siempre te llamara, aunque no siempre te tenga en acto de
sufrir. Así que nos hemos entendido, ¿no es verdad? Estate tranquila y no temas de nada”.
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10-6
Diciembre 2, 1910
La llamita de Jesús.
corazón adorable, después salía de él y giraba, y Jesús se la ponía hasta debajo de sus pies, y en
vez de extinguirse al calor de las plantas divinas se encendía de mas y con más velocidad salía de
debajo de sus pies y giraba de nuevo en torno a Jesús, y ahora rezaba con Jesús, ahora amaba,
ahora reparaba, en suma, hacía lo que hacía Jesús y con Jesús, esta llamita se hacía inmensa,
abrazaba a todos en la oración, no le escapaba ninguno, se encontraba en el amor de todos y por
todos amaba, reparaba, suplía por todos y por todo. ¡Oh, cómo es admirable e inenarrable lo que
se hace con Jesús!, me faltan las palabras para poder poner en el papel las expresiones de amor y
de otras cosas que se hacen con Jesús; la obediencia quisiera, pero la mente se va a lo alto para
tomar de Jesús las palabras y desciende a lo bajo, hace por encontrar las expresiones, las
palabras del lenguaje natural y no encuentra el camino para sacarlo fuera, por eso no puedo.
Entonces mi amado Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú eres la llamita de Jesús, la llamita puede estar en cualquier parte, puede
penetrar en todo, no ocupa lugar, a lo más vive en lo alto y gira, y también es deleitable”.
(3) Y yo: “Ah Jesús, es muy débil y es fácil de apagarse la llamita, y si se apaga no hay forma de
darle nueva vida, así que pobre de mí si llego a apagarme”.
(4) Y Jesús: “No, no, la llamita de Jesús no se puede apagar, porque su vida es alimentada por
el fuego de Jesús, y las llamitas que tienen vida de mi fuego no están sujetas a muerte, y si
mueren, mueren en el mismo fuego de Jesús. Te he hecho llamita para poder divertirme más
contigo, y por la pequeñez de la llamita puedo servirme de ella para hacerla girar continuamente
dentro y fuera de Mí y tenerla en cualquier parte que quiera de Mí mismo, en los ojos, en los oídos,
en la boca, bajo los pies, donde mejor me plazca”.
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10-7
Diciembre 22, 1910
(1) Continuando mi habitual estado, veía ante mi mente a varios sacerdotes, y el bendito Jesús
decía:
(2) “Para ser hábil en obrar cosas grandes para Dios, es necesario destruir la estima propia, el
respeto humano y la propia naturaleza, para revivir de la Vida Divina y preocuparse sólo de la
estima de Nuestro Señor y de lo que corresponde al honor y gloria suya; es necesario triturar,
pulverizar lo que concierne a lo humano para poder vivir de Dios; y he aquí que, no ustedes, sino
Dios en ustedes hablará, obrará, y las almas y las obras a ustedes confiadas tendrán espléndidos
efectos, y tendrán los frutos deseados por ustedes y por Mí, como la obra de las reuniones de los
sacerdotes que te dije antes, y uno de estos podría ser hábil para promover y también efectuar
esta obra, pero un poco de estima propia, de vano temor, de respeto humano lo vuelve inhábil, y la
gracia cuando encuentra al alma circundada por estas bajezas, vuela y no se detiene y el
sacerdote queda hombre y obra como hombre, y tiene en su obrar los efectos que puede tener un
hombre, no ya los efectos que puede tener un sacerdote animado por el Espíritu de Jesucristo”.
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10-8
Libro de Cielo Volumen 10 5
(1) Habiendo recibido la comunión rogaba al buen Jesús por un sacerdote que quería saber si el
Señor lo llamaba al estado religioso, y el buen Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, Yo lo llamo y él está siempre indeciso. Las almas que no son decididas no son
buenas para nada; lo contrario cuando son decididas y resueltas, entonces todas las dificultades
las supera, las soluciona, aquellos mismos que suscitan las dificultades, viéndolo tan resuelto, se
debilitan y no tienen el valor de oponerse. Es un poco de apego lo que lo ata, y Yo no quiero
contaminar mi gracia en los corazones que no están libres de todo; si se separa de todo y de
todos, entonces mi gracia lo inundará de más y sentirá la fuerza necesaria para seguir mi llamada”.
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10-9
Diciembre 25, 1910
(1) Esta mañana el bendito Jesús se hacía ver pequeño, pequeño, pero tan gracioso y bello que
me raptaba en dulce encanto, después se volvía más benévolo porque con sus pequeñas manitas
tomaba pequeños clavos y me clavaba con una maestría digna sólo de mi siempre amable Jesús,
y después me colmaba de besos y de amor, y yo a Él. Después de esto me parecía que me
encontraba en la gruta de mi recién nacido Jesús, y mi pequeño Jesús me ha dicho:
(2) “Hija amada mía, ¿quién vino a visitarme en la gruta de mi nacimiento? Los pastores fueron
los primeros visitantes, los únicos que hacían un ir y venir y me ofrecían dones y cosas de ellos, y
los primeros que tuvieron el conocimiento de mi venida al mundo, y por consecuencia los primeros
favorecidos llenos de mi gracia. He aquí por qué escojo siempre personas pobres, ignorantes,
despreciables, y de ellas hago portentos de gracia, porque son siempre las más dispuestas, las
más dispuestas a oírme, a creerme sin poner tantas dificultades, tantas cavilaciones, como lo
hacen las personas cultas. Después vinieron los magos, pero no se vio ningún sacerdote, mientras
que ellos debían ser los primeros en hacerme cortejo, porque ellos sabían más que todos los
demás según las escrituras que estudiaban, sabían el tiempo, el lugar, y era más fácil el venir a
visitarme, pero ninguno, ninguno se movió, es más, mientras que ellos lo señalaron a los magos,
ellos no se movieron, ni se incomodaron en dar un paso para ir en busca de mi venida. Esto fue un
dolor, para Mí amarguísimo, en mi nacimiento, porque en aquellos sacerdotes era tanto el apego a
las riquezas, al interés, a las familias y a las cosas exteriores, que como resplandores les cegaba
la vista, les endurecía el corazón y volvía torpe la inteligencia para conocer las verdades más
sagradas, más ciertas, y estaban tan engolfados en las cosas bajas de la tierra, que jamás habrían
creído que un Dios pudiese venir a la tierra en tanta pobreza y en tanta humillación, y no sólo en
mi nacimiento, sino también en el curso de mi vida, cuando hacía los milagros más estrepitosos,
ninguno me siguió, más bien planearon mi muerte y me asesinaron sobre la cruz. Y Yo, después
de haber usado todo mi arte para atraerlos a Mí, los puse en el olvido y escogí personas pobres,
ignorantes, como fueron mis apóstoles y formé mi Iglesia, los segregué de las familias, los liberé
de cualquier vínculo de riquezas, los llené de los tesoros de mi gracia y los volví hábiles para la
dirección de mi Iglesia y de las almas. Ahora, debes saber que este dolor aún me dura, porque los
sacerdotes de estos tiempos se han hermanado con los sacerdotes de aquellos tiempos, se han
Libro de Cielo Volumen 10 6
dado la mano en el apego a las familias, al interés, a las cosas exteriores y poco o nada ponen
atención al interior, es más, algunos se han degradado tanto, que han llegado a hacer entender a
los mismos seglares que no están contentos de su estado, abajando su dignidad hasta lo ínfimo y
por debajo de los mismos seglares. ¡Ah! hija mía, ¿qué prestigio puede tener su palabra en las
gentes? Más bien los pueblos por su causa van descendiendo en la fe y en el abismo de peores
males, caminan a tropezones y en las tinieblas, porque luz en los sacerdotes no ven más. Esta es
la necesidad de las casas de reunión de sacerdotes, a fin de que liberado el sacerdote de las
tinieblas de las cuales está invadido, de las familias, del interés y de los cuidados de las cosas
exteriores, pueda dar luz de verdaderas virtudes y los pueblos puedan salir de los errores en los
que han caído. Son tan necesarias estas reuniones, que cada vez que la Iglesia ha llegado a lo
ínfimo, casi siempre éste ha sido el medio para hacerla resurgir más bella y majestuosa”.
(3) Yo al oír esto he dicho: “Mi sumo y único bien, dulce vida mía, compadezco tu dolor y
quisiera endulzarlo con mi amor, pero Tú sabes bien quién soy yo, cómo soy pobre, ignorante,
mala, y además, extremadamente presa por la pasión de mi ocultamiento, amo tanto el que
pudiera esconderme tanto en Ti, que ninguno pudiera creer que yo existo más, y Tú en cambio
quieres que hable de estas cosas que tanto afligen tu amantísimo corazón y tan necesarias para la
Iglesia. ¡Oh! mi Jesús, a mí háblame de amor, y ve en busca de otras almas buenas y santas a
hablar de estas cosas tan útiles para la Iglesia”. Y el buen Jesús ha dicho:
(4) “Hija mía, también Yo amaba el ocultamiento, pero cada cosa tiene su tiempo, cuando el
honor y la gloria del Padre y el bien de las almas lo requirió, me manifesté e hice mi vida pública.
Así hago con las almas, a veces las tengo escondidas, otras veces las manifiesto, y tú debes ser
indiferente a todo, queriendo sólo lo que Yo quiero, es más, te bendigo el corazón, la boca, y
hablaré Yo en ti con mi misma boca y con mi mismo dolor”.
(5) Y así me ha bendecido y ha desaparecido.
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10-10
Enero 8, 1911
(1) Ahora, por obedecer escribo cosas pasadas y explico sobre estas reuniones de sacerdotes
que el bendito Jesús quiere. Habiendo venido un santo sacerdote en el pasado mes de noviembre,
y habiéndome pedido que preguntara a Jesús qué cosa quería de él, mi siempre amable Jesús me
dijo:
(2) “La misión del sacerdote escogido por Mí será alta y sublime, se trata de salvar la parte más
noble, más sagrada, la cual son los sacerdotes, que en estos tiempos se han vuelto el escarnio de
las gentes. El medio más adecuado sería formar estas casas de reunión de sacerdotes para
segregarlos de la familia, porque la familia mata al sacerdote; estas casas él las debe promover,
impulsar, aunque tenga que amenazar. Si me salva a éstos, me ha salvado a todos las gentes”.
(3) Después tuve cuatro comunicaciones de Jesús con respecto a estas reuniones, las escribí y
se las di a aquel sacerdote, por eso no creía necesario repetirlas en mis escritos, pero la
obediencia quiere que las escriba, y yo hago el sacrificio:
(4) 1.- Mi adorable Jesús me ha dicho: “La misión que le daré es alta y sublime, en modo
especial por los sacerdotes. La fe en las gentes está casi apagada, y si hay alguna llamita está
como escondida bajo las cenizas; la vida de los sacerdotes y sus malos ejemplos, la vida casi toda
secular y quizá peor aún, se dan la mano para hacer morir aquella llamita, ¿y qué será de las
gentes? Por eso lo he llamado, a fin de que se interese en mi causa, y con el ejemplo, con la
Libro de Cielo Volumen 10 7
palabra, con las obras y con el sacrificio, ponga un remedio. El remedio más apto, más oportuno y
eficaz sería formar las casas de reunión de los sacerdotes en los diferentes pueblos, segregarlos
de la familia, porque la familia mata al sacerdote y arroja en las gentes tinieblas de interés,
tinieblas de aprecio de cosas mundanas, tinieblas de corrupción, en suma, le quita todo el brillo, el
esplendor de la dignidad sacerdotal y lo hace volverse la burla del pueblo. Yo le daré intrepidez,
valor y gracia si se pone a la obra”.
(5) Además de esto, parecía que el bendito Jesús le embellecía el corazón, ahora de amor y
ahora de dolor, haciéndolo partícipe de sus penas.
(6) 2.- Continúa mi sumo y único bien diciéndome el gran bien que le vendría a la Iglesia con
formar estas casas de reunión: “Los buenos se harán más buenos; los imperfectos, los tibios, los
debilitados, se harán buenos; los malos malos saldrán fuera, y entonces he aquí cribado y
purificado el cuerpo de los ministros de mi Iglesia, y quedando purificada la parte más elegida, más
sagrada, las gentes quedarán reformadas”.
(7) Mientras estaba en esto, veía ante mi mente como dentro de un cuadro a Corato, y a los
sacerdotes que debían ponerse a la cabeza de la obra, pero dirigida por el padre G., los
sacerdotes parecía que eran don C., D., B., y D., C., F., seguidos por otros, y parecía que debían
poner parte de sus pertenencias. Y mi amable Jesús ha agregado:
(8) “Es necesario organizar bien la cosa para no hacer huir a ninguno, y procurarles los medios
necesarios para no oprimir al pueblo; para esto he aquí la paga, las entradas de la parroquia, hay
que comprometer a éstos que harán parte de estas reuniones, y ellos mantendrán el coro y todos
los otros oficios pertenecientes a su ministerio. Al principio se suscitarán contradicciones y
persecuciones, pero a lo más dentro de los mismos sacerdotes, pero pronto cambiarán las cosas y
el pueblo estará con ellos, y a manos llenas los proveerán y gozarán la paz y el fruto de sus
fatigas, porque a quien está Conmigo, Yo permito que todos estén con ellos”.
(9) Después, mi siempre amable Jesús se ha arrojado en mis brazos, todo afligido y suplicante,
tanto de enternecer a las mismas piedras, y ha dicho:
(10) “Di al padre G. que le pido, le suplico que ayude a que se salven, y que no deje perecer a
mis hijos”.
(11) 3.- Continúa mi siempre amable Jesús sobre el mismo argumento. Estando presentes los
padres veía el Cielo abierto y a mi adorable Jesús y a la Celestial Mamá que venían a mí, y a los
santos que del Cielo nos miraban, y mi benigno Jesús decía:
(12) “Hija mía, di al padre G. que absolutamente quiero la obra; ya comienzan a poner
dificultades, dile que no se necesita otra cosa que arrojo, valor y desinterés, es necesario cerrar los
oídos a todo lo que es humano y abrirlos a lo que es divino, de otra manera las dificultades
humanas serán la red que los enredará, de tal modo que no sabrán salir fuera, y Yo justamente los
castigaré volviéndolos los guiñapos de los pueblos; pero si en cambio prometen ponerse a la obra,
Yo seré todo para ellos, y ellos no serán otra cosa que las sombras que seguirán la obra tan
deseada por Mí, y no sólo, sino que tendrán otro gran bien, porque es necesario que la Iglesia sea
purgada y lavada con el derramamiento de sangre, porque mucho, mucho se ha ensuciado, tanto,
de darme nausea; y donde se purifiquen en este modo, Yo evitaré la sangre, ¿qué más quieren?”.
(13) Después, volteándose como si mirase a un sacerdote ha agregado:
(14) “Yo te escojo a ti por cabeza de esta obra por haber puesto en ti un germen de arrojo, esto
es un don que te he dado, y este don no quiero que lo tengas inútil, hasta ahora lo has malgastado
en cosas frívolas, en locuras y en política, y éstas te han pagado amargándote y no dándote jamás
paz; ahora basta, basta, ponte a la obra mía, pon el valor que te he dado todo para Mí, y Yo seré
todo para ti y te pagaré dándote paz, gracia, y te haré adquirir aquella estima que has ido
buscando en el pasado y no la has obtenido, es más, no te daré la estima humana, sino la divina”.
(15) Después ha dicho al padre G.: “Hijo mío, ánimo, defiende mi causa, sostén, ayuda a
aquellos sacerdotes que veas un poco dispuestos para esta obra, promete todo bien a nombre mío
a aquellos que se metan, amenaza a aquellos que susciten contradicciones y obstáculos. Di a los
Libro de Cielo Volumen 10 8
obispos y a los jefes que si quieren salvar al rebaño, este es el único medio, toca a ellos salvar a
los pastores, y a los pastores toca salvar al rebaño, y si los obispos no ponen a salvo a los
pastores, cómo puede salvarse el rebaño?”
(16) 4.- Habiendo yo entendido las dificultades de los sacerdotes en formar las casas de
reunión, rogaba al buen Jesús que si era voluntad suya que esto se hiciera, quitase todos los
obstáculos que impedían tan gran bien, y mi adorable Jesús al venir me ha dicho:
(17) “Hija mía, todos los obstáculos provienen de que cada uno mira las cosas según sus
propias condiciones y disposiciones, y naturalmente mil lazos y obstáculos encuentran que les
impiden el paso, pero si miraran la obra según mi honor, mi gloria, y el solo bien de sus almas y de
las almas de los demás, todos los lazos quedarían rotos y los obstáculos desvanecidos. No
obstante, si se afilian Yo estaré con ellos y los protegeré tanto, que si algún sacerdote quiere
oponerse y obstaculizar mi obra, estoy dispuesto a quitarle aun la vida”.
(18) Después mi siempre amable Jesús ha agregado todo afligido: “Ah hija mía, ¿sabes tú cuál
es el obstáculo más infranqueable y el lazo más fuerte? Es el interés, el interés es la polilla del
sacerdote, porque lo vuelve leño podrido apto sólo para ser quemado en el infierno. El interés
vuelve al sacerdote el juguete del demonio, el hazmerreír del pueblo y el ídolo de las propias
familias, por eso el demonio pondrá muchos obstáculos para impedir que hagan esto, porque ve
rota la red que los tenía atados y esclavos en su dominio. Por eso di al padre G. que infunda valor
a quien vea dispuesto, que no los deje si no ve la obra encarrilada, de otra manera comenzarán
solamente a hacer proyectos y no concluirán nada. Que diga también a los obispos que no
acepten ordenaciones de otros, si no están dispuestos a vivir segregados de la familia; diles
también que muchos lo herirán mofándose de él y desacreditándolo, pero que él no les dé
importancia, todo el sufrir le será dulce si es por causa mía”.
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10-11
Enero 10, 1911
(1) Continuando mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, yo estaba
rogándole que quitara los obstáculos que impedían estas reuniones y que nos manifestara cómo le
agradaría que esto se hiciera, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, el punto que más me importa y me interesa, es el separar perfectamente al
sacerdote de su familia. Que den todo lo que tienen a la familia, y para ellos se queden solamente
con lo personal, y como ellos deben mantenerse de la Iglesia, justo es que las cosas, de donde
vienen, allí vayan a parar, esto es, que todo lo que puedan tener debe servir para mantenerse ellos
y engrandecer las obras de mi gloria y para el bien del pueblo, de otra manera Yo no haré que la
gente sea dadivosa con ellos; pero no sólo esto, sino que si ellos se separan físicamente de su
familia, pero no con el corazón, de esto surgirá la avidez por ver quien puede tener más ganancias
para poder dar más a su familia, y esto causará envidias entre ellos si se asigna un puesto de
mayor lucro a uno que a otro; en la práctica verán cuántos males vendrán, cuántas desuniones,
celos, rencores y más si no corrigen este punto tan esencial. Yo prefiero quedarme con pocos
sacerdotes y no con muchos que corrompan la obra tan querida por Mí. ¡Ah hija mía, cuántos
Ananías saldrán! Y cómo sabrán defender, patrocinar, excusar este tan bien querido ídolo del
interés. ¡Ah! sólo de quien se consagra a Mí tengo esta desventura, que en vez de poner atención
a Mí, a mi honor, a mi gloria y a la santificación que conviene a su estado, Yo les sirvo sólo de
Libro de Cielo Volumen 10 9
tapadera, y su finalidad es de poner atención a sus familias, a los sobrinos. ¡Ah! no así en quien se
da al mundo, más bien buscan escatimar con sus familias, y si no pueden hacerlo llegan a
desconocer a los propios padres.
(3) Cuando el sacerdote no se ocupa solamente de mi gloria y de los oficios pertenecientes a su
ministerio sacerdotal, no es otra cosa que un hueso dislocado que me da dolor a Mí, dolor a sí
mismo y dolor al pueblo, y deja frustrada su vocación; y así como cuando un hueso no está en su
lugar da siempre dolor, y con no participar de los humores del cuerpo con el tiempo se atrofia, y es
necesario separarlo tanto por la inutilidad como por el dolor que causa a los otros miembros, así
los sacerdotes cuando no se ocupan sólo de Mí, siendo huesos separados de mi cuerpo quedan
secos, porque no participan en los influjos de mi gracia, y Yo los retengo y los retengo, pero si veo
su dureza los arrojo lejos de Mí, ¿y sabes dónde? En lo más profundo del infierno”.
(4) Después ha agregado: “Escribe, manda decir a aquel padre al cual confío esta misión de
sacerdotes, que esté firme en este punto, que me lo vuelva inviolable, dile también que lo quiero
en la cruz y siempre Conmigo crucificado”.
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10-12
Enero 15, 1911
(1) Continuando mi habitual estado, mi adorable Jesús se hacía ver llorando, porque me lo había
traído la Celestial Mamá para que lo tranquilizara, y yo hacía cuanto podía por lograrlo, lo besaba,
lo acariciaba, me lo estrechaba, le decía: “¿Qué quieres de mí? ¿No quieres amor para que te
sientas feliz y calmar tu llanto? ¿No me has dicho Tú mismo otras veces, que tu felicidad es mi
amor? Y yo te amo mucho, mucho, pero te amo junto Contigo, porque por mí sola no sé amarte;
dame tu aliento ardiente que convierte todo mi ser en una llama de amor, y después te amo por
todos, te amo con todos, te amo en los corazones de todos”. ¿Pero quién puede decir todos mis
desatinos? Entonces parecía que se tranquilizaba un poco, y para hacer que mi dulce Jesús no
llorara más le he dicho: “Vida mía y mi todo, consuélate, ahora que hagan las casas de reunión de
sacerdotes, ¡oh! cómo quedarás consolado”.
(2) Y Él rápidamente: ¡Ah, hija mía, el interés es el veneno del sacerdote, y se ha infiltrado tanto
en ellos que les ha envenenado el corazón, la sangre y hasta la médula de los huesos. ¡Oh! cómo
los ha sabido enredar el demonio, habiendo encontrado en ellos la voluntad dispuesta para ser
entretejida. Mi Gracia ha usado todo su arte para formar en ellos el tejido del amor y darles el
contraveneno del interés, pero no encontrando su voluntad dispuesta, poco o nada ha tejido de
divino, por eso el demonio no pudiendo impedir del todo estas casas de reunión de sacerdotes, lo
cual le ha provocado mucha pérdida, se contenta con mantener la tela que les ha tejido con el
veneno del interés. ¡Oh! si tú vieras cuán pocos son los que están dispuestos a segregarse de la
familia y a derramar este veneno del interés, llorarías conmigo, ¿no ves cómo discuten entre ellos
respecto a este punto, cómo quedan agitados, cómo se enardecen los ánimos? Más bien creen
que es un disparate y que eso no se aplica a su estado”.
(3) Mientras esto decía, yo veía a los sacerdotes dispuestos para esto, y cuán escaso era el
número de ellos. Jesús ha desaparecido y yo me he encontrado en mí misma. Ahora, sintiendo
repugnancia de escribir estas cosas que corresponden a los sacerdotes, pero habiendo hecho el
sacrificio porque así lo quiere la obediencia, mi amado Jesús ha venido y me ha dado un beso
para recompensarme por el sacrificio hecho y ha agregado:
Libro de Cielo Volumen 10 10
(4) “Hija amada mía, no has dicho todo sobre los inconvenientes que traería si el sacerdote
queda estorbado por la atadura de la familia, las tantas vocaciones equivocadas por las cuales la
Iglesia llora amargamente en estos tristes tiempos; ciertamente no se verían tantos modernistas,
tantos sacerdotes vacíos de verdadera piedad, tantos de ellos dados a los placeres, a la
incontinencia y tantos otros que ven cómo se pierden las almas como si no fuera nada, sin la
mínima amargura, y tantos otros desatinos que hacen, estos son signos de vocaciones
equivocadas. Y si las familias ven que no hay nada más que esperar por parte de los sacerdotes, a
ninguno le vendrán ganas de incitar a sus hijos para hacerse sacerdotes, ni a los hijos les vendrá
el pensamiento de enriquecerse, de elevar a la familia por medio de su ministerio”.
(5) Y yo: “¡Ah! mi dulce Jesús, en lugar de decirme a mí estas cosas, ve a los dirigentes, a los
obispos, porque ellos que tienen la autoridad pueden lograr contentarte en este punto, pero yo, tan
pobre, ¿qué puedo hacer? No otra cosa que compadecerte, amarte y repararte”.
(6) Y Jesús: “Hija mía, ¿a los dirigentes, a los obispos? El veneno del interés ha invadido a
todos, y como casi todos están presos por esta fiebre pestífera, les falta el valor de corregir y de
poner un freno a quienes dependen de ellos. Y además, Yo no soy comprendido por quien no está
despojado de todo y de todos, mi voz suena muy mal a sus oídos, más bien les parece un
absurdo, una cosa que no es conveniente a la condición humana; pero si hablo contigo nos
comprendemos suficientemente, y si no encuentro otra cosa, encuentro un desahogo a mi dolor y
tú me amarás de más, porque sabes que estoy amargado”.
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10-13
Enero 17, 1911
(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, pero tan afligido y tan
ardiente de amor, que deliraba y pedía un refrigerio, y poniendo sus brazos a mi cuello me ha
dicho:
(2) “Hija mía, dame amor, este es el único refrigerio para calmar mis desvaríos de amor”.
(3) Después ha agregado: “Hija, lo que has escrito con relación a las reuniones de los
sacerdotes, si me escuchan, no es otra cosa que casi un proceso que hago con ellos, si no, como
los jefes de los eclesiásticos no me escucharán, estando también ellos atados por los lazos del
interés y siendo esclavos de las miserias humanas, casi lamiéndolas, en lugar de dominar sobre
las miserias, o sea, sobre el interés, sobre el deseo de realeza y otros, las miserias los dominarán
a ellos, así que ensordecidos por lo que es humano no seré escuchado ni comprendido, entonces
Yo me dirigiré a los jefes civiles, que más fácilmente me prestarán atención, los cuales, entre para
ver al sacerdote humillado, y siendo éstos tal vez un poco más despojados que los mismos
eclesiásticos, mi voz será más escuchada, y lo que los eclesiásticos no quieren hacer por amor,
haré que lo hagan por necesidad y por la fuerza, y haré que les sea quitado por el gobierno el
residuo que les ha quedado”.
(4) Y yo: “Mi sumo y único bien, ¿cuál será el nombre que se les dará a estas casas y cuáles las
reglas?”
(5) Y Él: “El nombre será: “Las casas del resurgimiento de la fe”. Con respecto a las reglas,
pueden servirse de las mismas reglas del oratorio de San Felipe Neri”.
(6) Después ha agregado: “Di al padre B. que tú serás el órgano y él el sonido para esta obra, y
que si recibirá burlas y será mal querido por los interesados, los buenos y los pocos
Libro de Cielo Volumen 10 11
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10-14
Enero 19, 1911
(1) Escuchando las dificultades de los sacerdotes, especialmente sobre el romper del todo la
atadura de la familia, y que era imposible llevarlo a cabo en el modo como decía el bendito Jesús,
y que si fuera verdad que Él así lo quiere, que le hablara al Papa, para que él que tiene autoridad
pudiese ordenar a todos y ponerse a la cabeza de la obra, yo estaba diciéndole otra vez al bendito
Jesús todo esto, y me lamentaba con Él diciendo: “Sumo amor mío, ¿no tenía yo razón al decirte
que fueras a las cabezas para decirles a ellos estas cosas, en vez de decírmelas a mí, ignorante?
¿Qué puedo hacer yo?” Y mi siempre amable Jesús ha dicho:
(2) “Hija mía, escribe, no temas, Yo estoy contigo, mi palabra es eterna, y lo que no puede hacer
de bien aquí, puede hacer bien en otra parte, lo que no se puede llevar a cabo en estos tiempos,
se llevará a cabo en otros tiempos, pero así quiero al sacerdote, libre de la atadura de la familia.
¡Ah! tú no sabes cuál es el espíritu de los sacerdotes de estos tiempos, no es nada diferente del de
los seglares, espíritu de venganza, de odio, de interés, de sangre. Ahora, debiendo vivir juntos, si
uno gana más que el otro. y no deja su ganancia para bien de todos, quién se sentirá antepuesto,
quién defraudado, quién humillado, creyendo que también él es bueno para hacer aquella
ganancia, y por lo tanto aparecen las riñas, los rencores, los disgustos y llegarán aún a las manos.
Te lo ha dicho tu Jesús y basta, este punto es necesario, es la columna, es el fundamento, es la
vida, es el alimento de esta obra; si pudiese ir a los jefes Yo no habría insistido tanto. Además,
mira un poco hija mía cómo son burdos e ignorantes en las cosas divinas, Yo no tengo su modo de
pensar, que van buscando, humillándose y poniéndose a las órdenes de las dignidades, Yo al
comunicarme a las almas no miro a las dignidades, ni si son obispos o papas, sino que miro si
están despojados de todo y de todos, miro si en ellos, todo, todo es amor para Mí, miro si se hacen
escrúpulo de volverse jefes aun de un solo respiro, de un latido, y encontrándolos todo amor, no
miro si son ignorantes, bajos, pobres, despreciados y polvo; el mismo polvo lo convierto en oro, lo
transformo en Mí, le comunico todo Mí mismo, le confío los más íntimos secretos míos, le doy
parte en mis alegrías y en mis dolores, es más, viviendo en Mí en virtud del amor, no es de
maravillar que estén al día de mi Voluntad sobre las almas y sobre mi Iglesia. Una es la vida de
ellos Conmigo, uno el Querer y una es la luz con la cual ven la verdad según el punto de vista
divino y no según el humano, y por eso Yo no tengo que trabajar en comunicarme a estas almas, y
las elevo por encima de todas las dignidades”.
(3) Después, estrechándome y besándome me ha dicho:
(4) “Bella hija mía, pero bella de mi misma belleza, ¿te afliges por las cosas que dicen? No te
aflijas, pregunta al padre B. pobre hijo mío, cuánto ha sufrido por causa mía por los superiores, por
sus compañeros y por los demás, hasta declararlo necio, hechicero, hasta llegar a creer un deber
el castigarlo, ¿y cuál era su delito? ¡El amor! Sintiendo los otros vergüenza de su vida frente a la
suya, le han hecho guerra y le hacen guerra. ¡Ah, cómo es costoso el delito del amor! Mucho me
cuesta a Mí el amor y mucho les cuesta a mis amados hijos. Pero Yo lo amo mucho, y por lo que
Libro de Cielo Volumen 10 12
ha sufrido, en premio le he dado a Mí mismo y moro en él. Pobre hijo mío, no lo dejan libre, lo
espían por todas partes, lo que no hacen con los demás, quien sabe y a lo mejor puedan encontrar
materia para corregirlo y mortificarlo, pero Yo estando con él vuelvo vanas sus artes, dale ánimos,
pero, ¡oh, cómo será terrible el juicio que haré de estos tales que osan maltratar a mis amados
hijos!”
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10-15
Enero 28, 1911
(1) Encontrándome en mi habitual estado, se hacía ver el corazón de mi dulce Jesús, y mirando
dentro de Jesús veía su corazón en Él, y mirando en mí, veía también en mí su corazón santísimo.
¡Oh! cuánta suavidad, cuántas delicias, cuántas armonías se sentían en aquel corazón! Entonces,
mientras me estaba deleitando junto con Jesús, oía su voz suavísima que le salía de dentro de su
corazón que me decía:
(2) “Hija, deléitate de mi corazón, el amor quiere sus desahogos, de otra manera no se podría
seguir adelante, especialmente para quien me ama verdaderamente y no admite en sí otro placer,
otro gusto, otra vida que el amor. Yo me siento tan atraído hacía ellos, que el amor mismo me
fuerza a romper los velos de la fe, y me revelo y le hago gustar aun desde acá el paraíso a
intervalos; el amor no me da tiempo a esperar la muerte para quien me ama de verdad, sino que lo
anticipo aun desde esta vida. Goza, siente mis delicias, mira cuántos contentos hay en mi corazón,
toma parte en todo, desahógate en mi amor a fin de que el tuyo se ensanche de más y pueda
amarme más”.
(3) Mientras esto decía veía algunos sacerdotes, y Jesús ha continuado diciéndome:
(4) “Hija mía, la Iglesia en estos tiempos está agonizante, pero no morirá, más bien resurgirá
más bella. Los sacerdotes buenos luchan por llevar una vida más desapegada, más sacrificada,
más pura; los malos sacerdotes luchan por una vida más interesada, más cómoda, más sensual,
toda terrena. Yo hablo a los primeros pero no a los segundos, hablo a los primeros, o sea a los
pocos buenos, aunque sea uno solo por ciudad o país, a éstos hablo y mando, ruego, suplico que
hagan estas casas de reunión, salvándome a los sacerdotes que vendrán a estos asilos,
volviéndolos libres del todo de cualquier vínculo de familia, y por estos pocos buenos se
recuperará mi Iglesia de su agonía, éstos son mi apoyo, mis columnas, la continuación de la vida
de la Iglesia. Yo no hablo a los segundos, a todos aquellos que no quieren desvincularse de los
vínculos de la familia, porque si hablo ciertamente no soy escuchado, es más, al sólo pensar en
romper cualquier vínculo quedan indignados, ¡ah! desgraciadamente están habituados a beber la
taza del interés y otras más, que mientras es dulzura a la carne, es veneno para el alma, estos
tales terminarán por beber la cloaca del mundo. Yo quiero salvarlos a cualquier costo, pero no soy
escuchado, por eso hablo, pero para ellos es como si no hablase”.
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Libro de Cielo Volumen 10 13
10-16
Febrero 4, 1911
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10-17
Febrero 8, 1911
(1) Continuando mi habitual estado, he pasado cerca de seis días inmersa en el amor de mi
bendito Jesús, tanto, que a veces sentía que no podía más y le decía: “Basta, basta porque no
puedo más”. Me sentía como dentro de un baño de amor que me penetraba hasta la medula de los
huesos, ahora me hablaba Jesús de amor y de cuánto me amaba, y ahora le hablaba yo de amor.
Lo bello era que a veces Jesús no se dejaba ver, y yo nadando en este baño de amor sentía
rompérseme el cerco de la pobre naturaleza, y me lamentaba con Jesús, y Él me susurraba al
oído:
(2) “El Amor soy Yo, y si tú sientes el amor, cierto es que estoy contigo”.
(3) Otras veces, lamentándome, me decía al oído, pero todo de improviso:
(4) “Luisa, tú eres mi paraíso en la tierra, y tu amor me vuelve feliz”.
(5) Y yo: “Jesús, mi amor, ¿qué dices? ¿Quieres burlarte de mí? Tú eres feliz por Ti mismo, ¿por
qué dices que eres feliz por mí?”
(6) Y Él: “Escúchame bien hija mía y comprenderás lo que Yo te digo. No hay cosa creada que
no tenga vida de mi corazón, todas las criaturas son como tantas cuerdas que salen de mi corazón
y que tienen vida de Mí, por eso por necesidad y naturalmente todo lo que hacen repercute en mi
corazón, aunque sea un solo movimiento; por consecuencia, si hacen mal, si no me aman, me dan
continua molestia, aquella cuerda hace sonar en mi corazón sonidos de disgustos, de amarguras,
de pecados y forma sonidos lúgubres que me vuelven infeliz por parte de aquella cuerda o vida
que sale de Mí; en cambio si me ama y está toda atenta a contentarme, aquella cuerda me da
continuo placer y forma sonidos festivos, dulces, que armonizan con mi misma Vida, y por parte de
aquella cuerda Yo gozo tanto, hasta volverme feliz y gozar por causa suya mi mismo paraíso. Si
comprendes bien todo esto, no dirás más que me burlo de ti”.
(7) Y ahora digo lo que decía yo de amor y lo que decía Jesús, lo diré disparatando y quizá
revuelto, porque la mente no se adapta del todo a las palabras:
(8) “¡Oh! mi Jesús, amor eres Tú, eres todo amor, y amor yo quiero, amor deseo, amor suspiro,
amor yo suplico y te ruego amor, amor me invita, el amor me es vida, amor me rapta el corazón
hasta el seno de mi Señor. De amor me embriaga, de amor me hace feliz. ¡Yo sola, sola y sólo
para Ti! ¡Tú solo, y sólo para mí! Ahora que estamos solos hablemos de amor, ¡ah! hazme
entender cuánto me amas, porque sólo en tu corazón, amor se comprende!”
Libro de Cielo Volumen 10 14
(9)“De amor quieres tú que te hable? Escucha hija amada mía mi vida de amor: Si respiro te
amo; si me late el corazón, mi latido te dice amor, amor, son locuras de amor por ti; si me muevo,
amor te agrego, de amor te inundo, de amor te circundo, de amor te acaricio, de amor te flecho, de
amor te saeteo, de amor te atraigo, de amor te alimento y agudos dardos te mando al corazón”.
(10) “Basta ¡oh! mi Jesús por ahora, ya me siento desfallecer de amor, sostenme entre tus
brazos, enciérrame en tu corazón y desde dentro de él hazme desahogar también a mí de amor,
de otra manera muero de amor, de amor deliro, de amor me quemo, de amor hago fiesta, de amor
languidezco, de amor me consumo, el amor me mata y me hace resurgir más bella a una vida
nueva. Mi vida me huye y siento sólo la vida de Jesús, mi amor, y en Jesús mi amor me siento
inmensa y amo a todos, me llaga de amor, me enferma de amor, de amor me embellece y me
hace más rica aún. Decir más no sé, ¡oh! Amor, sólo Tú me entiendes, Tú solo me comprendes, mi
silencio te dice más todavía, en tu bello corazón se dice más con el callar que con el hablar, y
amando se aprende a amar. Amor, Amor, habla sólo Tú, porque siendo amor sabes hablar de
amor”.
(11) “¿Amor tú quieres oír? Todo lo creado te dice amor: Si brillan las estrellas amor te dicen; si
nace el sol, amor te manda; si resplandece de toda su luz en su pleno mediodía, dardos de amor
te manda al corazón; si el sol se pone te dice: “Jesús muere por ti de amor”. En los truenos y
relámpagos amor te mando y toques de besos te doy al corazón; sobre las alas de los vientos es
amor que corre; si murmuran las aguas te extiendo los brazos; si se mueven las hojas, te estrecho
al corazón; si perfuma la flor, te recreo de amor. Todo lo creado en mudo lenguaje te dice al
corazón: Sólo de ti quiero vida de amor. Amor Yo quiero, amor deseo, amor mendigo desde dentro
del corazón, sólo estoy contento si me das amor”.
(12) “Mi bien, mi todo, amor insaciable, si quieres amor, amor dame; si me quieres feliz, amor
me dices; si me quieres contenta, amor me entregas. Amor me inviste, amor me eleva, me lleva al
trono de mi Creador; el amor me señala la sabiduría increada y me conduce al eterno amor y ahí
yo hago mi morada.
(13) Vida de amor viviré en tu corazón, te amaré por todos, te amaré con todos, te amaré en
todos. Jesús, séllame toda de amor dentro de tu corazón, ábreme las venas y en vez de sangre
haz correr amor; quítame el respiro y haz que respire aire de amor; quémame los huesos y las
carnes y téjeme toda, toda de amor. El amor me transforme, el amor me conforme, el amor me
enseñe a sufrir Contigo, el amor me crucifique y me vuelva toda similar a Ti”.
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10-18
Marzo 24, 1911
(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y yo le rogaba por
ciertas necesidades de la Iglesia y por un cierto B. que ha editado libros de infierno, y me ha dicho:
(2) “Hija mía, no ha hecho otra cosa que arrojarse mayormente en el fango; una mente de sano
criterio pronto verá cómo es necio y cómo Yo lo he cegado, pues no ha puesto fuera ninguna
verdadera fuerza de razón en lo que él afirma. No quiero que los sacerdotes se den premura de
leerlo, volviéndose demasiado viles si lo hacen, y pasarán los límites de su dignidad, como si
quisieran poner atención al disparate de un niño, y por eso le darán campo para que haga otros
disparates, pero si no le prestan atención, al menos le darán el dolor de que nadie tome en serio lo
que él hace, y de que ninguno lo aprecie. Responderán con obras dignas de su ministerio, esta es
la más bella respuesta. ¡Ah! a aquél le sucederá que caerá en la trampa que prepara para los
demás”.
Libro de Cielo Volumen 10 15
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10-19
Marzo 26, 1911
(1) Esta mañana, encontrándome fuera de mí misma veía a la Celestial Mamá con el niño en
brazos; el divino niño me ha llamado con su pequeña manita, y yo he volado a ponerme de rodillas
ante la Mamá Reina, y Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, hoy quiero que hables con nuestra Mamá”.
(3) Y yo he dicho: “Celestial Mamá mía, dime, ¿hay alguna cosa en mí que disguste a Jesús?”
(4) Y Ella: “Amadísima hija mía, estate tranquila, por ahora no veo nada que disguste a mi Hijo,
si, jamás sea, llegas a incurrir en alguna cosa que pueda disgustarlo, rápidamente te avisaré,
confíate en tu Mamá y no temas”.
(5) Como la Celestial Reina me aseguraba lo anterior, me sentía infundir nueva vida, y he
agregado: “Dulcísima Mamá mía, ¿en qué tristes tiempos estamos, dime, es verdad que Jesús
quiere las casas de reunión de los sacerdotes?”
(6) Y Ella: “Ciertamente las quiere, porque las olas están por elevarse demasiado alto, y estas
reuniones serán las anclas, las lamparitas, el timón con el cual la Iglesia se salvará del naufragio
en la tempestad, porque mientras parecerá que la tempestad haya sumergido todo, después de la
tempestad se verá que han permanecido las anclas, las lamparitas, el timón, o sea las cosas más
estables para continuar la vida de la Iglesia. Pero, ¡oh! cómo son viles, cobardes y duros de
corazón, casi ninguno se mueve mientras que son tiempos de obras, los enemigos no reposan, y
ellos se están negligentemente, pero peor será para ellos”.
(7) Después ha agregado: “Hija mía, busca suplir todo con el amor, una sola cosa te importe,
amar, un solo pensamiento, una sola palabra, una sola vida, amor; si quieres contentar y agradar a
Jesús, ámalo y dale siempre ocasión de hablar de amor, éste es su único consuelo que lo
reconforta, el amor; dile que te hable de amor y Él se pondrá en fiesta”.
(8) Y yo: “Tierno Jesús mío, ¿escuchas lo que dice nuestra Mamá? Que te pida amor y que
hables de amor”.
(9) Y Jesús festejando ha dicho tales y tantas cosas de la virtud, de la altura, de la nobleza del
amor, que no me es dado saber decirlo con mi lenguaje humano, por eso mejor pongo punto final.
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10-20
Mayo 16, 1911
(1) Estaba rogando al bendito Jesús que confundiese a los enemigos de la Iglesia, y mi siempre
amable Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, podría confundir a los enemigos de la santa Iglesia, pero no quiero, si esto hiciera,
¿quién purgaría a mi Iglesia? Los miembros de la Iglesia, y especialmente quien está en puestos y
en altura de dignidades, tienen los ojos cegados y se equivocan grandemente, tanto, que llegan a
proteger a los fingidos virtuosos y a oprimir y condenar a los verdaderos buenos, esto me disgusta
Libro de Cielo Volumen 10 16
sobre manera, ver a aquellos pocos verdaderos hijos míos bajo el peso de la injusticia, aquellos
hijos de los cuales debe resurgir la Iglesia y a los que Yo estoy dando mucha gracia para
disponerlos a esto, Yo los veo puestos de espaldas al muro y atados para impedirles los pasos,
esto me duele tanto, que me siento todo furor por ellos.
(3) Escucha hija mía, Yo soy todo dulzura, benigno, clemente y misericordioso, tanto, que por mi
dulzura rapto los corazones, pero también soy fuerte, de desgarrar e incinerar a aquellos que no
sólo oprimen a los buenos, sino que llegan a impedir el bien que quieren hacer. ¡Ah! tú lloras por
los seglares, y Yo lloro las llagas dolorosas que hay en el cuerpo de la Iglesia, las que me adoloran
tanto, de sobrepasar las llagas de los seglares, porque son por la parte que no me esperaba, y que
me hacen disponer a los seglares a clamar en contra de ellos”.
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10-21
Mayo 19, 1911
(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo afligido, y yo me
estaba junto a Él para compadecerlo, amarlo, abrazarlo y consolarlo con toda la plenitud de la
confianza, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú eres mi contento, así me agrada, que el alma se olvide de sí misma, de sus
miserias, que se ocupe sólo de Mí, de mis aflicciones, de mis amarguras, de mi amor, y que con
toda confianza se esté junto a Mí. Esta confianza me rapta el corazón y me inunda de mucha
alegría, porque como el alma se olvida de sí por Mí, así Yo olvido todo por ella y la hago una sola
cosa para Mí, y llego no sólo a darle, sino a hacerle tomar lo que quiere. Al contrario el alma que
no olvida todo por Mí, aun sus miserias y se quiere estar en torno a Mí con todo respeto, con temor
y sin la confianza que me rapta el corazón, y como si quisiera estar con temerosa compostura
Conmigo y toda reservada, a esta tal nada le doy y nada puede tomar, porque falta la llave de la
confianza, de la soltura, de la simplicidad, cosas todas necesarias, para Mí para dar, y para ella
para tomar; por lo tanto, con las miserias viene y con las miserias queda”.
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10-22
Mayo 24, 1911
(1) Estaba pensando en la incomprensible grandeza y sabiduría divina, que al darnos sus bienes
Él no disminuye en nada, más bien parece que Él con dar adquiere la gloria que le da la criatura
por haber recibido los bienes del Señor. Y el bendito Jesús al venir me ha dicho:
(2) “Hija mía, también tú posees esta dote, no en el cuerpo sino en el alma, comunicada a ti por
mi bondad; en efecto, con buscar infundir en las almas el bien, la virtud, el amor, la paciencia, la
dulzura, tú no disminuyes en lo más mínimo, más bien con infundirlos en los otros, si ves que ellos
aprovechan, tú gozas por ello una complacencia mayor. Entonces, lo que tú eres por gracia en el
alma, Yo lo soy por naturaleza, y no sólo de los bienes de virtud, sino de todos los bienes posibles,
naturales, espirituales y de cualquier género”.
Libro de Cielo Volumen 10 17
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10-23
Junio 7, 1911
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10-24
Junio 21, 1911
(1) Estaba pensando en la Celestial Mamá cuando tenía a mi siempre amable Jesús muerto en
sus brazos, en qué hacía y cómo se ocupaba de Jesús. Y una luz acompañada de una voz en mi
interior decía:
(2) “Hija mía, el amor obraba potentemente en mi Madre. El amor la consumía toda en Mí, en
mis llagas, en mi sangre, en mi misma muerte y la hacía morir en mi amor; y mi amor,
consumiendo el amor y a toda mi Madre, la hacía resurgir de amor nuevo, o sea, toda de mi amor.
Así que su amor la hacía morir, mi amor la hacía resurgir a una vida nueva toda en Mí, de una
mayor santidad y toda divina. Así que no hay santidad si el alma no muere en Mí; no hay
verdadera vida si no se consume toda en mi amor”.
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10-25
Junio 23, 1911
(2) “Hija mía, el amor no está sujeto a muerte, no hay poder, no hay derechos por encima del
amor; el amor es eterno, y para quien ama, es eterno Conmigo. El amor no teme de nada, no duda
de nada, y los mismos males los convierte en amor. El Amor soy Yo mismo, y amo tanto a quien
en todo me ama y que todo lo hace por amor, que ¡ay! por quien lo toca, los haré quedar
quemados por el fuego de mi tremenda Justicia”.
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10-26
Julio 2, 1911
Donde hay amor hay vida, sin el amor todo está muerto.
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10-27
Septiembre 6, 1911
(1) Continúa casi siempre lo mismo, o sea con privaciones amarguísimas y con silencio de
Jesús; a lo más solamente se hace ver y me dice cosas repetidas, por eso no las escribo.
Recuerdo que cuando yo emito algún lamento por mi estado, me dice en mi interior:
(2) “Hija mía, paciencia, pórtate como una valiente, como una heroína, ánimo, por ahora déjame
castigar y después vendré como antes”.
(3) Recuerdo también que estando pensativa acera de mi estado me dijo:
(4) “Hija mía, quien quiere poner atención a las dificultades, a las dudas, a sí mismo, es como
aquellas personas melindrosas que hacen asco de todo, y en lugar de pensar en alimentarse
piensan en las asquerosidades, aunque no las hubiera, y por tanto crecen enflaquecidas,
cadavéricas y así mueren; así es de las almas que de todo quedan pensativas, crecen
enflaquecidas y así mueren”.
(5) Me ha dicho alguna otra cosita, pero no la recuerdo bien. Entonces esta mañana
encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado al niño Jesús en mis brazos, que lloraba
fuerte, fuerte, porque oía decir que lo querían arrojar de Italia. Tomamos camino hacia Francia, y
no lo querían recibir, y mi siempre amable Jesús, llorando decía:
(6) “Todos me arrojan, ninguno me quiere, y Yo, obligado por ellos mismos los flagelaré”.
(7) Mientras estaba en esto veía calles llenas de piedras, de fuego, con gran daño de ciudades.
(8) “¿Has visto? Retirémonos hija mía, retirémonos”.
(9) Y así nos hemos retirado en mi cama y ha desaparecido. Después de otros días, rogándole
que se calmara, por los tantos flagelos que se oyen, me ha dicho:
(10) “Hija mía, me tratan como a un perro, y Yo los haré matarse entre ellos como perros”.
(11) ¡Oh! Dios, qué espanto. Aplácate oh Señor, aplácate!
Libro de Cielo Volumen 10 19
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10-28
Octubre 6, 1911
(1) Estaba pensando para mí misma: “Cómo es posible que Jesús bendito, para castigar a los
pueblos me deba privar de su amable presencia; quisiera ver si no es que va a otras almas para
hacerse ver; creo que sean excusas, o que hay en mí alguna cosa que le impida venir”. Y Jesús,
haciéndose apenas ver me ha dicho:
(2) “Hija mía, es verdad que por los castigos no vengo frecuentemente; y aun admitiendo que
vaya a alguna otra alma, esto no dice nada, porque el todo está en el estado al cual han llegado
las almas con mi gracia, por ejemplo: Si Yo fuera a un alma principiante, o bien que no haya
llegado a la posesión de Mí como si fuera todo suyo, poco o nada me haría, no tendría aquel
atrevimiento, aquella confianza de desarmarme, de atarme como le plazca. Éstas están ante Mí
todas tímidas, y con razón, porque no han entrado en Mí como dueñas para poder disponer como
quieran, en cambio, el alma cuando ha llegado a poseerme es atrevida, confiada, conoce todos los
secretos divinos y puede decirme, y con razón: “Si eres mío, quiero hacer lo que quiero”. He aquí
por qué para poder obrar me escondo, porque sufrirían mucho al unirse Conmigo en castigar, o
bien me lo impedirían. He aquí hija mía la necesidad de que no me manifieste, de otra manera,
quiero oírlo de ti misma, ¿qué me harías? ¿Cuánto no te opondrías?”
(3) Y yo: “Cierto Señor, debería comportarme en todo como me has enseñado Tú mismo, amar
a las criaturas como tus imágenes y como Tú mismo. Si yo te viese como antes, jamás podrías
permitir la guerra en Italia, Tú te escondes y yo permanezco nada y la pura nada, Contigo puedo
todo, sin Ti no puedo nada”.
(4) Y Jesús: “¿Has visto? Lo dices tú misma, así que viniendo a ti la guerra se reduciría a un
juego, mientras que mi Voluntad es que lleve tristes y graves consecuencias. Por eso te repito mi
estribillo: “Animo, estate en paz, seme fiel, no te comportes como niña que a cada cosa hace
berrinches, sino como heroína. No te dejo verdaderamente, sino que me estaré escondido en tu
corazón, y tú continuarás viviendo de mi Querer; y si no hacemos así, los pueblos llegarán a tales
excesos, que dará terror y espanto”.
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10-29
Octubre 8, 1911
(1) Continuando mi habitual estado, apenas he visto a mi adorable Jesús, pero tan afligido que
podría hacer llorar a las piedras. Me hacía ver ciudades asediadas, como si gente extranjera
quisiera invadir Italia; todos emitían un grito de dolor y espanto, quién se escondía. Y Jesús todo
afligido me ha dicho:
(2) “Hija mía, qué tristes tiempos, pobre Italia, ella misma se va preparando el desembarco para
perecer, mucho le he dado, la he favorecido más que a todas las otras naciones, y en
correspondencia me ha dado más amarguras”.
(3) Y yo quería pedirle que se aplacase vertiendo en mí sus amarguras, pero ha desaparecido.
Libro de Cielo Volumen 10 20
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10-30
Octubre 10, 1911
(1) Me siento morir por el dolor y voy repitiendo frecuentemente mi estribillo: “Pobres hermanos
míos, pobres hermanos míos”. Jesús ha acrecentado mi dolor haciéndome ver la tragedia de la
guerra; cuánta sangre parecía que se derramaba y se derramará. Jesús parecía inexorable y
decía:
(2) “No puedo más, quiero terminar con esto, tú harás mi Querer, ¿no es verdad?”
(3) “Cierto, como Tú quieras, ¿pero puedo acaso olvidar que son tus hijos salidos de tus mismas
manos?”
(4) Y Jesús: “Pero estos hijos me hacen sufrir mucho, y no sólo quieren matar a su propio Padre,
sino que se quieren volver homicidas de ellos mismos. Si tú supieras cuánto me hacen sufrir, tú te
uniformarías Conmigo”.
(5) Y mientras esto decía, parecía que me ataba las manos y me estrechaba Consigo, y me
sentía tan transformada en su Querer, que perdía la fuerza de hacerle violencia, y ha agregado:
(6) “Así está bien, toda en mi Voluntad”.
(7) Yo, viendo mi inhabilidad y al mismo tiempo la tragedia, he roto en llanto y decía: “Mi Jesús,
¿cómo harán? No hay medios para salvarlos, salva al menos sus almas, ¿quién podrá resistir? Al
menos llévame a mí primero”.
(8) Y Jesús: “¿Has visto? Si tú continúas llorando Yo me voy y te dejo sola, también tú quieres
afligirme. Yo salvaré a todos aquellos que están dispuestos, por eso no llores, te daré sus almas,
estate contenta. ¿Tal vez no puedo llevarte más al Cielo, y será por lo que tanto te afliges? ¿Sabes
tú por qué no te llevo?”
(9) Y como yo continuaba llorando, Jesús hacía como que se retiraba, y yo he debido gritar
fuerte diciéndole: “Jesús, no me dejes, que no lloro más”.
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10-31
Octubre 11, 1911
(1) Continúa mi siempre amable Jesús viniendo por poco tiempo, pero siempre con el estribillo
de hacer que sucedan tragedias, y no sólo eso, sino de hacer invadir a Italia por personas
extranjeras. Si esto sucede, grandes ¡ay! habrán para Italia. Entonces decía a Jesús: “La guerra,
las guerras, los terremotos, las ciudades destruidas, y ahora quieres agregar también esto, quieres
adentrarte demasiado, ¿pero quién podrá resistir?”
(2) Y Jesús: “Ah, hija mía, es necesario, es necesario. Tú no comprendes bien a qué excesos ha
llegado el hombre, y de todas las clases, sacerdotes, religiosos, ¿quién los purgará? ¿No es bueno
servirme de gente extranjera para purificar todas las cosas y hacerlos bajar la cabeza altanera y
soberbia?
Libro de Cielo Volumen 10 21
(3) Y yo: “No lo puedes hacer, al menos esto de hacer venir a los extranjeros, te venceré con mi
amor, ¡pero qué digo! Más bien con tu amor. ¿No has dicho Tú mismo que no sabes negar nada a
quien te ama?”
(4) Y Jesús: “¿Quieres vencerme? Parece que me quieres combatir, ¿pero no sabes que el
verdadero amor está en la unión de los quereres?”
(5) Y yo animándome de más he dicho: “Cierto, en todo unida con tu Querer, pero no en esto,
aquí entra el daño a los otros, combatiremos pero no vencerás”.
(6) Y Jesús: Bravo, bravo, quieres combatir Conmigo”.
(7) Y yo: “Mejor combatir Contigo que con cualquier otro, porque Tú solo eres el bueno, el santo,
el amable, que tomas cuidado de tus hijos”.
(8) Y Jesús: “Ven un poco junto Conmigo, vayamos a ver”.
(9) Y yo: “No quiero ir, no quieres darme nada, ¿qué voy a hacer?” Pero después nos hemos ido
y ¿quién puede decir los males que se veían y las razones por la que Jesús quiere casi
destruirnos? Son tantos que no sé por donde comenzar, por eso mejor pongo punto.
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10-32
Octubre 12, 1911
(1) Continúa haciéndose ver por instantes, pero en actitud de atraer tanto mi querer hacia Él,
que me sentía casi como si yo quisiera los castigos, ¡qué pena! Parece que me ha hecho sufrir un
poquito diciéndome.
(2) “Las cosas serán graves, este tu pequeño sufrir sirve para contentarte y para mantener mi
palabra de perdonar en parte”.
(3) Y yo: “Gracias ¡oh! Jesús, pero no estoy contenta, espero vencerte y aplacarte, porque por
las noticias que se oyen de la guerra, parece que Italia vence, así que venciendo Italia no se
llegará jamás a ese punto de que los extranjeros puedan invadirla”.
(4) Y Jesús: “¡Ah, hija mía, cómo se engañan! Permitiré que los primeros triunfos los hagan
cegarse, y el enemigo le tramará su derrota. Las cosas no se resuelven aún, los triunfos que dicen
son sin combatir, por eso sin seguridad”.
(5) Y yo: “Ah, lo he visto Jesús, tenme contenta, aplácate”.
(6) Y Él: “¡Ah, hija mía, hija mía!”
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10-33
Octubre 14, 1911
(1) Mi siempre amable Jesús se hacía ver como queriendo dormir dentro de mí, y yo
distrayéndolo le he dicho: “Jesús, ¿qué haces? No es tiempo de dormir, los tiempos son tristes y
se necesita mucha vigilia, o qué, ¿quieres hacer que suceda hoy alguna cosa grave?”
(2) Y Jesús: “Déjame dormir, porque siento necesidad de ello, y tú reposa junto Conmigo”.
(3) Y yo: “No Señor, Tú sufres mucho y te es necesario el reposo, yo no”.
(4) Y Él: “Entonces Yo duermo y tú detén el peso del mundo, ¿a ver si lo haces?”
Libro de Cielo Volumen 10 22
(5) Y yo: “Ciertamente que por mí no lo haré, pero junto Contigo sí, del resto, ¿no es el amor
para Ti más que el reposo? Yo quiero amarte mucho, mucho, pero con tu amor, para poder darte
el amor de todos; con el amor te aliviaré todo dolor, te haré olvidar todos los disgustos, supliré a
todo lo que las criaturas deberían hacer, ¿no es verdad ¡oh! Jesús?”
(6) Y Él: “Es verdad lo que tú dices, pero el amor es también justo. ¡Oh, cuán escaso es el
número de aquellos que funden toda su vida en el amor! Te recomiendo hija mía, haz conocer a
todos aquellos que puedas que el todo está en el amor, la necesidad del amor, y que todo lo que
no es amor, aunque sean cosas santas, en lugar de hacerles caminar hacia delante los hacen ir
hacia atrás; tú misión sea enseñar la verdadera vida de amor, que es donde está todo lo bello de
las criaturas y todo lo más bello que me pueden dar”.
(7) Y yo: “Cuánto se necesita para hacerlos comprender eso, a algunos les parece extrañeza
que el todo esté en el amor, y que amando, el amor asume el empeño de hacerlas similares a Ti
que eres todo amor, pero haré todo cuanto pueda”. En eso veía a Jesús que quería retirarse, y yo:
“No me dejes, ¿ahora que estamos hablando de amor quieres retirarte? El amor te agrada tanto”.
Pero después de un poco ha desaparecido.
(8) Agrego que el día 11 había dicho a Jesús: “O me tendrás en la cruz o te tendré en la cruz”. Y
como Jesús me había hecho ver que Él llevaba un ataúd todo negro sobre la espalda, Él todo
curvado bajo de aquel ataúd me dijo:
(9) “Este ataúd es Italia, no resisto más el llevarla, me siento aplastar bajo su peso”.
(10) Y parecía que levantándose, el ataúd se tambaleaba e Italia recibía una terrible sacudida”.
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10-34
Octubre 15, 1911
(1) Esta mañana el bendito Jesús se hacía ver quemándose de amor, el aliento que le salía era
tan ardiente, que parecía que fuera suficiente para quemar a todos de amor si lo quisiera, entonces
le he dicho: “Jesús, mi amor, cómo es ardiente tu aliento, quema a todos, da amor a todos,
especialmente a aquellos que lo quieren”.
(2) Y Él: “Quema tú a todos aquellos que se acercan a ti”.
(3) Y yo: “¿Cómo puedo quemarlos si no estoy quemada yo?” Y en ese momento parecía que
quería hablar de castigos, y yo. “Quieres comportarte como impertinente, ahora no, después se
pensará en eso”. Entonces parecía que los santos rogaban a mi dulce Jesús para ver si me podían
llevar con ellos al Cielo, y yo: “Mira Jesús como son buenos los santos que me quieren llevar con
ellos, y Tú no, no que no seas bueno, pero no eres bueno conmigo porque no me llevas. ¡Oh,
cómo todos son crueles, crueldad mayor que ésta no se puede dar, que me quieren tener atada a
la tierra!” Jesús se ha retirado dejándome amargada.
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10-35
Octubre 16, 1911
(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús amenazaba fuerte con hacer invadir a Italia por gente
extranjera, y yo disgustándome con Él he dicho: “Quieres hacer propiamente como impertinente,
dices que me quieres mucho y no quieres contentarme en nada, y bravo por Jesús, ¿esto es lo
mucho que me quieres?”
(2) Y Jesús: “Para hacerte ver que te quiero mucho, por amor tuyo perdonaré tu pueblo, ¿no
estás contenta?”
(3) Y yo gritando fuerte: “No Señor, no lo puedes hacer”.
(4) Y Jesús: “Qué ¿te enojas?”
(5) Y yo: “Sí, hoy quedo enojada Contigo”. Y ha desaparecido. Pero yo espero que se aplaque.
Y parecía que me ataba fuertemente a Él para hacerme hacer su Querer.
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10-36
Octubre 17, 1911
Jesús toma más gusto del amor del alma viadora que del de los santos.
(1) Mi dulcísimo Jesús parece que ha venido un poco más de lo acostumbrado. Parecía que
tenía la corona de espinas, y yo, quitándosela la he clavado en mi cabeza, pero después de un
poco, mirando a Jesús lo veía de nuevo coronado de espinas:
(2) “Y Jesús: “Mira hija mía cómo me ofenden, una corona me has quitado y otra más me han
tejido, no me dejan libre, continuamente me tejen coronas de espinas”.
(3) Y yo nuevamente se la he quitado, y Jesús complaciéndose se ha acercado a mi boca y ha
vertido un poco de licor dulcísimo, y yo: “Jesús, ¿qué haces? Tú estás lleno de amarguras, ¿y a mí
me das dulzuras? Esto no conviene”.
(4) Y Jesús: “Déjame hacer a Mí, también tú tenías necesidad de ser confortada, es más, quiero
que tomes un poco de reposo en mi corazón”.
(5) ¡Oh, cómo se estaba bien! Después me ha puesto fuera, y yo: ¿Por qué me pones fuera?
Estaba tan bien en tu corazón, ¡cómo era bello!”
(6) Y Jesús: “Cuando te tengo dentro de Mí te gozo Yo solo, cuando te pongo fuera te gozan
todos, y tú puedes tomar la defensa de tus hermanos, puedes perorar, puedes hacer que los
perdone, tan es verdad, que los santos dicen que Yo te contento más a ti que a ellos, que tomo
más gusto de tu amor que del de ellos, y Yo les digo que esto lo hago con amor y con justicia,
porque contigo puedo dividir mis penas, con ellos no, pues tú siendo viadora puedes tomar las
penas de otros y las mías sobre de ti, y con eso tienes la fuerza para desarmarme, a menos que
Yo no quisiera, como ayer que te até fuertemente los brazos para hacer que no te opusieras a mi
Querer, mientras que ellos, estas armas no las tienen más en su poder, tanto, que cuando debo
castigar me escondo de ti, pues me puedes hacer alguna fuerza, de ellos no me escondo”.
(7) Y yo: “Cierto, cierto ¡oh! Jesús que debes tomar más contento de mi amor que del de ellos,
porque su amor es de habitantes del Cielo, te ven, te gozan continuamente y están absorbidos en
tu Santísimo y Divino Querer, todos se han perdido en Ti, por eso, ¿qué gran cosa es su amor,
recibiendo vida continua de Ti? Mientras que yo, pobrecita de mí, que sólo tus privaciones me dan
muerte continua”.
(8) Y Jesús: “Pobre hija mía, tienes razón”.
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Libro de Cielo Volumen 10 24
10-37
Octubre 18, 1911
(1) Esta mañana mi dulcísimo Jesús se hacía ver en actitud de ponerme el dedo en la boca, casi
como si quisiera que alzara la voz para hablarle, y me decía:
(2) “Hazme un canto de amor, quiero distraerme un poco de lo que me hacen las criaturas,
háblame de amor, alíviame”.
(3) Y yo: “Házmelo Tú primero, que de Ti aprenderé para hacértelo yo”. Y Jesús me decía tantas
cosas de amor, y agregaba, ¿quieres jugar? Y yo: “Sí”. Y parecía que tomase una flecha de dentro
de su corazón y la mandase al mío, yo me sentía morir de dolor, y de amor me contorsionaba.
(4) Y Jesús: “Yo te la he hecho, házmela tú a Mí”.
(5) Y yo: “No sé qué poner para hacértela, me debo servir de la tuya”. Y así he tomado su flecha
y la he lanzado dentro de su corazón, y Jesús quedaba herido y desfallecía, y yo lo sostenía entre
mis brazos, ¿pero quién puede decir todos lo que hacíamos?
(6) Ahora, cuando estaba en lo mejor ha desaparecido sin ni siquiera ayudarme a volver, me
parecía que me quería ayudar el ángel, y yo: “No, quiero a Jesús, ángel mío, llámalo, llámalo, de
otra manera aquí me estoy”. Y gritaba fuerte: “Ven, ven ¡oh! Jesús”. Y parecía que Jesús venía, lo
he vencido; bravo por Jesús, y así ayudándome a volver me ha dicho:
(7) “Tú ofendes al ángel”.
(8) Y yo: “No es verdad, quiero todo de Ti, y además él lo sabe, que entre todos yo te debo
querer mucho a Ti”. Jesús ha sonreído y ha desaparecido.
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10-38
Octubre 19, 1911
(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús quería huir de mí, y yo lo he estrechado fuertemente
entre mis brazos, Jesús quería soltarse y yo le he dicho:
(2) “Tú me enseñas, anteayer Tú me ataste fuerte, de modo que no era capaz de hacer un
movimiento, y yo te dejé hacer. Ahora estate quieto, déjame hacer, quiero hablarte al oído, mucho
más que no siento ganas de gritar, porque parece que en estos días pasados tenías ganas de
hacerme gritar, fingiendo, al hacerte el sordo de no entenderme, y yo era obligada a repetir y a
gritar para hacerme entender, yo no sé, cada vez haces algo nuevo”.
(3) Y Jesús: “Yo estaba ensordecido por las ofensas de las criaturas, y para distraerme y
aliviarme quería oír tu voz amorosa y fingía no oír. ¡Ah, tú no sabes qué eco de maldiciones me
viene de la tierra! Las voces de amor, de alabanzas, etc., rompen este eco pestilente y me alivian
un poco”.
(4) Mientras estaba en esto me parecía que venía la Mamá, y yo: “¡Oh, la Mamá, la Mamá, ven
¡oh! Jesús, ¡oh!, la Mamá!”
(5) Y Ella: “Ama mucho a Jesús, tenlo contento, el amor es su felicidad”.
(6) Y yo: “Parece que de algún modo está contento, hago cuanto puedo por amarlo; pero me
parece que Tú puedes tenerlo más contento que yo”.
Libro de Cielo Volumen 10 25
(7) Y Ella: “Hija mía, el amor del Cielo es suyo, del amor de la tierra quiere hacer adquisición, he
aquí por qué de esta parte tú puedes volverlo más contento amándolo, y mucho más sufriendo”.
(8) Y yo: “Si supieras, ¡oh! Mamá mía cuánto me hace sufrir, me deja, llega a negarme los
sufrimientos para castigar, escucha qué me dijo anteayer, que quiere hacer venir gente extranjera
a Italia, ¿cuánta ruina no harán? Propiamente quiere hacer impertinencias, y para hacerme ceder a
su Voluntad me ató fuertemente”.
(9) Y Jesús: “Qué, ¿me acusas?”
(10) Y yo: “Ciertamente debo acusarte con la Mamá, porque Ella te confía a mí
encomendándome que esté muy atenta para no dejarte mandar castigos, y me dijo que fuera aun
osada en desarmarte; ¿no es verdad Mamá?”.
(11) Y Ella: “Sí, es verdad, y quiero que continúes, porque castigos graves están preparados,
por eso ámalo mucho, porque el amor al menos lo endulzará”.
(12) Y yo: “Haré cuanto pueda, siento que lo amo sólo a Él, tanto que sin Ti sé estar, pero sin
Jesús no, y Tú no te disgustas por esto, ¿no es verdad? Porque lo sabes y lo quieres, que entre
todos debo amar más a Jesús”.
(13) Y la Mamá parecía contenta.
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10-39
Octubre 20, 1911
(1) Mi adorable Jesús daba compasión, lloraba mucho, apoyaba su rostro sobre el mío y sentía
sus lágrimas sobre mí. Yo, viéndolo llorar lloraba también y le decía: “¿Qué tienes, oh Jesús, que
lloras? Te ruego que no llores, vierte sobre mí tus penas, hazme tomar parte de tus amarguras,
pero no llores porque me siento morir por el dolor. Pobre Jesús, ¿qué te han hecho?” Y lo
acariciaba, lo besaba para calmarle el llanto.
(2) Y Jesús: “Ah hija mía, tú no sabes cuánto me hacen, si tú lo vieras morirías por el dolor. Tú
dices que no debo hacer venir a los extranjeros, pero por lo que están haciendo ellos mismos me
están arrancando este castigo, ellos me han arrancado el flagelo de la guerra, ellos me han
arrancado el castigo de que les destruyese las ciudades, por eso hija mía, paciencia”.
(3) Y yo: “Al verte llorar me siento rotos los brazos y no sé decirte que no lo hagas, sólo te digo
que me lleves a mí primero, porque estando en el Cielo pensaré como aquellos del Cielo, pero
estando en la tierra no pensaré como ellos, y por eso no puedo resistir ver todo esto”. Entonces
parecía que era tanto el dolor de Jesús y la necesidad de que alguien lo aliviase, que se ha estado
casi siempre junto conmigo, y yo ahora le hablaba de amor, ahora lo reparaba, ahora rogábamos
juntos, ahora le veía la cabeza para ver si tenía la corona de espinas para quitársela. Jesús tenía
deseos de estarse conmigo, todo se dejaba hacer; eran tantos los pecados que se cometían que
no quería ir en medio a las gentes. Después ha vertido un poco de licor dulce diciéndome:
(4) “También tú tienes necesidad de ser confortada”.
(5) ¡Oh, cómo es bueno Jesús!
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Libro de Cielo Volumen 10 26
10-40
Octubre 23, 1911
(1) Esta mañana mi siempre amable Jesús ha venido, pero quién puede decir cuánto sufría.
Parece que siente en Sí todas las penas de las criaturas, y son tantas que busca alivio y consuelo.
Ahora, después de haberlo tenido conmigo en silencio, yo para consolarlo le decía mis locuras de
amor, agregando besos y caricias, así parecía que se aliviase y después me ha dicho:
(2) “Hija mía, haz que la vida de tu corazón sea toda de amor, no hagas que entre otra cosa,
porque Yo quiero tomar alimento de dentro de tu corazón, y si no encuentro todo amor, para Mí no
será alimento sabroso. En cuanto a las otras partes de ti, les podrás dar a cada una su oficio, esto
es, a la mente, a la boca, a los pies, a todos tus sentidos, a quien le darás la adoración, a quien la
reparación, a quien las alabanzas, el agradecimiento y todo lo demás, pero del corazón quiero sólo
amor”.
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10-41
Octubre 26, 1911
(1) Continúa haciéndose ver, pero que quiere esconderse en mí para no ver los males de las
criaturas. Parecía que me encontraba fuera de mí misma, veía hombres venerables, todos
consternados que hablaban de la guerra y temían fuertemente. Después se dejaba ver la Reina
Mamá, y yo: “Bella Mamá mía, ¿qué será de la guerra?”
(2) Y Ella: “Hija mía, reza, ¡oh, cuántos ay! Reza, reza hija mía”.
(3) Yo he quedado consternada y rogaba al buen Jesús, pero parece que no me quiere hacer
caso, más bien parece que ni siquiera quiere que se hable de esto, parece que sólo quiere
consuelo, y consuelo de amor; en vez de derramar amarguras derrama dulzuras, y si se le dice:
“Tú estás lleno de amarguras; ¿y en mí viertes las dulzuras?” Jesús dice:
(4) “Hija mía, las amarguras las puedo desahogar con todos, pero los desahogos de amor, las
dulzuras, sólo las puedo verter en quien me ama y es todo amor por Mí. ¿No sabes tú que también
el amor es necesidad en Mí, y que tengo necesidad de él más que de todo?”
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10-42
Noviembre 2, 1911
(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me lamentaba con Él
de que venía brevemente, y que no me daba tiempo de decirle nada de las tantas necesidades
que hay, con la añadidura de que al venir, ahora me estrecha fuerte, ahora me transforma tanto en
su Voluntad que no me deja ni siquiera un pequeño espacio para poder perorar por sus criaturas, y
Jesús me ha dicho:
(2) “Pero hija mía, siempre quieres saberlo todo, está bien, te lo digo. Las cosas serán graves,
gravísimas, he ahí todo el por qué, y si me pusiera en confianza contigo, tú me atarías y no me
dejarías hacer nada, en cambio debes tener paciencia y por ahora Yo te ataré a ti”.
(3) Después ha tomado un corazón de luz y me lo ha puesto dentro de mi interior agregando:
(4) “Amarás, hablarás, pensarás, repararás, todo lo harás por medio de este corazón”.
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10-43
Noviembre 18, 1911
(1) Lamentándome con Jesús de sus privaciones, especialmente en estos días en que ni
siquiera me hacía ver nada, el bendito Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, aquí estoy en tu corazón, y si no te hago ver nada es porque he dejado el mundo
en poder de sí mismo, y habiéndome retirado Yo de ellos, te he retirado también a ti, y por eso en
estos días no ves lo que sucede, pero para ti estoy siempre atento a ver y escuchar que quieres,
¿me has pedido acaso alguna cosa? ¿Has tenido necesidad de mis enseñanzas y no te he hecho
caso? Más bien te estoy asistiendo tanto, que te he puesto en condición de no sentir necesidad de
nada, tu única necesidad es mi Querer y que se cumpla en ti la consumación del amor. Mi
Voluntad es como un resorte, y por cuanto más el alma penetra dentro de mi Querer, tanto más
este resorte de mi Voluntad se amplía, y el alma toma más parte en todos mis bienes, así que en
este período de tu vida te quiero toda atenta a formar la perfecta consumación de ti en el amor”.
(3) Y yo: “Pero dulce amor mío, yo temo mucho por mi estado presente, mi amor, ¡qué cambio!
Tú lo sabes, también el sufrir me ha dejado, parece que tiene miedo de venir a mí, ¿no es esta una
señal funesta?”
(4) Y Jesús: “Lo que tú dices es falso hija mía, si Yo no te tuviera como atada tú te levantarías,
¿qué significa ese no poder moverte por ti misma? ¿Tener necesidad de los demás en tus cosas?
¿No significa acaso que te tengo atada? Habiéndote liberado de las ataduras de mi presencia, mi
amor usa otros artificios para tenerte atada Conmigo, y debes saber que la verdadera crucifixión
no consiste en ser crucificada en las manos y pies, sino en todas las partículas del alma y del
cuerpo, así que ahora te tengo más crucificada que antes. Para Mí, ¿cuánto duró la crucifixión
exterior en las manos y pies? Apenas tres horas, pero la crucifixión de todas las partículas de mi
Ser, y la crucifixión de mi voluntad en la Voluntad del Padre me duraron toda la vida. ¿No quieres
tú imitarme también en esto? ¡Ah! si Yo te quisiera liberar en verdad, tú quedarías bien, como si no
hubieras estado en la cama ni siquiera un día. Pero te prometo que volveré pronto”.
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Libro de Cielo Volumen 10 28
10-44
Diciembre 14, 1911
(1) Continúo con mis días amarguísimos pero resignada al Querer de Dios. Mi siempre amable
Jesús, si se hace ver, es siempre afligido y taciturno, parece que no me quiere prestar atención.
Esta mañana, haciéndose ver, me ponía dos aretes, tan brillantes que parecían dos soles, y
después me ha dicho:
(2) “Hija amada mía, para quien está toda atenta a escucharme, mi palabra es sol que no sólo
alegra el oído, sino que nutre la mente y sacia el corazón de Mí y de mi amor. ¡Ah!, no se quiere
comprender que toda mi intención es de tenerlos a todos ocupados en Mí, sin poner cuidado en
otra cosa. Mira a aquella, señalando a una persona, con ese modo que examina todo, pone
atención a todo, se impresiona de todo, hasta de los excesos y también de las cosas santas, no es
otra cosa que un vivir fuera de Mí, y a quien vive fuera de Mí, por necesidad le viene que se siente
mucho a sí misma, cree hacerme honor, pero es todo lo contrario”.
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10-45
Diciembre 21, 1911
(1) Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús, y
poniéndose frente a mí me miraba toda, esas miradas me penetraban dentro y fuera y yo quedaba
toda luz, y por cuanto más me miraba tanto más resplandecía, y a través de esta luz Él miraba a
todo el mundo, y después de haberme mirado fijamente me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi Voluntad es Sol, y quien vive de mi Querer se vuelve sol, y Yo, sólo a través de
este sol miro el mundo y vierto gracias y beneficios para provecho de todos. Si no estuviera este
Sol de mi Querer en alguna alma, la tierra se volvería extraña para Mí y rompería cualquier
comunicación entre la tierra y el Cielo, así que el alma que hace perfectamente mi Voluntad, es
como sol en el mundo, con esta diferencia, que el sol material hace bien, da luz y hace bien
material; en cambio el Sol de mi Voluntad en el alma consigue gracias espirituales y temporales, y
da luz a las almas. Hija mía, que lo que más te interese sea mi Querer, mi Querer sea tu vida, tu
todo, también en las cosas más santas, hasta en mi misma privación. Tú, ciertamente no me darás
este disgusto de alejarte, aun por poco, de mi Voluntad, ¿no es verdad?”
(3) Yo he quedado maravillada y ha desaparecido. Y pienso entre mí qué quiere decir este
hablar de Jesús, ¡ah! tal vez me quiere hacer alguna de las suyas, o sea privarme de Él, ah, sea
siempre bendito y adorado su Santísimo Querer”.
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Libro de Cielo Volumen 10 29
10-46
Enero 5, 1912
(1) Habiendo leído en mis escritos que cuando el bendito Jesús nos priva de Él se hace nuestro
deudor, yo pensaba entre mí: “Si Jesús lleva cuenta de todas las privaciones, los disgustos, los
berrinches, que hago especialmente en estos tiempos, ¿quién sabe cuántas deudas ha contraído
conmigo? Pero temo que no siendo Voluntad suya mi estado, en vez de hacerlo deudor me vuelva
yo deudora”. Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Estoy propiamente para mirar qué haces tú, si te apartas, si cambias sistema; mientras no te
separes, está segura de que siempre hago firma de nuevos débitos, tu espera, tu tolerancia y
perseverancia me suministran el pagaré donde poner mi firma, pero si esto no hicieras, primero no
tendría donde poner mi firma; segundo tú no tendrías ningún documento en la mano para rescatar
estas deudas, y queriendo tú exigir, te respondería franco: “No te conozco, ¿dónde están los
documentos que muestren que Yo soy tu deudor?” Y tú quedarías confundida. Es verdad que Yo
me hago deudor cuando privo de mi presencia, de la gracia sensible, pero cuando esto lo dispone
mi sabiduría y ellos no me dan ocasión de privarlas de Mí; pero cuando ellos me dan la ocasión, o
que privándolos de Mí no me son fieles, no me esperan, entonces en lugar de hacerme deudor Yo,
ellos se hacen deudores. Yo, si contraigo deudas tengo con qué pagar y permanezco siempre el
que soy, pero si las contraes tú, ¿cómo me pagarás? Por eso permanece atenta en tu puesto, a tu
estado de victima, como quiera que te tenga, si es que quieres hacerme tu deudor”.
(3) Yo le he dicho: “¿Quién sabe, ¡oh! Jesús, cómo estará el padre, porque hoy no se sentía
bien, y no me he acordado de él para pedirte de continuo como hice anteayer”.
(4) Y Jesús: “Continúa estando más aliviado, porque cuando tú me pides de continuo, Yo siento
la fuerza de la oración y casi me impide el hacerlo sentir más sufriente, con el tiempo, cesando
esta oración continua, esta fuerza va perdiéndose y Yo quedo libre de hacerlo sufrir más”.
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10-47
Enero 11, 1912
(1) Habiendo recibido la comunión, mi siempre amable Jesús se hacía ver en todo mi alrededor,
y yo en medio, como dentro de un túnel; Jesús era el túnel y yo la nada que me estaba en medio
de este túnel. Ahora, ¿quién puede decir lo que yo experimentaba en ese túnel? Me sentía
inmensa, sin embargo de mí no existía más que la nada, sentía que Jesús me infundía su aliento,
sentía este su aliento en torno a mí y por todas partes, pero no tengo palabras para expresarme,
soy demasiado ignorante, lo he escrito sólo por obedecer. Después Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, ve cuánto te amo y cómo te tengo custodiada dentro de mi túnel, esto es, dentro
de Mí, así deberías tenerme tú custodiado y reparado dentro de ti. El amor quiere la
correspondencia del amor para poder tener el gusto de hacer una sorpresa mayor de amor, por
eso no salgas jamás de dentro de mi amor, de dentro de mis deseos, de dentro de mis obras, de
dentro de mi todo”.
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Libro de Cielo Volumen 10 30
10-48
Enero 19, 1912
(1) Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver con una
cuerda en la mano, y con ella iba atando los corazones y los estrechaba fuertemente a Él, de
manera que hacía que no se sintieran más a ellos mismos, sino que sintieran en todo a Jesús. Los
corazones, sintiéndose tan apretados se debatían, y mientras se debatían se aflojaba el nudo que
Jesús les había hecho, pensando que el no sentirse más ellos mismos era una perjuicio para ellos.
Jesús todo afligido por este obrar de las almas me ha dicho:
(2) “Hija mía, ¿has visto cómo las almas vuelven vanas mis ternuras de amor? Yo voy atando
los corazones para unirlos tanto Conmigo, de hacerles perder todo lo que es humano, y ellos en
lugar de dejarme hacer, viendo perdido lo que es humano pierden el aire, se afanan, se debaten y
quieren también mirarse un poquito ellos mismos cómo son fríos, áridos, calientes. Con este
mirarse ellos mismos, afanarse, debatirse, se afloja el nudo hecho por Mí y quieren estar Conmigo
pero algo lejos, no estrechados en modo de no sentirse más ellos mismos, esto me aflige
sobremanera y me impiden mis juegos de amor; y no te creas que son las almas que están lejos
de ti, son también aquellas que te circundan, tú les harás entender bien este disgusto que me dan,
y que si no se dejan estrechar por Mí hasta perder el propio sentir, jamás podré extender en ellos
mis gracias, mis carismas, ¿has entendido?”
(3) Y yo: “Sí, ¡oh! Jesús, he entendido. Pobrecitos, si comprendieran el secreto que hay en tus
estrecheces no lo harían, te dejarían hacer, más bien ellos mismos se empequeñecerían de más
para hacer que aprietes más el nudo”. Mientras tanto yo me he hecho pequeña, pequeña, Jesús
me ha estrechado, y yo en lugar de debatirme me he dejado apretar más fuerte, y conforme me
estrechaba, así sentía la vida de Jesús y perdía la mía. ¡Oh, cómo me sentía feliz con la vida de
Jesús! Podía amar de más y llegaba a todo lo que quería Jesús.
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10-49
Enero 20, 1912
El amor cuando no une por las buenas, busca unir con las
aflicciones, con los contrastes y aun con las santas maldades.
(1) Regresando mi siempre amable Jesús, se hacía ver que iba estrechando los corazones; y las
almas resistiendo a estas estrecheces hacían que la gracia quedara inhabilitada, y Jesús tomaba
esta gracia en su puño y la llevaba a aquellos pocos que se dejaban ceñir; me ha traído una buena
parte también a mí. Yo al ver esto le he dicho: “Dulce vida mía, Tú eres tan bueno conmigo al
darme parte de la gracia que los otros rechazan, sin embargo yo no advierto estrecheces, más
bien me siento libre, y tanto, que no sé ver ni la anchura, ni la altura, ni la profundidad de los
confines en los cuales me encuentro”.
(2) Y Jesús: “Hija amada mía, mis estrechuras las advierte quien no dejándose atar muy bien
por Mí, no puede entrar a vivir en Mí, pero quien se deja atar por Mí como Yo quiero, pasa a vivir
en Mí, y viviendo en Mí todo es amplitud, estrecheces no existen más, la estrechez dura hasta que
el alma tiene la paciencia de dejarse estrechar por Mí, hasta deshacer su ser humano, para vivir en
Libro de Cielo Volumen 10 31
la Vida Divina, y después, pasando a vivir en Mí, Yo la tengo al seguro, la hago espaciar en mis
interminables confines, no tengo más necesidad de usar ataduras, más bien, muchas veces debo
forzarlas para ponerlas un poco fuera, para hacerles ver los males de la tierra y hacerlas perorar
con mayor ansia la salvación de mis hijos, y conseguirles el perdón por los merecidos castigos, y
ellas se sienten como sobre espinas y me fuerzan porque quieren entrar en Mí, lamentándose de
que no es para ellas la tierra. ¿Cuántas veces no lo he hecho contigo? He debido mostrarme
indignado para hacerte estar un poco en tu lugar, de otra manera no habrías durado un minuto
fuera de Mí, mi corazón sabe lo que he sufrido al verte fuera de Mí, agitarte, afanarte, llorar,
mientras los otros hacen esto para no dejarse atar tú lo hacías por vivir en Mí, y ¿cuántas veces no
tú misma te has enfadado por este mi obrar? ¿No recuerdas que también hemos estado en
controversia?”
(3) Y yo: “¡Ah!, sí, lo recuerdo, precisamente anteayer estaba ya por enojarme porque me
pusiste fuera de Ti, pero como te vi llorar por los males de la tierra, lloré junto Contigo y se me
pasó el enojo; eres propiamente un pilluelo, ¡oh! Jesús, ¿pero sabes por qué eres pilluelo? Por
amor. Para dar amor y para tener amor llegas a las diabluras, ¿no es verdad Jesús? Después de
un enojo, de un disgusto, una aflicción que pasamos juntos, ¿no nos amamos de más?”
(4) Y Él: “Cierto, cierto, es necesario amar para poder comprender el amor, y el amor cuando no
une por las buenas, busca unir con las aflicciones, con los contrastes y también con las santas
maldades”.
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10-50
Enero 27, 1912
(1) Esta mañana Jesús me hacía ver a un alma que lloraba, pero parecía más bien llanto de
amor; Jesús se la estrechaba y parecía que dentro de su corazón estaba una cruz, la cual,
oprimiéndole el corazón le hacía sentir abandonos, frialdades, agonías, distracciones, opresiones,
y el alma se debatía y alguna vez huía de los brazos de Jesús para ponerse a los pies, Jesús
quería que en este estado resistiese a estarse en sus brazos diciéndole: “Si sabes resistir en este
estado a estar en mis brazos, sin vacilar, esta cruz será tu santificación, de otra manera estarás
siempre en un punto”.
(2) Yo al ver esto he dicho: “Jesús, ¿qué quieren de mí estos tales? Me parece que me quieren
quitar la santa libertad y entrar en los secretos que hay entre Tú y yo”.
(3) Y Jesús: “Hija mía, si he permitido esto, de hacer oír alguna cosa de cuanto tú hablas
Conmigo, ha sido por causa de su gran fe, y si no lo hiciera me sentiría como si los defraudase;
que prueben los demás y verás que no te hago ni siquiera respirar”.
(4) Y yo: “Temo, oh Jesús, que también en esta hora no estamos solos, y si Tú las cosas las
haces salir fuera, ¿donde estará mi ocultamiento en Ti? Escucha ¡oh! Jesús, te lo digo poco a
poco, que mis locuras no quiero que salgan fuera, sólo Tú debes saberlas, porque sólo Tú conoces
cuan loca y mala soy, tanto, que llego aun a hacer impertinencias Contigo, a hacer berrinches
como si fuera una niña, ¿quién llega a tanto? Ninguno, sólo mis locuras, mi soberbia, mi gran
maldad, y como veo que me quieres mucho, por eso yo para tener más amor de Ti, continúo mis
ridiculeces, no poniendo atención en nada más que en tu entretenimiento, ¿qué saben de esto los
demás, ¡oh! amado Jesús?”
(5) “Hija mía, no te aflijas, Yo te lo dije, que tampoco Yo lo quiero habitualmente, a lo más una
vez de cien”.
(6) Y casi para distraerme ha agregado:
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10-51
Febrero 2, 1912
(1) Esta mañana habiendo ofrecido a un alma como víctima a Jesús, Él ha aceptado el
ofrecimiento y me ha dicho:
(2) “Hija mía, la 1a cosa que quiero es la unión de los quereres, debe abandonarse en mi
Voluntad, debe ser el entretenimiento de mi Querer, estaré tan atento a mirar si todo lo que hace
está conectado con mi Querer, especialmente si es voluntario, que de los involuntarios no llevaré
cuenta, porque cuando me diga que quiere ser mi víctima, lo tendré como no dicho.
(3) 2°.- A la unión con mi Querer, agrega víctima de amor: Seré celoso de todo, el verdadero
amor no es dueño de sí, sino que es propiedad de la persona amada.
(4) 3°.- Víctima de inmolación: Todo debe hacer en actitud de sacrificarse por Mí, aun en las
cosas más indiferentes.
(5) A esto se agregará la víctima de reparación: De todo debe dolerse, repararme por todo,
compadecerme por todo, y esto será el 4°.
(6) Si se comporta fiel en esto, entonces podré aceptarla víctima de sacrificio, de dolor, de
heroísmo, de consumación. Recomiéndale fidelidad, si me es fiel todo está hecho”.
(7) Y yo: “Sí, te será fiel”.
(8) Y Él: “Veremos”.
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10-52
Febrero 3, 1912
(1) Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y poniéndome su santa
mano bajo el mentón me ha dicho:
(2) “Hija mía, tú eres el reflejo de mi gloria”.
(3) Después ha agregado: “En el mundo me son necesarios espejos donde ir a mirarme. Una
fuente sólo puede servir como espejo para que las personas puedan mirarse, cuando la fuente es
pura, pero no ayuda el que la fuente sea pura si las aguas son turbias; es inútil a aquella fuente el
vanagloriarse de la preciosidad de las piedras en las cuales está fundamentada si las aguas son
turbias; ni el sol puede hacer perpendiculares sus rayos para hacer aquellas aguas plateadas y
comunicarles la variedad de los colores; ni las personas pueden mirarse en ellas. Hija mía, las
almas vírgenes son la similitud de la pureza de la fuente, las aguas cristalinas y puras son el recto
obrar, el sol que hace perpendiculares sus rayos soy Yo, la variedad de los colores es el amor. Así
que si no encuentro en un alma la pureza, el recto obrar y el amor, no puede ser mi espejo, estos
son mis espejos en los cuales hago reflejar mi gloria, todos los demás, a pesar de que sean
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vírgenes, no sólo no me puedo mirar en ellos, sino que queriéndolo hacer no me reconozco en
ellos. Y el signo de todo esto es la paz, por esto conocerás cuán escasos espejos tengo en el
mundo, porque poquísimas son las almas pacíficas”.
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10-53
Febrero 10, 1912
(1) Continuando mi habitual estado, en cuanto se ha hecho ver mi siempre amable Jesús me ha
dicho:
(2) “Hija mía, para quien deja todo y obra por Mí, y ama todo divinamente, todas las cosas están
a su disposición. Y la señal para saber si se ha dejado todo por Mí y ha llegado a obrar y a amar
todo divinamente, es si en el obrar, en el hablar, en el rezar, en todo, no encuentra más
obstáculos, disgustos, oposiciones, porque delante a esta potencia de obrar y amar divinamente,
todos inclinan la cabeza y no se atreven ni siquiera a respirar. Yo, Padre benévolo, estoy siempre
a guarda del corazón humano, y viéndolo irse de Mí, esto es, obrar y amar humanamente, le
pongo las espinas, los disgustos, las amarguras, las cuales pinchan y amargan aquella obra y
aquel amor humano, y el alma viéndose mortificada, descubre que aquel su modo no es divino,
entra en sí misma y obra diversamente, porque las pinchaduras son los centinelas del corazón
humano y le suministran los ojos para hacerle ver quién es quien la mueve: Dios o la criatura. En
cambio cuando un alma deja todo, obra y ama todo divinamente, goza mi paz, y en lugar de tener
los centinelas y los ojos de las pinchaduras, tiene el centinela de la paz que le aleja todo lo que la
puede turbar, y los ojos del amor, los cuales ponen en fuga y queman a aquellos que quieren
turbarla, por eso éstos se están en paz con respecto a aquella alma y le dan paz y se ponen a su
disposición. Parece que el alma puede decir: “Ninguno me toca porque soy divina y soy toda de mi
dulce amor Jesús; ninguno osa turbar mi dulce reposo con mi Sumo Bien, y si se atreve, con la
Potencia de Jesús que es mía, lo pondré en fuga”.
(3) Parece que he dicho muchos disparates, pero Jesús ciertamente me perdonará, porque lo he
hecho por obedecer, parece que me da el tema en palabras, pero yo siendo ignorante y niña no
tengo capacidad de desarrollarlo”.
Deo Gratias.