Física Cuántica

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FÍSICA CUÁNTICA

La física cuántica es uno de los grandes logros del intelecto humano y es la base
de la comprensión de los fenómenos naturales. La física clásica es un límite de la
cuántica. La física cuántica explica el átomo, el enlace químico, las moléculas, la
interacción de la luz con las partículas, la materia… Aunque la física cuántica
describe el mundo a escala atómica podemos observar sus consecuencias a escala
macroscópica en las propiedades térmicas (como la radiación), ópticas (como los
colores), eléctricas (como la clasificación entre aislantes, metales y
semiconductores en los sólidos cristalinos) y magnéticas (como el ferromagnetismo,
antiferromagnetismo y otros ordenes magnéticos de la materia). La física cuántica
tiene a su vez importantes aplicaciones tecnológicas como la invención del transistor
y por lo tanto del ordenador y es la base de la mayoría de la alta tecnología
electrónica que utilizamos hoy en día.

La idea principal es que las partículas son también ondas y las ondas son también
partículas. La intuición de que las partículas sean también ondas se la debemos a
De Broglie que propuso que la velocidad por la masa (denominado momento en
física p=mv) de una partícula es inversamente proporcional a la longitud de onda
(p=h/λ). El factor proporcional h es la constante de Planck. La hipótesis ondulatoria
de las partículas ha sido confirmada numerosas veces en fenómenos de
interferencia.

El electrón, por ejemplo, es entonces onda y partícula a la vez y se describe por una
función de onda que tiene una amplitud y una fase. El cuadrado de la función de
onda nos da la probabilidad de encontrar el electrón y su fase se puede observar
porque produce fenómenos de interferencia. La física cuántica es entonces
esencialmente probabilística en contraste con la física clásica que es determinista.

En física cuántica ya no se pueden usar las ecuaciones de Newton para describir la


evolución de las partículas sino que la propagación de la función de ondas asociada
a una partícula está descrita por la ecuación de Schrödinger.

De la teoría de la física cuántica se deducen extrañas consecuencias como


el principio de incertidumbre de Heisenberg, el efecto túnel, la cuantización de
propiedades tales como la energía o el momento (masa por velocidad) y en sistemas
de muchas partículas su clasificación en bosones y fermiones, base para la
comprensión del mundo que nos rodea.
La superconductividad es uno de los pocos fenómenos macroscópicos que están
descritos por una función de onda que se extiende por todo el material lo que nos
ofrece una oportunidad única para observar las rarezas de la física cuántica a escala
humana. La fase de esa función de onda es la clave para el uso de
superconductores como los detectores más sensibles del campo magnético
(SQUID) con importantes aplicaciones en medicina.

Mecánica cuántica
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Funciones de onda del electrón en un átomo de hidrógeno a diferentes niveles de energía. La mecánica
cuántica no puede predecir la ubicación exacta de una partícula en el espacio, solo la probabilidad de
encontrarla en diferentes lugares. Las áreas más brillantes representan una mayor probabilidad de
encontrar el electrón.

Esquema de una función de onda monoelectrónica u orbital en tres dimensiones.


Esquema de un orbital en dos dimensiones.

La mecánica cuántica es la rama de la física que estudia la naturaleza a escalas


espaciales pequeñas, los sistemas atómicos y subatómicos y sus interacciones
con la radiación electromagnética, en términos de cantidades observables. Se
basa en la observación de que todas las formas de energía se liberan en unidades
discretas o paquetes llamados cuantos. Sorprendentemente, la teoría
cuántica solo permite normalmente cálculos probabilísticos o estadísticos de las
características observadas de las partículas elementales, entendidos en términos
de funciones de onda. La ecuación de Schrödinger desempeña el papel en la
mecánica cuántica que las leyes de Newton y la conservación de la energía hacen
en la mecánica clásica. Es decir, la predicción del comportamiento futuro de un
sistema dinámico y es una ecuación de onda en términos de una función de
onda la que predice analíticamente la probabilidad precisa de los eventos o
resultados.
En teorías anteriores de la física clásica, la energía era tratada únicamente como
un fenómeno continuo, en tanto que la materia se supone que ocupa una región
muy concreta del espacio y que se mueve de manera continua. Según la teoría
cuántica, la energía se emite y se absorbe en cantidades discretas y minúsculas.
Un paquete individual de energía, llamado cuanto, en algunas situaciones se
comporta como una partícula de materia. Por otro lado, se encontró que las
partículas exponen algunas propiedades ondulatorias cuando están en movimiento
y ya no son vistas como localizadas en una región determinada, sino más bien
extendidas en cierta medida. La luz u otra radiación emitida o absorbida por
un átomo solo tiene ciertas frecuencias (o longitudes de onda), como puede verse
en la línea del espectro asociado al elemento químico representado por tal átomo.
La teoría cuántica demuestra que tales frecuencias corresponden a niveles
definidos de los cuantos de luz, o fotones, y es el resultado del hecho de que los
electrones del átomo solo pueden tener ciertos valores de energía permitidos.
Cuando un electrón pasa de un nivel permitido a otro, una cantidad de energía es
emitida o absorbida, cuya frecuencia es directamente proporcional a la diferencia
de energía entre los dos niveles.
La mecánica cuántica surge tímidamente en los inicios del siglo XX dentro de las
tradiciones más profundas de la física para dar una solución a problemas para los
que las teorías conocidas hasta el momento habían agotado su capacidad de
explicar, como la llamada catástrofe ultravioleta en la radiación de cuerpo
negro predicha por la física estadística clásica y la inestabilidad de los átomos en
el modelo atómico de Rutherford. La primera propuesta de un principio
propiamente cuántico se debe a Max Planck en 1900, para resolver el problema
de la radiación de cuerpo negro, que fue duramente cuestionado, hasta que Albert
Einstein lo convierte en el principio que exitosamente pueda explicar el efecto
fotoeléctrico. Las primeras formulaciones matemáticas completas de la mecánica
cuántica no se alcanzan hasta mediados de la década de 1920, sin que hasta el
día de hoy se tenga una interpretación coherente de la teoría, en particular
del problema de la medición.
El formalismo de la mecánica cuántica se desarrolló durante la década de 1920.
En 1924, Louis de Broglie propuso que, al igual que las ondas de luz presentan
propiedades de partículas, como ocurre en el efecto fotoeléctrico, las partículas, a
su vez, también presentan propiedades ondulatorias. Dos formulaciones diferentes
de la mecánica cuántica se presentaron después de la sugerencia de Broglie. En
1926, la mecánica ondulatoria de Erwin Schrödinger implica la utilización de una
entidad matemática, la función de onda, que está relacionada con la probabilidad
de encontrar una partícula en un punto dado en el espacio. En 1925, la mecánica
matricial de Werner Heisenberg no hace mención alguna de las funciones de onda
o conceptos similares, pero ha demostrado ser matemáticamente equivalente a la
teoría de Schrödinger. Un descubrimiento importante de la teoría cuántica es
el principio de incertidumbre, enunciado por Heisenberg en 1927, que pone un
límite teórico absoluto en la precisión de ciertas mediciones. Como resultado de
ello, la asunción clásica de los científicos de que el estado físico de un sistema
podría medirse exactamente y utilizarse para predecir los estados futuros tuvo que
ser abandonada. Esto supuso una revolución filosófica y dio pie a numerosas
discusiones entre los más grandes físicos de la época.
La mecánica cuántica propiamente dicha no incorpora a la relatividad en su
formulación matemática. La parte de la mecánica cuántica que incorpora
elementos relativistas de manera formal para abordar diversos problemas se
conoce como mecánica cuántica relativista o ya, en forma más correcta y
acabada, teoría cuántica de campos (que incluye a su vez a la electrodinámica
cuántica, cromodinámica cuántica y teoría electrodébil dentro del modelo
estándar)1 y más generalmente, la teoría cuántica de campos en espacio-tiempo
curvo. La única interacción elemental que no se ha podido cuantizar hasta el
momento ha sido la interacción gravitatoria. Este problema constituye entonces
uno de los mayores desafíos de la física del siglo XXI. La mecánica cuántica se
combinó con la teoría de la relatividad en la formulación de Paul Dirac de 1928, lo
que, además, predijo la existencia de antipartículas. Otros desarrollos de la teoría
incluyen la estadística cuántica, presentada en una forma por Einstein y Bose
(la estadística de Bose-Einstein) y en otra forma por Dirac y Enrico
Fermi (la estadística de Fermi-Dirac); la electrodinámica cuántica, interesada en la
interacción entre partículas cargadas y los campos electromagnéticos, su
generalización, la teoría cuántica de campos y la electrónica cuántica.
La mecánica cuántica proporciona el fundamento de la fenomenología del átomo,
de su núcleo y de las partículas elementales (lo cual requiere necesariamente el
enfoque relativista). También su impacto en teoría de la
información, criptografía y química ha sido decisivo entre esta misma.

Índice

• 1Contexto histórico
o 1.1Radiación electromagnética
o 1.2Inestabilidad de los átomos clásicos
o 1.3Desarrollo histórico
o 1.4Suposiciones más importantes
• 2Descripción de la teoría
o 2.1Interpretación de Copenhague
o 2.2Formulación matemática
• 3Relatividad y la mecánica cuántica
• 4Véase también
• 5Referencias
o 5.1Notas
o 5.2Bibliografía
• 6Enlaces externos

Contexto histórico[editar]
La mecánica cuántica es, cronológicamente hablando, la última de las grandes
ramas de la física. Se formuló a principios del siglo XX, casi al mismo tiempo que
la teoría de la relatividad, aunque el grueso de la mecánica cuántica se desarrolló
a partir de 1920 (siendo la teoría de la relatividad especial de 1905 y la teoría
general de la relatividad de 1915).
Además al advenimiento de la mecánica cuántica existían diversos problemas no
resueltos en la electrodinámica clásica. El primero de estos problemas era la
emisión de radiación de cualquier objeto en equilibrio, llamada radiación térmica,
que es la que proviene de la vibración microscópica de las partículas que lo
componen. Usando las ecuaciones de la electrodinámica clásica, la energía que
emitía esta radiación térmica tendía al infinito, si se suman todas las frecuencias
que emitía el objeto, con ilógico resultado para los físicos. También la estabilidad
de los átomos no podía ser explicada por el electromagnetismo clásico, y la noción
de que el electrón fuera o bien una partícula clásica puntual o bien una cáscara
esférica de dimensiones finitas resultaban igualmente problemáticas para esto.
Radiación electromagnética[editar]
El problema de la radiación electromagnética de un cuerpo negro fue uno de los
primeros problemas resueltos en el seno de la mecánica cuántica. Es en el seno
de la mecánica estadística donde surgen por primera vez las ideas cuánticas en
1900. Al físico alemán Max Planck se le ocurrió un artificio matemático: si en el
proceso aritmético se sustituía la integral de esas frecuencias por una suma no
continua (discreta), se dejaba de obtener infinito como resultado, con lo que se
eliminaba el problema; además, el resultado obtenido concordaba con lo que
después era medido.
Fue Max Planck quien entonces enunció la hipótesis de que la radiación
electromagnética es absorbida y emitida por la materia en forma de «cuantos» de
luz o fotones de energía cuantizados introduciendo una constante estadística, que
se denominó constante de Planck. Su historia es inherente al siglo XX, ya que la
primera formulación cuántica de un fenómeno fue dada a conocer por el mismo
Planck el 14 de diciembre de 1900 en una sesión de la Sociedad Física de
la Academia de Ciencias de Berlín.2
La idea de Planck habría permanecido muchos años solo como hipótesis sin
verificar por completo si Albert Einstein no la hubiera retomado, proponiendo que
la luz, en ciertas circunstancias, se comporta como partículas de energía (los
cuantos de luz o fotones) en su explicación del efecto fotoeléctrico. Fue Albert
Einstein quien completó en 1905 las correspondientes leyes del movimiento
su teoría especial de la relatividad, demostrando que el electromagnetismo era
una teoría esencialmente no mecánica. Culminaba así lo que se ha dado en
llamar física clásica, es decir, la física no-cuántica.
Usó este punto de vista llamado por él «heurístico», para desarrollar su teoría del
efecto fotoeléctrico, publicando esta hipótesis en 1905, lo que le valió el Premio
Nobel de Física de 1921. Esta hipótesis fue aplicada también para proponer una
teoría sobre el calor específico, es decir, la que resuelve cuál es la cantidad de
calor necesaria para aumentar en una unidad la temperatura de la unidad de masa
de un cuerpo.
El siguiente paso importante se dio hacia 1925, cuando Louis De Broglie propuso
que cada partícula material tiene una longitud de onda asociada, inversamente
proporcional a su masa, y a su velocidad. Así quedaba establecida la dualidad
onda/materia. Poco tiempo después Erwin Schrödinger formuló una ecuación de
movimiento para las «ondas de materia», cuya existencia había propuesto De
Broglie y varios experimentos sugerían que eran reales.
La mecánica cuántica introduce una serie de hechos contraintuitivos que no
aparecían en los paradigmas físicos anteriores; con ella se descubre que el mundo
atómico no se comporta como esperaríamos. Los conceptos
de incertidumbre o cuantización son introducidos por primera vez aquí. Además la
mecánica cuántica es la teoría científica que ha proporcionado las predicciones
experimentales más exactas hasta el momento, a pesar de estar sujeta a las
probabilidades.
Inestabilidad de los átomos clásicos[editar]
El segundo problema importante que la mecánica cuántica resolvió a través
del modelo de Bohr, fue el de la estabilidad de los átomos. De acuerdo con la
teoría clásica un electrón orbitando alrededor de un núcleo cargado positivamente
debería emitir energía electromagnética perdiendo así velocidad hasta caer sobre
el núcleo. La evidencia empírica era que esto no sucedía, y sería la mecánica
cuántica la que resolvería este hecho primero mediante postulados ad hoc
formulados por Bohr y más tarde mediante modelos como el modelo atómico de
Schrödinger basados en supuestos más generales. A continuación se explica el
fracaso del modelo clásico.
En mecánica clásica, un átomo de hidrógeno es un tipo de problema de los dos
cuerpos en que el protón sería el primer cuerpo que tiene más del 99% de la masa
del sistema y el electrón es el segundo cuerpo que es mucho más ligero. Para
resolver el problema de los dos cuerpos es conveniente hacer la descripción del
sistema, colocando el origen del sistema de referencia en el centro de masa de la
partícula de mayor masa, esta descripción es correcta considerando como masa
de la otra partícula la masa reducida que viene dada por

Siendo la masa del protón y la masa del electrón. En ese caso el


problema del átomo de hidrógeno parece admitir una solución simple en la que el
electrón se moviera en órbitas elípticas alrededor del núcleo atómico. Sin
embargo, existe un problema con la solución clásica, de acuerdo con las
predicciones de electromagnetismo partícula eléctrica que sigue un movimiento
acelerado, como sucedería al describir una elipse debería emitir radiación
electromagnética, y por tanto perder energía cinética, la cantidad de energía
radiada sería de hecho:

Ese proceso acabaría con el colapso del átomo sobre el núcleo en un tiempo muy
corto dadas las grandes aceleraciones existentes. A partir de los datos de la
ecuación anterior el tiempo de colapso sería de 10-8 s, es decir, de acuerdo con la
física clásica los átomos de hidrógeno no serían estables y no podrían existir más
de una cienmillonésima de segundo.
Esa incompatibilidad entre las predicciones del modelo clásico y la realidad
observada llevó a buscar un modelo que explicara fenomenológicamente el átomo.
El modelo atómico de Bohr era un modelo fenomenológico y provisorio que
explicaba satisfactoriamente aunque de manera heurística algunos datos, como el
orden de magnitud del radio atómico y los espectros de absorción del átomo, pero
no explicaba cómo era posible que el electrón no emitiera radiación perdiendo
energía. La búsqueda de un modelo más adecuado llevó a la formulación del
modelo atómico de Schrödinger en el cual puede probarse que el valor
esperado de la aceleración es nulo, y sobre esa base puede decirse que la
energía electromagnética emitida debería ser también nula. Sin embargo, al
contrario del modelo de Bohr, la representación cuántica de Schrödinger es difícil
de entender en términos intuitivos.
Desarrollo histórico[editar]
Artículo principal: Historia de la mecánica cuántica

La teoría cuántica fue desarrollada en su forma básica a lo largo de la primera


mitad del siglo XX. El hecho de que la energía se intercambie de forma discreta se
puso de relieve por hechos experimentales como los siguientes, inexplicables con
las herramientas teóricas anteriores de la mecánica clásica o la electrodinámica:

Fig. 1: La función de onda del electrón de un átomo de hidrógeno posee niveles de energía definidos y
discretos denotados por un número cuántico n=1, 2, 3,... y valores definidos de momento
angular caracterizados por la notación: s, p, d,... Las áreas brillantes en la figura corresponden a
densidades elevadas de probabilidad de encontrar el electrón en dicha posición.

• Espectro de la radiación del cuerpo negro, resuelto por Max Planck con la
cuantización de la energía. La energía total del cuerpo negro resultó que tomaba
valores discretos más que continuos. Este fenómeno se llamó cuantización, y los
intervalos posibles más pequeños entre los valores discretos son
llamados quanta (singular: quantum, de la palabra latina para «cantidad», de ahí el
nombre de mecánica cuántica). La magnitud de un cuanto es un valor fijo llamado
constante de Planck, y que vale: 6.626 ×10-34 julios por segundo.
• Bajo ciertas condiciones experimentales, los objetos microscópicos como
los átomos o los electrones exhiben un comportamiento ondulatorio, como en
la interferencia. Bajo otras condiciones, las mismas especies de objetos exhiben un
comportamiento corpuscular, de partícula, («partícula» quiere decir un objeto que
puede ser localizado en una región concreta del espacio), como en la dispersión de
partículas. Este fenómeno se conoce como dualidad onda-partícula.
• Las propiedades físicas de objetos con historias asociadas pueden ser
correlacionadas, en una amplitud prohibida para cualquier teoría clásica, solo pueden
ser descritos con precisión si se hace referencia a ambos a la vez. Este fenómeno es
llamado entrelazamiento cuántico y la desigualdad de Bell describe su diferencia con
la correlación ordinaria. Las medidas de las violaciones de la desigualdad de Bell
fueron algunas de las mayores comprobaciones de la mecánica cuántica.
• Explicación del efecto fotoeléctrico, dada por Albert Einstein, en que volvió a aparecer
esa "misteriosa" necesidad de cuantizar la energía.
• Efecto Compton.
El desarrollo formal de la teoría fue obra de los esfuerzos conjuntos de varios
físicos y matemáticos de la época
como Schrödinger, Heisenberg, Einstein, Dirac, Bohr y Von Neumann entre otros
(la lista es larga). Algunos de los aspectos fundamentales de la teoría están siendo
aún estudiados activamente. La mecánica cuántica ha sido también adoptada
como la teoría subyacente a muchos campos de la física y la química, incluyendo
la física de la materia condensada, la química cuántica y la física de partículas.
La región de origen de la mecánica cuántica puede localizarse en la Europa
central, en Alemania y Austria, y en el contexto histórico del primer tercio del
siglo XX.
Suposiciones más importantes[editar]
Artículo principal: Interpretaciones de la mecánica cuántica

Las suposiciones más importantes de esta teoría son las siguientes:

• Al ser imposible fijar a la vez la posición y el momento de una partícula, se renuncia al


concepto de trayectoria, vital en mecánica clásica. En vez de eso, el movimiento de
una partícula puede ser explicado por una función matemática que asigna, a cada
punto del espacio y a cada instante, la probabilidad de que la partícula descrita se
halle en tal posición en ese instante (al menos, en la interpretación de la Mecánica
cuántica más usual, la probabilista o interpretación de Copenhague). A partir de esa
función, o función de ondas, se extraen teóricamente todas las magnitudes del
movimiento necesarias.
• Existen dos tipos de evolución temporal, si no ocurre ninguna medida el estado del
sistema o función de onda evolucionan de acuerdo con la ecuación de Schrödinger,
sin embargo, si se realiza una medida sobre el sistema, este sufre un «salto cuántico»
hacia un estado compatible con los valores de la medida obtenida (formalmente el
nuevo estado será una proyección ortogonal del estado original).
• Existen diferencias notorias entre los estados ligados y los que no lo están.
• La energía no se intercambia de forma continua en un estado ligado, sino en forma
discreta lo cual implica la existencia de paquetes mínimos de energía llamados
cuantos, mientras en los estados no ligados la energía se comporta como un continuo.

Descripción de la teoría[editar]
Interpretación de Copenhague[editar]
Artículo principal: Interpretación de Copenhague

Para describir la teoría de forma general es necesario un tratamiento matemático


riguroso, pero aceptando una de las tres interpretaciones de la mecánica cuántica
(a partir de ahora la Interpretación de Copenhague), el marco se relaja. La
mecánica cuántica describe el estado instantáneo de un sistema (estado cuántico)
con una función de onda que codifica la distribución de probabilidad de todas las
propiedades medibles, u observables. Algunos observables posibles sobre un
sistema dado son la energía, posición, momento y momento angular. La mecánica
cuántica no asigna valores definidos a los observables, sino que hace
predicciones sobre sus distribuciones de probabilidad. Las propiedades
ondulatorias de la materia son explicadas por la interferencia de las funciones de
onda.
Estas funciones de onda pueden variar con el transcurso del tiempo. Esta
evolución es determinista si sobre el sistema no se realiza ninguna medida aunque
esta evolución es estocástica y se produce mediante colapso de la función de
onda cuando se realiza una medida sobre el sistema (Postulado IV de la MC). Por
ejemplo, una partícula moviéndose sin interferencia en el espacio vacío puede ser
descrita mediante una función de onda que es un paquete de ondas centrado
alrededor de alguna posición media. Según pasa el tiempo, el centro del paquete
puede trasladarse, cambiar, de modo que la partícula parece estar localizada más
precisamente en otro lugar. La evolución temporal determinista de las funciones
de onda es descrita por la ecuación de Schrödinger.
Algunas funciones de onda describen estados físicos con distribuciones de
probabilidad que son constantes en el tiempo, estos estados se llaman
estacionarios, son estados propios del operador hamiltoniano y tienen energía
bien definida. Muchos sistemas que eran tratados dinámicamente en mecánica
clásica son descritos mediante tales funciones de onda estáticas. Por ejemplo, un
electrón en un átomo sin excitar se dibuja clásicamente como una partícula que
rodea el núcleo, mientras que en mecánica cuántica es descrito por una nube de
probabilidad estática que rodea al núcleo.
Cuando se realiza una medición en un observable del sistema, la función de ondas
se convierte en una del conjunto de las funciones llamadas funciones propias o
estados propios del observable en cuestión. Este proceso es conocido
como colapso de la función de onda. Las probabilidades relativas de ese colapso
sobre alguno de los estados propios posibles son descritas por la función de onda
instantánea justo antes de la reducción. Considerando el ejemplo anterior sobre la
partícula en el vacío, si se mide la posición de la misma, se obtendrá un valor
impredecible x. En general, es imposible predecir con precisión qué valor de x se
obtendrá, aunque es probable que se obtenga uno cercano al centro del paquete
de ondas, donde la amplitud de la función de onda es grande. Después de que se
ha hecho la medida, la función de onda de la partícula colapsa y se reduce a una
que esté muy concentrada en torno a la posición observada x.
La ecuación de Schrödinger es en parte determinista en el sentido de que, dada
una función de onda a un tiempo inicial dado, la ecuación suministra una
predicción concreta de qué función tendremos en cualquier tiempo posterior.
Durante una medida, el eigen-estado al cual colapsa la función es probabilista y en
este aspecto es no determinista. Así que la naturaleza probabilista de la mecánica
cuántica nace del acto de la medida.
Formulación matemática[editar]
Artículos principales: Postulados de la mecánica cuántica y Notación braket.

En la formulación matemática rigurosa, desarrollada por Dirac y von Neumann, los


estados posibles de un sistema cuántico están representados por vectores
unitarios (llamados estados) que pertenecen a un Espacio de
Hilbert complejo separable (llamado el espacio de estados). Qué tipo de espacio
de Hilbert es necesario en cada caso depende del sistema; por ejemplo, el espacio
de estados para los estados de posición y momento es el espacio de funciones de

cuadrado integrable , mientras que la descripción de un sistema sin traslación

pero con un espín es el espacio . La evolución temporal de un estado


cuántico queda descrita por la ecuación de Schrödinger, en la que el hamiltoniano,
el operador correspondiente a la energía total del sistema, tiene un papel central.
Cada magnitud observable queda representada por un operador lineal
hermítico definido sobre un dominio denso del espacio de estados. Cada estado
propio de un observable corresponde a un eigenvector del operador, y el valor
propio o eigenvalor asociado corresponde al valor del observable en aquel estado
propio. El espectro de un operador puede ser continuo o discreto. La medida de un
observable representado por un operador con espectro discreto solo puede tomar
un conjunto numerable de posibles valores, mientras que los operadores con
espectro continuo presentan medidas posibles en intervalos reales completos.
Durante una medida, la probabilidad de que un sistema colapse a uno de los
eigenestados viene dada por el cuadrado del valor absoluto del producto
interior entre el estado propio o auto-estado (que podemos conocer teóricamente
antes de medir) y el vector estado del sistema antes de la medida. Podemos así
encontrar la distribución de probabilidad de un observable en un estado dado
computando la descomposición espectral del operador correspondiente. El
principio de incertidumbre de Heisenberg se representa por la aseveración de que
los operadores correspondientes a ciertos observables no conmutan.

Relatividad y la mecánica cuántica[editar]


Artículos principales: Teoría cuántica de campos y Segunda cuantización.

El mundo moderno de la física se funda notablemente en dos teorías principales,


la relatividad general y la mecánica cuántica, aunque ambas teorías usan
principios aparentemente incompatibles. Los postulados que definen la teoría de la
relatividad de Einstein y la teoría del quántum están apoyados por rigurosa y
repetida evidencia empírica. Sin embargo, ambas se resisten a ser incorporadas
dentro de un mismo modelo coherente. Desde mediados del siglo XX, aparecieron
teorías cuánticas relativistas del campo electromagnético (electrodinámica
cuántica) y las fuerzas nucleares (modelo electrodébil, cromodinámica cuántica),
pero no se tiene una teoría cuántica relativista del campo gravitatorio que sea
plenamente consistente y válida para campos gravitatorios intensos (existen
aproximaciones en espacios asintóticamente planos). Todas las teorías cuánticas
relativistas consistentes usan los métodos de la teoría cuántica de campos.
En su forma ordinaria, la teoría cuántica abandona algunos de los supuestos
básicos de la teoría de la relatividad, como por ejemplo el principio de
localidad usado en la descripción relativista de la causalidad. El
mismo Einstein había considerado absurda la violación del principio de localidad a
la que parecía abocar la mecánica cuántica. La postura de Einstein fue postular
que la mecánica cuántica si bien era consistente era incompleta. Para justificar su
argumento y su rechazo a la falta de localidad y la falta de determinismo, Einstein
y varios de sus colaboradores postularon la llamada paradoja de Einstein-
Podolsky-Rosen (EPR), la cual demuestra que medir el estado de una partícula
puede instantáneamente cambiar el estado de su socio enlazado, aunque las dos
partículas pueden estar a una distancia arbitrariamente grande. Modernamente el
paradójico resultado de la paradoja EPR se sabe es una consecuencia
perfectamente consistente del llamado entrelazamiento cuántico. Es un hecho
conocido que si bien la existencia del entrelazamiento cuántico efectivamente viola
el principio de localidad, en cambio no viola la causalidad definido en términos de
información, puesto que no hay transferencia posible de información. Si bien en su
tiempo, parecía que la paradoja EPR suponía una dificultad empírica para
mecánica cuántica, y Einstein consideró que la mecánica cuántica en
la interpretación de Copenhague podría ser descartada por experimento, décadas
más tarde los experimentos de Alain Aspect (1981) revelaron que efectivamente la
evidencia experimental parece apuntar en contra del principio de localidad.3 Y por
tanto, el resultado paradójico que Einstein rechazaba como «sin sentido» parece
ser lo que sucede precisamente en el mundo real.

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