America Scarfo

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América Josefina Scarfó

América Josefina Scarfó, de 14 años, fue alumna sobresaliente del segundo año del
Liceo de Señoritas "Estanislao Zeballos". De
familia católica y siciliana, sus padres
alquilaban una casa modesta cerca de
Floresta. Siete hermanos, pero con Paulino y
con Alejandro la unía un vínculo más
profundo.

 Fue la compañera de Severino Di


Giovanni. El anarquista fusilado por el
dictador golpista de uniforme: Uriburu. El 1º
de febrero de 1931. Un día después era
también fusilado el hermano más querido por América: Paulino Orlando Scarfó.

Los poetas le cantaron a América Scarfó. A finales de los ’30, el querido Raúl González
Tuñón escribirá: “América Scarfó te llevará flores y cuando estemos todos muertos, América
nos llevará flores”. Es que había quedado en todos los rostros de América el día en que
mataron a su amado Severino: no lloraba, estaba sumamente triste, pero firme. Lo iba a seguir
amando toda su vida, como me dijo cuando la fui a entrevistar, allá a comienzos de los setenta.
Yo había logrado descubrir dónde estaban las cartas de amor que le había escrito Severino y
que en el allanamiento de la quinta de Burzaco se había llevado la policía. Las cartas de amor
más bellas que he leído en mi vida. No sólo los uniformes fusilaron a Severino sino que
también hicieron “desaparecer” sus cartas de amor. Pero, así como los desaparecidos de los
setenta reaparecieron en sus Madres, así las cartas reaparecieron ante la búsqueda sin fin del
historiador. En sus líneas de despedida, antes de recibir las balas militares, Severino le escribe
a América: “Carísima: más que con la pluma, el testamento ideal me ha brotado del corazón
hoy, cuando conversaba contigo: mis cosas, mis ideales. Besa a mi hijo, a mis hijas. Sé feliz.
Adiós, única dulzura de mi pobre vida. Te beso mucho. Piensa siempre en mí. Tu Severino”.
Antes de esas últimas líneas, se le había concedido a Severino despedirse de América, que
también estaba detenida.

América le dio el último abrazo, él la besó. Le pidió a ella que cuidara de los hijos de él
y de Teresina, su esposa. América le dijo: “voy a seguir con tu recuerdo hasta mi muerte”. El la
miró con mucha tristeza y le respondió: “¡Oh, Fina, tu sei tan giovane!”. Se besaron de nuevo.
América salió mirándolo a Severino. Por ello tropezó con una rejilla y Severino le gritó: “¡ten
cuidado!”.

Los más destacados periodistas de Buenos Aires estuvieron en el fusilamiento. La


mejor crónica fue la de Roberto Arlt, que no puso ningún comentario propio sino sólo la
descripción de ese teatro irracional de la fuerza bruta contra las ideas.

“La descarga terminó con el más hermoso de los que estaban presentes”, serán las
últimas palabras de la crónica del periodista del Buenos Aires Herald.

Al día siguiente, caerá también Paulino Scarfó ante el pelotón de fusilamiento. Tanto a
Severino como a Paulino, antes de fusilarlos, la policía de Uriburu los había torturado
bárbaramente. Pero ellos no delataron a ningún compañero. El último encuentro entre
América y Paulino será muy breve. Ella no pudo disimular su dolor al ver el rostro hinchado de
él. El la contuvo diciéndole: “no llores”. Y luego agregó con mucho cariño: “pobre pibita” y le
dio un beso en la mejilla. América lo besó muy fuerte y le preguntó: “¿no querés ver a mamá?”
Él le respondió: “no, ¿no ves cómo estoy?”. “Es que se le notaban las torturas. Y agregó: “sigue
estudiando. Estoy deseando que esto termine de una vez”. La besó. América volvió a abrazarlo
y se miraron a los ojos. Ella no lloró. El policía Florio urgió para que terminaran. América se fue
con paso firme. Los periodistas notaron una lágrima en su rostro. Severino y Paulino gritaron
antes de la orden de “fuego” las palabras que definían su ideología: “Viva la anarquía”. Fue en
la penitenciaría. Las descargas se escucharon en los jardines de Palermo.

Severino fue un antifascista, y estaba convencido de que la única manera de responder


a la violencia de arriba era con la violencia de abajo. Sus atentados fueron siempre contra
entidades fascistas o norteamericanas cuando se supo la condena a muerte de los dos héroes
proletarios Sacco y Vanzetti. Sus escritos hablan de su pasión por su ideología del socialismo en
libertad. La policía lo sorprendió cuando salía de una imprenta. Su huida por las calles de
Buenos Aires quedó como algo legendario. En el tiroteo cayó una niña, y por supuesto le
adjudicaron a él esa muerte cuando fue notorio que recibió balas policiales.

En el escritorio del luchador anarquista, la policía encontró debajo del vidrio esta frase:
“Estimo a aquel que aprueba la conjuración y no conjura; pero no siento nada más que
desprecio por esos que no sólo no quieren hacer nada, sino que se complacen en criticar y
maldecir a aquellos que hacen”.

En 1928, en una carta, Severino le escribirá a América: “El amor, el amor libre, exige
aquello que otras formas de amor no pueden comprender. Y nosotros dos, rebeldes divinos
(jamás nadie podrá llegar a nuestras cumbres), tenemos derecho a desagotar el pantano de la
moral corriente y cultivar allí el inmenso jardín donde mariposas y abejas puedan satisfacer su
sed de placer, de trabajo y de amor”. Fue un amor pleno que duró poco porque todo terminó
en tragedia. Cuando América se va a vivir con Severino en la quinta, muy arbolada, de Burzaco,
ya él era el perseguido número uno de la sociedad argentina. Ella sentirá miedo todas las
noches y duerme abrazada a él. Una noche ella siente ruidos como de gente que entra a la
quinta y trata de despertarlo. Le dice en voz baja pero insistente: “Severino, Severino, la
policía”. Él se despierta apenas, la acaricia y le responde: “América, no, son los pájaros...
duerme... duerme”. De eso ella nunca se olvidará, me lo contará en uno de nuestros tantos
encuentros, mientras elaboraba una nueva edición de mi libro.

Caídos sus dos seres más queridos, la joven América será protegida por un amigo. En
ese período escribirá artículos para diarios anarquistas europeos en defensa de los derechos
de la mujer. Y continuará con sus estudios, los cuales nunca dejó ni cuando era ya octogenaria.
Por ejemplo, se recibió de profesora de italiano y rindió todas las pruebas en forma brillante.

Muchos años después de la tragedia, América encontrará un compañero de ideas con


el cual fundará la librería y editorial América lee. El nombre lo dice todo. Durante muchos
años, fue la librería libertaria más completa de la ciudad y la editorial se dedicó a publicar
todos los pensadores del socialismo libertario.

  América Scarfó enfrento los prejuicios e imposiciones de una sociedad donde


las mujeres estaban relegadas al rol de amas de casa, casadas y madres. Es una de las
pioneras del anarco feminismo. Sin embargo, gran parte de la historia oficial sólo le reconoce
el mérito de haber sido compañera de uno de los hombres importantes del anarquismo,
construyendo sobre su figura un relato de amor romántico que invisibiliza su lucha política.
Comprometida especialmente con las problemáticas en torno a la sexualidad, participaba de
discusiones teóricas, cuestionaba los prejuicios sobre las relaciones afectivas y apoyaba la
autodeterminación y la unión libre. feminismos contemporáneos.   Era muy joven en esos
años y su trabajo en la militancia era más “invisible”, en ediciones de libros, publicaciones, y
porque también en todos esos años de persecución (que no terminaron cuando fusilaron a
Paulino y Severino, sino que el apellido Scarfó resonaba como “el último fusilado por pena de
muerte en el país”) ella decidió refugiarse en el anonimato. Fue una decisión.

Fue una anarquista comprometida con los temas que la interpelaban: la sexualidad, el
compañerismo, la superación de las contradicciones inherentes a las relaciones familiares y
afectivas entre los propios anarquistas. Se definía como anarco feminista de manera pública,
expresando su apoyo a la unión libre y la autodeterminación.

En una carta a Severino, escrita el 3 de diciembre de 1928, Scarfó expone su


pensamiento revolucionario: “Deseo para todos lo que deseo para mí: la libertad de
actuar, de amar, de pensar. Es decir, deseo la anarquía para toda la humanidad. Creo
que para alcanzarla debemos hacer la revolución social. Pero también soy de la
opinión de que para llegar a esa revolución es necesario liberarse de toda clase de
prejuicios, convencionalismos, falsedades morales y códigos absurdos. Y, en espera de
que estalle la gran revolución, debemos cumplir esa obra en todas las acciones de
nuestra existencia. Para que esa revolución llegue, por otra parte, no hay que
contentarse con esperar, sino que se hace necesaria nuestra acción cotidiana. Allí
donde sea posible, debemos interpretar el punto de vista anarquista y,
consecuentemente, humano. En el amor, por ejemplo, no aguardaremos la revolución.
Y nos uniremos libremente, despreciando los prejuicios, las barreras, las innumerables
mentiras que se nos oponen como obstáculos (…)”.
BIBLIOGRAFÍA
http://derrocandoaroca.com/2016/09/13/america-y-salvadora-nuestras-abuelas-anarquistas/

http://kaosenlared.net/un-amor-anarquista-la-historia-de-america-scarfo-y-severino-di-giovanni/

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