Aprendizaje Colaborativo
Aprendizaje Colaborativo
Aprendizaje Colaborativo
El aprendizaje colaborativo se sustenta en teorías cognoscitivas. Para Piaget hay cuatro factores que
inciden e intervienen en la modificación de estructuras cognoscitivas: la maduración, la experiencia, el
equilibrio y la transmisión social. Todos ellos se pueden propiciar a través de ambientes colaborativos.
En la teoría constructivista (Vigotsky, 1974), el aprendiz requiere la acción de un agente mediador
para acceder a la zona de desarrollo próximo, éste será responsable de ir tendiendo un andamiaje
que proporcione seguridad y permita que aquél se apropie del conocimiento y lo transfiera a su propio
entorno. En cuanto a las implicaciones educativas de los anterior, Coll y Solé (1990, p. 332), definen a
la enseñanza como «un proceso continuo de negociación de significados, de establecimiento de
contextos mentales compartidos, fruto y plataforma, a su vez, del proceso de negociación», lo que
permite verificar las conexiones entre aprendizaje, interacción y cooperación: los individuos que
intervienen en un proceso de aprendizaje, se afectan mutuamente, intercambian proyectos y
expectativas y replantean un proyecto mutuo, que los conduzca al logro mutuo de un nuevo nivel de
conocimiento y satisfacción. El aprendizaje colaborativo, es otro de los postulados constructivistas
que parte de concebir a la educación como proceso de socioconstrucción que permite conocer las
diferentes perspectivas para abordar un determinado problema, desarrollar tolerancia en torno a la
diversidad y pericia para reelaborar una alternativa conjunta. Los entornos de aprendizaje
constructivista se definen como «un lugar donde los alumnos deben trabajar juntos, ayudándose unos
a otros, usando una variedad de instrumentos y recursos informativos que permitan la búsqueda de
los objetivos de aprendizaje y actividades para la solución de problemas» (Wilson, 1995, p. 27).
El aprendizaje colaborativo es eficiente para insertar la educación dentro del proyecto de vida y
conectar la evolución personal con el desarrollo de un proyecto de país coherente que favorezca la
cohesión y la visión sistémica de elementos hoy fragmentados, como son: formación, educación,
familia, sociedad, desempeño laboral y evolución nacional. Se estimula con este tipo de estrategia la
desaparición de observadores pasivos y receptores repetitivos, superando los tradicionales hábitos de
memorización utilitaria, para promover procesos dialógicos que conduzcan a la confrontación de
múltiples perspectivas y a la negociación propias de la dinamicidad de todo aprendizaje que conduzca
al desarrollo. En cuanto al conocimiento, el constructivismo plantea que su valor no es absoluto, pues
éste es el producto de las múltiples interpretaciones que hacen los individuos de su entorno, de
acuerdo a las posibilidades de cada uno para interactuar y reflexionar. Los sujetos negocian
significados a partir de la observación y valoración de aspectos de la realidad que les son comunes.
«Los alumnos desarrollan su propias estrategias de aprendizaje, señalan sus objetivos y metas, al
mismo tiempo que se responsabilizan de qué y cómo aprender. La función del profesor es apoyar las
decisiones del alumno» (Gros, 1997, p. 99).
La educación tradicional, favorecida por los modelos sociopolíticos convencionales, lejos de favorecer
el proceso antes descrito, se ha empeñado en exaltar los logros individuales y la competencia, por
encima del trabajo en equipo y la colaboración; esta realidad, tal como lo señala Díaz Barriga (1999,
p. 52-53) se evidencia «no sólo en el currículo, el trabajo en clase y la evaluación, sino en el
Dillenbourg (1999 b:7) señala que el adjetivo “colaborativo” hace referencia a cuatro aspectos del
aprendizaje:
La situación, la cual puede ser caracterizada como más o menos colaborativa (por ejemplo,
es más probable que exista colaboración entre personas del mismo estatus que entre un jefe y
su empleado, entre un docente y un estudiante).
Las interacciones que tienen lugar entre los miembros, las cuales pueden ser más o menos
colaborativas (por ejemplo, la negociación presenta rasgos más colaborativos que dar
instrucciones).
Los mecanismos de aprendizaje, algunos intrínsecamente más colaborativos que otros.
Los efectos del aprendizaje colaborativo, no porque este elemento se use para definir la
colaboración en sí misma, sino porque los divergentes puntos de vista en relación a cómo medir
los efectos del aprendizaje colaborativo participan en la casi inexistente terminología en este
campo. En esta línea, llama la atención sobre la potencialidad del entorno virtual.
La existencia de una tarea grupal, es decir, de una meta específica que los distintos alumnos
que trabajan conjuntamente deben alcanzar como grupo. Por tanto, la situación debe implicar no
sólo hacer cosas juntos, sino afrontar y resolver una cierta tarea o problema común, y como
consecuencia aprender algo juntos.
Que la resolución de esa tarea o problema común requiera necesariamente la contribución
de todos y cada uno de los participantes, de manera que la responsabilidad grupal en relación
con la meta por alcanzar descanse, se apoye y se construya sobre la responsabilidad individual
de cada alumno. Ello no quiere decir que todos los miembros del grupo deban contribuir de la
misma forma o en idéntico nivel, sino que debe evitarse, en la medida de lo posible, que
únicamente algunos alumnos resuelvan por toda la tarea planteada, o únicamente algunos se
impliquen efectivamente en el aprendizaje de que se trate.
Que el grupo disponga de recursos suficientes para mantener y hacer progresar su propia
actividad, tanto desde el punto de vista de la regulación de las relaciones interpersonales entre
los distintos miembros como en lo relativo al desarrollo y realización de la tarea planteada.
Actividad:
En equipos: Plantee dos técnicas para el desarrollo del aprendizaje colaborativo en clase de acuerdo
a su especialidad.