Pura Creacion Del Espiritu

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EL PARTENON.

ARQUITECTURA
III
PURA CREACIÓN DEL ESPÍRITU
La proporción es la piedra de toque del arquitecto. Este se revela un artista o un
simple ingeniero.
La proporción esta libre de toda traba.
Ya no se trata de usos ni de tradiciones, de procedimientos constructivos ni de
adaptaciones a necesidades utilitarias.
La proporción es una pura creación del espíritu; atrae al plástico.
Se utiliza la piedra, la madera, el cemento, y con estos materiales se hacer
casas, palacios; esto es construcción. El ingenio trabaja.

Pero, de pronto, me conmovéis, me hacéis bien, soy dichoso y digo: es


bello. Esto es arquitectura. El arte está aquí.

Mi casa es práctica. Gracias, como doy las gracias a los ingenieros de los
ferrocarriles y a la Compañía de Teléfonos. Pero no han conmovido mi corazón.

Sin embargo las paredes se elevan al cielo en un orden tal que estoy
conmovido. Siento vuestras intenciones. Sois dulces, brutales, encantadores o
dignos. Me lo dicen vuestras piedras. Me unís a este lugar y mis ojos miran. Mis
ojos miran cualquier cosa que enuncia un pensamiento. Un pensamiento que se
ilumina sin palabras ni sonidos, sino únicamente por los prismas relacionados
entre si. Estos prismas son tales que la luz los detalla claramente. Estas
relaciones no tienen nada necesariamente práctico o descriptivo. Son una
creación matemática de vuestro espíritu. Son el idioma de la arquitectura. Con las
materias primas, mediante un programa más o menos utilitario que habéis
superado, habéis establecido relaciones que me han conmovido. Esto es
arquitectura.

Lo que distingue un bello rostro es la cualidad de los rasgos y un valor


muy particular de las relaciones que los unen. El tipo de cara pertenece a todo
individuo: nariz, boca, frente, etc., lo mismo que la proporción media entre estos
elementos. Hay millones de rostros constituidos de acuerdo a esos tipos
esenciales, y sin embargo, todos son diferentes: variación de cualidad de los
rasgos y variación de las relaciones que los unen. Se dice que un rostro es bello
cuando la precisión del modelado y la disposición de los rasgos revelan
proporciones que se sienten armoniosas, porque provocan en lo más íntimo de
nosotros, por encima de nuestros sentidos, una resonancia, una especie de tabla
de armonía que se pone a vibrar. Vestigio del absoluto indefinible preexistente en
el fondo de nuestro ser.

Esta tabla de armonía que vibra en nosotros, es nuestro criterio de la


armonía. Debe ser el eje sobre el cual el hombre está organizado en perfecto
acuerdo con la naturaleza y, probablemente, con el universo. Ese eje de
organización que debe ser el mismo sobre el cual se alinean todos los fenómenos
o todos los objetos de la naturaleza. Ese eje nos lleva a
EL PARTENON. Se han erigido sobre la Acrópolis templos que corresponden a solo
pensamiento, y que han reunido en torno de ellos el paisaje desolado, sometiéndolo a la
composición. Por lo tanto, en todos los confines del horizonte, el pensamiento es único.
Por esta razón no existen obras de arquitectura que tengan esta grandeza. Se puede
hablar del "dórico" cuando el hombre, por su altura de miras y por el sacrificio completo
del accidente, ha alcanzado la región superior del espíritu: la austeridad.

Pórtico interior de los Propileos. El sistema plástico se anuncia en la unidad.


LOS PROPILEOS. La emoción nace de la unidad de intención. De la firmeza impasible
que ha tallada el mármol con la voluntad de llegar a lo más puro, a lo más decantado, a lo
más económico. Se ha sacrificado y limpiado hasta el momento en que no era ya preciso
quitar nada, sino dejar las cosas concisas y violentas, que sonaban clasras y trágicas
como trompetas de bronce.

EL ERECTEON. Ha habido un enternecimiento y se ha hecho un estilo jónico; pero el


Partenón dictó sus formas a las Cariátides.
EL PARTENON. Los exégetas poetas han declarado que la columna dórica está inspirada
en un árbol que brota del suelo, sin base, etc., etc., y prueba que toda forma de arte bella
está tomada de la naturaleza. Esto es archifalso, puesto el tronco de árbol recto es
desconocido en Grecia, donde no hay más que pinos achaparrados y olivos torcidos. Los
griegos han creado un sistema plástico actuaba directa y potentemente sobre nuestros
sentidos: columnas, acanaladuras de las columnas, entablamento complejo y pleno de
intenciones, gradas que contrastan y se unen con el horizonte. Han aplicado las
deformaciones más sabias llevando a las molduras una adaptación impecable a las leyes
de la óptica.

suponer una unidad de gestión del universo , a reconocer una voluntad única al
origen. Las leyes de la física serían consecuencia de este eje y si reconocemos (y
amamos) la ciencia y sus obras, es porque la una y las otras nos permiten
reconocer que están prescritas por esta voluntad primera. Si los resultados del
cálculo nos parecen satisfactorios y armoniosos, es porque proceden del eje. Si,
por cálculo, el avión adquiere el aspecto de un pez, de un objeto de la naturaleza,
es porque halla de nuevo el eje. Si la piragua, el instrumento musical, la turbina,
resultados de la experimentación y del cálculo, nos parecen fenómenos
“organizados”, es decir portadores de una cierta vida, es porque se alinean sobre
el eje. De ahí, una posible definición de la armonía: momento de concordancia
con el eje

EL PARTENON. Hay que meterse en la cabeza que el dórico no nació en las praderas
con los asfódelos y que es una pura creación del espíritu. El sistema plástico es tan puro,
que da la sensación de ser natural. Pero, atención, es una obra total del hombre que nos
da la plena percepción de una armonía profunda. Las formas están tan separadas de los
aspectos de la naturaleza (y qué superioridad sobre el egipcio o el gótico), están tan bien
estudiadas con sus razones de luz y de materias, que parecen como unidas al cielo, como
unidas al suelo, de modo natural. Esto crea un hecho tan aceptable a nuestro
entendimiento como el "mar" o la "montaña", ¿Qué obras humanas han alcanzado ese
nivel?

hay en el hombre, y por ello con las leyes del universo, vuelta al orden general.
Esto daría una explicación de las causas por las que se experimenta satisfacción
en presencia de ciertos objetos, satisfacción que produce a rada instante una
unanimidad efectiva.

Si uno se detiene ante el Partenón, es porque en presencia de él vibra la


cuerda interna: se ha tocado el eje. Uno no se detiene ante la Magdalena, que
tiene, como el Partenón, gradas, columnas y frontones (iguales elementos
primarios) porque más allá de las sensaciones brutales, la Magdalena no toca
nuestro eje; no sentimos la armonía profunda, no nos » timos clavados en el lugar
por este reconocimiento.
EL PARTENON. Sistema plástico.
EL PARTENON. He aquí la máquina de conmover. Entramos en una mecánica im-
placable. No hay sistema de símbolos unido a estas formas: estas formas provocan
sensaciones categóricas; no hay necesidad de una clave para comprender. Es brutal,
intenso, muy dulce, muy fino y muy fuerte. ¿Y quién ha hallado la composición de estos
elementos? Un inventor genial. Estas piedras se hallaban inertes en las canteras del
Pentélico, informes. Para agruparlas de este modo, no había que ser ingeniero; habia que
ser un gran escultor.

LOS PROPILEOS. Los detalles se marcan, las molduras se tienden, las relacione
establecen entre las redes de los capiteles, el abaco y las tajas del arquitrabe.
Los objetos de la naturaleza y las obras del cálculo están formdos claramente; su
organización carece de ambigüedad. Porque se ve bien, puede leer, saber y sentir la
armonía. Repito: en la obra de arte hay que formular claramente.

Si los objetos de la naturaleza viven y si las obras del cálculo giran proporcionan trabajo,
es porque los anima una unidad de intención motriz. Repito: en la obra de arte es
necesaria una unidad motriz.

Si los objetos de la naturaleza y las obras del cálculo fijan nuestra atención, y despiertan
nuestro interés, es porque los unos y las otras tienen una actitud fundamental que los
caracteriza. Repito: es preciso un carácter en la obra artística.

EL PARTENON. Interviene la fracción de milímetro. La curva de la espina es tan razonable como


la de un grueso obús. Los anillos están a quince metros del suelo, pero son más importantes que
los ramos de acanto del corintio. El estado de espíritu corintio y el estado de espíritu dórico son
dos cosas distintas». Hay un abismo entre ellas.

Formular claramente, animar la obra con una unidad, darle una actitud fundamental, un
carácter: pura creación del espíritu.
Se admite para la pintura y para la música; pero se rebaja la arquitectura a sus causas
utilitarias: tocadores, baños, radiadores, hormigón armado, bóvedas o arcos ojivales, etc.,
etc. Esto es construcción, esto no es arquitectura. Existe la arquitectura cuando hay una
emoción poética. La arquitectura es cosa plástica. La plástica, es aquello que se ve y se
mide con los ojos. Está sobreentendido que si hubiera goteras en el tejado, si la
calefacción no funcionara, si las paredes se agrietaran, las alegrías de la arquitectura
quedarían seriamente dañadas: es como si un hombre escuchase una sinfonía sentado
sobre alfileres o en medio de una corriente de aire.
Casi todos los períodos de la. arquitectura han estado lígados a investigaciones
constructivas. Frecuentemente se ha sacado en conclusión; la arquitectura es la
construcción. Quizá el esfuerzo proporcionado por los arquitectos haya sido canalizado
principalmente a los problemas arquitectónicos de su época, pero ésta no es una razón
para confundir. Es cierto que el arquitecto debe dominar su construcción al menos con la
misma exactitud que el pensador domina su gramática. Mas como la construcción es una
ciencia mucho más difícil y compleja que la gramática, los esfuerzos del arquitecto se
concentran grandemente en ella. Pero no deben inmovilizarse.

Aquí hay unos magníficos moldeados sobre naturales que se encuentran en la Escuela de Bellas
Artes. La influencia de los educadores es tal, en Quai Voltaire, que el Grand Palais prevalece entre
los alumnos.
El. PARTENON. Interviene la fracción del milímetro. Hay muchos elementos de molduras. pero
clasificados en favor de la fuerza. Hay deformaciones asombrosas: los frisos se curvan hacia
dentro o se inclinan sobre la vertical para ofrecerse mejor a la vista. Los trazos grabados detienen,
en la penumbra, sombras que serian indecisas.

El plano de la casa, su masa cúbica y sus superficies han sido determinados, en parte,
por las exigencias utilitarias del problema y, en parte, por la imaginación, la creación
plástica. Ya en su plano, y por consecuencia en todo cuanto se eleva en el espacio, el
arquitecto ha sido plástico, ha disciplinado las reivindicaciones utilitarias en virtud del fin
plástico que perseguía: ha compuesto.
EL PARTENON. Toda esta mecánica de la plástica se realiza sobre el mármol con el rigor que
hemos aprendido a practicar en la máquina. Impresión de acero torneado y pulido.

Entonces ha llegado ese momento en que era preciso grabar los rasgos de la cara. Ha
hecho jugar la luz y la sombra en apoyo de lo que quería decir. La proporción está libre
de toda restricción, es una invención total que hace que un rostro sea radiante o lo
estropea. En la proporción se reconoce al plástico; el ingeniero se borra, el escultor
trabaja. La proporción es la piedra de toque del arquitecto; entonces se ve forzado a
decidir si es plástico o no. La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los
volúmenes bajo la luz; la proporción es aún y exclusivamente el juego sabio, correcto y
magnífico de los volúmenes bajo la luz. La proporción desecha al hombre práctico, al
hombre audaz, al hombre ingenioso; apela al plástico. Grecia, y en Grecia, el Partenón,
han marcado la cúspide de esta pura creación del espíritu: la proporción.

EL PARTENÓN. Austeridad de los perinés. Moralidad dórica.


Vemos que ya no se trata de costumbres, tradiciones, procedimientos constructivos, ni
adaptaciones a necesidades utilitarias. Se trata de la invención pura, personal, hasta el
punto que es la invención de un hombre; Fidias creó el Partenón, porque Ictinos y
Calicrates, los arquitectos oficiales del Partenón, levantaron otros templos dóricos que
nos parecen fríos e indiferentes. La pasión, la generosidad, la grandeza de alma, son
otras tantas virtudes inscritas en la geometría de la proporción, cantidades dispuestas en
relaciones precisas. Fidias creó el Partenón, Fidias. el gran escultor.

No existe nada equivalente en la arquitectura de toda la tierra y de todos los tiempos.


Es el momento mas agudo en que un hombre, agitado por los mas nobles pensamientos,
los ha cristalizado en una plástica de luz y de sombra. La proporción del Partenón es
infalible, implacable.
El PARTENÓN. El valor de las molduras cuadradas.

Su rigor supera nuestras costumbres y las posibilidades normales del hombre. Aquí se
fija el testimonio más puro de la fisiología de las sensaciones y de la especulación
matemática que puede unirse a ella; estamos clavados por los sentidos: estamos
maravillados por el espíritu: se toca el eje de la armonía.

Ya no se trata de dogmas religiosos, de descripción simbólica, de figuraciones naturales:


son exclusivamente formas puras en relaciones precisas.

Después de dos mil años, los que han visto el Partenón han sentido que había en el un
momento decisivo de la arquitectura.
Se está ante un momento decisivo. En el período presente en que las artes van a tientas
y cuando, por ejemplo, la pintura, que halla poco a poco las fórmulas de una sana
expresión, hiere tan violentamente al espectador, el Partenón trae consigo certidumbres:
la emoción superior, de orden matemático. El arte es poesía: la emoción de los sentidos,
la alegría del espíritu que mide y aprecia, el reconocimiento de un principio axil que afecta
las profundidades de nuestro ser. El arte es esta pura creación del espíritu que nos
muestra, en ciertas cimas, la culminación de las creaciones que el hombre es capaz de
lograr. Y el hombre experimenta una gran dicha cuando siente que crea.
EL PARTENON. El valor de las molduras cuadradas, austeridad, espíritu altanero.

NOTA. — Los grabados que ilustran este capitulo proceden de la obra Le Parthénon, de
Collingnon, publicada por las Ediciones Albert Moraneé, calle Fleurus, 30 y 32, París, y
de la obra L'Acropole publicada igualmente por las mismas ediciones. Esas dos
magníficas obras, documentos verdaderamente precisos del Partenón y de la Acrópolis,
se han podido lograr gracias al talento de Frédéríc Boisonnas, fotógrafo, cuya
perseverancia, iniciativa y cualidades de plástico nos han revelado lo principal de las
obras griegas de la gran época.

La Acrópolis de Atenas. (La ubicación).


EL PARTENON. El tímpano del frontón está desnudo. El perfil de la cornisa está tenso como una
línea de ingeniero.

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