Dilema Moral
Dilema Moral
Dilema Moral
Un dilema moral es una narración breve en la que se plantea una situación problemática que
presenta un conflicto de valores, ya que el problema moral que exponen tiene varias soluciones
posibles que entran en conflicto unas con otras. Esta dificultad para elegir una conducta obliga a un
razonamiento moral sobre los valores que están en juego, exigiendo una reflexión sobre el grado de
importancia que damos a nuestros valores.
Un ejemplo de dilema moral lo tenemos en el siguiente caso, bastante frecuente en la vida de todo
estudiante:
En la clase se ha roto el cristal de una ventana, como consecuencia de la mala conducta de un
alumno. El profesor pregunta quién ha sido, diciendo que si el culpable no aparece toda la clase
tendrá que pagar su reparación, además de sufrir otros castigos. Un grupo de alumnos sabe quién
es el responsable, pero deciden no decir nada, porque el alumno causante del problema es amigo
de ellos, y no quieren ser acusados de “chivatos” ni “traidores”. Además, quieren evitarse los
problemas y molestias que les causaría su confesión.
En consecuencia, toda la clase es castigada. ¿Ves correcta la conducta de esos alumnos? ¿Tú qué
harías en un caso similar?
Los dilemas morales son un excelente recurso para formar el criterio ético en los alumnos, a la vez
que les ayudan a tomar conciencia de su jerarquía de valores. Al proponerles la resolución de un
caso práctico, que con frecuencia podría ocurrirles –o les ha ocurrido– a ellos, la discusión de
dilemas es más motivadora y estimulante que la mera exposición de principios éticos teóricos.
¿Qué harías si pudieras salvar a cien personas de una muerte segura pero para ello tuvieras que
quitar la vida a una persona inocente? ¿Matarías a un inocente y salvarías a cien? o ¿Dejarías que
cien personas murieran?
Aunque es improbable que nos enfrentemos ante una situación tan extrema, la vida real está
plagada de situaciones en las que debemos tomar decisiones que implican consecuencias tanto
para uno mismo como para los demás. La filosofía ha mantenido durante siglos un gran debate en
torno a la toma de decisiones morales tratando de dar luz a este ámbito tan complejo como es el de
la moralidad.
La mayoría de la investigación en el ámbito de las decisiones morales se ha basado en el uso de
dilemas morales (véase Christensen y Gomila, 2012). Desde un punto de vista psicológico los
dilemas morales surgen cuando, ante una determinada situación, aparecen respuestas
contrapuestas causadas por procesos psicológicos distintos.
La manera en que las personas actúan consigo mismas y con quienes les rodean, así como sus
derechos y responsabilidades reflejan hoy día una gran ausencia de consciencia moral.
La ética abarca todo un conjunto de principios, valores y creencias de tipo moral que contiene cada
ser humano en su interior y que se encargan de determinar su curso de acción en los diferentes
ámbitos de su vida diaria.
Es la ética esa pequeña voz inconsciente que señala lo que es correcto e incorrecto y define a cada
individuo cómo vivir una buena vida.
No obstante, a pesar de la existencia de un código de conducta ético, hoy día son innumerables los
muchos problemas éticos que presenta la sociedad global.
Ya sea en el ámbito personal, académico, político, económico, sanitario, tecnológico e inclusive
medioambiental, los problemas éticos continúan surgiendo con gran fuerza y la lista presente a
continuación es un claro reflejo de ello.
Un dilema es una situación que obliga a un individuo a escoger entre dos alternativas. La moral, por
otro lado, es aquello que se adapta o ajusta a lo que se considera positivo o bueno, en oposición a lo
condenable o malo.
La idea de dilema moral, en este marco, aparece cuando una persona debe optar entre distintas
posibilidades que, de una u otra forma, pueden producir una situación censurable desde el punto de
vista ético. En ocasiones, el dilema moral se produce cuando es necesario elegir el mal menor o
cuando se trata de un medio punible a nivel ético pero que persigue un objetivo altruista o
bondadoso.
Los dilemas morales también se conocen en lenguaje coloquial como dilemas éticos. Esto se debe a
que la ética es la disciplina filosófica que se encarga de sistematizar los conceptos del mal y el bien,
definiendo de modo racional cuáles son las acciones malas y cuáles las buenas. La moral, por su
parte, está formada por aquellas normas que rigen la conducta de los individuos en una comunidad
específica. La ética, en definitiva, atañe a principios generales, mientras que la moral se concentra
en un contexto determinado, siempre con relación al bien y el mal.
PROBLEMAS ÉTICOS ACTUALES DE ESPECIAL CONSIDERACIÓN
Los dilemas éticos que en la actualidad están abiertos son muchísimos e inabarcables. Como
consecuencia de ello, se ha introducido una serie de temas totalmente nuevos que afectan sobre
todo al comienzo y al final de la vida. La respiración asistida; el nuevo concepto de «muerte
cerebral», que permite diagnosticar como muertas a personas a las que aún les late el corazón;
todos los soportes que contemplan las recientes Unidades de Cuidados Intensivos... han permitido
medicar de un modo insospechado el final de la vida y hasta replantear la propia definición de
muerte. Aún más espectaculares son las técnicas desarrolladas por la biología molecular para
manipular el comienzo de la vida: ingeniería genética, inseminación artificial, fecundación in vitro,
transferencia de embriones, clonación, etc.
Antes de entrar en ellos, conviene tener muy en cuenta que el inicio y el final de la vida no son
momentos puntuales, sino procesos continuos con saltos cualitativos -de emergencia o de
desintegración- que hacen muy difícil la decisión ética.
Nos preguntamos, partiendo de casos concretos actuales: ¿se debe tener a una persona en estado
vegetativo persistente, «enchufadas» a una máquina? ¿Hay que reanimar a un anciano que no
desea vivir más? ¿Debe admitir la sociedad la existencia de «madres de alquiler»? ¿Qué pensar de
la manipulación de genes con el fin de determinar la identidad de los sujetos? ¿Se debe
experimentar con embriones sobrantes y crear nuevos para investigación de líneas celulares?...
Estamos en unos momentos en los que hay que tomar decisiones, procurando mantenernos en un
equilibrio responsable, que es en muchas ocasiones, como afirma Carlos Alonso Bedate, «el lugar
donde se sitúa la verdad». Todo discurso ético debe tomar como punto de partida las aportaciones
científicas e instaurar una reflexión filosófico-ética, y en nuestro caso teológica, teniendo muy claro
que no todo lo científicamente posible es éticamente aceptable.
EL COMIENZO DE LA VIDA HUMANA
En los temas de inicio de la vida humana, la discusión ética sobre el estatuto del embrió parece
haberse calmado, pero sin ningún consenso. En ella se plantea una cuestión ontológica
fundamental sin resolver, que está incidiendo en otras cuestiones, y que puede expresarse en las
preguntas: ¿Cuándo puede decirse que comienza la vida humana en el desarrollo embrionario?
¿Desde cuándo existe un ser humano o una persona? Preguntas que, si bien es imposible
responder cartesianamente, nos permiten la búsqueda de nuestro comportamiento moral.
Algunos piensan que comienza el derecho a la vida en la fecundación; otros en la anidación; algunos
en la finalización de la organogénesis, y hay quienes afirman que el punto básico está en la
«viabilidad», que es la capacidad del nuevo ser para poder vivir fuera del útero y que para el
Derecho Romano se da con el nacimiento. Existe un grupo de autores que aportan una
argumentación sugerente y delimitan la realidad del nuevo ser por criterios relacionales. Pero tiene
sus objeciones, porque ¿acaso un ser humano que no tenga relaciones no es persona?
La Instrucción Dinam Vitae subraya que « desde el primer instante se encuentra fijado el programa
de lo que será ese viviente: un hombre, este hombre individual con sus características ya bien
determinadas.» Sin embargo, basándose en las aportaciones de la biología molecular, habría que
afirmar que el individuo en su crecimiento necesita de la información materna, y no sólo de los
nutrientes, para ser quien es. En el proceso emergen entidades cualitativamente nuevas, que no
están codificadas en su ADN, sino más bien en la red epigenética de interrelaciones celulares, que
incluye -pero no está limitado- el genoma. En resumen, el cigoto hace posible la existencia de un
ser humano, pero no posee en sí y por sí mismo información suficiente para formar lo. En el curso
de la ontogénesis ocurren unos hechos que están fuera del control de su programa genético. Ahora
bien, el que el cigoto no tenga la capacidad por sí mismo de llegar a ser persona, no afirma que el
embrión en sus etapas tempranas no tenga el valor ético atribuible a una persona. Un valor que
debe ser ponderado con respecto a otros.
Esta cuestión que hemos planteado es crucial; de su resolución dependen otros muchos
planteamientos éticos o cuestiones morales. Nos referimos a dos de ellas:
Las células de la masa celular interna (MCI) del blastocito (incipiente realidad humana: embrión, a
los 6 u 8 días, de unas 16 células) son pluri potentes. Ello quiere decir que tienen la capacidad
funcional para generar cualquier célula del organismo vivo. Ahora bien, una célula de éstas nunca
daría un organismo vivo, pues no puede generar las células de la membrana extraembrionaria.
Todos recordamos la polémica que suscitó hace un par de años con motivo de los millones de
embriones que habían sido congelados como consecuencia del vacío legal en las técnicas de
reproducción humana asistida. Han sido una fuente de obtención de células para investigación. El
problema que se plantea en la actualidad es si resulta éticamente aceptable la creación de
embriones como fuente para la investigación de líneas celulares.
A ello se pueden argüir otras objeciones, por el posible peligro de explotación de las mujeres
donantes, pues se puede ejercer sobre ellas una presión, persuadiéndolas y coaccionándolas para
que sean fuente de ovocitos; igualmente, el uso trivializado de embriones, con la posibilidad cada
vez mayor de su instrumentalización por reducción a simple material biológico.
Por otro lado, gracias a la Nueva Genética -que busca el conocimiento de los mecanismos de la
herencia- empieza a poderse «tocar» el gen. Con este suceso comienza la «manipulación genética»
(manipulación: operar con las manos o cualquier instrumento); también se habla de «ingeniería
genética» o, con una expresión más científica, de « técnicas de ADN recombinante», que son
moléculas de ADN que provienen de distintas fuentes y que han sido artificialmente cortadas y
empalmadas entre sí in vitro para formar una molécula híbrida de ADN que normalmente no se
encuentra en la naturaleza. Éste es el nacimiento de la Terapia Génica, genoterapia, sustitución o
reparación de genes defectuoso en células vivas hermanas. Las dimensiones éticas de la terapia
génica experimentan un cambio radical en el instante mismo en que, en vez de realizarse en células
somáticas con vidas limitadas, se realizan en células germinales que pertenecen a linajes que son
potencialmente inmortales.
A modo de resumen, quisiera concluir cont res cuestiones que considero básicas y de radical
importancia para dar respuestas éticas a temas actuales:
- Tener buenos datos científicos que nos permitan discriminar bien - los conceptos y situaciones.
- La importancia de la formación de la conciencia
- La necesidad de un diálogo plural.
La Bioética ha de ser planteada dentro de una racionalidad ética demarcada por los parámetros de
democratización, diálogo pluralista y convergencia integradora. Piénsese en la bioética como una
nueva ética científica que combina humildad y responsabilidad, que es interdisciplinar e intercultural,
y que intensifica el sentido de la humanidad.