Literatura Escandinava

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LITERATURA ESCANDINAVA

La expresión literaria de los pueblos escandinavos comparte en su entorno cultural la


influencia de la tradición clásica nórdica y la de las corrientes de pensamiento que se
sucedieron en su vigencia a lo largo de la historia en la Europa occidental.

La literatura escandinava comprende las manifestaciones poéticas, dramáticas, oratorias,


didácticas e históricas realizadas, generalmente a partir de un núcleo cultural común, en
Dinamarca, Suecia, Noruega, Islandia y las islas Feroe. La producción literaria de
Finlandia, geográfica y culturalmente afín a la escandinava pero independiente desde el
punto de vista lingüístico, se considera como una unidad autónoma.

Génesis y desarrollo medieval

Dos importantes rasgos distinguieron la literatura escandinava, y en particular la de


Islandia, durante su etapa de gestación en la edad media: por una parte, la gran difusión
que sus personajes legendarios alcanzaron en el ámbito de la cultura occidental
precristiana; por otra, la precisión con que se describía en ella la geografía del norte de
Europa, eco que respondía al conocimiento real del terreno, ya que los pueblos nórdicos
protagonizaron desde el siglo VIII un incesante movimiento hacia el oeste y el centro de
Europa.

Las literaturas noruega e islandesa tuvieron su origen en dicho período, y las fuentes
principales fueron la Edda, canto heroico y mitológico, la poesía escáldica y las sagas.
La época clásica de las letras islandesas coincidió en líneas generales con el Medievo en
la literatura occidental. Compuesta entre los siglos IX y XIII, la poesía de la Edda
abordó temas mitológicos con descripciones del mundo de los dioses nórdicos. En sus
narraciones aparecía como frecuente escenario el Valhala, reino de los muertos, y sus
protagonistas eran Odín, dios de la guerra; Thor, dios del trueno; Balder, encarnación de
la bondad; y otras divinidades del Olimpo escandinavo. Buena parte de la más antigua
poesía de esta etapa quedó recopilada en el manuscrito del Codex regius, en el que se
halla contenido la Saemundar Edda (1270), poema también conocido como Edda
poética o Edda antigua. La historia y las hazañas de los dioses de los pueblos del norte
son también cantadas en Völuspá (La profecía de la sibila), Handismál (Lai de Hamdir)
o en Baldrs draumar (Los sueños de Balder).

La sencillez impuesta por la tradición oral, que en origen fue la fuente de transmisión de
la poesía édica, tuvo su contraposición en la poesía escáldica -del término islandés
skald, poeta-, género cultivado hasta el siglo XIII por noruegos e islandeses y
caracterizado por la profusión de formas ornamentales y perífrasis.

Singular mención merecen las sagas, composiciones que en Noruega e Islandia podían
contener todo tipo de narraciones, orales o escritas, y que, de forma más específica,
designaban las biografías de héroes encuadradas preferentemente entre los siglos XII y
XV. La saga más antigua que se conoce es Oldest Ólafs saga helga (Primera saga de san
Olaf), que se escribió hacia el año 1180, y presentaba la forma de una novela
hagiográfica. Snorri Sturluson, autor de trabajos de muy diversa índole -entre otros se le
atribuye la Snorra Edda, manual de prosodia y dicción poética también conocido como
Edda en prosa- compuso la Heimskringla (hacia 1220; La vuelta al mundo), densa
aunque polémica fuente sobre la historia de los antiguos reyes de Noruega.

Las sagas propiamente islandesas -también llamadas familiares- trataban sobre héroes
de los siglos X y XI, y su transmisión, con frecuencia oral supuso un elemento de
divergencia al determinar la fecha en que fueron compuestas. Entre las sagas más
conocidas y documentadas se encuentran la Gísla saga, escrita antes de mediados del
siglo XIII, y la Laxdaela saga (Saga de los hombres de Laxárdal). Los motivos
fantásticos y románticos fueron ganando terreno con el tiempo, y la llamada Grettis saga
(Saga de Grettir el Fuerte) llegaba a presentar al héroe en lucha contra gnomos,
fantasmas y otros seres imaginarios. Por su parte, la más difundida de las sagas
islandesas, la Njáls saga, encarnó los ideales nórdicos de la lealtad y el valor a partir de
la unión entre Njáll, héroe sabio y prudente, y Gunnar, símbolo del ardor, la juventud y
la inexperiencia.

Entre los siglos XII y XIV, el advenimiento del cristianismo en tierras escandinavas dio
lugar a que numerosas obras de carácter profano se tradujeran del latín. De tal período
data, por ejemplo, la obra titulada Breta sögur (Narraciones de los bretones) versión
islandesa de la Historia regum Britanniae (Historia de los reyes de Bretaña), de
Geoffrey de Monmouth.

La decadencia literaria en Islandia empezó sensiblemente a partir de 1262, año en que el


país perdió su independencia. La prosa del siglo XIV contó con algunas sagas de
entidad, como la Finnboga saga ramma (Saga de Finnbogi el Fuerte), y la poesía se
centró en la temática religiosa en honor a la Virgen, los apóstoles y los santos. Destaca a
este respecto el poema Lilja (hacia 1350; El lirio), del monje Eysteinn Ásgrímsson, en el
que se narran la caída de Satán, la creación, el pecado original y la vida y pasión de
Jesucristo.

En Suecia, la literatura nacional se inició propiamente en el siglo XIII cuando, tras una
prolongada serie de modificaciones lingüísticas, el idioma sueco se consolidó como
unidad independiente. El más antiguo manuscrito es el Västgötalagan (Ley del Gotland
del oeste), parte de un código legal escrito alrededor de 1220. La poesía caballeresca
contó con diversas manifestaciones como la titulada Eufemiavisorna (Las canciones de
Eufemia), escrita en aleluyas entre 1303 y 1312, y en la que se incluye una traducción
del Yvain de Chrétien de Troyes.

En el ámbito danés, las primeras referencias literarias fueron los epitafios de guerreros,
reyes y sacerdotes en caracteres rúnicos. Esta escritura se utilizó desde el año 250,
aunque la mayoría de los documentos y lápidas conservados datan del período
comprendido entre el 800 y el 1100. Con la difusión del cristianismo, el latín se
convirtió en la lengua literaria de uso generalizado y en ella se escribió una de las más
importantes contribuciones danesas a la literatura mundial, la Gesta Danorum (1185-
1222; Gestas de los daneses), en la que se relata, entre otras, la historia de Hamlet. La
obra resume en 16 libros la historia de Dinamarca desde sus orígenes hasta el año 1187.

Época de la Reforma y barroco

La Reforma luterana influyó vivamente en todos los aspectos de la literatura sueca a


partir de 1527, año en el que tuvo lugar la ruptura con la curia romana. El hecho más
relevante en las letras de este período lo constituyó la traducción de la Biblia en 1541. A
partir de su edición se originó un movimiento poético plasmado principalmente en el
primer trabajo de carácter histórico realizado en Suecia, una crónica cuyo autor fue
Olaus Petri, artífice de la Reforma sueca, a quien se le atribuye también la Tobie
comedia (1550). Obra de otro erudito de la época, Olaus Magnus, fue la primera historia
geográfica y etnográfica de Escandinavia, titulada Historia de gentibus septentrionalibus
(1555; Historia de los pueblos nórdicos).

La influencia de la Reforma luterana se dejó sentir también en Dinamarca, país en el


que los efectos de las tesis protestantes fueron tan intensos como en el resto de los
territorios escandinavos.

Entre las personalidades del humanismo danés que apoyaron la Reforma cabe citar a
Christiern Pedersen, editor de la Gesta Danorum, y colaborador en sendas traducciones
del Nuevo Testamento y de la Biblia completa. El florecimiento de las letras alcanzó
también el género historiográfico, en el que destacaron figuras como Anders Sørensen
Vedel y Arild Huitfeldt, la poesía y el teatro. En este último ámbito sobresalieron las
creaciones del dramaturgo Hieronymus Justesen Ranch, autor de la farsa Karrig nidding
(El pícaro avaricioso).
En Islandia, la vida política y la poesía del siglo XVI convergieron en la personalidad de
Jón Arason, obispo católico que luchó contra el luteranismo y fue decapitado en 1550.
Aunque la mayor parte de su poesía trató asuntos religiosos, la exaltación del espíritu
nacional subyacente en sus obras lo convirtió en un héroe popular. A partir de 1540, las
enseñanzas luteranas se tradujeron del danés y del alemán a la lengua islandesa. Entre
los más activos eruditos dedicados a la tarea se encontraba Gudbrandur Thorláksson,
quien tradujo la Biblia con respeto o, en su caso, recuperación de las formas más
primitivas del islandés.

Hasta la intervención de Suecia en la guerra de los treinta años, que supondría tras la
victoria en 1648 el establecimiento de su poder real en Europa, la literatura sueca no
alcanzó vitalidad ni protagonismo. A partir de aquel momento surgieron autores que
reflejaban en sus obras inquietud por la situación social y política del país. Tal es el caso
de la epopeya alegórica Hercules (1658), de Georg Stiernhielm. La obra fue un intento
de integrar la herencia cultural sueca en los presupuestos estéticos del clasicismo
europeo. Entre los seguidores de la corriente literaria establecida por Stiernhielm se
cuentan los hermanos Columbus, uno de los cuales, Samuel, escribió las Odae sueticae
(1674; Odas suecas). A lo largo del siglo XVII, el espíritu nacional y el sentimiento
religioso conocieron un sensible empuje, que se materializó en un libro de himnos en
1695, obra del obispo Jesper Swedberg, que alcanzó gran popularidad y ejerció notable
influencia entre los suecos.

Por su parte, el Renacimiento literario, que en Dinamarca alcanzó su auge tardíamente


en la primera mitad del siglo XVII, se caracterizó por la profusión de estudios eruditos.
Así, el libro Monumenta danica (1643) de Ole Worm, sobre inscripciones rúnicas, hizo
famoso a su autor. Se profundizó en el estudio de la antigua literatura nórdica así como
en el de la lingüística danesa. En cuanto a la poesía, se prefirieron las formas clásicas y
los metros alejandrinos, hexámetros y sonetos. Más tarde, la poesía barroca tuvo su
principal exponente en Anders Bording, quien fundó también el primer periódico danés,
Den danske Mercurius (1666), que tenía la particularidad de presentar las noticias en
versos alejandrinos.

La actividad literaria en Noruega, país ligado desde el siglo XIV a Dinamarca, sólo
recuperó su propio acervo cultural después de la Reforma. A esta época pertenecen la
nostálgica apología Om Norgis rige (1567; Sobre el reino de Noruega), de Absalon
Pederssøn Beyer, y la original Nordlands trompet (La trompeta de la tierra del norte) de
Petter Dass, en la que se versificaba con expresividad la vida de un clérigo.

Uno de los libros más populares de Islandia, Passíusálmar (1666; Himnos sobre la
Pasión), fue compuesto por el pastor luterano Hallgrímur Pétursson. En este contexto,
un renovado interés por la antigüedad llevó a la revitalización de los conocimientos
sobre tradiciones literarias islandesas y a la recopilación de manuscritos primitivos.

Ilustración y romanticismo

Las nuevas ideas de la Ilustración francesa e inglesa penetraron paulatinamente en


Suecia tras la muerte de Carlos XII en 1718. El más notable autor que popularizó tales
corrientes fue Olof von Dalin, que publicó periódicamente Then swänska Argus (1732-
1734; El Argos sueco). Durante el reinado del rey Gustavo III (1746-1792) se desarrolló
una auténtica tradición dramática. En los círculos poéticos se suscitó una polémica
sobre la conveniencia de seguir los patrones clasicistas franceses o adoptar las corrientes
prerrománticas.

En el ámbito de la literatura danesa del siglo XVIII, la creación de Ludvig Holber


representó el inicio de la comedia destinada al teatro nacional, que se inauguró en 1722.
Fue además el autor de un poema heroico burlesco y de numerosos ensayos políticos.
Destacaron también las composiciones líricas de Johannes Ewald, quien proporcionó un
nuevo auge a la poesía sentimental.

La prosa islandesa del siglo XVIII, en su etapa más temprana, tuvo en Jón Vídalín, con
su obra Húss-Postilla (1718-1720; Sermones para el hogar), uno de los más
significativos exponentes. Racionalismo y patriotismo romántico se combinaron en la
poesía de Eggert Ólafsson, en tanto que el erudito Jón Thorláksson traducía Paradise
Lost (1667; El paraíso perdido), de John Milton, y Essay on Man (1732-1734; Ensayo
sobre el hombre), de Alexander Pope, iniciando así la notable influencia de la literatura
británica.

En Suecia, el debilitamiento que siguió a las guerras napoleónicas y, en general, los


cambios políticos sobrevenidos a principios del siglo XIX, se tradujeron en el país en un
profundo nacionalismo, que impregnó las nuevas corrientes románticas. Proliferaron los
círculos literarios y culturales, con publicaciones propias, como Polyfem (1809-1812) y
Phosphorus (1810-1813). Partidario de las tesis sostenidas en esta última fue el poeta
Per Daniel Atterbom, de inspiración netamente romántica. Mientras tanto, otra
corriente, la de la Sociedad Gótica, surgida en 1811, reivindicaba la vuelta a los
orígenes góticos, como posibilidad de renovación estética de los presupuestos literarios
suecos.

En el campo de la creación en prosa destacaron entre los románticos tardíos el novelista


Carl Jonas Love Almqvist, y Fredrika Bremer, autora de Grannarna (1837; Los
vecinos). A partir de 1830, con la publicación del primer periódico liberal sueco,
Aftonbladet, la literatura sueca inició el camino hacia su implantación en primera línea
del realismo, con el paréntesis de la obra de August Strindberg, artífice de la moderna
literatura sueca.

El nuevo plantamiento del drama tuvo una de sus más brillantes expresiones en Mäster
Olof (1872; El maestro Olof) y la nueva novela alcanzó notables manifestaciones de
sátira y agudeza en Röda rummet (1879; La sala roja). Strindberg reflejó a través de su
poesía, sus novelas y, sobre todo, sus obras de teatro, una profunda angustia existencial,
que supo expresar con un original estilo literario: imposible de encuadrar en una sola
corriente, su obra participó tanto del romanticismo como del simbolismo y el realismo.
También es de destacar la figura de Selma Lagerlöf, primera mujer y representante de
las letras suecas en ser galardonada con el Premio Nobel de literatura en 1909.
En Noruega, el movimiento romántico literario se centró a mediados del siglo XIX en
un gran interés por su pasado heroico, su historia y su lengua. El teatro contó con la
relevante figura de Henrik Ibsen, quien representó la nueva escuela que pretendía
afrontar las realidades sociales dejando de lado los ideales románticos. Bjørnstierne
Bjørnson perteneció a esa misma corriente. Ambos realizaron, entre 1870 y 1884, una
ingente producción dramática.

Por su parte, el romanticismo danés estuvo inspirado principalmente por los escritores
alemanes Johann Wolfgang Goethe y Friedrich Schiller, cuya influencia se puso de
manifiesto en la obra poética, prosística y dramática de Adam Oehlenschläger. El
primer cuarto de siglo presenció el empuje de nuevas ideas racionalistas y realistas, que
se materializaron en la obra de Poul Møller, autor de la primera novela danesa sobre la
vida contemporánea, En dansk students eventyr (1824; Las aventuras de un estudiante
danés). Hacia 1830, el temprano romanticismo dio paso a cierto realismo poético, más
contemplativo, que derivaría poco después en el resurgimiento de la poesía lírica. En su
nombre se escribió sobre el amor, la naturaleza y el erotismo desde un punto de vista
sumamente estético.

Por otra parte, los libros de Hans Christian Andersen y Søren Kierkegaard, que
publicaron su obra en el siglo XIX, constituyeron significativos y brillantes ejemplos
del cuento de hadas, en el primer caso, y de una personal filosofía religiosa en el
segundo.

Literatura moderna

En 1920 se otorgó el Premio Nobel de literatura al escritor noruego Knut Hamsun que,
ya en 1890, publicó un ensayo llamando la atención sobre la idiosincrasia y los valores
individuales. Una actitud que derivó más adelante hacia el interés en problemas sociales
contemporáneos, y que Hamsun ejemplificó en obras como Sult (1890; Hambre) y
Mysterier (1892; Misterios).

La literatura consiguió en Noruega una notable renovación en el campo de la novela y la


poesía lírica a lo largo de la primera mitad del siglo XX. El elemento regional y los
problemas de la creciente industrialización integraron la temática narrativa del período.
En tal contexto se encuadró la obra de la escritora Sigrid Undset, que obtuvo el Premio
Nobel de literatura de 1928. Entre sus principales creaciones cabe citar una extensa
novela histórica, Kristin Lavransdatter (1920-1922). Hasta la década de 1950 se
sucedieron algunos poetas líricos de cierto prestigio y escritores políticamente
comprometidos. Johan Borgen se hizo famoso gracias a sus cuentos, Lillelord (1955-
1957), y a su obra autobiográfica Barndommens rike (1965; El reino de la infancia), y
mantuvo su celebridad hasta que murió, en 1979.

La moderna novela sueca estuvo representada principalmente por la originalidad y la


imaginación de Hjalmar Bergman, dramaturgo, novelista y escritor de relatos cortos que
captó con brillantez los más diversos matices psicológicos. Una de las figuras más
conocidas internacionalmente fue Pär Lagerkvist, galardonado con el Premio Nobel de
literatura de 1951. Novelista y poeta, desarrolló también un estilo expresionista en obras
de teatro de su juventud. Su más difundida creación fue la novela alegórica Dvärgen
(1944; El enano).

La poesía lírica pasó en Suecia por diversas fases, desde el simbolismo y el modernismo
hasta el más puro surrealismo de la obra de Gunnar Ekelöf que, sin embargo, derivaría
más tarde por cauces simbolistas.

La literatura danesa osciló a principios del siglo XX entre el expansionismo y el


regionalismo, movimientos representados, respectivamente, por Johannes Vilhelm
Jensen con su ambiciosa epopeya Den langerejse (1908-1922; El largo viaje) y por
Martin Andersen Nexø, con la novela Pelle erobreren (1906-1910; Pelle el
conquistador). En la primera posguerra, los escritores más destacados expresaron en sus
trabajos la desilusión por un mundo en guerra. Karen Christence Dinesen, baronesa
Blixen-Finecke, que escribió bajo el seudónimo de Isak Dinesen, se mantuvo
relativamente al margen de tal corriente de pesimismo y optó por la fantasía y el estilo
de la novela gótica. Entre su producción, en la que alternaba la redacción en danés e
inglés, destacó Out of Africa (1937; Lejos de África o África mía), descripción de las
tierras de Kenia en las que había regentado una plantación.

Tras la segunda guerra mundial se dio un nuevo renacimiento espiritual entre los
jóvenes poetas líricos, y también entre los prosistas. Hacia 1955 nuevas corrientes
modificaron la evolución de las letras danesas. El mayor dinamismo y diversidad en su
obra pertenece a Klaus Rifbjerg, prolífico escritor que representó la tendencia
fundamental de la literatura danesa, modelada por siglos de historia y de inspiraciones
foráneas.

En Islandia se dieron desde principios del siglo XX corrientes similares de pensamiento,


aunque, además, tuvo lugar un intento de ruptura con las antiguas formas de expresión.
El escritor más célebre del período fue Halldór Kiljan Laxness, prosista de
contradictorio temperamento, a quien le fue concedido el Premio Nobel de literatura en
1955.

La pujanza de las letras escandinavas se vio confirmada con la sucesiva concesión de


este prestigioso galardón a la poetisa sueca Nelly Sachs en 1966, y a los también suecos
Eyvind Johnson y Harry Martinson en 1974.

ESCÁLDICA, POESÍA.. Género literario esencialmente cortesano cultivado por los


poetas noruegos e islandeses desde el siglo X hasta finales del XIII, caracterizado por el
gusto por la perífrasis y la abundancia de ornamentación.

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