Literatura Escandinava
Literatura Escandinava
Literatura Escandinava
Las literaturas noruega e islandesa tuvieron su origen en dicho período, y las fuentes
principales fueron la Edda, canto heroico y mitológico, la poesía escáldica y las sagas.
La época clásica de las letras islandesas coincidió en líneas generales con el Medievo en
la literatura occidental. Compuesta entre los siglos IX y XIII, la poesía de la Edda
abordó temas mitológicos con descripciones del mundo de los dioses nórdicos. En sus
narraciones aparecía como frecuente escenario el Valhala, reino de los muertos, y sus
protagonistas eran Odín, dios de la guerra; Thor, dios del trueno; Balder, encarnación de
la bondad; y otras divinidades del Olimpo escandinavo. Buena parte de la más antigua
poesía de esta etapa quedó recopilada en el manuscrito del Codex regius, en el que se
halla contenido la Saemundar Edda (1270), poema también conocido como Edda
poética o Edda antigua. La historia y las hazañas de los dioses de los pueblos del norte
son también cantadas en Völuspá (La profecía de la sibila), Handismál (Lai de Hamdir)
o en Baldrs draumar (Los sueños de Balder).
La sencillez impuesta por la tradición oral, que en origen fue la fuente de transmisión de
la poesía édica, tuvo su contraposición en la poesía escáldica -del término islandés
skald, poeta-, género cultivado hasta el siglo XIII por noruegos e islandeses y
caracterizado por la profusión de formas ornamentales y perífrasis.
Singular mención merecen las sagas, composiciones que en Noruega e Islandia podían
contener todo tipo de narraciones, orales o escritas, y que, de forma más específica,
designaban las biografías de héroes encuadradas preferentemente entre los siglos XII y
XV. La saga más antigua que se conoce es Oldest Ólafs saga helga (Primera saga de san
Olaf), que se escribió hacia el año 1180, y presentaba la forma de una novela
hagiográfica. Snorri Sturluson, autor de trabajos de muy diversa índole -entre otros se le
atribuye la Snorra Edda, manual de prosodia y dicción poética también conocido como
Edda en prosa- compuso la Heimskringla (hacia 1220; La vuelta al mundo), densa
aunque polémica fuente sobre la historia de los antiguos reyes de Noruega.
Las sagas propiamente islandesas -también llamadas familiares- trataban sobre héroes
de los siglos X y XI, y su transmisión, con frecuencia oral supuso un elemento de
divergencia al determinar la fecha en que fueron compuestas. Entre las sagas más
conocidas y documentadas se encuentran la Gísla saga, escrita antes de mediados del
siglo XIII, y la Laxdaela saga (Saga de los hombres de Laxárdal). Los motivos
fantásticos y románticos fueron ganando terreno con el tiempo, y la llamada Grettis saga
(Saga de Grettir el Fuerte) llegaba a presentar al héroe en lucha contra gnomos,
fantasmas y otros seres imaginarios. Por su parte, la más difundida de las sagas
islandesas, la Njáls saga, encarnó los ideales nórdicos de la lealtad y el valor a partir de
la unión entre Njáll, héroe sabio y prudente, y Gunnar, símbolo del ardor, la juventud y
la inexperiencia.
Entre los siglos XII y XIV, el advenimiento del cristianismo en tierras escandinavas dio
lugar a que numerosas obras de carácter profano se tradujeran del latín. De tal período
data, por ejemplo, la obra titulada Breta sögur (Narraciones de los bretones) versión
islandesa de la Historia regum Britanniae (Historia de los reyes de Bretaña), de
Geoffrey de Monmouth.
En Suecia, la literatura nacional se inició propiamente en el siglo XIII cuando, tras una
prolongada serie de modificaciones lingüísticas, el idioma sueco se consolidó como
unidad independiente. El más antiguo manuscrito es el Västgötalagan (Ley del Gotland
del oeste), parte de un código legal escrito alrededor de 1220. La poesía caballeresca
contó con diversas manifestaciones como la titulada Eufemiavisorna (Las canciones de
Eufemia), escrita en aleluyas entre 1303 y 1312, y en la que se incluye una traducción
del Yvain de Chrétien de Troyes.
En el ámbito danés, las primeras referencias literarias fueron los epitafios de guerreros,
reyes y sacerdotes en caracteres rúnicos. Esta escritura se utilizó desde el año 250,
aunque la mayoría de los documentos y lápidas conservados datan del período
comprendido entre el 800 y el 1100. Con la difusión del cristianismo, el latín se
convirtió en la lengua literaria de uso generalizado y en ella se escribió una de las más
importantes contribuciones danesas a la literatura mundial, la Gesta Danorum (1185-
1222; Gestas de los daneses), en la que se relata, entre otras, la historia de Hamlet. La
obra resume en 16 libros la historia de Dinamarca desde sus orígenes hasta el año 1187.
Entre las personalidades del humanismo danés que apoyaron la Reforma cabe citar a
Christiern Pedersen, editor de la Gesta Danorum, y colaborador en sendas traducciones
del Nuevo Testamento y de la Biblia completa. El florecimiento de las letras alcanzó
también el género historiográfico, en el que destacaron figuras como Anders Sørensen
Vedel y Arild Huitfeldt, la poesía y el teatro. En este último ámbito sobresalieron las
creaciones del dramaturgo Hieronymus Justesen Ranch, autor de la farsa Karrig nidding
(El pícaro avaricioso).
En Islandia, la vida política y la poesía del siglo XVI convergieron en la personalidad de
Jón Arason, obispo católico que luchó contra el luteranismo y fue decapitado en 1550.
Aunque la mayor parte de su poesía trató asuntos religiosos, la exaltación del espíritu
nacional subyacente en sus obras lo convirtió en un héroe popular. A partir de 1540, las
enseñanzas luteranas se tradujeron del danés y del alemán a la lengua islandesa. Entre
los más activos eruditos dedicados a la tarea se encontraba Gudbrandur Thorláksson,
quien tradujo la Biblia con respeto o, en su caso, recuperación de las formas más
primitivas del islandés.
Hasta la intervención de Suecia en la guerra de los treinta años, que supondría tras la
victoria en 1648 el establecimiento de su poder real en Europa, la literatura sueca no
alcanzó vitalidad ni protagonismo. A partir de aquel momento surgieron autores que
reflejaban en sus obras inquietud por la situación social y política del país. Tal es el caso
de la epopeya alegórica Hercules (1658), de Georg Stiernhielm. La obra fue un intento
de integrar la herencia cultural sueca en los presupuestos estéticos del clasicismo
europeo. Entre los seguidores de la corriente literaria establecida por Stiernhielm se
cuentan los hermanos Columbus, uno de los cuales, Samuel, escribió las Odae sueticae
(1674; Odas suecas). A lo largo del siglo XVII, el espíritu nacional y el sentimiento
religioso conocieron un sensible empuje, que se materializó en un libro de himnos en
1695, obra del obispo Jesper Swedberg, que alcanzó gran popularidad y ejerció notable
influencia entre los suecos.
La actividad literaria en Noruega, país ligado desde el siglo XIV a Dinamarca, sólo
recuperó su propio acervo cultural después de la Reforma. A esta época pertenecen la
nostálgica apología Om Norgis rige (1567; Sobre el reino de Noruega), de Absalon
Pederssøn Beyer, y la original Nordlands trompet (La trompeta de la tierra del norte) de
Petter Dass, en la que se versificaba con expresividad la vida de un clérigo.
Uno de los libros más populares de Islandia, Passíusálmar (1666; Himnos sobre la
Pasión), fue compuesto por el pastor luterano Hallgrímur Pétursson. En este contexto,
un renovado interés por la antigüedad llevó a la revitalización de los conocimientos
sobre tradiciones literarias islandesas y a la recopilación de manuscritos primitivos.
Ilustración y romanticismo
La prosa islandesa del siglo XVIII, en su etapa más temprana, tuvo en Jón Vídalín, con
su obra Húss-Postilla (1718-1720; Sermones para el hogar), uno de los más
significativos exponentes. Racionalismo y patriotismo romántico se combinaron en la
poesía de Eggert Ólafsson, en tanto que el erudito Jón Thorláksson traducía Paradise
Lost (1667; El paraíso perdido), de John Milton, y Essay on Man (1732-1734; Ensayo
sobre el hombre), de Alexander Pope, iniciando así la notable influencia de la literatura
británica.
El nuevo plantamiento del drama tuvo una de sus más brillantes expresiones en Mäster
Olof (1872; El maestro Olof) y la nueva novela alcanzó notables manifestaciones de
sátira y agudeza en Röda rummet (1879; La sala roja). Strindberg reflejó a través de su
poesía, sus novelas y, sobre todo, sus obras de teatro, una profunda angustia existencial,
que supo expresar con un original estilo literario: imposible de encuadrar en una sola
corriente, su obra participó tanto del romanticismo como del simbolismo y el realismo.
También es de destacar la figura de Selma Lagerlöf, primera mujer y representante de
las letras suecas en ser galardonada con el Premio Nobel de literatura en 1909.
En Noruega, el movimiento romántico literario se centró a mediados del siglo XIX en
un gran interés por su pasado heroico, su historia y su lengua. El teatro contó con la
relevante figura de Henrik Ibsen, quien representó la nueva escuela que pretendía
afrontar las realidades sociales dejando de lado los ideales románticos. Bjørnstierne
Bjørnson perteneció a esa misma corriente. Ambos realizaron, entre 1870 y 1884, una
ingente producción dramática.
Por su parte, el romanticismo danés estuvo inspirado principalmente por los escritores
alemanes Johann Wolfgang Goethe y Friedrich Schiller, cuya influencia se puso de
manifiesto en la obra poética, prosística y dramática de Adam Oehlenschläger. El
primer cuarto de siglo presenció el empuje de nuevas ideas racionalistas y realistas, que
se materializaron en la obra de Poul Møller, autor de la primera novela danesa sobre la
vida contemporánea, En dansk students eventyr (1824; Las aventuras de un estudiante
danés). Hacia 1830, el temprano romanticismo dio paso a cierto realismo poético, más
contemplativo, que derivaría poco después en el resurgimiento de la poesía lírica. En su
nombre se escribió sobre el amor, la naturaleza y el erotismo desde un punto de vista
sumamente estético.
Por otra parte, los libros de Hans Christian Andersen y Søren Kierkegaard, que
publicaron su obra en el siglo XIX, constituyeron significativos y brillantes ejemplos
del cuento de hadas, en el primer caso, y de una personal filosofía religiosa en el
segundo.
Literatura moderna
En 1920 se otorgó el Premio Nobel de literatura al escritor noruego Knut Hamsun que,
ya en 1890, publicó un ensayo llamando la atención sobre la idiosincrasia y los valores
individuales. Una actitud que derivó más adelante hacia el interés en problemas sociales
contemporáneos, y que Hamsun ejemplificó en obras como Sult (1890; Hambre) y
Mysterier (1892; Misterios).
La poesía lírica pasó en Suecia por diversas fases, desde el simbolismo y el modernismo
hasta el más puro surrealismo de la obra de Gunnar Ekelöf que, sin embargo, derivaría
más tarde por cauces simbolistas.
Tras la segunda guerra mundial se dio un nuevo renacimiento espiritual entre los
jóvenes poetas líricos, y también entre los prosistas. Hacia 1955 nuevas corrientes
modificaron la evolución de las letras danesas. El mayor dinamismo y diversidad en su
obra pertenece a Klaus Rifbjerg, prolífico escritor que representó la tendencia
fundamental de la literatura danesa, modelada por siglos de historia y de inspiraciones
foráneas.