Apunte de Cátedra. Eje 2 La Literatura Infantil y Sus Claves
Apunte de Cátedra. Eje 2 La Literatura Infantil y Sus Claves
Apunte de Cátedra. Eje 2 La Literatura Infantil y Sus Claves
CERVERA, Juan (1989): En torno a la literatura infantil. CAUCE, Revista de Filología y su Didáctica, n2 12. Pp. 157 -168.
ELIZAGARAY, Alga Marina (1981): Niños, autores y libros. La Habana: Ed. Gente Nueva.
Según ELIZAGARAY, Alga Marina (1981), los libros infantiles son un fenómeno relativamente
reciente. Prácticamente hasta el siglo XIX, los autores no pensaban en los niños a la hora de escribir sus
obras. Eso no quiere decir que antes de esa época no hubiera libros interesantes y apropiados para los
niños; pero sus autores no los escribieron pensando en ellos.
En los inicios los libros que se elegían para los niños, eran sobre todo aquellos que podían tener un
contenido moral o didáctico, es decir, que podían servir de enseñanza o permitían aprender normas de
conducta o comportamiento.
Según Cervera, una visión global considera como literatura infantil a todas las producciones
que tienen como vehículo la palabra con un toque artístico o creativo y como receptor al niño . En
esta línea, Marisa BORTOLUSSI (1985) reconoce como literatura infantil "la obra estética destinada
a un público infantil".
Este evidente propósito de ampliar las fronteras de la literatura infantil más allá de los
clásicos géneros (narrativa, poesía y teatro) convierte en literatura infantil a cualquier producción
cuyo contenido tenga carácter creativo, artístico y tenga como destinatario a los niños (las letrillas,
adivinanzas, juegos de raíz literaria, producciones del cine, la televisión, dramatización o el juego
con expresión verbal).
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Historia
ELIZAGARAY, Alga Marina (1981) reseña la historia de la literatura infantil de la siguiente manera:
Una de las primeras obras escritas pensando en los niños es Mundo visible en dibujos (1658), del
humanista Comenio, que presentaba una novedad de enorme importancia para el futuro, pues
acompañaba cada palabra de una figura.
A finales del siglo XVII y durante el XVIII se publicaron obras que, a pesar de que no fueron
pensadas para los niños, se convirtieron, con el paso del tiempo, en grandes clásicos de la literatura
infantil: la primera, publicada en 1697, es Cuentos del pasado, subtitulada Cuentos de Mamá Oca, del
escritor francés Charles Perrault, que recopiló cuentos populares franceses y también narraciones
italianas. Al final de cada cuento añadió una moraleja. Con estos cuentos maravillosos, Perrault introdujo
y consagró el mundo de las hadas en la literatura infantil. Algunos de esos cuentos son conocidos por
casi todos los niños, como: La Cenicienta, Pulgarcito, El gato con botas, La bella durmiente, Caperucita
Roja o Piel de asno, entre otros.
Además, en el siglo XVIII, en concreto entre 1704 y 1717, se tradujeron, por primera vez en
Occidente, los cuentos de Las mil y una noches, que pronto se hicieron famosos en toda Europa. Dos de
las innumerables historias incluidas en ese libro son Los viajes de Simbad el marino y Aladino y la
lámpara maravillosa.
En 1745 John Newberry abrió en Londres la primera librería y editorial para niños y, en 1751, La
Biblia y el Sol lanzó la primera revista infantil del mundo.
El siglo XIX: Siglo de Oro de la literatura infantil: A principios del siglo XIX, se publicaron en toda
Europa recopilaciones de cuentos y leyendas populares, transmitidas de manera oral de generación en
generación. Dos colecciones son particularmente importantes. La primera la publicaron en Alemania los
hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, más conocidos por Los Hermanos Grimm, y lleva el título de
Cuentos para la infancia y el hogar (1812-1815). La colección, aumentada en 1857, se conoce como
Cuentos de hadas de los hermanos Grimm. En esos cuentos aparecen personajes que se harían famosos
en todo el mundo, como Blancanieves, Barba Azul, Cenicienta y Caperucita Roja. En algunas ocasiones los
cuentos de unos escritores coinciden con los de otros, pues en muchos casos se basan en leyendas
similares y tradiciones comunes.
La otra gran colección de cuentos del siglo XIX es Cuentos para niños (1835), del escritor danés
Hans Christian Andersen, que combinó una gran sensibilidad con una extraordinaria fantasía. Algunos de
sus cuentos son El patito feo, El soldadito de plomo, La sirenita , La vendedora de fósforos. Dentro de esa
tendencia fantástica, se destaca un libro único y extraordinario, Alicia en el país de las maravillas,
publicado en 1865 por Lewis Carrol.
A lo largo del siglo XIX se desarrolla también una literatura infantil de tendencia más realista, que
no incluye elementos fantásticos, como brujas o hadas, y se basa principalmente en las aventuras y los
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viajes. Dentro de esa corriente, los libros más importantes son La isla del tesoro (1883), del escritor
escocés Robert Louis Stevenson, que cuenta la búsqueda de un tesoro por parte de un niño y el astuto
pirata John Long Silver, o Las aventuras de Huckleberry Finn (1884), de Mark Twain, autor también de
Las aventuras de Tom Sawyer (1876).
También se publicaron muchos otros clásicos de la literatura infantil, entre los que destacan
Canción de Navidad (1843), de Charles Dickens, Pinocho (1883), de Carlo Collodi, o El libro de la selva
(1894), de Rudyard Kipling.
El siglo XX: Pleno florecimiento de la literatura infantil: La literatura infantil alcanzó su pleno
desarrollo en el siglo XX. A partir de entonces, cada vez más escritores han tenido en cuenta los gustos y
las necesidades de los niños y han escrito específicamente para ellos.
En general, la literatura infantil ha evolucionado desde las obras de contenido moral o educativo
de los primeros tiempos a obras de simple entretenimiento o diversión. Además, en el siglo XX se ha
ampliado de manera significativa la naturaleza y el tipo de los personajes de las historias, que ya no están
protagonizadas solo por niños o animales que hablan, sino también, por seres fabulosos, como los
héroes de los cómics, por criaturas fantásticas e incluso por juguetes y muñecas.
Muchos de esos personajes se han hecho enormemente populares a través del cine o de la
televisión, como es el caso de Pippi Calzaslargas (1945) también conocido como Pippa Mediaslargas, de
la escritora sueca Astrid Lindgren, o Peter Pan (1904), creado por el escritor James Barrie. Algunos de los
libros infantiles más importantes y populares entre los niños son El viento en los sauces (1908), de
Kenneth Grahame; Winnie de Puh (1926), de A. A. Milne; Mary Poppins (1935), de Pamela Travers, o El
Principito (1943), del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry.
También algunos personajes de cómics se han hecho famosos en todo el mundo, como Tintín,
Astérix, Batman o Mafalda.
Se destaca, de forma más reciente, el caso de la escritora británica J. K. Rowling, cuyos libros,
protagonizados por un aprendiz de mago llamado Harry Potter, se han convertido en todo un fenómeno
de masas en los primeros años del siglo XXI.
Engloba todas aquellas producciones que no nacieron para los niños, pero que, andando el
tiempo, el niño se las apropió o ganó o se le destinaron, previa adaptación o no.
Aquí cabe incluir todos los cuentos tradicionales, el sector folclórico de la literatura infantil,
muchos de los romances y canciones, algo de la novelística juvenil, etc. Tal es el caso de los
Cuentos, de Perrault, o las adaptaciones de Las mil y una noches, o aquellas producciones
juveniles que adaptadas se fueron convirtiendo en infantiles.
La literatura instrumentalizada:
Gran cantidad de libros que se produce ahora sobre todo para preescolar y Ciclo
inicial de la E.G.B.
Debemos hablar más de libros que de literatura.
Nos referimos a todos esos que aparecen en series en las que, tras escoger un
protagonista común, lo hacen pasar por distintos escenarios y situaciones: la playa, el
monte, el circo, el mercado, el zoo, el campo, la iglesia, el colegio, la plaza. O bien
aquellos que se crean como extensión para ejercicios de gramática u otras
asignaturas.
Está claro que en todas estas producciones predomina la intención didáctica sobre la
literaria.
La creatividad es mínima, por no decir nula.
Toman el esquema de la literatura y lo aplican a varios temas monográficos que
convierten así en centros de interés.
Tal es el caso de los libros protagonizados por Teo, Tina-Ton, Iba! en los que los
objetivos didácticos están por encima de los literarios. No son literatura, aunque lo
parezcan.
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INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA LITERATURA INFANTIL
Desde el punto de vista de la respuesta a las necesidades del niño la literatura infantil ganada
y creada llenan educativamente el tiempo de ocio, y su presencia en la escuela es beneficiosa. La
expansión de la instrumentalizada, comportaría la invasión del tiempo de ocio por la escuela. O
sea, se iría en contra de la tendencia pedagógica actual que favorece la incursión de lo lúdico en la
escuela y no al revés.
Juan Carlos MERLO (1976) rechaza tajantemente que las obras calificadas como
infantiles "deban servir para instruir, educar o moralizar. Ni tampoco que deban funcionar
para mejorar el aprendizaje de la lectoescritura. La literatura infantil, tal como la
concebimos, no es literatura didáctica." Y al defender "la independencia de la literatura
infantil dentro del ámbito de la literatura contemporánea", no duda en afirmar que ha nacido
[Otros
para "goce exclusivo de los niños lectores. Nunca para catarsis de adultos escritores."
autores como Teresa Colomer piensan lo mismo y de hecho desde la Unidad Curricular adoptamos esta postura: la literatura infantil debe servir sólo como literatura
infantil…es decir para el goce estético de los niños. No obstante tiene funciones muy importantes para la alfabetización inicial cómo veremos más adelante.]
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LITERATURA INFANTIL Y ESCUELA
BIBLIORAFIA
BORTOLUSSI, M.: Análisis teórico del cuento infantil. Alhambra.- Madrid, 1985.
DIEZ, E. Y CUBELLS, F.: Lectura del niño y la literatura infantil.- I.C.C.E. Madrid, 1973.