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La Ética Kantiana 11

Este documento presenta un resumen de la ética kantiana. Explica que para Kant, lo único absolutamente bueno es la buena voluntad, o actuar por deber. El deber se define como obedecer la voz de la razón a través del imperativo categórico, que prescribe tratar a los demás como fines en sí mismos. También describe los cuatro tipos de deberes, los criterios de universalizabilidad de una norma, y las críticas que se han hecho a la teoría ética de Kant.
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La Ética Kantiana 11

Este documento presenta un resumen de la ética kantiana. Explica que para Kant, lo único absolutamente bueno es la buena voluntad, o actuar por deber. El deber se define como obedecer la voz de la razón a través del imperativo categórico, que prescribe tratar a los demás como fines en sí mismos. También describe los cuatro tipos de deberes, los criterios de universalizabilidad de una norma, y las críticas que se han hecho a la teoría ética de Kant.
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TALLER

Haga una lectura del texto: “LA ÉTICA KANTIANA” y responda las siguientes preguntas:
1. ¿Cuál es la critica que le hace la ética Kantiana a las éticas consecuencialistas?
2. ¿Qué relación tiene el deber con la buena voluntad?
3. Explique la diferencia entre actuar por deber y actuar conforme al deber
4. ¿Qué es la ley y moral? ¿cómo se relaciona con el imperativo categórico?
5. ¿Qué importancia tiene ver a las personas como fines en sí mismos y no como
simples medios?
6. Explique los dos criterios que propone Kant para comprobar la universalidad de una
norma.
7. ¿Cuáles son las cuatro clases de deberes?
8. En qué consisten las críticas hechas a la teoría moral de Kant.

LA ÉTICA KANTIANA

Escrito por AA.VV. Filosofía y Ciudadanía. Bachillerato. Editorial Almadraba. Madrid.


2008

La ética kantiana se engloba dentro de las éticas del deber que niegan que se pueda justificar
y fundamentar la corrección moral de una acción en sus buenas consecuencias. En lugar de
centrarse en las consecuencias, las éticas de deberes se centran en el deber. Consideran que
hay principios o normas que deben respetarse. De ahí que estas teorías se conozcan como
"éticas de principios".
Contrariamente a lo que plantean muchas teorías consecuencialistas, el filósofo alemán
Inmanuel Kant (1724- 1804) afirmó que la felicidad no es siempre buena porque a veces
conduce a la arrogancia y porque un espectador razonable e imparcial no sentirá nunca
satisfacción al contemplar a una persona a quien siempre le va todo bien, pero cuya felicidad
es inmerecida ya que su voluntad no manifiesta ningún rasgo de bondad.

Según Kant, lo único absolutamente bueno, siempre y en toda situación, es la buena voluntad.
Y decir que una persona actúa por buena voluntad equivale a decir que actúa por respeto al
deber y no solo conforme al deber. Se puede actuar conforme al deber, pero por motivos
interesados, esto es, movido por inclinaciones, deseos, ventajas o consecuencias
beneficiosas. En cambio, actuar por respeto al deber es tener como único motivo el propio
deber, el deber puro.
Ahora bien ¿qué significa actuar por deber? El deber es un imperativo. Un imperativo sin
condiciones, un imperativo absoluto o categórico. Sin embargo, no nos lo impone ni la
sociedad, ni una autoridad externa, ni Dios, ni nuestras propias inclinaciones o creencias: nos
lo imponemos nosotros mismos en tanto que seres racionales. Actuar por deber es obedecer
la voz de la razón que hay en nosotros. La persona que escucha y se guía por la razón actúa
como corresponde a un ser racional, Para nosotros, humanos, la voz de la razón se nos impone
como un deber porque somos seres racionales imperfectos. Y somos imperfectos porque
estamos dotados de deseos e inclinaciones que nos impulsan en sentido distinto al de la razón.
Si fuésemos seres racionales perfectos, dotados solamente de razón, la voz de la razón no nos
parecería un deber, sino que la seguiríamos espontáneamente.
¿Y cuál es la voz de la razón? ¿Cuál es el deber que la razón nos impone, que nos imponemos
en tanto que seres racionales? Según kant, la razón prescribe la ley según la cual han de vivir
los seres racionales: la ley moral. Y esta ley moral, que se dirige a los mismos seres racionales
que la dictan, ha de ser tan formal- tan universal y racional, diríamos- que no contenga
referencia alguna a circunstancias particulares- a deseos o inclinaciones, por ejemplo. Es
como si la razón dijera: "Actúa solo según una máxima (norma o regla) tal que puedas al
mismo tiempo querer que se convierta en ley universal". Kant denomina a este imperativo de
la razón, del cual ofrece hasta cuatro formulaciones distintas, "imperativo categórico". Otra
formulación interesante es la siguiente: "Actúa de tal modo que trates a la humanidad, tanto
en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre y al mismo tiempo como fin,
nunca simplemente como medio". Actuar correctamente nos obliga a no tratar a las personas-
incluso a uno mismo- sólo como medios, sino como fines en sí mismas: las personas merecen
respeto.
La ley moral expresada en el imperativo categórico se concreta en normas morales que
constituyen nuestras obligaciones o deberes. Para conocer cuáles son esas normas, es decir,
para saber si una determinada norma es compatible con la ley moral hay que comprobar si es
universalizable: si se puede pensar o querer que sea ley universal, es decir, que todos la
cumplan. Una norma es moral si y solo si es universalizable. Cabe afirmar, por tanto, que
para Kant la corrección moral de una acción, o la obligación moral de realizarla, se justifica
solo por la existencia de principios y normas morales que deben respetarse. A su vez, el
fundamento de las normas morales reside en la exigencia de universalizabilidad de la razón.
Kant propone dos criterios para comprobar la universalizabilidad de una norma. El 'primero
es el criterio de autocontradicción: hay normas que es imposible pensar que sean leyes
universales, ya que si todo el mundo las cumpliera no se podrían realizar. Si para salir de un
apuro económico pido prestado dinero prometiendo devolverlo aun a sabiendas de que no lo
hará, la norma que justifica mi acción ("hay que hacer promesas falsas") sería irrealizable al
universalizarse. Si todo el que se encontrara en un apuro prometiera algo con la intención de
no cumplirlo, las promesas se harían imposibles, porque nadie creería lo que se le promete.
En un mundo en que todas las promesas hechas en un momento difícil fuesen falsas, sería
lógicamente imposible hacer en un momento difícil una promesa, porque al saber que era
falsa todos sabrían que no era una promesa.
El segundo es el criterio de la inaceptabilidad: hay normas que es imposible querer que sean
leyes universales, ya que si todo el mundo las cumpliera resultarían inaceptables para los
seres racionales. Si una persona renuncia a ayudar a otra que está en dificultades. Aún
pudiendo ayudarla, la norma que justifica su acción ("no hay que ayudar a nadie si no se
obtiene beneficio, aunque no cause inconveniente") sería inaceptable al universalizarse. Esta
norma no podría ser querida por un ser racional, dado que es racional pensar que puede haber
muchos casos en que se necesitará la ayuda de otras personas.
Kant divide los deberes que emanan de las normas morales en deberes estrictos o perfectos
(no admiten ser limitados por otros deberes) y deberes meritorios o imperfectos (admiten ser
limitados por otros deberes) y en deberes hacia uno mismo y deberes hacia los demás. Esto
da cuatro clases: deberes perfectos hacia uno mismo (conservar la propia vida), deberes
perfectos hacia los demás (no mentir, no hacer promesas falsas, cumplir las promesas),
deberes imperfectos hacia uno mismo (cultivar los propios talentos) y deberes imperfectos
hacia los demás (contribuir a su felicidad, ser generoso).
Kant supone que las normas morales al ser universalizables no admiten excepciones. Eso
significa, en primer lugar, que obligan a todo ser racional y, por tanto, nadie es excepcional
y, en segundo lugar, significa que han de cumplirse en toda circunstancia so excepción, sean
cuales sean las consecuencias: nada cambia si, en un caso determinado, tendría mejores
consecuencias no decir la verdad.
Con todo, según Kant, el valor moral de una acción no es sólo la conformidad con las normas
morales que constituyen el deber. Una acción conforme al deber es simplemente una acción
correcta. Su valor moral depende del motivo por el cual ha sido realizada. Y el único motivo
que otorga valor moral a una acción es realizarla por respeto al deber. El tendero que no pide
un precio excesivo al comprador inexperto actúa honradamente, de conformidad con el deber,
pero dado que el motivo de esta acción podría ser o la inclinación- querer aumentar la
clientela, por ejemplo- o el deber- querer cumplir el deber-, solo tendrá valor moral, si su
motivo ha sido este último. En definitiva, lo único que da valor moral a una acción es la
intención: actuar por respeto al deber. Esto es la buena voluntad.
Esta teoría también tiene ventajas e inconvenientes. De la ética kantiana se han destacado
algunas características que la puedan hacer convincente. En primer lugar, la preeminencia de
que goza la razón, al convertirse en el fundamento último de la moral. En segundo lugar, que
las acciones correctas dependan de normas morales parece captar el carácter de
obligatoriedad- y no de deseo, aunque racional- que tiene la moral. En tercer lugar, el carácter
universal de las normas morales, que hace que nadie pueda considerarse una excepción,
introduce el carácter de imparcialidad que tiene la moral. Y finalmente, que el auténtico valor
moral resuda en la intención, ya que parece más digno de valor moral decir la verdad porque
es un deber, que hacerlo por inclinación egoísta.
Los críticos han objetado a Kant el carácter absolutista de su teoría, es decir, que no atienda
a las circunstancias particulares de cada caso y, por tanto, que los deberes morales no tengan
nunca en cuenta las consecuencias de las acciones. Si el deber obliga a no mentir, las
consecuencias de que una persona que esconde en la buhardilla a una familia judía diga la
verdad a una patrulla nazi pueden ser tan perjudiciales que parecería una inmoralidad
confesar la verdad.
Otra objeción es que la teoría kantiana no parece que pueda resolver el problema del conflicto
de normas. Si algunos deberes, como los deberes perfectos, no admiten ser limitados por
otros deberes, y esto significa que se han de cumplir en toda circunstancia, muchos dilemas
pueden resultar irresolubles. Si por cumplir una promesa no se puede salvar una vida, se
incumple este deber. La alternativa es salvar una vida, pero incumplir la promesa. Se haga lo
que se haga parece que algún deber no se puede cumplir.
Por último, los objetores consideran que la universalizabilidad no es el fundamento adecuado
de las normas morales. Por una parte, no parece necesaria, porque puede haber normas
morales que no sean universalizables (amar a los enemigos). Por otra parte, la
universalizabilidad no es suficiente, porque hay normas universalizables que no son morales
(poner una flor en el balcón) e incluso que son un deber moral no cumplir (ser cruel: una
persona racional a quien no importara vivir en un mundo cruel y padecer la crueldad de los
demás podría universalizarla).

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