El Lenguaje Musical en La Primera Infancia .Judith Akoschky
El Lenguaje Musical en La Primera Infancia .Judith Akoschky
El Lenguaje Musical en La Primera Infancia .Judith Akoschky
Judith Akoschky
Julián tenía un mes y medio. Su mamá, melómana incansable y de buen criterio en la elección
de música grabada para su hijito, detectó en Julián una expresión particular en su rostro cada
vez que se repetía uno de los temas del casete que escuchaban con frecuencia. Hizo diferentes
pruebas, cambiando el orden de los temas, modificando el volumen de algunos de ellos… Pero
esa expresión, casi una sonrisa acompañada por algún movimiento de sus pies, se repetía
cuando el tema elegido se volvía a reproducir. ¿Julián había elegido una canción que le producía
esa alegría, ese placer? ¿Tan pequeño y ya contaba con los medios para seleccionar aquello
que le gustaba? ¿Cómo reconocía Julián su canción? ¿La recordaba? ¿Contaba con una memoria
musical?
Dudas sin respuestas que, no obstante, presentan una clara situación: el disfrute de la escucha
reiterada de un tema musical, elegido, esperado… ¿Con qué recursos contaba Julián para
hacer esa elección? Indudablemente una capacidad con la que contó desde su nacimiento, que
podríamos llamar, a riesgo de equívoco y en forma genérica, sensibilidad musical.
Este ejemplo y muchos otros recogidos a lo largo de una larga experiencia nos permiten
hacernos las siguientes preguntas: ¿sería excesivo pensar que todo ser humano es sensible
a la música?, ¿a alguna música?, ¿a la de su entorno sociocultural?, ¿a las que escuchó desde
su nacimiento?, ¿a las que fue conociendo en otros ámbitos a lo largo de su vida? Podemos
afirmar que el contacto asiduo con la escucha musical desarrolla esa sensibilidad inicial, sus-
ceptible de refinamiento, disponible para la selección y elección de preferencias.
A mi entender, se nace musical. Y ese enorme potencial requiere para su desarrollo orien-
tación, criterios selectivos y buenas oportunidades para otorgarle el impulso creciente que
merece.
El ser humano cuenta con un maravilloso aparato auditivo, especie de ventana abierta al
mundo que va desarrollando su potencial desde que nace –algunas investigaciones sostienen
que incluso antes, en la vida intrauterina– y con un aparato de fonación que meses más tarde
irá reproduciendo los modelos que le aporta la cultura a través de su entorno familiar y social.
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Arte, educación y primera infancia: sentidos y experiencias
De no mediar patologías inhibitorias para su desarrollo, estos dos sistemas –el auditivo y el de
fonación– son los promotores de la imitación, del juego improvisador vocal, de la apropiación
paulatina de la lengua, de la reproducción progresiva de canciones: es el inmenso caudal que
trae todo ser humano con la capacidad de percepción y la de producción sonora, ligadas a
través de redes nerviosas a la vida emocional (Roederer, 1997, pp. 15-23). De lo que antecede,
se puede inferir que el trabajo progresivo de la percepción auditiva no solo genera refina-
Primera parte
miento y agudización de esa capacidad, sino que despierta mayores resonancias afectivas
(Akoschky, 1998, p. 196).
Hoy se sabe que las habilidades musicales se construyen con perseverancia y buenos
estímulos, y que tanto el ambiente musical familiar como el social pueden favorecer y acre-
centar el interés por las manifestaciones musicales.
Pedro en su cuna ejercita su capacidad vocal. Tiene cuatro meses y ya sorprenden los sonidos
que produce. En un comienzo parecería que se escucha y los imita, repitiéndolos continua-
mente como si disfrutara de su producción. Pero luego introduce variaciones: cambia las
alturas, se detiene más en algún que otro sonido. Se lo ve entretenido: parece sorprendido
por sus logros. Luego de un silencio retoma variando los sonidos iniciales. A continuación,
descansa y en silencio posa su vista en el móvil que gira incansable en el borde opuesto de la
cuna.
Entre los instrumentos no convencionales se pueden citar los juguetes sonoros y los »cotidiáfonos», denominación
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cuya autoría me pertenece, realizados con objetos de uso cotidiano, que han sido incorporados en
escuelas y jardines de infantes con uso frecuente; incluidos en las actividades musicales, constituyen
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Judith Akoschky
La imitación no implica una copia total de las acciones del adulto o del niño, sino que supone
una recursividad compartida, un enriquecimiento del formato, como una primera forma
de improvisación musical a partir de sonidos, ritmos, modos de acción o de ejecución.
(Akoschky, Fernández y otros, 2013, p. 38).
Las variaciones ofrecen nuevos logros, en ocasiones muy creativos, con apertura a nuevas y
muy personales producciones.
Veamos otro ejemplo. Eleonora, de 14 meses, escucha cantar a su maestra. Deja su juego, se
acerca y solicita la repetición de su canción preferida. De tanto escucharla la fue imitando
de a trozos, primero los finales, luego algunos comienzos de frases y ahora parecería que la
canta casi entera, de un tirón. Para llegar a este punto la ha repetido en muchas oportuni-
dades y le ha incorporado variaciones rítmicas y melódicas. Le dio un buen trabajo aprender
esa canción, pero a Eleonora le gusta además improvisar nuevas canciones. Inventando, ella
contribuye con su granito de creatividad y se siente realizada.
Gardner (en Hargreaves, 1998, p. 62) opina que las artes trascienden la distinción entre afecto
y conocimiento: los objetos estéticos producen simultáneamente en el observador patrones de
pensamiento y de sentimientos. Y construye estas interdependencias dentro de tres sistemas
interactivos en el desarrollo: el sistema de hacer, que produce actos o acciones; el sistema de
percepción, que tiene que ver con las discriminaciones, y el sistema de sentimientos, que da
lugar a los afectos. Nos reencontraremos más adelante con estos tres sistemas en el apartado
dedicado a las actividades musicales susceptibles de ser abordadas con los niños de 0 a 5 años.
una fuente inagotable de sonidos, algunos de sorprendente originalidad. Los Cuadros sonoros, grabados casi
exclusivamente con cotidiáfonos son una prueba de sus posibilidades sensibles, tanto en las clases como en
proyectos creativos de mayor elaboración.
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Arte, educación y primera infancia: sentidos y experiencias
Una mamá canta cuando cocina, cuando hace la limpieza, cuando se sienta a coser una
prenda que necesita arreglos..., pero sobre todo canta cuando juega con sus hijos o cuando
los acuna, luego del cuento y antes de dar el último beso de las buenas noches. Y sus hijos
Primera parte
En la casa hay grabadores, compacteras, radios, televisores, etc. Y hay música: algunas
elegidas, otras sonando sin elección. Pero las que se eligen, las que se repiten, las que son
solicitadas una y otra vez por los niños, van dejando huella, y difícilmente son olvidadas. Esas
músicas estarán ligadas a las vivencias familiares, a las situaciones particulares en las que
tuvieron participación, más aun si fueron compartidas con sus padres, sus hermanos, sus
abuelos y si encontraron espacio en reuniones familiares y fueron escuchadas y coreadas por
los presentes: un arcón de recuerdos con sonidos y música. La película se arma sola, llena de
emociones, llena de recuerdos.
En la actualidad, son muchos los niños que acuden a una institución de educación inicial
desde sus primeros meses de vida, por lo cual el rol asumido por la madre y otros miembros
de la familia es compartido con una o más educadoras. En estos casos, la tarea de propiciar
entornos musicales y sonoros estimulantes y motivadores compete tanto a la familia como a
los integrantes de la institución educativa.
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Los cantos de cuna no han perdido vigencia, ya que es difícil imaginar el sueño de un bebé sin
un canto previo. Y a pesar de los enormes cambios sociales y del incremento de actividades de
los padres, el canto, el arrullo, el movimiento rítmico y pendular de la cuna se imponen aten-
diendo la necesidad del niño. A cargo de sus padres, abuelos y otros familiares o cuidadoras,
este repertorio, nunca olvidado, se conserva sin perder su función esencial.
Este disco reúne canciones de cuna de diferentes países de Latinoamérica y dos romances
de España. Son canciones que la tradición ha conservado y que los adultos cantan a los
niños para acompañarlos en el lento paso entre la vigilia y el sueño.
Con hermosas melodías y ritmos variados que hablan de su origen y definen sus caracteres
geográficos, estas nanas, cantos de cuna, arrullos, acalantos o cantigas de ninar, como se
los denomina en España, Argentina, México o Brasil respectivamente, acunan al niño con
ternura y también con preocupación por los desvelos cotidianos.
De gama expresiva variada, está la canción de cuna suave y monótona «a la cual puede
entregarse el niño con toda fruición desplegando sus aptitudes para el sueño». También
citando a Lorca, las hay tristes «que el niño soporta como un día de niebla detrás de los
cristales». Existen otras, hirientes y amenazadoras, como cuando se invoca al coco, al cuco
o al duende maligno Tutú Marambá: «así, pues, las letras de estas canciones van contra
el sueño y su río manso».
No podían estar ausentes en esta selección el Arrorró mi niño, de Argentina; Dormite mi niño, de
Venezuela; Haga tuto, guagua, de Chile; Tutú Marambá, de Brasil; Duerme negrito, de Colombia;
Arrullos, de México, y el listado mayor, proveniente de España: Pajarillo que cantas, Mece, mece,
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Arte, educación y primera infancia: sentidos y experiencias
Este nene chiquito no tiene cuna, Din dan, A dormir mi niña, y el agregado de dos romances, enterada
que también se habían convertido en cantos de cuna: El conde Olinos y El enamorado y la muerte46.
Madre de todos los cantares, los cantos de cuna o nanas infantiles son ejemplos perdurables y
necesarios: atesoran historia y cultivan amorosamente un alto nivel poético y musical. Con-
servarlos es imperioso. No dejemos que el olvido los aleje de nuestra memoria47.
Primera parte
Desde el imaginario social, la crianza se concibe como parte del ámbito privado. Sin em-
bargo, hoy sabemos que es una responsabilidad y una tarea compartida por familias y por
instituciones de la sociedad en su conjunto. Dentro del sistema del saber pedagógico se
reconocen diversos lugares de la formación entre los que señalan la familia, la escuela, las
asociaciones culturales y del tiempo libre, como museos, bibliotecas, mediatecas, campos
de juego, gimnasios, teatros y paralelamente entes institucionales y asociaciones privadas
y públicas que realizan actividades propias y diversificadas (culturales, lúdico-recreativas,
deportivas). (Soto y Violante, 2008, p. 27)
Ir hacia el encuentro de saberes integrando las perspectivas provenientes de los adultos que
ayudan a crecer a los niños, como la familia, y a las instituciones que encaran proyectos edu-
cativos es un modo de aportar miradas múltiples y complementarias, para la comprensión y
el mejor desarrollo de un proceso tan complejo como el de la crianza (Soto y Violante, 2008).
Una escasa participación familiar en una etapa en que es esencial desde todo punto de
vista, limita también los alcances educacionales y las tendencias familiares a una perma-
nente participación en el currículo. (Peralta, 2007, pp. 18-19).
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Para seleccionar este repertorio contamos con un valioso material proporcionado por el Instituto Nacional
de Musicología Carlos Vega, la biblioteca de la Escuela de Música de la Facultad de Artes de la Universidad de
Cuyo (Mendoza, Argentina), y numerosas publicaciones que reúnen este material del cual daremos sintética
cuenta en las referencias bibliográficas.
47
Un interesante programa de la Unesco, denominado «El niño en su mundo» y difundido en varios capítulos
por el canal oficial de televisión mostró en uno de ellos las diversas formas de hacer dormir a los niños en
diferentes países del mundo. La variedad de hábitos, cantos, costumbres era enorme, pero la finalidad era la
misma: facilitar al niño el ingreso al sueño.
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Judith Akoschky
De este modo, las diferentes culturas encuentran su espacio, y se amplían las experiencias
sensibles de los niños, al compartir las ricas vivencias familiares con los diferentes espacios
que la educación les ofrece. La apertura institucional y la adhesión familiar suman buenas
propuestas para la etapa 0-5, tan fértil para el aprendizaje y para el crecimiento de sus posi-
bilidades de expresión y comunicación musical.
Si bien la música se ha instalado en la sociedad con una presencia casi continua con la parti-
cipación masiva de la población, ello no implica que se avance en su conocimiento y compren-
sión. La música no es un lenguaje simple, y su construcción obedece a reglas cambiantes de
acuerdo a las diferentes épocas y estilos.
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Arte, educación y primera infancia: sentidos y experiencias
necesario un espacio de reflexión y orientación acerca de los contenidos, del enfoque didáctico,
y, en forma relevante, una selección del repertorio musical que se acerque a los alumnos. En
diversas publicaciones nos hemos ocupado de sugerir, proponer y organizar estas tareas. Las
referencias bibliográficas darán cuenta de ello.
Si la institución sigue este itinerario, la presencia de la música puede crecer e instalar su valor
Primera parte
No es posible seguir de cerca lo acontecido durante este siglo sin tomar conciencia de los
grandes cambios que se han producido, en particular la vertiginosidad del avance científico y
tecnológico y la transitoriedad de los conocimientos expuestos a permanentes revisiones. No
ajena a estos cambios, la educación ha respondido planificando reformas centradas, tanto en
la estructura educativa como en la selección y reorganización de sus contenidos.
La música no ha permanecido ajena a este intenso panorama renovador en el que los conte-
nidos, su selección y organización juegan un rol fundamental de acuerdo a su significatividad
dentro del área específica, a su adecuación según los niveles de la educación a los que se
dirige, y a su contextualización socio-cultural. En consecuencia, la selección de los contenidos
ha respondido a un triple eje: epistemológico, psicológico y socio-cultural.
Los cambios significativos del lenguaje musical de las últimas décadas, los avances tecnoló-
gicos, la recobrada presencia de los contenidos de la enseñanza y la importancia relevante
del sujeto de la educación, es decir, del alumno que aprende, han determinado sustantivas
innovaciones en los diseños curriculares y el deseo e interés de los docentes y los adultos a
cargo por acceder a las mismas. Pero estas innovaciones no serán efectivas a menos que los
educadores incorporen en ellos mismos el conocimiento que se espera que impartan. De igual
modo es esencial que existan medios viables para evaluar lo que se ha aprendido (Gardner,
1994).
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Judith Akoschky
El análisis musical del amplio repertorio que deseábamos acercar a los niños fue el procedi-
miento para extraer los contenidos innovadores que queríamos incluir. Tanto el ritmo como
la melodía extendieron sus alcances, ampliando el campo de acción musical. Sumar el sonido
con su rol protagónico en la infancia fue otro de los aportes que acortó distancias con la
producción musical, incluyendo la música popular, la etnomúsica y la creación académica
de los siglos xx y xxi tan rico en las búsquedas formales y tecnológicas que los caracterizan.
Finalmente, la organización en cuatro bloques de contenidos sintetizó la relación triádica de
la enseñanza: la disciplina, el sujeto de la educación (el niño que aprende) y el docente que
enseña49.
De la mano de sus maestros, los niños y niñas pueden iniciar un itinerario lúdico y sensibi-
lizador cuyo objetivo será el disfrute estético que produce el quehacer y la audición sonora y
musical. En consecuencia, hacer y escuchar sonidos y músicas será el objetivo que tendrá a los
alumnos de esta etapa como protagonistas, con sus características, posibilidades e intereses.
Las respuestas a estas preguntas exceden el contenido de este artículo. Los interesados podrán encontrar
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respuestas tanto en el extenso material curricular citado como en otras publicaciones mencionadas en las
referencias bibliográficas.
49
Este material, incorporado en la web en el año 2000, está disponible en www.buenosaires.gov.ar, Diseño
Curricular para la Educación Inicial, en cuatro tomos: Marco General, Niños de 0 a 2 años, Niños de 2 y 3 años, Niños
de 4 y 5 años.
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Arte, educación y primera infancia: sentidos y experiencias
Producir y apreciar constituyen pilares sobre los que se irá construyendo la tarea. El canto, la
ejecución instrumental y el movimiento corporal constituyen medios de expresión con que
cuentan los alumnos y alumnas para la producción sonora y musical.
Un proyecto continuado requerirá del conocimiento de los aspectos de la música más per-
tinentes con actividades y estrategias metodológicas que contemplen las posibilidades y los
intereses de los niños y niñas de 0 a 5 años. La exploración, la imitación y el juego se consti-
tuyen en herramientas procedimentales privilegiadas, que podrán establecer un equilibrio
entre las acciones e iniciativas autónomas de los alumnos y alumnas y las programaciones,
propuestas y decisiones oportunas de sus maestros y maestras.
Es esencial que las actividades y los contenidos tengan coherencia entre sí. La distribución
del tiempo, la organización del espacio, la conformación grupal, y contar con los recursos
adecuados, son algunas de las cuestiones relativas a las actividades que es necesario tener en
cuenta en su programación.
El aprendizaje requiere tiempo. En música, las repeticiones pueden ser también útiles para
reinterpretar una canción, rehacer una orquestación, volver a escuchar una pieza musical
para descubrir características no percibidas en la primera audición… Estas repeticiones se
caracterizan por tener nuevos objetivos en cada oportunidad y significan además el otorga-
miento del tiempo que requieren los alumnos para sus aprendizajes (Akoschky y otros, 2008).
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La experiencia organizada intencionalmente para enseñar supone hacer foco en aspectos del lenguaje
musical. Así podemos distinguir:
• Experiencias para promover las manifestaciones espontáneas del niño vinculadas con
la música.
El trabajo con estas tipologías nos resulta sumamente fecundo ya que nos permiten hacer
foco en las formas de enseñar los lenguajes artísticos-expresivos a niños pequeños. Estas
categorizaciones dan cuenta de las dimensiones del contenido a enseñar y las formas de
enseñar cuando se ofrece a los niños la posibilidad de participar de experiencias estéticas.
(Akoschky, Fernández y otros, 2013, pp. 37-43).
El educador musical
Flavia Terigi propone la capacitación del profesor común para conducir la enseñanza y la
promoción de un cierto desarrollo de la capacidad expresiva de los docentes.
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Arte, educación y primera infancia: sentidos y experiencias
Entre esas necesidades, hay quienes sostienen que es preciso que la formación contemple
el desarrollo de la capacidad expresiva de los docentes. Según esta perspectiva, todos los
docentes –y no solo los especializados– deberían recibir un tipo determinado de formación
artística, sobre todo para desarrollar su propia expresividad y de este modo promover su
formación integral, sus propias posibilidades de disfrute de la experiencia estética. (Terigi,
1998).
Primera parte
Pero en todos los casos, la biografía del docente o del adulto que enseña resultará central, ya
que solo él, enamorado de la música y conocedor de ese lenguaje, puede transmitirlo, compar-
tirlo, disfrutarlo para hacer disfrutar al otro.
El cancionero
El cancionero de autor
Desde hace unas décadas la creación de música para niños ha tenido un crecimiento expo-
nencial. Autores creativos, editoriales que sumaron su esfuerzo apoyando esta producción
y asociaciones que impulsan encuentros internacionales programando conciertos, mesas
redondas, entrevistas, y sobre todo, el intercambio de las producciones contenidas en diferen-
tes soportes como CDs, DVDs, etc. abren un panorama enorme y facilitador para la difusión
del repertorio musical para niños. Entidades tales como el Movimiento de la Canción Infantil
Latinoamericana y Caribeña; Momusi, en la Argentina; Julio Brum y Los pájaros pintados,
junto al sello Papagayo azul, en Uruguay; Nueva cultura, en Colombia, por nombrar solo
unas pocas; editoriales como Palavra cantada, en Brasil, y entidades difusoras como Música
nuestra, en Argentina, son ejemplos de este accionar que facilita la llegada de un amplio
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Judith Akoschky
Pasemos al repertorio infantil tradicional que, por su importancia, merece un análisis aparte.
Hace unas semanas, en un curso de Capacitación musical y Didáctica, propuse a los alumnos,
docentes de música y maestros de sala de niños pequeños, que escribieran en sus cuadernos
tres o más canciones y algunos juegos musicales asociados a su infancia. Casi sin excepción
todos los presentes recordaron esos temas que luego, sumados, conformaron un extenso
listado.
Entre las canciones evocadas mencionaron: Un cocherito, Tengo una muñeca, En coche va una niña,
Tres hojitas madre, ¡Qué llueva!, Caracol, col, col, Luna lunera, Palomita ingrata, La mar estaba serena,
Al olivo, Se va la barca, El lagarto, Cinco lobitos, Mambrú, Paloma del palomar, Tengo tres cabritiñas,
etc. Entre las canciones recordaron también algunos romances como El conde Olinos, Estaba la
Catalinita, Eran tres alpinos. Los juegos más nombrados fueron Pisapisuela, A la lata al latero, Antón
pirulero, El anillito, El huevo podrido, El patrón de la vereda, Las esquinitas, Martín pescador. Y de las
rondas recordaron en particular La farolera, Sobre el puente de Avignon (Avellón), Arroz con leche,
Estaba la paloma blanca, Una tarde fresquita de mayo, etcétera.
La reflexión siguiente consignó que en su mayoría eran temas tradicionales, transmitidos por
sus padres, abuelos, parientes, etc. y que se cantaban y jugaban en su infancia en las reuniones
familiares, en sus casas o en la calle, pero que hacía tiempo permanecían olvidados. Comen-
zamos cantando cada uno de los temas mencionados. El clima emocional que se produjo
nos fue envolviendo de modo tal como pocas veces se había logrado en las clases. Fue como
abrir una caja de Pandora de la que brotaban en forma incontenible recuerdos, emociones,
vivencias guardadas por mucho tiempo y que ahora afloraban con fuerza recuperando un
extenso espacio emocional. Quedamos todos sorprendidos: ese alud inacabable pedía nuestra
atención, nuestro interés, nuestro tiempo.
¿Qué ocurrió después? Los relatos salían a borbotones, los recuerdos, algunas lágrimas, más
recuerdos, y las conclusiones: recuperar esa historia dando paso a emociones tan intensas
guardadas por años. En las descripciones familiares se insertaban aspectos de su identidad,
de las músicas que sentían más propias, que repetían en sus encuentros y festividades, que
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Arte, educación y primera infancia: sentidos y experiencias
Entonces… ¿por qué ignorarlas, cómo olvidarlas? En las clases siguientes de este grupo de
Primera parte
maestros aparecieron nuevos relatos en los que se priorizaba la sorpresa y la alegría de haber
compartido ya con sus pequeños alumnos esas canciones, esos juegos, que también habían
gustado, que también habían emocionado. La tradición seguía viva, sin aditamentos: por sí
misma, despertaba alegría y emoción, y los maestros se sentían felices de contar y recuperar
un repertorio olvidado, tan rico, tan valioso…
Si bien la tradición tiene vigencia, y hoy más que en otros períodos de la historia ha recupe-
rado –probablemente por la necesidad de la búsqueda y salvaguarda de la identidad– su indis-
cutible lugar, es indudable que la tradición sostiene su permanencia en callada lucha. Alterna
momentos de fervorosa euforia acompañada por los aportes de estudiosos que operan y
recuperan para el resto de la comunidad valores propios, con períodos más pasivos en manos
de la propia mecánica de la transmisión oral.
Tanto Latinoamérica como España cuentan con numerosas recopilaciones de música tradi-
cional que conforman un riquísimo patrimonio cultural. Etnomusicólogos, musicólogos, in-
vestigadores y músicos interesados en el tema han participado en esa tarea de recopilación,
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El proyecto en cuestión trata del patrimonio compartido y su trascendencia en la educación. Lo llevan adelante
desde la Universidad de Extremadura y colaboran la Universidad de Valladolid y la Universidad del País Vasco.
En esta última y dirigido por Maravillas Díaz Gómez, han tomado fundamentalmente el tema de las canciones
infantiles. Con la aprobación del Ministerio de Economía y Competitividad de España se eligieron además
algunos países latinoamericanos para realizar un trabajo conjunto.
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Judith Akoschky
EPÍLOGO
En este artículo abordamos algunos temas con ideas, reflexiones, sugerencias. No obstante,
queda mucho por decir, por profundizar. Dedicarse al lenguaje musical con los niños pequeños
es una aventura que tiene sus riesgos, pero también, sus grandes recompensas.
Que nuestros niños se expresen musicalmente con entusiasmo, con alegría, con placer,
que esperen la música como una fiesta, es un logro inapreciable. Valdrá la pena intentarlo.
Estamos todos invitados.
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